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PUNTOS DE ENCUENTRO
En este número del Ichan presentamos una aproximación al basto trabajo que
investigadores del CIESAS realizan sobre diversos códices mesoamericanos y coloniales. Luz
María Mohar, Keiko Yoneda, Cecilia Rossell, Manuel Hermann, y Rodrigo de la Torre, se
acercan a las fuentes primarias de la historia de México y nos dejan conocer las culturas
indígenas de México, antes y poco después de la llegada de los europeos a América.
Los investigadores del CIESAS que trabajan con códices, lo hacen desde diversas
perspectivas y ellos mismos, en las colaboraciones para este Ichan, nos narran cómo se
acercan a este tipo de documentos históricos y cuáles son los retos personales y académicos
a los que se han enfrentado a lo largo de su carrera profesional.
Códices mexicanos
Analizar los códices ha sido para mis investigaciones un recurso que complementa mi
visión interdisciplinaria sobre diversos temas. No obstante haber indagado sobre algunas
cuestiones en varios de estos documentos, de ninguna manera me considero un experto
conocedor de ellos y sobre todo de ninguno en particular. Sin embargo, desde niño tuve la
oportunidad de conocer y observar algunos que me generaron un interés en lo desconocido,
preguntándome qué decían. Fue durante la carrera de Antropología que los cursos de
etnohistoria me acercaron más a ellos. Dado que mi licenciatura fue orientada a la lingüística,
el interés en las lenguas amerindias, sus formas de escritura y representación de ideas
provocó mi atención puesto que pude relacionar la lingüística con los sistemas de escritura
prehispánica.
Despertada mi curiosidad para entender tales formas de comunicación, encontré útil
estudiar una maestría en artes, con especialidad en diseño y comunicación visual en la
Academia de San Carlos de la UNAM, para cuya tesis me enfoqué en una sola página del
Códice Mendocino: “El Palacio de Moctezuma”. Comparando esa imagen con muchas otras
de diversos códices, como el Osuna, Florentino y el Durán entre otros, en los cuales se
representa un mismo tipo de edificio, observé, analicé y teoricé sobre varias ideas que
quedaron pasmadas en un artículo titulado precisamente “El Palacio de Moctezuma”. En la
búsqueda de detectar los códigos iconográficos, pictográficos o de sistemas de escritura,
observé que dicha representación era más que un sólo edificio, y que se trataba de un
ejemplo notable del mestizaje que vinculaba los sistemas de comunicación europeos y
mesoamericanos, y una clave para relacionar arte y antropología. Debo subrayar el gran
aporte que encontré en el Capítulo once del Códice Florentino donde justamente se aborda,
se representa, se describe y se ofrece una interpretación de los diversos tipos de casas y
construcciones del México prehispánico. Del análisis de esa página se desprendió una
propuesta metodológica para cruzar información en el esfuerzo de identificar,
materialmente, es decir, arqueológica y arquitectónicamente, así como lingüísticamente e
iconográficamente, ese tipo de edificios. La identificación de patrones y las prácticas de
representación nos señala que no se trata de productos casuales, sino de estructuras
metódicamente diseñadas.
Junto con el estudio de las artes plásticas, la antropología, la lingüística y otras
disciplinas, el estudio de la arquitectura ha sido otra de mis pasiones y, enfrentado al “Palacio
de Moctezuma” me sentí en la necesidad de estudiar otra maestría, ahora en arquitectura,
con el fin de profundizar y confrontar los conocimientos con los de otra especialidad de la
propia antropología: la arqueología. La pregunta siguiente era: ¿cómo reconocer, relacionar,
identificar, los edificios, pirámides y demás construcciones representados en los códices con
aquellos que deja ver la arqueología? A pesar de no ser arqueólogo, considero que es posible
entender el dato de los restos materiales valiéndome de otros que aportan las diferentes
especialidades antropológicas y otras que no lo son, como las matemáticas, la geometría y
trigonometría. Esta conjunción de vías de comparación, que sin duda enriquecen nuestro
conocimiento, son parte sustancial de toda cultura, aunque las apartemos como “ciencias
exactas”. Lingüísticamente es preciso destacar los aportes que los vocabularios de lenguas
indígenas nos ofrecen, en donde, entre muchos otros temas encontramos los términos que
refieren a aquellos edificios que la arqueología no puede deducir por sus propios medios. En
cualquiera de los vocabularios o artes de las lenguas indígenas mesoamericanas podemos
encontrar tales “Rosetas” para conocer sus significados y funciones.
