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Promotores de La Cultura Del Siglo XII
Promotores de La Cultura Del Siglo XII
1 . Tradición e innovación
Cuando tratamos de la Escuela de Chartres hablamos del principa l centro cultural del
s. XII con maestros de gran prestigio y con un núcleo doctrinal unitario y, por muchos
aspectos, innovador.
La fama de esta Escuela se remontaba ya a los tiempos del obispo Fulberto, muer
to en el año l 028. Pero sucesivamente en el s. X I I los maestros más con notados que die
ron lustre a la Escuela catedralicia de Chartres fueron los hermanos Bernardo y Teodorico
de Chartres y Guillermo de Conches, que sobresalieron por la lectura directa de los clá
sicos, por la predilección hacia los antiguos y en particular por Platón y por lo tanto por
la importancia otorgada a las numanae litterae.
Se trata de un humanismo hecho de gramá
tica y retórica , como de todas las artes del
quatrivio y en especial de las ciencias natu
rales ( matemáticas y astronomía ), de la qu�
se recibieron estímulos e insinuaciones para
reflexionar sobre las verdades cristianas.
De la Escuela de Chartres salió también
Gilberto Porretano, muerto en el 1 1 54, sobre
el que influyó determinantemente Bernardo.
En el s. XII, Abelardo tuvo la primacía en
la esfera de la problemática de la lógica:
Gilberto lo superó en la esfera de la metafísi
ca: fue una mente altamente especulativa .
Los textos a los que se refiere la Escuela
de Chartres son de por sí significativos de la
orientación doctrinal. Ante todo, la obra de
Marciano Capella , las N upcias de Mercurio y de
la Filología, que celebra las nupcias entre letras
y ciencias. Además, el Planisferio, el Canon y las
Tablas de Ptolomeo, que se refieren a la arit
La excelencia del modelo antiguo y la confianza en el mética, la geometría y la astronomía.
En cuanto a la dialéctica, además del cor
progreso histórico del conocimiento fueron expresadas
y Elencos) .
con la Virgen en el centro, traduce en iconografía sagra
da la expresión de Bernardo
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Centros promotores de cultura del siglo XII
La catedral de Chartres, de la que toma el nombre la escuela homónima, el mayor centro de cultura del s. XII.
El estudio de estas obras estaba motivado por la persuasión de que para filosofar, el
entendimiento debe estar iluminado por el q uatrivio y poseer los instrumentos i nterpreta
tivos que ofrece el trivio.
El estudio de la herencia clásica es puesto en evidencia por el fundador de la Escuela,
Bernardo, que fue platónico y que hizo famosa la i magen de "los enanos y los gigantes".
Los enanos son los modernos, los gigantes son los antiguos, los primeros están senta
dos sobre las espaldas de los segundos. Los gigantes son por constitución más robustos
y desarrollados, pero los segundos gozan de los privilegios de mirar más lejos y de ver
más cosas, con la condición de que no se bajen de su particular posición.
Nosotros, pues, debemos ser como los enanos sentados en las espaldas de los gigan
tes, estudiando sus obras y desarrollando sus indicaciones y estímulos.
Esto subraya la excelencia del modelo antiguo y al mismo tiempo la confianza en el progre
so histórico del conocimiento.
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Ca ítulo XXVIII
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Centros promotores de cultura del siglo XII
no con Dios, sino que, a la manera pitagórica, puso la materia como derivada o bajada
de la unidad. Se trata de un acercamiento que parecía más apto para un cauto i ntento de
cristianización del neoplatonismo.
Teodorico tuvo gran interés por las ciencias naturales, así fuera en acuerdo con
un diseño teológico superior. Esto se encuentra además en otro maestro de Chartres,
Gui l lermo de Conches.
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Ca ítulo XXVII I
contemplación de D ios y todo está en función de esto. Misticismo y cultura se funden pro
gramáticamente en una u nidad, como no es difícil de subrayar en uno de los más ilustres
representantes de esta Escuela, Hugo de San Víctor.
Entre los escritos de H ugo ( nacido en Sajonia en el 1 096 y muerto en el 1 1 4 1 ) , se cuen
tan De sacramentis christianae fidei, Epitome in philosophiam, Commentarium a la Gerarchia celeste del
Pseudo-Dionisio y el Didascalicon (en 7 libros) , que es la obra más completa y sistemática,
en la que el saber de su tiempo se encuentra inteligentemente dispuesto y ordenado.
Esta obra fue el modelo para las Summae, que se elaborarán posteriormente, por su
estructura y rigor metodológico.
