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Werner Goldsmischt: “El Derecho Internacional Privado es el conjunto de los casos jusprivatistas con
elementos extranjeros y de sus soluciones, descritos casos y soluciones por normas inspiradas en los
métodos indirecto, analítico y sintético-judicial, y basadas las soluciones y sus descripciones en el
respeto al elemento extranjero”.-
Eduardo Hooft: “El Derecho Internacional Privado es el conjunto de principios y normas que regulan las
relaciones jurídicas privadas conectadas con más de un derecho nacional. La definición incluye también
los principios –además de las normas- porque ciertos principios fundamentales (que inspiran todo el
derecho privado) pueden no estar desarrollados en normas legales o consuetudinarias, y ser de
necesaria invocación en los casos en que la solución brindada por la ley extranjera declarada aplicable
por la norma conflictual o lo resuelto en una sentencia extranjera que se quiera ejecutar en un Estado
distinto al Estado donde fue dictada sean contrarios al orden público internacional del juez”.-
El caso debe pertenecer al Derecho Privado, o sea, al Derecho Civil o Comercial; el Derecho Internacional
Privado no se ocupa, en cambio, de casos que pertenezcan al Derecho Público. La razón está en que sólo
en la órbita del Derecho Privado rige todavía el principio de extraterritorialidad pasiva, consistente en
que en un país no se aplica solamente el Derecho Privado propio, sino igualmente, en su caso, Derecho
Privado extranjero, y en que el Derecho Internacional Privado, está indisolublemente unido al principio
de extraterritorialidad pasiva del Derecho.-
La extraterritorialidad pasiva significa que a un caso aplicamos Derecho extranjero; que un país ayuda a
los particulares vinculados a él de algún modo, aun con miras a casos relacionados con otros países. El
caso jusprivatista debe incluir un elemento extranjero para que surja el problema de la aplicabilidad del
Derecho propio o de un Derecho extranjero. El elemento extranjero, por lo demás, puede ser personal,
real o conductista. Elemento extranjero personal: uno de los protagonistas es extranjero, sea que
ostente una nacionalidad extranjera; o uno de ellos posea un domicilio o una residencia extranjeros.
Elemento extranjero real: el negocio jurídico recae sobre un bien sito en el extranjero o inmatriculado
en un registro extranjero. Elemento extranjero conductista: el delito, el cuasidelito, el negocio jurídico
se llevan a cabo en el extranjero; muchas veces coincide el elemento extranjero conductista con el
personal, ya que normalmente la conducta efectuada en el extranjero supone una residencia en el
extranjero, no habiendo, sin embargo coincidencia si el negocio se lleva a efecto por representantes (en
el matrimonio celebrado por poder en México la ceremonia se realiza en México, mientras que los
contrayentes tienen domicilio y residencia en la Argentina).-
Las soluciones de los casos jusprivatistas con elementos extranjeros pueden ser de dos tipos. Inspirarse
en el Derecho propio del país en el que la controversia surge (solución territorialista) o elegir entre los
diversos derechos en tela de juicio aquel en el que el caso tenga su sede, su centro de gravedad
(soluciones extraterritorialistas). Ciuro Caldani añade a las categorías de las soluciones territoriales y
extraterritoriales las no territorializadas, entendiendo por ellas las que proporcionan las partes de un
contrato internacional mediante el uso de la autonomía universal. Las soluciones territorialistas, a su
vez, pueden aceptar o un territorialismo extremo u otro mitigado. Ellas pecan de un territorialismo total
si aplican el único Derecho Privado del país a cualesquiera casos que se presenten, tengan o no
elementos extranjeros. El territorialismo es en cambio mitigado si se aplica a los casos jusprivatistas con
elementos extranjeros un Derecho Privado especial creado al efecto (territorialismo diferenciador). El
territorialismo mitigado a su vez puede hacer uso de un Derecho Privado especial de fuente nacional
(Derecho Privado de extranjería) o emplear un Derecho Privado de fuente internacional (Derecho
Privado Internacional), sea consuetudinaria (el Ius Gentium romano), sea convencional (las numerosas
convenciones unificadoras del Derecho Civil y Comercial).-
La norma es la captación lógica y neutral de un reparto proyectado. Como tal la norma se compone de
dos partes. En la primera la norma describe la situación social que reclama un reparto (tipo legal),
mientras que en la segunda esboza la solución de ella (consecuencia jurídica).-
Los casos pertenecen, según los diversos elementos que los componen, a un país o a otro, o a varios a la
vez. Su tratamiento debe tener en consideración esta pertenencia, tanto porque sus protagonistas
muchas veces durante el desarrollo del caso la tienen en cuenta y lo adaptan al Derecho del país, como
porque cada país posee un derecho a reglamentar los casos que a él se vinculan. En primer lugar, es
necesario distinguir entre casos propios y casos extranjeros. A este efecto, cada país debe indicar que
elementos de un caso se estiman decisivos desde el indicado ángulo visual. En este orden de ideas se
encuentran en el campo del derecho Internacional Privado Comparado diferencias de criterio. Sobre
todo, hay que mencionar la controversia sobre si la nacionalidad o la extranjería del caso depende de la
nacionalidad o del domicilio de los protagonistas. Con respecto a esta discrepancia, es lícito considerar
algunas conexiones como más justas que otras; pero no sería posible negar que todas se producen
dentro de una sincera búsqueda de la solución más justa. Alemania, por ejemplo, considera una
herencia como alemana, si el causante era alemán, aunque su último domicilio y los bienes relictos
están en el extranjero, en cambio, estima una herencia como extranjera, si el causante tenía una
nacionalidad extranjera, si bien poseía su último domicilio y los bienes relictos en Alemania. En la
Argentina se llega, al contrario, a resultados opuestos: Si el causante muere con último domicilio en la
República, la herencia es argentina, aunque el causante moría con una nacionalidad extranjera, inclusive
si los bienes relictos están en el extranjero, a la inversa, si alguien fallece con su último domicilio en el
extranjero, la herencia se somete al Derecho extranjero, aunque el causante era argentino, inclusive
estando sitos los bienes relictos en la Argentina. En otras hipótesis, en cambio, la elección del factor
decisivo para resolver sobre la nacionalidad o extranjería del caso no descansa en el afán de hacer
justicia, sino en el anhelo chauvinista de anexionar cualesquiera casos que llegan a nuestra esfera de
influencia, por muy evidente que fuese su carácter de extranjería. Desde este punto de vista, el
chauvinismo jurídico puede utilizar o conexiones de secuestro o conexiones de destrozo. Entendemos
por conexiones de secuestro aquellas por las cuales un país secuestra un caso extranjero para su propio
Derecho. A este efecto, se elige entre todos los contactos del caso aquel que concierne al propio país, y
se le aplica por ello el propio Derecho. Tal secuestro se opera siempre a través del orden público
aplicándolo apriorísticamente. Entendemos por conexiones de destrozo aquellas que atomizan o
fraccionan una relación que habría sido considerada como única, si se hubiese colocado en un solo
territorio, arrancándole aquel trozo que cae dentro del propio territorio suponiendo que otro tanto
harán los demás países. El fraccionamiento constituye una partición real del caso y destroza su unidad.
