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Unidad 4.

El texto: construcción lingüística y entidad comunicativa

1. Texto y discurso: prácticas discursivas y situación comunicativa

La diferenciación terminológica (texto o discurso) sirve para designar una entidad


lingüística con significado contextual: es una entidad construida con material lingüístico
(texto) y, a su vez, esa construcción lingüística discurre (discurso) en un contexto.
Atendiendo el punto de vista interno (o local), El análisis de centra en la conformación
del entramado lingüístico; desde una perspectiva externa o global, el análisis, presta
atención a la relación entre contexto y construcción lingüística. Por otro lado, descubre
dos modos de abordar la construcción lingüística supraoracional. El término texto
refiere al producto (lat. textus “tejido, hecho”) y se asocia con la escritura como soporte
de fijación lingüística; el término discurso, en cambio, atiende a la idea de proceso (lat.
Discurrere “ir de un lado a otro”) y se vincula a lo oral, como canal que permite la
interacción de los hablantes. Por tanto, el texto es una entidad lingüística estable y
organizada conforme a la intención del emisor; el discurso es una entidad fluida y
dinámica, cuyo desarrollo es resultado de la interacción.

Conviene tener presente la diferencia entre proceso y producto. Una reseña literaria, por
ejemplo, es un producto lingüístico, etapa final de un proceso de planificación,
esquemas, etc. Asimismo, la actividad lingüística (proceso y producto) está
condicionada por la situación comunicativa y por el entorno social. debido a esa
naturaleza hibrida de construcción lingüística y contexto social, el término discurso
adopta diferentes usos: discurso oral (medio), discurso político (ámbito), discurso
argumentativo (construcción), discurso de los jóvenes (sociolecto).

Por otro lado, el entramado discursivo se configura de acuerdo con tres propiedades
textuales: a) adecuación, b) coherencia y c) cohesión. La adecuación es la propiedad
que, a través de la asociación entre materia lingüística y contexto, regula las estrategias
de producción e interpretación. La coherencia es la propiedad que permite reconocer el
significado global y unitario de la entidad lingüística. Por último, la cohesión es la
propiedad encargada de tejer las partes del texto (enunciados, párrafos) por medio de
mecanismos formales (piezas léxicas o gramaticales) que funcionan como hilos
textuales.

1.1 Prácticas discursivas: géneros discursos y tipologías textuales

Desde un punto de vista histórico, el concepto de género, como término que agrupa
discursos semejantes, remite, a la Antigüedad clásica, y se centra en la clasificación de
discursos correspondientes a dos ámbitos discursivos: la oralidad pública y la literatura.

En el primer caso, en el marco de un discurso formal que un orador dirige a una


audiencia, la retórica propone una división tripartida de los discursos: discursos forenses
(asunto jurídico), deliberativos (asunto político) y demostrativos (para destacar las
cualidades de algo o alguien y emocionar al auditorio). El segundo ámbito -el de la
clasificación de los discursos de ficción (literarios) en líricos, narrativos y teatrales-
empieza a gestarse con Platón y Aristóteles.

Bajtín (1970) reinterpreta la noción de género. Distingue dos categorías genéricas:


producciones espontáneas propias de la vida cotidiana, vinculadas con la inmediatez

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comunicativa (géneros primarios o simples) y producciones elaboradas con respecto a
un patrón cultural (géneros secundarios o complejos). Los géneros secundarios
(artísticos, científicos, políticos…) son más elaborados y necesitan una elaboración
compleja.

Siguiendo a Bajtín, con el término de género discursivo aludimos a estructuras


lingüístico-comunicativas condicionadas por patrones de carácter sociocultural que
regulan la comunicación de acuerdo con esquemas discursivos (conferencia, consulta
médica, interrogatorio policial…). No hablamos sin más, hablamos conforme a las
pautas discursivas genéricas. Así, un mensaje institucional exige un formalismo
lingüístico propio. El estatus de género no es universal – se ajusta a coordenadas
socioculturales específicas – ni fijo: es dinámico (evoluciona) y permeable (se asocia
con otros géneros).

