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1. Lenguaje y lenguas
1.1. El lenguaje como facultad y habilidad humanas
Por tanto, el ser humano dispone de una gramática interna, un entramado cognitivo
desarrollado en el período crítico (etapa infantil) con la asimilación de datos lingüísticos
tomados de adultos. Estos datos son los que orientan la capacidad cognitiva (lenguaje)
hacia la incorporación de un sistema concreto (lengua natural).
Simone (2001) enumera y analiza una serie de características compartidas por las
lenguas naturales, que se agrupan en cuatro parámetros:
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- Materialidad lingüística: el canal básico es el vocal-auditivo o en las lenguas
signadas el gestual-visual.
- Modo de significar: el signo lingüístico es por un lado arbitrario y convencional
(no hay relación natural y necesaria entre significante y significado), y por otro,
su valor es contextual, ya que se ajusta a una realidad comunicativa concreta.
- Estructura: las lenguas se distinguen por su carácter discreto, susceptibles de
dividirse en unidades o segmentos que se organizan jerárquicamente, se
combinan y se relacionan entre sí.
- Hablantes: pueden alternar sus roles comunicativos (producir, reproducir y
recibir señales lingüisticas) y son capaces de reflexionar sobre el propio hecho
lingüístico (actividad metalingüística).
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sonidos, el léxico o la sintaxis. Por su parte, según Escandell (2011), una variedad
lingüística es el conjunto de rasgos que caracteriza el uso de la lengua de uno o varios
hablantes. La posibilidad de referirnos, por ejemplo, al mismo dispositivo telefónico
como móvil o celular es un caso de variación lingüística. Ahora bien, el uso de un
término u otro caracteriza a hablantes de distintas variedades lingüísticas: celular
(variedad americana) y móvil (variedad europea).
Las variedades geográficas y sociales indican cómo son lingüísticamente los hablantes
en función de su origen (su acento) o su estatus sociocultural (su sociolecto). Mientras
que, la variedad diafásica, corresponde al uso lingüístico (registro) que emplea el
hablante en función de una situación comunicativa. A estas tres variedades podemos
añadir la variedad lingüística individual (idiolecto), asentada sobre los rasgos
dialectales y sociolectales.
Por otro lado, existe una oposición entre lengua y dialecto generalmente basada en
consideraciones sociales y políticas. En este sentido, se prestigia a la lengua frente al
dialecto, al entender que ha superado un proceso de estandarización, que cuenta con una
norma lingüística. Sin embargo, lengua es una entidad abstracta, nadie habla español en
abstracto, se habla una variedad concreta del español (la de México, La Habana,
Madrid). No hay una base estrictamente lingüística que permita sustentar la preferencia
de unos dialectos sobre otros.
Asimismo, no resulta fácil trazar los límites de un dialecto (variedad geográfica), ya que
ni la conciencia dialectal de los hablantes es clara ni la extensión de los rasgos
lingüísticos coincide con las fronteras administrativas. Por otro lado, se emplea también
el término dialecto para designar el sistema que proviene de otro: el español en este
sentido es dialecto del latín. Con respecto a la percepción de la diversidad, una de las
notas más prominentes del dialecto es el acento o entonación asociada a una manera de
hablar.
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complejo, que aglutina varios aspectos, como sucede con clase social, que integra poder
adquisitivo, nivel académico o actividad profesional.
Por otro lado, en el seno de la variedad social, podemos incluir una variedad diatécnica
(tecnolecto) que comparte un grupo de hablantes con la misma profesión. Esta variedad
se refleja en el léxico de la especialidad: cirujanos, informáticos, docentes…
Por último, la variedad diafásica (registro) es la que emplea el hablante de acuerdo con
su idiolecto (diseñado geográfica y socialmente, y enriquecido con su experiencia
lingüística y comunicativa) para adaptarse a las exigencias contextuales: relación con el
interlocutor, actividad comunicativa, género discursivo… De este modo el hablante
decide cómo participar en una situación comunicativa concreta. Por último, conviene
distinguir entre comunidad lingüística (integrada por hablantes de una misma lengua) y
comunidad de habla (integrada por hablantes que, además de una lengua, comparten un
modo de comunicarse en sociedad).
Son dos las áreas o macroáreas dialectales que conforman la geografía básica del
español: el área europea y el área americana. La heterogeneidad lingüística es profunda
en el seno de cada área. Es posible, de conocer la existencia de rasgos lingüísticos
identificados con las variedades americanas. Estas características, aunque muy
extendidas, no se dan en todas las subáreas americanas, y a su vez, alguna característica
se encuentra también en subáreas del español europeo, especialmente en el andaluz
occidental y en Canarias. Algunos de estos rasgos a modo de ejemplo son: uso de
ustedes en lugar de vosotros, confusión de ese /s/ y zeta/z/ en seseo (selular por celular),
empleo del voseo (vos para aludir a la 2ª persona del singular), etcétera.
