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2016-09-30 -- AUDIENCIA PROVINCIAL >

MADRID > 1
La Sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Madrid confirma la sentencia dictada por
el Juzgado de lo Penal al entender que ningún precepto impone al coordinador la función de
vigilancia del cumplimiento de las medidas de seguridad.

Texto de la resolucion:
Sección n° 01 de la Audiencia Provincial de Madrid

C/ de Santiago de Compostela, 96 , Pianta 4 - 28035

Telèfono: 914934435,914934730/553 Fax: 914934551

37051540

 
N.I.G.: 28.079.00.1-2016/0002971

Procedimiento abreviado n° 230/2014 Juzgado de lo

Penal n° 5 de Getafe Rollo de Sala n° 39/2016

BENITO

S E N T E N C I A N° 480/2016
 
Magistrados

D. Alejandro Benito López

D. Manuel Chacón Alonso

Dª. Elena Perales Guilló

 
En Madrid, a treinta de septiembre de dos mil dieciséis.
Visto en segunda instancia por este tribunal el recurso de apelación contra la sentencia de
20 de junio de 2015 del Juzgado de lo Penal n° 5 de Getafe en el procedimiento abreviado
n° 230/2014, seguido contra don JL., don I. y don A.J.B., y A., Seguros y Reaseguros, SA
(antes Seguros S.G.A.) y P., SA como responsables civiles directo y subsidiario,
respectivamente.
Es apelante el acusador particular don JM.M.G. representado por el procurador don JJ.C.
y defendido por el letrado don D.J.H., y apelados:
el Ministerio Fiscal; don JL. y don I.J.B. y P., SA representados por el procurador don
JL.V.G. y defendidos por el letrado don E.B.P.; don A.J.B. representado por la procuradora
doña ME.C.P. y defendido por la letrada doña E.S.P.; y A. Seguros representado por el
procurador don F.A.M. y defendido por la letrada doña C.A.R.; y ponente el magistrado
don A.B.L.
 
I. ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- El Juzgado de lo Penal dictó sentencia en la causa indicada cuyo relato
fáctico y parte dispositiva dicen:
HECHOS PROBADOS.- “Único.- Queda probado, y así expresamente se declara, que:
D. JM.M.G. fue contratado con la categoría de ayudante de albañil el día 28.09.2007 por
la empresa P., SA para trabajar en las distintas obras de edificios que realizaba dicha
empresa.
El día 09.05.2008 sobre las 09.26 horas en la obra estaba que realizando en la calle
Alcorcón n° 19 de Parla, D. JM.M.G. fue a buscar una borriqueta que necesitaba para
trabajar, y al pisar varias tablas que tapaban un hueco de 1 metro de largo por 40-45 cm
de ancho que se había dejado en el forjado para la canalización de las conducciones y
suministros, estas tablas cedieron y D. JM.M.G. cayó al sótano inferior desde una altura
de unos 3 metros de altura.
A causa de la caída D. JM.M.G. sufrió fractura de pélvica de rama iliopubiniana izquierda y
rama isquipubiniana izquierda, más fractura del techo y fondo acetabular más fractura de
pilar posterior deacétabulo con pequeño arrendamiento posterior, fractura de esternón
costal derecho del primer arco y hernioplastia bilateral, curando estas lesiones tras
tratamiento médico consistente en cirugía y rehabilitación, en 269 días de los cuales
estuvo hospitalizado 198, con la secuela de cicatrices de la hernioplastia bilateral y artritis
postraumática, lo que le ha supuesto una incapacidad permanente en grado total,
reclamando por estas lesiones.
La empresa P., SA está constituida por los hermanos D. JL., D. I. y D. A.J.B. todos ellos
mayores de edad y sin antecedentes penales, donde D. JL.J.B. es el administrador de la
empresa, D. A.J.B. es el coordinador de seguridad y salud y D. I.J.B. encargado de obra.
En el momento de los hechos la obra de la calle Alcorcón n° 19 de Parla que realizaba P.,
SA tenía aprobado el plan de seguridad laboral y a D. JM.M.G. se le facilitó por parte de la
empresa casco y botas.
P., SA en la fecha de los hechos tenía contratada con la aseguradora S. Seguros (hoy
adquirida por A. SEGUROS) un seguro de responsabilidad civil.”
FALLO.- “Que debo absolver y absuelvo a D. JL.J.B., D. I.J.B. y D. A.J.B. de los delitos
contra la seguridad de los trabajadores, en concurso con un delito de lesiones
imprudentes, por el que se le acusaba en las presentes actuaciones, declarando de oficio
las costas procesales ocasionadas.”
SEGUNDO.- La representación de don JM. interpuso el recurso de apelación contra dicha
resolución, que fue admitido, y previo traslado a las demás partes, adhiriéndose el Fiscal y
siendo impugnado por las representaciones de don I., don JL. y P., SL, se elevó la causa
original a este tribunal, señalándose el 7 de abril para su deliberación.
 
II. HECHOS PROBADOS
Se aceptan los contenidos en la sentencia impugnada, excepto que las lesiones sufridas
por don JM.M.G. le produjeran una incapacidad permanente total.
Y se añade:
La causa estuvo paralizada por causa no imputable a los acusados en los siguientes
períodos:
-Desde el 10 de marzo de 2009 hasta el 26 de noviembre de 2009.
-Desde el 11 de octubre de 2012 hasta el 27 de mayo de 2014.
-Desde el 30 de julio de 2014 hasta el 28 de enero de 2015.
-Desde el 7 de abril de 2016 hasta el día de hoy.
 
III. FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- La doctrina tradicional mantenía que el recurso de apelación otorga plenas
facultades tribunal ad quem para resolver las cuestiones que se planteen de hecho o de
derecho por tratarse de un recurso ordinario que permite un “novum iuditium” -nuevo
juicio- (STC 124/1983, 54/1985, 145/1987, 194/1990, 21/1993, 120/1994 y 157/1995),
autorizando la valoración de todas las pruebas practicadas en primera instancia, así como
examinar y corregir la ponderación llevada a cabo por el juez a quo (STC 124/1983,
23/1985, 323/1993, 172/1997 y 120/1999), con la matización que en la valoración de la
prueba personal debía respetarse la conclusión alcanzada por el Juzgado, porque,
además de estar situado en una posición neutral frente a la parcial de las partes, se
encontraba en una mejor posición para ponderarlas por la inmediación en su recepción,
salvo que se observase un manifiesto error en su apreciación o en conjunción con otras
pruebas.
La jurisprudencia constitucional modificó este criterio cuando se pretenda la condena en
apelación del acusado absuelto o la agravación de su condena, señalando que en ambos
no puede derivar de una nueva fijación de los hechos probados que tuviesen su origen en
la reconsideración de pruebas cuya correcta y adecuada apreciación exigiese
necesariamente que se practiquen a presencia del órgano judicial (STC 167/2002, de 18
de septiembre; 272/2005, de 24 de octubre; 80/2006, de 13 de marzo; 207/2007, de 24 de
septiembre; 64/2008, de 29 de mayo; 108/2009, de 11 de mayo; y 191/2014, de 17 de
noviembre), con las siguientes matizaciones:
a) La alteración del relato histórico no resultaba del análisis de medios probatorios
personales que exigiesen presenciar su práctica para su valoración, como la prueba
documental (STC 40/2004, de 22 de marzo; 59/2005, de 14 de marzo; y 75/2006, de 13
de marzo), entre la que se encuentra la pericial, salvo que el perito hubiese declarado en
la vista con el fin de explicar, aclarar o ampliar su informe, en cuyo supuesto se convertía
en un medio de prueba de carácter personal (STC 10/2004, de 9 de febrero; 360/2006, de
18 de diciembre; y 21/2009, de 26 de enero).
El visionado por el tribunal de apelación de la grabación audiovisual del juicio celebrado
ante el Juzgado no podía suplir la inmediación desde el prisma de la credibilidad de los
declarantes (STC 120/2009, 18 de mayo; 2/2010, de 11 de enero; y 105/2014, de 23 de
junio).
b) La separación del pronunciamiento fáctico del juez de instancia fuese por no
compartir el proceso deductivo empleado, de modo que partiendo de los hechos base
tenidos por acreditados en la sentencia y no alterados en la de apelación se obtuviese
una conclusión distinta (STC 64/2008, de 29 de mayo).
c) El órgano de apelación alcanzase una conclusión jurídica diferente sin modificar el
relato histórico de la sentencia de instancia, (STC 170/2002, de 30 de septiembre;
170/2005, de 20 de junio; y 60/2008, de 26 de mayo).
Además resalta que es preceptiva la celebración vista con citación del acusado al objeto
posibilitar que ante el tribunal llamado a revisar la decisión impugnada pueda exponer su
versión personal sobre los hechos enjuiciados y la participación que se le imputa con el fin
de salvaguardar sus derechos a un proceso con todas las garantías y de defensa, cuando
el tema cuestionado no sea estrictamente jurídico, sino que se debatan aspectos de
hecho que afecten a la inocencia o culpabilidad (STC 184/2009, de 7 de septiembre;
45/2011, de 11 de abril; y 135/2011, de 12 de septiembre).
SEGUNDO.- El recurrente alega error en la valoración de la prueba en función del acta de
la Inspección de Trabajo, cuyo contenido fue ratificado en la vista por el Inspector don
Á.C.C., las declaraciones en el juicio del apelante y de los policías 138 y 156, y la
documental integrada por las fotografías obrantes a los folios 6 y 7.
Este tribunal no alcanza a comprender el motivo de esta impugnación porque la sentencia
en su segundo fundamento señala que, a pesar de estimar confuso testimonio de don
JM., considera acreditado por las declaraciones de los mencionados agentes municipales
y fotografías, que el apelante cayó no por el hueco de la escalera, sino por el de 1 metro
de largo por 40-45 cm de ancho que se había dejado en el forjado para la canalización de
las conducciones y suministros que estaba tapado con varios tablones, pero sin que las
tablas estuviesen fijadas al suelo, contrariamente a lo expuesto por los acusados,
recalcando que de otro modo no habrían cedido.
TERCERO.- También se invoca infracción de ley por inaplicación del art. 316 o del art.
317 CP solicitando la condena de los acusados por delito contra los derechos de los
trabajadores y de lesiones imprudentes, lo que integra una cuestión estrictamente jurídica.
El juez en el tercer fundamento de la sentencia, tras puntualizar que las acusaciones
imputaban el delito doloso del art. 316 CP y no su modalidad imprudente del art. 317 CP,
estima que la defectuosa cobertura del hueco no fue constitutiva del imputado delito
doloso porque, aunque la omisión de la medida seguridad deba interpretarse de forma
amplia, incluyendo no sólo su ausencia total, sino también cuando la medida de seguridad
adoptada no sea idónea, en este caso el hueco estaba tapado provisionalmente con
tablones porque como señaló don SI.P.J., quien acudió en primer lugar a auxiliar al
recurrente, no podía cerrarse con un sistema fijo al encontrarse trabajando en las
conducciones de electricidad a las que se dedicaba por lo que se tapaba provisionalmente
con tablones, no tratándose por lo tanto de una omisión de media seguridad estructural y
permanente por no estar prevista en el plan de seguridad o estando prevista no se
hubiera ejecutado, y sino una omisión temporal de la medida de seguridad que respondía
a la dinámica constructiva, la cual considera atípica.
CUARTO.- El delito del art. 316 es un tipo penal de estructura omisiva o más propiamente
de infracción del deber que protege la seguridad en el trabajo por parte del sujeto activo,
que ocupa una posición semejante a la de garante en los riesgos para la vida y la salud
del colectivo de trabajadores dimanantes de las condiciones materiales de la prestación
del trabajo, bien jurídico autónomo y por tanto independiente de la efectiva lesión que en
todo caso merecería calificación independiente.
Siendo un delito en blanco debe integrarse por la normativa laboral al respecto que está
constituida por Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales, y
su legislación complementaria, sin que sea suficiente cualquier infracción administrativa
para dar vida al tipo penal, pues al exigir que la norma de seguridad infringida ponga en
“peligro grave su vida, salud o integridad física” envía a las infracciones graves de la
normativa laboral que lleven consigo tal creación de grave riesgo, pues la integración del
tipo penal por cualquier infracción de normas de seguridad extendería indebidamente la
respuesta penal a niveles incompatibles con el principio de mínima intervención. Por lo
tanto se trata de una infracción de una norma de seguridad que se ha reconvertido en
ilícito penal por la mayor lesividad que aquella infracción conlleva para el bien jurídico de
la vida, salud o integridad del colectivo de trabajadores (STS 1233/2002, de 29 de julio).
Los deberes del empresario en la actividad preventiva dirigida a garantizar la seguridad y
la salud de los trabajadores comprenden: a) la evaluación de los riesgos; b) la formación
de los trabajadores; y c) la facilitación de las medidas de protección colectivas e
individuales necesarias (art. 14.2 y ss Ley 31/1995).
QUINTO.- La Inspección de Trabajo consideró que existía una infracción grave en materia
de prevención de riesgos laborales del art. 11.1 en relación con el apartado 3 a) por
ausencia de la medida relativa de protección colectiva durante la ejecución de la obra
contemplada en el apartado C 3.a del Anexo IV del Real Decreto 1627/1997, de 24 de
octubre, por el que se establecen disposiciones mínimas de seguridad y salud en las
obras de construcción, que dispone:
“Las plataformas, andamios y pasarelas, así como los desniveles, huecos y aberturas
existentes en los pisos de las obras que supongan para los trabajadores un riesgo de
caída de altura superior a 2 metros, se protegerán mediante barandillas u otro sistema de
protección colectiva de seguridad equivalente. Las barandillas serán resistentes, tendrán
una altura mínima de 90 centímetros y dispondrán de un reborde de protección, un
pasamanos y una protección intermedia que impidan el paso o deslizamiento de los
trabajadores.”
La calificación de la Inspección de Trabajo de la infracción como grave con propuesta de
sanción no conlleva necesariamente la existencia el delito contra los derechos de los
trabajadores por carecer de las medidas de seguridad necesaria, sino que es preciso
analizar el resto de los elementos del ilícito penal (SAP Madrid -Sección 17a- n° 716/2014,
de 30 de septiembre).
SEXTO.- La acusación particular y el Fiscal calificaron hechos como constitutivos de un
delito doloso contra los derechos de los trabajadores del art. 316 CP.
El delito doloso tiene dos elementos configuradores: el cognoscitivo constituido por el
conocimiento de los elementos del tipo penal, y el volitivo, consistente en querer el
resultado de la acción.
La normativa para evitar las caídas de altura superior a 2 metros establece como medida
la colocación de barandillas u otro sistema de protección colectiva de seguridad
equivalente, lo que estaba previsto en el plan de seguridad.
En este caso, el hueco situado a unos 3 metros de altura del suelo por donde cayó el
trabajador se encontraba sin barandillas, pero cubierto con tablones de manera
provisional al operarse a través del mismo, lo que en principio permitía pasar por encima.
El Juez partiendo que la causa del accidente obedeció a que los tablones cedieron por no
estar fijados al suelo considera que el grado de previsibilidad de esta posibilidad, y
consiguientemente la creación del peligro jurídicamente desaprobado no tiene la misma
intensidad que el dejar descubierto el hueco, concluyendo que la inadecuación de la
medida de seguridad no puede imputarse a título de dolo, ni siquiera eventual.
Criterio que asume este tribunal.
La exclusión del delito doloso contra los derechos de los trabajadores del art. 317 CP, que
era defendido por el Fiscal en la adhesión al recurso de apelación de don JM., efectuando
alegaciones complementarias a las del recurrente, es la razón por la que esta Sala no
estimó necesario devolver la causa al Juzgado para que diese traslado de dicha adhesión
a las demás partes de conforme previene el art. 790.1 LECr.
SÉPTTMO.- La no apreciación del referido delito doloso, no implica que se comparta la
conclusión absolutoria alcanzada por el Juzgado al omitir analizar la concurrencia de la
figura imprudente del art. 317 CP, sin que por ello se conculque el principio acusatorio.
El principio acusatorio, que forma parte de las garantías del proceso penal incluidas en el
art. 24 de la CP, impide que nadie pueda ser condenado si no se ha formulado una
acusación de la que haya tenido oportunidad defenderse.
La STC73/2007, de 16 de abril señala:
“...desde la STC 12/1981, de 12 de abril, que en el ámbito de las garantías del proceso
consagradas en el art. 24.2 CE se encuentran las derivadas del principio acusatorio, en la
medida en que tienen conexión con el derecho de defensa, conexión esencial desde la
perspectiva constitucional que nos compete. En concreto, hemos afirmado que forman
parte indudable de esas garantías el derecho a ser informado de la acusación y a no ser
condenado por cosa distinta de la que se ha acusado y de la que, por tanto, el reo haya
podido defenderse en un debate contradictorio. Por “cosa ”en este contexto no puede
entenderse únicamente un concreto devenir de acontecimientos, un factum, sino también
la perspectiva jurídica que delimita de un cierto modo ese devenir y selecciona algunos de
sus rasgos, ya que el debate contradictorio recae no sólo sobre los hechos, sino también
sobre la calificación jurídica (por todas SSTC 12/1981, de 10 de abril, FJ 4; 225/1997, de
15 de diciembre, FJ 3; 302/2000, de 11 de diciembre, FJ 2; 4/2002, de 14 de enero, FJ 3;
170/2002, de 30 de septiembre, FJ 3; 228/2002, de 9 de diciembre, FJ 5; 33/2003, de 13
de febrero, FJ 3; 71/2005, de 4 de abril, FJ 3; 266/2006, de 11 de septiembre, FJ 6). En
consecuencia, el pronunciamiento del Tribunal debe efectuarse precisamente en los
términos del debate tal como han sido planteados en las pretensiones de la acusación.
Ahora bien, desde aquella primera ocasión venimos señalando que la sujeción de la
condena a la acusación no es tan estricta como para impedir que el órgano judicial
modifique la calificación de los hechos enjuiciados en el ámbito de los elementos que han
sido o han podido ser objeto de debate contradictorio, de manera que no existe infracción
constitucional cuando el Juez valora los hechos y los calibra de modo distinto a como
venían siéndolo, siempre y cuando ello no suponga la introducción de un elemento o dato
nuevo al que, dado su lógico desconocimiento, no hubiera podido referirse el acusado
para contradecirlo en su caso (por todas, SSTC 10/1988, de 1 de febrero, FJ 2; 225/1997,
de 15 de diciembre, FJ 3; 4/2002, de 14 de enero, FJ 3; 71/2005, de 4 de abril, FJ 3;
266/2006, de 11 de septiembre, FJ 2).
A ello responden los conceptos de identidad fáctica y homogeneidad en la calificación
jurídica, esto es, a la existencia de una analogía tal entre los elementos esenciales de los
tipos delictivos, que la acusación por un determinado delito posibilita per se la defensa en
relación con los homogéneos respecto a él (STC 225/1997, de 15 de diciembre, FJ 3). Y
por eso hemos afirmado que lo decisivo para que la posible vulneración del principio
acusatorio adquiera relevancia constitucional no es la falta de homogeneidad de formal
entre objeto de acusación y objeto de condena, sino la efectiva constancia de que hubo
elementos esenciales de la calificación final que de hecho no fueron ni pudieron ser
debatidos plenamente por la defensa, lo que exige ponderar las circunstancias concretas
que concurren en cada caso para poder determinar lo que resulta esencial al principio
acusatorio: que el acusado haya tenido oportunidad cierta de defenderse en un debate
contradictorio con la acusación (SSTC 225/1997, de 15 de diciembre, FJ 4; 278/2000, de
27 de diciembre, FJ18; 170/2002, de 30 de septiembre, FJ 3; 189/2003, de 27 de octubre,
FJ 2; 145/2005, de 6 de junio, FJ 3; 262/2006, de 11 de septiembre, FJ 3).
La jurisprudencia consideró que el Código Penal de 1973 no permitía apreciar
homogeneidad delictiva entre el delito doloso y el culposo ya que los tipos de imprudencia
se hallaban regulados de forma genérica; criterio que modificó con el Código Penal de
1995 porque en este la tipificación de la imprudencia se ajusta a cada especie delictiva en
los supuestos penales en que se admite la forma culposa, por lo que existiendo una
mayor proximidad entre los tipos dolosos y los culposos permite apreciar con mayor
amplitud la homogeneidad entre ellos (STS 377/2015, de 10 de junio), siendo un ejemplo
patente la figura del art. 317 CP que remite al delito del precepto anterior el delito doloso
cuando se cometa por imprudencia grave castigándolo con la pena inferior en grado.
OCTAVO.- Los hechos declarados probados constituyen un delito imprudente contra los
derechos de los trabajadores del art. 317 CP en concurso ideal del art. 77 con un delito de
lesiones imprudentes del art. 152.1.1 CP.
La imprudencia grave se produjo por una patente infracción del deber de cuidado que la
persona legalmente responsable o garante del cumplimiento de las medidas de seguridad
contempladas en el plan, derivada del inadecuado observancia de la medida de seguridad
al delegar en los trabajadores la cobertura del hueco mediante la colocación de tablas sin
fijación, lo que permitía que cediesen porque no se pusieran adecuadamente o no
tuvieran la suficiente consistencia para soportar el peso de una persona, con el
consiguiente elevado peligro de caída, ni si quiera poner señales que advirtiesen del
riesgo; y esa conducta que creó el peligro jurídicamente desaprobado se materializó en el
resultado lesivo sufrido por el apelante, para cuya curación requirió, además de la primera
asistencia, tratamiento médico y quirúrgico, según informe forense de sanidad .
NOVENO.- De los expresados delitos es responsable en concepto de autor don JL.J.B.
La defensa de don A. alega que la acusación particular efectúa una acusación genérica
respecto de todos los imputados al no delimitar las competencias de cada uno en la obra
según la normativa vigente en el momento de los hechos y la relación de su conducta con
el accidente producido, que impediría la condena por aplicación del principio acusatorio
que vincula al juzgador a los hechos de la acusación, sin poder introducir de oficio hechos
perjudiciales relevantes que no figuren en la acusación (STS 33/2002, de 23 de enero),
debe señalarse que siendo cierta la ausencia de precisión en las conclusiones
provisionales, elevadas a definitivas, al limitarse en el punto tercero a señalar que los
acusados son responsables en concepto de autores como administradores solidarios de
P., SA, cuando esa condición sólo concurre concurre en el caso de don JL., se obvia que
el Fiscal que también acusaba si lo precisó, e incluso en sus conclusiones finales efectuó
al alguna modificación al respecto, y se ha adherido a la apelación.
A) Empresario.
El tipo penal se refiere a la persona legalmente obligada a facilitar los medios necesarios
para que los trabajadores desempeñen su actividad con las adecuadas medidas de
seguridad e higiene.
Facilitar no se limita únicamente a suministrar los equipos de protección individual, sino a
cualquier elemento que legal o reglamentariamente deba ser dispuesto en la acción
preventiva que incluyen la formación e información al trabajador y las medidas de
seguridad individuales y colectivas.
El empresario es quien debe cumplir las obligaciones establecidas en la normativa sobre
prevención de riesgos laborales, sin que por le eximan las obligaciones de los
trabajadores, la atribución de funciones en materia de protección y prevención a
trabajadores o servicios de la empresa y el recurso al concierto con entidades
especializadas para el desarrollo de actividades de prevención (art. 14.3 y 4 LPL).
En las obras de construcción a los efectos previstos en la normativa sobre prevención de
riesgos laborales el empresario es el contratista, que es definido como la persona física o
jurídica que asume contractualmente ante el promotor, con medios humanos y materiales,
propios o ajenos, el compromiso de ejecutar la totalidad o parte de las obras con sujeción
al proyecto y al contrato, quien tiene la consideración de empresario a los. (art. 2.1 h y 2
del Real Decreto 1627/1997).
El contratista es el responsable de la ejecución correcta de las medidas preventivas
fijadas en el plan de seguridad y salud en lo relativo a las obligaciones que les
correspondan a ellos directamente o, en su caso, a los trabajadores autónomos por ellos
contratados, sin que queden exentos de sus responsabilidades por las que correspondan
a los coordinadores, la dirección facultativa y al promotor (art. 11.2 y 3 del Real Decreto
1627/1997).
El apelante era trabajador de P. SA, que a la vez era la constructora, por lo que es de
aplicación el art. 318 CP que dispone:
“Cuando los hechos previstos en los artículos de este Título se atribuyeran a personas
jurídicas, se impondrá la pena señalada a los administradores o encargados del servicio
que hayan sido responsables de los mismos y a quienes, conociéndolos y pudiendo
remediarlo, no hubieran adoptado medidas para ello.”
El administrador era don JL.J.B., quien conocía o al menos debía conocer que el hueco
por el que cayó el trabajador accidentado no estaba cubierto adecuadamente al no
encontrarse fijadas las tablas, lo que se ponía en peligro grave la vida o la integridad física
de los trabajadores.
Además, es responsable de delito de lesiones imprudentes porque el menoscabo corporal
sufrido por el recurrente como consecuencia del accidente obedeció a su descuido en la
observancia de la medida de seguridad colectiva.
B) Coordinador en materia de seguridad y de salud durante la ejecución de la obra.
Don A.J.B. era el coordinador en materia de seguridad y de salud durante la ejecución de
la obra, que es el técnico competente integrado en la dirección facultativa (art. 2.1 f del
Real Decreto 1627/1997).
Sus funciones según el art. 9 del citado Real Decreto son:
a) Coordinar la aplicación de los principios generales de prevención y de seguridad:
1° Al tomar las decisiones técnicas y de organización con el fin de planificar los distintos
trabajos o fases de trabajo que vayan a desarrollarse simultánea o sucesivamente.
2° Al estimar la duración requerida para la ejecución de estos distintos trabajos o fases de
trabajo.
b) Coordinar las actividades de la obra para garantizar que los contratistas y, en su
caso, los subcontratistas y los trabajadores autónomos apliquen de manera coherente y
responsable los principios de la acción preventiva que se recogen en el artículo 15 de la
Ley de Prevención de Riesgos Laborales durante la ejecución de la obra y, en particular,
en las tareas o actividades a que se refiere el artículo 10 de este Real Decreto.
c) Aprobar el plan de seguridad y salud elaborado por el contratista y, en su caso, las
modificaciones introducidas en el mismo. Conforme a lo dispuesto en el último párrafo del
apartado 2 del artículo 7, la dirección facultativa asumirá esta función cuando no fuera
necesaria la designación de coordinador.
d) Organizar la coordinación de actividades empresariales prevista en el artículo 24 de
la Ley de Prevención de Riesgos Laborales.
e) Coordinar las acciones y funciones de control de la aplicación correcta de los
métodos de trabajo.
f) Adoptar las medidas necesarias para que sólo las personas autorizadas puedan
acceder a la obra. La dirección facultativa asumirá esta función cuando no fuera necesaria
la designación de coordinador.
El Fiscal en sus conclusiones finales acusó como autor del delito contra los derechos de
los trabajadores porque, además de la función de aprobación del plan de seguridad y
coordinar, también tiene la de vigilancia sobre la observancia de las medidas de seguridad
colectivas de definitivas al tener la posibilidad de paralizar la obra.
El coordinador en materia de seguridad y salud o cualquier otra persona integrada en la
dirección facultativa cuando durante la ejecución de la obra observase incumplimiento de
las medidas de seguridad y salud debe advertirlo al contratista, dejando constancia de tal
incumplimiento en el libro de incidencias, y están facultados para paralizar el tajos o, en
su caso, de la totalidad de la obra cuando concurran circunstancias de riesgo grave e
inminente para la seguridad y la salud de los trabajadores (art. 14.1 del referido Real
Decreto).
La interpretación que efectúa el Fiscal de esta norma no puede ser asumida al ser
extensiva porque ningún precepto impone al coordinador de seguridad la función de
vigilancia del cumplimiento de las medidas de seguridad previstas en el plan, cuestión
diferente es que de apreciarla, al igual que cualquier otro componente de la dirección
facultativa, tenga la obligación de advertirlo al contratista y dejar constancia de su
incumplimiento.
La vigilancia del cumplimiento de las medidas de seguridad previstas en el plan
corresponde al contratista como ya hemos señalado anteriormente, y a los recursos
preventivos que son el trabajador o trabajadores de la empresa, uno o varios miembros
del servicio de prevención propio de la empresa, que hayan sido designados, tengan la
capacidad suficiente, dispongan de los medios necesarios y suficientes en número para
vigilar el cumplimiento de las actividades preventivas, debiendo permanecer en el centro
de trabajo durante el tiempo en que se mantenga la situación que determine su presencia;
e incluso el trabajador o trabajadores de la empresa asignados de forma expresa, que, sin
formar parte del servicio de prevención propio ni ser trabajadores designados, reúnan los
conocimientos, la cualificación y la experiencia necesarios en las actividades o procesos a
que se refiere el apartado 1 y cuenten con la formación preventiva correspondiente, como
mínimo, a las funciones del nivel básico (art. art. 32 bis y Disposición adicional
decimocuarta LPL).
En consecuencia, no puede atribuirse responsabilidad penal a don A. por el delito contra
los derechos de los trabajadores, ni tampoco por el delito de lesiones imprudentes ya que
las sufridas por el apelante no guardan relación de causalidad con una falta de diligencia
por su parte.
B) Jefe de obra.
Don I. era el jefe de obra no teniendo entre sus funciones la de vigilancia de las medidas
de seguridad al no constar que hubiese sido designado como recurso preventivo, razón
por la cual el Fiscal no le acusaba por el delito contra los derechos de los trabajadores,
sino únicamente por el delito de lesiones imprudentes que no es atendible por la misma
razón que en el caso de don A.
DÉCIMO.- Concurre la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas del art. 21.6 CP.
Esta atenuante requiere que la dilación procedimental sea: 1° indebida, es decir,
injustificada en proporción con la complejidad de la causa; 2° extraordinaria equivalente a
manifiestamente desmesurada; y 3° no atribuible al propio acusado (STS 291/2012, de 26
de mayo; y 675/2012, de 24 de julio).
La STS 692/2012, de 25 de septiembre, indica que procederá su apreciación como muy
cualificada siempre que la dilación supere objetivamente el concepto de extraordinaria por
paralización del proceso durante varios años, o cuando venga acompañada de un plus de
perjuicio para el acusado superior al propio que irroga la intranquilidad o la incertidumbre
de la espera, como puede ser que la ansiedad de la demora le genere una conmoción
anímica de relevancia debidamente contrastada, o que durante ese extraordinario período
de paralización el acusado lo haya sufrido en situación de prisión provisional con el
natural impedimento para hacer vida familiar, social y profesional, u otras similares que
produzcan un perjuicio añadido al propio de la mera demora y que deba ser compensado
por los órganos jurisdiccionales.
Las paralizaciones fueron:
-Desde la providencia de 10 de marzo de 2009 en que se requirió informe a F. hasta el 26
de noviembre de 2009 en que se presentó.
-Desde el 11 de octubre de 2012 en que se presentó la calificación de la acusación
particular, hasta el 27 de mayo de 2014 en que se presentó la del Fiscal, pues los
recursos de reforma y subsidiario de apelación formulados por don JL. contra el auto de
trasformación a procedimiento abreviado de 27 de septiembre de 2012 no tenían efectos
suspensivos, ni tampoco se puede atribuir efecto interruptivo a la providencia de 13 de
junio de 2013 que acordó recabar la hoja histórico penal de los investigados solicitada por
el Fiscal como diligencia complementaria al no ser imprescindible para formalizar la
acusación.
-Desde el 30 de julio de 2014 en que el Juzgado de lo Penal recibió la causa hasta el 28
de enero de 2015 en que se dictó auto de admisión de pruebas y se señaló el juicio.
-Desde el 7 de abril de 2016 hasta el día de hoy tiempo invertido en dictarse esta
sentencia.
La duración de la dilación superior a los 3 años, sumada a la extensa duración de la
instrucción, que ha conllevado que la conclusión del enjuiciamiento más de 8 años
después de los hecho, aún teniendo en cuenta que la causa tiene complejidad por las
divergencias en relación a el lugar desde donde se cayó el trabajador y por las debatidas
cuestiones jurídicas, permite concluir que fue ostensiblemente desmesurada, lo que
determina que la atenuante de dilaciones indebidas debe considerarse como cualificada.
DUODÉCIMO.- La atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas conlleva la rebaja
en dos grados en función de su duración.
Dentro del dicho grado deben imponérsele las penas mínimas al no concurrir en atención
a las circunstancias del hecho y del acusado, que son:
-Un mes y quince días de prisión, que se sustituye por tres meses de multa con una cuota
diaria de seis euros (art. 71.1 CP), y un mes y quince días de multa con una cuota diaria
de seis euros, por el delito contra los derechos de los trabajadores.
- Un mes y quince días de multa con una cuota diaria de seis euros, por el delito de
lesiones imprudentes.
Todas las multas conllevaban la responsabilidad personal subsidiaria de un día de
privación de libertad por cada dos cuotas impagadas.
DÉCIMO TERCERO.- Esta Sala viene sosteniendo reiteradamente que ante la dificultad
de valorar el daño biológico y moral que produce el daño personal, para no incurrir en
apreciaciones subjetivas debe acudirse por analogía para su fijación a la única norma que
existe en nuestro derecho sobre la materia, que está constituida por el baremo del Anexo
de la Ley sobre Responsabilidad Civil y Seguro en la Circulación de Vehículos a Motor.
En cuanto al baremo aplicable asumimos la doctrina jurisprudencial emanada de las STS
del Pleno de la Sala 1a n° 429 y 430/2007, de 17 de abril, que declara que los daños
sufridos en un accidente de circulación quedan fijados de acuerdo con el régimen legal
vigente en el momento de la producción del hecho que ocasiona el daño, y se cuantifican
en el que se produce el alta definitiva del perjudicado.
Por lo tanto, debe aplicarse en este caso para la cuantificación de las indemnizaciones la
Resolución de la Dirección General de Seguros de 20 de enero de 2009(B0E 2 de
febrero).
-198 días hospitalarios x 65,48 euros = 12.965,04 euros.
-71 días no impeditivos x 28,65 euos = 2.034,15 euros.
-8 puntos secuela x 753,49 euros = 6.027,92 euros.
-1 punto perjuicio estético x 753,49 euros = 753,49 euros.
-Mas 10% por factor corrector por perjuicios económicos.
Total = 23.958,56 euros.
Dicha cantidad, se incrementará con los intereses previstos en el art. 576 LEC.
La incapacidad permanente total no se valora al tratarse de un error mecanográfico por
parte del juzgado que las produjeron al recurrente dicho incapacidad al no figurar en el
informe de sanidad forense.
DÉCIMO CUARTO.- A., Seguros y Reaseguros, S.A. (antes Seguros S. Grupo
Asegurador) es responsable civil directo de la indemnización reconocida al perjudicado, y
P., SA responsable civil subsidiario.
La exclusión de A. postulada por el Fiscal en el juicio al considerar que el seguro de
responsabilidad civil concertado por P., SA en favor de sus trabajadores en caso de
accidente no cubría el delito doloso, no es atendible ya que, además de no condenarse
por el delito doloso contra los derechos de los trabajadores, sino su figura imprudente, las
lesiones sufridas por el trabajador, aunque hipotéticamente fuese consecuencia del
referido ilícito doloso, serían imputables a título de imprudencia.
DÉCIMO QUINTO.- Deben imponerse don don JL. 1/3 de las costas procesales de la
primera instancia (art. 123 CP).
La imposición de costas de esta apelación deben declararse de oficio ante la estimación
parcial del recurso, y aunque se desestime otra no se aprecia temeridad en el recurrente,
sino una divergencia motivada que no es acogida por las razones ya expuestas.
 
