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DESENGAÑOS AMOROSOS (MARÍA DE ZAYAS)

Las novelas cortas de María de Zayas

Marco y novelas

María de Zayas publica dos colecciones de novelas cortas, cada una compuesta de diez
novelas. El marco es el siguiente: un grupo de amigos y amigas se reúne para acompañar a Lisis
en una convalecencia de unas fiebres y deciden entretenerse, durante cinco noches,
contándose novelas. A los relatos se añaden bailes, músicas e incluso alguna representación
dramática. La autora intenta conferir mayor densidad al marco añadiendo una pequeña trama
que corre paralela al desarrollo de los saraos (primera parte): los amores no correspondidos de
Lisis y don Juan, la aparición de don Diego, pretendiente de Lisis, su discusión con don Juan
(puesto que este, aunque prefiere a Lisarda, no quiere perder el amor de Lisis) y la promesa de
matrimonio entre Lisi y don Diego.

En la primera parte de los “Desengaños”, el narrador de cada novela condiciona el tema de


esta. Las mujeres suelen relatar historias que muestran la constancia en el amor de las mujeres
y la necesidad de vengarse si han sido engañadas. Las contadas por los caballeros son de tema
y tono más variado e incluso en una de ellas la mujer engaña al hombre. En la segunda parte,
la relación entre la historia narrada y el carácter del personaje del marco que la cuenta es
escasa (a excepción de la novela nueve, que es narrada por la única religiosa del grupo, doña
Estefanía y es un relato hagiográfico). Pero en esta parte la unión entre marco y novelas es
mayor que en la Primera, los relatos inciden en el comportamiento de los personajes del
marco: los desengaños narrados por don Diego convencen a Lisis a renunciar al casamiento y a
optar por la vida en un convento. Así, Zayas convierte a los personajes del marco en primeros
destinatarios del mensaje que quiere transmitir a sus lectoras.

Zayas evita el término “novelas”, llama a sus relatos “maravillas” en la primera parte y
“desengaños” en la segunda. El término “novela” estaba en ese momento en todas partes y
parecía ya aburrir al público.

Zayas pone todo su esfuerzo en acrecentar la apariencia de veracidad de sus obras, pues solo
así podrá lograr la admiración del lector. Se propone crear una impresión de veracidad
situando sus novelas en un marco geográfico familiar para los contemporáneos, introduciendo
costumbres de la época, aludiendo a personajes o acontecimientos históricos. También insiste
en la autenticidad de sus relatos, explica cómo llegaron a oídos de sus narradores y añade, en
numerosas ocasiones, que alteró parcialmente los nombres al tratarse de familias nobles y
conocidas. Incluso, en ocasiones, omite ciertos detalles porque el personaje que,
supuestamente, transmitió la historia no pudo conocerlos. Incluso los elementos más
fantásticos se intentan justificar. No era increíble para los contemporáneos el pacto con el
diablo; la creencia en agüeros; la magia o los prodigios como la telepatía; o la muerte que
habla para dar avisos. En unos casos los hechos de magia son presentados como supercherías,
o utilizados, sin dar muchas explicaciones, porque el relato así lo requiere en otros se explican
apelando a que Dios permite la participación diabólica.
El “realismo” de María de Zayas

El “realismo” actual no es igual que el “realismo” de la época de Zayas. En el S. XVII podían


resultar verosímiles las aventuras de Estela en El juez de su causa (primera parte) porque el
tema de la mujer disfrazada de hombre era frecuente en la literatura del momento e incluso
hubo una autobiografía de una monja que escapó del convento para hacerse soldado. Per no
es la realidad la que interesa a los autores de novelas cortas del XVII salvo pequeños detalles
que permiten acercar la obra al lector y favorecer la identificación con la aventura vivida por
los personajes.

