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TEMA 12

LA DICTADURA FRANQUISTA 1939 - 1975


LA DICTADURA FRANQUISTA: 1939-1959
1. EL RÉGIMEN FRANQUISTA
Resultaba evidente, al terminar la Guerra Civil en 1939, que Franco no pensaba en una dictadura militar transitoria,
sino construir un nuevo orden político que desterrase toda idea de democracia liberal. El nuevo estado franquista se
caracterizaba por:
*La concentración de poder en la persona de Franco, que adoptó el título de Caudillo, a semejanza de otros líderes
autoritarios (Duce, Führer). Franco era el jefe del Estado y del Gobierno, generalísimo de los tres ejércitos y jefe
nacional del partido único.
*Un totalitarismo inspirado en los regímenes fascistas italiano y nacionalsocialista alemán. Se suprimió la
Constitución de 1931 y con ella las libertades y los derechos democráticos. Se prohibieron los partidos políticos y los
sindicatos y solo se permitió el partido y el sindicato oficial.
*El carácter unitario centralista del Estado. Se abolieron los estatutos de autonomía republicanos y se fomentó la
marginación de la lengua y la cultura propias de Cataluña, el País Vasco y Galicia.
*La constante represión sobre los vencidos y la oposición, que se ejerció de una manera sistemática y planificada.
*La rígida censura y el control sobre los medios de comunicación que eran utilizados como aparato de propaganda
del régimen. Igualmente, todas las publicaciones y espectáculos debían someterse al control de la censura oficial.
1.1 Los apoyos al régimen franquista vinieron del ejército, la Iglesia y el partido único.
- El ejército fue el apoyo más importante. Se configuró como un aparato de represión política y participó
activamente en el poder, ya que una buena parte de los ministros y los gobernadores civiles eran militares.
- El partido único estaba compuesto por la Falange y las Juntas Ofensivas Nacional-Sindicalista (FET y de las JONS),
al que se adhirieron los adeptos más activos al régimen que ocuparon los principales cargos en la administración.
Fue, también, el principal difusor del discurso oficial del régimen y ejerció el control de los medios de comunicación y
propaganda.
Para lograr apoyos sociales el partido creó 4 organizaciones de masas:
*El Frente de Juventudes, dedicado al adoctrinamiento de la juventud.
*La Sección Femenina, cuya misión era la de formar a la mujer con sentido cristiano y nacionalsindicalista.
*El Sindicato Español Universitario (SEU), que pretendía encuadrar y controlar a los universitarios.
*Central Nacional Sindicalista (CNS), que integraba a patrones y trabajadores en una misma organización (sindicato
vertical).
- La Iglesia católica tuvo un papel muy destacado en la justificación y defensa del franquismo, que se definía como
un Estado confesional católico. La Iglesia obtuvo a cambio beneficios económicos (en 1939 se reinstauro el
presupuesto del culto y del clero), una gran influencia en el sistema educativo y la imposición de los valores y la
moral católicos al conjunto de la sociedad española.
1.2 Las actitudes sociales con respecto al franquismo fueron básicamente 3: apoyo, pasividad o rechazo.
- Los apoyos los obtuvo el régimen desde el principio en las clases altas, grandes propietarios, banqueros,
comerciantes, etc., que recuperaron la influencia económica, social y política perdida durante la Segunda República,
así como de medianos propietarios agrícolas del Norte de España que habían respaldado el golpe militar en 1936.
- La pasividad estaba representada por unas clases medias desconcertadas, debido a que durante la Guerra Civil se
habían visto claramente desbordadas por la revolución social. Así, a pesar del rechazo que la dictadura inspiraba en
los sectores de mayor tradición democrática, el trauma de la guerra atemorizó a la clase media, que desarrollo una
actitud mayoritariamente pasiva ante la dictadura.

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- El rechazo fue más claro en los sectores populares que se consideraban perdedores de la Guerra Civil. Fueron
sometidos a una extrema vigilancia y represión. Aunque una minoría ejerció una activa oposición al régimen
franquista, el miedo y el control policial, junto con la miseria y el afán de supervivencia, condujeron a una situación
de pasividad política.
1.3 Las "familias" del régimen.
Dentro del franquismo siempre coexistieron diferentes familias o tendencias ideológicas que rivalizaban por tener un
máximo poder e influencia.
Durante los primeros años predominaron los grupos que habían participado durante la guerra en el bando
franquista: falangistas, carlistas y monárquicos alfonsinos. Así mismo tuvieron un cierto reconocimiento los
sectores conservadores incorporados a la causa franquista durante la guerra, como los miembros de la CEDA,
catalanistas de la Lliga catalana y republicanos conservadores.
La Iglesia influyó también, muy decididamente en la vida política del régimen a través de diversos grupos de presión
de inspiración católica, como la Acción Católica Nacional de Propagandistas (ACNDP), en las décadas de 1940 y
1950, a partir de 1960 será el OPUS DEI. Pronto surgirá una clara rivalidad entre falangistas y católicos, aunque
ninguno de los grupos era totalmente homogéneo.
1.4 La represión contra los vencidos.
El régimen franquista procedió a la institucionalización de una represión que perpetuaba la división entre
vencedores y vencidos. La política represiva buscaba, a través de los castigos ejemplares, evitar toda oposición
creando el terror en la población. Miles de personas sufrieron la cárcel, la persecución, las torturas o fueron
ejecutados. También se incitó a la población a que denunciase a las personas consideradas desafectas al régimen.
Se confisco el patrimonio a la mayoría de las personas exiliadas y a los políticos republicanos, y se expropiaron los
bienes de los partidos, sindicatos y entidades vinculadas a los vencidos. El proceso de depuración de las entidades
públicas expulsó a quienes se habían significado a favor de la causa republicana.
El ejército fue el principal brazo ejecutor de la represión en la posguerra. La mayoría de las causas fueron juzgadas
en Consejos de Guerra, ante los cuales, la indefensión de las personas procesadas era casi total. A partir de 1963 se
creó un Tribunal de Orden Público, que inauguró una jurisdicción civil especial para juzgar los delitos políticos de
carácter no violento.
El miedo y el silencio llevaron a la despolitización forzada, lo que contribuyó a la pervivencia del régimen.
2. CONSOLIDACIÓN DEL RÉGIMEN FRANQUISTA (1939-1951)
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial (septiembre de 1939), aunque el gobierno de Franco declaró su neutralidad,
mostraba sus simpatías hacia las potencias del Eje, que le habían ayudado durante la Guerra Civil. Tras la victoria
alemana sobre Francia (1940) Alemania e Italia sondearon la posibilidad de la integración de España en el conflicto y
Franco se entrevistó con Hitler (Hendaya, 1940) y con Mussolini (Bordighera, 1941). Los falangistas eran los
partidarios de entrar en la guerra al lado de las potencias del Eje, mientras que otros sectores se mostraban
contrarios, como los empresarios, la Iglesia, los monárquicos y una parte de los militares.
El cuñado de Franco, Ramón Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores, propuso que voluntarios españoles
apoyaran a las tropas alemanas que luchaban contra la URSS, se formaría así la División Azul. Además, 10.000
españoles fueron mandados a trabajar a Alemania. España exportaba clandestinamente wolframio a Alemania, un
mineral estratégico, vital para la industria de guerra. Como represalia, Estados Unidos embargó el envío de petróleo
a España a finales de 1943, lo que provocó tensiones diplomáticas y graves dificultades para la maltrecha economía
española.
En octubre de 1944 la guerra empezó a ser claramente desfavorable a las potencias fascistas. Entonces los gobiernos
americano y británico presionaron al régimen de Franco para que se distanciara formalmente de los países del Eje.
Las consecuencias de esta nueva relación internacional de fuerzas fue la retirada y disolución de la División Azul y el
regreso del estatus de estricta neutralidad de España (octubre de 1943).
Con la derrota de Alemania en 1945, el franquismo tuvo que asumir que su supervivencia exigía tomar distancia del
fascismo. A partir de ese momento el discurso oficial presentó al régimen como católico, conservador y