Si una persona muere y deja bienes en diversos países, el principio del fraccionamiento forma tantas
herencias cuantos países hay con bienes relictos en ellos situados, sometiendo cada una de ellas a su
propio Derecho, con lo cual destroza la unidad del caso real en holocausto de la división política en
estados soberanos. En segundo lugar, y una vez que hayamos caracterizado un caso (o uno de sus
elementos) como extranjero, es preciso darle el tratamiento que en justicia corresponde. Este
tratamiento debe basarse en el respeto al elemento extranjero, y el respeto, a su vez, consiste en hacer
con el caso lo que presumiblemente con él harían en el país al que pertenece. Como en el país al que el
caso pertenece le aplicarían su propio Derecho, el medio del que disponemos para rendir el debido
respeto a la extranjería del caso, es la llamada aplicación del Derecho extranjero. Aplicando, pues, en
nuestro país Derecho Privado extranjero, éste resulta extraterritorial. El respeto al país extranjero, y en
su caso, a las personas que en él han actuado, exige que “apliquemos” el Derecho extranjero tal cual lo
aplicarían en el país respectivo. Lo que nosotros hacernos, no es, pues en realidad “aplicación” sino que
es imitación del Derecho extranjero (teoría del uso jurídico). El art. 2° de la Convención Interamericana
sobre Normas Generales del Derecho Internacional Privado, y el art. 1° del Convenio argentino-uruguayo
sobre aplicación e información del Derecho extranjero del 20/11/1980 (ley 22.411), ratificado el
12/5/1981, se basan en la teoría del uso jurídico. Al declarar aplicable Derecho extranjero, la referencia
nos e hace a las normas jurídicas extranjeras sino a la sentencia que con el mayor grado asequible de
probabilidad dictaría el juez extranjero con miras l particular sometido a su Derecho, en la hipótesis de
que este particular realmente se hallase radicado en sus estrados. Por otro lado, no se debe olvidar que
el juez extranjero no aplicaría al caso directamente su Derecho Privado, sino su Derecho Internacional
Privado, y sólo después aquel Derecho Privado que su Derecho Internacional Privado le indique como
aplicable (problemática del reenvío).-
Como el Derecho Internacional Privado posee una estructura trialista, su captación científica tiene que
reflejarla, y habrá pues de describir cada problema jusprivatista internacional de modo trialista. Pero
una ciencia no se compone de una yuxtaposición de descripciones de problemas. Para que las
descripciones de problemas formen una ciencia, ellas deben formar un sistema. Por otro lado, el sistema
es el producto de un método que indica cómo deben ordenarse los problemas al hilo de un determinado
criterio. El método sistematizador de la descripción de una materia no es un método constitutivo de
esta última, ya que no proporciona soluciones; este método sistematizador es un método expositivo, y
como tal no se dirige ni al legislador ni tampoco al juez sino que tiene por destinatario al hombre de
ciencia. Como la ciencia capta la realidad de manea lógica y neutral, y como la captación lógica y neutral
de la realidad jurídica se lleva a cabo por medio de la norma, el método sistematizador de la ciencia del
Derecho Internacional Privado ha de partir de la norma jusprivatista internacional. He aquí lo que se
llama “la concepción normológica de la ciencia del Derecho Internacional Privado”. El análisis de las
normas jusprivatistas internacionales nos hace ver normas individuales, conforme se hallan por ejemplo
en las sentencias que resuelven controversias sobre problemas de Derecho Internacional Privado,
normas generales que son las que suelen hallarse en los textos legales, y por último una norma
generalísima obra de la abstracción científica y que sistematiza los problemas que sin excepción pueden
surgir tanto en las normas generales como en las individuales. Con miras a estos tres tipos de normas, la
ciencia del Derecho Internacional Privado se estructura en dos partes: Una parte General y otra parte
Especial. La Parte General se dedica al estudio de la norma generalísima, mientas que la Parte Especial
está consagrada a la descripción de las normas generales e individuales.-
a).- La Concepción normológica de la ciencia del Derecho Internacional Privado en el marco tradicional.-
En virtud de la concepción normológica las cuestiones generales del Derecho Internacional Privado que
hoy podemos llamar clásico o tradicional llegaron a quedar sistematizadas diciendo:
1.- El problema de las calificaciones es la pregunta por el ordenamiento jurídico del que debemos
obtener las definiciones de los términos que emplea la norma indirecta en toda su extensión, menos en
el orden público;
2.- La cuestión previa se relaciona con las características positivas del antecedente y el fraude a la ley se
vincula con las características negativas;
3.- Los problemas de la conexión (puntos de conexión, incluyendo su determinación temporal o cambio
de estatutos) y lo conectado (diversidad de Derechos simultánea o sucesivamente vigente en el Derecho
aplicable, reenvío y calidad del Derecho extranjero) se relacionan con las características positivas de la
consecuencia jurídica, el orden público (cuando interviene a posteriori) se vincula con una característica
negativa. En la Parte Especial se diferencia el tratamiento particular de los puntos de conexión y de los
diversos tipos legales, refiriéndose en este último aspecto a las personas, la forma de los actos jurídicos,
las propiedades, el matrimonio, la patria potestad (responsabilidad parental) y sus títulos, la sucesión
hereditaria y las obligaciones.-
La realidad viene mostrando que el Derecho Internacional Privado es actualmente un complejo con un
sector nuclear y otro periférico. La atención a los aspectos prácticos y a la utilidad llevan hoy a abarcar
en el sector nuclear, también el conflicto de jurisdicciones y los conflictos procesales que se plantean
por la transposición procesal e incluyen en lugares destacados el auxilio judicial internacional y el
reconocimiento y la ejecución de sentencia y laudos extranjeros.-
El avance de la influencia de la cultura de origen inglés, aprecian la importancia decisiva de las
cuestiones jurisdiccionales. Una tradición ya consolidada a partir de la Ley Federal Suiza de Derecho
Internacional Privado arroja, de cierto modo, el resultado tripartito: de conflictos jurisdiccionales y de
leyes (de Derechos) y transposición procesal. Los tres problemas de conflicto en cuanto a la jurisdicción
y al Derecho aplicable y de la transposición procesal, forman los dos cauces, de la decisión posible y la
decisión real, del núcleo del Derecho Internacional Privado, que es en total, la solución debida del
conflicto de Derechos. En cambio el ámbito marginal de la materia esta formado por otras cuestiones,
entre las que se hallan, con diversos grados de afinidad respecto del núcleo, el Derecho Unificado, la
autonomía material de las partes y las llamadas leyes de aplicación inmediata.-
Nos encontramos con dos problemas: por un lado es menester averiguar quiénes aplican el Derecho
Internacional Privado argentino, mientras que, por el otro, es preciso saber dónde deben realizarse los
casos a los cuales el Derecho Internacional Privado se aplica. Pueden denominarse ambas dimensiones
espaciales, por razones obvias, ámbito espacial activo y pasivo del Derecho Internacional Privado
argentino, respectivamente.
