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Uno de los problemas más comunes asociado al estilo de vida actual es el exceso de peso. La
obesidad o exceso de peso es uno de los principales factores de riesgo en el desarrollo de muchas
enfermedades crónicas, como enfermedades respiratorias y cardiacas, la diabetes mellitus no
insulinodependiente o diabetes de tipo 2, la hipertensión, algunos tipos de cáncer, así como de
muerte prematura. Los nuevos estudios científicos y los datos de las compañías de seguros de vida
han demostrado que los riesgos para salud del exceso de grasa corporal pueden estar asociados a
pequeños incrementos de peso y no sólo a una obesidad pronunciada.
La obesidad y el sobrepeso son graves problemas que suponen una creciente carga económica
sobre los recursos nacionales. Afortunadamente, este mal se puede prevenir en gran medida si se
introducen los cambios adecuados en el estilo de vida.
QUE ES LA OBESIDAD
La obesidad se define simplemente como un estado de salud anormal o una excesiva acumulación
de grasa en los tejidos grasos (tejido adiposo) del cuerpo, que puede llegar a constituir un serio
peligro para la salud. La causa subyacente es un balance energético positivo, que tienen como
consecuencia el aumento de peso, es decir cuando las calorías consumidas exceden las calorías
que se gastan.
Para que todo el mundo pueda determinar fácilmente cuál es su peso adecuado, se mide
simplemente la relación entre peso y altura, que se denomina Índice de Masa Corporal (IMC). El
IMC es una útil herramienta que es utilizada comúnmente por médicos y otros profesionales de la
salud para determinar la prevalencia de peso por debajo de lo normal, exceso de peso y obesidad
en adultos. Se obtiene dividiendo el peso en kilogramos de una persona entre el cuadrado de su
altura en metros (kg/m2).
Pero el IMC no nos facilita información sobre la cantidad total de grasa, ni sobre cómo dicha grasa
está distribuida en nuestro cuerpo, lo cual es importante, ya que el exceso de grasa abdominal
puede tener consecuencias negativas para la salud.
Normalmente, se considera que un IMC es 'saludable' cuando está entre 18,5 y 24,9, que es "de
riesgo" cuando es de 25-29,9 y de "alto riesgo" cuando es igual o superior a 30.
Coloquialmente podemos decir que una persona tiene sobrepeso u obesidad cuando acumula más
grasa de la que necesita, es decir, un “gordito”, pero, ¿cuales son las diferencias de estas ya
catalogadas enfermedades? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sobrepeso
implica un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 25. Pero más allá de 30 es obesidad.
Estos índices se dividen de la siguiente manera:
Sobrepeso 25-29.9
El peso en sí NO es el factor más importante, sino el tejido adiposo, es decir, el porcentaje de grasa
acumulado en el cuerpo. Esto es debido a algo muy simple, el musculo pesa más que la grasa y
este no produce sobrepeso. Por este motivo, se discute la importancia del IMC como indicador del
peso adecuado de cada persona, ya que el porcentaje de grasa, el índice cintura/cadera (ICC) y el
contorno de la cintura adquieren cada vez más relevancia.
Según los nutricionistas, el método más fiable para valorar los riesgos que provoca el sobrepeso u
obesidad en la salud es medir el contorno de la cintura. Los estudios científicos han determinado
que la grasa acumulada en la zona abdominal está directamente relacionada con las
enfermedades cardiovasculares. El hecho de tener un contorno de cintura de más de 88 cm en las
mujeres y más de 102 cm en los hombres supone un alto riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares.
Según lo que mida el perímetro de la cintura, se divide a estas personas en dos categorías: Las que
tienen una distribución androide de la grasa (normalmente conocida como forma de "manzana"),
lo que significa que la mayoría de su grasa corporal es intraabdominal y se acumula en el
estómago y el pecho, y supone que corran mayor riesgo de desarrollar enfermedades relacionadas
con la obesidad. Y las personas con una distribución ginoide de la grasa (normalmente conocida
como forma de "pera"), lo que significa que la mayor parte de la grasa corporal está acumulada en
las caderas, los muslos y los glúteos, y supone que pueden aparecer problemas mecánicos
(articulaciones, interior de los muslos) en casos extremos. Normalmente, la distribución de grasa
en los hombres obesos es en forma de "manzana" y en las mujeres en forma de "pera".
Según la Organización Mundial de la salud el 95% de los casos es por una ingesta de calorías
superior al consumo de estas. Normalmente se da en personas que su consumo calórico diario es
bajo y la ingesta de calorías es alto. Esto con el tiempo lleva a una acumulación de grasas muy
superior a la natural del ser humano. Las razones por las que una persona consume muchas mas
calorías que las que gasta son muy variadas, pero se puede decir que la gran mayoría es por la
combinación de las siguientes razones, una dieta inadecuada y poca actividad física. El ser humano
no esta adaptado a disponer de tanta comida, y por un antiguo instinto de supervivencia muchos
seres humanos no pueden dejar de comer si la comida esta disponible.
