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RESTITUCION DE

NIÑOS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO

Prólogo, por Estela Carlotto


Introducción, por Alicia Lo Giúdice

PRIMERA PARTE: Abuelas: La Institución


Capítulo I. Niños Desaparecidos: su restitución. Conclusiones del Seminario
Nacional
Capítulo II. El secuestro. Apropiación de niños y su Restitución.Equipo
interdisciplinario de las Abuelas de Plaza de
Mayo
Capítulo III. Prevención de la desaparición de niños. Theo van Boven Capítulo IV.
Abuelas opinan sobre Doltó

SEGUNDA PARTE: Sobre las Abuelas

Capítulo I. Niños desaparecidos: Para que no sean olvidados de la memoria. M.


Pascale Chevance-Bertin
Capítulo II. La labor de las Abuelas de Plaza de Mayo. Rita Arditti y M. Brinton
Lykes
Capítulo III. Las Abuelas: entre dioses y ausencias . J.Carlos Volnovich

TERCERA PARTE: Apropiación-Restitución. Algunos casos.

Capítulo I. Memoria para lo impensable. Caso de hijos de desaparecidos


argentinos robados por militares o policías.
M. Paséale Chevance-Bertin
Capítulo II. La Restitución, una respuesta identificante. Laura Conte
Capítulo III. La Cajita. Subjetividad y Traumatismo. Alicia Lo Giúdice
Capítulo IV. Algunas consideraciones acerca del informe de los mellizos
Reggiardo-Tolosa. Alicia Lo Giúdice
Capítulo V. La manipulación de la memoria por los medios de comunicación en el
caso de los mellizos Reggiardo-Tolosa. Alicia Lo Giúdice Capítulo VI. Adopción y
restitución de niños. El papel de los medios. Eva Giberti

CUARTA PARTE: La Restitución para la Identidad. Apuntes


teóricos.
Capítulo I. El derecho a la identidad. Laura Conte
Capítulo II. Niños secuestrados en Argentina: metodología de restitución a sus
familias originales. E. T. de Bianchedi,
M. Bianchedi, J. Braun, M.L. Pelento, J. Puget.

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Capítulo III. La ternura como contraste y denuncia del horror represivo. Fernando
Ulloa
Capítulo IV. Restitución y adopciones. Una conjunción de sufrimientos e
interrogantes. Eva Giberti
Capítulo V. La ética del analista ante lo siniestro. Fernando Ulloa Capítulo VI.
Apuntes sobre Identidad, Filiación y Restitución. Martha Rosenberg Capítulo VII.
Acerca de los orígenes: Verdad, Mentira, Transmisión generacional. E.T. de
Bianchedi, M. Bianchedi,
J. Braun, M.L. Pelento, J. Puget
Capítulo VIII. El Traumatismo en la Apropiación-Restitución. Silvia Bleichmar
Capítulo IX. Matar el futuro. Alfredo Grande
Capítulo X. Destitución del cuerpo imaginario. Marisa Rodulfo

BIBLIOGRAFÍA

Prólogo

20 años después podemos compartir con ustedes nuestras experiencias


sobre la tan dura tarea de buscar en los acontecimientos, sujetándonos a
frágiles hilos conductores que nos harán descubrir al nieto robado.

Nada fue fácil. Tuvimos que aprender, crear, recrear, innovar, crecer y
sobre todo, cambiar.

Porque nada estaba escrito de cómo hacer lo correcto para no dañar aún
más a ese precioso vástago, el hijo o hija de nuestros hijos.

Y así, con mucho amor, con el corazón estrujado, con convicción


irreductible, hoy 20 años después, podemos decir sin lugar a dudas que
nadie más que ellos, nuestros nietos, tienen derecho a recobrar su Identidad,
para dejar de ser esclavos, reconocer su historia, ser ellos mismos.

Por todo ello, este libro tiene el significado de muchas palabras que repre
sentan tanto: la Solidaridad de los que nos ayudaron a hacerlo, la Donación de
quienes lo escribieron, el Agradecimiento para los que nos acompañaron.

Devolvemos en estas páginas el amor que nos brindaron y la confianza


que nos tuvieron para abrir el camino de nuestros nietos hacia la
Libertad.

Septiembre de 1997
Estela Barnes de Carlotto

Introducción

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Hace 20 años "Abuelas de Plaza de Mayo" se iniciaron como Institución en
un intento de organización que les permitiera luchar para la recuperación de
los hijos de sus hijos desaparecidos. Se trataba de afrontar, sin retroceder,
un hecho inédito en la modernidad, ya que el método de desaparición forza da
de personas como modo de persecución política, implantada por el Terro
rismo de Estado incluyó la apropiación de menores desaparecidos junto a sus
padres y la apropiación de bebés nacidos en el cautiverio de sus madres
desaparecidas.

Para enfrentar ese otro modo de exterminio, que significó para estos niños
ser violentamente arrancados de un sistema de parentesco para ser incluidos
en otro que reniega que el origen del vínculo se basa en el asesinato de sus
padres, recurrieron a diferentes saberes: el jurídico, el genético y el
psicológico, y pusieron en uso varios términos junto al de apropiación: restitu
ción, filiación, identidad, y encontraron modos y formas legales para validar lo
que ellas ya sabían: el derecho a la verdad y a la identidad de todo sujeto.

Desde lo psicológico, y eso nos enseña el psicoanálisis, identidad y ver dad


es algo que cada sujeto construye, de ahí lo valioso de las Abuelas en su
lucha permanente por la memoria y la verdad, ya que piden ese derecho para
sus nietos apropiados ilegalmente.

Desde los inicios, el primer grupo de psicólogos de las Abuelas construyó


los fundamentos para realizar las restituciones y los diferentes profesionales
de la psicología y el psicoanálisis, por medio de sus experiencias clínicas y/o
su interés por dicha temática, fueron produciendo diversos trabajos.

Las Abuelas me encomendaron la compilación de los que fueran repre


sentativos de los diferentes momentos institucionales y de los distintos aportes
que fueron recibiendo. Fue decisión de la Institución y la responsabilidad de la
Editorial Universitaria de Buenos Aires, EUDEBA, las que nos permiten hoy
compartir lo producido, problematizarlo e invitar a nuevas producciones.

Si el horror parece imposible de enunciarse ya que la materialidad de los


hechos resiste a inscribirse en la historia, los trabajos aquí presentados per
miten abrir una brecha para que dicha historización sea posible; mi agradeci
miento, entonces, por permitirme participar para que este proyecto se con
vierta en acto.

Buenos Aires, septiembre de 1997


Alicia Lo Giúdice

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PRIMERA PARTE
Abuelas: La Institución

CAPÍTULO I

Niños Desaparecidos:

su restitución

Conclusiones del seminario nacional

Abril de 1984

El día 14 de abril del corriente año se realizó el Seminario «Los Niños


Desaparecidos, su Restitución». El mismo se desarrolló en las instalaciones
de la Confederación Médica de la República Argentina (COMPRA) cuyas
autoridades las facilitaron en un gesto solidario, haciendo óptimas las condi
ciones para su realización.

El encuentro convocó a personalidades de reconocida trayectoria en sus


diversos campos de actuación profesional y social: abogados, médicos, psi
cólogos, docentes, asistentes sociales, sociólogos, psiquiatras, trabajadores
de lo cultura y el arte, asesores de menores, etc., quienes, a través de ocho
mesas de trabajo, expusieron, confrontaron y elaboraron un conjunto de
propuestas que constituyen un excelente material de análisis, reflexión y orien
tación para el conjunto de la sociedad argentina, principal destinataria de las
conclusiones.

El Dr. Jorge Berra coordinó la primera parte del Seminario en el cual hubo
presentaciones introductorias a cargo de la Sra. María Isabel Chorobik de
Mariani, presidenta de la Asociación Abuelas de Plazo de Mayo y de los
doctores Mirta Guarino (abogada) y Norberto Liwski (médico), miembros de
los equipos técnicos de esta institución.

El seminario contó con importantes adhesiones de instituciones y perso


nalidades. Entre ellas destacamos la presencia de delegaciones de las or
ganizaciones de Derechos Humanos del país: Madres de Plaza de Mayo,
Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Servicio
Asociación de Abogados de Buenos Aires, Asociación de Psicólogos de Buenos
Aires y de la Escuela de Psicología Social de Pichon-Riviére, lo cual tuvo a su
cargo la coordinación de las mesas de trabajo. Asimismo, se recibie ron
telegramas de adhesión del Señor Presidente de la Nación Dr. Raúl Alfonsín,
del Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, de los obis

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pos Jaime de Nevares, Miguel Hesayne, Carlos Gattinoni y del rabino
Marshall Meyer.

Estuvo presente el Secretario de Desarrollo Humano y Familia, Dr. Enri


que de Vedia.

Las mesas de trabajo abordaron nueve de las situaciones en que se han


tipificado las diversas modalidades en que se encuadran el secuestro y des
aparición de niños, a saber:

Situación

• N 1 Localización de niños post-mortem.


• N 2 Embarazada con niñito nacido en cautiverio e
institucionalizado y adoptadode buena fe.
• N 3 Niño localizado no restituido con filiación ilegítima.
• N 4 Niño localizado no restituido con adopción plena de mala fe. •
N 5 Niño secuestrado junto a su madre por fuerzas de
seguridad, localizado en poder de otro miembro de la familia con
desconocimiento de la abuela paterna que lo buscaba.
• N 6 Abuelas que localizan a sus nietos y facilitan la tenencia a la
familia sustituía.
• N 7 Niño nacido en cautiverio y en poder de represores.
• N 8 Niña secuestrada con sus padres en el extranjero, localizada
en poder de personas que fueron miembros de las fuerzas de
represión y anotada como propia.
• N 9: Niña localizada y restituida a su madre (ex-detenida,
desaparecida, luego presa y finalmente liberada).

Al presentar las conclusiones del Seminario, la Asociación Abuelas


de Plaza de Mayo desea expresar públicamente su agradecimiento a
todos aquellos que brindaron su apoyo para la concreción de tan tras
cendente encuentro.

Niños desaparecidos:

su restitución

Consideraciones

La situación de los niños desaparecidos fue equiparada a la esclavi tud


que en nuestra patria fue abolida por la Asamblea de 1813. En aquellos
años el amo era el dueño del esclavo y de sus frutos y disponía de la
vida y de la muerte de los mismos. Todo esto se dio en el secues

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tro de niños y el apoderamiento de madres embarazadas y criaturas
nacidas en cautiverio.
A los niños desaparecidos esclavos se les sustrajo su historia personal,
su pasado y su familia.

¿Qué sentido tuvo el robo de niños?

La acción de la represión no fue desorganizada y casual, sino que su


principal destinatario fueron los jóvenes. Se manipularon los medios de co
municación y la educación y se institucionalizó el silencio. El estímulo fue a
la pasividad, al sometimiento y al no compromiso.

El secuestro y apoderamiento de niños formó parte de un esquema deli


berado y organizadamente armado, basado en lo Doctrina de Seguridad Na
cional. Por ella, el enemigo de la Nación es el propio pueblo y la metodología
usada para la represión del mismo justifica cualquier medio para conseguir su
sojuzgamiento.

Impulsada por el Estado, no fue obra de locos, enfermos o delincuentes.


Así, los niños eran un elemento de la estrategia y parte de la «orden de
batalla».

Uno de los objetivos principales fue que perdurara en el tiempo la meto


dología del secuestro, trascendiendo así generaciones.

Como expresión del Terrorismo de Estado, se buscó un efecto


multiplicador del terror, incidiendo sobre el conjunto de la población, parali
zando toda acción contra la dictadura, a fin de poder implementar un plan
económico y su modelo de país.

Destruyendo a padres, niños y abuelos que supuestamente habían llevado al


país al caos, pretendieron un castigo «ejemplificado!» para las generaciones
futuras que manifestaran su disenso. En lo inmediato, se buscó un
silenciamiento del acto represivo, tomando niños como rehenes.

Asimismo para evitar la «contaminación parental» se pretendió


mesiánicamente que los niños se educaran en una familia «modelo», según
la concepción de modelo de los dictadores.

Finalmente, los niños fueron usados como botín de la represión más


feroz que sufriera alguna vez el pueblo argentino.

¿Quiénes fueron los responsables?

La responsabilidad de quienes usurparon el poder político mediante un acto


de fuerza resulta obvia e insalvable. La concentración del poder en un
reducido grupo determinó que bajo su responsabilidad se concibiera y ejecu
tara una metodología represiva que incluyó como rasgo inédito en la historia
mundial el secuestro y la desaparición de niños.

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El Estado, a través de sus diferentes instituciones y organismos, parti
cipó de un modo directo o indirecto en la concreción de esta deleznable
metodología.
Participación fundamental les cabe a las Fuerzas Armadas y organis mos
de seguridad, actuando en algunos casos coordinadamente con sus
similares extranacionales.

El Poder Judicial y en particular muchos juzgados de menores fueron


cómplices de esta tarea delictiva, convalidaron su accionar otorgando guar
das indebidas, adopciones ilegales, negando información a los legítimos
familiares, etc.

Se contó con la complicidad de las autoridades de la Minoridad para


transformar los institutos dependientes y hospitales en centros oficiales de
concentración de niños desaparecidos.

Su cambio de identidad o su ingreso como N.N., negando a su vez toda


posibilidad de reintegración con su familia legítima, constituyen manifesta
ciones expresas de esta afirmación.

Es destacable la responsabilidad que le cabe a los dueños de los medios de


comunicación, a la gran parte de la jerarquía de la Iglesia y de otras religiones,
a los partidos políticos y a las instituciones intermedias de la sociedad, que,
conociendo la situación se negaron a denunciar y detener el robo de niños.

I - Consecuencias de la desaparición de niños

A - Efectos Sociales:

Los efectos sociales de la desaparición de niños revisten tal amplitud y


complejidad que un solo seminario resultó insuficiente para dar cuenta de
cada una de las problemáticas que encierran las situaciones vividas. No obs
tante, como aproximación pueden reseñarse algunas características que ten
drán incidencia no sólo en el desarrollo individual de los niños sino también
en los núcleos familiares de origen e impuestos.

B - Desintegración familiar:

La desintegración familiar como efecto de la metodología represiva apli


cada, afecta a tres o cuatro generaciones con distintos agravantes. Han ido
desde la marginación social por ser miembros de familias «sospechosas»,
pérdida de amigos, de trabajos de otros familiares que rehusaban participar
del drama, dificultad en entender el propio estado civil, de transitar a lo largo
de estos años en una situación límite que permitiera explicarse y asumirse
como miembros de familias distintas hasta la ruptura violenta de vínculos
afectivos con hijos, con nietos, con padres, con todo un entorno, generando
consecuencias de difícil predicción en diversos planos.

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C - Efectos en los niños:

En los niños estos efectos van a estar potenciados, no sólo por la caren cia
lógica de una estructura de personalidad que facilita el intento de adop ción,
sino y en particular, por el 'shock' traumático al cual es sometido. El solo
hecho del secuestro y posterior desaparición de uno o ambos padres
provoca un daño que implica la interrupción del desarrollo evolutivo. Y con
ello podemos considerar parte de la escala recorrida por el sistema represivo
que contemplaba desde que los mismos niños fueran utilizados como ele
mentos de presión sobre sus padres, siendo objetos de violencia física y
psíquica, hasta su propia desaparición como cierre del ciclo de terror.

La desaparición de niños está basada en el absurdo de que las ideas


pueden ser transmitidas genéticamente y en consecuencia, debían ser entre
gados o otros grupos, ajenos a la anterior estructuración familiar. De esta
manera se provocaría la ruptura de identidad y se generaban situaciones
antagónicas que acrecentaban no sólo la inestabilidad del niño sino también
la de la familia impuesta.

Esta ruptura brusca del vínculo familiar, en un período en que se va


conformando la identidad, por la imposición de otros nuevos vínculos, lo
desinformación de su propia historia, la confusión sobre el origen, las con
diciones de estabilidad, equilibrio y afecto de quien está a cargo del niño, son,
entre otros, elementos de vital importancia y de extraordinaria inciden cia en lo
evolución. Y en función de lo siniestro que se ha vivido, no hay duda de las
consecuencias personales que se registrarán, independientemen te de quién
está a cargo del niño. Es conveniente reflexionar además acerca de las
condiciones que pueden rodear a estos niños en función de quienes los
tienen a su cargo, dado que de ello también se desprenderá la forma de
integrarse o reaccionar frente al medio.

D- Las familias impuestas:

La tenencia de estos niños abarca una pluralidad de situaciones que van


desde dejarlos en manos de vecinos atemorizados, que los reciben como
«una desgracia» que se impone a la familia, hasta adopciones pseudo-legales
o ilegales. Éstas podían efectuarse desde distintos estratos sociales, civiles o
militares.

Dado lo ilícito de la situación, hay que considerar particularmente las


condiciones de cada adopción, puesto que no sólo no son niños abandona
dos, sino que son buscados activamente por sus familias.

Mayor repercusión en el niño tendrá la variación que corresponde en


función sea del «anhelo» que podría caracterizar A determinada pareja,
o de lo «necesidad egoísta» que puede rodear a otro como for ma de
negar problemas personales y desavenencias conyugales. Distin tas son
las consideraciones a tener en cuenta cuando los niños están en poder
de quienes formaron parte del sistema represivo que actuó sobre

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sus padres. Más allá de la moralidad del acto, existe una patología vin
cular que hace imposible construir una identidad sólida. La adopción
que hace el represor del hijo del detenido-desaparecido, además de en
ferma, es cruel, pues convierte al niño en un objeto de manipulación
psicológica, condicionando severamente su futuro y condenándolo irre
versiblemente a la enfermedad.
E - Magnitud del daño en los niños:

La situación originada por la ruptura violenta del vínculo del niño con su
familia de origen produce una situación traumática que incide en el conjunto
de su crecimiento y desarrollo.

El daño psicofísico y social es predecible en todos los niños. Lo que no


puede predecirse es la magnitud de dicho daño. El mismo, a lo largo del
tiempo, puede abarcar diferentes manifestaciones.

Estas afirmaciones recogidas de la experiencia universal se han visto


confirmadas en la verificación que ha sido posible realizar en un número
significativo de niños localizados y/o restituidos.

La perspectiva de reparación o atenuación del daño inflingido a estos


niños se subordina a la acción beneficiosa lograda por la restitución y a la
actitud que asuma la sociedad en su conjunto.

II - La restitución

A - Consideraciones generales:

Todos los expertos coincidieron en forma unánime en la necesidad de lograr la


restitución de los niños desaparecidos a sus legítimas familias, acción impres
cindible para reparar, aunque sea parcialmente, el daño sufrido por las criaturas.

Restitución a sus legítimas familias significa que los niños sepan y co


nozcan su historia, en un intento de reintegro de su identidad, dándoles tam
bién el afecto de los seres queridos de quienes fueron brutalmente arranca
dos, situación ésta que intentó disfrazarse de abandono.

Asimismo, los expertos que concurrieron al seminario coinciden en que es


fundamental lograr el reintegro de los niños desaparecidos al seno de sus
legítimas familias, situación que cada abuela o familiar resolverá de acuerdo
a las circunstancias.

Remarcamos que la necesidad de la restitución encuentra su fundamento en


todas las teorías psicológicas y médicas, las cuales destacan que el conoci
miento de la verdad posibilita y asegura el desarrollo afectivo e intelectual del
niño afectado.

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Por lo tanto, el temor de que la restitución provoque daño es infundado, ya
que, por el contrario, lo dañino para la criatura es el desconocimiento de
su identidad y el falseamiento de sus orígenes e historia.

Así, dicho desconocimiento trae inevitablemente como consecuencia un


bloqueo en el crecimiento y desarrollo en las diferentes áreas del niño.

Este temor ha sido alentado desde la propia dictadura y vehiculizado por los
medios de comunicación creando condiciones para el desarrollo de ciertas
corrientes de opinión que, bajo el estado de confusión, conciben a la desapa
rición de niños como irreversible y a su perpetuación como el «mal menor».

B - Metodología de la restitución:

El niño tiene derecho a ser libre y no esclavizado. Se debe garantizar que la


restitución se opera en un marco que contemple el preservar y proteger al
niño. Se debe tener en cuenta en no volver a tomar al niño como objeto,
como fue tomado al convertirlo en desaparecido.

La metodología de la restitución depende de cada situación concreta. Las


situaciones son específicas de cada caso en particular y de decisión de la
abuela y los familiares.

Las familias impuestas que formaban parte del aparato represivo o esta ban
vinculadas al mismo y que por ese medio tomaron posesión de las criatu ras,
bajo ningún concepto podrán permanecer con los niños, ya que se trata de
pseudo-padres, partícipes de la represión, y ahí justamente está la perver
sión del vínculo y la perpetuación del acto represivo. En tales circunstancias
no se puede hablar de adopción sino de apropiación.

Se debe modificar la ley porque éstos no fueron niños abandonados sino


separados por el Estado de sus familias. También forma parte de la respon
sabilidad social el promover una legislación que facilite la restitución en for
ma ágil, rápida y poco dolorosa.

El proceso de restitución del niño y reconstitución de la familia deberá


contar con la atención integral de la misma mediante equipos
multidisciplinarios, con la idoneidad suficiente para tal fin, contemplando las
necesidades comunes a todos los casos pero respetando su individualidad.

C - Aspectos legales:

El derecho a la restitución y a la recuperación de la identidad está vincu


lado al carácter de delito permanente del que fueron víctimas los niños se
cuestrados o los nacidos en cautiverio y que como tal continúa producien
do sus efectos en la actualidad.

Independientemente de ello, desde el punto de vista de la normativa civil, las


guardas, tenencias o adopciones simples o plenas, otorgadas o en vías de
otorgarse, de niños desaparecidos son nulas de nulidad absoluta y por

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tal motivo no pueden ser objeto ni de confirmación ni de rectificación. Decla
rada la nulidad o la revisión, la restitución de los niños y la recuperación de
su identidad familiar es consecuencia del principio legal que dispone que todo
deberá volverse al estado de cosas anterior o igual estado en que se hallaba
antes del secuestro o desaparición.

D - Consideraciones éticas y sociales:

Del mismo modo como el secuestro y desaparición de un solo niño por


parte del Estado determinó la fractura de las estructuras de seguridad y pro
tección que la niñez requiere para su adecuado desarrollo, así también la
restitución del último de los niños desaparecidos producirá un efecto directo
en la comunidad infantil en orden a la recuperación de principios y segurida
des que la sociedad tiene el ineludible deber de ofrecer.

En el caso de la multitud de niños adoptados de buena fe durante estos años


del terror, la restitución del último de los niños desaparecidos constituye la
única evidencia concreta de que su origen e historia personal no están
marcados por la acción represiva directa del terrorismo de estado.

Desde la perspectiva ética, de frente hacia el futuro, en el fortalecimiento de la


convivencia democrática y la plena vigencia de los Derechos Humanos, y en
particular los de la infancia, la restitución constituye la devolución de la
sociedad a sí misma, en una escala de valores justa, acabando con aquello de
que «en la Argentina todo es posible».

III - Propuestas

Considerando la gravedad de la situación vivida, inscripta en un marco de


afrenta a la humanidad y sus posteriores consecuencias de destrucción,
dolor, incertidumbre, motivos éstos que llevan a profundizar la inseguridad
y el malestar no sólo de las familias afectadas sino de toda la sociedad,
proponemos:

1°) Que como parte de la reparación que debe realizar el actual gobierno
en atención a la continuidad jurídica correspondiente propicie:

a - Una legislación que posibilite, sin perjuicio y en consonancia con la


labor que realizan las Abuelas de Plaza de Mayo, una metodología para
la investigación, localización y restitución de los niños a sus legíti mas
familias.

b - La elaboración de un proyecto de Ley de Adopción que con


temple la nueva situación de los niños secuestrados y de los niños cuyos
padres están desaparecidos.

c - La implementación de programas de asistencia multidisciplinaria en


general, a quienes han sido directamente afectados, en consonancia con
los centros que ya actúan en los organismos de Derechos Humanos.

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d - Instrumentar las estructuras necesarias que puedan garantizar la
correspondiente identidad de los niños en el momento en que sean hallados.

- Intervenir en los estudios científicos, modificando aquellas


normas que impidan su realización.

- Proveer los medios técnicos para la creación de un Banco de


Datos que permita conservar las características de histocompatibilidad y otros
estudios que posibiliten la identificación de los niños.
e - Investigar en todos los planos la responsabilidad de las distintas
instituciones, juzgados, institutos de minoridad, hospitales, etc. y derivar las
causas a los fueros civiles correspondientes y no a los tribunales militares
para su juzgamiento y castigo, contribuyendo de esa manera a la construc
ción del «Nunca Más».

f - Remover a los jueces nombrados o reconfirmados por la dicta


dura militar.

g- Difundir masivamente los hechos investigados a través de los medios


correspondientes con la finalidad de generar un sistema preventivo ligado
a la idea del «Nunca Más».

2°) Que la sociedad en su conjunto en función de la responsabilidad que le


compete asuma la actitud de permanente denuncia, garantice informacio
nes veraces y exija respuestas satisfactorias como forma de asegurar que
todo esto no pueda volver a ocurrir. Familias destruidas, la comunidad infan
til dañada, deterioro generalizado son afrentas a todo el Pueblo Argentino y
no simples efectos causados a pequeños grupos.

3°) Que los medios de comunicación brinden los espacios necesarios para
acelerar las posibilidades de localización, colaboren con la restitución y
funcionen como espacios educativos.

CAPÍTULO II

El secuestro.
Apropiación de niños y restitución

Por el Equipo Interdisciplinario

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Abuelas de Plaza de Mayo
Noviembre de 1988

Situación de los niños desaparecidos en la comunidad

Es nuestra intención transmitir la experiencia de nuestro trabajo en el


camino que marcan Abuelas de Plaza de Mayo, sobre la necesidad de la
búsqueda, ubicación y restitución de cada uno de los niños secuestrados
desaparecidos, en la convicción de que la única posibilidad de enfrentar este
drama inédito es que la sociedad participe, activa y solidariamente, en la
resolución de esta herida, que seguirá abierta en tanto quede algún niño al
que no se le restituya su origen, su historia y su identidad.

