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Hans Urs von Balthasar

La obra literaria
de Adrienne von
Speyr

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La obra literaria de Adrienne
von Speyr
De Hans Urs von Balthasar

Das literarische Werk Adrienne’s von Speyr, «Sancti catio nostra» 22 (1957) 20-24
(nuestra trad.)

S
ería prematuro extenderse detalladamente sobre la vida y personali‐
dad de Adrienne von Speyr. Pueden bastar un par de trazos gruesos.
Nació en La Chaux-de-Fonds en 1902 en el seno de la antigua fami‐
lia protestante de Basilea de los von Speyr. Pasó una niñez y juventud muy
intensas junto a sus tres hermanos, cuyas imágenes, situaciones y sucesos le
están presentes aún hoy de un modo muy singular. Adrienne es un ser hu‐
mano con sentido del humor, alegre; ama a los niños, es como si ninguna
distancia la separara de ellos. La familia volvió a vivir en Basilea, donde
Adrienne aprendió alemán, cursó sus estudios en el Gimnasio de esa ciu‐
dad y, después de pasar unos años en el hospital de Leysin, comenzó la ca‐
rrera de medicina a la que se dedicó con entusiasmo. Aún siendo estudian‐
te de medicina se casó con el profesor titular de la cátedra de historia de la
Universidad de Basilea, Emil Dürr, que murió tempranamente en 1934
víctima de un accidente. Poco después contrajo matrimonio con Werner
Kaegi, también titular de la cátedra de historia en la Universidad de Basilea,
conocido por sus “Meditaciones históricas”, sus traducciones y, especial‐
mente, por su biografía crítica sobre Jakob Burckhardt. En 1940, Adrienne
se convirtió [a la fe católica] siguiendo una necesidad que abrigaba desde la
juventud; un torrente de gracias se derramó sobre su vida que, desde en‐
tonces, está cargada con constantes enfermedades graves. Sus más cercanos
conocen su acción al servicio de los pobres y, a menudo, al servicio de los
“casos” más difíciles e ingratos, mientras que los más lejanos pueden hacer‐
se una idea de ello gracias a las obras publicadas.
Las obras surgieron a partir de 1944 como dictados (con la excepción de
pocos libros que ella misma escribió), en parte también como puntos de
meditación dados a un pequeño grupo de jóvenes que ella preside. La obra

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completa debería comprender más de 15.000 páginas, en su mayor parte
está siendo publicada en Johannes Verlag Einsiedeln (casa editorial especial‐
mente fundada para esta obra): los cuatros volúmenes sobre el Evangelio
según San Juan, dos sobre el Apocalipsis, un volumen sobre el Sermón de
la Montaña, uno sobre la Carta a los Efesios, otro sobre la Carta a los Fili‐
penses, un libro sobre María, otro sobre la teología de la oración, así como
un número de obras más pequeñas: sobre el capítulo 8 de la Carta a los Ro‐
manos, sobre las guras del Antiguo Testamento, sobre Dios Padre, la in ‐
nitud de Dios, el misterio de la muerte, las puertas de la vida eterna (en
donde se describen las aperturas que crean la gracia y la revelación desde el
tiempo hacia la vida eterna), una pequeña ascética especialmente para las
personas en el estado de los consejos evangélicos, también una traducción
de la autobiografía de santa Teresita de Lisieux. Pronto aparecerán en la
misma casa editorial un comentario a la Primera Carta a los Corintios, a la
Carta a los Colosenses, a la Pasión según San Mateo, a las Cartas Católicas,
a la mayor parte de Isaias y a algunos Salmos, así como una obra sobre el
estado y la elección de estado [de vida cristiano].
Estas obras (a las que hay que añadir otras de carácter exegético que apa‐
recerán más tarde: sobre el Evangelio según san Marcos, Hechos de los
Apóstoles, un libro sobre las parábolas, sobre Job, el Cantar de los Canta‐
res, las visiones de Daniel) preparan el camino a los escritos, en parte más
difíciles, en los que se desarrollan ciertos temas fundamentales que en los
escritos publicados sólo son aludidos, sobre todo la teología del Sábado
Santo, el “Descenso de Cristo al in erno”, los misterios de la pasión en ge‐
neral, la teología del sacramento de la confesión que es interpretada en una
relación sumamente estrecha con la cruz y el descenso, la teología del pur‐
gatorio, la teología de la Iglesia , la teología de la santidad y su tipología, los
presupuestos y fundamentos cristológicos de la vida cristiana, en especial
de la obediencia eclesial y de la obediencia de los consejos, una extensa teo‐
logía de los sexos, una tipología de las formas de inspiración en la Sagrada
Escritura, nalmente contribuciones a la doctrina de la Trinidad y una teo‐
logía de la mística que va hasta sus fundamentos.
Para caracterizar, de alguna manera, la obra entera en toda su multiplici‐
dad, señalamos tres aspectos: 1. La obra está tan atravesada por un impulso
rector hacia lo objetivo, lo real, lo impersonal, que la personalidad de la au‐
tora con su espontaneidad y su sentido del humor sólo brilla de un modo
indirecto. El hombre es servidor de la majestad y del amor de Dios; el cris-