La herencia tiene un papel importante, tanto que de padres obesos el riesgo de sufrir obesidad
para un niño es 10 veces superior a lo normal. En parte es debido a tendencias metabólicas de
acumulación de grasa, pero en parte se debe a que los hábitos culturales alimenticios y
sedentarios contribuyen a repetir los patrones de obesidad de padre a hijo.
Otra parte de los obesos lo son por enfermedades hormonales o endocrinas, y pueden ser
solucionados mediante un correcto diagnóstico y tratamiento especializado.
La causa primordial del sobrepeso y la obesidad está generada por un desequilibrio importante
entre calorías consumidas y las calorías disipadas en un tiempo determinado. Además, en las
sociedades actuales, se ha producido un desequilibrio muy notorio en ciertos aspectos:
-El aumento de alimentos rápidos, ricos en grasas y calorías, como también en sal y azúcares y sin
los requerimientos de vitaminas y minerales.
-Descenso importante en las horas de actividad física, a causa de las formas de trabajo cada día
más sedentaria y de las nuevas condiciones de traslado a causa del avance tecnológico y urbano.
-Otro detalle es la alteración en los horarios de almuerzo, cena y demás comidas y la falta de
estructuración de la ingesta en, al menos, cuatro comidas diarias.
Desde ya que muchas personas poseen ciertas enfermedades que provocan obesidad, ajenas a la
ingesta de alimentos hipercalóricos. En esos casos, se sugiere una previa atención a la enfermedad
en sí y posteriormente, atender la obesidad.
Sin embargo, un vuelco hacia la vida sana, con mayor tiempo de ejercicio, especialmente al aire
libre y con la incorporación de detalles como el consumo de agua en cantidades importantes, es
esencial al momento de tratar con esta enfermedad.
La ingesta calórica: El origen del trastorno parece residir en una ingesta excesiva y
mantenida de calorías por alteración de una zona específica cerebral que regularía la
sensación de hambre y saciedad. Según otros autores, ello no sería siempre cierto
influyendo además otros aspectos relacionados con la forma de comer, horarios,
preparación y sabor de los alimentos, etc.
Gasto energético: Normalmente se produce un consumo diario de energía proveniente de
los alimentos (del 15 al 20%) para el mantenimiento de la temperatura corporal, la
digestión y otras funciones del organismo. Parece ser que ese consumo disminuye en los
obesos.
Actividad física: Se ha demostrado que las personas obesas realizan menos ejercicio físico
a lo largo del día: utilizan más los ascensores y sus movimientos son más lentos. Sin
embargo, es difícil precisar si ello es causa o consecuencia de la obesidad.
Factor hereditario: Algunos datos apoyan el origen genético de la obesidad. Así, existe una
buena correlación entre el peso de los padres y los hijos, de tal forma que sólo el 10% de
los hijos será obeso si los padres no lo son (en caso de obesidad este porcentaje asciende
hasta al 80%). Sin embargo, algunos autores consideran que dicha predisposición familiar
no sería heredada sino consecuencia de un patrón de alimentación adquirido desde la
niñez.
Factores socioeconómicos y culturales: Existe una estrecha relación entre obesidad y bajo
nivel educativo. También se ha señalado una mayor frecuencia en mujeres y niños de bajo
nivel socioeconómico. El nivel socioeconómico sería más importante que el cultural y, a
igual educación, la obesidad disminuye cuando aumenta el nivel adquisitivo. En algunos
países como EEUU, la cultura de la "alimentación basura" como las hamburguesas juega
un importantísimo papel, hasta tal punto que la obesidad afecta a más del 30% de la
población.
Factores psicológicos: Se considera que el obeso utiliza la comida como un mecanismo de
defensa frente a la ansiedad y que encuentra en ella una compensación a las frustraciones
de la vida diaria.
Tablas de peso y talla: Son fáciles de utilizar pero los porcentajes de sobrepeso que
proporcionan no guardan buena relación con la grasa corporal real.
Pliegue cutáneo: Consiste en medir la grasa existente debajo de la piel mediante aparatos
especiales que pellizcan zonas de pliegues cutáneos (como el interescapular).
Índice de masa corporal (IMC): Es el método más utilizado y el más recomendable. Se
calcula mediante el cociente: peso en kilos/ (talla en metros)2.De esta forma decimos que
precisan tratamiento las personas con un IMC igual o superior a 27 (equivalente a un
exceso de peso superior al 20% del peso teórico). Cuando dicho índice es superior a 40 nos
encontramos con obesidades malignas y alto riesgo de complicaciones mortales.