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anticomunista, cuyo objetivo final era evolucionar hacia una monarquía en el momento adecuado. Esta nueva fase
comportó la marginación del falangismo más radical de los puestos relevantes del régimen, así como el abandono de
la nomenclatura y los aspectos del ritual más claramente fascistas, como el saludo con el brazo en alto.
La posguerra mundial (1945-1947) supuso para el franquismo una etapa de aislamiento y rechazo internacionales. La
hostilidad de las democracias occidentales se puso de manifiesto a lo largo de los años 1945 y 1946, cuando las
recién creadas Naciones Unidas condenaron explícitamente el régimen de Franco, impuesto por la fuerza gracias a la
ayuda de las potencias fascistas derrotadas.
El gobierno de Francia decidió el cierre de sus fronteras con España y un acuerdo de la Asamblea General de
Naciones Unidas recomendó la retirada de los embajadores de Madrid (1946). Sin embargo, Franco y los grupos que
lo apoyaban mantuvieron siempre el firme propósito de perpetuarse en el poder y la condena internacional fue
presentada como una maniobra extranjera para desprestigiar al país y llevar a los españoles a una nueva guerra civil.
Esta actitud del franquismo tuvo un enorme coste económico y político. España apenas recibió ayudas económicas,
no pudo beneficiarse del programa de ayuda estadounidense a Europa (Plan Marshall- 1947), y fue excluida de la
nueva alianza defensiva occidental, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), constituida en abril de
1949.
Sin embargo, la configuración de dos bloques antagónicos a partir de 1947, URSS Y EEUU, supuso el inicio de la
Guerra Fría y alteraron significativamente la situación internacional. En este nuevo contexto, era más importante
para Estados Unidos y los países occidentales contar con un aliado en la lucha contra el comunismo, que presionar al
régimen franquista para forzar la democratización de su sistema político. Aunque las condenas verbales se
mantuvieron, poco a poco se dio paso a la aceptación internacional del régimen. En 1947 Estados Unidos se negó a
imponer nuevas sanciones a España y presionó para que la ONU no ratificara su condena del año anterior. En 1950
una nueva resolución revocaba el acuerdo de retirada de embajadores de España.
2.2 Institucionalización del régimen.
El régimen elaboró las Leyes Fundamentales para darse legitimidad jurídica. Las cinco primeras fueron:
- El Fuero del Trabajo (1938)
- Ley de Unidad Sindical (1940)
- La Ley Constitutiva de las Cortes (1942)
- El Fuero de los Españoles (1945)
- La Ley de Sucesión (1947).
Las Cortes Españolas, definidas como "órgano superior de participación del pueblo español en las tareas del Estado",
no tenían ninguna representación democrática y todos sus miembros, los procuradores, eran designados desde el
poder. Entre ellos se hallaban los ministros, los miembros del Consejo Nacional de FET y de las JONS y de la
Organización Sindical. También había procuradores por razón de su cargo, como los alcaldes de las mayores
ciudades, los rectores de las universidades y los representantes de la jerarquía eclesiástica. Era una representación
corporativa por tercios: sindical, de entidades y administración local (ayuntamientos y diputaciones).
Con la Ley Orgánica de 1966 surgieron los procuradores por el tercio familiar, elegidos mediante sufragio por los
cabezas de familia (las mujeres solo podían votar si lo eran). A este sistema se le llamó "democracia orgánica".
En el plano territorial, el gobierno ejercía su poder mediante los gobernadores civiles de cada provincia que,
además, eran los jefes provinciales del Movimiento. También se restableció la antigua estructura de las Capitanías
generales, que la República había suprimido, y en cada provincia había un gobernador militar como prueba de la
dualidad de poder.
La ley de Unidad Sindical (1940) organizó los sindicatos verticales, encuadrados en la CNS (Central Nacional
Sindicalista), que dependía de un secretario general con rango de ministro. Inspirada en el modelo corporativo
italiano, establecía que empresarios y trabajadores se integrarían en un solo sindicato por ramas de producción.

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2.3 La política económica de la Autarquía:
Uno de los objetivos iniciales del franquismo fue conseguir una autosuficiencia económica (autarquía). Para ello se
fomentó una política que propugnaba el aislamiento del exterior y la sustitución del libre comercio por la
intervención del Estado en la economía. La política autárquica tuvo tres grandes ámbitos de actuación.
*La reglamentación del comercio exterior, que pasó a estar controlado por el Estado que redujo la importación a los
productos imprescindibles. El resultado fue el encarecimiento de los productos que se debían importar (como el
petróleo) y una gran escasez de bienes de consumo. El desabastecimiento afectó también a las materias primas y al
suministro eléctrico, lo cual provocó un notable descenso de la producción industrial.
*El fomento de la industria, sobre todo la de interés estratégico, con el fin de asegurar la independencia militar y
política del Estado. En el año 1941, una serie de leyes favorecieron la creación de empresas públicas y se fundó el
Instituto Nacional de Industria (INI), destinado a promover la nueva política industrial. El INI creó numerosas
empresas públicas y priorizó las inversiones en sectores vinculados a la defensa militar (hidrocarburos, vehículos de
transporte, construcción naval, siderurgias, etc.). En esta primera década se crearon las principales empresas del
grupo: Iberia (1943), Endesa (1944), Enher (1946), Renfe (1941) y la compañía Telefónica Nacional de España (1945).
*La regulación estatal de la comercialización y de los precios, afectó sobre todo al sector agrario. Los bajos precios
oficiales de los productos de primera necesidad (cereales, legumbres, vino, aceite y patatas) provocaron un descenso
de la producción. También disminuyó considerablemente la productividad por hectárea, que llegó a situarse a los
niveles de principios del siglo XX.
La política autárquica llevó al país a un profundo estancamiento económico caracterizado por el colapso del
comercio exterior, un notable descenso de la producción y el consumo, y una considerable disminución del nivel de
vida de la población. Esto aumentó las diferencias con los niveles de bienestar de los países europeos. Así mientras la
mayoría de los países afectados por la Segunda Guerra Mundial tardaron entre 5 y 8 años en recuperar los niveles
económicos de 1939, España tardó 15 años en alcanzar los niveles anteriores a 1936.
2.4 Las duras condiciones de la posguerra.
La rígida reglamentación económica conllevaba el control del mercado por parte del Estado. Los agricultores estaban
obligados a entregar toda la producción a un precio de tasa y la Administración se encargaba de vender los
productos al consumidor a un precio también regulado. El resultado fue el desabastecimiento generalizado de
alimentos y el racionamiento de los productos considerados de primera necesidad, que se distribuían mediante una
cartilla de racionamiento, vigente entre los años 1939 y 1952.
La tasación de los precios de los alimentos por debajo de su valor real comportó que muchos productores prefirieran
esconder la producción para venderla en el mercado negro a un precio tres o cuatro veces superior al oficial
(estraperlo), con lo que obtenían ganancias elevadas. Este mercado negro afectaba a los alimentos, a las materias
primas y a los productos industriales, y funcionó gracias a la corrupción de las autoridades.
La década de 1940 es la de los salarios bajos, la escasez de productos y de precios altos, los años de la miseria y del
hambre. A grandes rasgos podemos decir que el incremento del coste de la vida superó el 500% respecto a los
precios anteriores a la guerra, pero si consideramos los precios de los alimentos básicos el incremento es superior al
700%. El nivel de vida de la población disminuyó considerablemente como consecuencia de la inflación y de los bajos
salarios, que crecieron muy lentamente entre 1939 y 1951, y siempre por debajo de los precios. Esta situación obligó
a muchas personas a trabajar 12 o 14 horas diarias o a desempeñar más de un oficio o profesión a la vez. El hambre
afectó a una parte muy significativa de la población y provocó el resurgimiento de una serie de enfermedades ya
erradicadas en épocas anteriores como la tuberculosis. Así durante toda la década de 1940 se incrementó la
mortalidad, sobre todo infantil, que en 1941 llegó a ser del 143 por mil. En 1945 la esperanza de vida de situaba en
47 años para los hombres y 53 para las mujeres, muy por debajo de los índices de 1935. La miseria generalizada se
manifestó también en la falta de vivienda digna, tanto en las grandes ciudades, como Madrid, Barcelona, Valencia y
Bilbao, donde hubo un gran aumento del chabolismo, como en el campo donde proliferó el uso de cuevas como
viviendas.

