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PROGRAMA DE FONOAUDIOLOGÍA
CASO CLÍNICO #2
INTEGRANTES:
Sofía tiene 42 años de edad, fumadora y con dislipemia, hace 10 años sufre un ACV por
infarto de la Arteria Cerebral Media izquierda en toda su extensión, preservando áreas
corticales. Tras el ictus recibió atención en fase aguda durante un mes, siguiendo un periodo
rehabilitador hospitalario de siete meses. Presenta una minusvalía del 83 % (escaso apoyo
social).
Los sistemas de irrigación del Sistema Nervioso Central (SNC): Sistema Carotídeo y
Sistema Vertebro-basilar
El cerebro recibe irrigación sanguínea desde dos arterias carótidas internas y dos arterias
vertebrales; una de cada par se encuentra ubicada a cada lado del cuello. La arteria carótida
interna penetra en el cráneo por la base del cerebro, ramificándose en arterias más pequeñas y
en dos arterias más grandes: la arteria cerebral anterior y la arteria cerebral media, que irrigan
la zona anterior y media de la corteza. Las arterias vertebrales también penetran por la base
del cerebro, pero, allí se unen para formar la arteria basilar. Después de ramificarse en
arterias más pequeñas que irrigan al cerebelo, la arteria basilar da origen a la arteria cerebral
posterior, que irriga el lóbulo temporal medio y el lóbulo occipital posterior. (Kolb &
Whishaw, 2006).
Polígono de Willis
El polígono de Willis es una corona arterial que rodea al quiasma óptico, al tuber cinereum y
a la región interpeduncular; se forma por la anastomosis de las ramas de la arteria carótida
interna y las más anteriores de la arteria basilar. Este círculo arterial está constituido hacia
adelante por ambos segmentos A1 de las arterias cerebrales anteriores y por la arteria
comunicante anterior, hacia atrás por las arterias comunicantes posteriores, las cuales se unen
a las arterias cerebrales posteriores. Las arterias cerebrales anteriores siguen una dirección
anterior y medial hacia la cisura interhemisférica; en la región que se halla por delante del
quiasma óptico, estas dos arterias se unen por medio de la arteria comunicante anterior. En el
borde anterior de la protuberancia, la arteria basilar se bifurca formando las dos arterias
cerebrales posteriores. Las arterias comunicantes posteriores se originan de las carótidas
internas y se unen con las arterias cerebrales posteriores; ésta anastomosis entre las arterias
carótidas internas y las arterias cerebrales posteriores, permite una mejor irrigación de los
diferentes territorios cerebrales. (Pérez, 2002).
La Arteria Cerebral Media y su territorio de irrigación
La Arteria Cerebral Media (ACM) es la rama más grande de una de las dos ramas terminales
de la Arteria Carótida Interna ACI (la otra rama es la Arteria Cerebral Anterior), y hace parte
de uno de los dos sistemas de irrigación del Sistema Nervioso Central (SNC), a saber, el
sistema carotídeo. El otro sistema de irrigación del SNC es el vertebro-basilar, en el cual, las
arterias vertebrales se unen para formar el tronco basilar (Delgado, [Cutáneos], 2011). La
ACM, después de desprenderse de la ACI, se dirige hacia afuera y lateralmente para
introducirse en la profundidad del surco o cisura de Silvio. En consecuencia, esta arteria es
conocida también como arteria Silviana o arteria de Silvio.
Imagen de angiografía de la Arteria Cerebral Media y sus cuatro segmentos (Cárdenas, 2013.
Figura 6)
2. La división inferior se ramifica en: arteria parietal posterior, arteria angular, arteria
temporal posterior y arteria temporal anterior.
Imagen de angiografía de las ramas de la ACM (Cárdenas, 2013. Figura 7)
Las ramificaciones superiores vascularizan toda la región cortical motora y sensitiva según el
homúnculo: cara, mano y brazo; y las áreas perisilvianas que están constituidas por las
regiones frontales, temporales y parietales. Estas regiones están conectadas formando redes
neurales especializadas relacionadas con el lenguaje. Por su parte, la división inferior
vasculariza las radiaciones visuales, región de la corteza visual relacionada con la visión
macular y la neocorteza temporal (Escobar & Suárez, 2013).
Ramas anteriores: formada por la arteria orbitofrontal lateral, también llamada arteria
frontobasal lateral, que irriga la parte inferior del lóbulo frontal. Esta arteria es parte del
segmento M2 o insular. En su curso, la arteria orbitofrontal lateral pasa por delante en el lado
inferior y lateral del lóbulo frontal, y se distribuye a la circunvolución orbitaria e inferior, es
así como irriga el área cortical orbitofrontal (Cárdenas, 2013)
Ramas intermedias: Estas ramas las conforman las arterias precentral (prerolandica), central
(rolándica) y parietal anterior (Cárdenas 2013). La arteria precentral irriga las partes
posteriores de las circunvoluciones frontales media e inferior, así como las partes inferiores
de la circunvolución precentral. Por su parte, la arteria central irriga la circunvolución
precentral posterior y la porción inferior de la circunvolución postcentral. Finalmente, la
arteria parietal anterior irriga parte superior del giro postcentral, la parte anterior del lóbulo
parietal inferior y la parte anteroinferior de la lóbulo parietal superior.