Las consecuencias que la obesidad y el sobrepeso pueden tener en la salud son numerosas y
variadas, desde un mayor riesgo de muerte prematura a varias dolencias debilitantes y
psicológicas, que no son mortales pero pueden tener un efecto negativo en la calidad de vida.
DIAGNOSTICO Y TRATAMIENTO
Paradójicamente, las mujeres que tienen obesidad de la parte inferior del cuerpo, la cual tiene un
riesgo mucho menor de desarrollar problemas de salud, buscan tratamiento para la obesidad en
una proporción ocho veces mayor que los varones.
La obesidad no tratada tiende a agravarse, pero los efectos a largo plazo del tratamiento son
decepcionantes. Aunque se han realizado progresos considerables para ayudar a las personas a
disminuir de peso, por lo general el peso se recupera en el término de 3 años.
La preocupación acerca de que la recuperación del peso, denominada ciclo del peso, provoque
determinados problemas de salud es infundada, de modo que dicha preocupación no debe
impedir a las personas obesas intentar disminuir su peso.
Para perder peso, las personas obesas deben consumir menos calorías que las que gastan. Los
métodos utilizados para conseguir este objetivo se pueden clasificar en tres grupos: autoayuda, en
el que las personas, solas o en grupos con intereses comunes, usan información proveniente de
libros u otras fuentes; programas no clínicos suministrados por consejeros que no son licenciados
sanitarios; y programas clínicos suministrados por especialistas sanitarios.
La mayor parte de los programas para perder peso se basan en la modificación del
comportamiento. Los regímenes, por lo general, se consideran menos importantes que los
cambios permanentes en los hábitos alimentarios y de ejercicio físico. Los programas acreditados
enseñan cómo hacer cambios seguros, sensatos y graduales en los hábitos alimentarios que
aumenten el consumo de hidratos de carbono complejos (frutas, vegetales, pan y pasta) y que
disminuyan el consumo de grasas. Para los levemente obesos, se recomienda sólo una modesta
restricción de calorías y de grasas.
Para los moderadamente obesos que desean perder peso más rápidamente, se han desarrollado
programas con regímenes con un bajo contenido calórico, de 800 calorías diarias o incluso menos.
Estas dietas son seguras cuando cuentan con una supervisión médica. Sin embargo, ha declinado
el entusiasmo por ellas porque son caras y las personas tienden a recuperar peso al abandonar el
régimen.
De un modo creciente, los médicos han comenzado a prescribir fármacos para perder peso.
Generalmente, estos fármacos reducen el peso en un 10 por ciento aproximadamente en el
término de 6 meses y mantienen dicha reducción mientras se sigue tomando el fármaco. Cuando
el fármaco se interrumpe, se recupera rápidamente el peso.
Las múltiples complicaciones de la obesidad grave (más del cien por cien de sobrepeso) hacen muy
necesario el tratamiento médico y, en muchos casos, la cirugía aparece como la opción más eficaz.
La cirugía se aplica en estos casos para reducir el tamaño del estómago, de modo que disminuya la
cantidad de alimento que se puede ingerir de una vez; este procedimiento quirúrgico puede
producir pérdidas de peso muy notables, que alcanzan habitualmente la mitad del exceso de peso
de la persona, por lo general de 36 a 68 kg.
La pérdida de peso es rápida al inicio, luego disminuye gradualmente durante dos años, hasta
alcanzar un nivel que, con frecuencia, se mantiene. La pérdida de peso generalmente alivia las
complicaciones y mejora el humor de la persona, su autoestima, la imagen del cuerpo, el nivel de
actividad y la capacidad para trabajar y relacionarse con otras personas.
La cirugía se reserva para los casos de obesidad grave y se lleva a cabo sólo dentro de
determinados programas que se especializan en este tipo de cirugía y que han demostrado
suficiente seguridad y eficacia.
Dentro de estos programas, la cirugía es por lo general bien tolerada. Menos del 10 por ciento de
estos pacientes de alto riesgo desarrolla complicaciones; el 1 por ciento o menos fallece.
Es necesaria la participación activa de muchos colectivos, como los gobiernos, los profesionales de
la salud, la industria alimenticia, los medios de comunicación y los consumidores para fomentar un
consumo de dietas sanas y un aumento de la actividad física, que contribuyan a controlar el
sobrepeso y la obesidad. Esta responsabilidad compartida consiste en ayudar a potenciar dietas
saludables que sean bajas en grasas y altas en carbohidratos complejos y que además contengan
grandes cantidades de frutas y verduras frescas.