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3. LA ENTRADA EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL.
El malestar creado por las duras condiciones de vida y de trabajo, así como por la opresión política, provocaron
protestas. Algunas de ellas fueron muy importantes como la de Bilbao de marzo de 1948 y el movimiento popular de
Barcelona de 1951, desencadenada por el aumento del precio del billete de tranvía, que rápidamente derivó en una
protesta por los salarios, la miseria y la falta de libertades.
Las dificultades políticas y económicas, unidas a la necesidad de suavizar los rasgos del franquismo más coincidentes
con el fascismo, llevaron a Franco a remodelar su gobierno en el verano de 1951, con la intención de facilitar su
acercamiento a las potencias occidentales.
El nuevo gobierno abrió una nueva etapa caracterizada por el predominio del nacionalcatolicismo. Se dio un mayor
peso a los católicos en detrimento de los falangistas y se impulsó a figuras no tan comprometidas con los principios
más autoritarios, como Joaquín Ruíz-Jiménez, ministro de Educación. El almirante Carrero Blanco, subsecretario de la
Presidencia del Gobierno, era el máximo consejero de Franco en cuanto a la orientación política del régimen.
La agudización de la Guerra Fría facilitó las relaciones internacionales de España. El definitivo reconocimiento
internacional llegó en 1953 con la firma de los acuerdos con Estados Unidos, y el establecimiento del Concordato con
la Santa Sede, que afianzaba, aún más, la alianza con la Iglesia y el afianzamiento de su estatus de privilegio.
Los tratados con EEUU abarcaron aspectos de carácter defensivo y económico. Los norteamericanos obtuvieron el
derecho de establecer y utilizar una serie de instalaciones militares en territorio español (bases de Morón, Torrejón,
Rota y Zaragoza), a cambio de material bélico para modernizar las fuerzas armadas y ayuda económica y técnica (465
millones de dólares en 4 años). Pero, sobre todo, Franco conseguía el apoyo político de una gran potencia que
aseguraba al régimen una progresiva aceptación internacional.
A mediados de la década de 1950 la situación económica y social seguía siendo muy difícil. Entre 1956 y 1958 hubo
una nueva oleada de protestas en los principales núcleos industriales. Al mismo tiempo se produjo los primeros
signos de disidencia estudiantil en Madrid y Barcelona, que acabaron provocando el cese de Ruíz-Jiménez.
En 1957, Franco realizó una nueva remodelación del Gobierno y promocionó aún más a los sectores católicos.
Entraron como ministros los llamados "tecnócratas", algunos procedentes del Opus Dei, que ocuparon puestos
decisivos en la dirección económica con la intención de proceder a una liberalización de la economía y una apertura
comercial al exterior para salvar al Estado que estaba al borde de la quiebra.
La mayoría de esta nueva generación de políticos no había participado en la Guerra Civil y protagonizó la nueva
etapa del franquismo caracterizada por un intenso incremento económico en la década de 1960.
Una de las primeras medidas del nuevo gabinete fue la promulgación de la Ley de Principios del Movimiento
Nacional (1958), La sexta de las leyes fundamentales que actualizaba los principios directores del régimen sin alteara
para nada su naturaleza dictatorial. Todos los funcionarios públicos estaban obligados a jurarlos antes de tomar
posesión de su cargo.
Los dirigentes de FET de las JONS pretendieron que esta Ley diera grandes poderes al partido para controlar al
gobierno, pero la oposición de la Iglesia, de los militares y de los sectores empresariales hizo que finalmente se
configurara el Movimiento Nacional como la agrupación de todas las familias franquistas, sin predominio falangista.
La Ley de Principios del Movimiento Nacional también reafirmó a España como reino, pero dejaba en manos de
Franco la elección del futuro monarca y el momento en el que se produciría la sucesión.
4. EL ADOCTRINAMIENTO DE LA SOCIEDAD.
El franquismo impuso profundos cambios en la vida cotidiana, en los comportamientos culturales y religiosos y en el
marco político a toda la sociedad española.
Se impuso un culto a Franco, que era ensalzado por las publicaciones y los medios de propaganda oficiales. Un
noticiario de obligado pase en todos los cisnes (NODO) glosaba todos los avances y virtudes del régimen franquista.
También se difundieron formas de comportamiento basadas en la moral católica tradicional. La mayoría de las
ceremonias que marcaban la vida de las personas tenían un carácter religioso (bautizo, boda, funeral) y asistir a misa

