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Unidad 1.

Homogeneidad y heterogeneidad lingüísticas

1. Lenguaje y lenguas
1.1. El lenguaje como facultad y habilidad humanas

Debemos ser conscientes de la variedad lingüística (hetereogeneidad) pues


independientemente del código lingüístico. Sobre esta realidad plural se asienta la
oposición entre lenguaje y lengua. El lenguaje es una facultad, propia y exclusiva del
ser humano, que le permite aprender cualquier lengua, comprender la realidad y
comunicarse con sus semejantes. Por otra parte, una lengua es un sistema lingüístico
concreto que evidencia esa habilidad humana.

El lenguaje (capacidad de aprender) es una abstracción a la que solo se puede acceder a


través del hecho lingüístico. En cada manifestación lingüística se aprecia una dimensión
biológica (habilidad del individuo para el aprendizaje natural de la lengua), y otra
cultural (acividad lingüística en el entorno social).

Siguiendo a Lennenberg, Moreno Cabrera aduce pruebas que demuestran la base


biológica del lenguaje:

a) Función cognitiva específica del ser humano.


b) Propiedad universal de todos los miembros de la especie.
c) Desarrollo espontáneo en una etapa concreta, entre los dos y los diez años.

Por tanto, el ser humano dispone de una gramática interna, un entramado cognitivo
desarrollado en el período crítico (etapa infantil) con la asimilación de datos lingüísticos
tomados de adultos. Estos datos son los que orientan la capacidad cognitiva (lenguaje)
hacia la incorporación de un sistema concreto (lengua natural).

Las lenguas naturales se distinguen unas de otras por su estructura y su modo de


expresar significados, pero en esencia son distintas formas de mostrar una habilidad
cognitiva humana (lenguaje). En el desarrollo de las lenguas naturales se diferencia
entre biología y cultura. Para explicar esto Moreno Cabrera acude a la metáfora del
sendero: las lenguas naturales cambian con el tiempo, igual que se forma un sendero en
el bosque. Estos cambios son automáticos, impredecibles y no conscientes. Sin
embargo, hay una dimensión cultural superpuesta, que responde a actitudes conscientes,
diseñadas por estamentos sociales: fijación normativa, desarrollos tecnológicos,
conformación de una lengua estándar. Nos encontramos donde lo social e ideológico se
superponen a lo estrictamente lingüístico. Por ejemplo, si nos fijamos en la estructura
silábica del español se advierte una tendencia a la sílaba abierta (pelear> peliar=
Colombia). En cambio, las normas ortográficas son imposiciones socioculturales que
condicionan el desarrollo natural del idioma. Frente a la diversidad lingüística, la
naturaleza homogénea del fenómeno lingúístico (el lenguaje) se constará sin la
existencia de unversales lingüísticos.

Simone (2001) enumera y analiza una serie de características compartidas por las
lenguas naturales, que se agrupan en cuatro parámetros:

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- Materialidad lingüística: el canal básico es el vocal-auditivo o en las lenguas
signadas el gestual-visual.
- Modo de significar: el signo lingüístico es por un lado arbitrario y convencional
(no hay relación natural y necesaria entre significante y significado), y por otro,
su valor es contextual, ya que se ajusta a una realidad comunicativa concreta.
- Estructura: las lenguas se distinguen por su carácter discreto, susceptibles de
dividirse en unidades o segmentos que se organizan jerárquicamente, se
combinan y se relacionan entre sí.
- Hablantes: pueden alternar sus roles comunicativos (producir, reproducir y
recibir señales lingüisticas) y son capaces de reflexionar sobre el propio hecho
lingüístico (actividad metalingüística).

Algunos de estos rasgos se encuentran en sistemas de comunicación animal de cierta


complejidad. Sin embargo, hay tres propiedades exclusivas de las lenguas humanas: la
dualidad estructural (unidades sin significado combinadas entre sí forman unidades
superiores con significado), productividad (creatividad ilimitada) y desplazamiento
(posibilidad de aludir a elementos no presentes en el escenario comunicativo o
inexistentes).

