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Desarrollo de la actividad
I. Lea el siguiente texto sobre un caso práctico del liderazgo que ejerce
una directora de Centro Educativo y luego, en forma analítica conteste
las cuestiones que se le indican.
Historia de la directora que lideraba el proceso de aprendizaje
Texto adaptado de: Álvarez, M. (2010). Liderazgo compartido. Buenas prácticas de
dirección escolar. Madrid: Wolters Kluwer España.
Existen directores que distribuyen su tiempo entre los papeles, las visitas de
innumerables interlocutores de todo tipo, los requerimientos siempre urgentes de la
Administración y la solución de problemas apremiantes. Lo inmediato se convierte en
importante. Otros, muy pocos, priorizan su tiempo y son capaces de distinguir lo esencial
de lo accesorio dedicando su tiempo a los niños, los profesores y las familias por encima
de la urgencia de los papeles.
Durante mis años de formador de equipos directivos conocí a una directora de un
centro de Bachillerato que tenía un gráfico muy significativo en su despacho a la vista
de todo el mundo en el que iba anotando las visitas que hacía a las aulas y las
entrevistas o “encuentros” que tenía trimestralmente con cada uno de sus sesenta
profesores. Todos los profesores tenían la oportunidad de verse con su directora para
hablar de los alumnos o de sus familias durante dos horas en cada trimestre. Yo tenía
noticias de esta práctica entre los directivos de algunos países, cuya acreditación en
procesos de aprendizaje y asesoramiento al profesorado es de todos conocida, sin
embargo cuando le pregunté a la directora si había hecho algún intercambio con centros
o directores de otros lugares, me contestó sorprendida que no, que ella lo había iniciado
como experiencia durante el primer año de prácticas y que los profesores lo habían
valorado muy positivamente, excepto tres o cuatro que ya no estaban en el centro.
Alicia era una directora muy peculiar, pensé. En el contexto educativo dominicano, ya
sea privado o público, no es frecuente encontrar directores ni subdirectores que se
atrevan a “visitar” las aulas para observar cómo trabajan los profesores y a continuación
celebrar “encuentros” para comentar sus experiencias y sacar conclusiones que
permitan la mejora de la práctica docente.
En mi época de dirección, tras diez años de experiencia, me atreví a reunirme con los
coordinadores pedagógicos después de cada reunión de evaluación para “comentar” los
gráficos de aquellas áreas que presentaban datos sorprendentes. Los primeros
encuentros fueron verdaderamente conflictivos. La resistencia a asumir como propio
parte del fracaso escolar de los alumnos y los argumentos que justificaban los malos
resultados nos llevó, más de una vez, a enfrentamientos no siempre bien superados.
Por eso me intrigó y admiró la experiencia de Alicia. Cómo inicio el proceso, por qué lo
hacía, como solucionó los problemas de resistencia, qué hizo con los dos o tres
profesores conflictivos que siempre se oponen con argumentos pseudo profesionales a
la intervención de la dirección.
Alicia es una directora que posee ciertas características personales que se podrían
relacionar con el perfil de liderazgo facilitador y afiliativo. Es amable y firme, se preocupa
de las personas y siempre está dispuesta a hacer un favor. Nadie recuerda un estallido
de cólera ni un simple enfado. Trabaja duro y la mayor parte de su tiempo lo dedica a lo
que ella llama “climatización”, es decir, a que la gente trabaje a gusto, sin problemas y
a controlar los elementos tóxicos que contaminan el ambiente. Yo diría que tiene una
visión ecologista de la dirección escolar. A todo esto, hay que añadir la cualidad que
casi todo el mundo valora más en ella, “su sentido común”, que no es otra cosa que un
compromiso sutil y consistente con las mejores prácticas dirigidas a la enseñanza y a la
educación de los niños. Alicia posee la rara capacidad de leer en la realidad y rastrear
las tendencias que definen el futuro de la educación. Cuando hablas con ella hace
frecuentes referencias a cómo le gustaría que funcionara esto a aquello teniendo en
cuenta la evolución de las cosas y los desafíos que nos esperan.
