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La noche en la que Kim Taehyung se acercó a ese laboratorio coincidió con el día en el
que Jeon Jungkook desapareció en las profundidades del lago que lo rodeaba; pero la
fecha estaba mal, no cuadraba, había una diferencia de más de treinta años entre ambos
sucesos. Lo que Taehyung encontró allí podría ser el descubrimiento del siglo, o bueno,
quizá solo otro drogadicto más. El pasado es gay y el futuro gluten free. Bienvenidos al
Condado Mariposa, esto es 1986. "-¡No entiendo nada de lo que dices! -El chico que
Taehyung había salvado parecía estar apunto de tener un ataque de nervios. -¡¿Este
periódico, es real?! -preguntó el pelinegro mientras veía asustado alrededor, esto era
imposible-. ¿Esa es la fecha de hoy? -Es real, sí. 1 de agosto de 1986 -dijo confundido-.
¿Cuál es el problema?-¿¡1986!? Escucha, tienes que ayudarme. Sé que suena loco pero no
pertenezco aquí. Yo -respiró profundamente-, vengo del futuro. -Te diste un fuerte golpe.
-¡Todo lo que digo es verdad! -Lo tomó de los hombros acercándose a él-. ¡Tienes que
creerme! Te lo suplico, por favor. -Te creo -declaró para tranquilizarlo. Mierda, Taehyung
había dejado entrar a un lunático en su casa."Historia original de este perfil. Démosle
representación en la ciencia ficción a la comunidad LGBT.Primera vez subiéndola. Este es
el borrador original.No copias ni adaptaciones.
Tabla de contenidosÚltima actualización hace 9 horas
• PRÓLOGO
• Capítulo Uno
• Capítulo Dos
• Capítulo Tres
• Capítulo Cuatro
• Capítulo Cinco
• Capítulo Seis
• Capítulo Siete
• Capítulo Ocho
• Capítulo Nueve
• Capítulo Diez
• Capítulo Once
• Capítulo Doce
• Capítulo Trece
• Capítulo Catorce
• Capítulo Quince
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• Capítulo Dieciséis
• Capítulo Diecisiete
• Capítulo Dieciocho
• Capítulo Diecinueve
• Capítulo Veinte
• Capítulo Veintiuno
• Capítulo Veintidós
• Capítulo Veintitrés
• Capitulo Veinticuatro
• Capítulo Veinticinco
• Capítulo Veintiséis
• Capítulo Veintisiete
• EPÍLOGO

PRÓLOGO
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por Incompletelyrics

00.
California.

152 días antes de.

El tiempo es relativo; total y completamente imaginario ante los ojos de los soberbios, y
frágil, como una dulce ilusión.

—¿Es seguro estar aquí? —preguntó el mayor cuando se acercaron a ese deplorable lugar,
temeroso mientras veía sobre sus hombros a su alrededor. Su hermano ni siquiera parecía
estarle prestando atención—. Taehyung, ¿estás escuchándome?
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El canto escabroso de un búho, que parecía ser más un grito de advertencia que una sonata,
se mezclaba entre el silencio de la noche. Como intentando poner sobre aviso a la
humanidad del peligro que conllevaba jugar con la realidad.

O quizá, su canto simplemente anunciaba el cambio de estación; pero a los Hermanos Kim,
era poco lo que les importaba. En especial, a Taehyung, quien parecía obsesionado con
atravesar aquella barrera de alambre.

Una malla cubría todo el perímetro del bosque, estaba oscuro, tanto que ninguno de ellos
pudo leer con claridad el cartel que prohibía de forma inminente la entrada. No, obviamente
aquel lugar no era seguro.

Taehyung maldijo cuando encontró la cadena que impedía el paso hacia lo que él creía era
una gran conspiración. El castaño estaba convencido de que algo pasaba detrás de esa
malla, y él averiguaría qué era.

—¡Por supuesto que sí! Ahora, ayúdame con esto —pidió a su hermano. Tomó las tenazas
que había traído con él y comenzó a cortar el alambre para poder atravesarlo.

—¿Qué? ¿Me trajiste aquí para allanar una propiedad privada?

Se volteó a verlo. —Seokjin, en realidad te traje porque mamá no me habría prestado el auto
a mí. Además, cuando descubra qué pasa allá adentro, tú podrás recibir un poco de mi
gloria.

—Es un lago, Taehyung. No hay nada más, ni alienígenas, ni laboratorios, ni secretos de


estado. Hemos hecho esto tantas veces. Así que por favor, vámonos antes de que sea muy
tarde.

—Se trata de algo importante. Hace unos días juro que vi personas con bata blanca y
decenas de camiones entrar por aquí. Debe ser una máquina, quizás un experimento o un
monstruo.

—¿Por qué eres tan raro? —dijo viendo incrédulo al otro—. Consíguete una novia o únete al
club de ajedrez, lo que sea que entretenga a tu extraño ser.
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—No necesito a una novia, eso es lo tuyo. Tú eres el guapo y yo el inteligente, así es como
funciona nuestra familia.

—Como sea, no tengo tiempo para esto. Tomaré el auto y voy a marcharme, se supone que
iría al cine con unos amigos hoy.

—¿Me abandonas por una estúpida película? —Se acomodó los anteojos ofendido.

—No es cualquier película, es el estreno de la nueva película de boxeo, será de lo que todos
hablen mañana.

—Debes estar bromeando. ¿Me dejas por Sylvester Stallone?, ¿Dejas a tu hermano por un
falso boxeador?

El cielo resplandeció con un rayo antes de que un fuerte estruendo resonara por todo el
lugar.

—Sí. Además, parece que lloverá pronto. Así que, te veré más tarde.

Con un movimiento de despedida, SeokJin regresó al auto, se colocó su típica chaqueta de


mezclilla y peinó perfectamente su frondoso cabello hacia atrás. Era un chico a la moda,
totalmente lo contrario al vándalo comelibros que tenía por hermano menor; lo amaba, pero
no entendía ni la mitad de las cosas que decía.

Arrancó dejando solo al castaño.

—Eso es. Lárgate, traidor —masculló Taehyung mientras le veía alejarse.

Genial, ahora estaba solo en medio del bosque.

Suspiró con fuerza para hacer un último corte en la malla y atravesó la pequeña brecha que
había creado. Sus pies crujían a cada paso que daba, encendió su linterna para alumbrar el
camino.

Desde que había llegado a este país se prometió a sí mismo que sería parte de algo grande,
un gran científico, físico-matemático y demás; pero hasta la fecha no era más que un
cerebrito con demasiada imaginación, según las palabras exactas de su hermano.
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Sus experimentos siempre salían mal, ya había incendiado la escuela, dejado sin electricidad
a todo el vecindario, acusado al gobernador de ser un extraterrestre y boicoteado el
concierto de Madonna, dos veces. Aunque lo último fue pura coincidencia.

Él sabía que si encontraba algo lo suficientemente importante quizá resolvería todas sus
dudas y reduciría su número de fracasos a cero.

Continuó caminando entre los árboles hasta que llegó cerca del lago. En el otro extremo de
este, logró ver una construcción que parecía ser más una casa que un edificio por lo
compacta que era, había antenas con luces en ella y pararrayos en su exterior, además de los
vidrios oscuros que no dejaban demasiado a la vista.

Extraordinario, si eso no era un laboratorio él debía estar soñando.

Quiso acercarse, podía ver personas discutiendo y un objeto metálico peligrosamente cerca
de la orilla. ¿Qué estaban esperando? ¿Por qué cuando parecía que la lluvia estaba cerca?
Taehyung realmente necesitaba escuchar qué decían.

Las primeras gotas brotaron del cielo una a una mojando al castaño, y empañando sus
anteojos. Siguió avanzando pero le era imposible ver con claridad mientras el agua le
atacaba y hacía tropezar contra las rocas.

Un destello lo cegó por un par de segundos cuando iluminó completamente el cielo


nocturno, siendo demasiado abrumador para él, cayó al suelo aturdido.

Intentó ponerse de pie pero todo estaba oscuro de pronto. Fijó su vista al frente, ya no
habían más luces allí, y las personas que vio habían corrido para refugiarse de la tormenta
que se desataba a su alrededor cuando las ramas de los árboles revoloteaban con rudeza.

Era malo, tenía que irse de allí ahora si no quería terminar consumido por un rayo.

Las ondas de sonido de los truenos parecían rebotar en el centro del lago, sonaba como si
estuviera lleno de ira cuando golpeaba en el expandiendo el ruido más y más. Se arrastró por
el suelo recargando el peso sobre su rodillas para avanzar, gateando entre la tierra hasta que
chocó con otro cuerpo completamente mojado.
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La lluvia caía incesante, su campo de visión era limitado y lo único de lo que tenía certeza era
que había una persona inconsciente frente a él. Tenía que hacer algo, estaba demasiado
cerca de la orilla y lo más seguro era que se tratara de otro chico curioso como él.

Taehyung lo tomó del torso y se aferró a él para levantarlo, trastabillando entre las ramas y
golpeándose contra los árboles que le era difícil distinguir hasta llevarlo lejos del bosque. La
tempestad se había desatado, y al castaño le resultaba tortuoso caminar por la carretera
con un cuerpo mucho más pesado que el suyo en la espalda.

Después de mucho maldecir a su hermano por abandonarlo y moverse con esmero bajo la
lluvia, finalmente llegó a casa. Tenía esa hermosa vocación de solidarizarse con otros, por
algo él mismo se había ofrecido como voluntario en la estación, pero esto superaba sus
propios límites.

Entró por la puerta trasera; esperando no encontrarse con nadie, arrastró al chico pelinegro
hasta su habitación y los encerró en ella.

Como si llevar un desconocido a casa no fuera lo suficientemente extraño por sí solo, se dio
cuenta que temblaba demasiado y no pudo evitar pensar en que nunca debió haber salido
esa noche, porque ahora tenía un gran problema.

Quería ayudarlo, sí, sin embargo, la persona inconsciente en su habitación evidenciaba que
estuvo en el área restringida del condado. ¿Qué se supone que debía hacer ahora? ¿Debió
dejarlo allí en medio del bosque? ¿Llevarlo al hospital que estaba el doble de lejos que su
casa en medio de la tormenta?

Definitivamente no se le ocurrió nada mejor para ayudarlo. Al menos ahora no moriría de


frío, y él esperaba no quedar como un tipo raro y espeluznante por haberlo salvado, porque
su altruismo siempre lo metía en problemas.

Le quitó la camiseta que traía, y secó su abdomen para colocarle una nueva, pues la
hipotermia podía matarlo, pensó. Después de todo, parecía haber sido escupido por el lago.

Su aspecto era extraño. Tenía una perforación en la oreja y zapatos de tela que nunca antes
había visto, tampoco reconocía su rostro. Así que supuso que ese chico no era de la ciudad.
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Lo dejó reposar sobre su cama y se movió hasta el armario mientras él mismo se cambiaba
de ropa. Soltó un fuerte estornudo. Maldición, lo único que le faltaba era despertar en la
mañana con gripe.

Continuó secándose el cabello con una toalla, los resortes de su cama rechinaron ante el
movimiento. Volteó a ver precipitado a avanzar y analizar al chico que había despertado.

—¿En dónde estoy? —preguntó consternado. Le dolía la cabeza, era notoriamente visible y se
sentía como si hubiera tragado un litro de agua.

—Hola —se acercó a él—, estabas inconsciente a la orilla del lago. Yo te traje a mi casa, llovía
demasiado. ¿Cómo te sientes?

¿Lluvia? Estaban a la mitad del verano, ¿Por qué llovería? —¿Dónde está mi familia? ¿Quién
eres tú?

Despertar en la casa de un extraño con otra ropa era demasiado escalofriante, en efecto,
Taehyung no lo culparía por darle esa mirada de temor que tenía. El chico se tocó el
abdomen para asegurarse de que sus dos riñones estuvieran en su lugar. Y pareció respirar
un poco más tranquilo al notar él se veía igual de asustado.

—Soy Taehyung, Kim Taehyung. —Su expresión asustada lo preocupó—. ¿No recuerdas
nada?, ¿Sabes cuál es tu nombre?

Parpadeaba constantemente. La habitación del castaño estaba llena de pósters que


parecían antiguos para el pelinegro, además de los cassettes que estaban regados cerca de
la cama.

—Mi nombre es Jungkook —declaró—. Fui a pescar con mi padrastro al lago, recuerdo que
me resbalé, caí del bote y luego...

Su voz se cortó, un escalofrío recorrió su cuerpo con un cosquilleo perenne, como si de una
descarga eléctrica se tratase.

—¿Luego...?

—Luego desperté aquí. —Jungkook intentó levantarse—. Tengo que irme, deben de estar
buscándome en el hotel.
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Taehyung ladeó la cabeza. La entrada a ese lago había estado prohibía desde que tenía
memoria, ¿En qué momento había cambiado eso? ¿Por qué los habían dejado entrar a
pescar?

—¿Cómo rayos te dejaron entrar a pescar? No hay ningún hotel en kilómetros, ¿De qué estás
hablando?

—Un hotel grande y lujoso a diez minutos del lago. —Taehyung lo veía confundido—. Tienen
barra libre y WiFi gratis, ¿Cómo es posible que no sepas que existe?

—¿Qué es WiFi?

Jungkook se puso de pie, pero en cuanto su piel descalza tocó el piso sintió que la energía
recorría todo su cuerpo, lo había ayudado a materializarse.

—¿A qué te refieres con eso? —Jungkook se fijó por primera vez en el chico que lo había
salvado. Tenía una camisa de tela fina, anteojos y los pantalones arriba de la cintura, o al
menos eso pensó—. ¿Internet? ¿Nada? —Negó con la cabeza, esto era demasiado extraño.

—Ten cuidado, podrías lastimarte —dijo el chico, mientras le veía acercarse a la ventana.

Jungkook la abrió, y señaló hacia afuera. —¿Lo ves? Es un gran edificio que puede verse a
kiló...metros. —Parecía un sueño, lo único que podía ver eran árboles y pequeñas casas
antiguas—. No puede ser...

—Te lo dije, no hay nada así aquí.

Histérico comenzó a buscar entre sus bolsillos. —Mi celular —sacó el aparato—, mierda,
mierda, mierda —dijo frustrado y volvió a sentarse en la cama—. Está arruinado.

—¿Qué demonios es eso? —Era un objeto negro, delgado y rectangular que jamás había
visto.

—¿Un celular? ¿Acaso no tienes uno? —El chico negó. Y él quería llorar, iba a hacerlo—. Ya
sabes, un teléfono, haces llamadas con el.

—Te-tengo un teléfono —tartamudeó señalando hacia el grande y plástico aparato con


botones grandes y cordón rizado.
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Jungkook caminó veloz hacia el teléfono, marcando los números en un intento desesperado
de llamar a su padrastro.

—Vamos, vamos, contesta...—La línea sonaba muerta, y comenzó a hiperventilar.

Había una prehistórica televisión en una esquina de la habitación, parecía un cajón viejo y de
no ser porque tenía suficiente conocimiento general ni habría notado que se trataba de ese
tipo de electrodoméstico.

—¿Jungkook, estás bien? Creo que debería revisarte un médico, pudiste morir ahogado.

Las paredes viejas, los focos colgantes, ese jodido teléfono y el castaño que no parecía tener
idea de lo que él le decía hicieron que se le revolviera el estómago.

No, no, no. Debía estar muerto y esto no era real. Era impensable, algo que Hollywood y los
científicos habían estado explotando por años no podía estar pasándole a él.

Vio un periódico sobre el escritorio de Taehyung, lo tomó como si temiera la respuesta. En la


contraportada, el anuncio del estreno de una película que él conocía demasiado bien se
exhibía, una que se estrenó hace más de treinta años.

Revisó la fecha, esto no podía ser verdad, maldita sea.

—No contesta su teléfono... porque ese número no existe, no aún —se dijo a sí mismo—. El
hotel tampoco existe, allá será verano treinta y cuatro años adelante, pero aquí hay una
tormenta esta noche y yo... no sé cómo mierda llegué aquí.

—Nada de eso tiene sentido.

—¡Si esto es real, ni siquiera yo debería de existir!

—¡No entiendo nada de lo que dices! —El chico que Taehyung había salvado parecía estar a
punto de tener un ataque de nervios.

—¡¿Ese periódico, es real?! —preguntó el pelinegro mientras veía asustado a su alrededor,


esto era imposible, debía serlo—. ¿Esa es la fecha de hoy?

—Es real, sí. 1 de agosto de 1986 —dijo confundido—. ¿Cuál es el problema?


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—¿¡1986!? Escucha, tienes que ayudarme. Sé que suena loco pero no pertenezco aquí. Yo —
respiró profundamente—, vengo del futuro.

—Te diste un fuerte golpe en la cabeza. ¿Realmente esperas que crea que vienes del futuro?

—¿Piensas que miento?

—Pienso que es imposible.

—¡Todo lo que digo es verdad! —Lo tomó de los hombros acercándose a él—. ¡Tienes que
creerme! Taehyung, te lo suplico, por favor.

Tragó saliva cuando lo tuvo de frente. No era la primera vez que rescabata gente de la calle;
pero esto era extraño. Como sea, el "teléfono" le daba puntos a su favor para hacerlo lucir
creíble. Y bueno, él había entrado al bosque buscando un monstruo, así que...

—Te creo —declaró para tranquilizarlo.

No tenía sentido, pero si este chico decía la verdad, Taehyung se había cruzado con el
descubrimiento del siglo o bueno, quizá con un drogadicto más.

Maldición, Taehyung había dejado entrar a un lunático en su casa.

Capítulo Uno
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por Incompletelyrics

01.

1 de agosto, 2019.

—¿Realmente piensas que puedes obligarme a ir con él?


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No estaba de acuerdo con esto. Su rostro evocaba total y completa molestia mientras
cruzado de brazos se recargaba contra la pared suplicando misericordia.

Su equipaje ya estaba dentro del auto y parecía que no había forma de oponerse al jodido
viaje padre-hijo que su madre había planeado en su contra. Bueno, en realidad se trataba de
un viaje padrastro-imbécil e hijo-falso que se odian.

—Puedo y lo haré. Además, será muy divertido ya verás —dijo su madre mientras terminaba
de tomar los últimos implementos para su viaje.

—¿Divertido? Dos días en medio de la nada no suenan divertidos. Justo ahora, podría estar
camino a la playa con mi nuevos "amigos", pero no, tú decidiste yo debía pasar tiempo con
él.

Ella suspiró con fuerza. —Ustedes dos tienen mucho en común, sé que se entenderán muy
bien.

—Lo dudo.

—Oh, vamos. Dale a una oportunidad, ¿Por qué te empeñas en rechazarlo de esa forma?

—¡Nos mudamos a Estados Unidos por él, mamá! Tuve que reiniciar mi vida a mitad del año
escolar solo porque tu nuevo novio vive aquí. Se supone que es coreano, ¿Cierto? ¿Por qué
no regresó él a Corea?

—Es mi esposo ahora, Jungkook —dijo con pesadez, ya habían tenido esta conversación
cientos de veces antes—. Además, yo tomé esta decisión porque era una gran oportunidad
laboral para mí.

—Casarte con tu jefe no venía implícito en tu ascenso.

—Necesitábamos cambiar de ambiente, tú y yo.

—¿Y papá? —Soltó de repente, como temeroso de la respuesta—. ¿No va echarnos de menos?

Ella se acercó a su joven hijo, peinó su cabello negro delicadamente y sonrió con pena. —
Cariño, él tiene su propia vida desde hace mucho tiempo, y nosotros deberíamos
concentrarnos en la nuestra.
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—No tengo nada aquí, y ese tipo, no me agrada. ¿Podrías tratar de entenderme?

—Sé que esto es difícil para ti, Jungkook. También sé que quizá fue egoísta de mi parte y te
pido una disculpa por eso; pero por primera vez en mucho tiempo, me siento feliz de nuevo.

—¿Yo no te hacía feliz? —Sus orbes oscuros se abrieron con tristeza.

—Oh, cariño. Tú eres lo que más amo en este mundo, me haces demasiado feliz. —Besó su
frente—. Yo me refería a otro tipo de felicidad, de esa que sientes cuando estás enamorado.
Algún día lo entenderás.

Él realmente no estaba listo para ver a su madre tomada de la mano con alguien más, para
tener que compartirla; pero ella no mentía, Jungkook no podía negar la luz que se había
manifestado en su mirada. Y él, no tenía corazón para romper sus ilusiones.

Suspiró con pesar y le sonrió casi con lástima.

—Está bien, la idea no me enloquece. Pero supongo que un fin de semana a solas con él no
van a matarme.

—¡Ese es mi bebé Kook! —dijo emocionada saltando para abrazarlo. El sonido del claxon los
sorprendió y ella no pudo evitar sonreír satisfecha—. Es hora de irse.

Jungkook pasó una mano por su cabello mientras trataba de mentalizarse que esto no era
tan malo como parecía. O al menos eso era lo que intentaba desde hace casi seis meses.

—Adiós, mamá —se despidió con los labios curvos, tirando del borde de su chaqueta.

Abrió la puerta y comenzó a caminar hacia el auto que lo esperaba, sonriendo tan
plásticamente como podía al ver a su padrastro. Entró al vehículo acomodándose en el
asiento del copiloto, su madre le veía desde afuera agitando una mano enérgicamente.

—¡Los amo! —gritó hacia los dos hombres que adoraba mientras ambos le sonreían—.
¡Diviértanse mucho!

El auto finalmente comenzó a avanzar y Jungkook pudo hundirse en la tranquilidad de su


miseria mental. O bueno, al menos eso intentó.

—Entonces, Jungkook —llamó el hombre—. ¿Qué tal las cosas en la nueva escuela?
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—No conozco a nadie y la gente es tan racista que ha empezado a joderme la existencia. Así
que —sostuvo la respiración—, de la mierda gracias a ti, Kim.

—Oh... —mantenía su vista al frente—. Supongo que me ves como el malo; pero nosotros
podemos, ya sabes, ser...

—¿Amigos? Estoy siendo muy tolerante con todo esto, así que limítate a conducir, Seokjin.

—No hay razón para ser agresivos, tu madre dijo que...

—Lo sé, lo sé. "Debo ser amable contigo".

—Escucha, entiendo que estés molesto. Yo no pretendo reemplazar a tu padre, o algo por el
estilo. Pero, perdí a tu madre cuando era más joven, y no volverá a pasar, ella me hace feliz.
Así que si pudieras mantener las cosas tranquilas entre tú y yo te lo agradecería muchísimo.

—Solo no te metas más conmigo y yo me mantendré al margen de su cuento de hadas.


¿Tenemos un trato? —dijo sin despegar su vista de la ventana.

—Trato —le secundó.

Jungkook bajó la cabeza abatido, sacó sus audífonos desenredando el estúpido cable que
siempre le daba problemas, se los colocó para ignorarlo el resto del camino y fingir estar en
un sueño profundo; pero era tan débil que realmente cayó dormido.

Las cosas habían cambiado demasiado los últimos meses; su madre recibió un ascenso en el
trabajo, comenzó a llegar más tarde a casa, a pasar horas pegada al teléfono y a recibir
regalos caros sin razón aparente.

Esa noche en específico, Jungkook estaba muy feliz viendo reality shows estúpidos en la
televisión cuando de repente su madre apareció en casa con comida chatarra y un hombre
en la puerta. Así que sí, su madre le había traído un padrastro con su orden de patatas fritas
extra grandes.

Resultó que su nuevo jefe, era también un viejo compañero de cuando fue estudiante de
intercambio hacía más de treinta años atrás, además, de que era algo así como un amor de
verano que tuvo en su juventud. Solo que ahora con dinero y el cabello comenzando a
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tornarse platinado. Ellos tuvieron un reencuentro romántico e inesperado de telenovela, lo


que resultó en el anuncio de una boda.

Sí, él obtuvo una soda sin hielos y su madre un esposo. ¡Aleluya!

Realmente no le pareció tan malo, no hasta que supo que se mudarían; quizá su
resentimiento hacia él comenzó allí. Por eso y porque era una de las personas más
egocéntricas del mundo, y en su casa solo había espacio para alguien así, y Jungkook era ese
alguien. Por lo que el tal Seokjin podía ir a creerse súper modelo al asilo.

En fin, eran solo dos días, él podía lidiar con eso. Después, podría regresar a desempacar en
la comodidad de su nueva habitación, colgar sus pósters y besar los muchos discos que su
madre le había regalado para sobornarlo. Era todo lo que quería hacer.

—Jungkook, despierta, Jungkook —le llamaron. Escuchar su voz lejana le producía jaqueca,
o al menos eso sintió.

Se restregó los ojos con molestia. —¿Ya llegamos?

—Así es —le sonrió—, baja, debemos dejar el auto acá y entrar caminando.

El pelinegro se levantó, renuente a las acciones del otro. Le vio luchar por sacar un par de
bolsas para dormir y unas grandes telas que parecían no tener forma del portaequipaje.

—Maldita sea. —(Me hará dormir en el suelo), pensó.

—No me culpes a mí, fue idea de tu madre; pero si no logramos armar la tienda, iremos a un
hotel grandioso cerca de aquí, te lo prometo. Pero no le digas a ella o me asesinará.

—Eso me da tanta paz —dijo sarcástico.

El poco altruismo que existía en su cuerpo le hizo moverse hacia él para ayudarlo a cargar las
cosas. No era un secreto para nadie que le costaba trabajo caminar, aunque Jungkook no
conocía la razón exacta.

—Gracias, Kook —dijo sonriéndole— mi pierna inútil comienza a traicionarme.

La amabilidad de Kim parecía quemarle. Si fuese un poco más cruel, desquitar su frustración
siendo hiriente con él sería más fácil.
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—De... nada.

Ambos caminaron a través del sendero marcado y se adentraron en el bosque.

—Yo solía vivir cerca de aquí —dijo respirando el ambiente fresco—, cuando era adolescente.

—¿No era aterrador vivir tan cerca del bosque?

—De hecho, hay una gran historia sobre este lugar —Sí, Seokjin realmente quería acercarse a
él—. Cuando era joven, esta zona estaba cerrada y se decía que había algo escondido aquí
adentro.

Ladeó la cabeza repentinamente intrigado. —¿Algo como qué? ¿Un animal? ¿Un monstruo?

—Solían decir que hacían experimentos a orillas del lago, y que se veían cosas extrañas
caminando entre los árboles —sonrió con nostalgia—. O al menos eso decía mi hermano.

—Ah, tienes un hermano. Eso significa que hay más tarados como tú en el mundo.

Se quedó de pronto serio. —Mi hermano falleció cuando él tenía dieciocho años.

Joder, su boca no lo ayudaba mucho últimamente. —Mierda, no quise, yo no, yo lo siento. Lo


siento mucho. En realidad, no tenía idea y...

—Está bien, fue hace mucho tiempo —La forma en la que su voz cambió le hizo sentirse
culpable—. Como sea, antes de que anochezca, ¿Quieres ir a pescar?

Jungkook asintió, se había quedado sin palabras.

El lago lucia pulcro y estático; la fuerte espalda de Seokjin se marcó cuando empujó el viejo
bote en dirección hacia el agua. El pelinegro no pudo evitar pensar en su padre por un
segundo, y aunque intentó silenciar la voz en su cabeza que le decía que su padre nunca
quiso pasar tiempo con él, no pudo.

Lo vio tomar un salvavidas naranja y acercarse.

—Yo no voy a usar eso. Eres idiota si crees que lo haré —dijo reaccionado.

—La seguridad ante todo —insistió Kim—. Un salvavidas no dañará tu estilo de chico gótico.

—Dije que no. Y no soy gótico, no seas ridículo.


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—Qué rebelde. ¿Al menos te colocaste protector solar como te pedí?

Rodó los ojos. —Sí, falso padre, lo hice.

—Bien, entonces. ¿Qué esperas? Toma una caña y vamos. Te enseñaré a pescar —dijo
sonriéndole con complicidad.

—Más te vale hacerlo bien —soltó tosco tratando de ocultar que quizá sí le emocionaba
ligeramente la idea de aprender.

La tarde avanzó entre un cielo que se tornaba de naranja a un suave rosa. Con Jungkook sin
atrapar un solo pez y Seokjin con su inconfundible risa resonando por doquier.

Jungkook vivió un momento poco amargo cuando de alguna forma extraña se sintió menos
ignorado, cuando su alma aceptó tan solo un poco a ese hombre en su vida; hasta que todo
se arruinó.

—Jungkook —llamó el mayor—. Tu madre me pidió que hablara contigo sobre algo
importante, es sobre navidad y...

—Siempre paso navidad con papá —declaró como si de una verdad absoluta se tratase.

—Lo sé; pero este año, tu madre cree que sería mejor que te quedaras aquí, con nosotros.

—¿Qué? —Una respirar, y un semblante violentos acompañaron sus palabras.

—Sé que no debería decirte esto, pero, Jungkook, será bueno pasar más tiempo con
nosotros. Esta es tu nueva ciudad, deja tu antigua vida atrás. Todas las cosas de tu padre...
No vale la pena hablar de personas así...

—No. —Se levantó en el bote, la madera crujió ante su peso.

—Oye, esto es ridículo. Siéntate —habló serio—, digo de buena forma.

—Entiendo lo que dices, pero mi vida no era mala. Solo...

—Escucha, tu padre tiene problemas con sus deudas y el juego. No es seguro para ti estar con
él.
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—No lo conoces. ¿Quién te crees para decir eso? ¡No! ¡Lo dicen para alejarme de él! Ni
siquiera deberías atreverte a hablar sobre eso. —Había heredado las peores cualidades de su
padre, y su terrible temperamento era una de ellas.

—Por favor. Sé racional y tranquilízate. Jungkook, siéntate, ahora.

—¡No lo haré! Piensas que porque mi madre te eligió a ti ambos tenemos que hacer todo lo
que digas, pero estás equivocado.

—¡No se trata sobre mí! ¡Deja de moverte o vas a voltear el bote!

—¡Todo esto es tu culpa! ¡Desde que tú llegaste ustedes dos pretenden organizar mi
existencia desde cero! ¡Te odio! ¡Desearía regresar mi vida hasta donde tú no estabas en ella!

Desear es humano, también lo es el odio.

Parecía cómico pensar que sus palabras inútiles podían tener un significado místico cuando
en realidad no tenían nada que ver con el deslizar de sus pies sobre el bote. Quizás el único
sentido que tenían era ser coincidentes a la poca estabilidad de Jungkook, y al impulso
hormonal que se detonó en su cerebro.

Sin embargo, aquellos que no son capaces de buscar un trasfondo le llamarían predecible;
los de poco conocimiento, mágico, quizá; pero no era ninguna de las dos cosas. Era más
complejo que eso, de hecho.

Estaban a la mitad del lago; el pequeño bote cedió ligeramente y el peso de Jungkook le hizo
caer al agua.

Su pecho ardió cuando su torso golpeó contra la capa del cristal líquido que pareció
presionar su cuerpo hacia el fondo. Luchó por mantenerse a flote; pero fue imposible porque
poco a poco continuaba hundiéndose en las profundidades del abismo oscuro en el que se
sumergía y que intentaba arrastrarlo al rasgar su piel.

El dolor que sintió fue inexplicable; comenzó a escuchar truenos y la luz de fuertes rayos le
cegó. Se estaba quedando sin aire y podía jurar que experimentó como las partículas de luz
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se dividieron en el agua, adhiriéndose a él mientras lo separaban en partes enviándolo hacia


la oscuridad total.

Quiso gritar, dejando escapar así su último aliento cuando el agua que lo mantenía cautivo
en el fondo del lago lo impulsó hacia afuera, elevando su cuerpo inconsciente hacia la
superficie.

La lluvia había comenzado de repente y todo permanecía irremediablemente oscuro. Las


ramas de los árboles se movían endemoniadas cuando el viento brusco las agitaba; mas las
ondas en el agua guiaron su cuerpo hasta la orilla.

Él no lo sabía; pero había atravesado algo que ni siquiera alcanzaba a comprender.

1 de agosto, 1986.

152 días antes de.

Jungkook había despertado en una habitación desconocida y comenzaba a plantearse qué


tanta agua había tragado. Porque no había forma de que esto en realidad estuviera pasando.

Estaba sentando en la cama mientras temblaba y comenzaba a recordar. Su espina dorsal


dolía, podía sentir pequeñas descargas eléctricas cada que sus pies descalzos rozaban con
alfombra.

Un castaño de anteojos le veía con curiosidad. Tenía un cuaderno de apuntes y parecía


anotar cada palabra que salía de la boca de Jeon.
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—Veamos. Según tu versión, un rayo te atravesó mientras te ahogabas.

—¡Sí!

—Es poco probable —dijo el castaño, sus finos labios se fruncieron incrédulos—. Un humano
no soportaría la descarga, y las sales en el agua le hacen un conductor natural, así que
habrías muerto electrocutado.

Oh, no. El chico era todo un cerebrito. —Tyler, por favor. ¡Sé que no pertenezco aquí! No
miento.

—En primer lugar, es Taehyung. Y en segundo, ¿Consumes ácidos, cocaína u opio con
frecuencia?

—¿Qué? ¡No! —El castaño tachó algo de su libreta.

—¿Te inyectas?, ¿Usas éxtasis, marihuana o cocaína?

—¡No soy drogadicto! —vociferó—. Además, dijiste una de esas drogas dos veces.

Taehyung se acomodó los anteojos; aquellos ojos detrás de los cristales lucían gigantescos.
Al fijarse en ellos, Jungkook pudo notar la intensidad del color avellana que le veía con
seriedad.

—Nunca se sabe con la cocaína, amigo —declaró.

Bien, entonces. Si no eran drogas, y este chico Jungkook decía la verdad. ¿Cómo era que
había sucedido? Los viajes al pasado eran imposibles según la mayoría de teorías y rompían
con la estructura de la física básica, pero entonces, ¿Cómo? O bueno, ¿Por qué?

—Estoy jodido, terminaré en un manicomio y me quedaré atrapado aquí para siempre. —


Escondió su rostro entre sus manos. Taehyung se levantó de pronto y salió de la habitación—
. Genial, y mi salvador me deja solo.

El castaño regresó un par de minutos después con un libro en mano, se lo entregó a


Jungkook solo para luego lanzarse a su lado y quitárselo de nuevo. Era un libro de física.
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—Acá —dijo señalando una página en específico—, a diferencia de otras personas que veían
al tiempo como una constante, Einstein lo consideraba como algo relativo, la teoría de la
relatividad va de eso.

—¿Significa que es imposible y que estoy loco? Sí, yo también lo creo.

—No. —Ni siquiera tomaba aire para hablar—. Él también planteó que la gravedad podría ser
capaz de curvar el tiempo. Que un objeto víctima de este fenómeno se moverían más lento
en el espacio temporal.

—¿Dices que el tiempo se alteró treinta y cuatro años por una caída?

—Quizá no fue la caída, quizá fue el lago. Es decir, la gravedad actúa diferente en el agua,
depende de la densidad del líquido al ser atravesado por un objeto. En este caso, tú
ahogándote, pero eso no explicaría la existencia de una curva tan grande.

—¿Eso tiene sentido?

—No lo sé. Pero la línea espacio-tiempo parece ser más débil de lo que se creía, y cualquier
alteración podría cambiar las cosas significativamente.

—No entiendo ni una mierda.

—Ni yo, aún; pero lo haré. Sólo tengo que encontrar el medio y la ecuación correcta.

No tenía ningún opción además del adolescente de tercera que escribía cosas velozmente en
su libreta. Empezaba a creer que tal vez el lunático era otro.

—¿Y cuánto tiempo te tomaría eso? —preguntó.

—No lo sé, un par de semanas. Quizá meses.

—¿Qué? No tengo tanto tiempo. —Jungkook se acercó a él demasiado, chocando su rostro


contra el perfil del muchacho. No, él no conocía el significado de "espacio personal".

Avergonzado a medias, bajó la cabeza. —Tranquilo.... Si esto es real, tu época ni siquiera


existe aún, así que tenemos el tiempo de sobra para arreglarlo.

El sonido del motor del auto de su madre resonó a las afueras de la casa, como anunciando
la llegada de alguien más, seguido de las llaves de la puerta principal.
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—¿Qué es eso? —preguntó Jungkook alejándose de él.

—Maldición, mi hermano está aquí —masculló asustado—. ¡Entra al armario, ya!

—¿Qué es esto? ¿Una película de mierda?

—¡Solo entra ya, idiota! Se supone que no tengo permitido traer amigos a casa después de
las diez de la noche.

Empujando la espalda de Jungkook lo obligó a moverse hasta el mencionado armario.

—¿Acaso tú tienes amigos, cerebrito? —se burló de él con una ligera sonrisa.

—Pues al menos no soy yo el que está atrapado en el pasado, imbécil. Entra ya.

Justo cuando logró encerrar al pelinegro, otra persona entró deliberadamente a la


habitación con aires de superioridad.

—Oye, Taehyung. ¿Sabes dónde está mamá? —Se detuvo de pronto al notarlo exaltarse—.
¿Qué estabas haciendo? —cuestionó al castaño mientras jugaba con su evidente
nerviosismo.

—¡Nada! Sólo estaba estudiando. Y... no-no, no sé dónde está ella.

—¿Por qué la alfombra está así de mojada?

—Porque comenzó a llover y gracias a que decidiste abandonarme tuve que caminar dos
kilómetros y medio bajo la lluvia.

—Oh, sí. La película estuvo genial, por cierto. Conocí a una chica, es nueva en la ciudad, va en
nuestra escuela y es demasiado ardiente.

—Casi te pregunto. —Rodó los ojos.

—Perdón por hablarte de lo que me hace feliz. Perdón por querer tratarte como mi hermano,
tarado.

—Deja de molestar a las chicas que vienen de intercambio, eso es bajo hasta para ti.

—Aguafiestas.

—Si no tienes nada más que hacer aquí, márchate, tengo que seguir estudiando.
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Jeon veía lo sucedía a través de las pequeñas pestañas en la puerta de madera. Y su


estómago comenzó a revolverse.

—¡Solo vine a asegurarme de que no estuvieras manoseándote!

El chico comenzó a reír; Jungkook conocía esa extraña risa, pero esperaba estar equivocado.
Salvo que no lo estaba.

—¡Fuera de mi habitación, Seokjin! —gritó Taehyung, y molesto, gruñó mientras tiraba del
brazo del mayor para sacarlo del lugar. Cuando logró expulsarlo, azotó la puerta detrás de su
espalda.

—¡Oh, vamos! ¡Por favor Taehyung, no tienes que sentir vergüenza por darte un poco de
amor propio! —dijo desde el exterior de la habitación.

—¡Púdrete!

—¡Yo también te quiero!

La risa seguía y seguía haciendo que los líquidos en el estómago de Jungkook subieran por
todo su esófago quemándole cada vez más.

Taehyung colocó el seguro en la puerta y después se movió de regreso al armario para sacar
de su encierro a Jungkook.

—Disculpa por eso. Mi hermano es un imbécil y bueno, como sea —dijo el castaño con
cansancio, se preocupó al notar la repentina palidez en el rostro de Jungkook—. ¿Qué pasa?
¿Te sientes bien?

—Taehyung, ¿Qué pasa si alguien de mi época está aquí?

—¿Dices que alguien más viajó contigo?

—No, no, no. Me refiero a... su versión joven, creo. ¿Recuerdas que mencioné a mi padrastro?
Bien, pues podría jurar que el tipo que estaba acá hace dos minutos era él.

—¿Seokjin? —dijo incrédulo—. Eso es completamente...—se detuvo a pensarlo y mierda—


posible.

—¿Eso significa que si él me ve destruiré el mundo o algo parecido?


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—Tú cruzaste la barrera; te adheriste a esta realidad, pero el Seokjin de este tiempo está muy
lejos de conocerte. No es peligroso si no te relacionas con él.

—Mi madre y tu hermano se enamoraron cuando ella vino de intercambio escolar. Eso quiere
decir que ella también está aquí también, ¿Cierto?

—Sí, es probable.

Su mente divagó por un segundo que pareció eterno. Como lo había visto tantas veces antes
en las películas de ciencia ficción, esta era la oportunidad de arreglar su vida. Sólo tenía que
desviar ligeramente el destino del tal Seokjin para que él y su madre volvieran a su vida de
tardes comiendo zanahorias y viendo reality shows.

—¡Eso es! Mientras tu encuentras la forma de regresarme a mi época, yo evitaré que ese
imbécil se acerque a ella.

—Estás comenzando a ser estúpido.

—¿¡Por qué!? Solo piénsalo, si ellos se separan y no se cruzan en el futuro, Seokjin no me


llevaría a pescar, y yo debería, ya sabes, aparecer de regreso en mi época o algo así.

—Honestamente no creo que funcione de esa forma.

—No. ¡Es el plan perfecto! Lo vi en una película, todo estará bien.

—Si es lo que estoy pensando, no. Definitivamente es una terrible idea —dijo Taehyung
sabiendo que esto de tener cultura general le impulsaría a comparar sin fin—. Hollywood no
va a salvarte.

—¡Claro que sí! —Cualquier idea sobre viajes en el tiempo había sido usada ya. Y en el fondo,
Jungkook se estaba burlando mucho de la necesidad en su cabeza para encontrar una
referencia.

—¿Y cómo piensas hacer eso, tonto? —El enorme suéter de Taehyung lo hacía lucir más
delgado de lo que ya era. O al menos eso fue lo que Jungkook alcanzó a percibir. Su cabello
aún tenía restos de gel en el y sus grandes anteojos eclipsaban la mitad de su rostro.
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—En vista de que estoy atrapado aquí, me llevarás contigo a la escuela, y listo.

—¿Y qué le digo a mis padres? ¿Cómo les explico que tengo un vagabundo oculto en mi
armario?

—Diles que te volviste gitano y trajiste a vivir a tu esposo a casa.

Parpadeó repetidamente. —El futuro es extraño, y tú también —agitó la cabeza—. Ya se me


ocurrirá alguna excusa, espero. Pero ni siquiera sueñes con que te llevaré conmigo.

—¿Pretendes que me quedé en el armario todo el día mientras regresas?

—¿Quién dijo que yo te dejaría quedarte aquí?

Pasó una mano por el cabello del chico, tirando de un mechón castaño que sobresalía detrás
de sus orejas.

—Tú lo dijiste, genio —dijo bajando el tono de su voz—. Así que no puedes negarte, ve esto
como un experimento.

—Suena... tentador.

—¿Me ayudarás?

—En nombre de la ciencia, lo haré. Pero te prometo que si veo tus ojos ligeramente rojos, te
echaré a la calle por adicto.

—Eres muy duro para lucir así de frágil.

—No hagas que me arrepienta —le vio con severidad, estrechando sus ojos y frunciendo las
cejas.

Jungkook sonrió complacido. Esto no era tan malo, o al menos en su mente egoísta y
adolescente no se veía así de turbio.

No pudo seguir hablando porque algo se nubló dentro de su cabeza cuando un recuerdo
apareció en ella, azotándole cuando la voz de su padrastro se apoderó de sus sentidos.

"Mi hermano falleció cuando él tenía dieciocho años."


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Las palabras de su falso padre le golpearon. Si esta era la casa del joven Seokjin, y él y
Taehyung era hermanos, eso significaba que...

—Taehyung, ¿Cuántos años tienes? —preguntó temeroso.

—Diecisiete —dijo con total tranquilidad, sin saber lo que pasaría.

—Tu cumpleaños, ¿Está cerca? Dime por favor que no es así.

—Cumpliré dieciocho en diciembre —la voz trémula de Jungkook lo hizo titubear—. ¿Cuál es
el problema?

Diciembre. Cuatro meses. Lo tomó de los hombros, acercándolo a él. Como buscando su
atención; pero el castaño no entendió sus palabras, y no debía hacerlo.

—Eres tú —declaró sin siquiera explicarse.

Jungkook tragó con fuerza, contemplando las facciones de su rostro, aquel rostro que
parecía demasiado irreal de cerca adornado con grandes cristales. Quizás estaba siendo
demasiado egoísta; pero su pecho se retorció paranoico al conocer el destino que estaba
escrito.

Y Taehyung deseó con fuerza no sonrojarse cuando ese tipo raro le vio durante tanto tiempo,
manteniéndose tan cercano a él. Aunque evidentemente, no pudo evitarlo.

Después de todo, no estaba acostumbrado a estar tan cerca de otro chico.

Capítulo Dos
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por Incompletelyrics

02.

151 días antes de.


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No conocer el significado de la palabra "compartir" era solo una de las muchas secuelas de
tener padres exitosos y divorciados.

Jungkook lo sabía; siempre estuvo consciente de que podía llorar, hablar sobre una infancia
destruida, la vulnerabilidad dentro de su inexistente familia y conseguir lo que se le antojara
aunque mintiera cínico; él era el centro de todo, como un ancla que mantenía cercanos a dos
bandos enemigos.

Vivió por mucho tiempo jugando a tener el control en beneficio propio mientras ocultaba sus
pensamientos. Sí, porque aunque se empeñara en negar una y otra vez haberse visto
afectado por aquella separación, la verdad era que lo estaba, y lo estuvo por mucho tiempo.
Era solo que al crecer comenzó a sentir que ser el centro de atención no era tan increíble
como solía parecerle.

Nunca tuvo que compartir nada con nadie, ni mendigar atención. Él siempre creyó que podía
manipular las cosas a su antojo. Y nadie iba a convencerlo de lo contrario.

Por eso dormir en el suelo resultaba inaceptable para él.

—Jungkook, Jungkook. Despierta, tengo una idea.

Quiso negarse a abrir los ojos; separó sus párpados renuente a la poca luz que se colaba por
la habitación, pero al hacerlo se topó con una mata de cabello castaño que le veía desde
arriba sonriendo.

Se reincorporó sobre el piso, e hizo crujir los huesos de su espalda. Después de todo, había
pasado la noche en una terrible posición.

Se restregó la nariz y recibiendo pequeñas descargas eléctricas volteó a verlo.

—Entiendo que soy un tipo raro y desconocido. Pero hacerme dormir en la alfombra fue algo
muy desconsiderado de tu parte —dijo mientras observaba a Taehyung quien sentando
sobre su cama le sonreía burlón.

—¿Y qué esperabas? ¿Que te llevara a la sala o a la habitación de huéspedes? Te recuerdo


que no sé porqué estás aquí, ni siquiera tú lo sabes.
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—Mínimo esperaba que me dejaras dormir en tu cama y no hacerme pasar la noche así de
incómodo —reprochó irreverentemente.

—Eres demasiado exigente, deberías estar agradecido conmigo. —Le dio la espalda al
levantarse.

—¿Qué hora es? —preguntó curioso ante el cielo opaco y cambiante.

—Cinco treinta de la mañana.

—¿¡Y por qué demonios me despiertas entonces!? —(El nivel de desconsideración es


demasiado alto), pensó—. ¿Y cómo es que ya estás vestido?

Taehyung se acercó a él; su rostro parecía menos infantil sin sus anteojos. El castaño dio tres
pequeños golpes en su cabeza para hacerlo reaccionar, como intentando insultar su
intelecto.

—Porque si planeo llevarte conmigo a la escuela necesito hacerte pasar desapercibido,


tonto. Además, no pude dormir nada noche, estuve pensando en las posibilidades y ya tengo
varias hipótesis.

—¿Y eso significa qué...? —No, a diferencia de Taehyung, el cerebro de Jungkook empezaba a
funcionar hasta medio día.

—Empecemos por lo esencial. Primero, tu atuendo apesta. Tenemos que actualizarte —hizo
una pequeña mueca mientras pensaba—, o retrasarte, de hecho.

Jungkook se levantó indignado. —¿¡Qué tiene de malo mi ropa!? —Las camisetas de sus
cantantes favoritos, pantalones sueltos y botas eran su estilo predilecto desde antes de la
pubertad.

—Por favor, nadie sabe qué rayos es un Lady Gaga en esta década, así que esa camiseta fea
que traes despertaría sospechas. Además, necesitas usar un cinturón.

—Que tú uses el pantalón hasta el cuello no significa que yo deba hacerlo —dijo altanero.

—Deja de hablar como Seokjin; si quieres ayuda harás lo que yo te diga.


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El pelinegro se recargó contra la pared, dejando escapar un leve chasquido de


inconformidad mientras se jactaba en su interior.

—No te ofendas, Taehyung, pero estoy seguro de que nada dentro de tu guardarropa me
queda, es decir, podemos tener casi la misma edad; pero yo soy evidentemente más grande
que tú o eso creo. Como sea, tu ropa es horrible.

Antes de que siguiera hablando, el castaño le lanzó una almohada a la cara que le hizo callar.

—Aclaro que nunca te dejaría usar mis cosas; preferiría hacerte correr desnudo por la calle
antes que prestarte una sola prenda mía.

Jungkook intentó tragar saliva; pero lo insólito de esas palabras le hizo atragantarse con la
misma, haciéndolo toser.

—Estoy seguro de que no entiendes lo perverso y caliente que sonó eso.

—No me interesa, quédate aquí. Ya vuelvo. —Taehyung avanzó un poco y el chico le imitó—.
¿Por qué me sigues?

—Perdón, es que no quiero quedarme solo —respondió—. ¿A dónde vas?

Kim suspiró con fuerza viendo hacia el cielo, ¿qué clase de monstruo era ese? La televisión le
mintió descaradamente.

—Iré por ropa de mi hermano, ¿de acuerdo?

—¡No! Ya me siento lo suficientemente humillado, Tyler.

—Repito, es Taehyung, y agh, tú mismo dijiste que no querías usar mis cosas.

—Lo siento, todos comentemos errores. Hay que empezar de nuevo.

—Basta. —Negó con la cabeza—. Mi ropa no va a quedarte bien, pero la de mi hermano sí. Así
que no hagas ruido y sígueme. O quédate solo.

Trastabillando se abalanzó sobre Taehyung, para tomarlo del brazo en busca de evitar que
siguiera caminando.

—¿Y qué pasa si Seokjin nos ve? Si me ve a mí, ¿cómo vas a justificar mi presencia?
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—Es por eso que te desperté tan temprano. Seokjin sale a ejercitarse por la mañana. Así que
no habrá problema. Vamos.

—¿Y si nota que le faltan cosas?

Comenzó a reír. —Vendí su libro de español hace dos meses, y él ni siquiera lo ha notado.
Créeme, estaremos bien —dijo con cierta obviedad mientras movía las cejas.

Tomó a Jungkook de la muñeca para hacerlo caminar detrás de él, cuidando cauteloso sus
pisadas mientras avanzaban por el pasillo. La habitación de su hermano era el lugar más
nauseabundo y prohibido de toda la casa. O al menos así lucía para Taehyung.

El castaño giró la perilla; ambos se adentraron hasta que estuvieron totalmente en territorio
ajeno. Había gorras colocadas ordenadamente en la pared, trofeos de campeonato y zapatos
por doquier.

—Salir a correr con este clima, ¿Quién demonios hace eso? —dijo Jungkook observando las
paredes blancas.

—Un atleta, supongo. Mi hermano cree que ganará la serie mundial algún día, es talentoso;
pero es un presumido de primera —comentó sin mala intención.

Béisbol.

Jungkook vio a Taehyung caminar hasta el armario y abrirlo para comenzar a tomar ropa
como si de la propia se tratase; pero había algo que no le cuadraba.

¿Cómo era posible que alguien tan egocéntrico como Seokjin nunca mencionara antes algo
sobre lo que se suponía era un prodigio? No tenía sentido, a menos que hubiera dejado de
serlo. Pero, ¿Por qué?

El pasado era más depresivo de lo Jungkook creyó. Era lúgubremente devastador.

Taehyung tomó una camisa de rayas horizontales, y extendiéndola sobre los hombros de
Jeon la midió para constatar que eran casi exactamente la misma talla.

—¿Qué haces? —preguntó Jungkook cuando las manos de Taehyung se movieron lento
sobre su cuerpo.
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—La espalda de mi hermano es enorme; solo quería asegurarme de que no te quedara


demasiado grande.

El chico buscó en el piso, tomando un par de zapatillas deportivas que consideró apropiadas
para el atuendo. Y cargando con el resto de la ropa, volteó hacia Jeon para entregársela.

—Él... es un atleta más de tantos. ¿No es así? El jugador que encanta a todos.

—A todas, si sabes a lo que me refiero, todo el tiempo.

La poca empatía que había nacido en el pelinegro se extinguió. —¿Dices que es el típico
prototipo sociable, capitán del equipo, líder de los tarados que hace babear a todas y que es
un cretino?

—Afirmativo.

No tenían mucho tiempo, regresaron a la habitación del menor pocos minutos después de
completar su misión.

—Es oficial, a mi madre le gustan los idiotas —dijo cuando finalmente pudo dejarse caer en la
cama soltando la ropa que traía consigo.

—¿Tu padre es un idiota también entonces? —le cuestionó, tratando de hacerle ver su
equivocación; pero no había error en sus palabras.

—Tengo un padrastro, ¿Qué crees tú? —Soltó aire pesadamente—. Lo es, supongo.

Taehyung se sentó a su lado, tomó sus anteojos del buró y palmeó la pierna del chico en
señal de humanidad antes de colocárselos.

—Es mejor estar consciente de la verdad que ser ignorante toda una vida, creo fielmente en
eso.

La forma en la que sus mejillas, y en especial sus ojos parecían aumentar al portar esos
anteojos hizo que Jungkook se perdiera un poco entre su boca húmeda y su sabiduría.

—¿Eres tú quien inventa esas frases tontas? —dijo con ligera voz intentando terminar con el
temblar de su propio cuerpo.
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—Son todas mías. —El pelinegro enmudeció ante la facilidad con la que manejaba su
actitud—. Ahora, el baño está por allá. Ve y arréglate, porque tenemos mucho que hacer hoy
—terminó Taehyung.

—¿Qué harás mientras tanto?

Giró la silla que le esperaba frente a su escritorio. —Dije que tuve varias ideas, las anotaré
antes de olvidarlas. Y quizá después vaya a robar un sándwich de la cocina para alimentarte.

—¿Qué soy? ¿El perro que llevaste a casa sin permiso de tus padres? —Alzó una ceja.

—Sí, básicamente sí. Te pondré un collar y te ataré si no te comportas.

Jungkook abrió los ojos demasiado sorprendido, sin saber si era intencional o si su mente
contemporánea estaba tan corrompida que lograba encontrarle un doble significado a todo.

—No tienes ni idea...—dijo dando un par de pasos hacia atrás antes de caminar en la
dirección indicada y desaparece dentro del baño de la habitación.

El castaño le restó importancia a sus extrañas actitudes y se acomodó en su escritorio


mientras intentaba escribir los pequeños detalles que había descubierto hasta ahora, pero
se quedó en blanco, no sabía por dónde empezar.

Jeon Jungkook y la electricidad:

Si las sales en el agua condujeron la energía a través del cuerpo de Jungkook, eso significaba
que en ese momento una gran cantidad de esta debería moverse a través de él; pero para
ello necesitaría alojarse en un material aislante, quizás en su cabello o chaqueta.

Taehyung mordía su lápiz constantemente en busca de una forma de hacer que todo
encajase; pero el ambiente se vio eclipsado por un aroma sublime que parecía emanar del
primer piso.

No, el castaño no podía concentrarse en su investigación cuando estaba completamente


seguro de que su madre estaba preparando el desayuno. Cuando el olor de deliciosos waffles
recién preparados intentaba seducirle y la dorada miel se materializaba frente a él.
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No pudo resistirse; dejó sus apuntes de lado, sin detenerse siquiera a pensarlo y corrió hacia
la cocina en busca de aquel dulce tesoro que le esperaba campante sobre el desayunador.

Los Kim eran una familia algo peculiar para esos suburbios. Además de tener como padres a
una pareja interracial entre un hombre coreano y una mujer francesa que solían residir en
Corea del Sur, eran inmigrantes en Estados Unidos.

Bastantes años después de haberse consolidado bien gozaban de las recompensas de su


esfuerzo. Sus hijos eran muy pequeños cuando llegaron a ese país; pero ya eran ciudadanos;
sin embargo, por los perjuicios de la comunidad ser parte de esa familia les daba una
imagen un poco conflictiva. Y el menor de la familia, no ayudaba mucho a mejorar esa
reputación.

Cuando este bajó al primer piso, se encontró a su madre de espaldas. Taehyung se asomó
sigiloso para evitar ser visto por ella; pero falló terriblemente.

—Que no se te ocurra tocar un solo waffle, Kim Taehyung, o voy a castigarte —dijo severa, sin
siquiera voltear a verlo.

—¡Mamá! Buenos días a ti también. Gracias por suponer que he venido a hurtar un sabroso,
esponjoso y delicioso... waffle.

—¿Qué haces despierto tan temprano?

—Vine a ayudarte con estas delicias.

Las comisuras de sus labios bajaron, mostrando su labio inferior para denotar tristeza
mientras batía sus pestañas en un intento de apelar a su lado amable.

—Ni lo sueñes. Son para tu hermano y el resto del equipo, han estado entrenando muy duro.
Se merecen una recompensa.

Indignado. —¿Y qué hay de mí?

La castaña a quien la edad comenzaba acechar sonrió. —Tú, puedes servirte un poco de
cereal.
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—¿Ves cómo rompes mi corazón, madre? Solo pido un poco de tu dulce amor y me
respondes de esta forma. —La abrazó ameno de lado, el castaño era más alto que ella por
algunos centímetros.

—Oh, pobrecito. —Sus hijos no podían ser más diferentes, y el menor de ellos siempre había
sido demasiado afectuoso—. Ya que me lo pides así, supongo que podría darte uno.

—O dos...

—¡Taehyung!

—Está bien, lo que nazca de tu benevolencia.

Ambos rieron; el chico se acomodó en uno de los banquillos frente al desayunador, luego ella
le entregó un plato con tres waffles apilados y llenos de jarabe.

—Come despacio, no quiero que te atragantes.

—No me digas qué hacer, esto es entre mis waffles y yo.

—Siempre terminas con jarabe hasta en el cabello, así que no me respondas, jovencito.

—Está bien... —Taehyung sonrió tímido, intentando que sus siguientes palabras sonaran con
naturalidad al creer que era el momento de poner su primer plan en marcha—. Oye, mamá,
por cierto. ¿Recuerdas el programa de intercambio?

—¿El que dijiste que era una pérdida de tiempo?

Chasqueó con la lengua, no había forma fácil de decir esto.

—Sí, ese. Pues verás, necesitaba créditos para una asignatura y yo... me inscribí como
candidato para recibir a un alumno aquí en casa.

La mujer volteó a verlo más sorprendida que molesta, dejando caer la mantequilla al suelo.

—¿Qué hiciste qué?

(Coopera, madre. Necesito justificar al extraño que está mi habitación) Pensó.

—Hoy por la tarde traeré a un compañero a casa.


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—¿Con el permiso de quién? Taehyung, es lindo que quieras adaptarte pero no puedes tomar
decisiones sin consultarle a nadie.

—Sé que a papá no le molestara. Y, tendré un amigo, ¿No era eso lo que querías?

—Me refería a que hablaras con los chicos de tu salón, no que trajeras extranjeros a vivir a
casa.

—Mamá, soy menor y más inteligente que todos allí. Además, compartir la mitad de mis
clases con mi hermano el galán no me ayuda mucho que digamos.

Ella suspiró; sus dos hijos se marcharía a la universidad el próximo año.

Le tomó tiempo asimilar la próxima partida de Seokjin; fue duro, ni siquiera lo había
aceptado por completo y luego una tarde, el director de la preparatoria le llamó para discutir
el porqué Taehyung debía saltarse el último año de preparatoria e ir directamente a una gran
casa de estudios.

No, ni ella ni su esposo estaban listos para dejar ir a su pequeño. Y sabían que Taehyung
tampoco estaba socialmente listo para hacerlo.

Su coeficiente intelectual era sorprendente, ella estaba segura que Taehyung era capaz de
mantener el ritmo de los programas avanzados que estaban interesados en él; pero le
preocupaba que pasara tanto tiempo solo lejos de casa.

Creyó que adelantarlo solo un año para que pudiera convivir más con su hermano y sus
amigos dentro de la escuela lo ayudaría a socializar; pero hasta ahora, no tenían mayor
progreso.

—Está bien —dijo finalmente cediendo—, pero promete que tendrás todo bajo control.

—¡Lo prometo! —Tomó sus cubiertos, sonriendo ampliamente.

Ella le vio inquieta; no tenía ni idea de quién era el otro muchacho. Las ideas de Taehyung
siempre le hacían querer abrazar el extintor ante la latente posibilidad de que quemara la
casa, otra vez. Parecía que todas sus decisiones terminaban con él en urgencias o con los
bomberos apagando un incendio en su calle.
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El castaño comenzó a comer, olvidando por completo que tenía un vagabundo en su


habitación y sin percatarse de Seokjin regresando a casa por la puerta trasera como todos
los días.

Su frondoso cabello era sujetado por una liga mientras el sudor aún presente en su cuerpo
resbalaba por su cuello. Entró y directamente subió por las escaleras hacia su recámara.

Se quitó la camiseta, moviendo los brazos frente al espejo intentando denotar sus deltoides.
Y poco a poco mientras caminaba buscando una toalla, se despojó del resto de su ropa
prenda por prenda, dispuesto a tomar una ducha.

Corrió hasta el baño de su habitación, se vio por última vez en el espejo y se acercó a la
perilla para abrirla; pero al hacerlo esta se desprendió de su lugar.

(Maldición. Había olvidado que necesitaba arreglarla) Pensó.

No tenía tiempo para jugar a ser fontanero; envolvió la toalla alrededor de su cintura y
tranquilamente salió de allí para utilizar la ducha de su hermano.

Cualquiera pensaría que teniendo una casa tan grande usaría el jodido baño principal o
incluso el de sus padres; pero no. Si había algo que a Taehyung le petrificaba, era que alguien
más tocara sus cosas. Así que, qué mejor que hacer dos cosas que amaba al mismo tiempo:
molestar a su hermanito y darse una ducha embellecedora.

Entró. Ladeó la cabeza al ver la cama de Taehyung desarreglada, y la mucha ropa ajena que
estaba regada por el piso. Le restó importancia, no le interesaba en realidad; pero resultaba
imposible no encontrar peculiar la habitación del menor así de desordenada, aún más con lo
reservado y obsesivo que era.

El sonido del agua cayendo le hizo suponer que su hermano estaba en la ducha y Seokjin no
pudo evitar sonreír malévolamente. Giró con lentitud la perilla solo para constatar que la
puerta estaba sin llave, entonces la empujó con fuerza deliberadamente para entrar.

—¡Manos arriba! El inspector de limpieza está aquí —dijo simulando con sus manos un arma.

No obtuvo respuesta, solo una mano que sobresalió detrás de la cortina para intentar tomar
la toalla que colgaba a un par de centímetros.
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El mayor la tomó antes de que la alcanzara.

—¿Se te perdió algo? —se burló acercándose a la cortina—. Tardas demasiado en la ducha,
Taehyung. ¿Qué haces allí dentro?

Jungkook limpió el agua de su rostro, no debía abrir la boca, o estar demasiado cerca de
Kim. La versión joven de su padrastro era más estridente y molesta de lo que imaginó.

Su risa sonaba constante por la acústica del pequeño espacio. Jeon comenzó a pensar que
el universo simplemente lo odiaba al ser una fina cortina lo único que lo salvaba de ser
cruelmente expuesto. O así fue hasta que Seokjin tiró de ella, descubriendo así al pelinegro
que se escondía detrás de esta.

—¿Sorpresa? —dijo Jungkook intentando cubrirse.

El mayor se quedó quieto, absorto en lo extraño de la situación. Incrédulo, le lanzó de


regreso la toalla y retrocedió dando marcha atrás hacia a la habitación. Jeon aprovechó para
colocarsela; pero los alaridos consternados de Seokjin no se hicieron esperar.

—¡Taehyung! ¡Ven aquí ahora! —vociferó. La fuerza de su voz fue tal que resonó por toda la
casa.

El menor Kim con jarabe hasta en las mejillas levantó la cabeza de su plato y tragó
pesadamente. Sí, estaba jodido.

Saltó de su lugar. En cuestión de segundos, y después de tropezarse en las escaleras, llegó


hasta su habitación, en donde se encontró con dos hombres en toalla. El más alto
intentando someter a Jungkook quien se removía inquieto de su agarre, prisionero de la
fuerza de su futuro padrastro.

El castaño cerró con llave la puerta detrás de él.

—¿¡Qué rayos haces en mi habitación!?

—¿¡En serio vas joderme con eso!? —Estrechó los ojos, el menor suspiró y avanzó hacia ellos.

—Jin, por favor. No se lo digas a nadie, yo...


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—Taehyung, quiero una explicación creíble de —inhaló con fuerza—, ¿Quién es él y por qué
estaba desnudo en tu habitación? ¿Desde cuándo tienes amigos siquiera?

—No puedo explicarlo, es... muy complejo y...

—Complejas mis pelotas. ¿Por eso estabas tan extraño ayer? ¿Porque estabas escondiendo a
un chico aquí?

Su mirada era dominante, y Taehyung siempre fue un mal mentiroso cuando de su hermano
se trataba. Comenzó a ceder.

—Sonará descabellado y sé que quizá pienses que lo estoy inventando; pero anoche él y
yo...—Jungkook negó repetidas veces, no podían decirle la verdad al mayor. Era imposible,
¿Qué demonios pensaba Taehyung?

—Estábamos fumando —intervino el pelinegro rompiendo con la primera regla: no hablar


con Seokjin—, yo quise probar algo más fuerte y se me pasó la mano. Taehyung me dejó
quedarme aquí, fue demasiado para mí.

La electricidad se manifestó entre los dos. Como un disparo de luz que se fundió en el pecho
de Jungkook cuando la barrera de su realidad se hizo menos real al colapsar contra Seokjin.
No había marcha atrás, habían creado una tangente en la historia.

La cabeza de Jeon parecía colapsar cuando la imagen de un Seokjin adulto era visible al
tocarlo. La línea temporal actual donde ambos se conocieron de jóvenes no debía existir
pero ahora lo hacía; y su piel empezó a arder por la corriente en su interior.

—¿Tú fumas? —dijo a su hermano menor con cierto temor en sus ojos—. Eso explicaría
mucho... —desconcertado soltó a Jungkook, al hacerlo, el pelinegro volvió a ver al Seokjin
adolescente.

Taehyung bajó la cabeza. El mayor era un entrometido que no le dejaría en paz, al menos no
si no lograban perturbarlo lo suficiente.

—No suelo pedirte favores pero, ¿Podrías, por favor, dejarlo pasar? Papá va a matarme si se
entera.
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El castaño mayor pareció dudarlo. No estaba de acuerdo con tal comportamiento; pero
tampoco podía hacer demasiado.

—Ten cuidado con eso, ¿Está bien? No abuses, no dañes así tu cuerpo. —Frotó su cuello, y
dio un paso en dirección a la puerta—. Solo espero no tener que ir por ti a la comisaría
después.

—No te preocupes, no pasará.

—Y tú —Volteó a ver a Jungkook—, ponte un pantalón, ¿Quieres?

Sacudió la cabeza quitando seguro a la puerta para salir de allí; era mucho para procesar. Así
que eligió no decir nada más, después de todo era su culpa por andar de metiche. Una vez
afuera respiró pesadamente sin poder evitar pensar en que Taehyung era cada día más
extraño.

Cuando abandonó la habitación, Jungkook se mareó de pronto, como si algo en de su


sistema se encendiera atacando su cerebro con violencia. Tambaleando, se sentó en la
cama.

—Siento que voy a vomitar —dijo, comenzando a sudar. Su pecho se inflaba una y otra a vez
desesperado.

La bombilla de la lámpara de mesa parpadeaba subiendo de intensidad mientras la


respiración de Jungkook se agitaba más y más.

—¿¡Qué hiciste!? Se supone que no debías hablar con él. Ahora te conoce, estás dentro de su
memoria.

—No pude evitarlo, maldición. Cuando regrese a mi década él va a recordarme, ¿No es así?
Estoy perdido.

Kim se detuvo a pensarlo y en realidad no encontró mayor inconveniente por lo que sus
nervios mermaron.

—Cuando regreses tu realidad será diferente, ¿Recuerdas? Una en donde él no estará en tu


vida, así que no habrá proble...—Taehyung notó la forma en la que ahora todo el alumbrado
de la casa parecía enloquecer mientras Jungkook se frotaba la cabeza con otra toalla.
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—No lo entiendes, después de que lo toqué pude ver a su yo del futuro. Eso no debería pasar,
¿cierto?

—Entrar en contacto con él alteró de alguna forma la línea; supongo que es un efecto
colateral de todo esto. La próxima vez que se repita, trata de estar alerta para entenderlo
mejor.

—No pasó antes contigo, ¿Por qué?

—No me conoces en el futuro, supongo que por eso no tengo efecto sobre ti.

Jungkook se mordió el labio. Quizá no tenía ninguna repercusión porque Taehyung ya no


existía en su universo temporal.

Pequeñas chispas brotaron cuando sus pies descalzos rozaron contra la alfombra, Kim se
movió hacia él, buscando entender con detalle lo que sucedía.

—¿Taehyung? —dijo cuando el castaño se acercó peligroso a él. Kim estaba de pronto
arrodillado sobre la cama, tocando su espalda con lentitud—. ¿Qué p-pasa?

—Intento generar una reacción, cállate —demandó con voz lenta y suave.

—¿Acaso no conoces nada de moral básica, o por qué rayos intentas manosearme?

—Los electrones son atraídos a objetos que tienen una gran carga positiva, así es como se
producen las chispas, de la fricción entre cargas. Tu cuerpo está lleno de ellas.

El castaño se colocó detrás de él y deslizó ambas manos por sus hombros; inclinando su
cabeza hacia el frente para que los mechones de su cabello tocaran con delicadeza su cuello.

Jungkook tragó con dificultad sin entender lo que pasaba; e inconscientemente disfrutando
de la respiración del otro sobre su piel.

—E-entonces, mi cuerpo atrae a otros objetos, ¿No? —hablaba tenso—. ¿Es por eso que estás
así de cerca?

—Soy la carga negativa, necesito que la fuerza me empuje.

—Eso suena tan...


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El aire caliente entre ellos creció de gran manera cuando Taehyung frotó la punta de su nariz
entre las hebras oscuras que decoraban la cabeza del otro, buscando que la electricidad en
su interior se manifestara por la fricción de dos cargas opuestas.

Jungkook dejó escapar un pequeño jadeo en aquel momento en el que una leve descarga
brotó de él, cuando un pequeño toque eléctrico se desplazó hasta Taehyung para repelerlo
haciendo que retrocediera.

Parecía una sobrecarga de corriente, incluso la pequeña lámpara en la mesa de noche


colapsó, y después de parpadear incesante estalló dejándolos a ambos realmente
consternados.

—¡Es increíble! —dijo el castaño a quien se le había erizado el cabello, levantándose de la


cama—. Eres energía pura, Jungkook.

—Amigo, no entiendo ni una mierda de lo que dices.

—Es simple, significa que —Taehyung fijó su vista por primera vez en el reloj de la pared—,
significa que vamos a llegar tarde —declaró angustiado de repente.

—¿Qué?

—¡La escuela! Son casi las siete treinta, tenemos que irnos pronto. Termina de vestirte
rápido. —Dejó su cuerpo de lado, rompiendo con el calor y la tensión que se había creado.

Después de diez minutos de Jungkook viéndose al espejo, y de Taehyung intentando hacer


algo con su cabello rebelde, finalmente salieron de la casa esperando que todo saliera
acorde al plan.

—¿Supones que vayamos caminando, con este clima?

—Deja de culpar de todo al clima y no, iremos en bicicleta. Te daré la antigua de mi hermano
—Jungkook se rascó la cabeza—. Sabes andar en bicicleta, ¿Cierto?

(Nunca me enseñaron) Pensó. —En el futuro son innecesarios ese tipo de transportes.

Taehyung soltó una sonora risa mientras subía a su vehículo de dos ruedas.
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—Con lo alta que es la contaminación actual, dudo que en el futuro no sean necesarios. —
Sonriente, continuó—: Como sea, ven, mentiroso. Solo intenta no hacerme perder el
equilibrio.

No tenía idea de qué pasaba en la cabeza de este chico, ni de la confianza que le inspiraba,
pues era tan espontáneo con él que le hacía sentirse menos desquiciado.

Pasó una pierna por encima de la rueda trasera, y colocó ambos pies sobre los tubos que
sobresalían de la misma, sujetándose de los hombros del muchacho. Entonces, Taehyung
comenzó a pedalear para que ambos avanzaran entre los árboles que cubrían los senderos
de esa fría comunidad.

Cada centímetro recorrido le daba a Jungkook la oportunidad de llenar sus pulmones de aire
pulcro, con el aroma a pasto mojado cuya existencia había ignorado durante tanto tiempo.

Mientras más se acercaban, la afluencia de jóvenes incrementaba y en poco tiempo


estuvieron frente a la gloriosa escuela preparatoria.

El timbre sonó al igual que el cielo que no parecía resplandecer se nubló aún más indicando
que pronto llovería.

—Mierda, nos enviarán a detención. ¡Corre! —dijo, bajando del vehículo.

—¡Taehyung, espera!

Los dos jóvenes abandonaron la bicicleta para correr hacia la entrada. Taehyung se movió
veloz en las escaleras principales para ágilmente llegar al pasillo.

Jungkook intentó seguirle el paso. Sin prestar atención a su alrededor, sin considerar las
consecuencias, únicamente visualizando la delgada figura de Kim y su mochila delante de él.

O al menos así fue hasta que chocó con otra persona, cayendo al suelo junto con ella.

Presionó su mandíbula disimulando el dolor; su espina dorsal se estremeció al instante, y el


sabor metálico de su boca volvió a aparecer.

Jungkook se precipitó a tomar a la otra persona de la mano. La imagen de una mujer se


manifestó ante su tacto, la soltó inmediatamente y su figura mayor cambió a la de una chica.
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—¿Mamá?

Jungkook alzo la cabeza y viendo al cielo pensó:

«Querido universo, si estás usándome para burlarte de lo predecible de la ficción o de la


estupidez adolescente, ya suéltame, por favor. ¡Te lo suplico! ».

Ella a su lado en el piso, llevó un mechón de cabello negro detrás de su oreja izquierda
mientras arrugaba la nariz.

—¿Disculpa? —dijo viéndole con molestia.

—Ma-madre mía, lamento esto. No te vi, estaba apurado y terminé lanzándote al suelo. No
fue mi intención. Espero no haberte lastimado, lo siento, yo...

—Solo cállate y fíjate en tu camino, ¿Está bien? —Se había golpeado la cabeza, y su
inconformidad era notoria.

—Te ves tan joven... —masculló. Jungkook estaba en estado de shock, era como verse a sí
mismo. Una delicada y femenina versión de él, en realidad.

—¿Gracias?

—¡Oye, Sunhee! —Detrás de ellos una voz que estaba cansado de oír apareció—. Me
recuerdas, ¿Cierto?

—Cómo no hacerlo, me seguiste toda la noche.

—Estuve buscándote para disculparme, pero... parece que estás algo ocupada —dijo con
gracia.

Seokjin se acercó de dos pasos a ellos; extendiendo su mano hacia la pelinegra que volteó a
verlo avergonzada, y con las pupilas dilatadas.

Ella la tomó, levantándose del suelo para corresponderle con una sonrisa.

—Muy ocupada besando al suelo.


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—Oh, ¡Qué afortunado es! Espero correr con su suerte algún día—se burló, tomando los
libros de la chica del piso—. Ahora que estoy aquí, y si al suelo no le importa ¿Te molestaría si
te acompaño a clase, señorita distraída?

Jungkook les veía desde abajo; estaban ligando descaradamente frente a él sin preocuparse
siquiera por su presencia. Eran la situación más heterosexualmente cliché que alguna vez
vio, y le resultaba incómodo.

(Claro. Todos ignoren al chico en el piso) Pensó.

Se levantó impulsivamente, decidido a separarlos.

—Sí, claro que le molesta. —Dio un paso al frente, empujando al castaño oscuro—. Un tipo
acosador que se refiere a ella como "ardiente" con sus amigos y que además la sigue es una
molestia obvia.

—¿Qué? —Sunhee volteó a verlo confundida.

—Es un chico demasiado sociable, todas los saben. Y ni hablar de cómo trata a las demás
chicas, digo, tampoco tiene derecho a acercarse a ti cuando apenas lo conoces.

Ella agitó la cabeza sin entender las palabras de Jungkook, pero encontrando algo de verdad
en ellas.

—¿Jin? —inquirió en busca de una justificación.

Seokjin se quedó mudo un par de segundos antes de reconocer a Jungkook, entonces dijo—:
¿No deberías estar drogándote en el estacionamiento?

—Terminé hace un rato, ¿Quieres un poco? —desafiante ante sus palabras.

Taehyung regresó por el pasillo en busca de Jeon solo para encontrarlo a punto de ser
golpeado.

El Kim mayor notó a su hermano a la distancia y desistió ante sus latentes deseos de
escarmentar al chico.

—Las clases de cerebritos están por allá —señaló en dirección a Taehyung—, ¿Por qué no vas
y te fumas uno o dos libros con el resto de los niños pretenciosos?
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Antes de que Jungkook pudiese contestar, ella lo hizo.

—Sí, tienes razón, deberíamos irnos. Nuestras clases de cerebritos pretenciosos nos esperan.
—Tomó del brazo a Jungkook, pero ésta vez no ocurrió ningún cambio. Su figura esbelta y
joven se quedó permanente ante Jeon.

—No, no, no. No me refería a ti, yo...

—Te veré después, chico.

—Sí, chico. Te veremos después —se jactó. El muchacho no pudo evitar sonreírle victorioso a
Seokjin.

Esa larga coleta oscura fue visible para el mayor cuando ella comenzó a caminar lejos de allí,
tirando del suéter que Jungkook traía.

Ambos se movieron por el pasillo hasta llegar a donde Taehyung les había estado
observando. Siguieron caminando ahora los tres juntos.

—Este busca pleitos es tuyo, ¿Cierto? —dijo. Jungkook pasó su vista de él a ella repetidas
veces. ¿Eran amigos?

Taehyung se rascaba el cuello nerviosamente. —Él... está recién llegado de Corea.

—Y... ¿es uno de nosotros? —Cruzada de brazos elevó una ceja, curiosa.

—Por supuesto que sí. Lamento si te asustó, es un poco tonto, impulsivo y estúpido. ¿Ya dije
tonto?

—Sí, Tyler. Ya dejaste en claro lo imbécil que soy.

La risa de ella era melodiosa, y el momento en el que apareció fue glorioso; Jungkook se
sintió confortado cuando escuchó ese sonido que tanto amaba. Tan sublime que lo hizo
sentir como un niño.

Ella le sonrió extendiendo una mano hacia él.

—Lee Sunhee, encantada.


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La tomó complacido, nunca había visto una sonrisa tan resplandeciente en su madre. Sentía
que estaba ante una gran maravilla de la humanidad, una que conocía pero no con tanta
intensidad.

—Jeon Jungkook, un placer.

La pelinegra empujó la puerta del salón y entró en el, dejándolos finalmente solos.

—¿Dónde estabas? —preguntó Taehyung susurrando—. Creí que estarías siempre junto a mí,
y justo cuando volteo, nada, desapareces e inicias una pelea contra satán.

Ignorando sus reproches—¿Por qué no me dijiste que conocías a mi madre? —dijo con el
mismo tono.

—No sabía que era tu madre, genio.

—¿Desde hace cuánto la conoces?

—Llegó aquí a principio de semestre. Y aparentemente yo soy la única persona además de


mi hermano que habla coreano fluidamente en toda la escuela, se podría decir que somos...
amigos.

Bingo, era todo lo que necesitaba saber. Se sentía atrapado en una de esas películas
adolescentes de ciencia ficción que todos conocen, y para joderlo más, él tenía el papel de
chico extranjero odioso. En su año él era genial, pero aquí, parecía ser ese tipo idiota con
complejo de superioridad del cuál él normalmente se burlaría.

Y no quería serlo; pero su boca se movía sola, además de que no razonaba con claridad.
Aparentemente su sentido común ya se había despedido de él. Definitivamente, no estaba
pasando un buen momento.

Siempre le gustó la sátira a ese país pero no era divertido si él era parte de ellas. Toda su
desgracia era una gran sátira porque era absurda, solo faltaba que empezara a sonar la
canción del momento y que su madre se enamorara de él. Sería muy predecible, y podrían
demandarlo por eso. Agitó la cabeza.

Pero solo para asegurarse de no tener que dar regalías sobre su tragedia, era obvio que su
madre no se enamoraría de él. Además no podía decirlo en voz alta; pero tenía un marbete
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imaginario en la frente que decía: "No heterosexual". Así que definitivamente, eso no
pasaría.

—¡Es magnífico! Eso me da más oportunidades de separarlos. —No pudo evitar abrazarle,
Jungkook rodeó completamente al castaño atrayendo su cuerpo hacia él. Sus frentes
chocaron en el acto.

—¡Auch! Eso dolió, idiota —le reprochó viéndole con molestia.

Detrás de ellos, otra persona carraspeó con la garganta causando que se separasen.

—El señor Kim y el niño nuevo, ¿Piensan entrar a clase?

El maestro le vio extrañado, hasta ayer le habían pasado el informe del alumno nuevo. Lo
cual era inusual, porque ya había comenzado el semestre.

Y Taehyung se auto-felicitó mentalmente por lo convincente que podían llegar a ser sus
falsificaciones, hasta pensó que podría dedicarse a eso. Es decir, él sabía cómo funcionaba
exactamente el intercambio, lo habían hecho ordenar muchas veces esos expedientes en
detención. Así que esperaba no haberse desvelado en vano.

Las familias anfitrionas siempre iban al aeropuerto por los chicos del programa estudiantil.
Así que no sería sorpresa para los maestros que Taehyung , el supuesto anfitrión, apareciera
con los documentos del recién llegado. Cerró los ojos por un segundo en el que dejó su vida
en manos de Newton, y esperó lo mejor.

—Sí, sí. El nuevo... —murmuró Taehyung empujando al otro para que avanzara.

Ambos asintieron y se adentraron en su salón de clases. Todo parecía preciso, tanto que
Jungkook comenzó a pensar que arreglar su destino sería mucho más fácil de lo que creyó.

Sí, todo estuvo bien hasta que notó que estaba dentro de una clase de álgebra avanzada.
Suspiró acomodándose junto a Taehyung en dos escritorios en el fondo del salón, después
de todo, qué era un pequeño sacrificio por una gran recompensa.
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El castaño a su lado sacó su libreta de apuntes y tachando sus antiguas anotaciones


comenzó a actualizarla.

Jeon Jungkook: el tiempo y la electricidad ¿Estática?

El sujeto presenta constantes mareos producto del cambio de espacio en su entorno.

Su campo de visión se divide entre sus recuerdos (la realidad a la que pertenece) y la línea de
tiempo actual.

Su memoria es buena, al igual que su habilidad para utilizar el sarcasmo; lo cual evidencia que
su capacidad cerebral se encuentra en óptimas condiciones.

Fue causante de una sobrecarga en una lámpara menor a doce voltios.

Volteó a ver al pelinegro, su rostro parecía completamente perdido mientras mantenía su


atención clavada en el pizarrón y el maestro que audaz planteaba un nuevo problema.

Mordió su lápiz por milésima vez en el día antes de escribir:

Posee múltiples lunares en el cuello, piernas y rostro. Uno específicamente notorio bajo su labio
inferior, lo que le da un aspecto peculiar cuando sonríe.

Su sonrisa es bonita.

Cerró su libreta de pronto y agitó la cabeza. Todo esto no podía ser más extraño; al menos no
para Taehyung.

Capítulo Tres
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por Incompletelyrics

03.

148 días antes de.


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Las manecillas del reloj suben y bajan, moviéndose en constante ritmo con el tiempo. Sin
detenerse, sin vacilar sobre la vida que se escapa a cada segundo.

—Profesor, necesito que me escuche. —El joven aprendiz tragó con fuerza antes de
adentrarse en aquella oficina. Temeroso del aspecto desquiciado de su mentor.

Su ojo izquierdo se cerraba constantemente, como si hubiese desarrollado un tic nervioso.


Cientos de papeles arrugados decoraban el piso, acompañados por colillas de cigarrillos
pese a que se supone que no deberían de fumar en un espacio tan cerrado y pequeño.

El ron estaba frente a él, media botella parecía no ser suficiente para aliviar sus penas, para
callar las voces en su cabeza que le reprochaban.

¿Qué había salido mal? La ecuación era correcta, la cantidad de energía era perfecta, la
profundidad era ideal. Entonces, ¿Por qué habían sufrido una sobrecarga?, ¿Cómo es que el
pararrayos no funcionó? La tormenta debería haberlo ayudado a crear el vórtice; pero nada
había sucedido.

—Necesito tiempo para encontrar el error, déjame solo, Park —dijo el moreno tomando un
profundo trago directamente de la boquilla y arrugando el gesto ante el sabor del licor.

—Por favor, usted está muy ebrio. Necesita descansar. Además...

—Basta, vete de aquí.

—Profesor, si me dejara explicarle...

—¡Dije que necesito encontrar el error, maldición! ¿¡Dónde está, Jimin!? ¿¡Dónde!? Es el
trabajo de mi vida, y no tengo ni la mayor idea de dónde me equivoqué.

Golpeó el escritorio con rudeza, desquitando toda su frustración. Namjoon había tenido
muchos fracasos en su carrera, pero ninguno comparado con este, sus años de investigación
se habían ido al carajo. O al menos eso pensó, eso debió pasar.

—Profesor —tragó temeroso—, la cuestión aquí es que... no hay ningún error.

El moreno volteó a verlo sin entender lo que pasaba.

—¿Qué intentas decir?


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—El radar del lago comenzó a funcionar. Significa que el vórtice está allí, profesor. Lo logró...

—Tengo que verlo por mí mismo.

—¡Eso no es todo! Espere...

Se levantó rápidamente, en un impulso por confirmar las palabras del muchacho, sin
siquiera detenerse a analizar su mirada de preocupación, o en realidad, de miedo. Sin darle
tiempo de explicarle lo que había pasado.

Ambos corrieron por los pasillos del pequeño edificio, apresurados hasta llegar a la sala de
control del laboratorio. Entraron abruptamente; el corazón de Kim Namjoon casi dejó de
latir cuando el sonido del radar que indicaba una concentración de electricidad en el centro
del lago apreció.

Era real, había logrado crear una brecha hacia otro punto del espacio. Pero no, él estaba
equivocado, y su esperado vórtice no funcionaba, o al menos no lo hacía del todo.

—¡Maldición! ¡Este es, el avance más significativo de la física en la década! —Su emoción era
evidente, comenzó a levantar los brazos en señal de victoria. Pero era el único que parecía
estar feliz—. ¿Qué pasa con esas caras largas, muchachos? ¡Lo logramos!

Todos se veían entre sí, como intentando encontrar la forma de dar malas las noticias. Jimin,
su pupilo, se acercó a él y tratando de mantener la calma comenzó a explicar.

—Profesor Kim, tenemos un problema. Uno grande.

—¿Qué clase de problema? —Su corazón sonaba con fuerza, el retumbar de su pecho creció
hasta enmudecer el lugar.

—La noche de la tormenta, algo salió del vórtice.

—¿¡Qué!? ¿A qué te refieres con "algo"?

—Dije algo porque... —su mirada estaba llena de desesperación —no sabemos qué fue lo que
atravesó la grieta.

—No hay porqué alarmarse, probablemente fue una roca del fondo del lago o basura
proveniente del otro lado del agujero.
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—Pues esa basura emitía ondas de calor, el sensor captó la presencia un cuerpo en el lago y
otro más a la orilla. Ambos se movían eran...

—Seres vivos —declaró comenzando a sudar.

—Quien estaba afuera del lago se llevó consigo lo que salió de allí. O peor... quizá fue
atacado por eso.

Namjoon se quitó los anteojos y masajeó el puente de su nariz entre sus dedos pulgar e
índice.

—Necesito que lo encuentren. Usen el sensor, nos guiará hasta donde esté.

—¿Cómo hacemos eso? —dijo otro de los aprendices.

—Si atravesó el agujero significa que una gran cantidad de electricidad se adhirió a su
cuerpo, creando una coraza para protegerlo.

—Profesor... —Intentó decir Park.

—No debe de estar muy lejos, si está dentro de los próximos cinco kilómetros podremos
detectarlo sin problemas. Sigan su rastro y traiganlo al laboratorio.

Jimin levantó la vista por primera vez en horas.

—No tenemos ni idea de lo que está allí adentro, profesor o a dónde lleva ese vórtice. Es muy
peligroso acercarnos tan a la ligera.

El moreno sabía que el joven tenía razón; pero no tenían tiempo. Estaban corriendo a ciegas.

—Lo sé, pero no podemos dejar que esté suelto por la ciudad. Porque lo que sea que haya
salido de allí, probablemente no sea humano.

Todos en el laboratorio estaban aterrorizados sin saber que lo que había emergido de la
brecha no era más que un adolescente con complejo de superioridad.

El destino de Namjoon había cambiado porque se suponía él debía enloquecer cuando su


experimento fracasara; pero ahora la realidad era diferente. Él formaba parte de una nueva
línea de temporal.
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Su mirada se tiñó de incertidumbre. Había fantaseado tantas veces con ser pionero en la
ciencia; pero ahora no estaba seguro de lo que había hecho. Su experimento buscaba
transportar materia entre distintos puntos en la tierra, pero esto iba más allá.

No, Namjoon no sabía lo que había creado. Después de tanto tiempo tentando al universo,
este le respondió diciendo que se jodiera.

Así que mierda, necesitaría una o dos botellas de ron más para encontrar una solución.

...

—Oye, Taehyung. ¿Por qué tus cejas son tan extrañas?

—¿Siquiera estás prestando atención a lo que digo?

—¡Lo siento! Pero demonios, reprobé matemáticas dos veces seguidas, ¿Y tú quieres que
estudie álgebra avanzada? Estás demente.

—Si no cooperas van a sacarte de mi salón, no podré analizarte bien y no podré hacer
absolutamente nada para regresarte a tu año.

Jungkook soltó aire pesadamente, el cerebrito tenía razón. Ambos estaban sentados en el
llano de la escuela antes de este empezara la jornada escolar.

Había llegado hacía algunos días a ese lugar y aún no tenían avances. Lo único que habían
logrado era hacer estallar otras cinco lámparas con la electricidad de su cuerpo e incomodar
a Seokjin en la cena.

Porque sí, Taehyung y él habían montado un número de actuación en la casa del castaño en
donde Jeon les hablaba sobre su intercambio estudiantil y lo mucho que adoraba este país.
Pura basura, pero bien, ahora tenía un lugar cómodo donde dormir, deliciosas comidas y a
su futuro padrastro con la bilis a rebosar por tener que pasarle la salsa a Jungkook, el nuevo
miembro de la familia Kim.

—¿Por qué tienes que tomar clases estúpidas con los extranjeros? No entiendo nada sobre
esta escuela, sabes. Deberías estar con los demás chicos de último año, ¿No?
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—La escuela recibe decenas de estudiantes de intercambio cada año, todos prodigios. Ellos
toman cursos especiales dependiendo del programa universitario al que aplican. Esas son
las clases que están a mi nivel. Los preparan para ir a buenas universidades.

Rodó los ojos, el chico también era un egocéntrico. —¿Y los demás? ¿Los chicos normales?

—Pues, ellos tienen la experiencia normal de la preparatoria con materias regulares, sexo y
mucho alcohol.

—¡Eso suena perfecto para mí!

—Para tu mala suerte, yo necesito enfocarme en mis cursos. Y ya que eres mi experimento
personal, tienes que quedarte conmigo.

—Oye, ahora que lo pienso. ¿Qué hiciste para hacerme entrar a tus clases? ¿No se supone
que los maestros debían llevar el control o algo?

Se encogió de hombros. —Falsifiqué tu expediente y le envié tu transferencia por fax a Doris.


Nada fuera de lo común.

—¿Eso significa que falsificas cosas con frecuencia? Espera, ¿Ya existe el fax? —Ladeó la
cabeza—. Y-y ¿Quién demonios es Doris?

—En primer lugar, esas son demasiadas preguntas. Segundo, es 1986, no 1956. Y tercero,
Doris es la secretaria del director, ella te agregó a la lista de intercambio.

—¿Por qué hablas con ella? —Frunció las cejas confundido.

—Almuerzo con ella. Además, me debía un favor.

—No puede ser que digas eso. ¿No tienes ningún amigo además de Doris?

—Solía ser muy cercano a la enfermera; pero aparentemente tiene una especie de amor
platónico conmigo, y yo no quiero problemas.

Jungkook intentó no reírse, pero terminó haciéndolo. En realidad no le sorprendía que el


castaño tuviera un séquito de mujeres mayores.

—¿Hablas con alguna otra chica? Es decir, ¿Chicas de tu edad? —dijo con gracia. Recargando
su peso en ambos brazos.
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—No hace falta, es...

Antes de que el castaño terminase de justificar su poca interacción social, otra persona se
acercó para hablarles.

—Kim, Jeon, ¿Qué hacen aquí tan temprano? —SunHee apareció sujetando el tirante de su
bolso. Ella sabía perfectamente que Jungkook era huésped en la casa Kim, por eso no le
sorprendía encontrarlos juntos. Lo curioso era ver qué estaban a tiempo en la escuela.

—La secadora de cabello de Seokjin no nos dejaba estudiar tranquilos —dijo Jungkook
ganándose una sonrisa de ella.

—Hablas como si no te agradara. ¿Por qué eres tan malo con él? —aún riendo.

(Porque es un narcisista de mierda que se come mi cereal, te besa frente a mí y además usa
el aromatizante de lavanda que detesto) pensó.

Le mostró una sonrisa forzada.

—Yo no le agrado y él a mí tampoco. Es un odio mutuo.

—Lo conoces de apenas unos días, dale tiempo. Ya verás. —El primer timbre sonó, dando la
indicación de que era hora de entrar a clases.

—Créeme, lo conozco bastante bien —masculló arrugando la nariz.

SunHee hablaba sin desvanecer su sonrisa, algo que la versión que Jungkook conocía de ella
había dejado de hacer.

—Como sea —dijo—, me tengo que ir. Los veré más tarde en clase, chicos. —Se volteó
específicamente hacia Taehyung quien había permanecido callado los últimos cinco minutos
y tocó suave su nariz—. Cierra la boca, Kim. Hay moscas.

Taehyung reaccionó moviéndose hacia atrás y riendo nervioso, como avergonzado.

—Sí, yo, te veo después —alcanzó a decir antes de que ella comenzara a caminar.

Una vez lejos, Jungkook le dio un golpe en el estómago al castaño.

—¿Qué fue todo eso? —preguntó viéndolo con desaprobación.


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Cuando finalmente recuperó el aliento comenzó a reprocharle. —¿¡Por qué me golpeas!?

—Estabas babeando por SunHee, imbécil. Hasta ella lo notó.

—¿Disculpa?

—¡Tenías un cartel con la descripción "Te amo" en la frente! ¿Qué te sucede?

—¿Cuál es el problema?

—¡Ella es mi madre! ¿Recuerdas?

Taehyung se rascó el cuello, poniéndose de pie.

—Deja de actuar como niño celoso de preescolar, ¿Quieres?

Le imitó. —¿Te gusta ella? ¿Te gusta mi hermosamente joven y perfecta madre?

—Es perturbador que digas cosas como esas. —Inhaló con fuerza—. Sí, ella es bonita. ¿Y qué?
Te recuerdo que tu padrastro es Seokjin, no yo. Lo que significa que quien le gusta es él, así
que yo no soy una amenaza para tu complejo de hombre de la casa.

—No puede ser que te guste, me ofendes.

—Déjame en paz, no es como si yo tuviera una oportunidad con una chica como ella.

Jungkook se cruzó de brazos y ambos comenzaron a caminar.

—Está bien, pero para sentirme más tranquilo necesito que me veas —demandó, parándose
frente al castaño—, mírame fijamente.

—¿A dónde quieres llegar con esto? —Lo hizo acercarse a él tomándolo de los hombros.
Taehyung tragó con fuerza cuando el pelinegro deslizó su lengua momentáneamente.

—¿Ves esta sonrisa? —dijo sonriendo exclusivamente para él, con su calor cercano y latente—
. Es idéntica a la suya, ¿O no? Mis ojos, mis labios y cada parte de mi rostro lucen como los
suyos. Yo soy ella.

—Eres un imbécil, Jungkook. —Lo empujó lejos agitando la cabeza para seguir caminando.

Las pequeñas descargas que el pelinegro provocaba al contacto con su piel le hacían
retroceder cuando estaban demasiado cerca. Como si la energía dentro de Jeon quisiera
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adherirse a él erizado cada centímetro de su piel, y cada poro al tocarlo, en una sensación
inexplicable que recorría toda la espina dorsal de Taehyung.

Soltó una carcajada. —Cada vez que pienses de forma inapropiada sobre ella estarás
pensando en mí también.

—Esa es una imagen mental que no quiero, cállate de una buena vez.

—Aléjate de ella. O asumiré que yo también te gusto.

—No importa lo parecidos que luzcan. SunHee es linda y tú eres una versión muy lenta e
irritante de ella.

Presionó su pecho fingiendo dolor.

—Soy su versión mejorada. Alto, encantador y guapo.

—Oh, haces que me derrita, Jungkook —se burló de él restándole importancia a sus
actitudes. Era como estar con su hermano todo el tiempo.

—Te lo advierto, no te acerques demasiado a ella o tendré que besarte para que borres esas
ideas de tu cabeza.

Apretó los ojos. —Gracias por arruinar la linda imagen que tenía de mi única amiga.

—Fue un placer —dijo sonriéndole con descaro.

Se acercaron tranquilos a su salón, entraron siendo de los primeros en aquel lugar, y se


movieron en busca de un espacio para sentarse.

Taehyung estuvo apunto de acomodarse al lado de SunHee hasta que una voz llamó detrás
de ellos.

—Oye, Jeon. Necesito que vengas acá —demandó su maestro. Los dos chicos se vieron
confundidos entre sí, regresando sobre sus pasos—. Dije Jeon, Taehyung, ve a tu lugar.

El castaño bufó inconforme, y tomó lugar en el primer asiento.

—¿Hay algún problema?

El hombre volteó a verlo mientras ordenaba varios papeles sobre su escritorio, inerte.
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—¿Qué tal tu primera semana aquí?

—Pues...ha sido todo muy interesante. —(La misma mierda escolar de siempre pero sin
internet.)

—Seré directo. Verás, sé que vienes de una importante escuela en Seúl. Pero... no parece que
nuestro programa académico sea lo tuyo.

—¿Qué intenta decir con eso? —Su mirada se llenó de confusión . ¿Podía estar más jodido de
lo que ya estaba?

El castaño metiche detrás de ellos que hacía un gran esfuerzo por escuchar cerró los ojos.
Esto era malo.

—Tranquilo, estuvimos leyendo tu expediente y el resto de los maestros y yo concordamos


en que quizás estarías mejor tomando clases regulares. Además de que nuestro programa
deportivo sería ideal para ti.

Jungkook asintió sin entender, ¿Qué tantas mentiras había escrito Taehyung sobre él?, O qué
tanto sabía. Sin duda alguna tenía que leer ese expediente.

—He estado un poco distraído. Sé que doy la talla para estar aquí.

—Jungkook, lo siento. El cambio está hecho —dijo entregándole una hoja—, éste es tu nuevo
horario. Pero tranquilo, seguirás compartiendo clases como historia y español con el resto
de tus compañeros de intercambio durante tu estadía.

Taehyung le veía resignado, pero a menos que quisieran levantar alguna sospecha no le
quedaba más que hacer lo que le pedían. Jeon suspiró tomando el papel, y se dio la vuelta
para salir del salir del salón no sin antes maldecir mentalmente.

Realmente esperaba que el castaño encontrara pronto la forma de hacerle regresar al futuro.
Extrañaba ir a la escuela dos veces por semana fingiendo enfermedad y su iPod. Esto era
realmente agotador.

Caminó buscando el salón 103 por un par de minutos, y cuando finalmente lo halló abrió la
puerta con lentitud para adentrarse cautivando las miradas curiosas de todos.
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—¿La clase del señor Blake? —cuestionó cuando tuvo la atención del catedrático.

—¡Oh! Tú debes ser mi nuevo lienzo en blanco, me dijeron que vendrías. ¡Pasa adelante,
pequeño! Bienvenido a clase de economía.

Jungkook fingió una sonrisa. Ese tipo lucía más como un vendedor ambulante que como un
maestro por su aspecto desaliñado, era la contraparte del dictador que decía ser maestro de
Taehyung.

Bueno, al menos estaba con la gente promedio, otra vez.

Avanzó entre los escritorios; tropezó ligeramente cuando sus pies se enredaron con una
mochila en el suelo. Chasqueó la lengua molesto y volteó para encarar a su dueño, quien
había intentado hacerle caer, pero su mirada chocó con la Seokjin que le devolvió una
sonrisa malévola.

Genial. Lo último que le faltaba era tener que compartir su aire con ese tipo. Apretó la
mandíbula mientras los demás reían por lo bajo. Siguió caminando hasta el fondo del salón
al visibilizar un escritorio libre.

Se sentó; sacando uno de los cuadernillos que Taehyung le había entregado para anotar en
clase y un lápiz, comenzó a trazar líneas sin siquiera prestar atención.

Cada vez que cerraba los ojos podía ver luces y líneas, podía volver a sentir como un
remolino le succionaba. Necesitaba expresar lo que había visto, desde el vacío que le
atravesó hasta los rayos y la lluvia.

—Oye, nuevo. ¿Qué haces aquí? ¿No eras uno de los niños listos de intercambio? —Otra
persona le observaba atento a sus malos trazos.

Levantó la cabeza; el chico tenía una camiseta negra a rayas verdes y estaba peinado hacia
atrás. No lucia como el resto de los chicos del lugar, tampoco como Jungkook con su ropa
robada. Parecía más liberal para la época en la que estaban.

—Literalmente me echaron por no ser lo suficientemente listo. Me siento ofendido.

—Bienvenido al club. —El chico rio, extendiéndole su puño a Jungkook. Este captó a que se
refería y chocó el suyo para formar un saludo—. Llámame Yoongi.
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—Jungkook —se presentó—. ¿También vienes de intercambio? No pareces...

Negó con la cabeza entendiendo a dónde se dirigía con esa frase. No quería decir que eran
racistas... pero lo eran. Y Min, con los ojos grandes, aunque algo rasgados, y la piel
demasiado blanca en relación a su cabello oscuro, definitivamente se veía extraño.

Sus rasgos físicos siempre lo habían hecho encajar más con los estudiantes de intercambio,
que con los idiotas con los que había estudiado desde jardín de niños en esa comunidad.

—No, me encantaría decir que sí pero yo nací aquí. Mi abuelo vino de Corea hace años. Tengo
el rostro pero no la cultura lastimosamente si sabes a lo que le refiero.

—¿Entiendes coreano? —Jungkook rogó al cielo porqué la respuesta fuese un sí. Porque
estaba cansando de idioma local, fuera de Taehyung, el idiota de Seokjin y su madre nadie
más le entendía.

—Ni una maldita palabra. De todas formas, no es como si eso les importara mucho aquí.

—Detesto este lugar, y detesto a la gente engreída —dijo Jungkook, suspirando con fuerza.
En el futuro era más fácil todo, estar en esta época era como tener que encajar
constantemente en una u otra cosa.

En el futuro no tenía que encasillarse en ser algo. Podía ser un vegetariano-ateo-gay-rapero-


bailarín alternativo-punk y aun así encontraría personas como él. Personas que lo aceptaran
tan y como quisiera ser.

Y él, que conocía otro universo, se sentía desubicado.

Era eso y que extrañaba jugar Minecraft.

—Los chicos de clases avanzadas se sienten la gran cosa por tener buenas calificaciones, así
como los deportistas por sudar como locos, son la misma basura.

El chico hablaba duramente viendo a Seokjin y el resto del equipo a un par de metros de
ellos.
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—Supongo que no eres ninguna de esas dos cosas —dijo observando el cuaderno pautado
del otro. Además de unas pocas notas musicales, había un dibujo bastante bueno de un
rostro en el.

—Soy un genio, es diferente. —Negó—. Si necesitas una mano para integrarte a las nuevas
clases no dudes en venir conmigo, y el resto de los artistas fracasados. ¿Está bien?

—Lo haré.

Le sonrió un segundo al pelinegro antes de sentarse correctamente en su escritorio y prestar


finalmente atención a lo que sea que el maestro estuviese escribiendo en la pizarra.

Jungkook pasó las siguientes horas de su vida aprendiendo sobre impuestos, y jugando con
la bombilla del salón.

Cada vez que lograba agitar su respiración la luz parpadeaba, le resultaba cómico, sabía que
Taehyung estaría muy feliz cuando le contara lo que había descubierto, o quizá lo golpearia
por ser así de tonto y jugar con cosas que no entendía.

El timbre sonó. Las personas comenzaron a levantarse, incluyendo a Jungkook que había
pasado en blanco las últimas dos horas.

—¿Qué esperas, Jungkook? —dijo su nuevo compañero, invitándole a ir con él —. Si llegas


tarde al gimnasio te obligarán a subir por la cuerda.

—¿La clase de deportes es obligatoria?

—A menos de que estés en algún equipo o tengas asma, lo es. Incluso los cerebritos deben
tomarla.

Quiso bromear sobre eso, pero Seokjin pasó su lado chocando con él accidentalmente, al
hacerlo, Jungkook vio por un par de segundos a su versión mayor. Esa que cojeaba y a la que
le era difícil pararse correctamente.

—Fíjate por donde vas, tarado —le dijo intentando seguir su camino. Su cuerpo juvenil era
perfecto, no se parecía en nada a lo que estaba destinado a ser.
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Se alejó de él inmediatamente, cerró los ojos una y otra vez, intentando alejar las ideas
estúpidas de su cabeza; pero no pudo.

Volteó a ver a su padrastro, notó que estaba por salir de la escuela alejándose junto al resto
de sus amigos. Ninguno de ellos se dirigía al gimnasio como él.

—¿A dónde van ellos? —musitó para sí mismo sin ser consciente de que era escuchado por el
otro chico.

Este le contestó. —Te lo dije, el equipo de béisbol usa ese periodo para entrenar porque así
pueden utilizar la hora de almuerzo también.

Él nunca había visto al Seokjin de su época correr o moverse sin cojear, tampoco contener la
respiración por mucho tiempo. Él necesitaba verlo con sus propios ojos.

—Me tengo que ir —dijo Jungkook sin quitarle de encima la vista al castaño.

Comenzó a correr hacia la salida lateral, atravesó la puerta de vaivén. El campo de béisbol
podía verse no muy lejos de allí por lo grande que era y él no dudó en ir tras el grupo de
adolescentes anticuados que se creían geniales, al menos para Jungkook.

Bajó rápidamente las escaleras, aún corriendo para intentar alcanzarlos.

Se acercó a la malla e irrumpiendo en la barrera por la pequeña entrada llegó hasta donde
los muchachos comenzaban a colocarse su equipo de protección. Ni siquiera se habían
molestado en pasar a los vestidores, o es que quizá no tenían unos.

—No sean holgazanes, pierden demasiado tiempo. Es hora de iniciar el calentamiento.


Necesito que sean más rápidos. Diez vueltas al campo antes de comenzar, ¡Ya!

—Sí, entrenador —dijeron al unísono acatando con la orden.

Jungkook desde el borde de quedó admirado de la destreza atlética del otro. Era
impresionante, una imagen que nunca creyó tener de él. Se removió ligeramente celoso pues
ahora entendía el interés de su madre en llevarlo a la jaula de bateo cuando era niño.

Genial, madre. Me llevaste a entrenar por años exactamente el mismo deporte que tu amor
frustrado ama. Eso lleva el fanatismo a un nuevo nivel, pensó.
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Aquel hombre pasado de peso con un silbato en el cuello notó la presencia de Jeon que
parecía querer inmiscuirse en el campo.

—¿Se te perdió algo, niño? —llamó irreverente. Alzando una ceja porque evidentemente él no
pertenecía allí, aunque no tenía idea de cuanto.

Estaba atrapado en ese año por algún tiempo. No sabía lo que estaba haciendo, pero si
Jungkook no podía cuidar a su madre, al menos haría que Seokjin se alejara de ella por su
propia voluntad.

—Quiero entrar al equipo —dijo directo. Después de todo, no era como si su futura vida fuese
a arruinarse por un par de carreras. ¿O sí?

El hombre soltó una carcajada sonora llamando la atención del resto del equipo, que
curiosos, se acercaron a la escena siguiendo a su líder de hombros anchos.

—¿Tú? —Negó con la cabeza—. Por favor muchacho, ni siquiera sé quién eres. Además, la
selección de jugadores fue hace más de un mes.

—Soy un excelente bateador, uno tan bueno que usted se lamentará si no me tiene en su
equipo.

Alzó una ceja, y dio un paso al frente.

—La confianza no es buena si te vuelve arrogante.

—Déjeme demostrarlo, le prometo que no se arrepentirá.

El entrenador sonrió burlonamente, ¿Qué sucedía con ese chico? Sólo estaba buscando
avergonzarse a sí mismo. Lo meditó un par de segundos, uno de sus chicos estaba en el
hospital, si en realidad el chico era tan bueno como decía, no les vendría mal un nuevo
jugador. Y si era terrible, al menos podrían burlarse de él.

—Calienta un poco, luego ve por un casco y un bate. Intenta no lastimarte demasiado las
manos, niño —cedió finalmente, indicándole en dirección del equipo de seguridad.

—Lo haré —dijo victorioso.


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El resto de los muchachos se veían entre sí y se preguntaban qué demonios pensaba el


entrenador.

El mayor de los hermanos Kim se removió molesto, a él le había tomado meses de trabajo
duro conseguir un lugar en ese equipo, ¿Y a este tipo Jungkook le daban una oportunidad así
de fácil? Debía ser una broma.

—Seokjin —llamó—. Serás el pitcher. —Una sonrisa malévola fluyó entre ambos, quizá esto
podía ser entretenido—. El resto de ustedes vayan a sus puestos.

Jugaron un par de carreras sin él. Jungkook se acercó a la línea inicial después unos
minutos. Se acomodó su casco y pese a que la falta de guantes hacía que se le deslizara el
bate lo sujetó con fuerza.

Todos le veían con curiosidad. Jungkook respiró profundamente cuando se situó entre el
receptor quien era un chico rubio y el lanzador, ese que le veía como carnada, su flamante
padrastro adolescente.

Era momento del primer tiro. Seokjin proyectó la trayectoria de su lanzamiento, sintiéndose
superior de alguna forma, pues su récord de enviar jugadores a la banca estaba intacto
desde hacía casi dos años ya. Así que Jungkook no duraría mucho en su campo. No tenían
corredores, eran solo ellos dos.

Levantó ligero una pierna y con un movimiento de su brazo envío el primer lanzamiento.
Jungkook intentó llegar a la pelota, sin éxito, estaba demasiado oxidado y el castaño era
muy rápido.

—Strike uno —gritó el receptor enviando la pelota de regreso. Seokjin sonrió viendo
fijamente a Jeon, esto era bastante satisfactorio.

Repitió la bola rápida, su mejor tiro, y una vez más la pelota terminó en la zona diamante, en
manos del receptor que intentaba contener la risa al escuchar refunfuñar a Jungkook.

—Strike dos. Uno más y el bateador está fuera.


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Era muy difícil cachar un lanzamiento de Seokjin, todos en el equipo lo sabían, esa era la
razón que les hacía venerarlo. Así que no les quedaba más que callar y disfrutar del
espectáculo.

Jungkook cerró los ojos por un momento. Si creían que Kim iba a ganarle estaban muy
equivocados. Sujetó con fuerza la madera en sus manos y se mentalizó.

La trayectoria de la pelota sería la misma. Seokjin lanzaba con un patrón rápido pero
predecible, sólo tenía que batear justo cuando el otro moviera sus brazos de regreso.

Y eso hizo.

El sonido del golpe que provocó la pelota colisionando contra la madera fue casi tan fuerte
como el de los alaridos de asombro que soltó el resto del equipo, y el entrenador.

—¡Corre, niño, corre! —gritaron varios de los atletas. Jungkook soltó el bate sorprendido de
la fuerza de su impulso, comenzando a correr alrededor del campo.

—¡Atrapa la pelota, Seokjin! ¡Sácalo de allí! —dijo ahora el entrenador quitándose la gorra al
ver la esfera volando muy alto en el cielo. El castaño se movió a zancadas mientras el sol le
encandilaba.

Jungkook llenó sus zapatillas robadas de tierra, y corrió con tanta fuerza, como si quisiera
mover el suelo con los pies. Pasando de primera a segunda base en poco tiempo mientras la
pelota seguía en el aire.

—Lo va a lograr... —masculló uno de los muchachos mientras el bullicio exterior se hacía más
fuerte.

El timbre que marcaba el almuerzo había sonado; jóvenes que preferían pasearse por los
alrededores de la escuela antes que comer comenzaron a salir de las salidas laterales solo
para ver un espectáculo digno de ser recordado.

Taehyung tenía su libreta en la mano. Entre ser el único en resolver las doscientas incógnitas
en álgebra y de entregar un justificante médico falso al profesor de gimnasia para evitar la
clase, había tenido suficiente tiempo para poder desarrollar su primera hipótesis
experimental minuciosamente.
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Necesitaba látex, una bombilla, un imán y un Jungkook.

Tenía todos los materiales, pero ¿Dónde jodidos estaba el pelinegro? Creyó que lo
encontraría en el gimnasio y podría burlarse un poco de él mientras medía su respiración;
pero no. Le había perdido la pista entre periodos y ahora vagaba por toda la escuela
buscándolo.

Estúpido Jeon Jungkook, pensó. Después de todo, él era su conejito de laboratorio, debía
quedarse a su lado. ¿Quién se creía para dejarlo solo?

Las personas hablando y la plena algarabía le llevaron a centrar su vista a través de la malla
que rodeaba al rudimentario campo.

—Oh, mierda —dijo antes de parpadear como un lunático y brincar mientras buscaba llegar
hasta la multitud tropezando en el intento.

—¿Quién es él? —escuchó preguntar a un grupo de chicas riendo con complicidad mientras
veían curiosas a Jeon.

—No lo sé, pero se nota que tiene piernas fuertes —respondió otra de ellas con tono
sugerente.

Era una carrera completa, Jungkook avanzaba con gran agilidad cautivando a su repentina
audiencia.

Estaba muy cerca de la última base, Seokjin alcanzó entonces la pelota en el aire y se
dispuso a devolvérsela.

La lanzó al pelinegro en un breve instante en el que creyó haberlo sacado del juego; pero
este ya se había deslizado los últimos metros. Barriéndose en el suelo con sus brazos y
piernas hasta llegar al diamante.

Su pie alcanzó a tocar el plato antes de ser atrapada la pelota.

Jungkook tenía los ojos cerrados; perdiéndose el glorioso momento en el que Seokjin frunció
el ceño molesto.

—¿Lo logró? —gruñó quitándose la gorra y acercándose a la pérgola.


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—¿Lo logré? —se dijo Jungkook a sí mismo. Aún en el suelo y lleno de tierra. El lugar era
bastante simple comparado con los campos sintéticos que él conocía.

—Lo logró —declaró Taehyung contra la malla, perdido en aquella sucia espalda y su oculta
habilidad.

No dudó en sacar un lápiz de su bolsillo y abrir su libreta para anotar cada detalle de su
desempeño.

Las personas afuera comenzaron a aplaudir, como si no fueran metiches que se habían
acercado a ver. Jungkook se levantó sonriendo victorioso, levantó las manos con grandeza
antes las muestras de admiración y volteó para sonreírle a las chicas que gritaban por saber
quién era.

Pero se encontró con unos ojos avellana que le veían molestos, y cuyo dueño tenía los brazos
cruzados mientras negaba. Su expresión era diferente, destacando más de lo que se
imaginaba a la luz del sol.

—Parece que tienes buena suerte. —El entrenador le extendió su mano como símbolo de
respeto.

Jungkook quiso quedarse a restregarle su triunfo a todos; pero no tenía mucho tiempo. No
cuando sabía que Taehyung iba a sermonearlo.

—No es buena suerte entrenador, es talento —dijo mientras reía.

Sin darle tiempo de responder corrió hacia afuera del triste campo mal conservado. Varias
chicas se escandalizaron a medias al verlo correr hacia ellas; pero cuando Jungkook se
precipitó a arrastrar a Taehyung de la cintura y taparle la boca no fueron las únicas en verlos
confundidas.

Seokjin entrecerró los ojos mientras veía a su hermano y al idiota ese alejarse de allí, su ego
ardía demasiado, tanto que lanzó su gorra al suelo y colocó ambas manos en su cintura.

¿Qué rayos era Jeon Jungkook?

Una vez lejos de todo el alboroto, el pelinegro soltó a Taehyung, este se arregló los anteojos
y le dio un golpe con la libreta.
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—¿¡Qué parte de "no llames la atención" no entendiste!?

—¡Lo siento! ¡No pude evitarlo! Intenté contenerme pero no pude, Taehyung.

—¿No pudiste evitar no ser el centro de atención? Sé coherente, imbécil. Además, ¿Desde
cuándo eres tan bueno para el béisbol?

—No lo sé, entreno desde niño. Soy muy bueno con cualquier cosa que no involucre números
cada dos segundos. Deportes, canto, tejer, lo que sea.

—¿Qué eres, un robot o alguna cosa así?

—Si fuera un robot no sería tan sensible a los olores, ni me habría raspado el brazo,
obviamente. Deja de hacer locas teorías.

Taehyung abrió la boca sorprendido.

—¿Estás seguro de que no eres hijo de mi hermano? Es decir, puedes hacer todo lo que
Seokjin hace, y tu actitud es similar a la suya.

—¡Retráctate! —Agitó la cabeza, ¿Su madre no podría haberse acostado con Seokjin, cierto?
¿¡Cierto!? —Si conocieras a mi padre descartarías esa idea, además, yo tendría que tener
unos treinta años entonces, ¿No te parece?

Taehyung asintió, no tenía sentido. Pero hubiese sido muy entretenido de ver.

—Como sea, exponerte así ante los demás no es bueno. No hagas nada que cree más
destinos, o podrías lastimar a alguien.

Jungkook se sentó en la banca de una mesa metálica adherida al suelo.

—¿Cuál es el problema? Estoy atrapado aquí de todas formas.

Taehyung suspiró pasando una mano por su cabello. El sol lo golpeaba por la espalda, y su
silueta era visible a través de la sombra de la tela, Jungkook se fijó en ello, más de allá de sus
regaños y reproches. Algo le hacía fijarse demasiado en él.

Quizás era obra de la corriente eléctrica que le transmitió, como si lo hubiese unido a él, el
imán en su bolsillo, O quizás la simple y peculiar esencia que provenía de él, era magnetismo
puro.
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Taehyung se acercó a él tomándolo del brazo, y aunque le dolió por el reciente raspón en
este, no hizo más que fijarse en el brillo de los cristales que protegían sus ojos.

—La historia es una línea recta. Cuando tú regresaste creaste una segunda línea para
cambiar la trayectoria, y si sigues exhibiendote por todas partes crearás más y más
realidades alternas en la memoria de todos ellos.

—¿Alguna vez te han dicho lo bien que te ves siendo así de paranoico? —dijo sin dejar de
mirarlo.

—No estoy siendo paranoico —Suspiró sentándose frente a él. Cuando sus manos entraron
en contacto con el metal cerró el circuito entre ambos.

—Solo muy adorable entonces.

—¿Qué pasa contigo, amigo? No puedes decirle cosas como esas a tus mayores, respetame,
quieres.

—¿De cuándo acá eres mayor que yo, Taehyung?

—Soy treinta y cuatro años más viejo que tú, así que cállate. Siempre he sido mayor que tú.

—Tendré dieciocho en septiembre y al menos en esta realidad seré el mayor. Así que llora
todo lo que quieras, pequeño.

Jungkook sonrió genuinamente; su pecho dolió al recordar que Taehyung en realidad no


llegaría más allá de su cumpleaños.

Había perdido una semana de la vida de Taehyung y aún no sabía qué era lo que
desencadenaba su partida. Necesitaba saber la razón, pero no tenía ni idea de cómo lograrlo,
su sonrisa se volvió lastimera. La idea de pensar que alguien con tanto futuro como
Taehyung desapareciera era devastador.

—¿También notas que esta conversación no tiene sentido, cierto?

—No puedo pensar mucho cuando me miras así.

—Tú nunca piensas, Jungkook.


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Con sus cuerpos y la electricidad pura fluyendo entre ambos. Una luz parecía parpadear a su
alrededor.

Una fuerza que apareció del interior de Jungkook, y que en ese momento alimentó su
energía creando un vínculo. Sin saber que aquello no provenía de la electricidad emanando
de su cuerpo, sino de la empatía y la amistad que sin querer apareció.

—Últimamente me haces pensar demasiado, más de lo que me gustaría.

El pelinegro se quedó estático cuando los vellos de su cuerpo se erizaron con levedad.
Taehyung lo observó captando cada detalle de él.

—Deja de esforzarte tanto, Jeon. Vas a dañar tu cerebro, claro, si es que no está dañado ya. —
Comenzó a reír sin malicia.

Taehyung quitó las manos de la mesa rompiendo con el vínculo.

Abrió su libreta para notar algo, agitó la cabeza y luego lo tachó. Jungkook intentó leer lo
que había escrito debajo, eso que quería borrar.

—¿Qué dice? —Quiso tomar aquel cuaderno marrón.

—No te importa.

—A veces puedes ser muy grosero, Taehyung.

—Lo sé —dijo colocando sobre la mesa la bolsa de papel que había sido ignorada durante
todo este tiempo—. Ten, aliméntate un poco en lugar de seguir haciendo estupideces.

No dudó en tomar un emparedado de la bolsa.

—Ah, ¿Entonces sí soy tu mascota? —Su voz sonó pesada al hablar con la boca llena. Enarcó
una ceja ofendido pero no sorprendido.

—No, eres mi monstruo de laboratorio —dijo y rieron por lo ameno de su compañía y su


terrible broma.

Ambos eran extraños para sus épocas. Y por un segundo, sentir que no era necesario entrar
en el estándar normal, fue sublimemente dulce. Como una compresión que de no haberse
cruzado, nunca habrían encontrado en algún otro lugar.
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Jeon Jungkook:
Evaluación física.

Su habilidad psicomotora no parece haberse visto afectada por el cambio de espacio.

Espalda, cadera y piernas fuertes, en buen estado, ágiles.

La coordinación y control sobre sus extremidades, está arriba del promedio.

Masa muscular en evidente desarrollo.

Piel del antebrazo expuesta con una herida de poco riesgo. Monitorear proceso de
cicatrización.

Su rostro...

Su expresión cambia cuando habla sobre mí.

La parte inferior de la hoja estaba sucia. Debajo del tachón aún era visible la prolija escritura.

A veces pienso que está coqueteando conmigo.

Capítulo Cuatro
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por Incompletelyrics

04.

Julio, 2019.
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Jungkook jugaba constantemente con el cable de sus audífonos. En ese momento eran su
posesión más preciada, aquello que le mantenía totalmente ajeno a la conversación
empalagosa de su madre y su idiota en el auto.

El parloteo incesante le irritaba; nunca fue particularmente conversador, o genuino para


entablar una charla con ellos. Se sentía hostigado por ser el foco de atención, como si ambos
intentaran acercarse a él por la fuerza por lo que prefería mantenerse distante.

Y no, Jungkook no tenía intenciones de hablar con ninguno de los dos. Así que la música en
sus audífonos era lo único que lo separaba de una conversación completamente incómoda.

O al menos así fue hasta que tiró con demasiada fuerza del delgado cable cuando el auto
pasó por un bache, destruyendo así el último tesoro que poseía.

Se quitó ambos auriculares molesto y se cruzó de brazos mientras veía por la ventana. El
camión de la mudanza les seguía el paso y él simplemente esperaba que los próximos meses
hasta su cumpleaños pasaran veloces.

-Lo único que recuerdo completamente es que tenías una camisa roja, y que te golpeaste la
cabeza.

-¿Cómo es que recuerdas el color de mi camisa y no mi declaración? Eres demasiado cruel. -


Seokjin sonrió para ella.

-Lo recuerdo porque derramaste media lata de refresco sobre ti. Y porque después de que
me diste tu chaqueta, esa fue la única imagen mental que tuve.

Jungkook se mordió la lengua. Estaba comenzando a hartarse de tanta demostración de


afecto, quizás porque estaba celoso, o quizá solo porque era demasiado antipático.

-Sabes, te eché mucho de menos, Sunhee -dijo sincero sin apartar la mirada del camino, su
voz se tornó seria-. Por mucho tiempo regresé a ese mirador pensando en que las cosas
hubiesen sido distintas si yo hubiese llegado a tiempo.

-Seokjin -llevó una mano a su hombro-, se supone que este debe ser un momento feliz, en
donde yo me burlo de ti por besarme y llenarte la ropa de refresco barato. El pasado está
atrás, déjalo ir.
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-Lo arruiné, ¿Cierto? Entonces y ahora también. -Ladeó la cabeza.

-Sí, pero de una forma muy encantadora.

-Eso me hace sentir un poco mejor.

-Fue un gran momento para mí. El cielo de esa noche era verdaderamente hermoso.

-No lo recuerdo, no estaba prestando atención al cielo.

-¿Ah, no?

-No. Estaba viéndote a ti.

Su madre reía. Era el único sonido que le interesaba, el único en que intentaba concentrar su
mente al ver por la ventana.

Sus palabras eran dulces; se veían completamente perdidos en el otro. Y Jungkook solo
podía presionar su estómago con ambos brazos, como intentando envolverse a sí mismo, sin
entender a su totalidad qué era lo que le hacía sentirse así de desplazado.

Seokjin notó su expresión, fijándose a través del retrovisor en el chico sin audífonos que
había estado escuchando su conversación y cuya cara larga era probablemente su culpa.

Aclaró su garganta, y dándole una mirada rápida a su esposa cambió de tema para intentar
incluir al chico en la conversación.

-Escuché que los festivales de música en la ciudad son espectaculares. No creerás la


cantidad de artistas que se han presentado aquí. Es algo de otro mundo.

-Oh, eso suena interesante. ¿No es así, Jungkook?

-Supongo que sí. -Su rostro se mantuvo estático, ni siquiera se inmutó para responder. Al
pelinegro no podía importarle menos los intentos de los mayores por llegar a él.

Seokjin se rascó el cuello frustrado. Tener un hijo adolescente era más complicado de lo que
creyó.

El viaje continuó estancado en un silencio incómodo hasta llegar a su destino, una casa
moderna en un suburbio al sur de California. El personal de la mudanza comenzó con su
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tarea al desmantelar su mobiliario dentro del camión para acomodarlo perfectamente en la


casa cuando finalmente estuvieron frente a ella.

Jungkook suspiró al entrar. Las paredes tenían ese peculiar aroma a nuevo y reluciente, era
un lindo lugar, pero el chico se sentía como un extraño dentro de lo que era ahora su nueva
casa.

Jungkook eligió la primera habitación; al fin solo, se acostó en el piso de la alcoba desnuda y
respiró con fuerza. No le importaba el alboroto en el exterior, simple quería estar tranquilo.
Pero aparentemente, eso era imposible.

Tiempo después Seokjin entró deliberadamente y se acuclilló frente a él tocando su frente.

-¿¡Qué demonios!? -vociferó cansado, abrió los ojos para confrontarlo.

-Para ti -dijo extendiendo una caja sellada, con una cara de plástico transparente que dejaba
a la vista un par de audífonos nuevos.

-¿Cómo sabías que...?

-Me importas más de lo que piensas, Jungkook -dijo sonriente-, yo no soy el villano de tu
historia.

Los aceptó. -Gracias...

Seokjin sonrió gustoso. -Baja a cenar, compré comida china para pasar el rato mientras
termina todo el ajetreo de la mudanza.

-Yo no...

-Ordené arroz y zanahoria para ti. No hay nada de lo que debas preocuparte. Ven, tu madre
nos está esperando.

Jungkook asintió con una sonrisa; pues por un segundo, su enemigo no parecía ser tan malo.

...
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1986.

137 días antes de.

-Entonces, Jungkook. ¿Cómo están tus padres? -preguntó el hombre con poco cabello
viéndole directamente.

-Papá probablemente esté con dos veinteañeras en un club y mamá viendo la misma
película del perro que llora.

Los mayores se vieron preocupados entre sí.

-Jungkook es muy dramático... -dijo Taehyung intentando disimular sus palabras y


lanzándole una mirada desaprobatoria. Sus padres eran personas mayores y bastante
sensibles cuando de familia se trataba.

-Han tenido mejores ratos, pero todo de maravilla -mintió mientras disfrutaba de cada
segundo en que el puré de patatas de la señora Kim de deslizaba lento por su lengua, porque
no, ni soñando tocaría la carne en su plato.

Era viernes, la familia de Taehyung se había reunido para cenar. El padre de los muchachos
estaba sentado a la cabeza de la mesa con su esposa a su lado izquierdo, Seokjin al otro
lado, junto a Taehyung. Y jungkook, bueno, al frente de los hermanos y siendo el blanco de
los toqueteos de la señora Kim.

-No imagino lo mucho que tu madre debe estar extrañandote -habló la mujer.

-No lo sé, no es como si yo le importara mucho en realidad. Entre papá con sus apuestas, y
mamá con su novio creo que tengo más atención de mi perro que de ellos.

Taehyung se atragantó. ¿Qué acaso el chico no tenía filtro? Joder, la prudencia era un valor
que evidentemente necesitaba conocer.

-Él está jugando -dijo riéndose nerviosamente-. Le gusta bromear con eso, es un gran actor...

-Oh, ¿Ahora también actúas? ¿Qué otra cosa tienes escondida debajo de esa fachada, eh,
Jungkook? -Seokjin le veía intrigado, había algo en él que le hacía dudar. Su repentina
aparición y sus dotes talentosos eran demasiado convenientes para ser normales.
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-Veinte centímetros a diferencia de ti.

-¡Jungkook! -dijo Taehyung, dándole una patada debajo de la mesa. Y aunque el dolor
punzante en su pierna llegó hasta su espalda fingió sonreír.

El castaño mayor estuvo a punto de contraatacar cuando fue interrumpido por su madre.

-Muchachos, tranquilos. Dejen sus juegos para otro momento y disfruten la cena.

-¡No, mujer! Yo quiero verlos pelear -dijo su padre.

-Tú eres un viejo problemático, quieres ver pelear a todo el mundo.

-Escuché que rompiste el record de Seokjin hace unos días, te admiro, Jungkook. Tienes mi
respeto.

-¡Papá!

-Debiste ver su cara -intervino Taehyung-, fue lo mejor que vi en años. Me llenó de vida,
gracias por eso.

-¿Fue mejor que cuando se arruinó su secador para el cabello? -Sí, su madre se había unido
al acoso familia conjunto.

-Mil veces mejor -dijo el menor y los cuatro comenzaron a reír a su alrededor.

-No le veo lo gracioso. -Seokjin clavó su tenedor en un trozo de zanahoria que fue víctima de
su enojo.

-Obviamente no puedes verlo, hijo. El chiste está en tu rostro.

-Oh, vamos, papá. ¿Por qué recibo todas las burlas? ¿Qué hay de Taehyung?

-Primero porque Taehyung ya está acostumbrado a que nos riamos de él, y segundo, porque
es mucho más gracioso verte enojar a ti que a él.

-Además, los viernes son noches de molestar a Seokjin -le apoyó su esposa tomando su
mano sobre la mesa-. Lo siento, hijo.
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Jungkook intentaba no reírse de los señores Kim, pero demonios, la pareja era una broma
andante. Tan únicos, y llenos de mutua devoción que hasta era cómica. Con un vínculo entre
ambos alimentado por la risa y la diversión, esa era su unión.

Como si ambos se complementaran tan bien que casi podía palparse su complicidad en el
aire. Algo sobre ellos encandilaba a Jungkook, pues se trataba de eso que nunca vio en sus
padres.

Bajó la cabeza, aún entre todas las risas que había provocado volviéndose distante a ellas.

Taehyung notó la forma en la que pareció absorto en su plato de pronto. No era la primera
vez que pasaba, en un principio creyó que podía tratarse de un efecto colateral del cambio
de espacio; pero ahora, creía que se trataba de algo más, algo sentimental.

Volvió levantar su pierna y ahora lento, le dio un pequeño toque para llamar su atención.

Jungkook enfocó su vista en él, chocando con una sonrisa de aliento que ni siquiera él sabía
que necesitaba. Jugando un poco con sus pies, hasta que consiguió copiar su leve sonreír
para salir del nefasto lugar a donde su mente le llevó por unos instantes.

Estaban equivocados; el rostro de Taehyung era mucho más hermoso de lo que ellos creían.
O al menos esa era la humilde opinión que tenía al verlo sonreír.

Ambos reaccionaron a su alrededor cuando el sonido de un tenedor y un plato resonó al


juntarse. Seokjin ya no estaba en la mesa. Los señores Kim reían amenos mientras
comenzaban a levantar los platos.

-¿A dónde fue todo el mundo? -Taehyung volteó a ver el lugar vacío de su hermano junto a él.

-Nosotros seguimos aquí, mocoso -dijo su padre comiendo un pudín desde la puerta de la
cocina.

-Me refería a Seokjin.

-Ah -cerró los ojos para lamer la cuchara-, no sabía que él era "todo el mundo".

-Se cree el centro del universo así que digamos que sí -se burló Jungkook ganándose una
palmada en el hombro por parte del mayor de los tres.
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-Me agrada este muchacho -dijo conteniendo las ganas de reír.

Taehyung sonrió consciente de lo único que era ver a su padre hacer bromas malas con
Jungkook, y hablar con su madre sobre los beneficios de una dieta sin carne mientras
ayudaba a fregar los platos. Algo extrañamente adorable.

Y jungkook, simplemente disfrutaba mucho de estar allí. Olvidando ligeramente que en


realidad no pertenecía a ese lugar.

Ambos se despidieron de los mayores, y subieron hasta la habitación que compartían.


Despojándose de su ropa diaria y anhelando descansar de un pesado día de investigación y
experimentación sin avances, por cierto, estaban estancados.

Jungkook veía con curiosidad a Taehyung mientras se colocaba su pijama de franela


alborotando las hebras de su cabello al sacarse la camisa.

Tenía demasiada información en sus manos. Y por un momento pensó en las limitaciones de
su frágil y mal calculado plan. Entonces divagó, se mantuvo callado pensando en lo bien que
le vendría a Taehyung un cambio de talla; quizá con una talla menos su cuerpo sería visible
para todos. O no.

Pasos invadieron las escaleras cuando Seokjin apareció abriendo la puerta de la habitación
de repente, redireccionado su atención.

-Saldré. Necesito que me ayudes a abrir el garaje cuando regrese, Taehyung. -Su joven
padrastro apareció con su chaqueta de mezclilla favorita y las llaves del auto en la mano.

-Papá te ha dicho cientos de veces que no deberías usar el auto. Es peligroso que lo uses
cuando no funciona del todo bien. -El castaño sonaba ambiguo con aquellas palabras.

-No es nada que cinta y dedicación no puedan arreglar.

-¿Y a dónde se supone que vas a esta hora?

Jungkook se esforzó por escuchar la conversación sin parecer más metiche de lo que ya era
fingiendo esponjar su almohada.

-A una fiesta. Si todo sale bien, directo al mirador con el auto y la chica.
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-Eres asqueroso.

-Vamos, no seas anticuado. Como sea, me están esperando, así que... te veo luego -terminó
saliendo de su habitación, volviendo a dejarlos solos.

-Seokjin no tiene arreglo -masculló Taehyung.

-Es un idiota, ¿Qué esperabas?

El pelinegro rodó los ojos, indignado de que el Seokjin que no lo dejó ir a la playa con sus
amigos fuese el mismo que salía de su casa casi a media noche. Pero entonces, algo se
encendió llegando a él como un recuerdo.

Semanas después a la boda de su madre con Seokjin habían pasado horas hablando del
mirador, y de su romántica historia.

Todo el universo pareció gritarle "no". Pero Jungkook, en su infinita gracia dijo: "¡Oh, sí!
Claro que sí".

Las respuestas estaban allí en su memoria. Cada maldita experiencia entre ellos estaba allí,
en su cabeza, sólo tenía que manipular cada una, y esta era una de las más importantes.

"La noche que nos besamos en el mirador".

¡Tenía que intentarlo! Si ellos no estaban juntos, él podría regresar... O algo así. Sí, digamos
que algo así.

Seokjin salió esa noche perfectamente vestido con la camisa roja que su madre dijo recordar
con total certeza. Él tenía una cita, era "la cita" que inició todo.

Jungkook tenía una gran oportunidad frente a él. Y no iba a desaprovecharla.

Se levantó apresurado del colchón que Taehyung consiguió para que dejase de dormir en el
suelo, y buscó sus zapatos por el piso. Sí, esos que había traído con él desde el futuro.

-¿Jungkook? ¿Qué te pasa? -El castaño le vio consternado ante su repentina descarga de
emoción.

-Vuelve a vestirte. Pasará algo importante; estoy completamente seguro de que Seokjin
besará a mi madre hoy. Así que vamos, levántate.
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-¿Perdón?

-Digo que será mejor que te arregles, porque iremos de fiesta.

-¿Qué demonios, Jungkook? Es casi medianoche. Mis padres me mataran si descubren que
salimos.

-Lo sé, así que deja de hacer ruido. -Jeon abrió el armario, y escogió de el la camisa más
ajustada que encontró, además de unos pantalones oscuros.

-¡Es una fiesta del equipo! Yo no tengo nada que hacer allí, Jungkook. Además de que
probablemente Seokjin también me mataría si nos ve.

-Yo soy parte del equipo, ¿Recuerdas? No pasará nada.

-Oh, sí. Marty Mcfly de pacotilla, estás jugando béisbol con la línea temporal.

-¿Ya existe esa película?

-¡Sí, tonto! -Pasó una mano por su cabello-. ¿¡Qué haces con mi ropa!? -dijo al ver a Jungkook
rasgando las mangas de la pobre prenda.

-Desnúdate.

-¿¡Qué!?

—Sí, vamos a salir. Cámbiate de ropa.

—Ah... ¿No tienes nada de tacto para hablar, cierto? —Agitó la cabeza con desagrado—.
Como sea, esto es mala idea. No me sorprende que quieras intentarlo; pero sigue siendo
mala idea.

-Está claro que no sabes cómo funcionan las cosas en el mundo de los imbéciles.

-Sí que lo sé. Ellos me prohibieron acercarme a sus fiestas. ¡Soy un marginado! Soy raro, no
pertenezco allí. ¿Está bien? Entiendo que quieras mejorar tu futuro, pero no puedo ayudarte
más que esto.

-¿A qué le tienes miedo, Taehyung? ¿A un montón de cabezas huecas con chaqueta
deportiva?
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El chico bajó la cabeza, evadiendo la mirada de Jungkook. Tragó cuando su sombra le


eclipsó, estando de pronto de pie frente a él.

-No les temo; pero ellos... no suelen ser muy amables conmigo que digamos. Yo...

-Le temes al rechazo, ¿No es así? -Deslizó un brazo hasta llegar a su mandíbula, levantando
esta ligeramente para obligarlo a verle.

-Van a golpearme. No importa cuánto quiera ir, dijeron que no me acercara. No tienes ni idea
de...

-Quizá no. Pero escucha, no puedes dejar que personas como ellos te traten como basura
solo porque se les antoja. Los tipos así solos son rudos de palabras, y solo lo son hasta que
eres lo suficientemente valiente como para detener sus abusos.

-Crees que yo podría...

-Sé que puedes, Taehyung. Así que vas a vestirte y vamos a ir a la maldita fiesta porque ni
ellos ni nadie van a decirnos qué hacer.

-Tú estás diciéndome qué hacer... -Jungkook lo vio molesto-. Bien. Solo espero que esto no
se salga de control.

-No lo hará, confía en mí. -Le lanzó la camisa mutilada-. Ahora déjame arréglate un poco, y
serás un joven Johnny Depp esta noche.

-Técnicamente él es joven justo ahora.

-Bien, serás un Johnny Depp actual entonces.

-Estás loco. -Jungkook llevó ambas manos al rostro del chico para despojarlo de sus
anteojos retirando el primer botón de su pijama.

-Aún no has visto nada.

De la inseguridad y de sus leves toques, la curiosidad que obtuvo al verlo desvestirse le hizo
desvariar. Cuando el centrado castaño se evaporó en sus manos, siendo reemplazado por un
espécimen distinto, uno casi tan agresivo como provocador.
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Ambos salieron de esa casa con una misión y la motivación que no tardó en opacar las luces
por donde caminaban.

Taehyung les guió hasta su destino; la cantidad de personas dentro de la propiedad era
impresionante. Lucía más como una bodega que como una casa por lo accesible y simple
que era.

-Esto es abrumador... -dijo el castaño cuando se acercaron.

-Vaya, parece que no hay época para beber sin identificación, ni para bailar tan
horriblemente.

-Jungkook -tiró de su brazo para evitar que se alejara-, aún no estoy muy seguro de esto.

-¡Oh, por favor! ¡Te ves demasiado bien! Solo disfruta el ambiente mientras yo me encargo
de mi destino.

-¿Piensas que luzco bien?

-Creeme, Taehyung. Eres mucho más atractivo que cualquiera de los chicos aquí, claro que
esa es mi opinión. Eres guapo, acéptalo de una vez, ¿Quieres?

-Gracias... supongo. -¿Sería acaso que su cerebro se había dañado en el viaje?

-Venga, entremos.

La música resonaba estridente, como si la ecualización fuese deficiente. Y las luces de


colores que decoraban el espacio parpadeaban a destiempo con el bajo.

-Maldición, si van a tener a Madonna sonando toda la noche esto será más difícil de lo que
pensé -dijo Taehyung adentrándose entre la multitud y arrugando el gesto con desagrado.

Jungkook levantaba la cabeza para intentar ubicar a Seokjin.

-Hay que separarnos. -Volteó a ver a Kim, sin siquiera prestarle atención a sus quejas.

—En las películas de terror, todos mueren por separarse. ¿Eso no te da al menos una idea de
lo peligroso que es que el idiota del futuro ande solo por allí?
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—No es una película de terror, parece más una serie para adolescentes, así que estaremos
bien.

—¿Qué?

—Olvidalo, solo me estoy burlando de ti.

—Oh, dios. Adopté a un loco rabioso que se cree comediante —dijo Taehyung en voz baja
mientras negaba. Jeon realmente parecía tener la capacidad de exasperar a todos.

«Este imbécil» pensó Taehyung. Alguna vez creyó que en el futuro todo estaría más
avanzado; pero ver al idiota junto a él le hizo saber que en lo único que la sociedad
evoluciona es en traumas, aparentemente.

-Tenemos que encontrarlos. Tú derecha, yo izquierda. ¿Está bien? Haz lo que haga falta para
evitar que se besen.

-Jungkook... -El pelinegro lo soltó asintiendo. Y al avanzar, lo perdió pronto entre las
personas. Dejándole allí totalmente a la deriva-. Genial, mi experimento me dice que hacer.

La música variaba con agilidad. Taehyung intentó avanzar en buscar de los pelinegros; pero
Sunhee no estaba por ningún lado, y Jungkook parecía haber sido succionado por la
multitud.

Decidió quedarse cerca de la barra casera; ni siquiera era consciente de lo mucho que estaba
siendo observado por las chicas a su alrededor. O bueno, es que en realidad no veía mucho
sin sus anteojos.

-Realmente pareces hermano de Seokjin esta noche. -La rubia a su lado se mordió el labio
cuando se acercó a él-. Me atrevería a decir que incluso pareces su versión mejorada.

-Melissa... ¿No deberías estarle rogando a mi hermano que regrese contigo? Alto, no. ¿Qué no
salías ya con otro chico? Digo, después de todo engañaste a mi hermano con...

-Deja el pasado atrás. Él está muy interesado en la chica nueva. Además... parece que tú
también tienes buenos genes.

-Tengo que aprender a ignorarte.


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Ella pasó su mano por el cuello del chico, tocando su oreja. -Te pierdes de mucho... -La rubia
se alejó de él veloz. Taehyung no entendió su comportamiento hasta que una mano presionó
su hombro causándole dolor.

-Vaya, vaya, vaya, ¿Qué tenemos aquí? El pequeño sabelotodo sonriéndole a mi chica. -
Taehyung se levantó-. Creí haberte dicho que no te acercaras a nosotros.

-Daniel... -Oh, no. Los idiotas habían llegado-. Busco a mi hermano, hablaré con él y me iré.

El otro soltó una carcajada. -¿Seokjin? Él no está aquí, se fue hace como media hora con una
belleza.

-Bueno, gracias por el dato, entonces me iré. Ten buena noche -hablaba rápido. Intentó
marcharse, pero le fue imposible.

-Tu hermano no está aquí... ¿Sabes lo que significa?

-¿Qué tengo que irme muy, muy rápido para alcanzarlo? Sí, yo también lo pienso.

-Eso significa...-sonrió perverso-, que no puede defenderte.

Taehyung tragó con fuerza. No había recibido su paliza regular en que ¿Dos semanas? Esto
sería malo.

Jungkook a la distancia, volteó en dirección al castaño. Maldición, Seokjin no estaba por


ningún lado y Taehyung iba ser asesinado, esto estaba saliendo terriblemente mal.

No sabía nada de peleas, y era obvio que Taehyung tampoco. Hizo lo primero que se le
ocurrió, así que tomó la primera lata que encontró, una de refresco, y corrió dispuesto a
lanzarsela encima al chico.

Pero no tuvo oportunidad; Taehyung le había lanzado un golpe en el abdomen a su agresor,


cuyo peso le hizo vencerse hacia atrás.

Jungkook, impactado, se chocó contra la espalda de Taehyung y se manchó la camisa con su


refresco abierto.

Soltó la lata, se había mareado de repente.

-Iba a ayudarte; pero eso también funciona...-dijo cuando llegó a su lado, incrédulo.
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-¡Tenías razón! No es tan rudo como pare...

-Maldición... -Jungkook negó con la cabeza cuando el tipo en el piso comenzó a moverse-.
Corre antes de que se levante.

-¿Qué?

-¡Corre, Taehyung! ¡Corre! -gritó Jungkook, dando una gran zancada hacia atrás.

-¡Estás muerto, Kim! -El chico agitó la cabeza. Su agresividad y cerebro falto de oxígeno eran
evidentes.

-Oh, mierda...

-¿¡A dónde creen que van, par de imbéciles!? -gritó al levantarse.

De inmediato, ambos retrocedieron, empujando a las personas al salir de allí para correr
veloces hacia afuera.

Respaldado por el séquito de descerebrados, siguieron a los dos menores hasta la acera;
encontrándose con dos figuras huyendo a la distancia hacia el camino boscoso.

Jungkook tiró del brazo de Taehyung para avanzar. Eran superados en número, altura,
fuerza... bueno, eran superados en muchos sentidos, y a los dos menores no les quedaba
más que seguir avanzando mientras sudaban intentando perderlos de vista sobre el asfalto
mojado y alejándose de la zona comercial.

-¡Van a golpearnos por tu culpa, genio! -dijo Taehyung hiperventilando.

-¿¡Mi culpa!? Fuiste tú quien golpeó a ese mastodonte.

Jungkook volteó a ver cuando el sonido del motor resonó; tragó saliva temeroso, porque
ahora, había un auto persiguiendolos.

Las luces delanteras del vehículo chocaron en sus espaldas acompañadas de las risas de los
hombres en su interior.

-¡Lo hice porque tú me dijiste que -tomó aire por la boca- lo hiciera!

-¡Te dije que lo enfrentaras, no que lo golpearas! Cerebro mata a fuerza, ¿¡Recuerdas!?
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-¡Es lo mismo! ¡Oh, eres un completo idiota, Jungkook! -Taehyung bajó la velocidad
repentinamente, algo había hecho click en su cabeza-... Eso es, ¡Lo tengo!

-¿¡Qué te sucede!? ¡Sigue corriendo, tenemos que perderlos!

-No, tienes razón. Cerebro mata fuerza...

-¿Alto, qué?

Corrían sobre de la carretera. La ruta de la arboleda continuaba en línea recta por


kilómetros,así que la única forma de perderlos era salir de ella.

-Cierra los ojos, esto nos va a doler.

Taehyung tomó impulso para tacklear a Jungkook hacia la maleza de la orilla del camino,
empujándolo para hacerle caer entre los arbustos y rodando cuesta abajo en medio de la
hondonada.

El motor se detuvo; los neumáticos rechinaron de pronto sobre el adoquín mojado y las
voces de los mayores se escucharon como alaridos desde lo alto.

La espalda de Kim llegó a tierra cuando ambos tocaron fondo, apretó los labios adolorido;
Jungkook aterrorizó sobre él, pero se mantuvo estático cuando las risas aumentaron al igual
que las pequeñas luces que chocaban en los árboles.

Linternas y bates.

-Demonios -dijo Jeon, quien quiso contener su respiración, pero no pudo. Un ligero alarido
se escapó de él cuando la tenue luz le permitió ver al Taehyung de frente descubierta y ojos
dilatados debajo de su cuerpo.

Un castaño que sin sus anteojos ni siquiera era consciente de la mirada extasiada de total
asombro que provocó en el otro.

Justo cuando la voz de Jungkook alertó al resto de su presencia, Taehyung soltó un fuerte
aullido. Sí, un aullido cual lobo haciendo que los matones retrocedieran antes de llegar a
ellos.

-Aulla, Jeon -ordenó en voz baja-. Se alejarán si piensan que hay animales aquí.
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-¿Qué pretendes? No hay lobos en California.

-Lo sé. Pero estoy seguro de que ellos no.

Jungkook dejó caer su cuerpo al lado del chico. Y siguiendo sus instrucciones (y con algo más
de imaginación) agitó las ramas de un arbusto cercano mientras aullaba.

Con solo un poco más de luz, ver a dos adolescentes aullando entre la maleza sería
considerado algo muy estúpido, y de hecho, lo era; pero valió la pena cuando los cinco
chicos que les seguían dieron marcha atrás regresando por el sendero aterrados.

El auto volvió a encenderse, y poco tiempo después de que las voces desaparecieran, ambos
supieron que habían logrado sobrevivir. Así que comenzaron a reír juntos.

-¡No puedo creer que se fueran! ¿Cómo supiste que funcionaría? -dijo Jungkook
recomponiéndose sobre un tronco.

-No lo sabía.

-Tú siempre sabes qué hacer, ¿O no? Joven superdotado.

-No me molestes. -Restregó su ojos con ambas manos-. Mis planes son casi tan malos como
los tuyos.

-Era un cumplido. -El menor habló resignado. -Como sea, esto salió terriblemente mal. Casi
nos golpean y no pude encontrar a Seokjin.

-Está en el mirador. Daniel lo dijo, y tú también. Debimos ir allí en primer lugar.

-No tengo ni remota idea de dónde está ese lugar, o de qué demonios es, maldición.

-Pero yo sí -dijo sin dejar de presionar sus párpados-. Es un punto alto en el bosque, cerca de
la carretera, puedes ver toda la ciudad desde allí. No debe estar muy lejos.

Jungkook sacó del bolsillo de su chaqueta los anteojos del castaño y se los entregó.

-Parece que estás sufriendo sin ellos -recitó casi sutil-. Creo que los aplasté cuando caímos,
lo siento por eso.
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El chico los tomó y no dudó en colocarse los espejuelos. Los cuales estaban ligeramente
torcidos del armazón ahora; pero afortunadamente no se habían arruinado.

-¿Por qué los trajiste?

-Parecías tener más confianza en ti sin ellos pero... pensé que podrías necesitarlos, así que
los traje conmigo.

-Eres un tonto, Jungkook. -Sonrió sin permitirle ver su sonrisa al otro.

Taehyung se puso de pie, el pelinegro le imitó tomándole del brazo.

-¿A dónde vas? Lo siento, no quise ofenderte, te veías genial sin ellos. Bueno, no es que te
veas mal con ellos, pero, tú me entiendes y... -Jeon siempre hablaba de más cuando se
sentía culpable.

-Te llevo al mirador, ¿No es obvio? Así que camina, apresúrate.

-¿No estás molesto?

-¿Por qué lo estaría? Oh, vamos. Niño del futuro, eres el rey del drama.

Jungkook no le soltó. Se dejó guiar en la oscuridad que luchaba contra el iluminar del cielo y
bajo la bruma de los musgos y ramas mojadas del bosque.

Ambos caminaron juntos; trastabillando al silbar mientras se movían, logrando mezclar su


risa con el crujir de sus pasos y la algarabía de su juventud.

Una juventud que Taehyung experimentaba por primera vez, una que el universo dudó en
dejarle sentir en su historia original.

-Sabes... creí que vivir en este lugar sería como estar en verano todo el tiempo. Ya sabes,
California la playa, y el sol.

-La playa está a cientos de kilómetros de aquí. Además estamos a mediados de agosto,
finales casi, el otoño está comenzando, no habrá tanto sol como esperabas. Aunque
probablemente sí más calor que en Corea.

-¿Desde cuándo viven ustedes aquí? Seokjin... él nunca habló sobre eso.
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-Él tenía nueve años cuando llegamos, yo siete. Este país ofrecía libertad, y nuestra familia ya
no tenía nada en Corea.

-Eso es... -No pudo continuar. Taehyung le había tapado la boca con la mano.

Frente a ellos, el Toyota Celica 70 de los Kim estaba estacionado a pocos metros de ellos,
justo allí, a la orilla del acantilado y con una vista espectacular.

Seokjin se frotaba el cuello con Sunhee a su lado, ambos sentados sobre el cofre del auto
mientras hablaban. Era solemne y perfecto.

Tenían una pequeña manta, velas y una canasta, la forma en la que parecía que su hermano
había planeado la cita tan detalladamente le resultó conmovedor a Taehyung. Se mordió el
labio intrigado, era la primera vez que veía a Seokjin ser tan meticulosamente cursi con una
chica. Y le encantaba.

-Desde que llegaste aquí... me tomó tiempo poder acercarme a ti. -Seokjin hablaba
temeroso. Sin duda alguna, era algo que Taehyung nunca creyó ver.

-¿A mí? ¿Cómo es que a alguien con tanta seguridad como tú dice eso?

-No lo sé. Tú eres inteligente y muy linda, y yo solo un gran idiota superficial, estás en un
nivel muy por encima del mío.

-Parece que puedes ser muy tierno si te lo propones.

-Lo que intento decir es que me gustas, Sunhee.

-Seokjin... -Se colocó un mechón de su cabello detrás de la oreja.

-Y sé que es muy iluso de mi parte creer que me darías una oportunidad, o lo que pasará
cuando acabe el semestre, no lo sé, pero tenía que decírtelo. Necesitaba que lo supieras.

Seokjin no sabía expresar sus emociones, quizá por eso decía cosas que no estaban del todo
bien; pero era genuino, y estaba intentando darse la oportunidad de ser honesto con alguien
después de mucho tiempo.
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Ambos se veían apenados; la mirada de Seokjin se derritió cuando se encontró con la de la


chica frente a él, cuando el suave sonrojo en su rostro y la tímida sonrisa etérea de la
pelinegra le envolvió con tal dulzura.

Incluso los ojos de un Taehyung deslumbrado que les observaba brillaron a la expectativa,
absorto en aquel alma genuina que se expuso ante el mundo.

Seokjin se acercó lento a ella, llevó una de sus manos hasta su cabello para darse a sí mismo
el valor para, lento, buscar llegar a sus labios dándole primero un beso en la frente.

—¿Puedo? —le dijo algo temeroso y ella asintió sonrojada; pero feliz de estar con él.

La lata de soda con la que se supone debía mancharse la camisa estaba allí; pero justo antes
de que pudiera inclinarse lo suficiente como para derramarla una piedra atravesó la ventana
trasera del auto.

Taehyung volteó a ver a Jungkook molesto cuando le vio arrojar una segunda roca en
dirección a ellos mientras se escondía detrás del auto.

Los chicos se separaron.

-¿¡Quién está allí!? -dijo el castaño mayor con voz gélida; pero no obtuvo respuesta.

Seokjin se levantó furioso del cofre el auto para investigar haciendo caer el frasco con las
velas sobre la manta.

-La tela, la tela se quema. ¡Seokjin! ¡Oh, por dios, tu chaqueta también se quema! ¡Estás en
llamas!

Sunhee se levantó para ayudarlo. Tomó una botella de agua de la canasta y le lanzó el
contenido en el rostro sin generar mayor cambio.

Kim se quitó la chaqueta y la dejó caer en el suelo, dando pisotones para pagar el fuego
finalmente consiguiendolo.

-Deberíamos irnos -dijo cuando pudo respirar con tranquilidad-. Es tarde, y este lugar es
peligroso. Te llevaré a casa.
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Ella asintió repetidas veces, y sin dudarlo regresó al interior del auto. Seokjin se pasó la
mano por el cuello, lo hacía siempre que se estresaba, y apretó los ojos abatido cuando vio el
agujero en el vidrio el auto que se había robado del garaje de su padre.

Le dedicó una mirada al cielo, e imitó a su cita al subir al vehículo. Entonces arrancó
alejándose de allí, y su noche perfecta se fue oficialmente al carajo.

La escena se destruyó. No hubo ninguna mancha, o chaquetas cubriendo a la chica del frío,
tampoco besos con la ciudad como testigo.

-Jungkook uno; Seokjin cero.

Jungkook corrió gritando eufórico hacia donde el auto estuvo minutos antes, feliz de haber
arruinado la noche para todos. Tomó la chaqueta sucia del suelo y caminando orgulloso de
sentó en la orilla, con los pies colgando cerca del vacío.

Taehyung se sentó a su lado sin decir nada, por un pequeño segundo en el que llegó a sentir
culpa. En realidad nunca se había planteado si esto de "cambiar el futuro" no era
completamente egoísta, y no quería hacerlo, porque no quería contestarse que de hecho lo
era.

-¿Eso te hizo sentir mejor? -preguntó mientras veía a Jungkook revisar los bolsillos de la
chaqueta encontrando un paquete de cigarrillos y un encendedor.

Jungkook tomó uno y lo encendió. Disfrutando del humo que inundó su organismo con
lentitud y expulsandolo por la boca mientras negaba al cielo.

La ciudad que pronto amanecería colocó una manta oscura sobre sus cabezas al hacerles
contemplar las pocas luces distantes en el mirador.

-¿Te apetece? -preguntó extendiendo su brazo a Taehyung para acercar el blanquillo que
tenía en su poder.

El castaño a su lado le veía expectante, perdido en sus labios de donde brotaba el humo
asintió.

-Esto no es algo que haría normalmente -declaró, sin saber realmente cómo sujetarlo y
llevándoselo a la boca con dificultad.
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-Solo tienes que succionar ligeramente sin tragar el humo, retenerlo al volver a respirar y
luego simplemente déjarlo salir.

-Haces que parezca fácil.

Jungkook sacó otro cigarrillo de su bolsillo, cuando lo tuvo en sus labios, se acercó a
Taehyung al robarle lumbrera para encenderlo, tembló ligeramente cuando notó al otro
respirar sobre su mejilla.

Se alejó de él una vez encendido, e inhaló con fuerza llenando todo su interior con dulce y
tortuoso humo.

-Lo es -dijo sonriendo contra el filtro-. Solo relájate, chico listo, disfruta de la vida, y del
hecho de que arruinamos un gran momento romántico.

-No conoces el remordimiento, ¿Cierto?

-Mi generación nació condenada. No hay nada que pueda cambiar sobre eso.

El viento rompía contra su vaho; constante, mientras jugaban con sus manos sentados entre
la tierra. Jungkook levantó la vista, el rostro de Taehyung con tal cercanía le hizo sentir su
cuerpo llenarse de energía con las leves descargas que emanaban de su interior y a las que
había comenzado a acostumbrarse.

Los anteojos del chico estaban ligeramente desviados; sus brazos expuestos temblaban, y
aún con la poca luz Jungkook sabía que había tierra en su mejilla.

Se quitó su propia chaqueta, y se la colocó sobre los hombros para amedrentar su temblar
sin dejar de verlo. No supo la razón, simplemente sintió que debía hacerlo.

-¿Por qué lo haces? -dijo Taehyung con ligereza cuando lo arropaba.

-¿Hacer qué?

-Verme de esa forma. Es casi como si me tuvieses lástima. -Se animó a decir.

Taehyung se sentía cansado debido al ajetreo, suspiró cuando el mareo fue tan grande que
hizo que le doliera la cabeza. Jungkook no parecía ser una mala persona, a su parecer, solo
era un idiota que se creía dueño del mundo.
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Había comenzado a cuestionarse si estaba desaprovechando la oportunidad de saber sobre


su futuro a través del pelinegro. Una parte de él no podía creerle por completo, otra tenía
miedo de arruinar algo por cuenta propia. Quizá por eso no se atrevía a preguntarle
directamente.

-Es la única mirada que tengo, Taehyung. Imaginas cosas.

-Mientes. ¿Qué es tan malo es lo que sabes como para que tengas que ocultarlo?

-Muy malo. Pero incluso si no, no necesito una razón.

-Mientes.

-El futuro no es mejor que esto, Taehyung. Las personas son egoístas, ignorantes y
despiadadas.

-¿Qué sentido tiene entonces? ¿No existe un antes y un después? ¿Hacer sentir miserables a
las personas es parte de tu naturaleza? ¿Por qué quieres separarlos?

-La cuestión está en que -volteó a verlo con determinación-, ya no soporto quedarme
callado. ¿Sabes? Tenía una vida, y no era la mejor, lo sé; pero mi madre nisiquiera se dignó a
hablar conmigo ella misma. Imagina lo que es que te obliguen a cambiar tu existencia por
completo con la excusa de ser felices. Ellos fueron egoístas... ¿y yo soy el malo por serlo
también? Pensarlo es hipócrita.

-¿Sabes qué pienso? -Taehyung lo vio curiosamente-. Pienso que estás celoso.

-¿Celoso de mi madre y su novio? Por favor, eso es estúpido.

-¿Entonces qué otra cosa sería? Dijiste que tu padre es un tarado, así que no creo que
busques vivir la fantasía de la "familia feliz".

-Estoy molesto, en realidad. ¿Está bien? Pero no de la forma en la que crees.

-Te molesta que tu madre sea feliz con alguien más, lo entiendo.

-Yo no...-Bajó la cabeza-. Olvídalo, es patético.

-Dilo -lo tomó de la mano-, por favor.


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-No. Yo...-sonrió al cielo, nostálgico-, pasé tantos años aborreciendo al amor. Convencido de
que era algo estúpido y falso, para que un día simplemente ellos aparezcan y me restringen
su amor en la cara. Me enferma, es como si me gritaran que miento. Como tú justo ahora.

-Jungkook...

-No. Sé que es una tontería. No me interesa su vida, todos somos libres. Si me lo preguntas a
mí, mamá ya había salido con otras personas antes, y en realidad nunca me importó. Ella es
humana, tiene derecho a salir con alguien. Pero tu hermano apareció y se declaró el dueño
de todo a mi alrededor. Y sí, es puramente egoísta de mi parte pero su "amor" me arrastró. Y
encima, alardean de tenerse como si no supieran que están haciéndome daño.

El castaño no puedo evitar verle con curiosidad. Él era demasiado inteligente como para
juzgar a alguien sin detenerse a pensar en las acciones que le llevaron a actuar así, y creía
firmemente en que todo, hasta lo más burdo, tenía una explicación coherente, la cual no
todos se detendrían a analizar. Además, nadie había sido brutalmente sincero con él, y eso le
gustó mucho.

Taehyung sonrió. -Creí que yo era antipático con esto del amor hasta que apareciste. Gracias
por demostrarme una vez más que no soy el único demente.

Jungkook enarcó una ceja. El aire frío golpeaba contra su espalda, podía ver el perfil de
Taehyung contrastar con los árboles a su alrededor y aquel mechón de cabello que flotaba
leve entre el viento.

-¿Dirás que tampoco crees en el amor entonces?

-No lo hago. El amor es sangre, hormonas y piel. Cualquiera puede sentirlo; pero eso no
significa que sea real. No es más tu cerebro siendo estúpido, aunque no dudo que sea un
espectáculo digno de observar.

-¿Dices que estar enamorado es ser estúpido?

-Afirmativo. Solo los tontos se enamoran.

Jungkook dejó caer su cabeza sobre el hombro de Taehyung cuando finalmente lanzó lejos
la colilla de su cigarrillo.
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—Gracias por no decime que soy un egoísta—le dijo en medio de un suspiro—, sé que lo
pensaste, pero aprecio mucho que no lo dijeras.

—Uhm... No eres egoísta, eres un niño traumado y antipático además. Puedo entender eso.

—¿Cómo podrías entenderlo?

—Es personal... Pero créeme, entiendo tu punto.

-Genial, eso significa que ahora podemos ser antipáticos juntos. Aunque es un poco gracioso,
¿Sabes?

-¿Por qué se supone que es gracioso?

-Porque si te besara justo ahora ambos seríamos estúpidos.

-Soy un hombre. ¿Realmente me besarías?

-Tú mismo lo dijiste. El amor es química, solo se necesita un pequeño impulso para detonar
la reacción hormonal en tu cabeza. No importa el sexo y hacerlo no significa nada.

Parpadeó varias veces. El lunático tenía razón por segunda vez en la noche.

-Tu percepción de las cosas es... fascinante, Jungkook.

De su boca entreabierta brotó una pequeña risa.

-¿Anotarás eso en tu libreta también?

-No. Es solo que, no suelo tener conversaciones como estas con personas reales. -Jungkook
se separó con delicadeza de él, dejándose llevar por la noche lúgubre sin ser culpable de que
la belleza del mirador parecía quejarse de la belleza del castaño.

-Mírame, Taehyung. Yo soy real.

-Pero... tú no perteneces aquí -masculló con miedo.

-A veces pienso que tú tampoco.

Poco a poco, y en las manos del universo vengativo, cedieron. La línea se convirtió en una
recta paralela, en donde aquel que cambió la historia debía reponerla sobre sí.
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-No lo sé... creo que nunca he pertenecido a ningún lugar -vaciló el castaño. Jungkook
estrechó los ojos al sentirlo encogerse y por un breve impulso lo tomó del cuello para hacerle
verlo.

-Ni yo -dijo, y sin dudarlo se acercó a él, deleitándose cuando sus labios tocaron con
fugacidad la frente del muchacho encontrándose con algunos cabellos en el camino.
Moviéndose por inercia, como un títere, sin saber el motivo o cuestionarselo.

Ninguno retrocedió; Jungkook inclinó la cabeza cuando Taehyung exhaló repentino en su


piel. Sus labios abiertos le dieron la pauta para sentirlo con descaro cuando le besó atento,
llenando su boca de piel y calor que le hizo degustar con atención la saliva en ellos.

El cielo estaba por volverse claro; ambos sabían que debían regresar a casa. Pero no querían
hacerlo, eran dos fenómenos que por un instante conocieron la pertenecía, una que no
admitirían necesitar desde hacía tanto tiempo.

Después de todo, Taehyung no se equivocaba, nunca lo hacía. Pero cometió un error al


seguir con su movimiento el beso, porque sin saberlo se incluyó de forma irremediable así
mismo en la tangente.

El ritmo cardíaco de Jungkook se aceleró, y la descarga de electricidad que provocó en su


interior hizo que se separasen de golpe, respirando agitados y adoloridos.

Ambos regresaron a ser seres racionales. Se vieron horrorizados entre sí parpadeando


confundidos. ¿Qué demonios acababa de pasar? ¿Se habían dado un jodido beso? ¿Por qué?
No, no, no, debía ser una broma.

Taehyung se tocó el pecho duramente; sus labios palpitaban y el sabor ambiguo de la boca
del pelinegro se había quedado en él.

-Dime que no sentiste nada, por favor.

-No sentí absolutamente nada -Jungkook le contestó tosco para tranquilizarse a sí mismo;
mas ambos sabían que algo les había atravesado. Y que aquello que sintieron fue real.

-¿...Por qué hiciste eso?

-Yo no-no, no lo sé. Solo pasó y ya, no pude evitarlo. No entiendo qué pasó conmigo.
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El estómago de Taehyung se llenó de cosquillas. Estaban completamente jodidos.

El refresco, la chaqueta y los besos en el mirador. La historia de amor de Seokjin y Sunhee.


Jungkook estaba por convertirse en una partícula más de ese universo, porque al intentar
cambiar el curso de la historia la convirtió en suya, y sin querer, arrastró a Taehyung con él.

Después de todo, el tiempo siempre ha sido celoso con sus planes.

Y quizá, no solo era celoso, también caótico y en este momento... inestable. Como una ruleta
cuya flecha gira, es impredecible saber cuándo se detendrá.

O apuntando hacia quién.

Capítulo Cinco
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por Incompletelyrics

05.

136 días antes de.

Un paso dentro de un sueño profundo con una mente turbulenta. Correr para alcanzar un
objetivo invisible, inservible ante el leve desfase de deidad para cada hombre.

Kim Namjoon se había quedado dormido sobre su escritorio por quinta vez consecutiva. Era
de madrugada, el resto de sus asistentes en el laboratorio se había marchado a casa y él,
después de acabarse una botella completa de ron de un par de intentos y tragarse sus ganas
de vomitar hastiado se quedó en su oficina pensando estar solo.
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Salvo que no lo estaba.

—Profesor, despierte, por favor. Es tarde, necesita dormir correctamente.

La voz del muchacho sonaba distante; aquella luz que percibió cuando separó sus párpados
con renuencia le golpeó el cerebro.

—Jimin...—Levantó lento la cabeza—. ¿Qué haces todavía aquí? Ve a descansar.

—Profesor, no lo dejaré solo. —Vaciló un poco en continuar hablando— . Además... usted


tiene las llaves de la entrada.

Suspiró, el chico intentaba mantener una expresión amable sobre su rostro cansado, él tenía
razón, ambos estaban agotados. Las últimas semanas habían intentado desesperadamente
rastrear a su pequeño amigo incógnito del lago; pero hasta el momento no tenían ningún
avance.

Suspiró al acomodarse sobre su silla.

—Hemos estado trabajando demasiado, ¿Qué hora es?

—Poco más de las 4:00 AM.

—Bien —aclaró su garganta—, iremos a casa a dormir un poco y ducharnos. ¿Te parece? Tú
también luces terrible.

—Pero profesor, el radar necesita ser monitoreado. Yo podría...

—No —ordenó a su joven pupilo—, me prometí a mí mismo que estarías bien bajo mi cargo.
Llevamos un par de meses aquí y las ojeras ocupan la mitad de tu rostro. Iremos a descansar.

Namjoon se puso de pie haciendo crujir los huesos de su espalda al estirarse. Le sonrió
cansado al muchacho, y mientras palmeaba su hombro ambos caminaron por los pequeños
pasillos del metálico laboratorio.

La vida en Corea del Sur solía ser bastante metódica, sin llegar a los extremos en los que se
encontraban justo ahora, claro está.

Kim Namjoon no era más que un profesor cualquiera de física en la universidad del centro de
Seúl, o al menos lo fue hasta que consiguió el suficiente dinero para financiar su
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investigación, un proyecto en el que había que estado trabajando durante los últimos veinte
años. La mañana que recibió aquella llamada del extranjero fue la misma en la que sin
dudarlo dejó su carta de renuncia sobre el escritorio del decano y se marchó.

Un representante de un gobierno extranjero se había interesado en su propuesta. Ellos le


darían todo el equipo, el dinero y las personas necesarias para completar su investigación;
siempre y cuando dicho logro se atribuyera a la magnánima potencia de América. Y
Namjoon, quien nunca se consideró patriota, aceptó sin dudarlo.

Nunca se sintió particularmente apegado a alguien; y el contacto humano le parecía


innecesario, vivía solo y nunca fue especialmente sociable. Durante sus años de enseñanza
nunca se interesó por acercarse a ninguno de sus estudiantes pero el momento en el que
encontró a uno de ellos completamente borracho de nariz sangrante y con las piernas
colgando desde lo alto de un puente el temor humano que creyó no tener le sacudió.

Park Jimin era el estudiante que nunca cruzó miradas con él, uno casi tan brillante como
reservado, tanto que le sorprendió encontrar en tales condiciones. Tampoco creyó
encontrarlo a punto de saltar, ni mucho menos se imaginó que tendría que arrastrarlo para
evitar que se dañara más a sí mismo.

Llevó al chico contra su voluntad hasta su casa y cuidó de él. Cuando el muchacho despertó
explicó sin derramar una lágrima que ya no le quedaba nada. No tenía una familia, tampoco
un lugar al cual regresar; Park Jimin era un corazón perdido con cero billetes en el bolsillo.
Estaba a la deriva, y en ese momento, el fondo del acantilado parecía mejor que su propia
realidad.

Esa noche meses atrás; Namjoon se sirvió un poco de ron para acompañar a Jimin en su
resaca. Él le sonrió, y desde entonces, no dudó en mantener al joven a su lado. Se convirtió
en su mentor, y como un predicador, lo llenó de pasión por aquella ilógica investigación,
llevándolo con él a California, a un pequeño laboratorio a orillas del lago despidiéndose para
siempre de sus antiguas vidas.

Después de todo, ambos eran brillantes, y estaban completamente solos.


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—No pretendo sonar grosero; pero realmente necesita una ducha, profesor —dijo Jimin
cerrando los ojos al sonreír.

—Eso parece; no recuerdo la última vez que tomé una. —El mayor buscó sus llaves y se
aproximó a la puerta. Las entradas del laboratorio estaban rodeadas de luces de
emergencia.

—Lleva días encerrado en su oficina, dudo que recuerde la última vez que vio un grifo.

Jimin le siguió el paso cargando con un pequeño bolso. Bajó la vista al sentir su calzado flojo,
y al hacerlo, se encontró con la cinta de su zapato sin anudar. Se arrodilló a mitad del
camino para atarla; pero las luces en el pasillo comenzaron a parpadear en un rojo agresivo.
Con las alarmas activadas y sus latidos paralizados.

Ambos voltearon a verse a la defensiva. El sensor del radar había sido activado indicando
una nueva frecuencia.

Namjoon dio un paso atrás.

—No puede ser... —dijo antes de correr de regreso a la cabina de control dentro del
laboratorio.

—¡Profesor! —Jimin se levantó trastabillando para seguirle.

Ambos observaron la frecuencia en la pantalla que cambiaba de azul a un amarillo y luego a


verde. El voltímetro central había detectado algo nuevo, el aire estaba infestado de una
carga positiva.

—Se mueve y es rápido.

—¿Cómo es que de pronto emana tanta energía? El radar estuvo semanas apagado.

—Debe estar rodando por el bosque. Te lo dije, si se mantiene dentro de un perímetro de


cinco kilómetros podemos rastrearlo. Triangula, Jimin. Necesito esas coordenadas.

El muchacho asintió ajustando y presionando varios botones, intentando encontrar un


punto céntrico en el plano.

—Nuestro amigo del lago está... a tres kilómetros y medio, profesor. Está...
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—En el mirador, está cerca.

—¿Qué? ¿Cómo está tan seguro?

El monitor continuaba parpadeando. La energía contenida en la pantalla parecía ser más de


lo que imaginaban, y crecía por segundo; Cada centímetro que Jungkook se acercaba a
Taehyung era un voltio más en el radar. Pero ellos no tenían idea de que sus respiraciones
chocantes habían logrado disparar una señal en el voltímetro.

—No lo estoy, pero es demasiada energía. Tenemos que ir por eso antes de que cause
problemas.

—Profesor, no sugerirá que...

—Jimin, enciende el auto. —Se quitó los anteojos—. Iremos de excursión.

Ambos corrieron hacia la salida; de la bodega dentro del pequeño edificio salió velozmente
un Ford 75 con dos tipos a bordo a quienes les importaba una mierda la seguridad vial.

El auto llegó a la carretera después de atravesar la vereda de árboles y salir del espacio
confinado y cercado donde se ocultaban.

Los neumáticos parecían deslizarse en el asfalto mientras aceleraban. Estaba


completamente oscuro, y los defectuosos focos delanteros que difícilmente alumbraban el
camino se fundieron.

Jimin dio un cambio brusco a la palanca de velocidades cuando entró al camino de tierra; no
debían de estar muy lejos, y él realmente necesitaba saber qué era lo que habían traído del
otro lado del espacio.

Aceleraban, no iban a detenerse. Rápido, rápido y sin vacilar, estaban cerca de la orilla, a
centímetros de caer al precipicio. Jimin tenía problemas para asimilar su realidad, y su
percepción del fondo caía junto con su conciencia que se nublaba de pronto.

—¡Detente ahora! —gritó Namjoon levantando el freno de mano cuando Jimin presionó el
freno con el pie, y giró el volante para detenerse.
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El polvo se levantó cuando se detuvieron completamente; el moreno soltó aire con fuerza,
recuperándose, entonces abrió la puerta y vomitó sin demorar, dejándose caer de rodillas
sobre la tierra. Su mente y su cuerpo definitivamente no estaban del todo bien.

Jimin, eufórico, bajó del auto y encendió su linterna en busca de respuestas mientras
caminaba presuroso; pero no encontró nada más que una vista espectacular y colillas de
cigarrillos.

—Maldita sea... debería estar aquí —dijo pasándose una mano por el cabello angustiado—.
¿Qué es? Joder, ni siquiera sé qué es lo que estoy buscando. Esto es un fracaso.

—Relájate, Park. Es un gran avance. —Namjoon, aún mareado, caminó a su lado para quitarle
la linterna de la mano.

—¿Qué intenta decir? ¡No tenemos nada! ¡Nada! Seguimos estancados.

—No del todo. —Con la luz en su poder, Kim iluminó del suelo la chaqueta sucia ligeramente
ahumada, además de latas, y vidrios—. Al menos ahora sabemos que es un humano y que
además, no está solo.

—Profesor —Jimin no apostaba mucho por la salud mental de su mentor—, ¿Qué lo hace
llegar a esa conclusión?

—Los vidrios en la tierra —explicó—; hay marcas de neumáticos, se alejó demasiado rápido.
Se requiere mucho tiempo o un vehículo para hacerlo. Para manejar un auto necesita
pulgares, para comunicarse necesita poder articular, es humano. ¿Entiendes? Además—
refiriéndose a la chaqueta—, he visto ese logotipo antes, pertenece a la preparatoria de la
ciudad, su "compañero" es joven. Las colillas en la tierra parecen estar en lugares opuestos,
había más de una persona aquí.

—Estas cosas son basura, profesor. —Jimin ladeó la cabeza cuando lo vio recoger la prenda
del suelo—. No significan nada.

—Las coordenadas eran correctas, el sujeto estuvo aquí, estoy seguro; pero... no está solo. Y
no lo sé, la persona que está ayudándole podría ser o muy inteligente o un verdadero idiota.

—¿Qué significa todo eso?


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—Significa, Jimin, que muy cerca de aquí hay un auto con una de sus ventanas destruidas y
un deportista que perdió su chaqueta. Si encontramos a su dueño y al auto, encontraremos a
nuestro sujeto.

—Esto es una locura. —Suspiró fuertemente—. Bien, supongamos que tiene razón, ¿Cómo
haremos eso? ¿Cómo cuando ni siquiera pudimos seguirlo usando el radar? Ni siquiera
tenemos idea de cómo es que luce el sujeto.

—Sencillo. En lugar de esperar en el laboratorio como las últimas semanas, lo buscaremos


personalmente. Es hora de hacer trabajo de campo.

—¿Cómo?

Namjoon soltó una carcajada producto de su turbia y alcoholizada mente.

—¿Extrañas la escuela, cierto, Jimin?

El chico apretó los ojos. ¿En qué demonios se había metido?

...

—Está bien, está bien. Seré el primero en hablar del elefante entre nosotros dos.

—¿Qué demonios, Jungkook?—dijo Taehyung cansado.

Ambos caminaban de regreso a casa. No tenían ni idea de la hora, pero a juzgar por el cielo
probablemente serían las 6:00 A.M. Habían atravesado todo el bosque a pie sin detenerse.

—Es una expresión, Taehyung. Significa que seré el primero en hablar de lo que pasó allá
entre nosotros.
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—¡Ya sé lo que significa! No soy estúpido. — Resopló mientras masajeaba el puente su nariz
entre sus dedos pulgar e índice.

—Bueno, entonces. Lo siento, no sé qué pasó. Fue como si... Como si me controlara algo
más.

—¿Cómo es eso posible? Perder el "autocontrol" es una terrible excusa. ¡Es la peor excusa del
mundo!

—Ya, ya. Y luego me llamas a mí rey del drama, cálmate.

—¡Me besaste, Jungkook! No me voy a calmar.

Taehyung parecía bastante perturbado, caminaba rápido y a juzgar por lo mucho que se
mordía las uñas su nivel de incomodidad era bastante alto. Jungkook creyó ver su rostro
sonrojado pero le era difícil asegurarse cuando bajaba la cabeza sin darle oportunidad de
verlo directamente a los ojos.

—Todo fue contra mi voluntad. Yo no quería, lo juro.

—Quisiste usar la lengua así que... Eso no cuenta precisamente como "yo no quería", amigo.

—Yo no hice eso... —Palmeó su hombro divertido. —Repitelo hasta que te lo creas. Además tú
tampoco te apartaste, no parecías tan incómodo como ahora.

—Me siento enfermo...

Jungkook se mordió el labio. Había besado a decenas de personas antes y en realidad era la
primera vez que se sentía culpable. A veces olvidaba que estaba más de treinta años en el
pasado, y que si ser un chico diferente en su época era todo un lío, la moral de Taehyung
debía estar devorando vivo al chico en ese momento.

—Oye, en serio lo lamento. Estoy siendo totalmente sincero al decir que no lo hice
maliciosamente, y no intento burlarme de ti.

—Cállate, Jungkook. Tú no lo entiendes.

—Somos hombres, lo sé. Pero nada es diferente. Y no está mal.

—Basta.
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—Créeme, e-en el futuro, todo esto es más común de lo que parece. No es la primera vez que
hago algo como eso; es completamente normal.

—¡Maldición, cállate! Ese es el problema. —Volteó a verlo molesto—. Era la primera vez para
mí, ¿Entiendes?

—Besaste a un chico por primera vez, no es la gran cosa. —Kim negó con la cabeza y
Jungkook entendió a lo que se refería—. A menos que... Taehyung, oh, mierda.

—No suelo ser así de sentimental y pienso que esto es una estupidez pero... no tenías que ser
tú.

—Taehyung...—sus ojos menguaron ante la ternura que su confección le provocó—


¿Realmente fue tu primer beso?

—Sí y fue un accidente. Mi vida no podría ser más patética.

Jungkook le sonrió tímido. Ahora tenía sentido su sonrojo por encima de su enojo, y los
segundos que sintió sus labios temblar.

El camino de regreso a casa era claro, y el sendero de árboles que les acogía parecía no
terminar.

—Al menos fue mejor que el mío. Las primeras veces siempre son un asco —dijo Jungkook.

—¿Cómo podría ser mejor? Tengo casi dieciocho años, y lo único que puedo decir de esa
experiencia, es que me besó un lunático supuestamente del futuro que afirma que se
apoderó de él una fuerza superior.

—Auch, si lo dices así obviamente va a sonar mal.

—Vamos, supera eso, tonto. ¿Qué tan malo pudo haber sido tu primer beso?

El pelinegro arrugó la nariz. En realidad no le gustaba hablar de esas cosas; pero Taehyung,
él parecía ser la única persona que realmente le prestaba atención cuando hablaba.

Vaciló un par de minutos en silencio, y después de morderse la lengua, comenzó a contar:

—Tenía quince, y aunque parezca imposible de creer, yo no era tan guapo como lo soy ahora.
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—Eres demasiado egocéntrico, ¿Lo sabes, cierto?

—Sí, lo sé. —Jungkook sonrió al instante— pero solía ser... muy crédulo, la gente solía
aprovecharse de mí todo el tiempo.

—Entiendo.

—Había un chica en mi salón; cabello castaño, ojos ámbar y encantadora sonrisa. Yo estaba
completamente enamorado de ella, en serio, pero era muy tímido para hablarle; creí que era
cuestión de suerte cuando sentí que me veía como si estuviese interesada en mí, realmente
lo pensé. Un día, mientras yo estaba enfocado en mis cosas de niño raro se acercó a mí y sin
decirme nada me besó. Fue extraño y hasta creo que por un pequeño momento, lindo.

—¿Y eso cómo podría ser malo?

Se rascó el cuello, riendo mientras ahogaba un suspiro.

—Era una apuesta, Taehyung. Veinte billetes a cambio de besar al chico menos apuesto, y de
entre toda la maldita generación ella me escogió a mí.

—Eso es horrible.

—¿Sabes cuál fue la peor parte? —El castaño negó inocente—. Que por un par de semanas, yo
creí que fue real, fui tan estúpido como para creer que quizás ella estaba interesada en mí. O
al menos así fue hasta que me gritó en la cara que todo era un juego frente a todos cuando
intenté acercarme. Fue un mal momento para mí, supongo... los idiotas se divirtieron mucho
conmigo después de eso.

—¿Y qué hiciste? No pareces alguien que se quedaría sin revancha.

—Yo no hice nada, regresé a mi casa a llorar patéticamente. El año terminó, me desquité en
la jaula de bateo y para cuando el nuevo ciclo escolar inició la pubertad ya se había apiadado
de mi pobre ser. Las personas me veían diferente, y eso fue suficiente venganza para mí.

—¿Ella te buscó?
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Soltó una carcajada. —Oh, vaya que lo hizo. Me pidió disculpas y dijo que siempre sintió algo
por mí, que estaba confundida. Incluso me siguió buscando hasta poco antes de que me
mudara.

—Eso solo prueba lo despreciable que era. Buscar algo físico es... una pérdida de tiempo.

—Como sea, estoy bien ahora. El lado positivo de todo esto es que descubrí que su hermano,
el universitario por cierto, besa mucho mejor que ella. Y el resto es historia.

—Bueno, supongo que eso me quita el puesto del peor primer beso.

—Te lo dije. —Le despeinó el cabello con una mano—. Vamos, el tuyo fue genial. Una linda
vista, pura dulzura y yo en él.

—Eres un imbécil, Jungkook. Deja de decir tonterías que hacen que recuerde que estoy
molesto contigo.

—Te encanta victimizarte, ¿Cierto?

Habían entrado al área comercial del lugar; estando ya muy cerca de casa los árboles
escaseaban y las personas que caminaban felices por las calles en un sábado les sonreían
amables.

Jungkook le veía sin apartar su mirada. Fijándose en cómo su cabello revuelto se colaba
delicadamente sobre sus orejas y frente, dándole una imagen completamente desaliñada. Y
él contenía su sonrisa porque le gustaba ver a Taehyung así de descompuesto.

Ni siquiera prestaba atención al frente; estaba lo suficientemente distraída como para que
con un paso en falso y sin percatarse del poste de alumbrado público, Jungkook chocó
contra la madera de este golpeándose la frente y cayendo al suelo.

Agitó la cabeza, ¿De dónde demonios salió esa cosa? Pensó, pasando ambas manos por su
rostro adolorido.

—¡Dios, Jungkook! ¿¡Estás bien!? —dijo Taehyung extendiéndole una mano para ayudarlo a
levantarse.
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El sol se elevaba tenue, y sus primeros rayos iluminaron a Taehyung que veía al pelinegro
desde arriba preocupado. Con los ojos abiertos y cejas fruncidas.

Jungkook parpadeó encandilado por el muchacho; la forma en la que su mente divagaba sin
sentido por eternos segundos le llenaba de inferioridad, de una casi inocente que culminaba
en la nariz del castaño.

—Sí, sí —dijo y tomó la mano del chico, en un impulso por ponerse de pie—. Mis piernas y mi
cabeza no funcionan bien últimamente.

Taehyung le soltó para llevar su mano a la frente del chico. —Estás pálido, pero tu rostro está
caliente. Será mejor apresurarnos, no luces nada bien.

—No es nada, solo me siento un poco mareado.

—Pérdida del autocontrol, desorientación y aumento de la temperatura corporal... Tengo


que anotar eso.

Kim empuñó una mano, acompañado de una mirada determinada y tiró del brazo del chico
para hacerlo caminar, estaban ya a un par de calles de casa.

Ambos se escabulleron sobre la cerca del vecino para evitar entrar por el frente; pero las
luces apagadas y la entrada abierta les sorprendieron. Entraron sigilosamente a la casa,
percatándose del espacio vacío en el garaje.

—Oye, Taehyung. ¿Dónde se supone que está el auto?

—¿Qué? —dijo apoyándose en la entrada—. Seokjin debió regresar antes que nosotros, el
auto debería estar aquí.

—Pues no está. —Preocupado—. ¿Crees que le sucedió algo? ¿Estará bien?

Taehyung enarcó una ceja. —¿Desde cuándo te preocupa mi hermano?

—Seokjin no me interesa; mi madre iba en ese auto también, ¿Recuerdas? Y sin ella ya sabes,
puf, ¡Me esfumo! Tenemos que averiguar dónde está y haciendo qué.

—Baja la voz, ¿Que no ves que mis padres aún no despiertan?

Susurrando. —Pues perdón por molestarte con la preocupación de mi existencia.


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Taehyung estuvo a punto de ahorcarlo silenciosamente hasta que escuchó el silbido de su


hermano desde el exterior de la casa. Seokjin era la única persona que silbaba de esa forma,
se trataba de un código secreto entre los dos.

—Es mi hermano —dijo descomponiéndose aún más la ropa—, iré a abrirle, recuerda que no
debe notar que salimos. Espérame aquí.

—Golpeamos a alguien del equipo, créeme, lo sabrá tarde o temprano.

—Tarde es mejor.

Taehyung suspiró y regresó al garaje para quitar el seguro de la puerta levantando la pestaña
lento para evitar hacer ruido. Él sabía lo que debía hacer, ayudar a Seokjin a escabullirse sin
ser castigado era su especialidad.

Jungkook se asomó por la puerta contigua, viendo a un Seokjin sonriente. Arrugó la nariz
incómodo, esa sonrisa le molestaba, quizá porque no le agradaba su padrastro, porque era
un amargado o quizá ambas. En fin, su tonto rostro feliz le parecía sospecho.

Una vez que el mayor se estacionó exitosamente en el interior de la casa, bajó del auto sin
cambiar de expresión y negando con la cabeza.

—Gracias, Taehyung. Te debo una.

—¿Una? ¿Sabes qué hora es? Una par de minutos más y papá nos habría matado a los dos
por tu culpa.

—Oh, vamos. Deja de regañarme, sé un buen hermano menor y conformate con tener mi
gratitud.

—Vas a meterte en problemas. ¿Dónde estabas?

(Bingo), pensó Jungkook. Era exactamente la información que necesitaban. Taehyung, el


pequeño cascarrabias sin duda alguna sabía cómo conseguir lo que quería.

—En el cielo.

(¿¡Perdón!?)

—Deja tus payasadas. —Taehyung rodó los ojos—. Nombre y lugar.


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—Nombre; Lee Sunhee. Lugar; su casa.

(¿¡Qué!? Si se atrevió a ponerle una mano encima lo voy a...)

—Ella es de intercambio, ¿No sé supone que vivía con unos mormones o algo así?¿Qué hacías
tú allí? Creí que irían al mirador.

—Lo hicimos, pero no resultó. Fue todo un desastre de hecho... la llevé a su casa, hablamos
un rato y luego...

—¿Luego...?

(¿¡Luego...!?)

—Ella me besó. ¡Ella! ¿Puedes creerlo? Dios, es... mejor de lo que esperé.

—¿¡Qué!? —dijo Jungkook desde la puerta denotando su presencia. Taehyung soltó aire
pesadamente por lo evidentemente tonto que era su amigo—. Ella no haría algo como eso.

Nada cambiaría la felicidad de Seokjin. Ni siquiera le importó la intervención del metiche


siamés de su hermano.

—Eso creí; yo iba a hacerlo pero... me desmotivé. Estaba demasiado nervioso y lo arruiné,
creo. —Suspiró apenado—. Pero cuando llegamos a su casa, en la puerta... algo cambió. Fue
inesperado.

—¿Eso y ya? —Taehyung, incrédulo—. ¿Qué pasó después de ese beso? Tú y ella lo...

—No, es alguien con decisión. Y me gusta eso, yo respeto eso, nunca antes conocí a una
persona así de segura de sí misma.

—Sí, sí, sí. Muy bonito y todo —Jungkook habló—, ¿Dijo o hizo algo más?

—No. Entró rápido y yo me quedé allí, como tonto.

Taehyung no estaba convencido con su respuesta.

—¿Y por qué llegaste hasta ahora? —Es decir, a ellos les tomó dos horas regresar caminando,
él debió llegar antes. ¿Cierto?
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—Me quedé dormido en el auto. Estaba muy oscuro y ya sabes que esta chatarra no funciona
muy bien que digamos, preferí no arriesgarme.

Jungkook estaba realmente confundido; el castaño lo notó al verle negar mientras veía el
piso, supo además que su respiración se había agitado por la lámpara parpadeante.

—Bien, cierra con cuidado —dijo Taehyung ansioso por irse—, nosotros volveremos a dormir.

No le dio tiempo para contestarle; tomó a Jungkook de la muñeca para hacerlo caminar
hasta su habitación. Haciéndole correr al subir las escaleras y dejando de poner cuidado al
ruido que hacían.

Una vez a solas, cerró la puerta y dejó a Jungkook enloquecer finalmente.

—¿Cómo es posible? Nosotros cambiamos la historia, ¿Cómo es que esto pasó?

—No lo sé.... debe haber un error, nuestro plan, nuestra hipótesis, están mal.

—Por mis pelotas. ¿Qué tan difícil puede ser evitar que dos adolescentes salgan? Esto es, ¡Es
estúpido!

—Jungkook, cálmate. —Las luces temblaban, su ritmo cardíaco y su cerebro trabajando iban
a causar un desastre—. Cálmate antes de que causes una sobrecarga eléctrica.

—No. Es que, Taehyung ¿Qué significa eso? ¿Es que acaso no puedo cambiar la historia? ¿O-o
es solo una coincidencia?

—Coincidencia o no, pasó, y eso nos deja una brecha en la historia que podemos analizar. —
El castaño caminó veloz hacia su escritorio en busca de su libreta, la abrió y comenzó a
escribir en ella.

—¿Una qué?

—Una brecha. Te lo dije, la historia es una línea recta, cuando saltaste hacia atrás creaste
una curva. Y a su vez, en ese punto, se creó una segunda línea de tiempo alternativa para mí
y para ti pero real para todos los demás, todo aquello que te incluya a ti en este lugar es
parte de la segunda. Es una paradoja, ¿Lo tienes?
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—Lo tengo —se acercó a él, reclinándose ligeramente sobre él chico para ver con claridad las
líneas que trazaba sobre el papel.

—Bien. Mi hipótesis es la siguiente; los hechos en la segunda línea temporal afectarán todas
las realidades existentes.

Jungkook parpadeó inquieto.

—Eso significa que... si hago que algo cambie en la segunda línea, afectará de formas
diferentes... ¿Ambas?

—Exacto. Entonces, si Seokjin y tu madre sí se besaron, eso quiere decir que la línea original
está intacta. Si logramos hacer que regreses a tu realidad nada sería diferente.

—Pero yo no quiero eso.

—Lo sé, ese es el problema. Necesitaríamos hacer algo verdaderamente significativo para
cambiar el curso de ambas o para hacer que las cosas se adapten a nuestros objetivos.

—¿Cómo?

—Primero necesitamos hacer algo con la energía de tu cuerpo, está aburriendome tener que
cambiar los focos de la casa por tu culpa. Y segundo, tenemos que encontrar al eje de todo
esto, algo que detone los sucesos.

—Un detonante... ¿Te refieres a un motivo? No lo entiendo.

Jungkook respiraba cerca de su cuello; le era difícil explicar sus ideas e hilar coherentemente
sus teorías cuando sentía calor del chico tan cerca de él. Se movió bruscamente para alejarlo
de él, nervioso.

—Un motivo, una situación, incluso una persona. Sea como sea, algo causa tu historia y eso
lo que debemos desviar.

El pelinegro le vio de frente. Si todo tenía un detonante, la muerte de Taehyung también


tendría que tener uno, ¿Cierto? Solo necesitaba claridad mental para encontrarlo.

—Bien. Entonces, estamos en la nada y todo esto nos jode aún más. Mi ser necesita más
tiempo.
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—El tiempo es relativo. Deja de ser pesimis...—Taehyung se quedó callado de repente, como
uniendo cabos en su cabeza—. Ser, existencia, causalidad, espacio y tiempo... podría, no, sí,
quizá es... metafísica.

—Estás balbuceando palabras que no entiendo, otra vez.

—¡Eso es! Ese es mi problema, por eso no hemos avanzado nada. He estado siendo
demasiado metódico.

—Explícate.

—No es algo meramente físico es un conjunto de muchas cosas. —Taehyung no tomaba aire
para hablar—. Desde el cómo llegaste aquí hasta las formas de la existencia, son temas
separados que hemos estado mezclando.

Jungkook lo tomó de los hombros para evitar que se moviera, haciéndole concentrarse
únicamente en él. Taehyung se quedó quieto, a la expectativa de la repentina interrupción
que calló su voz cuando el chico articuló sus palabras lento.

—Escucha, castaño —le llamó— . Es evidente que me perdí a la mitad del camino, lo admito.
—Taehyung asintió lento cuando el otro le sonrió dulce—. Está bien, entonces, te suplico que
repitas todo eso en palabras más sencillas que mi cerebro inútil pueda comprender.

Al soltarlo, Jungkook suspiró con fuerza y se dejó caer de espaldas en la cama frente al
escritorio, agotado tras la noche y sus ausentes horas de sueño . Taehyung le observó con
cautela, y temeroso, caminó para sentarse a la orilla de la misma acomodándose para poder
recargar su espalda en la cabecera, también abatido.

—La metafísica... es parte de la filosofía, estudia los principios de la realidad, entre otras
cosas más complejas, y abstractas, de hecho —comenzó a explicar viendo de soslayo
bostezar al pelinegro.

El sol resplandecía insolente mientras se colaba iluminando la habitación más de lo que


Jungkook era capaz de tolerar.

Este se recompuso sobre la cama, dándole la espalda a la ventana con los ojos cerrados;
pero al hacerlo, su cabeza se encontró sobre los muslos de Taehyung quien se quedó quieto,
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sin moverse, sin saber cómo reaccionar a las acciones de otra persona sobre él. Con los
brazos estáticos y renuentes a dejarlos caer sobre el muchacho.

A Jeon no le importaba, en realidad, le parecía una posición muy cómoda para dormir. Así
que preso del cansancio y del calor que el castaño emanaba, se quedó allí, con la esperanza
de poder disfrutar de ese momento aunque sea por un par de minutos.

—Creí que eso era algo más... poético que científico. No sé... —La posición le resultaba
acogedora, dulce y suave.

—La poesía y la ciencia, no son tan diferentes como parecen, ambas comparten estructura y
belleza. Tienen perspectivas de la creación e ideas aparentemente imposibles, y la filosofía...
te ayuda a entender las incógnitas que te planteas, a entender las demás ciencias.

Jungkook soltó una pequeña risa; los brazos de Taehyung comenzaron a adormecirse, así
que lento, casi con miedo, los acomodó entre las almohadas sintiendo a escasos centímetros
los mechones negros y lisos prestos a su alcance.

Contagiado por el sueño, y tentando a palpar al otro, deslizó su mano por la cabeza de Jeon
sintiendo su cabello. Pausado, como si intentase que el otro no se diera cuenta.

—No sé cómo sabes tanto de tantas cosas. Yo... solo sé que no sé nada. ¿Entiendes? —dijo
con hilarante tono. Relajándose poco a poco vacilando al luchar por no dormirse.

Mientras Taehyung descaradamente, se adentraba más y más en las hebras oscuras del
muchacho. Perdiéndose entre el cansancio, el calor y su voz.

—Calla, Sócrates, entiendo la referencia. Como sea, aún necesito hacerte más pruebas. Antes
de que mi cerebro colapse. —Se fijó en los ojos del chico y al encontrarlos cerrados asumió
que estaba dormido—. Supongo que las haremos cuando despiertes —dijo, más para sí
mismo que para el otro.

Cerró los ojos dando un pequeño toque a su frente y finalmente apartó sus manos de entre el
cabello de Jungkook.

—Oye —Jeon se removió de repente y le llamó con voz cansada—, ¿Por qué te detienes?

—¿No se supone que estabas dormido?


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—¿No se supone que estabas acariciándome el cabello?

—Lo siento, yo no...

Jungkook volvió a reír, no entendía la necesidad del chico por disculparse por algo como
eso, algo que evidentemente ambos estaban disfrutando. Y que también, Taehyung hacía
inconscientemente, como si los prejuicios sembrados por la década en su cabeza realmente
no tuvieran sentido.

—Me gusta. —Taehyung reprimió un exhale asombrado—. Hazlo, por favor... si no te molesta,
claro —le pidió, esperando a la expectativa de que lo hiciera. Cuando sintió de nuevo el
temeroso toque sobre su cabeza por encima de sus orejas, sonrió complacido.

—¿Acaso no piensas que esto es extraño? —murmuró temeroso.

A lo que Jungkook respondió acercándose más a él para poder recargarse completamente


sobre su cuerpo. Aunque no lo admitiese, Jungkook había pasado demasiado tiempo
sintiendo el frío calar en su pecho al dormir, y ese momento le hizo sentir calidez.

La calidez que extrañaba de su hogar. Es decir, si alguna vez tuvo uno.

—No. Es placentero, así que cállate y duérmete de una vez.

—Son las siete de la mañana, no puedo dormir. Yo, nosotros, yo tengo mucho que preparar
para las pruebas que debo...

—Solo disfruta el momento. ¿Está bien? He venido del futuro y créeme, pensar de más... solo
te hará daño. —Sus palabras sonaban pausadas, y estaban llenas de impotencia—. Así que
por ahora simplemente relájate, y deja de hablar.

—Tú nunca dejas de ser extraño, ¿Cierto?

—No, por eso encajo perfectamente contigo.

Taehyung sonrió; aceptando aquello que sin pedirlo le habían entregado: una muestra de
afecto inocente.

Después de un par de minutos su respiración se mezcló con la de Jungkook.


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Y en el silencio de la habitación, ese que solo era interrumpido por las ramas de los árboles
contra la ventana, ambos quedaron completamente dormidos.

Sin tomar represalias contra el tiempo, o sus pechos que subían en sintonía.

El medio día llegó dando paso a la tarde; permanecieron juntos hasta que el azote de la
puerta abriéndose los alertó.

—¡Arriba, señoritas! —dijo Seokjin apareciendo en la habitación y dándoles una mirada


desaprobatoria desde arriba al encontrarlos roncando abrazados.

Ambos despertaron sobresaltados intentando ponerse de pie de inmediato. Jungkook


tambaleó, y cayó sentado en el colchón al lado de la cama en el que acostumbraba a dormir.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que toques antes de entrar, tarado? —repuso Taehyung,
ajustando sus anteojos después de haberse quedado dormido con ellos puestos.

—Tranquilo. No pretendo interrumpir lo que sea que esté pasando aquí en el reino de los
fenómenos.

—¿Entonces qué haces aquí?

Soltó una risa burlona, realmente adoraba molestar a su hermanito. Se sentía el jefe en ese
momento, además, necesitaba ganar puntos con sus padres para que no lo asesinaran
cuando viesen la ventana del auto.

—Ah, cierto. Mamá y papá saldrán un par de horas a cenar, y como temen que ustedes
quemen la casa yo estoy a cargo.

Jungkook se burló mentalmente de su padrastro, pensando: "Claro, nadie va a quitarte el


poder, ridículo."

—¿Y eso qué? No tenemos doce años, Jin. Haz lo que quieras.

—Sí, eso haré. De hecho, invité a un par de amigos a ver el partido más tarde. Así que... no
nos molesten. Y no hagan nada raro que me meta en problemas.

—Sí, papá —dijeron al unísono sarcásticamente.


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—Los estaré vigilando —respondió dándose la vuelta para marcharse con aires de
superioridad.

Jungkook y Taehyung se vieron entre sí y comenzaron a reír burlándose de su actitud. Es


decir, como dos niños pequeños mofándose de su niñera.

—Dime que no es así de autoritario en el futuro, por favor. —Taehyung se puso de pie,
estirando sus extremidades.

—Es peor. Se cree un rebelde justo ahora, pero debiste verlo cuando me perforé las orejas.
Fue épico, parecía que iba a desmayarse.

—Supongo que pagó todos sus pecados teniéndote a ti como hijo.

—Hijastro —le corrigió.

Taehyung negó mientras buscaba una camisa apta para su experimento. Cambiándose
naturalmente en su propia habitación.

De sus cajones sacó un pantalón corto y se lo lanzó al pelinegro que le veía atento.

—Sí, claro. Oye, hijastro, ponte esto —dijo jugando con él.

Jungkook enarcó una ceja curioso a la pequeña prenda.

—¿Ah, sí? ¿Y eso por qué? —Su voz sonó llena de picardía por un segundo.

—Te dije que haríamos unas pruebas físicas. Yo iré a llenar la bañera mientras tú terminas de
cambiarte. ¿Entendido? Entendido.

Kim no le dejó hablar. Simplemente le dio la espalda y caminó hacia el baño de la habitación
como lo había anunciado.

—La... ¿Bañera? —se cuestionó Jungkook.

Suspiró; no es como si tuviera otra opción, tenía que cooperar si quería regresar a su década.
Se desabrochó el pantalón y lo deslizó por sus piernas quitándose los zapatos en el camino,
seguido de su camisa. Quedando en ropa interior por un par de minutos mientras se
colocaba el short rojo que se le había entregado.
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Pensó en ponerse la camiseta de nuevo, pero Taehyung no le había dicho nada sobre eso. Así
que lo más seguro es que no debía usarla, ¿Cierto? Su mente estaba mal por tergiversar la
información que recibía convirtiéndola en algo caliente. Es decir, una bañera y dos personas
le sonaba bastante prometedor.

"Estúpida mente puberta de mierda", pensó.

Sacudió la cabeza; se convenció a sí mismo de que no era nada de lo que se imaginaba al


moverse en dirección al baño. Pero al ver a Taehyung con un cable, un desarmador y una
lámpara a la orilla de la bañera se asustó en lugar de excitarse.

—Jungkook —le dijo acomodándose las mangas de la camisa—, entra al agua.

—¿Estás bromeando, cierto?

—No.

—¿Para qué? —Obvio—. Taehyung, hasta yo sé lo que pasa cuando mezclas electricidad y
agua.

—Tengo una teoría. Tranquilo estarás bien,... eso creo. ¡Vamos!

—¿¡Eso crees!? Aleja esos cables y esa lámpara de la puta bañera, Kim. O no entraré en ella.

—No seas miedoso.

—¡Podrías matarme! Hablo en serio, así que hazlo o no pondré un pie allí.

Taehyung rodó los ojos soltando el aparato en el piso. —Aguafiestas.

Jeon exhaló pesadamente; el pequeño doctor Kim Frankenstein a veces realmente le daba
miedo.

Caminó hasta el cerámico blanco con transparente líquido e introdujo con miedo sus piernas
una a una. El agua estaba helada, sus músculos se contrajeron cuando se sentó con lentitud
en el fondo de la misma.

—Bien, estoy en el agua. ¿Qué se supone que prueba esto?


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—¿Sientes algo? ¿Corriente, espasmos, algo?

—Uhm... no.

Taehyung pareció decepcionado. El agua con sales y el cuerpo humano eran conductores de
energía, y ambos eran capaces de dirigir la suficiente electricidad para encender una
bombilla.

Entonces, y si el cuerpo de Jungkook estaba lleno de cargas eléctricas por encima del
promedio, ¿Por qué no reaccionaba?

Jeon estaba en el lago. Algo en el agua era clave, Taehyung necesitaba entender qué era.

—Intentemos otra cosa —propuso arrodillándose al lado de la bañera—. Necesito que te


recuestes, intenta que todo tu cuerpo se sumerja y deja solo el espacio necesario para
respirar.

—¿Justo así? —murmuró Jungkook cuando lo único que rayaba en la superficie era su rostro.

¿Cómo controlar la energía de su cuerpo? El estrés la disparaba de alguna forma, ¿Por qué?
Quizá su ritmo cardíaco o la actividad cerebral.

—Sí. —Le observó detenidamente, su pecho era visible y excepcional bajo el cristal líquido
que lo exhibía momentáneamente—. Cierra los ojos y relájate, vamos a hablar un poco.

Jungkook obedeció incómodo, cerrar los ojos significaba ver cosas horribles para él. —¿Y de
qué quieres hablar?

—Tus padres —soltó duramente—. Piensa en ellos, y cuéntame, ¿Cómo se conocieron?

—Mis abuelos eran amigos... —lento tratando de recordar.

—Últimamente he estado pensando en que quizá todo esto ya haya pasado antes, y la
separación de Seokjin y tu madre sea...

—¿Mi culpa?

—Sí. Algo así.


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—Es imposible. Yo no puedo crear mi propia existencia, regresé porque ya existía, no al revés.
Mi aparición en el mundo es resultado de un fin de semana sin pastillas y una mala decisión.

—¿Cómo lo sabes? ¿Cómo estás tan seguro de que no causaste el encuentro de tus padres?

Taehyung tomó el extremo del cable de la lámpara y lo introdujo con lentitud en el agua.
Jungkook hablaba cínico, sus músculos comenzaban a tensarse, y su respiración parecía
ahora irregular.

—Porque ese matrimonio ya estaba arreglado —dijo, y la bombilla dio un pequeño chispazo
repentino que duró un segundo.

—¿Qué? Creí que Seokjin había hecho algo para alejarla.

—Ella regresó a casa porque debía hacerlo. Debía tener una vida normal y recatada,
casarse... ser una "buena mujer"... Tuvo un hijo después de tantos años solo porque le
enseñaron que era un requisito para ser feliz —arrastró sus palabras con pesar, sintiendo
asco del deber y los falsos estatutos—, él no hizo nada mal. O bueno, no lo hará.

—Es por eso que...

—Sí. Es por eso que cuando vuelven a encontrarse ella lo acepta; es acá donde mi plan tiene
sentido, si él lo arruina... cuando se vean de nuevo, ella lo rechazará.

—Tu padre —interrumpió firme—, ¿Por qué se separaron?

Jungkook tragó saliva al mismo tiempo que se agitaba. La energía de su cuerpo parecía
conducirse por el agua y el cable de la lámpara que luchaba por encenderse.

—Él... siempre tuvo problemas de dinero. Además, de que no es particularmente un bebedor


muy pacífico que digamos.

—¿Él te golpeaba?

— No...—se quedó callado— no desde hace mucho.

—¿Por qué lo excusas?

—No lo estoy excusando. Es solo que... fue hace tanto tiempo, las cosas son diferentes ahora.
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—No lo es. A él ni siquiera le importas.

—No es así. Él me quiere, muy a su manera.

—Sabes que es mentira, ¿Por qué lo haces, Jungkook?

Comenzando a enojarse. —No miento. Es lo que es.

—Proteger la idea que tú mismo creaste de alguien es estúpido.

Finalmente, la lámpara estaba encendida y su teoría era correcta.

Jungkook era capaz de regular las cargas de su cuerpo, cada fibra del chico se había
convertido en un generador.

No sabía si trataba de un efecto colateral o una desventaja. Era un gran descubrimiento;


joder que Taehyung se veía a sí mismo con una medalla en el cuello por sus
descubrimientos. Pero había un problema, no estaba tratando con un circuito normal, se
trataba de un humano. Uno muy temperamental.

—Ese no es tu problema, no hables de cosas que no entiendes—su voz se alzó, molesto—.


¡No sabes nada de él, o de mí! Así que deja de...

Jeon intentó ponerse de pie, pero no lo consiguió. Sus músculos se entumecieron y dejaron
de responder, todo su cuerpo se volvió pesado cuando perdió el autocontrol y se hundió por
completo en el agua.

Su rostro se quedó estático en una posición de dolor; estaba consciente de que necesitaba
respirar, de que debía ponerse de pie pero era incapaz de mover un solo músculo. Estaba
preso dentro del agua y su propia corriente.

El dolor que lo atravesó le fue familiar por un instante en el que su mente se quedó fundida
en un profundo negro. Era conocido, sí, sentía que estaba en el lago de nuevo, y los rayos
que le habían materializado fluían en su sistema nervioso; pero ahora estaba lúcido.

Su mente luchaba por sacarlo de la tetanización. Y allí en medio de sus pensamientos se


encontró a sí mismo llorando; era su subconsciente.
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Sus recuerdos eran una botella de licor barato y las mujeres de su padre. Eran una golpiza
tras otra y su madre llorando en la cocina haciendo la cena para un hijo desearía no haber
tenido.

Un hijo que sentía la egoísta necesidad de hacerla feliz por su cuenta para mitigar su culpa.
Sin terceros, sin más hombres que fueran capaces de lastimarla.

Sus recuerdos se mezclaban con la realidad, porque él sentía que estaba en esos lugares de
nuevo.

Estaba colapsando sin entenderlo, parecía que moría. Y no sabía si se debía al dolor en su
médula espinal o a que siempre sintió deseos de morir en los momentos que recordaba tan
fielmente.

Taehyung se movió alarmado a su lado. La lámpara que seguía encendida enloqueció, si él


ponía una mano dentro del agua iba a electrocutarse. La propia bombilla de la habitación
palpitaba incesante, Kim estaba casi seguro de que el alumbrado público también estaba
siendo afectado al verlo desvariar por el reflejo de la ventana.

Asustado; tomó los guantes de látex amarillo que tenía debajo del lavabo y se los colocó de
prisa. Jungkook se estaba ahogando, pero no podía tocarlo. Tenía que romper el circuito.

Se sacrificó confiando en el látex aislante en sus manos e intentó desesperarme llegar al


seguro de la bañera para dejar ir el agua en su interior. Cuando finalmente consiguió tomar
la pequeña cadena tiró de ella quitando el corcho que impedía el paso del agua.

El nivel de líquido comenzó a bajar dándole chance de tomar a Jungkook por los hombros,
haciendo su máximo esfuerzo por no mojarse.

Quiso levantarlo cuando la tina quedó vacía; arrancó la cortina de nylon para envolverlo
mientras lo sostenía. Se trataba de un hombre de casi su misma altura, cuya masa corporal
era más densa que la suya.

Al sacarlo, trastabilló. Sus pies cedieron ante el peso y Jungkook cayó sobre él aplastándolo.
Pero ya no había peligro, la cortina era aislante, Taehyung no saldría herido, lo sabía.
Entonces lo rodeó con sus brazos cuando lo sintió respirar de nuevo.
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Un fuerte estallido resonó cuando quedaron a oscuras. La sobrecarga acabó con los fusibles
de la casa completa al mismo tiempo que Jungkook sollozaba casi inaudiblemente.

—Jungkook, escúchame. Todo terminó, estás a salvo. Respóndeme, por favor. Necesito
saber que estás bien, Jungkook. Pusiste morir, lo siento, enserio lo...

—¿P-por qué estoy aquí? —musitó con los ojos abiertos. Asustado de lo que vio dentro de su
memoria, de lo real que se sentía; y con las manos de Taehyung quemándole la espalda al
sujetarlo sin dejar de temblar. Jungkook... él, su subconsciente, ¿Quería morir?

—Vamos a solucionarlo, regresarás a casa pronto. —Taehyung se aferró a él tomando su


cabello aún con sus guantes puestos. Tentado a besar su cabeza y limitado únicamente por
el temor de recibir una descarga—. Lo prometo.

—¿Por qué...?

Le fue imposible terminar la oración; quizá porque sencillamente no sabía con exactitud lo
que quería decir. No, Jungkook no sabía si la pregunta correcta era: ¿Por qué estoy yo aquí?
O ¿Por qué está él aquí? ¿Por qué está aquí conmigo?

Porque después de todo, Taehyung simplemente apareció en el momento oportuno para él.

Entonces tuvo sentido para él cuando Diotima se atrevió a decirle a Sócrates que el amor
nace de la necesidad y las circunstancias.

O en este caso, de la espalda helada de Jungkook, con su mirada perturbada por una idea
que se clavó en su cabeza sobre las circunstancias de la existencia de sí mismo y la muerte.

Y en la culpabilidad que sin querer provocó en Taehyung. Aquel castaño que, compasivo con
su expresión de horror y ojos oscuros sintió la necesidad de compensarlo.

Entonces sumó una tarea más a su lista de pendientes:

1. Hacer a Jungkook feliz. Muy feliz.

Capítulo Seis
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por Incompletelyrics
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06.

14 años y un día después de.

El momento en el que se despierta de una epifanía es igual de doloroso que agonizar.

Es despertar una mañana con los músculos entumecidos y un fuerte dolor de cabeza, es el
momento en el que te encuentras rodeado de nada con la certeza de que te equivocaste, de
que han pasado años. Y sí, arruinaste tu vida.

Muchos hubiesen deseado que la vida trajese instrucciones, pasos a seguir uno por uno
hasta llegar al éxito y la plenitud. Pero a diferencia de muchas personas, Sunhee creció
queriendo escapar de la voz dentro de su cabeza que le decía hacia dónde ir, qué hacer, de
aquellos que le obligaban a pensar.

Sus padres siempre decidieron lo que era mejor, quizá porque simplemente deseaban verla
convertida en lo que ellos creían era una buena mujer, quizá porque temían que destruyera
su futuro; pero después de tanto, allí estaba ella, preguntándose si había valido la pena
hacer lo correcto.

Había pasado mucho tiempo desde tiempo desde que la última vez que SunHee sonrió
genuinamente.

Ella hizo todo lo que se suponía debía hacer. Tomó cada indicación, y dio cada paso en la
dirección correcta, hizo todo lo que se le ordenó durante toda su vida. Estudió la carrera que
sus padres eligieron para ella, se graduó con los mejores honores, y se casó con un hombre al
que no le importaba en lo más mínimo para cubrir lo que le hicieron creer era vergüenza. Se
le culpo por un error que no fue solo suyo.

Debería ser feliz. Debería poder disfrutar de todo lo que había conseguido en medios de su
dolor, ¡Se supone que hacer lo correcto debía hacerla feliz!; pero no era así. No cuando ella
nunca quiso ninguna de esas cosas, cuando cada uno de sus malditos logros no le
pertenecía.
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Solo quería saber qué le faltaba, ¿Qué? Deseaba haber despertado esa mañana y seguir
siendo una adolescente, desearía no haber tenido tanto miedo.

No recordaba la última vez que realmente amó algo en su vida. O que alguien le amó a ella.

Y allí estaba, su rostro había perdido ya gran parte de su belleza juvenil. Su mirada era dura,
fría, demasiado tensa para ser comparada, su actitud había evolucionado de tal forma hasta
convertirla en una persona cínica.

Esa mañana despertó de su epifanía; se colocó el labial rojo que tanto adoraba, subió a su
auto y condujo lentamente. Los papeles de divorcio estaban dentro de la guantera junto con
su pasaporte; había pasado los últimos años intentando armarse de valor para entregarlos,
estaba cansada, como una mártir silenciosa que no soportaría más de esto. De los golpes, de
la humillación e infravaloración que a diario vivía. Porque si esto significaba ser una buena
mujer, estaba dispuesta a ser la peor de todas.

Entonces, sintió como su estómago ardía, aquel inoportuno malestar que le había estado
azotando por semanas apareció de nuevo para arrastrarla.

Las náuseas eran intensas, estaba demasiado mareada, así que estacionó el auto en la
primera estación de servicio que encontró y se bajó desesperadamente en busca de un baño;
pero ni siquiera llegó a la puerta, comenzó a vomitar en medio de la calle.

Entró a la pequeña tienda de conveniencia de la gasolinera; tomó una botella de agua,


mentas y una pequeña caja blanca rectangular con letras grandes en ella. Se encerró en el
baño para seguir las indicaciones grabadas en la parte de atrás del empaque. Lo abrió y
tembló por un segundo cuando finalmente la utilizó.

Estaba abatida, ¿Podía ser? Después de tantos años luego de aquello. ¿Esto realmente
estaba pasando? ¿Aún era posible? ¿Cuánto había pasado? ¿Por qué ahora?

Tenía demasiadas preguntas, estaba asustada. Los cinco minutos de espera de la prueba de
embarazo que había comprado terminaron. Apretó los ojos antes de verificar el resultado.

Pero contrario a lo que creyó, cuando las dos líneas marcaron un positivo, sonrió. Una
sonrisa delicada que fue completa y sinceramente pura, esa que rompió su escepticismo.
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Tal vez, solo tal vez ya no tenía que sentirse tan sola. Equivocada, creyendo que lo que
necesitaba para alcanzar la felicidad era aferrarse a toda costa a la existencia de otro ser
humano.

Sunhee cometió un error por cuenta propia al no entregar los papeles de divorcio en ese
momento. Porque al tragarse sus verdaderos deseos por tantos años más no solo se
condenó a sí misma, sino también al pequeño Jungkook que estaba por nacer.

...

127 días antes de.

—Entonces... Taylor Mackenzie no es la misma persona que Mackenzie Taylor, y de hecho,


ellas dos se odian. Jeffrey es novio de Sarah Taylor, que es hermana de Thomas y quien a su
vez es novio de la segunda Mackenzie, además de que es quien vende cigarrillos entre clases.
Todas las chicas están enamoradas de Daniel, y los chicos le temen, excepto el equipo de
béisbol, claro. Así que es mejor no meterse con ellos. Melissa y Seokjin terminaron hace un
año porque ella lo engañó con Daniel, y luego él la dejó por la primera Taylor. Ah y nadie
habla con Antonio porque creemos que es policía. ¿Todo correcto? —Sí, Jungkook había
estado estudiando.

—Así es, amigo. Y eso es sólo en nuestro salón, te falta mucho por saber para ambientarte
aquí.
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—Estoy aburrido, cuéntamelo todo. —Se acercó al chico—. El chisme no me gusta; pero me
entretiene.

—Lo haré, lo haré. Dame tiempo y te pondré al corriente de todo el drama —dijo el otro a su
lado.

Jungkook realmente no prestaba atención a la pizarra; era lunes y si le era imposible mostrar
interés por la escuela en su año, hacerlo en un lugar al que estaba condicionado a estar era
el doble de difícil. Taehyung había estado distante desde que salieron de casa, pensativo,
tanto que ni siquiera se había inmutado en los primeros períodos de clase cuando se sentó
junto a él.

Ahora que se habían separado dado a que él no encajaba en sus clases de cerebritos,
Jungkook estaba en el fondo del salón 103B esperando a que el maestro de historia
terminara de explicar la diferencia entre izquierda y derecha mientras hablaba con Yoongi, la
única persona que no le provocaba morir de la pena ajena en su maldito salón.

El timbre sonó; todos los estudiantes comenzaron a guardar sus pertenencias mientras se
levantaban. Jungkook les imitó tomando su mochila y esperando a su compañero para
caminar hasta la salida.

Taehyung le dijo que no debía hablar con nadie; pero era imposible, ¿Qué esperaba que
hiciera? No era particularmente sociable pero aún así necesitaba contacto humano para
mantenerse cuerdo, o despierto. Cualquiera de las dos era buena opción.

—¿Qué clase nos toca? —preguntó cuando estuvieron fuera del salón caminando por el
pasillo.

—Clase de salud... ew. —Yoongi arrugó la nariz en señal de inconformidad. La idea de pasar
dos horas escuchando sobre los vellos de su cuerpo no le emocionaba mucho, y a juzgar por
la mirada de Jungkook al él tampoco.

—Genial, esto se pone cada vez mejor. —Sarcástico.

—Detesto tener que tomar esa clase. Es demasiado tedioso, además, no es como si los
parásitos de nuestro curso entendiera una palabra de ella.
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—Ya que ambos estamos de acuerdo en que es una mierda, podríamos saltarnos ese
período.

El muchacho dudó, ladeando la cabeza.

—No lo sé; no me parece que sea muy prudente faltar... es un asco pero podríamos meternos
en problemas.

—Ahora que lo pienso es gracioso, no pensé que fueras el tipo de chico que le teme a la clase
de salud. No puede ser así de mala.

—Estamos en último año, Jeon. Y el maestro... Es muy descriptivo con nosotros. Hizo que a
todos nos diera miedo el sexo luego de que contó una historia de un tipo alérgico al látex.

—¿Qué?

—Sí, dijo que murió por eso. Mostró imágenes, fue horrible.

Jungkook ni siquiera se atrevió a preguntar. Le causaba un poco de gracia la forma en la que


las clases de salud de las escuelas estaban mal estructuradas. Era claro que el mensaje
detrás de esa extraña historia era "no tengan sexo", pero estaba muy mal enfocada.

Es decir, era un poco hipócrita de parte de los adultos querer negarle la información al sexo a
los adolescentes. Porque vamos... Siendo honestos, todos habían sido adolescentes, y por
muy maduros, castos y recatados que se consideraran en la actualidad. Alguna vez
obviamente sintieron curiosidad por sus propios cuerpos y los ajenos.

Lo mínimo que les correspondía hacer era dar herramientas, pero en fin, Jungkook no tenía
ánimos para educar a una generación.

—Oh, vamos. Faltar a una clase de salud no hará que mueras de sífilis.

—Por un demonio, Jungkook. ¿Qué rayos dices? —cuestionó en hilarante tono. Yoongi se
debatía mentalmente entre reír y golpearlo. —¿Qué tipo de clase de salud recibías en tu país?
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—Escucha —el pelinegro se detuvo frente a él—, voy a darte un resumen rápido de conciencia
sexual para compensar la clase de hoy. Es fácil: no olvides ducharte, utiliza preservativo, si tu
pareja dice que no significa no, y si no es tu cuerpo no es tu decisión. ¡Ya está!

—Tienes ideas bastante liberales de eso. —Yoongi en realidad sólo estaba pensado en
higiene y talco para los pies. Pero lo que Jungkook dijo también servía.

—Es que vengo en el futuro —bromeó sin mentir en realidad.

—Si tú vienes del futuro todos estamos condenados a volvernos idiotas y la humanidad
realmente no tiene esperanza.

—Nunca la tuvo, amigo. Nunca la tuvo. —Yoongi lo vio asustado cuando el tono de su voz
bajó. —¡En fin! ¿Nos vamos o qué?

—¿A dónde?

—No lo sé, tú dime.

—La idea de saltarnos la clase es tuya, ¿Y yo tengo que proponer un lugar para pasar el rato?

—Obviamente, el extranjero soy yo, idiota.

Yoongi ladeó la cabeza. El chico tenía razón.

—Eso tiene sentido para mí. —Se quedó callado meditando hasta que encontró el lugar
perfecto—. Está bien, sígueme.

Jungkook sonrió complacido caminando a su lado, y por lo fácil que resultaba hablar con él.
Yoongi era el segundo amigo que hacía en ese lugar, y no podía estar más agradecido. Eran
dos amigos más de los que tenía en su tiempo. Así que en su marcador mental hasta el
momento, la California del '86 tenía un punto a su favor.

Siguió a Yoongi por el pasillo mientras comenzaban a vaciarse. Moviéndose varios metros
empujando a las personas para seguirle el paso al muchacho, quien ansioso, parecía intentar
ocultar algo cuando se detuvo frente a una puerta.
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Min sacó de su bolsillo un llavero, y de entre las llaves que este custodiaba tomó una, volteó
a ambos lados antes de abrir. Dio un paso adelante cuando finalmente consiguió dejar la vía
libre.

Con un movimiento de cabeza; le indicó a Jungkook que lo imitara, adentrándose ambos en


la oscuridad y dejándola la puerta entreabierta tras su espalda.

—¿Qué se supone que es este lugar? —preguntó Jungkook intentando ver con dificultad,
atento al eco que su voz y sus pasos provocaban.

Yoongi no le contestó de inmediato. Lo hizo cuando finalmente encontró el interruptor de las


luces que llenó de brillo el lugar, dejando a la vista cuerdas detrás de un gran telón y
escenografía a medio pintar.

—Tras bambalinas, la parte posterior del auditorio —le aclaró—. Este es el único lugar que se
mantiene completamente vacío durante el día.

—¿Y por qué tienes llaves de la entrada?

—Las tengo porque soy el tramoyista encargado. Y técnicamente, es la salida, la entrada


principal está hacia allá —señaló detrás del telón, las grandes puertas delanteras estaban
cerradas, había una pequeña ventana en cada una de ellas—, pero tendríamos que haber
atravesado el gimnasio para entrar por allí.

—Y... ¿Eso significa que eres un chico raro del teatro, cierto?

—Te lo dije, todos en la maldita escuela tienen lo suyo. Hasta yo, incluso tú.

—¿Yo?

—Eres parte del equipo, ¿No? Eso te coloca dentro del rango atlético.

—No lo sé; no es como si yo fuera uno de ellos. Seokjin ni siquiera me deja entrenar con el
resto del equipo.

—¿Por qué no lo serías? Eso es estúpido, mantenerte alejado de ellos solo va a perjudicarlos
cuando la temporada empiece.
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Jungkook se rascó el cuello. El inicio de la liga escolar sería el dos semanas pero él en
realidad no esperaba quedarse tanto tiempo.

—Ya lo sé, como sea, él me detesta lo suficiente como para obligarme a pasar toda la maldita
tarde en la banca puliendo los bates.

—Es un egocéntrico de mierda y tú lo humillaste. ¿Qué esperabas? ¿Una tarjeta de


agradecimiento?

—Esperaba que no fuera un cabeza hueca para variar.

—Si alguna vez el gran Jin dejase de ser un cabeza hueca, dudo que sería gracias a tu divina
intervención, Jeon.

Yoongi se acercó a un objeto cubierto mientras le veía con obviedad, detestaba al mayor de
los hermanos Kim casi tanto como Jungkook.

Retiró la manta que le protegía dejando a la vista las rústicas y grandes bocinas que se unían
a una caja igual de ostentosa, con una pequeña compuerta transparente en el centro.

—¿Qué es eso? —preguntó Jungkook con desconcierto.

—¿Este bebé? —dio dos palmadas sobre el plástico negro, orgulloso—, un estéreo. He pasado
las últimas dos semanas intentando adaptarlo al escenario. Será la sensación ya verás.

—Si tú lo dices...

Jungkook ladeó la cabeza; el lugar era bastante pintoresco. La utilería, antigua a su criterio,
adornaba el techo de escenario con estrellas de cartón amarillo sujetadas por finos hilos
desde las vigas de las luces.

El piano en el fondo llamó su atención. El pelinegro sujetó un extremo del telón para recibir
mayor iluminación, y luego corrió hasta el instrumento sentándose en el banquillo, feliz.

Deslizó con timidez sus dedos por encima del blanco marfil que ligero sonó deleitando con
las primeras notas al azar.

Yoongi lo vio de reojo, sin atreverse a romper la emoción en la que su nuevo amigo parecía
haberse quedado estancado momentáneamente.
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Hasta que de pronto, la misma se quebró al ser azotada por una voz fuerte que le llamaba
indignado.

—Jeon Jungkook, ¿Por qué rayos no entraste a clase de salud?

Taehyung se acomodó los anteojos resoplando, para luego llevar ambas manos a su cintura
viéndole con, según él, furia. Mientras caminaba presuroso en dirección al pelinegro en el
piano.

—Oye, oye, oye. ¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Alcancé a ver cuando te fuiste con —volteó a ver molesto al otro— ese chico y te seguí.
¿Algún problema?

Jungkook no entendía su repentina y tosca actitud.

Y quizá su cerebro no alcanzó a entender completamente el afán de ese día.

—Oh, vamos. ¿Qué tiene de malo?

Susurrando, bajó el tono de su voz. —Te dije que no hablarás con desconocidos, ni con nadie
de hecho.

De la misma forma, imitándole—¿Desde cuándo me das órdenes?

—Desde que rescaté del lago, genio.

—Siempre dices eso, no es justo.

—No me importa.

—¿Cómo es que te volviste tan agresivo? Has estado ignorándome todo el día, ¿Y ahora te
preocupas por eso?

—No cambies de tema. Es demasiado peligroso y lo sabes, pero lo tomas muy a la ligera.
Podrías causarle algún daño a tu futuro, estoy preocupando por ti y la investigación.

—¿Estás preocupado por mí o celoso de él? —enarcó una ceja.

—¿Perdón? Yo no estoy celoso de nadie. Mucho menos de él.


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Jungkook sujetó su barbilla. —Vamos, pastelito. Relájate, aún eres el hombre más
importante de mi vida.

—La próxima vez te dejaré solo en la bañera.

—¿Necesitan espacio o...? —Yoongi no entendía muy bien las cosas que se decían pero le
sonaban bastante comprometedoras.

—¿Y tú quién eres? —cuestionó el castaño.

—¿Cómo que quién soy? ¿Realmente no lo sabes? —El chico negó con la cabeza—. Yoongi,
¿Agustus? Estoy en la misma clase que tu hermano desde el jardín de niños. Estuve en la
fiesta de cumpleaños de tu padre. Vivo a dos casas de la tuya, fuimos en el mismo
campamento de verano hace tres meses. ¿En serio nada? Joder, te saludé hoy por la
mañana.

—Lo siento, tu rostro no me parece familiar.

—Lo dice porque está celoso. No le hagas caso, Min. Sigue en lo tuyo, yo me encargo de él —
le dijo, luego tomó a Taehyung del brazo—. Y tú, ven acá, chico listo.

—Suéltame, tarado.

—No lo haré —repitió mientras sonreía —. Respira, sé un amor y acompáñame.

—¿Acompañarte cómo?

—Yo toco el piano y tú cantas, ¿Qué te parece?

—¡Ja! Ni lo sueñes.

Jungkook negó con la cabeza. Taehyung parecía tener una aversión por la música popular,
como si su cuerpo quisiera bloquear de su sistema cualquier melodía que no fuera
catalogada como lo bastante masculina o intelectual. Al menos eso intentaba.

Le había oído mencionar decenas de veces lo mucho que odiaba a Madonna; pero eso
aparentemente no le impedía cantar "Like a Virgin" en el ducha mientras creería que nadie
más lo escuchaba. O como cuando el Taehyung que siempre tenía algo que opinar se
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quedaba callado cuando se trataba sobre el físico de los protagonistas de la guerra de las
galaxias.

Pasaba todo el día junto a Taehyung; había aprendido de su forma de hablar, de los
ademanes y expresiones que utilizaba únicamente cuando estaban solos, y del descaro que
brotaba de su yo no consciente al abrazarlo mientras dormían.

Tenía suficientes motivos para creer que estaba más reprimido de lo que parecía, por lo que
se propuso a sí mismo sacar al chico de su pequeña coraza de escepticismo.

Jeon lanzó un sol mayor como primer acorde en el piano mientras tomaba aire en la
introducción, y le daba tiempo a Taehyung de reconocer la canción.

Entonces, Jungkook comenzó a cantar.

—"Mama, just killed a man..." —Levantó la vista en espera de que el castaño le siguiera.

—¿Qué esperas que haga?

—Solo canta, Kim —le dijo viéndole con severidad. —"Put a gun against his head. Pulled my
trigger, now he's dead... Mama..."

Taehyung dudó por un par de segundos antes de tomar aire para comenzar. —But now I've
gone and thrown it all away..." —dijo con leve voz, ganándose la aprobación de Jungkook.

El pelinegro tocó con fuerza las teclas para dar énfasis a la melodía. Taehyung parecía
divertirse, poco a poco cantando entregado a su presentación.

—Eso es, siéntelo —dijo con gracia. La voz del chico era hermosa, Jungkook lo sabía,
demonios que sí. Pero por alguna extraña razón desafinaba cada dos segundos.

—"Mama, ooh... Didn't mean to make you cry. If I'm not back again this time tomorrow...!" —
Fue hasta que comenzó a reírse que cayó en cuenta de que Taehyung estaba burlándose de
él mientras fingía tener un micrófono frente a su rostro—. Ay, por favor, Jungkook. Esto no es
un jodido musical.

—Cállate, Taehyung. Harás que Freddie Mercury se retuerza en su tumba —reprochó


dejando de tocar para ponerse de pie.
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—¿¡Que él qué!? —dijeron los otros dos al unísono y Jungkook se abofeteó mentalmente.

—No me hagan caso. Soy estúpido, ¿Recuerdan?

Antes de que pudieran secundar su idiotez, el timbre que marcaba el cambio de periodo
sonó inquietando a Taehyung.

—Será mejor que me vaya —suspiró aún viendo con zozobra a Yoongi—, sé que a ti ni
siquiera te afecta todo esto de la escuela. Solo intenta no meterte en problemas, ¿Sí?

Jungkook caminó hacia él, ¿Qué le hacía actuar tan renuente? —No, espera. No es para
tanto.

—Intenta no llamar la atención. ¿Podrías?

—Taehyung, no te vayas. Por favor, quédate aquí. Es... aburrido estar lejos de ti. Además, es
el último periodo, no importa. Vamos, quédate conmigo.

—No es eso, es que... esto del teatro y la música, es tonto. No pienso que sea correcto estar
aquí.

—¿Por qué? —¿Quién había metido tales ideas en su cabeza?— No se trata de lo que pienses
sino de lo que sientas. ¿Entiendes?

Un sonido agudo resonó por los parlantes del escenario haciendo que ambos se taparan los
oídos por instinto.

Cuando este terminó se encontraron con Yoongi, quién había permanecido trabajando en
silencio saltando de la emoción.

—¡Lo logré! ¡Lo logré! ¡Funciona! —exclamó dando un pequeño salto, lleno de alegría.

—Solo tenías que unir dos cables opuestos. No es la gran cosa —dijo Taehyung con obviedad,
solo le bastó ver el aparato por un par de minutos para detectar el problema. Pero su
sinceridad le hizo ganarse una mirada desaprobatoria por parte de los dos pelinegros.

—Cálmate, Cerebrito. Es todo un logro para mí, además no pedí tu opinión.

Yoongi le dio la espalda antes de inclinarse a buscar entre los cassettes que tenía en su caja
de música.
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—Él no me agrada —masculló hacia Jungkook.

—Lo dices solo porque estás celoso, es normal. Yo también me celaría a mí mismo.

—¿Qué? Ya te dije que no estoy celoso. ¿Por qué lo estaría?

—No lo sé. Imagina que soy tú y tengo detrás de mí a un estúpido y sensual viajero del
tiempo que piensa que soy adorable, y que necesita de mí para sobrevivir, dándome su total
y completa atención 24/7. Pero de pronto comienza a pasar el tiempo con otro sujeto. Me
siento excluido, es doloroso, entonces lloro, mi alma se destroza, mientras pienso en lo
mucho que me encanta y en que quiero que me bese otra vez.

—Baja la voz. Ocurren cosas muy extrañas dentro de tu cabeza...—nervioso.

—Lo último es solo idea mía, pero le atiné, ¿Cierto? —se burló—. Como sea, será mejor que
cambies esa actitud, yo ya no tolero a los hombres celosos.

—¿Y si no quiero qué?

—Me obligarás a tomar medidas drásticas —dijo, sujetando a Taehyung del brazo con un
ruda expresión que hizo dudar por un instante al chico cuando lo jaló para pegar su cuerpo al
suyo.

Llevó su otro brazo a la espalda del chico, dando un paso adelante, y luego otro atrás.

—Jungkook, basta. Estás... ¿Estás bailando? —reprochó consternado. Yoongi a la distancia


comenzó a reír por su reacción.

—Estamos —le corrigió— bailando, mi querido Kim.

—¿Qué sigue? ¿Haremos un estúpido músical?

—Es una gran idea —susurró contra su cuello logrando así dominar al muchacho al plasmar
su electrificante respiración en su piel bronceada—. ¿Tienes música para eso? —dijo
volteando a ver a Yoongi que de inmediato colocó el cassette dentro del estéreo, contento de
poder probarlo.

—¡A sus órdenes, señor! —confirmó.

—Jungkook, ¿Qué sucede contigo? Yo no...


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Poco después, la canción comenzó a sonar a través de los rústicos amplificadores. Jungkook
ahogó una fuerte carcajada, al reconocer esa canción, una que amaba desde que era niño, y
era lo suficientemente gay para funcionar.

Soltó a Taehyung para comenzar a chasquear los dedos .

"Don't go breaking my heart..."

—"...I couldn't if I tried. —Se mordió el labio tras la frase—. Honey, if I get restless. Baby,
you're not that kind..." —cantó el pelinegro siguiendo la música mientras movía los hombros
sonriendo.

—Detesto esa canción. Cállate, Jeon.

—Nadie puede odiarla. No te atrevas a hablar mal de mi poderosísimo Elton John.

—Yo...

Jungkook extendió su mano esta vez invitando a Taehyung a tomarla con vergüenza.

—Soy un completo antipático, incluso peor que tú y aún así estoy pidiéndote que bailes
conmigo. No rompas mi corazón —dijo refiriéndose con su última frase al nombre de la
canción.

Cuando el castaño se acercó a él igual de abochornado, Jeon tiró de su brazo para hacerle
girar.

"Ooh-hoo, nobody knows it..."

Taehyung comenzó a reír mientras la canción avanzaba contagiado por la dulce risa de
Jungkook. Tomado de su mano y con el sonido de los violines en medio de la alegre tonada.

El pelinegro movía la cabeza. Deslizando sus pies sobre el piso de madera del escenario, y
cantando con fuerza palabras específicas de la canción al saltar en círculos estúpidamente
graciosos junto a Kim.

Pasó su brazo por encima del los hombros del chico. Entonces, cuando la espalda de
Taehyung quedó contra su pecho, Jungkook lo abrazó sin dejar de sonreír, sujetándolo
desde atrás y colocando su mentón sobre el hombro del castaño.
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—"Ooh-hoo, nobody knows it..." —gritaron al unísono mientras se movían al compás.


Taehyung conocía perfectamente la canción.

—Nadie lo sabe... —masculló Yoongi cuando la frase volvió a repetirse. Estando simplemente
allí detrás de ellos, sorprendido.

No quería sacar conjeturas fuera de lugar. Pero esas sonrisas y el ambiente ligero, cálido, que
de pronto se había manifestado le hicieron sentir ajeno a la escena.

No quería suponer nada, pero lo hizo. Y sin ser notado por los dos menores subió el volumen
de la música dejando el equipo encendido.

Taehyung siempre fue demasiado reservado, lo conocía desde niños. Aunque


aparentemente nunca le agradó al castaño, tampoco entendía las razones, aunque no
dudaría en atribuírselas a su hermano mayor; pero justo ahora, no era el Taehyung que solía
conocer, era uno que reía escandalosamente al hacer el ridículo, enterrando su rostro en el
cuello del otro chico que le rodeaba dulcemente.

Con Jungkook, siendo envuelto por su esencia. Y juntos, no hicieron más que inspirarle una
extraña sensación que no supo si llamar complicidad o temor, que lo motivó a dejarles a
solas.

Comenzó a alejarse, podía volver después por su equipo, y él definitivamente no era nadie
para entrometerse en los asuntos de los demás. Se despidió de los chicos con un pequeño
movimiento de su mano, y salió por la puerta de atrás caminando lento hacia el frente.

La fuerte música resonaba también desde afuera del lugar. En medio del cambio de
períodos, el resto de estudiantes caminaba por los pasillos sin poner interés al estruendo del
interior. Entre ellos Seokjin, quien se movía presuroso buscando al resto del equipo; pero la
música y el estruendo lo atrajeron hacia la puerta principal del auditorio.

La música y las luces solo podían indicar que los fenómenos del teatro estaban ensayando. Y
Seokjin, él definitivamente no podía dejar pasar una oportunidad de tal magnitud para
burlarse de ellos y fastidiarles la existencia, como siempre.

Yoongi lo vio cuando dobló la esquina del corredor, de pie ante la puerta principal mientras
se debatía entre si acercarse o no. Tragó saliva, si Seokjin veía lo mismo que él vio, estaba
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seguro de Jungkook estaría jodido. Él y el acoso que había sufrido por años estaban seguros
de eso.

Así que reaccionando velozmente corrió de regreso a la parte posterior del auditorio.

El mayor alcanzó a verlo. Alzó una ceja, confundido y se acercó a la pequeña ventana del
auditorio en busca de algo para entretenerse, pero no esperaba ver tal escena.

Eran su hermano y su siamés, juntos como de costumbre. Bailando sin existir espacio alguno
entre ellos, frente a frente mientras Jungkook sujetaba de la cintura a Taehyung y el castaño
sonreía tímidamente intentando ocultar su felicidad.

Su hermano. El chico más insípido y raro de todos bailando y cantando en brazos de un


hombre. Realmente debía estar soñando o había enloquecido ya.

—¿Pero qué demonios...? —dijo por lo bajo.

Los chicos eran incapaces de verlo o escucharlo.

Ambos estaban clavados en el otro. Taehyung había perdido por completo la timidez y su
melodiosa voz había comenzado a acompañar la canción.

—"Don't go breaking my heart..." —cantó con fuerza sin dejar de ver al pelinegro.

—"...I won't go breaking your heart" —respondió señalándole, como queriendo decirle
exactamente eso. Que no se preocupara, que él no iba a lastimarlo, pero estaba más que
implícito.

Jungkook era incapaz de romper su corazón.

La canción terminó; el pelinegro se inclinó lentamente a su rostro. Realmente no importaba


si él pertenecía a esa realidad o no, inconscientemente comenzaba a importarle más el
destino de Taehyung que el suyo.

Estaban demasiado cerca. Taehyung tragó saliva pesadamente cuando el mechón oscuro del
chico se adentró en su campo de visión.
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Seokjin no entendía lo que estaba pasando, abrió los ojos a la expectativa de que no
sucediera lo que estaba pensando. Negó con la cabeza, y justo cuando creyó que iban a
besarse, las luces del interior se apagaron de pronto. Parpadeó repetidas veces, y dio un
paso hacia atrás en medio de su confusión.

Entonces, chocó con otra persona que inocentemente caminaba por el lugar. Desviando su
vista de los niños raros por un instante para ayudar al chico que empujó a levantar sus cosas,
apenado, pero más que eso, confundido. Dejando al chico convaleciente y molesto en el
piso.

Cuando finalmente pudo regresar su atención hacia el interior del auditorio ya no había
nadie allí. Incluso la música se había detenido, y todo se había sumido en una completa
oscuridad. Intentó abrir las puertas, pero fue imposible.

Definitivamente, estaba enloqueciendo.

Jungkook y Taehyung, ajenos al ataque de nervios de Seokjin estaban en el piso del


escenario, solo que ahora detrás del telón. Riendo.

—¿Por qué hiciste eso? Ahora me duele la espalda por tu culpa —recriminó Jeon al castaño.

—Lo siento. Creí ver a alguien espiando, y te empujé. Pero no esperaba que tuvieras tan poco
equilibrio como para hacernos caer a ambos.

—Claro, cúlpame a mí.

Ninguno de los dos tenían intenciones de levantarse.

Yoongi había bajado la palanca de la iluminación y estaba de pie cerca de ambos. Los había
salvado pero justo ahora era incapaz de moverse, cerró la puerta por dentro para proteger a
los muchachos de los peligros del exterior.

Negó con la cabeza sin entenderlo, encendió las luces que colgaban detrás del telón
suplantando a las estrellas como parte de la utilería. Dejando una tenue lumbrera sobre los
chicos, solo entonces y oculto en la oscuridad detrás de las cuerdas, se sentó en el suelo aún
aturdido.
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Taehyung volteó la cabeza para ver a Jungkook, armándose de valor para preguntar algo en
lo que había estado pensando durante días. Algo que había estado atrasando su
investigación.

—Jungkook... —le llamó— ¿Podrías ser sincero conmigo?

—¿Sobre qué? —dijo viéndole asustado.

—Tú... ¿Me viste al-alguna vez? ¿Sabes quién soy, es decir, cómo soy?

—¿Quieres saber cómo lucirás en treinta años?

—No, no. Yo quiero saber si soy... ¿Alguien importante?

No era capaz de decirle la verdad. Al menos no aún. —Exactamente, ¿Qué esperas que te
diga? ¿Acaso no eres tú quien habla de la fragilidad del tiempo y el azar?

—No lo sé. Es... una idea estúpida. Olvídalo.

—Ya basta, ¿A qué se debe tu repentino cambio de actitud? Has estado actuando demasiado
extraño .

—He tenido mucho en qué pensar.

—Vamos, dímelo ya. Sabes que puedes contar conmigo.

Taehyung se quedó callado, sin saber si era pertinente hablar de eso.

—¿Entiendes que estoy en un programa escolar especial, cierto? —Jungkook asintió—. Bien
pues... hace meses llené la solicitud de diferentes universidades. Y yo...

—¿Y tú...?

—En la correspondencia de esta mañana habían exactamente cinco sobres para mí.

—No lo entiendo, ellos... ¿Te rechazaron? —confundido—. ¿Es por eso que estás así?

—No me atreví a abrirlos.

—¿Qué? ¿Por qué? Taehyung, eres el chico más inteligente que conozco estoy seguro de
que...
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—Sí, yo también estoy seguro de que entré. Pero no creí que pudiera, ya sabes, lograrlo.
Cinco sobres de ese tamaño significan que entré a más de una en distintas especialidades. Y
yo...nunca he sido bueno tomando decisiones.

—¿Por eso esperabas que yo te dijera qué dirección tomar? —Jungkook se esforzaba por
hablar. El nudo que se formó en su estómago creció hasta alojarse en su garganta.

¿Cómo decirle? ¿Cómo decirle que ni siquiera llegaría a la maldita graduación?

Taehyung tenía más futuro de que él tendría alguna vez, y aún así no tenía nada.

—Te dije que era estúpido, lo siento.

—No, no lo es. —Suspiró cansado—. El problema es que... yo no te conozco en el futuro. Lo


poco que sé es gracias a que Seokjin... suele hablar de ti.

—Hablar de mí... —se burló— quizás en tu época aún me detesta. Es por eso que no me
conoces.

—¿Por qué te detestaría?

—Eso es otra historia.

—Taehyung, sé racional. Él no te odia, eres su hermano nunca podría hacerlo, él... quiere y
querrá más de lo que imaginas. Él te extraña muchísimo —se atrevió a decir.

—Como tú a tu padre —soltó de pronto.

—¿Qué intentas decir?

—Tu reacción al estrés.

—¿Qué tiene que ver eso con mi padre?

—El último experimento... Estabas asustado, entraste en un estado recesivo por el estrés,
pero, ¿Cómo es que tu familia te llevó a eso? Nunca creí... que hubiera una reacción tan
fuerte.

Jungkook soltó una pequeña risa. —No necesitas usar palabras técnicas para preguntar eso.

El castaño suspiró cansado y se atrevió a reformular sus pregunta.


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—¿Extrañas a tu familia? Es decir, ¿Extrañas a tu padre?

—No.

—No trates de evadir mi pregunta, Jungkook.

—No lo hago. Pero ¿Alguna vez... te has sentido como un error? —preguntó, a lo que
Taehyung negó lentamente—. Yo... pasé sintiéndome así por mucho tiempo. Y la noche del
experimento volví a sentir eso de nuevo.

—¿A qué te refieres?

—Se sintió muy real, ¿Sabes? Era como volver a vivirlo. En medio de los gritos, y del caos,
como una película donde mi yo de siete años era el actor principal.

—Un recuerdo lúcido...

—No, Taehyung. Era como si yo... estuviera allí otra vez. No solo pude verlo, pude
experimentarlo. Lo viví de nuevo. No lo sé, olvidé por unos minutos cómo moverme, olvidé
incluso que yo era un adulto, perdí la conciencia. Fue como si... los últimos diez años de mi
vida nunca hubiesen sucedido.

—¿Entiendes lo que dices? Tú... nosotros, ¿Entramos a tu subconsciente?

—Creo que fue más que eso.

Taehyung abrió la boca sorprendido. ¿Trasladar su conciencia era posible?

Controlarla hasta un punto circunstancial en donde nunca cayera al lago podría ser una
solución aún no explorada, pero eso significaría que olvidara cualquier suceso sucedido
fuera de la línea actual. Después de todo, el pasado de Jungkook era el futuro de Taehyung y
parecía ser una buena hipótesis para el castaño.

Debía ponerse a trabajar de inmediato. Apretó la mandíbula y pensó en ello como un plan de
reserva. La respiración del chico caía leve, estaba callado, Taehyung notó su distancia y se
conmovió de ella, pues Jeon no necesitaba una solución justo ahora, en ese momento,
necesitaba un amigo.
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La mirada de Jungkook se había llenado de duda, demasiado evidente pese a la poca luz,
pero eso no evitó que Taehyung le viera con empatía.

—Jungkook... —dijo— eso no contesta mi pregunta inicial. —El muchacho le vio sin dejar de
divagar entre sus ojos y sus largas pestañas—. ¿Extrañas a tu padre?

El pelinegro se contestó a sí mismo antes de darle una respuesta.

—Extraño la idea de él. Quizá solo extraño ser crédulo y soñar con el día en que nosotros tres
fuéramos una familia como las demás. Yo... extraño la idea de pensar que me quería.

—No lo necesitas, Jungkook. Tienes a tu madre, él nunca ha sido indispensable.

—No es cierto. Pensé que estábamos bien, que ambos éramos suficientes para el otro y luego
ella encontró a alguien que realmente la hace feliz. Ambos son felices por su cuenta,
supongo y yo... soy egoísta, y solo quiero que todo esto acabe para poder seguir con mi vida
en paz. A veces... quisiera ser feliz como lo son ellos.

—Creo que debería dejar de hacer preguntas estúpidas...

Jungkook negó con la cabeza. Sentándose sobre la madera, Jeon pudo entonces observar a
Taehyung desde arriba al estar a su lado.

—Gracias, Taehyung.

—¿Por qué me agradeces? —confundido.

—No lo sé, se supone que yo debería ayudarte a ti y tú... te enfocas demasiado en mí. Eres...
la primera persona a la que le importa cómo siento en algún tiempo.

—Supongo que estar contigo me vuelve un poco sentimental —dijo Taehyung, Jungkook
colocó una mano sobre el pecho del castaño.

—Tú haces que sea más humano —confesó Jungkook—. Es... una cadena, me temo, pero no
tengo idea de cómo manejarla.

—¿Manejar qué cosa?

—Mi mente. Demasiados sentimientos y poca inteligencia.


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—Esa es la razón por la que te gusta estar conmigo, soy tu antítesis, demasiada inteligencia y
pocos sentimientos.

—Eso explicaría mucho. Me convierte en el polo opuesto de tu vida, y ya sabes lo que dice el
magnetismo sobre eso.

—Polos opuestos se atraen, ¿Es eso lo que intentas de decir, Jungkook?

—Intento hacer un piropo científico para ti.

Taehyung soltó una carcajada instantánea, mostrando su espectacular sonrisa, cuando las
palabras del otro le hicieron sonrojar —Eres un tonto, Jungkook —dijo intentando ocultar la
vergüenza en sus mejillas rojas.

Jungkook podía verle sonreír y no alcanzaba a comprender cómo era posible que la
humanidad entera se hubiese privado de algo tan espléndido como Kim Taehyung.

Cómo era posible que de entre millones de habitantes en la tierra, ni una sola pudo ser capaz
de observar al castaño como él. Tan de cerca, y de sentir su mirada únicamente solo para él.

Jungkook sabía que no debía excederse, que tarde o temprano debía regresar a su época.
Pero el tiempo de Taehyung estaba contando y si no era él aquel que hiciera valer la
juventud del castaño, ¿Entonces quién?

Taehyung se acomodó en el suelo, sentándose y sosteniendo su peso con ambos brazos


detrás de él. Entonces Jungkook se inclinó lentamente; apoyando su antebrazo en su pecho
antes de llevar su rostro hasta el del Taehyung cuando se atrevió a besarlo, dejando un corto
beso en sus labios, fugaz al separarse ligeramente para detenerse a verlo y constatar que el
castaño había cerrado los ojos.

Su pecho se encogió de ternura. Taehyung siempre temblaba cuando le tenía cerca, nervioso
de sus actos y de su libre devenir. Asustado al no tener el control de sus actos y las nuevas
sensaciones que experimentaba.

Sus labios se humedecieron cuando la lengua del pelinegro jugueteó con ellos adentrándose
poco a poco en su boca, en medio del roce entre ambos, Jungkook movió su mano hasta el
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cuello del chico para sujetarlo contra él con fugaz descaro al sentir a Taehyung y sus ansias
de devolver el beso sin experiencia verdadera.

Sonrió en medio de un pensamiento egoísta que quiso ocultar, al saber que esos besos eran
solo suyos. Jungkook quería desafiar al sudor y a la sangre por esos labios, con descaro
cuando mordisqueó el labio inferior del Taehyung causando que el sabor de su saliva se
volviese ligeramente amarga.

Taehyung se separó de él de pronto; y sus ojos a través de los cristales de sus anteojos
lucieron enormes al abrirse.

—¿Acabas de morderme?

—¿Oops?

—Debes aprender a controlar tus...—Jungkook llevó su dedo índice a la boca del muchacho
para callarlo.

—Antes de que digas algo más quiero que sepas que todo eso fue completamente
intencional.

—¿Lo fue? ¿La fuerza sobrenatural del destino no fue quien te obligó a hacerlo esta vez? —
bromeó Taehyung.

—Esa noche también quería hacerlo, aunque justo ahora no recuerdo bien qué hacíamos allí.

—¿Cómo que no? La cita de Seokjin y tu madre, nosotros la arruinamos, ¿Recuerdas?

—¿Cuál cita?

Taehyung comenzó a alterarse, saliendo abruptamente de la burbuja en la que pareció


absorto minutos antes.

—El beso en el mirador, su primer beso, ¿No lo recuerdas? Dijiste que sunhee y Seokjin
hablaron sobre eso en el auto. Tú estabas allí y...

Jungkook sacudió la cabeza confundido. Sí, él tenía un recuerdo como ese, pero ahora, en su
memoria ya no estaba aquella montaña en las palabras de Seokjin sino la puerta de la casa
de la familia que alojaba a su madre.
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—Yo... solo recuerdo nuestro beso. Sé que los seguimos y lo que hicimos pero no puedo
recordar haber hablado sobre un beso entre ellos allí antes...

—Tus recuerdos cambiaron. ¡Maldición! ¿Lo captas?

—¿Captar qué cosa?

—¡Logramos cambiar la historia, Jungkook!

—¿Y por qué demonios no puedo recordarlo y tú sí?

—Soy un tercero, y soy ajeno a los acontecimientos de tu vida.

—¿Significa que puedo arreglar la historia después de todo?

—No lo sé, pero tenemos que averiguarlo. —El timbre que marcaba el final de las clases sonó,
anunciándoles a ambos que era hora de marcharse, Taehyung se levantó de prisa. —Dejé mi
libreta en el casillero, iré por ella y te veo luego.

—¿Irás a anotar lo que dije, cierto? —preguntó con una ceja enarcada.

—Por supuesto que sí —dijo antes de comenzar a caminar, se veía feliz y Jungkook no pudo
evitar sonreír al pensar que él contribuyó para lograrlo.

La esperanza de salvarlo se abrió nuevamente ante él y se aferró a ella aunque no debió


hacerlo, porque quería creer en un final donde él era un héroe.

En sentido estricto, la conciencia es la creadora del universo. Y el amor es una perspectiva


que muestra lo valioso de las cosas incluso más aparentemente insignificantes, más
adversas en nuestra vida.

La metafísica del amor es explicar lo inexplicable para materializar lo abstracto en palpable


devoción.

Jungkook se levantó para seguirlo; pero al hacerlo alguien más le tomó del hombro antes de
que lograra salir.

Retrocedió asustado; y su expresión de temor no mermó incluso cuando reconoció a Yoongi


a su lado.
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—Oh, mierda —dijo el pelinegro.

—Deberían ser más cuidadosos —le dijo serio.

—No-o, no es lo que parece —intentó negarlo pero no serviría de nada. Genial, una memoria
más arraigada a la línea temporal.

—No soy estúpido, yo los vi —vaciló antes de seguir hablando—. Ustedes dos... me deben
una.

Jungkook asintió aliviado. Bueno, al menos eso significaba que Yoongi era parte de su
equipo ahora.

Y sí, Taehyung iba a matarlo.

...

A la salida de la escuela Kim Namjoon esperaba dentro del auto estacionado mientras bebía.
El ron lo mantenía alerta, o al menos eso era lo que él creía.

La risa de todos esos adolescentes pretenciosos le irritaba. La juventud que poseían era un
tesoro desperdiciado que él nunca podría ser capaz de poseer de nuevo.

Un par de semanas más y tendría cuarenta y seis años. Y aunque sonara vano, Namjoon no
podía evitar sentirse abrumado en medio de la multitud de jóvenes que salían
deliberadamente del edificio.
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Quizá su experimento tenía un trasfondo más egoísta que científico. Pero preferiría
mantenerse alejado de tales pensamientos.

Alguien abrió la puerta del auto por fuera, y luego otra persona entró acomodándose en el
asiento del copiloto del vehículo.

—¿Por qué tardaste tanto, Park? —preguntó exhausto.

—Un idiota me empujó en el corredor, hizo que me retrasara.

—Ah —desinteresado—, ¿Conseguiste algo importante?

—Hola, Jimin. ¿Cómo te fue en tu primer día en la escuela? —dijo el muchacho


sarcásticamente—. Oh, gracias por preocuparse, profesor. Fue un día asqueroso y no
averigüé ni una mierda si es eso lo que quiere saber.

Namjoon suspiró, la juventud era agotadora.

—Lo siento. ¿Qué tal tu primer día?

Al mayor no le fue difícil falsificar un acta de nacimiento para hacer pasar al muchacho como
su hijo, con sus influencias y el rostro casi infantil que tenía el veinteañero. Después de todo,
trabajaban para el gobierno. ¿Quién podía negarles algo?

—Horrible. ¿Ya mencioné que este es un terrible plan? Estamos perdiendo tiempo valioso
que podríamos utilizar analizando el jodido radar.

—Oh, vamos. No puede ser tan malo, solo debes acercarte al equipo de ¿béisbol? —dudó— e
identificar a nuestro sujeto, o al compañero en su defecto. Haz amigos, no sé, actúa como un
niño normal.

—No soy un niño. Profesor Kim, ¿Esto es realmente necesario?

Jimin frunció el ceño de forma cansada, bajando las comisuras de su boca en señal de
protesta.

Namjoon sacudió la cabeza al verlo, lo más cerca que estaba de poseer la juventud que ya no
tenía era dudar ante su pupilo.

—No soy tu padre, Park. Soy tu jefe, y si yo digo que es necesario lo es.
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Jimin suspiró. —Lo haré —dijo sin estar convencido—, Solo porque realmente quiero saber
qué demonios salió del agujero de gusano en el lago.

—Bien, solo intenta estar alerta.

Jimin se cruzó de brazos. Esto le parecía demasiado estúpido, tenía malditos veinticuatro
años, ¿Qué caso tenía mezclarse con todos esos pubertos? Y peor aún, ¿Cómo era que podía
encajar? Su estatura y sus facciones parecían jugarle en contra. ¿Cómo podía parecerles un
niño? Incluso el profesor Kim lo pensaba, y eso era bastante malo, bueno, al menos para sus
recientes intereses.

Namjoon encendió el motor del auto. Y marcó la reversa para salir del espacio en el que
estaba estacionado.

Volteó a ver a Park de reojo mientras el otro veía molesto hacia el frente. Estando aún en
terreno escolar, condujo lento mientras luchaba por no estresarse al ver a tantas personas a
su alrededor.

No podía evitarlo. El contacto humano no era lo suyo, tampoco la lentitud.

—Ese idiota... —masculló Jimin llamando su atención.

—¿Qué? —dijo sin entender su molestia concentrada en un punto más allá de la ventana.

—Nada es solo que... ese es el tipo que me empujó. Parecía agitado, y luego se fue corriendo,
un completo lunático.

Namjoon concentró su visión en la misma dirección que Jimin al maldecir. Era un grupo de
jóvenes charlando sobre un viejo auto, no le pareció la gran cosa hasta que su mente
encontró un detalle que no pudo ignorar.

Cinco muchachos portando orgullosamente la chaqueta del equipo de la escuela, y en medio


de ellos, uno que resaltaba significativamente por la ausencia de tal prenda.

—¿Te refieres al chico castaño, alto, sin chaqueta? —Jimin asintió. Sin comprender su
repentino interés, no hasta que Namjoon entrecerró los ojos intentando ver con mayor
claridad.
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—Sí... ¿Qué tiene de especial?

La mente del moreno creó dentro de sí una brecha con la ligera posibilidad de encajar sus
piezas.

—Necesito que te acerques a ese auto. Y si la maldita ventana está rota... tendrás que
pedirme perdón.

—¿Qué? No, no lo haré. ¿Qué intenta probar?

—Que yo tenía razón y estar aquí no es una pérdida de tiempo. Solo hazlo o iré yo mismo. —
Detuvo el auto repentinamente y abrió la puerta para salir del vehículo.

Jimin lo tomó del brazo para detenerlo.

—No. ¿Qué le sucede? No irá a ningún lado, profesor. Es demasiado sospechoso, está
borracho como siempre y está usando su bata, por un demonio.

—Entonces baja del estúpido auto y ve a revisar tú mismo la ventana.

—Cada día está más loco. Vámonos ya, haré la jodida investigación pero no justo ahora, por
favor.

En medio de su forcejeó, ninguno de los dos notó que el grupo de jóvenes se había
dispersado para subir al vehículo y de entre todos ellos, aquel que creían era el dueño subió
exactamente en el lugar del piloto.

Amante de la velocidad; el muchacho aceleró saliendo del espacio designado para avanzar
por el estacionamiento.

Namjoon se soltó del agarre del muchacho; salió ligeramente del vehículo para poder
visualizar al otro auto a alejándose y se jactó mentalmente alzando la cabeza.

La ventana trasera tenía cinta adhesiva y la ausencia de un vidrio le hizo cuestionarse su


verdadera locura.

—Te lo dije, Jimin. Es el auto.

—¡Genial! Un auto viejo y un chico sin chaqueta en un día caluroso. Le entregaré su Nobel
cuando regresemos a casa. —Rodó los ojos.
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—Debemos vigilar a ese chico.

—¿Qué caso tiene?

—Él... probablemente sepa más de lo que debería.

—No. —¿Cómo era que alguien tan inteligente como él podía apostar todo basándose en una
suposición tonta? —Por favor, debió ser una coincidencia.

—Créeme, Park. Nada pasa por coincidencia. La vida se basa en acción y reacción.

Ambos se vieron entre sí creyendo haber encontrado el camino hacia el conocimiento. Sin
saber que aquel joven Seokjin no tenía ninguna relación con su fugitivo experimento.

O bueno, al menos no tenía idea del problema al que su hermano acaba de arrastrarlo,
cuando dos lunáticos comenzaron a seguirlo esa tarde.

Tomando el lugar de Taehyung quien pasó al lado del auto del profesor y su pupilo sin
despertar interés alguno, y sonriendo después de actualizar su amada libreta.

Jeon Jungkook y el subconsciente como punto en el espacio:

Experimento no. 1

La capacidad de materializar situaciones y/o realidades es una posibilidad a explorar.

El sujeto se ve afectado por la descarga eléctrica provocada por la aceleración de su ritmo


cardíaco y el estrés. Generando espasmos, pérdida del conocimiento y apnea.

Su cuerpo parece ser inmune a la electricidad. ¿Cómo consiguió tal característica?

Cambios en su memoria y subconsciente.

Alucinaciones.

Pérdida parcial y momentánea de las capacidades motrices.

Daños físicos: Ninguno.

Daños psicólogos: Pertenecientes a la infancia; sin relación al experimento.


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Miedo.

Yo tengo miedo.

Él siempre me observaba demasiado. ¿Por qué lo hace? ¿Será acaso que se siente atraído
hacia a mí?

Pd: Mi labio está hinchado.

Capítulo Siete
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por Incompletelyrics

07.

Septiembre, 2018.

Las primeras horas del primero de septiembre significaban para Jungkook estar un paso más
lejos de su primer aliento. Un paso más adelante hacia el último de sus días.

Abrió los ojos esa mañana en medio de un gran silencio y del frío de su habitación.

La ventana y la puerta estaban abiertas, las luces encendidas. Suspiró a sabiendas de lo que
eso significaba: estaba solo en casa, otra vez.

Se había vuelto rutinario, y Jungkook, quién nunca se sintió a gusto en soledad, optó por
mantener la iluminación de la casa encendida durante la noche, para no sentir temor al
dormir. Encontrar todo intacto al despertar era más tétrico de lo que debería.

Se levantó; apagó el radio de su habitación y caminó hacia el baño para tomar una ducha.
Una larga y helada que sintió durar horas hasta que finalmente salió de ella, vistiéndose con
su uniforme escolar lentamente, sin presión alguna por avanzar.

El dinero de su almuerzo estaba en el desayunador de la cocina como era costumbre. Al bajar


lo tomó, y guardándolo en el bolsillo de su chaqueta salió de casa en dirección a la escuela,
con su mochila en el hombro, y la música que fluyó de sus audífonos minutos después.
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Desde el trayecto en autobús, y por los pasillos de la escuela el ambiente era lúgubre, quizás
producto del frío, o quizá de los esqueléticos pensamientos que esa mañana le
atormentaban.

Se sentía irrelevante. Y de hecho, lo era.

Apagó su celular antes de entrar a clases; después de hacerlo e ingresar a su salón el día
avanzó con pereza. Jungkook mantuvo su vista clavada en la fecha anotada en la pizarra
durante mucho tiempo en un estado de frustración perenne.

1 de septiembre. Su cumpleaños, y hasta el momento, no parecía ser más que un día


cualquiera.

Para cuando el timbre del almuerzo sonó y todos sus compañeros comenzaron a retirarse
Jungkook se quedó en su pupitre con la cabeza gacha y la vista en la madera.

Volvió a encender su teléfono; no había en el ni una llamada, ni un solo mensaje, y pese a


que intentó con todas sus fuerzas contener sus deseos de pedir atención a gritos, no pudo.

Abrió el marcador de su celular y marcó el primer número que apareció en él esperando que
la línea se abriera, cuando lo hizo y escuchó esa voz, se arrepintió al instante.

—¿Hola? ¿Quién habla? —Estaba borracho, lo sabía al reconocer la respiración pausada.

—¿No sabes quién soy? —dijo desganado.

—No conozco este número, ¿Quién eres?

Quiso colgar pero no pudo, la esperanza lo motivaba pero más que eso, lo mantenía
agonizante.

—Papá, soy yo, Jungkook...

—¡Oh, hijo! Debí saberlo —su voz se volvió ambigua, el pelinegro no sabía cómo sentirse
respecto a eso—, dime, a qué debo el honor de que recuerdes a este viejo.

—Yo... quería saber si irás a casa, por mi...—tomó aire— por mi cumpleaños.

—¿Cuándo es?
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—Mañana —mintió. Tener que recordarle su nacimiento a su propio padre era bastante
patético.

—Oh, demonios, no. Como lo siento, Jungkook, estoy fuera de la ciudad en un viaje de
negocios y siendo realmente sincero no sé cuándo volveré.

No tenía sentido. Sin importar la fecha que dijera, él no estaría allí, ya debería saberlo.

—No te preocupes, lo entiendo. En realidad no importa —dijo sin ánimos de confrontarlo.

—Te traeré un recuerdo de la ciudad en donde estoy. ¿Qué tal un llavero?

Fingió una risa mientras apretaba entre sus manos las llaves en su bolsillo. —Eso sería
increíble, gracias. —Sí, tenía otros tres llaveros ya.

—Está bien, te veré la próxima semana entonces, Jungkook. No puedo creer que ya eres todo
un hombre de...

—Diecisiete...

—Todo un hombre de diecisiete años, maldición, ¿Cuándo creciste tanto?

Jungkook no volvió a reír. Tragó saliva pesadamente y se limitó a terminar la conversación.

—Adiós, papá —dijo desganado y cortó la llamada. No debía seguir escuchándolo, no quería
hacerlo.

El salón y los pasillos estaban vacíos. Tomó sus cosas; le importaron una mierda los cursos
que debía tomar después del almuerzo. Él quería salir de allí, necesitaba hacerlo.

Salió la escuela un par de horas antes. Entonces corrió, corrió sin detenerse, sin dirección, sin
querer pensar.

Cada paso que daba le recordaba la irrelevancia de su existencia. Su inteligencia se sentía


aplastada por un ego retorcido y la necesidad de ser escuchado.

Un problema moderno, la soledad constante. Y la idea de un descanso eterno cuya juventud


abrazaba de la forma más desesperada posible.
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Trataba de no ser sentimental, nunca lo fue particularmente; pero en ese punto, lo único que
quería era ser notado por alguien, era lo único que pedía y anhelaba. Aunque aparentemente
el afecto parecía ser más inalcanzable de lo que él creyó.

Solo e invisible, Jungkook era invisible ante las personas que amaba. Y quizá, sin saberlo, se
volvía insignificante para sí mismo también, porque cada vez, le importaba un poco menos la
idea de despertar al día siguiente.

La tarde de su cumpleaños número diecisiete regresó a casa con la esperanza de encontrar a


su madre con a un cálido recibimiento, una sonrisa y un te quiero; pero en su lugar, encontró
la calefacción apagada y un silencio abrumador.

Caminó hacia la cocina; buscó un tazón para poder servir un poco de cereal en el, solo para
darse cuenta de que ni siquiera había leche en casa y que la nevera estaba desconectada.

Diez cumpleaños seguidos olvidados eran todo lo que tenía; justo allí, a punto de llorar en
soledad, Jungkook cerró los ojos y deseó con tantas fuerzas que su cumpleaños dieciocho
fuese diferente, él mismo lo haría ser diferente.

Tragó seco cuando comenzó a llorar; en su teléfono había un mensaje de texto de su madre,
uno que decía que ella llegaría tarde de nuevo a casa esa noche.

—El próximo año será diferente, Jungkook —se dijo a sí mismo para alentarse y detener sus
malos pensamientos—. El próximo año.

Como un árbol que cae en medio del bosque hace ruido aunque no sea escuchado. La
esperanza de la juventud se apaga aun cuando no hay nadie para verla perecer.

Después de todo, la existencia es insignificante y la ilusión vana.

1 de septiembre de 1986.

121 días antes de.


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Jungkook abrió la cortina de la habitación de Taehyung cuando los primeros rayos de sol
brillaron a través de la ventana. Y encendió el estéreo con el volumen a máxima potencia,
estaba cantando.

Hoy sería un gran día, Jungkook estaba seguro de eso. La música a través de las bocinas que
inundaron el ambiente de sonido, y su sonrisa hacían evidente su extraña felicidad.

Se había duchado y vestido desde muy temprano con la ropa nueva que Taehyung había
comprado para él y que había estado reservando.

Porque sí, después de que Seokjin se diese cuenta (un mes después) de que Jungkook
utilizaba sus pertenencias, no tuvieron más opción que ir de compras y gastar toda la
mesada de Taehyung en un montón de ropa que ni siquiera era para él.

—Maldición, ¿Podrías callarte? —dijo Taehyung desde la cama, intentando cubrirse el rostro
con su sábana.

Jungkook sonrió al encontrarlo despierto y se dejó caer sobre él para molestarlo.

—Buenos días, dulzura. Ya es hora de levantarse.

—¡Aléjate de mí, idiota! Me estás aplastando.

—¿Por qué tan agresivo? ¡Vamos, levántate! ¡Hoy es un día especial!

Taehyung apretó los ojos. Se sentía cansado, su sistema inmunológico parecía jugarle en
contra, la nariz roja y las lagañas de los ojos solo podían significar que la temporada de
alergias había comenzado y que él era sería, como siempre, su principal afectado.

El otoño estaba demasiado cerca; el inicio de septiembre marcaría el próximo cambio de


estación, y de color, cuando los árboles de California comenzaran a tornarse ocres.

—Sí, lo es, es la primera vez en semanas que puedes despertar temprano y por ti mismo.

—Estás siendo demasiado grosero, pero está bien, lo dejaré pasar por esta vez.

—No tienes respeto por mis pocas horas de sueño, ni mi espacio personal; creí que ya tenías
claro que no soy muy amable al despertar.
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—Despierto todos los días a tu lado, créeme, la percepción que tengo de ti durmiendo es
muy diferente a lo que piensas.

—Por comentarios como esos las personas malinterpretan nuestras conversaciones.

—Oh, cállate. Soy gay, todo lo que haga será malinterpretado.

—Pero yo no, y tú me arrastras contigo.

Jungkook alzó una ceja para él, burlándose.

—Oh, pequeño Taehyung. Estoy seguro de que estás más de este lado que yo mismo y no lo
digo sólo por mí, sino porque tengo un sexto sentido que me dice cuando alguien es de los
míos. Así que deberías callarte y anotar en tu libreta algo como "Kim Taehyung, y su latente
homosexualidad".

Estuvo a punto de insultarlo; pero notó un detalle importante. —Alto, ¿Estuviste leyendo mi
libreta? —preguntó alterado—. ¿Cuándo? ¿Cu-cuánto leíste?

—Hace un par de días, leí pocas páginas, en realidad. Me aburrí tras leer la primera
evaluación sobre mí que tenías en ella; pero —hizo una pausa dándole énfasis a la última
palabra dicha— actualicé la hoja de mis datos personales.

—Sabes que tienes prohibido tocar mi libreta.

—Lo hice por una buena causa.

—Eres un...

—Soy un grindr humano.

—¿Un qué?

El pelinegro rio por lo bajo, le divertía mucho jugar con su inteligencia. —No lo entenderías;
de todas formas, eso no importa, en realidad, estoy esperando a que me felicites.

—¿Felicitarte? ¿Por qué?

—¿En serio no sabes qué día es hoy? ¡Lo anoté en tu calendario!

Taehyung ladeó la cabeza confundido cuando preguntó y su expresión se volvió seria.


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—¿Lunes?

Jungkook chasqueó con la lengua. Haber usurpado ese cuaderno no había servido de nada,
aún así no iba a ser notado.

Sonrió desganado levantándose de la cama.

—No —aclaró la garganta—, pero es una tontería de todas formas.

—Jungkook...

—Deberías bajar; tus padres quieren despedirse de ti. Nos llevarán a la escuela de camino al
aeropuerto —dijo antes de abandonar veloz la habitación.

Taehyung apretó los ojos. Había estado distraído toda la semana, tanto como para olvidar
los detalles a lápiz de su calendario, no notar la ausencia de su libreta robada o recordar que
sus padres viajarían ese día por la mañana.

Llevaba un par de días intentando avanzar con su investigación; pero no podía. Siempre
había algo que le hacía perder el rumbo, desde Jungkook dibujando sobre sus planos, hasta
el mismo pelinegro obligándole a salir de casa para saltar la cuerda en el jardín.

Parecía estúpido de pensar, pero en realidad Jungkook había dejado de lucir preocupado
por su realidad, como si inconscientemente no quisiera irse . Y quizás, una parte de
Taehyung estaba disfrutando mucho de su compañía.

Pero sabía que no debía centrarse demasiado en el chico y que, tarde o temprano, todo
volvería a tomar su curso.

Agitó la cabeza y se sentó frente a su escritorio.

Paradojas; contradicciones. Hablar de una segunda o incluso una tercera realidad era
ampliar la posibilidad de una solución relativamente correcta.

Eso lo llevaba a pensar en la física cuántica y concluir en ellas mientras mordía el borrador
de su lápiz.
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Emitir energía y absorber radiación. ¿Cómo demonios plantear siquiera una jodida hipótesis?
No tenía ni idea de cómo iniciar con la ecuación, su cabeza iba a estallar, y casi podía ver al
póster de su poderosísimo Einstein pegado en su habitación burlarse de él.

Dado el resultado del primer experimento, necesitaba un lugar el doble de grande que la
bañera para contener la energía de Jungkook, algo como el lago, pero a menor escala; pero
eso era algo que debía pensar después.

Abrió su libreta para revisar sus cálculos anteriores; al hacerlo, una página doblada llamó su
atención, dado que él difícilmente marcaba de esa forma las cosas.

La hoja de información general de su sujeto de prueba ya no lucía tan pulcra como él la había
redactado. Había pequeños dibujos de zanahorias a lápiz adornando el nombre del
pelinegro y anotaciones que él no había hecho.

Sonrió sin pensarlo. Y releyó aquella información que creyó no era lo suficientemente
relevante.

Jeon Jungkook; peso: 66 kg; altura: 178 cm.

Cabello negro, lacio, ligeramente largo.

Extremidades superiores e inferiores no presentan alteraciones o dificultad de movimiento.

Habilidades físicas y cognitivas en buen estado.

Actualización(:

Lugar de nacimiento: Busan, Corea del Sur.

Fecha de nacimiento: 1 de septiembre de 2001.

Signo del zodiaco: Virgo.

Colores favoritos: Negro, violeta, negro, blanco, negro y negro.

Comida favorita: Patatas al vapor, arroz y zanahoria rayada. Vegetariano, odia la soya. (?

Libro favorito: El retrato de Dorian Grey.

Deportes: Béisbol, natación, gimnasia y atletismo.


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Hobbies: Cantar, leer manga, tejer y dibujar.

Debilidades: Tu mirada.

Volvió a sonreír, ¿Por qué demonios Jungkook anotó todo eso? Nada de eso era importante,
pero sí bastante específico y la lista seguía por un par líneas más que incluían programas de
televisión que no conocía, y nombres de artistas que no entendía. Porque Taehyung no tenía
ni idea de qué era un "Brittney Spears" o un "Teen wolf".

Taehyung siguió leyendo hasta que un detalle que pasó por alto llamó de nuevo su atención.

Regresó la vista a las primeras anotaciones y luego levantó la cabeza para constatar en el
calendario el primer recuadro del mes de septiembre encerrado en un círculo.

Era hoy. Era su cumpleaños. Su cumpleaños dieciocho.

Bueno, técnicamente estaba a quince años de nacer y luego a otros dieciocho de llegar a su
cumpleaños, pero esos solo eran detalles. ¿Cierto?

Taehyung se abofeteó mentalmente por pensar en cálculos estúpidos en ese momento, y se


acomodó sus anteojos recapacitando.

Jungkook realmente no hablaba demasiado sobre sí mismo a menos que se lo pidiera; el


hecho de querer ser notado esta vez hacía bastante evidentes sus verdaderos deseos.

Así que, hipotéticamente hablando, si Jungkook estaba igual de emocionado que él por su
cumpleaños, lo más probable era que extrañase su hogar y la probable celebración que
recibiría de parte de su familia.

Se conmovió porque no sabía la verdad y divagó un par de segundos pensando en el


brillante futuro de Jungkook. Entonces, pensó en que era su deber como anfitrión y adulto
encargado hacer algo especial por él.

Ah, y sí, se distrajo de su investigación otra vez.

Le tomó un par de minutos y una hoja de su libreta reorganizar su día por completo. Una
idea se había apoderado de su mente, y teniendo el nombre del pelinegro en ella, nada
podría sacarla de allí.
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Quizá solo quería distraerse de su misión real, o quizá Jungkook le importaba demasiado.
Probablemente ambas, pero eso era algo que no le interesaba descubrir.

Tomó una toalla y la frotó sobre su cabeza, despeinando aún más su cabello. Después corrió
hacia el baño para mojarse ligeramente el rostro. Solo entonces, y estrechando sus ojos,
decidió salir de su habitación fingiendo temblar de frío mientras se aferraba a una manta.

Bajó al primer piso y analizó fríamente la situación.

Seokjin parecía ayudar a su padre a llevar las maletas al auto, mientras Jungkook intentaba
convencer a su madre de que el tocino no era indispensable en el desayuno mientras
charlaban.

Entonces, puso en acción su plan.

Pastel de zanahoria; fase uno: Limpiar la madriguera.

Entró a la cocina con una manta sobre su espalda, temblando. Su madre se removió
preocupada al verlo, y se acercó a él rápidamente. Notó la confusión de Jungkook en su
mirada mientras su madre tocaba su frente examinándole.

—Oh, por todos los cielos, Taehyung. ¿Te encuentras bien?

Carraspeó con la garganta. —Sí, mamá. Son solo las aledgias. Ya sabes, otoño.

—Tu sudor está helado —dijo ella, comenzando a angustiarse—. Creo que quizá deberíamos
llevarte al doctor antes de marcharnos.

—Oh, no. Es su anivedsadio —no pronunciaba la "r", porque en su mente eso hacía lucir más
real su constipada nariz, y de hecho, funcionaba—. No quiedo que se peocuoen pod mí.

—¿Estás seguro?

—¡Sí! Solo me quedadé aquí, y descansadé un poco.

—Me quedaré contigo —intervino Jungkook. Cayendo ante su, según él, excepcional
actuación.

—¡No! —carraspeó luego de gritar— digo, no, está bien, ve a la escuela.


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—¿Faltar no afecta tu récord de asistencia o alguna de tus clases? —preguntó su madre no


muy convencida.

—En lo absoluto.

Su padre apareció detrás de él con las manos en los bolsillos de sus bermudas, y sus
sandalias con calcetines.

—¿Qué sucede aquí y por qué no están todos en el auto? —Tomó su sombrero de playa del
perchero—. En realidad no me importa, pero quién no salga en cinco minutos se va corriendo
detrás del auto.

—Tu hijo está enfermo, viejo ridículo, ten un poco más de consideración —le reprendió su
esposa.

—Pues que sea un chico normal y vuelva a la cama. Déjalo descansar, el mundo no terminará
si falta a la escuela un día.

Seokjin escuchaba la conversación desde la puerta principal sin prestar demasiada atención
en realidad, preocupado por sus propios problemas. Taehyung siempre había tenido un
sistema inmunológico débil, verlo enfermo era habitual, ¿Por qué tanto alboroto?

—¿Estás seguro de que puedes quedarte en casa solo? —preguntó su madre por última vez a
lo que Taehyung asintió, ella besó su frente—. Está bien, te veré el sábado —dijo, antes de
alejarse de él.

Jungkook dudó en acercarse cuando Taehyung evitó su mirada alejándose de él y luego


finalmente solo decidió seguir a los señores Kim hacia el auto, el castaño parecía querer
estar lejos de él, y en realidad, Jeon también necesitaba estar solo.

Seokjin se levantó del sillón para seguirlos; pero antes de que pudiera avanzar, su hermano
le tomó del brazo, llamando su atención forzadamente.

—Esto es lo que va a pasar —ordenó Taehyung con gélida voz.

Pastel de zanahoria, fase dos: Planear la distracción.

—Oye, ¿Qué demonios? —dijo al ver al castaño de pronto tan fortalecido.


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—Vigilarás a Jungkook en la escuela; evitarás que se regrese a casa antes de tiempo, porque
conociéndolo, lo hará, y luego volverás con él aquí por la tarde. ¿Entendido?

—¿Qué? Estás actuando muy extraño, ¿De qué hablas? ¿No se supone que estabas enfermo?

—Es parte de mi plan. Ahora, como te decía antes de que me interrumpieras, necesito que
me ayudes a distraer a Jungkook por un par de horas.

—¿Por qué? ¿Ya te cansaste de ser su niñera? Taehyung, es tu mascota, no la mía.

—Eres un imbécil; pero quisiera algo de ayuda tuya para variar. Es cumpleaños de Jungkook,
está lejos de casa, en un lugar lleno de desconocidos, y... me gustaría hacer algo lindo por él.

—Oh, vamos. Tendrá muchos cumpleaños más, podrá vivir con eso.

—Entiendo porqué te odia. Serás un padrastro terrible en el futuro si piensas eso... —


masculló Taehyung.

—¿Qué?

—Nada. —Aclaró su garganta. —Es decir, lo dice el chico que tiene una gran fiesta para el solo
cada maldito año. ¡Vamos, te lo suplico!

—¿Y qué gano yo con todo esto?

—Mi infinito amor.

—Eso no me sirve, no quiero afecto, quiero... efectivo. No lo sé, ¿Cincuenta dólares por cuidar
a tu hijo? Me suena bien.

Taehyung entrecerró los ojos teniendo que recurrir al plan de emergencia: Chantaje.

—Yo te ofrezco mi silencio, y un paquete de preservativos.

—¿Qué?

—Bueno, en realidad no creo que los necesites, tienes como veinte en tu habitación. Y de
hecho, encontré uno en el auto la semana pasada, lo cual me parece sospechoso. ¿Debería
preguntarle a Sunhee?

—No ha pasado nada entre nosotros y lo sabes. Deja de mentir, no había nada en el auto.
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—Pero ella no lo sabe. Entonces, ¿Si no fue ella, quién? Eso la desilusionaría mucho.

—Hijo de —se detuvo antes de maldecir a su propia madre—. ¡Es mentira! Ella jamás te
creerá.

—¿Quieres apostar? —le retó.

—No puedes amenazarme con algo como eso.

—Puedo y lo haré. Entiéndelo, estás acorralado, ¿Sabes por qué? Porque eres el maldito
Seokjin, con su fama de don Juan y actitud de cazador, y si se me da la gana, puedo ir y
decirle a todo el mundo que te acostaste con tres chicas dentro del auto, ¿Y adivina qué?
Todos lo creerán.

—Yo no soy más esa persona. Escúchame bien, Taehyung...

—No, tú escúchame a mí. Vas a ayudarme, irás a la escuela, mantendrás ocupado a


Jungkook, y luego regresarán juntos a casa para que él tenga un muy feliz cumpleaños. No
vas a ser grosero, y no vas a arruinar mis planes, ¿Entendido?

—¿Desde cuándo te volviste tan manipulador?

—Desde que tú comenzaste a ser un idiota.

—No voy a caer en tu juego, haz lo que se te dé la gana. Pero yo no voy a perder todo mi día
vigilando a tu amigo raro.

Taehyung sonrió. —Entonces le diré a papá que fuiste tú quien rompió la ventana del auto.
Les diré que nos obligaste a mentir por ti.

Seokjin abrió la boca sorprendido. El renacuajo sabía jugar bien sus cartas.

Cuando el padre de los Kim preguntó el motivo del agujero en el cristal trasero del auto,
Jungkook y Taehyung se vieron en la obligación moral de salvar a Seokjin, así que inventaron
que un ladrón intentó robarlo, dijeron que en medio del forcejeó ellos habían roto aquel
vidrio. Y ante los ojos de sus padres, los pequeños e indefensos cerebritos eran incapaces de
mentir.
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A Seokjin no le importaba lo que la gente pensara sobre él, siempre lograba salirse con la
suya, podía incluso conseguir un perdón; pero algo que no podía perder era su preciado y
hermoso auto.

—Eres diabólico —le dijo a Taehyung mientras le veía molesto.

—Lo sé.

Jungkook apreció detrás del Kim mayor regresando al interior de la casa.

—Seokjin —le llamó— tu padre dice que te apresures.

—Sí, Jin. Apesúrate, antes de idte dime, ¿Estamos de acuedo?

Jungkook ladeó la cabeza sin entender lo que pasaba y solo se desconcertó aún más cuando
el mayor colocó un brazo sobre sus hombros.

—Púdrete, Taehyung. —Terminó, el castaño sonrió victorioso cuando los vio caminar juntos
a la salida.

Fase dos: completa; ahora, solo tenía que averiguar cómo jodidos encender el horno.

Después de todo, no podía ser tan difícil, ¿Cierto?

...

El nivel de incomodidad en el auto era palpable, bueno, al menos para Jungkook y Seokjin.
Los padres del mayor parecían absortos en su propia burbuja de felicidad sin prestarles
suficiente atención.

Cuando llegaron a la escuela, ambos bajaron y caminaron en silencio. Kim le seguía el paso
con lentitud, y ambos eran incapaces de cruzar una sola palabra.

Su eslabón común se encontraba ausente y estaban enfrascados en sus respectivas miserias


mentales.

Entraron a la primera clase, luego a la segunda y a la que sigue de esa. Seokjin intentaba
mantenerse al margen con su trabajo de guardaespaldas.
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Perdió a Jungkook un par de veces en el corredor y dentro del baño, para encontrarlo
finalmente en el salón de clase de su cuarta hora. El chico era tan bueno para pasar
desapercibido como para llamar la atención, aparentemente.

Cuando el periodo terminó, Jungkook volvió a desvanecerse. Seokjin intentaba seguirle el


paso, pero era difícil, ¿Qué demonios le hizo a Taehyung para merecer esto? Se quedó
parado en medio del corredor cuando la espalda del chico desapareció de su campo de
visión.

