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Debido a los retos que deben ser vencidos en la actualidad es inevitable que
los directores de las escuelas contribuyan en la búsqueda de soluciones que
mejoren la educación pública.
Entre los desafíos que deben plantearse los directivos de este siglo está el de
implementar las tecnologías de la información aplicadas al proceso
enseñanza-aprendizaje.
En la actualidad, las autoridades de la Secretaría de Estado de Educación
(SEE) y desde el mismo Estado se hacen grandes esfuerzos para que se
convierta en realidad el anhelo de integrar estas herramientas al salón de
clase.
Para hacer un buen trabajo los directores deberán ser hábiles y capaces de
crear fuertes equipos de trabajo, muy comprometidos con el proyecto de la
escuela.
Es decir, más que instructores se requerirá de maestros que compartan el
liderazgo del director para dirigir las escuelas. Sin ellos el director
simplemente no podrá hacer todo lo que se espera de él, lo cual se expresará
en un desempeño mediocre.
Además, debería tener un asistente que le descargue buena parte del trabajo
administrativo para poder dedicarse a lo esencialmente pedagógico.
Para que la escuela brinde una educación de calidad el director mantenerse
unidos para que con gran ahínco puedan alcanzar sus objetivos y metas.
Un buen director, ¿nace o se hace?
Algunas personas, más que otras, tienen una disposición natural al liderazgo,
saben manejar las relaciones personales y son capaces de comunicar una
visión que inspire a los demás a trabajar juntos hacia las metas fijadas.
Hace 20 o 30 años los cursos para directores estaban más bien alineados a la
administración, el manejo de financiamiento y recursos humanos. Hoy la
formación de directivos apunta más a cómo influir sobre las prácticas de
docentes para llegar a un mejor resultado
Existen cambios de estructura y condiciones de trabajo, cuya utilidad ha sido
demostrada para ayudar a los docentes en su misión de enseñar.