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LA ECOLOGÍA DEL TRABAJO: EL TRABAJO DEL PAN Y LAS ROSAS

Laura Mora Cabello de Alba1

Sumario: 1.- La ecología del trabajo 2.- Proceso re-constituyente del trabajo: del empleo
al trabajo 3.- El trabajo a lo grande: del trabajo a los trabajos 4.- El trabajo que sostiene
la vida 4.1 Un nuevo pacto sexual y social 4.2 Hay trabajo 4.2.1 El falso traje del
emperador 4.2.2 El trabajo del pan y las rosas

1.- LA ECOLOGÍA DEL TRABAJO

"Una civilización que se muestra incapaz de resolver los problemas que


suscita su funcionamiento es una civilización decadente.
Una civilización que elige cerrar los ojos ante sus problemas más cruciales es
una civilización enferma.
Una civilización que hace trampas con sus principios es una civilización
moribunda"
Discurso sobre el colonialismo (1955)
Aimé Cesaire

El trabajo como creación humana o artificial, pero dirigida por el ser humano, está en el
centro de la vida. Pero no solo desde la Modernidad, que lo situó en la médula del orden
social como carta de naturaleza de derechos y obligaciones y en el orden familiar como
llave de recreación invisible de la existencia, sino desde siempre puesto que el trabajo, en
un sentido original, es la potencia básica del ser para satisfacer sus necesidades. Si como
la Física propone, el trabajo es un tránsito de energía, hacia dónde se dirige esa energía
se preguntaría una ciencia humana como es el Derecho del Trabajo2. ¿Un tránsito hacia
cualquier lugar? No, hacia un lugar con sentido, es decir, un trabajo orientado a la
producción de riqueza que sostenga las necesidades y deseos humanos.

1
Profesora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Castilla-La
Mancha. Este texto es un capítulo del libro Ecología del Trabajo: el trabajo que sostiene la vida,
Laura Mora Cabello de Alba (Dir. y Ed.) y Juan Escribano (Ed.), AAVV, Editorial Bomarzo,
2015.
2
El Derecho del Trabajo como ciencia humana en el sentido de un conjunto saberes y de reglas
que disciplinan, explican o regulan una parte de la realidad.

1
Y en esa búsqueda de sentido, que lucha por poner límites a la explotación, a la idea de
que el trabajo es una mercancía que se aleja de lo humano para ser simplemente vendida,
es donde se encuentra un hilo de conexión de acero entre el trabajo y la ecología, la ciencia
que trata sobre la relación de los seres vivos –y sus creaciones- entre sí y con la naturaleza
en la búsqueda de un equilibrio que mantenga la vida3. Una ecología que, como ha
aprendido del feminismo, sabe y reconoce que las mujeres han sido a lo largo de la
Historia las grandes ecólogas, las guardianas de que el ciclo de la vida humana (y no solo)
se reproduzca, las que se han encargado en la casa y también fuera de ella de entender
palabras como riqueza, producción, economía, beneficio, necesidad y trabajo de una
manera humana, sustentable y enfocadas realmente al desarrollo de los pueblos, palabras
entendidas de parte de la vida4.

Así, el presente se muestra urgido de necesidad de cambio, doliente de tanta injusticia y


depredación de lo que no tiene repuesto y de lo que quizás pueda tener arreglo si se cambia
el rumbo de destrucción masiva en el que se mueve el desorden dominante patriarcal
capitalista. Se impone la necesidad de un cambio de paradigma productivo en un sentido
amplio, es decir, un cambio de paradigma en torno a la creación de riqueza, de aquello
que realmente está al servicio del Buen Vivir en paz y armonía entre todo aquello que
está y puebla el Planeta.

Hoy, frente al cambio climático evidente, la contaminación y privatización del agua, el


agotamiento de las energías fósiles en un sistema productivo vampiro que ahora apuesta
por el “fracking”5, la modificación genética de semillas enfocada a la superproducción y
agotamiento de la tierra, las condiciones de superexplotación y hambre de gran parte de

3
No por casualidad sino por necesidad, que es como nacen las palabras cuando se necesita
nombrar algo, la palabra ecología es un neologismo del siglo XIX. Viene del griego oikos (casa)
y logía (estudio de), es decir, ecología sería “el estudio de la casa”. De la casa común y de los
habitantes que en ella moran.
4
Para profundizar, VANDANA SHIVA, Abrazar la vida. Mujer, ecología y desarrollo, horas y
HORAS, Madrid, 2004.
5
El “fracking” es un sistema de fracturación hidráulica para la extracción de gas. Consiste en la
extracción de gas natural mediante la fracturación de la roca madre. Para extraer el gas atrapado
en la roca se utiliza una técnica de perforación mixta: en primer lugar se perfora hasta 5000 metros
en vertical y después se perfora varios kilómetros en horizontal (2 a 5). Entonces se inyecta agua
con arena (98%) y una serie de aditivos químicos (2%) a gran presión. Para profundizar
www.frackingezaraba.org. Es interesante saber que la Corte de Apelaciones del Estado de Nueva
York ha reconocido el derecho de las municipalidades a frenar el “fracking” en sus territorios
(polhudson.lohudblogs.com).