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tiano es servidor de la Palabra que es Jesucristo. Servicio y amor son una
sola cosa: olvido de sí en la tarea del Amado. Esta actitud uye de la actitud
del Hijo de Dios, la cual a su vez remite al misterio intratrinitario. Frente a
la tendencia –en aumento entre teólogos y espirituales– a comenzar, com‐
prender y hacer viva la vida cristiana a partir de la psicología (profunda), la
teología de Adrienne von Speyr actúa de un modo radical y casi furiosa‐
mente anti-psicológico. Así como la verdad, también la salvación y la salud
psíquica del hombre está en la donación a su tarea. Misión es la voluntad
de Dios para mí, así como es formada por la Trinidad en el cielo, como es
vivida ejemplarmente y expresada y pensada de modo personal y único
para mí en la Palabra encarnada de Dios, en un acontecer que aparece del
modo más puro en la decisión y elección de los Ejercicios Espirituales, don‐
de el que reza, el que está pronto a servir nunca jamás se elige a sí mismo, a
sus mejores posibilidades propias, sino a la posibilidad de seguimiento que
le es ofrecida. En esta aceptación de la misión en el sí mariano –que funda‐
mentalmente no pone ningún límite– acontece la apertura de la individua‐
lidad limitada a la universalidad católica, radica la chance de gracia de la
santidad. El espíritu del que ama es y permanece maleable por y para Dios,
mucho más allá de lo que es naturalmente sospechable. Un impulso rector
de la teología de Adrienne von Speyr es que ella pone de modo consecuen‐
te la experiencia de la fe al servicio del conocimiento de la fe, en contraposi‐
ción a la mayoría de los autores espirituales que transforman la ciencia de la
fe en espiritualidad, la teología objetiva en afectiva (y, por tanto, no son to‐
mados totalmente en serio por los teólogos de profesión). “Cognitio expe‐
rimentalis Dei” signi ca concretamente también “cognitio experimentalis
Dei in Christo, in Ecclesia”, signi ca cristología y eclesiología “experimen‐
tal” en correspondencia con la forma encarnatoria de todas las gracias que
nos son regaladas.
Sólo esto otorga a la autora la posibilidad de escuchar la palabra de la Es‐
critura con un oído tan realista, tan “eclesial”. Una auscultar versículo por
versículo con la plena atención de un alma que está a la escucha hasta lo
más hondo de su ser. Para comprender una palabra nunca es solicitada otra
en su ayuda, siempre es aferrada –sin pestañear ni distraerse– sólo esa úni‐
ca, la que precisamente ahora está resonando, hasta que la profundidad
que allí quiere comunicarse se ha abierto y desahogado. Cada frase es ecle‐
siológica, cristológica, trinitaria, porque es verdad de Cristo o sobre Cristo,
porque es inspiración del Espíritu Santo. Así, el comentario nunca se des-

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pliega en lo horizontal, sino que penetra y se hunde en la palabra misma. El
comentario nunca sustituye a la ciencia “cientí ca exacta” sobre el texto
bíblico (un tal saber tampoco es de presuponer o buscar en una médica
que no lee escritos teológicos o exegéticos), más bien va en dirección hacia
lo que hoy suele llamarse “sentido pleno” (le sens plénier) y que siempre
incluye la dimensión del Antiguo y del Nuevo Testamento, el sentido de la
promesa y el sentido del cumplimiento. Muchos textos actúan a modo de
contemplación hecha palabra y, por ende, son como una especie de prepa‐
ración técnica de la palabra de la Sagrada Escritura para una nueva contem‐
plación como “puntos de meditación”.
2. De esto resulta el segundo aspecto: cristianismo es, esencialmente,
vida de Cristo en la Iglesia y, por consiguiente, es misterio Esposo-Esposa.
Pero esto se cumple en la cruz y en el descenso, en ese estado de abandono
del Hijo de Dios en el que el Hijo entrega su vida hasta el n por su Esposa
y a ella y en el que se cumple la Alianza nueva y eterna. (Este aspecto de la
obra tampoco puede verse su cientemente en lo publicado hasta la fecha,
aparecerá más fuertemente en “Mateo”, de modo decisivo en lo que puede
muy bien denominarse la obra principal: las profundas meditaciones del
descenso, donde también las “noches” de los místicos experimentan nuevas
interpretaciones, meditaciones en las que el interés fundamental no está en
el sujeto (en la vía purgativa), sino en el “objeto”, en el acontecimiento de
redención en Cristo, y este acontecimiento ahora se diferencia mucho más
fuertemente que en el pasado entre acontecimiento de la cruz y el del des‐
censo. Así es recuperado un impulso importante de la teología de los Pa‐
dres de la Iglesia y de la Iglesia oriental). La pasión tiene su lado eclesial, de
seguimiento, todos los sacramentos surgen en este lugar, no sólo meritoria,
sino existencialmente (Un pequeño libro representa esto de modo temáti‐
co: Palabra de la cruz y sacramento). Lo que San Pablo dice del bautismo
(Rm 6,3 ss.), lo que expresan con claridad las palabras de la consagración
de la eucaristía, eso mismo Adrienne von Speyr muestra especialmente del
sacramento de la confesión: el que se con esa participa en la total confe‐
sión de los pecados del Hijo en la cruz ante el Padre, en la total absolución
que allí el Padre otorga, pero esa misma participación incluye una partici‐
pación misteriosa también en el descenso. Del reino de la muerte brota la
vida nueva; del estado de perdición, el encontrar y el ser encontrado, de la
desesperanza la esperanza. En Cristo, el amor va por amor a la auto-enaje‐
nación, lo lejano se vuelve un modo de lo cercano, el abandono