La restitución de los niños secuestrados hace necesario situarla, desde un


comienzo, en el terreno que le corresponde: el de las garantías y derechos
humanos de los niños, el derecho a la vida en dignidad, a no ser despojados
jamás de su singularidad originaria, el derecho a la verdad de su propia
historia, a crecer entre los suyos. La referencia, sin concesiones, a este
campo constituye el soporte constante del testimonio y la tarea de Abuelas
de Plaza de Mayo. Por lo tanto, se trata de recorrer este camino de la
experiencia en que ellas son guía, el de la reparación práctica y concreta de
los graves riesgos, presentes y futuros, de las consecuencias de una de las
acciones más siniestras ejercidas sobre la sociedad por el terrorismo de
Estado: la desaparición-apropiación de niños.

Frente a este horror vigente, la población infantil crecerá con la pre gunta
«¿me puede tocar a mí?»; todo niño adoptado se preguntará «¿no seré
yo un niño secuestrado de padres desaparecidos?». Preguntas que
apuntan a «¿quién soy?», «¿de dónde vengo?», «¿hacia dónde voy?» y
que trasciende el dolor íntimo de cada uno, amenazando la salud y la iden
tidad misma de nuestro pueblo.

La apropiación fue paradigma de horror y de intento de enajenación. Por


ello, el sentido de la restitución trasciende, como respuesta, el marco de la
justicia individual reparatoria del vejamen sufrido por los niños desapareci
dos y sus familias y se ubica como la impostergable respuesta colectiva de
reconstrucción del tejido social, que, como comunidad, la sociedad argentina
se debe a sí misma.

Ante esta duda, quizá no tengamos todavía plena conciencia de en qué


medida el discurso totalitario, que aplicó sistemáticamente la maniobra de la
negación de los hechos, la mistificación o la reinterpretación de los mismos,
impuso y justificó sus categorías adversas al sentir que nos constituye como
comunidad.

Nos es difícil pensar que el punto más sensible, más generoso y abierto al
futuro del ser humano, su descendencia, haya sido utilizado como intento de
extinción definitiva de la herencia biológica, psicológica e ideológica de las
víctimas, a la vez que el mismo sentimiento de amor a la niñez y a la descen
dencia, sea manipulada, con el argumento del supuesto bienestar de los ni

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ños, para inducir a la confusión, a la justificación o al silenciamiento de la acción
inhumana del secuestro-desaparición de niños.

Nuestros niños y bebés secuestrados y nacidos en cautiverio, fueron criminal y


violentamente arrancados de los brazos de sus madres, padres, hermanos, abuelas
y abuelos y la mayoría continúa padeciendo el secues tro y la desaparición. Están
ilegalmente anotados o como propios o por medio de adopciones fraudulentas,
falseando sus padres, sus nombres, sus edades, la forma y el lugar en que vinieron
al mundo, quiénes asistieron su nacimiento; es decir, apropiados, privados de su
verdadera identidad, pri vados de su origen, de su historia y de la historia de sus
padres, privados del lugar que ocupan en el deseo y en el afecto de los suyos,
privados de las palabras, las costumbres y los valores familiares, sustraídos de la
posi bilidad de desenvolver sus vínculos identificatorios originarios y de la posi bilidad
de autorreconocimiento y de reconocimiento de todo lo propio, tratados como cosas
de las que se dispone a voluntad, parte del saqueo y despojo de sus hogares.

Aun siendo alimentados y cuidados, aun rodeados de bienestar y de lujo, su


condición es la esclavitud, obligados como están, para sobrevivir, a iter pretar como
verdadera una realidad que no lo es, a investir como parentales figuras fraudulentas.
Inducidos a «metabolizar» el fraude e invadidos en ese espacio corporal y psíquico
singular e inalienable que debe ser garantizado a todo ser humano para lograr su
autonomía, viven en un cautiverio que los anula, pero que no basta para borrar la
herencia y las huellas genéticas y psicológicas que están inscriptas indeleblemente
en cada uno. (No podemos ignorar que, desde la práctica clínica, está ampliamente
demostrado que, cuando los hijos separados de sus padres logran la autonomía,
surge en ellos el imperativo natural de encontrarse con su origen.)

Abuelas de Plaza de Mayo, en su práctica, ha elegido el camino de la justicia para


recuperar para la vida los niños desaparecidos.

Cuando lo que nos ocupa es de tal magnitud que se refiere a los derechos humanos
de los niños, en nuestro caso niños desaparecidos secuestrados apropiados, la
sociedad entera tiene una deuda ética con ellos. Esta deuda no es abstracta,
repararla cabe a la sociedad toda. Son los jueces de la Democra cia, instrumentos
representativos, quienes deben posibilitar al pueblo saldarla.

Apropiación

Un intento de impedir el conocimiento de la situación de secuestro apropiación en


que se encuentran los niños desaparecidos, consiste en pretender como iguales una
genuina situación de adopción y la situación de apropiación. Este intento apunta a
llevar a confusión a gran parte de nuestro pueblo.

Ante todo, es preciso explicitar las diferencias radicales de estas situaciones. 14

Hablamos de adopción genuina en aquellos casos en que ésta se realiza en


circunstancias éticas que contemplan el respeto a la singularidad del niño y
a la voluntad y el deseo de los padres, desde una perspectiva solidaria que
no promueve el abandono.

Sin embargo, existe también una práctica de adopción «de registro per
manente en nuestro medio» cuyas circunstancias «dañan ética y
conceptualmente la noble institución de la adopción» 1 y que, bajo la forma
de protección, encubre el disponer a voluntad de vida y destinos ajenos.

1 Abuelas de Plaza de Mayo «La apropiación de niños y el sistema de adopción» .1er. Congreso
Argentino de Adopción.

El exponente máximo de disponer a voluntad de vida y destinos aje nos


lo constituyen el siniestro procedimiento de apropiación de niños
secuestrados y nacidos en cautiverio como consecuencia de la persecu
ción política a sus padres en el ejercicio de facultades con características
criminales ejemplificadoras de la omnipotencia mesiánica del terrorismo
de Estado*.

Procedimiento que lleva el sello de una penetración ideológica atroz e


inhumana y que se aplicó siguiendo dos vías; suponían, no dejarían
rastros.

1) Secuestro por apropiación encubierta por la adopción, lo que ha escri


to el capítulo más negro de la institución de la adopción.

2) Secuestro por apropiación directa, práctica en la que se los regis traba


como propios. (Esta modalidad fue la más implementada por fami lias
pertenecientes a las fuerzas de «seguridad» o estrechamente vincula das
con ésta.)

A través de estas dos vías, sistematizadas por el llamado Proceso de


Reconstrucción Nacional, se perpetraron centenares de apropiaciones. Son
niños que, aun hoy, viven en situación de desaparición:

a) APROPIADOS por secuestradores, quienes intervinieron directamen te


en la desaparición y/o asesinatos de los padres y en la desaparición-apro
piación de los niños como parte del saqueo.

b) APROPIADOS por cómplices, quienes tuvieron una intervención di recta


como cómplices en la desaparición-apropiación de los niños, aunque no
actuaron directamente en la desaparición de los padres. Apropiadores con
complicidad en el saqueo.

c) APROPIADOS por falseadores, quienes, sabiendo el origen del niño fal sean
su nombre, su nacimiento, su origen y su historia, anotándolo como propio.

d) APROPIADOS por «adopción», quienes «adoptaron» a los niños


buscando que la institución de la adopción actuara como encubridora de la

15
apropiación.
* Como queda demostrado en las afirmaciones públicas de Ramón Camps en el reportaje reali
zado por Santiago Aroca, publicado en la revista española «Tiempo», donde declaro: « personal
mente no eliminé a ningún niño, y lo que hice fue entregar a algunos de ellos a organizaciones
de beneficencia para que les encontraran nuevos padres. Los subversivos educan a sus hijos
para la subversión. Eso hay que impedirlo». O bien en las opiniones atribuidas a Vaquero testi
moniadas en el juicio a los ex-comandantes.

La experiencia, en general, es que la apropiación de una criatura desapa


recida o nacida en cautiverio, está íntimamente ligada a lo delictivo, «ya
que durante la vigencia del terrorismo de Estado, los padres que habían
sido secuestrados y posteriormente desaparecidos», de la mayoría de los
cuales tenemos hoy la dolorosa sospecha de que fueron asesinados,» esta
ban imposibilitados de ejercer el conjunto de derechos y obligaciones que
supone la patria potestad. Menos aún de ser parte en las actuaciones
donde se debatía la situación y filiación de sus hijos. Los abuelos, tíos y
otros familiares tampoco podían concurrir a los tribunales para ser parte en
los juicios de adopción de esos niños, pues desconocían el dato princi pal:
dónde estaba el niño, quién era el apropiador, y consecuentemente, qué
tipo de vínculo se había establecido entre el apropiador y la víctima;

una anotación como hijo propio, falseando una partida de nacimiento o


bien una adopción fraudulenta».

«Por eso es posible afirmar que en el origen de estas adopciones-apro


piaciones subyace El Delito desde el punto de vista jurídico: la privación ilegal
de la libertad calificada de los padres y la sustracción de los niños»2. Pero
también delito desde el punto de vista psicológico. Creemos que hay que
incorporar el concepto delito, dentro de la terminología psicológica, cuando se
apunta expresamente desde la sistematización perversa del conocimiento
psicológico al enajenamiento e inermidad psíquicos.

El fundamento de la paternidad y el sustento de la identidad de un hijo es el


proyecto de vida y de amor que los padres tienen para el niño desde su
deseo, paternidad que hunde sus raíces en la legalidad de dicho deseo. Es
este deseo fundante en que abre la posibilidad de todo ser humano a desear y
a acceder a un desarrollo-psico-físico-social integrado.

Entonces, para que una adopción sea legítima, los padres libremente tienen
que hacerse cargo de ceder el hijo en adopción y renunciar a todo proyecto
de vida en relación a ese hijo en el acto de cederlo. Deseo y proyec to que
jamás cedieron los padres de los niños desaparecidos, sino que, víctimas
ellos de la desaparición, fueron arrancados compasivamente de sus seres
más queridos. ¿Acaso el clamor de las Abuelas no es la expresión de la
insistencia del deseo de los padres de estos niños?

2 lbid.

16
La ilegitimidad de los pseudos padres radica en la imposibilidad de fun
damentar su deseo en la ilegalidad.

Los pseudos padres, al negar, mentir, ocultar o callar su origen a los niños y
al violentar la voluntad y el proyecto de vida de sus progenitores,
representados ahora por sus familiares legítimos, no pueden invocar la adop
ción, ya que se trata en el mejor de los casos, de siniestra complicidad*,
puesto que condena al niño, literalmente a desaparecer.

Las situaciones de hecho son de fraude y falsificación, sin ley y sin verdad.
Sin ley, más que la voluntad absoluta de dominio de los represores y/o
apropiadores. Sin verdad, porque se altera y se distorsiona la realidad aun
ante los jueces y las pruebas de histocompatibilidad sanguínea, sobre quiénes
son, cuál es su familia y a dónde pertenecen. Por lo tanto, los apropiadores no
pueden representar ni a padres ni a padres adoptivos, porque ocupan ese
lugar desde la ilegalidad y la impostura.

Corresponde hacer un espacio a quienes, en circunstancias ajenas por su


parte a toda intención de complicidad o apropiación, se hicieron cargo de
niños víctimas de la desaparición, preservando la honestidad del vínculo al
no ubicarse en el lugar del fraude.
* Los agentes del terror que, al ejecutar operativos de desaparición-secuestro, se quedaron con
los niños, conocían su filiación; las personas allegadas o vinculadas directamente con estos
agentes que recibieron niños de sus manos, conocían su filiación, o por lo menos su proceden
cia; los juzgados y las instituciones oficiales o de beneficencia, donde fueron llevados los niños
por los represores, conocían su procedencia y, en algunos casos, su filiación; las personas que
fueron testigos o vecinos, a quienes les fueron dejados los niños por las fuerzas del terror,
conocían su origen aunque, en muchos casos, no conocían su filiación; y, en todo caso, toda
otra persona que durante estos años se hizo cargo de un niño, conocía la posibilidad de su
procedencia.

Estas familias que recibieron a los niños en un marco de verdad fueron:

a) vecinos a quienes los represores dejaron los niños bajo amenaza de


guardar silencio y que, al acogerlo, no les mintieron sobre su identidad, cuan
do fue posible, apoyaron el derecho de los niños a recuperar lo propio. Son
aquellas a las que Abuelas de Plaza de Mayo llama, como lo hizo Tamara,
«familias de crianza».

b) familias que, motivadas por el deseo de adopción, concurrieron a juzgados e


instituciones de menores, donde les fueron entregados nuestros niños
disponiendo de ellos como si se tratara de verdaderos huérfanos desvalidos o
carenciados abandonados por su familia. Estas familias, ante la creciente
convicción de que eran niños a quienes la represión había alcanzado privándolos
del derecho de vivir con los suyos, llegado el momento, se pusie ron a disposición
de Abuelas, para en común, encontrar la verdad de su origen e historia para
posibilitar la integración con quienes nunca los abando naron. Lamentablemente
en el último período se tuvo en conocimiento de una situación de características
aparentemente semejantes, pero con com portamiento y desenlace parcial
diferente.

17
Desde el punto de vista del derecho internacional el Estado argentino en su
acción sistemática de sustracción de menores, ha violado diversos princi
pios consagrados por la Comunidad Internacional.

Ha violado el art. 1° de la Declaración universal de Derechos Humanos


aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948 que dice
que todos los seres humanos nacen libres. También ha violado el art. 16 de la
Declaración que consagra el derecho de la familia a la protección de la socie
dad y del Estado.

Ha actuado en contra de los principios establecidos en el Pacto Inter


nacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales aprobados por
la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1966 cuya parte III, art.
10 consagra «la más amplia protección» a la familia y «especial protec
ción a las madres durante un período de tiempo razonable antes y des
pués del parto».

Ha vulnerado el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos apro


bado en la misma fecha por la Asamblea General de las Naciones Unidas
cuyo art. 23 proclama que «la familia es el elemento natural y fundamental
de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del
Estado».
En particular se ha actuado en contra de lo establecido por el art. 24 de la
misma Declaración que establece:

1°) Todo niño tiene derecho sin discriminación alguna por motivo de raza,
color, sexo, idioma, religión, origen nacional o social, posición econó mica
o nacimiento, a las medidas de protección que su condición de menor
requiere, tanto por parte de su familia como de la sociedad y del Estado.

2°) Todo niño será inscripto inmediatamente después de su nacimiento,


deberá tener un nombre.

3°) Todo niño tiene derecho a adquirir una nacionalidad.

Después del restablecimiento del orden constitucional, el Parlamento


argentino ratificó la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Pacto de San José de Costa Rica, aprobada en la Conferencia de San
José de Costa Rica en noviembre de 1969, cuyo art. 17 consagra la pro
tección de la familia, y que en su art. 18 establece que «toda persona
tiene derecho a un nombre propio y a los apellidos de sus padres o al de
uno de ellos».

De estos derechos se encuentran privados los menores que aún conti


núan desaparecidos.

18
Desde el punto de vista del Derecho Interno la dictadura militar argentina
violó diversos artículos de la primera parte, Declaraciones Derechos y Ga
rantías de la Constitución Argentina.

Considerando el tema desde el punto de vista del Derecho Penal, y te niendo


en cuenta que en Argentina no se ha legislado sobre la desaparición forzada
de personas, las normas del Código Penal que resultan aplicables en los
casos de desaparición de menor son las siguientes:

a) Delito de sustracción de menor.

El artículo 146 del Código Penal establece una pena de tres a diez años de
prisión o reclusión a quien «sustrajere a un menor de diez años del poder de
sus padres, tutor o persona encargada de él, y el que lo retuviere u ocultare».

b) Delito de supresión y suposición de estado civil.

El art. 139 del Código Penal impone la pena de prisión de uno a cuatro años
«al que por medio de exposición, de ocultación o de otro acto cualquiera,
hiciese incierto, alterase o suprimiese el estado civil de un menor de diez años.

c) Delito de falsificación ideológica de documento público.


El art. 293 del Código Penal, haciendo remisión al art. 292 establece la pena
de tres a ocho años de prisión a quien hiciere insertar en un instrumento
público destinado a acreditar identidad, declaraciones falsas, de un hecho
que el documento debe probar, de modo que pueda resultar prejuicio.

d) Delito de privación ilegal de la libertad.

El art. 142 del Código Penal establece la pena de dos a seis años de
prisión o reclusión, al que privare a otro de su libertad personal, en distintos
supuestos tipificados en el articulado.

Los menores desaparecidos llegaron a esa condición en diferentes cir


cunstancias.

En algunos casos los menores fueron protegidos por los vecinos cuando se
produjo el secuestro de sus padres. Los vecinos ignoraban el nombre
verdadero de los padres, y en las condiciones de represión que existían en
Argentina consideraron que lo más adecuado era mantenerlos con ellos. Se
trata de los doce niños que permanecen con la familia que los crió y de otros
casos que, sin dificultades judiciales, muchas veces sin la participación de la
justicia, por la sola acción de Abuelas de Plaza de Mayo, fueron voluntaria
mente restituidos a su familia.

En otros casos los menores fueron entregados, por la fuerza represiva o


por los vecinos a los jueces de menores, los que dispusieron su internación
en institutos para menores. Posteriormente, fueron entregados en adopción.
Hay aquí una evidente negligencia de los Juzgados de Menores y jueces
civiles que otorgaron las adopciones, que no buscaron a la familia legítima y

19
contribuyeron a que el menor fuese privado de los derechos que le reconoce
las Declaraciones y Convenciones Internacionales. No se trataba de menores
abandonados por sus padres, sino privados de ellos por el accionar represivo
de la dictadura a quienes el resto de la familia los buscaba reclamándolos
ante los distintos órganos del Estado.

Conjuntamente con la vía de la acción penal se plantea la nulidad de la


adopción, en Sede civil.

Pero los casos más comunes son aquellos en los que se abre la vía penal
por los delitos cometidos en contra de los menores. Se trata de los casos en
que las fuerzas representativas llegaban a los menores a Centros ilegales de
detención, o directamente se apropiaban de ellos, de la totalidad de los casos
de menores nacidos durante la detención de su madre.

Estos menores aparecen inscriptos como propios por personas que no


son sus padres y que en esa inscripción han cometido los delitos de supre
sión de estado civil y falsificación de instrumento público.

Debido al sistema de pruebas legales que existe en el proceso Penal Federal y


en el de ciertas provincias, resulta difícil la prueba de la sustracción del menor,
aun cuando el niño desaparecido sea encontrado en poder de personas que se
demuestra que no son sus padres. Menos dificultades existen en cuanto a la
prueba del ocultamiento o retención, también contemplados en el tipo penal.
Esas dificultades no existen en cuanto a la prueba del delito de falsi
ficación ideológica de instrumento público, destinado a aprobar identidad,
cuyo cuerpo del delito esta configurado por el certificado de nacimiento
falso. Como la supresión y superposición de estado civil se hace habi
tualmente mediante una inscripción de nacimiento falsa, el tipo legal de
este delito es absorbido por el más grave de falsificación de instru mento
público.

El delito de sustracción de menor es un delito permanente que concluye


cuando el menor es restituido a su familia.

Fundamentos de la paternidad

Un segundo intento de justificar la pretendida paternidad de los


apropiadores es suponer que cumplen la función de padres psicológicos.
Pensamos que este intento de confusión instrumenta la experiencia que to
dos tenemos en cuanto a que no es necesario ser los padres biológicos para
cumplir la función de padres. Pero ser padres implica el ejercicio de una
función que no todos quienes ocupan ese lugar la cumplen. No se puede
identificar la función parental, ni el vínculo paterno-filial que se crea a partir
de la misma, con el hecho de hacerse cargo de un niño.

El fundamento de la paternidad no necesariamente es biológico, pero en todo


caso, no puede originarse en el deseo de apropiación. Este deseo invalida,

20
de hecho, el deseo de paternidad. Entonces ¿se puede cumplir la función
parental desde una paternidad ilegal desde un principio? ¿Desde una paterni
dad construida a partir de la radical privación, que significa imponer un ori
gen falso y que, por lo tanto, niega el origen y la continuidad del psiquismo
del niño? Los padres desde su deseo parental, inician la historia psíquica de
un niño, aun antes de nacer.

Lo nombran, le dan un lugar propio en la historia familiar, reconociendo su


singularidad, ante la cual renuncian a todo proyecto para el hijo que no lo
tenga en cuenta como persona. Un padre -biológico o adoptivo- para cumplir
la función esencial que hace a la paternidad, debe ocupar el lugar de transmi
sor de la ley, de un orden, no arbitrario ni creado por él, sino que lo trascien
de y que, a su vez, legará al hijo con la posibilidad de transmitirlo, garanti
zando, en toda su significación, el orden legal de parentesco: hijo de, padres
de. El hijo es hijo en relación a ese lugar, lugar donde se formula la pregunta
de la identidad: ¿quién soy yo para?

En consecuencia, quienes se apropian del origen, de la historia y de la


herencia física y psíquica de los niños secuestrados de padres desaparecidos,
mal pueden cumplir esta función paterna; le roban no sólo la historia que los
precede sino la continuidad de su propia historia.

¿Qué vínculo puede establecer alguien que sabe que está robando el lugar
parental? ¿Se puede mirar al niño sin «encontrarse» con la mirada de los
padres? ¿Sin descubrirse permanentemente en el lugar del fraude? ¿Cómo se
inviste un niño como hijo propio cuando se sabe que su familia lo recla ma?
Para poder construir este vínculo falso paterno-filial se requiere mante ner
vigente la desaparición, tanto de los padres, como del niño: excluir a los padres
de toda realidad material y psíquica posible, pasada, presente y futura y
reemplazarlos ilegalmente desde la usurpación de ese lugar. En consecuen cia,
esta pretendida función de padres psicológicos resulta intrínsecamente per
versa. Decimos perversa desde la significación más abarcativa y radical del
concepto, que parte de la resonancia que para todos tienen el término e incluye
una perspectiva clínica, una perspectiva social y una perspectiva ética.

Dentro de la perspectiva clínica, tomamos la perversión, por un lado, en


el sentido de renegación de la realidad, es decir, percibir la realidad y
rehusar conocerla y, por otro, en el sentido de la modalidad del vínculo
sometedor- sometido.

Desde la perspectiva social, hacemos referencia a la perversión en cuanto a


que se trata de una situación en la que no sólo se violan la ley y las normas
por las que se rige la sociedad, sino que se reniega de ellas y del hecho
mismo de trangredirlas. Psicológicamente está demostrado que, cuando un
padre actúa como si fuera él mismo la ley, en lugar de representarla
sujetándose él mismo a ella, no sólo pervierte su propia inserción en el orden
social, del que se excluye y al que desconoce desde su omnipotencia, sino
que compromete seriamente la constitución de aspectos fundamenta les de la
vida psíquica del niño indispensables para una integración dinámi ca a la
sociedad.

21
En tanto perversión es desvío, desde la perspectiva ética hablamos de
perversión en el sentido de falsedad como desvío; falseamiento del origen,
de la historia, de la identidad....es decir desvío perverso de la verdad.

En la tarea orientada hacia la localización restitución de los niños desapare


cidos, Abuelas de Plaza de Mayo cuenta con un equipo de filiación que asesora
a la Asociación en este campo. El Equipo recoge los árboles genealógicos de
la familia, tramita la orden judicial, actúa como perito de parte en la extrac ción
de la muestra, en su posterior análisis y la presentación de las conclusio nes a
los tribunales. Asimismo, mantiene relaciones científicas de intercam bio y
asesoramiento con investigadores de todo el mundo, gestionándose también la
donación de reactivos dadas las dificultades económicas imperantes en el país.
(184))

Con el objeto de asegurar validez a los estudios se tramita, en todos los


casos, una orden judicial o de la Subsecretaría de Derechos Humanos para la
realización de la pericia.

Los estudios se realizan en el Servicio de Inmunología del Hospital Durand


de la Ciudad de Buenos Aires, el cual cuenta con personal altamente capaci
tado e infraestructura adecuada. Dicho Servicio actúa como perito oficial en
todos los casos.

Abuelas de Plaza de Mayo ha bregado para que los estudios de filiación


sean hechos por un organismo oficial, a fin de evitar que intereses económi
cos perturben la tarea, para no ser juez y parte y por considerar que es la
reparación mínima que el Estado debe realizar por su responsabilidad en el
fenómeno de la desaparición de niños.

No es posible saber cuándo será identificado el último de los Niños Des


aparecidos. En algunos casos será el propio niño, ya adulto el que tomará
conocimiento de su verdadera identidad. Por tal motivo es imprescindible
garantizar las condiciones que hagan posible esta identificación aún en el
caso de ausencia o muerte de sus familiares.

Impulsado activamente por Abuelas de Plaza de Mayo se elaboró un


Proyecto de Ley referida a un Banco Nacional de Datos Genéticos de
Familiares de Niños Desaparecidos en conjunto con la Subsecretaría de
Derechos Humanos de la Nación, la Secretaría de Desarrollo Humano y
Familia de la Nación, la Secretaria del Menor y la Familia de la Provincia
de Buenos Aires, la Secretaría de Salud Pública y Medio Ambiente de la
ciudad de Buenos Aires y el Servicio de Inmunología del Hospital Durand
de la Ciudad de Buenos Aires. Este Proyecto fue presentado y motoriza
do por el Presidente de la Nación siendo convertido en Ley Nacional
23.511 en mayo de 1987 con la aprobación de todos los partidos políticos
del Parlamento.(185))

Esta ley satisface el viejo anhelo de las Abuelas de Plaza de Mayo de


dejar establecidas las condiciones prácticas que posibiliten la identificación
de sus nietos aun en su ausencia, ya que es imposible saber cuándo serán

22
ellos localizados. En algunos casos serán los niños, y adultos, los que encon
trarán la verdadera historia acerca de su origen.

