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Los carbohidratos pueden ser clasificados en simples y complejos, de

acuerdo a la cantidad de moléculas que los componen, mientras que la


absorción de los carbohidratos complejos es más lenta y promueven la
saciedad, los simples se absorben de forma más rápida y están
relacionados con mayor sensación de hambre durante el día. Por este
motivo, se debe dar preferencia a los alimentos que son fuentes de
carbohidratos complejos.

Clasificación de los carbohidratos


Los carbohidratos se clasifican de acuerdo a su complejidad en: 

1. Simples (monosacáridos y disacáridos)

Monosacáridos
Los carbohidratos simples, conocidos también como monosacáridos, también reciben el nombre de azúcares
simples al ser los glúcidos más sencillos. Se caracterizan por pasar a través de la pared del tracto alimentario
sin sufrir modificación por parte de las enzimas encargadas de la digestión.

Entre los ejemplos más comunes y conocidos de monosacáridos están la glucosa (o dextrosa), la fructosa (o
levulosa) y la galactosa. Pero también existe la eritrosa, treosa, ribosa, xilosa, alosa, manosa, talosa y
sorbosa, por mencionar más ejemplos. Según el grupo funcional carbonílico, los monosacáridos se dividen en
aldosas y cetosas. Y según el número de carbonos presente, se
clasifican en diosas, triosas, tetrosas, pentosas, hexosas, heptosas.
Al consumir una porción de carbohidrato, es decir, un pan o una
fruta, por ejemplo, este se irá descomponiendo progresivamente y
sus moléculas se irán separando a medida que va transitando por el
sistema gastrointestinal, llegando al intestino en forma
de monosacáridos para poder ser absorbidos.

Disacáridos

La unión de dos unidades de monosacáridos forman disacáridos, como es el caso de la sacarosa o del azúcar
de mesa (glucosa + fructosa), la lactosa (galactosa + glucosa) y la maltosa (glucosa + glucosa), por ejemplo.
Además de esto, la unión de 3 a 10 unidades de monosacáridos da origen a otras moléculas
llamadas oligosacáridos. Pero para que el cuerpo los pueda absorber en el tracto alimentario, los tiene que
convertir antes nuevamente en monosacáridos.

Los carbohidratos simples por ser digeridos y absorbidos más fácilmente por el
organismo, hacen que el azúcar en la sangre aumente rápidamente, es decir,
tienen un índice glucémico elevado; además, aumentan la sensación de hambre
y favorecen la acumulación de grasa en el organismo, motivo por el cual su
ingesta debe ser reducida, debiendo preferir el consumo de carbohidratos
complejos ricos en fibras. 

Ejemplos: algunos alimentos ricos en carbohidratos simples son la azúcar blanca,


azúcar morena, miel, jarabe de maple, jugo de fruta concentrado,
caramelos y jarabe de maíz alto en fructosa.

2. Complejos (polisacáridos)
Los carbohidratos complejos o polisacáridos son aquellos que contienen más de
10 unidades de monosacáridos, formando estructuras moleculares complejas
que pueden ser lineares o ramificadas, algunos ejemplos son el almidón, la
celulosa y el glucógeno que se almacena en el hígado y en el músculo. Pueden
ser metabolizados por algunas bacterias y protistas y algunos son fuentes
comunes de energía en la alimentación. 

Dentro de los carbohidratos complejos se encuentra la fibra, que son componentes de los vegetales que no
son digeridos por las enzimas gastrointestinales, algunos ejemplos son la celulosa, los fructooligosacáridos
(FOS) y la lignina. Estos alimentos hacen que la digestión sea más lenta, aumentan la sensación de saciedad
y favorecen los movimientos intestinales.

Ejemplos: algunos ejemplos de carbohidratos complejos son arroz, pasta y pan blancos, harina de trigo, yuca
o mandioca, harina de maíz y papa. No obstante, lo ideal para la salud es preferir aquellos que posean mayor
contenido de fibra como es el caso del arroz, pasta y pan integral, avena, granos (frijoles, garbanzos, lentejas
y arvejas), frutas con cáscara y bagazo y vegetales crudos. 

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