2
la Humanidad, parece impensable no reconocer la ecología feminista como uno de los
lugares de contexto, de comprensión de la realidad a nivel global y local y de acción
política desde donde trabajar por un cambio de modelo, desde donde afrontar el cambio
civilizatorio que estamos viviendo.

La ecología es entonces un límite ineludible a la alienación del trabajo no solo de quienes


trabajan sino de los propios lugares de trabajo y de los mercados donde la riqueza material
o inmaterial creada se pone a disposición de otros seres humanos, también susceptibles
de ser explotados junto con las materias primas y las energías fósiles necesarias para ello,
porque nos recuerda que hay un equilibrio originario que proteger y restaurar para que la
vida siga adelante. Es indudable entonces que esa actividad humana básica que es trabajar,
que es el centro real de todos los debates sobre la ciudadanía6, tiene que volver a pensarse
y echar su ancla en un nuevo modelo que tenga el sostenimiento de la vida como clave
de bóveda.

Realmente, la ecología del trabajo no es una elección aunque haya de asumirse


políticamente en cada acción u omisión. Tampoco es un invento ni un juego de palabras.
Es el instrumento político en el que el trabajo se sitúa como eje de convivencia en un
ecosistema sano y sustentable. En este fin de época imponente, deseado y propiciado por
muchas de nosotras, no cabe más que trabajar para que cambie el sentido del trabajo, para
que su entendimiento y nuestra mirada se amplíe, para que el derecho al trabajo y los
derechos del trabajo se extiendan, para que la riqueza que genera se reparta, para que su
tiempo se aligere, se alivie y se reparta el peso cuando su esfuerzo es difícilmente
llevadero, para que se reconozca el valor del trabajo en femenino y en masculino, y para
que se destierre el trabajo que destruye la riqueza en vez de crearla. De eso trata la
ecología del trabajo, como un punto de partida insoslayable y una línea de sentido urgente
que une el presente, los destrozos de dos siglos, la barbarie de los últimos cincuenta años
y la posibilidad de un Buen Vivir trabajando.

2. PROCESO RECONSTITUYENTE DEL TRABAJO: DEL EMPLEO AL


TRABAJO

6
Así entiende el trabajo Luis García Montero, en su Prólogo al libro En defensa de lo común. Lo
público no se vende, lo público se defiende, coordinado por FRANCISCO TRILLO Y JORGE
GARCÍA, en Bomarzo, 2014.

3
“El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre
y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”
Cien años de soledad
Gabriel García Márquez

Podría parecer paradójico hablar de un proceso reconstituyente del trabajo cuando


vivimos desde hace ya años, que van bastante más allá del inicio de la crisis, un proceso
deconstituyente del mismo. O quizás no es ninguna paradoja sino la medida exacta de la
necesidad de dicho proceso político renovador, es decir, el destino inaplazable de poner
sobre la mesa de qué trabajo estamos hablamos, para qué sociedad y para qué planeta,7
dotarlo de sostén político, garantías jurídicas y confrontarlo con el lugar personal y
colectivo que le corresponde.

Si se necesita un proceso reconstituyente es porque el concepto clásico, con dos siglos de


vida, de trabajo asalariado al servicio y límite del sistema capitalista de producción se
está resquebrajando, está perdiendo sus señas de identidad, su entidad, su trascendencia
central en el mundo del trabajo, por tanto, en el mundo. Y es que se han roto dos pactos
políticos que daban consistencia a dicha mirada del concepto de trabajo. En esta primera
década del siglo XXI, llamada de crisis aunque más bien sea un cambio de época, se ha
roto precisamente el contrato sexual, sobre el que se construía el sistema patriarcal desde
hace cuatro mil años, que asentaba el poder de los hombres sobre los cuerpos de las
mujeres y, por tanto, también sobre su trabajo; y se ha roto el joven y valioso pacto social
de postguerra mundial de Occidente8.

