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Capítulo III. La ternura como contraste y denuncia del horror represivo. Fernando
Ulloa
Capítulo IV. Restitución y adopciones. Una conjunción de sufrimientos e
interrogantes. Eva Giberti
Capítulo V. La ética del analista ante lo siniestro. Fernando Ulloa Capítulo VI.
Apuntes sobre Identidad, Filiación y Restitución. Martha Rosenberg Capítulo VII.
Acerca de los orígenes: Verdad, Mentira, Transmisión generacional. E.T. de
Bianchedi, M. Bianchedi,
J. Braun, M.L. Pelento, J. Puget
Capítulo VIII. El Traumatismo en la Apropiación-Restitución. Silvia Bleichmar
Capítulo IX. Matar el futuro. Alfredo Grande
Capítulo X. Destitución del cuerpo imaginario. Marisa Rodulfo
BIBLIOGRAFÍA
Prólogo
Nada fue fácil. Tuvimos que aprender, crear, recrear, innovar, crecer y
sobre todo, cambiar.
Porque nada estaba escrito de cómo hacer lo correcto para no dañar aún
más a ese precioso vástago, el hijo o hija de nuestros hijos.
Por todo ello, este libro tiene el significado de muchas palabras que repre
sentan tanto: la Solidaridad de los que nos ayudaron a hacerlo, la Donación de
quienes lo escribieron, el Agradecimiento para los que nos acompañaron.
Septiembre de 1997
Estela Barnes de Carlotto
Introducción
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Hace 20 años "Abuelas de Plaza de Mayo" se iniciaron como Institución en
un intento de organización que les permitiera luchar para la recuperación de
los hijos de sus hijos desaparecidos. Se trataba de afrontar, sin retroceder,
un hecho inédito en la modernidad, ya que el método de desaparición forza da
de personas como modo de persecución política, implantada por el Terro
rismo de Estado incluyó la apropiación de menores desaparecidos junto a sus
padres y la apropiación de bebés nacidos en el cautiverio de sus madres
desaparecidas.
Para enfrentar ese otro modo de exterminio, que significó para estos niños
ser violentamente arrancados de un sistema de parentesco para ser incluidos
en otro que reniega que el origen del vínculo se basa en el asesinato de sus
padres, recurrieron a diferentes saberes: el jurídico, el genético y el
psicológico, y pusieron en uso varios términos junto al de apropiación: restitu
ción, filiación, identidad, y encontraron modos y formas legales para validar lo
que ellas ya sabían: el derecho a la verdad y a la identidad de todo sujeto.
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PRIMERA PARTE
Abuelas: La Institución
CAPÍTULO I
Niños Desaparecidos:
su restitución
Abril de 1984
El Dr. Jorge Berra coordinó la primera parte del Seminario en el cual hubo
presentaciones introductorias a cargo de la Sra. María Isabel Chorobik de
Mariani, presidenta de la Asociación Abuelas de Plazo de Mayo y de los
doctores Mirta Guarino (abogada) y Norberto Liwski (médico), miembros de
los equipos técnicos de esta institución.
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pos Jaime de Nevares, Miguel Hesayne, Carlos Gattinoni y del rabino
Marshall Meyer.
Situación
Niños desaparecidos:
su restitución
Consideraciones
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tro de niños y el apoderamiento de madres embarazadas y criaturas
nacidas en cautiverio.
A los niños desaparecidos esclavos se les sustrajo su historia personal,
su pasado y su familia.
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El Estado, a través de sus diferentes instituciones y organismos, parti
cipó de un modo directo o indirecto en la concreción de esta deleznable
metodología.
Participación fundamental les cabe a las Fuerzas Armadas y organis mos
de seguridad, actuando en algunos casos coordinadamente con sus
similares extranacionales.
A - Efectos Sociales:
B - Desintegración familiar:
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C - Efectos en los niños:
En los niños estos efectos van a estar potenciados, no sólo por la caren cia
lógica de una estructura de personalidad que facilita el intento de adop ción,
sino y en particular, por el 'shock' traumático al cual es sometido. El solo
hecho del secuestro y posterior desaparición de uno o ambos padres
provoca un daño que implica la interrupción del desarrollo evolutivo. Y con
ello podemos considerar parte de la escala recorrida por el sistema represivo
que contemplaba desde que los mismos niños fueran utilizados como ele
mentos de presión sobre sus padres, siendo objetos de violencia física y
psíquica, hasta su propia desaparición como cierre del ciclo de terror.
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sus padres. Más allá de la moralidad del acto, existe una patología vin
cular que hace imposible construir una identidad sólida. La adopción
que hace el represor del hijo del detenido-desaparecido, además de en
ferma, es cruel, pues convierte al niño en un objeto de manipulación
psicológica, condicionando severamente su futuro y condenándolo irre
versiblemente a la enfermedad.
E - Magnitud del daño en los niños:
La situación originada por la ruptura violenta del vínculo del niño con su
familia de origen produce una situación traumática que incide en el conjunto
de su crecimiento y desarrollo.
II - La restitución
A - Consideraciones generales:
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Por lo tanto, el temor de que la restitución provoque daño es infundado, ya
que, por el contrario, lo dañino para la criatura es el desconocimiento de
su identidad y el falseamiento de sus orígenes e historia.
Este temor ha sido alentado desde la propia dictadura y vehiculizado por los
medios de comunicación creando condiciones para el desarrollo de ciertas
corrientes de opinión que, bajo el estado de confusión, conciben a la desapa
rición de niños como irreversible y a su perpetuación como el «mal menor».
B - Metodología de la restitución:
Las familias impuestas que formaban parte del aparato represivo o esta ban
vinculadas al mismo y que por ese medio tomaron posesión de las criatu ras,
bajo ningún concepto podrán permanecer con los niños, ya que se trata de
pseudo-padres, partícipes de la represión, y ahí justamente está la perver
sión del vínculo y la perpetuación del acto represivo. En tales circunstancias
no se puede hablar de adopción sino de apropiación.
C - Aspectos legales:
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tal motivo no pueden ser objeto ni de confirmación ni de rectificación. Decla
rada la nulidad o la revisión, la restitución de los niños y la recuperación de
su identidad familiar es consecuencia del principio legal que dispone que todo
deberá volverse al estado de cosas anterior o igual estado en que se hallaba
antes del secuestro o desaparición.
III - Propuestas
1°) Que como parte de la reparación que debe realizar el actual gobierno
en atención a la continuidad jurídica correspondiente propicie:
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d - Instrumentar las estructuras necesarias que puedan garantizar la
correspondiente identidad de los niños en el momento en que sean hallados.
3°) Que los medios de comunicación brinden los espacios necesarios para
acelerar las posibilidades de localización, colaboren con la restitución y
funcionen como espacios educativos.
CAPÍTULO II
El secuestro.
Apropiación de niños y restitución
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Abuelas de Plaza de Mayo
Noviembre de 1988
Frente a este horror vigente, la población infantil crecerá con la pre gunta
«¿me puede tocar a mí?»; todo niño adoptado se preguntará «¿no seré
yo un niño secuestrado de padres desaparecidos?». Preguntas que
apuntan a «¿quién soy?», «¿de dónde vengo?», «¿hacia dónde voy?» y
que trasciende el dolor íntimo de cada uno, amenazando la salud y la iden
tidad misma de nuestro pueblo.
Nos es difícil pensar que el punto más sensible, más generoso y abierto al
futuro del ser humano, su descendencia, haya sido utilizado como intento de
extinción definitiva de la herencia biológica, psicológica e ideológica de las
víctimas, a la vez que el mismo sentimiento de amor a la niñez y a la descen
dencia, sea manipulada, con el argumento del supuesto bienestar de los ni
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ños, para inducir a la confusión, a la justificación o al silenciamiento de la acción
inhumana del secuestro-desaparición de niños.
Cuando lo que nos ocupa es de tal magnitud que se refiere a los derechos humanos
de los niños, en nuestro caso niños desaparecidos secuestrados apropiados, la
sociedad entera tiene una deuda ética con ellos. Esta deuda no es abstracta,
repararla cabe a la sociedad toda. Son los jueces de la Democra cia, instrumentos
representativos, quienes deben posibilitar al pueblo saldarla.
Apropiación
Sin embargo, existe también una práctica de adopción «de registro per
manente en nuestro medio» cuyas circunstancias «dañan ética y
conceptualmente la noble institución de la adopción» 1 y que, bajo la forma
de protección, encubre el disponer a voluntad de vida y destinos ajenos.
1 Abuelas de Plaza de Mayo «La apropiación de niños y el sistema de adopción» .1er. Congreso
Argentino de Adopción.
c) APROPIADOS por falseadores, quienes, sabiendo el origen del niño fal sean
su nombre, su nacimiento, su origen y su historia, anotándolo como propio.
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apropiación.
* Como queda demostrado en las afirmaciones públicas de Ramón Camps en el reportaje reali
zado por Santiago Aroca, publicado en la revista española «Tiempo», donde declaro: « personal
mente no eliminé a ningún niño, y lo que hice fue entregar a algunos de ellos a organizaciones
de beneficencia para que les encontraran nuevos padres. Los subversivos educan a sus hijos
para la subversión. Eso hay que impedirlo». O bien en las opiniones atribuidas a Vaquero testi
moniadas en el juicio a los ex-comandantes.
