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Veamos este segundo caso. Imagine que Ud. es un médico y que tuvo que salvarle la
vida a un pederasta sabiendo que lo es. Ahora bien, sucede que al día siguiente de
curarlo el hombre abusa de un menor. ¿Debió haberle curado? Para Kant, desde el punto
de vista moral no es viable un mundo donde la gente es salvada en función de si las
personas son buenas o malas. Simple y llanamente debemos cumplir con nuestro deber.
Analicemos este tercer caso. Imagina que un hombre se esconde en tu casa huyendo de
otro que le quiere matar. Cuando llega el asesino te pregunta si tienes escondido en tu
casa a ese hombre. ¿Qué harías? ¿Le dirías una mentira? Para Kant, no se debe mentir ni
siquiera cuando creemos que está justificado, pues ¿es factible un orden moral en una
sociedad que permite la mentira o el egoísmo? El tema de la mentira nos lleva a discutir
la cuestión de la posverdad.
Posverdad
Es un término que refiere a circunstancias en que los hechos objetivos resultan menos
influyentes al moldear una opinión que la apelación a la emoción y a la propia creencia.
Se trata de un nuevo fenómeno caracterizado por la creencia individual o grupal que la
distinción entre verdadero o falso deviene innecesaria ante un hecho, cifra, idea,
concepto o incluso ante un cúmulo organizado de ellos. El elemento que justifica esta
creencia es su intensidad y la extensión.
Es decir, en la medida en que el sujeto o el colectivo se sientan cómodos y complacidos
con el enunciado se suspende la capacidad de juicio que debería contrastar o articular
alguna forma de crítica ante la idea presentada.
La posverdad puede describirse como una suerte de renuncia concertada a la capacidad
de pensar críticamente.
En este caso, la cuestión de mentir plantea el asunto de permitir la mentira y esto es
problemático pues las redes sociales están plagadas de mentiras por todos lados.
La reflexión ética de Kant parte de considerar que el ser humano es, fundamentalmente,
un ser racional y libre. La idea del respeto a ese carácter racional y libre de todos los
seres humanos es fundamental en el desarrollo de su propuesta. El origen de las
decisiones libres que dan lugar a los actos humanos es la voluntad.
Kant considera que los actos en sí mismos no son buenos ni malos moralmente; es la
voluntad que los origina lo que los hace buenos o malos. Es posible, por ejemplo, que
una madre, actuando con buena voluntad, suministre una medicina a su hijo, sin saber
que es alérgico a la medicina, y debido a esa alergia, la medicina finalmente le cause la
muerte al hijo. Sin embargo, desde el punto de vista de Kant, el acto de esa madre es
moralmente bueno, si la voluntad que tuvo al suministrar la medicina fue buena. De
hecho, la madre lo quiso salvar y, por eso, ella es buena.
Por el contrario, los actos de una persona pueden tener consecuencias buenas, pero si la
voluntad que la movió fue mala, Kant considera que la persona actuó moralmente mal.
Por ejemplo, una persona puede incitar a su enemigo a apostar una gran suma de dinero
a los caballos, pensando que así su enemigo va a perderlo todo. Aunque esta persona,
por casualidad, gane, desde el punto de vista moral el acto de quién incitó a la apuesta
es incorrecto, puesto que actuó de mala voluntad. Actuó con la intención de causar daño
y eso basta para saber que es malo, aunque el resultado haya sido beneficioso. Lo
fundamental es la intención, la voluntad.
Imaginemos que una persona se está ahogando en un río y que uno pasa por ahí. Frente
a esto pueden pasar dos cosas: me arrojo al río o no. Si me arrojo, hay dos posibilidades:
la salvo o no. Pero ¿acaso la persona que se tiró a salvarlo y la salvó tiene mayor valor
moral que la que se tiró y no la salvó? No, porque la acción moral no tiene que ver con
los resultados o consecuencias. El acto moral es desinteresado. Uno hace el bien porque
sí, porque es su deber.
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Para Kant, la filosofía persigue dos objetivos. El primero consiste en realizar una crítica
de las concepciones degradadas de la Razón. El segundo consiste en el proyecto de un
Estado nuevo de la Humanidad libre. Ahora bien, para realizar estas metas previamente
debemos descubrir y establecer cuáles son los principios, las leyes y los fines últimos
que la Razón, auténticamente, se impone a sí misma.
Crítica de la Razón
En primer lugar, Kant va a analizar la Razón misma en tanto principal elemento
involucrado con el conocimiento. A esta Razón la va a someter a crítica, es decir, va a
establecer los límites de su capacidad para así evitar el error de asignarle tareas que la
Razón no puede llevar a cabo. En segundo lugar, este estudio lo va ejecutar estudiando
la Razón pura, es decir, la Razón libre y sin elementos extraños a ella, tal como es,
previo a cualquier contenido empírico. Y, en tercer lugar, esta tarea será realizada por
la propia Razón. (Lobosco y Bianchini, 2006)
Los intereses esenciales de la Razón son los aspectos de la vida humana en las que la
Razón debía intervenir activamente. Estos intereses se resumen en tres preguntas
fundamentales sobre la gnoseología, la ética y la teología (es necesario mencionar que la
cuarta pregunta involucra a las demás y versa sobre la antropología). Dichas preguntas
son:
1) ¿Qué puedo conocer?: puedo conocer solo aquello a lo que mis herramientas
mentales se aplican. Esta pregunta se responde en la Crítica de la Razón Pura.
2) ¿Cómo debo obrar?: debo obrar de acuerdo a las exigencias morales que la Razón
universal establece. Esta pregunta se responde en la Crítica de la Razón Práctica.