b- Dimensión Dikelógica.-
Es justo que cada norma del Derecho Internacional Privado, en el país que la ha dado. También es justo
que se tenga en consideración el Derecho Internacional Privado extranjero, puesto que el respeto al
elemento extranjero exige dar al caso la solución que le darían en el país extranjero y es evidente que
allí traerían a colación su respectivo Derecho Internacional Privado.-
En síntesis y con miras a los ejemplos dados, la elección de una sola fuente –por ser la última,
por ejemplo- puede acarrear la frustración de la voluntad protectora del tratado postergado y la
indefensión correlativa del protegido. O dicho de otro modo, la elección del tratado posterior,
por considerárselo más justo en abstracto conculca lo justo concreto previsto en el tratado
anterior. Además la elección del Tratado de 1889, de haber bienes en el Paraguay, colocaría al
juez argentino y a los litigantes ante la posibilidad de rechazo de la sentencia argentina en el
Paraguay por incumplimiento de las obligaciones emergentes del Tratado de 1940. Por otra
parte, las dificultades emergentes de la aplicación simultánea de las diferentes fuentes pasan por
la invalidación recíproca de las soluciones cuando éstas eran diferentes y se aplicaban sobre los
mismos bienes. También lleva al fraccionamiento del régimen de bienes concebido
originariamente como unitario por los mismos Tratados de cuya aplicación se trata.-
II. b).- Reglas de competencia internacional del juez extranjero cuya sentencia se quiere
ejecutar.-
Significa que el juez exhortado examinará la exigencia de que “la sentencia haya emanado de un
tribunal competente en la esfera internacional”, a la luz de las reglas extranjeras sobre
competencia directa. Es decir el juez francés resuelve si el juez inglés que dictó la sentencia tenía
competencia, aplicando las reglas inglesas y no las reglas francesas. La única limitación será que
el juez requerido (francés), no tuviera competencia internacional exclusiva. Como esto toca al
orden público del Estado de la ejecución (los casos en que sus jueces son los únicos
competentes), se desconocerá la intervención del juez extranjero, que “ha invalidado la
competencia nacional”. Este criterio ha tenido recepción en fallos judiciales (Corte de Casación
Francesa, Sala Civil, 6/2/85, Mme. Faihurst v Simitch).-
II. c).- Reglas especiales sobre competencia como requisito para la ejecución.-
Este tercer criterio opta por establecer los casos en que será ejecutable una sentencia fuera del
territorio del juez sentenciador. Es un sistema autárquico de conexiones fijas, previstas por lo
general en un tratado. S quien dictó la sentencia que se quiere hacer valer extraterritorialmente,
es uno de los jueces a quienes se les reconoce la jurisdicción en el convenio, los demás Estados
asumen el compromiso de reconocer y ejecutar el fallo. Se trata de precisar, de modo concreto,
para cada una de las acciones, cuál será el juez que deba conocer, a los fines de que su sentencia
no pueda ser desconocida fuera del Estado. En el ámbito regional americano, tenemos el
ejemplo del Protocolo de Buenos Aires sobre Jurisdicción Internacional en Materia Contractual
de 1994 para el Mercosur. Este acuerdo que vincula a la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay
contempla el requisito procesal de la jurisdicción internacional en materia contractual,
considerando que este recaudo está satisfecho si se da alguna de las circunstancias que
enumera:
i).- Que las partes hubieran elegido el tribunal que dictó el fallo, por acuerdo escrito siempre que
no haya sido obtenido en forma abusiva. El acuerdo puede realizarse en cualquier momento, al
celebrar el contrato, durante su vigencia o una vez surgido el conflicto.-
ii).- Que la acción se hubiera planteado ante el juez del lugar del cumplimiento del contrato, del
domicilio del demandado o del domicilio o sede social del actor si prueba que cumplió con su
prestación.-
Igualmente es válido pactar que entienda en el conflicto un tribunal arbitral, en lugar de la
jurisdicción judicial.-
Resumiendo: frente al pedido de ejecución de una sentencia dictada por un juez extranjero, el
Juez de Estado requerido deberá entonces analizar y proceder como sigue: 1).- Si existe una
convención: debe respetar y atender al criterio empleado en la misma (el de la bilateralización
de las normas de competencia propias del Estado de la ejecución, o el de las normas extranjeras
del juez sentenciador o el criterio de las conexiones o criterios preestablecidos de jurisdicción
internacional). 2).- Si no existe una convención internacional: deberá aplicar las normas propias
sobre reconocimiento y ejecución de sentencias extranjeras (entre ellas, los arts. 517 a 519 del
CPCCN, que adopta el criterio de la bilateralización).-
III.- LA JURISDICCION EXCLUSIVA DE UN ESTADO Y LA JURISDICCION CONCURRENTE CON LA DE
OTROS ESTADOS.-
Habiendo varias jurisdicciones internacionalmente competentes, cada una de ellas tiene
competencia concurrentes. Si el actor elije entre las jurisdicciones competentes, a la argentina, el
juez argentino tiene que proceder. Pero si el actor escoge una jurisdicción competente
extranjera, el juez argentino, cuando el día de mañana le exijan el reconocimiento o la ejecución
de la sentencia extranjera, n puede rechazarla por falta de jurisdicción del juez extranjero.
Algunos ejemplos de jurisdicción internacional concurrente en el CCCN:
- “Las acciones de validez, nulidad y disolución del matrimonio, así como las referentes a los
efectos del matrimonio, deben interponerse ante los jueces del último domicilio conyugal
efectivo o ante el domicilio o residencia habitual del cónyuge demandado” (art. 2621);
- “Las acciones sobre la prestación alimentaria deben interponerse, a elección de quien la
requiera, ante los jueces de su domicilio, de su residencia habitual, o ante los del domicilio o
residencia habitual del demandado. Además, si fuese razonable según las circunstancias del
caso, pueden interponerse ante los jueces del lugar donde el demandado tenga bienes. Las
acciones de alimentos entre cónyuges o convivientes deben deducirse ante el juez del último
domicilio conyugal o convivencial, ante el domicilio o residencia habitual del demandado, o
ante el juez que haya entendido en la disolución del vínculo. Si se hubiere celebrado un
convenio, a opción del actor, las acciones pueden también interponerse ante el juez del lugar
de cumplimiento de la obligación o el del lugar de la celebración de dicho convenio si coincide
con la residencia del demandado (art. 2629)”;
- “No existiendo acuerdo válido de elección de foro, son competentes para conocer en las
acciones resultantes de un contrato, a opción de actor: a) los jueces del domicilio o
residencia habitual del demandado. Si existen varios demandados, los jueces del domicilio o
residencia habitual de cualquiera de ellos; b) los jueces del lugar de cumplimiento de
cualquiera de las obligaciones contractuales; c) los jueces del lugar donde se ubica una
agencia, sucursal o representación del demandado, siempre que ésta haya participado en la
negociación o celebración del contrato (art. 2650)”.-
III.- a).- Acciones derivadas del transporte internacional por mar y por averías comunes (arts.