1.2. La diversidad lingüística: las lenguas

La dificultad del reconocimiento de las lenguas reside en el difícil acceso a algunas


comunidades lingüísticas o a la actividad negativa del hablante ante su modo de hablar.
Son varios los criterios empleados para clasificar las lenguas: B) criterio genético
(origen común), B) criterio geográfico (distribución espacial) y C) criterio tipológico
(rasgos lingüísticos). El sistema de clasificación más aceptado es el que Tomás Candel
de moreno Cabrera, que combina niveles genéticos (filo, familia y grupo) y niveles
geográficos (área, zona y región), ordenados de mayor a menor grado de
generalización.
Podemos hablar de lenguas aislantes, con palabras invariables, sin flexión, donde la
función de las palabras se establece por un orden oración al fijo. También hay lenguas
aglutinantes que presentan partículas elementales, morfemas, que forman palabras.
Cada morfema desempeña una sola función gramatical. Por último, las lenguas flexivas
son aquellas en las que se distinguen partículas (o morfemas); pero, a diferencia de los
aglutinantes, un solo morfema puede desempeñar varias funciones. El español es una
lengua flexiva.
Todas las lenguas funcionan igual, pero lo hacen de modo diferente, pues ofrecen
formas especiales de ver la realidad. Y debemos asumir que todas las lenguas son
lingüísticamente iguales.

2. Variación y variedades lingüísticas en español

Una lengua natural está en constante proceso de variación. La multiplicidad lingüística


responde a que la realidad se puede comprender de forma distintas, ya que la lengua
dispone de distintos procedimientos para expresar un mismo significado.

2.1. Variación y variedad

La variación lingüística, propia de las lenguas naturales, explica que un contenido se


exprese de más de una forma. Esta variación se reconoce en los distintos niveles: los

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sonidos, el léxico o la sintaxis. Por su parte, según Escandell (2011), una variedad
lingüística es el conjunto de rasgos que caracteriza el uso de la lengua de uno o varios
hablantes. La posibilidad de referirnos, por ejemplo, al mismo dispositivo telefónico
como móvil o celular es un caso de variación lingüística. Ahora bien, el uso de un
término u otro caracteriza a hablantes de distintas variedades lingüísticas: celular
(variedad americana) y móvil (variedad europea).

El establecimiento de variedades lingüísticas obedece a factores externos


(extralingüísticos). Atendiendo a la dimensión temporal, podemos hablar de variedades
diacrónicas (variaciones en función del tiempo), así cras y mañana son sinónimos, cras
se usó hasta el siglo XVII.

Si nos centramos en las variedades lingüísticas actuales (sincronía actual), advertimos la


influencia de parámetros que distinguen otras variedades lingüísticas:

- Variedades diatópicas o geográficas: variedades geográficas


- Variedades diastráticas o sociales: social.
- Variedades diafásicas: contextuales o situacionales.

Las variedades geográficas y sociales indican cómo son lingüísticamente los hablantes
en función de su origen (su acento) o su estatus sociocultural (su sociolecto). Mientras
que, la variedad diafásica, corresponde al uso lingüístico (registro) que emplea el
hablante en función de una situación comunicativa. A estas tres variedades podemos
añadir la variedad lingüística individual (idiolecto), asentada sobre los rasgos
dialectales y sociolectales.

Los límites de estas variedades dialectales no puedes perfilarse con precisión. La


conformación de cada variedad, como es propio de las lenguas naturales, está sometida
a modificación constante. Así sucede, por ejemplo, con el idiolecto (o repertorio verbal
personal), que se conforma y cambia a partir de las experiencias hablante.

Por otro lado, existe una oposición entre lengua y dialecto generalmente basada en
consideraciones sociales y políticas. En este sentido, se prestigia a la lengua frente al
dialecto, al entender que ha superado un proceso de estandarización, que cuenta con una
norma lingüística. Sin embargo, lengua es una entidad abstracta, nadie habla español en
abstracto, se habla una variedad concreta del español (la de México, La Habana,
Madrid). No hay una base estrictamente lingüística que permita sustentar la preferencia
de unos dialectos sobre otros.