Por otro lado, las tipologías textuales (tipo de texto) son variadas, dependen del criterio
de clasificación aplicado. Podemos clasificar los textos en función del código empleado
(textos de código lingüístico, no lingüístico, híbridos), el canal (oral, escrito, digital), el
ámbito (científico, periodístico), intención (informativos), relación interpersonal
(formales e informales), extensión (breve o extensa), implicación del emisor (objetivo o
subjetivo), etc. Desde un punto de vista lingüístico interno, pueden clasificarse los
textos según el modo de organización. Cada uno de estos modos de organización se
denomina secuencia textual y, pueden distinguirse cinco secuencias textuales:
narrativa, descriptiva, expositiva, argumentativa y dialogada. Lo normal es que
convivan distintas secuencias textuales, aunque sea una de ellas la dominante.

Como hemos visto, la noción de género se asocia con la relación entre producción
lingüística y situación comunicativa. En cambio, la tipología textual es más abierta y
atiende a criterios lingüísticos (como el del modo de organización textual) o a criterios
extralingüísticos. Considerando la variedad de agrupaciones tipológicas y atendiendo
que uno de los objetivos de la enseñanza de la lengua es el desarrollo de prácticas
discursivas, esto es, la producción y comprensión de textos en distintos ámbitos
comunicativos, parece aconsejable abordar este aprendizaje conforme a un método
inductivo.

1.2 Prácticas discursivas y situación comunicativa

Toda producción lingüística surge en un contexto y esa producción lingüística


contextualizada se somete a patrones de regularidad. Cualquier situación comunicativa
es un caso de práctica discursiva, un ejemplo de un modo convencionalmente
establecido de hablar en sociedad. Claro está, cada hablante tiene un estilo personal,
también es cierto que cada situación comunicativa es única e irrepetible porque los
factores situacionales, a pesar de su regularidad, no son estables, sino dinámicos y
flexibles. Entre estos factores situaciones destacan la intención del hablante y su
capacidad para tomar elecciones lingüísticas que se ajustan al contexto o, en cambio,
generar un nuevo contexto.

En cuanto entidades comunicativas, los textos (discursos) se ubican espacial y


temporalmente (anclaje comunicativo) y están condicionados por factores contextuales
que determinan la formalidad de la situación comunicativa. El anclaje de una situación
comunicativa supone recuperar el presente de la enunciación: la dinámica interactiva y

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la dimensión espaciotemporal (el yo-aquí-ahora) sobre las que se asientan las
expresiones lingüísticas.

La determinación de la situación comunicativa supone identificar el origen y el destino


de la enunciación (quién habla a quién) y observar cómo se reflejan lingüísticamente
esos anclajes comunicativos: participantes (yo- tú), tiempo de presente (ahora) y espacio
(aquí). Una conversación espontánea está muy anclada en la enunciación: se activa el
yo, se evidencia el presente del diálogo y se apunta al espacio compartido. Por el
contrario, un texto ensayístico no está tan anclado a la enunciación, porque el espacio
compartido (el aquí) se ha escindido, hay dos espacios comunicativos (el del autor y el
lector).

Con respecto a los factores situacionales que determinan el carácter formal o informal y
que se relacionan con los géneros discursivos, es útil recurrir al modelo de la teoría
sistémico-funcional de Halliday (1982). Este modelo se basa en la consideración de
parámetros situacionales que admiten variación y flexibilidad. De acuerdo con la teoría
sistémica, son tres los parámetros situacionales que dibujan el contexto en que se
inscribe un acontecimiento comunicativo: el modo (la materia semiótica, el medio y la
forma de comunicación), el campo (el contenido y el dominio o ámbito del discurso) y
el tenor (vinculado con los participantes: número, identidad y carácter, la relación que
se establece entre ellos y la intención comunicativa).

El modo del discurso es el parámetro relacionado con la canalización. En la


comunicación verbal podemos distinguir el canal oral, escrito o virtual o digital.
Asimismo, los canales pueden convivir en una situación comunicativa. Además del
canal, ha de considerarse el código lingüístico, que puede alternar o combinarse con
otro código (como sucede con el espanglish, híbrido de inglés y español. Es habitual,
sobre todo en la comunicación virtual. Ejemplos de esta comunicación multimodal son
las conversaciones de wasap. Finalmente, el género discursivo en que se enmarca la
situación comunicativa se ajusta a un esquema organizativo: un correo electrónico, un
programa de televisión…

El campo del discurso es el parámetro asociado con el contenido (temática) y el ámbito


en que se inscribe la actividad discursiva. Por ejemplo, el campo de discurso de una
noticia deportiva es su contenido (lo sucedido en una competición) y el ámbito (el
periodístico.