—¿Podrías decirme por qué luces tan preocupado? ¿Acaso estás huyendo de mí?

Sacudió la cabeza cuando una cálida y grande sonrisa apareció frente a él, proveniente de un
ángel de baja estatura, dientes grandes y cabellos negros.

—Sunhee... no, he estado un poco distraído. —Se fijó en el bolso de la chica, sus libros y su
liviana actitud—. ¿Qué haces aquí? Digo, adoro verte pero, ¿No sé supone que tenías
práctica de laboratorio hoy?

Él realmente le prestaba atención cuando hablaba.

—Tenía, iré a casa.

—¿Qué? ¿Por qué? —¿La bella genio se marchaba temprano de la escuela? Este día no podía
ser más inusual para él.

—Encontraron vodka en el café de nuestro maestro y cocaína en el frasco para bicarbonato.


Así que para resguardar nuestra "sensibilidad" nos enviaron a casa.

—Eso es increíble.

—Lo sé, y pensar que llevaba tanto tiempo sobrio. Taehyung estará muy preocupado.

—¿Qué tiene que ver él con esto?

—Taehyung da terapia gratis los jueves —comentó con naturalidad—. A propósito, ¿Dónde
está tu hermano?

Seokjin no sabía qué era más extraño, si un maestro adicto o su hermano pro alcohólicos
anónimos.
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—Sobre eso, se quedó en casa. Es cumpleaños de Jeon y dijo que quería prepararle una
sorpresa, estoy seguro de que intentará hacerle un pastel, es algo tonto en realidad —dijo
con tono de burla. Pero su expresión desapareció cuando Sunhee tiró de su oreja para
reprenderlo—. ¡Oye! ¿Qué te sucede?

—Kim Seokjin, dime por favor que no dejaste solo a tu hermano en la cocina.

—¿¡Cuál es el problema!?

—¿¡Cómo que cuál es el problema!? —Lo soltó—. Hace dos meses casi nos asesina a todos
intentando encender una licuadora, y luego dejó a la ciudad entera sin electricidad
enchufando la tostadora. ¡Imagina los que hará estando solo con la estufa! Tienes que ir a
casa.

—Exageras. Eso no es posib...¡Maldición! —dijeron al unísono—. Pero él dijo que debía vigilar
a Jungkook.

—Entonces iré yo. Intentaré ayudarlo en lo que sea que esté pensando hacer.

Seokjin alzó una ceja, bastante complacido con esa idea. —¿Quieres ayudarlo o buscas un
pretexto para entrar a mi casa?

—No me presiones, Kim.

Sonrió; estuvo a punto de contradecirla, pero reconoció a Jungkook a la distancia, y no


podía darse el lujo de volver a perderlo.

—No lo haré. —Se atrevió a bajar rápidamente para darle un beso en la mejilla
irreverentemente antes de salir corriendo—. ¡Eres la mejor! —gritó al alejarse, dejando a la
chica tan confundida como encantada.

Alcanzó al menor al entrar a clase de economía; Jungkook se sentó en el último asiento,


aquel que había comenzado a utilizar con frecuencia y Seokjin, siguiéndole, tomó el lugar
que Agustus Min solía utilizar al lado del muchacho.

Porque Yoongi, como el abuelo del muchacho solía nombrar, podía tenerle un fuerte apego a
sus raíces; pero eso no cambiaba que fuese un americano con un nombre que detestaba. Así
que efectivamente, Seokjin necesitaba fastidiarlo con eso.
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Como sea, al mayor de los Kim le molestaban los suspiros constantes de Jungkook, y la
insistente forma en la que sus uñas golpeaban el escritorio con inquietud. Parecía perdido,
lo suficiente como para no cuestionarle su cercanía.

El profesor entró y seguido de él Yoongi cuya expresión cambió al ver al mayor al lado de
Jungkook, pero el menor había estado evitándolo todo el día, no entendía la razón de su
adversa actitud, así se limitó a ocupar un lugar en el frente del salón, intrigado.

Seokjin veía hacia el frente sin prestarle atención realmente. ¿Qué había de malo en él?

Había pasado los últimos diecinueve años de su vida buscando una forma de destacar. Pero
debajo de todo aquel ego, y vanidad, no había más que un ser común.

Agitó la cabeza; la clase de economía siempre había conseguido desanimarlo. Aunque


quizás, era la presión del futuro la que comenzaba a hacer estragos en su pequeña mente.

El problema estaba en la pizarra y él no lograba comprenderlo.

"Taehyung lo entendería, él no es estúpido". Se dijo a sí mismo.

Estaba colapsando lentamente. No se lo había dicho a nadie, no tenía sentido, a nadie le


había importado una mierda su distancia o su seria expresión. Ni su hermano ni nadie
parecía preocuparse por él.

Después de días de espera y de aplicar a decenas de universidades, las cartas habían


comenzado a llegar. Seokjin había esperado con ansias ese lunes para obtener una
respuesta, todos los sobres estaban marcados con el apellido Kim, pero ninguna tenía su
nombre.

Taehyung, su pequeño Taehyung, era excepcional. Ni siquiera notó el momento en el que lo


superó en cada aspecto de su vida. Así que allí estaba, comparándose con la persona que
siempre subestimó.

Y es que Seokjin, al igual que Jungkook, se sentía completamente desesperado sin saber la
razón exacta.

Un día más; un dólar menos. Seokjin necesitaba conseguir apoyo económico para la
universidad, la vida de su hermano estaba resuelta pero ¿Y la suya? Los minutos avanzaban y
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cada vez su esperanza se reducía más a que el reclutador de la liga deportiva universitaria lo
viera jugar.

Era su única oportunidad; nunca sería inteligente como Taehyung, y su rostro no sería
eterno.

Pero luego estaba este chico, Jungkook. Talentoso e inoportuno, había algo mal en él, y
necesitaba saber qué era. Necesitaba asegurarse de no ser opacado por él.

El maestro presentó frente al resto de la clase a un nuevo estudiante. A Jeon y Kim, ni


siquiera les importó su presencia, ni tampoco esa mirada que se clavó rápidamente en
Seokjin al fondo de la clase.

El joven Park entró al salón con inconformidad visible en su rostro, se sentó un par de
asientos adelante volteando constantemente hacia el par de chicos, intentando escuchar su
conversación.

El tiempo avanzaba veloz como las agujas del reloj que pronto marcarían la hora de
almuerzo, arrastrando en ellas los fuertes deseos de Seokjin por salir de ese aula.

—Sabes que en realidad no me interesa, pero tu mirada de lunático en mi cuello comienza a


molestarme —dijo Jungkook al mayor sacándolo de su trance.

—No pienses estupideces.

Entonces, fueron liberados. El timbre sonó y Jungkook se puso de pie, el otro le imitó.

—Deja de seguirme, has sido un dolor de pelotas todo el día.

—No es culpa mía que tengamos el mismo horario.

—Es la primera vez en semanas que eliges sentarte junto a mí. ¿Qué no tienes algo mejor que
acosarme? Ve a practicar con el equipo, a cepillarte el cabello o algo.

—Cierto, el equipo. A veces olvido que soy un verdadero beisbolista, a diferencia de ti.

El mayor dio un paso al frente, intentando parecer superior. Y Jungkook, quién era incapaz
de doblegarse ante él, se acercó aún más.
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Min les veía a la distancia; decidió intervenir cuando la cercanía de ambos muchachos
resultó peligrosa.

Polos iguales; se repelen.

—Chicos, ¿Qué sucede aquí? —dijo Yoongi, ganándose una mirada desaprobatoria de ambos.

—No es asunto tuyo. —Seokjin habló con fuerza al tercero.

—No tengo ánimo para esto. —Jungkook se dio la vuelta sin intención de confrontar a nadie
más. Estaba cansado de él mismo y de todos.

—Eso es, Jeon. Huye, y acepta que lo tuyo fue cuestión de suerte.

—¿De qué hablas?

—El home run con el que entraste al equipo. Fue suerte de principiante.

Se detuvo y sin verlo dijo—: No lo intentes, no pongas tu reputación en juego, podría caer
más bajo.

—¿Estás seguro? ¿O tienes miedo?

Jungkook giró su cuello, y fijándose en su cínica actitud entrecerró los ojos. —¿Estás
pidiéndome la revancha?

Seokjin sacó la vieja pelota que siempre llevaba con él y la alzó hacia arriba atrapándola de
nuevo en el acto frente a los ojos de los muchachos.

—O quizás eso te... asusta.

—Muévete, Kim. Voy a patear tu atlético trasero —declaró Jungkook y comenzó a caminar.

Seokjin sonrió victorioso. Se dispuso a seguirlo; pero Yoongi lo tomó del hombro,
arriesgándose.

—Suéltame, Min. —Su relación nunca pudo ser peor, sin embargo, el menor sentía la
necesidad de ayudar a su nuevo amigo.

—¿Qué pretendes? Deja en paz a Jungkook

—No es lo que piensas.


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—¿Entonces qué? ¿Tu ego no es lo suficientemente grande ya?

—No lo es.

—¿Ah no? ¿Entonces qué buscas del chico?

Seokjin ladeó la cabeza meditando. Agustus no le agradaba en lo más mínimo pero parecía
tener cierto apego a Jungkook. Así que invitarlo a la celebración debía ser lo correcto,
¿Cierto?

—Lo sabrás en la tarde. —Yoongi parpadeó , soltando al chico de su agarre—. Ve a mi casa


después de clases.

Terminó de hablar; y se alejó dejando al chico confundido en el medio del corredor al


caminar en dirección a la salida en donde Jungkook lo esperaba.

Volvió a centrar su atención en Jeon.

Genial, ahora podría vengarse de él, practicar y mantenerlo vigilado al mismo tiempo. Ambos
caminaron hacia el campo, atravesando la malla y dejando sus respectivas mochilas en el
suelo.

Seokjin le entregó la pelota a Jungkook y se apresuró a voltear la vícera de su gorra hacia su


nuca. El menor se colocó justo en el montículo viéndole fijamente.

Entonces, y en un vago intento de lanzamiento, Jungkook dejó ir la pelota con desdén, sin
llegar si quiera cerca del muchacho.

—Vamos, Jungkook. Parece que no lanzas tan bien como bateas —dijo Seokjin mofándose de
él intentando entretenerlo.

—Eso es porque bateo con la izquierda —retándole sabiendo que podía incómodarlo con su
doble sentido—. Es más fácil llegar a segunda base así.

—Cállate y atrapa la maldita pelota.

—Suenas demasiado confiado. Cambiemos lugares, lanza para mí y verás cómo es que
desaparece tu altanería.

—Ni lo sueñes.
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—Entonces el que tiene miedo eres tú —le desafió Jungkook. La frustración de Seokjin le
hacía hervir la sangre, y apretar la mandíbula. —Te vencí antes, puedo hacerlo otra vez.

¿Cómo era posible? Jungkook había salido de la nada, y había acaparado cada aspecto
importante de su vida. Como un intruso, robándole la atención de sus amigos, sus padres, la
chica que le gustaba y por sobre todo su hermano.

Parecía ser casi intencional; Seokjin no entendía que esa era la forma en la que Jungkook se
sentía. Y que su futuro yo, irrumpiría de tal forma en la vida el muchacho.

¿De dónde venía tanto conocimiento y tantas habilidades? No lo sabía, y no le interesaba


saberlo. Lo único que quería era avergonzarlo y hacerle mendigar redención. Se había
esforzado cada maldito segundo de su vida, no era posible que alguien como él alardeara de
ser el mejor con la excusa de poseer algo tan vano como "talento" nato.

—¿Miedo de ti? Por favor.

—Entonces se trata de celos, acéptalo. No eres lo suficientemente bueno, Kim. Nunca serás
como yo.

—Harás que te golpee, imbécil.

—Inténtalo.

Seokjin dejó caer el bate en el piso; y se colocó la gorra al derecho, cayendo en su juego.

—Está bien, batea —dijo caminando hacia él.

Jungkook nunca fue tan bueno lanzando como bateando, el mayor tenía razón; pero como
había aprendido de Taehyung, la inteligencia era más valiosa que la fuerza bruta.

Le entregó la pelota a Kim en la mano al intercambiar posiciones.

—Dame tu mejor tiro.

Seokjin apretó los labios mientras le veía. Palpó el cuero de la pelota en sus manos y relajó
los músculos antes de hacer su lanzamiento. La bola rápida era su mejor movimiento, y
siempre lo utilizaba para sacar del juego a su oponente; pero Jungkook, él sabía
exactamente cómo funcionaba y por alguna razón era preciso para atajarle.
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Era como si hubiese jugado con él antes. Como si, Jungkook ya lo conociera.

Hizo su primer tiro y la pelota rebotó en la malla que rodeaba el pequeño campo. Una brecha
de esperanza se abrió ante él cuando Jungkook chasqueó la lengua inconforme.

Ambos estaban molestos; frustrados; compartían la misma esencia agresiva que les
mantenía con vida. Y ahora el rencor, era mutuo.

—Te quedaste callado, ¿Jungkook? Tu gran boca no compensa su poca destreza —se burló.

—¡Cállate y lanza de nuevo!

Seokjin debió actuar con madurez, debió tomar sus cosas y salir victorioso de allí; pero no lo
hizo, porque su yo de diecinueve años era la versión más soberbia de sí mismo que alguna
vez tendría.

Porque quería más, así que tomó su pelota de entre la tierra dejando su alma envanecer.

Aclaró su garganta; y con una mirada de superioridad levantó su brazo para hacer un
segundo movimiento, solo que esta vez, el sonido de la pelota al golpear con la madera
resonó fuertemente cuando el lanzamiento fue magníficamente bateado por Jungkook.

La pelota se perdió en su campo de visión, y fue imposible para él seguirle el rastro con la
mirada debido al sol.

Jungkook le vio confundido cuando comenzó a correr en dirección opuesta, hacia donde se
supone que la pelota debía haber terminado.

—¡Oye, detente! —llamó el menor, "¿Qué demonios pasa con este loco?" Se dijo a sí mismo
antes de seguirle al verlo tan alarmado. El mayor se había alejado y salido del campo, estaba
de rodillas en la maleza mientras parecía buscar algo. —¿Seokjin, qué haces?

—La pelota, ayúdame a encontrarla —serio.

—¿Qué?

—Cállate y ayúdame, necesito encontrarla.

—No me jodas, hice un movimiento perfecto y tú te enfocas en una vieja y sucia...


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Seokjin se levantó del suelo; agresivamente, se levantó y empujó a Jungkook.

—Está bien, ganaste ¡Genial! Ahora cierra la maldita boca y ayúdame a encontrar mi jodida
pelota.

—¿O qué?

—No es momento para tus estupideces.

—Tienes decenas de pelotas iguales, ¿Y te has puesto sentimental? Qué ternura.

—No tienes idea de lo que dices. Yo no...

—¿Tienes sentimientos entonces? Pensé que eso no era algo propio del gran Kim Seokjin.

Jungkook transpiraba insolencia y deseos de guerra, simplemente porque no sabía cómo


lidiar con todo el odio y el dolor que cada año crecían más y más en su interior,
especialmente ese día, en su estúpido cumpleaños.

Necesitaba un detonante; y a veces, las palabras al alzar son las correctas.

—Eso no me ofende viniendo de alguien como tú.

—¿Alguien como yo? —cuestionó Jungkook.

—Un maricón.

Su cabeza se llenó de hormonas; el hipotálamo le llevó con adrenalina, y ella, a darle un


gancho izquierdo a Seokjin que le aturdió de inmediato.

La sangre que brotó de su nariz se deslizó por encima de su labio superior. El rostro de
Seokjin se llenó de dolor casi instantáneamente, pero la humillación que sintió fue aún
mayor, tanta, como para impulsarlo a devolverle el golpe.

La fuerza de su empujé lanzó a Jungkook al suelo, su cabeza chocó con una piedra, abriendo
ligeramente su piel. Seokjin se abalanzó sobre él para seguir golpeándolo, acertando varias
veces en su quijada, el pelinegro levantó la rodilla para impactar en el abdomen de Kim,
consiguiendo darle en la ingle para quitárselo de encima.
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Ambos eran estúpidos. Y quizá, lo único en lo que podían estar de acuerdo era en siempre
llevarse la contraria el uno al otro.

Jungkook se levantó culpable al notar como la nariz de Seokjin parecía no dejar de sangrar, y
la piel de alrededor comenzaba a tornarse violeta.

Se preocupó inconscientemente, lo último que le faltaba era tener que llevar a su padrastro
al hospital.

Maldición.

...

Pastel de zanahoria; tercera fase:

Hornear el maldito pastel.

Taehyung había pasado horas estructurando una fórmula perfecta; había medido,
seleccionado y evaluado de forma procedimental cada uno de sus ingredientes.

Tenía toda la teoría. Sin embargo, eso que nunca tendría, era la habilidad para hacer algo
comestible decente.

—¡Por amor a Newton, necesito que cooperes! —dijo exaltado. No, el horno no estaba siendo
muy amable con él—. ¡Sí, por fin! —dijo cuando la luz interior se encendió.

Sonrió victorioso con ambas manos en su cintura. Finalmente había logrado encenderlo, y
ahora solo debía déjarlo precalentar; pero ahora se enfrentaba a un nuevo problema:
hornear.

Se acomodó los anteojos, amarró con fuerza su delantal y abrió el recetario de su madre.
Todo debía salir bien, tenía harina, huevos, azúcar, levadura y leche.

Según el libro no necesitaba más, y un libro nunca le había mentido, así que creerían en este.

El primer paso era hacer la mezcla; pero algo lo inquietaba. ¿Cómo hacerlo si Jungkook huía
de la leche? Bueno, no literalmente, pero tenía cierta renuencia a consumirla.

Le había prestado suficiente atención al espécimen extraño que era el pelinegro como para
saber que no consumía ningún tipo de carne, y que además, estaba intentando alejarse de
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todo derivado de los mismos, lo suyo iba más a allá de sólo ser vegetariano. No sabía cómo
se le llamaba exactamente a ese tipo de personas, pero estaba seguro de que tenía un
nombre.

Lo que hacía pensar a Taehyung dos cosas: en lo loco que estaba y lo mucho que los
animales daban sabor a la vida del humano. ¿Cómo demonios vivía ese chico? Estaba seguro
de que vivir a base de patatas y arroz no era tan fácil como parecía.

Ideas como esas aún estaban muy lejos del entendimiento de Taehyung; pero sin duda
alguna, cuestionarse era un gran comienzo.

En fin, su madre tenía varias bolsas etiquetadas como "harina" en la alacena, tomó la que él
consideró la más blanca y la colocó en el recipiente acompañada de agua y un poco de aceite
vegetal.

Estaba siguiendo la receta; pero después de eliminar las partes no aptas para Jungkook no le
quedaba más que una masa de color y consistencia dudosa.

No entendía ni siquiera por qué demonios estaba haciendo un jodido pastel; no era propio
de sí mismo. Simplemente sentía la necesidad de alegrar la existencia de su amigo. Se sentía
ligeramente desesperado por no tenerlo a su lado, aunque en realidad no sabía si eso tenía
algún significado.

Chasqueó con la lengua y abrió el refrigerador en busca de algo que pudiera servir para
mejorar su creación.

Su padre había conseguido leche de coco proviniente de las dietas para bajar de peso de una
de sus vecinas. Así que eso debía servir, ¿Cierto? Entonces vertió la mitad del contenido del
frasco en su mezcla, también agregó canela y pequeños trozos de zanahoria que se dedicó a
rallar por media hora.

"No luce tan mal ahora", pensó, contemplando con satisfacción la mezcla. Entonces tomó el
molde redondo que se encontraba en lo más alto de la repisa de la cocina y la colocó en su
interior.

Abrió el horno, y delicadamente introdujo su intento de postre en el interior, luego volvió a


cerrarlo lleno de auto satisfacción.
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Suspiró con fuerza; ahora solo tenía que decorar, e invitar personas. En realidad no sabía
mucho sobre fiestas, y la multitud le incomodaba, así que con ellos tres bastaba. Y con
respecto a la decoración, se dirigió a la sala para buscar en el cajón de baratijas de su padre,
encontrando un inflador y varios paquetes de globos de colores que pensó podía utilizar.

Perdió la cuenta cuando llegó cincuenta. La sala de la casa estaba llena de globos de colores,
y aún así siguió preguntándose si eran suficientes, entonces abrió la puerta que conducía
hacia el jardín y siguió inflando.

Le faltaba estética y él, como el maniático perfeccionista que era, los ordenó por color en las
cuerdas para ropa sobre el jardín. Corrió por la casa buscando las luces de navidad para
colgarlas por todo el lugar, en las afueras y en las escaleras.

Subió hasta su habitación y observó desde el balcón el jardín de su casa.

No, Taehyung tampoco sabía mucho sobre cosas como decoración; pero cuando encendió la
iluminación y con aquel cielo que poco a poco se volvía opaco, admitió lo cálido que se veía
en realidad.

Un par de golpes en la puerta llamaron su atención, haciéndole correr de regreso al primer


nivel.

Creyó que se trataba de su hermano, pero contrario a ello, nunca se imaginó ver a Sunhee en
la puerta.

Aunque no sabía si le sorprendía más su presencia o el hecho de que ella conociera la


ubicación de su casa. Vaya, eso era... interesante.

—¿Qué haces tú aquí?

—¿Por qué eres siempre tan directo?

El castaño soltó un fuerte suspiro. —Hola, Sunhee. —Ella le sonrió y luego, él volvió a ser
Taehyung. —¿Qué haces aquí?

Rodó los ojos. —Visitar a un amigo enfermo, ¿No es obvio?


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—Perdón, creo que formulé mal mi pregunta. —Aclaró la garganta—. ¿Quién te invitó a mi
casa?

—Tu hermano lo hizo. Estaba muy preocupado por ti. —Entró. Taehyung cerró la puerta
detrás de ella aún viéndola con desconcierto.

—¿Seokjin? —incrédulo y burlón— ¿Preocupado por mí? ¿Mi hermano? Ni siquiera tú misma
puedes creer eso.

—¡Es cierto!

—Sunhee...

—¡Está bien! Me contó sobre Jungkook y quise venir a ayudar. ¿Sí?

—Eso es más creíble —Taehyung caminó hasta la cocina, ella le siguió—. Gracias, pero no
necesito ayuda, en realidad.

—Oh, vamos no seas aguafie.... ¿¡Qué demonios pasó aquí!?

La mesa, los azulejos y el refrigerador estaban manchados de mezcla. Varios recipientes en el


lavabo, y canela en el suelo.

—¿Qué sucede? —dijo sin entender su reacción.

Alzó una ceja. —La cocina está hecha un asco.

—Son detalles. No es nada que no pueda limpiar. No seas dramática, un poco de desorden
no es el fin del mundo.

—Lo dice el chico que se molestó conmigo porque no ordené mis reactivos químicos por
color, densidad, cantidad y nivel de toxicidad. ¿Quién eres y qué hiciste con Kim Taehyung?

—Me lastima que me veas como un completo lunático. —Se presionó el pecho fingiendo
dolor.

—Taehyung...

Ofendido.—¿Qué quieres?

—Quiero que limpies esto, ahora.


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—¿Quién es la maniática del orden ahora?

Ella se cruzó de brazos; su expresión se volvió dura, lo suficiente como para asustar al
castaño, que tragó seco cuando la vio así de seria.

—Tú ganas, limpiaré todo —dijo tomando un pequeño paño para comenzar a limpiar—. Pero
lo haré por dos razones: uno, yo quiero hacerlo y dos, tú eres una mandona.

—Lo sé.

—Suenas como mi madre. Me compadezco de tus pobres hijos —bromeó sin ser adrede.
Olvidando por un segundo que conocía parte del futuro de la chica.

Ella se sujetó el cabello en una coleta. Y se acercó al lavado para ayudarle con los recipientes
sucios.

—Creo que no soy la clase de chica que tendría algo como hijos.

—Si me lo preguntas a mí, yo los veo como una deuda a largo plazo. Así que no gracias para
mí.

Desde niña se le había impuesto una idea de lo que debía ser, y hacer, pensar en eso... la
hacia desviar; estaba asustada de no poder entrar en el esquema.

—Yo... creo que quizá no estoy hecha para esa vida, es decir, ¿Qué clase de madre sería?

—Una mandona que obliga a su hijo a hacer el aseo con sus ojos de asesina.

—Estaba hablando en serio —sentenció con una dura mirada.

—Yo no; pero la solución a tu problema es simple—Taehyung se acomodó los anteojos y dijo
—:No pienses en eso, y deja que fluya. Puede que muchas de esas cosas parezcan
importantes para el futuro, pero no lo son, no ahora.

Sunhee le sonrió. —No sé cómo o por qué, pero últimamente siento que es más fácil hablar
contigo.

—¿En qué sentido?

—Relajado, pareces relajado.


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—Estoy aprendiendo a malgastar el tiempo.

—¿Y eso te hace feliz?

El castaño se meditó en silencio. Un momento que se sintió demasiado largo para que la
respuesta fuese un simple—: Sí. —Acompañada de una sonrisa que no supo de dónde brotó.

—Me alegra oír eso.

Taehyung podía ser más liberal. Pero eso no significaba que su curiosidad cambiaría.

—Entonces... —aprovechándose de la atmósfera de confianza que se había creado —¿Vas a


contarme la razón de que conozcas mi casa? Porque hasta donde yo recuerdo, nunca te
hablé de ella.

—No, prefiero fingir demencia.

La chica estaba de espaldas, era incapaz de ver el horno mientras reía y lavaba los platos;
pero el olor a quemado que un Taehyung despreocupado ignoró la hizo sobresaltarse.

—¿Soy yo o está comenzando a oler a...

—¡Quemado! ¡El pastel, Taehyung, el pastel! ¡Sácalo del horno ya!

—¿¡Por qué me gritas!?

—¡Porque estás al lado del horno y no pudiste notar que el tiempo terminó!

—¿Debía tomarle tiempo?

—¡Sí!

—Oh...

Sunhee se movió veloz, colocándose los guantes para hornear y abrió la puerta del horno. Al
hacerlo, un humo oscuro brotó de su interior, y del mismo ella rescató de la abrazas un
intento de pan, tostado y de color marrón.

Taehyung se abofeteó mentalmente, ¿Cómo pudo olvidar tomarle tiempo? Vaya, la práctica
de repostería era más difícil de lo que pensó.
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El teléfono comenzó a sonar. Y él, se movió rápidamente hacia este, debían ser sus padres.
No podía no contestarles.

—¿¡A dónde vas!? —escuchó llamar a su amiga—. ¡Abre las ventanas, Kim!

—¡Silencio! Podrían ser mis padres.

Contestó el teléfono, mientras Sunhee abría las ventanas para dejar salir el humo.

—¿Hola, quién habla? —dijo, intentando sonar con naturalidad, como quién no estuvo a
punto de quemar su casa, otra vez.

—¡Taehyung! Soy Seokjin, necesito que tomes cincuenta dólares de mi clóset, tu


identificación falsa y vengas por nosotros al hospital.

—¿Seokjin? —al menos no eran sus padres—. ¿Qué demonios les pasó?

—Es... una larga historia, te lo explicaré luego. Necesitamos que un adulto nos recoja, y yo no
tengo mi permiso de conducir para ser nuestro propio adulto.

Eso sonaba más a prisión que al hospital. —Pero...

—No preguntes y ven por nosotros, ¡ahora!

Iba a matarlo, bueno, iba a ir por ellos y luego a matar a su hermano—. Está bien, voy para
allá —dijo aún sin entender un carajo de la situación.

Después de cortar comenzó a buscar su chaqueta para salir. Este día no podía ser peor.

—¿Qué sucede? —preguntó Sunhee al verlo.

—Debo ir por mis idiotas al hospital. Quédate aquí e intenta que la cocina pierda el olor a
quemado, volveré pronto —le dijo.

—¿Está todo bien?

—No lo sé. Pero si se trata de una tontería, los golpearé a ambos.

—No seas tan duro con ellos. Es tu culpa por dejarlos solos —se burló ella.

Taehyung suspiró cansado y a la vez agradecido, de que al menos no habían terminado en la


comisaría.
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A quince minutos de allí; Seokjin había usado la última moneda que le quedaba para llamar a
su casa desde un teléfono público.

La situación era la siguiente: su rostro estaba vendado a la altura de su nariz para contener la
sangre y ayudar a sanar su tabique desviado. Y Jungkook, él tenía cinco puntos de sutura,
dos en la frente y tres en el mentón además de un gran moretón en el pómulo derecho y el
labio hinchado.

Cuando la llamada terminó, ambos caminaron de regreso a sentarse en la sala de espera. Era
estúpido, burocráticamente estúpido que dos personas de su edad necesitaran alguien para
firmar su salida del hospital; pero así era.

—¿Taehyung realmente tiene una identificación falsa? —preguntó Jungkook intrigado.

—Sí, es bastante realista de hecho.

— Ni siquiera le gustan los bares o el alcohol. ¿Para qué necesitaría una de esas?

—Para votar por su senador local.

Jungkook cerró los ojos y negó con la cabeza.

—Debí suponer que era para algo como eso.

—Taehyung no es idiota como tú o yo —agregó, soltando un ligero quejido de dolor.

—Lo sé, es por eso que esto salió terriblemente mal —dijo Jungkook, quejándose de su
rostro con gasa.

—Dímelo a mí; desperdicié mi día contigo y además perdí mi pelota de la suerte. Vaya día de
mierda.

Jungkook se quedó callado en medio de su intriga cuando finalmente se animó a preguntar.

—¿Qué tenía de especial? —cuestionó con genuino interés. Sin intención alguna de burlarse
o infravalorlo.

Seokjin lo meditó; aquellos segundos de silencio le hicieron pensar a Jungkook que a lo


mejor, él no era digno de su confianza, y de hecho, lo entendía. Ellos no eran y nunca serían
los mejor amigos del jodido mundo.
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Sin embargo; y contrario a todo lo que creía el mayor de los Kim, ese que jamás sería su
amigo, decidió hablar.

—Esa pelota... perteneció a mi abuelo —comenzó a contar Seokjin—. Me la obsequió cuando


era niño. Era lo último que me quedaba de él, y de mi país.

—Nunca entendí cómo llegaron ustedes aquí.

Suspiró, ni siquiera él mismo lo entendía. —La guerra deja secuelas, Jungkook.

—¿De cuánto tiempo hablas?

—Quince años, quizá un par menos. Corea intentó por mucho tiempo olvidar el pasado y
resurgir, pero... eso es algo imposible cuando se ha sufrido tanto.

—Ustedes... ¿Huyeron?

—Algo así. Yo era un niño, apenas lo recuerdo, y Taehyung era tan pequeño que ni siquiera
entendió las razones. Nuestros abuelos hicieron vivir a nuestros padres cosas que no
quisieron para nosotros, por eso se marcharon.

—Se trata de una década atrás, la paz era casi un hecho.

—Hablas como si nunca hubieses vivido allí. —Tenía razón. No, Jungkook nunca conoció esa
realidad—. Con una amenaza de conflicto tan grande, y un servicio militar obligatorio, la
posibilidad de terminar muerto es muy alta. Nuestros padres prefirieron ser inmigrantes y
dormir en el sótano de unos conocidos por meses a que Taehyung y yo tuviéramos que
enlistarnos a la fuerza. Quisieron darnos más oportunidades, supongo.

—Suena algo extremista...

—El miedo es una motivación abismal. Y si me lo preguntas a mí, después de todo, tampoco
dejaría a mi hijo allí. Lo traería aquí, a California, lo llevaría de pesca, y trataría de alejarlo de
todas esas reglas absurdas.

Jungkook parpadeó repetidamente, impresionado cuando la culpabilidad se apoderó de sus


recuerdos, de uno en específico que incluía a su padrastro y a él pescando en aquel lago en el
que desapareció.
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Quizás, el Seokjin adolescente no era tan idiota, ni el adulto tan autoritario como creyó.

—Acabas de contarme todo eso... ¿Por una pelota?

—No era una pelota cualquiera. Nuestro amor por el béisbol comenzó con ella, era especial.

—¿Nuestro?

—Taehyung es un segunda base increíble. ¿No te lo dijo? —Jungkook negó—. Lo supuse, dejó
de jugar conmigo hace un par de años.

—¿Por qué?

—No lo sé, solo se alejó de mí y del juego. La pelota también era suya, te golpeará más fuerte
que yo si se entera que la perdiste

Jungkook se rascó el cuello, vaya que la había jodido ese día. —No creí que fuese tan
importante. Yo... lo siento.

Soltó una leve risa. —Oh, vamos. ¿Te disculpas por perder mi pelota o por romperme la
nariz?

—Ambas... —se rascó ahora la frente apenado— aunque en mi defensa, tú también me hiciste
bastante daño. Aún no siento la mitad de mi rostro por la anestesia.

—Tú no me agradas, no iba a desaprovechar la oportunidad de golpearte.

—Lo sé, yo tampoco pude evitarlo.

—Como sea, supongo que debo disculparme.

—¿Por qué deberías? —dijo Jungkook confundido— fue mi culpa.

—Por hacerte pasar tu cumpleaños en urgencias. —Suspiró pesadamente—. Feliz


cumpleaños después de todo, Jeon.

Jungkook se ahogó al contener repentinamente la respiración.

—Tú... ¿Cómo... cómo sabes que mi cumpleaños es hoy? —cuestionó incrédulo.

—Taehyung me lo dijo. —El pecho del chico se removió inquieto al recordar al castaño en el
que había estado intentando no pensar en todo el día.
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—Lo sabía y aún así me ignoró.

—¿Alguna vez te han dicho que eres bastante pesimista, Jeon? —El chico negó con la
cabeza—. Pues te lo digo yo ahora. Necesito que entiendas una cosa: Taehyung sería incapaz
de ignorarte.

—¿Entonces por qué...? —(¿Por qué quiso alejarse de mí?)

Lo interrumpió. —¿No te parece extraño que hoy, específicamente hoy, yo te haya acosado
todo el día y haya decidido arrastrarte al entrenamiento, incluso cuando me irritas y ver tu
rostro me pone de mal humor? Lo hice porque él me lo pidió.

—¿Qué?

—Dijo que estabas muy lejos de casa; que extrañabas a tu familia y que quería hacer algo
especial por ti hoy. Me pidió que te distrajera el tiempo suficiente para que pudiera ya, sabes,
"organizar" una fiesta, y que volviéramos a casa por la tarde.

—No lo entiendo. ¿Hizo una fiesta sorpresa y tú lo ayudaste?

—No solo yo. Sunhee y Agustus, también. Estamos hablando sobre Taehyung, y mi
hermano... no tiene muchas habilidades sociales, creí que necesitaría ayuda así que los invité
a esa "gran" fiesta que se tardó todo un día en organizar. —Hizo comillas en el aire.

—Podrías darle un poco de reconocimiento al menos.

—No lo sé; en realidad, no podemos esperar más que agua del grifo, un pastel medio
quemado y papel crepé en la sala, podría apostarlo. Como sea compraré pizza de todas
formas.

—En realidad... —Jungkook sonrió tímido, como un niño intentando contener su felicidad—
eso no suena tan mal.

—Lo único que realmente me preocupa es que Taehyung haya quemado la cocina, otra vez.
Confío en que Sunhee y Min no lo hayan dejado acercarse al horno.

—Te preocupas mucho por él.

—Tengo que hacerlo, siempre ha sido mi trabajo cuidarlo.


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—No, en realidad no tienes que hacer nada —volteó a verlo—, pero quieres... ¿Cierto?

—Taehyung es, definitivamente, la persona más buena de este mundo. Pero eso... solo lo
hace ser un blanco fácil, él es... un imán de problemas.

—Oh, vamos, estás subestimándolo.

"Me supera en cada aspecto de mi vida y yo sigo subestimándolo" pensó Seokjin.

—No es así.

—A veces hablas como si estuvieras celoso de él.

"¿Lo estoy?" —No podría, se trata de mi hermano. Eso es...

—No tienes que explicarme nada. Después de todo, la vanidad es sólo una gran coraza para
la inseguridad.

—Piensas en mí como un egocéntrico de mierda.

—Todos lo somos en cierto punto. Tú, yo, Taehyung y hasta Einstein. Pero... eso solo significa
que eres humano.

—Significa que soy incapaz de alegrarme por mi hermano.

—Intentas protegerlo, y está bien.

La anestesia parecía llevarlos a un estado de ligereza lleno de sinceridad y palabras que eran
imposibles de decirse viéndose frente a frente.

Seokjin perdería la movilidad parcial de una pierna después de la muerte de Taehyung. Al


igual que sus ansias por continuar en el mundo, y lo único que Jungkook era capaz de
asegurar era que la desolada vida que le esperaba no podía ser más injusta.

—Cuidar de Taehyung a sido lo único para lo que he sido verdaderamente bueno en mí vida.
Y si ya no me necesita, no lo sé...

—Quizá sea hora de dejar de pensar en cuidar de Taehyung y comenzar a cuidar de Seokjin —
le dijo.
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—Es solo que, el talento que tiene para conseguir meterse en problemas es sorprendente, he
tenido que protegerlo desde... —reflexionó— siempre.

—Lo he visto defenderse, créeme, no es tan débil como piensas, no todo se trata de
agresividad.

—Ese es el punto. Taehyung es mucha mente y poca fuerza.

—El cerebro también es un músculo, Seokjin, úsalo o piérdelo. La definición de fuerza nunca
ha implicado ser únicamente física, lo sabes, y él... es un chico listo, estará bien.

—Pero yo...

—Tú también estarás bien —dijo, de la forma más sincera y pura existente en su interior.

Ambos se quedaron en silencio; uno cálido y de complicidad, que solo se rompió con una
leve mirada y la preocupada voz de un castaño que apreció de pronto.

—¡Jungkook! —Taehyung se acercó corriendo a ellos cuando finalmente pudo ubicarlos. —


Oh, diablos, ¿Cómo te sientes? ¿Qué te sucedió?

El castaño pasó su mano ligeramente por sobre la pequeña venda que cubría la sutura de su
frente.

—Estoy bien, supongo; adolorido pero en una pieza.

—Soy tu hermano y también estoy bien, gracias por preguntar —intervinó Seokjin,
visiblemente más lastimado, y con las marcas violáceas creciendo alrededor de sus pómulos.

Entrecerró los ojos. —¡Tenías un solo trabajo, Seokjin! ¡Uno solo! Y lo arruinaste.

—Casi fuimos arrollados por un auto, Kim. Pudimos morir, sabes, deberías alegrarte aunque
sea un poco —dijo Jungkook.

Taehyung alzó una ceja. —¿Es en serio? ¿Un auto?

—¡Sí! —respondieron al unísono.

—No sé qué los hace más idiotas, si pensar que pueden engañarme o tener una excusa tan
terrible para sus peleas.
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—¿Cómo sabías qué...? —intentó decir Seokjin.

—No lo sabía, solo lo supuse y acabas de confírmarlo. Porque sus golpes están en el lado
opuesto, lo que significa que se atacaron mutuamente, además de que Jungkook tiene un
buen gancho izquierdo, estoy seguro de que te hizo eso —señaló su nariz— de un golpe.

—Tu mente a veces me asusta —confesó el mayor.

—Aún no has visto nada —masculló Jungkook a su lado.

—Entonces, ¿tonto uno y tonto dos me van a explicar qué sucedió?

—Jungkook perdió la pelota del abuelo. —Se excusó el mayor ganándose un pequeño golpe
de parte del susodicho.

—¿¡Qué él hizo qué!? —volteó a ver al pelinegro molesto.

—¡Seokjin me dijo lo de la fiesta!

—¿¡Qué hiciste qué!? —ahora volviendo su rostro hacia su hermano. —Bien, no voy a
estresarme por ustedes dos. —Taehyung frotó el puente de su nariz entre sus dedos pulgar e
índice—. Ya firmé el acta de salida, así que levanten sus traseros de allí y volvamos a casa
antes de que anochezca.

Tanto el Kim mayor como Jeon le siguieron el paso hasta hasta la salida, en silencio y
tratando de contener la ganas de romper en carcajadas.

A las afueras del hospital tomaron un taxi; Jungkook entró y se acomodó en el asiento del
copiloto, mientras Taehyung ayudaba a Seokjin a entrar en la parte posterior del vehículo.

El taxista preguntó algo a Jungkook, intentando sacarle conversación durante el viaje;


entonces, Seokjin aprovechó para recostar su cabeza en el hombro de su hermano y
susurró—: ¿Lograste terminar con tus preparativos?

—Sobre eso... necesito que me prestes dinero.

—¿Quemaste el pastel, cierto?

—Y la cortina de la cocina también. Pero en mi defensa, fue culpa de Sunhee.


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—¿Ella estuvo contigo? —cuestionó.

—Sí, de hecho, se quedó en casa, intentando quitar el color ahumado del los azulejos.

—Bueno, al menos todos estamos bien.

El trayecto era corto. El tráfico y el clima de la tarde hicieron que se alargase de tal forma que
doblaron el tiempo de regreso a casa.

Se habían quedado en silencio; pero la curiosidad de Taehyung y las palabras de la chica aún
en su mente le perturbaron lo suficiente le hicieron hablar.

—Seokjin —llamó por lo bajo— ¿Por qué Sunhee conoce nuestra casa?

—No sé a qué te refieres.

—Ella conocía perfectamente el camino; y por la forma en la que se movió por la cocina...
parecía que ella hubiese estado antes allí.

—Debe ser coincidencia.

—No mientas, sabes a qué me refiero. Ella...

Seokjin suspiró. —No puedo responder eso sin quedar como un idiota.

Taehyung apretó los ojos; sacando más de una conjetura. Pero, ¿Debía reprocharle? ¿Tenía
derecho alguno? No, en realidad no. Así que se limitó a ver hacia el frente, se concentró en
Jungkook al ver su espalda pensando en si su estúpido plan tendría sentido alguna vez, y no
pudo más que contestarse que nunca sería así.

Mientras más se acercaban a casa, la cantidad de autos y de ruido crecían. Cuando llegaron
frente a su propiedad, notaron que todas esas personas estaban reunidas en el interior de
ella.

—Pero qué demonios... —masculló Seokjin viendo por la ventana del taxi, impresionado por
la fuerte música y luces que provenían del interior. —Taehyung, ¿Qué hiciste?

—No tengo ni idea.


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Los tres bajaron rápidamente del vehículo; Taehyung se adentró en la casa buscando a
Sunhee entre la multitud. Un Seokjin, adolorido, y un Jungkook sonriente le siguieron hasta
llegar a la sala encontrando a Yoongi a cargo de la música, mientras el resto de los
adolescentes bebían.

—¡Jungkook! —le llamó Min a la distancia—. ¡Ven aquí, malnacido!

—¿Esta fiesta es para mí? —preguntó Jungkook con los ojos abiertos y llenos de emoción, sin
esperar una respuesta pero recibiendo una de Seokjin.

—No lo sé, pero necesito dormir. Así que tomaré un par de estas —tomó una lata de cerveza
de la mesa de café — e iré a mi habitación —dijo el mayor palmeando su hombro.

—Oye, no... quédate —pidió el pelinegro— Estoy seguro de que tu nariz no puede estar peor.

—No es mi fiesta. —Seokjin sonrió negando—. Así que hazme un favor y disfruta tu maldito
cumpleaños. —Kim se dispuso a subir las escaleras; pero antes de avanzar le dijo—: Ah, y
Jungkook, dale un trago a mi hermano. Realmente necesito verlo ebrio.

—Lo haré —prometió, Seokjin asintió y finalmente se alejó de la multitud.

Habían frituras, golosinas y alcohol en el desayunador, y gente fumando en el jardín.

Taehyung encontró a Sunhee mientras ella intentaba que sus compañeros de clase no
rompieran la vajilla de la señora Kim en la cocina.

—¿Qué rayos está pasando aquí? —le dijo al verla.

—¡No lo sé! Ese chico Min irrumpió aquí diciendo que Seokjin lo había enviado. Le pedí que
comprara otro pastel, él se fue y regresó con dos bocinas gigantes varias cajas de cerveza, y
lo siguiente que supe fue que habían cincuenta personas la sala.

—¿Quién se cree que es? —Taehyung negó ofendido. ¿Cómo se atrevía a hacer una fiesta real
en su presencia? Oh, no. Yoongi iba a oírlo.

El castaño se dio la vuelta molesto y regresó a la sala; pero no esperaba ver a Jungkook entre
la multitud ya con una lata en la mano mientras saltaba y bebía feliz.
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—¡Es hora de brindar por el cumpleañero! —gritó Yoongi sobre la mesa de café, invitando a
Jungkook a subir con él. —¡El chico que le dará la victoria al equipo de la escuela este año!
¡Salud! —dijo dando un gran trago a su bebida. El pelinegro sonrió feliz mientras era
aclamado por la multitud, tomando una botella.

—¡Oh, eres un maldito amo del caos, Yoongi! Gracias por esto.

—Soy el alma de la fiesta, lo sé. ¡Feliz cumpleaños!

Después de saber que era su cumpleaños, Yoongi corrió de regreso al campo de béisbol
donde se supone habría práctica esa tarde, y al no encontrar a Jungkook ni a Seokjin, le dijo
al resto del equipo de la gran fiesta en honor al muchacho justificando la ausencia de ambos.

Ellos, como la élite, se lo contaron a sus respectivas parejas, y ellas, a sus amigas, y los
amigos de los amigos de sus amigos. Para que al caer la noche, toda la escuela estuviera allí.

Yoongi puso la música y las primeras cerveza; nunca supo de dónde llegaron todos esos
cartones de alcohol y las frituras. Después de todo, en las fiestas, todas esas cosas siempre
aparecen solas.

Así que allí estaba, cuando la popularidad de Jungkook se había elevado por su último juego,
su rostro surrealista y su físico excepcional con la música a todo volumen.

El gran alarido se escuchaba al unísono cuando el pelinegro se integró al grupo. —¡Fondo,


fondo, fondo! —Jeon se terminó una botella completa en cuestión de segundos y gritó
eufórico al terminarla.

Taehyung se quedó detrás de toda la multitud. Al ver a Jungkook tan animado mientras
bebía y bailaba desvergonzadamente, estaba feliz, genuinamente feliz por él, pero eso no
evitó que se sintiera así de desplazado.

Subió las escaleras lentamente; incómodo de su alrededor. Y pensó, por unos segundos, en
lo fácil que era Jungkook encajar en ese lugar, y en que él jamás podría.

Jungkook, aún preso de la emoción del momento y de la algarabía de los jóvenes, buscó con
la vista al castaño intentando que se acercara a él; pero no pudo ubicarlo por ningún lado.
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Su expresión se volvió seria y se abofeteó mentalmente al pensar que estaba actuando como
la clase de chico idiota que odiaba. El desesperado por atención que realmente era.

Entonces, saludo a las personas que se acercaron a felicitarlo y agradeciendo su presencia,


bajó de la mesa, empujando a varios en el intento.

Caminó hasta la cocina con intenciones de conseguir más cerveza; pero al abrir el
refrigerador, encontró lo que supuso era un vago intento de Taehyung por hacer un postre
para él, lo tomó con una leve sonrisa.

La alegría de la fiesta y la fuerte música parecieron no detenterse, y la alegre celebración


continuó aún cuando él tomó una de las cajas de cerveza, y subió al segundo nivel de la casa.

Buscó a Taehyung en el pasillo y luego en la habitación, sin encontrarlo; se adentró en ella,


pero estaba vacía. Sin embargo, aquella cortina que se movió víctima del aire le hizo
acercarse más y más a ella.

Al hacerlo, por fin logró ver a Taehyung, de pie y con sus codos recargados en la pared que
rodeaba la azotea.

Dio tres golpes al vidrio de la ventana llamando su atención. El castaño se sorprendió al


verlo.

—¿Puedo pasar? —preguntó con una cálida sonrisa, Kim asintió repetidamente, como
incrédulo.

—Abajo hay una fiesta en tu honor. ¿Qué haces aquí arriba, Jungkook? —dijo cansado.

—Estaba buscándote. ¿Qué haces tú aquí arriba?

—Toda esa gente... es demasiada interacción social para mí.

—Lo sé; será mejor quedarnos aquí.

Taehyung negó. —¿Eres idiota acaso? Todos ellos están aquí por ti. Vamos, ve a divertirte.

—No conozco a la mitad de esas personas. Y estoy seguro de que están aquí solo por el
alcohol gratis. No tengo nada que hacer allí. —Dejó las latas a un lado—. ¿Una cerveza? —
ofreció al muchacho que sin dudarlo la tomó.
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—No lo entiendo —dijo Taehyung dando un gran trago a su bebida. —Hicimos todo esto por
ti.

—¿Hicimos? —cuestionó con una ceja enarcada—. Una pseudo discoteca clandestina no
suena a algo que tú harías. Es decir, es bastante genial, pero no es nuestro estilo, ¿Cierto?

—Yo... agh, no es importante quién o qué. Lo importante es que disfrutes tu celebración.

Jungkook se acercó a él, revelando la charola en sus manos. En donde el postre oscuro y de
dudoso aspecto reposaba.

—La verdadera celebración está aquí, contigo y este pastel quemado.

Taehyung se tapó el rostro avergonzado. Debió tirar ese estúpido pastel.

—Ni siquiera termino de comprender qué haces aquí. Tú perteneces a todo ese mundo de
gente especial y eliges pasar tu cumpleaños ¿Conmigo?

—Mírame, Taehyung. No pertenezco ni allá, ni aquí; nadie pertenece a ningún lugar, todos
somos aleatorios, todos podemos elegir a dónde pertenecer. Podemos intentar encajar o
estar con las personas que queremos.

—¿Estás seguro de eso?

—¿Por qué estás tan empeñado en hacer que me vaya?

—Estando aquí... no conseguirás nada. Quiero que seas feliz, al menos por hoy. No me
importan tus palabras rebuscadas, sé que... no eres feliz, sé que no puedes serlo. Pero
necesito que lo seas, aunque sea por unos minutos.

Jungkook bajó la cabeza, la bruma oscura en su interior que parecía crecer cada día le hizo
dudar.

—Esto acaba de volverse muy tétrico para mí.

—Es tu día especial, ¿Por qué no puedes simplemente disfrutarlo?

—Ese es el problema, Taehyung, nada es especial en realidad. Nadie lo es, no existe tal cosa
como ser especial. Para el universo, todos somos igual de irrelevantes. Y yo... soy igual que
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todos, y este día, tampoco significa nada más allá de un sentimiento estúpido que yo puse en
el.

—Hablas del universo con mucha ignorancia.

—¿Perdón?

—El universo está compuesto de pequeñas partículas. Colisionado unas contra otras para
generar vida. Piensa que tú eres una de ellas, es más, tú y yo, somos partículas entrelazadas.

—¿Intentas decir que soy importante para el universo? Por favor, no me hagas reír.

—Digo que eres importante para mí.

—Eso lo hace aún peor. Pensar que tuve que viajar tan lejos para encontrar una pizca de
afecto me hace sentir patético.

—¡Oye! —le dio un ligero golpe—, yo tuve que esperar treinta y tres años, siete meses y un día
en el futuro y de vuelta para tener un amigo, así que no te quejes.

—Realmente quisiera quedarme en este lugar.

—¿En este año? —interrogó con desconcierto.

—No, aquí en la azotea, contigo.

El castaño bajó la mirada, no era capaz de verlo fijamente. Sus ojos oscuros se iluminaban
incandescentes cuando decía la verdad, y Kim, sencillamente no podía ignorarlos.

Tomó una de las latas a su lado y se la entregó.

—¿Otra cerveza? —dijo, y cuando Jungkook asintió, extendió su brazo para entregársela.

El pelinegro la tomó; sonrió enternecido, mareado por el alcohol y con el rostro caliente por
su repentina evasión.

Jungkook no podía evitar confirmar a cada segundo que la inocencia cautiva dentro del ser
que Taehyung era gritaba por salir a su exterior. Porque todo de él, siempre buscaba dar
todo de sí.

Abrió la lata y dio un gran sorbo a su bebida.


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—¿Acaso solo me verás beber?

—He bebido suficiente por hoy, empieza a dolerme la cabeza.

—Taehyung... —sonrió en señal de burla— llevas apenas un par de cervezas, no creo que
tengas tan poca resistencia al alcohol.

—Yo...

—Basta, es mi deseo de cumpleaños. Hazlo por mí.

—¿Debería?

—Por supuesto que sí. Sabes que odio compartir mi alcohol con la gente, pero tú... eres la
excepción, mi amigo. Así que venga, abre otra maldita lata y vamos a emborracharnos hasta
vomitar.

Taehyung lo meditó en silencio por un par de segundos, viendo la caja de cervezas aún a su
lado. Tragó saliva con fuerza, y luego, cuando terminó de convencerse por completo, sacó
otra más del paquete.

—Está bien —dijo al abrirla y arrugar la nariz ante la sensación burbujeante en su paladar. —
Pero si vomito en nuestra habitación, tú vas a limpiarlo.

—Lo haré, lo haré. Mañana —le respondió alzando su lata—, pero ahora, brindemos,
celebremos nuestros malditos dieciocho años.

—Aún me faltan un par de meses para eso.

Intentó seguir adelante, intentó evadirlo; pero no pudo, la culpa lo consumía por segundo, y
de seguir así, probablemente enloquecería.

—Taehyung... —le llamó serio— hay algo que quiero decirte, algo importante.

—¿Sobre qué?

—El día que fui al lago... Seokjin dijo algo sobre ti, algo que he estado ocultándote. Y sé que
debí decírtelo antes pero yo tenía miedo, tengo miedo...

—¿Qué tan malo es? —cuestionó sin dejar de verlo.


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—Es malo, mucho.

—Entonces no quiero saberlo.

—Hace unos días me preguntaste sobre tu futuro—Taehyung se había terminado su bebida y


abierto una nueva—, te diré lo que sé, necesito hacerlo, no quiero que sufras.

—¿Conoces la paradoja del gato de Schrödinger?

Jungkook parpadeó confundido. No tenía sentido evadirlo de una forma tan despiadada.

—Por favor, Kim. Estoy hablando en serio.

—También yo, es por eso que necesito que entiendas esto. —El tono de su voz se elevó
causando estragos en la poca valentía del pelinegro—. Entonces dime, ¿Sabes de lo que te
hablo?

—No.

—La paradoja del gato de Schrödinger, es... uno de los principios de la mecánica cuántica. He
estado distraído intentando entenderla.

—¿De qué se trata?

—Es un experimento, en el que se plantea a un gato encerrado en una caja completamente


opaca con un veneno dentro de un recipiente de cristal que luego se rompe. Eso significa que
el gato está vivo y muerto al mismo tiempo.

—¿Qué? ¿Cómo podría? Dijiste que había veneno, el animal está muerto.

—Lo estará sólo hasta que abras la caja. De eso se trata la paradoja, de que la realidad es
manipulable y variable de tal forma, que cambia dependiendo de la intervención que tenga.

—Eso significa que si abro la caja... mataré al gato. —Jungkook tragó con fuerza, angustiado.

—Significa, que harás real su muerte, porque en nuestra línea temporal solo podemos tener
acceso a un desenlace. Entonces, de todos los finales posibles, yo sólo podré tener uno en
esta realidad, uno quizá mejor o peor al que tuve en la línea principal.

—Antes parecías muy angustiado por el futuro.


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—Lo estoy; necesito saber qué es lo que hay más allá de esto. Pero no ahora.

—¿Y qué quieres hacer ahora?

—Quiero... —El castaño dudó, nunca había sentido tanta libertad. Era como si él mismo se
liberara de toda la presión de hacer lo correcto siempre cuando Jungkook le veía
únicamente a él, mientras la primeras hojas secas de los árboles caían— quiero cerveza, y
sobras de pastel quemado.

—¿Solo eso? —preguntó tocando con lentitud su mejilla.

Taehyung tembló, alzando la mirada y expuesto a tal sensación que supo no era común. No
se sentía de esa forma.

—Quiero... quiero saber si logré hacerte feliz.

Jungkook sonrió; quizá era demasiado para lidiar con ello, pero Kim Taehyung había logrado
hacerle sonrojar profundamente.

—Fue... el mejor y más extraño cumpleaños que he tenido en mi vida.

—Me alegra escuchar eso.

—Pero... falta algo para hacerlo totalmente increíble.

—¿Ah, sí? ¿Qué cosa? —inocente a sus acciones. De pie, con sus codos recargados en la ligera
pared que circulaba la azotea, escuchando las ramas de los árboles al moverse por el viento.

—Aún no me has felicitado correctamente.

—Tienes razón. —Taehyung sonrió únicamente para él, regalándole un cálido gesto—. Feliz
cumpleaños, Jungkook, y bienvenido al mundo adulto.

El pelinegro asintió con una ceja alzada, deslizando lentamente su mano por la espalda del
chico para acercarle a él, jugueteando ligeramente con la orilla de su camiseta cuando el
alcohol y el viento se le subieron a la cabeza.

—Sigue incompleto.

—¿Qué se supone que falta?


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—Pues...—soltó una pequeña risa— el beso de felicitaciones para el cumpleañero.

Taehyung volteó su cuerpo, quedando frente a él. La mano de Jungkook recayó sobre el
pecho del chico, dominando sus movimientos por completo; pero contrario a lo que creyó,
Taehyung se quedó allí dispuesto a avanzar cuando se acercó a su rostro para tentarlo.

—Parece que has adquirido una extraña fascinación por intentar besarme.

—No parece molestarte, ¿O sí?

—No lo suficiente —dijo antes de ser él quien tomase a Jungkook por el cuello de su camisa
llegando repentinamente para recibir sus labios sin miedo.

No era el alcohol en su sistema lo que lo mareaba, sino su subconsciente enloqueciendo por


la necesidad de estar cerca de Jungkook. Era el circuito eléctrico conectándose mientras la
espalda de Taehyung entraba en contacto con el metal del balcón.

Taehyung sentía el pecho caliente y la cabeza pesada, estaba consciente de que al moverse
bruscamente vomitaría sin descanso mientras tambaleaba; por eso se quedó allí, dispuesto a
lo que sabía quería y entendía no era tan inaccesible.

La experiencia del pelinegro era notable; y al ser correspondida con curiosidad, no logró más
que ser estimulada para sujetar al muchacho, que con los ojos cerrados, y demasiado
mareado intentaba respirar contra su mejilla.

Jungkook se inclinó frente a él para poder ahora sentir su cintura, Taehyung le dio la espalda
a la noche y la ciudad cuando su cuello fue besado sin recelo.

Elevando su reparación y su pulso, las luces del alumbrado público parpadeaban, también
los pequeños focos que adornaban el jardín y el balcón, pero a ninguno de los dos les
importaba, no cuando la humedad de sus bocas se mezclaba intensamente.

Y el calor, que de ambos comenzaba a extenderse por todo su cuerpo, amenazó con tomar
control de sus mentes jóvenes aceleradas. Peor aún cuando la desesperación, y la falta de
autocontrol de Jungkook llegaron hasta su ingle.

Deslizó insolente una mano en la parte inferior de la camisa de Taehyung, este se separó de
inmediato, exaltado, ante el toque inquieto del otro sobre la piel de su abdomen y el
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escalofrío que el lento movimiento le llevó a sentir al rozar descuidadamente con uno de sus
pezones.

—Lo siento —dijo Jeon al ser observado fijamente, cuando la culpabilidad le azotó por
encima de sus hormonas—. No quise... ¿Taehyung?

Ladeó la cabeza; el castaño lo había esquivado, en un intento desesperado por regresar a la


habitación y corriendo para alejarse.

Jungkook lo siguió, entrando por la ventana; pensando en lo estúpido que había sido.

"¿En serio acabas de manosear al niño, Jeon?", pensó. Joder, realmente era estúpido. Ahora
estaba caliente y había ahuyentado a Taehyung.

Lo buscó de regreso al interior de la casa. Encontrándolo en el baño de su habitación


vomitando dentro de la bañera sin control.

Jungkook evitó reír; también estaba mareado, pero aparentemente, el cuerpo de Taehyung
no había logrado soportar terminarse el paquete de cervezas tanto como el suyo.

—¡Odio esto! Haz que pare —pidió el castaño, antes de que una arcada le anunciara que
volvería a vomitar.

—Será peor en la mañana, lo juro.

—¿Qué clase de apoyo es ese?

—Vomitarte a ti mismo forma carácter. Así que, esto significa que vas por buen camino.

—¿Y no piensas ayudarme?

—No hay nada que pueda ser; pero le contaré a Seokjin mañana y él estará muy orgulloso de
ti. Ahora tengo que lidiar con otro problema gracias a ti —dijo, refiriéndose a su ajustado
pantalón— así que, prefiero ir a dormir. No olvides cepillarte los dientes antes de ir a la cama.

—¡Jungkook!

—Adiós, pastelito.

—Idiota, ¡Te —arcada—odio!


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—Lo sé.

—Lárgate.

—Oh, Taehyung, olvidé decirte. —Jungkook se alejó del marco de la puerta, no sin antes
terminar—. Gracias.

En medio de su adolorida cabeza y su visión borrosa, Taehyung alzó una ceja confundido.

—¿Por qué? —preguntó

—Por todo. Por ayer, por hoy, y probablemente por mañana.

Las últimas horas del primero de septiembre significaron para Jungkook más que sus
últimos dieciocho cumpleaños; Incluso más que el día entero.

Cuando se dejó caer en la cama del muchacho, torpe ante su presencia pues su mente se
dejó abrazar por las el olor del chico impregnando en las sábanas hasta quedarse dormido,
sonriendo como un idiota ilusionado, cuando la oxitocina se apoderó de su sistema y la
sonrisa de Taehyung de su alma.

La madrugada del segundo día de septiembre; con su pulso tembloroso, la visión nublada y
su garganta cansada de tanto vomitar, Taehyung abrió su libreta y seleccionó una de las
últimas hojas en blanco para plantear en ella una nueva hipótesis:

"Kim Taehyung y su latente homosexualidad:"

Me siento atraído a un "Él".

La cerró; cuestionado todo lo que sabía sobre sí mismo al ver a Jungkook en la cama, tan
cerca de su cuerpo. Su piel y su corazón temieron ante aquella acción física que generó una
reacción emocional.

Porque incluso Taehyung, quien se jactaba de su inteligencia, era incapaz de entender que
corría hacia un acantilado y que el único lugar en el que podía terminar era, en el fondo.

Capítulo Ocho
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por Incompletelyrics

08.

Junio, 2019.

—¿Podrías alejarte de la ventana, por favor?

Seokjin realmente intentó mantener su curiosidad controlada y sus interacciones al margen;


mas era imposible ya.

Estaban atrasados; el mayor debía haber terminado de empacar la cristalería de las repisas y
un par de viejas cosas personales, hacía semanas pero allí estaba, espiando a Jungkook por
la ventana de la casa mientras intentaba camuflajearse con la cortina.

—No puedo. ¿Quién se cree ese tipo para hablarle así? —Comenzó con una pequeña
discusión, y Seokjin, simplemente no pudo evitar sentir la necesidad de entrometerse en
medio de ellos.

—Amor, las cajas no van a armarse solas. Deja al niño y a su novio en paz. ¿Podrías, por
favor?

—No. Ese tipo está cruzando los límites. La última vez Jungkook regresó a casa con el labio
partido. Es una rutina, lo maltrata, luego regresa pidiéndole perdón para luego volver a ser
un completo idiota con él, le hace esas estúpidas escenas de celos, lo sigue como un
lunático. Esa relación no me gusta, empezó a fumar después de conocerlo, ese tipo es una
mala influencia para él.

—Lo sé —angustiada—; pero él dijo que no debíamos entrometernos en sus asuntos. No


quiere escucharme. No lo entiendo, él... no hacía cosas como estas.

—¿Estás segura? A mí me parece más como si ni siquiera lo notaras. Jungkook está pidiendo
atención, Sunhee. Cada semana aparece con un tipo peor en casa.

—¿A qué te refieres con eso? —subió su tono.

—Sabes exactamente a qué me refiero.


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Seokjin suspiró. Debían hacer algo, ¿Pero qué? Dejarían el país en un par de semanas y
podrían liberarse del imbécil del novio de su hijastro, un tipo mayor que había estado
manipulado a Jungkook, pero hasta entonces parecía no tener más opción que soportarlo.

Él sabía que salir del país era la decisión correcta. Estaba consciente que antes los ojos del
menor lucía como un entrometido tomándose atribuciones que no le correspondían; pero
quedarse en Corea significaba tener que convivir día a día con los vestigios de dos
escombros humanos, tres, contándose a sí mismo.

Volvió la mirada hacia el exterior de la casa justo para presenciar el momento en el que el
muchacho rubio empujó el cuerpo de Jungkook contra el pórtico, furioso.

El pelinegro le devolvió el golpe intentando zafarse de su agarre, inútil al ser superado en


altura y fuerza. Su mente no estaba enfocada, su parte emocional no le dejaba contraatacar,
haciéndole vulnerable.

¿Por qué se dejaba abusar esa forma? Jungkook tenía todas las de ganar y estaba fallando al
defenderse.

—¿¡Cómo esperas que esta mierda funcione a distancia si ni siquiera puedo confiar en ti
ahora!? —reprochó el chico sujetando a Jungkook con fuerza por los hombros.

—¡No sé de qué estás hablando!

—Te marqué quince veces, ¿Por qué diablos no respondiste?

—¡Estaba ocupado, maldición! Jay, suéltame ya.

La puerta se abrió de golpe, y de ella salió una pelota de béisbol que rebotó en la cabeza del
rubio.

—¿Qué demonios...? —dijeron ambos casi al unísono.

—Vete de aquí antes de que llame a la policía —demandó Seokjin.—,Y tú—encaró con
autoridad a Jungkook—, entra a la casa, ahora.

—Seokjin, este no es asunto tuyo —intervino el pelinegro. Contrario a su reproche, se soltó


del agarre del otro, levantó la pelota de la grama y caminó hacia la entrada molesto.
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—Sí, anciano. Esto es entre él y yo.

—Pues este "anciano" te recuerda que estás agrediendo físicamente a un menor de edad y
que además estás en propiedad privada.

—¿Y eso qué?

—Significa... que si no te largas en este instante de mi casa ¡Voy a denunciarte por


allanamiento de morada y perversión de menores, imbécil!

—No lo haría.

—No me provoques.

—¡Bien! —Escupió en el llano—. Púdrete, Jungkook. Tú y toda tu estúpida familia.


¡Terminamos! Eres un...

Seokjin empujó a Jeon dentro de la casa y cerró la puerta en el acto.

—No tienes porqué escuchar eso —le dijo, encendiendo discretamente los aspersores del
jardín para ahuyentar a esa bestia.

—¿Qué sucede contigo? ¡Ahora jamás volverá a hablarme!

—Esa es la idea.

Jungkook no le contestó; pasó a su lado, soltando la pelota contra un par de cajas junto a la
entrada causando que una de ellas se cayera al piso y subió las escaleras velozmente sin
dignarse a mirarlo.

Seokjin en realidad no sabía mucho sobre relaciones entre chicos o cosas como esas. Pero
había aprendido demasiado de la vida como para permitir tal situación.

Se acercó a la caja en el suelo para acomodarla; de la caja abierta, un par de viejos uniformes
y una gorra de su antiguo equipo favorito se habían asomado y ahora se encontraban
tiradas. Al igual que la pelota de su abuelo, que rodó un par de centímetros más lejos
después de su primer tiro en años.

La tomó y meditó en silencio un par de segundos mientras la veía, pensando en su juventud y


sus errores pasados.
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Jungkook necesitaba ser escuchado por alguien, lo sabía.

Suspiró dándole una mirada cansada a su esposa antes de pasarse la mano por el cabello.

—Genial, ahora el malo soy yo —se dijo antes de tomar valentía y subir las escaleras lento.

Él era definitivamente anticuado para entender completamente al chico, estaba viejo, no


había más justificación que eso. Se estaba esforzando bastante en progresar por él.

Es decir; siempre quiso un hijo. Uno al cual llevar a la jaula de bateo y enseñarle a reparar el
auto, ese que invitaría a beber, comer filetes en exceso y con el que hablaría sobre chicas,
negocios y demás. Un hijo para hacer "cosas de hombre".

Nunca lo tuvo; y cuando Jungkook llegó a su vida, apareció siendo tan opuesto a todo lo que
creyó. Más artístico que atlético aparentemente, vegetariano (se atrevería a decir vegano
pero aún no entendía la diferencia), homosexual y con una repulsión a los números y a la
mecánica impresionantes.

Dio tres golpes a la puerta. Al no recibir respuesta giró la perilla y la abrió lentamente.

Se encontró con el pelinegro en su cama llorando en silencio, al notar su presencia, se


recompuso y fingió leer el libro a su lado como si no hubiese pasado nada.

—¿¡Qué quieres!? —le gritó Jungkook.

—Disculparme contigo.

—¿Qué pretendes? Hace seis meses llegaste aquí siendo un idiota conmigo ¿Y ahora de
repente eres todo un héroe? No me hagas reír.

—No es así, yo... cometí errores, lo sé. Pero quiero...

—¿Arreglarlos? Por favor, las cosas que dijiste aún están en mi cabeza, y créeme, nada podrá
borrarlas de allí.

Seokjin suspiró cansado. —Solo quiero saber si estás bien, ¿Él te lastimó?

—No tienes que preocuparte. —Agitó la cabeza—. Jay es... un idiota.

—La mayoría de los chicos son idiotas —dijo jugando con la pelota en sus manos.
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—Parece que sabes mucho sobre ser uno —atacó Jungkook sin despegar la vista de Seokjin.
Estaba furioso y despechado, Jungkook buscaban en los chicos la atención que nunca
obtuvo en casa, y ahora, se había quedado con uno menos.

Kim se acercó a él, adentrándose en la habitación. La mirada confundida de Jungkook


apareció en cuanto le vio caminar dentro de su espacio.

—De hecho, tienes razón. Yo sé mucho sobre ser un idiota. Lo fui por mucho tiempo, tanto
como para saber exactamente que personas como él no te llevarán a nada. Lo comprenderás
en un par de años.

—No sé porqué te molestas en decirme esto. ¿Cómo podrías entenderlo?

—Los años no llegan solos —le dijo serio—, y lo creas o no, la vida no es diferente a un juego
de béisbol. Puedes ser un jugador o un bate, Jungkook, tú eliges.

—No tienes idea de lo difícil que es ser...

—Quizá no —declaró—. Pero eso no significa que no sepa una o dos cosas sobre el amor. Y
eso que vi allá fuera, ni siquiera se le parece.

—¿Intentas darme un sermón de telenovela? —La actitud altanera de Jungkook menguaba


en cuanto era incapaz de doblegar el aura de Seokjin.

—Habrán cientos de chicos que jueguen contigo, un idiota menos es solo un partido de ligas
menores. Y tú —tragó saliva, no sabía qué demonios estaba diciendo—, tú mereces más que
eso.

—Parece que estoy en medio de una constante crisis, desde que llegaste y justo ahora, ¿Y tú
intentas subirme el autoestima?

—Toda crisis genera un cambio, Jungkook. Y es parte de crecer entenderlo.

Tenía la pelota en sus manos, la alzó ligeramente en el aire mientras la veía. Jungkook no
tenía ni idea de lo mucho que significaba para él, ni de su pasado en el campo.

—Estoy seguro de que ni siquiera tú mismo entiendes tus propias analogías —dijo con gracia
sin llegar a burlarse. Había dejado de llorar, parecía más animado.
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Seokjin sonrió, esperando haber logrado sacudir un poco la mala idea que Jungkook tenía
sobre él.

—Lo que intento decir es que nadie tiene el derecho de hacerte sentir insignificante.

Esa pelota tenía un gran significado, se trataba del símbolo de un sueño perdido para el
mayor, pero había pasado demasiado tiempo significando tal dolor. Era momento de darle
un nuevo enfoque.

Jungkook bajó la cabeza; Seokjin se atrevió a dejar su pelota sobre la mesa de noche del
muchacho como muestra de su buena fe y del lazo que sin querer brotaba de Kim y que
Jungkook se negaba a aceptar.

—Estoy bien ahora —dijo Jeon con el tono ambiguo que le caracterizaba—, ¿Algo más?

—No, no. —Entendiendo a su petición asintió con la cabeza—. Me... haces sentir más
tranquilo. —Se dio la vuelta para dejar la habitación.

No, Jungkook no era lo que esperaba. Jungkook era diferente, sarcástico la mitad del
tiempo, más inteligente de lo que parecía, él era culto, y espontáneo. Estaba fascinado por la
mitología griega, tenía un estrafalario estilo, y un carácter fuerte. Estaba tan lleno de
asombro y deseos de conocimiento que se veían opacados por el miedo a no ser tomado en
serio, a ser ignorado, a ser herido.

Jungkook era la víctima que creció para defender a otros sin saber cuidar de a sí mismo. Un
valiente artificial que solo anhelaba proteger a los suyos, y recibir una pizca de gloria; pero
ya no estaba solo, ahora lo tenía a él. Necesitaba hacerle entender eso.

No, él definitivamente no era el modelo que construyó en su cabeza durante años. Jungkook
era más que eso, era un chico maravilloso.

Seokjin formó ideas en su juventud que nunca se atrevió a cuestionar; pero después de
conocerlo descubrió su error y llegó a la mejor conclusión al entender que su hijo no era y
nunca sería una copia suya.

Después de todo, no había una sola forma de ser un hombre. No existía un patrón para forjar
humanos, nunca lo hubo. Y eso era genuino, ahora lo sabía.
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Al entenderlo, muchas preguntas que desde hacía tanto había dejado de hacerse
reaparecieron en su cabeza llenando su mente de culpa y de represión.

Jungkook le hacía pensar en alguien a quien enterró hacía más de treinta años.

Alguien que siempre fue diferente a los demás chicos de su época. Un chico que siempre se
avergonzó de las cosas que amaba, ese que nunca se esforzó por comprender y aún así amó.
Uno que Seokjin estaba seguro se enamoró de Han Solo en lugar de la princesa Leia. Pero
ahora era tarde para benevolencia y amor filial, demasiado tarde.

Seokjin abrazaba con impotencia la idea de que su hermano murió sin afecto. Sin conocer la
adrenalina del calor, y sin comprensión o amor, Taehyung murió a su lado pero solo. Y él,
siendo la única persona a la que le confió sus secretos, nunca podría perdonarse no haberlo
escuchado antes.

—Oye, Kim —le llamó el menor.

—¿Sí? —volteó a verle. Esa sonrisa le pareció inocente, pulcra en su rostro joven, como una
mínima muestra de su agradecimiento.

—Gracias.

El mayor asintió.

Jungkook le hacía pensar en su hermano. Y en qué quizá, si él se hubiese dado cuenta de


aquello en el pasado Taehyung hubiese sido feliz.

Las peleas y los múltiples romances de un par de días en los que Jungkook se metía
desaparecieron desde ese momento. Incluso tiempo después de la mudanza, justo cuando
Jungkook parecía odiarlo más que nunca, a Seokjin le gustaba observar desdea calle la
ventana de la habitación de Jungkook, porque sabía que aunque el menor fingiera
detestarlo, su odio no era real.

Prueba de ello era la pelota que ahora dentro de una caja de cristal, adornaba la repisa
frente al balcón. Justo al lado de sus libros, y los discos que amaba como un símbolo de
amor y respeto propio para el muchacho. Al final de todo, parecía que Jungkook sí había
entendido sus estúpidas palabras.
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No, Seokjin no era un mal padre; pero definitivamente, fue un hermano terrible.

...

107 días antes de.

—¿Alguien podría explicarme por qué hacemos esto? —dijo el pelinegro.

El metro y los alfileres le tenían inmovilizado. Jungkook se sentía prisionero entre las capas
de seda mientras estaba quieto como un maniquí.

Taehyung y Yoongi se vieron entre sí.

—Porque eres un idiota —le contestó el castaño mientras anotaba las medidas de sus
hombros en su libreta—, y porque Min necesitaba un modelo para los trajes de su musical.

—¡Él ni siquiera te agrada! ¿Por qué permites esto?

Yoongi estaba arrodillado junto a Jeon, midiendo ahora el largo de rodillas a talones. —Si
sabes que estoy aquí y puedo escucharte, ¿Cierto, Jungkook?

—¡Esto es muy injusto! —alegó moviéndose, al hacerlo, causó que accidentalmente Yoongi le
pinchara la pierna con un alfiler—. ¡Auch! —gimió de dolor.

—¡Deja de moverte, idiota! Arruinarás la tela, y no es nada barata —dijo Min, ajustando de
nuevo el encaje sobre su traje.
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—En serio, no sé qué hice para merecer esta clase de humillación.

Taehyung se acomodó los anteojos, colocó ambas manos en su cintura y alzó una ceja a
Jungkook, molesto.

—Ah, ¿No lo sabés? Déjame refrescarte la memoria —dijo acercándose a él—. Agustus nos vio
besándonos por error en el auditorio.

—Uy sí, "por error" —masculló burlesco el tercero ganándose una mirada desaprobatoria de
Kim.

—Ahora por tu falta de autocontrol le debemos un favor —Yoongi carraspeó—, bueno, le


debemos muchos favores —corrigió el castaño.

—Él me usa como maniquí y a ti te encanta verme, ¿Cierto? —le reto—. Joder, ¿Por qué tengo
que ser yo y no tú?

—Porque fue tu culpa que nos viera, cariño —dijo sarcásticamente.

—Oh, vamos. ¿Y se supone que por eso debemos ser sus esclavos?

—Dejen de pelear. —Yoongi comenzó a reír —. Yo no diría que son mis esclavos, sino mis
amigos a la fuerza, ¿Qué les parece?

—¡Cállate, Min! —gritaron ambos al unísono haciendo reír el doble a Yoongi.

Agustus había notado de inmediato que algo extraño pasaba entre esos dos desde el primer
instante en el que los vio juntos. Era como un camaleón, un experto para pasar
desapercibido, y un manipulador de primera.

Después de la tarde que les vio besarse en el auditorio regresó a casa consternado. Jungkook
le había suplicado su silencio, y en ese momento aceptó simplemente debido a la conmoción
que le acusó ver dos hombres en esa situación. Ni siquiera supo porqué los había salvado de
ser vistos por Seokjin.

Es decir, el venía del Sur, las dos culturas en las que había sido educado eran bastante
conservadoras, por no decir religiosas; pero eso no había logrado escandalizarlo, de hecho lo
llevó a cuestionarse cosas sobre sí mismo.
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Sí, había decidido guardar silencio por el aprecio que le tenía a Jungkook; pero eso no
significa que no iba a sacarle provecho a su desesperación.

La situación le divertía mucho. ¿Necesitaba chantajearlos? No realmente, no era tan cruel


como para delatarlos; el simple hecho de poder volver a entrar libremente a esa casa ya era
suficiente. El estar tan cerca de Taehyung le traían cierta satisfacción extraña, porque sabía
era una gran forma de molestar a Seokjin.

¿Era vengativo? Sí, y mucho. Además, que la razón por la que los chicos estaban en sus
manos fuese la misma razón por la que Seokjin no lo quería cerca de su hermanito le parecía
los más irónico del maldito universo.

—No hay razón para ser tan agresivos, así que cierren el pico. O pueden ir a manosearse al
baño si prefieren —respondió a sus gritos, enrollando un trozo de seda más en el cuello de
Jungkook—. No, el naranja no es tu color.

Ambos suspiraron. No había más remedio que aceptar a Yoongi en su extraño grupo de
amigos inexistente, aunque claro, debían ser más cuidadosos para no revelar nada de su
investigación al chico.

Taehyung tachó el color naranja de su libreta.

—Prueba con el pañuelo azul, queda mejor con el sombrero —dijo Jungkook finalmente
rindiéndose.

—¿Mediterráneo o zafiro? —cuestionó alzando dos pedazos de tela que parecieron iguales
para el pelinegro.

—¡Mediterráneo, obviamente! —intervino Taehyung.

—Entonces será zafiro —concluyó Yoongi, colocando la tela de ese color en los hombros de
Jungkook.

La obra escolar era muy importante. Las universidades buscaban distintos talentos, chicos
como Taehyung o Jungkook tenían su puesto asegurado en alguna de ellas, Yoongi aún tenía
que sobresalir. Y el músical que había armado sobre Romeo y Julieta iba a ayudarle con ello,
por eso necesitaba toda la ayuda que voluntariamente nadie le daría.
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—¿Pero qué rayos pasa aquí? —dijo otra persona en la puerta viendo de arriba a abajo al
pelinegro, quien solo estaba allí de pie pensando en lo mucho que su atuendo lo hacía sentir
como salido de la película de Shrek—. ¿Qué hace esta costurera en tu cuarto y por qué
Jungkook parece el rey de los tarados? —preguntó Seokjin viendo a Taehyung.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que toques la puerta antes de entrar? —reprochó el
menor al ver a su hermano.

Su nariz había sanado superficialmente, él podía volver a lucir su rostro y a ser un idiota sin
represalia alguna.

—Vine a decirles que bajen el volumen. Duérmase ya, mañana es día de iglesia.

—Me prohibieron la entrada a la iglesia, ¿Recuerdas?

—Lo sé, te vetaron por dos años... hace dos años. Así que, irás con nosotros mañana. Ambos
de hecho.

—No puede ser. Odio ir, no lo haré.

—¿¡Qué!? —exclamó consternado. El nivel de insolencia era demasiado alto. —No puedes no
ir.

—Sabes que detesto todo lo que involucre gente. Además, soy agnóstico, y él —señaló a
Jungkook—, es peor. Créeme, no nos quieres allí.

Solamente recuerda que tuvieron que llamar a los bomberos la última vez que fui.

—Lo sé, pero por favor, haz un esfuerzo. Es por tu bien.

Todo esto era innecesario para el castaño. Nunca antes lo habían obligado a interesarse por
la religión de su familia. Pero últimamente Seokjin, parecía ser demasiado insistente en el
tema.

¿Para qué ir? Era más urgente encontrar una solución al problema del pelinegro que ir a
sentarse por horas a escuchar cosas que no alcanza a concebir.

Yoongi había tomados todas sus cosas y guardado sus instrumentos de costura en su
mochila mientras hablaban.
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—Parece que tienen mucho de qué discutir —se excusó para salir—, así que esta costurera se
va. Quítate el traje con cuidado, Kook, lo terminaremos el lunes —dijo caminando hacia la
puerta.

—¿No te quedarás? —preguntó Jungkook.

—No puedo, tengo algo que hacer en la mañana—se limitó a decir. Seokjin le veía con
expresión poco amable, mientras tomaba sus telas del piso.

Yoongi se acercó ligeramente al mayor de los Kim cuando caminó hacia la salida de la
habitación. La incomodidad entre ambos era evidentemente grande. Seokjin dio un paso al
frente para intencionalmente pisar el pie de Min.

—Oh, lo siento, fenómeno —se burló haciendo aún más presión.

Este se removió molesto, y observó por un par de segundos los tenis sucios de Seokjin sobre
sus zapatillas blancas dejando en ellas una marca oscura.

—Espero que te ahogues al dormir, cretino —dijo antes de empujarlo para salir.

Jungkook y Taehyung se vieron curiosos entre sí. Bueno, eso era nuevo.

—Bien, si ya terminaste de maldecir a Min mentalmente, te invito a que salgas de mi


habitación. —Taehyung estaba sentado sobre la cama con las piernas cruzadas.

—Oh, no. No he terminado, ustedes dos niños raros deben ir a la iglesia. Especialmente tú. —
Señaló a Jeon.

—¿Yo? —Algo se removió en su interior. Un recuerdo lo golpeó con tanta fuerza que no supo
diferirlo. No estaba claro.

—La temporada comenzará pronto; estaremos muy ocupados las próximas semanas
entrenando, así que no te vendría mal un poco de guía espiritual, y tú —volteó a ver a
Taehyung— mamá quiere que vayas. Es tu oportunidad de hacer las cosas bien, así que no lo
arruines, otra vez.

—¡Eso no es justo!
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—Pues de malas, así que quita esa cosa —ordenó señalando el radio, se dio la vuelta—, y
duérmete.

—Bien. —Se rindió, Seokjin asintió aliviado y se marchó finalmente cerrando la puerta detrás
de él. El castaño se golpeó la frente lanzándose de espaldas en la cama.

—No sé qué acaba de pasar. —Jungkook se sentía ajeno, era demasiada información para su
cabeza, comenzó a sentirse mareado sin saber la razón. —¿A qué se refiere Seokjin con "no lo
arruines otra vez?

—Es una estupidez. No es la gran cosa.

—Para ser una estupidez pareces darle demasiada importancia. —Jungkook apagó el estéreo
antes de caminar hacia él, y se quedó de espaldas a la cama, mientras comenzaba a quitarse
el jodido disfraz.

—No es nada, es solo que en un lugar donde todos adoran vivir de su propia hipocresía
mientras un montón de idiotas les dan doctrina disfrazada de motivación, yo no encajo bien.

—¿Quién te hizo tanto daño, pequeño? —dijo burlándose de él—. Vamos, no puede ser tan
malo.

—Detesto estar allí. Es aburrido, estresante e innecesario. Además de que... —La mente de
Taehyung divagó cuando el pelinegro comenzó a desvestirse, quitándose la parte superior
del traje, dejando su torso expuesto y el resto de su cuerpo atrapado en mallas.

—¿Además de qué...?

Agitó la cabeza reaccionando. —Ya tenía planes para mañana.

—¿Planes? —Jungkook volteó a verlo, con una ceja alzada y una pequeña risa pícara que se
escapó de él—. ¿A dónde planeabas llevarme?

—A la piscina de la escuela. He estado haciendo un par de cálculos, y necesito un espacio lo


suficientemente grande para contener tu energía.

La bañera ya está descartada, así que, iremos al siguiente nivel.

Bufó. —Matas mi emoción.


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—Esa es la idea, esto es algo serio. Estamos demasiado retrasados, necesito hacer más
pruebas, el hecho de que Min pasé todo el día pegado a nosotros no me deja mucha libertad
a experimentar.

—¿No sería mejor que fuéramos al lago? Digo, es el punto de inicio de todo esto, sería más
fácil comenzar desde allí.

—No, es peligroso.

—¿Cómo podría serlo? Estás siendo paranoico, de nuevo.

—El lugar está completamente rodeado, además de estar cerrado, y oculto en medio del
bosque. Es inusual, además de sospechoso, quien sea que esté trabajando en ese lugar...
tiene o muchas influencias o algo demasiado valioso.

—Ambos salimos de allí, ¿Cierto? Quizá regresar sea la solución.

—Oh, no. No "salimos", yo te saqué. Necesitamos encontrar una solución por nuestra cuenta.

—Claro, y según tú, alguna clase de científicos malvados está allí adentro haciendo quién
sabe qué cosas. ¿O me equivoco?

—Pues a no ser que creas en la magia, alguien tuvo que traerte aquí. No sé cómo y no sé por
qué, pero es lo que deberíamos estar averiguando en lugar de perder el tiempo con
actividades tontas.

Jungkook había terminado de desvestirse, quedando únicamente en ropa interior mientras


escuchaba al otro reprochar. Había apagado la luz, y la habitación estaba apenas iluminada
por la lámpara en la mesa de noche del castaño.

Intentaba actuar normal; pero cada paso que daba le hacía sentir más y más pesado.

—Estás asustado de ir, ¿Cierto?

—¿Al lago? ¡Claro que sí! La última vez casi me mata un rayo.

—Me refería a la iglesia —declaró el pelinegro.

—Yo no... —Su expresión se relajó volviéndose de pronto confusa al verse acorralado por
Jungkook.
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—Sé que tienes problemas para relacionarte con las personas. No tienes que usarme a mí y al
experimento para justificar que simplemente tienes miedo.

—No se trata de eso. Es solo que soy incapaz de mantener la boca cerrada. Y al resto de los
feligreses... no les agrado mucho que digamos.

—Basta ya, ¿Dime qué hiciste?

Taehyung apretó los ojos.

—Uhm... ¿La última vez?... Inundé iglesia y luego le prendí fuego a la peluca del pastor. Lo
que es curioso, porque ninguna fue intencional pero sucedieron al mismo tiempo.

—¿Qué? —dijo Jungkook ahogando sus ganas de reír—. Dime que no es verdad.

—También le dije a una anciana que yo era Satanás, mencioné a Tesla en medio de la
oración, llevé mi calendario hebreo para desmentir la navidad, y causé el divorcio de al
menos cinco personas.

—Eso suena a algo que tú harías. Tienes razón, es una mala idea aparecernos por allá.

—¿Acaso no prestaste atención? ¡Obviamente es una terrible idea!

—Las mallas me apretaban demasiado, no tenía suficiente oxígeno en el cerebro.

—Se nota.

—¿No tenemos elección?

—A menos que tengas una buena excusa para hacernos desaparecer mañana en la mañana,
estamos atados de manos.

—Descuida, algo se me ocurrirá —dijo Jungkook ganándose un pequeño bufido por parte del
otro cuando le dio la espalda.

Taehyung cerró los ojos intentando no darle demasiada importancia y quedándose dormido
poco tiempo después.

A diferencia de Jungkook, a quien le fue imposible conciliar el sueño. Había algo en él que le
estaba carcomiendo el cerebro desde hacía días.
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Necesitaba recordar algo importante, pero, ¿Qué era?; sus recuerdos habían comenzando a
volverse más densos y por más que lo intentara, no podía recordar eso, parecía que su vida
se volvía una espesa masa dentro de su cráneo.

Sus memorias estaban mezclándose.

Caminó hasta el baño de la habitación; tenía calor, demasiado calor. La luz del exterior había
comenzado a parpadear sin que él se lo propusiera.

Abrió el grifo del lavabo y se mojó el rostro cuando el agua fluyó. Sus manos temblaban
mientras luchaba por mantener sus ojos cerrados, las descargas que le atravesaban el pecho
volvían a aparecer en cuanto intentaba tomar aire por la boca.

Se veía en el espejo y no podía entenderlo. Sentía que le habían arrebatado parte de su


confianza, era como si su pecho se hubiera sumido en un agujero de inseguridad pura. Algo
había desaparecido de su cabeza pero él simplemente no alcanzaba a entender qué era.

Comenzó a extrañar a personas a las que no le importaba. Y a tener pensamientos confusos,


había rostros de chicos que no tenía idea de conocer, memorias de fiestas y la sensación de
estar ebrio mientras las náuseas le invadían.

Había bares. ¿Alguna vez pasó la noche en prisión? Dejó a alguien atrás en Corea, ¿Había
alguien con él en California también? ¿Por qué de pronto parecía que había follado con más
personas de lo que recordaba?

Su vida en California se basaba en los dibujos que hizo con la vista de su ventana, lo mucho
que odiaba ese lugar y las miradas curiosas de sus compañeros, estaba seguro de eso; pero
poco a poco, las calles nocturnas, un par de pastillas y manos que no conocía se instalaron
en su interior como una verdad absoluta.

Se sentó en el piso del baño, intentando no hacer ruido, golpeándose la cabeza. Habían
peleas con su madre y una perforación más que no sabía que tenía.

—¿Qué hice para cambiar esto? —musitó cuando todo se hizo real en su cerebro.

La moral que se derivó de su charla con Seokjin, y lo mucho que atesoró esa pelota no
existían. Porque al perderla en el campo días atrás, nunca llegó al futuro y tampoco fue suya.
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Había cambiado un aspecto de su temperamento que le tomó tiempo corregir sin


intenciones de hacerlo. La poca madurez que poseía, se tornó oscura porque no hubo nadie
para mostrarle el camino.

Recordar.

Estaba perdido; la materia de su vida se había transformado y no sabía qué era real o hasta
que punto desaparecía esa memoria que se estaba esforzado por recuperar.

El agua del lavabo seguía corriendo, podía escucharlo. Le hacía pensar en la playa, el puente
y su casa. San Francisco estaba al menos cuatro horas de allí, quizá si volvía podría
entenderlo.

Se levantó del suelo cuidando sus pisadas; Taehyung estaba durmiendo plácidamente y era
totalmente ajeno al agujero oscuro en el que la mente de Jungkook estaba sumida.

Salió de la habitación y caminó por el pasillo. La puerta de Seokjin estaba entre abierta, lo
vio dormir cuestionando porqué su presencia parecía volver a molestarle. ¿Su recuerdo
perdido tenía algo que ver con él? Pensó sin ser capaz de responderse.

Una paradoja accidental.

Pero Jungkook no podía permitirlo, pasó antes en el mirador y estaba pasando ahora. Y él, se
negaba rotundamente a seguir perdiendo su realidad de esa forma.

Empujó la puerta lentamente; sobre la repisa de Seokjin, en donde reposaban sus trofeos,
estaba también su cámara, un pequeño aparato negro que reproducía imágenes
instantáneas, así que la tomó esperando no ser visto y se movió lento hacia la salida.

Antes de marcharse, volteó a ver la repisa de nuevo. El espacio vacío de la pelota que él
mismo perdió resaltaba impresionantemente, le dolió el pecho sin razón, pero no le tomó
importancia, después de todo, ya no podía recordarlo, el recuerdo de su futuro ya no existía.

Regresó a la habitación de Taehyung; colocó la cámara dentro de una pequeña mochila roja
que el castaño solía llevar con él, buscó en su escritorio un mapa doblado y al encontrarlo, lo
guardó junto a la cámara.
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Se colocó una camiseta ligera sobre esta la chaqueta que le pertenecía desde el comienzo,
un pantalón de tela oscura y sus botas.

Entonces, se acercó a Taehyung para moverle ligeramente.

El castaño no tuvo consciencia del tiempo qué pasó, ni del momento en el que se quedó
dormido aún con su ropa puesta hasta que sintió un par de ligeros golpes en su frente.

—Oye, Taehyung, despierta —dijo, Kim abrió los ojos aturdido. Jungkook estaba de pie
frente a él intentando mantenerse lo más silencioso posible.

Se levantó desorientado; sentía que habían pasado apenas un par de horas y estaba
demasiado oscuro para ser hora de levantarse.

—Jungkook... —tragó saliva adormitado—. ¿Qué hora es? —Volteó a ver el reloj al lado de su
cama para constatar que apenas marcaba las cuatro de la mañana. —¿Qué haces despierto?

—Necesito recordar algo, y tienes que ayudarme a llegar allí.

—¿A dónde?

—San Francisco, necesito ir a mi casa.

—Jungkook... no creo que tu casa exista aún —le dijo casi con pena.

—Lo sé; yo tampoco pero no pierdo nada con intentarlo. Por favor.

Taehyung apretó los ojos, le era difícil leer su rostro sin sus anteojos.

—¿Sabes cómo llegar allí? —preguntó .

—Sí, recuerdo el camino. Pero tenemos que irnos ya. Seokjin despertará en un par de horas,
y para entonces, nosotros debemos estar a medio camino.

—Jungkook, ¿Qué sucede? Se supone que debíamos acompañar a mi familia y...

—Al diablo con esa mierda, querías desaparecer, bueno eso es lo que haremos.

—Estás más estúpido cada día, no podemos hacer eso.

—Te dije que algo se me ocurriría. Vamos, piénsalo bien, no pueden obligarnos a ir si no nos
encuentran —dijo alzando ambas cejas, esperando convencer al otro.
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Taehyung se quedó callado, tenía sentido.

—Mamá va a matarme.

—¿Por qué lo haría? Seokjin hace este tipo de cosas todo el tiempo y no parece importarle
mucho a tus padres. Además, ellos te adoran, estaremos bien.

—Esto es mala idea...

—Pero quieres hacerlo, ¿Cierto? Vamos, necesito que me apoyes o terminaré dándome un
tiro en la cabeza—Taehyung alzó ambos hombros en señal de ignorancia—. Eso funciona
para mí, ponte los zapatos y ayúdame a abrir la cochera.

Kim se levantó de la cama teniendo el mismo cuidado que Jungkook al caminar. Se colocó
sus anteojos, y su chaqueta, luego de atar los cordones de su converse altos.

Jungkook tenía ideas bastante extrañas en la madrugada. Aún así, quería seguirlo, guardó su
libreta en el bolsillo de su chaqueta y se dispuso a salir; pero antes de hacerlo tomó una hoja
de su escritorio, escribió un pequeño mensaje en ella y la dejó sujeta a la puerta de su
habitación con un poco de cinta adhesiva.

Bajó y caminó directamente a la cochera. El pelinegro lucía nervioso, estaba agitado y las
pequeñas gotas de sudor se resbalaban por su cuello.

—¿Estás seguro de que estás bien? —le cuestionó, ignorante al colapso que había vivido
horas antes.

—Sí, sí. Solo necesito salir de aquí, ahora —respondió ansioso.

—Dame las llaves del auto —ordenó Taehyung, a sabiendas de que probablemente el
pelinegro las había tomado de la entrada.

—No, yo conduzco.

—No mientras sigas así de nervioso. ¿Qué ocultas?

—¡Nada!

Taehyung se cruzó de brazos y le reprochó con expresión burlona.


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—¿Intentas mentirme a mí? Por favor, no olvides que dedico todo mi tiempo a estudiarte, así
que es imposible no notar cuando algo te sucede. Pareces casi drogado.

—Yo siempre luzco drogado para ti.

—Ese no es el punto —dijo, acercándose a él para quitarle las llaves—. Abre la puerta de
nueva vez y vámonos antes de que me castiguen por tu culpa —ordenó.

Jungkook suspiró en el intento de mitigar una sonrisa, sintiendo una extraña tranquilidad
atravesar su cuerpo.

Un par de par de palabras habían sido suficientes para convencer al castaño y quizá, la
complicidad que en él había encontrado se comportaba como un placebo para su alma.
Porque no tenía que decir nada para hacerle sentir que ya no estaba solo.

Abrió la puerta del garaje con sigilo, sosteniéndola para evitar que hiciera ruido mientras
Taehyung encendía el motor del auto y avanzaba hacia el exterior.

Cuando estuvo afuera finalmente, Jungkook volvió a cerrar la puerta y corrió hacia el auto,
entrando en el vehículo del lado del copiloto, trayendo con él la mochila y una refrescante
visión de la madrugada.

El pelinegro buscó el mapa entre sus cosas y lo extendió sobre el tablero del auto. Era malo
para las ubicaciones, parpadeó confundido viendo las líneas en el papel.

—Bueno, esto será un poco más difícil de lo que pensé —dijo el pelinegro.

—No te compliques. ¿Quieres llegar a San Francisco, cierto? Lo único que tenemos que hacer
es conducir fuera del condado y seguir hacia el norte. Confía en mí.

Jungkook sonrió; la forma en la que Taehyung complementaba sus míseros pensamientos


con una solución era digna de ovacionar.

El condado mariposa en California, nunca sería rival para la ciudad del gran puente.

—Confío en ti.

Una aventura no programada; y un día menos para ambos. Pero ninguno de los dos parecía
inmutarse por el tiempo tratándose del otro, no existía ninguna prisa.
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Aún.

...

—"Te veré en la cena" ¡"Te veré en la cena"! ¿¡Puedes creerlo, mamá!?

Seokjin comía su desayuno al borde de un ataque de nervios. Había despertado un par de


horas más tarde de lo que acostumbraba para salir a correr y lo que había encontrado era
una nota en la puerta de la habitación de su hermano que sabía era para él.

—No lo sé, parece que te verá en la cena —se burló ella.

—¡No es gracioso! Vamos, ¿Cómo puedes no estar molesta?

—Es lo que consigues por intentar forzar a tu hermano a hacer algo que no quiere. Tiene los
medios y un cómplice, estaba claro que se saldría con la suya.

—¡Pero, mamá, se robó el auto! ¿Eso tampoco te molesta?

Ella le sirvió un vaso de jugo y lo colocó sobre el desayunador para complementar sus
alimentos.

—Oh, por favor ese auto es más tuyo que nuestro —dijo con gracia.

—Sabes, esperaba un poco más de apoyo de tu parte en esto.

—Tesoro, ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Qué lo obligara a ir?

—¡Sí!

—Yo me rendí hace años, y tu hermano ya no es un niño. Las palabras Taehyung e iglesia son
peligrosas en la misma oración. Además, no entiendo tu interés en hacer que vaya.

—¡Me preocupo por él! Tengo miedo de que él...—se quedó callado, ¿Qué le preocupaba?
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—¿Miedo de que él...?

—Nada, es solo que tiene ideas extrañas... supongo.

—Estamos hablando de Taehyung, todo él es extraño.

—No me refería a eso... Es decir, iremos a la universidad el próximo año, y Taehyung no ha


mencionado a ninguna chica ni una sola vez, ahora repentinamente tiene amigos diferentes
y...

Ella se paró firme frente a él y lo interrumpió antes de que siguiera hablando.

—No te atrevas ni siquiera a insinuar eso.

—Mamá...

—Tu hermano siempre ha sido diferente pero no merece que lo encasilles de esa forma. —Era
difícil hacerla enojar, pero su semblante serio había aparecido—. Y si eso es lo que te
preocupa, tú tampoco estás siendo un buen cristiano después de todo.

—¿Dices que estarías de acuerdo con eso?

—No quiero tener que pensar en esa situación —declaró dándole la espalda—. Ahora ve a
vestirte, nos iremos en cinco minutos.

¿Realmente se había molestado con él por eso? Era absurdo. Estaba intentando ser
coherente y todos parecían pensar hacia distintos extremos.

—Vayan sin mí —le dijo antes de levantarse de la mesa.

Su hermano se fugaba de casa y él era el villano.

¡No tenía sentido!

Aún tenía puesta su ropa deportiva, así que decidió hacer lo único que sabía calmaría su
inquietud: salir a entrenar, otra vez.

Sin importarle los llamados de su madre salió por la puerta trasera que conectaba la cocina
con el jardín y luego comenzó a trotar por la acera.

Había pasado muchas cosas en la última semana.


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La noche de la fiesta, Sunhee se había quedado a su lado para cuidarlo y lo había


interrogado intensamente para saber sí él había hablado con alguien de lo que pasó entre
ellos.

Él lo negó por completo pese a haber terminado dándole demasiada información a


Taehyung; pero algo en ella le parecía demasiado temeroso, como si su relación no fuese lo
bastante evidente ya.

Tenía mucho con sus problemas personales como para sumarle a su hermano paseándose
por toda la escuela con gente como Agustus Min.

¿Qué pensarían los demás? ¿Por qué Jungkook parecía estar tan cómodo con ellos? Jeon se
parecía más a él, y estaba claro que encajaba mejor con el resto del equipo que con los
fenómenos de arte.

Estaba tan concentrado en su propia porquería elitista que ni siquiera se había fijado en la
camioneta que lo seguía desde hacía dos cuadras.

Namjoon y Jimin se habían dedicado a hacer trabajo de campo durante toda la noche, en
busca de la casa del sujeto.

Después de identificar el auto, lo seguían a todos lados, pero nunca lograban dar con el lugar
exacto. Ese día en específico, ambos decidieron tomar un café en la madrugada cuando
creyeron que no habría ninguna clase de reacción; pero se equivocaron.

Al salir de la cafetería lo que menos esperaban ver era a ese maldito auto a toda velocidad,
burlando las señales de alto y los semáforos como si fuese conducido por un maniático.
Intentaron alcanzarlo pero fue inútil, había avanzado demasiado rápido.

El profesor Kim iba a perder la cabeza. El lapso de entrega de resultados de su experimento


había comenzado a contar los días, y él aún no tenía mi idea de quién había logrado
atravesar el jodido vórtice que había creado.

Después de fracasar intentando alcanzar el auto, ambos se dispusieron a regresar al


apartamento que compartían; pero no esperaban ver a su principal sospechoso trotando en
medio del frío de la mañana. Completamente solo y expuesto.
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Seokjin subió el ritmo de sus pasos, comenzando a correr, naturalmente, como parte de su
rutina. La camioneta detrás de él aceleró casi al mismo tiempo llamando su atención, así que
aumentó aún más la velocidad y cambió de camino; pero ese vehículo seguía detrás de él.

No era momento para cuestionarse; en cuanto se dio cuenta de la situación corrió tan lejos y
tan rápido como pudo para intentar perderlo.

La zona residencial se había terminado. Quiso esconderse en medio de la vegetación del


bosque pero le fue imposible cuando la camioneta le cerró le paso.

—Oh, mierda.... —dijo intentando retroceder cuando la ventanilla del auto se abrió. Había
dos personas con máscara, una de ellas le apuntó con una cerbatana antes de abrir la
puerta.

Sintió un piquete en el cuello antes de marearse, le habían disparado algo desde la ventana.
Se tocó el cuello encontrando un pequeño dardo insertado en su piel.

Un hombre se bajó del lado del copiloto para subirlo al vehículo. Seokjin era incapaz de
resistirse, sus piernas se habían vuelto rígidas y su espalda quieta, además de que todo a su
alrededor parecía dar vueltas.

Como una presa, terminó en el interior de la cabina de la camioneta; intentando patalear y


gritar sin éxito mientras el auto aceleraba y golpeaba inútilmente al sujeto que luchaba por
mantenerlo quieto.

En medio de la laguna mental en la que el sedante le había inducido, intentó buscar en sus
bolsillos cualquier cosa para defenderse encontrándose únicamente con la nota que arrancó
de la puerta de su hermano.

Estaba demasiado drogado; no sabía qué carajos pasaba o qué había hecho para merecer
esto, pero eso no importaba. Lo único que necesitaba era encontrar la forma de pedir auxilio.

Se quitó el zapato y metió la nota en su interior. Se inclinó hacia la ventana tan rápido como
su cuerpo al borde el colapso se lo permitió y entonces lanzó su tenis negro por ella,
tomando la poca conciencia que le quedaba para gritar:
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—¡Ayuda! —asomando la cabeza por la ventanilla hasta que finalmente se desmayó y cayó
rendido dentro de la cabina.

A pocos metros de allí, Yoongi se debatía mentalmente en si haber golpeado a ese policía
había valido la pena. Al ser menor de edad y con las influencias de su padre se había
reducido su castigo a hacer servicio comunitario de recolección de basura.

Los viajeros solían arrojar basura en la carretera hacia las afueras del condado en donde el
área boscosa comenzaba; en resumen, cada fin de semana durante seis meses, él debía ir a
recogerla.

Así que allí estaba, en un puto domingo limpiando el bosque, con una bolsa para basura
atada a su cintura y un palo con punta afilada recogiendo latas de cerveza y pañales.
¡Aleluya!

Una camioneta negra pasó a su lado tan rápido que apenas le dio tiempo de alejarse de la
orilla. La siguió con la vista molesto solo para percatarse del momento exacto en donde
arrojaron algo desde el vehículo en movimiento.

—¡Oye, idiota! ¡Esto no es un basurero! —gritó, agitando su puño.

"¡Ayuda!"

El auto zigzagueó en medio de la carretera, como si luchara por perder el control. Creyó que
se detendría y alguien se bajaría a golpearlo, en un segundo imaginó miles de escenarios
posibles pero nunca espero reconocer esa voz y ese grito de auxilio.

Comenzó a correr detrás de la camioneta; siendo incapaz de alcanzarla debido a la velocidad


y al hecho de que esta se adentró entre los árboles alejándose del camino principal hasta
desparecer entre la maleza.

Esto era extraño, demasiado extraño. Ni siquiera sabía si había escuchado bien así que buscó
entre la grama en dirección a dónde creyó el objeto que lanzaron del auto pudo terminar.
Encontrándolo metros más adelante.

Entonces supo que tenía razón. Él conocía ese zapato, era ese estúpido tenis negro que había
dañado sus zapatillas la noche anterior.
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—Seokjin... —musitó confundido. Notó el trozo de papel en el interior del zapato, lo tomó y al
desdoblarlo no le quedó ninguna duda de que algo bizarro estaba pasando.

"Te veo en la cena" -Taehyung.

¿En qué mierda estaban metidos los Kim?

...

—Creo que deberías bajar la velocidad.

—¿Por qué? ¡Esto es excelente!

Taehyung llevaba un par de horas al volante. Y Jungkook comenzaba a comprender el


motivo de que sus padres no le prestaran el auto.

Sus uñas estaban clavadas en la palma de su mano mientras Jungkook sentía que pronto le
arrancaría un pedazo de esponja al sillón por lo fuerte que intentaba sujetarse de el.

—¡Acabas de pasarte dos semáforos en rojo!

—No los vi.

Cuatro horas de camino; el sol reluciente y la autopista frente a ellos. Las vidrios del auto
estaban abajo mientras ellos aceleraban abriéndose paso por el camino.

El viejo radio consiguió captar una emisora al entrar en la ciudad, Jungkook se enfocó en ella
cuando la locutora comenzó a hablar, feliz de que el aparato por fin había funcionado.

"... Septiembre y la locura del otoño están aquí. Es un hermoso domingo para salir a disfrutar
del viento y el cálido sol... "

Taehyung estiró la mano para cambiar de emisora, dejando en su lugar el programa


matutino de noticias.

—No actúes como un anciano justo ahora, Tyler.


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—Si vuelves a llamarme así una vez más, abriré la puerta te dejaré tirado en la carretera.

—¡Te lo mereces! No pasé dos horas intentando hacer funcionar el radio para que cuando
funcionara vengas y le cambies a la música.

—¿En serio vamos a discutir por eso?

—¡Sí! ¿Cuál es tu problema con dejarme ser feliz con la radio?

—¡Te gusta la música para pubertas!

—¡A ti también!

—¡Claro que no!

—¡Claro que sí! ¿A quién quieres engañar?

—Oh, rayos. ¿Qué te hace pensar eso?

—¿Estás celoso de un electrónico, entonces? Eso sería un nuevo nivel de locura.

—Eres un idiota.

—Sí, y tú un reprimido de mierda.

—¡Basta ya! Pon tu estúpida emisora —le dijo molesto.

—Ahora ya no quiero.

Taehyung negó con la cabeza; estiró su brazo derecho para alcanzar la guantera del auto y
abrirla, en su interior se encontraban varias cajas de plástico.

—Toma un cassette de esos y cállate.

Jungkook le miró fingiendo ofenderse por su cruel mandato mientras buscaba, había
escuchado los nombres de esos artistas y conocía muchas de las versiones actuales de esa
canciones; pero nunca creyó ver una versión original tan auténtica de uno en específico.

Abrió los ojos sorprendido cuando encontró un cassette de un artista que adornaba y casi
ahogó un gemido de felicidad cuando lo tomó entre sus manos.

—¡No puedo creerlo! Estuve buscando esto en eBay por años y no pude encontrarlo.
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El castaño observó de reojo la gran felicidad de Jungkook, el álbum era "Let's dance" de
David Bowie, y él había conseguido ese cassette por poco dinero en una tienda cerca de su
casa hacía meses.

—¿Te... gusta?¿Conoces el álbum? —preguntó confundido cuando le vio abrir la caja. Había
sido un regalo para su hermano, uno que tardó mucho tiempo escogiendo; pero después de
recibirlo simplemente lo había acajonado junto con los demás en el interior de la guantera,
así como todas las veces que era ignorado al hablar de sus intereses.

Taehyung pensó que quizás era demasiado corriente, y no volvió a involucrar su gusto
musical con nadie más.

—Por supuesto que sí —dijo colocándolo en la casetera de la radio y observando el ser


espontáneo—. ¡En el está la versión original de una de las mejores canciones de Bowie de
todos los tiempo!

Lo insertó en la casetera y presionó el botón de reproducción, la primera melodía resonó con


un acorde que vibró en el ambiente.

"I know when to go out, and when to stay in. Get things done I catch a paper boy; but things
don't really change. I'm standing in the wind, but I never wave bye-bye..."

—"But I try, I try... "—cantó Taehyung por lo bajo.

—Oh, no. Creí que ya habíamos superado esta etapa. ¡Vamos! Se canta con sentimiento —le
dijo colocando una mano sobre su hombro y elevando su voz—. "...I'm lying in the rain. But I
never wave bye-bye. ¡But I try, I try!"

"...Never gonna fall for modern love..."

La llegada a San Francisco se eclipsó por la felicidad que al estar juntos se irradiaba. El
puente Golden gate se presentó frente a ellos dándoles la bienvenida a un futuro pasado de
Jungkook en donde el color del cielo y la brisa se acoplaron en uno solo.

La cabeza del pelinegro parecía disiparse de toda laguna mental y de la oscuridad.

—"¡Church on time, terrifies me, church on time...!"


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Jungkook sonrió al escucharlo cantar y la forma en la que la letra encajaba con el chico.

—La iglesia realmente te aterra, ¿No? —bromeó conteniendo una carcajada—, yo creo que es
al revés. Ella te tiene miedo a ti.

—Oh, cállate —le dijo sin ofenderse, simplemente disfrutando de la velocidad y el nuevo
paisaje.

No caer en las trampas del universo es imposible, de eso se trata el amor moderno. No se
puede evitar que el corazón sienta, que vibre. Es un momento en el que se aprecia la vida y
se disfruta aunque sea por un instante de aquello que los demás descubrieron en nosotros
antes que nosotros mismos.

El cabello castaño de Kim era despeinado por el aire. Jungkook intentó concentrarse con
todas su fuerza en su perfil mientras los recuerdos se instalaban en él.

Esas calles, aunque anticuadas, le parecían familiares de pronto. Parecía que había tenido
más amigos de lo que originalmente pensó.

—Detente aquí —pidió de pronto estando en medio de una de las calles principales, y cuando
lo hizo, Jungkook bajó el auto corriendo.

Taehyung no entendía lo que le sucedía. No tenía conocimiento de que el pelinegro había


perdido la noción de su realidad en la línea original de tiempo, siendo reemplazado por las
vivencias de la segunda en donde la pelota ya no existía.

—¡Espera! —gritó, y le siguió mientras le veía acariciar con una mano la pared de un
edificio—. ¿Podrías explicarme qué demonios te pasa? ¡Has estado actuando como un
lunático todo el día!

—Ellos me golpearon aquí. La sangre de mi nariz llenó toda la acera.

—¿Qué?

Era real, estar en ese lugar le había ayudado a materializarse. La segunda línea había
cambiado de nuevo.
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—Cuando vine aquí... la gente comenzó a fastidiarme. —Lo hizo, y originalmente nunca se
esforzó por buscar problemas, soportó todo el maldito acoso por semanas sin desistir; pero
ese temple no estaba en él más—. Y yo, me metía en problemas todo el tiempo, incluso
peores que en Corea. Pero yo... yo no estaba solo.

—Dijiste que al llegar aquí... nunca hablaste con nadie. Nunca tuviste la oportunidad de
acercarte a alguien. —Habían jodido algo, pero ahora no estaba seguro de si era bueno o
malo.

—Yo no me acerqué, él se acercó a mí —afirmó—. Su cabello era rojo, tenía unos cuantos
centímetros menos de altura que yo; pero aún así recibió un par de golpes por mí y luego me
invitó a su casa a fumar hierba. Además de colocarme él mismo el piercing del labio.

Taehyung se enfocó en su boca, Jungkook no tenía el metal pero sí la perforación bajo el


labio. ¿Había tenido esa herida siempre?, se cuestionó. Y aunque quiso negarlo su mente le
gritó que sí.

—¿Qué tanto contacto tuviste con él? O bueno, tendrás.

—Creo que fuimos algo, yo... me acosté con él. Seokjin enloqueció al verlo dentro de la casa,
dijo que... de nada había servido librarme de un idiota como Jay si lo primero que hice al
llegar aquí fue salir y buscar un novio igual de idiota.

—¿Conoces su nombre?

—Dominic.

Jungkook tragó saliva; esta parte de su vida era difícil de asimilar. La noche que pasó en la
comisaría con él y los reproches de un Seokjin desesperado estaban presentes.

—Nunca lo mencionaste antes. Suena como alguien importante.

—Yo no tengo idea de por qué. Solo lo supe de pronto. Es como... un sistema de datos en el
que apareció nueva información.

—Jungkook, piensa en las últimas dos semanas, piensa en qué pudiste haber hecho para
crear otra brecha.
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—No lo sé.

Taehyung parpadeó repetidas veces. Esto era increíble, el mapa cronológico de Jungkook y
su cambio eran impresionantes, y lo que se derivaba de una variante era colosal; porque no
sólo lo afectó a él, sino a todos aquellos a quienes podía hacerlo. Incluyendo nuevas
personas a su futuro y un sinfín de nuevas situaciones.

—El efecto mariposa...

—¿Qué?

—Un pequeño cambio en el presente genera un gran cambio en un comportamiento futuro.

—Destruí algo importante en mi cabeza, ¿No es así?

—Creo que sí —le contestó Taehyung viéndole con lástima.

Jungkook comenzó a caminar por la calle; conocía muchos de estos edificios, y sabía
exactamente qué otros iban a ser demolidos.

Había una peluquería en donde él recordaba habría un restaurante de comida china, el


mismo donde Seokjin ordenaba la cena cuando ninguno de los tres quería cocinar en casa.

Taehyung le seguía en silencio, analizando su comportamiento. Jungkook caminaba veloz


pero se deslumbraba en cada avenida hasta que finalmente volvió a detenerse frente a una
construcción.

—Esta es mi casa. —Habían personas acarreando material de construcción hacia el interior


de la estructura sin acabar.

—¿Qué es lo que quieres recordar?

—La día que fui al lago con Seokjin estaba molesto porque iría a la playa con él, veríamos el
puente desde la bahía. Y terminé en el bosque con mi padrastro.

—No recuerdo que fuera exactamente así.

—Yo quería ir, lo sé; pero nunca antes había sentido tan real un deseo.
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Jungkook contempló la ventana de la que alguna vez sería su habitación desde el exterior de
la casa y pensó con desdén que algo faltaba allí. Su necesidad de atención era asfixiante. La
ansiedad que dentro de él existía parecía haber crecido y el aire se le escapó del pecho
cuando sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

El castaño le tomó de la mano, Jeon volteó a verlo sorprendido. Acciones como la empatía y
la consideración que nunca tuvo le hicieron suspirar.

—Entonces vamos. Apenas es mediodía, y la bahía no está lejos de la autopista.

—Taehyung...

—Lo que sea que estés sintiendo o lo que sea que intentes devolver a ti es historia ya. Tienes
dos opciones: dejar que la realidad te controle o controlarla tú mismo. No es bueno que
estés tan cerca de tu futuro, esas cosas no son importantes, no justo ahora, así que ven,
regresemos al auto.

—Al menos uno de nosotros dos tiene la infinita capacidad de ser coherente.

—Es por eso que somos un buen equipo, Jeon —le dijo sin dejar de verlo alejando sus ganas
de llorar, Taehyung tiró de su brazo para hacerlo caminar a su lado—. Venga, te compraré un
helado.

—¿En serio acabas de ofrecerme un helado en este momento?

—Oh, sí, lo hice.

Sonrió; sabía que Jungkook estaba a punto de tener un ataque de pánico, también sabía que
no podía controlar la ansiedad pero sí podía intentar alejarlo de ella y quedarse a su lado
hasta que esos pensamientos fueran menos ruidosos.

—Espera —Jungkook le soltó, se quitó la mochila de la espalda y sacó de ella la cámara


instantánea de Seokjin. Entonces, le tomó una fotografía a la ventana de su casa, para luego
guardarla de nuevo junto al aparato—. Ahora sí.

Taehyung negó con la cabeza, ni siquiera hacía falta preguntar de dónde la había sacado.
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El medio día trajo consigo una extraña sensación de libertad; en la que vagaron por las
tiendas de San Francisco disfrutando del poco sol y del fresco ambiente.

Tuvieron que buscar un lugar para comer;Taehyung se disculpó por haberse comido dos
banderillas de salchicha frente a la pobre enseñada de Jungkook, y le compensó comprando
para él una paleta de hielo con sabor a chicle.

El auto tenía suficiente combustible para recoger la ciudad a toda velocidad. Sin dejar de
cantar, y disfrutando de la compañía del otro; ambos llegaron a orillas de la carretera desde
lo alto en donde la salida de la ciudad se encontraba, bajaron para detenerse a ver la ciudad
al atardecer.

Sí, esa tarde en la que juntos contemplaron el paisaje pareció eterna cuando Taehyung se
perdía en el asombro de la brisa. Jungkook tomó fotografías de todo el lugar y del gran
puente rojo a la distancia cuando tuvieron una vista perfecta.

Con el lente de la cámara intentó captar el cielo; pero la luz que emanaba de Taehyung logró
capturar por completo su atención.

—¡Oye! —dijo el castaño cuando notó que era el modelo de Jungkook—. ¿Qué crees que
haces?

—Intento conseguir tu mejor ángulo.

—Nunca he sido fotogénico —se excusó. —La cámara me odia.

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Tu rostro es perfecto!

—¿Perdón?

Jungkook se ahogó, no sabía de dónde jodidos le había salido decir eso. Él siempre decía
cosas inapropiadas, pero esto no encajaba precisamente con eso.

—Sí, bueno, es decir es bonito. Tu rostro es bonito. Uhm, es diferente y te da un toque


singular y no sé porqué estoy tan nervioso...

—Eso es, porque eres un tonto.


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Taehyung comenzó a reír a causa de su torpeza, y Jungkook aprovechó ese instante para
sacar una fotografía de él. Quería dejar constancia física de este día.

Y aunque buscó la forma de evadir la cámara, sin éxito, quedó plasmado en el papel. Al notar
su fuerte escepticismo sobre si mismo, Jungkook la guardó dentro de la mochila junto a las
demás con especial cuidado.

—Será mejor que regresemos al auto, está empezando a hacer un poco de frío.

Ambos caminaron hacia el vehículo; Taehyung entró en el lugar del piloto y Jungkook del
lado contrario.

—¿Cómo te sientes? —le dijo a Jeon.

—¿A qué te refieres?

—¿Te sientes diferente?

—No lo sé. Mi cuerpo sufre una extraña combinación entre depresión, ansiedad y ganas de
follar.

—Joder, eres un asco.

—Lo sé. No puedo creer que soy así de promiscuo.

—Al menos tú no tienes problemas en aceptarlo.

—¿El estar caliente y deprimido? No.

—¡No! Me refiero a todo esto del contacto físico.

Jungkook alzó una ceja curioso; el despertar hormonal de Taehyung era interesante para él.

—Los humanos tenemos necesidades. No todo se trata sobre algo emocional.

—No parece. Últimamente pienso mucho en si alguna vez podré ser como los demás, en ese
sentido.

—Oh, vamos. Entiende que realmente no importa.

—Maslow no diría lo mismo.


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—Sabes que si vas a empezar con tus referencias para cerebritos debes traducirme.

Taehyung sonrió a su lado, la luz del día comenzaba a caer. La ciudad de San Francisco era
gloriosa al atardecer y mientras más hablaban, más se convencía el castaño de que estaba
perdiendo su pudor y razón.

—Maslow, planteó que todo ser humano tiene que pasar por distintos estratos para alcanzar
la autorrealización. Si puedes satisfacer las necesidades de un nivel de la pirámide, podrás
pasar al siguiente hasta alcanzar el pico.

—¿Ah sí? ¿Y eso en qué nivel nos coloca?

—De cinco apenas en el segundo; aunque no estoy tan seguro, considerando que ni siquiera
soy capaz de acercarme a las chicas para completar el primer nivel.

—¿Hablas de sexo? —, Taehyung asintió—. Querer explorar tu sexualidad no es malo. Es


natural, podrías ser hetero, bi o incluso asexual, no hay razón por la que debas encerrarte en
algo hasta no experimentarlo por ti mismo.

—¿Asexual? —cuestionó Taehyung sin comprender. Él nunca había escuchado tal cosa.

—Uhm, hay personas que no sienten atracción sexual por otras, su libido es diferente, y por
ello sus relaciones se basan más en una conexión emocional que corporal. Algo así, de
hecho, es mucho más complejo que eso. Te mentiría si te dijera que la información que te
doy es completamente correcta.

—¿Eso es posible?

—Aparentemente sí. Pero tú...—vaciló viéndolo de cerca, la forma en la que Taehyung le veía
los labios como perdido en sus pensamientos estando en silencio le tentó y logró
descontrolarlo invitándolo a sentirlo. —¿Quieres que me acerque, cierto?

—No lo sé. —"Eso es lo que necesito saber", se dijo a sí mismo. Tragó en seco cuando
Jungkook colocó una mano sobre su pierna. —Cuando estoy contigo, pienso en cosas
incoherentes.

—Ese es tu problema, Taehyung. Deja de pensar.


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La radio se desconectó cuando la respiración de Jungkook se acercó su cuello; no había


ningún metal entre ellos, no había forma de conectar su corriente, aún así el circuito de
atracción estaba adherido a su piel y al deseo que brotaba de la desesperación en la fricción
de las cargas.

El cerebro produce suficiente energía para dar luz; más allá de eso, cuando los hormonas se
apoderaron del sistema, no había más que hacer que sucumbir ante ellas. Como todo ser
humano inconsciente por el calor.

Jungkook solía pensar en alguien. Tenía la necesidad de sentirse piel contra piel, lejos de
estar enamorado, Jungkook solía buscar atención en personas que solo se la darían a costa
de su satisfacción. No tenía idea de quién era, pero aún así, entendía lo que su cuerpo quería
cuando su mente se nublaba.

¿Qué lo controlaba? Quizá no había más que desesperación y atracción, una en la que su
existencia ajena a la realidad quería ser parte de ella a cualquier costo.

—Jungkook... —susurró el castaño cuando un beso se clavó bajo su mentón. Y escaló por su
barbilla, quedándose contra la piel de su mejilla—. ¿Qué haces? —Jungkook se quitó su
propia chaqueta.

—Soy un experimento, ¿Recuerdas?

—Yo no quise decir eso...

—No me molesta que me veas de esa forma, es lo que soy. Después de todo, puedo ser tu
proyecto personal.

—¿Cómo? —preguntó al llenar su pecho de aire. —Dime—las manos de Jungkook se había


colado por su ropa, y él, aunque temeroso, se declaró a su merced—, ¿Qué es lo quiero
saber?

El miedo se desvanece rápido cuando se mezcla con la sangre, intoxicando todo a su paso.

—No puedo explicártelo con palabras, y un beso no es suficiente para que lo entiendas.

—Muéstrame.
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El auto pareció más pequeño incluso después de mover los asientos; los anteojos de
Taehyung comenzaron a estorbar, tuvo que retirarlos. Jungkook se colocó por completo
frente a él, inclinando todo su cuerpo sobre el suyo cuando finalmente lo besó.

Su lengua se introdujo descaradamente en su boca, jugueteando directamente con la suya,


dejando en claro el deseo que en ese momento se provocaban. No habían palabra bonitas;
era saliva y testosterona luchando por estimular una reacción puramente física.

La espalda de Kim estaba contra la puerta del piloto, sentando de lado luchando por
acomodar su cuerpo en el sillón. Sentía todo su interior colapsar, el suave toque de
Jungkook que intentaba colarse por su camisa le hizo temblar, pero no quería detenerse.

Los botones de su camisa fueron retirados uno por uno, Jungkook se separó de sus labios
para bajar por su cuello hasta sus clavículas, saboreando la piel del castaño donde sabía
quedarían pequeñas e inofensivas marcas violetas mientras este apretaba los ojos.

Continuó bajando; sin la barrera de tela, el pecho del otro estaba expuesto, subía y bajaba a
medida que su respiración se volvía más incierta.

Jungkook se había arrodillado en medio de sus piernas separadas para quedar aún más
cerca de él, pasando por encima de la palanca de velocidades.

Un par de besos por encima de su ombligo y el toque sobre sus pezones. Taehyung se sintió
algo incómodo, había comenzado a excitarse.

Jungkook le vio intrigado. ¿Hasta dónde era capaz de dejarlo llegar a cambio de
conocimiento? La curiosidad del muchacho parecía darle la pauta libre a seguir hasta el final;
mas la vergüenza en sus ojos ante su notable erección le hizo reconocer que él aún no estaba
listo para algo como eso.

Taehyung lo estimulaba. ¿Tanto como para que su mente libertina y su ser adolescente
desearan follarlo? Definitivamente sí; pero no podía, sabía que el chico no entendía
completamente lo que eso implicaba. Él era un experto en el sexo por impulso, pero
Taehyung no se merecía eso, no allí.
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Jungkook agitó la cabeza. ¿Qué demonios estaba haciendo? Quiso alejarse, quiso actuar
como un buen amigo, quiso decirle que nunca intentaría propasarse con él pero la mirada
suplicante del castaño le hizo dudar.

Su erección era notoria, y sus ojos le pedían a gritos que continuara; pero no quería ser un
idiota, él se rehusaba a ser esa clase de hombre.

Colocó una de sus manos en su entrepierna, aún sobre la mezclilla de sus jeans y la movió
lentamente sin dejar de verlo. Los mechones castaños que se interponían en el medio de su
rostro, y sus jadeos eran muestra de su libido, realmente le gustaba sentirse así.

Calor, energía y materia. Un equilibrio para su sistema, un toque de luz que parecía poseerlo,
que podía sentir mezclarse con el suyo.

Taehyung se desabrochó la hebilla del cinturón, sus ojos estaban cerrados, se sentía
demasiado avergozado como para ver a Jungkook. Él mismo introdujo una mano dentro de
su pantalón intentando mitigar el deseo que en él existía y que rara vez salía a la superficie.

¿Debería pedir perdón? Estaba quedando como un tonto pero no ocultaría el hecho de que
su cuerpo a veces reaccionaba por sí solo. Tenía diecisiete, y no sería hipócrita, no solo tenía
acné, desafortunadamente para su intelecto, también tenía pensamientos húmedos que
usualmente no mostraba.

Jungkook sonrió de lado. Su moral lo hacía complicarse demasiado, y ante tal situación, él
sabía exactamente lo que tenía que hacer. Así que tomó de la muñeca a Taehyung para
retirar su mano, desabotonando el pantalón del chico que abrió los ojos exaltado.

Taehyung quería una experiencia, que de hecho, sería la primera. Y él podía darle una que no
lo lastimara.

—¿Puedo? —buscó por su consentimiento sin dejar de verlo. El castaño tragó algo ansioso.

—Sí...

—Esto va a gustarte —dijo mordiéndose el labio, y jugando con la orilla de la ropa interior de
Taehyung. La bajó lo suficiente para liberar su pene, tocándole despacio, casi con miedo a su
reacción—. Solo cierra los ojos.
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La piel de pelvis era suave; y los pequeños vellos alrededor de su miembro poseían un color
ligeramente más claro al de su cabello. El sol aún golpeaba la ventana, y aunque el atardecer
estaba al acecho, le rodeó con su mano derecha, subiendo y bajando mientras le sentía y
veía endurecer aún más.

Él mismo comenzaba a necesitar ayuda.

—¿Qué ha-aces? —preguntó.

No obtuvo respuesta, nunca se imaginó experimentar lo que Jungkook haría después de


retirar su mano e inclinar su espalda sobre él. Tampoco la sensación caliente que caló hasta
su vientre por encima de su pene cuando el aliento de Jeon se aproximó.

La lengua de Jungkook se deslizó por la extensión de su miembro con lentitud, como


intentando llenarlo de saliva por completo.

Los ojos de Taehyung se mantuvieron clavados en el chico mientras todo dentro de él se


llenaba de adrenalina, cuando Jeon regresó a la punta de su pene, le dedicó una pequeña
mirada antes de lamerlo y dejar rozar sus dientes con este.

Tomó aire profundamente, e introdujo la erección de Taehyung en su boca. Succionó poco a


poco, haciendo presión con los labios y la mandíbula mientras su lengua jugaba con las
sensaciones que le provocaba cuando su saliva corría por sobre todo su pene.

—Jung... —jadeó Taehyung— Jungkook, tú no... tú. ¡Maldición...! —gritó sujetando el timón
del auto con su mano izquierda.

Kim llevó su otra mano hasta la cabeza de Jungkook; su respiración se cortaba cada vez que
Jeon movía la lengua. Los segundos en los que dejaba su miembro expuesto al frío cuando lo
sacaba de su boca se compensaban cuando la velocidad aumentaba.

Enredó sus dedos entre la hebras oscuras de Jungkook. Tiró de su cabello, obteniendo un
leve gruñido que le llevó a ahuecar las mejillas y adaptarse hasta dejar llegar su miembro
hasta la garganta.

Fuerza sobre su área pélvica y longitud, Taehyung nunca había sentido una aplicación de
presión tan literal. Si los libros de física plantearan los problemas en formas como esta,
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estaba seguro de que la educación sería más efectiva, porque Taehyung podía sacar al
menos unas diez definiciones de lo que estaba sintiendo.

En realidad, presión era igual a fuerza dividido superficie pero no podía pensar con claridad
en ese momento. Soltó un fuerte gemido, acompañado de un suspiro que sonó casi perdido,
cuando su aliento le fue arrebatado siniestramente por la humedad y temblar de sus piernas.

La sensación de rigidez que atravesó su abdomen le dio la señal de que no resistiría por
mucho más. Intentó alejar a Jungkook de su cuerpo; pero el pelinegro se mantuvo firme en
su labor, al sentir el sabor peculiar del líquido preseminal que se hizo presente aumentó el
ritmo de sus movimientos, bajando y subiendo hasta lamer con desespero la punta de su
pene.

No tenía planeado separarse de él, era magnetismo puro en el espacio con su cuerpo, la
sangre y el sudor.

Jungkook respiraba acelerado; su propia erección iba a enloquecerlo; pero esperaría,


Taehyung luchaba por contenerse y ahogar sus alaridos, y sabía, el chico perdería una de
esas dos batallas pronto.

Taehyung tiró del cabello de Jeon por última vez con fuerza sin poder impedir que un
gemido ronco brotara de sus labios cuando aquel líquido blanquecino fluyó de él aún en el
interior de la boca de Jungkook, un sonido tan exquisito que hizo al pelinegro tragar
repentinamente y cerrar los ojos, como hipnotizado por Taehyung.

Supo que había terminado, y su voz gruesa solo parecía haberse exponenciado.

Se alejó de él, regresando a su asiento y buscando satisfacerse a sí mismo cuando


desabrochó el pantalón desesperado.

Volteó a ver a Taehyung, lucía completamente desaliñado, con las mejillas sonrojadas y los
mechones castaños, que pegados a su frente por el sudor, se colaron por su rostro mientras
tomaba aire por la boca.

Jungkook introdujo una de sus manos dentro de su propia ropa interior, envolviendo su
miembro y tomando con velocidad mientras comenzaba a moverlo, podía sentirlo húmedo
ya, había aguantado por demasiado tiempo.
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Su erección estaba completamente dura y la vista de un Taehyung sudado no había más que
subir las revoluciones de su excitación.

Llevó su otra mano al rostro de Taehyung y lo tomó de la mandíbula, entonces tocó el labio
inferior del chico con su pulgar mientras lo veía.

—Sigue gimiendo. Hazlo, gime mi nombre —pidió sediento de satisfacción.

—Jungkook... —dijo con tenue voz para satisfacerlo al verlo masturbarse desesperado—,
estás enloqueciendo.

La forma en la que sus ojos enormes llenos de brillo, adornados con esas largas pestañas , y
fijos en él parecían penetrar en su cabeza fueron los suficiente fuertes como para hacerle
temblar.

Apretó los ojos cuando pudo liberarse; sus manos se llenaron de su semen al finalizar de
satisfacer su propio cuerpo.

Suspiró por lo alto normalizando su respiración. La radio volvió sintonizarse una vez su ritmo
cardíaco disminuyó su velocidad.

Se quitó la camisa con dificultad, y utilizó la tela para limpiarse. Taehyung a su lado se había
colocado sus anteojos de nuevo y comenzado a abotonar su camisa en un intento veloz de
arreglar su ropa acomodándose de nuevo en su puesto.

Taehyung tomó el suéter que había traído consigo y se lo entregó sin decir nada para
reemplazar la prenda que habían ensuciado. Jungkook lo aceptó y se lo colocó sin mirarlo.

A la sociedad moralista le encanta enseñarle a los más jóvenes que sentir deseos sexuales
está mal. Les hace creer que tener esos deseos los hace menos merecedores de respeto,
como si su valor como personas se basara únicamente en eso.

En ese momento, un Taehyung avergonzado descubrió que no era así. No tenía nada de malo
experimentar, y quizás era algo impulsivo de su parte averiguarlo de esa forma; pero había
sido completamente su elección.

Jungkook no le juzgaba; saberlo le gustó mucho. No lo hacía incluso si demostraba tener


impulsos como los demás en cosas que la sociedad le había enseñado a creer eran
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asquerosas y desagradables. Por un segundo, ante la mirada llena de asombro del pelinegro,
no se avergonzó de haber dado su consentimiento para algo tan volátil, pues tuvo la certeza
de que no estaba mal sudar ni errar en propia piel.

No, no estaba mal ser humano.

Por eso le encantó la forma en la que el otro no parecía cambiar la percepción que tenía de él
incluso después de verlo vulnerable, es decir, no lo veía con menos valor, sino con mucha
ternura y quizá pena al ser ambos tan jóvenes, tan inexpertos.

Una pequeña vibración en su interior y no tenía pruebas, pero esto era parte de lo que había
estado deseando. Y aunque se sentía culpable, su alma se sacudió sin tener una remota idea
de la calidez que se anteponia a su lujuria.

Ambos se habían quedado sin palabras. Había una parte dentro de Jungkook que le incitaba
a pecar, a buscar problemas pero, cuando Taehyung era lo único que veía, algo más tenía el
control. Y eso, le hacía recordar al verdadero Jeon Jungkook.

El estúpido e infantil Jeon Jungkook era él. Uno que ya no necesitaba la atención de los
demás ni el tacto para sentirse completo. Y quizá, nunca sabría de qué se trataba la memoria
que perdió, quizá su futuro se había llenado de inseguridad; pero en ese momento, aquel
sonrojo inocente del chico que apenado se negaba a mirarlo le hizo llenar ese hueco no solo
en su mente sino también en su pecho.

Aclaró la garganta. Usualmente desaparecería después de esto, pero este no era el caso, se
rascó la cabeza buscando una forma de volver a iniciar la conversación después de lo que
hizo.

Así que, nervioso, buscó en la mochila eso que había guardado para sí mismo.

—Olvidé mostrarte esto —le dijo, intentando romper el silencio—. Es el recuerdo de la


primera vez que te fugaste de casa.

Taehyung volteó a verlo, aún apenado, pero sonrió al ver la fotografía en manos de
Jungkook. Rio leve, sonriendo tímido cuando la tomó.

—Si esto continúa, la próxima será en la cárcel o el hospital —bromeó.


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—No, de hecho, será de la cara de Seokjin cuando volvamos a casa —dijo y comenzó a reír, al
igual que Taehyung quien no pudo evitar unirse a él.

—Quisiera ver su reacción si supiera lo que hicimos en su auto.

—Créeme, no quieres saberlo.

—Seokjin es igual de conservador en el futuro, ¿No es así?

—No estoy seguro.

—¿Por qué?

—Eso es otra historia —respondió negando con la cabeza—. Como sea, debemos irnos si
queremos regresar hoy a casa.

—Tienes razón.

Taehyung asintió sin intención de forzar sus recuerdos, ya habían tenido suficiente por hoy.

Arregló los retrovisores del auto y justo cuando quiso encender el motor se percató de que
las llaves ya no estaban en su lugar.

Volteó a ver a Jungkook y este le recibió con una gran sonrisa, una de esas en donde sus
dientes delanteros parecían más grandes de lo que eran, agitando las llaves frente a él.

—Yo conduzco —le dijo levantando ambas cejas repetidamente.

Kim bufó derrotado, resignado a tener que cambiar de lugar; bueno, al menos ahora podía
disfrutar el paisaje en el camino.

El cielo que les trajo fue el mismo que les llevó de regreso a casa.

La autopista y el gran puente en el que el sol terminó de ocultarse se alejaron en el retrovisor


a medida que avanzaban, abriéndose paso por kilómetros y kilómetros de carrera a través de
la gran California.

Jungkook tarareaba cada canción que el locutor anunciaba, moviendo la cabeza


alegremente sin despegar su vista del frente y su atención del volante.
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Mientras tanto Taehyung desde el asiento del copiloto se dedicó a verlo a él. Encendió la luz
interior del auto y sacó su libreta para actualizar su bitácora.

Jeon Jungkook y San Francisco:

Segunda contradicción.

Pérdida de la noción de la realidad, profundidad y distancia.

Cambio de perspectivas, recuerdos. El sujeto intenta preservar memorias que afirman fueron
reales.

Su autocontrol parece derivarse de su subconsciente, por lo tanto, este también cambia.

Respiración, y pulso cardíacos altos = aumento en las frecuencias de circuitos cerrados.

¿Magnetismo?

Evaluación física semanal: Oral. (Literalmente)

Taehyung se mordió el labio pensando más allá de lo científico de sus anotaciones, que poco
a poco, transformaban su libreta en más que un bitácora en un diario personal.

No podré volver a verlo comer helado de la misma forma.

Ama a David Bowie casi tanto como yo.

Arruga la nariz cuando está molesto.

Es terrible para jugar a las adivinanzas. También con los mapas, y las ubicaciones en general.

Tomó la fotografía; y en ella anotó un par de detalles antes de colocarla entre las páginas de
la libreta.

Se acurrucó en el asiento intentando mitigar el frío. Jungkook al notarlo le entregó la


chaqueta había traído con él, sí, esa que protegía como a su vida al ser las pocas cosas que
había traído del futuro para que el viento no lo castigará más.

Cerró la libreta no sin antes anotar en ella el último pensamiento que le robó el pelinegro:
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Él y yo somos extraños; me hace pensar que puedo ser normal a su lado.

Capítulo Nueve
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por Incompletelyrics

09.

Seúl, Corea del Sur.

1 de agosto de 1985.

El tiempo es incierto; pero por sobre todo inestable, como el clima. Porque sin importar el
lugar, la capacidad de controlarlo es nula.

Tanto como la lluvia que se colaba por la ventana abierta de la cocina o la llamada que
decidió ignorar esa madrugada.

Jimin estaba intentando reformar su vida.

Ya no era más un muchacho. No era el chico que intentó saltar del puente, no estaba
perdido, ya no podía estarlo. Necesitaba dejar de pensar en estupideces y enfocarse en su
futuro, volver a la universidad, conseguir un empleo real y una casa para sí mismo.

Estaba en su cama, viendo hacia el techo sin entender cómo había caído tan bajo. Es decir,
justo en ese momento se sentía como peso muerto. El profesor Kim le había abierto las
puertas de su hogar, (sí es que a eso podía llamarle de esa forma) era verdad y no podía estar
más agradecido, pero quizás era tiempo de marcharse. Después de ser echado como un
animal de su casa, había recibido de él alimento y apoyo los último seis meses a cambio de
nada más que su ayuda como asistente. ¿Realmente era importante allí?
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¿Qué ayuda exactamente? ¿Clasificar sus documentos por tipo de papel? O ¿Acompañarlo a
beber cada dos noches para luego limpiar el desastre que sabía Kim dejaría en la sala? No
tenía ningún futuro allí.

¿Eran miserables? No lo suficiente.

Tenía que encontrar la forma de alejarse de su pasado. Pero aún así, Jimin no podía evitar
pensar en su futuro, ese que unos ojos verdes extranjeros destruyeron. No, nunca podrían
compensar haber perdido su vida entera, el futuro prometedor que merecía. Sí, aún pensaba
en el motivo por el que terminó ebrio en una avenida y se repugnaba a sí mismo por estar
consciente de la razón. Aun más cuando le había tocado tener la vida de un bastardo,
literalmente.

¿Cómo cambiarse a sí mismo? ¿Cómo borrar sus errores? ¿Cómo olvidarse de la debilidad?

Necesitaba un placebo, una nueva lágrima, una voz que seguir ciegamente y aferrarse. No
podía ser la propia, había dejado de confiar en sí mismo. Jimin necesitaba una razón para
vivir.

La puerta de la habitación se abrió repentinamente, la luz se encendió al igual que su sentido


de alerta cuando se vio forzado a salir de sus pensamientos al ver a Kim con su camisa
desabotonada, el cabello revuelto y una cerveza barata en la otra mano, con su mirada de
loco usual, sudando y sonriéndole a mitad de la noche.

El profesor irrumpió en su cabeza tanto como en su espacio personal cuando se apresuró a


acercarse a él y tomarlo por los hombros consiguiendo que se levantara.

—¡Lo logré, Park! —dijo eufórico—. Todo está arreglado, nos vamos la próxima semana.

Jimin se sobresaltó, apartándose. ¿De qué estaba hablando el lunático ahora?

—¿A qué se refiere con "nos vamos"? ¿A dónde?

Namjoon dio tres golpes a la cabeza del muchacho.

—Hola, ¿Hay alguien allí? —se burló— ¡Iremos a América, por supuesto! Aprobaron los
fondos, y las residencias, así que no hay nada que nos impida pasar a la siguiente fase del
experimento.
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—El experimento... —Jimin había leído cada bitácora e interpretado cada ecuación, y en
realidad no le tenía demasiada fe a la visión de su maestro.

—Es hora de hacer investigación de campo. Estaremos en el interior de la zona boscosa de un


condado tranquilo, con suficientes hectáreas de vegetación y profundidad en el lago para
comenzar.

—Señor, sé que este no es el momento. Pero he decidido mudarme —soltó de repente.

—¿¡Qué!? ¿Cómo te atreves? No puedes hacer eso, no justo ahora.

—No pretendo sonar aguafiestas; pero primero necesita dejar de beber antes de que eso se
apodere de usted, segundo, yo quiero estabilizar mi vida, un empleo real, y tercero, necesita
pensar esto con más calma, no lo sé, revisar los datos y...

—Ya he esperado suficiente, Jimin. He esperado veinte años. —Pasó una mano por su
cabello—. ¿Hablas de estabilidad, buscas dinero? ¿Es que acaso no lo entiendes? Si logramos
que esto funcione, seremos más ricos de lo que puedas imaginar, más que eso, seremos
intocables.

—¿Y qué pasa si el experimento falla? ¿Seremos uno lunáticos fracasados entonces?

—No lo hará —declaró como si de tratara de una verdad absoluta—, pero necesito que
vengas conmigo.

No entendía el afán por convencerlo, él mismo lo había dicho, era su trabajo, Jimin no había
hecho más que estorbar.

—Estamos hablando de atravesar una línea espacio temporal, profesor, eso es


completamente imposible.

—Oh, mi pequeño Jimin. Sé que eres joven y tu cerebro aún no muy brillante, pero créeme
cuando te digo que hay posibilidad, una pequeña, pero real.

—Profesor no podemos dejar todo por una posibilidad —dijo Park más preocupado que
interesado— la teoría de la relatividad... Einstein dijo que...
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—Einstein dijo muchas cosas. Sus teorías son producto de teorías de su tiempo y de otras
que existieron mucho antes. —Namjoon alzó sus brazos derramando ligeramente su bebida
en la alfombra—. ¿Conoces el apellido Poincaré? —el muchacho negó—, exacto. Tu precioso
Albert se basó en sus apuntes para darle base a sus propias teorías. ¡Y hoy ese nombre no es
ni la mitad de famoso! Es cuestión de percepción.

—¿Y eso que tiene que ver con salir del país y vivir en medio de la nada los próximos
dieciocho meses?

—Que solo se necesita una mente brillante para hacer que todo esto continúe. Poincaré
avanzó, Einstein planteó pero se estancó, incluso Tesla lo intentó, y ahora nosotros podemos
ejecutar. Esa mente brillante podría ser la mía o quizá, la tuya.

—El tiempo no es una constante, lo sabe. Einstein pulió teorías, está bien ¿Dice que cometió
un error?

—A menos que la gravedad influya, él no se equivocó, solo tomó un camino más largo, y para
probarlo necesitamos crea una curva.

Agitó la cabeza. —Déjeme ver si entiendo. —No, ya no sabía que hacer, su mentor estaba
desquiciado, y peor, Jimin había comenzado a enloquecer a su lado—. Recapitulando, quiere
crear una curva en el espacio-tiempo, que según usted, podría ser real, para conectar dos
puntos en el plano temporal, pero para eso necesita las condiciones necesarias.

—¡Bingo! Parece que por fin nos estamos entendiendo. Se ve que has leído mis apuntes, acá
es donde entra el agujero.

—Entiendo toda esa parte ¿Pero un agujero de gusano? ¿Tiene idea de la cantidad de energía
que se necesita para crear uno, y peor aún, para contenerlo?

—Lo sé, Jimin. Créeme que lo sé. He estudiado por años las condiciones para poder
desarrollar esto.

—Esto es demasiado para mí.

—¿Estás asustado? Vamos, muchacho, que no he venido aquí para proponerte matrimonio.
¡Te estoy llevando a la aventura de tu vida!
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—Una oportunidad así es demasiado buena para ser real. Incluso si lo logramos, ¿Cómo
sabremos qué hay del otro lado?

—Entraremos.

—Hablamos de energía pura. ¡Es un suicidio! Profesor, escúcheme, piense en todas las otras
reglas físicas que eso rompería. Incluso si Einstein cometió un error, le aseguro que Newton,
Tesla y Kepler no lo hicieron.

—Basta ya de hablar de eso. Ellos tienen sus propias teorías, y yo las mías, es tiempo de
cambiar las reglas.

—¿Y eso qué significa?

—Significa que esta es la teoría de Kim.

—Ha puesto su vida en esto. Profesor...

—Te pido que hagas lo mismo. Sé que hay cosas que quieres cambiar, cosas que matarías
por entender. Sé que eres como yo, eres inusualmente brillante pero por sobre todo, estás
desesperado, esta podría ser la forma de cambiarlo todo, así que dime, ¿Vendrás conmigo?

Jimin tragó con fuerza sin saber que estaba aceptando gastar toda una vida a su lado.
Asediado por sus imponentes ojos y su inteligencia abrumadora, sin saber que al igual que
Kim, estaba condenado. Y peor, cuando a través de sus palabras se aferró
incondicionalmente a la imagen de su mentor.

El moreno no tenía certeza alguna de poder cumplirle al muchacho. Aún así, realmente no le
importaba; porque después de todo, lo único que no quería era volver a estar solo.

La locura es relativamente normal.

—Lo haré.

Y contagiosa.
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...

1986

106 días antes de.

—¿Hola, policía? Quiero reportar un secuestro.

Agustus Min, y la casualidad de su existencia.

No, él definitivamente no estaba dentro de los planes de Kim uno, Kim dos, o Kim tres. Dos
de ellos creyendo ser las mentes más prometedoras de la década: el primero cegado por su
ego y el alcohol; el segundo por las hormonas y su juventud; y el tercero, dominado por su
prepotencia.

Era poco lo que tenía que ver con ellos tres hasta que Jeon apareció. Ahora, y para su mala
fortuna, estaba en medio de la segunda línea temporal cuyos cambios parecían ser cada vez
más grandes. Como una telaraña; frágil y llena de hilos, de relatos que al menos en esa
historia eran reales.

Bueno, en realidad, Kim tres y Kim dos tenían cierta relevancia para él; mucha; aunque no
fuese la mejor de todas.

El tercero de los Kim le hacía recordar a su abuelo, quién solía escribir versos para él,
canciones y poemas que adoraba interpretar de niño; era su mejor amigo, y lo fue por mucho
tiempo. Siempre dijo que él era una estrella, su estrella. Tanto que talló en el árbol del jardín
de su casa, con aquel hangul antiguo y tembloroso el nombre con el que solo él lo llamaba, y
cuyos caracteres coincidían con la palabra "brillar".
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Para todo el mundo podía ser Agustus; pero ser Yoongi era la única forma en la que sentía
que realmente brillaba, y era, el nombre que su abuelo le otorgó.

Sí, su abuelo fue la mejor persona que alguna vez conoció. Cuyo altruismo era tan grande,
que cuando el hijo de un viejo amigo apareció en la puerta de su casa pidiendo posada para
él y su familia, no dudó ni por un segundo en ayudarlo. A ese hombre, su esposa y sus dos
pequeños.

Yoongi estuvo esa noche allí; cuando en medio de la lluvia la familia Kim llegó a California
con poco más que un par de maletas. Recordaba perfectamente haberse acercado a los
niños que curioso conoció aquella vez.

El menor, que permaneció abrazado a su madre toda la noche como el pequeño que era, y
que Yoongi estaba seguro que tenía poco más de cinco años. Ni siquiera pudo acercarse a él,
le veía con desconfianza y con los ojos cristalizados, ajeno, asustado; pero el mayor, él
parecía estar demasiado cansado para ser tan joven. Min se acercó a él intentando ser un
buen anfitrión e imitando a su abuelo al ser hospitalario con Kim, así que cuando los adultos
los dejaron solos en la sala intentó lleno temor hablar con el chico.

Se presentó ante él y consiguió una pequeña sonrisa en respuesta acompañada de su


nombre.

Seokjin era notoriamente más alto que él y su mirada era dura. El castaño no hablaba inglés
más allá de unas pocas frases y resultaba difícil para Yoongi entender sus palabras. Dijo una
frase una y otra vez en su idioma natal que no pudo comprender. Al menos no hasta que su
abuelo apareció detrás de él para traducirle:

"Seokjin intenta saber si quieres ser su amigo. " le dijo, palmeando su hombro.

El pequeño Min nunca había recibido una oferta así de importante. Nunca fue
particularmente sociable, era el chico que iba solo a todos lados y que nadie comprendía. Se
sentía patético al recordar la emoción con la que su pequeño yo le pidió a su abuelo que le
diera al castaño mayor una respuesta por él:

"Yoongi dice, que desde hoy promete ser tu mejor amigo."


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California y sus historias escondidas; Yoongi tenía una sobre cómo su mejor amigo se
convirtió en un imbécil de metro setenta y nueve. El inicio de una pesadilla para Min y el final
que debía mantenerlos en sentidos contrarios, una realidad en donde Yoongi jamás
intentaría acercarse a los hermanos Kim de nuevo. Pero con Jungkook en ella, su línea se
había cruzado con las suyas otra vez.

Pero no era momento de pensar en eso.

La verdadera pregunta era ¿Qué demonios estaba pasando?

—Min, sabemos que este es el teléfono de tu casa. Deja de molestar.

—Oficial Kennedy, estoy hablando en serio.

—No tengo tiempo para perderlo contigo.

Era la décima vez que marcaba a la estación de policía en una hora. ¿Qué se supone que
debía hacer? Literalmente había visto a Seokjin pedir auxilio desde una camioneta negra, y
eso era exactamente el tipo de cosas con las que debería lidiar la autoridad. Después de
regresar corriendo a casa para lavarse el rostro y vomitar sin razón aparente, había pasado
todo el día intentando conseguir ayuda.

—No es una broma. Por favor, estoy siendo completamente sincero, uno de mis vecinos
desapareció esta mañana.

—¿Quién fue esta vez? ¿Peter Pan o Wendy?

Yoongi apretó los ojos molesto. ¿Qué le hizo pensar que los ineptos policías podían hacer su
trabajo bien? una vez para variar.

—Púdrase —dijo, y colgó con fuerza el teléfono.

¿Cómo podían tenerle tanto rencor? Es decir, las bolas del oficial habían sanado y él cumplía
con su servicio comunitario, solo tenían que hacer su maldito trabajo. Pero bien, era
definitivo, la policía no iba a ayudarlo.

Su casa estaba en la misma calle que la casa de los Kim; salió de ella y meditó en acercarse a
ese lugar. Entonces caminó con pasos firmes pero inciertos para llegar a ella.
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Se paró en el frente y tocó el timbre; era mediodía, probablemente los padres de los chicos
ya estarían de vuelta en casa. Y él esperaba, realmente esperaba haberse equivocado y que
quien le abriese la puerta fuera Seokjin.

La puerta se abrió, y esa figura femenina le llenó de nuevo nerviosismo.

—¡Oh, Agustus! ¡Tanto tiempo sin verte! ¿Cómo has estado, hijo?

—Señora Kim, yo también me alegro mucho de verla.

—Lo mismo digo. ¿Qué te trae por aquí?

Se rascó el cuello; estar allí le resultaba incómodo, le hacía sentir como un pequeño de
nuevo, aún más por las palabras que estaba a punto de decir:

—¿Seokjin está en casa? —dijo a la expectativa, con ojos abiertos y llenos de incertidumbre—
. Necesito hablar con él.

—Oh, no. Lo siento, salió a entrenar y no ha regresado aún.

Min asintió; ella parecía demasiado calmada, no lucía como alguien cuyo hijo había
desaparecido. Agitó la cabeza, debía encontrar a los otros dos también.

—¿Y Taehyung? —preguntó —él, ¿Está en casa?

—No. Él y Jungkook huyeron de aquí para molestar a Seokjin. Volverán en la tarde.

—¿Están en problemas? —cuestionó asustado.

—Aún no; pero lo estarán cuando regresen.

—¿Está bien si los espero?

—¡Claro, pasa adelante, hijo!

—No, no... Yo... preferiría esperarlos aquí afuera —dijo apenado. Su yo actual ya no era capaz
de ser así de sociable.

—Como quieras, si necesitas algo ya sabes... solo toca la puerta —le dijo ella, dulcemente y
se despidió con una amable sonrisa.
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Yoongi asintió despidiéndose nervioso y con un leve movimiento de cabeza. Tal vez debería
ir a buscar a Seokjin por sí mismo; pero no estaba seguro de lo que encontraría allí.

Sus pasos parecían pesados, quizás solo estaba enloqueciendo. Sí; quizá, las últimas
semanas no había hecho más que enloquecer. Ante sus recuerdos, e inconsciente de cómo
sus acciones y su rumbo cambiaron.

Es decir, se trataba de los chicos Kim. Del par de hermanos más egocéntricos de toda la
ciudad. Se trataba del maldito Seokjin y de, probablemente, un montón de conflictos en los
que no le correspondía entrometerse.

Pero sabía que algo no estaba bien; algo no era normal. Intentaba ser racional pero sabía,
Yoongi sabía que lo que sea que estuviera pasando bajo el apellido Kim era bizarro.

Se sentó en el pórtico de la casa cuando el sol de la tarde resplandecía, y se recargó en el


barandal mientras esperaba que los chicos regresasen pronto mientras pensaba que tal vez
no debería estar allí.

Los árboles se habían llenado en su gran mayoría de ocre y naranja, en un cálido otoño que
parecía anunciar la recta final del año. Un 1986 que estaba a unos cuantos meses de
comenzar a helar y de finalizar.

Aquellos arbustos alrededor de la entrada de la casa le rozaban la pierna; se fijó en ellos y en


los rosales que adornaban con cuidado la misma, pensando en lo vulnerables que serían
cuando el invierno llegara. El color y la pertenencia le hicieron recordar, le hicieron traer a su
mente etapas que debería haber superado.

Como todo buen artista fracasado, alguna vez Agustus Min intentó escribir poesía. Y aunque
lo intentó y nunca logró rimar, anotó todo lo que vino a su mente durante un par de años. Lo
hizo detrás de sus partituras, en donde esos patéticos versos se convirtieron en canciones
que actualmente solo podían provocarle un sentimiento parecido a la rabia.

Ya no existían; sus primeras canciones eran un asco y aunque las destruyó, algunas palabras
parecían ser incapaces de desaparecer aún, como si, la vergüenza detrás de ellas fuera a
atormentarlo por siempre.
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Recordaba en específico la que le costó diez puntos sutura y una noche en urgencias, una
que parecía más un relato que un canción, pero que era demasiado larga para ser un poema.
Esa que iniciaba con la frase: "En mi jardín planté un rosal; alrededor del árbol en el que tallé
tu nombre junto al mío..."

Agitó la cabeza tratando de dejar de pensar en eso; ¿Qué tenían que ver esas tonterías con el
hecho de que sus amigos estaban metidos en quién sabe qué problemas? Nada,
absolutamente nada.

Siempre se sintió ajeno a Taehyung; nunca pudo acercarse como quería, jamás logró ser
particularmente su amigo, sin embargo, el nexo que había logrado coincidir con Jungkook
era preciso para él en ese momento. Porque por patético que sonara, Jungkook era la
primera persona en la que sentía que podía volver confiar en algún tiempo .

La historia, así como el tiempo, no es unilateral; tiene muchos lados y aspectos. El libre
albedrío de los humanos, es decir, sus decisiones afectan todos y cada uno para crear una
nueva o posible realidad diferente.

Se levantó y dio unos cuantos pasos sobre el llano del jardín; mas se detuvo a ver la casa.
Debió marcharse, pero al decir quedarse allí selló su unión. En el momento en el que quiso
avanzar todo cambió, y aunque logró moverse un par de metros en el jardín, cerró los ojos
mareado y abatido perdiendo su conciencia, mientras allí, yaciendo desmayado entre los
arbustos se convirtió en una partícula de la constante, en donde estaba condicionado a
sentir su pasado. Y su futuro incierto, en una incógnita diferente a despejar.

"En mi jardín planté un rosal; alrededor del árbol en el que tallé tu nombre junto al mío. Tus
manos en mis hombros, y una leve respiración, admito que me gusta soñar que me perteneces,
que eres solo mío..."

9:30 P.M.
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—¡Solo falta un poco más! ¡Tú puedes!

—¡Cállate, maldita sea, y ayúdame a empujar!

Jungkook estaba colapsando, bueno, no literalmente. Ambos estaban sudando,


despeinados y desesperados por llegar a casa.

—No hay razón para ser así de grosero, Jeon. Solo intento darte mi apoyo moral.

—Tu apoyo físico me sería muchísimo más útil justo ahora, genio.

Taehyung caminaba junto al auto del lado del piloto manteniendo el timón en dirección al
frente, Jungkook en la parte trasera, mientras ambos intentaban empujar el vehículo para
avanzar hasta su casa.

Estaban a poco metros de distancia, la fachada de la casa lucía cada vez más como la
entrada al cielo para un Jungkook que no calculó bien la cantidad de combustible que iban a
necesitar para recorrer medio estado y que tampoco tomó en cuenta que no debía gastar el
poco dinero que llevaron con ellos en golosinas.

Después de empujar por mucho tiempo, por fin, desistieron frente a la casa.

—La próxima vez, yo cuidaré el dinero —dijo el castaño arreglándose los anteojos y negando
con la cabeza.

Jungkook le vio con una ceja enarcada, ofendido. —Oh, cierra la boca, Taehyung. Agradece
que al menos regresamos vivos.

—No discutiré contigo...

Taehyung lo reprendió con la mirada. Guardaba un pequeño galón de gasolina en el interior


de su cochera, así que solo tenía que entrar por el, hacer que el auto encendiera para poder
guardarlo y luego golpear a Jungkook por ser un terrible tesorero del equipo.

—Oh, ¿Ahora vas a ignorarme? —le llamó el pelinegro siguiéndole a través del jardín.

—Sí.

—Eso es demasiado infantil de tu parte.


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—Miren quién lo dice...

—¡Kim Taehyung! ¡Dame atención! Soy como un hada, moriré si comienzas a ignorarme.

—Cállate, es tarde. Y tú, eres como un megáfono en el cuerpo de Campanita.

—¿¡Un megáfono!?

—Sí, idiota. Tu voz se escucha en todo el vecindario, así que deja de hacer tanto ruido.

Taehyung le dio la espalda mientras caminaba en medio de la oscuridad para llegar a la


puerta trasera. Sacó sus llaves e intentó abrir, Jungkook lo siguió mientras seguía llamando
su nombre, antes de llegar a él, su pie pateó algo blando detrás de los arbustos y casi
invisible por la poca luz.

—¡¿Pero qué demo...nios?! —dijo, cuando tropezó. Taehyung volteó a verlo molesto, más al
verlo en cuclillas, ladeó la cabeza confundido.

—¿Qué sucede? —El castaño regresó hacia donde él estaba.

Había un hombre en el jardín. Jungkook agitó la cabeza ahogando un grito agudo muy poco
masculino por el susto.

Aclaró su garganta, bueno, al menos eso no era lo más raro de la noche, lo verdaderamente
confuso era que se trataba de Yoongi. Temblando y sin nada en sus manos mientras sudaba.

—¿Min? —le llamó al reconocerlo. Despierta —Jungkook palmeó ligeramente su rostro para
hacerle reaccionar—, vamos.

El chico soltó un quejido de dolor. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni por qué estaba
en el suelo, aún así, su piel ardió al igual que sus párpados reaccionando agresivo al intentar
levantarse.

Cuando finalmente se puso de pie, se tambaleó tratando de llegar a Jungkook.

—¿Te encuentras bien? Hombre, te ves terrible.

—¿Qué hora es?

Taehyung revisó el reloj en su muñeca.


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—Un cuarto para las diez.

—Para las... diez... ¿¡Qué!? Maldición, es tarde. No, no, no. Yo tenía que... —estaba
confundido—, tenía que...

Maldición, le dolía muchísimo la cabeza, y el resto del cuerpo. Notó sus manos vacías y se
precipitó a buscar entre la grama, tan agitado como nervioso cuando tomó algo del suelo.

—Estás comenzando a asustarme... ¿Tarde para qué?

—¿¡Dónde demonios estaban!? He estado aquí todo el maldito día.

—¿Qué sucede contigo, Yoongi?

—Debían estar aquí.

—Alto, alto, alto ustedes dos. Primero vamos a calmarnos —dijo Taehyung sin entender la
situación y suspirando—. Y luego vas a a decirnos, ¿Qué fue lo que pasó?

—Esto —le extendió el zapato de Seokjin—, esto fue lo que pasó.

—¿Un zapato? —Jungkook negó confundido, a diferencia de Taehyung quien sí reconoció


dicha prenda—. ¿Dormiste en el jardín por un zapato?

—Seokjin... —masculló Taehyung.

Yoongi tragó pesadamente al verlo.

—Él... —su voz tembló antes de comenzar a hablar. No sabía cómo explicarlo.

—¿Intentó golpearte, cierto? ¿Te lastimó? ¿Volviste a pelear con él? Min... —cuestionó Kim
intentando encontrar una respuesta lógica sin éxito. Se había comenzado a acostumbrar a
que el chico estuviera todo el día junto a Jungkook; pero verlo allí, en medio de la oscuridad
de la noche, y hablando sobre su hermano le hizo temer.

El semblante del castaño cambió cuando Yoongi negó. —No se trata de eso. Yo-o en realidad
no sé qué demonios pasa, tenía la esperanza de que regresaran los tres juntos. Intenté
buscar ayuda pero no tengo idea de si lo que vi fue real o...

—¿Qué pasó con Seokjin? —dijo Taehyung directo.


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—Se lo llevaron. —Serio.

—¿Qué?

—No sé quién y no sé por qué, pero creo que está en problemas.

—¿A qué te refieres con que "se lo llevaron"?, ¿Qué fue lo que viste?

—¡A eso exactamente! Estaba en la carretera recogiendo basura, una camioneta pasó junto a
mí, parecía descontrolada, luego alguien gritó y lanzó esto desde el auto en movimiento.
Quise alcanzarlo, pero la camioneta aceleró y después desapareció en medio de la zona
cercada del bosque.

Taehyung y Jungkook voltearon a verse entre sí. ¿Habían cambiado algo más? O peor aún, ¿A
alguien más?

—¿El bosque?

—Sí.

—¿Que tan lejos estabas del lago?

—¿Acaso no me están prestando atención? Dije que estaba en el área cercada, no lo sé, a uno
o dos kilómetros.

Taehyung volteó a ver a Jungkook con dureza. —¿Me llamarás paranoico ahora?

—No puede ser... —masculló Jungkook.

—Silencio—dijo Taehyung—, entremos a casa.

Ambos asintieron y le siguieron a través de la puerta trasera, avanzado entre la oscuridad


hasta pasar por la cocina y luego a la sala.

Entonces, un luz se encendió.

Su madre estaba en el sillón esperándolos, molesta.

—Bueno, hasta que decidieron aparecer.

Taehyung apretó los ojos. Ya estaban lo bastante jodidos como para sumarle a su madre
molesta a la ecuación.
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—¡Mamá! No tenías que esperarnos despierta...

—Señora Kim, buenas noches —dijeron Jungkook y Yoongi al unísono.

—Hola, muchachos —dijo amablemente, antes te tomar de la oreja a su hijo —. Kim


Taehyung, ¿Tienes idea de lo preocupada que estaba? No, por supuesto que no.

—No es para tanto, mamá... —masculló.

—¿Dónde estabas, jovencito?

Taehyung volteó a ver a Jungkook y Yoongi en busca de ayuda, mientras estos contenían la
risa en el fondo de la habitación.

—Solo salimos a pasear y...

—¿Todo el día? —severa.

—Habrían vuelto antes —intervino Yoongi—, pero yo los entretuve en la entrada y luego los
invité a cenar a mi casa, estuve aquí en la tarde por eso. Mi abuela está en la ciudad y no
quise desaprovechar la oportunidad.

No, la mujer ignoraba totalmente el hecho de que había pasado toda la tarde desmayado
entre sus arbustos. Y ella amaba la comida de la señora Min.

—¿Dónde está Seokjin? —preguntó ella. Sus hijos estaban creciendo y simplemente quería
que no fueran a traicionar la confianza que al darles libertad les concedió. Pero era un poco
tarde para eso.

—El equipo tenía una reunión hoy... —dijo ahora Jungkook—, así que probablemente esté en
casa de Daniel.

Ella suspiró; no era la primera vez que Seokjin desaparecía después de molestarse con ella, y
tenía miedo de que Taehyung comenzara a hacer lo mismo.

—Si todos están bien, supongo que puedo ir a dormir tranquila —dijo cruzándose de brazos
con su bata para dormir.

—Gracias, mamá.
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—Aún así, están castigados ustedes dos —dijo señalando a Jungkook y Taehyung, antes de
caminar hacia las escaleras—. Ah y tú —señaló al castaño—, ve a saludar a tu padre antes de
irte a dormir.

Este asintió y esperó un par de segundos antes de que ella subiera.

—Volveré pronto, ustedes quédense aquí y esperen a que regrese —dijo a los otros dos antes
de seguirla por las escaleras—. Tenemos que arreglar esto.

Jungkook negó con la cabeza, y caminó lento hacia la cocina.

—Oye —le llamó Min—, Taehyung dijo que nos quedaramos aquí. ¿Qué crees que haces?

—Técnicamente, esta es mi casa. Así que iré por un vaso de agua. Aunque creo que necesito
una ducha, en realidad.

Yoongi le vio desde el desayunador.

—¿Dónde demonios estaban? Realmente.

—Fuimos a San Francisco, a ver la playa.

—Seokjin desapareció y ustedes... ¿Estaban en una cita? No me jodan.

—En primer lugar, estás malinterpretando las cosas. Y segundo, no fue una "cita" fue más
bien una excursión.

—¿Ah sí? ¿Y qué hicieron en la playa?

—Nosotros hicimos... —Jungkook se quedó callado ante el recuerdo de Taehyung gimiendo


en el auto, y de las canciones que cantaron en la carretera— cosas de playa.

—Claro, sigan pensando que soy idiota. Como sea, lo que pasa entre ustedes no es normal.

—¿Te refieres al hecho de que quizá sea nuestra culpa que se hayan llevado a Seokjin o a...?

—La segunda. Oh bueno, no lo sé, a todo.

Jungkook se burló de las suposiciones del chico.

—Taehyung y yo tenemos nuestros propios problemas y con respecto a lo otro, simplemente


es cosa de amigos.
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—¿Es normal para ti manosear a tus amigos?

Jungkook se ahogó con su bebida.

—¿De dónde sacas esa información?

—De tu ropa desaliñada y las marcas en el cuello de Taehyung.

—Min —dio un trago al vaso con agua que ya se había servido—, déjalo pasar. No es asunto
tuyo.

—Como sea, me sorprende que Taehyung haya superado su enamoramiento por Sunhee,
después de todo.

—¿Qué? —Interesado de pronto, con los celos que siempre habían existido en su interior.

—Pensé que lo sabías.

—Nunca mencionó nada acerca de eso.

—¿Ah, no? —Min alzó una ceja incrédulo.

—Es decir —corrigió Jungkook—, no creí que fuera algo así de serio. No sé, pensé que solo
era una broma.

—Su hermano el galán le robó la atención de la única chica que le ha interesado en toda su
vida.

—Él no podría...

—Es bastante obvio, en fin, no es asunto mío.

Jungkook entrecerró los ojos, el chico sabía mover sus cartas.

—Taehyung y yo hemos estado investigando cerca del lago, y puede que quizá eso sea ilegal.
Y puede que tal vez, solo tal vez, sí sea nuestra culpa que hayan secuestrado a Seokjin. Es
más complejo que eso, en realidad, pero Taehyung me matará si te lo digo.

—Gracias por el voto de confianza.

—Ahora con respecto a Sunhee...


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—No hablaré sobre eso.

—¡Oh, por favor! ¿Qué quieres de mí?

—¿Qué pasa con esa actitud? ¿Estás celoso? ¿Tú también te sientes atraído a Sunhee?

—¿Qué? —Horrorizado—. No, no, no. Dios, eso es tan desagradable de pensar que... —Yoongi
alzó una ceja—. Es decir, la chica es literalmente como yo, de dónde vengo es alguien común.

—Entonces... ¿Es por Taehyung? —curioso.

—¿A dónde quieres llegar con esto?

—A ninguna parte, solo me gusta verte enloquecer.

—Mierda, dime lo que sabes o cállate, Agustus —dijo Jungkook alargando su las letras "u" de
su nombre para molestarlo.

—Te odio.

—Yo también me odio, así que gracias.

Yoongi suspiró. ¿Qué podía esperar del cabezahueca de su amigo?—Puede que sea solo una
idea mía, pero si no estoy mal, Taehyung solía tener una especie de platónico con ella y
ahora lo tiene contigo. Es así de sencillo.

—Él y yo no... tenemos nada. No es lo que parece.

—Es un secreto entre ustedes, está completamente bien si no soy parte de esto. Todos tienen
sus asuntos personales.

—No se trata de... —suspiró— eso.

—He sido un rechazado bastante tiempo, créeme, lo entiendo. Fuerte y claro. Pero aún así...
pienso que sea lo que sea, intentar ocultarlo es bastante difícil.

—Oh, por favor...

—No soy idiota. Sus acciones, las cosas que dices... Actúas de forma bastante extraña.

—Se le llama ser extranjero, Agustus.


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—A veces pienso que no eres lo dices ser. Eres algo así como un gran misterio, ¿O me
equivoco?

—¿A qué te refieres con eso?

—Taehyung. Él y tú... nunca antes lo había visto actuar de la forma en la que lo hace cuando
está contigo.

—Estás exagerando.

—Tiene una terquedad increíblemente infinita, lo que sea que le hayas mostrado logró
conseguir más que su atención, sino su... determinación.

—Oh, vamos. No hay nada inusual aquí. Bueno, no más inusual que la persona desaparecida.

—Solo digo que él no es el tipo de chico que llevaría a una persona de buenas a primeras a su
casa, nunca compartiría su espacio con un desconocido. Tampoco es sociable o
extrovertido. Por eso no consiguió a la chica, incluso cuando la conocía desde mucho tiempo
antes que su hermano. No entiendo cómo es que alguien como él sea capaz de...

—Basta. —Parpadeó cansado—. ¿Y qué si no es ninguna de esas cosas? Nada de eso es


importante, y lo sabes. Además, ¿Qué podría tener yo de especial?

Alzó los hombros.

—Tengo varias teorías acerca de eso. Pero me inclinaría exactamente por dos.

—Ya veo. Y según tú, ¿Qué es eso tan interesante?

—Pienso que te ve como un reto, algo así como un afrodisíaco para su inteligencia.
Entenderte es su manera de entender un mundo al que no pertenece, o bueno, quizá que no
había conocido antes.

—¿Y la segunda?

—Podría ser que a él... simplemente le gusta estar contigo. Como sea, es algo bastante
enfermizo.
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Jungkook suspiró. El chico frente a él parecía ser tan intuitivo como creativo, porque sin
saber nada y manteniéndose en silencio, había entendido cosas que ni él mismo sabía
explicarse bien.

No sabía con exactitud a qué se refería. Si a saber que él no pertenecía a ese lugar o a eso con
lo que Taehyung parecía estar lidiando en su interior.

—¿Cuándo llegaste a esa conclusión?

—No tuve que hacerlo. Es evidente, haces que cambie la perspectiva sobre sí mismo.

—¿Y tú qué piensas sobre eso?

—¿Sobre su bizarra relación? Nada. Lo que yo piense no es importante.

—¿Y eso es bueno?

—Supongo que podría serlo pero... si es tan diferente como tú, quizá este no sea el lugar
para ser visto como algo bueno.

—Entiendo lo que dices, —dijo comprendiendo—, pero no hay nada entre él y yo. Nada de lo
que te imaginas es...

—Díselo a él, porque hasta donde yo veo el chico parece estar entrando en medio de una
crisis existencial por tu culpa, tarado.

—Yo no busco cambiar nada de él.

—Toda crisis genera un cambio, Jungkook. Es lo que siempre digo. —Agitó la cabeza,
sintiendo el un vago recuerdo de haber escuchado esa frase antes.

—Suenas preocupado.

—Lo estoy. Taehyung siempre ha sido alguien peculiar, lo que sea que haya visto en ti es lo
suficientemente preocupante como para estimularlo. Las acciones inconscientes... pueden
tener secuelas.

—¿Insinuas que estoy jugando con él o algo por el estilo?


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—No. Solo pienso que... deberías tener cuidado con las ideas que metes en su cabeza. Es
bastante suceptible y en cuestiones de "amistad" —no se atrevía a decirlo directamente—
ingenuo.

—Pareces que sabes mucho de eso.

—Solo soy observador.

—¿Alguien jugó contigo y piensas que le haré lo mismo a Taehyung?

—¿Qué? ¡No! Solo trato de hacerte ver que él podría ya sabes... Confundirse con tus acciones.
Está deslumbrado por ti, es evidente, y eso es peligroso, así que sé precavido y no le des ese
tipo de esperanzas.

—Oh, vamos. Hablas de mí como si fuera un fenómeno o algo. —El chico bajó la cabeza—. No
me refiero a que tú, es decir, yo... no quise decirlo—Yoongi arrugó la nariz, y Jungkook negó
apenado. Él también notaba cosas, como el hecho de que Min tuviese una aversión por esa
palabra.

—No te preocupes. La palabra "fenómeno" puede llegar a ser una gran compañera de vida.
¿Sabes?

—No quise...

—Por mucho que duela. A veces, te recuerda que no eres la misma mierda que todos a tu
alrededor. Te recuerda que vales la pena.

—Es una buena forma de decir que todos somos unos fracasados.

Soltó una pequeña risa. —Ser un fenómeno tiene un precio, Jungkook.

—¿Y eso qué significa?

—Chicos —dijo Taehyung, interrumpiendoles y llegando junto a ellos sin prestarles


realmente atención—, le dije a mamá que dormiremos en casa de Agustus, conseguí las
herramientas y llené el tanque, así que todo listo, es hora.

—¿No se supone que estaban castigados? —cuestionó Min, admirado de la forma en la que
Taehyung se salía con la suya.
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—Usé a tu abuela de pretexto para salir, así que si te preguntan solo di que sí.

—¿Tenemos un plan siquiera? —dijo Jeon.

—Hablaremos de eso en el auto. Así que ya, muévanse.

—Te lo explicaré luego —musitó Min a Jungkook sin dejar de ver al castaño que les veía
insistente por partir.

Ambos asintieron cuando Taehyung salió de la habitación dispuestos a enfrentar lo


desconocido siguiendo sus pasos.

Pero antes de salir, Jungkook tomó a Yoongi del brazo para cuestionarle algo que se había
estado preguntando durante la media hora:

—Ustedes dos, solían ser cercanos... ¿Cierto? —dijo pensando que a lo mejor, Yoongi y
Taehyung se conocían más de lo que les gustaba aparentar.

—Olvídate de eso, hay cosas que es mejor dejar en el pasado.

—Supongo que eso es un sí.

—No tienes ni idea de lo equivocado que estás.

Se soltó de su agarre y caminó en dirección al auto que finalmente había recobrado el


impulso, cuyo motor ahora encendido les indicaba que debían marcharse.

Jungkook permaneció en silencio. Había pasado demasiado tiempo preocupándose por su


futuro, por sus padres, y la posible muerte del muchacho, que había estado ignorando el
hecho de que el presente era la único verdaderamente importante.

Entonces pensó, en que tal vez su amigo tenía razón y le asustaba.

¿Era posible que Taehyung sintiera algo por él? Terminó sonriendo y muy en el fondo de su
pecho deseó que la respuesta fuese un sí, aunque no fuera a admitirlo.

El amor le parecía algo vano y estúpido, pero después de todo, ¿Quién era él para impedirle a
Taehyung fantasear un poco? ¿Quién era él para arrebatarle todo el afán y los deseos de
sentir el calor que sabía existían en el chico?
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Cuando el auto arrancó y avanzó por la vereda, Jungkook supo que a lo mejor, no era tan
malo terminar en el fondo del acantilado. Sin entender que estaba saltando hacia algo que
no conocía.

Jungkook nunca jugó bien en cuestiones de amor. Y la revancha era inevitable, tanto como
llegar al fondo sin saber que había comenzado a caer.

El universo elige a sus favoritos, y él, evidentemente no era uno de ellos.

...

Seokjin despertó aturdido; sus ojos ardieron cuando una luz enceguecedora se asomó frente
a él. No tenía idea de qué demonios era el lugar en el que estaba, ni de su ubicación, mucho
menos de cuánto tiempo había pasado.

La habitación era blanca; las salidas de aire en ella, pequeñas en contraste con el gran vidrio
polarizado que cubría una de las paredes. Parecía una de esas salas donde la policía
interrogaba detenidos, salvo que era más reducida y parecía tener más presupuesto.

Estaba esposado a una silla soldada al suelo, y frente a él una mesa larga. Apretó los dientes;
le dolía el cuello y podía sentir bajar por el su sudor.

Era ignorante al hecho de que era observado por dos personas con bata del otro lado del
cristal, atentos a cada una de sus acciones.

—Despertó —dijo Jimin viéndole. Namjoon sacó su bolígrafo y abrió su carpeta de


expediente mientras fijaba su atención en el chico.

—Genial, parece que podremos conversar con él un rato.

—Profesor... —le llamó— sigo creyendo que esto es una mala idea.

—El interrogatorio no está a discusión, Park.

—Me refería al hecho de secuestrar a un chico de preparatoria.

—¿Actuarás como un buen samaritano ahora? —le dio dos pequeños golpes en la cabeza—.
Los días corren, no tenemos mucho tiempo hasta que se venza el plazo del proyecto.
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—Lo sé... pero creo que esto es extremo.

—Detalles. No son importantes en este momento.

—Sin la orden, no podemos retenerlo, esto es ilegal.

Kim soltó una risa ronca mientras pasaba una mano por su cabello. —Trabajamos para el
gobierno, Jimin. Las cosas que pasan aquí no son necesariamente correctas.

Namjoon avanzó para tomar el picaporte de la puerta; pero el rubio le tomó del brazo para
detenerlo, entonces volteó a verlo.

—No planea lastimar al chico, ¿Cierto?

Dudó. —No si coopera.

—Entraré con usted para asegurarme que no haga algo que pueda dañar nuestro progreso —
dijo firme.

—¿Con quién crees que hablas? —Enarcó una ceja—. Tu lugar es aquí, monitorea desde
afuera si quieres.

—Pero yo...

—Entiende que este tipo podría ser peligroso. No pretendo exponerte de esa forma.

—Es solo un niño...

—Nada, quédate lejos del sospechoso. Necesito que sigas con tu trabajo de campo, y por lo
tanto, exhibir tu rostro no es opción. ¿Entendido?

Jimin asintió. Namjoon se acomodó los anteojos. Su joven pupilo era más que su
responsabilidad, a veces era todo un problema. Bueno, al menos cuando su moralidad
entraba en conflicto con sus intereses.

Finalmente le quitó llave a la puerta y entró a la pequeña sala de observación. Cerró de


nuevo detrás de él y se acercó a la mesa.

—¿Dónde está?—inició directo, mientras se acomodaba frente a él. Con voz serena y una
mirada fija.
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—¡Esto es un delito, no pueden retenerme aquí contra mi voluntad! —Seokjin se removió


inquieto en su lugar.

—No voy a repetirlo de nuevo.

—¿Quién demonios eres tú? ¡Exijo sabe en dónde estoy!

—No tengo nombre y este lugar no existe. —Serio—. ¿Alguna otra duda?

—Hijo de...

—Gracias, es justo el comportamiento de alguien de tu edad, Jin.

—¿Cómo saben mi nombre?

Buscó entre sus bolsillos y sacó de entre ellos una pequeña tarjeta con únicamente una
fotografía del chico y su nombre en ella. Era su pase de biblioteca, uno que ni siquiera sabía
que aún tenía con él.

—La verdad me siento un poco decepcionado, cuando te requisamos creí que tendrías al
menos una identificación decente. No lo sé, permiso de conducir o algo, pero supongo que
esto sirve.

—¿Qué quieren?

—Por ahora, solo conversar. Entonces, dime, ¿Dónde está?

—¿Qué se supone que debería saber?

—La noche del primero de agosto, ¿En dónde estabas?

—Eso fue hace meses, ¿Cómo espera qué recuerde eso? Ni siquiera recuerdo lo que desayuné
esta mañana.

—Hubo una tormenta eléctrica y un apagón durante un par de minutos. ¿Dónde estabas?

Seokjin parpadeó recordando. No había vuelto a llover en un par de meses desde ese día.

—Fui a ver una película—dijo ambiguo.

—¿Con quién?
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—Con mi novia.

—¿Qué película?

—Rocky cuatro.

—Piensas rápido... ¿No es así? Sé que estabas aquí. Encontraste algo, lo llevaste contigo.

—No lo sé.

—¿Tienes idea de lo jodido que podrías estár? —Golpeó la mesa—. Esto es propiedad del
gobierno, entraste aquí sin autorización. Podrían procesarte por allanamiento, o robo de
secretos de estado. Hay muchos delitos fuertes en esa lista. Así que no me hagas más difícil
esto y contesta. ¿Qué era y dónde está? —le repitió.

—¡Ya le dije que no lo sé!

Jimin veía desde afuera. Su mentor estaba enloqueciendo cada día más, y sí, él también
estaba seguro de que las conjeturas del profesor eran correctas. Se trataba de un humano, y
sí, alguien más lo había ayudado a salir del bosque. Pero este chico, Seokjin, no era la
persona que estaban buscando.

Había estado observándolo durante semanas, pero era una persona tan común que...
realmente Jimin dudaba que tuviera capacidad de hacer lo que el profesor creía.

Se quedó quieto mientras veía a Namjoon anotar algo dentro de su carpeta. Se acercó al
chico y luego le cubrió el rostro soltando una bofetada hacia él.

—¡Suéltame! ¿Qué crees que haces? —dijo Seokjin.

Namjoon caminó hacia él y le dijo en voz baja.

—Te llevaré a un lugar que te hará que tu memoria se refresque. —Después, se dio la vuelta
para salir de la habitación dejando al chico forcejeando aún en la silla.

—¿Qué fue todo eso? —le cuestionó Jimin al verlo salir, pero no se detuvo a escucharlo.

—Llévenlo a la sala b, haré un par de pruebas físicas —dijo a otros de sus ayudantes mientras
seguía avanzando—. Si es necesario, vuelvan a sedarlo.
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—¿Siquiera está escuchando?

—Yo iré en un rato, necesito verificar ciertos datos antes de seguir.

—¡Profesor!

—¿¡Qué, por un demonio, qué!?

—Si no le molesta, iré a descansar —dijo con voz baja, a lo que Kim sí contestó.

—Haz lo que quieras.

Namjoon abrió su carpeta y tachó de ella algo que Jimin no alcanzó a ver. Intentó seguirlo,
pero el resto de los integrantes de su equipo había entrado a la sala de observación y
sujetado al chico para sacarlo de allí.

Se quedó de pie en medio del pasillo, viendo a Namjoon caminar hacia un lado y al chico
agitado y vendando ser llevado hacia el otro.

Vio desaparecer a su mentor cuando cruzó en la esquina, y aunque quiso seguirlo, decidió
avanzar en sentido contrario.

La sala de contención, o sala b, era un lugar acolchado en donde era imposible abrir desde
adentro, utilizado para ver la evolución de los efectos secundarios de la radiación con la que
normalmente trabajaban.

No pretendía desconfiar de su mentor, no, él quería creer que sería incapaz de lastimarlo,
salvo que no podía confiar él.

Esperó a que sus compañeros lo encerraran y luego se dedicó a ver a Seokjin por las cámaras
durante treinta minutos. Era de madrugada, cada uno regresó a su estación de trabajo,
excepto él. En realidad no tenía una en específico, así que cuando se quedó solo encendió el
micrófono de la habitación.

Y comenzó a hablar en su idioma natal.

—Si uso este lenguaje contigo, ¿Dejarás de tener miedo? —le preguntó—. ¿Puedes
entenderme?
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Seokjin asintió. Estaba sentado en el piso, y no tenía idea de quién era el sujeto hablándole
desde el altoparlante.

—¿Quién eres tú? —dijo al aire, en idioma local.

—No tengo nombre.

—Tu voz es diferente a la del otro sujeto sin nombre. ¿Qué es lo que quieren de mí?

—Quiero que me digas lo que sabes.

—¡Ya les dije que no sé nada!

Jimin suspiró, viéndolo agitar la cabeza a través de la pequeña pantalla, tomando una
decisión.

—Te creo.

—¿Qué?

—Esto es lo que va a pasar. La cámara se apagará por cinco minutos después de que yo
termine de hablar, te quitaré las esposas, pero debes permanecer con los ojos cerrados,
¿Entendido? Encuentra la forma de salir de aquí y lárgate.

—¿Quién eres? —volvió a preguntar—. ¿Por qué haces esto?

—No lo sé.

Jimin se puso de pie y apagó el rústico servidor que alimentaba la cámara de contención. Y
caminó hacia la puerta sabiendo exactamente que Namjoon iba a enloquecer, se adentró en
la habitación y sacó de entre sus bolsillos las llaves de las esposas que él mismo le había
colocado al chico.

Se dio la vuelta y dejó la puerta abierta antes de salir. Seokjin separó sus brazos, presuroso,
retirándose ligeramente la venda de sus ojos para alcanzar a ver a Jimin por la espalda, era
una bata blanca y un cabello rubio.

Se levantó del suelo y caminó hacia afuera. Nunca antes había visto un lugar como ese, lucía
como un cuarto de vigilancia o peor, de tortura.
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Salió de allí y caminó lentamente por los pasillos. ¿Era un hospital? Quizá. No lo sabía con
exactitud, no había ventanas a la vista. Siguió avanzando hasta que una voz le detuvo, se
quedó quieto detrás de la cortina plástica de lo que parecía ser una oficina. Era la única
habitación con vista hacia el exterior.

—Creí que te irías a descansar.

—Lo intenté, pero puedo.

Seokjin quería conocer ese rostro. Jimin se acercó al marco de la puerta, y abrió
grandemente los ojos cuando reconoció la figura de su fugitivo sujeto detrás de ellos.
Mierda. No había llegado demasiado lejos como para ser atrapado de esta forma.

El castaño apretó los ojos, pero contrario a lo que creyó, la persona que lo vio pareció decir
ignorarlo.

—Eres demasiado joven para tener ese tipo de problemas —dijo Kim.

—¿Y usted? —nervioso—. Cuando dijo que necesitaba revisar datos supuse que fumaría
hasta el amanecer.

—Busco aclarar mi mente.

—¿Puedo? —preguntó a lo que su mentor le vio intrigado. Park nunca fue amigo del tabaco—
. Necesito mantenerme despierto.

—¿No crees que sería mejor tomar un poco de café?

—Quizá. Pero... —buscando una idea para sacar a Namjoon de allí—. Soy un hombre,
necesito más que eso.

—Lo que tú eres es un niño cansado. —El mayor se levantó, y apagó su cigarrillo en el
escritorio—. Sígueme, es mejor que te alejes de todo este humo.

Kim se acomodó los anteojos y salió de la desolación de su oficina sin percatarse lo


suficiente. Pero entonces, la luz de emergencia se encendió en el pasillo.

Ambos se vieron al saber lo que esa luz amarilla significaba. —El sensor... —dijeron al
unísono.
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Un perímetro de cinco kilómetros, el sujeto estaba cerca. Ambos corrieron hacia el cuarto del
radar. No habían tenido interacción en más de un mes, esto solo podía significar un avance.

Cuando ambos se alejaron, Seokjin entró a la oficina. Solo entonces, pudo ver el exterior y
supo en donde se encontraba. Llevó su vista hacia el escritorio, en el una carpeta plástica
llamó su atención, pues recordaba haberla visto antes.

La tomó y la escondió dentro de su ropa.

Ya sabía en dónde estaba, ahora solo necesitaba encontrar una salida.

Entonces, el vidrio de la ventana comenzó a lucir tentador.

...

—Tienen una hora.

—¿A qué te refieres con "tienen"? ¿No sé supone que vendrías con nosotros? —dijo Jungkook
cuando Yoongi pareció negativo ante la idea de acompañarlos.

—En vista de que los dos son terribles al volante, y el plan de Taehyung es un asco, yo
conduzco así que, yo esperé en el auto.

—Claro, quédate aquí, cobarde —secundó Taehyung.

—Soy realista, no suicida. Además, se trata del cretino de tu hermano. Es problema de


ustedes, no mío.

Estaban en medio del bosque, dónde comenzaba el perímetro cercado. Taehyung había
olvidado donde estaban los agujeros que había hecho con anterioridad en la malla.

Así que tomó su pinza y decidió hacer uno nuevo.

—Como quieras —dijo intentando romper el alambre—, pero recuerda que si no salimos de
aquí en una hora debes conseguir ayuda.
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—Lo tengo.

Jungkook asintió cuando el castaño finalmente consiguió hacer una abertura lo


suficientemente grande como para que ambos pasará por allí.

Encendió la linterna que llevaba con él y extendió hacia Taehyung su mano, invitándole a
tómarla.

—¿Listo? —preguntó Jeon viéndole antes de atravesar la malla.

Taehyung tomó su mano y se aferró a ella con fuerza. —Listo.

Juntos se adentraron en el bosque con la única y débil luz que poseían.

Podría sonar patético, pero para Taehyung, era inmensamente surreal que alguien estuviera
dispuesto a arriesgarse así con él.

Porque el misterio y la adrenalina, eran cosas a las que siempre se sintió atraído, y hasta ese
momento, Jungkook era la única persona que sabía se atrevería a sentirlas a su lado.

No entendía cómo era capaz de colocar el sufijo "pero" antes del nombre del chico.

Porque poco a poco, sentía que todo el mundo podía estar mal pero Jungkook... pero
Jungkook estaba con él.

Lo hacía sentirse como un creyente. Aunque no sabía exactamente de qué.

Juntos caminaron por el bosque sin saber qué encontrarían. ¿Armas? No, realmente no
tenían nada además de un par de cuerdas y un bate de béisbol, pero aún así, se habían
decidido encontrar al mayor.

—Hay algo que no entiendo —dijo Jungkook mientras avanzaban—. Si esto tiene que ver con
nosotros, es decir, conmigo, ¿Por qué querrían a Seokjin?

—Deben estar siguiendo pistas al azar. O están desesperados. Probablemente ambas.

—¿Tanto como para secuestrar a un adolescente?

—Son los suburbios de un pueblo, Jungkook. Las únicas personas capaces de entrometerse
en esto son adolescentes idiotas.
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—¿Te refieres a nosotros?

—Exactamente.

—Entonces... ¿Supones que lo confundieron con alguno de...?

—Conmigo, específicamente —dijo lleno de culpabilidad.

—No puedes asegurar que...

—La noche que te encontré, Seokjin estuvo conmigo. Y no sé cómo, o por qué, pero lo
vincularon de alguna forma.

—No es tu culpa.

—¿Perdón?

—Conozco ese tono. Seokjin estará bien, lo encontraremos, ya verás.

—No se trata de eso. Es simplemente que últimamente no sé qué hacer y esto solo significa
que estoy llegando a mi límite.

—Oh, vamos... aún nos falta mucho por descubrir.

—¿Y qué pasa si alguien resulta herido?

—No pasará.

—Eres el menos indicado para decir eso.

Jungkook sintió un golpe en el pecho que le hizo detenerse cuando el dolor punzante se
instaló en su interior, se sostuvo de la rama de un árbol cuando sintió tropezar.

—Oh, maldición —masculló por el espasmo que recorrió todo su cuerpo.

—¿Jungkook?

—¿Por qué soy el "menos indicado"? —dijo adolorido, apretando los ojos.

—Porque serías el primero en salir lastimado.

—Deberías preocuparte más por ti mismo.

—No es a mí a quién arrastra la gravedad.


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—¿A qué te refieres con eso?

—La vida está regida por la gravedad; mientras más pesada sea tu mente, las posibilidades
de terminar en el fondo son más fuertes.

—¿Y qué se supone que hay en el fondo?

—Oscuridad.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

Taehyung se debatió entre si contestarle o no. Tragó con dificultad cuando lo hizo.

—Tu ser consciente está lleno de ella; eso solo significa que tu inconsciente... tiene
problemas.

—Yo no...

—Puedes intentar negarlo, yo te creeré; pero las cosas que has visto, los recuerdos y esa
sensación de dolor, no podrían salir de ti aunque quisieras, ni siquiera si lo intentaras.

—Mi inteligencia me asfixia. Es un problema, ¿Cierto?

—Lo es.

Ninguno de los sabía en dónde estaban, ni la forma en la que los sensores habían
enloquecido por la presencia de Jungkook allí. Ni de la mente de Jungkook desvariando
cuando el sudor comenzó a deslizarse por su cuello.

—Intento controlarlo, pero no puedo. Nunca pude.

—¿Hablas de la electricidad en tu cuerpo o de tu ansiedad?

—Ambas.

—Los neurotransmisores, tus emociones, son el detonante de tu energía. Eso te convierte en


un sujeto inestable. Desde la última vez que tus recuerdos cambiaron, es como si tu mente se
hubiera saltado una etapa de maduración.

—¿De eso se trata tu experimento, cierto?

—¿A qué te refieres?


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—Piensas que puedes manipular mis emociones para controlar también la energía en mí.

—Es parte de... —carraspeó— necesito entender cómo es que tú cuerpo es capaz de soportar
el voltaje.

—¿Y el tuyo?

—¿El mío?

Jungkook se acercó a él, chocando ligeramente con el tronco de un árbol.

—¿No has considerado lo peligroso que podría ser estar así que de cerca de mí?

—¿Hablas de la mera posibilidad de que me transmitas corriente?

—Sí, ¿Qué pasará si tengo una sobrecarga? Una fuera del agua, y estás adherido a mí, ¿Cómo
romperías el circuito?

—No lo haría.

—Estoy seguro de que hasta tú entiendes que eso sería mortal.

—Un paso a la vez, Jungkook. Lo solucionaremos en el camino.

El pelinegro contuvo la respiración ante el "nosotros" implícito en sus palabras, sin saber
cómo procesar cada pequeño detalle de Taehyung que hacía su mente colapsar.

Le transmitió luz; y supo que lo que sea que acabaría con el chico podría esperar, de toda
formas tenía todo el tiempo del mundo, mientras su lujuria parecía alimentarse de la
respiración del muchacho.

—¿Qué haces? —preguntó, cuando la mirada densa y ámbar del castaño penetró en él,
cuando el pecho de Jungkook chocó contra el suyo.

—No lo sé, siento que debo acercarme.

—No es el momento, tenemos que llegar del otro lado.

—No lo entiendes... Es... inevitable, quiero estar cerca de ti. Necesito sentir tu piel.

—Jungkook, basta. Estás enfermo.


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—Puedes sentirlo también, ¿Cierto?

—¿Qué cosa?

Sonrió triste. —El dolor.

El viento estaba lleno de estática, lo sabía por la forma en la que el cabello oscuro del chico
se encrespaba, al igual que los pequeños vellos cerca de su cuello y mentón, erizando su piel
cuando su cuerpo se sentía condicionado a unirse con el suyo.

Electromagnetismo, dos fenómenos unidos y un idiota demasiado cerca del origen.

Cada centímetro más cerca del agua, era un paso que Jungkook debía retroceder. La fuerza
dentro del campo era tal, que la energía y la polarización intentaban alejarlo.

Estaba siendo repelido sin darse cuenta. Parte de la electricidad del lago estaba adherida a
él, lo que significaba que al ser igual, debía repelerse; pero no podía moverse, no cuando
estaba atrapado en medio de sus dos polos.

No pudo hacer más que adherirse a su carga opuesta, esa que no entendía ahora estaba
dentro de Taehyung. Sí, su polo equivalente, ese cuya espalda estaba contra un árbol y le
veía con ojos abiertos y los labios húmedos.

Estaba sudando y sus extremidades parecían dormidas, con una sensación hormigueante en
ellas. Su pecho temblaba y a juzgar por su visión borrosa sabía que la "sobrecarga", como él
mismo había decidido llamarle a sus ataques ocurriría pronto. Cada vez, parecía que podía
entender lo que sentía un poco más. No sólo en su cuerpo, también en su subconsciente y en
su yo real.

El abismo no se contempla de la misma forma desde el fondo. Y el momento antes de saltar


es un segundo infinito de eterna culpa.

Las luces aparecían de nuevo y sus recuerdos mezclados con la realidad. El dolor en su
espina dorsal y pies, él sabía lo que iba a pasar.

Su juicio se nublaba. Pero debía evitarlo, contempló a Taehyung con temor, necesita
sentirlo, necesitaba aferrarse a lo único que era real para él en ese preciso instante y su
estúpido sistema lo único que anhelaba era cerrar el circuito y desconectarse.
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Taehyung temió cuando creyó que colapsaría en ese momento; pero por sobre todo, se
quedó sorprendido cuando de pronto, Jungkook lo tomó de la mandíbula para besarlo.
Respirando agitado y por un segundo, ebrio de la pesadez de su boca.

En un beso fugaz, y doloroso que el castaño supo estaba lleno de una desesperación que
bien conocía, la lucha por mantenerse consciente.

Así que cerró los ojos, y llevó su mano hasta el cabello del chico para enredar sus manos en
el, haciéndole jadear levemente contra sus labios. Era veloz, su saliva tenía hiel, metálico
sabor y electricidad mezclada con lujuria.

Debían avanzar; pero Jungkook era incapaz de dar un solo paso más al frente sin lastimarse
más.

En ese momento, los reflectores del otro lado del lago que se encendieron acompañados de
sirenas y alarmas de alerta les hizo reaccionar. El estruendo en medio de la noche y los
tétricos árboles confirmaron que no estaban solos.

Se vieron fijamente a los ojos cuando se separaron levemente. Jungkook tragó saliva
asustado y Taehyung temió cuando su mirada oscura se clavó cruda en él, aún más cuando
sus labios volvieron a abrirse para susurrar un casi inaudible:

—Corre.

A la distancia, los perros guardianes y la seguridad interna del lugar se había desplegado.
Pero no se trataba de la presencia de los chicos, sino de una fuga en el área de
confinamiento.

En donde el sujeto, había logrado salir.

Seokjin había roto una ventana hacia el exterior y ahora buscaba desesperadamente
despertar o salir de allí.

Intentaba esquivar las ramas de los árboles mientras corría; necesitaba salir a la carretera,
en el momento en el que había logrado escapar del laboratorio todas las sirenas y alarmas se
habían disparado.
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Había luces y un gran revuelo, lo estaban siguiendo e iban a alcanzarlo; pero no, Seokjin no
se iba dejar atrapar tan fácilmente, no de nuevo.

Después de años de correr por kilómetros y de ejercitarse, este era el momento en el que
podía probarse a sí mismo cuan rápido era en realidad. Y lo ágil que alguna vez sería. Así que
respiró con fuerza, moviéndose a zancadas para avanzar en la fría hierba.

Sabía que la forma más rápida de llegar del otro lado era a través del agua, pero no estaba
seguro de si sus habilidades como nadador fuesen confiables ni de la profundidad. Aún así,
se lanzó al agua desde uno de ellos extremos e intentó con todas su fuerzas contener el aire
mientras desesperado buscaba salir de ese maldito bosque.

La corriente en el interior de agua era fuerte, como nunca antes la había sentido a pesar de
lucir como estático líquido. Podía ver las luces de las linternas buscando entre la maleza los
pocos segundos que sacaba la cabeza del agua.

Sentía demasiada presión, como si la fuerza del lago intentara hundirlo, arrastrarlo; así que
cuando supo que estaba cerca de unos de los extremos, se aferró a un tronco que flotaba
para impulsarse hacia afuera y caer entre la tierra.

Levantó la vista, no había logrado atravesarlo; pero sí se había evitado gran parte del
bosque, un par de kilómetros hacia afuera y llegaría a la malla de seguridad y él sabía
exactamente el punto en el que podría salir.

Se levantó cuando los ladridos de perros acercándose le alertaron. Su cuerpo estaba


demasiado cansado y no respiraba con regularidad, pero no podía detenerse, no podía
dejaría que lo atraparan esos idiotas de nuevo.

Parecía un sueño, y en este punto, Seokjin ni siquiera estaba seguro de que no lo fuera.

Alcanzó a ver un poste de alumbrado público a la distancia, estaba cerca y creyó que ya nada
podía joderlo más hasta que su pie se deslizó por encima de la hierba mojada y se resbaló
cuesta abajo chocando con piedras y troncos mientras rodaba.

Yoongi había hecho aún más grande el agujero en la malla, se había adentrado en el bosque
cuando pasada una hora ninguno de los tres había regresado.
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Entonces, y cuando por fin tuvo valentía de avanzar a pesar de la oscuridad, un objeto
pesado impactó contra su cuerpo haciéndole caer.

—¿Seokjin? —dijo cuando con la poca luz logró reconocer al Kim mayor apretando los ojos a
causa del dolor.

—¿¡Agustus!?

—¡Seokjin! ¿Por qué estás todo mojado?

—¿¡Qué demonios haces aquí!?

—Vinimos a salvarte, cretino. —Kim abrió los ojos sorprendido mientras comenzaba a
levantarse del suelo.

—¿Vinimos? —le dijo haciéndolo él mismo.

—Jin... Tu hermano y Jungkook, ellos entraron a buscarte.

—¿Qué? ¿Trajiste a mi hermano a un lugar como este?

—¿Cuál es tu jodido problema?

—Tú y tus ideas lo ponen en peligro.

—Te tiene a ti dentro de su casa, eso es suficientemente peligroso.

—Maldición... no hay tiempo para esto. Tenemos que irnos, ahora. Ya vienen. Levántate —
negó con la cabeza y tomó a Min del brazo para hacerlo correr junto a él.

El estruendoso sonar de las alarmas incrementó acompañado de bullicio. Y los alaridos de


una voz conocida a la distancia.

—¡Enciende el auto! —gritó Jungkook mientras se acercaba, y que detrás de ellos era posible
ver linternas apuntando contra sus espaldas—. ¡Enciende el maldito auto, min!

—Bueno, parece que estamos todos... —dijo Yoongi al verlos.

Taehyung se sentía cansado; cada vez que corría, había algo en su pecho que le hacía sentir
la necesidad de respirar por la boca. Pero su adrenalina era aún mayor, no le permitía prestar
atención a tu cuerpo, solamente le impulsaba a buscar desesperadamente una salida.
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Alcanzó a ver a su hermano a la distancia y recuperó el aliento, entonces tuvo fuerzas para
seguir avanzando.

Volteó a ver a Jungkook; su respiración estaba agitada y por un momento dudó en si las
alarmas habían enloquecido por haber entrado o por la simple presencia del pelinegro. Los
focos del auto también parpadeaban; ¿Qué había allí? No lo entendía, pero aparentemente
era lo suficientemente fuerte para marearle y peor aún, para desestabilizar a Jungkook.

Fue testigo del momento exacto en el que el cuerpo de Jungkook cayó al suelo cuando pasó
al lado de la cerca metálica rozandola por accidente con la palma de su mano en medio de
un destello que le arrojó con fuerza. Estaban afuera del bosque a la orilla de la carretera, a
pocos metros de los otros dos.

La energía en su cuerpo estaba destrozándole, Taehyung lo sabía por lo doloroso que era
incluso acercarse a Jungkook. Lo sabía porque había pasado esto antes.

El pelinegro estaba desmayado, parecía como si no respirara; pues estaba en un completo


estado de trance, paralizado.

Yoongi se acercó a ellos para intentar levantar al muchacho; pero Taehyung lo detuvo.

—¡No lo toques! Si lo haces morirás.

—¡¿Qué!?

—La electricidad mata humanos. ¡No puedo explicártelo ahora! —dijo asustado. Las luces se
acercaban y él no tenía ni idea de qué hacer para sacar a Jungkook de allí.

No pudo entender sus palabras; pero sin duda alguna, había puesto suficiente atención a las
conversaciones de ambos las últimas semanas.

—Mi suéter es de algodón, no puede transmitir corriente, el suyo tampoco. Tómalo de el y


ayúdame a levantarlo —dijo con seguridad mientras se quitaba su propio suéter y lo dejaba
caer sobre los pies de Jungkook para envolverlo.

—¡Eso es una pésima idea...!

—Si sabes tanto de ciencia como yo de telas, sabrás que tengo razón.
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Preso del miedo; Taehyung se quedó quieto sin saber cómo reaccionar, por primera vez,
realmente asustado. Pero ya no tenían tiempo, Yoongi sujetó a Jungkook desde los pies,
intentando aferrarse a la tela para moverlo.

Entonces el castaño dejó a un lado su temor y tomó a Jungkook de los hombros, sosteniendo
con fuerza la tela para entonces levantarlo de la tierra húmeda.

—¡Tenemos que irnos, ya! —gritó Seokjin, quién se había movido hasta el asiento del piloto y
había encendido el auto.

Quitó el neutro de la palanca y se acercó los metros que les faltaba a los chicos para llegar al
auto. Yoongi abrió con dificultad la puerta del baúl para luego tomar un gran impulso y casi
lanzar el cuerpo pesado de Jungkook al interior cerrando la puerta en el acto.

—¡Taehyung, al auto, ya! —Min empujó al castaño por la espalda para hacerlo avanzar.
Abrieron la puerta del copiloto, y ambos entraron en el auto sin importar que estuvieran
apretados en el mismo asiento.

—¡Deténganse! ¡Están cometiendo un delito federal! —dijo una voz detrás de ellos desde un
megáfono

Seokjin apretó el acelerador para alejarse. Los neumáticos rechinaron sobre el asfalto,
definitivamente no era la forma en la que esperaban recibir la llegada del último lunes de
septiembre.

—Esos hijos de puta creen que pueden secuestrarme y salirse con la suya.

—¿Por qué nos están siguiendo? Necesito que alguien me explique qué jodidos pasa aquí —
Yoongi volteaba a ver constantemente mientras su vista se posaba de Taehyung a Seokjin sin
entender la situación.

Taehyung sabía exactamente la razón; pero no esperaba que su hermano contestara con
otra respuesta.

—Me robé esto —dijo sacando de debajo de su camisa una carpeta de color marrón. Igual de
mojada que el resto de él.

—¿¡Qué hiciste qué!? —le respondió Taehyung tomando el objeto incrédulo.


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—Creo que es importante, anotaban todo lo que yo decía allí, creo que es una especie de
bitácora, no sé. Malnacidos, espero que puedan seguir jugando al médico nazi sin su
estúpido libro.

El castaño abrió la carpeta, la tinta se había corrido por el agua pero aún así era
medianamente legible, se quedó mudo cuando leyó las palabras "tiempo" y "energía" en la
misma oración. Además de un encabezado a máquina de escribir que decía "K'sT, hipótesis
no. 100."

—Eso no responde mi pregunta.

—Joder, Min. Créeme que yo tampoco tengo una puta idea de qué pasó allí o por qué. —
Ambos se quedaron callados y voltearon a ver a Taehyung absorto con la carpeta en sus
manos—. ¿Y tú, Taehyung?

—¿Yo? ¿Qué les hace pensar que yo sé algo?

Seokjin enarcó un ceja para él mientras le veía serio.

—Oh, no lo sé. Quizá sea porque que cada vez que pasa algo extraño en la ciudad tiene que
ver contigo o por el hecho de que es tu amigo quien está desmayado en el baúl del auto.

—Yo no... no puedo decirles. No aquí, no ahora —declaró tragando saliva con fuerza—,
necesitamos ir a un lugar seguro.

—Su casa no es segura por ahora, iremos a la mía —dijo Yoongi a lo que los dos Kim
asintieron. Seokjin conocía el camino perfecto para llegar allí, pasando detrás de la
terracería por calles que aún no estaban asfaltadas.

Después de un par de kilómetros en los que se alejaron de la arboleda hasta llegar a la zona
residencial disminuyeron la velocidad; ya nadie les seguía y ahora lo único que parecía
atacarlos era el pesado ambiente en el que se encontraban.

Seokjin estacionó el auto directamente en la parte trasera de la casa; al detenterse,


Taehyung bajó del vehículo para correr a ver Jungkook y constatar que siguiera con vida.
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Abrió el baúl, se veía pacífico y sereno. Su respiración se había regulado, parecía


completamente inofensivo, acercó ligeramente su mano a la frente del chico para tocarlo,
estaba frío pero no había nada de corriente.

Era confuso, no entendía qué le había causado una sobrecarga. Quería entenderlo,
necesitaba entenderlo, necesitaba saber qué era lo que provocaba eso en el chico; porque
tenía miedo, sentía que Jungkook podía un día simplemente no ser lo suficientemente fuerte
para soportarlo.

—La sangre sabe a metal. Odio ese sabor —dijo el pelinegro, removiéndose ante su tacto.

—Jungkook... —musitó— ¿Cómo te sientes?

—Débil. —Tragó saliva—. Me duele el pecho...

Seokjin y Yoongi bajaron del vehículo también, y se quedaron de pie detrás de Taehyung
mientras temblaba frente a Jungkook.

—No había estrés, ni nada para aumentar el voltaje. No deberías haber colapsado. ¿Qué
sucedió?

—No lo sé. Yo solo... —Se quedó callado, no sabía cómo describir la sensación de ser
arrastrado, como si todo su cuerpo se hubiese quedado atrapado por poco en un campo
invisible, era el magnetismo literal— tropecé.

Taehyung negó, estaba seguro de que mentía. Pero prefirió no decir nada pues si la carga
eléctrica no lo consumía; quizá la mental lo haría.

—¿Crees poder levantarte?

Jungkook asintió e intentó sentarse para bajar del vehículo, se sentía perdido pero el aire de
la madrugada le hizo recuperar la estabilidad poco a poco.

—Taehyung... ¿Qué pasa? —cuestionó Seokjin, Yoongi eligió guardar silencio y sin dudarlo,
abrió la puerta de su casa para dejarlos entrar.
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Los cuatro atravesaron el marco de la puerta, llegando a la sala en pocos segundos. —Es un
ataque de asma, le pasa seguido —mintió serio mientras lo ayudaba a moverse—, le tomará
un par de horas volver a estabilizarse pero estará bien. Yoongi, ¿Tienes un botiquín?

Min asintió, pero antes, tomó una de sus telas que estaban regadas por el lugar y cubrió el
sofá antes de indicarle al Kim menor que llevase a Jungkook hasta allí, para dejarlo
recostarse.

Taehyung se mantenía atento a la palidez del pelinegro; mientras Seokjin caminaba inquieto
por la habitación. Es decir, lo habían raptado, y ¿Aún así era más importante Jungkook que
él? Además de que parecía ser el único idiota que no tenía ni idea de lo que acababa de
pasar.

Se recargó contra una estantería viendo a su hermano tomarle la temperatura a Jungkook.


Estuvo a punto de decir algo más; pero gruñó cuando sintió la fría presión que le quemó en el
hombro cuando el raspón en el fue limpiado.

Volteo a ver a Agustus, que a su lado parecía intentar desinfectar su brazo herido.

—¿Qué crees que haces? —le dijo, casi tan molesto como sorprendido.

—Intento curarte, ¿Acaso no es obvio?

—¿Qué te hace pensar que quiero que...

—Cierra el pico, imbécil. No olvides que conozco exactamente lo que piensas, y que sé que tu
gran ego te asfixia mientras ves que tu hermano le da atención a alguien más, entiende que
no es un objeto que puedas tener solo para ti. Así que por una vez, deja de ser un idiota y
cállate.

—¿Cómo es que haces para ser así de hiriente todo el tiempo?

—Pregúntate a ti mismo.

Seokjin observaba a Taehyung examinar a Jungkook, la forma en la que le abrió la boca para
revisarlo y luego en cómo le tomó el pulso para anotarlo en la libreta que siempre llevaba
con él.
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No sabía si estaba cuidándolo, estudiándolo o quizá ambos. Aún así, le resultaba demasiado
extraño. Todo esto le resultaba casi irreal.

—Estás deshidratado, te pondré un suero después.

—Tenemos que regresar a casa —dijo Seokjin llamando la atención de su hermano. Entonces
Taehyung se levantó y caminó hacia él.

—Estamos en casa.

—¿Qué? —confundido.

—La reina llegará en un par de minutos, alista el banquete, es hora. Tic tock...

—¿Qué rayos...?

—Lo siento.

Yoongi frunció el ceño; nada de lo que Taehyung decía tenía sentido alguno, o al menos no lo
tuvo hasta que vio al castaño menor estampar un puño contra la sien de su hermano. Kim
cerró los ojos y su peso se venció hacia abajo cuando el golpe le desmayó.

—¿¡Taehyung, qué demonios te pasa!? ¿Por qué hiciste eso?

—Estará bien, no es como si no hubiera hecho esto antes.

—¡Acabas de noquear a tu hermano! ¿Qué te sucede? Espera, ¿Cómo es que esta no es la


primera vez que lo haces?

—Es la mejor forma; no necesito a Seokjin en esto, él no debe saber nada. Despertará en su
cama mareado, pensará que se le pasó la mano con su medicamento y creerá que tuvo una
alucinación, eso es todo.

—¿¡Saber qué!?

—Tú tampoco deberías saberlo; ni siquiera yo debería. Es peligroso, hoy lo confirmé.

—Oh, maldición, Kim. ¿Qué tan malo puede ser como para que pienses eso?
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Taehyung tragó; ¿Era conveniente decirle? Probablemente no, pero no podía seguirle
ocultando cosas. Es decir, no era como si pudiera engañarlo igual que su hermano. No,
definitivamente, era imposible manipularlo a él de tal forma.

—Si te lo digo... prométeme que no se lo dirás a nadie. Es más, júrame que nadie más sabrá
de esto, júrame que nunca dirás una sola palabra, hazlo y prométemelo por lo que más ames
en el mundo.

—Esto es...

—Júralo por tu abuelo.

Yoongi frunció, a veces olvidaba que Taehyung conocía parte de su pasado.

—Lo juro.

Taehyung tragó con fuerza, no había forma sencilla de explicar esto.

—Hace unos meses encontré a Jungkook desmayado a la orilla del lago. No es un estudiante
de intercambio, yo lo llevé a mi casa y he estado intentando ayudarlo.

—¿Qué?

—Estaba seguro de que no era el único que sabía sobre esto y no me equivoqué. Aún no sé
qué es lo que hay allí adentro, o quién lo trajo; pero lo averiguaré y encontraré una forma de
que Jungkook regrese a casa sin que lo lastimen.

—Wow, alto. ¿Y por qué se supone que Seokjin no debe saberlo? ¿Qué me hace diferente a él?

—Tienes tantas agallas como cerebro, puedo verlo. Y yo ya no puedo solo con todo esto,
necesito ayuda, necesito alguien que mantenga a mi hermano al margen de nosotros y ese,
eres tú. Además, la paradoja que causaría si Seokjin se enterara que el chico que duerme en
mi habitación es el hijo de su novia de la preparatoria sería terrible.

Yoongi se ahogó con su propia saliva. Si antes entendía poco, ahora entendía menos.

—¿Cómo es eso posible? Taehyung, no es momento para juegos.

—No estoy jugando. Jungkook quería cambiar su vida pero en este momento creo que sería
más fácil simplemente volver al punto donde nada había cambiado aún.
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—¿Volver a dónde?

—A la mañana del primero de agosto de su año.

—Sé directo y dime de una vez por todas qué jodidos pasa.

Taehyung le vio serio y se acomodó los anteojos antes de seguir hablando.

—Jungkook viene del futuro —soltó.

Yoongi asintió esperando que fuera una broma; en tanto la mirada del chico no cambió, supo
que decía la verdad.

—Estamos jodidos, ¿Cierto?

—Y mucho.

¿En qué demonios se había metido?

Oh, mierda.

105 días antes de.

Para cuando Seokjin volvió a abrir los ojos, lo primero que pudo reconocer fue el techo de su
habitación.

Volteó su vista hacia su mesa de noche y encontró su caja de pastillas para dormir sobre ella,
además de su gorra.
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Se recompuso sobre su cama adolorido, y parpadeó lleno de confusión. Hizo crujir su cuello
y después se levantó para bajar al primer piso de su casa.

Todo parecía normal; se movió cauteloso mientras avanzaba por el pasillo hasta que llegó a
la cocina en donde se encontró a Taehyung comiendo cereal tranquilamente mientras leía el
periódico.

—¿Cómo me trajiste hasta acá?

—¿Disculpa?—le dijo el castaño mejor fingiendo demencia—. Buenos días a ti también.

—Ya sabes, el bosque y los... los tipos esos del laboratorio.

—No tengo idea de qué estás hablando.

—Pero tú y... Jungkook...

—Regresamos anoche y te encontramos en tu habitación durmiendo.

—No... —parpadeó confundido— estábamos en casa de Min y...

—¿Desde cuándo eres su amigo siquiera?

—No pude haber imaginado eso también.

—Escucha —le llamó serio—. Mamá me dijo lo que hiciste. No debí escapar así, intentaré no
alterarte así de nuevo.

—¿Lo que hice...?

Taehyung frunció el ceño. —Se te pasó la mano de nuevo, ¿Cierto? Si prometes dejar de
tomar esa basura. Y yo prometo no extralimitar tus nervios.

—Yo no lo entiendo...

Taehyung caminó a su lado, en el fondo culpable de utilizar los problemas pasados de su


hermano como chivo expiatorio para sus propios intereses.

Le tomó casi una hora cargar el pesado cuerpo de su hermano hasta el auto y luego de
regreso a casa para colocarlo en su cama. Además de que había dejado a Jungkook en casa
de los Min con suero y siendo atendido por su nuevo ayudante.
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—Solo tuviste un mal sueño, grandote. Venga, ve a ducharte o llegaremos tarde —le dijo
palmeando su espalda para hacerle caminar de vuelta a las escaleras.

El doctor dijo que necesitaba un par de pastillas para dormir hacía un par de años. A la fecha,
parecía que seguía teniendo cierta tendencia a ellas.

—Taehyung...

—Ah, y sobre el auto... Yo te lo explicaré luego, pero... será mejor que se quede en la cochera
—le dijo.

Regresó a su habitación confundido y se sentó en la cama viendo la mesa de noche de nuevo.

Todo esto se había sentido tan real que le resultaba imposible pensar que simplemente
había enloquecido. Sonrió triste, pero después de todo no era la primera vez que despertaba
así de desorientado por una de esas cosas.

Suspiró con fuerza y se dispuso a retirar su ropa para dirigirse a la ducha; pero se detuvo
cuando su reflejo en el espejo cautivó su atención en la gasa de su brazo. La retiró levemente
y se encontró con una herida que había sido limpiada.

El recuerdo de Yoongi desinfectado su brazo apareció junto a un amargo sabor, porque eso
solo podía significar una de dos cosas, la primera: que estaba enloqueciendo.

Y la segunda:

—Taehyung miente.

Capítulo Diez
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por Incompletelyrics

10.
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El tiempo es inestable, así como la vida fortuita. Y juntos, hacen que la existencia misma sea
solo un accidente.

Lo primero que vio al abrir los ojos fue una mata de cabellos negros que se deslizaban por
sobre una piel blanquecina y tersa. La chica a su lado dejaba ver poco más de su espalda
baja mientras dormía delicadamente.

Él volteó a ver hacia el reloj en su mesa de noche, era la una de la madrugada y él no podía
creer todo lo que había pasado el día anterior.

Quizás era la chica, quizá su buena suerte. Fuese lo que sea, él empezaba a creer que su vida
no era tan vacía como siempre creyó.

Cerraba los ojos y los momentos se repetían una y otra vez frente a él. Había tenido una de
las mejores tardes de su vida, y quería no sonar tan patético pero la calidez en su pecho
comenzaba a quemarle.

Tuvo un gran partido, fue la estrella. Incluso después de pasar horas con su amada en el
bosque, de llegar tarde al juego y de creer que estaba acabado, no fue así.

Uno de sus compañeros resultó lesionado y él llegó justo a tiempo para ser el salvador del
marcador, ganaron el juego y él consiguió despertar con la pelinegra en su cama.

Ella se removió, despierta, y volteó su cuerpo hacia él. Sunhee le sonrió con timidez, por la
forma en la que sus ojos le recorrían y su pose, en la que recargaba la cabeza sobre su brazo
junto con su pecho expuesto.

—Basta de verme así, me avergüenzas —le dijo.

—Lo siento, no me canso de admirar lo bonita que eres.

—Cállate, eres un tonto.

—Tendrás que acostumbrarte a mis tonterías.

Él sonreía; pero la mirada de aquella joven estaba llena de incertidumbre por encima de su
locura. Cuando su expresión se volvió más bien seria en medio de la tribulación de sus
pensamientos.
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Por una vez en su vida, parecía que todo le salía bien, hasta que ella le vio con pesar.

—Seokjin.... Tú...

—¿Yo?

—¿Me extrañarás cuando me marche? —soltó Sunhee sin dejar de verlo. La luz del exterior de
la ventana se reflejó en sus ojos.

Seokjin definitivamente abrazaba la idea de que ella se quedara a su lado para siempre, un
futuro desconocido no sonaba tan mal si podía vivirlo a su lado y sentirse como un pequeño
ilusionado todos los días de su vida.

Como un adolescente, había comenzado a soñar cometiendo el error más humano de todos:
estaba demasiado enamorado de ella como para darse cuenta.

Pasó una mano por su cabello, y le dio un pequeño beso en la frente exhalando contra su
piel, sin saber qué decir, sin saber que eso exactamente iba a destrozarlo.

—Eso no responde mi pregunta —volvió a hablar ella. La manta blanca sobre su cuerpo
contrastaba con la oscuridad de su cabello y su figura en sombra que solo dejaba a la vista la
silueta de sus senos.

El castaño tragó saliva con fuerza y sus labios temblaron cuando intentó abrirlos.

—Creo que... —suspiró—no quiero que te marches.

La noche que fue la sensación del lugar estaba apunto de desaparecer. Cada recuerdo es a
un accidente, así como un aleteo de mariposa, un huracán.

...

100 días antes de.

—Para ser un principiante, eres bastante bueno.

La vida funciona de forma irónica; y te coloca exactamente en donde debes estar para lograr
su cometido, convirtiendo a todo ser en su cómplice.
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El sol resplandecía sobre las cabezas de los muchachos, que en el campo, buscaban dar lo
mejor de sí mismos, intentando pulirse para comenzar con pie derecho la temporada de
juego.

O bueno, la mejor parte de la temporada.

Habían vencido a varias escuelas meses atrás, y ahora que se acercaban a semifinales no
podían descansar. Era un juego importante, que daba inicio a la recta final de la liga.

Era el último año para muchos de ellos, lo que hacía aún más fuerte su deseo de ganar. Ya
sea para conseguir la atención de un reclutador o simplemente para dejar un legado.

Seokjin estaba lanzando mientras el resto de sus compañeros de equipo bateaban


firmemente. A diferencia de Jungkook, a quién se le había castigado y ahora corría sin
camiseta alrededor del campo como castigo por haber faltado a tantos entrenamientos.

Sí, el sol resplandecía, aún más sobre la espalda del pelinegro al moverse bajo su luz y sudar
en medio del constante exhale de su boca y ojos cansados.

—Taehyung, ¿Estás escuchándome? —El castaño ni siquiera le prestó atención, era difícil
para él asimilar la idea de que ahora tenía otro amigo.

Más allá de la malla, en la pequeña tribuna, se encontraban dos chicos ajenos a los viriles
atletas. Un castaño, que había adquirido un reciente gusto por faltar a clases que sabía iba a
aprobar, y un artista que sabía que de todas maneras reprobaría.

Taehyung intentaba enfocar su visión con los anteojos mientras veía a Jungkook ser
reprendido por el entrenador. Le gustaba estudiar cada parte de su torso, la imagen de sus
omóplatos al moverse le hacían querer capturar cada detalle de él.

Comer sano y la cantidad de ejercicio que hacía al jugar habían comenzado a pulir su cuerpo.

Le resultaba fascinante, tanto que había comenzado a llenar de dibujos su pequeña libreta.
Parecía que había desarrollado un gusto culposo por las evaluaciones físicas que hacía sobre
Jungkook cada día.

Kim recibió un pequeño golpe en la cabeza que le hizo dejar de ver al frente y redireccionar
su mirada hacia el chico a su lado.
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—¿Qué te sucede? —le dijo a Yoongi.

—En vista de que estabas distraído, lo repetiré—se burló—, dije, que tus dibujos son bastante
buenos. Tengo un gran ojo para cosas como esas.

—¿Esto? —Negó con la cabeza—. Son terribles, pero... necesito tener referencias para mi
expediente.

—¿Por qué no le tomas una fotografía? —le dijo. Sabiendo a ciencia cierta quién era la
persona que Taehyung observaba con tanto esmero. Y comprendiéndolo completamente. —
Puedo hacerlo por ti si quieres.

Yoongi poseía su propia cámara, a diferencia de los muchachos que habían tenido que robar
la de Seokjin. Y que habían tenido que devolver después de que el chico lo notase.

—El tiempo es muy frágil, una evidencia de esa magnitud sobre él es... peligrosa.

—Aún no entiendo bien todo esto de Jungkook, el robot del futuro.

—Tengo mucho que explicarte, demasiado. Y no, no es un robot, solo un exhibicionista... —


dijo volviendo su vista por un par de segundos al muchacho en el campo.

Agustus asintió con la cabeza. Habían pasado los últimos días intentando reparar las hojas
rotas de la carpeta que Seokjin había sacado del laboratorio y que ambos habían prometido
explicarle.

Hasta el momento solo tenían unas cuantas páginas pero Taehyung ya casi podía saborear
sus premios al recabar un par de datos nuevos mientras Yoongi le ayudaba con la cinta
adhesiva y Jungkook coloreaba un oso amarillo a su lado.

Pero en ese momento, Taehyung intentaba actualizar su propia libreta con sus nuevos datos.
Ambos estaban sentados en la tribuna alrededor del campo de béisbol en la parte trasera de
la escuela.

—Podrían ser mejores, pero no son "terribles" —dijo Min entrecerrando los ojos mientras
veía los trazos—. Quizá solo necesitas mejorar las proporciones de tus dibujos.
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—¿Cómo se hace eso? —Taehyung encontraba un reto en cualquier disciplina que no


dominase aún. Bueno, excepto cuando se trataba de comida, las artes culinarias eran su
gran excepción.

—Es cuestión de práctica y un buen ojo. —El chico extendió ambas manos en dirección al
pequeño cuaderno —, ¿Puedo? —le preguntó antes de tocarlo.

Taehyung dudó por unos segundos; finalmente, cedió entregándole la libreta abierta en una
página en blanco y su lápiz mordido. El otro los tomó sonriendo liviano, era una buena señal,
significaba que confiaba en él.

—Divide mentalmente tu dibujo en figuras geométricas para guiarte, —dijo comenzado a


trazar un círculo delimitado por un triángulo invertido en su parte inferior— y luego, unes
cada línea. Intenta visualizar lo que quieres antes de hacerlo.

Yoongi había hecho tan solo un par de trazos, y en cuestión de minutos, logró dibujar un
pequeño cachorro en la página en blanco.

—Vaya, parece que eres bueno en esto.

—Algo así... el arte es lo mío.

—Se nota —dijo sonriéndole. Agustus bajó la cabeza, sintiéndose avergonzado de recibir un
cumplido. No era algo que le pasará a menudo.

Mientras tanto, Jungkook se había cansado de correr. Bajó la velocidad por algunos
segundos al intentar recuperar el aliento, entonces levantó la cabeza y fijó su vista en el
graderío donde le intrigó la escena de un Taehyung socializado sin su ayuda.

Se quedó parado en medio del campo llamando la atención de Seokjin, quien al verlo
detenerse, volteó a ver en dirección de eso que había capturado el enfoque del pelinegro,
incomodándose instantáneamente.

Se ajustó su gorra, y lanzó la pelota hacia la malla, causando que ambos se sobresaltaran,
para luego acercarse a ellos desde adentro.
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Necesitaba sacarse de la cabeza las dudas que tenía, pero aún no sabía cómo. Realmente
necesitaba saber qué estaba pasando, y el porqué su hermano se atrevía a mentirle tan
descaradamente. Solo que aún, no había encontrado el momento preciso para averiguarlo.

—¿Qué hacen ustedes dos aquí? —preguntó desafiante.

—Vemos el entrenamiento, ¿No es obvio? —dijo Taehyung. —Tenemos pasión por el deporte.

—Su repentino interés es demasiado sospechoso. Largo, saben que no son bienvenidos aquí.

—Estamos esperando a Jungkook para almorzar, y no nos iremos sin él —dijo Taehyung.
Yoongi a su lado permaneció en silencio, sentía la mirada pesada de Seokjin sobre él e
intentaba evitarla.

El mayor tenía demasiadas dudas, sabía que lo que había vivido fue real y que su hermano
intentaba engañarlo; pero no sabía cómo conseguir esa información, volver allá era mala
idea, Taehyung obviamente no diría nada aunque lo confrontase y Jungkook era la caja
fuerte de su hermano.

Así que solo le quedaba atacar hacia el eslabón débil de su pequeño y extraño grupo. O
bueno, quién él creía sería más fácil de quebrar.

—Su primer juego es esta noche. Él tiene mucho que entrenar hoy, así que, lárguense.

—¿Qué clase de capitán eres tú? Han estado aquí durante horas sin descansar un solo
minuto. Es béisbol no el ejército.

—No lo entenderían —dijo viendo con dureza a Min, quién simplemente parecía evitarlo. —
Así que fuera de aquí.

Se dio la vuelta y les dio la espalda antes de alejarse de la malla, regresando junto con el
resto de sus compañeros de equipo.

Taehyung era su hermano, y lo amaba, pero él... no pertenecía a su círculo social. Nunca tuvo
problemas con eso hasta ahora, usualmente Taehyung evitaba a cualquier persona con
quién no pudiera debatir intelectualmente o que pudiera causarle mucho dolor físico; pero
ahora, lo veía por todas partes hablando con cada vez chicos más y más dañinos para su
imagen.
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Es decir, estaba sentando con Agustus Min, jugando con la ridícula boina de este y
colocándole el brazo sobre el hombro mientras reían aunque todo el mundo les veía.
Además de que Jungkook tampoco era precisamente la mejor opción para ser su amigo.

Sí, prefería lo tiempos donde su hermano estaba solo.

—Parece que tienes un par de fanáticos, eh... ¿Seokjin?

El mayor arrugó la nariz ofendido. Cuando el resto del equipo comenzó a reír burlonamente,
odiaba cuando hacían eso, pero no había mucho que hacer, él mismo se lo había ganado por
permitir tanta cercanía de ellos.

Estuvo a punto de decir algo estúpidamente grosero, cuando alguien más habló por él.

—De hecho son fanáticos míos —dijo Jungkook redireccionado todas las miradas hacia él. —
Aunque bueno, después de esta noche ¿Quién no será fan mío?

—Eres un engreído, Jeon —dijo Daniel, quien solo negó riendo y se dio la vuelta para caminar
hacía en montículo en medio del campo de béisbol—. No fastidies.

—Oh, vamos, muchachos. Veo demasiada negatividad en sus rostros. Yo propongo un receso,
¿Qué les parece?

—¿Quién te crees que eres? —Seokjin le vio molesto. A veces le agradaba Jungkook, la
mayoría del tiempo quería golpearlo—. Tú no tomas las decisiones aquí.

—Suena bien —secundó uno de sus compañeros. —Sí, todos estamos exhaustos.

—¿Qué? —Los chicos asintieron mientras veían a Seokjin. —Oh, vamos. No puede ser que
estén así de cansados.

Jungkook se tocó el pecho, fingiendo pesar y negando con la cabeza.

—Son solo humanos, capitán. Solo humanos.

El entrenador apareció detrás de ellos e hizo sobresaltar al mayor con el sonido se su silbato.

—El chico nuevo tiene razón, además de que siento que voy a morir del hambre. Vayan a
descansar, muchachos —ordenó el entrenador —, lo veré de nuevo a las cinco.
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—¡Sí, entrenador! —gritaron los muchachos y se dispersaron en medio del lugar, incluyendo
a Jungkook.

—Alto, espera, Jeon —le llamó el hombre antes de que se alejara lo suficiente.

—¿Todo en orden? —preguntó ansioso por marcharse.

—Sí, es solo que ya que aunque eres un miembro de respaldo; me parece lo correcto que
tengas esto —dijo tomando una bolsa y entregándosela al chico.

Jungkook la abrió, en su interior se encontraba parte del uniforme del equipo. La camisa,
gorra y un par de complementos más.

Nunca había pertenecido a ningún círculo. Y por un momento, se sintió bien el ser aceptado.

—Gracias... entrenador. Esto es genial. Lo digo sinceramente. —La tomó sonriendo.

—La chaqueta es algo de los chicos, supongo que ellos te la darán... algún día —bromeó—.
¿Cierto, Kim?

Seokjin estaba de pie detrás de Jungkook, el pelinegro se sobresaltó ligeramente al notarlo


allí.

—Eso no pasará —dijo sujetando el tirante de su mochila para darse la vuelta y salir del
campo.

—Como sea, te quiero aquí a las cinco, Jeon, jugarás si tienes suerte. Ahora ve, esos dos
llevan horas esperándote.

—Estaré aquí.

Jungkook acomodó su ropa, colocándose su camisa y sudadera, y luego atravesó la reja de


salida sujetando la bolsa de su uniforme con él.

Cuando llegó al lado de los otros dos les sonrió cómplice. Era un gran día para él; uno de esos
en los que olvidaba por completo que él no pertenecía ni a esa ciudad, ni a ese lugar, mucho
menos a ese equipo.

Su mente estaba lúcida; después de su último ataque parecía estar lleno de energía. Y más
atrevido que de costumbre.
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—¿Qué se supone que haremos ahora? —preguntó Yoongi cuando los tres comenzaron a
caminar juntos.

—No sé ustedes, pero yo muero del hambre.

—También yo. ¿Vamos por hamburguesas al centro? —sugirió Min revisando su reloj—.
"Chesse and cake" se mantiene vacío a esta hora.

—¿Qué es eso? —Jungkook había comenzado a conocer la ciudad. Y ahora el centro era su
lugar favorito del momento.

Había tiendas y restaurantes por todo el lugar, lo cual le hacía sentir al pelinegro un poco
menos ajeno a la realidad.

—Una cafetería —aclaró Taehyung— es un lugar más para socializar que para comer.

—¿A qué te refieres con eso?

Yoongi rodó los ojos y comentó: —La gente popular va a perder el tiempo allí. Pero su pastel
de queso es fenomenal y antes de cuatro puedes tener todo lo que puedas comer por cinco
dólares.

—Lo último me convenció, andando.

Taehyung se removió incómodo.

—Es un lugar para gente pretenciosa, chicos, y nosotros somos los marginados¿Quieren que
nos golpeen o qué?

—Deja la paranoia, Kim. Es un país libre, podemos ir a dónde querramos. Además, si quieren
problemas, pues vamos y les partimos la cara.

—Tú ni siquiera sabes pelear.

—Yo no pero ustedes sí. Son mi barrera humana de protección.

—¿Recuérdame por qué está con nosotros? —le dijo Taehyung a Jungkook señalando a Min.

—Sabe demasiado —dijo Jeon tratando de no reírse.

—Y aún tienen mucho que contarme.


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—¿A quién demonios se le ocurrió decirle la verdad? —maldijo el castaño.

—A ti.

—Oh... cierto.

Yoongi pasó un brazo por encima de los hombros de ambos chicos pese a que le superaban
en altura, quedándose en medio mientras se burlaba.

—Es el poder de la amistad —les dijo.

Los tres caminaron por la calle exterior de la escuela, dirigiéndose como muchos de sus
compañeros hacia la zona comercial del condado Mariposa.

Hacía frío, y mientras avanzaban, Jungkook se detenía a ver a las personas pasar, las vitrinas
relucientes. Era imposible negar lo pintoresco de las calles y que era imposible compararlas
con la metálica vida y ciudad de duro concreto que conocía tan bien.

Una juventud que merecían disfrutar.

Cuando se pararon frente a la afamada cafetería, algo similar a la nostalgia invadió a


Jungkook. Porque lucía exactamente como si hubiese salido de alguna serie ochentera de
internet y porque la última vez que estuvo en un lugar así tenía siete años.

Los chicos entraron delante de él y buscaron una mesa redonda en la esquina del lugar. Las
paredes eran de un verde suave, y las sillas blancas.

Taehyung se sentó frente a él. Había un gran cartel con una malteada en la pared detrás del
chico con la leyenda: "Está lleno de leche". Jungkook quiso burlarse pero no era momento
para sus malos pensamientos.

—Bien, jóvenes. Estamos aquí para poner al corriente a este estúpido acerca de nuestro plan
para salvar el mundo. —Jungkook comenzó a hablar colocando ambas manos sobre la mesa.

—¿Salvar el mundo?

—Mi mundo.

—Jungkook... deja de decir tonterías.


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—Vengo del futuro, tengo derecho a ser más dramático.

La mesera se acercó poco después de que se sentaron, dándoles apenas tiempo para ojear el
menú.

—¿Qué van a comer, chicos? —les dijo interrumpiendo su conversación. Amable hasta que
reconoció a Taehyung en la mesa.

—Oh, mierda... —masculló Taehyung bajando la cabeza.

Yoongi lo notó y comenzó a hablar por él. —Sí, sí. Dos hamburguesas con papas y malteadas,
y uhm... —dijo, entonces volteó a ver al pelinegro.

—Yo quiero una ensalada —ella asintió— una ensalada de la casa con pasta y jugo de mora —
ordenó guiándose por el menú.

—¿Algo más?

—Estamos bien por el momento...

La mujer apenas prestó atención a su orden, estaba viendo con molestia al castaño quien
intentaba pasar desapercibido. Jungkook al darse cuenta, pasó la mirada de ella a él un par
de veces hasta que ella se marchó.

—¿Qué fue eso? —preguntó indignado el pelinegro a Taehyung.

—¿Qué cosa?

—Uhm... ¿Por qué la mesera te vio como si le desagradaras?

—No lo sé, está loca, ni siquiera la conozco.

Ella regresó cargando consigo las bebidas; las dejó sobre la mesa con fuerza, casi golpeando
la charola con la mesa, en medio de un ambiente pesado.

—Ahora traeré su comida —dijo y volvió a marcharse.

Los dos pelinegros volvieron a ver a Taehyung con intriga.

—¿Nos dirás ahora?

—No, ya les dije que no la conozco.


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—Ella parece que a ti sí —intervino Jungkook comenzando a beber su jugo.

—No es cierto, ¿Por qué mientes?

—Le debo dinero.

—¿Si no la conoces por qué le debes dinero? —cuestionó Yoongi atrapandolo aún más.

—Taehyung... ¿Qué ocultas? —Jungkook frunció el ceño, curioso y con una sonrisa casi
burlona.

—¡Nada! Dejen de molestar —dijo ajustando sus anteojos mientras les veía con enojo.

—Como quieras...

Ambos se quedaron en silencio viéndole fijamente, sabiendo que el pobre castaño no


soportaría la presión social por mucho tiempo.

Chasqueó derrotado. —Maldición, está bien. Quizá haya aceptado salir con ella una vez y
luego la dejé plantada con la entrada del cine...así que técnicamente sí le debo dinero.

—Alto. ¿¡Qué!? Tiene como treinta años, ¿Qué sucede contigo?

—Tiene veinticinco y yo solo quería un waffle gratis, no una cita.

—Y luego dices que el idiota soy yo —le reprendió Jungkook. —¿Qué tienes las mujeres
mayores?

—No sé qué me impresiona más. Si las cosas que haces por un postre o qué realmente
alguien quisiera salir contigo —dijo Agustus—. ¿Qué eres un gigoló o algo así?

—¡Oye! ¿Y eso qué tendría de extraño? Soy muy deseable.

—No lo sé, tú eres tú.

—Oh, por favor. Cállense ambos, par de vírgenes, siento que estoy presenciando una pelea
de tarados.

—¿Y tú qué? ¿Eres todo un galán?

—Lo soy, de hecho. —Ladeó la cabeza—. Antes de venir aquí creo que fui popular.
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—¿Nuevas memorias? —le preguntó Taehyung concentrándose más en las palabras de Jeon
que en la mesera con la comida a su lado y que se alejó cuando no consiguió encararlo.

—Sí, y al menos unas diez de esas están en clasificación para adultos. —Jungkook tomó el
plato con ensalada y comenzó a comer.

—¿Qué quiere decir con eso? —dijo Yoongi. Tanto él como Kim habían comenzado a comer
con tranquilidad sin importarles mucho las dudas del chico.

—No lo sé, lo estuve pensando y parece que tuve una buena racha al mudarme aquí, bueno,
allá.

—Espera, ¿Qué pasó con el chico solitario de San Francisco? — Taehyung estaba fascinado,
su futuro cambiado alteraba rasgos de su actitud.

Después de todo, el futuro no era nada sin el pasado.

—Yo... recuerdo más peleas y sexo que soledad.

—Estoy confundido —dijo Yoongi.

—Digo que aparentemente, alguna vez pude follarme a quien yo quisiera. —Ambos voltearon
a verlo asqueados. —Eso explica que me metiera en peleas, ya sabes, quizás haya arruinando
un par de relaciones.

—¿Tus recuerdos son más concretos ahora? —dijo Taehyung, desde la última vez que su
memoria cambió había estado comportándose más y más extraño.

—Lo suficiente como para saber qué me me gusta que me muerdan y las clavículas de la
gente.

—Oh, eres asqueroso —le dijo Taehyung acomodándose los anteojos.

—¡Vamos! No es como si no hubieran hecho algo así antes. —Ninguno de los dos contestó—.
Bueno, contigo no necesito preguntarlo —dijo viendo al castaño que volteó la cabeza
apenado—, ¿Qué me dices tú, Min?

—Uhm... no te interesa —le contestó este.

—¡Oh, vamos! Tus ojos están llenos de perversión, no puedes engañarme a mí.
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—¿Qué caso tiene? A estas alturas de mi vida creo que es... —Soltó aire pesadamente—. Bien,
si lo que intentas preguntar es si soy virgen o no, la respuesta es no.

—No me esperaba eso. Como sea, la "virginidad" no es algo real más allá de lo social. Sería
más apropiado decir que comenzaste a... Ya saben. Y ya.

—Lo sé. La gente me ve siendo raro y piensa que soy incapaz de hablar con una chica linda.
En fin... no es como si negarlo cambiara el hecho de que pasó.

—Pensé que serías alguna clase de activista pro abstinencia o algo así.

—La primera vez pasó y luego no lo sé...

—¿Fue así de mala?

—Golpeé la cabeza de la pobre chica por accidente, fue terrible. —Apretó los ojos,
recordándo tal vergüenza.

—A mí me sangró la nariz sobre el pecho de un chico... la habitación parecía una escena del
crimen, lo juró. —Jungkook hablaba con gracia, hablar sobre eso era tan cotidiano para él, y
realmente se sentía feliz de ver cómo sus amigos bajan poco a poco sus tabúes.

Taehyung a su lado se quedó callado, él no tenía nada que aportar a la conversación en ese
sentido. Y Jungkook, no podía evitar pensar en saber que el chico no sabía más allá del
sentido teórico del tema mientras lo veía de reojo medio sonrojado con el sol brillando tras
su perfil.

—Un chico... —masculló Min pensativo.

—Todos estamos de acuerdo en que yo duermo con hombres, ¿Cierto?

—Y eso... ¿Duele?

Jungkook soltó una pequeña risa.

—Depende de qué lado estés. Aunque al final te acostumbras, y es... bastante similar a lo
convencional.

—Parece que tienes experiencia...


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—Un par de personas después y comienza a parecerme gracioso.

Taehyung y Yoongi se vieron entre sí incrédulos y luego se formó un silencio lleno de duda.

—¿Qué pasa con ustedes dos? —Volvió a hablar Jungkook—. No es la gran cosa. Parece que
salgo con un par de ancianas en lugar de dos adolescentes.

—No somos la misma clase de adolescente que tú, evidentemente. —Taehyung mantenía su
mirada en la mesa, fija en su almuerzo. Tenía muchas preguntas y la sensación de calor que
se extendía cuando Jungkook hablaba eufórico parecían afectarle a él también.

Quizá era un efecto secundario de su energía. O quizá, solo sus hormonas reaccionando a las
sensaciones que le hacía revivir.

Y no, él no quería ser esa clase de chico; pero aún así, su cuerpo se comportaba de formas
que nunca antes le habían preocupado.

—Leí que los animales en las granjas consumen tantas hormonas que a largo plazo afectará a
los humanos del futuro, debe ser eso. Por eso Jungkook es promiscuo y hormonal —
cuestionó Min.

—Primero que nada, no soy promiscuo, y segundo no como carne.

—Acabas de contarnos cómo te acostaste con al menos diez personas diferentes, dime tú a
mí, si eso no es ser promiscuo, no sé qué lo sea.

—Se le llama ser sexualmente activo, y no es nada fuera de lo común mientras estés de
acuerdo con hacerlo. Diablos, que en serio tengo que actualizarlos —dijo Jungkook.

Taehyung se quedó meditando, entonces, por fin recuperó la compostura para hablar.

—Quizá sea el agua. No sé, la contaminación o la sociedad decadente.

—Tienen razón, no somos la misma clase de adolescente. Yo soy divertido, y ustedes me


avergüenzan.

—Oh por favor, ¿Qué eres?

—Soy un chico malo.


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Min se atragantó con su malteada mientras reía. —¿Tú? ¿Un chico malo? Te vi llorar por mi
guión de Romeo y Julieta

—le dijo Yoongi.

—En mi defensa, fue muy intenso. Cierra la boca, fenómeno.

—¡Oye! Eso solo está bien cuando yo lo digo.

—Sí. Eso solo está bien cuando él lo dice —le reprendió Taehyung.

—¡Él me llamó promiscuo!

—Oh, Jesús. Cállate, Jungkook. No eres un chico malo, solo eres un idiota.

—¿Qué acaso este es el día de atacar a Jeon Jungkook?

—Sí, el martes fue día de tacos y mañana será día de molestar a la señora de enfrente —se
burló Taehyung.

—No debí enseñarte a ser sarcástico.

—Se me da natural.

—¡Chicos! —dijo Min, redirigiendo su atención hacia él—, nos estamos desviando del tema,
no es momento para esto. Dijeron que iban a explicármelo todo, ¿Cierto? Bien, estoy
esperando.

Había pasado días intentando entender por completo lo que sucedía. Y hoy estaba decidido
a hacerlo.

—¿Quieres comenzar tú? —Jungkook volteó a ver al castaño, esperando su apoyo antes de
comenzar a hablar.

—No, no. Empieza tú.

—Pues... déjame ver. ¿Por dónde empiezo? —Bufó, no había forma fácil de decir esto—. Mi
nombre es Jeon Jungkook, nací en Busan, tengo dieciocho, y pertenezco al año 2019.

—Esto no es alcohólicos anónimos, Jungkook. Ve al grano.

—El grano está en tu frente, Taehyung.


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—¡Oye! —gritó inmediatamente cubriéndose la frente. Porque sí, había pasado todo el día
intentando ocultar el hecho de que una gran masa adolescente crecía en su frente. —No se
ve tan mal, ¿Cierto? ¿¡Cierto!?

—Digamos que hay un poco de cara en tu grano —le respondió Jungkook.

—¡Chicos! —intervino Min, hablar con esos dos era como hablar con un par de niños
pequeños—. ¡Lo hacen de nuevo! Seriedad, por favor.

—Estoy intentando hacerte entrar en contexto —continuó Jungkook, y Taehyung rodó los
ojos—. Como te decía antes de ser brutal y dolorosamente interrumpido, sí, vengo del futuro.
Y estoy atrapado aquí con la versión joven de mi madre, y un grupo de científicos que
quieren hacerme brocheta de cerdo.

—Ew, menos específico, gracias —el castaño arrugó la nariz.

—¿Cómo llegaste aquí?

—La situación es la siguiente... —se rascó el cuello—, y es que... no sé cómo llegué aquí. Y por
lo tanto, tampoco sé cómo regresar —le sonrió encogiéndose de hombros.

—¿Y tu madre? ¿No puedes hablar con ella, ¿Dónde está?

—Sunhee, ella es mi madre. ¿Por qué no vas a preguntarle allá afuera?

Yoongi y Taehyung, voltearon a ver hacía la ventana, solo para encontrarse con Sunhee y
Seokjin caminando por la calle mientras compraban tomados de la mano.

—¿Desde hace cuánto están allí? —dijo el castaño, irreverente. Su hermano odiaba que él se
acercara al centro, se la pasaba diciendo que era un lugar estúpido. Pero allí estaba, como el
hipócrita que era.

—No lo sé. ¿Diez minutos? En fin, ella es mi madre, y tengo que soportar a su estúpido novio
también.

La chica tembló de frío; Seokjin se quitó su suéter para entregárselo mientras ella agradecía
con una pequeña sonrisa.
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Los dos menores habían dejado de ponerle atención a Jungkook al hablar. Ambos estaban
concentrados en la escena empalagosa de diferentes formas.

—¡Oh, por favor! ¿No me jodan con que a los dos les gusta mi madre o voy a cortarme el
cuello? —dijo, moviendo la mesa para llamar su atención.

—A Taehyung sí —incriminó Min cuando el otro se quedó callado.

—¡No es cierto!

—Sí lo es. Dile lo a tu amante del futuro lo que hiciste a inicios de semestre.

—Es una estupidez que no resultó bien, es todo. —Vio con severidad a Yoongi—. Y tú, eres
terrible para guardar secretos.

—Parece que ustedes dos hablan mucho cuando yo no estoy. —Ofendido—. Dime que no
intentaste besarla.

—¿Qué? No... yo solo... —masajeó su nariz entres sus dedos pulgar e índice—. La invité a salir,
le envié una nota firmando con mi apellido y luego ella salió con mi hermano, no es la gran
cosa. Fue algo temporal.

—Ajá...

—¿Hiciste qué? —Jungkook le dio un golpe en el brazo.

—¡Duele! ¿Y eso por qué fue?

—¡Es tu culpa que tenga padrastro entonces!

—No. Yo no los obligué a casarse, eso es culpa de ella, tarado.

Yoongi se quedó viéndolos a través de la ventana hasta que desapareció de su campo de


visión, deseando poder saber qué estaban diciendo ignorando a los otros dos.

¿No se supone que Seokjin debía entrenar también? ¿Qué hacían ellos allí?

Era totalmente ajeno a saber que él solo la acompañó hasta el lugar y luego se marcharía.

—Pobrecilla... —musitó Yoongi—. Ella no tiene la culpa.

—¿A qué te refieres?—Jungkook, curioso.


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—Ella no tiene la culpa de haber parido a alguien tan pero tan imbécil.

Recibió un golpe del pelinegro mientras Taehyung intentaba contener la risa.

—Está bien, señor bromista. Como sea, volviendo al tema, salí a pescar con Seokjin un día,
me caí a agua y terminé aquí.

Yoongi se quedó callado mientras su sonrisa se desvanecía siendo reemplazada por una
expresión incrédula poco a poco.

—Espera... ¿¡Eres hijo de Seokjin!? ¿¡Seokjin ti-tiene un hijo¡?

Taehyung no pudo resistirse más, y comenzó a reír con fuerza, mientras Jungkook negaba
con ambas manos ante la interrogante del nuevo miembro de su equipo.

—¿¡Qué!? ¡No, no, no, no! Bueno...

—Pero tú dijiste que...

—¡Padrastro! ¿Está bien? Seokjin se casó con mi madre en abril. Nos mudamos aquí en junio.
No aquí... pero tú entiendes.

Yoongi asintió. Bueno, era muchísima más información de la que esperaba.

—Entonces... ¿Él no es tu padre?

—¡No!

Respiró tranquilamente de nuevo.

—Bien... ¿Qué pasó con tu padre?

—Él y mamá no congeniaban en realidad. Se separaron cuando yo tenía doce. Años después,
Seokjin reapareció en su vida, en fin, ya sabemos cómo terminó eso.

—Eso explica por qué lo odias.

—Es un cretino. En el futuro y ahora. He intentado los últimos meses hacer que se aleje de mi
madre y lo único que he logrado fue perder un recuerdo valioso y quemarle la chaqueta.

—Eso suena a un plan bastante arriesgado.


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—Te lo agradezco, Taehyung piensa que es una estupidez pero al menos alguien aquí me
comprende.

—Oh, no. No me mal entiendas, viejo. Yo también pienso que es algo muy estúpido pero...
por otra parte, tampoco soportaría vivir con él diciéndome qué hacer.

—¿Ves? La única persona a la que le agrada Seokjin es a Tyler aquí presente. —Señaló a
Taehyung a sus espaldas con el pulgar.

—Juro que voy a golpearte si vuelves a llamarme así... —Apretó los ojos—. Es mi hermano,
par de ineptos. ¿Qué esperaban?

—Alto, alto, alto —intervino Yoongi agitando la cabeza—. Si ella es tu madre... y Seokjin es tu
padrastro, eso haría de Taehyung... ¿Tu tío?

—¡No! —dijeron al unísono.

—Es decir, políticamente tal vez. Pero yo no tengo nada que ver parentalmente con los Kim.

—Eres un imbécil, Jungkook.

—¿¡Y ahora qué fue lo hice!?

—Maldición, descubriste que puedes viajar en el tiempo. Deberías haber llevado la paz a
medio oriente o curar enfermedades, no volver y manosearte con tu tío.

—Creí que ya habíamos aclarado que no soy su tío...

—Ni tampoco arruinar el romance de verano de tu madre.

—Ese no es el punto. La cuestión aquí es que no tengo idea de cómo regresar a mi año.

—¿No olvidas decirle algo? —sugirió el castaño llenándose la boca de papas fritas y salsa.

—Le hice un oral a Taehyung en el auto.

—¡Eso no! —escupió junto con su comida.

—¡Dijiste que le diríamos todo!

—¡Sobre el experimento!
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—Oh, eso —apenado—, pues aparentemente tengo demasiada electricidad adherida a mí,
mis emociones la detonan y además no sé manipularla, veo cosas cuando entro en trance, al
punto de sentir que estoy allí. Ah, y mis recuerdos cambian dependiendo del curso actual.

—Déjame ver si entiendo, si cambias algo importante para ti ahora... ¿Creas una nueva
realidad?

—Algo así —Taehyung se acomodó los anteojos—, nuestra historia es una línea recta y con
Jungkook en ella, se creó una diagonal, paralela para él, para mí y hasta para ti, pero real
para todos los demás —le explicó.

—Significa que... ¿esta no es la realidad que me correspondía vivir?

—Probablemente no. Ni siquiera estoy seguro de que sea la mía tampoco —dijo Kim y
Jungkook guardó silencio.

«La realidad de ustedes dos, es bastante injusta» pensó. Y se sintió ligeramente feliz de saber
que al menos en esta, dos chicos solitarios eran amigos.

Bueno, tres chicos contándose a sí mismo.

—Lo bueno, es que podemos coincidir en que es un gran momento, ¿Cierto? Yo propongo un
brindis.

—¿Brindis? —cuestionaron al unísono.

—Sí, por el comienzo de una extraña gran amistad —dijo alzando su vaso de jugo frente a los
otros dos, sonriendo al haber descubierto algo positivo—. ¡Salud!

—¡Salud! —le contestaron chocando sus copas entre los tres.

Sus emociones positivas le mantenían en equilibrio. Tanto como para que su energía fuese
inofensiva.

—Taehyung, reporte de avances —le preguntó animado. Después de semanas intentando


arreglar los apuntes del laboratorio habían logrado avanzar.

—Según mis datos, parte de tu existencia aquí se debe a un cambio gravitación dentro de un
campo eléctrico.
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—¿Un agujero?

—Tal vez, aún no llego a esa parte.

—¿Es posible?

—Tendríamos que generar nuestro propio campo electromagnético. Y colocarte en el medio,


es todo sobre electricidad, y estática. Pero para eso necesitamos... cables y material que no
tenemos.

—¿Dónde podemos conseguir algo así?

—No lo sé, supongo que podríamos ir a la central eléctrica e intentar conseguir un par de
metros de cableado. Y algo que funcione como imán.

Yoongi sonrió de lado.

—Sé dónde podemos conseguirlos. ¿Necesitas cobre, cierto?

Taehyung asintió. —Quizá no debemos buscar las cosas desde su exterior sino hacia su
interior, musicalmente hablando.

Ambos voltearon a verlo interesados.

—Habla, Romeo —dijo Jungkook, curioso.

—Como yo lo veo, lo que necesitamos es una bocina.

Jungkook negó con la cabeza. No había entendido eso último.

—¿Hablas de un amplificador? Esto no es como reparar un viejo estéro. Sería mejor buscar
conexiones directas o...

—No —interrumpió Taehyung—, Agustus tienen razón. Las bocinas de los esteros tienen
imanes adentro, eso podría funcionar.

—Incluso si tiene sentido, ¿Dónde es encontraríamos una bocina así de grande?

Taehyung se quedó callado, meditando y utilizando su mente para encontrar una solución.

Volteó a ver hacia la mesa de al lado cuando un pequeño volante llamó su atención, las letras
le golpearon abruptamente junto con la solución.
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—Un concierto.

—¡Exacto! —secundó Min—. Escuché que habrá uno la próxima semana.

—Entraremos, aún no tengo el plan pero quizá podamos lograrlo.

—Adoro la forma en la que arruga la nariz cuando tiene la solución —pensó en voz alta
Jungkook mientras veía al castaño, ganándose una mirada desaprobatoria de los otros dos.
—Es decir... sí, es una gran idea.

—Tu sinceridad es patética, amigo —dijo Min negando con la cabeza.

—Lo sé.

Habían terminado de comer; después de pagar la cuenta, (dejar propina a la mesera que los
odiaba) y levantarse terminaron vagando por las calles de regreso a su vecindario.

Yoongi se adelantó despidiéndose de los chicos y entrando a su casa a sabiendas de que se


verían en la noche para el partido.

Y los otros dos avanzaron hasta su propia casa, entrando por la puerta principal como casi
no lo hacían, querían llegar veloces a su habitación; pero fueron detenidos en la entrada.

"—Te veré en las gradas de la entrada de la escuela en quince minutos. "

Al entrar lo primero que escucharon fue a Seokjin hablando por el teléfono de la casa. Y
segundo al padre Kim extasiado de la felicidad al poder ver el partido de los jóvenes.

—¡Muchachos! ¡Vengan acá, están justo a tiempo para una fotografía! —Sacó la cámara y le
llamó para tomarse una fotografía juntos.

En el momento en el que soltó el flash, Taehyung se interpuso veloz para evitar que
Jungkook saliera en ella.

—Taehyung, ¿Qué intentas?

—Eso fue muy irrespetuoso —le dijo a su padre—. Jungkook le teme a las fotografías.

Jeon se cubrió el rostro, siguiéndole el juego. Sabía que no podía evidenciar su presencia allí.

—Tengo un trauma —serio.


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—Oh, lo siento. No tenía idea de que fuera un temor legítimo...

—Lo sé, pero no te preocupes, lo superará, pero supongo que necesita tiempo. ¿Jungkook,
me sigues?

—Te sigo.

Los señores Kim estaban realmente sorprendidos por lo extrovertido que se había vuelto el
castaño y aunque la idea de que los estuvieran evitando no les encantaba, estaban felices de
que Taehyung actuase como alguien de su edad.

—¿Qué hay de ti? ¿Una foto? —le dijo el mayor a Seokjin quién ya estaba en la puerta
dispuesto a irse.

—No puedo, tengo que irme —le indicó y se despidió con la mano—. Los veré allá —dijo antes
de salir de la casa.

—Genial, dos hijos, uno falso, y ninguno le presta atención al viejo —dijo y se tomó así mismo
una fotografía.

En el piso de arriba, los menores se reían a carcajadas luego de la excusa más tonta de todas,
y eso que ya habían mentido demasiado.

—Tenemos un hora. ¿Qué planeas hacer?

—Tomaré una ducha —dijo Jungkook buscando una toalla en el perchero—. Puedes
acompañarme si quieres.

—Estar contigo en el agua no me inspira confianza. No quiero terminar electrocutado.

—Pensé que dirías que no confiabas en mí desnudo.

—Tampoco.

—"Like a virgin..." —canturreó sabiendo que Taehyung odiaba esa canción, y lo que
significaba además.

—Sabes, considero que ser virgen es gran un acto de rebeldía.


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—Oh, por favor, entiende que solo estoy jugando contigo, me hiere tu falta de humor —lo
tomó de los hombros.

—Saca tus hormonas de aquí, Jeon.

—Bien ya que me desprecias, iré a ducharme.

Jungkook le dio la espalda y caminó hacia el baño, minutos después el sonido del agua
corriendo le anunció que estaría solo por algún rato dejándole finalmente con sus propias
ideas.

Taehyung se sentó en su escritorio mientras actualizaba su libreta, escribiendo inquieto e


intentando avanzar en aquello en lo que se había estancado.

Necesitaba construir algo lo suficientemente capaz de contener la energía. Es decir, algo que
fuera capaz de aislar la electricidad y entender cómo funcionaba el vórtice.

La llave de la ducha se apagó; el castaño estaba tan concentrado en sus apuntes que ignoró
totalmente a Jeon saliendo de del baño en ropa interior después de haberse secado y con el
cabello aún pegado a la frente.

El chico caminaba por la habitación buscando el resto de su ropa; Jungkook se quedó de pie
frente al espejo de cuerpo completo que estaba en la pared contraria al escritorio y se vio
detenidamente en el.

En realidad, nunca le había preocupado lo suficiente su estado físico. La pubertad le había


hecho perder un par de kilos y ganar centímetros de altura, y él estaba bien con eso, ser
decente estaba bien para él.

Pero no podía negar que estaba adornando la forma en la que los huesos de su cadera
estaban comenzando a marcarse, junto con su abdomen.

Había recibido tantos castigos durante los últimos dos meses que estaba seguro de haber
hecho muchísimas series de abdominales, y de correr kilómetros.

Quizás, tenía más potencial del que su vida sedentaria le permitía ver.
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Y no podía negar, que le gustaba lo que veía. Se paró recto frente al espejo y dobló sus brazos
para ver sus bíceps endurecer, constatando que estaban creciendo.

Alzó una ceja, y le sonrió seductoramente a su reflejo mientras pasaba una mano por su
cabello. Demonios, que la línea ligeramente oscura que bajaba por su ombligo hasta
perderse por su ropa interior combinaba con su abdomen y pectorales.

Taehyung levantó la cabeza de su libreta cuando encontró la habitación extrañamente


silenciosa. Había una pequeña repisa de vidrio frente a él desde la cual podía ver a Jungkook
de espaldas.

Sin buscar levantar revuelo, volteó a verlo disimuladamente mientras el otro tonteaba con
su reflejo y contraía los músculos de su espalda en una perfecta muestra de testosterona
contenida en aquel raro espécimen que era el pelinegro

Kim tragó saliva; las medidas de la espalda del chico habían cambiando de cuarenta y ocho
centímetros a cincuenta y tres según su evaluación física semanal.

Impresionado, Taehyung estaba impresionado por lo bien que su cuerpo respondía a los
estímulos corporales. Y peor, lo mucho que él estaba disfrutando sus avances.

Porque convertir a su experimento en un modelo de Armani también contaba como avance,


¿Cierto? Bueno, incluso si no, eso no significaba que no podía estar complacido con los
efectos secundarios.

Jungkook se dio cuenta que lo observaba; también lo veía a él en el espejo. El castaño tenía
ambas cejas alzadas, y la boca ligeramente abierta mientras parpadeaba.

Se mordió el labio y flexionó ambos brazos a los costados para arquear su espalda hacia
atrás. También frotó su cuello y giró ligeramente su cintura, sí, definitivamente le gustaba lo
que veía.

Y él no el único.

—Soy sexy, lo sé —dijo en voz alta, levantando la vista para hacerle saber a Taehyung que
estaba consciente de lo mucho que lo veía.

El castaño reaccionó asustado y se volteó de regreso a su libreta fingiendo inocencia.


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—¿Disculpa?

—Puedes tocar si quieres, todo lo que ves está a tu disposición.

—Yo no estaba viéndote. Estaba evaluándote, es diferente.

—No te engañes. Eres un pequeño mirón pervertido.

Taehyung se puso de pie al mismo tiempo mientras soltaba una carcajada.

—Nadie te juzga a ti por ser un narcisista de mierda.

—¿Yo?

—Sí, tú. No todo se trata sobre ti.

—La última vez que revisé todos los planetas giraban a mi alrededor.

—No sé porqué me molesto si eres un tarado.

—Demonios, eso me hiere —fingió dolor en su pecho—. Yo no soy el fisgón aquí. Además, es
difícil saberlo cuando lo único que veo es a mí mismo.

—¿Qué pretendes? —le dijo con descaro mientras Jungkook se burlaba de él.

—Heriste mis sentimientos, tienes que compensarme.

—¿Qué? En vez de estar aquí, jugando al striper deberías apresurarte para regresar al juego.

—Estoy en la banca, ni siquiera importo.

—El entrenador confía en ti.

—Eso es irrelevante, aún no olvido el hecho de que me siento muy expuesto por tu culpa
justo ahora.

—Pues vístete, genio.

—O....

—¿O...?

—Tú podrías comenzar a desvestirte.


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Taehyung abrió los ojos con sorpresa. Testosterona era igual a libido, y eso era demasiado
notorio en su tonto amigo.

—Alucinas. Estás demasiado lanzado hoy.

—¿Qué te tiene tan cohibido? ¿Si yo fuera Sunhee lo harías?

El castaño ladeó la cabeza, con los ojos entrecerrados. Él estaba... ¿Celoso?

—¿Realmente crees en lo que dijo Agustus sobre ella?

—No lo sé, quizá.

—Relájate, Jeon. Es linda, pero no me interesa tu madre, ya es suficiente para mí la idea de


que salga con mi hermano como para sumarle a eso el hecho de que literalmente saliste de
ella.

—Primero, eso es perturbador y segundo, quisiera verte decir eso sin camisa.

—¿Cuál es tu obsesión con que me desvista?

—¿Cuál es tu obsesión con cubrirte tanto?

—Yo pregunté primero.

—No me interesa. Solo quiero ver con claridad lo que ocultas debajo de ese feo chaleco.

—¿Y si no lo hago qué probaría?

—Que estás asustado.

—No intentes retarme.

—Hazlo entonces.

Taehyung asintió con la cabeza. Aceptando el reto cuando se despojó la primera prenda que
le protegía.

Usualmente utilizaba ropa ligeramente más grande para verse más "cuadrado", es decir, sus
hombros y su altura estaban bien, se sentía bastante seguro de ellos, pero más allá de su
torso sentía que su cuerpo no encajaba.
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No acostumbraba cambiarse frente a él y las pocas veces que le había visto así estaba
demasiado concentrado en el exterior como para pensar en sus inseguridades.

—No tienes ni idea —le dijo al pelinegro, cuando se quitó la camisa y respiró con fuerza.

—Muéstrame.

Su cuerpo no era específicamente delgado, y la curva que se formaba abajo de sus costillas
le acomplejaba de tal forma cuando se volvía pequeña en su cintura y luego se ensanchaba
con descaro hacia su cadera.

Tenía un perfectamente pecho definido, en contraste con el resto de su torso. Todo en


Taehyung, aunque delgado, era masculinamente bien proporcionado.

—A diferencia de ti, no necesito un montón de ejercicio para verme así.

Dio un paso al frente y colocó una de sus manos sobre el pecho de Jungkook. Compartían la
misma altura, pudo contemplar su expresión intrigada cuando este le dijo:

—No entiendo por qué insistes en ocultar todo esto —masculló, intentando llevar sus manos
a su cadera para acercarlo. Tenía una debilidad por forma en que era capaz de deslizarse
sobre su cintura. Y una obsesión con lo trigueño de su piel.

Taehyung no se intimidó ante él; su moral y su timidez se desvanecían por segundo.

Aún así retrocedió cuando sintió un ligero roce duro en su estómago del cuerpo adolescente
y necesitado del otro.

—Es evidente —dijo riendo. Dándole la espalda y caminando hacia el armario para cambiarse
de ropa.

Jungkook agitó lo cabeza, apenado.

No sabía qué estaba pasando, pero le fascinaba. Ver el castaño con tanta confianza, era
demasiado provocador.

Aclaró la garganta. Y le imitó al colocarse su uniforme del equipo, esa camisa de rayas azules
que se complementaba con su pantalón blanco y calcetines altos también azules.

—Creo que será mejor apresuranos.


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Cuando bajaron vivieron los diez minutos más incómodos por parte de los padres del
castaño cuando los detuvieron de nuevo en la salida.

Finalmente, se encontraron caminando de regreso a la escuela para el gran debut de


Jungkook, el beisbolista, o bueno, Jungkook el chico de la banca.

Las estaciones cambiantes, al igual que el cielo, marcan el paso del tiempo de forma
silenciosa, y artística.

Siendo inadvertidos por los ojos comunes y expuestas únicamente a aquellas que necesitan
ver más allá.

El pelinegro se fijó en que la libreta del chico era lo único que llevaba consigo, a diferencia de
él con toda su bolsa deportiva al hombro.

—¿Por qué la trajiste? —preguntó.

—¿La libreta? Por si necesito anotar algo importante.

—Es un partido de béisbol, ¿Qué podría ser importante?

—Últimamente también estudio los comportamientos humanos, actitudes, cosas como esas.

—¿Me mencionas a mí?

—Eres mi sujeto de prueba, tu nombre está por todos lados —dijo dejando salir una pequeña
risa—. Creo que hasta he anotado cosas innecesarias solo para recordar que te gustan.

—Eso no es justo.

—¿Por qué?

—Porque yo apenas sé de ti.

—¿Qué quieres saber?

Lo meditó. Había muchas cosas que quería saber, no sabía por dónde comenzar.

—¿Signo zodiacal?

—¿Es enserio? —le sonrió con más vergüenza que ternura—. Capricornio.
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—¿Libro favorito?

—"El viaje al centro de la tierra", de Julio Verne.

Se alejaron del área residencial cuando vagaron por los árboles alrededor de la carretera
desviándose de su curso sin razón aparente.

Jungkook se sentía emocionado con el uniforme, aunque pareciera un idiota por los
calcetines altos. Taehyung en contraste, usaba un sudadero amarillo y pantalones de
mezclilla, junto con converse blancos.

Jeon meditó en silencio y luego se atrevió a preguntar:

—¿Por qué dejaste de jugar béisbol?

—¿De dónde sacas eso?

—Seokjin dijo que eras un segunda base increíble, pero que tú no...

—Simplemente —le dijo seco— me alejé de un mundo que no me pertenece.

—Creo que te subestimas demasiado. Apuesto a que eres genial.

—No se trata de eso. Sé que soy bueno.

—¿Entonces de qué?

Suspiró. —El deporte es todo para mi hermano, no podía quitarle eso también. No quería que
me odiara más.

—¿Qué? No digas eso, él no te odia.

—Crecer a la sombra de alguien te hace ser observador.

—¿Te sientes opacado por él?

—Alguna vez... sí. Pero al crecer dejó de ser así. Dejó de importarme pero a él... —Se encogió
de hombros—. No lo sé, es como cuando nuestros padres hablan sobre nosotros.

—Tus padres son excelentes, no exageres.


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—Lo son, para mí. Pero no para él, papá lo presiona mucho a jugar bien, dice que es la única
en la que puede sobresalir. Es como si eso fuera su única cualidad. Nunca ha perdido la
oportunidad para recalcarle que no es lo suficientemente inteligente para algo más.

—¿Y tú?

—Yo soy quien se saltó un par de años de escuela y ahora consiguió ofertas para becas
completas en universidades prestigiosas.

—Él es tu sombra... —musitó con tristeza.

¿Qué pasaría después de que perdiera la pierna? Se sentía cada vez más culpable de callar
algo tan importante como eso.

—No iba a robarle la atención del juego también. No se lo merece.

—Nunca creí que tu padre fuera la clase de persona que compara a sus hijos.

—La relación entre nosotros tres es compleja. Además, creo que todos los padres cometen
ese error.

—Al menos tienes buenos recuerdos junto a ellos.

—Quizá solo de la infancia, como venir juntos al bosque.

—¿A qué?

Taehyung se quedó quieto, y con ambas manos en sus bolsillos, soltó.

—Papá solía buscar troncos secos para la chimenea, por aquí. Nos divertiamos mucho,
aunque Seokjin y yo éramos todo un dolor de trasero para él en ese entonces.

Sonrió a medias. —¿Por qué lo dices?

—Por eso —señaló cuesta abajo un árbol casi ya sin hojas, del cual colgaba en una de sus
ramas un par de neumáticos atados con cuerdas gruesas simulando dos columpios.

—¿Qué?
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—No teníamos mucho dinero, ni espacio para jugar, así que papá hizo eso para nosotros. Mi
hermano y yo... solíamos venir aquí cuando éramos niños a jugar con las hojas y a correr
como estúpidos.

—¿Y eso cuándo terminó?

—Uhm... crecí, supongo. Él también.

Habían sentimientos que Jungkook no alcanzaba a comprender; era hijo único y sus padres
estaban divorciados, eso le convertía en alguien solitario y le hacía pensar en lo mucho que
le habría gustado tener un hermano.

—Él se convirtió en idiota y tú en antipático.

—Exacto.

Jungkook le tomó del brazo para hacerle caminar.

—Venga, chico listo. Vamos a jugar.

—¿Qué dices? —negó apartándose.

—Te has puesto un poco sentimental, es hora de aligerar el ambiente. Ven, toma mi mano.

—Jungkook, esto es una tontería —le dijo buscando esconder su rostro en un intento de que
su extraña sonrisa no fuese aún más evidente.— Es para niños solamente, ha pasado
demasiado tiempo.

—No temas hacer el ridículo. No debería importarte nada ni nadie más, solo importa lo que
tú sientas, lo que tú desees.

—¿Y si digo que no quiero ir?

—Estarías mintiendo, y cariño, eres un terrible mentiroso.

—Estás siendo todo un personaje justo ahora —se burló de él, mientras veía las hojas secas
por todo el lugar.

—Los personajes ficticios somos sujetos bastante encantadores.


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Taehyung negó con la cabeza, mientras dejaba de pensar por un segundo. Quizá, una parte
de él realmente anhelaba sentir todo aquello.

—¿Carrera hasta los columpios?

Jungkook no tuvo oportunidad de contestar, Kim comenzó a correr cuesta abajo al terminar
de hablar. Ganando ventaja mientras reía a carcajadas.

—¡Detente! Eso es trampa.

Su sudadera era ligera para la estación, y el aire frío de un entrante octubre que comenzaba
a acechar se clavó en su espalda.

Taehyung llegó antes al columpio y se sentó en aquel viejo neumático que se encontraba en
una de las ramas de un árbol. Se sentía más pequeño de lo que recordaba, era todo un
hombre ahora y sus piernas tocaban perfectamente el llano por lo que podía impulsarse a sí
mismo.

Le resultaba irónica la forma en la que sus tennis se habían llenado de tierra, al pensar en los
pocos momentos en los que había disfrutado tanto de toda la naturaleza a su alrededor, con
el sol y la brisa haciéndole resplandecer mientras internamente se negaba a admitir que era
un chico como cualquier otro.

Más allá de ser aquel prodigio, el chico perfecto que él mismo se exigía ser; era un
adolescente tonto más, en busca de luz, de calor y de amor.

Y Jungkook, quien nunca antes había estado en presencia de algo tan genuino, admiró con
asombro la perfección en la imperfección de sus hombros y su cabello despeinado cuando
comenzó a columpiarse, porque algo dentro de él se llenaba de calidez al verlo.

La oscuridad en su cabeza se mitigaba por instantes. Y quizá, escucharlo reír le hacía valorar
un poco más el haber despertado.

Taehyung tenía una infinita capacidad de hacerle amar la vida.

—¡Ven acá, tonto!—gritó el castaño, con una amplia sonrisa mientras se movía al ritmo del
viento en ese antiguo columpio.
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Y para alguien como Jungkook, eso significaba haber encontrado una nueva pasión a la cual
aferrarse ciegamente, sin entender qué era lo que realmente pasaba en su interior. Sus
manos estaban sudando, y sus piernas temblaban con nerviosismo, pero no entendía a qué.
Solo sabía con certeza lo mucho que el sol hacía brillar el cabello del otro en finas hebras
miel y sus ojos en un tono ámbar cual gema.

Jungkook suspiró y caminó hacia él para tirar de una de las cuerdas que colgaban de la
rama, al tomar impulso para subir en el columpio junto a Taehyung, y balancearse al mismo
tiempo.

El atardecer estaba en su punto cúspide y había perdido la noción del tiempo. Pero al menos
podía intentar atesorar ese momento por aunque sea un par de minutos, en los podía ver
sonreír a Taehyung en cámara lenta en medio del cielo y la belleza de un otoño volando a su
alrededor.

—Veremos quién llega más lejos —dijo Jungkook, retando al chico para que junto a él fuese a
lanzarse luego de impulsarse con más y más fuerza haciéndoles llegar muy alto.

—A la cuenta de tres, saltamos —aceptó, cómplice y mordiéndose el labio inferior.

—¡Uno!

Tres segundos...

—Dos...

...para dos fenómenos...

—¡Tres!

...eran tan hermosos como una eternidad.

Ambos saltaron al mismo tiempo; pero no esperaban que la rama que sujetaba los
columpios, después de tanto años, finalmente se rompiera. Haciéndoles caer tan solo un par
de centímetros más lejos, sobre un montón de hojas de colores que volaron a su alrededor
cuando las aplastaron.

Se quedaron atrapados entre sus carcajadas y las cuerdas que cayeron junto con ellos.
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Jeon se sentó sobre las hojas mientras sacudía la cabeza. Aparentemente, eran demasiado
pesados para la pobre rama, volteó a ver Taehyung, este le había imitado al sentarse a su
lado, y se había colocado sus anteojos en el cuello de su camisa mientras intentaba limpiar la
tierra en su rostro.

El pelinegro esbozo una sonrisa enternecido, y llevó una de sus manos a la mejilla de Kim
para quitar de ella la suciedad.

No supo qué le motivó a hablar, pero lo hizo, diciendo:

—¿Me extrañarás cuando me marche?

Taehyung se quedó callado, con el calor de la mano del otro sobre sí, y su pulgar acariciando
ligeramente sus pómulos. Sin saber que seguía el curso de una historia que nunca antes tuvo
y que no le correspondía vivir.

Enamorarse en primavera es fácil, con las flores adorando los campos y la fresca brisa en el
viento; pero el amor en otoño estaba lleno de frío, sencillez y eterna devoción.

Los árboles habían terminado de perder sus hermosas copas y sus ramas desnudas lucieron
tétricas cuando la noche comenzó a caer. Pero allí, y con el último rayo de luz, Jungkook
comenzó a creer que la primavera estaba subestimada.

Los ojos del castaño lucían perdidos sin los cristales que los protegían; no supo qué
contestar y aunque no debió hacerlo, colocó su mano sobre la de Jungkook antes de
acercarse a besarlo en la frente, una caricia corta que duró tan solo unos instantes, en los
que sus pestañas rozaron con su piel sin saber por qué lo hacía.

Con dulzura, y en cámara lenta, al ritmo del viento del otoño.

Su inocencia era tan adictiva como su saliva, y el accidental cariño que brotaba de Taehyung
como una alegre canción, le aceleraron el pulso al sentir sus labios deslizarse por su rostro
llegando a la comisura de los propios con ternura. Y la electricidad en su interior, pareció ser
incapaz de lastimarlo.

Quizás, una emoción positiva hacia a sus neurotransmisores capaces de dominarse y a todo
lo que estaba en su interior.
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—Eso no responde mi pregunta —volvió a hablar Jungkook, separándose tan solo un poco,
para musitar cerca de su oreja.

«Creo que... no quiero que te marches» pensó Taehyung.

—Lo haré —le contestó sin decirle la verdad totalmente.

—Yo también te extrañaré.

Se quedaron en silencio, Taehyung se colocó sus anteojos de nuevo y se fijó en el uniforme


del equipo de béisbol que Jungkook utilizaba, entonces recordó que estaban demasiado
retrasados.

—¡Jungkook! ¡El partido! —le dijo, reaccionando.

—Maldición, es cierto. —Jeon se puso de pie, extendiendo su mano frente a él para ayudarlo
a levantarse.

Tomó también su bolso, y sin soltarlo corrieron juntos por el camino antiguo de la ciudad de
regreso a la escuela mientras anocheció abrigándoles de oscuridad.

Quizás era la historia de alguien más o quizá no. A lo mejor solo eran dos chicos necesitados
de atención eligiendo sentir aunque sea por un instante porque el calor que experimentaban
era genuino y les pertenecía en su totalidad.

Parecía ser una tarde cualquiera de un día cualquiera en el mes de septiembre; salvo que no
lo era. Porque ese día en específico, Jungkook sintió que era capaz de amar la vida.

...
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El momento se acercaba; Yoongi regresó a la escuela luego de dejar sus cosas en casa y
comenzó a buscar entre la gente a sus amigos.

No era particularmente fanático de las multitudes o los deportes. Aún así, admitiría que el
ambiente era prometedor, los colores blanco y azul de su escuela estaban por todo el lugar y
él había comenzado a cuestionarse si estaba vestido adecuadamente para la ocasión.

Al no poder encontrar a Taehyung entre la multitud, se acercó al campo y notó que los
jugadores estaban calentando pero hacían falta tanto el Kim mayor como Jeon, así que
supuso que a lo mejor seguían en los vestidores.

Ya que estos debían ser compartidos con el equipo de natación, se encontraban del otro lado
de la escuela. Min rodeó la piscina hasta llegar a los vestidores, en donde escuchó ruidos.

Entró tranquilamente, y buscó con la mirada cuando lo encontró aparentemente


desocupado.

—¿Jungkook? ¿Taehyung?... —Avanzó por el lugar, las duchas estaban vacías y todo lucía
deshabitado—. ¿Están aquí?

Uno de los casilleros se cerró causando un gran estruendo, el pelinegro se giró sobresaltado.

—¿Qué haces aquí? Sabes que tienes prohibido entrar a los vestidores.

Seokjin se terminaba de abotonar la camiseta cuando se acercó, viéndole desde arriba con
superioridad. Este era el momento.

—¿Quién eres? ¿El presidente? —le dijo retador.

—El capitán del equipo, y este espacio es para atletas solamente.

—Lo sé, huele a eso. Como sea, solo estoy buscando a los chicos.

—Parece que pasas demasiado tiempo con ellos.


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—Sí, ¿Eso qué? —Lo evitó—. Y ya que no están aquí, me iré.

Yoongi intentó caminar hacia la salida; pero Seokjin le detuvo, bloqueando la puerta con su
cuerpo y de brazos cruzados.

—Quiero saber algo —le dijo.

—¿Qué haces? Muévete, Jin.

—Ellos dos están metidos en algo muy extraño y ahora tú también.

—¿Qué? No tengo idea de lo que dices.

—¿Por qué intentas evadirme? Dime— lo tomó del brazo— ¿Qué están ocultando?

—Quítate de la salida o voy a quitarte. No estoy jugando, Kim.

—Por favor, los dos sabemos que eres incapaz de moverme. —Se burló, haciendo énfasis a la
diferencia de tamaños.

—¡Suéltame! —le gritó como ultimátum.

—¡Tengo que hablar contigo, maldita sea!

Yoongi frunció el ceño, empujándolo para que se alejara. ¿Quién demonios se creía que era
ese idiota para hablarle de esa forma?

—¿Qué te sucede, cretino?

—No irás a ninguna parte hasta que me digas exactamente qué fue lo que pasó la otra noche
en el lago.

Tragó en seco. No esperaba que saber demasiado comenzara a causarle problemas tan
rápido. Sus palabras y su memoria le congelaron el cuerpo.

Hizo lo que siempre hacía y tomó la acción evasiva número uno: fingir demencia.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué noche? ¿Cuándo?

—¿Acaso piensas que soy idiota?

—Sí, pero estoy seguro que eso no tiene nada que ver con el hecho de que alucinas.
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—Mi hermano, Jungkook y tú fueron por mí al lago luego de que me secuestraron. Y ahora
todo el mundo se empeña en actuar como si no hubiesen visto lo mismo que yo.

—¿Estás tomando esa mierda de nuevo?

—¡Joder, no! Sé que están intentando manipularme.

—Pienso que estás enloqueciendo.

—¿Por qué mientes tú también? ¿Qué pasa que es tan malo como para que tú tengas que
cubrirlos en sus mentiras?

—¿Cuándo, en mi maldita vida, he salido contigo y tu hermano al mismo tiempo? ¿No eras tú
quién decía que no me quería cerca de él? ¿Ahora resulta que yo estoy cubriéndolo?

—Atravesé una ventana esa noche, y luego rodé cuesta abajo.

—¿Y eso a mí qué?

—Que si nada de lo que pasó fue real, y es todo un invento mío, ¿Por qué desperté con el
brazo vendado al día siguiente?

Min abrió los ojos acorralado. Y Seokjin pensó por un momento que había logrado quebrar al
eslabón débil; o así fue hasta que este tomó la segunda acción evasiva: negarlo todo.

—¿Y? ¿Qué se supone que tengo que ver yo en todo eso?

—Tú me curaste, lo recuerdo bien. No pude haber imaginado eso también.

—Eres crédulo, no me sorprendería que lo hubieses hecho.

—¿No dirás nada más? Pues bien, nos quedaremos aquí hasta que hables —dijo y cerró la
reja del vestidor.

Yoongi alzó los hombros.

—Está bien —le dijo restándole importancia y deslizó su espalda por la pared y se acomodó
en el suelo, para luego exhalar con pesadez.

—¿Qué pretendes?
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—Dijiste que nos quedaríamos aquí hasta que yo hablara, y como yo no diré nada, prefiero
sentirme cómodo.

—Es una terrible idea.

El pelinegro tomó un pequeño recipiente de golosinas en su mochila, y lo destapó.

—Quizá lo sea... pero hasta donde yo sé, tengo todo el tiempo del mundo para estar aquí y tú
solo tienes hasta que empiece el partido que será... —revisó la hora en su reloj—
exactamente en diez minutos.

Seokjin se sentó en la banca a su lado, abatido. Estaba demasiado confundido como para
sumarle a eso el hecho de que estaba siendo superado por esos tres sabelotodo.

—No entiendo qué demonios pasa.

Min lo observó de reojo; estar cerca del tipo que se encargaba de joderle a diario la existencia
le incomodaba en gran manera. Aún así, su humanidad afloró por encima de su satisfacción
al verlo así de desconcertado.

—Bienvenido al club... Solo intenta mantenerte al margen.

—No puedo.

Min negó con la cabeza. No iba a discutir más sobre el tema, era algo que no le correspondía
a ninguno de los dos saber, y él ya sabía demasiado.

—¿Quieres? —le dijo, extendiendo su brazo hacia él para ofrecerle una pequeña galleta de
miel y fresa.

—¿Y eso qué significa? —molesto por la forma abrupta en la que cambió de tema.

Rodó los ojos. Seokjin solo era Seokjin, lo cual era sinónimo de ser un completo idiota.

—Significa que estoy obsequiándote una galleta, genio. Así que tómala y cierra la boca.

El castaño la tomó con una ceja alzada, y se la comió de una sola bocanada.

—¿Intentas sobornarme con comida?

—En realidad intento hacer que te calles, porque ya comenzaste a hartarme.


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—Imbécil... —Yoongi era incapaz de ser amable con él por dos segundos—. ¿Tienes alguna de
nuez?

Extendió el recipiente completo hacia él para dejarle escoger. Tomó una de nuez con
¿Chocolate? Y le dio un gran mordisco abriendo los ojos cuando el sabor a quemado invadió
sus papilas gustativas haciendo una cara de disgusto al instante.

—Ah, olvidé advertirte, dejé a Taehyung a cargo de la bandeja de nuez y bueno... es


Taehyung.

—Deja de involucrar a mi hermano en tus cosas, es asquerosa la forma en la que intentas


llegar a él.

—¿Perdón? Él quería aprender... además, no es como si tú no amarás comer de estas


galletas.