Asimismo, no resulta fácil trazar los límites de un dialecto (variedad geográfica), ya que
ni la conciencia dialectal de los hablantes es clara ni la extensión de los rasgos
lingüísticos coincide con las fronteras administrativas. Por otro lado, se emplea también
el término dialecto para designar el sistema que proviene de otro: el español en este
sentido es dialecto del latín. Con respecto a la percepción de la diversidad, una de las
notas más prominentes del dialecto es el acento o entonación asociada a una manera de
hablar.

La variedad social, por su parte, es multidimensional, (Penny, 2004), pues agrupa un


conjunto de factores que condiciona las producciones lingüísticas: poder adquisitivo,
nivel académico, profesión, género, edad… En ocasiones, se conforma un factor

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complejo, que aglutina varios aspectos, como sucede con clase social, que integra poder
adquisitivo, nivel académico o actividad profesional.

Por otro lado, en el seno de la variedad social, podemos incluir una variedad diatécnica
(tecnolecto) que comparte un grupo de hablantes con la misma profesión. Esta variedad
se refleja en el léxico de la especialidad: cirujanos, informáticos, docentes…

Por último, la variedad diafásica (registro) es la que emplea el hablante de acuerdo con
su idiolecto (diseñado geográfica y socialmente, y enriquecido con su experiencia
lingüística y comunicativa) para adaptarse a las exigencias contextuales: relación con el
interlocutor, actividad comunicativa, género discursivo… De este modo el hablante
decide cómo participar en una situación comunicativa concreta. Por último, conviene
distinguir entre comunidad lingüística (integrada por hablantes de una misma lengua) y
comunidad de habla (integrada por hablantes que, además de una lengua, comparten un
modo de comunicarse en sociedad).

2.2. Variedades lingüísticas del español

Son dos las áreas o macroáreas dialectales que conforman la geografía básica del
español: el área europea y el área americana. La heterogeneidad lingüística es profunda
en el seno de cada área. Es posible, de conocer la existencia de rasgos lingüísticos
identificados con las variedades americanas. Estas características, aunque muy
extendidas, no se dan en todas las subáreas americanas, y a su vez, alguna característica
se encuentra también en subáreas del español europeo, especialmente en el andaluz
occidental y en Canarias. Algunos de estos rasgos a modo de ejemplo son: uso de
ustedes en lugar de vosotros, confusión de ese /s/ y zeta/z/ en seseo (selular por celular),
empleo del voseo (vos para aludir a la 2ª persona del singular), etcétera.

Son dos las causas que explican la diversidad de las modalidades del español americano.
La primera es la procedencia de los colonizadores que llevaron el castellano (español),
entre lo que destacaba el contingente de andaluces occidentales, muy vinculado con las
Canarias. La segunda causa reside en la existencia, cuando llega el español a América,
de más de un centenar de familias de lenguas indígenas que tuvieron que influir en la
adquisición del español y que, posteriormente, mantuvieron (y mantienen) su influencia
a través del contacto lingüístico con el español (en Palacios, 2008).

Atendiendo, por tanto, a la relación entre las modalidades americanas y las europeas,
podemos establecer dos áreas americanas: un área A (integrada por los espacios costeros
e insulares del Caribe, asociada con variedades meridionales del español europeo, sobre
todo andaluz occidental y español de canarias), y un área B, que abarcaría la mayor
parte de las zonas continentales e interiores, más próxima a la modalidad castellano-
norteña.

Dentro de cada una de estas áreas, vamos a esbozar áreas dialectales. Uno de los límites
más significativos de la geografía del español europeo es el que separa el área
septentrional (o norteña), identificada con el castellano, y el área meridional (o del sur)
asociada con el andaluz y el canario. Esta frontera se establece a partir de rasgos
fónicos, meridionales (seseo o ceceo, pérdida y aspiración de consonante de fin de
sílaba, especialmente la -s, etcétera).

