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Tema 1

1.- La crisis del Antiguo Régimen.

Estamentos y privilegios

La sociedad del antiguo régimen se organizaba en estamentos desde la Edad


Media: el clero, la nobleza y el Tercer Estado.

Los dos primeros estamentos eran los privilegiados, gozaban de derechos, estaban
exentos de pagar impuestos y habían acumulado riqueza y poder. Poseían la
mayoría de las tierras, ejercían el mando en ellas y cobraban impuestos a los
campesinos. Además formaban parte de la corte y tenían reservados los cargos
más altos del Gobierno (ministros, secretarios).

No era un grupo homogéneo: no era lo mismo la alta jerarquía eclesiástica (obispos,


abades), cuya riqueza era ostensible, que el bajo clero (sacerdotes, monjes), a
menudo en condiciones de inestabilidad. Asimismo, la nobleza de corte estaba por
encima de la nobleza de provincias y se diferenciaba de estas a partir de la compra
de títulos que vendía el monarca para incrementar sus ingresos.

Los no privilegiados constituían el Tercer estado. Sobre ellos caía el pago de


impuestos y rentas, estaban excluidos de cargos y bienes. Representaban el 95%
de la población. El mayoritario era el campesinado (85%) al que se añadían las
clases populares urbanas (empleados, artesanos, sirvientes) y los burgueses
(comerciantes, banqueros, industriales, abogados).

Sociedad agraria y economía señorial

A principios del siglo 18, la agricultura era la fuente principal de riqueza más
importante, pero resultaba muy poco productiva. El mayor problema residía en la
forma de propiedad, la mayor parte de la tierra estaba vinculada (señorío) a un
título nobiliario. Sus titulares podían sacar provecho económico y dejarla en
herencia, pero no venderla.

Los señores vivían de los impuestos señoriales que pagaban los campesinos que
estaban obligados a entregar la décima parte de sus cosechas a la iglesia, y pagar
impuestos al Estado, el derecho de mando (jurisdicción) les permitía dictar normas,
crear nuevos impuestos.

Se trataba de una agricultura de subsistencia, dedicada al policultivo, básicamente


de cereales y destinada al autoconsumo.
Estas condiciones provocaban una mortalidad muy elevada, la esperanza de vida
era baja y el crecimiento demográfico era escaso o nulo. Además, en una economía
de subsistencia la producción de alimentos no crecía al ritmo de la población. En los
periodos de escasez de alimentos, debido a años de malas cosechas, la población
subalimentada se enfrentaba a enfermedades y epidemias, que provocaban una
mortalidad catastrófica.

La escasez de alimentos potenciaba a los comerciantes a venderlo más caro, esta


situación acentúa el malestar (revueltas de pan) como las de 1787 y 1788 en París.

El impulso de la burguesía urbana

El impulso de nuevas técnicas aumentó la productividad agrícola. Sus impulsores


fueron un nuevo grupo de propietarios agrarios que buscaban el beneficio.

El aumento de la producción agrícola redució la mortalidad, y estimuló el crecimiento


de la población. El desarrollo del comercio, las manufacturas y las finanzas impulsó
la expansión de las ciudades: Londres y París (aumento de población).

Se estaba expandiendo una burguesía emprendedora, interesada en impulsar las


manufacturas y el comercio, pero se topaban con dificultades para desarrollarse. La
monarquía debía autorizar la creación de nuevas fábricas, los gremios controlaban
la producción y ponían límites al comercio.

La burguesía tenía cada vez más poder económico, pero su crecimiento se veía
frenado por su condición de no privilegiado, no podía hacer oír su voz dentro del
sistema absolutista. Coincidía con los otros integrantes del Tercer Estado, en un
interés común: acabar con los privilegios y derechos feudales

El absolutismo y sus límites

El sistema político del Antiguo Régimen era la monarquía absoluta de derecho


divino. El rey concentraba todos los poderes, gobernaba el reino, dirigía la política
exterior, dictaba las leyes y administraba justicia.

No estaba sometido a ningún control y encarnaba el Estado y a todos sus habitantes


(súbditos). Su autoridad era incontestable porque emanaba de Dios y la ejercía en
su nombre. El principal órgano de gobierno era el Consejo de Estado, cuyos
miembros eran designados por el rey.