—Comerlas no es lo mismo. Un día despertaré y él tendrá un mandil igual al tuyo.

—¿Nunca puede dejar de ser así de estúpido?

—Es un chico, la cocina no es algo que se le dé muy bien.

—Jungkook y yo podemos hacerlo perfectamente, incluso tú. ¿Cuál es el problema?

—No quiero que termine metido en cosas extrañas.

Yoongi le vio decepcionado. —Es tu culpa, lo sabes, ¿cierto?

—¿Qué cosa?

—Que tu hermano no tenga las habilidades básicas para que un adulto sobreviva en el
mundo real.

—¿Es mi culpa querer que no lo maten a golpes?

—Es tu culpa pensar que tienen motivos para hacerlo. Si no puedes cambiar tu forma de
pensar, ¿Qué te hace pensar que el resto lo hará?

Se puso de pie, exaltado.

—Escúchame bien...
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—Basta, no tienes que probarme nada a mí —Min le imitó para encararlo, levantándose sin
miedo. —Tus amigos no están aquí, no soy más uno de ellos, no necesitas actuar rudo. Es
más, deberías irte o no llegarás a tiempo al partido.

Quiso golpearlo, pero sabía que había perdido ante él. Su concentración se perdió al
recordar que debía llegar cuanto antes al campo.

—Es cierto. ¿Qué hora es?

—Poco más de la cinco —dijo serio.

—Maldición... —masculló tomando su bolsa. Estaba vestido ya, solamente se colocó su gorra
y volteó a ver al menor antes de abrir la puerta.

—Suerte, cretino.

—Jódete, fenómeno —le dijo antes de salir.

Agustus Min suspiró cansado y se dijo a sí mismo: «Aquí vamos de nuevo».

Seokjin comenzó a correr por la parte de atrás de la escuela, pensando únicamente en su


gran noche. Sin tener en cuenta que estaba pasado por alto algo importante.

Cuando cruzó por la salida de la escuela, se topó con la aparición de un hermoso cabello
pelinegro hasta la cintura, quién sentada veía la grama mientras se abrigaba del viento con
el suéter celeste que le pertenecía a él.

Sunhee estaba exactamente en el lugar donde se supone se verían, y le había esperado


durante varias horas.

Parecía cansada, suspiró a sabiendas de que esa expresión de desgano en los ojos que
adoraba eran totalmente su culpa.

Había olvidado por completo su compromiso por culpa de sus delirios y sus ansias de
conocimiento.

Se acercó a ella apurado; pero no tuvo tiempo de hablar.

—¿¡Dónde estabas!? —vociferó con enojo.


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—Lo siento, en serio. No quise...

—¿Dejarme plantada? Claro.

—Lo juro. Yo no soy esa clase de chico, algo surgió y me atrasé...

Ella se quedó callada, como intentando comprenderlo. Suspiró. —¿Esa es tu explicación?

—¿Podemos hablarlo después? —interrumpió—. El partido...

El bullicio se escuchaba cerca. La afición y el equipo contrario habían comenzado a llegar.

—¡Es increíble! —le dijo, retomando su enojo. —Ni siquiera te interesa.

—No es eso. Sabes que lo siento, por favor no te molestes, eres demasiado importante para
mí, fue un simple error y...

—¿Siquiera pensate en los que te dije esta mañana? —Se quedó callado, no tenía ni idea de
qué hablaba—. Vete. En realidad, no vale la pena. Te veré después.

—¿No te quedarás al partido?

—Lo haré, solo para ver a Jungkook salir de la banca. En realidad, no quiero verte a ti justo
ahora.

Otro de los chicos del equipo apareció detrás de ellos llamándole:

—¡Oye, Kim! Ven acá, ¡Ahora! Te necesitamos para comenzar.

Seokjin volteó a verla con pesar.

—Te lo compensaré, lo prometo —le dijo dedicándole una última mirada antes de seguir al
otro chico.

Ella simplemente asintió y con una triste mirada, se alejó en sentido contrario sin saber que
lo que le hacía sentir así de mal no era su ausencia, sino lo que eso significaba.

Haciendo que la línea temporal se distorsionara de nuevo hacia la segunda, con una historia
diferente.

Caminó hasta la entrada del graderío, en donde se encontró con Agustus a quién saludó sin
muchos ánimos.
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Él había estado lo suficientemente cerca como para escuchar su discusión, después de salir
del vestidor se quedó quieto detrás de la salida para que no le vieran. Le resultaba fácil pasar
desapercibido, y caminar de regreso al campo no le dio ningún problema.

Así que allí estaba, tomando fotografías a algunos de los jugadores en el segundo escalón,
incluso tomó una de Seokjin cuando entró al campo, pocos minutos antes de que Sunhee se
sentara a su lado. La saludó con un ligero movimiento de cabeza, con más zozobra que
agrado. En realidad, ellos dos no era particularmente cercanos.

No eran amigos, y no había compartido aún más que un par de palabras antes sin tener a
Taehyung de por medio, porque el castaño era lo único que le interesaba en relación a ella,
así que mientras Sunhee se perdía con su vista en el suelo, él la veía con incomodidad.

Su rostro era bastante neutral, siempre lo era; de todas formas, eso no cambiaba el hecho de
que él no dejase de pensar que ese suéter no le favorecía en nada a la chica.

Es decir, sus manos presionadas en la orilla de la prenda la estaban estirando, parecía


aferrada a el suéter de Seokjin. Joder que no era nada especial, hasta él había usado ese
maldito suéter, y tenía el conocimiento para pensar que ese color no le sentaba.

En realidad a nadie le quedaba ese color; y recordaba haberle dicho al Kim mayor que debía
quemarlo por lo horrendo que era. Aún así, era patético querer cambiar algo de eso.

Agitó la cabeza; era tan maduro como siempre lo había sido. Finalmente le regaló una
sonrisa a la chica a la vez que todos se pusieron de pie para apreciar la alineación de los
jugadores.

El partido comenzó con la primera entrada, en un ambiente alegre y lleno de expectativas


para todos los demás; excepto para cualquier persona relacionada con el apellido Kim.

Las ideas dentro de la cabeza de Seokjin estaban quitándole la concentración, confundiendo


izquierda con derecha y la realidad cambiando. No sabía qué pasaba, pero no podía
coordinar sus pies.

Para el final de la cuarta entrada, se había tropezado un par de veces, fallado atrapadas y
corrido tan solo algunas bases, sus piernas estaban demasiado rígidas.
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Sus padres estaban entre el público viéndolo extrañados de su comportamiento al igual que
el resto de sus compañeros. Él tampoco lo entendía, sentía que algo lo sujetaba,
simplemente no podía jugar bien.

Estaban a mitad de una jugada; él volteó a ver a Sunhee charlando con Yoongi. Ni siquiera
pudo prever el momento en el que su vista se nubló y su cabeza comenzó a dolerle tras el
impacto.

La pelota salió volando con una fuerza impresionante hacia la cabeza de Seokjin,
impactando en ella con dureza, aturdiendole lo suficiente como para hacer que se cayera.

No estaba enfocado, y él definitivamente nunca esperó que un tiro como ese terminara justo
en su sien.

Pudo ver a Sunhee levantarse de su lugar en la tribuna, cubriéndose la boca con ambas
manos preocupada por él e intentando avanzar entre las personas para bajar del lugar.

Sonrió en medio de su dolor y su estupidez. Sabiendo en que este era el momento menos
indicado para pensar en que ella no estaba tan molesta como decía estarlo.

Estaba tendido en tierra, y aún así soltó un quejido adolorido cuando apoyó sus codos
contra el suelo.

El silbato del ampáyer sonó para detener el juego.

—Si el chico no puede continúar, suspenderemos el evento.

—Vamos, Kim. Levántate, te necesitamos para ganar.

Seokjin puso todo su empeño en ponerse de pie; pero todo se veía doble para él. Dio un paso
y se tambaleó hacia el frente.

—Por falta de jugadores, el equipo rival ganará por default.

—No, no, no. Entrenador sé que puedo...

El árbitro colocó dos dedos frente a él.

—¿Cuántos dedos ves?


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—¿Cuatro? —dudó.

—Es todo, se acabó —dijo el uniformado. Pero antes de que terminara oficialmente, los
alaridos a la distancia aparecieron.

Jungkook se acercó junto con Taehyung en el momento en el que la enfermera y el


entrenador habían entrado al campo para ayudarlo a levantarse.

—¡Alto! —gritó Jungkook desde la reja cerrada—. Estoy aquí, el equipo está completo.

El árbitro alzó una ceja no muy convencido mientras le veía. Era el inicio de la séptima
entrada, les hacía falta tan solo mantener su titularidad para ganar y podía ver la
desesperación en los ojos de todos.

—¿El chico es parte del equipo? —preguntó.

—¡Lo es! —afirmó el entrenador haciendo señas hacia las personas de la entrada para que lo
dejarán entrar.

Lo hizo, al igual que Taehyung, al que no le importó colarse en el campo para llegar hasta su
hermano. Sus padres a la distancia se vieron confundidos cuando el castaño se acercó a él y
le ayudó a caminar hacia las bancas.

—Jeon, al jardín central. ¡Vamos! ¡Seis, cuatro, tres! —gritó anunciando sus posiciones antes
de volver al encuentro.

Los alaridos de las personas sonaron de nuevo. La afición local sonaba aliviada mientras la
visitante parecía alegar el cambio de jugador tan repentino que pudo haber marcado su
victoria.

Daniel se colocó de lanzador, y vio de frente al bateador que había logrado darle en la cabeza
a Seokjin con molestia.

Nadie estaba conforme con dejar a Jungkook dentro del equipo, pero ahora, no tenían
elección por culpa de ese malnacido.

Hizo su mejor lanzamiento y después de tres intentos que logró curvear, sacó ese bateador
del juego.
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Después de varios bateadores más, tenían la delantera. Todos corrían levantando el polvo
con sus zapatillas al correr, la multitud gritaba por la emoción de la última entrada y en lo
único que Seokjin podía pensar era en que él no era parte de toda esa algarabía.

—Si siguen jugando así... ganaremos la temporada —dijo entre dientes. Taehyung a su lado
había conseguido una compresa con hielos y la sostenía a la altura de su frente, parecía que
el destino se empeñaba en lastimar físicamente al Kim mayor. —¡Auch! —se quejó cuando el
castaño menor presionó con dureza los hielos contra su rostro.

Taehyung estaba concentrando en los brazos de Jungkook y su habilidad para burlar a sus
rivales al correr. Tanto talento le tenían hipnotizado. Y no solo a él, audiencia estaba
fascinada, incluyendo a Agustus, quien olvidó hacer caso a la indicaciones de Taehyung y
disparó el flash de su cámara en dirección a Jeon.

Un par de minutos más y se terminaría.

Era momento de lanzar de nuevo. El resto de los jugadores de su equipo parecían hacer lo
posible para que Jungkook no tocase la pelota.

El equipo contrario lo notó; y planearon batearla exactamente en esa dirección para ganarles
con su propia jugada en la última carrera.

El pitcher local lanzó y el sonido de la madera cuando el bate golpeó la pelota con fuerza
intentando direccionarla hacia el centro.

Jungkook retrocedió; estaba sudando, las luces en el campo comenzaron a parpadear


cuando la adrenalina se disparó en su sistema. Taehyung se puso de pie inquieto, al ver
todas las señales de una sobrecarga cuando incluso el equipo de sonido del narrador falló.

La afición elevó un bullicio de sorpresa cuando las luces parecían colapsar por la energía, sin
perder de vista al jardinero central, el número nueve, Jeon Jungkook corriendo de espaldas
para atrapar la pelota.

Los corredores habían comenzado a moverse. El equipo rival iba a superarlos por una
carrera, se podía sentir el ambiente tenso, expectante, cuando el pelinegro dio un salto de
superior altura con sus brazos extendidos para alcanzar la pelota en el aire. Era increíble, y
más que eso, imposible.
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Su realidad parecía moverse más lento; la mirada impresionada de Taehyung sobre él y la


gente buscando la victoria se aislaron poco a poco hasta que el sonido de su propio corazón
fue lo único pudo sentir. Volviéndose tan fuerte en su cabeza hasta enmudecer el lugar.

Soltó aire con fuerza, y arrugando la nariz, lanzó de regreso la pelota a la primera base,
dejando fluir de él toda su corriente eléctrica.

El pequeño objeto blanco fue atrapado apenas por otro de los receptores de su equipo quién
tocó al corredor, dejando fuera al mismo y terminando así con su última carrera.

El ampáyer atravesó el campo gritando. —¡Están fuera! El equipo local avanza a semifinales.

Todos los jugadores corrieron hacia Jungkook. ¿Cómo? No lo sabían. Simplemente le veían
impactados, es decir, Jeon no alcanzaba a comprenderlo, pero había logrado saltar un gran
altura y caer de pie para lanzar de regreso en cuestión de segundos, como un balletista súper
dotado, algo que ni el mismo Seokjin había hecho antes.

Aunque en realidad no les interesa la razón. ¡Habían ganado! Y eso, más que suficiente para
poner el talento del chico por encima de sus ridículas peleas.

Seokjin se sintió feliz por su victoria; pero algo en su pecho se removió al pensar que pudo
ser él aquel que recibiera esa gloria, peor aún, algo en su interior le decía que
específicamente debió ser él.

Jungkook se abrió la camisa cuando sus compañeros de equipo comenzaron a tirar de ella.
Le entregaron la pelota del juego y luego le vitorearon hasta el montículo en el centro del
campo.

Luego se acercaron hasta Seokjin para llamarle a la celebración.

—Venga, Kim. ¡Pasamos!

Le dolía la espalda y le quemaba la presencia de Jungkook frente a él, la energía era


demasiado abrumadora entre ellos. Tanto, que le hacía querer alejarse, repelerse.

Volteó a ver hacia el graderío y vio a Sunhee alejarse para finalmente perderse entre la
multitud. Así que se levantó en un intento de seguirla, sin alcanzar a saber que su presente
cambiando había redireccionado el final de su noche.
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Jungkook se alejó el equipo; pues mientras todos intentaban demostrarle su atención, él


sentía como era atrapado por algo más. Era la fuerza sobrenatural manifestándose sobre él
como la primera vez, y no sabía cómo controlarla o detenerse, eran solo ideas aleatorias
llenando su cabeza hasta convertirse en decisiones.

Había atrapado la pelota, y el ganador del juego siempre obtenía a la chica. O en este caso, al
chico castaño que buscaba furioso a su hermano con los brazos en la cintura entre la gente
luego de que se escapara.

Caminó hacia él y lo tomó del hombro. Taehyung se sobresaltó al verlo cuando una pequeña
descarga de electricidad le tocó.

—¡Estuviste fantástico! Nada mal para una inesperada entrada —le dijo, dándole un ligero
toque en la mandíbula, en señal de admiración—. ¿O no, súper estrella?

—Parece que la suerte está de mi lado, ¿No crees?

—Lo está.

Jungkook se pasó una mano por el cuello. Sonriendo de lado al chico que tímidamente se
sintió cohibido ante su mirada. Las personas se habían marchado al estacionamiento a
festejar y las luces del graderío no paraban de titilear.

—Ten —colocó la pelota frente a Taehyung—. Es para ti.

—¿Qué?

—Eres la razón de mi juego. Te pertenece.

—Estás comenzado a delirar.

—La pelota ganadora se le obsequia la persona más hermosa del lugar, así que —se la colocó
en la mano—, es tuya.

—Jungkook, basta, eres un tonto.

—No puedo dejar de apreciar lo bonito que eres, estoy enloqueciendo.

—¿Te sientes bien? —Solo un disparo de adrenalina. Uno solo.


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Los latidos de su corazón se alzaron al mismo tiempo que su respiración, con tanta fuerza,
intensamente.

—No sé por qué digo cosas como esta o por qué hago lo que hago, pero yo...

Tanto, que las luces alrededor del lugar finalmente colapsaron y estallaron una a una, en fila
alrededor del campo soltando grandes destellos.

—¿Jungkook? —preguntó Kim, asustado. O más bien, intrigado de las reacciones. Cada
detalle era importante para su investigación, desde las corrientes hasta el sudor
deslizándose por el cuello de Jeon justo frente a él.

Ambos se cubrieron la cabeza para protegerse de las centellas; el cuerpo de Jungkook se


aferró al de Taehyung instantáneamente, sosteniéndose contra él como buscando
protegerse.

Y el castaño, abrió los ojos ante tal muestra de necesidad del muchacho hacia él.

Cuando el lugar quedó sumido en la oscuridad. Ambos se vieron fijamente, mientras sus
jadeos parecían unirse al romper con el vaho del otro.

Taehyung bajó la cabeza; no iba a besarlo allí, sabía que era demasiado arriesgado. Pero tal
solo el hecho de estar tan consciente de querer hacerlo le llenó de nervios que nunca antes
sintió.

Si toda crisis genera un cambio; significa que todo cambio generará una crisis. En un bucle
infinito y constante en el que cada situación y sus rumbos se colapsan unos a otros.

La noche de Seokjin no terminó como debía. Y el día siguiente a ese tampoco resultó de
forma predestinada. Porque sin cita, sin atrapada, y sin chica, dormiría solo esa noche; pero
aquello revelaba que alguien más no iba a hacerlo.

Sin embargo, aquí entraba un factor muy importante: la voluntad de querer hacerlo.

Después de todo, el deseo, destino y autocontrol, son cosas imposibles de ignorar y peor, de
combinar.

—Oye, Taehyung —dijo Jungkook con miedo. Palpando lento la piel de su mejilla.
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—¿Qué sucede?

—¿Realmente crees en la virginidad?

Deseamos cambiar nuestro destino aún sin tener autocontrol.

Se trata de lujuria y egoísmo; lo cual significa ser completamente humano.

"Kim Taehyung y su latente homosexualidad"

«Han pasado cincuenta y dos días desde iniciado el experimento, tantos como para comenzar a
cuestionarme a mí mismo. Un efecto colateral es inminente; pero no sé hasta qué punto sea
real. En mí.

Bitácora personal: Soy más idiota de lo que creí.»

Capítulo Once
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por Incompletelyrics

11.

Octubre, 1986.

87 días antes de.


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El silencio inspiraba temor. El plazo se había vencido y justo ahora, la respiración de los
presentes en la sala era casi tan fuerte como los pasos secos en la habitación.

Las doce personas encargadas del trabajo de campo en medio del pequeño laboratorio del
bosque se encontraban en fila mientras con la mirada en el suelo intentaban no encarar a su
mentor.

—Necesito saber... —dijo el moreno. —Necesito entender qué sucedió aquí.

—La grabación está incompleta, Profesor. Nosotros hicimos todo lo que...

—¡Silencio! —gritó—. Elegí un número exacto de ustedes para venir aquí, por habilidades y
por destrezas. Se supone que... —se quitó los anteojos para evitar dañarlos antes de
continuar— ¡Son las mentes más brillantes de su generación! ¿Y qué sucedió? ¡Dejaron
escapar al sujeto!

—Profesor, por favor escúchenos —intentó intervenir uno de sus ayudantes. Todos estaban
angustiados, excepto uno entre ellos, el rubio Park que veía con desdén hacia el frente sin
apartar la mirada de su mentor. Sin remordimientos, sin miedo.

—Teníamos un plazo que cumplir. El experimento debía ser un hecho concreto para este
momento. —Masajeó su nariz entre sus dedos pulgar en índice—. Ellos estarán aquí en
cuestión de minutos y nosotros no tenemos nada... ¡Nada!

Habían perdido demasiado tiempo intentando localizar a su experimento en fuga. Y la fecha


que se había fijado para dar resultados había llegado.

Porque sí; como todo en la vida, el apoyo para realizar su investigación tenía un costo. Y sus
queridos inversionistas no estaban muy contentos con la tardanza del proyecto.

Sus palabras le quemaban en la consciencia una y otra vez. Pronto tendría la soga al cuello y
no encontraba una forma de avanzar. Después de todo... había utilizado una visión muy
sucia de su experimento para conseguir un financiamiento.

«Moverse a través del espacio podría hacer de la guerra un simple juego de escondidas.» Les
dijo.
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«Un juego en donde el tiempo y el espacio no limiten los movimientos de las tropas... o
quizá, un botón de emergencia para volver a comenzar de nuevo.»

«Una ventaja más allá de lo que podríamos imaginar.»

Porque incluso cuando pudo haber vendido sus teorías como algo positivo para la sociedad,
decidió venderlo como aquello que sus inversionistas militares buscaban: un arma.

Pero su amado vórtice no funcionaba como él esperaba. Y aunque había logrado crearlo
ahora no tenía ni una puta idea de cómo usarlo. Por eso necesitaba a aquel que salió del
agujero en el lago, porque era preciso saber qué era lo que estaba del otro lado.

Estaban jodidos. Namjoon estaba, personalmente, bastante jodido.

Ahora, no le quedaba más que aceptar su destino y poner la cara frente al grupo de
uniformados que venían desde Washington para revisar su avances.

—Profesor... —llamó uno de sus subordinados con voz tan tenue que colmó su paciencia.
Tenía en sus manos el radio que le comunicaba con los guardias del exterior.

—¿¡Qué!? Por un demonio, ¿¡Qué!?

—Llegaron.

Namjoon chasqueó con la lengua y acercando su brazo a la botella de ron sobre una de las
repisas de su oficina la destapó para luego tomar un gran trago de licor que le quemó la
garganta a su paso.

—Abran las rejas, y que les den la bienvenida. —Volvió a colocarse sus anteojos—. Quiero que
sepan que fue un honor haber trabajado como su líder.

Se dio la vuelta disponiéndose a abandonar el cuarto de control. Jimin se apresuró a tomarlo


del brazo antes de que se marchara.

¿Había sido tan grave dejar ir al niño beisbolista? No esperaba que lo fuera. Ahora se sentía
culpable, pero no podía cambiar nada, además, él sabía que ese chico era inocente y era...
Era tan solo un niño que no entendía ni la mitad de las cosas turbias que pasaban dentro de
ese laboratorio.
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Jimin sabía que si el chico no hablaba, no saldría con vida de allí.

—¿Qué pasará ahora? —le preguntó en voz baja.

Namjoon alzó la mirada hacia los demás, diciendo: —¡A sus puestos de control, ahora! —e
ignorando al rubio por completo.

Todos comenzaron a moverse del lugar, ansiosos, a excepción de Jimin.

—Kim... —le llamó captando su atención puesto que él nunca se atrevía a llamarlo por su
apellido solamente—. ¿Qué pasará? —volvió a preguntarle.

—No lo sé. —Se jactó un poco—. El que tiene el dinero manda.

—No comprendo.

—Deberías de concentrarte en no desconectar las cámaras de vigilancia la próxima vez


entonces, así entenderías lo que sucede.

Jimin le soltó cuando sus palabras y sus ojos le acusaron. ¿Namjoon sabía lo que hizo? Por
supuesto que lo sabía, era la persona más inteligente en el lugar, además de que le conocía
tan bien que aunque no tuviese pruebas sabía lo que hizo.

—No somos criminales —le dijo angustiado— somos científicos. Estamos aquí para crear, no
para secuestrar y lastimar adolescentes.

—¿Es que acaso realmente no lo entiendes? El mundo real no funciona de esa forma. Y tu
acto de buena fe le dio el tiro de gracia a nuestra investigación.

—No iba a permitir que lo asesinara —declaró con firmeza—. Ni a él ni a nadie.

Namjoon se dio la vuelta para caminar hacia la entrada donde las camionetas habían
comenzado a aparcar en las afueras del laboratorio. Por primera vez en años, las rejas de la
zona prohibida del bosque habían sido abiertas.

—No iba a hacerlo, —abrió la compuerta; se acomodó su bata y antes de salir, volteando
hacia Jimin dijo—: pero ellos lo harán.

Entonces avanzó hacia el exterior, dejando a su joven pupilo sumido en la devastación y a él


mismo, lleno de incertidumbre.
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Serán cinco vehículos blindados con al menos cuatro soldados en cada uno.
Namjoon contó la cantidad de hombres cuando comenzaron a descender en medio de la
oscuridad.

Finalmente, del último vehículo bajó un hombre mayor con muchas estrellas y medallas
colgando de su pecho. Con el rostro blanco, y su cabello naturalmente platinado como en
una película antigua.
Este avanzó los pocos metros que quedaban hasta llegar a Namjoon y comenzó a hablar.

—¿Funciona? —fue lo primero que dijo al acercarse.

—Coronel Miller, bienvenido.

—¿Funciona o no? —dijo tosco sin detenerse a ser cortés.

Namjoon trató de serenar su mente cuando le habló sin tartamudear.


—Tuvimos un contratiempo y...

—Eso significa que no funciona. Que es un fracaso.

El moreno tragó saliva antes de continuar.


—Si recuerda que el tiempo es relativo, no lo vería de esa forma.

El hombre le vio con curiosidad mientras Namjoon sudaba frío.


—Teníamos fecha acordada.

—Si me permite explicarle... entenderá que estamos más cerca de lo que la humanidad
entera podría haber esperado.

Lo dudó por algunos segundos, y después de dar un paso al frente, aceptó con duro
semblante.
—Habla.

—Acompáñeme, por favor —dijo, cuando el hombre comenzó a caminar y fue seguido por el
resto de sus oficiales, Namjoon carraspeó con la garganta y agregó—. Usted solo, por favor.

El coronel hizo una seña con la mano, dejando a su séquito en alerta mientras él accedía a
las peticiones del demente Kim.
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Ambos entraron al cuartel, y comenzaron a caminar por los estériles pasillos en total calma.

Llegaron hasta la sala de control principal desde donde, a través de un enorme cristal
polarizado, podían ver hacia el exterior del bosque, y específicamente, el lago.

Nam se colocó frente a la serie de botones mientras el otro le veía a la expectativa. Tomó un
par de gafas de seguridad, y se las entregó al anciano indicándole en silencio que se las
colocara.

—¿Qué se supone que es esto? —cuestionó al verle comenzar a presionar botones.

—Esto, mi coronel, es una vista al futuro.

Entonces, encendió una por una las torres que se encontraban alrededor del bosque, cuando
encendió la última y dejó fluir la energía a través de ellas se formó una especie de luz
incandescente en el centro que reflejaba en el centro del lago y que comenzó a abrir un
vórtice en el centro del mismo agitando las aguas violentamente.

El hombre abrió los ojos impresionado.


—Funciona, pero aún no sabemos si es seguro usarlo. Conocemos el punto de origen, pero
no el punto del final.

—¿Por qué no simplemente enviar a un par de hombres a su interior?

—Es energía pura... es demasiado peligroso romper con la onda porque no sabríamos hasta
dónde podría terminar ni en qué estado físico o mental.

—¿Acaso será este otro Chernóbil como el abril pasado? —le dijo con una ceja alzada.

—No puedo asegurar nada.

—Entonces... ¿Cómo está tan seguro de que funciona?

—Aquí es donde entra mi contratiempo. Nosotros trajimos algo del otro lado.

—¿Un monstruo?

—Un humano —El coronel sonrió incrédulo—. Pero escapó, más bien, lo ayudaron a escapar.
Hemos pasado los últimos meses buscando entre los pobladores sin poder ubicarlo.
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Logramos someter a uno de sus supuestos cómplices hace un par de días pero lo perdimos
en el intento.

—¿Y las cámaras de seguridad?

Se quedó callado, no podía exponer a alguien de su equipo, ni mucho menos a su joven


estrella.

—Fallaron por la sobrecarga eléctrica—mintió—. Las cámaras exteriores apenas y lograron


captar a un par de individuos por el bosque y un auto sin placas.

—Entrégame ese vídeo y nosotros nos encargaremos del resto.

—¿A qué se refiere?

—Te daré el tiempo que necesites... pero, no pueden haber más errores. A partir de ahora,
habrá custodia militar por todo el bosque, nadie entra y en especial, nadie sale de aquí.
¿Entendido?

—¿Qué hay del vídeo?

—Haces muchas preguntas.

—A eso me dedico, así que me gustaría saber, ¿Qué hará con la grabación?

Su valentía le convenció de hablar.


—Lo enviaré a la base. Después a cotejar con cada persona que habite en este pueblo, y con
cada auto dentro del perímetro.

—Muchísimas gracias por el apoyo, señor.

—Hemos invertido demasiado dinero en esto, no me importa si es humano o no, lo que sea
que salió del lago es propiedad del gobierno de los Estados Unidos. Y quiénes estén
encubriéndolo están cometiendo un delito federal. No pueden esconderse para siempre.

Namjoon tragó en seco, no esperaba que su amado descubrimiento despertara deseos tan
egoístas en las personas.
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Pero después de todo, la base misma de su experimento era saciar su culpa y egoísmo. Era
regresar al momento en donde pudo verle por última vez pero ahora su camino era
totalmente diferente.

Esa parte del universo que había creado era, al igual que él, peligrosa e inestable.

...

Algunos kilómetros al sur, en una casa de los suburbios que necesitaba pintura. Había una
habitación pequeña con una ventana que no cerraba bien y dos chicos en distintos azares
mentales.

Jungkook se había acostumbrado a la tetanización de su cuerpo; tanto, que los espasmos en


su espalda y muslos que le impedían moverse no eran capaces de perturbar su sueño.

O quizás, más que eso, se encontraba en trance.

Había algo extraño sobre sus sueños, más que eso, era que especialmente esa madrugada,
con el campo eléctrico encendido a la distancia y la onda magnética extendiéndose por todo
el pueblo había comenzado a sentirse parte de ellos. Sus recuerdos nunca se habían visto
tan reales como esa noche; y peor aún, cuando ese recuerdo en específico era algo que
nunca debió vivir.

"«Basta, no me siento bien haciendo esto.


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—Un minuto y te gustará... ya lo verás —dijo el mayor tirando de su cremallera para


comenzar a desvestirlo.

—Detente. Yo no quiero esto...

—Cállate, no puedes incitarme toda la noche y luego simplemente decir que quieres que me
detenga.

—No. Ya basta, para... te lo suplico. »

¿Qué le pasaba? Quería defenderse, pero no podía, era solo un espectador de su propia vida.

Apretó los ojos cuando la luz lo golpeó.


Jungkook tenía una mala reputación en la que él mismo era incapaz de creer. Su frágil e
infantil mente se retorció cuando los recuerdos le quemaron.

¿Se había quedado dormido? Sí, estaba en la habitación de Taehyung, estaba en California,
no en una estúpida fiesta. Nunca más en Busan.

No había bebido lo suficiente, de hecho, no había bebido casi nada. Aún así, su estómago
estaba revuelto al igual que su cabello en su frente. Era un sueño, solo un sueño.

¿Pero por qué estaba allí? Definitivamente no recordaba haber subido hasta la habitación
con ese chico. Tampoco lo que pasó después; pero estaba tan mareado que no podía ni
siquiera moverse.

Apretó con fuerza la sábana entre sus dedos y contuvo las lágrimas cuanto pudo, al voltear a
ver al joven que a su lado, comenzaba a vestirse en la oscuridad mientras él yacía a medio
vestir en la cama.

¿Si era un sueño por qué se sentía tan real? Si era un sueño, ¿Por qué tenía que sufrir tanto?

Se sintió estúpido; tan ingenuo, tan volátil.

Sus piernas dolían y, su pecho, palpitaba con fuerza mientras seguía incrédulo de lo que
había pasado. Porque el rostro que alguna vez cautivó tanto su mente, era el mismo al que
veía con tanto desprecio.
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Estaba demasiado mareado aún, la luces del exterior apenas le dejaban verlo. Y no entendía
si estaba soñando o si realmente se había jodido. Se sentía débil, no podía levantarse.

Necesitaba despertar.

« —¿Jaehyun? El vaso... ¿Qué demonios tenía el... —masculló— vaso?

—Yo no te obligué a tomar nada.

—Pero...

—Silencio. Digas lo que digas, nadie te creerá. Después de todo, ¿A quién le importaría
alguien como tú?»

Su voz resonó con eco dentro de la habitación, al igual que la puerta al marcharse. Jungkook
se quedó callado y abatido con su conciencia apenas a flote.

Las imágenes dentro de él se volvieron oscuras, ni siquiera podía llorar o entender la razón
de su mente colapsando. Quizá porque era muy joven para hacerlo, o porque estaba
demasiado roto para enfrentarlo.

Las torres eléctricas no solo lograban abrir el vórtice, sino también, controlar la energía de
Jungkook. Y aún más, de potenciarla, mezclando sus recuerdos con la realidad, ayudándolo
a materializarse en otro punto de su espacio.

Ajeno al colapso del muchacho. Se encontraba el segundo de la ecuación sentado frente a su


escritorio sin saber cómo continuar.

Un gota de sudor, las cortinas abiertas y el sonido tembloroso del papel al ser arrancado.
Una hoja más en el suelo y el exhale de frustración en medio de la noche.

Después de mucho tiempo intentándolo, Taehyung había logrado encontrar un espacio para
concentrar su atención por completo en la investigación.

Sabía que era estúpido; pero aún así quería intentarlo.

Se encontraba frustrado; había unido todas las hojas de la carpeta que hurtaron del
"laboratorio" (como él mismo lo había nombrado), y traducido exitosamente la mitad de
ellas.
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Le llenaba de intriga; los extremos de las hojas estaban marcados en tinta roja además de
varias anotaciones sobre los datos que existían plasmados en ellas. Una de las últimas
páginas tenían escrito en letra cursiva y diminuta una letra N y una J.

¿Quién había escrito todo esto? Quería saber, quería entender la razón de todo esto.

Hablaba por páginas sobre paneles solares, pararrayos y radiación. Mencionaba cosas sin
sentido, cosas que le parecían demasiado personales para parecer entre esa información y
que, le recordaron un poco a sí mismo.

También, se encontraban los detalles y medidas de una especie de red eléctrica que lucía
más como una bobina que como un poste de alumbrado; pero la escritura era bastante difícil
de entender, por lo que no estaba cien por ciento seguro de si se trataba de medidas o
coordenadas.

Abrió su propia libreta, y comenzó con un pequeño trazo que luego se convirtió en un boceto
a escala de lo que él creía era el medio para transgredir el espacio.

En los apuntes de su desconocido rival, se mencionaba un perímetro de al menos diez


kilómetros, pero también hablaba sobre profundidad y resistencia.

Taehyung sentía que estaba enloqueciendo con tanta información pero a su vez tenía la
sensación de que algo estaba mal. Tenía demasiados tachones y parecía que su otro yo
había vacilado demasiado al crear toda esta siniestra puerta.

¿Qué tenía que ver el lago con esto? ¿Por qué exactamente allí? Era como si lo hubiesen
colocado en el centro a propósito.

Negaba una y otra vez mientras seguía con sus ambiguos planos de trabajo; intentó
combinar lo que había en los datos con las torres que había visto por el bosque en el
perímetro que habían descrito. Se rascó la cabeza, sí, recordaba haber visto unas torres
entre los árboles. Cuatro, para ser exactos, que concordaban con las imágenes en la carpeta
pero no había tenido tiempo para medir las distancias; tampoco estaba seguro de si
encerraban el lago de forma exacta.

Si esto tenía sentido y él en realidad no estaba loco; era una especie de trapecio para
contener algo.
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"¿Contener qué?" Escribió remarcando con fuerza.

Maldición, esto resultó ser más difícil de lo que creyó.

Las noches en las que Jungkook parecía desmayarse él sufría del efecto contrario, no podía
dormir, le costaba trabajo estirar sus músculos, pero al menos, había logrado darle un uso a
su insomnio al trabajar de madrugada sin que nadie le interrumpiera.

El universo es vasto; hablar sobre el tiempo y la gravedad era solo una teoría para muchos, e
incluso por mucho tiempo, él lo creyó, así.

Abrió el segundo cajón de la derecha en su escritorio y sacó otra hoja en blanco. Había leído
todo lo que pudo rescatar y según lo que había entendido, se había utilizado una especie de
pararrayos para alimentar una bobina.

Pero no entendía, el punto o el objetivo, los informes estaban escritos en una especie de
hangul con una caligrafía terrible que difícilmente entendía por lo ilegible y porque hacía
años no escribía en ese idioma.

Fuera de Jungkook, toda su vida estaba escrita en inglés, las palabras "gusano" y "salto" se
repetían una y otra vez haciéndolo dudar de si su traducción era correcta, en una frase sin
sentido para él:

"El gusano que saltó hacia el otro extremo".

Remarcó en su libreta, copiando el título de las hojas de informe a cuyo creador desconocía
escribió con su propia letra adueñándose del encabezado:

"K'sT, Hipótesis no. 101"

Debajo, trazó en la hoja en blanco una línea recta horizontal e hizo dos puntos distantes
sobre ella. Si el primer punto representaba a 1986 y el segundo a 2019, entonces, ¿Cómo
podrían conectarse?

Mordió su lápiz, y meditando en silencio llegó a una vaga conclusión que no estaba lejos de
la verdad.
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—Saltando... —masculló mientras dibujaba sobre la línea recta una curva que unía ambos
puntos desde el segundo al primero y no pudo evitar pensar de nuevo en la primera palabra
que le daba conflicto—saltando hacia atrás sobre un gusano.

Soltó su lápiz asustado y pasó su mano por su rostro cuando comenzó a sudar. Un agujero de
gusano era impensable de crear y peor aún de contener... ¿Sería posible que...? Lograrlo
quizás era más que un mito.

—El hiperespacio y el tiempo curvo a través de dos bocas de densidad... —Tenía sentido,
aunque no contaba con la información suficiente.

Estuvo a punto de seguir escribiendo cuando un fuerte jadeo llamó su atención.


Se levantó rápidamente y se acercó a su cama, o bueno, abajo de ella.

Algo extraño había sucedido con Jungkook desde el último juego después de que ellos...
tuvieran una extraña noche.

Con el pasar de los días se había vuelto incluso más confuso y borroso para él. Como un mal
recuerdo.

Regresaron a la habitación; hacía mucho calor y podían sentirse transpirar el uno contra el
otro incluso con las ventanas abiertas. Recordaba a Jungkook arrancándose la camiseta y
verlo con sus calcetines altos de béisbol cuando lo recargó contra la cabecera. Recordaba el
aliento caliente en su cuello y la estática quemándole el pecho.

Pero más que eso, recordaba la mirada perdida de Jungkook como un ente que no se
encontraba en sus cinco sentidos; en trance y luchando contra sí mismo por controlar sus
acciones mientras mordía sus labios y jadeaba.

Pero en medio de toda la euforia, Jungkook se había alejado abruptamente de él y luego,


desmayado a mitad de la habitación sin razón aparente.

Después los días pasaron desde esa noche, y parecía como si Jeon fuera incapaz de dormir al
lado del castaño sin sentir náuseas. Incluso le había hecho sacar del ático un viejo colchón
para dormir separado de él.
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Y realmente, no entendía qué había convertido al Jungkook hormonal en un niño asustado;


pero fuese lo sea, sabía que era la razón por la que se encontraba llorando justo en ese
momento. Como si su sensatez hubiese regresado por las malas a él.

Llevó su vista a la lámpara; no parpadeaba; el voltaje de Jungkook no era peligroso, supo


que no era una sobrecarga, por lo que se animó sin represalias a enredar sus dedos en el
cabello oscuro del muchacho acariciándole con lentitud.

Jungkook se sentía atrapado, pudo ver sus manos frías y sus pies caminando entre la nieve
hasta que después de un par de pasos se cayó haciendo que reaccionara violentamente de
sus sueños.

Abrió los ojos, asustado y respirando con fuerza.

—Jungkook... —musitó con suave voz y continuó por un par de minutos hasta que las
pestañas mojadas del chico se separaron.

—¿Dónde estoy?

—California, 1986. El piso de mi habitación.

Intentó recomponerse sobre el colchón pero le fue difícil moverse.

—No es real, —jadeó—, no, no, no. No es real. Nada de eso pasó.

—Jungkook... —temeroso—, ¿Todo en orden?

El silencio fue demasiado grande para responder un simple—: No.

¿Cómo explicar lo que había vivido? Lastimosamente no había forma sencilla de hacerlo.

Taehyung pensaría que estaba loco si le decía que creyó haber dejado la habitación por
algunos minutos.

—¿Tienes pesadillas de nuevo? —preguntó. Los ojos de Jungkook estaban dilatados.

Taehyung se veía a contraluz. El pelinegro había tomado la decisión de no sucumbir a los


carnales deseos que el muchacho despertaba en él.
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Con todo lo que pasaba en su cabeza, comenzaba a pensar que su cerebro se volvía agua
dentro de su cráneo.

—¿Por qué estabas despierto? —le dijo Jungkook, huyendo a su pregunta cuando logró ser
más consciente de sus actos.

—¿Por qué lo dices?

—Traes anteojos, y estoy seguro de que no los necesitas para dormir.

Taehyung se los quitó con lentitud y los colocó en la mesa de noche.


—Te has vuelto muy observador —comentó—, y también evasivo a mis preguntas.

—Tú también ignoras mis preguntas.

Taehyung se quedó callado; internamente, no quería hablar con él sobre sus avances, era
como dejarlo ir lentamente.

—Tengo tarea, aún estoy en la escuela, ¿Recuerdas? Aún necesito pasar este año —mintió—.
¿Y tú, qué soñabas?

—No puedo decírtelo, es asqueroso.

—¿A qué te refieres?

—Un recuerdo nuevo. O algo así...

—¿Nuevo?

—Sí... y no sé porqué, no sé de dónde viene o porqué de pronto apareció. No he hecho nada,


no cambié absolutamente nada.

Taehyung se mordió el labio. Decía la verdad, no había nada en su agenda destructora de


realidades, pero la única explicación racional era que algo parecía ser diferente por su culpa.

—Quizá sí pero simplemente no lo sabías qué pasaría.

—Explícate.
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—Algo cambió, te lo he explicado muchas veces, algo que tú ni siquiera sabías que sucedió
antes. Solo que ahora no formabas parte de ello y detonó en tu cabeza un recuerdo en
cadena. Ya sabes, acción y reacción

—No-o lo entiendo.

—Si un cuerpo actúa sobre otro, este reacciona contra otra fuerza pero en sentido contrario.

La realidad era confusa, y si los eventos no se cumplían como debían, aquello que se
desencadenaba era algo total y completamente opuesto.

La segunda línea de tiempo se balanceaba frágil. El destino que no se cumplió le quemó a


Jungkook el pecho cuando en su libre albedrío decidió no sucumbir ante sus impulsos
carnales.

Después de que atrapara la pelota debía haber dormido en el pecho de su contraparte; pero
se negó, inconscientemente, pues no sabía lo que estuvo escrito alguna vez. Eran partes de
la historia que desconocía y a las que a su vez, ahora pertenecía.

La silueta de Taehyung en la oscuridad le seducía y le llenaba de un sentimiento parecido a


la impotencia. Cuando su torso y leve camisa le encendían; pero su yo verdadero le decía que
estaba mal verlo de esa manera, mezclando consigo una nueva tangente.

Desapareciendo por completo una parte de la historia, creando: la noche que nunca pasó. Y
otra, que jamás debió suceder.

—Si no es parte de mi historia, entonces nisiquiera debería afectarme.

—No lo sé... es casi como si hubieses robado el secreto de alguien más.

—¿Alguien más?

—Por ejemplo... uhm, cuando evitamos el beso sabías dónde y qué pasaría, el cambio hizo
desaparecer un recuerdo en ti. Pero este... ni siquiera lo conocías en el futuro —intentaba
explicarlo lo mejor que podía.

—Detesto que esto pase. Taehyung, yo...


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—Supongo que dejará de pasar hasta que la historia vuelva a tomar su curso. O hasta que...—
tragó saliva— hasta que no exista nada más que cambiar.

—Ya no quiero que esto siga pasando —musitó con la voz quebradiza—. Cada vez que algo
cambia, me siento como una mierda. Parece que no he logrado mejorar nada, mi futuro cada
vez se ve peor. Y yo ya no... —tragó saliva— ya no quiero sentirme así.

Taehyung se bajó de la cama, quedando a su lado en el colchón que estaba en el piso. Le


acarició el cabello con lentitud, deslizando sus manos por sus espesas hebras oscuras,
sintiendo sin miedo las pequeñas cargas de estática que se desprendían del otro.

—Está bien... ven aquí —le dijo— atrayéndole hacia él para que Jungkook colocara la cabeza
sobre sus piernas. —Dime, ¿Qué viste ahora?

—Algo que no quería —comenzó a llorar leve, aún así evasivo.

—Solo fue un sueño, Jungkook. Las cosas que ves...

—Son recuerdos —respondió secó—. Lo siento adentro. Necesito cambiarlos pero ya no


quiero... ya no...

Se sentía vulnerable. Estaba lejos de saber que la noche que nunca pasó desapareció junto
con una serie de cosas que fueron importantes para su madre y por consiguiente,
repercutiendo en él mismo.

Lo único que Jungkook era capaz de entender era lo mucho que su subconsciente sacaba a
relucir sus deseos por dejar de sentir. Él realmente deseaba desaparecer, ¿No es así?

—Tengo un ángel que me cuida... me acompaña cuando es de noche y cuando es de día... —


Su llanto se hizo menos fuerte cuando la voz de Taehyung se coló con el frío de la noche.
Tersa y profunda, con un tono grave cuando comenzó a cantar. —Me protege del mundo y
me llena de su luz...

—¿Qué haces? —le preguntó, viéndole ligeramente confundido.

—Es una canción de cuna, te ayudará a dormir.

—No tengo cinco años, Taehyung.


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—No. Pero me parece que sigues siendo tan inocente como un niño.

—¿Estás diciendo que soy un niño llorón entonces?

Taehyung no le respondió. Soltó una pequeña risa y continuó con la canción, esa que solían
cantar para él cuando era pequeño.

—Dame la mano, antes de que me pierda en la brisa. Hazme volar... y guardaré por siempre
en mi rostro una sonrisa...

Se quedó en silencio un momento, en el que el perfil de Jungkook se vio más pequeño para
él. Pasó una mano por su mejilla húmeda viéndole con ternura.

Los sucesos aleatorios eran más importantes de lo que pensaban, y Jungkook, quién nunca
entendió lo que era el cariño genuino sucumbió ante su cambiante destino y el suave toque
de las manos tibias a del castaño.

Alucinando antes de que el cambio fuese real; y quedándose dormido con el pensamiento de
que, a lo mejor, había encontrado a su propio ángel de la guarda.

Porque estaba tres décadas en el pasado, y aún así, sentía que podía pertenecerle a esas
manos.

...

10:30 A.M.
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Ambos despertaron con un terrible dolor de cuello producto de pasar la noche dormidos en
el colchón del suelo en una mala posición.

Era de mañana; después de apurar a Jungkook para que saliera de la ducha y de encontrar
algo de ropa limpia entre el montón de prendas que compartían finalmente habían logrado
bajar al primer piso de la casa.

Sí, se habían despertado "temprano" en un sábado, cosa que en realidad nunca pasaba.
Pero bien, era importante continuar con su proyecto para enviar a Jungkook de vuelta a su
realidad.

Taehyung había pensado en experimentar a escala, y por ello los había ofrecido como
voluntarios para limpiar la piscina de la escuela debido a que durante el otoño e invierno
permanecía cerrada al estar al aire libre y por las bajas temperaturas que pronto llegarían.

Por eso y porque el club de natación se estaba extinguiendo, pero los detalles no eran
importantes, se trataba de un espacio abierto, sin supervisión y que a nadie le interesa
solamente para ellos.

Así que sí, todo era viable para comenzar a construir. Aún les faltaban algunos componentes
pero los conseguirían en poco tiempo cuando el día del concierto llegara, y bueno, cuando
encontraran la forma de entrar en el.

Después de desayunar, se dirigieron a la cochera en donde colocaron dentro de la vieja


carretilla de Taehyung su caja de herramientas, algunos tubos, una viejas láminas de metal y
cables que habían pasado años allí dentro, además del viejo aparato soldador de su padre.

En el mismo lugar, se encontraba el mayor de los hermanos Kim viéndolos curioso, mientras
ellos reunían chatarra en su carrito, él tenía puesta una camiseta blanca sin mangas, tenía
las manos llenas de aceite y su cabello sujetado con una banda mientras intentaba preparar
el auto.

—¿A dónde creen que van con todo eso? —preguntó.

—Necesitamos dinero, venderemos esto al reciclaje de chatarra —le dijo Taehyung con total
naturalidad. Ya se había acostumbrado a mentirle, y era tan inteligente que comenzaba a
asustarle la velocidad con la que inventaba una excusa.
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—¿No tenían que ir a la escuela?

Intervino ahora Jungkook.—Nos queda de camino.

—Sí, así que si no te importa, ya nos vamos.

Seokjin les vio no muy convencido, pero finalmente dejó de prestarles atención.

—Traten de volver temprano, ¿Está bien? —dijo con una ceja alzada.

—No prometo nada —dijo Taehyung y empujando su carrito, salió del garaje seguido de
Jungkook.

Avanzaron por la acera; su carga era bastante pesada y el hecho de que se detuvieran un par
de veces a recoger madera que encontraban solo incrementaba su peso.

Jungkook soltó un suspiro pensando en voz alta cuando fue su turno de empujar.
—Es una pena que el auto no funcione, podríamos habernos ahorrado toda esta caminata.

—Da igual, de todas formas es peligroso usarlo.

—¿Por qué lo dices?

—Oh, no lo sé, quizá porque los frenos no le funcionan bien o porque huimos de un
laboratorio secreto del gobierno en el, y que pudo haber sido fichado y estar siendo buscado
justo ahora.

—No tienes que ser sarcástico conmigo, me hieres —le dijo colocándose una mano en el
pecho.

—No estaba siendo sarcástico, en realidad ambas cosas son ciertas. Aunque es una fortuna
que no sirva, así reducimos el riesgo de que sea usado.

—Entonces espero que Seokjin no logre repararlo.

—No hay que preocuparse por eso. El auto no funcionará.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? —le preguntó Jungkook.

Taehyung alzó ambas cejas antes de sonreír malévolamente.


—Porque le quité eso —dijo señalando dentro de la carretilla una pieza metálica.
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Y Jungkook, quién realmente no era fanático de los autos frunció el ceño.


—¿Y eso qué es?

—Es un pistón... —ya que la cara de confusión del pelinegro no cambió, siguió hablando—,
debería estar dentro de uno de los cilindros de motor. Así que tardará un par de días en
encontrarlo.

—No creo que eso sea suficiente para evitar que lo repare.

—Sin un pistón el cilindro no hará compresión, y el motor no tendrá suficiente fuerza para
arrancar.

—No intentes explicarme sobre autos. No es mi fuerte, y no creí que fuera el tuyo.

—Cuando llegamos a este país mi padre comenzó trabajando como mecánico. Así que sé
bastante sobre autos, también sé algo de herrería y carpintería. Lo normal

Jungkook le vio sorprendido. Era el prospecto de hombre multitareas y ni siquiera parecía


darse cuenta.

—¿Lo normal?

—Sí. ¿Nunca aprendiste alguna de esas cosas?

—No, yo tomé el curso de crochet en la escuela, e hice un mantel bordado.

—Tu imagen de chico rudo es cada vez más inexistente para mí —dijo con gracia. —Pero es
genial, al menos no terminarás quemando la casa como yo el día que intenté arreglar la caja
de fusibles de la cochera.

—Eso suena a algo que tú harías. Espera —reflexionó sobre la información—, ¿Eso significa
que Seokjin también sabe mecánica, cierto?

Taehyung rio negando con la cabeza. —Sí pero por si acaso encuentra la falla... también le
quité la batería, y si eso no funciona, siempre podemos pincharle los neumáticos.

—Tú me das miedo.

—Estoy siendo lo más normal que puedo.


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El sol era leve, y aunque era de mañana el frío que había comenzado fluir era notorio cuando
el vaho se escapaba de ellos.

La escuela estaba vacía, por lo que no les tomó mucho tiempo atravesar el estacionamiento
y el campo de béisbol para finalmente llegar a la piscina.

Se quedaron de pie frente a la reja con candado que les impedía el paso.
Taehyung rebuscó en sus bolsillos una llave y se dispuso a abrirlo.

—A veces pienso que esta escuela se toma muchas libertades.

—¿Cómo cuáles?

Jungkook le observó mientras el otro quitaba los candados.

—Apareciste en la oficina de la secretaria, dijiste una mentira y te dieron una llave. Así de
fácil —le dijo incrédulo.

—En realidad la engañé para que me la prestara y le saqué una copia.

—Bueno, eso tiene más sentido viniendo de ti.

El área de natación estaba casi abandonada; no era un secreto para nadie que los fondos de
la escuela, entre los programas académicos de intercambio y el equipo de béisbol no
dejaban mucho presupuesto para apoyar al resto de clubes que tenían como propuesta.

Tanto que ni siquiera le daban mantenimiento a la piscina y de no ser porque uno que otro
estudiante todavía se interesaba en el arte, el auditorio estaría igual de descuidado.

Entraron empujando el carrito lleno de chatarra y lo dejaron a un lado.


Taehyung tenía la intención de llenar la piscina, pero las hojas secas de los árboles estaban
por todo el lugar.

Además, antes de comenzar con su experimento debía hacer la armazón de su bobina y


pararrayos.

Puso ambas manos en su cintura y suspiró profundamente viendo a su alrededor. No era


mucho, pero también era todo lo que tenía para comenzar.
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Tomó uno de sus empíricos planos y lo extendió en el suelo para revisar; pero el sonido de
las ruedas sobre el asfalto exterior llamaron la atención de ambos.

Agustus se acercaba a velocidad sobre su patineta, estaba usando pantalones cortos anchos
y la gorra hacia atrás, también con su mochila en la espalda.

Se detuvo al llegar a la entrada, entonces levantó su patineta y se la colocó bajo el brazo.

—¡Viniste! —dijo Taehyung, animado al verlo.

—Dijiste que era importante. Ten —se quitó la mochila—, aquí está lo que me pediste.

—Genial, yo traje el compresor de pintura que tomé del almacén de herramientas el otro día.

Jungkook les observó curioso. Él no sabía que Yoongi los ayudaría ese día, es decir, era
genial pero le resultaba extraño lo fácil que parecían haberse conectado.

Ahora que él había debutado como la súper estrella del equipo, pasaba demasiado tiempo
con Seokjin y el resto del equipo, tanto como Taehyung y Agustus juntos. ¿Se sentía
desplazado? Quizá un poco.

—Bien —intervino en su plática—, ¿Qué se supone que vamos a hacer?

Taehyung le sonrió ajeno a sus pensamientos estúpidos.


—Necesito soldar varias láminas de metal en la punta de estos parales —dijo señalando a los
tubos metálicos que rodeaban la piscina, estos tenían luces y unas pequeñas banderas.

—¿Y cómo hacemos eso?

—Oh, para eso es el soplete —agregó Agustus—. Ese es mi trabajo, lo estuve ayudando a
dibujar los planos, así voy a hacer las uniones de metal mientras él hace el cableado, aunque
en realidad no tengo suficientes metros de alambre para comenzar.

No entendía porqué se sentía molesto, el chico era tan inteligente como Kim además de
hábil y en el fondo parecía que no podía seguirles el paso intelectualmente.

—Okey... , ¿Y yo?—Quizá era su imaginación y narcisismo jugando con él, pero lo que le dijo el
castaño definitivamente logró matarlo.

—Encargate de limpiar la piscina —dijo Taehyung viendo a contraluz sus diseños.


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Alzó las cejas ofendido. Si ellos eran el cerebro eso hacía de Jungkook ¿La fuerza? La fuerza
bruta, de hecho.

Asintió con desdén y se alejó para tomar un balde y una escoba de entre las cosas de su
carreta.

El sol de mediodía comenzó a resplandecer sobre su hombros; él barría las hojas desde el
interior de la piscina mientras las guardaba en una bolsa plástica además de dejar caer un
poco de agua en las baldosas para quitar la mugre y les veía medir los tubos en el exterior.

Sus actitudes eran volátiles; y aunque quería ser racional... también quería atención.

Taehyung levantaba la cabeza constantemente para verlo, y él, al estar consciente de eso,
mojó un poco sus manos y las pasó por su cabello.

El castaño le veía de soslayo, atento a sus movimientos mientras sujetaba un trozo de metal
para unirlo a la reja.
Jungkook estiró sus brazos y cuando supo que era observado se levantó la camisa hasta
quitársela.

Estaba sudando, así que utilizó la tela para secarse el rostro y luego la dejó caer en las
baldosas. Después continuó limpiando con tranquilidad, silbando y mofándose un poco al
sentir la mirada sobre su espalda.

Taehyung le observaba con disimulo y él sonreía malicioso mientras se mordía la lengua al


verlo entrar en conflicto por querer acercarse.

Había descubierto que el pequeño Kim heterosexual del pasado tenía una extraña fijación
por la espalda de los hombres, y en especial por la suya así que dejarla al descubierto y
flexionar sus omóplatos le resultaba bastante positivo cuando quería obtener algo de él.

—Taehyung... el cable, estás moviendo demasiado el cable. Kim, ¡Oye, Kim. Los ojos al
frente!

El castaño regresó su vista al chico cuando lo llamó interrumpiendo su atención hacia


Jungkook que se secaba el abdomen mientras agitaba la cabeza.

—¿Qué te sucede?
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—Idiota, harás que me queme la mano.

Taehyung reaccionó al ver que por su culpa la unión estaba quedando torcida.
Agitó la cabeza.

—Lo siento.

Yoongi se levantó y se restregó los ojos.


—Descuida, de todas formas no puedo continuar, necesito más electrodos.

Taehyung asintió buscando una solución, él tenía exactamente el equipo, y estaba tan
distraído que nisiquiera lo había traído con ellos.

—Tengo muchos en casa. ¿Podrías ir por ellos?

—¿Ir a tu casa? No, ni loco.

—No seas negativo. Tú tienes la patineta, volverás pronto, y a mí aún me falta cerrar el
circuito con estaño.

Yoongi bufó. —Está bien.

—La puerta del garaje está abierta, solo entra y búscalos en alguna de las repisas.

Jungkook se había jactado mentalmente y acercado a ellos por lo que ahora escuchaba su
conversación, pensando que quizás podía quedarse a solas con el castaño mucho más
tiempo del estimado.

El pelinegro mayor tomó su gorra y su patineta del suelo y comenzó a caminar a la salida.
Jeon lo alcanzó para decirle lo primero que se le ocurrió.

—Min, ¿Podrías traer los destornilladores amarillos de cruz también? Los olvidé en la
mañana, y creo que van a necesitarlos.

—Claro —le dijo lanzando su patineta al asfalto y poniendo sobre ella un pie antes de
subirse—. Volveré pronto —terminó y se alejó.

«No lo creo», pensó.

Cuando se vieron solos de nuevo; Taehyung se paró detrás de él y le lanzó su camisa.


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—Sé lo que haces, imbécil —le regañó mientras regresaba hacia sus labores.

Jungkook soltó una risa burlona, atrapando la tela.


—¿De qué hablas?

—Ponte la camisa y deja de distraerme.

—No lo hice a propósito.

—Sí, claro. No pienses que soy estúpido, mejor ven aquí y ayúdame con esto.

Jungkook caminó hacia él feliz de retomar su papel de ayudante volviendo a vestirse.

—Deberíamos recalcar el hecho de que admites que te encanta verme.

—Soy alguien observador, ¿Qué tiene de raro?

—No contestaré a tu pregunta porque no va a gustarte la respuesta.

Jungkook se mofaba constantemente de la aversión por sus impulsos, incluso cuando él


mismo estaba luchando por las cosas que sus recuerdos le hacían sentir.

—Lo dice el chico que decidió que quiere dormir solo ahora. Y que se aleja de mí sin razón.

—Uuh... esto se volvió personal. Actúas como mi esposo.

—No me molestes —le dijo apuntándole con el soplete.

Jeon alzó ambas manos. —Okey, okey. No seas gruñón, cariño.

—Cállate, sé que no eres honesto conmigo.

—Lo soy... ¿Qué quieres saber?

—Tus recuerdos nuevos. Has estado muy misterioso con ellos.

—Estoy caliente, deprimido y ahora tengo un trauma. ¿Algo más?

Jungkook se rascó el cuello cuando Taehyung le ignoró para enrollar en cinta aislante un
trozo de cable.

Soltó aire pesadamente cuando decidió ceder tan solo un poco.


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Dio un paso al frente y llevó su mano al mentón del chico dándole un leve toque haciendo
que le viera al sentir la piel debajo de su labio inferior.

—Es malo, ¿Está bien? —le dijo serio.

—Jungkook... —su repentina seriedad le asustó, tanto como sus ojos enfocados en él y su
toque suave.

—Si me dejo llevar terminarás igual que yo. Y tú no te mereces eso, ¿Lo entiendes?

—Deberías ser más condescendiente.

—No. Y lo peor es que estoy empezando a entender que soy mucho más peligroso para ti de
lo que creía.

—Estás exagerando...

—Lo único que quiero es que nada te haga daño.

Taehyung realmente quería comprender todo lo que le decía pero era imposible cuando no
conocía ni las mitad de las cosas que el pelinegro sentía y además, sabía.

Jungkook le quitó un mechón de cabello de la frente, justo después, y en medio de la


confusión del muchacho, le dio un pequeño beso en ese mismo lugar antes de sonreírle
extrañamente.

No. Kim definitivamente no entendía sus cambios de actitud, y aunque sabía que era
información importante que debía archivar en sus hipótesis, optó por sonrojarse y
acomodarse los anteojos apenado.

—Deberíamos continuar, ¿Te parece? —dijo, refiriéndose a su máquina en proceso.

Jungkook asintió con una sonrisa y le acompañó para seguir avanzando.

...

A un par de calles de la escuela, Agustus Min había regresado a su vecindario para buscar los
electrodos de soldadura que le hacían falta.
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Hizo una breve parada en su propia casa para tomar algunas otras cosas y luego avanzó a la
casa de los Kim atento a su misión.

La puerta trasera del garaje estaba abierta, justo como Taehyung dijo, así que entró con
facilidad y en pocos minutos se vio a sí mismo buscando entre las repisas.

Arrugó el ceño cuando su zapato tocó algo pegajoso en el suelo. Bajó la vista y se encontró
con aceite de motor derramado y herramientas tiradas por todos lados.

Le restó importancia y continuó buscando.


Después de un rato, finalmente encontró lo que Taehyung le había pedido en uno de los
cajones de abajo en un pequeño mueble en la esquina, los tomó y guardó feliz en su mochila.

Bien, había logrado uno de sus objetivos; pero aún le hacían falta los destornilladores que sin
importar dónde los buscase no parecían por ningún lado. Incluso había encontrado unos
guantes para calor que creyó podían servirles pero no encontraba esos putos
destornilladores de mierda.

Obviamente porque no existían y Jungkook los había inventando de forma muy patética;
pero el mayor obviamente no sabía eso, así que siguió buscando por todo el lugar.

Mucho tiempo después alcanzó a ver una caja metálica vieja debajo de la estantería. Era el
único lugar que le faltaba por revisar, así que se agachó para alcanzarlo.

Estaba muy lejos, y su mano no llegaba hasta ella incluso cuando estaba en el suelo sin ver a
la persona que apareció desde la otra puerta.

Seokjin regresó al garaje mientras se limpiaba las manos con una toalla luego de lavarlas.
Ese auto estaba peor de lo que pensaba, ya había cambiado el aceite e intentado arreglar el
motor, pero irremediablemente le hacía falta demasiado trabajo.

Estaba sudando y bastante estresado como para tomar con calma al intruso rebuscando
entre sus cosas.

—¿¡Quién eres!? —vociferó violentamente.

Yoongi levantó la cabeza de repente, golpeándose en el acto con una de las repisas.
—Auch... —musitó poniéndose de pie.
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—¿Min? —Su tono de voz se relajó al reconocerlo. —¿Qué haces en mi casa? —dijo desafiante
mientras se recargaba de brazos cruzados en el marco de la puerta.

Gimió de dolor y llevó una mano a su frente para frotarse.


—Hola a ti también, cretino.

—Buenos Tardes, Min—le saludo con una mirada burlona al verlo lastimarse—, ¿Qué haces
en mi casa? —repitió.

—Los chicos olvidaron un par de herramientas aquí, así que vine por ellas.

—¿Herramientas? —dijo extrañado—. Ellos sacaron muchas cosas de aquí en la mañana.

—Sí, metal y cosas para el calor —alzó los guantes frente a él para que los viera.

—Si ya los tienes puedes irte.

—No, Jungkook dijo que olvidó un juego de destornilladores, pero no los encuentro por
ninguna parte.

—Eso es bastante específico... —lo observó de arriba a abajo—, y lamento decepcionarte


pero no creo que estén aquí.

—¿Por qué estás tan seguro?

—Taehyung siempre lleva sus herramientas de bolsillo en su mochila. Ya sabes,


destornillador, tornillos, cinta, pinzas... cosas así.

—Creo que se han equivocado.

—O solo querían deshacerse de ti.

Yoongi abrió los ojos al entenderlo. Jungkook había estado bastante extraño con él los
últimos días. Y él, quién era un experto en sentir el hedor de los celos lo entendió.

—Hijo de... —masculló pensando en Jungkook—. Bien, gracias de todas formas —dijo y se
dispuso a marcharse solo con los guantes en mano.

—Espera —le llamó Seokjin.

—¿Sí?
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—Llévate algo de la cocina para que puedan merendar.

Yoongi parpadeó incrédulo. —¿Qué haga qué cosa?

—Esos dos idiotas ni siquiera se preocupan por sí mismos. Así que si no te molesta... podrías
llevar algo para que almuercen, supongo que tienen mucho trabajo hoy.

Agustus asintió conmovido hacia la puerta que daba paso a la cocina.

—Vaya, parece que a veces puedes ser un buen hermano mayor. O humano...

—¿Podrías dejar de juzgarme por cinco minutos, por favor?

—Y ahora usas las palabras mágicas. ¡Vaya! Me parece todo un avance.

Abrió la nevera mientras buscaba un poco de jamón y queso, además de un par de tomates.

—Últimamente no me ha funcionado tan bien ser demasiado rudo.

Seokjin le alcanzó de la repisa más alta de la alacena el pan en rodajas y luego se sentó a un
lado del desayunador mientras le veía hacer un par de emparedados.

También le indicó que tomara un cuchillo del interior del gabinete.

Min soltó una carcajada. —¿Y es que eso alguna vez te ha funcionado?

—Debería hacerlo...

—Anímate, las cosas se dan mejor cuando las dejas fluir. Y al menos, la última hora, has sido
un sujeto bastante agradable.

Seokjin en realidad no podía hablar de sus cosas con nadie, su hermano nunca le escuchaba
y sus amigos del equipo tenían una nuez por cerebro, además de que haberse vanagloriado
como mujeriego por años frente a ellos y la imagen que había estado manteniendo tampoco
le eran de mucha ayuda.

Sabía que era patético lo que estaba a punto de hacer pero de todas formas lo hizo.

—¿Puedo pedirte un consejo? —dijo haciendo que Yoongi le viera asustado. ¿Qué le había
sucedido que le hacía ser tan dócil?

—Su-upongo que sí.


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Tragó saliva, él no era bueno con sentimientos y esas cosas; pero sabía que su antiguo amigo
sí.

—¿Cómo logro que alguien me perdone?

El otro le vio serio eligiendo con cuidado sus palabras. —Eso depende mucho de la persona a
la que hayas lastimado.

—¿En qué sentido?

—Puede que sin importar la magnitud de tu error la persona decida perdonarte. Grande o
pequeño, también influye lo que hagas para conseguir ese perdón.

—¿Cómo qué?

—Sé sincero —la garganta le quemó, él intentaba no levantar mucho la vista concentrándose
en llenar de mostaza el pan en sus manos—, discúlpate y espera lo mejor.

—Yo fui un idiota con Sunhee, y en serio quiero que me perdone. No quiero que nuestra
pelea se vuelva más grande de lo que es.

—Allí está tu primer error. Lo ves como algo sin importancia cuando puede que ella no lo vea
así.

Seokjin asintió prestando atención a sus palabras.

—¿Crees que debería ir a buscarla? —le preguntó mientras le ayudaba a empacar los
sándwiches en servilletas y plástico.

Yoongi suspiró agitando la cabeza cuando finalmente levantó su mirada.


—Creo que deberías hacerlo. Admitir que cometiste un error siempre es la mejor forma de
demostrar cuánto quieres a alguien.

El mayor sonrió; se sentía más tranquilo ahora.


—Tienes razón —dijo poniéndose de pie— iré a buscarla.

—Solo intenta no ser demasiado intenso, se nota demasiado que es la primera vez que
alguien te interesa en serio.
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Pasó una mano por su cuello apenado.


—¿Es así de evidente?

—Acabas de pedirme un consejo a mí... A mí y tú me odias.

—Oh vamos, no es para tanto —dijo riendo genuinamente. Yoongi se sorprendió, hacía
mucho tiempo que no lo escuchaba reír a su lado.

El mayor se agachó para buscar entre los compartimientos de abajo en la alacena. Del
interior de estos, sacó una pequeña canasta que guardaba en ella un mantel y la colocó
sobre la mesa.

—¡Oye! —dijo Min al reconocerla—. ¡Esa canasta es mía!

—¿En serio? Wow, no sabía. Apareció entre las cosas del ático un día y mamá decidió
quedársela.

—¿Cómo terminó aquí?

—No lo sé, supongo que debiste prestarmela y yo lo olvidé o alguna tontería así. Llévatela,
mamá estará muy apenada si se entera que se adueñó de tu canasta.

El pelinegro asintió con desdén mientras terminaba de guardar sus alimentos en ella sin
entender por qué se sentía tan molesto de pronto. Seokjin ni siquiera lo recordaba.

—Genial... —masculló con pesadez—. Creo que será mejor que me vaya, los chicos deben
estar esperándome.

—Sí, sí. Te acompaño a la salida.

Ambos salieron de la cocina, y avanzaron por la sala hasta la puerta principal.

«La chica es un ángel» pensó. «Logró convertir al idiota en alguien casi decente.»

Y luego recapacitó en quién era el castaño en realidad, así que cuando la puerta se abrió, se
volteó para encararlo.

—Seokjin, una cosa más —le llamó y luego le dijo con rudeza—. Si solo buscas jugar con ella
ni siquiera te atrevas a buscarla. Sunhee no se merece algo como eso, no merece que seas
hipócrita.
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Pero sus cuestionamientos parecieron afectarle.


—No estoy siendo hipócrita. Yo realmente quiero disculparme, quiero su perdón.

—Bien... —suspiró— aunque creo que ella no aguantaría tanto tiempo el rencor como tú la
culpa.

Seokjin volteó a ver hacia el lado contrario. —¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Cuánto tiempo más puedes soportar tu rencor hacia mí? —dijo crudo. Porque él estaba
tan consciente de quién era el menor, así como el otro de él.

Yoongi negó con la cabeza mientras reía.


—Es a ti a quien le encanta joderme la existencia. ¿No debería ser al revés? Sé directo,
¿Quieres?

—¿Tú me perdonaste? —soltó sin tapujos. Seco, y duro.

El semblante de Min cambió.


—¿Alguna vez te disculpaste conmigo? —le preguntó sabiendo que nunca lo intentó, y que
nisiquiera se preocupó por hacerlo.

—Yo...

—Allí tienes tu respuesta.

Finalmente dio un paso hacia atrás en la entrada para salir de la casa.

—No quise que terminara así, se me salió de las manos.

—¿Se te salió de las manos? ¡Tú no hiciste nada! ¡Absolutamente nada! Te quedaste viendo
como el animal que eres mientras usabas a tu hermano como excusa.

—¡No fue mi culpa! No quería que le sucediera algo malo a él. Y tú ibas a arrastrarlo hacia
tus...

—Esto no tiene sentido. Eres tan estúpido e irracional que sigues pensando que yo... —se
detuvo, esas cosas no eran buenas y él lo sabía, contuvo su respiración, calmándose—,
¿Sabes qué? No tiene sentido explicarle eso a alguien como tú.
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El pelinegro se dio la vuelta y salió abriéndose paso por el jardín aplastando un par de rosas
de la entrada.

—¡Solo quiero llevar las cosas en paz! —le dijo Seokjin desde la puerta.

Yoongi se permitió contestarle cuando casi llegaba a la acera, harto de Seokjin, de sus
memorias y de sí mismo.
—Aléjate de mí —le respondió antes de marcharse finalmente.

Por mucho que quisiera, creer en la falsa bondad del castaño, no podía. Porque sabía que en
el fondo, lo único que le interesaba era él mismo.

Cuando la historia retoma su curso, las tangentes deben obedecer al orden lógico de la
realidad. Y seguir avanzando hasta chocar una y otra vez.

...

—Se ve bastante prometedor —dijo Taehyung.

—Yo solo espero que el director no te obligue a quitarlo —comentó Jungkook viendo la unión
eléctrica alrededor del perímetro de la área de natación.

—Me debe un favor, así que no creo.

—¿Qué clase de favor? —Alzó ambas cejas de forma sugerente, pero olvidó que Taehyung...
era Taehyung.

—Le arreglé su declaración de impuestos, no es gran cosa.

—No sé por qué todavía me sorprende que todos tus amigos sean personas mayores.

—Tengo amigos de mi edad.

—Tienes exactamente dos amigos casi de tu edad, de los cuales Yoongi es mayor y yo vengo
del futuro, así que...

—Son detalles.

—Bien... mejor sigamos hablando del hecho de que debimos construir esto en casa.

—No podía construirla en el jardín de mi casa, necesitaba la piscina.


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—¿Tu máquina del tiempo?

—Mi máquina del tiempo. Aunque aún me falta mucho estudio para construir un capacitor de
flujos.

—¿Dónde he escuchado eso antes? —dijo, intentando recordar por qué le resultaba tan
familiar todo eso.

—No lo sé. ¿Una película? ¿Un libro?

Jungkook se quedó quieto intentando recordar, cuando una alegre tonada del año dos mil y
tantos apreció frente a él.

—¡Como canción! Oh, por dios. —Emocionado por su repentino descubrimiento—. Si esto
realmente funciona será como vivir en una de mis canciones favoritas.

Taehyung sonrió sin entender de qué rayos hablaba. —¿Qué canción?

—"Year 3000", de los primeros álbumes de los Jonas Brothers. Ya sabes, "...He told me he
built a time machine. Like one in a film I've seen, yeah..." Bandas de chicos, máquinas del
tiempo y castañas, es casi lo mismo. O bueno, creo que la canción original es de otra banda;
pero son detalles.

—Te recuerdo que no entiendo tus referencias del futuro.

—Ni de bandas de chicos, o Pop en general.

—¡Lo haces de nuevo!

—"Oops, I did it again..."

—¿Qué diablos, Jeon?

Jungkook se burló arrugando la nariz.


—Referencia a Britney Spears.

—Si no vas a explicarme entonces cállate.

—¿Qué quieres saber?

—Todo. Esas bandas, y las cosas raras que mencionas.


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—Oh, vamos. No te molestes conmigo, déjame ilustrarte, te pondré en contexto—aclaró su


garganta—:las bandas de chicos están por todas las décadas. "The backstreet Boys", por
ejemplo, aparecen a finales de los noventa, y luego NSYNC. Ya sabes, son grupos de chicos
que cantan y bailan.

—¿Y qué tienen de especial?

—No lo sé. Son guapos —dijo con gracia—, luego a inicios de los dos mil aparecen las bandas
de punk rock, con toda esta onda rockera que viene desde los ochenta pero ahora más
alternativa pero explicar eso sería irme hacia un lado mucho más extenso con My chemical
romance o como All Time low, bandas con un estilo propio, mucho más estético en donde sí
eran músicos. Y bueno, al mezclar a una banda de chicos guapos comerciales con
instrumentos aparecieron los Jonas brothers, la banda de la que estaba hablándote.

—Okey... Esa fue demasiada teoría para mí.

—No eres el único chico listo por aquí.

—¿Y qué pasó con ellos?

—Vivieron el sueño y decidieron retirarse por algún tiempo. Luego surgió otra banda de
chicos, acá One direction, a partir del 2010. Y bueno, aquí estamos superando su separación.

—¿La separación de los Jonas brothers o de one direction?

—Ambas.

Taehyung parpadeó confundido. ¿Jungkook acaba de hacerle una cronología de cosas que
pasarían y de las que probablemente no debía de hablar? Sí. ¿Le había entendido? No. ¿Le
encantaba oírlo hablar? Definitivamente.

—Tendrás que anotarme todo eso porque me perdí después de la segunda banda.

—Te lo explicaré con más calma luego. Aunque creo que estoy considerando ir a Reino Unido
solamente para asegurarme de que nazca Harry Styles.

—¿Y él es hermano de los Jonas?

—No, él es de One direction.


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—¿No eran lo mismo?

—¡No, Jesús, no! ¿Cómo te atreves?

—¡Son muchos nombres!

—Mi Harry Styles es como tu Mick Jagger joven.

—Él era lindo.

—Te encantaría, lo sé.

—No tanto como David Bowie.

—¿Estás diciendo en voz alta que tienes un platónico con él?

Taehyung suspiró mientras negaba. No tenía sentido mentirle a Jungkook.


—Es mejor que guardes silencio, me distraes —le dijo intentando cambiar de tema.

—Oh, sí, claro. Sigue con tus cosas científicas. Ignorame, tarado.

Taehyung se burló de él con una gran sonrisa y luego le dio la espalda para seguir
atornillando la placa de metal al paral del alumbrado alrededor de la piscina.

—Pásame el destornillador —le dijo.

—Ten, idiota.

Jungkook entrecerró los ojos. El tonto, tonto Taehyung era muchísimo más adolescente de
lo que le gustaba demostrar.

Le pasó el destornillador que había solicitado y luego alzó la vista hacia la reja de la entrada
en donde la silueta de Agustus regresó acompañado de una canasta y más cajas.

—¡Min! Creí que no regresarías —le dijo Taehyung al verlo.

—Sí, ¿Por qué tardaste tanto? —preguntó Jungkook.

—Hice una parada para traer el almuerzo... —Vio a Jungkook molesto. Había tenido que
regresar a su propia casa para lavarse el rostro —. No sé ustedes, pero yo estoy muriendo del
hambre.
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—También yo —secundó Jungkook—. ¿Necesitas ayuda con eso? —Se acercó para tomar la
canasta cuando el chico asintió.

Entonces el pelinegro se movió hacia el exterior de las baldosas, y comenzó rebuscar en el


interior de la canasta del chico en donde encontró una pequeña manta que posteriormente
extendió en el piso.

La tarde había comenzado a caer y pronto llegaría la noche. El cielo era un reloj inexacto de
un tiempo inexistente.

Por otro lado, Yoongi caminó hacía Taehyung para entregarle los electrodos y los guantes
para ayudarlo a soldar las piezas que le faltaban.

Habían logrado avanzar muchísimo, y aunque aún les faltaban piezas, Taehyung comenzaba
a pensar que realmente tenían una oportunidad de lograr algo importante.

Los tres terminaron sentados a orillas de la piscina vacía mientras el cielo se tornaba oscuro.

Cada uno con un sándwich en la mano mientras veían con orgullo el progreso del día. A
Jungkook en realidad le hacía mucho más feliz el hecho de que Yoongi haya intentado
rellenar su emparedado con tomate y mostaza, que en sí el avance del proyecto, también le
hacía sentirse culpable por haber intentado deshacerse de él antes.

Se sentía feliz, nunca había tenido amigos que se preocupasen por él o que le diesen
importancia a lo que decía. La soledad era buena, pero se había comenzado a acostumbrar a
la compañía de los muchachos.

Ni siquiera estaba prestando atención, y lo hizo hasta que la conversación de los chicos le
hizo reaccionar.

O más bien, era la vibra que transmitían.


Agustus Min era su amigo ahora, pero por alguna razón, no podía dejar de pensar en lo
mucho que parecía enfocarse más en Taehyung que en él.

El castaño le hablaba sobre su experimento mientras le enseñaba las notas de su libreta y


reían. Su cercanía le llenó de un sentimiento que podría llamar celos, pero que en realidad
no estaba seguro de qué era.
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—Como sea, aún necesito metros de cableado y el imán.

—Cierto. Deberíamos pensar en cómo conseguir las entradas del concierto. Es en un par de
días, ¿No?

—Sí.

Jungkook aclaró la garganta interviniendo después de haber pasado un largo callado. —No
tenemos dinero para eso ¿No podemos simplemente colarnos y ya?

Agustus volteó a ver a Jungkook con extrañeza. —Por supuesto que no —le dijo haciendo
denotar que era una mala idea.

—Bueno... De hecho, ese es el plan —declaró Taehyung. —Literalmente iremos a robar, Min.
Hazte a la idea de que somos delincuentes.

—Ni siquiera entiendo al cien por ciento esto de la máquina del tiempo pero supongo que si
es necesario...

—Sobre eso... —dijo Taehyung levantándose del suelo.

Los dos muchachos se vieron confundidos entre ellos por su repentina reacción al verlo
caminar alrededor de piscina conectando los cables entre los parales.

El cielo se había terminado de teñir de negro y era el momento preciso para comenzar a
probar su trabajo.

—¿Qué crees que haces? —dijo Jungkook al verlo.

—Quiero enseñarles algo. Es tiempo de saber si desperdicié mi día o qué tan equivocado
estoy.

—¿No es un poco pronto?

—Es solo la base, ya verás.

—No te fatigues —comentó Agustus—, acabas de comenzar a construir. Está bien si no


funciona.

—¿Qué insinúan? —preguntó.


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Taehyung tenía dos cables en las manos, unidos a las iluminación exterior de la piscina.
Luego bajó dentro de ella para dejar la batería del auto en el centro.

—Que eres un lunático —dijo Jungkook sin dejar de verlo.

—Lo que él dijo —agregó el otro pelinegro cuando lo vio salir de la piscina vacía y alejarse lo
suficiente hasta llegar de regreso al paral principal.

—Déjenme decirles algo: nunca subestimen la inteligencia de los demás.

—¿Cuál es tu punto?

Taehyung soltó una risa traviesa que asustó a Jeon por un segundo antes de hacer que las
luces chispearan.

El castaño conectó dos cables y la iluminación entera del lugar se apagó concentrándose en
los cuatro parales alrededor de la piscina.

—Lunatico es sinónimo de genio, querido.

Un pequeño rayo de electricidad rebotó en el centro de la caja hacia sus cuatro lados
uniéndose así en un círculo eléctrico cuya intensidad era manejable y cuyo voltaje no era
mortal.

El pelinegro se levantó del suelo para seguirlo.

—Me encanta cuando actúas como desquiciado —le dijo Jungkook cuando la luz reflejada en
sus anteojos y su sonrisa se burlaron de su incredulidad.

—Lo sé.

El lugar y el momento exacto. La inteligencia de Taehyung lograban hacer que de él brotara


demasiada admiración; pero más que eso, la luz que emanaba del chico le cautivaba en
todos los sentidos.

Le hacía pensar que haber caído dentro del lago en realidad no era tan malo como pensaba.

—Podríamos lograrlo... realmente podríamos... —musitó el pelinegro pasando una mano por
su espalda.
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—Te dije que te llevaría de regreso a casa, y voy a cumplirlo.

Jungkook tragó pesadamente. Un pequeño—: Gracias — se convirtió en lo único que fue


capaz de esbozar cuando de alguna forma cayó en cuenta de que comenzaba a amar el
lugar.

Comenzaba a sentirse vivo allí.

Taehyung le sonrió orgulloso y desconectó los dos cables que tenía en su poder. Entonces
intentó enrollarlos alrededor de la cerca para ocultarlos.

—Chicos —le llamó Yoongi—, creo que es hora de marcharnos —dijo para luego comenzar a
levantar la basura del piso.

—Terminen de limpiar aquí —pidió Taehyung tomando el soplete que había conseguido—,
yo iré a devolver esto al armario de mantenimiento.

—Iré contigo —dijo Jeon dando un paso al frente.

—No te preocupes, ya vuelvo. —Entonces les dio la espalda y salió del área de la piscina.

Cuando se quedaron solos, Yoongi fue el primero en hablar.

—¿Qué sucede contigo hoy?

—¿Perdón?

—Has estado bastante callado desde que llegué.

—No es nada.

—¿Querías un tarde a solas con él y me enviaste de regreso a su casa para sacarme de la


escena? Sí, yo también lo creo.

—¿Qué? ¡No! ¿Por qué crees eso? —culpable.

—Porque Seokjin me dijo que su casa no tienen ningún estúpido destornillador de cruz
amarillo, y ya que perdí muchísimo buscándolo, me parece que merezco una disculpa.

—Lo siento... solo estoy siendo un idiota.


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—Se nota, odias a la gente celosa y actúas como un niño solo por mí. Relájate, hombre, solo
soy yo. No soy un peligro para él.

—¿Piensas que quiero protegerlo? ¿No estás molesto conmigo?

—Es eso o que eres un posesivo de mierda. En fin, no te preocupes, entiendo lo que ambos
sienten.

—¿Cómo... me siento?

—Estar solo no es fácil pero estar en multitud... es mucho peor.

—Él y tú son bastante unidos ahora, ¿Cierto?

—Es irónico porque yo siempre he...

Jungkook siguió hablando sin darle chance a terminar—Es extraño cuando no estoy en el
medio.

—Supongo que sí, me gusta estar con ustedes. Aún si tengo que ser el tercero de su romance
clandestino.

—¿A dónde intentas llegar?

—No entiendo lo que sucede entre ustedes, pero si no estás consciente de lo que estás
causando en él eres un verdadero idiota. Así que no tienes que sentir celos por mí.

—¿Quién dijo que estoy celoso?

—Tú y tu actitud de perro alfa.

Molesto. —¿Cuál es tu problema? ¿Estás obsesionado con Taehyung o algo así?

—¿Qué? ¡No! ¿Acaso no me escuchas? Es solo que... —negó con la cabeza. No tenía sentido
hablar de eso— como sea, olvídalo.

¿El pelinegro siquiera le había escuchado? No. Yoongi retrocedió y comenzó a caminar hacia
la salida.

—Lo siento. No quise ser grosero, espera.


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—No importa. En realidad no iba a regresar, entendí que querían su espacio pero yo...
necesitaba hablar contigo sobre algo. Y pensé que tal vez tú podrías ayudarme.

—¿Qué sucede?

Había comenzado a cuestionarse un par de cosas desde hacía semanas; esa tarde en el
garaje le hizo pensar aún más y aunque necesitaba sacarlo no podía, nunca podría.

—Quizá después, es tarde y yo tuve un día difícil.

—Agustus...

—Estamos bien, ¿Sí? —sonrió cansado—. Te veré el lunes.

Hizo un gesto rápido con las manos antes de guardarlas en los bolsillos de su chaqueta
mientras se llevaba consigo su canasta y caminaba hacia la salida.

Jungkook permaneció callado y confundido vio su silueta alejarse hasta que no pudo verlo
más.

Minutos después regresó Taehyung en busca de sus cosas para marcharse.

—¿Nos vamos? —le dijo al encontrarlo viendo hacia la salida.

—Sí... supongo que sí.

—¿Y Min?

—Se adelantó, lo esperan para cenar.

—Oh, está bien. De todas formas a nosotros también.

Juntos caminaron fuera del perímetro de la piscina; Taehyung cerró la puerta de la reja y
colocó el candado antes de avanzar.

Ambos regresaron a través del estacionamiento empujando su carreta ahora vacía hasta
llegar a la calle principal.

Jungkook suspiró cansado. Él odiaba muchas de las actitudes que tomaba, y simplemente
no entendía cómo era que sus impulsos eran capaces de hacerle reflejarle la verdad, al
egoísta y egocéntrico Jeon Jungkook.
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Cuando llegaron a casa entraron por la parte trasera y guardaron sus utensilios de nuevo en
sus respectivos lugares.

Cenaron e incluso pasaron un par de horas hablando en la mesa con los señores Kim y
Seokjin en la cena. El padre contando su día de trabajo y el chico culpándoles de que el auto
finalmente hubiese colapsado.

Había risas, y amena compañía pero Jungkook simplemente no estaba allí. Estaba lejos de
saberlo, pero la poca energía que habían logrado producir le había dañado tan solo un poco.

Él se levantó de la mesa antes que los demás y terminó sentado en el balcón de la habitación
del castaño en completo silencio.

Su mente ni siquiera era negra, tampoco brillaba; era gris, se había sumido en un completo
gris.

—Kook... —dijo Taehyung cuando lo alcanzó en la habitación, ya cuando la noche estaba en


su cúspide—. ¿Todo bien?

Al no obtener respuesta, se acercó con lentitud y se sentó junto a él en la ventana.

—No lo sé.

—¿Los recuerdos de nuevo?

—No, están lejos cuando estoy consiente.

—Entonces no busques atormentarte, es tarde, ven a dormir.

—No puedo, no quiero volver a ellos. Y si vuelvo a soñar lo haré.

—Me parece que has estado perdido todo el día...

—A veces siento que estoy en automático.

—Es la ansiedad, es algo imposible de evitar. Lo sabes.

—Sí, pero...

—¿Pero...?
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—¿Alguna vez te has sentido como si todo lo que haces es un error? —Soltó sin saber si
sonaba tan mal en voz alta como en su cabeza—. Como si, fueras incapaz de actuar con
lógica.

—Tengo la sensación de que me has preguntado esto antes.

—Suena estúpido... lo siento.

El castaño le vio con desdén. La forma tan compleja de la situación de Jungkook no era lo
que le fascinaba de él, no, el hecho de que viniera del futuro no le asombraba tanto como su
cercanía.
Porque Taehyung, quién nunca pudo ser cercano a nadie, se sentía abrumado ante tantas
emociones ajenas.

Jungkook se mordía el labio inferior cuando algo le inquietaba, sus cejas caían mostrando un
perfecto ceño fruncido contrario a sus grandes ojos oscuros abiertos con temor.

La noche, y discusión con su amigo habían sido suficientes para descompensar su poca
estabilidad emocional.

Además de que le tenía miedo a volver a cerrar los ojos.

—¿Qué fue lo que viste?

—Nada.

—Oh, vamos... ¿Mentiras ahora?

—No se trata de lo que vi, sino de lo que sentí. —Suspiró—. Algo está muy jodido dentro de mi
cabeza.

—No es solo un recuerdo, ¿Cierto?

—Son miles. Casi ninguno es claro y los pocos que lo son, se vuelven tan reales que logran
que quiera vomitar.

—Tienes que entenderlos antes de lograr dominarlos. Uno a uno.


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Jungkook bajó la cabeza. No entendía de dónde brotaba tanta vulnerabilidad.


Peor aún porque le hacía cuestionarse, si alguna vez tuvo un sueño bueno, o quizá alguna
clase de aspiración. Porque su realidad cada vez lucía peor y más desolada en sus visiones.

Le hacía preguntarse:—¿Quién soy en realidad?

Taehyung sonrió; se acomodó sus anteojos ladeando la cabeza.


—Eso es algo que solo tú puedes responder.

—¿Realmente lo crees?

—Claro, después de todo... todos necesitamos encontrar un significado para nuestras vidas.

—¿Tú tienes uno?

Taehyung se quedó en silencio. ¿Su vida tenía algún propósito? Y cuando no pudo
responderse, algo le gritó que nunca había tenido un propósito que le apasionara tanto
como hasta que Jungkook apareció.

—No —le dijo— también soy un fracasado sin futuro.

Jungkook sonrió cuando el chico llegó a la misma conclusión que él.

—Escucha, esto va a hacerme sonar como un completo tonto pero me gusta que estés tan
jodido como yo.

—Es una forma muy extraña de decir que te gusto.

—Eso es malo, ¿Cierto? —dijo bajando la cabeza, apenado.

Taehyung al notarlo colocó su mano sobre el hombro. —¿Por qué tendría que serlo? —le dijo.

—¿No vas a darme un sermón extraño para que deje de ser raro?

—No debería.

—¿Ah, no? ¿Por qué?

Exhaló con fuerza y apretó los ojos. No tenía ni idea de dónde había sacado la motivación
para decirle: —No lo sé, porque tú también me gustas, supongo.
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—¿De una forma amistosa o de una forma pecadora? —bromeó alzando las cejas, a lo que
recibió un pequeño golpe en la frente—. ¡Auch! —se quejó—. ¿Qué dije de malo?

—No me presiones, Jeon —dijo. Escucharlo animarse le había regresado la tranquilidad


aunque sea por unos instantes.

—Decir que te gusto no es muy heterosexual de tu parte. ¿Cómo vas con ese segmento de tu
investigación?

Taehyung se ahogó con su propia saliva.


—¿Mi investigación...? —entonces abrió los ojos molesto recordando un par de enunciados
que escribió semanas atrás—. ¿¡Volviste a leer mi libreta, idiota!?

—¡Lo siento! Tenía curiosidad... se la prestaste a Agustus y no a mí. Sé que estuvo mal, lo
lamento.

El castaño masajeó con sus dedos pulgar e índice el puente de su nariz. Algunas veces era tan
maduro y otra solo un niño pequeño.

—Está bien —dijo suspirando—, pero la próxima vez que lo hagas dormirás afuera.

—Eres cruel, algo está fallando aquí arriba. —Jungkook le dio dos pequeños toques a la
frente del muchacho.

—Cállate, estamos intentando arreglar tu cabeza, no la mía.

—Oh, no. Eso no tiene arreglo, a este paso terminaré por darme un tiro.

—¿Por qué siempre piensas en cosas así? Es decir, creo que todos tenemos pensamientos
como esos pero tú lo llevas a otro nivel.

Jungkook alzó una ceja curioso, ese "todos" incluía a Kim, y en realidad no se lo esperaba.

—No lo sé... es solo que por mucho tiempo pensé en la muerte como una solución a mis
problemas y ahora... solamente se ve más claro —dijo avanzando lento con sus palabras.

—Se llaman pensamientos intrusivos y son un reflejo de lo que pasa en nuestra cabeza. La
realidad apesta; pero muchas de las cosas que pasan aquí —dio dos toques a la sien del
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muchacho con suavidad devolviéndole el gesto— no son reales. Incluso la mitad de tus
memorias no son reales aún.

—Esos pensamientos de mierda me hacen pensar que desperdicié un día importante para ti
hoy con mis problemas. Temo que, estés desperdiciando tu vida por intentar ayudarme.

Kim rio sin conocer el trasfondo de sus palabras.


—Oh, vamos. Me divertí mucho contigo hoy.

—Sí, claro. Tú hiciste cosas científicas mientras me hacías limpiar la piscina sin camisa.

—Yo te pedí que limpiaras, tú, te quitaste la ropa, eso ya no es asunto mío.

—¿Pero te gustó, cierto?

—Basta.

Jungkook meditó un par de segundos si era pertinente preguntarle lo que quería saber pero,
si Taehyung se la pasaba indagando en su mente, significaba que era justo que él hiciera lo
mismo, ¿Cierto?

—Taehyung —le llamó serio—, si supieras que morirás, si supieras que no te queda mucho
tiempo... ¿Qué harías?

—Tu pregunta está mal formulada. —Jungkook alzó una ceja—. El conflicto real está en el
"cuándo" lo haré. Sé que moriré, todos lo haremos, es natural.

—Bien, señor sabelotodo. ¿Qué harías si supieras que mañana es tu último día?

El chico se quedó callado. Nunca se había detenido a pensar en algo como eso por tanto
tiempo.
—Si las dimensiones físicas no me limitaran creo que... —negó con la cabeza— saldría a
maldecir y a pintar las calles de colores.

Jungkook dejó escapar una pequeña sonrisa.


—¿Qué cosa?
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—De niño quería ser pintor, mis padres nunca me dejaron pintar dentro de la casa y creo que
con el tiempo lo fui olvidando. Últimamente he pasado tanto tiempo con ustedes que
comencé a recordar lo mucho que amaba ser así.

—¿Ser cómo?

—Creativo, supongo. Así que sí, eso, llenaría cada rincón del maldito Condado Mariposa con
pintura de colores.

—Eso es hermoso. Dime más —le dijo, entregándole su total y completa atención.
La mente de Jungkook estaba desesperada por desaparecer; mientras que la de Taehyung
gritaba por sentir.

El castaño se llenó de nervios mientras le veía.


—Comería hasta desmayarme, me haría un tatuaje, me afeitaría la cabeza e iría a la casa del
alcalde a gritarle que su administración apesta.

—Un liberal... ¿Eh? Mi pequeño Kim es todo un vándalo en su interior. Espero que te hagas un
mohicano.

—Creo que mejor reconsideraré lo de raparme —se burló.

—Si quieres hacerlo, hazlo. No te juzgaré, al final, soy una persona que ha tenido la cabeza de
todos colores, pero el tinte no me dura más de tres semanas porque mi cabello es tan oscuro
que las raíces vuelven a aparecer.

—¿Cómo rayos es que aún tienes cabello?

—Supongo que puedo borrar "ser calvo", de la lista de cosas que pasarán antes de muera.

Taehyung rio y luego lentamente se quedó en silencio cuando la pregunta le golpeó con más
fuerza. Más allá de su euforia y desenfreno.

—Si fuera mi último día —dijo con voz trémula— correría kilómetros por la carretera hasta
que...

—¿Qué...?

—Hasta ser capaz de dejar de llorar —tragó con fuerza.


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—Taehyung tú... —No pudo continuar, la voz del muchacho le detuvo.

—...Llegaría al borde del acantilado y luego solo —hizo una pausa para contener su aliento—
me dejaría caer en el lago desde lo alto cuando la hora llegara.

—¿Por qué harías algo así? —Incrédulo de sus intenciones. Al parecer, él no era el único que
había fantaseado con desaparecer antes.

—Soy un controlador de primera. Y es mi muerte, tengo derecho a decir sobre ella, ¿o no?

—La idea de controlar al universo es bastante ambigua... y narcisista —se burló cuando sabía
sus palabras estaban llenas de historias escondidas que fue incapaz de preguntar al
entender que era algo en lo que el castaño había pensando mucho tiempo atrás.

Lo que le llevó a reformular sus cuestionamientos. Y si la pregunta no era, ¿Qué terminó con
la vida de Taehyung? Sino ¿Quién?

Entonces se asustó, al encontrar una gran cantidad nombres en esa lista, pero
principalmente el suyo e incluso el del castaño.

—Venga, deja de pensar en tonterías —golpeó su hombro ligeramente—. Somos demasiado


jóvenes para morir.

—Lo somos, ¿Cierto? —le dijo tragándose el nudo que se formó en su garganta—. Pienso que
tal vez... deberíamos empezar a vivir como si...

—¿Como si fuera nuestro último día?

—Como si fuera nuestra última noche.

Taehyung alzó el meñique frente a él y acercó su mano a la del muchacho.

—Promete que no vas a olvidarme.

Tragó en seco. ¿A dónde iba todo esto? Su corazón tembló cuando se percató de que estaba
frente a la única persona con la que se había sentido real en años. Era un humano en busca
de algo a lo que se aferró sin saberlo.

—Lo prometo —le aseguró alzando su propio meñique y se desgarró con fuerza su alma al
leer lo que estaba implícito en sus ojos—. Pero tienes que hacer algo por mí.
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Devoción u obsesión; no lo sabía. Jungkook no tenía palabras para definir lo que sentía
cuando inevitable sonrió a la fuerza ante una promesa de la cual no tenía certeza. Y de unos
ojos, que brillaban viéndolo únicamente a él.

—¿Qué cosa? —preguntó el castaño, iluso, inocente al entrelazar sus meñiques.

Sin entender que el pesar de Jungkook no solo se derivaba del conflicto moral de su pasado;
sino también de la cobardía al callar la verdad y del universo uniendo en sus miradas una
constelación.

—Si alguna vez sientes deseos de saltar hacia el acantilado... debes prometerme que te
quedarás en la orilla.

—No entiendo lo que quieres decir... Jungkook.

—Solo prometelo. Lo entenderás algún día.

Taehyung tragó con fuerza, siendo lo suficientemente inteligente como para saber que
Jungkook estaba escondiéndole algo.

—Lo prometo —declaró con tal seguridad que logró hacer flaquear a Jungkook.

—No lo olvides —le dijo. Y en medio del silencio cortó, pudo escuchar al castaño aclarar su
garganta antes de hacerle otra pregunta.

—¿Qué hay de ti? —cuestionó Taehyung—. ¿Qué quieres hacer antes de morir?

Jungkook sonrió ante su curiosidad; cautivo, estaba preso en él y el nexo que difícilmente
sintió antes. Y aunque en medio de sus recuerdos podía intentar comparar cada sensación
con la de la calidez de la presencia del chico, no había nada que se le pareciera.

Un anhelo de ser ese algo para él.

—Quiero ser especial.

Taehyung dejó escapar una pequeña risa que logró avegorzarlo por un segundo cuando le
dio un ligero empujón.

—Me parece que puedes borrar eso de tu lista.


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—¿Puedo? —Alzó una ceja en dirección al castaño.

—Oye, súper estrella —se burló de él con suave voz—, no tienes ni idea de lo especial que
eres para mí.

Jungkook extendió su brazo para tocar con suavidad el cabello de Kim para luego deslizarla
por su mejilla con miedo.

Era demasiado estúpido para él aferrarse de esa forma a un sentimiento que sabía era
incapaz de prosperar; pero allí, cuando estaba frente a él, ni su futuro ni su pasado eran
relevantes, lo único que le importaba era el presente en el que se encontraba justo en ese
momento.

Un octubre del que comenzaba a enamorarse. Y un otoño, en el que ya no le asustaba más el


cercano invierno.

—Quiero aprender a andar en bicicleta —declaró rompiendo con el silencio que se había
formado.

Taehyung agitó la cabeza confundido, y con temor de que sus palabras hubiesen llegado
demasiado lejos.
—¿Qué?

—Es la siguiente cosa en mi lista —le explicó levantándose del balcón repentinamente.

—Oh, no. Creo que sé a dónde va esto y quiero que sepas que es demasiado tarde para... —
Jungkook había comenzado a vestirse, y para callarlo, le lanzó un pantalón a la cabeza. —
¿No te importa, cierto?

—No. Así que levántate, y sígueme.

—Yo y mi gran boca —dijo más para sí mismo cuando cayó en cuenta de que una sola palabra
era capaz de hacer que Jungkook tuviera ideas extrañas. Pero allí estaba él, levantándose
para seguirlo.

Taehyung chasqueó con la lengua mientras se ponía de pie y buscaba su anteojos en el buró
junto a su cama. Se los colocó, mientras intentaba ponerse sus tennis a los que nisiquiera les
había desatado las cintas en primer lugar.
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—Toma tu mochila, y no hagas ruido —dijo Jungkook, tirando del brazo del chico para que le
siguiera al caminar.

—¿A dónde vamos? —preguntó, cuando con sus cosas en mano avanzaron por el pasillo.

—Hace mucho que no salimos por la noche. —Jungkook caminó hacia el garaje y rodó la
bicicleta de Taehyung hacia la puerta.

—Sí, lo sé. Hace mucho que no me obligas a fugarme de mi casa en medio de la noche —le
reprochó.

—Estamos en una aventura nocturna, cállate.

—Eso suena al nombre de una revista para adultos —susurró mientras ambos salían por la
puerta trasera procurando quitar el pestillo para no quedarse afuera.

—¿Por qué demonios piensas eso tú?

—No lo sé, supongo que paso demasiado tiempo contigo.

—Oh, señor. He creado un monstruo.

Se escabulleron por el jardín hasta llegar a la acera, Jungkook caminaba rápidamente


jalando al chico para hacerlo caminar a su ritmo mientras ninguno de los dos subía a la
bicicleta.

—No me molestes.

—Te he corrompido.

—No lo suficiente, aún no entiendo tu afán por salir de casa por la noche.

—Ni yo, pero es un viejo hábito aparentemente. Cuando no puedo dormir, necesito aire
fresco.

—¿Solías hacer esto antes?

—Eso creo. Además, tuve un par de ideas y no puedo sacarlas de mi cabeza. Tampoco tengo
mucho tiempo para postergarlas.
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Avanzaron un par de casas. Taehyung vio con curiosidad a Jeon cuando se inclinó frente a la
casa de los Min para levantar una piedra y más aún cuando la lanzó hacia la casa.

—¿¡Qué rayos crees que haces!? —le dijo cuando tomó otra y volvió a lanzarla esta vez
golpeando en la ventana.

—Si existieran los mensajes de texto o el internet no tendría que hacer esto. Créeme.

Lanzó una piedra más, luego la ventana se abrió y de ella emergió un ente adormitado
además de visiblemente molesto.

—Buenas noches, Señora. ¿Yoongi está en casa? —dijo, burlándose al ver a su amigo desde el
balcón con una liga deportiva en la frente para sujetar su cabello y una pijama reluciente
roja.

—Por un demonio, Jungkook. ¿Sabes qué hora es? ¿Qué quieren?

—¡Vine a pedirte perdón!

—Maldición, ¿Y no podías esperar a que amaneciera?

Taehyung les vio intrigado; no sabía de qué se había perdido entre esos dos, pero le
encantaba la escena de un Jungkook arrodillado en la grama y de Agustus maldiciendo
desde su habitación.

—¡En realidad no!

—Te dije que estamos bien. —Sincero, nunca había sido capaz de ser rencoroso —. Ya lo
olvidé, ahora, váyanse y déjenme dormir.

—¡Espera!

—¿¡Ahora que!?

—Necesitamos pintura, y supuse que tú tendrías así que...

—Es casi medianoche, ¿Para qué la necesitan?

—¿Tienes pintura o no? —le dijo desafiante.

Yoongi le mostró el dedo de en medio desde lo alto y luego se alejó de la ventana.


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—¿Tú crees que se haya enojado? —le preguntó Taehyung a Jungkook, aún sin entender bien
porqué estaban allí a esa hora. Y el motivo por el que le había hecho sacar su bicicleta si
nisiquiera se acercaba a ella.

—No lo sé, hay que esperar —dijo encogiéndose de hombros.

La luz de la habitación se encendió y pasados unos minutos en los que los dos chicos
esperaron a la expectativa, la puerta principal se abrió revelando a su amigo molesto y con
una bolsa de plástico negro en la mano.

Ambos se acercaron a la entrada, siendo capaces de visualizar con claridad a Min ahora con
su bata y pantuflas combinando con su pijama de cuerpo entero.

—No voy a preguntar para que la quieren, así que tomenla y lárguense de aquí —dijo
extendiendo una bolsa frente a ellos.

Jungkook la tomó sin poder borrar la sonrisa burlona de su rostro. Sus ánimos habían vuelto.
—No quiero ser indiscreto pero, ¿Qué demonios llevas puesto? — Abrió la mochila y comenzó
a guardar las latas que le habían entregado—Se ve muy suave... y fresca por abajo...

—Se llama seda y estoy seguro que tu piel no sería capaz de apreciarla.

—No pero creo que también quiero un camisón de esos —admitió Taehyung en voz alta
riendo.

—¡No es un camisón!

—Como sea, lamentamos haber interrumpido tu sueño reparador —dijo Jungkook.

—Sí, sí como no. Fuera de aquí, par de idiotas, déjenme dormir —les dijo antes de despedirse
con la mano y cerrar la puerta en sus caras.

—Vaya, parece que alguien tiene el sueño pesado.

—Lo sé. Sea como sea, recuérdame pedirle que nos haga unas pijamas como esas.

—Lo tendré presente.

Ambos caminaron por la acera, alejándose de la casa.


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—¿Para qué necesitamos la pintura? —preguntó el castaño.

Jungkook sonrió complacido al notar que lo que Min le había entregado eran latas de
aerosol, sacó una de la mochila y la agitó diciendo:

—¿Acaso no es obvio? Vamos a pintar la ciudad.

—¿Qué hay de la bicicleta? ¿Realmente quieres aprender?

—¡Lo haré! ...Algún día. Pero por ahora no planeo recorrer este maldito pueblo corriendo, así
que conduce, llévanos al centro.

—Eres un idiota —se burló sabiendo demasiado bien que Jungkook le tenía mucho miedo a
caerse como para intentarlo. Y que sus excusas eran tontas.

—Lo sé —le confirmó con una gran y tierna sonrisa, de esas que le hacían enseñar sus dientes
de más.

Entonces, Taehyung subió a su confiable vehículo, y el pelinegro se situó de pie sobre los
tubos de la rueda trasera, sosteniéndose con ambas manos de los hombros de Kim.

El aire era frío; la fresca brisa de la noche golpeaba en sus rostros con fuerza llenándoles de
ansias y de energía mientras se movían cuesta abajo hasta llegar a la carretera que les
llevaba de camino al centro. Habían aprendido a aprovechar cada minuto del día y de las
noches que el universo decidió permitirles estar juntos.

Se detuvieron cuando la zona residencial se acabó, justo en frente de la alcaldía.

Jungkook buscó en el interior de la mochila dos latas, destapó la primera y presionándola,


hizo una línea de color verde por sobre una pobre pared de ladrillos detrás de él, mientras
reía. Comenzó a dibujar una pequeña flor en ella seguida de líneas a su alrededor.

—¿Qué esperas? —le dijo a Taehyung extendiendo hacia él la segunda lata para que la
tomara—. Este es tu deseo.

Taehyung parpadeó incrédulo. ¿Realmente le había dado importancia a su conversación?


Había sido algo muy estúpido, pero allí estaba, intentando hacerlo realidad.
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Debió prestar atención a la culpabilidad del chico; pero ante sus ojos llenos de ilusión fue
incapaz de racionar los verdaderos motivos.

Jungkook solo quería enseñarle la vida de una forma que valiera la pena recordar. Una que
sabía no tendría, y estaba seguro se merecía más que cualquier persona en el mundo.
Incluso más que él mismo.

O quizás, simplemente había comenzado a adorar hacerlo feliz porque aceptaba que su
sonrisa le llenaba de la paz que por mucho tiempo buscó.

No lo sabía, aún así tomó una lata y sonrió cuando la tapa cayó al suelo, luego comenzó a
llenar de espirales azules la pared sin importarle que sus garabatos no tenían ningún
sentido.

Alzó la ceja cuando Jungkook se alejó ligeramente de él, le vio subir rápidamente el graderío
de la entrada y comenzar a pintar sobre los escalones.

—"Tyler estuvo aquí" —leyó en voz alta el castaño a lo que Jeon se burló de él por la forma
en la que sus ojos se entrecerraron.

—¡Lo siento! ¡Tenía que hacerlo! —se excusó mientras seguía garabateando por encima de
las estatuillas blancas y las paredes de alrededor.

—Ja, ja, ja. Muy gracioso. Se supone que debíamos escribir algo más profundo que eso.

—Hazlo —le motivó asintiendo con la cabeza.

Taehyung lo meditó por un par de segundos y finalmente se animó a subir el graderío para
pararse frente a la puerta de la alcaldía.

Tomó el aerosol rojo de la mochila; entonces manchó con esmero en la blanca pared
principal justo en la entrada escribiendo lo primero que vino a su mente seguido de una gran
"x" en la puerta.

—¿Qué te parece? —le preguntó a Jungkook cuando pareció haber terminando.

—"Ningún futuro es real" —leyó ahora Jungkook—. Me gusta, pero no lo entiendo, ¿Por qué?
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—Pienso que si alguna vez el futuro luce mal puedo recordar que existen miles de
posibilidades de cambiar mi destino.

El pelinegro se alejó de él suspirando y pasó una mano por su propio rostro, pensando en
que la sopa de cerebro que tenía dentro de él se volvía menos pesada cuando la tranquilidad
de estar a salvo le llenaba.

El tiempo es una ilusión del humano. Es la continuidad de la vida y los pocos instantes en los
que somos conscientes de los años que han pasado.

—Entonces creo que tu frase está incompleta. —Jungkook agitó otra lata y se acercó para
escribir más abajo y en color negro tardando un poco más de tiempo para escribir el resto.

"Ningún futuro es real; si elijo quedarme en el presente".

Taehyung estuvo a punto de leer la frase completa cuando una luz se encendió directamente
hacia ellos seguida de una voz que les interrumpió.

—¡Ustedes dos! ¿¡Qué creen que hacen!?

Ambos se vieron entre sí diciendo un unánime: —Corre. —Antes de salir a gran velocidad en
sentido contrario para huir, dejando la bicicleta tirada en la calle junto con la mochila.

Uno de los vecinos había llamado a la policía después de escuchar sus risas y el estruendo,
así que pasados unos minutos habían aparecido solo para encontrarles a medio graffitar.

—¡Alto, deténganse! —gritó el hombre cuando comenzó a correr detrás de ellos. La patrulla
con el otro agente encendió y les siguió.

—Maldición... —masculló Jungkook mientras intentaban esconderse entre los arbustos de


los comercios cerrados por la hora.

—Oh, dios. Estamos jodidos —le dijo Taehyung detrás del árbol cerca del callejón.

—No, si no descubren que fuimos nosotros. Así que baja la voz, no olvides que esto no es
precisamente legal.

—Cierto, olvidé que a esto de pintar las calles se le conoce como vandalismo. Soy tan tonto,
en serio.
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—Solo cállate, Kim —le regañó.

—¿Qué hacemos?

—Corremos hacia los callejones y luego lo perdemos en bosque. Sígueme, a las tres.

—Bien.

—Una... dos...

—¡Tres! —dijo el policía que les había localizado desde hacía un par de minutos alumbrando
de nuevo con la linterna y colocándole la mano a Jungkook en la espalda.

Ambos apretaron los ojos al verse acorralados. Fueron requisados contra la patrulla con
dureza y luego subieron sin resistirse.

Pero contraria a la mirada preocupada de Jungkook, Taehyung comenzó a reírse


escandalosamente cuando el viejo y gordo policía le empujó la cabeza hacia el interior del
vehículo.

—Están en serios problemas, jovencitos —les dijo el oficial al volante viéndolos por el
retrovisor cuando subieron a la patrulla.

Jungkook volteó a ver a Taehyung en busca de alguna señal de miedo pero no la obtuvo.

—¿Estás bien? —le preguntó.

—Sí —respondió intentando no reír—. Demasiado sorprendido, de hecho, el idiota tenía


razón.

—¿A qué te refieres?

Después de todo, parecía que Seokjin tenía razón al decir que algún día terminarían en la
comisaría.

—No es relevante —dijo—, como sea, parece que también puedo tachar "ser arrestado" de mi
lista de deseos. ¿Cierto?

Jungkook rio. —¿Cómo puedes estar tan tranquilo?

—Supongo que no tengo miedo cuando estoy contigo.


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—¿Y eso es bueno? —La franqueza de sus palabras le inspiraron ternura.

—No necesito saberlo.

Taehyung negó con la cabeza. La vida era más divertida cuando rompía las reglas, pero en
especial, su existencia, era mejor con Jungkook a su lado.

Y todo lo demás, realmente no le importaba.

Cerró los ojos cuando comprendió lo que eso significaba al sentir su pecho acelerar.

Porque hacía demasiado frío y estaba en la parte trasera de una patrulla, porque sus padres
y su hermano iban a matarlo y aún así era incapaz de dejar de sonreír. Porque estaba
cansado por trabajar bajo el sol todo el día y aún así accedió a vagar por la oscuridad de las
calles. Porque esto era una locura y su parte libertina de todas formas quería besar a
Jungkook una y otra vez por ser tan idiota, por hacerle atreverse a hacer estupideces que
nunca pensó era capaz.

Tenía la certeza de que estaba perdido en más de una forma.

Por él.

Mierda.

Kim Taehyung y su latente homosexualidad:

Siempre me he sentido diferente pero ahora no tengo idea de lo que quiero.

Creo que realmente quiero besarlo.Me gustaría saber si él piensa lo mismo... de mí.¿Quién soy?

Capítulo Doce
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por Incompletelyrics

12.

Abrió los ojos repentinamente; el sonido del teléfono martillando sus tímpanos le hizo
sobresaltarse de la cama.

Suspirando, volteó a ver a su lado derecho encontrándolo vacío. La luz del baño de la
habitación estaba encendida por lo que supuso que su esposa estaba allí adentro.

El teléfono continuaba sonando, llevó su atención al aparato y lo tomó con molestia. Es


decir, era más de medianoche, ¿Quién jodidos se atrevía a perturbar sus preciadas horas de
sueño?

Presionó el botón verde y contestó con voz dura.

—¿Sí, diga?

—Buenas noches, ¿Algún padre o encargado de Jeon, Jungkook?

—Sí, sí. —Aclaró la garganta, en realidad no esperaba eso—. Soy su padrastro. ¿Qué sucede?

—Hablo del departamento de Policía de la ciudad de San Francisco para notificarle que su
hijo fue detenido y se encuentra custodiado en la estación central.

—Disculpe, ¿¡Qué!? —Seokjin se levantó exaltado. El sueño había desaparecido por


completo.
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—Se negó a tomar su llamada por derecho; pero al ser menor de edad nos vemos en la
obligación de informarle.

—No lo entiendo, es imposible. ¿Detenido bajo qué cargos?

—Posesión de alcohol y vandalismo.

«Maldición, Jungkook... » pensó.

—Está bien. Muchísimas gracias, iré enseguida. Tenga una buena noche —dijo, y cortó
mientras se levantaba de la cama.

Pasó una mano por su cabello y luego por su rostro. La llamada había logrado quitarle el
sueño de forma bastante eficaz. Tomó unos pantalones de su perchero, y luego una camisa
mientras negaba con la cabeza, molesto.

Sí, estaba demasiado molesto. Es decir, hasta donde él sabía Jungkook debería estar en su
habitación viendo cosas por internet hasta las tres de la mañana. Pero, aparentemente, el
niño había decidido fugarse de la casa, hacer quién sabe qué cosas para terminar en la cárcel
y encima de eso pretendía que nadie se enterara.

Se colocó sus anteojos junto con su chaqueta, y mientras buscaba su chequera (porque
claramente iba a tener que usarla), su esposa salió del baño, sorprendida al verlo ya
completamente vestido.

—Amor, ¿Está todo bien? ¿Qué sucede?


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Estuvo a punto de desatar sus palabras con furia; pero se contuvo. Su esposa había estado
enferma las últimas semanas, lo último que necesitaba era preocuparse por su hijo el futuro
convicto.

—Sí, sí... Bueno, realmente no. Uno de mis socios estrelló su auto en el centro y necesita
ayuda, nada grave.

—¿Estás seguro?

—Por supuesto. No te preocupes, volveré pronto.

—Está bien, te quiero, cuídate —le apoyó despidiéndose de él.

—Intenta descansar. —Seokjin besó su frente y le sonrió al separarse de ella, entonces se dio
la vuelta y caminó hacia la puerta llegando al pasillo.

Soltó aire pesadamente. ¿En qué demonios pensaba el chico? O peor, ¿Qué tan mal padre
era como para no darse cuenta de que se había escapado?

Antes de marcharse hizo una parada en su oficina para tomar la copia de la llave de la
habitación de Jungkook. Y en contra de todos los principios en los que quería creer, abrió la
puerta para encontrarse con la computadora encendida reproduciendo una serie cualquiera,
la ventana abierta y una soga colgada en dirección al poste de luz.

«Esto debe ser el karma.» Se dijo a sí mismo antes de volver a cerrar la puerta con llave para
evitar que Sunhee fuera a buscarlo y devolver la copia a su lugar.
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Entonces salió de la casa y finalmente subió al auto. Condujo sin saber realmente cómo
reaccionar. Él había hecho cosas bastante estúpidas en su juventud, pero eso no le había
llevado a nada, y últimamente, Jungkook estaba más incontrolable que nunca.

Esto de tener un hijo adolescente era más y más difícil cada día.

Apenas habían pasado un par de semanas desde que habían llegado a San Francisco y
Jungkook parecía evadir todas sus palabras. Sabía que no tenía derecho alguno para regañar
al chico, pero maldición, a este paso tendría que ir a visitarlo a la correccional.

«Es idéntico a mí.»

Tal vez lo era, y no lo entendía. Curiosamente irónico pensar que alguien tan opuesto a él
podría ser tan parecido al mismo tiempo. Pero después de todo, él sabía que el camino que
Jungkook estaba siguiendo lo llevaría al mismo lugar que a él.

Nunca esperó que su vida terminara de la forma en la que lo hizo. Las noches en vela
pensando en su amada, y el otoño que vivió a su lado jamás le prepararon para lo que pasó
después.

Las calles parecían inquietas, al igual que su mente. Esa oscuridad en el cielo contrastaba
con las luces de los edificios, y de los semáforos que le hacían detenerse cada dos minutos
mientras sus nudillos se volvían blancos por la presión al volante.

Se estacionó frente a la comisaría, y suspiró con fuerza, no podía evitar sentir que había
vivido esto antes. No podía pasar por alto ese sentimiento en el que su cabeza fallaba. Algo
no cuadraba.
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Bajó del vehículo, y colocó sus manos en sus bolsillos al caminar lento hacia el interior de la
estación. Entró recibiendo un par de miradas curiosas de algunas personas en el lugar. Su
imagen le daba un aire imponente al denotar tal seriedad.

—Buenas noches —dijo al acercarse al lugar de información—, busco a mi hijo, lo detuvieron


hace poco.

La mujer levantó la cabeza y le examinó de arriba abajo alzando una ceja al verlo.

—¿Es usted el encargado del chico Jeon?— Asintió—. Bien, ¿Tiene alguna identificación?

—Acá tiene. —Seokjin abrió su billetera y le mostró su identificación. Ella escribió su nombre
en una papeleta verde, y luego hizo señas a uno de sus compañeros para que se acercara.

Cuando finalmente lo hizo, ella le dijo a Seokjin. —Mi compañero le atenderá. —Le entregó
otra hoja al oficial—. Viene por el chico de los grafitis —le indicó ahora al otro.

—Acompáñeme.

—Gracias. —Le imitó cuando comenzó a moverse, asintiendo. Era incómoda la forma en la
que los oficiales le veían al caminar por el pasillo.

A través de los corredores de la comisaría habían varias salas con grandes vidrios desde
donde se podían ver a muchas personas en sus propios problemas con la ley.

Pudo ver a Jungkook en la carceleta de la comisaría al fondo del lugar. Estaba en pijama y
tenía el cabello mojado.
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—Bien, déjeme ver —dijo el oficial llamando su atención, luego abrió el expediente cuando se
acercaron de las rejas—. Delito menor, su hijo... Jared....

—Jungkook.

Desinteresado. —Sí, Jacob. Manchó las escaleras de la biblioteca, además de vandalizar dos
estatuas en la entrada de la misma. Incendiando botes de basura que rodaron por el césped
frontal, presuntamente intoxicado y en compañía de otro menor.

—Demonios...

—Como sabe, es propiedad del estado así que se ha fijado una fianza de novecientos dólares
por cabeza equivalente a daños. O...

—No necesita decir la otra opción. Tomaremos la fianza.

El tipo pareció jactarse en voz baja.

—Es bastante evidente... —Alzó una ceja y le entregó otra forma, junto a varias hojas que
había firmado minutos antes—. Cancele este formulario y luego regrese para que podamos
terminar el papeleo para dejar ir al chico.

Comenzó a leer las hojas en sus manos. Sentía que estaba cometiendo un error, era como si
hubiese tenido que hacer esto antes. Le dolía tanto la cabeza que sintió marearse de
repente.

Sabía que no debía prestar atención a las conversaciones ajenas, y aún así lo hizo. No pudo
evitarlo al sentir todas las miradas sobre él.
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«—Te lo dije. Me debes cincuenta billetes.

—Lo sé, lo sé. Los idiotas como él nunca reciben su merecido.

—¿Y qué esperabas? Solo basta con ver el reloj del tipo que vino por él. El dinero mueve al
mundo. Papá pagará la fianza y el niño volverá a su lujosa casa de brazos cruzados porque
no obtuvo lo que quería por una vez.

—Puede que sí, y lo peor es que, las personas como ellos, nunca entenderán cómo funciona
el mundo en realidad.»

Dejó de escribir. Había algo de cierto en sus prejuicios, y le hizo pensar que quizá, si alguien
lo hubiera detenido, Seokjin no habría arruinado gran parte de su vida.

Jungkook, su Jungkook. Era un rebelde sin causa, justo como él mismo. Y aunque no los unía
ningún nexo sanguíneo, podía ver en él su pasado.

Como el hijo que nunca tuvo; ¿Es que estaba destinado a ser un mal padre? Bajo cualquier
circunstancia, sentía que era su culpa.

Seokjin volteó a ver hacia el interior de la carceleta, un Jungkook que veía hacia el cielo
despreocupado, sin sentido y un pelirrojo desconocido viendo hacia el suelo abatido.

Regresó al escritorio con la forma ya llena, y dos cheques a nombre del estado.

—Disculpe, el otro chico, ¿Alguien ha venido por él?


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—No, y de hecho no ha cumplido con la fianza, él pasará un par de días aquí.

Inquieto. —Yo pagaré ambas —dijo, entregándole las formas—. Puede encargarse usted del
resto.

El oficial le vio con los ojos entrecerrados.

—Bien, si es lo que desea, intentaré contactar a algún representante del chico, por lo pronto,
enviaré por ambos.

—Quiero pedirle un favor —dijo serio y a sabiendas de que era exactamente el tipo de idiota
con dinero que aparentaba ser.

—¿Disculpe?

Seokjin se acercó y le habló por lo bajo, pero aún con firmeza.

—Le daré efectivo si dejar salir a mi hijo hasta mañana.

—¿Qué cosa?

—Lo que escuchó; así que tómelo o déjelo.

—Señor, eso va en contra de las políticas del departamento y...

—Por favor, no me venga con esa basura. Ambos sabemos que este departamento no tiene
nada más importante que hacer que controlar el tránsito, y que de todas formas son unos
corruptos de mierda.
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El hombre pareció meditarlo mientras le veía de soslayo, casi tan ofendido como intrigado.

—Está bien —se acomodó el cinturón sin darle mucha importancia—, solo márchense a
primera hora en la mañana —dijo, avanzando por el pasillo.

—Disculpe las... molestias —respondió Seokjin cínicamente.

El hombre resopló cansado cuando llegaron frente a la carceleta colocando su tarjeta llave
en el lector para abrirla.

—Sí, sí. Como sea —la puerta se abrió y él la deslizó dando un pequeño paso adelante—. Oye,
Heart —el pelirrojo levantó la cabeza —. Puedes irte.

Jeon alzó la vista consternado cuando su amigo se puso de pie, al hacerlo, lo primero que
observó fue la figura de brazos cruzados de un Seokjin que le veía molesto mientras negaba
con la cabeza.

—¿Realmente puedo irme? —le preguntó el chico al oficial.

—El padre de tu amigo pagó tu fianza, así que largo de aquí —se movió de la puerta para
dejarlo salir—, y deja de dar problemas.

Jungkook suspiró, le esperaba un largo sermón camino a casa. Se levantó de la banca en la


que estaba sentado y se dirigió hacia la salida; pero no esperaba que el oficial cerrase la
puerta de nuevo.
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Confundido, volvió su vista a Seokjin quien simplemente se acomodó lentamente en la


banca de afuera de la carceleta. Sin dejar de verlo, y con expresión dura.

El chico se acercó al espacio mallado en el que podía hablar.

—¿Lo sacaste a él y no a mí? —le cuestionó.

—Ese chico estaba aquí por tu culpa, era mi deber sacarlo.

—¿Qué hay de mí?

—Tú —alzó una ceja— debes cargar con tus propias consecuencias, hijo.

—Oh, no. No me vengas con esa mierda moral —le dijo riéndose de su actitud.

—Bien —se acomodó sus anteojos y sacó su teléfono para ignorarlo —, será a tu manera.

Jungkook se frotó el cuello inquieto. ¿Qué más quería? Sí, la había jodido. Sí, estaba en una
muy mala posición y ahora el imbécil tenía una excusa perfecta para molestarlo.

—¿Qué es lo que esperas de mí? ¿Quieres que me disculpe? ¿Acaso quieres que llore? —No
obtuvo respuesta—. ¡Deja de ignorarme!

Seokjin levantó la vista. —Lo siento, esto del celular es adictivo —le dijo sarcásticamente.

—¿Qué es lo que quieres de mí? —cansado.


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—Quiero que dejes de ser tan arrogante.

—Tienes que ser muy hipócrita para pedirme eso.

—Hay una diferencia muy fina entre la hipocresía y la madurez, Jungkook. Estoy intentando
que la entiendas por las buenas.

—¿Y qué si no?

—"¿Y si no?" —reprochó ofendido. Finalmente se levantó, su paciencia se había acabado—.


¿Crees que la vida se trata de esto? ¿Realmente lo piensas? Jungkook, la vida no es buena
enseñando por las malas. ¿Piensas que vale la pena tirar tu futuro por una estupidez de
estas? Hoy logramos solucionarlo. ¿Qué pasará mañana? Pudiste haberte lastimado o
causar algo mucho peor. Sé que eres más inteligente que esto y que crees que yo solo soy un
viejo ridículo al que le encanta joderte las pelotas pero no es así. ¡Lo peor es que ni siquiera
te importa el daño que podrías causar siendo así de estúpido, maldita sea! Solo acepta que
te equivocaste y enfrenta las consecuencias de tus actos. ¡Por un demonio!

Jungkook se quedó callado; con la boca y los ojos abiertos sin saber cómo reaccionar ante el
enojo del mayor.

—Tienes razón... Lo siento —murmuró apartando su mirada.

Kim le vio por encima de sus anteojos.

—¿Qué dijiste?

Suspiró. —¡Dije que tienes razón!


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—Bien —Seokjin se levantó de la banca y colocó ambas manos dentro de los bolsillos de su
chaqueta—, supongo que eso es suficiente —le dijo antes de darle la espalda.

—¡Oye! —le llamó cuando vio sus intenciones de alejarse —, ¿A dónde vas?

—A casa. Tengo una reunión mañana temprano así que, necesito descansar.

—¿Planeas dejarme aquí?

Seokjin se detuvo para verlo; Jungkook era como él, y sus impulsos iban a marcar su historia
tanto como lo habían hecho con la suya. Lo único que quería, era que el muchacho no
tuviera que esperar a ser un viejo para madurar.

—Lo que no entra por los oídos; entra por los poros, hijo.

—¿Eso qué se supone que significa?

Seokjin negó con la cabeza cuando una sonrisa casi burlona escapó inconsciente escapó de
él.

—Que te veré en un par de días, Jungkook —le dijo dándose la vuelta y caminando por el
pasillo antes de dejarle completamente solo en la celda.

Salió de la estación de policía; regresó a su auto y se quedó sentado en el asiento del piloto
cuando comenzó a sentirse mareado.
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Observó su reflejo por el retrovisor mientras los recuerdos le llenaban de nostalgia y


confusión. Quizá fue el cansancio el que le atacó cuando se abrazó a sí mismo en su asiento
mientras intentaba encontrar entre sus memorias el recuerdo específico; pero no podía.

No supo en qué momento se quedó dormido, o si quizá se desmayó. Pero los golpes en su
vidrio le hicieron despertar, había amanecido y Jungkook había salido de la estación.

Jungkook no esperaba encontrar al mayor afuera; pero allí estaba, durmiendo con la boca
abierta mientras lo esperaba.

Seokjin abrió la puerta del auto, y el pelinegro entró lentamente.

—Creí que tenías una reunión temprano —le dijo sin verlo al cerrar la puerta.

—Primero iré a desayunar —encendió el motor pensando en si había hecho lo correcto—,


¿Vienes?

—¿Manzanas y avena? —se animó a pedir con pena.

Kim asintió. —Manzanas y avena.

La misma miseria mental, un abismo sin fondo.


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86 días antes de.

2:27 A.M. Estación central de policía del condado Mariposa, California.

Taehyung estaba sentado en la banquilla dentro de la rústica celda cuando esta se abrió.

—¿Y ahora qué? —dijo viendo a Jungkook regresar de tomar su llamada por derecho. —
¿Conseguiste ayuda?
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El reloj de la pared y las letras sobre la puerta les recordaban la urgencia de solucionar el lío
en el que se habían metido.

Habían pasado casi dos horas desde que llegaron a la estación; no tenían cómo identificarse
y tampoco tenían dinero.

Además de que les habían fotografiado contra su voluntad a ambos en la entrada; sí, la
habían jodido. Otra vez.

—Tenemos que salir de aquí —dijo Jungkook.

—¿Qué hiciste con tu llamada?

—Nada, marqué un número falso.

El castaño se puso de pie exaltado.

—¿¡Qué!? ¿¡Por qué hiciste eso, idiota!?

—Saldremos de aquí por nuestra cuenta.

—¿Se te secó la cabeza o qué?

—No pueden vincularnos, ¿Está bien? Di un nombre falso para las fotografías también. No
tiene cómo comprobarlo, pero van a notarlo y será peor.

—¿Qué?
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Jungkook negó con la cabeza viendo al policía acercarse a la celda para llevarse a Taehyung.

—No, solo niegate a tomar la llamada —dijo viéndole.

—¿Y qué esperas que haga, animal? ¿Planeas quedarte aquí por siempre?

—No podemos. Tenemos que salir sin que nos identifiquen.

—Somos menores de edad, esto no será tan grave.

—Yo soy "extranjero", ¿Recuerdas?

—Maldición, sin pasaporte...

—Exacto. ¡Enfócate, Kim! No tengo ningún maldito pasaporte. Vengo del futuro, obviamente
soy un sujeto desconocido.

—Oh, mierda. Tienes razón, eres ilegal.

—¡Gracias! Tu cerebro volvió a funcionar.

—Como sea, llamaré a mi casa y le diré a mi hermano que venga por nosotros.

Jungkook apretó los ojos inquieto. Sí, ahora recordaba perfectamente la noche que pasó en
prisión, sus recuerdos eran más claros y, eso le hacía molestarse aún más con Seokjin.

El oficial señaló al castaño y Taehyung caminó hacia él dejando a Jungkook solo en la celda.
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Trataba de tranquilizarse; esto no era necesariamente malo. Maldición, a quién quería


engañar, era malo.

Conocía el protocolo, y ellos definitivamente no tenían dinero. Al menos en su realidad tenía


a su madre adulta y a su padrastro imbécil gerente de la compañía. ¿Pero qué tenían justo
ahora? Solo a Taehyung enloqueciendo y a un Seokjin adolescente que no les ayudaría en
nada.

Pensó en fugarse, pero no conocía esa comisaría. Ya había desperdiciado su oportunidad de


llamar, ¿Qué debía hacer ahora?

Su mente se debatía entre tantas posibilidades que le comenzaban a marearlo.

Pasados unos minutos, el sonido de la reja y las llaves volvió a resonar. Él levantó la cabeza y
vio a Taehyung con una mano en el cuello viéndole con pesar.

—¿¡Alguien contestó!? —preguntó cuando le vio acercarse.

Taehyung tragó saliva.

—¿Recuerdas que dijiste que no llamara a Seokjin?

—¿Él contestó? —cuestionó ansioso—. ¿Vendrá por nosotros?

—Pues... —el bullicio del fondo se hizo más fuerte cuando otro oficial apareció por el pasillo
sujetando al castaño mayor pataleando y diciendo cosas sin sentido— algo así.
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Seokjin entró a la celda luego de ser empujado en su interior, seguido de Taehyung quién
entró ahora preocupado.

Fueron encerrados de nuevo.

Jungkook alzó una ceja con los brazos cruzados, incrédulo y más que eso, divirtiéndose con
lo irónico del pasado.

«Vaya, vaya, vaya. Don perfecto está aquí, quién lo diría», pensó mientras estrechaba los
ojos.

—¿Está ebrio? —le preguntó a Taehyung.

—Lo está.

—Joder —Taehyung suspiró con fuerza—, ¿Cómo terminaste aquí? —preguntó a su hermano.

Los dos menores se vieron entre sí, luego al castaño con el rostro rojo y sudando.

—Fui a buscar a Sunhee a su casa... bueno —hipó— la casa de sus tutores. Y pues, al parecer a
ellos no les hizo mucha gracia un tipo cantando en la calle a las dos de la mañana.

—Eres patético —escupió Jungkook. Pero a él no le importaban sus burlas.

—Lo sé —dijo abatido.


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—¿Y ahora qué hacemos? —le dijo Jeon al castaño.

—Sí, Taehyung. ¿Qué hacemos? —cuestionó también el mayor de los tres.

—¿Por qué me ven a mí? No tengo ni idea de cómo sacarnos de aquí.

—Tampoco yo —secundó Jeon pasándose la mano por el cabello antes de sentarse abatido
en la pequeña banca de la celda.

—Piensen, ustedes son los inteligentes.

—Realmente necesito mi celular —masculló Jungkook con pena.

—Piensa en algo que sí exista, genio —le regañó Taehyung.

Jungkook frunció el ceño hacia el mayor que jugaba con los bordes de su chaqueta y se
concentró al máximo para encontrar una solución.

—Seokjin no ha hecho su llamada, ¿Cierto? —le dijo a Taehyung quién volteó a ver al mayor.
Este negó. —Eso es, usaremos su llamada para conseguir ayuda.

—¿Cuál ayuda? ¡Él era nuestro plan de reserva, y está aquí actuando como un bebé!

—¡Oye!

—Cállate, ella no te ama.


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Jungkook apretó los ojos intentando que su cerebro trabajara.

—Yoongi —dijo apresurado—, él dijo que conocía a la gente de la estación, él podría


ayudarnos.

—No estoy seguro si "conocer" a los policías sea algo necesariamente bueno.

—Pero quizá sí. ¿Sabes el número de su casa?

—No pero...

Ambos voltearon su vista a Seokjin cuando no encontraron otra alternativa.

—¿Yo qué? —dijo temeroso ante la mirada siniestra de los siameses.

—No lo niegues, conoces el número —declaró Taehyung—, llama a su casa y dile que venga
por nosotros.

—Yo no voy a hacer eso, prefiero quedarme aquí antes de pedirle ayuda.

—Ay, mierda. Sí sueno como él —dijo Jeon pasándose una mano por el cabello.

—Te lo dije.

—Dejen de decir tonterías. No lo haré. Llamaré a casa, espero que papá conteste.
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Taehyung se aproximó a él velozmente y lo tomó por los cuellos de la camisa cuando


comenzó a agitarlo.

—Escúchame bien, imbécil. Papá tiene el sueño tan pesado que dudo que conteste y tú ya
estás en edad de ser juzgado como adulto, pasarás más tiempo aquí que nosotros. Así que
cuando venga el oficial levantarás tu ebrio trasero, llamarás a casa de Min y le dirás que
venga por nosotros, ¿Entendiste?

Seokjin le vio con molestia soltándose de su agarre.

—Está bien, lo haré —le dijo y se levantó.

Acompañó al oficial por el pasillo hasta el teléfono que estaba en el escritorio de la


recepción.

A tientas, le dio vueltas al disco de los números para marcar el número de los Min. ¿Estaba
tirando su dignidad a la basura? Sí. ¿Estaba así de necesitado? También.

La línea sonó por un par de segundos en los que se llenó de preocupación; pero contrario a
lo que creyó, la línea se abrió.

—¿¡Min!? — Su ansiosa voz era evidente.

Pero no estaba hablando con el menor de esa casa, sino con su cabeza, el padre de Yoongi.

—¿Buenas noches? —cuestionó el hombre.

Aclaró su garganta, no tenía mucho tiempo. —Soy Seokjin, el nieto de Kim Hyun Joong,
amigo de su hijo Agustus —ni siquiera tomaba aire para hablar—, sé que esto es muy
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irrespetuoso de mi parte pero mi hermano y yo, estamos detenidos en la estación de policía,


y no hay nadie en casa. Pensamos que quizás su hijo, o b-bueno, ustedes podrían...

La llamada se cortó.

Seokjin volteó a ver al oficial quien alzó los hombros y le dijo—: se acabó el tiempo, chico.

Resopló resignado pensando,«al menos lo intenté».

Caminó lento de regreso a la carceleta; al volver, vio con desdén a los otros dos. Los dos
menores se levantaron a la expectativa cuando le vieron.

—¿Nos ayudará? —preguntó Taehyung.

—No lo sé... —rezongó frustrado.

—¿Cómo qué no sabes?

—Me cortaron la llamada. Así que...

—Estamos jodidos, ¿cierto?

—Ajá.

El castaño resopló por la nariz, frustrado.


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—Todo es tu culpa, Jin. Si hubieras estado en casa, podríamos salir.

—¿Mía? —ofendido—. ¿Cómo terminaron ustedes aquí en primer lugar?

—Ese no es el punto.

—Uy sí. Al menos yo tengo una razón casi válida, ¿Cuál es su excusa? No me extrañaría que
los hayan arrestado por andar vagabundeando como lo han hecho los últimas semanas.

—¡Lo nuestro es investigación, lo tuyo es un romance pasajero!

Seokjin suspiró.

—Es más que eso, así que cállate, Taehyung.

Jungkook se había mantenido en silencio hasta que la conversación comenzó a interesarle.


Su madre se estaba alejando de Seokjin sin necesidad de que él interviniera, así que no sabía
si su plan estaba saliendo muy bien o muy mal.

—Bueno... —dijo intentando sonar natural— supongo que ustedes terminaron.

—Te equívocas — soltó una estruendosa risa—, la veré cuando salga de aquí. Ella me
perdonó, Jeon, lo hizo. Aún con todo... sé que me quiere.

—Maldición. No entiendo qué es lo que te ve. —«Ahora y en futuro», pensó Jungkook.


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—A muchas personas les gustan los tipos guapos y descerebrados como este imbécil, debe
ser eso —comentó Taehyung cruzado de brazos.

—No tienes que entender a las chicas, Jungkook. Solo tienes que amarlas.

El pelinegro intentó no burlarse de sus palabras ante lo ridículos cliché que eso sonó.

—Se nota demasiado que ustedes dos no saben nada sobre mujeres —les dijo a los hermanos
viéndolos con gracia.

Seokjin alzó una ceja.

—¿Qué podrías saber tú sobre mujeres que nosotros no?

—No es tan complejo como parece, no es ciencia. Es decir, no se necesita ser un genio o un
galán para entender a las chicas. Solo tienes que escuchar, y listo.

—Es lo más tonto que he escuchado.

—Tu problema es que las tratas como si fueran seres extraños. Son humanos, solo debes
prestar atención y todo tendrá sentido.

—Y si me gusta una chica, ¿Cómo consigo su atención? ¿Me quedo escuchando? Por favor,
Jungkook. A las chicas les gusta la acción y la emoción. Quieren fuerza e iniciativa.

—Demasiada "fuerza" e "iniciativa" —hizo comillas con las manos—, son innecesarias.
Necesitas su consentimiento, ¿Sabes? A todos nos gusta sentirnos importantes. Ese es el
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punto.

—Nadie quiere salir con un blando.

—Tampoco con un patán.

—Chicos, chicos, chicos, paren —intervino Taehyung—. Están confundiéndome. ¿Es escuchar
a la fuerza o cómo?

Jungkook se removió curioso. El castaño menor era un genio en muchos aspectos, pero
ninguno social. Su mirada curiosa le indicaba que era genuinamente ignorante en el tema.

—No le hagas caso a Seokjin, es un tarado.

—Mira quién lo dice. —Bufó mientras veía a Jeon, y luego volteó a ver hacia Taehyung—.
¿Quieres saber cómo conquistar a alguien, hermanito?

—¡Sí!

—Primero, ignora a Jeon, se nota que no ha follado en meses.

—Pues...

—Y segundo, sé directo, gracioso y encantador. Tu primera impresión ayuda mucho. Puedes


hacerle cumplidos, siempre debes ser respetuoso, amable y no lo sé, creo que usar colonia te
da un toque extra.

Jungkook ladeó la cabeza confundido de que Kim dijera algo casi decente.
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—Oye... eso no sonó tan mal.

—No soy tan idiota como parece. Además... me resulta prometedor que a Taehyung le
interesen estas cosas.

—¿A qué te refieres? —cuestionó el menor.

—Esas marcas extrañas llevan días en tu cuello. ¿Me dirás quién es?

«Oh, mierda. Se me pasó la mano» pensó Jungkook. «O bueno, la boca.»

—¿Quién es qué?

—La chica con la que sales.

—Yo... —volteó a ver al pelinegro en busca de ayuda— no es nadie. Es solo una amiga.

—¿Amiga? —cuestionó Jungkook con una ceja alzada.

—¿Mejor amiga? —intentó corregir pasándose la mano por la parte de atrás del cuello,
apenado—. Es decir, es una tontería, no hablaré de eso contigo.

—Soy tu hermano mayor, deberías contarme cosas como estas. Es más —sonrió
perversamente—, creo que debería tener "la charla" contigo.

Taehyung negó con la cabeza.


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—No, por favor no empieces con tus tonterías.

—Cuando una abeja y una flor se quieren mucho...

—¡Basta! —gritó antes de que continuara—, sé cómo funciona, no necesitas explicarme nada.

—Aguafiestas —le dijo burlándose de su notable incomodidad—. Solo ten cuidado, ¿Quieres?
La paternidad no te luce.

—No creo que Taehyung sea mal padre, creo tú serías peor —Jungkook rio ante sus palabras.

Asintió repetidamente.

—Oh, sí. Yo sería un terrible padre, créeme que tener un hijo no es algo que quiera, bueno, no
justo ahora.

—Ew, nadie quiere ser padre —le dijo Taehyung pensando en lo difícil que eso era—. Piensa
en todo el dinero que eso significa.

—No lo sé, sería bastante irreal tener a alguien que piense que soy su héroe, ¿No les parece?

—No puede ser que seas un egocéntrico hasta en eso —le dijo Jungkook.

—Tener hijos es un gran —abrió los ojos haciendo énfasis—, gran problema para tu bolsillo
pero... por otro lado, siempre tendrías alguien para entrenar, o para ver tus programas
favoritos de la televisión aunque piense que son tontos. No sé, —se quedó callado, aún
estaba ligeramente ebrio—, quizá... dentro de muchos años no sea tan mala idea.
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—¿Algún día? —murmuró Taehyung viendo al pelinegro, amaba molestarlo al recordarle que
era, técnicamente, su hijo.

—Algún día —afirmó Seokjin.

Jungkook se sintió culpable de alguna forma y se preguntó ¿Qué estaría haciendo su


verdadero padre justo en esos momentos? Él... ¿Pensaría igual sobre su nacimiento?

Su madre nunca habló mucho sobre esos años, y pensó que a lo mejor, no había nada bueno
que contar.

El tintineo de las llaves apareció de nuevo en la escena. Los tres levantaron la vista para ver
ahora a otro oficial abriendo la reja, cruzaron miradas entre sí sin saber qué estaba pasando.

—Sus padres vinieron por ustedes —le dijo—, Alvin y Taehyung, pueden irse.

—¿Quién carajos es Alvin? —cuestionó Seokjin alzando las cejas confundido.

—Yo, mucho gusto—dijo Jungkook intentando disimular.

Taehyung le restó importancia a sus tonterías.

—Espere, ¿Qué hay de mi hermano? —señaló al castaño mientras avanzaba hacia la salida.

—No, él saldrá de aquí mañana por la tarde. No hizo ningún daño a la propiedad pública;
pero de todas formas está ebrio, y sería muy negligente dejarlo salir así.
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Seokjin se dejó caer de regreso en la banquilla y se despidió de ellos con la mano.

—No se preocupen por mí, los veré cuando salga de rehabilitación, tontos —les dijo
burlándose de su propia desgracia.

Ambos le dedicaron una mirada lastimera y caminaron fuera de la celda, luego, la reja de
esta volvió a ser cerrada.

Taehyung y el oficial comenzaron a avanzar; pero la parte vulnerable de Jungkook le hizo


quedarse de pie frente al castaño mayor.

Realmente quería restregarse su libertad en la cara... aún así, no fue capaz cuando entendió
que quizás era un idiota justo ahora, pero algún día, Seokjin tendría razón.

—Vendré a verte en la mañana.

—¡Oye, chico! Ven acá —le gritó el oficial.

Jungkook se despidió de él con la mano.

—¡Te traeré el desayuno! —terminó de decir mientras se alejaba por el corredor.

Seokjin no lo entendió y se quedó en silencio, sin saber que en medio de todos sus errores
futuros, había hecho algo bien.

Cuando los dos menores regresaron a la recepción se encontraron con algo con lo que no
esperaban lidiar.
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Los veían de brazos cruzados, los padres del castaño, el padre de Yoongi y su amigo mismo
mientras parecían querer comérselos vivos.

—Hola... —intentó saludar Taehyung a su madre, pero la mujer lo pescó de la oreja


haciéndole agacharse a su altura.

—Kim Taehyung, ¿Quieres explicarme qué hacías rayando paredes a media noche?

—¡Mamá! ¡Duele!

—La fianza salió de tus ahorros para la universidad, así que debes pensar en lo que hiciste.

—¡Lo haré, mamá! ¡Lo siento!

—Y tú —la mujer volteó a ver a Jungkook—, más te vale dejar de apoyarlo en sus tonterías.

El pelinegro asintió con miedo. Esa señora inspiraba demasiado temor para alguien tan
pequeño.

Al parecer, y aunque Yoongi le rogó a su padre que lo hiciera después de haber escuchado la
llamada, el señor Min había caminado dos casas en su calle y tocado el timbre de los Kim
para contarles la noticia de que sus hijos estaban en prisión.

Y bueno, después de saludar a un amigo en la estación y de pagar una pequeña fianza los
habían dejado ir.
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Cuando salieron de la estación, se acercaron a la camioneta del padre del pelinegro.

Aunque eso no cambiaba el hecho de que estaban castigados y lo estarían mucho tiempo.

...

79 días antes de.

Pasadas varios días la situación era la misma. Seokjin salió de la estación y después de
encarar a su enojada madre, había sido igual de sentenciado que ellos.

Todos los días debían volver directamente de la escuela para hacer una tarea específica cada
uno. Hasta el momento, la cochera, el ático y la cocina estaban impecables gracias a su
trabajo forci-voluntario.

Octubre corría; Seokjin apenas tenía chance para entrenar después de clases, mientras los
otros tres aprovechaban ese reducido tiempo para organizar sus planes.

Habían salido de la escuela y caminaban siguiendo a Min por el extravío entre el bosque y el
centro.
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—¿A dónde se supone que vamos? —preguntó Taehyung—. Si llegamos tarde a casa, mamá
nos cortará el cuello.

—Relájate, Kim. Olvidé recoger algo aquí.

La luz del mediodía les hacía apresurarse.

Después de dos masajes de pies, y de teñirle el cabello a su madre, Taehyung finalmente


había conseguido permiso para llevar a otro de sus amigos a dormir a casa.

Esta era la noche que habían planeado por semanas. Se trataba de un concierto en la ciudad,
y si bien no estaban ni remotamente cercanos a terminar su castigo, él había ideado una
coartada para su escape.

Todo en su plan era perfecto, bueno, debía serlo; aunque no estaba seguro de qué tanto
podrían robar entre los tres huyendo a pie.

Cada minuto era clave para una buena ejecución; pero claro, al idiota de Min se le había
olvidado su coartada y ahora debían ir por sus cosas a quién sabe dónde.

—Joder, ¿por qué no simplemente vamos a tu casa? Hombre, vives a dos putas casas de la
nuestra —le dijo Jungkook.

—No tardaré, lo juro —les dijo—, dejé mi bolsa de dormir la bodega la otra noche. Además,
compré algunas cosas para ustedes que escondí aquí el otro día, las tomaré y ya.

—¡Pero no vamos a dormir! —le respondió ahora el castaño.


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Los tres se detuvieron al llegar frente a una gran galera metálica.

—¿Dónde se supone que estamos?

—Oh, es la antigua bodega del aserradero —explicó Min al pelinegro.

—¿Aserradero? —le cuestionó Jeon. Realmente, había muchas cosas que no conocía—. ¿Qué
hacías tú aquí?

—Trabajo aquí, bueno —ladeó la cabeza—, cuando no estoy perdiendo el tiempo con ustedes
o en auditorio. Vengo a ordenar este lugar.

Sacó sus llaves y abrió la pequeña compuerta dejándoles entrar. En el interior del lugar había
decenas de troncos apilados además de sierras y demás herramientas.

—¿No es un poco negligente dejar trabajar a un adolescente en un lugar de estos? —dijo


Taehyung sin dejar de ver el montón de objetos afilados a su alrededor.

Agustus soltó una risa mientras caminaban hacia la parte trasera.

—Sé manejar esas sierras desde los diez años, no es la gran cosa.

—¿Qué? ¿Por qué? —Jungkook le siguió.

Suspiró, ambos eran unos idiotas.

—Por si no es lo bastante evidente, este lugar es de mi familia —les explicó—. Mi padre dijo
que podía quedarmelo si lograba limpiarlo todo.
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—¿No se supone que tu familia tenía una cosa rara con las plantas? Por el vivero de tu casa,
creí que eran una especie de jardineros budistas o algo así. ¿Ahora resulta que cortan
árboles?

Se rascó el cuello. —Mi abuelo pensaba que por cada árbol talado debían sembrar dos más; y
mi abuela ama las flores así que... técnicamente sí tenemos algo extraño con las plantas.

Los dos pelinegros se movieron hasta la oficina donde las cosas de Min se encontraban.
Mientras Taehyung exploraba el lugar admirándose de la cantidad de herramientas a las que
el chico tenía acceso.

Avanzó un par de metros en dirección a la salida y se topó con la pieza que le hacía falta para
completar su malvado plan.

—¡Oye, Min! —le llamó cuando les vio regresar cargando una mochila y un par de bolsas. —
¿Este aún funciona?

Había eco, por lo que llamó su atención de inmediato. Taehyung estaba de pie frente a un
camión estándar, aunque bastante antiguo.

—¡Claro! Es viejo, pero es mi bebé. Lo usaban para llevar leña, porque siempre ha sido
pequeño a comparación de los nuevos camiones; pero ahora es chatarra.

Jungkook colocó su mano sobre el frente del vehículo.

—Tienes todo un lugar lleno de cosas geniales, ¿Y esperaste hasta ahora para decirnos?
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—Amigos, les di tres latas de pintura y terminaron en prisión. ¿Qué crees que pasará si les
doy un hacha?

—Buen punto.

—Venga, vamos —le dijo a Jungkook y le tomó del hombro para salir; pero Taehyung no se
movió, estaba uniendo los puntos en su cabeza—. Oye, Kim —, gritó llamando la atención del
castaño que levantó la cabeza—, ¿Vienes?

Taehyung asintió y le siguió en silencio.

Tenían una gran oportunidad justo allí; y no iban a desaprovecharla.

Caminaron por la vereda de regreso a los suburbios mientras él reestructuraba su plan.

Los chicos llegaron por la tarde a la casa del castaño y entraron con total naturalidad
encontrándose con su hermano mayor del chico discutiendo con sus padres.

—No es no, Seokjin. Basta con eso.

—¡Pero mamá! Tengo las entradas desde hace un mes, ¡Y tengo una cita además!

—No me interesa. Te arrestan, repruebas, huyes de casa, ¿Te parece poco?

—Solo será una noche... por favor.


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—¡Dije que no! —ella volteó a ver hacia la entrada cuando la puerta se cerró, llenándose de
pena al notar al hijo de sus vecinos en la puerta. Reaccionó y le sonrió.

—Buenas tardes, Señora Kim —le saludó Agustus con su bolsa de dormir bajo el brazo.

—¿Y estos qué? —dijo Seokjin al aire.

—Tu hermano tiene una pijamada.

—¿Lo dejaste tener una pijamada y yo no puedo ir a un concierto? ¡A él también lo


arrestaron!

—Él no tiene antecedentes, y estará en casa.

——Perdón por interrumpir —dijo Taehyung al sentir la tensión del momento—. Estaremos
arriba, mamá —se limitó a decir empujando a los otros dos para que subieran las escaleras.

Se sentía mal por engañar a su madre; pero estaba tan cerca de lograr terminar su generador
y no iba a detenerse justo ahora.

La situación era la siguiente: una banda de rock bastante conocida llegaría al pueblo. O
bueno, técnicamente ya estaban allí.

Después de monitorear el campo donde se realizaría el concierto durante semanas desde lo


alto de la escuela, Taehyung tenía el plano completo de la zona. Había estudiando cada lugar
y rincón para que todo fuera preciso y ahora, necesitaba darle el toque final.
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Entraron la habitación y ni siquiera les dio chance de hablar cuando abruptamente dijo:

—Necesito que saques tu camión esta noche —seco y directo.

—¿¡Qué!? No, ni lo sueñes —dijo Agustus a quien la petición había tomado por sorpresa.

—¡Oh, por favor! Es importante para lo de esta noche, es necesario para movernos.

—¿Lo ven? Por eso prefiero no decirles nada. Mi padre va a enfadarse si lo saco.

—Él no tiene que darse cuenta.

—Ya escuché tu plan varias veces, y el camión no entra en él.

Jungkook ladeó la cabeza, en realidad, era buena idea. El plan original era terminar de
reparar el auto, y sacarlo arriesgándose a ser vistos en el.

Pero esto... tenía muchísimo más sentido.

—¡El plan puede cambiar! Somos versátiles aquí. —Se movió a su escritorio y tomó un auto
de juguete de su repisa. Extendió el mapa de la Ciudad. —¿Ves? Iremos del centro a la bodega
en cuestión de minutos.

—Taehyung tiene razón —le apoyó Jeon—, además, tu padre no tiene que enterarse.

Temeroso. —Si descubre que...


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—No lo hará —dijo Taehyung con determinación—, nuestro plan tiene solo media hora para
funcionar.

Suspiró. ¿En qué demonios se había metido?

—Solo... prometan que esto no va a salir mal.

—Nada saldrá mal —le dijo Jungkook antes de verle asentir.

—Bien... —¿Qué podía esperar? Jeon siempre le seguía el juego a Taehyung y este siempre se
salía con la suya... Qué cruz para Min.

—¡Genial! Ahora —el pelinegro volteó a ver Kim—, ¿cómo carajos va a funcionar esto?

—Estuve explorando la zona e hice un pequeño mapa del lugar —dijo Taehyung extendiendo
su cartulina en su escritorio. Entonces colocó sobre esta una piedra, un caramelo y una
moneda además de un pequeño auto de juguete.

—¿Y eso? —cuestionó Jungkook.

—Tomando en cuenta nuestros cambios, el auto representaría al camión, así que Yoongi —
tomó el caramelo y lo puso encima del juguete—, estará aquí detrás del campo esperando a
que sea hora de la última canción.

—¿Y nosotros? —dijo el pelinegro.


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—Tú y yo utilizaremos la multitud para colarnos. El escenario está aquí, pero vamos a
rodearlo y a trabajar por fuera, es la mejor opción.

—Yo quiero ser el caramelo —interrumpió Jeon.

—Bien, Jungkook será el caramelo y Yoongi la piedra —declaró cambiando de lugar los
objetos.

—¡No se vale! Yo era el caramelo. Es mi camión y tengo derecho a ser el caramelo. —Yoongi
alzó los brazos inconforme.

Taehyung sacó otro caramelo de su bolsillo y lo colocó sobre la mesa.

—¡Listo! Los dos son caramelos.

Jungkook arrugó la nariz celoso.

—Pero ahora no se entiende quién es quién.

—¡Maldición, cierren la boca! —Taehyung golpeó la mesa —, yo seré el caramelo, Jungkook


la piedra y Gus el centavo. ¿Quedó claro?

—No tienes que ser tan grosero con nosotros.

—Entonces dejen de exasperarme —agitó la cabeza—, como decía, nosotros dos seremos la
distracción para que cuando logremos abrir la puerta de atrás del escenario podamos sacar
las cosas.
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—¿Y yo? —preguntó Min.

—Acá entras tú. ¿Crees llegar a tiempo?

—Eso espero; si no llego para antes de que el concierto acabe significa que me atraparon y
estaré castigado hasta que tenga edad para que pueda recibir ayuda del gobierno.

—Ese entusiasmo me mata —le dijo Jungkook dándole un pequeño golpe en la cabeza.

—¿Se supone que debo ser el entusiasta del grupo? —preguntó con incomodidad. —¿Qué
parte de nuestro contrato dice que debo de ser feliz?

—Debes ser nuestra parte optimista, Taehyung es la racional y yo la sensual.

—Oh, cállate, Jungkook. Nuestro equipo no funciona así, somos más como un cuerpo
humano —le interrumpió el castaño.

—¿Entonces cómo?

—Tú eres la fuerza, Min las manos y yo el cerebro.

—¿Y eso qué significa?

—Que mientras ustedes cargan el camión yo distraigo a los guardias.

Los dos pelinegros se vieron entre sí.


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—¿Y cómo vamos a lograr que nadie nos vea, genio? —dijo Yoongi cuestionando el plan.

—No pueden atraparnos si no pueden vernos. Así que tendremos que hacerlo a oscuras. —
Taehyung movió el caramelo y la piedra hacia lo que en el dibujo era el público. —Jungkook
y yo entraremos y luego iniciaremos un pelea para distraerlos, eso nos dará tiempo para
escabullirnos y lograr sacar las cosas.

—Estarán ocupados controlando el disturbio, no habrá seguridad... tiene sentido —murmuró


Yoongi.

—Veinte minutos como máximo, chicos, ¿Entendido?

Ambos asintieron esperando lo mejor y no ser arrestados (de nuevo) en el intento.

¿Taehyung estaba loco? Sí. ¿Valía la pena intentarlo? No lo sabían, pero al menos, lo
averiguarían en la noche.

Les hacían falta piezas para su pseudo máquina del tiempo, y solo tenían un tiro para lograr
conseguirlas.

—Bien, ahora que todo está claro. Debemos resolver el otro problema —dijo Yoongi
moviéndose hacia el espejo.

—¿Qué problema?

—¿Qué usarán para ir al concierto?


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Taehyung alzó ambos hombros. Tenía pantalones rectos y una suéter de botones como de
anciano.

—Yo iré así —dijo sin darle importancia.

—La ropa de Jungkook pasa, pero la tuya... ¡Ni lo sueñes! —se jactó viendo al castaño de pies
a cabeza para desaprobar su atuendo.

—No es un paseo recreativo, Min. Da igual como me vista.

—¡Parece que vendes biblias! Es un concierto, Kim. Será más fácil mezclarte con la multitud
si luces como una persona normal. ¿Tengo razón o no? —volteó a ver a Jeon.

—Él tiene razón —secundó Jungkook intentando no reírse de la indignación de Taehyung. —


¿Sabes lo que eso significa?

—¡Cambio de imagen! —gritó Agustus tomando una de las bolsas que había traído consigo.
—Conseguí esto en el centro comercial aquí que ese suéter feo, a la basura.

—¡Fashion police! —gritó Jungkook casi al mismo tiempo desconcertando a los otros dos. —
Lo entenderán en veinte años —dijo poniéndose de pie junto a Min.

Los dos pelinegros se vieron perversamente el uno al otro viendo a Kim como una indefensa
presa ante dos depredadores que lo único que querían era jugar a las muñecas con él.

Yoongi había elegido su propio atuendo con cuidado, y como el artista que en el fondo era,
había elegido el de los chicos también.
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Le lanzó a Jungkook su bolsa, en la que había una camisa de cuadros sin mangas y unos
vaqueros negros rotos. No hubo necesidad de preguntarles sus tallas, él realmente tenía
todo calculado cuando se trataba de telas.

Jungkook comenzó a vestirse mientras Taehyung se negaba a utilizar la ropa que habían
elegido para él. Se colocó el pantalón, que era una especie de deportivo ajustado oscuro
pero realmente tenía sus dudas con respecto a la camiseta.

—Ni siquiera estoy seguro de que esto sea ropa de hombre —le recriminó a Min mientras
alzaba la camiseta en su manos.

La prenda era ligeramente más pequeña que las de los otros dos, y Taehyung estaba seguro
que le quedaría demasiado arriba de la cadera.

—Silencio, "Macho Men", pruébatela y ya verás —le alentó Jungkook.

Taehyung suspiró; sus amigos eran cada vez más y más raros. Jungkook había encontrado
un barniz de uñas transparente de la madre del chico y se lo colocaba con calma mientras
esperaba que Taehyung se animara a vestirse.

Tomó la camiseta; después de quitarse su suéter, terminó de acomodar su ropa y justo como
pensaba, al moverse, la camiseta dejaba ligeramente a la vista su abdomen.

Yoongi tomó el frasco de vaselina de su mesa de noche y le colocó un poco en el cabello para
peinarlo.
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—¡No se vale! Ustedes lucen intimidantes y geniales y yo luzco como salido de un vídeo de
aeróbicos.

—¿Qué te parece? —le preguntó a Jungkook alzando ambas cejas.

El pelinegro levantó la cabeza para ver a Taehyung cohibido con su ropa ajustada, se mordió
el labio complacido.

—No importa que ropa utilice —dijo atrevido— sé que se vería mejor sin ella. Yoongi le lanzó
una almohada a la cara. —¡Oye! ¿Qué te pasa?

—No es la clase de opinión que necesito que le des al niño, tardado — le dio un golpe en el
hombro—. Dile algo bonito.

Taehyung enrojeció y empujó a Yoongi para que dejara de molestarlo. Jungkook sonrió, le
encanta la actitud de ambos.

—Te ves increíble, Kim —le dijo sincero, con una sonrisa de lado que logró avergonzar aún
más al castaño.

—Bueno, parece que mi trabajo está hecho aquí. —Juntó ambas manos—. ¿A qué hora se
cena en esta casa? —preguntó robándole la seriedad al momento.

Taehyung aclaró su garganta.

—Hay pastel en la cocina, si tienes hambre sirvete —le dijo sintiéndose un poco más
confiado.
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—La hospitalidad de este lugar me sorprende, pero bien, lo acepto. —Caminó hacia la
puerta—. Ya vuelvo—terminó antes de dejarles solos.

Tenía que admitir que le gustaba mucho la forma en la que Taehyung se intimidaba ante la
belleza de su propio cuerpo. Era casi hipnótico, tanto como para hacerle negar con la cabeza
mientras bajaba por las escaleras.

Era observador, y el hecho de pasar tanto tiempo con ellos le hacía darse cuenta de que sus
pensamientos eran más reales de lo que creía y que además... se materializaban sin
necesidad de ser parte de ellos.

Era un contraste digno de retratar en pintura y la química entre esos dos le hacía sentirse tan
ajeno al pensar en que a lo mejor su único error fue la persona que provocó sus oscuros
deseos.

Entró a la cocina, y tomó dos porciones del pastel que se encontraban sobre el desayunador.
Estaba tan hambriento que no le importó acabarse la primera de un par de bocados.

Y luego, con su plato en mano se dispuso a subir de regreso a la habitación de Taehyung.

Avanzó un par de metros en el corredor hasta que un brazo le atrapó tapándole la boca y
arrastrándolo hacia el interior del cuarto de limpieza.

Se removió inquieto e intentando no soltar su pastel sin exito, dejándolo caer en la alfombra.

Seokjin lo empujó contra la pared para tenerlo de frente y luego comenzó a hablar.
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—Voy a soltarte si prometes no gritar —Yoongi asintió repetidamente—, bien —dijo Seokjin
quitando su mano de la boca del chico.

—¡Ayuda! — rompiendo su promesa— ¡Me tienen como rehén!

El mayor volvió a taparle la boca.

—¡Dijiste que no gritarías! —Yoongi arrugó las cejas y no vio más opciones que morderle la
mano—. ¡Oye! ¿¡Qué jodidos te pasa!? ¡Solo quería hablar!

Se separó de él rápidamente viendo su mano herida y luego al pelinegro viéndole con enojo.

—¿Qué quieres? —le dijo desafiante. ¿Qué se creía este tipo para molestarlo de esa forma?

—Quiero saber la verdad. ¿Qué es lo que está pasando allá adentro?

—Estamos usando tacones altos mientras vemos calendarios de bomberos si eso es lo que
querías saber.

—¿¡Qué!?

—Maldición, sabes que solo bromeo. Es noche de chicos... ¿Sí? Peleas... historias de terror y
comida, nada extraño. Gracias por arruinar mi pastel, por cierto.

—No mientas. Los escuché hablando sobre un plan, dime, ¿Qué demonios es eso?

—Estabas... ¿¡Estabas espiándonos!?


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—No... —culpable— las paredes son delgadas.

—Maldita sea, Kim. ¡Deja crecer a tu hermano de una puta vez!

—¡No se trata de eso!

El menor se cruzó de brazos. —¿Entonces de qué?

—Bueno, sí pero.... Maldición, es sobre el lago, ¿Está bien? Quiero saber qué pasó esa noche y
por qué se siguen negando a explicármelo.

—Oh, por favor. Sabes que nada de eso pasó en realidad.

—¡No estoy loco! Sé lo que vi.

—¿Acaso tú puedes ver algo? —dijo con una ceja alzada—. Deja de imaginar cosas o
cómprate unos anteojos.

—No me jodas con eso.

—¿Tienes miedo, imbécil?

—¿Miedo de qué?

—De que tus ojos estén tan jodidos que inventan cosas —dijo burlándose de él.
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Seokjin lo empujó haciendo que su espalda chocara contra la pared de nuevo.

—¡Suéltame, miope de mierda! —gruñó molesto.

—¡No me llames así, idiota!

—Estás tan ciego que alucinas.

—Deja de buscar problemas conmigo, no tienes idea de lo que dices.

—¿Yo soy quién busca problemas contigo? Hasta donde yo recuerdo, tú me arrastraste hasta
aquí.

—Voy a partirte la cara si no me dices lo que oculta mi hermano.

—¿De nuevo? —Soltó una carcajada. —¿Qué harás? ¿Llamarás a tus amigos para defenderte
de un debilucho como yo?

Lo soltó. —No sé qué cosas bizarras estés metiéndole en la cabeza a los chicos pero no te
atrevas a...—La risa de Min lo interrumpió, este le puso la mano en el pecho para
confrontarlo más que para alejarlo—. ¿De qué te ríes, fenómeno? —dijo.

—Nada, nada... solo de lo irónica que es la vida. ¿Qué es lo que te preocupa realmente? —
cuestionó— ¿Los lunáticos del lago o... —se acercó a su oreja para decir en voz baja— que
alguien esté corrompiendo a tu hermanito?
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—Depende —respondió sin retorceder— ¿Estás confirmando alguna?

—¿Tú qué crees? —dijo burlándose de él con una risa perversa—. Aléjate de nosotros —
terminó.

Seokjin se separó del chico dejándole libre el paso, consciente en su interior que había
perdido.

Agustus Min le dio la espalda antes de pasar a su lado y avanzar hasta la habitación de los
chicos.

La mejor forma de controlar el paso de las cargas eléctricas era mantener entre ambas un
aislante. Taehyung tuvo razón al decir que la única forma de mantener a Seokjin a raya era
confrontarlo con él para repelerlo. O en este caso, aislarlo.

Un átomo que no cede.

...
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En el interior de la habitación, los chicos habían terminado de vestirse. Y ambos se veían al


espejo felices de su imagen.

En especial Taehyung, quién comenzaba a creer que su rostro tenía mucho más potencial del
que pensaba.

Jungkook le veía divertido, recostado desde la cama y sujetando su cabeza con su brazo
mientras le veía fanfarronear frente al espejo.

—No sabía que eras tan vanidoso —dijo sonriente.

—No lo soy... tanto. Pero oye, parece que puedo lucir decente después de todo.

Jungkook asintió. De hecho, estaba bastante satisfecho con la forma en que el pantalón del
castaño se ajustaba a su cadera.

—Estoy totalmente de acuerdo.

—Sí —afirmó con la cabeza—, creo que soy guapo.

—¿A qué te refieres con que crees que eres guapo? Cariño, eres todo un "material boy", —
canturreó, haciendo referencia a la cantante favorita no oficial del castaño.

Le veía de arriba abajo pensando en lo mucho que se parecía a Jonhy deep en "A Nightmare
on Elm Street" y lo mal que estaba pensar en él de forma indecente.
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—Oh, cállate.

—No miento. Te juro que si estuvieras en mi año... cientos de personas se morirían por ti. Es
más, dejarías toda una hilera de corazones rotos a tu paso.

—¿Qué hay del tuyo? —cuestionó con una ceja alzada.

Jungkook sonrió ante su atrevimiento. ¿El chico estaba aprendiendo a coquetear?


Probablemente sí, e iba a atribuirse ese logro.

—El mío está bien por el momento, gracias por preguntar —le contestó descaradamente
poniéndose de pie al mismo tiempo.

Taehyung rio volviendo a verse en el espejo. —Esto de la ropa está empezando a gustarme.

—Pasas demasiado tiempo con Yoongi —se burló.

—Lo sé, pero aprendo cosas interesantes con él.

—¿Cómo qué?

—Que las rayas horizontales te hacen ver más ancho. Y que los pantalones de campana ya no
están de moda desde el 82'.

—Pensé que dirías que te enseñó cómo hacer un arma con jabón o cómo bailar tap.
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—También me enseñó a declamar, ahora le ayudó a ensayar su obra de teatro.

—¿Qué? ¿Y eso cuándo pasó? No creí que te gustara la actuación.

—Pues... descubrí que cuenta como actividad extraescolar; ya que él es el presidente del
club, y único miembro al parecer, puede firmar mi asistencia, así que después de todo es
bueno para mi expediente. Además, necesito algo que hacer mientras estás entrenando.

—¿Entonces... eres Julieta? —dijo levantando ambas cejas sugerentemente.

Taehyung le dio un golpe en el pecho.

—¡Auch! Solo decía...

Pero el chico negó apenado.

—De hecho, sí lo soy...

—¿¡Qué!? ¿En serio? —Asintió con la cabeza—. Oh, vamos. Muéstrame lo que has ensayado.

—No lo haré, apenas voy aprendiendo un monólogo. Es...

—¡Por favor! —le suplicó mostrándole el labio inferior.

—¡Dije que no!

Jungkook lo tomó de los hombros para sacudirlo.


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—¡Te lo suplico! —Le mostró el labio inferior arrugando las cejas—. Eres muy injusto
conmigo.

Chasqueó la lengua derrotado. No había mucho que pudiera hacer, al final, sabía que iba a
molestarlo de todas formas.

—Está bien pero... eso solo el fragmento que recuerdo.

Taehyung suspiró sin poder negarse a hacer el ridículo. Tragó con fuerza serenando su rostro
antes de recitar.

La puerta de su habitación se había abierto lentamente; Min estaba de pie en el marco


intentando no causar mayor estrago en la escena.

—«La noche me oculta con su velo; si no, el rubor teñiría mis mejillas por lo que antes me has
oído decir.» —Levantó los brazos exclamando, pero su voz era ronca y suave—« ¡Cuánto me
gustaría seguir las reglas, negar lo dicho! Pero, ¡adiós al fingimiento! ¿Me quieres? Sé que
dirás que sí y te creeré. Si jurases, podrías ser perjuro: dicen que Júpiter se ríe de los
perjurios de los amantes. ¡Ah, gentil Romeo! Si me quieres, dímelo de buena fe.»

Jungkook conocía a la perfección esa historia. Un amor que no era permitido y una juventud
que no valía nada.

Se mordió el labio agregándole a las líneas del chico su propia esencia.

—Te quiero —dijo a secas, sin dejar de verlo jugando con su personaje.

Taehyung negó con la cabeza entendiendo lo que buscaba hacer.


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—Ni siquiera lo intentes. Eres un terrible Romeo, Jungkook —se burló dando un paso al
frente para sujetarlo de la mandíbula.

—¿Ah, sí? ¿Cómo te atreves a decir eso? —Los ojos de Taehyung estaban clavados en sus
labios. Atentos a cada palabra del chico.

—Romeo es apasionado, es... un poeta. Y tú... eres un idiota.

—Soy un idiota que habla bonito, que es casi lo mismo. —Jungkook tomó la muñeca del
chico acariciando ligeramente su brazo. —Podría derretirte con mis encantos.

—Jódete, Romeo. Eres incapaz de decir algo que logre impresionarme.

Taehyung levantó la cabeza, llevaba un par de días con la sensación de querer tocarlo pero
sin poder lograrlo. Solo quería saber qué era lo que le daba tanta motivación.

—Hueles bien —le dijo—, ¿Desde cuándo usas colonia?

—Desde siempre, claro...

—¿No estarás intentando conquistar a alguien, cierto?

—Depende... ¿Funciona?

Suspiró y estuvo a escasos centímetros de rozar sus labios contra los de Jungkook cuando el
intruso en su habitación decidió hablar.
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—Como director artístico de este equipo quisiera agregar un par de sugerencias a esta
escena —dijo, causando que se separaran abruptamente—. Me gusta la atmósfera aquí, les
doy un diez por su química, pero un tres por su falta de atención en el escenario.

Jungkook cerró los ojos molesto y se volteó para ver a su amigo.

—¿Por qué carajos siempre apareces de la nada? Voy a ponerte un cascabel.

—¿Disculpa? —ofendido— Ustedes son demasiado descuidados, tienen suerte de que sea yo
y no Seokjin. ¿Qué crees que le pasará a Taehyung si alguien los ve?

El castaño se acomodó los anteojos y carraspeó con la garganta apenado. Agustus tenía
razón, su estúpida cabeza adolescente no le dejaba pensar con lógica.

—Tienes razón —le dijo a Min— deberíamos ser más precavidos. —Les dio la espalda y se
movió de regreso a su escritorio en donde el mapa descansaba—. ¿En dónde nos quedamos?

Yoongi se rascó el cuello con la sensación de que tal vez se había excedido con sus palabras,
por lo que decidió simplemente acercarse al escritorio.

Pero para Jeon, la forma en la que la mirada del castaño cambió le gritó a Jungkook lo
desesperado que estaba por dejar de esconderse. Y pensó, en qué habría sido de un chico
como Taehyung sin él a su lado.

Pensó en el pasado que le correspondía vivir; en un Taehyung que se fue en silencio hacia el
otro lado sin siquiera cuestionarse sobre la vida. Quizá las noches de soledad que pasó en su
habitación deseando cambiarse a sí mismo, y el vacío que al tocarlo intentaba llenar de su
devoción.
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Jeon se acercó a la puerta y la cerró asegurándose de colocar el seguro. Los chicos le vieron
con curiosidad cuando caminó por la habitación cerrando las cortinas de las ventanas una
por una.

Entonces tomó una almohada de su colchón y se acercó a ellos.

—Es tarde, deberíamos salir ahora mismo.

—Aún no, debemos esperar a que Seokjin y mis padres se duerman.

Jungkook soltó una risa llamando la atención de los otros dos.

—Bueno, parece que tenemos tiempo para que obtengas tu merecido, Min... espero que
sepas defenderte...

Taehyung y Yoongi se vieron confundidos por unos instantes ante las extrañas palabras del
chico, que tuvieron sentido un par de segundos después cuando Jungkook levantó sus
brazos para golpear a Yoongi con la almohada.

—¡Oye! —se quejó Min tomando otra almohada para devolverle el golpe pero al hacerlo,
Jungkook se movió de lugar por lo que terminó golpeando a Taehyung en la cara. —¡Toma
esto!

A Taehyung se le desacomodaron los anteojos cuando fingió llorar por el golpe.

—No te atrevas a tocar a mi hombre —dijo Jungkook viendo retador al otro, intentando
escudar con su cuerpo al castaño—. ¡Venganza!
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—Oh, no. Eso déjamelo a mí —respondió Taehyung tomando un viejo oso de felpa de su
cama, antes de lanzarlo con fuerza causando que su costura cediera y su relleno se saliera y
volara por la habitación cuando impactó contra Min.

—¡Pelea! —gritaron los dos pelinegros al unísono y se prepararon para librar una batalla
campal entre los tres mientras reían.

La puerta estaba cerrada con llave.

Seokjin en el pasillo quiso acercarse para tocarla y callar el alboroto que se escuchaba desde
su interior.

Se quedó de pie frente a la habitación siendo incapaz de tocar la madera. Los sonidos
particulares que percibió le llenaron de culpa. Pensó en lo fácil que sería abrir esa puerta e
intentar unirse, en lo mucho que quería saber qué era lo que unía a tres personas tan
diferentes como ellos.

Las risas no se detenían; hacía tiempo que no se escuchaba tanta felicidad en esa casa, al
menos no desde que era más joven. Su hermano gritando ofendido porque aparentemente
estaba perdiendo la pelea y Agustus riendo victorioso le hicieron pensar en lo rápido que la
existencia avanza, en Jungkook suplantando su lugar y en la vida que estaba por delante y
de la que no tenía ni una jodida idea de cómo afrontar.

Pero por sobre todo, lo mucho que extrañaba a su hermano, y en que quizás, también se
extrañaba a sí mismo siendo genuinamente él.

Suspiró intentando borrar esos pensamientos de su cabeza y retrocedió caminando hacia las
escaleras para bajar a la cocina.
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Entró y se sirvió un vaso con agua buscando disipar su miseria mental; pero entonces,
escuchó que alguien le llamaba en voz baja.

Confundido, y algo temeroso, volteó hacia la ventana donde la silueta de una persona le
chistaba. Abrió la cortina con lentitud, bajando su vaso para evitar romperlo en caso de tener
que golpear al desconocido, pero al correr la tela, solo se encontró con su ángel de cabello
negros.

—¿Sunhee? —volteó a ver al reloj en la pared para constatar la hora—, ¿Qué haces aquí? —
farfulló en voz baja.

—Quiero disculparme, y yo... necesitaba —soltó aire pesadamente— necesito hablar contigo.

Seokjin casi se desmaya de la felicidad y aunque trató de disimularlo, no pudo.

Le sonrió intentando mantener la compostura.

—Si es sobre lo de la cárcel, olvídalo, no es la gran cosa y no fue tu culpa. Yo me lo gané por
imbécil —le dijo con una sonrisa cansada.

—No, bueno, sí, pero no es de eso sobre lo que quiero hablar —ansiosa—, es algo urgente.

—Es demasiado tarde, ¿Tus tutores saben que estás aquí?

—Piensan que estoy durmiendo, además, no pueden saber que estoy aquí, han estado
extraños últimamente y eso nunca es bueno.
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Seokjin lo meditó un par de segundos; sería demasiado imprudente y desconsiderado de su


parte dejarla allí afuera. Entre sus padres en sus cosas y la pijamada de su hermano nadie
notaría la presencia de la chica en la casa, ¿Cierto?

El aire frío resopló por la cocina haciendo chillar las bisagras de la ventana.

—Pronto lloverá —dijo viendo hacia afuera— si quieres hablar entonces entra.

—No puedo estar mucho tiempo aquí.

—Entonces entra rápido —murmuró.

—Rayos... —dudó—. Está bien.

Volteó a ver hacia ambos lados para asegurarse de estar solo y le hizo señas para que
avanzara, luego se acercó a la puerta trasera abriéndola con suavidad para dejarla entrar en
la casa.

—No hagas ruido y sígueme —le dijo tomando su mano antes de salir de la cocina.

Revisó el perímetro antes de caminar, subiendo un par de escalones para visualizar si las
puertas de las habitaciones de sus padres y su hermano estuviesen cerradas, al confirmarlo,
ambos subieron las escaleras de prisa, después corrieron por el pasillo para finalmente
encerrarse en la habitación del castaño.

—¿Estás seguro de esto? —cuestionó frotándose el antebrazo por el frío sentándose a la


orilla de la cama del castaño—. Alguien podría...
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—No te preocupes por ellos, tienen el sueño pesado. Y Taehyung... él está entretenido.

Seokjin parecía calmado pese a que creyó que estaría molesto con ella. La forma en la que
sus ojos cansados la veían le hizo flaquear.

—Yo... —dudó, a lo mejor estaba exagerando pero no sabía cómo hacer esto

—¿Tú...? —Seokjin se sentó a su lado, dejándose caer de espaldas sobre el colchón. —Estás
pálida. ¿Todo está bien?

¿Quieres que cierre la ventana? Hace demasiado frío.

—No, no, no —suspiró negando con la cabeza —, es solo que estoy nerviosa, no sé cómo
decirte esto.

—¿Decirme qué? —Seokjin volvió a sentarse correctamente para verle de frente.

Estaba temblando; sintiéndose tan pequeña por la forma en la que en silencio las cosas se le
salían de las manos.

—Antes de que lo diga... necesito saber algo. —Tragó con fuerza—. ¿Qué piensas del futuro?

Seokjin bajó la mirada.

—¿Qué pienso sobre el futuro...? —murmuró—, no lo sé. Nunca he tenido un plan realmente,
¿Sabes? Y ahora... creo que simplemente espero que todo mejore.
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Había pasado mucho tiempo desde la última vez que fue sincero sobre sus sentimientos con
una persona, desde que pudo ser brutalmente honesto sobre sus aspiraciones y temores.

—¿Te asusta? —le preguntó con sus enormes ojos oscuros; pudo ver en ellos incertidumbre
que no supo entender; pero aún así, pensó que si debía confiarle sus secretos a alguien sería
a ellos.

—Mucho... —declaró — pero, aún le tengo fe al tiempo.

—¿Fe?

—Dirás que soy un soñador... pero sí —de su boca brotó una pequeña risa que a ella le
provocó ternura—. Tendré a toda la afición gritando mi nombre yo... seré importante algún
día, lo prometo.

Sunhee se encogió internamente en su lugar. Seokjin estaba soñando con las grandes ligas y
ella... estaba atada de manos.

—Quisera tener esa determinación —le dijo.

—Oh, vamos. Eres asombrosa, sé que tú...

Le interrumpió.m abatida. —Justo ahora, no sé qué rayos pasará con mi futuro.

—¿Por qué lo dices?


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Intentó hacerlo, pero no pudo. Su mente se nubló por completo y fue apenas capaz de
cumplir a medias con el propósito de su visita.

—Mis padres... ellos quieren que regrese a casa cuanto antes.

—¿¡Qué!? Dijiste que te quedarías hasta el final de semestre.

—Lo sé...

—¿Qué hay de la universidad? Intentarías entrar a una universidad aquí para poder
quedarte. ¡Ese era el plan!

—¡Sí, eso ya lo sé! —se detuvo antes de decirlo— ellos tienen otros planes para mí
aparentemente.

—¿Y qué dijiste tú? Tenemos que hacer algo.

—Los tutores intentarán convencerlos de que me quedé hasta terminar el año pero... Es
complicado.

—Y tú, ¿Quieres irte?

—Tengo que.

—No, sabes que no es así. Se trata de ti misma, y tú... ¿Quieres irte, cierto?
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—Seokjin... sabes que no. Pero lo arruiné todo y no podré lidiar con esto yo sola.

—No estás sola, yo estaré aquí.

—Sí pero no es eso... es que...

—¿¡Entonces qué!? —Frustrado, sin comprender su actitud.

—¡Eres demasiado inmaduro para entenderlo!

El castaño abrió la boca sorprendido. Nunca creyó que le diría algo como eso.

—Tal vez lo sea... pero al menos soy honesto. Y si márchate es lo que quieres, adelante,
hazlo. —Sus ojos se volvieron brillantes por un momento—. Pero si no, debes de entender
que lo que están haciéndote no es justo.

—Estoy consciente de eso. Lo único que puedo hacer es... resignarme y esperar.

—Puedes quedarte conmigo hasta que el tiempo se acabe —dijo con miedo de su reacción.

Ella le sonrió conteniendo su tristeza. No podía hacerle esto a sus padres, ni a sí misma; pero
él... maldición que sufriría al alejarse de él. Aun así, tampoco podía joder más a Seokjin.

—Lo haré —le dijo como si de un juramento se tratase, tocándole las mejillas con la mano
cuando creyó que iba a llorar.
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La noche era tan joven como ellos; y tan oscura como sus destinos escritos y sin remedio.

...

—¿Qué ves? —preguntó Taehyung mientras sostenía un pequeño espejo desde su ventana
hacia el exterior.

Jungkook tenía la cabeza fuera del balcón para intentar ver hacia la habitación contigua.

—La luz de su habitación se apagó —murmuró—. Está dormido.

Yoongi asintió con la cabeza y se colocó su gorra al revés antes de acercarse a la ventana.
Habían movido el escritorio de Taehyung para evitar a toda costa que la puerta se abriera.

—Hora del show, chicos —dijo tomando su mochila y esperando lo mejor.

Jeon le imitó y terminó de pasar su cuerpo del balcón hacia la pequeña terraza con una
gruesa cuerda en sus manos, caminando en silencio para llegar a uno de ellos árboles junto a
la casa.
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Su primera tarea era atar la cuerda que les ayudaría a bajar. Se tambaleó por la rama hasta
que logró llegar al tronco y envolver este con la soga dándole dos vueltas y un fuerte nudo al
final.

Cuando logró asegurarla; se colgó de ella para deslizarse hasta tocar el suelo. Una vez cerca
de este, se soltó y cayó de pie flexionando ligeramente las rodillas en el acto.

Hizo señas con las manos para indicarle a los otros dos que bajaran. Yoongi tomó su mochila,
la lanzó hacia el suelo, imitando a Jungkook al tomar impulso del barandal para luego
pedirle piedad a Jesús al caminar lento sobre la rama que crujió ante su peso.

Los tres se estremecieron, no debían hacer ruido. Era completamente necesario pasar
inadvertidos, Min respiró con fuerza y cuando logró tomar la cuerda se balanceó un poco
antes de bajar.

Taehyung se encargó de apagar las luces; tragó saliva pesadamente cuando se acercó a la
orilla. Es decir, estaban en un segundo piso, y por alguna razón, la idea de caerse le había
estado persiguiendo constantemente.

Tenía sueños donde caía hacia el vacío que le perseguían, y ahora, parecía que también le
estaban acechando en la realidad.

—¿Qué le sucede? —le preguntó Yoongi a Jungkook viendo a un castaño que les veía desde
arriba sin moverse.

—Tiene miedo —levantó la cabeza.

—No tenemos tiempo para esto, tiene que bajar ya mismo.


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No podían gritarle. Min levantó los brazos para llamar su atención, haciendo ademán para
decirle que bajara.

Taehyung agitó la cabeza; tenían que avanzar o arruinaría todo el plan. Y él, no podía hacerle
eso Jungkook. Cerró los ojos por unos breves instantes y luego dio el primer paso del balcón
hacia el árbol.

—Allí viene —murmuró Jungkook.

Temblaba; aún así, a diferencia de los otros dos, Kim Taehyung siempre tuvo la cualidad de
ser más fuerte que sus miedos.

Dio un par de pasos inciertos en la rama y se sentó en ella con lentitud para luego sujetarse
de la cuerda antes de intentar bajar por la misma.

Pero sus manos sudorosas le fallaron cuando se resbalaron causando que soltara la cuerda.

Los dos pelinegros exhalaron sorprendidos y corrieron hacia él, en especial Jungkook, en su
calidad de deportista, lanzándose a tiempo para atraparlo antes de que cayera al suelo.

Taehyung tenía los ojos cerrados solo para esperar el impacto; pero cuando los abrió solo se
concentró con un pelinegro que le rodeaba luchando por no caerse él también ante su peso.

—¿Estás bien? —le preguntó con sus enormes ojos oscuros viéndolo detenidamente.

El chico asintió sin poder hablar, percatándose de la cicatriz en la mejilla y de su preocupada


expresión. No entendía la razón de que Jungkook cuidara tanto de él, y en realidad no no
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quería entenderlas, solo quería tener toda su atención para él.

Aunque tampoco entendía bien qué significaba eso.

—Baja a ese niño, Jeon y vámonos. Yo aún tengo que lograr sacar el camión sin que mi padre
me crucifique.

—¡A sus órdenes, capitán! —dijo Jungkook con burla, bajando al castaño quien se acomodó
la ropa y sus anteojos.

Taehyung aclaró la garganta.

—¿Todo listo? —les preguntó.

—Todo listo —le contestaron al unísono.

Jungkook tomó la punta de la cuerda y la lanzó hacia arriba para ocultarla entre las ramas.

—Andando —ordenó.

Se separaron al llegar al centro de la ciudad. Yoongi caminó hacia el aserradero de su familia,


temeroso de que su padre notara que se había robado las llaves de la persiana y del camión.

Los otros dos caminaron hacia la arena donde el concierto se estaba desarrollando. A pesar
de la hora había muchas personas en las calles, en su mayoría jóvenes que corrían con
carteles emocionados.

Bon Jovi se presentaba en esa noche. Jungkook se jactó mentalmente pensando en que su
madre del futuro moriría por tener la oportunidad de tenerlos en vivo ya que eran su banda
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favorita y luego pensó en lo extraño que era que al tenerlos tan cerca no fue al concierto.

En fin, había muchas cosas que no le correspondían saber y realmente había comenzado a
tener cuidado de sus acciones para cambiar nada más de lo necesario. Es decir, ya no quería
sentirse como basura de nuevo.

Se quedó de pie frente a la entrada analizando todo el contexto del lugar.

—Hay tres guardias en la entrada —le dijo a Taehyung.

—Cuatro —le corrigió—, el tipo alto no parece parte del público.

Había una fila ordenada, eso afectaba ligeramente el plan.

—¿Cómo vamos a entrar? —le preguntó al castaño siguiéndolo—. Es imposible colarnos por
el frente sin que nos vean

Taehyung se acercó a la fila lentamente.

—Tengo un arma secreta —contestó sonriendo.

—¿Qué?

La fila avanzaba y los nervios de Jungkook crecían al no saber lo que tenía en mente Kim.
Solo esperaba no tener que golpear a nadie, porque tratándose del castaño, no le
sorprendería que atacar guardias fuese parte del plan.

Le vio nervioso cuando llegaron a la entrada.


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—Boletos —pidió el guardia. Jungkook volteó a ver a Taehyung sin saber qué hacer.

—Acá tiene —dijo amable.

Pero se confundió aún más cuando el castaño sacó tranquilamente de su bolsillo dos boletos
rojos marcados como exclusivos.

—Bienvenidos, adelante —le respondió el hombre siendo rápido para hacerles avanzar hacia
adentro.

Jungkook se acercó a su oído para decirle:

—¿Son falsos? —le murmuró.

A lo que Taehyung negó con una risa.

—No.

—¿De dónde los sacaste?

—Duh, obviamente los compré, genio.

—No mientas —incrédulo, viéndole con los ojos entre cerrados—. Se supone que estaban
agotados, ¿Cómo los conseguiste? ¿Cuándo?

—Digamos que... —se rascó el cuello—, se los robé a mi hermano para conseguirlos.

—Explícate, Kim.
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—Seokjin compró los suyos desde hace semanas. Pero está castigado, deprimido y yo le
ofrecí dinero. Es un tonto, pensó que me había estafado porque se supone que nosotros
también estamos castigados y al final nadie los usaría. ¿Pero qué crees? Yo gané.

—Eres un genio malvado, ¿O no, pequeño?

—Lo soy.

Ambos caminaron hacia el interior de la arena. El humo y las luces eran increíbles, también el
sonido les eclipsaron por completo cuando los músicos en el escenario gritaron anunciado la
siguiente canción.

"Shot through the heart, and you're to blame. Darling, you give love a bad name..."

El sonido de guitarras resonó por todos el lugar. No tenían tiempo para disfrutar el concierto;
pero ambos se había quedado hipnotizados por la música y el ambiente.

Jungkook pensó en que Seokjin jamás le habría dejado ir a un concierto de estos, y


Taehyung en que nunca se habría atrevido a venir solo.

Ambos conocían la canción, era una de las más esperadas de la noche y les fue imposible no
cantar fuertemente mientras se mezclaban con la multitud.

Las luces de colores le alumbraban el rostro al castaño. Jungkook intentaba mantener su


vista al frente para disfrutar aunque sea un poco el concierto; pero no podía, no cuando el
verdadero espectáculo estaba a su lado moviendo los hombros y cabeza al ritmo de la
música.
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Quizá fue la canción o el destino que se robaron sin saberlo; pero como un prisionero
encadenado, su pecho se sintió pequeño, mientras le veía, aquella sonrisa y esa cadera le
prometían el cielo aunque sabía probablemente le llevarían al infierno.

Comenzó a marearse; algo estaba cambiando de nuevo. Las historias de cualquier persona
en la nueva línea de tiempo estaban mezcladas entre ellas repercutiendo todas en aquel que
osó entrometerse en el destino en primer lugar.

Las luces le estaban lastimando. Su pulso se aceleraba y era incapaz de caminar entre la
multitud. No podía respirar, sentía su garganta cerrándose mientras tambaleaba.

Las personas lo empujaron y le fue imposible mantenerse en pie. Estaba agitado y sentía
ahogarse cada vez que intentaba respirar.

No podía continuar, se arrastró un par de pasos hacia atrás y cayó en el suelo mientras
luchaba por mantener la calma.

No había electricidad que pudiera lastimarlo; pero seguía siendo tan solo un niño con
problemas que no sabía lidiar con el pánico de la multitud.

Demasiadas personas.

Demasiado ruido.

Poco aire.
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Una historia dentro de la historia de otra que no conocía.

Taehyung volteó a ver a su alrededor al notar la ausencia de chico. —¿¡Jungkook!? ¿¡Dónde


estás!? —gritó el castaño a la distancia levantando los brazos en un intento de encontrar a su
cómplice.

Apenas podía moverse debido a la aglomeración. Avanzaba con dificultad abriéndose paso
entre las personas apresurado.

Un chico a su lado levantó una pancarta que golpeó su cabeza e hizo que sus anteojos
salieran volando limitando aún más su visión.

Taehyung maldijo y se arrodilló para buscarlos entre los pies de todos, rogando al cielo que
nadie fuese a pisarlos antes de que los encontrara.

Tocó la grama hasta que finalmente los encontró, y se los colocó luego de recibir empujones
de varias personas. Parpadeó recuperando su vista, entonces, alcanzó a ver las botas de
Jungkook a la distancia entre las piernas de todos.

Se arrastró empujando a todos a su paso para llegar al lado del muchacho. Cuando estuvo
junto a él se inclinó para intentar hacer que se levantara.

Tragó pesadamente, una sobrecarga con tantas personas a su alrededor era malo, muy
malo.
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—No aquí, por favor, Jungkook. No aquí —le dijo, pero al verlo, lo único que encontró fue
miedo en sus ojos.

No le importó el riesgo cuando lo tomó del rostro para obligarle a verlo; aliviado, respiró con
fuerza cuando en sus manos no sintió ninguna clase de corriente, su electricidad estaba
controlada.

—Yo... —exhaló abatido—, quiero salir de aquí. Son muchas personas yo...

Quizá no siempre tenía que ver con sus experimentos, a veces, era más sobre sus traumas.

—Estarás bien, saldremos de aquí pero tienes que levantarte —le dijo mientras la banda en el
escenario comenzaba con la siguiente canción—. Puedes hacerlo, has hecho esto muchas
veces antes.

Las luces comenzaron a parpadear; mierda, esa era la señal. Si sus cálculos eran correctos,
Yoongi debía estar detrás del escenario en ese momento, tenían que irse ya.

—No puedo respirar.

—Es un ataque de pánico, eres más fuerte que eso. Vamos, mírame.

La fragilidad de la mente de Jungkook combinaba con la delicadeza de las manos de


Taehyung. Cuando con sutileza le hacía sentir que no necesitaba aire para levantarse.

Porque aunque Taehyung estaba afuera del agujero oscuro en el que se encontraba, sus
manos parecían ser lo único que podía llevarle a la salida.
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—Ayúdame... —musitó —no puedo conmigo mismo.

El castaño pasó una mano por su cabello. ¿Qué clase de recuerdo había tocado esto? No lo
sabía, pero le estaba golpeando internamente en todas las formas posibles, y lo peor, es que
ni siquiera era suyo.

—No hay nada, ni nadie más. Solo somos tú y yo, aquí, justo ahora.

—Tae-taehyung... No puedo.

—Respira, estoy aquí.

Jungkook abrió los ojos incrédulo de la belleza inusual del castaño; porque su cabello se
había esponjado por el sudor, y los cristales de sus anteojos hacían a las luces eclipsar sus
ojos. Tenía los labios entreabiertos, y vello ligeramente visible en el mentón. Su imagen
masculina le hacía perderse; pero más que eso, le ayudaba a persuadir su mente.

—Estás aquí... —masculló con una leve sonrisa cuando logró tranquilizarse a medias.
Sabiendo que eso que comenzó a abrirse en su pecho le dolería enormemente si alguna vez
tuviera que cerrarlo.

Nunca comprendió el amor de la misma forma que los demás. Y mientras que los sueños de
Taehyung estaban llenos de ambiciones, de luz, el sentimiento que en Jungkook apareció lo
golpeó con fuerza, tomándolo como rehén de su corazón.

Todo nacer es sufrimiento; pero por sobre todo, el nacer del amor.
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Jungkook apretó los ojos y se armó de valor para levantarse. El castaño le imitó tomándolo
de la mano para llevarle a rodear a la multitud, el toque le erizó su piel mientras le seguía sin
discutir.

—Es la canción —le dijo—, tenemos veinte minutos para sacar las cosas. ¿Podrás hacerlo?

Aclaró su garganta, tenía que hacerlo. No podía fallarle a su equipo.

—Sí, hagámoslo —afirmó.

El castaño se colocó sus anteojos en el cuello de la camisa por un segundo antes de apretar
los nudillos y mandíbula.

Entonces, le tocó el hombro a uno de los sujetos del público y antes de que pudiera voltear a
verlo consiguió darle un golpe en el rostro haciéndolo enfurecer.

Jungkook empujó por la espalda a otro a su alrededor; cuando ambos tipos se voltearon, se
vieron entre ellos con molestia pensando que el otro estaba buscando problemas.

Los chicos retrocedieron viendo con diversión cuando comenzaron a gritarse entre ellos,
luego la novia de uno de ellos le lanzó su bebida al otro en la cara. Comenzaron los gritos y el
bullicio entre la gente, poco tiempo después, una gran revuelta.

Jungkook le dio la señal para salir cuando un par de guardias de seguridad llegaron
intentando contener el disturbio entre el público. Taehyung asintió, y con una mirada
determinada corrieron hacia el estacionamiento en donde una pared de concreto les
separaba de la parte trasera del escenario con una puerta metálica que solo podía abrirse
desde adentro.
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Min se encontraba ya listo en el interior del pequeño camión de su familia para comenzar a
sacar las cosas. Retrocedió lentamente para dejar a Jungkook subir en la parte trasera
quedando lo suficientemente alto para alcanzar el borde de la barda.

Era el turno de que hiciera honor a su cargo en el equipo; aún estaba mareado, pero debía
actuar como quien no estuvo a punto de tener un colapso mental a media arena, entonces,
se asomó y efectivamente, no había ninguna persona en el área de carga. Estiró sus brazos,
colgándose del borde para luego impulsarse y caer dentro del otro lado.

Por dentro, la puerta era más rústica que lo que pudo imaginar. Quitó los cuatro grandes
pines que la aseguraban y luego la abrió de par en par para darle acceso a los otros dos hacia
el interior.

Yoongi y Jungkook comenzaron a sacar todo lo que podían sin detenerse a pensar si era útil
o no. Cargaron bocinas, cables, amplificadores, y cualquier cosa que no estuviera fijada al
suelo.

Mientras, Taehyung se colocó sus anteojos de nuevo y corrió hacia bambalinas buscando los
controles de electricidad. Es decir, no era la primera vez que saboreaba un concierto. Una
vez lo hizo sin querer por meterse al vestidor de la cantante por equivocación, y ahora solo
tenía que apagar las luces. Era sencillo.

El punto central de toda la electricidad estaba concentrado en un generador que parecía


obtener energía del alumbrado público.

En medio de todo el bullicio alcanzó a escuchar la bocina del camión que le indicaba que era
el momento de huir.
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Conocía tan bien la canción que estaba sonando que esperó hasta el último segundo para
desconectar el generador y llevarse la pieza que necesitaba para el suyo.

Entonces, y justo a tiempo, los fuegos artificiales del escenario del escenario se activaron
contrastando con la falta de luz que causó al desconectarlo.

Los instrumentos se apagaron y el sentido de alerta de los guardias se encendió cuando los
controles se quedaron sin energía. Una pequeña chispa brotó del cableado. Taehyung no
sabía si había tocado algo mal o si realmente tenía el talento oculto como pirómano, pero
comenzó a oler a quemado, haciéndole saber que la había jodido.

En medio de la noche, todo quedó sumido en la oscuridad por un par de minutos. Taehyung
se quedó paralizado, no podía moverse, ni salir.

Corrió a ciegas hacia la salida cuando escuchó pasos acercándose detrás de él y aceleró sus
movimientos en un intento de huir. Lo único que podía ver era más luces traseras del
camión indicándole su destino.

—¡Date prisa, Kim! —gritó Yoongi desde la cabina del piloto encendiendo el motor del
vehículo. Y viéndole desde la ventana del conductor avanzado un par de metros en el
campo. Estaban sobre el tiempo, y ninguno de los tres podía ser arrestado de nuevo.

Taehyung corría detrás del camión en movimiento. —¡Sube rápido! —gritó Jungkook.

—¡El lugar va a incendiarse!

El cielo resonó con un gran trueno cuando las grandes gotas de agua comenzaron a caer.
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—¡No creo que sea un problema! —le respondió con una gran sonrisa.

—¡Es un incendio eléctrico, tarado, el agua solo lo empeorará!

—¡Me parece que ellos ya lo saben! —gritó Jungkook, Taehyung volteó a ver y observó a los
guardias demasiado ocupados con los extintores en la cabina como para enfocarse en ellos
huyendo a la distancia.

Jungkook estaba de pie junto a las cosas en la parte trasera del camión, Taehyung logró
alcanzarlos alterado. El pelinegro le extendió la mano para ayudarlo a subir y una vez
adentro cerraron las puertas quedándose encerrados.

Cuando Yoongi escuchó el sonido del seguro presionó con fuerza el acelerador para escapar.
El empuje hizo tambalear a los chicos dentro del furgón.

No podían verse y aún así ambos estaban seguros de que el otro sonreía. ¿Estaba mal
sentirse tan bien después de robar? Probablemente sí pero ambos eran adictos a la
adrenalina que no sabían lograban provocar en el otro.

—¿Todo en orden? —le preguntó Taehyung aún asustado.

—¿Por qué no debería estarlo? —respondió cuando finalmente consiguió respirar con
regularidad.

—Perdón por esto —dijo en voz baja desconcertándole un poco.

Taehyung palpó con su mano el pecho de Jeon para ubicarlo. Y luego, se reprendió
mentalmente al no poder frenar sus impulsos cuando en la oscuridad se atrevió a robarle un
corto beso en los labios que sorprendió al chico abriéndole más la herida en el pecho.
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El castaño intentó retroceder avergonzado; pero no pudo, ya que las manos de Jungkook le
tomaron de la cintura.

—¿Por qué te disculpas?

—Yo... lo siento. No volverá a pasar.

—¿Quién te crees que eres? —le escuchó decir divertido mientras soltaba una pequeña risa.

—No puedo evitarlo, necesito saberlo.

—¿Saber qué cosa? —El tono de pregunta en el aire se mezcló con lo caliente de su aliento.
Taehyung tembló cuando lento, se animó a llevar sus brazos al cuello del muchacho para
entrelazarlos detrás de este haciendo su pecho quedar contra el de Jungkook.

No era la pregunta que quería hacerle; pero tampoco sabía exactamente qué era lo que
quería saber. Solamente buscaba aprobación en medio de su ignorancia para sentir por
encima de su racionalidad.

—¿Tú también quieres besarme, cierto?

—Me temo que... sí —Jungkook se quedó callado unos segundos que utilizó para contestarse
a sí mismo. Luego se inclinó para devolverle un beso fugaz—, y mucho.

Taehyung suspiró cayendo en la trampa del tiempo cerrando los ojos cuando Jungkook
juntó sus labios con los suyos mordiéndole sin separarse de él. Y Jungkook, se sintió
encadenado a hacia sus brazos.
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Quizá lo único que necesitaba un incrédulo como él para caer era encontrar aquella esencia
que nunca creyó capaz de existir.

Porque existían muchos destinos y muchas vidas; pero el corazón escéptico de Jeon
Jungkook se aferró con ilusión a unos labios por primera vez en su vida.

Capítulo Trece
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por Incompletelyrics

13.

El tiempo es una línea recta hecha con tinta oscura y permanente.

Cuando esta es alterada y una línea de tiempo nueva aparece, algunos sucesos parecen
fragmentarse, para unirse a la nueva historia.

De todas las historias que Jeon Jungkook rompió, esta es la primera.

La noche en la que una fuerte tormenta azotó el condado mariposa en California, Kim
Taehyung se vio acorralado en medio de los árboles del bosque. Él estaba buscando
respuestas de lo que creía era una conspiración a orillas del lago, pero lo único que había
logrado conseguir era terminar a su suerte en medio de la oscuridad.

Las primeras gotas comenzaron a brotar del cielo, una a una mojando al castaño, logrando
empañar sus anteojos. Siguió avanzando pero le era imposible ver con claridad mientras el
agua le atacaba y le hacía tropezar contra las rocas.

Un destello lo cegó por un par de segundos cuando iluminó completamente el cielo


nocturno, casi aturdiendo al chico.

Su hermano lo había abandonado por una estúpida película; y a menos que quisiera
terminar alcanzado por un rayo necesitaba salir de allí justo ahora.
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Agitó la cabeza; comenzó a correr intentando esquivar las ramas de los árboles. La historia
original y aquello que Taehyung encontró esa noche no tenían nada de científico.

No tropezó; no había nadie en su camino; simplemente siguió avanzando mientras maldecía


mentalmente a Seokjin. Le importaban un carajo los experimentos y la gente alrededor del
lago, así que huyó del bosque sin detenerse a mirar hacia atrás.

La carretera estaba vacía y las gotas de lluvia le golpearon la espalda con rudeza. Su campo
de visión estaba limitado y de no ser por la adrenalina estaba seguro de que estaría
temblando por el frío y la ropa mojada pegada a su cuerpo.

Avanzó por el extravío hacia la zona residencial, corriendo por los jardines traseros de las
casas. Entonces, la suela de sus converse altos se deslizó sobre el asfalto mojado cuando
intentó saltar la cerca de uno de sus vecinos.

Finalmente tropezó cayendo hacia su destino alguna vez escrito.

Se quedó sobre la acera dolorido mientras que quejándose del dolor intentaba levantarse;
pero entonces, encontró algo en lo que no debió entrometerse.

A pocos metros había otra persona igual de idiota que él en el suelo bajo la lluvia.

Era un chico que lloraba y tiraba de su cabello con fuerza. Estaba de rodillas entre la tierra y
arrancaba las rosas en medio de su jardín.

Estaba gritando, pero su llanto desgarrador era eclipsado por el sonido de la lluvia; aún así,
Taehyung frente a él fue capaz de contemplar la desesperación pura del dolor en esos ojos y
la forma en la que parecía desear con ansias desaparecer mientras gemía.

Un alma necesitada.

Taehyung reconoció a ese chico, iba en la misma clase que su hermano. Le vio con pesar y se
levantó del suelo; entonces caminó hacia él transgrediendo con una de las reglas que le
había impuesto su hermano desde que habían terminado en el mismo grado, en la que no
debía hablar con nadie cercano al mayor.

—¡Oye, detente! —le dijo corriendo hacia el chico. Tomándolo de los hombros para hacerle
reaccionar—. ¿Qué sucede contigo?
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El chico Min levantó el rostro al verlo. Sus ojos estaban hinchados, su cabello pegado a su
frente, y sus manos temblaban del dolor al igual que el resto de él. El vacío le ardía por
dentro, tanto que sentía que iba a terminar por quemarlo.

La imagen del joven alto frente a él logró confundirlo por un segundo. ¿Qué clase de
aparición era esta? Los anteojos, el cabello castaño y desordenado al igual que esas manos
le hicieron pensar por un segundo que a lo mejor el arrepentimiento existía cuando por un
instante sintió que había regresado en el tiempo.

Pero supo que se había equivocado al reconocer a Taehyung cuando este se arrodilló a su
altura.

—¿¡Qué haces tú aquí!? —cuestionó entre sollozos. Él ya conocía al menor de los Kim y no era
exactamente a quién esperaba.

—¡Lo mismo digo! —Yoongi parpadeó, no recordaba así de alto a ese niño—. ¿Qué demonios
estás haciendo? ¿Por qué estás aquí afuera? ¿Que no ves que hay una tormenta?

Taehyung se pasó una mano por el cuello preocupado; las manos del pelinegro estaban
llenas de sangre. Las espinas de las rosas que había arrancado preso de su desesperación
solo habían logrado causarle aún más dolor físico desgarrando la piel de sus dedos y palmas.

—Yo... yo... —¿Qué debía decir? No había una explicación coherente para lo que estaba
haciendo. Respiró con fuerza y tartamudeó—. Mi abuelo...

Taehyung levantó la vista hacia la casa. Las luces estaban encendidas a pesar de la hora,
había personas adentro además de una gran guirnalda de flores en la puerta. No había que
ser un genio para entender lo que había acontecido.

—¿Cuándo sucedió?

—Anoche.

El castaño asintió, nunca supo ser sentimental.


—Vamos, levántate. Entremos a la casa.
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—No, es un maldito funeral—se negó cuando el chico intentó tomarlo por los hombros
poniéndose de pie—, hay muchas personas adentro, incluso tus padres están allí. No quiero
que nadie me vea así.

Lo meditó por unos instantes, no podía dejar allí al chico. Sus heridas podían empeorar o
incluso la hipotermia podría matarlo, pensó.

—Vamos a mi casa —le dijo—. Si mis padres están aquí, no habrá problema con que te
ocultes allí un rato.

—¿Qué hay de tu hermano? —preguntó.

—Salió con una chica; relájate, estaremos bien.

El pelinegro suspiró con fuerza, ahora más consciente del frío que caló en los músculos de su
espalda.

Su padre lo ignoraba; no tenía más a su abuelo, y la persona de la cual esperaba recibir al


menos el mínimo rayo de afecto que necesitaba se encontraba a un par kilómetros de
distancia viviendo un romance de película.

Estaba solo.

La única opción que tenía era la benevolencia que brotó del más joven de los Kim esa noche.

Volteó a ver por un segundo a su casa y asintió al chico. Taehyung lo tomó del brazo y lo hizo
caminar a su lado fuera del jardín atravesando la acera.

Corrieron bajo la lluvia dos casas a la derecha y luego entraron en la casa de los Kim por la
puerta trasera intentando pasar desperdiciados en caso de que alguien hubiese regresado.

El mayor se tambaleó en las escaleras cuando siguió al muchacho hacia el segundo piso.

Taehyung cerró la puerta de la habitación con llave cuando llegaron y se dispuso a buscar en
su closet. El otro le vio con curiosidad sin alcanzar a comprender por qué demonios había
sido él quien apareció.

Kim le lanzó una camiseta y un pantalón deportivo seguido de una toalla, el mayor se sentó a
la orilla de la cama.
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—Ponte esto —le dijo Taehyung mientras él mismo comenzaba a secarse y cambiar su propia
ropa.

—¿Por qué me dejas entrar en tu casa? —preguntó siendo directo. —Es más, ¿Por qué
siquiera estás hablando conmigo?

—¿Por qué no lo haría? —respondió Taehyung.

Yoongi parpadeó, el chico parecía no saber nada.

—No lo sé, yo ... soy raro.

Taehyung terminó de vestirse y buscó entre su escritorio un par de vendas antes de volver a
acercarse al pelinegro que se colocaba la camisa seca con dificultad.

—Bienvenido al club —le dijo con gracia—, relájate, chico raro, enséñame tus manos.

Ladeó la cabeza consternado cuando le vio sentarse a su lado y extendió sus manos hacia él
para que el otro le examinara con delicadeza.
Nunca había cruzado más allá de un par de palabras con el muchacho y ahora resultaba que
quería ayudarlo.

No lo entendía; y se sentía estúpido al imaginar a través de él a su antiguo amigo cuando era


un par de años más joven, pero es que le era imposible no hacerlo, eran tan parecidos desde
su cabello ondulado hasta la forma de sus hombros.

Taehyung limpió sus manos con un poco de alcohol retirando un par de espinas aún
clavadas en su piel haciéndole arrugar la nariz y cejas, para luego colocar pequeñas vendas
en sus dedos.

El chico tenía el rostro más pálido de lo usual debido al frío; pero pese a esto, su nariz y
mejillas se habían vuelto rojas anunciando que, efectivamente, se había resfriado. Sus ojos
oscuros lucieron tan grandes, y su completa imagen pareció indefensa ante un castaño que
nunca fue capaz de hacer un amigo por sí mismo, ni de sentir empatía por otra persona.

Quizá fue esa miseria mental aquello con lo que pudo identificarse, o quizá, simplemente se
había tropezado con algo que no supo definir. Taehyung se compadeció de aquel que
incluso siendo mayor parecía un pequeño a su lado.
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—¿Por qué haces esto? —volvió a hablar.

—¿Piensas que soy un tirano o algo así? Soy humano también, no podía dejarte allí.

Él sonrió débilmente; había pasado tiempo desde la última vez que alguien le mostró
bondad.

—Gracias... supongo.

Kim se acomodó los anteojos. —¿Puedo preguntarte algo sin parecer demasiado tonto?

—¿Qué cosa?

—¿Sería muy cruel de mi parte decir que no recuerdo tu nombre? —declaró avergonzado.

Soltó una carcajada. Taehyung era bastante despistado con las personas.

—Se supone que mi nombre es Agustus—aclaró—; pero es difícil de pronunciar y no combina


con mi apellido—se burló de sí mismo—, así que mejor llámame Yoongi.

El cabello oscuro de Min se había esponjado cuando lo frotó con la toalla.


Taehyung sonrió, él era frágil a comparación suya, mucho.

—Entonces, Yoongi... —Se acercó lentamente para retirarle un mechón oscuro de la frente. —
¿Qué tienes en contra de las rosas?

Se rascó el cuello; era una larga historia que no estaba dispuesto a contarle. Menos mientras
el otro tenía el descaro de tocarle el cabello.

A las afueras de la casa, el sonido del motor del auto de la madre de Taehyung resonó, como
anunciando la llegada de alguien más, seguido de las llaves de la puerta principal.

—¿Qué es eso? —preguntó Yoongi alejándose de él.

—Maldición, mi hermano está aquí —masculló asustado—. ¡Entra al armario, ya!

—¿Qué se supone que soy? —le dijo ofendido cuando el otro lo tomó del brazo para obligarlo
a moverse.

—Eres mi secreto, así que coopera, chico raro.


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En la segunda línea de tiempo propiciada por la aparición de Jeon, en la que el menor de los
Kim se tropezó literalmente con el descubrimiento de la década, esto jamás sucedió.

El ángel nunca fue lastimado por la primavera.

Agustus Min se quedó solo bajo la lluvia, Jeon Jungkook fue salvado por aquel castaño
angelical y Kim Taehyung, no descubrió aquello que le hizo ser diferente al resto.

Hasta mucho después.

71 días antes de.

—No, no, no. Lo haces al revés. Vamos a empezar de nuevo —el mayor volteó hacía el piano—
. Jungkook, música por favor.

—Deja de presionarme; ¡Hago lo que puedo!

Con el correr de los días; la etapa final del año había llegado, esa que estaba llena de
festividades, alegría y dinero desperdiciado.

Había muchas cosas la lista antes de que las vacaciones de invierno llegaran y las bajas
temperaturas comenzarán a congelar el lugar. Principalmente, el final de la temporada de
béisbol escolar.

Era la semana de la semifinal; había emoción y altas expectativas en el aire debido al gran
desempeño del equipo este año gracias a su novato estrella. Pero a este el realidad no le
interesaba lo suficiente, de hecho, en ese momento estaba en el auditorio practicando una
mala obra en lugar de entrenar con el resto del equipo.
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Bueno, en realidad, sí le importaba un poco; pero no podía perderse el ridículo que hacía
Taehyung al equivocarse con sus líneas sobre el escenario.

—Debo hacerlo. Necesito tus habilidades pulidas para poder presentar la obra al público —le
dijo Yoon.

—¿Quién dijo que yo haría esto en público? —bufó agitando el libreto en sus manos.

—Tú, así que vamos, haz tu monólogo.

Sí, Jungkook se divertía muchísimo viéndolo tambalear sobre la madera del escenario.
Habían llegado al acuerdo de que representaría a Romeo en la vista al público, porque
obviamente, dejar salir a Taehyung en falda a mitad de la obra escolar (por mucho que
quisieran) solo causaría que los golpearan, así que, estaba ensayando sus nuevos diálogos.
Cosa, que parecía ser incapaz de ejecutar.

El pelinegro se levantó del piano y con un rápido salto subió al escenario junto a ellos.

—¡Eso intento!

—¡Pero debes decirlos con emoción!

—Chicos, chicos, chicos —entonces intervino—, esto es sencillo, solo hay que agregarle un
poco más de sentimiento.

Taehyung alzó una ceja. —Oh, claro. Jungkook, el robot del futuro podría hacerlo mejor —se
burló.

El pelinegro le sonrió descaradamente y se precipitó a quitarle su copia del libreto en sus


manos dándole una rápida ojeada a la escena.

—Por supuesto que lo haré mejor —le retó.

Detrás de ellos se encontraba una escalera que simulaba la torre y una luna a medio pintar
cuya pintura fresca se escurría en el piso.

—Si lo que quieren es perder el tiempo pues bien —dijo Yoongi—, Kim, sube a la escalera.
Jeon, eres Romeo. Y yo, encenderé los reflectores.
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Taehyung suspiró y se movió un par de pasos hacia la escalera. Subiendo los escalones y
sentándose hasta la parte más alta mientras veía a Jungkook desde abajo. Las luces se
volvieron tenues dejando apenas visibilidad, luego un solo reflector se encendió hacia el
centro del escenario, iluminando a Jungkook cuyas pupilas se contrajeron debido a la fuerte
luz.

Dio tres pasos al frente que resonaron en todo el lugar, desordenó su cabello entrando en
personaje y volteó a ver a Taehyung mientras éste le sonreía cómplice.

Entonces aclaró su garganta y respiró profundamente antes de comenzar a hablar.

—...Alto —exclamó abriendo los ojos en señal de sorpresa—.«¿Qué luz alumbra esa ventana?»
—leyó con suave pero segura voz. Entonces el segundo reflector se encendió ahora hacia la
falsa torre en donde el castaño reposaba. Él levantó la vista, y contempló con asombro la
imagen reluciente de Kim Taehyung desde lo alto.
—«Es el oriente, y Julieta: el sol. Sal, bello sol, y mata a la luna envidiosa, que está enferma y
pálida de pena porque tú...»

Jungkook se quedó callado cuando perdió la concentración. Están leyendo y había perdido
el sentido de su lectura. Y es que, las palabras escritas en ese papel no podían ser más
adecuadas a la realidad. Más aún cuando los pantalones cortos que llevaba dejaban reflejar
la luz en la piel de sus piernas.

—¿Yo? —dijo Taehyung al notarle divagar mentalmente. Parpadeó un par de veces, batiendo
sus largas pestañas que detrás de esos cristales no hacían más que engrandecer sus ojos.

El pelinegro sonrió y colocó ambas manos en su pecho antes de seguir hablando.

—«...Tú que la sirves, eres más hermosa... » —Se arrodilló—. «...Dos de las estrellas más
hermosas del cielo tenían que ausentarse y han rogado a tus ojos que brillen en su puesto
hasta que vuelvan...» Maldición... —dijo negando con la cabeza y soltando su libreto —
porque la belleza que posees es inusual. Algo demasiado complejo para explicar y
demasiado único para mostrárselo al mundo. Eligiría ser egoísta antes que dejarte a merced
del destino, oh, amado mío.
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Taehyung carraspeó.
—Lo último no es parte del guión —le dijo.

—Lo sé —constestó Jeon aún de rodillas y sin dejar de verle.

La actitud de Jungkook siempre variaba, pero últimamente parecía haber entrado en otra
etapa, una más... ilusa. Quizá ninguno lo entendía, pero se sentía diferente.

Las luces se encendieron y un aplauso resonó en el aire.

—¡Excelente, Jeon! Taehyung —volteó a verlo —Estás despedido.

—¡Oye, no seas grosero! Soy tu único actor.

—Es cierto —lo meditó—, quedas re-contratado.

Jungkook hizo una pequeña reverencia.


—Gracias, gracias. Fue un honor deleitarlos con mi presencia.

—Lo reconozco—dijo Yoongi regresando al escenario—. Eso estuvo muy bien, apoyo la
improvisación —levantó su libreto y le dio un golpe en el pecho con este— pero no lo hagas
en mi escenario.

Jungkook soltó una risa mientras se levantaba. Entonces caminó hacia la escalera para
extender su mano y ayudar a Taehyung a bajar lentamente.

El timbre sonó y los chicos comenzaron a alistarse para salir del auditorio. Este era su
periodo libre, Taehyung tenía laboratorio de química; Yoongi y Jungkook, clase de literatura.
Y ninguno de los tres estaba realmente enfocado en sus estudios.

—¿Qué te pareció a ti? —le preguntó Jungkook al castaño.

Este se acomodó sus anteojos.


—Pudo ser mejor.

—¡Oh, vamos! Te destrozaría en el escenario.

—Sigue soñando —le dijo dándose la vuelta para tomar sus cosas; su libreta, mochila y
chaqueta estaban en el suelo. Pasando a su lado dedicándole una mirada de reto antes de
darse la vuelta y avanzar lentamente.
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Jungkook tomó su mochila (una que le habían robado a Seokjin, de hecho) y se la colocó en
el hombro antes de seguirlo. Dio un par de pasos, al hacerlo, ambos notaron que el tercero
de ellos se había quedado atrás.

—Oye —le llamó Taehyung—, ¿Te sientes bien?

Yoongi se acercó; ser el tercero entre ellos le hacía marearse.

Asintió acercándose. —Sí, sí. Solo me mareé por un segundo.

Jungkook le puso la mano en la frente.


—Tienes fiebre —preocupado—, ¿No crees que deberías ir a casa?

—No es nada; me resfrié hace poco y parece que aún no me recupero —dio un paso y
tambaleó un poco—, iré por un antigripal a la enfermería —les dijo adelantándose—, los veré
después.

—Tenemos planes para esta noche, no lo olvides.

El chico asintió separándose de ellos lentamente.

—¿Planes? —dijo Jungkook cuando se quedaron solos.

El otro le dio un golpe en el hombro.


—¿Tú también lo olvidaste? —asintió, a lo que Taehyung contestó abriendo su libreta y
señalando con el dedo en una de las páginas. —Es día de pruebas experimentales,
¿Recuerdas?

Jungkook apretó los ojos. Habían pasado un par de días construyendo su extraña máquina
del tiempo en la piscina de la escuela y aún les hacía falta probarla.
La fecha estaba remarcada en la libreta; pero él... tenía algo más que hacer.

—¿Tiene que ser justamente hoy?

Con obviedad. —Sí, no tenemos mucho tiempo antes de que octubre termine.

—¿Y eso es un problema?

—¡Claro! Cuando las temperaturas comiencen a bajar más, no podremos siquiera intentarlo.
Tendremos que vaciar la piscina.
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—Maldición, ¿Y no funciona vacía?

Rodó los ojos. —Necesitamos el agua, tarado.

—¿Siempre tendremos el lago, cierto?

—No, se congelará también.

—¿Dices que se volverá una pista de hielo? Eso no suena tan mal.

—De hecho no lo hará. La capa de hielo será muy delgada, así que técnicamente será agua
helada con trozos de hielo del tamaño de una casa flotando en la superficie hasta que el sol
vuelva a calentar.

—¿Y que se supone que haré con el partido?

—No vayas y listo.

—Yo...

Taehyung se quedó quieto y volteó a verlo con una ceja alzada.


—¿Realmente te importa el juego?

Se rascó el cuello.
—Tal vez... no lo sé. Se siente extraño ser importante en el equipo, ¿Sabes? es algo estúpido
pero genial a la vez.

—Eso creo.

Avanzaban por los pasillos de la escuela. El aire azotaba las puertas de los casilleros abiertos
y en lo único que el castaño podía pensar era en que el invierno había llegado. Y el frío en sus
manos no tardaría en aparecer.

Jungkook tenía un libro en sus brazos.


Mientras caminaba pequeñas tarjetas cayeron de este. Taehyung lo notó y se agachó para
recogerlas.

—¿Y esas notas? —cuestionó al ver su letra desprolija en ellas.

—Oh, cierto. Tengo examen de literatura la próxima semana así que estuve estudiando.
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—Jungkook...

—Ya sé, ya sé, ni siquiera soy un estudiante real, pero, tengo que disimular un poco.

Taehyung negó con la cabeza y no se atrevió a decirle lo que estaba pensando.


¿Se estaba volviendo parte de esa realidad o solo... le gustaba sentir que encajaba? Quizá
ambas, pensó Taehyung y la duda se clavó en su cabeza para analizar la situación después.

—Está bien... lo intentaremos antes del partido. Te tomará dos minutos llegar de la piscina al
campo, así podrás estar en los dos lugares, ¿Te parece?

—¡Sí! Gran idea.

—Bien, Súper estrella —palmeó su hombro—, te veré a la salida.

Estaban frente al salón de Taehyung; este abrió la puerta dándole una mirada preocupada a
Jungkook antes de entrar.

La clase no había empezado aún, se sentó en uno de los primeros asientos y abrió su libreta
para comenzar a escribir un título que había dejado de aparecer.

Jeon Jungkook y... ¿Sus secretos?

Lenguaje corporal cambiante.

Extrema preocupación o pérdida del sentido de importancia repentinas.

Empieza a crear una ilusión donde idealiza su realidad actual.

Se siente parte de ella, ¿O lo es?

Miente. ¿Por qué?

¿Qué oculta?
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La cerró cuando el profesor entró y el resto de sus compañeros se acomodó correctamente


en sus asientos. Se removió en su asiento suspirando, él sabía exactamente de qué hablaba
el maestro pero... le había dejado de importar.

Tanta inteligencia se había quedado en segundo plano el día que su mente descubrió que
era capaz ser algo más que eso, el prodigio. Cerró los ojos y divagó fantaseando las palabras
tontas y halagos del otro.

Estaba sentado en el borde, y sabía exactamente lo que pasaría si se dejaba caer.

Mientras tanto, en el ala sur de la escuela Jungkook prestaba atención a su profesora. El


entrenador le había ofrecido un puesto titular que se vería muy bien en una solicitud
universitaria; pero debía igualar sus calificaciones para poder mantenerse en el equipo.

Era estúpido pensar que lo estaba intentando cuando ni siquiera era parte de, aún así, era un
reto que quería tomar. Lastimosamente no sabía que ese puesto nunca debía
corresponderle a él.

Estaba sentado solo; Agustus ni siquiera apareció en esa clase ni a la que siguió de esa.

En uno de sus períodos sintió un golpe ligero en su nuca, era una bola de papel. Volteó a ver y
se encontró con uno de sus compañeros del equipo llamándole.

Chistó. —Oye, Jeon. Saldremos para calentar antes del entrenamiento, ¿Vienes?

—¿No es un poco temprano? —murmuró.

Volteó a ver a Seokjin. Este no parecía estar prestando atención a lo que sus amigos decían,
llevaba días distraído.

—Vamos, hombre. Almorzaremos también.

Jungkook lo meditó; le parecía curiosa la forma en la que ellos habían comenzado a seguirlo
después de que Seokjin fallara un solo tiro.

Entonces asintió.

Uno de ellos se levantó; los otros le siguieron sin incluir al mayor Kim. La profesora no se
inmutó al verlos salir.
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Los muchachos caminaron por los pasillos hablando animadamente hasta salir de la escuela
y llegar a las terrenos del campo.

Estaban corriendo como estúpidos y haciendo volteretas para impresionarse entre ellos.

Era posible verlos desde los salones del segundo piso, incluso desde el salón 204 de química
en donde Taehyung se encontraba.

La algarabía del exterior le llamó la atención. Y entonces, vio a Jungkook en su hábitat


natural. Bajo el sol y siendo el centro de atención.

«Si esta fuese una historia... él tendría más madera de protagonista que yo.»
Pensó, viéndole sabiendo que el chico debería estar en clase en ese momento y aún así
decidió ir con ellos.

Pensó en qué incluso el pelinegro viniendo de futuro había logrado encajar y él... Seguía
siendo un inadaptado sentado junto a la ventana. Volteó a ver de nuevo hacia el campo y
suspiró.

Quizá en otra vida, Jungkook era como él.


Pero en esta, ya no estaba tan seguro de que lo fuera.

Jungkook se divertía en la tierra; no había mucho dónde correr en Corea y toda su infancia se
basó en las metálicas paredes de su apartamento en Busan.
El viento y los estragos del universo le hacían creer que a lo mejor, era la oportunidad que
merecía.

Quizá California nunca fue tan malo como imaginó.

Uno de los chicos apareció con una hielera y un recipiente lleno de algo que Jungkook no
supo definir; también unos vasos que le entregó a cada uno.

—Hora del descanso, señoritas —dijo y comenzó a servirles.

Jungkook lo tomó; estaba frío y era bastante espeso. Le dio una oportunidad, curioso al
darle un gran trago.
Era salado, aunque no desagradable.
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Siguió tomándolo hasta casi terminarlo, realmente sentía que moriría del hambre y a juzgar
por la cara de esos idiotas este era el almuerzo al que se referían.

—¿Qué se supone que eso? —cuestionó cuando se lo terminó.

—Pura proteína, hermano.

—¿Qué? —Parpadeó confundido, no le estaba gustando a dónde iba eso—. ¿Qué tiene
exactamente?

—Ya sabes —dijo otro de ellos—, huevos crudos, zanahoria, carne y no sé qué demonios más
le agrego Tom.

—Esto es... —volteó a ver su vaso vacío y luego a los chicos repetidamente cuando las
náuseas comenzaron a aparecer.

—Es su batido de la suerte. Nos dará la energía que necesitamos para ganar hoy.

Era momento de vomitar.

Sintió que su estómago se cerró cuando luchó por tranquilizarse con todas sus fuerzas.

—Me tengo que ir —logró decir antes de dar un paso hacia atrás para alejarse.

Todos le vieron confundidos cuando comenzó a correr. Y lo hizo por kilómetros sin
detenerse.

Había estado haciendo esto a escondidas y hoy lo habían atrapado. Bueno, él mismo se
había atrapado.

No quiso esperar a Taehyung o alguno de sus amigos. Solo siguió avanzando con la
esperanza de que la brisa en su rostro disipara las náuseas.

No quería pensar en cosas que habían dejado de importarle hace años; pero aún así, lo hizo y
se sintió como un niño pequeño de nuevo.

Entró a la casa por la puerta de atrás que de todas formas siempre estaba abierta.
Soltó sus cosas en medio de la sala y
corrió hacia el lavabo de la cocina donde finalmente comenzó a vomitar con tanta fuerza que
intentó hacerse sentir menos culpable.
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Siempre se había sentido tan culpable de lo que había pasado.

La señora Kim entró y le vio preocupada.


—Cariño, ¿Estás bien? —dijo poniéndole una mano en la espalda.

Se recompuso y abrió el agua del grifo, no quería que le viera así. Comenzó a lavarse la cara y
la boca con insistencia.

—Sí, mamá. No es nada —respondió temblando. Luego abrió los ojos reaccionando que la
mujer no era su madre—, es decir, Señora Kim, estoy bien.

—Descuida, hijo. —Ella le pasó una mano por el cabello—. ¿Estás seguro de que no es nada?

Él asintió aclarando su garganta. Y apenado se movió fuera de la cocina para subir a la


habitación de Taehyung.

Se sentó en el piso y se quedó viendo el techo por un largo tiempo.

...

Yoongi salió de la enfermería después de haber dormido tres horas allí adentro. Luego de
tomar un té de manzanilla con la enfermera y un analgésico, la camilla con cobertor de
gatitos en el lugar empezó a parecerle muy cómoda.

El timbre de la salida había sonado hacía un par de minutos y los pasillos de la escuela se
habían quedado vacíos.
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Buscó a Taehyung y Jungkook junto a las escaleras de la salida; al no encontrarlos comenzó


a caminar por el estacionamiento suponiendo que se habían marchado ya.

Entonces, se quedó quieto cuando tuvo un mal presentimiento. Últimamente tenía la


sensación de que alguien lo observaba.

Volteó a ver ligeramente solo para reconocer una camioneta que recurrentemente aparecía
por la escuela o por su vecindario, y que él pensaba, estaba demasiado cerca de ellos. El
castaño le había contagiado su paranoia; tanto, que ahora creía que tal vez intentaban
fotografiarlo.

Pero no había nadie más allí, solo él y las siluetas dentro de la camioneta blanca.

Se quedó quieto y la rodeó antes de salir del área de la escuela; no tenía tiempo para
estupideces así que si querían joderlo él iba a dar el primer paso; entonces se acercó para
tocar la ventanilla del auto.

Pero alguien más le tocó el hombro haciendo que se sobresaltara.

—¿Qué haces todavía aquí? —le preguntó el desconocido a lo que él exhaló sorprendido. —Es
tarde.

Su respiración volvió cuando reconoció al castaño detrás de él.


—Oh, mierda. Eres solo tú —gruñó molesto a Seokjin comenzando a caminar hacia la acera
exterior de la calle de la escuela.

—Luces extraño, ¿Estás drogado o algo así? —dijo siguiéndole por el camino. Tenía una
camiseta sin mangas, pero sus brazos estaban ocultos por un suéter abierto celeste cuyo
color nunca le quedó bien.

—Estoy resfriado, no es la gran cosa. —Caminaba lento bajo la vereda de árboles, inquieto de
que el otro mantuviera el ritmo de sus pasos—. ¿Se te perdió algo o qué?

—¿A mí?

—Deja de seguirme.

—No estoy siguiéndote. Somos vecinos, idiota.


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—Oh... —apenado. Era lógico—. Como sea.

Seokjin soltó una pequeña risa.


—Deja de ser tan cascarrabias. ¿Qué tiene de malo que camine contigo?

—Que estoy seguro de que quieres un favor. Y no estoy interesado en ayudarte.

—Nah.... —restándole importancia— estoy siendo agradable para variar.

—¿El equipo te abandonó de nuevo, cierto?

—Uhm... está bien. Sí, admito que se fueron sin mí.

Cerró los ojos y negó burlándose de él. —Eres patético.

—Oh, vamos. Tú también regresas a casa solo. ¿Dónde están tus... —hizo una mueca como si
fuese a vomitar para molestarlo— tus amigos?

—No lo sé; tienen sus propios asuntos supongo.

—Eres el menos necesario de los tres. ¿O no, tercera rueda?

—Eso creo. Pero está bien, al menos no tengo que almorzar solo.

Seokjin se quedó callado.


—Lo siento por decir eso —soltó sinceramente.

—Nah —alzó los hombros—, estoy acostumbrado.

No sabía qué más decir. Era incómodo y era tan egoísta simplemente decir que estaba junto
a él por lo solo que se sentía.

—¿Vendrás al partido de hoy? —preguntó.

El otro arrugó el gesto. —No, de hecho tengo algo que hacer más tarde.

—Uh... —alzó las cejas sugerentemente—¿y eso que harás tiene que ver con mi hermano y
sus mentiras?

—Joder, eres un fastidio. No te diré nada; no sé qué fue lo que pasó y, si lo supiera tampoco
te lo diría.
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Había avanzado un gran tramo de sendero y entrado a la zona residencial llegando casi a su
calle. El verano parecía ser algo ficticio al ver las ramas desnudas de los árboles y la suave
llovizna que se hizo presente.

—Lo sé —dijo resignado—, pero no perdía nada con intentarlo.

—Yo pierdo la paciencia con tu presencia.

—Eso rimó.

—Agh, púdrete.

Cuando llegaron frente a la casa del pelinegro; Yoongi se dio la vuelta para caminar por su
jardín pero el otro le siguió.

—¡Solo quiero conversar!

Suspiró molesto y se sentó en las gradas de su entrada. Cruzando los brazos.


—¡Bien! Entonces habla y luego déjame en paz.

Seokjin tragó en seco. Así de bajo había caído.

—Okey, está bien. Me atrapaste, necesito hablar contigo.

—Si es sobre tu hermano; puedes retirarte. ¿Creí que ya habíamos acordado que ibas a
dejarnos en paz?

—Yo no acordé nada. Además, esto no es sobre ustedes, idiotas, es sobre mí.

Rodó los ojos.


—Siempre se trata de ti de todas formas.

Seokjin le dio un pequeño empujón sentándose a su lado en el pórtico de la casa.


—Deberías sentirte afortunado. Estoy a punto de contarte un nuevo episodio de la telenovela
de mi vida.

—¿Debería? —fingió emoción—. Oh, rayos. Es todo un honor.

—No seas cruel... Eres el único al que puedo contársela.

—No recuerdo haber aceptado ser tu confidente.


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El otro ladeó su cabeza, quizá era una mala idea.

—Como sea, debo irme. Aún tengo que recoger un par de cosas en mi casa antes del juego —
dijo y se dispuso a irse.

Yoongi se mordió la lengua y le tomó del brazo para evitar que se levantara.

—¿Es sobre la chica, cierto? —él asintió—. Está bien, cuéntame antes de que la curiosidad me
mate, ¿Qué fue lo que pasó?

—Ni yo lo sé. ¿Recuerdas la noche de su pijamada?

—Ujum...

—Bueno, Sunhee apareció en mi casa.

—¿En la noche?

—¡Sí! Ella... dijo que se marchará.

El pelinegro frunció el ceño.


— ¿Qué? ¿Por qué?

—Ni siquiera me dio una razón. Dijo que era cosa de sus padres pero... yo no le creo.

—¿No?

—Actúa como si estuviera ocultando algo. Maldición, pareciera que todos estuvieran
ocultándome algo.

—¿Cuándo se irá?

—No lo sé; pronto, supongo. Volvió a evitarme y no logro comprender. Esa noche nosotros...

Negó con la cabeza.


—No hace falta que lo digas.

—¿Qué voy a hacer? —Pasó ambas manos por sus ojos suspirando—. No quiere hablar más
conmigo. Tampoco me escucha.

—Escríbele una carta, —sugirió de pronto—, y guardarla en su casillero.


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—¿Qué?

—Ella parece una chica dulce, el tipo de persona a la que le gustan esos detalles.

—¿Y eso de qué serviría?

—Ella te escuchará sin necesidad de que hables, ¿Entiendes? Las letras... son poderosas.
Incluso si se marcha, te llevará con ella.

—Ese es el problema, yo no quiero que se vaya.

Yoongi alzó una ceja,conmovido, y le dio una palmada en la espalda al entenderlo en el


fondo.

—Escríbeselo entonces, es mi más humilde consejo. Algo tan profundo que haga que la lea
una y otra vez hasta que sea tu voz la que escuche mientras lo hace.

Seokjin soltó una risa casi inocente que golpeó al pelinegro con nostalgia.
—Tú y tus cursilerías nunca cambian, ¿Eh?

—Lastimosamente no...

El alma de un escritor enamorado nunca podría alejarse de los versos a los que tanta alegría
dedicó.

—Oye, tú sabes sobre escribir y eso, ¿Cierto?

—¿Y eso te importa porque...?

—Oh, vamos. Necesito tu ayuda. ¡Eres la persona más inteligente que conozco!

—No mientas, vives con el genio de tu hermano.

—Bueno... sí, eres la segunda persona más inteligente del lugar después de él. Pero, oye,
Taehyung no sabe nada de sentimientos y cosas tontas, pero tú sí.

—¿Gracias...? No sé cómo debería sentirme cuando dices eso.

—Tómalo como quieras, necesito que me ayudes a escribir un poema.

Yoongi intentó con todas sus fuerzas no burlarse de él, pero no pudo resistirse por mucho
tiempo.
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Comenzó a reír y no se detuvo hasta que el semblante molesto del otro no cambió.

—Oh, ¿Lo dices en serio?

—¡Por supuesto que sí! Ya lo he intentado todo.

—No lo sé. ¿Qué gano yo con ayudarte?

Seokjin bajó la cabeza, en realidad no tenía nada que ofrecer.


—Nada. Es estúpido de todas formas, da igual.

—Oh, vamos. Se supone que eres el galán que muere por la chica de sus sueños, tu actitud
apesta. Deberías ser más optimista.

—¿De qué servirá cuando se vaya?

—No te preocupes, ya sabes lo que dicen: "Es al separarse cuando se siente y se comprende
la fuerza con que se ama" —citó alzando sus brazos.

—¿Tú inventaste eso? —le preguntó.

Yoongi suspiró; era tan estúpido quedarse ahí y aun así lo hizo.

—Eso quisiera. —Soltó una pequeña risa—. Es de Shakespeare, ya sabes Romeo y Julieta.

—Estás obsesionado con esa historia.

—Algo... —apenado— mi ensayo para la universidad es un guión adaptado de ella.

—¿Y está lleno de frases tontas como esa? —le preguntó.

—Están por todas partes.

Seokjin se quedó pensando. —Déjame ver —dijo.

—¿Mi libreto?

—Sí.

—Ni lo sueñes.

—¿¡Por qué no!? —lloriqueó.


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—No te lo mereces... —Era demasiado humano para no darle su ayuda al castaño—; pero,
puedo darte algo mucho más interesante en su lugar. Espera aquí —le dijo.

Yoongi se levantó del pórtico y caminó hacia el interior de su casa dejando a Kim confundido
al verlo marcharse. La tarde era joven y fría, aún así, estaba llena de culpa.

Corrió hacia su habitación y tomó de su librero un tomo pequeño y polvoriento de los


poemas de Emily Dickinson y se lo llevó consigo.

Estuvo a punto de regresar cuando aquellos cristales le llamaron la atención desde la repisa
donde sus pinturas reposaban. Se acercó a tomarlos y los metió en su chaqueta antes de
salir de la habitación.

—¿Qué demonios estoy haciendo aquí? —se dijo a sí mismo Seokjin bajando la cabeza. Al
hacerlo, logró ver las rosas que ahora habían cambiado de lugar desde la última vez que
estuvo allí. Ahora estaban en el jardín principal alrededor de los escalones de la entrada.

Cuando la puerta volvió a abrirse, Agustus Min regresó cargando con él un pequeño libro que
parecía ser viejo.

Se quedó de pie, extendiendo el libro al muchacho.

—Ten; podría darte una o dos ideas, haz lo que quieras con el.

—¿Un libro? —con la ceja alzada. —Sabes que yo no leo —le respondió casi con obviedad.

Yoongi sonrió vagamente sacando los antiguos anteojos de Seokjin dispuesto a


entregárselos.

—Lo sé —le respondió— necesitarás esto también. Espero que aún sean de ayuda.

El mayor los tomó confundido y con la boca abierta. ¿Cómo? O bueno, ¿Por qué?

—Todo este tiempo... ¿Por qué los guardaste?

—No preguntes. Soy raro, ¿Recuerdas?

Seokjin los tomó sin terminar de entender el motivo por el que el karma se empeñaba en
lastimarlo.
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—Gracias —dijo con desdén.

El otro asintió. —Ahora que ya sabes que hacer, vete, tengo asuntos más importantes que
escuchar tu melodrama de vida.

Kim tomó su bolsa y se puso de pie; debía ir a entrenar antes del partido. Bajó un par de
escalones, entonces volvió a ver las rosas.

—Oye, Min —le llamó—, ¿Crees que podría cortar una?

Su mirada se tornó fría.


—Claro, pero recuerda que si la tocas demasiado se marchitará.

Seokjin asintió con la cabeza; y meditó en regresar a cortarla después, para el momento en el
que realmente la necesitara, que sería cuando hubiese escrito la carta para su amada.

Se despidió con un gesto de la mano y comenzó a caminar hacia su casa. Mientras Yoongi
regresaba al interior de la suya para lavarse el rostro desesperado y preparar sus utensilios
para el experimento de esa tarde.

Una rosa y un atardecer.

...

Taehyung regresó a casa luego de salir de la escuela y no encontrar a Jungkook en el campo.


Supuso que había salido con el resto del equipo.

No le molestaba en realidad. Bueno, quizá un poco, pero no había mucho que pudiera hacer
sobre eso.

Entró a la cocina; parecía que su madre había salido ya que ni su abrigo ni sus llaves estaban
junto a la entrada. Así que comenzó a buscar por la alacena algo rico para poder almorzar.
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Sacó una cacerola y la llenó de agua agregándole un poco de sal. Tomó una bolsa de arroz
que encontró en el gabinete y la midió en dos tazas para ponerla dentro de la cacerola.
Luego la tapó.

Recordaba haber visto a su madre hacer arroz así antes.

Así que esperó y le agregó unos cuantos guisantes a la olla, además de cortar un jamón que
encontró en el refrigerador para comerse un trozo como premio por su gran desempeño.

Mientras avanzaba por la habitación; vio la mochila de Jungkook en el suelo así que la
levantó. Ladeó la cabeza; eso significaba que el chico estaba en casa.

Apagó la estufa y salió de la cocina para subir las escaleras.


Luego abrió la puerta de su habitación y se encontró con Jungkook en la alfombra sudando
mientras se ejercitaba.

—No sabía que estabas aquí —le dijo observándolo detenidamente al ver que no tenía
camisa.

El otro no le respondió más allá de un leve resoplido.


—Me adelante para ejercitarme un poco.

Su cabello estaba mojado por el sudor y su respiración era irregular.

—¿Cuánto tiempo llevas haciendo eso?

—No lo sé. ¿Unas dos horas?

Taehyung entró a la habitación y dejó la mochila sobre su escritorio. Luego se sentó en la


silla frente a este, sin dejar de verlo.

—¿Debería preocuparme? —le dijo viendo su cuerpo bajar casi al nivel del suelo.

—¿Tienes algún motivo?

—Has hecho muchísimas flexiones ya... —dijo tratando de no ser muy obvio.

Jungkook rio mientras volvía a flexionar sus codos, haciendo bajar y subir su cuerpo
nuevamente —¿Estás contándolas, acaso?
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—No...

—Si mentir te da paz mental, yo fingiré que no me siento acosado cada vez que me quito la
camisa.

—Yo no estoy acosándote, me preocupas—. Taehyung se levantó y carraspeó con la


garganta. —Haces demasiado ejercicio últimamente. Te estás convirtiendo en "uno de los
chicos" —dijo haciendo comillas con las manos refiriéndose a los idiotas del equipo de
béisbol.

—Lo soy, aparentemente —contestó tensando sus brazos, haciendo que el músculo de sus
bíceps se marcara.
—Relájate, un par de series de abdominales más y habré terminado.

—Eras más delgado cuando llegaste aquí.

—Lo sé —su respiración resonaba pesada mientras sus omóplatos se mantenían expuestos
ante los ojos de un curioso que quería tocarlos— he hecho cosas de las que no estoy
orgulloso.

—¿A qué te refieres?

Jungkook dejó caer su cuerpo, su pecho tocó la alfombra exhalando. Entonces se dio la
vuelta para sentarse en el mismo lugar, flexionando sus piernas para luego abrazarlas.

—Soy selectivo con... la comida. Pero no puedo, es demasiado complicado.

—¿Hablas de la carne y eso?

Asintió. —He tomado suplementos por algún tiempo, ya sabes para reemplazar algunos
nutrientes... —se rascó el cuello. —Pero no puedo conseguirlos aquí; el deporte me provoca
el doble de hambre y yo... hice algo malo.

—¿Jungkook?

—He estado comiendo cosas que no debería y luego intento sentirme menos culpable
haciendo ejercicio.

—¿Qué tanto?
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—Mucho...

Taehyung ladeó la cabeza; él no entendía los ideales del pelinegro pero no tenía corazón
para preguntarle qué lo impulsaba a pensar de esa forma. Además, también sabía que no
borraría la culpabilidad de su cabeza.

—Puedo preguntar la razón de que seas... ya sabes... así.

—Me preocupa que el consumo de carne dañe al planeta...

—Eso tiene sentido pero no vale la pena que mientas.

Jungkook suspiró.
—¿Quieres saber mi secreto?

—Si tiene que ver con tu dieta extraña sí —dijo con gracia.

—Verás... cuando cumplí doce mi madre me obsequió un conejo mascota.

—¿Por qué un conejo?

—Se burlaban de mis dientes en la escuela y bueno... me hacía pensar que si él era lindo yo
también podía serlo. Era una estupidez.

(¿Cómo se atreven? Su sonrisa es adorable). —No, de hecho es muy inocente.

—Papá dijo que eso era raro, quiso dormirlo. Él estaba ebrio y mi madre se opuso, se
pelearon, ella terminó inconsciente en el suelo de la cocina y mi conejo...

—¿Jungkook?

—Fue la cena de esa noche.

—Oh, mierda. Eso es escalofriante.

—Se divorciaron un mes después. Mi madre dijo que no quería estar cerca de un lunático
como mi padre. Y él que no soportaría ver cómo ella me convertiría en un marica. Yo... no
pude comer carne en seis meses sin vomitar y luego... no lo sé, intenté encontrarle el lado
positivo.

—Se llama trauma, Jungkook. ¿Hablaste de eso alguna vez?


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—No... y soy tan imbécil que me fallé a mí mismo. He estado comiendo cosas que tu madre
deja en el refrigerador, comí una jodida hamburguesa ayer —soltó una risa irónica—,
maldición, creo que comí huevos crudos hoy.

—Parece que perdiste el camino—dijo con suave tono— no es el fin del mundo. ¿Está bien?

—Creo que tiré años de esfuerzo a la basura.

—No te preocupes, es solo un desliz. Ahora, relájate. La cena está lista de todas formas y
podrás redimirte... hice arroz blanco, bueno, café porque se quemó un poco.

Suspiró con ternura. ¿Realmente acababa de ofrecerle eso? La inocencia con la que
intentaba sanarlo era abrumadora. Sabía que sería incómodo si lo decía en voz alta, pero de
alguna forma, estaba tan agradecido con el cielo por haber sido benevolente con él al
permitirle chocar con la persona más comprensiva, y atenta del universo.

—¿Tú cocinaste?

—¿Por qué a todos les sorprende tanto?

—Tienes cierta reputación —se burló.

—Oh, no molestes y levántate. Baja a ayudarme a la cocina.

—Aún no, debo terminar esto —dijo flexionando de nuevo sus brazos.

—Apresúrate —dijo, y se dispuso a irse cuando el otro le llamó de nuevo.

—En lugar de presionarme, deberías venir y ayudarme a terminar más rápido. —Dejó caer su
cuerpo, soltando un grave quejido. Y luego se acomodó en la alfombra doblando las rodillas.
—Sujétame los pies —le dijo limpiándose el sudor de la frente.

Las pequeñas gotas caían lento por su cuello, mezclándose con su aliento caliente.

Taehyung tragó en seco.


—¿Qué dices? —cuestionó arrastrando sus palabras.

—Ya que estás empeñado en observarme, deberías venir aquí y ayudarme a hacer
ejercicio.
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—Yo no...

Jungkook soltó un pequeño jadeo, aún le faltaba mucho para terminar su rutina del día.

—Ven aquí —levantó la cabeza para verlo detenidamente—, y sujétame con fuerza —le
ordenó.

El castaño asintió curioso. Luego se movió hacia él; temblando; y se arrodilló frente a
Jungkook quien sentado en la alfombra le sonrió complacido.

Jungkook llevó su espalda al suelo para luego colocar sus manos detrás del cuello, dejando
sus piernas flexionadas y sus pies fijos en el piso. Taehyung colocó ambas manos sobre estos
para evitar que se moviera.

El pelinegro exhaló con fuerza, y emitiendo un pequeño quejido, levantó la parte superior de
su cuerpo, flexionando su abdomen para hacer tocar su pecho en sus rodillas al hacer varias
repeticiones.

Taehyung intentaba mantener las piernas del chico sujetas mientras el otro hacía
abdominales elevando su respiración. Su rostro quedaba cerca del suyo cada que se
levantaba, y Jeon con los ojos cerrados era incapaz de verle morder su labio al fantasear con
la línea húmeda en su pecho.

—Quince... —dijo Taehyung en voz baja cuando le vio acercarse.

Sus ojos estaban cerrados y su mente completamente enfocada en el calor en su parte


abdominal mientras comenzaba a contar en voz alta.

—Dieciséis ... —gruñó ya cansado de sus


series anteriores.

Su espalda tocó la alfombra, entonces abrió los ojos; al levantarse se encontró con el cabello
revuelto de Taehyung y su mirada libre de cristales mientras le sonreía con perversidad.

Volvió a bajar; Kim le deslizó una de sus manos por la pantorrilla hasta subir a su rodilla en
donde presionó su agarre rozando sus uñas ligeramente en su piel.
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Parecía que el sonido de la respiración de Taehyung se hacía más y más fuerte en cada
levantamiento. Tanto como para aturdirlo, como para dominarlo.

Cuando volvió a levantarse se quedó quieto viendo la mano del otro sobre sí mismo.

—¿Por qué te detienes? —le preguntó Taehyung. Ambos se vieron por unos segundos en los
que las dos manos del castaño llegaron a sus piernas.

—No puedo concentrarme... Siento que pasará de nuevo eso.

—¿Qué cosa?

—Por alguna razón, siempre que tenemos una conversación profunda terminamos
manoseándonos —le dijo con gracia.

—Y luego vamos a fingir que no pasó nada. Es algo muy nuestro, ¿no te parece?

—¿Entonces no soy el único que lo piensa? —Jungkook soltó una carcajada.

—Desafortunadamente no...—dijo Taehyung. Se quedaron quietos antes de comenzar a reir


juntos, escandalosos mientras negaban apenados.

Jeon divagó un segundo en el que la coraza de escepticismo del chico parecía haber
desaparecido. Nunca lo sabría, que él era la única persona con la que Kim Taehyung podría
ser él mismo. Su yo real era uno que no solo pensaba, también sentía mucho. No importaba
una linea ajena, el único cuyas manos eran genuinas y delicadas para tocar al castaño era él.

—Necesito saber algo —dijo mordiéndose el labio.

—¿Sobre el experimento?

—No, sobre ti.

Intrigado. —¿Qué quieres saber?

—Taehyung... ¿Sientes algo por mí?

—¿Por qué la pregunta?

—Quiero saber...¿Qué sientes cuando te toco?


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La mirada del castaño estaba fija sobre él, parecía inquebrantable y llena de locura que
deseaba poseer.

—Siento... insectos en el estómago.

Jungkook soltó una risa inocente.


—¿No querrás decir mariposas en el estómago?

—Las mariposas son insectos, lepidópteros, de hecho.

—¿Cómo puedes decir eso en un momento como este? —se burló—. Eres la persona más
pura del maldito universo, ¿Lo sabes, cierto?

—Yo no estaría tan seguro de mi "pureza" —le respondió divagando entre su cuello y sus
clavículas—. Así que será mejor que me digas, ¿Qué sientes tú cuando te toco, cuando estás
conmigo?

Jungkook alzó una ceja ante sus cuestionamientos, llevando una de sus manos al mentón
del chico para sujetarlo mientras veía sus labios.

—Yo siento arañas en el estómago — le dijo burlándose de su respuesta.

Taehyung negó con la cabeza.


—Las arañas no son insectos, tarado. Son artrópodos.

Jungkook tragó saliva y aguantó un suspiro; él era extrañamente perfecto.


—Insúltame todo lo que quieras, sabelotodo. Nunca sabrás lo que siento.

—¡No es justo!

Llevó su mano a la suya y la colocó encima mientras el otro acariciaba su mejilla con
lentitud, cediendo ante su piel y el abismo.

—Taehyung... —le llamó en un leve susurro, esbozando una pequeña sonrisa casi incrédulo
de lo que estaba por decir.

—¿Sí?

—Tú me haces sentir real.


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Apenas abrió la boca cuando se aproximó a besarlo atrayendo todo su cuerpo sobre él.
Taehyung se acercó, y colocó una pierna de cada lado dejando a Jungkook en el medio y
sentándose sobre su regazo para sujetar su cuello.

Era adicto o estaba obsesionado; bueno, quizá solo era un adolescente emocionado.

No podía dar créditos a lo que sus impulsos le llevaban a hacer, Taehyung quería tener más
de él mientras deslizaba sus labios sobre los del pelinegro, casi asustado de dejar de respirar
si se alejaba de él.

Jungkook estaba seguro de que aunque existían ya demasiados escritos sobre la belleza en
el mundo; ninguno era capaz de definir con precisión lo hermoso de esa piel trigueña que se
estremecía con cada toque.

Como un sueño, una canción cuyo compás avanzaba a medida que los ojos del otro se
perdían en los suyos. Y lo peor, era que todas esas cosas que alguna vez le llenaron parecían
vanas, haciéndole pensar que su vida nunca tuvo un significado hasta ese momento.

Su aliento le hipnotizaba. Para Taehyung, era una clase de atracción física mezclada con el
estímulo mental que necesitaba, y eso, estaba volviéndolo loco. Era una sobredosis de
dopamina, pero esto, solo se le hacía confundir las palpitaciones de su pecho, y el mareo
constante en él con excitación y no con lo que realmente era y debió ponerle sobre aviso.

Era ignorante; pero más que eso, terco de buscar en Jungkook algo que no sabía que
necesitaba y ahora era adicto.

Taehyung comenzó moviéndose sobre el pelinegro, mientras este cerraba los ojos
fascinando con los avances de su proyecto personal y es que, Jungkook no tenía ni la más
mínima idea de lo que había hecho para merecer esto; pero no iba a detenerse a
preguntárselo, estaba disfrutando demasiado al sentir al chico sentado sobre su ingle
mientras le besaba desesperadamente.

Quemaba; le quemaba demasiado.

Le hacía pensar en si él realmente había cambiado algo en la historia del muchacho, siempre
se tenía como si ocupara el lugar de alguien más, en el campo de béisbol, en el bosque y
ahora entre sus piernas.
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Jungkook estaba lejos de comprender que había caído en el centro de una telaraña, y se
había unido no solo a la historia de aquel inocente que le encontró esa noche, esa que sin
querer atravesó y que marcaba el inicio de una tragedia para el castaño tomando el lugar de
su verdugo; sino también a aquellas en las que osó entrometerse con malicia. Y eso sin
contar que mantuvo a flote un experimento que debió perecer esa noche.

El cuento del ángel, su verdugo y los amantes mártires.

Estaban atados; y aunque su destino era incierto, en él recaída la responsabilidad de


llevarlos ilesos al otro lado.

Quizás era preciso preguntarse qué fue lo que debió pasar la noche que apareció y qué
pasaría el día que decidiera irse. Pero no le interesaba, era egoísta y estaba cegado, cegado
por un amor que nunca había experimentado y unos labios que al morder los suyos le hacían
perder la cordura.

La forma en la que Taehyung le besaba le hacía reflexionar en que era, en efecto, el hombre
más afortunado del mundo. Siendo el único capaz de tomar al chico.

No; la sola idea de pensar en compartirlo le removió el estómago. Incluso si se trataba de un


pasado del que ya no eran parte, no quería que nadie más se atreviera a colocar sus manos
en la cadera del Taehyung de la forma en la que él lo hacía justo en ese momento.

Subió una de sus manos por su espalda dándole pequeños toques y cuando finalmente llegó
hasta su cuello, enredó sus dedos con delicadeza mientras saboreaba necesitado, sus suaves
labios.

Sí, era egoísta. Aún más cuando se aferró a la vana idea de que quizás su existencia estaba
destinada a poder tocarlo. Se encerró en la idea de poseerlo.

Quizá Jungkook había nacido para adorarlo.

—Tengo que entrenar...—murmuró contra sus labios— p-para el juego.

A lo mejor en otra línea Taehyung se había chocado con alguien más; pero nunca encontró ni
amor, ni compasión. Mucho menos esa euforia que venía junto a las manos que le tocaban
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de tal forma que lo estremecían sin dañarlo. Y esos ojos, que aunque estaban llenos de dolor,
eran incapaces de herirlo. Sí, Jeon Jungkook era todo lo que necesitaba.

—Lo sé —le respondió Taehyung separándose ligeramente de él para respirar agitado y


viéndole con ojos llenos de brillo—, pero no me interesa —declaró acercándose a su oreja
para darle un pequeño beso en esta.

Jeon estaba sudando, sí. ¿Eso qué? Había mucho de excitante en ser tan humano, según
Taehyung. Y si el pelinegro no lo juzgaba... El tampoco lo haría.

—¿Qué hay de las pruebas del experimento? No podemos posponerlas más. —Podía sentir la
erección del castaño contra su vientre; parecía desesperado por avanzar.

—Pueden esperar...

—No lo entiendes —su juicio necesitaba salvarlo pero sus manos buscaban poseerlo—, el
tiempo está corriendo.

—Tampoco me interesa —dijo con tal seguridad y supremacía que la sonrisa que esbozó
junto a esas palabras lograron estremecer el pecho del pelinegro.

Llevó sus manos a la orilla de la camisa del chico y comenzó a subirla; Taehyung levantó los
brazos para ayudarle a retirarla.

Jungkook no esperaba que el castaño comenzara a besar su cuello, succionando la piel


debajo de su mentón mientras le clavaba las uñas en los hombros. Parecía que quería
devolverle las marcas que accidentalmente le había dejado en días pasados.

Jungkook puso sus manos en la espalda baja del castaño, ansioso de saber qué tan lejos
estaba dispuesto a llegar esta vez; quería sentir a Taehyung subir y bajar sobre él cuanto
antes, y no estaba seguro de si aguantaría mucho tiempo más en abstinencia.

Escabulló una de sus manos por encima del pantalón corto del muchacho, tocando con
descaro su pene causando que Kim alzara la voz en un gemido grave e inconsciente .

Quiso comenzar a bajar el elástico que las prendas que le mantenían protegido pero se
abstuvo de hacerlo cuando un fuerte golpe resonó detrás de ellos. Seguido de un intento por
abrir la cerradura.
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—¡Oigan, idiotas! —les llamó Seokjin desde afuera. Jungkook colocó rápidamente su mano
en la boca de Taehyung después del gemido que había resonado—. Abran la puerta.

El sonido del pomo de la puerta que intentaba ser girada acompañada de golpes les alertó,
se vieron entre sí asustados.

Ambos intentaron recomponerse al ponerse de pie rápidamente. Taehyung se colocó la


camiseta a toda velocidad, la voz de su hermano había logrado llevar su libido de diez a cero
en segundos.

A Jungkook no le dio tiempo de vestirse; no tenía ninguna puta idea de dónde estaba su
camisa, así que simplemente se sentó a orillas de la cama, inclinándose hacia el frente para
intentar disimular su aún notoria erección.

Taehyung se acercó a la puerta; suspiró para mantener la calma y luego quitó el seguro para
abrir la puerta.

—¿Qué quieres? —le dijo molesto a su hermano recargándose en el marco de la puerta.

—¿Por qué siempre cierran la puerta con llave? —cuestionó con una ceja alzada.
No quería admitir que los espiaba, pero esta vez, sencillamente se había acercado
inocentemente a la habitación de su hermano para terminar asustado de lo que su
imaginación le hacía creer que sucedía allí dentro.

—Porque es mi habitación y puedo hacer lo que quiera con ella, ¿Tal vez? —le contestó a la
defensiva—. Pero ese no es asunto tuyo, en fin, ¿Qué quieres? —volvió a preguntar.

—Lo que digas, tonto —respondió—. Mi ducha se descompuso y vine a usar la tuya.

Seokjin tenía una toalla alrededor de su cintura y les veía con curiosidad, en especial a
Jungkook sudando a medio vestir.

Tenían las mismas marcas; y él realmente intentaba no pensar en tonterías pero... había
comenzado a angustiarse más de lo debido.

Jungkook parecía ser una buena persona; un imbécil; pero buena persona. Alguien incapaz
de hacerle daño a su hermano pero no sabía si atribuirle sus actitudes a la extraña confianza
entre ambos o a algo más.
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Después de todo, él siempre había sido alguien intuitivo y justo en ese momento no sabía si
le preocupaba más que su hermano se hubiese vuelto un mentiroso, sus alucinaciones o...

Seokjin tenía miedo de tener razón.

Taehyung rodó los ojos. —Haz lo que quieras —le dijo— yo iré a terminar la cena.

El castaño se movió hacia la puerta y salió de la habitación para llegar a la cocina.


Jungkook tomó su camisa ante la mirada juzgona de Seokjin quien le veía con el rostro serio.

Se la colocó.
—Creo que yo... iré a ayudarlo —dijo siendo incapaz de ponerse de pie sin evidenciar su
erección.

—Par de fenómenos — le respondió dándole la espalda para caminar hacia la ducha dejando
solo a Jungkook.

Pasó una mano por su rostro. Tenía que controlar sus impulsos mejor o... encontrar un lugar
más tranquilo para estar a solas con el castaño

Agitó la cabeza; se regañó mentalmente antes de ponerse de pie. Se colocó sus zapatos,
tomó su bolsa para el juego y salió de la habitación más tranquilo.

Entró a la cocina.
Taehyung tarareaba una canción que no supo identificar pero se veía gracioso mientras
movía la cabeza y servía dos platos.

Había unas pequeñas flores en la mesa y se movía arreglando el mantel.

—¡Oh, eres tan romántico! —dijo sonriendo desde el marco de la puerta.

—Cállate, soy detallista. Es diferente.

—No, creo que en realidad es parte de.

—¿Ser romántico? No, no, no. Creo que serlo tiene que ver más con el hecho de adorar a una
persona y eso es... algo tonto.

—Lo dice Julieta —se burló.


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—No me lo recuerdes. No puedo creer que lograras improvisar tan bien.

—¿Qué puedo decir? Tenía inspiración.

Suspiró frustrado. —Definitivamente, esto del romance no es mi fuerte. Tampoco la


actuación.

—¿Qué dices?

—Es... no lo sé —bufó—. A veces, pienso que la actuación es simplemente cuestión de


actitud. Pero cuando se trata de romance, no lo sé. La idea de idealizar a un humano es...
absurda.

—Oh, mi pequeño Taehyung. Le das demasiadas vueltas al asunto, es un poco de ambos.

—¿Por qué lo dices?

Jungkook dio un paso al frente y colocó una mano en su espalda baja. Sonriendo de lado.
Taehyung parpadeó confundido.

—El mundo se basa en seducción más que en belleza. Un toque, o las palabras indicadas
hacen que... todo gire en la dirección correcta.

—¿Y tú sabes mucho sobre eso cierto? —dijo con voz baja.

Asintió. —Ser encantador va más allá de ser un simple talento.

—No digas cosas tontas —se burló.

—Quizá no tenga el mejor rostro de todos; pero podría seducir a alguien como tú con una
sonrisa.

—¿Alguien como yo?

—Bueno, a ti, específicamente.

Taehyung se separó de él negando con la cabeza.

—Estábamos hablando de la actuación. ¿Yo que tengo que ver en esto?

—Tú eres bonito de nacimiento, y yo soy un hablador por naturaleza.


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—Eso significa que yo gano, ¿O no? —dijo con una ceja alzada.

—Te equivocas. No olvides que la belleza es subjetiva pero la seducción... —sonrió de lado—
Es todo un arte.

Taehyung le dio un pequeño empujón en el pecho para alejarlo ganándose una sonrisa
burlona de parte del otro.

—Aquí no, genio. Tenemos prisa, ¿Recuerdas? Come rápido y vámonos. Aún hay mucho por
hacer.

—Se te bajó la calentura y ahora sí te importa el tiempo. ¿Eh?

—Come y deja de molestar. ¿Quieres? —le respondió frustrado por sus burlas.

Taehyung no lo admitiría pero últimamente tenía muchos dilemas corporales, además de


conflictos en cuanto a cómo satisfacerlos. Y cuando por fin tenía oportunidad de hacerlo sin
quedar como un hormonal de mierda el universo se ponía en su contra.

Como sea, detalles.

Jungkook se sentó frente a él y tomó el tenedor para comenzar a comer. La tarde pintaba
ser prometedora.

Después de una rápida comida y la ducha que Jeon tuvo que tomar en el baño principal,
salieron de casa cargando con ellos la ropa deportiva de Jungkook y el equipo de seguridad
para el experimento.

Habían tomado la bicicleta de Seokjin, porque después de todo, habían perdido la de


Taehyung la noche que fueron a prisión.

Avanzaron a través de la verdadera de árboles en la que Jungkook se sentía tan familiar


hasta llegar de regreso a la escuela.

Una vez en la piscina, Jungkook dejó sus cosas en el azulejo de alrededor. Y se quedó en una
ligera camiseta y pantalón corto. Tenían media hora para esto, y luego debía irse al partido.
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—¿Cuál es el plan, profesor Kim? —le dijo bromeando. Taehyung sacó una cinta adhesiva gris
y la utilizó para pegarle cables en la sien y en las muñecas.

—Básicamente, conectaré las cuatro torres, buscando dirigir la energía del alumbrado
público hacia un generador conectado al cableado alrededor de la piscina contigo en el
medio.

—No sé...eso suena doloroso. ¿Para qué necesitas eso?

—No tengo un voltímetro pero... necesito estar al pendiente de tus cargas eléctricas.

—¿No vas a freírme vivo, cierto?

—En realidad, si mis cálculos son correctos, tu cuerpo debería repeler las cargas o bien
conducirlas.

—Solo espero que realmente logremos avanzar con esto.

—¿Estás listo?

—Eso creo —le contestó no muy seguro.

Se movió hasta el borde de la piscina; y se sentó en ella para luego introducirse lentamente
en el agua. Primero sumergiendo sus piernas y haciendo sonar sus dientes cuando tembló
por el frío.

El agua le llegaba casi hasta el cuello; levantaba la cabeza para evitar tragar agua intentando
llegar al centro.

Yoongi apareció en la reja antes de que llegara.

—¿No es muy tarde, cierto? —les dijo.

—Justo a tiempo para verme morir frito —le gritó Jungkook desde el agua—, ¿Dónde
estuviste todo el día?

—No me creerían si se los dijera —respondió.

Taehyung alzó una ceja y se colocó sus gafas de seguridad; Yoongi, tomó la careta de
soldadura y también se la colocó. Ambos se vieron entre sí y luego a Jungkook.
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—Bien; quiero que relajes tu mente. Cierra los ojos y no pienses en nada por el momento. —
Jungkook tomó aire y relajó su cuerpo. Tenía un mal presentimiento sobre esto. —Vamos a
repetir el primer experimento. Hablaremos, intenta mantenerte consciente, ¿Lo tienes?

—Lo tengo.

—Entonces... cuéntame sobre tu madre. Lo primero que se te venga a la cabeza.

—Le gusta fumar y hace críticas muy acertadas del gobierno.

—¿Ese es el primer recuerdo que tienes sobre ella?

—Es realmente buena escuchando.

—Dime más, algo más personal.

Jungkook hizo una pausa; y Taehyung le hizo señas con las manos a Yoongi para que
encendiera el interruptor de su generador.

Las luces de alrededor de los laterales se encendieron; Jungkook y su energía estaban


estables.

—Hacía galletas en navidad y me... me dejaba decorarlas aunque lo hiciera terrible.

—¿Y eso es importante para ti?

—Es un gran recuerdo; no he comido una de esas galletas en años.

La luz parpadeó. —¿Por qué?

—Paso navidad en casa de mi padre desde los doce años.

—¿Y tu padre? ¿Qué hacías con él?

—Él... me llevó a esquiar una vez. Me caí y tuve la pierna inmovilizada por un mes.

—No suenas triste.

—No lo fue; se sintió tan culpable que me compró un enorme oso de felpa y lo usaba como
títere para hacerme reír.

—Parece que tienes buenos recuerdos de él.


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—Algunos.

Taehyung necesitaba una reacción más fuerte para entrar en su subconsciente.

—¿Qué hay del divorcio?

—¿Qué esperas que te diga? Tomaron caminos diferentes. —Si Taehyung pensaba usar su
conversación para provocar una reacción estaba demente.

Ahora el alumbrado público también pareció subir de intensidad. Yoongi retrocedió cuando
la luz comenzó a lanzar pequeños destellos en dirección a las bobinas de los cuatro extremos
de la piscina.

—Funciona... —masculló Min. Taehyung asintió antes de seguir hablando.

—Quiero que vayas a ese día y me digas que puedes ver.

—Fue hace mucho tiempo yo...

—Hazlo, ¿dime qué ves?

—Salí a buscar hojas y ramas para mi mascota. Era un poco tarde y yo... los escuché pelear.

—¿Qué más?

Su pecho comenzó a temblar. Y su respiración se volvió pesada a medida que la electricidad


en él crecía.

—Me senté a cenar y comí sin decir una sola palabra.

—¿Por qué peleaban?

—No lo sé. —Las descargas se volvieron más fuertes, todo su cuerpo se sintió pesado y él
creyó que iba a hundirse.

—Sí, lo sabes.

—¡Ya te dije que no lo sé!

—Estaban peleando por tu culpa, y lo sabes.

—¡No!
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—Taehyung, basta. Esa cosa lo lástima —intentó detenerle Yoongi pero el castaño siguió
hablando. Necesitaba elevar su estrés al máximo.

—¿Entonces qué fue lo que pasó después? O antes, piensa en qué los llevó a ese extremo
Exacto, fuiste tú.

Jungkook se removió en el agua, intentó salir pero la corriente era ya muy fuerte. Tanto que
le atrapó entumecido sus extremidades y arrastrándole hacia el fondo.

Todo se volvió negro de pronto; como si estuviera durmiendo y eso creyó hasta que volvió a
abrir los ojos.

Lo primero que vio fue el techo de su antigua habitación; había un póster un Pokémon cuyo
nombre ya no recordaba.
Levantó sus manos, y al verlas se sorprendió, eran pequeñas.

¿Todo esto era una alucinación? Pues si era así, se sentía más real que cualquier otra antes.

Se levantó de la cama y se colocó sus pantuflas. Sus juguetes estaban intactos y al verse en el
espejo se dio cuenta de que era su versión joven la que estaba frente a él, estaba
despertando de su siesta vespertina.

Escuchó un chillido a su lado y volteó a ver incrédulo. Su blanco y peludo amigo le estaba
saludando.

Se acercó y abrió la jaula de su conejo para acariciarlo lentamente.


—Yo también te extrañé, Billy —le dijo. —Parece que necesitas una nueva rama para roer. Iré
a conseguirte una.

Cerró la jaula y bajó de prisa las escaleras en dirección al jardín, sin percatarse de sus padres
hablando. Al notarlo, se quedó quieto afuera de la cocina.

—Lo estás deformando —escuchó decir a su padre.

—Es solo un niño, déjalo tranquilo.

—Debería ser como los demás chicos de su edad. Pero se la pasa hablando con ese animal
todo el día.
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—¿Y eso que tiene de malo?

—¡No es normal!

—Ya tiene doce años y actúa como un bebé o como un imbécil. Y es tu culpa.

—¿Qué estupideces dices? —él la empujó haciendo su espalda chocar contra el refrigerador.

Jungkook quería moverse de allí. Su versión adulta sabía lo que iba a pasar y aún así fue
incapaz de moverse. Su recuerdo se había apoderado de él.

—Él está mal de la cabeza por ti y la forma en la que lo mimas.

—Yo estoy actuando como su madre.

—¿Desde cuándo eres una buena madre? Nunca lo fuiste, ni antes ni ahora. No me vengas a
esa mierda.

—Al menos yo intento mejorar.

—No intentes aparentar. Siempre has sido una perra.

No lo soportó más; le lanzó una bofetada ante la cual él solo frunció el ceño. Ella se
arrepintió instantáneamente al saber de lo fácil que era hacerlo enojar y lo violento que era.

Le devolvió el golpe y la sujetó del cabello para hacerle doblar las rodillas. Con la otra mano
le apretó las mejillas obligándole a verlo.

—Quiero el divorcio —logró decir.

—Eso te saldrá muy caro.

—Me das asco, tú, oportunista de mierda.

La golpeó tan fuerte en la cabeza que tambaleó chocando contra el gabinete.

Jungkook estaba allí y su consciencia mayor quiso intervenir haciendo a su cuerpo pequeño
entrar abruptamente.

—¡Basta! ¡Déjala sola!

—Jungkook, vete a tu habitación... —masculló Sunhee.


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—¡No! —Corrió con intenciones de empujar a su padre; pero este era veloz y más fuerte, le
golpeó en el pecho haciéndole caer detrás de la mesa.

—¿Tu hijo quiere ser un héroe ahora? —le dijo a ella. Quiso levantarse pero él la pateó y le
negó el paso —. Tú aprenderás una lección esta noche, Jungkook —la tomó del cabello—. Así
es como se trata a la gente insolente.

—¡Déjala!

En la piscina, las luces habían comenzado a parpadear. La onda se expandía de tal forma que
incluso las del campo de béisbol y la escuela a unos metros de allí iban a colapsar. Las
personas comenzaron a angustiarse por la sobrecarga de energía.

Taehyung le vio allí en el fondo atrapado dentro de su cabeza.

—¿¡Qué demonios hiciste, Taehyung!? —gritó Yoongi.

—¡No lo sé! ¡Esto no debería pasar!

—¡Se está ahogando!

No podía acercarse sin sentir dolor causado por la estética. —¡Tengo que entrar por él! —dijo
quitándose sus anteojos.

—Si lo haces... morirás.

Taehyung tragó en seco y volteó a ver hacia la piscina en donde Jungkook estaba sin poder
moverse. Estaba inconsciente en etapa de tetanización un par de minutos más y dejaría de
respirar, bueno, Kim ni siquiera estaba seguro de que aún respirara.

El viento azotaba las rejas de la piscina y hacía volar hojas a su alrededor. No sabía qué
demonios había logrado hacer pero estaba seguro de que el universo se había enojado con
él.

—Lo sé.

El castaño corrió hacía el agua intentando sacar a Jungkook de allí; pero era demasiado
arriesgado. El campo eléctrico alrededor de él era demasiado fuerte.
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—¡Taehyung! ¡No!—gritó Yoongi intentando bajar la palanca sin éxito. Sus experimentos
amateur eran la prueba de lo terriblemente calculado de su plan.

Algunas ecuaciones son imposibles de resolver cuando se ignoran todas las variantes.

El viento empujaba a Taehyung como intentando alejarlo, antes de buscar llegar al borde y
lanzarse a la piscina.

Yoongi levantó la cabeza buscando una solución, asustado; entonces se colgó del cable que
unía la energía de las bobinas con el alumbrado público causando que la unión se zafara y
rompiendo con el circuito.

Las luces colapsaron todas a su vez; no sólo las que rodeaban la piscina sino también las de
la escuela, la calle y campo de béisbol en donde todas las personas se cubrieron la cabeza
cuando las chispas del alumbrado y el marcador explotaron sumiendo el terreno entero de la
escuela en total oscuridad.

El castaño había caído al agua; y aunque era doloroso, parecía que no había más corriente
dañina en ella, o al menos eso pensó.

Intentó con todas su fuerzas llegar hasta el cuerpo de Jungkook para tomarlo por el pecho,
rodeándolo con sus brazos para intentar sacarlo de allí.

Pero era demasiado pesado, se sentía incapaz de moverse. Taehyung lo arrastró para
llevarlo al costado de la piscina en donde había una pequeña escalera.

Logró levantar su cuerpo para colocarlo en el borde y luego, salió del agua para terminar de
arrastrar al chico por el azulejo del exterior.

Le tomó de los hombros para agitarlo, y se arrodilló a su lado para hacerle reaccionar.
Comprobó su pulso, pero aún así no se movía.

Si la sobrecarga había acabado con el circuito eléctrico de la escuela, ¿Qué podía esperar
que le causara al cuerpo humano?

—Por favor no, por favor despierta —comenzó a llorar sobre el cuerpo del pelinegro que no
parecía reaccionar—, por favor.
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El partido había comenzado desde hacía rato; el marcador estaba a su favor hasta que un
fuerte destello les interrumpió.

Seokjin y el resto del equipo llegaron a la piscina, quedándose consternados de la escena


que solo la luna era capaz de iluminar.

—¿¡Qué pasa aquí!? —gritó uno de ellos, entrando todos al lugar y viendo al pelinegro que
yacía en el suelo.

Seokjin fue el primero en acercarse al ver a su hermano mojado y llorando desesperado. Min
estaba en el otro extremo del lugar, aferrado al barandal pálido del miedo.

—Maldición, es Jeon —dijo cuando logró reconocerlo intentando tomar a Taehyung por los
hombros— ¡Está inconsciente!

—¡Tenemos que llevarlo al hospital! —gritó otro de los muchachos cuando el revuelo se
armó.

Min se levantó, mareado, y corrió hacia ellos para interponerse entre el equipo y los chicos
que temblaban.

—¡No los toquen! ¡Es peligroso! —les advirtió—. ¡Atrás!

La incertidumbre estaba presente al igual que la estática en el aire. Cuando Seokjin dio un
paso hacia atrás obedeciendo al menor todos los demás lo hicieron.

Jungkook en medio de su trance estaba escondido detrás de la mesa de su antigua casa


mientras lloraba como el pequeño indefenso que era.

Quería correr y necesitaba volver; pero no encontraba la forma de hacerlo. Esta parte de su
subconsciente era algo que su mente había intentado bloquear por mucho tiempo.

—Vamos, despierta. Te lo suplico, Jungkook, quédate conmigo... —murmuró Taehyung


frente a todos.

Golpeó su pecho repetidas veces, haciéndole presión para intentar sacarle el agua que había
tragado; la piscina era profunda y se sentía tan imbécil por haber sometido al pelinegro a sus
peligrosas pruebas.
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Sunhee apareció de entre la multitud y se acercó a ellos, evadiendo a Yoongi quien intentó
detenerla. El magnetismo puro la atraía hacia él.

Había algo en ese chico Jungkook, que hacía que se preocupara por él, y de hecho, no lo
entendía, era poco lo que le conocía pero aún así, era una extraña calidez que le motivaba a
ayudarlo.

Jungkook se puso de pie en su trance, su madre estaba en el suelo y él... él no era más que un
niño indefenso. Caminó hacia ella para intentar ayudarla a levantarse; pero al tocarla, vio sus
propias manos, ahora eran grandes.

Solo era un recuerdo, y él no tenía porqué estar más allí. Agitó la cabeza y sintió hiperventilar
hasta creer que colapsaría pero contrario a eso, abrió los ojos sin saber con certeza en dónde
estaba.

Comenzó a toser cuando reaccionó, había regresado a su estado normal. Todo estaba oscuro
pero era capaz de reconocer las figuras a su alrededor.

La silueta joven de su madre desde arriba le llenó de tranquilidad. Nada de eso había pasado
aún.

—Estás aquí... —murmuró apenas viéndola, logrando alarmar al resto pero algo había
cambiado dentro de él. Algo se había tornado vulnerable ante el dilema que en su mente
apareció.

Ella no pudo contestarle, la multitud finalmente se acercó al chico dejándola atrás entre las
personas.

«Oh, no. Ha sido bastante malo esta vez», pensó.

—¡Jungkook! ¡Despertaste! —dijo Kim tocando sus mejillas. Apenas logró levantar la cabeza
para ver a su alrededor y a las personas que le veían a la expectativa.

—¿Dónde estoy?

—California, 1986.
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Él luchó por levantarse; pero no pudo. Su pecho subía con dificultad mientras razonaba lo
jodido que estaba si pretendía regresar a su época de esta forma. El castaño que mojado
temblaba sobre él le hizo reaccionar.

«Me salvó, otra vez, me salvó», pensó y no supo cómo sentirse respecto a eso, pues era el
mismo Kim quien lo había llevado a tal extremo. Quería regresar, sí, pero ya no estaba tan
seguro de si era correcto.

Taehyung, su Taehyung había logrado llevarlo a un lugar que eran incapaces de controlar.
¿Cómo le explicaría lo que revivió?

—Taehyung...

—¿Sí?

—No puedo más.

Se quedó allí con los ojos abiertos mientras reflexionaba en lo que había visto. Pero es que se
había sentido tan real y ahora simplemente, solo quería apretar el botón de reinicio dentro
de su cerebro para olvidar todo esto.

Quizá, Taehyung era quien estaba destinado a salvarlo a él.

Jungkook intentó levantarse de nuevo; logrando sentarse. Al castaño no le importaron las


miradas de Seokjin y sus amigos en su espalda cuando se lanzó a abrazar al chico mientras
lloraba.

—Lo siento, lo siento. No sé qué haría si algo te sucediera. Perdóname, Jungkook, por favor.

Seokjin abrió la boca sorprendido; él conocía esa mirada, él sabía que había algo diferente
en su hermano pero no sé atrevería a decirlo. Él, mejor que nadie, conocía los estragos de la
ilusión.

Devoción.

No había otra forma para definir lo que existía entre ellos.

La semifinal que se suspendió esa noche debido a la electricidad dejó un marcador a favor
del equipo local. Haciendo que el equipo del Condado Mariposa avanzara a finales.
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Y Jungkook, ante las miradas de preocupación y los brazos de Taehyung se desmayó cuando
comenzó a cuestionarse si realmente valía la pena regresar a su hogar.

Un hogar.

¿Es que acaso tuvo uno alguna vez?

Capítulo Catorce
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por Incompletelyrics

14.

El tiempo nunca se detiene. Ha sido llamado sanador de heridas por muchos. Sin saber, que
el tiempo no te cura, solamente es hipócrita para consolar.

De los miedos, los errores y la agonía del alma, el tiempo, es el primero en burlarse.

—Necesito la descripción completa del muchacho.


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Las luces rojas y azules de la patrulla hacían que las sombras de los árboles lucieran un poco
más tétricas que de costumbre.

El sector completo del bosque había sido evacuado; y en especial, el área del lago circulado
con cinta amarilla para evitar que los turistas continuaran acercándose.

La policía y los paramédicos se encontraban alrededor. El cielo había comenzado a


oscurecer y Seokjin no sabía qué demonios hacer, todo había sucedido muy rápido.

Agitó la cabeza e intentó enfocarse en el oficial que le hablaba.


—Disculpe, ¿Qué dijo?

—Necesito una descripción física completa del muchacho —repitió con su bolígrafo en mano.

—Tiene cabello negro, estaba usando una chaqueta de mezclilla oscura y una camiseta
negra con letras rosas. Uhm, tiene perforaciones varias perforaciones y... los ojos grandes.

El oficial asintió.
—Excelente, nos servirá para identificarlo. Por el momento, continuaremos buscando en los
alrededores del lago mañana, en caso de que se encuentre en la orilla.

—¿¡En la mañana!?

El hombre pareció restarle importancia. Cuando esto pasaba, difícilmente encontraban


respirando al desaparecido.

—En la mañana —volvió a decir el oficial duramente.

Seokjin asintió; era apenas capaz de hablar por lo consternado que estaba, tenía una toalla
en su espalda que le habían dado los paramédicos cuando lo sacaron del agua después de
tranquilizarlo.

No había mucho que explicar, en el momento en el que Jungkook cayó al agua intentó llegar
hasta él pero fue imposible. Alguna vez pudo moverse con facilidad, pero esos tiempos
estaban muy lejos ya.

El chaleco salvavidas le mantuvo a flote el suficiente tiempo como para que otros turistas se
alarmaran y llamaran a los guardabosques del lugar.
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Su pecho dolía. Y no sabía si se trataba de la falta de oxígeno o de la culpa.


Se sentó en la parte trasera de la ambulancia que llegó al lugar mientras temblaba.

Había al menos diez personas con linternas recorriendo el lugar como parte del protocolo de
rescate; pero él sabía que eso no llevaría a nada.

La voz del oficial y de los guardabosques a la distancia le tenían petrificado.


Y es que ellos, aún después de horas y con todos sus intentos... no creían que fueran a
encontrar algo en realidad.
Al menos no hasta dentro de un par de días.

—Creen que está muerto, ¿No es así? —murmuró para sí mismo. Él que creció en ese lugar y
que había visto la voracidad del lago de cerca, no fue capaz de tener esperanza—. Yo
también lo creo.

Se escuchó bullicio del otro lado lado; Seokjin levantó la cabeza con desdén y encontró a su
esposa discutiendo con un policía que no le dejaba pasar del área acordonada.

Levantó una mano para que ella le notase, al hacerlo, él se levantó de prisa e intentó correr
hacia ellos; pero nuevamente, su pierna le traicionó y cayó entre la tierra.

Gimió de dolor y de rabia en un triste intento de ponerse de pie; ella llegó a su lado y le tomó
del brazo para ayudarle.

Después de tanto tiempo, seguía arruinando todo. Estaba perdido; era inútil y
completamente patético.

Logró ponerse de pie a tientas; su esposa le veía asustada.

—¿Seokjin, te encuentras bien? ¿Qué sucedió? Recibí la llamada del oficial.

—Yo... —Levantó la mirada lleno de pesar.

—¿Dónde está? —preguntó alterada—. Dime por favor que lo encontraron.

—Llevan horas buscando, dijeron que... —respiró con fuerza— dijeron que lo buscarán en la
mañana.

—¿¡Qué!? Seokjin... eso significa que...


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Él se acercó a ella y dejó caer su cabeza sobre su hombro cuando comenzó a llorar.
El chico no se merecía esto, y ella tampoco. Ninguno de los tres merecía seguir sufriendo.

Carraspeó con la garganta cuando un nudo se formó en ella, y entonces, finalmente fue
capaz de hablar.

—Desapareció, perdí a nuestro hijo —dijo él mientras luchaba por no tartamudear.