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En el área septentrional hemos de distinguir cuatro subáreas atendiendo al contacto del
castellano con las lenguas cooficiales. Son cuatro: subárea gallega (contacto con el
gallego), subárea vasca (contacto con el euskera), subárea castellana (castellano como
única lengua oficial) y subárea catalana (contacto con el catalán). Por otro lado, cabe
decir, que en la subárea castellana no se da una variedad homogénea, aquí podemos
hablar de tres zonas dialectales de diferencia gradual: castellano occidental, castellano
central y castellano oriental.

En el área meridional podemos reconocer, además de andaluz y canario, una subárea


transicional entre las variedades de castellano y andaluz. En el occidente de la
península, se extienden las variedades extremeñas, en el centro peninsular se extiende el
castellano manchego, en el oriente se da el murciano. En el andaluz se reconocen una
subárea occidental (relacionada con el canario y la variedad americana caribeña) y otra
oriental (zona noroeste de Málaga, Jaén, Granada y Almería). Una de estas diferencias
fónicas entre estas dos subáreas es la abertura de -e y de -o, cuando se pierde la -s final,
que se da en la zona oriental.

En el trazado dialectal de la macroárea americana podemos hablar de cinco áreas


dialectales: 1) caribeña, 2) mexicana y centroamericana, 3) andina, 4) chilena y 5)
austral o rioplatense. A su vez, cada una de estas áreas incluye subáreas dialectales.

En el área caribeña podemos distinguir un área caribeña antillana (Cuba, República


Dominica y Puerto Rico) y un área caribeña continental (costas de México, Honduras,
Costa Rica, Panamá, Colombia) y el venezolano (costas de Venezuela). Desde el punto
de vista fónico, en la zona se advierte una acentuada tendencia a la inestabilidad o
pérdida de la consonante final de sílaba (la -s se aspira, la -r puede cambiar su punto de
articulación. Sintácticamente, destaca la presencia y el orden del pronombre sujeto
(¿Qué tú dices?, Para yo llegar antes)

Dentro del área mexicana y centroamericana, podemos distinguir la subárea


mexicana norteña (norte de México y estados fronterizos), la subárea central (Ciudad de
México), la subárea costeña (Costa del Pacífico y el Atlántico, excepto Yucatán), la
subárea yucateca (Yucatán y alrededores) y subárea centroamericana. Dos
características fónicas de esta subárea son la pérdida de las vocales átonas (caf´sito) y la
pronunciación tensa de las consonantes intervocálicas (dedos).

En el área andina (Cordillera de los Andes) son propios de esta área algunos rasgos
fónicos como la tendencia a la conservación de la -s final de sílaba, la no relajación del
sonido jota [x] o de otros sonidos consonánticos cuando van entre vocales.

El área austral presenta dos subáreas: la guaranítica (español y guaraní) y la atlántica


(interior de Argentina y zona del litoral). Se destaca el uso del voseo (vos tenés) y la
pronunciación tensa y prolongada de los sonidos palatales (cállate).

Finalmente, el área chilena se ajusta a los límites del país (Chile), entre los rasgos
fónicos propios del área chilena suele indicarse el debilitamiento de la consonante a
final de sílaba, especialmente de la -s final, y la pronunciación palatal de sonidos velares
(queso o mujer se hacen quieso o mujier).

3. Cambio lingüístico: origen y desarrollo del español

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3.1. Cambio lingüístico: definición y procesos

Llamamos cambio lingüístico al desplazamiento de una expresión lingüística A en favor


de otra B. Por ejemplo, cuando en latín LATU (forma A) evoluciona al español lado
(forma B), se produce un cambio lingüístico en el nivel fónico, la dental sorda /t/ pasa a
ser dental sonora /d/. Para que un cambio lingüístico se cumpla han de sucederse tres
etapas: innovación (aparición de la forma B), difusión (extensión de B como variante de
la forma A) y generalización (aceptación de B y desplazamiento de A).