En este camino, las interminables preguntas surgen de la observación las obras
monumentales que son la expresión sociocultural que llamamos arquitectura y urbanismo, y
entendiendo por otra parte el término observar como el ejercicio de medir y comparar,
entonces el primer método necesario para empezar a comprender el sentido de esas obras,
fue registrar y entender sus medidas, principio sin el cual no podíamos definir que estábamos
enfrentándonos metódicamente a una cuestión propia de la arquitectura. El objetivo era,
entonces, poder mostrar que eran producto de un cuidadoso cálculo y la aplicación de
principios y reglas necesarias para el diseño de toda arquitectura. Teníamos, en primer lugar
que demostrar que esas obras y su orden no son producto de la casualidad constructiva, sino
que en su concepción operaron y se aplicaron conocimientos de carácter matemático,
geométrico y trigonométrico, los cuales, como en todas las civilizaciones, se desprenden de
la astronomía, la madre de las ciencias exactas, detectando con ello patrones de medidas
que correspondían a un sistema integral de armonías, propias de un pensamiento y de una
lógica estructural. En tal situación consideré necesario definir lo que estaba haciendo,
pregunta de la cual nació mi idea de que estaba tratando de deducir los sistemas de medida
del espacio y del tiempo, tema que ha conducido parte de mi trabajo en estos campos.
Tiempo y espacio son como los dos lados de una moneda, las dos nociones
fundamentales para entender la historia; ¡como los medirían? Preciso fue ponerme a
estudiar qué es un calendario y cómo se estructura, así que me sumergí en el tema de los
calendarios mesoamericanos, para poder entenderlos y compararlos con los de otras
civilizaciones. Desde Sahagún y otros cronistas, buscando respuestas me encontré
estudiando las Ruedas Calendáricas de Veytia y otros autores que representaron esas
fórmulas prehispánicas de ordenamiento del tiempo. El origen de la medida del tiempo y el
espacio no se puede definir si no hay movimiento, así que había que repasar lo que la ciencia
astronómica y la llamada Arqueoastronomía han aportado para entender esos edificios que
responden al conocimiento de una dinámica universal.
De tal manera, para mi tesis de Maestría en Arquitectura me enfoqué en un solo
edificio de la Ciudad de Monte Albán proponiendo, a partir de lo que se había dicho por otros
investigadores, y a partir del análisis formal de sus elementos pictográficos, así como de la
aplicación de datos provenientes de otras fuentes, como códices, imágenes en papel, piedra
o pintura mural, en donde presumo se representa ese tipo de edificio. El llamado “edificio
J” u observatorio, nombrado así por Alfonso Caso, recibe en ese trabajo el título de Yohoo
Cocijo Pitoo “Casa del Señor (Dios) Cocijo” de acuerdo a varias explicaciones que revelan, de
acuerdo a los datos que aporto en la investigación, su significado y función.
Para poder profundizar y resolver mis preguntas presenté a la Facultad de
Arquitectura un protocolo de tesis en el cual propuse el estudio de la arquitectura de Monte
Albán, tema que fue rechazado considerándolo “muy antropológico”. Curiosamente ése
protocolo lo presenté en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la misma UNAM,
donde fue aceptado bajo el título: “Esbozos de una lectura de la arquitectura de Monte
Albán”, donde las contribuciones de mis miradas a diferentes códices y sus datos en este
aspecto de la cultura que llamamos arquitectura aparecen con una visión antropológica
interdisciplinaria. Quiero destacar un aporte que considero relevante en ese trabajo y de la
manera de trabajar, engarzando los avances conseguidos en esas etapas de mis estudios.