(Ninguna ley protegía a los súbditos del despotismo. Cualquier desobediencia era
sofocada por el ejército).
Los límites a la autoridad real los fijaban los privilegios tradicionales de la nobleza y
el clero, Por el otro, los Parlamentos formados por los tres estamentos, que podían
crear impuestos y ratificar nuevos monarcas, pero no ejercían ningún control sobre
el rey.

La ilustración, crítica al absolutismo

John Locke fue el primero en formular lo que sería el liberalismo. Defendía que el
Estado había de garantizar los derechos del individuo, propuso que el conocimiento
debía basarse en la experiencia práctica y no en creencias.

Los planteamientos de Locke adquirieron un nuevo relieve con la Ilustración, el


movimiento cultural que tomó fuerza en Europa, en la segunda mitad del siglo 18,
Entre sus pensadores destacan Montesquieu, Diderot, Voltaire y Rousseau que
defendían que la libertad y la igualdad de todos los hombres ante la ley eran los
principios sobre los que debía reposar la nueva organización de la sociedad, con lo
que se enfrentaron abiertamente al absolutismo y al Antiguo Régimen.

Los ilustrados criticaron la ordenación estamental de la sociedad, los privilegios y el


absolutismo monárquico. Defendieron la igualdad de los ciudadanos ante la ley y en
base al derecho natural, que hace a todos los hombres iguales por nacimiento.

El despotismo ilustrado

Sin dejar el absolutismo, vieron la necesidad de introducir cambios en el sistema


para hacerlo más operativo y garantizar su continuidad: fue el despotismo ilustrado.

Los déspotas ilustrados (Federico II en Prusia, María Teresa en I en austria, Catalina


II en Rusia, Gustavo III en Suecia y Carlos III en España) propusieron reformas
administrativas para conseguir una mayor eficacia en la gestión del estado y
reformas económicas que facilitasen el crecimiento, Todo esto sin modificar las
bases del Antiguo Régimen.

2.- Inicios del parlamentarismo: Inglaterra y Estados Unidos.

El fin del absolutismo.

Desde la Edad Media, el poder real en Inglaterra estaba limitado por las dos
cámaras del Parlamento: Lores y Comunes. Los monarcas necesitaban su
autorización para la aprobación de nuevos impuestos o para declarar la guerra.

En el siglo 17, una nueva dinastía, la de los Estuardo, pretendió gobernar sin el
control del Parlamento. Estos hechos provocaron un movimiento revolucionario que
puso fin al absolutismo. Primero, se implantó una república (1649-1660), después se
restauró la monarquía, el nuevo rey Carlos II se vio obligado a aceptar límites de su
poder frente al Parlamento.

Consolidación del Parlamento

Carlos II tuvo que reconocer el Habeas Corpus de 1796, era una ley que garantiza
que nadie podía ser detenido sin ser puesto ante un juez al cabo de 72 horas. Sin
embargo, el nuevo monarca Jacobo II provocó una segunda revolución que, en
1689, acabó definitivamente con los Estuardo.

El Parlamento ofreció la corona al príncipe holandés Guillermo de Orange, dispuesto


a jurar la declaración de Derechos (The Bill of Rights). Esta limitaba los poderes del
monarca y sometía algunas de sus decisiones al Parlamento.

Inglaterra fue el primer país con una monarquía de poder limitado: Los poderes
ejecutivos y legislativos estaban separados y se creó un tercer poder, la justicia. Los
ciudadanos tenían garantizada la defensa de sus libertades individuales.

La monarquía británica no representaba a toda la población: tan solo a grandes


propietarios, nobles, burgueses. Los habitantes de las colonias no estaban
representados pero aun así significaba un gran avance en la lucha contra el
absolutismo.

La guerra de Independencia Americana

Las trece colonias inglesas de América del Norte protagonizaron en el siglo 18, la
primera insurrección colonial contra una metrópolis y constituyeron el primer ejemplo
de un gobierno fundado sobre los principios de la igualdad y la libertad.

Los colonos decidieron enfrentarse a su metrópolis. Se oponían a las tasas e


impuestos y al monopolio comercial que Gran Bretaña ejercía sobre su territorio.
Como la ley no les otorgaba ninguna representación en el Parlamento de Londres,
declararon su intención de no obedecer las leyes que no habían sido votadas por
sus representantes.

El 4 de julio de 1776 redactaron la Declaración de Independencia de Estados


Unidos de América, que expresa los principios que impulsaron la revuelta
americana: el derecho de todas las personas a la libertad y la búsqueda de la
felicidad.