Ramas posteriores: son las ramas formadas por la arteria parietal posterior, y la arteria
angular. La arteria parietal posterior irriga la parte posterior de los lóbulos parietales superior
e inferior, incluida la circunvolución supramarginal. La arteria angular irriga la
circunvolución angular, la circunvolución supramarginal, y la circunvolución temporal
superior posterior y el arco parietooccipital (Micheau, 2004).
Ramas inferiores: formada por la arteria temporal posterior y la arteria temporal media que
suministran las circunvoluciones temporales superior y media. Este ramo también está
formado por la arteria temporal anterior, que irriga las porciones polar y anterolateral del
lóbulo temporal (Cárdenas, 2013).
Después de que la Arteria Carótida Interna (ACI) se ha bifurcado dando sus ramos
terminales, la ACM empieza su recorrido lateralmente hacia la cisura silviana. Este segmento
M1 es el tronco principal de la cerebral media, y una lesión en él, provoca una afectación en
la extensión de la arteria (áreas frontoparietales y temporoparietales) bloqueando el flujo
tanto de las arterias penetrantes como las arterias corticales en todas sus ramificaciones; con
ello, se afecta un amplio territorio de la corteza cerebral provocando una afasia global. La
afasia global es una afectación severa del lenguaje, tanto en su expresión como en su
comprensión. Por ende, comprende la sintomatología tanto de la afasia de broca (afasia
expresiva), como de la afasia de Wernicke (afasia sensitiva), provocando gran dificultad en la
comunicación y afectación motora, generando comúnmente depresión en los pacientes; como
lo explica Muñoz, “el cuadro clínico clásico de la oclusión total es de hemiplejía
contralateral, hemianestesia y hemianopsia homónima con desviación de la cabeza y los ojos
hacia el lado de la lesión, con afasia global en las lesiones izquierdas y amorfosíntesis en las
lesiones derechas”(s/f). Con esta afectación, el paciente inicialmente suele presentar una
supresión completa de la emisión lingüística, pero con los días aparecen las automatizaciones
del habla (Vendrell, 2001).
Por otra parte, las lesiones en la división superior de la cerebral media que compromete las
arterias orbitofrontal lateral, frontal ascendente, precentral, central, y parietal anterior
producen alteraciones tanto motoras como sensitivas del homúnculo cara, brazo y pierna de
forma contralateral (Muñoz, s/f). En cambio, el daño en la división inferior que incluye las
arterias parietal posterior, angular, temporal posterior y temporal anterior, conduce a una
afasia de Wernicke (en el lado predominante del lenguaje, en las presentes consideraciones el
izquierdo), con la presencia o no de una ceguera bilateral (hemianopsia homónima). En el
hemisferio derecho se manifiesta con una incapacidad para lograr un reconocimiento
integrado de las diferentes cualidades de un objeto (amorfosíntesis) y negligencia visual,
entre otros.
Las áreas de Brodmann (AB) 44 (pars opercularis) y 45 (pars triangularis) “constituyen una
corteza asociativa motora que integra los aspectos activadores (límbicos) del lenguaje, los
aspectos semánticos (conexiones posteriores) y los aspectos de planificación motora”
(Etchepareborda, 2005) y están irrigadas por las arterias orbitofrontales (arteria frontobasal
lateral), la arteria del surco prefrontal y la arteria precentral (prerolándica) que forman parte
de la división superior de la ACM. Estas áreas son conocidas como el área de Broca y está
encargada principalmente de la expresión del lenguaje. Otras de las funciones de estas áreas
son la formulación lingüística, la programación verbal (morfosintaxis), la planeación y la
programación motora para la articulación que corresponde al habla (González & Hornauer,
2014).
El área de Broca está en estrecha relación con las áreas AB 46 (córtex prefrontal dorsolateral)
y 47 (Pars orbitalis) que también son irrigadas por las arterias orbitofrontales (arteria
frontobasal lateral) y por la arteria del surco prefrontal. Son las encargadas de la función
ejecutiva para iniciar la expresión oral y la motivación lingüística, además participan en el
proceso sintáctico.
Una lesión de la ACM en este territorio provoca una afasia de habla no fluente y pobremente
articulada, conocida como afasia de Broca, también llamada afasia expresiva. Esta afasia es
un trastorno en la secuencia del lenguaje (morfosintaxis), por lo tanto, el paciente presenta
expresiones cortas y agramaticales que son transmitidas con gran esfuerzo. Presenta además,
alteración tanto en el lenguaje espontáneo como en la repetición, así como también en la
denominación y la lectura en voz alta. Respecto de la producción de las series automáticas,
están son mayores que el lenguaje espontáneo. Se considera que la comprensión del lenguaje
no está alterada del todo, es decir, su comprensión es mayor a su producción, no obstante, no
es normal del todo, dado el compromiso de comprensión gramatical. La escritura está
severamente afectada.
Por otro lado, cuando la lesión de la ACM se presenta a nivel de la arteria central (arteria
rolándica), hay un compromiso exclusivo del área motora primaria, en la representación baja
y media del homúnculo de Penfield. Y ya que esta zona es quien permite la producción
motora del habla, su afectación provoca una disartria de origen cortical o central.