Hasta donde sé, en Monte Albán sólo dos edificios han sido identificados por su forma y su
función; Alfonso Caso propuso que el edificio con nomenclatura “J” podría ser un
observatorio, y yo lo llamé Yohoo Cocijo Pitoo; el otro edificio reconocido es el Juego de
pelota, que por su particular forma se reconoce en el patrón mesoamericano. Aparte de
estos, los demás edificios y conjuntos arquitectónicos mantienen su nomenclatura técnica
sin haber sido identificados sus significados. Gracias a los vocabularios en lenguas indígenas
he propuesto la identificación de otros y particularmente el que he llamado siguiendo el
vocabulario Zapoteco de Córdoba como Yohoo Quehui (Casa sede del Señor Principal=
Palacio de Gobierno) el cual corresponde siguiendo mis argumentos al llamado en Nahuatl
Tecpan Calli. Ambos términos significan lo mismo, y son lo que se llamó en castellano como
Casas Reales. Además de esta correspondencia lingüística reconocida en códices, existen
elementos arquitectónicos e iconográficos derivados de mi primer estudio del “Palacio de
Moctezuma” o Tecpan Calli los cuales sostienen esta afirmación. En la nomenclatura
arqueológica ese conjunto arquitectónico todavía se llama “Plataforma norte” lo cual no
aporta ningún significado.
Entre otros códices, lienzos y otras representaciones, encontré en el Códice
Vindobonensis información sobre el proceso constructivo del Rey Ocho Venado Garra de
Tigre en su unificación del reino Mixteca; asimismo, enriqueció mi visión una revisión
comparativa de mapas y lienzos que fui descubriendo en el Catálogo de J.B. Glass,
enfocándome en sus representaciones arquitectónicas identificando algunas constantes, no
obstante las diferencias culturales y temporales.
Varios códices y fuentes etnohistóricas representan o describen aspectos de ese
notable aspecto de cultura que llamamos religión, y pocos documentos lo hacen sobre las
ciencias. El orden sociocultural que se expresa en la religión se relaciona con las formas y
estructuras de la arquitectura. Reconocer esta posible relación, expuesta en fuentes que
tratan las estructuras de pensamiento religioso, ayuda a encontrar soluciones a las
interrogantes que cada especialidad en particular enfrenta. La expresión más común para
referirse a la arquitectura, edificios y ciudades, tanto por expertos como manera popular, es
la de que se trata de “templos” o “centros ceremoniales”, opinión muy simplista y cargada
de prejuicios que podemos corregir mediante los aportes extraídos de las diversas fuentes
mencionadas.
Si se nos permite entonces comparar la arquitectura con un códice, escrito o pintado,
y podemos leer el lenguaje de la arquitectura como sucede con otras formas de expresión,
podría decir que lo que he reconocido en ellos son algunas relaciones de sentido entre
formas y estructuras socioculturales, hecho que es posible gracias a un conjunto de
preguntas tejidas interdisciplinariamente, de las que tal vez la más profunda a la que me he
enfrentado, eje de mis trabajos que han buscado entender, a través de la arquitectura y
mediante la invaluable ayuda de los códices es: Deus architectus mundi.
Ciencia, filosofía y religión en un pensamiento integral mesoamericano.
