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Apuntes de Ética

Kant filosofía práctica.

La conciencia moral.

La moral es la razón práctica para Kant, que vendría a solucionar la aparente


contradicción al postular que es imposible inferir sobre las cosas que no se dan en la
experiencia. La razón práctica es la que determina la acción del hombre.
Si bien no tenemos contacto con lo absoluto, ese contacto en parte se daría en la
conciencia moral del hombre. La conciencia del bien y del mal, de lo justo e injusto.

La conciencia significa en Kant algo así como la presencia de lo absoluto o de algo de


lo absoluto en el hombre.

Se afirma que la conciencia moral tiene contacto con lo absoluto por que es la
conciencia del deber y manda de modo absoluto, ordena de modo incondicionado. La
conciencia moral manda el deber y no la conveniencia. Es una exigencia absoluta que
no se explica y que no tiene ningún sentido desde el punto de vista de la naturaleza, por
que en la naturaleza no hay deber sino suceder de acuerdo a las causas. La naturaleza es
el reino del ser, las cosas simplemente son, en cambio la conciencia moral es el reino
del deber ser, por eso es vano todo ensayo desde una base empírica, como por ejemplo
lo hace Aristóteles.

En el dominio de la naturaleza está todo condicionado según las leyes causales. En la


conciencia moral aparece un imperativo que manda de modo absoluto, incondicionado,
un imperativo categórico.

Diferente del imperativo hipotético que está sujeto a una condición, es decir someter el
mandamiento a una condición, hago un bien para obtener un beneficio, no miento
porque puedo ganar plata. P/e.

La buena voluntad

Ni en el mundo, ni en general tampoco fuera del mundo es posible pensar nada que
pueda considerarse como bueno sin restricción alguna, a no ser tan sólo una buena
voluntad.

Es decir hay cosas que son buenas pero relativamente al uso que se les den, por ejemplo
el dinero, es bueno pero si lo uso para sobornar a alguien no lo es.
La voluntad en cambio es absolutamente buena porque en ninguna circunstancia puede
ser mala. Es buena en sí misma no por lo que efectúe o realice.

El valor de los actos morales son independientes de los logros que puedan resultar. Un
acto con apariencia de moralmente bueno, si no ha sido generado con intención o
voluntad no es moralmente calificable, carece de valor moral.
Todos participamos de las nociones morales, Kant lo que busca es explicitarlas y
fundamentarlas. Y su prueba es que el vulgo (moral) estará de acuerdo con los ejemplos
que se darán en su formulación.
El deber.

Es la buena voluntad bajo ciertas restricciones y obstáculos subjetivos.


Debido a que el hombre no es un ser meramente racional sino también sensible, en el
conviven dos mundos, sensible e inteligible. Por eso sus acciones están determinadas en
parte por la razón y en parte por inclinaciones: odio, simpatía, etc. De modo que se da
en el hombre una serie de juegos entre la racionalidad y las pasiones. En medida que
ocurre tal conflicto la buena voluntad se llama deber.
Esto se comprueba según Kant en que si fuésemos seres con una voluntad santa,
perfectamente buena no sería necesario pensar en el deber ya que la misma ley moral
sería la inclinación natural para obrar. El querer coincide con la ley.

Existen 4 tipos de actos


a)- contrarios al deber: es un acto malo, motivado por las inclinaciones y no por la ley
moral, contrario al deber.
b)- actos de acuerdo al deber por inclinación mediata: son actos que coinciden con el
deber, pero que están motivados por una inclinación, p/e: salvo a alguien que me debe
plata.
c)- de acuerdo al deber por inclinación inmediata: un acto que está conforme al deber
pero que es motivado por mi relación directa con la persona, cercanía y no por el deber.
p/e salvo a alguien a quien amo y no porque tenga un tercer interés.
d)- acto por deber: es el acto moralmente bueno, en el que no se ve ningún rastro de
inclinación, p/e salvo a una persona que no conozco poniendo en riesgo mi vida.

El valor del carácter moral estriba en hacer el bien no por inclinación sino por deber.

El imperativo categórico

El valor moral de una acción reside en el ppio. Por el cual está regido y no depende del
objeto de la acción. El principio por el cual se rige una acción se llama Máxima de la
acción, es el principio por el cual me muevo a obrar o por lo cual realizo el acto.
Kant formula el imperativo categórico así: obra según una máxima tal que puedas
convertirla en máxima universal.
Es decir no nos convirtamos jamás en excepciones.
p/e, la mentira, si uno miente y esa máxima se convierte en ley universal se anula a sí
misma ya que nadie se creería nada a nadie como resultado. El que miente pero no
quiere que se le mienta se convierte en excepción para sí.
Toda acción se orienta siempre hacia algún fin, hay fines relativos y absolutos, las
personas son fines en sí mismos y tienen valor absoluto, porque el hombre obra
suponiendo la libertad, considerándose a sí mismo como autónomo no dependiente de
otra cosa.
Por lo tanto se puede enunciar el imperativo categórico de esta manera:
“Obra de tal modo que uses la humanidad siempre como un fin y nunca como un
medio.”
Se obra inmoralmente a una persona se la considera como un medio y no como un fin.
La libertad

El deber y la ley moral implican la libertad y viceversa.