Asimismo, esta Ley está concebida como un arma contra el tráfico y


comercio de niños, el cual es un problema de grandes dimensiones en
nuestro país.

Las disposiciones principales de esta Ley son:

1) Creación del Banco de Datos Genéticos el cual funcionará en el


Servicio de Inmunología del Hospital Durand prestando su asistencia en
forma gratuita.

2) En todos los casos se estudiarán los marcadores genéticos de grupos


sanguíneos, de histocompatibilidad, de protemas séricas y de enzimas
eritrocitarias.

3) Conservación de una muestra de sangre de cada familia con el fin de


posibilitar la realización de los estudios que se desarrollen en el futuro.

4) Obligación de todos los Jueces Nacionales de realizar en todo niño


en el cual se dude de la filiación, los estudios de marcadores genéticos y
su posterior cotejo con los obrantes en el Banco Nacional de Datos
Genéticos.

5) Normas de procedimiento e identificación para los estudios realiza dos


en la sede del Banco Nacional de Datos Genéticos en otro lugar país o en
el exterior.
Restitución

Quisiéramos ahora detenemos en un equívoco intencional que pretende


presentar como equiparables el acto de la restitución con la experiencia de la
situación traumática del secuestro-apropiación, intentando sostener a la apro
piación como irreversible y a su perpetuación como un mal menor. Digámos
lo con un ejemplo: «separarlo de la familia adoptiva» sería repetir la expe
riencia de arrancamiento que vivió con los padres naturales».

Para dar un paso más en la comprensión de este punto, confrontaremos


la diversidad intrínseca de las dos situaciones.

a) Las circunstancias

En la situación de apropiación los niños fueron arrancados de los brazos de


sus padres, sin palabras y con violencia real. Arrancados de su identidad y
de su historia personal y familiar fueron a una doble situación traumática: la
desaparición de sus padres y la propia desaparición, sumergiéndose en un

23
proceso de ocultamiento y enajenación. En este tipo de actos se desconoció
toda ley; la transgresión se hizo ley, la perversión la modalidad del vínculo.

Ahora bien, ni el acto de la restitución, ni el contexto en que se realiza, ni el


proceso de afianzamiento repiten ninguna de las circunstancias de la situa
ción traumática. No hay arrancamiento ni silenciamiento, ya que, con pala
bras y desde la ley y el amor, los niños recuperan una relación genuina y
continente que una y otra vez vemos que se establece de inmediato, con la
fuerza de un reencuentro revelador, con la profundidad que otorga el recono
cimiento y que le permite la vivencia protegida de integrar y recomprender lo
que percibe y lo que piensa, lo que afecta y lo que valora, abriéndole el
camino a sentirse y saberse él mismo y el acceso a su propia verdad de
sujeto. Es una situación nueva reparadora.

Acto psíquicamente fundante que se basa en la articulación de verdad y


justicia. Su significación más plena es dejar de ser desaparecidos.

b) El carácter

Pensamos que podemos sostener el carácter de horror que el hecho


traumático fundamental del arrancamiento inscribe en el psiquismo infantil.
Pensamos que la situación de secuestro-apropiación mantiene psíquicamente
vigente la experiencia del horror sufrido. Horror con el que el niño convive
familiarmente pero del que no se puede hablar pues está impuesto como
secreto. Su naturaleza de horror oculto lo hace siniestro. «Se convive con
algo que se ignora aunque se lo presiente horrible e inquietante». Nuestros
niños tienen «registro, sin duda reprimido violentamente del horrible secreto
familiar» y como todo lo violentamente reprimido, permanece activo», «con
eficacia latente y constante» de sufrimiento psíquico.

La restitución tiene un carácter liberador de la profunda vulnerabilidad de lo


siniestro «enquistado» en el psiquismo infantil. Opera, justamente, el
develamiento del núcleo traumático, reduciendo su eficacia latente o
sintomática, y simultáneamente, «el restablecimiento del orden de legalidad
familiar» que lo sitúa en la posibilidad de unificar significaciones de sí mismo
de otro modo perdidas.

C) El momento

De igual modo, podemos sostener que el daño a que fueron sometidos


nuestros niños irrumpió en los momentos de mayor riesgo, los de la constitu
ción de su psiquismo, ya que, cuanto más incipiente la estructuración del
aparato psíquico, mayor es la conmoción a la que el daño lo somete.

Conviene recordar aquí, que la organización del psiquismo de un niño se


desenvuelve desde el deseo parental, en un marco, y en un espacio de
intersubjetividad (relación de los mundos internos de los padres, que lo inclu
yen), que lleva siempre la huella de la relación de los padres con el grupo
cuyos ideales comparten (P. Aulagnier). Fue de ese deseo y de ese espacio
del que fueron arrancados nuestros niños. A la terrible vivencia de arranca

24
miento del vínculo originario o del cercenamiento de una parte de sí, en los
casos más tempranos en que el niño aún se vive uno con su madre -se le
suma la imposición de un marco falso de intersubjetividad y de un deseo que
pretende reducirlo a no ser él mismo, en lo que constituye un pertinaz
intento de desidentificación. Se lo arranca, entonces, del universo de senti do
familiar. Este universo, en todo niño, está connotado por los anhelos y
valores de los padres -primordialmente de la madre- por la imagen y el
nombre anticipado que ella tiene del niño y que lo prefiguran, por las signi
ficaciones que la madre da las necesidades del niño, que inscriben sus
vivencias corporales.

La restitución descubre la eficacia del reencuentro con el origen lo con


voca y lo reintegra, más allá del momento, de las separaciones o de las
vicisitudes posteriores.

No sólo las huellas psíquicas se actualizan sino, también, las corporales, ya


que, el cuerpo es memorizado. El cuerpo «oye», el cuerpo «ve», el cuerpo
«dice», en el reencuentro con el universo familiar el cuerpo «sabe». Este
«saber» del cuerpo como organizador permite acceder a los fundamentos cons
titutivos. Múltiples ejemplos de este registro sorprenden y emocionan.

d) La identidad

¿Qué ocurre con la identidad de los niños secuestrados?

Lo que funda la identidad (sentido de saberse uno mismo) es el deseo de


vida de los padres, unido a la propia pulsión de vida del bebé. El deseo de
vida se va haciendo autónomo pero debe pensarse, en el origen, íntimamente
ligado al motor que lo generó: el deseo parental. Esta configuración de de
seos que es origen de la vida, es basamento identificatorio. Los niños afirman
y confirman su identidad en un constante proceso de reaseguramiento de
esta configuración. Es a partir de esta matriz que el niño se interroga ¿quién
soy yo para...? ¿Qué significo yo para...? Desde cuyas respuestas va cons
truyendo su historia singular y subjetiva.

Es sobre esta matriz existencial que se ejerció y se ejerce la violencia de


la impostura, violencia potencializada en la permanencia del ocultamiento y
la apropiación.

En consecuencia, podemos decir que el aparato psíquico de los niños


secuestrados se desarrolla en una situación de captura y de identidad enaje
nada, ya que la voluntad de apropiación utilizó la extrema fragilidad infantil
y, en la mayoría de los casos, la invalidez del «infans» (ser humano desde
que nace y durante los primeros meses de vida, sin palabras ni ideas) para
despojarlo de su identidad y montar un andamiaje de mentiras.

Cuando se hace uso de dicha invalidez, desconociendo la singularidad


deseante de la condición de sujeto, sometiéndolo a una fundación falsa que
niega la configuración de deseos que son su origen, forzando falsas identifi

25
caciones, de lo que se trata es del dominio sobre alguien a quien se toma
como cosa, a quien se intenta hacer desaparecer como persona.

Como consecuencia de este registro inconsciente, ¿cómo podrán respon


der los niños secuestrados, desde el mensaje de mentira y horror que reci
ben, a la pregunta: «¿quién soy yo para...?»

Podemos pensar que defienden, paradójicamente, la integridad de su


psiquismo instrumentando una división del yo, por la que, parte de él se
«acomoda» y responde a figuras-pseudo-identifícatorias y otra parte conser
va su núcleo de identificación originaria. La precaria integridad y la amenaza
constante del retomo de lo reprimido, operan como riesgos latentes mientras
persista la situación de apropiación.

Dijimos que en nuestros niños, en el proceso de constitución de su iden tidad,


se vieron obligados a desplazar los referentes parentales en figuras
identificatorias falsas. En la restitución, al encontrarse con la verdad, no hay
crisis de identidad y nada «demuele» su estructura psíquica. Lo que obser
vamos en la práctica es el desmoronamiento de las figuras fraudulentas de
sus captores y cómo los niños pueden empezar a confirmar aquello que ya
sabían. Los lugares identificatorios parentales vuelven a ser ocupados por las
figuras de sus legítimos padres, finalmente los legítimos significantes primor
diales. Recuperarlos, aunque doloroso, ya que en la mayoría de ellos es
encontrarse con el conocimiento de que sus padres permanecen desapareci
dos, le permite al niño, a través de ser nombrado con su propio nombre,
ligado al de sus padres, insertarse en su cadena generacional y unificar su
propia historia subjetiva. Ser restituido, finalmente, es recuperar la identidad.

También resulta profundamente estructurante saber que sus padres ja más


los abandonaron y que sus abuelas, abuelos, hermanos, tíos, todo ese
nido ecológico del que formaron parte sus padres, los han buscado tenaz y
amorosamente desde el momento mismo de su desaparición.
La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo es consciente de que esta tarea
involucra a la comunidad entera, que es el cuerpo social el que ha sido
desgarrado en las víctimas más pequeñas e inocentes del pasado terro
rismo de Estado y que, sólo exigiendo la verdad y la justicia, podremos
elaborar en conjunto la verdad histórico-social de lo sufrido por nuestro
pueblo. La recuperación de la verdadera identidad de nuestros niños podrá
sostenerse entonces en una trama social más justa y solidaria.

Porque se le debe, como un derecho a la comunidad infantil argentina esta


reparación, convocamos a la sociedad toda a sus legítimas autoridades y
especialmente a los hombres y mujeres del campo de la salud y el derecho a
hacer realidad la restitución de los niños secuestrados a sus legítimas
familias.

26
CAPÍTULO III

Prevención de la desaparición de niños

por Theo Van Boven

Informe presentado ante las Naciones Unidas.


Agosto 1988.

Introducción

1. En su decisión 1987/107 de 3 de septiembre de 1987, la Subcomisión de


Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías expresó su
profunda preocupación por los informes relativos a la crítica situación de los
niños desaparecidos en la Argentina que últimamente habían sido encontra
dos en el Paraguay y decidió pedir a su Presidente que nombrara uno o
varios miembros para establecer urgentemente y mantener contacto con las
autoridades e instituciones competentes, en particular las organizaciones hu
manitarias, que les presentaran informes sobre la situación y velaran por que
no hubiera más peligro de desapariciones.

2. La Comisión de Derechos humanos, en su resolución 1988/76 de 10 de


marzo de 1988, aprobó la petición de la Subcomisión y pidió a las autori
dades interesadas que facilitaran la aplicación de la resolución. En su 16a.
sesión plenaria, celebrada el 27 de mayo de 1988, el Consejo Económico y
Social adoptó su decisión 1988/138 en La que hizo suya la decisión de la
Comisión y autorizó al Secretario General para que prestara toda la asisten
cia necesaria para aplicarla.
3. El Presidente de la Subcomisión dirigió al Secretario General Adjunto de
Derechos humanos una carta de fecha 7 de abril de 1988, en la que se
designaba al autor del presente informe para que desempeñase el mandato en
los términos establecidos en la decisión 1987/107 de la Subcomisión.

4. A fin de establecer contacto con las autoridades e instituciones perti nentes,


se programó para comienzos de julio una visita a la Argentina y el Paraguay.
Sobre el particular, se dirigió a ambos gobiernos una carta de fecha 30 de
junio de 1988 informándoles de que el miembro de la Subcomisión se
proponía iniciar su visita alrededor del 10 de julio de 1988 y que agradecería
que las autoridades le prestasen la cooperación necesaria para el desempeño
con éxito de su mandato. En la carta, el miembro de la Subcomisión también
hacía hincapié en el espíritu exclusivamente humanitario con que enfocaba su
mandato y manifestaba su interés por establecer contacto con las autori dades
y organizaciones humanitarias pertinentes, así como con otras perso nas
directamente interesadas en los casos.

27
5. En una nota verbal de fecha 6 de julio de 1988 la Misión Permanente de la
Argentina ante las Organizaciones Internacionales en Ginebra transmi tió una
carta del Ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina en la cual
se expresaba que las autoridades de ese país apreciarían la visita y
adoptarían todas las medidas necesarias para facilitar los contactos solicita
dos. En nombre del Gobierno del Paraguay, se comunicó verbalmente al
autor del presente informe que la cuestión de los niños estaba sometida ac
tualmente a los tribunales y que en tales circunstancias no era oportuna una
visita al Paraguay porque podría considerarse como injerencia en el proceso
judicial. En una carta de fecha 5 de agosto de 1988 el Gobierno del Paraguay
informó al Secretario General de que en todos los casos en que el Gobierno
de la Argentina había pedido la extradición, los tribunales, tanto de primera
como de segunda instancia, habían librado un fallo favorable a la solicitud.
Sin embargo, en la actualidad esos casos estaban pendientes ante la Corte
Suprema, que emitiría un fallo en su debido momento.

6. El autor del presente informe visitó la Argentina del 12 al 15 de julio de


1988. En el país, recibió la plena cooperación de las autoridades y de todas
las organizaciones y personas interesadas. Durante su visita celebró
entrevistas con las siguientes personas: el Presidente de la Nación, Sr. Raúl
Alfonsín, el Ministro de Educación y Justicia, Sr. Jorge Sábato, el Secretario
de Justicia, Sr. Enrique Paixao, el Procurador General, Sr. Andrés D'Alessio,
la Subsecretaría del Ministerio de Relaciones Exteriores encargada de los
asuntos de derechos humanos, Sra. María Teresa Merciadri de Morini, y el
Subsecretario del Ministerio de Relaciones Exteriores encargado de los asun
tos latinoamericanos, Sr. Alberto Ferrari Etcheverry. El autor del presente
informe se reunió también con jueces, abogados, psicólogos y profesionales
de la salud que se ocupaban de casos de niños desaparecidos. Celebro tam
bién amplios debates con las «Abuelas de Plaza de Mayo» y con represen
tantes de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, el Movimiento
Ecuménico por los Derechos Humanos, el Centro de Estudios Jurídicos y
Sociales, el Grupo de Iniciativa para una Convención Internacional contra la
Desaparición Forzada de Personas, la Coordinadora de Organizaciones de la
Infancia y el Equipo Argentino de Antropología Forense.
I. Desaparición de niños en la Argentina

7. En el informe presentado el 20 de septiembre de 1984 al Presiden te


de la República por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de
Personas (CONADEP), después de la investigación de miles de desapari
ciones ocurridas en la Argentina1 durante el período 1974-1981, se seña
la lo siguiente:

«Cuando un niño es arrancado de su familia legítima para insertarlo en otro


medio familiar elegido según una concepción ideológica de «lo que con
viene a su salvación», se está cometiendo una pérfida usurpación de roles.

28
Los represores que arrancaron a los niños desaparecidos de sus casos o
de sus madres en el momento del parto, decidieron de la vida de aquellas
criaturas con la misma frialdad de quien dispone de un botín de guerra.

Despojados de su identidad y arrebatados a sus familiares, los niños


desaparecidos constituyen y constituirán por largo tiempo una profunda
herida abierta en nuestra sociedad. En ellos se ha golpeado a lo indefen
so, lo vulnerable, lo inocente y se ha dado forma a una nueva modalidad
de tormento»2.

8. En el momento en que el informe de la CONADEP fue redactado, las


Abuelas de Plaza de Mayo, organización creada por las abuelas de los niños
desaparecidos, había registrado 172 niños detenidos junto con sus padres o
nacidos durante el cautiverio de sus madres, que no habían sido devueltos a
sus familias legítimas. De ellos, 25 habían sido localizados. En el momento
de la visita del autor del presente informe, las Abuelas de Plaza de Mayo
estaban buscando, a pedido de sus familiares, a 202 niños y habían localiza
do a 45 de ellos.

1 Para una mayor información al respecto, véase el informe del Grupo de Trabajo sobre Desapa
riciones Forzadas o Involuntarias, documento E/CN.4/1985/15, párrs. 97 a 107.

2 Nunca Más. informe de la CONADEP, Editorial Universitaria de Buenos Aires, I997, pág. 299.

A. Información proporcionada por el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones


Forzadas o Involuntarias

9. El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias ha


hecho referencia en la mayoría de sus informes a la desaparición de niños
detenidos junto con sus padres o durante el cautiverio de sus madres. En su
primer informe a la Comisión de Derechos Humanos, el Grupo señaló lo
siguiente:

«El Grupo de Trabajo ha recibido varios informes sobre desapariciones


forzadas o involuntarias de mujeres -en particular mujeres embarazadas y
niños, que contienen listas de mujeres que han desaparecido, informes sobre
unos 60 casos de desapariciones de mujeres embarazadas en la Argen tina,
un expediente con información sobre unos 50 casos de niños supuesta mente
desaparecidos en la Argentina, un expediente sobre varios casos de niños
uruguayos supuestamente desaparecidos en la Argentina, y un infor me,
sobre la reaparición en Chile de dos niños uruguayos, que habían des
aparecido en la Argentina junto con sus padres. El Grupo también recibió
comunicaciones sobre desapariciones de niños supuestamente ocurridas en
Chile, El Salvador y Filipinas, así como expresiones de preocupación acerca
de las desapariciones forzadas o involuntarias de mujeres en Chile. Como ya
se ha observado (párr. 22), la Conferencia Mundial del Decenio de las
Naciones Unidas para la Mujer (Copenhague, 14 a 30 de julio de 1980), en su
resolución 23 expresó su grave preocupación por el número cada vez

29
mayor de personas desaparecidas cuyo paradero se desconocía, entre ellas
mujeres y niños, e hizo hincapié en que las mujeres y los niños sufrían los
efectos a la vez como víctimas directas y por su parentesco con las víctimas.

En esa resolución, se señaló a la atención del Grupo de Trabajo los efec


tos de las desapariciones forzadas o involuntarias que sufrían las muje
res, como víctimas directas y como familiares de las víctimas. También
se recibieron expresiones semejantes de preocupación de asociaciones y
de personas privadas.

La mayoría de los casos de desapariciones de niños que, según se afir ma,


han ocurrido en la Argentina, son casos de niños nacidos o que se presu me
han nacido de madres que a su vez habían desaparecido y que, según se
dice, estaban en centros de reclusión secretos en el momento del parto. En
varios casos, la información sobre el parto ha sido comunicada por personas
que afirman haber estado detenidas en dichos centros y haber tenido conoci
miento directo del nacimiento. Conforme a la información recibida, se man
tenía a gran número de mujeres, muchas de ellas embarazadas, en un cierto
centro de reclusión que, según se afirma, tenía ciertos servicios para atender
a las mujeres en el parto. En otros casos se informa de que se llevó a las
mujeres a un hospital militar para el parto. En los informes se indica que, en
varias ocasiones, los niños nacidos en las circunstancias arriba expuestas
fueron entregados a sus familiares, por lo general sus abuelos. Esta informa
ción coincide con la comunicada por familiares de mujeres embarazadas
desaparecidas, en el sentido de que habían recibido niños recién nacidos de
manos de miembros de las fuerzas de seguridad o de civiles, -quienes les
informaron de que la persona supuestamente desaparecida había dado a luz
al niño, se advirtió a los familiares que no hicieran ninguna investigación ni
comentarios sobre el asunto. En un caso, el padre de una mujer embarazada
que había desaparecido informa de que un grupo de personas desconocidas
la trajeron a casa para que dejara a su niño y luego se la llevaron de nuevo y
aún no ha aparecido. La información recibida de dos personas que, según
afirman, estuvieron detenidas en el mismo centro que esa mujer embaraza da
confirma esta versión de los hechos. El Grupo también ha recibido infor mes
relativos a niños que fueron secuestrados junto con sus padres y que aún no
han aparecido. Se han recibido asimismo informes sobre casos de
desaparición de menores que, según se afirma, fueron detenidos solos.

Con arreglo a un informe recibido de la Federación Internacional de Derechos


Humanos y del Movimiento Internacional de Juristas Católicos que contiene
información reunida durante una misión realizada en 1979 en la Argentina, el
Brasil, Chile y el Uruguay, dos niños uruguayos, de uno y cuatro años de
edad, que habían sido secuestrados en Buenos Aires, Argen tina, junto con
sus padres (cuyo paradero sigue desconocido), aparecieron tres meses más
tarde abandonados en la calle en Valparaíso, Chile. Los niños fueron llevados
primero a un hogar para menores y luego el Juez confió su custodia a una
pareja que más tarde presentó una solicitud de adopción. Entretanto, las
autoridades chilenas expidieron certificados de nacimiento declarando que los
niños habían nacido en Chile y eran hijos de la pareja a la

30
que habían sido encomendados. La verdadera identidad de los niños se reve ló
en 1979, tras la búsqueda iniciada por los abuelos. Con arreglo al mencio nado
informe, la identidad de los niños fue reconocida por los padres adoptivos, que
han convenido en examinar nuevamente la situación en el caso de que
aparezcan los padres de los niños»3.

10. El Grupo de Trabajo ha informado reiteradamente a la Comisión de


Derechos Humanos acerca de las desapariciones de niños y de las gestiones y
peticiones realizadas por las Abuelas de Plaza de Mayo para localizarlos 4.

3 Véase el Informe del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias, docu
mento E/CN.4/1435, párrs. 170 a 172.

4 Véase E/CN.4/1492, párrs. 38 a 43, E/CN.471984f21, párrs. 28 a 31, E/CN.4/I985/15, párr. 101,
E/CN.4/1986/I8, párrs. 48 a 51, E/CN.4/I987/I5, párr. 17 y E/CN. 4/1988/19, párrs. 39 y 40.

B. Descripción de algunos casos de desaparición de niños

11. La descripción de algunos de estos casos ilustrará la manera en que


fueron secuestrados estos niños, a veces con la colaboración y complicidad
de las fuerzas de seguridad de más de un país.

a) Una ciudadana uruguaya, refugiada en Argentina bajo la protección del Alto


Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, fue dete nida el 13
de julio de 1976 con su hijo de menos de un mes, en un procedi miento policial
en el que participaron fuerzas de seguridad argentinas y ofi ciales uruguayos
del Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas. El mismo día de
su detención, uno de los oficiales uruguayos le arrebató al niño, que desde
entonces se encuentra desaparecido. La madre permaneció en un centro
clandestino de detención en Buenos Aires hasta el 26 de julio del mismo año,
día en el que fue trasladada secretamente al Uruguay, junto con otros
detenidos, en un avión de la compañía aérea PLUNA (empresa del Estado
uruguayo). En Uruguay, permaneció clandestinamente detenida en la sede del
Servicio de Inteligencia del Ejército y, al cabo de cuatro meses y medio, fue
enviada a la prisión de Punta Rieles, donde su detención fue reconocida.
Durante su detención se le ofreció devolverle al niño si propor cionaba ciertas
informaciones. La madre recobró su libertad varios años más tarde, pero no
así su hijo, quien continúa desaparecido.
b) Un matrimonio de argentinos se radicó con su hija de un año en
Montevideo, Uruguay, donde ambos trabajaron y vivieron durante un año
aproximadamente. En 1977 las tres personas fueron secuestradas y desapa
recieron. El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias
transmitió el caso al Gobierno de Uruguay, el cual respondió que esas tres
personas habían estado alojadas, el día de su desaparición, en un hotel situa
do en la frontera con Brasil. La abuela de la niñita desaparecida realizó todo
tipo de gestiones en ambos países, incluso viajó al hotel situado en la fronte
ra, pese a poseer testimonios concluyentes de que la familia se encontraba en

31
Montevideo. La niña fue localizada por las Abuelas de Plaza de Mayo, gra
cias a una denuncia anónima, en 1980, pero la familia que se había apropia
do de la menor cambió de domicilio y sólo se le volvió a encontrar en 1983.
Su falso padre había sido miembro de la policía argentina, desempeñándose
en la Brigada XV de La Matanza, con asiento en San Justo, que funcionaba
en un local utilizado como centro clandestino de detención de desapareci
dos5. La niña fue reintegrada a su familia legítima en 1984, luego de un largo
proceso judicial. Sus padres continúan desaparecidos.

c) Dos jóvenes inválidos pertenecientes al grupo «Cristianos para la Li


beración» se casaron y tuvieron una hija, de ocho meses en el momento en
que fueron secuestrados, en 1978. Su casa fue totalmente saqueada y todas
sus pertenencias cargadas en un camión del Ejército. Por testimonios recogi
dos por la CONADEP, se sabe que ambos fueron brutalmente torturados en
el centro clandestino de detención conocido como «El Olimpo». Su hija
permaneció sólo dos días en ese lugar y luego fue retirada con destino desco
nocido. Los tres continúan desaparecidos.

5 Véase Nunca Más, op. cit., p. 87.

d) El 2 de abril de 1976, una joven nacida en Perú y radicada en Bolivia, hija de


un argentino de origen español, fue secuestrada en Oruro, Bolivia, junto a su
hija de nueve meses. Ambas fueron torturadas por personal argentino y
boliviano, según pruebas obtenidas posteriormente. La madre fue entrega da a
fuerzas gubernamentales argentinas, mientras que la niña quedó asilada en el
Orfelinato Villa Fátima de La Paz. El 25 de agosto de 1976, la niña fue sacada
del orfelinato y conducida a Buenos Aires, donde se la encerró en un centro de
detención clandestino utilizado por la Triple A (grupo paramilitar que operaba
desde antes de instaurada en Argentina la dictadura militar, formado por
miembros de los servicios de seguridad y personal militar y civil), lugar en que
su madre era torturada.