FALLAMOS
Se ESTIMA PARCIALMENTE el recurso de apelación interpuesto por la representación
del acusador particular don JM.M.G. contra la sentencia de 20 de junio de 2015 del
Juzgado de lo Penal n° 5 de Getafe en el procedimiento abreviado n° 230/2014, y en
consecuencia CONFIRMAMOS dicha resolución, excepto en el particular relativo a la
absolución de don JL.J.B., y en su lugar:
Se CONDENA a don JL.J.B. como autor responsable de un delito imprudente contra los
derechos de los trabajadores en concurso medial con un delito de lesiones imprudentes,
con la concurrencia de la atenuante muy cualificada de dilaciones indebidas, a las penas
de un mes y quince días de prisión, que se sustituye por tres meses de multa con una
cuota diaria de seis euros, y un mes y quince días de multa con una cuota diaria de seis
euros, por el primer ilícito , y de un mes y quince días de multa con una cuota diaria de
seis euros, por el segundo, a que indemnice a don JM.M.G. en la cantidad de 23.958,56
euros, con los intereses previstos en el art. 576 LEC, suma de la que es responsable
directa A., Seguros y Reaseguros, SA (antes Seguros S. Grupo Asegurador), y subsidiaria
P., SA, y al pago de 1/3 parte de las costas procesales de la primera instancia, incluidas
las de la acusación particular.
Y se declaran de oficio las costas de esta segunda instancia.
Contra esta sentencia no cabe recurso.
Así por esta nuestra sentencia definitivamente juzgando en segunda instancia, lo
pronunciamos mandamos y firmamos.
AUDIENCIA PROVINCIAL DE TARRAGONA
SECCIÓN SEGUNDA
Rollo de apelación nº 691/2013
J.Oral nº 193/2010
Juzgado de lo Penal nº 1 de Reus
Tribunal.
Magistrados,
D. Ángel Martínez Sáez (Presidente)
Dª. Samantha Romero Adán
Dª. Sara Uceda Sales
SENTENCIA Nº 490/2013
En la ciudad de Tarragona, a 11 de noviembre de 2013
Visto ante esta Sección 2ª de la Audiencia Provincial los recursos de apelación interpuestos por las
representaciones procesales de Esteban, Gabino y MARSÓ GAIÀ S.L, SEGUROS CATALANA
OCCIDENTE S.A Y ASEFA, SEGUROS Y REASEGUROS S.A, contra la sentencia dictada por el
Juzgado de lo Penal nº 1 de Reus con fecha 4 de abril de 2013, en el que actúa como Acusación
Particular Marí Trini en nombre propio y en el de sus tres hijos menores de edad, siendo parte el
Ministerio fiscal y Ponente la Magistrada Dª. Sara Uceda Sales.
ANTECEDENTES PROCEDIMENTALES
Aceptando los de la sentencia recurrida y