El área de Wernicke se encuentra adyacente y en íntima relación con el área auditiva primaria
AB 41 que se localiza en la primera circunvolución de Heschl. Esta corteza auditiva primaria
se encarga de la recepción de las aferencias (estímulo señal) de las vías auditivas ascendentes,
desde la parte ventral del cuerpo geniculado medial del tálamo, y las transforma en sensación
sonora (Gómez, 2016). La alteración de esta zona, provoca una hipoacusia central, esta
afectación se produce en menor frecuencia; en ella el estímulo auditivo llega a la corteza,
pero esta no es capaz de identificarlo y reconocerlo. El AB 41 puede o no, estar afectada en
la afasia de Wernicke.
La sintomatología de la afasia de Wernicke se produce con una gran variedad, que está
ligada a la topología del daño en los lóbulos temporal, parietal o incluso occipital, a la
combinación o exclusión de estos. Sin embargo, principalmente las manifestaciones de las
lesiones de la afasia Wernicke se consideran a razón de que esta corteza es una zona de
asociación auditiva y motora, por lo tanto, una alteración da como resultado la “disociación
entre el significado y el sonido de las palabras” (Quintanar, 2002). Por lo cual, aunque el
paciente pueda recibir los estímulos auditivos, no comprende lo que se le dice, por ello es
incapaz de seguir órdenes. No obstante, en algunos casos el paciente podría llegar a
comprender con información redundante y contexto de la misma, o en su defecto, por
imitación si no hay compromiso de otras zonas. También entre sus síntomas se encuentran la
alteración en la denominación, anomias y circunloquios. En la lectura puede presentarse
alexia y en la escritura agrafia. Respecto del habla automatizada, esta puede estar o no
comprometida. Los pacientes de este tipo de afasia presentan además anosognosia, debido a
que no son conscientes del cuadro de su lesión. Un trastorno asociado es la agnosia, en los
casos en que se encuentra comprometido en poca o gran medida las áreas visuales ubicadas
en el lóbulo occipital.
La afectación de la arteria parietal anterior, que irriga el surco postcentral, la parte anterior
del lóbulo parietal inferior y la parte anteroinferior del lóbulo parietal superior, da lugar a una
afasia de conducción. Afasia en la que se observa una relativa conservación del lenguaje
espontáneo pero con dificultades en la repetición. Muchos autores, entre ellos Wernicke
(Ardila, 2013), han relacionado esta afasia con una lesión del fascículo arqueado (o arcuato) a
nivel de la circunvolución supramarginal AB 40, asociándolo a una “desconexión” de la
comprensión del lenguaje (el área de Wernicke), con la expresión del lenguaje (área de
Broca); dado que este fascículo es considerado como el tracto conector bidireccional de estos
centros (motores y auditivos); y que además permite la repetición de palabras y enunciados
(González & Hornauer, 2014). En este tipo de afasia el lenguaje es fluente (aunque puede
también presentarse un lenguaje no fluido) pero con presencia de muchas parafasias
fonológicas, además de observarse una comprensión casi normal, y con alteraciones en la
denominación.
Por otro lado, las lesiones que se producen en las arterias parietales posteriores, que irriga la
parte posterior de los lóbulos parietales superior e inferior incluida la circunvolución
supramarginal, conducen a una afasia semántica. En algunos casos con alteraciones en los
campos visuales y apraxia. Por su parte, las afectaciones de las arterias angulares, que irrigan
la circunvolución angular AB 39, dan lugar a una alexia con agrafia, acalculia y confusión de
la lateralidad derecha-izquierda y agnosia digital (dificultad para distinguir los dedos de la
mano); este conjunto de déficit es conocido como afasia anómica o amnésica.
Las lesiones de la arteria temporal anterior, que irriga las porciones polar y anterolateral del
lóbulo temporal, se presentan “desintegración fonológica, jergafasia y "sordera pura a las
palabras" (Ardila & Ostrosky, 2012).
DE LA PATOLOGÍA: ANÁLISIS DEL CASO CLÍNICO #2
A continuación, se describirán brevemente los nervios que han sido evaluados en el caso
clínico de Sofía: óptico (II), trigémino (V), facial (VII), vestibulococlear (VIII),
glosofaríngeo (IX), vago (X), accesorio (XI) e hipogloso (XII); de los cuales se detallará
concisamente el recorrido, su respectiva función; y por ende, se determinará si dicho par
craneal se encuentra preservado o afectado en relación con las funciones o dificultades que
revela el estado de la paciente.
Las cintillas ópticas discurren hacia atrás y hacia fuera en relación con el hipotálamo,
alcanzan pedúnculos cerebrales y los recorren por fuera para tener dos terminaciones: algunas
descienden por los colículos superiores por debajo del pulvinar, para encargarse del reflejo
pupilar (Escobar & Pimienta, 2016. p. 418) y otras, siendo la mayoría de sus fibras, finalizan
en el cuerpo geniculado lateral del tálamo, donde se alojan las neuronas de tercer orden de la
vía de la información óptica. Los axones de los cuerpos celulares del núcleo geniculado
lateral forman la radiación óptica, la cual, entrará en el hemisferio en la parte más posterior
de la cápsula interna, transcurren por las profundidades de los lóbulos parietal y temporal y
terminan en la corteza calcarina del lóbulo occipital.