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era una obligación. Se prohibió el matrimonio civil y el divorcio, se penalizo duramente el aborto, el
amancebamiento y la homosexualidad.
Las normas de comportamiento social y buenas costumbres indicaban que los vestidos no debían de ser ceñidos ni
marcar las formas del cuerpo, los escotes no podían ser pronunciados, las jóvenes estaban obligadas a usar medias
desde los 12 años, y los chicos y las chicas no podían coincidir en lugares públicos como piscinas o playas.
Para adoctrinar a la sociedad se crearon diversas organizaciones como el Frente de Juventudes, que organizaba
campamentos, concentraciones y ciclos educativos de formación política. La rama femenina del Movimiento era la
Sección Femenina de FET de las JONS, dirigida por Pilar Primo de Rivera y que se encargaba de organizar un servicio
social que las mujeres debían hacer obligatoriamente, equivalente al Servicio Militar de los Varones. Otras
instituciones similares eran Educación y Descanso y Auxilio Social.
Para las mujeres, el franquismo significó la pérdida de todos los derechos conseguidos durante la Segunda República,
y la consolidación de un sistema de valores machistas que las retornaba al hogar y las consideraba inferiores, tanto
jurídica como legalmente. Se sostenía que el hombre tenía unas capacidades físicas e intelectuales superiores, y que
la función social de la mujer era complementaria. Mientras el hombre se encargaba de los asuntos públicos, la mujer
se tenía que ocupar del ámbito doméstico.
El Código Civil retiró a las mujeres su capacidad legal y el marido se erigió como el administrador de sus propiedades
y en su representante legal, hasta el punto que no podía comprar ni vender bienes sin su autorización. Se anuló el
divorcio y se prohibieron el uso de anticonceptivos y el aborto. Se restablecieron los delitos de adulterio y
concubinato, que se castigaban preferentemente cuando eran cometidos por mujeres.
En el terreno laboral, se intentó alejar a la mujer casada del trabajo fuera del hogar. Se aceptó la desigualdad laboral
entre sexos y el despido de las mujeres cuando iban a contraer matrimonio con una compensación económica (dote
de nupcialidad). Si a pesar de todo, la mujer casada quería trabajar, necesitaba un permiso de su marido y no podía
ejercer determinadas profesiones. Además, las madres trabajadoras eran penalizadas, ya que resultaban excluidas
de los subsidios familiares que entregaba el Estado.
La educación se convirtió en un importante medio de adoctrinamiento político y religioso. La enseñanza primaria y
media quedaron en manos de la Iglesia y se impuso la obligatoriedad de la religión y de la formación del espíritu
nacional, asignatura que enseñaba los principios básicos de la doctrina falangista y era impartida por miembros del
Movimiento.
También se prohibió la coeducación. Como el destino principal de la mujer era ejercer de madre y esposa, su
educación debía ser diferente y por tanto separada. El resultado fue que el nivel educativo de las niñas fue muy
inferior que el de los niños.
5. LA OPOSICIÓN AL FRANQUISMO.
5.1 LA OPOSICIÓN EXTERIOR.
En la fase final de la Guerra Civil, más de 400.000 personas comprometidas con la República huyeron a Francia o al
Norte de África (Argelia y Marruecos) por los puertos mediterráneos. Este éxodo supuso para España la pérdida de
importantes personalidades de los ámbitos intelectual, científico y artístico, hecho que incidió en el bajo nivel de
producción cultural durante la posguerra.
En Francia se estableció una importante colonia de exiliados españoles. Su ocupación se hizo muy difícil durante la
ocupación alemana de Francia, que implicó su persecución. Muchos optaron por emigrar al Reino Unido, pero otras
se enrolaron en la resistencia francesa, que luchaba contra los alemanes. Un gran número se exilió a México.
En el exilio se desarrolló una importante oposición antifranquista y las instituciones de la República y de los
gobiernos catalán y vasco siguieron funcionando. En 1945 se celebraron en México las primeras Cortes republicanas
en el exilio y se eligió un nuevo gobierno republicano, institución que se mantuvo hasta 1977.
La mayoría de las instituciones políticas y sindicatos mantuvieron su organización fuera de España, aunque fueron
decayendo a causa de las divisiones internas y del progresivo alejamiento de la realidad social de España. Las
discrepancias entre las diferentes fuerzas dificultaron la creación de plataformas unitarias y la elaboración de
programas comunes para luchar contra el franquismo.

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5.2 LA RESISTENCIA EN EL INTERIOR.
Tras la Guerra Civil, los partidos y sindicatos de la oposición (republicanos, PSOE, PEC, UGT, CNT, ...) quedaron
prácticamente desmantelados. Su reconstrucción fue lenta y dificultosa y tuvo que hacerse en la clandestinidad,
sorteando la represión policial que constantemente desarticulaba su organización interna y encarcelaba a sus
dirigentes más importantes. El PCE fue el partido que, en mayor medida, consiguió rehacer su estructura y mantener
cierta actividad.
a) Primera etapa 1939 hasta principios de 1944:
La actualización de la resistencia interior resultó muy limitada, y lo más significativo fue la persistencia de una
pequeña actividad guerrillera (maquis). Finalizada la guerra, algunos combatientes republicanos no se resignaron a la
derrota y mantuvieron focos de resistencia armada. En 1944, ante la inminente caída del nazismo en Europa y la
confianza de que ello pudiera desestabilizar al franquismo y llegar a su desaparición, algunas organizaciones
opositoras (anarquistas y comunistas) promovieron un intento de sublevación armada. La acción más importante fue
la invasión del Valle de Arán, dirigida por el PCE. Los guerrilleros ocuparon el valle durante 10 días, pero tuvieron que
retirarse y la acción acabó en fracaso.
A partir de 1948 tanto comunistas como anarquistas decidieron abandonar la lucha armada, aunque persistieron
pequeños grupos activos de maquis durante toda la década de 1950. La dura represión (unos 3.000 guerrilleros
muertos y unos 20.000 detenidos como cómplices), y la ausencia de ayuda exterior contribuyeron al fracaso de su
estrategia.
b) Segunda etapa de 1944 a 1947.
Estuvo condicionada por la derrota de los países del Eje, que creó unas condiciones favorables a una hipotética caída
del régimen franquista. La posible intervención aliada en España provocó la creación de plataformas unitarias entre
las fuerzas opositoras. En 1944, los sectores monárquicos democráticos se organizaron alrededor de Juan de Borbón
con la esperanza de una rápida restauración de la monarquía. Esta apuesta provocó la creación de la Alianza
Nacional de Fuerzas Democráticas, integrada por socialistas, republicanos y algunos cenetistas.
c) Tercera etapa de 1948 a 1958.
Se caracterizó por la desmoralización provocada por la consolidación de la dictadura, que llevó a la recomposición
del movimiento opositor. A finales de 1948 era evidente que ninguna potencia internacional estaba dispuesta a
promover la caída de Franco, ni parecía posible que la guerrilla acabase con la dictadura. Además, la policía
franquista y la Guardia Civil habían liquidado prácticamente toda la resistencia política en el interior.
Así mismo, se hizo evidente el progresivo distanciamiento de la oposición en el exilio, cada vez más distanciada de la
realidad interior, y la oposición interior que terminó siendo la más efectiva contra la dictadura.
A finales de los años 40, comenzó a resurgir en España un tímido movimiento de protesta, protagonizado por las
clases trabajadoras. El PCE abandonó la lucha armada y se centró en la acción política clandestina en el interior, con
el propósito de recomponer su organización y aumentar el influjo sobre los trabajadores. Por otro lado, sectores
obreros católicos como la HOAC (Hermandad de Obreros de Acción Católica), creada en 1946, empezaron a plantear
reivindicaciones sociales y laborales.
A partir de 1946 hubo conflictos laborales en los sectores textil, metalúrgico, químico y naval. Una acción
reivindicativa de gran trascendencia popular fue la huelga de tranvías de Barcelona, en 1951. En 1958 un
movimiento huelguístico en Asturias conllevó la imposición del estado de excepción durante 4 meses.
También se desarrolló un importante movimiento estudiantil que se oponía al sindicato oficial de estudiantes (SEUS),
y que exigía libertades políticas y una reforma de la Universidad. Las manifestaciones más significativas tuvieron
lugar en la universidad de Madrid, en 1956, y en la de Barcelona, en 1957. A partir de este momento, y pese a la
represión académica y policial, el movimiento universitario se extendió a otras localidades.

