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AÑO 2022
UNIDAD DE APRENDIZAJE 3
Fundamentos
Objetivos
Contenidos planificados
PARTE I:
La discapacidad intelectual.
Caracterización de la discapacidad intelectual desde distintos enfoques.
Caracterización de la enseñanza en relación con las necesidades del educando con
discapacidad intelectual.
Caracterización de los servicios educativos especiales que atienden al educando
con N.E.E. intelectuales.
Las organizaciones gubernamentales y las O.N.Gs., y los proyectos de atención a las
personas con discapacidad intelectual.
PARTE II:
Personas con sobredotación intelectual: definiciones, clasificación y distribución.
Caracterización de la enseñanza en relación con las necesidades del educando
superdotado. Panorama de las ofertas educativas. Modelos.
A- Información.
La Pedagogía Especial y el estudio de las variaciones intelectuales.
A- Información.
Inteligencia: conceptualización, distintos enfoques. Variables que inciden
en el desarrollo intelectual según diferentes teorías.
Las definiciones de inteligencia son muchísimas, y escogemos una de ellas aunque usted
puede buscar otras:
... es una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica la habilidad para razonar,
planificar, resolver problemas, pensar abstractamente, comprender ideas complejas, aprender
rápidamente, y aprender de la experiencia. No consiste simplemente en aprender libros, una
pequeña habilidad académica, o en realizar tareas de las consideradas ingeniosas. Más bien, refleja
una capacidad más amplia y más profunda para comprender lo que nos rodea -aprehendiéndolo,
captando el sentido de las cosas, o entendiendo qué hacer.” (Tomado de Hacia una nueva
concepción de la discapacidad (conferencia), de Robert L. Schalock, Salamanca, 1999).
Subrayemos que a lo largo del tiempo se han ido desarrollando múltiples concepciones respecto
de la inteligencia, aunque fue Binet quien ensayó medirla al iniciarse el siglo XX.
En 1904, el psicólogo francés Alfred Binet publicó el primer test de inteligencia moderno:
la escala de inteligencia de Binet-Simon. Su principal objetivo era identificar a estudiantes
que necesitaban ayuda especial para cumplir con las exigencias escolares. Con la
colaboración de Theodore Simon, Binet publicó revisiones de su escala de inteligencia en
1908 y 1911, apareciendo la última justo antes de su prematura muerte. En 1912, la
abreviatura de cociente intelectual o CI, una traducción del alemán intelligenz-quotient o
IQ, fue acuñada por el psicólogo alemán William Stern.
Según Spearman, la inteligencia es una aptitud general que incide en el éxito de los tests
“cualquiera que sea la naturaleza de los mismos” (Teorema de la indiferencia del indicador,
según el cual, cualquier test sirve para medir la inteligencia siempre que esté bien
construido y posea combinaciones de ítems de naturaleza variada y heterogénea).
También hay autores que han planteado una teoría triarquica de la inteligencia, que no
corresponde que profundicemos en ella.
1. Inteligencia lingüística: La capacidad para usar las palabras de manera efectiva, sea de
manera oral (por ejemplo, como un narrador de cuentos, un orador o un político) o de
manera escrita (por ejemplo, como un poeta, un dramaturgo, un editor o un periodista). Esta
inteligencia incluye la habilidad de manipular la sintaxis o estructura del lenguaje, la
fonética o sonidos del lenguaje, la semántica o significados del lenguaje y las dimensiones
pragmáticas o usos prácticos del lenguaje. Algunos de estos usos incluyen la retórica (usar
el lenguaje para convencer a otros de tomar un determinado curso de acción), la
mnemónica (usar él lenguaje para recordar información), la explicación (usar el lenguaje
para informar) y el metalenguaje (usar el lenguaje para hablar del lenguaje).
Hay quienes hablan de una octava inteligencia, como Ana Azuela, y la denominan
inteligencia emocional.
“…cuando la medida que se utiliza para establecer una desviación de uan normativa no resulta
significativa para una sociedad específica o para un grupo de poder determinado, y se le otorga una
estructura numérica "neutral", la medición del déficit parece ser una tarea solo de tipo
administrativa, resulta inobjetable y no genera consecuencias sociales importantes. Sin embargo,
como sucede con la cuantificación de la inteligencia o de otras funciones psicológicas, cuando las
mediciones parten supuestamente de criterios cuantitativos y se deslizan a criterios cualitativos
significativos para la sociedad, esta operación puede provocar consecuencias sociales tales como la
exclusión o la marginación de un individuo o grupo de individuos.”
Fuente: Skliar, Carlos: “DISCAPACIDAD – REHABILITACIÓN”. Publicado en: Enciclopedia
Iberoamericana de Psiquiatría. Editorial Panamericana, Buenos Aires, 1995.
