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Identificación de Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, Rad. No. 47063, SP3218-
la providencia 2021, MP. José Francisco Acuña Vizcaya, 28.07.20221.

Para el año 2010, el señor Édgar Alberto Gómez Romero tenía más de una década
de tratamiento psiquiátrico por trastorno afectivo bipolar con manifestaciones
psicóticas de contenido mágico y religioso. Fue internado varias veces, pero entre
septiembre y octubre de ese mismo año su psiquiatra le dio el alta por encontrarlo
estable. Él se hacía llamar el “Padre Ángel” y se daba a conocer como un
sacerdote ordenado en la Iglesia Católica.

Bajo esas condiciones, a finales del año 2010, el señor Gómez Romero llevó a
cabo una sesión de oración. Allí participó la señora Estrella Paola Morales Pérez,
a quien convenció de estar poseída por un espíritu llamado “El Negro Felipe”,
una entidad que presuntamente abusaba sexualmente de ella, y de su capacidad
para exorcizarlo. El ritual comenzó el jueves 4 de noviembre y se prolongó hasta
el sábado 6 de noviembre de ese mismo año. Se hizo en la vivienda familiar de
Hechos y los esposos Jairo Rafael Pertuz y Miladys Cecilia Pérez Torres, ubicada en
Antecedentes Soledad (Atlántico), puntualmente, en una habitación del segundo piso. El
acusado fue el director de la ceremonia y, como su asistente, la señora Lely
Johana Doria Doria. Las demás personas permanecieron en el primer piso.

A lo largo de esos días, la señora Estrella Paola fue penetrada en ano y vagina
por el acusado —quien utilizaba sus dedos e introducía billetes en dichas
cavidades—, recibió varios golpes por su todo su cuerpo, y en sus oídos y nariz
le clavaron agujas. También se le ocasionó gastritis hemorrágica, por ingesta
forzada de sal y miel, y laceraciones en la lengua. La víctima falleció el 6 de
noviembre por asfixia mecánica y la gravedad de sus lesiones.

En primera instancia, el Juzgado Penal del Circuito de Descongestión de


Soledad condenó al señor Édgar Alberto Gómez Romero y a la señora Lely
Johana Doria Doria a 39 años de prisión, en calidad de coautores, por los delitos
de homicidio agravado y acceso carnal en incapaz de resistir. En segunda
instancia, el Tribunal Superior de Barranquilla condenó al señor Gómez Romero,
como inimputable, por los delitos de homicidio preterintencional agravado y
acceso carnal en persona puesta en incapacidad de resistir, mientras a que a la
señora Doria Doria la condenó, como imputable, por esos mismos delitos.

Problemas La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia se propuso estudiar: (i) la tipicidad
Jurídicos del homicidio, (ii) la calidad de imputable del señor Édgar Alberto Gómez
Romero (iii) la responsabilidad penal de la señora Lely Johana Doria Doria.

a) La Corte precisó que la complicidad se caracteriza por ser un acuerdo previo


o concomitante entre el sujeto activo y su cómplice, quien presta un aporte no
sustancial, para la realización dolosa del injusto. De modo que la complicidad
únicamente se presenta cuando existe dolo y no culpa o preterintención. Por tanto,
hubo un error al concluir que los señores Miladys Cecilia Pérez Pérez y Jairo
Rafael Pertuz Pertuz son cómplices del señor Édgar Alberto Gómez Romero,
pues éste no fue condenado a título de dolo sino de preterintención.
Ratio decidendi
b) El dolo eventual, según el artículo 21 del CP, requiere que (i) el autor se
represente como probable el resultado antijurídico y que (ii) la no materialización
de dicho resultado sea dejada al azar, es decir, se necesita que el sujeto activo
comience y mantenga su conducta con total indiferencia del resultado cuya
antijuridicidad contempló como factible. Dicho de otro modo: “Se trata, pues, de
una postura subjetiva en la cual el agente no pretende el resultado típico pero,
no obstante habérselo representado como una consecuencia probable de su
conducta, persiste en la ejecuci{on de ésta con indiferencia de si ocurre; es decir,
le da lo mismo si se da o no, no le importa, con lo cual el reproche que se hace
sobre su esfera volitiva es el de asumir con apatía, indiferencia o indolencia su
producción”.

c) La preterintención, conforme al artículo 24 del CP, es una categoría que


involucra un componente doloso y otro culposo en la acción. Para su
configuración, es necesario (i) que el comportamiento inicial sea doloso, (ii) que
se produzca el resultado antijurídico como una consecuencia previsible de la
acción y (iii) que, a pesar de su previsibilidad, el agente no lo previó por su propia
culpa o negligencia. En palabras de la Corte: “Lo esencial de la infracción
preterintencional, pues, es que el resultado típico no se produce porque el agente
lo quiera, sino porque, siendo consecuencia previsible de su actuación dolosa,
ha dejado de representárselo por una violación del deber objetivo de cuidado y
da lugar, con ello, a su realización”.