Ambos se abrazaron en medio del llanto desesperado. Ninguno de los dos podía hacer esto.

No otra vez.

...
60 días antes de.

La luz de la mañana es amigable. Está llena de bondad, y buenos deseos.

Jungkook estaba en cama, al abrir los ojos, lo primero que encontró fueron los rayos de sol
colándose por la ventana y el olor chocolate recién preparado a su lado.

Habían pasado un par de días desde su último colapso y le había tomado un poco más de
tiempo recomponerse.

Lo cual no había sido problema ya que gracias a su divina intervención, el circuito eléctrico
de la escuela había fallado y por ende, las clases estaban suspendidas hasta la próxima
semana mientras arreglaban el problema.

Se sentó en la cama de Taehyung (ya que se había adueñado de ella) y estiró sus brazos.
Aunque probablemente debieron llevarlo al hospital, no lo hicieron.

Taehyung sabía que eso despertaría demasiadas sospechas. Es decir, ir a urgencias por un
par de golpes era algo sin importancia; pero, ¿Qué se suponía que dijeran? No podían
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simplemente aparecer con un chico cuyo cuerpo parecía tener un repelente de energía
adherido. Por lo que decidieron encargarse ellos mismos del problema.

En fin, el castaño tenía razón, siempre la tenía. Sí, no había pisado el hospital; pero Taehyung
y la señora Kim lo habían estado mimando tanto que se sentía como si tuviera la atención
del mejor hospital de todos.

Tomó su chocolate de la mesa de noche y le dio un gran trago dejando que este calentase
todo su interior antes de dejarlo nuevamente en su lugar. Después de las cosas que había
visto, se sentía vulnerable, apenas había querido hablar sobre eso.

Cuando el director de la escuela preguntó qué había sucedido. Taehyung y Yoongi


reaccionaron asustados inventando una historia de cómo ellos inocentemente estaban
limpiando la piscina cuando el sistema eléctrico colapsó. Y diciendo, que Jungkook había
intentado arreglarlo.

Jeon pensó que era una excusa patética; pero el director pareció creerles. Y eso era más que
suficiente.

Ahora solo les restaba mantener oculto su generador y recalcular los datos; pero lo cierto
era, que ninguno de ellos tres tenía la valentía para intentarlo de nuevo.

¿Qué si la onda eléctrica les había afectado? No lo sabían. Pero de lo que sí estaban seguros,
era de que habían logrado hacer algo extraordinario. Y que si tan solo tuvieran el resto de los
apuntes, podrían controlarlo mejor.

Pero hoy, no había tiempo para experimentos.

Jungkook se levantó animado; el calendario junto al escritorio de Taehyung le confirmó


aquello que había estado esperando. Y es que finalmente, octubre había terminado, o
bueno, casi. Era el último día de octubre y eso significaba que era uno de los días favoritos
para el pelinegro.

Oh, sí. Su amado Halloween había llegado.

Es decir, para él representaba un día de vandalismo con dulces de por medio, ¿Cómo no
amarlo?
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Escuchó el sonido de la ducha apagarse. Supuso que Taehyung saldría en cualquier


momento, así que caminó hacia el armario y se escondió dentro de este.

Taehyung salió del baño a medio vestir. Sin camisa y con su cabello que aún parecía mojado,
tomó una toalla y comenzó a frotarse para secarlo. Notó que Jungkook ya no estaba en la
cama, por lo que supuso que había bajado a comer algo.

Colgó la toalla en el perchero para luego acercarse a su closet para buscar una camisa
limpia; pero al abrir la puerta el pelinegro saltó hacia fuera.

—¡Feliz Halloween! —le gritó, asustándole.

—¡Ahhh! ¿¡Qué rayos te pasa!?

—¡Estoy emocionado!

—¿¡Y por eso tienes que asustarme, idiota!?

—¡Sí, esa es la idea del Halloween!

—No puede ser —maldijo—, será mejor que me quede en casa hoy.

—¿¡Qué!? ¡No! Hay que salir a pedir dulces más tarde. ¡Ya sabes! ¡Con disfraces, huevos y
papel higiénico!

—Yo paso, gracias.

—¿Por qué eres tan aburrido?

Taehyung le empujó cansando. No era un escéptico sobre las fiestas... pero en realidad no le
agradaban mucho.

En especial, Halloween. Para él, significaba terminar colgando de algún árbol con el ojo
morado y sin zapatos.

Bueno, al menos así habían sido los últimos diez años.

—¡Es tonto!

—¡No lo es! —Jungkook se sentó en la cama, volvió a tomar su chocolate entre ambas manos
mientras le veía con los ojos abiertos y las comisuras de los labios hacia abajo.
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—Los idiotas querrán meterse con nosotros, lo sé.

—¡No puede ser que les tengas miedo! Eres un tipo de casi metro ochenta que siempre está
de mal humor.

Taehyung tomó una camiseta sin mangas y se la colocó. El nuevo cambio de actitud de
Jungkook según sus estudios incluía demasiada energía física y una actitud casi infantil.

—Siendo honesto, me sorprende lo mucho que he crecido en estos dos años. Cuando Seokjin
entró a preparatoria yo apenas le llegaba al hombro y ahora somos casi de la misma
estatura.

—Estás a nada de ser más alto que él.

—Eso creo.

—¿Lo ves? Eso es algo positivo.

—Sí, al menos ya no quepo dentro de los casilleros —se burló de sí mismo.

Jungkook quiso decirle algo grosero; pero su nariz cosquilleó y él no pudo resistirse a
estornudar. Apretó los ojos sabiendo lo que les esperaba.

El castaño se alarmó y caminó hacia él.


—¿Estás resfriado? —le preguntó con preocupación—. ¿Malestar, dolor, mareos, náuseas? —
Volteó a verle los pies—. ¿Por qué estás durmiendo sin calcetines de nuevo? Tendré que
volver a revisarte la presión.

Oh, no. Había despertado a mamá oso.

Negó con ambas manos, él ya había tenido decenas de exámenes y de revisiones por el
paranoico Kim. Y precisamente hoy, no quería pasar el día entero en cama como los últimos
días.

—No, no, no. Me siento genial, ¿Ves? Todo luce bien en mí.

Taehyung tomó su libreta del escritorio para revisar el control de su sujeto de prueba. Su
última revisión había sido hace dos días, y todo parecía estar en orden.

Mientras lo hacía, el moretón en su brazo llamó la atención de Jungkook.


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—¿Qué te sucedió en el brazo? —preguntó.

—¿Qué cosa? —Taehyung volteó a verse en el espejo, entonces notó unas marcas violáceas
ligeramente más abajo de su hombro derecho.

—Allí —señaló—, tienes un moretón. Luce como si alguien te hubiese golpeado.

Taehyung pareció restarle importancia, le interesaban más sus apuntes.


—Ah, eso. Tengo varios iguales en las piernas —confesó—, es mi culpa por ser torpe.

—Comienzas a preocuparme, quizá deberías revisarte a ti mismo.

El castaño se colocó también sus anteojos y, entonces, se cruzó de brazos molesto viendo al
inocente Jungkook que solo quería evitarse esta situación.

—No intentes cambiar el tema, jovencito.

—¡Ya te dije que estoy bien!

—¿Seguro? —se acercó preocupado.

—No tienes que monitorear todo lo que hago —respondió Jungkook rodando los ojos.

—¡Claro que sí! Te tengo en observación.

—Tú siempre me tienes en observación.

—Sí, pero ese no es el punto.

Jungkook terminó su chocolate, dejó la taza en la mesa y se levantó.


—Relájate, ¡Estoy bien!

A Taehyung no le importaban sus palabras. Caminó hacia su escritorio y buscó en la gaveta el


termómetro, lo tomó y caminó de regreso hacia el pelinegro.

—Casi te vi morir ahogado y pides que me relaje.

—¡Te prometo que estoy bie...— No pudo terminar de hablar, en el momento en el que abrió
la boca Taehyung le había colocado el termómetro en ella para monitorearlo.

Luego, le retiró el objeto pasados unos minutos y lo observó detenidamente.


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—Uhm... parece que no tienes fiebre.

—Estás siendo ridículo.

—Perdón por preocuparme por ti.

—Oh, vamos. No deberíamos estar peleando, deberíamos estar camino al centro.

—No creo que sea necesario salir.

—¡Es Halloween! Hazlo por mí —dijo sacudiendolo.

Taehyung suspiró; nada iba a quitarle esas ideas de la cabeza, ¿Cierto?

—Está bien; pero volveremos antes de que anochezca.

—Eso es suficiente para mí —dijo feliz—, ahora, lo siguiente importante en la lista es


encontrar un disfraz.

—Los disfraces de mi hermano de hace un par de años están en el cuarto de limpieza, podría
ir a buscarlos.

—¿Ves cómo todo se resuelve? Tú ve a buscarlos y yo tomaré una ducha.

Jeon le palmeó la espalda antes de pasar a su lado, en dirección a la ducha.

Taehyung volteó a ver su libreta abierta y pensó en los últimos detalles del experimento.
Jungkook parecía renuente a dejarlo solo, o demasiado interesado en leer sus apuntes. Así
que este era el momento indicado para anotar sus descubrimientos de los últimos días.

Es decir, habían fallado al no medir riesgos pero... Jungkook había logrado moverse a través
de un espacio dentro del plano.

De lo poco que logró explicar, manipuló las acciones dentro de uno de sus recuerdos. Y el
castaño no entendía cómo, o porqué, pero si lo que decía era real y él no estaba demente,
quizá la solución sería manipular un recuerdo en específico, para encontrar una salida.

Se acercó al escritorio, pensando que a lo mejor, encontrarían la respuesta si regresaban al


lago; pero sabía que el cuerpo de Jungkook no lograría estar así de cerca de la corriente
eléctrica.
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Ya había colapsado tres veces sin contar la noche que lo encontró. La primera, en la bañera;
la segunda, cerca del lago y la tercera, dentro de la piscina.

Pero, ¿Cómo es que su cuerpo resiste? En especial, su cerebro. Abrió los ojos pensando que
a lo mejor había estado enfocándose demasiado en su cuerpo y no en su cabeza.

Tomó su lápiz y comenzó a morderlo mientras intentaba sacar una nueva hipótesis para sus
teorías.

Si el cerebro humano emite suficiente energía para encender un bombillo; ¿Cómo se regulan
las ondas eléctricas de su cerebro en su caso particular?

Sabía que existían distintas clases de ondas, recordaba haber leído sobre eso en alguna
parte; pero le faltaba información.

Así que comenzó a anotar:

Jeon Jungkook y sus ondas cerebrales:

Anteriormente se descartó la posibilidad de una lesión cerebral; mantener en observación.

Podría repercutir en cambios de actitud; regulando su respiración y corazón.

Cerebro sobrestimulado.

Buscar información de ondas delta, y theta.

Cerró su libreta, y apretó los ojos. Se sentía cansado, últimamente parecía que no lograba
dormir lo suficiente, además de que constantemente le dolía la cabeza.

Escuchó a Jungkook comenzar a cantar en la ducha; entonces recordó que no se encontraba


solo y que debería estar buscando los disfraces.

Escondió su libreta dentro de la gaveta de su escritorio. Se levantó y caminó fuera de su


habitación; entró al pequeño cuarto de limpieza y comenzó a buscar entre las repisas sin
encontrar nada.
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Arrugó la nariz. La última vez, la caja de disfraces estaba allí, entonces regresó a su
habitación y abrió su armario. ¿Había olvidado dónde los guardó, quizá?

Se arrodilló para buscar en el fondo sin encontrar nada. Jungkook salió del baño, se había
duchado y caminaba vistiéndose por la habitación mientras veía al chico revolver las cosas
del armario.

Cuando terminó de vestirse se acercó a él viéndole frustrado.

—¿Qué sucede? —le preguntó.

—Deberían estar aquí —dijo Taehyung—, papá quería deshacerse de ellos pero yo los guardé.
—Se cansó de buscar en el clóset y suspiró mientras pensaba.

—Quizá tu madre los tiró.

—No creo que mamá haya tenido corazón para tirarlos, ella los hizo.

—Entonces piensa —Jungkook rio—, ¿En dónde termina toda la basura con valor sentimental
de esta casa?

Taehyung lo meditó por un segundo.


—¡El ático!

—Eso es, vamos allí —secundó Jungkook.

El castaño tomó una escoba del armario y


ambos avanzaron hacia el pasillo de su habitación. Taehyung la utilizó para jalar de la cuerda
que estaba pegada al techo en la entrada.
Como cualquier casa de la época, la entrada al ático constaba de una escalera plegable que
aparecía cuando se jalaba de la pequeña compuerta en el techo.

Su padre había puesto mucho esmero en esa casa. Kim terminó de jalar la escalera y
comenzó a subir lentamente en ella para asegurarse de que aún funcionara.

Cuando estuvo arriba, Jungkook le imitó subiendo uno a uno los peldaños de madera para
llegar hasta el oscuro interior del ático.

—Vamos, sube —le llamó desde arriba.


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Era la primera vez que estaba allí; había visto a Taehyung subir un par de veces a ese lugar
pero nunca lo había visto por sí mismo. Se sentía en una película, era un lugar espacioso
aunque no muy alto, en el que habían cajas y otras cosas por todos lados. Estaba hecho de
madera y había una pequeña ventana en una de las paredes.

Siguió a Taehyung, quien parecía buscar entre una de las cajas.

—¿Encontraste algo?

El lugar estaba más limpio de lo que esperaba, había olvidado que uno de los castigos de su
Seokjin había sido limpiarlo.

—Deberían estar aquí —dijo molesto—. Creo que mi hermano los tiró. Supongo que nos
quedamos sin disfraz.

Jungkook le vio decepcionado; dio un par de pasos hacia atrás chocando con unas cajas
causando que estas se cayeran y él tambaleara por no hacer lo mismo.

—Oh, mierda —dijo inmediatamente y se arrodilló para recoger los adornos que habían caído
al suelo.

Taehyung soltó una carcajada al verlo.


—Jungkook, deja de jugar con los adornos de navidad, ¿Quieres?

Jeon entrecerró los ojos para verlo molesto. Parecía que a Taehyung le divertía su torpeza.

Tomó un par de esferas navideñas y las colocó dentro de la primera caja acompañada de
unas luces.

—Lo siento, es que adoro la navidad —dijo sarcásticamente intentando arreglar todo.

—Uy sí, se nota.

Se paró derecho y dio un vistazo a su alrededor. Siempre había querido disfrazarse para
Halloween y nada iba a detenerlo.

—Eres un aguafiestas; Halloween da inicio a la mejor época, las fiestas. Así que no mates mi
espíritu.

—No olvides mi cumpleaños, es casi en Año Nuevo.


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—¿Lo ves? Es la mejor parte del año.

Jungkook comenzó a abrir las demás cajas y a buscar entre los estantes.

—¿Qué crees que haces? —le preguntó el otro.

—Busco algo con qué poder disfrazarnos.

Taehyung negó con la cabeza al verle caminar por el lugar y se movió hasta donde las cosas
de su antigua habitación estaban.

—¿En serio esperas que salgamos a pedir dulces?

—No, quizás estamos muy viejos para eso; también pensé que podríamos salir a repartirlos. Y
hacer una que otra broma.

—¿Qué cosa?

—¡Sí! Es una gran idea, ¿no te parece?

—Estás muy bondadoso hoy, ¿Eh? ¿Y eso a qué se debe?

De todos los cambios que había tenido la actitud de Jungkook, este era el que más le
sorprendía. Una extraña mezcla de inocencia y positivismo que le parecía casi irreal.

—Mi cerebro está dañado, ¿Qué esperabas? No lo sé, solo pensé que sería divertido.

Taehyung se recargó contra un viejo colchón que estaba allí.


—Podríamos ir a comprar dulces si quieres —sugirió cómplice.

Jungkook volteó a verlo emocionado y asintió; pero algo llamó su atención detrás del chico.

—¿Eso es otro colchón? —le preguntó caminando hacia él, Taehyung asintió.

—Ah, sí. Seokjin y yo tuvimos una litera cuando éramos pequeños. El otro colchón es el que
tenemos extra, abajo en mi habitación.

—¿Hablas de mi supuesta cama?

—Exactamente.
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Jungkook notó que habían varios osos de felpa, también libros de cuentos y muchas
frazadas. —¿Por qué tienen todo esto aún?

—Uhm, a nosotros... —se rascó el cuello avergonzado— nos gustaba subir a jugar aquí.
Construiamos un fuerte con todas estas cosas, incluso dormíamos aquí. Supongo que
ninguno de los dos quiso deshacerse de esto.

Jungkook sonrió enternecido. A él le habría gustado mucho tener un hermano.


Recordaba haber pasado por esa misma etapa y a sus padres castigándole por mover los
cojines del sillón.

—¿Podríamos hacer uno nosotros? —preguntó.

—¿Por qué? —dijo el otro extrañado.

—Porque es divertido.

—No puedes estar hablando en serio. Jungkook, no tenemos siete años.

—Piénsalo, sería nuestro lugar secreto. Solo tú, yo...tus viejos osos de felpa... y chocolate
caliente cuando empiece a nevar.

Taehyung no entendía de dónde venía tanta inocencia, era demasiado infantil, tal vez pura.

Suspiró; quería decir que no pero en el fondo... no podía.

—Está bien —le dijo—, pero primero ayúdame a mover este colchón. —Jungkook asintió feliz
y se movió veloz para ayudarlo a colocar horizontalmente el colchón sobre el piso.

Taehyung tomó unas sillas viejas colocándolas a los extremos y comenzó a desenvolver unas
frazadas.

A Jungkook le ganó la curiosidad mientras le ayudaba a colocar el techo de su fuerte.


Y siguió revisando las demás cajas. Lo siguiente eran unas cajas con libros y carpetas con
hojas; pero estas ya se encontraban abiertas.

Tomó una carpeta, al abrirla reconcilió la letra del castaño y su nombre escrito en la portada.

"La tundra y los osos polares" por Taehyung Kim, 3er. Grado.
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Sonrió, había un oso polar mal dibujado con una sonrisa y grandes orejas en la portada,
además de al menos unas tres hojas de mucha información.

Tomó otra carpeta.

"Gymnopédies: La elegancia del rechazo a las estructuras de la música clásica" por Taehyung
Kim, 7mo. Grado.

La letra parecía más prolija y pulcra. Cuatro años después y parecía existir una abismal
diferencia.

—¿Conservas todos tus ensayos viejos? —dijo rebuscando entre las hojas, a lo que Taehyung
asintió. Siguió buscando extrañado, él apenas podía recordarse de presionar "guardar" en
su computadora.

Había muchísimas hojas allí escritas a mano sobre diversos temas; desde tareas de álgebra
hasta ensayos sobre libros. Todas ordenadas perfectamente por tamaño de hoja y de curso.

—Es basura, déjalo así.

—¿Si es basura por qué no lo tiras?

—No puedo decírtelo —Taehyung sonrió de lado colgando las luces de navidad alrededor del
fuerte de almohadas para adornarlo.

—¿¡Por qué!?

—Porque eres un burlón de primera.

—Oh, vamos. No seas cruel, ¡Dime!

—No es nada malo. Es solo que... hace algún tiempo, descubrí que Seokjin suele venir aquí a
buscar información para estudiar. No es la gran cosa.

—Define "buscar información".

—Ha estado copiando de mis apuntes todo el semestre.

—Pero, estamos en el mismo grado. ¿Cierto?


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Taehyung soltó una risa. —Llevé esos cursos el año pasado, es por eso que entré al programa
especial.

—Alto, alto. Está haciendo trampa... ¿Y tú lo dejas?

—Sí —dijo tranquilo—, incluso los ordené para que fuese más fácil buscar. Es... mi forma de
ayudarlo.

—Eso explica porqué sus calificaciones han mejorado, tú lo ayudas. —Asintió—. ¿Y él lo sabe?

—Algo así; hace dos semanas se quedó dormido en la cocina mientras hacía su tarea de
álgebra, así que decidí dejar mi libro abierto con las respuestas coincidentemente a su lado.

—Lo sabe y prefiere fingir demencia.

—Supongo que es mejor para ambos así.

—¿Por qué? ¿No sería más fácil simplemente preguntarte y pedirte tu ayuda?

—Oh, por favor, Jungkook. Es Seokjin.

—Es un egocéntrico.

—Eso también.

Jungkook negó con la cabeza. Taehyung tenía muchos libros en su habitación, y allí arriba
habían muchos más.

—Creo que podríamos armar una biblioteca con todos los libros que hay en esta casa.

Taehyung chasqueó con la lengua conectando las luces. Le gustaba como se veía, entonces
se dejó caer en el colchón, con todos los osos de felpa a su alrededor.

Sí, era tan cómodo como lo recordaba. Y él estaba muy cansado.

—Ahora que lo pienso, creo que la bibliotecaria me odia.

—¿Por qué?

—Nunca devolví ninguno de estos libros... o sus llamadas —confesó.


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—Prefiero no preguntar... —dijo Jungkook sabiendo que por alguna razón Taehyung parecía
ser perseguido por cualquier mujer arriba de los veinticinco.

—No es lo que estás pensando.

—Lo que tú digas, galán.

Jungkook se burlaba de él mientras seguía revisando las cajas; entonces encontró lo que
parecía ser una versión antigua de su actual libreta. Esta tenía todas las hojas manchadas y
una calcomanía de un árbol en la pasta.

Abrió la que tenía en su poder, al hacerlo notó que habían un par más de ellas allí.

—¿Desde cuándo haces esto?

—¿Qué cosa? —Taehyung volteó a verlo—. Oh, ¿Las libretas? No lo sé, desde siempre, creo.
Me gusta anotar todo lo que no entiendo, a veces también escribo cosas que me preocupan.

Había dibujos sobre flores y animales. Su letra era bastante desordenada, como si un
pequeño Taehyung hubiese estado ansioso por entenderlo todo.

Jungkook sonrió al escucharlo.


—¿Eso significa que no me entiendes y te preocupo? —dijo, sabiendo que su nombre
aparecía en cada página de su actual libreta.

—Digamos que sí.

Sus diarios de investigación estaban junto a sus libros de trabajo. En una de las últimas cajas
habían unas hojas unidas con una grapa y cuyo título llamó la atención de Jungkook.

"El eterno retorno de Nietzsche" , por Taehyung Kim, 11vo. Grado.

—Eterno retorno... —murmuró— ¿De dónde he escuchado eso antes? —pero no esperaba
obtener una respuesta.

—De tu clase de literatura, probablemente.

—¿Cómo lo sabes?

—Leí tus notas; creo que te falta profundizar.


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—Mi examen es... —comenzó a leerlo para confirmar— es sobre esto.

—¿El eterno retorno? Es bastante simple entonces.

Jungkook apretó los ojos mientras asentía. No sabía qué le indignaba más: si Taehyung
leyendo sus notas de estudio, o el hecho de que él sí entendía algo que Jeon llevaba días
intentando memorizar.

—¿Tú sabes sobre eso?

—Por favor, Jungkook. Eso es lectura de secundaria para mí.

—Voy a golpearte si sigues siendo así de engreído —suspiró cansado acercándose a él y


dejándose caer a su lado entre todas las sábanas—. Llevó mucho tiempo estudiando sin
comprender nada.

—Es filosófico—le dijo Taehyung—. Digamos que el tiempo es cíclico; los sucesos ocurren una
y otra vez eternamente. Entonces, las cosas vuelven a ocurrir, quizá en diferentes
circunstancias pero con la misma esencia.

—¿Eso significa que todo está destinado a pasar de nuevo?

—Es una teoría, nadie sabe con certeza lo que pasa después de la muerte. La idea de ese
capítulo en tu libro es... aprender a ver el eterno retorno como algo bueno.

Jungkook suspiró mientras abrazaba oso amarillo de felpa. —Supongo que entonces la única
forma de vivir la vida es de una en la que si tuvieras que repetirla valiera la pena, ¿Cierto? —
dijo mientras meditaba.

Taehyung sonrió a su lado, explicarlo había sido más fácil de lo que pensó.

—Es sencillo, ¿Ves? Allí tienes la respuesta de tu examen, súper estrella.

—¿¡En serio!? —Jungkook se sentó emocionado. El otro asintió imitándole—. Demonios, a


veces quisiera besarte el cerebro.

—Me conformo con saber que soy más inteligente que tú y con tu eterna gratitud —le dijo
buscando molestarlo.

Jungkook sonrió perversamente, el niño genio iba a pagársela.


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—Ambos sabemos que tendré que compensarte. ¿Debería quitarme la camisa ahora o
después?

—¿Qué cosas dices? No dejes que la parte gay de tu cerebro se apodere de ti.

—¿Me lo dices a mí o intentas convencerte a ti mismo?

—¡Te lo digo a ti! —carraspeó con la garganta.

Jungkook se aproximó a él, como queriendo jugar con sus impulsos cuando se pasó la
lengua por el labio inferior.

—No mientas, creí que ambos teníamos claro el descubrimiento de que tienes un fetiche.

—¿¡Yo!?

—Sí, tú.

—¡Por supuesto que no!

—No te engañes.

—Oh, vamos. Y según tú, ¿Qué clase de fetiche tengo?

—Al pequeño Kim intelectual le gusta mi espalda... —Se acercó un poco más, en total control,
con calma— y los besos en el cuello.

Taehyung tragó saliva con fuerza cuando sintió su respiración tan cerca, entonces, cerró los
ojos.

Pero contrario a lo que creyó; Jungkook se alejó para luego ponerse de pie.

—¡Oye! ¿Qué crees que haces? —le dijo viéndole extender dos sábanas blancas que había
sacado de las cajas.

Jungkook fingió demencia mientras hacía dos agujeros en la primera manta.


—Hago un disfraz de fantasma —contestó inocente—. ¿Por qué? ¿Esperabas que hiciera algo
más?

El castaño entrecerró los ojos. Vaya que Jungkook sabía cómo molestarlo.

Se puso de pie y se acercó a él.


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—¿De dónde sacaste esas tijeras? —le preguntó al verle cortar la tela.

—Hay una caja llena de ellas, y de productos para el cabello. —Taehyung soltó una risa;
Jungkook volteó a verlo sin entender la gracia—. ¿De qué te ríes?

—Nada, nada. Solo recordé cuando mamá quiso ser estilista y terminó rapando por
accidente a Seokjin.

—No me jodas. ¿Eso en realidad pasó?

—Sí, por eso está la vaselina y el resto de sus cosas de estilista aquí.

—Oh, no. Supongo que ser calvo es el peor miedo de tu hermano.

—Sí y no. Eso es algo superficial, debe existir algo que realmente le aterre.

—¿A qué te refieres?

—Todos tenemos diferentes miedos. Creo que entre más crecemos... más difíciles se vuelven.

—Y tú... ¿Le tienes miedo a algo? —preguntó Jungkook mientras comenzaba a cortar la
segunda manta.

—Prefiero no hablar de eso.

—¡Es Halloween! ¿Qué mejor momento para hablar sobre tus miedos?

—Entonces hazlo tú.

—Le tengo miedo a las muñecas —dijo, ganándose una mirada de desaprobación del otro.

—Pensé que estabas hablando en serio.

—Las muñecas son horribles, son un temor legítimo.

—¿Temes que cobren vida o algo así?

—Por supuesto, ¿Quién no?

—Yo no. Por un segundo, creí que dirías algo más profundo.

—Hay más cosas. No lo sé... a los ratones muertos, a la oscuridad, a los temblores, los
políticos...
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—Tienes los miedos de un niño pequeño.

—No seas cruel.

—Yo dejé de temerle a esas cosas cuando tenía unos diez años.

—Para ti es fácil decirlo, este pueblo está completamente rodeado de bosque. Sería tonto
que tuvieras esa clase de miedos.

—Eres casi un adulto.

—Y según tú, ¿qué calificaría como "miedo adulto"?

Jungkook pensó que a lo mejor el castaño solo estaba jugando con él; pero no esperaba que
comenzara a hablar.

—Supongo que aquellos que aparecen cuando crecemos. Por ejemplo... recuerdo que
mientras yo tenía miedo de las cosas que los niños más grandes decían de mí, mi padre le
temía al día que llegaban las cuentas. O mamá, ella le temía a que alguno de nosotros tres
enfermara.

De entre todas las cosas a las que podía temerle, Jeon Jungkook nunca se había puesto a
reflexionar si alguna de ellas se había quedado el suficiente tiempo con él para ser un temor
real.

El miedo te persigue hasta que decides enfrentarlo; a veces, logras vencerlo y se marcha para
siempre. Otras, simplemente se sienta a tu lado y te palmea la espalda mientras aprendes a
vivir con él.

Quizás, eso era lo que había estado haciendo Jungkook todo este tiempo.
Dejó las tijeras de regreso en la caja y ni siquiera levantó la cabeza cuando dijo:

—Tengo miedo de despertar un día y encontrar el radio encendido; de saber que si dejo la
ventana abierta por la noche estará igual por la mañana.

—Tú... ¿Tienes miedo de que nada cambie? —preguntó, Jungkook volteó a verlo.

—Tengo miedo de estar solo —confesó.

—Ese es un temor legítimo —dijo intentando animarlo.


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—¿Ah sí? —Jungkook se jactó casi incrédulo. Había estado solo por tanto tiempo y aún así le
asustaba. Tanto, que el hecho de ser escuchado hacía que su temor se hiciera más grande—.
¿A qué le temes tú? —volvió a preguntar.

—Yo... no sé cómo decirlo. Pero creo que mis temores no han cambiado desde que era
pequeño.

—¿Le temes a los niños más grandes? —bromeó inocentemente sin dejar de verlo.

—Últimamente pienso que quizás siempre he tenido miedo de ser yo mismo.

—Las personas siempre le tienen miedo a lo diferente, Taehyung.

—¿Eso significa que yo también?

«¿Tengo miedo a ser diferente?» pensó.

—Eso es algo que solo tú puedes contestarte.

Taehyung suspiró; esto de ser consciente de sus miedos era aún más abrumador de lo que
creyó. Vio a Jungkook doblar las sábanas que había cortado para llevarlas consigo.

Su mirada estaba calmada. Y aunque sabía removió algún recuerdo, no pareció alternarse.
Eso era todo un avance.

—Oye, Jeon. ¿Quieres ir por tus caramelos al supermercado? —sugirió.

A lo que Jungkook le respondió animado.


—¡Vamos!

No pudo evitar sonreírle. Quizá, el mayor de los avances en su experimento era haber
logrado que Jungkook se emocionara; porque esos ojos, estaban llenos de asombro por
cada pequeña cosa a su alrededor.

Siguió al pelinegro; ambos bajaron al segundo nivel de la casa. Hizo una breve parada en su
habitación para tomar dinero y luego se dirigieron hacia la planta baja.

Los padres de Taehyung parecían haber terminado de desayunar sin ellos, y muy al fondo en
el garaje. Se encontraba Seokjin, quién había aprovechado estos días libres para intentar
arreglar el auto.
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—Oye, Taehyung —le llamó cuando les vio cruzar la puerta de la cocina—. ¿Qué demonios fue
lo que le hicieron al auto?

El castaño se acercó, mientras Jungkook siguió de largo para entrar a la cocina y robarse un
pan tostado con jalea.

—Comenzó a calentarse —dijo restándole importancia—, y después la batería falló.

—No mientas. Le hacen falta dos pistones al motor. ¿Qué fue lo que hiciste con el auto para
eso?

—Oh, no. No intentes culparme de tus cosas —dijo, fingiendo demencia y chasqueando la
lengua. Maldición, Seokjin se había tardado menos de lo que esperaba en encontrar el fallo
del auto—. Tú comenzaste a desarmarlo, estoy seguro de que dejaste algo mal.

Seokjin suspiró frustrado y limpiándose las manos con un trozo de tela. No estaba seguro de
haberlo armado bien.

—Como sea, alguno de ustedes dos tiene que ayudarme a repararlo.

—Jungkook te ayudará más tarde. Yo tengo cosas que hacer.

—¿Jeon sabe algo de mecánica?

—Oh, sí. Es un gran mecánico.

El pelinegro había caminado hacia el garaje después de oír su nombre.


—¿Qué yo qué?

—Le estaba contando a Seokjin que eres bueno con los autos. Y que lo ayudarás más tarde.

Jungkook ladeó la cabeza. Definitivamente no sabía nada sobre mecánica, y el último auto
que había sido amable con él era el Rayo McQueen en Disneyland.

Taehyung le dio un pequeño empujón al otro para que le siguiera la corriente.

—Sí, claro. Yo te ayudo más tarde.

—Asunto arreglado —dijo el Kim menor tirando del suéter de Jungkook— ahora vámonos de
aquí.
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Evadieron la voz de Seokjin y salieron de la casa por la puerta del garaje abierta. Sí se
quedaban mucho tiempo él comenzaría a hacer preguntas, y eso era algo que a ninguno de
los dos le convenía.

Cuando se encontraron afuera de la casa, Jungkook le preguntó a Taehyung con un tono casi
tan burlón como impresionado.

—¿Desde cuándo soy un buen mecánico?

—Es solo una coartada.

—Es tu hermano, ayúdalo tú.

—No seas tan dramático.

—La última vez que intenté aprender algo de autos con Seokjin terminé con aceite de motor
hasta en el cabello. ¡Soy terrible para eso!

—Ya lo sé.

—¿Entonces por qué me ofreciste a mí como su asistente?

—Porque él ya encontró la falla y necesito que lo retrases, obviamente.

—Tus palabras me duelen —dijo ofendido.

Taehyung había comenzado a caminar hacia la acera, pero notó que Jungkook había dejado
de seguirle. Entonces volteó a ver, y se encontró con el pelinegro de pie y cubierto por la
manta que había cortado.

—Jungkook... ¿Qué demonios haces?

—¿No es obvio? Soy un fantasma. —Jungkook se colocó unos anteojos de sol por encima de
la tela.

—¿De dónde sacaste esos?

—Se los robé a Seokjin de su habitación —confesó y le extendió la otra manta—, aquí está la
otra por si quieres disfrazarte tú también.

—Yo no voy a ponerme eso.


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—Esta es una gran idea para que nadie se dé cuenta de que saliste a pedir dulces hoy. Claro a
menos que quieras que todos te reconozcan.

Taehyung bufó; Jungkook sabía cómo manipularlo. Halloween no era una buena fecha para
que los idiotas lo vieran vagando por la calle.

El pelinegro sonrió debajo de la manta y se apresuró para cubrir a Kim con su disfraz.

—¿Ya estás feliz? —preguntó.

—Mucho.

—Bien, ¿Ahora qué se supone que haremos?

—Ir por Yoongi y luego al supermercado. El primero en llegar gana —dijo Jungkook.

—¿Qué? —El pelinegro salió corriendo dejando a Taehyung en desventaja mientras avanzaba
hacia la casa de su otro amigo—. ¡Espera!

Jungkook parecía tener demasiada energía al reírse con fuerza como un niño emocionado. Al
ser más veloz llegó antes hasta el jardín de Min.

Para cuando Taehyung le alcanzó él ya se había aproximado a la puerta para tocar el timbre
un par de veces.

Quizás se debía a su poco apetito, y aunque el castaño no le hubiese dicho a nadie cada vez
que se acercaba a ese jardín comenzaba a sentirse mareado.

—¿Crees que esté en casa? —dijo Kim llegando a su lado en el pórtico.

—No lo sé; eso espero.

Se quedaron de pie frente a la puerta esperando, y luego volvieron a tocar el timbre.

Agustus escuchó sonar el timbre la primera vez pero decidió ignorarlo. Él se encontraba en el
jardín, su abuela y su padre habían salido de casa, por lo él había decidido aprovechar su
tiempo al máximo.
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El día trigésimo primero de cada mes se había convertido en una fecha importante para
Agustus Min. En ese momento, él se encontraba en su jardín cortando unas pequeñas flores
mientras las acomodaba en su canasta, la cual había recuperado de casa de los Kim.

Después de que el timbre sonara incesantemente; Yoongi decidió levantarse para ir a abrir.
Alarmado, pensando que quizás habían vuelto antes y que habían olvidado las llaves.

Pero al abrir la puerta se encontró con dos idiotas que parecían haberle quitado las sábanas
a su cama.

—¿Y ustedes qué? —dijo intentando no burlarse de ellos.

—Somos fantasmas —constestó Jungkook alzando los hombros.

Agustus comenzó a reír con fuerza.


—¿Es en serio?

—Sí, ¿Vendrás a pedir dulces con nosotros? —preguntó Jungkook viéndole con sus guantes
llenos de tierra.

—¿Dulces? ¿No estamos un poco grandes para eso?

—¡Basta con eso!

—Solo decía, además, creí que irías a la fiesta del equipo. Porque eres, ya sabes, uno de ellos.

—¿Qué fiesta? —Jungkook pareció confundirse. Es decir, la mitad del equipo lo había visto
casi convulsionar al rededor de la piscina y con la escuela cerrada, él apenas había estado
asistiendo a los entrenamientos.

Taehyung rodó los ojos, recomponiéndose para hablar.


—Lo hacen cada año, la misma mierda elitista de siempre.

—Sí, son unos tarados—secundó Yoongi—, pero son buenos para las fiestas.

—El año pasado terminé atado al semáforo por culpa de su estúpida traición de bromas.

—Al menos te dejaron en la ciudad—dijo Yoongi—. A mí me dejaron de cabeza en un árbol de


la carretera hace dos años.
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Jungkook lo meditó; él en realidad no estaba listo para tener que darles una explicación a
ellos. Es más, no quería hacerlo.

Pero... él se merecía ir, ¿Cierto? Los chicos también. Era su último año y a juzgar por las
anécdotas que contaban sobre quién la había pasado peor, supuso que era un buen
momento para crear un recuerdo positivo.

—Deberíamos ir.

—La última vez casi nos golpean, estás loco, Jeon.

—No, gracias. Yo aprecio mis órganos internos.

—Oh, vamos. Al menos acompañanos a pedir dulces —pidió Jungkook.

—Quizá más tarde, no he terminado mi disfraz aún.

—¿¡Qué!? Literalmente tienes un perchero lleno de disfraces en tu habitación —reprochó el


pelinegro, pensando que debieron pedirle uno a él en primer lugar.

—Se le llama utilería de escenario, no "disfraces". —Agustus agitó la cabeza.

—Lo siento —Jungkook se cruzó de brazos—, al menos, ¿podrías... prestarnos tu cámara?

—Está bien. —Yoongi asintió con la cabeza, retrocediendo de regreso a la sala de su casa. En
uno de los pequeños estantes junto al televisor se encontraba su cámara nueva dentro de su
estuche, así que la tomó y regresó a la puerta—. Promete que vas a devolverla — dijo a
Jungkook.

—Lo prometo.

—Mejor se la daré a Taehyung —declaró entregándole el aparato al castaño.

—¿Seguro de que no quieres venir? —dijo ahora Kim, tomando la cámara y colgándose el
estuche en el hombro.

—Los alcanzaré después, tengo cosas que hacer.

Ambos se vieron confundidos entre sí cuando Min se despidió de ellos, y cerró la puerta sin
darles tiempo para objetar algo más.
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—¿Nos acaba de rechazar? —dijo Taehyung incrédulo.

—Ajá.

—¿Crees que tenga otros amigos?

—No lo sé, a veces me gustaría saber qué hace cuando no está con nosotros.

—También a mí —contestó Taehyung.

Los dos caminaron de regreso a la calle y se dirigieron hasta el centro. Arrepentidos de no


llevar la bicicleta de Seokjin y de una caminata que les tomaría al menos una hora.

...

Después de que los chicos se marcharan, Yoongi revisó el reloj ansioso. Y suspiró aliviado,
aún tenía tiempo antes de que su padre regresara.

Volvió al jardín trasero de su casa, ese que parecía ser más un vivero por toda la vegetación
que tenía y terminó de ordenar las flores que había cortado en el interior de su canasta.

Las margaritas de su abuela lucían hermosas, y pensó que se verían aún más hermosas como
adorno.

Después, se había sentado en la grama para cortar delicadamente las begonias y armar una
pequeña corona trenzando las ramas y hojas de estas para poder unirlas.

Sonrió complacido, ya tenía todo listo por lo que tomó la canasta al igual que sus llaves y
salió de casa.

Pensó en llevarse su patineta pero sus flores necesitaban un cuidado especial, por lo que él
no pretendía dañarlas. Así que decidió irse caminando en sentido contrario al centro, en
dirección al cementerio de la ciudad, mientras silbaba alegre.

Se burló un poco mentalmente de los chicos y sus tonterías. Es decir, la última vez que él
salió a pedir dulces tenía unos doce años. Parecían muy animados por hacerlo, y él, cuya
alma parecía tener más daños que años pensó que a lo mejor sería divertido ir con ellos.
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La hora marcaba poco más de mediodía, y creyó que tal vez si regresaba antes del anochecer
le daría tiempo para ir por su disfraz y alcanzarlos.

Cuando llegó a la entrada del cementerio saludó amablemente al velador de la entrada


quién ya le conocía y que de hecho no le agradaba.

Caminó un par de metros desde la entrada, hasta el viejo roble donde se encontraban las
tumbas de su familia.

Se acercó a la primera, y la limpió un poco antes de dejar sobre ella una pequeña corona de
begonias. El cementerio tenía grama verde a su alrededor, y aunque le preocupaban las
personas que se acercaban al lugar ese día, terminó de acomodar sus flores, y quitó las viejas
que había dejado el mes pasado.

Después, se movió un par de pasos y se sentó frente a la lápida del centro, dejando su
canasta entre la grama.

—Hola, abuelo—dijo sonriente—, vine a ver a mamá, pero no creas que me olvidé de ti—. El
pelinegro tomó unas pequeñas margaritas blancas y comenzó a ponerlas alrededor de la
tumba intentando adornarla con delicadeza—. Te traje las flores que la abuela plantó a
inicios del año, pensé que se verían lindas aquí. A papá no le gustaron mucho así que, bueno,
ya sabes cómo es...

El frío de la temporada le golpeaba en la espalda mientras él seguía hablando.


Es decir, no es como si alguien fuese a contestarle pero aún así, no había encontrado un
mejor lugar para desahogarse. Después de todo, se sentía tan solo en casa y no quería
perturbar a sus amigos con las cosas que pasaban dentro de su cabeza.

—...Desde que te fuiste papá parece pasar más tiempo en casa, lo cual es bastante malo para
mí; pero... hizo que la abuela se sintiera un poco mejor...

Unos cuantos metros más en la carretera, Seokjin caminaba en dirección a la gasolinera para
conseguir algo de combustible para probar el auto.

Él recordaba tener un poco en su garaje, no entendía a dónde se había ido, pero bien,
cargaba con él un pequeño galón vacío mientras caminaba maldiciendo, ya era más de
medio día y Jungkook ni siquiera había aparecido para ayudarlo.
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«¿De qué sirve tener dos hermanos si ninguno me ayuda nunca?»Pensó.

Ya que los entrenamientos estaban limitados por la escuela cerrada, intentaba hacer todo el
ejercicio que fuera necesario por su cuenta. Así que caminar hacia la gasolinería también
contaba como ejercicio. Tenía puesta su gorra favorita hacia atrás y una camiseta sin
mangas, era su ropa de trabajo.

Quizás en el fondo le había tomado cierto gusto a pasar horas reparando el auto porque al
menos así no se preocupaba por las demás cosas que estaban mal en su vida.

Algo extraño había pasado la última semana. Las cartas de admisión de las universidades
habían seguido llegando a casa, no le sorprendía, él sabía que al menos tres de esas eran
para su hermano; pero contrario de lo que esperó, uno de los sobres tenía escrito su nombre
completo.

Tenía una oportunidad. Y el saberlo solamente hacía que volviera a tenerle miedo al futuro.

Quizá su peor miedo, siempre había sido no ser suficiente.

Mientras caminaba a la orilla de la carretera, pasó a su lado una camioneta blanca que
pareció bajar la velocidad por un segundo al pasar junto a él. Volteó a ver discretamente, y
esta se había detenido.

Por instinto, corrió hacia los árboles que rodeaban una pequeña reja de metal para salir del
camino y esconderse.

Sí, sí. Estaba paranoico, ¿Eso qué? Sus temores siempre lo habían mantenido a salvo.

Alzó la vista; la camioneta ya no estaba. Vio a su alrededor solo para constatar que estaba
dentro del campo santo. Mierda, ese lugar siempre le había causado escalofríos.

Desde lo alto de la colina, vio a varias personas bajo el sol. Ladeó la cabeza, era Halloween y
no le sorprendía que la gente se acercara a los cementerios, aunque era algo terrorífico a su
parecer.

Se movió más tranquilo, caminando entre las tumbas; de todas formas, este era un buen
atajo. Continuó avanzando hasta que captó una voz que charlaba amenamente, o al menos
eso parecía.
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Se ocultó detrás de un mausoleo cuando reconoció a Min de espaldas y hablando solo.

—Parece que alguien enloqueció... —dijo en voz baja. Pero cuando quiso acercarse a joderle
la existencia, el otro siguió hablando.

—Papá piensa que la universidad no vale la pena. Dijo que cuando termine la escuela debería
enlistarme, dice que debo abrirme al mundo, y ser un hombre real... Él no cree que pueda
lograrlo.

Seokjin frunció el ceño confundido. Tantos años, y el mayor de esa familia no había
cambiado de opinión.
«No puede obligarlo» pensó el castaño.

—...en fin, basta de malas noticias. Me siento mejor ahora, ¿Sabes? Hice un par de amigos y...
he estado comiendo tres veces al día, hasta más... Estoy casi arriba de mi peso ideal —se
rascó en el cuello—, supuse que te hubiera gustado escuchar eso.

Yoongi abrazó sus piernas mientras seguía hablando. A diferencia de los demás, él no tenía
miedo del futuro, a la soledad o a la sociedad. Pensaba que cada día era una oportunidad
para descubrir algo nuevo; pero en el fondo, tenía miedo de regresar a dónde tanto trabajo le
costó salir.

Su peor miedo era equivocarse.

—Ellos no lo entienden pero sé que tú sí lo entenderías —dijo suspirando con fuerza.

El ocaso de ese día se trataba sobre temores, y él, se tenía miedo a sí mismo.

Por mucho que quisiera llorar, no lo haría. Porque no tenía fuerzas para compadecerse de
sus errores. Había pasado demasiado tiempo sintiendo lástima por él mismo, que ya no
soportaría verse así de débil otra vez.

Pero eso no significaba que dejara de ser vulnerable ante los ojos ajenos. Seokjin quiso
acercarse, al hacerlo, su pie se deslizó sobre un rama rompiéndola, causando que Min se
sobresaltara.

El castaño retrocedió y se pegó detrás del mausoleo casi por instinto de no ser visto. Agitó la
cabeza y se recompuso para avanzar, pero ya no había nadie, Yoongi se había marchado.
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Esperó unos minutos antes de salir de su escondite; dio un par de pasos en dirección hacia
esa tumba y la observó mientras recordaba la última vez que habló con él.

Recordaba haber tocado la puerta de esa casa con desesperación después de semanas de
esperar la oportunidad de acercarse y la mirada de molestia que recibió cuando esta se
abrió.

"Ya no eres bienvenido aquí", le dijo mirándole con la más profunda de las decepciones
antes de cerrar la puerta de nuevo, y Seokjin entendió que ese hombre siempre supo más de
lo que le gustaba alardear.

—Gracias por dejarme entrar a su casa la primera vez, Señor —dijo al arrodillarse, quitándose
la gorra y colocándola sobre la tumba. —Lamento haberlo decepcionado.

Era preciso reconocer, que le debía una explicación a ese viejo. Pero no tenía una más allá de
su cobardía y vanidad.

Suspiró viendo las pequeñas flores junto a su gorra, e hizo una reverencia, antes de ponerse
de pie y alejarse bajo el frío de la tarde.

Yoongi salía del cementerio con su canasta ahora vacía, debido a la hora, su estómago
comenzó a rugir, así que creyó que era buena hora para ir por una merienda.

La estación de conveniencia de la gasolinera no estaba muy lejos, y él no tenía mucho


tiempo antes de tener que regresar a terminar su disfraz así que pensó que un par de
caramelos antes de la noche no estarían mal.

Comenzó contando su dinero mientras se acercaba a la entrada; no tenía mucho dinero en


realidad, solo un par de billetes arrugados y unas monedas que no le alcanzarían para
mucho.

Estaba afuera de la tienda de conveniencia cuando algo le llamó la atención. La puerta se


abrió bruscamente y de ella salió una chica trastabillando.

Caminó un par de metros y luego pareció tropezar. Se sujetó de un basurero para no caerse.

—¿Sunhee?
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El pelinegro corrió hacia ella preocupado. Parecía enferma, o más que eso, desubicada.

—Oh, rayos. ¿Estás bien? Parece como si fueras a vomitar—le dijo amable. Ayudándola a
recomponerse, la tomó suavemente de la mano—. Siéntate un momento.

—Sí, sí, no es nada —respondió sentándose en la orilla de la acera.

Le vio incrédulo. —Eso no parece nada, luces pálida. ¿Estás segura de que te encuentras
bien? ¿Quieres que te acompañe a casa?

—No te preocupes. He estado bajo el sol todo el día, y me mareé un poco. Es todo.

Agustus dudó ante su actitud.

—Espera aquí —le dijo y se dio la vuelta para entrar a la tienda de conveniencia de la
gasolinera. Ella pareció sorprenderse. Él siempre era tan serio que le resultó extraño cuando
comenzó a hablarle con tanta confianza.

Se tardó un par de minutos antes de regresar. Cuando lo hizo, extendió un pequeño paquete
frente a ella acompañado de una botella.

—¿Chocolate? —cuestionó.

Él asintió y se sentó junto a ella.


—Te ayudará con el mareo, pero no te excedas. También agua, puede que solo estés
deshidratada. A veces, tu cerebro se sobrecalienta, es por eso que te duele la cabeza.

—¿Cómo sabes eso?

—Mi abuela cree que ha perfeccionado el arte de los remedios caseros. Así que algo se me
quedó.

Sunhee sonrió. Su sonrisa era tan pura que consiguió hacer sonreír también a Min.

Ninguno de los dos entendió porqué de pronto se sentía tanta paz entre ellos, como si algo
hubiese cambiado en el guión.

—¿Vives con tus abuelos? —preguntó curiosa.

—Por ahora solo somos mi abuela, mi padre y yo, de hecho.


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—¿Y tu madre?

—Ella falleció cuando era pequeño. En realidad no tengo mucho que contar sobre eso —le
dijo pero su tono era tranquilo, casi ameno.

—Oh... lo siento. No quise incomodarte.

—No te preocupes, me encanta hablar sobre mi madre. —Agustus sabía que no debía
entrometerse en los problemas que no eran suyos, pero... la oportunidad estaba allí y él no
iba a desaprovecharla—. ¿Qué hay de ti? Escuché que regresarías antes a casa.

Ella pareció alternarse.


—¿Cómo supiste eso? —solo la encargada de intercambio y Seokjin sabían de eso.

Oh, mierda. No podía decirle que su no-amigo Kim se la pasaba lloriqueando en su hombro
todo el día por ella, ¿Cierto?

—Lo escuché por allí. Nadie suele regresar antes de que acabe el programa, muchos incluso
deciden quedarse aquí. Así que... se volvió un rumor.

Volvió a respirar tranquila, parecía que nadie era discreto en ese lugar.
—Es cosa de mis padres.

—Luce como algo personal... —murmuró Min. Ella mantenía la mirada fija como evitándole; y
Agustus, como el observador que era, se llenó de curiosidad ante sus gestos.

—Lo es.

—Entonces supongo que te irás en un par de días.

—No lo sé en realidad. Quizás a finales de noviembre. Mis tutores enviaron una carta a mi
casa, no sé cuánto tiempo tarden en responder.

Siempre había sido excepcional para leer personas, y aunque era muy buena al fingir, él
sabía que estaba mintiendo, así que parecía ser que el Kim mayor tenía razón.

Vaya, quién diría que Seokjin aún tenía el don de la intuición, pensó.
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Y quizá el talento de ser inoportuno, ya que después de salir del cementerio caminaba
finalmente hacia su destino principal, la gasolinera, pero parecía haber encontrado a Min de
nuevo. Al verlo hablar con la chica se quedó quieto, escuchando.

No quería parecer acosador pero le resultaba increíble que esos dos siempre se escabullian
de él para evitarlo cuando buscaba llegar a ellos. Y el día que no intentó acercarse a ninguno
de los pelinegros, casualmente los encontró, y juntos.

Negó con la cabeza, su vida era una ironía constante.

—Sí —se levantó de la acera—, tengo que irme. Me esperan en casa —le dijo con intenciones
de marcharse—. Gracias por la ayuda.

—Oye, Sunny—le llamó, siempre olvidaba su nombre.

—¿Perdón?

—Es decir, Sunhee —corrigió apenado. Pero a ella le causó gracia.

—Puedes decirme así, es lindo, de hecho. Me gusta.

Él le sonrió apenado. —Sunny, ¿Tienes algo que hacer después de clases? Bueno, cuando
abran la escuela.

—¿Y esa pregunta?

—Sé que no es el momento pero... nos hace falta una actriz en el club de teatro y pensé que
podrías unirte. Ya sabes, para distraerte un poco. Haremos una presentación en un par de
semanas, supongo que si aún estás aquí podrías participar.

Ladeó la cabeza. —No sabía que había un club de teatro.

—Básicamente somos Taehyung, algunos chicos de primer año y yo intentando no dejar


morir el auditorio —ella sonrió—, ¿Qué dices? Tengo una vacante para Julieta y podría ser
tuya.

—Lo haré —dijo feliz y dio un par de pasos—. Tengo que irme —terminó de decir. Yoongi se
despidió de ella alzando la mano y luego la vio marcharse.

Amable; ser amable le llenaba de tranquilidad.


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Él comenzó a caminar pero, ahora y sin represalia alguna, Seokjin salió detrás de la caseta de
la tienda para encararlo.

—¡Buu! —le dijo saltando frente a él.


Min se sobresaltó al verlo aparecer de pronto.

—¡Deja de hacer eso! —le reprochó.

—¿Te asusté acaso? —sonrió mientras se burlaba.

—Obviamente, tu disfraz es horrible.

Seokjin ladeó la cabeza.


—No estoy disfrazado —le dijo confundido.

—¿Y esa máscara de imbécil que traes qué? Ah, no. Espera, es tu rostro.

Yoongi comenzó a reír cuando el otro le dio un pequeño golpe en el hombro. Definitivamente
amaba molestarlo.
—Eres un idiota, en serio.

—¿Vas a llorar? Tú empezaste.

—Yo me acerqué inocentemente, no merecía ser atacado.

—Ahora que lo pienso, ¿Qué quieres?

—Te vi hablando con Sunhee —dijo directo, aunque claro, no iba a decirle que le había visto
en el cementerio también.

Mierda, sí era un acosador.

—Ajá, ¿Y eso qué? Alto, alto. ¿Estás siguiéndola?

—¡No! Fue casualidad. Decidí darle su espacio antes de que me odiara.

—Eso es muy maduro de tu parte.

—¿Por qué estabas hablando con ella? —le reprochó.

—Eso no.
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—No me importa lo que pienses de mí. Quiero saber porqué hablaban.

—Es muy agradable, además, parecía algo perdida.

—¿Te gusta o algo así?

—¿¡Qué!? No empieces con tus ridiculeces, por favor.

—¿Entonces por qué la invitaste a salir?

Yoongi alzó una ceja.


—No la invité a salir.

—¿Y eso qué fue entonces?

—Oh, sí, eso. Ya que está ignorándote decidí aprovechar el momento para declararle mi
amor, así que huiremos a México al amanecer —le dijo sarcásticamente.

—No me jodas.

Le dio tres golpes en su cabeza, poniéndose de puntitas para alcanzarlo.


—Calma, cabezahueca. La invité al club de teatro. Solo intentaba ayudarte.

—¿Ayudarme?

—Además, me hace falta una chica en el elenco. Es perfecta para el puesto, supongo que ella
y Taehyung cantarán bien juntos.

—¿Taehyung canta?

—Y baila también. Pero ese no es asunto tuyo.

—Claro y de todas las personas en la escuela debiste elegirla precisamente a ella. ¿Por qué?

—Taehyung necesita alguien a quien le tenga confianza para desenvolverse mejor.

—Oh, no. Déjala fuera de tus cosas raras.

—Pues a menos que quieras que tu hermano salga al escenario usando vestido, necesitamos
una chica.

—Pensé que el de los vestidos serías tú —se burló.


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—Oh, por favor. Tú y yo sabemos que tengo las piernas para hacerlo; pero no puedo, soy el
director.

—Ew, aún no entiendo cómo podría ayudarme esto.

Yoongi sabía que era inútil intentarlo; que el destino había predicho ya que ella se marcharía,
y que no la vería en treinta años más; aún así, no podía decírselo.

Darle un poco de esperanza no estaba mal, ¿Cierto?

—Ella estará conmigo todos los días después de clases, así que podremos averiguar porqué
está evitándote, al menos hasta que se marche.

—¡Eres un genio! Así podré saber dónde está.

—Wow, wow, alto allí. No me malinterpretes, me refiero a ganarnos su confianza. No te


quiero molestando a mi nueva actriz. Ya tengo suficiente con que espies a tu hermano todo
el tiempo como para tener que aguantarte siguiéndola a ella también. Ni sueñes con que te
dejaré entrar al auditorio.

—¿Y entonces qué caso tiene?

Yoongi podría haberle dicho la fecha de su partida, su destino o las conjeturas que tenía.
Pero eligió sacarle provecho a su afán por acercarse a ella.

—Si quieres verla tendrás que venir a nuestro show.

Suspiró. —¿Y eso cuándo será?

—En un mes.

—¿¡Qué!? ¡No puedo esperar tanto tiempo!

Min sonrió perversamente, necesitaba mucho más apoyo. Estaba retrasado, sus únicos dos
ayudantes constantes se la pasaban besándose en lugar de ayudarlo, y él necesitaba agilizar
las cosas.

Además, aún le faltaba encontrar más personas para armar su elenco.

—Supongo que podría dejarte entrar si me consigues... apoyo para armar el escenario.
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—¿Apoyo?

—Sí, necesito tres o cuatro chicos fuertes que me ayuden con la utilería.

—¿Qué? Estás loco. ¿Dónde crees que voy a conseguir...? —se quedó callado entendiendo—.
No me gusta hacia dónde va esto —le dijo.

Quiso refutar contra él, pero su rostro se había vuelto serio de pronto. Estaba enloqueciendo,
y sentía que le observaban.

Era eso, y el hecho de que había alguien oculto detrás de los árboles.

—Entre más ayuda consigas, mejor —se burló Min sabiendo que se mantendría alejado—.
Ahora si me disculpas... —Estuvo a punto de avanzar, pero Seokjin le tomó del hombro para
detenerlo—. ¿Qué te sucede?

Seokjin se había quedado callado, y su mirada estaba fija en un punto detrás del menor. Eran
ellos y su estúpida camioneta otra vez.

—Alguien está siguiéndome —dijo serio, rompiendo con la tranquilidad del momento.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices?

—Esa camioneta, la he visto afuera de la escuela, de tu casa, la vi de camino a aquí. Y ahora,


está demasiado cerca.

Yoongi quiso voltear pero el otro le tomó del rostro para evitar que lo hiciera. Se tensó, él
también sentía que lo observaban desde hacía días.

—¿Cómo sabes que...?

La ventanilla de la camioneta estaba a la mitad, pero no había nadie en el asiento del piloto.
Seokjin levantó la vista, como intentando encontrar un indicio de que no estaba
enloqueciendo, entonces, a la distancia se encontró con la mirada de un rubio que parecía
atento a sus acciones.

Apenas podía distinguirlo; pero incluso con su defectuosa visión, él podía jurar que había
visto a ese hombre antes.
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—Escúchame, vas a hacer lo que yo diga. ¿Está bien? No voltees y avancemos al mismo
tiempo.

—Solo estás siendo paranoico... —murmuró el otro tentado a voltear.

—Eso espero; pero vamos a comprobarlo.


Camina hacia el frente y yo lo haré hacia atrás. Guíame.

Yoongi no entendió a qué se refería; pero aún así lo hizo, tomó al castaño de ambos brazos y
avanzó un par de pasos esperando que solo se tratara del cerebro dañado del castaño.

Despistar al enemigo con movimientos tan sutiles como si de un baile se tratara.

—¿Sigue allí? —Kim asintió.

En tanto se movieron, el hombre cambió de posición comenzado a seguirlos caminando


rápido. Al hacerlo, otro tipo salió detrás de la camioneta, imitándole.

—Son dos —dijo Seokjin. Cuando aumentaron su velocidad, los sujetos comenzaron a correr
detrás de ellos.

Uno de ellos sacó una pequeña arma y apuntó en su dirección, jalando el gatillo en dirección
a los muchachos. El mayor empujó a Agustus hacia un lado y una punta filosa se clavó en la
madera de uno de los parales de la estación.

—Eso es... ¿¡Un dardo!? —dijo Min, incrédulo. ¿Querían sedarlos?

—Oh, no. No van a hacerme esto otra vez —le dijo Seokjin—. ¡Corre! —Yoongi se paralizó un
par de segundos que tardó en reaccionar cuando Seokjin le dio la espalda para comenzar a
moverse—. ¿¡Qué esperas!?

Sus pies se movieron pesados; Seokjin comenzó a tirar de la camiseta del chico para hacerlo
avanzar.

¿Por qué les querían a ellos? Ninguno de los dos tenía nada que ver con los experimentos. No
podía dejar de pensar en cómo jodidos los habían ubicado.

Rodearon la estación de servicio con la intención de escabullirse entre los callejones, sin
tomar en cuenta la pared de concreto que dividía esa calle con la otra.
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—No hay salida —masculló Seokjin al ver el muro. Estaban acorralados.

Agustus vio a su alrededor en busca de un milagro, y cuando lo encontró, ni siquiera se


detuvo a pensarlo.

A su lado había un gran contenedor de basura metálico, de ese que las tiendas utilizaban
para almacenar sus desperdicios. Veloz, se acercó a el y levantó la tapa.

—Rápido, entra —le dijo al castaño. Colgándose del borde para intentar impulsarse desde
afuera, sin poder lograrlo debido a que sus brazos no soportaron su peso.

Seokjin entendió lo que intentaba hacer y corrió hacia él para tomarlo de las piernas y
levantarlo.

—¿¡Qué haces!?

—Te ayudo a subir —le reprochó.

—Oh, mierda...

Los pasos se aproximaban, y Min no tuvo más opción que perder su dignidad sujetando los
hombros de Kim para subir; finalmente logró entrar al contenedor cayendo apenas de pie.

Seokjin volteó a ver inquieto. Se sujetó de la orilla y tomó impulso para subir, logrando que
una de sus piernas entrara y luego dejándose caer entre todas las bolsas de basura.

Se quejó del dolor.


—Cierra la tapa, ciérrala ya —le dijo a Yoongi. Y este asintió, jalando del borde para conseguir
cerrarla.

Ambos se quedaron en silencio a la expectativa de no ser encontrados.

—¿Qué fue todo eso? —murmuró Yoongi.

—Eso es lo que yo debería preguntarte a ti —respondió en igual tono.

—No me jodas con eso ahora. ¿Por qué nos siguen?

—Saben que nos robamos algo de su laboratorio —dijo Seokjin refiriéndose a la carpeta que
había traído con él esa noche.
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—¿Qué? ¿Cómo qué le robamos algo a esos maniáticos? —«¿Jungkook les pertenece?»
Pensó, malentendiendo todo.

Se escucharon pasos afuera y ambos volvieron a callarse.

—Saltaron el muro —dijo con fuerza, la voz de una persona joven y angustiada.

Luego se escuchó un gran estruendo seguido de un golpe al metal del basurero, como si lo
hubiesen pateado lleno de enojo.

Agustus colocó su mano sobre su propia boca para evitar emitir algún sonido. El otro
contuvo la respiración y cerró los ojos, realmente no quería que sucediera de nuevo.

—Si tienes razón será mejor apresurarnos a alcanzarlos en el bosque—dijo otra voz, hablaba
con serenidad pese a la situación—. Debemos encontrarlos antes que ellos.

Los dos chicos asustados, escucharon voces discutiendo y luego pasos alejándose. Se habían
marchado; el gobierno y sus científicos, siguiendo sus colas gracias a la incertidumbre.

Esperaron inmóviles un par de minutos y luego Seokjin volvió a hablar.

—¿Crees que ya se fueron?

—No lo sé. Asómate a ver.

—¿Y por qué yo? Eres más grande, nada más basta con que levantes un poco la cabeza para
abrir la tapa.

—Eso no es justo. Ser enano no te hace especial.

—No porque tú seas alto significa que yo sea enano. Yo estoy dentro de la altura estándar.

—Si eso te hace sentir mejor... Bien, yo lo haré—Seokjin alzó los brazos e intentó levantar la
tapa pero no consiguió hacerlo.

—¿Qué pasa?

—No puedo abrirla —dijo preocupado.

Yoongi le imitó, arrodillándose sobre la basura y empujando la tapa para abrirla, incluso con
la fuerza de ambos, fracasaron.
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El impacto al cerrarla había hecho que el seguro también cayera dejándoles encerrados
dentro del apestoso y reducido sitio.

—No puede ser, ¿Y ahora qué?

—Esperar —dijo frustrado.

Seokjin se acomodó; al hacerlo, su pie rozó con la pierna de Yoongi causando que se
alarmara.

—¡Algo se movió cerca de mí!

—¡Mierda, mierda, mierda! —estaba oscuro y sin importar cuánto lo intentaran era imposible
abrir el contenedor de basura desde adentro. Se movió, sus tennis causaron un pequeño
rechinido.

—¡Creo que es una rata!

—¡Mátala, mátala! —Yoongi tomó un trozo de madera ( o al menos eso creía que era) y la
lanzó en dirección hacia donde la supuesta rata se estaba moviendo.

Al hacerlo, Seokjin gimió del dolor.


—Ese era mi pie, idiota.

—Ay, perdón.

—¡Lo hiciste a propósito! —no podía verle por la oscuridad, pero eso no impidió que lo
empujara.

—¡Claro que no! —Yoongi lanzó un golpe al aire que terminó dándole en el estómago al otro.

Molesto, buscó el cuello del menor para sujetarlo. —No hagas que te golpee. Aquí adentro no
puedes escapar.

—Inténtalo, cretino.

Seokjin frunció el ceño y le soltó cuando sus amenazas no surtieron efecto alguno. ¿Qué caso
tenía ser intimidante si no lograba su cometido?
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Se sentó a su lado, ambos tenían la espalda recargada a uno de los laterales metálicos y las
piernas perdidas entre las bolsas.

—¿Te das cuenta de que estamos atrapados con este montón de basura y lo único que nos
importa es pelear?

—Es tu culpa, yo solo quería mis dulces de Halloween. Además, parece que por fin estás en el
lugar a donde perteneces, en la basura.

—Hoy amaneciste bromista, ¿Cierto?

—Tienes que admitir que es gracioso. —Yoongi sacó una paleta de su bolsillo, le quitó el
empaque y comenzó a comérsela.

—¿Estás comiendo? —preguntó incrédulo.

—Sí, mi estómago me lo exige.

Seokjin apretó los ojos. —Dime que no sacaste eso de la basura.

—La compré en la tienda hace veinte minutos, claro, antes de que termináramos atrapados
aquí.

El mayor suspiró. —Bueno, al menos creo que estamos a salvo de los lunáticos.

—¿Estamos? Oh, no. Ellos te quieren a ti, no a mí.

—¿Estás seguro? —Yoongi no le contestó—. Vamos. No tiene sentido que lo sigas negando.

Suspiró. ¿Él también estaba en peligro?


—Es complicado. Pero... ¿Por qué me quieren a mí?

—Si me hubieses explicado qué sucedió esa noche, yo podría haberte dicho qué fue lo que
pasó allí adentro. Y tendríamos una explicación lógica.

—¿Y eso qué tiene que ver?

—Porque sea lo que sea... estoy seguro de que tu rostro también está incluido.

Yoongi chasqueó con la lengua, atrapado.


—Habla primero tú.
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—¿Por qué yo?

—Porque tú no eres de fiar.

Quiso contradecirlo pero sabía que tenía razón.


—Conozco a ese tipo rubio. Sé que lo he visto antes, fuera del lago, pero no sé dónde.
Además, él me dejó escapar, pero... yo me llevé una libreta esa noche. Y no sirvió de nada
porque la perdí, era mi única prueba y desapareció.

Yoongi se quedó callado, no podía decirle que Taehyung la tenía. Él mismo había ayudado a
reparar las hojas de esa carpeta, era por estas que habían avanzado con el experimento.

—¿Hablaron contigo?

—Sí. Me tuvieron atado a una silla por horas preguntando "dónde estaba".

—¿Qué cosa?

—¿Cómo saberlo? No soy el sujeto que buscan. Creo que es por eso que él me dejó escapar.
Así fue como conseguí salir.

—Si te capturaron... ¿Por qué te dejaría escapar? ¡No tiene sentido!

—Lo sé. Quizá no son malos pero...—se rascó el cuello—, están desesperados. Como sea, te
toca.

—¿Qué cosa?

—Uhm... ¿Explicarme lo que sabes?

—Ah, sobre eso... No lo sé, pregúntale a Taehyung.

—¡Dijiste que ibas a contarme la verdad!

—Quisiera hacerlo, en serio, pero yo tampoco sé un carajo... —mintió—. Lo siento.

—¡No es justo! ¡Yo confié en ti!

—Terrible elección.

Seokjin se cruzó de brazos. Estaban atrapados y no sabía por cuánto tiempo más. Toda esta
situación era estúpida para él.
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—Este es el peor Halloween de mi vida.

Yoongi comenzó a reírse.


—¿Qué hay de la vez que se te atoró la cabeza en el buzón? —le recordó haciendo negar al
otro, logrando sacarle una pequeña risa.

—Es cierto, ese pobre disfraz de dinosaurio no volvió a ser el mismo. Creo que este es el
segundo peor. —Suspiró.

—¿Lo ves? Podría ser peor.

—¿Recuerdas cuando destruimos las calabazas de tu abuelo?

—Agh, te odio. Te pusiste a llorar y me castigaron solo a mí.

—No te quejes, a mí siempre me castigaban de todas formas.

—¡Eso no es cierto!

—¡Claro que sí! Una vez —carraspeó— recuerdo que debía cuidar a Taehyung y lo perdí por
estar hablando con una niña. Terminé encerrado como por dos meses.

—Típico Jin.

—En mi defensa, juro que lo estaba vigilando pero él se alejó para seguir a unas hormigas.

Yoongi rio. —Lo recuerdo, llegaste a casa llorando y diciendo que eras el peor hermano del
mundo. Todos se volvieron locos buscando, pero a la media hora Taehyung apareció
sonriente y con una bolsa llena de insectos en la sala.

—¿Cuántos años teníamos? ¿Diez?

—Yo tenía diez, tú once.

—No puede ser que haya pasado tanto tiempo.

Yoongi bajó la cabeza. Nunca había estado tan consciente de lo rápido que avanzaba la vida.
Y ahora, lo único que podía sentir era que le hacía falta algo; más no podía entender qué era.
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Había culpa y resentimiento en su interior y simplemente no encontraba una razón para


sentirse así. Se sentía como si estuviera en piloto automático, como si el universo quisiera
empujarlo a hacer algo. Pero... no era precisamente algo fortuito.

—Seokjin —le llamó temeroso—, ¿Nunca has sentido como si estuvieras en el lugar
equivocado?

—¿En qué sentido?

—Es como si las cosas que le suceden a los demás debieron sucederte a ti. Y saber que es
tonto pero aún así no dejar de pensar que ese...

—¿...Deberías ser tú? —dijo como si supiese lo que iba a decir. Yoongi se quedó callado—. Yo
también lo siento.

Agustus había estado pensando en las cosas que Taehyung decía, lo cual le llevó a
cuestionarse... ¿Cuál era el destino que le correspondía en realidad?

Porque sabía que la vida de Seokjin terminaría bien después de todo, al menos de lo poco
que conocía de su futuro. Lograría salir del pueblo y después de algunos años tendría una
linda familia, una carrera. ¿Y él?

Parecía ser el único sin destino. Y es que, ni los escenarios ni el ejército lucían como algo en
su futuro.

—No lo sé pero... siento como si mi único propósito en la vida hubiera desaparecido.

—Quizá no desapareció, tal vez... solo cambió de rumbo, la vida es confusa.

—¿Desde cuándo dices cosas tan profundas?

—He pasado demasiado tiempo contigo últimamente.

—No me culpes a mí.

—Deberías estar orgulloso, es un indicio de que no soy tan estúpido.

—Uy sí, llenarás con tu sabiduría el mundo algún día. Es más, los hijos de tus hijos serán unos
completos sabios.
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Seokjin rio. —Oh, no. Cállate. Ni siquiera sé si algún día llegaré a ser abuelo, es más, no sé
qué tanto soportaré en esta vida de mierda.

—Conociéndote, estoy seguro de que no tardarás en multiplicarte, acuérdate de mí.

—¿Estás llamándome promiscuo?

—Sí.

—Jódete, ¿Puedes imaginarte a ti mismo siendo padre? Porque yo honestamente no puedo.

—¿Tú como padre o yo como padre? Me confundes.

—No, no. Me refiero a mí. Tú eres alguien hogareño, estoy seguro de que terminarás viviendo
en el campo con una esposa muy religiosa y un montón de niños.

Se mordió la lengua y suspiró. —¿Y eso se supone que es bueno?

—No lo sé, eso creo. —Agitó la cabeza—. Mi punto es que serías buen padre, no como yo. Es
decir, aun con toda mi sabiduría —dijo sarcásticamente—, ¿Cómo crees que sería mi hijo?

Yoongi pensó en Jungkook por un segundo mientras se burlaba mentalmente.


—Como creado por Satanás.

—¡A eso me refiero! Súper extrovertido, súper incontrolable...

—Súper hablador... —recibió un golpe en el hombro—. Auch, no me golpees solo porque


estás siendo dramático. Relájate, no será así. ¿Por qué de pronto parece afectarte tanto el
tema?

Seokjin se quedó callado. Quizá Yoongi iba a tomarlo por loco, pero no le importaba,
después de todo estaban atrapados y él necesitaba hablar con alguien. Bueno, parece que
después de todo Agustus iba a escucharlo a la fuerza.

—He tenido sueños muy extraños —confesó.

—¿Sueños?

—Hace unos días... tuve un sueño muy extraño sobre mí buscando a mi hijo.

—¿Lo recuerdas?
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—No mucho; soy yo y... estoy corriendo por el bosque. Hay policías, estoy agitado. Una mujer
se acerca llorando y... yo le digo que perdí a su hijo. —Tragó saliva pesadamente—. Que perdí
a nuestro hijo.

—Solo son pesadillas.

—Sí, sí, lo sé; pero... se sienten muy reales.

—Pero no lo son. ¿Me escuchas? No dejes que la basura en tu cabeza logre hacerte daño.

—Eso intento...

—Vamos, grandote. Relájate y deja que las cosas fluyan.

—Tienes razón, no me angustiaré con eso ahora. En este momento solo quiero graduarme,
abrazar a la chica que me gusta, dejar este asqueroso pueblo, y todo estará bien.

Yoongi suspiró con los ojos cerrados.


«Lo harás, saldrás de aquí, y ella será tu esposa», pensó mientras meditaba.

Le habría gustado ver al mayor en su faceta de padre vergonzoso, esa de la que Jungkook
siempre se quejaba.

Maldición que había muchas cosas que quería explicarle; pero no podía. Eso era ponerlo en
riesgo, aún más del que ya estaban. Además, por mucho que quisiera, nunca podría
lastimarlo.

Seokjin se acomodó y dejó caer su cabeza sobre el hombro del menor.

—¿Qué haces? —preguntó este.

—Estoy cansado, así que voy a dormir. —Yoongi se removió para hacer que se alejara—. ¡Oye!
No seas agresivo.

—¿Realmente estás pensando en dormir? Ellos podrían seguir allí afuera.

—¿Tienes una mejor idea? El camión de basura pasa mañana por la mañana, hasta entonces
no tenemos opción, así que prefiero dormir. Claro, a menos que quieras escucharme hablar
toda la noche.
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—Agh —dijo resoplando—, duérmete. —Yoongi cerró los ojos sin encontrar otra alternativa.
Pero la voz del otro volvió a perturbarle.

—Oye...

—¿Y ahora qué? —dijo cansado.

—Lamento lo de tu abuelo. Era una gran persona.

Seokjin había escuchado lo suficiente como para sentirse diminuto ante la vida misma,
ahora tenía más que claro que Yoongi la había pasado mal en todo este tiempo, al igual que
él. Y pensó, que quizá si hubiera sido un poco más valiente, ninguno de los dos hubiera
tenido que pasar por eso solo.

—Ni siquiera fuiste a su funeral —dijo, recordando haberse quedado en su jardín mientras
llovía—. Hoy se cumplen exactamente tres meses desde que se fue.

—Debí hacerlo, iba a hacerlo. Es solo que... —(Él dijo que no volviera acercarme a tu casa.)

—No querías problemas, lo entiendo —Seokjin asintió incluso si el otro no podía ver sus
acciones.

—Fui al cementerio hoy —confesó sin decirle más allá de lo que quería—. Él también fue
importante para mí.

—Creo que... logró ganarse su lugar en la vida de muchas personas. Espero ser como él algún
día.

—Lo serás —le dijo.

Seokjin se quedó callado; suspiró cuando comenzó a sentirse mareado. Volvió a recargarse
sobre él antes de desmayarse.
Y Agustus pensó en que su viejo tenía el poder de molestarlo aún en el más allá cuando creyó
que Seokjin se había dormido sobre él.

La esperanza dentro de un destino desconocido parecía ser algo demasiado inocente para
dos incrédulos amigos. Sin entender que al igual que el resto, estaban atrapados entre sus
acciones, sus miedos y su pasado.
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Agustus recargó su cabeza contra la del muchacho con los ojos cerrados y suspiró.

Después de todo, él era la asíntota de su existencia entera.

...

Después de vagar un rato en el centro de la ciudad, Taehyung y Jungkook entraron al


supermercado con sus haraposos disfraces; seguían usando las mantas sobre sus cuerpos.

Cuando llegaron al supermercado, las personas que estaban en el lugar les vieron con gracia;
la mayoría eran amas de casa realizando sus compras cotidianas.

Entraron; Jungkook tomó una de las carretillas del supermercado y caminó hacia Taehyung
que se había detenido a leer una oferta de arroz en un aparador.

—Mi señor, su carruaje lo espera — dijo empujando el carrito frente a él.

—¿Esperas que me suba allí?

—Sí.

—Jungkook, ¿Cuál es el propósito de eso? Harás que nos saquen.

—¿Propósito? Algunas veces solo se trata de diversión.

—¿Eso es todo lo que tienes para ofrecerme?

Jungkook asintió. —Quizá nunca tendré nada que ofrecerte. Así que si quieres puedes salir a
buscar un nuevo propósito mañana, pero elegir ser feliz conmigo, hoy.

—Estás enloqueciendo —le dijo, no tenía puestos sus anteojos bajo la manta, y en realidad
no veía nada. Se estaba sonrojado por un idiota que fingía ser un fantasma.

—Creí que ya estaba claro que estaba loco —Taehyung comenzó a reír—, por ti.

—No me sorprende—afirmó.
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Había planificado cada aspecto de su vida por años; y ahora, lo único en lo que podía pensar
era malgastar el tiempo no era tan malo después de todo.

Sujetó la carreta, y levantó una pierna, tomando impulso del borde para poder subirse
dentro de esta.

Jungkook se quitó los anteojos de sol y se los colocó a Taehyung.


—Ten, estos te quedan mejor a ti —le dijo.

—Serás un fantasma sin estilo, entonces.

El pelinegro soltó una carcajada.


—Tienes razón, ¡Al pasillo de los sombreros! —exclamó y colocó un pie sobre el soporte de
abajo del carrito y se empujó con el otro haciendo que avanzaran por el pasillo.

Con Taehyung dentro de la carreta, el pelinegro lo empujó por los pasillos del supermercado
mientras compraban un montón de golosinas innecesarias; Kim había sacado más dinero de
sus ahorros, así que podían gastar a su antojo.

El castaño iba tomando cuánta bolsa de dulces podía mientras Jungkook no podía dejar de
pensar en lo barato que era todo en ese tiempo, en su época no compraría ni la mitad de
estas cosas con cien billetes.

Terminaron consiguiendo otro par de anteojos y unos sombreros vaqueros que colocaron
sobre sus disfraces de fantasma.

Además, de que no pudieron evitar pasar por el pasillo de papel higiénico para tomar un par
de paquetes. Se reían escandalosamente y avanzaban desperdiciando tiempo, dinero y
aliento.

Jungkook sonrió pensando que en su año, ir al supermercado calificaba como cita. Y era tan
sublime, que incluso la canción de la tienda le hacía querer ponerse a cantar.

Su último recuerdo le había puesto en contacto con su yo inocente, y esa parte de él que aún
no moría.

Le gustaba sentir que podía ser solo un chico; a ambos; les gustaba la forma en la que la
juventud les permitía experimentar la ilusión de ser libres.
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Aunque sea por un día, y aunque sea hasta que el invierno llegara.

"—Los fantasmas del pasillo dos, ¿Podrían dejar de jugar con la carreta por favor? —" dijo una
voz por alta voz, y ellos comenzaron a reír.

—¿Ya tenemos todo? —le preguntó Jungkook a Kim.

—Afirmativo.

—Bien, vayamos a pagar estas cosas antes de que nos echen.

El cajero se limitó a reírse de ellos mientras cobraba sus productos, y más aún cuando
Taehyung sacó los brazos debajo de la sábana para buscar su billetera en el bolsillo de su
pantalón.

El chico detrás del mostrador les vio extrañado, mientras comenzaba a empacar sus pedidos.

Eran dos idiotas con unas sábanas sobre ellos, era imposible no verlos.

—¿Qué pasa? ¿Nunca has visto fantasmas en la tarde? —le dijo Jungkook y él no pudo
contener sus ganas de reír.

Ambos salieron del supermercado; Jungkook había tomado un par de fotos mientras
recorrían el vecindario.

En lugar de pedir dulces habían terminado regalándolos a los niños que pasaban a su lado
mientras corrían en las avenidas del Condado Mariposa con la tarde que avanzaba.

El cielo parecía comenzar a ceder cuando se tornó de naranja.

Cuando se les acabaron las cosas, Jungkook recordó la razón de haber comprado huevos
también.

—Oye, Taehyung —le llamó, el castaño se había distraído jugando con los niños que habían
comenzado a salir.

—¿Qué pasa?

—¿Alguna persona a la que quieras fastidiar? —mientras buscaba el las bolsas del
supermercado.
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Pronto comenzaría a anochecer, y era el momento perfecto para iniciar con una travesura.

Taehyung lo meditó unos segundos para encontrar dentro de su catálogo de gente estúpida
una víctima perfecta.

—La casa de Daniel está a dos cuadras de aquí... —propuso con tono sugerente.

—Esa me parece una excelente idea. Ven. —Jungkook soltó una pequeña risa, y extendió
inconscientemente su mano para tomar la del castaño. Pero Taehyung la empujó—. ¿Qué
sucede? —preguntó confundido.

Kim tragó pesadamente.


—¿Qué haces? —dijo—, estamos a la mitad de la calle.

—¿Eso qué? ¿No puedo tomarte de la mano por eso?

—La gente nos ve.

—Taehyung, tienes una jodida sábana en el rostro. Ellos ni siquiera saben quiénes somos
nosotros.

—Hay muchísimas personas cerca, ellos podrían pensar que somos... —se quedó callado— ya
sabes...

Jungkook intentó no reírse pero aún así lo hizo.


—¿Homosexuales?

—Sí... —murmuró Taehyung mientras se acercaba.

—Taehyung —le llamó serio—. ¿Si te das cuenta de que las cosas que hacemos son muy gays,
cierto? Literalmente, me masturbé frente a ti después de chupártela.

—¡Baja la voz! —dijo volteando a ver hacia todos lados, y luego carraspeó con la garganta—.
Lo sé, pero eso es diferente. Eso es privado, es como besarnos, por ejemplo

—Ah, claro. Son cosas de amigos.

—¡Exacto! Besar a mi amigo no me hace homosexual.

—Pero que te guste hacerlo sí.


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Taehyung pareció morderse la lengua mientras el otro hablaba. «Estúpido Jungkook y su


lógica de mierda», pensó.

—Yo...

—No es necesario que lo digas —interrumpió Jungkook—, hacen falta un par de años para
que sea normal para ti.

—El futuro —dijo con miedo—, ¿Tiene lugar para las personas así?

—De hecho, no —confesó—. El futuro es igual de ignorante y egoísta.

—¿Entonces qué sentido tiene?

—La diferencia es, mi querido Taehyung, que nosotros elegimos ser nosotros mismos. —
Extendió su mano, hacia el chico—. Entonces, ¿Vienes conmigo?

—¿Al futuro? —dijo burlándose de él.

—Al futuro, y lo que le sigue —le respondió viendo hacia el cielo.

Taehyung exhaló con fuerza antes de animarse a tomarle la mano en plena avenida
ganándose un par de miradas de las personas que pasaban incluso si eran incapaces de
reconocerlos.

Sin soltarse corrieron hacia la casa de su víctima mientras reían.

Quizá, de todos, él único que había conseguido enfrentar a sus miedos era Taehyung. Quién
sin saberlo, llevaba un largo tiempo ahuyentando a sus temores.

La casa de Daniel fue fácil de reconocer. De entre todos los jugadores, parecía que él sería el
anfitrión de la fiesta de esa noche. Aún no estaba llena, pero parecía que habían comenzado
a adornarla por fuera.

Se escondieron detrás de los arbustos mientras preparaban sus proyectiles.


Habían conseguido una lata de pintura azul en oferta y un pequeño saco de harina que
estuvo haciéndoles estorbo toda la tarde hasta ese momento.

Comenzaron llenando de papel higiénico los árboles de afuera y el buzón.


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Taehyung destapó la lata de pintura y colocó en su interior un poco de la harina, entonces se


movió rápidamente para colocarla arriba de la puerta de la entrada.

Luego regresó hacia los arbustos, desde donde Jungkook había comenzado a lanzar los
huevos, marchando las blancas paredes de la casa.

—¿Cuánto a que le no le das a la ventana abierta? —dijo Taehyung viendo hacia arriba con un
huevo en la mano.

—Cinco dólares y que me ayudes con mi tarea de economía.

—¿Y tú para qué quieres eso? ¿Desde cuándo entregas tus tareas?

—Eso no es asunto tuyo. ¿Tenemos un trato o no?

Lo meditó, podría ser interesante.


—Trato —aceptó.

Jungkook tomó uno de los huevos y lo alzó para luego lanzarlo en dirección a la ventana
abierta, entrando directamente hacia la habitación.

—¡Perdiste! —se burló.

—¡No es justo! Fue suerte.

—Estás retando a un beisbolista a lanzar, Kim. No es suerte, eres tú quien no estás siendo
muy inteligente.

—Yo también puedo hacerlo.

—Dale a la puerta entonces.

Taehyung tomó un huevo decidido; y lo lanzó creyendo que impactaría en la puerta sin
esperar que esta se abriría y terminaría dándole en el pecho al dueño de la casa.

—Oh, mierda —dijo alarmado.

—¡Par de idiotas, están muertos! —gritó Daniel desde la entrada.

Jungkook volteó a ver la lata de pintura que no se había caído al abrirla. Entonces tomó una
piedra del suelo y la lanzó, atinandole para hacer que rodara sobre las tejas del pórtico.
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Cuando Daniel avanzó, un litro de pintura azul cayó sobre él manchandolo por completo.

Por mucho que quisieron quedarse allí para admirar lo patético que se veía. Ambos corrieron
en sentidos opuestos antes de ser identificados.

Jungkook, corrió hacia el centro y Taehyung hacia la avenida de regreso a su casa.

Se quitó su disfraz en el camino y lo dejó tirado quién sabe dónde antes de que pudieran
alcanzarlo. ¿Qué si ese imbécil iba a golpearlo cuando se enterase que fue él?
Probablemente, pero no le importaba.

Había perdido a Jungkook en el camino; así que cuando llegó a casa lo único que hizo fue
tomar la bicicleta de Seokjin (ya que había perdido la suya el día que los arrestaron) y se fue
a buscarlo cuesta abajo.

Pensó que a lo mejor el otro se encontraba asustado corriendo entre los autos de centro;
pero contrario a eso, lo encontró comienzo afuera de la cafetería con la mayor tranquilidad
que había visto antes.

También se había quitado su disfraz y estaba sentado en una banca con una paleta de hielo
en la mano. Se había angustiado en vano, su idiota estaba bien.

—Estuve buscándote —le dijo llegando hacia él—. ¿Qué crees que haces?

—Me oculto a plena vista.

—Creí que te había alcanzado, tarado.

—No te preocupes; se cansó después de dos cuadras. Lo perdí y vine a comprar comida —dijo
mostrándole una bolsa de papel—. ¿Quieres?

—¿Qué tiene la bolsa?

—Una hamburguesa para ti.

Taehyung negó con la cabeza. Bajó de la bicicleta, dejándola recargada en la calle y se sentó
a su lado.

—No la aceptaría si no tuviera tanta hambre.


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El ocaso finalizaba. Podían ver a lo lejos cómo el sol terminaba de ocultarse detrás de las
montañas mientras charlaban de cualquier tontería.

Una pequeña luz iluminó a un costado del castaño haciéndole voltear a ver.

—¡Oye! ¡Detente!

—¡No hice nada malo! Solo quiero una fotografía de ti sonriendo y con mostaza en la cara.

Taehyung volteó avergonzado luchando por no reír mientras comía.

—¡Basta, Jungkook! —le dijo intentando tapar el lente, pero la fotografía ya había sido
tomada.

El pelinegro la contempló con una sonrisa.


—¿Quieres verla?

—No, apuesto a que es terrible.

—Está bien —dijo Jungkook, guardándola en el bolsillo de su chaqueta.

—¡Espera! Tenías que insistir.

—No, el tiempo expiró. Ya no puedes verla.

Había terminado su hamburguesa; entonces se cruzó de brazos. Viéndolo molesto.

—Idiota.

—¿¡Y ahora qué hice!?

—Nada, ese es el problema.

—Oh, vamos. ¿Qué esperabas que dijera?

—No lo sé, algo bonito para que pudiera seguir negándome.

Jungkook alzó una ceja ante sus reproches. —Creo que te estoy consintiendo demasiado —le
dijo

—¿Y eso es malo?

—Sí, el único niño mimado aquí soy yo.


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—Alucinas, Jungkook. Ambos sabemos que harías lo que yo te dijera.

—¿Qué puedo decir? Siempre tuve una debilidad por la gente bonita.

—Ya sé que soy bonito, gracias.

—¿Lo ves? Estoy alimentando demasiado tu ego.

—No puedes decir eso cuando eres un gran egoísta.

—Lo sé. —Jungkook suspiró. —¿Admitir que soy un egoísta de mierda me hace menos
egoísta?

—No, te hace un imbécil.

Suspiró. —Lo sé, solo quería confirmarlo.

Taehyung sonrió mientras el atardecer caía. Los niños comenzaban a salir de sus casas y las
risas en el vecindario no se hicieron esperar.

El viento que despeinaba su cabello era el mismo que hacía volar las hojas secas por el lugar.
La vida está llena de matices. Por cada suspiro, un anhelo; por cada noche de insomnio un
amanecer lleno de incertidumbre.

Y es que, mientras una persona sonríe; otra en el universo pasa el momento más amargo de
su vida.

—Creo que... reconocer que estás equivocado es parte de madurar.

—Nunca había estado tan consciente del dolor de trasero que puedo llegar a ser. No
entiendo cómo es que mi madre me soporta.

—O Seokjin... —se burló Taehyung a su lado.

Jungkook sonrió. —¿Sabes? Me desagrada tanto que nunca me detuve a pensar que
probablemente él la estaba pasando igual de mal conmigo.

—¿Por qué lo dices?

—La última vez que estuve con él... quizá haya sido un imbécil.

—¿Él?
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—Yo. Él se comportó bastante decente, de hecho; aunque fue una terrible idea salir ese día y
aún así ambos aceptamos.

—No pudo ser así de malo.

—Solo piénsalo; un viejo anticuado hablándome sobre colocar correctamente el anzuelo, y


obligándome a usar protector solar. Creo que de no haber caído al agua, habría terminado
ahorcándome con mi propio hilo para pescar.

—El día del lago... —dijo curioso— ¿Fue la última persona con la que hablaste?

—Sí, lastimosamente —bromeó.

—Nunca hablaste sobre ese día.

Jungkook sonrió pesadamente.


—No hay mucho que decir, ahora que lo pienso, pudo ser un día genial. Pero lo arruiné desde
el principio. El clásico Jeon haciendo estupidez tras estupidez.

—¿Qué sucedió? Seokjin no parece ser tan malo en el futuro.

—No era la idea de ir con él, era... lo que me perdí por marcharme ese día. Es una larga
historia, necesito que entiendas el contexto.

—Tenemos mucho tiempo —dijo Taehyung acomodándose para escucharlo.

El pelinegro suspiró mientras recordaba. —Nos habíamos mudado a San Francisco. No tenía
muchos amigos por lo que siempre regresaba a casa solo; un día, mientras caminaba
distraído tropecé con un chico que... parecía estar tan jodido como yo. ¿Sabes?

—¿Deprimido y perdido?

Jungkook rio ante su pregunta.


—Algo así; había terminado en un hogar temporal en San Francisco porque ninguno de sus
padres había aparecido en años. Lo único que sabía era que su padre había sido militar.

—¿Huérfano?

—Probablemente. Sintió que yo lo entendía y podría decirse que...


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—Conseguiste un amigo —declaró, sin dejar de verlo. Completamente atento a sus palabras
y siendo incapaz de entender cómo es que su historia parecía no ser tan mala.

—Conseguí un amigo —confirmó—. El tipo estaba loco, me hizo este piercing —se tocó el
labio—, terminó en el hospital por mi culpa, fuimos a prisión. Y ese día en específico —
sonrió—, iríamos a la playa.

Taehyung tragó pesadamente. No estaba seguro de si eran sus nuevos recuerdos o de si la


historia debía ser de esa forma; pero la intriga le llenó y él fue incapaz de contenerse.

—¿Estabas enamorado de él? —le preguntó directo.

—No lo sé. Quizá debí pero yo... creo que no puedo enamorarme.

—¿Cómo estás tan seguro de eso? —Un inexperto, viendo a través de sus deseos y su
ignorancia.

—Es como, saber que hay algo aquí —se tocó el pecho— pero ser demasiado inseguro como
para aceptarlo.

—¿Miedo?

Jungkook negó sin decir una palabra, y luego prosiguió con su historia.

—Recuerdo bajar a desayunar esa mañana temprano y ver mis maletas empacadas para ir de
pesca. Estaba tan cansado que después de todo, terminé con Seokjin en medio de la
carretera, llegué a este pueblo mientras escuchaba sus historias y canciones viejas. Me burlé
de él un par de veces, le hice enojar, y ese malnacido aún así se comportó decente conmigo.
Incluso cuando no pudo cargar la tienda de campaña...

Se quedó callado. Las imágenes en su cabeza le golpearon cuando volvió a recordar


haciendo que su semblante cambiara de uno nostálgico a otro más bien lúgubre.

Recordó a Seokjin usando la sombrilla como bastón; lo difícil que le fue bajar su equipaje.
Recordó acercarse a él para ayudarlo, su caminata en el bosque y la conversación que eso
desencadenó.

—¿Jungkook? —dijo Taehyung cuando le notó divagar.


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—Su pierna —dijo serio—. Nunca pude preguntarle qué fue lo que sucedió.

—¿A qué te refieres?

Jungkook dudó; pero en el fondo, sabía que era tiempo de contarle la verdad.

—Ese día... —dijo con pesar— yo cargué con el equipaje solo, porque... en el futuro Seokjin no
puede caminar bien.

Las cejas de Taehyung se alzaron a la vez que su boca se abrió. Su hermano era un atleta, su
vida entera estaba dedicada a su cuerpo y él... no. No era posible.

—¿Qué?

—Él mismo decía que su pierna inútil lo traicionó. Se supone que pasó cuando era muy
joven, dijo que fue difícil empezar de cero; pero estando aquí, entendí la razón de que le
tomara tanto tiempo.

—P-pero¿Qué hay del béisbol y de... la universidad y de...?

Taehyung había hablado una y mil veces sobre lo peligroso que era hablar sobre el futuro,
sabía que no debía escuchar al pelinegro y que el conocimiento era un arma de doble filo;
pero nunca imaginó que aquello le esperase a Seokjin.

Y es que, sin importar sus diferencias, todo lo que siempre quiso era lo mejor para su
hermano.

—No lo sé. De hecho, no supe que era un prodigio hasta que llegué aquí. El Seokjin que yo
conozco, es un hombre serio, que usa traje y hace análisis sobre finanzas.

Taehyung contuvo sus ganas de llorar. Su hermano tenía tantos sueños, tenía un brillante
futuro en el campo. Soñaba todas las noches con esa beca, ¿Y ahora resultaba que eso jamás
pasaría?

—No... —musitó—pero, eso significa que...

—Me temo que él nunca logró llegar a las grandes ligas, Taehyung.

—Seokjin...—musitó Taehyung. No estaba preparado siquiera para imaginarlo.


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Podría ser un tonto, pero era el tonto que le enseñó a andar en biciclera, aquel que llegaba a
su habitación a pedirle que le leyera un cuento cuando no podía dormir y el mismo, que le
había cuidado desde que tenía memoria. Su hermano y él corriendo por el bosque; las
ventanas de los vecinos que rompieron jugando béisbol no podían ser en vano.

Seokjin era parte de sus mejores recuerdos.

Jungkook notó sus ojos brillar y comenzó a temblar. Debía decirle la verdad, necesitaba
hacerlo o colapsaría. El pasado le quemaban en medio de su culpabilidad. Las imágenes
corrían dentro de su cabeza tan reales que un escalofrío le recorrió cuando recordó esa
conversación en específico.

Luchó contra el dolor en sus entrañas y se armó de valor para seguir hablando.

—Hay más.

—¿Más? —tragó con fuerza—. ¿Qué le sucedió a Seokjin?

Jungkook negó.
—No es sobre él... es... —se quedó callado.

—¿Entonces de quién?

—Es sobre ti.

—¿Qué? —dijo confundido—. Dijiste que no sabías nada sobre mí.

—Te mentí. ¿Está bien?

Parpadeó indignado. —¡No, no está bien!

—He estado ocultándolo por meses, pero no puedo hacerlo más. Y lo siento, lo siento tanto.
He intentado todo pero nada funciona.

—¿Jungkook?

—Seokjin... él me habló sobre ti. Pero yo fui a tan estúpido como para... pa-para...

—Jungkook... ¿Qué sucede?


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Se pasó una mano por el cabello mientras volvía a hablar.


—Estábamos en el bosque; él hablaba sobre su juventud, yo me burlé. Él te mencionó, dijo
que su hermano solía tener ideas muy extrañas de ese lago, de ese bosque y...—se quedó sin
aliento cuando un nudo se formó en su garganta.

"...O al menos eso decía mi hermano."

Después de tantos días había sido incapaz de borrar el único recuerdo que le interesaba
sacar de su cabeza. No había encontrado el motivo ni el tiempo, mientras las horas seguían
corriendo.

"Ah, tienes un hermano. Significa que hay más tarados como tú en el mundo. "

—¿¡Y...!? —comenzó a alterarse cuando los ojos de Jungkook se llenaron de lágrimas.

—Seokjin dijo que su hermano... —tragó saliva pesadamente— bueno, tú...—no tenía el valor.
Necesitaba encontrar las agallas para decirlo.

Taehyung frunció el ceño molesto. ¿Qué más podía ocultarle? Sin duda alguna, era igual de
terrible.

Se levantó y se paró frente a él. Lo tomó de los hombros para hacer que lo viera.
—Basta de rodeos —le encaró—. ¡Dímelo ya!

"Mi hermano falleció."

Jungkook suspiró con fuerza cuando su garganta ardió, y se limpió la lágrima que
inoportuna se deslizó por su mejilla.

—Él dijo que estabas muerto, Taehyung —le llamó, bajando la cabeza mientras lloraba—,
Seokjin dijo que su hermano, dijo que... murió a los dieciocho.

Levantó la mirada con miedo; al hacerlo, pudo contemplar el momento exacto en el que las
densas pestañas del castaño cedieron cuando las lágrimas aparecieron.

—No puede ser...

Negó consternado. Quizá por eso parecía ser el único al que no le afectaba su presencia.

—Lo siento.
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—¿Qué? —negó con la cabeza—. No es cierto, ¡Dime por favor que no es cierto! —le suplicó
agitando su cuerpo.

—Es verdad. No pude preguntarle la razón, él se veía tan devastado y tan culpable que no
tuve corazón para abrirle aún más la herida.

—¡Debiste decírmelo! Pude encontrar una salida. ¡Un motivo!

—¡Lo intenté! —Se levantó—. Maldición, lo intenté tantas veces. Pero tú mismo dijiste que
era demasiado peligroso conocer el futuro. ¡Solo quería protegerte!

—¿Protegerme? ¡Es mi maldita vida, Jungkook! Pudiste decírmelo, pero no, elegiste joderle
la existencia a tu madre antes que ayudarme.

—No es así. Taehyung... lo siento. Sé que debí decírtelo antes pero pensé que podría—
Jungkook intentó tomar su mano; sin éxito; ya que el castaño le empujó y dio un paso hacia
atrás.

—¿Pero qué? —dijo interrumpiendo—. ¿Pensaste que podías cambiarlo?

—¡Sé que puedo hacerlo! ¡Podemos lograrlo!

—Mira hacia atrás, Jeon. Nada de lo que hemos intentado cambiar ha resultado bien.

—Será diferente. Si encontramos la forma de que pueda regresar; podré preguntarle a


Seokjin sobre tu muerte. Y luego...

—¿Realmente piensas que ese es un buen plan? ¡Casi te mueres ahogado!

—Lo sé pero vale la pena intentarlo. Cálmate, por favor.

—¿Cómo te atreves a decirme que me calme? Jungkook, faltan dos meses para mi
cumpleaños. ¡Dos malditos meses! Después de ese momento... podrían ser días, semanas o
quizás horas.

—Te prometo que he hecho todo a mi alcance para que nada te suceda.

Taehyung se quitó los anteojos que ya estaban empañados, los colocó en el cuello de su
camisa, y se limpió los ojos con el antebrazo. Eso significaba que todas las palabras de
Jungkook... ¿Nunca fueron reales?
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—¿De eso se trata entonces? ¿De tu lástima hacia mí? —se pasó ambas manos por el
cabello—. Soy tan imbécil, maldición.

—No, Taehyung. No es lo que piensas.

Las aventuras nocturnas y ese extraño interés que el pelinegro tenía por saber todo de él. La
forma en la que le abrazaba para la espalda y los besos que le daba en la frente cuando creía
que Taehyung estaba dormido. ¿Por qué haría todo eso? ¿Por qué?

—Ahora todo tiene sentido—dijo cuando creyó haberlo entendido—. Las charlas profundas
y... las atenciones estúpidas. Querías compensarme en caso de no lograrlo, ¿No es así?

—Yo... —su dudar hizo que el otro sacara cientas de conjeturas erradas.

Kim negó mientras reía amargamente. Arrastrando las palabras que era apenas capaz de
decir. Él... no tenía a nadie realmente, ¿Cierto?

—Soy tan iluso. Joder, Seokjin tenía razón, soy estúpido y manipulable.

—Taehyung...

—¿Sabes? Por un momento llegué a pensar que hacías todo eso porque tal vez tú y yo...
Porque tal vez estabas... —suspiró, ¿Él lo estaba? Incluso si apenas comprendía sus
sentimientos fue incapaz de contestarse que no.

Luego recordó que el mismo Jungkook le había dicho muchas veces antes que estaba tan
roto y era tan egoísta que nunca podría llegar a enamorarse. No había mentido en eso al
parecer.

—¿Qué cosa?

—Olvídalo, no vale la pena entenderlo —dijo en medio de su sollozo.

—Perdóname, te lo ruego... —Jungkook se acercó a él para rodearlo con sus brazos pero este
retrocedió y le vio con severidad.

—Déjame solo.

Le dio la espalda y comenzó a caminar hacia su bicicleta.


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—¡Alto, espera! —Jungkook lo siguió rápidamente para tomarlo del brazo.

—Suéltame —ordenó con dura voz.

—Si me escucharas, si entendieras mis motivos...

Se soltó de su agarre, y no le dejó terminar. —Entiendo tus motivos pero quisiera saber si
alguna vez te interesó algo además de ti.

—¿Qué? —ladeó la cabeza, y el otro se subió a su bicicleta.

—Joder, ¿Alguna vez te detuviste a pensar por dos segundos en alguien que no fueras tú
mismo?

—Basta, no es así.

—Piénsalo con lógica, Jungkook. Nosotros lo logramos y te marchas sin decir una palabra;
tú... vuelves a tu época, mi hermano pierde una pierna, tu madre vive infeliz, yo muero... y
todo seguiría su curso. Tendrías tu vida de nuevo. —Se jactó indignado—. No, tendrías la vida
que querías, maldición. ¿Acaso alguno de nosotros significa algo para ti?

—Dijiste que era peligroso para un hombre saber demasiado sobre su futuro.

—Sé bien lo que dije... —Apretó la mandíbula—. Pero si esa es tu excusa, solo significa que
no te importa cuando se trata sobre ti mismo, como siempre.

Jungkook bajó la cabeza; le era imposible levantar la mirada cuando lloraba. Mientras creció
dejó de hacerlo frente a los demás y justo en ese momento volvió a sentirse frágil.

Taehyung comenzó a pedalear avanzando y dejando en medio de la calle a un joven con el


alma destrozada.
Jungkook se arrodilló sobre el asfalto y aunque quiso correr detrás de él no pudo hacerlo.
Así que allí, en la noche que le cobijó, siguió llorando hasta perder el aliento.

El castaño que se marchó se movió rápido por la carretera intentando alejarse de sus
pensamientos. Intentaba limpiarse las lágrimas del rostro con el codo mientras apenas
sostenía el timón de la bicicleta sin poder dejar de llorar.
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Los últimos meses le había hecho sentir que su vida valía la pena. ¿Ahora resultaba que eso
era lo único que le quedaba? Y ese futuro prometedor al que se había aferrado con tantas
fuerzas en aquellas noches de soledad, en realidad nunca llegaría.

Se quedó parado en medio de la carretera cuando sintió que no podría seguir manteniendo
el equilibrio para avanzar sollozando mientras las hojas volaban en el aire. Así que soltó la
bicicleta y la dejó tirada a un lado del camino comenzado a correr.

El viento, que golpeó su rostro, y la desesperación de la verdad se clavaron en su cabeza de


una forma que quiso ser capaz de olvidarlo todo. Una desesperación que le hizo saber que el
futuro estaba sobrevalorado.

Siguió corriendo; sin detenerse y pensando que Jungkook era un idiota por la forma en la
que le hizo sentir aún sabiendo lo que pasaría. Taehyung era, como todos decían, solo un
niño inocente.

Una pequeña espina en su pecho se hundió profundamente cuando pensó que al parecer
estaba más perdido que Jungkook.

Quizá ninguno de los dos tenía salvación.

Capítulo Quince
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por Incompletelyrics

15.

La última vez o quizá la primera; el final de algo es el inicio de otra cosa quizá muy distinta a
la anterior.
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La luz del día hace parecer que la vida avanza rápido; por eso, las noches son eternas cuando
no se le teme a la oscuridad.

—¿Cara o cruz?

Cada brecha del destino crea una historia por accidente. A veces un hermoso momento,
otras una tragedia; pero siempre, una anécdota nueva para contar.

Jungkook volteó a ver al chico a su lado, quien sostenía una moneda frente a él.
Estaba oscuro, y la luz de la calle era lo único que le ayudaba a asimilar los objetos a su
alrededor.

—Creí que estabas durmiendo —le dijo acomodándose para verlo mejor.

El chico negó viendo hacia el techo, y sentándose entre las sábanas de la cama.
—Elige, cara o cruz.

—¿Qué sentido tiene?

—Solo hazlo.

Jungkook frunció el ceño.


—Cruz —eligió sin saber realmente a qué se debía su pregunta.

—Entonces supongo que debo irme —le dijo.

El pelinegro se recompuso sobre la cama, sentándose al verlo comenzar a levantarse.

—Alto, alto, espera. Eso no es justo, no sabía las reglas de tu juego

—Elegiste cruz, así que sí.

—Eres un tramposo.

El chico rio negando con la cabeza mientras tomaba su ropa del suelo para volver a vestirse

—De todas formas, si hubieses elegido cara también te habría dicho lo mismo.

—Dominic... —le llamó con suave voz sin dejar de verlo—. No tienes que irte.

El otro se puso de pie, abotonado su pantalón y batallando por ponerse sus zapatos sin
tambalear mientras se sujetaba de la repisa de Jungkook.
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—Odio ese nombre —le interrumpió—. Además, sí, tengo que, te recuerdo que tu padrastro
está a dos habitaciones de esta.

—¿Le temes a Kim?

—No, pero seguir follando con su hijo no sería un gran agradecimiento de mi parte por
sacarme de prisión.

Jungkook se rascó el cuello apenado. El chico ya estaba vestido, y Jeon le vio caminar hacia
la ventana.

—Como sea, es tarde, las calles no son seguras a esta hora.

Este solo rio, y quitó el pestillo para abrir la ventana y empezar a pasar una pierna por el
marco.

—¿Acaso no recuerdas de dónde vengo? —le dijo casi burlándose de él—. Chico, las calles de
Nueva York podrían darle una paliza a las calles de San Francisco.

—Dejando tu altanería de lado, yo hablo en serio, podría sucederte algo. Es peligroso.

El pelirrojo negó con la cabeza, antes de pasar la otra pierna por el marco y sujetarse el
balcón.

—Tranquilo, sé cuidarme solo —respondió—. Descansa, Jungkook. Te veré en la mañana, no


llegues tarde —dijo, antes de soltarse finalmente para trepar por los balcones, y aterrizar
entre las hojas que estaban cerca de la acera de la casa de Jeon.

Jungkook suspiró y se dejó caer de espaldas sobre su cama de nuevo. No tenía idea de la
hora, pero el sonido de su reloj sobre la mesa de noche era lo único en lo que podía
concentrarse.

Se sentía culpable, probablemente debió decirle a Dominic que no iría con él a la playa al día
siguiente; pero no lo hizo.
Quizá porque no quería fallarle a su único amigo, o porque no era bueno diciendo la verdad.
Quizás ambas.
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Bueno, después de todo, decir la verdad nunca le había traído nada favorable.

60 días antes de.

Los árboles de la carretera parecían gritarle que se apresurara, mientras avanzaba


velozmente, a zancadas, como si intentara mover el suelo con los pies.

Su pecho temblaba al jadear, respirando por la boca. Sin detenerse y corriendo en la


oscuridad del pueblo.

Taehyung estaba desesperado por escapar de sus pensamientos y sus ideas.


Apenas podía ver el camino debido a las lágrimas en sus ojos.

No pretendía ser dramático. Pero se sentía como si toda la parte racional de su cerebro se
hubiese apagado.
Toda esta inteligencia no le servía para nada mientras buscaba una solución.

Estaba corriendo de regreso al pueblo, la zona residencial estaba cerca. Lo sabía por las
luces y las voces que se escuchaban no muy lejos.

Cuando llegó al centro, se quedó quieto viendo a las personas a su alrededor con sus
disfraces y riendo alegres.

Es cierto, aún era Halloween.

Los niños corrían por las avenidas con gran alegría y las calles estaban iluminadas por velas
en las ventanas de unos cuantos comercios que aún se encontraban abiertos.

El color de las calabazas que adoraban, combinaba con las hojas ocres que estaban por toda
la acera, y a su vez, estas en contraste con las tétricas ramas desnudas de los árboles.

Se limpió el rostro y comenzó a caminar por el lugar con calma. Habían pasado años desde la
última vez que estuvo un Halloween en el centro. Y estaba tan jodido, que hasta la melodía
de una canción que cantaban los pequeños disfrazados le pareció deprimente.
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Un par de metros adelante. Se paró frente a la única licorería abierta para comprar algún
licor de trago amargo.

Entró sin problema alguno y se acercó a uno de los aparadores tomando una botella de
líquido transparente. Luego se acercó al mostrador para pagar, sin decir mucho.

¿Beber le parecía estúpido? Sí. ¿Estaba desesperado? También.

Sabía que no tenía sentido; pero sus pensamientos comenzaban a hartarlo. Tanta
inteligencia, y lo único que quería era desconectar su cerebro por un momento.

—¿Seguro de que quieres llevar eso? —le dijo a la dependiente.

—En este momento llevaría lo que sea —confesó con cansada expresión.

—Voy a necesitar tu identificación, jovencito.

Sonrió tranquilamente y tomó su billetera para sacar de ella su identificación falsa para
deslizarla sobre el mostrador hasta la cajera, quien no estaba muy convencida de la edad
que decía tener.

—¿Veintiún años, eh? —le dijo con una ceja alzada. Sabiendo que él iba a la misma escuela
que su sobrino.

—Recién cumplidos —declaró antes de tomar varios billetes y ponerlos frente a ella—. Puede
quedarse con el cambio.

La mujer dudó en tomar el dinero; pero el sonido de la caja registradora abriéndose le


confirmó que había salido todo bien.

Tomó su botella y se dio la vuelta camino a la salida.

Estando afuera, la destapó, dando un vistazo rápido a su alrededor y al constatar que no


había nadie cerca, la acercó a su boca para darle un gran trago que le quemó la garganta
cuando bajó a través de esta.

Agitó la cabeza con el ceño fruncido. Esto del alcohol estaba sobrevalorado. Como sea, no
había mejor forma de hacer a los miserables, aún más miserables, que estar ebrio.
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Se había quitado sus anteojos, y tenía las mangas de su camisa dobladas a la altura de sus
codos avanzando a la mitad de la calle.

La hora pasaba un poco más de las ocho p.m. y ya no había muchos lugares para ir.

Caminó hacia la alcaldía; y subió lentamente las escaleras. Cuando llegó a la última, se sentó
para contemplar mejor el pueblo.

Las calles resplandecían; debía admitir que esto de las fiestas siempre le había dado cierto
brillo especial a las personas.
Abrazó sus piernas y colocó su mentón sobre sus rodillas con triste expresión.

Le habría gustado tener su libreta para desahogarse en ese momento; quizá se había
convertido más en un diario por todas las cosas personales que había escrito en ella.

«¿Qué es la muerte?» Se preguntó a sí mismo, como si estuviese escribiendo en su libreta.


«Nada más que el inicio del final.» Se contestó.

¿Cuántas variables existían en su historia? Porque algo iba a matarlo, pero, ¿Qué?

Le dio un trago pequeño a la botella.


Era muy joven para pensar en morir y aún así se burló, después de todo, ¿no es ese el final
que todos obtendremos?

Alzó la vista, observando la luna en cuarto menguante y dejando el olor de fresco lugar calar
en sus pulmones.

A su lado izquierdo, una mancha en la pared de la alcaldía llamó su atención. Se concentró


en ella, y encontró sus propios en trazos de pintura.

Sonrió vagamente. Aún no habían limpiado el mural que él y Jungkook dejaron la otra noche
allí.

—Ningún futuro es real, eh, Taehyung —se dijo a sí mismo con zozobra. Se sentía demasiado
estúpido pensando en su positivismo de mierda.

Pero al bajar la vista, esta vez, logró ver por completo la frase que Jungkook había escrito
debajo de la suya. Y no pudo evitar sentir deseos de llorar otra vez.
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No sabía qué le dolía más; si la repentina revelación de su final, o su primera ilusión


rompiéndose abruptamente.

Quizá Jungkook le había ocultado cosas; pero incluso con eso, en el fondo estaba seguro de
que sus actos eran genuinos.

Porque aun sin conocer sus intenciones, por primera vez, al menos por unos segundos,
Taehyung sintió que alguien en el universo lo había elegido a él.

Negó con la cabeza; eso no cambiaba el hecho de que no quería verlo. Regresó su vista a la
botella, un par de tragos y había perdido el deseo de seguir bebiendo.

El hecho de que no supiera cómo exteriorizar sus emociones no significaba que estas no
estuvieran allí.

Se sentía un poco mareado; aparentemente el alcohol sí funcionaba. Pero no era


exactamente lo que estaba buscando.

Así que se levantó, y dando una vista rápida al mural en la alcaldía, tomó su botella para
luego dirigirse al camino de regreso a casa.

En medio de los suburbios, las casas decoradas con heno y calabazas le hicieron sentir como
un niño. Sus pasos eran lentos, y aunque no quería, seguía sobreanalizando todo.

Había estado hablando de lo que quería hacer antes de morir por meses; y ahora, no se le
ocurría nada realmente bueno para hacer valer el tiempo que tenía.

Estaba despeinado y su ropa desordenada. Su imagen desaliñada sin los anteojos y su


expresión dura le hacían lucir intimidante mientras avanzaba ganándose algunas miradas de
otras personas que vagaban por la calle.

Hasta el momento había sido metódico y racional en todo; pero aquello que le caracterizaba
no era todo lo que podía ser.

Cuando llegó a la calle de su casa se apresuró a moverse sin ser visto por algún vecino,
corriendo hacia el garaje para poder entrar por la parte de atrás de la casa.
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Entró lentamente, la casa estaba en total silencio. Sus padres pasaban mucho tiempo en las
actividades de la iglesia, así que en una noche como esa no le sorprendió que no estuvieran
en casa.

Avanzó por su morada hasta las escaleras para subir a su habitación. Cuando entró, lo
primero que vio fue el uniforme de béisbol de Jungkook que estaba en una sercha, y se
reprochó a sí mismo.

Sabía que alguien de su familia podía entrar en cualquier momento a la casa y verle a media
crisis; y eso era algo último que necesitaba para culminar un día fantástico.

Así que tomó las sábanas de su cama, y su almohada sin soltar la botella. Y se dirigió al único
lugar donde sabían que no iban a encontrarlo.

Regresó al pasillo, y tiró del cordón del techo para abrir la puerta del ático desplegando las
escaleras. Para después subir con desgano y cerrar la puerta desde arriba.

Era la analogía del teléfono público. La llamada duraría hasta que esos veinticinco centavos
terminaran, y desgraciadamente, él le había colocado la moneda hace tiempo.

Dejó su botella sobre un pequeño mueble que llevaba años allí y luego se sentó sobre una
caja con sus sábanas encima, mientras veía sus libros pensando que, si alguien podía
encontrar una solución, debía ser él mismo.

Debía ser alguien con su intelecto.

Y no el chico con la mente turbulenta, que de todas formas, era un caso sin esperanza.

...

El encargado de la estación de servicio de la gasolinera marcó su salida del lugar a las ocho y
dos minutos de la noche.
Se puso aquel sombrero que utilizaba para ocultar la calvicie y subió a su auto para
marcharse a casa.
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Minutos después; los dos adolescentes que trabajan en el lugar asomaron la cabeza para
constatar que su tirano jefe ya se hubiese marchado. Cuando estuvieron seguros de estar
solos, se movieron rápidamente a cerrar las persianas del lugar para poder irse más
temprano.

Mientras el chico comenzó a tallar el piso, su compañera juntó toda la basura del turno para
poder sacarla de la tienda.
Arrastró las dos pesadas bolsas y caminó por la parte trasera, hacia el contenedor de basura.

Le quitó el seguro a la tapa y la levantó, para después alzar la primera bolsa hacia su interior;
pero no esperaba que la bolsa gimiera de dolor cuando cayó dentro del contenedor.

O bueno, en realidad no se trataba de la bolsa. Sino de un pelinegro que se levantó


sobresaltado cuando la basura le cayó encima.

Agustus Min abrió los ojos de golpe y se puso de pie casi por instinto.

La chica se asustó y comenzó a gritar cuando le vio emerger del interior del basurero.

—¡Oye, oye! ¡Calma! —pidió agitando las manos y rogándole al cielo que la chica se callara.

Su compañero salió corriendo desde dentro de la tienda con una escoba en la mano y
dispuesto a apalear a Yoongi.

—¿¡Qué demonios sucede aquí!? —gritó amenazando a Min con su escoba.

El pelinegro negó con las manos y la cabeza. —Estábamos buscando botellas y la puerta del
contenedor se cerró, llevamos encerrados horas, lo juro —dijo intentando tranquilizar a los
otros.

—¿Estábamos? —cuestionó el chico.

—Oye, levántate, animal. Tenemos que irnos.

Min movió la pierna para patear a Seokjin y hacer que reaccionara. El castaño se quejó, pero
cuando abrió los ojos y vio el cielo no dudó en levantarse para poder salir de allí.

—¿Seokjin? —dijo ella viéndole desconectada.


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Ellos eran de primer año, y no entendían ¿Qué hacía alguien tan popular como él en la
basura de su trabajo?

Kim no le contestó, en realidad ni siquiera sabía quién era ella; simplemente tomó impulso
para saltar fuera del contenedor. Para después extender sus brazos hacia Yoongi para
ayudarlo a salir.

—Esto nunca pasó, ¿Está bien? —les dijo dándoles una rápida mirada. Ambos asintieron.

Yoongi comenzó a caminar por la carretera. Estaba sucio, le dolía el cuello y casi fue
secuestrado por unos lunáticos. Definitivamente su Halloween había ido mal desde que
comenzó.

—Estúpido lago y estúpido pueblo —masculló molesto mientras avanzaba—. Estúpido


gobierno, estúpidos lunáticos de los dardos...

Kim volteó a ver al notar que el menor se estaba alejando.


—Oye, espera —dijo comenzando a caminar detrás de él.

Yoongi suspiró cansado y apretó los ojos.


—...Y estúpido Seokjin —resopló cuando el otro llegó a su lado.

—¿A dónde vas?

—Me voy a casa, ¿No es obvio?

—¿Crees que volverán por nosotros?

Meditó un par de segundos mientras caminaban. Hacía demasiado frío y ambos parecían
sentir los estragos del viento.
Bueno, después de todo, habían pasado horas en el resguardo del contenedor.

—Probablemente aunque... —pateó una piedra que encontró en el camino— no sé porqué


nos quieren a nosotros. Es decir, yo solo soy un artista fracasado, ¿Qué clase de peligro
represento para sus planes?

—No lo sé, tal vez podrías hacerlos deprimirse hasta la muerte.


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Yoongi levantó su mano para golpear en el estómago a Seokjin.


—Gracioso... —rodó los ojos mientras el castaño contenía su risa por encima del dolor.

—Sabes que solo bromeo. Como sea, puede que nos estén confundiendo, además, ya estoy
acostumbrado, es más, casi me dan ganas de saludar al lunático de los secuestros.

—¿El rubio que intentó dormirme con un dardo?

—Sí, él... —Seokjin frunció las cejas. Él lo había visto mucho antes, pero no podía recordar
dónde. —Tenemos que ocultarnos.

—No creo que sea necesario.

—¿Qué pasará cuando abran la escuela? Ellos tienen nuestros rostros, nos encontrarán.

—No se atreverán a entrar a la escuela.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Está llena de menores, por eso. De hecho, creo que entre más concurrido esté el lugar más
seguro será para nosotros.

Seokjin se rascó el cuello.

—No entiendo en qué demonios estamos metidos. Es como si estuvieran controlando mis
movimientos.

Yoongi no le respondió de inmediato. No creía que les hubiesen identificado realmente, o los
habrían atrapado hace tiempo; en realidad, lucía como si estuvieran siguiendo una especie
de retrato hablado o de cronograma.

Porque de ser así, la imagen de un castaño alto y un pelinegro con perforaciones encajaba no
solo con Taehyung y Jungkook, sino también con ellos dos.

No quería sacar conclusiones erradas; pero era lo único que se le ocurría.

—No exageres. De todas formas, la próxima vez que se acerquen a nosotros estaremos
preparados.

—¿Cómo?
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—Yo los deprimo y tú los golpeas, ¿Vale?

Kim no pudo evitarlo, y soltó una gran carcajada. De esas que evitaba para que su extraña
risa no quedara al descubierto, Yoongi sonrió con la vista al frente.

—No puedes usar mis propias bromas contra mí. Agustus, estamos en peligro, yo hablo en
serio.

—Yo también. La próxima vez que se acerquen, espero que tengas tu bate listo, porque
vamos a pelear.

—Uuuhh... ¿Desde cuándo eres tan rudo, rarito?

—Desde la vez que ocho tipos me golpearon hasta que me desmayé.

Seokjin se removió incómodo y carraspeó con la garganta.


—No era el momento para que dijeras eso.

El otro sonrió cínicamente.—Lo sé, simplemente me encanta atormentarte.

Había mentiras bonitas, e historias incompletas; pero más allá de eso, las anécdotas de
ambos eran un compendio de ambas. En las que por mucho que quisieran fingir demencia,
ninguno podía.

—Eres cruel, la culpa no me dejó dormir por meses.

—Uy, sí. Como no. Eres un adicto a los relajantes musculares, Kim. Tus drogas te hacen caer
como costal de papas.

—Ya no las tomo —confesó.

—¿Ah, no?

—No, he mejorado mucho. La última vez que lo hice o bueno —ladeó la cabeza—, que creí
hacerlo, fue hace meses. Estoy limpio.

—Eso es bueno.

—¿Y tú? —le preguntó con ambigua voz. No quería delatarse a sí mismo y decirle que le había
escuchado hablar solo en el cementerio. Agustus Min siempre había tenido problemas para
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su alimentación, y quizá, se sentía culpable de saberlo. Porque siempre lo supo, pero lo


había olvidado.

—¿Yo que?

—¿Has estado comiendo?

—Sí —dijo cortamente, pero su voz no sonaba triste—. Taehyung y yo estamos aprendiendo
nuevas recetas, aunque creo estoy comiendo demasiado ahora —se burló de sí mismo.

—Me alegra que estés mejor... —Su hermano era todo un cocinero ahora, ¿Eh?

—Subí dos tallas, ¿Sabes? —se animó a contarle—, pura proteína y ejercicio.

—¿Haces ejercicio? —Ladeó la cabeza sin llegar a ser ofensivo.

—Jungkook ha estado ayudándome con eso, y creo que vamos por buen camino.

—Vaya, parece que tienes a tu propio entrenador personal...

—Ellos se preocupan por mí, y no lo entiendo.

Seokjin volteó a verlo; estaba celoso, pero no sabía de quién de los tres. Si de su hermano
por ser tan cercano a Min, de Yoongi por tener tanta atención o de Jungkook por ocupar su
lugar con ambos.

—Deberíamos buscarlos —dijo restándole importancia a sus pensamientos, rompiendo con


el momento en el que divagaron en los vestigios de su confianza.

—¿Qué?

—Si nos están buscando, es probable que a ellos también. Lo mejor será que nos
mantengamos juntos.

—Quizá tengas razón.

—Es tarde, espero que hayan vuelto a casa.

Yoongi chasqueó la lengua y negó con la cabeza.

—No creo que ellos estén allí —dijo mientras se acercaban al centro— salieron a pedir dulces,
y después... —No sabía si era prudente mencionarlo.
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—¿Después qué?

—Se supone que irían a la fiesta del equipo.

Seokjin arrugó la nariz. La fiesta de Halloween era usualmente oficiada por el capitán del
equipo de béisbol cada año; este era su año; pero había estado tan distraído que cuando
Daniel se ofreció a hacerla él... no le puso ningún "pero".

Últimamente, los chicos del equipo comenzaban a parecerle molestos; bueno, quizás en
especial él.

—Hará que lo maten; la última vez que se acercó a una reunión de esas casi tuve que golpear
a la mitad de mis jugadores por perseguirlo. ¿Por qué querría ir Taehyung a esa fiesta?

—Por la misma razón que no lo atraparon la última vez. —Seokjin alzó una ceja—. Porque
Jungkook irá.

—Cierto, él es parte del equipo. —Suspiró—. Tendremos que ir por ellos.

—¿No deberíamos darnos un baño primero?

—Ya tendremos tiempo para eso después. Venga, date prisa, Agosto.

Entraron por la zona residencial, sin necesidad de pasar por el centro. Caminando por la
acera mientras se acercaban a la casa de Daniel.

El jardín estaba lleno de personas, al igual que la entrada de pintura azul que parecía habían
intentando cepillar, pero solo habían logrado ensuciar más el pórtico.

Seokjin sonrió con gracia viendo la casa de su compañero así de sucia; con huevo en las
paredes y papel higiénico enredado en todo el barandal.

Avanzó hacia la puerta, pero sintió un pequeño jalón en su camisa. Volteó a ver a Yoongi.

—Te esperaré aquí, apresúrate —le dijo.

—Estás idiota si piensas que te dejaré quedarte aquí solo. —Kim negó repetidamente con el
ceño fruncido.

—No necesito que me cuides.


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—Lo sé; pero aún no han hecho la broma de la noche, y estoy seguro de que si te ven
vagando solo por allí terminarás en el asta de la bandera. Tú mismo lo dijiste, bro, ocho
contra uno.

Yoongi resopló, el miope tenía razón.

—Bien, entremos —aceptó moviéndose hacia el interior de la casa a través de la puerta


abierta.

Había muchas personas en el lugar, estaban bebiendo y el gran estruendo de risas resonaba
por toda la casa.
Yoongi pensó que la fiesta tenía mucho estilo; Seokjin pensó que él pudo haberlo hecho
mejor.

Varias de las chicas comenzaron a murmurar entre ellas al ver entrar a Seokjin, y su atuendo
de mecánico sucio.
Porque sí, había pasado encerrado horas con la misma ropa que usaba para arreglar el auto,
en el que su camisa sin mangas dejaba al descubierto sus brazos.

Comenzó a caminar entre las personas buscando a su hermano.

Min en realidad no se sentía incómodo; amaba la música, en cualquiera de sus formas. Se


distrajo un momento con la canción que sonaba, y cuando volvió a reaccionar notó que
Seokjin no estaba a su lado.

—Maldición, "Sí, claro, no voy a dejarte solo" —masculló negando con la cabeza—, estúpido,
Seokjin —suspiró—. Estúpido Yo.

Volteó a ver a todos lados; pero no había rastros del castaño. Entonces se movió un par de
pasos, y al toparse con la mesa de bocadillos, decidió quedarse allí.

Después de todo, era comida gratis, y él tenía mucha hambre.

Tomó un tazón de nachos, un emparedado, un trozo de jamón y medio melón; después


volteó a ver el pastel que estaba allí, lo observó con los ojos entrecerrados y decidió que lo
atendería luego.
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Quizá debería estar más preocupado por los chicos; pero joder, ni ellos mismo se
preocupaba. De hecho, le preocupaba más la madre de Jungkook que el mismo Jungkook.

"Ella es un poco misteriosa", pensó, "Igual a su hijo, atractiva y traumatizada". Y luego agitó
la cabeza.

¿De cuándo acá le importaba eso? No lo entendía, la empatía que fluyó hacia ella le hizo ver
que la mirada triste de Jungkook era un reflejo de la de ella.

Tomó una servilleta y se limpió la boca, para luego buscar una bebida. Sabía que el ponche
estaba alcoholizado, así que optó por tomar una lata de refresco en su lugar.

La destapó y estuvo a punto de comenzar a beberla cuando una mano le tocó el hombro.

—Min —le dijo el chico—, justo a tiempo para la diversión.

—Yo ya me iba. Solo estaba buscando a un amigo.

Apretó los ojos, y volteó para encontrarse con Daniel. Al hacerlo, su temor se desvaneció, y
su risa se hizo presente al ver al mayor con manchas de pintura azul en el cabello y rostro.

—¿De qué te ríes, fenómeno?

—¿Cómo que de qué? —Sabía que iban a joderlo, pero no pudo evitar seguir hablando—. No
puedes disfrazarte de mierda de pitufo y esperar que la gente no se burle.

Un bullicio en conjunto se escuchó cuando eso sonó como una declaratoria de guerra.
Yoongi se paró firme, esto iba a dolerle.

Seokjin había recorrido toda la casa sin ver a los chicos. Incluso había preguntado a los
presentes, pero nadie había visto a Jungkook o a su hermano. Cuando la atención de todos
se posicionó en el centro de la sala, al igual que todos, volteó desde el desayunador de la
cocina para conocer el origen del revuelo.

—Adoras visitar la sala de urgencias, ¿Cierto, idiota? —le dijo a Min a para intimidarlo.

—Soy cliente frecuente —le respondió con la sonrisa más burlesca del mundo.
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Vio el momento en el que Daniel tomó del cuello de la camisa a Yoongi frente a todos, como
si de un espectáculo se tratara. Y se abofeteó mentalmente al recordar que no venía solo,
moviéndose veloz hacia ellos.

Entonces, se avanzó rápido para meterse en medio de ambos.


—Suéltalo —le ordenó.

—¿Pero qué mier-, Seokjin? —dijo incrédulo—. Creí que no vendrías.

—Tuve que hacer algo de camino —se acercó imponente, los demás miembros del equipo
retrocedieron. —¿Qué esperas? Te dije que lo soltaras.

—¿Por qué?

—Él viene conmigo, ¿Algún problema con eso? —El silencio de sus compañeros se vio
interrumpido por un unánime "uuuh".

—¿De cuándo acá te convertiste en salvador de los fenómenos, eh, Kim?

—Oye, oye, deberías bajarle a tu tono —Seokjin avanzó sin miedo.

—¿Qué te sucede, Jin? Fallas tiros, te juntas con inadaptados y te ciegas por un par de
piernas bonitas.

—¿Y eso qué? ¿Estás así de obsesionado conmigo?

—¿Quién eres? Siento que no te conozco.

—Yo... no lo sé. Quizá nunca me has conocido en realidad.

—Estás jodido, amigo. Ni siquiera estoy seguro de que seas importante para el equipo aún.

—Alto, ¿Entonces de eso se trata? ¿Crees que puedes ser mejor que yo?

—Claro, ¿Qué clase de líder eres cuando no te importa el equipo?

Seokjin negó con la cabeza, ni siquiera él mismo entendía qué era lo que había cambiado.

—La clase que no necesita rebajarse a patear tu trasero, hacer fiestas ridículas o decir
estupideces para sentirse superior.
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La música había bajado su volumen, y las miradas de todos parecían estar centradas en la
riña entre ambos jóvenes.

El ambiente se volvió increíblemente tenso cuando el resto de las personas aumentaron el


bullicio.

—Hijo de p...—Quiso avanzar, pero Seokjin lo evitó empujándolo de los hombros.

La espalda de Daniel chocó contra un chico detrás de él, quién estaba junto a Yoongi. Al
hacerlo, su refresco se derramó casi por completo sobre su camisa roja.

—¿Quieres ser el líder? Demuéstralo en el campo —le dijo dándole un ultimátum—. No te


metas conmigo

Entonces, dio una corta mirada a Yoongi para que le siguiera, el otro estaba demasiado
ocupado intentando limpiarse, así que simplemente, pasó al lado de Daniel restándole
importancia al chico, y se acercó a Min para tomarle del brazo, y hacerle caminar junto a él.

Se abrieron paso entre la gente para salir de esa casa y una vez en el jardín, Yoongi se atrevió
a mirarle para hablar.

—¿Qué fue todo eso allá adentro? —preguntó casi incrédulo.

—¿A qué te refieres?

No sabía cómo decirlo pero lo hizo.


—Unas treinta personas allá adentro te vieron conmigo...

—¿Eso qué? —dijo caminando en el jardín y viendo el árbol de enfrente lleno de papel
higiénico.

La existencia de un sentimiento puro hacía que los cambios de la historia marcharan por
rumbos positivos para todos.

—¿Estás loco o eres hipócrita? ¿Qué es lo esperas de mí?

—¿Quieres que sea honesto contigo?

—Sí.
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—Amo el béisbol, pero me importan una mierda los imbéciles del equipo. No sé qué sucede
conmigo, ni porqué de pronto me siento tan culpable. Necesito llenar el vacío de mi cabeza.
¿Está bien? Quiero que dejen de verme como un imbécil, quiero saber porqué mi hermano
me miente, y porqué alguien que dijo que me ama decide actuar como si fuera una
desconocida para mí.

—¿Y como a ellos no les interesas piensas que soy un comodín o algo así?

—No. Sobre eso en realidad... solo quería a mi mejor amigo de regreso.

—No es así de simple.

—¿Por qué no?

—Porque tú eres un idiota y yo... —tragó saliva— yo no quiero estar cerca de ti.

—Entonces, velo como un trato. Tú me ayudas a entenderlo todo y yo te dejo en paz.

—Ya hice suficiente —dijo, consciente de que no debía ayudarlo más. Entonces comenzó a
caminar por la acera para alejarse de él.

Ambos habían olvidado por completo su misión de buscar a los chicos.

Seokjin le siguió e intentó detenerle, comenzó a avanzar a su lado mientras ambos se


movían a la mitad de la calle.

—Pero yo no. ¿Sabes? Últimamente siento como si tuviera un nuevo sistema. Quiero...
cambiar.

—¿Y a ti qué mosco te picó?

El último cambio en su futuro le había golpeado de lealtad y energía.

—Lo que haya sido, me hizo reconocer que soy un idiota. ¿Está bien?

—¿Y eso cómo me afecta a mí?

—Llegué a la conclusión de que la única forma de entender qué sucede en este jodido pueblo
es ser uno de ustedes. Así que eso es lo que seré.
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Yoongi alzó una ceja interesado. Un lugar nuevo, y una ruleta de papeles que en el libreto de
su historia se había movido de lugar otra vez, sin rumbo y sin patrón alguno.

Historias chocando y mezclándose unas contra otras de todas las formas posibles.

Habían llegado a la zona boscosa, y aunque sabían que no era buena idea caminar por allí,
era la única forma de regresar a casa.

—Quiero verte intentarlo —le dijo—. La vida en este lugar es como sentir dos historias a la
vez, y créeme no quieres entenderlo.

Seokjin caminó un poco más rápido para pararse frente a él y detenerlo. Min chocó contra su
pecho, y se sintió tan pequeño cuando tuvo que levantar la cabeza para verlo al rostro.

—Puedo cambiar la historia, y lo voy a lograr porque vas a ayudarme.

—Ponlo en palabras que entienda. ¿Qué podría hacer yo? —sarcástico.

—Conviérteme en tu musa. Dime qué hacer y lo haré, pero por favor, necesito saberlo todo.
Quiero saber lo que hay dentro de ese lago.

Yoongi tragó; Seokjin le colocó una mano en el hombro.

—¿Desde cuándo sabes el significado de la palabra "musa"?

Seokjin parpadeó confundido y agitó la cabeza.


—Desde... siempre, creo.

El pelinegro retrocedió sin entender su comportamiento. Seokjin le veía tan fijamente como
había dejado de hacerlo desde hacía años, y él era incapaz de ignorar sus labios que
brillaban.

—No —dijo seco—. Estás delirando, tienes que seguir tu historia original, y yo no debería
estar hablando contigo.

—¿Qué significa eso? —Confundido. —¿Y cuál se supone que es mi "historia"? ¿Cuál es mi
maldito papel en todo esto?

—Eres la estrella, el chico por el que todos mueren, el galán de la novela. No tienes nada que
ver con nosotros.
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—Yo... creo que dejé de serlo —confesó sin pensarlo mucho.

Yoongi tragó; él tenía razón. Estaban acorralados, y sus destinos condicionados a chocar y
cambiar unos contra otros las veces que sus acciones les empujaran.

Quizá nunca sería tan inteligente como Taehyung; pero sabía que entre más personas se
incluyeran a la línea alterna, más variables podrían existir.

Estaba lejos de entender que, de seguir así, dentro de poco cada jodido habitante del
Condado mariposa sería una variable de la ecuación.

—¿Qué hay de ti? —volvió a hablar Seokjin desde su limitado conocimiento—. Si existieran
dos historias en este pueblo, ¿Quién serías tú?

—No lo sé. Creo que... en esta soy un hada madrina.

—¿Y en la otra?

—Un villano.

—¿Cómo lo sabes?

—No lo sé. Pero... algo se siente diferente. Tú también lo sientes, ¿Cierto? —le dijo, y el otro
asintió.

Mientras los cambios de Seokjin eran positivos, empujándolo a sacar su verdadero yo; la
segunda línea de la historia de Yoongi separándose le hacía sentir una impotencia enorme.

Es decir, él no había hecho nada malo, nunca haría algo dañino, su único propósito había
sido ayudarlos a todos. Pero aún así, sentía un dolor enorme cada vez que su futuro
cambiaba, como si... se reprochara algo a sí mismo.

No podía explicárselo a Seokjin; y en realidad no sabía cómo.

—¿Tienes miedo de hacer algo malo, cierto?

—Yo... creo que ya lo hice.

Seokjin le veía con recelo; más allá de su ignorancia, con infinita curiosidad.
Mientras caminaba, su pie pateó algo que estaba en medio de la carretera.
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—¿Mi bicicleta? —dijo Seokjin confundido cuando llevó su vista al suelo.

En el momento en el que todo hizo click en sus cabezas; ambos voltearon a verse para decir
al unísono:

—Taehyung...

Seokjin tragó saliva pesadamente, asustado de que algo malo le sucediera a su hermano. El
tiempo corría, y ahora más que nunca necesitaban encontrar al castaño.

...

Jungkook había vagado el pueblo completo y los senderos de árboles buscando a Taehyung.

Pensó en los lugares en los que podría estar y caminó por ellos con la esperanza de poder
redimirse un poco.

Los niños que pasaban por la calle le saludaban, lo cual le hizo fijarse en un pequeño de
cabello oscuro estaba llorando mientras otros niños más grandes le molestaban e
intentaban quitarle su bolsa de dulces.

Jungkook caminó tranquilo hasta ellos y se colocó detrás del más alto.

—Chicos, chicos, consigan sus propios dulces —les dijo con dura voz. Los tres voltearon a
verlo y palidecieron al ver a un chico tan grande. Así que retrocedieron dejando solo al
pequeño.

—¡Gracias, señor! —comentó el pequeño. Su disfraz de superhéroe parecía menos elaborado


que el de los otros niños, como si él mismo lo hubiera hecho.

—De nada. —Jungkook se sentó en la acera para quedar a su altura—. Pero no me digas
señor, no soy tan viejo —comentó con gracia.

—¿Cuántos años tiene?

—Tengo dieciocho.

El niño frunció el ceño. —Sí es viejo.


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—No es justo. ¿Cuántos tienes tú?

—Siete —dijo mostrándole ocho dedos al pelinegro, que no pudo evitar reír.

—Está bien, sí lo soy, lo admito. —Volteó a ver a ambos lados— ¿Dónde está tu mamá?

El chico señaló la licorería de enfrente.


—Ella está trabajando, por eso solo puedo pedir dulces en esta calle —mencionó un poco
decepcionado.

Alzó la vista para ver a la mujer desde el cristal mientras sudaba para atender a los clientes.
—Entiendo el sentimiento, pero deberías ir con ella, es tarde—le dijo cuando se recordó de sí
mismo—. Oye, me gusta tu disfraz.

—¿¡En serio!? —emocionado—. Yo lo hice, con una funda de almohada y papel.

Jungkook asintió. —Te ves muy genial, como todo un héroe.

Los ojos del niño brillaron. —Gracias, a ninguno de mis amigos les gustó.

—No te preocupes por ellos, mejor busca otros amigos —dijo con gracia—, los que tienes son
un poco amargados.

El niño se tapó la boca con sus pequeñas manos para reírse. Estuvo a punto de decir algo
más cuando su madre salió de la tienda para llamarlo.

"Jack, ven acá ahora mismo" —le gritó preocupada.

—Me tengo que ir —dijo volteando a verla—. Adiós, usted es un buen viejo —le dijo con una
sonrisa y dejándole un caramelo aplastado en la mano antes de correr hacia el interior de la
licorería.

Jungkook sonrió y se jactó un poco. Existía algo en todo esto que le hacía pensar diferente,
había dejado de sentirse ajeno a la ciudad, a los árboles y a ese cielo nocturno.

El ambiente estaba lleno de sensaciones que combinadas con su propia miseria mental le
hicieron cuestionarse si realmente valía la pena regresar a su tiempo.

Taehyung le regañaba por todo, y le hacían ver como un idiota la mitad del tiempo; también
peleaba con él por el estéreo y le dejaba dormir en su pecho cuando Jungkook tenía miedo.
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Hubiese querido regresar mucho más tiempo atrás. Tener dieciséis para buscar a Taehyung
cuando comenzó la preparatoria y que fuese primavera para ver las flores cubrir los campos
alrededor del pueblo.

Habían pasado un par de horas y le preocupaba lo que podía hacer el castaño. Necesitaba
saber dónde estaba, y asegurarse de que entendiera que nunca tuvo intención de engañarlo.

Revisó en la biblioteca, el ayuntamiento, un par de bares, e incluso una vieja cafetería en


busca del castaño.

No le quedó más remedio que caminar de regreso a su vecindario con la esperanza de que
Taehyung estuviera escondiéndose en la casa de Min.
Caminó por la acera desganado; pero se detuvo antes de llegar a la puerta, viendo a la
distancia las luces de la casa de los Kim encendidas. Regresó sobre sus pasos para correr
hacia la puerta principal e intentar abrirla, sin éxito.

Así que rodeó la casa, la chapa de la puerta trasera no servía, y siempre estaba abierta.
Cuando entró al garaje, comenzó a caminar agitado por toda la casa.

Sala, nada.

Cocina, nada.

Subió al segundo piso, y revisó la habitación de Seokjin, estaba vacía también. El armario de
limpieza, los baños, incluso se atrevió a entrar a la habitación de los señores Kim; pero no
encontró a nadie.

Se movió hacia la habitación que compartía con Taehyung; entró deliberadamente para
buscarlo. Revisó debajo de la cama, en la ducha, movió las cortinas y se sentó en la cama
frustrado.

¿Sería acaso que Taehyung se había perdido en el bosque?

Entonces, recordó las palabras del castaño y la afición que tenía por el acantilado del
mirador. Negó con la cabeza, levantándose. Era tarde, debía encontrarlo antes de este
hiciera una tontería.
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Salió de la habitación dispuesto a correr hacia el bosque incluso si eso le haría daño. Pero se
detuvo, cuando por un pequeño instante, en el que se quedó de pie en el pasillo y alzó la
vista, notó que hacía falta algo en el techo.

La puerta del ático no tenía la pequeña cuerda que normalmente colgaba de allí.

«Está cerrada por dentro», pensó.

—¿Taehyung? —llamó viendo hacia el techo del pasillo. La puerta estaba ligeramente
desencajada, este era el lugar.

Kim estaba encerrado allí dentro mientras buscaba entre sus cosas algo que le ayudara a
salir de su colapso, retrocedió sobresaltado cuando escuchó a Jungkook llamándole desde
abajo y se chocó con una caja de su madre haciendo que sus cosas de peluquería cayeran al
piso.

—Oh, mierda... —murmuró por lo bajo.

Sus pasos se escuchaban. Jungkook dedujo que no había otra forma de entrar a menos que
se subiera al techo. Así que intentó hablar con él.

—Sé que estás allí arriba, y sé que estás enojado; pero juro que nunca quise hacerte daño. Y
si me lo permites, podríamos empezar de nuevo, prometo decirte siempre la verdad.

Taehyung se acercó hacia la pequeña compuerta del ático, y se sentó a un lado para verle a
través de un pequeño espacio entre las tablas de madera en el suelo.

Le veía caminar por el pasillo mientras divagaba hablando. Lo había encontrado; se retractó
de haberle enseñado ese lugar al pelinegro.

—Me alegra saber que estás aquí, estaba muy preocupado buscándote. Pensé que podrías
lastimarte a ti mismo.

Taehyung alzó una ceja.


«Creíste que haría algo estúpido, ¿O no, Jeon?» pensó.

—Soy un tonto, y sé que piensas que hago cosas para manipularte pero no es así. Yo... —se
jactó con una sonrisa dolida— creo que nunca he sido real con nadie más y... maldición.
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—¡Lárgate! ¡No quiero hablar contigo! —le contestó Taehyung confirmando su presencia.

Jungkook se sentó en el pasillo, mientras abrazaba sus piernas. Su inocencia recuperada, y


la culpa de no saber si hizo lo correcto le quemaban. Y es que, Jungkook no sabía cómo
actuar cuando algo era realmente importante para él.

—Está bien, entonces solo escuchame.

Era evidente que Taehyung no iba a abrirle.

Entonces continuó—: Las disculpas nunca han sido lo mío, ¿Sí? Siempre termino haciendo el
ridículo, pienso que es algo inútil que las personas hacen cuando no pueden vivir con sus
errores. Es como cuando llamas a la radio para dedicar una canción, y que luego te terminen.
Te sientes estúpido y quieres borrar lo que sucedió.—Jungkook se burló de sí mismo—. Estoy
divagando mucho...

El castaño negó con la cabeza y se dejó caer de espaldas en la madera. No había más que
eso, solo una fría resignación y vanos sentimientos para él.

—Y sé que tengo razón, porque es lo que estoy sintiendo justo ahora. —Tenía secretos y
muchas preguntas, pero estaba dispuesto a contarle cada una de ellas—. ¿Sabes? La última
canción que escuché antes de llegar a este pueblo ha estado sonando en mi cabeza por
meses y justo ahora no me está ayudando mucho...

Jungkook suspiró; más allá de sus palabras llenas de orgullo, entendía que había algo de
amor y bondad en arrepentirse.

—... Y es curioso porque es popular. Y creo que la han dedicado millones de veces. Pero... —
Jungkook exhaló y luego murmuró por lo bajo— esta podría ser hoy
la primera.

Ambos se quedaron en silencio. Taehyung veía hacia la pequeña ventana que estaba en el
ático, aún con la luz encendida, se sentía tan sumido en la oscuridad.

Es decir, quería ser racional. Quería actuar con esa inteligencia que le caracterizaba pero...
¿Cómo? Si después de tanto, en un par de meses no valdría la pena.

Se sentía como un enfermo terminal; alguien cuyo final ya había sido anunciado.
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Incluso si Jungkook decía la verdad, cómo contestarle a esa parte vulnerable de sí mismo
que todas sus esperanzas por ser alguien, siempre fueron inútiles.

Lo que le llevó a cuestionarse en: si lo hubiese sabido antes, ¿Habría disfrutado estos meses
de la misma forma?

Porque aun sin conocer la historia original, su cabeza se había llenado de recuerdos, y su
libreta tenía cientos de historias donde era el protagonista.

En medio de su confusión, la voz del pelinegro volvió a interrumpirlo. Con poca fuerza, como
si estuviera conteniendo sus ganas de llorar.

—"Come up to meet you, tell you I'm sorry. You don't know how lovely you are..." —
Taehyung frunció el ceño. Él estaba... ¿Estaba cantando? —"I had to find you, tell you I need
you. Tell you I set you apart..."

Después de todos sus secretos y las palabras que compartían, Taehyung creyó que a lo mejor
no era el destino lo que le calaba, sino su corazón rompiéndose por primera vez.

Ese dolor solo le hacía recordar dos cosas: estaba vivo, y segundo, había desarrollado
sentimientos por su experimento.

—"...Tell me your secrets and ask me your questions. Oh, let's go back to the start...."
—su voz se quebró un poco cuando un nudo se formó en su garganta—..."Nobody said it was
easy
No one ever said it would be this hard.."

Taehyung sabía que era inútil; pero su rostro se sintió caliente cuando una lágrima se atrevió
a bajar por su mejilla.

Aún tenía tantas preguntas sobre el universo, sobre la vida y sobre el verano que necesitaba
contestar.

Pero su voluntad se había quebrado desde mucho antes; y no pudo seguir fingiendo cuando
alcanzó a escuchar los pequeños sollozos del pelinegro.

—Taehyung... —musitó—. Necesito que entiendas que ningún futuro es real —dijo con fuerza
cuando los deseos de llorar le causaron estragos.
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Kim se encogió de dolor mientras luchaba por dejar de llorar; pero entonces entendió que
esa frase estaba incompleta. Siempre lo estuvo.

—no si elijo quedarme en el presente... —murmuró Taehyung para sí mismo mientras una
lágrima se deslizaba por su mejilla

Pensó en las noches estrelladas corriendo por las calles de la ciudad y en las palabras
escritas en las paredes de esta.

Pensó en pasteles quemados, y hojas secas. En la forma en la que su alma se sentía cálida
cuando se reía con sus amigos, y en lo feliz que lo hacía bailar las canciones de moda.

Taehyung amaba una vida que nunca le correspondió. Así que el destino podía joderse,
porque no pensaba dejarla ir tan fácilmente.

Se levantó y abrió la puerta del techo. Jungkook tenía los ojos cerrados, ni siquiera se
percató de que había conseguido persuadirlo.

Cuando alzó la vista, exclamó con alivio, y se puso de pie rápidamente para tirar de las
escaleras plegables para poder subir.
Se apresuró a llegar al ático.

Una vez arriba, se acercó al castaño que le veía molesto, intentó abrazarlo, pero su intento se
vio frustrado por una repentina bofetada.

—Eres un idiota, Jungkook. —Jeon soltó un quejido de dolor, desconcertado—. Eso es por
mentirme.

—Lo merezco —dijo frotándose el rostro.

Intentó acercarse de nuevo; pero Taehyung levantó la otra mano y le dio una bofetada más
en el lado contrario del rostro.

—Y eso por joderle el verano a tu madre.

Abrió la boca para poder mover la quijada. Kim tenía bastante fuerza.

Frunció las cejas ligeramente molesto, como quien acaba de ser golpeado, pero no esperaba
que Taehyung se acercara a él ahora para dejar caer su frente sobre su hombro.
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Lo vio confundido cuando el chico lo abrazó. —¿Y esto por qué es? —le dijo con suave voz.

—Porque me duele el alma —respondió sincero.

Jungkook sonrió débilmente y le rodeó con sus brazos percibiendo el ligero olor del alcohol
en su aliento.

—¿Estuviste bebiendo?

—Solo un poco, pero no sirvió de nada.

—¿El magnífico Kim intelectual está ebrio? —cuestionó con una ceja alzada. Taehyung negó.

—Si no me crees ve la botella. —Jeon volteó hacia su izquierda, y la encontró casi intacta. Él
decía la verdad.

—¿Debo asumir que el alcohol no te gusta?

—Aparentemente no sirve en mí.

—¿Qué estuviste haciendo todo este tiempo aquí arriba?

—Hice mi testamento —confesó— te dejé mis discos para que puedas venderlos en el futuro
como coleccionables. Y un ensayo de economía a Seokjin para que pueda entrar a una buena
universidad cuando... no pueda jugar más.

—Taehyung...

—Y la fotografía que me tomaste hoy para mamá...

—Oh, vamos. Mírame, Kim —le dijo separándose de él—. No vas a morir, al menos no aún,
¿Está bien?

—Lo sé pero... tengo que tachar cuantas cosas pueda de mi lista, solo en caso de que salga
mal.

—Pero nada. Esto funcionará de alguna forma.

—¿Recuerdas eso de... las cosas que queríamos hacer antes de morir?

—Por favor, no pienses más en eso.


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Taehyung dudó un poco, mientras salía de su zona de confort. Él era una persona que no
hacía nada a no ser que supiera que resultaría, sin embargo, había estado dudando mucho
sobre esto. Y ya no quería. Taehyung clavó su mirada en la suya. No sabía cómo pedirle esto,
pero de todas formas sacó valor de sus entrañas para hacerlo.

—No, es solo que recordé la razón por la que me quedé callado tanto tiempo cuando
preguntaste.

—No es necesario, está bien.

—No. No está bien, yo... —respiró un poco agitado—, siento cosas y... No sé—respiró con
apnea—, no sé cómo definirlas.

Jeon sonrió de lado, y le vio con tranquilidad.

—Creo que hay cosas que no necesitan definición, ¿sabes?

—Eres tan tonto que quiero golpearte tanto hasta sentirme mejor. Y gritarte toda la noche
aunque sé que es estúpido.

—¿Qué te detiene? Ya me diste dos golpes, podría aguantar un poco más —se burló con leve
voz mientras lo veía temer.

—Que yo también lo soy—murmuró—. Porque quiero... besarte. Y quiero que me toques.


Jungkook, no sé qué somos, no necesito saberlo.

—¿Taehyung?

—He estado buscando una excusa para decirte esto, pero creo que ya no necesito una. Y sé
que vas a burlarte pero... Yo...

La seriedad de su rostro le asustó un poco. Taehyung era usualmente directo, y ahora,


estaba perdiendo la compostura además. Jungkook parpadeó algo incrédulo.

—Jamás me burlaría de la sinceridad de alguien.

—Yo... —tomó aire— no quiero morir virgen.


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—Sabes que no creo en esas cosas, ¿cierto? —Se ahogó un poco con su saliva—. Es más una
cuestión de... ¿es lo que quieres en realidad?

—Lo que escuchaste. Así que pensé que podríamos...

—No —negó con la cabeza—, estás desesperado y dices estas cosas.

—No es así. Anda, ríete de mí. Sé un idiota inmaduro como siempre, no me interesa. He
tenido miedo durante demasiado tiempo y ya no quiero saber qué hay más allá de esto. Yo
necesito saberlo.

—No quiero que hagas algo de lo que te arrepentirás mañana.

—Mañana, mañana. Me he convencido a mí mismo de que esperar es lo mejor pero


Jungkook, me he despertado a tu lado las últimas semanas pensando en si tú también...—se
quedó callado, no pretendía manipularlo o forzarlo a nada. —Lo siento, no debí...

—Escúchame, Taehyung—le pasó las manos por el cabello—, por supuesto que quiero
hacerlo; pero estás delirando. ¿Si entiendes lo que dices?

El castaño lo tomó de los hombros para acercarse a él, conteniendo las lágrimas en sus ojos.
—Ya no tengo tiempo para esta mierda.

—Tuviste razón antes. Nosotros solo hemos logrado destruir la historia, tenemos que parar.
Esto no es correcto...

—Yo no quiero hacer lo correcto.

—Taehyung...

—Tócame.

Aclarar sus sentimientos... ¿Por qué sería necesario? Probablemente deberían ser maduros,
hablar de lo sucedido pero... Ellos eran el perfecto ejemplo de adolecer; incluso si parecía
impulsivo. O volátil.

Tan necesitados por calor. Sedientos de conocimiento. Completamente humanos.

El silencio que se formó fue tan grande que Jungkook se sintió como si fuese capaz de
escuchar su propio corazón.
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Sus piernas temblaban al igual que su pecho, y es que, la pureza en los ojos del castaño le
hizo flaquear cuando la inocencia que pareció haber recuperado le hizo dudar en avanzar.

Parecía que había hecho esto antes pero no había manera que se sintiera igual.
Estaba consciente; y asustado de lo que quería.

Se acercó lentamente a Taehyung para quitarle los anteojos del cuello de la camisa y
dejarlos sobre una caja mientras tragaba saliva pesadamente.

Levantó una de sus manos para deslizarla por sobre la mejilla del chico, acariciándole con
dulzura el pómulo en un intento de hacerle saber que estaría con él lo que el universo le
permitiese estar, y con un sonrisa casi amarga, que le regaló cuando sus ojos avellana se
encontraron con los suyos.

Entonces, decidió arriesgarse cuando atrajo su rostro hacia él para rozar sus labios y ser
bienvenido por los del castaño, quien cerró los ojos cuando le correspondió sin miedo.

Taehyung, cuyo pecho se pegó al de Jeon, suspiró en medio de su leve toque cuando las
manos del otro vagaron de su cuello hacia su espalda para luego terminar en su cintura,
sujetándolo mientras le daba pequeños besos en la comisura de la boca.

Sea lo que fuese a pasar; allí y justo en ese momento, Taehyung necesitaba entender por
completo qué era eso que había estado subestimando de sí mismo por tanto tiempo.

No le temía a lo desconocido después de la muerte; le temía a nunca poder conocerse a sí


mismo en vida.

Y aunque estaba aterrado, en el fondo, estaba seguro de que la única persona con la que
sería capaz de sentirse así de correspondido, así de amado, era el chico cuyos labios
temblaban por la incertidumbre.

Dio un par de pasos hacia atrás, haciendo que ambos se movieran trastabillando hacia su
fuerte de almohadas, lleno de tonterías e ilusión.

Jungkook se separó de él por un momento, dándole un pequeño empujón para que se


sentara sobre el colchón que estaba debajo de las sábanas que colgaron como un techo y
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que ahora tenía las cobijas de la cama del castaño; este se quedó en el centro del colchón, y
colocó ambas manos hacia atrás para sostenerse mientras le veía desde abajo.

Jeon se quitó la camiseta ante la mirada atenta de Kim, quién solo le sonrió mientras negaba
cuando le vio dejarla caer al piso.

—Tenías que hacer eso. ¿Cierto? —le dijo con gracia.

Jungkook rio, y le respondió—: Es parte del show.

Extendió su brazo hacia la pared para apagar el interruptor del pequeño foco que luchaba
por iluminar todo el ático.

Al hacerlo, las luces de navidad, que habían colgado alrededor de su fuerte en la mañana y
que aún estaban conectadas, resaltaron particularmente dejando una lumbrera tenue por
encima de ellos, en donde los pequeños destellos y la luz de la calle que se colaba por la
ventana eran lo único que les iluminaba.

Entonces, el pelinegro se armó de valor, y se movió hacia Taehyung, arrodillándose sobre el


colchón para poder llegar a él. Colocando una pierna de cada lado, para dejar las del chico
en medio.

Taehyung agachó la cabeza al sentirle tan cerca; aún más cuando la mano de Jungkook llegó
al borde de su camisa para comenzar a retirar esta; botón por botón hasta dejar su pecho
expuesto.

Ninguno de los dos entendía de dónde venía tanta delicadeza y docilidad. Pero fue eso
mismo lo que le hizo saber que ninguno se había sentido así antes, un sentimiento que quizá
de no haberse chocado, no habrían encontrado en ningún otro lugar del espacio.

El pelinegro llevó ambas manos a los hombros del otro, colocándolas sobre su piel por
debajo de su camisa para luego deslizarlas por sus brazos haciendo que la prenda terminara
por caerse.

Se aproximó a besarle rápidamente en los labios antes de comenzar a moverse por su


mentón. A medida que Jungkook avanzaba los brazos de Taehyung, que le sostenían, iban
cediendo hasta dejarle recostarse por completo entre las almohadas y los osos de felpa.
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El temblar de su respiración, y la forma en la que esas manos parecían tocarle con tal sutileza
demostraban que esa chispa de luz se había apoderado de él.
Dándole un segundo, en el que la media noche duraba por siempre.

Jungkook nunca había tenido tanta iniciativa para estos momentos; y tenía miedo de
lastimarlo. Él realmente deseaba hacer feliz a Taehyung con lo poco que estaba en sus
manos y eso era, un momento que valiera la pena atesorar.

Y aunque no lo dijera, aunque fuese consciente de que había alterado el destino de mil
formas, y de que besarlo en el cuello mientras sentía su piel como lo hacía en ese momento
rompía con todas las leyes de la física y la existencia misma, Jungkook sabía que nada podría
reemplazar la sensación de tenerlo solo para él.

Incluso si era por treinta años más; incluso si era solo por una noche. Dentro de él, no le
importaba, porque sabía que jamás sería capaz de encontrar algo o alguien que le llenara de
tanta pasión con el castaño.

Sí. En el fondo, Jungkook sabía que había pedido la batalla entre su razón y sus anhelos.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —le preguntó Jeon viéndole a los ojos.

Las luces que le iluminaban desde arriba, hacían parecer como si Jungkook brillara.
Taehyung podía verlas resplandecer por encima de las sábanas, como pequeñas lumbreras
sobre su cabeza.

Sentía que en cualquier momento comenzaría a llorar, y que su cabeza explotaría; saber que
moriría le había hecho pensar que el presente era lo único que tenía. Y ese futuro que por
años creyó tener asegurado ahora era incierto como el de todos los demás.

Después de todo, el Taehyung nunca se equivocaba, esta vez, se permitiría aceptar que
finalmente cometió un error.

Así que asintió; seguro de lo que quería, y también de que no volvería a tener un momento
como este.

—Sí, estoy seguro.


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Jungkook tragó en seco.


—¿Quieres... hacerlo tú? —preguntó cuando las ideas que creyó Taehyung tenía sobre su
masculinidad le inquietaron—. ¿Quieres estar arriba?

—¿En serio crees que sé cómo follar con otro hombre? —le digo con gracia intentando no
reírse—. Tienes que ser tú.

El pelinegro se rascó el cuello apenado. Estaba tan nervioso que preguntaba tonterías.

La primera vez que se experimenta el mundo es así; impaciente, graciosa... Cómplice.

—Creí que lo sabías todo.

—Pronto lo sabré —respondió acomodándose sobre el colchón.

Jungkook llevó sus manos a la cadera del muchacho acariciando por un momento su
abdomen para luego tomar el borde de su pantalón y desabrocharle el cinturón para llegar
hasta su cremallera.

La abrió; pero cuando se dispuso a retirarle el pantalón, Taehyung se removió inquieto,


tomándole de la muñeca.

—¿Qué sucede? —dijo Jungkook preocupado.

Agitado. —N-nada... pero —tragó saliva aferrándose a su propio pantalón—, quítatelo tú


primero.

Jungkook le sonrió. —¿Por qué no lo haces tú? —le retó alzando las cejas. Parecía ingenuo,
pero sabía exactamente lo que buscaba.

—¿Puedo? —preguntó con timidez viendo a Jeon, y sentándose un poco para poder alcanzar
su cintura.

Jungkook se mordió el labio ante su curiosidad. —Adelante —le dijo, dándole vía libre a
seguir.

Bueno, era hora y no podía sucumbir ante su miedo en este momento. Él quería saber qué
era eso que volvía locos a muchos, más que eso, necesitaba experimentarlo por sí mismo.
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Tomó valentía y desabotonó el pantalón de Jungkook para deslizarlo por sus muslos
dispuesto a quitárselo.

El pecho expuesto del castaño y su delicadeza para actuar hacían a Jungkook pensar en
tantas cosas que no podía decir en voz alta sin quedar como un tonto, podía verle debatirse
entre sí tocarlo o no.

Pero su curiosidad más allá de motivarlo, le provocaba demasiada ternura.

—¿Qué supone que debo hacer? —preguntó viéndole.

—Puedes comenzar tocándome así —dijo tomándolo del brazo, y llevando la mano de
Taehyung para colocarla sobre su abdomen—, y luego bajar poco a poco....

El castaño sonrió entendiendo a qué se refería; así que levantó la vista para concentrarse en
su rostro. Y después deslizó su mano hacia abajo, rozando con su miembro por encima de la
ropa.

Jungkook contuvo la respiración por un momento en el que no creyó que el otro realmente
avanzaría. Cerró los ojos, cuando Taehyung se atrevió a acercarse y darle un pequeño beso
en el vientre.

Se removió un poco cuando sabía que su erección comenzaba a aparecer entre las manos de
Kim. La lentitud y la abstinencia iban a matarlo, eso era seguro.

—¿No crees que vamos un poco lento? —cuestionó Taehyung.

—¿Por qué lo dices? Admiro tu entusiasmo... —le dijo con gracia por sus palabras tan serias—
. Pero estoy nervioso, así que no me molestes o me vas a desconcentrar.

—¡Lo siento, soy nuevo en esto!

—¿Quieres ir más rápido?—Jungkook alzó una ceja, y el otro asintió —. Bien, es momento de
agilizar las cosas entonces. Solo dime que me detenga cuando quieras que lo haga.

—¿Qué significa eso?

—Solo espera —dijo estrechando los ojos y empujándolo ligeramente para hacerlo caer de
espaldas de nuevo.
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Jungkook estaba arrodillado con las piernas abiertas sobre él; terminó de quitarse el
pantalón de los tobillos para tener más libertad y se precipitó a pasar sus manos por la
cadera de Taehyung para retirarle los suyos, tocando sus muslos con descaro con la excusa
de retirar la tela hasta finalmente dejarlo sin la prenda.

Después se acercó a él, para poder besarle el pecho como tanto había imaginado. Le dejó un
beso fugaz en el mentón para luego pasar una de sus manos por encima de su abdomen.

Sus labios en los pezones del chico, y el deseo de besarlos no tenían ningún impedimento
esta vez. Aún más cuando podía sentir su pecho temblar cada vez que su lengua tocaba
aquella piel virginal.

Y mientras lo hacía, se aseguraba de bajar la cadera, para rozar el miembro de Taehyung con
el toque del suyo. Era preciso comenzar a prepararlo, mientras bajaba, al besar su vientre,
podía respirar aquella fragancia masculina en la piel trigueña del chico.

Taehyung sabía mucha teoría sobre la vida; pero quizás era momento de que empezara a
poner las cosas en práctica.

Jeon le observó por un momento hasta él para buscar su aprobación cuando sus manos se
colaron en el elástico de su ropa interior. Taehyung soltó un pequeño jadeó y abrió los ojos a
la expectativa, pero aún así seguro de querer que el otro continuara.

Jungkook levantó la mirada para buscar visualmente en la habitación. Cerca de allí, la caja
de cosas para el cabello de la señora Kim estaban regadas por el suelo.
Cuando lo encontró, el pelinegro se alejó un poco de él para extender su brazos y tomar lo
que estaba buscando.

Dejó la frasco de vaselina a su lado por un momento, y aún arrodillado, tiró de la última
prenda que resguardaba al castaño.

Kim volteó la cabeza, sonrojado, no podía asimilar con claridad el hecho de que estaba
desnudo frente a alguien más.
Era una situación en la que nunca se imaginó que estaría.

Jungkook sonrió orgulloso. Kim Taehyung era la persona más hermosa del mundo y lo tenía
temblando frente a él.
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Con esos brazos fuertes, y cintura en perfecto contraste con su cadera, con el pecho
naturalmente esbelto, cuyos músculos se marcaban sin intención de hacerlo.

Maldición, que Newton había descubierto la gravedad; pero Jungkook había descubierto
estas piernas.

Él ganaba, y por mucho.

—Ojalá pudiera tomar una fotografía de lo que estoy viendo —dijo acariciando con una mano
la parte interior de uno de los muslos del otro.

Taehyung volteó a verlo, le vio tomar el frasco de vaselina del piso para destaparlo.

—¿Para qué es eso? —dijo confundido.

«Tan inexperto...», pensó. —Uhm... estoy seguro de que entiendes para qué.

—¿Es completamente necesario?

—Dolerá mucho si no lo hago —dijo serio.

El castaño tragó saliva, bueno, esto estaba causándole más conflictos de los que esperaba.
Aún así, él necesitaba experimentar esa euforia por sí mismo.
Asintió, y Jungkook sabía que era la señal pasa continuar.

Tomó un poco de vaselina en su mano izquierda, antes de separar las piernas de Kim;
cuando tuvo el espacio suficiente, se inclinó ligeramente sobre él, para verle con la mirada
fija y colocó su otra mano junto a la cabeza del otro para sostenerse.

El momento en el que su mano se atrevió a convertirse en un intruso entre su glúteos; y la


forma en la que Taehyung abrió los ojos en sorpresa cuando comenzó a introducir un dedo él
le hizo tener sentimientos encontrados.

No podía quitar sus ojos de él. Más allá de su excitación, los pequeños jadeos que el otros
emitía al mover su mano le hicieron pensar en lo mucho que le habría gustado estar viviendo
este momento como él lo hacía.
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Y en que la primera vez que se encontró en esa situación, en realidad no le había importado a
la otra persona lo que sentía o necesitaba. Se recordó de una mísera habitación sucia, llena
de vasos rojos y un tipo diciéndole que esto estaba bien, y que el sexo no era más que eso.

Pasó la lengua por sus labios cuando, lento, se animó a introducir un segundo dedo en el
muchacho. Intentando con los movimientos de sus manos hacer que su cuerpo se
acostumbra a la presión.

Taehyung ahogó un pequeño gruñido, arrugando la nariz y apretando los ojos, mientras
abría la boca. Dolía, no iba a negarlo.

Jungkook lo notó, así que se recompuso para poder llegar más cerca de su pene, tomándolo
con su otra mano para estimularlo en medio de su doler. El chico lo notó, y apretó la
mandíbula mientras las frías de Jeon le tocaban con descaro.

Comenzó a sudar, había muchas sensaciones nuevas en su cuerpo; su erección estaba


creciendo en tanto el otro le acariciaba con paciencia. Podía ver al mismo Jungkook
inquietarse cuando la tela de su propia ropa interior pareció estorbarle demasiado.

Su respiración se agitó cuando el pelinegro se atrevió a agregar un tercer dedo. En medio de


sus movimientos, tocó por poco el punto exacto en su interior que hizo salir de su boca un
gemido fuerte y arquear ligeramente la espalda.

—Eso es, justo aquí —dijo con gracia mientras le veía removerse bajo su cuerpo, al buscar
encontrar el equilibrio entre el dolor y repentinamente pero fugaz placer que había
experimentado.

Cuando la erección del chico llegó al punto máximo, Jungkook no pudo resistirse más. Así
que con alejó ambas manos del cuerpo del castaño para deslizar por sus piernas su propia
ropa interior, dejando en libertad su miembro después de mucho tiempo pidiendo atención.

Taehyung no podía ocultar su rostro avergonzado; apenas podía verle a los ojos, ni mucho
menos verlo sin sentirse cohibido mientras Jungkook acariciaba su propio pene con
vaselina.

De todos los escenarios posibles; este era el único en donde la primera vez de Kim Taehyung
estaba llena de inocencia, y deseos de descubrir el mundo.
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Incluso el mismo Jungkook estaba consiente de eso; y creyó, que imaginar que esta también
era su primera vez no era tan mala idea. Porque hacía frío, y estaban rodeados de un montón
de cajas viejas, pero la persona frente a él, representaba más que cualquier otra antes.

Y se convenció a sí mismo, de que quizás, este era un pago del destino, por haberle jugado
tan sucio al hacerle viajar tanto hacia atrás, como un premio del universo.

Polo positivo y negativo; en una unión por defecto.

Intensidad es igual a tensión por resistencia. Un voltaje producto de las cargas eléctricas y de
la estática que provocaba el cabello despeinado del castaño, pegado a su frente.

Adrenalina en su piel, y dulzura en sus ojos.

Suspiró y le entregó la más cálida de sus sonrisas antes de acomodarse bien entre sus
piernas, separando estas y acercando su pelvis para llevar su pene a la entrada del chico.

—¡Ahh...! —exclamó Taehyung cuando lo sintió introducirse en su cuerpo—. Jungkook...

No tenía palabras. Intentaba respirar por la boca buscando no gruñir cuando todo su ser se
llenaba de sensaciones; sus músculos se tensaron y su pecho tembló cuando lentamente
Jungkook volvió a tocar aquel punto especial en su interior.

Jeon permaneció atento a no moverse con fuerza hasta que escuchó su respiración volver a
normalizarse.

Entonces, se inclinó hacia el frente para darle un beso en la mejilla que luego se extendió
desde la comisura de sus labios, hasta llegar a los mismos. Lo recibió con la boca abierta, esa
que le provocaba un cosquilleo acompañado de una sensación tan dulce, la saliva del
castaño mezclada con la suya y sus alaridos.

Intentaba mantener un ritmo constante al mover la cadera, para penetrarle con delicadeza.
Todo en él era tan preciado para Jungkook, que dudó en si ese momento era real.

Cerró los ojos por un momento. Sabía que estaba jodido, porque aunque no quisiera decirlo,
había empezado a sentir amor.
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Y se sentía tan real, tan puro, que cada que su piel rozaba con la suya no podía escuchar
nada más que la voz de aquel chico, que clamaba su nombre.

Los gemidos roncos de Taehyung comenzaron a resonar por todo el ático; celestialmente
dolorosos, pero de eso se trataba la vida. Un breve instante en el que a través de todo el
dolor se podía tocar el paraíso.

—Sostente de aquí —le dijo Jungkook. Haciéndole llevar sus manos detrás de su cuello para
tomarse de sus omóplatos. Taehyung pasó sus brazos por encima de los hombros del otro
para sujetarse mejor.

Cuando lo hizo, Jungkook deslizó sus manos de sus muslos trigueños hacia su cadera,
entonces le tomó de ella y lento, buscó llegar más profundo en él, moviéndose ahora un
poco más rápido.

Se mantenía atento a la forma en la que sus voz cambiaba para asegurarse de no lastimarlo,
y la forma en la que comenzó a gemir mientras buscaba tomar aire por la boca parecieron
indicarle que estaba haciéndolo bien.

Cuando sus movimientos se hicieron más rápidos, y sus piernas temblaron, logró tocar aquel
punto en el que se encontraba en placer el castaño.

—Oh... ¡Maldición! —Sus ojos se abrieron sorprendidos y no pudo evitar gruñir, clavando casi
por instinto sus uñas en la piel de la espalda de Jungkook.

Este sonrió; a sabiendas de lo mucho que le gustaba ser rasguñado y lo melodioso que era
escucharlo maldecir mientras deliraba.

Entonces, repitió su acción con más velocidad. Permitiéndose gemir para luego besar el
espacio entre el cuello y la clavícula Taehyung, atreviéndose a morderle debajo del mentón
solo porque le gustaba ver las marcas en su cuerpo.

Sí, definitivamente cerraría los ojos e imaginaría que esta era su primera vez.

Y aunque él nunca creyó en el amor como posesión, al escuchar los gemidos de Taehyung
contra su oído, y sentir sus uñas clavándose en su espalda mientras le penetraba se sintió
delirar.
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—¿Podrías ser mío? —le preguntó en voz baja, esbozando sus palabras contra la piel de su
cuello.

—¿P-por hoy...? —musitó el castaño ahogando un alarido con los ojos cerrados.

—Por siempre.

Kim se sujetó del cuello de Jungkook con una sola mano, y dejó caer la otra sobre el colchón.
A lo que Jeon no pudo evitar prestar atención, así que la tomó, entrelazando sus dedos
mientras apretaba la mandíbula.

Él era todo lo que siempre deseó, así que le dio un beso por cada palabra que quiso decir y
nunca diría.

Taehyung abrió los ojos solo para ver las luces sobre ellos parpadeando. Con su defectuosa
visión, el brillar de estas lucía como pequeñas estrellas a su alrededor. titilando sin
detenerse mientras la adrenalina crecía en Jungkook.

Si de esto se trataba la juventud, Taehyung no se arrepentía de nada.

Se aferró con tantas fuerzas a su espalda cuando comenzó a llorar. No por la extraña mezcla
de dolor y placer que estaba experimentando; sino porque nunca había necesitado a alguien
tanto en su vida. Y por primera vez, sentía que alguien lo necesitaba también.

La misma persona que era capaz de hacerlo reír con sus bromas malas, y de cuidarlo; era la
misma que le tocaba con tanto esmero.

Era la misma que sostenía su cintura mientras él arqueaba la espalda; cuyo pecho pegando
al suyo, rozaba sus pezones en cada movimiento.

Se burló mentalmente de sí mismo, cuando rescató a un desconocido del lago no esperaba


que terminara así. Pero no podía estar más agradecido.

Jungkook sintió su vientre tensarse. Era como sentirse a punto de tener una sobrecarga, sin
serlo realmente. Todos sus sentidos parecían estar exponenciados, en especial su tacto y su
olfato, cuando el perfume de Taehyung y su suave piel le hicieron delirar.
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Sabía que estaba alcanzando el punto cúspide de su próximo orgasmo, así que luchó por
recuperar el aliento para poder hablar.

—Taehyung... —jadeó, sin saber si era prudente alejarse—, voy a-a llegar.

El castaño soltó su mano para volver a poner ambas detrás del cuello de Jeon.
—No te perdonaré si te detienes —le dijo con tono necesitado y los ojos cerrados.

Sabía que iba a terminar pronto; pudo sentir el pene húmedo de Kim en su abdomen cuando
aquel líquido transparente apreció. Así que aumentó la velocidad, haciendo ruido mientras
sus cuerpos sudando chocaban.

Las luces sobre ellos y en el exterior comenzaron a parpadear; eran ajenos al saber que las
lámparas de toda la casa, y del vecindario parecieron enloquecer.

Varios vecinos salieron a la calle, e incluso Yoongi y Seokjin quienes caminaban por la cuesta
de regreso a su casa fueron capaces de ver la energía de un pueblo completo dispararse.

Haciendo cálculos, si velocidad multiplicada por tiempo era igual a aceleración, y con
Jungkook moviéndose de esa forma, eso significaba que a este paso Taehyung no podría
mantener la compostura por mucho tiempo.

Mucho menos cuando Jungkook perdió la batalla antes que él; y comenzó a eyacular en su
interior haciendo que todo su cuerpo se estremeciera, causando que a su vez que las luces
del exterior de la casa colapsaran y el vecindario se sumiera en total oscuridad.

Aquella sensación caliente hizo que sus piernas temblaran de tal forma, que separó sus
labios para soltar un gemido exhausto y abrir los ojos en medio de sus éxtasis.

La oxitocina a la que era adicto se apoderó de él cuando el blanco vital emergió de su


miembro. Manchando su propio abdomen y el de Jungkook.

Ambos se quedaron quietos un par de segundos; cuando el pelinegro abrió los ojos, lo
primero que captó fueron los orbes avellana Kim Taehyung brillando exclusivamente para él
como e mejor espectáculo del universo.

Le sonrió y le dio un pequeño beso en la frente mientras le veía respirar cansado.


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Con suavidad, retrocedió un poco para salir de él y se dejó caer a su lado; tomando una vieja
funda de almohada para limpiarse un poco y también al chico.

Taehyung, quien respiraba eufórico, volteó a verlo con una sonrisa cómplice; y ninguno de
los dos pudo evitar reírse del otro.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó Jungkook preocupado, cuando notó sus pestañas
mojadas, él había llorado—. ¿Te lastimé?

Negó con la cabeza. —Solo estaba pensando en tonterías. No te preocupes, todo está bien...
—Quizá no tenía que apresurarse. «Todo estará bien» se dijo a sí mismo.

—Eso me tranquiliza.

Jungkook flexionó su brazo, y colocó una mano detrás de su nuca viendo hacia arriba.

Él era el tipo de personas que estaba acostumbrado a vestirse y salir de la habitación


después de acostarse con alguien; pero estaba claro que Taehyung era su gran excepción.

—Oye, Jungkook. Estuve pensando—le dijo—, ¿Crees que existan más realidades? —estaba
apenas cubierto con la sábana que se había enredado en su cuerpo.

—Por supuesto. Miles y miles de realidades, tú mismo lo dijiste. Aunque me gusta pensar más
en ellas como... otras vidas.

—¿Eso significa que existe alguna en donde nada malo suceda, cierto?

—Claro. Es más —dijo Jungkook—, en una de todas, aún es otoño, y estamos jugando en el
jardín mientras esperamos que sea hora de la cena.

—Me gusta eso... ¿Podemos tener un perro?

—Claro, deja que lo anote en mi lista de cosas para hacer en otra vida.

Taehyung no pudo evitar reír aunque sabía que se estaba burlando de él.

—Eres un tonto.
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—Es broma. En otra vida, viviremos el uno junto al otro, y te molestaré desde mi ventana. Y
tú podrás hacer que mis padres se enojen cuando te vean salir de mi habitación en la
madrugada.

—Voy a —bostezó —ir de campamento contigo—. Taehyung se removió, acercándose a él


para acurrucarse contra su espalda—. Y a tener un San Valentín decente por primera vez en
mi vida.

—¿Me invitarás a cenar...?

Asintió, Jungkook pudo sentirlo al ser abrazado.

—Sí, te llevaré a la playa. También te compraré flores...

Sus palabras se volvían más y más ambiguas mientras el cansancio le ganaba.

Jungkook se separó de él, y se dio la vuelta para verle cuando dejó de hablar; al hacerlo, notó
que se había quedado dormido.

Sonrió enternecido, y se dispuso a vestirse a tientas, colocándose su ropa interior. Al igual


que al chico, a quien intentó colocarle correctamente la camisa de nuevo para que el frío no
le calara con fuerza.

Luego los cubrió con una frazada. Y sólo entonces, cuando le vio seguro, volvió a
acomodarse junto a él para poder dormir en paz consigo mismo, y sus deseos.

—Taehyung... —murmuró pero no tuvo respuesta —te quiero más de lo que debería.

La respiración del castaño le confirmó que estaba dormido. Entonces suspiró, y clavó su vista
en el techo mientras pensaba, en que si existiera otra realidad, haría lo que fuera para
encontrar al castaño en esa también.

Cerró los ojos por un momento, sin saber que se quedaría dormido dejando llegar a la
madrugada de un nuevo mes.

Ninguno de los dos eran consientes de la conmoción que había en el pueblo debido al gran
apagón de la noche anterior, en donde los fusibles de muchas casas habían colapsado.
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Tampoco les importaba mucho. Cuando la mañana llegó, la luzcálida y tenue que les
anunció la llegada de un nuevo día, estuvo llena de paz, y de un sentimiento tan inexplicable
que le hizo preguntarse a Jungkook si realmente se merecía experimentar ese momento.

Y por una vez, en la que se permitió ser humano, se contestó que sí, pues después de todo, el
universo nunca negaría que tenía derecho de estar enamorado.

No estaba acostumbrado a despertar al lado de personas con las que se acostaba. Taehyung
estaba durmiendo a su lado, a medio cubrir con las viejas sábanas; extendió una mano para
tocar con dulzura su cabello, al hacerlo, el castaño se removió ligeramente, y abrió los ojos.

Taehyung alzó la vista y esbozó una pequeña sonrisa acompañada de una somnolienta y
ronca voz.
—Buenos días...

—Buenos días —le respondió con suavidad sin dejar de verle, acariciando su mejilla—.
¿Cómo te sientes?

—Adolorido —confesó—. Siento que me pasó un tráiler encima.

—Espera a que intentes caminar —dijo con gracia, ganándose un ceño fruncido y un puchero
de inconformidad. Pero no podía molestarse, estaba demasiado hipnotizado por él.

—¿Podrías dejar de verme tanto?

—Lo siento —se burló—, no puedo dejar de apreciar lo bonito que te ves así de despeinado.

El castaño se avergonzó, e intentó cubrirse con la sábana.


—Oh, cállate. Jungkook.

—¿¡Qué tiene de malo!? Solo digo la verdad. Además, parece que tú mismo eres la única
persona que tiene problemas para aceptar tu belleza.

—¿Ah sí? ¿Y qué teorías respaldan esa brillante conclusión?

Jungkook negó con la cabeza, viéndole mantenerse oculto entre la sábana.

—Pienso que... las personas han pasado tanto tiempo hablando de tu cerebro, que a veces
olvidas ver lo hermoso que en realidad eres.
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El castaño bajó un poco la sábana para verle, al hacerlo, se encontró con la más genuina de
sus sonrisas. Esa que Jungkook había confesado que no le gustaba de sí mismo y de la que
inconscientemente, se había declarado dueño.

—Supongo que... tengo que recordarlo más seguido entonces.

—No —dijo Jungkook, y Kim ladeó la cabeza—, para eso me tienes a mí.

Taehyung no pudo evitar reír dándole un pequeño empujón. Luego carraspeó con la
garganta.

—Deberíamos levantarnos antes de que alguien suba —sugirió el pelinegro.

—No quiero... —lloriqueó. Jungkook se acomodó completamente a su lado, pasando un


brazo por debajo de su cuello para atraerlo hacia él, abrazándole— quiero quedarme aquí.

—Te convertiste en un gran bebé.

—No es cierto, esta es mi verdadera forma de ser —dudó frunciendo el ceño—, bueno, eso
creo.

—Está bien, está bien. ¿Qué hora crees que sea? —cuestionó acurrucándose contra su pecho.

—¿Las siete? No lo sé, lo único de lo que estoy seguro es que fue él Hallowen más épico de mi
vida.

—El tiempo pasa muy rápido.

—Ya lo creo; juraría que ayer era agosto y estaba desempacando mis cosas en mi habitación.

—Es curioso, ¿Sabes? —dijo suspirando —eso de tu pasado y el ayer.

—¿Por qué lo dices?

—Tu ayer es mi futuro, Jungkook. Y en realidad... no sé qué esperar de él.

—De eso se trata.

—Aun así... duele —confesó. Había llorado demasiado, tanto que sentía que no podía
derramar una lágrima más; para su mala suerte, el dolor en su pecho se mantenía ahí, donde
había encontrado una nueva estancia.
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Jungkook suspiró y estrechó aún más sus brazos, sintiendo su respiración en su cuello. Cerró
los ojos, hundiendo su nariz entre el cabello de Taehyung, para luego dejarle un pequeño
beso sobre la cabeza.

—Lo único que quiero hacer es abrazarte hasta que el futuro no duela.

—No creo que alguna vez deje de doler.

—Entonces no voy a soltarte.

Taehyung cerró los ojos; y se aferró con tantas fuerzas, con tanto deseo a la esperanza de
encontrar un camino diferente.

Un escéptico, que nunca creyó en nada más allá de su entendimiento, le rogó a aquello a lo
que llamamos destino, universo, o quizá Dios, dejarle quedarse en ese momento para
siempre.

Y es que, incluso si no estaba escrito en su historia, él agradecía haber caído en ese abismo.

Ahora esperaba con temor el día de su cumpleaños; a sabiendas de que lo sabía todo y a la
vez nada, un crudo bucle de impotencia en el que quedó atrapado.

—Supongo que solo me queda esperar —dijo en voz baja.

—Es una pérdida de tiempo pensar eso. Todo avanza muy rápido.

—¿Eso crees? —preguntó con miedo.

—Amaneció mientras hablábamos; no sólo lo creo, lo sé.

—¿Eso significa que perderemos este día también, cierto?

Jungkook sonrió; había miles de razones, pero él necesitaba solo una para sentirse
afortunado.

—Sí. Así que bendito sea noviembre, Kim.

Taehyung apretó los ojos con fuerza. No sabía cómo terminaba, pero mientras tanto, solo le
restaba disfrutar el viaje.
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1 de noviembre de 1986.
59 días antes de.

Kim Taehyung y su latente homosexualidad:

Estoy enamorado de un "él."

Capítulo Dieciséis
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por Incompletelyrics

16.

California; 1984.

El sonido de una guitarra al atardecer marcaba el final de las vacaciones de verano.

La luz que resplandecía por todo el lugar llenaba cada rincón de los verdes follajes de
California, pero en especial, del jardín trasero de la casa de Agustus Min.
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—Creí que esto sería divertido, pero veo que me equivoqué— dijo el castaño a su lado
mientras le veía escarbar la tierra.

—No actúes como bebé. Deja esa guitarra y ven a ayudarme.

—No tienes que ser grosero conmigo...

—Entonces apresúrate, el abuelo volverá pronto y nos castigará si nos ve holgazaneando.

Habían pasado muchos años desde que Seokjin apareció junto a su familia en la sala de su
casa. Años en los que el pelinegro no volvió a necesitar de nadie para llenar sus tardes.

Como cada final de estación desde que tenía memoria, Yoongi se encargaba de cuidar el
jardín que con tanto esmero había construido en compañía de su abuelo; y en el que
obviamente, no podía faltar la ayuda de su fiel compañero de idioteces, el mayor de los
chicos Kim.

Habían comenzado podando la maleza y haciendo nuevos injertos de flores en los


alrededores de la casa. Ahora, se encargaban de colocar tierra abonada en las macetas que
adornaban las ventanas, y de recortar las hojas de la frondosa copa del árbol que caían hacia
la ventana de la cocina.

—Como sea, debemos darnos prisa. Mañana es el inicio de nuestra gran vida como chicos de
preparatoria.

Yoongi rodó los ojos, recién había cumplido dieciséis años y realmente no le entusiasmaba la
idea de la preparatoria. Pero Seokjin... él estaba demasiado emocionado. Era de lo único que
había hablado el verano entero, y justo en ese momento... estaba a punto de ser aplastado
por las ansias de que la mañana siguiente llegase.

—No es la gran cosa, relájate. Volveremos a la escuela, ¿Qué más da?

—Serán los mejores años de nuestra vida, lo sé. Seré popular, las chicas me amarán y luego
iré a la universidad para lograr salir de este pueblo.

—Ajá, y según tú, ¿cómo vas a lograr todo eso?


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—Entraré al equipo de béisbol. Ya verás, seré el capitán del equipo para cuando estemos en
último año.

—Eres bastante ambicioso para alguien que debería estar ayudándome con las rosas —dijo
con alegre tono.

Seokjin abrió los ojos emocionado. Tenía poco más de diecisiete años, y era tan optimista
como alguna vez pudo ser.

Sus sueños eran lúcidos y prometedores, pero no podía pensar mucho en ellos cuando su
amigo sostenía frente a él con delicadeza los tallos verdes para injertarlos en la tierra.

Y es que Seokjin amaba las rosas casi tanto como amaba el béisbol.

Su época favorita del año era aquella en la que los rosales del jardín de su amigo
comenzaban a florecer, pero para ello, primero debían de plantarlos.

Dejó su guitarra de lado y corrió hacia Min para verle colocar con lentitud los tallos entre la
tierra, alrededor del gran árbol en el centro del jardín.

Seokjin sonrió cuando el otro lo hizo. En un par de meses, podría ver los rosales
completamente llenos de color y eso le emocionaba incluso más que cualquier cosa.

Colocó sus manos en los hombros del muchacho con satisfacción. «Sí, definitivamente será
un buen año», pensó.

Levantó su vista hacia el tronco del árbol; entonces, las viejas marcas en su corteza llamaron
su atención.

—Oye, Gus. ¿Qué significan estos símbolos? —le preguntó tocando el tronco lentamente.

El pelinegro sonrió. —Es mi nombre, mi abuelo lo talló hace años, se supone que los
símbolos significan mi brillo y mi paso por la vida, pero me sorprende que aún se entienda.

—Luce increíble —le dijo. Su fascinación por el mundo era real cuando estaba en ese jardín.
Un Seokjin que era capaz de amar la brisa en el viento del verano.

Agustus se puso de pie tendiendo en mano una pequeña navaja de jardinería.


—¿Quieres que escriba el tuyo? —le preguntó.
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—¿La harás?

—Claro, —clavó en la corteza su navaja— será el símbolo de tu paso por el mundo—dijo


imitando las palabras de su abuelo. Yoongi asintió con tranquilidad y se acercó al árbol en
donde talló su nombre junto al suyo.

Seokjin se sentó en la tierra mientras le veía tallarlo. Siempre había sido más alto que su
amigo, pero se sintió pequeño en ese momento porque tenía miedo del futuro.

Cuando terminó, Yoongi se acomodó a su lado dejando caer su espalda entre la grama.
Luego, Seokjin le imitó para quedar ambos viendo hacia el último cielo de su utopía.

—¿No estás asustado? —le preguntó con las manos detrás de su cabeza mientras veía las
nubes pasar.

—¿De qué?

Yoongi volteó a verlo. El castaño estaba enfocado en el cielo mientras que él solo podía ver el
perfil de su rostro, nunca supo de qué se trataba... Era algo tan simple como lo mucho que le
gustaba estar a su lado.

—Ya sabes, de nuestro futuro.

El castaño sintió su mirada, así que volteó su cuerpo hacia él causando que el otro se
sobresaltara un poco cuando lo tuvo tan cerca. Seokjin le sonrió y extendió su brazo para
colocar su mano sobre el pecho del menor, este no apartó sus ojos, y rogó al cielo que el
chico no fuera capaz de sentir la forma en la que sus latidos aumentaron con su toque.

—No —dijo con serenidad, cuando los miedos hicieron lucir tan grandes los ojos de Kim—, y
tú... ¿Estás asustado?

Seokjin tragó saliva con fuerza.


—Mucho —le contestó.

De una línea con una intersección, a punto de convertirse en dos líneas en ángulos
totalmente diferentes.
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49 días antes de.

Todas las realidades coexisten unas con otras al mismo tiempo. Los pasos y decisiones que
tomamos, cambian todo a nuestro alrededor cada segundo.

Pero, ¿Qué es un segundo?


Después de todo, el tiempo es relativo e inexistente.

La pequeña luz verde se encendió en plena madrugada en medio de la oficina. La cena no


había sido más que frutos secos y mucho licor barato.

Namjoon sabía que sus conocimientos eran cuestionados debido a su tendencia a consumir
alcohol; pero más allá de una adicción, era un estilo de vida.

Para un hombre de sus dimensiones físicas, y con la resistencia que había conseguido
durante años, él estaba seguro de que podía actuar como si estuviese completamente lúcido
incluso después de una botella de ron.

Pero hasta él mismo sabía que las cosas que sentía últimamente no eran normales. Le dolía
la cabeza, y se mareaba sin razón aparente.

Lo cual le llevaba a cuestionarse muchas cosas. Y es que, no estaba seguro de si su salud


empeorando era producto del campo eléctrico que cubría todo el pueblo, de la misma
radiación, o de no haber tenido un plato de comida decente en meses.

Park le veía con desdén desde la silla frente a él; quizá tan exhausto como abatido. Mientras
intentaba encontrarle un sentido lógico a las docenas de expedientes que estaban regados
por el escritorio entre la basura de algunos maníes.

Ese maldito experimento estaba consumiéndoles en todos los sentidos posibles. Namjoon se
reía de sí mismo en medio de su desesperación tan solo de pensar que quizás de haber
fracasado, caer en la miseria no habría sido tan malo.

Es decir, ahora sí eran lo bastante miserables.


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La situación era la siguiente: todo el perímetro del bosque siendo recorrido por agentes del
gobierno vestidos como civiles para no levantar sospechas entre los pobladores. Y con la
instrucción de actuar solo si el sujeto era identificado.

Con lo poco que habían logrado conseguir de las cámaras de seguridad en algunos
comercios, y las placas del auto; habían conseguido varios nombres.

El primero, y quién era su sospechoso estrella:

—Kim, Seok Jin. Casi veinte años, parece ser un miembro respetable de la comunidad local y
escolar —dijo el rubio dando un trago a su café—. Joder, hemos leído este expediente mil
veces.

Tenían expedientes médicos, policíacos, escolares entre otras cosas de todas las personas
entre quince y treinta años en el condado. Los agentes del gobierno les habían dado acceso a
ellos; con la escuela cerrada y su trabajo de campo paralizado, Jimin había pasado las
últimas semanas archivando hojas y fotografías en carpetas por persona.

Sí, ahora era el jodido secretario del profesor.

Volviendo a lo del sujeto, Seokjin, Jimin había recabado toda su información. Así que, de
aquel tabique desviado, las noches que pasó arrestado por desorden público, del auto que
usaba para ir a la escuela, su puesto como capitán del equipo... maldición, ese libro que el
mayor de los Kim jamás devolvió a la biblioteca, ellos también lo sabían.

Tenían escatimado cada aspecto de su vida y aún no encontraban cómo era que podía
relacionarse con sus intereses.

Namjoon se quitó los anteojos cansado.


—¿Y el otro? —dijo mientras veía la fotografía del castaño—. El chico que estaba con él.

Jimin abrió el otro expediente, y le entregó la otra fotografía. Ambas imágenes provenían de
los archivos de la comisaría.

—Min, April Agustus. Diecinueve años. Su historial médico no es muy grande salvo por una
estancia de meses en recuperación hace un par de años. Calificaciones regulares, cumple
con un servicio comunitario de seis meses después de agredir a un oficial de policía.
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Kim observó la fotografía detenidamente. Eran sus dos únicos sospechosos, y ninguno de los
dos lucían como una amenaza real.

Se levantó con ambas fotografías en mano. Y tomando un par de tachuelas, las clavó en el
pizarrón detrás de él, en donde las fotografías del auto, y otras descripciones también
reposaban.

Se cruzó de brazos. —Hay algo que no estamos viendo —meditó. —Dame ese libro que
conseguiste en la escuela el otro día.

Sus corazonadas y su cerebro casi nunca se equivocaban. Algo le hacía sentir que iban en la
dirección correcta aunque estuvieran errados.

—¿El anuario?

—Sí —declaró, extendiendo el brazo. Quizá Jimin tenía razón y se estaba confundiendo de
jugador.

Park asintió tomando del suelo un anuario del año anterior que había conseguido durante
sus investigaciones de campo en la preparatoria.

—Aún no entiendo cómo puede ser esto de ayuda. He estado en esa escuela por meses, y lo
único que he logrado descubrir es que evaden impuestos.

El otro lo tomó y lo abrió en una de las primeras páginas en donde los jugadores del equipo
posaban. Reconoció el rostro de Seokjin en una fotografía donde posaba con su bate en el
pecho y leyó con burla su dedicatoria: "A Dios, a mis padres y a mi hermano." «Nada
especial», pensó.

Después negó, al seguir buscando entre el resto de fotografías en el libro. Ninguno de ellos
encajaba con la descripción física de su sujeto, y él volvió a negar con la cabeza.
Todos esos jugadores, y ninguno era el que estaba buscando.

—Si no es Seokjin, no sé quién sea —golpeó la mesa—. Mierda, ¿Tiene algún clon malvado
acaso? Porque no encuentro una explicación lógica de cómo pasó esto —dijo frustrado hasta
que las palabras de las que se había burlado le golpearon de nuevo—. "A Dios, a mis padres y
a mi hermano." Un clon... El chico Kim tiene un hermano ¿Qué sabes de eso?
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—Uhm, no mucho en realidad.

—¿Es adulto, vive aún en el condado?

—¿Adulto? —A Jimin pareció hacerle gracia—. Creo que tiene un hermano menor que va en
su mismo curso pero hasta donde sé, no se llevan bien. El chico es bastante extraño, casi no
habla con nadie.

—Quiero un nombre —dijo tomando el expediente médico de Seokjin de nuevo para


revisarlo. También tenían el nombre de sus padres, y la persona que había firmado su acta
de salida del hospital no cuadraba con ninguno de los dos.

—No lo sé —divagó mientras pensaba—, algo como Tayson, Tyler...

—¿Taehyung? —dijo Namjoon, levantando la vista intrigado cuando encontró ese hombre en
el acta del hospital.

Septiembre uno, y la salida de Seokjin del hospital había sido firmada por este Kim
desconocido.

—¡Sí! Eso, Taehyung. Él es su hermano.

Namjoon volvió a colocarse sus anteojos intentando atar cabos correctamente.


¿Cómo había firmado como su responsable si según Jimin era menor de edad, cómo si era
incluso menor que el mismo Seokjin?

—¿Estás seguro de que es más joven que él?

El rubio asintió. —Se saltó el segundo año, todos los maestros lo saben.

Namjoon entrecerró los ojos. —¿De dónde sacaste una identificación falsa, niño? —murmuró
para sí mismo. Luego alzó la voz—. Jimin, busca ese expediente.

El rubio se levantó, moviéndose hacia las muchas cajas en el suelo comenzando a buscar
algún rastro de él en los documentos que sus amigos federales les habían entregado.

El profesor Kim tomó el anuario de nuevo y ahora, dejando de buscar conocimiento en lo


obvio, en lo superficial, lo abrió en las últimas páginas buscando las clases de primer año. Y
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para su sorpresa, no había ninguna fotografía de él, ni en la cuadrícula de sus promoción, ni


en los artículos alusivos.

«No le gustan las cámaras...» pensó. «Muy reservado de su parte»

Creyó que estaba perdiendo su tiempo, estuvo a punto de cerrar el anuario frustrado; pero
cuando llegó a las menciones de alumnos destacados encontró su nombre... oh, joder, su
maldito nombre estaba por todos lados.

"Taehyung Kim, ganador de las olimpiadas matemáticas nacionales, 1985."

"Taehyung Kim, premio a la excelencia estudiantil."

"Pasante de verano seleccionado por el M.I.T."

"Premio de literatura, ensayista a nivel estatal."

"Reconocimiento por su trabajo en el proyecto de cableado y alumbrado público del Condado


Mariposa, California".

"Bombero voluntario."

"Premio para..."

"...Reconocimiento a Kim..."

"Taehyung, ganador de..."

La lista seguía y él parpadeó incrédulo; eso explicaba el hecho de que estuviera en el mismo
curso que su hermano mayor con su edad. El chico era todo una joya.

Después de rebuscar entre las cajas, Jimin volvió a acercarse al escritorio con una carpeta
nueva y la colocó frente a Namjoon, bloqueando su visión.
—¿Es de él? —preguntó, con incredulidad, estaba casi vacía.

Entonces Kim la abrió a la expectativa; no había mayor historial médico, más allá de un par
de visitas al consultorio por alergias.

Le intrigó mucho su expediente académico, y es que sus calificaciones eran impecables, en


contraste con sus llamadas de atención. Llegadas tarde, roces con compañeros, detención
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por activar la alarma de incendios. Además de varias pruebas psicométricas, y de coeficiente


intelectual marcadas como "arriba del promedio" según la escuela.

Él como antiguo maestro, sabía que este chico era el tipo de persona por el cual las
universidades pelearían. Demasiado interesante para ser benigno.

También tenía una carta de su médico adjudicándole asma para librarse de la clase de
gimnasia; pero sus registros del hospital no tenían nada de eso.

«Es todo un genio de la falsificación, ¿Cierto?» pensó.

Entonces, llegó a la parte de su investigación que realmente le interesaba: su historial


policíaco. Había sido detenido por vandalismo recientemente, y adjunto a su ficha policial se
encontraba una fotografía suya.

Namjoon sonrió; una sonrisa cínica y casi demente que brotó sin querer de su labios.

—Es él —confirmó cuando su complexión física encajó con los datos que habían utilizado
para identificar a su hermano—. Tiene que ser él.

Tomó la fotografía del castaño, y la clavó junto a las otras en el tablero, colocando un trozo
de papel en el que se atrevió a escribir:

"Nuevo objetivo identificado".

Alguien estaba jugando con la electricidad de su experimento desaparecido; más que eso,
estaba redirigiendola. Pero, ¿Por qué? O mejor dicho, ¿Cómo?

Las fallas eléctricas del Condado provenían del área sur, del sector de la escuela. Así que,
debía ir a investigar qué era lo había logrado condensar su corriente.

Por eso nunca estaba en el radar, por eso no podían localizarlo. Habían contenido la energía
de su experimento en otro lugar, o bueno, habían conseguido regularla y para hacer algo
como eso debía ser alguien con conocimiento del alumbrado público, del pueblo y con la
suficiente destreza como para pasar desapercibido en todos lados.

«Camaleón de biblioteca... ¿Qué fue lo que encontraste?» pensó.


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Se pasó las manos por el cabello, necesitaba actuar ya. Pero debía ser cuidadoso y lo sabía,
en el momento en el que diera la orden tendría a las fuerzas especiales invadiendo esa casa.
Pero no quería poner en riesgo la vida de ninguna persona por una suposición suya.

«¿Qué fue lo que te llevaste de aquí?»

Una cosa eran él y su asistente chantajeando adolescentes; y otra muy diferente, quince
soldados apuntando a todo lo que se moviera.

Jimin se puso de pie, tenía los tres expedientes, y los extendió sobre el escritorio para verlos
mejor. No estaba conforme con el descubrimiento.

—Algo no está bien —dijo captando la atención de su mentor, quien volteó a verlo.

—¿Qué cosa?

—Las fichas policiales de los hermanos, son del mismo día. Pero por diferentes actos y a
distintas horas.

—¿Y eso que tiene de especial?

—Que la ficha del tal Taehyung está escrita en plural, es decir, lo detuvieron junto a otra
persona. Pero esa persona no fue su hermano, incluso sus salidas fueron en días diferentes. Y
el recibo del dinero de fianza está por el doble de la cantidad fijada, pero su hermano estaba
allí por beber en vía pública así que no necesitaba fianza. Usted sabe cómo funciona esto,
había alguien más.

Namjoon agitó la cabeza sorprendido. Park había aprendido bastante bien.

—Y Min tiene el historial limpio desde el año pasado, tampoco es él... —Joder, ¿Cuántos
eran? —Rápido, busca en los expedientes de la policía, encuentra esa fecha.

—Ya lo hice, no hay mucho que revisar en una comisaría de los suburbios. La única persona
que concuerda con la hora es un tipo sin identificación alguna llamado... ¿Alvin? Además no
encaja con nadie en los registros de la escuela o el hospital.

—¿Y la fotografía?
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—Ese es el punto, el expediente la menciona, pero no se ve bien, no entiendo por qué se ve


así de oscura. Y las huellas... tampoco están prolijas, parecen manchas.

—Piensas que es más que un error de redacción... ¿Cierto?

—Exacto. Además, en las observaciones del historial clínico del atleta, el médico de
emergencias escribió que el chico tenía ambos ojos hinchados por un golpe en la nariz.

—¿Qué intentas decir?

—Alguién más lo llevó, no creo que haya sido capaz de caminar hasta el hospital solo, y sin
ver nada. —Se rascó el cuello desesperado—. No lo sé, quizá fue su hermano o solo estoy
siendo paranoico.

Namjoon negó viéndolo.


—No... tienes razón. No cuadra del todo. —Frunció el ceño—. Es demasiado sospechoso, falta
algo.

—Profesor... ¿Cree que nuestra mascota fugitiva tiene conciencia?

Namjoon suspiró, debía tenerla. Porque entonces, no lo estaban protegiendo, "eso" se


estaba escondiendo.

Este tomó una hoja en blanco; destapó con la boca el marcador que tenía en su poder
arrojando la tapa lejos y finalmente trazó en ella un signo de interrogación ignorando el
llamado de su pupilo.

Entonces la llevó a su tablero y la clavó en el centro, justo debajo de la fotografía de


Taehyung.

Se colocó ambas manos en la cintura abatido cuando volvió a hablar diciendo:

—¿Quién demonios eres tú?

Un eslabón faltante.

No muy lejos de allí, en una casa de los suburbios que necesitaba pintura había un chico
cuya inteligencia parecía jugarle en contra.
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Los humanos tienen la capacidad de ser masoquistas por defecto. Es genuinamente


humano sentir atracción por las cosas que parecen difíciles, y más que eso imposibles.

Y a Kim Taehyung, encontrar una solución nunca le había parecido tan estrictamente
necesario. Jungkook estaba durmiendo plácidamente abrazado a él cuando este lo único
que podía hacer era ver hacia el techo sin dejar de pensar.

El sonido del reloj y la oscuridad iban terminar por romper su paciencia.

Se pasó la mano por la frente, cansado. Estaba llegando a su límite, necesitaba ayuda para
entender qué camino tomar, había hecho un esquema de posibilidades y en todas, al menos
uno de ellos terminaba con el pulso a cero.

¿Y si todo esto ya había pasado una vez? Se preguntaba. Que tal si estaban atrapados en un
ciclo que iba a repetirse sin descanso hasta causar el colapso de todas las líneas temporales.
Que tal si era Jungkook lo que estaba haciéndole daño, o peor, si era él mismo el propio
detonante de su muerte.

Se separó un poco del cuerpo del menor y se sentó a la orilla de la cama. No, no podía ser
solo una cosa, era un conjunto de factores.

«Quizá tuve un accidente», se dijo así mismo, « O enfermé». «Tal vez me deprimí tanto que
llegué a lastimarme a mí mismo o... alguien más me mató, alguien podría haberme orillado a
hacerlo.»

No podía más con sus pensamientos, lo estaban asfixiando. Se puso de pie y caminó hacia el
baño en medio de la oscuridad, encendió el tenue foco en su interior antes de abrir la llave
del lavabo y mojarse el rostro, también el cabello, pensando en que no había solución
aparente para él.

Se observó en el espejo, ¿Y si esto era una especie de bucle y todo estaba destinado a pasar
otra vez? Incluso si esta era la primera vez que sucedía, si estaban atrapados significaba que
se repetiría sin descanso hasta que lograra hacer que Jungkook volviera al punto de inicio.
Pero, ¿Cuál era exactamente ese punto?

Porque si sus conclusiones eran correctas, terminar con su experimento era el equivalente
de aceptar su propio destino.
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Pensó en su hermano y en que podía lastimarse en el partido, o simplemente bajando las


escaleras. Sin saber que el castaño había perseguido uno de sus sueños tan
desesperadamente que se quedó a medio camino, que él no llegó a tiempo para alcanzar su
más reciente ilusión.

Se pasó una mano por el cuello, su cabello estaba bastante largo ya. Así que abrió el buró
bajo el lavabo y sacó de él unas tijeras, para cortarse un poco el mechón que se escondía
detrás de sus orejas.

Pero al hacerlo, comenzó a angustiarse. No tenía certeza de si ya estaba loco o no cuando


comenzó a cortarse el cabello de los lados como poseído, agitó la cabeza dejando la tijera
por un lado un momento en el que volvió a verse en el espejo antes de mojarse el rostro y la
parte de enfrente de su cabello.

Entonces, tomando de nuevo la tijera, se cortó un trozo del mechón del frente sin dejar de
ver su reflejo.

¿Y qué tal si todo esto estaba en su imaginación y este mundo no era real? ¿O si era parte de
la imaginación de alguien más y entonces él no era real?

O peor, si era real y no podía cambiar absolutamente nada. Si el destino se encargaba de


moldear la historia a su antojo y la acción de intentar cambiarlo era lo que lo causaba en
realidad.

Estaba desesperado y sus teorías iban a aplastarlo por dentro.

El sonido del agua cayendo hizo que Jungkook abriera los ojos. Se movió inquieto entre las
sábanas cuando notó la ausencia del castaño.

Se sentó sobre la cama, pero ahora era el sonido acompañado de jadeos casi dolorosos.

Entonces, se levantó velozmente para dirigirse hacia el baño. Al entrar se encontró con
trozos de cabello en el piso, y un Taehyung que ahora había decidido bañarse con ropa,
estaba parado dentro de la bañera y con el grifo aéreo de la ducha encendido.

Aún tenía la tijera en la mano, y los ojos abiertos mientras el agua caía sobre su cuerpo.

—¡Taehyung! —le llamó— ¿Qué te sucede?


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Estaba a medio colapso mental, ni siquiera le contestó, apenas y volteó a verlo. A Jeon no le
importó, tomó una toalla del perchero y se aproximó a él para hacerle salir de allí.

—Me dolía la cabeza —dijo con voz baja.

—¿Qué te hiciste? —le preguntó preocupado quitándole la tijera de las manos.

—No puedo pensar correctamente —sus palabras salían como si estuviera a punto de llorar
mientras restregaba sus ojos con las manos cerradas.

Jungkook comenzó a revisarle el rostro, el cuello y orejas para asegurarse de que no se


hubiese lastimado.

Le observó los brazos, muñecas y uñas también; pero todo parecía en orden.

—Respira... vamos, Taehyung eres más fuerte que esto —le dijo.

—Jungkook, mi cerebro se está volviendo inútil —sollozó cuando su poca inteligencia


emocional golpeó su intelecto.

—No es así, solo que estás cansado.

—No he podido avanzar en dos semanas con el experimento —confesó.

—Lo sé, pero no es importante. —Jungkook le quitó el cabello del rostro para poder verlo—.
Has dado mucho de ti mismo, te estás esforzando al máximo.

—No quiero tocar mi límite...

—No lo harás, mírame bien —lo tomó del rostro—, no te esfuerces más. ¿Sí? Tienes que
descansar de esto.

—Pero necesitamos...

—Las respuestas están en mi cabeza, solo tenemos que sacarlas. ¿Está bien? Ahora, vas a
regresar a la habitación, te pondrás ropa seca e irás a la cama. ¿Entendido?

Taehyung quiso contradecirlo pero no pudo. Tenía razón, estaba exhausto.

Así que asintió, y temblando se movió lento fuera del baño. Jeon tomó otra toalla para
secarle el cabello mientras el otro se cambiaba la ropa con lentitud.
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Jungkook le arropó en la cama antes de acostarse a su lado y ahora, pero aunque quisiera,
Taehyung seguía sin poder conciliar el sueño.

Tanta actividad física hacía que Jungkook tuviera el sueño. Y Kim no se equivocó al suponer
que volvería a caer rendido poco después.

Así que esperó a que sucediera mientras debatía mentalmente con la idea estúpida que se
había clavado en su cabeza.

Jungkook no podía acercarse al punto de origen... pero él sí.

La madrugada se asomó, y él fue capaz de contemplarla cuando se levantó antes que todos.

Seokjin había dejado de salir a correr, y eso es extraño; pero decidió no preguntarle nada.
Bajó al primer nivel de la casa y con su mochila al hombro caminó hacia la carretera.

¿Hasta dónde era capaz de llegar por conocimiento? No lo sabía y tenía miedo de
averiguarlo.

Para cuando la mañana siguiente llegó y el pelinegro volvió a abrir los ojos, se topó
nuevamente con la ausencia de Kim.

Es decir, a plena luz del día las crisis del otro eran menos frecuentes, había aprendido eso de
él. También notó que no estaban ni su mochila, ni anteojos en el escritorio, además de que la
escuela había sido abierta de nuevo.

«Quizá quería llegar temprano» pensó consternado de que no le hubiese despertado.

Fijo su vista en el reloj y maldijo al ver que ya era tarde.

Se levantó apurado, tenía que ir a entrenar. Seokjin les había avisado que el entrenamiento
empezaría antes.

Había pasado poco más de una semana desde la noche en la que la ciudad completa se vio
sumida en la oscuridad.
En algunas partes del pueblo no fue nada más que un apagón que duró unas cuantas horas;
para los residentes del límite, había significado tener que reparar fusibles y cableado entero
de varias casas.
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Y la escuela, que había estado cerrada desde mucho tiempo antes, finalmente había logrado
ser habilitada.

Estaban a casi nada de la final y debían recuperar todo el tiempo que perdieron las últimas
semanas.

No quería sentirse culpable pero... quizá lo era. Incluso las personas del ayuntamiento
tuvieron que salir a recolectar fondos para reparar los daños de la central eléctrica del
condado.

Pero bien, él creía que si los políticos no se robaran el dinero de los pobladores estarían
preparados para emergencias como esta.

Bueno, a quién quería engañar. Sí, la habían jodido y mucho. Les tomó días reparar las luces
de la casa, mientras que en el centro algunas calles seguían cerradas por la falta de
electricidad.

Se abofeteó mentalmente, porque o aprendía a dominar sus impulsos eléctricos o vivía en


abstinencia los próximos años de su existencia. Y la segunda no era una opción.

El entrenamiento había sido riguroso, todos estaban sudando y bastante cansados. Seokjin
les había hecho pasar de trotar a correr por veinte minutos sin descanso solo como
calentamiento. Pero entendía el trasfondo, Jungkook comenzaba a creer que podía tener un
buen futuro como jugador universitario.

Incluso en su época, aún le faltaban seis meses para aplicar a alguna universidad. Seokjin le
había dicho que podía quedarse a estudiar en California, pero hasta el momento, solo tenía
una oferta porque seguía sin adaptarse completamente, y esa oportunidad estaba en
Boston.

Ahora podía ver el deporte como oportunidad. Así que si lograba regresar, no dudaría ni por
un segundo en marcharse hacia el norte.

En fin, él y resto de los jugadores caminaron hacia el vestidor de camino a las duchas.

No se sentía particularmente incómodo; pero le parecía irónico el ambiente de no


homosexualidad que intentaban proyectar todos mientras se cambiaban.
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Eran un montón de hombres en ropa interior y toallas charlando. Y bueno, a él le parecía un


escenario conocido.

Jungkook, cubierto solo con su toalla, esperaba que una de las duchas se desocupara,
cuando lo hizo, caminó hacia ella para darse un baño veloz.

Jaló la cortina, y se introdujo en ella encendiendo la llave. Aún le quedaba algo de shampoo,
así que lo utilizó rápidamente.

Contó exactamente dos minutos, y apagó la llave. No es que no gustara bañarse, es que
tenía miedo de que su cuerpo tuviera una reacción con el agua.

Según Taehyung y los apuntes que había leído sin permiso, la última vez se había tardado
cuatro minutos exactos en colapsar dentro del agua, así que prefería no arriesgarse.

Salió del cubículo envolviendo su toalla de nuevo en su cintura. Se movió hasta su casillero,
porque sí, le habían asignado un casillero para que no tuviera que cargar todo su uniforme
por la escuela.

Lo abrió; se colocó su ropa interior y tomó un poco de desodorante que le había robado a
Seokjin y se lo aplicó antes de dedicarse a buscar su ropa.

Pero escuchó voces y tuvo el presentimiento de que estaban hablando sobre él.

—Vaya, vaya... —dijo Tom, uno de los mejores bateadores— alguien se ha vuelto popular...

Otro de los chicos rio. —Parece que a Jeon le gusta lo rudo.

Jungkook se dio la vuelta viéndoles con una ceja alzada mientras tomaba su pantalón para
comenzar a vestirse.
—¿Qué insinúan? —les preguntó con gracia. Los chicos de último año eran las personas con
las que más tiempo pasaba entre entrenamiento y clases. No podía evitar hablarles.

—Vamos, amigo. Tienes llena de aruñones la espalda. ¿Qué clase de chica te hizo eso?

Todos rieron. —Una con manos de oso —bromeó uno más causando que volvieran a reír.

Él rodó los ojos. No podía mentir, había pasado una semana y él seguía con marcas rojas
sobre sus omóplatos, que eran innegablemente causadas por uñas.
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—Ya que les importa tanto, confesaré que tengo gustos muy específicos.

—Eso no tiene sentido. Eres un extranjero, no me sorprendería que estuvieras metido en


alguna cosa rara.

—¿Soy raro por ser selectivo? Por favor, que haya logrado en un par de meses, lo que tu no
has conseguido en años no me hace raro —dijo consiguiendo que el resto de los presentes
abucheara al bromista.

—No lo molestes, Tom. Al menos Jeon puede elegir, a ti nadie te da chance de tirar.

—Es que estoy esperando a la mujer ideal.

—Uy, sí, claro. Lo que tú esperas es una mujer que parezca salida de playboy pero eres feo y
desagradable.

Seokjin apareció detrás de ellos secándose el cabello cuando todos se burlaron del otro
chico. —No sean payasos. Dejen soñar al idiota —dijo uniéndose a la conversación—, todos
tienen un tipo. Y eso no excluye a ninguno de ustedes.

—Ustedes son asquerosos —musitó Jungkook negando con la cabeza.

—Eso tampoco te excluye a ti —dijo Seokjin al escucharlo—, todos tienen un punto débil.

—No estábamos hablando de eso —negó con las manos otro de sus compañeros—, lo
importante aquí es que Jungkook tiene una chica, y no quiere hablar de ella.

—¿Ah sí? ¿Un par de meses y has conseguido liarte con alguien? —Kim le vio inquieto, a él
también le resultaba curiosa su misteriosa pareja.

—¿Qué clase de persona se fijaría en primer lugar? —Se burló y los demás rieron.

—Tú sabes quien —dijo, y se jactó mentalmente, sabía a donde iban las palabras acusadoras
de Seokjin. Así que no dudó en perturbar su paz. —Si lo que quieren saber es si tengo un tipo
pues sí, lo tengo. ¿Que si salgo con alguien que encaja perfectamente en el? Eso también.
Nunca he podido resistirme a alguien castaño, de piernas largas y sonrisa bonita.

Se formó un alboroto. Hormonas... eran hormonas.—Uhhh, engreído. ¿Dónde están los


detalles? —dijo otro de los muchachos.
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—Voy a reservarme eso. La privacidad de mi pareja es importante para mí, y no soy un


degenerado como ustedes.

Seokjin se quedó callado. Habían pasado cosas muy extrañas, fuera de Yoongi no había
nadie en quien pudiera confiar, y justo ahora tenía mucho con qué lidiar.

Primero, tenía que resolver el problema de que hubiesen dos lunáticos intentando
capturarlo, segundo, tenía que cambiar de estrategia si quería recuperar a su chica, tercero,
ganar la final y entrar al maldita universidad, y cuarto pero no menos importante, sacar de su
cabeza la idea de que su hermano se había desviado.

Porque no existía manera de que su hermanito se estuviera tirando a Jeon, ¿Cierto?

Agitó la cabeza. Tenía que ir un paso a la vez y poner en marcha su plan para conseguir la
información que quería.

Para comenzar, apelar al lado amable de su eslabón débil.

—Chicos, chicos —dijo interrumpiendo—. En lugar de estar holgazaneando, deberían


terminar de vestirse, tenemos muchas cosas que hacer.

Todos voltearon a verlo confundidos.


—Dijiste que el entrenamiento terminaría temprano —cuestionó uno de los más jóvenes
reclutas.

Sonrió de lado. —Yo nunca dije que había terminado.

—¿Y entonces por qué salimos del campo?

Seokjin había encontrado la forma de dejar de ser burlado. Y no dejaría que su orgullo le
arrebatara una gran oportunidad.

—Muchachos —les dijo llamando la atención de todos—, hoy haremos algo diferente.

El tiempo pasaba, y ya nadie estaba dispuesto a seguir el guión del destino.


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...

Romeo y Taehyung tenían el mismo dilema.

Y es que buscaban poseer algo que parecía remotamente imposible. Ya sea un amor,
conocimiento, o en su caso particular, ambos.

Había caminado hacia el bosque con intenciones de llegar al lago, se acercó al área cercada
pero se había acobardado a medio camino.

Así que aquí estaba, de regreso a la escuela a tiempo para su ensayo con el club de teatro.

Atento, como quien no tuvo una crisis existencial a las tres de la mañana.

Le gustaba estar en el teatro porque mientras más leía la historia más fácil le resultaba
asimilar sus propias emociones. Había diálogos y acciones que él no creyó que quedarían
bien juntos. Es decir, nunca se había interesado en las lecturas de ficción tanto como ahora.

¿Se sentía mejor? Sí. ¿Completamente bien? Definitivamente no. Después de todo, algunas
cosas en su interior nunca habían sanado, y su vida en peligro, definitivamente no
desaparecería de su cabeza en un par de semanas.

Estaba en el escenario, había llegado temprano al ensayo. Así que aprovechó para practicar
en soledad.

Su cabello estaba esponjado, y no importaban las veces que había intentando planchar su
ropa, su camisa se veía arrugada en conjunto con sus pantalones de mezclilla rotos. ¿Había
perdido la compostura? Sí.

Estaba bastante enfrascado en su lectura, que ni siquiera notó a Agustus llegando al


auditorio tranquilamente. Yoongi sonrió feliz de verlo; había sido encomendado para una
tarea, y el encontrar aquí a solas al castaño hacía más fácil su trabajo.

Se acercó tranquilamente y le tocó la espalda. Cuando Taehyung volteó a verle, quiso


saludarle pero su boca fue más rápida que su filtro moral.

—¿¡Qué jodidos te pasó!? —dijo viendo al menor.


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—Tengo un colapso mental, ¿Por qué?

—No... por nada —¿Este niño se unió a una secta o una banda de rock?, pensó. —Te queda
bien.

—No mientas.

—¿Por qué mentiría?

—Porque sé que me veo asqueroso.

—No, no. Te ves bien, lo digo en serio, pero podría ser mejor —abrió su mochila y sacó una
lata de fijador para el cabello—, un poco de spray, la camisa más abierta y quedarás listo
para la conquista.

Taehyung quiso burlarse pero no pudo, esto de tener hada madrina le gustaba mucho.

Se inclinó hacia el frente para quedar a su altura y dejar que Yoongi le rociara un fijador en el
cabello. Otros estudiantes comenzaron a entrar por la parte posterior y Kim alzó la vista para
ver con duda a su amigo.

—No sabía que tendríamos compañía hoy —dijo desconcertado.

—No creerías que montaría un musical con un solo actor, ¿O sí?

—¿De dónde sacaste más actores?

—Convencí a la profesora de música para incluir chicos de secundaria, así que... —Volteó
hacia la entrada y reconoció a Sunhee entrando tímidamente—. Y allí viene tu coestrella...

La había estado visitando en su casa para practicar a escondidas, no era algo que los demás
necesitaran saber.

—Oh, Dios. ¿Ella? —Alguna vez tuvo un platónico secreto por la chica, le avergonzaba la idea
de que ya no era tan secreto.

—¿Qué? No le tengas miedo a tu suegra, Taehyung.

—No es mi suegra, y no le tengo miedo.

—Entonces no hay ningún problema.


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—A veces te detesto tanto.

Yoongi le sonrió, y estuvo a punto de alejarse cuando recordó su misión.—Oye, idiota. Por
cierto, antes de que se me olvide, ten—Taehyung alzó una ceja cuando el otro extendió su
brazo y su mano con una hoja doblada hacia él — tu novio Jungkook te manda esto.

—¡No es mi novio! —dijo exaltado.

—A ver, amiguito. —Suspiró—. Vives con él, lo besas, le pides su opinión sobre tu ropa, le
compras comida, le cepillas el cabello... Hasta donde yo veo, adoptaste un novio salvaje del
bosque.

Titubeó atrapado. —Eso no lo hace mi novio.

—Te acostaste con él —dijo directo y el otro se ahogó con su saliva—. Ponle la etiqueta que
quieras, a lo que sea que tengan, no es mi problema.

—No debí contarte eso —reprendió.

—Pero lo hiciste. Así que siéntete feliz, no todos tenemos la suerte de encontrar un novio en
medio de la nada y llevarlo a casa para que nos cocine y nos diga que somos bonitos —dijo
pestañeando para joderlo—. ¿O sí, "Pastelito"?

Quiso decirle algo completamente inapropiado, pero se quedó callado cuando el bullicio a
su alrededor se clavó en el total silencio.

Los estudiantes de primer año que la maestra de música había obligado a ayudar a Agustus
con su obra alzaron la vista deteniendo sus labores cuando las puertas principales del
auditorio se abrieron causando un gran estruendo.

Taehyung ladeó la cabeza. O estaba más ciego que de costumbre o todos estaban
enloqueciendo a su ritmo.

Yoongi abrió los ojos sorprendido al ver entrar al equipo completo de béisbol por la puerta
principal, incluyendo a Jungkook y Seokjin con ellos.

—¿Pero qué mierda sucede? —masculló mientras les veía acercarse, consternado. Volteó a
ver a Taehyung—. Tú ve a practicar yo tengo que encargarme de una plaga.
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Dejó solo al castaño y saltó del escenario hacia el suelo apoyándose con sus brazos sobre la
madera de este para bajar y luego caminó rápidamente hacia Seokjin.

—¡Sorpresa! —le dijo el Kim mayor sarcásticamente al ver la confusión en su rostro—. Llegó
la verdadera ayuda.

—¡Chicos...! Que alegría verlos aquí...—incómodo fingiendo sonreir—. ¿Nos darían un


segundo? ¿Sí? Bueno, gracias. —Jaló al Seokjin del brazo arrastrándolo cerca del telón para
luego murmurar—: ¿Qué jodidos crees que haces?

—Dijiste que querías uno o dos chicos fuertes que te ayudaran con el auditorio. Así que
bueno, traje nueve.

—¡Estaba bromeando contigo!

—Pero yo no. Así que... me debes una.

—No pensé que fueras a hacerlo realmente. ¿Cómo jodidos los convenciste de hacer esto?

—Estar en el equipo también te da créditos para las clases. Les dije que firmaría sus hojas de
actividad extraescolar solo si cooperaban aquí.

—Oh vamos, ¿Y si me niego a cumplir nuestro trato?

—No puedes, sé demasiadas cosas sobre ti. Así que, tómalo o déjalo.

Yoongi apretó la mandíbula, el estúpido Seokjin quería jugar así y no le molestaba, le parecía
un reto.

—Siete —dijo burlón.

—¿Qué cosa?

—Jungkook no cuenta; él ya es mi ayudante oficial. Y tú, sólo vienes molestar a Sunny aquí.
Así que solo trajiste siete personas.

Seokjin le sonrió, logrando hacer que el otro le imitase.

—¿Y son suficientes para que me dejes estar aquí? —frunció las cejas—. Seré bueno, lo
prometo.
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Suspiró. Esto iba de mal en peor para su dignidad.


—Está bien, pero no olvides que te odio mucho por esto—dijo aceptando.

—Lo tendré presente.

Ambos caminaron de regreso hacia el equipo—. Entonces, chicos —dijo Min—. Ustedes dos,
los más altos, ayuden con las luces. —Vio hacia otros— ustedes tres, a colgar la luna de la
viga de arriba, y tú —dijo señalando al moreno que le vio con desagrado. —Ayúdame a sacar
la utilería de la bodega.

—¿Qué hay de mí?—cuestionó Seokjin.

—Toma un cepillo y quita la pelusa del telón. Ah, y cuando termines, quita la goma de
mascar bajo las butacas

—¿Qué clase de tarea es esa? ¡Eso no es justo!

—Tú dijiste que venías a ayudar, como lo siento —le contestó mostrándole su labio inferior—.
Así que si no te molesta, iré a ensayar con mi actriz principal mientras trabajas.

Agustus Min le dio la espalda dejándole abatido con una expresión de fastidio cuando le vio
caminar hacia la pelinegra Lee que le esperaba atenta, y feliz de verle.

Sabía que yoongi estaba disfrutando mucho su frustración, y vaya que Seokjin quería
golpearlo por eso.

En medio de toda la algarabía, a Yoongi ni siquiera le había importado el Jugador faltante.

Jungkook se alejó de su grupo para colarse detrás del escenario. Taehyung aún no era lo
suficientemente sociable, y estaba seguro de que lo encontraría allí.

Se escabulló detrás de las tramoyas para llegar hasta el castaño quien se asustó cuando le
sacudió de los hombros.
—Oye, Julieta —le llamó apareciendo detrás suyo.

—¡No hagas eso! —Taehyung se sobresaltó asustado, al verlo le dio un pequeño empujón.—Y
no me digas Julieta aquí, tarado.

—¿No lo eres?
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—No, soy Romeo. Tu madre me ha quitado el papel.

Jungkook sonrió de lado. —Oh, pequeño Kim. No me digas que te has decepcionado de no
tener que salir con peluca.

—No me jodas, la peluca es lo de menos. Las líneas son lo importante.

—No seas pesimista, lo haces genial.

—Como sea, no sé porqué sigo haciendo esto si ni siquiera sé si llegaré al final del año
escolar.

Jeon negó. Probablemente la había jodido, pero... al menos ya no sentía que colapsaría cada
dos horas, una conciencia limpia y una paz inefable.

—¿Cómo te sientes? —dijo preocupado, con sus enormes ojos oscuros atentos al chico.

—Naturalmente cansado de mi vida, pero está bien.

—En lugar de pensar así deberíamos enfocarnos en avanzar con el experimento.

—No puedo, estoy ensayando —le respondió dándole la espalda. Estaba en una clase de
acción evasiva para no deprimirse. Es decir, mantenerse ocupado le hacía permanecer en su
estado racional normal.

—Me gusta lo que le hiciste a tu cabello —dijo Jungkook al verle de espaldas, se había
cortado ligeramente los costados, y con su cabello largo del encima le hacían lucir como si
tuviera una especie de mullet despeinado. Al no recibir respuesta, se acercó a él para
tomarlo por la espalda, y decirle al oído—. También me gusta cómo te queda el pantalón que
tienes hoy.

—¿Qué te pasa, animal? Hay como quince personas allí afuera. —Kim se removió para
separarse.

—Lo sé, pero en vista de que te gusta ignorarme me veo en la necesidad de tomar medidas
desesperadas para obtener tu atención —dijo—, además, tengo la obligación moral de
cuestionarme si tus piernas se ven igual de bien sin ellos —y entonces le soltó.

Taehyung se volteó para verlo con una ceja alzada. —Idiota.


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—Sí, pero —dijo con gracia para molestarlo—, ahora que ya tengo tu atención, quiero saber si
recibiste mi nota.

—Ah, eso. Sí.

—¿Y bien? ¿Es un sí o un no?

—No la he leído.

—¿Por qué no?

—Porque estaba ocupado.

Jungkook presionó su pecho fingiendo dolor. —Cuánta frialdad, me lastimas.

—Además, cuando pienso en ti me recuerdo de que estoy molesto contigo porque eres un
estúpido y me enojo conmigo mismo también.

—Eso explica porqué me has insultado unas diez veces en el poco tiempo que llevo aquí.

Entrecerró los ojos. —Imbécil.

—Eso ya lo sabemos; ahora vamos, vamos. Lee mi nota.

Taehyung suspiró llevando su mano al bolsillo de su pantalón para sacar el trozo de papel
doblado en cuatro. Lo extendió y alzó la vista a Jungkook con confusión.

—¿Un anuncio? —dijo deteniéndose a ver la hoja. Era el anuncio de la nueva exposición de un
museo en una ciudad vecina.

—Es una galería sobre la mitología griega —dijo emocionado—. No creo que sean las pinturas
originales, pero lo poco que se ve parece prometedor. Es su último día de exhibición, así
que, espero una respuesta tuya pronto.

—¿Respuesta de qué?

—Dale la vuelta a la hoja, genio —dijo con obviedad. Taehyung obedeció a sus palabras
girando la hoja para encontrarse con algo escrito con crayón en la parte de atrás.

—"Tú, yo, cita, hoy." —leyó en voz alta, intentando contener la sonrisa que se le escapó sin
querer al ver dos cuadritos para marcar "sí o no"
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—¿Qué es esto, Jeon? —le dijo cuando lo desprolijo de su letra y su petición le causaron más
ternura que molestia.

—Es mi forma de invitarte a una cita formalmente.

—¿Y eso cómo por qué?

—Por ningún motivo en específico. Estuve pensando que técnicamente he estado saliendo
contigo los últimos meses y nunca hemos tenido una cita real en donde yo no quiera
matarme o alguien quiera hacerlo, así que pensé que sería una buena idea.

—¿Te parece correcto salir con un muerto del pasado?

—Oh, dios. Si lo pones así suena tan mal.

—Sin contar que soy tu tío político y también soy treinta y cuatro años mayor que tú.

—Matas mis ilusiones, Tyler. ¿Qué tienes encontrar de hacer a este pobre tonto feliz?

—Bien, en el hipotético caso que aceptara salir contigo. ¿Cómo se supone que llegaríamos a
la exposición? Eso está del otro lado del condado y no tenemos el auto. Además, es
demasiado tarde.

—Apenas son las diez de la mañana, si nos vamos ahora llegaremos justo a tiempo.

—Ya te dije que estoy ensayando. Además, creí que tenías examen de literatura hoy.

—Ay, por favor. Puedes hacer eso después. Y sobre mi examen, es la segunda vez que lo
reprograman, mi profesora tuvo problemas con la electricidad de su casa.

Taehyung se rascó el cuello. Ellos se habían levantado la primera mañana de noviembre solo
para fingir demencia al ver a sus vecinos furiosos y a los pobres electricistas del pueblo
intentando hacer algo. El castaño intentaba no sentirse culpable, es decir, una sobrecarga de
energía podría haber sucedido por cualquier motivo y no tenía nada que ver con los niveles
de adrenalina de Jungkook mientras jadeaba, ¿Cierto?

—Como sea, aun te falta resolver el problema del transporte.

—Lo tengo cubierto, relájate.


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—¿Y cómo crees que iremos hasta allá, genio?

—Como los simples mortales que somos —dijo alzando ambas cejas ante la mirada intrigada
del castaño—, en autobús. Así que dime, pequeño Kim intelectual, ¿Nos fugamos o qué?

Taehyung sonrió estúpidamente por la gracia que le causó, antes de voltear y constatar que
no hubiese nadie a su alrededor para tomarle de la mano tirando de su brazo para hacerle
avanzar cuando asintió.

El telón les ocultó cuando salieron detrás de bambalinas hacia la salida de emergencia.

Las aulas habían esperado por ellos durante dos semanas, así que podían esperar un día
más. Siempre había pensando que esto de que salir de la escuela antes de tiempo era una
estupidez; pero nunca esperó que hubiese algo de encanto en la rebeldía.

Esta vez no tenían cámaras, o algún propósito. Solo sus mochilas sobre el hombro cuando
sin importarles salieron del edificio para dirigirse a la parada de autobús más cercana,
seguro de que eso que les motivaba ya no era un sentimiento extraño para ninguno de los
dos.

...

De regreso en el auditorio, Yoongi había tomado su borrador original para comenzar a


repasar las escenas con el resto del elenco. Sunhee se había sentado a merendar a su lado a
orillas del escenario mientras practicaban juntos.

Era demasiado encantadora, debía admitirlo. Había llevado dos emparedados para que
comieran juntos, y le había pedido su opinión sobre su suéter. Sí, aparentemente Agustus
Min tenía una nueva amiga.

Cuando terminaron de comer, se puso de pie,—ven, Sunny —le dijo y extendió su mano hacia
ella para ayudarla a levantarse. —Es hora de comenzar, iré a buscar a Taehyung.
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Yoongi se alejó para moverse detrás del escenario, donde gustaba practicar al castaño, pero
al llegar, no encontró a nadie. Asomó la cabeza hacia el escenario en busca de Jungkook y
tampoco lo encontró.

Los maldijo mentalmente y caminó de regreso hacia su amiga.

—¿Recuerdas que te dije que en el mundo del teatro la fama es efímera? —preguntó y ella
asintió—. Pues Taehyung acaba de fugarse.

—Oh, no —dijo triste. —¿Y no tienes un suplente o algo así?

—De hecho sí, pero estoy seguro de que mi suplente se fugó con él.

—¿Qué tal alguno de los chicos de primer año?

—Necesito alguien que cante...—dijo frustrado viendo a los miembros del equipo cargar la
luna para colgarla. Y no supo si la idea que tuvo era buena o mala —En vista de que Romeo
escapó, necesitaré un reemplazo —dijo cansado. Alzó la vista para ver a Seokjin luchando
por quitar la pelusa de la cortina—. Perdóname por lo que voy a hacer —le dijo a Sunhee,y
luego elevó el tono de su voz diciendo—: Oye, cabeza hueca.

—¿Yo? —dijo Seokjin señalándose a sí mismo con el dedo.

—Sí, tú, ven acá.

Sunhee se removió un poco consternada cuando Kim fijó su vista en ellos. Se supone que
estaba aquí para evitarlo, y su nuevo amigo parecía no entender su necesidad de evadir al
castaño. Y sabía que debía explicárselo pero no podía.

—Gus, yo... —inquieta.

—Sé que es un gran cambio, pero es temporal —dijo, intentó calmarla alzando su mano
derecha—. Promesa de director.

—Sí, lo sé pero... Él... no puedo.

—Creí que salías con él, ¿Pasó algo malo? —Era el momento adecuado para conseguir la
información.

Dudó. —No, no...


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—No intentes mentirme, señorita. Estoy preocupado por ti. Dime la verdad, así puedo
echarlo de aquí sin sentirme culpable.

—Gracias por cuidarme... —Ella suspiró, dejando una sonrisa llena de nostalgia—. Pero él no
ha hecho nada mal.

—¿Entonces? —Tomó su mano para transmitirle paz, hablando solo para ella.
—Sé que él te agrada, a mí también, y no entiendo lo que pasa entre ustedes pero sí sé de
sobra que es un idiota. Así que te prometo que en el instante que me lo pidas yo voy a
echarlo de aquí, ¿Está bien?

Negó con la cabeza. —No, no. Es solo que, quiero alejarme de él para no lastimarlo. Yo... no
soy lo que espera, y no puedo quedarme aquí.

—Lo estás torturando antes de tiempo. Venga, niña, sé que quieres estar con él y te entiendo.
Intentalo, déjalo ser feliz al menos por hoy, mira que obligó al resto de sus idiotas a venir a
ayudarme para estar cerca de ti.

—¿Eso hizo?

—Si te contara... —dijo recordando al mayor en su jardín pidiéndole una rosa para
regalársela a ella.

—A veces puede ser muy tierno...

—Lo sé —confesó.

—El problemas es que yo...—se quedó callada cuando un nudo en su garganta se formó,
como buscando las palabras para decirlo.

Yoongi se pasó la mano por el cuello; sus teorías iban a volverlo loco, pero sabía que no era
prudente confrontarla. ¿O quizá sí?

—El problema... —dijo con tenue voz— es que él sepa que estás diferente... ¿Cierto? —dijo
con miedo.

—¿Cómo lo sabes? —Ella abrió los ojos, asustada—. ¿Es muy evidente ya?
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Pero Yoongi negó. —No, solo estoy suponiendo cosas —le respondió.—Si es lo que creo... aún
falta mucho para eso, y no te preocupes que yo no sé nada, ¿Está bien? —Agustus Min le
guiñó un ojo en complicidad.

Ella le sonrió agradecida. —Entonces... ¿Comenzamos a ensayar?

—Ya vuelvo —le dijo.

Entonces se bajó del escenario para llegar al lado de Seokjin quién les observaba curioso.
Parecía, que todos eran amigos de todos, excepto él.

—¿Y ahora qué? —le dijo cansado.

—Es tu día de suerte, campeón. Tengo una vacante, y es tuya. Así que trae tu trasero al
escenario.

—Alto, alto. No entiendo lo que dices.

—Tu hermano se fugó con el otro idiota que es su suplente, y yo necesito avanzar con el
ensayo de hoy. Así que, ¡Felicidades! Eres Romeo ahora.

—¿Qué te pasa? No haré eso —dijo negando rotundamente.

—Solo serás el reemplazo de Taehyung, relájate.

—Yo no conozco las líneas.

—Solo será vocalización, cantarás un poco.

—Oh, no. Esta no es la jodida "Grease".

—Ay, por favor. No actúes como si no te encantara. Además, tú querías estar aquí, ¿O no? Ve
y canta con la novia que te ignora.

Seokjin volteó a ver a Sunhee sonreír con su libreto mientras practicaba sus diálogos.

Tragó saliva, sus intentos por acercarse a ella sin ser un idiota cada vez eran más
desesperados; ¿Pero qué podía hacer? Podía verla allí sobre el escenario, con esa falda
blanca que a ella le encantaba usar, y que pocas veces vestía al sentirse insegura de sí
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misma, con las ondas de su cabello negro suelto batiéndose al mismo tiempo que reía. Y el
gran suéter rosa con el que la había visto por primera vez. Ella era su sueño.

Genuina carisma y belleza, sumadas a la inteligencia que no podían hacerle más que sentirse
infinitamente pequeño ante ella.

Se armó de valor. Después de todo, él decía estar enamorado, y ¿No era el amor aquello que
daba la fuerza de ser capaz de hacer el ridículo?

—Dame ese libreto —dijo decidido. Yoongi asintió feliz entregando su copia, una voz como la
suya y podría tener al mejor elenco de todos.

Ambos caminaron de regreso al escenario; Seokjin subió por las escaleras y Yoongi se quedó
abajo, le vio llegar tímidamente hacia ella.

—Bien, chicos. Estamos en la cuarta escena, es la fiesta de los Capuleto y Romeo consigue
colarse a ella. Allí es donde se encuentra con Julieta. Seokjin empiezas tú junto a Lucas —dijo
señalando a un chico de primer año quien tenía el papel del primo de Romeo—. Sunhee tú
entras después. ¡Vamos!

Todos se movieron a sus puestos y él los observó mientras ejecutaban sus acciones tal y
como estaban plasmadas en su libreto.

Seokjin era un perfecto Romeo, y sus movimientos eran tan idénticos a como se vieron en su
cabeza cuando arregló ese libreto que le hicieron confundirse por un momento.

Él cantó unas cuantas palabras, Sunhee no pudo evitar sonrojarse. Tampoco se negó a él al
verle inclinarse para tomar su mano y darle un beso en el dorso de esta antes de presentarse
ante ella siguiendo la escena. Y cuando Kim sonrió, más de una persona en el auditorio se
perdió en lo genuino de su presencia.

No supo si fue la química entre ellos o su ejecución la que se robó su atención, pero mientras
más se acercaban la brecha de sus recuerdos se abría abismalmente. Yoongi retrocedió y se
sentó en la primera fila mientras les observaba atento.

Y aunque le dolió reconocer que aquello todavía existía en su interior, se sintió agradecido de
nunca haberlo dicho en voz alta.
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Bueno, al menos su ensayo salió bien.

"Si tuviera que construir un puente para llegar a tu ventana, lo haría aunque perdiera la razón.
Chico, dame una oportunidad para demostrarte cuánto vale para mí tu sonrisa. Una
oportunidad es todo lo que necesito, y llenaré de rosas tu balcón..."

...

Después de esperar por media hora a que pasara un autobús, Taehyung y Jungkook habían
encontrado uno que los llevase al condado vecino. Estaban en los últimos primeros, Jeon
hablaba de cosas que el otro era capaz de entender mientras veía por la ventana.

El invierno había comenzado a hacer estragos por el lugar, las calles tenían una leve escarcha
que provenía de la brisa comenzando a congelarse.

Los últimos días Taehyung se sentía incapaz de hacer algo bien, había errado en sus clases y
se estaba presionando mucho por encontrar una solución.

Era un círculo de factores. En donde a, b y c, eran el detonante uno del otro.

Y aunque quería ser optimista, el transporte público siempre había tenido la cualidad
particular de hacerlo sentir miserable.

Hace un par de días que bajo su puerta había llegado un sobre con la información de una
universidad. No le importaban las demás solicitudes, esta era la buena.

Se trataba del Instituto Tecnológico de Massachusetts, con una tasa de ingreso de


aproximadamente el diez por ciento de los aspirantes, y a él lo estaban dejando entrar por la
puerta grande y mientras le aplaudían.
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Así que ese gran fondo universitario que había ahorrado por años ya no era tan necesario.

Pero estaba tan sumido en su miseria mental que no sabía si comprarse una casa cerca de la
universidad o comprarse un féretro. Bueno, ambas eran buenas opciones.

Negó con la cabeza saliendo de sus pensamientos cuando el autobús se detuvo.

Les tomó aproximadamente una hora y media llegar a su destino; bajaron y caminaron
atentos a esas calles desconocidas.

Jungkook estaba nervioso, no iba a ocultarlo. Es decir, esto de tener una cita formal era
extraño para él.

—Esto es raro.

—¿Qué cosa?

—No lo sé, formalidad.

—¿Nunca habías tenido una cita, acaso? —preguntó Taehyung por curiosidad.

—No.

—¿Que no eras tú el que tenía como diez novios?

—No diez, fueron solo dos. ¿Ves como exageras?

—Dos novios con los que pudiste tener muchas citas.

—Que no involucraran sexo no. Aunque bueno —lo meditó—, una vez salí con Dominic al
estreno de una película de superhéroes. Eso califica como cita oficial, creo.

—Ah, cierto. Tu amigo el pelirrojo —dijo con molestia rodando los ojos.

—¿Enserio estás celoso de un chico que técnicamente no he conocido aún?

—¿De tu ex, el teñido ese? No, por favor.

—Es pelirrojo natural, por si querías saber.

—Ahhh, y lo defiendes. Vete con él entonces.

—A Dominic Heart le faltan unos quince años para nacer, literalmente, ni siquiera existe aún.
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—Pues lánzate al lago y ve a buscarlo.

—Sí, eso confirma que estás celoso aunque lo niegues.

—Sueñas, Jeon. Sueñas.

Oh, no. Taehyung había mutado a esposo celoso.

Después de caminar un par de minutos llegaron a ese pintoresco museo. Se acercaron a la


taquilla del lugar, en donde Jungkook habló amablemente al cajero para pagar dos
entradas.

El lugar era bastante lindo; lucía limpio y pulcro. Además de tener grandes vitrales de
colores.

—Tengo una sorpresa para ti —le dijo escondiendo sus manos detrás de él.

—¿Un regalo? ¿De dónde sacaste el dinero para hacer esto, eh? —dijo curioso con una ceja
alzada—. Y para el autobús, la entrada... y la paleta que te compraste allá afuera.

—Eso es información confidencial.

—Jungkook... —dijo viéndole con severidad.

El pelinegro alzó ambas manos en su defensa. —Está bien, está bien. Digamos que tengo un
empleo.

—¿¡Qué!? Tú sabes que no debes relacionarte con más personas —dijo confundido.

—No me regañes, deja que te expliqué —le reprochó con gracia—. Hace unos días me ofrecí a
ayudar con el aseo en casa, y pues, creo que tus padres se sintieron culpables y comenzaron
a pagarme.

—Espera... —ladeó la cabeza— ¿Eres tú quien ha estado lavando mi ropa?

Jungkook asintió feliz. —También secandola,y guardandola. Limpié el horno, el fregadero y


dejé a Seokjin sin calcetines iguales.

Taehyung se pasó la mano por el cabello avergonzado. Sus padres trabajaban y los
hermanos ya eran lo suficientemente grandes como para encargarse de la casa por si
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mismos.
Pero ninguno de los dos lo hacía, y el hecho de que las cosas aparecieran limpias nunca les
había importado.

—No puede ser. Creí que mamá se había apiadado de mí desde que encogí toda mi ropa.

—Eres tonto para ser un genio —le dijo Jungkook burlándose de él.

—¡Oye! No seas malo —Taehyung se cruzó de brazos —simplemente hay cosas que no me
esfuerzo en ver.

—Tu cerebro es enorme pero tus ojos no sirven, es una pena.

—Idiota.

Taehyung frunció el ceño; Jungkook le sonrió porque le gustaba verlo enojado, acercándose
y atrayéndolo de la cintura con una sola mano, con la otra detrás de su espalda para sacar
una pequeña flor de papel que le había tomado medio día hacer.

—¡Ta-da! —le dijo entregándosela.

—¿Origami? —Taehyung la tomó con cuidado.

—Silencio, es un tulipán de papel. Regalar flores reales se ha vuelto algo completamente


idílico, pero no en el buen sentido.

—No creo que sepas qué significa esa palabra.

A la defensiva. —¡Claro que lo sé!

—A ver, úsala en una oración.

—Las piernas de Kim Taehyung son Idílicas.

—¿Lo ves? Estás perdido. —Se cruzó de brazos—. "Idílico" es algo que está demasiado
idealizado o visto como perfecto.

—Ya lo sé —dijo guiañando un ojo hacia él—. Por eso lo dije.

Taehyung acomodó sus anteojos.


—No puedes decir cosas como esas, ¿Qué te pasa?
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—¡Lo siento! Creo que me desbloqueaste un nuevo fetiche, entonces es tu culpa.

—¿Y yo qué hice? No tengo la culpa de que seas extremadamente bizarro.

—¡No puedo evitarlo! Estás grabado en mi mente.

—Wow, calmado, súper estrella. Te daré una mano para que salgas de tu imaginación —dijo
dándole un pequeño golpe en la cabeza.

—Con esas manos ahórcame, por favor.

Taehyung se ahogó con su saliva por lo repentino que fue escuchar eso.
—Oye, oye. Bájale a tus hormonas, niño.

—Ah, claro. Como ya obtuviste lo que querías de mí te alejas.

—No seas dramático.

—Está bien, pero quiero que quede claro que soy más que un objeto sexual.

—¡Jungkook! ¡Basta o voy a bañarte con agua fría!

—Bien, bien. Lo siento.

Avanzaron un par de metros. El lugar estaba completamente vacío, por lo que Taehyung no
le encontró ningún problema a tomar de la mano a Jungkook mientras caminaban y que este
llevara ambas dentro del bolsillo de su chaqueta para que ninguno de los dos tuviera frío.

Es decir, eso hace la gente en las citas. ¿Correcto?

No tenía muchas referencias, pero le parecía algo bonito de intentar.

Se quedaron de pie donde había una representación de los los nueve círculos del infierno, de
Dante Alighieri.

—¿Sabes? Creo que ser escritor es algo para gente perversa.

—¿Por qué lo dices?

—Por eso —señaló hacia la imagen. Era una ilustración de los círculos del infierno—.
Imagínate que eso salió de la mente de alguien —tembló—, es tenebroso.
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—Uy, parece que a alguien no le gustó leer "La divina comedia".

—Claro que no, la leí a los diez años. Creo que me traumó.

—Hay libros peores.

—Lo sé y prefiero no leerlos. Soy sensible —dijo Taehyung convencido.

—Si esto te hace sentir mejor diré que es verdad.

—Me traumó pero es un libro bueno, lo admito.

—Yo lo conocí por un artículo de internet, decía que Dante era fan de Virgilio, e incluso en la
primera parte de su obra, se escribió a sí mismo charlando con su héroe. Recuerdo haber
leído que decía que su historia era considerada como el primer fanfic de la antigüedad.

—Me perdí en la última parte. ¿Qué es "fanfic"?

Jungkook rio. —Oh, eso. Es ficción escrita por los fans de algo o alguien, usando a ese famoso
como personaje.

—¿Eso es legal?

—Cincuenta-cincuenta —estrechó los ojos—. Yo y los fanfics que escribí sobre el vocalista de
alguna banda emo enamorándose de mí preferimos no opinar sobre eso.

—¿Tú escribes?

—Ya no, no soporté la presión de mis cinco lectores.

Taehyung no pudo evitar reírse.


—¿Imaginas ser tan famoso como para que las personas escriban una historia inspirándose
en ti? —cuestionó mientras caminaban por los pasillos del museo.

—Lo sé. Tanta fama debe ser irreal. Imagínate que seamos solo personajes ficticios de un
libro de alguna persona que no tiene nada mejor que hacer, que fantasear sobre nosotros.

—Es una posibilidad, Jungkook —le dijo agradecido de que el otro le siguiera el juego.
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Cuando llegaron al centro del lugar, dónde la exposición que le interesaba al pelinegro.
Jungkook no pudo ocultar su emoción cuando se movió veloz. Eran pinturas inspiradas en
mitos y otras fotografías ordenadas con una estética impresionante.

El museo tenía un aspecto pintoresco. Estaba casi vacío y su piso cerámico lucía reluciente; a
cada paso que daban, el eco se expandía por toda la habitación. Y sobre sus cabezas, un gran
tragaluz de vidrio que llenaba con los rayos del sol el lugar.

Taehyung le observó cuidadosamente mientras el otro rebosaba de felicidad. El último


cambio de actitud de Jungkook no era necesariamente malo, tenía un poco de cada cosa
que le hacía ser al pelinegro quien era.

Tenía ilusión, ingenio y un toque de romance.

—Taehyung —volvió a hablar Jungkook—. Mira esto.

El castaño obedeció, enfocando su vista cuando una sonrisa enternecida se asomó en su


rostro.

—¿Qué cosa? —le preguntó. Le parecía muy lindo ver a un hombre de su tamaño casi dar
brincos al emocionarse tanto por un par de pinturas.

Jungkook le soltó para colocarle el brazo sobre el hombro.

—¿Ves acá? Son pinturas de artistas locales. En esta —dijo señalando la primera y leyendo la
descripción abajo. Era un cuadro en tonos grises—, se representa a Cronos y a su hijo Zeus. Y
en esta —señaló la otra en tonos rojos y amarillos—, su batalla por el poder. Y si las ves
juntas, puedes captar cómo Zeus vence a su padre.

Taehyung entrecerró los ojos. Había dejado de leer cosas como estas desde que estaba en
¿Segundo año? De un tiempo atrás, todo habían sido números para él.

—No puede ser que hasta el dios del Olimpo tenga problemas con su padre —comentó
cuando encontró irónica la historia.

—Oh, por favor. La paternidad es un asco hasta para los dioses —se burló Jeon.

—Zeus es mal padre porque su padre Cronos intentó comérselo.


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—Mismo camino pero diferente forma de ser el padre del año —secundó Jungkook—. Por eso
Zeus tuvo hijos por todos lados

—Oh, por favor. Dime algo que no sepa.

Jungkook rio mientras se alejaban de las pinturas, sentándose ambos en una pequeña banca
frente a estas.

—Según la mitología griega, el nombre de la flor "Jacinto" proviene del romance homosexual
del dios sol y un príncipe mortal—comentó.

—¿Qué? —dijo con gracia. ¿De dónde sacaba esas cosas? —¿Qué tiene que ver una cosa con
la otra?

—Pues, Apolo, el sol, era cortejado por varios dioses, pero él estaba enamorado de su
amante, un humano noble llamado Jacinto, y cuando bajaba a la tierra, se dedicaban a
lanzar discos para entretenerse. Pero como el dios Céfiro estaba inconforme con que Apolo
no lo eligiera a él, envió un gran viento para hacer que Apolo golpeara con su disco a Jacinto,
causando que muriera. De su sangre creó una flor y después, la nombró con su nombre.

—¿Eso significa que técnicamente lo asesinó por celos?

—Sí. Lo curioso es que Eros le protegió porque fue "un acto en nombre del amor".

—No entiendo, ¿Acaso este Céfiro no era hermano de Apolo?

—No. Él es hijo de un titán, y Apolo hijo de Zeus. Es como... su tío en segundo grado.

—Son muchos nombres, ayuda. ¿Apolo no era el dios de la virginidad o algo así?

—No esa esa es su hermana, Artemisa. Arquera, cazadora, y muy intensa. Es genial, de hecho
restringe su culto solo a mujeres. Ella está en otro nivel.

—¡Claro! Ya lo recuerdo, él es el Sol y ella la luna.

—Algo así, tendría que meter a Helios en la explicación. Y es mucho contexto que dar.

—Oh, Dios. Olvidaba que esto es bastante complejo.

—Sí. Apolo es un caso aparte. Es dios de todo lo que me gusta, del arte, la música y demás.
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—Dime otra cosa.

Taehyung no lo admitiría, pero estaba muy embobado por él.

—La expresión de "tomar al toro por los cuernos" proviene de Hércules y sus doce trabajos.

—No entiendo cómo es que sabes tanto de cosas como esa.

—Hay algo poético en todo esto de la mitología.

—Eso es bueno —mencionó ganándose una mirada curiosa de parte del otro—, significa que
no soy el único cerebrito aquí.

Jungkook negó con una sonrisa. —¿Sabes? —dijo antes de comenzar a contarle—. Cuando
era pequeño, y mis padres acababan de divorciarse, mamá consiguió ese empleo en el que
tenía que trabajar todo el día. Recuerdo que solía esperarla en la biblioteca de la escuela, y
cuando ella iba a buscarme, dejaba que le contara lo que había aprendido, incluso si yo le
repetía la misma historia una y otra vez. Me escuchaba y luego, cuando llegábamos a casa,
me preguntaba cómo estuvo mi día, antes de hacer la cena.

—Siempre fueron muy unidos, ¿O no?

—Quizás lo fuimos mientras la necesitaba. Y suena estúpido, pero después, ella se volvió
importante, yo comencé a hablar con gente por internet y a pedirle dinero para comprar
comida afuera.

—La mayoría de nosotros no tiene una buena relación con sus padres porque de alguna
forma, cuando empiezas a pensar por ti mismo, una parte de ti que amaban muere.

—Dijiste eso con mucha seguridad ¿Cómo sabes eso?

Taehyung negó con la cabeza. —Mamá y yo solíamos cantar en el coro de la iglesia.

—¿Tú? ¿En la iglesia? —dijo con gracia.

—Sí, me peinaba como ella quería y practicamos los salmos por días, yo tenía unos once
años, creo.

—Me da ternura pensar en ti de pequeño, joven e inocente —dijo con voz suave.
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—Oh sí, soy tan inocente que un par de años después me hice echar de la iglesia para no
tener que ir.

—Creí que esa era una historia graciosa.

—Lo fue, al menos para mí—confesó—. Pero mamá... ella lloró cuando le dije que no quería ir
más, lloró mucho cuando le dije que no creía en todo eso, y yo me sentí terrible por meses
por lo molesta que estaba, incluso llegó a ignorarme.

—Tu madre... —dijo con miedo de decir algo incorrecto—. No parece el tipo de persona que
haría algo como eso.

—Lo sé, eso prueba mi punto. Yo... entendí que, le dolía saber que el hijo que podía recitar las
cuarenta parábolas de memoria, y que era excelente con los cánticos había llegado por sí
mismo a otra conclusión. Le dolió saber que yo pensaba diferente.

—Es una pena, digo, después de todo se supone que la biblia dice que tienes libre albedrío,
¿Cierto?

—Eso creo; el tiempo pasó y todo volvió a la normalidad. O bueno, algo así.

Jungkook frunció el ceño cuando lo notó divagar. Las emociones de Taehyung parecían
extrañas cuando salían a la superficie, dejando en evidencia que solo eran aún más
complejas en su interior.

—¿A qué te refieres con "algo así"?

Se quedó callado un instante y después soltó: —A veces siento que ella siempre me ha
querido menos que a mi hermano.

—Taehyung, no creo que eso sea posible.

—Es lo más lógico. Solo piensa que yo había hecho todo bien durante años y por una sola
cosa que hice diferente, comenzó a tratarme como un extraño. Pero Seokjin podría hasta
dejarla en bancarrota y ella de todas formas se ofrecería a hacerle el desayuno.

Jungkook le vio con pesar. El chico tenía razón, su relación con sus padres era una pantalla, y
él era lo suficientemente inteligente como para no tocarla y dejarla como estaba.
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—Quisiera decirte algo que te anime —confesó—. Pero lo que acabas de decir es cierto. De
todas formas, estoy seguro de que ella te ama.

—Ya no me importa —murmuró.

—Taehyung...

Avanzaron un par de metros viendo los cuadros hasta llegar a uno en donde había uno con
una mujer hermosa y una caja.

Taehyung no quiso seguir hablando sobre su familia, el espacio de sinceridad se había


cerrado. —¿Ella es Pandora, cierto? —dijo en su lugar, señalando al frente.

—¿Quién? —notando su acción evasiva lo dejó pasar.

—La mujer de la pintura; ya sabes, la historia de Pandora, su maldad y la caja.

—Creo que estás equivocado.

Taehyung parpadeó confundido. ¿De cuándo a acá alguien tenía la solvencia intelectual para
decirle eso?

—¿Qué?

—Esta es mi zona, Taehyung. No puedes contradecirme aquí.

—Entonces, cuéntame cómo fue —le dijo riendo, antes de recargarse en el paral de cemento
a su lado—, Oh, sabio, Jungkook.

Quería molestarlo, pero logró hacer que Jeon volviera a emocionarse por hablar.

—Pandora fue enviada por los dioses a Epimeteo como regalo y como castigo por robar su
fuego y dárselo a los hombres. Pero hasta donde recuerdo, no era mala.

—Se supone que ella causó los males del mundo, ¿No?

—No apropósito —dijo Jungkook viendo la pintura—. Se supone que... los dioses —regresó su
vista hacia al castaño—, la dotaron de todos los dones y belleza que podían obsequiarle. Era
perfecta, así que Epimeteo no dudó en aceptarla como su compañera. Incluso cuando su
hermano Prometeo quien podía ver el futuro le dijo que los dioses no eran de fiar. Es un poco
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confuso, no sé si es información exacta, pero Prometeo se roba el fuego y por eso envían a
Pandora con su hermano.

—¿Era una trampa? —Taehyung parpadeó, y el pelinegro asintió ante sus dudas. Ambos se
sentaron en la pequeña banca que estaba frente a la pintura.

—Le entregaron una caja cerrada, que no debía ser abierta bajo ninguna circunstancia.
Pero... era tan curiosa que una noche le robó a su esposo la llave para saber qué era lo que
estaba adentro.

Kim recargó su mejilla contra su mano mientras el codo sostenía su cabeza. La forma en la
que los ojos del otro brillaban cuando hablaba de algo que le apasionaba le hacían temblar
el pecho. Y más, mientras le contaba miles de cosas que no conocía, un momento en el que
él no era el más culto de la sala.

—¿Y qué pasó después? —le preguntó interesado por escucharlo.

—Se decepcionó al ver que no había nada adentro; pero lo que no sabía, es que en ese
momento escaparon todos—extendió los brazos—los males del universo. Y la tristeza, las
guerras y enfermedades se extendieron sobre el mundo afectando a los hombres. Cuando lo
notó, cerró la caja rápidamente dejando atrapada a la esperanza.

—Ahora lo recuerdo... de allí viene la frase. Esa de que "la esperanza es lo último que se
pierde".

—Eso creo —secundó recargando su cabeza en el hombro del castaño.

Quizá era buen momento para que regresaran a casa; era poco más de de medio día y sabía
que no era pertinente pasar tanto tiempo en el exterior.

Pero en el fondo, no quería irse de aquellos lugares en los que se llenaba de paz.

—¿Qué sucede? —dijo Taehyung viéndolo de reojo.

—¿A qué te refieres?

—Te quedaste callado de pronto.

—Solo estoy pensando —confesó.


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—¿En qué piensas?

—En si salió bien la cita. Quería hacerlo más especial, pero también soy nuevo en esto. Nunca
había salido con nadie así antes.

Un alma cuya dulzura infinita había rasgado la superficie.

—Oye... —dijo en voz baja— perdón si he sido pesado contigo. Es solo que no me siento bien
con todo esto de saber la verdad y si pienso demasiado sé que solo lograré deprimirme..

—Lo sé, no puedo obligarte a actuar como siempre cuando sé que es imposible. Tampoco
puedo presionarte a avanzar con el experimento o a encontrar una solución cuando ni yo
mismo he podido hacerlo en meses.

Taehyung sonrió de lado. —Tú, por otro lado, actúas como un gran algodón de azúcar
cuando quieres.

—Es involuntario, lo siento.

—¿Ah, sí?

—Yo soy el tipo de chico que quiere ser rudo para aparentar que no le importa nada; pero al
final del día, sé que te voy a terminar preguntando si ya comiste, si tienes puesto suéter y a
llorar si no me haces cariñito.

—Oh... pobrecito —dijo llevando el brazo a su cabeza para acariciarle el cabello—. ¿Y qué
podemos hacer para que te sientas mejor?

—¿Puedo darte un beso?

—No, las pinturas nos miran —dijo en son de broma.

—No creo que les importe.

Jungkook levantó la cabeza para tocar sus labios cuando le vio sonreír, dándole varios besos
en la comisura de la boca, que se extendieron hacia el centro y finalmente llegaron hasta su
mejilla, dónde a Taehyung le causó cosquillas su respiración. Haciendo que se moviera de
lugar.
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Era preciso decir que el arte a su alrededor había estado celoso de ellos desde que entraron,
y más ahora, cuando el roce de sus narices pareció opacarle.

—Ya, ya, tonto —le dijo separándose solo un par de centímetros—. ¿Vamos a casa?

Jungkook asintió; era tan cálido escucharlo que su razón y sus recuerdos parecían
mezclarse.

Cuando salieron a la calle la temperatura había descendido, era lógico que pronto
comenzaría a atardecer.

Tuvieron que resguardarse del frío y correr un par de calles para alcanzar el último autobús
que les llevaría cerca de la carretera que conducía a casa.

Quizás su mente había logrado sentirse menos perturbada.

Subieron tambaleando hasta llegar a los últimos asientos, en donde Taehyung se sentó junto
a la ventana.

Le gustaba salir de la ciudad, saber que equivocarse en dos preguntas de su examen no


significaba que estaba mal, y que las arrugas de su camisa no le hacían menos interesante.
Era ese sentimiento de incertidumbre y extraña paz en la que se encontraba, como un trance
del que no quería salir.

No era suficiente con sentir que amaba a alguien más, ese era un sentimiento que había
llegado sin proponérselo. No, a él le encantaba entender que además de eso, había
comenzado a amarse a sí mismo, como nunca antes creyó.

Taehyung amaba lo que había más allá de las colinas, pero por sobre todo, amaba cada
parte de aquellas cosas que descubría en sí mismo. Desde los pájaros emigrando por el
invierno, hasta el celeste manto que podía ver desde la ventana del autobús.

Y es que todo estaba mal pero aún así habían momentos en los que la vida se sentía
diferente, como aquellos tiempos en los que su hermano le abrazaba en la parte trasera del
auto mientras esperaban en el semáforo, quizá la sonrisa de su padre cuando él se disfrazó
de León de sexto grado o simplemente la vez que condujo al otro lado de la ciudad mientras
tenía al chico que le gustaba como copiloto cantando a todo pulmón por el puente.
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Odiaba romantizar cada pequeño detalle, porque era algo que usualmente no haría; pero
mientras veía los árboles al avanzar, y con el brazo de Jungkook sobre sus hombros para
abrazarlo ocultos en los últimos asientos del autobús... sintió que tenía un lugar al cual
pertenecer.

Y todo lo que representaba ser él estaba bien, siempre lo estuvo. Pero ya no era lo que
quería.

Cuando bajaron del autobús ya había comenzado a oscurecer.

Taehyung tuvo que soltar la mano de Jungkook antes de entrar al pueblo, porque era lo más
prudente. Aún así, caminaron juntos, intentando que el frío no calara en sus cuerpos.

Entraron a casa; los señores Kim estaban en la sala leyendo tranquilamente. Ni siquiera se
inmutaron más allá de un cálido saludo al verlos llegar.

Avanzaron hacia la cocina. Jungkook se lavó las manos en el fregadero antes de llamar su
atención.

—¿Quieres que prepare algo para cenar? —le preguntó, tomando el mandil de cocina del
perchero.

—Estás muy consentidor, ¿No te parece?

—¿Con mi chico favorito? Claro que sí.

—Voy a darte un poco de crédito por eso.

El castaño se recargó ligeramente contra el gabinete. Jungkook se acercó a él para tomarle


de la cintura dándole un pequeño jalón.

—Lo he estado haciendo los últimos cinco meses, gracias por notarlo.

Taehyung sonrió, y pelinegro no pudo evitar acortar un par de centímetros para robarle un
corto beso en los labios antes de alejarse de él.

El castaño bajó la cabeza; él estaba muy feliz con esto. ¿Por qué las cosas simples tenían la
capacidad de hacerle sentir tanto?

—Iré a dejar mis cosas arriba —dijo tímidamente—. Bajo a ayudarte en cinco.
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Se dispuso a salir de la cocina mientras intentaba ocultar su sonrojo. No le importó


Jungkook riéndose de él a la distancia, ni tampoco chocarse con Seokjin quien recién
regresaba a casa.

Subió a su habitación, y dejó su mochila en el suelo, cansado.

La ventana estaba abierta, así que se movió para cerrarla. Al hacerlo, notó que la tela de la
cortina ya no estaba rota.

La tocó con suavidad; había sido perfectamente remendada, tanto, que las nuevas costuras
apenas y se veían.

Jungkook había desarrollado un complejo de héroe tan grande, que lejos de alarmarle, le
llenaba de miedo.

En el fondo no quería salvarse para seguir con el plan que había hecho para sí mismo. Quería
salvarse para dejar ese pueblo, escapar hacia el norte y escoger la pintura de su nueva
habitación.

Nunca supo que existía tanta vulnerabilidad en él y ahora lo único que intentaba era
subsistir. Pero luego estaba este chico Jungkook, quien se empeñaba en reparar las viejas
cortinas con hilo y aguja, que quería creerse todopoderoso con respecto al futuro.

Alguien que le hacía correr en dirección al acantilado y que sabía nunca le correspondió
conocer. Pero incluso sabiéndolo que no podía quedarse con él, se sentía tan suyo que dudó
querer conocer una realidad en la que no tuviera esas manos y esa piel.

Caminó hasta su escritorio, se sentó mientras quitaba todos los papeles que tenía regados
sobre este, para poner su libreta. La abrió seguro de que nada podía joderse más dentro de
su cabeza y comenzó a escribir:

Jeon Jungkook... y su primera cita.

Nuestro intento fallido de primera cita.

Estoy seguro de que no conoce el significado de la palabra "idílico", porque se empeñó en


describirme con ella.
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Sus ojos brillan cuando habla de algo que le apasiona.

Nunca creí que pudiera aprender tanto con alguien.

Poniendo en síntesis la hipótesis planteada anteriormente; si salgo con él, vivo con él y duermo
con él, ¿Eso lo convertiría en mi novio? Abro espacio a formulación de nuevas preguntas.

Estado del proyecto de campo actual: Satisfactorio.

Adjunto documentos de respaldo.

Tomó un pequeño trozo de cinta, y lo cortó para pegar las esquinas de la nota que le había
regalado fijándola en la página en blanco.

Había mantenido la flor de papel en su mano todo este tiempo para cuidarla. Después sonrió
con pena mientras veía la veía, ahora un poco más arrugada y suspiró, dejándose caer en la
cama con la flor en su pecho.

Pero no esperaba que la puerta se abriera de golpe, ni a su hermano viéndole con expresión
dura que le dijo:

—Taehyung, tenemos que hablar.

Tragó saliva pesadamente. Mierda, ¿Qué había en el fondo de su caja?

Capítulo Diecisiete
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por Incompletelyrics

17.
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California, 1986.

46 días antes de.

Las manecillas del reloj se mueven constantemente; si corrieran hacia atrás, ¿Significa que el
tiempo retrocede, o simplemente que el reloj está roto? Después de todo, el tiempo parece
ser abstracto.

Los pobladores del condado mariposa dormían; completamente ajenos a las camionetas de
vidrios oscuros que comenzaron a aparcar en el estacionamiento de la escuela, ni de las
personas y el equipo que comenzó a desplegarse allí.

Quizá había mucho en juego; quizá tenían pistas poco claras. Pero inclusive de esa forma, las
personas a su alrededor estaban cometiendo un gran error con ellos.

Después de todo, nunca se debe subestimar a un hombre humillado.

El profesor Kim Namjoon bajó de la primera camioneta con sus anteojos oscuros, y
cubrebocas. No utilizaba su usual bata, estaba vestido completamente de negro, y sí, había
tomado una ducha. Su cuerpo podría estar sobrio por primera vez en mucho tiempo; pero su
alma estaba ebria de conocimiento.

—Tienen dos horas, muchachos —dijo a su equipo—, quiero ojos por todo el maldito lugar.

Los hombres asintieron; antes de extenderse por todo el terreno de la escuela.


Tenían vía libre para colocar cámaras que cubrieran cada centímetro del edificio, el
estacionamiento y sus alrededores.

—Profesor —le llamó Jimin a sus espaldas haciendo que volteara a verlo. Con él traía los
planos de la escuela. Esto de tener acceso a tanta información era reconfortante.

—Park, justo a tiempo.

—¿Para qué necesitamos esto? —cuestionó. Namjoon tenía la idea de colocar un duplicado
del radar del bosque en lo alto de la escuela. Así, podría tener una imagen de la energía del
sujeto fugitivo dentro de ambos perímetros.
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Ya habían identificado al infractor principal; este chico, Kim Taehyung había estado
ayudando a su experimento a mezclarse entre las personas. Y con un talento innato para la
falsificación, le hacía saber que no podían confiar del todo en los expedientes que tenían, así
que su amigo del otro lado podría ser cualquier persona.

—Nos será útil en un par de días —Namjoon tomó los planos complacido—. Y tú, deberías ir a
descansar. Es tarde.

—Señor, no soy un niño —le dijo molesto.

—Sí, eres un niño. ¿Recuerdas? —volteó a ver su reloj—. Ve a prepararte, tienes clases en un
par de horas, hijo —le dijo fingiendo una sonrisa.

No era suficiente con las cámaras; mientras comenzaba a trabajar en el duplicado del radar.
Necesitaba ojos... entre ellos.

A este paso, o lograba recuperar a su mascota, o le conseguía un smoking Park para ir al


baile. Jimin suspiró.

Se habían estancado, pero ya no más. Era la visión de un inestable mental.

...

Incluso si el tiempo retrocediera, ¿sigue siendo real?

Taehyung se levantó ese día con el propósito de avanzar aunque sea en lo más mínimo en su
investigación.

Era demasiado temprano, el cielo aún estaba oscuro. Puso ambos pies sobre la alfombra, y
suspiró con fuerza antes de tomar sus anteojos del buró junto a su cama. Encendió la
lámpara de escritorio que había reemplazado como cien veces ya, y tomó su libreta antes de
comenzar a escribir.

Una explicación.
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Taehyung había aplicado correctamente el método científico, justo ahora estaba en la etapa
de la experimentación; pero debía replantearse todo lo que sabía hasta ahora.

Jungkook atravesó la barrera del espacio tiempo; si sus hipótesis eran correctas, de alguna
manera las corrientes eléctricas se habían adherido a su ondas cerebrales.
Pensaba que solo a las ondas Theta, las cuales me permitían ponerse en contacto con su
subconsciente.

Pero ¿Qué tal si todas sus ondas cerebrales hubieran sido alteradas? Alfa para manipular sus
recuerdos, las beta para poder estar consciente de su espacio y las delta... quizá solo para
mantenerlo a salvo, o cuerdo. En conjunto, hacen a su cerebro absorber la energía y poder
canalizar al ser él mismo un conductor natural.

Bien; esto era casi posible. Y se sumaba a la lista de cosas que no podía verificar por su falta
de equipo. Se pasó la mano por la frente; se estaban cansando de eso.

Ahora, si sus recuerdos eran manipulados de esa forma. Significaba que a lo mejor no
necesitaba encontrar la forma de hacerlo atravesar el punto de origen.

Jungkook tenía la misma energía del lago. Es decir, nunca podría acercarse al origen
físicamente; pero qué tal hacerlo en sus recuerdos.

Taehyung levantó la cabeza mareado. La carga mental cada vez era más grande, pero él no
podía darse el lujo de flaquear. No ahora. Se quitó los anteojos y pasó su mano por su
cabello para llevarlo hacia atrás, estirando sus extremidades y haciendo crujir los huesos de
su espalda.

Entonces, se sentó en la alfombra. Para después pegar el pecho a esta, y comenzar a levantar
su cuerpo sosteniéndose con sus brazos cuando comenzó a hacer flexiones.
Cuando su mente no parecía soportar el peso de todo el conocimiento, el resto de su cuerpo
debía salir en defensa de sí mismo. O al menos eso intentaba el castaño, dolor físico para
mantener clara la mente.

Su abdomen y espalda se tensaron mientras seguía pensando.


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¿Qué tan manipulables eran los recuerdos del chico? Porque su Jungkook era el Jungkook
del futuro y la vez del presente, y este sentía cuando las cosas que el Jungkook del pasado
cambiaban.

Agitó la cabeza cuando comenzó a sudar. Eso no estaba bien planteado.

Recapitulando, su Jungkook en 1986 podría sentir las cosas que cambiaba del Jungkook de
2019, incluso, las cosas que le hacían daño a la versión de Jungkook siendo niño.

Eso significaba que este era capaz de permanecer en contacto con otras versiones de él. Y al
ser él, la versión del presente, era quien tenía acceso a manipular la historia de los otros dos
porque parte de sus acciones estaban en él.

Si lograba mantenerlo estable al momento de entrar a su subconsciente, ¿podría hacer que


hablara con las personas a su alrededor? Porque Jungkook cambiaba la versión de sus
recuerdos cada que un mínimo detalle se movía de lugar. Como un dominó existencial, el
pasado, el presente y el futuro ocurrirían al mismo tiempo, cada uno siendo consecuente del
otro.

Al plantear una teoría, si no se comprueba una hipótesis, o si resulta falsa se debe reformular
con nueva información. Y adquirir esa información era todo un proceso. Así que primero
tenía que hacerlo entrar en la piscina, y terminar el generador para que contuviera la energía
de Jungkook absorbiendola, y luego, manipular sus recuerdos hasta el punto de hacer que
Seokjin le dijera qué le había sucedido a su pierna, y a su hermano.

Cierto, también estaba el asunto de su muerte. Taehyung había comenzado a ejercitarse y a


controlar con cuidado sus alimentos para mantener su cuerpo estable, lo cual era un
problema ya que estaban en invierno y sus alergias siempre le atacaban.

La muerte de una persona tan joven con él le hacía inclinarse a dos probabilidades.
La primera, se accidentó, o la segunda, él se suicidó. Así que mientras se mantuviera cuerdo,
y no se dañara a sí mismo podía mantener en punto y aparte la idea del suicidio.

Además, estaba en esta otra situación con su hermano. Seokjin se había aparecido en su
habitación para chantajearlo.

"—Quiero tu papel en la obra —le dijo. Sin tapujos, sin detenerse a pensarlo."
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—¿Y eso cómo por qué? —respondió a la defensiva no conforme con la forma en la que le
habló.

—Intentaron secuestrarme dos veces por tu culpa, ¿No te parece suficiente motivo? "

Aparentemente, su hermano había vuelto a encontrarse con los lunáticos del bosque. Y sí,
seguían buscándolo. Pero sus cuestionamientos tocaron un punto muy sensible en
Taehyung, por favor, solo al gran Kim Seokjin se le ocurría poner a prueba la paciencia de
alguien aún más testarudo que sí mismo.

Así que Seokjin podía joderse, porque ahora quería más ese papel.

Cuando Jungkook sintió su ausencia en la cama, despertó; lo primero que encontró fue a
Taehyung en el suelo de la habitación, haciendo flexiones con la espalda recta. Tenía el
cabello desordenado, y la camiseta pegada al cuerpo por el sudor.

No quiso opinar, al parecer esto le hacía sentirse menos agobiado. Así que cerró los ojos para
fingir que estaba dormido, ni siquiera había terminado de amanecer aún. Bueno, en realidad
no pudo mantenerlos así mucho tiempo, por lo que los mantuvo entrecerrados todo lo que
pudo.

Pero Taehyung, oh... él estaba demasiado concentrado como para notarlo.


Dejó caer su pecho en la alfombra, y gruñó ligeramente adolorido al mover los músculos de
su espalda en donde sus deltoides se movieron rígidos.

Así que se levantó, comenzó a desvestirse. Despojándose de su camiseta mientras buscaba


una toalla limpia por la habitación, al encontrarla, retiró también los pantalones sueltos que
usaba para dormir; quedándose en ropa interior.

Jungkook tenía la esperanza de que terminara de desvestirse; pero contrario a eso, le vio
entrar al baño para tomar una ducha. Así que finalmente, el pelinegro se levantó de la cama.

Se pasó una mano por el rostro. La temperatura de mediados de noviembre había


comenzado a descender, y aunque aún no nevaba, el viento se había vuelto voraz. Le
preocupaba el tiempo que pasaba Taehyung en la ducha, es decir, estaba helando y toda el
agua que caía de ese grifo siempre parecía atravesarle como cuchillos por lo fría que estaba.
Podía escucharlo jadear desde afuera, pero no podía hacer nada.
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Un ancla con el dolor.

Se puso de pie para buscar su propia ropa; y le llamó la atención la libreta abierta del
muchacho. Vio los dibujos que tenía y la caligrafía desesperada llena de tachones y de
marcas. A lo mejor, si le decía que no quería irse... todo el estrés del castaño desaparecería.
Pero... ¿Desear quedarse era egoísta?;Es más, no le sorprendería si lo fuera, después de todo
era una parte de él mismo de la que no había podido despegarse.

Taehyung salió del baño más tranquilo; secándose el cabello con una toalla pequeña y con
otra atada a su cintura. Haciendo que Jungkook se sobresaltara.

El castaño le vio con una ceja alzada y Jungkook no pudo evitar verlo de arriba a abajo.
—Deja de husmear en mis cosas —le dijo, y Jeon tragó saliva.

—Buenos días a ti también.

—Buenos días, súper estrella —la toalla del castaño se deslizó por accidente hasta caerse,
pero a Taehyung ya no le incomodaba—. Deja de husmear en mis cosas —repitió.

Jungkook clavó sus ojos en el rostro molesto del chico; quieto; con deseos de bajar la vista
hacia su desnudez; pero no quería parecer desesperado.

Taehyung lo notó, y alzó una ceja, Jeon era todo un maestro del autocontrol ahora, ¿Eh?

—¿Qué haces? —dijo cuando las ganas de molestarlo del otro se hicieron evidentes.

—¿Yo? Nada. Tú deberías estar desvistiéndote.

—¿Qué yo qué? —Taehyung se sentó sobre la cama, secándose el torso con cuidado sin dejar
de verlo.

Su mente estaba tan despejada que comenzaba a actuar como el Jeon Jungkook que era,
ese que calentaba la situación pero que en fondo no intentaba avanzar. Además, no quería
que Taehyung pensara que había un pervertido de mierda en su habitación.

¿A quién quería engañar? Ambos estaban demasiado corrompidos ya.

—Sí, dúchate o llegaremos tarde a la escuela —dijo con gracia. El rostro de Jungkook estaba
completamente rojo mientras le veía secar sus piernas. Y él no entendía por qué.
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«No eres tan valiente así, ¿Cierto, Jeon?»

—Tienes razón —le contestó Jungkook antes de tomar una toalla seca y correr a refugiarse
hacia el interior del baño.

«¿Y a este que le pasó?» pensó divertido cuando Jungkook no fue capaz de caer ante sus
preocupaciones casi tan decepcionado como enternecido.

Negó con la cabeza y sonrió. Estaba muy cansado mentalmente; pero, le causaba mucha
gracia que Jungkook se cohibiera ante su confianza.

Terminó de vestirse rápidamente; se colocó un poco de fijador para el cabello para


mantenerlo fuera de su frente y después se roció un poco de su nueva colonia.

La vida en casa era bastante tranquila; sus padres habían asistido a la boda de una amiga
fuera de la ciudad. Así que cuando bajaron a la primera planta todo estaba en silencio.
Tomaron un par de cosas del refrigerador para desayunar en la escuela y salieron.

Taehyung observó con curiosidad al pelinegro a su lado, su chaqueta era bastante ligera a
comparación de su suéter, así que se dejó una nota mental de comprarle un abrigo a
Jungkook antes de que se resfriara. Pasaron tocando el timbre de la casa de los Min, y
esperaron unos minutos para luego encontrarse con su amigo, quien salió vestido como
habitualmente lo hacía, sin protección alguna y sin preocuparse por el clima.

El castaño pensó que a lo mejor, él era el único con tanta aversión al frío. Y Jungkook al
notarlo temblar, pensó que si hubiera podido colocar su brazo sobre sus hombros para
atraerlo a él lo habría hecho.

La hojas del suelo estaban mojadas, al igual que la tierra como consecuencia de la leve
llovizna que caía sobre ellos mientras caminaban hacia la escuela.

—¡Oigan! —gritó un hombre detrás de ellos—. Esperen.

Los tres voltearon solo para ver a Seokjin quien se acercaba corriendo a ellos con su mochila
y su bolsa de entrenamiento colgada en el hombro. Taehyung siguió caminando, pero se vio
forzado a parar cuando los otros dos lo hicieron.

Realmente no quería estar cerca de su hermano.


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Seokjin llegó al lado de Jungkook y Yoongi saludandolos con el puño antes de incorporarse a
caminar.

Un grupo en discordia; pero una gran escena de contemplar cuando el auto de Daniel pasó al
lado de ellos, con el resto de los antiguos amigos de Seokjin adentro.

Parecía que tenían una extraña amistad entre los cuatro. Hacían falta dos kilómetros, y
bueno, ellos tenían mucho que caminar.

No había bromas, o sentimientos de compañerismo. Quizá porque había demasiado frío en


el ambiente, o porque su eslabón común decidió permanecer callado.

Cuando llegaron a la escuela; los dos pelinegros y el mayor Kim se dirigieron a su salones.
Habían comenzado a charlar entres los tres.

Taehyung se quedó en las primeras aulas.

Caminó por el pasillo que llevaba hacia el laboratorio, entró tranquilamente tomando una de
las batas del perchero para colocársela y se sentó en la primera banca de trabajo.

Sunhee entró unos minutos después y se sentó junto a él. La saludó con un gesto sin cruzar
más palabras.

La nueva maestra explicaba algo sobre partículas y materia que él no tenía ganas de
escuchar otra vez. Así que tomó una hoja en blanco de entre sus cosas, y su libreta,
obviamente antes de seguir escribiendo:

«Entonces, supongamos que el detonante de mi muerte estuvo en nuestro entorno» pensó


mientras hacía tres círculos en la hoja.

«Es decir, todo afecta; por ejemplo, si compro carne hoy y me enfermo. Entonces todos
dicen: "Ah, este idiota no cocinó bien su carne". Pero, no piensan en los factores:
A. Carnicero, B. Carne, o C. Cocción. Puede que solo uno de los tres me enfermara, ese sería
el detonante; pero ser desconocido, los tres me conducen al final»

La puerta de la clase se abrió; todos los alumnos vieron a la secretaria del director entrar, y a
la profesora acercarse a ella. Esta le dijo algo en voz baja y la otra asintió.
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«...Entonces, si la carne estaba mal, el carnicero no la limpió y yo no la cociné bien, todos


somos culpables en igual medida... »

—¿Taehyung Kim? —dijo en voz alta la maestra—. ¿Taehyung Kim está en este salón? —
repitió dando un paso al frente.

Todas las personas del salón voltearon a ver al castaño que ni siquiera se había preocupado
en prestar atención a lo que pasaba a su alrededor.

«Pero si todo es circunstancial... estaba destinado a enfermarme porque yo la compré.»

Cuando el silencio se hizo demasiado grande; Sunhee le dio un empujón para que levantara
la cabeza.

—¡Oye!—le dijo saliendo de sus pensamientos abruptamente pues se había asustado.

Ella señaló con la cabeza hacia el frente haciendo que alzara la mirada.

—Señor Kim —le llamó su profesora—, tome sus cosas, lo esperan afuera.

