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CASO DÁTOLI

Sentencia del 14-6-1999 del Tribunal Oral en lo Criminal N° 29. Hechos:


El tribunal tuvo por probado que Alberto Datoli, cumpliendo funciones de
agente de seguridad en la Escuela Nacional de Inteligencia, dependiente de la
Secretaría de Inteligencia del Estado, en varias oportunidades, siendo la última
de ellas aproximadamente en el mes de marzo de 1997, amenazó de muerte a
Sofía Fijman y a Feliciana del Carmen Fernández, refiriéndoles que si seguían
alimentando a los felinos que había en el interior de dicha escuela, sita en la
calle Libertad 1235 de esta ciudad, las mataría. También el nombrado Dáttoli,
intimidó a las antes nombradas, en reiteradas oportunidades y con la misma
finalidad que las explicadas precedentemente, abriendo y cerrando el portón en
cuestión, y haciéndolo vibrar.
Que, el día 26 de febrero de 1998, siendo aproximadamente las 21:00 hs.,
mientras se encontraba cumpliendo funciones como agente de seguridad en el
mencionado edificio, accionó el botón de apertura del portón de hierro de
ingreso a dicho inmueble, cuando Sofía Fijman se encontraba entre las rejas del
mismo, dándole de comer a los gatos que se hallaban en el interior de la mentada
escuela. De tal manera la apertura del portón llevó a que la damnificada quedara
atrapada entre sus rejas siendo aplastada su cabeza, y parte de su cuerpo. Las
lesiones causadas a raíz de ello, determinaron la muerte de la nombrada Fijman.
El tribunal tuvo por probado que una vez advertida la presencia de Sofía Fijman
y Marta Brunet, Dátoli accionó el portón, abriéndolo y cerrándolo casi un metro
(a las 20.57 aproximadamente). Para justificar tal proceder, Dáttoli sostuvo que
"estaba probando el portón". Sin embargo, el tribunal tuvo por acreditado en
autos que: a) existía la prohibición de abrir el portón durante la noche salvo
autorización expresa de la superioridad; b) Que el jefe de seguridad y otros
agentes de seguridad que hicieron la guardia anterior hasta las 7 de la mañana
del día 26, así como quien compartió la guardia diurna con Dáttoli, manifestaron
que el portón funcionaba normalmente, lo que no justificaba una preocupación
del procesado en tal sentido; c) Que a las 19 horas, es decir, dos horas antes del
accionamiento del portón por Dáttoli, se había retirado el agente que estaba con
él, momento en que el encartado verificó la normalidad del portón.

El Tribunal Oral Nº 29 consideró que Sofía Fijman fue víctima del delito de
homicidio y que, para determinar si la conducta del autor debía reprochársele a título de
dolo o culpa, debían valorarse los indicadores objetivos que informan que su accionar se
ajuste a una u otra modalidad.
En este sentido, el tribunal tuvo en cuenta lo siguiente: “Alberto Ricardo Dáttoli
llevaba veinticinco años en una función para la que se había preparado a través de
cursos obligatorios y voluntarios. Por lo tanto, de acuerdo a su condición de agente de
seguridad, le era exigible el máximo de precaución y prudencia, aún en la aparente
simple tarea de abrir y cerrar un portón. Su experiencia le indicaba que un portón que
según el perito movía una masa al menos de seiscientos kilos, debía accionarse con
cuidado, observando desde la cabina cada vez que entraba en movimiento por la
aparición de los vehículos que ingresaban o salían del edificio”.
“El conocimiento de esta circunstancia, y de otras no podían serle
desconocidas, precisamente por esa antigüedad y experiencia que lo convertían en
custodio primordial de los distintos bienes jurídicos que quedaban bajo su esfera. Al
abrir el portón no solo permitía el ingreso de un automotor, sino también debía