Entonces, para que una adopción sea legítima, los padres libremente tienen
que hacerse cargo de ceder el hijo en adopción y renunciar a todo proyecto
de vida en relación a ese hijo en el acto de cederlo. Deseo y proyec to que
jamás cedieron los padres de los niños desaparecidos, sino que, víctimas
ellos de la desaparición, fueron arrancados compasivamente de sus seres
más queridos. ¿Acaso el clamor de las Abuelas no es la expresión de la
insistencia del deseo de los padres de estos niños?
2 lbid.
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La ilegitimidad de los pseudos padres radica en la imposibilidad de fun
damentar su deseo en la ilegalidad.
Los pseudos padres, al negar, mentir, ocultar o callar su origen a los niños y
al violentar la voluntad y el proyecto de vida de sus progenitores,
representados ahora por sus familiares legítimos, no pueden invocar la adop
ción, ya que se trata en el mejor de los casos, de siniestra complicidad*,
puesto que condena al niño, literalmente a desaparecer.
Las situaciones de hecho son de fraude y falsificación, sin ley y sin verdad.
Sin ley, más que la voluntad absoluta de dominio de los represores y/o
apropiadores. Sin verdad, porque se altera y se distorsiona la realidad aun
ante los jueces y las pruebas de histocompatibilidad sanguínea, sobre quiénes
son, cuál es su familia y a dónde pertenecen. Por lo tanto, los apropiadores no
pueden representar ni a padres ni a padres adoptivos, porque ocupan ese
lugar desde la ilegalidad y la impostura.
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Desde el punto de vista del derecho internacional el Estado argentino en su
acción sistemática de sustracción de menores, ha violado diversos princi
pios consagrados por la Comunidad Internacional.
1°) Todo niño tiene derecho sin discriminación alguna por motivo de raza,
color, sexo, idioma, religión, origen nacional o social, posición econó mica
o nacimiento, a las medidas de protección que su condición de menor
requiere, tanto por parte de su familia como de la sociedad y del Estado.
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Desde el punto de vista del Derecho Interno la dictadura militar argentina
violó diversos artículos de la primera parte, Declaraciones Derechos y Ga
rantías de la Constitución Argentina.
El artículo 146 del Código Penal establece una pena de tres a diez años de
prisión o reclusión a quien «sustrajere a un menor de diez años del poder de
sus padres, tutor o persona encargada de él, y el que lo retuviere u ocultare».
El art. 139 del Código Penal impone la pena de prisión de uno a cuatro años
«al que por medio de exposición, de ocultación o de otro acto cualquiera,
hiciese incierto, alterase o suprimiese el estado civil de un menor de diez años.
El art. 142 del Código Penal establece la pena de dos a seis años de
prisión o reclusión, al que privare a otro de su libertad personal, en distintos
supuestos tipificados en el articulado.
En algunos casos los menores fueron protegidos por los vecinos cuando se
produjo el secuestro de sus padres. Los vecinos ignoraban el nombre
verdadero de los padres, y en las condiciones de represión que existían en
Argentina consideraron que lo más adecuado era mantenerlos con ellos. Se
trata de los doce niños que permanecen con la familia que los crió y de otros
casos que, sin dificultades judiciales, muchas veces sin la participación de la
justicia, por la sola acción de Abuelas de Plaza de Mayo, fueron voluntaria
mente restituidos a su familia.
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contribuyeron a que el menor fuese privado de los derechos que le reconoce
las Declaraciones y Convenciones Internacionales. No se trataba de menores
abandonados por sus padres, sino privados de ellos por el accionar represivo
de la dictadura a quienes el resto de la familia los buscaba reclamándolos
ante los distintos órganos del Estado.
Pero los casos más comunes son aquellos en los que se abre la vía penal
por los delitos cometidos en contra de los menores. Se trata de los casos en
que las fuerzas representativas llegaban a los menores a Centros ilegales de
detención, o directamente se apropiaban de ellos, de la totalidad de los casos
de menores nacidos durante la detención de su madre.
Fundamentos de la paternidad
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de hecho, el deseo de paternidad. Entonces ¿se puede cumplir la función
parental desde una paternidad ilegal desde un principio? ¿Desde una paterni
dad construida a partir de la radical privación, que significa imponer un ori
gen falso y que, por lo tanto, niega el origen y la continuidad del psiquismo
del niño? Los padres desde su deseo parental, inician la historia psíquica de
un niño, aun antes de nacer.
¿Qué vínculo puede establecer alguien que sabe que está robando el lugar
parental? ¿Se puede mirar al niño sin «encontrarse» con la mirada de los
padres? ¿Sin descubrirse permanentemente en el lugar del fraude? ¿Cómo se
inviste un niño como hijo propio cuando se sabe que su familia lo recla ma?
Para poder construir este vínculo falso paterno-filial se requiere mante ner
vigente la desaparición, tanto de los padres, como del niño: excluir a los padres
de toda realidad material y psíquica posible, pasada, presente y futura y
reemplazarlos ilegalmente desde la usurpación de ese lugar. En consecuen cia,
esta pretendida función de padres psicológicos resulta intrínsecamente per
versa. Decimos perversa desde la significación más abarcativa y radical del
concepto, que parte de la resonancia que para todos tienen el término e incluye
una perspectiva clínica, una perspectiva social y una perspectiva ética.
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En tanto perversión es desvío, desde la perspectiva ética hablamos de
perversión en el sentido de falsedad como desvío; falseamiento del origen,
de la historia, de la identidad....es decir desvío perverso de la verdad.
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ellos localizados. En algunos casos serán los niños, y adultos, los que encon
trarán la verdadera historia acerca de su origen.
a) Las circunstancias
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proceso de ocultamiento y enajenación. En este tipo de actos se desconoció
toda ley; la transgresión se hizo ley, la perversión la modalidad del vínculo.
b) El carácter
C) El momento
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miento del vínculo originario o del cercenamiento de una parte de sí, en los
casos más tempranos en que el niño aún se vive uno con su madre -se le
suma la imposición de un marco falso de intersubjetividad y de un deseo que
pretende reducirlo a no ser él mismo, en lo que constituye un pertinaz
intento de desidentificación. Se lo arranca, entonces, del universo de senti do
familiar. Este universo, en todo niño, está connotado por los anhelos y
valores de los padres -primordialmente de la madre- por la imagen y el
nombre anticipado que ella tiene del niño y que lo prefiguran, por las signi
ficaciones que la madre da las necesidades del niño, que inscriben sus
vivencias corporales.
d) La identidad
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caciones, de lo que se trata es del dominio sobre alguien a quien se toma
como cosa, a quien se intenta hacer desaparecer como persona.
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CAPÍTULO III
Introducción
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5. En una nota verbal de fecha 6 de julio de 1988 la Misión Permanente de la
Argentina ante las Organizaciones Internacionales en Ginebra transmi tió una
carta del Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina en la cual
se expresaba que las autoridades de ese país apreciarían la visita y
adoptarían todas las medidas necesarias para facilitar los contactos solicita
dos. En nombre del Gobierno del Paraguay, se comunicó verbalmente al
autor del presente informe que la cuestión de los niños estaba sometida ac
tualmente a los tribunales y que en tales circunstancias no era oportuna una
visita al Paraguay porque podría considerarse como injerencia en el proceso
judicial. En una carta de fecha 5 de agosto de 1988 el Gobierno del Paraguay
informó al Secretario General de que en todos los casos en que el Gobierno
de la Argentina había pedido la extradición, los tribunales, tanto de primera
como de segunda instancia, habían librado un fallo favorable a la solicitud.
Sin embargo, en la actualidad esos casos estaban pendientes ante la Corte
Suprema, que emitiría un fallo en su debido momento.
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Los represores que arrancaron a los niños desaparecidos de sus casos o
de sus madres en el momento del parto, decidieron de la vida de aquellas
criaturas con la misma frialdad de quien dispone de un botín de guerra.
1 Para una mayor información al respecto, véase el informe del Grupo de Trabajo sobre Desapa
riciones Forzadas o Involuntarias, documento E/CN.4/1985/15, párrs. 97 a 107.
2 Nunca Más. informe de la CONADEP, Editorial Universitaria de Buenos Aires, I997, pág. 299.
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mayor de personas desaparecidas cuyo paradero se desconocía, entre ellas
mujeres y niños, e hizo hincapié en que las mujeres y los niños sufrían los
efectos a la vez como víctimas directas y por su parentesco con las víctimas.
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que habían sido encomendados. La verdadera identidad de los niños se reve ló
en 1979, tras la búsqueda iniciada por los abuelos. Con arreglo al mencio nado
informe, la identidad de los niños fue reconocida por los padres adoptivos, que
han convenido en examinar nuevamente la situación en el caso de que
aparezcan los padres de los niños»3.
3 Véase el Informe del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias, docu
mento E/CN.4/1435, párrs. 170 a 172.
