Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La educación puede o no ser vista como un asunto que competa sólo al gobierno.
Pero de ser el caso, éste tendría que decidir, entre otras cosas, el contenido
curricular de los cursos para los distintos niveles educativos, esto es, en términos
generales lo que sería deseable que los alumnos aprendieran en las aulas en cada
etapa escolar. Pero de nueva cuenta, ¿cómo establecer qué es lo deseable? Esta
elección no es para nada trivial, pues es un hecho que la educación determina en
buena medida el futuro de los individuos y sus sociedades: a nivel personal la
educación dota de múltiples capacidades que idealmente serán aprovechadas a
escala social para incidir positivamente en el desarrollo del país. Después de todo,
ésa es su misión fundamental sea cual fuere el país en cuestión. La diferencia
estriba, sin embargo, en la manera en que se dan tanto la decisión como la acción
gubernamental, esto es, lo que se llama el “estilo de gobierno”. De esta distinción
se desprenden las políticas públicas como forma de gobierno ligada a la
democracia. Para ello es necesario establecer primero, a qué nos referimos cuando
hablamos de política pública.
Las políticas públicas es antes que nada una forma particular de decidir y ejecutar
las acciones de gobierno, pero no la única posible. Dichas decisiones y su puesta
en marcha varían de país en país dependiendo principalmente del sistema político
de cada nación, pero también de la tradición y cultura locales, y el asunto a tratar,
entre otros factores. En México, Luis Aguilar, en su reconocido trabajo compilatorio
titulado El estudio de las políticas públicas, se refiere a ésta como “decisiones de
gobierno que incorpora la opinión, la participación, la corresponsabilidad y el dinero
de los privados, en su calidad de ciudadanos, electores y contribuyentes” 1 Desde
1
Luis F. Aguilar Villanueva, “Estudio Introductorio”, en Luis F. Aguilar Villanueva (ed), El estudio de las políticas públicas, Méxic o, Miguel Ángel Porrúa. 2007, p.36.
esta perspectiva las políticas públicas no son monopolios exclusivos del gobierno,
sino una actividad compartida y constante que requiere el trabajo conjunto y
constante de gobernantes y gobernados.
En este sentido, las políticas educativas se entienden como el conjunto de
decisiones que los Estados establecen para guiar el funcionamiento de los sistemas
educativos (Pérez, Carpio y San Marín, 2018). Dichas decisiones, en general, son
producto de negociaciones y de proyectos políticos que se ponderan desde los
grupos de poder, a fin de orientar los fines y propósitos de los sistemas educativos.
Con frecuencia, estas políticas expresan compromisos sociales (Santos, 2009) que
convergen con exigencias internacionales encabezadas por organismos
internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE). En el caso de la primera, la Conferencia Mundial
sobre Educación para Todos celebrada en Jomtien (Tailandia) en la década de los
noventa del siglo XX, marcó un hito de trascendencia global que volcó a las
naciones a establecer compromisos comunes en torno al campo educativo. En la
actualidad, la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030 (UNESCO, 2015) es un
ejemplo tangible sobre la implicación de la UNESCO. En el ámbito educativo, se
destaca el Objetivo 4, que a la letra refiere: “Garantizar una educación inclusiva,
equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la
vida para todos.” De este modo, las políticas educativas están sustentadas en
principios de equidad, persisten problemáticas que minan el derecho a la educación
y al aprendizaje, en especial en sectores sociales desfavorecidos y grupos que de
manera sistemática han sido excluidos por condiciones de raza, nivel
socioeconómico, discapacidad e incluso por su estatus migratorio. Sin embargo, no
basta con compensar los puntos de partida –igualdad en el acceso–, si a la par no
se interviene en: 1) los procesos educativos que promuevan la permanencia exitosa
de los educandos, y 2) se alcanzan resultados que redunden en el aprendizaje y en
el ejercicio pleno del derecho a la educación.