El hombre no se agota en su aspecto natural sensible por el contrario, la conciencia
moral, incompatible con el determinismo exige suponer que el hombre hay más además
de lo fenoménico, un aspecto inteligible y nouménico, donde no rige el determinismo
natural sino la libertad. Esta es la única manera de justificar y comprender en nosotros el
deber, solo se puede hablar de actos morales buenos o malos si el hombre es libre.
No podemos conocer que somos libres, pero nada nos impide pensarlo. Se postula la
libertad solo para comprender la conciencia moral.
La libertad es la ratio essendi de la ley moral y la ley moral en la ratio cognoscendi de la
libertad., es decir que la ley moral es la razón de que sepamos de la libertad y esta es la
razón o fundamento de que haya ley moral, su condición de posibilidad.
Aristóteles.
La ética, los medios y los fines

Parte de pensar a la naturaleza de una manera finalista, teleológica. Cuando un cuerpo


cae se debe a su fin, tiende a su lugar natural. Esta teleología valdrá también para el
hombre.
Parte también del supuesto que las obras de los hombres se realizan porque estos las
consideran como un bien, de modo contrario no lo harían. Otra cosa es que se
equivoque y que lo que considera un bien sea un mal.
Pero hay bienes que no son nada más que medios para lograr otros, y hay otros bienes
que los consideramos fines en sí mismos, además todos nuestros actos deben tener un
fin último o dirigirse a un bien supremo.
La felicidad es el bien supremo que se vale a si mismo, porque lo deseamos por sí
mismo no como “medio para”

La felicidad, sobre todo lo demás, pertenece al género de los bienes últimos; porque la
felicidad es aquello que siempre elegimos por sí mismo y nunca por otra cosa. LI, 7,
1097 a-b

Si bien estás todos de acuerdo en que es necesario buscar la felicidad, algunos creen
encontrarla cosas muy diversas; placer, honores, riquezas, etc.
Lo que hay que encontrar es un estado que se baste a sí mismo, y no como los
mencionados que necesitan de otras cosas, como por ejemplo el placer, (hedonismo) que
dependemos de los objetos de placer.
Aristóteles no niega el valor del placer en absoluto, no propone un ascetismo a lo
platón, le da valor a los honores, riquezas y placeres pero en un equilibrio justo.

Virtudes éticas y dianoéticas

La felicidad sólo puede encontrarse en la virtud, (arete: excelencia) la virtud consistirá


en la función propia del hombre, la actividad del alma racional. La virtud del hombre
consistirá en la perfección del uso de la razón. Pero ocurre también que el hombre no es
sólo racional sino que hay en él también una parte irracional en el alma, de aquí se
desprenden los dos tipos de virtudes, las éticas: la razón aplicada a la facultad de desear;
y las dianoéticas: la razón considerada en sí misma.

Virtudes éticas o morales (costumbre)

La virtud es un hábito de elección consistente en una posición intermedia relativa a


nosotros, determinada por la razón y tal como la determinaría el hombre prudente.
Posición intermedia entre dos vicios, el uno por exceso y el otro por defecto.
LII, 6, 1106 b35 – 1107 a 3

Análisis de la frase:
En primer lugar para que haya valor moral debe haber elección. En segundo lugar se
trata de un hábito la virtud, el hábito de elección de manera justa, intermedia hace la
virtud ya que en las acciones puede haber exceso y defecto y termino medio, en elegir
este último reside la virtud.
Este término medio lo establece la razón y lo debe determinar como lo haría el hombre
prudente, el hombre dotado de buen sentido moral. No hay una regla o norma que pueda
determinar el TM ya que no puede ser siempre el mismo sino que depende de las
circunstancias y de la persona, del caso y de los extremos, por eso el TM es relativo a
nosotros. Depende el tipo de persona y el tipo de acción a realizar, p/e : hay virtudes
diferentes según hombre o mujer, un organismo débil no puede realizar el acto que sería
valiente para uno robusto, etc.
El hombre prudente es el hombre de tino, aquel que mediante larga experiencia ha
ejercitado su razón de modo tal que puede discriminar lo que cada caso concreto
corresponde hacer, es la mirada capaz de encontrar en cada situación concreta el TM.
La virtud ética superior es la justicia ya que es el TM por excelencia, pero en el hombre
justo tampoco se encuentra la felicidad ya que esta virtud necesita de otro.
La felicidad se encuentra en forma perfecta en la vida racional, en las virtudes
dianoéticas o intelectuales, es decir las relativas a la vida teorética, al pensamiento, a la
pura actividad contemplativa de la verdad por el puro contemplarla, ésta se basta a sí
misma.

Sin duda que el filósofo como el justo, no menos que los demás hombres, han de
menester de las cosas necesaria para la vida; pero supuestos que estén ya provistos de
ellas, el justo necesita de otros hombres para ejercitar en ellos y con ellos la justicia…
el filósofo aún a solas consigo mismo, es capaz de contemplar, tanto más cuanto más
sabio sea. L X, 7, 1177 a 28

El filosofo pues es el que se basta a sí mismo y la vida de la razón (contemplativa) es la


vida más feliz y la sabiduría la virtud más alta. Aunque Aristóteles tiene en claro que
ningún hombre puede llevar una vida puramente teorética, puramente contemplativa,
por eso esta vida es superior a la humana y sólo es un ideal para el hombre. Intentando
llevar esa vida y la ejercitamos ejercitaríamos la vida divina que hay en nosotros.

Una vida semejante, sin embargo, podría estar quizá por encima de la condición
humana, porque en ella no viviría el hombre en cuanto hombre sino en cuanto que hay
en él algo divino. L X 7, 1177 b 27

Desde aquí que la búsqueda de esta vida es la búsqueda de la inmortalidad, ver L VII y
X donde se encuentra la famosa frase de la inmortalidad.

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