Es interesante, en ese sentido, el uso que hace María de Zayas de las descripciones. Cada
novela transcurre en una ciudad distinta de la Corona española, pero no tiene la autora ningún
interés en describirlas. Tampoco existe interés por el paisaje o la naturaleza, estas obras son
esencialmente urbanas, igual que su público. A nadie interesaba “fotografiar” la realidad. Las
escasas descripciones de sus novelas tienen un sentido distinto, buscan destacar un elemento
esencial para la orientación que da la autora a su relato, pero no mostrar un objeto cotidiano.
Por ejemplo, la descripción de las “ásperas peñas de Monserrat” ponen de relieve la fuerza del
amor que ha conducido a tan inhóspito lugar a Jacinta.

La descripción de la sala y la ropa que llevan los personajes también se hace con un fin,
despertar la admiración por las riquezas de los adornos y resaltar el valor simbólico de algunos
elementos como los colores de los vestidos de los protagonistas que muestran sus
inclinaciones amorosas y anuncian su conducta: Lisis despreciando los adornos y vestidos que
le ha enviado don Diego y vestida de blanco, muestra su decisión futura de entrar al convento.

En diversas ocasiones la descripción intenta destacar un hecho, objeto o idea por medio del
contraste: la belleza de la inocente y maltratada Elena contrasta con la fealdad de la malvada
negra. En ocasiones puede hablarse incluso de técnica grotesca.

Tampoco interesa a la autora trazar individuos perfectamente perfilados. Sus personajes están
supeditados a la acción, pero Zayas destaca por su habilidad para pintar con fuerza ciertos
estados anímicos, especialmente el carácter irresistible de la pasión amorosa o el desencanto
de la mujer enamorada descuidada por el marido.

María de Zayas sigue las tendencias de su tiempo, pero desarrolla considerablemente la


estética de la admiración, por eso le interesa lo extraordinario y no rehúye, sino más bien al
contrario, busca lo extraño y lo desagradable.

Pluralidad de acción

La diversidad de peripecias dentro de un mismo relato se entendía como un enriquecimiento


del mismo. María de Zayas muestra particular predilección por esta pluralidad de acción. Casi
todas sus Novelas ejemplares y amorosas incluyen, al menos, dos sucesos diferentes aunque el
relato aparentemente no lo necesite. En los Desengaños es algo menor la tendencia a
acumular incidentes o a duplicar la acción, pero no desaparece. En Tarde llega el desengaño
antes de contar la historia de don Jaime con Elena, se relatan las aventuras en Flandes de
Jaime con Madama Lucrecia. En La inocencia castigada vemos cómo don Diego cree poseer a
doña Inés, gracias a la superchería de una tercera, y cómo logra poseerla con las malas artes
del nigromante. Y así en varios “desengaños” más.
Relatos de desengaño

Si María de Zayas acepta muchas de las convenciones de la novela corta de su tiempo, quiebra,
en cambio, uno de los tópicos más persistentes en la literatura de gran divulgación de la época
(la comedia y la novela): la del final feliz. Solo dos de sus veinte novelas terminan con un
matrimonio feliz, las dos de su Primera parte, y otras tres (también de la primera parte)
terminan con una boda con un nuevo pretendiente tras un profundo desengaño. La mayoría
de sus protagonistas acaban huyendo del mundo y huyendo a un convento o muriendo
(especialmente en los Desengaños). Se podría decir que en la Primera parte, la autora se
propone aleccionar a las mujeres y prevenirlas de los engaños masculinos, pero en ella se deja
llevar mucho más por deseo de narrar historias entretenidas mientras que esta tendencia
triunfa plenamente en la Segunda parte.

Novelas de amor

El amor es, en teoría, el motor esencial de sus novelas. No ahorra detalles para describir todos
los elementos del cortejo amoroso: paseos por la calle, serenatas nocturnas, regalos a criados
para conseguir su complicidad… El amor surge imponiéndose a la voluntad, sin que nada pueda
resistirle. El amor contrariado acarrea con frecuencia la enfermedad del que lo sufre (puede
acabar en suicidio o búsqueda de la muerte). Las mujeres son particularmente activas en
cuanto al amor se refiere. No rehúsan recorrer el mundo, bajo disfraces masculinos o de
esclava para buscar al amante infiel, sobre todo si han sido deshonradas. La autora defiende
en uno de sus “desengaños” (Amar solo para vencer) la teoría del amor platónico, que parece
presentar como su ideal. Sus novelas tienen un fuerte componente erótico, lo que les da cierto
aire de novedad y autenticidad.