La concepción que H ugo de San Víctor tiene de la exégesis, presenta cierta importan
cia: en su opin ión, las Escrituras no pueden soportar cualquier i nterpretación. En particu
lar, él rechaza las interpretaciones alegóricas i ncongruentes y genéricas, pero también las
interpretaciones opuestas que se reducen exclusivamente a la letra. La letra mata, el espí
ritu vivifica: "Y digo estas cosas -escribe H ugo en el Didascalicon- no para ofrecer a quien
quiera la ocasión de i nterpretar la Escritura a su gusto, sino para demostrar que no puede
proceder por mucho tiempo sin errar quien sigue solamente en sentido literal ¡ . J"
A partir de aquí, otro elemento ulterior que conviene evidenciar es el espacio conce
d ido a las "artes mecánicas", que H ugo de San Víctor pone al lado, con valor, a las artes
del trivio y del quatrivio Éstas manifiestan su atención a la nueva vida urbana. Se trata,
efectivamente, de las artes textiles, de la construcción de armas, de la navegación , de la
agricultura, de la caza, del teatro, de las técnicas para la conservación de los alimentos.
Estamos· ante disciplinas nuevas, en un cierto sentido, que reflejan la actividad de la n ueva
economía burguesa, que H ugo teoriza y pone en el amplio marco de u n concreto discur
so filosófico.
Su aprecio por estas disciplinas no liberales está motivado por la persuasión de que su
estudio puede contribuir "a aligerar la actual condición h umana". Así como la ética ayuda a
actuar rectamente y la física prepara los instrumentos para un conocimiento más eficaz del
mundo, estas artes salen al encuentro de nuestras necesidades cotidianas. !Textos 1 1
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la razón y por la fe. Hay cosas esencialmente racionales, que pueden conocerse por lo
tanto solo con la razón, como las verdades matemáticas , los principios de la lógica y de la
dialéctica. Hay luego cosas secundurn rationern, es decir, verdades probables, como las his
tóricas para cuya comprensión la razón ha de ser ayudada por la fe. Finalmente hay cosas
supra rationern, es decir, superiores a la razón y objeto específico y único de la fe. Del con
j unto resulta un pleno acuerdo entre razón y fe, pero sobre todo la superioridad de ésta
como acabamiento de todos los esfuerzos humanos, constituido por la contemplación y
la posesión de Dios.
Quien profundizó la vía mística fue el escocés Ricardo de San Víctor (muerto en el
1 1 73) que sucedió a Hugo como maestro y prior de la Escuela de San Víctor.
Fundamentalmente neoplatónico y profundamente místico, Ricardo evidenció el
vínculo entre razón y fe
La fe nos dice que existe un solo Dios; que Dios es eterno e increado, que Dios es uno
y trino Pues bien, la razón busca j ustamente las rationes necessariae de la fe. Las cosas cam
bian y perecen, no tienen en sí mismas su razón. Ésta se encuentra, en cambio, en el ser
infinito, increado y eterno que es Dios. Por lo tanto, para Ricardo, la subida mística parte
de la cogitatio y mediante la rneditatio llega a la conternplatio.
Ésta, que es preparada por el ejercicio de la vi rtud , conduce al hundimiento en Dios.
A medida que se asciende a través de los grados de la contemplación, el alma se dilata,
se eleva sobre sí misma, y en el momento supremo, se aliena por completo de sí misma
para transfigurarse en Dios.
La Escuela de San Víctor, pues, cultivó con gran empeño las ciencias, la filosofía y la
teología, compenetradas entre sí por un espíritu contemplativo de los misterios divinos,
a la que todo puede y debe conduci r, como al momento más alto y significativo de la vida
intelectual y moral.
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Pedro Lombardo había nacido cerca de Novara. Realizó sus estudios primero en
Bolonia y luego en la Escuela de San Víctor, en París. Aquí, del 1 1 40 en adelante, enseñó
en la Escuela catedralicia. Obispo de París en el 1 1 59, murió en el 1 1 60.
Autor de un Comentaría a las Cartas de san Pablo y de otro Comentario a los Salmos, Pedro
Lombardo escribió sus Librí quattuor sententíarum -comentados por todos los grandes
Escolásticos- en el período que va del 1 1 50 al 1 1 5 2. Se trata de una obra que presenta
como un compendio de la doctrina cristiana tomada de la Escritura y de la autoridad de
los Padres, estando también presentes la Escuela de San Víctor y Abelardo.