En 1977, la niña fue inscrita como hija propia por uno de los jefes de la Triple
A y su mujer, que no tenían hijos. En 1984, la abuela de la niña, que contó
con la ayuda de las Abuelas de Plaza de Mayo y de otras personas, logró
establecer que su nieta se encontraba en poder de uno de los responsa bles
de la desaparición de su hija. Por entonces la familia que se había apro piado
de la niña se encontraba escondida, prófuga de la justicia. En 1985 fue
localizada y la niña entregada a su abuela materna.

12. En cuanto a mujeres secuestradas que estaban embarazadas, se sabe,


por testimonios múltiples y concordantes, que daban a luz en condiciones
inhumanas y que eran separadas de sus hijos al poco tiempo (a veces unas
horas, a veces unos días después del nacimiento). Nada ilustra tan
crudamente el espantoso cuadro de los nacimientos clandestinos como la
descripción que figura en el libro «Nunca Más»:

«Pero sin duda, uno de los hechos más oprobiosos que la Comisión
Nacional pudo conocer e investigar sobre los alumbramientos en cautiverio

32
de jóvenes desaparecidas, fue lo ocurrido en ciertos sectores del Hospital
de Campo de Mayo y que, necesariamente requiere un tratamiento
propio.

En efecto, en dicho Hospital, ubicado en la jurisdicción de la Provincia de


Buenos Aires, se produjeron gravísimos hechos que han sido denuncia dos a
la Justicia por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas el 14
de agosto do 1984.

En el escrito expresamos: «A tenor de los testimonios recibidos, particu


larmente importantes dado que se trata de la declaración de seis médicos
obstetras, cuatro parteras y dos enfermeras que, excepto una de las médicas,
trabajan hasta el día de hoy en el Hospital de Campo de Mayo, y de un
técnico radiólogo que prestó servicios en dicho Hospital durante los años
1976 y 1977, resulta lo siguiente:

a) Los testigos reconocen unánimemente que en el Servicio de


epidemiología de dicho Hospital se alojaban detenidas cuyo ingreso no era
registrado.

b) Que estas detenidas eran mujeres en estado de gravidez,

c) Que permanecían en estas dependencias vendadas o con los ojos


cubiertos con anteojos negros y custodiadas,

d) Que en la mayor parte de los casos eran sometidas a operaciones de


cesáreas y que después del parto el destino de la madre y el hijo se bifurcaba,
desconociéndose totalmente el lugar adonde eran trasladados.»

La plena coincidencia de los testimonies en estos puntos revela la grave dad


de los hechos que derivan no sólo de la privación ilegal de la libertad de las
personas que se encontraban recluidas en determinado sector del Hospital
Campo de Mayo, sino que dichas personas eran mujeres embarazadas que
dieron a luz secretamente, presumiéndose que en la mayor parte de los casos
los partos se precipitaron y se realizaron operaciones cesáreas... (presenta
ción de las denuncias a la Justicia en lo Criminal y Correccional de San Isidro,
Dr. Mollard).

De los testimonios mencionados, el del señor C. C. (cuyos datos perso nales


completos figuran en la respectiva presentación judicial) aporta una serie de
datos por demás esclarecedores. El declarante, que se presentó en forma
espontánea ante la CONADEP el 30 de enero de 1984, relata que siendo
enfermero con grado de cabo primero, prestó servicio en el Hospital de
Campo de Mayo durante los años 1976 y 1977 y que pudo comprobar en las
habitaciones individuales del servicio de Epidemiología, Sala de Hom bres, la
permanencia de mujeres embarazadas en trance de tener familia, atadas de
pies y manos a las camas y con suero permanente para acelerar el proceso
de parto. C. C. vio personalmente en esas condiciones a cuatro o cinco
mujeres que creía eran extremistas, custodiadas por personal de
Gendarmería Nacional, pero también tenía conocimiento por sus compañeros
de servicio que había un movimiento permanente de embarazadas en esa

33
sala y que el sargento carpintero de apellido Falcón había violado a una de
ellas siendo sancionado con diez días de arresto por este hecho, pero que
luego de cumplirlos había seguido normalmente en el servicio. Agrega que,
cuando llegaba el momento del trabajo de parto, las prisioneras eran trans
portadas, presumiblemente por la noche, al servicio de Ginecología y Obste
tricia, cuyo jefe era el Mayor Caserotto, actualmente en el mismo cargo, pero
con el grado de teniente coronel, según entiende el denunciante. A través de
comentarios generalizados del personal del Hospital sabe también que, una
vez nacido el hijo, las prisioneras eran separadas del niño e inme diatamente
desaparecían del Hospital de Campo de Mayo con destino desco nocido. En
cuanto a los niños, permanecían en el servicio de nursery» 6.

13. Según las pruebas reunidas por la CONADEP, los niños secuestrados
compartieron en muchos casos el suplicio de sus padres y a menudo fueron
obligados a presenciar las torturas que se les infligían a sus progenitores.

6 Ibid., p. 307 a 309.

14. Durante el juicio que, a instancias del actual Gobierno de la Argenti na,
se siguió contra los miembros de las tres juntas militares durante cuyo
Gobierno ocurrieron la mayoría de las 8.961 desapariciones registradas por
la CONADEP, se revelaron a la población argentina y del mundo pruebas
precisas y concordantes de la existencia de un aparato represivo dirigido
desde la cúpula militar y destinado a eliminar sistemáticamente no sólo a los
miembros de organizaciones armadas sino a buena parte de la oposición y a
los familiares y parientes de todos ellos en tanto pudieran constituir un posi
ble germen de continuidad de dicha oposición. Eliminar desde la raíz a cierto
tipo de oposición existente en la sociedad argentina fue el objetivo que dio
forma a una actividad represiva de naturaleza genocida, basada en las ideas
políticas de las víctimas o en las de sus familias o parientes cercanos.

15. Las desapariciones de niños de muy corta edad y de niños nacidos


durante el cautiverio de sus madres se inscribe dentro de este contexto.
Los hijos de «subversivos» no debían volver a sus familias porque habrían
podido formarse dentro del mismo cuadro moral y político que había llevado
a sus padres a la «subversión». En consecuencia, era preciso «cederlos» a
otras personas que les ofrecieran un medio acorde con la ideología de los
opresores.

16. Sería difícil evaluar en qué medida influyó en los represores el enfo que
ideológico descrito o una especie de sadismo que los llevara a prolongar en
los hijos o en los padres de sus víctimas, el suplicio a que éstos fueron
sometidos. Lo cierto es que la apropiación de niños fue realizada
sistemáticamente por algunos sectores del aparato de exterminio creado por
la dictadura militar, pero no por todos los sectores. Muchos de los niños
encontrados en el momento de la detención de sus padres fueron dejados
en manos de vecinos que buscaron a sus familias para devolverlos o que los
protegieron. A veces fueron simplemente abandonados o dejados en
hospitales u orfelinatos, donde murieron o fueron entregados a padres

34
adoptivos. Algunos de los niños nacidos en cautiverio fueron entregados a
sus abuelos.

C. Las Abuelas de Plaza de Mayo

17. Como las Madres de Plaza de Mayo, las Abuelas iniciaron la búsque da
de sus hijos y nietos desde el momento mismo de la desaparición. Algunas
de ellas sabían que sus hijos habían sido asesinados y que sólo sus nietos
podían devolverles en cierto sentido las vidas que les habían sido arrebata
das. Otras no han podido hasta el presente saber con certeza el destino de
sus hijos, pero sí saben que sus nietos se encuentran en manos de los res
ponsables del asesinato o desaparición de los padres o en manos de funcio
narios, ex funcionarios u otras personas involucradas en delitos relaciona dos
con las desapariciones forzadas o involuntarias.

18. Las Abuelas de Plaza de Mayo realizaron, desde su creación, un


incansable y arduo trabajo para localizar a sus nietos. Con el transcurso del
tiempo y gracias a su persistente labor y sus llamados a la solidaridad nacional
e internacional, las Abuelas llegaron a consolidar una organización que cuen ta
con un sistema de computadoras para el procesamiento de la información que
recibe de todo tipo de fuentes del país y del exterior.

19. Las Abuelas cuentan, además, con equipos de asesores jurídicos y de


médicos y psicólogos que cumplen funciones específicas en relación con la
búsqueda y recuperación de niños desaparecidos y con el tratamiento
médico psicológico que requieren. Los niños que logran reintegrarse a sus
legítimas familias. En el curso de su misión, el autor del presente informe se
reunió con algunos miembros de esos equipos para analizar con ellas la natu
raleza de su trabajo y los resultados obtenidos. Además, quedó muy conmo
vido por la reunión que tuvo con algunos de los niños reintegrados a sus
familias legítimas y que tienen actualmente 11 ó 12 años de edad.

20. Las Abuelas de Plaza de Mayo, con la ayuda de la American Association for
the Advancement of the Sciences, lograron que se introdujera en la Argentina el
uso de análisis genéticos para determinar el parentesco con un mayor grado de
certeza. Este método, que ya era utilizado en otros países para establecer el
parentesco, se usó por primera vez en la Argentina para establecer la relación
de un niño con su familia biológica en ausencia de los padres. Un equipo de
médicos argentinos recibió la formación necesaria para llevar a cabo las
pruebas genéticas que permiten establecer cuál es la verdadera familia del niño.

21. El paciente y fervoroso trabajo llevado a cabo por las Abuelas de Plaza
de Mayo ha dado a esta organización un prestigio nacional e interna cional
considerable y le ha permitido encontrar a 42 niños. Sin embargo, el
hallazgo de los niños no constituye, como debiera, el final feliz de una difícil
búsqueda, en ciertos casos, como queda de manifiesto por el mandato enco
mendado al autor del presente informe, es entonces cuando se inicia un
arduo trabajo para lograr que el niño sea devuelto a su familia legítima.

35
22. Las familias de los niños encontrados debieron iniciar, con el sacrifi co
consiguiente, largos procesos judiciales durante los cuales no siempre
pudieron contar con la determinación de los jueces. En efecto, algunos de
éstos actuaron con excesiva lentitud, sin utilizar todos los recursos legales de
que disponían para lograr una pronta devolución de los niños 7.

7 Véase el informe del Grupo de Trabajo sobre Desaparición Forzada o Involuntaria, documento
E/CN'4/1986/18.

23. Según las Abuelas de Plaza de Mayo, las dilaciones en el procedi miento y
la falta de vigilancia sobre las personas que habían tomado a los niños, por
parte de los organismos competentes del Estado permitieron que algunas de
esas personas salieran del país llevándose a los niños de los que se habían
apropiado y que buscaban sus familias legítimas.

II. Casos de niños desaparecidos en la Argentina que se encuentran en el


Paraguay o de los que existen presunciones fundadas de que se
encuentran en ese país con miembros de las fuerzas de represión
involucrados en las desapariciones

Caso de los mellizos Rossetti-Ross

24. Liliana Irma Ross de Rossetti, argentina, de 21 años, casada con


Adalberto Eraldo Rossetti, embarazada de tres meses, fue secuestrada el 10
de diciembre de 1976 en La Plata, Provincia de Buenos Aires. Según la
información obtenida par sus familiares al cabo de largas y laboriosas gestio
nes, Liliana dio a luz mellizos el 22 de abril de 1977, a quienes llamó Martín
y Gustavo. Esta información la proporcionó la partera de la Cárcel de Ol mos,
Irma Pelgadillo de San Emeterio, quien, al poco tiempo de haber infor mado a
la abuela del nacimiento de los niños, fue secuestrada junto con su esposo y
se encuentra también desaparecida. La noticia del nacimiento fue
corroborada por un sacerdote de La Plata, quien envió una nota a la abuela
de los niños indicando que el nacimiento se había producido en la Cárcel de
Olmos. En esos años no se pudieron obtener otras noticias. Sólo varios años
más tarde se supo, por una denuncia anónima, que el Subcomisario de la
Policía Federal Samuel Miara y su esposa Alicia Beatriz Castillo habían ins
crito como propios a unos mellizos de los que se habían apoderado en cir
cunstancias relacionadas con la participación activa de Miara en la represión
encubierta que diera por resultado miles de desapariciones. En 1984 se de
nunciaron esos hechos ante el juzgado Penal No 2 de La Plata y se: produje
ron pruebas irrefutables de que los niños en poder del matrimonio Miara no
eran en realidad hijos de esa pareja y que existían muchas posibilidades de
que fueran en realidad los mellizas Rossetti-Ross. Antes de que se realizaran

36
las pruebas hemogenéticas para probar de manera irrefutable la identidad
de los mellizos, el matrimonio Miara logró fugarse de la Argentina lleván
dose consigo a los niños. En enero de 1987 se supo que se encontraban en
el Paraguay.

Cabe agregar que Samuel Miara (alias González o Turco) trabajo en los
centros de atención «Vesubio» y «Club Atlético» 8.

Niños en poder del Mayor Médico del Ejército Norberto Atilio Bianco

25. En el párrafo 12 del presente informe se cita el texto de la descrip ción y el


juicio de la CONADEP en relación con los nacimientos que tuvie ron lugar en
el Hospital de Campo de Mayo, donde el Mayor Blanco se desempeñaba. Las
imputaciones de testigos contra el Mayor Bianco apare cen en los legajos Nos.
6372 y 6514 a 6525 de la CONADEP (13 testigos lo mencionaron como
involucrado en las desapariciones y otros delitos relacio nados con ellas).
Entre las imputaciones que surgen de esos testimonios se encuentra la de
que se apropió de dos niños nacidos en el Hospital de Campo de Mayo
durante el cautiverio de sus madres y que los inscribió fraudulenta mente
como hijos propios con la complicidad de su esposa, Nidia Susana Wehrii.
Los niños fueron localizados por las Abuelas de Plaza de Mayo en mayo de
1984.

26. De los testimonios mencionados se infiere que uno de los niños en poder de
Bianco es el hijo de Silvia Quíntela y Abel Madariaga. La primera está
desaparecida desde el 17 de enero de 1977, no así el padre quien trató de
comparecer como querellante en el proceso contra Bianco pero no fue aceptado
como tal por el juez porque no había ninguna prueba de su paterni dad. No
obstante, en 1986, cuando se iban a realizar las pruebas hemogenéticas para
determinar la identidad de los niños, el matrimonio Bianco abandonó su casa
llevándose a los niños. Poco tiempo después éstos fueron localizados por la
justicia argentina en el Paraguay.

8 Hay testigos que mencionan a Samuel Miara, en el legajo N. 7170 de la CONADEP, como
participante activo en la represión y las desapariciones.

C. Caso de María Islas de Zaffaroni Islas

27. María Emilia Islas de Zaffaroni, Roberto Zaffaroni Castilla y su hija de un


año y medio fueron secuestrados en su domicilio por personal vestidos de
civil el 27 de enero de 1976. Los padres se encuentran desaparecidos. Se
sabe que estuvieron detenidos alrededor del 30 de septiembre de 1976, junto
con su hija, en el centro clandestino de detención conocido como «Automo
tores Orletti», cuyo jefe era Aníbal Gordon, activo miembro de la Triple A y
manifiestamente vinculado con Miguel Ángel Furci, agente de la Secreta ría
de Informaciones del Estado (SIDE) de la Argentina. El jefe de Furci era el
General Otto Paladino, identificado por testigos como la persona

37
encargada del traslado clandestino de los presos uruguayos desde dicho
centro clandestino, situado en Buenos Aires, hasta Montevideo, Uruguay.
En mayo de 1983, gracias a un anuncio publicado en un diario de Buenos
Aires requiriendo datos sobre el paradero de la niña, una organización de
derechos humanos del Brasil recibió una denuncia anónima diciendo que
Miguel Ángel Furci y su mujer, Adriana González de Furci, tenían en su poder
una niña con las mismas características físicas y la misma edad que la
requerida. Se indicaba además que la mujer de Furci nunca había estado
embarazada. Con esta información se presentó una denuncia ante el Juzgado
Federal de San Isidro que el juez tramitó con extrema lentitud, según lo
observado por las Abuelas de Plaza de Mayo. Después de un laborioso tra
bajo realizado por los abogados de la abuela de la niña para instar el procedi
miento y en el momento preciso en que se ordenaba la realización de las
pruebas hemogenéticas, la mujer abandonó su casa llevándose a la niña con
rumbo desconocido. Más tarde se pudo determinar con un alto grado de
certidumbre que el matrimonio estaba en el Paraguay con la niña
desaparecida.

D. Niño en poder del ex Capitán de Navio Jorge Raúl Vildoza

28. Este oficial de marina estuvo destinado en la Escuela Superior de


Mecánica de la Armada (ESMA), durante el período en que funcionaba en ese
lugar un centro clandestino de detención que adquirió fama por la canti dad de
personas desaparecidas que estuvieron allí detenidas. Son numerosos los
testimonios que posee la CONADEP, así como el Grupo de Trabajo sobre
Desapariciones Forzadas o Involuntarias acerca de los nacimientos que
tuvieron lugar en la ESMA y el destino de los niños nacidos en cautive rio. El
Capitán Vildoza ha sido mencionado en esos testimonios como una de las
personas involucradas en actividades relacionadas con los niños nacidos en
ese centro clandestino de detención.

29. Se sabe que el Capitán Vildoza tiene en su poder uno de esos niños y
el hecho fue denunciado a la justicia. El Capitán Vildoza se encuentra tam
bién presuntamente en el Paraguay, con el niño de que se ha apropiado.

E. Niña en poder de Omar Alonso

30. Entre las múltiples investigaciones realizadas por las Abuelas de Pla za de
Mayo para localizar niños desaparecidos, una de ellas las llevó a deter minar
que la pareja compuesta por Ornar Alonso y María Lujan de Mattía tenía en su
poder a una niña hija de personas desaparecidas. Ante las prue bas reunidas
para llegar a esa conclusión, el Juzgado No 1 en lo Penal de la Plata dispuso
la detención de esas dos personas que no se habían presentado cuando
fueron citadas para las pruebas hemogenéticas que permitirían deter minar la
verdadera identidad de la niña. Las investigaciones policiales realiza das para
localizarlos tuvieron repercusiones de otra índole, pues se pudo - determinar
que Alonso estaba vinculado a una red de narcotraficantes- en la que también
estaría involucrado Guillermo Suárez Masón, quien fue Co

38
mandante del Primer Cuerpo de Ejército y uno de los jefes castrenses más
señalados en denuncias sobre desapariciones y otras violaciones de los dere
chos humanos durante el período de gobierno militar en la Argentina. Sin
embargo, la pareja logró salir del país a fines de 1986 y existen grandes
indicios de que actualmente se encuentra en el Paraguay.

III. Los recursos internos y las medidas de orden internacional tomadas


para recuperar a los niños sustraídos a la jurisdicción de Argentina

31. Las gestiones judiciales realizadas por los familiares de los niños
desaparecidos y por las Abuelas de Plaza de Mayo han sido difíciles, fatigosas
y, en algunos casos, no han dado frutos porque los niños fueron sustraídos de
la jurisdicción de los jueces argentinos.

32. Las organizaciones, familiares y abogados consultados expresaron al


autor de este informe que antes de iniciar una causa destinada a la reintegra
ción de un determinado niño a su familia legítima, se procura tener más que
razonable convicción de que dicho niño ha sido objeto de una apropiación
ilegítima. En la obtención de las pruebas que conducen a dicha convicción ha
sido decisiva hasta el momento la actividad de las Abuelas de Plaza de Mayo
y muy escasa la contribución de las instituciones gubernamentales que debe
rían haber llevado a cabo, de oficio, las investigaciones pertinentes. Es preci
so anotar que de los 45 niños encontrados, sólo tres lo fueron por iniciativa
de una comisión gubernamental.

33. Según la información recibida, durante la dictadura militar las Abue las de
Plaza de Mayo presentaron numerosas denuncias y pedidos de bús queda de
los niños desaparecidos, que no recibieron el tramite correspon diente, pues
los tribunales y las instituciones del Estado no tomaron, en la mayoría de los
casos, las medidas más elementales para localizar a los niños ni informar a
sus parientes del lugar en que se encontraban, ni siquiera cuan do poseían
esa información.

34. En los procedimientos judiciales, la rapidez y eficacia en el trámite de


la prueba y en la ejecución de las medidas de reintegración del menor a su
familia legítima dependió de los jueces que tuvieron a su cargo los pro
cedimientos. Algunos actuaron diligentemente, pero muchos dilataron in
necesariamente las causas poniendo trabas procesales y negándose a eje
cutar medidas solicitadas por los familiares de los niños. A menudo, pasa
ron años hasta que los jueces ordenaron las pruebas hemogenéticas que
habría de determinar la verdadera identidad de un niño poniendo así en
evidencia que se habían cometido los delitos de sustracción, retención y
ocultamiento de menor, supresión de estado civil y otros tales como la
falsificación de instrumento público pues los apropiadores, en general, ins
cribieron a los niños como propios y falsificaron los documentos necesa
rios para establecer su identidad.
39
35. Varios jueces omitieron tomar las medidas necesarias para impedir que
los presuntos apropiadores se rugaran, abandonaran el país o se oculta ran,
sustrayéndose asía su jurisdicción. En casos en que las medidas fueran
ordenadas, las instituciones o fuerzas encargadas de la vigilancia de esas
personas no parecen haber ejecutado con eficacia las órdenes judiciales,
pues varios de los apropiadores lograron salir del país y actualmente residen
en el Paraguay, donde han llevado a los niños.

36. En relación con los casos de niños en poder de Samuel Miara y de


Norberto Bianco, se estableció en forma fehaciente que éstos se habían apro
piado ilícitamente de hijos de personas que estuvieron detenidas en la Argen
tina y que ahora están desaparecidas y los habían llevado secuestrados al
Paraguay. En esos casos los tribunales argentinos libraron exhortos, por la
vía diplomática, solicitando al Gobierno del Paraguay la detención y extradi
ción de los prófugos y que devolvieran a los niños. Dos jueces fueron al
Paraguay en abril de 1987 para entregar personalmente esos exhortes, pero
sus esfuerzos fueron obstaculizados por los apropiadores, con el apoyo de
algunas autoridades paraguayas. La materia se dejó en manos del poder
judicial del Paraguay que, en virtud de lo dispuesto en el articulo 36 del
Tratado de Montevideo de 1889 (ratificado por ambas partes), debía resol ver
a su respecto en un plazo perentorio (diez días en primera instancia y cinco
días en apelación). Sin embargo, los casos siguen en conocimiento de los
tribunales paraguayos desde abril de 1987 y, hasta ahora, no se ha toma do
ninguna decisión definitiva.

37. Entretanto, en el plano internacional, algunas organizaciones han


expresado preocupación por la situación de estos niños. La Organización
de los Estados Americanos (OEA), a la que la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos mantiene informada de esos casos, solicitó a
esta Comisión que incluyera en su programa de trabajo un estudio «de la
situación de los hijos menores de personas desaparecidas que fueron
separados de sus padres y son reclamados por miembros de sus legíti
mas familias».

IV. El Estado de peligro moral en que se encuentran los niños sustraídos


a sus familias

38. En un fallo dictado por el juez argentino Juan M. Ramón Padilla al


pronunciarse sobre distintos aspectos del juicio iniciado para lograr la restitu
ción de una niña nacida en cautiverio, se dice, entre otras cosas, lo
siguiente:

«Acciones como la que juzgo, en donde se trata de un recién nacido como a


una «cosa» de la que se dispone a voluntad y en definitiva, para aquellos
que produjeron estos hechos, es parte del saqueo y del despojo de los
hogares que destruyeron, no permiten la posibilidad de que se valore como
atenuante la simple circunstancia de que los niños fueron rodeados de
bienestar o lujo y aun de cierto cariño, pues la actitud fraudulenta y la con
ducción a que se sometió a la niña es asimilable a la de la esclavitud y aún
40
peor, pues al esclavo, por lo menos, se le permitía conocer su historia. Po
dría asimismo esta condición asemejarse a la del animal doméstico, a quien
se rodeó de lujos e incluso de cariño, pero con el único objeto de producir
satisfacción a su dueño.»

39. El fallo continúa explicando que no es posible asimilar los casos de apropiación
de niños desaparecidos a la adopción, que se realiza fundándose en principios
éticos, sin engaños y mediante una libre y consciente cesión de los derechos de
paternidad, sin violencia ni ruptura compulsiva del vínculo familiar. Por el contrario,
«la situación que nos ocupa, rodeada de fraudes y falsificación, en donde no existe
ley ni verdad sino simplemente el absoluto dominio de los apropiadores, enferma lo
que debe ser una relación paterno-filial, con el consecuente perjuicio a la psiquis
del apropiado y a la sociedad toda, que encuentra menoscabados valores tan
importantes como la verdad, la justicia, la identidad y la familia».

40. En un trabajo preparado por miembros de la organización Abuelas de


Plaza de Mayo para presentar al Primer Congreso Argentino de Adopción se
señalaron los factores que influyen en la formación de la personalidad de los
niños secuestrados o nacidos en cautiverio y que les ponen en condiciones
tales que su salud y equilibrio psíquico corren grave peligro. El documento
señala los siguientes factores:

a) la separación forzada y violenta de su nido ecológico,

b) la destrucción de su identidad,

c) el sistema de mentiras permanentes y continuadas con el que se


articula la vida familiar,

d) el ocultamiento sistemático de su historia personal,

e) el aislamiento permanente y progresivamente cruel y perverso con


respecto al sistema de información social a que se somete al niño, a fin de
impedirle conocer los datos de la historia reciente del país e inferir de ese
modo su propio pasado.

41. Por considerar que los niños que se encuentran en poder de sus
secuestradores o apropiadores corren grave peligro para su salud mental y
física, las Abuelas de Plaza de Mayo han multiplicado sus esfuerzos por
lograr su restitución lo antes posible.

42. Las autoridades paraguayas no parecen compartir este criterio, pues han
dilatado ya por largo tiempo la restitución de los niños. Estos casos han dado
lugar a un debate en la comunidad internacional acerca de la real exis tencia
de ese peligro y la conveniencia de que los niños sepan la verdad sobre su
origen.