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LA DICTADURA FRANQUISTA: EL DESARROLLISMO (1959-1975)
1. LIBERALIZACIÓN ECONÓMICA Y LOS PLANES DE DESARROLLO:
Hacia 1957, la economía española estaba al borde del colapso: agotamiento de las reservas del Banco de España,
gran déficit comercial, alta inflación y fuerte desequilibrio presupuestario. La ayuda requerida a organismos
internacionales, como la OCDE y el FMI, supuso la aceptación de un conjunto de medidas correctoras que implicaban
la liquidación de la política dirigista y autárquica y la opción por una economía de libre mercado.
La nueva orientación económica quedó plasmada en el Plan de Estabilización (1959), que comprendía tres grandes
ejes de actuación:
*Estabilización de la economía. Para reducir la inflación se elevaron los tipos de interés, se limitaron los créditos
bancarios y se congelaron los salarios.
*Liberación interior de la economía. Se llevó a cabo a partir de eliminación de organismos estatales interventores y
también de la reglamentación de precios fijos.
*Liberalización exterior de la economía. Eliminación de los principales obstáculos a la entrada de mercancías
extranjeras y a la intervención de capitales exteriores. Para facilitar los intercambios, se devaluó la peseta casi un
50% respecto al dólar.
En contrapartida, diversos organismos internacionales concedieron préstamos a España para evitar una posible
suspensión de pagos y hacer frente a la grave situación económica. A más largo plazo, esta nueva política pretendía
incorporar la economía española a los mercados internacionales y estimular el crecimiento económico.
A partir de 1957, los gobiernos nombrados por Franco incorporaron una nueva generación de políticos, algunos de
ellos vinculados al Opus Dei. Presentaban un perfil más técnico que ideológico, y estaban más preparados
profesionalmente (abogados, economistas, etc.) que sus antecesores. De ahí que se les denominara tecnócratas.
Para ellos, la única forma de mantener el régimen franquista era realizar reformas administrativas y sobre todo
impulsar una política de crecimiento económico. El desarrollismo económico será la principal garantía de estabilidad
social y de continuidad política, sin tener que cuestionar los principios políticos de la dictadura. El predominio de los
tecnócratas despertó las desconfianzas de los sectores falangistas, que fueron relegados a los ministerios más
sociales (Trabajo, vivienda, sindicatos).
Tras las medidas del Plan de Desarrollo Económico Social se pusieron en marcha los Planes de Desarrollo. Se
trataba de una planificación orientativa con el objetivo de impulsar la actividad del sector público y de ofrecer
previsiones y ayudas a los inversores privados.
Se promulgaron 3 planes cuatrienales, 1964-1967, 1968-1971 y 1972-1975. Para controlar su funcionamiento se
creó una Comisaría del Plan de Desarrollo, presidida por Laureano López Rodó. Los Planes tenían dos líneas de
actuación:
- Las acciones estructurales, que pretendían solucionar deficiencias de la industria
- Los polos de desarrollo, que tenían que reducir los desequilibrios regionales promoviendo nuevas empresas en
zonas de escasa industrialización.
Los resultados de la planificación franquista fueron muy limitados, en buena medida porque los recursos se
invirtieron de forma ineficaz. Su mayor logro fue dotar al país de infraestructuras (electrificación, refinerías de
petróleo, carreteras, etc.) y de materias básicas (acero, carbón, aluminio, etc.).
La propuesta de los tecnócratas incluía adecuar el funcionamiento de las administraciones públicas a la nueva
orientación económica. Para incrementar los recursos se puso en marcha una reforma fiscal, que resultó insuficiente
debido a que la mayor carga fiscal recaía sobre los impuestos indirectos. La actuación de Hacienda se concentró en la
limitación del déficit público y el control del gasto público.
Durante este periodo se apreció también un cambio en las prioridades económicas del gobierno. Los presupuestos
de los ministerios dedicados a servicios sociales e infraestructuras experimentaron un notable incremento, en
perjuicio de los tradicionalmente mejor tratados, como defensa y gobernación.

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2. EL CRECIMIENTO ECONÓMICO 1960-1973:
a) LA AGRICULTURA:
Durante la década de 1960 se produjo la crisis de la agricultura tradicional básicamente cerealista, de escasa
productividad y que necesitaba abundante mano de obra. La adecuación de la producción agraria al crecimiento de
las clases urbanas llevo al abandono de las explotaciones menos rentables y a la transformación de las demás.
La mayor demanda de productos ganaderos y hortofrutícolas (leche, carne, huevos, frutas y verduras), llevó a
muchos propietarios a invertir en especies seleccionadas, maquinaria, abonos y semillas selectas. Esto llevó a la
modernización de los cultivos y a la creación de modernas explotaciones ganaderas. Para mejorar la rentabilidad de
las nuevas explotaciones, el gobierno incentivo la concentración parcelaria y la intensificación de regadíos.
La mecanización agrícola y la intensificación de los cultivos provocó que muchos campesinos abandonasen el campo
para buscar empleo en las zonas industriales. El éxodo de la población rural originó la disminución de la población
activa agraria en casi 2 millones de personas, la desaparición de muchas pequeñas explotaciones y el surgimiento de
nuevas empresas agrarias con alta capacidad de producción y menor empleo de mano de obra.
b) LA INDUSTRIA:
La industria fue el principal motor de la expansión económica. Entre 1960 y 1973 aumentó la producción a un ritmo
del 10% anual. Este crecimiento fue debido al aumento de la productividad industrial, a la importación de
maquinaria y tecnología, a la inversión extranjera y también a los bajos costes salariales.
Se produjo una diversificación de la producción, derivada de un notable crecimiento del sector metalúrgico
(automóviles, electrodomésticos), del químico (farmacéuticos, plásticos, detergentes) y de la alimentación. También
se reestructuraron los sectores tradicionales (textil, siderurgia, construcción naval). Por último, industrias con escasa
necesidad tecnológica, pero de gran competitividad por los bajos costes de producción como el calzado, vestido y
mueble, experimentaron un considerable crecimiento.
Las zonas de tradición industrial mantuvieron su predominio (País Vasco y Cataluña), pero se industrializaron nuevas
zonas como Ferrol, Vigo, Sevilla Huelva, Valladolid, Pamplona y Vitoria, pero sobre todo Madrid, que junto al País
Vasco y Cataluña concentraban el 40% de la producción.
c) SERVICIOS Y CONSTRUCCIÓN:
Paralelamente se produjo un incremento de los servicios como resultado del proceso de urbanización, el aumento
de las redes de comercio, la mejora de los medios de transporte y de comunicación, el incremento de los servicios
públicos y el desarrollo del turismo.
El comercio internacional creció notablemente, tanto las exportaciones como las importaciones y modificó su
composición. Las principales exportaciones dejaron de ser los productos agrícolas y minerales para serlo los bienes
de equipo o los automóviles.
La necesidad de financiación de las nuevas actividades económicas promovió el desarrollo del sector bancario que
invirtió cuantiosos capitales en las nuevas industrias, concedió créditos a empresas y particulares y actuó como
intermediario en las inversiones de capital extranjero. El reforzamiento de este sector que obtuvo abundantes
beneficios, fue acompañado de la concentración bancaria. En 1970, los 7 mayores bancos españoles controlaban el
80% de los recursos financieros del país.
d) LA FRAGILIDAD DEL MODELO ECONÓMICO:
Esta etapa de crecimiento económico, con tasas anuales de crecimiento del PIB superiores a la media europea,
generó una renta per cápita superior al 40%, por lo que el nivel de vida de los españoles fue acercándose al nivel de
vida europeo.
Sin embargo, la rapidez y la profundidad de las transformaciones no ocultaban la debilidad del modelo económico. Si
bien la capacidad de producción se había incrementado notablemente, también lo había hecho la economía
española respecto a factores externos. España dependía de las importaciones de petróleo, tecnología, patentes e

