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VISTOS
HECHOS
“Una vez llegó el equipo al país, en los primeros días de abril de 1997, la
vendedora lo entregó informalmente a la Fiscalía, y llevó a cabo la instrucción
técnica del personal de esa entidad encargado de manejar el equipo, más, como
éste continuó presentando fallas en la interceptación de celulares digitales, luego
de algunos meses, la Fiscalía lo devolvió a la contratista para su actualización
tecnológica, inconveniente que la vendedora no logró corregir de manera efectiva,
pese a que lo envió a la casa matriz con el mismo fin, estableciéndose que lo
requerido no era una actualización sino la creación de un nuevo sofware y
hardware.
ACTUACIÓN PROCESAL
Por auto del 19 de octubre 2001 el Tribunal resolvió la solicitud dicha negando la
cesación de procedimiento y el otorgamiento de la prisión domiciliaria, empero, en
aplicación del principio de favorabilidad, redosificó las sanciones principales impuestas
al procesado, para lo cual adujo que si bien era cierto que con la entrada en vigencia
de la nueva legislación el Art. 56 de la Ley 80 de 1993 había quedado derogado,
conforme con lo regulado en el inciso 4º del Art. 30 de la Ley 599 de 2000 la
participación del acusado era a título de interviniente y, en tal virtud, fijó la pena
corporal y la accesoria de inhabilitación de derechos y funciones públicas en 63 meses,
en tanto que la pecuniaria la redujo a $255’427.500.oo.
LA DEMANDA
Primer cargo.
Violación indirecta de los Arts. 1º, 2º, 3º y 219 del C. Penal de 1980, y del Art. 56
de la Ley 80 de 1993, consistente en un error de hecho por falso juicio de identidad
derivado de la apreciación del contenido del acta suscrita entre el acusado y el Jefe de
la División de Investigación del CTI de la Fiscalía General de la Nación el 14 de febrero
de 1997, es el fundamento de esta primera censura.
Lo que realmente allí se dijo, puntualiza el actor, es que conforme con las
estipulaciones contenidas en el contrato 004 de 1996, se hizo la entrega del equipo
descrito en el mismo, mas no que con dicha entrega se cumpliera el objeto del
convenio, y mucho menos que el equipo correspondiera al especificado en el contrato.
Tampoco es cierto, agrega, que en el acta se afirme que la Fiscalía recibió el
susodicho equipo como objeto del contrato y a entera satisfacción, como quiera que lo
que consta en el acta es que se entregó un equipo de determinadas características a
la Fiscalía, y ésta lo recibió para demostración, en préstamo, o a título de lo que fuera,
puesto que en el acta no se especificó a qué título se hizo la entrega, como así lo avala
la prueba recaudada. Por lo tanto, el fallador tergiversó el contenido del acta para
hacerle decir lo que en ella no se encuentra expresado, como por ejemplo afirmar,
como se hace en la sentencia, que el equipo se entregó a título no traslaticio de
dominio.
Segundo cargo.
Casar el fallo impugnado por interpretación errónea del Art. 133 del C. Penal de
1980 en cuanto a su sentido y alcance, es la petición que el demandante le formula a
la Corte.
Tercer cargo.
1.1. Pues bien, el agente del Ministerio Público es del criterio de que el referido
precepto se encuentra en pleno vigor, en cuanto la Ley 599 de 2000 no lo derogó
expresa ni tácitamente. Lo primero, explica, porque los efectos del Art. 474 de dicha
codificación se contrajo a la derogación integral del anterior estatuto punitivo; y lo
segundo, dado que esa abolición tácita dice relación con las disposiciones contenidas
en otros regímenes que hubieren modificado y complementado el C. Penal de 1980,
pero en lo que tiene que ver con la consagración de prohibiciones y mandatos penales,
esto es, aquellas que modificaron o complementaron los tipos penales de la parte
especial previstos en él, “sin hacerse extensiva a la legislación complementaria de los
‘institutos penales’ tratados en la parte general del Nuevo Estatuto Represor.”
Al construir las hipótesis delictivas, prosigue el Delegado, el legislador creó tipos
de sujeto activo calificado y otros de sujeto activo indeterminado; una especie de los
primeros, advierte, es el servidor público que, por regla general, es el único que puede
incurrir en alguna de las conductas lesivas del bien jurídico de la Administración
Pública, condición aquélla que define el Art. 123 de la Carta Política, como también el
Art. 20 de la Ley 599 de 2000 de la misma manera como lo hacía el Art. 63 del Dto.