Taehyung volteó a ver a tus compañeros. Estaba tan absorto en sus propios asuntos que por
un momento dudó en si esto era por algo malo.

Simplemente se levantó, guardando su libreta y el resto de sus cuadernos dentro de su


mochila para colgarsela. Caminó hacia la puerta dejando la bata, todos le veían y él tragó en
seco, si así se sentía ser popular no quería serlo.

La secretaria del director le saludó cuando le vio, y le pidió que la acompañara hasta la
oficina del director. Con frecuencia era Taehyung quién se presentaba allí por su voluntad,
esto le parecía extraño.

Cuando llegaron a la dirección; ella tocó la puerta, y le anunció con enérgica voz, dándole
paso a que pasara.

Al hacerlo, Taehyung vio al viejo director que ya conocía en su escritorio y frente a él, una
mujer de aspecto prolijo e impecable ropa con un aura que gritaba "costoso" a los cuatro
vientos.
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—Buenos días —saludó tímido cuando entró. Ella le sonrió viéndolo de arriba a abajo, se
puso de pie para extender su mano.

El castaño la tomó sin entender mucho de la situación.


—¿Taehyung? —cuestionó, él asintió y ella pareció satisfecha—. Emma Salas, del Instituto
Tecnológico de Massachusetts. Encantada de conocerte, por favor, toma asiento —le dijo
señalando con su brazo la silla vacía a su lado.

Kim obedeció casi consternado.


—Taehyung —llamó ahora el director—, la señorita Salas es la encargada del programa de
becas de excelencia del M.I.T. está aquí para entrevistarte.

—Enviamos correspondencia con información a tu casa; pero no obtuvimos una respuesta —


le dijo—. Quiero que sepas que tuviste un gran desempeño en tu pasantía el año pasado, y
realmente lamentaríamos que no te unieras a nuestra institución. Así que decidí venir
personalmente.

Abrió los ojos atrapado. Tenía dos cartas de ellos que ni siquiera se había preocupado por
leer.

—Esto es un honor para mí. Lamento que haya tenido que venir hasta acá.

Ella le sonrió. —Oh, no. Al contrario, así puedo conocerte un poco más. Así que dime,
Taehyung, revisé tu expediente. Calificaciones excelentes, talleres de escritura... ¿Qué tal tus
idiomas, es cierto lo que dice tu archivo?

—Oh, sí. Hablo coreano nativo, inglés, francés y algo de español básico.

—Ya veo que te interesan otras culturas. Me gusta. —Él sonrió, al hacerlo a ella pareció
agradarle. La entrevista era más sobre sus habilidades sociales que sus logros académicos. Él
tenía un cien en esa parte, ahora, ella quería tener una interacción real con el aspirante. —
Dime, ¿Alguna clase interesante que estés tomando este semestre?

—En realidad, no sé si califique como clase; pero me uní al taller de teatro —confesó con una
sonrisa tímida—. Es increíble, yo... estuve trabajando en la utilería e incluso tengo un papel
en la obra.
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—¿En serio? Eso es increíble. ¿Un papel importante?

—El estelar —le respondió feliz.

—Eso significa que no eres nada cohibido.

—Siéndole honesto, aún me aterra un poco la idea de salir al escenario; pero es... algo con lo
que estoy aprendiendo a lidiar.

—Me gusta mucho tu forma de pensar, Taehyung. Es... interesante.

Taehyung estaba nervioso. Las expectativas que tenían de él eran altas.


—Gracias —dijo un poco apenado, ganándose por completo el lado carismático de la mujer
por lo simpático que le pareció.

Inteligente y encantador, un digno representante.

—Ahora, esto será un poco más personal. Pero quiero saber dos cosas: ¿Cómo es tu relación
con tu familia? Y la segunda, ¿Tienes pareja?

—Uhm... —se pasó la mano por el cuello. —Honestamente nunca hablo mucho sobre eso...
me toma por sorpresa.

—Disculpa mi inquietud, como podrás saber nuestras instalaciones se encuentran un poco


lejos de acá. Hemos tenido aspirantes que al poner en una balanza el programa contra sus
relaciones personales se encontraron conflictuados por lo que representa el cambio de
ciudad.

Lo meditó un par de segundos; ¿Podía decirle que había descubierto que tenía traumas
paternales y que estaba molesto con su hermano? Probablemente no..

—Mis padres y yo nos llevamos bien. Tenemos una relación bastante abierta, me apoyan
muchísimo. Y con respecto a lo otro... creo que sí.

—¿Crees? —le dijo ella con gracia.

—Sí, no estoy muy seguro en realidad —le respondió haciéndola reír

Ella asintió; abrió la carpeta que tenía en las manos y pareció anotar algo.
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—Ya que estás siendo honesto conmigo, yo también lo seré, te pregunto esto porque como
departamento de admisiones, queremos que seas parte del grupo de estudiantes que se
incluya a la orientación de la universidad antes de que inicie oficialmente el semestre. Por lo
que necesitaría que estuvieras dispuesto a asistir a nuestras instalaciones a partir de la
segunda semana de abril del próximo año.

—¿Abril?

—Sí; según tu expediente escolar, tienes créditos para culminar el ciclo escolar por
suficiencia. Pero no te preocupes, en junio puedes venir a tu acto de graduación con toda
tranquilidad, para que puedas convivir con tus compañeros de promoción.

—Pero... —era mucha información— eso significa tener que mudarme, en un par de meses.

—Teniendo un sí como respuesta tentativa, te agregamos a la lista de dormitorios para


estudiantes. Los gastos de matrícula y materiales de la primera carrera están cubiertos, lo
menciono porque muchos de nuestros estudiantes optan por especialidades, y espero, que
seas uno de ellos.

—Yo...

—Sé que es una decisión que debes consultar con tus padres; pero Taehyung, es una gran
oportunidad para ti. —Se puso de pie—. Me encantaría que fueras a visitarnos durante las
próximas semanas para poder orientarte un poco sobre el campus. Así que, ¿Puedo estar
segura de tener noticias tuyas pronto?

Ella tomó una carpeta de color carmín, y la extendió hacia él. Taehyung la tomó; era pesada y
el logo de la universidad estaba bordado en ella. Toda una vida de esfuerzo se reducía a ese
momento.

Tragó saliva, cuando le imitó al ponerse de pie.


—Cuente con ello —le dijo con determinación.

Si alguien en el mundo se merecía estar allí era él, definitivamente, él.


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...

Todos los alumnos de último año se encontraban reunidos en el salón de la única clase que
debían tomar todos juntos.

Exacto, la clase de salud.

Había un gran cartel con imágenes muy gráficas pegado en la pizarra que evitaban mirar por
lo incómodo que era.

Jungkook estaba sentado junto a Yoongi mientras veía con desagrado hacia el frente.
Estaba consciente de que el boom del SIDA había sido en los ochentas, pero esto era ridículo.

Además, la definió como "la enfermedad de los homosexuales". Su maestro lo recalcó varias
veces, haciendo énfasis a que las prácticas inmorales conducían a enfermedades como esa.

Habló sobre jeringas, y condones, pero por sobre todo, de las consecuencias de ser
desviados. Más allá de salud, era una especie de propaganda loca.

Y él, quién venía de un futuro donde esos estigmas fueron desmentidos se sentía bastante
incómodo. Además, odiaba que los maestros mezclaran su religión con la enseñanza.

Los estudiantes de cursos avanzados entraron en silencio. Vio a su madre entrar, ella los
saludó y no dudó en acomodarse en el lugar vacío junto a Min.

Todos entraron, excepto Taehyung.

Jungkook se inclinó hacia un lado para chistar, llamando a Sunhee.


—Oye, ¿Dónde está Taehyung? —le preguntó murmurando.

—Lo enviaron a dirección—respondió en el mismo tono.

—¿Y ahora qué hizo?

—Nada malo. Según los chicos del salón, un reclutador universitario vino a hablar con él. Se
fue desde el tercer periodo.
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—¿¡Qué!? —dijo demasiado fuerte haciendo que todos voltearan a verlo.

El maestro se cruzó de brazos aclarando su garganta.


—Señor Jeon, ¿Tiene algo que compartir con el resto de la clase?

—Eh... no. Lo siento.

Él lo vio con desagrado.


—Por favor, adelante. Explique a sus compañeros la clase, si es que sabe tanto como para
interrumpirme.

Jungkook no pudo evitar soltar una carcajada. No iba a decir nada, pero ya que le estaban
retando, no iba a contenerse más.

Ese señor estaba pidiendo a gritos que dijera algo imprudente, y Jungkook podía
complacerlo.

—En resumen, muchachos, no se olviden de usar condón, y consigan sus drogas de fuentes
confiables —dijo en voz alta causando que todos comenzaran a reír.

El maestro le vio con severidad.


—Está un paso de tener un reporte. ¿Algo más que agregar?

—Sí —se puso de pie—, de hecho pienso que toda esta charla debería enfocarse a prevenir en
vez de asustar y que usted está desinformando a los compañeros.

—Su actitud es demasiado irrespetuosa e inaceptable.

Jungkook llevaba un tiempo midiendo sus palabras pero no podía quedarse callado.
Levantó la vista y dijo con firmeza:

—Solo quiero que todos sepan que ser homosexual no es sinónimo de tener SIDA. Y que
usted es un fanático extremista.

Un gran silencio se clavó en el salón, en medio del tabú y la prepotencia. El miedo se


alimenta de la ignorancia, pero Jungkook no le tenía miedo a personas como él.

—¡Fuera de mi clase! —le dijo molesto—. Irá a detención.


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—¡Amén! —resopló aliviado. Realmente ya no aguantaba estar allí.


Tomó sus cosas alegre y camino hacia la salida sin importarle la tensión que se creó en el
ambiente.

Seokjin le vio con curiosidad mientras Yoongi y Sunhee se vieron entre ellos preocupados.

Abrió la puerta con completa tranquilidad cuando el maestro le entregó su ficha para ir a
detención.

Finalmente, se había librado de esa clase.


Cada vez que pisaba ese salón le daban náuseas. Ese tipo se la pasaba marginando a todos, y
haciendo sentir inferiores a las chicas. ¿Pero qué podía esperar? Eran los jodidos ochentas, la
música era genial pero la sociedad un asco como de costumbre.

Caminó hacia la dirección para sellar su ficha de detención. Saludó a Doris, la secretaria, y le
entregó su ficha, él ya sabía cómo funcionaba esto, así que se sentó en una de las sillas de
espera.

Pero al asomarse a la oficina, no esperaba ver a Taehyung a través de la puerta entreabierta


llenado unas formas sobre el escritorio mientras charlaba con el director.

"—Si todo sale bien, te veré en Boston en abril."

Jungkook abrió la boca sorprendido; quería seguir escuchando, pero vio a Taehyung
entregar unas hojas y comenzar a guardar sus cosas.

Él sabía lo que eso representaba. «Lo aceptaron» Pensó feliz, casi orgulloso.

Él tomó el reporte de mala conducta que le había hecho la secretaria, y salió rápido de allí
quedándose en el pasillo.

Minutos después, el castaño apareció fuera de la oficina. Caminando mientras pensaba en


muchas cosas, tantas, que no lo notó afuera hasta que Jungkook le jaló del brazo.

—¡Oye! ¿Qué haces aquí? —le dijo feliz de verlo—. Creí que tenías clase.

—Se supone que estoy castigado. ¿Y tú?


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Jungkook le sonrió, ya quería escuchar la buena noticia.


—Lo de siempre, ayudando al director con sus impuestos —dijo y la sonrisa de Jeon se
desvaneció.

—oh... ¿En serio? ¿Solo eso?

Taehyung asintió con calma, su temple para mentir era muy fuerte ahora. Jungkook frunció
el ceño, pero eligió no presionarlo; el otro pareció notar su cambio de actitud.

El timbre del almuerzo sonó; las personas comenzaron a salir de los salones

—¿Qué sucede?

—Nada... es solo que es hora de almuerzo, y honestamente no estoy de humor para ver a
tanta gente en la cafetería —dijo Jungkook. «¿Me oculta cosas? »

—¿Quieres que te muestre algo secreto? —le sugirió, estaba de muy buen ánimo.

—¿Secreto? —dijo alzando una ceja.

Kim asintió tomándolo del brazo. —Sígueme.

Quizá no era algo que fuera a pasar; de alguna forma Taehyung sabía que no había muchas
posibilidades de que llegara a la universidad pero... aún así no pudo evitar emocionarse.

Y esa emoción, por mucho que quisiera a Jungkook, era algo que quería atesorar solo para
él.

Juntos caminaron hasta la salida de emergencia de la escuela, pero antes de salir, Taehyung
empujó la puerta a su lado con un cartel que decía "no pasar" que él mismo había puesto,
llevando a Jungkook hasta unas escaleras de cerámico que comenzaban allí.

Subieron varios escalones; Jungkook veía su espalda y era incapaz de preguntar porqué le
mentía, ya había hecho suficiente para dañarlo. Y genuinamente, Jungkook no quería
hacerlo más.

Llegaron hasta otra puerta; pero esta vez, esta estaba cerrada.

—Oh, mierda —dijo Taehyung decepcionado.


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—¿Qué es este lugar? —le preguntó el otro.

Volteó hacia él, Kim se veía más alto. Estaba parado un escalón más arriba.

—Las escaleras antiguas hacia la terraza —le dijo antes de comenzar a explicar —, nadie sabe
que aún existen; arriba es muy lindo, puedes ver todo el centro desde allí. Es uno de mis
lugares secretos.

—Está cerrado, creo que ya te descubrieron —bromeó.

—No lo creo, antes venía a almorzar aquí, siempre está vacío.

—Podemos quedarnos aquí si quieres—le dijo. Jungkook le sujetó de la cintura, Kim aceptó
mientras se acercaba. Ambos estaban conscientes de que las multitudes... no eran lo suyo.

Se sentaron en los escalones; mientras almorzaban en paz. Suave compañía, y el frío


comenzó a calar.

A pesar de eso, Jungkook se quitó la chaqueta y la dejó sobre el barandal para evitar que se
manchara y comenzó a contarle su día entero al castaño.

—¿En serio le dijiste eso?

—Sí, se puso morado de la vergüenza —le respondió contándole sobre porqué lo habían
echado de clase.

—Eso quedará grabado en la historia de tu vida, y las cosas imprudentes que nunca te
arrepentirás de decir.

—Oh, no —negó—. No planeo quedar como el bufón de mi propia historia.

—¿Y entonces quién serías?

—Si estuviera escribiendo la historia de mi vida... me daría el papel más importante —dijo
colocándose sus puños en la cintura.

—¿El galán? —se burló Taehyung.

Pero el otro volteó a verle con determinación. —El héroe —dijo con firmeza.

—No, claro que no.


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—¡Tengo todo para ser un héroe!

—No eres un héroe, Jungkook. Solo eres un niño traumatizado.

—Auch. Esta relación no va a funcionar si sigues siendo malo conmigo.

Taehyung recordó la pregunta de la entrevistadora y de las cosas que su otro amigo le había
estado insinuando.
Quizá... solo quizá podía animarse a aclarar sus dudas.

—Sobre eso... Yoongi me dijo algo gracioso el otro día que volví a recordar hoy —soltó una
pequeña risa.

—¿Qué cosa?

—Bueno, en el hipotético caso de que yoongi tuviera razón, tú... Serías algo así como mi
novio —se rascó el cuello apenado.

—Soy muchas cosas; un gran jugador, un artista innato y hasta viajero en el tiempo. Pero no
recuerdo haber aceptado ser tu novio.

—Sí, lo sé. Sólo... me pareció una irónica conclusión.

Jungkook reprimió una sonrisa. Su pequeño Kim intelectual nunca se atrevería a decir cosas
como esa, y estaba bien, él podía hacer esa parte. Avanzar lo que hiciera falta con tal de
llegar a él, y de hacerlo sentir la personas más afortunada del mundo. Y si tenía que dar el
noventa y nueve por ciento faltante, él lo haría.

—Digo, en el hipotético caso de que yo te pidiera justo ahora que fueras mi novio, ¿De cuánto
sería la probabilidad de que dijeras que sí?

—Uhm... ¿De uno a cien? — Jungkook asintió— apenas del uno por ciento—dijo para
molestarlo— Claro, en un caso hipotético.

—¿Y bajo qué circunstancias se da esa única probabilidad?

Taehyung sonrió cuando el otro le colocó la mano en la rodilla.


—Uhm... no lo sé. Quizá si me lo preguntaras directamente.
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Se mordió el labio apenado. Y le vio con esos ojos enormes y oscuros que poseía. —
¿Necesitas que te pregunte si quieres ser mi novio? —le dijo si dejar de verlo.

—Sí —Kim no pudo evitar apenarse—. Hipotéticamente, claro está.

Entre tantas probabilidades en el universo; cuánto representaba para el universo dejar que
el pecho de Jeon Jungkook latiera con tanta intensidad. Porque él podría ser ajeno a esa
época... oh, pero el alma del hombre frente a él le pertenecía. Estaba seguro de eso.

Jungkook sonrió con el rostro rojo; y quiso inclinarse a besarlo.


Pero el sonido de la timbre que marcaba el cambio de periodo hizo que se contuviera de
hacerlo.

—Me tengo que ir.

—Es el último periodo, déjalo —le dijo Taehyung.

—Tengo que ir a entrenar. Y no sé a qué hora termine —le dijo y Taehyung lo entendió.

—¿Te veo más tarde en casa, entonces? Haré chocolate caliente si llegas temprano —
mencionó para animarlo.

—Joder, sí —dijo robándole un beso en la mejilla—. Haría lo que sea por una taza del
chocolate caliente de Kim Taehyung.

Ambos se pusieron de pie, con sus cosas sobre el hombro. Jungkook asomó la cabeza para
constatar que no hubiera nadie, antes de que salieran de la entrada que llevaba a las
escaleras de la azotea.

Jeon Jungkook estaba muy emocionado por el partido de la final, tenía que entrenar duro si
quería sobresalir. Y Taehyung... Él caminó de regreso a casa cuando las clases terminaron,
viendo los panfletos de los programas que estaban interesados en él.

Entró a casa, y se sentó en la mesa del comedor. Tomando el paquete que le habían dado en
sus manos para abrirlo. Por primera vez, dejó su libreta de lado, y se dedicó a leer los cursos,
y los libros que iban a entregarle.
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Ellos... estaban tan seguros de que Taehyung no rechazaría la oportunidad, que le habían
incluido en la lista de dormitorios. Sonrió a medias, su nombre estaba allí, incluso su talla de
camiseta.

Tenía un número de habitación... y una carta de bienvenida.

Taehyung no pudo evitar colocar ambos brazos sobre la mesa, e intentar esconder su rostro
entre ellos mientras luchaba por no llorar sobre sus papeles.

Para un caso como el suyo, el junio del próximo año nunca se vio tan lejano y a la vez, tan
lleno de esperanza.

...

April Agustus Min era un hombre de pocas palabras... y muchas lentejuelas.

Faltaba poco para estrenar su obra, y la presión de que todo saliera bien era cada vez más
fuerte.

Salió tarde de la escuela después de probar las luces con una misión en mente. Y es que,
había escondido varios de los trajes que había hecho en la bodega de su familia. Porque
entre la utilería del auditorio podrían dañarse, y a su padre no le gustaba la idea de ver un
montón de vestidos en el perchero de su habitación.

Así que, el viejo aserradero fue su última opción. Para ser honesto, no se había acercado allí
semanas, intentaban vivir su vida tan normal como podía, pero le asustaba bastante la idea
de que lo siguieran o se lo llevaran.

Pero hoy, definitivamente tenía que ir. Estaba decidido. O bueno, ese era el plan hasta que le
pusieron un brazo encima.

—Oye, Min. ¿A dónde crees que vas? —le dijo el mayor de los Kim, feliz de encontrarse a
alguien en el camino de regreso.
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—¿Y a ti qué te importa?

—Ohh, que tierno. Gracias por esperarme —le dijo.

—Suéltame, cretino. Apestas —le reprochó viéndole con su bolsa deportiva, era obvio que
había estado entrando.

—No mientas, me acabo de duchar.

El entrenamiento terminó dejando a todos los chicos exhaustos, pero él había logrado salir
un poco antes, intentaba no caminar solo cuando estuviera oscuro. ¿Paranoia? Sí.
¿Privilegios de capitán? También.

—Igual, quítate de encima. Apestas a tarado.

—No seas grosero —le vio con molestia—. ¿No te parece que te estás arriesgando mucho?
Podrían encontrarte.

—¿Los lunáticos del bosque? Ya te dije que no les tengo miedo. Además, tengo algo que ir a
buscar.

—¿Tan cerca del límite? ¿Qué perdiste entre los árboles?

—Mi familia tiene un aserradero, genio. ¿Recuerdas?

Seokjin suspiró, tomando su bolsa de entrenamiento con fuerza y su bate antes de caminar a
su lado.

—Está bien, vamos —le dijo con tranquilidad.

—Wow, alto ahí. ¿Cómo que vamos?

—No voy a dejarte vagar solo por el bosque, Min.

—¿Eres mi guardaespaldas ahora o qué?

—Sí, soy tu barda humana de protección. Así que cállate.

—Es un poco escalofriante que te la pases siguiéndome. Siempre te pareces de la nada en


donde estoy.

—Eres la única persona que no intenta hacerme quedar como idiota. ¿Qué esperas que haga?
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—Yo no necesito hacerte quedar como un idiota porque ya sé que lo eres.

Seokjin le dio un pequeño empujón con su bolsa.


—Eres cruel.

—Lo sé —no pudo evitar reírse—; adelante, nada te detiene, vete.

—¡Basta de atacarme!

—Lo siento, es que es viernes de molestar a Seokjin.

—Ja, ja, ja —Seokjin se sentía tan bien cuando lo insultaba. Al menos sabía que eso sí era
real—. Oye, fenómeno. ¿Ya almorzaste?

—¿Eh?

—Porque me estoy muriendo por una hamburguesa. Así que, qué tal si compramos comida y
después vamos a buscar tus cosas.

—¿Cómo es que te incluiste en mi ruta?

—Venga, Min. Es comida gratis.

—Eh... no. Tengo cosas que hacer —negó rotundamente—. Así que vete por tu lado y yo por el
mío. ¿Está bien?

—Pero...

—¡Pero nada! Tengo cosas mejores que hacer que almorzar contigo.

Un parpadeo y Agustus Min estaba perdiendo el control de su vida.

La campanilla de la puerta del local de comida rápida del centro resonó cuando entraron.

¿Cómo había caído tan bajo? Ni él lo entendía, pero bien. Allí estaba frente a la mostrador del
restaurante esperando a que Seokjin se dignara a ordenar.

—Quiero una hamburguesa, con doble carne, extra tocino, y pan blanco con mayonesa. Aros
de cebolla tamaño familiar para acompañar, y un refresco de uva —volteó a ver a Min—, ¿Y tú
qué quieres?
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Tragó pesadamente, era uno de esos momentos en los que su mente hacía que se le quitara
el hambre. Además de que no tenía dinero.
—Uhm... ¿Un helado?

Seokjin negó con la cabeza. Su amigo estaba mejorando, no iba a dejar que recayera. Seokjin
regresó su vista hacia el cajero y dijo:
—Uhm, él quiere lo mismo que pedí yo —yoongi le empujó—. ¿Qué?

—No me voy a terminar todo eso. Así que gracias pero no gracias.

—Entonces que sea un menú infantil de nuggets... —alzó la vista hacia la lista de precios—
con un helado de fresa. ¿Está mejor? —volteó a ver a Yoongi buscando aprobación, y este
aceptó apenado.

El cajero asintió—Una orden jumbo, un menú infantil y un helado de fresa adicional.


¿Correcto? —Kim asintió—. Sería un total de $10.00

Seokjin sacó su billetera para pagar tranquilamente, mientras el cajero le entregaba a Min un
pequeño gato de peluche que venía en la compra de su comida.

¿Qué clase de historia era esta?

A Agustus le estaban sudando las manos; había llegado a la conclusión de que cada vez que
se mareaba era porque estaba a punto de hacer algo fuera de la línea de tiempo original.

Sí, él también había estado estudiando.

Se sentaron en una mesa cerca de la ventana, Seokjin cargó la comida hasta ella con una
mano mientras se negaba a soltar sus cosas con la otra.

El castaño estaba frente a él, y Yoongi no alcanzaba a entender su amabilidad. Le vio


empezar a comer mientras meditaba.

—Vamos, Agosto. Cómete tus papas —dijo robándole una para molestarlo.

—No me llames agosto, imbécil.

—Agosto, Agustus, ¿Cuál es la diferencia? Tienes todo el calendario en tu nombre.

Yoongi abrió con cuidado el empaque de su comida, y lo dobló antes de comenzar a comer.
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—Técnicamente, yo debería llamarme August, pero papá escribió mal mi nombre en el


hospital. Y el otro... —dijo apenado.

—¡Ya sé! Yo recuerdo esa historia. "April" porque creyeron que serías niña, y que nacerías en
Abril.

—Si le dices a alguien que me llamo April voy a matarte.

Simuló un Zipper en su boca. —Nada sale de aquí —le dijo antes de volver a mover su
hamburguesa.

Yoongi no pudo evitar sonreír por lo bajo.


Mientras lo veía mancharse de salsa.
—Oh, dios. Eres tan desordenado para comer —le dijo extendiéndole una servilleta—.
Limpiate, ¿Quieres?

—¿Desordenado? —articuló con la boca llena para molestarlo.

Yoongi le lanzó una papa frita a la cara para que se atragantara.


—Y desagradable también.

Seokjin comenzó a reír sin proponérselo. Había pasado algún tiempo desde la última vez que
no le importó encajar con sus amigos.

Tragó. —Déjame ser feliz, ¿Quieres?

—Tú me arrastraste hasta aquí, ahora soportame.

—Ahora que lo pienso, ¿Dónde dejaste a mi hermano? Jungkook estaba entrenando, creí que
él estaría contigo.

—No lo sé, se fue a medio día. Quizá tenía una cita —dijo con gracia.

Seokjin se removió inseguro. Sus padres no estaban en casa y él había convencido al


entrenador de hacer correr a Jungkook el doble para retrasarlo. Así que podía calcular el
tiempo en el que estaban separados.

—Tú... ¿Puedes ser honesto conmigo? —Yoongi asintió—. Taehyung... ¿Tiene novia, cierto?
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Agustus quiso reírse pero pensó que no era el momento.


—¿Por qué me lo preguntas a mí?

—Tú eres su amigo.

—¡Y tú su hermano!

—Lo sé... ¡Lo intenté! ¿Está bien? Pero me acobardé. Además... estamos en sentidos
diferentes justo ahora.

—¿Por qué te asusta tanto? —No le contestó—. Escucha, grandote. Ambos sabemos que no
es eso lo que quieres saber.

—Taehyung ni siquiera se animó a hablarme de sus cosas raras del bosque, ¿Qué te hace
pensar que va a decirme algo de las cosas raras que hace en su habitación?

—Que la pelota que te golpeó el otro día te haya removido el cerebro, y que ahora seas casi
tolerable no significa él vaya a confiar en ti. Has sido un idiota con él los último diez años de
su vida. ¿Qué esperabas?

—Yo...

—Podrías preguntarle a Jungkook, digo, se la pasa siempre con él, debe saber algo —le dijo
porque ya no aguantaba las ganas de burlarse de Seokjin.

Kim rodó los ojos. Sus comentarios solo le hacían sentir que todos sabían cosas que él no.

Bien, ¿Podía dejar de mentirse? Su casa tenía dos habitaciones para huéspedes, su madre le
había ofrecido una a Jeon y aún así él seguía durmiendo en el colchón del piso de la
habitación de su hermano. Seokjin era crédulo, pero no tanto.

Pero mientras no tuviera una prueba real; no iba poder colgar a Jungkook en paz.

Apretó los ojos con fuerza, y pegó su frente a la mesa.


—No sé cómo lidiar con esto. Disparame, Min. Házlo en el pecho para no dañar mi rostro.

—Vamos, deja de pensar en el matrimonio de tu hermano, eso es algo que no te incumbe. —


Yoongi le dio un empujón en la cabeza, para que el resto de su rostro chocara con la mesa—.
En lugar de lloriquear, cuéntame cómo te fue con la chica.
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Se recompuso. —¿Ahora sí te interesa la telenovela de mi vida?

—Claro, no me pierdo ningún capítulo. Ya casi voy en la parte en donde el protagonista deja
de ser una basura humana.

—Gracioso...

—Ya, ya, llorón. Dime, ¿Cómo te fue?

—Después de que se acabó el ensayo, salimos un rato. Me dijo que se va a finales de


noviembre, ya le compraron su boleto de regreso.

—Eres un mal narrador, ¿Dónde están las emociones?

—¿Qué quieres que te diga? Es la persona más hermosa del mundo; te lo juro, y ya decidió
que no hay nada que yo pueda hacer.

Se removió incómodo.
—Ella es increíble... Al menos lograste hacer que dejara de ignorarte.

—Eso creo, iré a cenar con ella hoy.

Seokjin sonrió apenas. A veces pensaba que estaba maldito, porque de alguna forma, la vida
parecía empeñarse en quitarle cosas que eran importantes para él.
Oh, un psíquico ignorante de su futuro.

Se levantaron de la mesa, habían terminado de comer. Yoongi observó con curiosidad la


forma en la que el otro tomó una servilleta para limpiar con cuidado la mesa, antes de
ordenar la basura para poder tirarla.

—¿Terminaste? —le dijo casi sorprendido de la delicadeza de sus acciones. Seokjin asintió
con una sonrisa cansada.

Caminaron hacia la salida. Quizás era mala idea pasearse por el pueblo sin protección más
que el bate de Seokjin, pero... ¿Qué podían hacer? La paranoia nunca ha ayudado a alguien.

Se movieron tranquilamente por las calles del centro. Yoongi debería enfocarse en el
experimento con sus amigos... pero no podía. Era adolescente y estúpido, bueno, si es que
eso no fuera casi lo mismo.
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Tampoco pudo evitar estornudar.

—¿Tú también tienes alergias de temporada? —cuestionó Seokjin.

—Llevo semanas sintiéndome mal, creo que la gripe va a matarme.

—Oh, dios. ¿Y aún así sales con ropa ligera? Ya veo porqué te llevas con mi hermano, no te
preocupas por ti mismo, bro. Aquí hay un frío de la mierda.

Yoongi rió. —Y va a ponerse peor —dijo volviendo a estornudar.

Seokjin abrió su bolsa deportiva, y tomó un suéter que había sacado de su casillero esa
mañana.
—Ten, imbécil. Póntelo antes de que te mueras.

—¿Qué piensas? No soy el reemplazo de tu hermano.

—No es eso... no soy una persona de invierno, me causa escalofríos solo ver a la gente
temblar. Así que úsalo y cállate.

Yoongi lo tomó con desconfianza, para ser honesto, el frío lo estaba molestando mucho. Y
este guión... estaba siendo demasiado conveniente para él.

No le parecía normal, y quizá debía aceptarlo. Pero si se dejaba llevar... solo el cielo sabría
qué tantos males eso podría detonar. Disimular nunca le había parecido tan difícil.

—Seokjin —le llamó—, es que no lo entiendo ¿Por qué estás aquí conmigo?

—Por nada en particular. ¿No puedo caminar con un amigo?

—No. ¿Qué es lo que quieres? —le cuestionó, porque las cosas no podían ser así de buenas.

Seokjin suspiró y se quedó parado en medio de la acera.


—Oye, sé que últimamente te pido demasiados favores. Pero...

—¿Pero qué? —le reprochó serio.

—¿Podría quedarme un poco más en tu obra?


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Yoongi sintió como su saliva llegó de golpe a su garganta antes de comenzar a ahogarse.
Dudó un momento y luego con ambas manos al aire logró hablar.
—¿Que tú quieres qué?

—Me gustó mucho lo del otro día. Y... —se rascó el cuello—quisiera intentarlo.

—Y no tiene nada que ver con el hecho de que Sunny volvió a hablarte, ¿Cierto?

—No...

—Amigo, perdón por romper tu burbuja. Y me duele porque eres muy genial actuando, pero
no puedes estar en el elenco.

—¿¡Por qué no!?

—Estrenamos en menos de dos semanas. Ya hay vestuario, diálogos, tendremos que ensayar
muchas horas diarias, y tú tienes que entrenar.

—Podría balancear mis horarios.

—Jin... —le vio serio— tú no coordinas ni tus horarios para dormir.

—¡Pero sé que podría!

—¿Te estás escuchando? Tienes que cumplir con tus cursos, exámenes de semestre,
entrenos y la final de béisbol. ¿Planeas exigirte aún más?

—Yoongi, sé que en una parte muy profunda de ti aún te agrado. ¡Te lo suplico! Déjame estar
en la obra.

Frunció el ceño.
—No.

—¡Por favor!

—Puedes ser un árbol si quieres.

—¡Necesito ser Romeo!

—Por primera vez en tu vida, déjale algo de crédito a tu hermano por algo que él mismo
consiguió. A ti ni siquiera te hubiera interesado la obra de no ser por él.
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—Eso no es cierto. Yo nunca le he quitado nada.

—Escucha —suspiró, Kim le exasperaba—. En serio quisiera dejarte ser Romeo. Pero no
puedo, Taehyung ha practicado muchísimo.

—¡Sé que puedo hacerlo mejor que él! —Yoongi también estaba seguro de eso.

—¡Pero tú no te lo mereces! —le gritó rompiendo con su voz el ambiente de superioridad que
creó el otro. Suspiró y se pasó una mano por la frente—. Lo siento...

—¿Sabes qué? Olvídalo, fue patético pensarlo de todas formas.

Algo se removió en él haciéndole sentir culpable cuando Seokjin salió por completo de la
zona comercial y comenzó a caminar lejos.

—Seokjin, espera... —dijo intentando tomarlo del brazo, pero este le empujó con fuerza sin
intención de hacerlo.

Los ojos de Yoongi se llenaron de miedo ante su impulso, y el otro fue incapaz de ver el
trauma en ellos.

Había comenzado a oscurecer, y se supone que no estarían separados.

—¡No! Taehyung, siempre puede hacer lo que quiera. ¿Por qué no puedo tener eso?

—¿Qué? —ofendido—. Estás hablando de tu hermano. ¿Qué te pasa?

—Es demasiado despreocupado, y aún así todo le sale bien.

—Deja tus estúpidos celos de mierda y metelos por tu esófago hasta que entiendas la
gravedad de lo que dices.

—¿Y eso qué? ¿Vas a decirme que Taehyung no puede actuar como le dé la gana sin que lo
jodan? ¿Y yo no tengo que competir contra él todo el tiempo? Dime que no es él quién no
tiene que esforzarse por absolutamente nada. Que todas las cosas importantes salen de él
como si tuviera un súper talento especial y que su cabeza funciona el doble sin
proponérselo. —Apretó los ojos y negó con la cabeza——¡No! No es justo que él pueda
entender las cosas a su alrededor. Yo veo borrosas las páginas de los libros y las letras se
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desordenan en mi cabeza hasta el punto de hacer que me mareé. ¿Y Taehyung es la persona


más sobresaliente de la promoción? ¡No es justo!

—Taehyung ha estado solo desde que lo conozco. El equipo comenzó a molestarlo por tu
culpa ¿Y vienes con esa mierda?

—¿¡De qué lado estás!?

—¡Del suyo!

Un silencio incómodo se clavó entre ellos.


—Es un poco obvio, ¿O no? —dijo negando con la cabeza.

—Seokjin, no te lo tomes a mal. Es —suspiró frustrado—Él hasta dejó de jugar béisbol por ti.

—¿Qué?

—Yo te di el anuncio a ti, tú fuiste a la audición, tú entraste al equipo. ¿Y sabes quién no?
Exacto, él.

—Taehyung tiene demasiadas cosas a su favor.

—Ambos sabemos que él pudo haber entrado. Pero ni siquiera lo intentó.

—¿Y ahora debería estar agradecido con él?

—Deberías ser un buen hermano por una vez.

—¡Soy un buen hermano!

—¡No! ¡Solo intentas manipular las cosas como lo haces con todo siempre porque solo te
interesas por ti mismo!

Seokjin se quedó callado, abrió la boca ofendido, y volteó a ver hacia otro lado.

—No sé porqué pensé que podía funcionar —masculló, al parecer aunque intentara cambiar
todos lo odiaban.

—Jin... —la expresión del chico consiguió lastimarlo— Perdón, no quise decir eso. Yo...

—Jódete —le dijo dándose la vuelta.


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El pelinegro bajó la cabeza cuando le vio alejarse. Quizá quería ir detrás de él y darle todo lo
quería pero no lo haría, le había tomado años recuperar su dignidad.

Y si Kim iba a dejar de hablarle por algo tan estúpido como eso, estaba bien. Ya había pasado
demasiado tiempo sin él.

Caminó hacia el lado contrario, después de todo, las calles que llevaban de regreso a casa
siempre habían estado de su lado.

...

Jungkook exhaló aliviado cuando el entrenador finalmente le dejó salir del campo.

Estaba demasiado exhausto; había estado toda la tarde pensando en la receta de pastelillos
que Taehyung ya había aprendido a hacer sin quemar la cocina y sumado a eso, al
entrenador se le ocurrió hacerle pulir bates después del entrenamiento.

En fin, ya había salido de eso. Ahora podía volar a casa.

Corrió hacia los vestidores para arreglarse un poco, y tomar el resto de sus cosas; pero al
hacerlo, notó que su chaqueta ya no estaba con él.

Frunció el ceño; ni de chiste saldría así. Meditó un par de segundos en donde podría haberlo
dejado.

Así que recapitulando, el último lugar donde había estado eran las gradas camino a la
azotea. Así que quizá lo había dejado allí, ya que no recordaba tenerla puesta.

Tomó su mochila, y salió de allí para llegar a la salida de emergencia de la escuela.


El sol aún resplandecía, así que la encontró aún abierta.

Entró tranquilamente, y como Taehyung le había enseñado, caminó hacia las escaleras
secundarias para llegar hasta las que conducían a la azotea.
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Llegó hasta el lugar donde había estado sentado. Alcanzó a ver la tela en uno de los
escalones entonces respiró aliviado, había traído esa chaqueta con él desde el futuro, y no
podía perderla.

Cuando se acercó a tomarla, notó que la puerta hacia la terraza que les había detenido
estaba entre abierta.
Así que decidió avanzar los escalones que faltaban para llegar a lo más alto de la escuela.

Jungkook subió a la azotea de la escuela. Era uno de sus lugares favoritos del pueblo hasta el
momento. Podía ver las montañas, en contraste con el centro.

Era luz, y naturaleza en infinita armonía.

Pero cuando llegó, no esperaba encontrarse con alguien más allí.

—Sunhee —le dijo sorprendido, ella estaba de espaldas, volteó a verlo al escucharlo
acercarse—. No esperaba verte aquí.

Al parecer, Taehyung no era del único que sabía cómo colarse allí arriba.

—Me gusta la vista —dijo tranquilamente.

Jungkook se acercó con nervios. Estar tan cerca de ella le hacía temblar, pero no de una
mala forma, sino de las ansias de querer decirle tantas cosas.

Ella tenía un cuaderno de dibujo en sus manos además de unos cuantos lápices de color.

—Es muy hermosa, es un gran lugar para practicar —comentó viendo su trabajo—. No sabía
que te gustaba dibujar.

Ella sonrió. —Hay mucho que no sabes de mí, Jungkook.

—¿Cómo qué? —le dijo, recargando sus antebrazos en el borde de la terraza.

—Soy buena para muchas cosas. Cantar, dibujar hasta tejer, creo.

—Señorita polímata, eso me gusta —dijo con gracia cuando de alguna forma... verse tan
similar a ella le llenó.

—Oye, ahora que lo pienso, ¿Qué haces tú aquí?


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—Taehyung me echó de casa.

—¿Qué?

—Es broma, vine a recoger algo y... me desvié un poco del camino.

¿Cuál era el detonante de su existencia? Porque si tenía uno, también significaba corregir las
cosas en su vida sin dañar a nadie más. Y es que... había comenzado a tenerle aprecio al
pueblo.

—Creo que es muy lindo que seas su amigo —confesó ella viéndolo. El cabello oscuro de
ambos era despeinado por el viento.

—¿Por qué lo dices?

—Cuando llegué acá... Taehyung realmente no hablaba con nadie, y no es como que no lo
intentara.

Jungkook ladeó la cabeza. —¿A qué te refieres con eso?

—Las chicas lo veían extraño y... los chicos lo molestaban mucho.

—Él siempre ha dicho que le gusta estar lejos de la gente.

—Jungkook —le dijo seria—. Cuando yo lo conocí almorzaba con la secretaria del director
porque sabía que nadie podía molestarlo allí.

—No puede ser... —dijo. Antes le había parecido cómico pero ahora que lo entendía le
resultaba triste.

Se preguntó qué clase de línea era la original. Ajeno a que en un 1986 que nunca conoció, eso
terminaría pronto. Que mientras su madre vivió un romance de verano con el mayor de los
Kim, su amado Taehyung dormía oculto en la parte de atrás del auditorio. Quizá porque el
alma de Taehyung era demasiado pura, y se deslumbró por alguien que nunca le mostró
miedo.

Y es que, de qué le servía toda esa inteligencia cuando al final de ese noviembre, había
terminado con la certeza de que a lo mejor... él estaba destinado a estar solo, y que la vida
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real... no era como las novelas de romance que le gustaba leer a escondidas de su hermano
mayor.

Lee Sunhee intentaba no hacer suposiciones de nada. Su familia le había enseñado a creer
en muchas cosas que nunca se cuestionó hasta que pisó ese pueblo, así que justo allí, y con
los ojos brillantes del chico, supo que a lo mejor todos esos prejuicios en los que le habían
inculcado a creer estaban equivocados.

—Pero luego apareciste tú —dijo ella con una sonrisa—. Y no sé qué le hiciste, pero te juro
que jamás imaginé que Taehyung fuera esa clase de persona.

—¿Qué clase de persona?

—La que... sonríe de repente cuando cree que nadie lo ve—dijo con un suspiro—. Como si
algo bonito pasara por su mente.

—Yo... —Jungkook no pudo evitar sonreír al escucharlo—. Creo que encontré algo increíble
aquí —confesó.

La chica le palmeó la espalda. El cuaderno del que Taehyung nunca se separaba tenía el
nombre Jeon Jungkook escrito por todos lados. Ella sabía lo que significaba, pero las
limitantes de la época le hicieron censurar sus palabras.

No iba a decirlo, pero estaba implícito.

Volteó a ver al pelinegro, y de alguna forma, la sonrisa de este hizo que el pecho se le llenara
de orgullo. Había algo en este chico Jungkook que la hacía sentirse tan cercana a él, Sunhee
no sabía que su alma estaba ligada a la suya... porque era una parte de sí misma.

Al universo le gustan las bromas; y es que aún faltaba mucho para que ellos se encontraran. Y
aún así, sentía que le quería sin saber la razón.

Jungkook sería... el hijo que crió sola. El chico que lloró de la felicidad cuando ella le dejó
usar su barniz de uñas favorito, y al que llevó en su auto al concierto de ese cantante que a
ella le asustaba pero que él amaba demasiado.

Y aunque todo este tiempo las personas supieran poco de su historia, y le juzgaran
diciéndole ser una mala madre. Lo único de lo que alguna vez estaría segura... Era de que
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aún sin saber el camino hizo todo lo que estuvo a su alcance para darle felicidad. Y en su
momento sabría, que Jungkook era aquel hombre cuyo amor hacia ella era tan
incondicional, que sería capaz de hacer cualquier cosa por hacerla feliz.

Jungkook sería su niño, y ella iba a amarlo tanto.

—Pienso que... hay algo especial en este pueblo —le dijo con la mirada puesta en las hojas de
la calle.

—¿Por qué lo dices? —preguntó curioso.

—Las personas y la vida aquí... son más interesantes de lo que podría haber imaginado.

Jeon no pudo evitar reír. —Es bastante extraño que lo digas. Apenas y te he visto en estos
meses.

—Pasaron muchas cosas.

—¿Ah sí? ¿Cuáles?

—Pues... estuve saliendo con un chico cuando se supone que no debía, y supe que soy
alérgica a las fresas —le dijo con gracia—. También comencé a practicar danza y... descubrí
que la cerveza no sabe tan mal.

—Oh, no. Una rebelde... ¿Y qué dicen tus tutores de eso?

—Ellos piensan que estoy enloqueciendo.

—¿Y tus padres?

—Ellos también. Sé que no debería hablar de eso, pero mis padres son extremadamente
correctos.

Jungkook contuvo una pequeña risa.


Vaya que los conocía, sus abuelos casi le habían echado de la última cena de año nuevo por
llegar con la cabeza rosada.

No lo hicieron porque después de increíbles treinta años, eran más "abiertos" pero sí le
vieron con incomodidad toda la noche y le dijeron que no se acercara a la caja fuerte.
A lo que su madre decidió irse, porque no toleraría que marginaran a Jungkook de esa forma.
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—Son bastante tradicionales, ¿Eh? —dijo, y ella asintió—. Además de importantes, ¿No es
así?

Jungkook había descubierto que casi no había mujeres en el programa de intercambio


debido a la época. Lo cual hacía denotar que su Sunhee tenía influencias monetarias en ese
tiempo.
Es decir, la casa de sus abuelos era enorme, y él y su madre vivían en un apartamento
comercial lo cual representaba poco apoyo de su parte después de algún tiempo.

—Uhm... papá inició una empresa con un amigo suyo hace años a la que le ha ido bien. Así
que sí, digamos que son importantes.

—Tu plan es regresar a dirigir la empresa algún día, ¿Cierto? —dijo ignorante.

Pero ella pareció burlarse en su cara.


—No creo que tenga que explicarte esto, tú también vienes de allá. Pero el socio de papá
tiene un hijo, un hijo varón. Entre él y yo, ¿A quién crees que le darán ese privilegio?

A Jungkook se le revolvió el estómago.


—Se nota que no te agrada.

—Es mi amigo de alguna forma, crecimos juntos. Antes éramos muy unidos, pero es un tonto,
te juro que si fuera por él, apostaría todo el dinero de sus padres.

—Oh, vamos. Estás siendo muy dura.

—Tengo derecho. Quizá en el futuro sea menos tonto, y volvamos a ser los mejores amigos
del mundo. Pero justo ahora, por mí, Jeon Yugyeom puede joderse.

—Suena a que saliste con él —dijo cuando se mareó un poco. Había escuchado el nombre de
su padre y la cabeza le había dolido.

—Técnicamente... sí salgo con él.

—Pero, ¿Y qué hay de Seokjin?

—¿Entiendes mi punto ahora? Hace tiempo pensé que podía quedarme, pero ya no más. Hay
cosas que es mejor dejar acorde al plan.
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—Lo dices como si aceptarlo fuera fácil.

—La templanza es una virtud, Jungkook. Pero, ¿Qué hay de ti? Siento que te he contado
tantas cosas y apenas sé sobre ti.

Se rascó el cuello.
—Pues... solía vivir con mi madre en Busan. Y ella estaba tan loca que me hizo entrenar
béisbol cuando era pequeño, cuando llegué aquí, me di cuenta de que podía ser bueno para
eso.

Recibió un pequeño golpe en el hombro.


—Oye, respeta a tu madre, niño.

Él comenzó a reírse. Si hubiese podido decirle quién era él en realidad, lo hubiera hecho.
—Está bien, está bien. Pero eso es lo que he estado haciendo aquí, cuando no estoy siendo
usado como maniquí humano, juego béisbol y también le enseño a Taehyung a cocinar, hago
un arroz excelente.

—Tú y él... —dijo ella cuando le notó sonreír inconscientemente— parece que son muy
cercanos.

—Taehyung es... la mejor persona que he conocido en mi vida entera, ¿Sabes?

El chico suspiró cuando los ojos oscuros de ella se clavaron en los suyos. Eran los mismos
ojos, una conexión innegable y muchos recuerdos en la cabeza de Jungkook que le hacían
querer llorar.

Era su madre... aquella cuyo cariño siempre temió perder. Y estaba ofreciendo su más
genuina amistad.

Pensó en que nunca hubo alguien lo suficientemente importante como para ser presentado
en casa o alguna de esas mierdas que él se empeñaba en rechazar. Y de alguna forma, se
sentía como un niño pequeño cuando ella le prestaba atención como lo hizo en ese
momento.

Le sudaron las manos. Si alguna vez hubiera llevado a alguien como Taehyung a su casa,
sabía que Seokjin y su madre lo habrían adorado. Era el tipo de chico del cual habría podido
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entrar del brazo por la puerta principal... e invitarlo a cenar con su familia, ese que llevaría a
su graduación de la universidad y con quien podría elegir el color de las cortinas de su
apartamento antes de mudarse juntos.

—Lo sé —dijo casi enternecida—. Es por personas como él a las que me refiero cuando digo
que este lugar es especial.

—Yo... —suspiró— no sé qué pasará cuando me vaya. Me gusta aquí.

—Quizá no sea el lugar... quizá te gusta lo que encontraste aquí. Digo, el cambio de estación
nunca me pareció tan bonito en Seúl como aquí.

—Oye... parece que tenemos más en común de lo que creí —le dijo suspirando. La ventana de
su antiguo apartamento nunca tuvo una vista tan hermosa como esta. Ambos lo sentían, y
quizá era el destino burlándose de ellos al mostrarles cosas que no podían tener.

—Lo sé, estamos igual de perdidos.

—¿Ah sí? ¿Y según tú por qué?

—Jungkook... —le dijo con voz suave— creo que encontraste lo mismo que yo aquí.

—No sé qué es lo que insinúas —respondió nervioso.

—La historia del chico nuevo que llega a la escuela y otro totalmente diferente a él
descubriendo que quedan muy bien juntos... no me suena tan lejana.

Quizá había estado tan absorto en lo que estaba viviendo con el castaño, y con sus rencores
a su padrastro que se había desviado de su propósito original. Pero eran pocos los
momentos que el mundo conocía sobre ellos, al igual que Jungkook, el mundo nunca
presenció a Seokjin y su madre en la feria, o cuando él se quedó colgado de la ventana
tratando de huir de su casa. O las historias que ella le leyó porque había descubierto que no
veía bien mientras le acariciaba el cabello.

Tampoco de la noche que decidió que quería entregarse a él, mucho antes de que
septiembre llegara, ni a las que siguieron de esa.
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En una historia que inició antes, y que nadie se detuvo a apreciar hasta que todo comenzó a
parecer lazos rotos y peleas.

—¿Estás hablando sobre mí... o sobre ti?

—De ambos, creo. Yo... pienso que he visto un par de cosas que hacen que saque
conclusiones extrañas.

«Ella lo sabe, ¿Cierto?» pensó Jungkook. «No me hagas salir del clóset contigo otra vez,
madre»

—No intentes hacerme hablar así, eso nunca te ha funcionado —dijo sin pensar—. Si quieres
obtener algo de mí... va a costarte.

—No lo haré, pero si la respuesta es sí... me gustaría que sepas que no tienes que
preocuparte por mí.

Jungkook levantó la cabeza, e infló de aire sus pulmones. El frío se sintió tan bien en su
pecho que le hizo reflexionar.

Nunca se imaginó que podría decirle a su madre algo como esto—. Quisiera saber que seré
incapaz de dañarlo—dijo con miedo—. Quisiera poder ser la persona que se quede con él por
siempre.

—Jungkook...

—Yo lo quiero —confesó—. Lo quiero más de lo que debería.

Sunhee no pudo evitarlo. Más allá de su humanidad, su instinto le hizo rodear al chico con
sus brazos, intentando hacer que la herida que él mismo se había abierto en el pecho doliera
menos.

Hacía mucho tiempo que los cambios en su entorno no ocurrían; pero cuando la tocó, juraría
haberla visto con su cabello platinado y las arrugas bajo sus ojos.

Jungkook tembló; no había abrazado a su madre en años. Y aunque no hubiera cambiado


mucho físicamente, le quemó sentirla tan pequeña, después de todo, sus manos alguna vez
fueron más grandes que las suyas. Y cuando las tomaba, Jungkook siempre se sintió seguro.
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—Lo sé —murmuró la pelinegra.

Ella siempre lo quiso como era; se sacrificó por él, y Jungkook se sintió como una mierda por
intentar quitarle lo que tenía ahora.

Su cambio le había llenado de remordimiento, y una madurez que no conocía.

Quizá quedaban solo un par de semanas para que ella regresara; pero al menos en ese
tiempo, Jungkook se prometió no interferir en lo que sea que pasara entre ella y Seokjin. Y
cuando volvieran a verse en el futuro, él prometía no cerrarle la puerta de su vida.

Lo único que le hubiera gustado era borrar el recuerdo de la boda de ambos, para no odiar a
Seokjin adulto por las cosas que le dijo.

No se dio cuenta, pero sus ojos se habían cristalizado.

—No se lo digas a nadie. ¿Está bien? Ni a sus padres, o a los maestros, yo qué sé—pidió
tragando saliva al separarse—. No quiero que le suceda nada. La vista es bonita, pero los
prejuicios son muchos aquí.

—Seokjin no lo sabe, ¿Cierto?

Jungkook negó. —No debe saberlo. No creo que se tome bien la idea de que su hermano se
volvió marica.

—No digas esas cosas, Jungkook. Usar esa palabra está mal.

—Sí, mamá. Lo siento —dijo burlándose.

—Como sea, hiciste que Taehyung intentara hacerte un pastel. Si fuera mi hermano, yo te
daría un premio.

—¿Cómo es que estás tan bien con esto?

—No soy nadie para juzgar a las personas. Además, se ven bonitos juntos.

—Eres demasiado buena.

—Eso intento.

—Oye, Sunhee. ¿Puedes prometerme algo?


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—¿Qué cosa?

—Si alguna vez tienes hijos... no los dejes salir solos cuando esté nevando.

—¿Qué clase de promesa es esa?

—Nada... olvídalo, es solo algo que me ocurrió.

—Eres un tonto, Jungkook. Pero bien, lo prometo.

Jungkook sonrió; esperaba que si su teoría era correcta, sus recuerdos cambiarían. Aunque
supo que debía anotarlo, no lo hizo, porque realmente quería borrar cualquier rastro de ese
día. Y si no, al menos lo habría intentado.

—Es un poco tarde, ¿Quieres que te acompañe a casa?

Ella asintió; él le ofreció su brazo para que pudiera entrelazarlo con el suyo y ella sonrió al
aceptarlo.

Jeon Jungkook, definitivamente era un hombre bastante encantador.

Finalmente oscureció; ambos pasaron por el supermercado en donde Jungkook compró


unos cuantos vegetales para la cena, y ella le regañó por no saber elegir entre especias. Él
hizo bromas en doble sentido que ella no pudo evitar reprenderle, y decirle que su cabello
necesitaba un corte.

Su egoísmo se volvía menos denso cuando los demás le daban un poco de empatía. Y
experimentar la juventud junto a ella le hizo saber que nunca dejaría de quererlo. La
acompañó hasta su casa, y se despidió de ella con la mano antes de verla entrar.

Después, continuó caminando tranquilamente por las calles del condado mariposa, con la
tranquilidad que solo podía poseer un completo desconocido en los planes del gobierno.

Se atravesó varios jardines mientras jugaba con las líneas de la acera y silbaba. ¿Qué tenía
San Francisco que no podía tener aquí? Se regañó mentalmente, ¿Qué tuvo Busan para
hacerle querer aferrarse con tanta fuerza a ese lugar? Quizás eso representaba su temor al
cambio.
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Llegó a su calle, y avanzó con tranquilidad hasta que una silueta recargada en el paral del
pórtico de la casa de los Min llamó su atención.

—¿Yoongi?—dijo cuándo reconoció a su amigo.

Se acercó lentamente para ver a chico sentado en la entrada jugando con un pequeño
muñeco en medio de la oscuridad.

—Hola... —le respondió con voz tenue, aclarando su garganta.

—¿Qué haces aquí afuera?

—Olvidé las llaves de mi casa adentro.

—Ven a la mía, bueno, no mía pero tú me entiendes. Hace frío.

—No, no.. estoy bien así —dijo y ocultó su rostro en un intento de limpiarse las lágrimas con
el suéter grande que tenía puesto.

—¿Qué te sucedió?

—No es nada, son solo las alergias. —Yoongi se puso de pie e intentó avanzar—, creo que
intentaré entrar por atrás—pero Jungkook lo detuvo.

—¿Cómo esperas que crea que no es nada? Estás llorando.

—Jungkook por favor, déjalo así.

—No —le tomó del hombro—. Agustus Min, vas a decirme justo ahora que es lo que pasa
contigo.

—Ya te dije que no es nada. Jungkook, déjame solo por favor.

—Yoongi, estás mal. No voy a dejarte así, dime qué fue lo que pasó de una vez, me estás
asustando.

—Es... —dudó— solo que llevo un tiempo sintiéndome mal.

—¿Estás enfermo?

—No... Es más sobre mi historia aquí, no sé qué cambió pero ahora no puedo dejar de
sentirme harto. ¿Ves? Es algo estúpido.
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—Oye, estamos haciendo todo lo posible por encontrar una solución. Si sientes algo, no
tienes que atravesarlo solo, estamos aquí, podemos ayudarte.

No le dijeron a Yoongi sobre la muerte de Taehyung. Ya era suficiente carga mental para
ambos, no querían joder a alguien más con eso.

—Nunca me había importado estar solo pero... los últimos meses, siento como si el universo
me estuviera castigando por algo que ni siquiera hice.

—El malestar... sientes que algo te falta, ¿No es así?—murmuró. «¿Los cambios también le
afectan a él?» pensó. Pero Jungkook estaba equivocado, no siempre se trataba de sus
experimentos, a veces... Era más sobre sus deslices humanos.

—Creo que sí pero... no es algo que no supiera desde mucho antes. Incluso desde antes de
que tú llegaras aquí.

—¿A qué te refieres? —cuestionó mientras le veía dudar. Agustus estaba tartamudeando y
por más que intentara sonreír no podía. Se estaba quebrando frente a él.— ¿Yoongi?

El mayor alzó la vista hacia el frente, y se limpió de la mejilla esa lágrima traidora que escapó
de él. Había pasado tanto tiempo en segundo plano, admirando toda la belleza que
emanaba la presencia de Taehyung cuando resplandecía en los brazos del otro, y de esas
sonrisa de complicidad que le llenaron de envidia.

Si tan solo él hubiese sido capaz de hacer lo mismo en la otra historia la vida para él habría
sido diferente, pero no lo sabía. Y tampoco era eso lo que quería. Si tan solo hubiera
encontrado un poco de clemencia no habría tenido que llorar tanto.

Jungkook era lo más cercano a un amigo que tenía, así que cuando no pudo resistirse más,
comenzó a contarle.

—Resulta que... hay un chico —volteó a ver a Jeon cuando comenzó a hablar—, que vive a
dos casas de la mía, que siempre ha tenido problemas para ver y que... es todo un personaje
desde que lo conozco.

—No... —negó con la cabeza. Quizá por eso Yoongi nunca le había juzgado, porque era
exactamente como él.
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—Yo... intenté mantenerme lejos de él todo lo que pude, me reprimí, quise estar al margen
pero sin querer —se ahogó con sus palabras—, terminé caminando de regreso a casa con él, y
contándole mis historias.
Comencé a escucharlo.

—Yoon... —murmuró con el ceño fruncido cuando creyó saber hacia dónde se dirigían sus
palabras. —¿Estás enamorado? —cuestionó sin obtener una respuesta.

—Quise demostrarme a mí mismo que todo estaba bien pero ya no puedo, sé cómo termina
esto, Jungkook. Ya lo viví una vez, y no quiero, maldición, no quiero que se repita.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

—Porque lo conozco. Sé que hará hasta lo imposible por quedar bien además... él ya tiene a
alguien. Y sé que aunque esa persona no pertenece aquí, aunque sé que tiene que irse,
también sé... que no hay nada que pueda hacer para reemplazarle. Yo...

—No estás hablando de un simple amigo, ¿Cierto? —No le contestó—. Yoongi, ¿De quién
estás hablando? Desde que te conozco actúas como si nada te importara, y ahora resulta que
eres...

—No —dijo fuerte—. Yo no soy así, ¡Yo no puedo ser así! Estaba feliz con mis flores y mis
canciones estúpidas hasta que él apareció, con su gran ego de sabelotodo y esa capacidad
de hacerme dudar de mí mismo.

—Cómo pudiste...—dijo ignorante, con un temperamento desequilibrado.

—Solo era un niño, ¿Está bien? Y no sé qué fue lo que hizo que mi cabeza se confundiera de
esa forma antes. Creí que lo había superado, pero no, aquí estoy, llorando mientras estoy
seguro de que está esperando a alguien más.

—Basta. Debiste decírmelo, pude haberme limitado, alejado de él o yo qué sé.

—¿Qué? —Yoongi parpadeó confundido cuando un silencio se clavó entre ambos—. ¿De qué
demonios estás hablando?

—De que estás enamorado de Taehyung —dijo directo, seco, como a la defensiva.
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—No eso no fue lo que dije.

—Todo este tiempo sentí que había algo extraño entre nosotros tres, y resulta que te quité al
chico que querías. ¿Es eso?

—Oh, por Dios. ¡Jungkook, eres un gran idiota!

—¿Ah sí?

—¡Sí! —frustrado se pasó las manos por el rostro—. ¡No reconocerías la verdad ni aunque
estuviera frente a ti! ¿Pero sabes qué? Esto es una pérdida de tiempo. No sé porqué creí que
podía confiar en ti.

Yoongi quiso alejarse de allí; pero Jungkook volvió a impedírselo.

—¿Confiesas que estás enamorado de él y ahora solo te vas?

—¡Por un demonio, Jungkook! Escucha bien lo que te voy a decir —le tomó del cuello de La
camisa con enojo—: yo no estoy y nunca he estado enamorado del maldito Kim Taehyung.
En mi puta vida podría verlo de esa forma —y después le soltó.

Culpable. —Tú... —murmuró cuando las piezas de la historia se removieron en su cabeza.

—¿Y sabes por qué? —tomó aire por la boca—. Porque de entre todas las personas de este
estúpido pueblo me fijé en su maldito hermano, ¿Está bien? Porque si tú no hubieras
aparecido la persona más viable para mí habría sido él, y de todas formas yo no lo habría
aceptado. ¡Porque soy un crédulo, e iluso imbécil que creyó que las personas podían verle de
esa forma porque soy un masoquista de mierda!

—Yoongi tú...

—Soy la única persona que ha intentando con todas sus fuerzas ayudarlos a estar juntos, y
me vienes con esto. No es justo que me trates así, Jungkook. No es justo, no es justo.

—No puede ser —dijo Jungkook viéndole con pena. Y es que ese dolor en sus ojos debía tener
un trasfondo muy grande para causar que sus manos temblaran de tal forma.

—¿¡Qué, Jeon, qué!? ¿¡Seguirás reclamandome ahora!? ¿Seguirás viéndome como amenaza?
¿Inventarás excusas para que los dejé solos otra vez?
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—Él y tú...—murmuró con pena.

Apenas pronunciaron frente a él esas palabras, y su pecho colapsó. Sentía que en cualquier
momento se desmayaría, su rostro estaba rojo, y sus labios llenos de verdades que no podía
callar más.

—No lo digas, por favor —musitó bajando la cabeza—. No lo hagas real.

—Te enamoraste de Seokjin.

—No lo digas —rogó de nuevo, con una voz tan cansada y débil que hizo Jungkook llenarse
de enojo.

Jungkook le vio con lástima, y se atrevió a llevar su mano al rostro del chico para hacer que
lo viera.

—¿Qué fue lo que pasó?

—Teníamos ideas diferentes, es todo.

—¿Qué fue lo que te hizo?

—¿Qué? ¿Por qué tendría que haberme hecho algo?

—Yoongi, no soy idiota. Tu mejor amigo no se convierte en un extraño de la noche a la


mañana.

¿Por dónde podía comenzar a contarle? ¿Desde que conoció a un niño castaño que le
prometió que sería su amigo por siempre... o hasta el asco con el que decidió alejarse?

—Seokjin creció los centímetros que le hacían falta, y yo me quedé igual. Cuando entramos a
preparatoria, él... consiguió nuevos amigos y comenzó a alejarse.

—¿Te cambió por el equipo?

—Digamos que sí. Pero lo entiendo, es decir, él tenía todo para ser popular y yo... siempre he
sido un fenómeno.

—Yoongi, sabes que eso no es cierto.


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—Todo estuvo bien hasta que el equipo comenzó a meterse conmigo. Ellos... —se quedó
callado como con miedo de recordar.

—¿Ellos qué?

—Jungkook, ya no más. No puedo seguir pensando en eso, se supone que lo había superado
ya.

Su respiración estaba agitada. Temía tanto recordar, porque la madera dura contra su piel y
el dolor punzante por los golpes en las costillas cuando le causaron fracturas no podían
borrarse de sus traumas. Porque ellos se graduaron al semestre siguiente sin
remordimientos, y él aún los veía en sus pesadillas.

Incluso a plena luz del día, nadie intentó ayudarlo, su nariz estuvo sangrando al igual que sus
labios y él apenas pudo abrir los ojos. Porque recordaba su camisa manchada de rojo, y las
luces de la ambulancia antes de desmayarse por completo. Su padre estaba lejos, y su
abuelo descubrió las razones, aquéllas que nunca quiso contarle pero siempre supo.

Porque no comió en meses, y porque... su alma no alcanzaba a entender qué había hecho
para merecer esto.

—Vieron lo que hice, vieron el apellido Kim en mis estúpidas canciones—tragó saliva—.
Ellos... cuestionaron a Seokjin. Dijeron que habíamos estado juntos toda la secundaria
porque había algo raro entre nosotros, le mostraron todo, le hicieron dudar y él... fue tan
cobarde que nos usó de excusa.

—¿Nos?

—Creí que iba a ayudarme, pero me empujó. Dijo que él no era el sujeto del que yo hablaba,
dijo que yo —su voz se cortó—... estaba intentado propasarme con su hermano, que siempre
lo veía extraño, y que estaba arrepentido de haberme dejado entrar en su casa.

—Usó... ¿Usó a Taehyung de excusa? —Había sido capaz.

—Ellos dijeron que yo no era depravado, me acorralaron en el estacionamiento y luego...

—Por favor, dime que él no te lastimó.


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—Él solo se fue. Eran ocho tipos de último año, y yo... apenas había entrado a preparatoria.
Un par de días después desperté en el hospital, vi a mi abuelo llorando, y mi padre... prefirió
no opinar.

—Ven acá —le dijo Jungkook sin debatirse en abrazarlo o no. Sintió su camisa mojada y supo
que el chico había comenzado a llorar entre sus brazos—. Él debió quedarse, ese imbécil...
debió hacer algo.

—No pudo, tenía demasiado miedo.

—¿Eso qué? ¡Era tu amigo!

—¿Sabes qué es lo peor? —Jungkook negó—. Que aún con todo eso... estos últimos meses
volví a sentir que... había algo bueno dentro de él otra vez.

—¿Has estado cerca de él?

—No de la forma en la que creí que pasaría. Aún así, por alguna extraña razón volvió a
acercarse a mí sin que yo lo buscara. Volvió a... hablarme como si el arrepentimiento
existiera.

—Él te hizo daño.

—Ya lo sé, esa es la cuestión. Y es que, yo.... Aún así quiero ayudarlo. Aún así le curé el brazo,
y le ayudé con su poema. Le di una rosa para su novia y... quiero creer que es alguien
diferente.

—¿Son amigos de nuevo?

—No —declaró—. Pero lo vi con la nariz hinchada, y ser golpeado por una pelota—dijo
sonriendo—. Lo vi en prisión, recordé a qué olía su perfume... Estos últimos meses lo he visto
reír y jugar como lo hacía antes. Yo... lo vi dejar de tener miedo. Era como un sueño.

—¿Como un sueño?

—Como si... mi amigo estuviera allí todavía. Como si nunca hubiera dejado de ser él.

—Decidiste perdonarlo, es eso lo que te duele.


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—No. Yo lo perdoné hace tiempo, eso es algo que se me da casi involuntariamente. El


problema es que yo... siento cosas. Pero ya no quiero sentir esto. Y no sé porqué, pero creo
que es tu culpa.

—¿Mi culpa?

—Sí, porque yo nunca habría vuelto a acercarme a él de no ser por ustedes. O quién sabe,
quizá lo habría hecho para joderle la existencia pero no para escucharlo y... desear que todo
pudiera mejorar.

—Yoongi, te prometo que yo no hice nada.

—¿Cómo lo sabes? —le dijo serio—. Cambiaste muchas cosas intencionalmente, ¿Qué hay de
las que no notaste?

Parpadeó confundido, Yoongi entendía más que él. —Yo...

—No sé qué fue lo que hiciste, pero algo cambió dentro de Seokjin. Y quiero odiarlo, en serio
lo intento, pero no puedo.

—No me hagas sentir culpable.

—Entonces ayúdame, Jungkook, te lo suplico. Ya no quiero sentir esto, por favor.


Quiero ser normal, quiero poder enamorarme de una chica linda, y tener una familia. No
quiero ser esto.

—Temo que... —le dijo muy a su pesar— no es algo que podamos elegir.

—Eso creí —respondió por lo bajo.

—Lo único que te queda es sobrevivir. Eres fuerte, sé que puedes con esto.

—Fuerte... —se jactó—. Creo que al final tomaré la salida fácil. Voy a largarme y a pretender
que ni él, ni este lugar existen.

—¿Cuál salida fácil?

—¿No te lo dije? Si no entro a la universidad, me enlistaré en el ejército. Así quizá podré vivir
un tiempo en Nueva York.
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Las luces del auto del señor Min alumbraron todo el pórtico haciendo a ambos entrecerrar
los ojos por la luz.

Yoongi le vio con expresión cansada, sabía que Jungkook no se atrevería a decirle nada a
Taehyung. Así que se movió un par de pasos atrás para limpiarse el rostro.

—¿Te veo mañana? —dijo Jeon viendo al padre del chico bajar del auto.

El otro asintió.
—Te veo mañana, Jungkook.

El pelinegro saludó al hombre con la mano, y se despidió de ambos para luego caminar fuera
del jardín delantero de la casa de los Min. Aún pudo ver al hombre regañar a su amigo por
dejar las llaves, y la expresión lastimera del otro mientras apretaba algo entre sus manos.

Sus pasos se sentían pesados, casi arrastrados por el asfalto que comenzaba a llenarse de
escarcha.
El invierno había llegado con fuerza, y el viento sumado a sus pensamientos le hacían
confirmar que pronto todos tendrían frío.

Se quedó de pie frente a la puerta de la casa, y entró por la puerta principal como muy pocas
veces solía hacerlo.

Pero contrario al frío del exterior, el golpe cálido que recibió cuando entró en ella le causó
remordimiento.

Pasó por la sala, viendo que la leña que estuvo por meses en la chimenea se habían
calcinado. Esos pocos troncos eran lo que se utilizaba cuando apenas comenzaba a helar. Lo
cual le hizo saber que Taehyung decía la verdad con respecto al hielo del lago.

Se fijó en el sofá lleno de mantas, y en los pastelitos que habían sobre la pequeña mesa del
centro.

Llegó a la cocina para dejar sus compras sobre el desayunador. Taehyung estaba lavando los
platos de espaldas cuando le notó llegar.

—Oye, ¿Dónde estabas? —le dijo tranquilo.


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Jungkook le sonrió, pero su cabeza tenía demasiado que asimilar.

—Yo... estuve charlando con mi madre. Así que me desvié un poco del camino.

Taehyung se secó las manos, luego se movió hacia la estufa para tomar un jarro de donde
comenzó a servir chocolate caliente en dos tazas que había preparado anteriormente.

Los papeles de su beca estaban guardados bajo llave en la gaveta de su escritorio. Se había
lavado el rostro para no denotar que estuvo llorando y había bajado a la cocina a distraerse.

—¿Y... todo en orden? —cuestionó al notarle un poco callado. Jungkook asintió con la
cabeza—. Bien... Ayúdame a llevar esto a la sala.

—¿No crees que es un poco riesgoso ser tan cercanos aquí? —dijo pensando en que las
personas de ese lugar quizá no eran todas tan maravillosas como pensó.

—Mis padres volverán hasta mañana, Seokjin llamó para decir que dormiría en casa de Tom
y yo quiero ver televisión. Así que... no.

Taehyung tomó una charola donde había colocado dulces y galletas, y salió de la cocina.

A Jungkook, el concepto de "merecer" le parecía un poco ambiguo. Porque mientras estaba


allí, pensó en todo el amor a su alrededor corriendo en direcciones distintas, algunos hacia
personas que no eran dignas de, y otros amores que aunque lo intentarán jamás podrían
serlo.

Y luego estaba él, viendo a Taehyung encender la televisión para luego envolverse con un
montón de mantas frente a esta mientras intentaba no derramar su taza de chocolate.

—Oye, Jeon —volvió a hablar el castaño—. ¿Vas a venir o qué?

Jungkook asintió y se movió hasta el sillón, para sentarse a su lado. Las casas de madera
eran más frías de lo que se imaginó.

Kim estaba recargado en un extremo del sillón, y él en el otro. Taehyung desdobló la cobija
con la que se estaba cubriendo y la extendió de tal forma que pudiera cubrirlos a ambos.

—¿No te parece que desperdicias mucho espacio así? —le dijo Jungkook.

—¿Por qué?
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Jungkook sonrió, al final del día, él también necesitaba afecto. Así que se movió para acortar
la distancia entre ellos, arrodillándose sobre el sillón para darle pequeño beso en el mentón
antes de sentarse muy cerca de él.

—Porque si estamos cerca, tendremos menos frío. ¿No te parece?

El castaño negó divertido; entonces Jungkook no pudo evitar acomodarse contra su cuerpo,
dejando su espalda recaer en el pecho del otro. Tampoco esperaba que Taehyung soltara
una pequeña risa contra su oído y le envolviera en sus brazos colocando su mentón sobre la
cabeza de Jeon.

¿Jungkook era digno de esto?

No quería saberlo porque él siempre creyó que para ser amado debían hacerse méritos, y no
estaba seguro de haberse ganado este amor.

Taehyung tenía un pequeño tazón de palomitas de maíz, tuvo que colocarlo en regazo de
Jungkook. Y él, con los brazos libres, tomó varias de estas y las llevó hasta la boca del otro
mientras esté disfrutaba la película que veían.

La película era demasiado vieja para Jungkook; pero aún así se sentía tan pleno. Entre el
calor de la chimenea y los brazos de Kim Taehyung.

Nunca creyó que hubiese negado la existencia de algo tan hermoso, y que esto además,
fuera tan complicado.

—Taehyung —le llamó con voz suave.

—¿Qué sucede?

—¿Qué haces cuando te enamoras de alguien que no se lo merece?

—Creo que el amor no es algo que deba ganarse.

—¿Tú crees que enamorarse pueda ser un castigo?

El castaño lo meditó demasiado tiempo, para luego contestar un simple—: Sí.

—¿Por qué?
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—Porque las personas se enamoran contra su voluntad de personas que jamás pidieron ese
amor.

—Muchos no merecen el amor que tienen —dijo pensando en su madre y en Agustus,


enamorados del mismo inútil.

—¿Quién eres tú para decidir eso? Nadie elige de quién enamorarse. Y es más, las personas
tampoco eligen quién se enamora de ellas.

—Quise decir que...

—El amor es una condena, Jungkook. Es terco e infinitamente incomprensible.

—¿Incluso con los errores?

—Por sobretodo con los errores.

—¿Desde cuándo piensas así?

Taehyung suspiró. ¿Se había vuelto menos racional o simplemente más humano?

—Todos merecen amor, Jungkook. Y no hay nada que puedas decir para refutar eso.

Se quedó callado unos segundos.


—¿Tú me quieres? —le preguntó con miedo.

Taehyung suspiró. —Yo te quiero —confirmó aunque sabía que le quemaba.

—Y... si yo no estuviera, ¿Serías capaz de querer a alguien más?

—No.

—¿Y si yo te lo pidiera?

—¿Por qué preguntas eso?

—Taehyung...

—¿Sabes qué? Cállate, ¿Quieres? Es mejor que no me lo digas.

Jungkook pensó en la vida que Taehyung podría tener si salía de este lugar.
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—Sé por qué te fuiste antes de clase hoy —le confesó dejando el tazón de palomitas sobre el
suelo.

—¿Qué cosa?

—La universidad, quieres irte.

Taehyung suspiró... estaba atado de manos.


—Yo... iba a decírtelo. Pero no era nada concreto aún. Pensé que... si logramos salvarme,
sería una gran oportunidad.

—¿Estarías bien allí solo?

—Sí —dijo sin temor—, podría ser mi puerta de escape de este pueblo. Además, allá tendría
más equipo, herramientas y un gran programa de estudios. Todo un sueño.

—Tu lugar soñado está lleno de cerebritos —bromeó.

—Oh, ni me lo recuerdes. Los chicos listos pueden ser muy pretenciosos a veces.

—Tú eres uno de ellos.

—No me molestes, yo no soy tan irritante.

—¿Ah, no?

—No, soy puro encanto y personalidad.

Jungkook comenzó a reír enternecido, se removió entre sus brazos para darse la vuelta,
colocando una mano en el pecho de Taehyung para quedarse de frente con él.

—Sí —le dijo viéndolo—, eres completamente encantador.

Taehyung le pasó una mano por el cabello antes de inclinarse a besarlo lentamente, en un
instante en el que con su boca entreabierta sintió su lengua rozar ligeramente con sus
dientes.

Jungkook abrió un poco los ojos al separarse confirmando que Taehyung tenía los suyos
cerrados mientras buscaba regresar a sus labios.
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Sonrió en medio del beso enternecido y pidió perdón al cielo por las cosas que quería
hacerle. Un exhale casi inocente teñido por la capacidad de tener algo tan excitante
exclusivamente entre ellos.

Era demasiado afortunado, no iba a negarlo; sin embargo, un nuevo dilema moral se había
clavado en su cabeza.

Merecer.

Al final, todos obtienen lo que merecen, ¿Cierto?

Capítulo Dieciocho
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por Incompletelyrics

18.

California, 1984.

Mientras más pasa el tiempo, la esencia humana se vuelve peligrosa. Es el destino de todo
ser humano ser corrupto, al final la inocencia es una virtud que muy pocos logran mantener.

—No estoy seguro de que se vea bien.

—¿Bromeas? El rojo es tu color.


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Era la noche previa a su gran día en la preparatoria. Seokjin y Yoongi habían terminado de
trabajar en el jardín, y se habían dirigido a la casa de los Kim a merendar.

El hermano de Seokjin siempre estaba encerrado en su habitación, al igual que ellos, quienes
se habían encerrado en la del mayor.

Seokjin quería dar una buena impresión.


Por ello, le había pedido su opinión a Agustus sobre su ropa. El pelinegro aceptó con gusto,
pero no esperaba que fuera tan difícil.

Era la tercera vez que Kim se cambiaba, y su ansiedad no parecía calmarse.

—¿No crees que me veo ridículo?

Agustus le vio con molestia, iba a golpearlo si seguía diciendo tonterías.


—Jin... te prometo —aclaró la garganta— te juro que te ves bien.

—Pero...

—Pero nada, cállate.

Suspiró; habían pasado muchas cosas en las vacaciones. Por ejemplo, Seokjin había llegado
a esa edad en donde los muchachos se volvían hombres.

Siempre había sido un chico alto y un poco llenito; pero ahora, sentía que la pubertad le
había dado una patada. Es decir, era mucho más alto que antes, y la masa corporal de su
cuerpo parecía haber crecido en su espalda, por lo grande y fornida que se veía. Aún no tenía
marcado el abdomen, pero unos cuantos meses más de ejercicio y él sabía que los tendría.

—No seas grosero conmigo.

—¡Me estresas, tarado! ¿Cómo es que estás preocupado por eso? Yo soy quien debería estar
acomplejado, no tú.

—Tú estás bien así, no me jodas.

—Seokjin —le dijo serio— parezco una marioneta a tu lado.


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El mayor quiso decir algo que lo animara; pero no pudo, una fuerte carcajada salió de su
boca sin proponérselo. Era gracioso, de hecho, su hermanito y Min eran de la misma altura
pese a que el pelinegro era mayor que él.

Yoongi se cruzó de brazos.


—¡Lo siento! —intentó disculparse mientras su fuerte risa resonaba por toda su casa—. Eres
April, la marioneta.

—Justo cuando creí que no podías ser más idiota sales con esto.

—¿Qué tiene de malo? Oh, vamos. No entiendo por qué no te gusta tu nombre. ¡Es genial! Es
bastante ingenioso si lo piensas en realidad.

Seokjin negó con la cabeza, quitándose la camisa que se estaba probando. Min volteó a ver
hacia otro lado casi inconscientemente, Kim sonrió apenado.

—No digas cosas así.

—¿¡Por qué no!?

—Me siento tonto.

—Oye, no puedes culparme, tú eres mi abril de agosto.

—¿Y eso qué significa?

—Primavera en otoño.

En otra vida, Agustus Min habría deseado no voltear a verlo para notar la mano en su cuello,
no divagar entre su pecho descubierto y esa sonrisa tan ligera que le regaló sin saberlo.

Quizá si hubiera nacido en un cuerpo diferente... él no se sentiría tan culpable.

—Es un poco tarde —le dijo poniéndose de pie.

—No —confundido—. ¿Qué pasa? Lo siento, no quise decir nada malo.

—No, no —atrapado—, eso solo que aún tengo cosas que arreglar en casa.

Min tomó su chaqueta, y se movió hacia la puerta; pero Seokjin le tomó del brazo.

—Solo estaba jugando. Dime que no estás enojado conmigo.


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Suspiró. No podía estarlo aunque quisiera.


—No lo de estoy —confesó—. Descansa, grandote —le dijo antes de salir de su habitación.

Cuando la mañana siguiente llegó; Kim se vistió con la ropa que habían elegido para él y
emprendió el camino hacia la escuela emocionado.

Seokjin aún no tenía permiso de sus padres para utilizar el auto por lo que con su bicicleta
esperó a Agustus en la parada del autobús. El pelinegro apreció en su patineta y la ropa
ancha que solía utilizar.

Yoongi nunca antes se había preocupado por lo que las demás personas pensaran sobre él,
al menos no hasta el momento en el que puso un pie dentro de ese aula. Las miradas se
clavaron sobre ellos más que sobre cualquier otra persona, lo cual le resultó incómodo;
quizá por la manera tan extraña en la que se vestía o por el apuesto y sonriente castaño,
pulcro y de masculina imagen que permaneció detrás de él todo el tiempo. Y es que, era
imposible no ver el contraste entre ambos. Tan opuestos y a la vez, tan cercanos.

Los días comenzaron a pasar; y a diferencia de las expectativas de Seokjin, no había ocurrido
nada emocionante. No hasta que el inicio de la temporada llegó.

Una mañana mientras caminaba a su salón, Agustus se detuvo frente a la cartelera de avisos
de la escuela, frente a esta también estaba el menor de los Kim, ambos parecían estar
leyendo el mismo aviso sobre el reclutamiento de nuevos jugadores para el equipo de la
escuela.

A Yoongi no le importó la presencia del otro; emocionado, arrancó la hoja del tablero para
doblarla y llevársela consigo.

La preparatoria no era tan genial como Seokjin esperaba. Las clases iban a matarlo; y
aunque no lo dijera en voz alta, realmente deseaba ser más inteligente como su hermano o
su amigo.

Esa tarde estaba sentado afuera de la escuela mientras luchaba por ver el problema de
matemáticas en su libro; o al menos así fue hasta que otro papel cubrió su visión.

—¡Oye! ¿Qué te sucede? —le reprochó su amigo.


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Min le dio un golpe en la cabeza.


—Es tu momento de brillar, Kim —le dijo alzando las cejas.

—¿Qué dice? —le preguntó apenado.

—Léelo por ti mismo.

Seokjin volteó hacia ambos lados para constatar que nadie les estuviera observando y se
colocó sus anteojos para poder leer con claridad.

Entonces, abrió la boca emocionado y luego sonrió volteando a ver a su amigo. La luz
reflejada en los cristales, junto con su rostro lleno de esperanza, se clavaron en Min de una
forma en la que fue incapaz de entender que estaba caminando hacia el matadero.

—¡Es nuestra oportunidad! —se fijó en los detalles de la hoja—, esta tarde, iremos al campo y
entraremos al equipo.

—Oh, no. A mí ni me veas. —Negó con ambas manos—. Soy terrible jugando, ve tú y ya
sabes... rómpete una pierna.

—No empieces con tus cosas de teatro —se burló. Abrazándolo para agradecerle.

Yoongi lo alejó. —No me molestes y ve a entrenar un poco, ¿Quieres?

—Lo haré.

Seokjin asintió guardando sus cosas en su mochila, se quitó los anteojos colocándolos en la
mesa antes de despedirse de él.

Agustus Min no hizo más que verlo alejarse creyendo haber hecho lo correcto, al volver su
vista a la mesa notó que el chico había olvidado sus anteojos, así que los guardó por lo
descuidado que era el otro.

No lo vio en la tarde, ni a la mañana siguiente o la que sigue de esa. Lo que supo después fue
que su amigo había retado al actual capitán del equipo y que además había roto su récord.
Estaba de sobra decir que había ingresado exitosamente al equipo; pero su credibilidad aún
estaba a prueba. Ya que como parte de la élite, sus habilidades deportivas no eran lo único
que interesaba, sino también sus habilidades sociales.
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Estaba tan absorto en su nueva popularidad que todo lo demás parecía haber pasado a
segundo plano cuando estaba rodeado de las chicas y los chicos haciendo preguntas y
elogiándole.

Estaba claro que no encajaba con su nueva imagen y él... no tenía el corazón para arruinarle
eso a su amigo. Así que se conformó con verlo un par de minutos en el almuerzo, y de esperar
la salida de la escuela para que le contara su día y así poder tenerlo solo para él aunque sea
unos instantes.

Pero al pasar las semanas, Yoongi comenzó a cansarse de esperarlo para regresar a casa, y
de guardarle su lugar en la cafetería. Los nuevos amigos de Seokjin tenían un auto y
preferían comer afuera; lo entendía; él ya no era necesario.

Seokjin tuvo una novia tras otra en poco tiempo. Fue a su primer partido, ganó un par de
trofeos y su nombre era conocido por los corredores, incluso en el pueblo.

Los rosales que cuidó con tanto esmero florecieron, y no hubo nadie para apreciarlos. Min se
quedó junto a ellos mientras los meses corrían y el vacío de su pecho crecía pensando en el
motivo de su tristeza.

Es decir, Seokjin estaba cumpliendo su sueño, debería estar feliz por su amigo; pero no
podía. Lo veía con una chica diferente cada semana, y sabía que hacía bromas estúpidas en
clase porque era incapaz de leer lo que estaba escrito en la pizarra.

A veces le saludaba en el corredor; otras en clase cuando le escuchaba luchar por esconder
su risa y él solo podía pensar en lo mucho que amaba ese sonido y que... ninguno de ellos lo
parecía tanto como él. Miles de cosas pasaban por su cabeza, tantas, que esos pensamientos
comenzaron a asustarlo.

La guitarra de Seokjin se había quedado en su casa desde la última vez que estuvo allí. Así
que la dejó junto a su cama mientras descubría cómo tocarla. Le gustaba cantar y la suave
melodía de esas cuerdas.

Así que encontró un nuevo pasatiempo escribiendo; no tenía a nadie con quién hablar... así
que ese papel, la guitarra y esas letras se convirtieron en su única compañía por algún
tiempo.
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Pero mientras más escribía, más le quemaban las historias sobre las tardes en las que se
sentó afuera del campo para ver a Seokjin entrenar y lo perenne de su colonia que se había
quedado impregnada en su nariz, su ausencia le llenó de sentimientos que se hicieron cada
vez más reales para él.

No pudo evitar escribir sobre eso. Escribir sobre él y aquello que no estaba listo para decir en
voz alta y que probablemente nunca haría era su forma de sanarse a sí mismo.

El tiempo pasó; la maestra de música lo descubrió hurgando en el auditorio, y le vio tocando


el piano en secreto, por lo que decidió darle la llave luego verlo sentado comiendo solo en un
rincón de la cafetería. Sí, había encontrado su lugar.

Los idiotas no se metían con él, Seokjin parecía mantenerlos a raya, y eso estaba bien. Todo
marchaba bien dentro de lo posible.

Una tarde; el timbre que marcaba el cambio de periodos resonó mientras él almorzaba en el
auditorio. Así que tomó todas sus cosas para guardarlas tan rápido como pudo, y corrió
hacia la salida colocando su cuaderno de dibujos bajo su brazo.

La puerta le dio trabajo, así que no notó cuando un par de hojas se deslizaron de esta
cayendo al suelo. Él corrió hacia su salón, sin darle importancia a su alrededor.

Un chico le vio a la distancia y por curiosidad se agachó a recoger el papel.


Era uno de los tipos del equipo, de último año en ese entonces, quien descubrió un torso
masculino semidibujado en él y que luego se llenó de intriga cuando notó el nombre de una
persona que conocía a medio borrar.

Y fue peor cuando el chico le dio la vuelta a la hoja y encontró un poema escrito en ella que
solo confirmaba sus sospechas. Aún más, cuando se lo mostró al resto del equipo y el morbo
les invadió por completo. Para ellos era normal que los chicos pensaran en mujeres
desnudas pero... ¿Hombres? Joder. Esto era todo un escándalo.

La tarde que acabó con su fe llegó a finales de noviembre; Yoongi salía del auditorio como
cualquier otro día ignorando a todos a su alrededor. Atravesó la puerta principal, pero
cuando llegó al estacionamiento una pelota lo golpeó en la parte trasera de la cabeza.

—¡Lo siento! —dijo sarcástico uno de los muchachos en su dirección.


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Se volteó molesto.
—¿¡Cuál es tu jodido problema!? —le reprochó.

Los tipos se acercaron, casi rodeándolo.


—Oh, vaya. Parece que la mariposa tiene agallas.

En el momento en el que todos rieron supo que algo estaba mal. Tragó con fuerza y
retrocedió reconociendo el pedazo de papel en sus manos.

—Jódanse —les dijo intentando alejarse, pero cuando quiso huir otro tipo lo tomó por la
espalda sujetándolo y quitándole su bolso para luego lanzarlo al líder del equipo.

Él lo tomó. —Veamos, ¿Qué tenemos por aquí?

—¡Deja mis cosas! —gritó intentando zafarse del agarre.

El chico rebuscó entre sus libros al cuaderno dueño de esa hoja revolviendo el resto de sus
cosas entre la grama. Varias fotografías también cayeron al piso, y Agustus comenzó a
temblar de desesperación.

—Yo no sería tan grosero si estuviera en tu posición, Min —le dijo— es más, ni siquiera
deberías estar en este país.

—¿Qué mierdas dices?

El tipo se burló; finalmente encontró lo que estaba buscando. Le dio una rápida ojeada y
luego lo tomó del cabello para obligarle a verlo.

—Esa obsesión que tienes por espiarnos es extraña, ¿No te parece? Pero claro, ahora tengo
una idea de porqué lo haces. Eres un degenerado, ¿Cierto? Uno con dotes de artista.

—¿Qué...?

—La forma en la que siempre estás merodeando por el campo de béisbol. ¿Te excita vernos
entrenar acaso? ¿Ver hombres sudar hace que se te ponga dura?

—Yo no... —no pudo contestar, recibió una patada en el estómago que le hizo tambalear.
Otras dos personas lo sujetaron.
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—Esto será bueno. —Aclaró su garganta. —"Sé que ella es un juego para ti, y aún así la
envidio, porque aunque sea mentira mientras yo vivo en un recuerdo tardío" —se puso una
mano en el pecho fingiendo dolor —. Es devastador.

—¡Basta! Devuélvemelo... —musitó entre sus llantos mientras luchaba por zafarse del agarre
del resto de los chicos.

—Sabía que eras raro, pero no creí que en realidad fueras un marica. —Empuñó su mano
antes de darle un fuerte golpe en el estómago que le dejó sin aliento.

Estaba siendo sometido entre seis personas que no solo le superaban en fuerza, sino
también en altura y estupidez.

Se armó un gran revuelo después del primer golpe. Seokjin había salido de sus clases antes
para recoger a su hermano en las aulas de secundaria, Taehyung ya tenía catorce años, en un
mes tendría quince y le resultaba fastidioso tener que cuidarlo tanto.

Ambos salieron por la parte posterior de la escuela; el mayor escuchó el bullicio seguido de
risas y gritos, alcanzó a ver las chaquetas del equipo a la distancia, esa que él estaba
intentando ganarse.

—Quédate aquí —le dijo a Taehyung indicándole que se sentara en el graderío de la salida—,
y cuida mis cosas.

Se quitó la mochila y se acercó velozmente hacia el montón de personas que parecía haberse
hecho más grande. Realmente creyó que se trataba de una pelea, pero nunca se imaginó
tener que presenciar aquella escena.

—...Es solo... solo una estupidez sin importancia, nada de eso es verdad —masculló Min en
voz baja.

El siguiente golpe fue directo a su mandíbula, escupió la sangre de su boca en un intento de


respirar mientras sollozaba.

—¿¡Qué demonios les pasa!? —gritó Seokjin tratando de intervenir y abriéndose paso en
medio de las personas.

—Oh, Kim. ¿Vienes al rescate de tu novio?


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—¿¡Qué te pasa, idiota!? —gruñó, pero cuando quiso avanzar, otro chico de último año lo
sujetó del brazo.

El mayor vio cínico a Yoongi; él había leído su cuaderno entero y no había que ser demasiado
inteligente para concluir que el hombre sobre el que hablaba en su diario era exactamente el
único amigo que tenía.

—Ya que estás aquí, deberíamos seguir leyendo. Veamos qué más dice —aclaró su garganta—
"En mi jardín planté un rosal; alrededor del árbol en el que tallé tu nombre junto al mío.
Admito que me gusta soñar, que me perteneces, que eres solo mío..." —Tenía sus poemas y
los leía en voz alta mientras se burlaba—. Oh, vaya. Creo que alguien está enamorado.

Seokjin volteó a ver a Yoongi sabiendo exactamente que era su nombre el que estaba en ese
árbol.

—¿Qué pasa, Kim? Te has quedado mudo. ¿Es que acaso no sabías que él era un fenómeno?

Estaba quieto. No podía moverse ni tampoco despegar la vista de su amigo, ¿Realmente


hablaba sobre él? ¿Por qué? No, no podía ser real.

Su pecho se llenó de dolor. Dentro de su caja torácica habían sentimientos que nunca
entendió y omitió por miedo a ser juzgado y ahora... resultaba que no era el único
confundido. Él era un hombre, así que nunca podría ser más que eso: confusión.

No, su amigo de la infancia no podía estar enamorado de él.

—Yo... no, no lo sabía —dijo Seokjin desconcertado.

—"El ámbar de tus ojos esconde miles de secretos que soy incapaz de ignorar. Necesito que
me entregues lo que hay más allá de tu piel, quiero acariciar tu alma"... —mientras más leían,
las ganas de llorar de Min se hacían más grandes en relación a las risas de los otros. —¡Quién
diría que eres todo un poeta!

El sabor a óxido que provenía de su labio sangrante le llenó de rabia y de una impotencia que
sabía no serviría de nada.

—Basta... por favor —suplicó luego de recibir otro golpe en el estómago. Pero aún más,
asustado porque conocía exactamente cómo terminaba ese poema. Él había escrito su
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nombre; luego decidió borrarlo. Pero ese manchón y la letra marcada en el papel seguían
allí.

—Oh, oh. ¿Qué es esto? —dijo rebuscando entre las hojas. —¿Kim? ¿Eres tú? Oh, no —señaló
al castaño mientras veía a Agustus—¿Estás enamorado de él? Me haces reír.

—¿Qué? ¡Yo no soy un desviado! ¿Qué les pasa?

—"Aunque finjas ser uno de ellos, aún tengo tus anteojos en mi bolsillo, por si algún día
deseas ver un mundo en el que eres libre ".

—Alto, alto, alto —intervino otro de ellos—. Vamos, Kim. Respóndele al chico. ¿También te
gusta? —se burló.

—Yo no sé de qué hablas...

—¿Cuántas personas de apellido Kim crees que hay en la escuela?

—Solo yo y...—masculló casi inaudible. Taehyung estaba sentado a la distancia, Seokjin


volteó a verlo casi por inercia haciendo que el resto del equipo lo hiciera.

—Oh, mierda. Entonces, ¿Habla de tu hermano? —Cierto, había dos Kim en la ciudad—.
Hombre, aparte de marica, "asalta cunas" —dijo viendo a Yoongi, y todos rieron.

—¿Gus? —le cuestionó viéndole en el suelo. La luz tenía cegado al pelinegro pero aún así, le
fue imposible no grabar la expresión de dolor en su rostro.

—No los escuches, no es lo que piensas. Es solo un malentendido.

Sus latidos se aceleraron, debía ser valiente, debía empujar al capitán y tomar el cuaderno
de Yoongi. Tenía que hacer algo, pero no pudo, su cuerpo parecía de cemento. Seokjin lo
entendió todo y a su vez encontró la salida para desvincularse de este problema.

El castaño solo quería jugar béisbol para ser una estrella, y si este era el camino para lograrlo
iba a tomarlo.

—¿Es por eso que te gusta merodear por mi casa?

—¿Jin? No...
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—¿Has estado acosando a mi hermano? ¿Qué te sucede? Es un niño. ¿Qué clase de enfermo
eres?

—¿Qué?—dijo Yoongi sin entender lo que decía—, tú sabes que no es así. —Estiró su brazo
para tocarlo pero el castaño empujó su mano ante el intento.

—¡No me toques! ... Te dejé entrar en mi casa y tú... maldición —Seokjin tragó con fuerza
cerrando los ojos antes de empujarlo para evitar que pudiera levantarse del suelo—. Te juro
que si te atreves a tocar a mi hermano te arrepentirás.

Las miradas de todos estaban sobre Kim; quién preso del miedo eligió el camino de la
cobardía por sobre el de su amistad. Seokjin dio un paso hacia atrás y le vio casi con asco.

—¡No lo entiendes! Yo nunca le haría daño a tu hermano. Yo...

—Aléjate de mí, fenómeno... —dijo negando con la cabeza. Le dio la espalda sin atreverse
siquiera a mirarle

—No, no me dejes —suplicó arrastrándose en el asfalto—. ¡Jin, ayúdame! ¡Jin! ¡Ayuda!


Alguien, por favor... ayuda.

El sonido del golpe cuando la madera del bate impactó contra su torso se quedó en el aire
junto a su voz desesperada. Aunque pudo escuchar las risas del grupo de chicos a sus
espaldas y los gritos desesperados de su amigo, no se detuvo, avanzó, y contuvo sus
lágrimas hasta regresar junto a su hermano.

No dijo nada, no quiso opinar. Él estaba completamente convencido de saber quién era la
persona sobre la que Agustus escribía pero aún así decidió vincular a su hermano antes que a
sí mismo.

Estaba temblando, quería regresar, quería salvarlo, quería decirle que jamás pensaría en
lastimarlo; pero hacerlo era condenarse y su frágil alma se llenó de culpa, aún más cuando
los sentimientos que escondió le gritaron traidor.

Taehyung caminó hacia él cuando le vio acercarse. Seokjin ladeó la cabeza para hacerlo
moverse a su lado y así alejarse de los gritos en el estacionamiento.

—Seokjin. ¿Estás bien? —le preguntó el menor—. ¿Por qué estás llorando?
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—Sí, estoy bien—dijo sin dejar de ver hacia el frente—, es solo que me arden un poco los ojos,
es todo.

Un Taehyung completamente ajeno terminó por destrozar su pecho.

—Deberías decirle a mamá que perdiste tus anteojos, así podrías tener unos nuevos —le dijo
inocente.

Seokjin se quedó parado en medio de la carretera cuando los árboles le juzgaron en silencio
en una tarde de noviembre.

Entonces lloró.

Lloró al saber que había perdido toda una vida por aceptación que ni siquiera valió la pena
cuando a la semana siguiente le entregaron su preciada chaqueta del equipo, ni cuando le
incluyeron en su grupo.

Esa chaqueta que le costó dos meses en el hospital a la primera persona que hizo su pecho
temblar, esa que le hacía pensar que la primavera era para siempre, su confidente, su mejor
amigo.

Aquella chaqueta que le quemó la piel al usarla todos los días cuando entraba en el salón y el
asiento de su lado se encontraba vacío.

Lloró cada noche de diciembre por los mensajes que dejó escritos en la nieve del jardín de
Agustus para que el chico los viera desde su ventana y supiera que estaba arrepentido.

Por las veces que tocó el timbre de esa casa sin poder verlo, por la vez que el abuelo del
chico le golpeó en la cara antes de echarlo, y por el montón de pastillas que se metió a la
boca cuando quiso acabar con la culpa que lo consumía.

Lloró porque era cobarde.

Para cuando Agustus Min regresó en febrero ambos eran dos completos desconocidos. Y
Seokjin, no volvió a sonreírle a las rosas de nuevo.

Oh, Kim Seokjin creyó que nunca iba a sonreír de nuevo, hasta que ella apareció.
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39 días antes de.

—¿Que te irás a dónde?

Todos en la mesa voltearon a ver a Taehyung quien había tenido el descaro de sorprender a
su familia con una noticia así de importante abruptamente en el desayuno.

El castaño suspiró. Él odiaba el dramatismo familiar, pero aparentemente no había forma


fácil de hacer esto.

Jungkook le veía atento, al igual que los demás. Todos querían una explicación.

—Una reclutadora universitaria vino a buscarme hace una semana, me ofreció una visita y
yo... la llamé el mismo día. Así que me voy por tres días a Boston.

Su padre pareció confundido; pero no sorprendido. Es decir, Taehyung siempre había sido el
más independiente de esa casa.

—Eso es... increíble, ¿Cierto, Cielo? —dijo volteando a ver a su esposa, quién no parecía
conforme con la situación.

—¿Confirmaste tu asistencia sin siquiera comentarnos nada? —ofendida.

—De hecho... lo menciono ahora porque necesito que firmen un par de documentos.

—¿Cuándo se supone que te irás?

—Sobre eso...

—Taehyung —le llamó su padre con dureza.


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Seokjin parecía impaciente, pasaba su vista de sus padres a su hermano repetidas veces. Y
Jungkook, tenía la vista en su plato sin opinar nada.

El castaño lleva un par de días comprando cosas para su viaje, y él, como su confidente, no
podía hacer más que callar.

—Me enviaron un boleto, mi vuelo sale mañana.

—¿Y este te parece el momento más oportuno para decirnos eso? —le dijo molesta.

—Sí, es una gran oportunidad. Entré a una de las mejores universidades del país. ¿Por qué no
están felices?

—¡Porque lo dices tan a la ligera! Hijo —su padre negó con la cabeza—, nos alegra pero...
debiste decirnos antes.

—Papá, no me estoy mudando aún. Serán solo tres días.

—No me parece correcto —le repuso su madre—, iré contigo. ¿Cómo es posible que te dejen
viajar tan lejos solo?

—Mamá —dijo serio—, tengo un solo boleto. Soy casi adulto, no necesito supervisión.

¿Que si Jungkook estaba preocupado? Sí, mucho. Temía que su repentina impulsividad le
lastimara de alguna forma.

—Taehyung, no creo que estés listo para esto —le dijo ella con dureza.

—¿Por qué no?

—Eres un niño, ¿Qué pasará si vas solo a allá? ¡Y en avión! Siempre haces cosas como esta, te
encanta alterar mis nervios.

—No soy tan estúpido. ¿Por qué ahora te preocupa?

—Mamá tiene razón, es un lugar totalmente desconocido —intervino Seokjin.

Taehyung volteó a verlo. —Esto ni siquiera tiene que ver contigo —dijo alzando una ceja y
luego regresando la vista a su madre.
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Jungkook y el padre de los chicos se vieron entre sí preocupados mientras se pasaban el


jugo. La forma en la que Taehyung contestaba era bastante agresiva.

—No le hables así a tu hermano. Todos queremos lo mejor para ti.

—Mamá —le dijo serio— esto es lo mejor para mí. Y créeme, ahora soy perfectamente capaz
de ser un adulto funcional.

Ella resopló. Lo amaba; pero le molestaba saber que no tenía control sobre Taehyung. Nunca
lo tuvo.

—Aún así, no puedes decir cosas como esas así de repente. Debe haber alguna persona que
autorice que te acompañemos.

Taehyung se inclinó para tomar de su mochila su carpeta y la extendió frente a ellos.

—Solo necesito una firma —dijo y volteó a ver a su padre.

El hombre leyó su rostro, era esa mirada que el pequeño Taehyung solía tener. Esa que
aunque no lo dijera buscaba aprobación.

Este tomó el bolígrafo del bolsillo de su camisa y aún con la mirada pesada de su esposa
sobre él, decidió firmar el papel que el castaño le estaba entregando.

—Espero que cuando te mudes en julio nos avises al menos unos días antes —le dijo con una
risa ante poniéndose al pesado ambiente.

—Bueno... sobre eso. Si todo sale bien, me iré antes. Abril, creo. Parece que soy importante o
algo así.

Seokjin suspiró en su lugar. Su hermanito hacía todo bien como de costumbre, ¿Cierto?

Tomó su plato y se levantó de la mesa siendo ignorado por todos. Dejándoles solos para
marcharse.

—Tengo muchos créditos, dicen que es un hecho, estoy al final de la preparatoria.

—Eso es increíble —le dijo sin querer tocar más el asunto. —¿No vas a desayunar nada?

—No —dijo evasivo—, comeré algo después.


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Su cambio de tema decepcionó un poco a Taehyung. Honestamente, esperaba una reacción


más grande que esa. Pero bueno, tenía tiempo para lamentarse de su invisibilidad en esa
casa.

Espero a que Jungkook terminara de desayunar, para despedirse respetuosamente de sus


padres y ayudarle a quitar los platos sucios antes de dirigirse a la escuela.

El hecho de que hubiesen despertado tan temprano como para desayunar con la familia en
un día de escuela no era coincidencia.

Tenían pruebas muy importantes que hacer hoy. Taehyung tenía toda la semana intentando
encontrar la forma de probar su nueva teoría y Jungkook... él tenía examen de literatura, al
fin.

Pero siendo honestos, aunque había pasado mucho tiempo estudiando, no era bueno con
las fechas.

Sus primeras clases las tomaron juntos siguiendo con el horario.

Taehyung le vio concentrado en todas las clases, y pensaba, en qué tal sería la vida de
Jungkook en su año. Porque Jungkook no se consideraba alguien inteligente, pero vaya que
tenía madera para ser como él.

Pensó en la forma en la que escribía y levantaba la cabeza atento. Una parte de él estaba
asustada por el futuro y todos los cambios; pero le gustaba notar que le había crecido el
cabello y lo gracioso que era verlo quitárselo de la frente porque le estorba para estudiar.

Cuando la hora de separarse llegó; caminaron hacia el salón de literatura de Jungkook


mientras ambos se llenaban de valor. Se quedaron frente a la puerta.

—Relájate, todo saldrá bien —dijo Taehyung al ver a Jungkook, quien parecía batallar por no
comerse las uñas.

—Si no gano esta cosa van a sacarme del equipo.

Taehyung rio. —Oh, vamos. No van a sacarte, eres su jugador principal. ¿O no súper estrella?

—Okey, pastelito. Si tú lo dices, lo creeré.


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—No me digas así... —le reprochó dándole un pequeño golpe—. Pero bien, por si acaso,
tengo un plan.

—¿Un plan?

—Ten —le extendió una hoja que había arrancado de su libreta doblada a la mitad—. Son las
posibles respuestas.

—¿Cómo sabes eso?

—Tomé ese examen el semestre pasado.

—No creo que sea el mismo examen.

—Sí lo es, a ella le gusta mucho reutilizar preguntas.

—¿No crees que está mal hacer trampa?

—Es el plan de respaldo sólo en caso de que necesites ayuda.

—No me tientes, no quiero sentirme estúpido después.

Taehyung negó. Un cambio extraño, madurez y principios que no creyó que tuviera.

Abrió su libreta, escribió algo antes de arrancar esa hoja también y doblarla de la misma
forma.

—Ten. Guardarlas en tu bolsillo, una es una nota y la otra son las respuestas. No estarás
tentado a buscar las respuestas si no sabes cuál es cuál. Es una trampa para tontos.

Jungkook las tomó escondiéndolas en su bolsillo.


—Lo tendré en mente.

—Ahora, ve allí y demuestra que eres más que una cara bonita.

Jungkook le vio sonriendo.


—¿Debería sentirme ofendido u halagado?

—No me hagas caso, no sé hacer cumplidos.

—Está bien, aquí voy. Adiós, pastelito —le dijo dándose un beso en la mano para después
ponerla en la mejilla del chico.
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Finalmente entró a su salón.

Observó el lugar cerca de la ventana y lo tomó feliz de haber logrado conseguirlo.

Saludó a Yoongi, quien se sentó a su lado.


Y minutos después, Seokjin al lado de Min.

Entrecerró los ojos. Le molestaba el cinismo con el que el mayor se acercaba a su amigo.
En serio, si su madre no lo quisiera tanto ya le habría desviado el tabique de nuevo.
Es más, le habría partido la cara correctamente.

Seokjin veía de reojo al menor, estaba jodido en esta clase y tenía la leve ilusión de que
Yoongi no estuviera molesto con él para poder rescatar un poco su exámen.

Estuvo a punto de hablarle, pero Jungkook llamó su atención antes.

—Min, ¿Podemos cambiar de lugar?

Yoongi no pareció entenderlo; pero Jungkook no quería que el mayor de los Kim se acercara
más a él.

—¿Por qué?

—Tú solo cambiáte —pidió serio.

La profesora entró al salón haciendo que todos se sentaran correctamente y ellos en sus
nuevos asientos.

—Jóvenes, buenos días —dijo sujetando un paquete de hojas en sus manos—. Tomén prueba
y pasen la demás hacia atrás.

Ella se movió y repartió las pruebas a los primeros de cada fila. Todos obedecieron a su
instrucción.

Jungkook respiró profundamente cuando tuvo la suya en sus manos y luego observó las
preguntas. Pero eran más sencillas de lo que esperaba.

Sonrió feliz al notar que sabía la respuesta a la primera pregunta. Quizá no debía estar tan
preocupado.
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Comenzó respondiendo las primeras emocionado. Rellenando los círculos avanzando


rápido.

Todo marchaba bien hasta que volteó a ver a la derecha y notó la hoja de Seokjin con solo
algunas preguntas contestadas.

Él había comenzado a agradarle pero... eso no cambiaba el hecho de que era un cobarde de
mierda. Y que estaba molesto con él.

Agitó la cabeza y regresó la vista a su propio examen.

La segunda sección de preguntas era fácil. Era sobre Don Quijote, cuando estudió ese tema,
Taehyung le había dado una uva en la boca por cada respuesta correcta, y esas respuestas
las recordaba muy bien.

Le faltaban muy pocas preguntas; pero instintivamente volteó a ver de nuevo a Seokjin
cuando este exhaló cansado.

Se veía realmente mal.

Y Jungkook, verdaderamente tenía unas malditas ganas de azotarle la cara a Seokjin contra
la pared para después bañarlo en jugo de lima.

Sin embargo, la reciente madurez que había adquirido le hizo pensar que él era el menos
indicado para juzgarlo. Después de todo, el miedo nos hace tomar malas decisiones.

Yoongi a su lado terminó su examen, y simplemente se levantó junto con sus cosas antes de
acercarse al escritorio de la maestra para dejar su prueba antes de salir del salón.

Seokjin lo vio irse, y se resignó a joderse en ese curso. No era que él no intentase estudiar, es
que realmente, cuando veía muchas letras su cabeza se confundía, además de que ni
siquiera las veía bien.

Jungkook cerró los ojos, no quería que su complejo de héroe apareciera justo ahora.

Así que su benevolencia le hizo llevar la mano al bolsillo de su chaqueta para tomar la hoja
de respuestas, le faltaban solo un par de preguntas cuyas respuestas sí conocía; pero pensó
que quizá ayudar a su némesis no estaría tan mal.
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—Pst, Jin —le llamó por lo bajo— oye.

El castaño levantó la cabeza ligeramente. Jungkook bajó la vista y haciendo que el otro lo
hiciera para notar el papel que intentaba entregarle.

Seokjin asintió, quiso estirar el brazo para tomarlo pero la voz de la profesora le interrumpió.

—Jungkook, ¿qué tienes en la mano? —dijo y ambos tragaron saliva pesadamente. Tenía un
trozo de papel en la mano y ella le había visto hablar con Seokjin.

Vio que la profesora se puso de pie y apretó los ojos. Bueno, allá iba su oportunidad de
sobresalir.
—No es nada.

—Déjame ver —le dijo ella. Resopló y le entregó el papel. Ella lo extendió, y le dio una mirada
desaprobatoria cuando la leyó.

—Yo... —quiso excusarse. Este era un buen momento para recordarse a sí mismo que él no
era un estudiante real.

La mujer negó con la cabeza—Sigue trabajando —le dijo dándole de nuevo la hoja.

Parpadeó desconcertado.
Volvió su vista al escritorio para ver la nota sobre este y negó casi con ganas de reír cuando la
leyó.

Había olvidado que tenía dos de esas notas, y le tranquilizaba el hecho de que no se la había
entregado a Seokjin.

Buscó entre sus bolsillos cuando ella se dio la vuelta. No lo pensó, lanzó el papel restante
hacia el escritorio de Seokjin.

El mayor le puso la mano encima por inercia para ocultarlo. Y después, cuando la profesora
estuvo de nuevo en su lugar, lo abrió para comenzar a copiar.

No le fue muy díficil, era la misma letra de la que siempre copiaba. Suspiró al reconocer que
era la letra de su hermano.
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Jungkook respiró más tranquilo antes de volver la vista a su examen. Contestó la última
pregunta y le dio la vuelta, no le gustaba levantarse antes que los demás en los exámenes,
prefería ser el último.

Luego, volvió a extender la nota con la que se había quedado, esa que le pareció muy tonta y
aún así le robó una sonrisa que quiso ocultar al ver el corazón que tenía y aquello que decía:

"Tú puedes, ¡Te quiero! ❤️"

Negó con la cabeza. Eso explicaba la reacción de su profesora, y la forma en la que ahora lo
veía raro.

Solo faltaba que ella creyera que estaba en alguna clase de romance con su
padrastro/cuñado/capitán/enemigo.

«Kim equivocado, señora» pensó acomodándose en su asiento.

Mientras tanto, Taehyung había salido del edificio para llegar al vestidor de hombres cerca
de la piscina.

Después de las clases de la mañana, había decidido usar su periodo libre para mentalizarse.
Tenía mucho planeado para hoy.

Hizo compras, los de la Ferretería lo vieron extraño por la cantidad de cable que compró y los
de la farmacia también; pero eso no era lo importante, no tenía mucho tiempo.

Sacó sus herramientas de dónde las había ocultado y realizó la unión que le hacía falta de
cable. Su intención era conectar los parales y el generador de la piscina a una banca metálica
del vestidor.

Terminó de hacerlo rápido y corrió de regreso hacia el edificio para rodearlo.


Taehyung tenía un propósito. Y con una determinación como la suya, era imposible hacerlo
flaquear.

Después fue hasta el auditorio a sacar la bolsa deportiva que había resguardado allí.
Cerró los ojos creyendo que estaba loco por lo que iba a hacer, y apretó el tirante de esta
caminando por el pasillo.
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Esperó a Jungkook fuera del salón de su última clase con nerviosismo. El timbre sonó unos
minutos después marcando el final de la clase y la llegada del almuerzo.

Cuando lo hizo y todos comenzaron a salir él tragó saliva con fuerza. El pelinegro salió del
salón con una gran sonrisa que le tranquilizó al menos un poco.

—¿Cómo te fue?

—¡Todo en orden, sé que tengo ese examen ganado! —dijo alegre.

Seokjin salió del salón y vio a Jungkook hablar animadamente con su hermano.

—Oye, Jeon —le llamó, haciendo a Taehyung resoplar. No estaba verdaderamente molesto
con su hermano, solo que... su actitud le irritaba.

—¿Lograste terminar? —dijo Jungkook hacia él.

—Sí, por poco no. —Extendió su puño hacia él —. No sé qué habría hecho sin ti.

Jungkook aceptó su saludo chocando el puño con él. Taehyung le vio confundido, y el
pelinegro decidió explicarle.

—Le ayudé en su examen, no es la gran cosa.

Seokjin sonrió. —Sé que era tu letra —le dijo a Taehyung.

—¡Oye! ¿Le diste mi nota? —Taehyung le dio un pequeño empujón reprochándole.

—La que tenía las respuestas sí —le contestó y Taehyung rodó los ojos ante su tono burlón.

—Como sea —interrumpió Seokjin—, gracias a los dos, en serio —dijo sincero mientras se
pasaba la mano por la parte de atrás del cuello.

—No fue nada. —Taehyung le sonrió a medias. —Hablamos después—dijo antes de jalar de la
chaqueta a Jungkook.

Estaba muy nervioso, y las preguntas de su hermano solo lo inquietaban más.


Todo tenía que salir bien, o él iba a darse un tiro de la vergüenza.

—Oigan, ¿No van a almorzar o qué? —les dijo con cierta intriga apuntando hacia la cafetería
que estaba al otro lado.
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—Tengo papeles que recoger antes de viajar mañana. Así que te veremos después —
respondió con total calma—. Jungkook, ¿Vienes?

Jeon asintió moviéndose de su lado; Seokjin no objetó nada, simplemente se movió al lado
contrario mientras el murmullo en su cabeza crecía más y más.

Estando un poco más lejos en el corredor, Jungkook decidió hablar cuando siguió a
Taehyung hacia la salida trasera de la escuela.

—No vamos a recoger papeles, ¿O sí?

Se burló un poco. —Obviamente No.

—¿Y entonces qué?

—Está empezando a haber escarcha, tengo que mover el generador de la piscina o va a


dañarse.

Jeon volteó a verlo detenidamente. Taehyung tenía una maleta deportiva cuya presencia no
se había molestado en cuestionar hasta ese momento.

—¿Qué tienes en esa mochila?

Atrapado. —Algo de ropa para no mojar la nuestra.

Llegaron a la reja de la piscina, y se quedó quieto cuando lo analizó.

—¿No pensarás en hacerme entrar allí de nuevo, cierto?

Taehyung suspiró.
—Perdí toda la semana reformulando el experimento, y el viaje es mañana.No tenemos
mucho tiempo, y tengo que hacer pruebas de campo.

—No a costa de mi integridad física.

—Oye, tranquilo. Tengo todo controlado.

—Claro, como tú no eres el Jungkook de laboratorio no te preocupas.


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—Si te sirve de consuelo, esta parte de mi investigación la tengo que comprobar físicamente
yo también —abrió su mochila y sacó una toalla—. Ahora, ve a cambiarte mientras yo arreglo
esto —le dijo lanzándosela.

Jungkook suspiró. Estaba un poco asustado, pero bien, necesitaban seguir adelante. Se
movió hacia el vestidor.

Kim se pasó las manos por la frente. Quería encontrar una forma menos vergonzosa de
decirle esto; pero no la había.

Su amado generador estaba oculto y protegido; ni siquiera tenía que moverlo pero...
necesitaba una excusa para enviarlo al vestidor.

Se agachó para tomar unos cables que le hacía falta conectar, que salían del vestidor hasta
su pseudo máquina de energía.
Y entonces, la encendió. Ahora solo le hacía falta cerrar el circuito.

Se dirigió él mismo al vestidor de hombres.

Entró tranquilamente, Jungkook debía estarse cambiando así que fue directamente hacia
uno de los cubículos y luego cerró la puerta.

Bien estaba aquí y tenía que hacerlo.

Había pasado los últimos días haciendo pruebas y cientos de esquemas de riesgo.
Después de mucha investigación, tenía una nueva hipótesis que comprobar.

Se quitó la camisa y la dobló perfectamente antes de continuar desvistiéndose.


Había hecho un par de compras, y se había limpiado a sí mismo varias veces.
Ya había tomado una ducha, y aún así, decidió colocarse solo un poco más de colonia antes
de salir.

De su bolso tomó una bata de seda que había robado del auditorio unos días antes, se la
colocó, y con toda la valentía que logró encontrar en sus entrañas salió del cubículo.

Jungkook parecía distraído cuando le vio de espaldas.


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Jeon tenía sus dudas sobre volver a entrar a la piscina con esa cosa encendida. Pero no
esperaba escuchar el sonido del seguro de la puerta sonando detrás de él.

Volteó a ver, y se sorprendió al ver a Taehyung cubierto con una de las túnicas que usaban
para los ensayos de teatro, y su libreta abierta en la mano.

—¿Taehyung? —dijo confundido.

—¿Ya estás listo? —le preguntó. Jeon tenía la camiseta y un pantalón corto de elástico.

Lo vio con curiosidad; el chico tomó su mochila del tirante y la colocó sobre la banca que
estaba cerca del pelinegro, acercándose lentamente sin dejar de verlo.

—Creí que estábamos aquí por el experimento... —cuestionó confundido.

Taehyung se mordió el labio apenado. No había forma sencilla de no ridiculizarse a sí mismo


haciendo esto.

—Este es el experimento —le aseguró tomando valentía.

—Taehyung... —murmuró cuando el chico dio un último vistazo a su libreta y luego la cerró,
guardándola dentro de su mochila— ¿En qué estás pensando?

—Es lo mismo que las otras veces, vamos a charlar un poco e indagar en tu mente. Pero con
diferente nivel de estrés. Es todo.

—Oye, no necesitas excusas para estar a solas conmigo —le dijo con gracia.

—No es excusa, es coincidencia. Creo que... descubrir cómo mantener tu mente y tu cuerpo
estables.

Jeon le observó de pies a cabeza, no tenía zapatos puestos.


—¿Planeas entrar en la piscina conmigo?

—No vamos a usar la piscina. —El castaño se burló un poco—. De hecho, si me lo permites,
vamos a... probar una nueva forma de subir tu adrenalina.

—¿Acaso te me estás insinuando? —dijo casi incrédulo. Pero después de todo, era el Jeon
Jungkook que lograba encontrarle un doble sentido a todo. Y no sabía si era producto de su
mente corrupta o si... realmente estaba sucediendo.
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—Esto es lo que va a pasar —le dijo Taehyung quitándose los anteojos para colocarlos sobre
un casillero—. Vas a sentarte allí, e intentarás controlar tu ritmo cardíaco todo lo que puedas.

—¿Que yo qué? —dijo confundido, Taehyung dio un par de pasos al frente haciéndole
retroceder, la parte posterior de sus piernas topó con la banca.El castaño le colocó ambas
manos en los hombros haciendo un poco de presión para hacer que se sentara, este lo hizo.
Jungkook le vio desde abajo como deseando poder leer sus pensamientos.

Kim tomó aire profundamente antes de colocarse en el espacio entre las piernas de
Jungkook al tomarlo del cuello para sujetar el rostro del pelinegro presionado su mandíbula
con su mano mientras le hacía verlo, entonces apoyó la otra en la pared inclinándose para
besarlo con lentitud.

—Es momento de reformular mi hipótesis —le dijo separándose ligeramente de sus labios—.
Después de varios intentos, concluí que necesito manipular tu energía, y mantenerte
consciente a la vez. Pero eso... solo se logra cuando tu cerebro está lleno de hormonas. Lo
descubrí accidentalmente.

Taehyung llevó su mano hacia el borde del pantalón corto de Jungkook para jugar con el
elástico. El pelinegro tragó saliva con fuerza; Taehyung siempre era muy decidido, y Jeon...
le había dado el conocimiento que necesitaba para ser totalmente dominante.

—¿Qué intentas hacerme? —le dijo sin poner resistencia. Él estaba de acuerdo.

—Lo que haga falta... —le sonrió— ¿Estás dispuesto? —le preguntó buscando por su
consentimiento.

Jungkook estaba perdiendo la cabeza, y era demasiado débil cuando de la piel trigueña se
trataba. Además, esta parte de la investigación sí que le interesaba.

—Si es completamente necesario... —dijo jugando con él.

—¿Puedes?—cuestionó refiriéndose a su pantalón.

—Quieres... hacerlo ¿Aquí, Ahora? —cuestionó con una ceja alzada, Taehyung se mordió el
labio al asentir.
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En ese perímetro, el generador contendría la energía lo suficiente como para evitar una
sobrecarga. —Tiene que ser aquí.

No le puso ningún impedimento al momento en el que Taehyung quiso bajar su pantalón


corto; incluso levantó un poco su cuerpo para poder deslizarlo por sus piernas dejándole en
su ropa interior para resguardar su miembro.

—¿Tu idea para controlarme es excitarme? —le dijo retándolo, llevando sus manos a la
cadera del castaño.

—No solo eso —Taehyung se burló un poco de él, después de todo, él tenía una teoría que
comprobar, y no iba a irse de allí sin su respuesta—, voy a hacer que colapses.

—Es la cosa más fetichista que me has dicho —murmuró cuando el chico le pasó la lengua
por los labios.

—A diferencia de ti... estar caliente no me hace menos intelectual.

El generador estaba encendido, y los cables conectados a la banca de metal en la que


Jungkook reposaba. Si su teoría era correcta... podría redireccionar su electricidad corporal.

Taehyung sonrió con superioridad antes de avanzar hacia su cuerpo, pasando sus piernas
por encima de las del otro, colocando sus rodillas sobre la banca para poder sentarse sobre
su regazo.

Jeon no pudo evitar sonrojarse cuando rozó con su mano el muslo del castaño. Debajo de
esa bata... no había nada.

¿Hasta dónde era capaz de llegar por conocimiento? El límite cada vez era más alto.

—Taehyung —murmuró, le gustaba demasiado, no iba a negarlo. Él estaba dispuesto a lo que


sea que el otro quisiera hacer; sin embargo, había algo que le inquietaba —, ¿Que tal si las
luces...?—Taehyng enredó sus brazos alrededor de su cuello haciéndole divagar—. ¿Si la
electricidad falla de nuevo?

—Primero, mantén la mente despejada mientras charlamos, y segundo...—murmuró contra


su oído— déjate llevar, tengo eso cubierto.
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Jungkook no pudo evitar reírse cómplice. La sensación caliente en él comenzó a extenderse


de una forma bastante curiosa, en la que su libido estaba mezclado con una clase de
devoción hacia el chico. Porque le quería y le seducía tanto que sentía que los latidos de su
corazón ensordecerían el lugar.

—Creo que tus experimentos tomaron un rumbo bastante turbio... —le dijo sin dejar de verle,
deslizando las manos dentro de su bata por encima de sus muslos hasta su cintura—¿Qué se
supone que debo hacer? —le preguntó ansioso.

Pero las acciones de Taehyung estaban calculadas para hacerle enloquecer poco a poco; Kim
movió lentamente la cadera hacia adelante, haciendo su pene rozar contra el del otro, como
buscando que llegara a endurecerse tanto como él sabía que lo haría.

Jungkook tragó saliva; ¿Qué demonios estaba pensando Taehyung? Viéndole con los ojos
fijos y los labios brillantes mientras le incitaba a pecar.

El castaño bajó una de sus manos hacia el elástico de la ropa interior de Jeon, jalandola para
dejar que su creciente erección quedara al descubierto, sin cohibirse, o detenerse a dudar.

—La primera regla de este experimpento es hacer todo lo que Taehyung diga, así que, cierra
los ojos —dijo. Jungkook acató su pedido, los deseos de Taehyung eran como órdenes para
sus sentidos.

Kim extendió su mano a su mochila junto a ellos y tomó el frasco que había tenido la valentía
de ir a comprar a la farmacia. Es decir, no era muy común que alguien como él buscara algo
como eso, pero bueno, ser él también implicaba estar preparado.

Y sí, había sido algo muy vergonzoso que prefería no contarle a nadie.

Lo abrió, y vertió una cantidad de contenido acuoso en su mano para luego llevarla hacia
Jungkook, acariciando con paciencia la extensión de su pene.

Jeon no pudo evitar abrir los ojos al sentir el frío que le caló hasta el vientre; Kim sentía un
profundo miedo por hacer algo mal, e intentaba procesar sus expresiones para saber que él
le estaba permitiendo hacer esto.
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Le acarició lentamente, el espacio entre sus cuerpos era reducido; pasó el pulgar por el pene
del otro causando que exhalara con fuerza esbozando una pequeña sonrisa.
Taehyung tragó pesadamente antes de tomar su propio miembro para masturbarlos al
mismo tiempo.

Su pene comenzaba a ponerse rígido, al igual que el de Jungkook cuya respiración pareció
alzarse. Es decir, no iba a trabajar en su investigación mientras Jungkook disfrutaba él solo,
¿Cierto?

—Tae... —intentó hablar Jungkook, pero el otro le interrumpió.

—¿Por qué no te has quitado la camisa? —se burló—. Vamos, hazlo.

Jungkook asintió con los ojos cerrados, alzando los brazos para sacarse la camisa con
dificultad. El sudor comenzó a descender por su cuello.

—¿Así está mejor? —le preguntó tensando la mandíbula, Taehyung se sostuvo con una mano
de su hombro, y continuó con la otra su labor.

—Mucho mejor... —le respondió dándole un pequeño beso en los labios—. Ahora busquemos
un recuerdo.

—¿Re-ecuerdo? —jadeó cuando Taehyung apartó sus manos de él al verle necesitado. No


podía permitir que terminara tan rápido.

Asintió. —Uno inofensivo y que podamos manipular. Por ejemplo... —quería el motivo de su
odio a Seokjin— la boda de tu madre.

Jeon se removió debajo de él pidiendo atención, quiso llevar su mano a su miembro, pero
Taehyung le tomó de ambas muñecas para evitar que se satisficiera a sí mismo.

—No puedes hablarme de mi madre mientras hacemos esto... Harás que se me baje...

Taehyung se burló. —Esa es la idea, genio. Te necesito estable.

Tragó saliva pesadamente, ahora entendía lo que intentaba hacer.


—¿Qué es lo que quieres saber?
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—¿Cómo empezó la ceremonia? Tu madre se estaba casando con el tipo que odias, ¿Qué fue
lo que pasó?

—Yo... —Taehyung movió ligeramente la cadera sobre él —mierda, ah-ah, estaba molesto. Lo
escuché hablar por teléfono.

Su corazón estaba acelerado, Kim le soltó con suavidad.


—¿Puedes tocarme tú? —pidió con los ojos abiertos. Jungkook acercó su mano hacia ambos
cuerpos pero Taehyung le detuvo —. Solo a mí, tú tienes que controlar tus impulsos.

Jeon resopló conteniendo sus ansías, y pasó el pulgar sobre la punta del miembro del
castaño quien jadeó sin proponérselo, aún más cuando le acarició la piel de la ingle.

El castaño cerró los ojos por unos segundos; la piel de esa área era tan delicada que cada
que Jungkook le rozaba sentía temblar hasta sus hombros.

Taehyung tomó el frasco de lubricante mientras le escuchaba, y lo acercó a la mano del chico
para llenarla de este.
—¿De dónde sacaste eso? —dijo cuando el lubricante le causó curiosidad.

—Las preguntas las hago yo. —Entonces se apoyó sobre sus rodillas para que Jungkook le
ayudara, y él sabía exactamente qué hacer—. Dime, ¿Qué fue lo que escuchaste?

—Seokjin dijo que era una pena que hubieran pasado tantos años...

—¿Por qué? —murmuró abrazándolo, para tentarlo mientras le daba un beso en el cuello.

Entre todos los escenarios posibles, este le gustaba mucho. Jungkook acercó el cuerpo de
Taehyung al suyo para poder llevar sus dedos hacia la entrada del chico, separó sus glúteos
con delicadeza, y deslizó dentro de él su dedo medio.

Su plan original era usar la boca para subir su adrenalina, pero... eso no le daría el mismo
resultado, cuando se masturbó en el auto apenas había conseguido una reacción moderada,
lo supo por el cambio de frecuencia del radio. Necesitaba una reacción más intensa. Kim se
aferró a su espalda, apretando los ojos y respirando irregularmente.

—Dijo que... —movió su mano haciendo círculos contra las paredes de su interior— de haber
encontrado a mi madre quince años antes, no tendría que lidiar con su hijo el marica.
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Sus pulso cardíaco aumentó, él lo sabía, su energía estaba creciendo. Estaba en contacto con
el estrés de sus traumas y aunque estaba mareado seguía consciente. Quizá Taehyung tenía
razón, oh... el dueño de esas piernas largas siempre la tenía.

Introdujo un segundo dedo; la espalda de Taehyung se tensó ante su toque.

—Pensé que... —se removió— Ah, mierda...—tomó aire cuando sintió el toque en su interior—
pensé que el Seokjin adulto era más razonable.

—Planteó la idea de enviarme a un internado. Los primeros meses... fue insoportable... —dijo
viendo su erección, completamente dura y necesitada—. Después... creo que comenzó a
sentirse culpable.

—¿Culpable por qué? —murmuró Kim con los ojos cerrados. Jungkook había comenzado a
hiperventilar, como si fuera a tener una sobrecarga sin tenerla realmente.

—No lo sé... él solo pareció ser menos pesado conmigo.

—Eso es... —dijo contra su oído, ese era el punto—. Piensa, ¿De qué color era tu corbata de la
boda?

—Roja.

—Cuando tu energía se dispare, tienes que buscar ese recuerdo, y elegir otro color —
masculló cuando su cuerpo pareció acostumbrarse a la intromisión del tercer dedo de
Jungkook, penetrando con lentitud en él.

—¿Eso qué prob-aaría? —dijo, su visión se estaba nublado.

—Que podemos arreglar el futuro en el presente... ¡Maldición! ...Con tu pasado.

Las clavículas de Kim Taehyung y su tersa piel, parecían hipnotizarlo; le vio luchar por
mantener la compostura, observó la curva que se formaba por su espalda arqueada, y lo
perfecto de su cintura esbelta en armonía con las caderas.

—¿Y cómo piensas detonar eso? —cuestionó alejando su mano de él cuando creyó podía
hacer necesitar al castaño.
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Pero no esperaba que Taehyung estirara el brazo para poder tomar de su mochila un
pequeño paquete plateado.

—Póntelo —le ordenó entregándole el condón a Jungkook—. Póntelo rápido.

—¿No estás listo para ser padre? —se burló.

—Definitivamente no —le contestó con gracia, entonces Jeon abrió el paquete sin pensarlo.
—Eso... y que necesitó tener un aislante para tu energía... el látex servirá. Bueno—le dijo—,
eso espero.

Taehyung sabía que debía mantener el enfoque en su investigación; pero le vio colocar el
condón en la punta de su miembro para desenrollarlo hacia abajo y sintió su cuerpo temblar.

A la mierda la compostura; en nombre de la ciencia, él quería sentirlo ya.

—¿Debería castigarte por ser tan agresivo conmigo? —dijo Jeon al notar la desesperación
que había surgido en el otro.

Pero no esperaba que Taehyung le besara en los labios, con el rostro caliente y el sudor
bajando por su frente mientras su saliva se mezclaba con la suya.

Kim aprovechó su sorpresa para acomodarse correctamente sobre su regazo, tomando el


pene de Jungkook para dirigirlo a su entrada.

La conexión que tenían era inevitable, quizá el destino se sintió culpable de colocar dos
personas, cada una perfecta para la otra, tan lejos en el tiempo, que decidió dejarlos
encontrarse para que encajaran en una unión única e irrepetible.

Taehyung gimió en medio del beso cuando comenzó a bajar la cadera mientras Jungkook se
introducía por completo en él. Tan profundo... y tan sublime como solo él podía hacerlo.

Enredó sus manos en el cabello oscuro de Jeon cuando su respiración se agitó pegando su
frente a la del chico. Jungkook tragó saliva pesadamente, Kim estaba acostumbrándose a la
sensación de esa mezcla de dolor y placer que se negaba a admitir en voz alta que le
encantaba.
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—Necesito que te concentres, Jungkook... ah... —murmuró Taehyung cuando su cabello se


pegó a su frente—. Encuentra e-ese recuerdo —le dijo moviendo la pelvis adelante mientras
batallaba por no perder su voz.

Jungkook cerró los ojos, y llevó ambas manos a la cintura del chico. Este se apoyó sobre él
para comenzar a subir y bajar lentamente en él.

—Lo intento... —dijo fantaseando con esa clavícula, y ese perfecto trasero cuyo reflejo
necesitaba poder ver en el espejo, pero que era ocultó por la larga túnica.

Tenía que hacerlo, estar consciente. En el momento Taehyung dio un pequeño brinco sobre
él, Jungkook alzó la cadera, y con la fuerza de sus manos le atrajo hacia abajo, penetrándolo
con fuerza, hasta llegar al punto en el que podía tocar su próstata por dentro.

Taehyung no pudo evitarlo, abrió la boca con los ojos perdidos, clavando sus uñas en la piel
de su espalda. Y sabía que no debía dejarle más marcas que le delataran pero... le encantaba
oírlo gruñir cuando sentía el ardor en su piel.

En respuesta, y en medio de su desliz mental, Jungkook volvió a penetrar en él. Esto era
sobre experimentar, y personalmente, la parte egoísta de Kim necesitaba saber cuál era el
punto exacto en su cuerpo que al ser tocada iba a hacer que las piernas le temblaran al
terminar.

Jungkook intentaba visualizar el recuerdo de la mañana de la boda, mientras estaba


vistiéndose. Se sentía mareado, sus pulsos eléctricos estaban envolviéndolo, pero no lo
lastimaban.

Cerró los ojos cuando encontró lo que necesitaba. Se sentía pesado, como si fueran
desmayarse pero simplemente no lo hacía, estaba en una línea delgada entre buscar llegar al
orgasmo o a la sobrecarga.

Taehyung quería usar sus hormonas para equilibrar sus neurotransmisores y sus ondas
cerebrales.

Se levantó esa mañana. Jungkook se vio en el espejo de su baño con profunda resignación,
observó sus manos y decidió que quería tomar el bote de shampoo a su lado, así que
extendió su brazo para hacerlo.
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Él... podía moverse en su recuerdo.

Salió del baño; algo se sentía extraño. Parecía que una parte de su confianza estaba de
nuevo en él. Como si se le hubiera quitado un trauma de encima.

Se acercó al buró de ropa, comenzó a vestirse. Y vio la corbata roja que se supone debía usar
para combinar con los padrinos de la boda.

Y a su lado, otra azul que le había pertenecido a su padre alguna vez. Su cuerpo se sentía
pesado.

Sentía la respiración de Taehyung en su cuello; pero aún así era capaz de moverse por la
habitación. Y si esto era real, y su teoría correcta, Jungkook había conseguido eso que la
humanidad buscó por años:

Un nuevo comienzo.

Tomó la corbata azul que iba a desentonar; y se la colocó viéndose al espejo.

¿Qué tanto podía avanzar? No lo sabía y tenía miedo de averiguarlo. Estaba atrapado entre
las sensaciones de su cuerpo, y la forma en la que conectaba con una versión pasada de sí
mismo.

Su pecho estaba caliente, y sentía su hombro ser mordido; estaba desvariando pero aún así
avanzó hasta la puerta cuando todos sus músculos se tensaron.

Jungkook abrió los ojos repentinamente cuando los gemidos de Taehyung en su oído le
regresaron la cordura.

No tenía una jodida idea de qué había sido eso; pero se sintió tan real que pensó que se
desmayaría. Porque de pronto sus recuerdos eran más claros que antes.

Tomó aire con la boca, el peso completo de Taehyung recaía sobre sus muslos y cadera,
cuyos músculos parecían estar aún rígidos.

Recordaba a Seokjin hablando por teléfono, y ahora además, molesto por la forma en la que
su traje desentonó con el resto de los padrinos.

Mierda, sentía que iba a desmayarse en cualquier momento.


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Deslizó sus manos por la extensión de la espalda del castaño hasta llevarlas a su cintura, en
donde le tomó con fuerza.

Su visión era borrosa, pero la imagen de Taehyung con la boca abierta y su cabello
alborotado sobre él le mantuvieron consciente.

Su vientre se sintió mojado; llevó su vista ligeramente hacia abajo a dónde el pene de Kim
evidenciaba que estaba perdiendo el control de su propio cuerpo.

El rostro de Kim estaba rojo, su pecho temblaba pero aún así no se detenía al mover la
cadera con velocidad, respirando con apnea cada que llegaba muy profundo en su interior.

Oh, cuánto habría deseado Jungkook poder ponerse de pie para cargarlo y empujar su
cuerpo contra la pared hasta que hacerle gritar tan fuerte.

Pero estaba muy débil.

Jungkook se inclinó hacia el frente para darle un respiro al aroma de la piel bajo su mentón
dejándole un beso en este y subiendo para encontrarse con sus labios contra los que
murmuró cosas que solo las almas perdidas dirían con tanta devoción.

—Creo que tienes razón... —le dijo cuando una punzada le recorrió desde su espina dorsal
hasta la punta de su pene cuando su energía y su adrenalina alcanzaron su punto máximo.

Su pecho se manchó cuando Taehyung terminó sobre él, dejando pequeñas gotas blancas
sobre la extensión de la piel cerca del ombligo de Jungkook.

Ese toque, era justo y necesario, para alcanzar su preciado conocimiento.

...

Ajeno a la situación. Seokjin veía inquieto el reloj de la pared; había pasado demasiado
tiempo y ni su hermano ni Jungkook habían regresado ya.

Y la ansiedad iba a matarlo. Esa sensación de incertidumbre le carcomía de tal forma que no
podía soportarlo más.
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El sonido que marcaba el final del almuerzo sonó y las personas comenzaron a levantarse
para regresar a su salones.

A diferencia de Seokjin quien tomó sus cosas y salió de la cafetería con un rumbo opuesto. Se
acercó al casillero de su hermano pero estaba cerrado, y no parecía haber nadie dentro de la
oficina del director.

Corrió por los pasillos, llegando hasta el auditorio; pero las luces estaban apagadas y el lugar
completamente vacío.

Salió del edificio para buscarlos en el campo. Tampoco los encontró y él iba a volverse loco si
es que no lo estaba ya.

Estuvo a punto de regresar a clase; pero la piscina a la distancia le hizo sentir que algo no
estaba bien. Le quemaba, eso a lo que llamamos destino, o quizás el campo eléctrico
invisible que se extendía desde la piscina hasta el estacionamiento le estaba atrayendo.
Como a cumplir su papel escrito, pero con la variante la situación. Así que caminó los metros
que le hacían falta para llegar.

La reja estaba abierta, le pareció extraño. Por alguna razón, Seokjin siempre había tenido el
don de la intuición, bueno, quizás era una maldición.

Volteó su cuerpo hacia el vestidor de hombres, y se acercó a la entrada. Abrió la primera reja,
después quiso abrir la puerta con lentitud para no hacer ruido pero está se encontraba
cerrada por dentro.

Escuchó un choque seco acompañado de fuertes jadeos y comenzó a sudar. Cerró los ojos y
se dijo a sí mismo que diera la vuelta, que debía alejarse; pero ya no soportaba sentirse
ignorante.

El vestidor tenía unas pequeñas ventanas que Seokjin acostumbraba dejar abiertas para
fumar tranquilamente, así que caminó hacia la parte trasera del lugar, y se trepó en una de
las ventanas grandes que estaba cerrada, luego se asomó a ver con miedo de lo que
encontraría.

Estando allí solo confirmó dos cosas. La primera, su hermano era gay y la segunda que la
ignorancia estaba infravalorada.
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Había hecho un gran esfuerzo por dejar de regirse por las cosas que todos le incitaban a
creer. Pero... no había otra explicación para lo que estaba viendo.

Taehyung estaba de espaldas; tenía puesta una bata larga y gemía mientras se movía
inquieto. Su cabello estaba mojado por el sudor, y arqueaba la espalda abriendo la boca.

Ni siquiera podía ver a la otra persona, pero era demasiado obvio. Jungkook le sostenía de la
cintura, le estaba besando el cuello. Gruñía, y lo acercaba más a él mientras le murmuraba
cosas que no alcanzaba a escuchar.

Era una situación desafortunada trás otra.


En especial, por la luz verde que se encendió en la azotea del edificio de la escuela.

Park Jimin estaba sentado allí, oculto mientras se tomaba un descanso de su doble vida
como estudiante en la bodega de la biblioteca que el gobierno había utilizado para
monitorear de forma remota.

No había pasado nada extraño en días y él creía que esto era una pérdida de tiempo, incluso
había comenzado a dudar que el segundo radar funcionara. Pero el sensor en el tablero
comenzó a parpadear y las pantallas de las cámaras fallaron, el circuito cerrado tuvo una
interferencia dejándole sin imagen del exterior.

Pensó que se trataba de un apagón, pero las luces a su alrededor seguían encendidas.
El sensor estaba conectado y funcionaba a la perfección.

Lo supo por el sonido que marcaba la aparición de una gran concentración de energía en un
perímetro de cinco kilómetros. Y crecía.

—Mierda... —masculló intentando triangular la información.

Estaba cerca, mucho. Su experimento fugitivo estaba dando señales de vida.

Revisó los planos. No debía estar muy lejos, venía de la parte de atrás de la escuela, más allá
del campo de béisbol.

Sabía que lo más prudente era avisarle al profesor Kim, pero no tenía mucho tiempo antes
de que la corriente se perdiera. Algo más la estaba absorbiendo.
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Salió de la bodega y atravesó la biblioteca, corriendo desesperado hasta llegar al pasillo.

Jimin respiraba agitado. Él necesitaba con cada fibra de su maldito cuerpo la respuesta, qué
era, o mejor dicho, quién era aquel que había soportado viajar en el tiempo.

Corrió apresurado empujando las puertas de vaivén de la escuela y vio hacia ambos lados,
mientras se movía a zancadas por el llano desesperado por llegar al campo.

Cuando estuvo allí, se aseguró de que no hubiera nada; se movió un par de pasos más hasta
la piscina pasándose las manos por el cabello. Frustrado, se recargó en la malla que rodeaba
la piscina y sintió un ligero toque proveniente del metal.

Alzó la vista, cuatro parales en perfecta posición y cables muy bien ocultos, trenzados por los
tubos para bajar por estos y mezclarse entre el llano. Parecían estar unidos a lo que había en
el interior de un bote de basura.

No entendía qué clase de generador monstruo amateur era esto.

«¿De dónde viene tanta corriente?» pensó, siguiendo con la mirada el cableado.

Se movió siguiendo el camino; la extensión entraba por un hueco pequeño al espacio de


concreto que llamaban vestidor. Se trepó de la reja de la puerta para llegar a ella.

Entonces, se asomó a ver. Pero no estaba mentalmente preparado para la escena que
encontró.

Parpadeó una vez y luego otras dos más para asegurarse de que sus ojos no le mintieran.

Su querido sujeto, Kim Taehyung, estaba besando descaradamente a otro chico bajo de él
mientras se movía con fuerza y jadeando al jalarle el cabello.

—¿Pero qué mierda....? —dijo confundido intentando ver hasta dónde llega el cable.

Ladeó la cabeza. La unión terminaba en la banca, y ellos... ¿Cerraban el circuito? ¿Por qué?
Eso no tenía ningún sentido, a menos que... No, eso era humanamente imposible.

Abrió los ojos sorprendido pero eso solo significa que estaba demente.

Su mascota... ¿Era un adolescente?


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Jimin vio los cables, iba a cortar la conexión a como diera lugar. Si el chico colapsaba
significaba que la energía provenía de él y que efectivamente, lo había encontrado.

Se inclinó para intentar tomar el cable, pero su pie se deslizó de dónde estaba haciéndole
casi caer.

Seokjin se había alejado de la ventana. Estaba a media crisis nerviosa cuando al avanzar solo
un poco logró ver al tipo rubio que lo seguía, igual de consternado, como si él también
hubiese descubierto a su hermano y al estúpido de Jeon.

Se llenó de temor.

A la mierda el experimento y que lo fueran a secuestrar de nuevo. Él no podía permitir, bajo


ninguna circunstancia, que alguien viera a su hermano en esas condiciones.

Seokjin dio pasos ligeros para rodear el vestidor y llegar por detrás hasta el rubio.

Park estaba intentando romper la unión de dos cables fijados a la malla de la piscina, y no se
percató del instante en el que fue tacleado por otro cuerpo haciéndole caer entre la tierra.

Intentó resistirse; podía hacer que los militares llegaran en cuestión de minutos. Pero el
cuerpo del otro era más grande, le lanzó un golpe a la cara, y el chico se lo devolvió en el
estómago dejándolo sin respiración por un segundo.

El rubio intentó ponerse de pie al ver al castaño luchar por recuperar el aliento; pero Jimin
tenía una mala condición física, y Seokjin se había ejercitado toda su vida.

Kim se recompuso y le tomó el tobillo para desestabilizarlo. Le hizo caer de bruces


raspándose el mentón con la grama, dándole a Seokjin el tiempo exacto para arrastrarse
hasta él.

—Malnacido, no eres tan valiente sin tus armas. ¿Cierto? —le dijo Seokjin subiéndose sobre él
para someterlo.

Jimin regurgitó y le escupió en la cara en son de burla.


—Estás jodido, imbécil. Todos lo están.
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En medio del forcejeo, recordó un viejo truco que le había enseñado su abuelo en caso de
emergencias.

Sujetó al rubio del cuello, y antes de que pudiera escapar; le dio un golpe en la cien
dejándolo inconsciente bajo su cuerpo.

Respiró agitado y se pasó las manos por el cabello desesperado. Quería entrar a ese maldito
vestidor y arrancarle la cabeza a Jungkook; pero tenía problemas más grandes en ese
momento.

Tomó el cuerpo del hombre rubio y se lo colocó a cuestas para cargarlo lejos de allí.

Corrió hasta el campo de béisbol; abrió la compuerta bajo las escaleras del público y dejó
caer el cuerpo dentro.

Había unas cuantas cajas que el equipo guardaba allí. Tomó un par de calcetines que solo el
cielo sabe de quién eran, y los uso para amordazar al hombre. Después, se quitó el cinturón
del pantalón y le ató ambas manos a los parales de la tribuna.

Suspiró.

Bueno, siempre se puede estar peor. ¿Cierto?

...

Ser un simple mortal dentro de esa escuela tenía un precio. Es decir, cualquier persona que
tuviera algo diferente y pudiera saltarse esa clase se salvaría de aquella agonía.
Pero Yoongi no era especial en ningún sentido.

Así que estaba con su ropa para la clase de gimnasia viendo cómo el resto de sus
compañeros trepaban por la cuerda que colgaba por el techo. Él nunca había sido
específicamente atlético pero... esto sería toda una tortura para él.

Tragó saliva; él realmente no quería tener que subir esa cuerda. Así que rogó al cielo un poco
de benevolencia divina porque a menos que sucediera un milagro, iba a tener que hacerlo.
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La puerta del gimnasio se abrió.


—Disculpe, entrenador —dijo la persona que había entrado—. ¿Agustus Min puede salir un
momento?

Yoongi abrió los ojos sorprendido; mierda, el cielo sí lo había escuchado.

—Oye, Min. —Volteó a ver, y se dio cuenta de que no era un milagro, sino una condena al
notar a Seokjin en la puerta— Ven acá —le llamó el hombre.

Era extraño, no creyó que Seokjin volviera a hablarle. Apretó los ojos; bueno, no era lo que
esperaba pero esto podría servir. Así que se acercó.
—¿Qué sucede?

Seokjin se veía nervioso, movía las piernas constantemente. —Tenemos una emergencia
familiar.

El entrenador le restó importancia y se alejó de ellos, después de todo, Seokjin nunca le


mentiría.

—¿A qué te refieres con "emergencia familiar" ni siquiera somos parientes?

—Tengo una persona secuestrada.

Yoongi quiso decir algo, reprocharle, burlarse o lo que sea. Pero lo único que salió de su boca
fue un confundido—: ¿Qué?

—Baja la voz. —Seokjin le jaló del brazo para hacerle salir por completo del gimnasio y le vio
serio. —El tipo rubio que nos estaba persiguiendo, lo encontré merodeando por la escuela
y... lo ataqué.

—¿¡Eres imbécil!? —murmuró en forma de regaño—. ¿Por qué mierda hiciste eso?

—Es que yo... —tragó saliva pesadamente— No vine a que me regañaras, necesito ayuda.

—¿Ayuda para qué, idiota?

—¡Para sacar su cuerpo de aquí!

—¿¡Lo mataste!?
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—¡No! Solo está inconsciente.

Yoongi masajeó su nariz con sus dedos índice y pulgar. ¿Qué clase de pecado debía pagar
para cargar con una cruz tan grande como Kim Seokjin?

—¿Dónde está?

—Encerrado debajo de las escaleras del campo de béisbol.

—Solo a ti se te ocurre dejar un rehén allí —le dijo molesto.

—¡No sabía qué más hacer! Ayúdame, ¿Quieres?

—Maldición, veré que puedo hacer. Esto es malo.

—Ven —le dijo haciendo un movimiento de cabeza para que lo siguiera.

Seokjin estaba asustado, molesto, confundido. Bueno, eran tantas cosas que no sabía ni qué
sentir.

El camino hacia el campo de béisbol nunca se había sentido tan corto como en ese
momento. Atravesaron medio estacionamiento; Seokjin abrió la reja y le dio la vía libre al
mejor para que entrara primero.

—Oh, mierda —dijo cuando le causó impresión ver con tanta claridad a la sombra que le
había estado siguiendo—. No me sorprende que tengas talento natural para ser un
psicópata.

—¿Crees que vendrán a buscarlo?

—Obviamente vendrán.

—Necesitamos sacarlo de aquí sin que se den cuenta.

—¿Y llevarlo a dónde? Estamos jodidos, Jin, jodidos.

—Por un demonio, ¿Qué hice? —resopló colocándose la mano en la frente.

Yoongi negó repetidamente con la cabeza. No podían simplemente tener un tipo


amordazado como si fuera lo más normal de este mundo. Y él no pensaba empaparse más
de los problemas de los Kim.
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—No, yo no puedo con esta mierda. Me largo —le dijo retrocediendo.

—¿¡Qué!? No puedes dejarme así —Seokjin se movió rápido para tomarle del brazo.

—Oh, sí. Puedo y lo haré. No sé por qué crees que tengo la obligación de ayudarte cada vez
que metes la pata.

—Por favor, te lo pido como amigo. ¡No quiero ir a la cárcel!

—Mi obra es en una semana yo no puedo ir a la cárcel por tu culpa.

—¡Dijiste que me ayudarías! Tú eres parte de esto, Min.

—¿Yo? ¡Es a ti a quién quieren en primer lugar! ¿Por qué me sigues arrastrando a tus cosas?

—¡Eres la única persona con la que puedo contar! No puedo poner a Sunhee o a mi hermano
en riesgo.

—Ahh, o sea que mientras ellos estén a salvo, yo puedo joderme. ¿Cierto? —negó con la
cabeza molesto.

—Eso no fue lo que quise decir.

—En serio, no sé porqué piensas que puedes tratarme como una mierda y luego
simplemente regresar a pedirme ayuda.

—Te lo explicaré todo, lo juro pero no aquí. —No sabía qué tan prudente era decirle lo que
vio haciendo a su hermano.

—¿Explicarme qué? Escucha, ya no puedo seguir haciendo esto, me lastima.

—¿Ayudarme te hace daño?

—Tu presencia me hace daño. Así que si los científicos quieren venir y raptarte de nuevo, está
bien por mí.

—Creí que eras mi amigo.

—Solo me buscas cuando me necesitas. No te importo, y no conoces el arrepentimiento.

—Claro que me importas y sé que te debo un millón de disculpas; pero yo... no soy bueno
diciendo cosas así.
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—Hay cosas que nunca sanan, Seokjin.

—Lo sé —murmuró.

—Entonces dilo.

—¿Qué?

—¿Quieres mi ayuda? Discúlpate conmigo entonces. Dilo, di que lo sientes.

Pensó que le soltaría, que lo dejaría irse; pero no lo hizo, contrario a eso, levantó la vista y se
tragó su orgullo.

—Lo siento, April—le dijo sin dejar de verlo —. Lo siento por todo.

Los ojos que inspiraron tantas noches de piano estaban frente a él, llenos de preocupación,
de miedo. Yoongi sabía que no debía confiar en esa mirada, que de su amigo no había casi
nada allí dentro.

Aún así, pecó al estar consciente de que lo seguía no porque fuera el buen samaritano que
todos creían que era. Sino porque había una parte de él en la que mantenía intacta su
devoción hacia Kim.

Seokjin divagó al soltarlo. El destino cambiante, y su mente lúcida le hacían sentir enfermo.
Porque él estaba seguro de quién era, de a quién amaba y de lo que quería. Lo tenía claro.

Sin embargo, la espalda de su amigo siempre se había visto frágil para él, pero ya no más.
Ambos habían crecido y aunque ya no se sentía como antes, ese fragmento que ocultó de sí
mismo, le preguntó cuánto tiempo había pasado desde la última vez que su espíritu fue más
grande que el de Agustus Min. Bueno, si es que alguna vez lo fue.

Yoongi se dio la vuelta. Seokjin le observó de arriba abajo, como temeroso de que lo dejara
solo.

—Quédate aquí, y cuida el cuerpo —le dijo Yoongi.

—¿Qué? ¿A dónde vas?

—A casa, por el auto de papá—le dijo serio—, no creerás que cargaremos a un tipo
inconsciente por todo el pueblo.
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—Gracias —murmuró y Yoongi quiso golpearse a sí mismo.

—No me agradezcas. Te juro que si nos matan por una de tus estupideces, voy a revivirnos a
ambos solo para matarte yo mismo otra vez.

Seokjin sonrió un poco menos agobiado. Le gustaba saber que todos los insultos que salían
de esa boca eran las palabras más sinceras que podría escuchar.

Era imposible negar que eran incondicionalmente mejores amigos uno del otro desde aquel
día hasta el fin de los tiempos.

...

El tiempo parecía moverse veloz, al igual que el viento que agitaba la cortina.

Taehyung y Jungkook habían aprovechado las duchas del vestidor para limpiarse a sí
mismos. Y luego salir antes de que fuera hora del entrenamiento de béisbol de la tarde.

El castaño salió de allí sin poder dirigirle la palabra. Se sentía un poco abochornado por la
situación y es que había gritado su nombre tan desesperado que ahora no sabía cómo
quitarse esa humillación para su ego.

El lado positivo, es que al salir, todo parecía normal. Volteó a ver hacia dentro del edificio,
pero no había señas de una sobrecarga. Las luces, los vidrios, todo en orden.

El generador contenía su energía y las hormonas correctas le mantenían estable. Si en un par


de días sus recuerdos cambiaban, significaba que la teoría de poder controlar sus ondas
cerebrales tenía más sentido del que esperaba.

Taehyung caminó lentamente hacia el área de la piscina para desconectar con cuidado los
cables y colocar un poco de basura encima para volver a esconderlo.

—Oye, es tarde. Tenemos que irnos —le dijo Jungkook. Su mente estaba bien, su parte
hormonal demasiado bien, Y de hecho, tenía tanta energía que se sentía capaz de correr
media ciudad.
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Taehyng le vio con los ojos entrecerrados. —Me duele caminar, dame algo de tiempo.
¿Quieres?

—No me mires así. Fue tu idea. Además —se acercó un poco— no creo que eso te haya
importado antes.

—Cállate, tonto. Lo único que quiero ahora es dormir y aún tengo que arreglar mi equipaje
para mañana.

Jungkook asintió siguiéndole por el estacionamiento. Se supone que debía quedarse a


entrenar, el partido final sería en poco más de una semana, y él se había estado esforzando
mucho. Pero caminar a casa le pareció una mejor opción para no dejar solo al castaño.

Avanzaron por la acera de camino al sendero de regreso a su vecindario. Taehyung se quejó


un poco a su lado y no pudo evitar preguntarle.

—¿Quieres que te cargue? —sugirió.

—¿Parece que quiero que lo hagas? —le respondió sarcástico.

—De hecho, sí. —No pudo evitar sonreírle en un intento de contener su risa.

—Deja de burlarte de mí, ya pase por demasiados momentos vergonzosos hoy como para
que me lo recuerdes.

—¿Al menos lograste comprobar algo de la investigación?

Taehyung lo meditó. —Sí, en realidad salió mejor de lo que esperaba—. Ahora sí, Jungkook
soltó una pequeña risa —. Oye... ¿Y tú de qué te ríes?

—Nada, nada. Solo... no imagino ser tú, tener que construir una máquina para poder follar a
gusto con mi novio sin dejar a medio estado sin electricidad y luego tener que regresar
caminando un kilómetros y medio hasta mi casa.

—¡Ese no es el propósito de mi generador!

—No pero eso fue lo que hiciste. Además, no negaste que eres mi novio... Así que ya está.
Eres mío de mí, respetando tu consentimiento, claro está.

—Tengo que dejar de prestarte atención, en serio. Tu cabeza está mal.


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—Mi cabeza sí, pero mi espalda no —. Se detuvo y se arrodilló a su lado—. Vamos, sube.

Taehyung le vio extrañado. —¿Por qué haces eso?

—Mi parte traumatizada necesita cuidarte, así que no digas nada.

El castaño volteó a ver a su alrededor para confirmar que no había nadie; y suspiró antes de
pararse detrás de él y abrazarse a su espalda, pasando ambos brazos por sus hombros. Jeon
sonrió complacido, le tomó de las piernas reincorporándose de pie para sujetarlo.

Taehyung colocó su mentón sobre el hombro del chico; quien creyéndose super fuerte siguió
avanzando por la vereda.

—¿A qué te refieres con "tu parte traumatizada"?

—A nada en especial.

—No me mientas.

Jungkook se quedó callado un momento y después decidió contarle.

—¿Recuerdas que hace unos meses no podía dormir? —Kim asintió—. Pues... tuve un sueño.
Bueno, en realidad fue un recuerdo de cuando tenía unos quince años.

—¿Uno malo?

—Mucho. Yo... estaba con un chico en una fiesta. Estaba nevando y empecé a sentirme mal,
recuerdo que no quería estar con él pero de todas formas nosotros...

—¿Jungkook? —le llamó cuando se quedó callado.

—Estoy seguro de que entiendes qué pasó. Me sentía tan mal que ni siquiera llegué a casa,
me desmayé afuera, en la nieve.
No lo sé, quizá por eso soy tan molesto con querer asegurarme si estás bien.

—¿Se lo dijiste a alguien alguna vez?

—No. Pensé que había sido mi culpa, además, ni siquiera estoy seguro de haber dicho que
no.

—No fue tu culpa. Eras un niño.


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—¿Sabes qué es lo más gracioso? Hace unos días le pedí a Sunhee que no me dejara ir a esa
fiesta. O bueno, que no le dejara salir cuando nevara, así podría quitarme un par de cosas de
encima.

—No creo que tus recuerdos funcionen de esa forma, Jungkook...

—Lo sé. Al menos lo intenté.

—Lamento que haya sido así —le dijo abrazándolo con fuerza—. Cosas malas siempre le
pasan a las personas inocentes.

—Es solo un mal recuerdo, ya no es real —le respondió tranquilo.

Taehyung le prestaba atención con cuidado. Jungkook parecía haber dejado expuesta su
alma, la exhibía sólo para él. Y no sabía si era producto de madurar o de si realmente
confiaba en Kim.

Fuera cual fuera la razón, Taehyung sabía que Jeon Jungkook se volvía cada vez más
transparente.

Después del gran silencio que se formó. Jungkook decidió volver a hablar.
—Hay algo que me he estado preguntando toda la tarde.

—¿Qué cosa?

—¿Yoongi sabe para qué ibas a usar la bata que tenías?

—No, me la robé.

—¿Es en serio?

—Sí, cuando nos cuente que alguien se robó uno de sus disfraces, los dos vamos a actuar
sorprendidos. ¿De acuerdo?

—De acuerdo —le dijo sin dejar de avanzar y sonriendo de lado.

Había atravesado una línea en donde su lujuria ya no tenía morbo. Sentirlo tan cerca... oh,
era otra clase de unión.
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Cuando llegaron a su calle, Kim bajó de la espalda del chico para no levantar miradas de sus
vecinos y caminaron tranquilamente hasta su casa.

Cuando entraron, Taehyung vio a sus padres como de costumbre, papá en la sala con el
periódico y mamá en el comedor.
Ninguno de ellos se inmutó por la presencia de los chicos. Y sentía que había vivido esta
escena mil veces que ni siquiera le sorprendía.

Subieron al segundo piso; ambos dejaron sus mochilas en el suelo. Taehyung se sentó en la
cama y comenzó a preparar las cosas que le hacía falta empacar.

Quizá le hubiera gustado que alguien le dijera que estaba haciendo lo correcto, porque el
silencio en su cabeza era demasiado violento como para dejarlo permanecer allí, un silencio
que se encargaba de juzgarlo.

El tiempo había fluido constante los últimos meses y ahora de golpe parecía ir más rápido.

Jungkook llegó detrás de él. Había estado mareado todo el día, y aunque quiera preguntar
sobre la investigación, no lo hizo, porque no quería sobrecargar al castaño de preguntas.

—¿Tienes todo listo? —preguntó viéndole con algo parecido a la nostalgia.

Taehyung suspiró.
—Sí, solo serán un par de días. Así que creo que tengo todo.

Jeon sonrió; era algo muy suyo organizar hasta los más mínimos detalles.

—¿Llevas tus vitaminas?

—Sí.

—¿Bufanda y guantes?

—Jungkook, es Boston, no la Antártida.

—Hace frío, no quiero que te resfríes.

—Por favor, no te preocupes por mí. Todo está bien.


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Jungkook negó con la cabeza. ¿Cómo es que su familia estaba así de tranquila? Si él tuviera
un hijo menor de edad con intenciones de salir de la ciudad solo estaría entrando en un
ataque de nervios.

Le habían firmado el permiso y habían seguido con sus vidas tranquilamente; Seokjin ni
siquiera había aparecido y todo parecía tan normal como siempre.

—Lo que pasó esta mañana... —se animó a decir— sé que estás molesto por eso.

—¿Qué cosa?

—Lo que dijo tu madre.

Kim negó con la cabeza.


—No me sorprende. Es decir, "Taehyung hizo algo sin nuestro consentimiento otra vez, qué
sorpresa" —dijo imitando su voz—. Es lo que siempre hace, asumir que no puedo ser normal.
Ni siquiera debí decirles.

—Hay algo que no entiendo.

—¿Solo "algo"? —le dijo burlándose de él.

—Sí, sabelotodo. Digo... te he visto falsificar al menos unas diez firmas desde que llegué. Es
irónico que le hayas pedido su firma a ellos, una que has hecho miles de veces...

Taehyung suspiró atrapado.


—Bien, tú ganas. Quería su opinión.

—Lo sé —le dijo sabiendo que en el fondo solo era un niño en busca de orgullo.

—¿Pero qué conseguí? A mi madre tratándome como un bicho raro otra vez.
Luego está Jin, con sus estúpidos celos de mierda. ¿Y papá? Por favor, ni siquiera se atreve a
opinar cuando se trata de mí.

El castaño parecía molesto, metió con fuerza una camisa dentro de su valija.

—No seas duro con ellos.

—Por una vez, siento que puedo llegar a ser algo. Y mi familia actúa como si hubiera hecho
algo malo. ¡Solo serán tres días!
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—Están asustados.

—¿De qué? —suspiró cansado—. A veces quisiera decirles que voy a morir para que me
tomen en serio por al menos unos días.

—Taehyung... —le llamó mientras le veía empacar sus cosas.

—¿Qué sucede?

—Pase lo que pase, quiero que sepas que no hay otra persona en el universo que se merezca
esto más que tú. Y todos estamos muy orgullosos de ti.

—¿No estás molesto porque decidí ir?

—¿Por qué lo estaría? Es una gran oportunidad para ti, ¿Qué clase de novio psicópata crees
que soy?

—No puede ser que el lunático del futuro sea la única persona que me entiende —le dijo con
gracia.

Jungkook se sentó a su lado en la cama y le dio un empujón con el hombro. —No creo que
esté aquí por mucho tiempo, y si lo estoy... no me importaría recorrer medio país para verte.

—Vendrás conmigo, ¿Cierto? —le dijo directo. Su vuelo saldría en la madrugada y estarían
allá a medio día.

—¿Qué?

—Dijeron que puedo llevar a un acompañante a la visita, me dieron dos boletos. Supuse que
serías tú.

—Creí que... solo tenías uno. ¿Mentiste?

—Soy muy bueno en eso, ¿No?

—Eres un mentiroso compulsivo ahora.

—No me juzgues, lo último que quiero es a mamá subestimándome frente a las personas de
la universidad.
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—Lo sé pero no puedo ir. Ni siquiera tengo equipaje, no esperarás que corra desnudo por las
calles —le dijo con gracia.

—Pues... —tomó una bolsa de papel que estaba cerca de su cama— te compré eso —dijo
entregándosela—. Y ya me encargué de tu maleta...

Jungkook le vio con curiosidad y la tomó dando un vistazo.

—¿Me compraste un abrigo?

—Hace mucho frío, no lo sé. Usualmente soy muy susceptible al frío. Pensé que quizá tú
también y no quería que tú...

—¿No quieres que tiemble? —le dijo con una pequeña sonrisa cálida viendo que tenía una
bufanda y gorro a juego también, el chico asintió—. Gracias, es muy lindo...—era de un color
azul oscuro y la tela suave.

—Hubiera comprado más cosas pero... necesito ahorrar —le confesó.

—Me sorprende el repentino interés por cuidar tus finanzas.

—No hagas preguntas tontas, y apresúrate. Tenemos un par de horas para arreglar todo.

—Taehyung, ¿Realmente esperas que vaya?

—Sí, no te dejaré aquí donde no puedo monitorearte.

—Es una forma muy extraña de decir que quieres que te acompañe.

—Eso y que me acostumbré a usar tu espalda de almohada.

Jungkook no pudo evitar reírse. ¿Qué clase de límite había roto? No lo sabía, pero la parte
honesta de la confianza de Taehyung le fascinaba mucho.

—¿Y cómo harás que me dejen subir al avión?

—¿A qué te refieres?

—Ni siquiera soy una persona real aquí.

—Te haré un pasaporte. Dame treinta minutos, es lo único que me falta.


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—¿No necesitas una foto para eso?

—Son detalles.

—Kim, ¿Te estás escuchando?

—¿Qué tiene de malo que quiera que vayas conmigo?

—Nada pero... no quiero cambiar nada más. ¿Está bien?

—No pasará nada, es un viaje inofensivo. Recibiré un montón de charlas aburridas por la
mañana, y en la tarde podremos ver la ciudad. Vamos, sé que también quieres ir.

—Te dieron un boleto académico gratis y tú quieres usarlo como turista.

—Sé que es una tontería y sé que probablemente ni siquiera esté vivo para cuando tenga que
ir a la universidad pero yo —hizo una pausa— quiero ver lo que hay más allá de este pueblo.
Quiero salir de aquí.

—No digas eso, es como si estuvieras aceptando tu muerte.

—¿De qué me sirve ser optimista? Tú te irás y yo...

—Basta, no digas cosas que me hagan sentir mal.

Taehyung infló el pecho en medio de los deseos que ya no luchaba por ocultar.
Se había despojado de sus límites.

—¿Qué tan malo sería que te quedaras aquí? —le dijo sin darle chance de seguir hablando,
directo, sin poder callar más lo que sentía.

—¿Qué? —respondió incrédulo.

—Sé que suena egoísta, pero no tienes nada por qué regresar.

—Es peligroso. ¿Qué tal si causamos algo peor?

—Hoy avanzamos mucho. Sé que podríamos lograr que el experimento funcione. Pero... tal
vez...

Jungkook le tomó la mano para detenerlo.


—Eso puede esperar. ¿Por qué estás tan empeñado en decir cosas como esa?
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—Salvarme no es tan importante si de todas formas voy a quedarme en medio de esta


mierda.

—Maldición, no. ¿Dónde está el Taehyung que no se rinde? Porque quiero hablar con él,
gracias.

—Es una estupidez, olvídalo.

—Taehyung... —le llamó, observando cuando el otro suspiró, Kim estaba cansando del
misterio y de hablar entre líneas.

—Es que yo... —volteó a ver a otro lado— simplemente no quiero que te vayas.

Inocencia es aquello que se sacrifica para llegar a la madurez.

La capacidad de hacer daño es algo por defecto humano, aún así, si se tiene miedo al dolor, y
se construyen barreras para evitarlo, solamente se sufre sin recibir nada a cambio. Si el
sufrimiento es inevitable, burlarse de la vida sería una buena forma de padecerlo.

Su pecho estaba lleno de sentimientos que nunca alcanzó a comprender. Pero ese chico, es
decir, ese hombre a su lado era un sentimiento que nunca escuchó, y del que nadie había
escrito.

—Deja de lado la investigación, volver a mi año no es tan importante eso puede esperar,
Taehyung, tienes que cuidar de ti mismo.

—No intentes manipularme.

—Kim Taehyung, la única forma de evitar tu muerte es dejando de hacer suposiciones locas y
enfocarte en ti, en las cosas que te hacen feliz. La única persona que puede salvarte eres tú
mismo.

—Las cosas no funcionan así.

—¿Entonces cómo?

—Alguno de nosotros se jode, y el resto vive miserablemente.

—El papel del adolescente depresivo en nuestro equipo ya lo tengo yo —le dijo ganándose
una mirada desaprobatoria—, así que deja de decir tonterías.
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—Revisa el guión, creo que te quité el estelar.

—Escucha —le dijo haciendo que Taehyung bajara la cabeza—. Hagamos un trato

—¿Qué clase de trato?

—Si tú prometes luchar, si cuidas de ti. Yo prometo... —sonrió sabiendo que era su mayor
anhelo. Taehyung se había convertido en su más grande sueño.

—Jungkook...

—Mírame —Taehyung levantó la cabeza lentamente—. Prometo quedarme aquí para verte
llegar lejos.

—¿Por hoy?

—Por siempre.

El castaño se dejó caer de espaldas en la cama. No tenía ni la más remota idea de lo que
estaba haciendo.

—Lo haré—confirmó cerrando los ojos por unos segundos.

Jungkook sabía mucho de soledad, lo habían ilusionado tantas veces. Por eso, era incapaz
de abandonarlo.

Y si había un camino de regreso a casa, en el fondo, no quería tomarlo. Porque ahora conocía
unos brazos que le hacían sentir que tenía un hogar.

Hogar.

Había encontrado uno.

Capítulo Diecinueve
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por Incompletelyrics
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19.

En la vida, a veces hay cosas que simplemente no necesitan ser explicadas. Y otras, que el
tiempo prefiere dejar sin explicación.

Quizás no estaba lo suficientemente perturbado ya, o no quería sentirse más culpable pero...
sentía que colapsaría en cualquier momento. Seokjin caminaba molesto por los pasillos de
la escuela después de terminar el entrenamiento. Estaba frustrado y adolorido; sabía que no
debía ser egoísta pero no podía evitar sentir envidia de su hermano.

El chico se había marchado solo de la ciudad hacía un par de días para conocer su nueva
universidad. Y Seokjin realmente quería estar feliz por él pero le quemaba demasiado saber
que él nunca sería suficiente como Taehyung.

Regresaría a casa por la tarde; últimamente, parecía que peleaba con su hermano todo el
tiempo, Taehyung incluso le había gritado que se jodiera antes de salir hacia el aeropuerto. Y
sabía que quizá debería disculparse con él, decirle lo que sabía todo pero no estaba
mentalmente preparado para eso.

La madrugada del primero de agosto de 1986, después de que la lluvia cesara, Kim Seokjin se
había sentado en su balcón para fumar porque de todas formas no podía dormir bien; pero
no esperaba ver a Agustus Min salir de la ventana de la habitación de su hermano, y colgarse
de la rama del árbol frente a esta para luego salir de la casa, usando la ropa de Taehyung y
con las manos vendadas.
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El pelinegro volteó a verlo cuando le notó afuera y simplemente lo vio con desdén. Seokjin
hubiese querido correr hacia su hermano para decirle que se alejara de gente como él pero
no podía hacerlo sin quedar como un imbécil.

Decirle, "Hey, si sigues por ese camino van a joderte la vida como yo se la jodí a él",
definitivamente no era una opción.

Los últimos meses había hecho cosas de las que no estaba orgulloso. Lo había amenazado
un par de veces y había detonado algo muy malo en el interior de Min porque quizá la había
jodido más de lo que pensaba.

Incluso le repitió hasta el cansancio que si intentaba ponerle un solo dedo encima a su
hermano iba a matarlo, lo siguió por días en el camino de regreso a casa, y lo recargó contra
la pared cuando la tensión física entre ellos aumentó antes de encerrarlo en el baño de un
restaurante para gritarle que estaba enfermo.

Y es que, Seokjin siempre fue alguien intuitivo cuya corazonada le hacía sentir que algo no
estaba bien. A finales de noviembre, la desesperación y el egoísmo continuaban siendo las
cruces que siempre llevaba.

Suspiró, y caminó hacia su casillero. Entonces lo abrió, al hacerlo, un sobre se cayó de él,
llenándole de intriga. Ladeó la cabeza y se agachó a recogerlo.

Se le revolvió el estómago cuando alcanzó a leer las palabras del frente; porque conocía esa
letra, y aún con su defectuosa visión entendió lo que significaba.

Desesperado, abrió el sobre para sacar su contenido y cuando lo tuvo en sus manos sintió
desmayarse. Ahora sí estaba seguro de que vomitaría.

Pegó su espalda al casillero y se deslizó lentamente mientras la rabia se apoderaba de él,


haciéndole llorar de la mera impotencia mientras negaba con la cabeza. Esto era su culpa.

La primera era una fotografía de Taehyung durmiendo; la segunda, una de un poco más lejos
donde se podía observar del torso hacia arriba al muchacho, con el pecho desnudo y una
marca roja en el cuello.

Y la tercera... Seokjin ni siquiera tenía corazón para seguir viendo.


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Volvió su vista al sobre y leyó con asco el enunciado:

"Adivina quién se atrevió a tocar a tu hermano."

Se le subió la sangre a la cabeza cuando comenzó a respirar agitado. Aunque su hermano


quisiera esconder lo que estaba sucediendo, Seokjin no era tan estúpido, y si lo había dejado
vagar con el más joven de la familian Min fue porque en el fondo, Kim sabía que no había
nada malo con él. O bueno, eso quiso creer.

Quizá como en los cómics de ciencia ficción, Seokjin era el origen del corazón roto del
villano.

—Yo lo mato —dijo molesto poniéndose de pie y azotando la puerta de su casillero.

Entonces, corrió hacia el estacionamiento hasta su auto. Ni siquiera dejó que el motor
calentara bien, arrancó apretando sus manos en el volante tanto que sus nudillos se veían
blancos.

Había comenzado a nevar, aunque los neumáticos viejos de su auto no eran muy confiables,
no le interesaba. Porque él podía estar celoso del castaño, y él mismo podía ser una mierda
de persona, pero Taehyung seguía siendo su hermanito.

En medio de su miseria mental, frenó de golpe cuando un camión atravesó de forma


inesperada la avenida. Respiró agitado y agradeció al señor en secreto de que los frenos
defectuosos no lo hubieran traicionado esta vez como solían hacerlo.

Llegó a su calle y se estacionó frente a su casa. Tomó el sobre y su bate del asiento del
copiloto para bajarse del vehículo y dirigirse a la casa de Min.

Pero no esperaba encontrarlo cómodamente sentado en el pórtico de su propia casa, y a su


hermano, quien recién regresaba con sus maletas feliz de verlo.

Su sangre estaba hirviendo, así que se movió con pasos firmes hasta el pelinegro, ignorando
a su propio hermano en el acto.

—Tú —dijo y empujó a Agustus—, hijo de perra. —Iba a usar su bate para golpearlo pero en el
fondo, quería usar sus manos para sentir su dolor así que soltó las cosas en la grama al
tomarlo del cuello de la camisa con la mano y golpearle el rostro con la otra.
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—¡Seokjin, no! —gritó Taehyung intentando intervenir. —¿¡Qué pasa contigo!? ¡Suéltalo!

El Kim mayor volteó a verlo. —¡Tú no te metas! —le respondió golpeando a Min de nuevo.

A Yoongi le estaba sangrando la nariz pero aún así había comenzado a reír
escandalosamente, haciendo a ambos hermanos dudar. Él sabía lo que había hecho.

Taehyung quiso acercarse pero al hacerlo, su pie aplastó el sobre que ya estaba arrugado.

Se inclinó a recogerlo y sacó su contenido dejando de ponerle atención a los otros dos
cuando un escalofrío le recorrió la espalda.

—Ambos sabemos que golpearme no servirá de nada. ¿O sí? Mátame, házlo. ¿Qué ganas con
eso, Jinnie?.

—Recuperar mi estabilidad mental.

—Y la mía... ¿Cómo recupero mi estabilidad?

—Si lo que querías era verme sufrir está bien, lo lograste. Yo sé que me merezco esta mierda
pero él no.

—Qué ternura. El gran Kim Seokjin se ha puesto sentimental.

—¡Aléjate de él!

—¡Oh, el héroe! —se burló—. ¿Por qué no le cuentas a tu hermano lo que hiciste? Dile la
verdad, que es tu culpa que nadie en la escuela quiere ser su amigo, que es por ti que su
madre lo trata diferente. Dile que me dejaste desangrarme en la calle, dile que nosotros...

—¡Cállate! —le gritó sujetándolo con fuerza. —Esto es entre tú y yo, ¿Como no quise saber
nada de ti, elegiste tirarte a mi hermano? Estás tan enfermo que te atreviste a jugar con la
única persona que me importa. ¿Es eso? ¿¡Es eso!? —lo agitó—¡Contesta! ¿¡Qué es lo quieres
de mí!?

—Quiero que te quedes solo —murmuró, y le lanzó un beso que le hizo salpicar un poco de
sangre de su labio.

—Jin... —le llamó Taehyung con gélida voz—. ¿Qué... qué es esto?
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—Es lo que pasa cuando te mezclas con fenómenos como él. Sabía que algo extraño pasaba
con ustedes y debí detenerlo antes.

El mayor volteó a verlo. Las manos del castaño estaban temblando, al igual que su espalda.
Negó desesperado y confundido cuando vio las fotos y las notas que él mismo había escrito
una por una. Ni siquiera estaba seguro de haber estado consciente en el momento de las
últimas imágenes. Inhaló con fuerza y contuvo sus ganas de llorar tanto como pudo.

—Deja que se vaya —le ordenó a su hermano—. Ya tuvo suficiente.

—¿Qué?

—Suéltalo, no quiero verlo aquí.

—¿Es que no lo entiendes? Él estaba usándote para joderme la existencia a mí, y lo tiene que
pagar.

El nudo de su garganta apenas le dejó de hablar.

—Te juro que llamaré a la policía si no lo dejas ir. Jin, estoy hablando en serio—le dijo dolido.
Seokjin respiró exaltado y empujó hacia atrás al otro cuando lo soltó. —Y tú —le lanzó el
sobre a Yoongi—, lárgate de aquí antes de que sea yo quien te golpeé.

Min se levantó del pórtico, apenas tomó sus cosas viendo a Taehyung desde abajo cuando
buscó alejarse de allí. Seokjin estaba destrozado pero... eso no lo había hecho sentirse
mejor. Y eso solo lo confirmó cuando volteó a ver a Taehyung por un breve instante en el que
la venda del odio se le cayó de los ojos.

El correr del frío aire parecía ser más fuerte que el sonido de la respiración de los hermanos
Kim. Seokjin caminó un par de pasos hasta el castaño para ponerle la mano en el hombro.

Él realmente no sabía cómo hacer esto. Y quería consolarlo, quería decirle que todo estaría
bien, pero era terco, y demasiado impulsivo.

—Tae...—intentó hablar pero el chico se removió incómodo.

—Déjame solo.
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—Oh, no. Me debes una explicación. ¿Qué pasa contigo? —dijo Seokjin cuando su hermanito
le vio con molestia buscando alejarse de él, y caminando hacia el interior de la casa.

—¿Qué pasa conmigo? —le dijo indignado—. Acabo de descubrir que no hay ni una sola
maldita persona en el mundo que me tome en serio. Ah, sí, y soy más crédulo de lo que
pensé.

—Eso no es cierto.

—¿Ah, no? ¿Entonces por qué todos piensan que pueden hacer lo que quieran conmigo como
si esa mierda no me afectara? Todos, incluso tú.

—Si me dejaras explicarte...

—¡No! ¿¡Crees que soy imbécil!? Maldición, sé que todos en la escuela piensan que soy una
cosa rara por tu culpa, es por ti que yoongi tiene marcas de fracturas en el pecho, sé que algo
pasó entre ustedes antes de que yo me fuera de viaje. Y sé que...—se quedó callado—yo solo
le intereso porque... luzco como tú.

—No fui yo quién te obligó a meterte con él.

—¡Es tu culpa!

—¡No es mi culpa que seas un homosexual de mierda! —le gritó sin importarle la presencia
de los padres del chico en la sala.

Se armó un gran silencio en la casa cuando la madre de ambos se puso de pie consternada.

—Taehyung —le llamó—. ¿Qué está sucediendo?

Kim Taehyung se quitó sus anteojos para poder limpiarse las lágrimas con el antebrazo. Su
primera ilusión se hacía añicos a cada palabra y no podía dejar de sentir que se lo merecía
por ser ingenuo.

—Está bien —dijo apenas—. Es mi culpa.

—Si me hubieras escuchado nada de esto habría pasado.

—Yo... lo siento. Pensé que había algo especial.


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No pudo seguir hablando, soltó sus maletas en la sala y corrió hacia las escaleras para buscar
refugiarse en su habitación.

—¡Espera! No quise... —dijo Seokijn en un intento de seguirlo pero al subir al segundo piso la
puerta de la habitación del chico se cerró en su cara.

Taehyung se dejó caer en su cama mientras aún temblaba. Ir a Boston fue increíble, el lugar
era hermoso pero pensó que a lo mejor le hacía falta algo, y él ya no quería estar solo. Pensó
que comenzar de nuevo allí no sería tan malo.

Había una pequeña casa cerca de la universidad que podía comprar usando el fondo que ya
no necesitaba ahorrar. Tenía el número del dueño guardado dentro de su billetera y la
certeza de que si Seokjin quería alejarse de ese pueblo con él podría hacerlo. Pensó que su
hermano merecía conocer la gran ciudad.

Afuera de su habitación se escuchaban los gritos de Seokjin y su madre tocando la puerta


para que saliera. Pero no valía la pena hacerlo.

En su lugar, se abrazó a sí mismo. Quizá fue su corazón roto o su ego lastimado, jamás estuvo
tan seguro de algo hasta que conoció el sentimiento de que nunca debió haber regresado. Y
que al final, estaba tan solo como siempre lo había estado.

Pero tal vez, esto no tenía que suceder.

...

38 días antes de.


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La madrugada era fría, pero no tanto como la nota de despedida que Jungkook y Taehyung
habían dejado en la mesa del comedor antes de irse.

Apenas comenzaba a amanecer, se encontraban en el aeropuerto, su equipaje ya había sido


revisado y esperaban para abordar el avión.

Les había costado trabajo llegar al aeropuerto pues este estaba muy lejos de su pequeño
pueblo, y tuvieron que salir muy temprano de casa para salir de la ciudad.

Pero allí estaban, mientras intentaban parecer lo más normales posible, como quiénes no
intentaban pasar un indocumentado con pasaporte falso por la barrera de seguridad.

—¿Desde cuándo me llamo Jacob Kim? —le reprochó viendo su pasaporte falso cuando se
acercaron a la fila.

Era terrorífico de lo real que se veía. Además, le había colocado un sello de inmigración, y le
asustaba preguntar de dónde lo había sacado.

—También tienes veintidós, no olvides eso.

—Me hiciste más viejo, no es justo.

—No te hice viejo, te hice mi acompañante designado. Tenía que tener un familiar a cargo,
así que ahora eres parte de mi familia.

—Oh, vamos. Ahora además de ser tu sobrino, tu mascota y tu novio, ¿Soy tu primo también?

Taehyung se pegó la mano a la frente.

—Por dios, Jungkook. Deja de pensar tonterías que me dejen en mal—dijo inquieto.

—¡Perdón! Es que estoy nervioso.

—Ya lo sé, hablas demasiado cuando eso pasa así que cierra el pico.
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—Uy...

—¿Uy qué, animal?

—Tú también estás nervioso.

Taehyung negó con la cabeza.

—Claro que no.

—¡Estás asustado! —dijo acusador—. Siempre te pones a la defensiva y me tratas feo cuando
tienes miedo.

—Eso no es cierto... Me duelen tus acusaciones.

El castaño se ofendió mientras avanzaba en la fila. Es decir, ellos habían llegado a Estados
Unidos en barco y él era tan pequeño que ni siquiera lo recordaba. Ahora, la idea de subirse
en un pájaro gigante metálico y estar encerrado respirando el mismo aire que los demás por
horas no lo asustaba ni un poco. Por supuesto que no.

—¡Siguiente! —gritó el guardia mientras le indicaba a Taehyung que debía avanzar.

El castaño caminó hacia él jalando el tirante de su equipaje de mano, al acercarse, colocó


esta en la banda de rayos antes de entregar su pasaporte, licencia de conducir y boleto.

El oficial corroboró sus datos, y le observó por tan solo unos segundos antes de devolverle
sus identificaciones dándole vía libre para seguir.

Taehyung se adelantó y tomó su mochila que había salido ya del otro lado de la banda. Y
volteó a ver con nerviosismo el momento en que el oficial hizo señas a Jungkook para que se
acercara.

Jeon tragó saliva pesadamente.

Entregó su boleto y su pasaporte, sus manos temblaban un poco y no pudo evitar sonreírle
enormemente al oficial quién se sintió extraño por su quieta expresión.

—¿Qué clase de permiso tienes, muchacho?

—Estudiantil —dijo un poco nervioso.


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El otro lo vio con curiosidad.

—¿Tienes otra identificación?

«Sí, señor. Déjeme volver a 2019 para traer la tarjeta verde de residente que me dieron por mi
padrastro cuando me mudé aquí, ya vuelvo. »

—No creo que sea necesario.

—Si no tiene una, tendré que llamar a inmigración.

Taehyung abrió los ojos con pánico deteniéndose y volteando a ver al pelinegro.

—¿Qué? Pero mis papeles están en orden. —«Obvio no los hicimos anoche.»

—Los controles con las personas de fuera del continente son más estrictas.

—Eso es muy racista. ¿¡Me estás llamando ilegal!? Quiero hablar con tu superior —dijo
llamando la atención de los demás.

—Viniendo de su país...

Jungkook rodó los ojos en su mente. E hizo uso de uno de los trucos que mejor funcionaba
en ese país de mierda cuando quería evadir algo.

Así que comenzó a hablar en su idioma natal.

—Estúpido, ¿Quién te crees que eres? —dijo alzando la voz sabiendo que nadie le
entendería.

—Joven, no comprendo.

—Arroz, cerdo, pantufla, tres tristes tigres tragan trigo en un trigal —dijo en coreano—. Las
ruedas del camión girando van, girando van.

—Esto es solo una formalidad —le respondió confundido.

Taehyung un metro más lejos se mordió la lengua cuando entendió a medias lo que decía.

Jungkook hablaba demasiado rápido sin tomar aire y alzando las manos, al oficial parecían
salirle signos de interrogación a su alrededor.
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—¡El señor es mi pastor y nada me faltará, en pastos delicados me hará descansar. Junto a
aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma y me llevará por sendas de justicia! —
dijo completamente ofuscado y ofendido.

El hombre se dio por vencido, no le pagaban lo suficiente para esto. Cerró el pasaporte de
Jungkook y se lo devolvió.

—Que tenga buen viaje —le dijo rindiéndose y dándole vía libre a pasar.

—Thank you —le respondió con una gran sonrisa antes de seguir caminando.

Una vez al lado de Taehyung de camino a la pista, ambos comenzaron a reír


escandalosamente cuando estuvieron lejos.

No había muchas personas en su vuelo.

Así que no les tomó mucho tiempo en la fila para subir al avión cuando llegaron a este.

Taehyung suspiró pensando que todo esto era nuevo para él, y Jungkook pensó que la
última vez que había estado en uno había sido para dejar el país y mudarse a su nueva vida.

Guardaron el equipaje de mano en los compartimientos de arriba de sus asientos y se


acomodaron en estos cuando las azafatas se los pidieron.

Pasó algún tiempo cuando las puertas se cerraron.

"Estimados pasajeros, les habla su capitán, estaremos despegando en breve. "

Taehyung comenzó a respirar agitado y a inquietarse, aún había chance de arrepentirse


pensaba, el otro lo notó y le colocó la mano en el muslo ya que nadie los veía.

—Oye —le dijo con voz suave—, respira conmigo. Uno... —inhaló profundamente para
después soltarlo—. Dos... —exhaló.

—Jungkook, no.

—Uno... —dijo al inhalar de nuevo sin dejar de verlo haciendo que se rindiera. Taehyung lo
imitó con los ojos cerrados—. Dos...
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Cuando el avión comenzó a elevarse, y estuvieron así de cerca de las nubes, Taehyung supo
que todo estaría bien.

...

Había malas ideas, pero esta sin duda era la peor de todas.

Seokjin y Yoongi se encontraban en las afueras del bosque dentro de la bodega del
aserradero de la familia de los Min mientras nerviosos pensaban qué hacer.

Es decir, eran más de las doce del mediodía, técnicamente habían tenido secuestrado a un
hombre todo un día. Justo ahora lo tenían atado a una silla en el centro de la bodega.

—Deberíamos cortarle un dedo o algo —dijo Yoongi.

El otro volteó a verlo perturbado.

—¿Qué pasa contigo? No vamos a hacer eso.

—¿Entonces para qué lo secuestramos?

—¡Para sacarle información! —le dijo. Min asintió con la cabeza y le soltó un golpe en la cara
al rubio que le hizo gemir de dolor—. ¿¡Por qué hiciste eso!? —le reprochó Seokjin.

—¡Dijiste que querías información!

—¡Pero no así!
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—¡Entonces cómo!

—¡No me presiones es mi primer secuestro!

Jimin negó con la cabeza mientras les veía discutir.

—Mocosos, puedo escucharlos.

—Tú te callas —dijo Seokjin dándole otro golpe haciéndole sangrar la nariz al rubio.

—¡No sé vale! ¿Por qué tú puedes golpearlo y yo no?

—¡Porque a mí sí me secuestró!

—Buen punto.

Ambos se quedaron pensando. Yoongi se removió inquieto, sabía que en su casa se


preocuparían mucho si no aparecía. Porque siempre que eso pasaba, terminaba colgado de
un árbol o en la carceleta de la comisaría.

Tomó a Seokjin del brazo para alejarse del rehén.

—Oye, ¿Qué haces? —le dijo.

—Tengo que ir a casa o será sospechoso.

—¿Qué?

—Sí, escucha. Esto es lo que haremos, te dejaré encerrado aquí con él mientras yo voy a casa,
le diré a mi abuela que estaré con tu hermano para que no se preocupe, devolveré la
camioneta, y traeré comida.

—¿Tu padre regresa hoy, cierto? —Uh, había dado justo en el clavo. El padre del chico nunca
estaba en casa pero cuando lo hacía Min prefería evitar problemas.

—Sí, por eso debo estar allí cuando regrese.

Seokjin suspiró. —Está bien, apresúrate. Ve por mi auto, las llaves están puestas, ya sabes
que la puerta del garaje no funciona —le dijo. —Y si te cruzas a mamá dile que estoy en tu
casa y que saldremos por allí, no sé, inventa algo.

—¿Tu madre no sospechará?


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—No de mí —le dijo con total honestidad.

—Alto, ¿No se supone que tu auto no funciona?

—Logré repararlo hace unos días Pero ten cuidado, los frenos son algo sensibles.

—Está bien, no me tardo.

Así como le había dicho, April Min, le dejó solo el rehén.

—Oye, ahora que ya se fue —escuchó decir al rubio a sus espaldas—. ¿Podemos hablar?

—¿Qué?

—Los he estado siguiendo, y él... digo los otros dos, no pareces uno de ellos.

Seokjin alzó una ceja mientras volvía a acercarse.

—¿Qué sabes tú de eso?

—Solo lo justo, como el hecho de que estás cometiendo un delito federal justo ahora,
además de lo obvio.

—¿Delito? —No le respondió. No tenía tiempo para sus juegos, así que Kim le dio un golpe en
el estómago. —¿Por qué te interesamos tanto?

Maldijo mentalmente, compungido. —No nos interesan ustedes. Solo el chico que se la pasa
pegado a tu hermano.

La forma en la que habló en plural hizo que se le revolviera el estómago.

—¿Por qué están aquí?

—Operación K.S.T. 100, bajo el seudónimo de mariposa, estamos estudiando el flujo del
tiempo para el gobierno. Pero el resto es información clasificada.

—Estás mintiendo —dijo serio.

—Todo lo que digo podría tener sentido para ti si me dejas ir, podrías salir ileso de esto.

Jin se burló.—¿Qué te hace pensar que te dejaré salir?

—Yo te dejé salir la otra noche.


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—Fue real... —murmuró para sí mismo.

—Claro que fue real, así que, me debes una.

Seokjin bajó la cabeza, él quería saber la verdad pero tal vez estaba cansado de ser un
traidor. Así que tomó la mordaza y se la colocó de nuevo para evitar que le siguiera
hablando.

—Lo que tú digas, lunático —le dijo antes de sentarse unos cuantos metros lejos de él y
recargar su espalda contra la pared.

Suspiró. Ya no sabía ni qué mierda pensar.

Al igual que Min, quien conducía paranoico por las afueras de la bodega.

Ya no era secreto para nadie que estaba mareado, al igual que Seokjin, y él sabía que las
cosas cambiaban constantemente y no podía hacer nada para evitarlo.

Mientras se dirigía a casa, pasó frente al supermercado y no pudo evitar detenerse a comprar
cosas. Quizá otra soga y algo para que el idiota de Seokjin no se muriera del hambre.

Entró rápidamente, comenzó a moverse ansioso por los pasillos tomando cosas como pan,
jamón y agua embotellada. Esto de la paranoia y el pánico no eran para él.

Estaba tan alterado que no notó la presencia de otra persona y chocó con ella.

—¡Lo siento! —dijo apenado hasta que la reconoció—. Oye... —le habló saludandola.

Sunhee le sonrió en respuesta.

—¿Estás siguiéndome? —preguntó con gracia.

—No... hoy no. —Estaba usando la ropa del día anterior, y lucía desaliñado, pero debía actuar
natural—. ¿De compras? —dijo curioso cuando vio su canasta llena de dulces.

—Sí... algo así. —Ella se abrazó a sí misma por el frío

—Es demasiado azúcar para una sola persona.

—El doctor dijo que no debería pero no puedo evitarlo, lo necesito.

—¿Los dulces?
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—El chocolate.

Min bajó la cabeza para verle el abdomen.

No quería ser indiscreto pero ya no lo soportaba. Él necesitaba desesperadamente saber si


sus conjeturas eran ciertas y no desmayarse en el intento si resultaba que Seokjin tendría un
hijo.

—¿Desde hace cuánto lo sabes? —dijo esperando que ella lo entendiera.

—Dos meses, creo. Debí darme cuenta mucho antes pero... —negó con la cabeza— no sé qué
pasó.

Sintió el rostro caliente y su pecho pesado.

Es decir, él no era malo, solamente le dolió un poco saberlo. En su alma no existía tal malicia,
él era incapaz de decir algo cruel, porque la maldad en su interior jamás se había detonado.
Aún con todos sus traumas, quizá la aparición de Jungkook sí tenía un buen efecto colateral.

Le sonrió.

—Debes estar terminando el primer trimestre, entonces —entrecerró los ojos.

—¿Por qué lo dices?

—Los antojos son normales —le dijo animado.

—Es mi quinta barra de chocolate en todo el día. Y lo curioso es que no solía gustarme, ahora
no puedo dejar de comerlo, tengo que parar.

—Creo que debes satisfacer tus antojos o tu hijo sufrirá las consecuencias.

—No creo que eso sea algo real.

—Ni yo, pero mi abuela dice que una vez evitó que mi madre comiera un dumpling hervido, y
por eso yo parezco uno ahora.

Ella no pudo evitar reírse.

—No puede ser así de cruel contigo.


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—Ohh, mi abuela es un caso serio. El otro día me castigó por quitar su foto de Kennedy del
refrigerador. Mamá nunca me habría hecho eso, pero en fin, es lo que pasa cuando vives solo
con ancianos.

—¿Extrañas a tu madre?

Se quedó callado. —No —dijo sincero—, pienso que no puedes extrañar a alguien a quien
apenas recuerdas. Es decir, he pasado catorce años de mi vida sin ella.

—Eso es un poco frío hasta para ti.

Yoongi sonrió por lo bajo. —Yo la quiero, pero no anhelo que regrese.

—Se nota que fue una gran madre... —dijo algo desanimada.

—Oye... sé que quizás yo no sea la mejor persona para preguntarlo. Pero, ¿Estás bien con
esto? Tengo muchos problemas justo ahora pero si quieres hablar con alguien o ayuda para
buscar otra solución, yo estoy aquí.

—Eso es muy tierno de tu parte, gracias...

—Lo digo en serio.

—Tengo miedo —confesó ella apretando sus manos—. No sé qué pasará cuándo vuelva a
casa.

—¿Tus padres ya lo saben?

—Sí —respondió a secas—. Voy a casarme antes de lo esperado.

—¿A qué te refieres con eso?

—Mis padres arreglaron mi compromiso para dentro de cinco años. Pero... van a "salvar"—
alzó las cejas— su honor adelantando la fecha a este diciembre.

—¿Cuándo se lo dirás a Seokjin?

—No lo haré.

Yoongi suspiró, tenía razón. Y no solo porque no sabía cómo reaccionaría el castaño, sino
porque así estaba escrita la historia ya.
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—Solo haz lo que creas correcto, ¿Está bien?

Ella asintió. —Y tú... —dijo temerosa— ¿Se lo dirás?

Él negó. —No es mi problema. ¿Por qué debería?

—Por él... Él es tu amigo.

—Sí, pero yo nunca me meto a joderle la vida a los demás. No es a mí a quién le corresponde
decirle.

—Eso significa que...

—Guardaré tu secreto —le dijo—, solo intenta mantenerte lejos si lo que quieres es no
levantar más sospechas. ¿Está bien? Ahora, tengo que irme, te veré después.

Pasó a su lado para alejarse pero ella le llamó.

—Sé que estás enamorado de él.

Se detuvo en medio del corredor y su mandíbula se tensó.

—Deberías tener cuidado con lo que dices.

—Él dijo que solían ser buenos amigos, y tú... Él es el Romeo de tu libreto, ¿Cierto? Cuando lo
leí creí que lo estaba imaginando pero...

La interrumpió. —Quiero que entiendas algo, yo no me meto con nadie—volteó a verla


serio—pero tampoco dejo que se metan conmigo.

—Lo sé, y está bien —dijo sin llegar a ser maliciosa—. En realidad me tranquiliza.

—¿Por qué lo haría?

—Porque sé que vas a cuidarlo por mí, al menos como su amigo si es lo que quieres.

Yoongi negó con la cabeza.

—Las cosas no son tan fáciles como piensas. Además... ¿Qué pasa contigo, no deberías estar
molesta o algo?

—¿Por qué lo estaría?


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—¡Porque es tu novio!

Ella volvió a reír. —¿Y qué esperas que haga? ¿Una escena de celos o que cantemos una
canción sobre ser rivales?

Yoongi no entendía porqué no se inmutaba. Él no estaba confirmando nada pero si lo hiciera,


ella debería repudiarlo y gritarle que se iría al infierno, decirle que estaba enfermo. Pero no, y
eso le llenó de asombro. Tal vez cuando Jungkook decía parecerse a su padre estaba
equivocado, y se parecía a ella más de lo que pensaba.

—Si íbamos a hacer lo segundo debiste avisarme, porque así podríamos haber combinado
nuestro vestuario.

—Puedes elegir la canción. Pero yo no voy a usar tacones —le dijo tranquila devolviendo la
broma.

—¿Cómo puedes estar tan bien con esto?

—Estoy intentando hacerme a la idea de que tendrá una vida lejos de nosotros, así que...

Yoongi se removió triste. Él hubiera querido decirle que no se preocupara por eso, que al
final de la historia ella terminaría con una gran casa, y el amor de su vida en la sala de esta.

Pero no podía fracturar la línea intencionalmente, no debía, no quería dañar a Jungkook.


Aunque ahora quería saber sobre su hermano, porque si sus cálculos eran correctos, no se
trataba de su amigo y nunca se le había ocurrido preguntar eso.

—¿Podré visitarte? —le dijo con sinceridad.

—¡Claro! Me alegra saber que hice un buen amigo aquí.

Quizá de todos los habitantes de la ciudad, la única amistad desinteresada y completamente


aleatoria que había resultado de la ruptura de la historia había sido la suya. Al parecer, la
señorita perfección y el fenómeno desastre resultaban encajar muy bien juntos.

Se despidió de ella, y se apresuró a llegar a casa. Justo a tiempo para dejar la camioneta en
su lugar antes de que su padre regresara del viaje.
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Tomó un par de minutos para ducharse y cambiarse de ropa, porque aún tenía puesto su
uniforme de gimnasia. Cuando su padre entró él le recibió con total naturalidad. Después,
llenó su mochila con comida, y tomó su bolsa de dormir para poder ir a la casa de los Kim por
el auto de Seokjin.

Pero en tanto se acercó a la puerta su padre le llamó molesto.

—April —le dijo con dura voz—, ¿A dónde vas?

Apretó los ojos deteniéndose frente a la puerta. —Yo... —se dio la vuelta— olvidé decírtelo,
tengo un compromiso, saldré de excursión con unos amigos.

—¿No pueden juntarse por la mañana?

—No.

—Es hora de comer, así que verás a tus amigos mañana. Ahora siéntate.

—No tengo ham...

—No me importa —no fue un grito, era su voz llena de superioridad que le hizo temer—. No
comiences con tus tonterías de no comer, la cena está servida.

—Pero...

—¡Te he dicho que te sientes! —le vociferó golpeando la mesa. Su abuela no dijo nada, se
quedó tan ajena como siempre lo había sido.

—Sí, padre —dijo el muchacho acercándose a la mesa.

En pocos minutos le extendieron un plato completamente lleno de comida, que tuvo que
comerse sin chistar para no reñir con el mayor.

Se sintió terrible por dejar solo a Seokjin pero... tenía miedo de salir de su casa cuando
estaba él. Por eso no aceptaba salir con los muchachos, pero sus detalles nunca eran
importantes.

Antes de subir a su habitación no pudo evitar vomitar y luego, cuando llegó a la cama no
pudo cerrar los ojos. A la espera de que el sol saliera para todos otra vez.
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...

Jungkook avanzó contemplando su alrededor, habían llegado por la tarde a su destino.

Las luces de los edificios lucían magníficas en contraste con los árboles de ramas oscuras y
congeladas.

Las aceras tenían nieve por doquier y la leve escarcha blanca caía por sobre todos aquellos
que caminaban presurosos por las calles de Boston.

En una de las últimas tarde atareadas de noviembre, y en donde la blancura pulcra se


mezclaba con lo reluciente de la ciudad. Y es que hacía frío pero... la calidez que le envolvía
venía de su interior.

—¡Está nevando! —le dijo feliz a Taehyung sin poder contener su felicidad.

—Estamos oficialmente en invierno —le contestó jalando de su brazo para hacerlo avanzar.

Taehyung suspiró un poco abrumado, había muchos edificios. Sí, definitivamente ya no


estaban en el condado.

Se movieron entre las personas hasta la orilla de la calle. Taehyung alzó la mano para
detener un taxi, Jungkook nunca creyó ver uno tan viejo, bueno, al menos para él, y en su
cabeza, parecía la escena de una película antigua.

El castaño le abrió la puerta, dejándole subir primero mientras él acomodaba las maletas en
el portaequipaje del auto. Para luego sentarse en la parte de atrás con él.

Cuando Taehyung cerró la puerta y el motor volvió a encenderse, ambos se removieron


ansiosos. Kim le dio un par de indicaciones al taxista mientras avanzaban y Jungkook ni
siquiera les prestó atención al hablar mientras veía por la ventana.
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De alguna forma, se sentía demasiado ligero. Y no entendía la razón, pero los pequeños
copos que golpeaban el vidrio le causaban gracia. Como si tuviera en él... una plenitud que
no había conocido antes.

Es decir, siempre había sido fanático de la playa pero esto también tenía su encanto. Negó
con la cabeza. Quizá, si Seokjin lo hubiese dejado ir a la playa con Dominic Heart nada de
esto hubiera sucedido.

Cuando llegaron al hotel que les habían designado, entraron animados. Pero Jungkook no
quería quedarse ni por un minuto dentro de la habitación.

El itinerario era el siguiente: Hoy tendrían tiempo de descansar, mañana Taehyung tenía una
reunión con las personas de la universidad y el día al que sigue de ese, debían alistar sus
cosas para regresar.

Era sencillo, y de no ser porque literalmente estaban a más de ocho horas de distancia, les
habría gustado quedarse más días. Por esto, Jungkook sabía que no había tiempo que
perder.

—¡Vamos a caminar por la ciudad! —dijo en cuanto Taehyung se dispuso a querer dormirse
en la cómoda cama.

—Jungkook acabamos de llegar.

—¡Lo sé! ¡Ya desperdiciamos mucho tiempo!

—Estás demasiado eufórico, déjame dormir un poco.

—¡Tenemos que ver la ciudad! Taehyung, ¡Está nevando!

El castaño ladeó la cabeza confundido. La última vez que Jungkook mencionó la nieve no
había sido un recuerdo muy amable.

—¿Desde cuándo tanto entusiasmo por la nieve?

—Mamá nunca me dejó salir cuando nevaba así que me daré el lujo de desobedecer —le dijo.

Kim se levantó de la cama de un salto. El recuerdo, ese mal sueño ya no estaba.


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—Está bien, saldremos —le confirmó tomando su abrigo y su paraguas veloz, maldición que
él tenía que comprobarlo.

—¡Sí, vamos de compras!

Atravesaron el vestíbulo antes de salir del hotel antes de incorporarse en las calles
abarrotadas. El castaño salió extendiendo ante ambos un paraguas para evitar que la
nevisca cayera sobre ellos.

Era difícil intentar encontrar una solución pero a Taehyung le pareció increíble la forma en la
que los ojos de Jungkook brillaron cuando los copos de nieve le tocaron la nariz.

Jeon tenía razón, la petición a su madre había hecho que algo cambiara.

Después de entrar a todas las tiendas que pudieron y de no comprar nada más allá de unas
cortinas nuevas que le gustaron a Taehyung y algo para cenar, ambos creyeron que esta no
era una mala vida.

Había anochecido completamente y ambos continuaban vagando por las calles de Boston
con total libertad.

A Jungkook le parecía encantadora la forma en la que Taehyung dominaba la calle con su


gran abrigo y su mirada seria. Demasiado encantador, de hecho.

Habían cenando en un pequeño restaurante del sector. Y aunque su ensalada había sido muy
buena, una parte del cuerpo de Jungkook había temblando por el filete de carne que comió
el otro.

Sus recuerdos eran menos densos, pero aún así no podía evitar recordarse comiendo pavo
en acción de gracias y... almorzando atún en la secundaria por alguna razón.

En fin, sus memorias se estaban mezclando de tal forma que aunque le dejaban un vacío ese
mismo le hacía sentir más ligero.

—¿No crees que deberíamos regresar al hotel?

—No, ya fuimos a cenar y de compras, ahora iremos a divertirnos.

—Wow, wow, wow. Detente justo allí. ¿Qué clase de viaje crees que es este?
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—Uno sin supervisión de cualquier tipo.

—Jungkook, son casi las nueve.

—Lo sé, por eso es hora de buscar algo más fuerte.

Taehyung negó, y quiso retroceder pero al hacerlo, chocó con dos personas que iban
pasando por la calle.

—Lo siento, señoritas —dijo, pero parpadeó confundido cuando la ropa que usaban parecía
lucir diferente a su rostro y complexión física.

No le contestaron, y pasaron de largo como ignorándolo.

Jungkook se rió un poco de su expresión. Es decir, Taehyung era conservador en su interior,


y nunca había visto un tipo de metro setenta en vestido.

—¿Por qué pones esa cara? —le dijo con gracia.

—¿Ellas son... prostitutas? —murmuró.

Jungkook no pudo evitar reírse más fuerte ante su desconcierto.

—No —le dijo con gracia—, son drags, creo. Y con un gran estilo, de hecho —dijo viéndoles los
zapatos.

—¿Eso es normal para ti?

—Escucha, Kim. Es un personaje para ellos, además es sólo ropa, y toda la ropa es "unisex"
cuando te importa una mierda.

Jungkook les vio llegar a la otra esquina y el momento exacto en el que les sellaron la mano
antes de entrar. Era un club.

—¿No te parece algo extraño?

—Por favor, si algo logra perturbar suficiente la moral convencional, significa que va por
buen camino.

—Lo siento, es un poco nuevo para mí —confesó y Jungkook tuvo una idea.

—Venga, hay que seguirlos.


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—¿Qué?

—Ven —le dijo tomándole del brazo—, acerquémonos.

Taehyung no entendía porqué seguía cediendo, pero de todas formas terminaron de pie
frente al lugar. De hecho, era una tienda de ropa que parecía tener una fiesta dentro.

El hombre de la puerta no les impidió la entrada, simplemente, les vio con curiosidad por lo
jóvenes que se veían.

Confundido— ¿Qué clase de lugar es este? ¿Una discoteca clandestina o algo así?

El pelinegro sonrió feliz de haber acertado en sus suposiciones.

—Oh, no, mi querido Kim intelectual. No es una discoteca cualquiera, esta es una
"maricoteca".

—¿Qué?

—Lo que oíste, así que ahora puedes conocer un poco de tu cultura —le dijo burlándose de
él.

—Pero...

—Taehyung, no soy quién para decirlo pero tu clóset de vidrio se quebró hace mucho.

—¿Clóset de vidrio?

—Todos ven que estás dentro de él, pero nadie dice nada. Así que si lo que quieres es alejarte
de los pedazos, este es un buen lugar.

El castaño tragó saliva con fuerza; ¿Era peligroso estar en un lugar así en una ciudad
desconocida? Sí. ¿Habían hecho suficientes cosas estúpidas ya? No.

Taehyung no quería preguntarse más a sí mismo sobre las cosas que sentía. Estaba cansado
de buscar una identidad, y de negar lo que era.

Él ya sabía cuál era la respuesta.


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Así que cuando Jungkook le tomó la mano para atravesar la segunda entrada, la sujetó con
fuerza. Había comenzado a entender que el mundo, y la vida, iban más allá de los prejuicios,
y mucho más allá de los papeles que a cada uno se le asignan al nacer.

Había telas de colores que tapaban las ventanas, y confeti por todos lados. También muchas
personas, hombres adultos a los que no les importaba lo que opinaran de ellos. Nadie les
veía, y sus manos entrelazadas ni siquiera levantaron mirada alguna.

La música era fuerte, al igual que las luces. Jungkook no quería entrar en el estereotipo, pero
conocía la canción que estaba sonando. Una canción conocida del grupo ABBA y no pudo
evitar reírse por ver a Taehyung tararear.

Kim abrió los ojos sorprendido. Realmente no sabía cómo reaccionar todos estaban
bebiendo, en realidad, nadie parecía tener intención de golpearlo por haberse colado a su
fiesta, y eso era nuevo para él. Además, de que el sujeto al lado de él estaba bailando muy
bien a pesar de sus tacones de diez centímetros y eso le intimidaba un poco.

El pelinegro le soltó para ponerle ambos brazos sobre los hombros, y abrazarlo por detrás
mientras le hacía caminar hacia la barra.

Jungkook había leído un poco sobre historia. Al conocer la época, y lo que pasaría después,
él estaba convencido de que las personas en ese almacén eran muy valientes.

—¿Algo para beber, chicos? —les dijo la persona llena de pintura neón.

—Algo ligero —pidió Jungkook.

—Okey, salen dos tequilas —le respondió este.

Taehyung frunció el ceño cuando Jungkook se separó para tomar su bebida. Arrugó un poco
la nariz, cuando le dio un sorbo al licor. Bueno, debía ambientarse un poco, ¿O no?

—¡Vaya! ¡Alguien tiene sed! —dijo quién estaba a cargo de la bebida ofreciéndole más.

—No, no. Así estoy... —ni siquiera pudo terminar, su vaso estaba lleno de nuevo.

El ambiente era animado y cálido, cuando por un momento, un reflector se encendió hacia el
pseudo escenario.
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Y ellos esperaban a cualquier persona, pero no al taxista que les había llevado con un gran
vestido. Aunque bueno, sin duda se veía mejor con su peluca roja que con la gorra sucia que
tenía en la mañana.

—¡Atención, atención! —dijo tomando la palabra con el micrófono cuando todos le vieron—.
Debido a los recientes acontecimientos, hace unos días, la novia de Sally murió a manos de
la policía en una protesta, y mis amigos Rick y Dan... fueron atacados, al igual que muchos de
los nuestros en las calles de esta ciudad, no pudieron lograrlo. Así que, tengamos un minuto
de silencio para honrar a los compañeros que perdimos.

La música se detuvo por un momento.

Taehyung volteó a ver a su alrededor, la forma en la que todos bajaron la cabeza en señal de
respeto le llenó de miedo, aún más cuando Jungkook a su lado hizo lo mismo.

Su madre contaba historias; durante los últimos años personas como ellos habían estado
saliendo a manifestar a la calles de las ciudades grandes. Kim siempre se mantuvo callado en
la cena cuando su familia opinaba que no era correcto, y nunca supo el motivo hasta el
momento en el que comenzó a cuestionarse porqué las sensaciones que en él habitaban
eran diferentes a lo que los demás decían sentir.

Tenía miedo de estar allí, y de saber que quienes salían en los titulares como
"desaparecidos" eran las personas inocentes de aquellos lugares, quienes no habían hecho
nada más que exigir un trato digno, de saber que la sociedad les rechazaba y creía tener el
derecho de juzgarlos.

Y peor aún, saber que Taehyung era uno de ellos. Saber que él también pertenecía allí.

Valentía para enfrentar la realidad es lo que le hace falta al mundo. Y los mártires de cada
lucha, debían ser recordados no por su dolor, sino como lo que eran: héroes.

La música había comenzado de nuevo, y Taehyung estaba tan perdido entre sus
pensamientos cuando decidió tomarse el contenido de su vaso de golpe.

—Siguiendo la velada para las reinas de la noche, la primera canción es nada menos que
"Dancing Queen"—el bullicio se extendió por el lugar —¿Algún voluntario para el karaoke de
esta velada?
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Jungkook abrió los ojos, esta era la oportunidad que necesitaba.

Entonces no dudó en levantar la mano.

—¡Aquí! ¡Aquí hay un voluntario! —dijo señalando a Taehyung—. ¡Él quiere cantar!

Taehyung le vio incómodo.

—Oye, ¿Qué pasa contigo? —murmurando—. Yo no voy a hacer eso.

—¡Pero adoras esa canción!

Volteó a ver a Jungkook cuando el reflector los enfocó y todos les vieron fijamente.

—Yo... no, no, ni siquiera conozco la canción.

—Te he escuchado cantar en la ducha por meses. Sé que te encanta.

—Pero... —estaba asustado, su corazón latía muy rápido.

—Kim, sé qué es lo que te preocupa pero—le dijo con una sonrisa inocente—. Adelante,
hazlo.

Las luces de colores se encendieron y una de las chicas que bailaba con su novia se atrevió a
colocarle a Taehyung una bufanda de plumas en el cuello.

—¡Vamos! ¡Canta! —le dijo otra de las mujeres allí animándole a subir al escenario.

Taehyung suspiró ante todas las miradas y tomó el micrófono, ganándose varios aplausos de
las personas a su alrededor. No pudo evitarlo y se tomó su tercer trago de la noche pues
comenzaba a sentir ya caliente el rostro.

Cuando el sonido del piano comenzó y las letras inundaron las bocinas, todas las miradas se
clavaron en Taehyung, quien subió apenas al escenario sujetando el micrófono con ambas
manos.

—Vamos... tú puedes —murmuró Jungkook tomándose un trago de alcohol que había


tomado de una de las mesas.
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Taehyung se mentalizó que debía cantar, las palabras salieron de su boca lentamente y
fueron subiendo de tono cuando las personas comenzaron a aplaudir y a silbar para él. Se
sonrojó un poco mientras se animaba a cantar con fuerza.

Mientras sonreía al cantar, se acercó a la orilla del escenario para extender su mano hacia
Jungkook invitándolo a que subiera.

El pelinegro la aceptó gustoso, subiendo por los escalones hasta llegar sobre el escenario. En
donde le sintió emerger a su lado cuando llegó el coro de la canción.

Debajo de todos esos prejuicios sociales, de tantas aspiraciones y normas a seguir, Kim
Taehyung solo tenía diecisiete años. Y era, sin duda alguna, la persona que más brillaba en
todo el lugar.

—"You are the dancing queen. Young and sweet, only seventeen..." —cantó Jungkook
señalándole mientras le hacía dar una vuelta—"dancing queen. Feel the beat from the
tambourine, oh yeah..."

El resto de los fenómenos comenzó a aplaudir y cantar mientras dos muchachos como ellos
se movían sin represalia alguna. Taehyung le vio y comenzó a reír. Alguien le había dado a
Jungkook unos collares de perlas que se movían cada vez que el chico lo hacía.

—¡Tenemos al primer rey karaoke de esta noche! —dijo el presentador acercándose con una
corona de plástico en las manos.

Jungkook no dudó en recibirla para colocarla en la cabeza del otro entre sus hebras
castañas. Y sin dudarlo, cantaron al mismo tiempo, como si la barrera entre sus épocas no
existiera. Como si ambos supieran que estaban completamente hechos el uno para el otro.

Kim Taehyung, quién alguna vez fue la persona más reservada del pueblo entero, se quitó la
bufanda de plumas del cuello y la alzó para pasarla alrededor de los hombros de Jungkook, y
tirar de ambos extremos para atraerlo hacia él.

La música era fuerte, y los colores estaban por doquier. Todo estaba bien y este era el reflejo
del universo siendo benevolente con un alma tan pura como la de Taehyung.

El pelinegro se acercó a él, preso entre las plumas con una enorme sonrisa.
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—¿¡Qué esperas, niño!? —gritó alguien del público—. ¡Bésalo!

Taehyung se sonrojó completamente, cuando la sala se llenó de alaridos.

Jeon Jungkook, quién nunca se consideró valiente, le tomó de la cintura para pegar su
cuerpo al del chico, hasta hacer que sus rostros se encontraran, acariciando con dulzura sus
labios frente a todos aquellos marginados que el destino eligió como testigos de un amor tan
inocente como el de una juventud que apenas comenzaba.

Y así el tiempo, tergiversado y malévolo, mostró piedad cuando encontró algo más grande
que el mismo. Porque incluso treinta y cuatro años después, Jungkook nunca sería capaz de
amar a alguien de esta forma y Taehyung, treinta y cuatro años antes, nunca descubrió esa
parte de él, que estaba llena de brillo y un deseo impresionante por aferrarse a esa espalda.

Quizá era cuestión de suerte pero ambos se desearon aún sin conocer la existencia del otro.

Jungkook había conseguido una lata de cerveza, porque personalmente le gustaba más,
pero cuando quiso darle un trago; su ebrio e impulsivo Taehyung, le tiró del brazo para hacer
que le diera la lata tomándose el contenido con velocidad.

Entonces, la música se detuvo abruptamente cuando el sonido de las sirenas de patrullas


comenzaron a escucharse a la distancia.

Los sujetos de la entrada llegaron rápidamente y todos parecieron alarmarse.

—¡Viene la policía! ¡Todos fuera de aquí! —gritó uno de ellos y los dos menores voltearon a
verse preocupados. No irían a la cárcel otra vez.

Jungkook se bajó rápidamente del escenario, Taehyung tambaleó porque la bebida le


golpeaba con mayor fuerza y honestamente ya estaba mareado.

Era momento de correr, se empujaron entre la multitud intentando salir del lugar.

Lograron salir a la calle cuando las patrullas se estacionaron y bajaron con intención de
someterlos a todos. Pero si había algo que sabían hacer juntos, era escapar de los
problemas. Oh... eso se les daba muy bien.
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Taehyung sentía el rostro caliente y su visión parecía borrosa; pero no sabía si era la
adrenalina, el alcohol o si necesitaba otros anteojos. Se atravesaron la avenida sin detenerse
a mirar, causando que los pocos autos que aún transitaban frenaran.

La nieve bajo de sus zapatos lucía graciosa cuando al patearla se levantaba. Y aunque a lo
lejos escuchaban pasos persiguiéndolos, no les importaba.

Quizá, ser cómplices era su forma de decirse lo mucho que sentían por el otro. Quizá,
prometer cosas que no podían cumplir era su forma de decir que se amaban.

Ninguno de los dos conocía las calles del lugar y aún así lograron llegar hasta un callejón en
donde pudieron esconderse del bullicio de las personas.

Taehyung lo vio, los ojos de Jungkook estaban llenos de asombro. Y pensó, en aquella vez en
la que la policía les atrapó por correr como lunáticos pintando la ciudad, e hizo lo que
hubiera querido hacer en ese momento.

El castaño le tomó con ambas manos del rostro para besarle de la forma más genuina, y pura
que conocía. Ese leve toque decía cuán agradecido estaba por haberse cruzado en su
camino. Tal vez estaba ebrio, o solo enamorado pero... Jeon Jungkook era el inicio de una
historia que nunca creyó que viviría.

Y así, lento, abrió los ojos cuando se separó de él. Para encontrarse con unos ojos oscuros y
una sonrisa que era tan suya que le quemó saber que Jungkook se la había entregado.

Esperaron unos minutos a que el ruido de la lejanía se detuviera, para entonces, salir del
callejón donde se encontraban. Taehyung agradeció que Jeon no le dijera nada que pudiera
avergonzarlo y le tomara del brazo para entrelazarlo con el suyo mientras caminaban de
regreso a su habitación.

Estaba bastante mareado, pero su estómago parecía tener mayor resistencia al alcohol, pues
no sentía náuseas, aunque estaba claro que la pesadez del resto de su cuerpo iba a ganarle
en cualquier momento.

Entraron con mucho sigilo al hotel intentando no reír al chocar con los muebles del
vestíbulo, como si a alguien le importara su presencia allí. Pero al menos en su mundo, nadie
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debía verlos ni preguntar los motivos por los que dos muchachos tan jóvenes como ellos
lucían así de ebrios.

Subieron por el elevador, Jungkook estaba conteniendo el peso de ambos para que ninguno
se tropezara.

—Creo que debiste controlar mejor tus tragos, mañana tienes la reunión en la Universidad...

—Oh, vamos. No sería la primera persona capaz de ser productiva con resaca.

—Oficialmente, eres un alcohólico de mierda.

Taehyung se ahogó con su propia risa. —Cállate, tonto.

—Mientras no te hundas en el mundo de las drogas, todo bien.

—Lo dice quien parece que inhaló dos líneas de cocaína.

—¿Por qué siempre piensas que estoy drogado?

—Tienes cara de adicto.

—Eso no es mi culpa, es por la electricidad de mi cuerpo. Es más, un día podría causar un


incendio de tanta sobrecarga.

—Voy a encerrarte en la estación de bomberos, creo que aún tengo la llave.

—¿Y tú por qué tienes la llave?

—Soy bombero en mis ratos libres.

—No es cierto.

—Por eso te saqué del bosque, salvar personas es mi vocación secreta.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, solo piénsalo. ¿Qué clase de idiota rescata y cura desconocidos de la calle?

—No te creo, las cosas siempre se queman cuando estás cerca.


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—¡Lo sé! Por eso fui a la estación a pedir ayuda, a ellos les pareció gracioso un niño de unos
quince años que creía ser pirómano, y mamá creyó que era buena idea considerando que
una vez incendié las sábanas del tendedero.

Taehyung se dejó caer de espaldas en la cama, sacándose sus zapatos.

—¿Sabes primeros auxilios entonces? —le preguntó Jungkook.

—Sí, también salí en el calendario de la estación hace dos años.

—Uy, un bombero sexy.

—No, yo aún estaba enano. Y de hecho, era la mascota, me pusieron orejas y un gorrito.

Jungkook mostró su labio inferior por la ternura que su sinceridad etílica le provocaba.

—Necesito conseguir una copia de ese calendario.

—Ni lo sueñes.

—¿¡Qué tiene de malo!?

—No quiero que veas a mis compañeros. El único bombero guapo que tienes permitido ver
soy yo. —Extendió sus brazos—. Así que deja de decir tonterías y ven acá, es hora de dormir.

—Me encanta lo cariñoso que eres ebrio —le dijo acercándose—. Solo no intentes
manosearme, no estamos en condiciones de hacer nada aquí.

—No lo haré—hipó—, terminaría follando contigo y dejaríamos a medio estado sin


electricidad.

Jungkook se dejó caer a su lado en la cama soltando una gran carcajada.

—Mañana en los titulares de los periódicos. "¡Boston colapsa!" —dijo alzando los brazos
haciendo reír al otro—. En otras noticias, "Taehyung y su latente homosexualidad."

—Eres un imbécil. —Le dio un pequeño golpe en el abdomen—. De todas formas, eso del sexo
es algo riesgoso. Y no nos hemos cuidado mucho.

—¿Por qué lo dices?


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—Un descuido y ¡Puf! ...De repente tendríamos que pagar una hipoteca y un montón de
porquerías de "Los picapiedra''.

Jungkook comenzó a reír. —Oh, Jesús. No creo que eso aplique con nosotros.

—¿Por qué? Es una pérdida de tiempo, pero podríamos tener un hijo.

—¿Qué? No, ¿Desde cuándo quieres ser papá?

—Desde siempre pero me da vergüenza admitirlo. Así que, cuando estés embarazado, estaré
listo. Pero espero que no sea pronto.

—¿Y por qué tengo que ser yo el embarazado?

—Me conoces, sería un atentado dejarme a mí con un niño adentro.

—Bueno, tienes razón. Pero si nos organizamos podríamos...—Jungkook agitó la cabeza—


espera, espera. Somos hombres, no podemos estar embarazados.

—Ah, cierto.

—Y estás muy ebrio.

—Eso también —dijo decepcionado.

—Te ofrezco un perro y ya es mucho.

—Bueno, está bien, lo tomó. Pero entonces abrázame para compensar —dijo con los ojos
cerrados cuando el efecto del alcohol le comenzó a provocar demasiada pesadez,
haciéndole sentir deseos de dormir—. Tengo frío.

Jungkook asintió y le envolvió entre sus brazos para que no temblara más.

—Ven acá...

—Ahora acaríciame el cabello —le demandó—. Y tienes que besarme mucho o lloraré.

—¿Pastelito quiere que lo mime? —se burló, y Taehyung asintió casi dormido.

Jungkook extendió su brazo para acariciarle la parte de atrás de la cabeza, tocando con
delicadeza las hebras de su cabello.
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—Estoy colapsando —le dijo—me merezco ser feliz, ¿No crees?

—Taehyung... —murmuró cuando comenzó a dudar del valor de sí mismo— te mereces toda
la felicidad.

Jungkook se quedó callado. «Toda la felicidad que no sé cómo darte» pensó.

—Ya no pienses más —le respondió como si pudiera leer sus pensamientos siendo incapaz de
moverse, escondiéndose en su pecho—. Recuerdas... ¿Recuerdas lo que te pregunté el día de
tu cumpleaños?

Pareció divagar. —¿Qué cosa?

—Quiero saber si logré hacerte feliz... —no le dejó hablar—. Porque si lo hice, significa que
todo valió la pena. Y eso... me hace muy feliz a mí.

—Taehyung...

Jungkook nunca creyó en nada más allá de su entendimiento y aún así rogó al cielo fuerzas
para no quebrarse porque su madurez le decía que debía rendirse y soltar ese amor pero...
no quería, ya estaba perdido.

Y el futuro ya no prometía esperanza para él.

—¿Logré hacerte feliz? —le preguntó con la voz casi apagada.

—Mucho.

37 días antes de.


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—Taehyung, despierta —el castaño se removió molesto e intentó cubrirse con sus sábanas.

Su voz ronca resonó por la habitación. —No quiero... —dijo adormitado.

Jeon volvió a empujarlo. —¡Levántate, tonto! La universidad, tienes que estar allí a las ocho.
Faltan quince minutos, es tarde.

Taehyung abrió los ojos con sorpresa cuando su cabeza volvió a funcionar, dando un gran
brinco para levantarse de la cama

—Maldición—dijo quitándose la camisa alterado, en un intento de desvestirse para correr al


baño a tomar una ducha.

Jungkook le vio correr y sonrió complacido. Eran las seis treinta pero no podía decirle la
verdad o no querría levantarse.

Él ya se había bañado y vestido, su resaca nunca había sido tan grande. Y con su plan siendo
todo un éxito, decidió salir a comprar algo para desayunar. Así que tomó la billetera de
Taehyung, su gorro para el frió y se dispuso a salir, no sin antes dejarle una nota al chico para
que no se alarmara si no le veía en la habitación.

Caminó por el pasillo tranquilamente mientras silbaba y se sentía como protagonista de una
película por su abrigo y el clima. Es decir, su madre nunca le había dejado salir mientras
nevaba y estar allí caminando entre la blanca escarcha le parecía un sueño.

Salió del edificio y vio hacia ambos lados antes de cruzar la calle. No conocía el lugar, pero
encontrar una cafetería no debía ser muy difícil. Avanzó por la avenida viendo algunas casas
del sector, el vecindario era pintoresco, una mezcla que mezclaba la urbanización con áreas
verdes y hermosas casas de estilo compacto.

En la esquina de esa calle, alcanzó a ver un dibujo de un bizcocho. Bueno, ese debía ser el
lugar, así que siguió caminando, pero al avanzar una persona le llamó.
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—Oye, muchacho. Sí, tú —escuchó—, el del gorro azul —dijo la otra persona y él volteó a ver.
Al hacerlo, se encontró con un anciano quien le estaba llamando desde la entrada de una
casa. —Ven acá.

Jungkook se acercó tranquilamente. —Buenos días, ¿Está todo bien? —le dijo cuando estuvo
cerca.

El anciano se acomodó su chaleco. —Hola, hola. Disculpa por molestarte, pero he estado
quince minutos esperando a que alguien pueda ayudarme y parece que nadie escucha a un
viejo. Oh bueno, ¿Tú si me escuchas, cierto, muchacho?

—Sí, lo escucho —dijo sonriendo amistoso.

—Gracias a Dios, es que estoy tan viejo que a veces pienso que soy parte de la casa —dijo con
gracia y Jungkook rió con su broma.

—No se preocupe, ¿En qué puedo ayudarle?

El hombre se movió despacio para mostrarle un cartel de plástico que estaba recargado en la
pared.

—Estoy intentando colocarle el anuncio de "en venta" a la casa en la ventana, pero no


alcanzo el balcón —se quedó pensando— bueno, tampoco alcanzo mis pies pero eso es un
problema diferente.

—Claro. Yo puedo ayudarlo con eso —se ofreció.

—¡Oh, excelente! —se alejó de la entrada—. Ven, ven. Pasa adelante, sígueme.

Jungkook dio un par de pasos dentro de la casa; era pequeña, de no más de unos cuantos
metros cuadrados y un segundo piso. Las paredes eran de madera y sus cortinas le hacían
ver más acogedor de lo que era.

—Permiso —dijo respetuosamente. El chico tomó el cartel y le siguió con paciencia hacia las
escaleras de la casa mientras el mayor subía lentamente.

—¿Cómo te llamas?

Jungkook lo meditó, ya la había jodido suficiente diciendo su nombre real.


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—Jacob... —aclaró la garganta—. Jacob Kim.

—Demetrio, mucho gusto —dijo presentándose—. Vaya, mi horóscopo del periódico decía
que conocería a un Kim hoy, pero creí que sería una Kimberly.

—Lamento la decepción —dijo sumándose a la risa del señor.

—Da igual, no eres de por aquí, ¿Cierto, muchacho?

—¿Lo dice porque me veo perdido y desubicado? —bromeó haciendo al hombre reír.

—Además de eso, lo digo por tu acento —Jungkook negó, su inglés había mejorado mucho.
Ya casi no hablaba en coreano con nadie, ni siquiera con Taehyung, aún así, mantenía un
tono de voz característico de su dialecto natal.

—Soy de Busan, en Corea del Sur. Pero hace medio año que vivo en California.

—Diablos, California —silbó—, eso está del otro lado del país. Pero Corea... uf, del otro lado
del charco. ¿Qué haces perdido por aquí? De seguro eres uno de esos chicos que vienen a la
universidad de la ciudad.

—Algo así... mi pareja estudiará aquí, vinimos de visita, yo solo soy el guardaespaldas
molesto del viaje.

—Ahh, sabía que eras un buen muchacho. —El anciano respiró con fuerza cuando llegaron al
último escalón y señaló hacia la ventana—. Ese es el lugar —le indicó.

Jungkook le sonrió cargando el cartel. Abrió la ventana haciendo que el hielo congelado
cayera en la acera cuando empujó la persiana. Él chico se arrodilló en el marco para poder
colocar el anuncio.

—¿Está bien así? —preguntó.

—No sé, ya no veo bien. ¿Tú crees que se alcanza a leer desde allí?

—Espero que sí —dijo riendo ligeramente, si hubiese podido elegir a su abuelo habría
escogido a ese señor, quince minutos y le caía mejor que toda su familia.

—Déjalo así. Ojalá alguien lo vea y se venda de una vez por todas. O no, no sé, la verdad no
me importa.
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Jungkook cerró la ventana y preguntó con curiosidad.

—¿Por qué quiere venderla? Es muy linda.

—Mi hija menor tiene un nuevo trabajo importante y me llevará a vivir con ella.

—¡Eso es genial!

—Sí... no quería irme pero sin mi esposa aquí... no vale la pena soportar todo este frío. La
casa no tiene calefacción y ya no puedo encender solo la chimenea.

El hombre se movió de regreso a las escaleras y comenzó a bajarlas con la misma lentitud del
inicio. Era un poco llenito para su altura, a Jungkook le pareció gracioso con su bigote
blanco.

Le siguió. —Al menos estará cerca de su hija.

—Sí, no me quejo. Será interesante conocer otra ciudad y veré a mi nieto, cuando se venda la
casa... no me quedará nada más aquí, así que espero que sea pronto.

Jungkook se fijó la linda alfombra. —Eso depende de cuánto pida por ella.

El mayor caminó unos metros hacia la mesa de café de la sala, y tomó una hoja que estaba
en ella. —No sé qué número dice allí —le dijo a Jungkook extendiéndole la hoja— mi hija fijó
ese precio.

El chico la vio casi incrédulo, de donde él venía, hasta las casas más pequeñas representaban
vender un riñón y la mitad del otro.

—¿Está seguro de que este es el precio?

—Sí, es una ganga. Lo sé. El agente de bienes raíces me dijo que estaba loco, y yo lo mandé al
demonio.

—¿Podría quedarme con este anuncio?

Volteó a verlo. —¿Te interesa la casa? —Jungkook asintió—. ¡Excelente! Llévatelo, el teléfono
está anotado allí, si te decides llámame.

—Lo haré —le dijo pensando en muchas cosas.


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—Oye, ¿Quieres una galleta? Hice unas ayer.

—Disculpe, ¿Qué? —dijo volviendo a ponerle atención.

—No intento sobornarte, es para pagarte tu ayuda.

Negó con una sonrisa. —No, no. No se preocupe —volteó a ver el reloj de la pared— de hecho
tengo que irme, se supone que solo saldría a comprar el desayuno.

—Te pondré un poco de café y galletas para llevar entonces. No me tardo.

El pelinegro asintió y el hombre se movió hacia la cocina.

Jungkook sonrió sin saber lo curioso que era el destino y dobló la hoja con el número antes
de sacar la billetera de Taehyung y guardarla en ella.

Después de despedirse del amable extraño y tomar la comida que le ofrecía, corrió de
regreso al hotel esperando que Taehyung no se hubiera marchado sin él.

Cuando entró a la habitación se encontró con un muy apuesto Kim Taehyung, con el cabello
ordenado, recién afeitado y vestido de forma casual pero encantadora, listo para marchase a
su gran día como universitario.

—¿Llego tarde? —dijo respirando agitado.

—Justo a tiempo —le respondió colocándose sus anteojos.

Caminando, la universidad estaba a unos quince minutos del hotel.

El ambiente estaba lleno de frescura pese al frío, y un espíritu de compañerismo que con
frecuencia es asociado a la juventud.

Cuando llegaron a la entrada del campus, ambos suspiraron al ver los banderines colgados
en algunos árboles que parecían moverse en cámara lenta, y los vitrales de colores, que
aunque congelados, lucieron hermosos.

Varios estudiantes caminaban hacia distintos edificios, y ellos no se sentían ajenos. En


especial Taehyung, quien sentía que pertenecía a ese lugar.
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Se perdieron un par de veces entre el gran campus antes de encontrar el edificio


administrativo, después de preguntarle a varias personas en el camino y de tener que
detenerse porque al castaño se le empañaron los anteojos, finalmente entraron.

Eran exactamente las ocho treinta. El castaño se acercó al escritorio de información.

—Buenos días, tenemos una reunión con la encargada de admisiones.

Ni siquiera tuvo que seguir hablando cuando la puerta de una de las oficinas se abrió y de
ella salió la misma mujer que le había entrevistado semanas antes.

—¿Taehyung Kim? —preguntó, el chico se puso de pie feliz.

—Señorita Salas, es un gusto verla.

—¡Me alegra que hayas decidido venir! ¿Estás listo para comenzar con tu recorrido? —le
preguntó amenamente, ella vio a Jungkook y le sonrió.

El pelinegro le devolvió la sonrisa y volteó a ver a Taehyung para animarlo.

—Sí, estoy listo —le dijo.

Ese día pasó velozmente, Jungkook los siguió en silencio por la universidad mientras
Taehyung veía su próxima habitación, los laboratorios e incluso la piscina.

Amarlo también significaba respetar su espacio y esa emoción que sabía era algo que
Taehyung quería atesorar solo para él. Así que todo encajaba justo como debía hacerlo.

...
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36 días antes de...

Cuando el sonido de la puerta resonó con eco en toda la galera vacía, Seokjin se despertó
aturdido.

Agustus Min entró al lugar cargando varias bolsas, apenado por haberlo dejado solo tanto
tiempo.

Estaba oscuro, era la madrugada del tercer día y el castaño estaba demasiado cansado, el
rehén permanecía atado a unos metros de él.

—Jin... —dijo con algo de pena.

—¿Por qué tardaste tanto? —le reprochó—. Dijiste un par de horas, y pasó más de un día.

—Lo sé. Papá...

—Mejor no me expliques —repuso—, no estoy en condiciones de enojarme más en este


momento.

—Tuve que esperar a que saliera. Yo sé que no te agrada papá, déjalo así, no es cosa tuya.

—Es un odio mutuo, descuida.

Yoongi negó caminando hacia la oficina del aserradero, esa que era su escondite secreto.

—Ya, ya. Olvida eso, y ven a comer algo —le dijo.

Kim le siguió, entrando lentamente. El lugar tenía otra cama, disfraces y varias telas por el
lugar.

—¿Vas a decirme que vives aquí? —le dijo con gracia.

—Es mi segunda habitación. —Min comenzó a sacar la comida de su mochila para colocarla
sobre el escritorio. Abrió la gaveta de este, y sacó un par de platos que guardaba allí. —Papá
cree que vengo aquí con chicas, y que me la pasa cortando madera.

—¿Escondiste tu máquina de coser aquí, cierto?

—Sí, allá atrás tengo unos maniquíes.


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Seokjin negó con una sonrisa. Conocía tan bien a ese idiota. Vio a su alrededor, le llamó la
atención las fotografías de animales y plantas que tenía pegadas cerca de la ventana.

—¿Aún sigues haciendo tu álbum de la naturaleza? —le dijo con gracia. Una navidad pasada
Yoongi le había pedido a su abuelo una cámara para hacer un álbum.

—Ya no. Comencé a tomar fotos de la gente, y luego perdí el interés, bueno, también perdí mi
cámara.

—¿En serio? ¿Tú siendo descuidado?

—Corrección, le presté mi cámara a tu hermano, y la perdió.

—Eso es más creíble... —Seokjin notó que había una caja al lado de la ventana. —¿Puedo ver?
—le preguntó notando que había más fotografías allí.

—Claro.

La tomó, mientras comenzaba a buscar entre las imágenes. Había algunas muy antiguas y
otras que parecían recientes, ladeó la cabeza cuando se vio a sí mismo en una de ellas. Era él,
con su uniforme de béisbol de los últimos partidos.

—¿Por qué tienes una foto mía aquí? —el otro levantó la cabeza de golpe.

—Dame eso —le ordenó.

Seokjin comenzó a reír cuando le vio acercarse para quitársela, entonces alzó ambos brazos
para que no pudiera alcanzarla.

—¡Es una buena foto! Voy a quedarme con ella —bromeó.

—Tarado... —murmuró.

Kim solo sonrió, luego tomó la foto que estaba atrás de esa y la observó frunciendo el ceño.

—Creí que era especial pero también hay una de Jeon aquí.

El pelinegro había olvidado que tenía esa fotografía allí. Enfocó su vista en ella, a diferencia
de la Seokjin, esta parecía borrosa casi opaca como una mancha.
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—Maldición, debió mojarse —dijo restándole importancia para tomar los platos del escritorio
y moverse a la vieja cama para sentarse en ella.

Había muchas formas de decir lo que pasaba en su cabeza, pero Kim nunca supo elegir la
mejor. Y lo confirmó cuando en el fondo de tantas fotos volvió a encontrarse a sí mismo.

Se sentó a su lado, dejando la caja y su flamante fotografía de beisbolista tomando otra foto
en lugar de esa.

—¿Qué tan vieja es esta cosa? —le dijo llamando su atención. Eran ellos dos, Seokjin tenía
sus anteojos enormes y Yoongi se veía tan bajito a su lado.

—Unos tres años, estábamos terminando la secundaria.

—Ya lo recuerdo, fuimos a la playa y le pedimos a un extraño que la tomara...

—Sí —dijo dándole su comida para que el otro dejara de preguntar cosas que le
avergonzaran—. Ahora, deja de ver eso y come.

Seokjin suspiró tomando su plato, y el refresco que le dio. Pero en lugar de dejar la fotografía
con las demás, la tomó y la guardó en el bolsillo de su pantalón sin que el otro se fuera
cuenta.

Quizá el menor había significado más para él de lo que Jin quería admitir.

Comenzó a comer.

—¿Vas a decirme por qué jodidos tenemos a un tipo a media bodega? —cuestionó Min.

Seokjin tomó fuerza para hablar.

—Él... estaba viendo a mi hermano y tuve que hacerlo.

Yoongi abrió los ojos preocupado. ¿Seokjin sabía que su hermano no era amigo de los del
gobierno?

—¿Iba a llevárselo?

—No... de hecho, estaba de fisgón —rió nerviosamente— igual que yo de hecho. Y ahora
tengo un trauma de por vida.
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—¿Fisgón?

—Es que yo...

—¿Tú?

No sabía cómo explicarle esto. —¿Has escuchado esa historia de que cuando una abeja y una
flor se aman mucho ellos...?

—Sé cómo funciona —le detuvo—, ¿Eso qué tiene que ver con el rehén?

—Es que yo... —volteó a ver a otro lado— vi a mi hermano follándose a Jeon.

Agustus frunció el ceño y comenzó a ahogarse cuando se le reinició el sistema mental.

—Alto —negó repetidamente con la cabeza—. ¿Que tú viste qué?

—Eso, a mi hermano en pleno acto con el imbécil que vive en mi casa.

—Espera un momento, ¿Cómo que tirándoselo? ¿Taehyung va arriba? —le respondió con
incredulidad.

—¿¡Eso es lo que te preocupa!?

—¡Lo siento! Estoy confundido, no era la versión que tenía.

Seokjin aclaró la garganta, su hermano podía ser muy gay, pero antes de eso era un Kim, y
los Kim nunca iban abajo.

—Sí —dijo con decisión.

Bueno, después de todo... técnicamente él estaba arriba. Seokjin verdaderamente quería


golpearse en el rostro, y la risa de Yoongi le hizo frustrarse aún más.

—¿Por qué te ríes?

—¿Por qué? El karma es un perra, y no creo que tú le agrades mucho.

—No me jodas. Cuando salga de esta te prometo voy a darle la arrastrada de su vida al
imbécil de Jeon.
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—Oye... es tu hermano, no tu novio. ¿O no me digas que estás celoso? Eso no sería muy
normal de tu parte.

—Taehyung es un niño.

—A Taehyung le sale más barba que a ti, cállate, déjalo en paz.

—Está bien, es un hombre ¿Cómo puede gustarle? No lo entiendo.

—No creo que sea alguien que se deje llevar por algo físico, pero bien, tú deberías conocer a
tu hermano mejor que yo.

—¿Qué significa eso?

—Imagina que estás solo todo el tiempo; y de pronto, aparece una persona que no solo es
igual de extraña que tú, sino a la que también le importa lo que piensas, lo que haces o lo
que sientes. Creo que... eso doblega a cualquiera.

—No creo que sea el caso.

—Él cuida mucho de Taehyung.

—Eso no significa que sienta algo por él.

Yoongi suspiró; y negando con la cabeza acompañado de una sonrisa no pudo evitar decir:

—Me parece que... amar y cuidar, son la misma cosa.

Seokjin se pasó la lengua por los labios inconsciente cuando volteó a ver a Min, y la piel
lechosa de su rostro sonrojada.

Y el otro le vio darle un trago a su jugo, sonrió al notar lo hambriento que estaba cuando se lo
acabó de un par de sorbos.

—No sé qué pensar de todo esto. Mi hermanito tiene novio, es algo enfermo.

—No —se burló—. Es tu parte de hermano celoso sobreprotector lo que te hace sentirte así.

—¿Por qué lo dices?

—No lo sé, creo que ya lo sabías, y eso de que sea "hombre" no te perturba tanto como saber
que quedaste como crédulo.
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—Déjame. El otro día podría jurar que los vi besarse en la cocina, subí a la habitación de
Taehyung y estuve a punto de decírselo pero elegí decirle que me diera su papel en la obra.

—¿Por qué?

—Fue lo primero que se me ocurrió.

—No me refiero a eso, sino a por qué no dijiste nada.

—Jungkook estaba sonriendo como estúpido mientras le hacía la cena a mi hermano y no


pude...

—Ya, grandote —le dijo Min palmeando su pierna—. Sé que fue difícil para ti, pero hiciste lo
correcto.

—Esto es ridículo, pero Taehyung me obligó a acompañarlo a comprar un perfume y pensé:


"Oh, qué alivio. Tae es normal, quiere gustarle a alguien" pero ahora entiendo que lo usa
para gustarle a Jungkook.

—No le digas que sabes eso—. Yoongi rió. —No seas malo con el niño. ¿Nunca has hecho algo
estúpido por alguien más?

—Muchas cosas pero ese no es el caso.

—¿Cómo qué?

Seokjin sonrió de lado. —Yo... Confieso que salía a regar las rosas de tu jardín a escondidas
para asegurarme de que tuvieran suficiente agua.

—Lo sé —le dijo con total tranquilidad.

Seokjin negó incrédulo.

—¿Cómo que lo sabes?

—Tú eres el único que sabe cómo abrir la llave de agua del jardín —explicó viendo hacia otro
lado—. Ni siquiera mi padre sabe.

—Todo este tiempo... ¿Por qué no me dijiste nada?

—No lo sé. También te escuché cantarle a mis flores.


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—Maldición... —dijo empujando su cabeza hacia atrás—. Es solo que, las plantas son felices
cuando las personas hablan con ellas, y yo no quería que tus rosas pensaran que... —negó
con la cabeza— Olvídalo, es una tontería que solía creer.

—Nunca entendí porque hacías eso.

—Ni siquiera yo lo entiendo. Ni entonces, ni ahora.

—Oh, qué ternura. El gran Kim Seokjin se ha puesto sentimental.

Le empujó. —Últimamente me siento muy sentimental.

—¿Y eso por qué?

—Supongo que son la nostalgia, el clima... tú. —Se pasó la mano por el cuello—. No lo sé.

—Seokjin... —hizo una pequeña pausa—. Las flores ¿Por qué hacías eso? —le preguntó
directamente.

—Yo... supongo que quería sentirme cerca de ti.

Agustus Min se sentía mareado. Dentro de él había una bomba que por mucho tiempo
amenazó con explotar dañando a todos a su alrededor pero... justo allí, y en esa línea de
tiempo, parecía que la cuenta regresiva de su destrucción se había detenido.

Desde hacía mucho tiempo, quizá desde el momento en el que prestó su cámara y esta
nunca regresó su capacidad de hacerle daño a Taehyung quedó destruida. Ese era el objetivo
que perdió, pero ahora ya no estaba ni tenía motivos.

Al igual que la pelota de Kim Seokjin, ambos objetos se encontraban perdidos en algún lugar
del Condado Mariposa, y las historias que estos detonaron jamás fueron escritas.

Quizá porque él siempre tuvo una personalidad demasiado fuerte y un aire inestable, que
mezclados con la pureza de alguien como Kim Taehyung, solo habían logrado consumir al
castaño.

Taehyung era como las hojas secas del otoño, él necesitaba a alguien que le tomara como si
tuviera miedo de romperlo, alguien como Jungkook cuya alma fría solo podía sentirse
acogida solo cuando el ocre del castaño estuviera a su alrededor.
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Y Agustus como las flores de primavera. Delicadas a simple vista, pero llenas de espinas en el
fondo. Con la capacidad de lastimar a quien se atreviera a tocarlas.

Por eso, su ser se había ensañado con aquel que nunca tuvo miedo de tocarle sin guantes.

Porque al final, las flores no necesitan ser tocadas. Sino que viven para esperar la llegada del
verano, un verano en el que Seokjin vivía y que lo abandonó cuando más lo necesitaba pero
que aún así anhelaba.

Quizá, solo quizá, el otoño estaba hecho para dejarse envolver por el invierno.

Y la primavera, para anhelar la llegada de la brisa del verano.

—¿Sabes? Todo esto de la historia y las cosas que se supone debimos ser... hacen que piense
demasiado.

Seokjin soltó una risa dándole un trago a su refresco y dejando su plato en el suelo.

—Dímelo a mí —dijo burlándose—. Siento que tengo agua en el cerebro.

El otro volteó a verlo, y en medio del amanecer, el reflejo en sus ojos hizo brillar estos.
Seokjin no pudo evitar acercar su rostro a él, por poco y temblando confundido.

—¿Por qué lo dices? —le dijo el menor completamente benigno.

El mayor de los hermanos Kim, ese que siempre tenía miedo, sonrió cuando el pequeño que
alguna vez fue suspiró a raíz de los sentimientos encontrados que tenía.

—Porque... —negó con la cabeza— me siento como si hubiese vuelto a tener diecisiete. —Tal
vez romper con la tensión que tenían no sería tan malo, quizá así dejaría de pensar tonterías.

—Seokjin, tengo algo que decirte —Yoongi tragó saliva pesadamente.

Quizá estaba mal, y a él no le correspondía; más ese momento de sinceridad quiso con todas
sus fuerzas decirle lo que había descubierto.

Decirle que probablemente a su hijo le gusten las cosas dulces porque a su madre le
tranquilizaba comer chocolate, como a Seokjin cuando era un niño y April le obsequiaba
caramelos para hacerlo sentir mejor.
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Decirle que ella quería alejarse porque no quería ser un estorbo para él.

La parte egoísta del chico quería hacer que Seokjin se quedara a su lado, pero el problema
era que el verano se había enamorado del sol, y juntos, vería la llegada del atardecer en la
playa.

Así que su verano ya no tenía aquel sentimiento por las flores.

—Sunhee está... —se quedó en silencio.

Fueron segundos en los que un estruendo resonó desde la ventana de la bodega haciendo
que ambos se sobresaltaran.

Seokjin se puso de pie velozmente.

—Maldición —dijo—, está huyendo. —La ventana estaba rota, y Jimin se había lanzado con
todo y silla a través de esta para romper el vidrio y la silla a su paso.

Se encontraba afuera del aserradero, retorciéndose del dolor.

—Síguelo por el bosque, yo iré por el auto —le ordenó Min con las llaves en la mano.

Fue el tiempo exacto para que Jimin se antepusiera a su dolor y se levantará para huir entre
los árboles del bosque.

Seokjin salió por la entrada y le siguió cuando alcanzó a verle correr a la distancia. Estaba
nevando y todo estaba mojado, los músculos de Kim se contrajeron por el frío al igual que su
mandíbula cuando la tensó por el enojo.

Park Jimin solo debía encontrar la cerca del lago para esconderse allí, de regreso en su base
de experimentos. O toparse con alguno de los militares que rondaban por el bosque para
poder quebrarle el cuello al atleta que parecía mover el suelo con sus pies mientras corría.

No sabía qué tan lejos estaba pero sin duda alguna, no llegaría lejos a este paso. Así que
como siempre, cerebro mata fuerza, tomó un tronco del suelo, y corrió hacia la carretera.

El otro lo siguió, estaban a la orilla, el rubio volteó a ver hacia todos lados. Era el kilómetro
veinticinco, no estaba lejos del lago, así que espero a que Seokjin se acercara para voltearse
y darle un golpe con la madera que había recogido.
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Seokjin no lo vio venir y se retorció cuando el impacto le golpeó en el pecho.

—Hijo de... —masculló adolorido quitándole el tronco, y devolviéndole el golpe con el puño
cerrado.

Fue mucho para él cuando trastabilló y cayó al suelo.

Jimin corrió hacia el bosque y en cuestión de minutos tuvo la ventaja de desaparecer entre
los troncos de los árboles.

Seokjin apretó los ojos derrotado. Ahora sí estaban muchísimo más jodidos que antes.

Su auto se detuvo cerca de él después de haber intentado alcanzar al rubio.

—¡Jin! —De este bajó Agustus quien corrió hacia él para levantarlo de entre la nieve.

—Alcánzalo —gimió— se fue por allá.

Min alzó la cabeza. —Ya no está. Levántate, no puedes quedarte aquí.

Resignado, Seokjin hizo un esfuerzo por levantarse. El otro lo dejó recargarse en su hombro
para ayudarlo a llegar al auto.

¿Qué más daba? De todas formas estaban en peligro, no podían quedarse y ser un blanco
fácil.

El castaño se acomodó en el asiento del copiloto, y suspiró. Yoongi rodeó el auto antes de
entrar en este y resoplar contra el volante.

—¿Y ahora? —dijo Kim sin tener una puta idea de qué hacer ahora.

—Voy a curarte, iremos a mi casa.

Seokjin se removió. —Ellos saben quiénes somos, saben todo de nosotros.

—Lo sé, pero quedarnos aquí y ser un blanco fácil no es una opción. Ya veremos qué hacer
mañana. ¿Está bien? —le dijo con fuerza y el mayor se quedó en silencio.

De una gran impotencia, a una caída en picada.


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...

En California había comenzado a nevar, pero aún así, no se comparaba con el hielo que
cubría toda la ciudad de Boston.

Cuando regresaron a la ciudad, Jungkook pensó que era malo que hubiese helado tan
pronto, estaban a una semana de la final y todo este clima parecía que iba a afectarles.

Taehyung estaba despeinado y sus anteojos empañados cuando salieron del aeropuerto.

No le sorprendió que no hubiese nadie esperándolos cuando regresaron, pero no le


importaba. Tenía lo único que necesitaba, unos billetes, un buen abrigo y a Jungkook
intentando hacer que un taxi se detuviera.

Le vio sacar un bizcocho de chocolate de su bolsillo y le vio con extrañeza.

—¿Jungkook? ¿Por qué estás comiendo eso?

—¿A qué te refieres?

—El pastel tiene huevos y leche.

—¿Eso qué? —dijo Jungkook restándole importancia y Taehyung abrió la boca sorprendido.

«¿Es posible que haya cambiado algo?» pensó.

—Nada... me pareció curioso. —Sonrió como quien halla una respuesta. Y luego negó con la
cabeza—. Oye, nunca me contaste cómo era tu traje de la boda.

Jungkook rió—. Era negro, con corbata y pañuelo rojos. Pero me puse una azul para hacer
enojar a Seokjin, y también me aparecí con un piercing en la nariz. Fue inmaduro de mi
parte, pero admito que fue gracioso.

Taehyung se quedó de pie en medio de la acera. ¿Habían cambiado más de una cosa?

—Lo logramos —le dijo feliz.

—¿Qué cosa?
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Quiso explicárselo, pero... no quería hacer que recordara cosas malas. Así que dejó su posible
descubrimiento sin explicar.

—Ignórame, son tonterías mías.

Un taxi paró frente a ellos y Jeon solo negó con la cabeza pensando que a Taehyung se le
había zafado un tornillo, había olvidado el motivo de su experimento en el vestidor. Para él,
simplemente habían sido ellos impulsados por la adrenalina.

Llevó las maletas al baúl antes de que ambos subieran al vehículo.

No tenía náuseas, y ahora, se sentía realmente libre. Sin un par de cadenas que le habían
perturbado por algún tiempo. Lo sabía, Jungkook comprendía que había cambiado algo,
solo que ahora no le importaba buscar qué era.

El camino de regreso a casa fue más corto de lo que esperaban.

Cuando el taxi se detuvo en su casa. Jungkook suspiró de lo acogedor que sentía poder decir
que era esa su casa aunque no le correspondía.

Estaban frente a la entrada cuando el pelinegro detuvo a Taehyung de entrar tras abrir la
puerta.

—Alto —le dijo, tomándole del hombro.

—¿Qué pasa?

—¿Puedo cargarte?

—¿Qué?

—Sí, regresar a casa como en las películas.

—No tuvimos una luna de miel, Jungkook.

—Pues en mi cabeza es así como se vio.

Taehyung le dio un pequeño empujón y sonrió por lo estúpido que sonaba. Así que tomó la
manija de su maleta y la lanzó hacia el interior de la casa, al igual que la de Jungkook.

—Está bien, tú ganas.


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Jungkook pensó que Taehyung era más fácil de convencer cada vez, y luego, se acercó a él
para alzarlo en brazos. Por la hora, sabían que no abría nadie en esa casa.

Así que entraron tranquilamente cuando Kim se sujetó del cuello del chico, como en su
película favorita, su pecho se estremeció cuando Jungkook le dio un suave empujón con el
pie a la puerta para cerrarla, y luego dar una pequeña vuelta con él en brazos antes de dejar
a ambos caer en el sofá.

—Ahora eres un Kim —le dijo Taehyung.

—Gracias por el apellido...

—¿Ya estás feliz? —le dijo Taehyung.

—No me culpes, soy muy romántico en el fondo.

—Lo sé —murmuró.

—¿Qué piensas hacer ahora?

—Voy a dormir aquí. Luego cuando despierte a desempacar y, actualizar mi libreta.

—Oh, ¿Y qué colocarás en ella, tu viaje al otro lado del país, o que me seduciste en propiedad
pública?

—No me molestes —Taehyung divagó. El motivo, Jungkook no lo recordaba.

—Es que eso no fue muy pastelito de tu parte.

—¡Jungkook!

—Ya, ya. Lo siento, me callo, te dejaré dormir.

Taehyung rodó los ojos sin malicia, antes de acomodarse entre los cojines. Ojalá estuviera
mintiendo con eso de dormir, pero realmente estaba cansado y sí, tenía que ordenar sus
ideas pero no justo ahora.

No muy lejos de allí, Seokjin se estacionó en la parte de atrás de la casa para guardar el auto.
Estaba cansado, asustado y muy estresado.
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Tomó su bate de béisbol del asiento del copiloto, y se bajó del vehículo mientras intentaba
encontrar una explicación coherente para esto.

Entró por la puerta trasera pensando estar solo, pero no esperaba encontrar a los
muchachos en la sala.

Gruñó molesto, después de todo lo jodido que estaba, ¿Cómo se atrevía Jungkook a
pasearse por su casa después de haberse metido con su hermano? Y peor, ahora sabía que
todo esto quizá no era culpa de Taehyung, sino de él. Y los lunáticos secuestradores le
querían a él.

Ninguno de los dos le escuchó llegar, las maletas estaban regadas por la estancia y Taehyung
parecía estar completamente cansado.

Apretó su bate con fuerza, y se acercó con la intención de confrontarlos; sin embargo, como
todos los demás y con la historia rota, se detuvo cuando Jungkook sonrió quitándole los
anteojos a su hermano para dejarlos sobre la mesa del centro.

Taehyung tenía los ojos cerrados y roncaba ligeramente. Siempre fue un mal viajero, Seokjin
lo sabía.

Estaba dormido en el sofá, Jungkook permanecía sentado a su lado y lo veía con tanta
fascinación, que hizo el pecho de Seokjin retorcerse.

Le vio extender esa pequeña manta que siempre permanecía en el sofá para cobijarlo. Le
pasó una mano por el cabello para descubrir su rostro y sonrió antes de inclinarse sobre él
para dejarle un pequeño beso en la frente.

Seokjin sabía que su hermano era la persona más especial en el universo y ahora, parecía ser
ese algo de alguien más. El chico que siempre fue tan independiente necesitaba delicadeza
para conocer la paz.

—Idiota... siempre tienes frío —escuchó decir al héroe, quedito, mientras veía a su ángel
temblar.
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El mayor de los Kim tragó saliva cuando las palabras de su amigo le resonaron dentro de la
cabeza.

«Me parece que... amar y cuidar, son la misma cosa.»

Jeon Jungkook se puso de pie para levantar las maletas haciéndole a Seokjin dar un par de
pasos hacia atrás sin hacer ruido. El menor ni siquiera prestaba atención a su alrededor,
tenía deseos de encender la chimenea.

Se arrodilló frente a esta, aún dándole la espalda al entrometido, mientras intentaba


encontrar la forma de acomodar las escasas ramas que permanecían allí. Suspiró, le hacían
falta leños. Pensó que era buen momento para ir a buscar unos al garaje.

Justo cuando se dispuso a voltearse, Seokjin atravesó la puerta de la cocina para ocultarse
en ella. Y Jungkook, volteó a ver a todos lados por la sensación extraña que tuvo de ser
observado antes de restarle importancia y pasar de largo de la sala hasta el garaje.

La línea de la historia se había difuminado por el libre albedrío del mayor al elegir no ser un
mal hermano. Seokjin soltó su bate y apretó los ojos mareado cuando fue incapaz de
arruinar el momento.

Entonces, con el corazón en su mano se armó de valor y salió de la cocina, con pasos
pesados hasta el garaje donde se encontró a Jungkook levantando los leños en la esquina.

Y pese a que quería preguntar por qué había acompañado él a su hermano, aunque quería
saber qué sucedía más allá del lago, aunque estaba sucio y herido se paró en el marco de la
puerta, diciendo:

—Oye, Jungkook. ¿Qué tal el viaje?

El pelinegro lo notó, y le saludó con la cabeza.

—Increíble, Boston es realmente hermoso —le respondió feliz.

—¿Qué buscas aquí?

—Oh, hace frío. Quería encender la chimenea...


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Ladeó la cabeza; cuando eran tan solo unos niños, él solía ser quien encendía la chimenea
para que Taehyung no temblara. Porque era cierto, su hermano nunca fue fanático del hielo.
Y ahora... su papel de guardián del chico estaba en peligro cuando alguien lo llenaba mejor
que él.

—¿Necesitas ayuda con eso? —dijo refiriéndose a los troncos, Jeon asintió y él se acercó.

Seokjin tenía cien problemas, pero por un momento, saber que Jungkook era totalmente
sincero, le restaba pesadez a su cuerpo.

Sí, noventa y nueve problemas eran mejores que cien.

...

Jimin golpeó la puerta de la entrada al laboratorio con desesperación. Cuando esta se abrió
y él corrió directamente hacia la oficina de Namjoon todos le vieron asustados.

—¿¡Qué demonios te pasó!? —le dijo el profesor al verlo. Su nariz estaba sangrando y tenía
tierra en el cuerpo además de estar temblando.

—Lo tengo, señor. Sé quién es él —se rió como desquiciado—sé dónde está el sujeto. Sé qué
es lo que están intentando hacer.

—Jimin tienes que sentarte —le dijo tenía el rostro hinchado y la forma en la que esa marca
violeta parecía extenderse más allá de su cuellos hizo preocuparse—. ¡Primeros auxilios, ya!
—ordenó y el personal de enfermería que los acompañaba salió en defensa.

—¡Estoy bien! —gritó agresivo—. Señor tiene que escucharme, es el chico Kim, está
replicando sus torres, ¡Hizo otro generador! Está controlando la energía del experimento.

Lo he visto, he visto al chico.


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—¿Chico? —murmuró, Jimin se resistió ante la persona que quiso limpiarle la sangre de la
cara.

Namjoon se quedó totalmente consternado. Otro generador, ¿Cómo habían logrado


hacerlo?

Quizá no le intrigó tanto eso como la persona detrás del mismo. Kim Taehyung era una
amenaza más grande de lo que pensaba. O bien, una herramienta muy poderosa.

—¡Estoy bien! ¡Lo estoy, no me toquen! —se removió agresivo—. ¡Señor, tenemos que ir por
ellos, tengo la ubicación!

—Esto que tienes se llama estado de shock, así que vamos a esperar a que mejores.

—¡Pero señor!

—Duérmanlo —ordenó ayudando a sujetarlo mientras el enfermero del lugar le colocaba un


suero en el cuello para hacer que su cuerpo perdiera fuerza, Park se resistió pero sus ojos se
cerraron.

—Profesor Kim...—dijo uno de sus asistentes— su pulso es demasiado inestable, la


hipotermia va a matarlo si no entra en calor.

—Yo me encargaré de eso —dijo refiriéndose a su ropa—. Lo quiero con suero y en


observación las próximas cuarenta y ocho horas, estuvo tres días desaparecido, debe estar
deshidratado, necesito una radiografía de su tórax y que alguien le contenga la hemorragia
de la nariz.

Dentro del edificio compacto había una pequeña enfermería, Park Jimin terminó en una
camilla de esta mientras permanecía dormido.

Kim Namjoon regresó hasta su propia oficina para buscar un poco de la ropa que Jimin
guardaba allí. No quería exponer que de alguna forma había cruzado la línea profesional con
el chico, no era algo de lo que estaba orgulloso, sin embargo, era precisamente eso lo que le
daba la autoridad para hacer lo que debía.
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Regresó a la enfermería para cerrar la puerta sin dejar entrar a nadie más y tomando una
toalla limpia, comenzó a secarle el cuerpo, retirándole primero la camisa, después los
zapatos y el resto de su ropa para colocarle una nueva.

Le vio desde arriba con el pecho descubierto, tenía golpes pero no parecía haber contusión.
Su cabeza no necesitaba sutura, por lo que creyó que a lo mejor no estaba delirando, pero no
podía arriesgarse.

Le quitó el cabello de la frente, y colocó otra toalla seca debajo de su cabeza para que su
cabello mojado no le hiciera enfermarse.

Terminó de vestirlo y sólo entonces dejó entrar al encargado de la enfermería para que le
colocara el suero y le curara el rostro.

El profesor Kim Namjoon se sentó al lado de la camilla pensando que esto se le estaba
saliendo de las manos.

Quizá encontrar a su hermana no valía todo este sacrificio.

Acercándose al final de noviembre.

35 días antes de.

Capítulo Veinte
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por Incompletelyrics

20.
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Enero, 2019.

El tiempo crea y destruye a su antojo, como los humanos, quienes creen tener el control de
todo.

Cuando Seokjin bajó del avión y se instaló en su nueva habitación temporal, nunca esperó
sentirse tan abrumado. Le había tomado algo de tiempo resurgir, pero allí estaba, finalmente
haciendo de relacionista público con otra franquicia de la compañía a la que representaba.

Lo eligieron por su dominio del idioma, y el carisma que complementaba sus estudios de
economía.

Corea del Sur había cambiado mucho desde que era un niño, y esas calles le resultaban
ajenas.

El edificio de la compañía era muy grande, y él sentía que era una oportunidad para
comenzar de nuevo. Tenía su gran presentación al día siguiente, pero ese día, Seokjin eligió
visitar el edificio para conocer un poco el lugar.

Se paseó por los pasillos observando a todos correr en sus labores, como intentando tener a
la perfección para la junta del próximo día.

Cuando se cansó, porque su pierna no le dejaba moverse tanto como quería, se acercó a la
cafetería del lugar para poder pasar algo de tiempo fuera del hotel. Pero al entrar, notó que
todas las mesas estaban ocupadas. A excepción de un pequeño lugar en la barra.

Se acercó, había una mujer de espaldas, y él no quería incomodar; pero estaba solo en una
nueva ciudad para él, y necesitaba algo de contacto humano para sentirse menos nervioso.

Aclaró la garganta llamando su atención. —¿Puedo sentarme? —preguntó cuando volteó a


verlo. Ella veía su celular, parecía ser un vídeo de música antigua así que presionó el botón
de pausa.
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—Adelante —le dijo asintiendo con la cabeza.

Se arregló la ropa, y se sentó a su lado. El olor peculiar de su bebida le llamó la atención.


Era... ¿Whisky? Mezclado con café aparentemente.

El teléfono de ella comenzó a sonar, y contestó sin darle importancia al extraño a su lado.

La escuchó hablar mientras él ordenaba un café y su curiosidad aumentó al mismo tiempo


que su tono de voz. Algo en ella le resultó inquietante.

—¡Ya te dije que no, Jungkook. Ni se te ocurra aparecer en casa con un tatuaje porque juro
que voy a castigarte! —No supo qué dijo la otra persona pero la escuchó a ella—. Quedamos
que en la oreja sí pero en la nariz no. Y no puedes usar el auto, no me importa lo que diga tu
padre, aún no tienes permiso de conducir. ¡Jungkook! ¿Jungkook?

Maldijo por lo bajo, al parecer le habían cortado. Seokjin sonrió de lado por su frustración
casi cómica.

—Oye... ¿Estás bien? —le dijo cuando ella golpeó su celular con la barra.

—Lo lamento —agitó la cabeza—, mi hijo. Está intentando encontrar su propio estilo. Y es, ya
sabes, agotador.

—Adolescentes, ¿Eh?

—Adolescentes. —Ella suspiró—. ¿También tienes hijos?

—No, en realidad no. Pero sé lo que es lidiar con un divorcio.

—¿Es tan evidente? —dijo apenada ante el acierto de él.

—Estás bebiendo sola en la cafetería del edificio a las seis de la tarde mientras escuchas
música de los ochenta y discutes por teléfono. Es solamente un poco... —sonrió
ligeramente—, muy evidente.

Ella le devolvió la sonrisa, —¿Quién eres tú? ¿Eres de mantenimiento o algo así? ¿Qué pasó
con Eunwoo?

Seokjin dudó. La situación le parecía extraña, pero más que eso, graciosa. Además de que su
coreano ya no era tan fluido como solía serlo.
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—¿Intentas decir que has estado bebiendo con el personal de mantenimiento aquí antes?

—Eso no tendría nada de malo. Solo... —hipó sin negar que estaba ebria— no se lo digas a
nadie de administración. Enloquecerán si se enteran que hago esto.

—No lo haré si haces algo por mí...

—¿Qué cosa? —le preguntó curiosa del misterioso sujeto.

—Dame un poco de lo que le pusiste a eso —le dijo, señalando el café adulterado a su lado.

No tenía nada que esconder, así que sacó una botella pequeña de su bolso y se la entregó.

Seokjin la tomó y dejó caer un poco de alcohol dentro de su café con tranquilidad. Se sentía
desorientado en ese lugar, vivió toda su vida en América, y ahora, estar de regreso en Corea
era demasiado para él, y en el fondo, sentía que nunca perteneció allí.

Ni siquiera había asumido su nuevo cargo y todo el estrés se había triplicado. No, él no
debería estar así; pero definitivamente necesitaba ese trago.

—¿Trabajas aquí? —cuestionó ella, y él asintió. Una cara nueva dentro de sus odiosos
compañeros no era tan malo.

—Es una locura allá arriba, ¿Cierto? —dijo, refiriéndose a los preparativos de la junta del
próximo día.

—Es la presión del nuevo delegado. Todos están estresados, y me hacen perder la cabeza a
mí también.

—No puede ser tan malo.

—El cambio de administración es un chiste. Estoy segura que será un idiota más al que
tenemos que acostumbrarnos.

—¿Por qué lo dices?

Ella suspiró. —He esperado un ascenso por años, tengo toda la preparación necesaria y lo
único que sé, es que el nuevo administrador apareció de la nada.

—Oh... —Seokjin se removió inquieto no creyó que le tuvieran tanto resentimiento.


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—Como sea, ¿Qué hay de ti? ¿Qué te trae por aquí?

—Tengo un buen negocio aquí así que decidí... regresar a mi país. Aunque te confieso que ya
nada es como lo recuerdo.

—¿Cuánto tiempo estuviste fuera?

—Casi toda mi vida.

—Vaya... es mucho tiempo —ella sonrió y llevó sus manos a su cabello para atar este en una
coleta. Volteó a verlo.

—Lo sé, pero es algo que no puedo recuperar —dijo dándole un gran trago a su bebida
cuando recordó algo importante sobre Busan y la forma en la que ella se recogió el cabello le
hizo dudar.

—¿Todo en orden? —cuestionó al verlo quedarse callado de pronto.

Seokjin se acomodó los anteojos cuando la nostalgia lo golpeó, y es que no era posible pero
sus ojos eran iguales.

—Sí —murmuró lleno de intriga—. ¿Alguna vez has deseado irte lejos y no volver?

Ella asintió—. Si te contara... no me creerías —dijo sin entender la actitud del otro.

El castaño se pasó una mano por el rostro antes de seguir pensando tonterías. Se puso de
pie.
—Parece que tenemos algo en común.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó cuando le vio poner un billete sobre la barra con
intenciones de marcharse.

Pero Seokjin no le dijo quién era, en cambio, le contestó con algo que no escuchaba hace
años. —Fue un placer verte, Sunny —dijo dejándole confundida cuando se marchó de allí.

Luego de que el extraño la dejara, decidió que era momento de no beber más. Así que se
dirigió a casa para esperar que un nuevo día de trabajo comenzara.
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Cuando la mañana siguiente llegó, se levantó con total resignación en medio de la


monotonía de su vida. Obligó a su hijo a salir de la cama, y a desayunar aunque sea un poco
de avena para luego dejarlo en la escuela.

Todos habían esperado por meses ese día. La compañía se expandía a América, y el
representante llegaba hoy a presentarse frente a todos.

Llegó tarde al lugar y se colocó junto a su compañeros de administración en la junta directiva


cuando los dueños comenzaron a hablar sobre los planes a futuro que tenían.

Pasaron un par de horas, y ella no podía concentrarse. No cuando su celular vibró con un
mensaje de la escuela, diciendo que Jungkook había sido suspendido por mal
comportamiento, y que debía ir por él.

Maldijo mentalmente por milésima vez en la semana mientras tomaba sus cosas para salir.

En ese momento, le dieron la bienvenida al nuevo relacionista y todos se pusieron de pie


para recibirlo excepto ella.

Cuando levantó la cabeza abrió los ojos sorprendida. La suerte no era lo suyo, y la última
persona que esperaba ver frente a ellos era la misma que estuvo bebiendo la tarde anterior.

Joder; había dicho que su nuevo jefe era un chiste, frente a su nuevo jefe.

Tragó saliva pesadamente y bajó la cabeza para ocultar su vergüenza.


Y fue peor por las palabras que brotaron de la boca de aquel sujeto que lograron hacerle
sentir que se desmayaría.

—Antes que nada, quiero decir que me alegra muchísimo estar aquí con ustedes. Mi nombre
es Kim Seokjin, y estaré a cargo del departamento de relaciones internacionales. Espero que
estos cambios durante mi gestión sean tan prósperos para ustedes como para mí.

Los latidos de su corazón se volvieron tan fuertes dentro de su cabeza cuando cientos de
recuerdos le golpearon hasta enmudecer el lugar.

Después de tantos años y tantos errores. De mantenerse en silencio por guardar la


compostura era imposible que se tratara de aquel que dejó ignorante de lo que había en ella.
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Hubo aplausos en toda la sala y no pudo mantenerse enfocada; el teléfono en sus manos
comenzó a vibrar incesantemente, e incluso después de que ignoró la llamada entrante,
llamaron de nuevo.

Volteó hacia el aparato para ver la foto de su hijo brillando. Jungkook debía estar en el la
dirección esperándola mientras ella sentía que el aire le faltaba.

Necesitaba salir pero no quería verse poco profesional. Intentó contener el aliento; pero la
presión en su pecho le aplastó haciéndole incapaz de seguir allí.

De pronto sentía que todos estaban viéndole y efectivamente, así era, al parecer habían
dicho su nombre. Levantó la cabeza ignorante a las miradas de sus compañeros para ver con
curiosidad a su nuevo jefe con su traje pulcro, anteojos y el cabello peinado hacia atrás.

—... es la encargada del sector legal de la compañía, como te comentaba, se ocupará de todo
el papeleo a partir de tu llegada.

Seokjin intentó acercarse a ella. La había reconocido desde la noche anterior en la cafetería
pero simplemente su mente se negó a creer que se trataba de ella realmente hasta el
momento en el que le dieron nombre a la dueña de esos ojos, entendió que no estaba
alucinando.

Él extendió su mano frente a ella.


—Es una gran sorpresa —dijo sonriendo como no lo había hecho en años—, es todo un gusto.

Ella no supo reaccionar; su teléfono seguía sonando y tenía las miradas de todos sobre ella.
No pudo soportarlo.

—Me tengo que ir —respondió desconcertando a todos a su alrededor. Y dándole a entender


a Seokjin que aún se recordaba de él con sus acciones cuando salió de la sala rápidamente.

Comenzó a correr por el pasillo. Era una jodida mujer adulta y acaba de tirar al carajo su
profesionalismo, pero no le interesaba. Realmente necesitaba alejarse de allí, no quería
revivir los tormentosos años que pasó cuando regresó a Corea.

Presionó los botones del elevador muchas veces cuando llegó a este.
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—¡Oye, espera! —escuchó a la distancia. Este tipo, el supuesto Kim, venía detrás de ella
intentando correr, pero era evidente lo mucho que se le dificultaba.

La vio salir del edificio y aunque quiso disculparse por aparecer de repente, no pudo, no
logró alcanzarla, otra vez.

Así que regresó a la reunión, disculpándose por su comportamiento, lo cual no fue tan
necesario, ya que a todos parecía gustarles su espontaneidad.

Realmente quería hablar con ella, pero los días pasaron y no la vio en la oficina. Su secretaria
le informó que se había reportado enferma y que tenía licencia de un par de días para
ausentarse.

¿Lo estaba evitando? Sí.

Adjunto a sus documentos personales, Seokjin vio su dirección y debía ser profesional pero
tenía muchas preguntas que le impulsaron a conducir a ese vecindario. Eran unos
apartamentos cómodos, algo baratos a comparación de la estancia que él tenía. Así que se
acercó a la puerta y la tocó un par de veces.

Pero no esperaba que un hombre atendiera a su visita. O bueno, un muchacho que parecía
estar preparado para salir.

Vestía completamente de negro; usaba una sacola de piel, y sus botas lucían demasiado
grandes. Quizás no se fijó bien, pero podía jurar que el chico traía lápiz negro en la parte de
abajo de los ojos. Tenía una pequeña cadena que colgaba entre las dos perforaciones de su
oreja, sumados al cubrebocas negro que ocultaba la mitad de su rostro.

Era extraño, y las letras de tu camiseta decían "Aléjate" literalmente.

—¿Lee SunHee vive aquí? —preguntó.

—Eso depende —le contestó con voz dura—. ¿Quién eres tú? —cuestionó viéndolo de pies a
cabeza.

—Un... viejo amigo.


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Seokjin tragó pesadamente. No sabía que había sido de Sunhee los últimos treinta años,
pero algo era seguro, ese chico lucía como todo un obstáculo.

En uno de tantos inicios, el adulto frustrado conoció al chico problema.

...

California.

4 de Diciembre de 1986.
26 días antes de.

—¡Es hora de despertar!

Seokjin se removió incómodo cuando las cortinas de su habitación se abrieron dejando


entrar los primeros rayos de luz, y aún más incómodo cuando fue aplastado por los dos
idiotas que se lanzaron sobre él.

—Jungkook, ¿Adivina quién es el cumpleañero de hoy? —le dijo Taehyung a su cómplice


cuando entre los dos se esforzaron por molestar al castaño mayor.

—Oh, no lo sé. Taehyung, ¿Quién es? —le contestó Jeon en medio de risas.

—¡Vamos, Seokjin! ¡Arriba! No olvides que los viejos siempre se despiertan temprano.

—Ya basta, par de idiotas —les dijo recomponiendose—. Fuera de mi cama.

Los menores se vieron entre sí sin dejar de reír.

—No seas aguafiestas, Jin —Taehyung se levantó de su cama—. Estamos aquí para ser los
primeros en presenciar cómo ingresas a una nueva etapa de tu vida.

—¿Etapa?
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—Sí, una en donde se te empieza a caer el cabello —declaró su hermano menor haciendo que
Seokjin frunciera el ceño y que Jungkook estallara en risas.

Kim Seokjin cumplía veinte años. A diferencia de sus compañeros, él había tenido que
nivelarse por el idioma antes de adaptarse a la escuela, por eso daba la impresión de
haberse retrasado un par de grados. Pero eso no era importante, al fin podría salir de la
estúpida escuela.

—Ja, ja, ja. Muy gracioso, espero que no intentes dedicarte a ser comediante, Taehyung.

—A mí sí me causó gracia —le dijo Jungkook.

—Qué sorpresa. Tu opinión no cuenta, Jeon. Ambos sabemos que siempre vas a seguirle
corriente a este tonto.

—¡Oye! —reprendió taehyung—. No seas cruel con nosotros, solo venimos a traerte el
desayuno, eres un malagradecido.

Seokjin volteó a ver hacia la mesa de noche en donde reposaba una pequeña charola con
unos hotcakes apilados, con mucho maple y mantequilla como le gustaban a él. Además de
jugo de naranja y un intento de rostro sonriente conformado por dos huevos con una boca
de tocino.

Sonrió de lado. No estaba molesto, sencillamente estresado porque no había estado


durmiendo bien y porque había pasado una semana completa desde que dejó escapar al
lunático de los secuestros.

Aunque esa no era su única preocupación, y es que en contra de lo previsto, el final de la


temporada coincidió con el día de su cumpleaños.

—Gracias, chicos —dijo sincero—. Ahora, sean unos buenos hermanos menores y lárguense
de aquí.

Taehyung sonrió acatando su petición al igual que Jungkook, levantándose para seguir al
otro. Con todo esto del partido y el último año, Seokjin estaba seguro de que no recibiría una
fiesta como siempre acostumbraba tener. Y el otro Kim también lo sabía pero quería hacerle
saber a su hermano que le importaba su cumpleaños.
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Y es que, una de las cosas que más le emocionaba a Kim Taehyung eran los cumpleaños, lo
había demostrado ya antes.

—Como quieras, viejito —Taehyung le vio con ojos entrecerrados—. Hoy tenemos mucho que
hacer, pero te prometo que comeremos pastel más tarde.

Negó. —No es necesario, en serio.

—No te estoy preguntando si quieres o no. Te estoy diciendo que vamos a comer pastel y
punto.

El aire era frío, aún así, en casa se respiraba un ambiente de compañerismo que difícilmente
habían experimentado antes.
Seokjin asintió y los dos menores salieron de su habitación para dejarle arreglarse
correctamente.

Así que se sentó en la cama y suspiró viendo de nuevo su desayuno. El pan un poco quemado
era indiscutiblemente obra de su hermano, y la nota con caligrafía perfecta pertenecía a
Jungkook.

Bueno, siempre era buen momento para comenzar algo diferente.

Jungkook también estaba listo para el gran día; las vacaciones de invierno llegaría pronto y
estaba emocionado por eso, pero antes de que las evaluaciones del final de semestre se
intensificaran como el hielo de las calles, esta semana debían culminar con las actividades
extra curriculares. Además de que habían limpiado la escarcha que se formó en el campo de
béisbol, y según la predicción del clima, hoy sería la noche perfecta para jugar.

Se había aprendido todas las jugadas y eso mantenía a raya sus nervios por el partido. A
diferencia de Taehyung, quien leía atentantamente su libreto para no fallar en ninguna frase.

Había pasado todo el asueto del día de acción de gracias ensayando, es decir, su padre decía
que como extranjeros no tenían nada que celebrar. Así que cenaron un poco de pavo que le
regalaron a su madre en el trabajo y luego todos volvieron a sus respectivas ocupaciones.
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Taehyung siguió batiendo la mezcla para hacerse un omelet de desayuno mientras repetía
sus líneas. Su padre leía el periodico y su madre parecía sumamente impresionada con las
nuevas habilidades culinarias de su hijo.

Jungkook en la mesa, comía tranquilo un plato de avena con maple y manzana mientras
tarareaba feliz la canción de un comercial de dulces que se le había quedado pegada.

—Hijo, ¿Estás seguro que estarás bien con eso? —le preguntó el padre de los chicos a
Jungkook refiriéndose a su plato—. Deberías comer algo que te de más energías.

Pero el chico negó amable. —No, no, gracias. Así estoy bien, nunca he podido comer cosas
pesadas, es un pequeño sacrificio al mantener una dieta como la mía por años.

La madre de los Kim le vio intrigada. —Ahora que lo pienso... nunca te preguntamos por qué
no comes carne.

Jungkook no pudo responder de inmediato, y pensó que era cierto, que él había dejado de
comer cosas como esa durante su adolescencia pero... recordar los motivos no le dolieron
como antes.

Taehyung volteó a verlo preocupado por el tiempo en el que se quedó callado con miedo de
que colapsara, pero contrario a eso, obtuvo una sonrisa.

—Hay muchas buenas razones para no hacerlo —explicó—, empecé a hacerlo hace un par de
años después de que sentí que era lo correcto. A papá no le hizo mucha gracia pero mi madre
apoya mucho en eso, ella siempre dice que hay que respetar a los animales. Justo ahora yo...
intento mantenerme lejos de la carne y quizá en el futuro pueda hacerlo de sus derivados.

«Un retroceso», pensó el castaño. Jungkook no solo era vegetariano por su trauma sino por
esos principios y eran parte de él.

Si algo borró su trauma... otra cosa le dejó conservar su esencia. Pero era demasiado
inexacto saber qué efecto colateral podría tener que sus memorias cambiaran con tanta
frecuencia.

—No entiendo la diferencia —dijo el padre con ignorancia.


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—Son acciones sencillas. Por ejemplo, el maple —señaló la botella a su lado—, proviene de la
savia y la miel, de las abejas. Podríamos usar uno como reemplazo del otro. Las abejas son
importantes para nuestro ecosistema. Si cuidamos de los integrantes más pequeños desde
ahora, podremos lograr grandes cosas.

Sonaba animado, Taehyung exhaló. —¿De dónde sacaste esas ideas? —le preguntó pero todo
en Jungkook emanaba con calidez.

—¿No te lo mencioné? Fui niño explorador por años.

—¿Desde cuándo?

—Finales de secundaria, me uní a un club de consciencia por el ambiente. Y he estado...


cambiando poco a poco mi estilo de vida.

Taehyung frunció el ceño, era un recuerdo lúcido. Su nuevo cambio... ¿Regresó a Jungkook,
el chico de la naturaleza?

En realidad, a Taehyung no le interesaba saberlo. Porque lo que estuviera ahora en su


cabeza le daba tranquilidad, y no iba a molestarse en averiguar qué era.

Y que tenía demasiadas cosas en su libreta, y ya no sabía ni qué problema resolver.

—Ahora ya sé a quién no dejar a cargo de la cena de navidad —bromeó el padre de Taehyung


haciendo a su esposa y Jungkook reír.

El castaño se sentó a comer junto a Jeon observando su cabello largo. Si bien su enunciado
actual era: "Jeon Jungkook y sus cambios en la realidad"

A veces tenía deseos de escribir en su libreta algo como:

"Jeon Jungkook y la forma en la que sujeta el tenedor".

O "Jeon Jungkook y el botón abierto de su camisa". Pero no lo haría, se conformaba con


verlo.

