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Existen dos tipos de amigdalitis, aguda y crónica, los cuales tienen importantes
diferencias en cuanto a los síntomas, desarrollo y tratamiento de la enfermedad.
La amigdalitis aguda
Streptococcus.
Virus de Epstein-Barr (VEB).
Virus de la influenza o gripe.
Virus de herpes simple.
Adenovirus.
Enterovirus.
Virus parainfluenza.
Extensión del dolor hasta los oídos, en caso de que el estado de la amigdalitis sea
severa.
• Dolor de cabeza.
• Fiebre.
• Voz gangosa.
• Adenopatías cervicales con dolor.
• Tos.
• Fatiga.
La amigdalitis crónica
Diagnóstico de la amigdalitis
Gracias a lo accesible que son las amígdalas durante la revisión médica más
básica, los doctores tienen la posibilidad de diagnosticar fácilmente la amigdalitis y
no permitir que esta cause demasiados problemas al paciente.
Más allá del diagnóstico visual que se hace revisando la garganta del paciente,
podría haber interés en conocer la naturaleza de la amigdalitis, es decir, las
razones precisas detrás de su desarrollo. Conocer el virus o la bacteria
responsable de la amigdalitis del paciente resulta especialmente útil para definir un
tratamiento efectivo. Esto se puede lograr con hematologías o análisis de
exudado.
Tras este primer estadio donde se consigue mejorar el estado del paciente, se
suelen aplicar antibióticos y antinflamatorios, los cuales empiezan a tratar
directamente los tejidos afectados. Este tratamiento con medicamentos va
acompañado con un consumo elevado de líquidos, como agua y zumos de fruta,
especialmente aquellas con una alta concentración de vitamina C.
En aquellos casos que las infecciones amigdalares sean recurrentes a pesar de
los tratamientos antibióticos, o hayan causado un flemón o absceso amigdalar,
hay que recomendar su resección quirúrgica. La amigdalectomía actualmente la
realizamos con radiofrecuencia, lo que minimiza los síntomas post-quirúrgicos y
las posibles complicaciones.