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C
omo hemos visto en la lectura el desarrollo histórico del México prehispánico
tiene un lugar en la historia universal. Fue un desarrollo autónomo, entrando en
el concepto de civilización originaria que tuvo su auge en toda Mesoamérica. En
ella existieron distintos tipos de organizaciones y niveles sociales, urbanismo, economía,
política y religión que alcanzo logros muy significativos, de ello derivaron instituciones
como escuelas, talleres escultóricos, pictóricos y entre otras artes.
El interés por estudiar su historia proviene de hallarse ante una gran experiencia humana
que floreció en el aislamiento de las civilizaciones del viejo mundo. Algunos apartados de
la conciencia histórica se le deben a la existencia de códices o libros y aportes que
escribió el fray Bernardino de Sahagún en el siglo XVI.
En la segunda parte de sus escritos versa sobre la educación entre los nahuas, esto
abarca las ideas y métodos de que concibieron para la transmisión y enriquecimiento de
sus conocimientos y artes. Sobre esto hay varios capítulos que versan sobre sus
escuelas, maestros prehispánicos de la palabra, sus creaciones literarias y el nacimiento
del arte náhuatl.
En la tercera y ultima parte narra temas relacionados a la familia. Como una institución, la
familia tenia una gran importancia, en el caso de la gente del pueblo (macehualtin) varias
familias integraban un barrio (callpulli) y entre ellas había distintas formas de integración.
MESOAMÉRICA UNA
CIVILIZACIÓN ORIGINARIA.
Para entender de mejor forma que significo el México antiguo en la historia universal, hay
que entender que su cultura floreció en el contexto de una civilización originaria de
Mesoamérica. Esta es una gran civilización que llego abarcar en el centro y sur de México
y zonas continuas en la América.
Existen diversas fuentes para conocer la historia de las antiguas culturas indígenas de
México. Particularmente la cultura náhuatl que tuvo como principal cede la altiplanicie
central de México desde sus orígenes teotihuacanos hasta la derrota de los mexicas o
aztecas, tiene dos fuentes de alta relevancia; las de la lengua española y la de los códices
indígenas.
La primera que corresponde a las crónicas, relaciones y alegatos; son obras de
conquistadores, frailes, funcionarios reales y aun indios mestizos que hicieron suya la
lengua y manera española de presentar la historia.
Los códices o libros con pinturas y signos glíficos constituyen uno de los testimonios más
valiosos en el legado cultural del México antiguo. Hechos de largas tiras de piel de venado
o de papel de amate, con sus hojas dobladas al modo de un pequeño biombo, se
conservaban en las amoxcalli o “casas de libros” anexas a los templos y escuelas. Es
verdad que son pocos los amoxtli, libros de origen prehispánico, que han llegado hasta
nosotros. Después de la conquista española muchos fueron quemados por quienes los
tuvieron como idolátricos e inspirados por el demonio. Todavía hubo escribanos y pintores
que continuaron produciendo otros códices en respuesta a diversas necesidades; entre
ellas estuvo la de preservar el recuerdo las creencias ancestrales y de la propia historia.
Así se conocen hoy varios centenares de libros, algunos ya con influencia, en diversos
grados de la cultura europea.
Las investigaciones para conocer los contenidos de los amoxtli prehispánicos y del
temprano periodo colonial datan del siglo xvi. Frailes, sabios indígenas y también
autoridades reales se propusieron aprovecharlos por diversos motivos: misioneros como
Andrés de Olmos, Toribio de Benavente, Motolinía, y Bernardino de Sahagún lo hicieron
para conocer la religión y tradiciones indígenas, consideradas como “enfermedad” que
debían curar con la evangelización; sabios indígenas como Chimalpahin y Alvarado
Tezozómoc se valieron de ellos para escribir sus historias a partir de antiguos y genuinos
testimonios.
Para estudiar un amoxtli hay que investigar con sólidos conocimientos derivados de
disciplinas como: arqueología, historia prehispánica, lingüística aplicada a los idiomas
nativos, filología, epigrafía, etnología y otras más. Descifrar el contenido de algunos de
estos libros puede requerir, además, el auxilio de distintas ciencias como: botánica y
zoología, para la identificación de diversas especies representadas; química y mineralogía
en lo concerniente al estudio de los colorantes, su manufactura y la preparación del resto
de los materiales —pieles, papel de amate (del género de los ficus), fibra de maguey o
algodón—, así como en lo relacionado con el soporte físico de los glifos y pinturas. Incluso
ha sido de mucha importancia el saber de la astronomía moderna en el acercamiento a
las tablas de eclipses, ciclos lunares, ciclos venusinos y otros fenómenos celestes.