El tenor discursivo apunta a los participantes prestando atención a su carácter, a su


modo de intervención en la situación comunicativa y a sus objetivos. Puede hablarse de
un tenor personal (personalidad lingüística y comunicativa del hablante, involucración
en el discurso), un tenor funcional (intención comunicativa) y un tenor interpersonal
(relación entre los interlocutores +/- jerarquía, +/- proximidad).

2. Soportes discursivos: oral, escrito y digital

A la hora de dar cuenta de las propiedades de cada discurso (oral, escrito y digital), nos
vamos a detener en tres aspectos asociados al uso de estos soportes: la inmediatez, la
combinación de soportes y la multimodalidad. En la conversación espontánea el
soporte oral se asocia a la inmediatez comunicativa: comparten un espacio físico (aquí).
En la escritura se trunca esa inmediatez: el espacio comunicativo se escinde (espacio del
escritor y lector). La revolución tecnológica del soporte digital supone, en cierto modo,
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la recuperación de esa inmediatez propia de lo oral: en un grupo de wasap se comparte
un espacio virtual, se da la interactividad y puede recuperarse la sincronía de la oralidad
espontánea.

Por otro lado, asociamos determinadas prácticas discursivas con un soporte: la


conversación espontánea se amolda a la oralidad; una hoja de reclamación se elabora en
un soporte escrito. No obstante, no hay relación biunívoca entre soporte y situación
comunicativa.

Finalmente, el soporte digital es multimodal: puede almacenar y trasladar significados


codificados de modo diverso: escritura de los intercambios, grabaciones de audio,
vídeos…). La multimodalidad no es propiedad exclusiva del entorno digital: en la
oralidad lo acústico (sonidos, entonación) convive con lo visual (gestual, proxémico):
un texto escrito puede incluir imágenes, gráficos. Sin embargo, lo que potencia la
multimodalidad del soporte digital es la multifuncionalidad del entorno virtual, que
permite el encuentro continuo de códigos lingüísticos y no lingüísticos.

2.1 El soporte oral

La conversación espontánea (modalidad oral prototípica) se basa en la participación


cara a cara (simultánea) de los interlocutores en un espacio físico compartido. En buena
parte, las formas de dialogar están supeditadas a normas de interacción social, más o
menos flexibles. A pesar de que la conversación espontánea presenta cierta indefinición,
podemos reconocer estructuras de intercambio mínimo con cierto grado de fijación: un
saludo requiere por cortesía su respuesta. A estos intercambios mínimos se les
denomina pares adyacentes.

Considerando la alternancia de voces de interlocución, podemos distinguir dentro de la


estructura conversacional distintas unidades. Dentro del turno del hablante (unidad
monologal) reconocemos la intervención (lo dicho por el hablante en un turno) y los
actos (enunciados que tienen valor comunicativo). La suma de intervenciones da lugar a
unidades dialogales: el conjunto de un encuentro comunicativo se denomina
interacción, dentro de una interacción las intervenciones se agrupan (intervención
hablante A + intervención hablante B), que a veces está fijado, como sucede con los
pares adyacentes.

En su condición de medio de comunicación básico, lo oral se caracteriza por su


ductilidad y por su capacidad para asumir variaciones, si tomamos como punto de
referencia su manifestación más prototípica: la conversación espontánea.

Cualquier variación en la interacción conversacional espontánea permite entender el


carácter de otras prácticas discursivos orales. Así, una entrevista de trabajo se asienta
sobre una relación asimétrica y jerárquica, por ejemplo, una mesa redonda. Estamos, en
ambos casos, ante manifestaciones dialogales (sustentadas en el intercambio), pero con
un grupo de formalidad institucional. Esta formalidad se acentúa cuando se pierde la
alternancia y el hablante se dirige a la audiencia: clase, conferencia, comunicado
oficial… En estos casos, hablamos ge géneros orales monologales planificados. Por
último, la meditación tecnológica también condiciona los intercambios comunicativos,
pues el hablante presta más atención a su forma de comunicarse cuando es consciente de
que su comentario se emitirá por televisión.