Todas las Constituciones europeas nacieron en los 50’ o en los 70’ del siglo pasado, en
una suerte de postguerras mundiales aplazadas por las dictaduras del sur de Europa, con
la impronta genética de ser Estados sociales donde, dentro del sistema capitalista de
producción y del sistema de representación política partidista, se apostaba por el horizonte
de un ideal igualitario. Un horizonte que ha sido más un límite a la explotación del sistema
económico capitalista que una constante inspiración institucional, pero que ha tenido un

7
De eso trata el libro de JUAN JOSÉ CASTILLO, RUTH CARAVANTES VIDRIALES,
DAVID GARCÍA ARÍSTEGUI, CHUS GONZÁLEZ GARCÍA Y ROCÍO LLEÓ
FERNÁNDEZ, Qué hacemos con el trabajo, Akal, Madrid, 2013.
8
Sin embargo, desde una perspectiva de memoria larga que nos ayuda a situarnos en el tiempo y
en el espacio, se conoce que los seres humanos pasaron de ser nómadas a sedentarios hace 50.000
años; hace de 10.000 a 12.000 años que se conocen formas simbólicas de expresión y/o escritura;
y en la actualidad, después de 4.000 años, el sistema patriarcal está en crisis.

4
valor importantísimo a lo largo de 50 años y que, hoy por hoy, está siendo traicionado.
Ese cierto bienestar, por primera vez en la sangrienta historia de Europa, fue una
concesión y un éxito de la clase trabajadora después de dos guerras y como antídoto para
esa misma clase que podía ver la alternativa en el comunismo soviético. Sin embargo,
tanto se ha cedido simbólicamente en los últimos 15 años que ya ni siquiera llamamos
trabajo al trabajo sino empleo, palabra que carga las tintas en quien emplea, quien crea
riqueza según el lenguaje oficial, y no en quien trabaja9.

Se podría afirmar que el pacto de postguerra mundial, anticuerpo de una posible tercera
guerra, hoy está roto por parte de la política institucional que definitivamente no
representa los intereses de los trabajadores y trabajadoras. Dice Boaventura de Sousa
Santos que vivimos en democracias suspendidas, donde una corte de gente a la que nadie
votó se ha unido en una especie de comisión liquidadora de países poniendo la exigencia
de la deuda por encima de la vida.

Pero, por fortuna, se ha roto un pacto mucho más antiguo. Se ha roto el pacto sexual
fundante de 4.000 años de sistema patriarcal de dominación, respecto del cual el
capitalismo es una de sus invenciones políticas más recientes, que hermana a los hombres
en su poder masculino sobre las mujeres10.

Por tanto, parece que es tiempo ya de volver a trabajar unos cimientos dignos que
sostengan la vida, la nueva realidad y resistan el peso de aquello que se pueda rescatar de
cómo hemos vivido hasta ahora. Un orden de vida se enraíza en un orden simbólico, es
decir, en las palabras que lo nombran. Y una de las explicaciones a nuestra incapacidad
política en ocasiones de plantarle cara a lo que sucede es que no somos capaces de
nombrar la realidad, ese nuevo mundo naciente donde, en el mejor de los casos, se señala
lo nuevo con el dedo. Hoy en día, desvelar dicho mundo es revolucionario, porque
muchas cosas ya no son como eran antes ni lo volverán a ser y esa es la base desde donde
construir.

9
LAURA MORA CABELLO DE ALBA, “El trabajo con sentido en proceso constituyente”,
Papeles de Relaciones Ecosociales y cambio global, nº 122, 2013.
10
“El final del patriarcado ha ocurrido y no por casualidad” (Sottosopra rojo, enero de 1996), en
LIBRERÍA DE MUJERES DE MILÁN, La cultura patas arriba, horas y HORAS, Madrid, 2006,
p. 185.

5
En el mundo actual del trabajo, ese cambio ahora ya es evidente. Los capitalistas, en la
década de los setenta –durante la primera gran crisis el petróleo- pero también tiempo
antes, se dieron cuenta de que estaban en dificultades con la materialidad de la realidad,
es decir, que su sistema productivo y consumista voraz quebraría porque estaba llegando
a agotar las materias primas y las fuentes de energía no renovables del Planeta. Tanto se
dieron cuenta que se inventaron la creación de “riqueza” inmaterial o, dicho de otra
manera, virtualizaron la producción en forma de mercados financieros por pura carencia
de sostén material de sus presupuestos. Y esa operación genial pero falaz en su origen ha
estallado en las narices de la población mundial, que asiste en principio anestesiada ante
la dimensión del hecho, aunque ya empezando a despertar de la perplejidad. Por otro lado,
se está produciendo un proceso de aún más acumulación de capital en previsión,
suponemos, de lo que se avecina si no somos capaces de cambiar el rumbo. Si se arrasa
el Planeta en todos los sentidos, no solo la barbarie regirá para la gran mayoría trabajadora
del mundo, sino que asolará también a “la corte de liquidadores de países”. Es la condena
de muerte del sistema económico capitalista, un sistema que no solo no crea riqueza sino
que la destruye sin cesar11.