PRIMERO
La sentencia recurrida declaró probados los hechos siguientes:
ÚNICO.- El día 21 de diciembre de 2004, sobre las 17,00 horas, el trabajador Matías,
que ocupaba el puesto de Oficial 1ª de albañil, junto con su compañero de trabajo,
Prudencio, y siguiendo las instrucciones facilitadas por el acusado Esteban, mayor de
edad y sin antecedentes penales, socio de la empresa Habitat Gaià, S.L. y encargado de
la obra, procedieron a efectuar la tarea consistente en desmontar un andamio metálico
tubular de fachada, estando situada dicha obra en la Calle Modest i Gené nº 33 de la
localidad de Reus. Con esta finalidad, Matías, se situó en uno de los pisos del andamio a
unos 12 metros de altura, estando constituido el mismo por planchas metálicas de 30
centímetros cada una de ellas y sujetas a la estructura del andamio por medio de unas
pestañas que encajan en los perfiles. El trabajador referido, se colocó sobre la
plataforma interior del piso, en la parte más cercana a la fachada, agachándose para
recoger la segunda plataforma y, en ese momento perdió el equilibrio y cayó al vacío
desde la altura indicada. Al haberse retirado el cuerpo de andamio superior, no se podía
disponer de los elementos precisos para mantener una barandilla, que hubiera evitado la
caída. Matías aunque disponía de arnés de seguridad sujeto mediante una cuerda a un
puntal situado en el interior de la edificación, no lo utilizó en el momento de producirse
la caída. Durante la operación de desmontaje no estuvo presente el encargado de obras
de la empresa Habitat Gaià, el acusado Esteban, con el fin de comprobar el
cumplimiento de las normas establecidas en el Plan de Seguridad que esta empresa
había encargado redactar a la empresa de prevención de riesgos laborales, Dalgo
Prevención y Formación, S.A, en relación a dicha actividad de riesgo.

Matías no recibió por parte de la empresa promotora, Habitat Gaià, S.L., la


correspondiente formación en prevención de riesgos laborales, y la información
necesaria prevista reglamentariamente para el montaje y desmontaje de andamios.

La empresa Marsó Gaià, S.L. había contratado a Matías como Oficial de 1ª y a su vez la
empresa promotora - constructora Habitat Gaià subcontrató a la mercantil Marsó Gaià,
S.L. los trabajos de albañilería para ejecutar la obra sita en el lugar antes indicado,
mediante contrato de 29 de octubre de 2003.

A consecuencia de la caída, el trabajador accidentado sufrió un traumatismo torácico -


abdominal que le produjo la muerte por shock hipovolémico.

La empresa Habitat Gaià S.L. tenía concertado seguro de responsabilidad civil en la


fecha de los hechos con las empresas aseguradoras Asefa, A.A. y Seguros Catalana
Occidente, SA.

Marsó Gaià, S.L. tenía concertado contrato de seguro con la compañía Seguros Catalana
Occidente, S.A.

Esteban, ostentaba en la fecha de los hechos, el cargo de encargado de obra y


representante legal de la empresa Habitat Gaià, S.L. El representante legal de la empresa
Marsó Gaià, S.L. era Gabino .

Estos hechos constituyen, según la Inspección de Trabajo de Tarragona, de infracción de


las normas siguientes:

- en materia de prevención de riesgos laborales, de conformidad con lo establecido en el


art. 5.2 del Texto Refundido de la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden
Social, aprobado por Real decreto Legislativo 5/2000, de 4 de agosto, por
incumplimiento de lo establecido en el art. 14 y 15, y apartados 4 .3.3 y 4.3.7 y 4.3.8 del
Anexo del Real Decreto 1215/1997, de 18 de julio.

- Incumplimiento del art. 19 y 22 de la Le 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales.

- Incumplimiento del Anexo IV, parte C, apartado 3 y 5, del Real Decreto 1627/1997, de
24 de octubre por el que se establecen disposiciones mínima de seguridad y salud en las
obras de construcción, en relación con los Anexos I,II y IV del Real Decreto 773/1997,
de 30 de mayo, sobre disposiciones mínimas de seguridad y salud relativas a la
utilización por los trabajadores de equipos de protección individual.

SEGUNDO
Dicha sentencia contiene el siguiente fallo:
"Debo condenar y condeno a Esteban como autor de un delito de HOMICIDIO IMPRUDENTE del
artículo 142 .1 y 3 del Código penal, a la pena de SEIS MESES de prisión, con inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena e inhabilitación especial
para el ejercicio de su profesión de constructor y promotor por cuenta propia o ajena por tiempo de
un año y 6 meses; y como autor de un delito CONTRA LOS DERECHOS DE LOS
TRABAJADORES del artículo 316 del Código penal, a la pena de TRES MESES de prisión y
TRES MESES multa a razón de cuatro euros con la responsabilidad personal subsidiaria del art. 53
CP en caso de impago, con inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena e inhabilitación especial para el ejercicio de su profesión de constructor y
promotor por cuenta propia o ajena por tiempo de la condena.
Debo condenar y condeno a Gabino, como autor de un delito de HOMICIDIO IMPRUDENTE del
artículo 142.1 y 3 del Código penal, a la pena de SEIS MESES de prisión, con inhabilitación
especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena e inhabilitación especial
para el ejercicio de su profesión de constructor y promotor por cuenta propia o ajena por tiempo de
un año y 6 meses; y como autor de un delito CONTRA LOS DERECHOS DE LOS
TRABAJADORES del artículo 316 del Código penal, a la pena de TRES MESES de prisión y
TRES MESES multa a razón de seis euros con la responsabilidad personal subsidiaria del art. 53 CP
en caso de impago, con inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo
de la condena e inhabilitación especial para el ejercicio de su profesión de constructor y promotor
por cuenta propia o ajena por tiempo de la condena.
Que debo absolver y absuelvo a SEGUROS CATALANA OCCIDENTE, SA.A como responsable
civil directa de Habitat Gaià, S.L. Se imponen a el pago de las costas causadas a ambos acusados,
por mitad, incluidas las de la acusación particular.
En concepto de responsabilidad civil, la entidad ASEFA, S.A., hasta el límite de 120.00 euros, y
Esteban, así como Seguros Catalana Occidente y Gabino, responderán directa y solidariamente de la
suma de
79.444,682 euros debida a la esposa del fallecido, Marí Trini, y de 33.101.952 euros, a favor de
cada uno de los tres hijos menores de aquél, que deberá entregarse a su representante legal, más los
intereses legales del art. 576 LEC y el art. 20LCS, siendo responsables civiles subsidiarias las
empresas Habitat Gaià, S.L. y Marsó Gaià, S.L."

TERCERO
Contra la mencionada sentencia se interpuso recurso de apelación por las representaciones
procesales de Esteban, Gabino y MARSO GAIA, S.L, SEGUROS CATALANA OCCIDENTE S.A
Y ASEFA, SEGUROS Y REASEGUROS, S.A.

CUARTO
Admitido el recurso y dado el traslado por diez días a las demás partes personadas para que
presentaran escritos de impugnación o adhesión, por el Ministerio fiscal y por la Acusación
Particular se presentaron escritos impugnando los recursos de apelación interpuestos e interesando
la confirmación de la resolución dictada.
HECHOS PROBADOS
Se mantienen los de la sentencia dictada.

FUNDAMENTOS JURÍDICOS
Primero
Las presentes actuaciones penales se iniciaron con motivo de la caída del trabajador Matías
, oficial 1ª de albañil, desde unos doce metros de altura cuando se encontraba desmontando un
andamio metálico tubular de fachada en una obra situada en la C/Modest i Gené nº 33 de la
localidad de Reus. Como consecuencia de dicha caída el trabajador falleció. El Ministerio fiscal y la
Acusación Particular imputaban a Esteban, encargado de la obra y legal representante de HABITAT
GAIÀ S.L, y a Gabino, empleador del fallecido y legal representante de la mercantil MARSÓ
GAIÀ S.A, un delito contra los derechos de los trabajadores del artículo 316 del CP y un delito de
homicidio imprudente del artículo 142.1 º y 2º del Código Penal, solicitándoles determinadas penas
y ciertas cantidades en concepto de responsabilidad civil en favor de la esposa del fallecido y sus
tres hijos menores, actuando como responsables civiles directas las compañías aseguradoras
ASEFA, SEGUROS Y REASEGUROS S.A (en relación a Esteban ) y SEGUROS CATALANA
OCCIDENTE, SOCIEDAD ANONIMA DE SEGUROS Y REASEGUROS (en relación a Gabino )
y respondiendo como responsables civiles subsidiarios HABITAT GAIÁ S.L y MARSÓ GAIÀ S.L.
Recurren en apelación la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal, ambos condenados, como
responsables penales y civiles, Marsó Gaià S.L como responsable civil subsidiaria, y las respectivas
compañías aseguradoras como responsables civiles directos solicitando todos ellos la absolución, o,
subsidiariamente, que los hechos sean constitutivos de falta, así como la exoneración o reducción,
en su caso, de la responsabilidad civil derivada de los hechos.

Segundo
Impugnándose la responsabilidad penal declarada en sentencia, iniciaremos la resolución del
recurso por el análisis de los recursos interpuestos por los que han resultados condenados en
primera instancia.
Por la representación procesal Sr. Esteban, legal representante de la contratista y encargado de obra,
se alegan como motivos del recurso: a) vulneración de derechos constitucionales por basarse su
condena en una normativa laboral que no resultaba de aplicación en la obra que nos ocupa, b) error
en la valoración de la prueba respecto a la inexistencia de medidas de seguridad, c) falta de tipicidad
por inexistencia de infracción en el RD 1215/1997, d) Indebida aplicación del concurso ideal de
delitos, y, d) concurrencia de culpa de la propia víctima.
En apoyo de su pretensión revocatoria, alega que estuvo presente durante el proceso de desmontar
el andamio pues estuvo hasta que se llenó el camión de material de obra y se fue para descargar,
además, cuestiona si era necesaria o no su presencia permanente durante el desarrollo de dicha
actividad. Sostiene que en el proceso de desmontaje de dicho andamio las medidas de seguridad
únicamente podían ser individuales porque tanto las barreras como las "H" laterales ya se habían
extraído siguiendo el proceso lógico de desmontaje, añadiendo que en la sentencia no se refleja qué
concreta norma o normas obligaban a disponer de más medidas de seguridad que las existentes.
Alega también que el trabajador recibió formación de la empresa que contrató sus servicios,
MARSÓ GAIÀ S.L, y que en la obra se cumplieron todas las medidas de seguridad. Considera que
no resulta de aplicación al supuesto de autos el RD 2177/2004 pues entró en vigor con posterioridad
a la aprobación del Plan de seguridad y, en el supuesto de resultar de aplicación, debió hacerse en su
totalidad, es decir, al tratarse de un andamio que disponía del marcaje CE, la operación podía
dirigirse por una persona con experiencia en dicha materia de más de dos años certificada por el
empresario y que contara con la formación preventiva correspondiente, sosteniendo que el Sr.
Prudencio, que se encontraba con el fallecido, poseía una larga experiencia y formación. En
definitiva, niega su autoría en los hechos que se le imputan al afirmar que se cumplió con toda la
normativa en materia de prevención de riesgos laborales, pues existía plan de seguridad, había
recursos individuales y colectivos en la obra, el trabajador había recibido formación y había
intervenido en múltiples ocasiones en la operación de montaje y desmontaje de andamios,
sosteniendo que su deber de vigilancia en ningún caso puede suponer su presencia permanente en la
obra, concluyendo que si el trabajador hubiese hecho uso de la medida de seguridad individual que
tenía a su disposición, es decir, si hubiese llevado puesto el arnés de seguridad, se habría evitado el
trágico accidente, alegando culpa exclusiva de la propia victima. También sostiene que la sentencia
no da explicación suficiente sobre la aplicación del concurso ideal de delitos pues, según el
recurrente, el delito de resultado debió absorber al de peligro. Subsidiariamente, considera que los
hechos son constitutivos de falta pues la imprudencia no puede ser calificada como grave, por lo
que, como máximo, los hechos serían constitutivos de una falta de imprudencia leve del artículo
621.3º del CP .
Por su parte, por la representación procesal de Gabino y Marsó Gaià S.L, legal representante de la
subcontratista y empleadora del trabajador fallecido, se alega que dicha mercantil fue contratada
para realizar trabajos de albañilería ajenos al montaje y desmontaje de andamios pues la promotora
y constructora principal, Habitat Gaià S.L, subcontrató a Marsó Gaià S.L determinadas partes o
unidades de obra con sujeción al proyecto por el que se regía su ejecución, pero que dicha
contratación en ningún caso incluía la tarea que le fue encomendada al trabajador por Habitat Gaià
S.L. Añaden que el trabajador fallecido tenía la categoría de oficial 1ª albañil y recibió la formación
correspondiente a su puesto de trabajo, es decir, como albañil, sin que tuviera formación en materia
preventiva para el desmontaje de andamios, pues no tenía por qué tenerla, ya que dicha tarea es una
especialidad para la que requiere conocimientos específicos. En síntesis, sostiene que la empresa
principal dispuso de un trabajador de la empresa subcontratada para realizar trabajos ajenos a la
contratación sin comunicárselo, pedir autorización ni cerciorarse sobre si poseía o no la debida
formación para ejecutarlos. En cuanto al andamio, argumenta que era propiedad de Habitat Gaià S.L
y que los trabajos de montaje, mantenimiento y desmontaje del andamio debían ser realizados por la
empresa contratista y por sus operarios debidamente formados para ello, bajo las directrices del
encargado de obra y que, en cambio, de la prueba practicada, se desprendía que fue el Sr. Esteban
quien dio la orden al Sr. Prudencio para que desmontase el andamio y que, en dicha tarea, le
ayudase el Sr. Matías . En definitiva, considera que no se puede atribuir al Sr. Gabino
responsabilidad penal alguna y que, en cualquier caso, de manera subsidiaria, su responsabilidad no
puede ser la misma que la del Sr. Esteban, tal y como sucedió con las sanciones impuestas por la
Inspección de trabajo pues a Marsó Gaià S.l se le impuso sanción por infracción grave en grado
mínimo, mientras a Habitat Gaià S.L se le impuso sanción por infracción grave en grado máximo.
Finalmente, igual que el anterior recurrente, alega culpa exclusiva de la víctima por no usar el arnés
de seguridad que tenía a su disposición.