María de Zayas presenta al amor de sus protagonistas como una pasión arrolladora, a la que
nada puede detener. Las mujeres acceden fácilmente, pese a la importancia que tiene para
ellas el sentimiento del honor, a las solicitudes de sus pretendientes bajo promesa de
matrimonio. María de Zayas parece intuir la fuerza de la pasión, pero, al mismo tiempo lanza
sobre ella una mirada desengañada: en los hombres es solo un deseo que una vez satisfecho
deja de interesarles; únicamente las mujeres son indefectiblemente fieles y tenaces en sus
sentimientos, pero en cierta medida actúan movidas por su sentido del honor (La esclava de su
amante).

Tras la galantería mundana, María de Zayas descubre un mundo de engaños que acabará en el
desencanto. Este profundo pesimismo da a sus obras una fuerza superior a la de la mayoría de
sus contemporáneos. Tras la fachada galante y agradable del amor se oculta un sentimiento
egoísta y una búsqueda de placer por parte de los hombres.

Una feminista pionera

Su deseo de desengañar a las mujeres y de defender su buen nombre explica que María de
Zayas haya sido considerada, como sor Juana Inés de la Cruz, como una defensora temprana
de las tesis feministas. La cuestión feminista en aquel momento presentaba dos facetas
esencialmente: el derecho de la mujer a la cultura y la libertad para elegir marido.
El principal deseo de María de Zayas es defender la honra de las mujeres. De ahí que insista en
su constancia en el amor. Reprocha a los hombres denigrar a las mujeres sistemáticamente y,
por unas que yerran, condenar a todas. Quiere mostrar que, incluso muchas de las que
mueren por adulterio, no son sino víctimas de equívocas apariencias. Reprocha, por otra parte,
a los hombres se causantes del mal a las mujeres.

Tras defender el buen nombre de las mujeres reclama para ellas el beneficio de la cultura,
considerada en general inútil para la misión que de ellas esperaba la sociedad por los
moralistas. Declara en repetidas ocasiones que las almas no tienen sexo, por lo que, si los
hombres niegan el derecho a la cultura e incluso a la espada a las mujeres por temor a la
competencia. También reprocha a los hombres haber afeminado a las mujeres más de lo que
la naturaleza las afeminó, dándoles bordados en lugar de armas. Con ello, María de Zayas
quiere que las mujeres posan las aptitudes físicas necesarias para defender por sí mismas su
honor, sin verse sometidas a la violencia masculina, como lamenta Isabel en La esclava de su
amante.

Con respecto a la libertad para elegir marido no está clara la postura de Zayas. En Mal presagio
casar lejos doña Blanca no rechaza el marido que le proponen, sino únicamente casarse sin
tener de él un conocimiento previo. Por otra parte, Laurela, la única de sus heroínas que elige
su matrimonio claramente, contra el parecer de su padre, es burlada (Amar solo por vencer).
La autora protesta, en cambio, por el abandono que sufren, por parte de sus maridos, las
mujeres casadas, viendo en ello el origen de toda infidelidad femenina.

Cree en las aptitudes de las mujeres. Presenta heroínas capaces de vengar por sí mismas sus
afrentas; decididas a perseguir a sus amantes o maridos (La esclava de su amante). Si las
heroínas de la Segunda parte (salvo Isabel) dan impresión de mayor pasividad, se debe a que
en estas novelas se propone defender el buen nombre de muchas injustamente castigadas y
sobre todo mostrar la crueldad masculina.