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inversiones extranjeras, que no sólo implicaban grandes gastos, sino también supeditación a las decisiones e
intereses de otros países.
A esto se une la falta de recursos públicos, dado que el gobierno franquista no se atrevió a hacer una reforma fiscal
progresiva, por lo que el Estado no fue capaz de impulsar la construcción de infraestructuras que dieran solidez y
continuidad al crecimiento económico, ni crear los servicios públicos necesarios para cubrir las demandas de los
ciudadanos. Todas las debilidades y déficit se pusieron de manifiesto ante la crisis mundial de 1973.
A pesar de la propaganda franquista que presentaba el desarrollo económico de los años 60 como resultado de los
aciertos del régimen, lo cierto es que el crecimiento económico estuvo ligado a la vinculación de la economía
española al mercado internacional y al aprovechamiento de la ola de expansión económica que vivió Europa en
aquellos años. Los enormes recursos financieros que llegaron a España a finales de la década de 1950 y posibilitaron
el desarrollo económico, provenían de tres vías: las remesas de los emigrantes, las divisas aportadas por el turismo y
las inversiones realizadas por empresas extranjeras. Por tanto, España recibió, sobre todo de los países extranjeros,
los recursos financieros que permitieron equilibrar el déficit de la balanza de pagos por las importaciones de
tecnología, maquinaria y productos imprescindibles para modernizar y hacer competitiva su estructura productiva.
3. LA URBANIZACIÓN Y LA MODERNIZACIÓN DE LA SOCIEDAD :
El crecimiento económico y las transformaciones demográficas y sociales de la etapa de 1960-1975, no solo fueron
notablemente rápidos sino también escasamente regulado por el gobierno y por las administraciones locales. Las
consecuencias más evidentes fueron un intenso proceso de urbanización, con la creación de nuevos y populosos
barrios, y la consolidación de desequilibrios económicos y de nivel de vida de las distintas regiones españolas.
La magnitud del movimiento migratorio desbordó las previsiones oficiales, que fueron incapaces de atender con
eficacia a las crecientes demandas de viviendas, de infraestructuras y de servicios públicos que se necesitaban en las
ciudades que crecieron exponencialmente durante esos años.
Por otro lado, las zonas del país de mayor tradición agrícola se fueron despoblando al mismo tiempo que la actividad
económica se mantenía estancada. En consecuencia, España se dividió en dos zonas: una más poblada, dinámica y
con población joven; y otra despoblada, atrasada económicamente y con una población cada vez más envejecida.
El desarrollo urbano y la mejora del nivel de vida trajeron transformaciones sociales. La población fue alejándose de
las normas de conducta, de las normas y de la rígida moralidad de la postguerra. La sociedad se hizo más abierta y
plural a medida que iban imponiéndose los hábitos sociales y culturales de las sociedades que predominaban en
Europa y que entraron en España a través del turismo y de los emigrantes españoles. Estos cambios se
materializaron en:
- El progresivo acceso a la sociedad de consumo gracias al aumento del poder adquisitivo y a la creciente
incorporación de la mujer al trabajo asalariado. La televisión y el seiscientos fueron símbolos del cambio.
- Un proceso de laicización y secularización que distanció a la sociedad de las rígidas normas y la férrea tutela que la
Iglesia ejercía durante las primeras décadas del franquismo.
- El acceso a la enseñanza básica de todos los españoles, incluidas las mujeres, y un incremento de los
universitarios/as. La Ley de Educación de 1970 reorganizó el sistema educativo y posibilitó el incremento de la
población escolarizadas todos los niveles con un considerable aumento de estudiantes provenientes de familias
obreras.
- La modificación de la estructura familiar que comportó el tránsito de la familia amplia, propia de los ambientes
rurales, a la familia nuclear (padre, madre e hijos) propia del mundo urbano. La gran capacidad de penetración e
influencia de los medios de comunicación (cine, televisión), el contacto con el turismo y los viajes al extranjero
(emigración) impusieron las pautas de modelo familiar europeo.
- El cambio del papel de la mujer. Su creciente incorporación al mundo de la educación y al trabajo, así como la
extensión de las ideas feministas que propugnaban la igualdad entre los sexos, impulsaron el progresivo abandono
de su papel tradicional de madre y esposa.
El cambio generalizado de las pautas sociales y la llegada a la edad adulta de las generaciones que no habían vivido la
Guerra Civil debilitaron los apoyos al régimen franquista y estimularon el antifranquismo.

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4. LIMITADO REFORMISMO POLÍTICO:
Los gobiernos de la década de 1960, formados a partir de la influencia de Carrero Blanco, pretendieron impulsar
reformas políticas que adecuasen el régimen a las transformaciones económicas y sociales que se estaban
produciendo y que, al mismo tiempo, enmascarasen los aspectos más autoritarios del franquismo.
- El Tribunal de Orden Público se creó en 1963 para traspasar los delitos políticos de la jurisdicción militar a la civil,
aunque ello no significó una disminución de la persecución y represión de los opositores.
- La Ley de la Seguridad Social entró en funcionamiento en 1967 y amplió los mecanismos de cobertura, con cargo al
Estado, de los seguros de enfermedad, vejez y viudedad, iniciándose así en incipiente Estado del Bienestar, aunque
con un gran retraso respecto a Europa y sin que el empresariado contribuyese a su financiación.
- La Ley de Prensa e Imprenta promovida en 1966 por el ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne,
suprimió la censura previa y permitió la publicación de periódicos, revistas y libros hasta entonces prohibidos. Sin
embargo, creaba un sistema de multas y suspensiones gubernativas para penalizar a las publicaciones que superasen
la siempre imprecisa permisibilidad de la Ley.
- La ley Orgánica del Estado, promulgada en 1967, y aprobada en un referéndum manipulado por el gobierno,
confirmaba el carácter monárquico del régimen. Poco después, en 1969, y de acuerdo con lo estipulado en la Ley de
Sucesión, Franco designó al príncipe Juan Carlos de Borbón, hijo de Juan de Borbón, como su sucesor. Este
nombramiento culminaba el programa de institucionalización auspiciado por Carrero Blanco y el equipo de gobierno
tecnocrático.
Todas estas reformas incrementaron las tensiones dentro del régimen franquista, incluso en el seno del propio
gobierno. Algunas de las leyes provocaron fuertes discrepancias como la Ley de la Seguridad Social que fue
bloqueada durante tres años. Tampoco se aprobó la Ley Sindical, ante el temor de la mayoría del gobierno de que,
como habían evidenciado las elecciones sindicales de 1966, las candidaturas promovidas por los antifranquistas
acabaran imponiéndose. La propia ley de prensa de Fraga fue duramente censurada por Carrero Blanco por ser
excesivamente permisiva y tolerante.
En 1969, los problemas dentro del gobierno se evidenciaron a raíz del caso Matesa. En el escándalo de corrupción de
esta empresa de maquinaria textil estuvieron implicados varios ministros del entorno del Opus Dei. Su amplia
difusión por la prensa hizo que los sectores inmovilistas culparan a la excesiva tolerancia informativa de contribuir al
descrédito público del gobierno.
La crisis se resolvió con la victoria de Carrero Blanco y la formación del llamado "gobierno monocolor", que supuso la
salida de los ministros más aperturistas (Fraga y Solís) a los que se culpaba de la creciente contestación social al
régimen.
Carrero Blanco, consolidado como brazo derecho de Franco, restringió la Ley de Prensa y ordeno reprimir duramente
toda manifestación opositora.
RENOVACIÓN DE LA IGLESIA.
El Concilio Vaticano II puso en evidencia que la Iglesia Católica debía de distanciarse del apoyo que había prestado al
régimen franquista desde 1936. Para impulsar esta nueva orientación, la Santa Sede renovó la jerarquía eclesiástica y
puso frente a la Conferencia Episcopal española al cardenal Vicente Enrique y Tarancón, claro dirigente del sector
reformista y conciliar de la Iglesia en España.
Tarancón tuvo que hacer frente al sector más tradicionalista y adepto al régimen, pero consiguió llevar a la Iglesia
española a posicionarse decididamente a favor de las libertades democráticas y la reconciliación política. Esto lo
llevó al enfrentamiento con el gobierno.
Esta reorientación estaba también marcada por la crisis interna de la institución eclesiástica, que hacía frente a una
paulatina secularización de la sociedad y a una disminución de las vocaciones, dentro de un contexto de laicización

