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Esto quiere decir que no podemos juzgar de la misma manera a todas las
personas de la misma manera por sus acciones, no es lo mismo juzgar a alguien
que tiene todas sus capacidades mentales al 100 y su intención era hacer mal, a
juzgar a una persona con capacidades mentales diferentes y que posiblemente
lleva a cabio estas acciones sin el querer, las hace solamente y ya, no razona al
hacerlo, pero esta persona no tiene mala voluntad al hacerlo.
También para poder juzgar estos actos (claramente cuando la persona tiene sus
capacidades mentales al 100), se puede utilizar el utilitarismo, donde se mide el
dolor y la felicidad que provoca dicha acción realizada.
Al final del capítulo uno Kant nos sostiene su análisis de la ley moral, la cual
equivale a una formación de un sentido moral que ya utilizamos intuitivamente.
Y sostiene que una comprensión más consciente de los principios de nuestro
sentido moral nos puede ayudar a comportarnos más moralmente.
De igual manera Kant nos argumenta que pasamos por encima de los principios
racionales de la moralidad cuando nos contradecimos a nosotros mismos cuando
actuamos de una manera que no queremos que otros imiten.
Un ejemplo en esto es cuando un padre regaña a sus hijos por irse de fiesta,
embriagarse e incluso hasta fumar, cuando fue con el ejemplo que los chicos
crecieron, viendo al padre fumar y tomar toda su vida, y solo castiga y dice que
ellos no pueden porque es malo, ahí mismo se está contradiciendo, ya que está
argumentando que es algo malo, pero el da el ejemplo malo a sus hijos.
En el capítulo dos Kant continua diciéndonos de una manera mucho más clara y
fácil de comprender sobre los principios a priori que pueden ayudar a fortalecer
nuestro sentido moral.
Al inicio del capítulo dos Kant señala una importante implicación del siguiente
análisis: como todas las acciones dependen de circunstancias específicas nos
sería imposible derivar ideas a priori a partir de ejemplos de nuestra experiencia.
En la crítica de la razón pura, Kant sostiene que sería imposible para nosotros
derivar nuestra noción de causalidad de nuestras observaciones del mundo.
Kant da su opinión, de que la casualidad es un concepto a priori; es una idea que
se nos ocurre automáticamente siempre que pensamos en el mundo. Si
observamos los acontecimientos como si imaginamos las posibilidades no
podemos evitar en términos de causalidad.
Aquí también podemos traer a memoria el argumento de Kant sobre el libre
albedrío, Kant argumenta que cada que vemos a nuestro alrededor vemos un
mundo de causas y efectos.
Cuando Kant nos dice que las leyes morales universales no pueden basarse en la
experiencia, está argumentando que nuestras ideas morales fundamentales tienen
el mismo estatus que los principios cognitivos fundamentales como la causalidad.
Así como la causalidad es una idea demasiado fundamental para basarse en la
experiencia, también nuestras ideas morales son demasiado fundamentales para
basarse en ejemplos específicos de nuestra vida. La ley moral al igual que la
causalidad es una idea apiori.
Aquí en este capítulo se comienza hablando de los deberes y vemos como Kant
describe que sucede con estos, y se nos dice que en cuanto a la opinión de
Garvey Kant hay muchas situaciones donde no es licito traspasar una ley
moralmente valida. Y aquí nos da el ejemplo de que por más fuerte que sea
nuestro deber a cumplir.
Se nos habla sobre los deberes perfectos y los deberes comunes.
El cumplimiento de los primeros da lugar a acciones por completo buenas,
mientras que lo segundo se plasma en acciones meramente justificables por
fundamentos racionales.
Un ejemplo de cada uno de estos (para el primero) sería el deber de no mentir,
tenemos la obligación de ser sinceros y transparentes con los de nuestra
sociedad, porque si los engañamos aquí entra nuevamente lo de la moralidad y la
buena voluntad.
En cambio un ejemplo de un deber común podría ser el donar a la caridad, cada
uno de estos puede aplicarse en un tiempo y espacio particular.
El hombre favorecido por la fortuna corre peligro de caer en los defectos éticos del
orgullo y la arrogancia (parte tomada del libro)
Ante esto viene la explicación de que hay gente que se vuelve tacaña cuando
tienen mucho dinero o bienes y cuando hacen las cosas su voluntad no es un fin
en sí misma, siempre ven que puede pasar si hacen tal cosa, que si recordamos
como mencione anteriormente, eso en la buena voluntad está mal.
También se nos hace mención sobre la felicidad, que es compuesta de varias
cosas, y es a donde todos los seres humanos aspiramos, muchos buscan la
felicidad solamente en cosas materiales y con eso sacian lo que quieren, mientras
que otros con las acciones que hacen (sin ver lo que va a suceder posteriormente
al hacerlas) son felices.
Kant nos menciona una de las formulas del imperativo categórico el cual nos incita
a no tratar NUNCA a un hombre como mero medio, sino siempre a la vez como un
fin en si mismo.
Si solamente tratamos a alguien como medio, entonces no lo estamos
reconociendo como igual a nosotros y quiere decir que le quitamos valor, y
solamente lo utilizamos para llegar a lo que queremos obtener.
Como es el caso de hacer menos a la mujer y tratarla solo como “instrumento” de
limpieza y decir que solamente para eso sirve, de esta manera no estamos
reconociéndola como igual a nosotros, y por ende la estamos utilizando como
medio.
En el siguiente capítulo Kant nos habla sobre la libertad.