43. Un grupo de médicos que trabajan en investigaciones genéticas y que


cooperó en la introducción en la Argentina de las pruebas hemogenéticas para

41
determinar la identidad de los niños examinó este tema, vinculando sus investi
gaciones a los derechos humanos. En un trabajo sobre la materia se dice:

«Es evidente que las circunstancias varían enormemente y las mejores


condiciones de vida respecto de cada niño deben decidirse individualmente. En
un caso resuelto sin necesidad de análisis genéticos, un niño nacido en
cautiverio fue adoptado de buena fe por una familia inocente que vive ahora
mera de la Argentina. Sólo la abuela materna del niño está viva y también se me
a vivir al extranjero. Cuando el niño tenía seis años, sus parientes biológicos y los
de adopción supieron unos de otros. La solución ha sido totalmente amistosa.

El niño sigue viviendo con su familia adoptiva, se le ha dicho la verdad acerca


de sus padres biológicos, cuyo apellido ha tomado, además de visitar con fre
cuencia a su abuela. Es muy posible que aparezcan otros casos como éste.
Sin embargo, los casos de niños que viven con oficiales de las
fuerzas armadas implicados en la tortura y la muerte de sus padres son mucho
más complejos. Ciertamente que en circunstancias normales aun niño no se lo
dejaría con sus secuestradores o los cómplices de éstos, cualquiera que
hubiese sido su edad al momento del secuestro. La idea de estimar qué perso
nas implicadas en secuestros torturas o asesinatos son o serán padres ade
cuados para los hijos de sus víctimas, también parece inverosímil. El secues tro
está considerado universalmente como un delito. ¿Es diferente la situa ción en la
Argentina porque los secuestros, ocurrieron en gran escala? Las agrupaciones
de derechos humanos con las que hemos trabajado sugirieron que el abandonar
la búsqueda de los niños secuestrados en la argentina es abandonar a un grupo
de niños que no se desarrollaran con inocencia y tranquilidad. Cuando estos
niños crezcan y sospechen la verdad ¿cuál será su actitud hacia sus parientes,
que sabían que habían desaparecido, pero que no hicieron nada? ¿Qué efecto
tendría sobre un joven el saber que ha vivido con personas implicadas en la
muerte de sus padres, y que sus parientes sobrevivientes no hicieron nada por
encontrarlo? El no tratar de identificar a los niños secuestrados ¿otorga
implícitamente la impunidad a los secuestra dores? ¿Aumentaría esto la
sensación de invulnerabilidad de los que violan los derechos humanos en otros
países?»9.

9 «Human genetics and human rights. Identifying the families of kidnapped children» en The
American Journal of Forensic Medicine and Pathology, vol. 5, Ns 9, diciembre de 1984.

V. Observaciones finales

44. Al decidir el nombramiento de uno de sus miembros para establecer


contacto con las autoridades e instituciones competentes en el problema de
los niños desaparecidos en la Argentina y más tarde encontrados en el Para
guay, la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las
Minorías tuvo en cuenta que el examen de este problema no sólo abarcaba la
eficacia de los recursos internos y la observancia de un tratado dentro de la
jurisdicción de los países interesados, sino también aspectos humanitarios y
de derechos humanos como cuestiones de preocupación internacional.

42
45. La comunidad internacional está preocupada por las violaciones de los
derechos humanos como resultado del secuestro y el traslado ilícito de los
niños y por las demoras en la adopción de las medidas urgentes necesarias
para corregir la situación. Las víctimas de esas violaciones de los derechos
humanos son los niños secuestrados, sus padres (desaparecidos o no) y sus
abuelos o demás familiares que los buscan.

46. En el caso de los niños, se les están negando sus derechos a la libertad y
la seguridad de la persona, a mantener su propia identidad y al contacto con
sus verdaderos padres y familiares, el derecho a la protección por parte de su
familia, la sociedad y el Estado, el derecho a gozar de su propio medio
ambiente y el derecho a no ser objeto de tratos inhumanos o degradantes.
Además, a los niños secuestrados se les niegan varios derechos que figuran
en la Declaración de los Derechos del Niño.

47. De hecho, a esos niños se les priva de su derecho a mantener su propia


identidad, a conocer su pasado, a gozar del cuidado de sus padres y a no ser
separado de ellos contra su voluntad. Viven actualmente en medios familiares
que, en vista de las atrocidades cometidas en el pasado y de la participación que
en ellas les cupo a los jefes de esas familias, son una afrenta a los principios
humanitarios y de derechos humanos intemacionalmente reconocidos. En tales
circunstancias, se les está negando la oportunidad para desarrollarse física, men
tal, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, así como en condicio nes
de libertad y dignidad (Principio 2 de la Declaración de los Derechos del Niño).
Tampoco están protegidos contra las prácticas que fomentan la discrimi nación,
porque se encuentran en manos de personas que participaron en graves
violaciones da los derechos humanos basadas en el total desprecio de la dignidad
de la persona humana y en la discriminación política. Así, corren el peligro de no
ser educados en un espíritu de tolerancia, amistad entre los pueblos, paz y frater
nidad universal (Principio 10 de la Declaración). En efecto, siguen siendo trata dos
como el «botín» de una «guerra sucia» y esta situación persiste en la medida en
que no se reconozca y haga efectivo su derecho a mantener su identidad y a vivir
con su familia legítima. Sobre la base da largos e intensos debates sosteni dos en
la Argentina con parientes de los niños desaparecidos y con profesionales de la
salud, psicólogos y jueces, el autor del presente informe ha llegado a la firme
conclusión de que casi sin excepción el retomo del niño a su familia legíti ma va
en «el interés superior del niño» (véanse también los Principios 2 y 7 de la
Declaración) y es una exigencia imperativa de justicia.

48. A Los padres, abuelos y demás familiares interesados del menor se les
priva de su derecho a proteger, cuidar y educar a sus niños, a estar en
contacto con ellos y a la reunificación de la familia. En realidad, la persisten
cia de una situación en la cual no puede reconstruirse la vida familiar normal
debido a la negativa de quienes se han apropiado de los niños a devolverlos a
su familia legítima, prolonga la angustia de los parientes y les impone inten
cionadamente un sufrimiento mental.

49. Al prolongar los sufrimientos de los parientes y al negarse a reconocer los


derechos de los niños, quienes se han apropiado de ellos están siguiendo la
práctica iniciada con la desaparición de miles de personas en la Argentina. En

43
su informe al Presidente de la Argentina, la CONADEP llega a la conclusión de
que las víctimas de las desapariciones fueron, en la inmensa mayoría de los
casos, personas que no tenían nada que ver con actividades terroristas 10. El
objetivo de quienes perpetraron las desapariciones era eliminar a determinados
sectores de la sociedad que se oponían al gobierno militar y a su política de
terror. Para cumplir su tarea destructiva se fijaron como objetivo no sólo per
sonas, sino también familias enteras y grupos sociales independientemente de
las opiniones personales de los distintos miembros de esas familias o esos
grupos11. A su juicio, los vínculos de sangre o el contacto social contaminan e
incrementan la tendencia a la «subversión», y en consecuencia, merecen
castigo.

10 Véase Nunca Más, op. cit., en cita 2, p. 480.


11 Ibid., p.332 a 341.

50. Quienes se apropiaron de niños pueden incluso haberse excedido de las


órdenes recibidas de los más altos mandos castrenses (algunos de los
grupos implicados en desapariciones no se apropiaron de niños) imbuidos
como estaban de la idea de la «exterminación de raíz». En este contexto, las
actividades de quienes se apropian de niños pueden compararse a las que se
describen en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de
Genocidio que incluye, entre los delitos perpetrados con la intención de des
truir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, el
«traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo» 12.

51. Si bien los grupos cuya destrucción se pretendía no parecen haberse


seleccionado por motivos nacionales, étnicos, raciales o religiosos, sino más
bien por motivos políticos, persiste el hecho de que el objetivo era la destruc
ción física y moral de los miembros de determinados grupos y familias compro
metidos» con la oposición política durante el período de gobierno militar 13.

52. El secuestro y la apropiación ilícita de niños está calificado como delito


en la legislación nacional de cualquier país, comprendida la Argentina.
Además, la Ley No 23.521 (la denominada «Ley de obediencia debida»),
promulgada en junio de 1987, que establece una presunción de que los deli
tos perpetrados durante el período que va de 1976 a septiembre de 1983 por
personal militar se cometieron en el ejercicio de la obediencia militar (y es
inadmisible toda prueba en contrario), excluyó explícitamente de su alcance
y aplicación los delitos relativos a la apropiación ilícita de niños 14.

53. Sin embargo, los mecanismos oficiales para localizar a niños secues
trados no parecen haber funcionado en forma eficaz, ya que la gran mayoría
de los niños encontrados, después de haber desaparecido, se ubicaron gra
cias a los esfuerzos de sus parientes y de las Abuelas de Plaza de Mayo.

12 Véase la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, art. II e.

13 El secuestro de niños como forma de tortura o castigo de sus padres u otros parientes y la
utilización de niños para aumentar el dolor y el sufrimiento de la persona torturada, ya sea
obligando a los niños a estar presentes cuando se está torturando a sus parientes, o viceversa,
es uno de los métodos más despreciables de tortura de los que se informa que han sido utiliza
dos en la Argentina. Véase Nunca Más, op. cit., en 2, p. 319 a 321, informes en legajos Nos.
5187, 2628, 3048 y 5473.

44
14 Si bien el autor del presente informe reconoce la disposición especial que figura en la «Ley de
obediencia debida" con respecto a la apropiación ilícita de niños, la referencia a ese texto legal
no implica que comparta el principio de "la obediencia debida» y sus consecuencias jurídicas.
Según la información recibida durante la visita a la Argentina, en el período
de gobierno militar, esos mecanismos fueron obstruidos y sirvieron a menu
do para ocultar la identidad de los niños, más bien que para ayudar a los
parientes a encontrarlos. Además, los jueces y tribunales parecen haber
dilatado innecesariamente en cierto número de casos el retomo de los
niños a sus familias legítimas, incluso cuando la identidad se había de
mostrado fehacientemente. El demorar la justicia equivale en estos casos
a negar la justicia.

54. Es necesario destacar la importancia de una legislación y de unas insti


tuciones nacionales eficaces en relación con los niños desaparecidos. Los pro
cedimientos judiciales y los tribunales de justicia deben proporcionar los me dios
de establecer con prontitud la filiación de un niño, con ayuda de los medios
científicos avanzados de que se dispone actualmente. Otras institucio nes
competentes de los poderes judicial y ejecutivo deben garantizar de forma
efectiva su cooperación con los parientes a fin de ubicar a los niños y, cuando
corresponda, asegurar que las personas responsables del secuestro o la desapa
rición de niños no eludan el cumplimiento de las decisiones judiciales.

55. No obstante, un análisis de los hechos que rodean las desapariciones


y el traslado ilícito de niños muestra que intervienen los elementos interna
cionales siguientes:

a) Algunos de los niños secuestrados eran nacionales de países vecinos


y, junto con sus padres, residían en la Argentina bajo la protección del alto
Comisionado para los Refugiados,

b) Algunos de los niños fueron secuestrados en países vecinos con la


colaboración de fuerzas de seguridad o militares argentinas y trasladados a la
Argentina clandestinamente o con ayuda de fuerzas estatales del país en el
que fueron secuestrados,

c) Algunos de los niños fueron sacados de la Argentina después de haber


estado detenidos con sus padres en centros clandestinos de detención,

d) Algunos de los niños fueron sacados de la Argentina por quienes se


apropiaron de ellos, que se negaron a acatar las decisiones de los jueces
argentinos dictadas durante los procesos realizados, a petición de los parien
tes de los niños, para obtener el reintegro de éstos a sus familias legítimas. En
estas ocurrencias particulares un tratado de extradición en vigor en el que
ambos países son partes, no parece impulsar una solución del problema,
aunque los casos requieren medidas urgentes de protección de los derechos
de los niños y de sus parientes.

45
56. Resultaría inadmisible y materia de grave preocupación internacional el
que un país se convirtiera en refugio de secuestradores y lugar de oculta ción
de los niños de los que ilícitamente se han apropiado aquéllos. Debe
exhortarse al Gobierno del Paraguay a que tome medidas inmediatas para el
retomo de los niños a su país de origen, dadas las abundantes pruebas de que
fueron trasladados ilegalmente al Paraguay en violación de leyes concretas de
su país natal y que, en consecuencia, son objeto de un tráfico ilícito que la
comunidad internacional también condena.

57. En varias resoluciones de la Asamblea General y de la Comisión de


Derechos Humanos se ha expresado una honda preocupación por la persistencia
de la práctica de las desapariciones forzadas o involuntarias y se ha manifes tado
el convencimiento de que es necesario encontrar solución a estos casos y
eliminar tales prácticas. En relación con este problema, debe prestarse especial
atención a la protección de niños contra la detención arbitraria, la apropiación
ilícita y la desaparición forzada de sus familias, así como contra toda forma de
tráfico que entrañe la falsificación de su identidad o su filiación.

58. La comunidad internacional se ha ocupado ya del problema del tras lado


de niños y, por consiguiente, de la necesidad de garantizar el derecho a la
reunificación de las familias y otros derechos derivados de la separación
forzada de miembros de una familia. En el caso de conflictos armados, en los
Convenios de Ginebra de 12 de agosto de 1949 y sus Protocolos Adicionales
I y II se han establecido medidas y mecanismos concretos destinados a la
protección del niño durante el período de separación de su familia, así como
al retomo del niño a su familia y su país en caso de ser evacuado a otro país.

59. El Comité Internacional de la Cruz Roja ha establecido mecanismos


humanitarios para ayudar a las familias que se han dispersado como conse
cuencia de conflictos armados, desastres naturales u otros acontecimientos
graves y socialmente dislocadores. Esos mecanismos han demostrado su
eficacia en los casos en que no hay un ocultamiento intencional del paradero de
las personas buscadas. Sin embargo, esos mecanismos no parecen ser
adecuados para los casos de niños desaparecidos como consecuencia de actos
que entrañan delitos tan graves como los descritos en el presente informe.

60. En estos casos es necesaria una decidida cooperación internacional en


la que todos los Estados y órganos de la comunidad internacional hagan
un esfuerzo combinado para ayudar a los parientes a localizar a los niños
ajustándose plenamente a los principios humanitarios y de derechos huma
nos que rigen la protección de los niños y las familias.

61. Es necesario designar o idear a este fin mecanismos internacionales que


ayuden a encontrar a esos niños y a reintegrarlos a sus familias legítimas.
Como primera medida, la Subcomisión podría recomendar a la Comisión de
Derechos Humanos que exhorte a todos los Estados a facilitar, cuando se les
solicite, la búsqueda por los parientes interesados y, en los casos en que se
localice a un niño, a que tomen de inmediato todas las medidas necesa rias
para devolverlo a su familia legítima.

46
CAPITULO IV

Abuelas opinan sobre Doltó


Entrevista publicada en Psyché,
diciembre 1986

Es una ética elemental informar y contextualizar a quién se invita a opi


nar sobre situaciones manifiestamente inéditas.

El texto del diálogo con la Dra. Fracoise Doltó que publica «Psyché»
evidencia una desinformación de y a la Dra. Doltó, que lleva a preguntar
se cuál ha sido la intención de la convocatoria a este encuentro. Es así
que el diálogo se concentra alrededor de un equívoco insistente: la adop
ción de niños homologada a la apropiación de niños, con lo que se
descontextualiza la situación de los niños secuestrados y el abordaje a
este horror aún hoy vigente.

Remitir a la «ética analítica rigurosa» de la Dra. Doltó, sus «opiniones


vertidas» en estas circunstancias, no parece ingenuo, tampoco se trata de
«estar o no de acuerdo» con sus opiniones, sino que éstas están referidas a
una realidad que no corresponde a la nuestra.

Nuestros niños, bebés, bebés nacidos en cautiverio fueron criminal y


violentamente arrancados de los brazos de sus madres, padres, hermanos,
abuelas y abuelos y la gran mayoría continúa padeciendo el secuestro y la
desaparición. Están ilegalmente adoptados como propios, es decir, apropia
dos, privados de su verdadera identidad, lo que implica ser tratados como
objetos, partes del saqueo. Aun alimentados y cuidados ésta es la condición
que subyace.

Las situaciones de hecho son de fraude y falsificación sin Ley y sin Verdad.
Sin Ley, más que la Ley arbitraria y omnímoda de los represores, sin verdad,
en el ocultamiento pertinaz, aun ante los jueces y las pruebas de
histocompatibilidad sanguínea que los delatan como apropiadores. Sus figu
ras, por lo tanto, no representan las figuras parentales o de padres adoptivos
sino que ocupan el lugar parental desde la impostura.

47
La voluntad de apropiación utiliza la invalidez del «infans» (ser humano
desde que nace y durante sus primerísimos meses de vida, sin palabras ni
ideas), para montar un andamiaje de mentira que lo captura en dicha invali
dez. El aparato psíquico de los niños secuestrados se desarrolla en esta situa
ción de captura y de enajenación de su deseo.

Lo que funda la identidad (estructura interna que consiste en lo que uno siente
ser) es el deseo de vida de los padres unido a la propia pulsión de vida del
bebé. El deseo de vida se va haciendo autónomo, pero debe pensarse, en el
origen, íntimamente ligado al motor que lo generó; el deseo parental. Esta
configuración de deseos que es origen de la vida, es basamento identificatorio.
Los niños afirman y confirman su identidad en un constante proceso de
reaseguramiento de esta configuración. Es sobre esta matriz existencial que
se ejerció y se ejerce la violencia de la impostura. Violencia potencializada en
la permanencia del ocultamiento y la apropiación. No hay falsificación posi ble
de la vivencia inconsciente del origen de la vida, lo que hay en la impos tura es
un intento de alienación del deseo inconsciente, de reducir al niño a su
necesidad, a la defensa por sobrevivir; a enajenarlo como persona, como
sujeto del deseo.

Las Abuelas de Plaza de Mayo llaman restitución al acto de recuperación de


los niños secuestrados. Acto psíquicamente fundante porque se asienta en la
verdad y en la Ley y libera al psiquismo infantil de la fundación falsa en la que
se encuentra capturado; porque restablece un orden de legalidad familiar que
posibilita el deseo, el encuentro con la propia identidad y la inserción en la
legítima cadena generacional.

Nos parece útil e indispensable puntuar, sobre el despliegue de las opi


niones vertidas en dicho diálogo, la confusión reiterada del contexto y las
contradicciones en las que se incurre sobre la situación que sufren los niños
secuestrados en manos de sus apropiadores.

1) Es notable cómo los interlocutores «adoptan» el término de «padres


adoptivos» que utiliza la Dra. Doltó, sin poder escuchar que, «la situación
fue de apropiación».

2) F.D.: «La separación de estos padres adoptivos para devolverlos a los


legítimos, sólo puede tener éxito si se realiza para el honor de la sangre».
«La separación» de los apropiadores y el «devolverlos» a sus legítimas
familias «tiene éxito» justamente porque, como decimos más arriba, el
restablecimiento de la legalidad familiar posibilita el encuentro con la propia
identidad, la desalienación del deseo y la inserción en la legítima cadena
generacional («para el honor de la sangre»). A pesar de que la información y
el montaje no ahorran contradicciones, parece que la Dra. Doltó hace final
mente referencia a la restitución cuando dice: «No era posible dejarlos con
los padres que no eran suyos, ya que tienen los verdaderos padres de vues
tros padres desaparecidos».

48
Tenemos la experiencia que ninguno de los niños restituidos se comporta
como si se los separara de su propia familia o de padres adoptivos verdade
ros dadores de identidad.

3) F.D.: «Lo importante es que no se instruya al niño para que diga que
ha sido criado por verdugos».

Al niño se le posibilitará hablar de lo que ya «sabe».

4) Llama la atención la extrapolación de la experiencia sobre la real aco gida


que los campesinos franceses dieron a los niños judíos hallados huérfa nos por
el sadismo nazi. ¿Es admisible el delito de secuestro-apropiación en Argentina
con la acogida altruista de los campesinos franceses? (¿Es ésta una confusa
polarización o una prejuiciosa toma de posición?) ¿Qué podría de cirse si los
niños hubieran sido apropiados por los nazis que exterminaron en las cámaras
de gas y en los campos de concentración a los padres de los niños judíos
franceses? ¿Se los justificaría diciendo que cumplían órdenes? ¿Se hablaría
de esos criminales como «padres adoptivos» que «acogieron a dichos niños»?
¿ Se diría que es bueno que puedan «rehabilitarse» con ellos? ¿Qué es bueno
para quién? ¿En quién se está pensando?

Está en juego el destino de los niños y no que los apropiadores puedan


rehabilitarse con ellos.

Además, ¿dónde queda entonces, el concepto final de la Dra. Doltó


sobre la necesidad de la gratuidad del amor?

5) En reiterados momentos de la interlocución nos preguntamos: ¿difi


cultad de escucha? ¿Dificultad de traducción? o ¿preconcepto?

Un ejemplo significativo, ya que es el único momento en que se insiste


en la necesidad de «un encuadre más preciso de la realidad
argentina»:

-M.E.B.: «Los niños que nacieron en cautiverio fueron arrancados de


su madre con una violencia criminal».

-F.D.: «El cambio de hogar en los niños no se hizo con violencia». (!)

-M.E.B.: «Sí, se hizo con violencia porque las madres fueron reclui
das, torturadas y muertas luego del parto».

-F.D.: «Fue el caso de los niños judíos».(?)

-M.E.B.: insiste en que se mató a los padres, que se trata de una sus
tracción de niños, y que, a pesar de las exhortaciones públicas, los padres
adoptivos no han respondido.

-F.D.: «Entonces quiere decir que los quieren».

49
¿Entonces? La opinión sobre la causalidad sorprende. Mataron a sus
padres, los sustrajeron, no responden: entonces, los quieren*.

6) -F.D: «Si se lo arranca de la familia adoptiva se le puede estar


repitiendo la experiencia que vivió con los padres naturales».

* Ciento cinco niños judíos de Lidice (Praga) fueron separados de sus madres en la sala del
Liceo de Kladno A los menores de un año, los llevaron al hospital de Praga - Krey Nadie supo
sobre su destino El resto fue trasladado a Polonia, con una marca visible «niños de Lídice,
retorno indeseable» Internados en el campo de concentración de Rustikobo, sólo aquellos que
respondían físicamente a los conceptos nazis de la raza ana fueron seleccionados para su
germanización. Los demás fueron exterminados

Los sobrevivientes, entre ellos Mane Hanfova, quien declarara estos horrores en Nuremberg,
fueron reeducados según la ideología nazi y vendidos a familias alemanas, cambiándoles así el
nombre, el idioma, etc.

Las familias sobrevivientes del campo de concentración de Rebensbruckm buscaron y ubicaron


a los niños Mane fue a vivir con sus tíos a una casa que les dio el Estado, en el Lídice recons
truido En la actualidad Mane dice- «Tengo tres hijos, para mi satisfacción soy una abuela feliz
Por tercera vez resulté elegida diputada del Comité Nacional Local de Lídice. No me es fácil
narrar los sufrimientos que vivimos, estos recuerdos duelen Pese a ello no callo al igual que
hace 40 años en Nuremberg Para salvar la paz no podemos callar las atrocidades»
Aquí se tratan como homogéneas la situación de restitución y la situación
de arrancamiento-cercenamiento del secuestro-apropiación.

En la situación de apropiación los niños fueron arrancados, sin palabras y


con violencia real, sumergiéndolos en un proceso de ocultamiento y de
enajenación, arrancados de su identidad de su historia personal y familiar. En
este tipo de actos se desconoció toda ley, la transgresión se hizo ley y la
perversión la modalidad de vínculo.

En la situación de restitución no hay repetición, las palabras son di


chas y, desde la ley, se permite el acceso a la verdad. No hay arranca
miento. Es una situación nueva que se basa en la articulación de la ver
dad y la justicia.

El revelamiento de la verdad, aunque dolorosa (en la mayoría de ellos es


también encontrarse con el conocimiento de que sus padres permanecen

desaparecidos), es la posibilidad de volver a tomar contacto con el proyecto


de vida de sus padres y con la configuración de deseos que son su origen.
También resulta profundamente estructurante saber que sus padres jamás
los abandonaron y que sus familias los han buscado tenaz y amorosamente
desde el momento mismo de su desaparición.

7) -F.D.: «Se puede cambiar a un niño de familia recién cuando ya no tiene


necesidad de esta primera estructura». «Seguramente se marcó al niño a
través de su madre, pero eso no es motivo para traumatizarlo una vez más
si su estructura edípica no ha sido concluida. Si la familia lo quiere encontrar
al niño, lo importante es que él pueda saberlo a los 6 años». Y más adelante:

50
«...sus padres naturales dieron su vida para modificar su sociedad. Pero éste
no es motivo para demoler su propia estructura proponiéndoles detectar a los
padres adoptivos».

Frente a la preocupación de la Dra. Doltó por resguardar el período edípico


de los niños, la distorsión en la información subsiste y merece nues tra
atención a dos niveles:

a) Es un hecho de la realidad que los niños desaparecidos secuestrados,


al finalizar el Terrorismo de Estado, habían vivido ya la etapa edípica.

b) Estos niños, en el proceso de estructuración de su identidad, se


vieron obligados a desplazar los referentes parentales en figuras
identificatorias falsas. Al encontrarse con la verdad, no hay crisis de
identidad y nada «demuele» su estructura psíquica. Lo que observamos
en la práctica es el desmoronamiento de las figuras fraudulentas de sus
captores. Los lugares identificatorios parentales vuelven a ser ocupados
por las figuras de sus legítimos padres, finalmente los legítimos
significantes primordiales.

8) -F.D.: «El hecho de haber contribuido a que este niño haya sido
abandonado les da más razón para querer reparar el daño, criando al
niño».
En primer lugar, estos niños no fueron abandonados por sus padres, sus
padres fueron asesinados y ellos secuestrados-apropiados, sustraídos a sus
legítimos familiares.

Son niños que viven en situación de desaparición:

a) Apropiados por secuestradores, quienes intervinieron directamente en la


desaparición y/o asesinato de los padres y en la desaparición-apropiación
de los niños como parte del saqueo.

b) Apropiados por cómplices, quienes tuvieron una intervención directa


como cómplice en la desaparición-apropiación de los padres. Apropiadores
con complicidad en el saqueo.

c) Apropiados por falseadores, quienes, sabiendo el origen del niño, fal


sean su nombre, su nacimiento, su origen y su historia, anotándolos como
propios.

d) Apropiados por «adopción», quienes «adoptaron» a los niños acep tando


que la institución de la adopción actuara como encubridora de la apro
piación.