614 y 615 Ley de Navegación 20.094).-
La Ley de Navegación 20.094 prevé en su Capítulo II los conflictos de competencia y la
competencia de los tribunales nacionales. Para los contratos de utilización de buque, fletamento
y transporte el art. 614 dispone que: “Los tribunales nacionales son competentes para conocer en
los juicios derivados de los contratos de utilización de los buques cuando las obligaciones
respectivas deban cumplirse en la República, salvo la opción que tiene el demandante por los
tribunales del domicilio del demandado. En los contratos de fletamentio total o parcial, o de
transporte de carga general total o parcial, o de transporte de carga general o de bultos aislados
en un buque cualquiera, o de personas y, en general, en todo contrato en que el transportador
asuma la obligación de entregar los efectos en destino, es nula toda otra cláusula que establezca
otra jurisdicción que la de los tribunales argentinos. Así lo fallo la CSJN en el valioso antecedente
“Compte y Cia. c/ Ibarra y Cia.” del año 1936 al interpretar el art, 1091 del Código de Comercio:
Características del caso: La empresa armadora del buque “Cabo San Agustín” (Ybarra y Cia.) se
había comprometido a transportar desde el puerto de Valencia(España) y a entregar en el puerto
de Buenos Aires (Argentina) dos cajones de azafrán consignados a la firma Miguel Compte y Cia.
o a su orden (contrato de transporte documentado mediante conocimiento). Amarrado el vapor
en el puerto de Bs As., los estibadores sustrajeron parte de la carga, de resultas del cual sufrió
deterioros parte de la mercancía, quedando prácticamente perdida para los destinatarios. El
conocimiento de embarque contenía la renuncia hecha por el consignatario de la carga (Miguel
Compte y Cia.) a su fuero propio, aceptando de antemano someterse a la jurisdicción de los
jueces y tribunales de Sevilla para cualquier litigio emergente del contrato de transporte.-
El problema: El problema fundamental a resolver se puede resumir en la siguiente proposición.
¿Es válida la renuncia anticipada a la jurisdicción de nuestros tribunales en las causas marítimas
cuando de no existir la cláusula tendrían que ser resueltas por nuestros tribunales? En nuestra
legislación, al año 1936, existían disposiciones expresas acerca de la competencia de los
tribunales federales para intervenir en las causas de Almirantazgo y jurisdicción marítima. El art.
100 de la Constitución Nacional dice textualmente que corresponde intervenir en esas causas a la
Corte Suprema de Justicia de la Nación y el art. 2° de la Ley 48 concretaba esa jurisdicción en lo
referente a los jueces federales de 1° instancia.-En lo que respecta al contrato de fletamento p de
transporte a ejecutarse en la República Argentina el texto del art. 1091 del Código de Comercio
(la regulación del comercio marítimo con las naciones extranjeras ha sido puesta por la
Constitución, a cargo exclusivo del Congreso Nacional, art. 67 inc. 12) se estableció el principio de
la aplicación de la ley del Estado a los contratos de fletamento o transporte a ejecutarse en la
República Argentina y los tribunales interpretaban extensivamente que ello implicaba
pronunciarse también sobre la competencia de los Tribunales de la República si podía sostenerse
que el contrato se ha cumplido en ella.-
El fallo de la Corte Suprema de Justicia: La CSJN declaró que la justicia nacional era competente
para juzgar el presente caso. En su mérito, “(…) es un principio reconocido del derecho de gentes
que toda Nación tiene jurisdicción sobre sus habitantes, hechos que ocurran en su territorio y en
los casos judiciales que se produzcan a consecuencia de los mismos y cita la opinión y que el
poder de reglar el comercio marítimo es el de prescribir la regla que regulará ese comercio y que
el pleno poder sobre la cosa reglada excluye el de otros sobre la misma cosa. El art. 1091 del
Código de Comercio afirma la jurisdicción privativa, excluyente e improrrogable de los tribunales
nacionales en materia de fletamento, estadías "y en general, sobre todo hecho o contrato
concerniente a la navegación y comercio marítimo", que es el caso de autos, pues se trata de
indemnización al consignatario argentino por pérdida de carga consecutiva a hurtos en puerto
argentino. La jurisdicción es de orden público, evidentemente, y, aún la federal de carácter
extraordinario, es, sin embargo, prorrogable en los términos que menciona el art. 12 ley 48 y en
aquellos casos rationae personae o por razón de domicilio en que el aforado renuncia a la
especial consideración que las leyes le otorgan. Mas, lo que resulta menos aceptable, tenidos en
cuenta los fines del resguardo de la soberanía nacional que al fuero federal se atribuye, es una
prórroga en favor de la justicia extranjera, en hechos que se refieren a nuestro comercio con otras
naciones y, aún más, a consecuencias jurídicas de hechos criminosos producidos en un puerto
argentino. Sevilla, en el caso de marras, resolvería conforme a sus leyes y a sus jueces, si hubo
robo o hurto a bordo del vapor "Cabo San Agustín" surto en el puerto de Buenos Aires; si el
Capitán es responsable; si lo es el cargador; si se ha de pagar o no a Compte y Cía. y en caso
afirmativo, una cantidad prefijada o el valor efectivo de la mercadería perdida. ¿Qué queda de la
soberanía y jurisdicción constitucional y legal de la República? la jurisprudencia extranjera se
orienta hacia la desaprobación o ineficacia de las cláusulas en los contratos de fletamento que
prorrogan la jurisdicción para el conocimiento de dichos contratos. Así la Corte de Casación del
Reino de Italia, en fallo del 3/3/1926, decidió que: "Las cláusulas del contrato que anulan la
competencia de los tribunales italianos son nulas como contrarias al orden público de que
participa la organización de la jurisdicción y como contrarias a la soberanía del Estado a quienes
esas cláusulas deniegan uno de sus atributos esenciales".-
A su vez el art. 615 de la ley 20.094 prescribe sobre averías comunes, indicando que son
competentes los tribunales nacionales para entender en los juicios derivados de averías comunes,
cuando la aventura finalice o la liquidación y prorrateo se realicen en puerto argentino. Es nula
toda otra cláusula que atribuya competencia a los tribunales de otro Estado. A pesar de la
reserva de la competencia a favor de los jueces argentinos en estos casos, la propia ley 20094
admite la prórroga de la jurisdicción, pero a condición de que el acuerdo sea posterior a los
hechos. En efecto, el art. 621 dispone que producido un hecho generador de una causa cuyo
conocimiento corresponde a los tribunales nacionales, los residentes en el país pueden convenir,
con posterioridad al mismo, someterlo a juicio de árbitros o de tribunales extranjeros, si así les