4 Véase E/CN.4/1492, párrs. 38 a 43, E/CN.471984f21, párrs. 28 a 31, E/CN.4/I985/15, párr. 101,
E/CN.4/1986/I8, párrs. 48 a 51, E/CN.4/I987/I5, párr. 17 y E/CN. 4/1988/19, párrs. 39 y 40.
31
Montevideo. La niña fue localizada por las Abuelas de Plaza de Mayo, gra
cias a una denuncia anónima, en 1980, pero la familia que se había apropia
do de la menor cambió de domicilio y sólo se le volvió a encontrar en 1983.
Su falso padre había sido miembro de la policía argentina, desempeñándose
en la Brigada XV de La Matanza, con asiento en San Justo, que funcionaba
en un local utilizado como centro clandestino de detención de desapareci
dos5. La niña fue reintegrada a su familia legítima en 1984, luego de un largo
proceso judicial. Sus padres continúan desaparecidos.
En 1977, la niña fue inscrita como hija propia por uno de los jefes de la Triple
A y su mujer, que no tenían hijos. En 1984, la abuela de la niña, que contó
con la ayuda de las Abuelas de Plaza de Mayo y de otras personas, logró
establecer que su nieta se encontraba en poder de uno de los responsa bles
de la desaparición de su hija. Por entonces la familia que se había apro piado
de la niña se encontraba escondida, prófuga de la justicia. En 1985 fue
localizada y la niña entregada a su abuela materna.
«Pero sin duda, uno de los hechos más oprobiosos que la Comisión
Nacional pudo conocer e investigar sobre los alumbramientos en cautiverio
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de jóvenes desaparecidas, fue lo ocurrido en ciertos sectores del Hospital
de Campo de Mayo y que, necesariamente requiere un tratamiento
propio.
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sala y que el sargento carpintero de apellido Falcón había violado a una de
ellas siendo sancionado con diez días de arresto por este hecho, pero que
luego de cumplirlos había seguido normalmente en el servicio. Agrega que,
cuando llegaba el momento del trabajo de parto, las prisioneras eran trans
portadas, presumiblemente por la noche, al servicio de Ginecología y Obste
tricia, cuyo jefe era el Mayor Caserotto, actualmente en el mismo cargo, pero
con el grado de teniente coronel, según entiende el denunciante. A través de
comentarios generalizados del personal del Hospital sabe también que, una
vez nacido el hijo, las prisioneras eran separadas del niño e inme diatamente
desaparecían del Hospital de Campo de Mayo con destino desco nocido. En
cuanto a los niños, permanecían en el servicio de nursery» 6.
13. Según las pruebas reunidas por la CONADEP, los niños secuestrados
compartieron en muchos casos el suplicio de sus padres y a menudo fueron
obligados a presenciar las torturas que se les infligían a sus progenitores.
14. Durante el juicio que, a instancias del actual Gobierno de la Argenti na,
se siguió contra los miembros de las tres juntas militares durante cuyo
Gobierno ocurrieron la mayoría de las 8.961 desapariciones registradas por
la CONADEP, se revelaron a la población argentina y del mundo pruebas
precisas y concordantes de la existencia de un aparato represivo dirigido
desde la cúpula militar y destinado a eliminar sistemáticamente no sólo a los
miembros de organizaciones armadas sino a buena parte de la oposición y a
los familiares y parientes de todos ellos en tanto pudieran constituir un posi
ble germen de continuidad de dicha oposición. Eliminar desde la raíz a cierto
tipo de oposición existente en la sociedad argentina fue el objetivo que dio
forma a una actividad represiva de naturaleza genocida, basada en las ideas
políticas de las víctimas o en las de sus familias o parientes cercanos.
16. Sería difícil evaluar en qué medida influyó en los represores el enfo que
ideológico descrito o una especie de sadismo que los llevara a prolongar en
los hijos o en los padres de sus víctimas, el suplicio a que éstos fueron
sometidos. Lo cierto es que la apropiación de niños fue realizada
sistemáticamente por algunos sectores del aparato de exterminio creado por
la dictadura militar, pero no por todos los sectores. Muchos de los niños
encontrados en el momento de la detención de sus padres fueron dejados
en manos de vecinos que buscaron a sus familias para devolverlos o que los
protegieron. A veces fueron simplemente abandonados o dejados en
hospitales u orfelinatos, donde murieron o fueron entregados a padres
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adoptivos. Algunos de los niños nacidos en cautiverio fueron entregados a
sus abuelos.
17. Como las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas iniciaron la búsque da
de sus hijos y nietos desde el momento mismo de la desaparición. Algunas
de ellas sabían que sus hijos habían sido asesinados y que sólo sus nietos
podían devolverles en cierto sentido las vidas que les habían sido arrebata
das. Otras no han podido hasta el presente saber con certeza el destino de
sus hijos, pero sí saben que sus nietos se encuentran en manos de los res
ponsables del asesinato o desaparición de los padres o en manos de funcio
narios, ex funcionarios u otras personas involucradas en delitos relaciona dos
con las desapariciones forzadas o involuntarias.
20. Las Abuelas de Plaza de Mayo, con la ayuda de la American Association for
the Advancement of the Sciences, lograron que se introdujera en la Argentina el
uso de análisis genéticos para determinar el parentesco con un mayor grado de
certeza. Este método, que ya era utilizado en otros países para establecer el
parentesco, se usó por primera vez en la Argentina para establecer la relación
de un niño con su familia biológica en ausencia de los padres. Un equipo de
médicos argentinos recibió la formación necesaria para llevar a cabo las
pruebas genéticas que permiten establecer cuál es la verdadera familia del niño.
21. El paciente y fervoroso trabajo llevado a cabo por las Abuelas de Plaza
de Mayo ha dado a esta organización un prestigio nacional e interna cional
considerable y le ha permitido encontrar a 42 niños. Sin embargo, el
hallazgo de los niños no constituye, como debiera, el final feliz de una difícil
búsqueda, en ciertos casos, como queda de manifiesto por el mandato enco
mendado al autor del presente informe, es entonces cuando se inicia un
arduo trabajo para lograr que el niño sea devuelto a su familia legítima.
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22. Las familias de los niños encontrados debieron iniciar, con el sacrifi co
consiguiente, largos procesos judiciales durante los cuales no siempre
pudieron contar con la determinación de los jueces. En efecto, algunos de
éstos actuaron con excesiva lentitud, sin utilizar todos los recursos legales de
que disponían para lograr una pronta devolución de los niños 7.
7 Véase el informe del Grupo de Trabajo sobre Desaparición Forzada o Involuntaria, documento
E/CN'4/1986/18.
23. Según las Abuelas de Plaza de Mayo, las dilaciones en el procedi miento y
la falta de vigilancia sobre las personas que habían tomado a los niños, por
parte de los organismos competentes del Estado permitieron que algunas de
esas personas salieran del país llevándose a los niños de los que se habían
apropiado y que buscaban sus familias legítimas.
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las pruebas hemogenéticas para probar de manera irrefutable la identidad
de los mellizos, el matrimonio Miara logró fugarse de la Argentina lleván
dose consigo a los niños. En enero de 1987 se supo que se encontraban en
el Paraguay.
Cabe agregar que Samuel Miara (alias González o Turco) trabajo en los
centros de atención «Vesubio» y «Club Atlético» 8.
Niños en poder del Mayor Médico del Ejército Norberto Atilio Bianco
26. De los testimonios mencionados se infiere que uno de los niños en poder de
Bianco es el hijo de Silvia Quíntela y Abel Madariaga. La primera está
desaparecida desde el 17 de enero de 1977, no así el padre quien trató de
comparecer como querellante en el proceso contra Bianco pero no fue aceptado
como tal por el juez porque no había ninguna prueba de su paterni dad. No
obstante, en 1986, cuando se iban a realizar las pruebas hemogenéticas para
determinar la identidad de los niños, el matrimonio Bianco abandonó su casa
llevándose a los niños. Poco tiempo después éstos fueron localizados por la
justicia argentina en el Paraguay.
8 Hay testigos que mencionan a Samuel Miara, en el legajo N. 7170 de la CONADEP, como
participante activo en la represión y las desapariciones.
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encargada del traslado clandestino de los presos uruguayos desde dicho
centro clandestino, situado en Buenos Aires, hasta Montevideo, Uruguay.
En mayo de 1983, gracias a un anuncio publicado en un diario de Buenos
Aires requiriendo datos sobre el paradero de la niña, una organización de
derechos humanos del Brasil recibió una denuncia anónima diciendo que
Miguel Ángel Furci y su mujer, Adriana González de Furci, tenían en su poder
una niña con las mismas características físicas y la misma edad que la
requerida. Se indicaba además que la mujer de Furci nunca había estado
embarazada. Con esta información se presentó una denuncia ante el Juzgado
Federal de San Isidro que el juez tramitó con extrema lentitud, según lo
observado por las Abuelas de Plaza de Mayo. Después de un laborioso tra
bajo realizado por los abogados de la abuela de la niña para instar el procedi
miento y en el momento preciso en que se ordenaba la realización de las
pruebas hemogenéticas, la mujer abandonó su casa llevándose a la niña con
rumbo desconocido. Más tarde se pudo determinar con un alto grado de
certidumbre que el matrimonio estaba en el Paraguay con la niña
desaparecida.