Códice Nuttall
Códice Nuttall
Códice Yucunama
Plano 9 (AGN, tierras, vol. 29, exp. 5, f. 14r) y plano 9 bis (AGN, Tierras, vol. 29, exp. 5,
fojas 23v-24r) 1563-1566: [ILUST 2]
Plano 7 (AGN, Tierras, vol. 22, 1a. parte, exp. 5, f. 122v) 1564: [ILUST 5]
Plano 7 (AGN, Tierras, vol. 22, 1a. parte, exp. 5, f. 122v) 1564: [ILUST 5]
Keiko Yoneda
CIESAS Golfo
Introducción
La posesión y la demarcación de tierras y territorios fueron motivos de la elaboración
de documentos pictográficos de diferentes categorías en el siglo XVI en Nueva España, a
saber: las pinturas catalogadas como historia-cartográfica de grandes dimensiones, los
planos que abarcan un área amplio, como por ejemplo una ciudad o parte de una ciudad; y
los planos elaborados en hojas relativamente pequeñas, aproximadamente de tamaño oficio
o doble tamaño oficio que señalan tierras, construcciones y camellones con sus medidas,
entre otros elementos. Este trabajo analiza los documentos pictográficos anexos a los
expedientes de litigios sobre las tierras y las casas de propiedad privada, los cuales son
pinturas de pequeñas dimensiones.
En varios expedientes publicados en la obra Documentos nauas de la ciudad de
México del siglo XVI(1996) se encuentran adjuntos los planos como parte de los expedientes
del Ramo Tierras del Archivo General de la Nación (AGN) que contienen litigios sobre tierras
y casas. El estudio sobre estos planos formaba parte de la investigación realizada en un
proyecto colectivo aunque esta indagación se quedó inconclusa dejando dos volúmenes de
manuscritos preliminares sin terminar (Veinte planos indígenas de la ciudad de México. Siglo
XVI. 1981, Ms. vols. 1 y 2):
Estos planos en general tienen el tamaño aproximado de 21.5 cm x 31.5 cm, y
contienen dibujos de casas, terrenos, chinampas y canales de agua, medidas de estos
elementos y en algunas ocasiones incluyen otros glifos como personajes formando parejas,
el precio de los inmuebles o glifos cronológicos señalando los años de posesión de tierras y
casas. Las casas están dibujadas por medio de los muros en planta (o como si hubieran sido
vistos de una cierta altura) con líneas paralelas, dejando abierto el espacio de la entrada. Los
canales se representan muchas veces con líneas curvas y a veces con remolinos, que
recuerdan los ríos de los documentos histórico-cartográficos de tradición indígena. Los glifos
de medidas longitudinales, al parecer, son muy propios de estos planos. Se encuentran
dibujadas, por ejemplo, las medidas como maitl (glifo: mano) traducido en los expedientes
publicados en los Documentos nauas como “braza”, mitl (glifo: flecha) traducido en los
párrafos 403 y 981 como “una braza del codo a la otra mano”, yolohtli (glifo: corazón)
traducido como “una braza del pecho a la mano” y omitl (glifo: hueso) traducido como “un
codo”. La estrecha asociación entre los documentos escritos en nahuatl y estos planos,
sugiere que estas pinturas tienen su origen en la cultura de nahua hablantes del centro de
México. Hay que advertir, sin embargo, que algunos glifos de medidas
como maitl y yolohtli tienen rasgos que nos recuerdan las formas de estos elementos en las
pinturas y objetos occidentales. Encontramos, asimismo, el elemento cruz y estacas
dibujadas por medio de círculos blancos o negros y de forma más realista en varios planos.
Las estacas están asociadas a la medición o al acto de posesión de tierras y casas. Estos rasgos
y elementos nos hacen pensar que algunos aspectos de estos planos reflejan la influencia
occidental, a pesar de que consideramos que este tipo de pinturas tienen su origen en la
época prehispánica. En el capítulo se analizaron únicamente cuatro planos de todo el
conjunto de los planos con las características arriba descritas. El estudio de los planos y los
documentos manifiestan un complejo cultural en el cual se observan los procedimientos de
compra-venta, de heredar o de resolver los conflictos sobre casas y tierras, reflejando en sus
prácticas las raíces prehispánicas con influencias españolas recién adoptadas por la sociedad
colonial.