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En las interacciones orales aparecen tres clases de elementos: verbales, paraverbales y
no verbales. Son elementos no verbales la proxemia (la apropiación que el hablante
hace del espacio) y la cinésica (movimientos corporales y gestualidad). Entendemos que
son elementos paraverbales (en la comunicación oral de base acústica) aquellos
producidos por el aparato fonador, pero sin repercusión lingüística, por ejemplo, la
calidad de la voz (timbre, volumen, tono) y las vocalizaciones (emisiones de sonidos no
articulados como carraspeos, suspiros).

En cuanto a los elementos verbales, los elementos del nivel fónico son relevantes los
aspectos prosódicos: entonación, ritmo, pausas, etc. Por otra parte, los elementos de
nivel morfosintáctico dependen del tipo de interacción oral. Uno de los rasgos
sintácticos más característicos del discurso oral es la tematización, fenómeno
consistente en retomar el asunto de que se habla para a continuación añadir información
al discurso. Esa fluidez continua del discurso oral explica que en el nivel léxico los
discursos orales recurran a la redundancia léxica, a la paráfrasis, a palabras baúl.

En el plano de la construcción sintáctica resulta más decisiva la diferencia entre una


oralidad informal y una formal, pues la formal parte de un plan. La sintaxis acumulativa
es el modo de construcción de la realidad espontánea: los fragmentos de discursos
añaden a los emitidos; la construcción oral formal (muchas veces, monologal), parte de
un plan, de una estrategia discursiva, que se concreta en orden jerárquico, no
acumulativo

2.2 El soporte escrito

La capacidad de almacenamiento y la posibilidad de revisar el discurso antes de su


fijación hacen que las prácticas escritas se vinculen con frecuencia con ámbitos de
comunicación formal, si bien la escritura admite manifestaciones informales,
especialmente cuando se pretende imitar los modos expresivos de la oralidad.

La escritura supone un aprendizaje, que requiere un manejo instrumental (bolígrafo,


ordenador). El soporte escrito acoge una amplia gama de géneros discursivos, en
función de su extensión y en función de su ámbito de difusión: privado, académico.
Atendiendo al grado de fijación del discurso y a su formalidad, podemos establecer
clases de prácticas discursivas: escritos informales y escritos formales.

Dejando de lado las marcas visuales, el texto escrito presenta una serie de propiedades
lingüísticas en cada nivel de lengua. Así, por ejemplo, la homogeneidad de la escritura y
la posibilidad de revisión explica que los criterios normativos (ortográficos) puedan
aplicarse con más rigor. Asimismo, el soporte escrito permite el almacenamiento y la
transmisión de los saberes y, además, es un medio idóneo para la creatividad
(literatura). Podemos mantener que en el nivel morfosintáctico la escritura muestra estas
tendencias: orden sintáctico neutro, relación explícita entre las construcciones (con
conjunciones y marcadores), inexistencia de expresiones deícticas espaciales (porque el
espacio del emisor y el del receptor son diferentes). El empleo del léxico dependerá del
ámbito del discurso, asimismo, la organización discursiva de los textos escritos
(apartados, capítulos) depende de las exigencias genéricas. En cualquier caso, uno de
los aspectos más destacados de la escritura es la puntuación que, especialmente en
textos cuyo objetivo es transmitir contenidos con claridad.

2.3 El soporte digital


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El soporte digital mediatiza lo oral y lo escrito y propicia los encuentros multimodales,
esto es, la comunicación a través de modos o canales comunicativos diversos.
Asimismo, fomenta la multiplicación de discursos, por lo general, efímeros y breves. En
el ámbito de una lengua internacional como el español, el carácter plural y global de
esta comunicación supone la neutralización de las distintas variedades geográficas.

Atendiendo al modo en que los usuarios intervienen en la comunicación digital,


podemos hablar de dos situaciones enunciativas, de dos tipos de discursos digitales:
interactivos (o plurigestionados) y monogestionados. En los interactivos los sujetos
(internautas) participan en la construcción discursiva. Temporalmente, ese diálogo
puede ser simultáneo (ciberconversaciones) o sucederse (correos electrónicos).