Seokjin apareció por la puerta de la cocina, al hacerlo, sus padres se pusieron de pie para
felicitarlo por su cumpleaños.
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El cuarto día de diciembre siempre había sido muy importante para ellos, así que ese día
estaría lleno de elogios y felicitaciones hacia Seokjin.

Por primera vez en mucho tiempo, Taehyung no se sentía incómodo por la atención que
recibía su hermano. Era lo más lógico, y le alegraba saber que tenía un año más con él.

Sonrió terminando con su desayuno mientras todos en la cocina hablaban sobre el partido
de la noche.

¿Le había dicho a sus padres que estaría en una obra ese día? No. Prefirió evitarse los
comentarios.

Y estaba bien con eso, al final aparecería en el campo de béisbol cuando terminara, y todo
encajaría como debía hacerlo.

Los tres se despidieron de sus padres antes de dirigirse juntos a la escuela. Seokjin tenía
pánico de caminar solo, y esto le daba un extraño sentimiento de paz.

¿Qué si había paranoia? Sí, bastante.


Yoongi y Seokjin habían hecho un pacto de silencio para no levantar más temor.

Así que al menos para los dos adolescentes que eran completamente ajenos a lo que
sucedía, todo parecía marchar bien.

—Oye, ¿A qué hora es lo tuyo? —dijo Seokjin a Taehyung cuando estuvieron lejos de casa.

—¿Qué? —respondió incrédulo.

—Tu cosa del teatro. ¿Vas a invitarme, cierto?

—Yo no... no pensé que te interesara. Es para raros.

—No quisiste darme tu papel, más te vale hacerlo bien. ¿O no puedes?

—Imbécil.

Jungkook negó con la cabeza. A veces quería golpear a los hermanos "no sabemos
comunicarnos y siempre la jodemos" por tener la misma actitud.

—Es a las cinco —intervino Jeon—. Llega a tiempo.


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Seokjin asintió después de obtener la información que quería. Por primera vez en muchas
semanas, Seokjin no sentía náuseas o dolor alguno, y sentía que este sería un día increíble.

Así que cuando llegaron a la escuela, no le sorprendió ver sus amigos esperándolo para darle
la respectiva felicitación del equipo.

Se separaron para dirigirse a sus clases, Taehyung aún tenía que validar su asistencia aunque
ya hubiese completado sus créditos.
Seokjin y Jungkook presentaron la exposición oral para su clase de economía ya que habían
reprobado la última evaluación.

Se equivocaron un par de veces y el menor rompió por accidente el cartel que obligaron a
Yoongi a hacer; pero su maestro les puso un siete de calificación, y eso era suficiente para
ambos.

Porque eso no era lo importante de hoy, lo importante era estar listos para el partido, ambos
salieron al campo después de un par de períodos.

—¿Por qué hay tantas personas aquí? —cuestionó Jungkook sin entender el motivo del
bullicio alrededor del campo.

Y es que, parecía que habían demasiadas personas, pero su cumpleaños también había
coincidido con un día de conmemoración para los estudiantes de esa escuela.

—¿No es obvio? —Seokjin le sonrió de lado acomodándose la gorra—. Vinieron a vernos a


nosotros —le dijo con un poco de ironía.

Como tradición escolar, la mañana antes la final, el equipo realizaba su último


entrenamiento del año a la espera de que sus contrincantes de la ciudad vecina llegara para
recibirlos con un calentamiento amistoso antes de la gran noche.

Lo que representaba tener el doble de hombres atléticos vagando por los alrededores de la
escuela y eso emocionaba a las aficionadas muchísimo más que el partido.

Tenían que aprovechar los escasos rayos del sol antes de que las ventiscas fuertes de
diciembre les acecharan.
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Aún no estaban usando sus uniformes oficiales, eso lo reservarían para más tarde. Jungkook
no entendía la necesidad de comenzar a entrenar desde tan temprano; no notaba que eso no
era para prepararse sino para mantener su imagen.

Pero no tardó mucho en darse cuenta de ello cuando a pesar del frío, varios de sus
compañeros de equipo abrieron sus chaquetas para dejar al descubierto las camisetas
ligeras que traían debajo. Como todo, hasta la actitud más vana tiene un propósito.

El baile de fin de invierno estaba cerca, y sería muy humillante para ellos que las chicas de su
escuela aparecieran del brazo con algún sujeto foráneo que fuera del equipo rival. Así que
parte de la tradición también era conseguir pareja para el baile antes de la noche de la final,
se hacía cada año, y nadie estaba a salvo, todos querían una cita.

Los chicos del equipo habían hablado un poco sobre eso, Jungkook no creyó que fuera en
serio. Se burló en silencio, pensando que no había forma de que eso realmente funcionara.
Sin embargo, hoy había varias chicas que comentaban emocionadas entre ellas afuera del
campo y eso lo sorprendió.

Bueno, al menos él no tenía que preocuparse por eso, él no era un estudiante real.

Comenzaron calentando alrededor del campo, a Seokjin se le mojó un poco la camiseta


cuando bebió agua en medio del trote y todas le aplaudían cuando lograba hacer un buen
lanzamiento.

Jungkook rodó los ojos, al mayor ni siquiera le interesaba ninguna de las personas allí, solo
se exhibía porque amaba la atención que le daban. Y Jeon no lo podía culpar, él era igual.

Cuando el entrenador lo envió como lanzador no dudó en moverse hacia el centro. Se pasó
las manos por el cabello, era demasiado largo y le estorbaba, de seguir así pronto tendría
que atarlo.

No estaba lo suficientemente atento como para percatarse de que era observado por varias
personas desde la malla. Para muchos, Jungkook era un tipo alto y misterioso, que no
hablaba mucho y que tenía ideas extrañas. Para las chicas que habían desarrollado una
especie de platónico con él, Jeon era eso, además de un tipo apuesto, en forma y de gran
sonrisa con modales impecables.
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Así que al menos una de ellas esperaba ser la elegida para su cita. Para su mala suerte,
aunque gritaran su nombre cada vez que lograba sacar a un bateador, él no podía enfocarse
en ellas.

Cuando volteó en su dirección se escandalizaron a medias; pero él solo se había fijado en la


mata de cabello castaño despeinado que pasó desapercibido por los demás en dirección a
las escaleras de la tribuna.

Kim Taehyung ya no tenía mucho que hacer en su salón de clases, así que salió del edificio.
Probablemente debería ir al auditorio para ayudar a Agustus con su obra de la tarde, pero
aún no estaba seguro de sus líneas y prefería practicar un poco más antes de aparecerse allí
y ser enjuiciado por el dictador que tenían por director de escena.

—"Tus labios son más peligrosos que treinta soldados desafiándome" —murmuró leyendo su
libreto—. "Un solo beso me dará el coraje para enfrentarme a todos con temeridad. ¿Me lo
concedes?"

El fuerte alarido de sus compañeras rompió su concentración. Alzó la vista, su hermano


bateaba contra su Jungkook y eso las emocionaba mucho.

Sí, sí, gran espectáculo. No es como si él no los hubiera visto hacer eso antes.

Taehyung divagó alejado de la multitud mientras veía a Jungkook ser el lanzador desde el
montículo del centro en el campo.

La forma en la que su conjunto deportivo gris se marcaba cuando alzaba ligeramente la


pierna antes de tomar impulso para marcarle strike a Jin mientras reía.

No quería parecer inmaduro, y volteó a ver solo un poco a las porristas gritándole a
Jungkook. Si se emocionaban así por un simple calentamiento, no quería ni pensar en cómo
sería en el partido.

Se removió un poco incómodo cuando alguien junto a él gritó de nuevo el nombre del
pelinegro. Ni siquiera mostraba nada como lo intentaban los otros, y de todas formas lo
veían. Y su parte inmadura se burló cuando por el movimiento de sus brazos se le alzó la
sudadera causando conmoción por su abdomen.
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«Si verlo las emociona... imagínense dormir sobre él.» Pensó con una ceja alzada.

Jeon sintió su mirada sobre él y volteó a ver en su dirección, dándole una sonrisa de lado
acompañada de un guiño cuando el silbato que marcaba el final del entrenamiento sonó.

El autobús del equipo rival había llegado al estacionamiento y era momento de que
despejaran el campo para que ellos pudieran entrenar.

Seokjin saludó a un par de personas que se acercaron a felicitarlo mientras veía llegar al otro
equipo, y luego, quiso seguir a Jeon, porque con Sunhee y Agustus ocupados, no tenía otro
amigo confiable además del pelinegro.

Tomaron sus cosas para salir, y comenzaron a caminar fuera del campo; Seokjin alzó la vista
entre la multitud para buscar a Sunhee, pero no la encontró en ningún lugar. Y era extraño
porque, tampoco la vio en la mañana cuando se supone debía ayudarla a ensayar.

Debía pedirle que fuera su cita para el baile o bueno, su última cita con ella aquí.

No encontró con la pelinegra; en su lugar notó a Jungkook de pie en medio de todos


mientras veía hacia la tribuna. Taehyung caminaba hacia él pero fue detenido por una chica
que lo tomó del brazo.

Se acercó un par de pasos hacia Jeon y se quedó detrás de él mientras ambos observaban la
escena.

La rubia le sonrió a Taehyung apenada, y le dijo algo que causó que sus mejillas se tornaran
rojas. El chico se pasó por el brazo cuando le respondió, parecía dudoso.

Jungkook frunció el ceño, no estaba celoso, era más una clase de impotencia, los observó
pensando en cómo sería si pudiera darle a Taehyung esa vida normal que quería, era
ignorante de la mirada juzgona del castaño mayor sobre él.

Seokjin notó lo que sucedía por la forma en la que su mirada cambió. A Jeon no le gustaba la
idea de compartir a su hermano, ¿Eh? Eso era nuevo.

—Jeon, ¿Vienes?—le dijo intentando que el chico reaccionara.


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Jungkook agitó la cabeza saliendo de sus pensamientos.


—Yo... creo que alcanzaré al equipo después —murmuró.

La chica negó con la cabeza y se acercó a abrazar a Kim antes de alejarse de él. Taehyung
caminó hacia ellos bastante avergonzado.

Los tres caminaron de regreso al edificio de escuela, Jeon estaba en silencio, incómodo.
Quería preguntarle pero no quería verse desesperado.

El mayor Kim decidió que debía tomar el control de la situación, era parte de su honor de
compañeros.

—Oye, ¿Qué fue eso? —le preguntó Seokjin a Taehyung curioso ante su actitud inquieta.

—Es algo extraño —sonrió un poco—, me invitaron al baile.

—¿Y tú qué le dijiste? Digo, si puedo saber.

—La verdad, que no me interesa eso de los bailes.

Jungkook volteó a ver a Taehyung cuando volvió a respirar tranquilo. Algo no se sentía
correcto desde que despertó, estaba más ligero pero... aún así, tenía una mancha en su
interior.

«De nada, Jungkook.» Pensó Seokjin.

El timbre del almuerzo sonó y el mayor recordó que tenía algo muy importante que hacer
antes de que llegara la hora del partido.

—Eso suena a algo que tú dirías, no me sorprende —dijo despidiéndose con la mano—, los
veo luego.

Los chicos caminaron hacia la parte trasera de la escuela en donde la mesa más lejana se
encontraba, esa que habían elegido para ello.

Taehyung se sentía feliz preparando el almuerzo para ambos porque le hacía sentirse no tan
inútil para la vida.

Le dejó a Jeon su recipiente para que pudiera comer mientras él, cuyo apetito era leve,
sacaba nuevamente su guión.
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No tenía en el olvido su libreta, pero abrirla era recordar que esa no era la vida que le
correspondía y le dolía pensarlo.

Entonces, cuando él comenzó a declamar, Jungkook almorzó mientras veía un show


especialmente para él.

La ansiedad le provocaba hambre, y se había comido su almuerzo y la mitad del de


Taehyung quien sufriría el efecto contrario por los nervios.

Estaban en las mesas del exterior, por el frío, nadie más estaba afuera y eso les dio la ventaja
de estar solos.

En unas horas Taehyung iría a alistarse para debutar pero no quería hacerlo sin estar
verdaderamente seguro.

Pero mientras hablaba, Jungkook divagó en su imagen. No era secreto para nadie que el
castaño era un hombre atractivo.

—¿Me estás escuchando?

En plena flor de la juventud superando su adolescencia, su porte y esa forma tan


espectacular de moverse le hacían destacar mucho.

A Jungkook no le sorprendería que todos estuvieran enamorados de Kim Taehyung en


secreto.

—Perdón, ¿Qué? —dijo cuando cayó en cuenta de que hablan con él.

—¿Todo en orden? Luces un poco distraído.

—No es nada, solo estoy algo preocupado.

—¿Por qué?

—Los demás comienzan a notar que eres hermoso, y eso me deja mucho en qué pensar.

Taehyung cerró su libreto para acercarse a robarle un poco de su ensalada.

—Es por la chica, ¿Cierto? Vamos, no me digas que estás celoso.

—No estoy celoso, me gusta que todos lo sepan, me gusta que te vean como lo que eres.
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—No es momento para ser cursi, Jeon —se burló.

—Lo siento, solo estoy mínimamente celoso de que ella pueda tener la capacidad de
invitarte y eso...

—¿Qué hay de ti?

—¿De mí?

—Sí, había al menos diez chicas esperando a que las invitaras.

—No lo noté, tenía a alguien más en mente...

Taehyung alzó una ceja, Jungkook negando cosas obvias era uno de sus conceptos favoritos.

—¿Ah, sí? Es una pena.

—Oye... no sé si debería hacer esto pero los muchachos dijeron que es una tradición y pensé
que...

—Jungkook —le detuvo—, ¿Estás tratando de invitarme al baile, cierto?

—Sí —dijo con algo de pena. No estaba celoso, bueno, tal vez un poco.

—Cuando dije que no creía en esas cosas no estaba mintiendo.

Parpadeó incrédulo.
—¿Me... me estás rechazando?

—Lo siento, Superestrella. Pero sí, me temo que... —se sentó a su lado para dejar caer su
cabeza en el hombro del muchacho— nunca me ha gustado eso de las tradiciones de la
escuela, siempre salí lastimado por ellas.

Jungkook sonrió por lo bajo; muy en el fondo todo esto de la escuela y la extraña vida
adolescente que nunca vivió le hacían querer ponerse un traje y... tomarse la foto en la
entrada de la escuela como todos los demás.

Pero Taehyung tenía razón, y él respetaba su decisión de negarse. Así que asintió un poco
decepcionado.

Esa decepción se desvaneció cuando Taehyung fue veloz para darle un beso en la mejilla.
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—¿Y eso por qué fue? —le dijo recibiendo en respuesta una pequeña sonrisa.

—No quiero que te desanimes; dije que no quiero ir al baile, no que no quiero estar contigo.

—¿Y eso significa que...?

—Mientras todos ellos fingen que saben bailar, hay muchas cosas que podríamos hacer. Por
ejemplo, el cine siempre está vacío la noche del baile.

—¿Cómo sabes eso?

Taehyung aclaró la garganta. —Eso no es relevante.

Muchas cosas suceden en la espera de un gran amor. Pero, ¿Cuánto tiempo se supone que se
debe esperar?

Jungkook sonrió pensando que incluso si retrocedía, no le importaba el tiempo.

—Hablando de estar solos, ahora que lo recuerdo, el otro día guardé algo que podría
gustarte en tu billetera.

—¿Mi billetera? —dijo Kim buscando entre sus bolsillos para sacarla y dársela a Jungkook.

Este la tomó y sacó de los una hoja doblada.


—¡Ta-da! Es una gran oferta si lo piensas bien.

—¿Qué es esto? —le preguntó viendo el volante.

—Oh, solo una tontería que pensé en Boston.

Taehyung la abrió viendo la foto de la casa acompañada de sus descripciones.


—¿Por qué guardaste esto?

—Yo... pensé que ya que estoy atrapado aquí. Cuando vayas a la universidad, será muy difícil
estudiarme si me quedo en el pueblo. Así que vivir allá me pareció una buena opción.

—Tú quieres que... ¿vivamos lejos?

—Afirmativo, juntos y lejos.

—¿Y de dónde planeas sacar dinero para eso? —le dijo con gracia.
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—Eso te lo dejo a ti —se burló y Taehyung le vio con severidad—. No lo sé, puedo trabajar...
soy bueno en la cocina. Podría conseguir empleo de mesero o yo qué sé.

—No creo que eso sea suficiente...

—Pues entonces tendré doble turno.

—Bueno, ya que lo pones así...puedo hacerte un préstamo, si quieres.

—¿Ah, sí? ¿Qué clase de préstamo?

—Podría ayudarte con el pago inicial, y después podrías devolverlo poco a poco.

—¿Y eso a cambio de qué?

—Puedes ayudarme a mantener ordenada mi vida, y dejarme vivir contigo, claro está.

—¿Qué hay de los dormitorios de la universidad?

—Voy a enloquecer si estoy demasiado tiempo solo. Hace mucho que deje de estar
acostumbrado a la soledad y me parece un trato razonable.

—Sí, sí, es un trato justo.

—Y Jungkook... —dijo en voz baja—. Si muero, quiero que seas tú el que se encargue de todo,
¿Está bien?

—Ya te dije que eso no va a suceder.

—Lo hará. Ya sea en un par de meses o en quince años pero si sigues aquí, necesito que seas
tú.

Jeon suspiró, el chico tenía razón. No debían temerle a la muerte, al final es lo único seguro
en la vida.

—Está bien, no te preocupes por eso.

Ya no se sentía perturbado por los acontecimientos. En su lugar, le robó un pequeño beso


en los labios a Jungkook antes de levantarse.

—Ahora, a ensayar —le dijo con una sonrisa leve.


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Aclaró su garganta antes de comenzar a hablar y Jungkook le observó atento de no fallar


ninguna frase.

Se puso de pie para llegar al muchacho sin preocuparse por ser visto cuando sintió que debía
hacerlo, y pasándose la lengua por los labios, le besó, en una muestra de agradecimiento
infinito.

Oh, Kim Taehyung era perfecto ante la vista de todos. Pero nadie le vería con la misma
apreciación como la que Jungkook le veía.

Pero para algunos... verlo era suficiente para despertar su intriga.

...

Si lunático es sinónimo de genio, una pizca de astucia es lo que marca la diferencia entre
ambos.

Quizá Taehyung era inigualable, pero para su equivalente intelectual, representaba más un
misterio que una amenaza.

Kim Namjoon apagó su cigarrillo en el cenicero mientras entrecerraba los ojos viendo las
cámaras.

Justo en ese lugar, tenía una toma perfecta del perfil de Kim, quién tenía el descaro de
pasearse con su experimento por toda la ciudad sin represalia alguna.

Y de besarlo como si no entendiera con lo que estaba jugando, de lo que ponía en riesgo.

—Déjame ver si entiendo —el moreno se puso de pie—. Ellos... replicaron las torres.

Se encontraban desde el cuarto de control del laboratorio después de haber redirigido el


circuito de grabación de las cámaras hacia allá.

Eso les tomó un par de horas, recapitular lo que había sucedido los últimos meses; días.

A Kim Namjoon le gustaba pensar que la ciencia y la música tenían cierta relación; para él,
encontrar un cabo suelto era tan preciso como un compás de violín, en el que es imposible
no ligar una pasada del arco por las corcheas.
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El sonido de los violines siempre fue su favorito porque le gustaba asociarlo con el
sentimentalismo y la adrenalina. Como en el Titanic cuando comenzó a hundirse, o Tartini
con el diablo, creía que marcaba el inicio del final.

Para un huérfano en medio de tiempos de guerra, la vida no era nada favorable, mucho
menos para dos de ellos. Quizá por eso Namjoon intentó mantener a su hermana a su lado
todo lo que pudo y asegurar que nada la dañara pero como todo humano, era incapaz de
controlar el destino.

¿O no?

Sentado de frente a las cámaras de vigilancia observó con curiosidad a los dos muchachos
que se movían por la escuela. Quizá las cámaras habían estado fallando, pero con su
experimento identificado le fue más fácil unir cada pieza.

No sabía qué tanto de su expediente era real; pero sí tenía la certeza de que se había
mezclado bastante bien entre los pobladores. Jeon Jungkook, si es que era su nombre real,
apareció en los registros de la escuela el tres de agosto, y encajaba perfectamente con todo
lo que necesitaba.

Revisando el carrete de grabación de las últimas semanas, tenía no una, sino cientos de
tomas del pelinegro; algunas al lado de los sospechosos que habían estado persiguiendo,
otras con el infractor principal y un par de ellas en el campo de béisbol.

Namjoon suspiró. ¿Qué había del otro lado? Si era real, Namjoon efectivamente había
logrado fracturar la línea de la realidad temporal, el pasado estaba a su alcance.

Pero... Jeon no era su experimento, bueno al menos ya no personal.

Este chico Kim había creado un generador de energía, y nadie lo notaba, pero permanecía
conectado al cableado de la ciudad, por lo que el Condado Mariposa por completo estaba
atado a la energía que provenía del chico Jeon.

Lo supo después de que su radar no funcionara como debía, estaba colapsando pero era
porque la energía de Jungkook se había regado por la ciudad a través del alumbrado
público.
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—Tienen un generador de energía lo suficientemente fuerte como para contener al


experimento —le dijo su pupilo.

—Más de veinte años de trabajo e investigación y logré hacer que un humano fuera capaz de
sobrevivir entre dos puntos. Y este chico... está intentando revertirlo.

Park Jimin estaba a su lado, después de estar en observación por días, el profesor finalmente
se dignaba a escucharlo.

—¿Por qué lo dice?

—El apagón de hace unas semanas destruyó dos fuentes de energía de la central eléctrica
pero la zona sur aún tiene electricidad. Es el chico, está alimentando todo y ni siquiera
parece darse cuenta.

—¿Qué?

—No creo que Kim busque llevarse mi trabajo, él... quiere aislarlo.

—¿A qué se refiere con "aislar"?

—Te lo dije antes, si el experimento atravesó la brecha, el agujero formó una gran coraza de
corriente alrededor de él para protegerlo. Pero al chico no le interesa, quiere separarlo de
ella, quiere hacer a Jeon "normal".

Parecía... inestable. Pero para Namjoon, él chico no intentaba controlar la energía del
experimento. Kim Taehyung buscaba extraerla, y si lo estaba intentando, significaba que
sabía muchas cosas que ellos no.

—¿Qué gana él con eso?

—Volverlo invisible.

—Él sabe que viene del futuro pero... —Jimin negó con la cabeza cuando lo entendió. —¿No
está intentando enviarlo de regreso, cierto?

—Maldición, Jeon es el único humano conocido capaz de soportar tanta electricidad. Tanta
inteligencia, y Kim... está jugando a ser su novio.
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—Es un adolescente. ¿Qué esperaba que hiciera? Encontró la oportunidad de vivir su propia
película de ciencia ficción y la tomó.

—Se topó con el equivalente a un super humano, Jimin. ¡Un viajero del tiempo! Y logró
camuflarlo.

—Eso no lo hace brillante.

—Replicó los elementos del vórtice a escala y con chatarra, por un demonio, lo hace un
genio.

—¡Es un niño!

—¿Recuerdas que una vez te dije que solo se necesitaba una mente brillante para cambiar el
mundo?

Park asintió. —¿Eso qué?

—Pues me temo que no esa mente no es ni la tuya, ni la mía —se quitó los anteojos y volteó a
ver hacia la pantalla—, es la suya.

¿Qué motivaba a Taehyung a desafiar a la realidad? Porque el moreno sabía que debía exigir
un propósito, así como el suyo.

Veinte años en el pasado, Kim Namjoon recibió una carta de una mujer desconocida
contándole que estaba bien, que había logrado llegar a América, diciendo que había sido
acogida por un viejo bondadoso y que se había enamorado del hijo de este. Le dijo que
estaba casada y que pronto tendría un hijo.

Después de que contestó la primera carta, se convirtieron en miles. Ella comenzó contándole
lo feliz que era y poco a poco, el color de sus letras cambió. Le dijo que se sentía atrapada,
que ya no soportaba a su esposo, que soñaba todas las noches con desaparecer pero que no
era lo suficientemente valiente para terminar con su vida.

Él no conocía ese nombre pero... la forma en la que las letras de su carta parecían hablarle
por lo doloroso de su escritura, le hicieron sentir la necesidad de tener una familia por
primera vez en mucho tiempo. Un joven Namjoon tomó todo lo que estuvo a su alcance para
intentar llegar a América cuando leyó el final de la última carta.
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Incluso cuando pudo hacerlo meses atrás, eligió el peor momento para hacerlo y llegó tarde.
Ni siquiera pudo encontrar su tumba, nunca supo el apellido de la mujer que le escribía pero
no le importaba, sin importar el nombre que le dieran, ella era una Kim.

Él sabía que era su hermana.

El hecho de pensar que no tuvo suficiente tiempo le hizo desear ser capaz de retroceder el
tiempo, a la última vez que pudo verla o al momento de su primera carta. Así que ahora
estaba loco, y sediento de redención.

Namjoon aprovechó su descubrimiento para avanzar sin vacilar y encender las cuatro torres
de energía que abrían el vórtice.

Incluso a la distancia y con ese violín mental que siempre lo acompañaba, la música no se
detendría hasta que no hubiera algo más que cambiar.

Así como los reflectores que se encendieron en el auditorio parpadearon por la corriente
cuando después de mucho tiempo abrió sus puertas principales.

Quizás era un efecto colateral, pero muchas personas en el pueblo estaban interesadas en la
obra de teatro, hacía frío afuera, y era más fácil esperar dentro de la escuela el inicio del
partido que en la tribuna donde el viento azotaba.

Agustus Min tenía su traje de gala puesto mientras organizaba a los demás. La luces y el
brillo del espectáculo son solo la parte fácil del arte. Existe mucho más allá de eso.
Comenzaba el atardecer y todos los actores corrían en los vestidores del auditorio

Había luces, color y telas finas por todo el vestidor.

April Agustus Min iba a impresionar a la reclutadora de la escuela de arte de Nueva York a
como diera lugar, así que, no había espacio para errores.

El tiempo corre veloz cuando nadie le presta atención. Jungkook y Taehyung se acercaron a
él después de casi llegar tarde

Porque eran ingenuos como dos niños enamorados, y de hecho, eso eran.
Y habían perdido horas fingiendo que ensayaban para terminar viéndose el uno al otro.
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—¿Ustedes dónde estaban? —les dijo ansioso al verlos.

—Lo siento, es mi culpa —dijo el pelinegro.

Suspiró. —Bien, como sea, Taehyung, tu atuendo está en el perchero ve a alistarte —le indicó
a lo que el castaño asintió.

Si esto fuera la escena de una película, definitivamente tendría el sonido de un capricho de


violín de fondo, acompañado de un reloj que perseguía a los infractores del tiempo.

Jungkook les deseó suerte con una sonrisa antes de dirigirse él mismo hacía el vestidor del
exterior para tomar su uniforme, debía estar listo y él sabía que si quería ver la obra
completa no le daría tiempo de cambiarse para la final.

Así que entró velozmente y comenzó a vestirse.

Pero por cada prenda que se quitaba, la pesadez de su cabeza se volvía más grande, no sabía
que el campo magnético se expandía por todo el pueblo.

Estaba usando su uniforme blanco con rayas azules que combinaban con sus calcetines
altos, como todo un atleta y encima se colocó la chaqueta de mezclilla que siempre cargaba
con él.

Él no lo entendía, pero ese sabor a óxido en su boca provenía del momento en el que
comenzó desprenderse de su propia realidad.

Se sentó en la banca, mareado y negó con la cabeza cuando reconoció tener nuevas
memorias. Su último verano en Busan, su llegada a San francisco y el inicio de las grandes
ligas aparecieron en su cabeza. Estaba cambiando pero no lo comprendía.

Simultáneamente, Seokjin caminaba por los pasillos de la escuela. Todo el día, ese
sentimiento de buscar a Sunny se había mantenido con él. Estaba muy paranoico, y nadie lo
podía culpar.

Así que se movió a su casillero a dejar sus libros antes de ir al vestidor, pero no esperaba que
al abrirlo se cayera de este un sobre.
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Se agachó a recogerlo y sonrió a medias cuando reconoció la letra que decía: "Para el
cumpleañero. -A.A. "

Lo abrió para hurgar en su contenido, y se encontró con varias fotografías.

La primera que era de él, su foto jugando béisbol, la misma que había visto en la caja de
fotografías de Agustus, y la segunda, una mucho más antigua de cuando era más joven,
durmiendo entre la grama del jardín que decía en la parte de abajo:

«Para que nunca olvides quién eres, quién fuiste y quién quieres llegar a ser. »

Sonrió, luego notó que tenía algo escrito en la parte de atrás:

«Pd: Puedes poner estas fotos junto con la que te robaste. :) »

Apretó los ojos atrapado, no podía negarlo.

Así que hizo exactamente eso, y pegó con cinta ambas fotografías a la parte interior de la
puerta de su casillero, justo donde había colocado la otra.

Allí también tenía una de Taehyung pequeño y una de su novia. Así que sumada a la foto de
su mejor amigo, y de él mismo joven, se podría decir que tenía todo lo que le importaba.

Seokjin no tenía idea de que su benevolencia hacia tambalear toda la historia.

Cerró la puerta del casillero y se encaminó a buscar a Sunhee antes de que terminara el
atardecer, pero supuso que la vería en el auditorio, así que caminó directo al vestidor para
cambiarse y ver un poco de la obra de los chicos.

Pero cuando entró, se encontró con Jungkook tosiendo y con el rostro rojo.

—¡Jungkook! —le dijo —, ¿Qué sucede?

—Algo no está bien, no, no, no está bien.

Quizá el problema de esto fue tratar a la nueva historia como una línea paralela.

El castaño le vio confundido y su rostro le hizo sentir a Jungkook como si sus rencores se
borraran, pero esa parte de él que lo odiaba, era la misma que lo había enviado aquí.
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El viejo Seokjin alguna vez le dijo que odiaba las despedidas por teléfono, y cuando el joven
le puso la mano en el hombro descubrió la razón.

—¿Jeon? —dijo para hacerlo reaccionar.

—¿Dónde está el auto? —le preguntó cuando el circuito de las historias de su cerebro
comenzó a conectarse.

—En casa, ¿Por qué?

Jungkook negó con la cabeza; era hoy, y no podía permitirlo. Se levantó de la banca y corrió
de regreso al auditorio con Seokjin detrás de él.

—Oye, ¡Espera!

Cual títeres del destino, ambos en el mismo papel. Un segundo y una carretera cerrada;
siempre lamentando no llegar a tiempo.

Cuando entró exhaló fuerza. Min parecía alterado, pero Jungkook no se detuvo a preguntar,
corrió hacía Kim quién le vio desconcertado.

—Tienes que ayudarme —le dijo a Taehyung casi llorando—, todas mis memorias se están
mezclando.

—¿Qué, cómo lo sabes?

—Porque estoy seguro que uno de ustedes va a accidentarse hoy. Y no sé quién pero es malo,
muy malo.

Taehyung se pasó la mano por el rostro cuando la discusión a su lado llamó su atención,
ambos voltearon a ver. Min le preguntó algo a su hermano y este le contestó igual de
preocupado:

—La he buscado durante todo el día, no está aquí.

—Llama a su casa, tendría que haber estado aquí hace media hora —dijo Yoongi a Seokjin. —
Hay una cabina de teléfono en el estacionamiento, tiene que estar aquí pronto.

—¿Qué sucede? —le preguntó Jungkook a Taehyung.


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—Sunhee no está por ningún lado, la necesitamos para empezar —le respondió
preocupado—. La hemos intentando localizar por una hora.

Ser un espectador puede hacerte sentir impotente, ante la vida y las decisiones de los otros.

Antes no existía una historia en donde Lee Sunhee fuera la protagonista de una obra escolar,
ni donde Kim Taehyung su pareja en el escenario; sin embargo, estos acontecimientos nunca
se interpondría a aquellos que provenían de sus decisiones.

Jeon Jungkook no era más que el espectador de la vida de ellos cuatro, porque por mucho
que influyera, la historia no estaba atada a sus acciones sino a las de ellos.

Vio a Min darle unas monedas a Seokjin y luego al castaño correr lejos.

—Si ustedes tres están aquí, y alguien debe accidentarse por la nieve eso significa que... —se
quedó callado cuando Taehyung volteó a verlo.

—Sunhee —murmuraron ambos al mismo tiempo.

—No puedo dejar que eso pase —declaró Jungkook, ansioso por salir—. Tengo que
asegurarme de que llegue al aeropuerto.

—Jungkook—le pidió Kim tomándolo del brazo antes de que se fuera—, podría no ser real.

—Son mis recuerdos, todo está aquí. Si alguien no encaja en medio de todo esto somos ella y
yo, si algo le sucede...

—Te sucede a ti también —murmuró asustado.

Jungkook asintió. —No dejes que Seokjin me siga.

—¿Por qué lo haría?

—Va a decirle que se marchará. Y él intentará alcanzarla, ha estado en mi cabeza todo el


tiempo. Él... —tragó saliva— podría morir.

—No lo entiendo, Jungkook. ¿Por qué de pronto te importa tanto Seokjin?


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Respiraba agitado. Las memorias de él saliendo de compras en pijama con su padrastro, y de


las noches jugando béisbol eran parte de él. La bondad del joven Seokjin y el cariño del viejo
le estaban abriendo el pecho.

Si Seokjin cambiaba su forma de pensar, los errores que cometió con Jungkook tampoco
existían.

—No lo sé, no tengo un recuerdo claro; pero no quiero que nada le suceda —dijo antes de
soltarse del agarre de Taehyung y correr hacia afuera del auditorio.

El castaño negó con la cabeza sin lograr entender lo que pasaba, y en el momento en el que
este se alejó, Seokjin regresó por el otro lado del escenario corriendo hacia ellos.

—¿¡La encontraste!? —dijo Min, poniéndose de pie al verlo llegar.

—No vendrá —le respondió recuperando el aliento—. Su vuelo sale en dos horas —dijo
abatido.

—Hay trescientas personas allá afuera —dijo el pelinegro asustado. Todo se estaba yendo a
la mierda.

—Chicos —murmuró Jin—, lo siento, tengo que alcanzarla. Si me voy ahora podré verla antes
de que salga de la ciudad.

Taehyung negó con la cabeza. No podía ser, Jungkook tenía razón.


—No puedes irte, te necesitamos aquí —le dijo el menor acercándose a él.

—Taehyung, no dejaré que se vaya.

—Aunque no lo intentes, no servirá de nada. Lo mejor que puedes hacer es esperar, la


encontrarás en el futuro.

—¿Qué? —El castaño parpadeó completamente consternado.

—Todo esto de la vida y las cosas que debimos hacer. Seokjin, no deberías saberlo pero si te
vas ahora, serás miserable los próximos treinta años.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

—Yo... te mentí. Y sé más de lo que debería saber sobre tu vida.


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Seokjin negó más indignado que molesto.


Pero si el lunático del laboratorio dijo la verdad, eso significaba que Taehyung también sabía
algo sobre el futuro y los extraños experimentos, así que lo más inteligente que podía hacer
era no meterse con los problemas del tiempo.

Y funcionaba, porque a diferencia del gran cerebro de su hermano, la inteligencia de Seokjin


siempre estuvo ligada a sobrevivir.

—Vas a decirme toda la verdad después de que esto acabe. ¿Lo prometes?

El otro tragó pesadamente. —Lo prometo.

Seokjin resopló en contra de todos sus principios. Iba a arrepentirse de esto. —Bien, ¿Qué se
supone que tengo que hacer?

—Necesito reemplazar a Sunny —el pelinegro negó buscando una solución mientras los dos
hermanos le veían enloquecer, y cuando la encontró, les vio esperanzado. —Taehyung, ¿Qué
talla eres de vestido?

—¿Qué? —dijo confundido.

—Dale tu ropa a Jin.

—¿Qué pretendes?

—Tú Romeo —dijo viendo a Seokjin—. Tú Julieta —ahora hacia el castaño menor.

—No voy a hacer eso. —Taehyung se pasó la mano por el cabello preocupado.

—Yo tampoco.

—Son los papeles que querían, ¿O no? Sé que estuviste ayudando a Sunny a ensayar,
conoces la obra. Y Taehyung se sabe de memoria los diálogos de Julieta.

—Pero —intervino Jin—, somos hermanos. ¿Qué pasará en la última escena, vamos a cerrar
el círculo incestuoso de nuestra familia?

—Eso no tiene que ser un romance—. Yoongi negó con la cabeza—. Será una comedia.

—Se volvió loco, ¿Cierto? —le preguntó Jin a su hermano, el castaño asintió.
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Agustus Min inhaló con fuerza. —Dame el libreto, tengo arreglos que hacer —le dijo a
Taehyung antes de presionar el botón de su bolígrafo.

...

A veces es preciso considerar las dimensiones del deseo y la responsabilidad que conlleva
desear.

Todo humano es egoísta, es parte de la esencia misma anhelar para sí mismo ya sea un algo
o alguien; pero la capacidad de anteponerse a esos impulsos es la que nos mantiene a salvo.

Incluso desear una realidad diferente es un intento por protegerse de las cosas que nunca
debieron doler.

Jungkook siempre lo supo, y por irracional o incluso cómico que pudiera llegar a parecer, sus
intenciones siempre fueron las de buscar un camino diferente; pero ahora, no lograba
contestarse a sí mismo porqué había hecho todo esto.

Una parte de su egoísmo se había desprendido de él mientras olvidaba los motivos de su


rencor.

El sol de la tarde que comenzó a esconderse le hizo saber que no le quedaba mucho tiempo,
corrió hacia la casa de huéspedes donde su madre se alojaba; pero las cortinas estaban
cerradas, y aunque tocó el timbre muchas veces nadie le respondió.

Algo estaba mal, lo sabía, lo sentía.

Buscó correr en sentido opuesto, hacia la casa de los Kim, el aeropuerto estaba muy lejos y él
debía asegurarse de que ella subiera a ese avión.

Quizá sus motivos eran distintos, pero sus acciones iguales a los de aquel cuyo propósito
redireccionó.

Llegó hasta el garaje de la casa, y entró por atrás. Las llaves del auto estaban puestas como
siempre, y él tembló un poco cuando abrió la puerta para sacarlo.
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Jungkook ya no recordaba haber tenido intenciones de arruinar la cita de Seokjin y su


madre, en su lugar, solo recordaba haber vagado con el castaño por el bosque.

Recordaba ser rescatado, y ver esos ojos ámbar cuando despertó. Jeon Jungkook no supo
porqué acompañó a Taehyung ese día a la escuela, no encontró un motivo más allá de sus
deseos puros en su cabeza.

Lo acompañó porque no quería estar solo, y todo lo que hizo fue genuinamente porque de él
nació. Jungkook sabía que lo besaba porque su pecho temblaba cuando estaba con él, eso lo
tenía claro, pero de lo demás ya no estaba tan seguro.

Había muchos destinos, millones de realidades, y cada acción creando una nueva.

Si el pasado, el presente y el futuro coexisten, significa que todo ocurre en el mismo


momento.

Por eso, el momento donde Lee Sun hee se despidió de sus tutores en el centro de la ciudad
para tomar un taxi, y el momento cuando Jeon Jungkook arrancó el motor del auto fueron el
mismo.

Y estos dos, fueron simultáneos a Kim Taehyung entregando su traje a su hermano para que
este pudiera cambiarse.

Seokjin tenía náuseas, pero pensó que quizá solo se trataba de los nervios de salir al
escenario.

Veía constantemente el reloj, tenía el tiempo demasiado exacto para salir de la obra para
salir al campo.

Dejó su uniforme doblado y comenzó a colocarse el traje de aspecto antiguo que se supone
Romeo debía utilizar.

Agustus Min le vio batallar un poco mientras se vestía, así que se acercó a él.

—¿Necesitas ayuda, cumpleañero? —le dijo con una sonrisa, en el fondo, sus deseos egoístas
estaban satisfechos de que el castaño estuviera allí con él.
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Seokjin se burló un poco de sí mismo, con todo esto del partido hasta él mismo había
olvidado que era su cumpleaños.

Asintió. —Gracias por tu obsequio, por cierto.

—Neh, no es nada. Tengo que deshacerme de esas viejas fotos, y parece que te gustan más
que a mí.

El castaño titubeó.
—No sé cómo hacer esto —confesó viendo su corbatín.

Min se acercó a él para tomar ambos extremos de este buscando colocarlo correctamente.
Levantó la cabeza un par de segundos solo para notar que Seokjin le veía y que sus largas
pestañas estaban mojadas.

Había llorado mucho desde que habló con Sunhee por teléfono.

—¿Cómo te sientes? —le dijo porque no soportaba verlo así de mal.

Seokjin tragó saliva cuando las manos del menor se acercaron a su cuello.
—Son muchas cosas, no-no, yo no, no sé cómo explicarlo.

—Vamos, grandote. Si quieres que te ayude, tienes que intentar expresarte.

—Es que yo... —negó confundido, como si no pudiera hilar sus palabras.

—Tú puedes —dijo con delicadeza cuando ajustó los botones de su camisa—, un sentimiento
a la vez. ¿De acuerdo?

Seokjin suspiró, su suave voz aún tenía ese extraño efecto tranquilizante sobre él.
—Estoy preocupado por el juego y... nervioso porque nunca había hecho algo como esto.

—Jin, eres el mejor jugador que conozco, y para mi mala suerte, también un gran actor.
Estarás bien —le dijo, atando la pañoleta por encima de su cuello para complementarla con
su corbatín.

—Ella se fue... —murmuró con los ojos cristalizados—. Y yo soy una mierda por sentirme así.

—¿Qué sucede contigo? No digas eso, es normal estar triste, y está bien.
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—No... —le dijo con total sinceridad— no estoy triste, estoy confundido.

—¿Por qué?

—Si no hubiera sido un imbécil antes no habría conocido a Sunhee, y ahora no está. Yo no la
merezco pero siento que la necesito. Quiero que se quede conmigo, tener una maldita casa
de campo con ella y... un montón de estúpidos niños.

—Escucha... —le quitó la mirada de encima porque le quemaba lo que sabía.

—Pero me confundo, porque otra aparte de mí...—Min intentó intervenir pero Seokjin no lo
dejó hablar, llevó con su mano el mentón del chico para hacer que lo viera— quisiera saber
cómo sería todo si no me hubiera equivocado —sonrió cansado al tenerlo cerca y notar que
el chico olía a suave jazmín.

—¿Equivocado con qué?

—Contigo.

Nadie tiene porqué ser una opción, cuando amas a alguien, lo eliges sin dudarlo. Jin lo
entendía, por eso estaba convencido de que no merecía a ninguno de los dos.

Lo que sea que se hubiera quebrado dentro del alma de Kim Seokjin estaba lleno de
sentimientos que April podía ver en cámara lenta. Porque aunque el castaño no le
perteneciera, en él estaba el motivo de todas su canciones y el dueño de sus lágrimas.

Taehyung se acercó en silencio desde la otra parte del escenario y se detuvo curioso al verlos
así de cerca.

Agustus sonrió a medias porque sus heridas habían comenzado a sanar, ahora era incapaz
de aprovecharse de la vulnerabilidad de Seokjin, y unos centímetros serían suficientes para
crear otra línea de tiempo.

Acercó su cuerpo a él por unos instantes en los que deseó saber si su corazón se aceleraría al
tocarlo cuando le acomodó la solapa del saco.

—Quizás en otra historia... —le dijo tocando su pecho— pudimos ser los protagonistas.
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Sonrió, cuando en contra de sus deseos se alejó de él. Agustus siempre tuvo más autocontrol
que cualquiera de los otros.

Se dio la vuelta pero se detuvo al ver a Taehyung de pie frente a ellos. El chico carraspeó y le
sonrió.

—¿Me ayudan con el vestido? —dijo con pena, a lo que Agustus asintió y Seokjin no pudo
evitar esconderse de la mirada del menor.

Estaban a poco tiempo de empezar, y aún faltaba arreglar el cabello de Taehyung y su


maquillaje.

Min se colocó detrás de él al tirar de los listones del corsé para ajustarlos a la silueta de
Taehyung quien cerró los ojos cuando le apretó el cuerpo. Afortunadamente era un chico
alto, porque de otra forma al no ponerse los tacones habría arrastrado más el vestido.

Exhaló con nerviosismo cuando el pelinegro le indicó que debía sentarse frente a uno de los
espejos con luces y quitarse los anteojos.

De una forma casi experta, Agustus tomó una brocha delgada y una sombra oscura para
poder delinear ligeramente los ojos del castaño haciendo que lucieran un poco más grandes
de lo que eran.

Colocó crema en su piel antes de llenarla con un rubor de tono rosa ligero, adecuado para su
piel naturalmente bronceada y peinó con precisión sus cejas.

Finalmente, puso en su labios un brillo de tono rojizo que contrastaba con su peculiar
sonrisa.

Buscó entre su inventario de pelucas una que se acoplara al tono del chico, y la sujetó a su
cabello usando unos clips, fijador y un pañuelo.

—Ya está —le dijo cuando logró completar su transformación—. No te muevas mucho, yo iré
a ver si los otros actores ya están listos.

El pelinegro estaba muy atareado, tanto que en cuestión de segundos ya se había alejado de
Taehyung. Este suspiró y se vio al espejo, no se veía mal, pero sin duda no era la forma en la
que creyó terminaría este día.
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—Oye, bonita —escuchó una voz detrás de él—. No sé si decirte esto pero tengo un hermano
muy parecido a ti.

Volteó a ver, Seokjin le sonrió.


—No me molestes, en serio, no estoy en mi mejor momento —dijo al mayor.

—No, no. Solo bromeaba, de hecho, luces mejor de lo que esperaba.

—Gracias...

Seokjin extendió su mano hacia él.


—¿Quieres ayuda para caminar? Digo, nunca he usado un vestido pero debe ser difícil usar
uno así de largo y ajustado.

—No puedo respirar —bromeó. Taehyung asintió y la tomó, porque aún con su calzado
deportivo sus piernas se enredaban en las capas de la tela.

Cuando se puso de pie, Seokjin entrelazó su brazo con el suyo, y a su vez, sujetó un extremo
del vestido para levantarlo un poco y evitar que se le dificultara caminar.

Juntos, avanzaron hacia la parte de atrás del telón, en donde el escenario se escondía.
Afuera había muchas personas esperando porque comenzara la obra, era la primera vez en
mucho tiempo que ese auditorio volvía a ser usado, y ambos estaban nerviosos.

—Tae... —le llamó—. ¿Dónde está Jungkook?

—No lo sé —respondió con preocupación—. Espero que regrese a tiempo para verme actuar.

Seokjin sintió temblar a su hermano pequeño y pensó que era buen momento para hacer
algo que nunca creyó que haría.
—¿Sabes? Hace algún tiempo que tú y yo no hablamos.

—¿A qué viene eso?

—Oh... nada. Es sólo que con todo esto de la universidad pensé que en un par de meses ya no
te veré tanto como antes.

Taehyung rio.

—¿Vas a extrañarme?
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—Por supuesto, te conozco desde que mamá entró contigo por la puerta. Y llámame
sentimental pero después de tenerte tantos años en la habitación de al lado... será difícil
acostumbrarme a estar sin ti.

Al Kim menor se le formó un nudo en la garganta.


—Fui tu primer amigo a la fuerza, ¿Eh?

—Algo así... pero no es eso de lo que quiero hablar contigo.

—¿Entonces de qué?

—Pues, no sé si papá ya tuvo esta conversación contigo pero cuando una abeja y una flor se
aman mucho... O bueno, una abeja y otra abeja o...

Negó con la cabeza. —¿Qué?

Seokjin suspiró porque no tenía ni idea de cómo hacer esto. Así que dejó de intentar elegir
las palabras correctas y comenzó a hablar con lo que le salía del pecho.

—¿Recuerdas cuando tuve mi primer beso? —Taehyung asintió sin entenderlo—. Estaba
asustado, y... ¡Emocionado! Corrí a casa a contartelo, nos encerramos en el ático porque no
quería que nadie nos escuchara, fuiste el primero en saberlo.

—Sí, tenías como doce años —dijo cuando esas memorias le abrazaron—, creíste que mamá
te castigaría o algo así. Me hiciste jurar que no diría nada.

—Estás olvidando algo —dijo con temor.

—¿Qué cosa?

—También juraste que... yo sería el primero en saber cuando dieras el tuyo.

—No sé por qué de pronto te interesa, hace años que me ignoras.

—Me convertí en un idiota, lo reconozco, pero... eso no cambia el hecho de que rompiste tu
promesa.

—Jin...

—¿O vas a decirme que mi encantador hermanito no ha besado a nadie?


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El menor titubeó nervioso.


—Yo... no sé qué esperas que te diga.

—No intento presionarte, pero quiero que sepas, que estoy aquí si quieres contarme.

Taehyung respiró profundamente, sin saber qué sucedía. Su pulso se había acelerado, tenía
miedo pero quizá podía permitirse ser sincero. Además, conocía tan bien a su hermano que
estaba seguro de que si era capaz de preguntarle eso de frente, él... ya lo sabía.

—Pues...—no tenía sentido seguir negándolo, después de todo sin importar lo que pasara,
Taehyung estaba cansando de ocultar lo que era— resulta que hay alguien que me gusta y...
—sonrió apenado— creo que yo también... le gusto.

—Eso es muy tierno —dijo casi incrédulo de que le confiara eso a él—. Pero no deberías
dudar, eres un Kim, conquistarías a una roca si quisieras —le dio un pequeño empujón.

—Es bueno saber que piensas eso —dijo en voz baja.

—Y la... persona que te gusta, ¿Cómo es?

—Diferente. Es diferente a cualquiera que haya conocido, es inteligente, también algo


extraño cuando habla pero muy cuidadoso con todo lo demás.

Tragó saliva. —Te gusta alguien diferente. Porque... ¿Eres diferente, cierto? —Seokjin le vio
de reojo como temiendo que lo rechazara.

—Sí, lo soy —contestó con total seguridad, lleno de esa valentía que le caracterizaba aún si
sentía sus manos sudar.

Esperaba cualquier reacción, pero no que Seokjin negara con una sonrisa.
—En realidad, no esperaba menos de ti. Siempre has sido alguien peculiar.

—¿Si entiendes lo que trato de decirte, cierto?

Le dio un leve golpe en la cabeza sonriendo. —Oye, niño. No soy tan idiota como parezco,
¿Sí?

—Lo siento, no soy bueno para estas cosas.

—Tampoco yo, me están temblando las piernas.


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Había algo que no cambiaba en ninguna línea temporal, y era el amor que los hermanos Kim
tenían el uno por el otro.

Taehyung se pasó la mano por la parte de atrás del cuello.


—Mi primer beso fue en el bosque —le confesó con un poco de gracia, intentando no faltar a
su palabra— y fue por accidente. En realidad... nunca se lo dije a nadie.

—¿Entonces sí soy el primero?

—Sí, así que estamos a mano. Fue muy extraño para mí, no lo había sentido antes.

—Descuida, la vida es extraña, y creo que estás viviendo tu primer amor así que disfrútalo, si
tienes suerte, también podría ser el único.

—¿Qué tal el tuyo? —dijo acusador.

—¿Mi primer amor? Oh, señor. Lo dejé muy lejos de aquí, así que prefiero no hablar de eso.

—Al menos ahora sabemos que no somos tan insensibles como pensábamos.

Seokjin no pudo evitar respirar profundamente. —Y tú... ¿Crees que esa persona te quiere?

—Me quiere —murmuró apenas.

Su hermano estaba enamorado, lo sabía. Lo supo cuando su egoísmo fue incapaz de


sobreponerse ante el brillo de los ojos del muchacho, cuando aún con todos sus perjuicios,
esa parte de él en la que su bondad se escondía le llenó el pecho con un sentimiento
parecido al orgullo, al entender que aquel pequeño al que había acompañado por tantos
años ya no lo necesitaba porque había encontrado a alguien que lo amaba.

Su hermanito era más valiente de lo que él alguna vez pudo ser.

—Taehyung —dijo con suave voz—, y eso... ¿Te hace feliz?

—Sí. Pero —tartamudeó—, no sé si sea correcto. No quiero decepcionar a nadie.

—¿A quién podrías decepcionar?

—A mamá, papá...
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—No voy a mentirte, tendrás que ser muy fuerte, las personas son crueles. Y este camino... no
será nada fácil.

—Jin... —musitó cuando su voz casi se perdió— lamento haberte decepcionado a ti.

Seokjin creía firmemente en que su hermano tenía el alma más pura de todas. Necesitaba
encontrar las palabras adecuadas mientras le veía a su lado con la cabeza gacha. Le colocó la
mano en la espalda y le regaló la más cálida de sus sonrisas mientras sus ojos se llenaron de
lágrimas.

—Mírame —le llamó, quería evitar llorar pero aún así lo hizo—. Quiero que sepas que no hay
nada en este mundo que haga que me decepciones. Eres mi hermano. ¿Lo entiendes,
Taehyung?

—¿Qué? —dijo desconcertado con el rostro rojo.

—Yo te quiero, eres más que mi sangre; y ni la sociedad, ni un montón de reglas absurdas
harán que deje de hacerlo. Por mi parte, eres libre de amar a quien quieras.

Taehyung se lanzó a abrazarlo, recargando su frente sobre el hombro del mayor. Seokjin le
rodeó con sus brazos, alguna vez, su hermano lució tan frágil a su lado y ahora incluso le
superaba en altura.

Un leve susurro hizo que se le erizara la piel cuando contra su oído le escuchó decir:
—...Gracias.

Taehyung tenía un nuevo héroe, y él podía retirarse. Sí, su hermanito estaba enamorado, lo
supo por la forma en la que sonreía.

Las luces del exterior se encendieron acompañadas de una oleada de aplausos, el show
estaba por comenzar.

Min llegó corriendo detrás de ellos.


—¡Chicos! ¿Están listos para comenzar?

Ambos se recompusieron. Después de todo, si algo caracterizaba a los Kim era esa capacidad
de sobresalir en todo lo que hacían.
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Asintieron dándole la pauta al otro para comenzar. Y así, con sus manos entrelazadas, en
medio de un amor filial que nunca antes se esforzaron por rescatar rompieron aún más la
línea del destino.

Jungkook conducía a gran velocidad. El aeropuerto estaba en la ciudad vecina, y él


necesitaba asegurarse de que su madre se marchara ilesa.

Su existencia completa dependía de ese momento.

Pero sus manos comenzaron a sentirse rígidas mientras las memorias en su cabeza se
revolvían golpeándole cada vez que Taehyung se movía sobre el escenario.

En medio de ellas, se encontró viendo a Seokjin echar a su novio por ser un cretino con él, se
encontró a sí mismo charlando afuera de la nueva casa y comiendo palomitas de maíz
mientras veían una película de terror y criticaban a los actores.

Jungkook negó con la cabeza sin entenderlo; quería odiarlo, pero de pronto ya no tenía
motivo para hacerlo.

Pensó en la boda, pensó en lo que dijo pero se preguntó a sí mismo "¿Qué fue lo que dijo?"
cuando no pudo encontrar el recuerdo en su memoria.

Pensó que Seokjin fue quien le enseñó a andar en bicicleta en una tarde de julio y por alguna
razón, las versión de cómo se había reencontrado con su madre se volvió diferente al igual
que su vida entera.

Las luces de la carretera comenzaron a cegarlo cuando se mareó y entendió la forma en la


que se había adherido a esta realidad. La forma en la que estaba atrapado.

En el cruce de la carretera, su cuerpo entero se llenó de dolor cuando sus piernas se


tensaron. Él no lo sabía pero había comenzado la tercera escena de la obra de teatro. Y el
público se reía por lo ridículos que se veían los hermanos Kim declarándose su amor el uno
al otro.

Aún así, estaban riendo con una comunión que antes no existía. Y es que quizá, si el Seokjin
joven se redimía, el viejo tendría más puntos a su favor. Incluso los compañeros del equipo
les vieron y aplaudieron cuando comenzó a cantar.
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Jungkook tenía ambas manos en el volante e intentó con todas sus fuerzas que sus
recuerdos no se mezclaran para preguntarle a su padrastro qué era eso tan malo que le pasó
a su hermano.

Cuando el último acto llegó, en lugar de inclinarse a besar a Julieta en la boca, Romeo le dio
un beso en la frente y Jungkook perdió una gran parte de sus vivencias.

Frente a él, un camión intentó cruzar la avenida sin mucho éxito, era casi un hecho que
chocaría contra los árboles.

Jungkook aún estaba lo suficientemente lejos como para detenerse pero sus manos no
fueron capaces de mover el volante. Y los frenos, aunque hizo el intento presionandolos, no
cedieron.

—Lo salvé —murmuró cuando la última de sus nuevas memorias apareció.

Justo después el gran estruendo resonó por todo el lugar. Fueron segundos en los que el
furgón del camión derrapó sobre el asfalto chocando contra los árboles.

Y el auto, diminuto en comparación, contra este, en un impacto que hizo que todos los
vidrios del vehículo se quebraran cuando sus neumáticos lisos arrastraron la nieve de las
orillas de la carretera. Simultáneo a los aplausos que Kim Taehyung recibió cuando el pecho
le dolió.

Había sido todo un éxito y aún así no podía creer que todo había salido bien.

Seokjin no tenía mucho tiempo, aún no comenzaba a nevar de nuevo y tenía un partido que
ganar, recibió un poco de su gloria como actor y corrió hacia el vestidor para cambiarse de
ropa.

Esta era la primera vez que tenía una oportunidad como esta.

Dejó su disfraz de lado para colocarse su uniforme de béisbol, era el momento que había
esperado por mucho tiempo y en muchas realidades.

Taehyung le vio salir del auditorio mientras él terminaba de agradecer a algunas personas
del público que se acercaron a felicitarlos antes de moverse tras bambalinas para quitarse el
vestido.
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Con dificultad, deshizo el nudo del corsé antes de quitarse la peluca y limpiarse el labial con
la manga de su atuendo.

Agustus se acercó a él, ajeno a la expresión de pronto sombría que el castaño tenía.

—¡Fue excelente! —dijo animado—. ¡La reclutadora dijo que tendré noticias pronto!

—¡Es increíble!

—Lo sé... —murmuró con cierta alegría—. ¿Dónde está Jin?

Kim agitó la cabeza. —El partido, ¡Seokjin tiene que ganar! —dijo alertando al otro.

Podían regresar a limpiar más tarde. Min ayudó a Taehyung a terminar de quitarse su traje
para vestirse correctamente y luego salieron de la escuela para correr hacia el campo. Le
habían retirado la nieve y ahora el equipo rival estaba abajo por dos carreras.

Seokjin corría tan majestuosamente como nunca antes, y la afición le gritaba. Sin duda
alguna, era el tipo de persona que a pesar de cualquier presagio encontraría la forma de
brillar.

Al accidentarse, le tomó meses ponerse de pie de nuevo. Y su depresión después del funeral
de su hermano solo lograron hundirlo aún más en sus adicciones. Kim Seokjin, a sus treinta
años deseó como nadie dejar de respirar; pero se levantó, trabajó duro por volver a la
universidad siendo un viejo y luchó por dejar de beber para hacer algo con su patética vida.

Seokjin encontraría el camino de una u otra forma de regreso a ella.

Todos veían el juego animados, incluyendo a Taehyung, quién se distrajo por un momento
cuando el sonido de las ambulancias en la calle fue un poco más fuerte que el de la afición.

Quizá era el destino o esa curiosidad que le impulsaba a hacer cosas que no debía; pero se
alejó de la valla del campo para caminar hacia la acera de afuera del estacionamiento.

Veía personas que negaban y hablaban entre ellas en medio de la calle.


—Taehyung, ¿A dónde vas? —le dijo Min con intenciones de que regresara a ver el partido.

—Algo no está bien —le dijo caminando hasta unos hombres mayores que comentaban.

—¡Taehyung, espera!
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El castaño tocó el hombro a uno de ellos viendo los autos haciendo fila. —¿Qué sucedió? —
dijo desconcertado.

—Un accidente en la carretera —respondió el hombre—. El clima nunca es amable con los
autos viejos.

—¿En dónde exactamente?

El otro pareció dudar ante su insistencia.


—La avenida principal, saliendo casi del pueblo.

—¿Hace cuánto? —preguntó Min, él sabía qué era lo que Taehyung pensaba.

—Quince minutos.

El castaño volteó a ver a Yoongi.


—Taehyung no... —dijo preocupado intentando detenerlo.

—Tengo que irme.

Los latidos de su corazón se aceleraron, la fila de autos se extendía por toda la carretera y
continuaba por kilómetros. Le dolía el pecho, y estaba demasiado mareado pero no podía
detenerse. Él tenía un mal presentimiento.

Así que comenzó a correr en la carretera en donde se topó con un grupo de personas que
veían a la distancia con gran curiosidad mientras se lamentaban.

La nieve se hizo presente cuando los copos de esta comenzaron a golpearle el rostro con
rudeza.

Jadeó, tomaba aire por la boca mientras las luces de los autos le alumbraban la espalda y
sus pies se sentían mojados cuando la nieve atravesó la tela de sus tenis blancos.

Taehyung sabía que muchas cosas estaban mal. Su instinto le dijo que debía avanzar sin
detenerse. ¿Y el destino? Ese hipócrita contempló con recelo la forma en la que levantaba la
escarcha con sus pies cuando sus mejillas se tornaron rojas por el frío y el sudor
descendiendo por su frente.
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Correr como si no existiese un mañana, y luchar contra ese deseo de desfallecer. Correr hasta
que sus pulmones dolieran por el aire frío que sentía le acuchillaba cuando entraba en él.

Correr intentando alcanzar el tiempo, o en su caso particular, correr como si tuviera un


mañana.

Si había un final, Taehyung no quería que fuera este, se negaban a aceptarlo. Y como el ángel
que era, los kilómetros en la carretera no fueron nada para él quien deseaba poder volar.

Llegó hasta donde había mucha gente reunida. Los guardabosques y la policía intentaban
alejar a los curiosos mientras cerraban el lugar.

Taehyung apenas alzó la vista cuando dejó escapar un poco de su aliento, cuyo vaho caliente
fue visible por las luces de las ambulancias.

Había un camión atravesado a mitad del camino, y bajo este, el auto de su familia casi
aplastado.

Negó con la cabeza sin poder ver bien; el chófer del camión estaba siendo atendido por los
paramédicos, estaba consciente mientras le limpiaban la herida de la frente.

Se acercó un poco más; era de noche, pero la luz de la calle le permitió ver la sangre que
goteaba sobre la nieve y que provenía del asiento del piloto del auto. Una nueva unidad de
paramédicos llegó del otro lado de la calle, estos se bajaron velozmente cargando su equipo
hasta el auto donde abrieron la puerta.

El primero se acercó, introduciéndose a la cabina.

—¡Tiene pulso! Hay que trasladarlo —gritó haciendo que los otros paramédicos se
alarmaran—. ¡Una camilla, pronto! ¡Hemorragia externa en la pierna derecha!

Cuando era un niño, Taehyung siempre creyó que amar a alguien era la cosa más estúpida
que podía hacer. Porque amar a alguien significaba dejar que todo tu ser se entregara
devotamente a otra persona, era darle el control para destruirlo.

Y en muchos aspectos, Taehyung no se equivocaba, solo que ahora, entendía que ese control
que creyó existía, no estaba ni en sus manos ni en las del otro. Porque como humanos,
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somos insignificantes ante la realidad. Así que sentir amor por lo vano era estar
condicionado a sufrir.

Lo supo cuando entre dos paramédicos arrastraron a Jungkook fuera del auto, con sumo
cuidado mientras luchaban por mantenerlo respirando.

La chaqueta que trajo con él del futuro, esa que cuidaba con su vida, estaba totalmente
manchada de sangre que no sabían de dónde provenía, al igual que su rostro debido al
impacto.

Kim Taehyung no pudo soportarlo más y avanzó los metros que le hacían falta empujando a
las personas para llegar hasta donde el cordón policial estaba. Intentó atravesarlo pero uno
de los oficiales lo detuvo.

—Perímetro cerrado, atrás —le dijo con fuerza.

—Por favor —sollozó— tengo que ayudarlo.

—¡Atrás, no puedes pasar de aquí! —dijo el oficial deteniendo a Taehyung quien luchó por
avanzar.

—¡Usted no lo entiende! —gritó desesperado, no estaba llorando. Fue su garganta, su voz


rasgada la que despertó lástima entre las personas de alrededor quienes le vieron con pena.

Jungkook era su gran amor, y aún así, tuvo que mentir para acercarse.

—¡Es mi hermano! —gritó sin saber que en alguna realidad ya lo había dicho—. ¡Déjeme
pasar, se lo suplico, es mi maldito hermano!

El oficial que lo retenía le soltó y el castaño casi se cae por su falta de estabilidad; avanzó un
poco hasta donde los paramédicos intentaban contener la herida a Jungkook.

Ya le habían hecho un torniquete, y entre tres personas levantaron al chico después de


ponerlo sobre la camilla para trasladarlo.

Kim aún tenía un poco de maquillaje en los ojos que se corrió cuando una lágrima se escapó
de él y su cuerpo se paralizó sin poder saber qué hacer.

Caminó hasta la ambulancia cuando la nieve que caía comenzó a intensificarse.


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Había demasiado revuelo y fue apenas capaz de llegar hasta el vehículo. Una persona podía
ir con Jungkook en la ambulancia, pero estaba bastante mal según los médicos por el shock
en el que había entrado.

Las personas de la estación vieron a Taehyung, no se inmutaron cuando se subió en la parte


trasera, él sabía que hacer, pero estaba demasiado asustado. Así que solo cerró las puertas
de la ambulancia por dentro mientras veía a los otros dos bomberos intentar mantener
estable a Jungkook.

Su padre solía decirle que cuando llegara el momento, él también acompañaría al amor de
su vida al hospital. Que tenía que crecer y ser un hombre fuerte para que cuando su esposa
lo necesitara él estuviera allí, a su lado para tomarle la mano y decirle que no la dejaría.

Papá le dijo que cuando fuese a convertirse en padre, tenía que subir a la ambulancia y
sonreírle a su esposa. Pero Jungkook no era una mujer, y sus manos estaban llenas de
sangre.

Jungkook estaba desmayado, los paramédicos utilizaron una compresa para intentar
limpiarle el rostro en busca de otra herida en este o en su cabeza.

Pero el chico no había impactado contra el vidrio, parecía haberse movido del lugar antes de
que algún vidrio le atravesará. Tenía algunas cortadas en los brazos, pero sin duda, la más
crítica en la pierna.

En un pueblo tan pequeño, llegar al hospital fue cuestión de minutos en los que el aliento de
Taehyung parecía desvanecer.

Los médicos de urgencias se movieron veloces cuando la ambulancia aparcó en la entrada


del hospital y abrieron las puertas desde afuera para ayudar a la unidad de auxilio a bajar a
Jungkook.

Taehyung bajó consternado, temblando al ver a todos actuar tan fríamente en sus labores.

Y es que, él jamás lo entendió porque nunca le había importado nadie realmente. Pero allí,
cuando la camilla con Jungkook en ella fue empujada más allá de la unidad intensiva de
emergencias, supo lo era la impotencia.
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Tenía miedo de que descubrieran que Jungkook era diferente, y que no supieran cómo
controlarlo.

Porque si el mundo se enterase de quién era el pelinegro, estaba seguro que querrían hacerle
daño para conocer cómo es que un viajero del tiempo terminó varado en su pequeño
pueblo.

Pero ellos no sabían nada, pues para Kim, existía algo que le hacía más especial a Jungkook
que venir del futuro. Más allá de la electricidad de su cuerpo, de su realidad cambiante o de
esa capacidad que tenía para resistir como ningún otro humano antes. Jeon Jungkook era
único por la forma en la que pensaba y por las cosas que le hizo sentir.

No, nadie nunca lo entendería pero Jungkook era especial porque era el amor de su vida.

Una vida que nunca debió tener, y que ahora no sabía cómo sobrellevar.

Kilómetros al norte de allí, en una escuela que no tenía mucho presupuesto, el sonido del
bate que golpeó la pelota en un jugada ganadora resonó por todo el lugar causando que las
personas se levantaran emocionadas.

El reclutador universitario se puso de pie para aplaudir cuando el equipo local de la


preparatoria del Condado Mariposa se coronó como el campeón de la temporada gracias a
su capitán del equipo, Kim Seokjin.

Quién lleno de gloria, fue envuelto por sus compañeros a pesar del mal clima habían logrado
vencer a sus últimos rivales.

Seokjin volteó a ver hacia las escaleras feliz solo para notar que Agustus Min se acercó a los
señores Kim para decirles algo que no alcanzó a escuchar.

Vio a su madre taparse la boca con ambas manos y voltear a ver a su padre quien se pasó la
mano por el cabello y negó un par de veces.

Los vio comenzar a bajar las escaleras siguiendo a Min para salir de la tribuna del campo.

El chico parpadeó confundido cuando el pecho le dolió, esa corazonada que siempre tenía
cuando algo no estaba bien. Así que se alejó de sus compañeros en un intento de seguir a su
familia.
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—¡April! —gritó cuando les vio en el estacionamiento para que lo esperaran.

El pelinegro volteó a verlo, Seokjin corrió cuando sintió como su cabeza se volvió más
pesada.

—Jinnie... —dijo al verlo, y fue testigo del momento exacto en el que Kim perdió la
estabilidad cayendo al suelo inconsciente—. ¡Jin! —gritó al verlo desfallecer causando que
los padres del chico se alarmaran.

Corrió para levantarlo pero, como con un hilo invisible a todos aquellos conscientes de estar
en una nueva realidad, Agustus apretó los ojos cuando él también se desmayó al tocar al
muchacho cayendo a su lado.

En medio de la fría acera, eran incapaces de saber lo que sucedía ni de la manera casi
obscena el la que el universo perdió el control de todo.

Ni de Kim Taehyung entrando por la puerta del hospital con la sensación de la hiel en su
boca y ese mareo constante que experimentaron todos excepto él durante todo este tiempo.

Caminó con pasos lentos por el pasillo mientras los enfermeros le vieron con desconcierto.
Su destino se evaporaba, y su cuerpo no podría aguantar por mucho tiempo.

Estaba mareado, más que eso aturdido. Taehyung, asfixiado, se arrodilló como queriendo
pedir perdón y se puso la mano en el pecho alzando la vista, luchando contra las fuerzas del
destino.

Entonces colapsó frente a todos cuando no pudo soportarlo más en la entrada, siendo esta,
a diferencia de los demás, la primera vez que él se desmayaba.

Kim Taehyung supo cómo se sentía perder una parte de su propio destino.

Cinco de cinco destinos, finalmente alterados.

Capítulo Veintiuno
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por Incompletelyrics

21.

Ser un desertor no es algo de lo que alguien pueda enorgullecerse, menos cuando se trata de
dejar el ejército.

Los años que pasaron y el entrenamiento al que fue sometido eran cosas que quería dejar
atrás por muchas razones, y la principal, es que había abandonado la base sin autorización
alguna.

Ser parte de las fuerzas armadas de Estados Unidos durante el inicio de la década de los
años dosmil no era algo que te hiciera apostar por seguridad.

El conflicto en medio oriente se había extendido de tal forma desde septiembre once del año
anterior, que Agustus Min, no tenía ninguna intención de morir como cualquier otro soldado
en plena línea de fuego.

Así que terminó vagando por las calles de Nueva york en medio del invierno, sin dinero y sin
tener idea de a donde ir después de fugarse. Estaba demás decir que nunca terminó la
universidad y que su culpabilidad le hizo tomar la salida que su padre le planteó por años.

Es que, ni siquiera estaba del todo cuerdo pero la moña negra colocada en una de las casas
vecinas y la esquela con fotografía en la entrada de la escuela le hicieron sentir culpable, así
que quedarse en el Condado dejó de ser una opción para él.

Tal vez marcharse fue su forma de castigarse a sí mismo, o una cobarde salida. Sin importar
la respuesta, eso no cambiaba el hecho de que ya habían pasado muchos años desde que
dejó su pueblo, y ahora, no tenía un lugar a donde ir.

Así era en la segunda línea, y todas las que le siguen.


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Estaba oscureciendo, preocupado, se sentó en las escaleras de uno de los tantos edificios
viejos de la ciudad mientras pensaba en qué hacer; pero no esperaba que su espalda se
empapara por completo de un momento a otro.

—¡Como lo siento! —dijo una mujer detrás de él desde la puerta de su casa, pues había
lanzado un gran balde con agua para limpiar la entrada.

Yoongi se puso de pie y volteó a verla molesto. Pero la expresión de pena en ella disipó su
enojo.

—No, no. No importa —dijo viéndola de pies a cabeza. Tenía un mandil a cuadros roto, y su
cabello de tono rojizo hacía lucir más pálido su rostro lleno de pecas.

—No puede ser... lo lamento. ¡No quise arruinar su ropa!

—No es nada, sé que no fue intencional. Además, no es como si esta ropa vieja valiera algo —
dijo con una sonrisa casi lastimera dispuesto a marcharse.

—Espere —le llamó ella viéndolo atenta, notando la bandera bordada en su maleta y sus
botas militares —. Puede pasar a limpiarse, si quiere.

—No. No hace falta.

—Le daré ropa seca —hablaba con mucha seguridad—. Además, es muy tarde, lloverá
pronto.

El pelinegro vaciló por unos segundos, él no tenía un lugar a donde ir y todo lo que tenía en
su maleta era ropa sucia. Esta era la oportunidad perfecta para no tener que dormir en la
calle.

—Voy a aceptarlo, pero solamente porque hace mucho frío aquí afuera —le dijo siguiendo a
la mujer hacia adentro.

La casa tenía varios niveles, como un mini edificio de apartamentos común de Nueva York.
Ella abrió la puerta del primer apartamento y le dejó entrar con pena. Sus últimos inquilinos
habían dejado muy mal la entrada y por eso ella se había dado a la labor de limpiarla.
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Observó por un segundo al otro, sus botas y su bolsa eran cosas que ella conocía
perfectamente bien, por eso le inspiró confianza, eran iguales a las de su esposo.

—Disculpe mi imprudencia pero tengo que preguntar... ¿No debería estar en servicio?

Se tensó.—¿Cómo sabe eso?

—Mi esposo, Dominic, se fue hace un par de días, lo eligieron para el despliegue de fuerzas —
dijo mientras se disponía a buscar ropa para él.

—Yo también debí hacerlo —confesó—. Pero no pude, así que técnicamente, soy un fugitivo,
y...—él bajó la cabeza apenado— vagabundo también al parecer.

Pensó que lo juzgaría pero le sonrió y a él sorprendió la reacción tan pacífica que tuvo.

Ella nunca lo diría en voz alta pero su esposo siempre puso a su país antes que a su familia,
en el fondo su ausencia no le calaba tanto como se supone debería y ver un desertor le hizo
gracia por un segundo.

—Parece que... usted es alguien con muchos problemas —le dijo mientras le entregaba un
juego de ropa que había tomado del clóset acompañado de una toalla—. Puede cambiarse
por allá —le indicó señalando un pequeño cuarto detrás de él.

Asintió y se movió hasta este, al entrar notó un par de maniquíes y un mantel a medio bordar
en una vieja máquina que le llenó de nostalgia, al pensar que el hilo estaba mal colocado y
que en esa tela sería imposible coser con ese número de aguja.

Se secó con la toalla y se vistió con lentitud, pensando en lo mal costurera que debía ser ella.
Pero no lo diría, no quería ser malagradecido, nadie había sido amable con él en años.

Cuando salió de la habitación, encontró que la mujer había servido dos tazas de café y se
movía por la cocina tranquilamente.

—Lamento las molestias pero yo... —dijo regresando a la cocina— no escuché su nombre.

Ella le sonrió. —Serenity Heart —respondió extendiéndo su brazo para invitarlo a sentarse.

—April Min, es un placer.


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Un romance complejo, para alguien complejo.

...

20 Días antes de.

Si no hay tiempo, ni espacio; cuando no existe, creo que eso es la nada. Un vacío infinito en el
que la consciencia y los atares físicos no son reales.

Quizás lo que Jeon Jungkook experimentó después de desmayarse fue exactamente eso, la
nada.

Estar en contacto con múltiples versiones de su realidad le hizo colapsar de una forma que
no había conocido antes.

Jeon era ajeno a las personas a su alrededor en el hospital; ignorante ante la destreza de los
médicos que le inmovilizaron una pierna para poder salvarla, y a la piel morada de su rostro
que era iluminada por la fuerte luz de la sala de operaciones.

Fueron varias horas de trabajo, y días de incertidumbre hasta que finalmente lo trasladaron
a otra habitación. Hubo algo de desconcierto entre los médicos por la forma en la que una de
las heridas en su muslos parecía cicatrizar demasiado rápido.

Pero Jungkook no tenía idea de nada. Lo que fueron días, fue una vida entera para él, ese
camino a través de la nada se convirtió en algo cuando su mente se esforzó por organizar sus
memorias de una forma lógica en el espacio y tiempo.

La vida entera es incierta, y Jungkook nunca lo entendió pero su existencia se reprodujo una
y otra vez, de a pequeños instantes.

Era momento de decir que los cambios que hizo causó que cayera en un bucle; pero no
siempre fue así, sino que este apareció sin que lo notara cuando el catalizador de su historia
empezó a cuestionarse su rumbo.
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El efecto mariposa y un bucle son opuestos, en varios aspectos, porque uno implicaría
cambios divergentes y caóticos cada vez más incontrolables, y el otro, un ciclo que se repite.
Así que, estaba bastante jodido, en uno o en el otro.

Y es que, quizás ahora estaba atrapado en una especie de bucle, pero en medio de este
encontró algo que no pareció ser tan malo.

Sedado, no del todo inconsciente y así estaba bien, ese estado le ayudaba a mantenerse
tranquilo mientras sus memorias cambiaban.

Había cosas de su vida que no sabía que antes existían. Por ejemplo, el divorcio de sus
padres, porque sucedió mucho antes de lo que había sido en el primer círculo, dándole
aunque sea unos años más de infancia feliz.

Por lo que se encontró a sí mismo abrazando a su conejo en el jardín de su casa cuando su


madre echó a su padre de esta y él apenas lo recordaba al ser tan joven pero ya no existía el
pequeño apartamento de Busan.

Recordaba peleas y dificultades pero todo de una manera distinta.

Parte de su vida nunca sucedió porque con sus padres separados su madre se levantó más
rápido. Y sin Seokjin en la compañía, quien obtuvo el puesto de trabajo fue ella; e
irónicamente, por su dominio del idioma y ese carisma que tenía, fue enviada de Corea a
Estados Unidos para las negociaciones, pero fue un par de años antes de lo esperado.

Jungkook llegó a ese lugar desconocido con apenas dieciséis años, y si bien, nunca conoció
las manos de los chicos que le daban atención a costa de su satisfacción física, siempre se
sintió extraño.

Su madre se sentía culpable por dejarlo todo el día solo en la casa en San Francisco y decidió
que hacerlo tener un pasatiempo no sería tan malo.

Una tarde en específico de abril, después de ver un anuncio, decidió conducir hasta la jaula
de bateo para inscribirlo al equipo de béisbol de ligas menores, Jungkook estaba nervioso y
asistió con algo de pena; pero ninguno de los dos se imaginaba que allí encontraría al
complemento que le hizo falta a su familia por años.
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Cuando un castaño se presentó como entrenador del equipo de los muchachos y sonrió en
dirección a la tribuna, ella sintió que colapsaría, tal vez tener un reencuentro en cámara
lenta y con laureles de fondo era algo a lo que estaban destinados.

Jungkook se llenó de celos, pero estos solo desaparecieron cuando descubrió que no era
una amenaza, sino alguien a quien podía ver como un ejemplo a seguir.

El entrenador Kim era un tipo relajado y bastante liberal.

Se apareció en su cumpleaños diecisiete con un pastel sin gluten de zanahoria y globos para
adornar la sala de su casa. Hizo un montón de bromas malas que no le dieron risa a nadie
más que a su madre, y le obsequió un viejo casete de uno de sus cantantes favoritos. Le
agradaba.

Y es que, el Kim Seokjin producto de su bucle nunca logró ser tan famoso o adinerado como
esperaba, se había deprimido por mucho tiempo y había tomado malas decisiones pero... los
años lo habían premiado.

Jungkook nunca tuvo una familia feliz, y en el fondo, era todo lo que quería. Por eso, cuando
él se mudó con ellos, en su mente se clavaron las memorias de las tardes en las que jugó
béisbol con Seokjin, y de su madre tiñendo el cabello de ambos, sintió una paz tan
inexplicable; llena de brillo y deseos por ser mejor.

Ellos... eran el tipo de padres que cerraban su ventana por la noche y apagaban la luz cuando
dormía antes de arroparlo. Y Jungkook comenzó a dormir tan a gusto en su habitación con la
calefacción encendida, que dejó de preocuparse por lo demás.

Algunas personas se empeñan en decir que la felicidad es una decisión personal, y tal vez
haya algo de verdad en eso. Pero, sin duda alguna, es más fácil ser feliz cuando sabes lo que
es ser amado.

Sin embargo, como en toda telaraña, habían puntos en los que las líneas volvían a tocarse.

Incluso con los recuerdos de su nueva vida perfecta, pensó en el chico que le observó con
desdén desde afuera del campo mientras bateaba, con esa sonrisa extraña que siempre
tenía y la mirada fija; pero que parecía ser demasiado conflictivo, tanto como para que su
madre no lo aprobara.
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Aún así, se acercó a él para hablarle con la sensación de que ya había tenido esa
conversación antes, en un deja vu constante en el que vivía.

Fue esa necesidad de buscar algo que lo atara a la otra realidad la que le hizo seguirlo esa
noche por las calles de San Francisco a un mal barrio donde terminó siendo golpeado, pero...
él apareció para salvarlo, o bueno, para que los golpearan a ambos.

Dominic Heart y la causalidad de su existencia.

El tal Heart era el chico que le desagrada a todos, al que pasaban por alto. Algunos hasta
parecían hartos de oírlo mencionar, pero él no era más que un efecto colateral de esto.
Nunca mereció todo ese odio irracional de personas que no se esforzaron en ver más allá de
él o leer entre líneas.

Inocente y ajeno a cualquier historia, porque no conocía de dónde venía, ni quienes eran los
suyos.

Quizá era necesario preguntarse cuál de todos los sucesos detonó su existencia, o por qué
apareció únicamente para encontrarse con Jungkook pero era difícil saberlo. Porque no era
una constante en la línea original; y de pronto, en la segunda y tercera se volvió importante.

Jungkook nunca entendió porqué este chico Dominic terminó enamorado de él, pero así fue.
Aunque Jungkook no podía quererlo de la misma manera, lo sentía y la versión de Jeon que
se encontraba en el 86' siempre supo la razón, era tan fácil como intentar decir que amaba a
alguien que todavía no conocía.

Aún así, le enseñó a preparar ramen y lo dejó dormir en su cama, incluso si Seokjin
enloqueció cuando lo vio salir por la ventana y por las perforaciones que Jungkook comenzó
a hacerse o las clases que se saltó para vagar con él por la ciudad mientras fumaban.

Fue por eso mismo que en agosto, Seokjin no lo dejó salir por la mañana y en su lugar
decidió llevarlo a pescar a la ciudad de su juventud para pedirle que se alejara de esas
amistades, pero solo logró hacer que Jungkook se molestara con él.

Heredó lo peor y eso no cambiaría. Por eso cuando Kim le dijo que si seguía por ese camino
terminaría igual de jodido que su padre, Jungkook volvió a ponerse de pie en el bote y a caer
en las profundidades del lago rompiendo con la tercera línea para regresar a la segunda.
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De alguna forma, las cosas sucedieron de nuevo hasta colapsar en un punto en donde su
existencia en 1986 fuera posible, así que sí, varios círculos, una especie de bucle
recientemente creado por los cambios más grandes y un espacio entre las líneas temporales
que comenzó a gustarle mucho.

Si no odiaba a Seokjin, nunca caería al lago; pero si él no caía, nada cambiaba y volvía a
odiarlo; así que creó un ciclo por accidente. Pero la historia encontró otra forma de arrojarlo
de regreso allí, enredándose aún más.

Quizá esta era la primera vez que todo sucedía; pero si estaba destinado a repetirse de
nuevo, el único propósito de Dominic Heart era y sería llorar solo en la playa, por un
Jungkook que jamás apareció.

Lo cual era complejo y un poco burdo de explicar.

Quizá él cayó o el lago lo jalo hacia su interior, nadie nunca lo sabría, pero allí estaba,
conviviendo en una realidad que había creado tras facturar la segunda línea; sedado, y con
suero, pero profundamente tranquilo.

Afuera, en la sala de espera en el hospital, Taehyung recargaba sus codos en sus piernas y se
mordía las uñas nervioso.

No sabía qué más hacer, quizá debió prever que esto sucedería pero nunca creyó que todo
fuese tan rápido.

Se burlaba de sí mismo... la palabra "rápido" implicaba menos tiempo, tiempo con el que
había estado jugando y que ya no tenía.

Su ropa estaba sucia, al igual que su cabello, alborotado mientras el cansancio parecía
querer ganarle.

Él se despertó en una camilla, le dijeron que se había desmayado pero ahora estaba estable,
que todo debió haber sido a causa del shock que le provocó ver un accidente tan de cerca.

Ni siquiera lo entendía; le dijeron que lo mejor era ir a casa pero él no iba a irse. Así que
estaba allí, en las sillas de la sala de espera mientras pensaba en cómo salir de esto.

Tenía miedo. Mucho miedo.


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No había nada qué hacer, Jungkook estaba mal y él no podía curarlo como las otras veces. Y
se preguntó qué tanto de todo esto valía la pena.

Le habría gustado tener su libreta para actualizar su bitácora mientras esperaba.


Bueno... ¿A quién quería engañar? En realidad, se había convertido en algo así como su
diario, y él necesitaba desahogarse.

Sonrió a medias.

¿Que por qué habían llegado tarde a la obra? Sencillo, fue porque les tomó demasiado
tiempo conseguir monedas.

Y es que, para hacer llamadas de larga distancia era necesario tener mucho cambio o una
línea telefónica.

Jungkook insistió en que debían conseguir esa casa antes de que alguien más decidiera
comprarla. Logró negociar el pago y parecía absurdo, pero... el dueño confió en él desde el
momento en el que supo de quién se trataba.

Ahora no sabía en qué pensar o cómo actuar. Nunca había experimentado tantos
sentimientos, y estaba allí, deseando abrazarse a sí mismo. Jungkook permanecía estable,
pero no le dejaban verlo.

Kim Taehyung necesitaba estar allí para controlar su ritmo cardíaco y para evitar que la
electricidad se disparara. Pero estaba atando de manos.

Sus padres estaban preocupados por el estado del chico y se habían encargado del papeleo
en el hospital, así que todo parecía normal. Taehyung sabía que él debía hacerlo, pero no
tenía cabeza para nada.

Estaba bloqueado, para alguien con un intelecto como el suyo, sentirse así era el sinónimo
de estar desesperado. Pero no lloraría, porque él sabía que... no serviría de nada.

No prestaba atención hasta que sintió como una suave tela caía sobre sus hombros. Alzó su
vista y se encontró con su hermano con una manta, sonriéndole para animarlo.

—Tae... ¿Cómo te sientes? —le dijo con suave voz, sentándose a su lado. Dejó la bolsa de
entrenamiento que cargaba en el piso.
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Seokjin había ido a la escuela en la mañana, como debía hacerlo, y ahora por la tarde, se
encargaría de cuidar a su hermano.

El castaño suspiró. —Estoy bien...

—Has estado aquí por mucho tiempo, te ves muy cansado.

—No importa, necesito que me dejen entrar a verlo. ¡Han pasado días!

—Lo sé... pero es así como funcionan los hospitales. Solo espera un poco, ¿Sí?

—Es que no lo entiendo —no cuadraba y su cerebro no daba para pensar más.

—¿Qué fue lo que te dijeron?

Suspiró, los enfermeros estaban nerviosos, y lo evitaban. Quizá los había hostigado mucho.

—Está mejor, pero sedado. Perdió mucha sangre y no puede esforzarse mucho por ahora.

Taehyung estaba asustado, tenía sus anteojos colgados en el cuello de la camisa; cosa que
hacía cuando estaba estresado y su ceguera le impedía concentrarse.

Seokjin negó con la cabeza y recostó su espalda en el respaldo de la silla, después extendió
su brazo para poder rodear con este Taehyung y atraerlo hacia él.

Cerró los ojos, y sintió a su hermano acurrucarse contra él. No sabía cómo debería de actuar.

Taehyung siempre había sido muy reservado. Ahora Seokjin tenía que lidiar con sus propias
emociones, y además, las del pequeño.

—Él es fuerte, estará bien —le dijo intentando ayudar.

Seokjin estaba triste, pero ver a tu novia marcharse no se comparaba con tener a tu novio en
el hospital. Así que tenía que ser condescendiente, y ese instinto protector que era tan
distintivo de él se compungió al ver a su hermanito mal así, que no le dejaría ver su tristeza.

Deprimido pero siempre rudo, ¿Eh?

—Eso creo... —murmuró cuando Seokjin le quitó el cabello de la frente.

—Ahora, tú... deberías ir a descansar. No lo sé, comer algo. Te traje ropa para que te cambies.
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Taehyung negó cerrando los ojos, el sueño y el calor de su hermano comenzaron a ganarle.

—No, me quedaré aquí... El doctor podría decir algo y... —bostezó— tengo que estar aquí.

El mayor de los Kim siempre tuvo un arma secreta contra su hermano. Es decir, Taehyung
sabía cómo noquearlo, pero él tenía algo más simple y efectivo. Cuando eran pequeños, y el
Seokjin de ocho años quería un poco de tiempo a solas, la mejor forma de librarse del
pequeño era hacerle tomar una siesta.

Así que le pasó la mano el cabello peinándolo poco a poco para que se relajara y cerrara por
completo los ojos.

Para alguien que llevaba días sin conciliar el sueño, caer rendido fue bastante fácil.

Seokjin se sentía extraño, diferente; la física cuántica plantea que existen millones de
universos y realidades diferentes creándose a cada momento. Pero esto de estar en contacto
con ellas y de alguna forma ser consciente de que eran reales le enfermaba.

—¿Tampoco quiso irse hoy de nuevo, cierto? —dijo alguien, el mayor volteó a ver
encontrando a Yoongi, acercándose por el pasillo con su abrigo para el frío.

—No sé cómo lo hizo pero convenció a una enfermera de dejarlo ducharse aquí, y ordenó
todas las revistas de la sala de espera por año de publicación y tipo de papel. Ya está loco.

Min negó y se sentó junto a Taehyung, dejándolo en medio. Todo se había vuelto muy
extraño de pronto.

Hace unos días, ambos sintieron la misma presión que Jungkook sentía en el pecho todo el
tiempo al desmayarse; pero cuando Yoongi despertó, lo primero que encontró fue el rostro
de Seokjin dormido frente a él.

En la camilla de a su lado, el castaño permaneció dormido por más tiempo que él.

Todos las personas que estaban en el partido se alarmaron, y ellos terminaron en las
camillas de la enfermería de la escuela mientras se despertaban.

La enfermera lo regañó cuando le vio levantarse, al igual que su abuela, ambas supusieron
que el chico había pasado demasiado tiempo sin comer. Y de hecho era verdad, no había
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estado comiendo mucho; pero eso no explicaba por qué Seokjin se había desmayado al igual
que él.

—Su novio se estaba desangrando, yo también me habría vuelto loco ya.

Suspiró. —Aún no me acostumbro a eso.

—¿Lo del "novio"? —asintió—. ¿Por qué?

—No lo sé, es raro para mí. El otro día hice una broma en doble sentido y Tae la entendió. Eso
no me ayuda mucho.

—¿Y qué esperabas? No podía ser casto e inmaculado toda su vida.

—Ahora no sé cómo procesar esa información.

—Vele el lado positivo, al parecer ustedes son igual de sucios —dijo con algo de gracia. —¿Vas
a decirle que lo viste?

—Estoy intentando olvidarme de eso.

—No seas anticuado, grandote. Creí que ya lo habías asimilado.

—¡Eso intento! Aunque saberlo solo hace que se active el modo asesino en mi interior.

Agustus negó, divertido con la situación sin dejar de verlo. —Por favor. ¿Vas a empezar con
eso?

—Lo siento, me preocupa mi niño. Los hombres son idiotas.

—Tú eres un hombre.

—¡Exacto!

—Dios. —No pudo evitar sonreír—. Me encanta la forma en la que te insultas a ti mismo, me
ahorras trabajo.

—Ya no voy a darte ese privilegio —le respondió Seokjin alzando las cejas.

Taehyung abrió apenas los ojos cuando la risa y el movimiento de Seokjin le hicieron
despertar.
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Había cosas que siempre observó pero nunca preguntó por simple respeto a sus secretos.
Pero ahora, si sus hipótesis eran correctas... no podía ser así de condescendiente.

Se removió inquieto, sentándose correctamente mientras restregaba sus ojos, haciendo que
ellos se movieran.

—¿Cuánto tiempo me fui? —dijo interviniendo—. ¿Dijeron algo?

—Hola... quince minutos —Min aclaró la garganta—, y no, todo sin novedad.

Asintió con la cabeza; pero el sonido de su estómago fue tan fuerte que incluso los otros dos
pudieron escucharlo.

—Kim Taehyung —dijo severo el castaño mayor—. ¿Cuánto tiempo llevas sin comer?

—No sé, déjalo así.

—Sabes que eso no está bien.

—Ya, ya, mamá. Lo siento, comeré unos dulces después.

Rodó los ojos. —¿Y planeas comer golosinas?

—No es tan malo, una gaseosa y estaré bien de nuevo —se excusó.

—Dios, quiero golpearte —dijo poniéndose de pie—. Iré a buscar algo para cenar, April,
quedas a cargo.

—¡Estoy bien! ¿Yo no puedo opinar? —dijo Taehyung ganándose una mirada seria y una
negación del mayor.

Seokjin se movió para ir en busca de comida para su hermano; pero se detuvo en el pasillo y
volteó a ver.

—Disculpa, no te pregunte —dijo viendo a Min—. ¿Tú quieres algo?

—No, no... no te preocupes —le respondió algo apenado.

Seokjin negó rodando los ojos.


—Entonces... chocolate caliente para el otro irresponsable, lo tengo —dijo antes de darse la
vuelta y alejarse por el pasillo.
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Agustus bajó la cabeza sabía que estaba mal darle importancia a Seokjin pero... se sentía tan
bien.

Sonrió apenas, como perdido en sus pensamientos cuando la voz de Taehyung le sacó de
ello.

—No sabía que tu segundo nombre era ese —dijo con una ceja alzada.

—Es el primero, de hecho, y es... una tontería de mi madre. No me gusta, no lo uso mucho
por eso.

—Es lindo.

—Ni se te ocurra decirme así porque voy a golpearte.

—Claro, y dejas que Seokjin lo haga porque es él.

Negó. —Es una broma entre nosotros, no es algo que te interese.

El silencio que se formó entre ellos fue acusador, al igual que la voz de Taehyung cuando
rompió con este.
—Escucha, sé lo que pasa y no voy a reprocharte nada pero... no lo hagas, por favor.

Min ladeó la cabeza. —¿A qué te refieres con eso?

—Escucha, entiendo que quieras estar cerca de él y que pretendes ser maduro. Pero sé que
en el fondo te estás encariñando con Seokjin, y mi hermano... —suspiró— esto no va a
terminar bien.

—Creí que te gustaba que fuéramos amigos...

Taehyung se quedó en silencio un momento y después se atrevió a enfrentarlo.

—¿Recuerdas que hace unos años Seokjin tenía un cachorro? —le preguntó de pronto, a lo
que el otro asintió confundido—. Se perdió en el bosque y mamá le compró un hamster para
consolarlo.

—¿Cuál es el punto?

—El punto es que su cachorro regresó... y él dejó morir al hamster.


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—No entiendo tu afán por acusarme. Taehyung, yo no...

Intentó negarlo pero la mirada cansada del castaño le impidió seguir mintiendo.

—Espero que entiendas lo que acercarte a él implica. —Le vio con dureza—. Él está
deprimido e inconscientemente quiere que lo saques, pero hacerlo va a hundirte.

—Supongo que... —Yoongi se pasó una mano por el cuello, después de todo, le había dicho a
Sunhee que lo cuidaría aunque no aceptara que solo era una excusa— todos terminaremos
en el fondo, ¿Cierto?

Agustus se levantó, no había tenido ningún malestar los últimos días. Y eso lo hacía sentirse
seguro de sí mismo, demasiada seguridad para ser honestos.

—¿A dónde vas? —le dijo cuando le vio desde abajo.

—Yo... no importa, vuelvo pronto —respondió en voz baja tomando la bolsa deportiva de
Seokjin y se la dio—. Ve a cambiarte, hace frío.

Taehyung estaba muy cansado como para lidiar con él. Así que la tomó, y asintió
retrocediendo para caminar en dirección opuesta al chico.

¿Qué tanto influía él en la historia? Quizás era preciso preguntarselo, pero era una
casualidad.

Agustus caminó por los pasillos del hospital en silencio hasta llegar a la cafetería del lugar en
donde se quedó parado en la puerta.

Quizás era buen momento para contarle a los demás que había entrado a la universidad;
pero algo no se sentía correcto.

No se había hablado mucho de su futuro antes; pero Agustus Min llegó a nueva York para en
enlistarse, a esa ciudad en específico, porque siempre soñó con estar allí. Y su futuro borroso
ahora tenía un artista fracasado que terminó en el ejército cuando botó su carrera a la
basura.

Pero... su aparición en el Condado Mariposa, en California, se debía a los refugiados


inmigrantes que su familia solía alojar.
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Así que la sangre que corría por sus venas siempre tuvo la maldición de ser benevolente con
otros.

Por eso, aunque no se lo propusiera, se sentía atado a aquellos que lo necesitaban; pero no
podía pensar del todo en Taehyung y sus acusaciones, en su particular caso, le interesaba el
castaño que luchaba por caminar con varias bolsas de comida y las bebidas, que le sonrió al
verlo y lo confundía mientras su realidad chocaba y Jungkook tambaleaba.

Tragó saliva pesadamente. Para Agustus Min era extraño, porque la persona que le gustaba
era un Seokjin más llenito y con acné que no veía nada de extraño en abrazarlo. Pero el
Seokjin alto y en forma que chocaba su puño con él no era tan malo.

Y puede que Seokjin pensara igual, así que rozaban constantemente la posiblidad de otra
línea más.

Sin Jungkook cerca, la naturaleza de Yoongi parecía... conflictiva.

Más allá de eso, todo este ambiente se sentía incómodo.

—¿No se supone que te dejé a cargo? —dijo Seokjin al verlo.

—Taehyung está bien, necesitaba algo de tiempo a solas para cambiarse.

Pareció aliviado. —Bien, entonces ayúdame ¿Quieres? —sonrió.

Se acercó lentamente a él con pasos pesados, como si el universo entero le gritara que no
bailara sobre las líneas fracturadas.

Y quien no notó al hombre cualquiera en la cafetería que le dio la señal al cajero para luego
asentir.

—¿No crees que es demasiada comida? —cuestionó con una ceja alzada.

—Es mi dinero —. Seokjin negó—. Así que cállate, y ten —extendió frente a él un vaso
acompañado de una bolsa de papel pequeña— algo dulce para el enano amargado.

Quiso sonreír; más esa extraña sensación de que alguien lo observaba le hizo desviar la vista
hacia el cajero de la cafetería, era extraño.
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Tomó lo que ofrecían y se movió a su lado con desconfianza de regresó al ala de cuidados
donde Jeon se encontraba.

—Jin... —murmuró— ¿Te pidieron identificación para entrar al hospital, cierto?

Al castaño le pareció curiosa esa pregunta de repente. —Sí, ¿Por qué?

—Por nada... —avanzaron por el pasillo cuando pasaron cerca de la recepción y


efectivamente una chica más lo estaba viendo—. Curiosidad —dijo cuando el silencio del
área le pareció más extraño.

Cuando regresaron a la sala de espera de ese área, les sorprendió que Taehyung no hubiese
regresado aún. Así que se sentaron de nuevo en sus puestos, colocando la comida en la
mesita frente a ellos.

Las manecillas del reloj se mueven con un ritmo constante, como si fueran un corazón que
late mientras todo avanza.

Mordió el emparedado que Seokjin le había dado y le dio un sorbo a su vaso, era chocolate
con crema; pero el sabor se sentía diferente.

Se mordió la lengua ligeramente cuando le provocó náuseas al tragarlo. Volteó a ver a


Seokjin beberse su refresco y dejar de masticar poco a poco para voltear a verlo igual de
asqueado.

Agustus Min comenzó a sudar frío y su respiración se sintió pesada de pronto.

Respirar.

Un lento respirar.

Frente a ellos, aparecieron por el pasillo otras tres personas vestidas con ropa particular
bloqueando la salida.

Seokjin soltó su vaso causando que cayera y se derramara cuando entendió lo que sucedía.

Ni siquiera tuvieron que seguirlos esta vez, estaban demasiado controlados, y oh, no. Los
lunáticos del lago se habían multiplicado.

—Pase lo que pase... —murmuró al menor— quédate detrás de mí.


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Se levantó lentamente, alzando las manos como si diciendo que no intentaría nada; pero
ellos habían fracasado antes intentando raptar a esos dos, y esta vez, no podían fallar.

—Maldición... —murmuró Yoongi cuando la náusea fue demasiada—, es la comida.

Puso los ojos en blanco antes de desfallecer en su lugar; y de los tres desconocidos, uno
señaló al pelinegro antes de escuchar por su radio la orden:

"Avancen".

Se aproximaron velozmente con intenciones de levantar a Min; pero Seokjin se interpuso.


No es como si pudiera pelear contra los tres, pero si eso querían, eso iban a tener.

Le lanzó un golpe al rostro de uno de ellos y aprovechó su desconcierto para empujarlo


contra los otros dos para hacer que tambalearan.

Por un demonio, ¿Y dónde mierdas estaba Taehyung? Él lo hacía personalmente responsable


de esto.

Quiso levantar al Yoongi sedado del sofá; pero él también se había tomado demasiado
somnífero y empezó a ver todo doble.

"Plan B". Escuchó decir.

Su visión borrosa no le dejó prever el momento en el que sintió un toque eléctrico que le
dolió hasta la espalda, en el cuello cuando trastabilló y aunque puso resistencia quedó
demasiado dopado como para moverse.

Lo dejaron caer en el piso para sujetarle con esposas los brazos detrás de la espalda.

El líder del equipo exhaló con fuerza antes de hablar por su intercomunicador:
—Tango a Bravo, procedemos a trasladar, cambio.

"Adelante, Tango. Tienen diez minutos, cambio y fuera".

El rubio que se divertía dirigiendo a todos desde las cámaras soltó una fuerte carcajada
después de apretar el botón del radio.

Este niño Seokjin y su cómplice le dieron muchos problemas. Park Jimin se peinó hacia atrás
antes de levantarse y ver con gracia como sus cuerpos eran cargados fuera del hospital.
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Era tiempo de dejar su tarea remota e ir a acompañar al equipo.

La situación era la siguiente: el profesor Kim no dejaría jamás que algún médico cualquiera
se atreviera a poner sus manos en su experimento.

Así que por la noche y con los infiltrados que tenían por todos lados, cuando les informaron
de la colisión, no les costó nada aparecer con una ambulancia señuelo en medio de la
carretera para encargarse de su "querido" Jungkook.

Dejaron que los paramédicos hicieran los suyo frente a las personas del pueblo, como una
gran obra de teatro.

El hospital era grande, y a nadie tenía que importarle lo que pasaría allí. Cuando la
ambulancia se estacionó en la entrada de emergencias, la camilla con el viajero en el tiempo
entró directamente a su custodia.

Se preocupó enormemente cuando lo vio desangrarse, pero... Jungkook se recuperaba


rápido.

Tras unos días monitoreando descubrió que sus células se movían en un patrón distinto. Y
eso le daba una noción de porqué la electricidad no lo dañaba físicamente.

Así que, durante esos días en los que necesitaba estabilizar al chico antes de avanzar, se
encargó de que todo a su alrededor pareciera normal.

Desde los policías en la carretera del accidente, los mirones, hasta el papeleo del hospital y
el supuesto médico encargado. Cada pieza en su lugar, y el profesor Kim estaba por darle un
premio a la actuación del año a su equipo.

Finalmente tenía a su esperado sujeto en sus manos, y eso, lo hizo enloquecer de poder.

Bueno, siempre estuvo loco de todas formas.

...

Taehyung se secó el rostro con una toalla de papel en el baño y se vio al espejo con desdén.
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Se veía muy acabado y esa era su propia opinión.

Salió del baño después de cambiarse, con la bolsa de Seokjin en el hombro y regresó más
tranquilo por el corredor cuando las luces parpadearon ligeramente.

Ladeó la cabeza porque no era común, se colocó sus anteojos (que no había estado usando)
y alzó una ceja mientras pensaba que era inusual.

Dobló la esquina a pasos lentos y lo primero que le llamó la atención fue el refresco de
naranja derramado en la sala de espera y la comida a medio probar en la mesa de esta.

Se acercó a esta y tragó saliva pesadamente cuando por el reflejo de una estantería de vidrio
de enfrente pudo ver al guardia del hospital haciendo ronda como siempre.

Siguió caminando como si nada pasara para no lucir sospechoso, mientras su cerebro volvía
a enchufarse.

Pensó en que la electricidad fallaba cada vez que el pulso Jungkook era irregular, porque la
energía que le extraía era lo que alimentaba a parte del pueblo.

Pero, si habían tenido que intervenirlo, debieron haberlo conectado y sus pulsos cardiacos
no serían normales. La electricidad debería haber fallado desde hacía días, a menos que...

«Mierda...» pensó apretando los ojos, su generador debía estar encendido.

Supo que algo estaba mal cuando se percató de que de entre todo el hospital, no había visto
una sola persona además de ellos tres en horas.

Doctoras... enfermeros... nadie específicamente en ese pasillo.

—No... esto es demasiado conveniente para ser bueno. —Negó con la cabeza y se acercó a la
ventana cuando su sentido de alerta se activó, había camionetas aparcadas en la parte
trasera del hospital.

Se pasó la mano por la frente, y volteó a ver discretamente. Esos no parecían ser guardias de
seguridad convencionales; sí, ahora eran dos.

Todo el tiempo estuvieron aislados, o peor, acorralados.


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Le importó una mierda y corrió en el pasillo de regreso hasta la habitación donde tenía a
Jungkook.

No le pusieron resistencia, es más, lo estaban esperando.

Abrió la puerta cuando su respiración comenzó a agitarse, pero no esperaba ver a tantas
personas adentro, quiso retroceder, pero le bloquearon el paso en la puerta. La persona de
la cafetería y la chica de recepción, lo hicieron entrar por completo en la habitación.

Le sorprendió ver el montón de cables que había alrededor de Jungkook; pero le sorprendió
más reconocer su propio generador monstruo a su lado.

Un hombre, notoriamente más alto y mayor que él, volteó a verlo y dio tres pasos en su
dirección.

—Vaya, justo a tiempo —le dijo con una sonrisa fija.

—Pero qué demonios... —masculló. Taehyung tragó saliva pesadamente, esos no eran
médicos comunes.

—Todos, por favor, ¡Un aplauso a la mente más brillante de la generación! —se burló dando
aplausos lentos.

—¿Cómo sabe quién soy?

—¿Bromeas? Yo sé todo sobre ti —volvió a reír—. Kim. Tae. Hyung. El niño prodigio, ¿O me
equivoco?

—¿Quién es usted? —dijo dando un paso hacia delante pero al hacerlo el personal médico
que los rodeaba pareció alarmarse y le apuntaron con una especie de arma extraña.

—Soy... el dueño del experimento que te robaste.

Volteó a ver a Jungkook y la forma en la que la pantalla marcaba un gran voltaje. —No tienen
ni idea de lo que hacen, van a joderlo todo, no pueden contenerlo.

—Nosotros nos encargaremos del experimento de aquí en adelante.

—No es un experimento, ¡Es un humano, maldita sea! ¡Y está herido!


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—Créeme, ya me he ocupado de eso, aunque tener que intervenir quirúrgicamente a mi


experimento por tus descuidos no me hizo muy feliz que digamos.

—¿Qué fue lo que le hicieron? —dijo pero fue ignorado.

—¿Sabes cuál es la parte más importante de la experimentación, Taehyung? —El chico negó.
—La atención al detalle.

—¿Eso qué tiene que ver conmigo?

—Tu mente es muy brillante pero tu trabajo es desordenado. Como sea, gracias por el
estabilizador, por cierto.

—¿Qué? —dijo desconcertado.

—Usualmente no doy explicaciones innecesarias pero... necesito saber —se acercó al


castaño—, ¿De dónde sacaste la información para hacer eso? —le dijo señalando a su
máquina.

—Yo... —Taehyung tenía miedo, pero aún así, tenía que encontrar una salida. Y las piezas en
su mente se unieron cuando entendió a quién pertenecía la carpeta que se había robado—
tengo mucha imaginación.

Lo habían dejado vagar por el hospital, a él e incluso a su familia. Estaban esperando, pero,
¿Por qué?

Si lo habían dejado acercarse tanto era porque les interesaba algo en su cabeza, concluyó.

El castaño se acomodó los anteojos. Si cerebro mata fuerza, los dos podían jugar a esto.

Quizás el propósito original de Taehyung cuando intentó replicar lo que vio en las
anotaciones de Namjoon era encontrar una forma para enviar a Jungkook de regreso a casa.
Pero cuando comenzó a entender la situación, descubrió un error meramente técnico.

Desde la perspectiva del creador se veía como una falla en sus cálculos, de allí las hojas
tachadas. Pero desde la perspectiva de alguien como Taehyung, quién lo vio al revés, lució
como una salida.
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Y es que, nunca se lo dijo a nadie pero su amado generador nunca fue capaz de producir
nada. En su lugar, funcionaba como una radio, una especie de difusor que canalizaba las
ondas que recibía, y las convertía en algo positivo.

Jungkook era el emisor, y la electricidad del pueblo, el receptor.

—Suficiente imaginación como para crear un canal difusor de energía...

—¿A qué se refiere con eso? —dijo intentando saber qué tan expuesto estaba ya.

—No finjas demencia, puedes engañar a todos con tu actitud de niño bueno pero yo sé
exactamente qué es lo que has estado haciendo.

—¿Piensa que puede intimidarme? —se jactó aún cuando sabía que estaba desprotegido.

Namjoon le sonrió acomodándose la bata y pasando una mano por el cabello—. Quizá debí
encargarme de ti de la misma forma en la que lo hice con los otros dos pero... me parece que
te ganaste una presentación adecuada.

Negó confundido. "Los otros dos..." —¿Dónde está mi hermano? —dijo agresivamente—.
¿Qué hicieron con mis amigos?

—Oye, oye... tienes mi tolerancia pero no mi simpatía —dos de los enfermeros sujetaron a
Taehyung colocando una aguja cerca de su cuello—. Así que, será mejor para ti estar
tranquilo a menos que quieras tomar una siesta.

—Dije, ¿Dónde está mi hermano? —repuso con voz grave y removiéndose inquieto.

—¿Por qué piensas que tienes derecho de hacer preguntas?

—Porque sé más que ustedes, evidentemente.

Namjoon alzó una ceja.


—Si lo pones así... será más entretenido de lo que pensé. —El moreno se quitó los anteojos y
negó cuando sus palabras le hicieron gracia—. Vamos a comparar teorías, niño.

—Hijo de... —no pudo terminar de hablar porque la aguja que lo amenazaba finalmente se
clavó en su cuello.
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Su espalda se volvió rígida al mismo tiempo que sus piernas cedieron haciendo que
tambaleara. Quiso luchar por contenerse pero no pudo, sus ojos se cerraron cuando cayó
sedado en los brazos de sus captores.

—Lo quiero vivo y en una pieza —ordenó Namjoon. Su voz sonó fuerte viendo a Taehyung
desmayado y alzó una ceja.
—Sáquenlo de aquí, yo me encargo de mover al experimento —dijo Kim Namjoon dándole
una vista rápida a Jungkook.

Su asistente personal se había mantenido en una esquina, recargado en la pared como un


espectador después de completar su parte del plan exitosamente.

—Profesor... —llamó Park— Jungkook sigue en observación, es peligroso sacarlo de aquí.

—Mírale la pierna, Park, el imbécil está sanando más rápido de lo que un humano normal
debería, y no perderé la oportunidad de ver eso. No puedo esperar más tiempo.

—¿Cómo va a sacarlo sin que nos vean?

—Somos diez personas con bata blanca en un hospital —se burló— saldremos por la puerta
grande.

Jimin sonrió satisfecho cuando se movió hacia la salida.

—¡Muchachos! Cambio de locación —dijo Jimin haciendo a todos moverse de puesto.

A plena luz del día y mientras dos de sus asistentes vestidos de civiles cargaron al castaño
inconsciente para sacarlo por la parte posterior, liderados por Jimin hasta las camionetas
negras que los esperaban.

Namjoon caminó con total seguridad detrás del resto de su equipo, quienes aún con camilla,
oxígeno y ropa médica se atrevieron a movilizar a un inconsciente Jeon Jungkook por los
pasillos del hospital.

En cámara lenta, sin levantar sospecha alguna de poseer el descubrimiento del siglo.

No parecía ser algo extraño, en un pueblo al que el gobierno no le daba muchos recursos, era
común que los enfermos fueran trasladados a otras partes del estado.
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Así que con total tranquilidad, se abrieron las dos puertas de la salida de emergencias por
dónde empujaron la camilla de Jungkook seguido del generador que lo mantenía estable
hasta llegar a una ambulancia cuyo chófer había sido reemplazado por alguien de su equipo.

Los motores se encendieron; desde una vista aérea se podría haber visto a las cinco
camionetas negras que escoltaron a la ambulancia por la carretera, en donde los árboles
desnudos y la nieve estaban de fondo.

Kilómetros que parecieron ser eternos para llegar a la base en el lago mientras cometían un
gran error al ignorar el poder de su sujeto.

En una de las camionetas, al pasar un bache, el efecto de las drogas pareció disiparse poco a
poco cuando la luz de la ventana chocó con la vista del Kim mayor.

Seokjin abrió los ojos, estaba desorientado y ah, sí, esposado y amordazado también
aparentemente.

Yoongi estaba cerca de él pero permanecía aún inmóvil. Estaban en un vehículo que se
movía veloz.

¿Cuánto tiempo había pasado? A juzgar por el cielo naranja de la tarde llegando al
anochecer, solo un par de horas.

Vio el vidrio y pensó en qué tan difícil sería atravesarlo.; pero no podía dejar a su amigo allí.
Así que tendría que deshacerse de sus custodios, o joderse en el intento.

Yoongi abrió los ojos ligeramente; Seokjin lo pateó para llamar su atención. A diferencia de
sus manos sus pies estaban atados, no esposados.

Así que intentó acercarlos a las manos de Min y rogó a Dios que el chico entendiera el
mensaje y le ayudara a zafarse.

Lo hizo y se movió un poco para llegar a él. El pelinegro estaba molesto y muy mareado así
que esto debía funcionar o él mismo se iba a entregar con San Pedro para dejar de pasar
estos momentos de mierda.

Con dificultad, se esforzó por llegar a los tobillos del otro para buscar quitarle el nudo, lo
cual era difícil con una cuerda tan gruesa y una sola mano en la tarea.
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Pero lo logró, justo a tiempo para el momento en el que les vieron por el retrovisor.

Seokjin tomó impulso para pasarse a los asientos de adelante del auto haciendo que el
conductor y el copiloto se alarmaran cuando él pateó en la cara a alguno, no supo de cuál
fue pero sabía que le dio en la nariz y que su espalda golpeó con el tablero.

Jimin estaba a cargo del castaño menor; su piloto seguía la ruta de la operación y él desde su
asiento vio por el retrovisor para percatarse de la camioneta trasera zigzagueando en la
carretera.

Encendió su radio para poder comunicarse.


—Bravo a Tango. ¿Todo en orden? —soltó el botón pero no obtuvo respuesta—. Tango,
responda.

Seokjin había logrado sacarle las llaves al más débil y las lanzó hacia atrás.

Yoongi apenas podía moverse y aún así intentaba encontrar una llave para poder liberar sus
brazos, a ciegas, porque estaban esposados detrás de su espalda.

Kim apenas logró ver los otros autos entre el copiloto y el piloto que intentaban sedarlo de
nuevo pero era muy difícil ver algo cuando el chico lanzaba golpes en cualquier dirección
con sus piernas a medio a atar e intentar no soltar el volante al mismo tiempo.

No faltaba mucho para llegar al laboratorio, sólo debían atravesar esa barrera y los rehenes
serían trabajo de los militares que aún custodiaban el lugar.

Jimin suspiró porque estaba harto del tal Seokjin y le dió orden a su piloto de esperar a la
otra unidad. Pero tenían problemas más serios que esos.

Su intercomunicador se encendió con un mensaje entrante:

—¡Alfa a todas las unidades, avanzar al punto, preparar área de contención!—Era el profesor,
y su voz sonaba alterada—. ¡Alfa a Bravo, tenemos una mala reacción, repito, tenemos una
mala reacción! Cambio.

Tic tac, y un poco de energía; el estruendo que resonó fue impresionante cuando las luces de
los vehículos explotaron en medio de la carretera lanzando pequeños vidrios a su alrededor
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haciendo que los neumáticos de los autos derraparan de la impresión y estos mismos
comenzaran a fallar.

Jimin negó con la cabeza confundido. «¿Qué carajos?» pensó cuando las luces de la carretera
parpadearon incesantemente estallando una a una sobre ellos mientras avanzaban.

—¡Bravo a todas las unidades, aléjense de la ambulancia, ya! —gritó Jimin, por el
intercomunicador.

Volteó a la parte trasera donde Taehyung se encontraba, y maldijo mentalmente cuando lo


tuvo que inyectar de nuevo para despertarlo.

Taehyung abrió los ojos exaltado y tomó aire por la boca respirando agitado, como
desesperado cuando su pulso se aceleró y la cabeza le dolió como si se la martillaran.

—¿¡Qué mierda!? —gritó sin tener idea de qué sucedía.

—¡Las luces! ¿¡Qué sucede!? —le dijo Jimin esperando obtener una explicación.

Taehyung parecía perdido pero cuando vio a lo lejos como explotaban las lámparas de la
carretera negó preocupado.

—Es la sobrecarga —murmuró—. Es malo, muy malo. Estamos jodidos.

Como Kim Namjoon dijo a Kim Taehyung, era importante prestar atención a los detalles. Así
que cuando las luces de la ambulancia y la señal de radio se perdió definitivamente se
inquietaron.

Namjoon negó repetidamente, el monitor al que había conectado a Jungkook comenzó a


parpadear.

—Pero qué mierda... —masculló poniéndose de pie en el interior de la cabina.

Estaban demasiado cerca del lugar de origen, y como la teoría de Kim Taehyung decía, la
energía del lago comenzó a repeler a Jungkook.

«—Profesor, tenemos un problema. » Namjoon escuchó decir a través de su propio radio


pero la señal era débil y se cortó.
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Jungkook en medio de su trance sentía que había vivido una vida entera alterna, y de hecho,
así era.

Pero la corriente comenzó a quemarle y el dolor le hizo ser apenas consciente de esta
realidad. Abrió los ojos enormemente mientras luchaba por respirar.

Los músculos de su abdomen estaban rígidos al igual que sus piernas; le dolía el cuerpo
entero por sus heridas y más aún por la corriente que intentaba alejarlo.

Namjoon se movió para evitar que se moviera pero sintió una leve descarga eléctrica cuando
intentó tocarlo.

Entonces supo que esto ya no estaba dentro de su control.

La noche llegó, y las luces, no solo del condado mariposa, sino de toda California
parpadearon como endemoniadas cuando la caravana de autos atravesó la malla de
seguridad que rodeaba el bosque en cercanías del lago.

El primero en llegar fue el auto que tenía al rehén problemático que se negaba a ser
sometido.

Los neumáticos de la camioneta derraparon ligeramente en la nieve al estacionarse. Pero las


puertas se abrieron desde afuera, entonces, al equipo militar le importó una mierda cuando
tomaron a Seokjin para lanzarlo hacia el suelo para apuntarle con un arma real después de
darle un golpe en el estómago que le dejó sin aliento.

Agustus Min apenas comenzaba a recobrar la cabeza cuando también fue empujado fuera de
la camioneta para hacerle arrodillar en medio de la nieve.

Seguido de ellos se aproximó la ambulancia y tres de los autos de los asistentes. Pero no
podían hacer mucho, las puertas del vehículo se abrieron y los falsos enfermeros que
acompañaban a Namjoon salieron veloces, como huyendo.

Kim estaba sudando, era el único que se había atrevido a tocar al Jeon. Pero sus guantes de
látex no eran suficientes, dolía mucho estar cerca de él.

Por último, llegó la camioneta restante, en donde Park y su más importante herramienta se
transportaban.
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Porque en ese momento, de nada les servía tener a Jungkook sin los conocimientos que
Taehyung tenía sobre él.

Taehyung estaba mareado y no sabía en dónde estaba; lo siguiente que supo fue que le
tomaron del cuello para hacer que se moviera hasta donde sus amigos se encontraban.

Le dolió ver que a Seokjin le estaba sangrando la nariz por su culpa y la forma en la que la
punta del arma de uno de los militares estaba en la espalda recta de Yoongi por haber
intentado escapar.

El cielo nocturno lució como una gran pantalla; eran ajenos a saber el colapso que se vivía en
la ciudad.

Kim no flaqueó, cuando le dieron un golpe para que se arrodillara lo hizo sin bajar la cabeza.

Se burló un poco de sí mismo; de haber sabido que acercarse a ese laboratorio le causaría
tantos problemas, se lo hubiera pensado dos veces antes de hacerlo.

Analizó con cuidado la situación. Solo militares... ningún científico afuera. Algo estaba mal.

Entre cerró los ojos viendo cómo el cabello de Seokjin se había esponjado; y era irónico,
porque eso solo pasaba por la humedad o la estática.

Apretó los ojos uniendo todo, esto era malo.


Los daños de una una sobrecarga de tal magnitud eran casi imposibles de calcular.

El rubio de bata blanca y larga salió de entre la compuerta con una careta puesta, seguido
del mayor.

—Niño, repite lo que dijiste antes —le ordenó Park a Taehyung.

—Causaron una sobrecarga, imbéciles —El castaño tenía un privilegio en este lugar, era el
único que no estaba inmovilizado, así que no pudo evitar levantar el dedo medio en su
dirección—. ¡Nos jodieron!

Casi inmediatamente los militares lo empujaron sobre la nieve para reducirlo al orden; pero
al profesor no le importaban sus altanerías.
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—Déjenlo hablar—dijo Namjoon haciendo que se alejaran de Taehyung—, el estabilizador,


está perdiendo fuerza.

—¿Es que no lo entiende? Solo funciona como un canal, debe estar conectado a algo más
que solo Jungkook. Además...

—¿Además de qué?

Taehyung pensó en si debería decir la verdad, pero estaba seguro del daño que la corriente
le hacía a Jungkook, y no podía permitir eso.

—Tenemos que aislar a Jungkook o... su corriente hará colapsar todo el pueblo —dijo serio—.
Es como una bomba, al explotar la carga será expansiva.

Namjoon asintió con la cabeza al entender al chico.

—Esos dos, enciérrenlos —dijo señalando a Seokjin y Min—. Niño listo, tú vienes conmigo —
dijo dando la orden para que lo soltaran.

Dio un paso incierto al frente, volteó por unos instantes para ver a su hermano y amigo ser
empujados por los militares para llevarlos hacia el interior del laboratorio.

Él no era un hombre precisamente libre tampoco, sabía que le estaban apuntando por la
espalda.

—No intentes salirte con la tuya, o ellos pagan las consecuencias —dijo Jimin cuando se
acercó a él y lo empujó para que se moviera rápido.

El club de los fenómenos se separó cuando fueron enviados en diferentes direcciones.

Seokjin regresó a la misma sala donde había estado encerrado meses antes pero ahora en
compañía de Yoongi; y para asegurarse de que esta vez no huyera, le colocaron esposas en
las manos y pies.

Cuando Taehyung apostó a que ese lugar era un laboratorio no se se había equivocado. Las
paredes blancas y metálicas parecían cerrarse cuando entró empujado para que caminara
siguiendo la espalda del desconocido frente a él.

Este sujeto sin nombre que aparentemente estaba tan desesperado como él.
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Llegó hasta una habitación de vidrio desde la cual pudo observar a Jungkook en su interior
con cables adheridos a la sien y el pecho, además de un tubo en la boca.

Se le revolvió el estómago cuando comenzó a sudar. El vidrio no dejaría salir por completo la
energía de Jungkook pero eso solo la contenía, seguía en contacto con él.

«Lo está lastimando» pensó con enojo.

Volteó a ver hacia el frente, había un pequeño cuarto, atravesó las cortinas de plástico hasta
entrar poco completo en el estéril lugar.

—¿Cómo lo detenemos? —dijo Namjoon al chico.

—Revirtiendo su corriente.

El moreno asintió, colocándose lo que para Taehyung era una especie de casco.

—Profesor —dijo uno de los ayudantes quién tomó un traje de caucho bastante extraño para
ayudar al hombre a vestirse—. El voltaje sube.

—Lo sé, por eso está él aquí —respondió señalando al chico quién tragó pesadamente, no
tenía ni una idea de qué esperaban que hiciera—. Denle un traje.

Pesaba; los guantes eran ásperos por dentro y la careta le hizo sentir que se asfixiaba cuando
le ajustaron el casco a la cabeza, aún más cuando le cerraron el traje por la espalda.

Esto lo supera por mucho; tragó saliva y se armó de valor para dar el primer paso al frente
cuando la entrada de la habitación que resguardaba a Jungkook se encontraba.

Las botas de su traje le hacían moverse lento, y todas las luces de alrededor se alteraron
cuando entraron allí. El hombre al que llamaban "profesor" lo siguió observando con cautela
sus movimientos.

—¡Estabilízalo! —le ordenó cuando se acercó al cuerpo del chico. Era la misma situación que
en la piscina, pero a mayor escala.

—¡Es demasiada energía, es como si algo lo atrapara!

Namjoon se quedó callado unos segundos con el ceño fruncido; el lago lo repelía, pero algo
volvía a hacerle entrar en tetanización.
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Se movió rápidamente hacia el intercomunicador que daba hacia afuera.

—¡Apaguen las torres! —ordenó—. Bobinas fuera de funcionamiento, ¡Ya!

Taehyung asintió cuando vio todas las herramientas a su lado, tomó una pinza para poder
sujetar unos cables pequeños que estaban adheridos a su pecho, hasta el generador que
solo él sabía cómo utilizar.

El sonido punzante de la alerta le estresaba por lo fuerte y agudo que sonaba.

Quizás era demasiado obvio para explicarlo pero, el castaño comenzó a desvariar cuando
encontró una salida diferente.

Había comenzado a extraer la energía a Jungkook para que pudiera acercarse al lago; al
estar en el punto de origen, regresar a su tiempo sería mucho más fácil pero después
descubrió que mientras más energía le quitaba, Jungkook parecía más feliz allí.

Y no sabría explicar si eran los recuerdos cambiantes, el calor humano o sus turbios
experimentos lo que estaba haciendo que Jungkook deseara quedarse; pero no le
importaba, él quería sentir que era suyo, y estaba completamente entregado a lograrlo.

Taehyung descubrió algo el día que lo entendió, algo que en alguna otra realidad descubrió
mucho antes:

Kim Taehyung, era increíblemente egoísta y deseaba controlar la vida como cualquier otro
humano.

Y es que, después de cientos de intentos, no encontró una forma de enviarlo de regreso, o


bueno, no quería hacerlo.

Así que era igual de culpable que todos aquellos a su alrededor por desear que existiera una
realidad diferente.

Habían dos paneles eléctricos cerca de los controles que la sala poseía, Taehyung encontró
la forma de unir el generador en medio de ellos y del muchacho antes de encenderlo por
completo esperando que funcionara.
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En ese momento, el condado entero se iluminó como si de un árbol de navidad se tratara


cuando la electricidad se dirigió correctamente.

Negó con la cabeza, él no entendía mucho sobre el extraño experimento pero, sabía de sobra
que algo estaba mal calculado.

Respiró agitado; le temblaban las manos y quería llorar. Soltó sus herramientas cuando la
pantalla con el pulso de Jungkook pareció estable.

Le puso la mano en el pecho queriendo pedirle disculpas por no saber cómo salvarlo. Quería
decirle que lo amaba, que tenía una solución pero no podía mentir.

La señal en el radar volvió a ser constante, y Namjoon entendió que efectivamente, el chico
sabía controlarlo.

Namjoon se aproximó a él y le puso la mano en el hombro. Taehyung volteó a verlo sin


importar que sus ojos estuvieran cristalizados cuando el mayor le dijo:

—Tenemos mucho que hablar.

El destino es un río, cuya corriente fluye siguiendo su caudal. A veces tranquilo, usualmente,
peligroso.

A Kim Taehyung siempre le gustó pensar que en la vida había mucho por descubrir.

Le parecía tonto, pero en el fondo, siempre tuvo la esperanza de que su destino fluyera como
la de los demás.

Y así quizás un día él también tendría lo que todo joven desea: libertad, amor y una
oportunidad de descubrir las maravillas del mundo.

Cuando entendió que la libertad empezaba por aceptarse a sí mismo, lo demás comenzó a
aparecer en cosas simples. Como... en las charlas sin sentido y ese sentimiento de ser como
un niño llegando al gran mundo adulto.

Pero esto no le servía de nada, al menos no en la posición en la que se encontraba.

Sentado dentro de la oficina del Profesor, pensó en que había subestimado mucho la
capacidad de Jungkook para dañar a todos a su alrededor.
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Había una fotografía suya pegada al tablero, al igual que una de sus amigos, Incluso sus
padres y de varias personas del equipo de béisbol.

Namjoon encendió un cigarrillo mientras caminaba por la oficina; el experimento estaba


contenido, y sus asistentes se encargaban de hacer una recopilación de los daños alrededor
del pueblo.

—Entonces, Taehyung —le dijo, estaban igual de cansados—. La "sobrecarga" ¿Cómo sabías
que sucedería?

—Su cuerpo funciona como una clase de pulso electromagnético, se expande y colapsa las
cosas a su alrededor.

—¿En qué condiciones?

—Estrés, contacto con corriente externa. El tamaño de la onda expansiva depende mucho
del nivel de electricidad al que se someta.

Namjoon se dio la vuelta y tomó el marcador de su escritorio para caminar hacia el pizarrón
de la pared.

—La coraza de electricidad, hace que las corrientes externas reboten en sentido contrario —
dijo haciendo un círculo y unas flechas que aparecían indicar 'hacia afuera"—. ¿Qué más?

—¿Qué es eso de "coraza"?

—La electricidad que rodea a Jungkook —dijo directo—. Lo protege.

Taehyung abrió los ojos, eso era lo que estaba adherido a su cerebro. Perose estaban
equivocando y no estaba a su alrededor sino dentro de él.

—Necesito saber de qué se trata todo esto —dijo desafiante, no esperaba que el otro le
contestara.

—Lo que ves aquí —le explicó—, es el proceso para la creación de un vórtice entre el espacio
y el tiempo. Un...

—... Agujero de gusano —murmuró cuando una de sus teorías se confirmó.


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Asintió. —Sabemos cómo contenerlo, cómo exponenciar su poder y hacer que la brecha se
abra a voluntad pero el problema es que... no sabemos qué hay del otro lado ni tampoco
controlar a sujeto de prueba.

Dudó por un segundo.


—Pero yo sí —dijo levantando la cabeza mientras buscaba una salida.

—Decir eso no te deja en una buena posición.

—Están demasiado equivocados —intentó explicar—. Su primer error fue traer a Jungkook
aquí, casi lo matan y el segundo, los agujeros de gusano forman una curva, pero esta va en
un solo sentido.

Namjoon estaba sobrio, y le pareció intrigante la forma en la que el chico aseguraba que
estaba equivocado.

—Explícate —dijo extendiendo hacia el marcador al castaño.

Esto era irreal pero ya no tenía mucho que perder. Siempre se preguntó qué tan lejos llegaría
por conocimiento, y el límite parecía estar muy lejos de allí.

—No es complejo, es algo más lógico. —Taehyung se acercó al pizarrón y realizó dos puntos
en este, para luego trazar una línea entre ambos. —Aquí —realizó una curva del segundo al
primero—. ¿Ve esta línea? Es el punto de origen. Estamos hablando de viajar en el tiempo.

—¿El origen de qué?

—No del experimento o de la llegada de Jungkook. Sino, de la creación del vórtice. Si lo que
dice es verdad, él podría haber caído en el año tres mil en el y de todas formas habría
terminado aquí. Un agujero de gusano solo puede volver al momento en que fue creado
porque su trayectoria está limitada.

—¿Basándote en qué? —el chico respondía rápido, eso lo sorprendió.

—En que debería haber viajado a velocidad de la luz, pero eso lo habría llevado hacia el
futuro.
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—A menos que... vaya en sentido contrario —murmuró viendo al castaño. Ese chico tenía
más información de la que creyó, pero era algo positivo, había mucho de donde explotar.

—Puede que sea real, pero eso no significa que sepa controlarlo. Jamás podría dirigirlo a su
antojo si sigue en esa dirección. Más masa, es igual a más peso y por lo tanto necesitaría más
energía.

—¿Cómo es que entiendes todo eso? O bueno, ¿Por qué? ¿A dónde intentabas llegar?

Taehyung podría comenzar diciendo: "Resulta que... Conocí a un chico del futuro con
problemas familiares que quería cambiar su vida."

Podría haberle explicado la forma en la que la realidad estaba cambiando.

Quizá por eso no le tenía miedo, o quizá porque a Jungkook y su padrastro los dejaron
entrar a pescar al lago lo que significaba que ese laboratorio en algún punto de la historia ya
no existiría y por consecuente el experimento había fracasado.

Así que no se lo diría no iba a explicarle que estaban en una línea temporal diferente, iba a
esperar. Una de dos cosas: el experimento fracasa y todo seguirá como hasta ahora o
funciona, y Jungkook nunca viajó en el tiempo.

Eran un sin fin de posibles paradojas que le estaban atormentando. Pero eso no le impediría
encontrar los detalles técnicos de esa investigación.

—Creo que estamos hablando en círculos, diga lo que tiene que decir de una vez.

Alzó una ceja. —...Pienso que podemos ayudarnos mutuamente.

—¿Qué? —Eso lo tomó por sorpresa.

—Te dejaré ver al sujeto y dejar a tus amigos en paz. Yo me quedo con él, y tú, y las personas
que te importan podrían seguir con su vida tranquilamente. ¿Entraste al M.I.T. cierto,
Taehyung?

—¿Quiere mis teorías, cierto? —le contestó casi con gracia.

La pregunta le sorprendió un poco; y Namjoon, quién ya había estudiado todos los


movimientos del chico encontró la forma de manipularlo.
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—Te robaste las mías desde el inicio, me parece lo justo —se jactó—. Además, no es como si
no pudiera entrar a tu casa y darle la vuelta a todas las cosas hasta encontrar todo lo que
descubriste.

—¿Piensa que dejaría por allí mis apuntes? Yo no soy como usted —se burló, su libreta y
todos sus borradores secretos estaban seguros en otro lugar—. Ábrame la cabeza si quiere,
pero no obtendrá nada.

—Entonces, negociemos tu cerebro. Tú me ayudas, yo te ayudo.

—¿Y para qué necesitaría su ayuda?

—Para enviar a tu querido Jungkook de regreso por donde vino, como si nunca hubiera
salido del lago.

Taehyung se quedó callado de pronto. Hacer eso crearía una paradoja más grande, pero una
en la que podía salvar a Jungkook.

—Miente, no sabe cómo hacer eso.

—Tengo el equipo, y con tus descubrimientos, todo lo necesario para recalcular la


trayectoria. Él volvería a casa y yo entendería cómo funciona el vórtice, nadie sale herido.

—No puede prometer eso.

—Incluso si no, estar aquí ya lo ha lastimado mucho. ¿O no? Un colapso más y... perderíamos
todos nuestros avances, o él podría morir. Así que, ¿Qué dices?

—Quiero monitorearlo yo.

—¿Qué?

—La zona sur, cerca de la escuela, casi llegando al límite. Es la mejor zona para tenerlo en
observación.

—Tu casa —le dijo directo.

—Sí, mi casa. Durante el tiempo que tarde en reformular, yo me encargaré de él. Todo
seguirá normal hasta el momento en el que sea seguro que regrese.
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Taehyung tenía clara una cosa: ellos no tenían ni idea de la gran paradoja en la que estaban
metidos. Y eso le gustaba, jugaba a su favor.

Y Namjoon no tenía una jodida idea de cómo regresarlo y no le importaba el chico pero
parecer benevolente era la carta que tenía.

—Dejarte solo con el experimento no me parece sensato.

—Quiero al menos unos quince días.

—¿Para qué?

—Quiero —tragó saliva— quiero despedirme de él.

Taehyung no sabía que tanto habían descubierto; pero él tenía la teoría de que el organismo
entero de su Jungkook funcionaba más rápido.

Recordaba un raspón que se hizo el chico cuando apenas lo conocía. Él anotó en su libreta
que debía monitorearlo, y de hecho, lo hizo. Pero nunca tuvo con qué comparar sus datos
hasta ahora.

Lo que normalmente debía sanar en cuatro o cinco días, sanó en un día y catorce horas
aproximadamente. Así que si su teoría era correcta, la energía de sus células las reproducía a
un mayor ritmo.

Pero no iba a explicarle eso, era su descubrimiento personal.

—Parece que tienes una especie de vínculo codependiente con él... —le dio la espalda para
ver por la ventana—. ¿No te parece que es producto de la radiación?

—¿A qué se refiere?

— Esa "onda" que mencionaste antes. ¿No crees que te está haciendo daño? No lo sé,
mareos, dolor... ¿Algo de ese estilo?

Taehyung se quedó callado. En realidad no tenía una respuesta para eso.

—No lo sé, pero si lo hiciera... terminaría en el momento que él regrese, ¿Cierto?


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«O te estaría causando una reacción cancerígena, ¿Pero quién soy yo para decirlo?» pensó
Namjoon.

—Sí, es probable

—Entonces, no veo ningún problema. Yo me encargo de cuidar de él y ustedes, de su vórtice.


Es ganar-ganar.

Kim Namjoon lo meditó por unos minutos.


A él le servían un par de manos extras y el niño estaba desesperado.

Además, aún le faltaban muchos expedientes por revisar. Estando en el hospital había
recabando los datos de todas las personas fallecidas en ese pueblo, si encontraba a lo más
cercano que tenía a una familia, no habría desperdiciado millones de dólares en vano.

—Con una condición —dijo antes de darse la vuelta. ¿Cómo confiar en el chico? —No pueden
dejar el pueblo.

—¿Piensa que intentaré escapar?

—Es lo más lógico. Pero, en el momento en el que la energía de Jungkook salga del radar del
pueblo, le daré la orden a los francotiradores de atacar.

—Oh, claro. Vigilancia en los límites de la ciudad, un clásico.

—De hecho, afuera de tu casa. Así que, ustedes huyen, y yo le disparo a tu hermano, tus
padres, ¿Quién falta? ¿Tu amigo? No lo sé, quién sea. ¿Te parece justo?

Taehyung tragó saliva pesadamente. Solo quería tomar al chico que amaba y abrazarlo
fuerte, y si este era el camino para hacerlo, iba a tomarlo.

—Si se atreve a lastimarlos, quién se pondrá una bala en la cabeza seré yo. Y usted, su equipo
y toda su investigación de mierda se joden.

—¿Así de valioso crees que eres?

—Así de valioso es lo que sé.

El profesor extendió la mano frente a él. Y el castaño la tomó para estrecharla cuando se
sentó a la orilla del abismo mental en donde siempre estaba.
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—Tienes mi palabra, Kim.

...

La ley de Talión dicta que las cosas deben ser ojo por ojo, y diente por diente; así que Jimin
estaba divirtiéndose mucho viendo a los dos menores colgar de cabeza dentro de la sala de
de interrogatorio.

Inicialmente estaban en el suelo, pero pensó que le faltaba creatividad a su secuestro.

Así que verlos pendular con los ojos vendados, y los pies sujetados al techo mientras lo
maldecían le estaba haciendo mucha gracia.

Se puso su equipo de seguridad correctamente antes de entrar, solo en caso de que tuvieran
energía adherida.

—A ver, a ver, niños —dijo—. En vista de que no tienen nada de experiencia secuestrando,
díganme, ¿Qué tal les pareció todo?

Sarcástico, burlándose de ellos por lo fácil que habían caído esta vez.

—Te daría un ocho por tu creatividad —dijo Yoongi, ya tenía dormidos los brazos. Park lo
empujó haciendo que se balanceara un poco haciendo aumentar el dolor de su cuerpo
colgante—. Pero te mereces un cinco por no hacer tu propio trabajo.

—¿Te quieres dormir otra vez?

—Hazlo, por favor, mi boca es la única parte de mi cuerpo que no está entumecida ya.

Jimin no entendía porqué no le tenían miedo, Seokjin llevaba media hora intentando
alcanzar con sus brazos la cadena que sostenía y el otro estaba hablando demasiado.

Su única tarea por el momento era vigilarlos, y esto se estaba volviendo tedioso. Así que
decidió quitarles la venda de los ojos.

Ambos los apretaron cuando la luz de la sala los golpeó. Estaban de cabeza y lo primero que
vieron fueron las piernas de la sombra que los seguía.
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Ninguno de los dos se lo esperaba pero el primero en recibir un golpe en el abdomen fue
Seokjin.

Ya estaba lo suficientemente golpeado pero eso no era impedimento para que Jimin pudiera
desquitarse.

—¿¡Qué mierda te pasa!? —gruñó cuando ni siquiera podía compungirse de dolor.

—Tenemos algo pendiente —le respondió dándole uno ahora en el rostro que le partió el
labio y una bofetada que sonó fuerte..

—¡Déjanos ir! —le gritó Min agitándose—. ¡No lo toques!

Jimin volteó hacia él.


—No te preocupes, también hay para ti —dijo antes de levantar la pierna para patearlo en el
estómago—. ¿O crees que debería cortarte un dedo en algo?

Yoongi entendió a qué se refería, apenas pudo recobrar el aliento e intentó hablar.

—Oye, amigo. Creo que en el secuestro anterior todos dijimos cosas que no sentíamos.

—¿Estás jodiéndome?

—¿Qué te parece si empezamos de nuevo? Tú nos bajas, nosotros nos disculpamos, nos
borran la memoria como en los cómics y nos dejan ir. ¿Te parece?

La sangre de la boca de Seokjin se le había corrido hacia la frente.


—¿Podrías dejar de hablar con él secuestrador?

—Creo que estoy logrando algo aquí, cállate —Jimin rodó los ojos y le dio un golpe en la
garganta a Yoongi para que se ahogara.

Cuando la gota de sangre de Seokjin se deslizó por su cabeza hasta caer, el castaño notó que
el piso estaba recubierto.

—¿El suelo tiene plástico? —murmuró Jin.

—No soy un sádico ni nada, no quisiera tener que matarlos. Pero son peso muerto y no
tenemos tiempo para lidiar con esto.
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—¿Qué hicieron con mi hermano? —dijo temiendo lo peor.

—No lo sé, no está dentro de mi jurisdicción.

—¿Tú solo te encargas de los raptos fallidos? —cuestionó Yoongi a su lado ganándose otra
patada y una mordaza.

—Ustedes dos son un problema —dijo antes de darles la espalda para salir de la sala y volver
a encerrarlos.

Las luces se apagaron y ambos se clavaron en el desconcierto. Ninguno entendía a totalidad


la situación pero sin duda no era la forma en la que esperaban pasar el inicio de la nevada.

Seokjin creía en el destino siempre lo hizo pero justo en ese momento creyó que a lo mejor
estaba destinado a morir en el anonimato.

No sabía si realmente iban a hacerles daño pero no quería morir siendo cobarde. Así que
aclaró la garganta y cerró los ojos antes de comenzar a hablar:

—Oye, en caso de que nos maten hay algo que quiero que sepas —dijo Seokjin a sabiendas
de que el otro no le contestaría—. Yo te quise —murmuró— más de lo que quisiera admitir.

April Min cerró los ojos porque quisiera no haber escuchado eso, y hubiera querido
contestarle con un:
«¿Entonces por qué no me dejaste hacer lo mismo?»

El castaño quiso seguir hablando pero el sonido de la cadena desenrollando resonó


acompañado de un golpe secó y un quejido de dolor. Habían bajado a Seokjin.

Tras unos minutos hicieron lo mismo con el otro chico, cuyo rostro chocó directamente con
el suelo.

Cuatro personas entraron para levantarlos, pese a lo apaleados que estaban los hicieron
caminar afuera de la sala mientras lo sujetaban ellos... ¿Los estaban dejando ir?

Taehyung les vio con pesar desde el pasillo mientras los llevaban a una de las camionetas, y
es que todo era tan extraño que no podían ni detenerse a pensar.
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—Los llevarán a casa —dijo Taehyung, su mirada estaba perdida—. No intenten nada
estúpido, por favor...

Namjoon había dado la orden de llevarlos a ambos a casa, y de dejarlos al margen de esto a
cambio de algo tan exquisito como la mente del castaño que se quedó con ellos esa noche
en el laboratorio.

Justo como el profesor prometió, y en contra de la voluntad de su asistente; la camioneta


negra los dejó a ambos en la esquina de la calle de sus casas en medio de lo que fue la
primera gran nevada de diciembre.

Seokjin tenía demasiado miedo de estar solo, y muy golpeado como para entrar así a su
casa.

Así que terminó de polizón en la habitación de April Min después de que se curaran los
golpes mutuamente en la madrugada hasta quedarse dormidos.

Y Kim Taehyung, se encargó de regresar a Jungkook al lugar a donde ahora pertenecía, su


habitación, con la diferencia de que no regresó solo.

Nunca había tenido tanto equipo o herramientas para trabajar pero los ayudantes de
laboratorio le obedecían cuando les dijo qué hacer.

Se sintió tan culpable. Tuvieron que sedar a sus padres para poder trabajar tranquilos, así
que cuando entró por esa habitación y los vio dormidos juntos tan plácidamente intentó
convencerse de que era necesario.

Así que él solo observó a los trabajadores del laboratorio unir su máquina a los fusibles de la
casa en caso de que Jungkook volviera a tener una sobrecarga mientras lo monitoreaba.

La habían reestructurado, ahora parecía una antena parabólica pequeña.

Namjoon se encargó de que todo luciera natural, esa era su especialidad.

Dejaron a Jungkook sobre la cama del castaño, y le colocaron suero, además de revisarle la
herida de la pierna antes de dejarla un poco más elevada.
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La tuvieron que enyesar. Su carne sanaba rápido, pero no podían decir lo mismo de su
hueso, no aún.

Cuando Taehyung vio que su palabra se cumplía, tomó de su escritorio la carpeta que le
pertenecía a Namjoon y se la devolvió.

El moreno le puso la mano en el hombro complacido. Sin saber que las anotaciones que
Taehyung le hizo eran pocas a comparación de la gran cantidad de apuntes y dibujos que
había recabando en su propia libreta.

Pero confesar la existencia de la misma sería muy poco inteligente de su parte.

Así que solo bajó la cabeza, como si estuviera derrotado cuando el sol comenzaba a salir.

Esa madrugada en específico, cuando todo volvió a su lugar después de un gran colapsó, Kim
Taehyung se sentó en la alfombra de su habitación a llorar.

Era inteligente, pero también un joven atado de manos en la orilla de un abismo en el que
saltar iba a matarlo y quedarse allí también.

Taehyung estuvo presente cuando los primeros rayos de sol atravesaron la ventana, veía al
techo, mientras el pecho le dolía.

Escuchó un leve quejido y se levantó para ver a Jungkook removiéndose en la cama. Se


sentó en esta para ver al pelinegro y sonreírle a esos ojos somnolientos, oscuros y tan
enormes que adoraba con cada parte de su alma.

—Súper estrella... —le acarició la mejilla—. Despertaste.

—¿Dónde estoy? —dijo adolorido cuando apenas logró abrir los ojos.

—California, 1986, mi cama —le respondió Taehyung con cierto pesar.

—Creí que era una repostería... —su voz se arrastró cuando le sonrió apenas—. Porque eres
todo un pastelito.

Kim le pasó la mano por la cabeza para peinar con delicadeza su cabello, enternecido.
Parecía que estaba cuerdo.

—Parece que alguien se despertó feliz —dijo un poco más aliviado—. ¿Cómo te sientes?
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—Me duele... ¿Qué fue lo que sucedió?

—Tuviste un accidente, estuviste en el hospital por días. —Se le hizo un nudo en la


garganta—. Te lastimaste la pierna.

Jungkook volteó hacia su yeso.


—Mi... pierna —dijo confundido—. ¿Cómo? ¿Por qué me accidenté?

—Quisiste salvar a tu madre, el auto no funcionaba.

Jungkook parpadeó incrédulo. Estaba perdido entre los recuerdos de la realidad a la que fue,
la segunda y la que le había contado a Taehyung, es decir, la original.

—Salvar a mi... ¿Madre? ¿De qué?

—El choque, la seguiste al aeropuerto, sabías que se accidentaría.

—No, no... yo, no... —le dolía el estómago, había un espacio vacío en su cerebro que no podía
llenar. —Eso no fue lo que pasó...

—Jungkook —dijo y se puso de pie—. ¿Por qué no dejaste que Seokjin la siguiera?

La razones eran evidentes, y es que el Seokjin adulto se sentó en el pórtico alguna vez para
contarle a Jungkook la forma tan desastrosa en la que su pierna terminó atrapada entre el
los destrozos del auto por seguir a su madre.

Solo que ahora, ya no lo sabía.

—No lo sé —murmuró.

El corazón de Taehyung se aceleró.


—Seokjin, en el futuro. Dijiste que su pierna, dijiste que yo... —se quedó callado cuando fue
incapaz de continuar.

—Taehyung, me estás asustando. No entiendo que sucede.

—Jungkook, ¿Qué pasará después de que yo cumpla dieciocho?

—¿Nos mudamos juntos?


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Su corazón casi se detuvo por la impresión. Y Jungkook no entendió porqué comenzó a llorar
cuando se aproximó para abrazarlo.

—Jamás sucedió —murmuró Taehyung contra su cuello.

Jungkook se removió un poco a causa del dolor. Él no lo sabía pero había hecho girar la
ruleta de papeles en sentido contrario.

—¿Qué cosa?

—Ya no importa —dijo temblando sin saber si era emoción o pánico.

En la zona sur del Condado Mariposa, casi llegando al límite de la ciudad, en una casa que
necesitaba pintura y en donde nunca había agua caliente. Kim Taehyung, quién ya le había
vendido su alma al gobierno, se inclinó para besar con delicadeza al confundido viajero del
tiempo quién no entendió absolutamente nada de lo que pasó a su alrededor.

Mientras en las afueras de esta, el equipo de encubierto del laboratorio se encargó de


colocar nuevas cámaras en el perímetro, y de mantener vigilado el sector entero.

Taehyung lo sabía, y estaba convencido de que lo que había en el techo de una casa vecina
no era un mirón sino un francotirador pero no le interesaba.

Estaba jodido, sí, pero al menos podía dar por cancelada su muerte.

19 días antes de.

Capítulo Veintidós
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por Incompletelyrics

22.
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El juicio humano nunca es del todo confiable; tampoco lo es el tiempo. Pues nunca ha tenido
sentido más allá del que los humanos pusieron en él.

Jungkook veía el reloj de la pared del salón de clases; sus agujas se movían demasiado lento.
Por eso, cuando el timbre finalmente marcó el final de ese curso sintió un gran alivio.

Se levantó y salió en silencio entre el montón de alumnos de la preparatoria. No hablaba


mucho con nadie realmente, todos pensaban que era raro porque difícilmente opinaba igual
y por su mirada seria mientras escondía las manos en las mangas de su sudadero negro.

Al menos así era como Jungkook se veía en la segunda línea de tiempo.

Negó con la cabeza, ni de broma aguantaría otras dos horas de la historia de Estados Unidos.
De todas formas, tenía tarea de química que hacer; pero no le gustaba estar solo en casa, así
que salió hacia las mesas del área verde de la escuela.

Siguió avanzando; pero lo primero que encontró fueron unos converse blancos sucios entre
la grama, pertenecientes al chico que veía hacia el cielo sin preocupación alguna.

Bueno, quizá esta línea no era tan perfecta como la tercera, ni tan nefasta como la primera;
porque al menos en esta tenía un amigo.

Se acercó a Dominic causando sombra en su rostro.


—¿No deberías estar en clase? —le dijo viéndolo desde arriba.

—Si no te molesta, Jungkook, estás estorbando mi vista —le respondió con gracia.

—Niño, saltarte clases no es bueno para ti.

—¿Por qué me dices "niño"? —Dominic se recompuso sobre el suelo y le vio molesto—. Solo
eres dos años mayor que yo.

—Pero soy más maduro que tú y voy en un grado más alto.

—Pura mierda.

—Oye, cuida tu lenguaje. O tendré que llamarte la atención con tu nombre completo como si
fuera tu madre.

—Hazlo; llámame así y te corto la lengua.


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—Oh, qué rudo. Me gusta más tu otro nombre, voy a usarlo.

—Pero a mí no, ¿Podríamos dejar de hablar de eso, por favor?

Jungkook contuvo sus deseos de reír.


—Está bien. —Se sentó a su lado en la grama, viendo hacia el cielo—. Pero ya que estás aquí
desocupado, deberías ayudarme con mi tarea. —Buscó entre sus cosas y sacó un libro.

—Creí que dijiste que tú eras el mayor. —El pelirrojo se burló y alzó una ceja. —¿Y vienes aquí
por ayuda?

—Estoy desesperado, así que sí. Odio química.

Rodó los ojos y le quitó el libro de la mano abriéndolo en donde un lápiz fungía como
separador; lo observó por unos minutos revisando su tarea.

—Ella también te odia. Creo que tendrás que tomar escuela de verano —le dijo con gracia.

—¿Qué?

—Todas las respuestas, están mal.

—¡Eso no es posible!

—Acá —señaló su libro—. ¿Cuál es la antecesora de la química?

—¿La biología? —dijo inseguro.

—Es la alquimia —respondió con obviedad.

—Vamos, estuve cerca.

—Ni un poco. —Negó con la cabeza—. Pregunta cuatro, ¿Y quién es el padre de la química
moderna?

—No lo sé. ¿Newton?

—Oh, Jesús. —Se dio un golpe en la frente.

—¿Jesús es el padre de la química?

—¡No! Lavoisier, él es el padre de la química. Fue él quien planteó los cambios de la materia.
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—Explícate bien, me confundes. ¿Y eso qué es?

Jeon Jungkook sabía que algo estaba mal; siempre lo sentía, y de todas formas no podía
hacer nada para descubrir qué era, más que dejar que todo encontrara su rumbo de regreso.

—Eres un cabeza hueca, Jungkook.

—Lo siento, pero me la debes; yo te hice tu tarea de lenguaje.

—Saqué seis.

—Aún no escribo bien en inglés, hablarlo es diferente, hice lo que pude.

—Tú ganas, pero no te daré las respuestas. —Dominic suspiró antes de comenzar a
explicarle—. Uno de los principios de la química dice que los átomos no desaparecen, sino
que se ordenan de distinta manera...

—Por ejemplo...

—Las nubes... la lluvia... el cielo... —le vio como intentando que el chico conectara los
cables—. ¿Nada?

—¿Es alguna clase de metáfora?

Negó.—Es algo lógico de la vida. Todo sigue su curso, cumpliendo su función específica.

—¿Te parece que es buen momento para decir cosas profundas?

—Escucha, Jeon. Siempre es buen momento para decir cosas profundas. —Le encantaba
burlarse de las cosas que eran obvias para él.

—¿Y eso qué tiene que ver con mi tarea?

—Solo porque ya no veas a la nube no significa que no esté allí. Puede estar en forma de
lluvia, esa lluvia cae a la tierra como gotas de agua, y regresa en forma de vapor al cielo, para
volver a ser nube. Es su ciclo.

—Pero al caer, el agua... ya no está.

—Estás muy equivocado en ese punto —le dijo con una sonrisa haciendo un círculo en su
libro para resaltar la pregunta que le estaba dando problemas.
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—¿Por qué lo dices?

—La materia no se crea, ni se destruye; solo se transforma.

—Es la ley de...

—La ley de la conservación de la materia. —Dominic asintió con la cabeza—. Parece que
alguien reprobará su clase —se burló.

—No me molestes. ¿Cómo es que sabes eso y yo no?

—Es algo básico. Además...

—¿Además...?

—...En una de las casas hogar en donde estuve había muchos libros, y creo que los leí todos...
algo se me debió haber quedado.

Jungkook le dio un pequeño empujón, y el suspiro del otro le llenó de curiosidad. —Nunca
entendí cómo funciona eso de...

—¿Ser huérfano? —se burló, Jeon asintió apenado—. Pues, te envían a alguna casa hogar con
otros niños como tú. Intentan encontrar parientes tuyos, o alguna pareja que quiera
adoptarte. Es largo, y si eres como yo... tedioso. Luego te envían con familias que cuidan de ti
por lapsos de tiempo, a cambio de dinero del gobierno.

—¿Como tú?

—Como yo. —Repitió—. Las parejas sólo quieren bebés y yo... ya era muy grande. Hasta el
momento, he tenido cinco familias temporales.

—Lamento haber preguntado.

—Nah. No es la gran cosa, solo me queda un poco para los dieciocho, y seré libre.

—Puedo preguntar... ¿Qué pasó con...? —La forma en la que el chico volteó la cabeza hizo a
Jungkook detener sus palabras—...Lo siento.

—¿Mis padres? —Jeon asintió con pena—. Mamá enfermó cuando yo era pequeño y papá... —
se burló de sí mismo—. A la fecha no tengo ni una maldita idea de quién era.
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—¿Por qué lo dices?

—Mi papá era militar, o bueno, eso creo. Hice muchas cosas para obtener información de él.
Siempre supe que teníamos el mismo nombre, intenté buscarlo y cuando lo encontré,
resultó que llevaba unos...—alzó una ceja—diecisiete años muerto.

—Lo siento mucho...

—¿Sabes qué es lo peor? —El chico negó—. Jungkook, tengo dieciséis.

—Eso significa que él no...

—Nunca fue él. Pero... era la única esperanza que tenía.

—Eso no es cierto. Podríamos encontrar al verdadero y...

—Jungkook —le dijo serio—, si las cosas son como creo. En algún lado, tengo una familia que
nunca se interesó en mí. Y ya no importa, ya no la quiero.

—Escucha —Jungkook tragó saliva pesadamente. No tenía recuerdos muy claros; pero en
cualquier aspecto o línea, él también estaba decepcionado del hombre que lo engendró—.
No todos deberían ser padres.

—Ya lo sé. De todas formas, nadie sabe cómo serlo, ¿Cierto?

—¿Estás excusando a tu mal padre?

—No, le estoy dando el beneficio de la duda. Así es la vida.

—Es tonto pero... a veces quisiera tener una guía para ella.

—La tienes y no te das cuenta.

—¿De qué hablas?

—Tu familia. Sé que odias a tu padrastro pero... él no parece ser tan malo.

—No lo conoces bien. Ni a él, ni a mamá. Siento que... —Jungkook se quedó callado, tenía
una vida común y aún sentía que algo no cuadraba.

—Nunca he tenido a alguien que se preocupe por mí. Y el otro día cuando fue por nosotros a
la comisaría yo... —Dominic volteó a verlo cansado—. Olvídalo.
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—Dilo, está bien.

—Yo... pensé que eras un idiota —le dijo serio—. Incluso con todo, hay personas que te
aman... no lo sé, él me pareció alguien genuino, y tú un tonto.

—Lo soy. —Bajó la cabeza—. Tienes razón, supongo que algunas personas tienen más
problemas que yo.

—No se trata de eso.

—¿Entonces de qué?

Dominic negó con la cabeza, y sonrió levemente pensando en lo perdido que estaba
Jungkook. Pero que de alguna forma, su miseria mental era algo que le gustaría haber
arreglado.

—¿Sabes? Todas las noches durante años he rezado por alguien, quien sea, alguien que me
dijera que la vida no era tan mala. Quería encontrar el camino de regreso, pero ahora... ya ni
siquiera sé qué es lo que he estado buscando.

La forma en la que se pasó la mano por el cabello antes de sonreír viendo al cielo le hizo
tener una sensación de desconcierto y náusea que le quemó el pecho a Jungkook.

—¿Y qué es lo que quieres ahora? —le dijo cuando el viento lo despeinó.

—Quisiera que esto termine pronto —suspiró.

—¿Qué cosa?

Volteó a verlo cuando sus ojos le suplicaron ayuda.


—Mi vida.

Un espejo, y la expiación de sus culpas al transformarse.

...
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12 días antes de.

Cuando se tiene atención al detalle, es fácil armar una historia. Paso por paso, y en silencio.

Las líneas actuales eran tres: El origen, el producto y la fractura.

Una obra tríptica en donde cada cosa encaja a su manera.

Y es que, cada versión de ellos tenía acceso al conocimiento de las acciones de su propia
realidad; únicamente.

Por eso, Kim Taehyung estaba comenzando a pensar que no podía arreglarlo.

Lo cual le llevaba a cuestionarse: ¿Era el mismo Jungkook en ambas líneas? ¿O era producto
de algún error entre ellas?

Es decir; él seguía hablando de las líneas como si fueran solo dos porque eran esas a las que
su conocimiento tenía acceso. Pero había muchas cosas que desconocía.
Y divagaba constantemente pensando en cómo avanzar, rayando en la posibilidad de que ya
estaba loco.

—La vista no es muy placentera a esta hora —escuchó detrás de él.

Quitó su mirada de la ventana para enfocarse en el hombre en la puerta. Este no era un lugar
en el que le gustara estar, pero sí el único en el que podía lograr algo.

Durante las últimas noches, Taehyung había cruzado una línea que nunca creyó que
atravesaría cuando sin falta terminó en el laboratorio frente al radar de monitoreo para
contemplar las ondas que se movían por toda la ciudad.

No quería alardear; pero era increíble la forma en la que toda esa energía se movía a su
alrededor. Casi hipnotizante para una mente como la suya cuando las marcas aparecían
como pulsos en el registro, y es que sin saberlo, había hecho algo bien.

—Estoy intentando meditar un poco —respondió acomodándose la bata de trabajo que le


habían entregado.
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Kim Namjoon, pensaba que era una pena tener que amenazar al chico; pero era igual de
trágico dejar que se desperdiciaran sus conocimientos por algo tan vano como sus impulsos.

El moreno le observó con curiosidad.


Ambos sabían que era inútil pelear, y reñir. Ninguno llegaría a nada, pero su tregua se sentía
algo oscura porque entendían el trasfondo:

Ninguno de ellos sabía cómo lograr su cometido. Y eso les quemaba, más que eso, iba a
terminar de enloquecerlos.

Existe algo muy deprimente en la inteligencia. Y es que cuando se es una persona inteligente,
tienes el acceso a tantas cosas, a tantos caminos, y tantas posibilidades que es difícil tomar
una.

Porque hacerlo significa desperdiciar tu potencial en otra cosa. O quizá te llevaría a ser
consciente de lo asquerosa que es la realidad. Cuando alguien utiliza su intelecto para
escalar en la vida muchas veces encuentra junto al éxito, la desolación; o en su defecto la
miseria y la impotencia.

Cuando se es demasiado inteligente no se vive en paz.

Namjoon sabía de sobra que la existencia de múltiples versiones de la historia era posible;
pero a diferencia de Taehyung, a él no le importaba el desenlace del futuro, sino el pasado
trayecto, le había tomado muchos años llegar aquí.

Taehyung se movió hacia la puerta; a juzgar por la hora, pronto tendría que regresar a casa;
aún así, no podía dejar de pensar que algo fallaría con el experimento, pero no encontraba
qué.

—Necesito saber, ¿Qué tanto conoces del otro lado? —cuestionó Namjoon, los dos
comenzaron a caminar por el pasillo metálico de regreso a la sala de control.

—Pues... no mucho en realidad. El sujeto viene del futuro, pero su conocimiento es limitado.

—El simple hecho de tener noción de lo que pasará ya es un gran acontecimiento.

—Pero... —Taehyung entró primero a la sala—. Saberlo crea otros sucesos, que eliminan los
que ya conocía.
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Taehyung no podía explicar a ciencia cierta cómo lo sabía. Es decir, era una gran paradoja.
Además de que siempre tuvo la idea que esto era un bucle infinito, pero no podía romperlo,
sino lo descifraba primero.

—He recalculado el nivel de energía para abrir y estabilizar el vórtice, en sentido contrario.

—Un agujero de gusano no puede... no puede ser manipulado.

—Los cálculos son correctos. Cuando vuelva a anochecer, comenzaremos con las pruebas.

No había mucho que pudiera hacer. Su cerebro los estaba manteniendo vivos todos, pero
solo hacía de Taehyung un rehén, que se veía obligado a medir riesgos con el voltímetro
cuando el circuito se encendía.

Y él esperaba que sus propias predicciones fueran ciertas. Porque de otra forma, lo único que
podría hacer era dejar que se repitiera hasta el colapso de todas las líneas.

Otra persona apareció detrás del viéndole con desdén, hastiado.

Había descubierto que el moreno que media el voltaje desde el panel era Namjoon, el líder
del operativo, conocido por todos como el profesor. Y el rubio que le veía con disgusto, era
Park, el subordinado del primero.

El gobierno les estaba pagando; y en algún punto de su vida, Taehyung hubiera peleado por
tener una oportunidad así de grande. Pero en ese momento, lo veía como un gran bache en
el camino.

Y es que, las últimas semanas cuando salía en la madrugada de ese laboratorio, tenía la
sensación de que le dispararían por la espalda.

Park lo acompañó hasta la salida, en donde lo revisó para asegurarse que no se llevara nada
y después, lo hizo subirse a la camioneta para llevarlo a casa.

Amanecía, el violeta oscuro del cielo pronto se transformaría en rosa y él no quería ver el sol
salir.

El trayecto se sentía largo, e incómodo. Más cuando el tipo le veía por el retrovisor
examinándolo.
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—Oye, Kim —le dijo con dureza—. Vas a ayudarme.

Taehyung carraspeó. —Eso depende de si gano algo yo.

—Podrías... —Detuvo lentamente el auto en medio de la carretera—. ¿Cuánto tiempo has


estado en este pueblo?

—Poco más de diez años —respondió curioso ante su actitud, y lo poco que le gustó la
respuesta.

Park Jimin siempre sabía más de lo que debería. Después de años conviviendo con el
profesor, había entendido un par de sus motivos. Y últimamente tenía la idea de que si
satisfacía ese deseo, podría evitar el colapso total del experimento.

—Necesito encontrar a alguien.

Jimin nunca fue indispensable en el futuro; su primera línea de tiempo terminaba con él
apenas sobreviviendo en alguna región montañosa del país, cuando después del primero de
agosto de 1986 el proyecto en el que trabajaba no diera frutos.

Pero en esta línea, y con el transcurrir de los meses; Jimin había tenido suficiente tiempo
para conocer las historias detrás de muchos de los habitantes del lugar, incluyendo la de los
tres Kim cuya vida le interesaba.

Quizá todos en el cuartel creerían que pasar tanto tiempo de encubierto en la escuela había
sido inutil; pero no, y es que Jimin los había observado en silencio a todos, con cautela
mientras intentaba descifrar sus intenciones.

El profesor nunca habló sobre sus propósitos personales, eso fue algo que él descubrió por
su propia cuenta al hurgar entre sus cosas. El hombre tenía cartas hechas a mano, que
narraban historias y casi parecían darle instrucciones para actuar.

Era una mujer que hablaba sobre un niño y las teorías que ella tenía sobre cómo hacer
funcionar el experimento.

Después de muchas charlas y de revisar por centésima vez los expedientes de las personas
nacidas en ese pueblo, tenía una vaga idea de con quién estaba emparentado el profesor.
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Primero pensó en Seokjin, por eso se atrevió a dejarlo salir, por eso le siguió por días hasta
que cayó en cuenta de que el chico no encajaba.

En su lugar, el más joven que aparecía junto a él, y la mujer en las fotos de la casa de la
familia Min eran similares a las descripciones físicas que el profesor le había contado. Así que
comenzó a cuestionarse si era él el causante real del fallo.

Jimin había seguido en secreto a Agustus Min por meses, y descubrió el nombre grabado en
la lápida que el chico siempre visitaba. Así que eso le confirmaba que también era un Kim,
bueno, al menos de una extraña forma.

—Un chico, aproximadamente de tu edad; madre muerta, cabello oscuro.

Pero no se lo diría a nadie, no hasta que supiera cómo sacarle provecho. Él prefería dejar que
las cosas se dieran en el momento adecuado.

—Eso es bastante ambiguo —le dijo con voz sombría pero burlona—. ¿No les basta con
jodernos a nosotros?

Park negó con la cabeza, había muchas cosas que el chico no entendía. Por eso a Jimin no le
parecía un genio como todos decían, para él, era un niño que no sabía lo que era estar
verdaderamente jodido.

Porque su cerebro lo mantendría con vida; pero sus impulsos iban a arrojarlo al vacío.

—Si decides dejar de ser menos... infantil, avísame, podrías librarte de esto —dijo al aire,
ganándose una mirada de desconcierto antes de encender de nuevo el motor. —Sería un
trato entre nosotros dos.

Taehyung parpadeó confundido; no tenía idea lo que quería decir, al menos no del todo.

Cuando la camioneta llegó a su calle y volvió a detenerse. El castaño abrió la puerta,


temblando un poco por el clima cuando se bajó de esta y la vio alejarse.

Tenía dos cosas: un dilema, y mucho frío.

Así que, cansado, caminó hasta su casa. Y entró por la puerta de atrás sin hacer ruido.
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Subió las escaleras sin muchas ganas hasta quedar de pie frente a su habitación; tragó saliva
pero no entró; y luego siguió moviéndose hasta la habitación de su hermano.

Parecía que el tiempo se había detenido, y mientras más pensaba, más se hundía. Suspiró;
era momento de descansar de su doble vida de científico.

Se regañó a sí mismo. Vaya que tenían razón al decir que se debe tener cuidado con lo que se
desea, pensó, se quitó los zapatos, y luego se sentó en la orilla de la cama de Seokjin, quién
se removió un poco al verlo.

No le dijo nada cuando se recostó a su lado; le extendió un poco de cobija antes de volver a
cerrar los ojos. Y Taehyung le imitó durmiendo con facilidad.

La madrugada hacía que sus pensamientos se volvieran oscuros; por suerte para él, cuando
cerró los ojos, terminó de amanecer.

Taehyung estaba muy cansado de su vida; pero al menos, la última semana todo había
estado bien, y el profesor mantenía su palabra. Seokjin estaba bien, sus padres estaban a
salvo, incluso Yoongi estaba más tranquilo ahora cuando todo parecía haber vuelto a la
normalidad para ellos.

Todos estaban ilesos por el módico costo de la fatiga mental y pérdida de cordura de
Taehyung.

¿Qué podía hacer? ¿Ir a la policía? ¿A la iglesia? Kim realmente quería correr hacia el
noticiero para decir que lo estaban obligando a hacer cosas; decirle al mundo que el
gobierno les ocultaba la verdad.

O quizá simplemente solo lanzarse a llorar en brazos de su madre, pero esa tampoco era una
opción. Así que optó por algo similar cuando se sintió menos expuesto al lado de Seokjin.

Pasadas unas pocas horas de sueño, que para Taehyung se sintieron como minutos, el
castaño abrió los ojos cuando escuchó que le hablaban.

Después de que comenzaran las vacaciones de invierno, ya a nadie en esa casa le importaba
dormir hasta casi las diez de la mañana, quizá más.

Con la luz de sol, su presente se veía menos sombrío.


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—Sabes que en realidad no me importa —le dijo su hermano—, pero... tus ronquidos en mi
oído me están incomodando mucho.

Carraspeó. —No seas llorón. —Luego se escondió entre la sábana.

—Taehyung... —Seokjin aclaró su garganta—. Estás ocupando la mitad de mi cama.

—Déjame dormir, tarado. —El Kim mayor negó con la cabeza antes de empujar a su hermano
para que se alejara.

—Antes no te quejabas cuando venía a dormir aquí —Taehyung intentaba cubrirse con una
almohada ofendido por la interrupción de su sueño—. Hasta me abrazabas.

—Antes, no medías un metro con ochenta, ¡O invadías mi jodido espacio personal!

—Ay, ya. No seas egoísta —le dijo queriendo abrazarlo—. Dame cinco minutos más, hermano.

En resumen, lo único que quería era dormir un poco; pero su madre mantenía cerrada con
llave la habitación de huéspedes, y no quería lastimar a Jungkook al dormir, así que su
habitación no era una opción.

Además, desde la última vez que había subido a limpiar el ático, le daba muchísima
vergüenza estar allí. Así que sí, se auto-invitó a dormir en la habitación de Seokjin.

El mayor no le dio mucha importancia la primera noche; pero comenzaba a cansarse de su


hermano intentando usarlo de almohada.

—Tienes un colchón extra en tu habitación, Taehyung. Úsalo y lárgate de aquí.

—Seokjin... —le dijo serio—. Tengo que confesarte algo.

—¿Ahora qué?

Se supone que había comenzado a decirle toda la verdad a su hermano. Bueno, a medias,
pero ya le había dicho muchas cosas.

Le confesó que Jungkook no era de intercambio; también le contó que lo había encontrado a
la orilla del lago la noche que él osó abandonarlo. Esa parte era cierta.
Taehyung diciéndole a Seokjin que Jungkook era un espía secreto, no.
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Pero, ¿Qué debía hacer? No podía decirle:


"Jungkook viene del futuro, es tu hijastro y casi te quedas cojo". O qué tal, "Oye, me acosté
con el hijo que tendrá tu novia, que no es tu novia pero va a ser tu esposa".

Sí, definitivamente sonaba mal.

Así que: "Jungkook era un espía; pero quiso dejar la organización y no lo tomaron bien. Así
que lo ayudé a esconderse, y te confundieron conmigo, por eso comenzaron a seguirte" fue
más fácil de decir para Taehyung y de asimilar para Seokjin.

Pero bien, Taehyung estaba harto de la gente del gobierno siguiéndolo por todo el pueblo.
Ya no tenía energías para decir una mentira más, así que sería demasiado honesto con él en
este punto.

—No hay colchón —dijo, el objeto pasó demasiado desapercibido mucho tiempo—. Hace
unos dos meses que ya no está.

—¿Qué?

—Yo... duermo con Jungkook.

Seokjin intentaba procesar todo; sabía que algo de todo lo que le habían dicho no era
verdad, pero al menos ya no estaba tan aislado de la información de los lunáticos que
quisieron hacerlo brocheta y de su hermano teniendo una relación más estable de lo que él
pudo en años.

Y con respecto a lo último, aún tenía una espina que se clavaba en su pecho cuando su
hermano comenzaba a hablar desvergonzadamente. Le hacía sentir deseos de llorar con
música instrumental de fondo y viendo fotos de Taehyung de bebé.

—¿Y crees que eso es excusa para abrazarme a la fuerza?

—Es la costumbre, no me culpes. Literalmente duermo abrazado a él...

—Basta de información innecesaria. Te pedí sinceridad, pero esto ya es mucho para mí.

—Yo te he escuchado hablar sobre tus chicas por años; ahora, aguantate.

—¡Pero no es lo mismo!
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—Sí, lo es. No seas hipócrita.

—Está bien; me disculpo por las cosas que te dije durante estos años. Pero no quiero saber lo
que haces a solas con el agente 007.

Al menos en esta línea; la repulsión y rechazo de Seokjin habían sido reemplazados por pena,
e incomodidad que eran casi cómicas.

—Dramático. —A Taehyung le hacía mucha gracia el conflicto que causaba en su hermano—.


Después de que lo abrazo le doy besitos en la espalda...

—Tae, no digas esas cosas cuando estoy en calzoncillos. Por favor, no me atormentes. Haces
que quiera ir a confesarme, sé que he pecado pero no merezco la condena.

—...Y luego él me f-...

Seokjin abrió los ojos y extendió el brazo para taparle la boca antes de que siguiera
hablando. —¡Kim Taehyung, ya bajale a tus hormonas, te lo suplico!

—¿Ves lo que he sufrido por tu culpa todos estos años? Ahora soy yo el que irrumpe en tu
habitación. Déjame ir tu camisa roja, rociarme fijador para el cabello y podré decir: "Conocí a
un chico, es nuevo en la ciudad y es demasiado ardiente" —le dijo imitando la forma de
hablar de Seokjin.

—¿Acabas de citarme?

—Tengo buena memoria, y tú me debes muchas.

—¡Sí, ya entendí la lección! Ahora cállate, por favor. Haces que quiera castrarlo.

—No es justo, le quitarías lo divertido a mi vida.

Tomó aire, iba a callarlo por la fuerza. —Dices otra cosa más y te daré la charla de las abejas
de nuevo.

—¿Vas a seguir con eso? Es la peor explicación sexual del mundo.

—Es aprueba de tontos, si la conocieras, la próxima vez que andes haciendo el "abeja por
abeja" al menos te asegurarías de que nadie te vea.
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Taehyung abrió los ojos atrapado; él conocía demasiado bien a Seokjin, sabía que no iba a
decírselo de frente pero si lo insinuaba... Ay, mierda.

El sueño del menor desapareció de golpe, de pronto se había vuelto incómodo y vergonzoso
estar allí.

—Tienes razón, iré a dormir al sofá —dijo dando un brinco de la cama, que asustó al mayor,
para levantarse—. O a cortarme el cuello, lo que sea más fácil.

—¡Taehyung! ¡No huyas! Sé que no vas a quedar embarazado pero aún no tenemos esa
conversación a fondo. —Oh, no. Taehyung no quería llegar al fondo de... eso.

No era justo, se supone que el avergonzado debía ser Seokjin, no él.

—Y no vamos a tenerla —le dijo—. Si te tranquiliza, podemos fingir que me diste un buen
sermón de hermano mayor y yo entendí el mensaje.

—Me sirve —respondió Seokjin, alzando su pulgar de entre el montón de sábanas en las que
se había cubierto.

La luz de la mañana iluminaba todo el lugar. Esto de tener "doble turno" no estaba
ayudando mucho a la cordura de Taehyung.

Salió de la habitación de su hermano y alzó la cabeza intentando recordar el propósito de


todo esto; pero cuando abrió los ojos, se fijó en el techo, y un pequeño cable que sobresalía,
supuestamente oculto en la bombilla del corredor.

Ladeó la cabeza; lo siguió con la vista, para encontrarse con otro, y otro, que finalmente le
hizo caer en cuenta de que tenían cámaras dentro de la casa.

Era la segunda vez en la semana que le ponían putas cámaras, él ya no tenía nada de
paciencia. Caminó hacia el armario de limpieza y sacó una pequeña escalera para poder
alcanzar el techo del pasillo.

Le sacó el dedo de en medio, y luego se enfocó en arrancar el pequeño aparato seguido del
cable.
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Se movió molesto por toda la casa buscando otra señal de que lo estaban controlando. Y es
que así era, solo faltaba que cuando estornudara, las plantas de su jardín le dijeran "salud".

Quizá exageraba, ahora estaba loco y paranoico.

Entró a su propia habitación; Jungkook se había recuperado bastante, aunque claro, aún
estaba ese pequeño detalle de tener media pierna inmovilizada.

Había sido atendido por un médico especialista traído de quién-sabe-dónde, una silla,
muletas y mucha comida. Era extraño, pero no negaría que también era conveniente.

Taehyung sentía que lo observaban por doquier, y un peluche, de entre el montón que las
chicas de la escuela le habían llevado al herido Jungkook, le pareció sospechoso.

Así que lo tomó para buscar una cámara o micrófono en este, y comenzó a sacudirlo. Como
queriendo obligar al pequeño amarillo a que le contara todos sus secretos.

Jungkook abrió ligeramente los ojos. Se sentó en la cama, ya era casi mediodía y se
preguntaba cuánto tiempo tendría que pasar con esa molesta cosa que le mantenía la pierna
protegida pero le hacía sentir inútil.

Pero lo primero que vio fue a su pequeño Kim intelectual peleando con un peluche. Bueno,
ahora era el pequeño Kim desquiciado al parecer.

—¿Taehyung? ¿Qué haces? —dijo confundido cuando vio al castaño haciéndole gestos a un
peluche e intentando quitarle el botón del ojo.

Atrapado, escondió el osito detrás de su espalda.


—¿Yo? ¡Nada!

—Estás ultrajando al pobre muñeco —dijo con una sonrisa e intentando bajarse de la cama.

Taehyung soltó al oso y se movió de inmediato hacia él.


—¿Qué crees que haces? ¡No te esfuerces!

—Es mediodía y recién despierto. Eso es un nuevo récord de holgazanería. Necesito tomar
un baño —le dijo con obviedad, buscando alcanzar sus muletas para levantarse.

—Oh, no. Señor "Me creo muy fuerte" recuerda que no puedes mojar el yeso.
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—Pastelito, relájate. No es la primera vez que me parto una pierna.

Jungkook alguna vez le había contado a Taehyung sobre cómo fue a esquiar con su padre, y
terminó con el tobillo torcido en navidad. Pero lo extraño era que ninguno de los dos podían
tener la certeza de a qué línea temporal pertenecía ese recuerdo.

Al pelinegro no le importaron los regaños.


Dolía como el demonio moverse, pero sus brazos eran fuertes y podía avanzar hasta el baño
sin más ayuda que sus muletas.

No quería sentirse inútil, no tanto como actualmente era.

Taehyung estuvo a punto de obligarlo a volver a la cama cuando Seokjin irrumpió como
siempre en su habitación. Ya se había bañado y cambiado.

—¿Y ustedes por qué no están vestidos ya? —les dijo a lo que ambos se vieron con
desconcierto—. Pensé que iban a ayudarme.

—¿Ayudarte con qué? —Taehyung había estado muy desconectado de los problemas de su
familia en los últimos días.

Su hermano volteó a ver a Jungkook, quien tenía una expresión culpable.


—¿No le dijiste a Taehyung? —reprochó indignado de que Jungkook faltara a su confianza.

—¡Lo olvidé, lo siento!

Seokjin negó con la cabeza. De nuevo, de qué le servía tener un hermano extra si no le
ayudaba en nada.

—Como sea, ya fui por mis trajes. Pero aún necesito su opinión.

—¿Trajes? —No, definitivamente, Taehyung no estaba en sintonía.

—¡El baile es esta noche, Taehyung! —dijo Seokjin—. Y sabes lo que significa, ¡Premios de fin
de año! Jeon también tiene que ir.

Los días seguidos a que Jungkook despertara, fue llenado de las atenciones de las personas
de la escuela. Le llevaron desde regalos, hasta dinero y él no podía negar que le gustaba la
atención.
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También estaba feliz porque habían ganado el partido, e iban a premiarlos como equipo. Y
según Seokjin, él también tenía parte en el premio.

Pero no tenía un traje, y definitivamente no iría al baile.

—Oh, no. Lo siento, pero yo no voy a ir.

—¿Qué? No puedes no ir. Vamos, Bond. Te conviene.

Volteó a ver a Taehyung en busca de ayuda. Pero el castaño se divertía viendo a su hermano
con toda esa energía. Y es que el Seokjin auténtico era un hombre bastante emocional y
eufórico.

—¿Y qué se supone que tendríamos que hacer?

No quería estereotipar a los menores pero... realmente esperaba que tuvieran buen gusto,
porque él no iba a escoger su ropa solo.

—Verme modelar —dijo cuando los cambiaron su expresión, por una de "¿En qué jodidos nos
metimos?"—. ¡Voy por mis trajes!

Se vieron entre sí. Había un momento en esa casa al que todos temían, y era cuando Seokjin
pedía una opinión sobre su ropa.
Era super indeciso, e incluso había comprado dos trajes caros porque no pudo elegir solo
uno. Pasaba horas hablando y se quejaba hasta por el más mínimo detalle.

Así que cuando el castaño mayor se fue, aprovecharon para cerrar con llave la puerta para
huir.

Pudieron zafarse un rato con la excusa de que Jungkook debía tomar un baño, y que no
podía hacerlo solo. Lo cual no era del todo mentira.

Intentaron guardar silencio mientras los dos se duchaban y se colocaban ropa deportiva, de
esa que solían usar para estar en casa. Solo esperarían a que el mayor se fuera.

Taehyung aprovechó el momento para tomar una siesta de una hora en la alfombra, y
Jungkook, en la cama, se cómodo para terminar su trabajo. Bueno, si es que puede llamarse
así al libro de colorear que ya casi terminaba de llenar por completo.
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Pero cuando llegó la tarde, el reloj marcó las cinco, y se vieron forzados a salir del encierro de
su habitación por comida. Estaban demasiado hambrientos.

Taehyung asomó la cabeza para asegurarse de que el pasillo estuviera vacío, y luego salió
con sigilo. Y no supo de dónde salió o cómo, pero Seokjin lo atrapó.

—¡Justo a tiempo! —le dijo cuando lo tomó como rehén.

—¡Jungkook, ayuda! ¡Me tienen! —gritó mientras era arrastrado por las escaleras.

—¡Noo! ¡Siempre se llevan a los más jóvenes! —gritó desde la habitación fingiendo llorar.

En fin, así fue como los dos terminaron en la sala de la casa, viendo Seokjin cambiarse de
corbata por milésima vez.

Seokjin ayudó-obligó a Jungkook a bajar las escaleras. Pero le había dado manzana en
cuadritos, y eso era suficiente para el pelinegro.

Además de que parecía muy empeñado en hacerlo ir al baile. Se hizo el benevolente dándole
a Jungkook uno de sus trajes, y justo ahora casi le obligaba a ponérselo.

Taehyung lo vio celoso. Estaba bien que fueran amigos, pero si su hermano pretendía
robarse a su cita que no era su cita para baile, estaba muy equivocado.

Jungkook por su parte, pareció feliz con la idea, así que terminó de convencerse de asistir.

Él comenzó a intentar ponerse el traje, pero no podía, ni siquiera le entraba por el maldito
yeso.

Al igual que el Kim mayor, que no estaba conforme con la camisa que le quedaba pequeña
en los hombros, y el pantalón grande de la cintura. Jungkook y él eran aparentemente casi
de la misma talla, así que esto no estaba funcionando para ninguno de los dos.

Mientras Seokjin corría por toda la casa buscando dónde conectar su secadora, y sus padres
les veían vestirse en la sala sin atreverse a preguntar qué sucedía, Taehyung decidió tomar
medidas drásticas.

Él no tenía cabeza para soportar a tonto uno y tonto dos quejándose de sus atuendos y su
cabello. Así que hizo una llamada de emergencia.
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El timbre sonó pasados solo unos minutos, y él se levantó corriendo del sofá para quitarse
del camino y dejar esto en manos profesionales.

—¡Mantengan la calma! La verdadera ayuda está aquí —dijo Yoongi desde el marco de la
puerta con su metro en el cuello y sus alfileres en una mano.

Seokjin y Jungkook parecieron aliviados al verlo llegar. En especial porque el traje del
pelinegro les estaba dando demasiado problemas, pero eso no era suficiente para detener a
Min.

Él amaba cuando sus amigos se dejaban usar como maniquíes.

Se encargó de arreglar el pantalón de Jungkook para que el yeso no le impidiera ponérselo. Y


los golpeó a ambos por arrugar el saco de Seokjin, porque era de casimir y no era nada
barato.

Mientras los tres se movían ansiosos frente al espejo, Taehyung parecía perdido en sus
pensamientos mientras veía el cielo oscurecer desde la ventana.

Es decir, su día se había ido volando y realmente quería tener la habilidad de esos tres
fingiendo que no había pasado nada; pero no podía.

Hace un par de semanas pensó que... no era tan mala idea aceptar la invitación de Jungkook.
Incluso compró un par de cosas, solo que ahora no podía pensar en nada más que no fueran
luces parpadeando y cables de colores.

Aún así, les sonrió cuando finalmente lograron vestir a Jungkook, y se dedicó a peinar el
cabello de este hacia atrás y de colocarle correctamente su corbata.

La hora llegó, debían irse pronto.

—Oye, Min. ¿No deberías ir a arreglarte también? —le cuestionó Jungkook al fijarse en su
ropa de trabajo.

El chico negó. —No iré solo al baile —dijo restándole importancia mientras terminaba de
ayudarlo—. Diviértanse
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Seokjin regresó ya peinando a la sala; la bocina de un auto se escuchó en el exterior de la


casa. Y él se asomó por la ventana.

—Ya vinieron por nosotros, Jungkook. Vamos —le indicó caminando emocionado.

Jungkook asintió, y volteó a ver a Taehyung.


El castaño ya le había dicho que no quería ir, y no quería forzarlo.

Este solo le sonrió como animándolo. Su hermano le había contado la razón por la que se
empeñaba en hacer que Jungkook se fuera y él no pudo objetar nada.

Tuvieron que esquivar las fotos del señor Kim antes de irse. Y así, Taehyung contempló desde
la entrada como los chicos del equipo se movían dentro del auto para dejar subir al
Jungkook lastimado.

—Creí que irías con ellos —escuchó decir detrás de él.

Taehyung no era el tipo de chico que se interese del todo por su apariencia. Y Min sabía que
en el fondo el castaño sí quería ir.

Se alzó de brazos. —No puedo, tengo cosas que hacer.

—Lo sé, los he visto caminando por el bosque—. Se quedó callado—. A veces estoy
durmiendo, y sueño que alguien me dispara, creo... creo que son ellos.

Vaya, al parecer todos estaban traumatizados. Seokjin había vuelto a tomar pastillas para
dormir y sabía que era su culpa.

—Lamento haberlos arrastrado a esto —dijo con pena.

Taehyung tragó saliva pensando que había sido muy estúpido todo este tiempo.

—Amigo, al menos hiciste más interesante la vida en los suburbios. Por mí parte —palmeó su
hombro para pasar a su lado y salir de la casa—, gracias por un extraño invierno, Kim —le
dijo.

—¿Realmente acabas de agradecerme por eso? —cuestionó, Min apenas había dado un par
de pasos en la nieve cuando volteó a verlo.

—Sí, es lo único que puedo hacer.


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No se lo diría; pero incluso si estaban acorralados, Agustus sentía más paz en ese momento,
del que había tenido en cualquier línea temporal.

—No te vayas, no quiero estar solo.

—¿Entonces qué haces aquí? —lo retó—. Sabes qué es lo que tienes que hacer.

—No esperarás que yo...

Agustus solo siguió avanzando.


—Si cambias de opinión, solo toca mi puerta. Tengo algo para ti en mi armario.

A Taehyung le hubiera gustado saber cómo era que las demás personas podían procesar sus
emociones de formas que él no entendía.

Sabía que era una estupidez, y que esta no era una película de esas que Jungkook le
contaba. Pero quizá, hoy era un buen día para lanzarse desde las alturas de su temor, hacia
el fondo de lo que quería.

El pelinegro menor, sacó su llave para entrar de regreso a casa. Pero contrario a lo que creyó,
los pasos detrás de él le hicieron saber que era más persuasivo de lo que creyó.

Había comenzado a nevar, al voltear se encontró con Taehyung, a quien le sonrió por la
escarcha en su cabello, y sus anteojos empañados y le dio entrada libre a su casa.

Era una buena noche para dejar que sus almas encontraran redención.

...

De entre todos los lugares en la ciudad que se pudieron haber utilizado, la pista de baile, y
pseudo escenario estaban allí, en el gimnasio de la escuela.

Jungkook pensó que esto pudo haber sido menos común si le hubiesen puesto más empeño.

La mayoría de las chicas usaban vestidos en tonos celestes, al igual que los chicos con sus
trajes negros para combinar con las decoraciones.

El tema era "La última noche del invierno" y él comenzó a pensar que era exactamente como
Taehyung le dijo que sería.
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La primera media hora fue divertida, después todos en el equipo se fueron con sus
respectivas citas, y le habían dejado allí, con su tonta pierna, y ponche.

Había alcohol de contrabando también; pero no podía beber si estaba tomando


medicamentos para el dolor.

Así que estaba solo, aburrido y ese pastel era más leche que pastel, así que no pensaba
comérselo.

Sus muletas no combinaban del todo con su traje, según él, y estar allí no era tan mágico
como esperaba. Quizá Taehyung tenía razón, debió quedarse en casa.

Jungkook llevó su vista a la bebida sin muchas ganas cuando las parejas comenzaron a
ponerse de pie.

Suspiró en su silla, hasta que alguien le colocó la mano en el hombro.

—La decoración podría haber quedado mejor —le dijo Agustus a su lado—. No tengo dudas.

Jungkook volteó hacia él, no esperaba verlo allí, ni a sus tirantes blancos que resaltaban
sobre su camisa negra.

—Creí que dijiste que no vendrías —dijo desconcertado.

—Dije que no vendría solo —le respondió con una ceja alzada y una sonrisa cómplice antes
de voltear hacia la entrada.

—¿Qué?

—Creo que está buscándote... —le dijo antes de inclinarse y decirle en voz baja—. Me debes
una.

Jungkook ladeó la cabeza, y le imitó llevando su vista a la puerta, en donde se encontró a un


Taehyung que buscaba con la vista entre las personas, y cuya falta de anteojos parecía hacer
que se le dificultara.

El sonido de la leve tonada de la canción de fondo hizo que los ojos de Jungkook se abrieran,
y ese brillo que los caracterizaba apareciera por el suspiro que la imagen del castaño le robó.
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Jungkook tragó saliva, cuando su madre le dijo que tenía que esperar por su príncipe no le
creyó, pensó que era una tontería de esas que se le dice a los adolescentes para que dejen de
llorar.

Pero junto en ese momento, Jeon Jungkook admitió que quizá era real cuando la música y el
viento se confabularon para que el encaje de la puerta, al igual que las estrellas y luces que
estaban colgadas en esta se movieran en cámara lenta cuando Taehyung atravesó la
entrada.

Un joven alto, y apuesto; de cabello castaño, peinado hacia atrás de donde un mechón
rebelde caía sobre su frente, vestido con un traje blanco a la medida que encajaba
perfectamente con los copos de nieve y las luces blancas alrededor del arco de bienvenida.

Brillaba; Oh, Kim Taehyung siempre brillaba ante la mirada de Jungkook.

Los ojos de Taehyung se clavaron en los suyos cuando finalmente lo encontró sentado a la
distancia, y sonrió exclusivamente para él.

Había brillantina plateada por todos lados, tanta que el corbatín del mismo tono de
Taehyung combinó con la decoración del lugar.

Caminó lento hacia él con las manos en los bolsillos sin apartar su mirada de él hasta llegar
frente al chico.

—Hola... —dijo y llevó una mano a su propio cuello algo avergonzado—. Veo que eres muy
guapo, y que estás solo... así que, pensé en hacerte compañía. ¿Puedo?

Jungkook lo meditó unos instantes.


—No lo sé, mi novio es algo celoso —se burló de él.

—Él no tiene que enterarse —le respondió Taehyung pasándole una mano por el cabello para
peinarlo.

¿Que si Jeon Jungkook estaba enamorado de él? Efectivamente, así era. Y no podía ni
recordar cómo era todo antes de estarlo.

Todo este tiempo pensó que lo único que quería era encontrar a alguien como Taehyung;
pero eso no era cierto; siempre quiso encontrarlo a él, específicamente.
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El volumen de la música bajó ligeramente cuando el encargado del sonido comenzó a


hablar:

" —Les damos la bienvenida a todos. Hace frío y los trajes son caros, pero no se preocupen,
pronto será la última noche del invierno".

—Me parece que es un terrible tema para un baile —dijo Jungkook con gracia. "La última
noche del invierno" en una noche así de fría cuando parecía que el hielo solo se expandía le
resultó irónico.

—Es el mismo tema todos los años, no tienen presupuesto —le aseguró—. No han intentado
algo diferente desde que yo estaba en secundaria.

—Bueno, entonces supongo que es la eterna última noche del invierno

Taehyung no pudo evitar reír.


—Eres un cabeza hueca, Jungkook.

Jeon escondió su sonrisa antes regresar su vista hasta su vaso.


—Al menos esto sabe bien —dijo observándolo vacío.

—¿Quieres que te traiga más? —Parpadeó varias veces.

Jungkook le vio con curiosidad.


—Estás muy atento, Kim.

—Vine a ser tu pareja de baile, no me presiones.

—¿Ah, sí? ¿Y eso implica?

—Jeon —le vio serio—, acabo de peinarme y ponerme un smoking. Así que básicamente vine
a traerte ponche y a obligarte a usar un ramillete.

—¿Ramillete?

Taehyung abrió los ojos y comenzó a buscar entre sus bolsillos. Lo último que le faltaba era
haber perdido sus florecillas.

Finalmente, se tocó el bolsillo del saco; y de este tomó una caja de plástico pequeña que
había olvidado que tenía.
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Eran pequeñas porque así podían sujetarse perfectamente a la solapa del saco de ambos,
como dos prendedores hechos de tela que simulaban una flor con un clip de plata.

—Iba a traerte un ramillete real, con rosas y encaje, pero ninguno de los dos cree en eso de
regalar flores —le dijo sonriendo para abrir la caja y tomar una de ellas para acercarse a
Jungkook.

Las luces hicieron al prendedor relucir cuando Taehyung extendió sus manos para clavarlo
en el saco del otro, a la altura de su pecho.

Y después, con la caja abierta, la entregó al chico para que hiciera lo mismo.

Jungkook tomó el otro y se fijó en el traje blanco. Él lo había visto antes, entre el perchero de
atuendos de Min, pero nunca pensó que fuera de la talla de Taehyung.

—Creo que así se sienten las personas cuando proponen matrimonio —bromeó cuando abrió
el gancho para atravesar la tela de la solapa.

—Esta no es temporada de matrimonios —lo meditó—, bueno, al menos no en mi familia.

—¿A qué te refieres?

—No sé si te lo dije antes, pero mi familia tiene la extraña tradición de proponer matrimonio
en las bodas o los aniversarios, es raro. Por ejemplo, mis padres se comprometieron en la
boda de un tío, mis abuelos en el aniversario de sus padres...Y así, por generaciones.

—¿Es alguna clase de superstición?

—Eso creo, son tonterías. Pero según mis "ancestros"...Une a la familia desde sus comienzos.

—O sea que tendrías que comprometerte en...

—En la boda de Seokjin —afirmó.

—¡No se vale! ¿Y si quisiera proponerte matrimonio justo ahora?

—Te diría que sigas participando, y que lo intentes de nuevo en el aniversario de mis padres,
o cuando Jin se case. Tal vez entonces te diría que sí.

—¡Eso no tiene sentido! —Se cruzó de brazos.


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—¿Y por qué no?

—¡Porque falta mucho para eso!

—Ya nos fuimos de luna de miel, de todas formas. No hace falta la boda —dijo sarcástico y
Jungkook le vio con los ojos entrecerrados.

—Idiota.

Kim negó con la cabeza. No pretendía darle más cuerda a la imaginación de Jungkook, pero
le gustaba verlo indignado.

La canción cambió a una más movida y Taehyung movió la cabeza al mismo ritmo que "Girls
Just Wanna have fun."

—Dios, esa canción es lo mejor —dijo Kim.


Su padre siempre le recalcó que esas canciones eran para chicas, y a Taehyung, bueno,
honestamente ya no le importaba.

—Parece que lo estás disfrutando. Quién lo diría.

—Oh, cállate, Jungkook. Este chico solo quiere divertirse.

—Ah, claro. Cambia de tema.

—¿Yo? ¿Cambiando de tema? Jamás.


—Le apretó una mejilla levantándose y tomando el vaso de Jungkook—. Ya vuelvo.

Jungkook frunció el ceño. El pequeño Kim intelectual se estaba aprovechando de sus


limitaciones físicas.

No muy lejos de allí, cerca de la mesa en donde todo el equipo de béisbol se reunió; Seokjin
se reía junto con sus amigos mientras hablaban sobre lo felices que estaban con su triunfo.

Volteó a ver hacía el otro lado, y observó el momento exacto antes de que su hermano se
alejara de Jungkook. Y se sintió afortunado de que Taehyung se decidiera a venir.

Seokjin y Jungkook nunca fueron los mejores amigos del mundo; aún así, le había tomado
aprecio al pelinegro.
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El maestro de ceremonias se acercó a ellos.


—Oigan, chicos. Después de esta canción les toca —les dijo recordándoles sobre las medallas
que iban a darles.

Todos asintieron felices, y él regresó hacia el área de los controles de sonido; pero Seokjin le
siguió con la vista.

—Oye, Kim —le dijo uno de sus compañeros—. Es hora del premio.

—Cierto... —respondió dándole una mirada rápida a Jungkook y luego volviendo a


concentrarse en el equipo.

—¿Le dijiste algo?

—No, no. Es una sorpresa.

El equipo y Seokjin habían llegado a un acuerdo para ver quién se quedaba con el premio
más esperado de la noche.

Alzó la vista por un momento cuando la música se volvió más suave; Agustus estaba
discutiendo con el encargado de la música, supuso, por lo ofuscado que se veía de querer
corregirlo.

Sonrió, y le vio negar con la cabeza aburrido antes de salir por la puerta del gimnasio.

Lo meditó un par de segundos antes de ponerse de pie.

—¿A dónde vas? —le dijo uno de esos amigos.

—Tengo algo que hacer, no me tardo —respondió separándose de su grupo.

Era un momento importante, y todos los importantes para él debían estar presentes.

Caminó en dirección a la salida, y volteó a ver a ambos lados cuando salió al pasillo para
encontrarlo vacío.

Así que pensó en buscar más allá de la salida principal. Después de que atravesó la puerta, lo
primero que vio fue a su amigo sentado en las gradas de la entrada de la tribuna del campo
de béisbol.
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Agustus Min estaba cansado de lo mal que sonaba el estéreo y de que no lo dejaran tocarlo.
Además, ya había cumplido con su misión de cupido de la noche, así que estar allí adentro
no le hacía mucha ilusión.

Suspiró; cuando exhaló, el vaho de su boca fue visible ante las luces del campo.
Entonces, escuchó el sonido de la reja de la entrada y logrando ver a Seokjin en la entrada
del campo.

Kim le sonrió, y se acercó con pasos lentos, con las manos en sus bolsillos para quedarse de
pie frente a él.

—Oye... Hace demasiado frío esta noche. ¿Qué haces aquí afuera? —le dijo a Min.

El chico negó con la cabeza.


—¿Qué haces tú aquí afuera? —le reprochó—. ¿No iban a darte el premio al mejor jugador?

Seokjin vaciló un poco antes de sentarse a su lado en las gradas.

—Pues no soy el mejor jugador, soy el mejor capitán —le dijo con gracia.

—¿Qué? —respondió confundido.

—No sé si deba decirlo; pero Jungkook entrenó mucho para el juego, horas y horas mientras
yo me la pasaba llorando y siendo un idiota. Aún así... no pudo jugar en la final.

—Lo sé, estaba muy emocionado.

—Pienso que motivó a todo el equipo. Y eso lo hace el mejor jugador.

—Tú... ¿Le diste tu premio? —Incrédulo, volteó a ver a Seokjin y al vaho que brotaba de sus
labios.

Kim asintió. —Él se lo merece más que yo. Se lo propuse al equipo, y todos estuvimos de
acuerdo.

—Puedes ser muy noble si lo intentas, ¿O no, grandote?

—Creo que... es algo muy mío. ¿No te parece? —le dijo dándole un pequeño empujón. —Van a
dárselo en un rato, así que, vine a llamarte para que nos acompañes.
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Agustus Min le vio sonreír a su lado y su pecho tembló. Todos habían llegado a rozar con la
pureza de sus propias almas.

Seokjin le palmeó la espalda antes de levantarse con intenciones de regresar al gimnasio.

Min se puso de pie, pero no avanzó, en su lugar, se quedó parado en uno de los escalones.

—Jin... —dijo y Seokjin se detuvo—. ¿Viniste hasta acá... solo por eso?

Un suspiro; ese suspiro que fue tan grande que el mayor de los Kim no lo pudo ocultar.
—Sí —volteó a verlo, y respondió con una sonrisa sabiendo que no era cierto.

—Sobre lo que dijiste la otra noche...

—Déjalo así —lo detuvo—. Pensé que pasaría algo muy malo. Y yo... No quería morir como un
cobarde, ¿Está bien? Es todo.

—Viste cómo nos apuntaban y decidiste que era buen momento para sincerarte. Lo entiendo
pero yo...

—Ya te lo dije, es todo.

—Necesito saberlo —musitó cuando Seokjin volvió a caminar hacia él—. Necesito que me
digas por qué.

—No sé a qué te refieres.

Agustus frunció el ceño cuando el otro intentó fingir demencia. Seokjin estaba frente a él, y al
estar parado en el escalón, podía verlo a los ojos sin tener que alzar la cabeza.

—Ese día, ¿Por qué me dejaste? ¿Por qué no me defendiste?

—Olvídate de eso.

—Seokjin —lo tomó del brazo—, mírame a los ojos y dime, ¿Por qué tuviste que hacerme
miserable los últimos dos veranos? ¿¡Qué fue lo te hice!?

El mayor apretó la quijada molesto. Y resopló antes de comenzar a hablar.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Quieres escucharme decir que soy un imbécil? ¡Pues sí, lo soy!
—alzó la voz, frustrado—. ¿¡Ya estás feliz!?
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Por favor, no.

—¡No me grites!

—¡No te estoy gritando!

—¿¡Por qué no puedes solo responder!? —vociferó molesto.

No más.

—¡Yo hablo como se me da la gana! No me importa lo que digas. —Seokjin bajó la cabeza, y
exhaló cansado.

Nunca más.

—¿Lo ves? ¡Sigues siendo un maldito cretino!

—¡Y tú un fenómeno de mierda!

Estaban peleando de nuevo, y ninguno de los dos quería hacerlo.

—Ni siquiera eres capaz de ser honesto...—murmuró y le fue imposible leer la lástima en sus
ojos. Tragó saliva; su respiración estaba pausada y sentía que moriría.

Seokjin no quería sentir, ni temer. Ni decirle que él le había dolido tanto todos estos años.

—¿¡Quieres honestidad!? —Negó con la cabeza y luego levantó la vista, dando un paso al
frente.

—¡Sí!

—Me gustaría tener una gran excusa, pero no la tengo. Y lo cierto es... —tragó saliva—que te
extrañé mucho.

—¿Qué?

—Me dejé manipular. Estaba asustado y confundido. ¿¡Está bien!? Y sé que no es la respuesta
que esperas, pero no tengo otra.

—Tú... eres increíble. No puedes un día decir que sentías algo por mí y al siguiente actuar
como si eso no hubiera pasado. No puedes esperar que simplemente lo olvide.
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—Sí. Sí puedo —le respondió encarando al chico.

—No inten... —Seokjin no lo dejó hablar, estaba tan cerca que su pecho casi rozó con el suyo
cuando dio otro paso al frente, tocando el dorso del escalón con la punta de su zapato.

—¿Y sabes por qué? —Se burló de sí mismo—. Porque yo estuve en la mierda tanto como tú.
Pero como el culpable fui yo, tuve que tragarme todo eso solo. Sé que lo merecía, pero eso
no hace que duela menos.

—¡Oh, dios! ¿Crees que eso te da derecho? ¡No siempre se trata sobre ti!

—¡Claro que no! Porque el pobre, pobre Agustus Min nunca hizo algo malo. —Ese coraje
hacia él venía de las cosas que hizo en otra línea—. Y fueron solo él y sus sentimientos lo
único que valía la pena.

—¿Qué demonios te pasa?

Su voz se volvió más débil.


—¡Me da muchísimo coraje! Nunca supe cómo manejarlo. Y tú, pretendes que te explique
cosas que ni siquiera yo mismo entendí. No estoy justificando mis errores pero me merezco
aunque sea una gota de compasión.

Min chasqueó la lengua indignado.


—¿Por qué debería tenerte "compasión" a ti?

—Si no lo haces mínimo por empatía, entonces hazlo porque me colé a tu habitación y dormí
a tu lado mientras dejaba que me leyeras tus libretos mal escritos por años.

—¿Qué...? —El pelinegro quiso intervenir o alejarse de él; pero no pudo.

—No, cállate. Ahora déjame hablar. —Se pasó las manos por el cabello—. Maldición,
ahuyenté a tu cita de San Valentín en sexto grado, te seguí por todo el pueblo mientras
crecíamos y... usaba el suéter que odias porque sabía que me dirías que me lo quitara, y así
tendría una excusa para dartelo. Porque incluso ahora sigues teniendo esa estúpida manía
de nunca abrigarte y yo no pude evitar recordar todo eso. —Se tragó el nudo que se formó en
su garganta—. April... ¿Es que no lo ves?

—Jin...
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Sus sonaban heridas, llenas de indignación y melancolía. —Imagina lo que fue, para alguien
como yo, darse cuenta de que estuvo enamorado de su mejor amigo por años. Obviamente
me asusté, no supe cómo reaccionar, y hui. Yo no debería de haber hecho todas esas cosas,
tampoco tendría que haber sido tan cobarde y haberte lastimado, pero así fue, y me odio
mucho por eso. Me odio, ¡Me odio!

—Yo también te odio —murmuró con los ojos llorosos.

—No te culpo... —la forma en la que su voz se quebró terminó de romper el escepticismo del
menor.

—Maldición, Jin, te odio. —Se pasó la mano por el rostro. —Me odio a mí mismo y sé que vas
a odiarme por lo que voy a hacer —le dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca para sentir
su aliento. —Pero ya no puedo más.

Agustus necesitaba besarlo, iba a hacerlo, no había punto medio, solo temor, mucho temor.

Se condenó cuando terminó rompiendo con el espacio entre ellos, en un roce fugaz donde
por unos instantes logró tocar los labios del mayor de los Kim.

Buscó alejarse rápidamente pero no esperaba que la mano de Seokjin estuviera en su cuello,
haciéndole regresar hacia él. Fue un segundo en el que pudo verle antes de que tirase de él
para besarle con descaro.

Estaba quieto, demasiado consternado cuando el pecho de Seokjin se sintió cálido contra el
suyo en medio de la nevisca que comenzó a caer.

Con miedo, Yoongi le puso los manos sobre los hombros casi por inercia cuando con un
brazo el Kim mayor lo atrajo de la cintura hacia él, sin quitar la otra mano del cuello del
menor, y solo dejándola vagar ligeramente por su mentón, para acariciarle la mejilla con el
pulgar.

Seokjin siempre tuvo miedo de entender qué le motivaba, y un toque tan frío en medio de
aquella boca que por tantos años clamó su nombre.
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Ninguno de los habitantes del Condado Mariposa, ni mucho menos ellos, estaban cerca de
saber que esa culpa y esa desesperación que invadía al pelinegro provenían de la forma en la
que se aprovechó de la soledad de Kim Taehyung.

Y de que le mintió, de que teniendo ese amor en sus manos, eligió a Seokjin aún sabiendo
que no le correspondería.

Porque en alguna línea de la historia, cuando Seokjin se lo encontró en medio de la carretera


y lo siguió a un pequeño restaurante del centro, terminaron en el baño de este, en donde se
besaron con tanto recelo, que era casi odio pero que ninguno de los dos aceptaría de dónde
venía.

Más que amor, lo que ellos sentían por el otro era nostalgia ante la impotencia de un
sentimiento que murió en silencio.

Pero en esta historia, en la que ninguno tuvo que conocer ese lado del otro, Yoongi no era
más que aquel artista asustado que tembló inocente cuando su musa decidió morderlo.

Seokjin tenía los ojos cerrados; el chico sabía a primavera, a miles de recuerdos juntos. Sus
labios eran suaves, al igual que el resto de su piel, tan pálida y tersa como aquellas por las
que tenía debilidad. Le acarició la espalda baja cuando sintió su cuerpo temblar.

Olía a jazmín, a menta fresca, y tenía una cintura tan perfectamente definida cuyo roce le
hizo pensar en qué tan mal estaría si decidiera tocarlo así.

A Seokjin nunca le atrajo nadie realmente; lo suyo siempre estuvo más ligado a lo emocional.
Porque debajo de toda esa fachada que proyectaba, en la que se jactaba de ser un galán.
Nunca fue el tipo desbordante de testosterona que todos creían.

Seokjin era intuitivo, sensitivo, y emocional.

En resumen, él podía haber tocado a muchas personas antes; pero a él solo le llenaba
cuando podía asociar los besos con las bromas, y la piel con la compañía.

Sabía que si deslizaba las manos por su espalda y le quitaba la camisa podía encontrar eso
que los mortales llaman milagro y todas las constelaciones de las que el universo estaba
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perdiéndose ocultas en los lunares que alguna vez conoció, opacadas por las cicatrices en su
cuerpo.

Esos labios parecían haberlo esperado por tanto tiempo; como si las pocas personas que
tuvieron la oportunidad de sentirlos hubiesen sido vanas, como si lo hubiera imaginado a él
en cada uno de ellos, y que de no haber cambiado el pasado, los habría imaginado en el
pobre ángel castaño que tuvo el error de compadecerse de un ser tan encantador y
vengativo como lo era Agustus Min.

Tomó aire separándose tan solo un poco cuando su lengua jugó con la de Min en un
desesperado intento de encontrar algo que le hiciera ser valiente, jadeando ligeramente en
el acto cuando el menor se animó a tocar su cabello; pero sus ojos se sintieron pesados y él
fue incapaz continuar.

Lastimosamente, incluso con todas esas cualidades... Hacía falta algo. Se sentía diferente.

La calidez que provocaba en su interior ya no era lo suficientemente fuerte como para


hacerle seguir adelante con esta idea suicida que por un momento se le cruzó en la cabeza.

El breve instante en el que pensó que podían estar destinados se desvaneció cuando su
racionalidad, y el curso de la historia se encontraron cómplices de lo que ambas fuerzas
querían.

Él era su primer amor; pero jamás sería el amor de su vida.

—April —dijo Seokjin colocando una mano sobre su pecho para detenerlo—, yo no puedo. Yo
nunca podré.

El menor parpadeó confundido cuando su rostro se sintió mojado. Pero no eran sus
lágrimas, eran las de Seokjin.

Se separó de él de inmediato. —Soy un hombre, y tú también. No sé en qué estaba


pensando, maldición. Lo siento, yo solo...

—No se trata de eso.

—¿Qué? ¿Cómo que no? Basta, no juegues conmigo. No-o puedes solo...—Seokjin le tomó de
los hombros para obligarlo a verlo.
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—Escucha, necesito que entiendas esto—dijo con miedo—. No importa el tiempo o lo


estúpido que he sido, eres mi mejor amigo. No soy bueno para expresarme pero te quiero
tanto que ya no puedo negarlo, creo que eres la primera persona que he querido en el
mundo entero, y sé que quizá de haber sido un poco más valiente en el pasado habría
podido corresponderte, pero yo...

—Es sobre ella. ¿Cierto?—respondió directo, con ligereza cuando el otro asintió—. Yo soy tu
mejor amigo. Y nunca seré más que eso...

—Yo la amo. Estoy total y completamente enamorado de ella. Sé que no la veré más, y aún
así tengo la necesidad de buscarla en todo el mundo si es necesario para decirle que pienso
todo el día en su rostro, que me falta su presencia. Y que su risa —negó con la cabeza—, su
extraña risa me fascina.

—Ahora entiendes cómo me siento yo —le dijo sin dejar de mirarlo cuando le limpió la
lágrima de la mejilla—. Lo que he sentido los últimos años.

—¿Qué significa eso?

—Que aunque fuiste un idiota todo este tiempo; soy tan patético que no he dejado de amarte
ni por un segundo. Ni siquiera ahora. Y créeme, ella tampoco lo hará, estoy seguro de eso.
Tienes ese algo que no sé, hace perder la razón... y la paciencia. En el futuro, sé que estarán
juntos otra vez, solo tienes que esperarla.

—¿Acabas de confesar que me amas y me pides que la espere?

—Sí —dijo con pesar, con la madurez que le caracterizaba—, hazlo. Soy tu amigo después de
todo, y quiero que seas feliz. Además, creeré que eres un cobarde si no lo haces.

Sus ojos oscuros habían comenzado a cristalizarse; porque recordar todas las palizas que
recibió por parte de Kim, y las humillaciones, no lo hacían quererle menos, no lo hacían dejar
de tener la necesidad de acariciar su cabello, de probar del brillo de sus labios. Y al sentirlo
así, vulnerable y genuino como siempre le conoció, sus recuerdos solo consiguieron hacerle
llorar.

Las lágrimas de Min comenzaron a caer cuando asintió con una sonrisa.
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—Intentaré encontrarla, pero... quizás algún día —dijo Seokjin pasando un brazo por encima
de sus hombros para atraerlo hacia él abrazándolo y dándole un pequeño beso en la frente.

Min se recargó en su hombro cuando sintió como le envolvía en sus brazos, e intentó no
mojarle la camisa con sus lágrimas pero fue imposible.

—Deberías irte... el premio, deben estarte esperando —jadeó con la voz áspera.

—No creo que mi presencia sea indispensable allí... y si lo fuera, me esperarán —murmuró
contra su oído, le abrazaba delicadamente, con temor a lastimarlo.

—Vete, podría ser tarde.

—¿Y tú?

—Tengo el rostro rojo, te alcanzaré luego.

—No puedo irme sabiendo lo que sientes. Sabiendo que llorarás toda la noche por mi culpa y
que aún así fui capaz de dejarte. No lo haré otra vez.

—Seokjin... no, por favor. No quiero tu lástima.

—Yo también estoy cansado de esto.

—Jin... yo —murmuró apenas—. Me iré a Nueva York.

El castaño sintió como se le atravesaba el pecho. La idea de la soledad le destrozaba.


—San Francisco —le confesó—. Yo me voy a San Francisco.

La fragilidad del amor joven, es igual de grande que la desesperación de lo que pudo haber
sido.

—Ni siquiera te atrevas a irte sin despedirte de mí, Kim.

Seokjin respiró profundamente.


—Te prometo que voy a joderte hasta el último minuto que esté aquí. No vas a deshacerte de
mí tan fácil.

—Eso me temía —respondió con gracia.


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El mayor Kim bajó la cabeza, oliendo su cabello.


—No olvides que lo prometiste.

—No lo haré —respondió cuando encontró la paz que buscaba en medio de su redención.

Seokjin para él eran las rosas de la vista desde su ventana. Y quizás, era momento de que
dejara de intentar tocarlas, para simplemente admirar su valor.

El menor cerró los ojos y en silencio comenzó a llorar, desahogándose ambos en el hombro
del otro.

Esto era exactamente lo que Seokjin debió haber hecho cuando eran tan solo unos niños. Así
que lo abrazó con tanto dolor después de haberlo rechazado envolviéndolo en sus brazos
para que sus heridas dolieran tan solo un poco menos.

Después de todo era una cadena; hizo sufrir a alguien, y alguien más lo haría sufrir a él.

Las estaciones del año pasan, de la misma forma que la vida. Y es que, el verano de un joven
Jin, siempre quiso quedarse dormido entre las flores de la primavera de su abril en agosto.

Quizá nunca debieron quererse; y hacerlo correcto significaba cumplir con su promesa. Y es
que ambos habían prometido ser mejores amigos el uno del otro.

Desde aquel día, por siempre.

Porque al final, Kim Seokjin, nunca le perteneció a April Min, aunque este siempre fue todo
suyo.

"En mi jardín planté un rosal, alrededor del árbol en el que tallé tu nombre junto al mío. Tus
manos en mis hombros y una leve respiración, admito que me gusta soñar que me perteneces,
que eres solo mío."

...
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Quizá la vida es como las nubes; cambiante, y lejana. A veces sobria pero usualmente blanca.

Para el final de la noche, los reflectores se habían encendido de regreso hacia la tarima en
medio del escenario en donde el director había tomado el micrófono para dar los anuncios.

Taehyung tenía pastel en el saco, y había estado criticando las decoraciones toda la noche,
mientras Jungkook se divertía con sus expresiones.

Jungkook se sentía bien, después de su accidente había una especie de mancha blanca en su
cabeza. Una laguna mental, en la que sus memorias se mezclaban entre ellas, y en donde no
sabía qué era real y hasta qué punto.

Por eso, la idea de burlarse de los demás y de arrasar con el bar de dulces le pareció mejor
opción que buscar una respuesta.

—Buenas noches, jóvenes. Es un honor estar aquí. —El director comenzó a hablar—. Este
año, hemos vivido tantas cosas. El próximo semestre, muchos de ustedes estarán demasiado
estresados como para detenerse a respirar un segundo.

—Oh, no. Es momento de la reflexión motivacional —se burló Taehyung, atreviéndose a


limpiar un poco de pastel, que el chico apenas tocó, del rostro de Jungkook cuando este
sonrió por su broma.

Estaban sentados en la mesa del fondo, y nadie les prestaba atención.

Taehyung nunca había salido con nadie, y sabía que no tenía derecho de juzgar a los demás.
Aún así, llevaba días pensando en que debería poner un límite.

Jungkook se iría en algún momento. ¿Eso iba a dolerle? Completamente. Y quizá sería su
culpa por depender de él.

Pero... en el fondo. Ni él mismo podía culparse.


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Es decir, Jungkook estaba allí, con el traje de su hermano. Aplaudiendo feliz cuando el
equipo de debate subió a recibir su premio, y silbando como un niño emocionado cuando
anunciaron al rey y la reina del baile. Con esa alegría que Taehyung descubrió en él antes que
él mismo.

Taehyung sabía que debía hacer lo correcto. Y su balanza moral le estaba dando muchos
conflictos.

—Oh, mierda. Creo que es nuestro turno —murmuró Jungkook haciéndole salir de sus
pensamientos.

—¿Qué? —dijo volteando a ver, para ver su vista sobre el escenario, haciendo que lo imitara.

El director levantó el trofeo de béisbol que el equipo de la escuela había conseguido tras una
gran temporada y todos aplaudieron contentos.

Los chicos del equipo se aproximaron en medio de la algarabía que Jungkook observó feliz
desde su lugar. Lleno de una pertenencia que nunca conoció en su año, y es que eran unos
idiotas, pero eran un gran equipo de chicos increíbles. Bueno, la mayoría.

Seokjin se aproximó desde la entrada del gimnasio y los muchachos parecieron aliviados de
verlo llegar, acomodando su traje y su cabello cuando se quedó de pie junto a ellos.

—Es momento de entregarles sus respectivos reconocimientos a los miembros de nuestro


amado equipo de béisbol. —El bullicio volvió a crecer—. Y como es tradición, al capitán que
los llevó a la victoria, le daremos el premio al jugador del año.

El director movió las manos hacia el podio para señalar la medalla reluciente en el, dorada y
un poco más grande de lo que serían las medallas del equipo.

Seokjin sonrió cuando todas las miradas estaban sobre él; y aunque anhelaba ese momento,
seguía sin sentir que era suyo.

Dio un paso al frente.


—Director, ¿Puedo decir algo? —pidió cuando el mayor se aproximó para darle su premio.

—¡Por supuesto! —Le tendió el micrófono, el cual chilló un poco cuando le dieron un golpe
leve.
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—Creo que hablo por todo el equipo cuando agradezco el apoyo y el cariño que nos han
dado como afición estos años —comenzó, la forma en la que todos le sonrieron le hizo
sentirse un mejor hombre—. Para los que no me conocen bien, soy Jin, y se supone que
debería recibir el premio al jugador del año esta noche. Pero... me temo que ese no soy yo.

Taehyung ladeó la cabeza confundido cuando notó que le temblaban las manos a su
hermano.

—¿Qué está haciendo? —murmuró.

Seokjin volteó en su dirección y él se confundió aún más.

—Este año, tuve un equipo excelente. Y todos son increíbles jugadores, si fuera por mí le
daría un premio a cada uno por lo mucho que he disfrutado ganar y perder al lado de mi
equipo. Pero... Hay alguien que se destacó no solo por su talento, sino también por su
compañerismo, disciplina y motivación. Lamentablemente no pudo jugar en la final, pero sin
él no habríamos llegado a ella. Además de ser un gran atleta, es un gran compañero, y eso...
lo hace el mejor jugador del año.

El micrófono le dio un poco de problema a Seokjin para tomar la medalla que se suponía era
suya.

Jungkook sintió que respiraba más lento; sus ojos se abrieron lentamente, con esos orbes
grandes, oscuros que brillaban siempre llenos de asombro. Y Taehyung al verlo sintió que se
desmayaría cuando la sala pareció quedarse en silencio.

—¡Jeon! ¡Jeon! ¡Jeon! —coreó el equipo en porra cuando un reflector iluminó al pelinegro.

La música se volvió fuerte de nuevo, y el confeti se hizo presente.

Estaba por demás decir que las vidas de esos muchachos también se vieron alteradas, ya que
sin Seokjin, nunca habrían ganado ese partido.

Los muchachos, acompañados de Seokjin se movieron hasta su mesa para abrazar a


Jungkook y enseñarle sus medallas mientras reían. Dándole algo de espacio minutos
después para no lastimar su pierna herida.

Así que Jungkook era algo así como un redentor por accidente.
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Cuando las luces volvieron a descender, el mayor de los Kim, del cual nunca imaginó ser
amigo, se acercó a él con una sonrisa de agradecimiento, y con ambas manos, le colocó en el
cuello una reluciente medalla.

—¿Esto me hace parte oficial del equipo? —dijo con gracia.

—Efectivamente.

—Y... ¿Eso significa que me darás una chaqueta? —se burló Jungkook.

—Ni lo sueñes —le respondió el otro con tono altanero antes de extender un puño hacia él.

Jungkook pensó que había vivido esto antes. Y es que él nunca le devolvió el saludo al
Seokjin adulto. Así que chocó su puño con el de Seokjin frente a él, como diciéndole que
cuando lo encontrara en el futuro lo haría.

El mayor se despidió de él con una sonrisa, antes de alejarse de allí. Y Jeon se fijó en la silla
vacía frente a él.

Alzó la vista por todos lados, y fue incapaz de encontrar a Taehyung por todo el gimnasio.

Entonces pensó, «Si yo fuera un Tyler, y un montón de jugadores se acercaran a mi mesa, ¿A


dónde huiría?»

Después de varios segundos, llegó su respuesta. Y negó buscando las muletas al lado de su
silla para ponerse de pie.

Había estado practicando caminar con ellas, y ahora se le hacía un poco más fácil. Así que no
le tomó mucho tiempo, pero sí más esfuerzo llegar hasta el baño de hombres.

Cuando asomó la cabeza, lo primero que se encontró fue con un Taehyung con el rostro
mojado que se veía en el espejo, y eso lo asustó.

—Oye... —dijo apenas—. ¿Todo en orden?

No. Todo estaba mal, y él tenía que irse a probar los malditos experimentos. Estaba harto,
desesperado, y no sabía cómo cargar con todo solo.

—Sí —le dijo con una ligera sonrisa, de esas que Jungkook sabía que eran falsas.
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—Has estado extraño por días. Taehyung, no mientas. ¿Qué sucede?

—Es... —exhaló— solo que estoy algo cansado.

—Sigues mintiendo. Creí que... todo estaba bien. La casa, y la universidad. Yo...

—Jungkook, no quiero ser el malo. Pero estoy seguro de que ni siquiera recuerdas el
trasfondo de la mitad de esas cosas.

—¿Re-ecordar? —¿Por qué no lo haría?

—Dime, ¿Qué es lo que hemos estado haciendo todos estos meses? —Se quedó callado—.
Exacto, intentando arreglar tu vida, ¿Y sabes por qué? Porque quisiste separar a tu madre, y a
Seokjin.

—Yo no...

—Porque idolatrabas a tu padre ciegamente pero ahora ya no.

Sus ojos se llenaron de confusión, había estado teniendo sueños bonitos. Y deseaba que esos
fueran recuerdos pero no sabía cuál era y cuál no.

—Eso lo sé, sé que él es una mierda de persona. Eso... —volvió a quedarse callado cuando no
encontró el recuerdo en su cabeza.

—Dijiste cosas, Jungkook. Hicimos mucho por ellas y no sé cómo seguir.

Jungkook entendió lo que sucedía; y Taehyung tenía razón, pero aún así pensaba que estaba
exagerando.

—¿Qué es lo que te preocupa realmente? —le dijo directo.

El castaño apenas pudo verlo al rostro.


—Cuando viniste aquí, dijiste que yo —levantó la vista— moriría.

Jungkook parpadeó confundido y sintió un gran escalofrío recorrer su cuerpo.

Todas esas charlas profundas, y el deseo de aferrarse a él venían de eso pero él ya no lo


sabía, en su lugar, se había dejado abrazar por la total certeza de lo que sentía por Taehyung.
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—¿Qué? Eso no es posible, Taehyung. Está mal, tenemos que... tenemos que hacer algo —
dijo impactado, como si le hubieran lanzado un balde de agua fría.

Pero el castaño le sonrió con pena y le puso la mano en el pecho viendo su medalla en este.
—Súper estrella... yo... creo que ya lo hicimos —le acarició lento al responder.

—Pero...

—Jungkook, lo olvidaste. Y si mi teoría es real, significa que jamás pasó, o pasará... o como
sea que deba decirse.

—Entonces tú... estás bien. ¡Todo está bien! Te irás a la universidad en abril, y yo te alcanzaré
en un par de meses.

—Escúchame.

—¡Y la casa, Boston y todos nuestros planes vuelven a tener sentido!

—Jungkook, necesito que me escuches.

—Y al fin voy a poder elegir el color de la cortina de la habitación.

—No quiero que lo hagas —le dijo serio. Y la expresión de Jungkook se llenó de miedo.

—¿Por qué de pronto empiezas a actuar así?

—Es que tú... —las palabras que estaba por decir le quemaron—. No perteneces aquí, y no
puedo seguir fantaseando con nosotros.

—¿Taehyung?

—Ya no voy a pedirte que te quedes porque sé que eso sería egoísta de mi parte. He sido muy
egoísta, yo estaba siendo feliz pero no necesitas esto.

—Taehyung, por favor. No digas eso. ¿De qué estás hablando?

—Promete que serás feliz sin mí, y yo haré lo posible por no cruzarme en tu camino.
Prométeme que conocerás a alguien y que tendrás una vida junto a esa persona. Que serás
un buen chico y dejaras de darle problemas a tus padres, prométeme que irás a la
universidad y serás alguien importante. Jungkook prométeme que...
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No podía seguir hablando si él le veía así.

—No, yo no puedo hacer eso. Taehyung yo te a...

Kim lo interrumpió.—No lo digas —ordenó, con gran autocontrol cuando se decidió a no


llorar—. Cuando tú seas un adolescente a punto de graduarse, yo seré un viejo desquiciado
en su laboratorio. No quiero que me veas así, y tú tampoco te mereces eso. Esta no es tu
vida.

—Tampoco la tuya —le respondió—. ¿Por qué pretendes decidir sobre mí, y tomar esas
decisiones sobre mi maldita existencia?

—Te dije que te llevaría a casa, y eso haré.

—¡Esta es mi casa ahora, Taehyung!

—No, no lo es. El experimento...

—El experimento, el experimento, Taehyung, ¿¡Qué experimento!? Hace meses que dejamos
de intentarlo. ¿Y ahora dices eso? Creí que tú... que nosotros...

—Tengo que confesarte algo. —Taehyung no le contestó de inmediato y se pasó la mano por
el rostro.

—Es sobre lo que haces cuando desapareces por la noche, ¿Cierto?

—¿Cómo sabes que...?

—Habla, dilo. —Se había molestado—. Me merezco una explicación. ¿O vas a negarlo? Si
tanto conflicto te causa que mi cerebro se vuelva agua, explicame lo que sucede, maldita
sea.

—La sobrecarga fue tan grande que dudo que lo recuerdes pero... estuviste en el lago.

—¿Qué? —parpadeó confundido. Tenía, a pocas luces, lo que había sido las últimas semanas.

—Resulta que... —Alzó las cejas, y ladeó la cabeza, quizá abatido— ya sé qué es lo que más
allá en el bosque. —Tragó saliva—. Parece que al final sí lo descubrí, y tenía razón, es una
investigación del gobierno.
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—¿Qué investigación?

—El objetivo es moverse a través del tiempo y el espacio. Hacer posibles los...

—...Viajes en el tiempo —murmuró cuando Taehyung asintió sin dejar de verlo.

—Abrieron el vórtice pero... necesitan al sujeto.

—¿Qué sujeto?

—Tú —le respondió con pesar confirmando sus temores.

Jungkook frunció el ceño y le vio incrédulo de lo que el castaño le decía, como juzgando sus
acciones.

—Yo no soy parte de eso. Taehyung, ¡Yo no soy su experimento!

—Ya lo sé. He estado intentando darles otra alternativa.

—Tú... ¿Los ayudas? —dijo incrédulo, traicionado.

—Sí —declaró—. Llevo días intentando encontrarle sentido a sus avances, y lo único que
quiero es poder desconectarme la cabeza.

—No saben lo que están haciendo, ¿Cierto?

Taehyung negó. —No tienen ni idea de lo que dicen, creen que pueden hacer cosas así sin
alterar la continuidad. Lo ven todo de forma técnica pero... tuvieron razón en algo.

—¿Vas a darles crédito ahora?

—Jungkook —le vio serio—, no voy a permitirme que salgas herido.

—Kim, ¿Te estás escuchando?

—No. He sido demasiado idiota. Jungkook, no es la primera vez que sucede.

—¡Podemos arreglarlo! Estamos muy cerca, mi cabeza... ¡Dijiste que logramos cambiar la
historia! ¡Lo hicimos antes!

—No, nosotros no cambiamos la historia. Solo arruinamos un recuerdo.

—¿¡Cómo puedes decir eso!? Después de todo lo que hemos logrado tú...
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—Maldición, Jungkook. ¡Mírate la pierna! ¡Casi te mueres intentando arreglar las cosas!

—Yo... —Jungkook no podía pelear, su cabeza tenía pocos recuerdos, y en ninguno podía
explicarse por qué corrió hacia el aeropuerto más allá de lo que Taehyung le había contado.

—Creo que... encontré la forma —dijo con pesar—. La forma de lograrlo.

—¿Cómo? —No le respondió. Jungkook frunció el ceño—. Taehyung. ¿Qué hiciste?

—Le vendí mi alma al diablo —dijo con ironía—. Le ofrecí mis notas a cambio de que te
llevaran a tu lugar.

—¿¡A quién!?

—A la gente del laboratorio. Ellos... tienen todo el equipo, el profesor —se ahogó por el nudo
en su garganta— dijo que puede enviarte de regreso. —Resopló—. No pienso explicarte eso.

—¿Quién? Maldición, Taehyung. No sé de qué hablas. ¿Le crees a esos idiotas?

—No, pero son mi única opción. No puedo seguir con esto, hice un trato con ellos.

—¿¡Por qué hiciste eso!?

La forma en la que le alzaba la voz hizo que Taehyung terminara de romperse.

—¡Iban a usarte como experimento, Jungkook! A abrirte y estudiarte como si fueras una
maldita rata de laboratorio.

—Taehyung, yo quiero estar aquí. Quiero estar contigo. ¿Por qué haces esto?

—Porque no encuentro una sola solución posible en la que no salgas lastimado.

—Me estás lastimando justo ahora...—murmuró.

—Para cuando mi enero comience... estarás de regreso en agosto, tu agosto.

—Así tiene que ser entonces... —murmuró bajando la cabeza.

Afuera, en el gimnasio, las luces se volvieron tenues, la música suave cuando el maestro de
ceremonias en el escenario anunció la última canción de la noche y su voz se escuchó por
todo el lugar.
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"... Este es el momento para todos los valientes. Si aún no has conseguido hablar con ese
alguien especial, no tardes más, esta es la última canción".

Jungkook reconoció la tonada incluso cuando se trataba solo del sonido del piano, un poco
más solemne al ser la versión original.

"I Will always love you" comenzó a sonar. Él conocía la versión de Whitney Houston, pero esta
parecía ser una versión más antigua. De todas formas, le gustaba mucho.

Era una de esas canciones que aparecían en las películas que le gustaba ver con su madre.
En donde la protagonista atravesaría el salón de baile para extender su mano frente al dueño
de sus deseos; y era, uno de sus clichés favoritos.

Se burló un poco de las lágrimas que amenazaban por salir y estiró con dificultad su brazo
para apagar la luz del baño.

A través de las pequeñas ventanas del exterior, la luz azul, mezclada con un suave tono
violeta fue lo único que les iluminó cuando le colocó seguro a la puerta.

No tenían un espacio; incluso si él ya no creía en el tiempo, atesoró ese presente que no era
suyo, y deseó que todo aquello que causara dolor, se perdiera en los ayeres de las historias
que ahora estaban escritas.

—Jungkook... ¿Qué haces? —le preguntó confundido el otro cuando le vio erguir la espalda—
. Estoy intentando decirte algo importante.

—Sé que nadie debe vernos... pero necesito bailar esta canción contigo —le dijo acercándose
a él.

Taehyung negó con la cabeza.


—Jungkook, tu pierna... basta.

La sonrisa de Jungkook hizo que todos sus esfuerzos por crear una barrera se debilitaran.

Apenas logró pararse correctamente, soltó ambas muletas para sujetarse de los hombros de
Taehyung, quién no dudó en abrazarlo para evitar que se cayera.
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Tragándose sus palabras para sujetar al tonto, tonto Jeon Jungkook, que nunca consideraba
lo mucho que sus acciones inocentes le hacían sentir. Y de lo difícil que estaban haciendo
esto para él.

—Quizá no lo sepas, pero durante los próximos treinta años, las películas tendrán muchas
escenas románticas con esa canción de fondo.

—¿Y eso que tiene que ver con nosotros? —cuestionó cuando lo abrazó con fuerza, sabiendo
que Jungkook necesitaba apoyarse en él.

—Podemos tener la nuestra —murmuró con los ojos cerrados, aún si le dolía moverse—. Así
podré recordarlo tiempo después, una y otra vez.

Las manos de Taehyung se encontraron alrededor de la cintura de Jeon cuando se permitió


dejar caer su frente sobre el hombro de este, respirando su esencia al mismo tiempo que
resonaban violines.

Nadie nunca lo sabría; pero en alguna otra vida, Kim Taehyung observó con desdén el cielo
de su habitación la noche del baile del invierno.

Su hermano estaba en la habitación de al lado; sedado y era completamente ajeno a lo que


había estado sucediendo los últimos días en su casa.

Su madre estaba al pendiente del herido Seokjin; y eso era bueno, porque de esa forma se
aseguraba de que el castaño estuviera bien, y no tenía que soportar gritándole que se iría al
infierno desde la puerta.

Taehyung ya sabía que estaba enfermo, no tenían que recordárselo.

Así que con la radio encendida, y escuchando la lista de canciones románticas en silencio, se
abrazó a sí mismo mientras pensaba en lo rápido que su vida se iba en picada.

Hacía frío, y naturalmente tembló. Un frío que le caló tan profundo, pero en el que ya no se
sentía capaz de seguir llorando.

Esa noche de soledad y confusión; de ese sentimiento de represión que le invadió ya no era
más que un destino de tantos que desapareció.
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Porque en lugar de hundirse en su miseria, y de tragarse sus lágrimas hasta el amanecer. Su


pecho se sentía cálido, cuando se fijó en lo bien que la flor del saco de Jungkook combinaba
con la suya, y resaltaba más que la medalla.

Ahora, y justo en el momento en el que Jungkook temblaba por mantenerse de pie sintió que
cada segundo había valido la pena.

Y era preciso decir que Taehyung nunca se imaginó a sí mismo, aferrado a alguien con una
canción que por años fingió que no le gustaba porque era demasiado sentimental para él.

Negó con la cabeza, y se separó de él un poco para sonreírle con algo en mente, antes de
hacer un esfuerzo por intentar cargar a Jeon para que no presionara su pierna.

—¿Crees poder levantarme? —bromeó Jungkook ante su intento.

Taehyung frunció el ceño.


—Soy un chico fuerte —le dijo con gracia cuando lo ayudó levantándole un poco para hacer
que se sentará en el borde de los lavamanos de concreto frente al espejo.

Jungkook se quejó un poco; pero de todas formas sonrió ante sus acciones, sin quitarle las
manos de los hombros cuando inclinó su rostro para recibirlo cuando sabía que lo besaría.

Con los ojos cerrados, el cabello de Taehyung siempre se esponjaba aunque intentara
peinarlo, podía sentirlo en la piel de su mejilla cuando el castaño le plantó un beso suave en
la parte de abajo de mandíbula antes de regresar a sus labios.

El reloj seguía corriendo pero no había nada nuevo entre los dos. Y hasta el toque más
inocente era justo para que los recuerdos de las noches que pasaron juntos reaparecieran.

Ninguno de los dos lo admitiría; pero quizás habían pasado más cosas de las que se habían
contado. Y sus pieles, incluso con ropa, se conocían bien.

Jeon le pasó la lengua por los labios mientras le besaba, sonriendo amargamente cuando la
canción terminó y los aplausos de las personas afuera se escucharon.

Colocó su mano sobre el pecho de Taehyung y sintió un bulto en el bolsillo de su camisa.

—¿Llaves? —dijo curioso.


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Taehyung aclaró su garganta, colocando sus manos sobre los muslos del chico por un
momento.

—Tengo secuestrada la camioneta de Yoongi —le confesó con gracia. Habían llegando
rápido después de conseguir que el padre del chico se las prestara.

—¿Estás pensando lo mismo que yo, cierto? —dijo Jungkook con una ceja alzada.

—Por supuesto que vamos a fugarnos —respondió antes de acercarse a darle un beso fugaz
en los labios.

Las luces permanecían tenues, cuando salieron discretamente del gimnasio en donde las
parejas de chicos se abrazaban con el ritmo instrumental de la canción que continuó por
algunos minutos más.

Y aunque a Jungkook le costaba trabajo caminar, eso no fue ningún impedimento para que
salieran al estacionamiento mientras reían.

Taehyung sabía que debía ponerle un alto a esto, y lo intentaba, realmente lo hacía. También
sabía que en cualquier momento podrían aparecer sus amigos del laboratorio para joderlo
por no haber aparecido esa noche.

Pero no quería hacerlo; y sabía que probablemente le estaban observando. Así que alzó los
brazos en medio del leve nevar, como diciendo: "Veanme, no tengo nada que perder."

El tiempo se movía más lento cuando estaban juntos, tanto como para hacerle pensar que
podía disfrutar aunque sea unos segundos que serían suyos eternamente.

Había mucha nieve, y Kim se atrevería a decir que era la noche más fría de todo el invierno
hasta el momento.

Así que abrió la puerta de la camioneta para luego caminar hacia Jungkook, y ayudarlo con
las muletas.

Taehyung había estado solo por mucho tiempo, y siempre alardeó de saberlo todo. Pero es
que este ya no era el mismo Kim Taehyung que se habría reprimido, era una versión de él
que Jungkook había despertado.
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No tenía ninguna seguridad, y aún así se sentó en la orilla del constante dilema que siempre
tenía.

Algo que le gustaba mucho de Jeon era esa capacidad que tenía de dejarlo ser lo que él
quisiera ser. Pocos prejuicios, y la forma en la que todos a su alrededor parecían llenarse de
confianza.

Jungkook siempre inspiraba a las personas con esa alegría que él mismo nunca supo cómo
encontrar.

Y a Taehyung, en especial, le hacía sentir fuerte. Tanto como para que se animara a cargarlo
por el estacionamiento hasta un auto que ni siquiera les pertenecía.

Al dueño del auto, por su parte, no le importó; no podía hacerlo cuando se quedó sentado
junto al amigo que había extrañado tanto en el piso del gimnasio, contándose muchas
historias que habían deseado contarle al otro por años.

El aire era fuerte, la carretera estaba completamente despejada; Jungkook se veía cansado,
y el silencio de la casa se sintió inmenso al entrar.

Kim Taehyung se portó sumamente atento cuando ayudó a Jungkook en las escaleras, y aún
más cuando en su habitación, le dejó reposar en la cama.

Colocó un muñeco de felpa bastante mullido debajo de la pierna de Jungkook antes de


sentarse a la orilla de esta para ayudarle a quitarse el saco, y abrirle un poco los botones de
la camisa.

Era suave, y delicado. Porque nada debía dañar a Jungkook. Su Jeon Jungkook.

—¿Puedo confesarte algo? —murmuró cuando Jungkook parpadeó lento por el cansancio.

—¿Qué cosa?

—Quisiera hacerte mío.

—Ya lo soy —le respondió como si supiera toda la historia detrás de la línea original.
Como si supiera que las manos que tocaron a Taehyung lo hicieron con recelo y morbo.
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Kim Taehyung era bastante ingenuo, nunca tuvo ninguna relación personal más allá de su
familia. Se deslumbraba con facilidad ante lo enorme de la vida.

Siempre hubo algo precioso en su interior; tanto, que cuando fue descubierto por Agustus
Min, fue explotado en lugar de atesorado.

Así que al destruido Taehyung de la primera línea no le importó ni por un segundo la noche
en que él se marchó al enlistarse. Y la vida no le alcanzó para ver a los cadetes que tocaron la
puerta para entregarle la bandera a la familia Min para los honores fúnebres del recluta.

Jeon Jungkook, más allá de una familia feliz y la vida perfecta, necesitaba entender cómo
cerrar el ciclo. Y es que no sabía nada, pero aún así estaba seguro de que él era todo lo que
quería. Pero con todas las piezas en desorden, lo único que necesitaba, que añoraba, era
saber cómo volver a unirlas.

Se acomodó entre las sábanas; Taehyung le quitó el cabello de la frente y apelmazó su


almohada para que no le molestara al dormir.

—Prométeme que van a quitarme esa cosa de la pierna pronto.

—Si mis cálculos son correctos... te la quitarán antes de navidad —dijo sonriéndole para
arroparlo—. Te pondré una férula, será más fácil para ti moverte.

Jungkook le vio desde abajo y parpadeó un par de veces; las líneas se mezclaban unas con
otras.

Se confundía, porque los recuerdos no eran claros, y no sabía a qué correspondía este
momento. Si a alguna línea secundaria, la primera siendo destruida o la tercera que era casi
un sueño.

—Navidad... ¿Cómo es la navidad aquí? —preguntó.

No sabía qué era real; si él esquiando con su padre, o la película navideña que veía solo
porque su madre estaba en el trabajo o Seokjin adulto quemando las galletas.

—Mamá hace pavo, y... rezan a la media noche.

—Siempre han sido muy cristianos, ¿Cierto?


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—Sí... —negó con la cabeza—. Yo no en particular pero... es un momento muy bonito. Me


encanta la cena de navidad.

—Nunca he tenido una —murmuró.

Taehyung estaba enloqueciendo, y tenía miedo que todo se desmoronase antes de lo


esperado.

—Pues no vas a poder librarte de esta —declaró sabiendo que estaba mal ilusionarse.

—¿Ahora sí le dirás a tus padres que eres gitano y trajiste a tu esposo a vivir a casa? —se burló
pero no esperaba la respuesta del chico.

—Le dije a Seokjin...

—¿Le dijiste qué?

—Que nosotros éramos... algo.

—¿Algo? —cuestionó con la ceja alzada, y sonriendo de lado.

—Algo —afirmó.

Taehyung se puso de pie; sabía que en un par de horas tendría que seguir trabajando en su
experimento, y aunque no lo hiciera, de todas formas no quería incomodar a Jungkook.

Estuvo a punto de despedirse; pero Jeon le tomó de la muñeca para evitar que se fuera.

—¿En serio vas a dejarme? —le dijo con voz lastimera.

Kim tragó saliva.


—Te dejaré descansar.

—No puedo dormir bien sin ti —confesó—. Nunca he podido.

—Jungkook, no me hagas esto más difícil.

—¿Difícil? Solo tienes que quedarte conmigo por...

—¿Por siempre? —se burló sabiendo que Jungkook todo el tiempo decía cosas como esa.

—Por hoy —murmuró sin dejar de verlo.


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Quizá las noches de insomnio, y esa manía por abrazar la almohada contra su pecho que
Jungkook tenía eran parte del bucle. Porque siempre necesitó a Taehyung aunque no lo
conocía.

Al igual que Taehyung, quién se aflojó la corbata antes de llegar de nuevo a la cama, en
donde intentó acomodarse con sumo cuidado de no lastimarlo.

Y cuando cerró los ojos, llevando su rostro al pecho de Jungkook, se escondió en este
cuando el pelinegro le rodeó con sus brazos.

Los latidos de su corazón, y la respiración leve de Jeon al dormir le calmaban; también eran
aquello a lo que no debió acostumbrarse pero era demasiado tarde.

Esa noche negó con tanta fuerza que parecía que el invierno estaba en su punto más alto; los
trozos de hielo en el lago ya eran visibles, y la capa de nieve en las aceras ahora ya era muy
difícil de quitar.

Y el amor de invierno, a diferencia de los demás, era un amor estático, que batallaba por
preservar el calor.

No iban a decirlo, pero eso a lo que llamamos amor, era demasiado corto para definirlos. Aún
si eran un amor inocente, o uno muy peculiar.

Taehyung cerró los ojos cuando la voz de Jungkook volvió a escucharse llamándole. Era
cuestión de tiempo. Solo tenía que esperar.

Quizá eran muy jóvenes para decir que se amaban.

—Kim... —murmuró. —Estás intentando despedirte de mí, ¿Cierto?

—Sí.

Pero siempre se amarían.

11 días antes de.


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Capítulo Veintitrés
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por Incompletelyrics

23.

Corea, 1950.

No hay un solo humano en el mundo, que no haya deseado con todas sus fuerzas saber su
destino.

La capacidad de razonar hizo a los humanos incapaces de afrontar la incertidumbre del


futuro.

—No te vayas. ¡Quiero seguir aprendiendo! —lloriqueó la pequeña tomándolo del brazo.

Namjoon negó con la cabeza cuando ella hizo una nueva línea en el papel.
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Su hermana era menor por tan solo unos años y aun así él sentía una gran necesidad de
protegerla. Pero aunque fingiera, y su altura le hiciera ver mucho mayor, era solo un niño.

—Si no voy a la escuela, no podré enseñarte más cosas —le dijo él poniéndose de pie.

Por las secuelas de la guerra, y en un país como el suyo, eran pocos los que podían estudiar.
Estaba claro que una niña pobre no estaba dentro de ese grupo.

Y Namjoon, de entre todos los niños del orfanato, tenía una particular habilidad para los
números, cosa que había llamado la atención de los directores, por lo cual le habían dado
permiso de ir a la escuela.

—No vayas hoy y enséñame tus otros libros —rogó.

—Prometo que seguiré con la clase cuando regrese.

—Está bien —dijo con un mohín—. Pero tendrás que compensarme, o no te perdonaré por
dejarme.

—¿Ah, sí?

—Harás algo por mi—le dijo cruzada de brazos, con ese suéter sucio y roto que usaba.

—¿Yo? —respondió con gracia ante la niña despeinada que le daba órdenes.

Ella se avergonzó un poco tomando su cuaderno, se lo extendió abierto. Era la única de


todas las niñas que sabía leer y escribir, justamente porque su hermano se había dedicado
por completo a educarla.

Pero la pelinegra tenía, en particular, el don de la curiosidad, la destreza de las letras y de ver
más allá de lo que todos creían.

Eran demasiado jóvenes para entenderlo, pero ella era como Pandora, y su hermano,
Epimeteo, a punto de recibir una caja que al abrirla podría causar todos los males del
mundo.

—Sé que no debería pero... estuve tomando tus libros y yo... —bajó la mirada— quiero saber
si esto es posible.
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Namjoon tomó el cuaderno y lo vio por unos minutos mientras buscaba encontrarle el
sentido a las cosas que había escrito. Era demasiado fantasioso, e irreal, ciertamente era
producto de la mente de una pequeña.

Y el dibujo, además de las "instrucciones" eran más graciosas que alarmantes.

—Niña... ¿Qué cosas has estado leyendo? —se burló un poco, pero la expresión de la pequeña
hizo que se arrepintiera de inmediato y le diera una segunda vista al cuaderno.

—Lo siento... —murmuró pensando que había molestado a su hermano.

Pero para un chico que maduró a la fuerza, sabía que darle un poco de alegría para preservar
su fe no estaba mal.

—Es decir, ¿Viajar en el tiempo, en serio? Suena genial pero... es arriesgado, necesitaríamos
una nave, y creo que esa es solo la parte inicial. —Ella asintió abatida hasta que el volvió a
hablar—. ¿Podrías encargarte tú de eso?

Abrió los ojos emocionada. —¡Haré los planos! —dijo feliz mientras daba un pequeño salto.
Ella lo adoraba, creía que él era el chico más inteligente del mundo entero. —¿Sabes cómo
construirla?

—No, tendré que estudiar mucho para hacer eso.

—¿¡Lo prometes!?

—¡Lo prometo! —alzó la mano para jurar—. ¡Por el espacio y el tiempo, mi bella dama!

—¡Sí, y viajaremos al futuro! ¡Tú serás el mecánico de la nave, y yo seré su piloto!

Ella se lanzó a abrazarlo, él le ordenó un poco el cabello cuando le rodeó con su brazos.
—Tengo que irme —le dijo con suave voz.

—Namjoon —murmuró ella contra su pecho—, ¿Tú crees que saldremos de aquí?

—Te prometo que saldremos de aquí.

Kim Namjoon, entendió que no se debe prometer cosas imposibles cuando se marchó ese
día. Porque al regresar por la tarde, la calle del orfanato estaba llena de personas corriendo
y de militares.
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Habían llevado barcos para ayudar a los soldados norteamericanos que se encontraban
cerca de la península, y todos, al estar tan cerca de la frontera, estaban intentando huir de
Asia.

Él corrió en contra de todos hasta el orfanato, y ni siquiera había personas allí. Estaba vacío,
y la multitud de las calles se dirigía hacia el puerto.

No era la primera vez que las personas huían en esos grandes buques, quiso llegar a la orilla,
deseó con tanta intensidad poder quitar a todas las personas de su camino, y fue aún peor
cuando confirmó que la niña que lloraba y se resistía en brazos de los cuidadores pero que
de todas formas ya había subido al barco.

Namjoon lo intentó, realmente lo hizo. Pero la puerta ya estaba cerrada, la caldera


encendida, y el barco listo para zarpar.

—¡Yoonji! —gritó desesperado, su voz apenas fue escuchada en medio del bullicio de la
gente—. Yoonji...

De los que se quedaron, a nadie le importó el chico que se arrodilló a llorar en el puerto
mientras las aguas que conducían hacia la libertad se llevaban consigo lo único que él tenía.

California

24 de diciembre de 1986.
6 días antes de.

Una historia se debe contar; una que quizá se haya entendido ya. O tal vez no, así que poco a
poco, se comienza a explicar.

En vísperas de la Navidad, dentro de aquel cuartel militar; el profesor encargado, como


todos los días, salió a rondar. Dejando solos al chico prodigio y su ayudante ejemplar.
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Quienes después de un par de semanas, comenzaron a charlar. Pero esto no es un cuento


navideño, así que no está mal, dejar de rimar.

—¿Esperas que eso me conmueva? —dijo el castaño mientras veía el fondo de su bebida.

Kim Taehyung no era insensible; era más que todo incrédulo de las intenciones humanas.

Al menos, así era en la segunda línea.

Porque ser ingenuo en la original le había salido tan caro, que su mente apenas pudo
recomponerse. Y no estuvo preparada para ser fuerte por sí misma y soportar lo que pasó
después.

—No, estoy haciéndote entrar en contexto —respondió Park, sentado a su lado mientras se
aseguraban que todo estuviera en orden frente al radar.

—¿Piensas que haciéndolo lucir vulnerable le tendré alguna clase de estima? —reprochó
Taehyung—. Me interesa una mierda el profesor y su trágica historia.

El rubio negó con la cabeza. Taehyung era un crío, definitivamente.

Jimin no estaba conforme con todo el trabajo extra que Taehyung le provocó, y lo mucho
que retrasó su investigación. Y Taehyung, quería agarrarlo a golpes por haber lastimado a su
hermano.

Ellos no se odiaban, pero la presencia de uno, no era del todo grata para el otro.

Sin embargo, allí estaban, porque de alguna forma extraña, sus mentes e intenciones no
parecían estar muy lejos.

¿Qué tanto habían avanzado en un par de semanas con Taehyung allí? Mucho más de lo que
Jimin esperaba.

Y después de días de ser su niñero dentro del laboratorio, comenzó a pensar en que debería
cambiar de credo.

—No se trata de sentir empatía, sino de unir todas las piezas. —Dio un trago a su bebida—. Lo
que acabo de contarte es algo que él me dijo algún vez, lo demás, lo descubrí por cuenta
propia.
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—¿Y eso cómo nos afecta? Es decir, la parte importante

—La niña.

Taehyung no captó la idea.


—¿Qué pieza ocupa en todo esto?

—Todo esto de los vórtices, y la teorización.


Él profesor no planteó el experimento, fue ella.

Park Jimin, o solo " Park" como Taehyung conocía, era una de las variables más aleatorias de
todo el plano.

Y es que, la cuestión estaba en que el afamado experimento siempre funcionó, ellos no se


equivocaron en ningún paso, en ninguna línea. Pero, nunca supieron lo que lograron hasta el
momento en donde Jungkook cayó por primera vez.

Porque ese vórtice estuvo allí durante treinta y tres años. Pasando desapercibido hasta que
alguien se atrevió a atravesarlo.

Todos tenían su propia versión de la noche del primero de agosto de 1986, así que la de
Jimin era los pararrayos alrededor del lago colapsando por no poder contener la energía, por
eso, ellos deberían de haber registrado la falla únicamente, dando la impresión de un fracaso
total.

Pero además de eso, se toparon con el radar encendido, y ondas de calor de seres vivos a la
orilla del lago.

Si bien el experimento tenía muchas fallas, y él siempre estuvo consciente de ello, la


ejecución de este hizo a Jimin dudar de su mentor.

Así que comenzó a indagar en sus cosas, y sus apuntes, descubriendo lo que pasó después
de que Kim Namjoon se quedara solo.

Pasaron muchos años, en los que hizo todo lo posible por subsistir, logró ser alguien de bien
en la vida, o al menos así fue hasta que esas cartas comenzaron a llegarle.
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Kim Yoonji debía ser su nombre real; pero nadie nunca lo supo porque de entre todos los
inmigrantes del barco, los esposo Min, quiénes sólo tenían un hijo varón y quienes añoraron
una niña por años la tomaron como su hija, compadeciéndose de ella.

Una vez en América, y con el paso del tiempo, todo ese conocimiento y oportunidades que
ellos le brindaron rindieron frutos. Porque ella era excepcionalmente brillante de
nacimiento.

Alguna vez, en el pasado del pasado, Kim Yoonji se sentó en una pierda a la orilla del lago, en
el Condado Mariposa, con su libreta en la que escribió:

K'sT. «La teoría de Kim, hipótesis no.1»

Con el pasar de las estaciones, mientras ella crecía, esas ideas imposibles dejaron de lucir así
de imposibles cuando su inteligencia y sus habilidades se enfocaron el cien por ciento a
lograrlo.

Viajar en el tiempo rompía con todas las barreras conocidas, pero era su sueño y qué tal si...
se hiciera a menor escala. Aquellos que pudieran controlar el tiempo serían los amos y
señores de todo.

Kim Yoonji reunió toda la teoría. Pero necesitaba alguien que la pusiera en práctica.

Sin saber, que la persona con el intelecto y temple para comprobarlas ni siquiera había
nacido aún, y ella no viviría para conocerlo.

Porque la persona más inteligente en todas las líneas era, y siempre sería Kim Taehyung.

Oh, pero ella se equivocó tanto y pensó que ese podría ser su fiel compañero, aquel que
conservando una imagen infantil de él extrañaba. Por eso, después de mucho tiempo de
buscando, finalmente, halló a su hermano.

Nunca le puso remitente a los sobres, porque sería muy riesgoso; pensó que él no le creía,
pero en contra de todo pronóstico, él le respondió con una fotografía suya, diciendo que la
había extrañado mucho.

—Las cartas entre ellos —explicó Jimin—, estuvieron intercambiando la información entre
ambos. Leí todas pero... faltan cosas.
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—¿Qué cosas?

—El estabilizador, eso que tú hiciste.

—Yo... —negó con la cabeza—. Solo tomé los apuntes y volvió a hacerlos. No tengo idea de
qué me hablas.

—... El profesor nunca lo terminó, siempre pensé que no lo hizo porque sería muy riesgoso.
Ahora sé que fue porque no le dijeron cómo hacerlo, no supo cómo. —Taehyung se quedó
callado—. Para mi eres solo un niño idiota pero tú... tú lo hiciste funcionar.

—Créeme, he hecho muchas cosas que no entiendo del todo —repuso incrédulo.

—Él solía hacerle anotaciones a esas cartas, y las enviaba de regreso. Hasta el momento, solo
he visto las que él conservó, tengo la vaga idea de que hay más y pienso que si encontramos
las otras, podremos arreglar el vórtice desde su origen, con sus primeras teorías.

—¿Crees que puedes persuadirme?

—No, has visto errores, lo sé. Estoy seguro de que ya dudas por ti mismo.

—Me están extorsionando —dijo con gracia—. No olvides el hecho de que me obligan a estar
aquí. ¿Y quieres mi ayuda?

—Escucha, yo no soy el profesor. No voy a decirte mierdas falsas para manipularte.

Taehyung se burló. —¿Qué te hace diferente a él? ¿Por qué me dices esto a mí?

—Sé que ocultas cosas, más de las que todos ven, y entiendo que lo hagas pero... de qué
servirá cuando todo vuelva a ocurrir, cuando todas las líneas colapsen. O peor, cuando no
sepas en cuál estás, si es que todo eso no ha pasado ya.

Taehyung abrió los ojos sorprendido.

De todas las personas en el pueblo, y por muy inteligente que fuera Namjoon, la única
persona además de Taehyung que se había detenido a pensar la contradicción de las líneas
fue la que menos esperaba: Park Jimin.

—¿Qué sabes tú?


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—Nada concreto, pero cambiar algo crea paradojas. Y tú lo sabes. Si me ayudas,


encontramos ese punto y lo destruimos.

—No podemos.

—¿Por qué? —dijo Park. ¿Taehyung confiaba en él? No. Pero le resultó muy audaz.

—La línea original se dividió en dos, y...

—¿Solo dos? —cuestionó Jimin—. No lo creo, deben ser miles.

—Pero solo dos importan. —Lo meditó—. ¿Cierto?

—Taehyung, el evento central. Dime, ¿Qué hizo caer al sujeto? Si interrumpimos ese evento...

El castaño sintió un frío que caló por toda su espalda. ¿Era posible que la pierna de su
hermano fuera un detonante? Por un demonio, claro que lo era.

¿Era el único? No podía asegurarlo.

Seokjin estudiando finanzas jamás existió, por lo tanto, el reencuentro no sucedió y


Jungkook no cayó pero...

—Eso... eso ya pasó —dijo levantando la cabeza, y viéndolo desconectado—. Ya se impidió,


pero... volvió a suceder.

—¿Por qué?

—La pregunta no es por qué —parpadeó confundido— la pregunta es cómo.

Taehyung nunca se cuestionó si los cambios sobre la segunda crearon otra fractura y
Jungkook tampoco se lo dijo.

Maldición, por supuesto que se creó otra. Una completamente paralela.

—¿Lo notas ahora? No tiene ningún sentido. Debe haber otra línea, una que no conoces
afectando la que nos importa, en total, tres de ellas. Pero que juntas juegan entre ellas y
forman un...

—Un bucle —afirmó.


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—Te lo diré como yo lo entiendo. Una variable creada en la segunda línea hace que se repita
o hará que se repita.

—¿Hará?

—Creo que tiene que ver con el futuro. La línea donde todo es diferente se ve interrumpida
en el futuro. Si todo está destinado a ser, algo en la segunda hace que en la tercera se
empuje la variable hacia el detonante.

Se quedó callado. Jimin no conocía toda la historia y de todas formas estaba usando la
lógica mejor que él.

—Supongamos que tienes razón. ¿Dónde está el catalizador de todo?

—¿Cómo podría saberlo? —bufó—. Eres tú quien ha convivido con el sujeto. Y yo puedo jugar
a él científico loco, y abrir cabezas, pero, ¿De qué sirve?

—Entonces... solo podríamos saberlo si... arreglamos el vórtice.

—Sí pero hay un problema.

—¿Cuál?

—El profesor —tragó saliva—, él no nos dejará actuar solos. Así que si voy a traicionarlo,
necesitaré apoyo. Además, necesitamos saber qué le falta al experimento.

—¿Cómo? —murmuró comenzando a creer que no era tan mala idea—. Ella... la niña ¿Dónde
está?

—¿Dónde está? —se burló—. Enterrada en el cementerio del condado. Kim Yoonji está
muerta.

Taehyung parpadeó confundido por la información. Él sabía a dónde iba esto pero no quería
llegar allí.

—No podemos recuperarlas, ¿Cierto?

—Esa es la parte en la que entras tú.

—¿Yo?
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—Estoy tan harto de hablar entre líneas, Kim. Sé que eres lo suficientemente inteligente para
deducirlo, pero te lo diré. Tu amigo Agustus, y el profesor son familia. La niña es su mamá.

Taehyung no se sorprendió, lo intuyó semanas atrás. Porque esta era la historia que Park le
había estado contando por días.

—Su madre... nunca la conocí.

—Lo sé, los he estudiado a todos —dijo con voz fría, calculada—. Ella ya no estaba aquí
cuando ustedes llegaron.

Sí, Kim Yoonji era muy inteligente pero cometió el mismo error que Kim Taehyung. Con la
diferencia, de que los errores de ella le hicieron parir otra vida.

Pese a que creció en la misma casa que Min JiHoon en algún punto de su adolescencia
terminó envuelta con él. Porque cuando se conocieron, ambos estaban en esa edad de
descubrirse, empezando la pubertad y nunca se relacionaron como familia.

Para él, ella fue como un huésped en su casa, y para ella, el primer chico al que conoció y vio
con otros ojos.

Su hijo debió nacer en abril pero nació en marzo, marzo nueve y no fue la niña que ella creyó
que sería.

Y aunque amó a su hijo los primeros años, no amó a la "familia" que no la escuchó sufrir, ni al
esposo que se transformó en bestia.

Quizá por eso, Agustus Min, creció tan apegado a su abuelo, porque él quería cuidarlo como
no lo hizo con ella, y el resentimiento de su padre, porque este nunca se perdonó a sí mismo
e intentó culpar al pequeño de todo.

A Taehyung se le revolvió el estómago por la forma en la que todo se conectaba.

De todos los lagos, y todos los estados; incluso de todos los países. ¿Por qué específicamente
ese pueblo, ese lago?

Exactamente, por la persona que lo estudió por muchos años antes de que Kim Taehyung
naciera.
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Por Kim Yoonji que corrió descalza por el bosque y se lanzó a ese lago para nadar en el
atardecer mientras soñaba con un camino diferente para ella y Namjoon en quién aún
pensaba.

Porque en cualquier generación, o línea de tiempo, los genios Kim Taehyung y Kim Yoonji, lo
único que alguna vez desearon fue lo mejor para sus hermanos.

¿El mismo destino quizá? O tal vez solo el mismo espíritu anhelando libertad en un mundo
tan desolado, tan perverso y vil.

Pues en los hermanos Kim estaban malditos por el universo y entre los dos, siempre habría
uno tan noble que no podría sobrellevar la vida; y uno que viviría con profunda culpa hasta el
final de sus días.

La caja fue abierta hace mucho tiempo, y el detonante principal en todo esto era el pelinegro
que se paraba en el bote sin razón aparente para Taehyung.

Pero pronto lo entendería. Solo tenía que avanzar un poco más para tocar una línea en el
borde del bucle.

—¿Qué se supone que tendríamos que hacer? —le dijo a Jimin.

—Tengo un par de ideas, pero ninguna es segura. Lo más prudente sería que consigas esas
cartas, o busques algún indicio en esa casa.

Taehyung alzó una ceja. —Tienes una docena de soldados merodeando por mi jardín, ¿Y me
pides eso?

—No soy yo. El profesor... los militares... están cegados y eso nos está hundiendo.

Se quedó callado pensando en la forma de beneficiarse.


—Si te ayudo a controlar el vórtice, si acepto... Jungkook no tendría que irse. ¿Cierto?

—Debe hacerlo, Taehyung. —Jimin se puso de pie, esta era la parte más difícil de todo su
dilema moral—. Pero no podrá.

—¿A qué te refieres con que no podrá?


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—La cuestión es que... —resopló por ser un soplón— por el agujero de gusano, él no puede
acercarse, tampoco entrar.

—¿Qué? Pero se supone que...

—El profesor te mintió. Y aunque lograramos hacerlo, no nos serviría de nada enviar a
Jungkook.

—¿Por qué? Él podría... —Jimin no lo dejó hablar.

—¿Jungkook sabe algo sobre viajar en el tiempo? ¿Sabe cómo controlarlo? Yo creo que no.
Además... le has "drenado" demasiada electricidad pero no la suficiente, el lago lo haría
pedazos literalmente al entrar.

—No puede ser... —murmuó y se sintió tan estúpido al ignorar los detalles.

—Escucha, necesitamos tres cosas: hacer creer al profesor que tiene la razón, un suicida y
esas malditas cartas. Mientras no tengamos eso, será mejor que actuemos como si esta
conversación no hubiera sucedido.

—No me malinterpretes, pero yo no he aceptado nada. No me consta que no vayas a


matarme cuando logres que funcione el vórtice.

Jimin se puso de pie viendo la hora, Taehyung le imitó, el sol no tardaría en salir.

—Kim, ya no me importa el experimento —dijo cansado—. Jungkook es inestable, y puede


dañar todo a su alrededor.

—¿Estás enloqueciendo, cierto? —cuestionó Taehyung. Jimin no tenía nada lejos de ese
laboratorio, y ahora estaba harto.

Pero claro, nadie escucho a los búhos advertir con su canto del inminente peligro. Así que
ahora debían tomar responsabilidad por sus crímenes contra la realidad.

—Lo único que quiero es prevenir algo peor.

—No es nada que no les haya advertido antes. ¿Acaso comenzarán a escucharme?

—Lamentablemente sí. Yo lo haré. —Taehyung no se esperaba esa respuesta—. Por hoy, es


todo, te llevaré a casa.
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—¿Seguirás con tu historia la próxima madrugada?

—Sí —respondió con total tranquilidad—. Por ahora, ve a descansar. No olvides que el
médico revisará al experimento por la mañana.

—Jungkook. —Lo corrigió—. Se llama Jungkook, y no es un experimento.

—El médico revisará a... a Jungkook —le respondió en señal de paz.

La puerta de la sala de control se abrió de pronto, en donde el profesor Kim apareció


después de terminar con su ronda.

—Es tarde —le dijo a Jimin viéndolo con severidad—. El chico ya no debería estar aquí.

—Sí, señor —contestó abnegado—. Estaba por llevarlo. ¿Cierto, Taehyung?

El chico tragó saliva y asintió siguiendo a Park por el pasillo.

Kim Namjoon era excepcionalmente hábil con las manos, y siguió cada uno de los pasos para
hacer posible ese experimento. Pero le faltaba temple, y creatividad, porque cruzó la línea de
audacia.

Más que un genio, un lunático.

...

El silencio hasta casa fue sepulcral entre los dos jóvenes.

Taehyung tembló cuando sacó la llave para entrar, temiendo que le dispararan por la
espalda mientras Park le veía desde la camioneta, como cada madrugada durante las
últimas semanas.

Pero otra vez, no lo hizo.

Y el castaño entró veloz a su casa; cerrando la puerta con llave para luego recargarse contra
esta respirando agitado.

Era demasiado qué procesar para él, peor en el día. Pues el sol ya había salido.

Dio algunos pasos cansado. Taehyung se dejó caer en el sofá de su casa, abatido y se durmió
fácil por la fatiga.
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Pero no esperaba que minutos después, las luces y la radio se encendieran. Con esa música
que las emisoras que su madre escuchaba ponían en vísperas de Navidad, con putas
campanas y cascabeles que le martillaron la cabeza.

El cuento de navidad no empezaba en el cuartel militar; pero sí en la sala familiar.


Del joven científico con doble vida, que lo único que quería era descansar.

—¡Hijo! ¿Qué haces allí en el sofá? ¡Ya sabes que debes ayudar con la decoración —dijo su
madre con ese suéter de cascabeles que Taehyung intentó quemar, caminando por toda la
sala mientras Taehyung se escondía entre los cojines.

Había olvidado que tenía una vida normal, y en ella era víspera de Navidad.

Maldición.

¿Que si su familia lo dejó dormir? Por supuesto que no. Eran unos desconsiderados de
mierda.

Oh, sí. Todo lo quería para navidad era darse un tiro.

Así que el científico adolescente se abrazó así mismo con su mantita en el sillón después de
que su madre perturbara su paz, pero en cuestión de minutos tuvo a Seokjin y su padre
jodiendo también para que se levantara.

Además, tenía que estar presentable para cuando el doctor llegara. Pero si cerraba los ojos
tan sólo cinco minutos nadie lo culparía, ¿Cierto?

Había mucho bullicio por toda la casa; su familia nunca ponía la decoración semanas antes,
tenían esa costumbre horrible de colocarla solamente el día que sería necesaria. Al inicio fue
más que todo para ahorrar dinero en la energía eléctrica, ahora era porque nadie le gustaba
tener que cuidarla, y se quedaría allí hasta año nuevo.

Así que mientras su padre y Seokjin bajaban el árbol entre muchos estruendos del ático.
Taehyung intentó volver a dormir.

Hasta que sintió cómo le dejaron caer una caja con adornos sobre el pecho.
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Abrió los ojos molesto encontrando a Seokjin y su suéter navideño riéndose de él. Sí, hasta el
reno de ese suéter se burlaba de Taehyung.

—Mira la hora, Tae. ¡Y aún no pones las luces de la entrada! Santa Claus no te traerá nada si
sigues de holgazán.

—Jo-jo-jódete, Seokjin.

No hace muchos años, el pequeño Taehyung llegó a creer en Santa Claus, cosa que Seokjin
aprovechó para obligar a Taehyung a hacer cosas que él quería. Siendo dos hombres
adultos, aún le causaba mucha gracia recordar los tiempos en que su hermanito fue su
sirviente personal patrocinado por papá Noel.

Todos tenían sus tareas. Seokjin se encargaría de las decoraciones, papá de las compras de
último minuto, mamá de la cena y Taehyung, como el asistente de su hermano, las luces de
la entrada.

—Lárgate de mi sala, Señor Grinch, estoy decorando. Es más, ve por Cindy Lou para que
venga a ayudarme a colgar adornos.

Taehyung se contuvo la risa, porque sí le hizo gracia. Se había ganado ese apodo por dos
cosas: él no creía en la navidad, y el suéter para la ocasión que le correspondía—lo obligaban
a—usar siempre era verde.

Se levantó estirando sus extremidades.


—A Cindy Lou le quitan el yeso hoy, Rodolfo. —Le llamó por su suéter y el grano en su nariz—.
Ni se te ocurra molestarlo.

—¿Y eso qué? ¿Quiere ser parte de esta familia? Bien, le tocan los adornos del árbol, el suéter
de caramelos, y hacer el puré de papa para la cena.

—¿Y por qué el puré?

—Por que le queda delicioso, mejor que a mamá.

Taehyung se acercó a él para molestarlo, volteó a ver a su alrededor para asegurarse de que
ninguno de sus padres lo escuchara, y le murmuró a Seokjin:
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—Es mi novio, no tuyo.

A lo que su hermano le contestó con el ceño fruncido. —No me importa, si quiere salir
contigo tiene que aportar algo a la familia, o lo voy a sacar a la calle.

—¿Es en serio?

—Sí, aún no se presenta formalmente conmigo.

—Ay, no por favor, cállate Seokjin.

—¿¡Qué tiene de malo!? No te mandas solo, jovencito.

—Soy un adulto.

—No me importa, evidentemente no podemos contarle a papá. Entonces es mi


responsabilidad, así que quiero que venga y me diga: "Señor Kim, me casarsé con su
hermano".

Taehyung se tapó la cara avergonzado, y a la vez con pena ajena. Ojalá el cambio de
personalidad de Seokjin hubiese venido con apagador.

—Oh, por favor. ¿No te cansas de ser así de anticuado? No voy a casarme.

—¿Cancelo nuestra boda, entonces? —dijo Jungkook detrás de ellos.

Los dos se sobresaltaron al notarlo allí con su sonrisa burlona y sus muletas. Las escaleras no
eran rivales para la dedicación que puso en bajarlas por media hora.

—¡Jungkook! —dijo Taehyung volteando nervioso y pasándose una mano por el cuello—. No
le hagas caso a Seokjin, está enloqueciendo.

El pelinegro se sentó en el sofá viendo a Seokjin desde abajo.


—Señor Kim, me presento, vengo a cortejar a su hermano.

—No, púdrete —le respondió dándole la espalda.

—¡No se vale! —reprochó Jungkook y Seokjin comenzó a reír escandalosamente.

Taehyung estaba allí, viendo a sus dos idiotas ser exactamente eso, idiotas.
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—¡Perdón, me dejé llevar! Empecemos otra vez —dijo aclarando su garganta y sentándose
junto a Jungkook con mirada seria—. ¿A qué has venido, muchacho?

—Vine a pedirle la mano de Taehyung en matrimonio.

—¿Piensas que te entregaré a mi más preciado retoño así como así?

Jungkook tomó aire profundamente.


—Señor Kim, le ofrezco dos vacas por su hermano —dijo extendiendo su mano a Seokjin.

—¿Solo valgo dos? —dijo Taehyung ofendido.

Seokjin observó a su hermano y pensó que valía a lo mucho vaca y media. Y luego estrechó la
mano de Jungkook complacido.

—Trato, lléveselo.

—¿Acabas de cambiarme por dos vacas imaginarias? —dijo indignado a su hermano.

—Tu esposo es un gran negociador, era una gran oferta.

—Los dos son unos grandísimos idiotas.

—Sí —contestaron al unísono.

Taehyung negó con la cabeza cuando el timbre sonó llamando su atención, se asomó un
poco para encontrarse con alguien con bata blanca y estetoscopio.

«Oh, vaya. Mandaron al doctor con aspecto de médico de libro para niños, qué sutiles» pensó
Taehyung.

—¡Jungkook, tu yeso! —dijo feliz cuando se movió a la entrada—. Sé bueno con el doctor —le
reprendió antes de abrirla.

—¿Por qué me dices eso?

—Porque la última vez que vino para ponerte la inyección lloraste.

Jungkook tosió incómodo porque Seokjin estaba allí y comenzó a burlarse de él.
—No digas esas cosas, Taehyung. Eso es mentira.
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—Compórtate como un niño grande cuando saque la sierra. Te lo advierto o no respondo —


dijo abriendo la puerta para dejar entrar al doctor saludándolo con tranquilidad.

Seokjin se acercó a Jungkook para murmurar.


—Suerte con papá oso y el doctor de la muerte —se burló antes de levantarse para ir a buscar
a sus padres en la cocina.

—¿Sierra? —dijo Jeon tragando saliva pesadamente viendo hacia la puerta.

¿Tenía miedo de que le cortaran la pierna? Sí. ¿Esa pierna no le serviría mucho en este estado
todas formas? Pues no.

Los tres subieron hasta la habitación de Taehyung, en donde el doctor pudo comenzar con el
procedimiento.

A los padres del castaño les pareció extraño pensar que su hijo hubiese contratado a alguien
así de profesional; Taehyung lo notó, e hizo lo posible por evitar dar explicaciones, porque
no quería ni recordar lo costoso que era para él esto.

Por supuesto que enviarían a alguien experto, al gobierno le interesaba mantener vivo a
Jungkook. Pero no quería pensarlo, aunque así fuera.

Sonrió atento escuchando las indicaciones cuando le cortaron el yeso a Jungkook.

El área de la tibia fue la que se fracturó, casi llegando a la rodilla pero afortunadamente sin
tocarla, ya que había logrado correr el asiento al chocar.

Su pierna se veía bien, a excepción de un espacio más oscuro de piel alrededor de esta
producto del tiempo enyesado. Pero todo de maravilla dentro de lo que posible.

Taehyung vio al doctor anotar algo en una de esas carpetas metálicas que él sabía provenían
del laboratorio e hizo su mayor esfuerzo por no molestarse, pues al menos Jungkook estaba
bien, pensó.

Le recomendaron seguir usando sus muletas, o en todo caso un bastón para no esforzarse
mucho cuando le dejaron vendada la pierna.
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Cuando el médico se fue, al fin pudieron estar un poco más tranquilos; porque Jungkook no
caminaba bien, pero con el paso de los meses definitivamente lo haría.

Para ese momento ya era medio día. Tuvieron que tomar un desayuno/almuerzo por su falta
de atención, y el tiempo que Taehyung se tardó en bañarse.

Bajaron de regreso a la sala, se encontraron con que esta ya estaba decorada


completamente, y sus padres parecían haber salido a comprar las cosas finales.

Así como Seokjin, quién había subido a su habitación para ducharse; porque después de
tanto, finalmente, arregló la perilla de su regadera.

Luego de vestirse; ordenó un poco su habitación. Tenía mucha ropa que ya no usaba, y
pensó que donarla a la caridad le podría alegrar las fiestas de alguien más.

Separó un par de cosas, entre tenis y chaquetas cuando escuchó un choque contra la
ventana.

Volteó a ver, el vidrio estaba bien; pero el suceso volvió a repetirse, así que vio el momento
justo en el que una bola de nieve golpeó y se destruyó en el impacto.

Se asomó a la ventana y la abrió sonriendo cuando notó que la nieve había cambiado de
lugar. Encontrando un «Hey, you!» y una carita sonriente, escritos en la nieve.

—¿Vas a venir o no? —le gritó April viéndolo desde abajo finalmente abrigando
correctamente como un oso esponjoso y sin dejar de sonreír.

Seokjin asintió y no esperó ni un segundo en alejarse de la ventana para salir corriendo de su


habitación, por las escaleras hasta la puerta de la casa.

Abrirla y correr a empujar a su amigo se sentía tan bien. En una amistad real, una con la que
ya se habían reivindicado.

¿De dónde sacaban valentía para acercarse? Se preguntaría el universo.


Por el carácter fuerte de ambos eran capaces, claro está.

Cualquiera creería que serían incapaces de verse el rostro el uno al otro; pero eran lo
suficientemente maduros para dejarse sanar, y ayudarse en el proceso.
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Pues así, a Seokjin dejarían de dolerle sus errores y podría aceptar que incluso él, con todas
sus debilidades, era capaz de ser un mejor hombre.

Y April, llegaría a la conclusión de que no estaba enamorado de él; sino de la idea de tenerlo.

Lo cual le parecía inmaduro. Algo impropio de sí mismo, por ello, ahora se sentía libre. Y
despojarse de esa cadena hizo que toda su vida fuera más plena.

Se había equivocado, sí; pero sabía que algún día, él encontraría a alguien y eso le daba la fe
que un romántico sin remedio buscaba.

Porque en ese momento de sus vidas, ninguno de los dos necesitaba más estragos por amor.
Pero un amigo... definitivamente no les vendría mal.

Es así como dicen que debería de ser, ¿cierto? Pero la amistad de alguien a quien amaste
significaba muchas cosas que ninguno de los dos estaba dispuesto a enfrentar.

—¿Qué haces aquí? —le dijo Seokjin cuando lo abrazó.

—Estoy huyendo de mi casa, mi abuela ya está ebria y quiere hacerme bailar con ella.

Seokjin soltó una carcajada de esa curiosa risa que tenía. Era cierto, y esa mujer era todo un
evento cuando bebía.

—Oh, pobrecito —se burló viendo su gran abrigo—. Ven, esponjosito, pasa. No te hará daño
aquí.

Min asintió, avanzó un poco y se inclinó para tomar una maceta que había dejado en las
gradas de la entrada.

Lo siguió. —También traje esto —dijo feliz enseñando su planta—. Una euphorbia
pulcherrima.

El mayor de los Kim hizo uso de un conocimiento que muy pocos sabían que tenía.
—¿Una flor de Navidad? —dijo sorprendido viendo las hojas rojas mientras entraban a la
casa.

—¡Exacto! Me regalaron unas semillas de Centroamérica la navidad pasada. ¿Y qué crees? ¡Ya
florecieron!
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—¿Puedo tocarla? —dijo intentando agarrarla, pero Agustus negó.

—No, shu, shu. Vine a dársela a Jungkook. No a ti.

—¿¡Y por qué a él y no a mí!? —reprochó cruzado de brazos.

—Porque tú no vas a cuidarla, y él es igual de Hippie que yo.

—¿Estás jodiéndome, cierto?

—Noup. —El pelinegro en cuestión apareció desde la cocina y Min le llamó feliz—: ¡Jungkook,
mira! —le gritó.

Jeon apenas comenzaba a intentar caminar por sí mismo, pero se movió feliz hasta él, igual
de asombrado.

—¡Euphorbia pulcherrima! —Jungkook la tomó emocionado—. ¡Sus hojas se ven hermosas!

—¡Lo sé! —respondió Min con emoción—. ¡Está increíble!

Taehyung salió de la cocina poco después, se supone que saldrían un rato. Pero observó con
curiosidad a Min y su presencia.

Pensando en qué tan difícil sería preguntarle por su madre, o si estaba mal querer usarlo
para obtener información cuando muy probablemente él chico no sabía nada.

Así que caminó cerca del sofá, en donde estaba su hermano. Seokjin no entendía de qué
estaban hablando, así que fingió que sí mientras los veía ser raros en la sala.

—¿Qué está pasando? —escuchó decir a Taehyung, quien se recostó en la pared junto a él—,
¿Por qué Jungkook está abrazando una planta?

—Ni idea —dijo Seokjin viéndolos casi brincar de emoción—. Oyeron el llamado de la
naturaleza, creo.

—Hay que golpearlos —sugirió Taehyung, y Seokjin le vio con el ceño fruncido—. Ay, solo fue
una idea.

Iba a molestarlo, pero el abrigo de Taehyung le llamó la atención.


—¿Y tú a dónde crees que vas?
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—Este... Le prometí a Jungkook que jugaríamos en la nieve.

—No has terminado con tu tarea navideña, ni sueñes con que te irás sin hacerlo.

—¡Pero...!

—Pero nada. —Señaló la puerta—. Tae, ve a colgar las luces afuera.

El castaño le vio con recelo; solo porque era navidad le haría caso.
—Bien, lo haré porque es mi responsabilidad, no porque tú lo digas. —Tomó su cajita de
luces de la mesa, antes de dirigirse afuera.

Justo a tiempo, cuando abrió la puerta, sus padres regresaron con los regalos y otras cosas.

Seokjin se burló de la seriedad de su hermano, y saludando a sus padres, tomó uno de sus
bates de la esquina de la sala.

—Niños de las plantas —llamó a los dos pelinegros—. ¿Jugamos al béisbol de nieve?

Los dos se vieron entre sí, antes de dejar su maceta decorando la mesa de café para seguir a
Seokjin hacia afuera.

Taehyung no supo en qué momento pasó todo. Él fue por la escalera para alcanzar el borde
del techo, y cuando regresó, se encontró a Jungkook sobre una silla en la nieve, y haciendo
bolas de esta para lanzárselas a su hermano.

Agustus les venía muy serio, porque era el árbitro, y estaba muy enfocado en ver que fuera
un juego justo.

Bueno, en realidad se distrajo porque con toda la nieve que movió para escribir en ella había
dejado un buen montón que servía muy bien para hacer un muñeco decente, por lo que lo
moldeaba en silencio.

La tarde resultó muy cálida para ser invierno, y Taehyung se divirtió mucho viendo a
Jungkook enojarse porque sentado no podía lanzar bien, y la escarcha volar por doquier
cada que Seokjin destruía una bola.

—Al diablo —dijo Jeon levantándose—, no puedo seguir así.


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Apretó los ojos cuando hizo un poco de presión sobre su pierna y tomó otra bola de nieve
para lanzarla.

—¡Jungkook, no! Tu pierna, idiota —le regañó Taehyung desde la escalera mientras colgaba
las luces.

—¡Pero estoy perdiendo! ¡Y me siento bien, ya no me duele!

—No me importa, no seas necio.

Jungkook se cruzó de brazos pero no esperaba sentir una fría bola de nieve impactar contra
su rostro.

Volteó a ver con una ceja alzada, encontrando a Seokjin fingiendo demencia después de
haberle lanzado eso para hacer que se callara.

—¡Oye! —le gritó molesto—. ¿Qué te pasa?

—Siempre dale la razón a Taehyung —le regañó.

—No se vale, ustedes se unen para molestarme. —Frunció el ceño pero antes de que pudiera
seguir hablando, le lanzaron nieve de nuevo a la cara.

—¿Decías? —Seokjin estaba feliz y se burlaba de verlo ser un doblegado.

Jungkook se movió cojeando hacía él, y se apoyó un poco en el muñeco de nieve de Agustus
hundiéndole la cabeza.

—¡idiota! ¡Mi muñeco! —le gritó Min molesto cuando Jungkook chocó contra este
destruyendo el progreso del chico.

—No seas dramático —dijo con gracia, burlándose al ver el rostro pálido del chico, con las
mejillas rojas por el frío—. Haz otro y listo.

—¡Oye! —Seokjin se aproximó veloz para defenderlo—. Métete con alguien de tu tamaño,
¿Quieres?

—Eso fue más ofensivo que útil —dijo Yoongi.


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El castaño mayor no pudo evitar desviar su mirada hacia él. —Lo decía por el muñeco de
nieve —le dijo a April con una sonrisa, la cual se quedó estática cuando Jeon le devolvió el
lanzamiento de nieve en el rostro a Jin.

—¿Estamos a mano? —intentó decir Jungkook cuando el mayor bufó, pero no sirvió de nada
porque terminó corriendo hacia él para tumbarlo en la nieve.

—¿Quieres pelear, Jeon? —dijo llenándole el cabello de escarchar mientras Min se reía de
ambos—. ¿No eres tan valiente así, eh? —le dijo con gracia.

Taehyung terminó con su labor, y se bajó del techo para poner orden.

—Tonto uno y tonto dos, van a lastimarse —le dijo intentando separarlos—. ¡Seokjin, déjalo
ya!

—¡Pastelito, ayúdame! —pidió Jungkook porque evidentemente no podía contra Seokjin.

Pero Taehyung negó, apenado de ser llamado así en público.


—Mejor no. Todo tuyo, Jin. —Pasó a su lado indiferente—. Él dijo que ya no le dolía.

—¡Traidor! ¡Quiero el divorcio! —dijo indignado antes de que Seokjin le llenara el cuello de
nieve.

Era lindo sentir que no había barreras entre ellos aunque sea por un instante; porque la
juventud era así, fugaz, divertida y hermosa.

Esa tarde, por primera vez en mucho tiempo, Kim Taehyung volvió a tomar un bate de
béisbol y lo hizo para pedirle la revancha a su hermano, y salvar el honor de Jungkook.

Y Seokjin, a gusto con la vida que ahora tenía, hizo una y mil bolas de nieve para poder
lanzarlas a su hermano, sin que el castaño mayor fallara a uno solo de sus lanzamientos.

Al menos ese día, esos lazos rotos o enredados parecieron unirse correctamente, al compás
de la nevada más inocente de todo diciembre en 1986 y con esos rayos de sol que incluso en
invierno se negaron a desaparecer.

El tiempo pasó rápido cuando en la entrada, quedaron cuatro muñecos de nieve mal hechos,
con brazos de ramita seca y piedrecitas como ojos.
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Tres de ellos grandes: uno con bufanda, uno con gorra, y uno con lentes de sol. Y otro un
poco más pequeño, con una flor en su cabeza.

Para el final de la tarde, y antes que se ganaran un resfriado, regresaron a sus casas.

Estaba mal alegrarse por esto, pero el padre de Yoongi se quedó atrapado por el clima en
otra ciudad; así que fueron solo su abuela y él en casa, felices mientras cocinaban y bebían
juntos.

Y en la casa de los Kim, los dos hermanos encendieron la chimenea. Jungkook se quedó en la
mesa de la cocina, ayudando a los señores Kim con la cena mientras pelaba las papas.