Son dos las causas que explican la diversidad de las modalidades del español americano.
La primera es la procedencia de los colonizadores que llevaron el castellano (español),
entre lo que destacaba el contingente de andaluces occidentales, muy vinculado con las
Canarias. La segunda causa reside en la existencia, cuando llega el español a América,
de más de un centenar de familias de lenguas indígenas que tuvieron que influir en la
adquisición del español y que, posteriormente, mantuvieron (y mantienen) su influencia
a través del contacto lingüístico con el español (en Palacios, 2008).
Atendiendo, por tanto, a la relación entre las modalidades americanas y las europeas,
podemos establecer dos áreas americanas: un área A (integrada por los espacios costeros
e insulares del Caribe, asociada con variedades meridionales del español europeo, sobre
todo andaluz occidental y español de canarias), y un área B, que abarcaría la mayor
parte de las zonas continentales e interiores, más próxima a la modalidad castellano-
norteña.
Dentro de cada una de estas áreas, vamos a esbozar áreas dialectales. Uno de los límites
más significativos de la geografía del español europeo es el que separa el área
septentrional (o norteña), identificada con el castellano, y el área meridional (o del sur)
asociada con el andaluz y el canario. Esta frontera se establece a partir de rasgos
fónicos, meridionales (seseo o ceceo, pérdida y aspiración de consonante de fin de
sílaba, especialmente la -s, etcétera).
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En el área septentrional hemos de distinguir cuatro subáreas atendiendo al contacto del
castellano con las lenguas cooficiales. Son cuatro: subárea gallega (contacto con el
gallego), subárea vasca (contacto con el euskera), subárea castellana (castellano como
única lengua oficial) y subárea catalana (contacto con el catalán). Por otro lado, cabe
decir, que en la subárea castellana no se da una variedad homogénea, aquí podemos
hablar de tres zonas dialectales de diferencia gradual: castellano occidental, castellano
central y castellano oriental.
En el área andina (Cordillera de los Andes) son propios de esta área algunos rasgos
fónicos como la tendencia a la conservación de la -s final de sílaba, la no relajación del
sonido jota [x] o de otros sonidos consonánticos cuando van entre vocales.
Finalmente, el área chilena se ajusta a los límites del país (Chile), entre los rasgos
fónicos propios del área chilena suele indicarse el debilitamiento de la consonante a
final de sílaba, especialmente de la -s final, y la pronunciación palatal de sonidos velares
(queso o mujer se hacen quieso o mujier).
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3.1. Cambio lingüístico: definición y procesos
No obstante, según Penny (2004), no se da de una mera sustitución de formas, sino una
convivencia de variantes: en la fase de innovación y en la de difusión conviven las dos
formas. Por otro lado, en el ejemplo propuesto se observa que la escritura (el uso de la
letra <d>) oculta el desarrollo del cambio lingüístico. podemos decir, en sentido estricto,
que el cambio lingüístico consiste en el paso de un contexto de variación inicial (la[t]u-
la[d]o) al contexto de variación actual.
Ahora bien, ¿por qué se produce un cambio lingüístico? pueden aducirse causas
internas relacionadas con a producción o recepción del mensaje. En el ejemplo
manejado, la tendencia a rebajar el esfuerzo en la emisión del mensaje explica que se
pase de un sonido sordo [t] (más tenso) a otro sonoro [d] (más relajado). Asimismo, en
el polo de la recepción del mensaje, un error en la comprensión puede explicar la
confusión entre sonidos semejantes (dentales). Por otro lado, entre las causas externas
figura el contacto de lenguas, cercanas o alejadas genéticamente.
[Cabe decir que el cambio desde abajo parece estar más en consonancia con el uso y la
evolución natural de la lengua; el cambio desde arriba se identifica, más bien, con la
norma y la planificación lingüística (como son las recomendaciones de la RAE)].
Son cuatro las etapas que pueden establecerse en la historia lingüística ibérica: a) época
prerromana, b) época de romanización, c) la influencia árabe y d) período de formación
de las lenguas romances.