En los géneros monogestionados los sujetos (escritor y lector) se comunican, de


manera diferida, a través de la red. Se asiste a una pérdida de inmediatez comunicativa,
ejemplos de genero monogestionado pueden ser portales temáticos como la Biblioteca
Virtual Cervantes.

El soporte digital se caracteriza por la hipertextualidad, por la asociación discursiva


entre fragmentos de distintas fuentes textuales a través de enlaces internos o externos,
por medio de la conectividad en la red. El hipertexto supone la apertura estructural, la
multiplicidad discursiva y la ruptura de la linealidad.

3. Ámbito discursivo y modo de organización textual

Los discursos pueden clasificarse según el grado de formalidad de la situación (formal e


informal) y según el soporte discursivo (oral, escrito, digital). Ahora nos adentramos en
otras dos dimensiones: una externa (ámbito en que se enmarca lo lingüístico); otra
interna (modo textual o de organización del discurso).

3.1 El ámbito del discurso

El ámbito del discurso es el dominio en que se encuadra una práctica discursiva, en


cuanto actividad comunicativa ajustada a las convenciones sociales. Según el campo del
discurso, podemos distinguir (Bjatín) dos entornos de comunicación: de interlocución
privada (intercambios cotidianos) y de intervención pública, donde se incluyen textos y
discursos de naturaleza institucional (científico-técnicos). Estos dominios institucionales
o públicos exigen que el individuo adquiera, además de nociones del ámbito, estrategias
discursivas adecuadas al género y orientadas a los fines comunicativos.

Cada dominio público se concibe como un macrogénero, un espacio complejo y abierto


en que conviven prácticas discursivas similares: géneros. De esta manera, un artículo de
opinión de un periódico digital se encuadra en el macrogénero periodístico, y conforme
a este género, adopta convenciones formales y de contenido exigidas en el
ciberperiodismo: titular, interés para los lectores, opinión razonada… Por otro lado, lo
esperado es que el grado de formalidad del discurso sea mayor en los dominios
institucionales que en los intercambios privados, pero esta asociación es solo una
tendencia. Un texto literario puede presentar rasgos de informalidad porque el autor
pretende reproducir modos conversacionales. Asimismo, usos lingüísticos asociados a
un dominio pueden emplearse en otro dominio donde no son tan habituales. En este
cruce de género reside el éxito de algunos formatos televisivos (telebasura) en que los
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hablantes contravienen sistemática la formalidad propia de otros géneros (de calidad)
emitidos a través del mismo medio.

Ha de señalarse, además, que la ubicación de la situación comunicativa determina la


organización del discurso, la expresión lingüística y el modo de interactuar. En el
ámbito científico-técnico se pretende ampliar el saber, en cambio en los técnicos se
persigue una aplicación. Hay una serie de propiedades inherentes a la actividad
científica y, por tanto, presentes en esos discursos: la universalidad del contenido
científico y a revisión continua de la validez de ese contenido. Además, el discurso
científico atiende a la objetividad, se asienta en el rigor, y para su comprensión, ha se
aspirar a la claridad expositiva.

En las disciplinas humanísticas se concreta en textos cuya finalidad es también


transmitir conocimientos. Los géneros discursivos humanísticos se caracterizan por la
abstracción y por su tendencia. Ala reflexión, la discusión y el debate. El objeto de
análisis de este ámbito, al estar menos definido, ofrece variadas perspectivas de análisis
y permite aproximaciones teóricas distintas. Estas prácticas discursivas se caracterizan
por la precisión y la claridad; sin embargo, el grado de subjetividad depende del género,
trabajo de investigación, reseña, etc.

A diferencia de estos dos ámbitos, el jurídico-administrativo se centra en la regulación


del comportamiento de los individuos. En el ámbito jurídico se incluyen los discursos
legislativos relacionados con su aplicación. La comunicación, es unidireccional: la
fuente de emisión es una entidad de rango superior y el destino es el colectivo, la
sociedad. El objetivo fundamental es dictar conductas y sancionar comportamientos:
orientar la acción de los ciudadanos debido a la naturaleza de estos discursos, los
canales de difusión habituales son escritor, donde queda constancia de lo legislado o
sancionado como sucede en los boletines oficiales del Estado. El lenguaje jurídico se
caracteriza, además de por su formalidad, por su conservadurismo, por su alta
especialización. En el discurso administrativo hay una comunicación más próxima al
ciudadano, se acerca la lengua especializada a la lengua común.