La experiencia, en general, es la apropiación de una criatura desapareci


da o nacida en cautiverio está íntimamente ligada a lo delictivo.

En la apropiación, a diferencia de la adopción, no hay legitimación


posible del hijo, porque no hay libre voluntad de renuncia al proyecto de

51
vida y deseo por parte de los progenitores, ni de los progenitores de sus
progenitores.

En segundo lugar, ¿desde dónde se puede sostener «que da más razón»


para cuidar a un niño el haber contribuido a que haya sido abandonado?
¿ Que los mejores padres para un niño «son aquellos que tienen terror del
acto cometido y a quienes ellos han hecho huérfanos?

9) Unos párrafos más adelante F.D. señala que: «hay que tener mucho
cuidado con el aspecto reivindicatorio de los padres naturales» (a la sazón
judíos en el contexto de la experiencia de la Dra. Doltó). Entonces, otra vez
lógica asombra (¿lógica del inconsciente?): Peligro, frente a los padres natu
rales. Confianza, frente a quien contribuyó a hacerlos huérfanos. ¿Esto no
parece ya sostenido por una ideología?

10) El contexto del cual F.D. extrae su experiencia al referirse a «las


secuelas de la guerra» o a «los acontecimientos de la guerra», es el de la
Segunda Guerra Mundial.

Nuestros niños no son niños abandonados o perdidos por sus familias


durante una guerra y a quienes cualquiera «acoge». Son niños identificables,
con familiares ubicables. Niños secuestrados de sus propios hogares o naci
dos después del secuestro, en el cautiverio de sus madres, en un contexto de
Terrorismo de Estado sólo comparable al exterminio judío por los nazis.
Genocidio que, al igual que el padecido aquí, nada tuvo que ver con una
guerra, si bien se encubrió con ella.

Aun en los casos en que los niños, después de la matanza de sus padres,
quedaban solos o con vecinos y eran entregados por éstos a la justicia del
Proceso, ésta, en la mayoría de los casos, no sólo no los restituía a sus
familiares, (a quienes les era negada toda información), sino que, también
como parte del aparato represivo, los mantenía desaparecidos.

11) La preocupación por «estimular» a las Abuelas a ocuparse de los niños


abandonados, sin duda, parte del desconocimiento del gigantesco apor te
que Abuelas de Plaza de Mayo ofrecen, en su accionar a este sector de la
infancia por la reafirmación de los derechos del niño y, particularmente, por
el develamiento de un siniestro cuadro social que envuelve como una sutil
telaraña a los miles de niños adoptados durante los años de la dictadura.

Abuelas de Plaza de Mayo en su práctica ha elegido el camino de la justicia


para recuperar la vida de los niños desaparecidos. Especialmente en relación
a ellos, como dice el Dr. Ulloa, o la salida es ética, donde la produc ción de
verdad fundamenta la justicia, o hay encerrona, donde lo siniestro permanece
oculto en lo aparentemente familiar y cotidiano, pero como todo lo
violentamente reprimido, permanece activo en toda su eficacia inconsciente,
para volver a surgir, con eficacia mayor, quizá sintomática, de alto riesgo.

52
Cuando lo que nos ocupa es de tal magnitud que se refiere a los derechos
humanos de los niños, en nuestro caso niños desaparecidos-secuestrados
apropiados, la sociedad entera tiene una deuda ética con ellos. Esta deuda no
es abstracta, repararla cabe a la sociedad toda y son los jueces de la demo
cracia, instrumentos representativos, quienes deben posibilitamos saldarla.

SEGUNDA PARTE
Sobre las Abuelas

CAPITULO I
Niños desaparecidos
«para que no sean los olvidados de la memoria»

por Marie Pascale Chevance Bertin.


Noviembre 1989.

La situación presentada a los hijos de militantes argentinos que fueron


robados por militares, policías o cómplices directa o indirectamente implica
dos en el asesinato o desaparición de sus padres, es una situación clínica
enraizada en lo social, lo jurídico y lo político.

Es necesario, para comprender la complejidad de esta tragedia retomar


las circunstancias en que tales ritos han podido ser cometidos. Se trata de
niños robados y no adoptados (al niño no se le ha cedido).

Este robo ha podido ser realizado en dos circunstancias:

- sea en el momento del asesinato o cuando eran llevados los padres - sea

en el momento del parto de sus madres en el campo de concentración.

53
Esto se ha producido en Argentina, bajo una dictadura militar entre 1976 y
1983 - treinta mil ciudadanos han desaparecido de los cuales varios cente
nares de niños1.

El niño apropiado ilegalmente no tendrá acceso a su historia, su inscrip


ción legal será falsificada, su nombre cambiado lo mismo que su fecha de
nacimiento. Su historia le será robada.

Podemos preguntarnos sobre el lazo que se establecerá entre el niño y sus


pseudos padres, sobre la base del crimen y de la mentira. No se trata de una
situación de adopción, sino de substitución. Se pone una pareja: hombre/
mujer en lugar de la pareja padre/madre que se ha hecho desaparecer. Se
sustituye un niño en su propia filiación. Haciendo desaparecer a sus padres,
se le hace aparecer hijo de tal militar, de tal policía o tal cómplice. Poderosa
mente, hago desaparecer, y luego aparece, en desprecio de la ley que funda
las relaciones humanas y asegura la transmisión de la vida.

1 Esta experiencia clínica se ha llevado adelante con 65 refugiados latinoamericanos desde


numerosos años. La autora, psicoanalista, ha vivido 10 años en Argentina.

Es efectivamente el problema de la transmisión que se plantea en esta


filiación tergiversada ¿Qué será de la función paterna? A propósito de esto
Piera Aulagnier nos dice «... Por su dependencia con el hecho ultimal se
signa que la función paterna no puede preservar su función de eje en el
registro de los sistemas de paternidad que si lo está asegurada una conti
nuidad -justamente en este caso esta función de eje en el registro del
sistema de paternidad», está tomada y que la filiación es negada y la
transmisión cortada.

El fundamento de la paternidad no es, necesariamente biológico, pero no


puede originarse éste en deseo de apropiación, hecho posible por medios de
un crimen. Un padre biológico o de adopción para cumplir su función pater na
debe ocupar el lugar de la transmisión de la ley, de un orden no arbitrario, no
creado por él sin que le trascienda y que pueda dejar a su hijo, que a su vez
podrá transmitirle. Ésta es la garantía del orden de la paternidad: padre de,
hijo de, lugar en donde se podrá formular la pregunta sobre la identidad.

En consecuencia, aquellos que se apropian del origen, historia, herencia


psíquica y física de los niños secuestrados de padres desaparecidos, no pue
den asegurar la función paterna, no sólo sobre la historia que ha precedido al
niño, sino también la continuidad de su historia.

Si sobre el plano de la filiación, las cosas se organizan a nivel de tres


generaciones, el padre del hijo siendo el hijo del padre el sistema edipiano se
coloca tanto en relación al hijo que en relación al padre. Esta organización
sólo funciona bien si la palabra de la madre expresa el deseo que ella ha
tenido de tener este hijo de tal padre.

54
En el caso que nos ocupa es interesante hacer notar que la lista de espera se
hacía en el Campo de Concentración de la «Escuela de Mecánica de la
Armada». Familias de marinos esperaban que prisioneras embarazadas die
ran a luz para apropiarse de sus hijos. Se sabía que durante la espera de este
niño, su madre iba a ser torturada, vivía en condiciones inhumanas, alumbra
ba maniatada y se la entregaba a la muerte después del parto. El deseo de la
madre «adoptiva» no es el de la madre de tener un hijo de tal hombre, sino
que se articula al poder de tener un derecho de vida y muerte sobre esta
mujer víctima y por lo tanto sobre su hijo. Qué será de la palabra de esta
«madre» a nivel de la organización simbólica ya que ella es portadora del no
hablar y del secreto?

Estos actos fuera de la ley, asesinato o complicidad de asesinato, robo de


niños, subvierten absolutamente toda institución simbólica no sólo de las
costumbres, reglamentos, leyes y ritos en rigor, sino también de la relación
del ser humano con su palabra.

El robo coloca al niño del lado de los objetos por la negación de su estatuto
genealógico - no se puede disociar esto del tratamiento infligido a sus
padres torturados y asesinados. Negación de los cuerpos de la madre y del
padre. ¿Qué pregunta se le dirigirá a este niño a esta cosa? ¿A este
Objeto? Si hay rechazo de la interrogación genealógica fundamental para
obtener la diferenciación de los individuos en la misma especie, ¿podemos
hablar de niños o de objetos?

Del Botín de Guerra como lo señalan las Abuelas de Plaza de Mayo. De


parte de la madre adoptante ¿qué viene a llenar este niño? ¿Qué vendrá a
reparar o hacer del lado del padre que adopta?

Estas preguntas nos llevan a retomar toda la cadena de actos que han
permitido este robo: desapariciones, torturas, asesinatos. Todos los testimonios
dan cuenta del extraordinario sadismo puesto enjuego en estas practicas. No
se puede pensar que estamos allí en el registro de la perversión. El perverso no
desconoce la ley, al contrario la transgresión y el desafío lo tranquilizan perma
nentemente sobre su existencia y mantienen su goce de poder y jugar con ella.
Gozo mayor es el robo del niño, pero que no se detiene en la falsificación del
acta de nacimiento y permite mantener cotidianamente en todas las relaciones,
comenzando por la del niño, una relación mentirosa que mantiene de muy a
distancia, pero omnipresente y amenazante. Este niño recuerda y reactualiza
permanentemente el acto cometido.

Auge del gozo, del dominio absoluto, asesinato de los padres, posesión
de niño - desafío a la sociedad que procesa con sus leyes.

Estos niños han sido robados con toda impunidad, sus familias los bus can,
sus abuelas se han organizado en una asociación «Las Abuelas de Plaza de
Mayo». Las Abuelas se han puesto como tarea encontrar sus nietos des
aparecidos, devolverlos a sus familias y obtener el castigo para los culpables.
Trabajo inaudito que se realiza con el apoyo del pueblo que les da pistas para
ubicarlos a los niños.

55
Alrededor de 400 niños desaparecidos, de los cuales 50 han sido encon
trados, algunos muertos, otros secuestrados por parejas que los ha robado y
han huido, otros restituidos o que permanecen en las familias donde fueron
encontrados y visitados por sus abuelos.

La Asociación está ayudada por un equipo de especialistas: juristas, psi


cólogos, expertos en genética que les ayudan en el difícil trabajo de la restitu
ción de los niños. Cuanto más el robo de los niños se coloca en una cadena
patológica que parece perpetuarse hasta el infinito, es el mal más allá de la
muerte, tanto más el difícil combate de las Abuelas, se sitúa del lado de la
búsqueda de la verdad y de asumir la realidad.

Lo que aparece es el rechazo de la abolición de las generaciones, ésta es la


exigencia del restablecimiento de los lugares en la filiación, los abuelos, los
padres, los hijos, todo esto no es lo mismo y los abuelos lo afirman con una
reivindicación muy precisa «... si mataron a nuestros nietos, donde están sus
tumbas y si no dónde están ellos?» No aceptando la desaparición, ellas invo
can el delito y designan a los culpables.

La búsqueda de los padres por sus hijos es una tentativa de reelaborar lo


simbólico social que tiene que ver en las personas, yo pienso que es esencial
tener en cuenta el valor simbólico de la «desadopción» de estos niños que
fueron quitados. Ellos pierden su condición de desaparecidos y encuentran
su estatuto de persona reapropiándose de su historia: por más dolorosa que
sea, es su historia y nadie tiene el derecho de sustituirla por otra en nombre
de lo que sea.

La restitución es un acto fundador de la identidad que se articula sobre la


verdad y la justicia, la situación traumática de arrancarlo al niño de su madre
en su nacimiento, en su primera infancia se inscribe en el psiquismo infantil.

El niño vive una situación de horror mantenida en el secreto.

El psiquismo de los niños secuestrados se desarrolla en una situación de


captura y de identidad alienada ya que la voluntad de apropiación ha utiliza
do la extrema fragilidad infantil cuando se utiliza esta fragilidad desconocien
do su singular deseo en su condición de persona, sometiéndola a una situa
ción forzando falsas identificaciones, se trata de un dominio sobre un sujeto
que se lo «dosifica» en una tentativa de hacerlo desaparecer como persona.

La restitución es un proceso doloroso, pues, en la mayoría de los casos para


el niño se enterara que sus padres han muerto o desaparecido. Pero es
también recuperar su nombre, ligado al nombre de su padres, insertarlo en su
cadena generacional y unificar su propia historia subjetiva. Es saber que sus
familias no lo ha abandonado nunca, que sus abuelos, hermanos, hermanas,
tíos, tías no han se cansando de buscarlo desde su desaparición.

Lo que vengo de describir debería bastar para justificar en todos los


casos la restitución de los niños robados a sus familias: ellos nunca fueron

56
abandonados, sus familias no han cesado de buscarlos, este secuestro se
apoya sobre la negación de la ley y una pretendida impunidad.

Sin embargo, algunas personas se preguntan sobre la validez de la resti


tución invocando un segundo trauma para el niño y el «amor» que le tienen
sus apropiadores. Pero ¿de qué amor se habla aquí? No hay amor, los
apropiadores se apoderan de este niño, que es muy otra cosa, lo tienen y no
lo quieren dejar. Este niño es «reinventado» para llenar una función que es
negar la realidad, negar la desaparición, negar el crimen, negar la culpabili
dad, negar el dolor de los familiares enlutados. Este niño «adorado» lo es
como ídolo, como fetiche que por su presencia perpetua la mentira y permite
creer que el crimen no ha sido cometido.

Triste destino el de este niño condenado a ocupar el lugar del que por su
misma presencia necesita de la afrenta el horror. Los apropiadores no quie
ren devolver a los niños, ellos le son necesarios pero no en un proceso
afectivo sino patológico y próximo de la dependencia adictiva de aquel que
por nada del mundo renunciaría al producto de su adicción.

La idea de un segundo trauma infligido al niño al restituirlo no puede ser


aceptada, pues sabemos suficientemente por la clínica que toda resolución
de la verdad para un sujeto le permite reconstituyéndole los blancos y aguje
ros de su historia de reapropiarse de su destino y la de la posibilidad de salir
de su sufrimiento en el que le habían arrojado, las cosas no dichas, los
ocultamientos de la trama de su vida. Se trata ciertamente de un proceso
doloroso y es por esto que las Abuelas llaman a especialistas y se rodean de
todas las precauciones necesarias.

Estamos confrontados a una situación trágica que toca al pueblo argenti no


en su conjunto, lo que podemos oponer frente a lo impensable de la
desaparición, frente a la voluntad de borrar huellas en la memoria, la
reinscripción de lo que ha tenido lugar. Nuestra mínima exigencia es la de no
ser cómplices del silencio, de no invocar un «pretendido bien del niño» que
sellaría la oscuridad de su destino. Los profesionales que trabajan con niños
que han sido restituidos a su familias saben bien que son los niños y sólo los
niños que podrán hablar de ellos mismos cuando llegue el momento. Noso
tros no podemos más que permitirles que les sea posible esta palabra.

Ante la complejidad de un tal drama, es importante recordamos de estas


madres torturadas a quienes su bebe les ha sido arrancado y confiar en sus
compañeros sobrevivientes que saben que estas madres querían que entrega
ran sus hijos a sus familias, los argumentos que van contra la restitución se
mantedrán si sólo se pudiera imaginarse en discusión con ellos? Pienso que la
vergüenza es el único sentimiento que nos invadiría. No lo olvidemos».

57
CAPITULO II

La labor de las Abuelas de Plaza de Mayo

por Rita Arditti y M. Brinton Lykes

«Siempre decimos sobre la «apropiación» de los niños, que éstos


fueron considerados «botín de Guerra»... de la misma manera que ro
baban televisores, grabadores, radios o heladeras, se apoderaban de
los chicos»

(Nélida de Navajas, entrevistada por


M. Brinton Lykes, Buenos Aires, Julio 24, 1989).

En la «avanzada» sociedad occidental, los niños son visualizados como


mercaderías (bienes de consumo), o bien producto destinados a ser poseí
dos, no como seres humanos por derecho propio. Se hace esto evidente, de
modo lamentable, en las batallas por la custodia de los hijos durante los
trámites de divorcio, y, recientemente en los debates ante los estrados judi
ciales sobre los «verdaderos» padres de un niño/a concebido/a por insemina
ción artificial, o por algún otro sofisticado método de tecnología reproductiva.
Sin embargo, en esa «autodenominada» comunidad tecnológica de vanguar
dia, muy pocos conocen uno de los más perturbadores ejemplos que abonan
la conceptualización del niño/a como propiedad, y es el de las casi 400 cria
turas secuestradas o nacidas en cautiverio en Argentina, durante la dictadura
militar de los años 1976-1983.
Este artículo describe el esfuerzo de un grupo de Abuelas, quienes desde
1977, trabajan para recuperar a estos/as chicos/as. Ya han encontrado a 50
niños/as; 25 han sido restituidos/as a las familias de origen; 13 permanecen
con las familias adoptivas mediante mutuo acuerdo de ambas partes; se com
probó que 7 habían sido asesinados/as y en los 5 casos restantes se mantiene
una disputa judicial. Esta labor ha atraído la atención internacional sobre la
grave situación de muchos/as otros/as que permanecen en las manos de sus
secuestradores. Es importante señalar que han contado con la contribución de
expertos legales y científicos para la realización de su tarea, esto pone de
manifiesto una interesante relación entre ciencia y política y forja una nueva
comprensión con consecuencias éticas de cuestiones atinentes a la materni
dad, a la paternidad y al derecho a la propia «identidad». Situamos nuestro
examen del tema dentro de una discusión actualmente en curso en el ámbito
del feminismo, referida a las tecnologías reproductivas y lo parental. Espera
mos así dilucidar algunos difíciles asuntos que las feministas encaran al tra
bajar en contextos pluri-culturales, internacionales e interdisciplinarios.

Relaciones parentales y propiedad (Parentesco y Propiedad) 58

En su artículo de 1983 «Relaciones parentales y propiedad» Janet Farrel


Smith argumentaba que «un modelo implícito de las relaciones de propiedad
subyace en cierta visión de lo parental» muy especialmente en la paternidad.
Carol Brown (1981) había sugerido anteriormente que es en el Derecho de
Familia donde hallamos el punto de intersección entre el patriarcado público
y el privado en los EE.UU.. El Patriarcado privado incluye el control que cada
marido en particular ejerce sobre su esposa, su función reproductiva y «el
producto de la misma; los/as hijos/as», mientras que el Patriarcado públi co
se ocupa del sistema social -economía, política, religión, etc.,- el cual es
controlado por los hombres colectivamente». El marido que controla el
trabajo cotidiano del ama de casa es apoyado en el ámbito público por la
monopolización ejercida por los otros hombres con respecto a los puestos de
trabajo, legislación, propiedad, conocimiento, etc.». (1981 p.240).

Según Smith, la legislación de familia de los EE.UU.. ilustra cómo la relación


parental refleja una noción a la cual Mac Pherson llama «poder extractivo» es
decir «la habilidad de usar las capacidades de otra persona», «(Es) el poder
sobre los otros, la habilidad de obtener (extraer) beneficios de los demás».
(1983, p.200). Los niños, por analogía, son tratados como si fueran objetos y a
los ajenos se les impide interferir con la elección paterna «para criar al hijo
como le place». El padre o la madre pueden excluir a los otros tanto como
ejercer su control de propietarios sobre el niño/a. Si bien Smith no aboga por
una completa reestructuración de estas relaciones, a las que considera como
una forma de proteger a la familia de ciertas intromisiones del estado, propone
en cambio otro modelo de poder «el poder de desarro llar», el que al estar
fundado en el nexo madre-hijo da sustento a la visión de los niños como
personas en desarrollo y no como objetos a ser poseídos. Así en la
vinculación con los otros el niño/a desarrollará una identidad.

Esta yuxtaposición de tipos de poder y relaciones parentales en el debate


legal contemporáneo indica que nuestras ideas preconcebidas sobre niños/as
y su relación con madres y padres, están siendo desafiadas. Madre era la que
gestaba y paría el niño. Sin embargo la restitución de niños/as secuestrados/
as en Argentina, la paternidad y maternidad sustituías, tanto como las nuevas
tecnologías reproductivas ponen en tela de juicio una noción de maternidad
tenida por incuestionable hasta hoy. Las prácticas actuales nos ponen frente a
la posibilidad de que haya por lo menos cuatro formas diferentes de ser
madre: la madre genética, la que da a luz, la madre social y por fin la legal»...
la acción de separar lo inseparable es el meollo de la tecnología reproductiva...
las mujeres estamos a punto de ser padres» (Katz Rothman, 1982). El padre
que antes tenía con la prole un vínculo sujeto a controversia y para nada
evidente, hoy en cambio ha acreditado su relación genética y social con su
descendiente. Raymond (1990, p.47) sostiene que «es la paternidad y no la
maternidad la que se ha ampliado con las nuevas técnicas reproductivas» y
Arditti (1987, p.45) señala que «Los padres y las madres sustituías (subroga
ción) posibilitan la creación de un nuevo tipo de familia, en la cual el padre lo
es biológica y socialmente y en la que la maternidad se divide entre la madre
natural y la madre adoptiva.

59
Las Abuelas de Plaza de Mayo

El Estado como padre

Desde 1976 a 1983 los militares gobernaron la Argentina. Durante este período
una sucesión de «Juntas» Militares se entregaron a una campaña de represión
sangrienta y brutal en cuyo transcurso 30.000 personas, el 80 % de las cuales
tenían entre 16 y 35 años, fueron detenidas y desaparecidas. El 30% eran
mujeres y de éstas el 10% (3% del total) estaban embarazadas. (Nunca Más,
1984). Los militares se proclamaban defensores de «la tradi ción, la familia y la
propiedad» y cualquier crítica al régimen era vista como un signo de
comportamiento «anti-argentino» y «subversivo» que debía ser aplastado a fin
de proteger a la Nación. Según dijo Jorge Rafael Videla, el presidente de una
de las Juntas: «la represión es contra una minoría a la que no consideramos
«argentina» (Frontalini y Caiati, 1984). Esta guerra exigía que la sociedad
argentina fuera reestructurada por el «Proceso de Reorgani zación Nacional»
para restaurar los valores «occidentales y cristianos».

De muchas maneras la dictadura representó la reafírmación de los valo res


patriarcales en su más cruda brutalidad. La situación de las mujeres y los
niños/as fue singularmente riesgosa por su estado de indefensión. La institu
ción militar, una institución patriarcal por excelencia (En los, 1988), com
prendió muy bien el valor de los niños/as en la lucha contra los «subversi
vos». Algunos eran secuestrados para aterrorizar a las familias sospechosas;
a otros se los obligaba a presenciar la tortura de sus padres a fin de que
éstos denunciaran a presuntos implicados o proveyeran información consi
derada valiosa por los torturadores. Hubo casos en los que se atormentó a
los niños frente a sus padres para forzarlos a hablar (Nunca Más, 1984;
Suárez-Orozco, 1987).

Los que sobrevivieron a los campos de concentración clandestinos, infor man


sobre las terribles experiencias a las que eran sometidas las mujeres emba
razadas. Muchas sufrían torturas, pero se las mantenía vivas hasta dar a luz, en
algunos casos sin ninguna asistencia y en otros se les practicaban cesáreas sin
ninguna necesidad. (Ver Nunca Más, p.. 288-289; 254-295). Los recién nacidos
eran apartados de sus madres a las que posteriormente se asesinaba.

En una cruel ironía, y a pesar de que los militares mataban a los jóvenes
padres de los niños, en algunos casos consideraban que las criaturas tenían
«buenos genes», lo que los hacía potencialmente inteligentes y saludables
siempre que se los ubicara en el medio «apropiado», por lo tanto a algunas
de las embarazadas se les proporcionaba un rudimentario cuidado físico evi
tándoles suplicios mayores hasta el momento del parto.

El ensañamiento con mujeres embarazadas y niños muestra la peculiar


gratificación obtenida de atacar a individuos especialmente vulnerables.
Bunster (1984) señala que aquellas mujeres (en Chile) en las que los milita res
advertían una capacidad de resistencia notable a su poder, eran sometidas

60
a un esquema de violencia sexual, con el oscuro designio de «destruir su
personalidad y su dignidad como seres humanos y como mujeres».

A esto debemos añadir que las mujeres en Latino América son fundamen
talmente apreciadas en su papel de «madres». Reteniendo a los niños nacidos
en cautividad y entregándolos posteriormente como «botín de guerra» se
afirmaba el poder del Estado Patriarcal Militar sobre un aspecto característico
de la identidad femenina, la maternidad. Con la supresión de la madre, se
quebranta el lazo humano fundamental, y esto robustece la creencia de que el
Estado Militar controla todo sin oposición. Ser capaz de atacar a la vida en sus
propias raíces muestra al poder militar como absoluto e inmutable.

Esta «reorganización», considerada necesaria por los militares para «sal var»
a la sociedad argentina, exigía que los hijos de los «subversivos» fueron
apartados de los suyos para ser otorgados a «buenas familias» (por ej.: de
militares o de clase alta) (Suárez - Orozco, 1987). Ramón Camps, Jefe de
Policía de la Pcia. de Buenos Aires donde cantidades de niños/as fueron
secuestrados/as, decía; «... Personalmente yo no eliminé a ningún/a chico/a,
lo que hice fue dar algunos/as a organizaciones benéficas para que les encon
traran nuevos padres. Los subversivos educan a sus hijos en la subversión.
Por ello esto debía detenerse» (citado por Barki, 1988 p. 241).