Así pues, los test de inteligencia miden el pensamiento convergente, que consiste en dar
respuestas correctas, mientras que el pensamiento divergente constituye la base de la
creatividad, se busca la posibilidad de respuestas posibles, lo que implica originalidad y
flexibilidad.
Así pues, existe una relación estructural entre la creatividad, el humor y el gusto por las
analogías y las metáforas. La raíz común de todos ellos es el pensamiento disociativo,
ayudado evidentemente por esa inclinación a lo que Edward de Bono ha denominado
«lateral thinking» (por oposición al «vertical thinking») cuyos elementos son:
-receptividad hacia las ideas nuevas, tendencia a saltar de nivel,
predilección por las soluciones más inverosímiles y capacidad para plantear nuevos
problemas.
B- Actividades.
2- Si usted no es docente lea algunos capítulos del libro “Las inteligencias múltiples” de
Armstrong y sintetícelo por escrito.
3- Lo invitamos a completar estas líneas con algunas lecturas que aquí sugerimos.
Realice una síntesis de por lo menos dos, y un comentario personal respecto de su
utilidad o novedad.
-“Ocho maneras de florecer, las inteligencias multiples” – Armstrong (SUBIDO AL
CAMPUS VIRTUAL).
- Tudge, Jonathan. “Vygotsky, y la educación. La Zona de Desarrollo Próximo y la
colaboración entre pares. Connotaciones para la Práctica en el Aula”.
PARTE I
A- Información.
La discapacidad intelectual
Debemos tener en cuenta que la legislación ha apuntado a proteger a las personas con
discapacidad, y a garantizarle ciertos derechos o coberturas socioeconómicas,
generalmente. En tal sentido, no todos los países ofrecen las mismas coberturas, pues ellas
dependen de su situación económica. Debemos recordar que hasta la década del 60, las
personas denominadas “fronterizos” o “borderline”, quedaban incluidas en la
categorización de “discapacidad intelectual”. Dado que este grupo de “sujetos” constituían
alrededor de un 10% de la población, el mismo fue excluido como grado del retraso mental,
y se interpretó que eran “variaciones normales de la inteligencia”. Preguntémonos: ¿Esta
inclusión dentro de la normalidad se habrá producido para no proporcionar servicios
especiales (“protección económica”) a este grupo?....
Por lo anterior, cabe recordar que las personas con retraso mental son seres humanos y
ciudadanos que tienen derecho a un trato digno y a gozar de oportunidades para el estudio y
el trabajo que les facilite afrontar las exigencias de la vida. De hecho, se calcula que en
México 5% de la población tiene algún grado de retraso mental.
El retraso mental no es una enfermedad sino una alteración, cuya principal característica
es un déficit de la función intelectual que limita la capacidad para aprender y adaptarse a la
vida. Esta alteración se ha designado con una amplia variedad de términos, muchos de ellos
peyorativos o que resaltan la deficiencia; por ello, actualmente la mayoría de los
profesionales de esta área coinciden en llamarla discapacidad mental o retraso mental.
Dos de las definiciones de mayor relevancia en la historia del retraso mental como
entidad nosológica son la de Tredgold y la de Doll. Tredgold (1937) definió retraso mental
como:
“El estado de desarrollo incompleto de tal grado y magnitud que el individuo es incapaz
de adaptarse al ambiente normal de sus compañeros, de tal forma que esta persona es
incapaz de llevar una vida libre de supervisión, control o apoyo externo”.
“Observamos seis criterios tácitos o manifiestos asociados a una adecuada definición del
concepto de retraso mental: 1) Incompetencia social, 2) debido a, discapacidad mental, 3) la
cual es consecuencia de un retraso del desarrollo, 4) que se identifica con la madurez 5) y
es de origen constitucional, 6) esencialmente incurable”.
Antes de abordar con más profundidad el paradigma funcional de discapacidad y salud, nos
detendremos a estudiar el criterio psicométrico de la clasificación de retraso mental. Este enfoque
recurre a la utilización de la estadística y ella permite tipificar poblaciones, y en consecuencia
individuos, en relación con algún rasgo (estatura, peso, cociente intelectual, otros).
El inconveniente de esta perspectiva se halla en la generación del prejuicio que implica que lo
normal (mayoría o moda) es mejor y deseable. Esto, no sólo es muchas veces incorrecto, sino que
también nos indica una tendencia a la homogeneización o simplificación de los conceptos; lo cual
resulta peligroso al aplicarlo a los seres humanos.
Reparemos en que, si cada humano tiene una huella dactilar que le es propia, y también una
fórmula genética, cómo podemos explicar que no haya variaciones en otros parámetros.
Creemos que la inteligencia o las inteligencias son siempre una interacción entre las
tendencias biológicas y las oportunidades de aprendizaje que existen en una cultura.