Mientras que el latín del sur era el de hablantes más esmerados, en el norte se hablaba
un latín fragmentario y más popular. Paulatinamente, se fue conformando un latín
hispánico como lengua de comunicación peninsular. El latín hispánico en que se
comunicaba los hispanogodos presentaba una fisionomía propia, en el nivel fónico las
diez vocales latinas se redujeron a siete. Había una e abierta y una cerrada, cuando eran
tónicas, acababan diptongándose en español. Además, en este período empieza a
registrarse la influencia de un apéndice vocálico palatal (i), denominado en algunos
contextos yod.
La llegada de los árabes en el 711, causó una transformación lingüística, ya que los
árabes impusieron su cultura y su lengua. Su llegada supuso una ruptura lingüística en la
península, mientras que los enclaves cristianos resistentes a los árabes mantuvieron la
comunicación en ese hispanogodo, los cristianos mozárabes en Al-Ándalus se
comunicaban en mozárabe. Buena prueba de esta dualidad lingüística son las jarchas,
poemas escritos en árabe con estribillo en mozárabe. Esta situación de bilingüismo se
mantuvo hasta los siglos X y XI.
La etapa se caracteriza por una inestabilidad política que culmina con la alianza del
reino castellano y el aragonés con los Reyes Católicos; pero también se distingue por ser
una época de florecimiento cultural de espíritu humanista, por la fijación gramatical
(Gramática de Nebrija) y por una sistematización de usos gráficos que se va afianzando
desde los inicios de la imprenta.
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1- A partir del siglo XV se imponen las formas de imperfecto (comía, comías)
hasta entonces comíes.
2- Los relativos qui y quien alternan durante el siglo XIV, pero desde el siglo XV
se emplea solo quien o quienes.
3- En el siglo XV el pronombre vos pasa a os (vos digo> os digo).
4- En el siglo XV se pierde el artículo antes del posesivo (la su casa > su casa) en
la variedad castellana culta.
El período clásico del idioma (XVI-XVII) se distingue por el prestigio y difusión del
castellano (ya español) debido a factores sociales y políticos. Es, además, la época en la
que proliferan escritores como Lope de Vega, Cervantes, Quevedo… y se publican
obras maestras como El Lazarillo o El Quijote que constituyen el período áureo de la
literatura en español.
Son varios los cambios morfosintácticos que se dan en este período clásico:
1- En el siglo XVI se imponen los pronombres nosotros y vosotros sobre nos y vos
(formas tónicas) y el vos, aún empleado en el siglo XVI por Garcilaso de la
Vega, este pasará al español americano.
2- El verbo haber se limita a funcionar como auxiliar de tiempos compuestos; tener
asume el terreno de la posesión.
3- La d intervocálica en la terminación verbal del tipo amades (amáis) cae desde el
siglo XIV y en el tipo amásedes (amaseis) se empieza a perder a final del siglo
XVI.
4- Las formas de futuro como pornemos o ponremos, que alternan en la época
medieval, desde el siglo XVI quedan desplazadas por pondremos.
En este período clásico se produce un cambio que da lugar a dos sistemas fonológicos:
a) el del norte peninsular y b) el andaluz. Esta divergencia se explica a partir del sistema
de consonantes sibilantes de la etapa medieval. Véase cuadro página 34.
Tras la fase media, del siglo XVII, se da la fase moderna. La particularidad de la etapa
moderna es que el español se desarrolla en dos espacios geográficos diferentes, lo que
permite hablar de una fase moderna americana y otra europea.
Con respecto a la fase moderna del español en América, establece cuatro etapas: a)
conquista y primeros asentamientos (XV-XVI), b) criollismo (siglo XVII y primeras
décadas del siglo XVIII), preindependencia (segunda mitad del siglo XVIII y comienzo
del siglo XIX y d) independencia (durante el siglo XIX). En cuanto a la gramática, a lo
largo de este periodo se desarrollan construcciones propias del español americano, como
el uso del voseo, el empleo de ustedes, o las sustituciones pronominales del tipo se los a
partir de una oración como Les di el dinero a ellos.
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La fase moderna del español europeo está claramente asociada a la creación de la Real
Academia Española (1713). La línea de actuación de la institución responde al
establecimiento de la corrección lingüística, imitando la escritura de los autores
castellanos clásicos y optando por la variedad castellana norteña como modelo de
prestigio.
Una de las tareas que acomete la RAE es una minuciosa regulación gráfica. A partir de
la 8ª edición de la Ortografía (1815) la norma ortográfica queda fijada prácticamente
hasta la actualidad. Véase en la página 36 diferentes normas.