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un modo de la intimidad. La existencia eclesial está en este círculo: toda
cercanía de Dios que nos es dado vivir está comprada a peso de la lejanía de
Dios en la cruz y remite a ésta como a su fundamento, pero que esta misma
lejanía de Dios es su extrema expresión de amor: Dios, tomando sobre sí la
noche del pecado, puede transformarla en la noche del amor. De nuevo,
también aquí es decisivamente superado el nivel de lo psicológico en lo teo‐
lógico. Esto se vuelve ejemplarmente claro en María [Sobre María acaba de
aparecer un libro que muestra su “existencia teológica”; más claramente
habla de esto un libro sobre el adviento de María y uno sobre su correden‐
ción], pero también en todos los demás santos, a cuya misión eclesial es de‐
dicada un libro entero. Huelga decir hasta qué punto este pensamiento
mira directamente a los ojos a la pregunta de nuestro tiempo y de nuestra
humanidad. Aquí se ofrece una respuesta copiosa que está a la espera de ser
acogida, ordenada y valorada.
3. Lo cristológico se funda totalmente en lo trinitario y siempre debe ser
aclarado a partir de lo trinitario y remitido a ello. La distancia del hombre
Jesús al Padre (que contiene en sí la distancia de nuestra existencia humana
frente a Dios, aun –formalmente– de nuestra existencia de pecadores fren‐
te a Dios) revela al mundo, al mismo tiempo, la eterna distancia entre Padre
e Hijo en la unidad del Espíritu Santo. Dios es amor. Las interpretaciones
de Adrienne von Speyr parten de San Juan: ella ha comenzado sus dictados
con el Evangelio según Juan y siempre de nuevo –pasando por San Pablo y
los demás hagiógrafos– regresa a él. Todo lo que existe en el mundo en to‐
das las formas de relaciones humanas y cristianas, de estados y experiencias
de amor, es para ella motivo y punto de partida para comprender un poco
mejor la vida intratrinitaria. Y porque intuye lo trinitario en todas las cosas,
en cada paso de su pensamiento es penetrada y trascendida por el carácter
siempre más grande de la verdad divina. Fe signi ca reconocer que la ver‐
dad y la vida de Dios es siempre más grande que lo que nuestra vida e inte‐
ligencia pueden comprender. Por eso se habla continuamente de “hacer
saltar”, “estallar”, “sobre-cumplimiento”, “desborde”, “exceder”, de cono‐
cer por medio de la entrega de lo ya sabido en favor de una nueva inteligen‐
cia. Esta dinámica oscilante reconduce el enmudecer místico (no cristiano)
ante lo “indecible” a su verdadera forma cristiana y bíblica: el postrarse hu‐
milde ante el amor siempre más grande de Dios, que no supera o anula la
Palabra de Dios, sino que en el Tabor es elevada en la fe desde su forma hu‐
mana a su forma divina. A partir de lo trinitario, la autora también inter-

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preta los estados de vida eclesiales del matrimonio y de la virginidad, que
en su propia estructura complementaria aparecen marcadamente de ni‐
dos, sin que por eso se oscurezca la prioridad de los consejos evangélicos.
Después de lo dicho se nos permitirá la osadía de cali car a la obra de
Adrienne von Speyr –tomada puramente en sí misma y en su totalidad, sin
pronunciar un juicio prematuro sobre sus orígenes– como única en la his‐
toria de la Iglesia. La amplitud de las vistas teológicas e histórico-salví cas
recuerdan de alguna manera al panorama espiritual de Hildegarda de Bin‐
gen (también médica); el modo de interpretar la Escritura evoca en muchos
aspectos al modo contemplativo de los Padres de la Iglesia (pero sin la oca‐
sional arbitrariedad de sus alegorías), con los que no existe, sin embargo,
ningún contacto literario directo.
La presencia de este árbol que se eleva y se abre inesperadamente en la
arena de nuestro tiempo tiene algo de incomprensible que alegra en mu‐
chos sentidos. Al que quiera y no repare en hacer un pequeño esfuerzo le
serán dados copiosos frutos. La obra ofrece un verdadero enriquecimiento,
en especial, también para los sacerdotes, como alimento para la meditación,
las homilías, la entera vida cristiana. La producción literaria de la autora
está totalmente al servicio de la Iglesia. Adrienne guía un instituto secular
en formación, todas las luces dadas por Dios quieren ser semillas para la
vida de los laicos en el mundo secularizado de hoy.

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