El examen de las declaraciones de los militares semejantes a esta última,


del testimonio de aquellos que participaron en la falsificación de las identida
des de los niños/as, y de las experiencias personales de las criaturas
involucradas, indica que la reeducación de los/as pequeños/as secuestrados/
así formaba parte de la estrategia militar contra la «subversión». Estos tur
bios manejos de los que hacían víctimas a los niños/as eran para cumplimen
tar el plan militar de «reorganización nacional».

La labor de las Abuelas de Plaza de Mayo

La Asociación de las Abuelas de Plaza de Mayo hace una reclamación muy


concreta: «Que los/as niños/as que fueron secuestrados/as como méto do de
represión política sean restituidos/as a sus legítimas familias» (Abuelas de
Plaza de Mayo 1988, p. 4).

Doce mujeres formaron el núcleo primigenio en 1977 que con el tiempo se


convirtió en organización1. Tratando de pasar inadvertidas se reunían en
restaurantes, paradas de ómnibus, estaciones de trenes y otros lugares públi
cos. También concurrían a Plaza de Mayo a marchar con las madres u otros
grupos de Derechos Humanos a presentar peticiones al Gobierno. El pri mer
nombre que usaron para firmar documentos fue: «Abuelas argentinas con
nietitos desaparecidos». En 1980 cambiaron por el de «Abuelas de Plaza de
Mayo».

1 María Isabel Chorobik de Mariani, Beatriz H. C. Aicardi de Neuhaus, Eva Márquez de Castillos
Barrios, Alicia Zubasnabar de De La Cuadra (primera Presidente), Vilma Delinda Sesarego de
Gutiérrez, Mirta Acuña de Baravalle, Haydee Vallino de Lemos, Leontina Puebla de Pérez, Celia
Giovanola de Califano, Raquel Radio de Marizcurrena, Clara Jurado, María Eugenia Casinelli de
García Irureta Goyena, (Nosiglia, 1985, p.90).

61
Soportaron malos tratos, insultos y persecución por parte de militares y
policías. Tenían que echar mano de todo tipo de tretas y mostrarse cautelo
sas para protegerse. Implementaron un código que les permitieron hablar por
teléfono sin sobresaltos acerca de sus familiares desaparecidos. «El hombre
blanco» era el Papa; «Los cachorros», «agendas» o «flores» eran los/as
niños/as; «las chicas», «las jóvenes» eran las Madres de Plaza de Mayo»;
«las viejitas» o «las tías» eran ellas mismas. (Nosiglia, 1985).

Aprendieron sobre la marcha y sin ayuda, a presentar recursos de «hábeas


corpus» ante los estrados judiciales y en enero de 1978 hicieron su primera
aparición pública internacional, con el envío de una carta a Paulo VI en la
que solicitaban su intercesión a fin de averiguar el destino de sus familiares
desaparecidos. La carta enviada por correo común, no fue contestada jamás
(Nosiglia, 1985). En el mismo año 1978, comenzaron a visitar los juzgados
de menores para informarse sobre todas las adopciones y nacimientos de
niños registrados como NN (Ningún Nombre). Llegaron hasta la Corte Su
prema de Justicia de la Nación, la que en por lo menos dos ocasiones, deses
timó sus casos (1988 Abuelas de Plaza de mayo).

También hicieron llamados directos a la comunidad para recabar infor mación.


Pusieron avisos en los diarios y distribuyeron afiches y volantes con
fotografías y datos adicionales de los niños secuestrados. Como la presidente
de Las Abuelas María Isabel de Mariani cuenta:

«No hay nada que no hayamos intentado para saber algo sobre los niños.
Cuando tenemos indicios de que una familia es sospechosa de haber adopta
do ilegalmente un niño, iniciamos un seguimiento muy estrecho de la misma.
En ciertos casos alguna de nosotras ha ofrecido sus servicios para ayudar en
trabajos domésticos y de esa manera poder ingresar a la casa. En cierta
oportunidad uno de los abuelos fingió ser un plomero buscando trabajo. Pero
la mayor ayuda proviene de la gente. Con regularidad publicamos en los
diarios información acompañada de las fotos de los niños desaparecidos y la
gente nos acerca alguna noticia sobre ellos. Cuando no podemos acercamos
físicamente a los niños llegamos a usar dispositivos fotográficos para seguir
los de lejos». (Christian Science Monitor, October 6, 1986).

El trabajo de las Abuelas es multidisciplinario e incluye por lo menos tres


áreas: la político-legal, la médico-psicológica, y la genética-biológica. En cada
una de ellas las Abuelas son asistidas por equipos de expertos; para aclarar el
contexto legal y político en el cual los niños fueron robados, para evaluar la
condición médica y psicológica del niño y su familia y finalmente para com
probar la filiación genética.

Uno de los problemas que las Abuelas enfrentaron en su tarea fue el de


probar fehacientemente que el/la niño/a investigado/a era realmente uno de
los «secuestrados-desaparecidos». No era suficiente la localización, debían
demostrar el parentesco. Sabían que por medio de un examen de sangre era
posible determinar el lazo y/o vínculo biológico entre una criatura y sus

62
padres. Sin embargo, en el caso de los/as niños/as desaparecidos/as, la ma
yoría de los padres estaban probablemente muertos, y la filiación biológica
sólo podía cumplimentarse por intermedio de abuelos/as y otros miembros
de la familia.

Las Abuelas entonces solicitaron a los científicos la implementación de un


tipo de prueba que acreditara «la abuelidad». Comenzaron en 1981 a visitar
centros de investigación como la Universidad de Upsala en Suecia, el
Hospital de La Piedad en París y el Banco de Sangre de Nueva York, reca
bando datos sobre la existencia de algún test que a partir de la sangre de los
abuelos, probara la procedencia del niño de una familia en particular (Abue
las de Plaza de Mayo, 1988).

En 1984 una delegación de Abuelas visitó la sede central de la Asocia ción


Americana para el Avance de la ciencia y entrevistó a Eric Stover, miembro
del Comité de Libertad y Responsabilidad de dicha organización, su objetivo
era solicitar ayuda para hallar una prueba genética aplicable a la
determinación de la abuelidad. Stover se puso en contacto con Mary Claire
King, una científica de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de
California, quien respondió afirmativamente, un test genético de abuelidad
era posible, ya que se trataba de una extensión del test de paternidad, más
aún se manifestó dispuesta a concurrir a la Argentina para colaborar en la
preparación del test. Una vez en la Argentina, las Abuelas indicaron en qué
hospital podía llevarse a cabo la labor La Doctora King cumplió su cometido e
instruyó al plantel de investigadores del Hospital, muchos de los cuales
tenían parientes o amigos desaparecidos y estaban especialmente sensibiliza
dos en el tema (Beckwith, 1987, NOVA, 1986, Arditti, 1988).

La prueba de abuelidad comienza con un análisis de la sangre de los


abuelos/as (tíos o tías) y del niño/a en cuestión Observando ciertos «marca
dores» genéticos, es posible determinar si algunas combinaciones de los mis
mos fueron heredadas de los/as abuelos/as, o bien si aparecen por azar
Teniendo en cuenta la distribución conocida de los «marcadores» genéticos
en la población argentina es posible probar que una criatura proviene de una
familia determinada, con una precisión de hasta un 99, 95 % (Di Lonardo
1984, Berra 1986)

Es imposible saber cuándo se encontrará hasta el último de los niños


desaparecidos Pasarán años antes que los/as niños/as convertidos/as en ado
lescentes y luego en adultos empiecen a dudar sobre «la historia oficial» 2 con
respecto a su origen. Para entonces abuelos y parientes pueden estar muer
tos Por ello y a fin de guardar toda la información genética familiar, las
Abuelas trabajaron para la creación de un Banco Nacional de Datos Genéticos
de Parientes de Niños Desaparecidos En Mayo de 1987 fue promulgada una
ley que hizo realidad tan importante aspiración.

Nueve niños han sido identificados por medio del empleo de los «marca
dores» genéticos desde 1984, en que el primer estudio fue llevado a cabo En
siete casos los tribunales argentinos ordenaron la restitución lisa y llana de los

63
niños a sus familias de origen, en tanto los dos restantes están viviendo aun
con aquellos que los criaron.

2 «La Historia Oficial» 1985 un film de Luis Puenzo, narra la toma de conciencia por parte de
una profesora de historia del colegio secundario Esta mujer casada con un adinerado hombre
de negocios comienza a sospechar que su hija adoptada inmediatamente después del nací
miento podría haber sido robada a una familia de «detenidos-desaparecidos» Hacia el final la
madre adoptiva esta lista para enfrentar la verdad sobre el origen de su hijita y dejar de creer las
mentiras de «las historias oficiales" que le habían contado durante toda su vida Desgraciada
mente esta no es una situación comente Muchas de las familias que criaron a los niños se
niegan a permitir que la verdad se ponga en evidencia y han llegado a huir a otros países con los
niños que reivindican como propios (Ver mas adelante)

Proceso de restitución: Recuperación de la identidad

«No podía crecer abuelita, era como si una mano me estuviera presio nando
la cabeza» (Dicho por un niño después de ser devuelto a su familia de
origen Abuelas de Plaza de Mayo - Nov. Dic. 1988 Enero 1989).

«Elenita, te estuve buscando tanto tiempo» dijo una abuela a su nieta


nacida en cautiverio en el día de su restitución a la familia de origen. La niña
contestó «Y yo también te estaba esperando, abuela». (Entrevista de Rita
Arditti con Estela de Carlotto en Cambridge, MA, octubre de 1989).

Las Abuelas encaran su trabajo como parte de un proceso de reconstruc ción


histórica, que consiste en la «recuperación de la identidad» no sólo de los
niños sino del pueblo argentino, un paso fundamental en el restablecimiento de
la democracia, tanto en Argentina como en otros países de Latinoamérica.

La Restitución es un acto «psíquicamente fundacional, basado sobre una


articulación entre la verdad y la justicia cuyo sentido cabal es simplemente
dejar de ser desaparecidos/as» (Abuelas de Plaza de Mayo, 1988). Sin em
bargo, buscar la verdad y la justicia en un medio donde el secreto y el engaño
han sido la norma dista mucho de ser simple, las complejidades del proceso
de Restitución se ponen de manifiesto en el breve resumen de dos casos
diferentes: el de Mariana Zaffaroni y el de Ximena Vicario, motivo de conti nua
discusión en Argentina los últimos cinco años.

Mariana Zaffaroni.- Mariana era hija de padres uruguayos refugiados en


Argentina después del golpe militar en Uruguay en 1974. La niña fue
secuestrada con sus padres en 1976 en una operación conjunta de las policías
argentina y uruguaya. En ese entonces Mariana tenía un año y medio.
Después de una búsqueda de años sus abuelas ubicaron a la gente que la
había adoptado ilegalmente: se trataba de otro agente de inteligencia quien
presumiblemente intervino en la desaparición de los padres de Mariana y en
el propio secuestro de la niña. Lo que siguió fue una complicada serie de
investigaciones y pleitos judiciales para restituir a Mariana a sus abuelos. Lo
que a nosotros nos interesa es una serie de cartas que fueron enviadas a los
abuelos por Mariana y/o por la familia con la cual se encontraba. Ello sucede

64
antes de que esta gente raptara a Mariana por segunda vez y desafiando la
orden de la Corte, huyeron de la Argentina.

Las características de la vida de Mariana con los Furcis (sus «padres


adoptivos» o «apropiadores») son reveladas en estas cartas. La niña dice:
«Ustedes cínicamente niegan que yo pertenezca a este hogar, donde (mis
padres) me educan de acuerdo con los preceptos religiosos. Nunca podrán
venir ustedes a neutralizar la influencia de mis padres. Para nosotros, los
católicos de Argentina y del mundo entero, la religión no es el opio de los
pueblos, sino al contrario, es su sostén. Es la fuerza que nos permite luchar
contra gente como ustedes. Cómo deben ustedes odiamos, a mí y a mi
familia! Por supuesto mis padres me educan de acuerdo a todo lo que es
bueno. Me crían como buenos católicos que son» 3.

Hubo muchas discusiones acerca de la real autoría de las cartas, unos


sostenían que eran escritas par Mariana y otros por el agente de Inteligencia
con quien vivía. Pero ello es menos importante que la identificación y clarifi
cación del proceso de «paternidad» que se refleja aquí. Aun cuando la carta
haya sido pergeñada por el apropiador, no hay ninguna duda que la firma de
la niña es auténtica y lo que fue escrito refleja los valores de la familia en
cuyo seno ella está viviendo, las creencias que Mariana y el apropiador sus
tentan. Irónicamente por convicciones bastante diferentes los padres de la
niña, activistas políticos uruguayos, se vieron obligados a buscar refugio en
Argentina. En otra parte de la carta los apropiadores/Mariana repudian
específicamente la ideología sustentada por los padres de Mariana en su
lucha y por lo que les fuera arrancada despiadadamente la vida.

3 El texto de Las cartas de Mariana aparecen en «Pour ces yeux-la» de Irene Barki, Ediciones
«La Découverte» París, 1988, pp. 182-185. Las traducciones en el original inglés son de las
autoras de este trabajo.

Ximena Vicario.- Ximena Vicario fue secuestrada con su madre en 1977 a


los nueve meses de edad. Su padre «desapareció» el mismo día pero en
otra ciudad. La indagación posterior de las Abuelas permitió reconstruir la
historia de Ximena Vicario. Había sido abandonada en las escaleras de un
hospital de niños con una nota en la que se dejaba constancia de su nombre.
Una mujer que trabajaba en el lugar retuvo la niña y la adoptó ilegalmente.

En 1987 por intermedio de la prueba genética se comprobó que la niña era


Ximena Vicario. Los jueces ordenaron la restitución de la niña a su fami lia
de origen. Los cargos contra la madre «adoptiva» (apropiadora) fueron:
ocultamiento de la verdadera identidad de la criatura y proveer falsa informa
ción para la adopción. Durante nueve meses Ximena vivió feliz con la abuela
materna, restableciendo los lazos con la familia de origen. A pesar de ello, la
madre «adoptiva» (apropiadora) montó una campaña a través de los medios
de comunicación para recobrar a la niña apelando además a la Corte Supre
ma. En setiembre de 1989 la Corte emitió un falló según el cual los abuelos
no eran admitidos como parte en las disputas sobre la identidad de un niño.
El representante legal designado para Ximena, recomendó que ésta fuera

65
devuelta a la mujer que ilegalmente se había apropiado de ella. Pero el com
portamiento impecable de su verdadera familia y el deseo expreso de
Ximena llevaron a los jueces a aceptar que continuara viviendo con su abue
la. No obstante, se estipularon visitas semanales para la madre «adoptiva»
(apropiadora) quién se dedicó a denigrar constantemente a los padres de la
niña. La situación empeoró a punto tal, que a la apropiadora se le otorgaron
los beneficios de un régimen de visitas garantizadas por control policial, opo
niéndose así a los deseos manifiestos de la niña. El caso de Ximena Vicario
ha sido tomado por la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas
en Ginebra, Suiza.

Muchos otros casos más demuestran que la «adopción» y reeducación de estos


niños, tenía como objetivo primordial borrar la memoria y toda posibilidad del
más mínimo recuerdo acerca de sus familias de origen. En nombre de la
reorganización y perfeccionamiento de la Argentina, secuestra ban niños/as, les
cambiaban el nombre y los apartaban para siempre de la historia familiar. En
casos como el de Mariana, la estrategia incluía una re construcción de sus
experiencias para que el mundo que conocieran y en el que llegaran a construir
su identidad negara expresamente el de su origen. A posar de un cierto
reconocimiento de los crímenes cometidos contra es tos niños/as y sus familias,
la restitución a la familia de origen está empantanada en una controversia legal,
política, y psicológica. Mas adelante analizaremos la discusiones que rodearon
los procesos de restitución y la respuesta de las Abuelas en cada oportunidad.

Las leyes de «Punto Final» y «Obediencia Debida»

A despecho del éxito argentino en juzgar y condenar a algunos de los


miembros de las juntas del Proceso por las atrocidades cometidas durante la
dictadura, los seis últimos años transcurrieron plenos de enfrentamientos y
negociaciones ya que los militares persisten en obtener la legitimación de los
crímenes perpetrados entre 1976-1983.

Los compromisos entre los militares y el gobierno en este período refle jan,
por lo menos en parte, el fracaso del segundo en llevar ante la justicia a
aquéllos más directamente implicados en la desaparición de 30.000 argenti
nos. Dos leyes la de «Punto Final» y «Obediencia Debida» promulgadas en
1986 y 1987 respectivamente, significan una victoria de los militares y sus
defensores, ya que ellas impidieron efectivamente el juzgamiento de allí en
más de los acusados de delitos atroces y aberrantes.

La Ley de Obediencia Debida reviste un particular interés para las fe


ministas. La misma consiste en legitimar la llamada actividad anti-subversi va
y protege a los responsables de la estrategia general del régimen, consis
tente, en el secuestro, la desaparición, la tortura y el asesinato. La legitima
ción de tales servicios afirma el poder establecido del Estado, instalando un
mensaje social cuyo significado intrínseco reasegura el patriarcado. Los
maridos que durante la Dictadura habían perdido el control y la posesión de
sus «objetos» es decir, de sus mujeres y sus hijos debían ser desagraviados.

66
Mujeres y niños/as son equiparados a propiedades. Debían castigarse las
acciones consideradas «innecesarias» o «excesivas» por ejemplo: secues tro
y cambio de identidad de los niños/as, el robo de bienes, y la violación de
mujeres. El patriarcado público quebró un conjunto fundamental de relacio nes
mientras buscaba reforzarlo. El secuestro de niños/as y la violación de
mujeres, así como el robo de bienes, era una afrenta al tradicional control
masculino en el núcleo familiar y esta falta individual y social debía ser
penada por el padre/estado. Las Abuelas al igual que otros grupos de Dere
chos Humanos han denunciado estas leyes y el fin de los juicios a los
militares.

Debate de los psicólogos sobre los «Verdaderos Padres»

Además de desatar un debate legal, y una pública protesta, los casos de


Mariana Zaffaroni y de Ximena Vicario y de otras criaturas que han sido
identificadas, se ha generado un desacuerdo profesional considerable sobre
cuál sea la mejor «solución», ante lo que se ha conceptualizado como de
mandas conflictivas de paternidad. En 1984 Lidia Castagno de Vicentini pu
blicó en un matutino de Rosario, un artículo titulado: «Los verdaderos padres
y los padres psicológicos», en el que analizaba los procesos de restitu ción de
las Abuelas de Plaza de Mayo. Basada en el examen de la literatura
psicológica y psicoanalítica de la Psicología del ego, se oponía a la devolu
ción de estos niños/as al seno de sus familias legítimas. La paternidad/mater
nidad era descripta como un fenómeno cultural y sociológico y no simple
mente un hecho biológico. Los lazos de sangre de estos/as niños/as con sus
abuelos eran tenidos como insignificantes frente a los casi 10 años que algu
nos/as de ellos/as habían vivido con familias sustitutas. La restitución de los/
as niños/as a sus abuelos/as sentía como un rezago de biologismo, noción
desactualizada que consagra la primacía de lo biológico. Argüía que investi
gaciones más recientes ponían el acento en la importancia del medio y la
cultura para la construcción de la identidad del niño.

En una entrevista publicada en 1985 Francoise Doltó sumó otra opinión a este
tema tan complejo4. Basó sus reparos en las experiencias obtenidas de
pequeños/as a quienes trató y que habían sido previamente adoptados/as en
forma ilegal por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Sostenían que
como los niños habían formado parte de sus familias adoptivas por muchos
años, sus vínculos los ligaban a esas familias más que a las biológicas. Termi
naba diciendo que las abuelas no tenían ningún lazo real con los niños y que
por lo tanto no tenía sentido restituirlos. Los chicos, explicaba, ya habían
experimentado un trauma y una segunda situación similar debía ser evitada.
Habiendo perdido sus padres naturales, ¿por qué ahora se les hacía perder a
los adoptivos? Aunque se sostiene que la Doltó se retractó poco antes de morir,
otros comparten sus puntos de vista cuando apelan a lo del «segundo trauma»
como una razón para oponerse a la restitución.
4 Esta entrevista apareció en el número de agosto de 1985 de Psyché, una publicación de
psicología y psicoanálisis que se editó hasta fines de 1990 en Buenos Aires (Argentina).

67
Manejarse en el tema en cuestión con opiniones apoyadas sólo y exclusi
vamente en teorías psicológicas tradicionales e intentar resolver así el dilema
es insuficiente, quienes lo hacen fallan al no incorporar la dimensión política
en la restitución. Los que sostienen por ejemplo que la restitución de un niño
a su familia de origen refleja el retomo al biologismo o que se les provoca un
«segundo trauma», divorcian al niño/a de su contexto socio-histórico y
psicologizan un problema social, que existe porque un terrorismo de estado
incontrolado se abatió durante 6 años sobre Argentina. Desde esa perspecti
va el trauma es definido en términos de relaciones individuales entre los
niños/as y sus cuidadores primarios. Pero lo que este análisis ignora, aunque
no es lo menos importante es el trauma social y político que yace en el centro
de la vida de estos niños: la pérdida de su identidad y de sus historias perso
nales (Arditti y Lykes 1989) (Lykes y Fariña, 1989).

Los términos de la lucha han sido planteados, una lucha que ha de dirimirse
no sólo en el campo judicial sino también en el político y psicológico. El
debate va más allá de lo específico del caso argentino y revitaliza polémicas
bien conocidas dentro de los círculos científicos, como ser: naturaleza versus
crianza (nature vs. nurture) o aquélla entre situacionalistas y quienes busca
ban explicaciones para las causas de los fenómenos sociales en procesos
biológicos. El nuevo desafío para las viejas teorizaciones es qué hacer con
estos niños que han sido «codificados» por el terrorífico ejercicio del poder
de parte de una dictadura militar y/o un sistema capitalista de mercado.

Comercio de niños

Que la batalla es tremendamente más compleja lo evidencia un ligero


examen de las estrategias manipuladoras, no tan obvias, que involucra la
codificación de niños. Por ejemplo, un artículo reciente de Página 12 (agosto
de 1989) reveló que 4000 niños argentinos habían sido ilegalmente adopta
dos, durante el año anterior. Ya en el año 1986 el Dr. José Millo Álvarez en
el Primer Congreso sobre Adopción (Marruecos, 1986) denunció que miles
de niños habían sido sacados del país de manera clandestina.

En el circuito internacional de adopción hay una fuerte demanda de


niños argentinos por razones raciales.

En muchos países de América Central los niños son comprados a muje res
pobres por la suma irrisoria de 20 dólares y vendidos a personas de Estados
Unidos, Europa e Israel ansiosas por convertirse en padres y pro porcionar a
los niños/as «una vida mejor». Los interesados llegan a pagar 20.000
dólares, pero gran parte de esta suma va a parar a manos de inter mediarios,
lo que incluye abogados, asistentes sociales, psicólogos, etc., en cargados
de los trámites de adopción. Hay una gran demanda y las estrate gias para
satisfacerla se renuevan. Por ejemplo, Janice Raymond (1989) una feminista
dedicada a problemas éticos en la Universidad de Massachussets informa
sobre un auge evidente de el «Tráfico de Niños» fomentado por estas
adopciones internacionales, lo que viola en forma flagrante los dere

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chos humanos de las mujeres y los/as niños/as involucrados/as. Cita el ejem
plo de Sri Lanka donde se establecieron secretamente «granjas/criaderos de
niños», las mujeres embarazadas son allí verdaderas incubadoras, ya que se
las obliga a acostarse con turistas europeos para que los niños producidos
sean de piel clara, «más apetecibles para las parejas Occidentales, y por lo
tanto de mejor cotización en el mercado».

Inseminación artificial y subrogación

La intensa polémica generada en Estados Unidos sobre las prácticas


tecnológicas que fomentan la procreación, está más allá del alcance de este
artículo. Quizás el caso mejor conocido en los EE.UU. en materia de la mal
llamada «maternidad sustituía» (o «subrogante») es el de Baby M.. Subyace
en el debate concerniente a la maternidad de este niño, la presunción no
explícita de que los niños son objeto de consumo destinados a la compra
venta y que los adultos tienen un derecho incuestionable para ejercer tal
comercio. La demanda del mercado internacional y las definiciones socio
políticas de lo que es una familia y/o la maternidad-paternidad se conjugan
para crear prácticas que cosifican al niño y producen serios dilemas éticos a
los profesionales de las disciplinas pertinentes. Una entrevistas publicada en
la revista mensual Emmanuelle (Mayo, 1987) con la primera mujer argentina
que alquilara su útero arroja alguna luz sobre el problema (Arditti, 1990).