Las ideas que defiende María de Zayas no son novedosas, ya había habido otras mujeres y
otros autores varones que habían participado en estos debates. Pero, en cualquier caso,
constituyen una posición personal muy interesante de una protesta temprana que insiste en
que las mujeres tienen las mismas capacidades que los hombres y reclamando sus derechos.
Estas ideas se tienen que poner en relación con otros aspectos del pensamiento de la autora,
como su profundo aristocratismo y su añoranza del pasado (en el que creía que la situación de
la mujer había sido mejor).

Aristocratismo y añoranza del pasado

María de Zayas defiende el más estricto código del honor, defiende el buen nombre de las
mujeres porque cree férreamente en el principio de la honra, de lo contrario su alegato
perdería mucha fuerza. El honor tenía mucha importancia en el S. XVII español. Era
esencialmente un concepto social más que moral: dependía de la opinión de los demás y era
particularmente exigente con las mujeres. María de Zayas opta por una postura intransigente,
pero consciente de que el honor reposa sobre la opinión ajena, la novelista propone como
solución la venganza silenciosa, a ser posible a manos de la propia mujer (en ello reside su
originalidad), e incluso el ocultamiento del hecho. El honor es para María de Zayas patrimonio
de la nobleza.
Tiene los ojos puestos en el pasado, añora un mundo caballeresco (creado por la literatura en
realidad), en el que los hombres honraban y servían a las damas, y conservaban su espíritu
guerrero. Nada de eso encuentra a su alrededor. Cuanto ve es engaño y decadencia. Sobre
todo, su pesimismo es patente en la parte segunda de sus novelas. Reprocha en ella a los
nobles su pérdida de la afición a las armas, mientras malgastan su tiempo en aventuras
amorosas y paseos por el Prado. La nobleza ha perdido sus mejores cualidades y la autora
desdeña a la burguesía que intenta apropiarse de prerrogativas nobles, como el uso del “don”.

A veces, las convenciones literarias la arrastran a adoptar actitudes contrarias a sus más
íntimos sentimientos. En sus novelas, e incluso en el marco, presenta en general buenas
relaciones entre criados y señores. Pero cuando deja salir su propia voz, los presenta como dos
mundos totalmente contrapuestos, cuyas relaciones están marcadas por la desconfianza.

Su visión del mundo es esencialmente pesimista. No es extraño que una persona


perteneciente a la nobleza cifrase la decadencia que la rodeaba en una pérdida de las virtudes
de heroicidad y respeto a las damas y que centrase sus anhelos en la época que, para los
contemporáneos, era la de la grandeza española (los tiempos de los R.R.C.C., Carlos V y Felipe
II). Esto suponían la defensa a ultranza de los valores que se relacionaban con aquella época
añorada, entre otros la honra.

Huida del mundo

El sentimiento de frustración que descubre la autora al considerar la situación de la mujer,


unido a su fuerte sentimiento del honor, hace que la única solución que ve para ellas sea la
huida del mundo, el refugio del convento. Es la actitud que toma Lisis al final de la obra.

Esta solución, en apariencia negativa, no lo era tanto para su tiempo. De hecho, muchas
mujeres escritoras del XVII pertenecían al mundo religioso (sor Juana Inés de la Cruz declararía
haber adoptado el estado religioso por la total negación que tenía del matrimonio). En una
sociedad en la que se advertía a los hombres acerca de las mujeres demasiado inteligentes, no
parecía fácil combinar el mundo doméstico con el de las letras y el convento era una buena
solución.

Ideas literarias

María de Zayas escribe en un momento en que se impone progresivamente el recargamiento


de la expresión literaria. Pero ella declara buscar la sencillez. Su admiración se dirige a Lope de
Vega. La autora defiende la llaneza en su estilo, puesto que solo cuenta para componer sus
novelas los dones que recibió de la naturaleza, ya que a las mujeres se les prohíbe el
aprendizaje. Es muy probable que su cultura surgiese de lecturas en lengua vulgar: las
numerosas alusiones mitológicas en su obra son triviales y contienen errores. Su actitud es
evidentemente beligerante contra la escuela culterana, se burla de lo que es difícil de entender
sin un esfuerzo desmesurado.