No obstante, según Penny (2004), no se da de una mera sustitución de formas, sino una
convivencia de variantes: en la fase de innovación y en la de difusión conviven las dos
formas. Por otro lado, en el ejemplo propuesto se observa que la escritura (el uso de la
letra <d>) oculta el desarrollo del cambio lingüístico. podemos decir, en sentido estricto,
que el cambio lingüístico consiste en el paso de un contexto de variación inicial (la[t]u-
la[d]o) al contexto de variación actual.

El canal escrito, asociado a ámbitos de comunicación formal, puede evitar el cambio


lingüístico, generar dobletes léxicos -causa>cosa (vía oral)/ causa (vía culta y más
tardía)- y ocultar, como hemos visto con lado, un cambio fonético que se da en el canal
oral.

Ahora bien, ¿por qué se produce un cambio lingüístico? pueden aducirse causas
internas relacionadas con a producción o recepción del mensaje. En el ejemplo
manejado, la tendencia a rebajar el esfuerzo en la emisión del mensaje explica que se
pase de un sonido sordo [t] (más tenso) a otro sonoro [d] (más relajado). Asimismo, en
el polo de la recepción del mensaje, un error en la comprensión puede explicar la
confusión entre sonidos semejantes (dentales). Por otro lado, entre las causas externas
figura el contacto de lenguas, cercanas o alejadas genéticamente.

Si nos centramos en la clase de cambios lingüísticos, podemos establecer una tipología


en función de dos criterios: 1. La orientación del cambio (cambio hacia arriba cuando
este se propaga desde grupos sociales de menor prestigio a otros de mayor prestigio; el
cambio hacia abajo se extiende a partir de la imitación de los modos lingüísticos de
hablantes de prestigio, como el caso de la -s final de sílaba); 2. El nivel de lengua en
que se da, hay varios tipos de cambio en función del nivel lingüístico en que suceden:
nivel fónico como el caso de latu> lado y sus variantes, nivel morfológico (surgimiento
del artículo determinado), nivel sintáctico (creación de conjunciones a que, como
aunque), nivel léxico (creación de palabras), nivel semántico (cambio de significado).

[Cabe decir que el cambio desde abajo parece estar más en consonancia con el uso y la
evolución natural de la lengua; el cambio desde arriba se identifica, más bien, con la
norma y la planificación lingüística (como son las recomendaciones de la RAE)].

3.2. Origen y desarrollo del español

Son cuatro las etapas que pueden establecerse en la historia lingüística ibérica: a) época
prerromana, b) época de romanización, c) la influencia árabe y d) período de formación
de las lenguas romances.

Antes de la romanización, la península la habitaban pueblos que hablaban lenguas


diversas: indoeuropeas como el latín y no indoeuropeas. En el norte, se ubicaba el vasco
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y el euskera; en el centro y oeste se extendían las lenguas célticas; en el sur se hablaba
el tartesio o turdetano. Salvo el vasco, ninguna de estas lenguas se ha conservado.

A veces, se ha recurrido a este complejo sustrato lingüístico para explicar evoluciones


específicas de las lenguas romances ibéricas. La romanización, que comienza en el 218
a.C, fue más intensa en el sur y en el este peninsular, donde ya en el siglo II a. C. se
habían asimilado la lengua y cultura latinas. En el centro y norte peninsular la
romanización fue más lenta y dificultosa: no se dio por concluida hasta el 19 a.C.

Mientras que el latín del sur era el de hablantes más esmerados, en el norte se hablaba
un latín fragmentario y más popular. Paulatinamente, se fue conformando un latín
hispánico como lengua de comunicación peninsular. El latín hispánico en que se
comunicaba los hispanogodos presentaba una fisionomía propia, en el nivel fónico las
diez vocales latinas se redujeron a siete. Había una e abierta y una cerrada, cuando eran
tónicas, acababan diptongándose en español. Además, en este período empieza a
registrarse la influencia de un apéndice vocálico palatal (i), denominado en algunos
contextos yod.

La llegada de los árabes en el 711, causó una transformación lingüística, ya que los
árabes impusieron su cultura y su lengua. Su llegada supuso una ruptura lingüística en la
península, mientras que los enclaves cristianos resistentes a los árabes mantuvieron la
comunicación en ese hispanogodo, los cristianos mozárabes en Al-Ándalus se
comunicaban en mozárabe. Buena prueba de esta dualidad lingüística son las jarchas,
poemas escritos en árabe con estribillo en mozárabe. Esta situación de bilingüismo se
mantuvo hasta los siglos X y XI.