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de la sociedad y por la pérdida de buena parte de su influencia en todos los ámbitos de la vida española. También
influyó la llegada de sacerdotes jóvenes que se alinearon claramente con la oposición al régimen franquista.

5. REORGANIZACIÓN DE LA OPOSICIÓN AL FRANQUISMO.


a) LOS GRUPOS POLÍTICOS:
En la década de 1960 se produjo la recomposición del antifranquismo como resultado de las transformaciones
sociales, del recambio generacional y de la pérdida de influencia del exilio político. Las organizaciones políticas
plantearon una nueva forma de enfrentarse a la dictadura, incidiendo en las precarias condiciones de vida y en la
falta de libertades políticas. También plantearon la necesidad de superación de la Guerra Civil y la reconciliación
entre vencedores y vencidos, creando propuestas unitarias para reivindicar las libertades políticas y democráticas.
La izquierda tuvo un claro protagonismo político al estar presente en la mayoría de las movilizaciones y conflictos
sociales:
- El Partido Comunista de España (PCE), dirigido por Dolores Ibárruri y Santiago Carrillo, tenía fuerte presencia en los
movimientos de masas. Sufrió duramente la represión franquista y en 1963 uno de sus dirigentes, Julián Grimau, fue
condenado a muerte. También surgieron nuevas organizaciones socialistas y marxistas como el Frente de Liberación
Popular (FLP), el Partido Comunista Español Marxista Leninista (PCE-ML), así como grupos que propugnaban la lucha
armada como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista Patriótico-1973).
- El PSOE, con menor presencia en los movimientos sociales, estuvo condicionado por el enfrentamiento entre la
dirección en el exilio y la militancia interior. En el congreso de Suresnes (Francia-1972), estos últimos se hicieron con
el control del Partido bajo la dirección de Felipe González.
- La derecha moderada también se unió a esta oposición al franquismo. Estaba compuesta por disidentes del propio
régimen (Dionisio Ridruejo, Joaquín Ruíz Jiménez, etc.) decepcionados ante la persistencia de la política represiva y
antidemocrática. En 1962, buena parte de la oposición moderada (monárquicos, demócrata-cristianos y liberales),
junto con republicanos y socialistas en el exilio, participaron en Múnich (Alemania), en el IV Congreso del
Movimiento Europeo para denunciar internacionalmente la dictadura de Franco (el régimen lo denominó el
"contubernio de Múnich").
b) LA REACTIVACIÓN DE LOS NACIONALISMO:
*En Cataluña, aunque los partidos históricos como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Unió Democrática
(UD), eran poco activos, surgieron nuevas organizaciones nacionalistas de izquierdas y se formó la Asamblea de
Catalunya (1971), una organización unitaria de partidos, movimientos y entidades opositoras. En 1974 se creó
Convergencia Democrática de Catalunya (CDC), organización nacionalista moderada dirigida por Jordi Pujol.
*En el País Vasco, el PNV (Partido Nacionalista Vasco) seguía siendo un referente y mantenía un gobierno vasco en el
exilio, pero el hecho de mayor repercusión fue la aparición de ETA (Euskadi Ta Askatasuna - Euskadi y Libertad) en
1959. Esta organización revolucionaria y nacionalista radical, propugnó a partir de 1968 la lucha armada contra el
franquismo, provocando atentados contra personalidades del régimen y fuerzas del orden público.
El incremento del terrorismo comportó que algunos delitos volvieran a considerarse rebelión militar, y que volviera a
ser utilizado frecuentemente el recurso del Estado de Excepción. El Consejo de Guerra de Burgos (1970) con la
petición de 6 penas de muerte contra militantes de ETA, provocó un aluvión de protestas.
c) MOVIMIENTO OBRERO:
A partir de la década de 1960, la protesta obrera se convirtió en la principal manifestación de oposición al régimen.
Entre 1960 y 1975 los conflictos laborales se multiplicaron y se localizaron tanto en la zona de tradición obrerista
(Asturias, Cataluña, Guipuzcua o Vizcaya) como en las nuevas ciudades industriales (Madrid, Pamplona, Ferrol, Vigo,
Sevilla, Valencia y Valladolid). La mayoría de los conflictos tenían su origen en reivindicaciones laborales, aunque
frecuentemente introducían demandas de libertades políticas. Los patronos y las autoridades franquistas
consideraban toda protesta y huelga como un problema de orden público por lo que actuaban contra ellas con
métodos represivos.