Por esta razón, a finales de los noventa comienzan a gestarse políticas que
colocaron en el centro la diversificación y contextualización de la oferta educativa a
fin de responder a las especificidades de los distintos grupos. Este giro, si bien abrió
espacios para el reconocimiento y la construcción de propuestas educativas
ajustadas a los contextos y necesidades de los individuos, mostró variadas
limitaciones, ya que en la mayoría de los casos las acciones de reconocimiento,
lejos de disminuir las desigualdades, las ampliaron y colocaron en circuitos cerrados
con poco margen de acción para garantizar la igualdad en la realización social de
los individuos. Un ejemplo es la oferta de la Educación Media a Distancia, los
telebachilleratos estatales y comunitarios, tal como ha quedado sustentado en la
investigación de Guzmán (2018). Por otra parte, en un estudio realizado por el
Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación en colaboración con el Instituto
Internacional de Planeamiento de la Educación de la Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Tecnología (INEE-IIPE UNESCO,2018),
se identificó que las políticas educativas se han condensado de manera reiterada
en cuatro focos de intervención: a) currículo y modelos de gestión; b) infraestructura,
equipamiento y tecnología; c) docentes, y d) equidad educativa. Cabe señalar que,
en cada uno de los focos referidos, la equidad educativa ha estado latente como eje
transversal. Sin embargo, atendiendo al análisis realizado por dichos organismos,
las políticas educativas que han tenido como núcleo la equidad se ha centrado en
el acceso, el tránsito y la permanencia en el sistema educativo obligatorio y en la
apropiación de conocimientos esenciales, según el currículum escolar de los grupos
sociales y sectores con mayor rezago educativo. Es decir, la equidad educativa en
México se ha orientado a garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso y en
la permanencia a través de programas compensatorios y de discriminación positiva,
a fin de eliminar barreras en el ejercicio del derecho a la educación.
Cabe hacer mención que, con el cambio de régimen en el gobierno del 2019, se han
sumado aportes significativos en materia de políticas educativas en el ámbito
legislativo, así, la Ley General de Educación, en su artículo 8°(DOF,2018) ha
estipulado que:
El estado está obligado a prestar servicios educativos con equidad, [cursivas del
autor] y excelencia. Las medidas que adopte para tal efecto estarán dirigidas, de
manera prioritaria, a quienes pertenezcan a grupos y regiones con mayor rezago
educativo, dispersos o que enfrentan situaciones de vulnerabilidad por
circunstancias específicas de carácter socioeconómico, físico, mental, de identidad
cultural, origen étnico o nacional, situación migratoria o bien, relacionadas con
aspectos de género, preferencia sexual o practica cultural.
Para poder avanzar del terreno legislativo a las acciones en el marco de la llamada
Nueva Escuela Mexicana, es momento de cambios radicales y de asumir que, a
través de la participación colectiva y dialógica, es posible apostar cambios que
beneficien a los más desfavorecidos.
A partir de estas contribuciones recibidas en ambos espacios de diálogo y discusión,
se realizó un documento base que constó de cinco secciones: 1. Calidad y equidad;
2. Contenidos y actividades para el aprendizaje; 3. Dignificación docente y
revalorización de las condiciones laborales; 4. Gobernanza en la escuela; 5.
Infraestructura educativa.
Por lo que, se reunieron con un grupo de académicos e investigadores expertos en
temas de la Educación Media Superior, de diversas instituciones públicas y privadas
del país, con la finalidad de presentar propuestas para la definición de políticas
públicas para este sector.
Otras hicieron referencia a la visión pedagógica de la educación, al debate
académico que existe sobre contenidos, procesos de enseñanza y de aprendizaje.
También se abordaron problemáticas relacionadas con los diversos aspectos de la
gestión escolar, tales como: la administración de los planteles, la gestión directiva,
la especificidad y el tamaño de los subsistemas, la infraestructura, la coordinación
entre autoridades educativas, y la relación con los padres de familia. Otras
aportaciones señalaron la pertinencia de realizar diagnósticos que involucren la
definición concreta de la población a la cual se dirigen las políticas públicas, los
objetivos, las metas y los indicadores para medir los logros y el impacto de las
mismas. Algunas más contribuyeron con información estadística, referencias
bibliográficas, cuadros de información cualitativa, e incluso remiten a estudios
nacionales o internacionales. Finalmente, un grupo se concentra en el desarrollo de
estrategias y líneas de acción muy concretas.