La idea de reconquista a partir del siglo X motivó la expansión militar y la


propagación de su modalidad lingüística (una lengua romance cada vez más
diferenciada del latín). en este proceso de expansión el castellano (variedad central)
adquiriría un papel decisivo. En estos siglos (S. X-S. XIII) podemos hablar de un
romance norteño peninsular común, en contacto con el euskera. Más tarde, de ese
romance común, surgieron los romances: gallego, asturleonés, castellano, aragonés y
catalán. Ver cuadro página 33.

A lo largo del siglo XIII, Castilla asume protagonismo en la reconquista y en la


repoblación. A partir de Fernando III y, especialmente, su hijo Alfonso X, que patrocina
la traducción de textos latinos, hebreos árabes al español, da comienzo un proceso de
planificación lingüística de castellano, que toma como modelo el uso toledano. Tras este
periodo de normalización lingüística (XIII- XV) comienza el período preclásico (XIV-
XV).

La etapa se caracteriza por una inestabilidad política que culmina con la alianza del
reino castellano y el aragonés con los Reyes Católicos; pero también se distingue por ser
una época de florecimiento cultural de espíritu humanista, por la fijación gramatical
(Gramática de Nebrija) y por una sistematización de usos gráficos que se va afianzando
desde los inicios de la imprenta.

En la etapa tardomedieval (XIII-XIV) y en el período preclásico (XIV-XV) la


morfosintaxis del castellano experimenta cambios:

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1- A partir del siglo XV se imponen las formas de imperfecto (comía, comías)
hasta entonces comíes.
2- Los relativos qui y quien alternan durante el siglo XIV, pero desde el siglo XV
se emplea solo quien o quienes.
3- En el siglo XV el pronombre vos pasa a os (vos digo> os digo).
4- En el siglo XV se pierde el artículo antes del posesivo (la su casa > su casa) en
la variedad castellana culta.

El período clásico del idioma (XVI-XVII) se distingue por el prestigio y difusión del
castellano (ya español) debido a factores sociales y políticos. Es, además, la época en la
que proliferan escritores como Lope de Vega, Cervantes, Quevedo… y se publican
obras maestras como El Lazarillo o El Quijote que constituyen el período áureo de la
literatura en español.

Son varios los cambios morfosintácticos que se dan en este período clásico:

1- En el siglo XVI se imponen los pronombres nosotros y vosotros sobre nos y vos
(formas tónicas) y el vos, aún empleado en el siglo XVI por Garcilaso de la
Vega, este pasará al español americano.
2- El verbo haber se limita a funcionar como auxiliar de tiempos compuestos; tener
asume el terreno de la posesión.
3- La d intervocálica en la terminación verbal del tipo amades (amáis) cae desde el
siglo XIV y en el tipo amásedes (amaseis) se empieza a perder a final del siglo
XVI.
4- Las formas de futuro como pornemos o ponremos, que alternan en la época
medieval, desde el siglo XVI quedan desplazadas por pondremos.

En este período clásico se produce un cambio que da lugar a dos sistemas fonológicos:
a) el del norte peninsular y b) el andaluz. Esta divergencia se explica a partir del sistema
de consonantes sibilantes de la etapa medieval. Véase cuadro página 34.

Desde finales del siglo XV se produce un cambio en el sistema fonólogico de las


sibilantes medievales. La pérdida de la sonoridad y la modificación de la articulación de
los sonidos genera dos reajustes diferentes. En la zona norteña las seis sibilantes se
reducen a tres y en el sistema andaluz pasan a ser dos. Tras estos reajustes en el norte
hay una pronunciación distinguidora: marzo y pozo (zeta), frente a oso y rosa (ese); en
el sistema andaluz, canario y variedades americanas no hay diferencia, se da, por lo
general, el seseo.