29. Se sabe que el Capitán Vildoza tiene en su poder uno de esos niños y
el hecho fue denunciado a la justicia. El Capitán Vildoza se encuentra tam
bién presuntamente en el Paraguay, con el niño de que se ha apropiado.
30. Entre las múltiples investigaciones realizadas por las Abuelas de Pla za de
Mayo para localizar niños desaparecidos, una de ellas las llevó a deter minar
que la pareja compuesta por Ornar Alonso y María Lujan de Mattía tenía en su
poder a una niña hija de personas desaparecidas. Ante las prue bas reunidas
para llegar a esa conclusión, el Juzgado No 1 en lo Penal de la Plata dispuso
la detención de esas dos personas que no se habían presentado cuando
fueron citadas para las pruebas hemogenéticas que permitirían deter minar la
verdadera identidad de la niña. Las investigaciones policiales realiza das para
localizarlos tuvieron repercusiones de otra índole, pues se pudo - determinar
que Alonso estaba vinculado a una red de narcotraficantes- en la que también
estaría involucrado Guillermo Suárez Masón, quien fue Co
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mandante del Primer Cuerpo de Ejército y uno de los jefes castrenses más
señalados en denuncias sobre desapariciones y otras violaciones de los dere
chos humanos durante el período de gobierno militar en la Argentina. Sin
embargo, la pareja logró salir del país a fines de 1986 y existen grandes
indicios de que actualmente se encuentra en el Paraguay.
31. Las gestiones judiciales realizadas por los familiares de los niños
desaparecidos y por las Abuelas de Plaza de Mayo han sido difíciles, fatigosas
y, en algunos casos, no han dado frutos porque los niños fueron sustraídos de
la jurisdicción de los jueces argentinos.
33. Según la información recibida, durante la dictadura militar las Abue las de
Plaza de Mayo presentaron numerosas denuncias y pedidos de bús queda de
los niños desaparecidos, que no recibieron el tramite correspon diente, pues
los tribunales y las instituciones del Estado no tomaron, en la mayoría de los
casos, las medidas más elementales para localizar a los niños ni informar a
sus parientes del lugar en que se encontraban, ni siquiera cuan do poseían
esa información.
39. El fallo continúa explicando que no es posible asimilar los casos de apropiación
de niños desaparecidos a la adopción, que se realiza fundándose en principios
éticos, sin engaños y mediante una libre y consciente cesión de los derechos de
paternidad, sin violencia ni ruptura compulsiva del vínculo familiar. Por el contrario,
«la situación que nos ocupa, rodeada de fraudes y falsificación, en donde no existe
ley ni verdad sino simplemente el absoluto dominio de los apropiadores, enferma lo
que debe ser una relación paterno-filial, con el consecuente perjuicio a la psiquis
del apropiado y a la sociedad toda, que encuentra menoscabados valores tan
importantes como la verdad, la justicia, la identidad y la familia».
b) la destrucción de su identidad,
41. Por considerar que los niños que se encuentran en poder de sus
secuestradores o apropiadores corren grave peligro para su salud mental y
física, las Abuelas de Plaza de Mayo han multiplicado sus esfuerzos por
lograr su restitución lo antes posible.
42. Las autoridades paraguayas no parecen compartir este criterio, pues han
dilatado ya por largo tiempo la restitución de los niños. Estos casos han dado
lugar a un debate en la comunidad internacional acerca de la real exis tencia
de ese peligro y la conveniencia de que los niños sepan la verdad sobre su
origen.
41
determinar la identidad de los niños examinó este tema, vinculando sus investi
gaciones a los derechos humanos. En un trabajo sobre la materia se dice:
9 «Human genetics and human rights. Identifying the families of kidnapped children» en The
American Journal of Forensic Medicine and Pathology, vol. 5, Ns 9, diciembre de 1984.
V. Observaciones finales
42
45. La comunidad internacional está preocupada por las violaciones de los
derechos humanos como resultado del secuestro y el traslado ilícito de los
niños y por las demoras en la adopción de las medidas urgentes necesarias
para corregir la situación. Las víctimas de esas violaciones de los derechos
humanos son los niños secuestrados, sus padres (desaparecidos o no) y sus
abuelos o demás familiares que los buscan.
46. En el caso de los niños, se les están negando sus derechos a la libertad y
la seguridad de la persona, a mantener su propia identidad y al contacto con
sus verdaderos padres y familiares, el derecho a la protección por parte de su
familia, la sociedad y el Estado, el derecho a gozar de su propio medio
ambiente y el derecho a no ser objeto de tratos inhumanos o degradantes.
Además, a los niños secuestrados se les niegan varios derechos que figuran
en la Declaración de los Derechos del Niño.
48. A Los padres, abuelos y demás familiares interesados del menor se les
priva de su derecho a proteger, cuidar y educar a sus niños, a estar en
contacto con ellos y a la reunificación de la familia. En realidad, la persisten
cia de una situación en la cual no puede reconstruirse la vida familiar normal
debido a la negativa de quienes se han apropiado de los niños a devolverlos a
su familia legítima, prolonga la angustia de los parientes y les impone inten
cionadamente un sufrimiento mental.
43
su informe al Presidente de la Argentina, la CONADEP llega a la conclusión de
que las víctimas de las desapariciones fueron, en la inmensa mayoría de los
casos, personas que no tenían nada que ver con actividades terroristas 10. El
objetivo de quienes perpetraron las desapariciones era eliminar a determinados
sectores de la sociedad que se oponían al gobierno militar y a su política de
terror. Para cumplir su tarea destructiva se fijaron como objetivo no sólo per
sonas, sino también familias enteras y grupos sociales independientemente de
las opiniones personales de los distintos miembros de esas familias o esos
grupos11. A su juicio, los vínculos de sangre o el contacto social contaminan e
incrementan la tendencia a la «subversión», y en consecuencia, merecen
castigo.
53. Sin embargo, los mecanismos oficiales para localizar a niños secues
trados no parecen haber funcionado en forma eficaz, ya que la gran mayoría
de los niños encontrados, después de haber desaparecido, se ubicaron gra
cias a los esfuerzos de sus parientes y de las Abuelas de Plaza de Mayo.
13 El secuestro de niños como forma de tortura o castigo de sus padres u otros parientes y la
utilización de niños para aumentar el dolor y el sufrimiento de la persona torturada, ya sea
obligando a los niños a estar presentes cuando se está torturando a sus parientes, o viceversa,
es uno de los métodos más despreciables de tortura de los que se informa que han sido utiliza
dos en la Argentina. Véase Nunca Más, op. cit., en 2, p. 319 a 321, informes en legajos Nos.
5187, 2628, 3048 y 5473.
44
14 Si bien el autor del presente informe reconoce la disposición especial que figura en la «Ley de
obediencia debida" con respecto a la apropiación ilícita de niños, la referencia a ese texto legal
no implica que comparta el principio de "la obediencia debida» y sus consecuencias jurídicas.
Según la información recibida durante la visita a la Argentina, en el período
de gobierno militar, esos mecanismos fueron obstruidos y sirvieron a menu
do para ocultar la identidad de los niños, más bien que para ayudar a los
parientes a encontrarlos. Además, los jueces y tribunales parecen haber
dilatado innecesariamente en cierto número de casos el retomo de los
niños a sus familias legítimas, incluso cuando la identidad se había de
mostrado fehacientemente. El demorar la justicia equivale en estos casos
a negar la justicia.
45
56. Resultaría inadmisible y materia de grave preocupación internacional el
que un país se convirtiera en refugio de secuestradores y lugar de oculta ción
de los niños de los que ilícitamente se han apropiado aquéllos. Debe
exhortarse al Gobierno del Paraguay a que tome medidas inmediatas para el
retomo de los niños a su país de origen, dadas las abundantes pruebas de que
fueron trasladados ilegalmente al Paraguay en violación de leyes concretas de
su país natal y que, en consecuencia, son objeto de un tráfico ilícito que la
comunidad internacional también condena.
46
CAPITULO IV
El texto del diálogo con la Dra. Fracoise Doltó que publica «Psyché»
evidencia una desinformación de y a la Dra. Doltó, que lleva a preguntar
se cuál ha sido la intención de la convocatoria a este encuentro. Es así
que el diálogo se concentra alrededor de un equívoco insistente: la adop
ción de niños homologada a la apropiación de niños, con lo que se
descontextualiza la situación de los niños secuestrados y el abordaje a
este horror aún hoy vigente.
Las situaciones de hecho son de fraude y falsificación sin Ley y sin Verdad.
Sin Ley, más que la Ley arbitraria y omnímoda de los represores, sin verdad,
en el ocultamiento pertinaz, aun ante los jueces y las pruebas de
histocompatibilidad sanguínea que los delatan como apropiadores. Sus figu
ras, por lo tanto, no representan las figuras parentales o de padres adoptivos
sino que ocupan el lugar parental desde la impostura.