[La historia del retraso mental puede caracterizarse por una falta de definición a través del
tiempo. Penrose (1966) relata la confusión existente durante años para diferenciar a la
persona con retraso mental de quienes tenían deformidades físicas, epilepsia, trastornos
psiquiátricos y problemas sensoperceptivos como la sordomudez. En general, se piensa de
manera errónea que el individuo con retraso mental es alguien con diferencias físicas
notables; este prejuicio ha sido reforzado por el énfasis de los medios impresos y
electrónicos en ilustrar los casos más graves y grotescos.
Esta descripción está hecha más desde aquello que la persona no puede hacer. En esta
perspectiva las realizaciones académicas del niño, parecen como fundamentales. Ya hemos
advertido que juzgar a las personas desde el enfoque cognitivo, es una variable que siempre
está presente en los tests de inteligencia.
Es indudable que las escuelas de: danza, música, plástica y oficios, escogen otros
parámetros para seleccionar y evaluar a sus estudiantes. Hay quienes tipifican la
discapacidad intelectual en retraso clínico (aquel que se percibe a través de las conductas
del sujeto en forma inmediata), y retraso aclínico (aquel que no es observable en las
conductas prácticas y se percibe en el desempeño escolar).
Consideremos que existen diferencias entre retardo mental y retraso mental; pues en
algunos casos se utilizan como sinónimos cuando realmente no lo son. El retraso mental
se da cuando un niño no alcanza el nivel intelectual esperado para su edad cronológica.
Esto se puede deber a distintas causas como por ejemplo una traba emocional. Pero, con un
tratamiento, con estimulación o luego de un tiempo, el niño es capaz de alcanzar el nivel
medio esperado. Es decir que el retraso mental es de carácter reversible.
El retardo mental se debe a una lesión o daño cerebral, y por lo tanto la única manera de
solucionar este retardo, es identificando cuál es realmente la lesión, en qué parte del cerebro
y qué tan lesionado se encuentra. La esencia del retardo mental es la presencia de un
coeficiente intelectual bajo y un problema considerable en la adaptación a la vida diaria.
Presentando alteraciones a nivel orgánico, psíquico y socio-cognitivo. Se caracteriza por un
funcionamiento inferior a la media, junto con limitaciones asociadas en dos o más de las
habilidades adaptativas: comunicación, cuidado personal, vida en el hogar, habilidades
sociales, utilización de la comunidad, salud y seguridad, habilidades académicas
funcionales, ocio y trabajo. El retardo mental se manifiesta antes de los dieciocho años.
Una familia puede sospechar retardo mental cuando las habilidades motoras, las
habilidades del lenguaje y de autoayuda no parecen desarrollarse en un niño o cuando se
desarrollan a un ritmo mucho menor que el de otros niños de su edad.
Grados de discapacidad intelectual
Subrayemos que se han elaborado índices de correlación para los puntajes obtenidos entre
estos dos tests. Recordemos que muchos autores dudan respecto del valor predictivo de
estas pruebas, en lo que hace a la satisfacción de las necesidades que plantea la vida
cotidiana para un individuo, y que por eso se han buscado otras formas de evaluación para
predecir los ajustes o apoyos a introducir.
Si bien hay test que acuden a rótulos como idiota, imbécil, para referirse a los grados de
la discapacidad intelectual, la OMS ha prescripto abandonar esta terminología, y recurre
para ello a utilizar los términos: “profundo”; “severo o grave”; “moderado” y “leve”. En
general la OMS describe los grados de las diferentes discapacidades con términos tales
como “profundo”; “severo o grave”; “moderado” y “leve”.
El gráfico nos indica los cocientes intelectuales que en general sirven para indicar la
pertenencia a uno de estos grados.
Tengamos presente que el cociente intelectual puede variar en una persona, conforme a
múltiples circunstancias.
Este cuadro fue elaborado teniendo en cuenta los puntajes del WISC.
Etiología
Se han identificado más de 200 causas de retraso mental; y si bien éstas sólo explican la
cuarta parte de todos los casos conocidos, es importante tomar precauciones que permitan
prevenir, atenuar o modificar los factores de riesgo. Tomando el parto como punto de
referencia, las causas se dividen en:
[…]
Kauffman y Payne (1975) afirman que el retraso mental puede ser visto como un
continuo que va del retraso profundo al retraso moderado o marginal. Una persona con
retraso mental puede funcionar desde niveles muy bajos, ser extremadamente dependiente y
reunir tantos cuidados como un lactante; al mismo tiempo, otra persona con un grado de
retraso mental similar, puede lucir y comportarse de manera tan compleja que sería
imposible detectar su condición por simple observación. Robinson y Robinson (1976)
señalaron:
Los problemas del retraso mental son pragmáticos: de todos los días y de todas las
sociedades. De un modo u otro, las definiciones existentes de retraso mental equiparan el
concepto de adaptación social con la capacidad potencial del individuo para encontrar su
camino dentro de la sociedad de las personas "normales".] Tomado de capítulo 5: Sánchez
Escobedo P. y otros, “Compendio de la Educación Especial”. Editorial El Manual
Moderno.