Para alcanzar ese propósito, la Subsecretaría replantea el Modelo Educativo
surgido en 2008 con la Reforma Integral de la Educación Media Superior (RIEMS)
y las posteriores modificaciones constitucionales de 2012 y 2013 -cuando se
estableció como finalidad garantizar la calidad en la educación obligatoria-, así como
en 2017 con la publicación del Nuevo Modelo Educativo. Se considera que, a pesar
de la aprobación de leyes secundarias, muchas acciones y ejecuciones de esos
proyectos no tuvieron resultados positivos porque no existió una estrategia
pertinente para su implementación.
Tal es el caso de la Educación Media Superior, el diseño de la política pública
supuso a las escuelas como si todas tuvieran las mismas condiciones de operación,
infraestructura y administración, lo que está muy alejado de la realidad; no observó
la heterogeneidad dentro del sistema educativo y no consideró las diferencias entre
niveles, entornos, edades y condiciones socioeconómicas de los jóvenes que
asisten a los Subsistemas de la Educación Media Superior; no tomó en
consideración que estas disparidades pueden ahondar la inequidad, incluso
promover la paulatina privatización de parte importante de la educación; tampoco
consideró las razones académicas y escolares del abandono escolar y el rechazo
por exclusión educativa. La forma de establecer esta política educativa llevó a la
confrontación social, por la falta del reconocimiento del desempeño de los
profesores en su condición humana y en su función docente, así como por la presión
punitiva por medio de la exclusión, en lugar de la búsqueda de consensos y
colaboración. Por estos hechos, la Educación Media Superior debe ser atendida con
fundamentos y estrategias propias para permitir su mejor desempeño, pues se
compone de más de treinta diferentes subsistemas con sus especificidades en
enseñanza, tipos de profesores, perfiles de ingreso y egreso, regiones, entre otros.
Se requiere una transformación que sea incluyente y genere acciones que
correspondan a una visión amplia de nación que sea acorde, con la intención de
que la Educación Media Superior tenga por objetivo la formación de mujeres y
hombres como ciudadanos integrales con la capacidad de aprender a aprender en
el trayecto de la vida y sea un aporte para el desarrollo de la sociedad.
Esta aspiración es sentar las bases para que los alumnos desarrollen capacidades
esenciales en la actualidad, como son, principalmente, las habilidades de
comunicación, adaptabilidad, creatividad, adecuado manejo de las relaciones
interpersonales, capacidad de solucionar problemas, capacidad de trabajo en
equipo, pensamiento crítico, capacidad de innovación, habilidades y actitud de
emprendimiento, dominio de las tecnologías de la información y comunicación,
capacidad de gestión. De este modo, se podrá, favorecer la formación integral de
los estudiantes, por lo tanto, necesitamos garantizar que se haga efectivo el derecho
que tienen los maestros de acceder a un sistema permanente de actualización y
formación continua, y que sea reconocida su contribución a la educación y a la
sociedad. Se debe poner énfasis en la revalorización del papel de los docentes, en
la revisión y mejora de las condiciones laborales de aquellos que trabajan en
situación vulnerable o bajo una contratación precaria; es preciso actualizar y
diversificar los métodos de enseñanza para el aprendizaje de los estudiantes y el
logro académico; impulsar una gobernanza en la escuela que considere
reposicionar a los directores como líderes de la comunidad escolar y fortalecer los
mecanismos de coordinación y colaboración entre las diferentes autoridades
educativas; así como mejorar la infraestructura y el equipamiento de los planteles.