Los discursos de los medios de comunicación (periodísticos) transmiten, regularmente,


informaciones consideradas de interés para la comunidad. Atendiendo a la situación
comunicativa, la fuente de emisión presenta varios estratos: el grupo de comunicación
(con sus intereses empresariales y su ideología), las agencias informativas (que
seleccionan y elaboran noticias) y el propio periodista. El destino de la emisión es un
lector plural. Las buenas prácticas periodísticas se sustentan en la verdad, aspiran a la
objetividad y respetan los códigos éticos que regulan el periodismo; aunque la presión
del grupo de comunicación puede convertir el periodismo en instrumento de
propaganda. Los géneros periodísticos se clasifican, según su intención en informativos,
de opinión o híbridos.

Por último, con los discursos publicitarios se pretende persuadir al receptor y modificar
su comportamiento. El objetivo de la publicidad comercial es la venta de un producto.
La orientación de la comunicación publicitaria es unidireccional: del anunciante al
consumidor. Entre los rasgos inherentes a la publicidad destacamos la libertad
compositiva (que promueve innovaciones constantes en el nivel lingüístico y en las
estrategias comunicativas), la combinación de códigos (lingüísticos y no lingüísticos) y
la naturaleza multimedial de la publicidad (capaz de adaptarse a distintos entornos
mediáticos: radio, televisión…)
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3.2 Modos textuales de organización del discurso

Un modo de organización discursiva es una entidad lingüística, con un sentido unitario,


ubicada entre la unidad oracional y el texto o discurso. Por lo general, se consideran
estas secuencias: diálogo, narración, descripción, argumentación, exposición.

● Diálogo

Es el molde de expresión básico de las lenguas naturales que permite la alternancia de


voces en una situación comunicativa. Existe el diálogo directo espontáneo y un diálogo
directo no espontáneo (formal), porque hay planificación o porque se reconocen pautas
de regulación del intercambio. Asimismo, hay un diálogo reproducido: el que emplea,
por ejemplo, un novelista. Estas voces pueden recogerse en la novela a través de un
diálogo reproducido en estilo directo o por medios de la voz del narrador.

● La secuencia narrativa

Se caracteriza por la presentación de una sucesión de acontecimientos de acuerdo con


tres fases generales: presentación de una situación inicial, surgimiento del conflicto (que
transforma esa situación inicial) y resolución final (que da lugar a una situación nueva).
Hemos de distinguir la narración como secuencia o modo de organización del discurso y
la narración como manifestación genérica del discurso literario, aunque en ambos casos,
recurre a mecanismos lingüísticos semejantes. La estructura narrativa responde a una
presentación ordenada de acontecimientos. Esa voz narrativa se concreta en una persona
gramatical que gobierna el discurso. A su vez, los acontecimientos relatados se ubican
espacial y cronológicamente: hay un tiempo (verbos, adverbios temporales) y un
espacio (adverbios de lugar).

● La descripción

Se caracteriza por representar verbalmente las cualidades o propiedades de un objeto de


descripción. La descripción consta de operaciones discursivas: anclaje del término
(determinación de lo que se va a describir), aspectualización del término (partes,
propiedades, utilidad…) y ubicación (relación con su entorno). Un buen ejemplo de la
descripción es la definición lexicográfica. Recurriendo al código visual, la narración es
fotografía en movimiento (cine); la descripción, movimiento congelado (fotografía).

● La exposición

Es el modo de organización textual orientado a la presentación de un asunto de cierta


complejidad o desconocido para el destinatario. Como el objetivo primordial de la
exposición es la transmisión del saber, el éxito comunicativo se basa en el orden, la
claridad y la precisión. La estructura básica de la exposición es: introducción, desarrollo
y conclusión. No obstante, este orden puede experimentar variaciones en función del
modo de ofrecer la exposición: deductivo (de lo general a lo particular) o inductivo. Hay
rasgos constantes en los discursos expositivos: uso del presente atemporal, predominio
de determinadas clases de palabras (sustantivos abstractos, verbos de estado), tendencia
a la impersonalidad.