La obra de Pedro Lombardo no es una obra original: es una obra de compilación en
donde "desembocan todas las corrientes anteriores". Y, sin embargo, su comentario se
impone por su gran equilibrio El autor, de hecho, reconoce los derechos de la razón : pero
no hasta el punto de someter la fe a la razón . Y su equilibrio fue ciertamente uno de los
motivos del éxito de las Sentencias. 1 Textos2 J
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Ca ítulo XXVI I I
los cuales la razón hará bien en suspender el asentimiento y detenerse. Problemas que
obligan a la razón a admitir los propios límites son, por ejemplo, los siguientes: los pro
blemas de la providencia, del acaso y del libre albedrío; la cuestión de la infinitud de los
números y de la divisibilidad infinita de las grandezas; el problema de los universales, etc.
J uan no pretende que no se discuta sobre estas cosas, sino que exige que no se hagan
pasar por soluciones definitivas y absolutas lo que apenas son intentos de solución.
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H UGO DE SAN VÍCTOR
1 . EL VAL,OR DE LOS CU\SICOS .
L
para quien desea alcanzar la sabiduría.
La cultura de la Escuela de San Víctor puede expresarse con la célebre
metáfora de los "enanos y los gigantes" (forjada por Bernardo de Chartres) :
Platón es un gigante de la cultura, pero un enano sentado sobre sus espal
---
das puede ver más.
U n sabio, al ser i nterrogado sobre las mejores disposiciones para aprender, res
pondió: espíritu humilde, empeño en la búsqueda, vida tranquila, i nvestigación,
o
pobreza, tierra extranjera; estas circunstancias agilizan la superación de las dificulta �
des que se encuentran durante los estudios.
u
E
Él conocía, pienso, el dicho: El buen comportamiento moral enriquece la cultura,
y por tal motivo unió las advertencias sobre el modo de vivir con las normas referen
,_
tes a l estudio, para que e l alumno pueda llega a conocer no sólo e l método de s u tra
bajo, sino también su estilo de vida >
No merece aplauso la ciencia de una persona deshonesta: por eso es de suma
importancia que quien se dedica a la búsqueda del saber no descuide las reglas de
z
una vida correcta. <(
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La humildad es la condición preliminar de un comportamiento disciplinado; de esta
virtud existen muchos testimonios: los siguientes tienen que ver especialmente con los
estudiantes. Primero que todo, no deben menospreciar n inguna ciencia y n i ngún libro;
o
o
en segundo lugar, por nada deben avergonzarse de aceptar una enseñanza de cualquier
persona, en fin, si lograran adquirir la cultura, nunca deberán despreciar a nadie.
Muchos se equivocan porque quieren parecer sabios antes del tiempo: se abando
nan así a la vanidad del orgullo, comienzan a aparentar lo que no son y a avergonzar
c.J
se de lo que son · cuanto más se alejan de la sabiduría más anhelan ser considerados ::J
sabios y no serlo realmente. He conocido a muchas personas de esta clase, las cua I
les, carentes todavía de los rudimentos de la cultura, juzgaban como digno de ellos
sólo ocuparse de problemas elevados: creían poder llegar a ser grandes sólo leyendo
los libros o escuchando las palabras de autores célebres y sabios
" ¡ Nosotros -decían- los hemos visto, hemos escuchado sus lecciones, a menu
do solían conversar con nosotros, somos reconocidos de hombres excelentes y famo
sos!". Yo en cambio les digo: "Ojalá que nadie en el mundo me conociera, pero que
yo pudiera conocer cuanto humanamente es conocible".
Ustedes se vanaglorian por haber visto, pero no dicen haber entendido a Platón:
en este punto no creo que sea para ustedes ocasión de prestigio ven i r escuchar mis
lecciones. Yo no soy Platón, n i he ten ido la fortuna de encontrarlo. Ustedes han bebi
do de la fuente de la filosofía y, sin embargo, ¡ sería u n gran bien que todavía tuvieran
sed ! Hasta un rey, que aun habiendo bebido en copa de oro, bebe también en una
taza de barro, si tiene sed. ¿Por qué tendrían que retirarse? Han escuchado a Platón,
escuchen ahora también a Crisipo. Se ha vuelto proverbial el dicho: "Tal vez lo que tú
no sabes, lo sabe Ofel lo".
No existe una persona a la que se le haya concedido saber todo ni una que no
haya recibido de la naturaleza cualquier don especial: por tanto, los estudiantes
deben escuchar con gusto a todos, deben esforzarse por l eer todo y no deben despre
ciar ni ngún escrito, ni ngún autor, n inguna enseñanza: sin preju icios, procuren apren
der de cualquier persona lo que no saben ; no deben pensar en lo que ya conocen,
sino en cuanto ignoran todavía.