Antecedentes históricos de México-Tenochtitlan
En el ámbito mesoamericano, se considera que los antecesores de los mexicas
habitaban la parte septentrional de Mesoamérica, y eran chichimecas nómadas con sistema
de subsistencia de caza y recolección e intercambiaban ocasionalmente algunos productos
con los sedentarios. Es probable, además, que algunos grupos hayan conocido el
sedentarismo con prácticas de agricultura en los establecimientos provisionales en el camino
de migración, en búsqueda de un lugar de asentamiento definitivo. Estos chichimecas
conformaron oleadas de migración hacia la parte central y meridional de Mesoamérica en
los siglos XII-XIV cuando los cambios climáticos produjeron el retroceso hacia sur de la
frontera de agricultura.
De 1469 hasta 1502 los mexicas experimentan la expansión militar, y de 1502 en adelante
consolidan su dominio hasta la llegada de los españoles. Como consecuencia de la conquista
española empieza la época virreinal novohispana, periodo en el cual se configuró el nuevo
régimen sociopolítico en el cual se produjeron los expedientes publicados en los Documentos
nauas de la ciudad de México en el siglo XVI, a los cuales se encuentran incorporados los
planos de la ciudad de México, el material del presente estudio.
Chinampas, canales y venta de agua
Varios planos representan canales que delimitan las chinampas que formaban parte
de las tierras referidas en los expedientes, el hecho que comprueba la estrecha relación que
tenían los litigantes con la zona chinampera. El medio lacustre como México-Tenochtitlan
permitía la agricultura en chinampas o parcelas artificiales de tierra construidas en los
pantanos y en las riberas. Las chinampas abundaban en los lagos del Valle de México y
probablemente también en Aztlan de donde provienen los mexicas.
En México-Tenochtitlan, en posclásico, se construyó un albarradón de 12 km de extensión y
20 m de ancho para detener las afluencias de las aguas salobres orientales. Relacionado al
tema de agua salobre, encontré un plano que dibuja una casa llamada acalli o “casilla de
agua” que poseía una pareja que continuó con la venta de agua después de la muerte de un
señor llamado Ezhuahuacatzintli, quien empezó con esta ocupación cuando inundó el agua
salobre en los canales, seguramente porque era necesario el suministro de agua dulce para
el consumo humano. El expediente registra precisamente el conflicto en torno de la posesión
de esta acalli.
Plano 9 (AGN, tierras, vol. 29, exp. 5, f. 14r) y plano 9 bis
(AGN, Tierras, vol. 29, exp. 5, fojas 23v-24r) 1563-1566: [ILUST 1][1]
Bibliografía
Anales de Cuauhtitlan
1975 Véase Códice Chimalpopoca. Anales de Cuauhtitlan y Leyenda de los soles (1975).
Códice Chimalpopoca. Anales de Cuauhtitlan y Leyenda de los soles
1975 Traducción del nahuatl al español: Primo Feliciano Velázquez, UNAM, México.
Reyes García, Luis; Eustaquio Celestino Solís, Armando Valencia Ríos, Constantino Medina
Lima, Gregorio Guerrero
1996 Documentos nauas de la ciudad de México del siglo XVI, CIESAS-AGN, México.
Rodríguez, María Teresa
2003 Ritual, identidad y procesos étnicos en la sierra de Zongolica, Veracruz, CIESAS,
México.
Yoneda, Keiko; Joaquín Galarza, Jesús Manuel Macías, Marcos Matías, Jorge Pedraza y
Lilianne Taboada
1981, Ms. Veinte planos indígenas de la ciudad de México. Siglo XVI (vol. 1: texto) (vol. 2:
catálogo gráfico analítico), CIESAS, México.
CASA CHATA
Todos los seres humanos nacemos con nuestra raíz en una familia, en una
comunidad, en una cultura, y con nuestra lengua materna.