Tras la fase media, del siglo XVII, se da la fase moderna. La particularidad de la etapa
moderna es que el español se desarrolla en dos espacios geográficos diferentes, lo que
permite hablar de una fase moderna americana y otra europea.

Con respecto a la fase moderna del español en América, establece cuatro etapas: a)
conquista y primeros asentamientos (XV-XVI), b) criollismo (siglo XVII y primeras
décadas del siglo XVIII), preindependencia (segunda mitad del siglo XVIII y comienzo
del siglo XIX y d) independencia (durante el siglo XIX). En cuanto a la gramática, a lo
largo de este periodo se desarrollan construcciones propias del español americano, como
el uso del voseo, el empleo de ustedes, o las sustituciones pronominales del tipo se los a
partir de una oración como Les di el dinero a ellos.

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La fase moderna del español europeo está claramente asociada a la creación de la Real
Academia Española (1713). La línea de actuación de la institución responde al
establecimiento de la corrección lingüística, imitando la escritura de los autores
castellanos clásicos y optando por la variedad castellana norteña como modelo de
prestigio.

Una de las tareas que acomete la RAE es una minuciosa regulación gráfica. A partir de
la 8ª edición de la Ortografía (1815) la norma ortográfica queda fijada prácticamente
hasta la actualidad. Véase en la página 36 diferentes normas.

En esta etapa, en suma, queda prácticamente fijada la norma del español como lengua
general, aunque el desarrollo geográfico del español en dos áreas separadas acentúa la
diversidad lingüística. De este modo, se asistir a un equilibrio de fuerzas entre una
tendencia a la homogeneidad, que confío en espíritu normativo y la tendencia a la
variación que fomentan los usos espontáneos, orales, e informales.

4. Dimensión social del español: globalización y contacto lingüístico

4.1. El estatus social del español

Según los datos del Informe 2016, elaborado por el Instituto Cervantes, el español es
lengua oficial en 21 países: España, 19 países americanos y en Guinea Ecuatorial.
Varios factores hacen que una lengua oficial supere los límites políticos de su
oficialidad y adquiera el rango de lengua internacional: número de hablantes nativos,
extensión geográfica…

Por un lado, ateniendo a estos criterios, el español ocupa un lugar destacado en el


panorama internacional: segunda lengua en cuanto a número de hablantes nativos
(detrás del chino). Su visibilidad internacional es notoria, ya que es una de las seis
lenguas oficiales de la ONU. Por otro lado, hay dos aspectos que dotan de cierta
particularidad al español como lengua internacional: el primero es la continuidad
geográfica de los países americanos y la expansión demográfica de sus hablantes, el
segundo, la relevancia del español en Europa.

Sin embargo, el español fuera del espacio hispánico es una lengua minoritaria, e incluso
minorizada. El uso del español fuera del territorio lingüístico se manifiesta en dos tipos
de espacios: a) el de la discontinuidad geográfica (fragmentación y peligro de extinción
de la lengua) y b) prolongaciones geográficas (expansión del idioma). La discontinuidad
geográfica responde a dos procesos históricos: las corrientes migratorias
(judeoespañol) y la colonización del norte de África y la región de Asia.
El flujo migratorio hacia Estados Unidos a largo de los siglos XX y XXI provocan que
en ese país se concentra la segunda mayor población de hispanohablantes, por encima
de Colombia, España y Argentina y solo detrás de los 122 millones de México.

4.2. Contactos lingüísticos del español

El contacto lingüístico es la convivencia continuada de hablantes de lenguas distintas en


un mismo espacio. los fenómenos derivados del contacto lingüístico han de ser
observados desde una dimensión individual (grado de conocimiento que los hablantes

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tienen de las lenguas A y B, identificación con las lenguas en contacto…) y social
(prestigio de las lenguas, ámbitos de uso…). A su vez, en el plano individual se
reconocen usos conscientes (a los que el hablante recurre estratégicamente en una
situación comunicativa) e inconscientes (no elegidos por el hablante, pero que
evidencian la interferencia lingüística entre las lenguas A y B). Dentro del paisaje
hispánico (área americana y área europea) podemos apuntar cuatro escenarios de
contacto en los que participa el español: a) procesos de criollización, b) contactos
fronterizos, c) relaciones de bilingüismo o multilingüismo y d) contactos derivados de la
migración.