En este sentido se dice que Platón hubiese preferido en un tiempo aprender con
humildad antes que enseñar con presunción. ¿Por qué tendrías que avergonzarte de
aprender y no tienes pudor de ser ignorante? Eso es mucho más deshonroso. ¿Por
qué aspiras a cosas tan grandes cuando eres tan pequeño? Considera realmente hasta
dónde pueden llegar tus fuerzas .
Procede mejor el q u e camina con paso regu lar. Algunos h a n querido dar un gran
salto adelante y han caído en un barranco. No te apresures: sólo así alcanzarás pri
mero la sabiduría.
Aprende con gusto de todos lo que no sabes, porque la humi ldad puede hacerte
partícipe de la posesión de aquel bien especial que la naturaleza ha reservado a cada
ser humano. Será más sabio de todos el que quiera aprender algo de todos: el que
recibe algo de todos, termina siendo el más rico de todos.
No menosprecies por tanto ninguna forma de saber, porque toda ciencia tiene
valor. Si tienes tiempo, no dejes de leer los libros que se te presenten: aunque no
obtengas de el los mayor utilidad, tampoco te causará daño alguno, porque, según
m i parecer, no existe escrito que no proponga algo i nteresante, cuando es examina
do a su debido tiempo y l ugar: podría contener alguna noticia especial, que el lec
tor ávido podrá apreciar con tanto mayor agrado, cuanto más singular y preciosa sea
la i n formación.
No es u n bien , sin embargo, lo que impide lo mejor: si no te es posible leer todos
los li bros, lee aquellos que te sean más útiles. Aunque pudieras leer de todo, no
debes jamás poner el mismo empeño para todas las lecturas: hay algunos libros que
es necesario leerlos para que no nos resulten desconocidos del todo; de otros, en
cambio, debemos hacernos al menos u n j u icio, porque algunas veces se corre el riego
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de sobrevalorar justamente lo que se ignora y se juzga mejor cuando se tiene algún
conocimiento de los temas.
Ahora te puedes dar cuenta de por qué es importante la humildad: no descui
darás ninguna ciencia, te esforza-r-ás por aprender con agrado algo de todos, luego,
cuando hayas alcanzado un cierto grado de instrucción, no despreciarás a nadie; te
conviene adoptar este comportamiento.
En estos últimos tiempos, precisamente por no haber seguido estos principios,
algunas personas se llenaron de orgullo: exaltaban con excesiva complacencia su
ciencia y, creyendo con absoluta certeza de ser grandes, pensaban que los demás
(incluso los que jamás habían conocido) no fuesen comparables con ellos, ni hubie
sen podido llegar a ser como ellos. De esta actitud se deriva también el hecho des
concertante que algunos jactanciosos han reprobado de simples -a los profesores
ancianos: parecían convencidos de que la sabiduría hubiese nacido con ellos y que
moriría con ellos. Ellos andaban diciendo que el lenguaje de los textos divinos es
tan simple, que no es necesaria la explicación de un profesor para ser comprendidos:
basta a cada estudiante la fuerza de su propi o ingenio para explicar también las ver
dades más recónditas. Fruncían la nariz y torcían la boca, aludiendo a los docentes
de teología; no se daban cuenta de que causaban ofensa a Dios, mientras andaban
diciendo elegantemente que sus palabras son "simples", pero insinuando con, mali
cia que son "insípidas". No les aconsejo para nada que i miten a tales individuos.
El estudiante virtuoso debe ser humilde y dócil, totalmente lejano de las ocu
paciones mundanas y de las tentaciones de las pasiones, diligente y esmerado, dis
puesto a aprender con agrado algo de todos; jamás debe presumir de su propia
cultura, debe huir como de la comida envenenada de los escritos que contengan doc
trinas falsas. debe examinar a fondo un argumento antes de formular su propio jui
cio; debe preocuparse por ser culto y por aparentar serlo. Deberá preferir las palabras
de los sabios y tenerlas siempre presentes en la mente como modelo digno de imitar:
si alguna vez no logra darse cuenta de un pasaje incomprensible, quizá por la profun
didad de los conceptos, no prorrumpirá en invectivas, como si creyese que nada váli
do hay en él, sino lo que él está en capacidad de entender.
Ésta es· la humildad que caracteriza a los estudiantes disciplinados.
Huco DE SAN VfcroR, Didascalicon.
PEDRO LOMBARDO
2. SENTENCIAS SOBRE FILOSOFÍA Y TEOLOGÍA
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ésta es la actitud que puede form ularse con el célebre dicho Philosophia
Ancil la Theologiae.