resultare conveniente. Pareciera que es de orden público la prohibición de incluir cláusulas que
impónganla jurisdicción de jueces extranjeros cuando alguna de las conexiones previstas se
localicen en la Argentina (las obligaciones respectivas deban cumplirse en la República, destino o
puerto argentino, aguas jurisdiccionales argentinas – en caso de abordaje o salvamento-) pero el
interés del Estado se detiene allí, porque no impone necesariamente que los procesos ventilen
ante los jueces nacionales, desde que admite la prórroga de jurisdicción a favor de jueces
extranjeros o de árbitros en las condiciones previstas.-
III.- b).- Acciones sobre validez, nulidad, disolución de sociedades o de acciones contra las
decisiones de sus órganos, en el caso de sociedades cuyos domicilios se hallen en la Argentina
o cumplan en la Argentina su principal objeto.-
El art. 124 de la Ley General de Sociedades dice que: “La sociedad constituida en el extranjero
que tenga su sede en la República o su principal objeto esté destinado a cumplirse en la misma,
será considerada como sociedad local a los efectos del cumplimiento de las formalidades de
constitución o de su reforma y contralor de funcionamiento”. O sea, las somete a las exigencias
de la legislación argentina en cuanto a su constitución, su reforma y contralor. El art. 124 de la
LGS nada dice sobre la competencia de nuestros jueces en estos casos (sede u objetos
argentinos), sino que se refiere a la ley aplicable (argentina), pero parece aconsejable sostener
que serán los jueces nacionales los únicos con competencia para tratar de estar acciones sobre
validez, nulidad, disolución de sociedades o de acciones contra las decisiones de sus órganos. Se
unen fórum y jus para asegurar que la norma imperativa del art. 124 sea cumplida. El juez
argentino de la sede u objeto argentinos actúa como el brazo ejecutor de la norma imperativa
del art. 124 de la LGS para evitar el fraude jurisdiccional. El Código Civil y Comercial de la Nación
tampoco incluye a estas acciones dentro de las acciones a estas acciones dentro de las acciones
de jurisdicción internacional argentina exclusiva (art. 2609, CCCN), pero se entiende que ello no
las excluye.-
III.- c).- Acciones reales sobre bienes inmuebles situados en la Argentina (art. 2609 literal a,
CCCN).-
El Código Civil y Comercial de la Nación atribuye con exclusividad a los jueces argentinos el
conocimiento de acciones reales sobre inmuebles situados en el país. Dispone el art. 2609:
“Jurisdicción exclusiva. Sin perjuicio de lo dispuesto en leyes especiales los jueces argentinos son
exclusivamente competentes para conocer en las siguientes causas: a) en materia de derechos
reales sobre inmuebles situados en la República …”. Esta norma se complementa con el art. 2664
del CCCN: “Jurisdicción. Acciones reales sobre inmuebles. Los jueces del Estado en que están
situados los inmuebles son competentes para entender en las acciones reales sobre dichos
bienes”. Debe incluirse por analogía el caso de las usucapiones de inmuebles situados en el país.
A pesar de la omisión, parece indiscutible que las acciones de prescripción adquisitiva de
inmuebles que son parte del territorio del Estado argentino, deben tramitar ante los tribunales
nacionales en forma exclusiva y excluyente de cualquier jurisdicción extranjera. Y, además,
porque la ley aplicable a la prescripción es la ley de fondo, es decir, la nacional, conforme el art.
2671 del CCCN (doctrina del paralelismo en combinación con la idea de soberanía estatal sobre
su territorio). Si bien el art. 2665 del CCCN abre la competencia de nuestros jueces para las
acciones reales sobre bienes registrables, diciendo que: “Los jueces del Estado en el que fueron
registrados los bienes son competentes para entender en las acciones reales entabladas sobre
dichos bienes”, se ha olvidado de proclamar la exclusividad de la jurisdicción nacional. Si la ley
aplicable a estos muebles registrados es la ley argentina de su registro y situación, según el art.
2668 del Código Civil y Comercial de la Nación, es conveniente reservar a nuestros jueces el
conocimiento de estas acciones.-
III.- d).- Acciones de adopción de menores cuya residencia habitual se halla en la República
Argentina (art. 2635, CCCN).-
El legislador se ha olvidado de incluir esta acción dentro del catálogo de acciones de jurisdicción
exclusiva argentina en el art. 2609 del Código Civil y Comercial de la Nación. Para adoptar un niño
que se halla residiendo en la Argentina, se debe acudir a los jueces argentinos, no
reconociéndose ninguna adopción otorgada en el extranjero. Así lo ordena el art. 2635 del
CCCN: “Jurisdicción. En caso de niños con domicilio en la República, los jueces argentinos son
exclusivamente competentes para la declaración en situación de adoptabilidad, la decisión de
guarda con fines de adopción y para el otorgamiento de una adopción”.-
III.- e).- El foro elegido por las partes (art. 2606 CCCN).-
Si las partes han pactado la jurisdicción de los jueces de un Estado determinado, ello implica que
las acciones solamente podrán promoverse ante ellos. El Código Civil y Comercial de la Nación lo
prevé en su art. 2606: “Carácter exclusivo de la elección de foro. El juez elegido por las partes
tiene competencia exclusiva, excepto que ellas decidan expresamente lo contrario”. El art. 2607
contempla los modos en que se puede considerar elegida la jurisdicción: “Prórroga expresa o
tácita. La prórroga de jurisdicción es operativa si surge de convenio escrito mediante el cual los
interesados manifiestan su decisión de someterse a la competencia del juez o árbitro ante quien
acuden. Se admite también todo medio de comunicación que permita establecer la prueba por un
texto. Asimismo, opera la prórroga, para el actor, por el hecho de entablar la demanda y, con
respecto al demandado, cuando la conteste, deje de hacerlo u oponga excepciones previas sin
articular declinatoria".-
III.- f).- En materia de validez o nulidad de las inscripciones practicadas en un registro público
argentino (art. 2609, literal b, CCCN).-
Ello es razonable porque la organización de los registros públicos es una emanación de la
soberanía política del país y resultaría inadmisible que jueces extranjeros pudieran expedirse
sobre la validez o nulidad de las inscripciones de derechos anotados en los registros nacionales.-
IV.- a).- En tal sentido el Código Procesal Civil y Comercial de la Nación en sus arts. 1 y 2, admite
la prórroga de jurisdicción en asuntos exclusivamente patrimoniales y de índole internacional la
que podrá efectuarse aún a favor de jueces extranjeros o árbitros que actúen fuera de la
República. Dicha prórroga podrá tener lugar en forma expresa ("convenio escrito mediante el
cual los interesados manifiesten explícitamente su decisión de someterse a la competencia del