100 de 1980. Y agrega:
“Por esa misma razón resulta indudable que el artículo 56 de la Ley 80 de 1993
no fue derogado tácitamente por el 474 de la Ley 599 de 2000, toda vez que ‘La
derogación tácita deja vigente en las leyes anteriores, aunque versen sobre la
misma materia, todo aquello que no pugna con las disposiciones de la nueva ley.
-Código Civil, Artículo 72-’, y lo dispuesto en la primera norma citada en manera
alguna es contradictorio, incompatible o inconciliable con lo regulado en la nueva
ley penal sustantiva (Art. 20) en relación con la determinación y alcance del
precepto que señala a quienes se considera servidores públicos.”
Del mismo modo, tampoco cabe hablarse de derogatoria orgánica del precepto
en mención a raíz de la expedición del C. Penal de 2000, aduce igualmente el
Ministerio Público, como quiera que la eficacia de un mandato cesa cuando la ley
posterior regula íntegramente la materia tratada en la anterior. Si bien la intención del
legislador de 2000 con la expedición de la Ley 599 fue la de concentrar en un solo
estatuto toda la legislación penal sustantiva dispersa, “resultaba impertinente y falto de
técnica”, asegura el Delegado, la reproducción de disposiciones en las que se
precisara cuándo y en qué eventos los particulares desempeñan una función pública y,
por lo tanto, se asimilan a servidores públicos, si una tal condición claramente la define
la Constitución Política -Art. 123- y el C. Penal -Art. 20 de la Ley 599 de 2000-, cuyo
alcance se determina acudiendo a otros preceptos, como en este caso, al Art. 56 de la
ley 80 de 1993, el cual determina en materia de contratación estatal y para efectos
penales, en qué eventos los particulares cumplen funciones públicas -contratista,
interventor, consultor y asesor-.
1.2. Ahora bien, para el agente del Ministerio Público, establecida, como dice, la
vigencia del Art. 56 de la Ley 80 de 1993, y dadas la posiciones contradictorias
doctrinarias en torno a la extensión de responsabilidad del particular contratista en
materia de contratación estatal por su intervención dolosa en el trámite de esta clase
de convenios, su parecer es que ese compromiso penal queda circunscrito a las tres
especies delictivas de celebración indebida de contratos, y no a cualquier otra
conducta punible que se llegue a tipificar con ocasión de un contrato estatal, como
predican algunos.
“Lo anterior permite concluir que de acuerdo con la intención del legislador, en el
caso de ‘contratista’ particular, la función pública que de manera genérica le
asigna el precepto permite considerarlo autor material (Arts. 23 Decreto Ley 100
de 1980 y 29 Ley 599 de 2000) únicamente de los tipos penales de Celebración
Indebida de Contratos. Esa era la teleología de la norma en vigencia del Decreto
Ley 100 de 1980, y sigue siendo su finalidad bajo las previsiones del actual
Estatuto Punitivo (...)”
2. Las censuras.
Luego de indicar la naturaleza del error de hecho por falso juicio de identidad y
de enseñar en qué consiste, el Procurador Delegado señala que aunque el impugnante
se empeñó en tal ejercicio, sólo logra parcialmente su cometido en cuanto que,
recurriendo a la trascripción de apartes del fallo atacado, alega que el sentenciador le
atribuyó al documento reputado de falso los siguientes contenidos: 1) Que en el acta en
cuestión se consignó que se entregaba el equipo objeto del contrato. 2) Que el equipo
entregado correspondía con el detallado en el contrato. Y, 3) Que fue recibido por la
Fiscalía a entera satisfacción y en perfecto estado de funcionamiento.
No es cierto que el juzgador para fundamentar la tipicidad del atentado contra la
fe pública, haya supuesto que en el acta en cuestión se hubiese consignado que el
equipo entregado correspondía al detallado en el contrato, porque lo que se evidencia
en el párrafo transcrito por el censor para sustentar el vicio, es la crítica del Ad-Quem al
instructor y al juez de primera instancia, en cuanto estima que hubo inducción en error
por parte del procesado hacia el Jefe de Investigación del C.T.I.