Aunque fue un poco perturbador para él estar allí, porque era vegetariano, los vio rellenando
el pavo, y ahora tendría pesadillas.

Pero se sintió feliz cuando le dejaron usar el horno y pudo hacer su pie de manzana favorito
para todos como merienda.

Jungkook se burló de irónico de la vida; y el hecho de que el olor de su postre atrajo al


Seokjin joven de la misma forma que lo hacía con el viejo.

Incluso se quejó de las preferencias cuando Jeon le sirvió un trozo a Taehyung antes que a él,
de la misma forma que se quejaba cuando lo hacía con su madre.

Allí, entre la canela, y el azúcar, fue un momento tan doméstico que Taehyung pensó que
podría vivir así.

Cuando la noche llegó; la mesa del comedor se vistió de gala, con un hermoso mantel blanco
en donde la comida para la ocasión comenzó a colocarse.

Se usaron los platos buenos, y la cristalería fina; Seokjin enchufó el árbol, casi al mismo
tiempo que Jungkook, apoyándose en los hombros de Taehyung, caminó hacia el comedor.

El olor de los alimentos, y el vapor que parecía emanar de estos le golpeó al pelinegro
porque la escena le gustaba mucho.

Y dejó de sentirse como un invitado cuando se sentó en el lugar que le correspondía, porque
sí, él tenía un lugar en esa mesa.
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—Taehyung, da las gracias —le dijo su padre cuando estuvieron todos sentados, idea que
incomodó un poco al castaño.

—Uhm...

—Siempre obligan a Taehyung, no sean malos —intervino Seokjin—, ¿Por qué no cambiamos
un poco? Puedo hacerlo yo si quieren —sugirió con una sonrisa.

Pero su madre tuvo otra idea.


—Jungkook —volteó a ver al pelinegro a su lado—. ¿Por qué no das tú las gracias? —le dijo
ella con una sonrisa.

Taehyung carraspeó con la garganta, e intentó intervenir. —Mamá no creo que sea...—pero
contrario a lo que esperaba, Jungkook asintió devolviéndole la sonrisa.

—Sería un placer —contestó ganándose una mirada de asombro de Taehyung.

El mayor de todos los Kim puso las manos sobre la mesa, con las palmas hacia arriba.
—Bien... entonces recemos —dijo cuando su esposa y su hijo mayor le tomaron de las manos.
Ella tomó de la mano a Jungkook, y Seokjin a su hermano.

Kim Taehyung y Jeon Jungkook se observaron un segundo antes de cerrar el círculo,


entrelazando sus dedos sobre la mesa. En un acto tan puro e inocente frente a toda la
familia.

Jungkook aclaró la garganta antes de cerrar los ojos e inclinar su rostro. Ciertamente él no
creía en una deidad como tal, pero sabía que si para los cristianos Dios es amor, pedirle a ese
dios por alguien era sinónimo de decirle «Me importas».

—Amado padre, que moras en las alturas de los cielos, santo y glorificado sea tu nombre —su
voz fue lenta, y solemne cuando comenzó a rezar en realidad—. Te damos gracias por
permitirnos estar aquí reunidos alrededor de esta mesa, y por los alimentos que vamos a
disfrutar. Te pido que proveas y bendigas las manos que los prepararon, así como también
se los concedas a aquellos que no los tienen. Te agradezco por la vida que nos prestas y por
esta familia que ha cuidado de mí; te pido que los colmes de bendición, de amor, y los lleves
con bien, para que puedan ser luz a donde quiera que vayan, y los cuides en todo momento.
—Se quedó callado un segundo—. Te suplico por paz mi alma, y ruego perdón por nuestros
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pecados, para que nos ayudes a ser mejores cada día. Amén—respiró profundamente—, y
amén.

Todos abrieron los ojos y soltaron las manos con tranquilidad, en un silencio que no era
incómodo, sino pacífico.

Seokjin se detuvo a mirar a Jungkook por un segundo, pensando que Jungkook tenía un
alma tan pura como la de su hermano, y eso le llenó de mucha felicidad.

—La pierna del pavo es mía —dijo reclamando su derecho y queriendo aligerar el ambiente.

Papá siempre se comía una pierna del pavo; lo cual solo dejaba una restante para alguno de
los dos hermanos y bueno, no siempre se gana.

—¡No se vale, yo la quería! —reprochó Taehyung a su lado. —¡Papá!

El señor asintió comenzando a servir y dándole la pieza a Seokjin—Te tardaste, hijo. Lo


siento.

—Bien, pero esa era mi pieza. —El castaño negó ofendido, qué gran falta de respeto hacia él.
—Como sea, Jungkook, pásame el puré de papa —no obtuvo respuesta— ¿Jungkook?

Todos voltearon a ver al pelinegro de pronto extrañamente callado, que se había servido casi
todo el puré, porque era lo único apto para comer para él además de la salsa y los elotes,
comiendo sin prestarles atención hasta que notó que los cuatro le veían.

Levantó la cabeza. —¿Ustedes querían? —dijo apenado haciendo que todos estallaran en
risas.

Definitivamente, esto de las bromas en la cena le gustaba mucho.

Todos disfrutaron felices la velada, incluso cuando terminaron y a Taehyung le tocó lavar los
platos, luego de que apostara contra su padre y perdiera.

Los tres mayores se sentaron en el sillón grande a ver la tele mientras ellos acomodaban la
cocina, y Jungkook, al terminar de ayudar, se sentó en las escaleras cuando su pierna inútil
le cansó un poco.
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Parecía simple y vano, pero para alguien como él, que ya ni siquiera sabía qué parte de su
vida era real, y que en su historia original nunca conoció la fraternidad... la idea de pensar
que era uno de ellos le gustó mucho.

Pero... esta comunión tampoco existiría de no ser por Jungkook.

¿Qué pasó la noche buena del 86'?

Cuando Seokjin no pudo salir de su habitación, y deseó la muerte viendo todos los trofeos
que le gritaban que nunca podría jugar otra vez.

Porque ese año, nadie decoró la casa ni ayudó al señor Kim con los adornos del ático. Nadie
jugó en la nieve, no hubieron regalos y de esa familia, los pedazos al desmoronarse se
volvieron cada vez más grandes.

Desde que el día que fue gritado a los cuatro vientos que Taehyung era diferente, ninguno de
sus padres le veía a los ojos. Se podía escucharlos pelear por toda la casa, y el castaño había
descubierto días antes que su padre estaba durmiendo en la habitación de huéspedes.

Era veinticuatro de diciembre, mientras todas las familias cenaban, Taehyung se escabulló
para robarse algo de la cocina; pero le hubiera gustado no hacerlo para no haber escuchado
a sus padres hablar sobre el divorcio, y decir su nombre como causa.

Kim Taehyung se sentó en la orilla del balcón metálico de la azotea, pensando en que saltar
sería mejor para él, sin el valor de poder hacerlo realmente.

Pero en medio de las líneas enredadas del tiempo, la telaraña de la historia lo protegió de
ese sentimiento, dándole en su lugar una cena y a su familia unida como cada navidad.

—Taehyung, ven acá —dijo su madre mientras él terminaba de acomodar los platos—.
Apresúrate, tu padre está repartiendo los regalos.

Salió de la cocina, secándose las manos con el suéter, y le sonrió a su familia, quienes reían
junto a la chimenea.

Jungkook los observó de lejos cuando comenzaron a abrazarse, y todo era tan lindo, que
Taehyung ni siquiera notó cuando él se alejó por las escaleras.
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Kim Taehyung, envuelto en su alegría, no estaba pensando en las cosas que le


atormentaban. En alguna otra noche buena, habría dicho algo sumamente irreverente para
estropear el cuento de la familia feliz, pero en esta, simplemente no pudo.

No quiso arruinar el ambiente armonioso, así que cantó un par de alabanzas y leyó varios
salmos en voz alta mientras sus padres le veían complacido.

Se prometió a sí mismo que sería bueno para no perturbarlos, esperando pacientemente su


regalo.

Recibió el suyo; y aunque estaba agradecido, lo dejó debajo junto al árbol pensando en que
esperaría a la mañana para abrirlo. Pero notó el paquete azúl que ni siquiera había tocado, y
la ausencia del pelinegro.

Se despidió de sus padres respetuosamente porque él no oraba junto a ellos a la media


noche y tomó la pequeña caja debajo del árbol.

Entonces subió a su habitación a pasos ligeros, cuando abrió la puerta lentamente, sin
causar revuelo al entrar. Se quitó sus anteojos; los dejó en su escritorio y avanzó por la
habitación.

Jungkook se había acostumbrado tanto a esa casa, y a esa rutina que Kim sabía exactamente
a dónde iría después de cenar. Y no se equivocó, cuando lo encontró sentado en el marco de
la ventana, viendo hacia el cielo, como perdido entre sus pensamientos.

Cerró la puerta antes de acercarse con una sonrisa tímida a él.

—Oye... —murmuró—. ¿Qué haces aquí solo, eh?

—No quise interrumpir sus tradiciones —dijo con gracia—. No es la gran cosa.

—¿Entonces por qué te escondes aquí arriba?

—No estaba escondiéndome, las estrellas se ven bien con el cielo despejado, además—
sonrió—, me gusta ver el vecindario. Luce alegre.

Taehyung vaciló un poco cuando se sentó en el otro extremo de la ventana. Era cierto, las
luces en esas casas adornaban las puertas congeladas que protegían aquellos risueños
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cantos de niños jugando en espera de la medianoche, dándole no solo un toque pintoresco


al pueblo, sino también mucho gozo.

—Jungkook —le llamó sabiendo que era el momento indicado para saber si Park tenía
razón—, ¿Qué es lo que recuerdas de tu última navidad?

El chico recostó la cabeza y la espada, en la madera detrás de él.


—No mucho. Parece que tuve cien navidades diferentes, y ninguna se siente como la mía.

—Tus padres no son las personas más hogareñas del mundo, me temo —dijo, pensando por
un segundo en que el rubio tenía razón. Y sintiéndose culpable de querer sacar información
en un momento como ese.

—Lo sé, tengo muchos recuerdos y ninguno es una blanca navidad, o bueno, eso creo —se
burló de sus desgracias—, en la mitad no tengo mamá, y estoy preparandome una ensalada
solo, o comiendo en la estación de alguna gasolinera en nochebuena.

—No me juzgues, pero Sunhee adulta no me simpatiza lo suficiente.

—Es humana, Kim, y tuvo un hijo con alguien a quien que odia. Yo sí la entiendo, pero oye, no
todo es malo, siempre trabajó mucho, nunca me quedé sin regalos de navidad.

Taehyung se compadeció de él. Como el resto de la existencia de Jungkook, sus recuerdos


eran grises; ni bueno, ni malo; solo gris.

—Eso me recuerda —agregó Taehyung, extendiéndole la caja que era aproximadamente del
tamaño de su mano—, no tomaste tu obsequio.

—¿Me compraste un regalo? —cuestionó, a Taehyung le emocionaba tanto dar regalos que
las ansias de entregarlo a la otra persona lo carcomian.

—No, tonto. Me lo robé de la tienda —bromeó con obviedad, pero la expresión de Jungkook
fue la de alguien que sí creería a Taehyung capaz de hacer eso—. ¡Oye! No me lo robé.

—No lo sé, Tyler. No confiaría en ti.

—¡Solo estaba jugando, me duelen tus acusaciones!

—Gracias por la aclaración, es que no me gustaría ser cómplice de un crimen.


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—No seas payaso, ambos somos convictos. Ahora cállate y abre mi regalo.

Jungkook negó con la cabeza mientras reía, y aceptaba la cajita para abrirla. Por el tamaño
pensó que a lo mejor era una taza navideña, pero parpadeó curioso cuando observó la esfera
de cristal en ella.

La sacó de la caja; era un globo de nieve, de esos que al agitarlos muchos brillos se mueven
en su interior revoloteando.

—Es un... ¿Conejo con sombrero? —dijo al fijarse en la figurilla del centro.

—Está viendo la nieve. —Taehyung sonrió enormemente. —Eres tú en Boston —se burló.

—¿Qué? —indignado—. ¿Por qué yo?

—Porque movías la nariz por la nieve, como un conejito. —Era una mala broma, pero la risita
que soltó fue tan tierna que Jungkook sonrió casi por inercia.

Jungkook suspiró agitándolo para ver cómo se revolvían los brillos y pensó que tenía el lugar
ideal para el globo de nieve en la repisa de su habitación.

Un espacio que nunca supo con qué llenar en donde la pelota debería haber estado.

—Yo... no te compré ningún regalo —dijo con pena—. Lo siento.

—No importa, me gustó verte convivir con mi familia. Me obsequio a mí mismo esa escena—.
Jungkook no respondió, y en su lugar volteó de nuevo hacia la ventana—. Hey... ¿Qué
sucede? —dijo confundido.

—Nada... es solo que esto es raro para mí.

—¿Raro? ¿Por qué?

Jeon suspiró con fuerza, era patético de decir pero... necesitaba hacerlo en voz alta.

—Sé que suelo ser el más apático sobre todo esto; pero hoy, todas esas luces y la gente
riendo a mi alrededor, me hicieron sentir diferente.

—¿La magia del amor? —inquirió sin ser malicioso y sin desvanecer su sonrisa.
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Jungkook negó, pero eso que dijo después hizo que Taehyung sintiera una enorme presión
en el pecho.

—Yo... sentí que tenía una familia —murmuró bajando la cabeza cuando sintió que lloraría.

Las líneas se estaban mezclando. Y a Jungkook le dolían todas y cada una a su manera, ni
siquiera podía explicarlo pero le pesaba tanto.

Kim llevó su mano al mentón del chico dándole un pequeño toque para que volviera a verlo.
Y es que tal vez ya no era el mismo Jungkook, o quizá sí, no lo sabía. Pero tener la certeza de
que había logrado darle toda esa felicidad le hizo pensar que ese era su propósito en el
mundo. Sin cuestionarselo, porque en ninguna otra línea sería capaz de tener esto.

Le quitó el globo de nieve para ponerlo en el piso antes de tomarlo de ambas manos.
—Oye... —dijo buscando su mirada—. Ya la tienes. ¿Sí? No importa dónde estés, o a dónde
vayas, nosotros siempre seremos tu familia. Lo sabes, ¿Cierto?

—Lo sé —respondió bajito. Jungkook no pudo evitar que una lágrima se le escapara cuando
asintió.

—No, no. No llores, por favor. No quise decir nada malo. —Taehyung se asustó un poco, pero
luego solo pudo morderse el labio de ternura cuando notó que el chico estaba sonriendo

Se cree que llorar es malo, pero no siempre es así. A veces es necesario llorar de conmoción,
de inmensa felicidad cuando se asimila la vida desde otra perspectiva.

Jeon Jungkook, el insolente, el tonto, el irreverente y testarudo había madurado. Contra


todo pronóstico, Jeon Jungkook había crecido.

Y lo hizo porque encontró lo que jamás tuvo en la línea original: alguien que creyera en él.

—Vine aquí a ver las estrellas, no a lloriquear —se regañó a sí mismo, aclarando su garganta y
limpiándose las lágrimas.

—¿Pediste un deseo? —dijo con un poco de gracia, Jungkook asintió con la cabeza—. ¿Cuál?

—Es un secreto.

—Oh, vamos... no seas injusto.


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Jungkook suspiró. La ciudad lucía tan hermosa con las luces de colores, y esas casas
antiguas que ahora le parecían familiares.

Volteó a ver a Taehyung, y esa forma divina en la que sus pestañas eran protagonistas
cuando sus anteojos no las ocultaba.

—Sabes... No creo para nada en lo que se supone que las fiestas significan; pero si
hipotéticamente lo hiciera, y todos esos deseos de navidad realmente funcionaran, estoy
seguro de que usaría cada uno de ellos para pedirle al cielo alguien como tú.

—¿Alguien como yo?

—Bueno, a ti, específicamente.

Taehyung suspiró cuando el reflejo de las luces de colores colgadas por todo el balcón
parecieron perder intensidad ante el brillo de la sonrisa de Jungkook.

No lo dirían, pero se sentían afortunados.


Y ninguno de ellos creía más en ser la otra mitad del otro, porque no estaban incompletos.

Eran sus propias personas individuales; independientes, únicos; encantados con el brillo del
otro y orgullosos de tenerse.

Porque el amor no es buscar ser completado por alguien más. Sino quedarse al lado de aquel
que se ama, mientras se encuentra a sí mismo.

Y ambos lo sabían.

El viento susurraba que estaba celoso de ellos mientras la cortina se movía, pero las estrellas
murmuraban entre ellas que se callara, que el frío que provocaba no era suficiente como
para separarlos.

—Tú siempre sabes qué decir, ¿Cierto, Jeon?

—No puedes superarme, lo sé. Soy un romántico desesperado.

—Oh, por favor. Por supuesto que puedo ganarte.

—¿Y cómo harás eso, genio? —se jactó de sus habilidades.


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—Mira hacia arriba —dijo mordiéndose el labio.

Jungkook alzó la vista ligeramente para encontrarse con el muérdago pegado en el marco de
la ventana.

—Beso debajo del muérdago, ¿Eh? Chico clásico. —Sonrió sin poder contenerse pensando en
que Taehyung había aprovechado su tarea navideña para colgarlo—. No me digas que eres
fanático de los clichés navideños.

Taehyung se levantó, y se acercó tan solo unos pasos para ponerle los brazos sobre los
hombros y darle esa mirada de niño bueno que hacía cada vez que quería obtener algo.

—Casi te estoy rogando que me beses, tonto.

—¿Ah, sí? —le dijo con una ceja alzada, pasando su vista de los ojos a la boca del chico
rápidamente—. ¿Por qué no lo haces tú?

—Porque intento alejarme de ti —dijo recordando que debía renunciar a él, aunque su alma
entera se negaba.

—Oh, cierto... Kim Taehyung terminó conmigo.

Porque incluso cuando le había anunciado ya el final, seguía despertando abrazado a


Jungkook, como si no hubiese sido Kim quien quiso alejarse de él la noche del baile, como
si... no fuera el mismo cuya idea de un matrimonio ficticio lo hizo sonreír toda la tarde.

—Sí. Pero si tú me besas... podemos fingir que la fuerza sobrenatural te obligó a hacerlo. Y
ninguno de los dos sería culpable.

Se levantó, lento pues le dolía y no podía apoyar del todo bien la pierna. —Suena como un
gran plan —dijo quitándole ese mechón rebelde que siempre se colaba por su frente—, pero
hay un problema.

—¿Cuál?

—No puedo fingir... porque realmente necesito hacerlo.


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Jungkook sonrió un poco al rozar suave su nariz con la de Taehyung, cuando llevando sus
manos a la cintura del chico lo atrajo hacia él vagando apenas por la extensión de su
espalda.

Cuando sus rostros estuvieron así de cerca, Taehyung maldijo internamente porque no sé
esperó a que Jungkook lo hiciera, y se atrevió a robarle un beso, porque esto del autocontrol
y la distancia, no estaba resultando.

Frente a la ventana, con los copos de nieve de esa blanca noche cayendo, y las estrellas que
resplandecían de fondo. Como un sueño, del que no quería despertar.

Porque era falso, un error de sistema; pero a Taehyung le gustaba pensar que era la vida que
se merecía.

Miles de destinos, y al menos en uno tenía una familia unida, un gran futuro y al hombre
perfecto.

Un hombre que era digno de toda su pureza, y que era tan especial que añoraba con cada
milímetro de su piel tener cerca, y robarle el aliento con su presencia.

Porque quería ser necesitado, quería ser único, quería... lo quería a él.

Y lo confirmaba cuando no se sentía preso de sus labios, sino que voluntariamente se dejaba
acariciar por ellos, con los ojos cerrados y un toque tan dócil que buscaba cuidarlo en cada
beso.

Besos que incluso cuando la excitación llegaba a su cuerpo no dejaban de erizar su piel por
completo, simplemente porque le hizo suspirar, luego de que las manos del pelinegro se
movieran atrevidas desde su cintura hasta su cadera, bajando para llevarlas hasta sus
glúteos y apretarlos ligeramente.

Abrió los ojos en sorpresa, y sonrió contra sus labios.


—Jungkook, ¿Qué haces? —preguntó con gracia, y un tono atrevido—. ¿Quién crees que eres
para manosearme?

—¿Yo? No hago nada... que no quieras —respondió igual cómplice.


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Probablemente debería preocuparse de aquellos que buscaban controlarlos; pero no habían


reemplazado aún las cámaras de la casa, Taehyung se había encargado de eso después de
arrancarlas todas.

O del alumbrado de la ciudad, cuando al sentir el exhale y el corazón de Jungkook acelerarse


parpadearon un poco; sin embargo, si su teoría era cierta... eso era lo de menos, porque lo
tenía todo calculado.

Así que, ¿Taehyung Iba a arriesgarse a causar otro colapso? Tal vez.

—No lo sé... —se separó un poco para abrirse los primeros botones de la camisa—. ¿Crees
que sea prudente?

—No lo creo, pero ambos deberíamos tomar la responsabilidad.

Taehyung exhaló antes de darle un pequeño beso cerca de la mandíbula, y susurrarle al oído:

—No es mi culpa —le dijo con delicada voz—, los botones de mi camisa ceden fácil.

Jungkook le sonrió apenas. El calor de la casa, y la magia del ambiente le habían hecho
sumergirse en esa sensación de pertenencia a la que lamentablemente ya se había
acostumbrado y de la cual se sentía merecedor.

Y Taehyung, él pensó que a lo mejor debería haber esperado a la media noche junto a su
familia para rezar pero no podía, ya no podía.

—Ponle seguro a la puerta —ordenó Jungkook cuando no pudo resistirse más.

Kim Taehyung, asintió impaciente contra su aliento, y acató a la perfección sus indicaciones
cuando se movió hasta la puerta colocando llave, para que nada se atreviera a perturbarlos.

Así mismo, cuando Jungkook se alejó de la ventana, Kim cerró esta, y corrió las viejas
cortinas haciendo que la luz estuviera apenas presente.

A Jeon le dolía la pierna, incluso con su cuerpo sanando más rápido, eso no cambiaría de la
noche a la mañana. Aun así, fue muy graciosa la forma en la que arrugó la nariz cuando se
quejó cuando se sentó a orillas de la cama.
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Con el castaño, quien le dio una sonrisa antes de imitarlo y de inclinar su cuerpo sobre el
suyo, llevando una mano hasta el cuello de Jungkook para atraerlo, buscando deleitarse con
la suavidad de sus labios cuando los sintió contra los suyos.

Jeon Jungkook se despojó del suéter y camisa que estaba usando, como una invitación a ser
tocado, porque le gustaba la suavidad de esos dedos largos deslizándose por su fuerte
pecho.

Y se recostó ligeramente sobre las almohadas de la cama cuando las manos de Kim vagaron
por su torso, al mismo tiempo que Taehyung se movía para quedar arrodillado sobre la
cama, con los ojos cerrados y separándose apenas de su boca cuando jadeaba.

Las manos que le recorrieron le causaron un poco de cosquillas por lo frío de su toque
cuando Kim le invitó a retirarse el pantalón para seguirle besando por la extensión de su
cuello hasta llegar debajo de la clavícula.

Taehyung no mentía y su camisa abierta dejaba al descubierto ese pecho de piel trigueña
que se extendía en su vientre de dónde una línea de ligero vello castaño era visible hasta
esconderse por su ropa.

—Alguien está emocionado, ¿Eh?—bromeó Jungkook, separándose un poco cuando el chico


se sentó ligeramente sobre su regazo, con cuidado de no hacer presión en su pierna.

El castaño negó con una sonrisa.


—Me hiciste mucha falta... —confesó.

—Especifícate, Kim. ¿Te hice falta yo o mi...?

Taehyung le vio severo para que se callara y dejara de decir tonterías que lo dejaban en
evidencia.

Nunca sería contado, pero a Taehyung le habría gustado mucho ver esa espalda mientras
hacía gemir a Jungkook, de dejarle muchos besos en esta cuando sus piernas temblaran por
la satisfacción y de rasguñarle la cadera.

Por un demonio, claro que le gustaría. Y estaba seguro que Jungkook no se habría negado a
intentarlo.
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Pero esta vez, quería verle a los ojos y sentirse protegido como solo podía hacerlo cuando
Jeon Jungkook le decía que era su pequeño, al tomarlo con esa destreza que sólo él conocía.

—Quiero que me ames hasta que olvide que esto no debería ser real —suplicó.

—Pero lo es, y no hay nada que puedas hacer para negarlo.

Kim Taehyung tenía una voz en su cabeza que decía: "Tócame, lo necesito". Sin embargo,
existía una más fuerte que le suplicaba: "Ámame".

"Por favor, solo ámame. Tanto y tan fuerte que sienta que estoy loco. Ámame hasta que lloré
cuando no te sienta en mí.

Era incapaz de decirlo, pero esa voz quería gritar y desgarrarse los pulmones suplicando:

"Ámame hasta que sepas que yo también te amo".

—Dame tu mano —pidió Taehyung, extendiendo la suya frente a él.

Jungkook podía verlo desde abajo y tragó saliva cuando levantó la suya con incertidumbre al
sentir sus dedos entrelazarse, sin dejar de verlo.

—Esto es lo que somos, ¿Lo ves? —le dijo buscando las palabras correctas para decirle lo que
sentía.

—¿Qué cosa?

—Jungkook —murmuró aunque supo que se arrepentiría—. Tú y yo... somos partículas


entrelazadas.

—¿Y eso qué significa? —preguntó acariciándole el muslo con la otra mano , sin dejar de
verlo, débil ante lo precioso que era.

—Tendrás que averiguarlo por ti mismo.

Una sonrisa burlona; el Kim intelectual, seguía siendo tan él como siempre.

Esas prendas que una por una volaron por la habitación se quedaron regadas en la alfombra
como símbolo de rendición ante sus deseos, su impulsos y sus mentes.
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Era un poco torpe la forma en la que se besaban con tal desenfreno que a veces sus dientes
chocaban por accidente y por esa estúpida pierna que les causó problemas cuando
Jungkook quiso terminar de desvestirse e incluso despojándose de su ropa interior.

No hacía falta decirlo, se sentían cómodos con la desnudez del otro y no le dieron mucha
importancia al quedar expuestos.
Porque se buscaban al besarse, como si al separarse fuesen a dejar de respirar.

Taehyung se superó a sí mismo cuando le besó los pezones, bajando y besando el hueso de
su cadera cuando llegó cerca de este.

No estaban del todo preparados, así que fue lo que se le ocurrió para que el acto no fuera a
dolerle tanto después.

Así que le regaló un beso en la ingle, antes de relamerse los labios, buscando valentía para
intentar algo que no había hecho antes cuando comenzó a lamer con miedo el miembro de
Jungkook, quién jadeó sorprendido.

Sus labios eran tan finos y pacientes; su lengua cálida cuando recorrió su creciente erección
con esta llegando a la punta para llenarla con su saliva.

A Jungkook le causó un poco de risa la concentración del chico; pero él parecía muy
entregado a su labor cuando se detuvo a ver su pene por un segundo antes de animarse a
introducirlo en su boca.

El calor sobre su cuerpo hizo que Jeon se tensara por la succión de su miembro, que buscaba
enloquecerlo.

Apenas abrió los ojos para verlo cuando su respiración se agitó, sintiendo el desliz de sus
labios en la sensible piel de esa zona y conteniéndose de hacer algún sonido fuerte para no
ser descubiertos.

Viendo al castaño de reojo, el cómo se tocaba a sí mismo con rapidez y esa imagen que le
hizo sentir celos porque él también quería tocarlo mientras sudaba.

Taehyung sintió que en algún momento se ahogaría, e hizo un gran esfuerzo por llenarlo de
saliva y alejarse de él, dejándolo allí, expuesto y necesitado
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El frío hizo a Jungkook reaccionar cuando supo lo que debía hacer, agradeció en silencio por
eso, tomando un impulso, sujetó fuertemente al chico y lo hizo caer a su lado, para poder
recorrerlo con sus besos a gusto.

E incluso si llegaba a parecer grotesco, cuando Taehyung dejó caer su espalda entre las
almohadas le besó en la boca antes de buscar acomodarse sobre él.

¿Estaba un poco limitado? Sí. ¿Le dolía la pierna? También. ¿El doctor estaría muy
decepcionado de ellos? Definitivamente.

Se llevó dos dedos a la boca y los succionó unos instantes que a Taehyung le parecieron
eternos por lo ansioso que estaba. Pero cuando dejó de hacerlo, y se inclinó para dejarle caer
un poco de saliva, no pudo hacer más que avergonzarse.

Su respiración se volvió irregular, y quiso morderse la muñeca para no gemir cuando esos
dedos se movieron dentro de él.

Porque fue preparado con firmeza, cuando utilizó dos dedos a la primera y Taehyung jadeó
inquietó, pues sus músculos se contrajeron y todo él pedía por más.

Impaciente e ingenuo por lo mucho que le gustaba ser así de amado.

Jungkook se quedó consternado cuando sus ojos divagaron por su cuerpo.

Ese cuerpo que ya no le tenía miedo, que no tenía ataduras, y que estaba dispuesto a ser
tocado como si fuera el propio.

Pues al detener sus manos, el castaño se retorció inconforme de su ausencia y él decidió, que
al igual que tampoco podía esperar más para tenerlo.

Así que tomó su pene para dirigirlo a su entrada, deleitándose con el control que Taehyung
intentaba mantener para no hacer ruido y bajó la cadera delicadamente para introducirse en
él.

—Ju-ugkook... —logró decir apenas cuando su estómago tembló mientras se acostumbraba


y su pulso se aceleraba—. O-oh, sí, Jungkook.

—¿Está bien así? —buscó su bienestar moviéndose lento.


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—Sí —gimió—, sí, maldición, sí.

—¿Eso es un sí? —dijo sarcástico ganándose un quejido que contestó con una sonrisa, y una
fuerte embestida que le robó el aliento al otro.

—Jungkook, muévete. Más, más...

—Tienes que decir por favor... —le indicó haciendo a Kim impacientarse—. ¿Dónde están tus
modales?

—No voy a... —Abrió los ojos, porque Jungkook se detuvo, le veía con una ceja alzada y esa
expresión dura que casi no mostraba.

—Di por favor —le ordenó, divertido con su desesperación.

—Por favor... —jadeó apenas, siendo embestido en respuesta—. ¡Ah!

—Eso está mejor.

Taehyung asintió, no tenía intenciones de seguirle la corriente pero había perdido todas sus
defensas, y quería que lo penetrara con fuerza hasta que le doliera la espalda.

—Maldición, ya-aa —se ahogó cuando sintió mucha presión—, por favor, por favor más.
Jungkook —lloriqueó—, más, más fuerte. Por favor, más.

Esos deseos siempre fueron órdenes para el pelinegro quien se movió con algo de rudeza
cuando empujó su cadera para introducirse por completo, una y otra vez mientras sentía el
sudor bajar por su cuello.

Jungkook se inclinó, sosteniéndose con su manos, las cuales estaban a los lados de
Taehyung y apaciguando su gemir contra sus labios, sin dejar de moverse, y buscando llegar
tan profundo, tan exacto al punto que sabía le encantaba.

—Oh... un pequeño exigente —le dijo contra el oído sin saber que el chico se moría por
sentirse así.

—Dímelo de nuevo... —le ordenó apenas, buscando abrazarse a él— por favor.
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Jungkook pasó su brazo por el espacio, entre la cama y la espalda arqueada del joven al
morderle el lóbulo de la oreja. Antes de penetrarlo con tal fuerza que provocó que Taehyung
temblara de placer, y aún más de amor cuando escuchó gemir a Jungkook:

—Mi pequeño... —jadeó el pelinegro con dificultad—, mío, mío, mío. Solo mío.

Ambos entendían que en la vida nadie era capaz de poseer a nadie; aun así, les gustaba
sentir que se pertenecían.

No era complejo de explicar, pero pocas personas alcanzan ese punto cúspide en donde la
excitación y el erotismo se ven opacadas por la respiración agitada de la dulzura que hace
doler el pecho con fuerza.

Con la cabecera de la cama chocando contra la pared, las luces resplandeciendo en el


exterior. Y sus padres preguntándose quién de sus vecinos hacia tanto escándalo mientras
Seokjin les decía que él no escuchaba nada para convencerlos de no subir.

Y el sudor, que por sus cuerpos se escurría, era la muestra de que incluso sus sentidos
estaban profundamente entregados no solo al placer, sino a lo que ser del otro conllevaba.

Esa responsabilidad de ser uno, que recae en ese a quien se da todo.

Porque el sexo por si solo está bien, siempre lo ha estado. Pero se ha convertido en algo tan
vano, tan común; sentir una piel ajena debería ser un acto de valentía, y no un espectáculo
lleno de morbo. Incluso el sexo
ocasional debería tener su propio encanto.

Encontrar significados viles para cosas bellas solo demuestra lo corrupto de los individuos,
porque el desenfreno es hermoso; rudo y a la vez, sublime.

La forma en la que sus manos encajaban con esa cintura, antes de acariciar su cadera
cuando lo atraía hacia él para penetrarlo con fuerza, esas uñas clavadas en sus hombros le
hacían perderse, y agradecer estar vivo.

Son sensaciones como esa las que hacen que la humanidad desee más, por las que
enloquece en busca de ellas; sin embargo, son incapaces de darle el valor que se merece.
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Eso de encontrar a la persona correcta parece utópico, quizá ficticio; pero sentir con cada
poro del cuerpo, y cada suspiro del alma es algo que muy pocos conocen.

Y a diferencia de otras historias, tocar sus cuerpos no les bastaba, eso era lo de menos. Ellos
habían aprendido cómo acariciarse el alma.

No podían hablar más, no había palabras para explicarlo.

Jungkook se estaba conteniendo mucho por no jadear cuando supo que pronto terminaría, y
Taehyung, que sintió la humedad del líquido preseminal de este en su interior, soltó un
alarido ronco que resonó por toda la casa por lo bien que se sentía.

Jungkook le tapó la boca con una mano; sin detenerse a dudar cuando su propio vientre se
sintió caliente por su Taehyung perdiendo la compostura, cuando comenzó a venirse y cerró
los ojos con pena.

La visión del pelinegro se perdió un poco cuando lo soltó, y pudo ver su rostro perfecto en
uno de sus movimientos, en los que tocaba al cúspide de su placer, derramó su semen en él,
causando que abriera los ojos y sonriera, porque Taehyung no podía gozar sin sonreír.

Y eso lo estremeció, como solo la pureza de Kim Taehyung podía hacerlo.

Se quedaron quietos unos instantes cuando, abatidos, ambos respiraron cansados y


despeinados.

Porque ahora Jungkook necesitaría tomar un analgésico para el dolor pero no les interesaba,
era lo de menos.

Retrocedió, y los limpió a ambos con una pobre toalla que por allí se encontraba antes de
recostarse a su lado, y darle un beso en la parte de atrás de la oreja.

Jungkook le envolvió con sus brazos al estar Taehyung de espaldas, para luego dejar su
cabeza reposar en el hombro del muchacho.

—Oye... —murmuró Taehyung temeroso—, ¿Crees que Seokjin nos haya escuchado?

—Me preocupan más tus padres—le repechó con gracia, hablando ambos en voz baja—. ¿Qué
tienes en contra de tu hermano?
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—Nada, ya está lo suficientemente traumado, por eso.

Con el estabilizador en el techo de la casa para contenerlo, y Jungkook controlando sus


emociones, la ciudad entera se vio intacta de cualquier daño que la corriente pudiera
causarle.

Es más, los árboles con luces de colores, y esas hileras de pequeñas bombillas que
adornaron las casas resplandecieron espectaculares, robándole protagonismo a la maligna
nieve de la noche.

Había paz y fe para esa noche, piel con piel.

Jungkook rio escondiendo su nariz en su cabello, y suspiró.


—Feliz navidad, pequeño —le susurró agradeciendo de tenerlo.

Y Taehyung apretó los ojos, solo quería dormir, estaba cansado de su dolor.
Pero no pudo hacerlo.

Sabía que Jungkook se había dormido por su suave respiración, y él se quedó con los ojos
abiertos hasta que los minutos pasaran y fuera pertinente alejarse de su cuerpo sin que él lo
notara.

La vida está llena de matices, así como la esencia humana.

Es imposible no cambiar, no crecer, no sufrir los estragos de la pesada existencia. Más que
eso, no evolucionar sería trágico para un humano. Porque eso significa que dentro de este no
habría nada para ofrecer.

Kim Taehyung, al igual que todos, era egoísta, y más que eso, su alma estaba agonizando.

Y tenía un secreto, que tal vez no era peor que el de todas las demás piezas de dominó a su
alrededor; pero que si era algo que lo hacía cuestionarse si valía la pena.

Cuando se levantó de la cama en plena madrugada, arropó a Jungkook antes de darle un


beso en la frente.

Luego tomó una toalla del perchero y caminó hacia el baño de la habitación. Estaba
desnudo, cansado e increíblemente confundido.
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Se observó en el espejo por un momento y se rio solo, al ver esa marca roja en su clavícula
que ni siquiera notó cuando sucedió pero que Jungkook siempre tenía obsesión con dejarle.

Abrió la llave del agua, y se quejó un poco cuando sus músculos se contrajeron al sentir el
frío golpearle bajo la ducha.

Dejó el agua correr por algún tiempo, sabiendo que era momento de que su orgullo fuera
útil.

Y al salir, se vistió con su mejor ropa; lento, pero sin vacilar.

Luego caminó hacia el armario, en donde el baúl de disfraces se encontraba escondido al


fondo.

Sí, le mintió a Jungkook en Halloween. Y esos disfraces que mencionó, siempre estuvieron
allí, pero él no podía dejar que su tesoro quedara al descubierto, así que de nuevo, dijo una
mentira a su favor.

Taehyung había dejado de creer en eso de mentiras "blancas". En su lugar, él veía todas las
mentiras como pequeños montones de tierra, que eran arrojados lejos mientras cavaba un
agujero, que a base de esas mentiras piadosas se hacía más y más peligroso.

No sabía que tan grande era ya, pero tenía la certeza que de ser profundo, el impacto al caer
le dolería muchísimo.

Así que si su destino era caer, se ataría a sí mismo para no chocar contra el suelo, haría una
red.

Caminó en medio de la oscuridad, y se introdujo por completo en el armario de su


habitación, sentándose en el piso entre el montón de abrigos para atraer la caja hacia él.

Entonces la abrió; de entre las telas, y demás juguetes viejos, sacó un aparato negro, y
rectangular que había estado guardando por mucho tiempo.

Lo tomó entre sus manos para presionar la pantalla con suavidad para evitar que se dañara
más, y cuando la luz se encendió, sonrió enormemente.
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El celular de Jungkook no era una variante, sino un factor, o al menos no debió serlo; pero
para alguien como Kim Taehyung se convirtió en una de sus posesiones más preciosas.

Y era patético de explicar, pero él pasó mucho tiempo intentando hacerlo encender.
La pantalla tenía una mancha negra debido al agua, apenas funcionaba, Taehyung lo tocaba
con cuidado para evitar que sus reparaciones se estropearan y el aparato colapsara.

Le tomó semanas abrirlo, secarlo, encontrarle un sentido lógico al interior del mismo. Meses
y meses de trabajo duro finalmente dieron frutos después de mucho.

Así que sonrió con melancolía, mientras deslizaba el fondo de bloqueo y colocaba la clave;
porque sí, después de intentarlo tres veces, durante todas las noches del otoño, descubrió
que la contraseña no era otra que el cumpleaños de Jungkook, lo que le dio acceso a todo lo
que este contenía.

Había intentado utilizarlo presionando los iconos en el inicio. El ícono de ave y de la cámara
de colores, por ejemplo, pero al tocar ambos (y en casi todas los demás) le aparecía el mismo
mensaje de que no tenía "conexión".

Lo cual lo llevaba a pensar que treinta años, en el futuro, todo sería tan fácil y tan
extraordinario como las historias que Jungkook le contaba.

Todos habían evolucionado a una versión de sí mismos más cálida y pura pero, ¿En dónde
quedaba el ángel? Ese que desde el comienzo tuvo un alma tan pura, tan dócil y llena de
bondad.

Quizás una parte de él siempre quiso aprovecharse del conocimiento de Jungkook, y


mientras más tiempo pasaban juntos, lo hizo.

De a poco, sin que nadie lo supiera. Con pequeños datos, y anotando todo lo que decía.
Pidiendo indicaciones de la vida, de la ciencia, y de la economía de los que pudiera
beneficiarse.

Pero se equivocó, y ese egoísmo que apenas comenzaba a descubrir dentro de él, se topó
con el conflicto de que en realidad, a Taehyung nunca le importó la ciencia tanto como creía.
Sino que era como todo niño acomplejado, alguien aferrado a la única cosa que le dijeron
que era para él.
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Así que después de tanto, descubrió algo en ese aparato que le hizo muy feliz.

Porque de entre todo lo que había allí, encontró que ese negro rectángulo aplanado tenía
mucho valor. Cuando luego de hurgar en este mientras entendía cómo usarlo, encontró algo
llamado "archivos" y allí... muchas cosas que lograron hacerlo llorar.

Por ejemplo, a Seokjin. Su hermano, treinta años más viejo.

Su mente aún no tenía los conocimientos de la informática moderna de la década de los dos
mil diez, y no alcanzaba a comprender cómo funcionaba del todo, por eso, para Taehyung
ese aparato era como un espejo reluciente que le mostraba el futuro.

Había vídeos que tuvo que descubrir cómo ver sin que se reprodujeran con mucho volumen.

Algunos desde la ventana del auto, en donde Jungkook grababa la ciudad. De día, con un
azul precioso y de noche, en medio del tráfico, con los edificios que eclipsaban todas las
luces reflejadas en los cristales de esos rascacielos.

Otros de Jungkook hablándole a la cámara, como si estuviera contando su día, una especie
de vídeo diario.

Y era extraño, Taehyung no estaba seguro a qué línea de tiempo pertenecían. Porque a
veces, lucía triste en sus fotografías y otras era todo lo contrario.

Pero si Park tenía razón, y había una línea alterna en donde nada había sucedido, tenía que
saber cómo usarla.

Antes, todo lo que podía hacer era admirar el montón de fotografías; sin embargo, ahora
podía actuar.

Así podría entender por qué Jungkook tomó fotos de la carretera, y esa última antes de salir
de casa.

Quería ver a Seokjin cantando en el cumpleaños de una Sunhee adulta mientras reían, y las
tardes de café cuando los tres intentaban congeniar juntos.
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Jungkook era el tipo de chico que grababa las copas de los árboles mientras caminaba bajo
estas, con las hojas cayendo sobre su cabeza. También se grababa cocinando, explicaba
como todo un chef profesional a la cámara.

Taehyung vio a Jungkook llorando en el aeropuerto, también la fotografía hacia el espejo en


donde se podía ver en el fondo la habitación del muchacho, que apenas era visible, con los
pósters de esos cantantes cuyos nombres nunca pudo aprenderse pero que a Jungkook le
fascinaban, también estaban allí.

Había fotos de sus discos, de esas botas de suela alta que le contó que encontró gracias al
mágico Internet, y cientos de imágenes de su tarea mal hecha que él deseó poder explicarle.

El Jungkook que amaba no era solo ese que dormía en su cama ignorante, también amaba al
idiota que fue cuando llegó a California, pese a sus traumas y a sus bromas malas. Y estaba
seguro de eso, porque el Jungkook que en esos vídeos cantaba canciones tristes, era el
mismo que se esforzó por hacerlo sonreír durante el otoño incluso si era inútil.

Durante todos esos meses no hizo más que pensar que quizá Jungkook no pertenecía allí,
pero... ¿Y qué tal si quien no pertenecía era Taehyung?

El egoísmo de todos, ese del que fue víctima en otras líneas, fue lo que repercutió en él y le
llenó de valentía para decidir que no quería estar en un lugar del que no se sentía parte.

Así que tomó el teléfono y salió del armario, viendo con desdén a Jungkook durmiendo en su
habitación; prometiéndose a sí mismo que si tenía que saltar al abismo del fin del mundo
para estar con él lo haría.

Se colocó sus botas para la nieve; esos viejos converse blancos ya estaban demasiado
dañados como para que protegieran sus pies cuando salió de la casa, dándole una mirada al
muñeco de nieve con la bufanda de su hermano que era el único que no se había deshecho
en la entrada como si este quisiera detenerlo.

Pero no desistiría, había tomado su decisión.

Así que caminó por la acera congelada, en la madrugada, solo un par de horas antes de que
la luz del nuevo día apareciera para intentar persuadirlo.
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Kim Taehyung estaba ya muy cansado. De él, del pueblo, de su familia, de todo.

Y de todas las líneas contadas, la segunda, era la única en donde él había sido
verdaderamente feliz, así que intentaría avanzar sobre esa, balanceándose sobre los
conocimientos que tenía.

Ni árboles desnudos, ni esa ventisca que azotó su espalda fueron capaces de hacerlo temer
cuando se atrevió a entrar al área cercada del lago.

Pero esta vez, lo hizo sin tener que entrar como un polizón, sino cuando las rejas de la
entrada se abrieron para él, avanzó lo que le hizo falta para llegar al laboratorio.

Se puso de pie frente a la puerta metálica de este, su imagen fue clara en los monitores de las
cámaras del exterior; por lo que en cuestión de unos instantes, se le dio vía libre para seguir.

Taehyung caminó sin flaquear ni por un segundo hasta la que sabía era la oficina del
profesor, e irrumpió en ella con un nudo en la garganta que no podía darse el lujo de tener
cuando le dijo:

—Tengo una idea para arreglar el vórtice. Pero necesito ayuda, toda la ayuda que pueda
darme.

—¿Qué pretendes? —se burló Namjoon, estaba en su sofá bebiendo con su asistente como de
costumbre en la madrugada cuando la irreverencia del chico les resultó oportuna.

Kim Namjoon se puso de pie al verlo temblar, e ignorante le colocó la mano en el hombro
como dándole el pésame. Y Jimin supo lo que los labios rectos del muchacho significaban.

Taehyung le dio una mirada a Park detrás del profesor a quien ya había decidido reemplazar,
y el rubio asintió sonriendo de lado. Ese pacto, estaba sellado.

Mientras las personas cantaban canciones alegres tomadas de las manos en sus casas
cuando la Navidad llegó al Condado Mariposa, Kim Taehyung eligió cambiar la historia a su
manera.

Las campanas plateadas sonaron anunciando con pesar el final de los tiempos.

—Para entrar al vórtice —dijo sin miedo—. Me ofrezco como sujeto.


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El inicio del final.

5 días antes de.

Canción temática en multimedia:

"Last Christmas" -Wham!

Capitulo Veinticuatro
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por Incompletelyrics

24.

Actuar a ciegas es difícil, y casi inútil. Pues la cuestión está en saber cómo encaja todo. De
qué forma, y en qué momento.

—Hola, yo soy Jungkook y hoy es la final de béisbol.

Un pelinegro, bien peinado y con uniforme impecable se dedicaba a grabar su día; quizá
porque tenía la vaga ilusión de volverse famoso en el internet como todos
los chicos de su edad, o quizá sólo porque en realidad no tenía muchos amigos, y le gustaba
sentir que no estaba solo.

Jeon Jungkook tenía esa particularidad en casi todas las líneas de tiempo; poco sociable, y
bastante reservando sobre lo que él consideraba personal.

Estuvo a punto de seguir hablando hasta que la pantalla de su teléfono parpadeó y se volvió
negra.
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Se encontraba en el baño de su habitación, su teléfono reposaba en el marco del espejo


frente a él, por lo que lo tomó y resopló frustrado.

Era la tercera vez que sucedía, así que salió molesto del baño para caminar por su dormitorio
dejando su teléfono junto a la cama. Se arrodilló para buscar debajo de esta, y no notó
cuando la puerta se abrió lentamente, ni al mayor de la casa que le observó atento.

—¿Todo en orden? —le preguntó él cuando se asomó por la puerta.

Jungkook negó con la cabeza.


—No, creo que perdí la factura... recibo o cómo se llame.

Jungkook se puso de pie, acondicionando el borde de su sudadera hacia abajo. Señaló la


caja sobre su mesa de noche, que estaba junto a su teléfono.

Era curioso pensar que la tercera línea era exactamente eso, la factura de la fractura, es
decir, el precio a pagar por lo que rompió.

—¿Qué recibo? —Seokjin entró por completo a la habitación cruzado de brazos.

—De mi celular, no funciona.

—¿Otra vez? —Con curiosidad, avanzó hasta tomar el aparato negro sobre la mesa y lo
observó detenidamente.

—Sí, desde hace un par de días que quiero cambiarlo en la tienda. Pero no encuentro la
factura.

—¿Qué es lo que tiene? Yo lo veo bastante bien —dijo mientras lo revisaba. No tenía ninguna
muestra de estar dañado.

—No enciende —repuso molesto.

Ese teléfono era nuevo, tanto que ni siquiera había guardado a sus contactos o recordaba su
número, apenas se lo habían comprado hacía un par de días atrás.

La pantalla parpadeaba, luego se volvía completamente negra. Después de un rato volvía a


funcionar normal pero esta vez no daba señales de ser así, y Jungkook ya estaba harto de
eso.
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Seokjin le tocó dos veces la parte inferior de la pantalla, pero para sorpresa de Jungkook,
esta se encendió sin ningún problema.

—Parece que todo está bien —dijo entregándole el aparato.

—No puede ser, ¿Cómo es posible eso?

—El celular no te quiere, hijo —se burló restándole importancia—. Déjalo, tenemos partido y
ya vamos tarde.

Jungkook bufó inconforme pero guardó el celular en el bolsillo de su chaqueta y tomó su


bolso deportivo de la cama para seguir al mayor hasta la entrada de la casa.

Era necesario decir que en la tercera línea ellos finalmente eran como padre e hijo.

La canción de moda de ese momento se repitió unas cinco veces en las bocinas del auto
porque Jungkook estaba a cargo de la música mientras Seokjin, su madre y él se dirigieron
hacia el campo de béisbol en San Francisco.

Ambos tenían un juego muy importante ese día, después de tanto entrenar juntos, estaban
listos para la final y dispuestos a ganar.

Seokjin y Sunhee se despidieron en la entrada en donde ella caminó hacia las gradas de la
tribuna y ellos dos hacia el interior del campo como de costumbre.

El entrenador Kim reunió a todo su equipo para la motivación inicial; pero Jungkook,
apresurado, caminó hacia la banca para dejar sus cosas.

Se colocó su gorra, se quitó la chaqueta pero al tenerla en mano, el celular comenzó a vibrar
en el bolsillo de esta.

Estaba por correr hacia su equipo, pero no pudo evitar darle atención al ver que se había
encendido de nuevo, lo sacó y le pareció extraño al notar varios ceros en el número.

—¿Hola? —dijo desconcertado.

La línea se quedó en silencio por unos segundos antes de abrirse entrecortada.


—¿¡Eres tú!?

—¿Disculpe, qué? ¿Con quién desea hablar?


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—¿¡Jungkook!?

—¿Quién habla? —No obtuvo respuesta—. ¿Hola? ¿Hay alguien allí?

—¿Eres tú?

El pelinegro volteó a ver a todos lados, volteó a ver hacia su madre para encontrarla sentada
charlando con otros padres. Así que ladeó la cabeza viendo de regreso la pantalla cuando
sintió escalofríos.

—Uhm... número equivocado —respondió cortando la llamada de inmediato.

Parpadeó confundido un par de segundos cuando se debatió con el celular en la mano; sin
saber si dejarlo en la mochila o intentar llamar de nuevo.

Cada línea de tiempo era más extraña que la otra, y la tercera de las conocidas estaba
caracterizada por darle una vida pacífica, en los suburbios en la que podía vivir en paz.

Pero... Jeon Jungkook, en cualquier punto del espacio, de cualquier línea o tiempo sentía
que algo le faltaba.

Tenía atención, compañía de su familia y entendimiento. Solo que ahora sentía que no
cuadraba, siempre lo sentía.

Había miles de realidades; quizá la primera era un sin fin de sentimientos de insuficiencia;
pero las demás se sentían planas por alguna razón. Ficticias a más no poder.

Jungkook suspiró pensando en que debía concentrarse en el juego. Y cuando el entrenador


Kim lo llamó, dejó sus cosas en la banca para moverse con el resto de sus compañeros.

El juego comenzó alegré y el jugó espléndidamente un par de carreras mientras todos daban
vítores a su nombre al verle correr y derrapar en la tierra.

Más allá de eso, algo volvió a repetirse.

Sentía que le observan, siempre lo sentía, así que por única vez, volteó a ver hacia el lugar
donde se sentía asediado, buscó un rostro familiar entre todos, pero sólo encontró uno y se
fijó en la persona que le veía asombrado por su forma de jugar.
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Jungkook notó al pelirrojo que le sonrió cuando él lo hizo, se sintió aliviado. Lo había visto
un par de veces en la escuela, y la forma en la que le saludó con su mano, que apenas era
visible por el gran suéter que traía, le hizo mucha gracia. Así que encontrar a alguien
conocido no fue tan malo.

La primera vez que lo encontró en la segunda línea fue cuando intentaron golpearlo en un
barrio de mala fama cuando se escapó de casa, pero Jungkook... él ya no tenía ningún
motivo para ir allí. Así que nunca fue.

No lo sabía, sin embargo, como en una de las tantas líneas de tiempo, lo volvió a encontrar.

Cuando el juego terminó a favor de los locales, Jeon Jungkook salió del campo y en lugar de
dirigirse hacia su madre como era decisivo que lo hiciera en esa línea, se detuvo frente al
chico para saludarlo.

Aún no tenía sentido, pero pronto lo tendría y quién manipulaba la situación tragó saliva a la
expectativa y a la vez de alivio al ver que todo salía acorde al plan casi temblando.

—Oye... yo te conozco, creo —le dijo cuando estuvo cerca—. Estás en mi clase de inglés, ¿O
no?

El chico bufó. —Soy Dominic, por cierto, me siento junto a ti desde el semestre pasado.

—Mi error... —Jungkook se pasó la mano por el cuello apenado, nunca fue bueno con los
nombres, además recordaba a la maestra llamarle de otra forma—. Lo lamento tanto, en
serio, lo había olvidado.

—Oh, no puede ser que seas así de malo con tus fans.

No pudo evitar reírse. Algo en Jungkook le hizo sentirse familiarizado con él, era una variable
en la segunda línea y la vez que se lo encontró en esa le había ayudado mucho.

Jungkook aquí parecía ser un chico de buena familia, algo centrado, intachable; sin
embargo, la ropa negra, desaliñada y esas grandes ojeras del muchacho le hicieron pensar
que tenían algo en común.

No lo sabía pero eran muy parecidos, y entre tantas líneas, en alguna eran iguales.
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—¿Eres fanático mío, entonces? —le dijo con gracia. A lo que el chico alzó una ceja.

—¿Parezco alguien a quien le interese el deporte? —repuso con ambas manos en los bolsillos
de su chaqueta, era evidentemente más joven que Jungkook y aun así tenía toda esa
seguridad.

Alguien carraspeó detrás de ellos.


—Jungkook, llevamos rato esperándote —le dijo Seokjin viendo con curiosidad la escena—,
tu madre está en el auto, es hora de irnos.

—Sí, sí, yo los alcanzo en un rato —le respondió, como restándole importancia al mayor.

—No, ya te dije que no. Vamos al auto, ya. —Seokjin vio con desagrado al otro chico, quién no
hizo nada más que verle con ese aire de superioridad que tenía.

Era un poco burdo de explicar; pero las memorias de Jungkook, que lo incluían, aparecieron
cuando estaban en San Francisco y fue acorde al momento exacto en el Agustus Min se
desmayó en el jardín de los Kim buscando a su amigo.

Dominic era producto de la benevolencia de April a Seokjin en alguna de las líneas, quizá por
eso él y Kim jamás se llevarían bien.

—Hazle caso a tu gorila, Jungkook —dijo con ironía—. Te veré después.

Se despidió; Dominic se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el lado contrario ante las
miradas de ambos, de Seokjin quién le vio con desagrado, y de Jungkook con curiosidad.

—¿Quién era él? —cuestionó Seokjin molesto.

—Un amigo... creo.

—Uhm... —no le gustó la forma en que respondió como confundido—. Deberías tener
cuidado con ese tipo de gente.

—¿Por qué dices eso?

—No discutiré contigo, vámonos —le dijo dándose la vuelta para caminar, al hacerlo se
chocó con una persona, y simplemente agitó la cabeza—. Lo siento —murmuró al esquivar al
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otro para seguir avanzando pero creyó que sus ojos lo engañaron haciendo que su sentido
común fallara.

Por un segundo, le dolió el pecho, se quedó quieto y volteó a ver para intentar confirmar si
estaba enloqueciendo; pero ya no encontró a nadie más que a Jungkook.

—No puede ser que digas eso de mi amigo —dijo indignado el chico.

—¿Por qué? No parece ser alguien confiable.

—Jin, lo viste dos segundos, ¿Y automáticamente asumiste que era una mala persona? —
reprochó, alzando la voz por primera vez desde que se conocían.

Jungkook no pudo evitar voltear a ver mientras caminaba. Podía ser su amigo, pero el
universo entero sabía que Jungkook pretendía que Dominic era alguien más.

Seokjin y Jungkook se habían convertido en confidentes de un tiempo para acá, por eso la
reacción del pelinegro hizo dudar al mayor. Era una línea diferente y especial hasta que
pelearon ese día.

A partir de allí, las peleas entre ellos ocurrirían en todas las líneas, una y mil veces, sin
descanso. En un ciclo interminable.

Interminable.

...

3 días antes de.

La locura obra poco a poco. El tiempo pasa, a cada segundo se pierde una pizca de cordura, y
al final, la desesperación se vuelve infinita.

Apenas había amanecido, y en la casa de los Kim se respiraba el estrés en cada palabra.
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Todos en ella habían despertado casi a medio día de navidad, y pareció ser completamente
normal, de no ser por Jungkook, quien se despertó solo.

Cuando bajó al primer nivel de la casa y los vio allí pensó en que todo estaba bien, que
recibiría una mirada molesta de Seokjin porque estaba seguro de que el castaño los había
escuchado y que después del sermón comerían recalentado.

Realmente pudo ser así; pero ellos tuvieron la misma interrogante:

"¿Dónde está Taehyung?" Le dijeron, y él no supo qué contestar.

Las horas pasaron, y Jungkook fue incapaz de responder, de moverse de la sala, o de no


pasar su vista del reloj a la puerta angustiado.

Y lo peor... fue que al llegar la noche, esa pregunta se volvió más desesperada.

El después de Navidad se acabó en total incertidumbre, luego de que él seguido por los
padres Kim salieran a las calles en busca de una pista.

Hoy, el día que sigue de ese, estaban más asustados que nunca.

Seokjin pasaba las hojas de los álbumes familiares intentando elegir una fotografía de su
hermano para poner en los carteles de "Se busca".

Mientras Jungkook y Agustus veían nerviosos al padre de los Kim discutir por teléfono.

El hombre estaba cansado, le importaba una mierda lo que le dijeran, nunca se imaginó lo
difícil que sería tener que reportar a su hijo como desaparecido. Quizá porque en otra línea
no pudo digerir por años la imagen que tuvo antes de enterrarlo.

Los señores Kim parecían ser las personas más irrelevantes de todo el segundo plano, sin
embargo, era porque nunca tuvieron que atravesar las mismas situaciones que en la línea
original.

Jungkook era como de la familia, sí, y su accidente les había dolido mucho; pero eso no era
rival contra el tener que pagarle un médico costoso a Seokjin porque la atención hospitalaria
del pueblo era mala, de tener una hipoteca asfixiante por la que iban a perder la casa y
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además de que al salir a las calles cada persona en el condado les dijera algo sobre su hijo
menor.

Porque los Min, con quiénes habían tenido una gran amistad por años en una comunidad
racista, finalmente les cerraron las puertas, y ahora no contaban con ellos para nada, ni con
nadie, de hecho.

No había comida en casa, ni tampoco comunión.

Los vecinos murmuraban morbosamente que el chico Min había sido enviado a enlistarse
porque lo encontraron con Taehyung; los rumores tenían en parte razón, y ellos se
avergonzaron tanto de él que se dejaron consumir por su bilis.

Fueron tan ciegos, que solo les importó su imagen, y no el hecho de que su hijo despertaba
con la nariz sangrando, de que estaba siendo golpeado a diario sin Seokjin para defenderlo,
y que permanecía horas en la nieve hasta recobrar la consciencia para luego correr a
refugiarse en su habitación sin decirle a nadie.

Incluso la vez que el chico intentó lanzarse del acantilado, y un guardabosques lo llevó a casa
al encontrarlo herido en el bosque, le abrieron la puerta y le dijeron que dejara de hacerle
más daño a esa familia.

No eran irrelevantes, simplemente, habían sido parte del detonante y ahora parecían extras
en una historia donde su hijo estaba siendo feliz.

Pero en ese momento ambos se movían preocupados por la sala sin saber exactamente qué
hacer.

April y Seokjin se veían entre sí sin poder mencionar siquiera a la gente del laboratorio
mientras una clase de bruma incómoda crecían entre ellos.

Todos se sentían pesados, y de pronto, el sonido del reloj de la sala parecía sonar más fuerte.

Seokjin tuvo una excelente Navidad, no lo negaría. Almorzó muchísimo el día después y para
luego correr hacia la casa vecina en donde comió malvaviscos asados frente a la televisión
nueva de April.
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Él estaba casi en éxtasis con esa extraña amistad que en el fondo necesitaba para que la
depresión no lo hundiera, siendo feliz contando juntos los días para poder regresar a la
escuela y tomar su último semestre por los cuernos para graduarse con honores, y partir
felices a la universidad.

Seokjin estaba siendo muy feliz usando de nuevo sus anteojos hasta que regresó a casa por
la mañana y lo primero que sus padres le dijeron fue que Taehyung no había aparecido en
toda la noche.

Ahora serio, meditaba qué pudo haber sucedido y solo tenía dos respuestas: se lo habían
llevado o Jungkook le había hecho algo.

En cualquier caso, todo apuntaría a que el pelinegro tenía la culpa independientemente de si


los lunáticos tenían algo que ver o no.
Por eso, se sentía intranquilo a su lado.

—Ya llamé a la estación —dijo su padre angustiado—. Dijeron que ha pasado demasiado
tiempo, más de veinticuatro horas....

—¿Eso qué? —reprochó Seokjin molesto, la policía de mierda se especializaba en sellar casos
como "concluidos" cuando ni siquiera los iniciaban.

—Dijeron que por su edad lo más probable es que esté en casa de un amigo. —El señor Kim
negó con la cabeza, al igual que los tres chicos que se vieron indignados entre sí—. Que
esperarán a que la alerta de tormenta sea dada de baja para salir a buscarlo.

—¿¡Qué!? Al demonio —dijo Seokjin poniéndose de pie—, son unos inútiles iré a buscar a
Taehyung yo mismo.

Era cierto, después de navidad, un viento atroz llegó a la ciudad. Por la fuerza y lo helado del
ambiente, la alarma de tormenta se había activado.

No era lo mismo que las lluvias de agosto, las cuales, si bien causaban estragos no eran
exactamente mortales, pero la nevasca era tan peligrosa, porque hacía imposible
movilizarse, para los enfermos, incluso respirar.
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Congelaba carreteras, reservas de agua, dañaba la electricidad y los confinaba a todos en sus
casas.

—Jin, es peligroso —le dijo su madre—. No necesitamos dos búsquedas. Oíste las noticias, la
nevada empeorará.

—¿Y eso qué? No voy a quedarme aquí sentado mientras Taehyung está quién sabe dónde y
en qué condiciones.

Jungkook se levantó rápidamente.


—Yo voy contigo —dijo, pero había puesto demasiada presión sobre su pierna inútil y jadeó
un poco de dolor.

El mayor de los hermanos Kim lo vio con


... ¿Enojo? Era difícil de explicar, quería confiar en que Jungkook no había lastimado a su
hermano, que sería incapaz de dañarlo pero no estaba seguro y eso lo estaba volviendo loco.

—No —le dijo serio—, será mejor que te quedes aquí, alguien debe ayudar a papá a tapar las
ventanas.

—Yo necesito ir —declaró Jungkook cuando lo vio con angustia—, Seokjin yo...

Al mayor no le importó, y no quería tener que lidiar con él en ese momento.


—Jungkook, mírate la pierna. No podrás avanzar en la nieve así. —Resopló—. No estorbes y
quédate aquí.

Jungkook lo vio confundido; tenía el ceño fruncido porque ese tono de voz golpeó contra su
voluntad.

¿Que si el padre de los Kim sabía que algo pasaba entre su hijo menor y el extranjero? Sí.
Cualquiera con dos dedos de frente en esa casa lo sabría.

Pero para un hombre educado con pensamientos conservadores era tan abrumador, que
prefería fingir demencia suplicando a Dios que fuera solo alguna clase de capricho. Aunque
esperaba profundamente que su esposa no se atreviera a decir nada para no tener que
enfrentarse a la realidad.
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El mayor de todos aclaró la garganta y se acercó para separarlos porque temió que
comenzaran a pelear.

—Seok —le llamó—, ten cuidado. ¿Está bien? Sabes que la gente se altera cuando hay
encierro.

—Lo sé, papá. La tormenta los volverá locos a todos. —El chico asintió sin quitar lo recto de
sus labios; le dio una mirada rápida a Jungkook y luego a April—. ¿Vienes? —le dijo.

Los ojos de Jungkook se clavaron de inmediato en él, como esperando que lo rechazara
pero... aunque quiso no pudo.

Min se levantó del sillón para seguirlo. Las gotas de agua ahora eran pequeños cristales
congelados que el viento elevaba por todo el lugar.

Y la niebla era tan profunda, que no se perdonaría perder a sus dos amigos.

—Iré por el auto —le contestó pasando a su lado mientras el mayor tomaba sus guantes y
abrigo de la entrada.

Ellos salieron con una misión, se sintió como si fueran guerreros después de que
atravesaron esa puerta y esta se azotó al cerrarse.

Jungkook parecía perdido; el señor Kim no se atrevió a preguntar y caminó en la sala para
encender la televisión.

El noticiero de la tarde reportaba exactamente lo que se pronosticó.

—¿Qué tan malo será? —dijo Jungkook apenas murmurando.

—Mucho. La última vez... no parecía ser tan grave y la carretera estuvo cerrada por días.

Las casas eran de madera, y en su mayoría no tenían calefacción; al abrir las ventanas se
caían picos de hielo. No, definitivamente no era tiempo para pensar demasiado.

—Entonces, vamos a asegurarnos de pasar la tormenta a salvo —dijo Jungkook.

La naturaleza les acechaba; pero no podían darse el lujo de esperar.


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Comenzaron con la comida enlatada que tenían en la alacena y llevaron una gran cantidad
de ella al sótano.

Así mismo, Jungkook se aseguró de cubrir los extremos de las ventanas para que el frío no se
colara, ni se atreviera a perturbarlos durante la noche.

Y pensó en lo sencillo que habría sido simplemente encender la calefacción de su habitación


en su año; pero esa ya no era su vida. Ya no más, y tenía que adaptarse a lo que tenía.

No le gustaba usar sus muletas aunque sabía que eso podría dañarlo más. Jeon se aseguró
de bloquear bien la chimenea mientras la televisión con poca señal continuaba encendida y
él veía el noticiero con el temor de ver a Taehyung en el.

Los señores Kim, con el directorio en mano, hicieron llamadas a cada casa y lugar del
pequeño pueblo preguntando por el paradero de su hijo.

Ni en la escuela, ni en los locales del centro, ni en ningún otro lugar.

Jungkook temía que sus impulsos hicieran a Taehyung cometer un error; porque el chico que
siempre se jactaba de su inteligencia también era el mismo cuyas emociones inexploradas le
corrompían al punto de quebrarlo.

Mientras los mayores hablaban, él subió al segundo piso para asegurar esas ventanas, en
donde se detuvo en el corredor viendo hacia el techo.

«Taehyung, ¿Estás allí?» Dijo guardando en el fondo la esperanza de que le contestara


aunque sabía que el ático estaba vacío.

Él le insistió a Seokjin para que lo revisaran; pero esta vez, no lo encontró.

Solo faltaban un par de días para enero.


Jungkook sabía que muy probablemente el castaño estaba dentro del laboratorio del lago, el
mismo lugar donde había estado todas las madrugadas desde inicios de diciembre.

Por eso no se negaría a darle la razón al mayor de los hermanos Kim, le dolía, pues sabía que
era su culpa.
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Taehyung no hacía cosas insensatas; sino, la sensatez de los demás era muy poca para
entender las acciones de Taehyung.

El pelinegro entró a la habitación que compartían, y se acercó al escritorio. Estaba tan


molesto con Kim porque esa manía suya de dejar notas nunca le pareció desconsiderada
hasta que le dejó una a él.

La había encontrado en la almohada al abrir lo ojos, una tarjeta blanca que decía:

"¿Podrías esperarme... por hoy?" -Taehyung.

No tenía sentido. Y Jungkook lo único que pudo hacer fue esconder la nota para que el resto
de la familia no sospechara el motivo de que Taehyung huyera, y en su habitación solo
faltaran sus botas, sus anteojos y su libreta.

Alzó la vista y se fijó en las hojas del calendario. Esas que Taehyung nunca arrancó, en donde
la primera era de agosto.

Tenía un círculo alrededor del día uno y Jungkook pensó que Kim no mentía al decir ser un
controlador porque estuvo contando los días, literalmente.

La casilla del cumpleaños de Jungkook ya no tenía un círculo; y le causó tanta ternura ver
que el chico se había atrevido a hacerle un pequeño corazón en el.

Y es que hubieron días que parecieron ser tan irrelevantes, que se mantuvieron lejos de los
ojos de todos, pero que para alguien como Kim Taehyung lo fueron todo.

No sólo estaban sus aventuras, esas cuyos días Jungkook y el universo recordaban
fervientemente.

Sino también, en el calendario estaba marcado el día en que compraron mucha ropa para
hacerle encajar en la época, y el día que encontraron unos patines en el armario, esos que
Jungkook tuvo que enseñarle cómo usar para que el chico no cayera al suelo.

Lo que hizo a Jungkook pensar que si de otoño a invierno habían sido tan felices... el verano
los hubiera hecho sentir dueños del mundo.
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Deseó con tanta fuerza, con tal intensidad haber nacido cuando él lo hizo, correr hacia
Taehyung siendo joven y tomarle de la mano por las veredas verdes del pueblo.

Aunque sea a escondidas, aunque sea por un par de estaciones más para descubrir en su
infinita sabiduría cómo lidiar con la vida, y con todas las adversidades que padecerla
conlleva.

Porque ser humano significa razonar sobre cada sentimiento, desde el más puro hasta el
más dañino. Reproducirlo y saber que si la vida tiene tropiezos estos no duran eternamente.

Su madre solía decirle que las adversidades no eran para siempre, pero... ¿Eso no significaba
que la felicidad tampoco? No lo sabía. Aún así, le gustaba pensar que eso era lo de menos.

Jungkook apenas podía caminar bien, y ya estaba harto de ver por la ventana pensando en
qué hacer, dónde buscarlo.

A Jeon no le importaba decirlo en voz alta, él no quería irse, no quería. Tenía todo lo que
alguna vez deseó.

Entonces, ¿Cuál era el afán de querer hacerlo regresar? Ninguno de los dos estaba dispuesto
y Jungkook asentía con la cabeza cuando pensaba en volver a su año porque era Taehyung
quién se lo decía.

Cuando en realidad, una parte de él quería verlo entrar por la puerta y reprocharle por ser un
imbécil y desaparecer así de repente. Otra... quería abrazarlo y hacerlo prometer que nunca,
nunca se alejaría de él.

Quería decirle que huyeran muy lejos sin saber que estaban condicionados. Pero lo suponía
por la forma en la que Taehyung temblaba viendo hacia la casa de enfrente.

¿Estaban en peligro y él no se lo dijo? Sí, era obvio que su pequeño Kim intelectual no creía
que él fuera capaz de sobrellevar la verdad. Y lo estaba protegiendo, pero... ¿A qué costo?

Así que aceptar ciegamente las indicaciones de Taehyung era parte de su impotencia.

Sí, él aceptaría, tomaría cada indicación para llegar al otro lado como lo hizo durante todos
estos meses, pero en el fondo...
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Quería que Taehyung no lo dejara irse.

Quería que le dijera que lo amaba, y que quería estar a su lado.

Ya lo sabía, pero necesitaba que se dijese para estar en paz.

Jeon Jungkook nunca entendió que el chico se lo dijo una y otra vez, se lo repitió hasta el
cansancio. En su humor extraño, y los besos que dejaba sobre su cuello, en las marcas de su
piel y también las de su calendario en dondé hizo pequeños círculos en los días donde había
sido tan feliz.

Las anotaciones a lápiz le gustaron mucho, le llenaron de nostalgia hasta que llegó a la
última hoja, diciembre, en donde una marca reposaba sobre el día veintisiete del mes.

Era preciso decir que el día que estaba viviendo desde que despertó era uno más
desperdiciado; y Jungkook, aferrado a la idea de quedarse, sintió los vellos de su cuerpo
erizarse cuando se estremeció de pronto.

Un par de casillas a la derecha, en el espacio en donde el día treinta del mes debería estar,
este se encontraba tachado como si hubiese intentando desaparecerle.

—¿Hoy? —dijo para sí mismo—. Tres días antes de su cumpleaños. Hoy...

Negó con la cabeza regresando sobre sus pasos, no tenía mucha fuerza para caminar, por lo
que cojeó un poco hasta llegar a las escaleras, que bajó tan apresurado que por poco y cae
en ellas.

Sus músculos se tensaron; quizá fue un mal augurio o su sistema inmunológico siendo
afectado por el clima, pero sintió demasiado calor, como una fiebre intensa que parecía
buscar consumirle desde adentro.

Los señores Kim le vieron extrañados cuando avanzó por la sala. Parecía ebrio, se chocó con
un par de cosas y apenas tomó su chaqueta del perchero de la entrada para intentar salir.

Sus manos dolían y el deseo de abrirse la cabeza para arreglarla él mismo volvió a aparecer
cuando el cambio fue demasiado brusco.

«Este idiota... » Pensó Jungkook. «Cree que siempre tiene la razón».


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—¿Jungkook, a dónde vas? —le dijo el padre cuando le vio abrir la puerta. Un ventarrón
fuerte terminó de chocar contra la madera cuando los copos de nieve se entrometieron a la
fuerza golpeando con la nieve su rostro. —¿Jungkook?

No le contestó; estar consciente era difícil cuando sentía que sus sentidos estaban sometidos
a fuerzas eminentemente desconocidas.

—Los chicos volverán pronto, es demasiado arriesgado que salgas ahora...

—Tengo que encontrar a Taehyung —dijo sin reparar en las consecuencias, sin preocuparse
por dejar expuesto lo mucho que lo necesitaba.

—¡Espera!

—No puedo más, no sin él, no puedo. —Las palabras brotaban de su boca con dificultad.

Apenas avanzó un par de pasos en la entrada; pero sus piernas cedieron cuando la náusea
intensa le tomó de imprevisto haciéndole caer de rodillas entre la escarcha del pórtico.

Algo estaba cambiando, sí, él lo entendía. Mas no quería que nada fuera diferente. Le
gustaba la casa vieja, y había dejado de necesitar una pantalla para sentirse acompañado.

Se aferró a la idea de que nadie pertenecía a ningún lugar, de que podía elegir a dónde
pertenecer. Se lo repitió por meses hasta el cansancio, hasta que se lo creyó. Aun así, la
mujer que corrió a ayudarlo asustada no era su madre; y el hombre estaba intentando
levantarlo no era su padre.

Ambos lucharon para cargarlo por lo pesado que era, en un intento de hacerlo entrar a la
casa cuando su existencia entera tuvo la necesidad de salir corriendo de allí. La brecha se
rompió un poco más cuando fue consciente de ello.

Quizá la tempestad crecía acorde a sus temores, porque de pronto comenzó a extrañar
mucho el calor del sol cuando finalmente perdió el equilibrio.

Entonces, Jeon Jungkook desvarió en los brazos de esos que no eran sus padres, en el suelo
de la entrada de esa que no era su casa, mientras ese que no era su pueblo se llenaba de
niebla.
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Definitivamente, esa no era su vida.

Era solo una experiencia.

...

En las calles del Condado Mariposa, en California, los pobladores habían abarrotado el
supermercado y las pequeñas tiendas de conveniencia.

Kim Seokjin apenas había logrado conseguir un par de cosas que sabía que hacían falta en
casa antes de que los locales del centro cerraran mientras preguntaba en cada uno por su
hermano.

Le habían dado la vuelta a toda la ciudad y no había ni un solo rastro de Taehyung en ningún
lugar. Seokjin nunca fue alguien que demostrara sus preocupaciones pero no podía pasar
por alto la ausencia del castaño.

Estaba pensativo, ni siquiera podía sonreír y como cosa rara, había perdido todo el apetito.

Quizá un inocente Seokjin no estaba listo para buscar a Taehyung desesperado; y un


culpable Seokjin nunca pudo asimilar el ver a su hermanito dentro de una caja de madera,
ese sentimiento lo abrumó aunque no lo hubiera vivido aún.

Ahora se encontraba cansado, en el asiento del copiloto en la camioneta del padre de April
Min, mientras el chico conducía hacia el último lugar que les hacía falta revisar.

—¿Crees que Jungkook nos está mintiendo? —soltó Kim de pronto.

Yoongi no le respondió de inmediato. —¿Crees que él le hizo daño?

—Tal vez... creo que—suspiró—Taehyung no es esa clase de chico. No lo sé.

—¿Qué clase de chico? —inquirió con una ceja alzada.

—De la que se marcha sin dejar una explicación —resopló frustrado—. Y tengo miedo de que
algo malo le haya sucedido.
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—Piensas que fueron ellos... ¿Cierto?

—Yo... uhm... maldición, no tengo ni la menor idea. Y quiero creer en Jungkook pero no
puedo.

—Vamos, respira un poco. Lo vamos a encontrar, —Bajó un poco la velocidad cuando


cruzaron hacia la avenida principal y volteó hacia él por un segundo—. Mírame —le dijo
cuando articuló con firmeza sus palabras—, todo estará bien. ¿Sí, Jinnie?

¿Qué clase de influencia ejercía en él? Una muy leve pero perpetua sensación de seguridad.

Seokjin asintió; suspiró con fuerza antes de tirar hacia atrás su cuerpo en el asiento. Quizá se
estaba precipitando y todo saldría bien.

Volteó a verlo y batalló un poco en encontrar algo para cambiar de tema en un intento de
despejar su mente.

—Hablando de otra cosa... Sabes... hice cuentas el otro día y —dijo con duda Seokjin—de San
Francisco a Nueva York... son casi dos días de viaje en auto.

April no quitó la vista del camino.


—¿En serio? —El otro asintió—. Son dos extremos del país, no me sorprende.

—Sí, supuse que vernos en primavera para tu cumpleaños sería muy difícil —dijo Seokjin y
Min apretó con fuerza el volante—. Por eso pensé que... Podríamos ir a Pasadena en enero,
dos de enero, por el...

—Déjame adivinar —interrumpió—. ¿El desfile de las rosas? —dijo.

Aproximadamente cuatro horas de distancia, y muchas flores en todo el lugar. April


comenzaba a sentirse mareado y no quería que eso afectara su razonamiento básico.

—Creí que podría ser bonito para los dos —dijo con algo de pena—, ya sabes.

Seokjin se pasó la mano por el cuello, hacía mucho frío y parecía que la capa de hielo era
cada vez más gruesa en las calles por el deslizar de los neumáticos, además de lo rápido que
los vidrios del auto se empañaron.
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April no pudo evitar alzar una ceja y negar con la cabeza.


—Seokjin—le vio serio—, deja de coquetear conmigo, ¿Quieres? Gracias.

—No estoy coqueteando contigo.

—Entonces no me invites a salir, tarado —se burló de él.

—Salir es lo que los amigos hacen, ¿O no?

—Oye, somos amigos pero yo necesito tiempo, ¿Está bien? Parece muy fácil todo con esto de
la "alegría" de las fiestas pero... tú todavía me gustas. No es como si de un día para otro eso
mágicamente vaya a cambiar. Y yo... necesito olvidarte, voy a hacerlo.

—Lo sé... —apartó la vista un poco culpable—pero quiero ayudar. Sé que puedo.

Suspiró al apagar el motor frente al hospital, volteó a verlo.


—Escucha, Grandote. Te diré algo que mi abuelo me dijo una vez, y que entendí hasta hace
un par de días.

—¿Qué cosa?

—Ser amigo de tu ex es como tener una manzana de mascota.

—¿Una manzana mascota?

—No le hace daño a nadie pero no tiene sentido.... tarde o temprano vas a querer morderla.

Se observaron un segundo antes de que ambos comenzaran a reír a grandes carcajadas por
lo ridículamente coherente que era eso.
—Somos más maduros que eso, no me jodas. Igual, no me molestan las mordidas.

April alzó una ceja. —¿Ah sí?

—Solo estoy bromeando. Cállate, deja de exhibirnos.

—Está bien, tú eres maduro, pero yo no... —dijo casi por impulso, como si no fuera él quien
hablaba. Pero luego agitó la cabeza confundido—. Por eso necesito alejarme.

—Eso significa que vas a ignorarme en enero, ¿Cierto?

—Sí, lo siento.
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Seokjin asintió con la cabeza. Y aclaró la garganta.


—Solo para aclarar las cosas, no soy tu ex.

—¿No? —se burló—. Digo, claro, claro, solo somos amigos con derechos.

Seokjin respondió casi por inercia. —Sí —luego reaccionó—. ¡No! Tampoco. No me refería a
eso.

—Jin, si me dices que duermes abrazado con todos tus amigos me voy a decepcionar mucho
de ti.

—¡Pero en tu habitación hace mucho frío y...! —Resopló acorralado. —Bien, tú ganas, soy tu
ex, pero no le digas eso a nadie.

—Será un placer, Señor macho cabrío —dijo victorioso y colocándose su gorro para cubrirse
las orejas. —El Nosotros no existe.

—Nosotros jamás pasó —secundó Seokjin.

Ambos se aseguraron correctamente las bufandas y guantes antes de abrir las puertas del
auto. Seokjin incluso tuvo que dejar allí sus anteojos porque el aire era tan intenso que en
cuestión de minutos le nublaba por completo la visión al empañar estos.

La entrada del hospital se sentía lúgubre, y más por la forma en la que la puerta estaba casi
atascada por la escarcha.

Al estar parados allí, ambos temblaron. No precisamente por la helada, sino por la forma en
la que el sonido del reloj del universo contra el condado comenzó a ir más rápido, y los
violinistas maliciosos que le daban música a su historia se acomodaron con sus
instrumentos para presenciar la desgracia.

Porque este ya no era un capricho de violín, era más un Réquiem.

Sonaba como el viento, turbulento, que golpeaba las ventanas al compás de la tormenta de
nieve cada vez más fuerte que los amenazaba como si les anunciara el caos y descontrol
total.

Con clase, como una elegía a su historia.


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Apenas entraron al hospital, Seokjin frunció el ceño cuando se le revolvió el estómago y


sintió náuseas. Al dar un pasó, el dolor le caló de golpe desde la rodilla hasta la nariz, como si
se hubiese estrellado.

—Oh, mierda —masculló cuando se tropezó e intentó agarrarse de Min para no caer.

—¿Seokjin? ¿Qué sucede? —murmuró confundido, trastabillando lo ayudó a sentarse en una


de las sillas de espera de la entrada en el hospital.

Él se quejó con los ojos cerrados. —Es mi pierna, me duele demasiado.

—Debe ser un calambre —le dijo el pelinegro desconcertado—. Quítate el zapato y pon el pie
en el suelo, el frío debería ayudar.

Seokjin había entrenado toda su vida, sabía que eso era correcto, así que lo hizo.
—Maldición... —No tenían tiempo para esto—. Ya pasará, tengo que buscar a Tae.

—No —dijo Agustus, de pronto serio cuando al tocarle el hombro volvió a marearse, incluso
comenzó a sentirse incómodo cerca de él—. Quédate aquí, yo iré a buscarlo.

El mayor entrecerró los ojos, un poco molesto con su superioridad. April Agustus Min ni
siquiera le dio chance a responder cuando se dio la vuelta y le dejó allí solo.

Divagó un poco cuando avanzó hacia la recepción. Tenían que regresar antes de que la
tormenta empeorara y pensó por un segundo en que debía volver a arreglar su equipaje para
antes de enlistarse.

—Buenas tardes —saludó a la recepcionista—, quisiera saber si un amigo está aquí, lleva
desaparecido varias horas.

—Claro, ¿Tienes su nombre o una descripción? —le preguntó pero no obtuvo respuesta.

Min había quedado estático y parpadeó confundido.

Alto. ¿Por qué quería regresar a empacar?


La universidad, él iría a la universidad hasta junio. ¿Cierto?

No, sí, no, ¿Ejército? ¿Qué fotos? No había ninguna moña negra en la entrada. ¿Por qué de
pronto estaba tan enojado?
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—Yo... —agitó la cabeza. Su amigo, estaba buscando a su amigo—. Su nombre es Taehyung,


uhm... es un chico alto, de cabello castaño ondulado, usa anteojos y tendría que haber
ingresado después de Navidad.

Ella asintió viéndolo preocupada por su voz gélida y su divagar tan extraño. Se movió a
buscar entres sus carpetas, pero no encontró el nombre del chico.

—No lo veo en el registro de urgencias —indicó—. Pero han ingresado varios chicos en las
últimas horas, quizá sea uno de ellos.

—Gracias —dijo apenas antes de alejarse del escritorio.

Se sentía pesado, como aturdido así que comenzó a vagar por los pasillos para intentar
encontrar a Taehyung en alguno; pero en su lugar, se topó con un gran bache en el camino.

Llegó al área de consulta externa, en donde había varias personas en cubículos separados
por cortinas de tela.

Avanzó y luego retrocedió un poco. Entonces se acercó a la cortina para ver con claridad sin
poder escuchar muy bien lo que decían.

Él no entendía cómo; y ella ajena a su presencia respondió la pregunta que el médico le hizo.

—Cumpliré cinco meses la próxima semana —dijo con las manos sobre el vientre mientras el
doctor veía su expediente.

—Los mareos no son tan comunes en este punto del embarazo, lo mejor será hacerse unas
pruebas y descansar un par de días.

Ella negó, preocupada; se había desmayado en medio de la carretera semanas atrás. Fue
muy afortunada de que la conductora del taxi lo notara, la llevara al hospital y la ayudara a
contactar a sus tutores.

Sin embargo, desde entonces sentía como si el mundo entero se le viniera encima.

No sólo por los cambios físicos y sus preocupaciones, tampoco podía dormir, soñaba que la
golpeaban hasta sangrar y vomitaba sin descanso.
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Lee Sunhee se sentía tan culpable, todo lo que podía hacer era abrazarse y llorar hasta que el
cansancio la venciera.

Su bebé estaba bien en esta historia; pero originalmente, el primer golpe lo recibió cuando
llegó a Corea, no cupo dentro del vestido de novia. Y después... todo se volvió negro.

Ella nunca conoció a su hijo porque este no resistió la crueldad.

Nunca lo sabría, solo quería irse, eso era lo correcto, necesitaba irse; pero ahora, tenía que
esperar para conseguir un nuevo boleto. Era diciembre, y casi todos los vuelos estaban
saturados de personas por ser el mes de las fiestas.

—No tengo mucho tiempo, tengo que viajar antes de año nuevo.

Él cerró el expediente y la vio severamente.


—Señorita, lo mejor sería que no viaje —le dijo—. Permiso —terminó retirándose del
pequeño cubículo.

Min le vio salir y quiso apresurarse para alejarse también, sin éxito pues ella alcanzó a
reconocerlo.

—¿Agustus? —le dijo algo tosca.

El volteó a verla, sin poder articular bien, incrédulo. —Sunny... creí que te habías ido —le dijo,
pero sentía una clase de aversión por ella.

Su amiga... ¿Era su amiga?

—Hubo un accidente en la carretera, perdí mi vuelo. Estoy varada aquí hasta Año Nuevo.

Él no quería ser indiscreto; pero su vientre era muy notorio ahora. Al ser delgada, lucía
evidentemente grande.

Amigos... sí. ¿Rivales? No del todo, pero en alguna realidad, él le tuvo tantos celos en silencio
que chocaron contra sus buenos deseos. Y en esta, ella comenzó a ensañarse con lo que
sabía, algo que no era normal.
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Yoongi abrió la boca como si fuera a hablar, pero alcanzó a ver a la distancia al adolorido
Seokjin que se movía por el pasillo cojeando y preguntando en cada habitación por su
hermano.

Ni siquiera lo pensó y la empujó ligeramente para hacerle regresar al cubículo. Entonces, él


entró también y cerró la cortina por completo para ocultarlos a ambos.

Estaba mareado, pero el que el hijo de Sunny quedara expuesto ponía en riesgo a su otro
hijo.

Antes de que ella le reclamara, colocó un dedo en su propia boca y dijo en voz baja:
—Seokjin está aquí, no puede verte así.

Era lógico; pero contrario a eso, ella se burló.

Así como la actitud de Jeon Jungkook cambió en cada línea y tiempo; las conciencias de los
demás comenzaron a perder los estribos.

Desde tiempos inmemoriales, se había advertido ya que la locura era contagiosa.

—Debe ser difícil para ti... —le dijo Sunhee con una ceja alzada y una expresión seria que su
yo joven no debería tener—pensar en el hijo de Seokjin. ¿Cierto?

Yoongi retrocedió. No tenía ningún sentido.


—¿Sunhee?

—Digo, considerando lo obsesionado que has estado con él por años.

Para este punto, el conocimiento de qué es una paradoja debería estar claro: una
contradicción lógica.

Las líneas se contradecían y peor, estaban chocando entre ellas.

—No digas tonterías. —Fue allí cuando notó que algo estaba realmente mal, y ninguna de las
variables podía hacer nada para frenarlo mientras el tiempo siguiera avanzando—. Fue hace
mucho tiempo, ahora solo intento ayudarte.

—¿Ayudarme? —bufó—. Nadie puede ayudarme.

—¿Qué? No, lo hago porque dijiste que no querías que él supiera.


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—Lo sé, pero... He reflexionado mucho y creo que llegue a la conclusión de que... tal vez no se
lo dijiste porque fueras mi amigo, sino porque... no te convenía.

—¿Cómo puedes decir eso de mí? No tienes ni idea de lo peligroso que es que se sepa.
Jungkook es... —se quedó callado. ¿Valía la pena decir la verdad?

Ella estaba confundida, y el recelo, quizás estaba destinado a existir entre ellos.

—No mientas. Yo tengo una vida lejos que no incluye a Seokjin, y sé que es hipócrita de mi
parte; pero, amigo, en el fondo, ambos sabemos que lo hiciste para mantenerlo cerca de ti.
¿O no, chico poemas?

La línea original... él los observó en silencio en esa línea. Porque mientras se escabulló a la
habitación de Taehyung, él también notó todo lo que ellos vivieron juntos.

Y no era justo, maldición, no era justo que ella tuviera a la mejor versión de Seokjin sin
ningún problema.

Quizá eso hizo a su alma petrificarse; por eso terminó de pudrir a la de Taehyung pero... se
supone que él no había visto todo eso al estar rodeado de sus nuevos amigos.

Porqué... ¿Por qué de pronto él sabía todo eso? Él mismo acaba de burlarse de Seokjin en el
auto. ¿Por qué de pronto sentía tanta impotencia y envidia?

¿Y Taehyung? Pensar en buscarlo le llenaba de pena, como si fuera su culpa.

Yoongi frunció el ceño y se acercó peligrosamente a ella viéndola con desprecio. Él era una
bomba de tiempo.

—Sí, lo quería cerca de mí. ¿Y eso qué? —Le retó—. Ambos sabemos que yo lo merezco más
que tú. Que se ríe más conmigo y que tenemos mejores recuerdos juntos. ¿Mejor química le
dicen?

—Y aun así... no te eligió. Nunca podría. ¿O me equivoco?

Sus acusaciones le afectaron, la vio con enojo y la tomó del hombro cuando la ira le quemó
por dentro. Un gran cambio en la ecuación.

Empujándolo a ser lo que era: un manipulador de primera.


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—Eso no impidió que me besara, o que pensara en mí. —Se burló en su cara—. Estaba tan
desolado por tu culpa, y aun así, parecía más confundido que triste. Y regresó a mí, como
siempre.

Su pecho tembló porque no recordaba del todo su redención y un beso dulce en el baile; el
recuerdo desenfrenado de sus labios sangrando mientras se besaban en el baño del
restaurante le aturdió un poco.

—Eres mi reemplazo, no me sorprende.

—¿Soy qué? Yo estuve aquí mucho antes de que aparecieras —sonrió perversamente—.
¡Míranos! Cabello negro, piel blanca, misma estatura—se jactó—. ¿No te parece curioso? Creo
que él tiene un tipo o... el reemplazo aquí eres tú.

Él sabía que no era cierto, que Seokjin genuinamente la amaba pero... eso era lo de menos.

Le apretó el hombro tanto que le dolió.


—Suéltame, enfermo —ordenó.

—Somos un enfermo y una mentirosa. Así que creo que es un empate. ¿O no?

—No me interesa competir contigo. Solo quiero largarme de aquí —gruñó alzando el hombro
para que la soltara.

—También quiero que te vayas. Voy a salir y lo sacaré del hospital para que puedas hacerlo.
¿Tenemos un trato?

Ella podía ser fría por los gajes de la vida pero él... siempre naturalmente cruel.

Sunhee resopló. —Trato.

Min asintió y asomó la cabeza solo un poco; Seokjin se había quedado charlando con unas
enfermeras que sí conocían a Taehyung y quiénes muy preocupadas por él le dijeron que
ayudarían a buscarlo.

Luego salió del cubículo, cerrando correctamente las cortinas y avanzó hacia él.

Le sonrió amablemente y Seokjin se removió al verlo, de pronto algo asediado.


—¿Alguna novedad? —dijo cuando se paró junto a él.
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—No, de hecho, las señoritas conocen a los bomberos de la estación, ellos son amigos de
Taehyung, así que podrán ayudarnos a buscar.

—¡Es genial! —vio por la ventana y dudó un poco—. Jin, deberíamos regresar, la tormenta...

Seokjin sabía que tenía razón, pronto sería demasiado peligroso estar en las calles; pero la
idea de Taehyung vagando por ellas le afligía exponencialmente.

—Sí, tienes razón —le dijo—. Hay que irnos.

Agustus Min volteó a ver en dirección al cubículo por unos instantes antes de volver a
sonreírle y asentir con la cabeza.

Agradecieron a las enfermeras y después cambiaron juntos hasta la salida de regreso al auto.
Parecía que la incomodidad entre ellos crecía a cada paso.

¿Que si había una línea de tiempo donde eran felices juntos? Probablemente sí, aunque
sería muy difícil de decir considerando que en la línea original nunca volvieron a hablarse
desde la última vez que Min pisó el Condado Mariposa.

Como todas las líneas producto de la fractura, era una inestable y muy peligrosa. Porque
esta implicaría que Jungkook, no cayera al lago, pero al ser él, el causante de la
reivindicación entre ambos, eso crearía otro bucle o un millón de líneas más.

Cada suceso tenía una sincronía asombrosa con las demás líneas de tiempo.

Así que el momento en el que salieron del hospital, fue exactamente al mismo tiempo que en
la casa del pelinegro alguien encendió la radio.

«...Se pronostica que las temperaturas descenderán por la noche. Aconsejamos a toda la
población prevenir, almacenar comida y no salir de casa durante la tormenta...»

La señora Min se persignó después escuchar al locutor y se acomodó su suéter y guantes


antes de disponerse a salir al jardín para cubrir sus plantas mientras aún era posible.

Comenzó protegiendo su huerto pero cuando se acercó a la cerca se topó con alguien que le
observó con pesar.
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Se sobresaltó un poco y luego sonrió aliviada. —Oh, hijo. ¿Qué haces aquí afuera? —le dijo al
castaño que caminó lento hacia ella.

La mujer estaba senil, ni siquiera había puesto atención a su nieto preocupado por su amigo
desaparecido.

—Señora... Buenas tardes —dijo Taehyung sin dejar de verla—. Yo... venía a buscar algo, ¿Está
Agustus en casa?

—Él salió hace rato —ella dudó por la actitud extraña del chico—, puedes esperarlo adentro,
si quieres.

—No... de hecho, me gustaría hablar con usted antes—su voz sonaba tétrica.

—¿Conmigo? Oh, no. No sé nada sobre sus cosas, él es muy especial con sus pertenencias.

—Pues... en realidad, quería saber algo más personal. Es sobre su hija. Bueno, o es... más
bien su ¿Nuera? No lo sé.

—¿Qué? ¿Cómo es que tú...?

—Nunca entendí eso de porqué lo llamaban así... pero ahora tiene sentido. Su hija se
llamaba Yoonji, ¿Verdad?

Ella tuvo un momento de lucidez en el que su hija fue mencionada. Ella rescató una hermosa
niña, la crió como a su propia hija. Nunca estuvo de acuerdo con la relación entre ella y su
hijo pero... nunca superaría todo lo que vieron por sus experimentos.

—La madre de Yoongi, ella nos dejó hace mucho tiempo.

—¿Aún guardan sus cosas aquí?

—¿Por qué te interesa?

—Solo curiosidad... por lo sentimental.

—Ella dijo que alguien vendría por sus cosas algún día —dijo confundida cuando lo tuvo muy
cerca—. Pero no... no deberías ser tú.

—Lo sé pero... —Taehyung negó con la cabeza. —Me parece que hubo un cambio de planes.
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Taehyung tenía bata blanca, y su cabello permanecía peinado hacia atrás mientras le venía
con ambas manos juntas.

Sí, él también estaba loco.

—Aléjate, vete de mi casa —le dijo seria.

—Señora... solo estamos conversando.

—¡No! ¡Vete!

—Esto ya es difícil, no lo empeore.

—Todo este tiempo... —Ella lo vio con desconcierto—. No están aquí, lo que sea que busques
está muy lejos de aquí. Además, es peligroso, mi esposo lo sabía y yo también.

—Su hijo... ¿Él también lo sabe, cierto?

—Él nunca le creyó, y las escondió para que ella dejara de tener esas ideas dementes. Luego
ella se... —se quedó callada cuando su memoria volvió a traicionarla.

Taehyung tragó pesadamente y se compadeció de la pobre anciana.

—Señora, no le he dado su abrazo de Navidad ahora que lo pienso —Taehyung extendió sus
brazos dando un paso lento cuando la rodeó.

—¿Qué sucede? —dijo ella apenas.

—...Perdón —le susurró Taehyung al oído cuando se vio en la necesidad de recibir su cuerpo
adormecido.

Le habían lanzado un dardo, uno pequeño, inofensivo solo para mantenerla fuera del camino
por un rato.

Detrás del afamado huerto de la familia Min, apareció Park Jimin, seguido de varios
elementos de la fuerza militar.

—Dejen a la señora en el sofá —dijo sin siquiera inmutarse.

Kim Taehyung no era malo, solo estaba desesperado, como todos los demás.

—Promete que ella no saldrá herida —dijo consternado mientras veía cómo se la llevaban.
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—No te preocupes, niño. Ella estará bien —El miedo en sus ojos era algo que no podían darse
el lujo de tener—. ¿No me digas que estás arrepintiéndote?

Taehyung tragó saliva. Él quería ser un científico. ¿O no? Bueno, lo había logrado.

—Jamás —dijo seguro.

Jimin asintió complacido con la seguridad del chico. Era momento de hacer que todo
fluyera.

—¡Señores! —gritó llamando la atención—. Hora de catear esa casa —ordenó al resto de su
equipo, con firmeza, como solo un verdadero desalmado lo haría—. Buscamos unas cartas.
¿De acuerdo?

Park Jimin de la segunda línea era todo lo que no fue en la otras: decidido, calculador y
poderoso.

Estaba mal, sí, pero nada se interpondría entre ellos y la posibilidad de arreglar el destino.

Ni siquiera el profesor Kim, quién había caído en la artimaña más baja de todas, o bueno,
quizá fue culpa de su ego al subestimar a los dos jóvenes inocentes quienes habían faltado a
su lealtad.

Porque por sí solos, ninguno era una amenaza real; pero juntos, habían terminado por
encadenarlo dentro de la sala de contención del laboratorio.

Ninguno de los dos estaban dispuestos a seguir órdenes de un lunático; así que con sus
cartas, su equipo y sus anotaciones habían decidido hacer algo impensable.

Sí, Kim Taehyung había decidido hacer su propio experimento. Y Jimin, oh, él
definitivamente haría todo para ayudarlo.

La casa de los Min se vio invadida cuando comenzaron a buscar meticulosamente en ella,
dándole vuelta a los cajones de la cocina y a cada armario.

Esa familia tenía demasiados secretos; desde el embarazo de su hija adolescente por causa
de su hijo. O el hecho de que siempre supieron que viajar en el tiempo era casi posible.
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El ruido de las botas en las escaleras de madera resonaron cuando comenzaron a revisar la
parte de arriba. Taehyung solo podía pensar en lo mal que estaba esto, y lo bien que se
sentía.

Kim nunca lo sabría pero a otra versión de él le habría gustado tanto romperle las ventanas,
y la nariz a Agustus por ser deshonesto y usarlo de la peor forma.

Todos tenían algo oscuro en el interior. Por todos se complacen de dañar almas inocentes, y
Taehyung... cada vez tenía menos miedo de bailar sobre la orilla del acantilado de su
cordura.

Ese poder le hacía sentir casi drogado cuando todos lo obedecían, mientras buscaban en el
lugar.

Incluso buscaron en una librera, que al moverla causó que el marco de una foto cayera,
haciendo que se partiera el vidrio.

Taehyung se fijó en la fotografía detrás del cristal roto, la cual era de su amigo de pequeño
junto a su padre y un gran árbol partido a la mitad. Entonces abrió los ojos cuando unió los
puntos.

—¡Alto! —gritó llamando la atención de todos—. Deténganse.

—¿Qué te pasa? —dijo Park acercándose molesto.

—Esto está mal, no están aquí. No pueden estar aquí. Es posible que ni siquiera existan, pero
de hacerlo, créeme que no estarían aquí.

—Al punto, Kim.

Los padres de Yoongi, hermanastros, era probable que él también supiera más de lo que
debería y se quedara callado.

«Si fuera un tipo ocultando cosas de mi familia en este pueblo. ¿Dónde lo haría?» Pensó.

—Están en el bosque —dijo convencido.

—¿En el bosque? Ella lleva catorce años muerta, el papel no sobreviviría a la humedad de la
tierra, además...
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Taehyung lo calló. —Nunca dije que estuvieran enterradas —declaró serio.

Se vieron entre sí cuando Jimin recordó los días que permaneció secuestrado.
—No puede ser... —murmuró.

—Están en el aserradero —Taehyung se pasó la mano por el rostro—. Deben estar allí o nos
jodimos.

Ya no eran solo un par de violines, era toda la maldita orquesta la que acompañó a los
infractores del tiempo cuando se movieron de regreso a sus vehículos para dirigirse al
bosque.

Los segundos estaban contados; el minuto cuando encendieron los motores fue el mismo
minuto que retrasó a Seokjin y April en el semáforo y fue suficiente para que no se cruzaran.

Cuando llegaron a su calle, lo primero que llamó la atención del pelinegro fue la puerta de su
casa abierta y el montón de marcas de neumáticos en la nieve.

Los vecinos tenían cerradas todas sus cortinas por la tormenta; él sintió que vomitaría
cuando se estacionó abruptamente antes de abrir la puerta del auto y bajar para correr hacia
su casa.

Encontró exactamente lo que temía. Todo revuelto, la sala hecha un desastre y su abuela con
los ojos cerrados en el sillón.

—¿Qué jodidos pasó aquí? —dijo Seokjin cuando se acercó a la entrada.

Min se movió inquieto por todo el lugar viendo platos rotos en la cocina y luego volvió a la
sala para arrodillarse junto a la mujer.

—¿Abuela? —le llamó moviéndola un poco—. ¿Abuela?

Abrió ligeramente los ojos y él respiró aliviado; estaba muy asustada y confundida, como
todos.

—Querían llevárselas —murmuró ella—. Pero no están aquí.

—¿Qué cosa? —dijo asustado.


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Seokjin alzó la vista viendo a su alrededor; sentía una clase de escozor en todo el cuerpo,
como un mal presentimiento o más bien, mucha ira.

Aun así, se acercó a ellos preocupado.


—No pueden quedarse aquí —dijo serio—. Hay alerta roja por la nieve. —Seokjin se cruzó de
brazos.

—¿Y qué se supone que hagamos? —hastiado—. ¿Acampar? No puedo dejar todo así.

—Ya habrá tiempo para limpiar. Cerraremos todo aquí, e iremos a mi casa.

—Pero...

—No te estoy preguntando —le dijo, con el ceño fruncido y molesto con él por quién sabe
qué. Ni siquiera él lo entendía.

En contra de lo que quería, Yoongi terminó cerrando las ventanas y ambas puertas para que
juntos cargaran a la abuela del menor hasta la casa de los Kim.

Seokjin podría haberlo hecho solo pero le dolía demasiado la espalda y todo su cuerpo tenía
comezón.

Tocaron la puerta porque no debía soltarla para sacar sus llaves; y después de unos minutos
su madre salió a abrir.

—¿¡Señora Min!? —dijo asustada—. ¿Qué le sucedió?

—Entraron a robar a mi casa, la encontré así —intentó explicar Yoongi.

Seokjin alzó la vista después de que la dejaran en el sofá. La chimenea estaba bloqueada
porque la nieve podría colarse por allí, y las ventanas aseguradas.

Pero faltaba el chico que se encargó de que la hipotermia no fuera a matarlos.

Se movió hacia la cocina y se encontró a Jungkook temblando cerca del desayunador.


Estaba sudando y parecía que tenía fiebre.

Regreso sobre sus pasos hasta la sala.


—¿Qué le pasa a Jeon?
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—Ha estado vomitando todo el día —contestó su padre—. Estaba delirando, comenzó a decir
cosas sin sentido.

—Debe ser cansancio... —murmuró Seokjin—no ha dormido nada en dos días.

Quizá debió despertarlo; pero no lo hizo, estaba molesto con él. Así que lo dejó solo en la
cocina.

Al regresar a la sala, notó que su madre había llevado a la señora Min a la habitación de
huéspedes para que descansara porque estaba desvariando.

Después, la mujer caminó hacia su propia habitación en donde observó con desdén la
ventana.

Por supuesto que le dolía perder un hijo, pero ese sentimiento era algo que ya conocía;
impotencia, desolación... culpa.

Una infinita culpa cuando por un momento se sintió abrumada y se maldijo a sí misma por
haber rechazado a Taehyung.

Por no haberlo cuidado cuando comenzó a sentirse mal y él desprecio con el que lo trató
durante semanas.

No había hecho todo eso aún, sin embargo, sentía que sí.

Al igual que el padre del chico, y su hermano, el cargo de conciencia los estaba carcomiendo.

El reloj corría, y cada vez era más difícil predecir el siguiente cambio. Más cuando el equipo
militar por órdenes de Kim Taehyung forzaron la persiana del antiguo aserradero para entrar
irreverentemente.

Taehyung había hecho una parada en la escuela antes de llegar allí. Pues debía tomar su
preciada libreta de su escondite secreto. Además de que necesitaba mucho papel y un mapa.

Así que luego de tomar su libreta del interior del piano, se dispuso a realizar un par de ajustes
mientras los demás buscaban.

Esa bodega era completamente metálica, pero él necesitaba más piezas y también mucho
vidrio.
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Vio como tiraron la puerta de la vieja oficina, y comenzaron a revolver las cosas.
Observó la cama en el fondo, pensó que era extraño, pero se le hizo familiar aunque nunca
había dormido allí.

Así que agitó la cabeza y se enfocó en su trabajo incluso si el frío intentaba desconcentrarlo.

Uno de los agentes se detuvo cuando de entre los cajones del escritorio encontró una caja
atada con cuerdas.

¿April Min las había visto antes? Sí, pero nunca supo qué eran. Él jamás aprendió a leer el
idioma en que estaban escritas, y las guardó, simplemente porque le gustaba esa caligrafía.

Jimin se acercó a verla y abrió la caja desesperado para dejar caer el contenido sobre su
escritorio; lleno de éxtasis y supremacía cuando abrió la primera y supo que él tenía razón.

Las tomó todas, y se movió afuera en donde se encontró a Taehyung en el suelo viendo el
mapa fijamente.

—Oye, Kim —le dijo dejándolo caer las cartas allí cerca—. ¿Tu cerebro aún funciona?

—He tenido al equipo trabajando como locos dos días, ¿Tú qué crees? —El castaño le sonrió
cuando esas ilógicas e improbables ideas les unieron.

—Cumplí con mi parte del trato, ¿Qué sigue?

—Encajar las piezas —se acomodó los anteojos—, necesito abrir el vórtice.

—Pero el lago...

—Olvida el lago, no es confiable. No podemos arriesgarnos a darle más relevancia a algo que
nunca pudimos controlar.

—¿De qué hablas?

—Todos estos años... me parece curioso que ninguna persona haya caído en él. Creo que ha
pasado otras veces, pero quizá se hayan ahogado en el lago.

—Eso sería...
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—Ilógico, ya lo sé; pero sigue siendo una posibilidad. No me interesa, si no puedo


manipularlo entonces no me sirve.

—¿Realmente piensas que puedes viajar así en el tiempo? ¿Avanzar en la línea?

—No quiero ir hacia adelante, Park. Voy a saltar entre ellas.

Taehyung iba a lograrlo, estaba destinado a lograrlo la mera existencia de la tercera línea
como la conocían dependía de eso.

Por cada cable que conectaba correctamente, las líneas se acercaban más y más, hasta casi
mezclarse para que fuera posible pasar de una a otra. Bueno, si es que aún no estaban
mezcladas ya.

—¿Y cómo vas a hacer eso? Más masa es...

Taehyung rodó los ojos. Él no necesitaba que le explicaran cosas básicas.


—Es igual a más peso y por lo tanto necesita más energía. Ya lo sé.

—¿De dónde vas a sacar eso?

—Sabes, hace tiempo... me ofrecí a ayudar con el cableado e iluminación del pueblo.

—Sí, por eso sabes cómo funciona la terminal eléctrica de la ciudad.

—Pero... ¿Sabes por qué estaban recableando? —Jimin negó—. Porque buscaron probar otra
forma de energía y fallaron, por eso fundieron varias estaciones.

—¿Y eso bueno?

—¿Para mí? En este momento, sí. —Extendió su mapa sobre la pared y señaló—. Dejaron sus
torres en el extremo del Condado.

—Alto, ¿Otras torres? —Taehyung asintió y señaló una raya más allá de las montañas del
acantilado.

—Esas torres están aquí; las bobinas que hicieron ustedes están del otro lado, en el lago, y el
estabilizador en mi casa está en el otro extremo.
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Al hacer tres puntos en los respectivos lugares y unirlos se pudo ver un triángulo.
—Estamos en el medio —dijo Park impactado.

—Incluso si fallan... las bobinas de emergencia que tengo en la piscina de la escuela


ayudarán. Tenemos media hora antes de que la temperatura bajé más. Quiero que vayan y
las enciendan. Tendremos un rayo y lo voy a guardar.

—Pero... no es posible. No hay rayos en la nieve porque el aire es frío.

—Son molinos defectuosos, Park. Energía eólica monstruo. Cuando haya aire caliente a
media tormenta ¿Qué crees que pasará?

Park Jimin se inquietó por la forma en la que respiraba agitado y todo ese conocimiento que
le daba la pauta a tener a todo un equipo federal de científicos superdotados haciendo un
vórtice a escala.

—Todo esto por un chico... —dijo como juzgándolo.

—No es solo un chico. Es... el único comienzo que conozco.

No tenían tiempo, el lago era exactamente lo que Taehyung dijo que sería, agua helada con
trozos de hielo tan enormes como una casa flotando mientras se congelaba por completo.

Cualquiera creería que ellos intentarían lanzarse al lago. Pero Taehyung no tenía planeado
repetir los errores de sus antecesores, se negaba a ser igual. Se trataba de reformular, de
reinventar.

Taehyung era el nuevo creador.

El equipo de soldadores se movió veloz cuando se encargaron de unir las piezas de metal
para formar una especie de puerta en el centro de la bodega.

Sabía cómo generar el vórtice, y sabía cómo contenerlo; un agujero de gusano era una gran
teoría para viajar en el tiempo, sí, pero era inútil si solo podía usarse en un sentido. Todo este
tiempo pensó que podía no solo redirigir la energía, sino también re-usarla para
concentrarla.
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Sin siquiera pedirlo Park se tomó la libertad de darle las carpetas que el profesor Kim usó
para su investigación y con su propia libreta, que ya no le importaba exhibir en la mano, Kim
Taehyung se sentó en el piso de la bodega con todos trabajando bajo sus órdenes. Abriendo
carta por carta mientras se dedicaba a unir las tres teorías.

Porque Yoonji creyó que podría jugar con el hiperespacio y la gravedad, Namjoon contempló
cómo crear una brecha en el espacio-tiempo; y Taehyung... él sabía cómo controlar la
energía para lograrlo.

Por meses, sintió que le faltaban partes pero ahora... tenía tantas respuestas que comenzó a
sudar cuando encontró otra alternativa.

El tiempo es relativo porque está ligado a la percepción del individuo; así como el castaño
que no remedió en el cielo que se oscureció cuando la muy pesada noche les cubrió.

El contador seguía corriendo cuando puso todo su empeño en traducir los apuntes en esos
viejos papeles. Se supone que cada vez tenían menos tiempo, los segundos se desvanecían
por cada voltio que se elevaba; y pronto habrían perdido otro día más.

Y el sudor en su frente, pese al frío, sumado a la carga mental que tenía cuando comenzó a
marearse le hicieron sentir que sus minutos volaban.

A diferencia de aquéllos, que atrapados en la casa de los Kim por la tormenta, respiraban un
aire casi tóxico, en un ambiente lleno de estragos.

Mientras el señor de la casa caminaba inquieto en la cocina haciendo llamadas para intentar
conseguir más información sobre el paradero de Taehyung. Jungkook estaba adolorido, no
solo físicamente sino también emocionalmente.

Se había despertado hace poco, era casi medianoche y el viento azotaba las ventanas tanto
que estas crujían. Caminó hacia la sala para encontrarse con Seokjin fumando allí como si no
importara y a Min viéndole con molestia.

En ese momento, cuando los científicos se movían por la ciudad encendiendo todas las
torres, la respiración de Jungkook se pausó por poco y su saliva se volvió difícil de tragar.
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En simultáneo, porque todas esas partículas coexisten en el mismo instante. Se sentó en el


sillón abatido cuando se mareó.

Había dejado de recordar su vida ejemplar por un segundo; intentaba aferrarse a la imágen
de Taehyung, pero sin él allí, los tormentos, las palizas, las manos que lo tocaban, todo, todo
lo malo de su existencia se sintió real de nuevo.

Los cambios eran cada vez más incontrolables; ya no había un guión, y por cada pieza que
los científicos armaban correctamente las líneas parecían poco a poco reafirmarse en una
sola. Como un puñado de hebras de un largo cabello trenzado.

Seokjin estaba en el sillón del centro; al voltear a su izquierda podía ver a Jungkook y lo
encontraba culpable de que su hermano no estuviera; pero al voltear a la derecha, veía a
Agustus y lo encontraba igual de culpable.

No sabía qué sucedía pero comenzó a temblar.


—¿Podrías apagar eso? —le dijo Jungkook a Seokjin refiriéndose a su cigarrillo.

—¿Por qué? —repuso con una ceja alzada—. ¿Te molesta que fume en tu casa? Ah, no.
Espera, es mi casa, no tuya.

—No me vengas con esa mierda; las ventanas están selladas, el humo va a jodernos a todos.
—Jungkook entrecerró los ojos porque este Seokjin no le agradaba del todo, pero intentó ser
racional y dejar de pensar en cosas que no estaba seguro de que existieran.

El castaño gruñó y dejó caer la colilla del cigarro, y lo pisó sin importarle la alfombra que
dejó manchada. Estaba frustrado, sumamente abatido y no podía pensar con claridad, veía a
Jungkook y quería odiarlo, quería golpearlo por arrebatarle cada cosa que fue importante
para él, pero a la vez... quería decirle que él también estaba muy asustado de que se
hubiesen llevado a Taehyung.

Agustus Min, los observó atento y con sus conocimientos limitados sobre los cambios en el
tiempo lo entendió; se quedó callado cuando la presión en su pecho se fue más grande que
la del resto.

Todos estaban jodidos; pero no lo suficiente.


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Las fuerzas del destino actúan como la gravedad, haciendo que entre más pesada fuera la
consciencia del infractor, más rápida la caída. Ninguno de los tres había cedido del todo aún
hasta que allí, Min hizo algo que no debía.

No le dio importancia a las peleas de los otros dos; en lugar de intervenir, subió a la
habitación del castaño menor cuando creyó que nadie le veía y abrió la puerta sin pensarlo
mucho observando todo con cautela y un poco de alevosía.

Se sentó en la cama y se observó las manos por mucho tiempo, notando las cicatrices de las
espinas del rosal que nadie curó en ellas.

Taehyung... él lo rescató. Tal vez, no lo sabía, solo se le ocurrió de pronto.

Pensó en que sería muy fácil y entretenido enseñarle cosas al inocente Kim para ponerlo en
contra de su hermano... pensó que ver desesperado a Seokjin gritándose con sus padres por
su culpa sin tener que mover un solo dedo era satisfactorio.

Su colapso fue tan grande que de un instante a otro estaba seguro de que sin camisa,
Taehyung y Seokjin se veían igual de espaldas.

—¿Qué haces aquí? —dijo Seokjin desde la puerta causando que se sobresaltara un poco.

—Yo... —divagó inquietud—nada. Solo recordaba cosas.—Oh... pero él no era el único cuya
barrera de la realidad se estaba rompiendo.

—No tienes derecho de estar aquí, fuera de la habitación de mi hermano —le ordenó.

—Oh, ¿Ahora ya no soy bienvenido? —dijo con gracia.

—¿Qué le hiciste a Taehyung? ¿Dónde está?

Yoongi se puso de pie, y se acercó a él.


—¿Yo? ¿Qué se supone que tengo que ver yo en esto? —Pasó a su lado para salir de la
habitación pero Seokjin le siguió por el pasillo hacia las escaleras.

—¡Sé que le hiciste algo! —le gritó en las escaleras—. ¡Eres un cobarde de mierda, Min!

Si había una línea en la que se amaban profundamente, también había otra en la que se
odiaban a muerte.
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Y el causante de todo, Jeon Jungkook, apenas pudo ponerse de pie cuando les vio pelear en
las escaleras. Min llegó al primer nivel de la casa y volteó a verlo, alzando los brazos.

—¿Un cobarde, yo? ¿¡Por qué no te dices eso a ti mismo, Jinnie!? Si Taehyung huyó fue tu
culpa. ¡Tú lo dejaste solo!

—¡No es cierto!

Jungkook parpadeó confundido.


—¿Chicos? —les dijo. Seokjin apenas pudo bajar las escaleras por el dolor que tanto en él
como en Jungkook persistía —. ¿Qué sucede?

Ninguno de los dos le prestó atención. El aire azotó con tanta fuerza, y las aspas de las torres
de energía se movieron exactamente de la forma en la que Taehyung esperaba.

Kim Taehyung, con toda su cordura sobre la mesa ordenó que se le consiguiera un traje de
caucho para poder disponerse a comprobar sus teorías. Había entendido que no existía un
futuro, ni un pasado, solo un presente sobre el que toda la existencia se movía.

Comenzó a vestirse con este mientras Jimin se colocaba los anteojos protectores y ajustaba
los controles. Tenían gente en cada punto de trabajo y nada podía salir mal aunque no
tuvieran mucha preparación.

Por eso, cuando Kim logró conectar su nueva creación a la energía de las torres y la de la
ciudad, las luces de toda California parpadearon.

Quizá por la tormenta causando estragos, sus experimentos o por Jungkook respirando
agitado sin entender por qué de pronto los mejores amigos se odiaban de nuevo.

—No me vengas con esas mierdas, Min. Arreglemos esto como adultos, ven, golpéame, pelea
por una vez en tu vida.

—¡Ja! ¿Ahora quieres pelear? No me hagas reír. ¿Acaso me darás otro beso después?

Seokjin se acercó a él y lo empujó, al hacerlo, sus recuerdos rozaron ligeramente la primera


línea.

—Yo no soy un homosexual de mierda.


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—¿Qué hay de Taehyung? Oh, él es tan inocente.

—Te juro que si le pusiste un dedo encima a mi hermano, te voy a matar.

—¿Y qué si fue así?

Jeon Jungkook, el inestable, frunció el ceño cuando le escuchó burlarse. Él no sabía toda la
historia pero se llenó de rabia al escucharlo insinuar algo así.

—¿Que hiciste qué cosa? —dijo acercándose a ellos pero nadie le respondió—. Agustus, ¿Qué
le hiciste a Taehyung?

El ambiente se sintió pesado cuando la ira de dos hombres que amaban con intensidad al
chico ausente recayó sobre el tercero, que en esa línea era inocente pero en las demás era
una sombra.

—Nada que tú no hayas hecho —le dijo a Jungkook, Min estaba como poseído—. Taehyung
haría lo que sea por un poco de afecto, ¿O no, Jungkook?

—No... él no es como tú —dijo Jungkook, quiso acercarse para golpearlo pero Seokjin lo
detuvo.

Ninguno de los dos podía moverse muy rápido, estaban igual de adoloridos. Y Min se divirtió
ante la mirada de ambos.

—No metas a Jungkook en esto, ¿No te bastó con humillar a mi hermano, con repartir esas
fotografías por toda la escuela? ¿Con tocarlo?! Él iba a irse. ¡Le jodiste la vida!

Jungkook siempre quiso saber en qué momento fue que la vida de Taehyung entró en
decadencia, y al estar allí, en medio de ambos, lo descubrió.

—Eso es, defiéndelo —le dijo a Seokjin—. O mejor aún, pregúntale a Jungkook por qué
Sunhee no quiso estar contigo.

—¿Qué? —Seokjin volteó a ver al pelinegro.

—¡Vamos, Jeon! Dile a Seokjin que hiciste muchas cosas para separarlos, que le rompiste la
ventana al auto y que trataste de ponerla en su contra.
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La realidad estaba colapsando, y Jungkook titubeó sin saber qué decir o cómo actuar.
Sabía que esto no era del todo real, ya no recordaba, pero aún así su pulso se aceleró.

—¿Jungkook? —murmuró Seokjin.

El susodicho intentó buscar otra salida. Taehyung se lo dijo muchas veces; él había
aprendido a manejar sus recuerdos lúcidos para que no lo enloquecieran pero los otros dos...
no. Nunca estuvieron en contacto con sus otras versiones tanto como él.

—No lo escuches —dijo Jungkook retrocediendo—, las líneas le están afectando, quiere
confundirnos

—¿Líneas? ¿De qué estás hablando? —Seokjin no sabía qué pensar, parte de su memoria
estaba sumida en una profunda depresión.

—Ah, sí, ese detalle. Jungkook viene del futuro —soltó Min de golpe—. ¿Por qué crees que
están siguiéndonos? Es su culpa.

—¡No lo escuches, Seokjin! ¡Es peligroso!

El padre de los chicos salió de la cocina y los observó a todos, incrédulo.


—¿Qué le hiciste a mi hijo? —dijo viendo a Jungkook.

—Se llevaron a Taehyung por su culpa, él lo involucró a él y nos arrastró a todos—dijo Min—.
Ni siquiera debería estar aquí.

—Tú tampoco —le respondió Seokjin.

—Señor —dijo al padre de los chicos—. ¿Alguna vez le conté de la vez que Seokjin casi me
dejó morir en la calle? —Volteó a ver a Jungkook—. O quizá deberíamos hablar de que el
estudiante de intercambio no es quién dice ser.

—¡No lo escuchen! —repitió Jungkook—. Nos hará colapsar a todos.

—Jungkook, dínos qué es lo que hay en el lago. Estás aquí fingiendo que esta es tu vida
cuando no te detuviste a pensar ni por un segundo en la forma en la que esto está
destruyendo a Taehyung. ¡Vamos, hazlo! —gritó con tanta fuerza que parecía estar dolido—.
¡Hazlo!
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Parte de él estaba preocupado por su amigo, otra quería venganza y una muy pequeña le
decía que parara, que estaba dañando todo; pero su boca se movía sola. Todo era tan
contradictorio.

—¡Min Yoongi! —gritaron desde arriba haciendo que todos voltearan a ver hacia las
escaleras—. ¡Basta ya!

—¿Abuela? —murmuró al verla tan seria y erguida como nunca en años.

La señora Min bajó lentamente las escaleras mientras todos la veían.


—Está pasando, lo va lograr —dijo—. Pasó antes, y no lo han entendido aún. Todos estamos
atrapados.

El mayor de todos avanzó hacia ella. —Señora... —intentó hablar pero no tuvo oportunidad
cuando los ojos fijos de ella se clavaron en él.

—Eres un mal padre, Kim... —avanzó sin vacilar—. Tu esposa y tú.... A ustedes no les importó
el chico, así como a mí no me importó ella hasta que ya no estuvo.

—Abuela, por favor... ¿Qué sucede?—dijo Agustus.

Todos estaban confundidos mientras la lástima en los ojos de la mujer era contundente. Ella
observó a su nieto por un segundo.
—Tú te irás... tienes que irte. Antes fue tu culpa y si se repite también lo será—dijo sin dejar
de verlo, para después parpadear abruptamente—. Lo que enloqueció a tu madre, va a
enloquecerlo a él también.

—¿A quién? —dijo Seokjin, quién empezaba a creer en la palabra de los desquiciados.

—Me alegra mucho lo de tu pierna, hijo. Pero no durará.

—¿¡Enloquecer a quién!? —repitió Seokjin, el silencio después de su voz fue desgarrador.

Pero ella hablaba calmada, y su voz fue ambigua cuando dijo:


—El chico Kim tiene que lograrlo o nunca lo entenderá.
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Seokjin pensó que a lo mejor... todos sus sueños, y los secretos del pasado tenían más
relación de la que él creyó. Incluso el Seokjin adulto que se desmayó fuera de la estación de
policía, por un momento soñó haber vivido esto.

Era demasiado extraño, porque los recuerdos que le quemaban ya no eran los únicos. Eran
miles, al lado de esos recuerdos tan amargos, había otros que sabían a algodón de azúcar, y
algunos como un habanero.

Era igual para todos en esa habitación; incluso para los que estaban más allá de esa casa. Ya
sea Lee Sunhee, Kim Namjoon o los habitantes del Condado Mariposa quienes sentían
haber vivido muchas historias en una sin ser conscientes del todo.

Porque cada paso de Jeon Jungkook en ese pueblo, y cada beso que plantó en las mejillas de
Kim Taehyung a escondidas, desencadenaron cientos de otras situaciones en las que todos
estaban involucrados

Todo el Condado era una gran mariposa, cuyas alas se batían al compás de los habitantes, y
del clima, tan cambiante como sus deseos.

Jeon Jungkook frunció el ceño y se acercó a las escaleras, donde una mujer senil y
aparentemente insignificante como ella hablaba como si supiera todo.

Ella siempre creyó que sería Seokjin, pero este fue débil; Taehyung, por otra parte, tenía un
espíritu tan aventurero, tan puro y una desbordante inteligencia que cuando ella los notó
jugar con el otoño desde la ventana de su casa supo que se había equivocado.

Incluso en la primera línea, en donde la ciencia y los descubrimientos nunca llegaron a


manos de los Kim, ella siempre supo que Taehyung era peculiar.

Habían cien líneas, pero todas volvían a unirse justo allí. O bueno, pronto lo harían.
—Señora... por favor no —le dijo Jungkook cuando intentó detenerla, pero ella solo le sonrió
con pena. Ya había visto a la chica vagar por la ciudad, y lo sabía todo, todo.

—Tu hermano y tú... —sentenció —. Ya no deberían estar aquí.


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Jungkook retrocedió asustado; Taehyung sabría exactamente qué hacer, pensó, pero
Taehyung no estaba allí, y lo único que podía hacer era contener sus lágrimas de
desconcierto.

No entendió lo que quiso decirle, al menos no al instante. Y la parte humana de Min quiso
decirle la verdad pero no lo hizo, porque en el fondo sabía, que si se encontraban, uno de los
dos moriría.

Las luces comenzaron a parpadear intermitentes causando el revuelo de todos, Jungkook


alzó la vista e intentó controlar su respiración. Tembló, parecía que iba a desmayarse.

Estaba muy lejos de saberlo, pero un par de kilómetros más allá del bosque Kim Taehyung,
quien alguna vez fue un chico idealista que lo único que quiso fue que sus experimentos no
fracasaran, se quedó de pie frente a su nueva creación.

—¿¡Torres del este!? —dijo Taehyung sin temor.

—¡Encendidas! —le respondió uno de los tantos asistentes que se habían convertido a sus
órdenes.

—¿¡Hélices del Norte!?

—¡Todo listo! —dijo ahora Jimin, quién encendió todos los botones de los controles cuando
Taehyung se ajustó la máscara y respiró profundamente.

—El estabilizador... —murmuró apenas pensando en su casa, su familia y todo lo que estaba
dejando atrás.

—Está en sintonía, todo está preparado, Kim. —Fue un segundo que se sintió eterno en el
que el castaño suspiró antes de asentir cuando todos dentro de la bodega alzaron los
interruptores para encender el vórtice.

Con la mirada seria, y su respiración pausada, Kim Taehyung quiso poder recibir protección
al cielo; pero había negado a dios por años y sabía que de existir, tampoco le agradaría
mucho lo que estaba por hacer.

—¡Señores! —exclamó—, así es como se siente hacer historia.


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Todos los ayudantes abrieron la boca a la expectativa cuando la luz en el centro de la bodega
resplandeció en esa puerta metálica.

Ese momento, en el que el campo eléctrico se extendió por toda la ciudad y la concentración
de este empezó a intentar dividir la realidad, fue exactamente el mismo en donde todas las
miradas se clavaron en Jungkook y su corazón casi se detuvo.

Simultáneamente a cuando las luces del pueblo entero parpadearon enloquecidas y todos
dentro de la casa de los Kim vieron con horror cómo toda la estructura de la misma parecía
temblar.

A Jeon Jungkook le faltó el aire cuando Kim Taehyung dio un paso al frente.

Aún faltaba un último impulso según los cálculos de Kim y este llegó, cuando Jungkook
colapsó frente a todos en la sala de la casa, dejando fluir una gran cantidad de energía brotó
de él repercutiendo en el estabilizador del techo.

Taehyung tragó saliva al ver que según el voltímetro se alcanzó el nivel exacto de energía
para atravesarlo.

Ellos no tenían futuro; pero no lo necesitaban cuando el presente les pertenecía.

Preguntarse por una eternidad cuando se cuenta con un solo día no tiene sentido. Pero es
sublime, porque ese "hoy", se convierte entonces en un "por siempre".

Como partículas entrelazadas. Ellos se amaban devotamente. Y para desgracia del universo,
estaban atados de una forma que nadie nunca entendería.

Hasta el final de los tiempos, o al menos, hasta que el por siempre se derrumbe.

Así que Taehyung no dudó más, y atravesó el umbral sin detenerse a pensar en las
consecuencias.

Toda esa corriente atrajo algo que era casi imposible: un rayo en una nevada. Cuando la
corriente se disparó por todo el cableado eléctrico del Condado Mariposa, en donde los
fusibles y casi cualquier aparato conectado a la electricidad explotó echando chispas hasta
dejar todo sumido en la completa oscuridad.
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Jeon Jungkook se quedó inconsciente ante la mirada de los otros que volvieron a ser
racionales cuando las líneas se separaron de nuevo y Kim Taehyung sintió tanto dolor que le
sería imposible describir a los ayudantes en la bodega que se cubrieron el rostro cuando el
fuerte estallido resonó.

Todo su cuerpo sentía desprenderse cuando la luz se adhirió a él en partículas. Y tembló,


porque no sabía en dónde estaba, solamente buscaba seguir avanzando. Quiso gritar, quiso
volver; pero ya era tarde.

En su lugar, se dejó desvanecer por el espacio y el tiempo, en donde se encontró a sí mismo,


en contacto con sus intereses y sus anhelos. A diferencia de Jungkook, porque él sí
comprendía lo que había atravesado.

De pronto, su pecho golpeó el suelo frío y metálico; sintió inmenso dolor sumando a
pequeñas descargas en todo el cuerpo, además de que su traje estaba humeando.

Kim Taehyung se quedó en medio de la bodega vacía cuando creyó que había fracasado,
quitándose la máscara y gritando tan fuerte que la garganta le ardió.

Se puso de pie, y se arrastró por el dolor hacia la puerta; pero cuando se asomó a esta, le
sorprendió ver tan cerca la carretera cuando se suponía que debían haber un par de
kilómetros de bosque antes de lograr verla.

Volteó de nuevo hacia la bodega; vacía, estaba vacía.

Vacía.

Se quitó velozmente lo que quedaba del traje y observó las grandes marcas violáceas en sus
brazos, las cuales no sabía estaban también en su cuello.

Aún así, consternado y con un poco de sangre en la boca, salió corriendo de allí. No había
hielo, fue fácil avanzar hasta que llegó a la carretera y las risas de las personas jugando a la
distancia le tranquilizaron un poco.

La gente... la gente se estaba tomando fotografías y había celulares en las manos de cada
persona a su alrededor.
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Buscó en sus bolsillos para intentar saber si lo que había traído consigo había atravesado la
barrera, cuando lo confirmó, se pasó las manos por el cabello y comenzó a reír
escandalosamente.

Alzó la vista para encontrar algo que pudiera ayudarle a comprobar si había tenido éxito. Y al
caminar un poco se topó con un lugar de renta de autos usados donde él recordaba antes
era bosque.

Corrió hacia los autos; eran tan raros y sofisticados que Taehyung iba a tener un ataque de
nervios o de emoción.

Saltó de la felicidad frente a estos, y el dueño del local salió al verlo.

—El Civic está en excelentes condiciones, muchacho —le dijo—, algo viejo pero es confiable. .

Taehyung no podía delatarse. —¿Qué modelo es? —preguntó con miedo de que su actitud
llamara la atención, como si sus golpes y su ropa extraña no lo hicieran lo suficiente.

—2003, ni siquiera parece que tiene tantos años, es toda una máquina.

No supo qué contestar haciendo cálculos, y sus ojos se llenaron mucho más de asombro
cuando al voltear por un instante vio un gran edificio, con letras doradas que era imposible
de ignorar.

—Un hotel... —murmuró— un hotel que se ve a kilómetros de aquí. ¡Es el hotel! —gritó
eufórico—. ¡Es real! ¡Lo logré!

El hombre no se inmutó al verlo, pero definitivamente llamaría a la policía si resultaba ser


otro drogadicto. Pero al castaño no le importó la mirada extraña del otro.

Sí, Kim Taehyung logró manipular a su antojo el tiempo.

Respiró hondo y pensó que si sus cálculos eran correctos Jeon Jungkook debería estar en
San Francisco, a unas cuatro horas de allí.

Su bolsillo comenzó a vibrar; sacó el teléfono que lo acompañaba y lo besó al ver que aún
funcionaba. Además, ese mensaje de "sin conexión" había desaparecido.

Sonrió sin saber lo que encontraría. Y la voz en su cabeza dijo:


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«Espérame, por favor, espérame.»

La cuenta regresiva se detuvo. Al menos por hoy.

Capítulo Veinticinco
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por Incompletelyrics

25.

La vida es como un árbol, y el tiempo, la tierra que acoge sus raíces.

Sin embargo, esas raíces que sostienen su existencia no son el origen. Nunca lo fueron.
Pues antes de la raíz, estuvo la semilla.

—Antes de atravesarlo cuenta hasta tres. Estará lloviendo y será difícil correr en la oscuridad
—dijo ella viéndole con dureza—. Quédate en la orilla, no lo olvides.

—¿Por qué justo ahora? —cuestionó con el rostro fijo—. ¿Por qué a plena luz del día?

El tercero de ellos acomodó sus anteojos con determinación.


—Porque la oscuridad no es buena con los viejos —le respondió antes de alzar frente a él una
máscara para poder completar su traje.

La naturaleza posee memoria y sabiduría; mucha más que la mayoría de los hombres.

Es tan simple de ver en los pequeños detalles, como el cambio de las estaciones, cuando las
copas de los árboles se deshacen de sus hojas. Una a Una. Ese espectáculo de color se trata
de autoprotección. Cuando las hojas no pueden cumplir su función... el árbol simplemente
se deshace de ellas.

Ese hermoso otoño como lo conocemos, no es más que la depuración natural de las hojas.
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A lo mejor por eso a Kim Yoonji le gustaba ver las hojas que caían desde la ventana de su casa
mientras pensaba en lo rápido que había avanzado la vida, sin ella.

También le gustaba vagar por el cementerio del condado, para limpiar un poco la tumba de
sus padres, y la suya.

Quizá había muchas líneas; pero este era el punto cero.

A ella le gustaba caminar con los pies descalzos por las calles; incluso si se ganaba una que
otra mirada de desconcierto de los turistas que viajaban por allí. Probablemente debería
comenzar hablando sobre qué hacía en ese año, o por qué tenía el descaro de llevar flores a
su propia tumba; pero era muy largo, y difícil de explicar.

Así que diría que su plan salió tan bien... que incluso ella misma se lo creyó.

Era alguien que pasaba desapercibido, siempre lo fue. Estudió por años, escribió cientos de
cartas con instrucciones a su hermano para pedir su ayuda, sin embargo, esta nunca llegó.

Había un detalle muy importante, que ninguno de los habitantes del Condado Mariposa se
había detenido a pensar; es más, no tendrían cómo saberlo. Pero las fechas entre las cartas
no cuadraban, nunca lo hicieron.

Quizá porque las únicas cosas o recuerdos reales eran los que tenían fecha. Y los demás sólo
eran productos del gran colapso.

Ella saltó al lago, debió morir. Creyó que moriría, ese era el plan; pero contrario a los otros
condenados, su muerte no estaba escrita. Aun así, nunca la encontraron.

Estuvo allí el día de su funeral, observó de lejos a sus padres, su esposo y su hijo viendo con
desdén la caja vacía luego de que no pudieran recuperar su cuerpo. Los amó; pero no quería
estar con ellos.

Al menos no cuando sabía lo que eso implicaba. Ninguna persona en esa casa le creyó, todos
la tacharon de demente, incluso su pequeño hijo. Y la única persona en la que podía confiar,
dejó de contestarle.
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Entonces huyó, muchos kilómetros al sur en medio de las montañas en donde se ocultó en
esa vieja cabaña que construyó con esfuerzo. Como una lunática, sintiendo la tierra mojada
bajo la planta de sus pies y el aire tan puro que la mareaba por instantes.

Su vida pasó, y ella nunca creyó que el futuro que siempre buscó tocar fuera tan despiadado,
tan asqueroso. Se reprochó así misma por las decisiones que tomó cuando ese experimento
en el que puso toda su fe jamás funcionó.

O al menos así fue hasta que se encontró con él.

Ella había ido al cementerio a dejarle flores a sus padres; porque desde que su hijo murió
nadie más volvió a hacerlo.

Bajó por la vereda y lo encontró allí, recolectando ramas para quemar. A ese hombre rubio,
de mirada sería al que notó vagar por todo el bosque.

Al parecer, Park Jimin, en cualquiera de las líneas tenía cierta fijación por acercarse a genios
incomprendidos. Porque cuando ella lo invitó a entrar a su cabaña él aceptó gustoso, y le
ofreció cargar su canasta por ella.

Estaba de más decir que el profesor Kim, había envejecido mucho; estaba casi al final de sus
días, su memoria ya no era tan buena como antes y definitivamente, Jimin aún lo cuidaba
como si fuera su padre.

Siempre tuvieron una relación compleja que nunca pudo definir. Sin embargo, eso no
cambiaba el hecho de que habían intentado sobrellevar la vida por más de tres décadas
después de que su experimento fracasara.

Jimin pensó, la observó atentamente y le sonrió cuando ella lo hizo.

El Park original, a diferencia de los de otras líneas, era uno que nunca se atrevió a hurgar en
las cosas de su maestro. Ni a verlo como algo más que una deidad, mucho menos de
ensuciar la imagen que tenía de él.

Por eso, cuando ella comenzó a contarle cosas sobre la naturaleza y la vida, esa forma de
cautivar su atención le pareció familiar.
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Resultaron congeniar muy fácilmente con el otro. Ellos dos... eran muy buenos contando
historias. Hablaban de cosas improbables que en el fondo ninguno de los dos se permitiría
admitir que eran reales.

Yoonji le dijo que le gustaría regresar en el tiempo. Y Jimin respondió que, aunque lo
intentara, jamás podrían lograrlo.

Fue la curiosidad ante sus locas historias lo que la llevó ese día a salir de su vida ermitaña
para regresar al pueblo.

Ambos tenían historias de su juventud, y Park en particular, recordaba fervientemente la


dedicación con la que su mentor y él colocaron pieza por pieza en los parales alrededor del
lago.

Nunca los quitaron, el gobierno decidió que sería una gran forma de restaurar la electricidad
de la ciudad; y de su pequeño laboratorio en lo profundo del bosque, sólo quedaba el
edificio abandonado, que la maleza comenzó a cubrir.

Kim Namjoon no creyó que, siendo un viejo enfermo, la persona que entraría detrás de Park
a su casa sería otra anciana, pero la que siempre fue su niña.

¿Kim Namjoon encontraría a su hermana en la primera línea? Sí, definitivamente lo haría. E


iba a abrazarla tanto y tan fuerte como su débil cuerpo se lo permitiera.

Él se disculpó por no llegar a tiempo; después de todo, en las cartas nunca acordaron evitar
separarse. Ambos eran lo suficientemente inteligentes para saber que evitar su separación
conduciría a una paradoja más.

En su lugar, habían acordado encontrar el punto exacto en dónde ningún de ellos tuviera que
esconderse. Ya sea un pasado o presente de alguna línea que estaba por crearse, porque
incluso después de tantos años, no se habían rendido.

Fue esa ambición la que causó todos los males. Oh... cuán simple habría sido ser viejos y
sentarse a ver las hojas de los árboles caer en paz hasta el final de sus días.

Lastimosamente, aquel deseo intenso, casi violento de superarse nunca se extinguió; porque
como siempre, anhelamos cosas que no podemos tener.
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Con el paso de los días, estando juntos, descubrieron la falla en su afamado experimento. Al
hacerlo se vieron con una sonrisa igual de pérdida, como los locos que eran, dispuestos a
morir en el intento.

Y Park, que era el más fuerte de los tres, aceptó la responsabilidad de atravesar la realidad
simplemente porque no soportaría morir en la derrota.

Eran tres fracasados, pero juntos... podían ser los dueños del mundo.

Esa tarde de agosto, Park Jimin condujo con los dos ancianos hacia el bosque en donde se
dedicaron por horas a caminar por la maleza, para poder llegar a ese tétrico lugar en dónde
por mucho tiempo intentaron desafiar la realidad.

Namjoon explicó que el experimento había fracasado y ella... le mostró el camino, le mostró
el sentido. Le dijo que el lago era solo una vía; pero que de poder contener la energía podrían
abrirlo en cualquier lugar.

El plan era sencillo, hacer que Yoonji joven se acercara al lago la noche que Namjoon creó el
vórtice; pero ella estaba muy lejos de allí, lo sabía.

Porque era la misma noche en la que se ofició el funeral de su padre, y aunque vio llorar a su
hijo en medio de la calle, no hizo nada. No podía o quedaría expuesta.

Esa era la noche a la que tenían que regresar; y, de todas formas, era el punto hacia donde él
agujero de gusano los llevaría de lograr activarlo.

Jugaron con la realidad; no habían aprendido de sus errores, olvidando que es imposible
controlar al destino.

Y buscaron hacerlo; pero esta vez, no hubo ninguna falla.

El campo electromagnético se extendió por toda la ciudad como debía hacerlo; creció; creció
y creció tanto que comenzó a enloquecer a las personas a su alrededor.

Ellos querían enviar a su aprendiz de regreso; pero olvidaron que el simple aleteo de una
mariposa era capaz de causar un huracán.
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O en este caso, no tomaron en cuenta al incomprendido joven que se puso de pie en el bote
la primera vez en el momento exacto en el que la energía se concentró en el centro del lago.

Jimin no pudo atravesarlo. Le quitaron su lugar.

Quizás Jungkook se cayó o el lago lo atrajo hacia él; nadie nunca lo sabía. Lo único seguro
era que una vez comenzado, no sé detendría.

Después de todo, un objeto en movimiento seguirá en movimiento hasta que una fuerza
externa actúe sobre este.

La inercia de la caída.

Un día cualquiera.
En cualquier lugar.
Quién sabe cuántos días después de.

De esa semilla habían salido muchas raíces diferentes. O líneas, como quieran llamarle, y una
de esas en particular, era conocida por ser tan amable, y apacible que era escalofriante.

Kim Taehyung, sonreía por dos motivos: el pueblo lucía hermoso en verano, y había logrado
cruzar al otro lado sin problemas. Con las puntas del cabello un poco quemadas, sí, pero
todo en orden.

O bueno, también estaba ese pequeño detalle, que no era es casi nada, una cosa
insignificante.

Es decir, solamente era que la bodega estaba vacía, ya no estaba su vórtice y no tenía cómo
regresar.

Ah, sí, eso. Nada alarmante.

Maldición ¿A quién quería engañar? Estaba muy jodido. Hiper jodido. ¡Ultra jodido! Y lo que
le sigue.
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Pasada la emoción inicial, Taehyung se enojó consigo mismo por no haber traído dinero, o
su libreta. Tampoco sabía dónde quedaron sus anteojos; porque esto estaba resultando más
difícil sin alguna de esas tres cosas.

Un sol radiante que no era del todo dañino y la brisa fresca tocando en su rostro mientras
caminaba eran todo lo que tenía. Pero bien, era un día hermoso para caminar lejos del borde
del Condado Mariposa y salir de la ciudad.

En fin, no servía de nada pensar en que estaba atrapado. Ya estaba allí, solo le quedaba
seguir avanzando.

La última vez se habían tardado aproximadamente unas cuatro horas de ir del Condado a
San Francisco en auto, así que, según sus cálculos, estaba a unas cincuenta y seis horas de
distancia a pie.

Ni modo. A caminar.

Taehyung respiró profundamente, se fijó en la señal de curvas peligrosas a su lado y se


movió a la orilla de la carretera por mucho tiempo mientras pensaba.

¿Qué debería decir? Necesitaba un plan para cuando llegara a San Francisco.

No podía simplemente aparecerse y decir:


«Hola, qué tal, soy el amor de tu vida». ¿Cierto?

¿Cierto?

Agitó la cabeza, eso era una estupidez.

—Vamos, Taehyung. Se te fundió el cerebro —se dijo a sí mismo—. Ya sé, no me molestes —se
contestó.

Volvió a agitar la cabeza. Okey, ahora estaba hablando solo.

Hacía mucho que había dejado de pasar tanto tiempo consigo mismo, así que por alguna
razón el silencio le resultó extraño. Su cabeza ya no estaba bien, eso era seguro; aunque no
podía hacer mucho para arreglarlo.
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Se pasó la mano por la frente para limpiarse el sudor; sentía que había caminado durante
mucho tiempo; pero cuando volteó a ver se encontró la misma señal de tránsito a solo unos
cuantos metros de distancia.

Ah, mierda. Esto iba a ser más difícil de lo que esperaba.

Con mucho esfuerzo logró llegar a la autopista, y comenzó a extender el brazo con el pulgar
alzado a los autos que pasaban con la esperanza de que alguno se detuviera. En vez de eso,
todos parecían acelerar.

Lo entendía, él era un tipo raro en la carretera. Pero quería apelar a su lado amable. ¿Por qué
eran así? Él se llevó un hombre desmayado a su casa y esta gente del futuro no querían darle
un aventón.

Qué desconsiderados, en serio.

No tenía mucho tiempo, debía evitar a toda costa estar solo en la noche. Mientras negaba,
preocupado, escuchó el sonido de un claxon detrás de él. Volteó a ver y se percató de la
camioneta que se orilló mientras avanzaba y aparcaba un poco más adelante.

Se acercó al auto. El vidrio de la camioneta se bajó y reveló a una mujer mayor que parecía
ser una religiosa por la gran cruz colgando en su cuello; por eso y porque era aparentemente
un auto de misioneros.

«Encantador de ancianas, no me falles ahora», pensó, y luego sonrió.

—¡Oh, hijo! ¿Estás bien? —le dijo la mujer al verlo y él puso todo su empeño en parecer
triste—. ¿Qué te sucedió?

Se pasó la mano por el cuello. —Vine de campamento y me robaron, me golpearon un poco;


ahora no tengo cómo regresar a casa.

—¡Pobrecito! —Ella se tapó la boca preocupada para después persignarse—. ¿Dónde vives?

—San Francisco...

Ella pareció dudarlo unos segundos, pero finalmente, le quitó seguro a las puertas de la
camioneta para dejarlo subir.
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—Ven, hijo. Te dejaré tan cerca como pueda —le dijo con una sonrisa—. Seremos amigos de
carretera.

Resultó que su nombre era Mary, y que efectivamente, era parte de una congregación
cristiana en Mill Valley, que estaba muy cerca de San Francisco, por lo que no le importaría
gastar unos veinte minutos más para dejar al chico allí.

La última vez que Kim Taehyung recorrió ese camino curiosamente también se había
escapado de casa, y el sol de la tarde le resultó muy cómodo; al final, seguía siendo un chico,
uno muy cansado.

También fue gracioso cuando ella puso rock cristiano para intentar compaginar con él y
luego comenzó a preguntarle a Taehyung si creía en Dios, y él le contestó apenado que no;
pero eso no pareció molestarle, al contrario, asintió con la cabeza y siguió contándole
historias que resultaron muy cálidas para el castaño.

Quizá nunca lo había experimentado, pero ella parecía ser el vivo ejemplo de lo que el
proverbio decía, eso de... "Hacer el bien sin mirar a quién". Y eso le gustó mucho, era algo en
lo que él sí podía creer.

Después de horas de amena charla, y de que ella le diera un par de consejos sobre la vida, le
dejó en la entrada de la ciudad. Aunque insistió en llevarlo hasta su casa, él se negó; ya le
había quitado suficiente tiempo, además, tenía mucho que recorrer todavía.

Así que cuando bajó del auto, se despidió de ella con una sonrisa, su amiga de carretera,
cuya memoria no debió haber arraigado a la línea temporal. Pero no importaba, finalmente
había llegado.

La ciudad era muy moderna. Era exactamente como Taehyung se lo había imaginado.

Le gustó sentir que todas esas cosas hermosas que Jungkook le contaba sobre el futuro eran
ciertas. Y Taehyung sonrió, genuinamente, porque en su pequeña ciudad apenas había un
restaurante, y mientras él caminaba ya se había topado con al menos cinco.

Aún no controlaba del todo su vórtice, pero tenía una vaga idea de cuándo estaba, y estuvo
aún más seguro al ver una gran valla desde lo alto de un edificio que anunciaba fechas para
el concierto de una celebridad cuyo nombre sí conocía.
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Se burló mentalmente, al ver la foto del chico ahora entendía por qué Jungkook lo compraba
con Mick Jagger.

Ahora sí podía darle una fecha a su aventura.

Junio, 2019.

Era verano.

Taehyung había observado la foto que tomaron de la ventana de la casa de Jungkook en San
Francisco por mucho tiempo, incluso llegó a pensar en pegarla en su libreta, pero un día,
simplemente no la encontró.

Aunque no le preocupaba no tenerla, no sería difícil llegar, Jungkook ya le había mostrado el


camino. Su pecho estaba lleno de ilusión, de asombro mientras daba pasos firmes y
esperanzados por la ciudad intentando recordar sus pasos de regreso a casa.

Y era todo lo que quería.

Cuando llegó a la avenida, sus piernas temblaron. Se acomodó un poco el cabello, y la


camisa, estaba nervioso.

Entonces avanzó feliz, presuroso hacia la fachada de la casa. Estaba claro que era una mala
idea, pero... iba intentarlo.

Tocaría esa puerta y al abrirse, deseaba que fuera su hermano quién lo recibiera. Decirle que
estaba bien, abrazarlo, para luego explicarle todo. Decirle: "oye, Jinnie, soy yo, volví a casa".

Quería subir a la rueda de la fortuna que vio desde la ventana del auto, y ver a las personas
desde arriba en la playa, tan diminutas como la arena misma mientras la brisa le golpeara.

Quería contarle a Jungkook toda su historia.

Quería...

Sus pies se detuvieron casi al mismo tiempo que esa enorme sonrisa se desvaneció,
sacándolo de su imaginación de golpe, como un cristal que se rompe.
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Estaba frente a la casa, frente a esa ventana de la que debería ser la habitación de Jungkook,
pero las paredes seguían viejas, como si nunca las hubieran restaurado.

Negó con la cabeza, frunció el ceño y sintió que se desmayaría cuando alzó la vista, ya que en
la entrada reposaba un cartel con letras grandes que decía: "en renta".

Eso era lo último que le faltaba.

Kim Taehyung, abatido, se dejó caer de rodillas, colocándose las manos en los muslos para
alzar la cabeza y ver el lugar vacío.

Quizá debió prever que pasaría; pero en el fondo, él solo era un iluso sin hogar más. Uno que
no conoció el calor por mucho tiempo. Y que al encontrarlo... deseó con tanta fuerza poder
regresar. Pero eso tampoco existía.

La foto de la ventana no se perdió, se desvaneció, quizá. Al igual que su racionalidad.

Respiró profundamente, le había costado un día llegar hasta San Francisco y no había
servido de nada. ¡Había sacrificado la electricidad de su maldito pueblo! ¿Y de qué sirvió? ¡De
nada!

¡Era inútil! ¡Él era inútil y esta mierda no tenía solución!

¡Desperdició tantas horas intentando arreglarlo! Desperdició su aliento diciendo


incoherencias, hizo sangrar sus manos escribiendo teorías de lo que podrían lograr si tan
solo llegaran a cruzar del otro lado.

¿¡Y para qué!? ¡Para no tener ni una maldita idea de dónde estaba parado!

¡Desperdició lo que le quedaba por nada!

Taehyung se maldijo una y otra vez; tan impotente ante la adversidad cuando apretó la
mandíbula con rabia pensando en lo que había dejado por llegar allí.

¿¡Dónde estaba Jungkook!? ¿Dónde estaba el chico? ¿¡O cuándo!? Maldita sea.

Tragó saliva pesadamente, esto no era la mitad de lo que había esperado. Se esforzó tanto y
rompió con todo lo conocido para que al final el universo se burlara de él.

«¿Estás satisfecho ahora?» Se reprochó. «¿¡Estás satisfecho ahora!?»


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¡Nada, no tenía nada!

Comenzó a hiperventilar, quería arrancarse el cabello y los ojos; quería quitarse las uñas una
por una hasta dejar de sentirse mediocre y culpable.

Estuvo a punto de gritar cuando las risas detrás de él lo sacaron de sus pensamientos. Volteó
a ver y notó a un grupo de jóvenes que charlaban amenamente a la distancia.

Reaccionó, temblando. Seguía a mitad de la calle, no podía quedarse allí.

Les observó con curiosidad... Tenían muchas bolsas y vasos de bebidas de colores en las
manos.

Así que su cerebro exhausto le llevó a pensar desesperado en: "¿Dónde podría estar el
chico?". Y se respondió a sí mismo: "en un lugar a donde todos los chicos van".

Había fracasado. Pero, aunque quiso, Taehyung no lloraría. No era algo propio de él rendirse.
Y sí, era su mayor defecto, no era perseverancia, era ambición, tal vez.

Desorientado, se levantó de la acera para seguir a las personas que caminaban en la misma
dirección que los adolescentes.

No tenía ni idea de dónde estaba, entró a lo que parecía ser un centro comercial, pero que a
él le resultó más como una fortaleza por lo extraño que era.

Caminó por los pasillos viendo todo a su alrededor. Si todo este sacrificio no había servido de
nada, tenía que encontrar una jodida forma de regresar a su año.

Ahora ya no era Taehyung y su latente homosexualidad; ahora eran las aventuras de


Taehyung el homosexual en el futuro.

Alzó una ceja, y le pareció oportuno que al menos los letreros que indican el camino hacia el
baño no habían cambiado nada, así que los siguió.

Entró al baño de hombres; y no dudó en acercarse al grifo del lavamanos para abrirlo; pero
este se accionó cuando acercó las manos.

Frunció el ceño, no podía ser que el lavamanos tuviera un maldito sensor. Muy futurista de su
parte. ¿Eh?
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Se vio en el espejo, tenía marcas moradas ahora más notorias debajo de los ojos. Cosa que,
aunque le preocupó, no había nada que pudiera hacer más que tocarse delicadamente ya
que su piel dolía.

Tomó un poco de agua, y se la llevó al rostro para quitarse los restos de suciedad en este.
También se asustó cuando el dispensador de jabón se activó solo; pero agradeció el regalo
jabonoso y se lavó correctamente hasta el cuello y los codos; por último, se pasó las manos
en el cabello para peinarse un poco.

Se atrevió a tomar un gran trago de agua de la misma que fluía por el tubo porque sentía que
la sed pronto lo mataría Probablemente después tendría que orinar, pero ese sería un
problema para su yo de más tarde.

Cuando volvió a salir del baño suspiró. Ahora estaba un poco mejor, como quien no tuvo un
colapso a mitad de la calle.

Oh, mierda. Tenía muchos problemas.

Comenzó a avanzar por el pasillo atento a las personas y las tiendas. Algunos adultos lo
vieron extraño, y las chicas, por alguna razón, lo veían mucho, aunque él aún se sentía sucio
y desaliñado.

Dijeron algo sobre que su "ovni" era muy genial, muy vintage, pero él no lo entendió.

Divagó mentalmente por un par de minutos en los que se distrajo y se quedó quieto.

No calculó la posibilidad de que Jungkook ya no viviera en esa casa de un barrio conocido,


un pequeño cambio y ahora tenía un estilo de vida diferente, Jungkook podría estar en
cualquier lugar.

O año, incluso.

El tiempo se movía diferente en cada línea.

Si lograra encender el vórtice del lago, tal vez podría regresar. Pero necesitaba señal para
hacerlo.
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Masajeó el puente de su nariz y reaccionó cuando el bullicio del lugar lo aturdió un poco.
Entonces, volteó a ver hacia el interior de la tienda frente a la que estaba cuando parpadeó
confundido.

Quizá contra todo pronóstico, Taehyung le agradaba al universo; o solo era alguien con
suerte.

La tienda tenía pisos y paredes blancas, además de luces, y muchas pantallas pequeñas en
estantes. No exageraba al decir muchas, eran demasiadas.

Y su corazón casi se detuvo, porque él sabía exactamente qué eran.

Eran celulares. ¡Celulares!

Allí, frente al cristal, no sé detuvo ni siquiera a pensarlo y entró deliberadamente a la tienda.


Las puertas se abrieron solas, y el sonido del timbre al pasar por la entrada le sorprendió.

¿Dónde habían quedado las campanillas de las puertas de los locales? Era muy extraño todo.

Ya llamaba lo suficiente la atención por su aspecto, pero... eso era lo de menos. Había
muchos celulares para escoger allí. Se sintió en una juguetería.

Tantos estilos diferentes...y él que con un walkman se creía la persona más avanzada del
pueblo, joder, se sintió tan viejo.

Vio un celular similar al de Jungkook, cuyo exterior era de un tono más rosa. Y aunque nunca
le gustó mucho el color, le pareció particularmente bonito.

Intentó tomarlo, pero tenía conectado una clase de seguro en la parte de atrás, era como un
imán.

"Si lo quito... sonará". Dedujo, pensando en que al parecer todo tenía sensores ahora.

Intentó pensar en qué hacer, pero sus ojos se iluminaron aún más cuando encontró algo
hermoso ante sus ojos.

Taehyung nunca creyó que eso fuera posible. Esa cosa parecía un libro, pero el cartel frente a
ella decía "computadora". Y era del mismo color que el teléfono.

Una computadora... ¡Una computadora sin cables!


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Maldición, él quería esa maldita cosa rosada con botones.

Pensó que su celular ya estaba muy viejo, y sus dotes de cleptomanía tenían que servir de
algo. Aclaró la garganta, mientras meditaba cómo proceder cuando se acercó a uno de los
trabajadores.

—Buenas tardes... —dijo intentando sonar natural. Le dio una vista a la etiqueta con su
nombre—. Jack ¿Podría ayudarme? Ehm... Quiero comprar esta computadora.

El hombre no parecía inmutarse por su aspecto. No era el primer chico con ropa de vago que
venía a ese local. Esos niños de la generación z que se creen alternativos estaban por todos
lados, según él.

—Claro, sígueme —le indicó.

Taehyung sabía que esto estaba mal, pero... ¿Quién podría culparlo? Tenía que regresar al
pueblo y encontrar la forma de encender el portal de regreso. Porque ni jodiendo iba a
quedarse allí.

¿De qué le servía quedarse? Jungkook no estaba.

—Gracias...—Taehyung asintió imitándolo hasta llegar al mostrador.

—Espera aquí, te traeré un equipo cerrado —le dijo con total tranquilidad. Lo vio tomar unas
llaves para dirigirse a la parte del almacén.

Taehyung se pasó las manos por el cabello y visualizó todo el plano. Salidas
aproximadamente a cuatro metros de distancia una de la otra, había varios guardias y
mucha gente.

Ay, joder. Esto sería un escándalo.

El hombre regresó después de unos minutos con una caja, y la colocó sobre el vidrio del
mostrador.

—¿Qué tan rápida es? —cuestionó antes de que él empleado la abriera.

—Tiene un gran procesador, con una buena conexión de red, funcionará sin problemas.
Aunque creo que la señal se ha estado cayendo últimamente.
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—Conexión... ¿Se refiere a internet?

—Sí, wifi. A tu conexión habitual.

—Y eso... ¿Funciona como las ondas de radio, cierto?

Ladeó la cabeza desconcertado. Esa era una pregunta muy extraña para él, viniendo de un
chico. O bueno, en realidad Taehyung tendría que ser más viejo que él, pero eran detalles.

—¿Te refieres a la red? Uhm... sí. Es radiación, como con todo —bromeó.

Taehyung abrió los ojos. Esa cosa del wifi eran ondas electromagnéticas... ondas que los
aparatos podían decodificar.

Aún faltaban muchos años para que fuera algo común para él. Pero ja, ahora hasta quería
robarse la idea.

—¿Podría enseñarme un modelo de color negro? —dijo tomando por un segundo la caja—.
Aún no me decido.

Suspiró. —Bien, espera... —volvió a voltearse y caminó de nuevo hacia el almacén.

Se acercó a la puerta de este; pero escuchó el fuerte sonido de una de las alarmas de la mesa
de exhibición de los nuevos modelos de celulares, por lo que regresó sobre sus pasos.

Otro de sus compañeros se acercó corriendo hacia el mostrador.

—¡Jack, alguien arrancó un iPhone de la mesa de exhibición! ¡Ven ya!

Bajó su vista al mostrador. La caja no estaba. La maldita caja sellada con la computadora no
estaba. Y el chico tampoco.

—¡Avisen a seguridad! ¡Ese chico se llevó una computadora también! —alzó la voz saliendo
de su cubículo.

Los altoparlantes dentro de la tienda de electrónicos de al lado reproducían una canción en


la que Taehyung no debió fijarse, pero la energía y el desenfreno que le provocó le hizo
burlarse del destino mientras huía como el demente que era.
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Él no lo sabía, pero la canción era "Na Na Na" de My Chemical Romance. Una que Jungkook
amaba con locura. Ojalá lo hubiese sabido, así habría podido decirle que a él también le
había gustado mucho.

Aunque el futuro lucía prometedor, no podía quedarse, ni quería hacerlo. Jamás pensó que
iba desear ir de regreso a su amado 1986 alternativo, pero era todo lo que le importaba. Y
estaba corriendo, literalmente.

Kim Taehyung no tenía tiempo para ponerse a pensar en si lo que hacía estaba bien o no.

Oh, por favor. Quemó una iglesia, y se podía burlar de todos los científicos del mundo, robar
una tienda no era tan raro para él. Pero por si acaso, él admitiría que no era correcto, como
la mitad de las cosas que había hecho hasta el momento.

¿Le importaba? No. Ya estaba desquiciado.

Los espectadores del universo eran tan sensibles que Taehyung probablemente debería de
traer un letrero aclaratorio que dijera: «Esto está mal».

«Robar computadoras está mal».

«Viajar en el tiempo está mal».

Solo en caso de que personas sin criterio y capacidad de discernimiento o análisis lo


tacharan de ser un mal ejemplo, como si él tuviera alguna obligación de educarlos a todos.

Últimamente todos parecían ser jueces. Así que como el loco que era, había aprendido un
par de cosas y llegó a la conclusión de que todos, a su parecer, deberíamos tener un cartel de
advertencia que dijera:

«Por favor, no intentar en casa».

Uno que cuando le acusaran de no ser apto y afable con sus acciones le recordara:

«Por favor, sigue a los demás, no te formes una idea propia. Haz lo que haga falta para
encajar, para lucir amable. Concuerda con el rebaño, eres un borrego al final de cuentas. Y,
sobre todo, ten cuidado, tus ideales podrían no ser bien vistos por la multitud».
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«Oh no, y no pienses en sexo, por favor, no seas un humano normal con deseos normales. Sé
adorable y correcto, a la gente le gusta pensar que eres un niño pequeño e inocente, te dirán
que eres indecente».

«Habla con propiedad y elocuencia, o mejor aún, ¡cállate, no digas la verdad de la asquerosa
existencia! No les digas que son mediocres, aunque lo sean, que no queremos ofender a
nadie. ¿O sí? Preservemos la imagen idealizada que todos tienen de ti, que la realidad de las
cosas en tu cabeza podría perturbarlos».

O en su caso específico, rodaría los ojos.


«Por favor no viajes en el tiempo ni pongas en riesgo medio país por buscar al novio del
futuro que ni siquiera te conoce. No corras, y no sientas adrenalina cada que huyas de lo
moral».

Todo es moralmente cuestionable.

«No seas joven, no seas egoísta, no seas impulsivo».

«Por favor, no seas completamente humano».

Taehyung ya había caído muy bajo y ser un fugitivo se lo recordaba.

Él siempre había sido muy serio y recatado, pero... Es imposible ser políticamente correcto
todo el tiempo. ¿Cierto?

Hasta aquellos que alardean de su moral perfecta y dicen ser superiores... tienen algo que
podríamos juzgar. Así que lancen la primera piedra, nadie les tiene miedo.

Mucho menos alguien tan peculiar ni tan jodido como Taehyung. Bueno, si le tenía algo de
miedo a los guardias que lo perseguían.

—¡Oye, detente! —Escuchó gritar detrás de él; pero no se detuvo, siguió avanzando mientras
tomaba aire por la boca.

Quizá debió haber huido solo con la computadora; pero no iba a perder la oportunidad de
tener un celular a juego. Y si su teoría era correcta, con ellos podía controlar su vórtice como
si de un control remoto se tratara.
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Se tropezó por poco cuando volteó a ver y notó que eran al menos cuatro guardias, y no
sabía cuánto tiempo tardarían en enviar a uno que lo interceptara por el frente.

No muy lejos de allí, en una de las tiendas. Varias personas ladearon la cabeza cuando
Taehyung pasó corriendo desesperado, y luego el grupo de seguridad corriendo detrás de él.

—¿Pero qué demonios...? —masculló uno de los chicos que alcanzó a verlo. Ese castaño que
huía de los guardias era, sin duda alguna, lo más interesante que había visto en meses.

Taehyung avanzó lo suficiente como para lograr salir del centro comercial, ahora estaba en
el estacionamiento mientras veía a su alrededor agitado.

Ojalá los policías civiles se tomaran tan en serio su labor como esos policías de centro
comercial; porque él definitivamente estaba perdiendo el aliento mientras intentaba
perderlos.

El sol era intenso, tanto que logró enceguecer su visión cuando luchó por llegar a la acera.
Estaba muy cerca, solo tenía que perderse entre la concurrencia de la tarde.

Corrió.

Corrió porque era todo lo que le quedaba. Era lo único que lo había hecho sobrevivir.

Llegó al área residencial; necesitaba esconderse. Se pegó hacía una pared de la calle cuando
se tropezó por poco; pero no esperaba que le pusieran la mano en el hombro.

Abrió los ojos exaltado y volteó a ver esperando ver al guardia o un policía. Y no a un chico
despeinado que ni siquiera le habló, sino simplemente lo tomó del brazo para arrastrarlo
hacia un callejón.

—Agáchate —le dijo alarmado, jalando su camisa en un intento de hacer que se escondiera
detrás de un contenedor de basura.

—¿Qué? —murmuró Taehyung, y él otro rodó los ojos empujándole la cabeza hacia abajo.

—Silencio, idiota. Van a encontrarnos.

Taehyung no entendía qué estaba pasando, pero él tenía razón. Así que obedeció
ocultándose al lado del metálico contenedor, con el pelirrojo a su lado.
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Al parecer lo habían perdido. El chico se asomó un poco para ver cómo los guardias pasaron
corriendo de largo y cruzaron en la esquina.

—¿Se fueron? —dijo Taehyung, ansioso y confundido.

El chico asintió.
—Sí. Imbéciles —se burló—nunca saben ni qué están buscando —se puso de pie y le ofreció
su mano a Taehyung. Este la tomó, teniendo un pequeño impulso para ponerse de pie.

—Gracias... —dijo con duda.

El otro alzó los hombros con ambas manos en los bolsillos de su chaqueta. Tenía pantalones
ajustados rotos, e iba todo de negro.
—No agradezcas; si te ficharon, los policías reales vendrán por ti. Será mejor que nos
vayamos.

—¿Qué?

El chico le observó de arriba a abajo.


—No voy a juzgarte, pero... ¿Una computadora, en serio? —Se burló—. Discúlpame, pero o
estás muy loco o eres muy tonto.

—¿A qué te refieres?

—La mayoría de nosotros toma cosas más pequeñas.

—¿Nosotros?

—¿No eres de aquí, cierto? —Él fue directo, y Taehyung negó—. Bien, eso explica mucho. En
fin, te vi en el centro comercial, y como pareces ser un ladrón novato, me vi en la obligación
criminal de salvarte.

—¿Me viste?

—Sí, gran escape. Digo, estoy seguro de que te vieron todas las cámaras, pero gran escape,
muy épico. —Ladeó la cabeza—. Ven, sígueme.

El chico se movió hacia las escaleras de emergencia, de esas que los edificios de San
Francisco tenían en el exterior para comenzar a subirlas.
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Taehyung ladeó la cabeza y lo siguió.


El chico no pareció incomodarse por el castaño detrás de él.
—¿Cómo llegaste tan rápido? —cuestionó subiendo detrás de él.

—Tengo mis atajos —respondió sin dar mayor explicación—. Ven, tenemos que ocultar eso —
le dijo a Taehyung refiriéndose a la caja.

Subieron un par de niveles hasta llegar a una ventana abierta en uno de los últimos niveles.

El pelirrojo se introdujo por esta, Kim dudó en seguir avanzando; a lo que el otro le llamó
sacando solo la mano para llamarlo, burlándose de su desconfianza y no tuvo más remedio
que entrar.

El lugar era pequeño y estaba casi vacío, pero aun así desordenado.

—¿Estás seguro de que no hay alguien aquí? —dijo Taehyung temeroso.

—Yo vivo aquí, relájate. No soy idiota. —Lo vio moverse hacia la pequeña... ¿Cocina? Y luego
regresar con una bolsa de plástico negra—. Ten, primera regla: no te exhibas con tu
mercancía si no sabes disimular.

—Parece que sabes mucho sobre esto... —dijo tomándola y ocultando su computadora en
esta.

Él rio. —Chico, mírame los pies —le dijo con gracia.

Taehyung parpadeó confundido y bajó la vista para fijarse en esos tenis de un blanco pulcro
que parecían nuevos.

Luego notó un trozo de cartón que sobresalía apenas de uno de ellos. Quizá su vista
defectuosa le traicionaba; pero tenían puesta su etiqueta todavía.

—¿Acabas de robarlos?

—Sí, y gracias.

—¿Por qué me agradeces?

—Porque—extendió los brazos—ya que los guardias estaban distraídos me llevé esta
chaqueta también. ¿No te encanta? Está bordada.
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—No puede ser... ni siquiera te notaron.

—Tengo un don... encontrar un error en la seguridad es mi propósito en la vida—le dijo


satisfecho—. No debería alardear de eso, pero bueno. ¿Cómo te llamas, novato?

¿El niño lo llamó novato? Bien, no es que fuese tan mayor, pero él era evidentemente más
joven.

El castaño dudó, esto ya era suficientemente malo por sí solo como para sumarle una
memoria más.

—Tyler —le dijo a secas, y el otro chico extendió un puño frente a él, burlón de la
coincidencia entre ellos.

—Dominic —respondió con el mismo tono cuando chocaron sus puños.

Quizá Taehyung estaba demasiado afectado, o su cerebro se había sobrecalentado; pero casi
se ahoga cuando algo hizo clic en su memoria.

El piercing, el cabello... la forma en la que sonreía como un arlequín burlándose de todo.

Era su rival: el ex teñido. El maldito ex lo acaba de salvar.

Ay, mierda. Y sí era pelirrojo natural.

Taehyung aclaró la garganta.


—Yo... tengo que irme, gracias por la ayuda.

—No seas aguafiestas, Tyler. ¿No vas a decirme por qué robas computadoras? Digo, soy tu
salvador después de todo.

—No, es confidencial.

—¡Por favor! ¡Hazlo! ¡Hazlo y te doy un sándwich!

—¿Y yo para qué quiero un sándwich?

—No me jodas, se nota que no has comido en días.

—Eso es cierto... pero igual si te lo digo no vas a creerme.


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El chico le estresó en cuestión de segundos, más cuando se acercó y lo agitó de los hombros.
—¡Dime! —rogó arrastrado el sonido de la e.

—Soy un viajero del tiempo y no sé dónde estoy. ¿Feliz?

Dominic frunció el ceño, retrocediendo.


—Ah... eres un loquito. Entiendo.

—Te dije que no me creerías.

—No me culpes. Te la vendieron mala, hermano. Eso te pasa por comprar hierba barata.

—¡No estoy drogado!

—Entonces dime la verdad.

Taehyung suspiró, no se sentía bien estar del otro lado de las acusaciones.

—Me escapé de casa para estar cerca de mi novio y me perdí. ¿De acuerdo?—confesó
derrotado—. Sobre la computadora... la necesito para regresar.

—Déjame ver si entiendo... eres gay, ladrón, drogadicto y también fugitivo. ¡Ja! Hasta podrías
ser mi mejor amigo.

—Eso no es...

—Ponte cómodo, loquito. Te traeré el sándwich que te prometí. ¡No me tardo! —dijo
dejándolo solo.

Taehyung se dio un golpe en la frente con la palma de la mano. ¿Por qué siempre atraía
gente habladora?

Detrás de él había un sillón viejo, así que se dejó caer en este abatido.

De todas formas, no era tan malo quedarse. Había anochecido, y él estaba muy lejos de la
bodega.

—¿Vives aquí solo? —preguntó curioso. Ya sabía mucho sobre él por lo que Jungkook le había
contado, pero estar cerca era diferente a verlo actuar. Se lo imaginó más enojado, y
definitivamente menos hablador.
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Frunció el ceño y recordando pensó: "Sí, Jungkook, gracias por mencionar a tu ex en nuestra
cita, animal".

—No —le respondió—, de hecho, vivo con la familia del piso de abajo. —Dominic se acercó
para darle un pequeño pan y un vaso con refresco. No era mucho; pero era todo lo que tenía.

—¿Y entonces este apartamento...? —Taehyung los tomó y no dudó en comenzar a ingerirlos.

—Me lo adueñé, no es gran cosa.

—¿Cómo que te "adueñaste un apartamento"?

—Cuando me trasladaron aquí, lo descubrí vació y me tomé la libertad de convencer a todos


de que estaba maldito. Ahora nadie quiere alquilarlo.

El castaño se ahogó por la risa que le provocó. No se había reído en días.


—¡No es cierto!

—¡Lo juro! Por eso atranqué la puerta de la entrada; me escuchan caminar aquí arriba y
piensan que son los fantasmas. ¡Uuuuh, qué miedo! —dijo temblando en burla, y dejándose
caer a su lado en el sillón.

El castaño se removió un poco incómodo. No quería admitir que estaba celoso, pero... el
chico sí era bonito, y muy agradable además.

El sándwich sabía bien pero ahora quería volver y golpear a Jungkook por ser un infiel
espacio-temporal de mierda. Agitó la cabeza, eso ni siquiera tenía sentido.

—Te daré créditos por tu ingenio —le dijo cruzado de brazos.

—¿Créditos? —Rodó los ojos—. Por favor, supera eso.

—Ya no me permiten acercarme a Madonna —dijo serio.

—¿Qué? ¿Cómo por...?

—Su terapeuta dice que no soy bueno para ella. —El chico lo vio desconcertado—. Pero solo
fue un accidente.
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—Okey, dejaré de hacer preguntas. —Se quedó callado un par de segundos, pero no lo
soportó—. Oye, ¿y qué pasó con tu novio?

—Se mudó —le respondió a secas.

—Espera, te hizo venir hasta aquí... ¿Y el imbécil se mudó? No, es el colmo —negó con la
cabeza, demasiado indignado. Todo él era muy dramático—. No lo puedo creer.

—Sí... es una larga historia. Solo quiero regresar a casa —dijo por lo bajo con gran bostezo de
por medio.

El chico lo vio con un poco de pena. Él había estado en muchos lugares ya, y realmente le
hubiese gustado regresar a Nueva York con su mamá.

—¿Por qué no descansas un poco y luego vemos qué hacer?

Taehyung alzó una ceja. —¿Tú quieres ayudarme?

—Obviamente, sino no te hubiera salvado, genio —respondió con total tranquilidad.

Kim soltó aire pesadamente. Bueno, al menos no estaba solo en la calle.

—No entiendo cómo apareciste... —murmuró. Se acomodó en el sillón, recargándose en el


respaldo por algunos de segundos, cerrando sus ojos tan sólo un poco cuando sintió que el
cansancio le abatía.

—Soy una gran casualidad, creo —le dijo. Y Taehyung no pudo evitar entrecerrar los ojos.

«Sí, lo eres...» pensó.

El apartamento estaba oscuro al igual que el exterior; pero parpadeó, o eso pensó y de un
momento a otro todo se había llenado de luz de sol otra vez.

Volteó a ver a los lados cuando abrió los ojos de golpe al sentarse correctamente en el sofá.

El sol.

Era otro jodido día en quién-sabe-qué línea de tiempo.

—¿¡Ya amaneció!? —preguntó exaltado y tocándose el pecho para asegurarse de estar bien,
enredándose con la cobija que Dominic le había colocado.
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Dominic, estaba sentado en el marco de la ventana, tenía otra ropa ahora y se levantó al
verlo despierto.

—Sí, hace mucho. Tienes el sueño pesado, tuve que subir a ver si estabas respirando dos
veces en la noche. De nada, por cierto. —Lo vio con gracia—. Estabas todo babeado.

Taehyung frunció el ceño. Quizás después de todo nunca consiguió ser extremadamente
sociable.

—No te hubieras molestado, en serio —le dijo estirando los brazos.

—Creí que te habías desmayado, no podía dejarte.

—Gracias... —dijo apenas porque no sabía cómo reaccionar—. ¿Qué hora es?

—Casi las siete. Si quieres puedes quedarte aquí un rato, yo volveré pronto. Cuando regrese
podemos ir conseguir un boleto de autobús a casa para ti.

Taehyung se restregó los ojos; oficialmente había pasado un día entero en el futuro. Y
comenzaba a angustiarse.

—No puedo quedarme más... y ya te molesté suficiente —dijo por lo bajo cuando se levantó—
-. Gracias por todo, pero en serio tengo que irme.

—Oye, oye. No te preocupes por mí. Relájate, ya tocaste fondo, no lo arruines más. —Kim
ladeó la cabeza, sonaba como algo que él mismo diría, y le resultó escalofriante—.
Pensemos, ¿qué podemos hacer para ir de regreso a...?

—Mariposa, en las afueras de California.

—Pienso... pienso... ¡Ya sé! Compramos un boleto de autobús, y vuelves a tu casa.

—¿Todavía hay autobuses de esos?

—Sí, será más largo el camino, pero llegarás directo.

Sonrió de lado. —Bien, siguiente problema. No tengo dinero.


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—Yo tampoco tengo tanto... Pero algo se nos ocurrirá —lo meditó. No había mucho que este
otro Tyler pudiera hacer, volteó a ver hacia la ventana y recordó por qué tenía tanta prisa—.
Maldición, te veo en un rato.

—¿A dónde vas?

—Uhm... un compromiso. —Taehyung lo vio con esa mirada suplicante que siempre tenía
cuando quería algo—. Ay, está bien. Toma tus cosas y sígueme.

Taehyung asintió feliz. No quería quedarse solo.

Se acomodó un poco la ropa y tomando sus cosas le imitó al caminar hacia la ventana.

De alguna forma, todo esto se sentía como una clase de monólogo para Taehyung, incluso
cuando hablaba con él. Comenzaron a caminar por las calles mientras seguía al chico, era
casi de su altura, pero evidentemente más joven.

—Y... —se animó a decir mientras bajaba las escaleras—. ¿A dónde se supone que vamos?

—Primero al centro. Allí está la estación de autobuses, veré si me alcanza para comprar el
boleto. Y si no, podemos sacar monedas de la fuente.

—¿Has hecho eso antes?

—La idea no me enloquece, pero no puedo pedirle más dinero a mi falsa familia. Pensarán
que lo uso para drogas, y van a enviarme de regreso con los demás.

Taehyung tenía mucha inquietud, es decir, él sabía tantas cosas sobre su vida, y hacerlo le
provocaba una sensación extraña. Sabía que "con los demás" se refería a los chicos del
orfanato, pero... aun así, le resultó raro saber el contexto de su existencia.

—¿Y... sí te drogas? —dijo para aligerar el ambiente.

—No...

—Dominic... —le llamó severo, pero no obtuvo respuesta—. Dominic Heart, ¿En serio te estás
drogando?

—Ya, ya. No me regañes. Solo fue una vez... —Se quedó callado—. Oye... ¿Cómo sabes mi
apellido? —le dijo reaccionando.
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Taehyung abrió los ojos al darse cuenta de su error.


—Tú me lo dijiste —intentó disimular—. Como sea, no está bien que hagas eso. Te hace daño,
y eres muy joven para eso.

El chico lo vio extrañado, pero le restó importancia al no recordar la veracidad de eso.


—Lo dice el ladrón de computadoras.

—¡Es un caso extremo! Además, tienes como quince años.

—¿Cuántos tienes tú? ¿Cincuenta?

Taehyung se quedó callado, técnicamente en ese año sí tendría cincuenta, o casi. Pero de
nuevo, eran detalles.

—No seas grosero, estoy tratando de aconsejarte como tu mayor.

—No te ofendas, pero al menos no soy yo el que se enloqueció por un chico. Y luego se perdió
en la gran ciudad.

—Uh... Golpe bajo.

—Lo siento, lo siento. Me pasé.

—Como quieras, dejaré de opinar sobre tu vida, eres un niño tonto —dijo Kim.

—Tú eres más tonto.

—Entonces tú eres un idiota.

—Sí, pero tú eres más idiota.

—¡Dominic!

—Ya, está bien. Me callo.

Taehyung frunció el ceño, esto de no ser el único sabelotodo respondón no era tan divertido
para él.

Las calles estaban concurridas como era de esperarse. El centro de esa ciudad era
muchísimo más grande que el de su pequeño Condado. Se movieron por el parque, mientras
la paranoia de Kim crecía.
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Iban directo a la estación, se acercaron a la pequeña caseta de información. Dominic tenía


sólo veinticinco dólares y si no bastaba con eso, iban a tener un ajetreado día.

Taehyung se quedó detrás de él mientras hacían fila; sin embargo, un sonido muy particular
le golpeó de pronto.

Llevó su vista en dirección a este, para encontrarse con un auto, detenido en el semáforo, y
en su interior, a su hermano, o al menos la versión vieja de él riendo fuertemente desde el
asiento del piloto.

Comenzó a respirar con dificultad cuando las pequeñas cargas eléctricas parecieron
pellizcarle la espalda. La ventana de atrás estaba a la mitad y él pudo ver el conjunto de
cabellos oscuros recargados sobre esta.

Jungkook.

Era Jungkook. ¡Era Jungkook!

Exhaló emocionado y habría saltado de la felicidad de no ser porque el semáforo se cambió


de color y el auto avanzó cruzando la calle.

No.

No podía perderlo.

Dominic avanzó en la fila, era su turno de comprar; pero al voltear, observó la espalda del
chico alejándose.

—¡Tyler! ¡Espera! —le gritó para intentar alcanzarlo.

El castaño lo escuchó, pero no se detuvo, buscaba a la distancia la camioneta; no debía


perderla de vista. Parecía que ya no tenía más fuerzas, pero era incapaz de detenerse.

Sí, había perdido la razón. No había más justificación para lo que hacía. El latir en su pecho le
hacía apresurarse para perseguir sus sueños.

Se cruzó la calle esquivando un par de autos que le bocinaron por imprudente y corrió por la
acera buscando alcanzarlo.
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Los edificios disminuyeron allí donde la camioneta se detuvo. Había árboles alrededor; pero
casi todo era plano.

Sus hombros se sintieron ligeros cuando exhaló del otro lado de la calle, hasta que
finalmente tuvo las agallas de cruzar, con pasos lentos y casi temerosos cuando los vio
descender.

Le costó acercarse; cuando lo hizo, se conmovió por la escena de su hermano y una Sunhee
cuyo cabello no creyó alguna vez ver así de corto besándose tan felices al lado del auto.

Los vio entrelazar sus manos para luego comenzar a caminar.

Y después... Tragó saliva, para contemplar con ternura a un pelinegro que bajó del vehículo,
luciendo tan emocionado.

Apenas podía ver bien, avanzó un poco más. Jungkook se metió en medio de ellos, pero
ninguno de los tres pareció molestarse.
En su lugar, se abrazaron mientras caminaban, dejando al menor en medio.

—¿Son una familia feliz? dijo para sí mismo sin alcanzar a comprenderlo.

Al moverse un par de metros más detrás de ellos, se dio cuenta de que se dirigían al campo
de béisbol.

Al inicio, nunca escuchó a Jungkook hablar sobre él. Quizá porque en la primera línea al
conocerlo Seokjin intentó borrarlo del mapa a toda costa o simplemente no lo había
mencionado, no estaba seguro.

Había varias personas entrando a la tribuna, y nadie le puso más atención que la que un
muchacho desaliñado debería recibir.

Volteó a ver; Sunhee se veía increíble y resaltaba mucho entre la multitud. Tenía ropa cara, y
formal, como toda una ejecutiva importante. Pero eso no pareció impedirle colocarse la
gorra del equipo que desentonaba con ella y gritar feliz para apoyarlos.

También la vio guardar su teléfono en su bolso para poner total atención a los chicos en el
juego. Suspiró, se sintió feliz por Jungkook, al menos aquí, su madre se amaba tanto que era
capaz de amarlo correctamente a él también.
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Se acercó a la reja, no sabía cómo actuar. Había estado pensando por días en este momento
y ahora parecía ser incapaz de reaccionar cuando entrelazó sus dedos con el alambre que los
dividía.

Vio a su hermano, tan fuerte y fornido como siempre, ahora todo un hombre adulto; pero
aun así reía estruendosamente y se veía tan animado chocando los cinco con su equipo de
jóvenes reclutas.

Y Jungkook... él estaba lejos del equipo, parecía nervioso. Lo observó detenidamente, este
chico era un poco más delgado que el Jungkook que estaba en casa, también tenía el cabello
corto. Era exactamente igual a cuando lo encontró.

Apretó las manos en la malla, quería saludarlo, quería acercarse.

Quería... oír su voz.

Y así como estaba destinado, soltó en la grava la bolsa que había estado cargando para
llevarse la mano al bolsillo del pantalón sacando el teléfono de Jeon.

Incluso si tenía un teléfono nuevo, no sabía cómo utilizarlo del todo. Su pecho estremeció al
desbloquear la pantalla con sus manos temblorosas.

Kim Taehyung había pasado meses intentando cargarlo después de haberlo reparado. Y lo
logró, increíblemente.
Pero no podía seguir utilizándolo en ese estado, el dibujo que simulaba ser una batería
estaba en rojo y tenía un número tres al lado. Pronto se apagaría.

Jungkook se tenía guardado a sí mismo porque siempre olvidaba su número. Si decidiera


hacerlo... ¿Funcionaría?

Tal vez... Solo tal vez podría decirle "hola".

Observó por última vez el fondo de pantalla del chico antes de presionar el ícono de llamar.

No lo dudó más, ya no lo soportaba. Esa llamada nunca debió conectarse, era ilógico, pero lo
hizo.
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Así como esos ojos no debieron verlo. Esas manos no debieron conocerse. Y su piel... nunca
debió sentir la necesidad de ser tocada por ellas.

Su corazón le traicionó cuando aceleró sus latidos en el instante en el que la línea pareció
abrirse.

—¿Hola? —le escuchó decir desconcertado.

Taehyung quería llorar iba a hacerlo, Jungkook se veía tan lindo. Con su uniforme limpio y
sus mejillas sonrojadas por el sol. La línea se quedó en silencio por unos segundos antes de
abrirse entrecortada.

Sonrió al contra el teléfono. Pero de un instante a otro se aturdió.


—¿¡Eres tú!? —dijo porque fue lo único que se le ocurrió. Apenas podía hablar, y el dolor en
su cabeza se hizo presente.

—Disculpe, ¿qué? ¿Con quién desea hablar?

—¿¡Jungkook!? —Taehyung sintió tanta náusea que desvarió por un instante.

—¿Quién habla? —No obtuvo respuesta—. ¿Hola? ¿Hay alguien allí?

El canto de las aves, y ese viento rebelde que osaba despeinarlo le hicieron enmudecer. Era
ilógico hablarle como si lo conociera, era ilógico asumir que él voltearía a verlo, más que eso,
era iluso de su parte. Quizá debió comenzar diciendo algo como:

«Hola, soy yo. Taehyung, Kim Taehyung. Hice todo esto para estar cerca de ti. No sé cómo, o
por qué me encontré contigo; pero no quiero soltarte».

—¿Eres tú? —masculló con voz casi pérdida más para sí mismo que para el otro cuando se
decidió a no llorar, porque sabía que no tenía sentido, y la sensatez de la que alardeó por
muchos años le hizo reflexionar.

Entendió, que ese de allí, no era su Jungkook. Y quizá algún día lo sería, pero justo en ese
momento, no lo era, no lo conocía...

Vio a Jungkook alzar la cabeza, mientras buscaba con la vista; pero incluso si estaba frente
no se fijaba en él. No lo veía.
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No sabía que lo amaba.

—Uhm... número equivocado —respondió Jungkook cortando la llamada de inmediato.

Y cuando la línea se quedó muerta, el pulso de Taehyung se aceleró, su rostro se tornó rojo
antes de que al apretar sus ojos sus pestañas se mojaran. "Gran plan, ¿Cierto, Kim?" se burló
de sí mismo. ¿Cuál era el propósito de todo esto? Sencillamente no alcanzaba a verlo.

Había aguantado tanto tiempo, pero ya no tenía fuerza, y solamente le quedaba una teoría:

Quizás... el universo odia a los amantes soñadores.

Retrocedió apenas, y por poco se dejó desfallecer en las gradas de la tribuna alrededor del
campo. Se sentó, como intentando que las personas no le vieran llorar, fingiendo que el
pecho no le dolía al respirar.

Kim Taehyung sintió sus lágrimas deslizarse hasta caer al suelo.

Dominic finalmente lo alcanzó, y se acercó veloz pasando por la entrada de la tribuna.

Al acercarse, se preocupó al verlo así de descompuesto, sollozando mientras buscaba


esconder su rostro entre sus brazos.

—Oye... —le llamó—. ¿Estás bien?

Taehyung se removió cuando el silbato del entrenador resonó por todo el lugar dando por
iniciado el partido.
—No es... —carraspeó—no es nada.

Quizá fue el sol que le hizo sentir sus mejillas mojadas calientes, o la forma en la que el chico
le puso la mano en la espalda cuando se sentó a su lado, lo que hizo que Taehyung levantara
el rostro, observando con atención a los jugadores.

—Sé que soy un tipo raro y desconocido, pero... no te preocupes. Lo que haya sido... pasará.
—El castaño asintió—. Me diste un gran susto, ¿por qué huiste?

—Es solo... —sorbió su nariz—que creí ver a alguien.


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A ese Jungkook un poco más delgado, de cabello corto, sin perforaciones, pero de
impresionantes destrezas, y al viejo detrás de él, que gritaba dando saltos de euforia
mientras les veía a todos correr.

Seokjin... Aún no entendía cómo era que Jungkook y Seokjin volvían a encontrarse. Ni sabía
qué fue lo que hizo a Jungkook caer la primera vez, pero... en su bucle, todos estaban felices.
Pensar eso lo hizo sonreír.

—Bueno, al menos llegamos a tiempo... —le dijo Heart con una vaga sonrisa.

—¿A tiempo para qué?

—El partido —explicó con algo de gracia—. Casi me lo pierdo por tu culpa.

—¿Siempre vienes aquí? —Taehyung aclaró la garganta, cuando volvió a marearse.

—Uhm... a veces. Solo cuando juega el equipo de la escuela.

—Tienen buenas jugadas —se atrevió a decir Kim, sin apartar la vista, para romper con el
ambiente incómodo que sus lágrimas causaron.

—Llevan la delantera de la temporada, supongo que son un buen equipo —le respondió
Dominic con ligereza, alzando los hombros.

—¿Supones?

—Sí, porque yo no sé nada de béisbol.

—¿Entonces qué haces aquí? —dijo el castaño sin llegar a ser malicioso.

—Me gusta... aunque no entiendo lo que pasa la mitad del tiempo. —Volteó a verlo—. Oye, no
me veas con tu cara juzgona.

—No te estoy juzgando; solo me hiciste recordar algo. — Taehyung no pudo evitar reír. —
Sabes... solía ser muy bueno jugando béisbol, mi hermano me entrenaba.

—Debes saber mucho entonces.


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Taehyung asintió con una sonrisa de lado.


—¿Ves al pelinegro? —le dijo—. Básicamente, su objetivo es golpear la pelota muy muy lejos,
y correr por todas las bases antes de que alguien atrape la pelota.

—Sí... entiendo esa parte, creo. De hecho, es a lo único que le he prestado atención,
Jungkook es un gran bateador, el mejor, será el capitán del equipo el próximo año.

Taehyung volteó a verlo cuando sus palabras se volvieron más personales, y el otro pareció
apenarse al hablar de más por primera vez.

La súper estrella era capaz de atraer miradas en cualquier línea... ¿Eh?

—Jungkook... —le dijo Taehyung al notar su voz divagar—. ¿Lo conoces?

Ambos inclinaron la cabeza hacia la izquierda, y ese cabello despeinado que poseían
revoloteó en la misma dirección mientras juntos veían hacia el campo, como si de un reflejo
se tratara.

—Sí —contestó el menor, evasivo de pronto. Creyendo haber cometido un error al hablar de
más—, bueno, algo así...

—¿Algo así? —Taehyung se burló, se había secado sus lágrimas con disimulo.

—Está en mi salón. Se sienta frente a mí, algunos asientos más adelante, dos creo... bueno
quizá cuatro.

—No hablas mucho con tus compañeros... ¿O sí?

—No... Tomo cursos con ellos; pero no encajo del todo por mi edad —se limitó a decir, y
Taehyung pensó que en otro tiempo, ellos dos habrían sido grandes amigos. O terminarían
peleando con el otro por alguna tontería, lo cual le pareció encantador.

—¿Cuántos años tienes? —se atrevió a cuestionar, pero no sabía que sus burlas habían
acertado.

—Mi cumpleaños será pronto, así que supongamos que ya tengo dieciséis. —Vaciló antes de
continuar—. ¿Qué hay de ti? No tuvimos oportunidad de conversar mucho anoche.
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Aunque el tiempo parecía fluir de diferente forma, le asustó preguntar en qué mes estaba.
Pues la racionalidad de Taehyung le hizo pensar que habían pasado exactamente dos días de
su diciembre en el 86".

—Siguiendo con tu lógica... Entonces tengo dieciocho —dijo con su voz profunda—. Mi
cumpleaños es mañana.

—¿Mañana?

—Eso parece.

Taehyung pensó que era muy curioso que Jungkook comenzó a mencionar a ese chico
después de que cambiaron algo. Por mucho tiempo creyó que había incluido a una persona
aleatoria de su entorno; pero ahora, tuvo más sentido para él que tal vez él pareció
específicamente por su culpa, así que dedujo que él nunca estuvo en la línea original.

Y tenía razón, Dominic solo existía en las líneas donde todos eran benevolentes.

Kim Taehyung nunca lo sabría; pero su afamado rival era el hijo que su mejor amigo nunca
pudo conocer. Y pensó que él era el error que tanto había estado buscando.

—Ahora entiendo por qué quieres regresar a casa...— dijo Dominic. Pero su voz divagó
cuando la jugada de Jungkook fue tan buena que le robó la atención.

Taehyung se mofó mentalmente de él cuando dejó de ponerle atención por ver a su esposo,
que no era su esposo, pero... él mismo se entendía. "Ah... Taehyung, ¿aún fantaseas con
eso?" se dijo.

—¿Te gusta, cierto? —se atrevió a decirle, de brazos cruzados.

—¿Quién? —dijo volviendo su vista a Kim.

Negó con una sonrisa. —El bateador. Estás ignorándome por su culpa.

El chico no le contestó. Su silencio le confirmó a Taehyung que la lástima que sentía era
realmente válida cuando entendió su función allí. Taehyung no sabía qué o quién detonaba
la existencia de este chico. Aun así, se sintió ligeramente culpable de que estuviera atrapado
como ellos.
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Jungkook se lo había dicho, él no podía amarlo. Quizá porque Dominic era uno de los fallos o
simplemente... porque Taehyung había aparecido antes de que eso sucediera.

—No, solo... me agrada. Parece ser una gran persona —dijo divagando un poco.

El castaño sonrió de lado viendo a Jungkook jugar con esa destreza, con esa chispa que solo
él tenía. Y esa sonrisa, capaz de hacer que el tiempo entero se paralice.

Suspiró, para luego asentir con la cabeza.


—Lo es... —murmuró apenas—. Es un hombre espectacular —afirmó con total seguridad.

Dominic no pudo evitar reírse ante sus escasas palabras, ganándose una ceja alzada de
Taehyung.

—Oye... Yo lo vi primero —le dijo el menor dándole un pequeño empujón y una sonrisa que
hizo a Taehyung imitarlo.

Una parte muy pequeña de Kim hubiese querido burlarse de él sin ser malicioso,
simplemente alardear de que tenía corazón de Jeon para él solo; sin embargo, llegó a la
conclusión de que ese no era su Jungkook, al menos no aún.

Aquel chico encantador llegó a ser suyo por el camino que recorrió, y los errores que
cometió.

Entonces, pensó que el orden de las cosas no era igual para todos; en especial, para ellos.
Porque Taehyung tuvo que esperar tantos años y de regreso para conocer a Jungkook; pero
Heart lo encontró primero para luego tener que esperarlo para siempre.

Sí, suspiró y en lugar de burlarse le sonrió profundamente sereno.

—¿Y por qué no le hablas? —dijo llevando su vista al menor.

Dominic bajó la cabeza y negó un poco viendo al suelo.


—¡Ja! ¿Y arriesgarme a que me rechace? Ni loco, solo míralo.

—En realidad no puedo ver mucho—frunció el ceño—, de hecho, necesito mis anteojos.
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Ese escepticismo del muchacho se rompió cuando le fue imposible no soltar una gran
carcajada en medio de la tribuna.
—¿Qué carajos, Tyler? —dijo divertido con su comentario.

Taehyung también riendo alzó los hombros.


—Los miopes vemos bien de cerca, no de lejos —se excusó—. Pero ese no es el punto...

El muchacho suspiró, no tenía muchos amigos. Ninguno en realidad, y el ladrón de


electrónicos había conseguido agradarle, es más, se sentía demasiado familiar.

Quizá porque ambos tenían la misma ilusión, el mismo espíritu e irónicamente el mismo
nombre.

Después de todo, al hablar de espíritu no era necesario referirse al alma; sino a la capacidad
de amar y pensar. Ambos tenían un gran corazón.

—Definitivamente no está en mi liga —dijo al fin, resignado.

—Ah, ¿no? —El chico negó—. Nunca has hablado con él. ¿Cómo estás tan seguro?

—Es alguien muy inteligente, y por lo que sé... reservado.

—Eso no significa que no puedan tener muchas cosas en común.

—¿Qué podría tener yo en común con alguien como él? —Suspiró.

Sí, Taehyung pensó que... aunque quería tener el corazón de Jungkook en una caja de cristal,
este necesitaba vivir, necesitaba enloquecer de juventud antes de entregarse a él.

Incluso si no lo hiciera, incluso si renunciara a él... Taehyung sabía que todo debía seguir su
ciclo.

—Le gustan los superhéroes. ¿Sabes? También teñirse el cabello de muchos colores, las
perforaciones, aunque creo que aún no se ha animado a hacerse una, y podría decirse que es
un poco metiche —le dijo con gracia.

—¿Qué? —La forma en la que al castaño le tembló la voz hizo dudar a Dominic—. ¿Cómo
sabes que...?
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Taehyung no le hizo caso a sus cuestionamientos y siguió—: Le gusta el arte... Y la música...


adora la música en todas sus formas. —Sonrió apenas—. Tocarla, cantarla, bailarla...
¡Descubrirla! Ama descubrir canciones nuevas, las atesora y las viejas, maldición, para él no
son clásicos, son leyendas.

Taehyung volteó en dirección a Jungkook quién por un segundo alzó la vista hacia el cielo
para ver volar la pelota en esa jugada.

—Él y tú... se conocen. ¿Cierto? —se atrevió a preguntar Heart.

—Hoy no —declaró—. Probablemente tampoco mañana. Pero quizás... Ayer lo fuimos todo.

El chico dudó pasando su vista de él a Jungkook un par de veces sin poder entender,
sacando una conclusión apresurada.

—Él es... Eso significa que acabo de quedar como un tonto frente a ti —intentó hablar pero
Kim lo interrumpió.

—No. Significa —le dijo severo—, que si no lo haces feliz tendrás muchos problemas
conmigo, jovencito.

—¿Por qué me dices esto? —Dominic estaba confundido, y tan mareado que sintió que
vomitaría.

—Sé su amigo, huyan de casa, y cómprale muchas flores. ¿Podrías?

—No lo entiendo... ¿Por qué yo? —Heart parpadeó, pero no obtuvo respuesta.

—¿Podrías? —repitió sin dejar de verlo.

—Yo... ni siquiera me atrevo a acercarme. Lo siento, no puedo.

—¿Por qué?

—No soy alguien particularmente sociable. Él tiene una gran vida, y yo no tengo mucho que
ofrecer —respondió—, nada, de hecho.

Taehyung se quedó callado un par de segundos en los que sintió que ellos no eran tan
diferentes.
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—No eres sociable, pero... has estado caminando por la ciudad con un desconocido todo el
día. Muy irónico ¿No crees?

—No... no es lo mismo.

—Sí, lo es. Así que cuando se acabe el juego. Acércate a él... Tampoco tiene muchos amigos,
estoy seguro de que estará feliz de verte.

—¿Y si me rechaza? —Estaba increíblemente consternado. La presión en su cabeza le


confundió, sin embargo, Tyler no le provocaba temor, más que eso, le transmitía mucha paz.

El castaño sonrió y llevó su vista a Jungkook por un segundo; en un momento tan exacto que
fue capaz de apreciar al pelinegro mirando en su dirección.

El nudo en su garganta se hizo muy grande, Jeon Jungkook como tantas veces, veía más allá
de la malla desde el campo; pero esta vez, no lo estaba viendo a él.

Dominic le sonrió, causando que Jungkook lo hiciera, y cuando se encontró correspondido,


se animó a levantar su mano para saludarlo.

—El temor te mantiene a salvo. Pero eso no le sirve a seres insignificantes como nosotros
cuando el universo es tan grande y curioso que... nunca sabes qué encontrarás. Y si no te
arriesgas... nunca podrás sentir que estás vivo.

Finalmente se mofó de él. —Pues hasta el momento... no he encontrado nada que valga la
pena.

—Dominic —le llamó—. Sé que es difícil de creer pero la vida... —le mostró benignidad con un
suspiro— no es tan mala como parece.

Heart abrió los ojos sorprendido. Él creía en lo divino, y por un diminuto instante, sintió que
alguien arriba lo había escuchado. Kim se quedó callado un par de segundos en los que —por
sus ojos tristes—le hubiera gustado abrazarlo.

Quizá la vida era eso. Solo un instante, ni más, ni menos.

Resultaba curioso pensar que ninguno existía en la línea del otro. Aun así, era tan fácil hablar
entre ellos porque, aunque el universo se opusiera... ambos compartían un lazo inefable.
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Uno forjado por la pureza de sus inocencias al amar, de sus deseos de descubrir el mundo y
esa valentía que vivía en ellos.

—Tengo miedo de sufrir —confesó finalmente.

Le observó con resignación, y una sonrisa llena de melancolía cuando le dijo:


—El miedo al dolor nos limita el conocer cosas que podrían ser maravillosas.

Heart creyó en lo profundo de su corazón que el cielo quería mostrarle la gracia. Taehyung
suspiró. El viento que erizó la piel de su cuello le hizo pensar que faltaba mucho por
entender. Pero al final, si Taehyung era un ángel para todos... no le molestaría serlo para él
también.

—¿Quién eres tú? —le preguntó directo.

—Soy tú... —se burló Kim y guiñó un ojo—pero más inteligente.

El partido terminó a favor de los locales, todos se pusieron de pie felices entre aplausos y
alaridos.

Taehyung vio a Jungkook tomar su bolsa del entrenamiento, notó la forma en la que
volteaba a ver hacia el chico y luego fingió una sonrisa.

—Tyler... —le llamó Dominic—. Algún día... ¿volverás?

—No lo sé... tal vez. Si vuelvo a huir del pueblo vendré a buscarte —respondió con algo de
gracia.

—Ten —extendió hacia él el pasaje de autobús—. Te llevará a casa.

Lo tomó; sus manos temblaron un poco cuando notó que el Dominic no mintió, y realmente
lo había conseguido.

—Gracias... —murmuró al notar a Jungkook acercarse—. Ahora prepárate, viene hacia acá.

—¿Qué?

—Adiós, niño —dijo finalmente, con pesar cuando se alejó un par de pasos.
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Y aunque él lo había provocado, hubiese deseado no estar lo suficientemente cerca para


escuchar ese—: Oye... yo te conozco, creo —que dijo Jungkook cuando estuvo cerca—. Estás
en mi clase de inglés, ¿O no?

El chico bufó. —Soy Dominic, por cierto, me siento junto a ti desde el semestre pasado.

Taehyung se dijo a sí mismo que siguiera avanzando, que ya no le correspondía, que debería
regresar a su pueblo y encontrar la forma de volver a casa. O en su defecto, comenzar de
nuevo allí, en ese futuro tan cruel y frío en el que no tenía nada.

Pero no pudo, su corazón era demasiado sensible, y se detuvo por un par de segundos a
admirar con nostalgia a ese Jungkook beisbolista, con sus calcetines altos, la gorra y esa
sonrisa que le mostró al chico.

Le dolió. Le dolió más de lo que esperaba porque admitiría ser egoísta al pensar que esa
sonrisa era suya, él ya se la había entregado. Le pertenecía, así que no quería que la tuviera
nadie más; y le quemó, saber que los demás también la contemplaban con admiración.

Apretó la bolsa en sus manos, estático. A su lado, pasó ese viejo de espalda ancha y
expresión seria cuya presencia le quemó un poco.

Taehyung, asustado, retrocedió por la cercanía del mayor, aunque el verlo reprender a
Jungkook le resultó gracioso.

Se permitió observar por unos segundos, y sonreír al verle caminar con normalidad. Él
amaba tanto a su hermano, nunca lo negaría.

—No discutiré contigo, vámonos —escuchó decir a Seokjin y él se escandalizó al verlo darse
la vuelta.

Estaba feliz de ver su rostro; y se jactó al notar que la vejez no era capaz de acechar a Seokjin
por lo joven que se veía al no aparentar su edad.

Sin embargo, Seokjin no debía verlo. Así que intentó huir veloz, pero terminó chocando con
él. Escuchó su voz de cerca, cuando se disculpó, aunque Taehyung no pudo detenerse, no
era correcto.
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Sabía que Seokjin le buscó con la mirada, pero de todas formas siguió avanzando hasta ser
capaz de alejarse del campo.

Y gritar.

Gritar tan fuerte y desesperadamente porque jamás lograría sacar ese dolor del pecho. Gritar
por su alma desconsolada.

Esa tarde, subió al moderno autobús que le llevó de regreso a su ciudad en medio del caer de
las hojas de otoño que volaron por toda la carretera que le conducía a casa.

Esas horas que pasó viendo por la ventana le hicieron recordar el largo camino que había
recorrido. La carretera era tediosa y aunque ya no le molestaba el transporte público, se
sintió muy solo en el último asiento desde el que observó por la ventana hasta que la ciudad
se convirtió en una arboleda.

Ya casi no veía el sol, el final estaba tan cerca, que en el fondo agradeció al universo haberlo
llevado de regreso a casa. Su corazón estaba destrozado.

Se bajó en su estación, arrastrando su computadora con él; Taehyung creyó que todo había
terminado; pero no había entendido lo suficiente para reconocer que el final de una historia
era el inicio de otra.

Quizá por eso los humanos viven mejor en ignorancia; porque estar consciente de todo solo
conduce a experimentar una impotencia tan grande... tan llena de desolación y a su vez, tan
real, que sería capaz de enloquecer a cualquiera que tuviese una pizca de entendimiento.

Kim Taehyung, al igual que Kim Yoonji y Kim Namjoon cometieron el mismo error: anhelar.
Ya sea un futuro, un amor, o la verdad.

Los hermanos abrieron el vórtice la primera vez, en el momento exacto en el que Jeon
Jungkook cayó, el punto cero era su culpa.

Pero el bucle, era completamente culpa de Kim Taehyung. No lo sabía, no aún.


Lo supo hasta que entró a la bodega de los Min, de donde había salido, y se encontró con la
estructura de metal desde donde podía generar el vórtice y todas sus máquinas apagadas.

Su mente le gritó que siempre estuvieron allí; pero él sabía que no era cierto.
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Como ese primer agujero que hizo en la malla que rodeaba el bosque, las realidades tenían
muchas aberturas que le daban la pauta a transgredirlas.

¿Dimensiones o líneas de tiempo? Muy complejo de explicar. Así que simplemente se diría...
una realidad que respeta el tiempo. O bueno, Taehyung ya no respetaba el tiempo.

—¿¡Por qué?! —gritó agitado y con desesperación se pasó las manos por el cabello—. ¡Lo
estoy dejando ser feliz! ¿¡Qué pasó!? ¡Lo hice bien!

Negó con la cabeza incrédulo. ¿Qué cambió? ¿Qué fue lo que movió para hacer que el
maldito efecto mariposa volviera a encerrarlo?

Pensó en Jimin diciendo: "Una variable creada en la segunda línea hace que se repita o hará
que se repita". Negó con la cabeza ante la necesidad de tener su libreta.

Y sí, pensó en que la brecha de la segunda solo se hizo notoria hasta que pisaron San
Francisco.

«Si él niño apareció en la segunda... eso lo convertiría en la variable; entonces, de todas, esta
es la tercera línea» dedujo.

"Si todo está destinado a ser, algo en la segunda hace que en la tercera se empuje la variable
hacia el detonante", recordó. Entonces, la verdad lo golpeó cuando su corazón comenzó a
latir más rápido y su exhale se detuvo.

Jungkook no cayó al lago la segunda vez hasta que se encontró con el chico, ni la tercera, o
la cuarta, o la quinta vez. Pero ¿Qué hizo que el chico lo buscara en primer lugar? ¿Por qué le
quemó durante todo el otoño pensar en él?

No eran celos. Era resentimiento; porque no importaba la línea, él ya lo conocía.


Por eso estaban encerrados; porque él lo había logrado cruzar. Y al intentar despedirse de
Jungkook...lo había enviado de regreso.

Las mil veces que cayó... él lo hizo caer en todas.

En conclusión. Si en el niño era la variante, el detonante...

—...Soy yo —murmuró Taehyung—. Es mi culpa.


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Negó desesperado. No se trataba de regresar, el bucle lo protegía; peor aún, lo invitaba a


hacerlo.

Y ese reloj que parecía haber estado detenido en su existencia comenzó a correr de nuevo
con ese sonido de las manecillas tan profundo rompiéndole los oídos.

Abrió desesperado la caja con la computadora que tenía y se deleitó tanto cuando logró
encenderla porque el olor a nuevo y el conocimiento eran cosas que le llenaban.

Taehyung era el tipo de persona obsesiva cuya determinación terminaba por empujarlo a
hacer cosas impensables; pero ya no podía parar.

Estaba hecho, el bucle estaba allí y nada iba a detenerlo. Es más, él no quería detenerlo,
quería encontrar la forma de quedarse en alguna de las líneas sin romper las demás.

Le quitó el polvo a los rústicos monitores en la bodega y volvió a encenderlos. Entonces,


cuando todo volvió a su sitio; la bodega se llenó de luz; pero colapsó casi instantáneamente.

Segundo intento: electricidad.

Recalculó la energía y aunque pareció que funcionaría volvió a repetirse.

Se quitó el cabello de la frente. Conectó la computadora; porque sí tenía razón, el teléfono


podía recibir señal de la computadora y viceversa. Aún no entendía mucho esa parte, oh,
pero lo haría. Maldita sea, Taehyung se juró que lo haría.

Los teléfonos tenían ahora calendarios, y él tomó el nuevo para intentar fechas al azar luego
de que logró unirlo con la máquina.

Y ese dolor en el pecho que siempre tenía cuando las luces de la ciudad parpadeaban, ya no
le asustaba. El amaba esa parte del experimento en la que sabía que toda la energía del
Condado estaba siendo absorbida por él.

Ese viejo monitor marcó la intensidad ideal. Ahora sí, la energía estaba contenida justo como
debía hacerlo.

Su traje seguía allí; y él lo entendió todo cuando volvió a ponérselo.


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Volvió a atravesar el umbral, y el dolor fue exactamente el mismo. La energía funcionó de la


misma forma y Kim Taehyung lo único que podía hacer era elogiarse mentalmente para que
sus deseos de llorar no lo sofocaran.

Quizá estaba mal, quizá ya estaba demasiado corrompido; pero no había llegado tan lejos
para irse con las manos vacías.

Tercer intento: dualidad.

Un día cualquiera.

Probablemente en cualquier lugar. Quién sabe cuántos días después de.

Cuando volvió a caer en la bodega vacía, lo primero que hizo fue sacar el teléfono de
Jungkook y revisarlo para constatar que estaba casi inservible.

Apretó los ojos, antes de ponerse de pie.


Ahora sí, estaba dispuesto a ver qué les deparaba el futuro.

Tenía que encontrar una realidad que pudiera manipular para quedarse en ella.
Vio muchas cosas en su afán de intentarlo, desde estaciones, hasta otras versiones de la
gente que amaba en muchas otras líneas que nunca creyó que vería.

Entonces corrió, tan velozmente como sus piernas se lo permitieron. Porque él iba a causar
esa caída de una u otra forma. Las líneas sí bien estaban fracturadas, se habían abierto
muchas brechas de entre ellas, que Taehyung, definitivamente usaría para atravesar.

Lo que más le sorprendió del tercer intento fue la forma en la que todo se dio casi
exactamente de la misma forma. Él volvió a correr, volvieron a darle un aventón, esta vez no
lloró en la calle y fue directamente al centro comercial.
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Casi idéntico, de no ser porque, aunque volvió a toparse con Dominic, no era un él sino un
ella.

Y se asustó, vaya que lo hizo. Porque su aspecto había variado lo suficiente como para
resultar familiar.

No, definitivamente no podía quedarse allí. No podía seguir en el futuro, sí quería regresar a
su línea tenía que saltar entre el pasado de estas.

Así que otra vez, regresó a la bodega. Él estaba intentando probar la teoría de que podía ir a
cualquier parte del tiempo y espacio.

Cuarto intento: asombro.

Ningún día.

En ningún lugar. Quién sabe cuántos días después de.

Quizá fue el que menos tiempo le tomó para decidir abandonar.

Su pecho golpeó de nuevo contra el metal del suelo, pero no importó porque sus quejidos no
fueron lo suficientemente fuertes como para eclipsar lo que encontró.

Había gemidos, muchos gemidos que resonaban por toda la bodega. Con fuerza; pero no
eran dolorosos, sino más bien desenfrenados.

Él conocía esas voces, y no sé acercaría a la puerta de la oficina; porque sabía lo que iba a
encontrarse.

Él sabía que era Agustus y... aunque se mareó, su mente apenas pudo procesar el nombre
que estaba gritando. Porque llamaba a su hermano con tal fuerza, como si al alejarse de él
fuera a morir.
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Sabía que era Seokjin el que jadeaba, y aunque no pudo escuchar bien lo que le decía,
confirmó que era peligroso estar allí cuando le faltaba el aire.

Ellos dos, juntos, eran uno de los errores más grandes de todo el plano. Y eso los mataría a
todos. Probablemente por eso el destino decidió que era necesario que a Min se le deslizase
una hoja de su cuaderno, esa donde estaba el poema que causó su separación.

Apenas logró regresar a esa que había bautizado como la tercera línea. Y le quemó tanto,
como si confirmara que ellos alguna vez o en alguna línea le hicieron daño.

Cada realidad era más extraña que la anterior.

Quinto intento: fallido.

Se sentía muy débil, casi se había quedado atrapado en una de las líneas cancerígenas y tuvo
que respirar para volver a intentarlo.

Se pasó las manos en el rostro; porque, aunque quería moverse en el pasado de cada historia
no podía, no si corría el riesgo de encontrarse con más variantes de las piezas o consigo
mismo incluso.

De no ser porque su cuerpo cada vez sentía más dolor, lo habría intentado miles de veces
más. Pero en ese momento, tembloroso, tomó su teléfono e intentó cambiar la fecha de a
dónde debía dirigirse.

Era como dejarse caer en el acantilado con la certeza de que caería de nuevo en la cima.

Cada vez más perdido que la anterior. Con las campanas del final resonando a cada paso que
daba.

Sexto intento: desesperación.

Un día cualquiera.

En cualquier lugar. Quién sabe cuántos días después de.


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Le dolía ya el pecho de tantos choques contra el suelo, y sus labios se habían agrietado.

Se acercó de nuevo a la puerta de la bodega por centésima vez en ese "día" y ladeó la cabeza
cuando se dio cuenta de que la nieve se estaba desvaneciendo. Sí, el invierno se estaba
acabando.

Y a diferencia del pavimento con el que se encontró en el futuro... la extensión de árboles


estaba de nuevo allí; sin embargo, algo se sintió diferente.

Respiró un poco más lento cuando su pecho se sintió pesado. Estaba lastimado; mas no fue
eso lo que le aturdió; sino los recuerdos que tuvo de pronto al estar allí.

Volteó con miedo hacia la oficina, estaba solo; pero sintió tanto frío en la espalda, como
aquel a quien su camisa le fue arrebatada.

No había cuenta, o separación; Taehyung se arriesgó con esa fecha. Pero comenzó a
cuestionarse... en qué línea estaba, pues sintió tanta desesperación que tuvo que tomar aire
por la boca.

Así como al resto de las piezas; las memorias de Taehyung también se habían movido con
intenciones de mezclarse; y esta vez, mientras caminaba hacia en el exterior, al arrastrar sus
pies por el sendero en el bosque pensó en que... él no tenía la culpa.

El tiempo no se movía igual en todas las líneas; parecía ir más lento en algunas. Y en la
primera, Taehyung sintió como si él fuese más veloz que todo a su alrededor.

Si bien, las memorias "originales" no pudieron confundirlo como a los demás; al estar allí, se
sintieron tan reales que sus rodillas temblaron.

Sí, la nieve había cesado y en las ramas de los árboles comenzaban a nacer nuevas hojas de
un hermoso verde que prometía esperanza.

«Debió ser muy malo... ¿Cierto?» se dijo a sí mismo. «Demasiado como para que haya elegido
perderme esto».
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Más allá de todas las cosas absurdas que había hecho; quizá la más peligrosa de todas fue
seguir avanzando en esa, que era la realidad de la que tanto huía. La afamada primera línea.

Y allí, escuchando el canto de las aves que parecían ir de paso por la migración debido al
clima, observó todo exactamente como él lo recordaba. O al menos así fue hasta que el
sabor amargo de la sangre en su boca le quemó. Y él quiso abrazarse.

Hizo algo diferente porque sintió la necesidad, y caminó en sentido contrario. Mientras más
avanzaba por la vereda que le llevaba de regreso a casa, más claros eran los recuerdos de él
vagando ebrio por esos mismos y de... él escondido detrás del piano en el auditorio.

Comenzó a recordar que, aunque se consideraba alguien erudito y para nada fanático de
seguir tendencias, consiguió cientos de revistas de moda para entender de lo que...
¿Agustus? Sí, para entender lo que él decía.

Recordó que intentó escribir una canción y solo consiguió muchas burlas porque su voz
jamás sería lo suficientemente buena. También la vergüenza que experimentó cuando él le
dijo que era terrible bailando.

Kim Taehyung... esa versión de Kim Taehyung hizo tanto para curarlo. Pero no, ese chico no
estaba herido, estaba podrido por dentro.

El castaño lo siguió e hizo todo lo que estuvo en sus manos para conseguir aprobación. De
sus padres, de los maestros, de su hermano, del único amor que tuvo... de todos. Y aun así no
fue suficiente.

Quizá por eso se le permitía ser el protagonista de todas las otras líneas; porque no pudo
serlo en la primera.

Toda esa historia graciosa, llena de situaciones hilarantes que al inicio parecía salida de esas
películas que le gustaban, de clichés románticos sin fin, no eran más que un reflejo de lo que
su alma anhelaba sentir.

Esos bailes, esas risas, todo ese amor eran cosas que no tuvo.
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Recordó las veces que Jungkook lloró en su cama, a su lado, mientras él trataba de
convencerlo de que esos recuerdos no eran reales; pero ahora entendía lo que era sentir el
dolor al que estabas destinado. Y le dolía, verdaderamente lo hacía.

Más que eso, le quemaba el alma profundamente.

Había tantas cosas que de pronto entendió que se abrazaba a sí mismo con pesar al caminar.

Llegó a su calle, y sintió los ojos muy pesados. Tenía recuerdos, sí, y el motivo de que no lo
confundieran era evidente para él, pero no quería pensarlo.

Avanzó por la acera viendo los jardines con nostalgia, como lo habría hecho cualquier otra
tarde de regreso a casa. Y deseó con tanta fuerza no ser él.

Deseó tener salud, valentía y amor.

Encontrarse con otra versión de sí mismo habría sido un gran problema, y Taehyung no se
habría atrevido a avanzar tanto de no ser porque sabía que... él ya no estaba allí.

Vio por unos segundos la casa de los Min y se burló un poco.

Si Seokjin se hubiera acercado y sido honesto con él desde el principio, Taehyung lo habría
escuchado atentamente. Y se habría apartado.

Taehyung siempre creyó que había algo extraño entre ellos, y no lo supo por Min, el
pelinegro nunca mencionó a Seokjin en ningún momento.

Él lo supo por su hermano; porque no era tan ajeno como todos pensaban. Él lo oyó llorar
mucho y aunque quiso preguntarle, nunca tuvo el valor para hacerlo.

Ahora que estaba allí, pero con un poco más de madurez, y de conocimientos sobre la vida,
pensó que estuvo mal ser indiferente a ese dolor.

También se sintió muy tonto porque ahora sabía que el amor no se trataba de llenar
expectativas, que el amor no te aleja de tus seres queridos, el amor no te golpea, no te fuerza
a nada, no se burla de ti.

El amor no te aprisiona.

El amor... te cuida. Y te hace crecer.


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Eso que lo cegó la primera vez no fue amor, sino la desesperación de encontrar algo que le
hiciera sentirse amado. Porque lo deseaba tanto, que cuando un similar apareció se aferró a
eso y deseó con intensidad que lo fuera.

Aunque en el fondo sabía que no lo era. Aunque lo hería, aunque era falso.

Taehyung no comprendió del todo por qué si Agustus era su amigo en la segunda línea, si
tenía esa capacidad de escucharlo sin causarle algún temor, ¿por qué demonios se atrevió a
usarlo tanto en la primera?

Si él estaba tan lastimado como decía, cómo se atrevió a joderlo, a gritarle que lo dejara en
paz por lo irritante que era, a decirle que si no lo acompañaba a beber esa noche en la
bodega dejaría de hablarle.

A besar a su hermano, a escabullirse de su habitación para hablar con él en el pasillo cuando


creía que Taehyung no se daba cuenta. De tomarle fotografías que luego colgó en la entrada
de la escuela para que todos las vieran.

Taehyung se ganó su lugar como protagonista en todas las otras líneas y April pagó sus
pecados al no poder estar con Seokjin en ninguna, incluso si en alguna se amaban.

Si Agustus Min se hubiese dejado sanar a sí mismo; Taehyung lo habría cuidado tanto y tan
delicadamente mientras florecía que habría vuelto a llenar de flores los campos en
primavera; pero no lo hizo.

Sabía que Seokjin cometió errores que nunca podría reparar, que era cobarde; pero
Taehyung... ¿Qué le hizo?

Su yo inocente era el verdadero «¿Qué hice para merecer esto?»

Y por eso el destino, o quizá Dios se compadeció enviando a Jungkook hasta él; porque
desde el segundo en el que pisó el Condado, Jeon Jungkook había sido su cambio, su
invierno, uno a cuyo frío viento había dejado de temerle.

Así como era, imprudente y despistado. Tan insolente que era cómico, con sus ideas extrañas
sobre la vida y el universo.

Jungkook era el invierno que esperó pacientemente todo su otoño para ser digno de amarlo.
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No quería seguir avanzando hasta su casa, entre más cerca estaba de ella, más fuertes eran
los recuerdos lúgubres.

¿Su corazón roto derramó la gota del vaso?

No.

¿Su familia?

Tampoco.

La sangre de su nariz que no se detuvo sí.

Esa visita al hospital en donde se presentó solo a urgencias fue lo que lo hizo, y lo mucho que
lloró cuando tuvo que quedarse allí por días y sus padres no atendieron el teléfono, ni
siquiera lo buscaron.

Sin importar lo que dijeran corrió a casa. Se tropezó en la entrada, y le habló a su padre
cuando entró, lo recordaba bien, también haber tomado eso que escondió en su habitación
en sus manos.

Fue como si le hubiesen puesto un reloj de arena en la espalda. Y él simplemente hubiera


roto el vidrio.

Avanzó finalmente las casas que le restaban; temblando; se acercó a la suya, y entendió por
qué le tenía tanto miedo a los francotiradores, y porqué se removía incómodo con algunas
de las malas bromas de Jungkook.

Negó incrédulo cuando el dolor fue tanto al estar de pie frente a su hogar. Pero no esperaba
ver a su hermano sentado en el balcón con las piernas colgando en donde la herida en una
de ellas resaltaba enormemente.

Taehyung recordó haberse despedido, pero no que Seokjin le respondiera.

Él jamás culparía a Seokjin por lo que le sucedió. No lo juzgaría. Su hermano era bueno, pero
tenía miedo, siempre lo tuvo. Eso era todo, y se merecía al menos una pizca de perdón de su
parte.
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Lo vio allí, vestido con ese traje caro que había comprado para la graduación y viendo hacia
el cielo como perdido.

Se veía tan vulnerable que Taehyung se detuvo y lo observó con tristeza porque conocía tan
bien al mayor que sabía que en ese momento se estaba reprochando a sí mismo.

Quería abrazarlo mientras recordaba lo enorme de su sonrisa al verlo con su familia y pensó:
"Nunca supe cuánto te quería, hasta que te vi ser feliz hoy".

Para que llorara en su hombro y él pudiera decirle que no era su culpa. Pero hacerlo
significaba ponerlos en peligro a todos y no podía arriesgarse a eso.

El sol de la tarde comenzó a ocultarse, Taehyung tenía que irse si quería terminar de arreglar
su vórtice para poder regresar a su línea.

Porque sí, el Taehyung herido e inocente estaba muerto. Y él había dejado de ser ese
Taehyung hacía ya mucho tiempo.

Se tragó su dolor cuando buscó marcharse, dándole la espalda; pero antes de hacerlo,
aprovechó el fuerte viento para silbar. Sí, con ese típico silbido que era un código entre su
hermano y él.

Ya sea para abrirle la puerta o para buscar su ayuda. Ese que siempre significó "estoy aquí".

—Perdóname por lo que te hice, Jin —dijo para después murmurar—: tuve miedo de sufrir.

Kim Seokjin, se recargó contra la pared de la casa llorando cuando Kim Taehyung le dejó
sólo.

Era un camino largo y sin embargo no le preocupó que la noche pareciera atraparlo.

Cuando regresó a la bodega, tomó todas sus cosas y encendió de nuevo el vórtice
recalculando su trayectoria.

Había contenido la suficiente energía para seguir haciendo pruebas; pero no era seguro, no
sabía cuánto tiempo más aguantaría el experimento en las otras líneas.

Así que se dispuso a regresar, con su computadora bajo el brazo y su celular apagados en el
bolsillo. El celular de Jungkook se había apagado hacía muchas horas.
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Iba a intentarlo, porque al ver el vacío que había dejado en la primera línea comenzó a
pensar que era el espacio que tanto estaban necesitando.

Ni siquiera se detuvo a temer cuando hizo parpadear las luces del Condado Mariposa en
todas las líneas existentes a la vez.

No había nada que le asustara ahora.

Había visto el futuro y el pasado tan de cerca, que le parecieron tan vanos cuando lo
experimentó en carne propia.

Respiró profundamente antes de pararse de nuevo frente al portal apenas poniéndose la


careta y el traje un poco quemados, cosa que le preocupó ligeramente, pero no vaciló.

Está bien, haría esto de nuevo.

Por séptimo intento.

28 de diciembre,1986

Condado Mariposa, California.

Su pecho golpeó contra el suelo de la bodega metálica. Él soltó la computadora por el dolor
y respiró agitado sin abrir los ojos mientras las pequeñas corrientes eléctricas le erizaron la
piel.

Estaba demasiado cansado y su cuerpo parecía soportar menos las descargas cada vez.
Sentía que su cabeza estaba caliente, y se ahogó con su propia saliva cuando el aire comenzó
a faltarle.

Estaba aturdido, sí, pero eso no le impidió arrastrarse para darse la vuelta y dejar caer su
espalda en el piso viendo desde allí al científico que le miraba con miedo desde arriba
intentando ayudarlo.

Se quitó la careta y el otro casi exclama al verle esas grandes manchas violáceas por el cuello
y debajo de los ojos.
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—¿Dónde estoy? —preguntó con un quejido.

—California, 1986 —le respondió el rubio que se acercó a él alarmado.

—¿Cuánto tiempo ha pasado?

—Veinte minutos.

Taehyung sonrió ampliamente ante la respuesta y comenzó a reír escandalosamente. Lo


había logrado. Era su línea.

Intentó ponerse de pie para terminar sentándose.

—Estuve allá dos días, Park. ¡Dos días! ¡Lo logramos! —dijo eufórico

—Taehyung... —intentó decir el chico en voz baja—. Escúchame, tenemos que irnos.

Pero él no lo entendió. —Toma esa cosa, Park. Conéctala —dijo señalando la computadora
lastimada en el suelo— nos ayudará.

—Eso es una...

—Una computadora del futuro —le dijo feliz. Apenas pudo levantarse.

—Te atreviste a... —negó porque estaba asustado y no sabía cómo pedir ayuda.

—Incluso si esto no funciona, vamos a ser millonarios —dijo Taehyung con una sonrisa.
Se movió hasta los controles del vórtice ante la mirada desconcertada de Jimin.

—¿Qué pretendes?

—El problema no es el bucle, es el punto cero.

—Taehyung, por favor. Deja de hablar. No puedes.

—¿Estás dudando de mí? —Taehyung se burló con una ceja alzada—. Una vez más, una vez
más. Es todo lo que necesito

—Taehyung, detente —le dijo Jimin, alarmado.

Jimin frunció el ceño con desconcierto. A este chico Taehyung... se le había zafado el último
tornillo de la cabeza.
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—El bucle es mi culpa; yo lo empujé. Ahora lo entiendo, la primera vez fue un error, pero pasó
una segunda, una tercera, habrá una cuarta y así infinitamente.

—¿Cómo estás tan seguro?

—Porque ya viví esto —dijo aunque en su voz no había seguridad.

—Taehyung, escúchame. Es demasiada radiación. —Negó con la cabeza—. No tenemos


tiempo para esto, tenemos que irnos.

—No me iré de aquí. Yo voy a morir, eso es un hecho; pero la tendencia con la que sucede no
es la misma. No me interesa la radiación, me enfermé sin estar cerca de ella, ¿qué más da si
me acerco voluntariamente?

Así como todos estaban en contacto con las demás versiones de sí mismos... Kim Taehyung
no era la excepción.

Y quizá ahora conocía su verdad, su adiós original; pero eso no cambiaba el hecho de que en
cada línea, ese desenlace era factible.

Era como un violín, en donde tocar la primera cuerda al aire sonaría igual que tener el
meñique en cuarta posición en la segunda cuerda. Más fácil, menos elegante.

Ya no le interesaba, ni la muerte, ni la vida, ni el sol o las estrellas; Taehyung quería arreglar


todo lo que él destruyó por su propio egoísmo.

Y entendió, que alguien debió abrir el vórtice del lago en primer lugar. Se preguntaba
cuándo, dónde, por qué.

El tiempo ya no importa, tenía suficiente energía para transportarse a sí mismo a dónde


quisiera. Si él estaba destinado a ser el bucle... iba a hacerlo bien.

El rubio tembló un poco cuando no pudo ni siquiera volver a encender las dos palancas de
nuevo. Y Taehyung volvió a pararse frente al vórtice arreglándose el traje.

En su casa todos estaban peleando, las personas seguían resguardadas en sus casas. Él debía
hacerlo. Ahora lo entendía. Ese era su propósito.

Este sería el último intento.


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No tenía tiempo que perder, conectó él mismo la electricidad de su máquina, pero incluso al
encenderlo no obtuvo respuesta.

—Taehyung... —murmuró Jimin— ayuda.

Su voz se escapó trémula. Tanto, que el sonido hizo estremecer al castaño, aún más cuando
escuchó un revólver ser cargado detrás de él.

—¿Qué...? —murmuró desconcertado.

El castaño guardó los teléfonos lentamente en el bolsillo de su pantalón, y luego se dio la


vuelta, con expresión dura.

Park Jimin, ese que le había ayudado a tocar el punto cúspide de su experimento, era el
mismo que tragaba saliva pesadamente, con dificultad, por el brazo que rodeaba su cuello y
la boca del arma en su sien.

Kim Taehyung frunció el ceño cuando Kim Namjoon le sonrió.

—Vamos... pequeño Kim —le dijo burlesco—. Hazlo, atraviesa tu hermoso vórtice. Enséñame
cómo fue que te atreviste a robar mi trabajo, el maldito experimento en el que puse décadas.

—¿Cómo es que...? —murmuró incrédulo con la presencia del moreno allí.

—Te lo dije, Kim. Están sentenciados, en el momento en el que dejes el pueblo, todos en tu
casa se mueren. Y por tu culpa, ahora Jimin también, bueno, él podría ser el primero.

—Todo lo que hizo, estuvo mal. No intente culparme por sus errores. Yo fui quién lo hizo
posible.

Una sola persona era suficiente para hacer que... todo se fuera al carajo. Y de quince agentes
de las fuerzas especiales, con uno muerto bastó para que Namjoon saliera del lugar
confiando en donde pasó varios días.

Los agentes desde Washington estarían allí muy pronto, y cuándo llegasen no buscarían al
indefenso, y pobre joven que creía poder jugar con la realidad; no, ellos irían tras los líderes
del experimento. Irían detrás de Namjoon. A los agentes definitivamente les convenía
mantener su lealtad a Namjoon.
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Taehyung no tuvo tiempo de reaccionar, aún estaba aturdido ya que el resto de los
ayudantes del laboratorio se encontraban amordazados dentro de la oficina de la bodega,
mientras los militares renegados les apuntaban y él estaba —personalmente— bastante
jodido.

—Enciéndelo —le dijo el profesor con mirada dura—. ¡Qué esperas! ¡Hazlo, ya!

—¡Es peligroso, no funciona así!

—¿Ah, no? ¿Entonces me mentiste, Park? —le dijo una risa desquiciada, y un alma
completamente pérdida—. Recuerdo que hace un par de minutos me dijiste exactamente
cómo funcionaba. Dijiste que Taehyung había logrado almacenar la energía, dijiste que...
podría moverse a dónde quisiera.

Taehyung negó con la cabeza y murmurando —Jimin... —hacia el rubio sintiéndose


traicionado—. Tú...

—Lastimaron a mi equipo... No tuve elección. —Park apenas pudo contestar—. Y tu casa...


Tienen rodeada tu casa.

Fácilmente podría haber corrido de regreso al portal, huir y perderse en las líneas; pero el
tiempo no se detiene. Ni para él, ni para nadie.

Así que marcharse significaba dejar a Jimin y al experimento a la deriva; significaba


condenar a toda su familia, cosa que no podía permitirse.

—Incluso si lo enciendo... —dijo acercando su brazo hacia los controles, y bajando la palanca
para activarlo—. ¿De qué servirá?

Taehyung tragó saliva, alzó sus brazos en señal de rendición, lentamente cuando la
electricidad comenzó a fallar.

—Mi hermana dio su vida por ese experimento —escupió Namjoon—, como para que alguien
como tú, crea que puede tomarse atribuciones que no le corresponden.

El arma estaba cargada y Jimin tembló porque sabía que Namjoon era capaz de jalar el
gatillo.
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Taehyung dudó por un segundo, y una gota de sudor se deslizó por su frente. Intentó
observar el plano completo, pero su visión era limitada, aun así, se esforzó por encontrar una
salida.

—Si no me corresponden... ¿Por qué fui yo el que hizo funcionar el experimento? —Dio un
pequeño paso al frente—. ¿Por qué me obligó a enseñarle lo que había descubierto? ¿Por
qué justo ahora está desesperado? El vórtice está encendido, adelante, es todo suyo.

—¡Alto! —ordenó tirando del cuerpo del rubio—. Quédate quieto o Park se muere.

—Tantos años de trabajo juntos... ¿Realmente piensa en matarlo? Es como un hijo para
usted.

—Es un traidor, ambos lo son. Él es peso muerto y tú... solo un idiota insignificante que no
sabe a lo que se enfrenta.

Taehyung dio otro pequeño paso al frente.


—Si soy tan insignificante... ¿Por qué me tiene tanto miedo? —dijo sin flaquear.

—No te tengo miedo —respondió con una mirada vaga—. Te tengo lástima

—Es algo mutuo. ¿No le parece, profesor? ¿Qué podría dar más asco que un desesperado
como usted?

—Un iluso, y tú nunca serás más que eso.

—¿Y por qué? —dijo, altanero, cuando sus palabras le hicieron fruncir el ceño.

—Porque... tú no sabes cuándo detenerte.

Quizá fueron segundos, pero en la mente del castaño aparecieron decenas de recuerdos...
Porque era cierto.

Él era ese que casi mata a un hombre por no flaquear en sus turbios experimentos, aquel que
sacrificó hasta la última gota de su sudor para encontrar una salida.

El hombre que aún sin comer o dormir correctamente seguía teniendo fuerzas para correr
hacia lo desconocido. Ese que no se detenía hasta entender cómo funcionaba hasta lo más
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sencillo de su existencia. Era ese... que ahora sabía, en cualquier línea de tiempo, se dejaría
tocar por un poco de conocimiento.

Kim Taehyung era tan culpable como todos, y pese a su presunta benignidad, estaba tan
corrompido como el resto desde el inicio.

Era ese que robó el arma de su padre a finales de noviembre para estar preparado en caso de
tener que defenderse, esa que en alguna línea tuvo el valor de ponérsela en la frente. Y ahora
sabía que sólo se detendría hasta que eso pasara.

Sí, Taehyung era el mismo imbécil que no se esforzó por leer el letrero de aquella malla
alrededor del bosque y causó muchísimos problemas.

Si él no hubiese rescatado a Jeon Jungkook cuando este atravesó la barrera, lo más


probable es que no sobreviviera a la hipotermia, o las aguas del lago hubiesen hecho
colapsar sus pulmones hasta matarlo.

Y sin él, no habría entrometidos, ni amores, ni bucles sin fin. Pero como siempre, Kim
Taehyung, no se detuvo allí.

—Tiene razón —contestó con una pizca de resignación—. No sé cuándo detenerme...

Kim Taehyung gritó la última parte, se movió veloz, abalanzándose sobre él para empujar su
codo en un intento de desarmarlo.

El sonido del disparo fue casi instantáneo al castaño empujándolo y al grito de dolor de Park
cuando sintió el cuerpo caliente.

Jimin intentó zafarse, causando que el moreno soltase el revólver pero cayendo él también
al suelo, en donde la sangre comenzó a escurrir por la manga de su brazo.

No tenían tiempo; el Kim menor no lo pensó, y tomó un tubo de metal del suelo de entre las
piezas sobrantes para poder golpear a Namjoon que pareció intentar buscar con la mirada el
arma entre la sangre.

Como si de un partido de béisbol se tratara, en donde el arma era la pelota, y Taehyung el


equipo local.
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Los rumores eran ciertos, Taehyung era un increíble segunda base, lo cual significaba que
tenía un buen brazo para batear.

Alzó sus brazos veloz para darle un golpe en el abdomen que lo desestabilizó cuando lo duro
del metal pareció fracturar una de sus costillas.

Namjoon trastabilló chocando su cuerpo contra los controles, quiso gritar por el intenso
dolor; pero no lo haría, fue entonces cuando notó que el voltímetro estaba en verde. Era
seguro atravesar el vórtice.

Al bajar la cabeza vio su arma, y cuando Taehyung intentó darle otro golpe se lanzó al piso
para tomarla, esquivándolo.

El pundonor de ambos Kim había sido roto por el otro. Y ya no les interesaba tener que
matarse entre ellos.

Taehyung buscó darle en la cabeza justo cuando esté volvió a disparar en un intento de
ponerse de pie.

—¡Vienes aquí con un arma para defenderte de un niño! —se burló Taehyung. Namjoon jaló
el gatillo, pero el sonido del cartucho vacío le sorprendió—. Y ni aún así puedes lograrlo.

—Pero puedo hacer que este día se repita —dijo finalmente.

El moreno soltó el arma y retrocedió en un intento de correr hacia el vórtice, como si fuera
una carrera completa.

Taehyung lo imitó sabiendo exactamente qué era lo que quería hacer y con los brazos
alzados le dio un golpe en la espalda haciéndolo chocar con el marco del experimento.

—¡Estás hundiéndote, Kim! —gritó Taehyung, cuando él, el dulce y recatado joven, se acercó
violentamente con intenciones de estallarle a golpes la cabeza.

—Me hundo...—dijo Namjoon, y aunque el chico lo golpeó, aprovechó para tomarlo de la


cintura cuando perdió el equilibrio—pero tú vienes conmigo.

Sus pies cedieron y ambos, finalmente cayeron hacia el interior del frágil portal que habían
construido a ciegas.
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La espalda de Namjoon fue la primera en atravesarlo, rompiendo la barrera de energía


cuando sintió su piel entera arder; y Taehyung... él cerró los ojos, sollozó sin intención de
hacerlo y se dejó guiar por eso que los intelectuales decidieron llamar espacio-tiempo.

Cuando este colapsó, el estruendo fue tan grande que el ruido ensordeció a Park cuya visión
se quedó borrosa por el polvo que se levantó.

Más masa era igual a más peso y por lo tanto... Maldición, Taehyung lo había dicho hasta el
cansancio. Y era obvio, ellos no tenían suficiente energía para hacer que dos cuerpos así de
pesados atravesaran el portal al mismo tiempo

Park estaba mareado; sus pies parecían ser incapaces de pisar con firmeza cuando luchó por
levantarse en medio del humo y los escombros.

Sabía que estaba gritando, pero no podía escuchar sus propios gritos; en su cabeza, el
estallido se quedó tan perenne hasta convertirse en un pitido como el de un micrófono al
caer.

Apestaba a quemado, y él sabía que no podrían contener un incendio eléctrico por mucho
tiempo, si se esparcía al bosque estaban jodidos, el agua no lo apagaría. Necesitaban
extintores o mucha tela.

Le dolía el brazo, estaba sangrando por la bala que había herido este; pero aun así hizo un
gran esfuerzo por abrir la oficina para liberar de su encierro a sus asistentes y varios militares
para que lo ayudasen a contrarrestar el próximo fuego.

Todos parecían asustados, más que eso, tosían por el humo y se preguntaban qué había
sucedido con el profesor al ver los escombros

Ellos sabían qué hacer, comenzaron a moverse veloces; pero a Jimin no le interesaba. Quería
llorar, quería morir, quería no haber visto al profesor y Taehyung atravesar el vórtice al
mismo tiempo.

Avanzó solo un poco, el portal se había consumido a sí mismo; y la necesidad de salir


huyendo de allí le invadió.
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Sin embargo, contrario a lo que creyó, alcanzó a ver entre el humo un cuerpo, cubierto de
pedazos de caucho que parecía convulsionar del dolor en el suelo.

«El niño...» pensó y casi se arrastró a sí mismo para llegar a él.

El profesor había desaparecido, había cruzado la barrera, pero... ¿Y el chico?

—¡Taehyung! —dijo. Estaba demasiado consternado y estar cerca de él dolía—. ¡Taehyung,


abre los ojos! —rogó.

Quizá se trataba de un principio básico... pero el caucho lo había hecho literalmente rebotar
en sentido contrario, o al menos esa fue la deducción de Jimin.

Se apresuró a intentar quitarle lo que quedaba del traje; había partes que parecían
derretidas, e Incluso, a un costado del cuello de Taehyung parecía haber una gran
quemadura. Las heridas de su piel dejaban un rojo expuesto, vivo y supurante con orillas
más oscuras.

Le manchó el pecho por la sangre escurriendo de su hombro cuando batalló en quitarle las
botas, y el resto del pantalón especial para poder dejarlo en su ropa particular; la tela estaba
pegada en una de sus piernas. Estaba herido, mucho.

Aún así, estaba estirando el brazo para alcanzar su libreta, que apenas había logrado ver
unos metros en el suelo.

—Park... —le oyó balbucear—. Mi libreta. Hospital... elec... electri...—se ahogó con su saliva, o
quizás era su sangre—. Diles que toqué... que yo... cables. Yo, cables. A-ayuda. Jimin, ayuda.

El rubio se apresuró a tomar el pequeño cuaderno para luego guardarlo entre su ropa.

No podían esperar a que alguien se apareciera milagrosamente a ayudarlos. Aunque ya


había amanecido, las calles permanecían cerradas, y muchos apenas comenzarían a quitar la
nieve de sus entradas.

Taehyung comenzó a toser; Jimin sabía que no podía vacilar. Así que tomó la decisión más
insensata de todas mientras los demás corrían a su alrededor en medio del caos.
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Con la camisa llena de sangre, y el brazo adormecido, se esforzó por intentar levantar al
castaño aun si podía sentir pequeñas descargas en su espalda quemarle.

Kim se quejó, parecía que quería vomitar. Park pasó con sumo cuidado uno de los brazos de
Taehyung por sus hombros e intentó caminar con el cuerpo del chico hasta la salida.

Él sabía que no dentro de mucho habría más militares, policías, noticieros e incluso
pobladores rodando por la bodega y todo el bosque para enterarse de lo acontecido.

Él no expondría a Taehyung. Park nunca fue leal; más que eso, él era devoto a lo que
consideraba era la verdad. Y no tenía mayor verdad que la que conocía ahora.

La vida es un depredador, y los humanos, presas.

Parece algo obvio; pero todos los días, un individuo más se despoja de su capacidad de
mostrar piedad. Se siente superior, como si olvidara que ser humano no solo se trata de
racionalidad, sino también de personificar la bondad, y ser suficientemente valientes para
ver a través de otros.

Buscan controlar el mundo con ira y egoísmo, pero al final... la incapacidad de mostrar amor
y compasión son las cosas que nos destruyen.

Park Jimin jamás sabría que él tenía la culpa en ese futuro original en donde su corrompido
yo abrió junto a aquellos dos lunáticos el vórtice del lago. El primero de agosto de dos mil
diecinueve, sin importarles el daño que podrían causar.

Tampoco sabría que las cargas eléctricas enloquecieron a cualquiera que estuviera en
contacto con ellas, como a Jungkook en el lago, que les llenarían de una ira casi irracional.

Pudo haber sido cualquier otra persona.

Debió ser específicamente Jimin el que atravesara el agujero en el lago para buscar a la joven
Yoonji y lo habrían logrado de no ser porque no tomaron en cuenta al pelinegro que se puso
de pie en el bote por un enojo exponenciado por el campo electromagnético que volvió locos
a todos.

Como si el destino les hubiese mandado a decir que se jodieran, que nunca lo lograrían.
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Y así fue, así era, así sería. Sin importar cuánto lo intentaran, no lo lograrían.

Jamás.

Pero en esa segunda línea que parecía ser más resistente que las demás debido al bucle,
Jimin sintió la necesidad de ayudar al castaño. Así que aprovechó el revuelo para salir e
intentar cargar a Taehyung hacia el exterior de la bodega.

Puso todo su empeño en salir a la carretera, para poder alejarse del caos, cuyas paredes
metálicas y ese humo, podrían hacer colapsar a Kim.

Lo intentó... realmente lo intentó; pero la nieve era sobremanera densa. Tanto como para
que sus piernas temblaran al buscar avanzar.

Sus labios fríos, al igual que sus pestañas congeladas y su espalda adolorida, debían dar su
máximo esfuerzo mientras Taehyung buscaba ayudar con la carga dando pequeños pasos.

No sabía qué tan lejos estaban... y aunque Taehyung no podía abrir del todo los ojos por el
dolor, el sonido del vehículo de los paramédicos a la distancia pareció como campanas
celestiales obras del destino.

Destino... seguir creyendo en el destino era algo muy iluso de su parte después de todo.

Park Jimin finalmente cedió cuando el dolor en su brazo herido fue tan intenso que terminó
por hacerlos desfallecer a ambos sobre la nieve.

Allí, en el frío que sintió penetrar hasta el interior de sus huesos, Kim Taehyung se sintió
como un niño.

Un inocente pequeño, y cerró los ojos por un momento imaginando que dormiría una
merecida siesta, con el murmullo del viento, que en medio de sus delirios sonó como una
hermosa caja musical.

Deliró tanto que comenzó a pensar que a él le habría gustado ser esa bailarina de porcelana
en el interior de la caja, de esas que giran al compás de la música espléndidamente; pero no
lo era, lastimosamente estaba hecho de carne y hueso.
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Cuando los bomberos alcanzaron a verlos se estacionaron abruptamente, él apenas abrió los
ojos solo para que un vago rayo de sol le lograra enceguecer.

Dejó de pensar cuando finalmente se desmayó. Taehyung estaba cansado de tenerle fe al


amanecer.

Él jamás sería la hermosa bailarina con rostro de porcelana bailando sin preocupación; él era
el conejo dentro de la bola de cristal.

Deslumbrado por la nieve, cegado por el sol. Perdido y sobretodo, atrapado en el mismo
lugar.
2 días antes de.

Canción mencionada y en multimedia:

"Na Na Na" -My Chemical Romance.

Capítulo Veintiséis
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por Incompletelyrics

El siguiente capítulo presenta contenido que podría resultar fuerte y crudo. Por favor,
mantener la discreción, objetividad y madurez al leerlo.

Os ruego no compartir textualmente la escena para evitar spoiler en redes sociales, o


denuncias. Deja que los demás también puedan descubrirlo. Si aún no has llegado a esta parte
de la historia y vienes por "información", no olvides que no solo te subestimas a ti mismo sino
también a mi trabajo.

Si eres sensible, sufres de depresión, o ansiedad, puedes saltarte el primer apartado. Se hará
referencia a la escena para que puedas comprender el curso de los hechos.

Tu familia y tus amigos te aman. Si crees en Dios, no lo olvides. No estás solo, busca ayuda.
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Yo te amo. Eres increíble y mereces todo el amor del mundo.

26.

2 de enero de 1987.
California.

La televisión en la esquina de la sala se había sintonizado en un canal que hasta hace poco
no tenían en casa.

Y Taehyung, como el fanático de los dibujos animados que era, no pudo evitar quedar
absorto en la pantalla con una gran sonrisa.

La situación le pareció hilarante; la película presentaba a un pequeño niño procastinador


con su tarea durante Año Nuevo, eso le causó tanta gracia que su risa mientras veía la
pantalla llamó la atención de su padre, quien bajaba por las escaleras extrañado de su
comportamiento en medio de la oscuridad.

Kim Taehyung se reía mucho últimamente, no admitiría que estaba deprimido; era algo que
en su tiempo ni siquiera era considerado válido o real, mucho menos, viniendo de un
hombre adulto. Porque sí, él era todo un adulto ahora.
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Tampoco hablaría sobre cómo las expectativas de lo que creyó sería su cumpleaños
dieciocho habían caído en picada. Era tan fácil como decir que sus padres le recalcaron que
ya tenía edad para mudarse lo más pronto posible. Y que eso sería lo mejor para todos.

O... el cómo al estar sentado en el centro, cuando sintió que no tenía a dónde ir, lo
acorralaron entre varias personas para fastidiarle la existencia; aun cuando era alguien alto y
fuerte que se defendió, tuvo claro que lanzarle de regreso el sobre con las fotos a Min había
sido mala idea. Lo expusieron frente a toda la escuela, sí.

Esa idiotez conjunta no fue algo que le sorprendiera, él sabía que a muchos solamente lo
hacían para sentir que encajaban, incluso si pertenecer significaba ser cruel. Pero
comenzaron a joderlo tanto que hasta su solicitud universitaria se vio afectada.

La mañana de su cumpleaños, que era el trigésimo día de diciembre, lo golpearon tanto que
sus pómulos se tornaron violáceos; y la sangre de su nariz manchó la nieve. Era una gran
bienvenida al mundo adulto de parte de la vida para él.

Aun con todo eso, Taehyung siguió. Desorientado y bastante decepcionado con los
acontecimientos, hizo lo más sensato que se le ocurrió, por lo que se arrastró a sí mismo al
hospital del pueblo.

Un lugar que irónicamente en las demás líneas visitó en muchas ocasiones para cuidar de
aquellos que le importaban; pero en esta, entró solo, con sangre seca todavía visible en su
mentón, y moretones en la extensión de su cuello.

Para ser honesto, Taehyung creyó que un par de analgésicos, y el no arruinarle el año nuevo
a sus padres con su presencia serían lo suficiente oportunos para pasar el rato. No esperaba
que el médico le dijese que se quedara por más tiempo, y que él consideraba necesario
hacerle un par de exámenes adicionales.

Por supuesto que intentó digerir con tranquilidad la sangre que le extrajeron, o que lo
trasladaron a otra habitación, tampoco el hecho de que esos exámenes no bastaron. Lo
gracioso de la historia era que después de semanas de escuchar a sus padres decir cuán
enfermo estaba, ahora parecía ser literal.
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No. Él no admitiría estar desesperado; porque aunque no quisieron decirle lo que estaba
sucediendo sin presencia de sus padres, lo vieron con pena y él lo dedujo, como lo hacía
siempre. Pero no quería escucharlo. Su juicio tenía anomalías que se multiplicaban, y su
sangre también, aparentemente.

Así que esperó; amaneció en un nuevo año, y permaneció dentro de una habitación de
hospital, escuchando a los enfermeros felicitarse, mientras él luchaba por asimilar todo de
golpe.

El día pasó, por supuesto que no le importó firmar su propia salida, ya era inútil.

Quizá todo se derrumbó al mismo tiempo, o él era tan susceptible que parecía estar pagando
algún pecado. Peor aún, comenzaba a pensar que estaba maldito.

Sí, estaba maldito.

Ahora, después de lograr regresar a casa, lo único que hizo fue sentarse en la alfombra,
abrazando sus piernas contra su pecho mientras veía caricaturas. Feliz, porque aunque ese
especial se hubiese estrenado hacía exactamente un año, al fin podía verlo.

—Taehyung... ¿Qué haces despierto aún? —le preguntó su padre. Pero el muchacho tenía la
vista fija hacia el frente.

Esa risa, arrastrada y lastimera, que no fue capaz de contener hizo al mayor inquietarse. Se
sentía un ambiente frío, acompañado de una bruma oscura que había penetrado en su alma,
y la sala no era iluminada por nada más que el televisor.

—¿Aún? —murmuró—. No vine a casa en tres días, papá —su voz sonaba extraña, como la de
aquel cuya garganta herida se rasgó por gritar angustiado.

—Hemos tenido muchas cosas qué hacer fuera, hijo, lo siento yo... —Intentó acercarse, el
castaño le estaba dando la espalda, quieto, y él lo vio reír por lo bajo.

—No lo notaron porque... simplemente no estaban aquí, como siempre. Lo sé. ¿Qué tal las
fiestas? Feliz año nuevo para ti, por cierto. —Taehyung negó con la cabeza—. No me
sorprende. Dejar al enfermo y al lisiado sobrevivir por su cuenta —se burló en medio de un
suspiro—. Clásico de ustedes.
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—Escucha, no puedes solo asumir que... —Taehyung le interrumpió.

—Descuida... soy un adulto, entiendo lo que sucede. Solo me hubiera gustado que alguien
contestara el teléfono cuando el hospital llamó.

—¿Hospital?

—Sí —le restó importancia alzando los hombros—. Pasé algún tiempo allí, pero estoy mejor.

Un escalofrío recorrió la espalda del mayor, cuando en lugar de molestarse se animó a


sentarse en el sillón detrás de Taehyung, perturbado por su estoica expresión y lo crudo de
sus palabras.

—De nuevo en peleas... Por favor, no busques más problemas, ya tienes suficientes.

—Claro... Siempre atraigo problemas —dijo riendo con fuerza e inclinando su cabeza hacia
atrás, su tono de voz era ambiguo, sus palabras golpeaban al ser casi sarcásticas—. Oh,
espera... ¡Ya sé! ¡Quizás el problema soy yo! —Sonrió pero era tétrico—. De todas formas me
estoy muriendo, quizás el problema siempre estuvo dentro de mí.

—¿Qué? ¿Taehyung, estuviste bebiendo? ¿O de qué rayos estás hablando?

—Estoy... completamente sobrio, papá —divagaba, y tenía apnea al hablar. —No te asustes,
no soy alcohólico.

—¿Entonces por qué hablas así?

Parecía que los alegres muñecos de la televisión le acompañaban al reír todos juntos de su
desgracia.

Era cómico, sí, su padre no se atrevió a dirigirle la palabra en semanas por temor a las
represalias de su madre. Y ahora, resultaba que quería hablar, justo cuando ya había tomado
una decisión.

—Hace un tiempo tuve una revelación divina —ladeó la cabeza—, mientras hurgaba en tus
cosas, lo confieso, en los cajones de abajo.

—¿Qué? No sé de qué hablas... —Él abrió los ojos sorprendido. La idea era que nadie lo
supiera; pero no fue así.
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—También te vi disparándole a las aves desde la ventana.

—Escucha, solo fue una vez.

—Descuida, yo también oculto cosas. Pero ese no es el punto, sino... que me hizo sentir un
poco de celos. ¿Sabes?

—¿Celos...?

No creyó que lo diría en voz alta pero los últimos años pensó mucho en matarse. De formas
irónicas, con burlas a sí mismo, no le importaba bromear sobre eso, era absurdo pues nunca
pasaría; tuvo ese pensamiento como una luz intermitente en su cabeza por algún tiempo,
solo que ahora... esa luz se había quedado encendida.

—Sí... de la forma en la que todo terminó repentinamente para ellas... No lo sé.

—Solo estás cansado, Taehyung. La gente siempre tiene pensamientos así cuando no
ocupan su mente en algo productivo. —El hombre negó al ponerse de pie. —No tengo cabeza
para esto.

—He pasado mi vida entera con la mente ocupada, intentando serlo todo, hacerlo todo, y
créeme... eso no hace la gran diferencia.

—No pienses más en esas cosas, ve a dormir. No te hará bien seguir aquí.

—Solo quería ver mi programa en paz. No pretendía hacer de esto algo teatral; simplemente
no pensé que tendríamos esta conversación.

—¿Taehyung...?

—Silencio, estoy viendo televisión.

El mayor no supo contestar. Y le dejó sólo, a merced de sus ideas. Taehyung tragó con fuerza
encogiéndose por un par de minutos.

¿Por qué sería necesario justificarse? ¿Por qué contar sobre los augurios de su cuerpo? ¿Por
qué mostrar más vulnerabilidad? Nada de eso servía en el mundo real.
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Él no era la clase de persona que apostara mucho por sus debilidades, se negaba a aceptar
que las tenía. Tampoco buscó ser sentimental de alguna forma, esa idea de que "todo estaría
mejor sin él" le parecía patética. Él no era relevante para el universo, nadie lo es, de hecho.

Aunque él no estuviera, el sol saldría sin falta en un nuevo día.

Su programa terminó exactamente a la 1:06 de la madrugada.

Y él exhaló con fuerza como si quisiera sacar todo eso que sentía en el pecho, cuando apagó
la televisión antes de caminar con pasos ligeros hacia las escaleras, deslizando su mano
extendida por el barandal con lentitud.

Bailando, consigo mismo y su cordura, en la oscuridad.

Se quedó quieto en el pasillo antes de observar con desdén la puerta blanca de la habitación
contigua a la suya.

Seokjin era el único con el que creyó podría ser sincero. Y pensó que a lo mejor si hablaba
con él todo estaría bien, decirle que huyeran juntos, que iban lograrlo. Podría haberle dicho
que él pagó con sus ahorros la cuenta del médico porque quería ver a su hermano sano de
nuevo incluso si Jin ya no lo quería.

Sabía que Seokjin no lo tomaría bien, y él no se lo reprochaba. Pero hacerlo le había costado
su red de seguridad. Ahora ya no tenía dinero, ni ofertas, ni idea de cómo salvarse a sí
mismo.

No pretendía seguir dañando a las personas a su alrededor, no.

Para alguien tan independiente como Taehyung, pensar en ser una carga le hizo sentir
náuseas y deseos de arrancarse las uñas de la impotencia, de sentir su piel rasgarse al frotar
con alambre de espigas puntiagudas sus heridas hasta que su carne se volviera en diminutos
pedazos.

No quería. No debía. Pero más que eso, ya no podía.

Taehyung se acercó a su puerta y sollozó por lo bajo, sin atreverse a abrirla, o siquiera a
tocarla.
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—Jin... —musitó cuando su voz casi se perdió—lamento haberte decepcionado a ti.

Se dio la vuelta, sentía el cuerpo tan ligero que hubiese sido grato flotar hasta su habitación,
en donde cerró la puerta con seguro al entrar.

Nunca reparó la ventana, ni la cortina; el frío que estos permitieron entrar, fue tan cruel,
acorde con su alma turbulenta y aquella camisa de delgado lino blanco que era su favorita.

Un par de días antes cuando encontró el arma pensó que podía usarse para asustar a los
tipos que lo molestaban; pero ahora, era más una herramienta.

Aún así era impaciente, ya lo había intentado una vez. La idea de agonizar tampoco le
fascinaba.

No quería drama, despedidas incómodas o cartas trilladas en donde explicase por qué lo
hizo. Él no haría de esto un estúpido evento.

No quería llorar. ¿Por qué sería necesario llorar?

Las expectativas de la vida eran muy altas y nunca podría llenarlas. Eso era todo. Él estaba
muy equivocado, pensaba que era malo cuando en realidad sólo necesitaba amor.

En un sucio final, sacó el arma debajo de su almohada y la colocó contra su pecho quitando
el seguro; pero dudó.

Tembló tanto porque no se sentía correcto, su corazón no tenía la culpa, era inaudito
castigarlo por sus errores aún si su tórax se estremecía cuando pensaba en terminar.

Contuvo sus lágrimas cuando, poco a poco, sujetando el arma con ambas manos la llevó
hasta su boca, en donde se sintió hipócrita al sentir el metal contra sus dientes en donde un
hilo transparente de saliva se extendió al alejarla. Sus labios besados a la fuerza y las cosas
que quiso decir pero nunca dijo, no eran los culpables.

Un exhale; su respiración tan pesada en medio de su propio dolor.

Finalmente, comenzó a respirar más lento cuando pensó que, en la consumación de sus
decisiones, era su mente aquella que le orillaba a esto. No era ni la desilusión de un amor
perdido, ni el rechazo de sus padres. Tampoco el futuro que se derrumbaba.
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Era él quien ya no tenía voluntad.

Era él.

Incluso si podía hacer algo para detenerlo, buscar un nuevo camino, la posibilidad de
salvarse estaba en sus manos; pero era su mente, era todo el conocimiento que le cegó.

Le hubiera gustado ser capaz de buscar redención; pero no la quería.

Nunca fue un vacilante, se negaba a serlo. Entonces, se colocó el fin en la sien, y esa mano
que anotó tantas fechas en su calendario, fue la misma que jaló del gatillo.

Seco.

Seco y abrupto como el golpe de su cuerpo al desplomarse, con el arma cayendo en algún
lado de la habitación cuando su espalda topó con la cama manchando las sábanas al
deslizarse hasta que terminó en la alfombra.

La muerte es el máximo exponente de la fragilidad humana, porque se supone que los


humanos deberían cuidar de sí mismos, y aun así se odian, desprecian tanto su fragilidad
como para desear morir.

Esa madrugada en particular, poco antes, Kim Seokwoo, entró a la habitación de huéspedes
que había estado ocupando y se sentó en la cama consternado.

Él nunca fue partidario del favoritismo entre sus hijos. Sin embargo, no negaría que existía
algo en Taehyung que nunca dejó de admirar. Además de tener esa sonrisa amplia que era
idéntica a la suya como un digno representante de su apellido, su hijo menor, siempre tuvo
la gran capacidad de ser coherente.

Por eso al escucharlo decir cosas sin sentido su voz le caló tan profundo que le dolió,
dejándole con una irregularidad en el pecho al tragar y mucho en qué pensar al reflexionar
que Taehyung nunca hablaba en vano, él era la persona más determinada que conocía.

No negaría que lo amaba mucho, a su manera, claro está.


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Él lo entendió todo cuando esa corazonada que siempre tenía le obligó a caminar hasta su
habitación matrimonial, a entrar apresurado a pesar de tener problemas con su esposa para
buscar en el buró junto a su cama, en el último cajón, encontrándose este vacío.

Las palabras en su cabeza aparecieron como el sonido de Claro de Luna, notas fuertes, un
tanto desesperanzadas. Y más que todo lentas como él para reaccionar.

Se quedó helado los segundos en los que dudó cuando el sonido fue tan fuerte que resonó
por toda la casa. Y aunque corrió esperando solo ser paranoico, la puerta cerrada le hizo
sentir que el tiempo se había detenido. Su esposa se despertó asustada, él apenas pudo
articular sus palabras para explicarle cuando ella sintió que se desmayaría.

No sería la única; en contraste, Seokjin apenas comenzaba a levantarse de nuevo, tenía un


rato despierto pero no le gustaba ponerse de pie, le hacía sentir inútil. Era un joven, alguna
vez fuerte, talentoso, cuya rodilla se había fracturado en muchas partes.

Kim Seokjin ya no era nadie.

Se removió incómodo como si supiera que algo estaba mal. Sintió náuseas, pero lo único que
quería era seguir durmiendo. Se sentó a la orilla de su cama, buscando en la mesa de noche
una de sus pastillas favoritas para dormir, pero no las encontró a su lado.

Le temblaban los hombros, la camiseta que tenía era inservible para abrigarlo. Sus músculos
rígidos hicieron doler su espalda cuando enderezó esta y su alma parecía tener tanto frío que
le era difícil respirar.

Se sobresaltó al escuchar la detonación que se sintió como un latigazo tan cerca


quedándose en el aire, cuyo sonido hizo volar a las aves del árbol de enfrente y erizar su piel.

Ladeó la cabeza, contemplando con extrañeza la puerta antes de decidir ponerse de pie.
Salió de su habitación por primera vez en semanas cuando escuchó golpes, siendo
sorprendido por la escena en el corredor.

Sus padres parecían desesperados y Seokjin no alcanzaba a entender qué sucedía. O bueno,
Seokjin desearía nunca haberlo entendido.
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—¡Taehyung! —reprendió su padre—. ¡Abre la puerta ya! ¡Taehyung, abre la maldita puerta!
—Golpeaba la madera de la misma, e intentaba girar el pomo sin conseguir resultados.

—¡Taehyung! Por favor, ¡sal ya!—rogó ahora su madre, y Seokjin pasó su vista de él a ella sin
entender la situación.

—Llama a los bomberos —dijo severo—, busca la llave. No lo sé. ¡Voy a tirar esa jodida
puerta! —El mayor de todos se pasó las manos por la cabeza frustrado antes de moverse a su
habitación apenas dándole importancia a Seokjin de pie en el pasillo.

El castaño no podía caminar bien y se sostuvo del barandal para intentar llegar hasta la
habitación de su hermano.

—¿Mamá...? —dijo confundido al verla llorar golpeando la puerta—. Mamá, ¿qué sucede? —
No contestó y eso lo hizo desesperar—. Mamá, ¿¡qué sucede!?

—Tu hermano... —tragó saliva a la fuerza, no pudo seguir hablando pero Seokjin supo qué
era eso que ella fue incapaz de pronunciar.

Seokjin sintió los jugos gástricos de su estómago quemarle por dentro cuando la náusea lo
invadió de nuevo. Taehyung no, él no.

Trastabillando llegó a la puerta, pudiendo mantenerse de pie con dificultad para golpear esa
madera con tanta fuerza que creyó que sus brazos se romperían.

Él lo escuchó, tenía la certeza de que había sucedido ya, pero se negó a creerlo.

—¡Taehyung! —le llamó desesperado cuando su rostro se volvió rojo e incluso las venas de su
cuello y frente se marcaron—. ¡Podemos arreglarlo! ¡Puedo ayudarte! ¡Lo juro! —Su voz
tembló—. Te lo juro... Taehyung, soy yo. Ábreme la puerta.

Su madre estaba llorando y su padre regresó por el pasillo con el manojo de llaves para
quitar seguro a esa puerta que separaba a Seokjin de la única persona que amaba sin ningún
pretexto en el mundo.

Cuando la puerta se abrió y Kim Seokjin finalmente pudo entrar, contempló con horror la
escena que más temía. En las cortinas, la alfombra, la sangre por todos lados.
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Más que eso, su hermanito de ojos abiertos, con parte del cráneo expuesto y su cabello
castaño manchado de carmín oscuro de donde un rojo vivo fluía, pintoresco en contraste
con su piel.

Su madre gritó horrorizada, recargándose en la pared presa del pánico. Su padre, a quien
difícilmente se le veía ser emocional, se movió veloz hasta el teléfono de su habitación; esto
no era verdad, los paramédicos llegarían pronto, todo estaría bien.

Y Seokjin, el insensato, el impulsivo Kim Seokjin, intentó correr hacia el interior de la


habitación, tropezando, casi dejándose caer en el suelo para llegar al castaño sin importarle
mancharse las manos de sangre.

Se arrastró, atrayendo el cuerpo hacia él. Y lo abrazó con pesar colocando la cabeza del
chico sobre su regazo como cuando eran pequeños para verlo detenidamente.

—Taehyung, todo estará bien —dijo desesperado aunque era inútil—. Aguanta un poco. Eres
fuerte. Prometo que seré buen hermano, lo juro, te estuve esperando para comer pastel por
tu cumpleaños. No me dejes, por favor. Lamento todo. Te necesito aquí, vamos, tú puedes —
su voz apenas se escuchó por la angustia en ella cuando musitó—: Por favor, no podré seguir
sin ti.

Kim Taehyung, la persona más seria y reservada del pueblo. Aquel reconocido por su
inteligencia, tenía ligeramente abierta la boca, como si hubiese intentado decir algo, sin
siquiera poder sacarlo.

Al creer en los finales imposibles, se le da tanto valor a idealizar, que se olvida que la realidad
es muy diferente a lo que se piensa. Y es esta, la que supera a la ficción.

Quizás en todas las otras líneas, "muerte" fue el nombre que se le dio a la ausencia de Kim
Taehyung cuando en cada una de ellas se marchó en el tiempo para intentar arreglar el
destino de todos. Así que tenía tantas formas de "morir" que sería imposible contarlas.

Sin embargo, en la primera, su tiempo de partir no era solemne, sino violento, como sus
pensamientos.
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Esa inteligencia de la que siempre alardeó, fue lo que terminó por matarlo. Y tal vez así era
con todos los genios. Kim Taehyung se negó a vivir como un enfermo, en todo el sentido de
la palabra.

Habiendo tantas variables; tomó la más humana, quizá la más asquerosamente predecible.

Los insensatos dirán que no tuvo razones suficientes, dirán que es cliché, que es barato. Pero
la simplicidad, a veces es más importante que las expectativas.

Al final... la realidad está gastada, y aun así es todo lo que queda.

La vida es hermosa, sí; pero también es cruel, cruda. Te desgarra y espera que los momentos
de luz que te brinda sean lo suficientemente fuertes como para hacerte desear seguir vivo.

Se subestiman las emociones de los hombres y se cree que basta con ser inteligente para ser
feliz, basta con ser exitoso para no agonizar a cada respiración, como si no fuera defecto
divino el necesitar aspirar a brillar.

Los humanos... en su mayoría crecen sin esperanza. Sujetos a cumplir expectativa tras
expectativa incluso si eso significa perder la razón. Como máquinas, después de todo, una
máquina no debe tener entendimiento propio, solo debe ser capaz de cumplir con lo que se
le ordena.

Ser... eficientemente desdichado.

Algunos logran vivir en paz con eso, porque es así cómo debe ser. Otros... simplemente no
pueden, aunque estén conscientes de que es lo más sensato.

Quizá dentro de cada humano existe algo oscuro. Un lúgubre pensamiento que le lleva a
sentarse en el borde de la desolación y de pensar en llegar al final repentinamente. Ese algo,
llamado entendimiento, es una condena.

El saber y el sentir nunca fueron amigos.

Es imposible negar que todas las almas están fragmentadas. Y los pedazos son capaces de
rasgar la voluntad humana, lentamente, mientras le hacen sangrar un poco más a cada
respiración.
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Para la familia Kim, todo pareció ir más rápido a partir de ese momento en el que su
escepticismo les fue arrebatado.

Desde las luces de las patrullas de la policía en el exterior de la casa reflejadas por las
ventanas, hasta los paramédicos intentando levantar a Seokjin quién preso del pánico se
negó a soltar el cuerpo de su hermano.

Las personas en el vecindario salieron de sus casas mientras murmuraban con horror, viendo
el cuerpo cubierto que se llevaron y al chico ensangrentado al que obligaron a subir a la
ambulancia por el estado de shock que tenía.

Enero nunca se vio tan vacío para Seokjin.

El sol ya no lo acogía; lo último que creyó vivir fue tener que vestir ese traje caro que no pudo
usar para el baile por su accidente en el funeral de Taehyung, y que de los dos trajes que
compró, el otro lo portara su hermanito dentro del féretro.

Incluso se burló porque el suyo no le quedó bien pero se ajustó perfectamente a Taehyung.

Su madre parecía desconsolada; sus alaridos eran tan fuertes que dolían en todo el
camposanto llenos de culpa y de impotencia, mientras se escondía en los brazos de su
padre, quién negaba con la cabeza igual de dolido.

Seokjin, cuya expresión se había vuelto fija, solo veía hacia el frente sin soltar una sola
lágrima. Pensando en que sería buena idea pintar flores en su lápida, para que siempre
luciera hermosa. Y aun cuando le dolía demasiado apoyar la pierna, se mantuvo de pie
durante toda la ceremonia; su espalda, erguida; con la cabeza en alto mientras sus padres
lloraban.

No lloraría porque sabía que Taehyung no habría querido eso.

No lloraría porque le parecía hipócrita.

Seokjin se reprochaba el haber estado a su lado todo el tiempo; y no detenerse ni por un


segundo a pensar en alguien además de sí mismo. Porque no le importó su sufrimiento, le
dio tan poco valor al que la vida de su hermano que se desmoronaba y no se perdonaría el
haberlo hecho.
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Se repitió a sí mismo una y mil veces que lo dejó caer. Pero en realidad, Seokjin también
estaba sangrando, era muy difícil salir de sus batallas internas para luchar con las de alguien
más.

No existen culpables en los deslices de la mente. Son batallas personales en las que
solamente se puede sobrevivir y no subestimar otras luchas que acumulan memorias para
no morir.

Y Taehyung, en especial, era sus mejores recuerdos. Era la fila fuera del arcade en la
madrugada para ser los primeros en jugar con la nueva máquina del centro. Todas las tardes
perdidos en las hojas secas, las novias de Seokjin que quisieron ganarse a Taehyung con
regalos pero que nunca lo lograron, y esas constantes quejas cada vez que Jin lo molestaba.

Su amor era... eran las peleas de sus padres. Era Seokjin tapándole los oídos a su hermano
para que no escuchara los insultos, y así luego poder decirle que subieran a jugar al ático,
que sería más divertido esconderse. Y en especial, ese chocolate que alguna vez no se comió
porque con sus monedas solo le alcanzaba para comprar uno, el cual cada día eligió dárselo
a Taehyung.

Siempre tuvo un complejo de guardián muy grande, no lo negaría.

Para un pequeño Taehyung era triste que sus padres no estuvieran en casa, él siempre fue
diferente, incomprendido; pero Jin... él sabía que sus padres pasaban tanto tiempo afuera
porque si no trabajaban así de duro no habría nada para cenar. Y elegía callar para no ser un
estorbo. Ambos crecieron así, con la ferviente necesidad de dar todo para no ser una carga,
de ser los mejores para dejar de ser nadie.

Su familia nunca fue perfecta, y esa estabilidad que en sus veintes gozaba apareció solo
hasta años después cuando sus padres finalmente maduraron o... ellos aprendieron a
percibir solo lo bueno.

Mucho antes de eso, Seokjin se esforzó por crecer muy rápido; quizá por eso se llenó de
miedo y odio, porque desde muy joven tuvo que ver la crudeza de la vida.

Pero Taehyung... él era su niño. Y no pudo cuidarlo.

Seokjin amaba el béisbol, el sol y a su hermanito. Ahora, no tenía ninguna de esas cosas.
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Si tan solo se hubiera quedado esa noche en el bosque, su hermano estaría con él; pero no lo
hizo y Taehyung ya no estaba.

La familia Kim regresó a casa la tarde del tres de enero con un integrante menos en su
familia.

Sus padres apenas se hablaron cuando ambos se acomodaron frente a frente en la mesa de
la cocina. Y Seokjin, caminando apenas, regresó a su habitación.

En lugar de ir hacia su cama, se dirigió a la ventana, la cual abrió para sentarse en el balcón
por primera vez en mucho tiempo, observando con tristeza las primeras hojas verdes, en las
ramas de los árboles cuando el invierno comenzaba a marcharse.

Con ese rayo de sol, que por primera vez en algún tiempo le calentó el rostro como
intentando abrazarlo, recargó su cabeza en el marco de la ventana y juntó sus párpados en
medio de una respiración que quiso poder contener por siempre.

El aire que hizo volar las hojas, sopló con fuerza, y Seokjin no pudo evitar sentir que sonaba
como un silbido, como si lo estuvieran llamando; pero era absurdo pensarlo.

Solo entonces, Kim Seokjin, el insensible, sintió una lágrima quemarle la mejilla mientras se
deslizaba por esta.

Se cubrió el rostro con ambas manos cuando no pudo resistirlo más y finalmente comenzó a
llorar desesperado, ahogándose con sus propios sollozos, sofocado con el peso de lo que no
hizo y presionando sus mejillas hasta que su piel se tornó roja.

Quizá debería haber sido un poco más directo, decirle que él también sufría; porque ahora
Taehyung ya no estaba y nada cambiaría eso. Y le molestaba pensarlo, irse era la cosa más
egoísta que su hermano le había hecho, cerraba los ojos, y lo veía muerto, jamás olvidaría
eso. Lo dejó solo. Estaba enojado con un difunto aunque era estúpido estarlo.

Se había librado de esta existencia de mierda dejándole todo ese peso moral a las personas a
su alrededor. Seokjin sabía que era completamente tonto pensarlo así, pero estaba
adolorido, se sentía desamparado.

«¿Qué demonios pensabas, Taehyung?» reprochaba Seokjin.


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Se nace para sufrir, y se sufre porque es inevitable.

Elegir la muerte requiere mucha valentía, es tener nervios de acero para unirse a lo
desconocido, nadie puede juzgar a los que se van; pero quedarse... los que se quedan
padecen la angustia de la ausencia eterna cada día, cada vez, un poco más.

Los que se quedan jamás admitirán lo mucho que desean olvidarlo. Son los que siguen con
su vida y en medio del día se detienen preguntando de pronto, "¿dónde estás?"

Enfrentarse al dolor y burlarse de este toda una vida es la victoria más grande del que sufre.

Quizá los humanos son irrelevantes para el universo; tan vasto y extenso; pero para otros
humanos igual de insignificantes, el calor, y la compañía de otros lo es todo.

La vida no es mala; es incomprendida. Y quedarse, es valentía en su máxima expresión.

Seokjin nunca flaquearía para seguirlo. Pero no pudo evitar sentir que...

—Ojalá hubiera sido yo.

...

Condado Mariposa, California.


1 día antes de.

Las campanas colgadas en el balcón de la casa parecían martillar sus tímpanos cada que
resonaban por el viento, y esas cuerdas en sus muñecas comenzaron a molestarle tanto que
despertó asustado.

Cuando Jeon Jungkook abrió los ojos por segunda vez en ese día realmente no esperaba
encontrar que el techo tenía moho. Uno que no había notado antes y en el que no se habría
fijado de no ser porque era lo único que podía ver.
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Las horas se movían veloces y era un poco difícil de explicar, aún más por el hecho de que se
encontraba inmovilizado con los pies juntos y una cuerda que le mantenía sujeto de las
muñecas al viejo librero en el ático.

Se escuchaban muchas ambulancias en el exterior y era poca la luz de día que la pequeña
ventana en una de las paredes permitía entrar.

No tenía idea de lo que hacían los Kim en la carretera batallando por conseguir un taxi que
les llevase al hospital. O los motivos por lo que el traidor pensaba tomar sus cosas y largarse
del pueblo. Lo único de lo que tenía certeza era de que su colapso no había sido bienvenido
por todos.

Esto se le había salido de las manos, sí, pero nunca busco herir a nadie. Sin embargo, ahora
no podía detenerse a pensar en los demás.

La noche se acercaba y él apenas estaba consciente de en qué línea se encontraba.


Por lo que debía comenzar preguntándose cómo terminó encerrado en primer lugar.

Entonces, ¿qué hacía Jeon Jungkook encerrado en el ático como un fenómeno que debían
mantener oculto? Eso podría justificarse un par de horas atrás.

Contarlo en orden sería demasiado fácil. Lamentablemente, sus recuerdos no comenzaban


cuando abría sus ojos. No, su mente estaba mezclada con todo su ayer.

Y cuando comenzó a ser consciente se vio así mismo con un elegante traje.

El sonido del cuarteto de cuerdas siempre le gustó mucho. Era limpio, sofisticado y algo
doloroso, al igual que los delirios que se habían convertido en su compañía constante.

Cada centímetro de su cuerpo dolía al punto en el que era incapaz de moverse. Y sus
respiraciones tan pausadas que, en sincronía con los latidos de su corazón, podía escuchar
como si estuviera rodeado de eco.

Sentía el sonido de la música penetrar en su pecho, estaba muy nervioso. Nunca creyó que
su madre se casaría de nuevo y el solo estar ahí hacía sus piernas temblar mientras caminaba
por el hotel.
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Estaba arreglándose, las ansias le hicieron comerse las uñas al no saber cómo actuar frente a
los otros padrinos. Es decir, todos eran amigos de Seokjin, le llevaban muchos años y él casi
no hablaba inglés.

Claro que estaba nervioso, por alguna razón no podía actuar correctamente. Bueno, era
obvio que no podía estar del todo cómodo, Jungkook durmió mucho tiempo y en medio del
trance, sabía que estaba delirando en sus recuerdos, o quizás otra línea, aun así, no podía
evitar sentirlo tan real.

No, él no estaba en el hotel de la boda de su madre, sino en una casa que necesitaba pintura,
en la afueras de una vieja California del 86.

La primera vez que despertó en ese día comenzó a removerse consternado cuando volvió a
tener noción de su entorno físico. Su tiempo era valioso y verlo en retrospectiva le ahorraba
mucho.

Así que bien, horas antes de estar cautivo había parpadeado sin poder moverse.

Este era... el preludio de su fuga.

Jungkook abrió los ojos, incómodo, apenas pudiendo discernir en dónde se encontraba. No
había nadie para decirle el día, ni cuántas horas habían pasado. Pero ya estaba despierto, y
lo único que tenía era mucho dolor acompañado de un sabor metálico en su boca.

Todo a su alrededor se sentía extraño y sus vellos estaban erizados por aquel frío que era
realmente incómodo.

—Sé que estás molesto, pero convertir esto en un alboroto no hará que Taehyung regrese. —
Escuchó decir—. No llamarás a la policía por un disparate.

Las voces venían del pasillo, la puerta entreabierta hizo que fuera posible escuchar aunque
estaba demasiado mareado como para entender lo que decían.

—¿Y qué esperas que haga? —Oh... era la voz de un hombre adulto—. ¿Que me quedé
tranquilo mientras un impostor estuvo "pasando un rato" con mi hijo?

—Hace dos días estabas feliz de que estuviera aquí.


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—Hace dos días tu hermano estaba a salvo, y no teníamos miedo de encontrarlo muerto —
respondió molesto—. Jin, hace dos días ese tipo no era sospechoso por su desaparición.
¿Cómo estás tan seguro de que tu hermano no está enterrado en el jardín justo ahora?

—Papá, es solo un chico. No es malo, jamás haría algo para dañar a Taehyung, lo sé.

—Seokjin, ¿dónde está tu sentido común? Realmente esperaba más de ti.

Uhm... entonces se trataba del Señor Kim peleando con su primogénito. Seokwoo y Seokjin.

—Esto no es sobre mí.

—No creas que no sé lo que sucedió contigo; pero debiste haber superado ya esas etapas.
Entiendo que por eso quieras encubrir las malas actitudes de tu hermano, pero no es
correcto. ¡Mira a qué nos ha llevado!

—No estoy encubriendo nada, simplemente estoy actuando como cualquier persona
razonable.

—¿Razonable? ¿Algo de esto te parece razonable?

—Papá —le dijo firme—, no echaré a la calle a una persona herida, mucho menos en plena
nevada, por una tontería de un resentido con demasiada imaginación.

—No sé qué sucede, no te obligaré a decirme, pero no lo quiero aquí. Desde que llegó todo
ha sido problemas, y ahora tu hermano está quién sabe dónde por su culpa.

Hubo silencio, Seokjin no respondió de inmediato; él, que conocía a medias tantas líneas,
seguía siendo incapaz de culpar del todo a Jungkook.

—Está bien —dijo con pesar—; pero deja que pase la tormenta. Yo me encargo de hacer que
se vaya.

«—¡Seok, baja ya! ¡De prisa! —Se escuchó desde el primer piso de la casa».

El mayor negó con la cabeza ante la voz de su esposa, viendo a Seokjin sobre el hombro
antes de marcharse.
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Jungkook escuchó los pasos por las escaleras, y supo que ambos habían bajado cuando el
pasillo volvió a quedarse en silencio. Pensó en seguirlos, pero ahora admitiría que bajar no
fue su mejor idea.

Observó a su alrededor al darse cuenta que se encontraba en la habitación de Seokjin y tenía


el cabello pegado a la frente por el paño húmedo en esta.

Se sentó en la cama confundido, fijándose en la ventana antes de colocarse los primeros


zapatos que encontró. La luz del sol era tenue, había dejado de nevar violentamente, y la
hora del reloj en la cómoda le hizo saber que pasaba de medio día.

¿Cuánto tiempo había transcurrido? No lo sabía, lo último que recordaba era haberse
desmayado cuando sintió que moriría ante la mirada de todos.

Claro que no supo lo que sucedió después, no conocía los estragos que su energía había
causado en el día ausente.

Jungkook decidió levantarse, no tenía sus muletas y sin el yeso era difícil avanzar. Apretaba
los ojos a cada paso pues era muy doloroso moverse. Fue muy difícil bajar por las escaleras;
fue todavía peor cuando notó al padre de los Kim voltear a ver inquieto a su hijo.

Todas las líneas parecían haber regresado a su lugar, dejando a la familia con migraña y los
latentes deseos de ahorcarse entre ellos como efecto colateral.

La escena de los tres mayores frente al televisor hizo que su respiración se agitara al
acercarse tan solo unos pasos y ver las noticias de última hora, no del noticiero local, sino de
una cadena nacional.

No habían tenido electricidad por horas y finalmente podían tener noción de lo que pasaba
afuera.

"En este momento, los ojos de todo el país se encuentran sobre el Condado Mariposa, una
pequeña comunidad en el Estado de California, luego de que en horas de la madrugada de
ayer se registrara una gran explosión que comenzó un incendio dentro de una bodega ubicada
en inmediaciones del bosque que rodea el lugar..."
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El teléfono había sonado pero todos estaban demasiado enfocados en las imágenes de los
policías corriendo por el bosque como para prestarle atención. Seokjin se volteó, ver a
Jungkook de pie le causó impresión por un segundo; pero eligió ignorarlo cuando caminó
hacia el teléfono para contestar.

Jeon Jungkook ya no sabía qué era real. Ni en qué línea estaba. Por eso pensaba
desordenado, y sus recuerdos iban de atrás hacia delante, en sentido contrario.

Avanzó un poco más respirando agitado porque sabía que esto tenía que ver con él. Las
manos le temblaban y no era capaz de saber si era un delirio más.

"...Se registraron múltiples heridos que fueron atendidos por los cuerpos de socorro y
trasladados hacia el hospital local".

Tragó saliva pesadamente, más cuando Agustus se acercó a ellos desde la cocina, asustado.
Sí, querían matarse y aún así estaban encerrados todos juntos. Para mala suerte del Kim
mayor, habían necesitado muchas manos para sobrevivir a oscuras en medio de la helada y
con un hombre inconsciente a media sala.

"Dicha explosión causó una falla eléctrica que duró horas para las regiones del límite; pero que
se mantiene hasta este momento en el centro del Condado. Debido a las bajas temperaturas
que azotan al sector, los habitantes de esta región están siendo evacuados hacia áreas
aledañas del Estado para resguardarse del peligro que representa la falta de electricidad en
sus hogares durante la tormenta".

Era demasiado para procesar, las imágenes se movían rápido. Las personas estaban
intentando salir del pueblo mientras los paramédicos hablaban a los entrevistadores para
contar lo difícil que era trasladar a los heridos cuando las calles estaban cerradas por la
nieve.