Alicia ha hecho dos cosas muy importantes que pocos directivos son capaces de
plantearse. Ha sabido priorizar y delegar. Su tiempo lo dedica, por este orden, a impartir
cuatro horas de clase, a “hablar” con los profesores, a las relaciones institucionales entre
las que cuenta a las familias y a la Administración, y finalmente, a la gestión
administrativa imprescindible. El resto de las funciones, tareas y responsabilidad propias
de la dirección las distribuye entre su equipo, formado por seis personas comprometidas
con su proyecto de dirección: el responsable del proyecto de convivencia, el responsable
de presupuesto y de gestión administrativa, el responsable de mantenimiento y
servicios, el responsable de innovación, tecnología y calidad, el responsable de
animación curricular y el responsable de gestión de quejas, sugerencias y problemas.
No existen imprevistos. Las urgencias se coordinan y se reparten en una breve reunión
de diez minutos antes de iniciar el día.
Ha elegido a los responsables de su equipo buscando la interacción de dos supuestos:
habilidad y satisfacción. La gente, dice ella, hace las cosas bien cuando hace lo que le
gusta y además tiene capacidad para hacerlo. Por eso se distribuyeron las tareas no en
función del perfil administrativo al que estamos acostumbrados: director, coordinador y
secretario, sino en función de las necesidades del centro y de las respuestas que hay
que dar a los retos que les plantea la sociedad y la educación de calidad que se les
exige.
Con este modelo de organización y este estilo de liderazgo, ¿no tiene problemas este
equipo de dirección? Si. Tiene los problemas que hoy en día se detectan en todos los
centros: los adolescentes no estudian, hay minorías de alumnos que crean problemas
que los profesores denominan indisciplina difusa, hay profesores que no están de
acuerdo con el estilo de dirección porque se sientes excesivamente controlados y
forman alianzas con otros descontentos, hay problemas con la supervisión del Distrito
que más de una vez ha exigido un más estricto respeto al procedimiento
administrativo… Hay frustración porque los resultados a veces no responden al esfuerzo
profesional de los docentes… La diferencia está en la forma y talante de valorar los
problemas y de dar respuestas a los retos que suponen. Todos estos problemas son el
contenido de la relación personal de la dirección con los profesores y las familias. A ellos
dedican la directora y parte de su equipo el 40% de tiempo de su agenda profesional.
La diferencia está en el logro. El centro público que dirige Alicia tiene el triple de
demanda que los centros de su zona, incluidos los privados, y la plantilla docente es la
más estable de la Comunidad.
Alicia es una directora profesional que ha hecho innumerables cursos de formación a
lo largo de su carrera. Lo que se justifica en el conocimiento teórico, en la reflexión y,
sobre todo, en la experiencia y en el sentido común. Un día me confesó que el tiempo y
el esfuerzo que había dedicado a la formación teórica con gusto los cambiaría por el
conocimiento de las prácticas de éxito de otras personas experimentadas capaces de
compartir con ella sus experiencias.
Sus casi veinte años en la función directiva le han conferido un respeto incuestionable,
incluso por sus detractores, que valoran el trabajo bien hecho y la dedicación absoluta
a los profesores y estudiantes.
En mi función como Directora, no voy a negar que inicie como todas las Directoras
tradicionales, asumiendo un mayor rol en la parte administrativa y a la solución de
problemas de oficina, sin embargo, al iniciar esta maestría, mi trabajo como tal a dado
un giro de 360 grados y con ello, el de mi equipo.
Las labores diarias las tenemos asignadas según las responsabilidades, nos reunimos
semanal y ahí pasamos lista a todos los temas importantes que tenemos en agenda. A
su vez, cada quien se preocupa por ejercer su rol y tratar de que su ciclo (son tres ciclos,
inicial, primer ciclo y segundo ciclo), también asuman sus responsabilidades. Lo que
significa que yo como tal me enfoco en darles seguimientos, apoyo, orientación y
gestiono todo lo que se vaya a necesitar, desde recursos, insumos, hasta formación
profesional.
Tratar de que los padres se involucren más en el proceso pedagógico de sus hijos; una
desventaja que tenemos, es que la mayoría de nuestros estudiantes son de familias
vulnerables y viven con tutores y abuelos, los cuales suelen ser muy mayores y no
pueden ofrecer ese gran apoyo, ni presencial, ni pedagógico a los niños.