Como en este caso el hecho que se acreditó fue la entrega ese 14 de febrero de
1997 del equipo de interceptación de celulares adquirido por la Fiscalía mediante el
contrato 004 de 1996, a efecto de que el contratista pudiera efectuar el cobro del saldo
del contrato, situación que en realidad no ocurrió en esa fecha, de una tal manera se
comprometió la idea o hecho histórico que se pretendió demostrar, y por ello la tipicidad
del comportamiento endilgado deviene incuestionable, concluye el Procurador
Delegado, razón por la cual es del criterio que el cargo no debe prosperar.
Así las cosas, este cargo está llamado a prosperar, es el sentir del Procurador
Delegado, por lo que habrá de casarse la sentencia impugnada y, en su lugar, proferir
el fallo sustitutivo por cuyo medio se absuelva al procesado del delito de peculado por
el que se le condenó.
CONSIDERACIONES DE LA CORTE
1. Cuestiones previas.
1.1. Como el Ad-Quem, ante la entrada en vigencia de la Ley 599 de 2000 y
atendiendo la petición del procesado en relación con la aplicación del principio de
favorabilidad, dio por sentado que el Art. 474 de la citada normatividad derogó el Art. 56
de la ley 80 de 1993, precepto este que en materia de contratación estatal asimila a los
particulares a servidores públicos para efectos de la responsabilidad penal del
contratista, interventor, consultor y asesor, es menester precisar que la afirmación del
Tribunal sobre dicho tópico carece de veracidad como ya tuvo oportunidad la Sala de
advertirlo, entre otros, en sendos pronunciamientos realizados el 16 de febrero y el 27
de abril del año en curso, Rdos. 20.551 y 19.562, en su orden, M.P. Herman Galán
Castellanos, criterio que con prolíficos y fundados razonamientos expone el agente del
Ministerio Público en su concepto, tal como quedó reseñado en el acápite pertinente de
esta providencia, los cuales prohíja la Corte.
Ciertamente, con ponderada sindéresis sostiene el Delegado que los efectos del
Art. 474 del C. Penal de 2000 se contraen, de manera expresa, a la derogación integral
del anterior estatuto punitivo y, tácitamente, de las disposiciones contenidas en otros
regímenes que hubieren modificado y complementado el C. Penal de 1980, pero en lo
que tiene que ver con la consagración de prohibiciones y mandatos penales, esto es,
“aquellas que modificaron o complementaron los tipos penales de la parte especial
previstos en él, sin hacerse extensiva a la legislación complementaria de los ‘institutos
penales’ tratados en la parte general del Nuevo Estatuto Represor.” Tampoco puede
afirmarse que haya operado la derogatoria orgánica del referido precepto con la
entrada en vigencia de la Ley 599, en cuanto que, si bien la intención del Legislador del
2000 era la de concentrar en un solo estatuto toda la legislación penal sustantiva
dispersa, “resultaba impertinente y falto de técnica reproducir los enunciados de otras
disposiciones en las que se precisa cuándo y en qué eventos los particulares
desempeñan una función pública (permanente o transitoria) merced a la cual y para
esos específicos asuntos se les asimila a servidores públicos.”
1.3. De ahí que también le asista razón al agente del Ministerio Público en
sostener que como al procesado COVARÍA TORRES como representante legal de la
firma C & A International Business S.A. al suscribir un contrato de compraventa de un
bien mueble con el Estado -Fiscalía General de la Nación-, dada la naturaleza de la
prestación, no se le atribuyó función pública alguna, por lo que, si bien pudo incurrir en
las conductas que se le endilgan en la sentencia impugnada, no lo fue en los términos
en que lo entendieron los falladores de instancia.
Tiene dicho la Sala que si el examen sobre la favorabilidad debe llevarse a cabo
durante la ejecutoria del fallo de segunda instancia y la solicitud se encuentra
vinculada a petición de libertad provisional, redosificación de pena u otros aspectos
análogos, Vgr., prisión domiciliaria o cesación de procedimiento, como en este evento
ocurrió, el juez de segunda instancia debe resolver lo pertinente, pero lo que decida
respecto de la favorabilidad tendrá carácter provisional, situación que fue la que
efectivamente se presentó en el auto cuya legalidad cuestiona el Delegado -Cfr. Fallo
de casación del 5 de septiembre de 2001, Rdo. 13.000, M.P. Édgar Lombana Trujillo-.
Sobre el tema, volverá la Sala en el transcurso de esta providencia.
