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La amigdalitis es una es una inflamación de una o ambas amígdalas, ubicadas en la pared lateral de la
orofaringe y que poseen células relacionadas con la respuesta inmunológica del organismo, especialmente
para la lucha en contra de las infecciones.
Tipos de amigdalitis
Existen dos tipos de amigdalitis, aguda y crónica, los cuales tienen importantes diferencias en cuanto a los
síntomas, desarrollo y tratamiento de la enfermedad. La amigdalitis aguda es bastante común en niños
pequeños e inclusive en adolescentes, siendo también una condición autolimitada y con evolución benigna.
La amigdalitis crónica representa el caso menos común en el cual las amígdalas sufren de una infección
vírica o bacteriana casi permanente, la cual presenta síntomas intermitentes durante un periodo superior
a seis meses. En este caso, los tejidos de las amígdalas se encuentran inflamadas durante un largo periodo
o están sensibles a infecciones recurrentes, dando pie al desarrollo de enfermedades relacionadas.
Causas de la amigdalitis
Detrás de cada tipo de amigdalitis existe un conjunto de síntomas muy variados. Sin embargo, lo común de esta
patología ha permitido a la medicina saber muy bien de dónde vienen las infecciones que se originan por esta
causa.
Síntomas de la amigdalitis
Los síntomas que el paciente experimente dependerán del tipo de amigdalitis desarrollado. En el caso de
la amigdalitis aguda, los síntomas más comunes desde el inicio de la enfermedad son los siguientes:
Síntomas amigdalitis aguda
• Dolor intenso en el área más elevada de la garganta, especialmente cuando se abre la boca o se
tragan alimentos sólidos y líquidos.
• Extensión del dolor hasta los oídos, en caso de que el estado de la amigdalitis sea severa.
• Disfagia (dificultad para tragar).
• Dolor de cabeza.
• Fiebre.
• Voz gangosa.
• Adenopatías cervicales con dolor.
• Tos.
• Pérdida del habla.
• Producción excesiva de saliva.
• Fatiga.
• Aparición de placas de exudado sobre los tejidos de las amígdalas.
Paradójicamente, la amigdalitis crónica no se caracteriza por esos síntomas. Todo lo contrario, el paciente
con una situación crónica puede tener las amígdalas y los ganglios linfáticos inflamados de forma
permanente sin que esto le provoque un estado de dolor o incomodidad significativo.
Sin embargo, la amigdalitis crónica sí genera disfagia y halitosis. También podría causarle al paciente un
mal sabor de boca sin explicación aparente. Los rebrotes con preocupante frecuencia de amigdalitis aguda
y todos los síntomas que ello conlleva, vendrían a ser el síntoma más significativo del estado crónico de la
enfermedad.
Diagnóstico de la amigdalitis
Gracias a lo accesible que son las amígdalas durante la revisión médica más básica, los doctores tienen la
posibilidad de diagnosticar fácilmente la amigdalitis y no permitir que esta cause demasiados problemas
al paciente.
Más allá del diagnóstico visual que se hace revisando la garganta del paciente, podría haber interés en
conocer la naturaleza de la amigdalitis, es decir, las razones precisas detrás de su desarrollo. Conocer el
virus o la bacteria responsable de la amigdalitis del paciente resulta especialmente útil para definir un
tratamiento efectivo. Esto se puede lograr con hematologías o análisis de exudado.
Como cabe esperarse, los estudios complementarios para conocer la naturaleza de la infección son muy
recomendados.
La faringitis crónica es una enfermedad caracterizada por la inflamación e irritación de la mucosa que
reviste la faringe. Este tipo de faringitis comprende cualquier inflamación en la zona, sea su causa interna
o externa.
Se consideran un tema aparte las faringitis crónicas como procesos inflamatorios
crónicos favorecidos por factores predisponentes o factores constitucionales o inmunológicos.
Dos agentes muy especiales de faringitis crónicas son el Mycobacterium tuberculosis y el
Treponema pallidum (sífilis).
Tipos de faringitis crónica
Asimismo, la faringitis crónica cuenta con su propia clasificación, la que lo divide en subclases
que permiten a los profesionales de la medicina aplicar tratamientos más efectivos. Las tres
subclases de faringitis crónica son:
• Faringitis Crónica Simple: Se caracteriza por causar una mucosa faríngea evidentemente
inflamada e irritada.
• Faringitis Crónica Granulosa: Además de la inflamación e irritación común, se denota una
mucosa granulosa debido al agrandamiento del tejido linfático de la faringe.