Se le aceleró el pulso, sin proponérselo comenzó a respirar más rápido causando que la luz
de la sala parpadeara y la señal de la televisión se volviera irregular mientras se mostraban
varias tomas del pueblo.
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Semáforos estropeados era igual a accidentes viales, gente utilizando la oscuridad para
saquear tiendas en el centro, el pánico por la escasez de alimentos, la policía antimotines en
las calles y la milicia en la entrada de la ciudad. Un completo descontrol.

Vio la fecha de hoy... ¿Veintinueve? No. ¿Había pasado más de un día inconsciente? Porque
era demasiado para un día. ¿Qué era? Simplemente caos.

"...Estamos en vivo desde el lugar de los hechos, en donde se atribuyó dicha explosión a un
colapso de la planta eléctrica durante la tormenta; sin embargo, oficiales del ejército se
encuentran en estos momentos peritando la zona luego de que se catalogara presuntamente,
como un acto terrorista. Las autoridades aún no han dado declaración del caso..."

—Oh, por Dios... —dijo Jungkook llamando la atención de los demás.

Tenían cintas amarillas enredadas en los árboles y los camarógrafos luchaban por intentar
acercarse mientras uniformados les impedían el paso.

—No puede ser... —murmuró Min.

Era el bosque. Era su maldita bodega en el aserradero.

Sin embargo, no fue eso lo que le impactó. Sino las imágenes de las personas identificadas
por los paramédicos que mostraron a varios hombres heridos para buscar familiares, entre
ellos, a la sombra que lo seguía.

Sí, lucía demasiado sospechoso. La señal se perdía por momentos, apenas se distinguía a los
militares evadiendo la cámara y muchos mirones alrededor siendo alejados por la policía.

Jungkook sabía que era por él. Taehyung nunca quiso contarle exactamente qué era lo que
hacía cada vez que desaparecía pero un colapso que le dejara más de un día inconsciente
debió ser uno exponencialmente fuerte para causar esa magnitud de daño. Pero era difícil
saberlo, el estabilizador del techo se había fundido tras el colapso y ahora era incapaz de
regular la electricidad del chico.

Su corazón latía demasiado rápido, como un motor cuyas revoluciones comenzaron a subir.
Maldición, él no quería esto. Él solo quería tener una vida feliz en medio del bosque, le
gustaba la vida de un joven en el pasado con el pintoresco pueblo de locación.
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No los habitantes asustados que buscaban refugio porque si el frío empeoraba la falta de
electricidad podría matarlos llenándole de culpa.

No, Jungkook no quería esto. Solo quería ser feliz como los demás. Pero era imposible.

Las fotografías de los identificados seguían apareciendo y ninguna era de Taehyung.


Entonces temió porque la única explicación lógica era que estaba muerto y él se negaba a
aceptar eso, faltaban días.

No, no podía. ¡No podía! Y no lo haría, este experimento de mierda había arruinado lo único
bueno que le pasó en la vida, se mareó tanto que el aire le faltó.

Inestable.

El peligro estaba en él, Jungkook era nocivo y no lo sabía, pero los otros... empezaron a
notarlo.

Agustus le vio con desconcierto cuando comenzó a ahogarse, Jeon se tapó los oídos porque
sintió que su cabeza estallaría cuando sus rodillas temblaron.

Seokjin alzó la cabeza exaltado, negaba de ojos abiertos sujetando el teléfono.


—¡Encontraron a Taehyung! —gritó y la televisión falló—. Está herido...

Respirar; las cargas eléctricas en la respiración de Jungkook aumentaron en cada exhale.


Agustus frunció el ceño al mismo tiempo que la televisión parpadeó enloquecida al igual que
la luz del exterior.

Había pasado el suficiente tiempo cerca de ellos como para saber lo que sucedería. ¿Era
una... sobrecarga?

De ninguna maldita manera. Min le vio apretar la mandíbula y se aproximó hacia los señores
Kim.

—¡Cuidado! —gritó Agustus sin pensarlo, antes de empujarlos hacia un costado cuando
sucedió exactamente lo que temía.
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Entonces, la pantalla de la televisión se rompió de golpe en medio de un estallido que


repercutió en las bombillas y ventanas de la casa, haciendo a cientos de pequeños vidrios
volar sobre sus cabezas por todo el lugar.

Seokjin, quién ni siquiera pudo colgar el teléfono, se quedó con la espalda pegada la pared y
un poco de sangre en la mejilla cuando una esquirla lo hirió mientras todos veían
desconcertados a Jungkook.

Bueno, eso explicaba que le temieran. Retrocedió un poco, estaba muy asustado, Jungkook
no era malo, en su defecto, era muy ingenuo.

—¿Qué eres tú? —había murmurado el padre de los chicos con una mueca de desdén que
rechazaba al chico.

El castaño mayor temió, tragó saliva pesadamente, su padre tenía razón. Pero a Jeon no le
importaban las acusaciones, se veía perdido, sudaba y era incapaz de hablar correctamente.
Se sostuvo del respaldo del sofá con ambas manos cuando comenzó a desvariar, antes de
que todo se pusiera negro para el de nuevo.

Lo que sea que Taehyung hubiese hecho, había roto a su querido chico experimento.

—No lo toquen... —murmuró Min ante la mirada consternada de todos—. ¿Me creen ahora?

Nadie contestó, Agustus sabía que Jungkook podría matarlos, todos los demás parecieron
estar de acuerdo por lo que terminaron envolviéndolo en la alfombra para moverlo.

La única razón por la que no terminó en la calle fue porque un buen Seokjin se opuso, y
siendo el más fuerte de los tres hombres, cargarlo hasta el ático era una buena opción para
mantenerlo oculto mientras pensaban qué hacer con él.

Al final, abrir la boca podía joderlos a todos.

Jungkook no pudo poner resistencia cuando Seokjin dejó caer su cuerpo en el suelo del
ático, y le desenvolvió para poder sujetarle los pies usando guantes de látex evitando el
contacto con su piel, le tenía miedo; esa cuerda que Seokjin usó para atarlo, se sintió igual
que la corbata contra su cuello cuando comenzó a sentirse ajeno al acercarse a la habitación
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del novio en el hotel acomodándose esta, con la corriente que le quemaba debajo la espina
dorsal.

Es decir, él sabía que no debería estar rondando pero quería tener una charla seria con
Seokjin antes de la boda. Ser condescendiente y decirle que estaba feliz por toda la alegría
que le había causado a su madre.

Jungkook era infinitamente bueno, y originalmente por un momento pensó que tener una
familia no sonaba tan mal. Quiso acercarse para tener una conversación sincera, de esas
sentimentales que no admitiría eran muy propias de él.

Pero se acercó a esa puerta y escuchó al gran Kim Seokjin que se mostraba tan amable con
él, burlándose de la situación, diciendo que había sido una pérdida de tiempo buscar
internados todo el año para el desviado problema que venía atado al amor de su vida porque
ella se había negado a separarse del chico.

Porque hacía algún tiempo había dejado de recordar con tanta fidelidad a Seokjin diciendo
que cuando él era joven, a los maricas se les ataba a un poste para alinearlos con el bate y
que ahora él tenía que lidiar con un problema de estos.

Todas sus emociones estaban mezcladas, tanto como sus memorias en las líneas y él pensó
que el amable entrenador no podía ser capaz de tener tales prejuicios sobre él.

Alto, no. Seokjin no era su entrenador, era el jefe de una compañía. ¿Cierto?

No... ¿Era su capitán del equipo? ¿El hermano del chico con el quería casarse, tal vez? ¿Qué
tal, el esposo de su madre? ¿En dónde estaba? No lo sabía. ¿Por qué si era su amigo le
amarraba las manos mientras le pedía perdón?

La mente de Jeon Jungkook era como un péndulo, balanceándose de un recuerdo a otro sin
fin. Si bien los demás habían regresado a ser racionales a la línea que les correspondía,
Jungkook, no pertenecía a ese lugar.

Su mente quería regresarle a su línea pero las limitaciones físicas y espaciales se lo


impedían.
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Agitó la cabeza viéndose los zapatos caros, recordando que le habían hecho quitarse la
argolla de la oreja para la ceremonia y que estaba cansando de tener que soportar a ese
imbécil.

El odio siempre viene de la desilusión y ese instante en el que pensó que podían ser felices se
evaporó. Llamarlo inmaduro hubiese sido muy hipócrita; aun así, realmente no se detuvo a
pensar en su madre. Y egoísta o no, estaba harto.

Ni siquiera tocó la puerta, giró sobre sus pasos hasta buscar regresar a la habitación de la
novia, tropezando con las flores del pasillo y buscando no llorar.

Ese Seokjin original, en medio de su ignorancia pensó que mantener alejado a Jungkook de
las multitudes lo mantendría a salvo de vivir lo mismo que su hermano. Pero nunca supo
expresarlo y en ese momento había sido muy difícil de comprender para él.

Cuando Jungkook se dejó caer en el sofá de la habitación de la novia, volvió a removerse


tenso. Apretó los ojos, mareado, cuando se dio cuenta de que estaba en el suelo del ático de
los Kim, en realidad.

Pasó inconsciente mucho tiempo y le dolía el estómago como si tuviera una gran úlcera por
dentro.

Bien, tenía que empezar de nuevo desde este momento en el que era medianamente
consciente.

Las campanas colgadas en el balcón de la casa parecían martillar sus tímpanos cada que
resonaban por el viento, y esas cuerdas en sus muñecas eran tan gruesas que le dolía que
roce con su piel.

En la parte de abajo de la casa, Seokjin se debatía mentalmente en si debía hacer algo o no,
dejando su martillo y clavos en la mesa del comedor.

En su ausencia, sus padres y la señora Min se habían marchado para buscar a Taehyung en el
hospital sin importarles la tormenta. Cuando Seokjin bajó al primer piso, no encontró a
nadie más que Agustus intentando recoger los vidrios en la sala.
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—Mierda —dijo negando con la cabeza, tenía puestos sus anteojos además de un gorro—.
¿Dónde están todos?

—Se fueron, necesitan autorización para poder examinar a Taehyung —dijo impaciente Min—
. Me dijeron que me quedara en caso de necesitaras ayuda con él.

—Tengo que alcanzarlos —le dijo sin siquiera poder verlo—. La puerta del ático está
bloqueada por fuera, no habrá problema.

—¿Clavaste la puerta? —cuestionó pero Seokjin no se atrevió a responder.

—Escucha, no importa lo que pase —le dijo a Min—. No lo dejes salir. ¿De acuerdo?

—¿De qué servirá encerrarlo? Tenemos que entregarlo con la gente del gobierno. No lo sé, los
militares o algo

—¿Y según tú, esa es una mejor opción? ¿Eh? No , ya basta, ya has tenido demasiadas
"buenas ideas".

—Jin, sabes lo que tenemos que hacer —le respondió este.

—¿Que no era tu amigo? ¿Ahora quieres delatarlo?

—Lo es... pero no es seguro para nadie que él esté aquí —dijo haciendo dudar a Seokjin.

Ya no había verdades ocultas entre ellos, ambos eran tan similares por dentro; y quizá por
eso, a pesar de todo, se entendían.

—No podemos, eso pondría en riesgo más grande a mi hermano. Y no solo a él, sino a todos.
¿Quieres terminar encerrado de nuevo?

—Tenemos un arma expansiva mortal allá arriba. ¿Entonces qué sugieres, Seokjin? ¿Que
juguemos al ajedrez con él? No está en nuestras posibilidades controlar a un experimento.

Seokjin volteó a verlo, parándose firme y rompiendo uno de los cristales en el suelo con su
pie.

—Sugiero que te mantengas al margen —le dijo serio—. No quería decirlo frente a mis
padres, puedes quedarte aquí por respeto a tu abuela; pero esto ya no te incumbe. No sé
cómo controlarlo, pero algo se me ocurrirá.
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—No me jodas con eso. Olvida lo que pasó la noche del apagón. Nada de eso es real, lo único
que importa es que...

—Los dos sabemos que es real —le interrumpió—. No aquí, pero en algún lugar... —frunció el
ceño— todo fue nuestra culpa. Y no será así de nuevo.

—En este momento tenemos problemas más graves, Jin.

—No —se acercó un poco—, no "tenemos". Nosotros no tenemos nada que hacer juntos. Si
quieres ser útil vigila a Jungkook, pero si no, vete. ¿Querías librarte de la mierda de mi
familia? Bien, hazlo.

—¿Quieres ser bueno con él ahora? ¿Después de todo lo que causó? ¡Él es un peligro! Y estará
mejor lejos de aquí con personas que sepan...

—¡Esas personas van a matarlo! ¡Eres iluso al pensar que no nos matarán también a
nosotros! —gritó pero estaba muy cansado, no admitiría que lo decía porque Jungkook era
su amigo—. Escucha, me interesa una mierda todo este asunto del viajero en el tiempo y los
recuerdos de la dimensión X o lo que sea. Lo quiero lejos, sí, pero no por eso voy a joderle la
existencia a todos. Yo no soy tú.

—¿Qué?

—Me jodiste a mí, y a Taehyung. ¿Crees que mis padres están tranquilos después de lo que
dijiste? Tu maldita boca terminó de jodernos.

—¡Pues perdón por no saber reaccionar a mi cerebro volviéndose agua! Pero no fui yo el que
hizo que Taehyung terminara en cuidados intensivos. Vienes aquí intentando ser el héroe
cuando la realidad es que solo estás asustado de hacer lo correcto como siempre —Seokjin
lo empujó.

—Escúchame bien porque solo lo diré una vez más —Seokjin avanzó para encararlo
diciendo—: nosotros no vamos a entregar a Jungkook, ni a la prensa o al ejército.
¿Entendido?

April Min frunció el ceño al negar con la cabeza, Seokjin se estaba encariñado con Jungkook,
era obvio, y eso afectaba su razonamiento básico.
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—Oh... me sorprende lo sentimental que te has vuelto.

—Al menos yo acepto la mierda que soy; no como tú, aparentas ser bueno con todos cuando
lo cierto es que sacrificarías a quién sea si tuvieras la mínima oportunidad de salvarte. Lo
harías incluso solo para satisfacerte.

—Nosotros... no somos tan diferentes, Jin.

Seokjin solamente suspiró en respuesta, porque él tenía razón. Tomó su chaqueta del
perchero antes de caminar hacia la puerta. No lo odiaba, solo no sabía cómo cargar con
todo.

—Mi hermano me necesita —dijo cuando volteó a verlo cansado, quitándose los anteojos
para dejarlos en la mesa de la entrada—. Solo intenta mantenerte al margen —terminó antes
de salir.

Agustus Min le vio marcharse. Se sentía profundamente ofendido. Le había dicho una y mil
veces a Seokjin que lo mejor sería devolver a Jungkook de dónde había salido. Pero claro,
como siempre, no lo escuchaba.

Sin embargo, pensó en que Jungkook encerrado no presentaba ningún problema, cosa que
logró tranquilizarlo un poco. Aunque claro, el golpe de muchas cosas cayendo que venía
desde arriba le alertó.

Se levantó sobresaltado cuando el ruido volvió a repetirse acompañado del arrastrar de la


madera contra madera.

Jungkook sabía que si anochecía la oscuridad iba a joderlo, así que empujaba con los pies
una pared mientras buscaba tirar abajo el librero que le mantenía cautivo.

Finalmente, y después de muchos golpes, este cedió al inclinarse hacia un lado permitiendo
que al caer la soga que le sujetaba se saliera del paral.

Odiaba la sensación de la cuerda contra sus dientes pero fue lo único que le quedó cuando
pudo llevarse las manos hasta la boca intentando desatarse cuando mordió un extremo de
esta y comenzó a jalarlo.
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Jungkook no entendía una mierda de lo que estaba pasando, así que cuando logró quedar
libre de las manos, se apresuró a desatar sus pies. Estaba tan asqueado por lo sucedido que
no le sorprendió que al precipitarse por llegar a la puerta del ático esta se encontrase
cerrada por fuera.

Agustus subió lentamente las escaleras solo para notar la pequeña puerta ser empujada. Y a
esa tabla de madera clavada que le sellaba totalmente.

Jungkook no podía pararse correctamente pero pateó con la pierna que no le estorbaba
buscando quebrar el seguro; pero fue inútil.

—No lo intentes —dijeron desde el pasillo.

—¿Agustus? ¡Estoy atrapado! ¡Agustus, ayúdame! Sácame de aquí.

—No puedo —le respondió con pena viendo hacia el techo—. Estarás mejor así.

—¿Cuánto tiempo estuve...? —Observó a su alrededor, la tarde había caído.

—Lo suficiente —dijo con pesar. Pero no había preocupación en su voz sino... indiferencia.

—¡Puedo explicarlo! Alguien, por favor, ¡ayuda!

—No hay nadie más aquí, se fueron —se quedó callado un par de segundos—. Se fueron
porque eres peligroso.

Se escuchó otro golpe, Min avanzó un poco; Jungkook podía verlo por las ranuras de las
tablas.

—¡Déjame salir! ¡Yo no hice nada! Prometo que no sucederá otra vez.

—Jungkook... no mientas. No sabes cómo controlarlo. Tú nunca has sabido cómo controlar
tus impulsos.

—No soy un monstruo —dijo casi con deseos de llorar.

—Lo siento, pero es tu culpa... —dijo con ambigua voz.

—¡Agustus! ¡Déjame salir! —gritó desesperado pero ya no obtuvo respuesta. Min se dio la
vuelta y regresó por las escaleras sin saber qué más hacer.
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Jungkook intentó buscar entre las cosas del ático algo para iluminar el lugar porque a cada
segundo se hacía más difícil ver; pero los paneles del lugar se habían fundido y la única
linterna que encontró no tenía baterías.
Entonces pensó, ¿qué haría un lunático en esa situación? Así que sí, la única ventana lució
prometedora.

Su mente estaba perturbada, de todas formas, él seguía siendo la persona más creativa y
destructiva de todas. Y estaba orgulloso.

¿Lo veían como un monstruo? Bien, él podía ser uno.

Jungkook tomó un libro, el más pesado que encontró y lo lanzó contra esta para romper el
vidrio.

Terminó de quitar los pedazos del marco cuando se asomó, estaba bastante alto y su pierna
no servía. Sin embargo, dadas las circunstancias, no le quedó de otra más que tomar esa
misma soga que lo mantuvo cautivo y atar esta a una viga de madera en el techo para
sujetarse cuando pasó su cuerpo por el pequeño espacio.

Se le rasgó un poco la chaqueta, que no era suya (la chaqueta de mezclilla que había traído
con él del futuro se había perdido hacía mucho tiempo), cuando se deslizó poco a poco y
estuvo tan cerca del suelo como la cuerda se lo permitió, se dejó caer en la nieve, adolorido.

¿Realmente pensaban que podían encerrarlo? Por favor, si en algo era experto era en fugas.

Agustus escuchó el estruendo y se asomó a la ventana de la cocina, desde dónde pudo


observar a Jungkook en el exterior, arrastrando consigo las luces del borde del techo.

Quiso correr hacia él pero algo dentro de él le hizo detenerse cuando un frío le recorrió la
espalda.

¿Por qué tendría que detenerlo? No era algo propio de él mismo seguir las palabras de los
demás.

Frunció el ceño mientras veía a Jeon quejarse adolorido en la nieve. Agustus Min se vio las
manos, nadie se había percatado de que se había cortado al empujar a los señores Kim.
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Jungkook sabía que su madre iba a regañarlo por jugar en la nieve tan tarde, aunque no
recordaba tanta nieve en Busan, así que se levantó al percatarse de que estaba en otro
vecindario, quitándose de encima los adornos en los que se había enredado.

Sabía que debía ir al hospital para encontrar a Taehyung y era todo lo que le importaba. El
otro vio comenzar a tambalear por la acera hasta que la espalda de Jungkook desapareció
de su campo de visión.

El último rayo de sol terminó por llevarse su falsa bondad.

—Por tu culpa ya no sé quién soy —murmuró Min.

Así que tomó una decisión esperando a que fuera prudente salir de la casa de los Kim sin
detenerse a pensar más en ellos.

Negó con la cabeza, a la mierda todo. Seokjin tenía razón... no todos estaban perdidos. Min
no tenía que joderse junto con ellos. ¿Cierto?

El chico podía ser mortal, Agustus no pretendía morir por él. Además, tener a Jungkook
oculto era un delito federal. Tampoco iría a la cárcel por un amor que ni siquiera era suyo.

Romeo y Julieta era la historia más famosa de Shakespeare, él la citaba mucho; pero a
criterio de Agustus, Hamlet siempre fue mejor, y se ajustaba más a lo que sentía en ese
momento en el que se debatía en ser o no ser... un desertor.

Así que esperó un par de minutos y luego salió corriendo hasta su casa. Entró velozmente. No
le importaba su carrera, le importaba estar vivo. Y no encontró mejor salida que... si no
puedes contra ellos, úneteles. Así que subió a su habitación completamente convencido de
marcharse.

Le importaba una mierda. Todos se podían ir a la mierda. Las líneas de tiempo podían
joderse junto con todos los demás; pero él no.

Lo estaban tratando como si fuera un mentiroso, y él no había hecho absolutamente nada.


¿Y qué si pasó antes? O bueno, en otro lugar. O... ¿Tiempo? No entendía esa parte, ni le
interesaba entenderla; pero joder que él no había cometido los errores de su otro yo, y aún
así le juzgaban.
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Las líneas en su cabeza se habían separado, y aunque estaba lúcido, consciente de su


realidad, de todas formas quería irse. Tenía que hacerlo, y ya había anochecido.

Probablemente debería haber detenido a Jungkook pero... ¿A quién le interesaba?

¿Por qué tendría que quedarse? Su vida era un asco, todos a su alrededor lo eran, incluso él.
Así que tomó un bolso de tela que usaba para viajar antes de comenzar a buscar su ropa por
el suelo; toda su habitación estaba vuelta un desastre al igual que su casa.

Buscó con la vista su libro predilecto, que era una antigua biblia, en un rincón y se movió
hasta ella para tomarla; sus hojas estaban pegadas, por lo que tuvo que romperle la pasta.

Sólo entonces pudo sacar el dinero que había ocultado por años, porque desde niño siempre
pensó en algún día largarse.

Guardó el dinero, junto con un poco de ropa y un cuaderno de trabajo para no volverse loco
en su bolso y tomó una gran bocanada de aire al sujetar el tirante con fuerza.

—¿¡Agustus!? —Escuchó un gritó que le llamaba desde el primer nivel de la casa. Tragó
saliva, entonces bajó veloz por las escaleras encontrándose con su padre.

—No tengo tiempo para esto —le dijo pasando a su lado para dirigirse a la salida. Pero el
mayor le tomó del brazo causándole molestia a lo que reaccionó soltándose de su agarre
violentamente para verlo.

—¿¡Qué diablos pasó aquí!? —Min padre lo vio desconcertado, su hijo jamás se había
atrevido a faltarle el respeto, mucho menos a golpearlo—. ¡Te estoy exigiendo una
explicación!

—¿Es lo primero que haces? Después de semanas lejos —respondió a la defensiva—, piensas
que tienes el derecho de gritar, de hacer todo un escándalo cuando es obvio que estamos
jodidos. Mentiste todo este tiempo. ¡No tienes derecho!

—Vi las noticias, ¿en qué te metiste? —reprochó con el ceño fruncido—, hay policías
caminando por todo el bosque y esa maldita bodega es propiedad nuestra. Mis clientes
comenzaron a llamarme como locos. —Más sorprendido que indignado, se fijó en su bolso. —
Estoy seguro de que tus idioteces nos metieron en esto y tú... ¿Estás huyendo?
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—¡Sí! ¡Estoy huyendo y qué! ¿Qué harás al respecto! ¿¡Qué otra cosa podrías hacer para que
te desprecie más!? ¡Ustedes lo sabían!

—¿¡Saber qué cosa!?

—¡No finjas inocencia, si la abuela lo sabe significa que tú también! —Le apuntó con el
dedo—. Viajar en el tiempo... ¿Te suena familiar? Ustedes siempre han estado perdidos...
pero yo no.

No supo reaccionar, sus acusaciones le impactaron porque él había intentado olvidar eso por
años.

—Tú no lo entiendes —le dijo de pronto asustado.

—Entonces, dime la verdad. ¿Qué es lo que te preocupa? ¿¡Qué sabes!? ¿¡Qué me ocultaste!?

—Estábamos enloqueciendo, no queríamos eso para ti —no podía contarle, se le cortó la voz
cuando intentó hablar—...queríamos protegerte.

—¿Protegerme de qué?

—De ser igual que ella.

Min apretó los ojos. Era tan curioso que lo habían ocultado tan bien de él que todos esos
conocimientos habían llegado a las manos correctas. Es decir, si nunca se hubieran
involucrado con los Kim, su secreto habría muerto en secreto.

Kim Taehyung no encontró nada; el conocimiento lo encontró a él.

Y Agustus ni siquiera lo sabía, lo único que le importaba ahora era irse. Estaba cansado de
considerarlo su padre, le dio la espalda para salir, no sin antes respirar profundamente y
decirle—: No hay una sola persona en el mundo que me importe menos que tú, Jihoon.

April Min tenía una sola misión en esa línea de tiempo como cada una de las piezas. Él debía
dejar su casa y su familia para que todo volviera a repetirse aunque no sabía que sus
acciones estaban escritas.
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Él sabía que vendrían por ellos, era obvio, y su instinto de supervivencia era lo que terminaba
de cerrar la historia. Porque así, en una segunda línea, buscaría refugio lejos, muy lejos, en
una Nueva York que le ocultaría por algún tiempo.

Y del amor prohibido que allí tendría, nacería la variante que enviaba de regreso a Jungkook.
Él no lo sabía, era una pieza más que el destinó usaba para jugar.

En ese momento, mientras buscaba marcharse, tomó una moneda de su bolsillo


acercándose a un teléfono público esperando que funcionara.

Insertó la moneda en la ranura antes de marcar el número, para cuando la línea se abrió
tragó saliva convenciéndose de que era lo mejor.

—Estación de policía, si diga.

—La explosión va a repetirse en el centro del condado —dijo con voz dura—. Tenemos
explosivos en todo el lugar —y luego colgó.

Él quería irse, y qué mejor que desviar toda la atención a un lugar lejano a su ruta. ¿Qué
mejor que enviarlos al epicentro? Un lugar que un Jungkook confundido atravesaba en ese
momento hasta llegar al hospital.

Si lo atrapaban por hacerlo colapsar no sería su culpa, ¿cierto?

Seokjin no quería escucharlo. Bien, era tiempo de que tomara responsabilidad por sus
palabras.

Ser o no ser... un desertor. Quizá ese siempre fue su destino.

...

La aglomeración en las rutas que conducían hacía el centro se encontraba presa del pánico.
Fue casi tortuoso tener que evitar a la multitud que se movía alebrestada por las calles.

En el centro de la ciudad, la situación no era favorable para nadie. Mucho menos para
Jungkook quién caminaba mareado chocando con las personas.
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Era su primer día de escuela, y su madre le dijo que si se sentía nervioso contara a las niños a
su alrededor para calmarse; pero no servía de mucho si las multitudes siempre le resultaban
abrumadoras.

Así que solo tenía que ser amable con los otros niños y respirar. Su madre lo recogería pronto
y todo estaría bien.

Aunque claro, considerando que tropezaba con las personas que corrían afligidas por el
centro en plena evacuación sería difícil.

«No, no, no. Por un demonio, Jungkook. No estás en la escuela», se dijo a sí mismo.
«California, estás en California».

No podía dejar que sus recuerdos lo consumieran o todo terminaría de joderse.

Así que avanzó contra todo pronóstico en medio del caos y la destrucción hasta que logró
llegar al hospital.

No muy lejos al sur, Seokjin caminaba de un lado a otro en el pasillo. El hospital era el único
lugar con su propia fuente de energía, por fortuna para los heridos y enfermos que allí
convalecian.

La sala de espera era dolorosamente tediosa, sumada a la paranoia de los pueblerinos que
comentaban alarmados entre ellos.

Seokjin sentía que su cabeza pronto estallaría. Sus codos se sostenían sobre sus rodillas
mientras él intentaba esconderse o ser capaz de arrancarse los oídos para no pensar más en
su entorno.

Sus padres se estaban encargando del papeleo y él cuidaba la puerta de la habitación de


Taehyung sin poder acercarse; pero ellos tardaban mucho, por lo que decidió ir a buscarlos.

No mucho después Jungkook entró temblando por la entrada principal del hospital.
Abrazándose a sí mismo y arrastrando la pierna al avanzar.

Había muchas más personas de las que se imaginó. El piso parecía mojado por la escarcha,
buscó con la vista, preocupado, hasta que pudo ver a la distancia un cártel que señalaba el
camino hacia urgencias.
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Ya no quería hablar con nadie porque eso lo confundiría más, así que caminó buscando por
los pasillos hasta que en uno de ellos se encontró con los señores Kim a la distancia.

Seokjin alzó la cabeza, y negó, inconforme, al reconocer a Jungkook quién caminaba agitado
hacia ellos.

—Min hijo de... —murmuró. Así que se puso de pie antes de acercarse a él para tomarlo del
brazo y arrastrarlo evitando que sus padres lo vieran. —¿Qué haces aquí? —dijo molesto.

Lo observó, Jungkook parecía normal. Algo pálido y con los labios temblorosos; pero todo
normal, como quién no era una arma eléctrica humana.

—¿Dónde está? —dijo el pelinegro.

—Ni siquiera lo intentes, no vas a verlo. ¿De acuerdo?

—No tú también, Jin. Por favor.

—No tienes nada que hacer aquí.

—Necesito saber cómo está —su voz suplicante hizo dudar a Seokjin, quien comenzó a
contarle.

—Aún no tiene horario de visitas, lo trasladaron hace poco de cuidados intensivos. Dijeron
que en un par de horas podría entrar una persona a verlo, y será mi madre. Ella tiene toda la
información.

—De acuerdo —dijo Jungkook intentando avanzar; pero Seokjin le detuvo de nuevo—. ¿Qué
te sucede?

—¿A dónde crees que vas? —Negó indignado.

—Entonces hablaré con ella.

—No —lo vio extrañado—, escucha. Mis padres no se sienten cómodos contigo, y yo ya tuve
muchos problemas intentando mantenerte con vida. ¿De acuerdo?

—No se trata sobre ellos o nosotros, se trata de Taehyung.

—Ese es el punto, no pretendo exponerlo a más daño.


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—Necesito saber que está bien.

—¿No me estás escuchando o qué? —Parpadeó varias veces—. No está bien —dijo molesto,
su voz preocupada hizo callar al menor—. Tiene quemaduras graves, no respira
correctamente y apenas despertó hace poco.

—¡Necesito verlo!

—¡Él no está bien, Jungkook! ¡Entiéndelo de una buena vez!—gritó y lo empujó sin intención
de hacerlo. El otro retrocedió y su expresión le hizo sentir culpable cuando sus ojos oscuros
se llenaron de desconcierto.

—¿¡Y me pides que me vaya!? —respondió indignado, las luces parpadearon.

Seokjin suspiró y apretó los ojos, los dos iban a odiarlo; pero era lo de menos.
—No hagas una maldita escena, Jungkook —dijo con voz leve—, respira o harás que todo en
el hospital falle. Las cosas raras de tu cuerpo van a lastimarlo todavía más.

—¿Cómo sabes que...?

—Cada vez que te desmayas algo malo sucede. No hay que ser muy inteligente para unir los
puntos. Recuerdo bien lo que pasó en la piscina, me dolía estar cerca de ti. O como el día en
que yo veía el partido y los fusibles de toda la casa se fundieron. Maldición—se pasó la mano
por el cabello frustrado, estaba tan cansado—, sé que eres tú, la maldita televisión explotó y
fue por ti.

—Sí, es mi culpa. Lo sé, y lo siento, pero no hice nada por maldad. Lo que sucede es que... —
Seokjin lo calló.

—Escucha —dijo con el ceño fruncido—, no quiero explicaciones, no me interesa tu mierda.


Necesito que te vayas, lo digo en serio. Te dejé encerrado por una razón, pero ya que estás
aquí, significa que estás bien, y que puedes irte.

—Seokjin... —intentó decir.

—Jungkook, lárgate de aquí. Ya tenemos suficientes problemas como para que causes más.
No sé qué eres, pero eres peligroso.
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"Peligroso". No... otra vez esa palabra no.

—No puedes solo pedirme que haga eso, si me dejaras explicarte...

—No quiero, tuviste suficiente tiempo. Los dos, de hecho, y ninguno se dignó a decirme la
verdad. Sé que piensan que soy un estúpido, pero como siempre, este estúpido se va a
encargar de que no hayan más heridos.

—Yo tampoco sé lo que sucedió. Él me ocultó muchas cosas, yo...

—Ya dije que no me interesa —interrumpió y se cruzó de brazos—. Taehyung necesita


descansar y no voy a arriesgarme a que causes otro apagón en el hospital y lo mates.

—No pasará, lo juro.

—¿Tu padre nunca te enseñó que no debes jurar en vano, Jeon?

—Corre más peligro si me voy.

—No es así. Encontraron a Taehyung cerca del bosque —comenzó a explicar—, y la policía
quiere interrogar a mi familia. Le pondrán custodia policial a mi hermano como si fuera un
criminal. Tuvimos que llamar al padre de April porque el accidente fue en su propiedad y
ahora lo están investigando también. Jungkook, esto no es un juego. Para ustedes fue muy
fácil vivir en su pequeña burbuja de felicidad y aventuras —alzó las manos— pero, ¿qué hay
de los demás? ¿¡Qué hay del daño que causaron!? Esto se termina aquí. Piensa con la cabeza
por un segundo, Jeon.

—Nunca quise que nadie saliera herido.

—Lo sé —dijo serio, con esa voluntad que le caracterizaba—, pero eso no cambia nada. Él
hace cosas que no debería hacer por ti. Así que no me importa, te quiero lejos de él, y de mi
familia, no te quiero en mi casa de nuevo. Hazte un favor y desaparece.

—Jin... sabes que no puedo dejarlo. Tienes que entenderme. Él es... —su voz se quebró— él
es el amor de mi vida.
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Seokjin se quedó callado algunos segundos en los que le pidió perdón desde el fondo de su
alma. Lo sabía, él era coleccionista de sonrisas, y atesoró todas esas que su hermano mostró
por amor; pero nadie nunca tiene ni suficiente vida, ni suficiente amor.

—Tú podrás conseguir otro amor —dijo con pena antes de negar con la cabeza —, pero yo
nunca podría conseguir otro hermano.

Jungkook quería llorar y algo dentro de Kim dolió, incluso con sus errores, Seokjin viejo llegó
a querer mucho al muchacho. No lo sabía con certeza y aunque le habría gustado tener el
valor para preguntarle sobre esa sensación que tenía cuando estaban juntos no lo hizo.

—No me pidas que lo abandone, te lo suplico —dijo, y el mayor suspiró, no podía seguir
siendo así de blando—. ¿Qué pasará cuando me busque y no esté?

—Le diré que no tuviste elección. ¿Sí? Sé que se molestará conmigo, sé que va a odiarme;
pero le diré que peleaste y sufriste por su ausencia, le diré que lo quieres. Pero por favor, solo
vete.

—No puedes cortarme de su vida como si fuera nadie...

—Ya lo hice. —Le dio la espalda—. Ahora márchate, o soy capaz de delatarte con los militares
—comenzó a alejarse—. Incluso si con eso me jodo yo también... —musitó más para sí mismo
que para el otro.

—Yo lo amo —murmuró Jungkook—. Solo quería estar cerca de él.

Seokjin sabía tanto de corazones rotos que no pudo evitar apretar los ojos y detenerse
cuando sus hombros sintieron el peso de querer lo mejor.

—Oye —le llamó, volteando solo un poco para verlo de reojo y decir—, gracias por quererlo —
antes de seguir avanzando por el pasillo.

Jeon Jungkook lo tomó con un nudo en la garganta. Y le vio caminar hasta que cruzó en la
esquina dejándole solo, se observó los pies cuando bajó la cabeza.

Efectivamente, se estaba congelando. Ahora estaba como al inicio. Tenía puestos los tenis de
Seokjin y le dolió saber que lo quería, como al mayor al que nunca quiso escuchar.
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No lo culpaba por querer proteger a su hermano. Y tenía razón, así que por el momento todo
lo que podía hacer era esperar.

Aunque sabía en qué habitación estaba Taehyung a pocos metros de él, caminó en sentido
contrario para salir del hospital con la única certeza que tenía.

El amor duele.

Cuando salió se sintió apenado. El hospital... Su padre estaba muy molesto, por su culpa
habían tenido que pasar Navidad en urgencias. Y Jungkook lo sentía mucho, así que pensó
en que debía disculparse después de que le curasen el tobillo.

Se chocó con una enfermera y parpadeó confundido. Cierto, Jungkook ya no tenía doce años
y no era Navidad.

Eso no era real aquí, pero , ¿acaso él sabía qué lo era? ¿Verdaderamente lo sabía?
No encontraba diferencia entre esta y millones de vidas más.

Se tocó el labio, en donde esa perforación que solo tenía en la segunda línea se encontraba y
pensó que era una buena forma de saber cuándo estaba.

Es decir, no era su culpa. Esos esquíes no eran del tamaño adecuado para su altura, era obvio
que iba a lastimarse; pero no fue capaz de mencionarlo porque le gustaba la emoción de su
padre.

Por eso cuando salió a la nieve hizo un gran esfuerzo por mantenerse estable sobre estos
mientras avanzaba.

Aunque claro, la policía que estaba acordonado el centro le hizo caer en cuenta de que había
sucedido algo muy malo en el centro del Condado.

California.

«Jungkook estás en California» se repetía a sí mismo.

Caminó un par de metros más viendo a los antimotines calmar a las personas mientras
patrullas rodeaban el lugar. Ya estaba oscuro y era difícil de ver más allá por la ausencia de
iluminación.
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Quiso alejarse de la multitud pero se sentía atrapado. Al dar un paso hacia atrás, su hombro
chocó con otra persona.

—Quítate de aquí, vago —le dijo el hombre; pero no fue lo despectivo de sus acciones lo que
le hizo voltear a ver, sino el hecho de que le habló en su idioma natal.

—¿Qué...? —murmuró por lo bajo cuando sus mejillas se sintieron calientes, volteando a ver
de inmediato. Lo notó hablar hacia la mujer junto a él, seguro de que Jungkook no entendía
sus palabras.

—Estos imbéciles están por todos lados —dijo y el pelinegro sintió que se desmayaría—. Este
país definitivamente no puede ser peor.

—No molestes al chico... —respondió en el mismo idioma; Jungkook agitó la cabeza e intentó
seguir caminando, porque al fin había aprendido lo peligroso que era relacionarse con su
futuro—. Busquemos a la niña y nos vamos, no perdamos más el tiempo. Nos iremos a la
ciudad vecina antes de que esto empeore.

Se quedó de pie en la cera solo unos metros a la distancia.


—Sí, hay que irnos, estoy cansado. Le diré a Yugyeom que la busque. A la zorra que criaste,
no quiero ni verla a la cara —respondió con tanto asco que Jungkook sintió que su pecho se
rompería.

Tambaleó y tuvo que sostenerse del paral de madera en una de las tiendas para no caerse.
Volteó a ver, las piernas le temblaron mientras les veía de espaldas avanzar por el centro,
con sus grandes abrigos y ser alcanzados por otro sujeto, parecido a él en altura, que
probablemente en ese entonces tenía su misma edad.

Ese del que heredó los hombros, el caminar y que no le dio los esquís correctos.

«¿Qué hacen ellos aquí?» Pensó aturdido. ¿Por qué jodidos estaban sus abuelos en la ciudad?

Y él... se le revolvió el estómago, se parecía tanto a él de joven que le hubiese gustado


arrancarse la piel. «¿Qué hace mi padre aquí?»

Comenzó a ahogarse; él sabía que pasaría de nuevo. Se sentó en la banqueta de la acera


aunque estuviera mojada intentando no hacer cortocircuito.
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Respiró, no quería que lo golpearan por no arreglar su habitación.

Respiró mientras las personas exhalaban con asombro cuando las luces parecieron destellar
en la oscuridad por un segundo.

Respiró porque sabía que le dirían que no era lo suficientemente bueno aunque se esforzara
haciéndoles la cena.

Se levantó de la mesa cansado luego de que tiraran el plato de arroz al piso; estar en medio
de la discusión le hacía sentir impotente. Jungkook siempre se mostró maduro para cumplir
con su demandas, para suplir cada uno de sus malditos caprichos; pero para ellos, nunca fue
lo suficientemente maduro cuando se trataba de tener una idea propia.

Solo era un niño estúpido ante los ojos de muchos adultos que nunca supieron controlar sus
emociones y ahora por su culpa él tampoco podía.

Tampoco podía controlar el pánico de los que corrían a su alrededor cuando estuvo seguro
de que haría explotar todo.

Aún así colgó su delantal ignorando los reproches y caminó hacia su madre. Ella lo llamaba,
estar a su lado era lo único que le hacía sentir seguro.

Respiró... con apnea estando aturdido y sin darse cuenta de que alguien frente a él le estaba
hablando.

"Jungkook... hijo. Levántate, se hace tarde. Jungkook, arriba. Jungkook...".

Abrió los ojos con dificultad volviéndo a sí mismo, con los ojos llorosos. Estabilizandose por
suerte o bendición.
—¡Jungkook! ¿¡Jungkook, qué te sucede!? —le gritaron—. ¡Están cerrando el centro,
levántate ya!

—Sunhee... —dijo, apenas al verla, con náuseas cuando la imagen física de la chica no encajó
con la suya mental.

—Jungkook, levántate —ella alzó la vista, volteando a ambos lados paranoica. Le extendió la
mano, la cual Jeon dudó en tocar.
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Respiró... Y se sintió cuerdo de nuevo ante la atmósfera de sirenas de las patrullas a su


alrededor.

"—Este perímetro se encuentra bajo amenaza, tenemos que desalojar. —Se escuchaba decir
a la policía".

Pasaban mil cosas dentro de él y mil más a su alrededor; pero después de todo, lo único que
le quedaba era respirar.

Finalmente, Jungkook la tomó, usando su agarre como un pequeño impulso para ponerse de
pie cuando todo se vio oscuro de nuevo.

Ella lo arrastró hasta una pequeña tienda de conveniencia, a dónde entraron veloces.
Jungkook se sorprendió un poco al ver que tenía velas en los anaqueles que iluminaban
tenuemente y parecía que habían movido varios estantes para usarlo como refugio.

Jungkook rogaba misericordia por todos los habitantes, quienes no tenían la culpa de lo que
sucedía.

En cuanto entraron, otras dos personas mayores se apresuraron a cerrar la persiana por
dentro completamente.

—¿Qué es este lugar? —le preguntó a Sunhee.

—Es la tienda de mis tutores. En su casa no había electricidad, y las personas intentaron
saquear todo. Tuvimos que quedarnos aquí.

—¿Saliste por mí?

—Sí —dijo seria—. Te vi desde afuera y no iba a dejarte solo en medio la revuelta.

—Lamento las molestias —dijo por impulso. Ella no le respondió, sino el dueño del local.

—Descuida, Hijo —dijo él a Jungkook—, será mejor que esperes aquí, la locura... es
contagiosa —dándole una mirada dura.

Su semblante estaba serio. El anciano no se inmutó al ver a Jungkook, en su lugar, se asomó


para levantar un poco la pestaña de una de las ventanas. Tenía un bate y mucha
determinación al hablar.
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Ellos hablaban en inglés, con un acento muy marcado en donde la pronunciación de la "R"
era notoria. Era obvio que tampoco pertenecían allí, lo cual le pareció curioso porque eran
tan religiosos como rudos aparentemente.

Jungkook agradeció en voz baja y fue apenas capaz de llevar su vista de regreso a su Sunhee.

Ella suspiró agobiada, colocándose la mano en la cintura haciendo a su vientre relucir


todavía más caminando en círculos dentro de la tienda.

Jungkook la observó de pies a cabeza, con una sensación inexplicable carcomiendo su


escepticismo.

—No creí que... —carraspeó con la garganta—. Tú te fuiste... ¿Qué haces aquí?

Ella sonrió un poco divertida con su expresión sentándose en una... ¿Caja? Era difícil saberlo
por la poca luz.

—Anda, dilo. Sé lo que pensaste. No creíste verme "así".

—No puedo mentirte, ¿cierto? —Jungkook se pasó la mano por el cabello.

—Ya teníamos claro que no —dijo. Las líneas estaban en su lugar y ella había vuelto a ser tan
dulce como siempre.

—Seokjin es el...

—Lo es —dijo con pesar—. Pero no lo sabe, por mucho que yo quisiera, ya no es problema
suyo.

Lee Sunhee había salido del hospital aturdida, culpable por su actitud y lo primero que
recibió fue una cálida bienvenida de sus padres apareciendo de sorpresa en casa de sus
tutores.

Ella sintió inexplicable temor al verlos. Quizá porque en ese momento aún estaba
confundida por las líneas, lo que le dio la sensación de que... algo malo sucedería.

—¿Qué haces aquí?

—¿Aquí en el pueblo o aquí escondida?


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—Ambos, supongo...

—Uhm... larga historia. Mejor... —se quejó del dolor en su vientre— omitamos esa parte.

—¿Qué te pasó en el ojo? —dijo Jungkook porque le había observado un moretón en su


pómulo.

Ella desvió la mirada. Jungkook se sentó a su lado en el suelo, recargando la espalda contra
el mostrador.

—Mis padres están en la ciudad —le contó alzando las cejas—. Y me dieron un gran saludo en
el hotel.

—El bebé... No lo entiendo. Sunhee, tú te fuiste. Tenías que irte. —Era tan impactante para él
ver a su madre embarazada.

—Tuve problemas con mi vuelo y mis padres se tomaron la libertad de venir por mí. Me
obligaron a irme al hotel con ellos, trajeron a mi "novio" para disimular, luego, mi padre
me... —tragó saliva— él me golpeó justo antes del apagón. Me desmayé y al despertar todo
estaba oscuro, entonces escapé y les rogué —volteó a ver a la anciana que se abrazaba con
una manta en el otro extremo— que me dejaran quedarme con ellos un par de días más.
Aceptaron... por esto —terminó señalando al golpe en su rostro—; pero todo se descontroló.

—Déjame ver si entiendo... ¿Tu padre te hizo eso? —cuestionó indignado.

—Sí... es por eso que estoy aquí. Me ocultaba hasta que se calmen. Pero la revuelta comenzó.

—¿Qué jodidos le pasa? —Negó—. Es un cobarde que... —Jungkook entendió lo que


sucedería. Al fin entendía toda su mierda familiar.

Sunhee estaba sudando y se presionaba el vientre constantemente; pasó su vista sobre ella.
Esas bromas que sus abuelos hicieron por años tuvieron sentido cuando la vio adolorida.
Tarde o temprano perdería al niño.

—Lo decepcioné, es entendible... —dijo pero su incomodidad era notoria.

—Eso no le da derecho,
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—Lo sé, pero aun así... duele. No debí fallarle —dijo ella. Y Jungkook jamás creyó que alguien
más sería capaz de sentirse igual que él.

Después del divorció su abuelo dejó de hablarles; a él no le afectó, le daba igual lo que un
viejo avaro pensara; pero su madre... oh, ella la pasó mal. En ese entonces fue joven para
entenderlo, pero cuando creció lo hizo.

Odiaba su apellido, odiaba pensar en tener que cumplir con condiciones para merecer amor.

Odiaba que su padre nunca sintió el mismo afecto por él y rechazaba a un Seokjin adulto
porque no soportaría pasar de nuevo por eso. No necesitaba a otra persona que fuera a
abandonarlo. Para cualquiera era tan fácil tacharlo de insensato, de malagradecido, por
sentirse ajeno a ese Kim; pero la coherencia siempre ha sido algo que el trauma inhibe.

Ser un pequeño dispuesto a asistir las necesidades emocionales de sus inmaduros padres
solo genera otro adulto miserable, como él mismo solía ser.

Lo cual era gracioso porque alguien con familia funcional jamás entendería cosas como ser
egoísta para protegerse o el anhelar la aprobación de un padre despreciable.

Los niños felices no entienden lo que es descubrir el amor por primera vez.

—Él es un... —intentó decir pero ella volteó el rostro—. Te entiendo, no quise molestarte.

—Descuida. Sé cómo son las cosas y no me molesta, soy capaz de tomar responsabilidad. —
Se abrazó a sí misma—. Pero incluso yo sé que las cosas tienen un sentido lógico. Y hacer
más grande el problema... justo ahora es innecesario. No necesito su opinión, necesito
ayuda.

—Oye... —buscó su mirada— solo quiero que sepas que eres la persona más fuerte que
conozco. No importa lo difícil que sea, estarás bien. No les temas, quizás ahora tengas miedo
de lo que vendrá, nada de eso será fácil; pero sé bien que puedes con esto. Puedes y podrás.

Él hablaba genuinamente. Sunhee tenía todo un futuro infame escrito; pero no le temía.

—¿Por qué siempre eres tan dulce conmigo? —cuestionó volteando ligeramente para verlo,
Jungkook sonrió, benigno.
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—¿Por qué no serlo? Incluso en el fin de los tiempos... Al mundo le hacen falta más hombres
encantadores. —No supo la razón, pero recargó su cabeza contra la pierna de la chica. Y casi
por instinto, ella le tocó el cabello.

—Sonará sentimental... pero estoy agradecida de haber chocado contigo ese día—soltó de
pronto.

—Tú y yo, tenemos la mala costumbre de encontrarnos, ¿no te parece?

—No creo que sea costumbre... tal vez sea suerte —dijo ella.

—Sí... tuve suerte de que fueras mi... —se quedó callado por un pequeño instante— amiga.

Jeon Jungkook no era la clase de hombre indiferente hacia la vida. Era demasiado sensitivo
incluso sin proponérselo.

Estando ahí, pensó en que su madre jamás habló de eso. Quizá porque fue demasiado difícil
para ella de asimilar, y al estar frente a las expectativas de lo que sería esa vida con ese otro
hijo, saber lo que pasaría le quemó el pecho un poco.

Entendió el afán por casarse así de joven y los insultos que le escuchó recibir. No podía
simplemente decirle que algo malo le sucedería, no lo sabía a ciencia cierta, tampoco era tan
cruel para pensar en preguntar en el futuro.

Jungkook le pidió muchas veces un hermano a su madre cuando era muy pequeño, ella
siempre se quedaba callada y después de tanto comprendía esos silencios; ahora parecía
que por un momento lo tenía, así que le sonrió en medio de la oscuridad y atesoró ese
sentimiento en secreto.

Sí, siempre quiso un hermanito para que lo siguiera. Pero un hermano mayor al cual seguir...
por un segundo y aunque no podría tenerlo... le hizo muchísima ilusión.

—¿Jungkook?—le cuestionó cuando el otro divagó viendo al suelo.

—Sí, sí. Es... solo que pensé en demasiadas cosas de golpe —sonrió—, fue algo abrumador.

—¿Eso te pasa seguido? —le vio preocupada.


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—Últimamente... sí, mucho. Creo que no sé en qué mundo estoy —dijo con gracia aunque era
verdad.

Ella sonrió nerviosa, esto no estaba saliendo de acuerdo al plan, y ver a alguien que no le
juzgara fue reconfortante. Jungkook, a diferencia de Agustus, no la confundía, en su lugar, le
llenaba de mucha paz.

—¿Quieren un poco de café? —dijo la anciana, quién se había aproximado con un par de
vasos desechables luego de darle uno a su esposo.

Jungkook sabía que era un error y de todas formas asintió porque no perdería la
oportunidad de verla feliz antes de que su mundo se derrumbara.

—Sí, me encantaría —dijo al tomar el vaso, al igual que su madre, quién temblaba.

Su tutora le tenía un gran cariño, era evidente para Jeon cuando la mujer le puso la mano en
la frente a Sunhee. La chica tenía fiebre.

Se mareó un poco y pensó en esa cafetería a la que les gustaba ir de noche en Busan. El lugar
siempre estaba casi vacío por la hora, por lo que podían ordenar sin ningún problema.

Lo único que le faltaba para sentirlo habitual era abrazarla por la espalda, y avergonzarla
frente al cajero como buen hijo adolescente con demasiada energía; pero no podía.

Era curioso pensar que en una noche tan fría, ambos estaban en el suelo del mismo lugar,
como muchas de las noches que Jungkook pasó solo hasta el amanecer.

Salvo que no tenían café especiado en elegantes tazas, sino un poco de café de la cafetera
que quizá era más agua con color que café en vasos de poliestireno. También un pastelito,
que no supo de qué sabor era pero que aceptó y dejó de lado.

Él la observó con ternura sujetar su vaso con ambas manos cuyos guantes protegían.

Ella tuvo errores, nadie nunca los justificaría; sin embargo, la complejidad de lo que significa
la paternidad es algo para lo que ningún humano está preparado. Pues no solo se trata de
instinto, sino también reconocer que cada acción afecta a tu alrededor, siendo padre existe
esa barrera que se rompe en donde se deja de ser humano para ser padre; y aunque es lo
correcto, no significa que sea justo.
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Ella asintió y se jactó un poco en su mente.


—Parece que no te vi en un mes y... cambiaron muchas cosas.

—Tú subiste dos tallas y yo tengo una pata de palo, si eso es a lo que te refieres... —se burló
Jungkook. —Sí, han sido un par de días muy extraños.

—Si lo dices así suena mal...

—Lo siento, tengo que aprender a usar mi filtro verbal.

—Pero tienes razón, todo ha sido muy extraño. ¿Sabes?

—¿Por qué lo dices?

—Esto del embarazo es horrible... —dijo con gracia. Y él se apenó un poco.

—Dímelo a mí —intervino la anciana, quién la veía atentamente. Preocupada porque ella


sabía que ese niño estaba en riesgo.

—¿Tienen un hijo? —cuestionó Jungkook.

—Teníamos, murió hace años antes de que lográramos cruzar. De Guatemala a California...
es un largo camino.

Ella quiso seguir hablando; pero su esposo la llamó y tuvo que moverse velozmente a la
ventana por el sonido de las sirenas que se hizo más fuerte. Habían comenzado a llegar
militares al sector.

—El otro día pasé en blanco un par de horas —dijo Sunhee, él dio un pequeño sorbo a su
café—, no lo sé, solo es extraño porque siempre estoy muy mareada. Además, cuando mis
padres me vieron "así" casi les da un paro. Te lo juro, quisiera enterrarme viva.

—Bienvenida al club de los fenómenos, siempre estamos mareados y amamos ocultarnos de


nuestros padres.

—No bromees con eso, Jungkook —le dijo sonriendo de lado—, estoy hablando en serio.

—Oye, no me culpes —murmuró—. No tuve y no tendré a mi amiga por mucho tiempo...


déjame atesorar este momento en el que puedo molestarte.
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—Okey, okey. Olvidaba que eres un tonto.

—¿Ahora ya no soy dulce?

—No, eres molesto.

—Lo soy. Y a mucha honra, señorita. —Jeon alzó su vaso frente a ella para que al imitarlo
ambos chocaran en un brindis.

El frío les azotó. Se quedaron callados un momento en el que se observaron fijamente como
si los dos sintieran su pecho temblar, como si... supieran que se amaban de la forma más
pura.

Jungkook se animó a extender su brazo para poder acariciar el de ella, en un toque suave
que la hizo dudar y más cuando él le sonrió; esa sonrisa, su sonrisa, era una que ella veía
todos los días frente al espejo.

—¿Por qué? —cuestionó Sunhee cuando la barrera entre ellos se hizo menos real. —¿Por qué
estás aquí?

—No lo sé. Creo que... me he rendido —le dijo viendo hacia la ventana.

—Rendirse no es de valientes, Jungkook.

Todo su amor estaba al descubierto, no iba a negarlo. Y supo que aunque no lo intentó había
construido un hogar, con todo el esfuerzo de sus manos; ser bueno era todo lo que quería.

Jungkook quería ser un héroe y aún no lo sabía.

Se sintió culpable por nunca volver a su año, y la idea de dejarla le rompió un poco; pero ella
estaría bien con Jin y Jungkook se sentía parte del pueblo, ya había tomado la decisión de
quedarse, nada lo cambiaría.

—Maldición, me tengo que ir —le dijo cuando se dio cuenta de la hora por el reloj del local,
poniéndose de pie y dando un gran trago a su café para terminar este—. Tengo algo que
hacer.

—¡Espera! ¿A dónde vas? Es peligroso salir, no quiero que te desmayes en la nieve.

—No puedo dejar que todo se termine tan fácil. Necesito intentarlo... es mi última carrera.
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La vida siempre ha sido un gran partido de béisbol. Jungkook había fallado un par de tiros
pero no perdería la final.

—¿Es por él, cierto? —Ella le conocía tan bien, que cada vez que había seguridad en su
garganta era el apellido Kim lo que tenía en mente.

—Mañana es su cumpleaños y no creo que me dejen verlo, pero...

—Eso no te ha detenido antes, ¿o sí? —dijo con orgullo. Él negó viéndola desde arriba.Se
acomodó la chaqueta estirando sus extremidades. Estaba tan lúcido como no lo estuvo en
horas.

—El dolor nunca me ha hecho menos soñador, me temo.

—Ten cuidado —dijo el dueño del lugar al verlo de pie—, ven a buscarnos si tienes
problemas.

—Gracias por cuidar de mi amiga —dijo él sinceramente, inflando el pecho con gallardía.

La anciana extendió una bolsa de papel hacia él.


—Chico, llévate eso —le dijo, señalando al pequeño postre en sus manos.

Jungkook aceptó antes de guardarlo en su interior, agradeciendo con una pequeña


reverencia. Convencido de que incluso en el fin del mundo, la bondad es real.

Se atrevió a dejarle un beso en la frente a Sunhee.

—Hazlo, se hace tarde —murmuró ella cuando se sintió tan pesada, y le tomó del borde de la
chaqueta por inercia, como si no quisiera dejarlo irse. Algo dentro de ella le decía que no lo
dejara salir en la nieve pero no podía detenerlo.

—Adiós, Sunny, te veré... —le dijo y sonrió a medias a sabiendas de que después de hoy ella
lo vería en unos largos quince años; pero que él jamás le vería de nuevo— te veré más tarde.

Tomó la bolsa, y caminó hacia la persiana que habían abierto un poco; aún cojeaba al
moverse.

—Oye—le llamó ella—, córtate el cabello, ¿quieres? —le sonrió mientras se despedía de él
con la mano. Esa sonrisa era una de las cosas que más le gustaba—. Adiós, Jungkook...
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La piel de pelinegro se erizó cuando apenas volteó a verla para devolverle la sonrisa. El
centro era difícil de atravesar pero... no le asustaba. Ni el devenir, ni los estragos de su
mente. Como todo humano, él era capaz de avanzar incluso en la adversidad.

Cuando estuvo afuera del local, observó el cielo oscuro y las luces rojas con azul en el
exterior le cegaron un poco.

—Adiós, mamá —dijo, y se despidió con los labios curvos, tirando del borde de su chaqueta.

...

No había pájaros que cantaran. Agustus sentía un extraño cariño por Taehyung, y más que
eso, la incertidumbre no lo dejaba marcharse en paz.

De manera que, aunque sabía que no era correcto acercarse tanto, hizo una parada en el
hospital antes de irse, aprovechando el desconcierto de todos en el que pasó desapercibido.

No, él no quería despedirse o algo por el estilo; quería la verdad. Así que preguntó en
recepción por el nombre con el que habían identificado a su sombra.

—¿Alguna noticia de... —vaciló esperando no equivocarse— Park Jimin?

Contrario a lo que creyó, sí obtuvo una respuesta.


—¿Eres familiar suyo? —Él asintió—. Bien, necesito que me firmes un par de cosas y luego
puedes pasar.

Quizá era el pánico o la necesidad de desalojar las camillas, pero le extendieron una forma
en blanco, la cual llenó en todos los recuadros con datos alzar con total naturalidad.
Tomándose la molestia de leer toda la descripción del hombre, el cómo había recibido un
disparo en el hombro, en donde lo encontraron y que probablemente podría ser dado de alta
pronto.

—Aquí tiene —dijo a la chica devolviéndole la hoja ahora llena.

—De acuerdo... —vio el nombre de la firma— pasillo dos a la derecha, tercera puerta. Intenta
no hacer ruido para no molestar a los demás pacientes.
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Agustus no perdió el tiempo cuando supo a dónde dirigirse. Avanzó un par de minutos hasta
que se quedó frente al lugar indicado, el cual no estaba en el área de urgencias.

Se acercó a la puerta de la habitación, le causó curiosidad el joven cuyo rostro pudo


reconocer con total claridad. Se veía terriblemente mal, estaba en cama e intentaba tomar la
comida en el buró junto a él.

Tenía el brazo y parte del pecho vendados, el inmovilizador en su hombro cumplía su


función bastante bien al limitar sus movimientos, por lo que le fue imposible alcanzar la
charola.

Agustus pensó... que aunque quería irse no lo haría en blanco. Así que se acercó en total
silencio mientras le veía.

—Lunático de los secuestros—dijo, no delataría conocer su nombre real—, es un gusto verte.


—El otro alzó la vista de inmediato —. ¿Cómo te sientes?

—¿Qué quieres? —respondió a la defensiva, observándolo de pies a cabeza, desconfiado.

—Vine a terminar con esto...

—¿Vas a matarme entonces? Hazlo, por favor. Me estarías haciendo un favor.

—No me gustaría tener que hacerlo, pero no tengo opción —dijo Agustus acercándose
lentamente. Su voz seria y su semblante duro hicieron al rubio alarmarse. Él lo notó y se
burló—. Oye, oye, descuida. Solo bromeaba, no te haré daño, no es esa clase de visita.

—¿Entonces qué haces aquí?

—Solo quería tener una conversación tranquila. Respuestas. Ya sabes... de por qué hay un
montón de policías queriendo interrogar a mi familia.

Sus acciones eran lentas, se acercó al buró juntó a la camilla para tomar la naranja de la
charola después de verle visto batallar para alcanzar esta y luego comenzó a pelarla para
que al rubio no se le dificultara comer. Además de quitarle a la sopa el plástico que la cubría.

—¿Por qué haces esto? —Jimin parpadeó incrédulo cuando el otro le acercó la charola a las
piernas y se sentó en la orilla.
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—No debería, eres un idiota que me colgó de cabeza y me golpeó.

—¿Pero...?

Min suspiró, cuando ladeó la cabeza divagando pensativo mientras le veía.


—Te tendré consideración basándome en que salvaste a mi amigo.

—Kim... —dijo preocupado cuando reaccionó—¿dónde está, Kim? El chico. Él... y la-la, la
electricidad. Estaba muy mal. Se estaba muriendo. Kim estaba muriendo.

Min aprovechó para robarle un trozo de su naranja sin darle importancia que no le
pertenecía.

—Tranquilo, Rubio. Taehyung está bien... bueno, algo así. Estuvo inconsciente casi dos días,
pero despertó y según lo que sé, responde bien al antibiótico.

—¿Yo... lo salvé? —Negó con la cabeza—. Pe-ero no pude hacer nada.

—Te encontraron en la nieve abrazado a él. Bueno... nunca dijeron que hubieses sido tú pero
para mí es obvio. Y eso es suficiente .

—Menos mal —resopló con fuerza. Parecía un poco menos agobiado—. Pensé que él...

—Todos lo pensamos, creerme. Pero no, así que cambia esa cara de culpa, él estará bien—
suspiró—, eso espero.

—Se nota que son grandes amigos... —se atrevió a decir.

—No, en realidad no me sorprendería que me odie.

—Pero acabas de decir que...

—Lo sé. Lo quiero, pero digamos que... tenemos "historia" —no estaba perdido, sino sereno.
Ahora sabía que había algo muy peligroso en sus acciones, sabía de lo que era capaz—.
¿Sabes? Lo expuse frente a toda su familia, me besé con su hermano, echaron a su amigo por
mi culpa, creo que también peleé con su ¿amiga?, aunque no recuerdo bien esa parte, así
que ahora es probable que esté en muchos problemas por mí.

—¿Por qué tanta sinceridad? —Al fracaso de científico loco le resultó curioso el tono de su
voz.
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—Oh, vamos... No actúes como si no lo supieras. No es como si reservarme algo cambie


mucho el hecho de que sabes demasiado sobre todos nosotros. Nos seguiste por meses, la
telenovela de nuestra vida debió ser muy entretenida para ti, estoy... poniéndote al día.

—¿Cómo lo supiste?

—Mis ojos funcionan perfectamente bien. Te vi afuera de mi casa... te vi en la escuela, sé que


tienes fotos mías. ¿Con qué propósito? No estoy seguro.

—Solo hacía mi trabajo —desvió la vista a la sopa—, nunca pretendí involucrarme demasiado
con el chico Kim y sus cosas. Ni con ustedes.

—Te creo, aun así fuiste de mucha ayuda. Es decir... salvaste a Taehyung y dejaste salir a
Seokjin. ¿Fuiste tú, cierto? —No le respondió—. Para ser alguien tan ajeno... eres más
solidario de lo que crees. Te ganaste mi duda.

—Oh... ¿Y por eso vienes a hablar conmigo?

—Sí, considerarlo... una única oportunidad de que seas sincero con alguien sobre lo que
pasó.

—¿Ahora eres periodista?

—Soy guionista, de hecho. Otra clase de escritor; más depresivo... menos metiche; pero, haré
mi mayor esfuerzo al escucharte.

Jimin pareció dudar; sin embargo, no tenía opciones sabiendo que estaba en muchos
problemas.

—Mi equipo y yo... intentamos abrir una brecha espacio temporal —soltó ambiguo en señal
de buena fe.

—¿Por qué? ¿Qué ganaban con eso?

Jimin se burló al negar con una sonrisa.


—¿Qué ganábamos? —Alzó la vista—. Todo —respondió ligero—. El tiempo, el espacio, el
conocimiento... todo.

—Una ventaja sobre el resto de la humanidad... ¿eh?


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—No una, miles.

—¿Y cómo resultó eso? ¿Su experimento funcionó en algún punto?

—Construimos dos alternativas. Una en el lago y otra en el aserradero...

—¿Por qué ahí? —cuestionó Min y lo hizo dudar en seguir hablando.

Decirle que la culpa era de su madre, que ella estudió ese lago por años, y que todos en su
familia estaban un poco locos... no parecía ser correcto. No, decirle al chico que estaba
emparentado con dos personas así de dementes no le pareció justo.

Agustus tenía razón y él lo había seguido por meses, cosa que lo hizo divagar.
—El aserradero por la ubicación —fue lo primero que se le ocurrió decir—, estábamos justo al
centro de la energía. Y el lago porque su profundidad era ideal para comenzar.

Min no pareció satisfecho con su respuesta, torció el gesto pensando. Todo el ambiente se
sentía incompleto para él.
—¿Qué es lo que hay más allá?

—¿Taehyung no te lo dijo? —Agustus negó, nunca supo de qué se trataba todo esto con
certeza—. El lago es una puerta al pasado, un agujero de gusano, yo personalmente lo estuve
monitoreando desde mucho antes. Es inestable, tiene corriente peligrosa, básicamente te
envía de regreso a su origen.

—¿Y el aserradero?

—El vórtice... es una clase de puerta que utiliza toda energía a su alrededor para abrir
brechas entre el espacio y el tiempo. Necesita demasiada corriente, por eso se alimenta del
lago, Taehyung se aseguró de eso. También de la central eléctrica de la ciudad y de... —se
quedó callado cuando algo encajó en su cabeza.

—... De Jungkook, ¿cierto? —dijo Min, directo sin dejar de verlo.

—¿Cómo sabes que...?

—Quiero creer que mi teoría de cómo funciona su cuerpo tiene sentido.


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—Él es como un difusor que recibe las ondas... y luego las envía. El lago es la fuente principal
de energía, las torres la dirigen y Jungkook... las amplifica.

—Por eso Taehyung usaba su energía para hacerlo moverse dentro de sus recuerdos.

—¿Qué? —Park pareció confundido, Kim omitió ese detalle.

El pelinegro pensó en esa vez dentro de la piscina y en cómo fue que Jungkook colapsó.
Nadie lo sabía, pero el campo electromagnético a su alrededor era algo que le había estado
intrigando, tanto que incluso tuvo que pintar con su acuarelas un aura morada sobre la foto
que le tomó para darse una idea de cómo funcionaba.

Él no era el mismo tipo de genio que sus antepasados, lo suyo siempre fue más abstracto.

—Taehyung... él intentó manipular la realidad de Jungkook. Usaba su estrés para hacerlo


controlar sus memorias. Pero yo...

—¿Tú qué?

—Creo que no cambió nada, sino... mezcló todo. ¿No es así?

Park pareció meditarlo, era una gran paradoja, y este punto, comenzaba a dudar de qué
cosas eran reales, o de... dónde estaba el inicio real.

—No es así de simple, ese es el problema; Jungkook y el lago tienen el mismo poder. Él tiene
la ventaja de ser consciente pero sigue siendo igual de inestable, le hará daño a todo lo que
esté a su alrededor.

—¿Entonces dices que Taehyung nunca supo lo hacía?

—No, no. Digo que lo descubrió en el camino. Por eso... Kim lo estaba aislando. Él sabía que
esto pasaría.

—¿Qué era lo que estaban haciendo en el aserradero? —No le contestó—. Cuando la


electricidad se cortó, después de que entraron a mi casa sin importarles una mierda la
tormenta.

—Buscábamos un inicio.
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—¿Un inicio de qué, del tiempo, de esta mierda? —respondió ofuscado—, estoy harto de que
mi cerebro se confunda.

—El tiempo no es unilateral, me temo. Y no sé qué hicimos pero... ahora está dividido en
muchos pedazos que no sé cómo unir. —Abrió los ojos grandemente—. Unir... —masculló.

Park alzó las cejas cuando entendió lo que Taehyung hacía. Quizá no era tanto por quedarse
con él sino por mantenerlo a salvo. No sólo a Jungkook, sino a todos.

Si no sabía en qué línea estaba o cuál era real, romper el bucle sería mortal para todos.
Y al irse...lo descubrió. Por eso comenzó a decir cosas sin sentido. Por eso quería intentarlo
otra vez

—Él sabe cómo termina... —murmuró.

—¿Qué cosa?

—Esta línea.

Ambos se vieron preocupados cuando un amargo sabor les invadió. ¿Cuántas veces habían
vivido esto ya? No lo sabían.

Quizá había una tercera línea en donde después de que su amigo de intercambio se
accidentara Agustus Min se marchaba a la universidad para no tener que lidiar con los
estragos de la familia Kim, una vida donde dejaría su carrera a medias para terminar de
sastre en alguna parte de Nueva York.

Pero estaban atrapados en la segunda, y él tenía pensado huir. De todas formas se uniría al
ejército, y quizá no lo sabía pero desertaría porque su instinto le haría saber que en la
primera murió en el campo.

Huir siempre salvaba su vida. Lo haría en este momento, y también en el futuro cuando
terminara vagando por las calles.

Se enamoraría de nuevo, una y las veces que se repitiera. Luego sería echado de los brazos
de su amada sin razón aparente. Porque él no podía ser para ella más que eso, un desliz.
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Nunca supo que tuvo un hijo, quizá por haberse guardado el secreto de Sunhee, el destino lo
jodió también.

No se había hablado mucho de su futuro, él nunca tuvo un destino en realidad después de


vencer a la muerte en silencio y por cuenta propia, por eso era como una mancha al igual
que Taehyung.

—Esta línea... —dijo confundido cuando Park sintió la necesidad de hacer algo al respecto.

—Acércate —pidió, a lo que el otro le vio desconcertado—, chico, acércate y busca bajo mi
almohada.

Yoongi dudó cuando, con los ojos entrecerrados, extendió su mano para acercarla a la
espalda del otro. La deslizó detrás de esta, para que al hacerlo pudiera sentir algo sólido.

Tomó el cuaderno y lo sacó observando con extrañeza.


—¿Por qué tienes esto tú? —dijo incrédulo al tener la libreta de Taehyung en sus manos.

—No puedo seguir. La libreta de Kim, tienes que esconderla. Es evidencia, tiene muchas
cosas que... maldición, si alguien sigue paso a paso las indicaciones podría pasar de nuevo.

—¿Qué caso tendría? Nada de esto ha salido bien.

—Esa cosa tiene más información de la que me gustaría admitir. Lo creas o no, un solo error y
todo se va a la mierda. Taehyung es testigo de eso.

—Esto no me está llevando a ningún lado —dijo Min poniéndose de pie con la libreta en la
mano—. Yo me largo, y tú deberías hacer lo mismo, he firmado tu salida, es probable que te
den de alta.

—No puedo. Van a encontrarme. Ya vienen, lo sé, vendrán a buscarme —le confirmó el rubio.

—¿Quiénes?

—Teníamos un trato con el gobierno... uno que no incluía un escándalo a nivel nacional.

—Escucha, tienes que salir de aquí —le dijo a Park—. No estoy seguro pero han comenzado a
rodear por completo el bosque. Lo que sea que esté pasando es malo, mucho.

—¿Por eso huyes?


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—Sí, me iré antes de que cierren el pueblo.

Park Jimin le observó caminar hacia la salida, él entendía lo que sucedería. Y no hizo nada
para detenerlo.

—Estamos atrapados de todas formas —murmuró cuando se quedó solo.

Cada uno era una arista diferente, que unía a los diferentes vértices de su historia,
complementándose en perfecta armonía.

Por eso, el momento en el que Agustus Min salió por los pasillos del hospital y se colocó la
capucha del sudadero antes de salir, coincidió con los pies de Jungkook, que sobre la nieve
se deslizaban, doliendo al sentirse mojados porque esos zapatos dejaban al frío calar en sus
tobillos.

El pelinegro, que simultáneamente se movía de regreso al hospital, caminando en contra de


la gente que huía. Entró por el otro ala, y buscó por los pasillos, ahora cuerdo, no toparse con
nadie de la familia Kim.

Él no sabía del grupo de vehículos militares que atravesaron la entrada del pueblo con la
intención de buscar los vestigios de la investigación.

Agustus Min, en su lugar, lo supo porque él ya caminaba cerca del límite del pueblo en
dirección a la estación de autobuses, mezclándose con las personas, cuando vio pasar la
gran caravana de autos en dirección al pueblo.

El profesor Kim había sido dado como desaparecido y todo su equipo se encontraba
recibiendo atención médica. Agustus tenía razón y los tenían identificados a todos, incluso a
Jungkook.

Jeon avanzó viendo a todos lados, su mala suerte pareció jugar a su favor; pues se topó con
los padres de los chicos en la cafetería del lugar, en la mesa del fondo hablando sin prestarle
mucha atención a su entorno.

Él no los odiaba; pero les tenía un gran resentimiento.

Los evitó doblando la esquina, al acercarse a ese pasillo prohibido, encontró las sillas frente
a ese vacías.
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Kim Seokjin estaba demasiado cansado; pero era incapaz de dormirse o de marcharse. Por lo
que en ese momento específicamente, se veía al espejo en el baño.

Era casi medianoche y las enfermeras le habían dicho que podría entrar a ver a su hermano
hasta la próxima hora hábil del siguiente día. Y la espera iba a matarlo. Por eso respiraba
jadeando con el rostro mojado en un intento de mantener su cordura, porque tenía miedo de
que sus impulsos lastimaran más a Taehyung.

Ya sea... Seokjin en el baño, o Sunhee casi llorando en el piso de la tienda mientras temblaba
sin poder moverse del dolor. Quizá un Agustus que en la fila para subir al autobús pensó
raparse para no ser descubierto o... Jungkook entrando a la habitación de un Taehyung que
dormía apaciblemente.

Todos se movían en simultáneo; en sincronía como ambas manos sobre un piano.

Sintió una punzada en el corazón. De esas que... no llamaría culpa, sino vulnerabilidad.

A diferencia de otros heridos, Taehyung estaba en una habitación solo para él. Lo vio con
varios cables, y lo que parecía ser un monitor de movimientos cardíacos.

Caminó a él lentamente cerrando la puerta tras su espalda; Jungkook jaló una pequeña silla
que estaba en la habitación, y la acercó para poder quedar junto a la cama, observándolo.

Taehyung tenía los ojos cerrados. Su cuello estaba lleno de gasa para proteger sus
quemaduras. Las tenía por la extensión de su hombro escondiéndose por la bata, supuso
que también en las piernas porque se encontraban cubiertas.

Y su hermoso rostro, ahora dejaba a relucir marcas moradas que iban desde sus ojos hasta
los pómulos, además de tener los labios agrietados.

Era vano; pero no tenía mucho tiempo antes de que alguien regresara.

—Oye... soy yo —le dijo en voz baja—. Estoy aquí. Tus padres no me dejaron verte... Por eso
tuve que esperar hasta ahora. Si me ven aquí llamarán a la policía, creo. Y Seokjin... —se pasó
la mano por el cuello— él también me odia. Digamos que ya no soy muy bienvenido en tu
casa; pero estoy aquí, es lo que importa.
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La habitación estaba en silencio, no faltaba mucho para la medianoche; ese área del hospital
nunca fue el más concurrido de todos.

Jungkook llevó una mano al cabello de Kim, ese desordenado y brillante que se encontraba
encrespado... opaco, quemado.

Entonces, colocó ambos codos sobre el borde de la cama para sostener su frente cuando
inclinó la cabeza, abatido.

¿Esto era lo que había al final? El ritmo cardíaco de Taehyung parecía ser como una canción
de cuna en medio del silencio. Una tonada tenue, adecuada a la noche.

—¿Por qué están enojados... contigo? —musitó Taehyung, apenas, sin abrir los ojos.

El pelinegro levantó la cabeza sobresaltado, los orbes abiertos llenos de asombro.


—¿Estás despierto?

—No, genio... estoy hablando dormido —murmuró. No podía reírse, le dolía el tórax, aún así,
esbozó una pequeña sonrisa cuando volteó a verlo.

—Búrlate todo lo que quieras, Kim —dijo con temblorosa voz—. Tus insultos me alegran la
existencia.

—Si yo no me burlo de ti, ¿quién lo hará? Es un —se quejó apretando los ojos—, un trabajo de
tiempo completo.

A Jungkook le hubiese gustado actuar como si nada hubiera pasado. Sin embargo, los
estragos que la realidad causaron en él eran imposibles de esconder.

—¿Dónde estabas? —se animó a preguntar.

—Yo pregunté—tosió—primero. ¿Qué sucede con mis padres?

—Ellos... piensan que te hice algo malo. Saben que es mi culpa que estés aquí.

La voz de Jeon sonaba lastimera, pero a Kim le hizo gracia.


—No es tu culpa que esté aquí. Soy un adulto, puedo asumir... la responsabilidad de mis
actos.

—No es eso... ellos saben que nosotros...


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—¿Que somos... los hombres más derechos del mundo? —se burló—. De todas formas... se
iban a enterar, ¿cierto? Al menos esta vez no estuve presente.

—¿A qué te refieres con... "Esta vez"?

No le contestó de inmediato, le costaba tomar aire. Se esforzó sobremanera para poder


hablar sin hacer pausas.

—He pasado por eso antes —explicó Kim—, y ahora no me molesta. No tengo motivos para
ocultarlo. No me importa, que lo sepan todos. Da igual lo que piensen. Es real ahora, y eso
me basta.

—Te afectó a ti también, ¿cierto?

—¿Qué cosa?

—Los recuerdos.

—Oh... sí, son detalles —dijo en medio de un gran suspiro—. ¿Quién diría que es tan doloroso
pensar en lo que pudo ser, no? Incluso si la respuesta no es buena.

—¿Qué pretendes, Taehyung? No puedes solo esperar a que...

— Oye, Jungkook... —le interrumpió—. ¿Sabías que casi no hay mariposas en invierno?
Tienen que emigrar si no quieren congelarse... Se mueren con el frío.

—¿A qué viene eso? —dijo confundido.

—Quiero contarte la historia. —Juntó sus labios en una línea recta, vacilando en si debía
hablar—. La que estuvimos buscando por meses... Y no sé por dónde comenzar... quizá
diciendo que mi hermano estaba más jodido de lo que pensaba. Él es una constante.

—No hablemos de tu hermano. Es lo de menos pensar en eso.

—Ese fue mi error. Yo fui por ti y no a buscar el inicio. Pero ahora lo entiendo —se ahogó un
poco—, si no prestas atención a los detalles, nunca entenderás la historia completa.

—No tienes que seguir haciendo esto.

—Volví para esto, así que repite conmigo, Jungkook, había una vez...
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Docilidad... La docilidad para alguien como él era devoción pura.


—Había una vez... —Tragó saliva con dificultad y ladeó la cabeza recomponiéndose un poco
sobre la silla.

—Había una vez un viejo. De todos nosotros, mi hermano, es el único que llegó a ser viejo y
maduro en todas las líneas que conozco. ¿Sabes en qué lo convierte eso? —aclaró su
garganta—: en el protagonista.

—No creo que la vida funcione así... —dijo muy a su pesar.

—¿Y qué tal si lo hace? Es un asco ser un personaje secundario de la historia principal—dijo—.
Por eso nuestra vida fue una mierda.

—No somos secundarios, Taehyung.

—Aquí no; pero lo fuimos. —Era tan lento para hablar que parecía que escogía sus palabras
cuidadosamente; más que eso, le dolía mucho el pecho al respirar—. ¿Nunca te dijeron en
clase de literatura que las acciones del secundario complementan al principal? Lo hacen ser
quien es, le dan un propósito sin recibir nada.

—Eso que, no te esfuerces mucho pensando. No importa.

—Me importa a mí. —Apretó los ojos—. Porque he visto el pasado, el futuro, y sé que el
principal no era yo.

—Lo que haya pasado en otras líneas ya no existe.

—No, Jungkook. Cada línea es independiente de la otra, incluso si están relacionadas. Por
eso nos equivocamos, porque no modificamos nada, creamos muchas nuevas.

—Pero eso significa que... ¿la línea original está intacta?

—Eso creo, todo lo que ha pasado o pasará, sucede justo ahora, en diferentes líneas. Y lo
curioso es que en todas, estoy en el hospital.

—Es un retraso en nuestro plan, ya tendremos tiempo para enmendarlo.

—Hay cosas que no ves. Es gracioso porque yo estaba muerto desde que esto comenzó, y tú
también.
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—¿Qué?

—Nadie sobrevive al ahogarse en el lago. Siempre ha sido así. Así que si el tiempo no se
detiene es probable que te dieran por muerto, y si la primera línea es... para dañar al
protagonista, en este caso Seokjin, tendría sentido que eso pasara.

Cuando sus palabras parecieron más directas que delirantes, Jungkook frunció el ceño.
—En serio quiero golpearte por así de descuidado. ¿Qué estabas pensando? Desaparecer y
luego esto...

—No fue mi mejor plan... —se burló— pero salió bien.

—¿Qué? No digas... —dijo con la mirada cansada—. ¿Dónde estabas? —volvió a preguntar, un
poco molesto—. ¿Qué hiciste?

—Fui al futuro —soltó casi con orgullo—. Tantas veces que no lo creerías.

—Lograste que... ¿Lograste que funcionara?

—Sí —dijo a secas. No podía abrir bien los ojos, pero eso no impedía que sonriera, quizá feliz,
quizá perdido. —Fui a buscarte a San Francisco.

—¿Cuándo? —tartamudeó.

—En junio, te vi jugando béisbol. Eras... la clase de niño bien de la que te hubieras burlado,
¿sabes?

A Jungkook le dolió la cabeza de golpe, porque había un millón de junios y no sabía a cuál se
refería. Y su yo original había llegado a esa ciudad en Julio.

—¿Tú me viste?

—Sí, y a tu familia. Seokjin y tú se ven muy tiernos juntos cuando no quieren ahorcarse el uno
al otro. Tu madre también, parecía más feliz. Todo esto y ellos aún siguen juntos... ¿Muy
irónico, no?

—¿Por qué? —le cuestionó pero Taehyung lo evadió.


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—También vi a Dominic, por cierto —dijo ignorándolo—. Me lo imaginaba más bajito.


Quisiera poder reprocharte porque se supone que yo debería ser tu único novio genial,
pero... él es un buen chico. Te daré créditos por eso.

—Estás así... y aún así tienes energías para celarme —le parecía todo tan inverosímil que
apenas podía opinar—. No puede ser que pienses así. Pensé que lo odiabas.

—No lo odio y... es algo lindo, creo —sonrió de lado abriendo un poco los ojos para voltear
completamente su cabeza hacia él.

—Ahora voy a ponerme celoso yo...

—¿Por él o por mí? —dijo por impulso, acusador sin despegar su vista del chico.

Jeon negó con la cabeza porque no le sorprendían sus reclamos.


—Por ti, obviamente.

—Eso me tranquiliza, tú sí eres mi Jungkook. No él suyo.

—¿Eso qué significa?

Decirle, « una parte de ti no estaba lista para elegirme aún» no era buena idea. Decirle...
«Porque hacerte elegir entre los dos sería condenarme a estar sin ti», era peor.

—Es una larga historia que no planeo explicar.

—No es justo que sepas todo y yo nada.

—Descuida, no hace falta hablar de más. Pronto todo estará mejor —se quejó cuando sintió
el reflujo quemarle el esófago—. Lo arreglaré.

—¿Cómo? ¿Estás diciéndome que lo harás de nuevo? ¿Qué pasa contigo?

—Es por ti, por nosotros.

—¿Piensas que decir que hiciste esto por mí lo hace mejor? —Jungkook parpadeó incrédulo
sino es que horrorizado.

—Son solo gajes del oficio, Jeon. No te escandalices.

—¿Cómo puedes decirme eso? Taehyung, ¿estás loco? ¡Estás mal!


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La luz parpadeó y Jungkook supo que tenía que tranquilizarse.


—Gritarle al herido no ayuda a validar tu punto...

—Lo siento —carraspeó con la garganta—. Intentarlo es un acto suicida. Vi las noticias, Kim.
Había militares por todo el bosque, el lugar está destruido.

—Creo que superé mis propios límites de destrucción, bien por eso.

—¿¡Cómo es que estás tan tranquilo!? —Jungkook se puso de pie sin intención de gritarle
pero alzando la voz de todos modos.

—Mi mente no es buena aceptando el fracaso. Esa es la desventaja de ser como yo. Nunca
será suficiente, ni el tiempo, ni la atención, ni los logros. Siempre querrás más.

—¿Y qué sigue? ¡Este no es momento para reflexionar sobre la vida!

El pulso cardiaco de Taehyung se aceleró según el monitor cuando perdió finalmente los
estribos.

—¿Sabes cuál es el maldito problema? —dijo incluso si todo su cuerpo se acongojaba del
dolor—. Intenté dejarte ser feliz pero no funcionó. ¿Está bien? Porque fui, y me encontré con
una línea, un futuro en donde tu familia te amaba, en donde había un chico dulce esperando
por ti, un lugar en el que podías ser alguien. Y elegí dejarte allí, pero nos encerré a todos.

—¿Cómo es eso posible?

—Porque esta mierda debería haber acabado cuando te partiste la pierna, porque Seokjin y
tu madre debieron tener una vida separados pero no fue así. No es así de simple. Y aunque
cambie la historia, yo o alguna otra versión de mí te va a empujar a caer de nuevo.

Jungkook negó con la cabeza. Efectivamente, una vez más había llevado a alguien al límite.
Tenía la maldición de enloquecer a todos a su alrededor.

—¿Otra versión de ti?

—¿Nunca te preguntaste cómo llegaste aquí la segunda vez? Huiste de casa, era de noche y
yo recién había llegado a San Francisco, estaba oculto en el apartamento de Dominic cuando
él escuchó gritos en el callejón, le dije que te ayudara. Luego él bajó y apareció para salvarte.
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La primera vez fue tu culpa, pero todas las demás él hizo que pelearas con Seokjin y fue por
mí.

—Lo que recordé cuando estábamos en San Francisco... —negó con la cabeza—. Eso no es...

No lo sabía; cualquiera de sus vidas era ajena a él excepto esta. Incluso la que solía ser la
primera... ya no se sentía como la más importante.

Al final, ¿qué parte de todo esto era real? Quizá solo los ojos de Taehyung rompiéndole un
poco el pecho.

—Jungkook, escúchame, no puedo cambiar el origen porque eso nos dañaría a ti y a mí; pero
puedo controlar el bucle. Mantenerlo intacto para que yo pueda llegar a ti antes que los
demás. Y huir a donde sea que queramos hacerlo, antes de que todo lo malo suceda, como
una vía de emergencia en la carretera —habló con tanta fuerza que hizo que sus heridas
dolieran, así que se compungió sobre su cama cerrando los ojos—. Solo piénsalo, tú y yo, en
alguna línea donde nadie se interese por buscarnos.

—Taehyung... —murmuró acercándole una mano al rostro—. No hables más, te hace daño.

—Solo necesito intentarlo una vez más. Una vez, y lo lograremos.

Jungkook suspiró. No quería que gastara sus energías en eso.


—Taehyung, ya no me explicaste lo de las mariposas...—le dijo con una mirada apagada—.
¿Las mariposas emigran? ¿Es lo querías decir, por eso quieres que me vaya?

—Tienes que prestarme atención, Jungkook. Debemos...

—No venía a pelear contigo, solo quería estar cerca de ti.... —confesó.

—Si te vas esta noche, estarás en Boston en un par de días. Sabes dónde está el dinero, y
podrás esperarme hasta que vuelva.

—Tu plan es... enviarme lejos. ¿Eh? Estás más loco que de costumbre. ¿Estás seguro de que
tu cabeza no está rota?
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—Lo que sea que se haya roto en mi hoy... no es importante. Tengo todo el tiempo del
mundo para arreglarlo, y lo haré, no ahora, pero mañana... Mañana parece ser un buen día
para comenzar.

—Mañana... —murmuró Jungkook dándole una vista a la bolsa en la mesa de noche—.No


puedo irme esta noche ¿sabes qué día es mañana, cierto?

—No sé ni cuándo estoy, Jungkook.

—Es el día veintinueve, a las once en punto. Es por eso que vine. Tengo el honor de
informarte que estás exactamente a una hora de cumplir dieciocho años.

—Error.

La habitación tenía una lumbrera tenue de la pequeña bombilla cerca de la entrada. Los ojos
de Taehyung se habían acostumbrado y ahora podría abrirlos correctamente.

—¿A qué te refieres con "error"?

—Yo nací a las seis de la mañana, seis con un minuto. Así que aún faltan siete horas para que
tenga dieciocho.

—30 de diciembre de 1968, a las 6:01 A.M. —Entrecerró los ojos—. Si me das tu lugar de
nacimiento será información valiosa que me servirá más tarde...

—¿No empezarás con tus cosas... —tosió— raras del zodiaco de nuevo, cierto?

—No...—contuvo una sonrisa—no es necesario, todos sabemos que Virgo se lleva bien con
Capricornio.

—Oh, dios. Yo no creo en esas cosas...

—No seas un cumpleañero amargado, Kim. —Tragó saliva pesadamente—. Mira, hasta te
traje en pastel.

—¿Un qué?

—Un pastelito, como tú. Aunque justo ahora tú ahora eres uno quemado.

—Gracioso...
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Jungkook lo sacó feliz de la bolsa y se levantó para que él pudiera verlo sin tener que
moverse.

—¡Ta-da! —exclamó Jungkook, y luego recordó que estaba de incógnito en la habitación—.


Ta-da —repitió susurrando cuando se animó a sentarse ahora en la orilla de la cama.

—¿Viniste a cantarme entonces?

—Sí... aunque no tengo una vela.

—El fuego y yo no nos llevamos bien de todas formas.

—Entonces asunto resuelto —aclaró su garganta antes de comenzar a cantar—. Feliz... feliz
cumpleaños a ti... —dijo quedito, como si fuera un secreto entre ambos—feliz cumpleaños a
ti... Feliz cumpleaños... —El secreto más hermoso de todos—. Feliz cumpleaños... pequeño
Kim, feliz cumpleaños...

—Jungkook...—interrumpió de pronto—, yo me disparé —dijo sin flaquear cuando le vio dejar


de aplaudir lentamente.

—A ti... —terminó de decir. Su expresión se llenó de horror y sus ojos profundos temblaron—.
¿Qué? —dijo incrédulo.

—Es la cabeza, yo... sé cómo termina esa línea —volteó hacia otro lado—. Y las demás.

La forma en la que hablaba logró asustar a Jeon. Este era su Taehyung... pero sus labios
dudaban, en sus ojos no había luz, ya no estaba cuerdo.

—No digas... —Taehyung le interrumpió, con la mirada cansada. —Nada de eso es necesario.
No ahora. Tú mismo lo dijiste... algún día lo arreglaremos pero hoy, tienes que descansar.

—Jungkook, ¿Por qué siempre te asusta la verdad?

—Me asusta tu voz.... —musitó con el ceño fruncido.

Jungkook se pasó las manos por el cabello, cuando el otro suspiró.


—Lo siento... es solo que—se burló un poco de sí mismo—, hice muchas cosas para volver
aquí, tenía que decírtelo.

—Y yo, vine aquí para ser el primero en felicitarte por tu cumpleaños.


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—No puedes evitar el tema por siempre.

—Lo sé. Pero puedo hacerlo esta noche —le dijo poniéndose de pie.

—No puedo ser del todo optimista cuando estoy más quemado que el pastel, lo siento.

—Oye, no uses mis bromas. Para ser el nuevo protagonista... eres uno muy testarudo. —Le
pasó la mano por el cabello con lentitud—. Es más, si tuvieras un programa de televisión se
llamaría "Taehyung, que nunca cierra la boca".

—Sería un gran show... —se burló—podrías verme mañana a la misma hora.

Tragó saliva, se fijó en el rincón de la habitación, mientras recordaba las palabras de su


madre.

—Tengo una idea —volvió a hablar Jungkook, antes de moverse rápidamente a la puerta,
esta no tenía seguro por lo que tuvo que asomar la cabeza un poco y asegurarse de que no
hubiese nadie afuera.

Jungkook caminó hacia la televisión de la habitación con intenciones de empujarla. Aunque


esta era grande, estaba en un mueble con rueditas, por lo que no le costó mucho moverla
para que quedara un poco más cerca de Taehyung

Luego la encendió, y rogó al cielo que el cable funcionase en el hospital porque de otra forma
quedaría como un tonto.

—¿Qué intentas Jungkook?

—Nada, quiero tener un momento de paz.

—No creo que el hospital sea el lugar más pacífico del mundo en este momento.

—Por eso... nos vendría bien ver un poco de televisión, ¿no crees?

—Es una hermosa forma de decir que me calle.

—Si dejas de pensar tanto por un rato, yo estaría muy agradecido por eso.
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Parecía que el universo sabía que sus intenciones eran buenas, así que logró sintonizar en
uno de esos canales de repetidora, en donde toda la lista de especiales de las fiestas
pasaban una y otra vez.

—¿Por qué te empeñas en hacer esto?

—Tú y yo... teníamos una cita pendiente, Kim. Nunca fuimos al cine, ¿recuerdas? Así que, o
sigues hablando sobre tus teorías del tiempo como siempre o fingimos que estamos allí. Tú
eliges.

—Pero...

—Taehyung, deja de pensar.

—No —tosió—, no puedo.

—Por mí. —Sabía que no debía, pero lo dijo—. Por favor. Ya no pienses más, por mí.

Jungkook no quería que siguiera hablando, lo amaba lo suficiente como para cuestionarse si
su presencia le hacía bien al chico. Y no pudo contestarse que sí.

—De acuerdo —dijo Taehyung y supo que todos tenían razón.

¿Era un poco imprudente quedarse ahí por más tiempo? Tal vez. E igual de imprudente fue
apagar la luz y desear que nadie intentara entrar.

Jungkook dejó el único canal que funcionaba en la televisión y se acercó para sentarse de
nuevo en la orilla de la cama. La cual no era muy grande, pero en donde se recostó a medias
contra los cojines de respaldo, con cuidado de no lastimar a Taehyung o tirar de los tubos de
intravenosa que tenía.

—Me gusta esa película... —murmuró Taehyung—. Salió el año pasado... la televisión no
funcionaba, y estuve esperando todo este año para verla.

—¿Te gustan las caricaturas? —dijo Jungkook cuando le vio reír.

—Ese niño, Charlie Brown en especial, me resulta muy gracioso....

Si toda su historia estaba hecha a base de cursis escenas, a Jungkook no le molestaba


agregar una más a la lista.
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Pues, según su limitado conocimiento del amor joven, ahora le correspondía colocar el brazo
por encima de los hombros de su cita y tomar un poco de su comida antes de robarle un
beso.

Aunque claro, dadas las circunstancias, no podía hacerle presión al cuerpo del castaño o
robarle la merienda de cumpleaños que ni siquiera podía comer por ahora.

Jungkook no esperaba sentir a Taehyung recargar su cabeza con él. Y su alma no fue lo
suficientemente fuerte para no hacerle respirar más lento cuando su mirada se volvió seria.

—Taehyung... ¿podrías prometerme que no lo intentarás de nuevo?

—¿Intentar qué cosa?

—Fingir demencia no sirve si ya eres un demente....

—Jungkook, necesito que te vayas —le dijo directo, seguro de lo que tenía que hacer —.
Espérame en Boston y te alcanzaré cuando esto acabe.

—Lo haré, tú sanarás y te veré en abril. Pero Tienes que prometerme que te quedarás lejos de
todo ese caos

—Jungkook... no funciona así.

—Dilo.

Aun cuando no quería ser dócil, Kim Taehyung, el incomprendido, se lamentó al ser incapaz
de hablar en contra de los deseos de su invierno.

—Lo prometo —exhaló con tal seguridad que cualquiera que le oyera admiraría lo sensato
que era.

Excepto Jungkook, cuyos ojos se llenaron de desesperación al saber que mentía. Después de
mentirle a todos finalmente le había mentido a él.

Y lo supo, no solo por su voz o la quieta expresión que ya conocía eran parte de su juego.
Sino por sus dedos cruzados, esos que quiso ocultar entre la sábana.

Quizá para los de buena fe significaba suerte; pero para alguien como Taehyung, incluso si
era inocente, era sinónimo de falsedad. Sabía que mentía.
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Justo en ese momento, la película se vio interrumpida por la nota de última hora del
noticiero y Jungkook frunció el ceño.

Ese dilema moral que siempre lo acompañaba se volvió menos confuso cuando la línea entre
lo correcto y sus deseos pareció inexistente.

—Sé que mientes —le dijo directo, pero Taehyung ni siquiera le vio.

—Silencio, estoy viendo televisión.

La luz es dulce para los perdidos, quienes encuentran redención ante los rayos de sol que
alumbran su camino.

Trágico saber, que el amanecer estaba demasiado lejos de él.

—No, no lo harás —declaró con dureza cuando su corazón se rompió en millones de partes.

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30 de diciembre de 1986.
La hora de la Hamartia.

Capítulo Veintisiete (Final)


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por Incompletelyrics

27.
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El cuento de Sabiduría, y su precioso Conocimiento.

En algún lugar, nadie sabe dónde, quién sabe cuántos días después de la creación del
universo, aconteció un lamentable incidente.

Tan complejo como absurdo, cuya historia no tiene sentido más allá del que alguien
demente pudiera darle.

Muy profundo en un denso bosque de cristal, se encontraba un ser de luz y de largos mantos
tan blancos como su cabello, que no sería ni un dios ni un humano, más bien una clase de
espíritu, cuya única función era vagar por la tierra contemplando hasta el más mínimo
detalle de la existencia misma.

Tardó millones de años en descubrir quién era, pues la esencia de sí mismo se obtenía solo
tras mucho tiempo de meditación y discernimiento de lo benigno.

Su nombre era Sabiduría.

Por siglos, su deleite fue reflexionar sobre cómo funcionaba el universo, pues cada detalle y
sensación le llenaban de saber.

Sin embargo, no negaría que se sintió solo por mucho tiempo, y fue así por largas vidas hasta
que los humanos aparecieron en la tierra. Fue entonces cuando encontró un nuevo
propósito, al poder mostrarles una guía.

Sabiduría les enseñó a discernir; comenzó a regocijarse en los sentimientos de los hombres
justos, y a danzar fascinado en el amor que descubrió que los humanos sentían por otros. Le
gustaba observarlos, y se complacía de aquellos a los que otros hombres llamaban sabios.

En una buena tarde, en donde salió a caminar, se topó con la grata sorpresa de que no era el
único ser que habitaba entre ellos.
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Le encontró en la antigüedad; ahí, sentado en una piedra, balanceando sus piernas mientras
escuchaba a un maestro hablar, respondiendo a las preguntas con emoción en su voz
acompañado de una enorme sonrisa, incluso si nadie además de Sabiduría podía notarlo.

Parecía que brillaba, y sus ropas estaban tejidas con hilos de oro, justo como el color de los
rizos que adornaban su cabeza.

Conocimiento, se llamaba. Y Sabiduría pensó que era un nombre precioso, tan adecuado
para alguien como él.

Ese ser, que resultó tan similar a él, le trenzó su blanco cabello y le contó miles de secretos,
narrando para él historias sobre las galaxias, detalles de lo profundo del mar y un sin fin de
cuentos sobre cada uno de los granos de sal.

Conocimiento tenía la hermosa capacidad de recitar, sin una sola de sus palabras fallar.

Este siempre supo que había más como él, con el mismo propósito de instruir a los humanos,
simplemente no se esforzó en buscarlos. Es decir, él, a diferencia de los demás, desde el
inicio lo sabía todo.

Todo.

Sin embargo, al tener un poder tan prematuro, siempre le faltó temple, un poco de paciencia
quizá; una que encontró en el sabio que atento le escuchó. Ese que en otoño le dio la
voluntad para estudiar las hojas secas y cuya mirada era tan cálida, que le hizo desear poder
enseñarle todo el universo.

Ese amor, que por mucho tiempo observaron en los humanos, apareció a su alrededor, en las
flores violetas que nacieron al prometerse permanecer juntos eternamente.

Conocimiento lo dejó dormir en su pecho, y le recitó la poesía de la que había dotado a los
hombres, al oído, y en todos los idiomas del mundo, durante las mil primaveras en que se
amaron.

Oh... con cuánta intensidad se amaron.

Era inútil intentar negarlo cuando parecía que habían sido creados el uno para el otro.
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Juntos, llenaron a la tierra de nobles eruditos. De conocedores tan justos, que eran diestros
al hablar e intachables al actuar.

Del lecho de su amor nacieron los genios. Unos seres de mente tan brillante, capaces de
hacer del mundo un lugar mejor.

Cada uno dotado por Conocimiento con inteligencia y talentos únicos, con Sabiduría de su
lado para llenarlos de gracia; pero ambos, en medio de su gozo al ver a la humanidad
progresar, olvidaron un detalle importante:

Los hombres son necios por naturaleza.

Estos dejaron de ser pacientes, comenzaron a hablar sin sentido y a desesperar con el
fracaso, sin darle importancia a discernir en sus acciones, cegados, sin sabiduría alguna.

Conocimiento no entendió los motivos, e incluso cuando lo sabía todo, erró al darles más y
más entendimiento del que pudieron poseer.

Sus habilidades les dieron la capacidad de dañar, de construir armas, de crear guerras.

Sabiduría perdió los estribos, cuando impropiamente se molestó por el atrevimiento de los
humanos; insensatos y crueles humanos; usando a su preciado Conocimiento para dañarse
unos a otros.

Entonces, ese lazo que les unía se soltó. Uno quería persuadirlos, el otro ya no estaba
dispuesto.

Conocimiento quería enseñarles el camino de regreso incluso si eso significa sufrir. Sabiduría
solo quería que nada le dañara.

Siempre debió existir un equilibrio entre ambos; pero mientras Conocimiento les dio todo...
Sabiduría les abandonó.

Anhelaba más conocimiento, al igual que los humanos. Lo quería todo y lo quería solo para
él mismo porque sin proponérselo comenzó a perder la razón.
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Quizá por eso Sabiduría no reflexionó sobre sus acciones, como todo sabio debía hacerlo, y
se encandiló con la belleza de esas enseñanzas que declaró la humanidad no se merecía
más.

Así que se llevó consigo a Conocimiento, para ocultarlo en ese bosque de Cristal donde les
gustaba descansar; este le siguió sin dudar, sujetando con fuerza su mano, pues creyó
Sabiduría nunca haría algo insensato, pero al estar allí, descubrió... que estaba equivocado.

Ya no era él mismo.

Lo supo cuando intentó encerrarlo, en lo más profundo del bosque, para que nadie pudiera
alcanzarlo. Diciendo incoherencias y gritando eufórico que él, su preciado Conocimiento, era
solo suyo. Suyo y de nadie más.

Sabiduría ya no lo amaba; estaba obsesionado con él.

Al igual que los hombres, que perdían la cabeza en su búsqueda de la verdad cuando esos
saberes equivalían a poder.

Y Conocimiento, como buen sabelotodo, pensó que la definición de su existencia estaba mal,
pues había dejado de ser un sabio.

No tenía una pizca de razón en sí... pero demencia... oh, era todo un demente. Muy a su
pesar, demasiada verdad le habían enloquecido. Y quizá, ese era el final de todo aquel que
busca poseer el conocimiento.

Locura.

Su nombre sería Locura.

Así le nombró, y dejó de tenerle miedo; en su lugar, Conocimiento le sonrió, como sabía que
era prudente ser condescendiente con los desquiciados, para luego sentarse a su lado por
siempre, como le había prometido.

Sabiduría solía ser muy parecido a Conocimiento; pero Locura... era completamente
opuesto. Maniático, irracional, y aun así, él lo amaba... profundamente.
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Ambos se sentaron ocultos, muy lejos del alcance de los hombres y con los ojos cerrados,
para no ver lo que estos hicieron con los regalos que les habían otorgado.

Algunas veces, cuando Conocimiento se aburre de estar en silencio, aprovecha los ojos
cerrados de Locura y se acerca a algún humano para susurrarle bellas ideas, a veces un verso
de amor a los poetas, o besar a algún bebé dotándolo de destrezas con las que fuera capaz
de enseñar a los otros un nuevo mundo de saberes.

Con cautela, y esperando no ser descubierto por el otro. Sin excederse para no enloquecer a
los ilustres, pues demasiado conocimiento siempre atrae a Locura. Pero era inevitable, a
donde sea que fuese, irían de la mano.

Quizá por eso los sabios son escasos; y todos los genios... están un poco locos.

...

California.

30 de diciembre de 1986.

El frío aire que recorría toda la habitación pareció intimidarse con el de sus cuerpos juntos.

Había una extraña sensación de quietud en esa habitación de hospital, en la que la


respiración de Kim Taehyung y el sonido de sus pulsos cardiacos eran lo único que se
escuchaba.

Jungkook se puso de pie viendo con una sonrisa al chico que descansaba, cuyo cabello
castaño reposaba revuelto sobre la almohada.

Jeon Jungkook no estaba orgulloso; pero nunca fue un hombre que estuviera al amanecer.
Su pecho no era ese en el que sus amantes se despertaban.
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Quizá por eso las veces que despertó solo, sin Taehyung a su lado, se quedaron muy
presentes en su mente. Porque cuando quiso despertarse a besarlo no había nadie ahí.

Sí, él las recordaba muy bien.

Y es que eran tantas, que probablemente era su castigo; pero aun así, Jungkook nunca
intentó irse. Porque le gustaba abrir los ojos para darse cuenta de que le abrazaba
inconscientemente. Recordaba bien ese pequeño quejido cuando se movía entre las sábanas
y le decía que no lo dejara.

Jungkook nunca aceptó que era vulnerable, pero no negaría que se quedó solo porque le
gustaba sentir que lo amaban.

Él nunca creyó que volvería a hacer esto. Al menos no a Taehyung.

Por eso dejó la televisión encendida cuando caminó hacia la salida, arreglándose la
chaqueta con pesar.

Y cerró la puerta detrás de su espalda cuando abandonó aquel lugar.

Esa madrugada en específico, cuando Kim Taehyung abrió los ojos, se encontró solo.

Se removió incómodo entre las sábanas cuando comenzó a asimilar bien lo que había
sucedido. Y maldijo en voz baja por haberse quedado dormido.

En el buró junto a su cama, se encontraba todavía el pequeño pastel con una mordida en él,
y el betún aplastado.

Era preciso decir que no le sorprendió su soledad, pues de hecho, le llenó de mucha calma.

Kim Taehyung conocía el gran desenlace.

De la mayoría de líneas al menos. Era imposible conocerlos todos si ni siquiera sabía cuántas
realidades más había creado.

Siempre hubo muchas líneas en donde jamás volvía. Y quizá era así cómo todo debió
quedarse. Sin embargo, la segunda, en particular, tenía la peculiaridad de que había
cometido el error de regresar.

Es decir, si él no volvía la historia transcurría tal cual sin tener que sufrir un final desastroso.
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Él lo sabía.

Su destino era inerte, estaba consciente de eso; quizás eso fue lo que le enloqueció desde un
principio.

Sabía que lo más probable era que en un par de horas, lo rodearían. Estaba seguro de que
cuando no entregara la información que tenía iban a matarlo.

Fácilmente podría despojarse de todo su conocimiento pero al final, ¿de qué le serviría a la
humanidad saberlo?

Ellos jamás lo entenderían. Si él, cuyo interior siempre fue más blando que el de muchos, se
corrompió por el poder que controlar el tiempo representaba. ¿Qué podía esperar de los
otros?

Sí. Kim Taehyung preferiría morir antes que venderse. Ya había pasado por eso antes y sabía
que de todas formas eso terminaría por matarlo.

Siempre le gustó mucho la idea de morir a su manera.

Estaba herido, probablemente enfermo, y aunque ya no le interesaba, una parte de él se


encontraba profundamente dolida.

Aunque claro, de ser posible, él no dudaría en intentar viajar de nuevo; pero se encontraba
atado de manos.

Así que se sentó sobre la cama, pasándose las manos entre el cabello mientras buscaba el
más mínimo rayo de esperanza para un alma, y en especial, una mente tan jodida como la
suya.

Pues ahora sabía que esa historia estaba a punto de cerrarse, para que todo volviera a
repetirse.

El reloj en la pared marcaba las tres de la mañana, quizás un poco más pero con su
defectuosa visión no alcanzaba a verlo correctamente.

Sonrió viendo hacia la puerta cerrada. Sí, la ausencia de Jungkook ahí le hacía sentir paz.
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Había fallado en su propósito original, no había logrado llevarlo de regreso pero era lo de
menos, Jungkook no quería irse, lo sabía. Y su corazón no fue lo suficientemente fuerte como
para obligarlo a hacerlo.

Todo se acababa, incluso su tiempo; pero sabía que su Jungkook estaría bien.

Así que suspiró como si supiera que en ese momento Jeon Jungkook se encontraba
atravesando la entrada de la escuela, esquivando a las personas que se refugiaron allí de la
tormenta.

El albergue más grande para aquellos que no habían logrado salir del pueblo era justamente
ese, y aunque Jungkook mantenía ese gran sentimiento de dolor dentro de su pecho, se
atrevió a acercarse a los rescatistas, ofreciendo su ayuda.

Por eso, pese a que debía irse, se permitió ayudar al director (quien ya le conocía) a sacar
varias colchonetas del almacén para que los niños que estaban cansados durmieran un poco
en el gimnasio, y se incluyó a sí mismo en la mesa para apoyar sirviendo unos cuantos
tazones de sopa para los menesterosos.

Y es que su presencia allí tenía otro propósito pero se vio en la obligación de ayudar a las
personas, después de todo era su culpa que se encontraran en esa situación.

Además, no sabría decirlo, pero ser benevolente lo sanaba.

Él siempre fue el tipo de persona que encontraba fortaleza en la benignidad. Después de


todo, ser sensible era su gran superpoder.

Solo después de apoyar a varios necesitados, se acercó al lugar que era su destino inicial.

Esos corredores por los que los siguió estaban llenos de personas, que le veían como si todos
supieran que estaba infinitamente triste.

Cuando estuvo frente al casillero de Taehyung, suspiró esperando no haberse equivocado de


lugar; le dolía la pierna, y estaba seguro de que no aguantaría caminar de regreso a casa.

Giró el seguro, repitiendo su combinación como las muchas veces que vio al castaño hacerlo.
Era curioso pensar que nunca intentó abrirlo antes, Taehyung estaba consciente de que
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sabía la clave pero no fue hasta este momento en donde tuvo su autorización que decidió
hacerlo.

A Taehyung siempre le pareció más seguro guardar cosas en la escuela que en su propia
casa; quizá porque era paranoico, o simplemente porque sabía cosas, jamás lo entendió.

Así que, efectivamente, se encontró la billetera del chico ahí dentro. La revisó, el anuncio de
la casa seguía ahí, también había efectivo.

A decir verdad, no le sorprendió que hubiesen varios sobres sellados detrás de los libros que
Taehyung ni siquiera leía. Palpó estos, y sí, era dinero.

Volteó a ver sobre sus hombros para asegurarse de que nadie le siguiera y se ocultó al menos
tres de esos sobres en la chaqueta.

Ellos ya habían hecho el pago inicial, pero no tenía sentido para Jungkook que le hubiese
dejado tanto efectivo, era lo que restaba de sus ahorros. También estaba su gorro, sus
guantes, un mapa...

¿Él siempre pensó en enviarlo lejos acaso?

Racionalizar que Kim tenía todo demasiado calculado le hizo sentir una inmensa náusea.

De todas formas, no había más por hacer, era momento de emigrar. Por lo que negó con la
cabeza alejando esos pensamientos, colocándose sus implementos, y dándole una vista por
última vez a la foto de ambos en el supermercado pegada en el fondo del casillero.

Nunca se detuvo a pensar en dónde habían terminado todas esas fotografías que tomaron
en Halloween; pero ahora lo sabía.

Taehyung siempre dijo no seguir modas, y aun así decoró su casillero por dentro como todos
los demás chicos de la escuela cuando tuvo unas para hacerlo.

El gran final de la afamada segunda línea comenzó cuando Jungkook arrancó esas
fotografías para llevárselas con él antes de cerrar la puerta.

La ciudad ya lucía desierta, y era demasiado peligroso seguir paseándose por todo el lugar.
Pero apartarse del destino no era algo que el universo tomara con gracia.
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Observó a las personas que hacían grupo, mientras el alcalde intentaba coordinar más
autobuses para continuar con la evaluación.

Jeon Jungkook suspiró en la entrada de la escuela, y salió en busca de la carrera sin poder
aceptar del todo la línea escrita.

Pues para él, ayer no existía más allá de la racionalidad del hombre, como un recordatorio de
lo que ya no se tiene.

No muy lejos de ese lugar, las puertas del último autobús saliendo a las cuatro en punto de la
mañana del pueblo se cerraron.

Agustus Min se sentó casi al fondo, al lado de una mujer con su hijo en brazos a quienes
sonrió al sentarse en la misma fila.

Dejó su maleta sobre sus piernas, y el rugir del motor repercutió en su estómago cuando este
se encendió haciéndoles saber a todos que era hora de despedirse del Condado.

Ya no nevaba; pero el asfalto seguía mojado, había hielo en algunas partes, y el avance del
autobús fue muy lento.

El pelinegro suspiró y se abrazó a sí mismo pensando en todo lo que dejaba atrás mientras
intentaba convencerse de que irse era lo más viable si quería sobrevivir.

Entonces, recordó el objeto que se presionó contra su pecho.

Se había dicho tantas veces que demasiado conocimiento era peligroso que le hizo
cuestionarse si haber observado todo, además de callar, sería igual de contraproducente.

La libreta de Taehyung estaba a su completa disposición y aunque era una mala idea, la
verdad le llamaba a gritos.

Saber la verdad.

Pero exactamente, ¿qué verdad esperaba encontrase?

No pudo responder, así que se atrevió a sacar la libreta que tenía oculta y la abrió porque
simplemente no soportaría ni un segundo más de esta incertidumbre.
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Las primeras hojas estaban llenas de datos tontos que él había visto antes, y una que otra
descripción que logró apenas digerir.

Muchos dibujos de líneas, y números que no parecían tener relación entre ellos.

Había tantas cosas, pero sin duda, la que más le llamó la atención fue su propio nombre.

O bueno, algo así:

"Curvar el tiempo a través de la gravedad".

"Kim secuestró a su propio sobrino. Eso me da tiempo".

"¿Qué tanto sabe su familia sobre sus investigaciones? ¿Yoongi lo sabe? ¿Lo está ocultando?".

Agustus Min nunca imaginó que él sería parte de la investigación. Y es que Taehyung siempre
tuvo esa manía de anotar las cosas que no entendía, como dejándose preguntas a sí mismos
cuyas respuestas no anotaba porque se reservaba ese conocimiento sólo para sí mismo.

Kim.

¿Qué Kim, cuál de todos?

No era ninguno de los hermanos con los que creció. ¿Jungkook? ¿Qué tal la sombra? No, su
apellido real no era ese.

"El profesor le pidió a Park fotos de..." Había un tachón, no se alcanzaba a distinguir.

"¿Lo sospecha o lo sabe?"

"Min Yoonji es... ¿Kim Yoonji? ¿Es ese su nombre real?"

Agustus Min dejó de respirar por un segundo.

Tenía más familia. Lo confirmó y no supo cómo sentirse realmente, pues parecía ser que de
alguna forma... él también era un Kim.

"Se necesitan más personas para abrir el vórtice. Si yo morí, significa que alguien más abrió la
entrada al lago en el futuro".

—¿Mamá? —dijo quedito, cuando le dolió la cabeza.


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"A decir verdad, su muerte me parece más orquestada que verídica, las fechas de las cartas no
cuadran".

April Agustus Min, el fugitivo, abrió los ojos cuando muchas cosas encajaron en su cabeza.

"Encontrar a Yoonji en el futuro antes de que ellos lo hagan".

Querían protegerlo de ser como su madre porque ella era una más de los lunáticos: la
sombra, el profesor, y su amigo.

Más que eso, la idea de que estuviera viva le molestó aunque no logró perturbarlo.

Ese "inicio" que Park mencionó era el punto al que Taehyung estaba buscando llegar y así
sería en cada línea.

En el plano de la realidad, el punto cero, parecía ser el final cuando era realmente
consumación de todo.

Para su mala fortuna, la persona que había logrado entender cómo funcionaba ya no se
encontraba en sus cabales.

Kim Taehyung cometió un solo error en todos sus experimentos, y fue por sucumbir ante esa
ilusa percepción de poder tener cosas que no le pertenecían.

Park Jimin nunca supo que fue engañado y usado; se quedó creyendo que Taehyung era de
fiar cuando era obvio que se había corrompido.

Jamás debió ir a San Francisco.

No debió buscar a Jungkook era un error.

Él mismo se había condenado.

Taehyung siempre se condenaba.

Por eso, el final llegó a todos en el mismo momento en el que las líneas se hicieron más y
más distantes entre ellas.
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Ese instante en el presente en el que April cerró la libreta se mostró tantócrono con Jeon
Jungkook de pie en la orilla de la carretera diciéndole «adiós» a su amado Condado
Mariposa.

Sufrió; porque tal vez, solo tal vez se había enamorado de ese pequeño pueblo también.
De las estaciones, de sus calles y su gente.

Un lamento brotó de lo profundo de su entendimiento y justo cuando dio un paso al frente


sintió como si una fuerte red lo arrastrara.

Fue un largo camino, y el ciclo se cerraba en ese momento en donde Jungkook comenzó a
ahogarse en medio de la calle con la electricidad que de él emanaba avisando de su
presencia a los agentes que buscaban por todo el pueblo.

Un gran estruendo, y todos cubriéndose las cabezas cuando las ventanas de los locales del
centro amenazaron con explotar a su vez.

Y era tan exacto, que el retén militar en la entrada del condado sería alertado justo a tiempo
para obviar el autobús donde April se encontraba, dejando que este se marchara a su nuevo
destino en Nueva York, como había sucedido en todas las otras líneas producto de la gran
fractura.

Por un Jungkook que se recargó en la parte posterior de un viejo camión de verduras para
desmayarse entre estas cuando no pudo soportarlo más.

Este, cuyo conductor no le notó de polizón y arrancó el motor.

Él se marchó.

Taehyung lo sabía. Y al ver la televisión apagarse por sí sola en su habitación confirmó que su
gran amor ya se encontraba muy lejos.

Incluso si el montón de militares revisaron hasta el cansancio el lugar, no encontraron a


Jungkook, pues ya no estaba allí. Se había movido en sentido opuesto.

Para fortuna de Jeon, cuando el conductor lo descubrió, le dejó subirse con él en la cabina
de adelante, haciéndole un par de preguntas sobre sus ojos llorosos. Para luego llevarlo
cerca de esa ciudad que fue suya por un par de noches, en donde pudo pedir asilo.
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Jeon llegó a Bostón, un par de días después. Destruido mentalmente, en medio del hielo de
los años ochenta en donde aguardó esperanzado hasta hacerse viejo.

Un Jungkook que esperó por un Taehyung que nunca regresó.

Ese Taehyung que no falló en su predicación, pues, los agentes llegaron justamente al
hospital alrededor de las cinco de la mañana para ajustar cuentas con él.

Siempre supo que sucedería, por eso no quería a su estrella cerca; pero ya no tenía más que
explicar.

Kim Taehyung conocía lo que era estar rodeado e indefenso en más de un sentido, y en
especial, sabía lo que era tener un fusil en la frente.

Vaya que lo sabía muy bien.

Por eso los demás Taehyung de otras líneas, a diferencia del de la segunda, desaparecían, y a
sus ausencias les llamaban muerte.

Quizás este era el motivo por el cual el Seokjin viejo no hablaba sobre eso, pues el joven
escuchó el mismo disparo en todas las líneas existentes, al mismo tiempo.

Nunca supo con certeza si había impactado contra su hermano, o alguien más. Siempre se
mantuvo fiel a la idea de que Taehyung no era el tipo de persona que marcha sin decir una
palabra.

Ese Seokjin se juró a sí mismo que nada había sucedido; se aferró a esa idea de que su
hermanito estaba en algún lugar, desesperado por convencerse, cuando su yo joven fue
inmovilizado por los militares contra una pared del baño del hospital.

Le preguntaron por Taehyung en cada línea existente, y nunca supo qué responderles. Así
que terminó inconsciente en el piso, con mucha sangre a su alrededor todas las veces que se
repitió.

Lo cual era extraño, pues siempre al despertar en urgencias, siempre obtuvo la misma
noticia. Esa de que su hermano simplemente no había resistido más y ya.

Incluso si él sabía que algo no cuadraba... nunca se atrevió a hablarlo.


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Nunca superó su depresión, al menos no hasta que la historia volvía a comenzar. Porque se
encontró a Sunhee en un bar, a veces en una feria, o... en el campo de béisbol. Nadie nunca
lo sabría pero volvían a encontrarse.

No lo diría, pero jamás encontró paz después de perder a su hermano.

Por eso nunca se lo dijo a su hijastro, de todas formas, la conversación que detonó esa
confesión, sin su pierna herida, ya no existía.

El abismo... quizá siempre estuvieron todos sentados al borde del abismo. Atrapados en el
sentimiento de desconcierto, pues nadie entendió lo que sucedió esa madrugada luego de
que todos y cada uno de los habitantes de la ciudad intentara reconstruir su vida lejos de la
idea de que algo más allá de lo lógico había acontecido frente a ellos.

En esa, y en el millón de líneas que desafortunadamente aparecieron.

Era el final.

Esa segunda línea que pareció ser justa para todos, había finalizado.

Debió hacerlo.

Lo hubiese hecho de no ser porque esa ruleta de desgracias dejó de girar de pronto.

No por sí sola, sino por Jungkook apretando la mandíbula cuando tomó la decisión de
detenerla.
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¿Qué cambió esta vez? Nada además del egoísmo que se disipó. Pues hizo algo que nunca
antes había hecho en las otras líneas.

Jeon Jungkook volteó a ver.

Y al hacerlo, alcanzó a ver a la distancia las pequeñas marcas de aerosol, de las letras que él
mismo pintó en la alcaldía, cuya pigmentación nunca lograron quitar.

Ningún futuro era real.

Lo entendió.

Y a diferencia de otras versiones de sí mismo, se metió la mano en la chaqueta para sacar de


ella esas fotografías tontas que tomó la primera noche que lo sintió suyo.

A sabiendas de que entre estas estaba esa tonta foto de Kim Taehyung cubriéndose el rostro,
con los labios manchados de mostaza, que coronó como su favorita.

Y teniéndola, se volteó ligeramente para verla, estirando su brazo con esta en mano, para
hacerla coincidir con el fondo, en el cual estaba esa misma banca en donde la había tomado.

Elegir quedarse en el presente.

¿El presente de quién? Todos estaban jodidos muy a su manera. Cabe concluir, que con el
amanecer muy cerca, todo su presente dejó de ser importante para él.

Jungkook, todavía de pie frente a la carretera, alzó la vista para ver ese pequeño camión que
era su salida del Condado Mariposa.

La tierra se estremeció cuando los vidrios temblaron por la mucha energía que apareció
justo en el momento que debía hacerlo.

Fue segundo de incertidumbre y el siguiente en donde se eligió el camino. Jeon Jungkook,


cuya alma había vivido más que la de cualquier otro, decidió que no quería hacer esto.

Se negó a seguir la ruta. Él quería creer en un final en el que era capaz de ser esa fuerza
externa que detuviera todo el sufrimiento.

Sí... eso le pareció sumamente digno.


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Tomó aire profundamente y reguló su respiración después de abrazar esas sensaciones que
en él vivían. Estable, sin causar algún colapso o alertar al enemigo.

Si Taehyung tenía razón, él siempre había sido lo suficientemente capaz de controlar sus
impulsos. Y sí, el castaño nunca se equivocaba cuando se trataba de Jungkook.

Por eso exhaló con fuerza cuando el gran colapso fue reemplazado por un pequeño
parpadeo de luz en las calles, luego de controlar correctamente su energía.

No, Jungkook no quería sentir la eterna ausencia, una a la que nació condenado incluso en la
primera línea, en donde su vida no tenía nada de especial.

Y esa voluntad, que era su esencia personal, evitó los estragos de su energía cuando
retrocedió, arrastrando su pierna mala sobre la nieve convencido de que no debía
marcharse, pero quedarse allí tampoco era la solución.

El momento en que Jeon Jungkook usó su libre albedrío para decidir, fue el mismo en el que
April se removió inquieto por la forma en que las personas a su alrededor comenzaron a
murmurar entre ellos cuando el autobús frente a él se detuvo.

El cambio.

Min comenzó a sudar, sentía un enorme escozor en todo el cuello, que se extendía por su
nuca hasta alojarse en su espalda, acompañado de náuseas cuando su sentido de alerta se
encendió.

El cambio estaba cerca.

"—¿Qué sucede? —preguntó otro pasajero a su acompañante cerca del pelinegro, quien se
levantó un poco para ver.

—Es un retén, parece que están revisando los autobuses. Debe ser parte del protocolo de
evacuación, descuida".

Min alzó la cabeza en ese instante al escucharlos, levantándose de su asiento al igual que el
resto de pasajeros inquietos.
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Estaba escrito que debían dejarlo irse, sin embargo, sin Jungkook colapsado los soldados
jamás dejaron la carretera.

—No me jodas... —murmuró viendo al retén militar en la salida. Había muchos agentes
hablando entre ellos, estaban buscando a alguien o algo.

Eso no era solo una "revisión", era una maldita requisa. Lo supo al observar la forma en la
que los soldados hicieron bajar a varios hombres del otro autobús y comenzaron a
registrarlos, despojándolos de sus maletas.

Bajó la vista a sus manos.

«Maldición, la libreta». Pensó, antes de tragar pesadamente.

Se sintió mareado cuando su consciencia se removió y esa bomba de tiempo que siempre
había tenido en su interior pareció inexistente.

Cuando Jungkook empujó la primera ficha del dominó de la historia, las demás comenzaron
a caer.

Sin importar lo que todos dijeran, y las cosas que pudieron haber sucedido. El honor no
existe si olvidas quién eres.

Min dejaría ese pueblo alguna vez, pero ese día no era hoy.

Por eso, cuando su autobús se detuvo, no dudó ni por un segundo en levantarse.

Agustus Min tomó su bolsa y se guardó la libreta de Kim dentro de la chaqueta mientras
avanzaba empujando a otros pasajeros buscando bajar.

No podía ocultar que estaba roto; pero podía tomar sus pedazos y unirlos de nuevo.

Su respiración se movió agitada cuando la suela de sus botas se deslizó en la nieve luego de
bajar del transporte, y rogando al cielo que los agentes, que todavía no comezaban a
requisar este, no le notaran correr desesperado de regreso al pueblo.

Aunque debía ser el verdugo, cuando Jungkook se negó a seguir, Min dejó de ser cruel
incluso con toda la historia en su contra.
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Y la orquesta que les acompañó cambió su ritmo. Había dejado de ser la sonata que anunció
el inicio. Tampoco era más aquel capricho de violín que les llenó de adrenalina.

Antes de que finalizara como un requiem, se había convertido en un vals.

Y el universo, como el buen bailarín que era, tomó de la mano al destino para una última
pieza, haciéndolo girar en sentido contrario.

Así que mientras Agustus corría de vuelta a su bondad, Jeon Jungkook se quedó estático por
unos segundos antes de girar sobre sus pies para ir en busca de la única luz que conocía
siempre estaría encendida para ayudarlo.

La orquesta no tocaría sola; necesitaba un director. Y Jungkook se sabía de memoria el


último compás.

Entonces se movió apresurado de regreso al hospital. Entrando casi impetuoso por la puerta
grande.

Corriendo pasillo tras pasillo, por primera vez en miles de escenarios casi imposibles de
contar, y sintió como si su corazón latiera más despacio cuando el sudor en las palmas de
sus manos se hizo presente.

Jungkook ya había entendido que no estaba solo. Pero su única ayuda no estaba por ningún
lado.

Es decir, Seokjin no se encontraba en el mismo lugar que hacía unas horas.

Por alguna razón, Kim Seokjin y Jeon Jungkook siempre se terminaron encontrando, como si
cada partícula del universo supiera que eran iguales.

Dos seres que aunque no tenían un lazo sanguíneo se admiraban en secreto entre ellos, pues
resultó ser, que ambos necesitaban aprender a perdonarse a sí mismos.

Resulta irónico pensar en la simplicidad de lo que pudo hacer de haberlo aceptado; pero el
caos que experimentaron al conocerse fue más hermoso.

Para Jeon fue el hombro para llorar que nunca tuvo, y para Seokjin, el compañero de
aventuras que perdió. Porque solo en lo más alto del cielo se sabría lo mucho que el Kim
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mayor deseó haber visto madurar a su hermano, y las noches en las que el pequeño
Jungkook rezó para que su padre lo amara.

Así que lo buscó en los corredores, en cada habitación del hospital, e incluso en la sala de
espera, y temió que se hubiese marchado.

Después de buscar en muchos lugares sin éxito, Jeon entró al baño, abriendo la puerta
abruptamente solo para encontrarse al fuerte Seokjin, llorando, con ambas manos sobre el
lavabo.

Jungkook se quedó quieto cuando el otro se sobresaltó al verlo, y no dudó, pero pensar en
los detalles más insignificantes de su ayer lo hizo sonreír.

Ninguno de los dos estaba hecho para la soledad, e incluso así, la sobrellevaron con dignidad
hasta el último momento.

Inhaló tan profundo... tan necesitado, como si fuese su última respiración. Y solo entonces,
cuando se encontró listo para dejar todo atrás, abrazó la idea de un futuro sin él.

—¡Seokjin! —gritó respirando eufórico. Antes de que este pudiese responder, Jungkook se
había movido hacia él para empujarlo, gritando tan fuerte que su rostro se tornó rojo—. ¡Te
odio, Seokjin!

—¿Jungkook? —dijo, al pararse firmemente con el ceño fruncido cuando su repentina


presencia le abrumó.

Lo tomó de los hombros para sacudirlo cuando sintió que colapsaría, incluso si lo estaba
insultando, verlo era tan doloroso que su alma no fue capaz de ponerse a la defensiva.

—Juro que no hay nadie a quien destete más que a ti. ¿Me escuchas? —siguió diciendo el
muchacho—. Eres la persona más despreciable que he conocido en mi vida entera —tomó
aire por la boca—. ¡Eres terco, te crees el centro del universo y eres un imbécil! Kim Seokjin,
¡te odio!

«Vamos... Grítame».

—¿Qué? —Seokjin retrocedió perplejo, hablando en voz baja.


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«Di algo más».

—Te odio, te odio, te odio. ¡Te odio! ¡Tú no te mereces esto! —gritó Jungkook con tal fuerza,
como si quisiera forzar a salir esas palabras atrapadas en su esófago.

«Soy fuerte, sabré sufrir».

—Necesito que me digas qué sucede, ¿estás herido? —Seokjin intentó sostenerlo,
angustiado—. ¿Te hicieron daño?

«Hazme saber que también me odias, por favor, convénceme».

—Jin... Necesito ayuda —gimió sin poder moverse—. Aquí adentro, me duele mucho...

«Pero no me compadezcas...»

—¡Jungkook! Jungkook, necesito que me digas qué sucedió. —Incluso si lo quería lejos...
Seokjin no quería que sufriera.

«...Porque no podré soportarlo».

—Ya no puedo... —murmuró Jungkook. El castaño negó con la cabeza. El chico temblaba,
parecía que se desmoronaba frente a él. Estaba débil, y Seokjin temió que su energía lo
hubiese lastimado.

«No te atrevas a abrazarme».

—¡Jungkook! ¡Reacciona! —Las piernas de Jeon se doblegaron por poco y el mayor tuvo que
abrazarlo contra su pecho—. ¡Reacciona!

«Te lo suplico...»

—¿Qué pasa conmigo? —masculló Jungkook—, ¿por qué no puedo odiarte? —lo hizo en voz
baja contra su hombro—. Incluso si lo grito, sé... que no es verdad.

«Ódiame como yo debería odiarte».

—Estás sudando mucho. Mírame —Seokjin intentó moverse, pero el otro se aferró más a su
torso—, mírame, Jeon. ¿Jeon?
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Jungkook siempre fue demasiado bueno. Y lo sería hasta el final, así que apretó los ojos con
resignación cuando ya no resistió más.

—¿Por qué me juzgaron tanto? —preguntó estrechando sus brazos para no separarse de su
padrastro—. Jin... dime. ¿Qué propósito tiene ser así crueles? Solo necesitaba un poco de
atención, y nadie lo entendió... —respiró pausadamente—. Me hicieron quedar como el malo.
Todos sufren... ¿Por qué me juzgaron por sufrir también?

Kim parpadeó desconcertado, no lograba asimilar del todo la situación.


—Estás delirando. —Negó con la cabeza, este no era el momento—. Tienes mucha fiebre.

—Querían que me quedara en silencio, cuando ellos serían incapaces de hacerlo estando en
mi posición. Son todos unos grandísimos hipócritas.

—¿Qué haces aquí aún? ¿Jungkook? Creí haberte dicho que te...

—Fue mi error —interrumpió, sin siquiera tomar aire para hablar—. Nunca quise arruinar tu
vida, solo quería tener una para mí. Fui un tonto, sí, y te pido perdón por todo. —Su voz hizo
que Seokjin temiera—. Jin, vine a disculparme.

—¿Por qué dices eso?

—Por las cosas que hice, los problemas que causé. Todo, todo lo malo que hay en mí. Nunca
quise ser malo, pero... creo que no siempre se obtiene lo que se desea.

—¡Jeon! —le agitó—. ¡Ya basta! ¡Tienes que reaccionar!

—Me han llamado insensible, impulsivo y arrogante demasiadas veces... pero no más —
murmuró Jungkook, sin fuerzas—. Por mucho tiempo todos se llenaron la boca con su
moralidad absurda para condenarme diciendo que solo soy un niño idiota, hasta tú, como si
alguna vez hubiesen sido perfectos. Como si... nunca desearon desesperadamente cambiar
su vida.

—Cálmate, por favor, todo estará bien —le dijo Seokjin, pero Jungkook ya estaba perdido.

—Para el mundo entero siempre fui un egoísta de mierda. Y es verdad, pues por años yo
mismo fui la única persona a la que mi dolor le interesó.
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—¿Jungkook? No pienses en eso... —musitó Jin al sentir un gran escalofrío recorrerle el


cuello cuando las lágrimas del menor mojaron su hombro.

—A los hipócritas les encanta hablar de lo egoísta que soy pero... Se olvidan de que todos lo
somos —declaró con la mirada fija.

Ese cántaro de vidrio, en donde su humanidad reposaba, finalmente se rompió.

—Oye, mírame —Seokjin tragó saliva asustado cuando creyó que el chico se desmayaría—.
Respira... Hazlo conmigo, Jungkook. Inhala... —dijo antes de inflar sus pulmones—, exhala —
terminó al soltar el aire cuando se animó a tocarle el cabello, y en la más pura de sus
acciones le murmuró contra el cabello—: si no me dices qué sucede... no puedo ayudarte.

—Eres la única forma en la que serán felices. Los amo tanto —dijo apenas—, tanto como te
odio a ti. Y esto no será, no quiero que sea. Irme... quedarme, es la misma mierda. Ya no
quiero ser miserable, Jin.

—No serás miserable, no pienses que eso pasará, pensar demasiado te hace daño.

La historia de los científicos creyéndose los dueños del mundo era una; los hermanos locos
por amor era otra.

Oh... pero la historia del insensato Jeon Jungkook era muy diferente y ajena a esas dos.

Por mucho tiempo buscó un orígen, el cuál siempre estuvo frente a él. El detonante de su
historia era la adversidad que le precedió.

—No me importa qué abrió el vórtice en primer lugar, no me importa si le pasa a alguien más.
¡Que se jodan los demás! Soy tan "egoísta" que no me importa si se acaba el mundo... para
que ustedes estén a salvo —murmuró contra su hombro—. Taehyung lo dijo, no conozco el
origen... pero puedo separar la historia. Mi historia.

—¿El origen de qué? —cuestionó desesperado. Sus ojos se llenaron de lágrimas ante el
desconcierto.

—La unión de todo soy yo... es ella. Hay un detonante para todo y creo que ella es el mío,
debe serlo o habré perdido el tiempo.
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—¿De qué estás hablando?

—Si están lejos, aunque vuelva a suceder ella estará a salvo y tú también. Todos. Y
Taehyung... —se quedó sin voz por un segundo—. Él podrá tener por primera vez la vida que
se merece.

—Jungkook, no lo entiendo. ¿¡De qué demonios hablas!? —le dijo harto cuando sus palabras
le llenaron de enojo—. ¡Pensé que estabas ya a kilómetros de aquí!

El pelinegro se tragó el nudo en su garganta y casi sollozando luchó por pararse


correctamente, extendiendo los brazos para apoyar sus manos en el pecho de Seokjin y
alejarlo.

Jungkook siempre admiró a los héroes.

Esos en los que nadie creía, de aquellos que nunca se tuvieron más que así mismos para
sobrevivir y aun así... estaban dispuestos a compartir esa gota de felicidad que les tomó toda
una vida encontrar con los otros.

El niño que Jeon Jungkook fue, ese que se llamaba a sí mismo iluso por siempre sentir que
tenía un propósito más grande en el universo, lo descubrió cuando su alma tembló con un
poder que antes no conocía.

Jungkook no necesitaba intentar ser un héroe.

Ya lo era.

—Sunhee está embarazada —soltó finalmente cuando su estómago le quemó tanto que
sintió que moriría.

—¿Qué? —respondió Seokjin, impactado—. ¿Por qué dices eso?

—Yo mismo lo vi —musitó.

—¿Cómo —se ahogó—, cómo sabes esto? —Pero el otro no le respondió de inmediato, eso lo
desesperó—. ¿¡Jeon!? ¿¡Por qué me mientes así!? ¿Jungkook? ¿¡Jungkook!? ¡Jeon Jungkook,
explícate ya!
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Seokjin comenzó a alterarse, pero al notar que el pelinegro se encogía y escondía sus manos
temblorosas no supo cómo reaccionar. Quería gritar, quería llorar, quería saber de dónde
sacaba valor para decir cosas como esa.

—Está aquí y es muy evidente ya... Jin, sé que ella te ama. Y es demasiado joven para
entenderlo, por eso hizo esto; pero no tiene que ser así.

—¿Entonces cómo? —reprochó Seokjin y negó con la cabeza. Las decenas de veces en las que
ella pareció intentar decirle algo le golpearon como gritándole "ciego"—. ¿Cómo es posible
que sepas...? Ella y yo... Nosotros...

—No sé tú... pero según mis cálculos podría nacer en marzo, quizás en abril —le dijo con
gracia, manteniendo su ironía incluso en medio del dolor abdominal que le invadió.

—No puede ser, ella dijo que... —Seokjin se pasó las manos por la cabeza confundido
mientras pensaba. ¿Cuándo? Fechas, lugares, luces, globos de colores... eso solo lo
confundió más.

—Está en el centro justo ahora —le interrumpió Jungkook—, en la tienda de conveniencia


cerca de la gasolinera.

—¿Por qué me dices esto?

—Es mi buena acción del día... —le dijo, triste—. Ahora que lo sabes, tienes que ir a buscarla,
debes hacer que se quede. Por favor, Jin, tienes que ayudarla. Yo no puedo, debes ser tú.

—¿Por qué me lo dices justo ahora? —le reprochó cuando se le cortó la voz—. ¿¡Por qué tú!?

—Porque si haces lo correcto todo lo que yo causé se quedará atrás.

—Ella... ella se fue. ¡Se fue hace meses! ¿Cómo es que de pronto está aquí?

—Nunca lo hizo. Incluso sus padres están aquí; por eso... tienes que llegar a ella antes de... —
Jungkook se mareó de pronto cuando las barreras de Seokjin se debilitaron—. Antes de que
sufra.

—Jungkook... no puedo. En serio, yo...


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—No es momento de dudas. Están en alto riesgo, ella está muy mal. Lo sé, yo lo vi. Si no te
vas ahora tu hijo morirá.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

—Sunhee está condenada a una vida de sufrimiento por los próximos treinta años. Será un
infierno para todos, incluso para mí.

—Te hice una pregunta, ¡responde! —le recriminó, pero el otro no lo escuchó.

—Se irá —siguió diciendo sin importarle las acusaciones—, la obligarán a casarse. Le quitarán
su herencia, y a tratarla como si hubiese cometido el error más grande del mundo. Si ella no
quisiera tener al niño esta conversación sería diferente pero Jin...

—¿¡Cómo sabes todo eso!? —le gritó ahogado en sus propias lágrimas.

—Eso no importa.

—¡Me importa a mí! ¿Lo supiste todo este tiempo? Jungkook, ¿lo sabías?

—No... yo no debí salir. Si me hubiese quedado encerrado en el ático... si no me hubieras


sacado del hospital... nunca lo habría descubierto.

Las largas pestañas de Seokjin, que estaban mojadas, denotaron aún más su triste mirada.
—Y ella... ¿Pretendía irse sin decírmelo?

—Tú tenías un sueño, ella no quería quitártelo —dijo y Kim frunció el ceño cuando sus ojos se
cristalizaron.

—Jungkook —murmuró dejando caer sus brazos y rompiendo por completo la compostura
del otro—, ella es mi sueño.

La siguiente pieza se había caído, y un alma completamente rota era todo lo que a Jungkook
le quedaba.

—¿Y entonces qué haces aquí? —le reprochó—. Yo la amo, pero salvarla está en ti. Estoy
dándoles mi lugar, así que corre, tu sueño está a solo diez minutos de distancia.

—¿Tu lugar...? —cuestionó Seokjin mientras le veía desconcertado.


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—Sí, mi lugar —declaró con orgullo—. La he amado durante toda mi vida. Cada día, todos los
días, un poco más. Incluso cuando apareciste... yo siempre fui el hombre que más la amó.

—Tú... —murmuró cuando comenzó a entender.

—Pero eso no es suficiente. Se supone que debo ser valiente y seguir; pero, Jin, para mí,
despedirme es lo más heróico que podría hacer hoy.

—Entonces es verdad... —le dijo viéndolo de pies a cabeza.

—Seokjin...

—Vienes del futuro, ¿eh? —afirmó estremeciéndose. Jungkook le quitó la vista cuando el otro
dio un paso al frente—. ¿Quién eres? ¿Quién eres en realidad?

—No puedo decírtelo.

—¿Entonces por qué me ayudas? ¿Por qué actúas como si me conocieras más de lo que
quieres admitir?

—Sé que lo harás bien. Serás un gran padre. Confío en ti, eso es todo.

—¿Por qué...? —le dijo cuando Jeon se atrevió a alzar la cabeza—. ¿Por qué si se supone que
me odias tanto?

Jungkook aprendió a aparentar que no tenía sentimientos desde muy jóven pero tal
habilidad había desaparecido desde aquel momento en el que pisó ese pueblo.

Así que le regaló una pequeña sonrisa al mayor, agradecido con él por mostrarle paciencia
en el camino.

—Porque... —perdió la voz por un momento en el que se tragó su orgullo—. Ojalá nunca
hubieras aparecido, desearía que nunca me hubieras llevado a pescar. —Jungkook se paró
firme, ahora tenía total claridad de cada línea en su memoria—. ¿Sabes? Yo no debí salvarte
la pierna, y tú no debiste escucharme, ni tampoco pasar tiempo conmigo. No tenías que
cambiar, ni ser bueno. Tenías que odiarme y yo a ti. Eso era todo.

—Jungkook, nosotros...
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—No debimos desayunar juntos. ¿Me oyes? En la misma cafetería, en nuestra mesa, en donde
conversamos tanto, tantas veces. Y aunque nunca entendiste mis problemas, ni yo los tuyos,
me pediste el mismo tazón de avena y manzana cada maldito domingo desde que te conocí.
¿Lo entiendes? —Sorbió su nariz, limpiándose el pómulo con fuerza cuando su rostro se
tornó rojo—. Nosotros jamás debimos jugar juntos.

—Jungkook... te lo ruego, dime, ¿por qué es tan malo?

—Porque, Jin... —sus ojos le quemaron antes de seguir—. Nunca creí que me gustaría tanto
ser tu amigo.

Su detestable padrastro, ese con el que nunca congenió era, definitivamente, uno de los
mejores amigos que alguna vez tuvo.

—¿Quién eres? —volvió a preguntar Seokjin.

—No vale la pena decirlo, no seré nadie al amanecer.

Jungkook lo vio serio antes de darse la vuelta, e intentar caminar con dificultad; pero el
mayor le tomó del brazo, haciendo que volviera a verlo.

El mayor de los Kim, el que creyó jamás sería su amigo, se había ganado su respeto, aun con
todos sus errores y debilidades. Jungkook negó con la cabeza antes de alzarla hacia el techo
para evitar llorar.

—Si no puedes decirme quién eres —le pidió—, entonces dime, ¿quién soy? Yo acepto la
responsabilidad de saberlo.

Justo ahí, por un momento, Jeon vio a ese Jin adulto del que siempre quiso librarse.

El destino era tan perverso que le hizo quererlo.

—Eres... el padre que me hubiera gustado tener. —Sonrió genuinamente—. Pero no eres mi
padre, eres el suyo.

Seokjin lo soltó lentamente como si tratara de asimilar correctamente toda la información.

Jungkook era muy parecido a él y pensó... que no le habría molestado que le jodiera la vida
por siempre.
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—Me tengo que ir —le dijo al menor, sin dejar de verlo cuando su pecho se estremeció.

Kim Seokjin tomó la decisión de creer en él, incluso si sonaba como un completo disparate.
Se arriesgó cuando en el intento de comprobar la veracidad de las palabras del muchacho,
pasó a su lado para correr fuera del baño dejándole solo.

Jeon Jungkook se desestabilizó como si todo a su alrededor se derrumba, y se recargó


contra la pared del baño para deslizarse lentamente mientras lloraba ahogado en sus
sollozos.

Las cosas en sus bolsillos se arrugaron cuando se abrazó a sí mismo. Las lágrimas que
derramó no eran de tristeza, sino de profundo arrepentimiento, por las cosas que no hizo y
las personas que lastimó.

Lamentaba no haber sido un buen hijo, y eso le rasgó profundamente.

—Felicidades, chicos —musitó viendo hacia la puerta—. Tendrán el hijo que se merecen.

"Vamos... Grítame. Di algo más. Soy fuerte, sabré sufrir. Hazme saber que también me odias,
por favor, convénceme; pero no me compadezcas, porque no podré soportarlo. No te atrevas a
abrazarme. Te lo suplico... Ódiame como yo debería odiarte".

Ese compás estaba lleno de silencios.

Las costillas de Jungkook parecieron estrechas, como si su caja torácica de pronto fuese tan
pequeña que la presión de sus huesos sería capaz de hacer explotar su corazón.

Seokjin no se detuvo a pensarlo, corrió hacia el área de emergencias, y buscó con la mirada
por auxilio, pues creía ciegamente en la palabra de Jungkook.

—¡Necesito ayuda! ¡Alguien por favor! —dijo llamando la atención de uno de los paramédicos
de turno—. ¡Ayuda!

—¿Qué sucede? —dijo uno de ellos al acercarse.


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Quizás estaba a punto de quedar como un completo lunático pero... al menos podía
intentarlo.

—¡Es mi novia! ¡Está embarazada y está muy mal! Está en la estación, a unas calles de aquí.
¡Por favor, ayúdeme!

Era insólito, no sólo la forma en la que se apiadaron de él, sino también la euforia con la que
se olvidó de todas sus desgracias por un momento.

La tormenta comenzaba a disiparse, y aunque estaba oscuro, el castaño mayor se atrevió a


salir en busca de la verdad.

Pues a Seokjin no le importó la policía evacuando cuando corrió en contra de la gente


seguido de la ayuda, ni a Jungkook las clases de piano que de pronto olvidó.

Y es que estaba de más decirlo, pero entre más cerca se encontraba Seokjin de Sunhee, una
memoria de Jungkook desaparecía.

Un centímetro más... Un segundo menos.

Los pasos de Kim sobre la nieve se sintieron como cortes en el vientre de un Jungkook que
yacía adolorido en el baño, resignado.

No era lo más sencillo o sensato, pero sin duda, lo más noble que alguna vez hizo.

Solo el acto de pensar jugar con la realidad los había condenado; pero no tenían que ser
ellos los que sufrieran. Era lo único que a Jungkook le importaba; los experimentos o las
cosas científicas... maldición, nada de eso valía la pena ya.

Cuando Seokjin llegó a la tienda tocó la entrada desesperadamente, esta estaba con las
persianas abajo, pero él tenía fe, demasiada como para ir en contra de la lógica.

Por eso, los golpes en la ventana de la tienda fueron equivalentes a la cantidad de lágrimas
que Jungkook dejó caer al suelo cuando sintió que sus entrañas se rasgaron.

La puerta de la tienda se abrió inmediatamente, y los dos ancianos angustiados le


agradecieron a su Dios cuando la ayuda llegó. Sin electricidad, o alguna forma de conseguir
ayuda, todo lo que les quedó fue esperar a que ella mejorara.
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No sabían cómo, o por qué, pero estaban agradecidos.

Quizá después de tanto tiempo de convivir con su ángel... Jungkook se había convertido en
uno también.

Seokjin entró detrás de ellos, para contemplar a la mujer de sus sueños, sudando, con los
ojos entreabiertos, además de un gran vientre que solo le provocó un llanto que era más
bien de alegría que de miedo.

Era verdad.

Él decía la verdad.

—¿Seokjin? —dijo Sunhee. Él se acercó a ella, y pudo ver la sorpresa en sus ojos; mas no le
importó.

—Descuida, ya estoy aquí —le susurró al oído—. Todo estará bien.

Ese beso que le dejó en la frente, fue el mismo que hizo que Jeon Jungkook cediera al
desmayarse.

Era justo y necesario. Dando vueltas y vueltas, sin parar.

...

El tiempo no se detiene. Nadie es inmune a sus estragos.

El momento exacto en el que Kim Seokjin entró por el área de emergencias al hospital
seguido de su novia y los paramédicos, coincidió con Agustus Min entrando por la entrada
principal del lugar, sin llegar a cruzarse.

Había muchas cosas que no entendía, y podía llamarlo lunático, pero tenía el presentimiento
de que quienes habían empezado todo estaban allí.

Su madre estaba viva, aparentemente, ¿pero eso qué cambiaba? Nada. Nada cuando toda la
realidad se derrumbaba.

Agustus Min no entendía la mitad de las cosas en esa libreta pero tenía la vaga noción de
cómo funcionaba.
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Así que se apresuró atravesando en la sala de espera. Vio en esta a los padres de Taehyung
hablando con un policía y se escondió, pues sabía que era muy probable que le buscaran a
él.

Nunca se llevó bien con la policía desde que uno de ellos intentó golpearlo por el labial de
una tienda, que en realidad nunca se robó.

Patético, sí.

Daba igual, nada tenía sentido y todo seguía dando vueltas.

Si su madre tenía que ver, y el profesor también, si eran familia eso hacía de Agustus un Kim,
¿Cierto?

Estaba en él, al menos, tratar de arreglarlo.

Taehyung había unido muchas cosas; algo abría el vórtice en el futuro. ¿Pero quién? Exacto,
las únicas personas lo suficientemente locas para intentarlo.

Se sentía como un tonto, pues debió persuadir a Park horas atrás.

Necesitaba ponerle un alto a esta locura.

Necesitaba ayuda.

Necesitaba...

Agustus se apresuró a entrar de nuevo a la habitación del rubio, pero al hacerlo, solo
constató que estaba vacía.

Quizá el Jimin de todas las líneas se escondía en donde se construyó un refugio y se encontró
con la Yoonji anciana en cada una. Incluso sin Nam en las demás... Jimin sabía cómo iniciar,
solos.

Tal vez estaba muerto ya o, a lo mejor, se había marchado a lo profundo de la montaña para
esconderse, era difícil saberlo si su destino se había vuelto igual de incierto que el de los
demás.

Oh... pero claro que Min no lo sabía. Y de todas formas ya no tenía tiempo, cada segundo
contaba y los militares estarían en el hospital pronto. Si los rodeaban estarían jodidos.
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No tenía idea, pero pensó en lo mismo que Taehyung. Buscar el punto cero.

Si ya no tenía a Park para interpretar la libreta tenía que ir con su dueño.

Y eso hizo, inclusive si era patético de su parte encarar a Taehyung, se atrevió a buscar una
señal de esperanza para todos.

Él no sabía que su redención era producto de las tres líneas desapareciendo. No sabía que
era tarde para ser diferente.

Se precipitó a llegar a la habitación de Taehyung, en donde al entrar, lo encontró sentado en


la cama.

—¡Taehyung! —le llamó, acercándose—. ¡Estás despierto!

Su intervención pareció interrumpir, pero Taehyung aun así sonrió feliz de verlo.

—Ven acá, quiero golpearte —le saludó Taehyung, lleno de tubos y vendas—. Tu otro yo me
la debe.

—Tendremos tiempo para eso después —indicó, exaltado—. El pueblo se colapsa.

—Lo sé —le respondió con total naturalidad.

—¡Los militares quieren matarnos!

—Sí, esto también.

—¿Cómo que lo sabes?

—Es obvio, además, he visto las noticias.

—¿Y cuál es el plan? —le preguntó ansioso.

—¿Plan...? —bufó con una ceja alzada.

—Por favor dime que tienes un plan, tú siempre tienes un plan, ¿cierto?

Se supone que Kim Taehyung estaba resignado al final pero la pieza que lo representaba se
cayó por una acción tan pequeña como fue ver a su amigo soltando su maleta en el suelo.
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Todos podrían girar en sentido contrario, como los engranajes que eran, el detalle estaba en
que Taehyung... Tenía un tornillo suelto.

El castaño volteó a ver hacia la mesa junto a su cama en donde el pastelito medio derretido
reposaba cuando el foco en su cabeza se encendió.

Frunció el ceño al encontrar su salida. Si otras versiones de sí mismo la tuvieron... Esta


podría ser la suya

—Tengo uno, pero es muy arriesgado —le dijo—. Creo que puedo arreglar el vórtice.

—¿Cómo lo hacemos?

—No puedo, es peligroso. Tienes que buscar a mi hermano. Tráelo, y les diré qué hacer, si lo
encendemos todo volverá a comenzar.

—Pero no ya no hay tiempo para...

Kim solo necesitaba tiempo.

Y ya que lo tenía, el intento suicida de viajar en el tiempo apareció de nuevo en su cabeza.

—Min, los necesito —le dijo con determinación—. No podré hacerlo solo.

—Bien —aceptó—. Haremos lo que haga falta.

Agustus Min era completamente manipulador, sí, pero jamás sería tan inteligente como el
Kim Taehyung desquiciado de la segunda línea.

Ay, por favor... ¿Debería sentirse culpable por engañar a Min? No, esto no era un engaño, sino
más bien un honor.

El excelentísimo Rey Kim Taehyung le otorgaba al arlequín de la corte el honor de ser la


distracción.

De todas formas, si se quedaba iban a dispararle.

Taehyung no tenía ni la computadora, o el teléfono, probablemente fueran evidencias justo


en ese momento.
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Maldición, no tenía ni una puta herramienta para intentar arreglar algo. Así que no tendría
más remedio que hacerlo a la antigua.

Se pasó las manos por el cabello antes de resoplar con fuerza.

Agustus Min asintió y acató el pedido del Kim menor, cuando salió de la habitación
corriendo.

Estaba mareado, ni siquiera se cuestionaba el motivo de su repentino cambio, creía que era
su decisión porque era incapaz de verse a sí mismo con una pieza más; pero lo cierto era, que
todos eran solo pequeñas partículas colisionando para crear algo más grande.

Ser o no ser recordado.

Ser memorable era algo que Agustus siempre deseó. Y nunca estuvo en él ser un gran
protagonista, sin embargo, era aquel que a través de sus pasos unía las demás historias.

Ese Agustus Min de la segunda línea, en específico, era una gran casualidad. Infinitamente
humano, volátil, y herido como los demás a su alrededor.

Por eso, y aunque sabía que era un traidor, se movió esperanzado buscando a Seokjin,
rogándole al cielo que este no fuera a rechazarlo, que creyera en su palabra.

Aquello que lo motivó a seguir sus pasos durante tantos años nunca se fue; y lo poco que en
él quedaba le ayudaba a ponerse de pie.

A veces orgullo, otras dolor. Nadie obtiene el perdón sin entregar algo a cambio.

El siguiente compás inició con una nota fuerte, cuando reconoció la voz de ese al que
buscaba resonar por todo el pasillo.

—¡April! —le gritó causándole duda.

No. Seokjin jamás volvería a rechazarlo, porque su creador lo había escuchado.

—¿Jin? —dijo desconcertado cuando volteó a ver y se encontró con el castaño que corría
hacia él. Como si el tiempo se detuviera, en un instante donde todo era justo como debía
serlo.

Min jamás buscó a los Kim, ellos lo encontraron a él.


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En especial, Seokjin, cuya sonrisa le hizo dudar.

Es decir, él debía detestarlo. Era un traidor después a fin de cuentas. Era un deshonesto cuya
realidad se desvanecía, pero atribuyó su gesto al hecho de que Seokjin tenía un gran defecto:
siempre buscaba cosas buenas en los demás, incluso donde no parecía que no las había.

Nunca creyó que volvería a hablarle, ni mucho menos para exclamar como lo hizo,
diciendo—: ¡Voy a ser papá! —Extasiado mientras alzaba los brazos, sonriendo—. ¡April, voy a
ser papá!

Min sintió como si su respiración se volviera tan fuerte como para lograr aturdir sus sentidos.

La verdad es un arma de dos filos.

Alguien como April siempre lo entendió; sin embargo, el segundo exacto en el que Seokjin lo
alcanzó y rompió con el espacio entre ellos rodeándolo con sus brazos hizo que toda su
templanza se consumiera.

—¿Qué? —negó desconcertado. Siempre fue más bajo que él, por eso el rostro le quedó
contra su pecho—. ¿Cómo sabes qué...?

—Sunhee está embarazada, está aquí. ¡Está aquí! —respondió con esos ojos, que por mucho
tiempo no habían brillado, resplandecientes—. ¿Puedes creerlo? ¡Yo! ¡Yo tendré un hijo! ¡Un
bebé! ¡Yo! ¡April, yo tendré un hijo!

Apenas pudo posar sus manos en el torso de Seokjin para corresponderle el abrazo que le
había tomado por sorpresa. Más que eso, le había golpeado la realidad. Porque siempre lo
supo pero nunca creyó que tendría que asimilarlo.

Jamás esperó tener que escucharlo salir de los labios de Seokjin.

Su egoísmo le gritó que era un inútil, una parte de él se había esforzado por ayudar a
mantener la historia con su rumbo para mantenerlo a su lado aunque sea como su amigo y
había fallado pero... su corazón, en donde su yo dulce y compasivo se encontraba
encadenado, pidió auxilio para hacerle saber que no soportaría suplicar más por un amor
que no era suyo.
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La expiación de sus pecados se presentó frente a él, abrazándolo cuando dejó de ser
culpable.

Y Seokjin, quien siempre se sintió pequeño ante la vida, por primera vez desde que se
conocían, sintió que podía ser valiente.

Aun así, se separó un poco de él, a la expectativa, como un niño emocionado que corre a
contarle sobre el gran obsequio que recibió a su mejor amigo.

Min divagó ligeramente, y se obligó a sí mismo a buscar voluntad en sus entrañas para abrir
la boca. Su corazón latió demasiado rápido y no supo si llorar era prudente, pero comenzó a
hacerlo sin proponérselo.

—Te dije que no tardarías en multiplicarte... —le dijo sonriendo aunque sus ojos estaban
cristalizados. Kim volvió a abrazarlo, sin poder creerlo todavía.

Seokjin no pudo evitar estrecharlo entre sus brazos. Quizás estaba mal guardarle tanto
sentimiento al menor; su vida estaba por cambiar completamente y eso le llenaba de
emoción más que de miedo.

¿Y qué si era sentimental? Siempre lo fue, solo que ahora ya no le asustaba demostrarlo.
Pues parecía ser que el cielo al fin mostraba misericordia de alguien como él.

Su mente, su alma y su razón dejaron de pelear entre ellos, dándole fuerza, haciéndole saber
que el valor que creyó no tener siempre estuvo escondido en su interior.

—Es un niño —murmuró contra él sin siquiera pensarlo. Yoongi se quedó callado cuando el
aliento del otro le apuñaló el alma—. Hablé con los doctores. Mi niño nacerá en abril.

—Espero estar aquí para entonces... así podré darle la bienvenida al club.

—¿Al club?

—De los que nacimos en primavera... —declaró con gracia pese a su voz dolida—. Si me lo
permites, yo, Agosto, le daré la bienvenida al pequeño tú, el nuevo Abril.

Seokjin abrió los ojos cuando recordó lo que eso significaba, porque nunca fue bueno para
las cosas pasajeras.
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Y esas historias llenas de flores, del sol que alguna vez gozaron siempre fueron tan hermosas
que era capaces de calentar su alma. Porque esa bondad, que en ambos vivía, nunca la
aprendieron de casa, sino que la cultivaron juntos.

Anhelando.

Sufriendo.

Creciendo.

—Mi abril... —murmuró Seokjin con tenue voz cuando voz cuando lo entendió, respirando el
olor de su cabello sin proponérselo— en agosto...

—Primavera en otoño —le respondió April abrazándolo con fuerza, conmovido al escuchar
que el corazón de Jin sí se aceleraba.

—No creí que lo recordaras.

—No pude olvidarlo... —admitió Min, y se quedó callado cuando tembló, antes de decir—:
Jamás entendí lo qué significaba.

—April... —le dijo con una sonrisa— significa que siempre lo fuiste.

—¿Qué cosa? —respondió.

—Siempre fuiste lo que busqué.

—También tú —confesó—. Pero ninguno encontró lo que esperaba.

Seokjin asintió repetidamente, llevando una mano hasta la parte de la cabeza del otro, para
pasarla con suavidad por su cabello, y su voz se deslizó solemne.

—Gracias —le murmuró Seokjin.

Agustus tembló en medio de su redención, cuando su aliento logró estremecer su pecho. —


¿Por qué? —dijo apenas.

—Por quedarte.

En un abril que nunca existió, juntos, siempre fueron la gracia de la primavera en otoño.
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Jamás negarían que le debían muchas cosas buenas al otro. Porque sin proponérselo hacía
mucho tiempo ya habían renunciando a ese "y si" en el que alguna vez les gustó pensar
cuando estaban tristes.

Aunque nunca lo diría en voz alta, Seokjin sí pensó en volar lejos, tan lejos que nadie pudiera
encontrarlos. Y esconderse en una casa entre los árboles en donde pudieran ser solo del
otro. Con nombres de niños y muchas flores.

Mas ya no necesitaba buscar en el horizonte porque frente a él, tenía un nuevo camino, el
cual eligió con determinación. Uno que le llenaba de devoción, pasión y fe.

Y así como lo amó a él, la amaba a ella, y amaría a su pequeño. Con todo el alma, cada uno a
su manera; pero con tal intensidad que sabía podía hacer durar ese amor lo que la vida le
permitiera estar.

No le quedaba más que agradecerle por acompañarlo al crecer y aceptar que él era una parte
de su corazón.

Pues todo lo que alguna vez amamos se vuelve parte de nosotros. Sin importar lo que
provoque, esa marca que queda eternamente, buena o mala, se convierte en una fracción
del alma.

Finalmente, la última cadena de dureza que les mantuvo prisioneros se esfumó.

En medio de las mil cosas que sucedían a su alrededor, ignorando a las patrullas en el
exterior, o el bullicio del hospital cuando se sintieron tan ligeros que incluso el aire que
respiraban consiguió marearlos.

—Voy a ser el padrino, ¿cierto? —bromeó Min, deleitándose por última vez de sus brazos y la
colonia impregnada en su ropa.

—Uhm... creo que revisaremos otras opciones —le respondió el castaño, burlándose con una
amplia sonrisa.

April Agustus Min, el reivindicado, se limpió la lágrima de su mejilla cuando un gran choque
de memorias irrumpieron en su mente.

Agitó la cabeza, y se separó de él.


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—No es momento para ser sentimentales, Jin —le dijo—, debemos irnos. Busca a tu familia, y
diles que se oculten.

—¿Por qué?

—Sé que lo sabes a medias, pero es peligroso para todos estar expuestos. Taehyung nos
necesita.

—Oye, oye, relájate. No podemos irnos. Taehyung está muy débil aún, solo ten paciencia, ¿sí?
Ya pasará la tormenta.

—¿Qué? —dijo extrañado—. No es por la tormenta. Nos están buscando, juntos somos un
blanco demasiado grande.

—¿De qué estás hablando?

—Yo iré por Jungkook, o no-no lo sé; pero no podemos dejar que se lleven a Taehyung.
Tenemos que ayudarlo a reparar el...

—¡Alto! —le dijo tomándolo de los hombros completamente confundido por su extraño
comportamiento—. No estoy entendiendo nada —le dijo ladeando la cabeza.

—Te lo explicaré más tarde. —Buscó con la mirada—. Jungkook, tengo que hablar con él. —
Negó con la cabeza—. ¿Dónde está? —dijo angustiado.

—¿Quién?

—¿Dónde está Jungkook? —dijo separándose del castaño por completo cuando sus rodillas
temblaron.

—No sé de qué estás hablando, Min.

—¡Jungkook! —le respondió frustrado—. Cabello negro, ojos grandes, debería estar aquí.
¿Cómo es que no lo sabes? ¡Tú lo defendiste! Jungkook es tu amigo.

Quizás era irónico su radical cambio; pero de eso se trataba, un completo giro en la dirección
opuesta.

Oh... él no sabía que era la primera vez que esto sucedía, y quizá, la última.
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—¿Quién es Jungkook? —dijo Kim con el ceño fruncido.

—No... —murmuró el otro—. Si tú lo sabes, si ella se queda, quiere decir que él... Él lo hizo.
Maldición no, Seokjin. Lo hizo.

—No sé qué sucede contigo. —No pudo seguir hablando por la mano que tocó la espalda de
Seokjin, quitándole la atención a este para voltear a ver.

Jin tenía muchas cosas que hablar con su familia, pero no esperaba tener que lidiar con más
problemas justo en ese momento.

—Tu hermano no está —le dijo su madre, quien intervino angustiada, ante la mirada
aterrorizada de Agustus.

—¿¡Cómo que Taehyung no está!? —dijo Seokjin tan molesto como impactado.

—El enfermero de turno no lo encontró cuando fue a revisarlo.

—Eso no puede ser cierto —interrumpió Min—, yo mismo hablé con él hace unos cinco
minutos.

—¿Dónde está papá? —preguntó el castaño a su madre.

—Está buscándolo en el hospital. No está.

Ninguno de los tres esperó más, cuando se movieron hasta el recinto que el menor de esa
familia debía ocupar.

La cortina estaba abierta, la ventana corrida, y no había rastro del chico en ese lugar.

—¿¡Cómo desaparece un herido de gravedad!? —dijo Seokjin, pasándose las manos en el


cabello, frustrado, al encontrar la habitación vacía.

Min se acercó a la ventana, y su pie arrastró sobre el piso su maleta, vacía.

«Tiene mi ropa» pensó Agustus.

Tragó en secó pero fue aún más grande su sorpresa, al ver la gran caravana de autos que
tenían rodeado el edificio.

—Nos encontraron —dijo temeroso.


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En las afueras, el convoy militar aparcó en el centro, que ya estaba casi completamente
deshabitado, y los dirigentes de lo que solía ser la supuestamente ultra secreta operación
"Mariposa" descendieron de estos viendo con incertidumbre a su alrededor.

Pero nadie le prestó atención al chico con la bufanda que le cubría la mitad del rostro,
mezclado entre la gente que quedaba caminando al son del pánico colectivo.

Después de todo, Taehyung siempre fue un buen camaleón.

Era graciosa la forma en la que se le veían los tobillos pues su piernas eran evidentemente
más largas que el pantalón que estaba usando, igual que su sacola.

Un, dos, tres.

Un, dos, tres.

Esa muerte de la que tanto huía se estaba acercando a él.

O quizá él a ella.

No era relevante, Kim Taehyung había perdido la última gota de razón en sí mismo. Quizá, al
igual que otros genios, su voluntad se vio consumida por el incesante deseo de alcanzar la
gloria.

Y no le importó irse.

No estuvo ahí antes, y quizá no estarlo ahora no le perturbaba lo suficiente.

A diferencia de su hermano, Seokjin, quién incluso con toda una nueva vida por delante se
negó a creer en un futuro sin él.

Los Kim, madre e hijo, comenzaron a discutir angustiados entre ellos, y el más ajeno, April,
alzó la vista al notar que las luces titilaban más en el pasillo de afuera que en la habitación.

Se apresuró a avanzar de regreso al marco de la puerta sólo para constatar que en sala de
espera la televisión había enloquecido, vio sobre sus hombros, en contraste, las luces de la
entrada se mantenían estáticas.

Retrocedió un poco cuando al acercarse a ese pasillo se dio cuenta de que el parpadeo se
hacía más fuerte.
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«Jungkook». Pensó Min.

Sin darse cuenta comenzó a correr siguiendo los signos de destrucción hasta que llegó a lo
que creyó era el origen, pues había vidrio en el suelo, y tocar el metal de la puerta le dio un
pequeño toque eléctrico.

—¿¡Jungkook!? —dijo cuando entró al baño, el cual estaba a oscuras, los focos habían
explotado, lo supo al aplastar con su pie los pedazos.

—Min... —murmuró apenas, horrorizando al otro. La nariz de Jeon sangraba, aparentemente


igual que sus oídos.

—¿¡Qué fue lo que hiciste!?

—Finalmente... cambié la historia.

—Seokjin y Sunhee...

—Final feliz... ¿Eh? —se jactó orgulloso, casi perdido.

—¡No, imbécil! ¿¡Sabes lo que pasará cuando ella se quedé!?

—Todos lo sabemos —se burló Jungkook—. Es un reinicio a la fuerza.

—No tienes ni idea de lo que... Nos tienen rodeados, Jungkook. Jin ni siquiera sabe quién
eres...

—Entonces funciona... Es lo que importa.

—Ese no es el problema, levántate, tenemos que salir de aquí.

—Descuida, no es necesario huir, solo un poco... —Jungkook jadeó del dolor—. Un poco de
tiempo, y todo quedará como un mal sueño, bueno, si es que queda algo.

Jeon Jungkook, que hacía un esfuerzo extraordinario al hablar, alzó la vista para ver con
desconcierto al hombre frente a él.

—Jungkook...Taehyung no está.

—¿Cómo que no está? —gimoteó con los dientes apretados, con un dolor punzante en su
pecho.
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—¡Pensé que estaría contigo!

—Pues no —espetó, negando con la cabeza—. Él no tenía que irse. Solo yo.

—No puedo creer que los dos estén pensando en lo mismo.

—¿Acaso no te das cuenta de lo que hice por él? —sonrió con sorna—. No... Taehyung no
puede estar haciéndome esto. Me llamó a mí impaciente y no pudo ni esperar a que me
muriera.

—Escapó; está loco, quiere intentar arreglar el vórtice.

—¿Por qué lo dices? —Jungkook abrió los ojos correctamente, intentando asimilar todo.

Luchó por pararse, y limpiarse la sangre del rostro cuando quedaron frente a frente, la luz
comenzaba a colarse por las ventanas.

Pronto llegaría el amanecer.

Agustus no sabía si era un error o una ventaja, pero ya no estaba seguro de cómo encajaba
en todo esto, las luces comenzaban aturdir sus sentidos, y ya ni siquiera recordaba por qué
había tanto alboroto en el pueblo.

—Tengo esto —dijo, sacando la libreta de Taehyung de su chaqueta para extenderla frente a
Jungkook.

—¿Por qué tienes su libreta? ¿Cómo?

—Me la dio la sombra —agitó la cabeza confundido—, es decir, el científico que lo ayudaba.
Dijo que Taehyung abrió un vórtice al futuro, pero que no supo controlarlo, por eso colapsó,
eso fue lo que causó la explosión en el aserradero.

—¿Dónde está él? Ese sujeto, ¿dónde está?

—No lo sé, se fue antes de que yo llegara. Dijo que lo intentaron muchas veces, que abrieron
varios portales.

—Taehyung realmente lo logró —dijo Jeon—. No creo que quedarse haya sido parte de su
plan, él fue a buscarme, y si lo hizo es porque quería quedarse allí. Él solo vino a despedirse.
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—Se irá de nuevo. O bueno eso intenta, por eso quiere arreglar su...

—No puede —interrumpió—. No sabe cómo, él me lo dijo.

—¿A qué te refieres con que no puede?

—Si lo que dices es real —masculló adolorido—, no puede arreglarlo, y él lo sabe.

—¿Entonces de qué serviría irse? ¡Pensé que quería arreglar esto!

—Quiere saltar de línea, no arreglar esta.

—No es lógico. Si su experimento ya no funciona, ¿cómo planea volverlo a intentar? —


cuestionó Min, haciendo a Jungkook divagar entre sus recuerdos.

Esos llenos de inocente amor, inconscientemente también poseían mucha información


solapada, saliendo de los labios del Taehyung que sonriendo apenado, y con la luz reflejada
en sus anteojos, se atrevió a confesar mucho antes.

«Correría kilómetros... hasta ser capaz de dejar de llorar».

—Es la única forma —dijo Jungkook en voz baja antes de verlo, asustado—, el lago, va hacía
el lago.

—¡Es imposible! El bosque está repleto de militares. No podrá ni siquiera acercarse.

Jungkook parpadeó dolido cuando sus palabras le golpearon.

—No me jodas... el mirador.

—¿Qué?

«Soy un controlador de primera, y es mi muerte. Tengo derecho a elegir sobre ella, ¿O no?».

—¡Se va a lanzar del acantilado! —gritó Jungkook.

Cada día a su lado, y los detalles que aprendió de él. Jeon Jungkook no sabía si alguna vez
fue a la escuela, ni tampoco los nombres de sus primos, si es que tenía algunos.

Sentía que moría, pero no era momento, no podía darse el lujo de agonizar.
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—Taehyung perdió la cabeza. Está convencido de lo que tiene que hacer, no le importa
morir.

—Pero no lo hará —dijo Jungkook, firmemente—. Porque voy a alcanzarlo.

Ambos se quedaron callados cuando sintieron como si sus diferencias jamás existieron. Estas
al evaporarse, dejaron su amistad sobrevivir por el poco tiempo que el menor tenía.

Resarcir el daño era todo lo que les quedaba.

—Jungkook, antes de que te vayas, necesito que sepas que lo siento. Lo siento por todo lo
que fui capaz de hacer.

—Amigo... no sé si lo notaste pero yo jamás te juzgué. No tengo nada que perdonarte a ti.

—No te dejaré irte, no así —Agustus Min, el redimido, suspiró y abrió la llave del lavabo ante
la mirada atenta del otro, y solo después de mojarse las manos, se acercó a Jeon para
limpiarle el rostro.

—Lleva ayuda al mirador, yo solo voy a ganar tiempo, ¿de acuerdo?

—Pero... —intentó objetar viendo a Jungkook abrir la libreta y colocar dentro de esta las
fotos restantes antes de cerrarla de nuevo.

Cuando alzó la vista se encontró con los ojos culpables de Min, los que le hicieron recordar a
alguien que no se merecía todo el dolor que atravesaría. Y que quizá no era real en la primera
línea no era real, pero si quien le hizo compañía alguna vez.

—Mierda... Dominic —masculló—. Esto es personal, tienes que hacer algo por mí. —No iba a
salvar solo a uno, quería salvarlos a todos. Incluso si no sabía lo que provocaba—. Agustus,
escúchame, tengo un amigo en Nueva York, tienes que ayudarlo.

—¿Ayudarlo?

—Nueva York, a inicios de los dos mil, se llama Dominic Heart y está solo. No quiero dejarlo
solo. Él me necesita, pero no voy a estar.

—No planeo irme de aquí, no pronto.


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—En treinta años, es probable que me esté esperando. O bueno... —racionalizar su


inexistencia le dolió un poco—, se habrá quedado solo.

—No estoy seguro de poder recordarlo. ¿Por qué yo?

—Es solo que... —Jeon divagó mientras veía su rostro, como si descubriera algo que siempre
estuvo frente a él—. Tú me recuerdas mucho a él.

Jungkook apenas sentía las piernas, y estaba seguro de que no era saliva lo que había en su
boca, sino sangre. Así que sin importarle el dolor, irguió su espalda cuando la voz de Agustus
Min le detuvo por un instante.

—Sabes que acercarte al lago te matará, ¿cierto, Jungkook? —escuchó detrás de él. Entonces
volteó a verlo sobre su hombro para enseñarle una sonrisa de lado.

—Nadie puede dañar un recuerdo que ya no existe —respondió, como burlándose de la vida.

En aquella memorable ocasión, Jeon Jungkook se movió hacia la puerta para intentar salir,
con la libreta en mano, y su estómago rígido, que se sentía como una bolsa llena de sangre
presionando su abdomen por dentro.

Entonces corrió.

Corrió incluso si le dolían las piernas, tanto como para hacerle gemir. Corrió mientras sentía
que sus huesos eran menos fuertes, como si estos dejaran de existir, y su piel se hiciera más
blanda poco a poco.

No había nada, ni nadie más grande que la devoción que por el castaño sentía, y era esa
misma fuerza la que le impulsaba a seguir corriendo.

Para el momento en el que los agentes militares entraron al hospital buscando a los
responsables del fatídico suceso que había destruido los perfectos planes del gobierno, ni
Park Jimin, ni Kim Taehyung se encontraban. Mucho menos, aquel catalogado como un
peligroso experimento.

El pelinegro avanzaba a zancadas por la parte de atrás del pueblo, por ese camino a casa que
tomó en secreto junto a Kim tantas tardes.
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Su ruta predilecta, en la que nadie supo de su amor, y nadie pudo molestarlos cuando
caminaron tomados de las manos.

Ahora, incluso con los árboles desnudos y el sudor que empapaba su espalda, Jungkook ya
no estaba seguro del motivo de su presencia en ese pueblo.

Hubiese sido gratamente ficcional simplemente evaporarse, y ya, contar que se desvanecía
con brillos en el aire; pero no, eso era insuficiente.

Sería una burla, un completo deshonor darle una inexistencia tan básica.

Se trataba de su vida entera, la cual estaba hecha de a pequeños instantes, de los vellos de
su cuerpo erizándose al toque y todos sus defectos. Por eso sangraba por dentro.

Cada cicatriz, y cada arruga en su piel, las cosas que le hicieron hablar como poeta y besar
como un niño se perdían poco a poco.

Olvidó que había comprado muchos libros antiguos solo porque le gustaba el color de las
hojas. Y que tenía toda una colección de piedras que en su momento le parecieron
hermosas.

¿Dónde estaba el Jungkook que amaba las estampillas postales? ¿Quién lo había destruido?
¿Quién se llevó esas ansias de vivir que tenía? ¿Cómo fue que se convirtió en ese ser
impulsivo, sin control, que todos usaban al ser demasiado estúpido?

Olvidó sus hazañas y la contraseña de su computadora, también los rostros de los vecinos
que a veces le invitaban a pasar el rato con ellos.

Ya no recordaba haber escuchado a su madre pedir dinero prestado para comprarle un


pastel cuando era muy pequeño, olvidó haber contado las monedas en su alcancía para
decirle que no se preocupara que él podía pagarlo, y lo mucho que amó el muñeco de felpa
que le dieron de obsequio ese año.

Olvidó que la escuchó llorar todas las noches durante diecisiete años seguidos al lado de su
habitación.

Olvidó que siempre se sintió insuficiente.


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Olvidó que su infancia le dolía.

Quizá porque ya no tenía motivos para sentir dolor, o porque ya no tenía salvación. De todas
formas, no importaba.

Ni Jeon. Ni Jungkook. Pronto sería solo una experiencia.

Por cada centímetro que Seokjin se acercaba a Sunhee, Jeon Jungkook perdía un segundo
de su pasado, sí, como si sus culpas fueran borradas, pero llevándose también sus vivencias,
sus anhelos y ese algo que siempre llamó amor.

El amor que sentía por cada persona que le hizo feliz alguna vez.

Ya no era una cuestión de qué era real y qué no, sino de... ¿Quién soy?

¿Quién fui?

¿Quién quise llegar a ser?

Eso a lo que los humanos llaman vida, no es más que el conjunto de experiencias que se
acumulan a cada instante.

Limitar vivir a la facultad de respirar se queda obscenamente corto para todo lo que ese
respirar conlleva.

Ya que no solo se trata de eso, sino de experimentar en propia piel el sol, caminar con los
zapatos mojados después de un mal día de lluvia y ni siquiera ser capaz de explicar esa
sensación que hace que tu respiración se vuelva irregular cuando alguien que amas sonríe.

La presión que los jóvenes tienen por vivir su mejor momento solo hace más miserable su
estadía en la tierra.

Se les ataca con el hecho de que se es joven una vez, olvidando que ser joven se trata de
sufrir, y buscar un sentido más profundo en los detalles más simples.

Ser ordinario no es desperdiciar el tiempo.

Ser un simple chico con miles de aspiraciones siempre fue suficiente, pues descubrir
momentos hermosos en vidas que no son perfectas es la verdadera dicha de todo joven.
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Jungkook lo entendió porque aunque el fuerte viento chocaba con su rostro, él solo lo sentía
como si de una leve brisa se tratara, como si toda su vida hubiese sido solo un lapso de
tiempo.

Y aquel lapso de tiempo en el que los señores Kim regañaban a su hijo mayor por decirles la
verdad de golpe, fue el mismo en el que Agustus Min llegó al ala de emergencias para decirle
a Seokjin que sabía dónde estaba su hermano.

Seokjin les juró a sus padres que regresaría para explicarles todo, pero que no lo haría sin
Taehyung, y suplicó que no dejaran sola a su futura esposa en ningún momento.

Solo un par de segundos fue lo que separó al mayor de los Kim dirigiéndose a la carretera
para conseguir un auto, de Agustus Min detrás de él siendo sometido por varios soldados
quienes tenían su nombre y apellido como principal culpable.

Pero Kim no debía detenerse; si volteaba igual que Jungkook, todo habría sido en vano.

De manera que, avanzó como si quisiera ganarle al alba, como si fuera consciente de Kim
Taehyung de pie entre los árboles del bosque, contemplando el borde del abismo a escasos
centímetros de él.

A lo mejor se había obsesionado con lo que creyó sería su felicidad. Se negaba a admitir que
era igual o más necio que los otros.

Kim Taehyung nació demasiado antes para su sociedad, creció como un ser obsesivo cuyos
padres no hicieron más que alimentar ese pensamiento en él en donde si no era capaz de
alcanzar la perfección estaba obligado mínimo a rasgarla.

Nunca fue feliz estudiando. Jamás fue reservado, más bien, le arrancaron la lengua desde
muy joven para enseñarle a asentir con la cabeza.

Sí, en el mejor de los casos enloqueció de felicidad cuando descubrió que el libre albedrío sí
existía; pero no era como lo imaginó.

Ya había cruzado la línea entre libertad y libertinaje; mas no estaba seguro de querer
retroceder.
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Todos moriremos. Mañana, quizás hoy, algún día. Y aunque estaba loco, también estaba
tranquilo pues su vida no había sido la más fácil, pero ya no estaba inconforme con ella.
Porque todo lo que hizo fue a su antojo, a su manera.

Desvariando de ebrio, follando en la madrugada y gritando como un desquiciado mientras


las canciones que amaba sonaban.

Ni más ni menos, en el fondo, consiguió todo lo que quería: una vida que valdría la pena
repetir.

Por eso no le asustaba morir en el intento, así que comenzó a caminar hacia el final de sus
días sobre esa línea. Pero olvidó que no estaba solo, su alma estaba entrelazada.

—¡Taehyung! —le gritaron cuando se decidió a lanzarse del acantilado.

—¿Jungkook? —murmuró Taehyung y se detuvo, volteando a ver, y descubriendo al chico


acercándose a distancia, temblando y con el cabello detrás de sus orejas.

Jeon apenas podía moverse, estaba muy mareado. No recordaba la fecha de su cumpleaños,
ni sabía los motivos por los que tenía una pequeña cicatriz en su mejilla.

En el principio todo pareció tan cómico que no se imaginaron que terminaría así, con ambos
siento asediados por el frío. Sin cordura; pero más importante, sin arrepentimiento alguno.

—¡Taehyung, espera! —volvió a llamar el chico. El pelinegro finalmente llegó hasta el


mirador, Taehyung le dio la espalda al acantilado y todo lo que él pudo hacer fue tragar
cuando se acercó.

—¿¡Por qué estás aquí!? —le reprochó Kim, lleno de rabia—. ¡Te dije que te fueras!

—O somos sinceros... o ambos mentimos —dijo dando un pequeño paso—. No hay punto
medio en eso, cielo.

—¿Es que no lo entiendes? Jungkook —negó viendo las manchas oscuras y secas en algunas
partes de su cuello—, esto no funciona así.

—Lo sé, lo sé. Pero creí que no debías irte... sin esto. —Jungkook extendió la mano con el
pequeño cuaderno en ella.
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—¿Cómo conseguiste eso? —preguntó angustiado—. Estoy tratando de protegerte. ¡No


tienes ni idea de lo peligrosa que es esa libreta!

—No hay nada de qué temer. Es como... la historia de la caja, ¿recuerdas? No me hará daño si
no la abro, por eso vine a dártela —declaró poniéndola en el suelo y luego alzando las manos
en son de paz.

El pelinegro no era estúpido, era más bien masoquista, según Taehyung.

—Jungkook, tenías que irte. Solo tenías que alejarte —le dijo abatido.

—Podría haberme ido ayer, o hacerlo mañana. Si de todas formas te irás... ¿De qué serviría?

—Jungkook, van a matarme. ¿De acuerdo? Aquí, y en todas las demás líneas si no me marcho
justo ahora.

—Yo perdí ese recuerdo, Kim, quizá jamás suceda. ¿No lo has pensado?

Probablemente Taehyung era el culpable de su terquedad al nunca decirle las cosas


completas. Al final, su afán de protegerlo lo aisló de la verdad.

—¿Sabes? —le dijo con gracia—. Es curioso como un solo detalle cambia toda la historia. Tú
no recuerdas lo que eras cuando llegaste aquí, pero yo... lo recuerdo todo.

—¿A qué te refieres?

—La pierna de mi hermano —confesó—, dijiste que le tenías tanta lástima que te acercaste a
ayudarle, porque estaban en el bosque y él no pudo armar la tienda. Fue... por eso él terminó
diciéndote que yo estaba muerto.

—Yo no... —Se quedó mudo, estaba desapareciendo, y de todos los recuerdos que tuvo sobre
ese día, ya no quedaba ninguno para argumentar lo contrario.

—No lo olvidaste porque no haya sucedido... sino porque él nunca te lo dijo.

—¿Por eso quieres irte? ¿Para que todo siga igual? —murmuró a lo que Taehyung asintió.

—Jungkook, si no lo intento nosotros jamás nos conoceremos. Y... prefiero un par de meses
feliz que desperdiciar toda una vida.
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Definitivamente, Jungkook tenía razón, Taehyung estaba obsesionado; pero aun sabiendo lo
mucho que lo amaba, se negó a condenarlo de esa forma.

—¿Qué tan malo sería si no? —dijo logrando alterar la paciencia de Taehyung.

—¡Cállate! ¡Solo tenías que esperar! —le gritó el castaño, pero él no hizo más que sonreír.

Taehyung le reprochó ser impulsivo hasta el último instante. Sin embargo, Jungkook estaba
más cuerdo de lo que alguna vez había estado.

—Te esperaría toda mi vida, pero ambos sabemos que no volverás.

Jeon Jungkook ya no sabía de qué color era la sábana de su cama, ni su número de celular.
Apenas recordaba los rostros de su padres, tampoco sabía si los tuvo. Y todo lo que deseaba
era un poco más de tiempo a su favor.

De lo único que tenía certeza era de que su amor por él era demasiado grande que avanzó
incluso cuando su estómago dolía como si se consumiera por dentro.

En una lucha en donde el amanecer y él eran los únicos contendientes.

—Uno de los dos tiene que irse, Jungkook —mantuvo el castaño muy a su pesar.

—Sé que no puedo detenerte. —Jeon avanzó un par de pasos, arrastrando su pierna en la
nieve—. Por eso quiero que te quedes conmigo un poco más, al menos hasta que salga el sol.

—¿Por qué debería hacerlo?

—Por el mismo motivo en que llegaste hasta aquí. —Dio otro pasó al frente, y sintió toda su
espalda temblar; el dolor era cada vez más fuerte mientras más se acercaba al inicio.

—Alto, Jungkook. ¡Atrás! ¡Jungkook, quédate donde estás! ¡El lago te hará daño!

—Lo sé... —dijo sin flaquear aún si sus rodillas se volvían polvo—. Pero no me importa.
Saltarás de todas formas, ¿o me equivoco?

—¡Basta, no te atrevas a dar un paso más o podría matarte!


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—Entonces toma mi mano, y acércate un poco tú a mí. —Jungkook extendió su brazo hacia él
cuando el frío viento les despeinó—. Un minuto es todo lo que necesito para despedirme,
pero no lo haré si no te tengo cerca.

—¿Y qué pasará después? —dijo temeroso, porque aunque carecía de razón, aún tenía un
alma.

—Me iré. Te esperaré, porque si todo sale bien... irás a buscarme, ¿cierto?

—Sí, lo haré.

—Y todo será... justo como debe serlo.

Jeon Jungkook le sonrió con pesar, sin ser capaz de decirle que ya no recordaba cómo era
vivir en Busan. Y es que Jungkook tenía esa gran sonrisa en su rostro mientras su mente se
volvía ligera.

Se arrastró un poco hacia el frente, y al apretar los ojos adolorido, Taehyung no tuvo más
remedio que avanzar hacia él, tomando su mano extendida para entrelazar sus dedos
inmediatamente.

—¿Por qué dices eso? —le cuestionó cuando notó sus ojos cristalizados, dolidos,
entendiendo a medias sus intenciones.

—Si te lo digo pensarás que te dejé ir porque no te amo. Y ya no tengo tiempo para eso,
necesito que lo sepas.

—¿Jungkook?

—Taehyung, te busqué toda una vida, y solo necesité un par de días para amarte.

Taehyung exhaló con sorpresa, porque nunca fue sensitivo, y jamás creyó que existiría
alguien capaz de amarlo. Un valiente sin miedo de decirlo.

Entonces, Jeon aprovechó para tirar de su mano atrayéndolo hacia él.

Fue así como lo tuvo contra su pecho y soltó su mano solo para pasar un brazo alrededor de
su cintura, sin dejar de verlo cuando descubrió que no había más dolor en su alma. Quizá
porque ya no tenía una.
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Ciento cincuenta y dos días era todo lo que tenían. Exactamente, trece millones, ciento
treinta y dos mil ochocientos segundos juntos.

13,132,800

Cada uno más puro que el anterior.

Jeon Jungkook llevó su otra mano hasta la cabeza de Kim Taehyung para enredar sus dedos
en las hebras de su cabello mientras se llenaba de valor cuando todo lo que veía era a él, al
deslizar esta por su cuello hasta dejarla en su espalda, para que en sintonía con la mano en
la cintura pudiera dirigirlo correctamente.

¿Acaso no era gracioso nunca llegar a ninguna parte? ¿Acaso no fue sublime haber apostado
tanto?

Siendo honestos, siempre supieron lo perdidos que estaban, y no les importó pues también
descubrieron que al besarse hacían a cientos de chispas volar.

Lejos, tan lejos en la inmensidad de las noches que les pertenecieron. Incluso si no debieron
hacerlo, perder les resultó mucho más digno que ganar.

Era tonto decirlo, así que Jungkook le sujetó dulcemente, antes de dar un paso adelante... y
luego uno atrás. Moviendo sus hombros en sintonía mientras oía al viento silbar.

No quería lástima, ni más miedo. Jungkook solo quería estar a su lado hasta que se le
agotara el tiempo.

—¿Estás... bailando? —le dijo Taehyung cuando comenzó a llorar al escucharlo tararear.
Porque pese a toda su inteligencia, no entendía lo que trataba de hacer.

—Estamos... bailando, mi querido Kim —respondió Jungkook.

¿Cuál era todo el trasfondo de esto? Taehyung no pudo entenderlo. Más que eso... ya no
quería.

—De todas las cosas que pudiste hacer... ¿Realmente elegiste esta? —cuestionó como si
supiera la verdad, sujetándose a él por el inmenso fervor que le tenía a sus grandes ojos.

—Solo abrázame, así sabrás que estuvimos entrelazados desde el primer instante.
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—Para mi mala suerte así será, hasta el último —declaró el castaño cuando no pudo negarse.
Jamás se cansaría de decir que ese rebelde sin causa que le acarició la espalda era,
soberanamente, el hombre más perfecto del universo.

—Kim Taehyung —le llamó—, ¿me concederías esta pieza?

Y él, no pudo hacer más que asentir esbozando una sonrisa al desear encogerse en su pecho.

—Con todo el gusto del mundo.

Estaban locos.

Sí.

Al final, la locura se había apoderado de ambos.

Sin embargo, incluso en medio de sus delirios, se sonrieron envueltos en un secreto que era
solo suyo y del otoño en que se amaron.

Perdidos, quizá condenados; pero profundamente devotos, al sentir que eran capaces de
bailar aun sin música, en lo más alto del acantilado, como riéndose de la decencia con algo
tan dulce como su amor.

Jeon Jungkook, tenía una pierna lisiada que le impedía pararse correctamente, y Kim
Taehyung sentía que su piel quemada se rasgaba al moverse; mas era de tal tamaño su
locura, que les causó gracia el dolor cuando el pelinegro hizo girar al otro sobre sus pies.

¿Jungkook estaba perdiendo el juicio o ganando tiempo?

Solamente lo sabría el cielo de esa madrugada, que pasó de ser oscuro a teñirse de un cálido
rosa, cuando cobijó a esos dos dementes que se amaban.

Kim Taehyung divagó en sus ojos, con la mano colocada en el pecho del muchacho, mientras
Jeon le observó por un segundo en que deseó ser digno de contemplar esos labios
eternamente.

Él se lo había dicho, los cambios en su subconsciente dejarían de suceder cuando ya no


hubiese nada más que cambiar; por eso se sintió ligero, y ese vacío en su pecho en lugar de
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asustarle le provocó tanta paz que sería imposible explicar esa sensación con algo que no
fuese utópica calma.

Kim Taehyung suspiró cuando le tomaron fuertemente en brazos, inclinando su cuerpo hacia
atrás, como bailando vals. Jeon Jungkook le vio desde arriba y se reprochó a sí mismo esa
lágrima que al escaparse de él mojó la mejilla del castaño.

Era tiempo.

Del frágil mundo, y sus destellos de luz no sabría nada.

Era tiempo de irse; mas no de volver a su lugar. Pues ya no tenía uno que no fuera la mente
del chico que enloqueció.

Así que le sostuvo con delicadeza, y Kim cerró los ojos en el momento en el que creyó que lo
besaría; pero su voz le desconcertó.

—No olvides lo que me prometiste —le dijo Jungkook antes de acercar su rostro para dejarle
una suave caricia en sus labios.

Un beso donde dejó todo lo que solía ser.

Su humanidad, su voluntad... su amor.

Uno que decía lo mucho que quería pasar los siglos de los siglos descubriendo los secretos
en lo terso de sus muslos, y gritar que era adicto a la fragancia de su piel.

Sus besos siempre dijeron que no quería dejarlo.

En contra de sus propios deseos, lo soltó.

La espalda de Taehyung chocó contra el suelo repentinamente haciéndole abrir los ojos,
asustado, cuando su cabeza impactó con la dura y húmeda grava.

El castaño se removió entre la poca escarcha, adolorido, en un intento de recomponerse


cuando Jungkook corrió hacia el lado opuesto al bosque. Taehyung alzó la cabeza, viendo a
su gran amor correr hacia el borde del acantilado.
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Aunque luchó por querer alcanzarlo, apenas pudo levantarse para contemplar ese momento
exacto en el que los pies del muchacho giraron sobre la orilla, en cámara lenta, con una
sonrisa que era suya porque ya nunca podría pertenecer a alguien más.

Jeon Jungkook se dejó caer.

Y sintió que volaba; majestuosamente, libre incluso si estaba cayendo; de espaldas al agua,
con los brazos extendidos y viendo hacia el cielo cuando dejó de sentir su propia carne.

Cada poro de la piel que le permitió coleccionar tantas sensaciones se desvaneció,


llevándose la infinita devoción que experimentó por sí mismo cuando fue acariciada.

El sol se elevó sobre él en contraste con su descenso, porque su adiós traía consigo, un
nuevo amanecer, un hermoso comienzo.

Incluso así, cerró los ojos y la onda expansiva de luz del lago repeliendo a Jungkook se
extendió por todo el pueblo cuando impactó, rompiendo el hielo del lago para quedar
sumergido en este de nuevo.

Había olvidado todo porque una parte de sí mismo siempre lo deseó.

El único recuerdo al que se aferró, fue ese momento en donde la felicidad de Kim Taehyung,
su Kim Taehyung, resplandeció más que las luces del club, mientras bailaba ebrio de vida,
cantando a todo pulmón como si fuese la última noche.

Su amor no se limitaba a decir que era suyo, jamás le perteneció; pero esas memorias y esas
noches... Oh, estaban escritas con su alma.

Para mala suerte de los malvados, el egoísta Jeon Jungkook llegó a ser el más sabio de
todos, pues lo amo sin poseerlo, dejándole ser lo que era.

Eufórico, genuino, libre.

Su amor era él era tan puro que atesoró cada segundo de verlo ser libre.

Quizá hoy ya no eran nada, pero ayer serían por siempre, dos locos inexpertos, bailando las
canciones de moda una y otra vez hasta que el amanecer llegara.

Exactamente, a las seis con un minuto de la mañana.


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Tal vez el lago lo jaló hacia él, o Jungkook saltó del acantilado. Nadie nunca lo sabría. Sin
embargo, no sintió dolor o angustia, pues la paz se adueñó por completo de su sistema
cuando su mente pareció quedar completamente en blanco.

Quizá se estaba ahogando o estaba desapareciendo de la faz de la tierra. Ya no era


importante averiguarlo.

Ya no estaba. No estuvo. Ni estaría.

Jeon Jungkook ya no era nada más que un sentimiento puro, cuyo nombre nunca sería
mencionado.

Las luces en todo el mundo parpadearon por un instante, en sincronía con la desesperación
del castaño que, completamente aturdido por la energía, se arrastró mareado hacia el final
del acantilado.

Kim Taehyung, el reservado, gritó tan fuerte que su voz se perdió, quedándose de rodillas en
el borde cuando los primeros rayos de sol le cegaron.

Intentó inclinarse para ver hacia abajo pero al hacerlo, solo constató que el lago se había
congelado por completo, y esa capa de hielo lucía intacta.

Tembló; le dolieron los pulmones de tanto gritar, y las lágrimas que soltó derritieron poco a
poco su escepticismo, pues su dolor era tal que parecía que le habían perforado la cabeza.

Pensó que así debía sentirse morir, pues sintió que su piel se desgarraba y ese vacío que se
instauró en su pecho le quemó al sollozar. Porque aunque quiso levantarse ya no supo por
qué estaba en ese lugar.

La realidad lo golpeó en medio de su llanto.

Era el instante después de la crisis del cambio.

Entonces se quedó allí, desorientado mientras temblaba. Solo, sintiéndose desamparado. La


luz le encandiló y él no tenía un motivo lógico por el cuál seguir viendo hacia abajo.

Levantó la cabeza, encontrándose con el sol que se elevaba detrás de las montañas, y pensó
que nunca antes había estado en el mirador al amanecer.
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Así que se sentó en ese mismo lugar en donde descubrió el amor, y se pasó las manos por el
cuello sin alcanzar a comprender qué le había sucedido, ¿por qué estaba tan lastimado? ¿Por
qué estaba solo en medio del frío? Estaba mal, debería ir al hospital.

No tenía memorias fijas, solamente una profunda nostalgia que se quedó en su mente sin
razón alguna, y que le llenó deseos de tocar la nieve.

Ni siquiera podía concentrarse en las cosas a su alrededor, por lo que no le dio importancia
al sonido de un motor apagándose y luego pasos.

—¡Taehyung! —gritaron detrás de él—. Alto, ¡Taehyung! ¡No lo hagas! —Reconoció la voz de
Seokjin completamente asustado intentando persuadirlo de saltar.

El Kim mayor se movió veloz esperando haber llegado a tiempo pero sin saber realmente...
¿A tiempo para qué? Todo lo que sabía, era que no perdería a alguien que amaba de nuevo.

Pero contrario a lo que esperaba, se encontró con la espalda del castaño erguida, y sus
piernas colgando del borde del acantilado mientras contemplaba la llegada de un nuevo día.

—¿Dónde? —murmuró Taehyung, estático, casi perdido.

Su hermano llegó hasta él y se dejó caer de rodillas en el suelo para abrazarlo por los
hombros. Kim Seokjin comenzó a llorar, ¿qué le motivó a seguir a su hermano? No estaba
seguro, pero se alegró infinitamente de encontrarlo a salvo, incluso si al tocarlo se mareaba y
un toque eléctrico le recorría.

—¡Taehyung, no tienes ni idea de lo preocupados que estábamos por ti! ¡Te buscamos por
todo el hospital!

—Hospital... —Taehyung pensó que tenía sentido, le dolía el cuerpo, y sus manos estaban
heridas. El hospital tenía sentido.

—¡Eres un tonto! ¿¡Qué pretendes estando aquí!? —le dijo Seokjin, apretando los ojos sin
soltarlo.

—Yo...—Taehyung volteó a ver a su hermano con los ojos llenos de lágrimas, de donde estas
fluyeron cual torrente sin represalia alguna—. No lo sé.
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La luz del sol, que emergió detrás de las montañas, les llenó de una añoranza por la vida que
nunca antes pensaron sentir, mientras sus ojos resplandecieron ante el incierto futuro que
les abrazó.

Había dejado de nevar; la tormenta se había llevado consigo aquel oscuro clima.

Seokjin alzó la vista hacia el cielo cuando su alma se removió en medio de un exhale en
donde ya no tenía miedo de la vida que tenía por delante.

—Jin, mira... —le dijo Taehyung—. Se acabó el invierno.

—¿Cómo lo sabes? —Estando así, inclinó el rostro cuando escuchó la leve risa de su hermano,
volteó a verlo, y se encontró con un Taehyung sonriente, en blanco, que había dejado de
llorar.

—Las mariposas regresaron —le dijo, extendiendo para mostrarle la palma de su mano, en
donde una delicada mariposa de colores posaba.

Sí... el sol había salido sin falta otro día más. Incluso si él ya no estaba en ese lugar.

—Es tu cumpleaños —aseguró Seokjin cuando el cielo le perdonó—, me parece que vinieron
a saludarte.

El aleteo de cientos de mariposas, que parecía ser más un canto de alegría que una sonata,
se mezcló entre el silencio de la mañana. Como intentando anunciarle a la humanidad la
redención que se le otorgaba.

O quizá, su vuelo simplemente anunciaba el cambio de estación; pero a los Hermanos Kim,
era poco lo que les importaba. En especial, a Taehyung, quien suspiró en profunda paz.

—Nunca noté que las mariposas giran al volar. Lucen tan hermosas... como si estuvieran
bailando vals —dijo Taehyung cuando el revoloteo sobre su piel le causó cosquillas.

El castaño alzó la mano para dejar marcharse a la pequeña en esta, y la observó volar con
total admiración cuando esta se marchó.

—¿Qué haces aquí? —le preguntó Seokjin.

—Estoy esperando...
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—¿Qué cosa?

—El amanecer, supongo. Este debe ser el lugar —dijo con voz leve, sintiendo un gran frío que
de pronto caló no solo en su alma, sino también en la de los demás.

—¿Por qué harías algo así? —Seokjin pudo notar la melancolía en su mirar. Así que se sentó a
tu lado, viendo desde arriba las pocas hojas que comenzaban a aparecer en algunos de los
árboles desnudos que rodeaban el lago.

Ni Kim Taehyung, ni ningún otro habitante del condado lo supo, todos se quedaron en sus
lugares, desconcertados, incluso los agentes militares que olvidaron el propósito de su
presencia allí cuando la electricidad regresó a todo el pueblo.

Sin tener idea de aquel viajero en el tiempo que por algún azar terminó varado en su
pequeño pueblo se había sacrificado cuando las líneas paralelas se volvieron una sola.

Taehyung no pudo explicarlo. Creía que alguna vez lo supo todo pero ahora ya no conocía
nada más allá de lo que se sentía.

—Me dijo que me quedara en la orilla —confesó, con el sol resplandeciendo en las hebras de
su cabello.

Cuando la brisa fresca le golpeó en el rostro, Kim Taehyung se recargó en el hombro del otro
al pensar que se desmayaría.

—¿Quién? —le preguntó su hermano cuando lo abrazó, atrayendo su cuerpo hacia él.

Quiso responderle, pero ya no lo sabía. Y ahí, bajo el nuevo amanecer, negó convencido de
que estaba enloqueciendo, pues no había forma de explicarlo.

Antes de perder la consciencia, con su nuevo futuro incierto, suspiró a sabiendas de que
había encontrado un nuevo inicio.

—Creo que... un loco —murmuró con los ojos entrecerrados—. Un loco que amé.

Un nuevo inicio en el final.

California.
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30 de diciembre de 1986.

El día que las mariposas regresaron.

EPÍLOGO
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por Incompletelyrics

28.

1 de agosto de 2019.

El tiempo es justo; se compadece de los pacientes volviendo sabios a los hombres, y premia la
perseverancia complacido.

1... 2...3...

«En vivo»

—¡Buenos días a la afición! San Francisco amanece en una hermosa mañana soleada, me
levanté del lado correcto de la cama hoy y todo apunta a que tendremos un programa
fantástico —dijo uno de los entrevistadores alzando los brazos después de que la luz roja
dentro del foro se encendió.
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—¡Hola a todo el mundo! Yo soy Rick y este es mi compañero John —se presentó el
segundo—, sean bienvenidos a una edición más de su programa estelar de jueves. ¿Qué me
cuentas tú? —terminó volteando a ver a su compañero en la mesa.

—Gracias, déjame decirte que hoy tenemos mucho que conversar —asintió con la cabeza—.
Desde la tensión tras la final de la Champions League en junio pasado hasta consejos para los
nuevos golfistas. Creo que es momento de desempolvar mi palo.

—Oye, no frente al público.

—El palo de golf, Rick

—En ese caso tendrás que quedarte hasta el final del programa. Pero antes, como es
costumbre, daremos inicio con nuestra sección de entrevistas —volteó a ver hacia la cámara
del frente—. Estuve esperando este día por meses, les confieso que estoy muy emocionado.

—Oh, señor. La gran sorpresa —dijo sonriendo—. Te veo sudando como buen fanático del
béisbol, así que te daré el privilegio de presentar el primer segmento.

—No, no. Por favor, hazlo tú —le indicó fingiendo desinterés.

—Ya que insistes. Hoy, en nuestra amada sección "el salón de la fama" tenemos a... —No
pudo terminar, la emoción le ganó a su compañero.

—¡Estamos aquí con una sensación de los 90, damas y caballeros! —interrumpió haciendo
reír al público que estaba presente—. Nada más, y nada menos que el jardinero central de los
Gigantes de San Francisco: ¡Kim, la leyenda!

Los reflectores, y la cámara enfocaron al castaño, ahora un poco más platinado, quien entró
por un lado del set de grabación para dirigirse hacia el sofá de los invitados en donde se
sentó.

Era una entrevista exclusiva, y varios fanáticos aplaudieron felices de ver a su jugador
favorito de regreso.

—Gracias, gracias. Es todo un honor para mí estar aquí —contestó viendo hacia el frente para
darle una sonrisa a los televidentes antes de inclinarse un poco para darle la mano a ambos
entrevistadores.
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Todo era justo y como debía serlo.

—Jin, Jin, Jin —dijo el primer entrevistador—. Mi hijo y yo buscamos por años tu tarjeta de
béisbol, somos grandes fanáticos tuyos. Bueno, mi esposa también lo es, pero solo de tus
comerciales de ropa.

Cuando el entrevistador lo mencionó, varias personas chiflaron y en las pantallas se


mostraron fotos de sus primeros comerciales.

Algunos de camisas, otros de ropa interior, de esos que hizo cuando tenía unos veintitrés o
veinticinco años y él negó, avergonzado, cubriéndose el rostro mientras reía al igual que
todos en el foro.

—Se comienza desde abajo, Rick —le dijo intentando no reír.

—Eso es lo increíble de tu historia. Dinos, ¿qué se siente ser un icono para una generación
completa? Ser... ¡Una verdadera leyenda entre las leyendas para la ciudad de San Francisco!

—Increíble, lo digo en serio, completamente fuera de lo esperado.

—Muchos estuvimos ahí cuando hiciste la más emblemática de tus carreras. Yo tenía unos
quince años y recuerdo haberle llamado a mi primo de Cincinnati para presumirle —agregó
el segundo—, es más, hasta gané la apuesta que teníamos.

—Jamás pensé que lograríamos un título como ese. A decir verdad, el equipo sufrió mucho
ese año, fue todo un milagro.

—Déjame hablar un poco de tu trayectoria —dijo Rick cuando apareció una foto de Kim
Seokjin joven con su primer uniforme—, tú, un joven prodigio del béisbol es descubierto en
una tienda departamental y llamado para ser un jugador de reserva que luego terminó
dándole a los Gigantes la entrada a la serie mundial que no tenían desde el 54, para ser
campeones.

—A decir verdad, ya era un poco viejo cuando entré al equipo —confesó alzándose de
hombros con algo de gracia—, muchos jugadores son reclutados desde antes de los
dieciocho y bueno, yo ya tenía responsabilidades y muchas deudas. No imaginé que algo así
sucedería.
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En las pantallas del estudio seguían apareciendo fotos y vídeos de las mejores jugadas de
Kim Seokjin.

Una nueva realidad, y Seokjin no optó por esa beca universitaria en San Francisco. Es más,
apenas se había graduado de la preparatoria.

Cuando el año 1987 llegó, lo último que le importaba era irse del pueblo para perseguir su
sueño. Tenía un hijo hermoso que amaba ver así de regordete, y deseaba con todo su
corazón que su esposa continuara estudiando. Ellos eran su nuevo sueño.

Seokjin no permitiría que toda la inteligencia y estudios de ella se vieran truncados por algo
que era, también, su responsabilidad; no estaban solos, lo tenían a él. Salió a buscar trabajo
por toda la ciudad; tuvo muchos (y diferentes) a lo largo de los años. Algunos pesados, otros
un poco más aburridos.

Pasaron muchas cosas, fue difícil decirle la verdad a sus padres. Fue difícil tener que
despertar de madrugada para ir a uno de sus trabajos luego de doblar turno en el otro; pero
lo hizo sin falta cada día por años. Comenzó trabajando en una cafetería. No era un gran
cocinero pero aprendía rápido, aunque nunca le fascinó quemarse con el aceite.

Así que cuando vio una vacante en la tienda de ropa deportiva del centró no dudó en correr a
solicitarlo. Resultó más tedioso de lo que esperaba, pero era cómodo, además, su horario
cuadraba con su otro trabajo como taxista.

No era glamoroso, pero le daba para vivir, y él se entretuvo por meses ordenando los
uniformes. Con el paso del tiempo, un hombre que usualmente compraba allí se interesó en
la forma en la que lanzaba las camisas a la bodega cuando le resultó familiar.

Este le preguntó si se conocían y aunque Seokjin le dijo que no, notó que él era el chico que
había destacado hacía un par de años en la escuela como gran jugador cuando trabajaba
como reclutador de la universidad. Así que le dejó su tarjeta en caso de que quisiera cambiar
de trabajo, porque en el campo siempre necesitaban asistentes.

Parecía improbable, pero, solo tal vez, Seokjin había encontrado la oportunidad que
necesitaba tanto.
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—Eso es lo que te coloca entre el altar de las leyendas, amigo —dijo John—. Un récord
impresionante y una historia de vida. Incluso después del incidente del invierno de hace un
par de años.

Tuvo buenas épocas, pero la realidad era que estaba retirado. Una noche nevada, después
de haber alcanzado el punto cúspide de su carrera, los frenos del auto de Kim habían fallado
en la carretera haciéndolo protagonista de un aparatoso accidente.

Miles de fanáticos lloraron y hubo prensa por todo el hospital. En San Francisco, él era una
estrella local y patrimonio del Estado en donde ese deporte era muy importante; tanto como
para que existiera una gran incertidumbre para ellos al saber que la leyenda ya no podía
jugar más.

—Fue una temporada dura, lo admito. —Asintió con la cabeza—. Pero como siempre digo,
toda crisis genera un cambio.

—Lo vimos en tu libro, el cual está teniendo mucho éxito como inspiración a los jóvenes
deportistas de la actualidad. —En las pantallas se mostraron las imágenes de un libro de
superación personal, con la foto de Seokjin con sus anteojos en la parte de atrás.

—Es bueno saberlo. Algunas personas criticaron mucho el enfoque positivo de mi libro. Creo
que querían leer algo irrealista, pude dárselos; pero lo cierto es que la vida va más allá de
eso, se trata de esfuerzo y dedicación.

—En lo personal, me gustó mucho —comentó Rick—. Esa parte en donde hablaste de los
sueños, te lo juro, hasta me hizo querer volver a dedicarme al baile.

—Yo llamé a mi madre —confesó John con una risa alzando una mano—. Y lloré
agradeciéndole haberme llevado a ese primer partido de baloncesto porque a partir de ese
momento mi vida se encaminó. Me conmovió tu historia, en serio.

—No creo ser un gran escritor; pero si conseguí ayudar a alguien, creo que valió la pena.

—Ya que nos hiciste llorar, cuéntanos, ¿qué te inspiró a salir de tu zona de confort atlética
para hacer un libro?
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—Hubo muchos cambios en mi vida. Tras mi accidente perdí a alguien muy importante de mi
familia, luego comencé a tener conflictos con mi hijo, sumado al trauma físico que tuve y ese
libro me ayudó con mi depresión.

—¿Tenías algún objetivo en específico?

—Esperaba poder ayudar a más personas como yo a no dejarse hundir por la adversidad. Ni
por el odio.

—Sabes, la depresión en adultos no es algo que las personas mencionen con frecuencia.
Mucho menos en hombres.

—Sí, aún nos falta mucho que entender para romper estos paradigmas que nos impiden
apoyarnos, más en ámbitos como el deporte. Es necesario darnos cuenta del problema del
que somos parte y hacer algo al respecto.

Él era toda una personalidad del deporte, no solo muy talentoso, sino también se destacaba
por su sensibilidad para con todos los demás, siempre fue su sello distintivo. Los
conductores del programa se sintieron felices cuando las personas comenzaron a aplaudirle
a Seokjin desde detrás de bambalinas y las gradas.

—Jin, cuando nos anunciaron que estarías en el programa del salón de la fama, no pudimos
evitar emocionarnos —dijo el primero.

—Es decir, no creo que estés aquí solo para recordar viejos momentos. ¿O me equivoco? —
agregó el segundo.

—Ahora que lo mencionas... No, no estoy aquí solo para eso.

—¿En serio? ¡Dinos las buenas nuevas!

—¡Redoble de tambores! —dijo el otro entrevistador cuando las luces titilaban acompañadas
del sonido de un redoblante, cuando este se detuvo, hubo un gran silencio a la expectativa.

—Decidí salir de mi retiro y acepté el puesto de entrenador de la franquicia —explicó


orgulloso.
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—¿La leyenda de regreso? —dijeron al unísono y luego se voltearon a ver asombrados de


haber pensado lo mismo.

Seokjin no pudo evitar reírse.


—Así es, incluso buscaré un par de reclutas nuevos en toda California. Sé que hay mucho
talento aún no descubierto en los suburbios.

—¡Eso es increíble! ¿Qué fue lo que te motivó a dejar tu retiro?

—Más allá de la pasión por el deporte, y el gran salario —bromeó—, se debe tener verdadera
vocación, y sé que dentro de los nuevos reclutas hay mucho potencial. Así que sí, me tendrán
aquí para pulir al equipo.

Seokjin siempre fue un gran capitán, así que sería un gran entrenador. Y ahora tenía esa fama
que siempre soñó.

—Jin —le dijo John extendiendo la mano hacia él, y el castaño no dudó en estrecharla—,
esperamos ver a uno de nuestros equipos favoritos renovado. Y sabemos que así será.

—Espero que los demás equipos estén listos, porque la próxima temporada, los gigantes
vienen con todo —declaró Seokjin con una gran sonrisa.

—¡Bienvenido de vuelta a las grandes ligas! —terminó finalmente—. Fanáticos de lo bueno,


yo soy John...

—¡Y yo soy Rick! —completó el otro—. Lo vieron aquí, en vivo y en directo desde el programa
del salón de la fama. ¡El regreso de Kim, la leyenda!

«Fuera del aire».

La entrevista terminó entre aplausos acompañados de halagos por parte del personal, los
camarógrafos y fanáticos que le recibieron gustosos.

A Seokjin le costaba trabajo caminar, pero no era nada que le impidiera seguir adelante. Se
despidió cordialmente de los entrevistadores luego de firmar un par de cosas.

Su asistente se acercó a él cargando con varios regalos intentando arreglárselas para


contestar el teléfono mientras sostenía un café en la otra mano.
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—Señor Kim, su teléfono ha estado sonando toda la mañana —le dijo el chico cuando se
acercó a él dándole su bebida y su celular—. ¡Los fanáticos en twitter! ¡Por Dios! Está en
tendencias desde hace horas. A este paso, hasta podríamos conseguir un documental de su
vida.

—Excelente, es bueno saber que esta generación todavía me recuerda.

—La verdad me preocupé porque la gente en internet es cruel; pero hay hilos de twitter por
todas partes con sus fotografías de joven alabando su rostro. Creo que es el crush de los hijos
ahora.

—¿Y eso es bueno?

—¡Sí! ¡Las marcas lo aman! Estoy coordinando todo; ya tengo citas con las personas de Ray-
Ban, de Adidas y Gatorade para cuando comience la temporada. Incluso, varios de los chicos
nuevos del equipo se han vuelto muy populares en redes, pienso que podemos hacer unos
reels para el instagram del equipo para conseguir más público joven.

—Veo a alguien entusiasmado con su trabajo... —le dijo feliz.

—¡Claro! La afición nos recibe bien, ¡vamos a ser un gran hit!

—Bien, eso es increíble. Será una gran motivación para todos.

Seokjin estaba un poco viejo para todo esto del mercadeo y las redes sociales. Así que se
había conseguido un asistente joven e hiperactivo que lo ayudara con eso. Funcionaba, así
que él solo tenía que hacer lo que mejor hacía, enfocarse en el juego.

—Estuve con los productores de BBC al teléfono hace un rato. Quieren una entrevista de su
libro. Pienso que podríamos hacer un en vivo o... no lo sé...

El chico ni siquiera tomaba aire, así que le causó gracia a Seokjin, quien observó consternado
la pantalla de su celular al desbloquearlo.

¿Tan pronto?, pensó.

—Ya veremos eso luego, ¿te parece? —le dijo con una sonrisa que se desvaneció poco a
poco—. ¿Tenemos algo más para hacer hoy? —cuestionó con un tono un poco más serio.
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El muchacho sacó su propio teléfono para verificar.

—En su agenda ejecutiva nada, y en la personal... Su esposa lo estuvo llamando toda la


mañana. El comprador llegará hoy a ver la casa —le dijo mientras ambos se movían hacia la
salida.

—¿Hoy? Mark —llamó—, cancela todo —el chico le extendió sus anteojos, seguidamente
Seokjin se los colocó.

—¿Señor, se encuentra bien? —preguntó confundido por su repentino cambio. Llegaron al


auto del mayor y este desactivó la alarma con el control antes de abrir la puerta.

—Sí, sí. Tengo un asunto personal, te veré luego —terminó, subiendo a su auto.

Encendió el motor del auto, y condujo por la autopista presionando el marcado rápido de su
teléfono para llamar. No sabía exactamente qué respuesta esperaba. La línea se abrió y lo
primero que notó fue la expectativa en la voz de su esposa:

"Llegué hace un par de horas, el comprador me dejó muchas llamadas perdidas. Dijo que
solo estarás hasta mañana. Será mejor que vengas si quieres hablar con él".

—Voy para allá, te veré en un par de horas —dijo con determinación—. Te amo.

Seokjin apretó el volante con fuerza y no se detuvo, en su lugar, siguió en dirección a la


carretera, a toda velocidad.

Con todo esto del equipo nuevo, Seokjin se vio en la necesidad de volver al pueblo en el que
creció, también regresó a su antigua casa; a decir verdad, era una casa muy grande y
resistente para ser tan antigua. Y a él, que siempre tuvo una tendencia a los negocios, no le
importó invertirle un poco para poder colocarla en venta.

Pasadas las semanas, apareció un comprador demasiado interesado, y listo para mudarse.
Por lo que debían ir a limpiar y arreglar un par de cosas antes de despedirse finalmente de
ella. Podría haber enviado personas a limpiar, contaba con el dinero para hacerlo, pero... el
lugar tenía valor sentimental. Así que prefirieron encargarse ellos mismos.

Seokjin podría haberla vendido como lo hacía con cualquiera de sus negocios; pero quería
asegurarse de que quedara en buenas manos.
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El otoño pronto comenzaría y el cartel de "Bienvenidos al Condado Mariposa" le trajo una


sensación de nostalgia y el aire puro lo mareó un poco.

Llegó casi al mediodía, la nostalgia le invadió cuando aparcó su gran camioneta en el mismo
espacio donde la chatarra con ruedas que usaba de joven solía estar. Había cambiado tanto
desde la última vez que estuvo allí. Tenía pavimento en nuevas zonas, y el sector montañoso
se convirtió en punto turístico.

Y como era costumbre, entró por la puerta trasera, porque nunca le arreglaron el picaporte,
aunque probablemente debería hacerlo antes de venderla.

Caminó desde el garaje hasta llegar a la cocina, en donde al entrar se encontró a su esposa
intentando bajar unas cajas que les hacía falta sacar de la repisa.

—¿Crees que la estufa aún funciona? —dijo con gracia, asustando con su presencia a la otra.

—¡Jin! —se volteó a verlo con una mano en su propio pecho—. ¿Por qué entras en silencio?
Vas a matarme de un infarto.

Él sonrió. —Lo siento, es la costumbre de entrar a escondidas —se acercó a saludarla con un
beso—, ¿cómo está todo por aquí?

—Todo en orden, las personas de carpintería terminaron de arreglar las ventanas y puertas
hace un rato, solo me falta sacar un poco de basura del ático.

Seokjin alzó una ceja.


—¿Por basura te refieres a mis cosas viejas? —dijo ofendido.

—Sí —le respondió encantada de fastidiarlo.

—Bien, señorita pretenciosa, me iré a sacarlas yo mismo antes de que atentes contra mis
tesoros.

Ella solo se burló. Siempre molestaba a Seokjin con que pronto se volvería un viejo
acumulador, y él la molestaba con que era una engreída, lo cual era gracioso porque
fastidiarse era una de las muchas formas en las que se decían que se querían.
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Seokjin negó con la cabeza disponiéndose a subir, pensando en que había unas cuantas
cosas que podía donar a la caridad.

Al subir, pasó su mano por todo el barandal del segundo piso, y dio un vistazo a su vieja
habitación ahora recién pintada antes de suspirar con nostalgia. Vaya que habían pasado
muchos años.

Ya le habían cambiado el empapelado, y el barniz de las puertas estaba fresco. Se estiró para
alcanzar la cuerda que al tirar de ella abría el viejo ático cuando llegó al pasillo.

Extendió con cuidado la escalera; no se había preocupado por cambiarla, pero quizá debería
hacerlo porque fue todo un dolor de pierna subir hasta el ático en ella.

Sí, el lugar estaba tan feo como lo recordaba.

Sonrió y comenzó a mover las cajas donde los objetos restantes de la remodelación se
encontraban, también algunas cosas viejas que dejó allí antes de mudarse a San Francisco
como trofeos, pósters y peluches.

Había juguetes de su hijo cuando bebé, su cuna y pensó que esos definitivamente irían a la
caja de donaciones junto con la ropa clásica que Seokjin guardó de la época.

Los adornos de Navidad y las cosas de peluquería de su madre también irían a donación. Le
pareció impresionante la cantidad de cosas y de basura que habían almacenado allí por
años.

También se encontró con una estantería, pero esta era de caoba pura, y le gustó, solía ser de
su padre así que sí, esa se iría a su oficina.

Intentó moverla, y al hacerlo, empujó por accidente un par de cajas de dónde se cayeron
libros, y unas telas seguidas de un crujido.

Seokjin se acomodó los anteojos esperando no haber roto nada; pero sintió una gran presión
en el pecho cuando se encontró con una maqueta del sistema solar, polvorienta y aplastada
por los libros.

Se acercó a ese rincón, y tomó los pedazos, cuando un escalofrío le recorrió al leer:
"Kim, Taehyung. 6to. Grado" en la parte de abajo.
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Alzó la vista, por primera vez se fijó en esas cajas del fondo, esas que no tuvo la valentía de
tocar en dieciocho años.

Caminó hasta ellas, y se arrodilló frente a estas cuando comenzó a abrirlas.

Primero fueron sus padres, primero ella, luego él.

Su hermano tenía cáncer desde muy joven, el cual logró sobrellevar bastante bien por
mucho tiempo. Pero ahora, ya habían pasado un par de años de eso.

Y a Seokjin, que todo el tiempo necesitó de su hermanito para enfrentar la vida, eso le dolió.

Abrió la primera, y se encontró con varios carteles de cantantes antiguos. También cassettes
que alguna vez decoraron el cuarto de Taehyung, y que él mismo ayudó a colgar.

Había muchos libros, desde infantiles hasta tomos de enciclopedias, estaban los ensayos de
los que copiaba cuando estaba en preparatoria. Y aquel cuadro que enmarcaba uno de los
tantos títulos universitarios de Taehyung.

Seokjin tenía la foto de la graduación de su hermano en su computadora, le había sido muy


difícil pasarla a digital, pero era un gran recuerdo.

Pensó que todos esos libros le vendrían bien a alguna institución pública. Así que comenzó a
escogerlos, separando los que iba a quedarse porque siempre le gustaron y los que
aportarían algo a la comunidad.

Pero entre tantos, hubo uno que le llamó la atención y cuya presencia hizo temblar a Seokjin.

Tomó la pequeña libreta, con su pasta de cuero empolvada, y la limpió un poco.

La última vez que la vio fue en el hospital, en una de esas bolsas que le dan a la familia de los
difuntos con sus pertenencias.

Recordaba que su hermano no la dejó ni por un momento, la cual Seokjin, en medio de su


dolor, lo único que pudo hacer fue lanzarla con el resto de sus cosas. Le dolía porque ni
siquiera lo dejaron despedirse de él. Ni enterrarlo.

Y es que, Seokjin formó una familia y tuvo mucho éxito después de las dificultades.
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Pero su hermano, Taehyung, por otro lado, obtuvo decenas de títulos y reconocimientos por
las investigaciones que hizo para la universidad de Boston, y su trabajo como profesor en la
de California. Incluso llegó a tener una cuenta de banco con una cantidad de dinero
demasiado grande en ella.

De hecho, fue el dinero de Taehyung el que los salvó en muchas ocasiones, además de que,
al ser el padrino de su hijo, él se encargó de apoyarlo para que nunca le faltara nada al
pequeño.

Sin embargo, nunca se casó, no tuvo hijos, regresó cada verano al Condado, después de
morir sus padres no volvió a irse. Se dedicó a su carrera por años, y todo lo que hacía era
estudiar, beber y leer.

Por eso, aunque Seokjin vivía lejos, siempre regresó a esa casa por dos cosas: alcohol, y la
sabiduría de su hermano.

Todos decían que Taehyung estaba loco, incluso él mismo lo decía.

Contaba historias extrañas, y hacía preguntas retóricas que le hacían cuestionarse todo.
Pero, también tenía un doctorado en física, y Seokjin apenas contaba con recuerdos claros
de cómo era su vida, así que nunca se atrevió a tacharlo de desquiciado.

Abrió la libreta, y frunció el ceño cuando no entendió lo que la anotación en la pasta de la


libreta significaba:

"Querido Taehyung,

Es probable que no entiendas lo que sucede, a mí me tomó treinta años hacerlo, no dudo que
esto sea una mala idea, porque creará otros tú y otros yo. Somos un fallo en el universo, y
siempre lo seremos porque así lo decidimos. Miles de nosotros elegimos este camino, que,
aunque ahora sientas que duele, es necesario, de otra forma, no habría valido la pena porque
es nuestra culpa por quedarnos callados.

Esto es demasiado arriesgado. Me conozco lo suficiente para saber que buscarás un camino
más fácil; pero no lo hay. Deberás averiguarlo por ti mismo como lo hice yo en mi pasado, que
es tu futuro. Mi libreta estaba vacía, así que tuve que robar esta de, bueno... ya lo verás.
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Viví una vida plena con mi familia; pero me tardé muchos años; siempre creí que estaba loco,
ahora sé que no es así. Por eso regresé a buscarme.

No puedo darte lo que sé, porque entonces nada ocurriría como debe hacerlo; pero tengo la
certeza de que con esto harás de mí un mejor tú. Eres más de lo que crees, pequeño, lo
logramos, y somos la persona más inteligente del mundo.

Querido yo, te doy lo que perdimos, para que entiendas que no estás solo.

Con amor, el futuro viejo tú".

Seokjin negó al debatirse mentalmente en si había enloquecido o eso no tenía ningún


sentido, así que pasó a la primera página:

"Kim Taehyung, diecisiete. Futuro científico y nobel de física. Bombero, poeta y barbero..."

Tenía un par de tachones, al parecer esas atribuciones no le habían gustado. Así que más
abajo decía:

"Kim Taehyung, diecisiete. Último año de preparatoria".

Las primeras hojas, tenían muchas anotaciones de cosas sin sentido. Taehyung se había
saltado el segundo año de prepa, así que esa libreta tenía cosas como su horario, y detalles
como: a quién no debía hablarle, quién vendía droga dentro del salón, una lista de lugares
que había incendiado, qué comida de la cafetería era decente, entre otras cosas.

Le pareció demasiado tierna la idea de que su hermano hubiera escrito cosas así. Es decir, el
Taehyung que él recordaba, era un hombre adulto, alto, fornido, de expresión seria; nada
comparado con el adolescente que el castaño fue.

Seokjin esperaba cualquier cosa realmente inverosímil sobre las investigaciones de su


hermano, pero no lo que leyó después de eso, donde comenzaban las letras casi a mitad del
cuaderno, y era gracioso, porque tuvo que girar la libreta para leerlo.

"Kim Taehyung y su latente homosexualidad:


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"Su sonrisa es bonita".


Seokjin sonrió sin proponérselo, profundamente enternecido por la caligrafía de su hermano.

«A veces pienso que está coqueteando conmigo.

Su expresión cambia cuando habla sobre mí.

¿Podría ser que se siente atraído a mí?

Me besaron, pero yo no sé besar. Nota: recabar técnicas para hacerlo bien. (Preguntarle a
Seokjin como ÚLTIMO recurso solamente).

Me siento atraído hacia un "él".

Soy más imbécil de lo que creía.

Me gustaría saber si él piensa lo mismo... de mí

Lo que dicen del sexo es cierto...

No me importaría volver a fingir que no sé nada de mitología para que me lo explique con su
acento y al oído... por favor.

Cita oficial: exitosa. Buscar otros lugares que sean interesantes para salir.

Si resulta que no es viajero del tiempo ya solo me tocaría buscar la forma de justificar a mi
novio el drogadicto.

Tengo un problemita con lo mucho que me gusta que me tapen la boca.

La mejor maldita noche de mi vida.

Estoy enamorado de un "él".

No, no de un "él". De él, específicamente.

Sí, estoy enamorado de él».

Seokjin conocía a su hermano de toda una vida y jamás imaginó que él pensara cosas como
esa. No le interesaba averiguar de qué se trataba, aun así, confirmaba que Taehyung era tan
blando en su interior como siempre creyó, saberlo le gustó mucho.
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Estaba siendo muy feliz con sus recuerdos hasta que al pasar unas cuantas páginas más se
topó con un nombre que nunca había oído encerrado en un círculo, pero que le hizo sentir
inmensos deseos de vomitar.

"Jeon Jungkook y la electricidad".

«Me he encontrado a una persona en los alrededores de la comunidad del Condado Mariposa,
California. Dicho sujeto, afirma que proviene del año 2019.

Sujeto de prueba, nombre identificado: Jeon, Jungkook.

Abro espacio a hipótesis, y a la posibilidad de que no esté en sus cinco sentidos debido al
consumo de alguna droga o estupefaciente».

Seokjin parpadeó confundido cuando cambió de página, pues era muy notorio que le habían
arrancado varias hojas, faltaban cosas. Así que se enfocó en lo siguiente escrito.

«Después de ciento cincuenta y dos días de arduo trabajo, puedo escribir el marco central de la
hipótesis que acuña mi bitácora.

Un cuerpo a través de dos bocas de densidad podría moverse más lento en el espacio-tiempo.
Utilizando para ello una canal de electricidad, y estática a fin de preservarse con vida.

En el sujeto de prueba, dicha electricidad se vio adherida a sus ondas cerebrales, haciéndolas
más lentas para mantener un flujo de energía constante entre su cerebro y su cuerpo.

Un agujero de gusano, con densidad suficiente, es capaz de contener y transportar objetos de


un punto a otro en eso que llamamos tiempo-espacio.

Esta teoría queda comprobada, pero con una validez de utilización nula. Ya que, al tratarse de
un agujero creado artificialmente, el ente viajante solo podría regresar hasta su punto de
origen.

Es decir, este agujero fue creado el primer día de agosto de mil novecientos ochenta y seis; y
aunque pasaron más de treinta años, cuando el sujeto se introdujo en él, regresó exactamente
al momento en el que fue creado.
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Quedando así descartada la posibilidad de controlar por este medio los viajes en el tiempo».

Tembló cuando se encontró con aquella tinta diferente. La misma con la que habían escrito
en la pasta.

«PD.1: Hora de teorizar. No seas holgazán, Kim, comienza desde aquí. ;)

PD. 1.5: Tengo que ir al gimnasio por tu culpa, deja los waffles, YA».

Era mucho que asimilar, estaba tan absorto en su lectura que no notó a la persona que entró
en silencio al ático y le vio arrodillado entre el montón de cajas.

—¿Papá? —le llamó una voz detrás de él.

—Hoseok... —murmuró. Seokjin volteó a verlo, sorprendido, y muy confundido—. ¿Cómo es


que estás aquí?

El hombre soltó una pequeña risa.


—Hola a ti también —le dijo acercándose. Pero al hacerlo, notó extrañeza en su rostro

Kim Hoseok, su hijo, era en muchos aspectos parecido a él. Al verlo recordó a su yo un par de
años atrás. Tenía ese cabello castaño, y una sonrisa grande como todos los hombres de su
familia.

Alguna vez fue tan pequeño; creyeron que no iba a salvarse, pero lo hizo.

Pasó semanas en la incubadora; Seokjin y Sunhee, quienes aún no dejaban de ser muy
jóvenes, estaban muriendo del cansancio. Entre el trabajo, el poco dinero y la ilusión de
estudiar. Afortunadamente, hubo alguien que ya no se sentía atado a eso. Su hermano,
Taehyung, resultó ser apegado a la fragilidad y tener más instinto paternal del que todos
creyeron.

Taehyung se quedó cuidando al pequeño días enteros sin descansar. Después de todo, él
estaba enfermo, y visitar el hospital le parecía menos deprimente cuando se trataba de su
pequeño Hoseok. Lo amaba como a su propio hijo, era su sangre.
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—Hoseok... Hijo... Creí que no vendrías aquí de nuevo. —Seokjin se puso de pie.

—Dame un poco de crédito, ¿sí? Tenía pensado sorprenderte antes, pero... ya sabes, cambio
de planes.

—¿Sorprenderme?

Hoseok sonrió y sacó su teléfono para buscar entre sus contactos a su padre como no lo
había hecho en años. Y este, le vio curioso cuando sintió su propio teléfono vibrar.

Seokjin alzó la ceja cuando la línea se abrió.


—Señor Kim —dijo el castaño menor sin dejar de sonreír—, quiero comprar la casa. Me
dijeron que está disponible.

El hombre asintió viendo con rostro afable a su hijo y bajando su teléfono cuando el otro lo
hizo.

—¿Entonces tú eres el misterioso comprador?

—Perdón por venir antes, temía que solo enviaras a alguien a entregarla.

—Estoy sorprendido —confesó.

—Siempre me gustó esta casa, cuando supe que la tenías en venta y que tú y mamá estarían
por la ciudad... comencé a buscar espacios para abrir otro restaurante, no lo sé, trasladarme
aquí para poder comprarla. Así que... ¡Sorpresa! Estaremos a unas cuantas horas de ustedes.

—Pensé que estabas molesto conmigo.

—Sé que comprar la casa es una terrible excusa para venir a disculparme contigo, mamá se
regañó por eso; pero de todas formas quería hacerlo.

—Ah, ¿sí? —Seokjin le vio con una ceja alzada.

—Estoy viejo, papá —le respondió divertido con su expresión—. Y entiendo que elegí un
camino totalmente opuesto a lo que querías.

—Solo quería que fueras feliz, que no tuvieras que pasar por las mismas dificultades que yo.
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Cada historia es el inicio de otra nueva. Kim Seokjin tenía una historia sobre cómo su hijo de
dieciséis años se fugó de la casa junto con su novia, y se casó en secreto.

—Soy feliz —le dijo—. Amo a mi esposa y a mis hijos, tengo un gran negocio. Sé que si te
hubiera escuchado todo habría sido más fácil. Así que ya puedes decirme "te lo dije". Pero,
papá, no esperaré otros quince años a que no estés para decirte que lo siento.

Seokjin sonrió sin darse cuenta.


—Tienes razón, te volviste viejo.

—No seas cruel conmigo, tú eres más viejo que yo.

—¡Oye! Soy tu padre y aún puedo castigarte —le dijo.

Seokjin guardó la libreta dentro de la chaqueta, antes de acercarse a abrazarlo.

La nostalgia de esa casa, y las memorias que había en ella le llenaron el corazón. Porque las
paredes tenían escrita una gran historia de amor en ellas. Pero el amor iba más allá de
caricias y besos a escondidas.

El amor es bienestar.

Por eso, el amor para Kim Seokjin era... eso que sintió cuando la chica de sus sueños se
enfrentó a sus padres para quedarse a su lado, y su hermano siendo un gran tío cuando le
enseñó a su hijo a andar en bicicleta. Era Taehyung ayudando a Hoseok con su tarea de
matemáticas en la cocina con las canciones infantiles del festival escolar al que asistió con
orgullo.

Eran las tardes de café y pasteles en el jardín con sus padres cuando estaban con vida. Era el
vestido de novia de su esposa y su cabello brillante.

Ese amor estaba ahí; en esas calles, en la gente a su alrededor, en las hojas que caían de los
árboles, en su hogar.

—¿Qué haces aquí arriba? —Se atrevió a preguntar Hoseok.


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Seokjin negó con la cabeza, aclarando su garganta.


—Limpiaba un poco el ático y encontré cosas que había olvidado que estaban aquí —le dijo
dándole un vistazo a la libreta en sus manos.

Hoseok sonrió nostálgico, él entendía la razón de la tristeza de su padre. La ausencia de su


tío Taehyung, fue difícil para todos en la familia.

En especial para él mismo y su padre.

Su tío fue su mejor amigo desde que tuvo memoria. Y también era la persona a la que más
admiraba en el mundo entero. Recordaba que los dos veían el mismo programa infantil en la
televisión, se compraban ropa a juego y que era Taehyung quien firmaba como su padre
cada vez que reprobaba en la escuela para que Seokjin no lo castigara.

Incluso cuando Hoseok se fugó de casa, él fue quien lo encubrió; hasta fue padrino de su
boda, a lo mejor debió ser el tío responsable; pero no dudó en darles la llave y escritura de
una vieja casa a la que él nunca se mudó.

—Yo también lo extraño —dijo viendo a su padre y colocando la mano en su espalda.

Seokjin no lo diría, pero después de tantos años teniendo a su hermano como guía; estar sin
él aún le dolía mucho.

—¿Qué hay de ti? —preguntó, caminando con lentitud—. ¿Qué harás con tu casa de Boston?

—Voy a remodelarla —Hoseok se movió para ayudar a su padre a bajar las escaleras del ático
con unas cajas, desde el accidente, había dejado de ser tan ágil como antes.

—¿La venderás, entonces? —le dijo este cuando llegaron al segundo piso.

—No. Se la daré a Jacob, quería quedarse a estudiar en la universidad de allá. No fue fácil
convencerlo de venir.

—Oh... un chico difícil —se burló Seokjin. No había visto a su nieto desde hacía mucho
tiempo y solo lo hizo en pocas ocasiones.

—Tiene tres años para arreglarla y poder mudarse. Además, las escrituras siempre han
estado a su nombre de todas formas.
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—Vaya, creí que apenas estaba entrando a la secundaria.

—Sí, de hecho, la próxima semana comenzará su último año de secundaria.

—¿Cuántos tiene? ¿Dieciocho?

—Cumplió quince en junio —suspiró con una sonrisa—, está tan adolescente que no lo
aguanto.

—Se parece a ti.

—Yo me parezco a ti.

—Oye... eso fue un golpe bajo —le dijo ofendido.

—Como sea, se puso un arete en la nariz el mes pasado, y se graba bailando —dijo con algo
de gracia temblando mientras Seokjin se burlaba de él.

—¿Qué hay de mi pequeña Brigitte?

—Trece años, con novia, ya no quiere comer bistec, y se la pasa subiendo todo lo que hace a
internet. Con eso te digo todo, así de asustado me tienen.

—Ya te volviste anticuado, hijo. —Hoseok asintió—. Ven, te invito un pudín.

El castaño negó con la cabeza; de un tiempo para acá, su padre se había vuelto muy
comprensivo y tranquilo con él. Quizás era producto de haber madurado verlo así, y charlar
tranquilamente con tus padres era parte de envejecer.

Volteó hacia la ventana y vio a su hijo en el jardín, con los brazos alzados, intentando
encontrar buena recepción para su celular. Suspiró, ojalá ellos pudieran tener una mejor
relación.

Así que se acercó al balcón y alzó la voz.


—Oye, Jacob. Ven acá, ayuda al abuelo con las cajas —le dijo Hoseok.

Seokjin observó la escena de la castaña menor sin poder obtener la atención de su hermano
mayor y se rio en sus adentros, al notar el gesto inconforme del muchacho, entonces,
suspiró.
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—Déjalo, hijo. Parece que está ocupado —opinó. Restándole importancia, tomó una caja con
libros para bajar por las escaleras ahora hacia el primer nivel.

Se sentía inquieto, y no sabía si era por el hambre o el escalofrío que le recorrió cuando su
estómago dolió. Algo dejó de sentirse bien para él, aunque no supo identificar qué era más
allá de su mente divagando.

En el primer piso de la casa, había un ambiente lleno de alegría, le sonrió a su nuera antes de
darle un pequeño saludo, y salir tranquilamente por la puerta principal al avanzar hasta su
auto estacionado.

Las calles estaban llenas de risas, la alcaldía al fin le daba apoyo a esa pequeña comunidad,
por lo que no solo eran las hojas secas lo único que adornaba las aceras, sino también, varias
personas interesadas en el pintoresco y acogedor lugar.

Seokjin amaba a la ciudad que lo hizo famoso, pero el lugar que lo hizo brillar era este.

Llegó hasta su auto y batalló por intentar abrir el baúl de este sin bajar la caja, tambaleó un
poco, supuso que todos sus libros terminarían en el suelo cuando esta se le resbaló; pero no
esperaba sentir apoyo tras su espalda.

Volteó a ver ligeramente, para encontrarse con un pelirrojo bien peinado que le sonrió
sosteniendo la caja.

—Señor, ¿necesita ayuda? —se ofreció el muchacho, mientras hacía un esfuerzo por ayudarlo
a abrir la puerta de atrás de la camioneta, juntos. Al conseguirlo, dejó la primera caja dentro
de este.

—Agradezco la intención —le observó, su aspecto era pulcro y alineado, su suéter celeste
lucía impecable—, pero no quiero molestar.

—No es molestia, en serio, es un placer ayudar —le sonrió, extendiendo la mano—. No sabía
que la casa tendría nuevos huéspedes —comentó.

Seokjin estaba por presentarse, ya que le había parecido muy educado, fue entonces cuando
se escuchó un quejido y el sonido de muchas cosas cayendo.
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Ambos voltearon hacia la cera para encontrarse con varias cajas sobre un cuerpo adolorido.
Y una niña detrás de este que estalló en risas antes de gritar:

—¡Papá! ¡Jacob se cayó en el jardín! —mientras se burlaba y corría de regreso al interior de la


casa.

Tanto el muchacho como Kim se movieron para ayudar al chico cuyas piernas lo habían
traicionado y ahora yacía debajo del montón de cosas.

—La abuela me dijo que tengo que ser amable contigo —explicó, compungido tras haber
resbalado, cuando Seokjin se acercó —, así que vine a disculparme por órdenes de ella y
papá. Y ayudarte con tus cosas.

—Descuida, Jacob, ya te conseguí un reemplazo —le retó, sonriéndole por defecto viéndolo
desde arriba.

Si Hosek era el karma de Seokjin, su hijo debía estar pagando algo grande, porque Jacob
definitivamente representaba un gran problema. Sumado a su hermanita, sí, el doble de
conflictos.

El pelirrojo que arrodilló en la grama, para quitarle el libro que tenía sobre la cara
burlándose un poco antes de preguntarle:

—¿Te encuentras bien? —Más divertido que preocupado ante la mirada de Seokjin, cuya piel
ardió como si empezara a ser consciente de su entorno por primera vez en años.

—Sí, sí, tengo pasión por rodar en la grama —respondió sentándose correctamente, notando
un pequeño raspón en su codo.

—Entonces... ¿Te quedarás ahí o quieres ayuda para levantarte?

—No hace falta —bufó, buscando alejarse del otro cuando se puso de pie.

—¿Siempre eres así de gruñón?

—¿Siempre eres así de metiche?

—Sí, gracias por notarlo —se mofó rodando los ojos—. Es mi profesión.
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Kim Seokjin siempre creyó que había cosas que los humanos como él no entendían; por eso
frunció el ceño cuando un sabor a hiel le invadió, pues sintió que conocía al pelirrojo, pero
esta vez no lo incomodaba, en su lugar le inspiró mucha confianza.

—¿Vives cerca? —se atrevió a preguntarle Seokjin mientras lo observaba burlarse de su nieto
y la tierra en sus rodillas.

—Sí, soy el vecino loco de las plantas, vivo a unas dos casas de aquí, casi al final de la calle.

—¿Cómo te llamas? —dijo el ahora mayor entre todos los Kim; pero el chico no le respondió
de inmediato.

El pecho le dolió, Seokjin sentía que había estado ignorando algo por mucho tiempo. La
forma que el chico tenía de cerrar los ojos al sonreír le recordó eso que según él nunca había
sucedido.

Y lo confirmó, pues el universo se vio cómplice de reunirlo con sus recuerdos cuando volvió a
ver a su gran amigo después de mucho tiempo.

—¡Dominic! —llamaron del otro lado de la acera—. Te envié de compras hace seis horas. ¿Por
qué tardaste tanto? Estaba muy preocupado por ti.

Volteó a ver a los otros dos.


—Como ya escuchó... Soy Dominic. —El chico se pasó la mano por el cuello, apenado—. Él es
mi papá —dijo algo avergonzado de ser regañado en público.

Después de los años en los que creyó que nunca crecería, Agustus Min finalmente se veía
como todo un adulto. Tenía puestos sus guantes de jardinería y una bandana que sostenía su
cabello hacia atrás.

Se acercó a ellos, pero se detuvo impactado cuando reconoció a Seokjin recargado sobre la
camioneta detrás de su hijo y el muchacho que los acompañaba.

—Papá, lo siento —volvió a hablar—. Sé que dije que llegaría temprano, pero... me distraje
hablando con los nuevos vecinos y...

April se burló un poco cuando el mayor de todos le guiñó un ojo, caminó lentamente hasta el
auto y pensó que esto era irreal.
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—No son nuevos vecinos, hijo. Son un antiguo dolor de cabeza —dijo con gracia, sin dejar de
verlos.

Los chicos no entendieron la forma tan cómplice en la que ese apretón de manos terminó en
un abrazo, como si se conocieran de toda la vida. Siendo tan joven, Seokjin le dolió tanto a
April, y ahora, ya no era más que un recuerdo.

—También es bueno verte —le saludó Seokjin.

Habían pasado tantos años, que incluso con sus errores ninguno de los dos guardaba rencor.
Así que estar tan cerca era como sentirse jóvenes de nuevo.

Dominic carraspeó con la garganta atrayendo la mirada de los mayores.

—Contexto, por favor —dijo el Kim menor sin entender la situación.

—Esto es raro para mí. Así que me veo en la necesidad de sacarnos de aquí —bromeó, luego
tomó del brazo a Jacob—. Entonces... "Jack" ¿Qué te parece si te curo eso? —le susurró—. Y
ellos dos... que sigan en lo suyo, ¿de acuerdo?

—Yo ni te conozco, chico.

El Min menor buscó la aprobación de su padre con la vista antes de jalar del brazo al otro.

—Eso se arregla fácilmente. Ven —le dijo, arrugando la nariz para él antes de volver a ver a los
mayores—. Ya regresamos —terminó, haciéndolo moverse por la acera.

—¿Se acaban de robar a mi nieto? —dijo Seokjin, confundido—. ¿Debería preocuparme?

—Descuida, le gusta hacer sentir bienvenidos a todos, lo devolverá en un rato. —Min ladeó la
cabeza y recargó su espalda en la camioneta, quedándose junto a él mientras veían a los
chicos caminar a un par de metros de distancia—. O quizá no, si le agrada no va a soltarlo
jamás.

Kim Seokjin alzó su vista un poco a la derecha hacía en donde se podía ver el gran árbol
rodeado de flores.

—Puedo preguntar... ¿Por qué tu hijo es tan alto y pelirrojo?

Agustus se burló. —Es natural, por si esa es tu duda.


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—Es más alto que tú. ¿Se parece a su madre, cierto?

—Es idéntico.

Seokjin sonrió, su amigo parecía muy tranquilo y ninguno de los dos tenía tiempo para
guardar rencores. No se hablaban desde que estaban en secundaria, lo suyo jamás había
sucedido.

—¿Y dónde está? Necesito ponerme celoso —dijo feliz.

Él contestó con una sonrisa, pero sus palabras no concordaron con esta.
—Ella nos dejó cuando mi hijo era pequeño. —Incluso si tuvo que dejar ir a su esposa, su
pequeño no tan pequeño le hacía recordarla todos los días.

—Oh... lo siento. No quise incomodar.

—No importa, adoro hablar sobre ella. Se llamaba Serenity, nunca nos casamos, de hecho,
yo estaba buscando una costurera que me ayudara en mi taller de Nueva York y ella
apareció. Era terrible cosiendo, y mató mis crisantemos; pero también era muy encantadora.

April sonrió, era necesario decir que después de conocer la gracia, se encuentra la serenidad.

—Creí que estabas en el ejército. Cuando te fuiste...

—Lo sé, le mentí a mi familia para buscar mi "gran sueño" —se mofó de sí mismo—, pero
terminé tirando la universidad y haciéndola de sastre.

—¿Y ahora qué haces?

—Tengo una marca de ropa, ha crecido mucho en estos años, la tienda principal está en
Nueva York y si todo va bien, me extenderé al extranjero. Pero es muchísimo trabajo.

—¿Y por eso estás aquí plantando petunias? —se burló de él y su ropa de jardinería.

—De hecho, sí; estaba tan cansado de la ciudad que decidí darme un respiro regresando
aquí. Pensé que a mi hijo y a mí nos serviría.

—Sabes, estoy buscando un diseñador para los uniformes conmemorativos del equipo.
¿Conoces uno? —Seokjin tenía los brazos cruzados, y alzó una ceja viéndole de lado.
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—Cállate, Abuelo Kim. Te vi en televisión esta mañana, pensé en llamarte, pero ahora que te
veo, me ofendería si no me dieras ese trabajo a mí.

Min le dio un pequeño empujón; pero al hacerlo, algo dentro de la memoria de Seokjin se
quebró, como si estuviera incompleto en esa sensación de ya había pasado por esto antes,
que siempre tenía.

—Es gracioso, ¿no lo crees? Nunca imaginé que "el abuelo Kim" sería... yo.

—Necesito que me dejes por escrito un permiso para bailar sobre tu tumba cuando te
mueras, ¿podrías?

Seokjin sonrió aliviado, seguían siendo los mismos, solo que ahora con tantos años, que los
daños de la existencia ya no podían asustarlos. Su vida corrió libre y desenfrenada, rápido
para pasar inadvertida ante las mil estaciones que se esfumaron.

—Oye, sabía que pasaría algo importante hoy. Y no me equivoqué —le dijo feliz al pelinegro.

—¿En serio? ¿Qué cosa?

—Toda mi familia está en mi casa. Trae a tu hijo... —Sonrió ampliamente para él—. ¿Por qué
no vienen a cenar?

Sí, después de tantos años corriendo sintió que su vida se detuvo un instante cuando se
encontró en paz con todos los que amaba.

Su amigo de toda la vida le ayudó a recoger las cosas que se habían quedado en el jardín de
enfrente. Eso le llenó mucho, al verlo saludar feliz a su esposa, y ese apretón de manos que le
dio a Hoseok cuando este salió con las demás cosas a ayudarlo.

Terminaron pidiendo pizza. Comieron en la sala mientras se burlaban de lo viejos que se


veían todos y del hecho de que se le había quebrado la pantalla al celular de uno de los,
ahora, más jóvenes de todos los Kim.

Por primera vez en muchos años, esa casa se vio llena de risas, de un calor que Seokjin
anheló sentir cuando era niño, y en el que puso total fe para seguir creciendo, para llegar a
ser ese hombre respetable y amado que siempre quiso ser. Supo que lo había logrado
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cuando todos le escucharon contar sus historias con admiración, como si fuese el más sabio
del lugar.

Kim Seokjin, a gusto con la vida, le agradeció al cielo la nueva familia que ahora tenía; sin
embargo, no pudo dejar de sentir un poco de nostalgia por la antigua.

Su nieto se parecía tanto a él físicamente, que sabía que en un par de años sería de su altura
y sonreiría como él. Tal vez... caminaría los mismos senderos que él y descubriría el mundo
de la misma forma que él lo hizo. Sí, era viejo, pero un viejo muy afortunado.

Y le dolió que, aunque tenía todo eso, el tiempo que estuvo lejos de los suyos se seguía
culpando.

Cuando la noche llegó, todos se despidieron; Hoseok y su familia se estaban quedando en el


mejor hotel de la ciudad, la casa estaba casi vacía; por lo que, lo más prudente era irse hasta
que pudieran coordinar correctamente la mudanza.

Sin embargo, para Seokjin y Sunhee sería muy riesgoso conducir de regreso esa misma
noche.

—Papá —le llamó Hoseok—, ¿vienes? Te estamos esperando para ir al hotel.

—No, no... los alcanzo en un rato —dijo Seokjin—. Necesito un momento solo.

Su hijo entendió, y con total amabilidad, le extendió su chaqueta a su madre antes de


invitarla a subir al auto con ellos.

Seokjin los vio marcharse, se quedó en el pórtico de la casa en completa soledad. Eso le
había estado molestando el día entero, y sabía que el ruido en su cabeza no se detendría
hasta que decidiera callarlo, o en su defecto, escucharlo.

Así que eligió lo segundo.

Era una noche particularmente cálida, de las últimas del verano. Se sentó en la entrada, y
sacó del bolsillo interior de su chaqueta la libreta que le había causado tal conflicto.

No pudo despedirse de su hermano. El hospital no quiso ayudarlo. Le dolía cada día de enero
haberlo dejado solo en esa casa.
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Incluso siendo un adulto, él se reprochó no haber atendido a su hermano cuando comenzó a


empeorar; pero Taehyung nunca quiso irse a San Francisco con él. Siempre dijo que no tenía
voluntad para hacerlo.

Entonces, abrió la libreta de nuevo porque anhelaba sentirse cerca de él, aunque sea por
unos instantes.

"31 de enero de 1987.

Salí del hospital hace un mes; los doctores dicen que mejoraré, mi intento suicida los alertó a
tiempo. Tengo medicinas.

Seokjin encontró esto en la nieve, se supone que es mi diario, así que intentaré retomarlo
porque según él esto es "terapéutico".

—Siempre fuiste mejor para esto de escribir... ¿O no, Tae? —dijo por lo bajo. Seokjin sonrió
pasando a la siguiente página, pues continuaba.

"Descubrí que mi hermano será padre. ¡Seré tío! Las cosas han estado un poco extrañas, su
novia vive en mi casa ahora".

"Los bebés son tan frágiles y suaves, mi sobrino duerme todo el día en el sofá y yo no puedo
dejar de observarlo. Mi hermano tiene que trabajar, y su esposa estudia por las tardes. ¿El
niñero del bebé? Exacto, yo. Lo sé, dejaron al pirómano a cargo del inocente angelito, terrible
elección".

Para ser honesto, Seokjin estaba feliz con el recuerdo inocente de su hermano hasta que las
letras le hicieron marearse.

"¿Tengo mucha imaginación o estoy pasando por alto algo importante? No entiendo por qué
escribí todo eso, se supone que mi cabeza está bien".

Kim Taehyung, a sus dieciocho años, se dobló las mangas de la camisa hasta los codos con
determinación cuando subió a ese ático y se sentó en ese viejo colchón con las piernas
cruzadas, y su libreta para entender qué le había sucedido, por qué había escrito las
primeras páginas.
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Si el propósito de esa dedicatoria en la pasta era estimular su curiosidad pues lo había


cumplido satisfactoriamente.

Después de una gran crisis, aconteció que esa frágil realidad en la que vivían, siguió su cause
cual río, como debía hacerlo. En una línea a la que un viejo Taehyung decidió llamar
vulgarmente "línea cero", en donde su hermano era bueno, y su familia estaba en paz. Una
en donde fue inmensamente amado.

Esa, que era producto de un amor que le tomó mucho tiempo entender; en la que el castaño
fue feliz con los suyos, salió con un par de chicas mientras crecía y asistió con dignidad a sus
tratamientos. Sin embargo, cuando su sobrino le hablaba, o alguien encendía la radio, no
podía evitar sentir que le hacía falta algo.

Así comenzó a plantearse la teoría de que su vida era producto o error de otra cosa.

Kim Taehyung fue tan exitoso e importante, que cuando descubrió lo que sucedía no dudó
en intentarlo.

Por eso se colocó las manos en la cintura cuando se decidió a volver a empezar.

Faltaban unos cuantos meses para marcharse a la universidad y él decidió volverse ese
famoso científico que había soñado.

Desde que había llegado a ese país se había propuesto ser un gran científico-matemático-
físico, pero, por ahora, solo era un cerebrito con demasiada imaginación según las palabras
exactas de su hermano.

Aunque sus planes siempre salían mal y sus vecinos le tenían miedo, él nunca se rendiría.

Seokjin nunca entendió lo que hacía hasta ese momento en el que con la libreta en la mano
las líneas parecieron tocarse entre ellas de nuevo.

"Hoy fui al lago, es el lugar que dicen mis apuntes pasados; pero no ha sucedido nada extraño.
Volveré mañana, es un buen lugar para estudiar".
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Él vio a su hermano salir de casa todos los días desde que ese enero comenzó. Jamás
cuestionó los motivos o su paradero. Y su corazón se conmovió cuando la realidad se volvió
menos densa en esa utópica línea temporal.

Kim Taehyung, el estudiante que salió en los periódicos nacionales por graduarse con el
punteo máximo fue el mismo que se sentó a la orilla del lago cada mañana sin falta con la
esperanza de encontrar algo que cambiara su vida para luego correr hacia la escuela en
medio de una primavera que le acogió cuando las violetas del pueblo llenaron de belleza los
senderos, hasta el día en que se marchó a la universidad.

"1 de agosto de 1987

Vine a visitar a mis padres desde Boston. Me tomé un día libre de la universidad para venir a
pensar aquí, al lago. Sueño cosas extrañas, espero que sean ideas, así podré ser rico, o toda
una estrella.

Tu nombre está por todos mis apuntes. No sé quién eres, pero pareces importante.

¿Seré esquizofrénico o eres mi conciencia? El doctor se molestó conmigo porque le pregunté


por milésima vez si era posible que tuviera amnesia, y me dijo que no, de nuevo.

Como sea, si resulta que le puse nombre a mi propio diario voy a golpearme por ser tan
ridículo.

La universidad es una mierda, ¿quién diría que odiaría tanto estudiar? Detesto los dormitorios,
y el maldito frío va a matarme, es por eso que prefiero quedarme en el área común del edificio,
hay un teléfono ahí".

A Seokjin se le cristalizaron los ojos, el primer año de universidad su hermano llamó sin falta
cada noche, para no cenar solo.

"1 de agosto de 1988


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Son mis primeras vacaciones. Volví a casa. Hoseok sabe pronunciar mi nombre; es gracioso.
Estoy enseñándole a sumar, espero que no sea demasiado pronto.

Lo más satisfactorio de mi día fue verlo decir que soy su héroe porque Seokjin se veía muy
ofendido. Amo mucho al enano ese, es mi estrella.

Vine aquí a buscar inspiración, todos esperan grandes cosas de mí y yo solo quiero comer
crema batida".

Tragó saliva, y el frío caló en sus rodillas mientras sentía como si todo a su alrededor se
detenía, incluso las copas de los árboles dejaron de moverse por el viento cuando exhaló.

"1 de agosto de 1989

Yo de nuevo.

Estoy en el lago, no ha sucedido nada; pero está bien, me gusta relajarme. No quería estar en
casa estas vacaciones. Me gusta venir aquí a ver las estrellas.

Las personas de la facultad están encantadas conmigo, también asisto a todos mis
tratamientos. Parece que podría llegar a graduarme de la universidad mucho antes de lo que
creí. Le enseñé un par de teorías a alguien importante, creo que me ven con cara de posible
dinero, ni siquiera me he graduado y creo que ya tengo trabajo. Y sí, soy el raro de los viajes en
el tiempo del salón, nadie me cree.

Escribiré tu nombre todos los días hasta entender de dónde saliste.


Jeon Jungkook, Jeon Jungkook, Jeon Jungkook..."

Él, ellos... ¿Por qué? ¿Por qué comenzó a dolerle el pecho?

"1 de agosto de 1991

Hace mucho que no escribo, pero necesitaba contarle a alguien que hoy estoy un poco triste, mi
hermano y su familia se mudan a otra ciudad. Hoy regresé y ya no estaban. Mi hermano
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consiguió una oportunidad de estar en la banca para el equipo de Los Gigantes de San
Francisco.

Mi sobrino me ha enviado una postal desde su nuevo hogar, se ve feliz, sus padres se casaron
(al fin), fui a la boda, y por alguna razón pensé que me gustaría casarme".

—¿Y por qué no lo hiciste? —masculló cuando sus hombros se tensaron.

"1 de agosto de 1992

Compré unas cortinas celestes para mi dormitorio de la universidad, se burlaron de mí porque


tenían nubes... y estrellas bordadas, pero pienso que es lindo.

Me ofrecieron una exoneración de examen final. Creo que significa que ese título ya es mío.

Volveré a casa, creo, aún no estoy taaan sano; pero estoy mejor. Estado: me siento optimista.

Ahora que soy todo un profesional me dejaré la barba".

Los años en los que no estuvo, las veces que lo vio en navidad, Seokjin se ahogó en sus
propias ideas, sujetándose la cabeza con fuerza al sentir que le martillaban el cerebro con
violencia, acompañado de un escozor en su cuello.

"1 de agosto de 1993.

Hace unas semanas pasó algo raro. A la universidad llegaron unos vídeos de la creación de
supernovas y sentí que vomitaría cuando uno de mis compañeros de trabajo bromeó con que
eran «superestrellas».

Estrellas...

Una superestrella.
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Mierda".

Kim Taehyung cumplió veinticinco que se convirtieron en veintiséis. Veintiséis que se


convertirían en treinta

Sus padres murieron y ese año cuando regresó se quedó solo en la casa.

"1 de agosto de 1994.

Seokjin quiere que me vaya con él a San Francisco, él tiene miedo de que tenga una recaída.
Como si no hubiese vivido con esto tantos años ya.

No, al final no era solo anemia".

Taehyung cambió su bicicleta por un auto, se cortó el cabello, le dio forma a su barba y
comenzó a interesarse en los crucigramas del periódico, porque, aunque él no quisiera, la
vida seguía avanzando.

Luchaba a cada segundo, con cada fibra de su cuerpo, incluso si le dolía en la raíz del cabello,
y entre los dientes.

Y ese momento de epifanía que le golpeó fue inexplicable, cuando en la mesa del comedor
de su casa, estando solo, Taehyung entendió que jamás volvería a tener dieciocho pero "él"
siempre los tendría.

"1 de agosto de 1994.

Ojalá no lo hubiera entendido, ahora no puedo dejar el pueblo. No quiero hacerlo.


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No puedo irme sin saber dónde estás".

Seokjin respiraba por la boca sin darse cuenta, le ardieron las manos. Entre más avanzaba,
las páginas se veían menos prolijas, y la letra se volvía desordenada.

Como si lo hubiese escrito con prisa. Ya no tenía fechas, estaba revuelto, lucía desquiciado.

"El tiempo es relativo; viajar al pasado y cambiar el curso de las cosas no representaría un
cambio real, sino la separación de los hechos".

"Esto que siento no es mío, no aquí. En algún lugar, pero, ¿dónde?"

"Hoseok vino a visitarme. Espero que no te molestes, pero le he regalado tu ramillete a él, lo
colocó en su mochila. Parece que ha comenzado a actuar como adolescente".

"¿Dónde estás? Te necesito".

"Los cigarrillos saben a ti".

"Vi una película nueva, y una escena me recordó a nosotros. Eso debe ser tu culpa".

"Un doctorado en física no te sirve para una mierda. Necesito dinero. Mucho dinero.
Dijeron que podía trabajar en los laboratorios de la universidad mientras lograba restablecer
mi salud, al menos por este año.

Seré profesor aquí en California durante uno o dos años mientras consiga que alguien financie
mi investigación. Así que llámenme «Profesor Kim»".

"Justo como dijiste, las bandas de chicos comenzaron a volverse populares. Escuché una
canción nueva en la radio, pero creo que ya la conocía. Eso debe ser tu culpa, otra vez".

"No necesito un agujero de gusano para intentar; concentrar energía es mucho más seguro, y
probable".
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"Me topé a Park en el supermercado el otro día, se asustó un poco al verme. Creo que él sabe
quién soy. No pude animarme a preguntarle sobre lo que pasó. De todas formas, no estoy
seguro de que haya sido real".

"No estoy loco"

" Mi vida es toda una maldita paradoja del abuelo".

"He invertido en esto los últimos catorce años, aunque me dijiste que no debía intentarlo, pero
necesito hacerlo".

"No estoy loco, en serio".

"Siempre supe que mi hermano sería un jugador famoso".

"El Señor Min falleció hace poco. Su casa quedó desocupada, y Agustus nunca regresó mis
llamadas. Creo que olvidó que alguna vez fuimos amigos".

"No estoy loco, los demás, sí. Ellos no lo entienden, no pueden".

"azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar, sal, azúcar,
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sal, azúcar, sal".

"No quiero ir al hospital, sé lo que van a decirme".

"Seok me dio la sorpresa de que seré abuelo. Y sí, me atribuyo el derecho de llamarme así
porque yo también ayudé a criar a ese mocoso irresponsable. En fin, no me sorprende, después
de todo es el clon de mi hermano. Pero sé que no llegaré a ver a su hijo, ya no tengo tiempo".

"Cada vez entiendo menos porqué hago esto, he llegado al punto de pensar que solamente
estás en mi imaginación".

"Las gallinas no vuelan porque son inútiles".

Demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente, demente,


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"1 de agosto de 2001.

Debería estar en el hospital; pero hoy es el día. Estaré cerca del lago para poner en práctica mi
investigación.

No puedes destruir la realidad, en su defecto, solamente lograrás separarla.

Y de existir otra realidad, o una brecha en el espacio-tiempo, sería posible viajar a cualquier
punto en el plano del universo conocido habitable".

Seokjin comenzó a temblar, a sudar, pensó que pronto se desmayaría cuando las náuseas
fueron tan fuertes que hicieron doler su cabeza y esófago.

Esos sueños... esas alucinaciones eran... ¿Todo eso realmente sucedió? No lo sabía, pero le
dolió profundamente.

Durante mucho tiempo pensó que las historias de su hermano eran falsas, pero ahora no
sabía cuál de todos sus sueños eran reales.

Seokjin sintió como si sus piernas le dolieran, específicamente la derecha; creyó haber
estudiado finanzas por alguna razón y haber sido un hermano molesto espiando a su
hermanito para controlarlo a él y a su cita.

Se puso de pie rápidamente, corrió hacia su auto mientras la noche llegaba y su respiración
se volvía irregular, como la de aquel que lucha por no ahogarse en el mar.
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Esa unión que lo ataba a buscar un propósito más grande le dio el impulso para encender el
motor y avanzar hacia ese futuro que ya nunca tendría.

Entendió por qué existió aquel misterio en el lago tanto tiempo; pero le petrificó entender la
desesperación de su hermano al escribir eso, pues después de lo que leyó las palabras
resonaban en su cabeza mientras conducía.

«Mi papel en esta no va más allá de la reproducción e interpretación de distintos escenarios en


los que se podrían o no darse las condiciones necesarias para validarla. Ahora bien, mi
investigación va más específicamente de la interacción con el objeto de estudio, en la que,
además, me incluí a mí mismo como sujeto de prueba».

Kim Seokjin avanzó a toda velocidad por el Condado Mariposa cuando el error en su cabeza
se mostró con total claridad; pensó en que le gustaría acampar, pero de no lograrlo se iría al
hotel, un hotel grande y de lujo a diez minutos del lago.

Pero no pensó en su hijo, pensó en un sinvergüenza que se dormía en el tráfico con los
audífonos puestos para ignorarlo.

Se estacionó en las afueras de la reserva natural como lo hizo en las otras líneas, apenas
apagando el auto para bajar veloz antes de correr, incluso si se le dificultaba, entre los
árboles del sendero que le llevaba de regreso al inicio.

Un estupido chaleco salvavidas le llenó de enojo, y se reprendió a sí mismo por decir cosas
tan insensibles a alguien así de sentimental.

Un adolescente.

Uno inmaduro y tonto que le recordaba a su propia juventud.

Llegó hasta la orilla del lago, y contempló el cristal líquido completamente estático
pasándose las manos por el cabello, tan frustrado como incrédulo. Lo cual era abrumador,
pues había tantos destinos, y en todos él elegiría ir ahí.
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A ese lugar, ese día exacto y a esa hora en específico.

De la misma forma en la que los pies descalzos de Kim Yoonji sintieron la grama al caminar
por esos lares, los mismos en los que Kim Namjoon puso sus ojos y que ocuparon la mente
de Kim Taehyung durante muchos años.

Cada uno perdió una parte de sí mismos ahí. Juntos eran proteger, observar, y pensar; pero
hacía falta algo.

Todo eso era inútil si eran incapaces de sentir, y a lo mejor, la sensibilidad que siempre fue su
gran virtud era eso. Porque amor... fue todo lo que siempre buscó dar.

Como todo Kim, Seokjin estaba maldito por el universo, así que se sentó en una de las
piedras altas que rodeaban el lago, viendo hacia el frente con desdén al igual que sus
antecesores.

Todo es completamente relativo. Por eso, Kim Taehyung dedicó cada minuto de su juventud
a imaginar qué pasaría de existir una alternativa diferente. Y los años de su adultez, los usó
para probarse a sí mismo que la realidad como la conocía no era el límite.

Porque esa voz que lo acompañaba siempre no se había equivocado, y si bien, ya no existía
un bucle caótico, nunca fue el único.

Ahora todo permanecía intacto en su propio lugar en el universo.

Ese viejo que se aferró por muchos años a la voz en su cabeza que le encerraba en sus
propios deseos. Era tan fácil como decir que buscar algo que no existía lo había atado.

Un solo decimal diferente en su última ecuación, y logró abrir eso que los humanos llamarían
espacio-tiempo. Y al hacerlo, se introdujo en esa parte del universo que no sabía en alguna
otra historia ya había descubierto.

Kim Taehyung se buscó a sí mismo. Y en muchas líneas temporales cuidó de su yo joven.


Apagó incendios, y se dejó sellos postales para hacer sus falsificaciones más creíbles. Incluso
fue él quien inscribió a Jungkook en el escuela, porque su joven yo siempre creyó que sus fax
eran muy convincentes; pero en realidad no lo suficiente.
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Se envió libros, dulces, y reemplazaba las cosas que sabía le había robado a Seokjin. A lo
mejor por eso este nunca se dio cuenta que le faltaban.

No sabía que era la primera línea, pero de todas formas vio esas fotografías pegadas en la
puerta de la escuela y las arrancó para no verlas.

Era el dueño del descubrimiento más importante de la historia, aunque estaba enfermo, y
sabía que debía volver para mostrarle al mundo lo que había logrado; pero, en una de tantas
líneas, se quedó parado en medio de la lluvía cuando sin proponérselo, se vio a sí mismo
caminar con determinación, con todo ese altruismo que ya no recordaba, llevando a un
hombre sobre su espalda.

Y aunque él sabía que no debía, se quedó ahí, en esa línea, por mucho tiempo. Mientras las
estaciones cambiaban casi al mismo tiempo que sus recuerdos. Taehyung siempre se
condenaba.

Caminó por las calles congeladas de Bostón y se acercó a esa tienda, que resultó ser una
discoteca clandestina en donde le sonrió al hombre de la entrada antes de quitar de su
camino aquella tela que fungía como cortina.

Sus pies se movieron sigilosos entre las personas que cantaban y reían. Estaba de más decir
que a nadie le importó su presencia, ni debía hacerlo. Así que cuando las luces bajaron, en
contraste con la música que resonó por todo el lugar, sintió que su corazón se encogía.

Y esa sensación, que por muchos años no supo si llamar locura o nostalgia, le inundó el
pecho en ese mismo instante en el que aquel chico apenado, de cabello castaño revuelto
que fue, se aferró al borde de su chaqueta mientras todos le animaban a subir al escenario.

Kim Taehyung, siempre fue (y probablemente sería), la persona más inteligente de todo el
plano temporal. Fue por eso que entendió la forma en la que funcionaba esa parte del
universo que era suya.

Había un millón de líneas o, en su defecto, trece millones de líneas más. Cada una igual de
posible que la otra; pero separadas paralelamente. Y lo confirmó cuando terminó de cerrar el
ciclo, su ciclo.
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Porque el pelinegro tenía razón y logró separar la historia; pero una vez comenzada esta,
nada la detendría, pues todo era circunstancial. Y de haber puesto atención, entendería que
todo existe en el mismo momento.

Aquí, ahora, allá, siempre, nunca, alguna vez. Pues los dientes que se muestran al sonreír son
los mismos que se aprietan con rabia, y que muerden los propios labios ante el miedo, pero
se deleitan en morder los ajenos cuando se ama.

Al estar en ese lugar, con las luces brillando tanto que le encandilaban, pensó en lo esbelta
que alguna vez vio su espada y que su rostro realmente fue firme, tan perfecto incluso si
tenía poros pronunciados.

Ahora lo sabía con certeza.


Taehyung cumplió treinta y dos; pero su Jungkook siempre tendría dieciocho.

Y era tan hermoso como había esperado. Porque se paró junto a él en el bar siendo tan joven,
ni siquiera lo notó porque él no era el joven que le encantaba, o bueno, al menos ya no lo era.

Así que se burló de la mano de Jungkook robándose su trago de la mesa sin dejar de ver al
frente en donde su yo joven había comenzado a cantar.

Le fascinó verlo acercarse al escenario, y cuando le vio tocar su mano para hacerlo subir,
volvió a tener esa sensación de que no estaba solo. Porque un alma como la suya no
necesitaba alguien para envejecer, sino un amor que trascendiera a cada partícula existente.

No un mundo, ni un universo; todos ellos.

Para Kim Taehyung, el amor estaba en atreverse a hacer cosas que jamás creyó posibles, y en
desafiar hasta lo más absurdo por aquellos que consideró suyos.

Era correr por la ciudad tomándose de las manos, y maldecir a todo eso que pudiera dañar al
otro. Era devoción, emoción e increíble inocencia.

Era creer en un mundo en el que alguien era capaz de amarlo con la misma intensidad en la
que él podía amar.
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Al final, los amores eternos no son aquellos que se prometen entre las sábanas. Sino esos
instantes de felicidad que se transmiten de alma en alma, reproduciéndose una y otra vez
eternamente.

Confirmó que era blando, pues había usado tanto dinero, tanto tiempo por una suposición
que resultó ser real; pero valió completamente la pena cuando al verlos su corazón se
estremeció como si volviera a tener el pecho de Jeon contra el suyo.

Tenía puesta una corona de plástico, sonreía, los alaridos del público se hicieron presentes, y
él, como el impaciente que era, no pudo controlar su boca cuando abrió la brecha entre
todas las líneas de nuevo.

Con algo tan inocente como gritar:

"—¿¡Qué esperas, niño!? ¡Bésalo!"

La pequeña fisura que ocasionó le hizo darse cuenta de que nada nunca en realidad
desaparecería como tal, sino que iba a coexistir con las demás posibilidades.

Porque el hecho de que no sientas dolor no significa que no exista, incluso si es subjetivo.

El minúsculo bucle, dio paso al fallo central de todo el problema cuando en medio de este se
formó un espacio en el que jamás regresaron a California luego de esa noche. Burlándose de
la lógica hasta quedarse al lado del otro en el sol y con una juventud que apenas comenzaba.

No sentía miedo, una realidad diferente cada vez, hasta encontrar una forma en la que dos
fenómenos pudieran estar juntos sin que nada les separara.

Ni el tiempo, ni el espacio, ni el dolor ni la sociedad. En un invierno que pronto llegaría, y


sería capaz de opacar todo.

Era imposible simplemente encasillar en algo tan ficcional como la inexistencia a su historia.

Sin embargo, esa remota posibilidad no sería, ya que las demás líneas debían seguir su curso
como ya había sucedido.

¿Y quién mejor que Kim para cuidarlas?


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Quería ser ese que se quedara con él; pero no podía, no en esa línea, pues eso sería condenar
a todos los demás. Cosa que no permitiría, por eso se marchó y dejó todo como estaba para
seguir la historia desde lejos.

Ya había entendido que no existía una sola forma de amor, y que este no es egoísta; esos
besos que le llenaron a Taehyung, eran los mismos que le dieron la fuerza para elegir ser feliz
todos los días, y de compartir esa paz con los suyos.

Porque, aunque Jungkook no estuviera con él en todas esas líneas; lo veía en las mariposas,
y lo abrazaba en las canciones de moda. Podía sentirlo a su lado cuando conducía al
atardecer y cuando era valiente, como si Jeon le hubiese dado la capacidad de nunca dudar
de sí mismo.

Siempre lo sentía en la sonrisa de las personas que amaba y en las hojas del otoño.

Era el viento sobre su espalda, y aquel sabor ambiguo de él que parecía aún presente en su
saliva.

El castaño nunca supo lo que buscaba; pero esperó muchos años, y las veces que su vida se
repitió para encontrarlo mientras aprendía que podía ser feliz, pues como todo humano,
también tenía un propósito.

Por eso, él, siendo el Kim Taehyung de una línea completamente nueva y ajena, donde
Jungkook no existió, regresó a esa que era la afamada separación de la segunda línea, para
quedarse de pie en el mirador a la espera de que eso que tanto lo atormentaba sucediera. Ya
que este era el punto en donde su realidad comenzaba.

Cuando el despertó le dijeron que había intentado matarse, así de crudo, que su hermano
había derribado la puerta y le había quitado el arma. Por eso su libreta estaba vacía e hizo
todo esto.

Esa línea de tiempo que se creó en el mirador cuando Jungkook no estuvo para caer en el
lago le dio la oportunidad a Taehyung de vivir toda una vida; pero al ser esta, producto de la
segunda, nunca le dejó estar tranquilo, pues siempre sintió que algo le faltaba. De manera
que se vio en la necesidad de encontrar la forma en la que todo encajaba.
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Por eso investigó toda una vida hasta probarse a sí mismo que no estaba loco. Y a lo mejor
debió quedarse con esa idea.

Pero el viejo Taehyung osó robar la libreta de su otro yo de entre la nieve del mirador, para
que su joven versión encontrara el camino de regreso a casa. Y la dejó en la nieve de la
entrada para que al volver del hospital Seokjin la recogiera.

Causando un colapso todavía más grande, al hacer a cada Kim Taehyung del universo
regresar cada primero de agosto durante los siguientes años a ese lago con la esperanza de
que Jungkook volviera.

Y Kim Seokjin, quien ahora se encontraba justamente en el lago, apenas entendiendo la


situación, comenzó a llorar cuando sus recuerdos se abrieron abismalmente.

¿Qué era real y qué no? ¿Cuántos de él había? No tenía una respuesta. Él no entendía toda
esa absurda historia escrita en esas hojas, sus recuerdos se estaban mezclando.

Negó con la cabeza cuando sacó valor de lo profundo de sus entrañas para abrir por última
vez esa libreta.

"Ahora que regresé a mi hogar, he dado de baja mi investigación para evitar que sea
reproducida por alguien perverso; por esto me veo en la obligación de destruirla, pues me
niego rotundamente a que sea usada con fines dañinos.

He de confesar que no hay nada más puro que lo que conocí en el 86. Pero el universo ya tiene
suficiente de nosotros, y sí, soy egoísta porque voy a esconder todo para que sea solo nuestro
en cada línea incluso si eso me mata. Porque entre miles, hay una sola, por la que elijo
detenerme.

Es probable que muera pronto, o, a lo mejor, solo me haya quedado a vivir en algún lugar
donde te encuentres tan viejo como yo; pero no lo diré, porque no quiero que me busquen, no
quiero que me encuentren. Por eso, desde hoy estoy muerto.

El tiempo es relativo, sí; pero total y completamente necesario para entender la vida, pues
resulta invaluable cuando se disfruta cada segundo.
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Observé, me hice mil preguntas, y escribí cien hipótesis más. He experimentado extrañarte
todos los días, y mis conclusiones son más claras de lo que pensé.

Yo, Kim Taehyung, Tengo la teoría de que te amo, porque..."

—Jungkook, yo sí me acuerdo de ti.

Seokjin apenas pudo pronunciar las últimas palabras cuando sus ojos se llenaron de
lágrimas.

Y gritó tanto, tan fuerte que su estómago le dolió como si la realidad se rompiera en su
interior con furia cuando se arrodilló entre las piedras de la orilla. Porque amaba su vida,
pero darse cuenta de que alguien más se la había obsequiado le quemó el alma.

Las historias en donde el nombre de Jeon Jungkook estaba plasmado no eran coincidencia.
Todos esos escritos de amor imposible no eran más que el desesperado intento de su alma
para llegar de regreso a él.

Porque el bucle se rompió, y él jamás debió existir; pero esa esencia estaba ligada al alma de
Kim Taehyung por siempre, como se lo había prometido.

Quizá Jungkook cayó al lago, o el lago lo jaló hacia él. Nadie nunca lo sabría, pero su
sacrificio le había dado la oportunidad de que su alma descansara inmersa en la felicidad
que causó en los demás.

Paz, el Jungkook que sufrió tanto tenía paz. Porque las piezas se acomodaron de tal forma
que usó su sufrimiento para darle un propósito hermoso a todos, incluso a su Taehyung,
quien lo buscaría sin descanso hasta encontrarlo.

De agosto hasta abril, en enero, y en todas las estaciones del año.

Eso a lo que llamamos amor o destino, no es más que la voluntad de sentir cada instante de
la vida como si no volviera a repetirse.

Porque al final era cierto, nada es real.

—Oye, Kim, nunca pensé verte así de viejo —detrás de él, una voz se burló con algo de
alevosía—. Pareces incluso más viejo que yo.
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Seokjin se sobresaltó, volteando hacia los árboles para encontrarse con un hombre que
caminaba hacia él seguido de dos ancianos: un hombre y una mujer.

—¿Quiénes son ustedes? —dijo poniéndose de pie, a la defensiva—. ¿Qué es lo que quieren?

—¿No me recuerdas, Jin? —bufó—. La última vez que hablamos, yo no tenía nombre y tú
estabas amarrado a una silla.

Kim Seokjin estaba mareado pero consciente de lo que sucedía. Si todo eso de la dimensión
desconocida y los viajes en el tiempo era real, el lunático que le había encerrado también.

—¿Cómo es que no has cambiado nada? Deberías ser...

—¿Viejo? —intervino el anciano junto a él—. Mírame, estoy viejo.

El profesor no había cambiado en treinta años, o bueno, Seokjin nunca supo que era él aquel
que había atravesado la brecha. No estaba solo, lo acompañaban su versión del futuro y su
hermana, ambos ancianos, quienes lo habían rescatado cuando quedó varado en el tiempo.

—Te haré la misma pregunta que te hice hace más de treinta años —volvió a hablar el
profesor joven—: ¿dónde está?

Seokjin frunció el ceño.

—Yo contestaré exactamente lo mismo —dijo, irguiendo su espalda—. No lo sé.

—Tu hermano no tiene ni idea de lo que hizo —le gritó la mujer mayor que estaba con ellos—.
Él debería volver, la historia tiene que comenzar de nuevo.

—¿Por qué justamente hoy? —cuestionó Seokjin, retrocediendo un poco.

Era escalofriante, pues él no creía en los muertos, pero la madre de April estaba frente él.
Bueno, una versión muy anciana de ella.

—Nuestras otras versiones lo intentarán. Y esta línea... no será la excepción. ¿Dónde está tu
hermano? —le respondió.

—Mi hermano falleció hace dieciocho años —declaró con total firmeza cuando se vio
acorralado.
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—¡Mientes! —vociferó Yoonji—. La libreta, dámela, y nadie sale herido.

—La segunda línea es la principal en todo esto. Tenemos que volver, tenemos que evitar que
nuestro tiempo se desperdicie. Esta línea —explicó Namjoon joven—, es igual de inestable
que las demás.

—¿Es que no lo ves? Nada de esto tendrá sentido si no lo hacemos. Ustedes son como
nosotros —dijo el anciano antes de que Yoonji continuara—. Taehyung lleva años viajando,
como si no le importara desperdiciar lo que creó.

—Estamos condenados. Ninguno de nosotros tiene salvación. Ningún Kim, en ninguna línea,
en ningún lugar. Tú y tu familia no son diferentes, tenemos que volver a empezar.

Jin no lo sabía, pero estaba de regreso en el punto cero. Sin embargo, para mala suerte de
los otros Kim, él era infinitamente leal a su hermano.

—Nos jodemos todos, porque esto se acaba de inmediato. Nadie volverá a viajar.

—¿¡No lo entiendes!? ¡No podemos desperdiciar todo esto por un error sentimental?

—Se equivocan; pero no del todo... —dijo cuando las palabras de Jungkook aparecieron en
su cabeza—. Estamos atrapados de todas formas, y eso jamás cambiará.

—¿¡Pretendes quedarte aquí!? ¡Nada de esto es real! ¿¡A qué has venido aquí entonces!? —
gritó Namjoon joven.

Seokjin sonrió de lado pensando en la primera vez que hizo esto.

«¿Es seguro estar aquí?» Habían sido sus palabras.

Taehyung no le prestó atención esa vez, y treinta años después, tenía una respuesta clara.

—No —murmuró—, jamás debimos entrar aquí —se burló en voz alta desconcertando a los
otros.

Taehyung lo había dicho y Seokjin, el abuelo, supo lo que debía hacer. Jamás podrían
controlar el tiempo, pero sí preservarlo. Así que nadie debía entrar a esa nueva línea, y en
especial, nadie debía salir. Entonces, sonrió complacido.
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Y sin vacilar, lanzó la libreta en sus manos hacia el interior del lago para que sus
conocimientos quedarán lejos de cualquier persona, hasta del mismo Taehyung que ahora
entendía jamás volvería cuando terminó de separar las líneas definitivamente.

Ante los ojos de los hermanos Kim cuyo único propósito se destruyó junto con la libreta de
esa línea, y los conocimientos que les hacían falta para alcanzar sus egoístas, e insensatos
objetivos.

Las líneas existían, sí; mas ya no eran caóticas. Sino que estaban selladas para que nadie que
no fuera Kim Taehyung volviese a intentar saltar entre ellas. Ahora todos existían en el
mismo momento y espacio cuando el universo quedó en paz.

Encerrando a cada uno de ellos en la línea que les correspondía.

Como si de una gran caja de Schrödinger llena de mariposas se tratara.

Y así, los besos a escondidas... los amores inocentes... y las familias heridas encontraron su
camino cuando todo quedó intacto en su propio lugar en el universo.

Dando paso a una última fractura en donde todo volvió a su sitio.

Incluso aquel sabio, cuyo cuerpo fue rescatado por los guardabosques que lucharon por
sacarlo del lago, en su respectiva línea, en su año, y con esa imperfecta familia que corrió a la
orilla para reconocerlo, cuando la línea original siguió su curso.

De manera que, aquel desliz entre las líneas jamás sucedió, nadie sabría de la existencia de
las otras líneas después de separarse; la única la verdad que quedó fue la de Kim Taehyung,
quien, incluso sin conocerlo, buscaría por siempre a Jeon Jungkook, un héroe perdido en el
tiempo, que nunca existió.

Pues todo coexiste; todo sucede en simultáneo. Desde el dolor hasta la gloria.

En el universo, la materia no se crea, ni se destruye, por eso ningún futuro es real, si elijo
quedarme en el presente, ya que, vivir, es experimentar a cada segundo una existencia que
nadie entiende.

Existir.
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Yo existo, pero ¿por qué estoy viviendo?

El tiempo es relativo; total y completamente imaginario ante los ojos de los soberbios, y frágil,
como una dulce ilusión.

12045 días después de.

.California.
00.

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