Puede sonar un poco ilógico que se nos dice que solo somos verdaderamente
libres cuando nos sometemos espontáneamente a la ley moral.
Muchas de las personas (si no es que en su mayoría), piensan que la libertad es
hacer todo lo que se te venga en gana sin tener límites, haciendo todo lo que te
gusta hacer, es como la mayoría de las personas se siente en libertad.
Pero la noción de Kant, es rígidamente disciplinaria, y nos dice que se es más libre
cuando se sigue la ley moral y se acatan las exigencias universales de la razón, la
libertad de “hacer lo que uno quiere” es una simple ilusión, porque cuando uno
hace lo que quiere es esclavo de las necesidades y deseos físicos que vienen de
su naturaleza o del mundo que lo rodea, no de la capacidad de darse su propia
ley.
La libertad también nos habla de que para ser libres, tenemos que poder ser
capaces de aceptar las consecuencias que nuestros actos podrían traer, para
poder ejercer nuestra libertad tenemos que tener en mente y claro, que no solo es
hacer las cosas y hasta ahí, todas nuestras acciones tienen una consecuencia,
sea buena o sea mala.
Un claro ejemplo no yéndonos lejos es el país de México, donde la mayoría de la
gente se queja diciendo que no somos libres, pero lo confundes con el querer
hacer lo que se te venga en gana saciando tus deseos carnales.
Mucha gente solamente aquí en México (y me puedo arriesgar a asegurar que la
mayoría), ejercen de mala manera la libertad, donde nadie se hace cargo de sus
acciones y por lo tanto hay problemas, violencia, corrupción, y muchas cosas más.
Esta noción de la libertad tiene más que ver con la herencia cristiana protestante
de Kant. En la filosofía de Kant, donde se da una noción secular de la razón ha
remplazado a Dios, pero la jerarquía en la que estaba es la misma: el espíritu es
bueno, el cuerpo es malo, la gente es libre cuando sigue las restricciones
espirituales y suprime los deseos corporales.
Ante esto puedo añadir que la religión (cristianismo evangélico) que mi familia
practica y se me ha inculcado desde muy pequeña nos dice lo que acabo de
mencionar, tenemos que reprimir las necesidades carnales y alimentar nuestro
espíritu, siguiendo las reglas que se nos marcan en la biblia, llevando una vida
buena antes los ojos de Dios para obtener la vida nueva y por ende libertad
El pecado, que en este caso son los deseos de la carne los representan como
cadenas, porque te tienen atado a solo cumplir deseos que tal vez tu no quieras
(que a tu alrededor veas que lo hacen y te den ganas de hacerlo), y las leyes que
marca la biblia a seguir son las que te harán libres, ya que solo Dios puede lograr
eso en ti, creo que sirve como un ejemplo esto de la religión que mi familia
práctica.
Según Kant, podemos tener conocimiento del mundo sólo en la medida en que el
mundo interactúe con nosotros. Por lo tanto, sólo tenemos conocimiento de las
"apariencias", no de las "cosas en sí mismas" que realmente componen el mundo.
Kant argumenta que ser libre, debe significar ser capaz de darnos nuestra propia
ley. Nuestra ley no sería nuestra si viniera de condiciones que no podemos
controlar. Ser libre debe significar seguir un curso de acción que tenga validez
incondicional, es decir, una validez independiente de las condiciones materiales de
nuestra vida.
El requisito de validez incondicional fue el punto de partida de Kant en su análisis
de la moralidad: Las acciones morales son acciones que se emprenden por el
mero hecho del deber, más que por algún objeto concreto. Nuestra idea de
libertad proporciona una base para la moralidad.
Se nos subraya que saber que la libertad proporciona una base para la moral no
es lo mismo que saber porque queremos ser morales, de igual manera, el tener el
con concepto de libertad, no nos hace libres.
Según al análisis de Kant nunca se puede probar que somos libres, ya que en
cualquier momento en que analicemos nuestras decisiones veremos que ciertas
circunstancias o influencias pueden haber hecho que actuáramos como lo hicimos.
Pero si la razón no puede probar que somos libres, al menos puede mostrar que
nuestra idea de libertad no puede ser desmentida, Kant vuelve la razón contra sí
misma, realizando una "crítica" de la razón que demuestra los límites de nuestra
comprensión. No podemos saber que somos libres, pero tampoco podemos saber
que no lo somos.
Puesto que somos cosas en nosotros mismos, la determinación de origen no es la
última palabra para nosotros. Nuestra noción de que somos libres puede ser
correcta, a pesar de las apariencias
Kant señala que el mundo inteligible tiene cierta primacía sobre el mundo de las
apariencias. Después de todo, nuestro yo físico aparente es sólo una apariencia;
nuestra "cosa en sí misma" podría ser libre. La noción de libre albedrío y las
exigencias morales incondicionales que esta lleva da un lugar de descanso a la
razón.
Kant nos deja con la noción de libertad, que no puede ser ni aprobada ni refutada,
y una noción de moralidad la cual se basa en esa noción de libertad. No puede
explicar porque o incluso como podemos ser morales, pero su relato de la moral y
la libertad equivale a la exigencia de que eliminemos nuestras necesidades y
deseos personales en nombre de la ley universal.
.Kant parece confiar en que la razón impondrá las mismas exigencias a todas las
personas. Sin embargo, nos deja a nosotros la posibilidad de utilizar la razón para
determinar qué máximas morales podrían servir como leyes universales.