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observar que no ingresase nadie que no tuviese razón de hacerlo, y para ello contaba
con una docena de monitores”.
“Entre las otras circunstancias no puede desatenderse que tenía conocimiento
de las amenazas recibidas por la Sra. Fijman”.
“También tenía conocimiento de que la víctima pasaba sus brazos a través de
los barrotes”.
“Otro elemento a considerar, es la declaración prestada por Jorge Rubén
Rodríguez, dependiente del restaurant “Big Garden”, a que ya se ha hecho mención.
Rodríguez aporta con su relato una caracterización de lo ejecutado por Dáttoli. Al
ingresar y descender las escaleras que desembocan en un pasillo, teniendo en el primer
cuarto a la izquierda la sala de control, se encontró con Dáttoli. En cuanto lo vio le
dijo: “mataste a una señora”, provocando un cambio de actitud en el imputado que
resultó instantáneo, convirtiendo la calma en furia. “Se puso furioso” dijo el testigo, y
por cierto nervioso. Pero reiteró el estado furioso de Dáttoli, que indudablemente
impresionó a Rodríguez, que veía a Dáttoli caminar de un lado a otro con ese
sentimiento, por lo que Rodríguez procuró entregarle la comida y retirarse prestamente
del lugar. Esta modificación tan categórica en el ánimo del imputado resulta indicativa
que conocía lo que había provocado. No es la mutación del espíritu sereno, a la
sorpresa por algo desconocido, que hubiera provocado otro tipo de reacción. Ya sea
ahondar el interrogatorio sobre qué se le estaba señalando, salir a la carrera a la calle
o a la reja para ver lo acontecido. Estas son las reacciones normales ante un suceso
inesperado. Pero esa furia ante la noticia de una muerte, expresada con palabras
terminantes y adecuadas por el testigo Rodríguez, pues todos sabemos distinguir entre
un estado furioso y otro nervioso, aunque el segundo sea consecuencia natural del
primer estado, dice claramente que Dáttoli no se sorprendió. Sólo expresó su fastidio
por el resultado, que aunque no querido fue consentido como probable, y ese resultado
había ocurrido”.
Se afirmó que la muerte de la Sra. Fijman ha resultado “una consecuencia
previsible del hecho ejecutado por el autor, teniendo en cuenta para ello que basta para
el homicidio con dolo eventual, que tal resultado pueda ocurrir, esto es, que “la muerte
de la víctima, según las circunstancias del caso, aparezca como un resultado previsible,
cual uno entre varios resultados diversos o alternativos” (Bernardo Varela, Homicidio
Simple, pag. 36, ediciones Lerner, 1969).
En otros términos, la responsabilidad bajo esta forma de dolo radica en que,
aunque el autor no queriendo matar, previó poder matar y mató. Resultan
demostrativos de tales extremos, el grado de peligrosidad objetiva de la acción
ejecutada, los comportamientos del imputado anteriores al hecho y la capacidad para
comprender la situación en que se colocaba a la víctima, teniendo en cuenta la
experiencia de Dáttoli por la función que desempeñaba”.
El Tribunal descartó que Dáttoli hubiera actuado con dolo directo al producir la
muerte de Fijman y para la prueba de que el autor se conformó con el resultado, lo
asumió o se resignó a él, recurrió a el tribunal a indicadores objetivos y externos
demostrativos de la actitud psicológica del agente. En tal sentido, se afirmó que
“Dáttoli adoptó con plena conciencia de sus actos una decisión en contra del bien
jurídico vida protegido por la ley penal al emprender la acción consistente en la
apertura del portón, encontrándose Fijman con parte de su cuerpo introducido entre
las rejas y el portón.
Sobre la base de las consideraciones efectuadas precedentemente, cabe
concluir que Dáttoli sabiendo las posibles consecuencias de su accionar, no se detuvo o

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no tomó medidas para evitar una eventual lesión o la muerte de la víctima, aceptando
de tal forma el resultado finalmente ocurrido.
Por lo expuesto la conducta del nombrado será encuadrada en el art. 79 del
Código Penal que contempla la figura de homicidio simple, cometido con dolo
eventual”.

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