Por eso estamos en un momento importante, decisivo. Naciente. De vuelta del empleo al
TRABAJO. No estamos solo en crisis, estamos ante un cambio de civilización que
podemos aprovechar para construir o será aprovechado para asaltar y destruir sin remisión
la vida.

3. EL TRABAJO A LO GRANDE: DEL TRABAJO A LOS TRABAJOS

“No hay lucha sin palabra”


María Galindo de Mujeres Creando (Bolivia)

Cuando una crisis atañe tanto a las relaciones de producción como a las relaciones entre
hombres y mujeres implica un cambio civilizatorio. Y en ese orden inmenso de cambio,
sabemos ya que el trabajo es la piedra angular.

Hasta ahora, y desde hace dos siglos, el trabajo asalariado ha sido o ha intentado ser el
lugar desde donde organizar al grupo social. La Modernidad sitúa la explotación del

11
RAMÓN FERNÁNDEZ DURÁN, La quiebra del capitalismo global: 2000-2030.
Preparándonos para el comienzo del colapso de la civilización industrial, Ecologistas en Acción,
2010.

6
trabajo como medio de acumulación para quienes poseen los medios de producción; y en
mediación para alcanzar medios de vida y derechos de ciudadanía para quienes trabajan.
Las luchas obreras y sindicales consiguieron que el trabajo asalariado fuera carta de
ciudadanía en algunos países de Europa, por tanto, de derechos, como instrumento
imprescindible para caminar hacia el horizonte igualitario dentro de los Estados
sociales12. Sin embargo, en ese proceso de acumulación, las mujeres han tenido una
función central, siendo la división sexual del trabajo el secreto de la productividad
capitalista, explotando a la mitad de la humanidad que ha trabajado de forma invisible y
desvalorizada para sostener la explotación de la otra mitad de la humanidad asalariada.

Con la incorporación masiva de las mujeres al mundo de las relaciones laborales, los
viejos esquemas siguen vigentes puesto que es la mujer – o la mujer que por ella esté13-
la que sigue manteniendo la reproducción de la vida, sin que los hombres se hayan
cuestionado de forma masiva aún la tarea de asumir su parte en dicha responsabilidad y
gozo.14 Por eso, las luchas emancipatorias, de clase, necesitan de la ecología feminista,
de la política de las mujeres para completarse. En un proceso de resignificación y
búsqueda de sentido del propio concepto de trabajo como el presente es importante
afrontar ese proceso reconstituyente desde una mirada que tenga por seguro que el mundo,
la sociedad, está poblado por los dos sexos, que son diferentes pero iguales en valor; que
tenga consciencia de que el planeta es finito y está en el límite de sus reservas de materias
primas, energías renovables y de calidad de aire y agua para poder vivir; que el modelo
capitalista de producción real y virtual está por ello en profunda crisis; y que el patriarcado
está herido de muerte por la lucha pacífica de las mujeres, que ya no le concede crédito.

En ese sentido, ya en el año 1996, escuchábamos por primera vez algo diferente que
intentaba llenar ese hueco de sentido que estaba dejando el concepto de trabajo asalariado
ante tanto trabajo invisible, informal, fraudulento y precario. Desde el laboralismo

12
LAURA MORA CABELLO DE ALBA, “El sentido del horizonte igualitario del Estado
social”, en FRANCISCO TRILLO Y JORGE GARCÍA (Coords), En defensa de lo común. Lo
público no se vende, lo público se defiende, Bomarzo, 2014., pág.135.
13
AMAIA PÉREZ OROZCO, Cadenas globales de cuidado. Qué derechos para un régimen de
cuidados justos, Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas
para la Promoción de la Mujer (UN-INSTRAW), en red:
http://www.mueveteporlaigualdad.org/publicaciones/derechosparaunregimenglobaldecuidadosju
sto_2010.pdf
14
LAURA MORA CABELLO DE ALBA, “Del malabarismo cotidiano a una nueva civilización
más allá de la igualdad. La re-conciliación de la vida laboral y familiar”, Revista de Derecho
Social, núm. 37, 2007.