Sabe manejar hábilmente la ironía, algunos de sus diálogos tienen gran vivacidad, su lenguaje
es generalmente espontáneo, no rehúye de expresiones populares e incluso incurre, en
ocasiones, en anacolutos y en construcciones truncadas.
Compuso sus Novelas amorosas hilvanando hábilmente anécdotas en su mayoría
anteriormente narradas, pero reelaborándolas de forma personal (procedimiento habitual de
la época). En sus Desengaños evitó más recurrir a temas tratados por la novela anterior. Sin
embargo, continuó recurriendo a materiales de otros y a viejos motivos folclóricos o
tradicionales como muestran, por ejemplo, su utilización de la intervención divina de la Virgen
a favor de sus devotos o de la magia para conseguir a la mujer deseada.

Conclusión

María de Zayas es una hábil novelista. Sabe manejar con soltura tonos distintos, desde el chiste
y la ironía a lo fantástico, onírico e incluso lo truculento. Con un estilo vivo logra interesar al
lector en las peripecias de sus personajes. No era su intención pintar personajes de carne y
hueso, pero en ocasiones consigue captar los estados anímicos de los personajes con gran
perspicacia. Ve el mundo de su época con pesimismo, descubriendo detrás de grandes ideas y
palabras altisonantes, el engaño. Tuvo particular intuición de la naturaleza humana y supo
comprender el amor en su fuerza irresistible y en sus inclinaciones eróticas.

Los “Desengaños amorosos”. Problemas textuales.

Se ha destacado el distinto tono e incluso estilo de las dos partes que componen las novelas de
María de Zayas. Existen además diferencias en la organización. En los Desengaños es mayor la
diversidad de tonos, aunque no desaparecen del todo los rasgos de humor e ironía. Aumentan
los elementos de índole religiosa tradicional, como la intercesión de la Virgen a favor de un
caballero devoto suyo que iba a engañar a su amigo. Se acentúa el tono sombrío de los relatos
y se destaca la crueldad masculina, atenuada en las Novelas amorosas. La autora raya, en
ocasiones, en lo truculento y lo melodramático, lo que no impide que, por momentos, logre
relatos de gran fuerza. Cobra, además, mayor importancia el marco. Pero la cuidada estructura
de las Novelas amorosas presenta en este caso algunas alteraciones que dejan suponer una
obra acaba precipitadamente e intervenida desafortunadamente por un editor, impresor o
corrector que alteró la organización originaria.

El esquema elegido no difiere mucho del de la primera parte, en la que los relatos se narraban
en cinco noches, en torno a Navidad, en cada una de las cuales se contaban dos novelas. Ahora
la reunión es en Carnaval, dura tres noches y se cuentan cuatro novelas en las dos primeras y
dos en la última, pues en ella se prevé celebrar, además, el desposorio de Lisis. Solo las damas
serán narradoras y los desengaños deberán ser casos verdaderos.

Como en las Novelas amorosas, Zayas expone en la “Introducción” (marco) de los Desengaños
cómo será la organización del sarao, decidida por Lisis. El plan inicial se altera pronto porque
en las ediciones que se fueron conservando algunos desengaños estaban fundidos con otros y
solo el primero llevaba título. El orden de las narradoras que había indicado Lisis se altera y se
dan algunas incongruencias temporales (por ejemplo, al comienzo del tercer relato se habla de
“la otra noche” cuando en principio en la primera noche ya se deberían haber contado cuatro
novelas). No fue la propia autora quien hizo estas alteraciones.

Además de la modificación del orden de los desengaños, se sustituye la estructura en tres


noches por una estructura en diez, pero de nuevo, esto no fue fruto de una decisión de la
autora, que en todo momento parece que quiso mantener la estructura tripartita.

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