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“Introducción a la filosofía”
INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA
Quien no se admira o asombra ante las cosas, jamás accede a las otras fases del
proceso. De la admiración surge la pregunta, que ya es una actitud filosófica. El monumento
al filósofo desconocido podría ser un hombre en actitud de preguntarse a sí mismo; es el
gesto del filósofo. Sócrates hacía preguntas a los demás para que cayeran en la cuenta de
su propia ignorancia (ironía socrática). Cuando el filósofo tiene conciencia de que no sabe,
trata de encontrar su verdad. Sócrates entendía que la verdad es una realidad que existe
dentro de nosotros. De ahí que, también mediante preguntas, ayudara a sus discípulos a
descubrir su verdad interior (mayeútica).1
“La filosofía se convierte en pasión cuando logra hacer de verdad eso que le es más
propio, vale decir: preguntar. Filosofar es preguntar. Pero –una vez más– tenemos que
recordar que preguntar no es lo mismo que formular una pregunta. Pilato le preguntó a
Jesús “¿qué es la verdad?” Pero, en realidad, lo que hizo no fue más que formular esa
pregunta. En el fondo, no le interesaba saber lo que es la verdad. Si le hubiera interesado
realmente saber lo que es la verdad, si lo hubiera necesitado para ser, no habría podido
seguir haciendo otras cosas, sino que se habría quedado allí fijo, girando en torno a lo que
la verdad pudiera ser. Pero Pilato lanzó su pregunta y luego se dedicó a otras cosas. Esa
pregunta no era una verdadera pregunta. Porque una verdadera pregunta es una pregunta
hecha con pasión, una pregunta que nos agarra y no nos suelta, como esos perros
guardianes que cuidan las casas de los ricos.
¿Qué es preguntar? La palabra preguntar viene del latín percunctari, que significa
vacilar. Preguntar es vacilar. Y vacilar quiere decir perder la solidez, estar en peligro.
Cuando estamos tranquilamente sentados podemos descansar confiadamente. Estamos
1
Ironía y mayeútica son las dos partes del método socrático.
seguros, firmes. Y es ciertamente una delicia esta experiencia de la solidez y la firmeza. Es
un modo de estar en la realidad que se caracteriza por la satisfacción: nos sentimos a gusto,
estamos bien.
Hasta que, de pronto, empieza a temblar. Me refiero a un temblor de tierra común y
corriente. Aunque los temblores de tierra jamás son comunes y corrientes. Son siempre
algo extra-ordinario, algo amenazante para lo habitual y acostumbrado. Cuando empieza a
temblar, salimos de nuestra firmeza, de nuestra seguridad, y de pronto estamos inseguros.
El hombre que está inseguro se pone en movimiento para buscar seguridad. Cuando
tiembla, huimos. Pero hay que entender esta huida. De lo que huimos es de la inseguridad.
Huimos, quizás, para buscar refugio en un lugar seguro, donde no estemos amenazados.
¿Por qué huimos de la inseguridad?
Se diría que la in-seguridad es lo contrario de la vida. La in-seguridad nos amenaza:
nos quita ese estar en la realidad en que nos sentíamos a gusto, es decir, nos quita –en
cierto modo– la realidad en que estábamos. En lo inseguro no se puede estar. Lo inseguro
es lo inestable: es lo que vacila. Y huimos de lo vacilante, porque necesitamos estar firmes.
Porque estar, en sentido pleno, es estar firmes, estar en lo firme. [...]
Preguntar es vacilar, es estar sin estar, estar en lo inestable. Por eso, preguntar es
salir en busca de lo firme, querer saber, y querer saber de un modo seguro, en forma
estable. Preguntar es una cosa extraña y nada fácil. “Las preguntas –decía Heidegger–, y
más aún las preguntas fundamentales, no se encuentran ahí tan simplemente como las
piedras y el agua. Las preguntas no las hay como hay los zapatos o los vestidos o los libros.
Las preguntas son y sólo son en su real y efectivo preguntarse”.
¿Qué es, pues, la filosofía? La filosofía no nace jamás de sí misma. Nace de un
acontecimiento radical que nos pone en marcha, que nos saca de nosotros hacia otra cosa.
Este acontecimiento radical se llama admiración o –mejor– extrañamiento. La filosofía –
decían Platón y Aristóteles– nace de la extrañeza.
¿De qué se extraña el ser humano filosófico? Se extraña de lo más obvio, de lo que
siempre estaba ahí, de lo de siempre. Se extraña de un cierto fondo –de un suelo– en que
su ser ha estado siempre. “Se extraña” quiere decir: se hace extraño a eso de lo que antes
era familiar. Lo que antes le era natural, sencillo, familiar y obvio – como nos son familiares
nuestros padres, nuestros hermanos o el perro regalón– se le ha convertido al ser humano,
de pronto, en algo problemático, extraño, ajeno y lejano.
Algo en lo que estábamos se nos va. Pero no se nos va pura y simplemente, sino que a la
vez nos acosa, nos asalta, se torna un extraño, pero –curiosamente– no un extraño que
nos resulte indiferente, que no nos interese en absoluto, sino justo al revés: un extraño que
nos mantiene retenidos y absortos en su propia extrañeza.
Pero la extrañeza filosófica no es una extrañeza por esto o lo otro, por tal o cual
cosa que de repente se nos haya vuelto asombrosa. No. La extrañeza filosófica es una
extrañeza absoluta. En ello todo se nos hace extraño. Y lo que en todo nos extraña es algo
que está en todas las cosas: su ser, su realidad. Nos extraña que las cosas sean, que sean
reales”.