• Faringitis Crónica Seca: Además de la inflamación e irritación común, la mucosa se seca,
causando una incómoda sensación de sequedad. En algunos casos, el tejido linfático
también causa mucosa granulada.
Las infecciones faríngeas causadas por virus, además pueden predisponer a una
sobreinfección bacteriana.
Los virus que con más frecuencia producen estos cuadros son los causantes del
resfriado común y de la gripe (Rhinovirus, Coronavirus, Adenovirus, Influenzavirus);
algunos virus causan cuadros bastante típicos como son la mononucleosis infecciosa
(Virus de Epstein-Barr o citomegalovirus) o la herpangina y enfermedad mano-pie-boca
(virus Coxsackie A), o la gingivoestomatitis herpética (virus del herpes). Entre las
bacterias, las de la familia Streptococcus son las más frecuentes.
Son raras las faringitis producidas por hongos, pero pueden verse especialmente en
pacientes con déficit inmunitarios, como por ejemplo pacientes en tratamiento por
cáncer, trasplantados o con SIDA.
Diagnóstico de la faringitis crónica
El diagnóstico de la faringitis aguda se fundamenta en la historia clínica y en la
exploración del paciente.
La presentación más o menos súbita del cuadro y sus características clínicas (fiebre,
malestar general, mal aliento, dolor cervical, etc.) hacen sospechar un cuadro de faringo-
amigdalitis aguda.
• Faringitis Crónica Simple: Tos irritativa, carraspera, sensación de tener un objeto extraño
en la faringe, incomodidad al tragar comidas y bebidas, enrojecimiento de los tejidos.
• Faringitis Crónica Granulosa: Los síntomas anteriores junto con la inflamación severa del
tejido linfático, lo que aumenta la sensación de tener un objeto extraño en la garganta, así
como mayor dificultad para tragar con dolor añadido y necesidad de carraspeo.
• Faringitis Crónica Seca: Los síntomas anteriores junto con la atrofia de la mucosa de la
faringe, la cual se vuelve seca y brillante. Además, se sufre de la aparición de una
mucosidad viscosa sobre los tejidos de la faringe y existe la posibilidad de desarrollo de
laringitis o rinitis.
Aunados a estos síntomas, algunos pacientes podrían sufrir trastornos del sueño, causando
interrupciones durante la noche, y sensaciones de ahogo.
Como la mayoría de las faringitis agudas son causadas por virus y no se curan con antibióticos, el
tratamiento antibiótico sólo debe usarse cuando el médico sospecha de la existencia de una
infección bacteriana primaria, de una infección viral complicada, o de una complicación de una
afección faringo-amigdalar. En los casos que deban ser tratados con antibióticos, los más eficaces
siguen siendo los de la familia de las penicilinas (penicilina G, penicilina benzatina, o amoxicilina).
Los enjuagues orales con antisépticos pueden ayudar a disminuir los síntomas locales.
El aumento del tamaño es mayor durante las infecciones agudas, debiendo volver a su tamaño
habitual al recuperarse de la enfermedad. Cuando entre dos episodios agudos las adenoides
no se reducen de tamaño se puede hablar de hipertrofia adenoidea. El aumento del tamaño de
las adenoides produce dificultades para respirar, acumulación de secreciones y taponamiento
de los canales que airean el oído, favoreciendo el desarrollo de otitis y de sinusitis.
Las bacterias que con más frecuencia infectan las adenoides son el estreptococo del grupo A,
el estreptococo pneumoniae, la moraxella catarrhalis y el haemophilus influenzae. Estas
bacterias suelen infectar la nasofaringe después de la infección vírica.
Síntomas de la adenoiditis
La adenoiditis conduce a una obstrucción parcial o total de la zona alta de la faringe y cursa
con:
• Fiebre.
• Rinorrea purulenta (mocos verdes) que puede descender por la pared posterior de la
faringe ocasionando mal aliento (halitosis) y alteraciones del gusto y del olfato.
• Tos que puede ser irritativa (seca) y en ocasiones productiva (con expectoración) por el
moco que cae por la faringe.
• Respiración por la boca y ronquido nocturno.
• Voz gangosa.
• Dificultad respiratoria durante el sueño, que se acompaña de sueño inquieto, a
menudo interrumpido, y cansancio durante el día.
Las adenoides inflamadas pueden taponar el conducto de aireación del oído (trompa de
Eustaquio) favoreciéndose el desarrollo de otitis media, con líquido seroso tras la membrana
timpánica. De forma crónica esto puede llevar a la pérdida progresiva de la audición.
Otras razones para recomendar una adenoidectomía pueden ser las otitis de repetición, las
infecciones muy frecuentes y la pérdida de audición.
bibliografias
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