47
La voluntad de apropiación utiliza la invalidez del «infans» (ser humano
desde que nace y durante sus primerísimos meses de vida, sin palabras ni
ideas), para montar un andamiaje de mentira que lo captura en dicha invali
dez. El aparato psíquico de los niños secuestrados se desarrolla en esta situa
ción de captura y de enajenación de su deseo.
Lo que funda la identidad (estructura interna que consiste en lo que uno siente
ser) es el deseo de vida de los padres unido a la propia pulsión de vida del
bebé. El deseo de vida se va haciendo autónomo, pero debe pensarse, en el
origen, íntimamente ligado al motor que lo generó; el deseo parental. Esta
configuración de deseos que es origen de la vida, es basamento identificatorio.
Los niños afirman y confirman su identidad en un constante proceso de
reaseguramiento de esta configuración. Es sobre esta matriz existencial que
se ejerció y se ejerce la violencia de la impostura. Violencia potencializada en
la permanencia del ocultamiento y la apropiación. No hay falsificación posi ble
de la vivencia inconsciente del origen de la vida, lo que hay en la impos tura es
un intento de alienación del deseo inconsciente, de reducir al niño a su
necesidad, a la defensa por sobrevivir; a enajenarlo como persona, como
sujeto del deseo.
48
Tenemos la experiencia que ninguno de los niños restituidos se comporta
como si se los separara de su propia familia o de padres adoptivos verdade
ros dadores de identidad.
3) F.D.: «Lo importante es que no se instruya al niño para que diga que
ha sido criado por verdugos».
-F.D.: «El cambio de hogar en los niños no se hizo con violencia». (!)
-M.E.B.: «Sí, se hizo con violencia porque las madres fueron reclui
das, torturadas y muertas luego del parto».
-M.E.B.: insiste en que se mató a los padres, que se trata de una sus
tracción de niños, y que, a pesar de las exhortaciones públicas, los padres
adoptivos no han respondido.
49
¿Entonces? La opinión sobre la causalidad sorprende. Mataron a sus
padres, los sustrajeron, no responden: entonces, los quieren*.
* Ciento cinco niños judíos de Lidice (Praga) fueron separados de sus madres en la sala del
Liceo de Kladno A los menores de un año, los llevaron al hospital de Praga - Krey Nadie supo
sobre su destino El resto fue trasladado a Polonia, con una marca visible «niños de Lídice,
retorno indeseable» Internados en el campo de concentración de Rustikobo, sólo aquellos que
respondían físicamente a los conceptos nazis de la raza ana fueron seleccionados para su
germanización. Los demás fueron exterminados
Los sobrevivientes, entre ellos Mane Hanfova, quien declarara estos horrores en Nuremberg,
fueron reeducados según la ideología nazi y vendidos a familias alemanas, cambiándoles así el
nombre, el idioma, etc.
50
«...sus padres naturales dieron su vida para modificar su sociedad. Pero éste
no es motivo para demoler su propia estructura proponiéndoles detectar a los
padres adoptivos».
8) -F.D.: «El hecho de haber contribuido a que este niño haya sido
abandonado les da más razón para querer reparar el daño, criando al
niño».
En primer lugar, estos niños no fueron abandonados por sus padres, sus
padres fueron asesinados y ellos secuestrados-apropiados, sustraídos a sus
legítimos familiares.
51
vida y deseo por parte de los progenitores, ni de los progenitores de sus
progenitores.
9) Unos párrafos más adelante F.D. señala que: «hay que tener mucho
cuidado con el aspecto reivindicatorio de los padres naturales» (a la sazón
judíos en el contexto de la experiencia de la Dra. Doltó). Entonces, otra vez
lógica asombra (¿lógica del inconsciente?): Peligro, frente a los padres natu
rales. Confianza, frente a quien contribuyó a hacerlos huérfanos. ¿Esto no
parece ya sostenido por una ideología?
Aun en los casos en que los niños, después de la matanza de sus padres,
quedaban solos o con vecinos y eran entregados por éstos a la justicia del
Proceso, ésta, en la mayoría de los casos, no sólo no los restituía a sus
familiares, (a quienes les era negada toda información), sino que, también
como parte del aparato represivo, los mantenía desaparecidos.
52
Cuando lo que nos ocupa es de tal magnitud que se refiere a los derechos
humanos de los niños, en nuestro caso niños desaparecidos-secuestrados
apropiados, la sociedad entera tiene una deuda ética con ellos. Esta deuda no
es abstracta, repararla cabe a la sociedad toda y son los jueces de la demo
cracia, instrumentos representativos, quienes deben posibilitamos saldarla.
SEGUNDA PARTE
Sobre las Abuelas
CAPITULO I
Niños desaparecidos
«para que no sean los olvidados de la memoria»
- sea en el momento del asesinato o cuando eran llevados los padres - sea
53
Esto se ha producido en Argentina, bajo una dictadura militar entre 1976 y
1983 - treinta mil ciudadanos han desaparecido de los cuales varios cente
nares de niños1.
54
En el caso que nos ocupa es interesante hacer notar que la lista de espera se
hacía en el Campo de Concentración de la «Escuela de Mecánica de la
Armada». Familias de marinos esperaban que prisioneras embarazadas die
ran a luz para apropiarse de sus hijos. Se sabía que durante la espera de este
niño, su madre iba a ser torturada, vivía en condiciones inhumanas, alumbra
ba maniatada y se la entregaba a la muerte después del parto. El deseo de la
madre «adoptiva» no es el de la madre de tener un hijo de tal hombre, sino
que se articula al poder de tener un derecho de vida y muerte sobre esta
mujer víctima y por lo tanto sobre su hijo. Qué será de la palabra de esta
«madre» a nivel de la organización simbólica ya que ella es portadora del no
hablar y del secreto?
El robo coloca al niño del lado de los objetos por la negación de su estatuto
genealógico - no se puede disociar esto del tratamiento infligido a sus
padres torturados y asesinados. Negación de los cuerpos de la madre y del
padre. ¿Qué pregunta se le dirigirá a este niño a esta cosa? ¿A este
Objeto? Si hay rechazo de la interrogación genealógica fundamental para
obtener la diferenciación de los individuos en la misma especie, ¿podemos
hablar de niños o de objetos?
Estas preguntas nos llevan a retomar toda la cadena de actos que han
permitido este robo: desapariciones, torturas, asesinatos. Todos los testimonios
dan cuenta del extraordinario sadismo puesto enjuego en estas practicas. No
se puede pensar que estamos allí en el registro de la perversión. El perverso no
desconoce la ley, al contrario la transgresión y el desafío lo tranquilizan perma
nentemente sobre su existencia y mantienen su goce de poder y jugar con ella.
Gozo mayor es el robo del niño, pero que no se detiene en la falsificación del
acta de nacimiento y permite mantener cotidianamente en todas las relaciones,
comenzando por la del niño, una relación mentirosa que mantiene de muy a
distancia, pero omnipresente y amenazante. Este niño recuerda y reactualiza
permanentemente el acto cometido.
Auge del gozo, del dominio absoluto, asesinato de los padres, posesión
de niño - desafío a la sociedad que procesa con sus leyes.
Estos niños han sido robados con toda impunidad, sus familias los bus can,
sus abuelas se han organizado en una asociación «Las Abuelas de Plaza de
Mayo». Las Abuelas se han puesto como tarea encontrar sus nietos des
aparecidos, devolverlos a sus familias y obtener el castigo para los culpables.
Trabajo inaudito que se realiza con el apoyo del pueblo que les da pistas para
ubicarlos a los niños.
55
Alrededor de 400 niños desaparecidos, de los cuales 50 han sido encon
trados, algunos muertos, otros secuestrados por parejas que los ha robado y
han huido, otros restituidos o que permanecen en las familias donde fueron
encontrados y visitados por sus abuelos.
56
abandonados, sus familias no han cesado de buscarlos, este secuestro se
apoya sobre la negación de la ley y una pretendida impunidad.
Triste destino el de este niño condenado a ocupar el lugar del que por su
misma presencia necesita de la afrenta el horror. Los apropiadores no quie
ren devolver a los niños, ellos le son necesarios pero no en un proceso
afectivo sino patológico y próximo de la dependencia adictiva de aquel que
por nada del mundo renunciaría al producto de su adicción.
57
CAPITULO II
59
Las Abuelas de Plaza de Mayo
Desde 1976 a 1983 los militares gobernaron la Argentina. Durante este período
una sucesión de «Juntas» Militares se entregaron a una campaña de represión
sangrienta y brutal en cuyo transcurso 30.000 personas, el 80 % de las cuales
tenían entre 16 y 35 años, fueron detenidas y desaparecidas. El 30% eran
mujeres y de éstas el 10% (3% del total) estaban embarazadas. (Nunca Más,
1984). Los militares se proclamaban defensores de «la tradi ción, la familia y la
propiedad» y cualquier crítica al régimen era vista como un signo de
comportamiento «anti-argentino» y «subversivo» que debía ser aplastado a fin
de proteger a la Nación. Según dijo Jorge Rafael Videla, el presidente de una
de las Juntas: «la represión es contra una minoría a la que no consideramos
«argentina» (Frontalini y Caiati, 1984). Esta guerra exigía que la sociedad
argentina fuera reestructurada por el «Proceso de Reorgani zación Nacional»
para restaurar los valores «occidentales y cristianos».