Somos iguales pero también diferentes. Somos iguales porque somos humanos:
podemos ser hombres, o mujeres, o ancianos, o niños, o jóvenes. Sin embargo, también
somos diferentes si somos japoneses, alemanes, italianos, hindúes, mexicanos, o de
cualquier otra parte del mundo. Incluso si somos mexicanos tendremos diferencias si somos
de la Ciudad de México o si pertenecemos a la costa de Veracruz, la sierra mixe de Oaxaca o
al pueblo maya de Zinacantán, Chiapas, entre tantos lugares.
Nuestra lengua también es diferente: podemos hablar japonés, italiano, alemán,
punjabi, español, náhuatl o tsotsil, entre tantas lenguas que hay en el mundo. Nuestra ropa
puede ser distinta también; por ejemplo, las mujeres podemos usar kimono, vestido, sari,
enagua o huipil, o enredo con faja. Nuestros rasgos físicos también varían, podemos tener
los ojos rasgados, la piel morena, el cabello rubio, o negro, rizado o lacio; podemos ser altas
o bajas, delgados o gordos, con algún tipo de discapacidad. Nuestros alimentos también
pueden ser diferentes: podemos comer sushi de pescado, o espagueti, o curry, o mole, o
tsajal ve’lil (puerco en salsa roja con maíz) entre otras variedades de comida.
Yo trabajo en casa.
Trabajo del hogar de planta, género y etnicidad en Monterrey
Séverine Durin
Mención Honorífica para Mariana Mora, investigadora del CIESAS Ciudad de México
Este lunes se anunció que el libro Kuxlejal Politics de la Dra. Mariana Mora, del CIESAS
Ciudad de México, recibió una mención honorífica para el mejor libro de ciencias sociales
(sección México) de los 2018 Section Awards otorgados por la Latin American Studies
Association (LASA).
La publicación resume más de diez años de investigación extendida y trabajo de
solidaridad con miembros de la comunidad Tseltal y Tojolabal, en Chiapas. El resultado de
este trabajo revela cómo la política zapatista kuxlejal desestabiliza los efectos racializados
del estado neoliberal mexicano. Los hallazgos de Mora Bayo le permiten analizar
críticamente las formas profundamente complejas, y a menudo contradictorias, en que los
zapatistas han reconceptualizado lo político, así como cuestionado el orden de la sociedad
mexicana a lo largo de líneas de género, raza, etnia y clase.
Mariana Mora Bayo es profesora – investigadora del Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) en la Ciudad de México desde 2011. Es
Doctora en Antropología por la Universidad de Texas, Austin y Maestra en Estudios
Latinoamericanos por la Universidad de Stanford. Es autora del libro, Kuxlejal Politics,
Indigenous Autonomy, Race and Decolonizing Research Zapatista Communities, University
of Texas Press (2017) y co-coordinadora de, Luchas “muy otras‟: Zapatismo y autonomía en
las comunidades indígenas de Chiapas(2011), entre otras publicaciones. Sus áreas de
conocimiento incluyen: movimientos sociales, formación del estado, violencia, derechos
humanos, raza y racialización, así como metodologías feministas descoloniales.
NOTAS AL RAS DE LA TIERRA
Más allá de los textos: Autores, redes del saber y formación de lectores.
Luz Elena Galván Lafarga, Lucía Martínez Moctesuma y Oresta López Pérez. México: CIESAS,
Universidad Autónoma de Morelos, Colegio de San Luis. 2016.