Se hace llamar «Amelia», tiene 28 años y trabaja en la cocina y limpieza de un


Sanatorio ubicado en un barrio acomodado de Buenos Aires. Uno de los
médicos de la clínica le propuso que alquilara su vientre, a fin de pro crear una
criatura, con la que haría feliz a una mujer estéril y por lo que recibiría una
importante suma. Aceptó el convenio, fundamentalmente para resolver sus
necesidades económicas más urgentes, pero también, según agre ga, para
hacer feliz a otra persona. La entrevista detalla el alto costo social y
psicológico que tuvo la experiencia para Amelia y su familia, aunque no se
lamenta ni responsabiliza a nadie por ello. La necesidad económica parece ser
el móvil principal que lleva a procrear un niño por encargo para una mujer
estéril, y esa misma necesidad es la que conduce a no descartar la posibilidad
de repetir ese tipo de contratos Ella ganó 6 000 Australes (U$S 2400) durante
todo el año 1986, en 1987 se le ofrecieron 20 000 Australes 5 Este ejemplo
muestra que las pretendidas soluciones para la infertilidad no son otra cosa
que un servicio para las mujeres de las clases altas y/o del «primer mundo» a
expensas de mujeres en inferioridad de condiciones eco nómicas y sociales
(ver Arditti, 1987, Aguilar- San Juan 1988)

5 Ver nota al final del traba) o sobre la verosimilitud de estas cifras

Las Abuelas enfrentan la controversia

«No quiero que los que robaron mi pasado sean libres en el


futuro» «Luchemos! No al indulto!»
69
Escrito por un niño restituido a su familia
Abuelas de Plaza de Mayo Julio/Agosto 1989

«El conocimiento de la verdad es la mejor terapia»


Estela de Carlotto

La controversia sobre la restitución y subrogación que es al mismo tiempo


político-legal, ética y psicológica, continúa aún La estrategia desarrollada por
las Abuelas de Plaza de Mayo, proporciona una respuesta concreta a la
situación argentina y señala una dirección interesante para solucionar algunos
de los otros problemas aquí presentados Las Abuelas enfrentan
específicamente la mentira familiar y social que rodea a cada criatura secues
trada, reuniendo así al niño/a con su historia y allanando el camino a través
del cual puedan reconstruir su identidad, proceso éste intrínsecamente social
Se ha respondido a una situación social y política que violó todas las normas
del comportamiento humano y convirtió a las criaturas en objetos, con un
curso de acción que es requisito indispensable para el desarrollo en estos
niños de la capacidad de ser sujetos sociales Este trabajo apunta a concebir lo
parental como una construcción basada en lo social, lo que redundará en el
interés del niño solamente si la justicia y la verdad forman parte del proceso

Las Abuelas y sus equipos de apoyo han llegado a resultados reveladores


relacionados con el proceso de restitución. Uno de ellos es común para las
víctimas de incesto y sus terapeutas, tanto como para la gente que trabaja en
movimientos para la reforma de la adopción 6. Se trata de las consecuencias
que tienen la mentira y el secreto en los pequeños afectados y en la sociedad
toda. Perpetuar una mentira puede per se conducir a innumerables dificulta des
cuando la verdad finalmente emerja. (Litton, 1988). En definitiva, mu chos de
los 400 niños/as secuestrados/as descubrirán la verdad sobre su procedencia
y el asesinato de sus padres, sabrán de la existencia de familiares que
hubieran querido tenerlos en su hogar y que contaban con parientes que los
amaban. Más todavía, la experiencia de las Abuelas comprueba que los/ as
niños/as recobrados al ponerse en contacto con la información sobre su
origen, en un mercado de afecto y asistencia, no se traumatizan y son perfec
tamente capaces de integrar el nuevo conocimiento a sus vidas. El proceso de
incorporación de cualquier información nueva y significativa difiere según la
edad y el contexto en el cual se comparte. Las Abuelas y sus equipos
especializados permanecen alerta ante estas realidades. (Abuelas de Plaza de
Mayo, Abril, 1989). El sistema de restitución de los niños/as hallados/as a las
familias de origen no excluye la continuidad de la relación con las familias que
los criaron. El libro de Irene Barki (1989) historia en detalle un caso como ese
(el de Felipe Gatica) en el cual la madre «adoptiva», que no estaba
involucrada en el secuestro del niño, convino en formar parte de una familia
extensa, lo que fue ampliamente beneficioso para el niño.

En el aspecto político las Abuelas continúan organizándose nacional e


internacionalmente. En Agosto de 1988 un comunicado de prensa protestando
por recientes decisiones judiciales afirmaba: «El plan de los jueces es evitar
que nosotras encontremos más niños desaparecidos. Están empeñados en

70
cortar, borrar, cercenar el hilo conductor de la memoria histórica. Los des
aparecidos vivos, nuestros nietos. Se niega su existencia en cautiverio... Es
el final definitivo para ellos. Pero debe quedar sentado que para el pueblo
esclarecido y para la comunidad internacional que acompaña a las Abuelas
de Plaza de Mayo, la restitución es el único camino válido, reparador. Y éste
es el camino que nosotras continuaremos transitando».

6 Congreso Americano de Adopción, fundado en 1978, es una organización «paraguas» que


reúne adoptados, padres de nacimiento, padres adoptivos, agencias de adopción y profesiona
les individuales. Promueve la transparencia y honestidad en prácticas de adopción en Estados
Unidos y Canadá. Para mayor información escribir a: AAC, P.O. Box 44090, L'Enfant Plaza
Station, Washington, DC, 20026 - 0040.

El trabajo de las Abuelas golpea en el centro de una temática como la familia y


la paternidad/maternidad, y plantea importantes cuestiones éticas, no sólo para
los argentinos, sino también para los que en Estados Unidos trabajan en casos
de subrogación, o en cuestiones atinentes al derecho en materia de adopción y
aplicación de tecnologías reproductivas. Las Abuelas y los equipos
especializados que las acompañan, sostienen que cuestiones psicológicas -
como por ejemplo la relación padre-hijo- solamente puede ser comprendida en
su plenitud como «construida por» y «construyéndose desde» el amplio
contexto social. Ni la teoría y práctica psicológica adecuada, ni la solución de
arduos dilemas éticos se logrará cabalmente si no responden a, y están
fundados en, nuestra historia social y nuestras vidas colectivas.

Las Abuelas son la vanguardia en el tratamiento de ciertos temas funda


mentales que todo ser humano enfrenta: ¿Qué es la familia? ¿Cuál es el
status (condición) de los niños? ¿Tenemos el derecho inalienable de conocer
nuestro verdadero origen? Tanto su trabajo en Argentina como su éxito al
lograr la inclusión del «derecho a la propia identidad» como uno de los
artículos en el documento final de la Declaración de los Derechos del Niño
auspiciada por Naciones Unidas responde afirmativamente a la última de las
preguntas. Cómo será este derecho interpretado, es un tema abierto, el cual
tiene considerables implicancias ya se trate de la adopción, de los niños naci
dos por inseminación artificial, o bien de la subrogación.

Conclusión

El trabajo de las Abuelas en «la recuperación de la identidad» y en el


tratamiento de temas básicos como la individualidad y la familia contribuye no
sólo a reclamar justicia y la vigencia de los derechos humanos en Argentina, es
además un aporte importante a los debates en curso sobre subrogación,
contratos, adopciones y los niños como propiedad. El supermercado
reproductivo, en continua expansión en los países industrializados de Occi
dente, refuerza el modelo mercantilista de los niños como objetos y de las
mujeres como incubadoras (criadoras).

71
Las permutas y combinaciones que las nuevas opciones reproductivas
permiten, crearán sin duda un nuevo grupo de seres humanos, para quienes
instancias como la del origen e identidad serán de supremo interés.

¿Habrá entonces una organización como la de Abuelas de Plaza de Mayo


trabajando a su favor para desentrañar tales historias e identidades?

Las Abuelas garantizan el derecho de los niños a la verdad, a sus histo rias
individuales, a sus familias y a su país. La memoria y la identidad se
convierten en la base de la dignidad humana y en una estrategia contra el
peligro de la amnesia colectiva apoderándose de la mente del pueblo. A
medida que levantan el velo de la violencia patriarcal, que intenta secuestrar
seres humanos y convertirlos en propiedad, nosotras entrevemos el día en
que las mujeres no sean más víctimas de despojos y los niños, sus hijos,
convertidos en objetos.

5 Salarios promedio mensual (personal en relación de dependencia que no incluye cargos


jerárquicos).

1986
Enero: 70 australes = U$S 87, 39
Diciembre: 110 australes = U$S 114, 22

1987
Enero: 150 australes = U$S 112, 61 Diciembre: 350 australes = U$S 68, 35. Difícilmente una
persona empleada en la cocina y limpieza de un sanatorio ganara 500 australes mensuales,
(6.000 australes anuales s/fuentes citadas).

En cuanto a la paridad austral/dólar de aquellos años damos el siguiente cuadro:

1986
Enero: 0, 801 australes = 1 U$S. Julio: 1, 008 australes = 1 U$S. Diciembre: 0, 963 australes = 1U$S.
Promedio: 0, 9638 australes = 1 U$S.

1987
Enero: 1, 332 australes = 1 U$S Julio: 1, 977 australes = 1 U$S Diciembre: 5, 120 australes = 1 U$S
Promedio: 2, 4793 australes = 1 U$S

Por lo que vemos en el cuadro de 1986 de acuerdo a la paridad austral/dólar, la mencionada


«Amelia» habría ganado alrededor de 6.230 dólares anuales (A 500 australes mensuales) lo
que también indica que es errónea la cifra dada de 2.400 dólares.

En cuanto a lo que se le pagó por su hijo/a no hay objeción, ya que ése no es un «mercado»
oficial y se rige por reglas muy particulares.

Por todas estas razones las cifras dadas por la población que narra este caso no concuerdan
con los valores en vigencia en ese momento.

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aparecidos») Programa realizado en PBS en 1986. La transcripción de este
programa de una hora de duración tiene un precio de cuatro (4) dólares y
puede solicitarse a NOVA, Box 322, Bostón, MA. El video o un film de 16
mm. se vende en Coronel Film and Video, 108 Wilmont Rd., Deerfield, IL
60015, 1-800-621-2131.

NUNCA MÁS - El Informe de la Comisión National Argentina de la


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(b) Está en este título usado la palabra Stock con el sentido de Almacenaje de mercadería o bien de estirpe o linaje?

CAPITULO III

Las Abuelas:

entre dioses y ausencias

por Juan Carlos Voinovich


Abril de 1992

¿-No sería mejor dejar las cosas donde están?

El comentario sincero, ingenuo, si acaso piadoso, de una mujer a las


Abuelas de Plaza de Mayo, se refería a los niños como «cosa» y a las
familias de militares que presuntamente asesinaron a sus padres como al
lugar «donde están».

¿Cómo responder? ¿Cómo encontrar la buena respuesta? Entre tantas


posibles, ¿cómo evitar la fácil, la obvia? ¿Cómo eludir el fundamento con
tundente, normativo, el que hace uso del dogma para lidiar contra otras
«verdades monolíticas y completas? ¿Cuál, entonces, la respuesta (interro
gante, a su vez) que abra a la polémica, a la Confrontación y restituya el
Carácter pertinente -rescate la legitimidad- de la cuestión planteada, en
definitiva la respuesta que nos ayude a explorar lo impensable?

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Atrapados sin salida, daremos una opinión de izquierda o de derecha,
neutral o comprometida, en todo caso, radicalmente diferente si se hace
desde el Terrorismo de Estado aún no superado del todo, o desde la Demo
cracia pluralista que no termina por consolidarse.

Discrepar en un régimen totalitario, ya se sabe, no es una empresa ino


cente: se paga con la desaparición o la muerte.

Se trata, para empezar, por reconocer que algo tenemos que hacer con el
deseo y la ausencia, con el olvido y la memoria. Que tanto el olvido como
la memoria nos son necesarios, y que es preciso saber y recordar para
poder olvidar.

Se trata de pensar sin miedo (o con el miedo, inevitable) en la cuota de


sentido y en la cuota de insensatez que tiene seguir denunciando la ausen
cia, continuar buscando a esos niños, no cesar en el intento de
encontrarlos.

¿Cuánto tiene esa denuncia, esa búsqueda, de repetición traumática que


«sería mejor» interrumpir para «dejar las cosas donde están»? ¿Cuánto de
aventura deseante -la única- capaz de garantizar la apropiación simbó lica.
Para los psicoanalistas, atrevernos a pensar en estos temas, nos expone a
quedar cautivos en un dilema de hierro. O sostenemos el dog ma, la
ideología y la creencia que nos define para un lado o para el otro con igual
vehemencia, o apelamos a la tecnología científica que todo lo blanquea y
desactiva.

Es difícil eludir este riesgo, evitar el peligro. Es difícil disponerse a pensar


lo impensable cuando no tenemos antecedentes, la teoría no ayuda, la
sociedad nos invita -nos presiona, diría- a que abandonemos este tema
que «a nadie le interesa, ya»; cuando, además, el propio miedo, el horror
nos amenaza con la fascinación voyeurista o la identificación sufriere con
las víctimas.

Casi nada sabemos -y Dios nos libre y nos guarde de saberlo todo
pero algo podríamos pensar sobre éste, nuestro patrimonio
mortífero.

Ese rasgo de nuestra identidad que se nos impone como destino. Pen sar,
no como ilustración o como enciclopedismo estéril -como racionalidad
cultural- sino como elaboración simbólica. La que permite y augura que el
espanto no se repita, que se conjure la tragedia.

Se trata, en todo caso, de recordar, para no repetir. Saber, para poder


olvidar o, al menos, para cicatrizar heridas. Trabajo, el de pensar, que permi
ta innovar en el siniestro destino que tiende a reiterarse, Porque si algo
sabemos -poco, pero algo al fin- es que el hecho traumático que no es
elaborado, simbólicamente resignificado (individual y/o colectivamente, pero
sobre todo colectivamente), se transmite de generación en generación y se
expresa como compulsión a la repetición.
76
La pregunta insiste y se amplia: ¿-No sería mejor dejar las sosas donde están y no
pensar más en eso? Es decir: ¿no sería mejor aceptar el vacío, allí donde existe la
vida y la muerte? ¿No sería mejor dejar de pensar? Dejar de hurgar en la memoria
de un pasado maldito. Suspender la búsqueda de los hijos de sus hijos. Cesar de
quererlos, de desearlos. ¿No sería mejor resig narse, aceptar, cómplices, el vacío
por el que sus seres queridos se esfuma ron como humanos y consolidar así, de una
buena vez, una identificación mortal con el poder de un Estado sin fallas, que desea
su muerte -o, mucho más, su inexistencia pasada, su no inscripción- reeditando el
fantasma ori ginario que actúa como trauma siderante?

Acaso ése, el de las abuelas, ¿no es un amor ciego? Amor que nunca existió. Si
esas abuelas jamás conocieron a sus nietos. ¿Cómo puede dolerle la ausencia de lo
que nunca tuvieron?

La propuesta: «dejar las cosas donde están», sugiere un pacto, un acuer do, una
complicidad. Pacto entre las partes: una, acorralada por la ausencia. Otra, dueña de
la vida y la muerte, que les «sugiere» como única salida para conjurarla hacer suyo
el deseo de muerte. O, peor aun, aceptar que sus hijos nunca existieron como
humanos. Acuerdo propuesto para convalidar dejan do las cosas donde están», a los
dioses en su lugar de poder. Pacto qué intenta ocultar los crímenes cometidos por
los militares o, si acaso, atribuirles a las víctimas la intención agresiva y violenta que
soportan. De ahí que a las abuelas se les pida -se les implore, casi- cesar en su
búsqueda, «dejar las cosas donde están», no hacer más daño, acabar con el
«secuestro de niños». En definitiva que en el reino del Terror, denunciar la
apropiación es cometer la, como en ese paradojal juego de «él que lo dice, lo es».

El Terrorismo de Estado, más que Estado autoritario, fue la aplicación del miedo
como método y práctica permanente. En lugar de Leyes Especiales o de Tribunales
Especiales, el Terrorismo de Estado se caracterizó por la aplicación de una ley
corrupta, expresión paradójica que, en sí misma, encierra toda una contradicción. No
se trató, solamente, de la violación de los derechos consa grados por la Declaración
Universal de las Naciones Unidas en 1948. Lo que se avasalló en nuestras tierras,
fueron aquellos derechos cuyo respeto parecía definitivamente garantizado a fines
del siglo XVIII

El Terrorismo de Estado basó su eficacia en la aniquilación física y en la destrucción


de los cuerpos y de los símbolos. Mataron cuerpos y mataron la propia muerte.
Ocultaron el origen de la vida y la muerte. Los militares que impusieron el Terrorismo
de Estado fueron ascendidos a Dioses. Magos de la aparición y de la desaparición.

Desaparición de los padres como por arte de magia.

Aparición de los niños como por arte de magia.

Antes que ellos fueran promovidos, no existían madres ni bebés. 77

Ellos los hicieron1. Genitores. Les dieron nombre, los bautizaron, les
pusieron fecha de fabricación y lugar de origen. Se hicieron de hijos
esclavos.

Después de ellos no existieron los padres. No es cuestión de entender que sí


estaban y que, supuestamente, fueron asesinados. No es cuestión de enten
der que sí estaban y que -por alguna razón más o menos convincente
cedieron esos niños en adopción. La lógica imperante supone que no existie
ron. Inscriptos negativamente, son crímenes, sin crimen. Fue borrada su
inscripción simbólica, su existencia humana. No hay duelo posible para una
ausencia que así se considere.

Aparición y desaparición. Tarea de magos. Y de dioses 2 que ocupan el


lugar vacío de la Ley. La única que garantiza la condición humana.

Otros dioses precedieron a éstos, los nuestros. Dioses que contribuyeron a


cargar sobre nuestros hombros la inscripción histórica del horror. Los colo
nialistas españoles que desembarcaron en estas tierras inauguraron con el
«descubrimiento» una empresa de exterminio (que por otra parte segura
mente existió antes de la llegada de los españoles y se evidenció en los
enfrentamientos de las diferentes naciones aborígenes: imperios despóticos).
Ellos, también, fueron magos de la aparición y la desaparición.

1 Desde el punto de vista filosófico, la «creación teológica no es más que una palabra, un nombre
falso para designar lo que en verdad es sencillamente producción, elaboración, fabricación o
construcción La «creación» teológica sigue siempre el modelo del Timeo Dios es un construc
tor, un artesano que mira los eide, las formas preexistentes, y los utiliza como modelos o
paradigmas para modelar la materia Pero Dios no crea el eidos ni en Platón ni en ninguna
teología racional Dios es el artesano-demiurgo- de las formas «intermediarias», del mundo
y de todo lo que este contiene del timeo, pero no es -y no podría ser- el creador de los
eschata (como diría Aristóteles en la Metafísica}, es decir, -creador de la materia desnuda y de
los eide-formas últimas de los elementos matemáticos del Tuneo Dios no es el creador de lo
«vivo eterno» El Dios del Génesis no lo es tampoco ÉL solo le da forma al tohubohu ya
existente Nuestros dioses -militares- fueron consecuentes con esta concepción teológica

2 Dejando de lado el sentido polémico y hasta peligroso del término patriarcado, esos dioses
-dioses de la aparición y la desaparición- se me hacen dioses patriarcales. Dioses envidio
sos de la fertilidad femenina que realizan -en su universo psicótico- la fantasía de ser ellos los
que hicieron a esos niños, los que después de «gestarlos» les pusieron nombre, les pusieron
fecha y lugar de nacimiento Les dieron identidad e historia, los bautizaron y -(denegando a
sus verdaderas madres (ya que no aceptan el asesinato sino que reclaman la inexistencia de
esas madres desaparecidas)- después de construirlos ellos mismos, les dieron una «madre».

Los españoles «descubrieron» América contra toda evidencia de las


civilizaciones que ya existían porque -como se sabe- nada existe antes de
haber sido creado por Dios. Así, a esos aborígenes (que ellos llamaban
indios) o los pensaban como seres humanos completos, buenos para ser
bautizados -idénticos a ellos, pero no iguales- o bien se los reconocía como
diferentes, lo que se traducía inmediatamente en inferiores. Buenos para ser
aplastados, subordinados, cuando no aniquilados. Cualquiera, menos la
posibilidad de aceptar la diferencia, esa alteridad que los representantes de
Dios en la tierra no permiten y que la Ley habilita.

Los aborígenes fueron eliminados. Su existencia corporal y simbólica


negada (culturas tan diversas como la de los mapuches, tobas, quechuas,

78
aymaras, shuaras, tetetes, cofames, cayapas, miskitos, mayas entre otros fue
ron homogeneizadas bajo la categoría de indios). Culturas e historias desapare
cidas. Sobrevivieron algunos, si acaso, cuando sus trabajos, sacrificios y ofren
das eran esenciales para el soporte de sus amos en el lugar de los dioses 3.
Junto al genocidio de los «indios», debemos a estos dioses, que los de miles
de africanos fueran arrancados de sus tierras, de su cultura, de sus familias,
de sus nombres y de su historia para convertirse en «cosas». Obje tos de
intercambio que «gestados» en bodegas de barcos se entregaban a la
«nueva vida». Hijos esclavos.

Allí, también, la aparición (de los negros), la desaparición (de los aborí
genes) que los dioses impusieron desde el poder.

Nuestra identidad nacional, la historia de nuestra cultura se forjó, tam bién, con
oleadas de inmigrantes. Sobrevivientes y victimarios, generalmen te, de otros
proyectos genocidas. Todo hace pensar que sabemos muy poco de su historia
(que es la nuestra) por la transmisión oral de nuestros abuelos. Si acaso
anécdotas, mitos que se repiten hasta el cansancio para disimular silencios,
vacíos. Más que relatos callados, se trata de marcas no significables.
Experiencias abrumadoras, excesivas, que se inscriben por lo negativo: hue
cos. Todo hace pensar que el silencio de los sobrevivientes y de los verdugos
-que se explica por la insalvable dificultad de transmitirles a sus hijos el lugar
activo o pasivo que les tocó en un proyecto de exterminio- se inscri bió como
hecho traumático. Tanto más eficaz cuanto que su causa fue muda. ¿Cuál es
la palabra para designar el horror? ¿Cuál el relato que permita transmitir eso,
insoportable, de haber sido objeto, destinatario elegido, de un proyecto de
destrucción? ¿Cómo hablar desde el lugar de sujetos inhuma nos, pensados
para ser exterminados y quemados; hechos humo para luego negar que han
existido? Esos dioses -los nazis, por ejemplo- tampoco toleraban las
diferencias y, si bien de manera muy acotada experimentaron en la
conservación de cuerpos de niños judíos, su decisión estratégica fue la de
aniquilar la «raza» toda. Eliminarlos en sus prolongaciones ascendentes y
descendentes para, después, negar que hubieran existido. De ahí la industria
de la desaparición de cuerpos. Esa maquinaria mortífera de los hornos y los
campos de exterminio.

3 Estos dioses que a partir de 1492 aniquilaron a los indios de América y «fabricaron» negros en
los galeones, no toleraban diferencias. Cuando la propia España debió homogeneizarse católi
ca, a los judíos no se los exterminó. Se los convirtió al catolicismo o se los expulsé por el Edicto
del 31 de marzo de 1492 que, dicho sea de paso, aún no ha sido revocado por la Constitución
del Reino.

Nuestra identidad nacional, la historia de nuestra cultura se forjó con oleadas


de inmigrantes. En su mayoría sobrevivientes y verdugos del holo causto, de
proyectos genocidas (los judíos, los armenios) o de persecuciones ligadas a
la pobreza y a las guerras (españoles e italianos).

El genocidio de los judíos y los armenios, seguramente, casi nada tiene


que ver con el exterminio de los aborígenes americanos ni con el arranca

79
miento al que fueron sometidos los negros africanos. Seguramente no se
puede comparar la persecución masiva, la tortura y la desaparición a la que
fue sometida la sociedad argentina desde 1977 hasta 1983 con los horrores
de las guerras convencionales (la del Paraguay, la de las Malvinas para citar
sólo dos que nos «tocaron» de muy cerca) o con los cortes de los inmigrantes
y refugiados, pero, sin embargo, algo tienen en común. Son parte de una
historia traumática, identidad nuestra hecha con marcas letales. Existe un
registro diferente -una particular inscripción en la individualidad psíquica, y en
el imaginario social-para las guerras, el Holocausto, los genocidios, el
Terrorismo de Estado y la amenaza nuclear, pero todas ellas ponen en peli
gro la supervivencia de la especie y, por lo tanto, comparten una particular
manera de impedir su captura simbólica. Captura simbólica que se suprime
con la propuesta inicial.

«Dejar las cosas donde están» significa, entonces, exponemos a la per


petuación de la desaparición y la muerte. Seguir ofreciéndole sacrificios a
los dioses para sostenerlos en su lugar de poder. Significa sometemos a la
amenaza de muerte -o de desaparición- haciendo nuestro el deseo de
muerte y de desaparición que nos toma por destinatarios 4.

Para las Abuelas «dejar las cosas donde están» significa que ellas mis mas
deberían aportar a su aniquilamiento Evaporarse Reconocer que nunca
tuvieron hijos Ignorar la verdadera identidad de esos niños, la que pone en
deuda la omnipotencia de sus captores Con la búsqueda que no cesa, y su
inclaudicable reclamo, las Abuelas configuran el destino que se opone al
avasallante despliegue del poder totalitario. Lo que no callan, lo que las abue
las denuncian con su incorruptible anhelo de encontrarlos es, simplemente, la
existencia de esos niños, de sus nietos. Esos niños existen Lo que las Abue
las pretenden es poder llamarlos por su nombre Esos niños son la prueba
incontestable del delito cometido Delito que impide nombrar a los niños Delito
que impone nombrar a los culpables

Por el contrario, «dejar las cosas donde están», invita a aceptar el silen cio,
la insensatez y la muerte La muerte, y la abolición de muerte. Propone,
también, resignarse a la prolongación del Terrorismo de Estado que nuestra
precaria Democracia intenta interrumpir.

4 Seguramente los acontecimientos históricos que con marca de sangre y fuego gestaron nues
tra identidad no se enhebran racionalmente en una secuencia causal -o casi causal- regida
por leyes que explican nuestro destino. Los intentos de hacer derivar nuestros males actuales
de los antecedentes mortíferos no elaborados, o de profetizar y augurar otros horrores por venir
en función de una pasado que asi parecería imponerlo, ignora que la sociedad instituyente
(no la instituida) es el modo de ser del campo histórico social «Urdimbre inmensamente
compleja de significaciones» (C Castoriadis) que, independiente de la base material, empa
pan, orientan y dirigen toda la vida de la sociedad En última instancia, creación imprevisible
del imaginario social

Con todo, es lícito pensar que aquellos vientos trajeron estos lodos, que algo hubo en lo
viejo Algo que el quedar pendiente de resolución, preparo -determino, diriamos- lo nuevo
Pero nada se opone a que podamos afirmar que lo antiguo entra en lo nuevo con la significación
que lo nuevo le da. Quiero decir de acuerdo a los esquemas imaginación del presente

Cada sociedad instaura, crea, construye su propio mundo Su propia identidad Lo que
mantiene unida a la sociedad, lo que la sostiene cohesionada, no es otra cosa que el magma de
las significaciones imaginarias, sistema de interpretación del mundo creado por ella Mas que
sistema de interpretación que la sociedad tiene, sistema de interpretación que hace y es la
sociedad Y esa es la razón por la cual la sociedad totalitaria percibe como un peligro mortal

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