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Las tareas del terapeuta

Joen Fegan.

Todo profesional es básicamente un resolvedor de problemas cuya asistencia es solicitada


por ciertas personas para reducir sus dificultades o conflictos y para incrementar las
posibilidades de alcanzar resultados valorados por ellos. los terapeutas son reclamados por
individuos insatisfechos con su propia experiencia y comportamiento o con los de los
demás.
Los problemas planteados al terapeuta pueden ser fundamentales para la persona y exigir
amplios cambios o bien periféricos y de pronta solución. Las tareas o requisitos de la
actividad terapéutica se basan en 5 aspectos: pautamiento, control potencia humanidad y
compromiso.

Pautamiento

El terapeuta es ante todo un individuo que percibe y elabora pautas. Tan pronto se le
informa sobre algún síntoma o se le formula un pedido de cambio, tan pronto comienza a
escuchar y observar un paciente y a responderle, se inicia un proceso al que denominamos
pauta miento.
Cuando el terapeuta entra en contacto con el sujeto que solicita su ayuda, cuenta con un
cuerpo de teoría (de naturaleza en gran medida cognitiva), con su experiencia previa y con
una serie de reacciones personales y de tomas de conciencia que derivan de la interacción
establecida y que tienen abundantes elementos afectivos e intuitivos.
Cuanto mejor pueda aclarar el terapeuta la interacción total, o advertir los posibles efectos
de sistemas que no le competen en forma directa (como el neurológico), hoy intuir los nexos
inter sistémicos en los que existe mayor tensión, mayor será su eficacia en lograr un
cambio.
Por mucho que nos equivoquemos al discernir las interacciones más importantes, es muy
posible que, tarde o temprano, nuestra intervención en cualquiera de los niveles produzca el
cambio deseado, dado que los sistemas están interconectados y un cambio suscitado en 1
de ellos puede originar cambios en varios otros.
Sea cual fuere el procedimiento elegido, nos veremos obligados a evaluar los resultados
guiándonos por 3 criterios principales: la rapidez con que desapareció el síntoma, la
conducta positiva que lo ha reemplazado y el monto de los trastornos originados en los
sistemas conexos.
La contribución de la teoría gestáltica al pautamiento implica reducir el énfasis en la teoría
cognitiva y proporcionar amplia ayuda con la propia toma de conciencia del terapeuta.
Al terapeuta gestaltista no le interesa reconstruir la historia del sujeto, ni sopesar los efectos
de diversas fuerzas ambientales, ni centrarse en una conducta determinada, como el estilo
de comunicación, sino que su interés se dirige, en líneas generales, al punto de contacto
entre los diversos sistemas observables. Los puntos focales son las interacciones entre la
persona y su cuerpo, entre sus palabras y su tono de voz, entre su postura y su interlocutor,
entre ella y el grupo al que pertenece. El terapeuta gestaltista no formula hipótesis ni
establece inferencias sobre otros sistemas que no puede observar, aunque puede solicitar
al paciente que represente la forma en que él percibe tales sistemas (en un diálogo con su
padre, por ejemplo). La mayoría de los procedimientos gestálticos tienen como objetivo
actuar sobre el punto de intersección; la naturaleza del otro sistema se considera menos
importante que la manera en que el paciente lo percibe o en que reacciona frente a él.
En lo que respecta al pautamiento, la terapia gestáltica coloca el acento en el propio
proceso de interacción, tomando en cuenta los recursos que emplea el paciente para
fomentar o poner en peligro dicha interacción, o para bloquear la conciencia y el cambio. El
terapeuta gestaltista es un instructor que capacita al individuo para una interacción más
eficaz en todos los aspectos de su vida.