Para nuestra cátedra, los factores socioeconómicos alcanzan relevancia en lo que hace
tanto a las definiciones, enfoques, medidas propuestas y medidas efectivizadas por una
sociedad. Las sociedades no quieren ver la falta de equiparación de oportunidades para las
personas con discapacidad que pertenecen a los sectores sociales marginales y
empobrecidos. Si estudiamos los índices de mortalidad infantil, por ejemplo, en la Capital
Federal, que se dan en la Zona Norte y en la Zona Sur, veremos que el 6 por mil de
mortalidad infantil de la Zona Norte, nos muestra el límite de hasta dónde puede actuar la
ciencia médica hoy; mientras que la mortalidad del 9 por mil de la Zona Sur, revela qué es
lo que no quiere hacer el poder político de turno y que al mismo tiempo los ciudadanos no
exigimos.
Este desequilibrio también se advierte entre las jurisdicciones provinciales, y aún en una
misma provincia, si consultamos los indicadores socioeconómicos.
Para nosotros es difícil establecer un criterio de clasificación de las etiologías (causas) de
discapacidad intelectual, pues los factores confluyen, y el agruparlos en una clase u otra,
implica muchas veces una perspectiva de justificación. Así debemos reparar en que las
etiologías orgánicas (pre, peri o postnatales) están vinculadas a la clase social y a la
situación económica porque:
El bajo peso al nacer acarrea mayor riesgo de retraso mental en las clases bajas o
marginales, y es casi nulo en los sectores medios y altos.
El control del período de gestación es muchísimo menor en las clases bajas y
marginales, y por lo tanto, los índices de mortalidad materna e infantil, son
mayores.
La prevención durante el período de embarazo es casi nula en las clases populares
(ingesta de ácido fólico, vitaminas, calcio y vacunación).
La contaminación ambiental y los riesgos ocupacionales son mayores en los
sectores socioeconómicos desfavorecidos.
La detección y tratamiento de algunas enfermedades no es accesible a las clases
sociales marginales (fenilcetonuria, galactosemia, meningitis, hepatitis).
Subrayemos que nuestro sistema escolar tiende a la homogeneización, y que, pese a toda
la igualdad enunciada, nadie se preocupa por equiparar las oportunidades de los educandos.
La escuela valora la comunicación oral y escrita, conforme a las pautas de los sectores
medios y altos. No se aceptan las variaciones culturales que introduce la clase social, la
pertenencia a pueblos originarios y otras. Se busca al diferente, para “normalizarlo”.
Debemos recordar que los tests de inteligencia general son para predecir el éxito de
aquellos que se moverán en tareas académicas, pero no en la música, el arte, etc.
La inteligencia emocional puede ser tan importante o más que la inteligencia lingüística o
lógico-matemática. Recordemos que generalmente, en esos tests de inteligencia, los
alumnos de zonas rurales puntúan más bajo, y otro tanto ocurre con los estudiantes de los
sectores populares, repitiéndose también con los discapacitados auditivos, juzgados desde
la oralización.
Nuestra escuela no prepara para el desempeño práctico en la vida, pues se remite hacia el
entrenamiento académico que se completaría en el nivel terciario. La falta de opciones de
formación laboral en múltiples actividades a nivel secundario, nos muestra que no hay una
verdadera preocupación por aquellos jóvenes que deben encarar el mundo del trabajo.
Agreguemos que nuestra sociedad es responsable de permitir el trabajo infantil, con lo cual
se abarata la mano de obra de los jóvenes y adultos, sin que haga falta mencionar que no
interesa el destino de estos niños.
La sociedad no tiene interés en promover el desarrollo propio de la cultura en los grupos
vulnerables, por cuanto las escuelas no cumplen un rol de centros de desarrollo o recreación
de la cultura que le es propia.
El desarrollo afectivo de los grupos vulnerables, también puede estar en riesgo dado que
los padres están obligados a mayores horarios de trabajo y a la utilización de custodios no
preparados para la contención de infantes. Las instituciones y el personal que pretenden
atender a estos sectores lo realizan desde una perspectiva enmendativa de la cultura que
portan, con el consiguiente daño a su formación individual. Aquí tendríamos que recordar
los trabajos de René Arpad Spitz y de Erik Erikson, junto al de Oscar Lewis.
B- Actividades.