En una cruel ironía, y a pesar de que los militares mataban a los jóvenes
padres de los niños, en algunos casos consideraban que las criaturas tenían
«buenos genes», lo que los hacía potencialmente inteligentes y saludables
siempre que se los ubicara en el medio «apropiado», por lo tanto a algunas
de las embarazadas se les proporcionaba un rudimentario cuidado físico evi
tándoles suplicios mayores hasta el momento del parto.
60
a un esquema de violencia sexual, con el oscuro designio de «destruir su
personalidad y su dignidad como seres humanos y como mujeres».
A esto debemos añadir que las mujeres en Latino América son fundamen
talmente apreciadas en su papel de «madres». Reteniendo a los niños nacidos
en cautividad y entregándolos posteriormente como «botín de guerra» se
afirmaba el poder del Estado Patriarcal Militar sobre un aspecto característico
de la identidad femenina, la maternidad. Con la supresión de la madre, se
quebranta el lazo humano fundamental, y esto robustece la creencia de que el
Estado Militar controla todo sin oposición. Ser capaz de atacar a la vida en sus
propias raíces muestra al poder militar como absoluto e inmutable.
Esta «reorganización», considerada necesaria por los militares para «sal var»
a la sociedad argentina, exigía que los hijos de los «subversivos» fueron
apartados de los suyos para ser otorgados a «buenas familias» (por ej.: de
militares o de clase alta) (Suárez - Orozco, 1987). Ramón Camps, Jefe de
Policía de la Pcia. de Buenos Aires donde cantidades de niños/as fueron
secuestrados/as, decía; «... Personalmente yo no eliminé a ningún/a chico/a,
lo que hice fue dar algunos/as a organizaciones benéficas para que les encon
traran nuevos padres. Los subversivos educan a sus hijos en la subversión.
Por ello esto debía detenerse» (citado por Barki, 1988 p. 241).
1 María Isabel Chorobik de Mariani, Beatriz H. C. Aicardi de Neuhaus, Eva Márquez de Castillos
Barrios, Alicia Zubasnabar de De La Cuadra (primera Presidente), Vilma Delinda Sesarego de
Gutiérrez, Mirta Acuña de Baravalle, Haydee Vallino de Lemos, Leontina Puebla de Pérez, Celia
Giovanola de Califano, Raquel Radio de Marizcurrena, Clara Jurado, María Eugenia Casinelli de
García Irureta Goyena, (Nosiglia, 1985, p.90).
61
Soportaron malos tratos, insultos y persecución por parte de militares y
policías. Tenían que echar mano de todo tipo de tretas y mostrarse cautelo
sas para protegerse. Implementaron un código que les permitieron hablar por
teléfono sin sobresaltos acerca de sus familiares desaparecidos. «El hombre
blanco» era el Papa; «Los cachorros», «agendas» o «flores» eran los/as
niños/as; «las chicas», «las jóvenes» eran las Madres de Plaza de Mayo»;
«las viejitas» o «las tías» eran ellas mismas. (Nosiglia, 1985).
«No hay nada que no hayamos intentado para saber algo sobre los niños.
Cuando tenemos indicios de que una familia es sospechosa de haber adopta
do ilegalmente un niño, iniciamos un seguimiento muy estrecho de la misma.
En ciertos casos alguna de nosotras ha ofrecido sus servicios para ayudar en
trabajos domésticos y de esa manera poder ingresar a la casa. En cierta
oportunidad uno de los abuelos fingió ser un plomero buscando trabajo. Pero
la mayor ayuda proviene de la gente. Con regularidad publicamos en los
diarios información acompañada de las fotos de los niños desaparecidos y la
gente nos acerca alguna noticia sobre ellos. Cuando no podemos acercamos
físicamente a los niños llegamos a usar dispositivos fotográficos para seguir
los de lejos». (Christian Science Monitor, October 6, 1986).
62
padres. Sin embargo, en el caso de los/as niños/as desaparecidos/as, la ma
yoría de los padres estaban probablemente muertos, y la filiación biológica
sólo podía cumplimentarse por intermedio de abuelos/as y otros miembros
de la familia.
Nueve niños han sido identificados por medio del empleo de los «marca
dores» genéticos desde 1984, en que el primer estudio fue llevado a cabo En
siete casos los tribunales argentinos ordenaron la restitución lisa y llana de los
63
niños a sus familias de origen, en tanto los dos restantes están viviendo aun
con aquellos que los criaron.
2 «La Historia Oficial» 1985 un film de Luis Puenzo, narra la toma de conciencia por parte de
una profesora de historia del colegio secundario Esta mujer casada con un adinerado hombre
de negocios comienza a sospechar que su hija adoptada inmediatamente después del nací
miento podría haber sido robada a una familia de «detenidos-desaparecidos» Hacia el final la
madre adoptiva esta lista para enfrentar la verdad sobre el origen de su hijita y dejar de creer las
mentiras de «las historias oficiales" que le habían contado durante toda su vida Desgraciada
mente esta no es una situación comente Muchas de las familias que criaron a los niños se
niegan a permitir que la verdad se ponga en evidencia y han llegado a huir a otros países con los
niños que reivindican como propios (Ver mas adelante)
«No podía crecer abuelita, era como si una mano me estuviera presio nando
la cabeza» (Dicho por un niño después de ser devuelto a su familia de
origen Abuelas de Plaza de Mayo - Nov. Dic. 1988 Enero 1989).
64
antes de que esta gente raptara a Mariana por segunda vez y desafiando la
orden de la Corte, huyeron de la Argentina.
3 El texto de Las cartas de Mariana aparecen en «Pour ces yeux-la» de Irene Barki, Ediciones
«La Découverte» París, 1988, pp. 182-185. Las traducciones en el original inglés son de las
autoras de este trabajo.
65
devuelta a la mujer que ilegalmente se había apropiado de ella. Pero el com
portamiento impecable de su verdadera familia y el deseo expreso de
Ximena llevaron a los jueces a aceptar que continuara viviendo con su abue
la. No obstante, se estipularon visitas semanales para la madre «adoptiva»
(apropiadora) quién se dedicó a denigrar constantemente a los padres de la
niña. La situación empeoró a punto tal, que a la apropiadora se le otorgaron
los beneficios de un régimen de visitas garantizadas por control policial, opo
niéndose así a los deseos manifiestos de la niña. El caso de Ximena Vicario
ha sido tomado por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas
en Ginebra, Suiza.
Los compromisos entre los militares y el gobierno en este período refle jan,
por lo menos en parte, el fracaso del segundo en llevar ante la justicia a
aquéllos más directamente implicados en la desaparición de 30.000 argenti
nos. Dos leyes la de «Punto Final» y «Obediencia Debida» promulgadas en
1986 y 1987 respectivamente, significan una victoria de los militares y sus
defensores, ya que ellas impidieron efectivamente el juzgamiento de allí en
más de los acusados de delitos atroces y aberrantes.
66
Mujeres y niños/as son equiparados a propiedades. Debían castigarse las
acciones consideradas «innecesarias» o «excesivas» por ejemplo: secues tro
y cambio de identidad de los niños/as, el robo de bienes, y la violación de
mujeres. El patriarcado público quebró un conjunto fundamental de relacio nes
mientras buscaba reforzarlo. El secuestro de niños/as y la violación de
mujeres, así como el robo de bienes, era una afrenta al tradicional control
masculino en el núcleo familiar y esta falta individual y social debía ser
penada por el padre/estado. Las Abuelas al igual que otros grupos de Dere
chos Humanos han denunciado estas leyes y el fin de los juicios a los
militares.
En una entrevista publicada en 1985 Francoise Doltó sumó otra opinión a este
tema tan complejo4. Basó sus reparos en las experiencias obtenidas de
pequeños/as a quienes trató y que habían sido previamente adoptados/as en
forma ilegal por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Sostenían que
como los niños habían formado parte de sus familias adoptivas por muchos
años, sus vínculos los ligaban a esas familias más que a las biológicas. Termi
naba diciendo que las abuelas no tenían ningún lazo real con los niños y que
por lo tanto no tenía sentido restituirlos. Los chicos, explicaba, ya habían
experimentado un trauma y una segunda situación similar debía ser evitada.
Habiendo perdido sus padres naturales, ¿por qué ahora se les hacía perder a
los adoptivos? Aunque se sostiene que la Doltó se retractó poco antes de morir,
otros comparten sus puntos de vista cuando apelan a lo del «segundo trauma»
como una razón para oponerse a la restitución.
4 Esta entrevista apareció en el número de agosto de 1985 de Psyché, una publicación de
psicología y psicoanálisis que se editó hasta fines de 1990 en Buenos Aires (Argentina).