juez a quien acuden"); o tácita ("para el actor, por el hecho de entablar la demanda; y respecto
del demandado, cuando la contestare, dejare de hacerlo u opusiere excepciones previas sin
articular la declinatoria"). No procede la prórroga de jurisdicción "en los casos en que los
tribunales argentinos tienen jurisdicción exclusiva o cuando la prórroga está prohibida por Ley"
(recordar art. 2609, 2606 CCYC; arts. 614, 615 y 621 Ley Navegación 20094).-
IV.- b).- El Código Civil y Comercial de la Nación (CCyC) por su parte, establece en su art. 2605
en coincidencia con el art 1 del CPCCN, la prórroga de jurisdicción en favor de jueces extranjeros
o árbitros fuera del país, en materia patrimonial e internacional, excepto que los jueces
argentinos tengan jurisdicción exclusiva o la prórroga estuviere prohibida por ley. Al igual que el
CPCCN, el CCyC en su art. 2607 permite la prórroga en forma expresa (si surge de convenio
escrito mediante el cual los interesados manifiestan su decisión de someterse a la competencia
del juez o árbitro ante quien acuden); o tácita (Asimismo opera la prórroga, para el actor, por el
hecho de entablar la demanda y, con respecto al demandado, cuando la conteste, deje de
hacerlo u oponga excepciones previas sin articular la declinatoria). El CCyC, en concordancia con
la tendencia internacional actual, admite como forma expresa, además del convenio escrito (y
suscripto por las partes), todo otro medio de comunicación que permita acceder con
posterioridad a su contenido, lo que incluye los medios electrónicos.-
Luciana B. Scotti dice que "... en nuestro ordenamiento jurídico de fuente interna, la
internacionalidad objetiva del asunto es un requisito ineludible. Será necesario buscar elementos
extranjeros como, por ejemplo, el lugar de celebración y de cumplimiento del contrato, el lugar de
residencia, domicilio o establecimiento de las partes, o el lugar de situación de la cosa objeto del
contrato para determinar la internacionalidad del asunto y habilitar, entonces, la posibilidad de
acordar voluntariamente el foro competente”.-
IV.- c).- Art. 56 del Tratado de Montevideo de Derecho Civil Internacional (TDCIM) de 1940 : El
art. 56 del TDCIM de 1940, trata de la jurisdicción internacional en las acciones personales. El
mismo prevé, en primer término (párrafos 1º y 2º), los foros con jurisdicción internacional
(concurrente) para entender en las acciones personales. Estos son, a elección del actor: 1).- los
jueces del lugar a cuya ley está sujeto el acto jurídico materia de juicio, se utiliza aquí la teoría del
paralelismo de Asser, la cual hace derivar la jurisdicción internacional del derecho aplicable.
"Legislativamente hablando, los países se atribuyen la jurisdicción atendiendo a diferentes
principios. El del paralelismo de Asser reclama la jurisdicción del país cuyo derecho es aplicable,
por ejemplo, el art. 56 de los TDCIM..." (Werner Goldschmidt, Derecho Internacional Privado,
Décima edición actualizada por Alicia M. Peruggini Zanetti, ed. Abeledo Perrot , pag. 881). Es
decir, habrá que determinar primero cuál es el derecho aplicable al caso, y serán los jueces del
Estado cuya ley resulta aplicable, los que tendrán jurisdicción internacional para intervenir en el
caso; los jueces del domicilio del demandado, esta regla es universal, y no se aplica sólo en
materia de jurisdicción, sino igualmente cuando enfrentamos el problema de la competencia
territorial. Por un lado se desea conceder a la persona atacada la comodidad de litigar en el lugar
donde tiene todo al alcance de su mano. Por otro lado se supone que donde alguien esta
domiciliado, posee también bienes en los que el actor puede hacer presa, en caso de que
venciera en el litigio. En cuanto a la prórroga ella fue añadida en 1940. La prórroga solo se admite
con respecto a acciones personales (y no reales) y patrimoniales (y no de otro tipo, como por
ejemplo divorcio, aspecto moral de la propiedad literaria y artística, etc.). La prórroga no puede
concertarse sino después de promovida la acción, la prórroga anticipada es inadmisible. En otras
palabras el art. 56 párrafos tercero y cuarto admiten la prórroga de jurisdicción mientras que
rechazan la cláusula compromisoria. El demandado puede consentirla por acto concluyente, por
ejemplo al entrar en el fondo de la discusión (si el accionado se presenta a juicio ante el juez
incompetente y nada dice), lo que no sería consentimiento real sino ficción sería por vía de
rebeldía. Eduardo Hooft, Jurisdicción Internacional, Apuntes de Derecho Internacional Privado,
pag. 24/25 - Apunte No. 17 dice que “Admitir la prórroga pero limitarla al acuerdo posterior a la
promoción de la demanda es lo mismo que negarla. Es casi imposible que un demandado acepte
someterse a un fuero distinto al que debía actuar, a pedido de quien le inició el juicio, o bien
omita oponer la excepción de incompetencia ante el juzgado incompetente sabiendo que la
ganará y con costas... No es casualidad que la mayoría de los textos convencionales admiten la
prórroga sin restricciones de tiempo: antes, durante o después de que nazca la relación litigiosa".-
“(…)la inmunidad del Estado frente a las jurisdicciones de otros Estados se funda en dos
principios. Uno, según la máxima “par in parem non habet jurisdictionem”, que se consolidó a lo
largo del siglo XIX a través de decisiones de tribunales internos, pero que durante este siglo ha
tenido variantes en cuanto a su ámbito de aplicación. En un comienzo se suponía que los Estados
actuaban en el terreno político y las actividades económicas se confiaban a los particulares. Por lo
tanto, las demandas contra Estados ante los tribunales de otros Estados versaban sobre
supuestos en los que el demandado había actuado como soberano. El otro principio sobre el cual
se fundó la inmunidad es el de no intervención en los asuntos internos de otros Estados. Que ya
en el curso del siglo XIX los Estados se embarcaron en empresas comerciales, creando
monopolios, explotando ferrocarriles, buques y correos. La Primera Guerra Mundial aceleró esas
actividades y la irrupción de los Estados socialistas y comunistas aumentó enormemente el sector
público de la economía y el comercio. Como espejo de esta nueva realidad internacional surgió en
la doctrina y después en una jurisprudencia expansiva la llamada teoría restringida de la
inmunidad de jurisdicción, que distingue entre los actos “iure imperii” –los actos de gobiernos
realizados por el Estado extranjero en su calidad de soberano– y los actos “iure gestionis” –actos
de índole comercial que, por lo demás, en modo alguno pueden afectar el normal
desenvolvimiento de una representación diplomática.–. Respecto de la primera clase de actos, la
jurisprudencia mantuvo el reconocimiento de la inmunidad de jurisdicción del Estado extranjero.