3) ¿Qué me cabe esperar?: espero que haya una fuerza superior que me vigile y que
me juzgue al morir para determinar si fui justo o no. Esta pregunta se responde en La
Religión dentro de los límites de la mera razón.
4) ¿Qué es el hombre?: el hombre es un ser racional que cuenta con alma inmortal y
libertad.
En términos de derechos humanos, podemos afirmar que todo hombre tiene derecho a
conocer, a obrar según su deber, y por ello, a esperar la felicidad, pues si no conocemos,
no podremos actuar cumpliendo nuestro deber; y si no buscamos cumplir con nuestro
deber, no tenemos derecho a esperar ser felices. Es evidente el orden y la sistematicidad
de las ideas kantianas.
Las tres primeras preguntas, por lo tanto, están muy relacionadas. En ese sentido, se
entiende que Kant pensara que la Razón humana era solo una. Cuando nos hacemos
estas preguntas, estamos preguntándonos qué hacemos con nuestra propia existencia. Y,
solo respondiendo estas cuestiones podremos llegar a la “sabiduría”. (Cruz, Granada,
Lledó, Viciana y Villacañas, 2011)
Los filósofos de Frankfurt se oponen a esta visión tradicional de la ciencia. Ellos niegan
la posibilidad de una ciencia imparcial, neutral y objetiva. Con ello, logran romper tanto
con los racionalistas como con los positivistas. Este grupo sostiene que con esa manera
de entender la ciencia se invisibiliza su función real en la sociedad, su dependencia de
las condiciones sociales específicas y así la ciencia termina convirtiéndose en una
estructura ideológica al servicio de ciertos intereses que tratan de conservar y reproducir
lo ya establecido, aunque sea injusto.
Frente a esta concepción, la teoría crítica pretende darle su lugar tanto a la razón como
a la praxis. La teoría crítica se aleja del “cientificismo” y propone una nueva
perspectiva que descubra los supuestos que sustentan a lo existente. El alejamiento del
“cientificismo” permitirá la real independencia del investigador. Todo buscador de la
verdad debe convertirse en alguien con pensamiento crítico para así realizar una
propuesta cuya meta sea la transformación de la realidad social a favor de todos los
ciudadanos. Así, se comprende que la teoría crítica se caracterice por aspecto
reformador. Su principal objetivo es una sociedad donde haya más justicia. (Lobosco y
Bianchini, 2006)
En pocas palabras, la filosofía frankfurtiana trata de presentar una propuesta teórica que
considere las transformaciones que se están produciendo en las sociedades desarrolladas
avanzadas. En concreto, hay que advertir y explicar a la sociedad sobre las formas de
dominación y de manipulación de la conciencia actuales. Por ende, se debe promover un
debate para discutir los supuestos ideológicos que operan bajo nuestras formas
habituales de investigación y que, también, plantee la cuestión de qué idea de razón nos
parece la mejor. Por ejemplo, es evidente que algunos gobiernos priorizan
investigaciones sobre armas de destrucción masiva a costa de los intereses de la gente a
la cual no le interesa la guerra. Nadie discute esto y, sin embargo, estos proyectos
bélicos reciben altísimos financiamientos.
Las expresiones puramente humanas (la cultura) pierden su sentido propio (ser un
medio de placer o goce estético o cognitivo), para tener un valor de acuerdo a su
rendimiento económico. Así, surge la cultura de masas, en la que el tiempo de ocio se
define desde fuera del individuo y solo en su conexión con el proceso de producción. De
este modo, se instituye un proceso de cosificación (o fetichización) por el que todos los
productos se transforman en pura mercancía. Como resultado, se vuelve natural el
considerar que lo único que realmente importa es el dinero y lo rentable y esto se
convierte en una nueva “objetividad”. De este modo, el individuo queda sometido a un
incuestinable Absoluto en el cual él mismo ha dejado de ser un sujeto y se ha convertido
en un medio, en un elemento de la naturaleza. Por supuesto, esto implica que quede bajo
el dominio de una sociedad anónima en la que todo es racional (en el sentido
instrumental) excepto la propia Razón.
El hombre, de esta forma, se vuelve un ser dependiente y manipulable, pues cuanto más
se debilita el concepto de Razón, tanto más fácilmente es presa de la ideología y de la
difusión de las mentiras más descaradas y persuasivas. Lo estamos viviendo ahora con
la aparición de la “posverdad” en el mundo informático. Llegados a este punto, según
Horkheimer y Adorno, descenderemos a la barbarie o al inicio de la historia. La
sociedad industrial en la que manda la razón instrumental hace de la vida humana algo
indeseable e innoble. Por ende, es necesario reivindicar la razón que Kant anheló a fin
de retornar a una razón reconstruida que evite los males del individuo. (Lobosco y
Bianchini, 2006)
La dialéctica de la Ilustración
Según esta escuela, la razón se convierte en la Ilustración en un instrumento al servicio
de la dominación de la naturaleza y del hombre. Es un hecho que, a partir del siglo
XVIII, la razón, pretendiendo reemplazar a la superstición y al mito, se ha convertido
ella misma en mitología. La razón tiende siempre a objetivar cada vez más la naturaleza
y así se ha vuelto un instrumento de sometimiento. De esta manera, desviada de sus
objetivos liberadores, la razón se ha convertido en posibilidad de alienación y falta de
libertad. Curiosamente, el mismo individuo desviado por siniestros intereses, cosificado
y vuelto mercancía, ha extinguido la buscada emancipación que la razón prometía.