Control

La importancia del control reside en que todo síntoma representa una forma indirecta de
procurar controlar a los demás o forzarlos a actuar de acuerdo con ciertas pautas. El
terapeuta debe contrarrestar el control que el paciente quiere ejercer sobre él merced a su
pauta sintomática, y establecer, asimismo, las condiciones necesarias para su tarea.
Algunas de estas condiciones constituirán exigencias manifiestas sobre la conducta, como
la de no faltar a las citas, pagar los honorarios, traer a otros miembros de la familia, etc;
otras serán más encubiertas o implícitas, como la buena disposición para suministrar
información, intentar hacer sugerencias o dejar correr la fantasía.
Los pacientes que inician el tratamiento solicitando favores o condiciones especiales, como
sesiones en un horario distinto del habitual o reducción de honorarios ofrecen mayores
dificultades para trabajar con ellos; y el terapeuta suele compensar esa situación
imponiendo controles más estrictos que los usuales, como la exigencia de que se le pague
en cada sesión o la utilización de un asesor.
Suele suponerse que la motivación está vinculada con la incomodidad o ansiedad que
experimenta el paciente: cuanto mayor sea esta, se piensa que mayor será también su
colaboración. sin embargo, la disposición del sujeto a dejar el control en manos del
terapeuta es un índice tan válido como la zozobra que siente. con ciertas personas que
experimentan una gran zozobra es difícil trabajar, porque atribuyen su malestar a otros a
través de la culpa. su motivación para cambiar es alta, pero baja su disposición a perder el
control.
Las técnicas empleadas por el terapeuta para adquirir o mantener el control son distintas de
las que utiliza para producir un cambio en la personalidad o en la conducta. Es preciso que
advierta, que ponga de manifiesto y contrarreste los esfuerzos que hace el paciente por
asumir el control mediante sus procedimientos usuales, algunos de los cuales estarán
representados por sus síntomas, otros en forma más anómala. por ejemplo, debe
ingeniárselas para evitar que el psicótico lo eluda, lo amedrente, o lo aburra; el psicópata lo
engañe o le resulte demasiado entretenido; que las formulaciones del neurótico despierten
su conmiseración o lo lleven a coincidir con él. debe ser capaz de seguir siendo el mismo
aun cuando se vea suficientemente envuelto en el estilo de vida del paciente como para
experimentar sus problemas y dificultades.
Los individuos que concurren a la terapia forzados por algún agente externo, como una
orden judicial una amenaza de divorcio la imposición de sus padres u otra, plantean un
problema particular tal como se da la situación, el control está en manos del agente externo,
y el terapeuta corre el peligro de quedarse subordinado, aceptando ostensiblemente que él
y el paciente harán cuanto esté en sus manos para complacer a esa persona externa. El
terapeuta puede recurrir a 3 maniobras para recuperar el control: involucrar a la gente de
referencia externo indicando de ese modo que tanto él como el paciente necesitan ayuda;
desautorizando el ajuste de cuentas externo (no me interesa que te hayan echado de la
escuela), o proceder a identificarse inicialmente con los objetivos del paciente por oposición
a los del agente externo. Perls, denominó tender la trampa al oso ala treta del paciente que,
una vez conocidas en parte las expectativas del terapeuta, inicia movimientos de
cooperación, hasta que en cierto momento decisivo se niega a aceptar las sugerencias que
se le hacen y de esa manera deja al terapeuta fuera de combate. Con frecuencia el cazador
de osos tiene una cuantiosa patología subyacente y ha invertido grandes energías en
demostrar que no puede ser ayudado o modificado y que aquellos que lo intentan carecen
del poder para obligarlo. una manera de recuperar el control sería renunciar a él y admitir el
fracaso. El suicidio u homicidio son las últimas amenazas, una de las maneras más eficaces
de de neutralizar esas amenazas es partir de un claro contrato inicial en las instituciones
totales como las prisiones u hospitales siquiátricos el éxito de los métodos para la
modificación de conducta obliga a reevaluar la posición de que el control externo es
inapropiado para quienes no están dispuestos a utilizar el control interno o no están en
condiciones de hacerlo.
Con los esquizofrénicos crónicos la manera más eficaz de aproximarse a ellos consiste en
establecer controles muy específicos vinculados con el ambiente inmediato.

Potencia

Para justificar sus servicios, el terapeuta debe poder ayudar al paciente a avanzar en la
dirección que éste desea. el terapeuta se aleja del momento en que habrá de producirse
ese cambio cuando, por carecer de conocimientos específicos, confío en que habrá algo en
la relación que hará que algo suceda; por el contrario, se acerca a ese momento cuando
está en condiciones de determinar los procedimientos que habrán de promover un cambio
veloz, en una forma que el paciente pueda experimentar directamente y los demás observar
con claridad. para cada paciente, muchos de los cambios producidos son un resultado
directo colateral de las relaciones terapéuticas. La relación terapéutica es una técnica pero
a la vez trasciende todas las técnicas. Sin embargo, el terapeuta tiene necesidad de
técnicas, procedimientos, experimentos, tretas, instrucciones y sugerencias que puedan
superar la inercia y promover el movimiento. El individuo que solicita una asistencia
específica tiene derecho a esperar que le sea brindada.
Una de las contribuciones fundamentales de la terapia gestáltica reside en el poder de sus
técnicas, que permiten alcanzar con gran rapidez niveles emocionales muy profundos. No
obstante, conviene advertir que la disponibilidad de técnicas poderosas tientan a abusar de
ellas; el terapeuta debe tener presente que tiene otras tareas importantes que cumplir.

Humanidad

La mayor importancia de la contribución como persona al proceso terapéutico por parte del
terapeuta es la autenticidad y la profundidad de la relación terapéutica. la humanidad del
terapeuta supone que se vea involucrado en la situación terapéutica: el interés y cuidado
por el paciente en un plano personal y afectivo; la disposición a compartir con él sus propias
reacciones emocionales directas o de transmitirles sus propias experiencias cuando sea
pertinente; su aptitud para advertir los tanteos del paciente en busca de una mayor
autenticidad, y brindarles apoyo y reconocimiento; por último su continua apertura a un
mayor crecimiento, que ha de servirle al paciente de modelo.

Compromiso
El proceso terapéutico exige un cierto número de compromisos. El terapeuta contrae un
compromiso con su profesión, con la exigencia concomitante de un desarrollo continuo de
su comprensión y capacidad. también contrae un compromiso con cada 1 de los pacientes
con los que trabaja. Por último, encontré un compromiso con la disciplina en su conjunto, a
la que deberá contribuir con sus investigaciones, trabajos escritos, actividad docente,
etcétera.
El compromiso requiere de interés y energía. La terapia gestáltica coloca el mayor acento
en el compromiso contraído por el terapeuta consigo mismo en cuanto atañe a su
involucración y entusiasmo en las tareas cotidianas del ejercicio del oficio.
En síntesis: muchos son los requisitos que debe cumplir un terapeuta que se propone
ayudar a los demás. La respuesta del terapeuta a estos requisitos lo implica como persona
total, incluidos su saber intelectual y aptitudes cognitivas, eficacia interpersonal, su
conciencia afectiva y sensibilidad personal, sus valores e intereses, y su experiencia vital.
Uno de los desafíos constantes y uno de los aspectos fascinantes de la terapia es, sin duda,
la variedad de exigencias que le plantea al terapeuta y el hecho de que requiera y provoque
la apelación de éste a todos sus recursos.

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