7
jurídico, Umberto Romagnoli proponía el pasaje “del trabajo a los trabajos”15. Qué
quería decir es algo que hoy es posible entender con solo mirar lo que sucede: el concepto
de trabajo asalariado está en vías de agotamiento y, sin embargo, la gente seguimos
trabajando sin tregua para poder vivir. Así que posiblemente la brújula marca un rumbo
que se orienta a reconocer como TRABAJO toda actividad, todos los TRABAJOS, que
generan riqueza y sostienen la vida.

4. EL TRABAJO A FAVOR DE LA VIDA

“What’s good for the Planet is good for the Economy”16

Si con el concepto de trabajo asalariado tanta gente se queda fuera del halo protector del
derecho laboral y de sus derechos de ciudadanía, habrá que pensar en su refundación real
y constitucional. Es necesario cambiar la mirada y re-conocer efectivamente qué es
trabajo y qué trabajos son necesarios para la vida, porque seguramente encontraremos una
cantera de trabajo importantísima e inagotable que entiende el Buen Vivir como prioridad.
Pero, ¿qué es el Buen Vivir? El Buen Vivir (Sumak Kawsay o Suma Kamaña en quichua
ecuatoriano) es el paradigma cosmogónico del movimiento indígena continental “Abya
Yala” (del continente americano entero), que entiende que todo elemento de la naturaleza
da y recibe para contribuir a un bien común que es la vida en armonía. Es un concepto
ancestral que se reconoce, en la actualidad, en las Constituciones de Bolivia y Ecuador17
y que el movimiento feminista comunitario de esos Países acoge y resignifica desde una
perspectiva superadora del patriarcado ancestral originario y también del colonial,
reconociendo que hay una desarmonía cosmogónica, dentro de ese Buen Vivir, entre
mujeres y hombres18.

15
“Del trabajo declinado en singular a los trabajos en plural”, Relaciones Laborales, núm. 1,
1997.
16
Así rezaban muchas pancartas en una manifestación en Londres en contra del “fracking” en el
Sur de Inglaterra (25 de mayo de 2014).
17
La Constitución boliviana de 2009 reconoce que “el Estado asume y promueve como principios
ético-morales de la sociedad plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas
mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien),ñan-dereko (vida armoniosa), teko kavi (vida
buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”. Por su parte, la
Constitución ecuatoriana establece que “se reconoce el derecho de la población a vivir en un
ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir,
sumak kawsay”.
18
Una visión complementaria del Buen Vivir desde el ser mujer en Lorena Cabnal, india maya y
xinca, feminista comunitaria, defensora de los derechos humanos y de bienes naturales,
“Documento en construcción para aportar a las reflexiones continentales desde el feminismo

8
Así, el feminismo comunitario entiende el Buen Vivir, y así lo asumimos en este trabajo
como concepto-brújula también de este lado del Océano Atlántico, como “el abrazo de la
memoria larga de nuestros pueblos que nos enseñan la relación con la naturaleza, la
sabiduría de abuelas y abuelos que nos han enseñado muchos caminos para la vida con la
tierra. Somos defensoras del territorio tierra, porque creemos en un espacio digno para
que se manifiesta la vida en plenitud de las mujeres y de los pueblos. Creemos en nuestras
ancestras como energía vital de lucha y transformación, creemos en una cosmovisión
liberadora y sanadora de nuestras desarmonías, creemos que podemos dialogar con otras
hermanas y hermanos del mundo que estén dispuestas-os a trabajar el desmontaje del
patriarcado, el colonialismo, el racismo, el neoliberalismo, la lesbofobia, como parte de
su apuesta a la armonización de la vida y a la apuesta por construir un mundo nuevo. Hay
que despertar la conciencia para abrazar una nueva era para los cuerpos y los territorios”19.

4.1 UN NUEVO PACTO SEXUAL Y SOCIAL

En tiempos de las democracias igualitarias europeas, se quiere mantener con vida el pacto
sexual fundante del Estado moderno pero desde el paradigma de la igualdad que ofrece a
las mujeres, de forma falaz porque no somos hombres, ser como hombres20. Es una
operación falaz por imposible, pero posible en la realidad de muchas mujeres que lo
pretenden constantemente a costa de emanciparse de su propio ser. Porque se elige ser
mujer aunque sea algo que no es objeto de elección21.