2. Los cargos.
2.1. Violación indirecta de la ley sustancial derivada del error de hecho por falso
juicio de identidad en que incurrió el Tribunal respecto del contenido del documento en
el que recayó la falsedad ideológica imputada al procesado, es el fundamento de este
primer reproche, en cuanto que, contrariamente a lo que se sostiene en la sentencia
impugnada, el suceso plasmado en el acta de entrega cuestionada sí tuvo real
ocurrencia. Como preceptos infringidos, señala el actor los Arts. 1°, 2°, 3° y 219 del C.
Penal de 1980, así como el Art. 56 de la Ley 80 de 1993.
Pues bien, teniéndose por sabido que un tal vicio encuentra realización cuando el
juzgador distorsiona, cercena o adiciona el contenido fáctico de la prueba, poniéndola a
decir lo que objetivamente no expresa, carece de veracidad las afirmaciones del censor
acerca de que el juzgador le atribuyó al documento reputado de falso contenidos tales
como que en el acta se consignó que se entregaba el equipo objeto del contrato; que el
equipo entregado correspondía con el detallado en el contrato; y que fue recibido por la
entidad contratante a entera satisfacción y en perfecto estado de funcionamiento.
Como lo predica el Ministerio Público, la cita que del fallo del Ad-Quem hace el
casacionista para demostrar su aserto, aparece descontextualizada de su verdadero
sentido, puesto que no es cierto que para sustentar la tipicidad del delito atentatorio de la
fe pública, el Tribunal manifestara que en el documento en cuestión se plasmó que el
equipo entregado correspondía al detallado en el contrato. Lo que realmente allí se
consigna es la censura del fallador de segunda instancia hacia los funcionarios de primera
instancia -Fiscal y Juez A-Quo- porque estimaron que el procesado había inducido en
error al Jefe de Investigaciones del C.T.I. Mírese, si no:
No prospera el cargo.
2.2. Violación directa de la ley sustancial por interpretación errónea de los Arts.
1°, 2°, 3°, 133 y 138 del C. Penal de 1980, y 56 de la ley 80 de 1993, es el sustento de
este reparo que el censor hace consistir en el alcance equivocado que el juzgador le
dio a los preceptos que describen el comportamiento delictivo de peculado por
extensión, en la modalidad de apropiación, vicio que conllevó a la condena de su
defendido por un comportamiento atípico.
Pues bien, si conforme con la argumentación del censor los hechos endilgados
a su asistido en razón de la ilicitud de peculado dicha son atípicos, lo que debió
denunciar fue la indebida aplicación de los Arts. 138 y 133 del Dto. 100 de 1980, ley
vigente al acto que se imputa, en la medida en que el pretextado yerro se originó en el
proceso de subsunción de los hechos en el derecho.
El cargo no prospera.
“Que dicho contrato se firmó por las partes contratantes en el mes de diciembre
de 1996, se legalizó el 2 de enero de 1997, con un plazo para su cumplimiento de
45 días, es decir, para el 16 de febrero del mismo año.
“Que el 20 de marzo del mismo año, se le cancela a Covaría el saldo del contrato,
sin haber cumplido lo pactado, recibiendo la suma de ciento treinta y cinco
millones, novecientos cuarenta y dos mil, trescientos ochenta y ocho pesos
($135.942.388).
“Que conforme con los extractos bancarios, la única transferencia de dinero que
se hizo de la cuenta de C & A a PK ELECTRONIC es la anotada en el párrafo
anterior.
“Que a los requerimientos hechos por la entidad estatal al señor José Antonio
Covaría Torres, respondía con evasivas e incluso proponiendo a la Fiscalía
adquirir cuatro equipos para que la casa matriz de los Estados Unidos,
incorporara el nuevo Software al ya adquirido (...)”
De ahí que el Juzgador estimara con sobrada razón que como la cantidad que el
contratista recibió como anticipo el 31 de enero de 1997 no lo destinara para la
ejecución del contrato, pues sólo hasta el 4 de abril giró a PK ELECTRONIC, la
empresa proveedora, apenas la suma de $76’076.013 y el resto con carta de crédito
cuyo beneficiario posteriormente modificó, infirió que ese dinero ingresó al patrimonio
del contratista sin que le diera la destinación que correspondía.
No prospera el cargo.
CASACIÓN OFICIOSA
Con fundamento en las atribuciones que el Art. 216 del C. de P. Penal le otorga
a la Sala, la sentencia recurrida obra del Tribunal Superior de Bogotá se casará
oficiosamente. Estas las razones:
RESUELVE