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A nivel organizativo destacó la creación, en 1964 de Comisiones Obreras (CCOO), una organización clandestina que
impulsaba la lucha laboral (salarios, condiciones de trabajo, etc.) y política (libertad sindical, derechos civiles, etc.).
Este sindicato combinaba las acciones ilegales, como huelgas, con los medios legales, aprovechando la elección de
representantes sindicales para introducirse en el sindicato franquista. Su éxito en las elecciones sindicales de 1966
hizo que el gobierno las declarase ilegales (1967) y las reprimiese duramente. En 1972 fue detenida la dirección del
sindicato y juzgada en el llamado Proceso 1001, que terminó con la aplicación de condenas muy severas a sus
dirigentes sindicales, entre ellos Marcelino Camacho.
A partir de 1967, sindicalistas vinculados a las Juventudes Obreras Cristianas se separaron de CCOO y formaron la
Unión Sindical Obrera (USO). De los antiguos sindicatos solo la UGT mantuvo la actividad clandestina, Mientras que
la CNT prácticamente desapareció.
d) PROTESTAS ESTUDIANTILES Y CIUDADANAS:
La incorporación a la Universidad de jóvenes nacidos después de la Guerra Civil y fuertemente influidos por los
cambios sociales y culturales de la década de 1960, hizo de la protesta estudiantil un frente de conflictividad casi
permanente. La lucha contra el SEU (Sindicato Español Universitario) obligatorio y falangista, llevó a la creación de
sindicatos democráticos de estudiantes claramente enfrentados a la dictadura, primero en Barcelona y Madrid, y
luego en toda España. La respuesta represiva del régimen en forma de sanciones a los estudiantes, cierre de centro y
expulsión de profesores, así como el impacto del mayo del 68 en Francia, radicalizó el movimiento estudiantil y
convirtió a las universidades en centros de continua contestación y rebeldía.
Los movimientos sociales vinieron de la mano de personalidades del mundo académico, cultural y artístico que
reclamaban libertades democráticas. También de asociaciones vecinales, sobre todo de barrios obreros, que
demandaban mejores condiciones de vida para unos barrios desatendidos por la administración y con déficit de
servicios públicos.
6. EL FINAL DE LA DICTADURA.
Las tensiones internas centradas en la continuidad del régimen, se decantaron a favor de las posiciones más
inmovilistas: un proyecto de Ley de Asociaciones Políticas quedó paralizado; la Ley Sindical se quedó en una
recopilación de normas vigentes, y la práctica sancionadora de la Ley de Prensa se endureció.
En junio de 1973, el almirante Carrero Blanco fue nombrado presidente del Gobierno, convirtiéndose en la figura
clave para asegurar la continuidad del régimen después de la muerte de Franco. Sin embargo, en diciembre de ese
mismo año, Carrero Blanco fue asesinado por ETA en un atentado en Madrid. A partir de ese momento la fractura
entre quienes apostaban por la permanencia del régimen a toda costa (el llamado el búnker) y quienes apostaban a
favor de un cambio progresivo, creando asociaciones políticas dentro del Movimiento (los aperturistas) fue
haciéndose cada vez mayor.
En enero de 1974 se formó un nuevo gobierno presidido por Carlos Arias Navarro, que pretendía unir a aperturistas
e inmovilistas gracias al llamado "Espíritu del 12 de febrero", fecha en la que presentó en las Cortes su proyecto de
moderada apertura. Este proyecto no convenció a ninguna de las familias franquistas y mucho menos a la oposición
democrática. Ante la ausencia de auténticas reformas, los ministros aperturistas salieron del gobierno mostrando así
la incapacidad del franquismo para democratizarse.
Por otra parte, a partir de 1973, tuvo lugar un espectacular crecimiento de la conflictividad social, y los grupos de
oposición tendieron a una acción conjunta previendo la cercana desaparición del dictador. Se crearon organismos
unitarios para reivindicar el sistema democrático e impedir la continuidad del régimen franquista. En 1974, a
iniciativa del PCE, se creó en Paris la Junta Democrática, que integraba a Comisiones Obreras, a partidos de
izquierdas e incluso a personalidades de la derecha democrática. En 1975, el PSOE impulsó la Plataforma de
Convergencia Democrática junto con grupos demócrata-cristianos, la UGT y el PNV. Los programas de ambos
organismos proponían la formación de un gobierno provisional que implantase un gobierno democrático, que
procediese a dar una amplia amnistía y convocase elecciones libres.
En esos años se produjo también un recrudecimiento de la violencia, ya que ETA incrementó sus atentados y
apareció un terrorismo ultraizquierdista, representado por el FRAP y el GRAPO. En respuesta, el gobierno de Arias
Navarro intensificó la represión: en 1974 fue ejecutado Puig Antich, un joven militante anarquista; al año siguiente
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se instauro el Estado de Excepción y en septiembre de 1975, fueron condenados y ejecutados cinco activistas de ETA
y del FRAP, a pesar de las numerosas peticiones de indulto.

a) EL CONFLICTO DEL SAHARA.


El proceso descolonizador africano había sorprendido a España sin tener preparado ningún plan de acción. En 1956,
Francia pactó con el rey de Marruecos la independencia de la zona francesa sin apenas consultar al gobierno
español, que se vio forzado a actuar de la misma forma con el protectorado español. Tras un breve conflicto armado
en 1957, España cedió el territorio del Ifni a Marruecos (1969), tras haber concedido la independencia a Guinea
Ecuatorial en 1968.
Para proceder a la descolonización del territorio del Sahara, el gobierno español había aceptado hacer un
referéndum de autodeterminación en ese territorio, a propuesta de la ONU y del Frente Polisario, una formación
independentista saharaui. En 1975, aprovechando la grave enfermedad de Franco, Marruecos exigió la entrega de
estos territorios, rico en fosfatos y pesca, y el rey Hassan II organizó la Marcha Verde, una invasión pacífica del
Sahara que movilizó a decenas de miles de civiles. Ante el peligro de un conflicto bélico en Marruecos, y con Franco
agonizando, el gobierno de Arias Navarro claudicó y el 14 de noviembre se firmó el Acuerdo de Madrid, que suponía
la entrega de ese territorio a Marruecos y a Mauritania.
b) LA MUERTE DE FRANCO.
En un contexto de condena internacional de la represión franquista (retirada de embajadores europeos), de
agudización de las tensiones en el propio régimen, y de crisis en el Sahara, el 20 de noviembre de 1975 murió
Franco.
El 22 de noviembre de ese mismo año, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España y dispuso que C. Arias
Navarro se mantuviera como presidente de gobierno. Se esperaba del nuevo gabinete un proyecto reformador y una
progresiva democratización del sistema político. Pero Arias Navarro se limitó a proponer unos mínimos cambios que
fueron rechazados por la oposición, al tiempo que decepcionaban también a los propios reformistas franquistas.
La oposición tomó la iniciativa y definió un programa común tras fusionarse las dos plataformas (Junta Democrática y
Plataforma de Convergencia Democrática), en una nueva Coordinación Democrática. Su propuesta se concretaba en
la creación de un Gobierno Provisional y en la realización de elecciones libres de carácter constituyente que sentaran
las bases de un sistema político democrático.
Las bases antifranquistas también promovieron una serie de movilizaciones populares (manifestaciones, huelgas,
campañas reivindicativas, etc.) Que reclamaban las libertades democráticas y la libertad de los presos políticos. Los
conflictos laborales aumentaron y en numerosas ocasiones reivindicaban, además, el cambio político. En Cataluña y
el País vasco se impulsaron diversas huelgas generales y en Madrid, varios sectores, como el metal y la construcción
estuvieron en huelga durante semanas. Todo esto contribuyó a desacreditar el proyecto continuista de Arias
Navarro.
La tensa situación dividió aún más las posturas dentro del franquismo, ya que mientras los reformistas se sentían
decepcionados, los inmovilistas pedían mayor represión policial. El 30 de junio de 1976, temiendo que la situación
se agravase, el rey y sus colaboradores forzaron la dimisión de Arias Navarro, y nombraron al reformista Adolfo
Suárez, presidente del Gobierno.

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