La recreación de un ambiente
De lo anterior expuesto, resulta previsible el gran interés que por su lectura puede
despertar la obra y sin embargo, todavía podemos mencionar que los 21 autores que nos
comparten sus textos, producto de la investigación y la reflexión especializada en la Historia
de la Educación, nos regalan la posibilidad de la recreación de épocas pasadas que dejaron
fuertes huellas en el campo de la educación, huellas aún presentes en nuestros días. Una
recreación de ambientes intelectuales, políticos y sociales en los que se enmarca el hacer
educativo. No porque se trate de descripciones densas en las que se incorporen infinidad de
detalles, sino porque nuestros colegas entrelazan los temas de su interés, con el hacer, o
mejor digamos con el vivir de los autores de los libros de texto. Una vida que se retrata de
manera apasionante, porque transcurre tanto en relación con el trabajo intelectual, en la
elaboración de libros de texto, como en relación con sus distintas formas de existencia
humana de sus autores. Una obra que en parte es cercana a la narración novelada, que
incluso se antoja romántica porque los capítulos rescatan dichas formas de existencia y
también los sueños de estos personajes por mejorar la vida de otros a partir de la educación,
de la conformación de proyectos de Nación, de ideales liberales que se reflejaron en la
apuesta por la gratuidad y la obligatoriedad de la educación. Es en parte esto, lo que logra
recrear un ambiente romántico de esa época, en un sentido artístico o literario.
Así el libro, Más allá de los textos es una obra que documenta una época con base en
fotos, dibujos, ilustraciones de carteles, descripciones de ambientes sociales y educativos,
con los lenguajes cargados de solemnidad y cortesía en las cartas y otros documentos, la
referencia a valores, a preceptos morales muy conservadores, incluso rígidos y en ocasiones
se expresa el apego a ideas y formas religiosas y a las buenas costumbres.
Pero además, me parece una obra romántica por la ventana que se abre a la vida
privada de los personajes, y más aún, a su intimidad. La vida profesional, social, y de lucha
política, incluso de encierro carcelario en el caso de Justa Freire, pero también la vida familiar
y con las amistades, tanto como la vida en los sueños, en los recuerdos, en las desilusiones,
los exilios, la soledad y las enfermedades.
Quizá por todo ello es que queda una sensación de especie de túnel del tiempo, al
México de mis recuerdos en el S. XIX y a la Europa de la pre y la posguerra mundial del S. XX.
Cosas como estas, pueden llevar a una especie de saudades o añoranza por lo no
vivido, pero también por aquello que antecedió y dejo una huella, que ahora Luz Elena, Lucía
y Oresta, junto con otros 18 autores han sido capaces de rastrear y de recrear.
Quizá también queda esta sensación, por ser el estudio de personajes del S.XIX y primera
mitad del S.XX, que aunque modernos parecieran comportarse en su vida cotidiana con ese
espíritu humanista, emotivo, pasional, de compromiso en ocasiones casi monacal, propiode
épocas más lejanas.
Karla Paniagua
Kira es una joven pianista que ha perdido la memoria a corto plazo. De entre las
sombras de su pasado ocasionalmente logra recuperar algunas imágenes cuyo sentido no
logra descifrar.
Sin motivo aparente, su piel comienza a deteriorarse y el único remedio que parece
funcionar es reemplazarla con la piel de otras personas a las que comienza asesina para
mantener su belleza, hasta que las razones de la pérdida de memoria y del envejecimiento
radical de su piel son reveladas.
Esta historia realizada por Norbert Keil resulta muy oportuna en una época en la que
las señales que indican la búsqueda y eventual consecución de la muerte de la muerte son
fuertes: proyectos como Bioviva, Calico, Cenegenics y Primo Post Human, que consideran
el envejecimiento y la muerte como enfermedades que pueden curarse así nos lo indican.
Autores como Yuval Noah Harari consideran que la extensión indefinida de la vida
humana no llegará antes de 100 años, sin embargo la extensión de la expectativa de vida
continuará, con efectos deseables e indeseables que modificarán nuestra manera de
relacionarnos, de estar en el mundo y en general, de ser humanos.
Replace se concentra en la dimensión distópica de la pesquisa por el
antienvejecimiento y por eso les sugiero conocer este magnífico trabajo, disponible aquí.