En cambio, la más moderna tendencia jurisprudencial adoptó la doctrina restringida o relativa
para los segundos. El art. 24 del dec.-ley 1285/58 dispone (disponía) que no se dé curso a la
demanda contra un Estado extranjero sin requerir previamente su conformidad para ser sometido
a juicio. Si bien la redacción de dicho artículo no conduce necesariamente a la adopción de la
teoría clásica o absoluta, tampoco introduce textualmente la distinción entre los actos “iure
imperii” y los “iure gestionis”. En 1963 la postura absoluta fue morigerada por el dec.-ley
9015/63, que contempla la posibilidad de que un Estado extranjero pueda ser sometido a la
jurisdicción argentina cuando el Poder Ejecutivo declare que existe falta de reciprocidad al
respecto, es decir, que ese Estado acepta reclamos contra la Argentina ante sus tribunales. Esto
precisamente ocurre como consecuencia de la recepción de la mencionada distinción entre actos
de gobierno y actos de gestión. Esta Corte –incluso con anterioridad a la sanción de dicha
norma–, aplicó siempre el principio de inmunidad de los Estados soberanos frente a los tribunales
de otro Estado en todos los casos. El tribunal se basó en la convicción de que existía un “principio
elemental de la ley de las naciones que indica que un Estado soberano no puede ser sometido a la
potestad jurisdiccional de los Estados extranjeros” y que el decreto-ley mencionado encuentra su
fundamento en el Derecho Internacional. Al reconocer la inmunidad de jurisdicción la Corte
siempre consideró que lo hacía porque debía actuar “según principios del derecho de gentes; de
modo que no resulten violadas las bases del orden público internacional” que son de aplicación
prioritaria, pues el desconocimiento de los principios que rigen las relaciones diplomáticas
internacionales no tendría otro desenlace que conducir al aislamiento de nuestro país en el
concierto de las naciones. A la vista de la práctica actual divergente de los Estados, ya no es
posible sostener que la inmunidad absoluta de jurisdicción constituya una norma de Derecho
Internacional general, porque no se practica de modo uniforme ni hay convicción jurídica de su
obligatoriedad. Prueba de ello son los textos legislativos modernos que se enrolan claramente en
la teoría restrictiva, tales como la “Convención Europea sobre Inmunidad de los Estados” (1972),
la “Foreign Sovereign Immunities Act” de los Estados Unidos (1976), la “State Immunity Act” de
Gran Bretaña (1978), entre muchos otros. Asimismo, el proyecto sobre inmunidad de jurisdicción
elaborado por la Comisión de Derecho Internacional de las Naciones Unidas sigue la teoría
restrictiva. (…) las consideraciones desarrolladas justifican una hermenéutica de la norma
aplicable a las circunstancias actuales de las relaciones internacionales. Su aplicación en los
términos de la doctrina absoluta hoy ya no encuentra fundamento en el Derecho internacional y,
desde otro punto de vista, no se violarían principios de aquel derecho ni se conduciría al
aislamiento de nuestro país en la comunidad internacional por aplicar la teoría restrictiva. Ello,
máxime cuando en el caso se trata del cumplimiento de obligaciones laborales y previsionales en
el que debe reconocerse al estado plena jurisdicción (…)”.-
La diferenciación para los Estados extranjeros, entre actos como entes soberanos y actos como
comerciantes comunes, limitando la inmunidad de jurisdicción solamente al primer supuesto,
plantea la duda de si corresponde distinguir entre: a).- el Estado, y b) sus agentes diplomáticos.
Para los diplomáticos, en el ámbito convencional mundial, el estatuto fundamental lo constituye
la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961 en la que el Estado acreditante
puede renunciar a la inmunidad de jurisdicción de sus agentes diplomáticos y de las personas que
gocen de inmunidad conforme el art. 37 (a saber los miembros de la familia de un agente
diplomático que formen parte de su casa, siempre que no sean nacionales del Estado receptor; los
miembros del personal administrativo y técnico de la misión, con los miembros de sus familias
que formen parte de sus respectivas casas, siempre que no sean nacionales del Estado receptor ni
tengan en él residencia permanente; los miembros del personal de servicio de la misión que no
sean nacionales del Estado receptor ni tengan en él residencia permanente; los criados
particulares de los miembros de la misión, que no sean nacionales del Estado receptor ni tengan
en él residencia permanente, sólo gozarán de privilegios e inmunidades en la medida reconocida
por dicho Estado. No obstante, el Estado receptor habrá de ejercer su jurisdicción sobre esas
personas de modo que no estorbe indebidamente el desempeño de las funciones de la misión)
pero la renuncia debe ser expresa. Y el art. 32.4 de la Convención citada prescribe: “La renuncia
de inmunidad de jurisdicción, respecto de las acciones civiles o administrativas, no ha de
entenderse que entraña renuncia a la inmunidad en cuanto a la ejecución del fallo, para lo cual
será necesario una nueva renuncia”. Se discute en la doctrina nacional, si luego de aprobada la
ley 24.448 resulta aplicable la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas de 1961, que
requiere un nuevo planteo de inmunidad del Estado extranjero, a los fines de lograr el embargo o
la ejecución de la sentencia argentina. Quienes consideran innecesaria esta renuncia o
desbloqueo de la inmunidad por segunda vez, argumentan que no es igual la inmunidad del
Estado que la inmunidad de los embajadores. Que para ejecutar una sentencia dictada en juicio
seguido contra un agente diplomático, se requiera de una doble renuncia a la inmunidad, no
tiene por qué extenderse a los juicios en que el Estado sea parte directamente interesada, por
haber obrado como un particular más. Para otros, en cambio, no es posible ejecutar
directamente la sentencia condenatoria, ni es posible trabar un embargo sobre los bienes del
Estado extranjero, sin un previo trámite para dejar sin efecto dicha inmunidad, que requiere de
la conformidad expresa del mismo Estado condenado. Los argumentos son que no es sustancial
la diferencia entre el Estado y el agente diplomático, porque en el fondo, la consideración debida
al diplomático lo es por su carácter de representante del Estado, o sea, se identifica con él.-
La cooperación jurídica internacional comprende tres grados según el modo en que afecta los
derechos de las personas y al Estado que lo brinda, la coerción que implique, su extensión
cronológica, su cumplimiento y lapso durante el cual se prolonguen sus efectos (Feuillade, 2010,
p. 187). El primer grado de cooperación se desglosa en dos escalones: el primero, referido al
auxilio de mero trámite llevadas a cabo en un Estado a ruego de tribunales de otro, en el que
normalmente los derechos de los justiciables se ven afectados mínimamente y la prestación d
auxilio no implica un grado significativo de coerción. El otro escalón más complejo, está
constituido por la cooperación probatoria: el diligenciamiento de pruebas fuera de frontera
supone una actividad de mayor complejidad y puede llegar a niveles coercitivos de relativa
importancia. El segundo grado de cooperación, incluye la cooperación cautelar internacional:
Corresponde a la respuesta de los Estados a las cuestiones específicas relativas a la adopción de
medidas cautelares. La tutela cautelar internacional contempla mecanismos tendientes a
garantizar la efectividad de la tutela judicial que recaiga en el proceso concreto, a fin de asegurar
el cumplimiento práctico de las resoluciones que se dicten. Este grado de cooperación “persigue
que el fallo que se dicte en el extranjero no llegue demasiado tarde”. – En este nivel de asistencia
se aprecia un grado intenso de coerción y mayor extensión cronológica que en la de primer
grado. La cuestión del reconocimiento y ejecución se enmarca dentro del capítulo mayor de la
Cooperación Internacional entre los Estados miembros de la comunidad de naciones. La Carta de
las Naciones Unidas menciona como uno de los propósitos fundamentales de la ONU “fomentar
las relaciones de amistad y la cooperación entre sus miembros”. El principio fue ratificado en la
Resolución 2625/70 de la Asamblea General. La cooperación se da no solamente entre jueces
sino también entre autoridades administrativas, sobre todo en materia de derechos de familia,
como restitución de menores o visitas o alimentos. Son ejemplos de cooperación entre
autoridades administrativas, el Convenio de la Haya sobre Restitución de Menores de 1980 –en
vigencia desde el 1/12/83 que vincula a 87 Estados entre los cuales se halla la Argentina- y el
Convenio de la Haya del 23 de noviembre de 2007 sobre Cobro Internacional de Alimentos para
los Niños y otros Miembros de la Familia, que incluye cuestiones de enorme importancia como el
auxilio judicial gratuito al solicitante, las pruebas biológicas de la filiación y la averiguación de
bienes o ingresos del deudor alimentario.