Tercero
En cuanto a la causa del accidente, la sentencia dictada, tras valorar la prueba practicada bajo los
principios de oralidad, publicidad, contradicción e inmediación, llega a la conclusión de que el
trabajador, Matías, Oficial 1ª de albañil, se precipitó al vacío cuando se encontraba efectuando, tras
las instrucciones efectuadas por el encargado de obra de la mercantil HABITAT GAIÀ SL, la tarea
de desmontar un andamio metálico tubular de fachada, sin que en dicho momento se pudiera
disponer de barandilla de seguridad ni el trabajador utilizara el arnés de seguridad que tenía a su
disposición y sin que se encontrara presente en dicho momento el encargado de la obra, el Sr.
Esteban . También considera acreditado que el trabajador carecía de la formación necesaria para
realizar dicho concreto trabajo.
Por lo tanto, lo primero que se observa es que ninguno de los dos recurrentes cuestiona los hechos
declarados probados sino su concreta participación y responsabilidad en los mismos. Además, los
hechos probados, respecto a la causa del accidente, se basan en el informe emitido por la Inspección
de trabajo (folios 256 a 259) y en las Actas de infracción levantadas a Habitat Gaia S.L y Marso
Gaia S.L (folios 260 a 268) así como en la prueba practicada en el acto del plenario.
También consta acreditado, tal y como se observa en el reportaje fotográfico obrante a los folios 34
a 37, que existía un arnés de seguridad y que el trabajador no hizo uso del mismo.

Cuarto
Tal y como establecen las SSTS de 29 julio de 2002 y de 19 de octubre de 2000, el artículo 316 del
Código Penal, incluido en el Título XV «De los Delitos contra los derechos de los Trabajadores»,
supone el reconocimiento de un interés susceptible de protección, la clase trabajadora en cuanto tal,
como sujeto de derechos, incluyendo en dicho título - arts. 311 a 318 - el catálogo de acciones que
atentan contra los trabajadores en desarrollo del principio rector de política social y económica de
velar por la seguridad e higiene en el trabajo ( art. 40.2 C.E ), lo que en sede doctrinal recibe el
nombre de «Derecho Penal del Trabajo».
El tipo penal del art. 316 se trata de un tipo penal de estructura omisiva o más propiamente de
infracción de un deber que protege la seguridad en el trabajo entendido como la ausencia de riesgos
para la vida y la salud del trabajador dimanante de las condiciones materiales de la prestación del
trabajo, bien jurídico autónomo y por tanto independiente de la efectiva lesión que en todo caso
merecería calificación independiente, en el que el sujeto activo, los legalmente obligados, ocupan
una posición semejante a la de garante, debiendo recordar que la Ley de Prevención de Riesgos
Laborales -Ley 31/1995, de 8 de noviembre- en su art. 14.2 impone al empresario un deber de
protección frente a los trabajadores para garantizar su seguridad y la salud en todos los aspectos
relacionados con el trabajo en términos inequívocos «...el empresario deberá garantizar la seguridad
y salud de los trabajadores a su servicio...» «...el empresario realizará la prevención de los riesgos
laborales mediante la adopción de cuantas medidas...». Los empresarios o titulares de la empresa
son los posibles sujetos activos del delito, pero no sólo ellos, sino también, desde una perspectiva
penal, los administradores y encargados del servicio que hayan sido responsables de los mismos y a
quienes, conociéndolos y pudiendo remediarlo, no hubieren adoptado medidas para ello, a los que
se refiere el art. 318 del CP .
También, sobre los sujetos activos del delito, es decir, los que están legalmente obligados a facilitar
medios de seguridad e higiene, la STS núm. 1654/2001 (Sala de lo Penal), de 26 septiembre, declara
que no son únicamente los empresarios según el artículo 42.2 de la Ley de Prevención de Riesgos
Laborales, pues no puede excluirse la obligación legal de los técnicos, que por sus funciones, han de
estar a pie de obra y obligados a controlar y verificar que se cumplen los requisitos precisos para el
buen fin de la misma y, entre ellos, los de seguridad y protección de riesgos generados por la obra,
porque, aunque no empresarios, sólo mediante su control y comprobaciones se puede evitar la
omisión del empresario, de tal modo que su omisión puede constituir una cooperación necesaria a la
comisión del delito y, por ello, puede entendérseles sin lugar a dudas como autores también del
mismo delito.
Es decir, nada obsta a que pueda existir responsabilidad penal exclusiva de persona distinta al
empresario cuando éste ha cumplido sus obligaciones, ya que de lo que se trata en realidad, es de
determinar material y no solo formalmente quién realmente tiene la competencia y puede ejercerla
en relación a la seguridad e higiene, ya que la responsabilidad penal, debe, necesariamente, referirse
a una actuación dolosa o imprudente.
El elemento normativo del tipo se refiere a «...la infracción de las normas de prevención de riesgos
laborales...», lo que permite calificar el delito como tipo penal en blanco -en este sentido STS de 12
de noviembre de 1998 - de suerte que es la infracción de la normativa laboral la que completa el
tipo, bien entendido que no bastara cualquier infracción administrativa para dar vida al tipo penal,
porque esta exige, en adecuado nexo de causalidad, que la norma de seguridad infringida debe
poner en «peligro grave su vida, salud o integridad física» la que nos envía a infracciones graves de
la normativa laboral que lleven consigo tal creación de grave riesgo.
En definitiva, no basta para integrar el tipo penal cualquier infracción de normas de seguridad, pues
ello extendería indebidamente la respuesta penal en niveles incompatibles con el principio de
intervención mínima y de seguridad jurídica, por ello, la integración del tipo penal con la normativa
de la prevención de riesgos laborales, sólo debe ser en relación con la infracción de los más graves
preceptos cuya omisión es capaz de generar aquel grave peligro. Por tanto, es preciso, para la
integración del tipo que, con la infracción de aquellas normas de cuidado y la omisión del
cumplimiento del deber de facilitar los medios necesarios para el desempeño del trabajo en las
debidas condiciones de seguridad e higiene, se ponga en peligro grave la vida, la salud o la
integridad física de los trabajadores, sin que sea necesario que el peligro se concrete en una lesión
efectiva puesto que el delito en cuestión es un tipo de riesgo.
Efectivamente, la aplicación del artículo 316 del C.P responde a la idea de adelantar la línea de
intervención punitiva pues tiene la estructura característica de un delito de omisión y de peligro
concreto grave, que lo configura autónomamente de los delitos de resultado y permite la
compatibilidad entre ambos si el resultado lesivo se produce, y ello sin perjuicio de que pueda
resultar de aplicación la consunción del artículo 8.3º del C.P, pues, en algunas ocasiones, el delito
de resultado absorberá al de peligro como una manifestación lógica de la progresión delictiva, pero
en otras, como ha declarado en anteriores ocasiones esta Sala, el delito de peligro no quedará
consumido por el de resultado cuando, por ejemplo, se genera un peligro colectivo para todos los
trabajadores y no sólo para el accidentado.
Quinto
En el supuesto de autos, de la documental, concretamente, del informe de la Inspección de Trabajo
y de las Actas de Infracción levantadas, se desprende la existencia de una infracción grave en
materia de seguridad y salud laboral, observando que se les impuso a HABITAT GAIÀ S.L, la
sanción en grado máximo y a, MARSÓ GAIÀ S.L, la sanción en grado mínimo.
Asimismo, del Informe de la Inspección (folios 256 a 259) se desprende el incumplimiento de lo
dispuesto en la siguiente normativa:
1. La Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales:
a.1) Artículo 14 (Que regula el derecho a la protección frente a los riesgos laborales).
b.1) Artículo 15. 1 i) (Que regula los principios de la acción preventiva), concretamente, del
deber del empresario de dar las debidas instrucciones a los trabajadores.
2. Anexo II del Real Decreto 2177/2004, de 12 de noviembre, por el que se modificó el Real
Decreto 1215/1997, de 18 de julio, por el que se establecen las disposiciones mínimas de
seguridad y salud para la utilización por los trabajadores de los equipos de trabajo, en
materia de trabajos temporales en altura, en vigor desde el 14 de noviembre de 2004,
concretamente, del apartado 4.3 donde se regulan las disposiciones específicas relativas a la
utilización de andamios, en los siguientes apartados:
4.3.3 En función de la complejidad del andamio elegido, deberá elaborarse un plan de
montaje, de utilización y de desmontaje. Este plan y el cálculo a que se refiere el apartado
anterior deberán ser realizados por una persona con una formación universitaria que lo
habilite para la realización de estas actividades. Este plan podrá adoptar la forma de un plan
de aplicación generalizada, completado con elementos correspondientes a los detalles
específicos del andamio de que se trate.
A los efectos de lo dispuesto en el párrafo anterior, el plan de montaje, de utilización y de
desmontaje será obligatorio en los siguientes tipos de andamios:
...
2. Andamios constituidos con elementos prefabricados apoyados sobre terreno natural, soleras
de hormigón, forjados, voladizos u otros elementos cuya altura, desde el nivel inferior de
apoyo hasta la coronación de la andamiada, exceda de seis metros o dispongan de elementos
horizontales que salven vuelos y distancias superiores entre apoyos de más de ocho metros.
Se exceptúan los andamios de caballetes o borriquetas.
...
Sin embargo, cuando se trate de andamios que, a pesar de estar incluidos entre los
anteriormente citados, dispongan del marcado «CE», por serles de aplicación una normativa
específica en materia de comercialización, el citado plan podrá ser sustituido por las
instrucciones específicas del fabricante, proveedor o suministrador, sobre el montaje, la
utilización y el desmontaje de los equipos, salvo que estas operaciones se realicen de forma
o en condiciones o circunstancias no previstas en dichas instrucciones.
4.3.7 Los andamios sólo podrán ser montados, desmontados o modificados sustancialmente
bajo la dirección de una persona con una formación universitaria o profesional que lo
habilite para ello, y por trabajadores que hayan recibido una formación adecuada y
específica para las operaciones previstas, que les permita enfrentarse a riesgos específicos de
conformidad con las disposiciones del artículo 5, destinada en particular a:
1. La comprensión del plan de montaje, desmontaje o transformación del andamio de que se
trate.
2. La seguridad durante el montaje, el desmontaje o la transformación del andamio de que se
trate.
3. Las medidas de prevención de riesgos de caída de personas o de objetos.
4. Las medidas de seguridad en caso de cambio de las condiciones meteorológicas que
pudiesen afectar negativamente a la seguridad del andamio de que se trate.
5. Las condiciones de carga admisible.
6. Cualquier otro riesgo que entrañen las mencionadas operaciones de montaje, desmontaje y
transformación.
Tanto los trabajadores afectados como la persona que supervise dispondrán del plan de
montaje y desmontaje mencionado en el apartado 4.3.3, incluyendo cualquier instrucción
que pudiera contener. Cuando, de conformidad con el apartado 4.3.3, no sea necesaria la
elaboración de un plan de montaje, utilización y desmontaje, las operaciones previstas en
este apartado podrán también ser dirigidas por una persona que disponga de una experiencia
certificada por el empresario en esta materia de más de dos años y cuente con la formación
preventiva correspondiente, como mínimo, a las funciones de nivel básico, conforme a lo
previsto en el apartado 1 del artículo 35 del Reglamento de los Servicios de Prevención,
aprobado por el Real Decreto 39/1997, de 17 de enero.
4.3.8 Los andamios deberán ser inspeccionados por una persona con una formación
universitaria o profesional que lo habilite para ello:
1. Antes de su puesta en servicio.
2. A continuación, periódicamente.
3. Tras cualquier modificación, período de no utilización, exposición a la intemperie, sacudidas
sísmicas, o cualquier otra circunstancia que hubiera podido afectar a su resistencia o a su
estabilidad.
Cuando, de conformidad con el apartado 4.3.3, no sea necesaria la elaboración de un plan de
montaje, utilización y desmontaje, las operaciones previstas en este apartado podrán también
ser dirigidas por una persona que disponga de una experiencia certificada por el empresario
en esta materia de más de dos años y cuente con la formación preventiva correspondiente,
como mínimo, a las funciones de nivel básico, conforme a lo previsto en el apartado 1 del
artículo 35 del Reglamento de los Servicios de Prevención, aprobado por el Real Decreto
39/1997, de 17 de enero.
También, se observa, en cuanto a las Actas de infracción, que Habitat Gaià S.L (folio 263 a
268) fue sancionada por el incumplimiento de todo lo anterior y le fue impuesta la sanción
por infracción grave en su grado máximo por un importe de 30.000 euros. En dicha Acta,
concretamente en el folio 267 se detalla "Se aprecia únicamente responsabilidad de la
empresa principal por cuanto sólo a ella le es imputable el incumplimiento que motiva la
extensión del Acta de infracción. Esta empresa es la que aporta el equipo de trabajo
(andamio), esta empresa es quien dirige el proceso productivo y es también esta empresa
quien decide su desmontaje, limitándose la actuación de la subcontratista MARSO GAIA SL
a la mera aportación de mano de obra tanto para la operación que motivó el fatal desenlace
como para el conjunto de los trabajos objeto del contrato de obra. Todo ello sin perjuicio de
la responsabilidad que proceda a la empresa subcontratista por la falta de formación en
riesgos laborales y la vigilancia de salud respecto al trabajador accidentado". Por otra parte,
también se aprecia que, en el Acta de infracción a Marsó Gaià S.L (folios 260 a 262)
únicamente se detalla que el trabajador no recibió la correspondiente formación en
prevención de riesgos laborales y no fue sometido al correspondiente reconocimiento
médico, infracción que fue calificada de grave y se le impuso la sanción en grado mínimo
por un importe de 3006 euros.
En los folios 55 a 219 obra el Plan de Seguridad y Evaluación de Riesgos específicos de la
obra, de la empresa HABITAT GAIA S.L, elaborado por la empresa DALGO en noviembre
de 2003 que, en lo que aquí interesa, en el folio 60 y respecto a los puestos de trabajo, tras
exponer que será con personal propio o con empresas subcontratadas y que estaría
compuesto por una media de 3 trabajadores, se establece:
Encargado.- Tareas de supervisión de los trabajos propios de albañilería, como son: la
construcción de cerramientos, tabiques, escaleras, alicatados, solados, cubiertas, etc..
Oficiales de albañilería, encofradores, alicatadotes .- Tareas propias de albañilería, detalladas
anteriormente.
Peones de albañilería, encofrados, etc.- Tareas de ayuda a los trabajos de albañilería
anteriores.
Instaladores diversos.
Asimismo, en el referido Plan (folio 125) y respecto a los andamios, se hace constar que "EL
ANDAMIO DEBE SER INSTALADO POR PERSONAL ESPECIALIZADO.",
estableciéndose en los folio 129 a 131 las protecciones colectivas e individuales, entre las
que destacan las barandillas obligatorias en el andamio metálico tubular y los cables de
amarre del cinturón de seguridad, regulándose, en los supuestos de instalación de las
medidas de protección colectiva o en aquellos cuya eventualidad dificulta
extraordinariamente una protección colectiva y donde los operarios se vieran expuestos al
riesgo, la protección personal mediante empleo del cinturón de seguridad homologado.
Además, en el Estudio de Seguridad y Salud realizado por los arquitectos técnicos Donato y
Felipe en fecha 15 de junio de 2003, visado por el Colegio Profesional de Aparejadores y
Arquitectos Técnicos el día 19 del mismo mes y año, cuando se analizan los revestimientos
exteriores (folio 569) y la utilización de andamios, en la relación de riesgos y su evaluación
(folio 571), se cataloga la "CAIDA DE PERSONAS A DIFERENTE NIVEL", con
probabilidad "ALTA", gravedad "MUY GRAVE" y como evaluación del riesgo "CRÍTICO".
Asimismo, en el folio 268, cuando se refiere a los andamios con elementos prefabricados
sistema modular, en el primero de sus puntos expresa: "LOS ANDAMIOS DEBERÁN SER
MONTADOS BAJO LA SUPERVISIÓN DE UNA PERSONA COMPETENTE, SI ES
POSIBLE UN APAREJADOR O ARQUITECTO TÉCNICO." Asimismo, en el folio 629 y
en cuanto al desmontaje, tras detallar que el desmontaje se debe realizar en orden inverso al
montaje, añade "EN PRESENCIA DE UN TÉCNICO COMPETENTE".
También existe en autos el informe de los coordinadores de seguridad y salud en relación al
accidente (folios 462 a 497 bis) en el que, inicialmente y de forma textual, expone: " La
información recibida por parte de HABITAT GAIA S.L era que, si bien los trabajos de
revestimiento serían realizados por una empresa subcontratada, el suministro, montaje,
mantenimiento y posterior desmontaje del andamio lo realizaría la empresa contratista",
añadiendo que el andamio era propiedad de la empresa contratista y que sus operarios, por
haberlo realizado con anterioridad, conocían perfectamente el procedimiento a seguir,
estando, en cualquier caso, bajo las directrices del encargado de obra, al que consideran, por
su larga experiencia, como persona válida para dar las instrucciones convenientes para la
ejecución de los trabajos que se habían de realizar en la obra en cuestión, incluyendo el
montaje y desmontaje del andamio.
Existe también el informe sobre el accidente de Dalgo (folios 780 a 791) en el que si bien se
concluye que la causa básica del accidente fue la imprudencia/negligencia del propio
trabajador por no usar el arnés y que la causa mediata fue trabajar en condiciones inseguras,
por no utilizar las prendas de protección individual (arnés) que se le había dado para ello,
también se observa que, respecto al Sr. Esteban, al que describe como la persona responsable
de la seguridad, se relata que había recibido los días 18 y 25 de septiembre de 2004, un total
de 12 horas lectivas, formación e instrucciones diversas relativas al cursillo de Nivel Básico
de 50 horas (a distancia) según RD 39/1997 del Reglamento del servicio de Prevención,
habiendo realizado el día 10 de enero de 2005 el examen pendiente, examen que, por tanto,
se realizó tras el accidente.
En los folios 453 y 454 de las actuaciones consta también el contrato de ejecución de obra
entre HABITAT GAIA S.L (propiedad) y MARSO GAIA S.L (subcontratista) de 29 de
octubre de 2003 (obrante a los folios 453 y 454 de las actuaciones), en cuya cláusula
segunda se establece que la propiedad adjudica al subcontratista trabajos de albañilería en
general para la construcción de un edificio de 10 viviendas y plazas de garaje y trasteros, y,
en la cláusula tercera, apartado segundo, se establece que la subcontratista se compromete
también a que su personal cumpla con todas las normas de seguridad e higiene en el trabajo,
entendiendo que el subcontratista es el único responsable de los accidentes o daños que se
puedan originar en el transcurso de la obra de sus trabajadores y que se siguen todas las
indicaciones que reciban de la dirección, incluidos los encargados y responsables, así como
también se compromete a estar suscrito a una póliza de responsabilidad civil y a adherirse al
Plan de Seguridad de la Obra de la Propiedad.
Finalmente, en el folio 994, obra por fotocopia, certificado emitido por FRATERNIDAD
MUPRESA, respecto a que el trabajador de la empresa Construcciones Liniarca, el Sr.
Matías, había asistido a la Jornada Técnica sobre Prevención de Riesgos Laborales en el
sector de la construcción el día 9 de julio de 2003 con una duración de 2,5 horas. También
consta que los cuatro trabajadores de MARSÓ GAIÀ S.L, entre los que se encuentra el
fallecido, firmaron el documento que obra al folio 452 de las actuaciones, en el que se
expone que los trabajadores reconocen tener en su propiedad y haber leído las normas de
seguridad de la obra en cuestión, documento que se observa que carece de lugar y fecha de
la firma.