67
Manejarse en el tema en cuestión con opiniones apoyadas sólo y exclusi
vamente en teorías psicológicas tradicionales e intentar resolver así el dilema
es insuficiente, quienes lo hacen fallan al no incorporar la dimensión política
en la restitución. Los que sostienen por ejemplo que la restitución de un niño
a su familia de origen refleja el retomo al biologismo o que se les provoca un
«segundo trauma», divorcian al niño/a de su contexto socio-histórico y
psicologizan un problema social, que existe porque un terrorismo de estado
incontrolado se abatió durante 6 años sobre Argentina. Desde esa perspecti
va el trauma es definido en términos de relaciones individuales entre los
niños/as y sus cuidadores primarios. Pero lo que este análisis ignora, aunque
no es lo menos importante es el trauma social y político que yace en el centro
de la vida de estos niños: la pérdida de su identidad y de sus historias perso
nales (Arditti y Lykes 1989) (Lykes y Fariña, 1989).
Los términos de la lucha han sido planteados, una lucha que ha de dirimirse
no sólo en el campo judicial sino también en el político y psicológico. El
debate va más allá de lo específico del caso argentino y revitaliza polémicas
bien conocidas dentro de los círculos científicos, como ser: naturaleza versus
crianza (nature vs. nurture) o aquélla entre situacionalistas y quienes busca
ban explicaciones para las causas de los fenómenos sociales en procesos
biológicos. El nuevo desafío para las viejas teorizaciones es qué hacer con
estos niños que han sido «codificados» por el terrorífico ejercicio del poder
de parte de una dictadura militar y/o un sistema capitalista de mercado.
Comercio de niños
En muchos países de América Central los niños son comprados a muje res
pobres por la suma irrisoria de 20 dólares y vendidos a personas de Estados
Unidos, Europa e Israel ansiosas por convertirse en padres y pro porcionar a
los niños/as «una vida mejor». Los interesados llegan a pagar 20.000
dólares, pero gran parte de esta suma va a parar a manos de inter mediarios,
lo que incluye abogados, asistentes sociales, psicólogos, etc., en cargados
de los trámites de adopción. Hay una gran demanda y las estrate gias para
satisfacerla se renuevan. Por ejemplo, Janice Raymond (1989) una feminista
dedicada a problemas éticos en la Universidad de Massachussets informa
sobre un auge evidente de el «Tráfico de Niños» fomentado por estas
adopciones internacionales, lo que viola en forma flagrante los dere
68
chos humanos de las mujeres y los/as niños/as involucrados/as. Cita el ejem
plo de Sri Lanka donde se establecieron secretamente «granjas/criaderos de
niños», las mujeres embarazadas son allí verdaderas incubadoras, ya que se
las obliga a acostarse con turistas europeos para que los niños producidos
sean de piel clara, «más apetecibles para las parejas Occidentales, y por lo
tanto de mejor cotización en el mercado».
70
cortar, borrar, cercenar el hilo conductor de la memoria histórica. Los des
aparecidos vivos, nuestros nietos. Se niega su existencia en cautiverio... Es
el final definitivo para ellos. Pero debe quedar sentado que para el pueblo
esclarecido y para la comunidad internacional que acompaña a las Abuelas
de Plaza de Mayo, la restitución es el único camino válido, reparador. Y éste
es el camino que nosotras continuaremos transitando».
Conclusión
71
Las permutas y combinaciones que las nuevas opciones reproductivas
permiten, crearán sin duda un nuevo grupo de seres humanos, para quienes
instancias como la del origen e identidad serán de supremo interés.
Las Abuelas garantizan el derecho de los niños a la verdad, a sus histo rias
individuales, a sus familias y a su país. La memoria y la identidad se
convierten en la base de la dignidad humana y en una estrategia contra el
peligro de la amnesia colectiva apoderándose de la mente del pueblo. A
medida que levantan el velo de la violencia patriarcal, que intenta secuestrar
seres humanos y convertirlos en propiedad, nosotras entrevemos el día en
que las mujeres no sean más víctimas de despojos y los niños, sus hijos,
convertidos en objetos.
1986
Enero: 70 australes = U$S 87, 39
Diciembre: 110 australes = U$S 114, 22
1987
Enero: 150 australes = U$S 112, 61 Diciembre: 350 australes = U$S 68, 35. Difícilmente una
persona empleada en la cocina y limpieza de un sanatorio ganara 500 australes mensuales,
(6.000 australes anuales s/fuentes citadas).
1986
Enero: 0, 801 australes = 1 U$S. Julio: 1, 008 australes = 1 U$S. Diciembre: 0, 963 australes = 1U$S.
Promedio: 0, 9638 australes = 1 U$S.
1987
Enero: 1, 332 australes = 1 U$S Julio: 1, 977 australes = 1 U$S Diciembre: 5, 120 australes = 1 U$S
Promedio: 2, 4793 australes = 1 U$S
En cuanto a lo que se le pagó por su hijo/a no hay objeción, ya que ése no es un «mercado»
oficial y se rige por reglas muy particulares.
Por todas estas razones las cifras dadas por la población que narra este caso no concuerdan
con los valores en vigencia en ese momento.
Referencias bibliográficas
72
Abuelas de Plaza de Mayo. (Nov. Dic. 1988 - Enero 1989).
Informaciones, Buenos Aires, Argentina.
Arditti, Rita (1987). «El Negocio de la Subrogación» Social Policy, 18, 42-46.
Berra, Jorge; Grinspon, Diana; Liwski, Norberto & Binz, Morris Tidball.
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Advances in Forensic Haemotogenetics 1-443-448. Berlín Heidelberg,
Springer-Verlag.
Bunster, Ximena (1984). «La Tortura de las Mujeres Prisioneras Políti cas;
un caso de estudio en la Esclavitud Sexual Femenina». En Kathleen
Barty, Charlotte Bunch & Shirley Castley (Editores) International
Feminism:
Networking Against Female Sexual Slavery (p. 94-102) Nueva York: The
Intemational Women 's Tribune Center.
73
Castagno de Vicentini (1984)
Di Lonardo, Ana María, Darlu, Pierre, Baur, Max, Orrego, Cristian, & King,
Mary Claire (1984) «Genética Humana y Derechos Humanos: Identi ficación
de las familias de los niños secuestrados» ^»?. J. Forensic Med. and
Pathology 5, 4, 339-347.
Lykes, M. Brinton and Fariña, Juan Jorge. (1989) «Gun the un official Story
have a Happy Ending?» («¿Puede tener un final feliz la historia no
oficial?»)
Nova, «The Search for the Disappeared» («A la búsqueda de los des
aparecidos») Programa realizado en PBS en 1986. La transcripción de este
programa de una hora de duración tiene un precio de cuatro (4) dólares y
puede solicitarse a NOVA, Box 322, Bostón, MA. El video o un film de 16
mm. se vende en Coronel Film and Video, 108 Wilmont Rd., Deerfield, IL
60015, 1-800-621-2131.
74
Raymond, Janice G. (1990) «Of ice and men: The big chill over women's
reproductive rights» («De hielos y hombres: El congelamiento de los dere
chos reproductivos de la mujer») Issues in Reproductive and Genetic
Engineering, 3r. 45-50.
(b) Está en este título usado la palabra Stock con el sentido de Almacenaje de mercadería o bien de estirpe o linaje?
CAPITULO III
Las Abuelas:
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Atrapados sin salida, daremos una opinión de izquierda o de derecha,
neutral o comprometida, en todo caso, radicalmente diferente si se hace
desde el Terrorismo de Estado aún no superado del todo, o desde la Demo
cracia pluralista que no termina por consolidarse.
Se trata, para empezar, por reconocer que algo tenemos que hacer con el
deseo y la ausencia, con el olvido y la memoria. Que tanto el olvido como
la memoria nos son necesarios, y que es preciso saber y recordar para
poder olvidar.
Casi nada sabemos -y Dios nos libre y nos guarde de saberlo todo
pero algo podríamos pensar sobre éste, nuestro patrimonio
mortífero.
Ese rasgo de nuestra identidad que se nos impone como destino. Pen sar,
no como ilustración o como enciclopedismo estéril -como racionalidad
cultural- sino como elaboración simbólica. La que permite y augura que el
espanto no se repita, que se conjure la tragedia.
Acaso ése, el de las abuelas, ¿no es un amor ciego? Amor que nunca existió. Si
esas abuelas jamás conocieron a sus nietos. ¿Cómo puede dolerle la ausencia de lo
que nunca tuvieron?
La propuesta: «dejar las cosas donde están», sugiere un pacto, un acuer do, una
complicidad. Pacto entre las partes: una, acorralada por la ausencia. Otra, dueña de
la vida y la muerte, que les «sugiere» como única salida para conjurarla hacer suyo
el deseo de muerte. O, peor aun, aceptar que sus hijos nunca existieron como
humanos. Acuerdo propuesto para convalidar dejan do las cosas donde están», a los
dioses en su lugar de poder. Pacto qué intenta ocultar los crímenes cometidos por
los militares o, si acaso, atribuirles a las víctimas la intención agresiva y violenta que
soportan. De ahí que a las abuelas se les pida -se les implore, casi- cesar en su
búsqueda, «dejar las cosas donde están», no hacer más daño, acabar con el
«secuestro de niños». En definitiva que en el reino del Terror, denunciar la
apropiación es cometer la, como en ese paradojal juego de «él que lo dice, lo es».