En esta etapa, en suma, queda prácticamente fijada la norma del español como lengua
general, aunque el desarrollo geográfico del español en dos áreas separadas acentúa la
diversidad lingüística. De este modo, se asistir a un equilibrio de fuerzas entre una
tendencia a la homogeneidad, que confío en espíritu normativo y la tendencia a la
variación que fomentan los usos espontáneos, orales, e informales.
Según los datos del Informe 2016, elaborado por el Instituto Cervantes, el español es
lengua oficial en 21 países: España, 19 países americanos y en Guinea Ecuatorial.
Varios factores hacen que una lengua oficial supere los límites políticos de su
oficialidad y adquiera el rango de lengua internacional: número de hablantes nativos,
extensión geográfica…
Sin embargo, el español fuera del espacio hispánico es una lengua minoritaria, e incluso
minorizada. El uso del español fuera del territorio lingüístico se manifiesta en dos tipos
de espacios: a) el de la discontinuidad geográfica (fragmentación y peligro de extinción
de la lengua) y b) prolongaciones geográficas (expansión del idioma). La discontinuidad
geográfica responde a dos procesos históricos: las corrientes migratorias
(judeoespañol) y la colonización del norte de África y la región de Asia.
El flujo migratorio hacia Estados Unidos a largo de los siglos XX y XXI provocan que
en ese país se concentra la segunda mayor población de hispanohablantes, por encima
de Colombia, España y Argentina y solo detrás de los 122 millones de México.
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tienen de las lenguas A y B, identificación con las lenguas en contacto…) y social
(prestigio de las lenguas, ámbitos de uso…). A su vez, en el plano individual se
reconocen usos conscientes (a los que el hablante recurre estratégicamente en una
situación comunicativa) e inconscientes (no elegidos por el hablante, pero que
evidencian la interferencia lingüística entre las lenguas A y B). Dentro del paisaje
hispánico (área americana y área europea) podemos apuntar cuatro escenarios de
contacto en los que participa el español: a) procesos de criollización, b) contactos
fronterizos, c) relaciones de bilingüismo o multilingüismo y d) contactos derivados de la
migración.
El contacto entre lenguas puede dar lugar a un sistema básico de comunicación, muy
rudimentario, denominado pidgin. Cuando esta lengua mixta (pidgin) se transmite
generacionalmente y, por tanto, se aprende desde la infancia y tiene hablantes nativos,
pasa a ser una lengua criolla (del verbo criar). Surgen dos lenguas criollas de base
española: el palenquero y el papiamento. En Asia, el contacto entre español y lenguas
autóctonas Filipinas dio lugar a una lengua criolla (chabacano).
En el área americana se reconocen dos situaciones: el contacto del español y las lenguas
amerindias y el contacto del español e inglés en Estados Unidos. Conviene considerar el
número de hablantes de la lengua amerindia y su extensión geográfica: el quechua; las
lenguas mayas; el guaraní; el aimara; y el mapundungu.
Las manifestaciones de bilingüismo resultan muy complejas y dependen de las
dinámicas políticas y sociales desarrolladas en cada zona de contacto. Una de las
manifestaciones más relevantes de hibridación lingüística lo constituye el espanglish,
que para algunos autores es simplemente español de EEUU. Se trata de una modalidad
propia de hispanohablantes de estratos socioculturales variados que combinan rasgos
lingüísticos del inglés y el español.
Se asume hoy que “la norma tiene un carácter policéntrico” (Nueva Gramática). La
gramática se presenta, por tanto, como una descripción de la variación estructural en las
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distintas áreas del español, si bien no se evitan las apreciaciones normativas: hay
construcciones comunes a todos los hablantes, otras son propias de una época o de una
zona, algunas se asocian a discursos formales y otras, en cambio, son exclusivas del
registro coloquial. A pesar de que el multilingüismo es una realidad social, poco
cuestionable, el concepto se considera problemático, fue intenciones comunicativas en
disputas políticas. El multilingüismo encuentra más aceptación con las lenguas tienen
proyección internacional (español y portugués, por ejemplo, en Brasil), Son útiles para
comunicarse en otros países y, sin embargo, solo provoca el rechazo. Si no se contacto
lingüístico, participa una lengua minoritaria, cuyo uso se reduce al ámbito familia.
En España las comunidades con lengua cooficial (gallego, catalán y vasco) establecen
en sus leyes de normalización lingüística la carga lectiva de la lengua y de su
tratamiento en el aula. La relación entre las lenguas cooficiales se establece de acuerdo
a tres modelos: a) español como lengua vehicular y lengua cooficial como materia, b)
español y lenguas cooficiales son vehiculares y enseñadas como materias y c) la lengua
cooficial como vehicular y el español como materia.
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