Así que, contemplando los signos de la paciente, se ve afectada la funcionalidad de las áreas
visual secundarias (AB 18 y 19), las cuales se encargan de integrar, procesan y almacenan en
bancos de memoria. Esto se evidencia al no poder identificar y reconocer el objeto en estudio
en el test de Boston y al no tener una huella de memoria e incorporar conocimientos ya
establecidos referentes a la memoria visual, para emplear en sus emisiones orales o escritas
de dictado. De modo que, el déficit recae en la integración de sentido y memoria visual, lo
que le proporciona un encarecimiento a nivel léxico- semántico. Siendo causado por la afasia
sensitiva que Sofía presenta. Sin embargo, no hay una exploración exhaustiva y evidente a
partir de los datos proporcionados en el componente visual, por lo tanto, se asume que la
agudeza visual ya fue evaluada con un oftalmoscopio.
El nervio trigémino se clasifica como un nervio mixto por poseer axones o fibras nerviosas
que proporcionan la inervación sensitiva general de las estructuras localizadas en la cabeza,
con excepción de la región occipital y retroauricular las cuales están inervadas por ramos del
plexo cervical y del nervio facial o VII par craneal; además el ramo mandibular (V3) del
nervio trigémino contiene fibras motoras (branquio motoras) originadas en el núcleo motor a
nivel de la protuberancia para los cuatro músculos estriados esqueléticos de la masticación y
para otros músculos estriados esqueléticos con funciones no masticatorias localizados en el
oído medio, velo palatino y región supra hioidea del cuello (Rivera, 2011).
Dermatomas de la piel facial y occipital. Fuente: Ahart et al. (s/f) usada en Rivera (2011, fig.
1).
El nervio trigémino se divide en tres ramas: oftálmica (V1), maxilar (V2) y mandibular (V3).
El nervio oftálmico (V1) corresponde a la primera división del V par craneal, contiene fibras
estrictamente sensitivas generales para inervar la piel y las mucosas de la región comprendida
entre el dorso de la nariz y el cuero cabelludo hasta el vértex. El nervio oftálmico se proyecta
en sentido anterior sobre la duramadre de la pared lateral del seno cavernoso y a este nivel se
divide en tres grandes ramos terminales: frontal, lagrimal y nasociliar (Rivera, 2011).
El nervio maxilar (V2) es estrictamente sensitivo y se proyecta hacia adelante sobre la pared
lateral de la duramadre del seno cavernoso por debajo del nervio oftálmico; ingresa a la fosa
craneal media a través del foramen redondo proporcionando la inervación en las meninges
supratentoriales de las fosas craneales anterior y media, además de la piel y mucosas de la
región comprendida entre el párpado inferior, la cavidad nasal y el paladar. Está formado por
la convergencia de 4 principales ramos nerviosos como el cigomático, infraorbitario, alveolar
superior y palatinos (Rivera, 2011).
El nervio mandibular (V3) se le conoce como la tercera rama del trigémino. Es mixto,
contiene las fibras motoras procedentes del núcleo motor del V, localizadas en la
protuberancia. Las fibras sensitivas corresponden a prolongaciones periféricas de las
neuronas sensitivas del ganglio trigeminal, penetran por el foramen oval acompañadas del
ramo motor y se localizan entre el músculo tensor del velo palatino y el pterigoideo medial
donde provee ramos meníngeos y el ramo para el pterigoideo medial. Posteriormente se
divide en dos troncos, uno anterior pequeño y uno posterior más grande. El primero da origen
a un ramo sensorial, el nervio bucal y varias ramas motoras, los nervios masetéricos,
temporal profundo y pterigoideo lateral. El tronco posterior, por su parte, provee los nervios
auriculotemporal, a través del cual se comunica con el nervio facial y el ganglio ótico, el
nervio lingual que recoge la sensibilidad de la mucosa de la lengua, el piso de la boca y las
encías inferiores y el nervio alveolar inferior, que desciende profundo al músculo pterigoideo
lateral para penetrar por el foramen mandibular al canal del mismo nombre; provee ramos
para los molares y premolares inferiores, los incisivos y el mentón (Escobar & Pimienta,
2016).
Se observa que la paciente no posee alteraciones sobre las estructuras inervadas por el ramo
oftálmico (V1) del trigémino. Por ejemplo, no presenta alteraciones relacionadas con dolor,
temperatura y tacto sobre la piel de la frente, el escalpo, las pálpebras superiores o la
superficie interna de los huesos nasales, etc.
Respecto a la rama maxilar (V2), no se encuentra lesión sobre ninguna de las estructuras
inervadas por ella. La sensibilidad que proporciona esta rama junto con la rama V3 se
encuentra intacta, esto se aprecia en la paciente, por ejemplo, por el buen sello labial que
puede efectuar, en donde la rama V2 proporciona sensibilidad al labio superior y la V3
proporciona sensibilidad al labio inferior, lo que le permite a la paciente darse cuenta cuando
tiene los labios sellados o no.
Acerca de la rama mandibular del trigémino, tampoco se observa alteración alguna por las
siguientes razones:
La paciente no presenta sialorrea (excesiva producción de saliva), por esta razón se deduce
que no hay lesión sobre el nervio auriculotemporal de la rama V3, el cual comunicándose con
el ganglio ótico conduce la información parasimpática postganglionar secretora que llega a la
glándula parótida. Igualmente las glándulas submandibular y sublingual reciben fibras
postganglionares parasimpáticas del ganglio submandibular a través del nervio lingual
(Dibildox, 2017) que pertenece a la rama V3 del V par craneal.