Eduardo Hooft: Cuando un derecho subjetivo es reclamado se lo asocia a una institución o a una
categoría jurídica que lo crea o reconoce (categoría que se halla contenida en una ley nacional o
en una ley extranjera). Esta labor de etiquetación de los hechos que realiza el juez se llama
calificación, y es el primer paso del proceso que puede llevar a la aplicación de un derecho
extranjero para resolver el caso. El juez deberá decidir si la pretensión coincide con alguna de las
categorías jurídicas previstas en su ordenamiento jurídico y luego analizar si está configurado el
supuesto de hecho de la norma que contempla ese derecho subjetivo.-
El problema de las calificaciones puede darse con respecto a cualquier parte de la norma
indirecta, abstracción hecha del orden público, el que necesariamente se define conforme el
Derecho propio. –
3.- Dimensión dikelógica. La ley que rige la cuestión principal y la ley que rige la cuestión
previa.-
En esta materia se enfrentan dos teorías: la teoría de la jerarquización y la de la equivalencia.
El primer grupo de teorías tiene por denominador común jerarquizar las cuestiones
concatenadas y someter unas al Derecho aplicable a otras. Las teorías de la jerarquización
cogen como justo el criterio real para diferenciar la cuestión principal de la cuestión previa. La
elección está justificada, puesto que la idea directriz de las teorías de la jerarquización consiste
en que se dé al caso igual solución que la que le daría el juez que resuelve sobre la controversia.
Las teorías de la jerarquización están, pues, de acuerdo en distinguir entre problemas
concatenados, problemas principales y problemas previos, someter los últimos al Derecho que
rige los primeros, y considerar problemas principales los que se hacen temáticos en la petición de
la demanda. Sin embargo, al determinar el Derecho aplicable a la cuestión previa, las teorías de
la jerarquización se dividen. La primera corriente de las teorías de la jerarquización aplica al
problema previo el Derecho Privado del país cuyo Derecho impera sobre la cuestión principal. He
aquí las doctrina de los casos Ponnoucannamalle y Grimaldi. En el primero el Derecho francés
rige la cuestión principal de la sucesión, por ello el Derecho civil francés regula igualmente la
validez de la adopción. En el segundo, el Derecho argentino rige la sucesión en el inmueble
argentino, por ende el Derecho civil argentino impera también sobre la validez de la adopción. Se
puede por ello caracterizar la primera corriente como la “teoría de la jerarquización con el
imperio del Derecho Privado”. No obstante, otros partidarios de la jerarquización impugnaban
este procedimiento. Su argumentación es la siguiente. Si se declara aplicable a la cuestión
principal un Derecho determinado, nuestro legislador desea que resolvamos el caso tal cuál sería
resuelto en el país cuyo Derecho se declara aplicable, ahora bien, en aquel país no aplicarían a la
cuestión previa a quemarropa el propio Derecho Privado, sino que la someterían a aquel Derecho
Privado que su Derecho Internacional Privado indicaría como aplicable. En otras palabras, la
cuestión previa queda sometida a aquel Derecho Privado que el Derecho Internacional Privado
de aquel país considera competente, cuyo Derecho rige la cuestión principal. A la validez de la
adopción no se debería haber aplicado, verbigracia, el Derecho Civil francés o argentino, sino
aquel Derecho Civil que el Derecho Internacional Privado francés o argentino declara aplicable.
Esta segunda corriente puede denominarse la “teoría de la jerarquización con el imperio del
Derecho Internacional Privado”. Las teorías de la jerarquización conducen a resultados
absurdos. Si por ejemplo, la señora Ponnoucannamalle antes de fallecer el adoptante hubiese
pedido mediante acción meramente declarativa una sentencia declarando la validez de la
adopción, como en este caso sólo se plantearía el problema de la adopción, esta habría sido
declarada válida por habérsele aplicado el Derecho inglés. Más tarde, en el proceso sucesorio la
cosa juzgada habría obligado a aceptar esta sentencia. Involucrando, al contrario, el problema de
la validez de la adopción en el sucesorio, la primera se rige por el derecho civil francés y resulta
nula. Las teorías de la jerarquización de cuestiones conexas deben por consiguiente sustituirse
por la doctrina de la equivalencia. La teoría de la equivalencia sostiene que cada causa,
preséntese judicialmente a solas, preséntese unida a otras causas con las que conforma un
conjunto lógico, se rige invariablemente por su propio Derecho que es aquel que el Derecho
Internacional Privado del juez indica. Esta doctrina es, afortunadamente, también la que impera
en la jurisprudencia y en la literatura jurídica. Ahora bien, el problema de la cuestión previa se
limita al caso en que el que varios problemas todavía no resueltos por ninguna autoridad
confluyen; al contrario, la problemática cambia si analizamos la validez de un acto, la cual
depende de aspectos ya resueltos anteriormente. Si, en el supuesto de una herencia, la vocación
sucesoria descansa en un matrimonio o en una adopción o en una filiación, el examen de estas
vocaciones es el de otras tantas cuestiones previas al problema de la herencia. . Si, en cambio
enjuiciamos la validez de un matrimonio celebrado en el extranjero entre contrayentes de los
cuales uno se divorció previamente de un matrimonio anterior, el reconocimiento de la sentencia
de divorcio no es cuestión previa, tenemos que reconocerla si la respeta el país que autorizó el
nuevo matrimonio del contrayente divorciado. En el marco de la Convención Interamericana
sobre Normas Generales de Derecho Internacional Privado – CIDIP II (Montevideo 1979) se
establece en su art.8 que “Las cuestiones previas, preliminares o incidentales que puedan surgir
con motivo de una cuestión principal no deben resolverse necesariamente de acuerdo con la ley
que regula esta última”.-
LA CARACTERISTICA NEGATIVA DEL TIPO LEGAL DE LA NORMA INDIRECTA.-FRAUDE A LA LEY.-.