En la reflexión alrededor del ciudadano que queremos formar a partir de una Nueva
Política Educativa, debe considerarse centralmente los siguientes aspectos:
Atender a un grupo poblacional de jóvenes entre 15 y 18 años de edad, quienes se
encuentran en tránsito a la edad adulta, -etapa en la que comienzan a desarrollar
una vida autónoma y a ejercer sus derechos como ciudadanos-, como también a
mayores de 18 años que por diversas causas no concluyeron sus estudios y desean
hacerlo. en este sentido, nos estaremos enfrentando a:
Los desafíos que enfrentarán los jóvenes en el siglo XXI, tales como: los cambios
tecnológicos, la rápida transformación de las exigencias del ámbito laboral, la
desaparición y aparición de campos de trabajo y profesiones, el auge del
aprendizaje flexible a través de medios electrónicos o plataformas virtuales, entre
otros.
La diversidad de formaciones y perfiles de egreso de los más de treinta planes de
estudio en el bachillerato, tanto de técnicos profesionales como propedéuticos.
La necesidad de diseñar una política pública general para el nivel educativo y
diferenciar las orientaciones de ésta con arreglo a los distintos modelos educativos,
formas de sostenimiento y necesidades de atención que requiere de cada
subsistema para su implementación.
En este contexto, se abordarán seis líneas de política para la Educación Media
Superior. Educación con calidad y equidad, Contenidos y actividades para el
aprendizaje, Dignificación y revalorización del docente, Gobernanza del
sistema educativo, Infraestructura educativa, Financiamiento y recurso.
La primera línea, menciona que los estudiantes tendrán los elementos necesarios
para continuar con su formación superior, o bien, incorporarse a la vida laboral. Esto
será la base de un replanteamiento curricular que surgirá del consenso de los
actores educativos.
Se considera a los estudiantes, en su mayoría jóvenes entre 15 y 18 años de edad,
como los actores centrales de este nivel educativo. Es necesario fortalecer el
significado del aprendizaje y la calidad de la enseñanza para motivar el interés de
los estudiantes, a través de recursos didácticos adecuados y la incorporación de
una oferta, una formación pertinente, que se relacione cada vez más con su vida
diaria y con las expectativas de su futuro.
Para que exista una educación de calidad se deben contemplar al menos las
siguientes condiciones: pertinencia, que significa un currículum adecuado a las
circunstancias de los estudiantes y, relevancia, que sea acorde con las necesidades
de la sociedad y del alumno como parte de ella. Además, lograr que los jóvenes
accedan a la escuela, permanezcan en ella hasta el final del trayecto obligatorio y
egresen con los aprendizajes establecidos en los planes de estudio, esto es, que
los aprendizajes sean perdurables, que aprendan a aprender y que se traduzcan en
comportamientos sustentados en valores individuales y sociales. Para ello es
necesario contar con recursos humanos calificados y materiales suficientes que se
aprovechen de manera racional, que se tome en cuenta las brechas de desigualdad
que hay entre los estudiantes, y que se ofrezcan apoyos especiales a quienes lo
requieran, para que los objetivos educativos sean alcanzados por el mayor número
posible de los estudiantes. La educación debe ser incluyente para dar cumplimiento
a la obligatoriedad del nivel medio superior, para ello, se buscará favorecer el
acceso de los jóvenes a este nivel educativo, garantizar su aprendizaje y el buen
aprovechamiento escolar, así como promover su permanencia y conclusión de
estudios pertinentes y de calidad. Brindar oportunidades de acceso a los servicios
educativos, con especial atención a población vulnerable por su condición social o
por alguna discapacidad. Garantizar la relevancia y pertinencia de planes y
programas de estudio, que articulen y atiendan las necesidades de la comunidad,
para que lo enseñado y lo aprendido tenga significado e importancia para los
alumnos como para la sociedad. Revalorar la educación técnica y tecnológica y
favorecer en los estudiantes de estas opciones educativas los aprendizajes propios
del XXI, que le permita una adecuada incorporación al ámbito laboral, la educación
y, en general, una integración a la sociedad. Prevenir la violencia desde los
planteles. Reforzar l formación y el compromiso del cuidado que estamos formando
en materia de sustentabilidad y cuidado del medio ambiente.
Arroyo Ortiz, Juan P. (2018) “Líneas de Educación Pública para la Educación Media
Superior” Subsecretaria de Educación Media Superior (SEP)