d) Con fundamento en tales distinciones, la Corte propuso que la conducta del


señor Édgar Alberto Gómez Romero debe ser analizada de la siguiente manera
para decantarse por el dolo eventual o la preterintención: “(i) si el deceso era
consecuencia previsible del comportamiento; de ser así, (ii) si el agente lo previó
o no y, en tal evento, (iii) si la previsión fue en grado de probabilidad, que no de
simple posibilidad”. Para ello, se empleó el criterio según el cual deben
diferenciarse las conductas especialmente aptas y las conductas neutras, siendo
las primeras un indicio fuerte de la previsibilidad del resultado de la conducta.

e) Así, la Corte concluyó que el señor Édgar Alberto Gómez Romero realizó
conductas especialmente aptas contra la señora Estrella Paola Morales Pérez y,
por tanto, pudo predecir su muerte pero dejó tal circunstancia a la suerte, es decir,
su conducta “puede explicarse desde una postura de absoluta apatía o
indiferencia por el eventual resultado”. Ergo, su conducta encaja en el dolo
eventual y no en la preterintención, como erradamente lo concluyó la primera
instancia. Por otro lado, se estableció que hubo dolo directo en la comisión del
delito de acceso carnal violento porque el acusado mostró violencia para someter
a su víctima y un interés libidinoso al penetrarla por el ano y la vagina.

f) En cuanto a la inimputabilidad del acusado, la Corte precisó que la mera


constatación de un trastorno mental no es suficiente. Así, explicó que el juicio de
la inimputabilidad requiere (i) la constatación de la enfermedad mental y (ii) el
juicio valorativo-normativo sobre la incidencia de dicha condición en la comisión
de la conducta punible dentro del caso concreto, esto es, “la constatación de que
entre aquella y el hecho investigado existe un vínculo que permite sostener que
el autor, en ese momento, no comprendía su ilicitud, o bien, que sí lo entendía
pero no podía determinarse consecuentemente”.

g) En el caso del señor Gómez Romero, las pruebas evidencian que padece un
trastorno afectivo bipolar con episodios de psicosis desde hace aproximadamente
14 años. Pero también que, pese a su enfermedad, por momento goza de claridad
y capacidad mental. Para la época de los hechos, la Corte concluyó que el
procesado no se encontraba en crisis porque no presentó ninguno de los rasgos
dados a conocer por su psiquiatra tratante. Es más, algunos de los testigos que se
encontraban en la casa lo describieron como una persona normal y controlada,
incluso, tras ser confrontado por la muerte de la señora Estrella Paola. Por tanto,
estaba en la capacidad de comprender la ilicitud de su comportamiento y escoger
otro de diferente naturaleza, pero no lo hizo.

a) La culpabilidad es un principio constitucional y normativo que debe cumplirse


para que una persona sea responsable de un delito. La inimputabilidad es una
Norma jurídica excepción de la culpabilidad porque el individuo está en incapacidad de
abstracta comprender la ilicitud de su conducta y determinarse de manera distinta.

b) Los delitos dolosos, como el homicidio o el acceso carnal violento, exigen la


constatación de la tipicidad subjetiva para su configuración. Los delitos

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imprudentes o culposos, por el contrario, implican una violación negligente al
deber objetivo de cuidado. Solo puede haber complicidad en los primeros porque
autor y cómplice deben tener la misma intención criminal.

a) Los trastornos mentales, como el afectivo bipolar con crisis psicóticas, pueden
llegar a ser causales de inimputabilidad. Pero se requiere más que su mero
Norma Jurídica diagnóstico. Debe haber un juicio de valoración normativo en el caso concreto
Individualizada sobre la afectación de la capacidad de comprensión y autodeterminación por esa
condición patológica. Si esto no ocurre, como en el caso del señor Édgar Alberto
Gómez Romero, la persona debe responder penalmente.

b) La complicidad es el acuerdo de voluntades entre autor y cómplice, sobre


aspectos poco relevantes, para la comisión de una conducta punible. Pero ambos
deben mantener la intención de conseguir el fin antijurídico, especialmente el
autor, pues el cómplice se adhiere a su voluntad. En delitos culposos o
preterintencionales, al no haber ese dolo, no hay complicidad sino autoría. Por
ello, la segunda instancia se equivocó al condenar al señor Gómez Romero a
modo de preterintención, pero a los señores Miladys Cecilia Pérez Pérez y Jairo
Rafael Pertuz Pertuz como cómplices.

“CASAR la sentencia de segunda instancia y, en consecuencia, CONFIRMAR la


Decisión de primer grado, con la precisión de que la condena irrogada a ÉDGAR
ALBERTO GÓMEZ ROMERO y LELY JOHANA DORIA DORIA lo es por los
delitos de homicidio doloso agravado y acceso carnal en persona puesta en
incapacidad de resistir”.
Nota: La ratio decidendi necesariamente (i) guarda relación con los hechos y antecedentes del caso;
(ii) resuelve los problemas jurídicos; y (iii) es el fundamento principal de la decisión.

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