Se analiza que la paciente no tiene pérdida oral en la ingesta, ni tampoco se reporta que posea
dificultad para masticar, lo que quiere decir que no se evidencia daño o parálisis sobre la
inervación de los músculos de la masticación (temporal, pterigoideo medial, lateral y
masetero), los cuales intervienen en el proceso de deglución.
En relación a la disfagia (la cual no presenta la paciente), se puede encontrar una relación
funcional con dos músculos inervados por la rama V3 del V par, los cuales son el músculo
tensor del velo del paladar y el músculo milohioideo. Al deglutir, el paladar debe ascender
para empujar el bolo hacia abajo y que la comida no ascienda hacia la nariz, esto genera
contracción del tensor del velo del paladar y del elevador del paladar, del mismo modo que
abre las trompas de Eustaquio (Salesa, et al, 2005), por este lado se observa en el caso clínico
que el movimiento del velo del paladar es correcto, esto explica entonces que en parte, no se
encontró alteración en el músculo tensor. Por otro lado, el músculo milohioideo, que se
encuentran dentro de la clasificación de los músculos suprahioideos del cuello, además de
constituir el “piso de la boca”, también posee la función de elevar el hueso hioides durante
los procesos de fonación y deglución, pero, además junto con el vientre anterior del digástrico
y el genihioideo descienden la mandíbula en los fenómenos de la masticación y el habla
(Ruíz, 2002), por consiguiente, no se encontró una alteración directamente sobre dicho
músculo.
El nervio facial (par craneal VII) es un nervio mixto que se encarga tanto de mandar órdenes
a músculos de la cara dedicados a crear expresiones faciales, como a las glándulas lagrimales
y salivales. También recoge datos gustativos de la lengua.
Las fibras motoras para los músculos mímicos se originan en el núcleo motor del
nervio facial. En su recorrido realiza un arco al núcleo del nervio motor ocular
común (rodilla interna del nervio facial). Las fibras motoras secretoras parasimpáticas
en el núcleo salivatorio superior y las fibras sensitivas se originan en los cuerpos de
las neuronas sensitivas primarias pseudomonopolares localizadas en el ganglio
geniculado. (Regional, 2019)
El núcleo motor del VII par craneal se identifica una organización somatotópica, en la
cual, las neuronas que inervan los músculos de la parte superior de la cara, es decir,
del párpado superior hacia arriba, están localizadas en el tercio superior del núcleo,
mientras que las neuronas motoras que inervan el párpado inferior hacia abajo están
localizadas en los dos tercios inferiores del mismo. La inervación cortical para la
porción superior es de origen bilateral, mientras que el control de la porción inferior
es contralateral.
Por otra parte, el nervio facial está constituido por cuatro componentes: sensibilidad especial,
sensibilidad general, componente motor voluntario y componente motor involuntario. Su
porción principal inerva los músculos mímicos, por lo que su lesión provoca parálisis facial;
su porción menor - el nervio intermedio - contiene fibras del gusto para la mucosa de los dos
tercios anteriores de la lengua y fibras secretoras (parasimpáticas) para las glándulas lagrimal,
de la mucosa nasal, bucal y las salivales, menos la parótida. (Regional, 2019)
En la paciente se observó una lesión del VII par craneal (facial) a nivel supranuclear (central)
que comprometen las fibras del tracto corticonuclear y corticorreticulares que se proyectan en
las neuronas reticulares, las cuales a su vez, descargan sobre células del núcleo facial y
producen una acentuada parálisis contralateral de los músculos de la mímica en la mitad
inferior de la cara, particularmente en la región perioral. Los músculos de la mímica de la
región facial superior relacionados con el arrugamiento de la frente, fruncimiento del
entrecejo y cierre de los ojos, no están afectados (González, 2014). La explicación aceptada
de esta parálisis de la neurona motora superior, es que fibras corticonucleares que se
proyectan a la parte superior del núcleo facial (inervando los músculos de la mímica de la
parte superior de la cara y de la frente) son bilaterales, mientras que proyecciones a la parte
inferior (que inervan los músculos de la mímica de la parte inferior del rostro) son
contralaterales (Regional, 2019). Una de las maneras en que se logra determinar el estado
funcional de los nervios y músculos faciales, es a través de estudios electrofisiológicos.
“La electroneurografía (ENoG) es útil en la configuración de la parálisis facial. Involucra la
estimulación eléctrica del nervio facial en el foramen estilomastoideo y mide la respuesta
motora en el pliegue nasolabial. La respuesta obtenida de la estimulación del lado normal se
compara con la del lado paralizado” (Papponetti, 2019).
El nervio vestibulococlear tiene dos porciones; una porción la conforma el nervio coclear
(parte lateral del nervio) y la otra porción, el nervio vestibular. El nervio coclear, tiene
origen en los ganglios espirales localizados en el canal espiral del modiolo. En el ganglio
existen células bipolares y monopolares; siendo las primeras, las de mayor cantidad y las
que dan lugar a fibras que recogen información de las células ciliadas internas y ramas
centrales que inervan a los núcleos cocleares. Y las segundas, se relacionan por el
contrario, con las células ciliadas externas; pero no se consideran esenciales en la
transmisión de la sensación auditiva (Escobar & Pimienta, 2016).
