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El supuesto es una clara excepción a la regla general del artículo 244 del Código
Civil, por la cual la nulidad de una o más disposiciones de un acto jurídico no
perjudica a las otras, siempre que sean separables. La ley deja de lado esta regla en
la transacción "ya que presupone que la concesión de cada parte se halla
absolutamente dependiente de la concesión hecha por la contraria, de modo que no
podría anularse una de esas concesiones dejando subsistentes las otras, que
posiblemente se prestaron a cambio de la anulada, sin perjudicar el conjunto de la
voluntad intercambiada" (ALTERINI).
El análisis que efectúa Lohmann Luca de Tena sobre los alcances de la regla del
artículo 224 del Código Civil es clarificador al respecto. Cita el simple caso de un
contrato de mutuo celebrado por escrito, en garantía del cual se pacta la hipoteca de
un inmueble del deudor, que no consta en escritura pública. El mutuo puede
subsistir, pero no la hipoteca, salvo que la garantía real haya sido razón
determinante para la concesión del crédito, en cuyo caso todo el negocio será nulo
(para lo cual, por cierto, debe asumirse que la falta de escritura pública anula la
hipoteca, lo que es cuestionable al no constar sanción expresa de nulidad en el
Código Civil).
La ausencia de objetividad absoluta, por cierto, tampoco supone que deba apelarse a
la mera subjetividad para verificar si una disposición es separable o no, pues no
siempre es factible encontrar la real intención de los agentes, los aspectos subjetivos
que los llevaron a contratar. En ese sentido, y en el caso específico de los negocios
bilaterales Trimarchi (citado por LOHMANN) observa que "no se trata de
reconstruir una voluntad efectiva de las partes, sino de encontrar a dicha voluntad
un valor jurídico que realice los intereses de las partes de manera objetivamente
justa y conforme, en la medida de lo posible, con el equilibrio de las prestaciones".
Es decir, debe encontrarse la "voluntad" que se desprende del contexto, los términos
y la finalidad económica del negocio celebrado. Luego seráposible constatar si un
aspecto particular es separable sin afectar al todo.
Entendido, entonces, que los actos jurídicos son divisibles en los términos
expresados, conviene preguntarse nuevamente por qué con la transacción sucede
algo diferente, a qué responde la necesidad de su indivisibilidad. En nuestra
opinión, y tal como lo mencionaron los autores citados en el punto anterior, las
concesiones recíprocas justifican a priori la regla de la indivisibilidad pues
normalmente convierten en fundamental cualquier parte de la transacción, pues
hasta el más insignificante aspecto puede constituir una concesión. Esto crea una
absoluta interdependencia entre las cláusulas negociales, de modo que la nulidad de
una arrastra a las demás.
3. Indivisibilidad absoluta.
Por su parte, y aun cuando defiende una regla general de indivisibilidad, LafailIe
admite que, sin afectar al resto del negocio, puede anularse la cláusula transaccional
que signifique un simple detalle.
A nuestro parecer, aun si no mediara pacto, deben admitirse ciertos supuestos en los
que la nulidad de una cláusula no perjudique toda la transacción. Es decir, no
obstante que el artículo 1310 fija la indivisibilidad de la transacción, regla adecuada
porque responde a la naturaleza de este tipo de negocio, nos parece que cabe separar
aquellos dispositivos que escapen del marco de las concesiones recíprocas, esto es,
acuerdos que no respondan a la razón determinante del negocio y que normalmente
serán disposiciones de mínima relevancia.
Nos imaginamos el caso de una transacción en la cual se otorgan garantías más que
excesivas para el pago de la deuda y una de ellas, de poco valor, fuese nula, sin
poner en riesgo alguno el cumplimiento. ¿Debe considerarse nula toda la
transacción? Creemos que no, dada la probable ineficiencia (para las partes) de la
solución legal. Tal como lo dice Salvat, nos parece que en esos casos debe atenderse
a la voluntad de las partes que se desprende del negocio y, si es el caso, debe
conservarse el acto.
Así, en el caso citado del mutuo con garantía hipotecaria proveniente de una
transacción, podría entonces anularse la hipoteca sin que ello arrastre a lo demás. En
el ejemplo de la donación con cargo, este último podrá eliminarse sin afectar el
resto de lo transado.
4. Las garantías
Conclusiones:
Podemos concebir a la transacción como aquel negocio jurídico bilateral a través
del cual las partes, haciéndose concesiones recíprocas, impiden el surgimiento de un
litigio o eliminan el que ya había comenzado. En el primer caso, evitan llegar a
instancias judiciales o arbitrales y correr el riesgo de ser vencidos en alguna de las
sedes mencionadas. En el segundo caso, reducen los “costos de transacción”
(tiempo y dinero) eventuales en los que incurrirían o seguirían incurriendo. Las
concesiones recíprocas implican que en ningún caso las partes verán satisfechos sus
respectivos intereses al 100%.