Muchas mujeres, en el mundo entero y trascendiendo la clase social, lo están eligiendo


por ellas y por sus hijas. Es una revolución simbólica porque construye otro mundo y
también nombra -dotándolas de valor- muchas prácticas que las mujeres han hecho toda
la vida pero que carecían de luz en el sistema patriarcal.

comunitario al paradigma ancestral originario del “Sumak Kawsay”-Buen Vivir”. Disponible


http://amismaxaj.files.wordpress.com/2012/09/buen-vivir-desde-el-feminismo-comunitario.pdf
19 Lorena Cabnal, op. cit., p. 16.
20
Para profundizar, CAROLE PATEMAN, El contrato sexual, Anthropos, 1995, cuya tesis pone
en cuestión la teoría clásica del contrato social.
21
MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS, “Signos de libertad femenina”, en la Biblioteca
Virtual de investigación DUODA (BViD, en www.ub.edu/duoda/bvid). Por otra parte, a estas
alturas, también estoy convencida de que se elige ser hombre fuera del patriarcado ‒de ese pacto
sexual fraterno y violento‒, que tan poco sirve a un hombre que ame la vida y, por tanto, a las
mujeres y a sí mismo.

9
Por eso, agradeciendo las posturas tutelares de algunos hombres legisladores, profesores,
jueces, sindicalistas, compañeros, las mujeres se proponen como sujeto de derechos y no
como objeto de tutela. Y lo que es más importante y evidente, aunque sea una auténtica
revelación para muchos y algunas, las mujeres no son ni un grupo ni un sector social, son
la mitad de la humanidad. Y, desde ese lugar, muchísimas mujeres han decidido que es
impensable un sistema que nos oprime, que nos considera un objeto, que nos intenta violar
real y simbólicamente, que nos considera de su propiedad. Que no tiene en cuenta
nuestros deseos.

De modo absolutamente incipiente y seguramente gracias a los cambios que ha producido


la política de las mujeres, es tendencia entre los hombres de mediana edad y los más
jóvenes el replanteamiento de qué tipo de hombres son, qué compañeros de las mujeres
son y, en buena medida, qué padres al margen del sistema patriarcal, que ya les parece de
forma sincera un sinsentido. Sinsentido que sus mujeres –sus compañeras, amigas,
hermanas, madres, amantes- y sus criaturas les han acompañado a ver de forma
insoslayable.

Y es en ese marco en el que se sitúa la necesidad original de un nuevo pacto sexual,


donde hombres y mujeres se piensen a sí mismos y en relación con el otro sexo. Pensar
que la construcción de lo colectivo es posible sin un proceso de resignificación de qué es
ser hombre y qué es ser mujer en tiempos también de crisis del patriarcado capitalista es
pisar en falso. Es una huida hacia delante confiando en herramientas políticas antiguas
que dejan en el movedizo terreno de lo público el sentido de la política. No puede haber
política ecológica, que mire por la vida, si los hombres y las mujeres que la practican no
tienen un sentido libre de sí y de relación con la otra mitad sexuada de la humanidad.

Desde este lugar, proponemos la necesidad ineludible de un nuevo horizonte sexual como
conditio sine qua non para poder formular un nuevo pacto social.

El pacto social de postguerra está roto. Lo ha roto la clase capitalista, que no está dispuesta
a ceder parte de sus beneficios, porque se sabe en crisis y necesita acumular. No hay lujos
ni migas a repartir que valgan cuando se acerca el final de un tiempo. Sin embargo, desde
la clase trabajadora se tiene poca conciencia de esa crisis que parece más propia que del
contrincante. No es extraño escuchar en nuestra propia voz la concesión de un crédito
enorme al sistema dominante cuando aseveramos que el capital ya encontrará la manera

10
de regenerarse, de hacer las cuentas para perpetuarse. Sin embargo, es un sistema
económico herido de muerte, un vampiro zombi, que se sabe carente de mucha de la
sangre que necesita ingerir y vender para poder seguir sosteniéndose. Sus síntomas son
estertores, no signos de recuperación. Cuánto tardará en caer el sistema patriarcal
capitalista no se sabe… años, décadas, más allá de nuestra corta vida, el salto de una
chispa, pero es necesaria otra política para contribuir a su caída, construyendo una
alternativa, y para que los cascotes de su destrucción no nos caigan encima. Y en ese
impreciso pero necesario lugar, se sitúa un nuevo pacto social.