[De asombros y nostalgias, Jorge Eduardo Rivera, p. 332-334, 2016, Ediciones UC, Santiago]
2. DEFINICIÓN NOMINAL
La palabra Filosofía (φιλοσοφία) está formada por dos vocablos griegos: philos (amor,
amigo) y sophia (sabiduría). Homero designaba con la palabra sofía toda clase de
habilidad, como la de los artesanos, músicos o poetas. Heródoto llamaba sofos a todo el
que sobresalía por la perfección de sus obras. Sofía se aplicaba también a los siete sabios
de Grecia y a los filósofos de la Naturaleza.
La palabra filía (amor) es un sinónimo de eros. Platón en El Banquete nos describe
el amor (eros) en una situación intermedia entre la pobreza y la riqueza. Eros, al ser hijo
de Penis, diosa de la pobreza, carece de todo. Pero por ser hijo de Poros, dios de la
abundancia, hereda el impulso para sobrepasar la pobreza camino hacia la riqueza. Es
pobre, pero se dirige a ser rico.
A veces se dice: la Filosofía es una actividad inútil, sin valor para el hombre práctico.
Con ella no se hacen puentes ni se fabrican vestidos. Esta objeción en cierto modo es
verdadera, pues la Filosofía no tiene por objeto ser útil al hombre en su vida de “negocio”,
sino que se trata de una actividad especulativa, de una reflexión teórica. Pero lo útil no
posee un valor absoluto: sólo vale en la medida en que sirve para algo, como medio para
conseguir un fin. Por lo tanto, lo útil es un instrumento y, como tal, tiene un valor inferior al
fin que se pretende conseguir.
La Filosofía es un saber con sentido, apetecible por sí mismo y que termina en sí
mismo. Aristóteles la llamaba “saber libre”. Basta al filósofo su reflexión para sentirse
pagado sus esfuerzos; es el suyo un saber gratuito. Pero además de la satisfacción
intelectual que proporcionan el saber más, entender mejor el por qué de las cosas y
relacionar lo aparentemente no relacionado, la Filosofía tiene por finalidad proporcionar al
hombre:
• Una manera especial de ver el mundo en cuanto totalidad significante.
• Una interpretación de todos los fenómenos.
• Un método sistemático y ordenado de jerarquizar los niveles de conocimiento.
• Un guía moral para la vida individual y social.
i) “La filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que
plantea, puesto por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como
verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas
amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y
disminuyen la seguridad que cierra el espíritu a la investigación; pero ante todo, porque por
la grandeza del Universo que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y
llega a ser capaz de la unión con el Universo que constituye su supremo bien”
[Bertrand Rusell, El valor de la filosofía, 1912]
ii) “La filosofía no es nada si se la aísla. No está encerrada en sus obras ni encapsulada en
la oferta académica ni en el conjunto de profesiones que supuestamente se ocupan de la
filosofía. Es una práctica de vida que desplaza los límites de lo que es visible y pensable en
cada tiempo y para cada contexto histórico y social, a partir de la pregunta por una verdad
que debe ser buscada con el pensamiento. No es una actividad gratuita u ociosa. Es un
exceso, sí, y en este sentido un lujo, pero su exceso tiene que ver con un vacío y con un
deseo: el de la imposibilidad de colmar de sentido y de orientación a la existencia humana.
De esa imposibilidad de unidad y de inmediatez emerge el deseo de una verdad que oriente
a la vida, de un saber que a la vez sea capaz de proponer un modo de vida.
Hay un desajuste o una distancia entre la vida y sus posibilidades, entre los hechos y los
valores, entre lo que hay y lo que tendría que haber, entre lo que sabemos y lo que siempre
entendemos que se nos escapa aunque no sepamos qué es. La lista de desajustes es
infinita, porque son las múltiples caras de una misma distancia: la que recorre a velocidad
infinita el pensamiento de un ser finito. Un ser finito, nosotros: eso que no sabemos dónde
empieza y dónde acaba, pero que provisionalmente localizamos en el espacio y el tiempo
como nosotros, los humanos. ¿Cuáles son los límites y las condiciones de posibilidad del
pensamiento que se rebela contra su propia finitud y contra sus propios límites? Eso es lo
que hace el pensamiento: ir más allá de lo que inmediatamente somos, pero no para
encontrar cualquier cosa, sino algo que sea, de algún modo, verdad.”
[Garcés, M. Filosofía inacabada, 2015]
iii) Matthew Lipman, precursor de la metodología de Filosofía para niños, manifiesta que
aquellas personas que tienen una actitud filosófica suelen formular las siguientes preguntas:
¿Qué razones tienes para decir eso?
¿Cómo estás definiendo el término que acabas de usar?
¿Qué es lo que se sigue de lo que acabas de decir?
¿Qué otros problemas están relacionados con lo que estamos tratando?
¿Lo que estás diciendo ahora es coherente con lo que has dicho antes?
¿Lo que dices lo podría defender cualquier ser racional? ¿Por qué?
¿Qué interés crees que hay detrás de esta afirmación?
¿De qué otra forma puede verse este asunto?
El Sentido
Actividad 5: Ante la pregunta ¿Tiene sentido la vida humana?, ¿Cómo evaluarías las siguientes
respuestas?
i) Primero, señala si las respuestas se refieren a una persona en específio o están referidas
universalmente a todas las personas.
ii) Segundo, responde si estarías a favor o en contra de la respuesta planteada. ¿Por qué?