El contacto entre lenguas puede dar lugar a un sistema básico de comunicación, muy
rudimentario, denominado pidgin. Cuando esta lengua mixta (pidgin) se transmite
generacionalmente y, por tanto, se aprende desde la infancia y tiene hablantes nativos,
pasa a ser una lengua criolla (del verbo criar). Surgen dos lenguas criollas de base
española: el palenquero y el papiamento. En Asia, el contacto entre español y lenguas
autóctonas Filipinas dio lugar a una lengua criolla (chabacano).

La superposición de fronteras lingüísticas y. políticas puede generar hibridación


lingüística. En el español europeo, por ejemplo, se dan interferencias lingüísticas en la
frontera de España y Portugal entre portugués y español.

Atendiendo a las relaciones de bilingüismo en la zona de España conviven otras


lenguas cooficiales: gallego, vasco y catalán. Esta convivencia puede observarse, al
menos, de dos modos: en primer lugar, si hay conocimiento de ambas lenguas y el uso
de las dos en todos los contextos es equilibrado; en segundo lugar, cómo influye una
lengua en otra.

En el área americana se reconocen dos situaciones: el contacto del español y las lenguas
amerindias y el contacto del español e inglés en Estados Unidos. Conviene considerar el
número de hablantes de la lengua amerindia y su extensión geográfica: el quechua; las
lenguas mayas; el guaraní; el aimara; y el mapundungu.
Las manifestaciones de bilingüismo resultan muy complejas y dependen de las
dinámicas políticas y sociales desarrolladas en cada zona de contacto. Una de las
manifestaciones más relevantes de hibridación lingüística lo constituye el espanglish,
que para algunos autores es simplemente español de EEUU. Se trata de una modalidad
propia de hispanohablantes de estratos socioculturales variados que combinan rasgos
lingüísticos del inglés y el español.

En cualquiera de estas situaciones de contacto lingüístico es relevante considerar dos


aspectos: uno lingüístico (el grado de afinidad entre las lenguas) y otro social (la lengua
de origen suele quedar reducida al ámbito familiar).

4.3. Dos apuntes finales: norma hispánica y educación lingüística

Los presupuestos que sirvieron de base al establecimiento de la norma lingüística por


parte de la RAE en el siglo XVIII eran, por un lado, el respecto a la escritura y a los
modelos literarios; por otro, la consideración de que la variedad castellana norteña
ocupaba un lugar preeminente entre las variedades del español.

Se asume hoy que “la norma tiene un carácter policéntrico” (Nueva Gramática). La
gramática se presenta, por tanto, como una descripción de la variación estructural en las
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distintas áreas del español, si bien no se evitan las apreciaciones normativas: hay
construcciones comunes a todos los hablantes, otras son propias de una época o de una
zona, algunas se asocian a discursos formales y otras, en cambio, son exclusivas del
registro coloquial. A pesar de que el multilingüismo es una realidad social, poco
cuestionable, el concepto se considera problemático, fue intenciones comunicativas en
disputas políticas. El multilingüismo encuentra más aceptación con las lenguas tienen
proyección internacional (español y portugués, por ejemplo, en Brasil), Son útiles para
comunicarse en otros países y, sin embargo, solo provoca el rechazo. Si no se contacto
lingüístico, participa una lengua minoritaria, cuyo uso se reduce al ámbito familia.

En España las comunidades con lengua cooficial (gallego, catalán y vasco) establecen
en sus leyes de normalización lingüística la carga lectiva de la lengua y de su
tratamiento en el aula. La relación entre las lenguas cooficiales se establece de acuerdo
a tres modelos: a) español como lengua vehicular y lengua cooficial como materia, b)
español y lenguas cooficiales son vehiculares y enseñadas como materias y c) la lengua
cooficial como vehicular y el español como materia.

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