Sexto
En definitiva, en el supuesto de autos, de toda la prueba practicada en el acto de juicio oral, a cuyo
resultado debe estarse por basarse la sentencia dictada en pruebas de carácter personal como son las
declaraciones de los testigos y peritos en el acto de juicio, pruebas que están estrechamente ligadas
al principio de inmediación del que esta Sala carece, se desprende que, el día en que sucedieron los
hechos el trabajador, oficial 1ª de Albañil, tras recibir una orden del Sr. Esteban, se encontraba
realizando junto a su compañero Prudencio, también Oficial 1ª de Albañil, la tarea de desmontaje
del andamio metálico tubular sin supervisión de ninguna tercera persona y sin hacer uso del arnés
del seguridad, cuando se precipitó al vacío, por lo que resulta evidente que se infringió la normativa
en materia de seguridad y se puso en grave peligro la salud e integridad de dicho trabajador,
produciéndose el fatal desenlace.
En cuanto a la autoría del mencionado delito, de la prueba practicada resulta evidente la del Sr.
Esteban, pues en su calidad de encargado de la obra y de legal representante de la empresa
HABITAT GAIÀ S.A, era el máximo responsable en el momento en que se produjo el accidente de
la seguridad en el trabajo, ya no sólo como empresario y como propietario del referido andamio,
sino que, por sus concretas funciones, se encontraba a pie de obra y fue el que dio la orden de
desmontar dicho andamio al Sr. Prudencio y al Sr. Matías
, por lo que estaba obligado a controlar y verificar que dicho proceso de desmontaje se realizaba
siguiendo las instrucciones precisas para ello y para el buen fin de dicho trabajo y, entre ellos, los de
seguridad y protección de los riesgos generados por la propia tarea que estaban efectuando, máxime
cuando era evidente, tanto por el Plan de seguridad como por el Estudio de Seguridad, que uno de
los riesgos más graves en la obra, era precisamente la tarea que había ordenado, pues, a medida que
se desmonta un andamio se van desmontando también las medidas de seguridad colectivas
existentes. También le correspondía asegurarse que dicha tarea, es decir, el desmontaje del andamio,
se realizaba por persona capacitada y debidamente formada para ello, pues de la prueba practicada
se desprende que el trabajador fallecido únicamente había realizado un curso de 2,5 horas cuando
trabajaba para una empresa anterior a MARSÓ GAIÀ S.L sin que conste que tuviera formación
alguna en materia de montaje y desmontaje de andamios; también le correspondía al Sr. Esteban
asegurarse de que los trabajadores hacían uso de la medidas de protección individuales puestas a su
disposición, y, por todo ello, vistos los deberes que le incumbían y la contribución que tuvo su
comportamiento omisivo en la causación del resultado, solo podemos concluir que su conducta debe
ser subsumida en la de autor de los dos delitos que se le imputan, pues su conducta fue determinante
en el riesgo generado y en el resultado producido.
La interpretación del recurrente, respecto a que no le resulta de aplicación el RD 2177/2004, de 12
de noviembre, pues entró en vigor con posterioridad a la aprobación del Plan de seguridad, carece
de toda relevancia por cuanto, aun cuando es cierto que dicho Real Decreto entró en vigor con
posterioridad, pues el Plan de seguridad se aprobó en noviembre de 2003, se observa que el acusado
no dio cumplimiento a lo dispuesto en el propio Plan, es decir, que el andamio debía ser instalado
por personal especializado, ni tampoco tuvo en cuenta lo que figuraba en el Estudio de Seguridad y
Salud, que era de junio de 2003, respecto a que los andamios debían ser montados bajo la
supervisión de una persona competente, si fuera posible un aparejador o arquitecto técnico,
debiendo ser desmontados en orden inverso al montaje y "EN PRESENCIA DE UN TÉCNICO
COMPETENTE", pues, aún en el supuesto de que pudiera considerarse como tal técnico
competente al propio recurrente, extremo que fue negado por la Inspectora de Trabajo en el acto de
juicio como posteriormente expondremos, pues el recurrente carecía de la formación necesaria para
ello, tampoco supervisó todo el proceso de desmontaje pues se fue a realizar otra tarea
produciéndose el fatal accidente sin que en dicho momento existiera control o supervisión del
trabajo por persona alguna y sin que tampoco pueda considerarse que el otro trabajador, que se
encontraba con el fallecido, también oficial de 1ª de albañil, pudiera asumir dicha función de
supervisión, máxime cuando en el propio Plan de seguridad, cuando se detallan los puestos de
trabajo, a dichos trabajadores se les atribuyen únicamente trabajos de albañilería, sin que se les
pueda atribuir una función tan específica y peligrosa como el montaje y desmontaje de un andamio
y mucho menos su supervisión, y todo ello aunque no fuera obligatorio tener un plan de montaje y
desmontaje de dicho andamio por tratarse de un andamio con el marcado CE.
Especialmente clarificadora fue la pericial de la Inspectora de Trabajo en el acto de juicio oral.
Coincidimos con la juzgadora a quo respecto a la valoración de las pruebas periciales practicadas,
periciales que fueron practicadas de forma conjunta por la Inspectora de Trabajo Sra. Purificacion y
por el profesor Sr. Juan Luis, pues también consideramos que debe estarse a las conclusiones
alcanzadas por la primera de los peritos, no sólo por su mayor objetividad e imparcialidad, sino
porque inició su actuación en fecha muy próxima al del fatal accidente pues visitó el concreto lugar
en el que se produjo al día siguiente por la mañana y recabó toda la información necesaria para
elaborar su informe en fechas muy próximas a la producción de los hechos, además de que sus
conclusiones vienen avaladas por el resultado de otras pruebas practicadas.
Así pues, la referida Inspectora, expuso, respecto a la empleadora directa del trabajador fallecido,
que se trató una infracción formal pues fue sancionada por una falta de formación genérica y por
una falta de vigilancia de la salud de los trabajadores, explicando que la responsabilidad, desde el
punto de vista laboral, debía centrarse en la empresa principal por ser la propietaria del equipo de
trabajo donde acaeció el accidente. En cuanto a las causas del accidente, básicamente, las redujo a
dos: 1.- Se trataba de un andamio, marcaje CE, y si bien es cierto que las instrucciones podían
sustituir a un plan de montaje o desmontaje, considera que las instrucciones eran insuficientes para
llevar a cabo dicha tarea. 2.- No había nadie, ningún responsable de la obra, vigilando la tarea del
desmontaje de dicho andamio, y el encargado, que debía ser recurso preventivo, no lo era, pues el
título lo obtuvo más tarde, añadiendo que si bien lo que hizo el trabajador no era correcto ni lógico,
dicho trabajador no debió realizar dichas labores. Respecto a la formación del trabajador fallecido,
la inspectora también afirmó que dos horas y media de formación, en otra empresa, era totalmente
insuficiente.
Es más, la Inspectora afirmó, casi textualmente, lo siguiente: "Una contrata mercantil, donde se
contrata obras de albañilería ¿ Qué hace un albañil, por muy oficial 1ª que sea, desmontando un
andamio? ¿Qué hace un encargado en otro "tajo" (en referencia a que estaba realizando otra labor)?
Salió de la obra. La labor de montaje y desmontaje de un andamio es una actividad peligrosa. Debía
haber un oficial 1º de la empresa dueña del equipo de trabajo y tenía que haber, como mínimo, un
recurso preventivo, a nivel básico, que suele ser el encargado de la obra, y, además, debieron existir
las medidas de protección colectivas e individuales. El trabajador, según su informe, carecía de
cualquier formación, ni siquiera la genérica."
Según la Inspectora, los que debían estar supervisando dicha actividad eran los coordinadores, pero
no se les avisó, y las instrucciones del fabricante, que únicamente son de montaje (obran unidas al
informe de la inspección a los folios 239 a 242), no podían sustituir al plan de montaje y
desmontaje, añadiendo que además debía existir un recurso preventivo, que en el presente caso era
el encargado de la obra que además no tenía la formación necesaria para ello, añadiendo que la
contrata mercantil entre ambas empresas hablaba únicamente de albañilería, tabiques, alicatados, sin
que incluyera fachada, montajes o desmontajes de andamios. Es más, el otro perito, el Sr. Juan Luis,
acabó coincidiendo con la Inspectora respecto a que debía haber un recurso preventivo en la obra en
la actuación de montaje y desmontaje del andamio.
Por lo tanto, el recurso del Sr. Esteban en lo que respecta al error en la valoración probatoria, debe
ser desestimado.
En el supuesto de autos, acreditada la infracción de normas laborales en materia de seguridad, por
tanto, una conducta omisiva vulneradora del cuidado exigible y generadora de un grave riesgo, y
acreditado también el resultado producido, el debate se centra única y exclusivamente en el nexo
causal y en la determinación del grado de imprudencia, pues el recurrente argumenta que si el
trabajador hubiese utilizado el arnés de seguridad que tenía a su disposición el resultado no se
hubiese producido y que, en cualquier caso, la imprudencia debe calificarse de leve.
Se plantea pues el problema de la contribución de la víctima en la producción del accidente,
cuestión sobre la que esta Sala ya ha declarado que deben tenerse en consideración los siguientes
extremos:

Primero
Que si el deber de cuidado infringido por la víctima con su intervención, es consecuencia de la
orden recibida por el empresario o encargado, ello no tiene relevancia a la hora de afirmar la
responsabilidad de éstos.

Segundo
Que si el deber de cuidado que el trabajador infringe con su intervención es una consecuencia de su
habituación al riesgo (imprudencia profesional) que comporta el trabajo que desarrolla, ha de
afirmarse que no cabe hablar de compensación de culpas en el ámbito penal, pero lo que si vale, es
valorar la conducta de los distintos intervinientes, incluida la de la propia víctima, desplazando así
el tema de la culpabilidad al de la causalidad, que le es propio, con la inevitable repercusión en la
adecuación del grado de culpa, determinando incluso una moderación en la cuantía de la
indemnización.
Debe recordarse que no se han llegado a concretar criterios claros en la determinación de los grados
de la imprudencia y suele atenderse a la inobservancia, mayor o menor, de deberes elementales de
cuidado que deben ser exigidos al hombre menos diligente ( STS 2011/2000, de 20 de diciembre ).
Por ello se ha declarado que es grave cuando se ha actuado con un olvido total y absoluto de las más
elementales normas de previsión y cuidado. En todo caso, como indica la STS núm. 860/2001, de
17 de mayo : «... nada obsta para que, cuando en la causación de un resultado hayan concurrido
varias conductas culposas de distintos agentes, la gravedad de cada una de ellas pueda ser de
distinto grado y gravedad. Por lo tanto la concurrencia de plurales imprudencias no puede
determinar automáticamente la degradación de todas para tener que calificarlas de leves sino que,
sin perjuicio de la concurrencia de varias para el resultado, unas pueden ser graves y otras menos
graves o leves, según la entidad del descuido de expectativas socialmente exigibles y la del deber
objetivo de cuidado omitidos» .
En el supuesto de autos, resulta acreditado que el trabajador vulneró su obligación de utilizar los
medios de protección individuales que tenía a su alcance, pero tampoco nadie le exigió o comprobó
que los utilizara ni nadie le advirtió que no debía realizar dicho trabajo por su falta de capacitación
y formación, ni tampoco se le dieron las instrucciones necesarias para realizarlo sin peligro para su
propia integridad física, al contrario, se le ordenó que lo hiciera y sin supervisión alguna, por ello,
su falta de diligencia no puede considerarse de tal entidad como para interrumpir el nexo causal en
relación con el resultado producido, pues su caída no se produce por su propia falta de diligencia,
sino por causas ajenas a su propia voluntad, por lo que no procede una degradación o exoneración
de la responsabilidad penal del recurrente, pues la contribución del trabajador debe considerarse
secundaria y su culpa no desplaza la responsabilidad penal del acusado, sino que únicamente debe
dar lugar a una moderación de la responsabilidad civil, plano en el que su conducta no resulta
irrelevante, moderación que ha sido establecida por la juzgadora a quo en un 20 % y que esta Sala
considera adecuada a las concretas circunstancias concurrentes.
En cuanto al grado de la imprudencia, teniendo en cuenta la peligrosidad de la tarea que se estaba
ejecutando, actividad con un riesgo muy elevado, y que consideramos que se omitieron los más
elementales deberes de cuidado, la imprudencia debe considerarse como grave y por lo tanto
constitutiva del delito de homicidio imprudente del artículo 142.1 º y 3º del Código Penal, pues no
se trata de una conducta descuidada, liviana o de imprevisión no profunda.
Así pues, debe confirmarse la condena por ambos delitos, no resultando de aplicación la consunción
del artículo 8.3º del C.P pues, ciertamente, cuando como consecuencia de la infracción de normas
de prevención de los riesgos laborales se produzca el resultado que se pretendía evitar con ellas (la
muerte o las lesiones del trabajador), el delito de resultado absorberá al de peligro como una
manifestación lógica de la progresión delictiva, por aplicación del principio de consunción del
artículo 8.3º del Código Penal ( SSTS de 4 de junio de 2002 y de 14 de julio de 1999 ), pero en el
presente supuesto no podemos considerar que el delito de peligro quedó consumido por el de
resultado pues se generó peligro para otro trabajador y no sólo para el accidentado, pues en las
labores de desmontaje del andamio estaban trabajando dos trabajadores, por lo que el concurso ideal
de delitos debe ser confirmado, observando que ambos delitos se han sancionado por separado por
tratarse de la opción más favorable al recurrente.
Por todo lo expuesto, su recurso debe ser íntegramente desestimado.