El Terrorismo de Estado, más que Estado autoritario, fue la aplicación del miedo
como método y práctica permanente. En lugar de Leyes Especiales o de Tribunales
Especiales, el Terrorismo de Estado se caracterizó por la aplicación de una ley
corrupta, expresión paradójica que, en sí misma, encierra toda una contradicción. No
se trató, solamente, de la violación de los derechos consa grados por la Declaración
Universal de las Naciones Unidas en 1948. Lo que se avasalló en nuestras tierras,
fueron aquellos derechos cuyo respeto parecía definitivamente garantizado a fines
del siglo XVIII
Ellos los hicieron1. Genitores. Les dieron nombre, los bautizaron, les
pusieron fecha de fabricación y lugar de origen. Se hicieron de hijos
esclavos.
1 Desde el punto de vista filosófico, la «creación teológica no es más que una palabra, un nombre
falso para designar lo que en verdad es sencillamente producción, elaboración, fabricación o
construcción La «creación» teológica sigue siempre el modelo del Timeo Dios es un construc
tor, un artesano que mira los eide, las formas preexistentes, y los utiliza como modelos o
paradigmas para modelar la materia Pero Dios no crea el eidos ni en Platón ni en ninguna
teología racional Dios es el artesano-demiurgo- de las formas «intermediarias», del mundo
y de todo lo que este contiene del timeo, pero no es -y no podría ser- el creador de los
eschata (como diría Aristóteles en la Metafísica}, es decir, -creador de la materia desnuda y de
los eide-formas últimas de los elementos matemáticos del Tuneo Dios no es el creador de lo
«vivo eterno» El Dios del Génesis no lo es tampoco ÉL solo le da forma al tohubohu ya
existente Nuestros dioses -militares- fueron consecuentes con esta concepción teológica
2 Dejando de lado el sentido polémico y hasta peligroso del término patriarcado, esos dioses
-dioses de la aparición y la desaparición- se me hacen dioses patriarcales. Dioses envidio
sos de la fertilidad femenina que realizan -en su universo psicótico- la fantasía de ser ellos los
que hicieron a esos niños, los que después de «gestarlos» les pusieron nombre, les pusieron
fecha y lugar de nacimiento Les dieron identidad e historia, los bautizaron y -(denegando a
sus verdaderas madres (ya que no aceptan el asesinato sino que reclaman la inexistencia de
esas madres desaparecidas)- después de construirlos ellos mismos, les dieron una «madre».
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aymaras, shuaras, tetetes, cofames, cayapas, miskitos, mayas entre otros fue
ron homogeneizadas bajo la categoría de indios). Culturas e historias desapare
cidas. Sobrevivieron algunos, si acaso, cuando sus trabajos, sacrificios y ofren
das eran esenciales para el soporte de sus amos en el lugar de los dioses 3.
Junto al genocidio de los «indios», debemos a estos dioses, que los de miles
de africanos fueran arrancados de sus tierras, de su cultura, de sus familias,
de sus nombres y de su historia para convertirse en «cosas». Obje tos de
intercambio que «gestados» en bodegas de barcos se entregaban a la
«nueva vida». Hijos esclavos.
Allí, también, la aparición (de los negros), la desaparición (de los aborí
genes) que los dioses impusieron desde el poder.
Nuestra identidad nacional, la historia de nuestra cultura se forjó, tam bién, con
oleadas de inmigrantes. Sobrevivientes y victimarios, generalmen te, de otros
proyectos genocidas. Todo hace pensar que sabemos muy poco de su historia
(que es la nuestra) por la transmisión oral de nuestros abuelos. Si acaso
anécdotas, mitos que se repiten hasta el cansancio para disimular silencios,
vacíos. Más que relatos callados, se trata de marcas no significables.
Experiencias abrumadoras, excesivas, que se inscriben por lo negativo: hue
cos. Todo hace pensar que el silencio de los sobrevivientes y de los verdugos
-que se explica por la insalvable dificultad de transmitirles a sus hijos el lugar
activo o pasivo que les tocó en un proyecto de exterminio- se inscri bió como
hecho traumático. Tanto más eficaz cuanto que su causa fue muda. ¿Cuál es
la palabra para designar el horror? ¿Cuál el relato que permita transmitir eso,
insoportable, de haber sido objeto, destinatario elegido, de un proyecto de
destrucción? ¿Cómo hablar desde el lugar de sujetos inhuma nos, pensados
para ser exterminados y quemados; hechos humo para luego negar que han
existido? Esos dioses -los nazis, por ejemplo- tampoco toleraban las
diferencias y, si bien de manera muy acotada experimentaron en la
conservación de cuerpos de niños judíos, su decisión estratégica fue la de
aniquilar la «raza» toda. Eliminarlos en sus prolongaciones ascendentes y
descendentes para, después, negar que hubieran existido. De ahí la industria
de la desaparición de cuerpos. Esa maquinaria mortífera de los hornos y los
campos de exterminio.
3 Estos dioses que a partir de 1492 aniquilaron a los indios de América y «fabricaron» negros en
los galeones, no toleraban diferencias. Cuando la propia España debió homogeneizarse católi
ca, a los judíos no se los exterminó. Se los convirtió al catolicismo o se los expulsé por el Edicto
del 31 de marzo de 1492 que, dicho sea de paso, aún no ha sido revocado por la Constitución
del Reino.
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miento al que fueron sometidos los negros africanos. Seguramente no se
puede comparar la persecución masiva, la tortura y la desaparición a la que
fue sometida la sociedad argentina desde 1977 hasta 1983 con los horrores
de las guerras convencionales (la del Paraguay, la de las Malvinas para citar
sólo dos que nos «tocaron» de muy cerca) o con los cortes de los inmigrantes
y refugiados, pero, sin embargo, algo tienen en común. Son parte de una
historia traumática, identidad nuestra hecha con marcas letales. Existe un
registro diferente -una particular inscripción en la individualidad psíquica, y en
el imaginario social-para las guerras, el Holocausto, los genocidios, el
Terrorismo de Estado y la amenaza nuclear, pero todas ellas ponen en peli
gro la supervivencia de la especie y, por lo tanto, comparten una particular
manera de impedir su captura simbólica. Captura simbólica que se suprime
con la propuesta inicial.
Para las Abuelas «dejar las cosas donde están» significa que ellas mis mas
deberían aportar a su aniquilamiento Evaporarse Reconocer que nunca
tuvieron hijos Ignorar la verdadera identidad de esos niños, la que pone en
deuda la omnipotencia de sus captores Con la búsqueda que no cesa, y su
inclaudicable reclamo, las Abuelas configuran el destino que se opone al
avasallante despliegue del poder totalitario. Lo que no callan, lo que las abue
las denuncian con su incorruptible anhelo de encontrarlos es, simplemente, la
existencia de esos niños, de sus nietos. Esos niños existen Lo que las Abue
las pretenden es poder llamarlos por su nombre Esos niños son la prueba
incontestable del delito cometido Delito que impide nombrar a los niños Delito
que impone nombrar a los culpables
Por el contrario, «dejar las cosas donde están», invita a aceptar el silen cio,
la insensatez y la muerte La muerte, y la abolición de muerte. Propone,
también, resignarse a la prolongación del Terrorismo de Estado que nuestra
precaria Democracia intenta interrumpir.
4 Seguramente los acontecimientos históricos que con marca de sangre y fuego gestaron nues
tra identidad no se enhebran racionalmente en una secuencia causal -o casi causal- regida
por leyes que explican nuestro destino. Los intentos de hacer derivar nuestros males actuales
de los antecedentes mortíferos no elaborados, o de profetizar y augurar otros horrores por venir
en función de una pasado que asi parecería imponerlo, ignora que la sociedad instituyente
(no la instituida) es el modo de ser del campo histórico social «Urdimbre inmensamente
compleja de significaciones» (C Castoriadis) que, independiente de la base material, empa
pan, orientan y dirigen toda la vida de la sociedad En última instancia, creación imprevisible
del imaginario social
Con todo, es lícito pensar que aquellos vientos trajeron estos lodos, que algo hubo en lo
viejo Algo que el quedar pendiente de resolución, preparo -determino, diriamos- lo nuevo
Pero nada se opone a que podamos afirmar que lo antiguo entra en lo nuevo con la significación
que lo nuevo le da. Quiero decir de acuerdo a los esquemas imaginación del presente
Cada sociedad instaura, crea, construye su propio mundo Su propia identidad Lo que
mantiene unida a la sociedad, lo que la sostiene cohesionada, no es otra cosa que el magma de
las significaciones imaginarias, sistema de interpretación del mundo creado por ella Mas que
sistema de interpretación que la sociedad tiene, sistema de interpretación que hace y es la
sociedad Y esa es la razón por la cual la sociedad totalitaria percibe como un peligro mortal
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