El nervio vestibulococlear ingresa por el poro del meato acústico interno; las fibras
ingresan al tallo cerebral por el origen aparente en el ángulo pontocerebeloso y terminan
en los núcleos cocleares, dorsales y ventrales. Así, los núcleos cocleares dan lugar a
proyecciones bilaterales que mientras ascienden, se hacen ventrales y alcanzan los cuerpos
trapezoideos, éstos reciben aferentes auditivos y junto a las fibras de los núcleos cocleares,
dan lugar al lemnisco lateral. En el lemnisco, hay conjuntos de neuronas extendidas entre
los cuerpos trapezoideos y los colículos inferiores. Los colículos inferiores por su parte,
están conformados por los núcleos: central, dorsal, dorsomediano y lateral. Los colículos
inferiores se proyectan a los núcleos geniculados mediales del tálamo, en donde la porción
medial recibe conexiones del núcleo lateral. Los núcleos geniculados mediales se
proyectan al área primaria de la audición (AB 41 y 42), con los tonos altos representados
en la profundidad y los bajos más superficialmente. Siendo así, la vía auditiva hasta la
corteza esencialmente bilateral. Luego, las áreas primarias auditivas se proyectan a las
áreas asociativas AB 22 y 21 (Escobar, & Pimienta, 2016)
La otra porción del VIII par craneal, es el nervio vestibular, que parte de los receptores
vestibulares de las máculas del sáculo y el utrículo, sensibles a la aceleración lineal, y de
las crestas ampulares de los conductos semicirculares que captan los movimientos
angulares. Las fibras nerviosas que recogen su información son prolongaciones periféricas
de las primeras neuronas, localizadas en el ganglio de Scarpa. Las prolongaciones
centrales de estas neuronas salen del peñasco del temporal a través de los cuadrantes
posteriores del conducto auditivo interno y, junto al nervio coclear, forman el nervio
vestibulococlear que entra en el tronco del encéfalo a través del trígono pontocerebeloso,
la parte más lateral del surco bulboprotuberancial. Luego, dichas fibras transmiten hasta
los núcleos vestibulares del suelo del 4° ventrículo (núcleos de Deiters y Bechterew) que
establecen contacto con vías cerebelosas y vías reflejas subcorticales (Rodríguez, & Smith,
2003).
Es así, como se deduce que no presenta problemas a nivel del volumen de la endolinfa,
que pueda afectar a la membrana laberíntica. El compromiso de los hemisferios cerebrales
raramente produce vértigo, con excepción de las convulsiones parciales complejas de
origen temporal que producen vértigos y mareos como síntomas de descargas
epileptogénicas (Escobar & Pimienta, 2016).
En este caso en particular, cuando se habla de que la paciente presenta un habla con
numerosas parafasias neológicas, y una combinación arbitraria de varios fonemas (/a/,
/e/, /o/, /u/, /p/, /m/, y /n/), se evidencian estos signos como una desestructuración al
lenguaje interno, repercutiendo así, de forma inconsciente (Sofía demuestra frustración al
no lograr hacerse entender, y parece no darse cuenta de su déficit), sobre el lenguaje
expresivo del paciente; características que dirigen su estado hacia una afasia de Wernicke,
ya que, presenta equivocaciones de fonemas, sílabas o palabras completas (parafasias y
neologismos) que originan una auténtica jerga propia, que sólo conoce la paciente.
Además, la afasia también se demuestra en la escritura (agrafia), y en la incapacidad de
seguir un dictado porque no logra seguir órdenes complejas. La paciente no logra seguir
órdenes complejas, precisamente porque la alteración del área de Wernicke da lugar a una
agnosia auditiva referida al lenguaje «escuchado» por fallo de la percepción y la
imaginación de los sonidos verbales. Es una sordera psíquica, en cuanto que la paciente
oye pero no entiende lo que oye, sobre todo cuando se le habla con rapidez, con frases
largas y complejas gramaticalmente, o con mucho ruido de fondo. (Rodríguez & Smith,
2003).
Este nervio pertenece al grupo de pares craneales bajos y es también llamado nervio
complejo. Su origen aparente es por el surco retroolivar del bulbo raquídeo, en medio del
nervio vestibulococlear y el nervio vago. Posee fibras motoras, sensitivas, sensoriales y
parasimpáticas distribuidas en tres componentes sensitivos aferentes y dos componentes
motores eferentes.
3. Componente sensitivo visceral: Recibe información proveniente del seno carotídeo, sus
fibras ascienden para hacer sinapsis en el ganglio glosofaríngeo inferior, alcanza al bulbo
raquídeo para descender por el tracto solitario y terminar en el núcleo solitario, allí se une
con el núcleo dorsal de nervio trigémino (V para craneal) para realizar procesos de
regulación de la presión arterial (Escobar & Pimienta, 2016). (Flórez, 2020).
2. Componente motor involuntario: Sus fibras tienen origen en el núcleo salivatorio inferior,
sus neuronas preganglionares parasimpáticas llevan sus axones para hace sinapsis hasta el
ganglio ótico. Posteriormente las fibras posganglionares inervan la parótida ejerciendo
dominio secretomotora. El núcleo salivatorio inferior recibe aferencias del núcleo solitario e
hipotálamo por el fascículo longitudinal dorsal para promover la producción de saliva
(Escobar & Pimienta, 2016). (Flórez, 2020).