Séptimo
A diferente conclusión debemos llegar respecto al otro recurrente, el Sr. Gabino (empleador y legal
representante de la subcontratista), por cuanto lo primero que apreciamos, en el relato de hechos
probados y respecto a la concreta actuación o participación del Sr. Gabino, es que únicamente se
detalla lo siguiente:
"La empresa Marsó Gaia S.L había contratado a Matías como Oficial de 1ª y a su vez la empresa
promotora-constructora Habitat Gaia subcontrató a la mercantil Marsó Gaià S.L los trabajos de
albañilería para ejecutar la obra sita en el lugar antes indicado, mediante contrato de 29 de octubre
de 2003.....El representante
legal de la empresa Marsó Gaià era Gabino ".
Por tanto, debemos detenernos en un defecto apreciado en la propia sentencia dictada,
concretamente, en su relato fáctico, pues se plantea una cuestión de singular importancia que
atiende a la adecuación de los hechos, en los términos estrictos que se declaran probados, a los
contornos descriptivos de los tipos penales aplicados, pues la sentencia dictada condena por un
delito de homicidio por imprudencia grave del artículo 142. 1 º y 3º y por un delito contra los
derechos de los trabajadores del artículo 316 del Código Penal al Sr. Gabino .
Como ya ha expuesto esta Sección en anteriores ocasiones, la responsabilidad penal, debe,
necesariamente, referirse a una actuación dolosa o imprudente, actuación, que en los hechos
probados, respecto al Sr. Gabino, en modo alguno se describe o concreta, pues contratar a un
trabajador, o que la promotora-constructora HABITAT GAIÀ S.L subcontratara los trabajos de
albañilería a la mercantil subcontratista MARSÓ GAIÀ S.L o ser el legal representante de esta
última, inicialmente, no es constitutivo de infracción penal alguna, pues debe recordarse que no
cabe declarar una responsabilidad objetiva por razón del cargo ocupado sin determinar
materialmente, no solo formalmente, quién realmente tenía la competencia y podía ejercerla en
materia de seguridad. Resulta obvio que la actividad laboral está bajo la supervisión última de los
representantes de la empresa pero también es evidente que la responsabilidad penal no puede
fundarse en criterios objetivos de imputación derivados de la mera vinculación societaria o directiva
de determinadas personas con la empresa en cuyo giro de actividad se produce el siniestro. Como
ya hemos declarado en anteriores ocasiones, la responsabilidad penal es incompatible con juicios de
imputación en cascada y menos aún con fórmulas de objetivización propias de otras jurisdicciones.
Por tanto, consideramos que existe un déficit en la narración de los hechos probados que supone un
serio obstáculo para llegar al posterior pronunciamiento condenatorio respecto al Sr. Gabino, pues,
en la sentencia dictada, en su relato fáctico, no se describen los hechos que el Tribunal estima
justificados y que sirven de base para dictar la correspondiente sentencia condenatoria por los tipos
penales aplicados, y tal omisión no podemos considerarla complementada con el contenido de la
fundamentación jurídica, en la que se incluyen determinadas afirmaciones fácticas sobre su concreta
responsabilidad en materia de seguridad y salud, sobre su presencia en la obra, sobre el alcance de
los trabajos de albañilería subcontratados o sobre la omisión del control del trabajo desempeñado
por sus trabajadores, debiendo recordar el Acuerdo del Pleno no jurisdiccional de la Sala Segunda
del 28.3.2006 que establece: " los elementos del tipo objetivo del delito incluidos los relativos a las
circunstancias modificativas deben constar en todo caso en el apartado de hechos probados de la
sentencia, sin que sea posible complementarlos con el contenido de la fundamentación jurídica".
En definitiva, se aprecia un déficit en el relato de hechos, por lo que procede revocar la sentencia
dictada en la instancia, absolviendo al recurrente de los delitos por los que ha resultado condenado,
con reserva expresa de las acciones legales que puedan corresponderles a los perjudicados. Como
consecuencia de dicho pronunciamiento, procede la absolución tanto del responsable civil directo
(SEGUROS CATALANA OCCIDENTE, S.A respecto del contrato de seguro que tenía concertado
con la mercantil MARSÓ GAIA S.L), como del responsable civil subsidiario (MARSO GAIA S.L),
sin necesidad de entrar en el fondo de sus recursos.
A mayor abundamiento, tal y como se desprende de la documental y de la prueba practicada en el
plenario, especialmente de la pericial de la Inspectora de Trabajo, se desprende que MARSÓ GAIÀ
S.L, únicamente fue sancionada por no facilitar al trabajador la formación genérica en riesgos
laborales y porque el trabajador no fue sometido al correspondiente reconocimiento médico (por
una falta de vigilancia de la salud del trabajador), hechos que, sin restarles importancia pues ya han
sido sancionados en la vía laboral, por sí solos, en la vía penal, no puede considerarse que pusieran
en grave peligro la vida del trabajador ni que guardaran relación causal alguna con el fatal
accidente, pues la formación que debía recibir dicho trabajador era la específica para su puesto de
trabajo (oficial 1ª de albañil), pero el accidente se produjo mientras el trabajador realizaba la tarea
de desmontar un andamio siguiendo ordenes del encargado de obra de Habitat Gaià S.L y, la
responsabilidad, según la Inspectora, ya desde el punto de vista laboral, debía centrarse en la
empresa principal, por ser la propietaria del equipo de trabajo donde acaeció el accidente, la que
dirigía el proceso productivo, la que tomó la decisión de desmontar el andamio, la que dio la orden
de ejecutar el trabajo, la que no supervisó su realización y la que ordenó a un trabajador no
cualificado de otra empresa la realización de dicha tarea.
La perito, como ya hemos expuesto con anterioridad, fue especialmente contundente en algunos
extremos, así cuando expuso: " Una contrata mercantil, donde se contrata obras de albañilería ¿Qué
hace un albañil, por muy oficial 1ª que sea, desmontado un andamio?" . Asimismo, sobre las
instrucciones, también dijo textualmente: " ¿Quién dio las instrucciones? El encargado, ¿de qué
empresa? De Habitat Gaià, ¿A quién? A un trabajador de Marsó Gaià...", añadiendo también que en
el contrato de ejecución de obras entre la propiedad y la subcontratista únicamente se hablaba de
trabajos de albañilería, sin referencia alguna a los equipos de trabajo de Habitat Gaià S.L, pues el
montaje y desmontaje del andamio tenía la obligación de realizarlo la empresa contratista con
operarios debidamente formados para ello, información esta última que coincide con lo afirmado
por los Coordinadores en su informe sobre el accidente. En definitiva, según la propia Inspección, el
incumplimiento grave de las medidas de seguridad causantes de grave riesgo y finalmente del
trágico accidente y por lo tanto constitutivas de infracción penal, eran únicamente imputables a la
empresa principal, pues, tal y como se afirma en el informe emitido por la inspección (folio 267) la
actuación de la subcontratista MARSO GAIA SL se limitó a la mera aportación de mano de obra,
debiendo recordar que no basta para integrar el tipo penal cualquier infracción de normas de
seguridad, pues ello extendería indebidamente la respuesta penal en niveles incompatibles con el
principio de intervención mínima y de seguridad jurídica, por ello, la integración del tipo penal con
la normativa de la prevención de riesgos laborales, sólo debe ser en relación con la infracción de los
más graves preceptos cuya omisión es capaz de generar grave peligro.

Octavo
Finalmente, procede entrar a resolver los recursos formulados por las aseguradoras pero, teniendo
en cuenta que el interpuesto por Seguros Catalana Occidente S.A, lo es en su calidad de aseguradora
de MARSÓ GAIÀ S.L, en atención a lo expuesto en el anterior fundamento jurídico, carece de
objeto su análisis y resolución.
En cuanto al interpuesto por la aseguradora ASEFA, SEGUROS Y REASEGUROS S.A, como
responsable civil directa de su asegurada HABITAT GAIÀ S.L, en primer lugar debe recordarse,
como esta Sala ya ha indicado en anteriores ocasiones, que las aseguradoras carecen de legitimación
para formular alegaciones atinentes a la responsabilidad penal de sus asegurados y ello por cuanto
las Compañías de Seguros tienen vedada la posibilidad de combatir todo pronunciamiento penal tal
y como se ha declarado reiteradamente por el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional desde
años atrás.
Efectivamente, la STC 90/1988 de 13 de mayo, expresa que: " los intereses de aquélla son ajenos al
enjuiciamiento y calificación jurídico-penal de la conducta del autor del delito, limitándose su
intervención, de un lado, en materia de seguro obligatorio de vehículos de motor, a discutir la
obligación de pagar la indemnización en relación con una regular vigencia de su contrato de seguro,
y, de otro, en cuanto al seguro voluntario, a la fijación además del montante indemnizatorio,
eliminando cualquier atisbo de indefensión por no poder impugnar el pronunciamiento penal e
insistiendo en que queda "acotada la legitimación de la Compañía aseguradora a la acción civil que
frente a ella se ejercitaba en el proceso penal".
En dicho sentido la STS de 24 de septiembre de 2012 también trata la cuestión de la legitimación
del tercero responsable civil para impugnar las cuestiones penales sustantivas llegando a la
conclusión de que el responsable civil subsidiario tiene delimitada su actuación dentro del proceso
penal, al área puramente indemnizatoria, sin que le sea posible alegar en su defensa cuestiones de
descargo penales.
Así pues, la compañía aseguradora recurrente carece de legitimación para cuestionar aspectos de la
sentencia que afectan única y exclusivamente a la responsabilidad penal del Sr. Esteban, es decir, no
puede pretender la revisión de la prueba para solicitar un pronunciamiento absolutorio penal o culpa
exclusiva de la víctima, cuestiones que además carecen de trascendencia práctica por cuanto las que
plantea la aseguradora ya han sido resueltas con anterioridad al analizar el recurso formulado por el
acusado.
Por último, y en cuanto a los intereses del artículo 20 de la Ley 50/1980 de Contrato de Seguro,
debe recordarse que es un precepto que establece para las aseguradoras, en el ámbito de los
intereses de demora ("interés especial de demora" según STC 5/93 de 14 de Enero ), y para el caso
de que la aseguradora se retrase en el pago excediendo así del plazo legal, la imposición por el
órgano judicial, de oficio, de unos intereses claramente sancionatorios, y por tanto disuasorios,
respecto de una conducta que dificulta o aventura el pago de una indemnización.
La aplicación del artículo 20 de la LCS exige por tanto un examen de la conducta de la aseguradora,
pues los intereses citados no están en función de la liquidez de la deuda, sino de la desidia o
presteza de la aseguradora en hacer frente a sus obligaciones.
Como expone la STS (Civil) de 29 de Junio del 2009 "... la apreciación de la conducta de la
aseguradora para determinar si concurre causa justificada debe efectuarse teniendo en cuenta las
circunstancias de cada caso y la finalidad del precepto, que no es otra que impedir que se utilice el
proceso como excusa para dificultar o retrasar el pago a los perjudicados; y, en segundo lugar, que
la mera existencia de un proceso, o el hecho de acudir al mismo, no es causa per se justificadora del
retraso, ni presume la razonabilidad de la oposición, no siendo el proceso un óbice para imponer a
la aseguradora los intereses siempre que no se aprecie una auténtica necesidad de acudir al litigio
para resolver una situación de incertidumbre o duda racional ...... ",
asimismo, también recuerda que " la mera iliquidez de la deuda, esto es, la falta de determinación
de la cuantía de la indemnización, no constituye razón de entidad suficiente como para justificar por
sí misma el retraso de la aseguradora en el cumplimiento de su obligación de pago, dado que, y
relacionado con el brocardo in iliquidis non fit mora y con su reciente interpretación
jurisprudencial, la doctrina ha ido evolucionando hacia un mayor rigor para con las aseguradoras, de
modo que el asegurador está obligado a pagar o consignar la indemnización sin que pueda
excusarse por la referida iliquidez de la deuda en la medida en que el derecho a la indemnización
nace con el siniestro... ." y, finalmente, también en cuanto a la controversia en torno a la imputación
de la culpabilidad determinante del resultado lesivo, declara " esta Sala ha descartado que el hecho
de acudir al proceso para aclarar dicho aspecto pueda per se justificar el retraso de la aseguradora en
el pago, pues ésta sólo puede hacerlo fundadamente si desconoce su obligación por no estar fijada la
causa de la misma, tal y como acontece cuando se cuestiona razonablemente la existencia misma
del siniestro o su cobertura en atención a la póliza ( Sentencias de 22 de octubre, 8 de noviembre y
de 10 de diciembre de 2004, todas ellas citadas por la más reciente de 1 de julio de 2008 ), no, por
el contrario, cuando, como es el caso,por no haber estado nunca en cuestión la existencia del
siniestro ni la intervención en el mismo del vehículo cuya responsabilidad frente a terceros cubría la
recurrente, la negativa al pago se ampara tan sólo en la falta de determinación de la actuación
culposa causalmente determinante del accidente, ni cuando está en cuestión la posible atribución
exclusiva del accidente a la imprudencia de la víctima ( Sentencia de 23 de febrero de 2007, recurso
793/2000, citada por la de 1 de julio de 2008, recurso 372/2002 ), ni, con menor motivo, cuando la
incertidumbre se refiere únicamente al porcentaje de culpa que corresponde a los distintos agentes
intervinientes."
En el supuesto de autos no puede estimarse que concurra causa justificada o al menos explicable del
impago para no estimar aplicable el mencionado interés, pues no bastan las alegaciones de la
aseguradora respecto a la inexistencia de culpa del Sr. Esteban y de la empresa HABITAT GAIÀ SL
o su alegación de culpa exclusiva de la víctima, pues ninguna de dichas circunstancias justifican el
impago. Además, la aseguradora no puede discrepar del cálculo y la valoración cuando la propia ley
le pone a su alcance medios suficientes para valorar el daño.
Por todo ello, su recurso debe desestimarse íntegramente. Noveno.- De conformidad con lo
dispuesto en los artículos 239 y 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, dada la estimación del
recurso respecto al Sr. Gabino, MARSÓ GAIÀ S.L y CATALANA OCCIDENTE S.A, se declaran
las costas causadas en primera y segunda instancia de oficio. En cuanto a los recursos interpuestos
por el Sr. Esteban y ASEFA SEGUROS Y REASEGUROS S.A, se declaran las costas causadas en
segunda instancia de oficio.
VISTOS los preceptos citados y demás aplicables.

FALLAMOS
Que DESESTIMAMOS los recursos de apelación interpuestos por las representaciones procesales
de Esteban y la aseguradora ASEFA SEGUROS Y REASEGUROS SA, con declaración de las
costas causadas en segunda instancia de oficio y ESTIMAMOS los recursos de apelación
interpuestos por Gabino, MARSÓ GAIA S.L y la compañía aseguradora SEGUROS CATALANA
OCCIDENTE S.A, contra la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal nº 1 de Reus con fecha 4
de abril de 2013, cuya resolución REVOCAMOS PARCIALMENTE, en los siguientes extremos:
1. ABSOLVEMOS a Gabino de los delitos por los que venía siendo acusado, con todos los
efectos legales inherentes a dicho pronunciamiento, acordando dejar sin efecto cuantas
medidas cautelares se hayan adoptado, y dejamos sin efecto la responsabilidad civil directa
de Seguros Catalana Occidente S.A y la responsabilidad civil subsidiaria de la empresa
Marsó Gaià S.L, con reserva de acciones legales a los perjudicados, declarando de oficio las
costas procesales causadas en ambas instancias.
2. CONFIRMAMOS el resto de pronunciamientos de la sentencia dictada.
Esta sentencia es firme, y contra la misma no cabe recurso ordinario alguno.
Remítanse los autos al Juzgado de procedencia con testimonio de esta resolución, interesándose
acuse de recibo.
Así, por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.

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