● La argumentación
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Surge cuando un emisor recurre a operaciones lingüísticas para convencer al
interlocutor de una opinión (tesis) ofreciéndole pruebas (argumentos). Este tipo de
secuencias surge, generalmente, de una opinión polémica, por ejemplo, una tesis o una
investigación policial. Para que haya argumentación ha de haber una opinión conflictiva
(tesis) y un proceso racional basado en los argumentos con los que el emisor trata de
convencer a su interlocutor (argumentación). La argumentación recurre a premisas
(ideas asumidas por los hablantes de una comunidad) y argumentos.

Según Escandell (2014) que clasifica los textos en virtud del objetivo comunicativo, hay
tres tipos de textos: informativos, persuasivos y directivos. Las secuencias narrativas,
descriptivas y expositivas estarían integradas en los textos de intención informativa. Por
su parte, las secuencias argumentativas se incluirían en los textos persuasivos.
Asimismo, en el espacio de los discursos persuasivos, hay construcciones textuales que
emocionalmente se dirigen al receptor, al que tratan de persuadir sin recurrir a la
argumentación; podríamos hablar en este caso de secuencias de opinión no
argumentada.

4. Operaciones discursivas: adecuación, coherencia y cohesión

ADECUACIÓN Y COHERENCIA

La adecuación consiste, por un lado, en elegir formas lingüísticas de acuerdo con la


situación comunicativa (en el ámbito de la producción discursiva) y, por otro, en
interpretar (como receptor) el sentido de esas formas lingüísticas en esa situación
comunicativa. Dentro del ámbito de la adecuación, se incluyen las operaciones de
anclaje espaciotemporal y la elección de variantes lingüísticas dependiendo de la
situación comunicativa, que se ajusta a los parámetros situacionales: el modo
(canalización y organización del discurso), el campo (temática y actividad discursiva) y
el tenor (carácter de la interlocución).

La coherencia afecta al contenido del texto. En su conjunto, el contenido total del texto
(coherencia global) ha de cobrar sentido en el marco de la situación comunicativo y de
acuerdo con la intención proyectada. Además, ha de prestarse atención a un nivel de
coherencia más interno que se centra en la relación congruente entre las partes del texto,
el avance gradual de la información, la organización de las ideas… [ Para ver ejemplos de
adecuación y coherencia véase texto de la página 120]

COHESIÓN: PROGRESIÓN Y CONECTIVIDAD

Por cohesión entendemos el conjunto de relaciones formales que se establecen entre


distintos elementos que aparecen en el texto. La cohesión es el conjunto de hilos
discursivos que constituye la red textual. Por tanto, un texto coherente se revela como
tal gracias a la cohesión; sin embargo, un texto a pesar de estar cohesionado puede
resultar incoherente porque esta red textual es incongruente.

En primer lugar, el canal discursivo condiciona la naturaleza de los mecanismos de


cohesión. Por otra parte, hay dos mecanismos generales de cohesión, que no en todos
los casos están claramente diferenciados: la progresión referencial o continuidad
temática (aquello de lo que se habla, que se refleja en el léxico) y la conexión entre
construcciones oracionales. Finalmente, y en relación con estos mecanismos generales
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de cohesión, ha de hacerse notar que la continuidad temática se da en todos los textos,
en cambio, no en todos los textos aparecen marcas de conexión entre construcciones
oracionales, porque la relación entre las construcciones está implícita (la infiere el
lector) o porque se utilizan otras marcas como por ejemplo las marcas gráficas en los
textos instructivos.

En el ejemplo del libro aparecen tres marcadores del discurso que ordenan el discurso
en tres unidades: en primer lugar (marcador de inicio), por otra parte (continuador) y
finalmente (de cierre). Entre los elementos de cohesión tenemos expresiones temporales
como (hace tan solo unos años y hoy). También se utiliza la estructura de pregunta-
respuesta, frecuente en la oralidad, como recursos de continuidad discursiva.

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