El nervio glosofaríngeo rara vez se lesiona solitario, pero cuando se ve comprometido se nota
una afectación evidente en la pérdida de sensibilidad del tercio posterior de la lengua y pared
posterior de la laringe; además, pérdida del reflejo nauseoso y del gusto en el tercio posterior
de la lengua. No es frecuente que se presente disfagia debido a la salvación de los otros
músculos faríngeos, pero cuando se lesiona en conjunto con el nervio vago (X par craneal), se
presenta parálisis del velo del paladar y de las cuerdas vocales y disfonía. (Micheli &
Fernández, 2011). En el examen clínico, al explorar la cavidad oral se puede observar
desviación de la úvula hacia el lado no afectado cuando el paciente dice “aaaaah” (Fejerman
& Fernández, 2011).
Analizando los signos y síntomas en el caso de la señora Sofía, no se evidencia lesión del
nervio glosofaríngeo, pues no presenta alteraciones de los componentes sensitivos, ni motores
que tienen inervación de este nervio.
Es el efector neural más predominante del sistema nervioso parasimpático, ya que comprende
el 75% de todas sus fibras nerviosas. Surge en el bulbo raquídeo y avanza hacia el foramen
yugular. Presenta 5 tipos de fibras: fibra sensorial general, fibra sensorial especial, fibra
motora visceral, fibra sensitiva visceral y fibra motora braquial (Guzmán, 2020).
Con respecto a la fibra sensorial general que es la que permite el paso de información de
partes del oído y la duramadre dentro de la fosa craneal posterior, no presenta ninguna
afectación porque en el caso clínico descrito, no demuestra signos relacionados con
alteraciones de la percepción del dolor, calor o temperatura. En cuanto a la fibra sensorial
especial, encargada de transmitir información para el gusto del paladar y la epiglotis
(cartílago fibroso que cierra la entrada de la laringe durante la deglución), tampoco se
encuentra afectada, ya que, debido a la exploración clínica, la paciente no tiene problemas
para la deglución y degustación.
Las ramas faríngeas del nervio vago, se encuentran conservadas ya que la paciente no
presenta disfagia (dificultad para tragar) o un cierre incompleto de la buco-faringe y la
nasofaringe. A su vez las ramas laríngeas si se lesionan ocasionarían una parálisis del
músculo cricotiroideo y voz débil, lo cual no se encontró en la paciente, ya que, es capaz de
realizar intencionalmente un uso adecuado de las inflexiones de la voz (cuerdas vocales) y un
correcto manejo de la intensidad de la misma para transmitir información. De la misma
manera manera, si existiera una lesión en el nervio laríngeo recurrente hubiera parálisis de
cuerdas vocales, disfonía y voz ronca, lo cual tampoco se encontró en la exploración clínica.
El nervio vago, también ayuda a regular los latidos del corazón (frecuencia cardíaca),
mantener el tracto digestivo en buen funcionamiento, contrayendo los músculos del estómago
y los intestinos para ayudar a procesar los alimentos. (EcuRed, 2019), lo cual no está
comprometido en el caso clínico descrito.
Las neuronas motoras que llegan a los músculos espiratorios se inhiben cuando se activan
aquellas que inervan a los músculos inspiratorios y viceversa. Aunque los reflejos espinales
contribuyen a esta inervación recíproca, ésta se debe sobre todo a la actividad de las vías
descendentes. Los impulsos de dichas vías excitan a los agonistas e inhiben a los
antagonistas. (Kim, et al, 2013). Por tanto, el área afectada por la cual la paciente es incapaz
de mantenerse en apnea, se encuentra ubicada en la corteza motora primaria (M1, localizada
en la circunvolución pre-central y en el giro paracentral anterior de la superficie medial del
cerebro) (Brodmann, 1903). Porque al estar irrigada por la arteria cerebral media que está
lesionada, la corteza motora primaria ya no es capaz de transmitir información para generar
movimientos simples de partes individuales del cuerpo. Entonces, al pedirle que realice
apnea, los movimientos se vuelven voluntarios, puesto que son iniciados conscientemente en
la corteza motora y en la corteza de asociación, que planean la actividad, coordinan su
secuencia, hacen decisiones sobre las estrategias apropiadas para el comportamiento y
evalúan lo correcto de una actividad particular, mandando órdenes a los grupos apropiados de
moto-neuronas en la médula espinal para ejecutar la actividad deseada.
Por otra parte, el nervio espinal nace de la asta anterior de los cuatro primeros segmentos de
la médula cervical (Escobar & Pimienta, 2016). Una vez fuera de la cavidad craneal, se
divide en dos ramas: una interna la cual contiene fibras de origen bulbar y termina uniéndose
al ganglio plexiforme del vago, y otra externa, la cual desciende a través del espacio
maxilofaringeo, terminando por inervar a los músculos esternocleidomastoideo y trapecio.
(Gutiérrez, et al, 2011).
En el caso clínico no se evidencian signos como los mencionados anteriormente, que den
cuenta que el nervio accesorio esté afectado. En consecuencia, sigue activa la inervación de
los músculos faríngeos, preservando así su participación en la deglución.
Sus fibras continúan hacia el canal hipogloso y abandonan el cráneo; a su salida se ubican en
el espacio laterofaríngeo, se dirigen hacia los músculos extrínsecos de la lengua a los que
inerva (músculo geniogloso, estilogloso, hiogloso y palatogloso), y finalmente alcanzan los
músculos intrínsecos (longitudinal superior e inferior, transverso y vertical). El núcleo del
hipogloso está bajo la influencia de fibras corticonucleares, esencialmente bilaterales y fibras
que provienen de otros núcleos del tallo cerebral incluyendo la formación reticular. (Escobar
& Pimienta. 2016. p 325).