Un nuevo pacto social en el presente es un encuentro político de hombres y mujeres con


sentido libre de su estar en el mundo que proponen nuevas maneras porque saben que las
formas de vivir y trabajar hasta este momento ya no tienen sentido. Los pactos se van
construyendo en la medida en que, entre la gente corriente, cunde la necesidad de “hacer
posible lo imposible que cada realidad lleva en su seno”22. Por ejemplo, el movimiento
15 M ha conseguido que, de forma corriente, la gente se reapropie de la política, aunque
sea desde los sillones de sus casas orientados al televisor. Es decir, los hombres y las
mujeres que participan en el 15 M, movimiento de ida y vuelta a las calles y las plazas en
construcción de democracia real, han logrado romper el monopolio de la política del
paradigma de la política representativa, tan denostada socialmente, y lanzar la posibilidad
de cambiar el mundo a las manos de quien esté dispuesto o dispuesta a aceptar el desafío.
Esto no quiere decir que las consciencias cambien de hoy para mañana, pero se ha abierto
una ventana respirable, se encarna en la gente la posibilidad de hacer política unida
indefectiblemente a sus necesidades. Y necesidades hay muchas. Es un feliz y frágil inicio
en el que, por cierto, la política de las mujeres tiene mucho que ver23.

4.2 HAY TRABAJO

4.2.2 EL FALSO TRAJE DEL EMPERADOR

“El trabajo es la acción con la que se recrea una vida”

Simone Weil

22
MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS, en su presentación del Seminario “La política
de las nuevas madres”, Duoda, nº 45, 2013.
23
LAURA MORA CABELLO DE ALBA, “¿Qué tiene de femenino el 15M?”, Diagonal, nº 153,
27 de junio de 2011.

11
Es entonces, cuando nos hemos puesto las gafas de mirar la realidad en lo grande y en lo
concreto del pálpito de cada vida, cuando podemos ver al emperador desnudo. ¿Cuál es
el falso traje del emperador desnudo de nuestro tiempo? Ese emperador que se pasea con
su inexistente traje nuevo ante las narices de las multitudes sin ser descubierto a pesar de
su desnudez. El emperador pasea la falsa vestimenta del “no hay trabajo”. Una vestimenta
que le sirve para arrinconar más la vida, para precarizar el supuesto poco trabajo que
queda, para inventar el ropaje del empleo que viste a sus mejores súbditos emprendedores,
que los convierte en héroes porque crean el poco trabajo que parece necesitarse, para
culpar al propio trabajo de su merma de beneficios y justificar cualquier acción palaciega.

¿Por qué el emperador está verdaderamente desnudo? Porque TRABAJO hay. Un trabajo
ligado a la verdadera producción de riqueza que sirve para crear y recrear la vida, para
darle sentido y dirigirnos hacia el Buen Vivir. Es que acaso no hay trabajo en un mundo
–pongamos nuestro contexto más cercano- donde hay listas de espera de meses en los
hospitales; donde las clases en los colegios están saturadas de criaturas y cada vez se
puede hacer un cuidado menor de la diferencia; donde las guarderías públicas son un bien
escaso; donde las aceras de las calles y sus calzadas tienen agujeros; donde las personas
ancianas, pequeñas y enfermas -los cuerpos más vulnerables- no pueden ser cuidados por
los suyos de la mejor manera por incompatibilidad absoluta de los ritmos de vida y los
ritmos de trabajo dominantes; donde el trabajo necesario para la vida es invisible y escaso
absolutamente de valor social y un valor bursátil puede ser un papel millonario. ¿Si no
hay trabajo por qué cada vez quien trabaja lo hace durante más tiempo y en peores
condiciones?24

¿Qué es entonces lo que no hay o lo que hay en menor medida? Hay menos ganancia neta
para los patriarcas capitalistas porque han llegado a un límite material de explotación, de
rendimiento de los factores productivos. Han llegado a un límite material e insoslayable
de explotación del Planeta, poniendo en riesgo su propio sustento, y esa previsión ha
llevado en los últimos 30 años al abuso del invento de la no-riqueza a través de los
mercados financieros, que es el otro traje mentiroso del emperador de nuestro tiempo que
cayó por su propio peso en el año 2008; y, desde luego, esos límites han llevado a aún
mayores cotas de explotación del otro factor de producción que es el trabajo humano.

24
En 1935, una persona tenía una vida laboral de 95.000 horas; en el año 2000, la suma de horas
asciende a 100.000. En FRANCO BERARDI, El sabio, el mercader y el guerrero. Del rechazo
del trabajo al surgimiento del cognitariado, Acuarela y Antonio Machado, 2007.

12
Nunca en la historia del siglo XX, se alcanzaron las cifras actuales de trabajo infantil25,
esclavo y tráfico de mujeres, que es la peor forma de explotación femenina. Nunca como
ahora, el slogan “no hay trabajo” estuvo tan al servicio de las reformas laborales, que son
mercantiles26, al servicio de las identidades falsas de los trabajadores y trabajadoras27,
bajo la esclavitud del empleo a toda costa.
Por tanto, es tiempo de decir bien alto que el emperador se pasea desnudo. Trabajo
hay y mucho. Es hora de empezar a reconocerlo, de darnos cuenta en cada una de nuestras
vidas, en el sindicato, en el conjunto de la sociedad. Y luchar para que todo trabajo sea
reconocido legal y socialmente y garantice un Buen Vivir. De mirar grande esa palabra
que nos constituye como seres humanos desde muchísimo antes de que se instalara el
joven sistema capitalista de producción. Si cada mujer y cada hombre no es capaz de
encontrarle un sentido a su actividad y nombrar como trabajo lo que es trabajo, aunque
no tenga un sueldo o un salario decente a cambio, los procesos de precariedad son mucho
más duros porque carecen de palabras verdaderas para ser nombrados y porque, desde ese
“no ser”, están faltos de sentido y, por supuesto, de valor. Y se sigue dando crédito al
emperador desnudo dentro de nuestra propia casa.

4.2.2.- EL TRABAJO DEL PAN Y LAS ROSAS

Desde esa perspectiva, el feminismo ha hecho grandes aportaciones, nombrando, por


ejemplo, el que las mujeres hacemos muchas cosas productivas, por tanto, trabajamos,
aunque solo se haya llamado trabajo a la actividad productiva a la medida del cuerpo del
hombre28. Así, si el trabajo es creación de riqueza, siendo riqueza la producción de valor,
de algo que sirve para vivir, las mujeres a lo largo de la historia han trabajado mucho.

Por su parte, la ecología nos muestra que el único camino viable de verdadero trabajo
tiene que ser aquel trabajo que respete el Planeta. Lo que sea bueno para el Planeta, será

25
Como muestra del desafuero, este año en Estados Unidos han entrado ya ilegalmente 34.661
niños y niñas solos, sin adultos acompañantes, en ANTONIETA CÁDIZ, “La llegada de niños
sin papeles crea una crisis en la frontera de Estados Unidos”, Diario El País, 14 de junio de 2014.
26
Si una reforma legal no respeta el gen esencial del derecho del trabajo, que es re-equilibrar las
relaciones de fuerza capital-trabajo a favor de la clase trabajadora, es una reforma mercantil.
27
Entiendo como falsas identidades de trabajadores y trabajadoras cualquier etiqueta corriente o
legal que los separa del reconocimiento de clase trabajadora y de las tutelas y reconocimiento que,
por tanto, deben tener. Así: autónomos, autónomos económicamente dependientes, informales,
amas de casa, voluntariado, etc.
28
MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS, «El sentido del trabajo, más que las
condiciones», en la Biblioteca Virtual de investigación Duoda (BViD, en
www.ub.edu/duoda/bvid).

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bueno para la economía y la política del trabajo. Tenemos que afrontar y hacer una nueva
cartografía de qué trabajos son socialmente necesarios para satisfacer las necesidades de
las personas en comunión con el estado real de todo lo vivo y lo recibido con lo que
convivimos. En palabras de la líder sindical y feminista Rosa Scheinerman: “Quien
trabaja quiere el derecho de vivir y no solo existir. El derecho al sol, a la música y al arte.
No hay nada que una trabajadora humilde no pueda tener. No solo queremos pan,
queremos rosas”29.

De esta manera, el pensamiento y la práctica política de la ecología feminista del trabajo


es palanca universal –para mujeres y hombres- desde donde resignificar el TRABAJO
que hay y es necesario. Entendiendo la productividad en términos vitales, con una medida
propia en palabras, en salud y en felicidad30; entendiendo la riqueza como relaciones
humanas y con el ecosistema de calidad y respeto de los límites; entendiendo el trabajo
con el sentido de sostener la vida procurando no solo el pan sino también las rosas.

29
Inmigrante polaca, líder feminista y sindicalista de la Woman Trade Union League, que
convirtió estas palabras en el sentido y en el slogan de una huelga de mujeres del textil en
Cleveland-Ohio en 1912. A propósito y como homenaje, ver la siempre actual y hermosa película
“Pan y rosas” (2000), del director inglés KEN LOACH
30
Idea tomada de MARÍA-MILAGROS RIVERA GARRETAS, en su presentación del
Seminario “La política de las nuevas madres”, Duoda, Barcelona, 11 de mayo de 2013.

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