Durante su trayectoria una rama del plexo cervical se le une, la cual conduce información de
fibras motoras de los nervios espinales C1 y C2, el nervio desciende hacia adelante
situándose medial a la yugular interna y lateral a la carótida interna y nervio vago, rodea la
carótida externa para posteriormente situarse en el ángulo de la mandíbula, donde se dividirá
en varias ramas (meníngea, raíz superior del tirohioideo, hiogloso, estilogloso y genihioideo),
posterior al ramo genihioideo se originan las ramas terminales.
Explorando el nervio hipogloso (motor para la lengua), es notable que este, como
consecuencia de la afectación en el A.B. 4, ubicada en el lóbulo frontal en el giro precentral,
se ve ligeramente afectado, manifestándose de tal forma que la lengua está en posición
ligeramente hipotónica además de presentar dificultad leve para afilar el ápice lingual. Dicha
lesión se da a nivel central donde se ven afectadas las fibras que unen la corteza cerebral con
el nervio XII. Dicha lesión se refleja en sus ramas terminales o nervios linguales, los cuales
inervan los músculos intrínsecos de la lengua, entre ellos, el músculo longitudinal inferior,
encargado de retraer la lengua.
Al observar la lengua de la paciente se puede notar que esta descansa en posición ligeramente
hipotónica (en posición avanzada o interdental, es decir, la lengua se interpone entre los
incisivos en la parte frontal o lateral).
Por otro lado, no se tiene evidencia que el nervio hipogloso haya sido afectado en sus otras
ramificaciones. No se identifica la presencia de otras atrofias de articulaciones, asimetrías o
desviaciones de la línea media, que puedan generar mayor dificultad en la articulación de las
palabras.
Exploración
En cuanto al lenguaje
Presenta un habla fluida ininteligible, con La paciente presenta una lesión en el área
numerosas parafasias neológicas secundaria asociativa del lenguaje (AB 22),
caracterizada por la combinación arbitraria que ocupa la mayor parte de la superficie
de los fonemas / a/ , / e/ , / o/ , / u/ , / p/ , / del giro temporal superior y se extiende en
m/ y / n/ el labio inferior de la cisura lateral en el
denominado plano temporal hasta alcanzar
el lóbulo parietal. Esta región está
relacionada directamente con el área de
Wernicke; la cual es esencial para la
compresión de las palabras oídas e influye
en la decodificación auditiva del lenguaje.
En este caso, al estar afectado el hemisferio
izquierdo (dominante para el lenguaje), la
lesión suprime el sentido de las palabras ya
que el sujeto no comprende lo que oye,
cometiendo muchas faltas al hablar porque
no comprende lo que habla. Por lo que se
explica la incapacidad de la paciente para
comprender el lenguaje y comunicarse
verbalmente (habla fluida pero
ininteligible); ya que sus oraciones carecen
de sentido al estar compuestas de
abundantes parafasias neológicas y
combinación de fonemas.
Acompaña sus emisiones con un amplio Los gestos en el lenguaje son funciones,
repertorio de gestos que implementan el que al igual que la prosodia, están
mensaje que intenta transmitir. gestionados por el área 44 AB del
Hemisferio Derecho (HD); por lo tanto, la
paciente al no tener afectación de la corteza
cerebral del lado derecho, puede usar el
repertorio de gestos en la transmisión de
mensajes (González & Hornauer, 2014).
Comprensión auditiva
Capaz de seguir algunas órdenes muy La paciente presenta una lesión a nivel
sencillas y contextualizadas, pero fracasa cortical y no a nivel del nervio; pues está
en el seguimiento de órdenes complejas. afectada el área secundaria asociativa del
lenguaje (AB 22), que ocupa la mayor parte
de la superficie del giro temporal superior y
se extiende en el labio inferior de la cisura
lateral en el denominado plano temporal
hasta alcanzar el lóbulo parietal.
Dicha área, en su extensión hacia el lóbulo
parietal en el plano temporal, se relaciona
con el lenguaje ideatorio; el cual permite
tener la capacidad para comprender el
lenguaje y comunicarse verbalmente.
Además, se ve afectada el área auditiva
terciaria (21 de Brodmann), la cual se
encarga de la interpretación final de los
sonidos, en relación directa con el pliegue
curvo, área de asociación sensorial.
Esta área está lesionada y se evidencia en la
paciente; porque aunque es capaz de
realizar órdenes simples, tiene dificultad
para recibir y ejecutar órdenes complejas.
Ya que, aunque inicialmente sea capaz de
tener recepción de estímulos auditivos (área
no lesionada); no es capaz de interpretarlos
porque no los comprende (el lenguaje
ideatorio ha sido afectado).
Denominación
Habla automatizada
Escritura
CONCLUSIÓN
Se concluye que los signos, que se evidencian en la evaluación que se le hace a Sofía,
muestran claramente un compromiso cortical relacionado con las áreas asociativas de la
comprensión del lenguaje, lesión denominada afasia de Wernicke. Esta abarca una afectación
tanto de las AB 22 y 42 en la primera circunvolución del lóbulo temporal posterior, como
también las áreas relacionadas en su papel asociativo: el área auditiva terciaria AB 21, la
circunvolución angular AB 39 y el giro supramarginal AB 40.
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