La formación de Estados Unidos

Tras una larga guerra, en 1783, Gran Bretaña reconoció la independencia del
territorio americano.
El nuevo Estado, que agrupaba las trece colonias, adoptó el nombre de Estados
Unidos de América y George Washington, fue proclamado primer presidente.

En 1787, el nuevo Estado americano redactó la primera Constitución escrita de la


Historia. El texto aseguraba la separación de poderes, establecía una república con
amplios poderes para el presidente y un parlamento bicameral (Congreso y
Senado), los trece estados tenían amplia capacidad de autogobierno.

La constitución se completaba con una Declaración de Derechos que garantiza la


libertad de religión, de prensa, de expresión y reunión y el derecho a ser juzgado por
un jurado.

4.- La Revolución Francesa (I). La monarquía constitucional.

Las causas de la Revolución.

Hacia 1788, el descontento de los diversos sectores del Tercer Estado respecto al
Antiguo Régimen se acentuó por la crisis económica.

*Los campesinos sufrieron un aumento de las rentas señoriales (aplicado por los
nobles para mantener su nivel de vida) y unas malas cosechas agravaron su
precariedad.

*En la ciudad, la escasez de productos y la subida de los precios desembocaron en


motines contra los acaparadores, que especulan con los precios.

Por otro lado, un sector de la burguesía urbana reclamaba un cambio político que
posibilitase la libertad económica y la igualdad civil. Mientras, la expansión de las
ideas ilustradas favorecen la crítica al absolutismo.

El continuo aumento de los gastos y la dificultad de obtener nuevos ingresos,


dispararon el déficit. La única opción era que los privilegiados pagasen impuestos,
pero la oposición de la aristocracia fue total y paralizó todo intento de reforma,
alegando que el rey no tenía potestad para ello y que solo los Estados Generales
tenían atribuciones para aprobar nuevos impuestos.

La toma de la Bastilla (1789)

El rey Luis 16, aceptó la propuesta de los privilegiados y convocó los Estados
Generales para mayo de 1789 ( no se reunían desde 1614). El paso previo era la
elección de los representantes de cada estamento

Finalmente, el 5 de mayo de 1789 se reunieron los estados generales en Versalles.


Pretendían discutir sólo sobre las finanzas y descartaron las propuestas de reformas
sociales y políticas del Tercer Estado. Los representantes de este estamento,
exigieron la reunión conjunta de todos los grupos y el voto por cabeza y no por
estamento.

Ante la negativa del rey y los privilegiados, los diputados del Tercer Estado
declararon que representaban a la mayoría de la población y, con el apoyo de
algunos clérigos y nobles liberales, se constituyeron en Asamblea Nacional y juraron
no disolverse sin haber dado una Constitución a Francia (juramento del Jeu de
Paume). Por ello, se transformó en Asamblea Nacional Constituyente.

La amenaza de una intervención militar provocó la movilización del pueblo de París,


que el 14 de julio tomó la Bastilla, la fortaleza símbolo del absolutismo.

La monarquía constitucional (1790-1792)

Ante la presión campesina, se suprimieron la servidumbre, los diezmos, los


derechos y las rentas y la justicia señoriales, pero se obligó a los campesinos a
pagar una indemnización a los señores. Después, se aprobaron los Derechos del
Hombre y del Ciudadano, que otorgaban a los franceses la condición de
ciudadanos libres e iguales ante la ley.

La Asamblea emprendió diversas reformas para poner fin al Antiguo Régimen: se


suprimieron los impuestos indirectos, se crearon los directos sobre bienes raíces y
se permitió la expropiación y la venta de los bienes de la Iglesia. Cabe destacar la
Constitución Civil del Clero (1790), por la que el Papa perdía la autoridad sobre la
iglesia y declaraba elegibles los cargos eclesiásticos. Fue rechazada y muchos
clérigos se negaron a jurar fidelidad al Estado.

En 1791, se aprobó la Constitución, que representaba un pacto entre la nación y el


rey, y definía una monarquía constitucional asentada en la división de poderes: el
ejecutivo en manos del rey, el legislativo para la Asamblea, y el judicial, gratuito y
con jueces selectivos. Se establecen la soberanía nacional y el sufragio censitario e
indirecto, que limitaba la participación de los ciudadanos activos.

Los antiguos privilegiados se opusieron a las reformas. Muchos huyeron a Austria


con el fin de organizar una intervención militar contra la Revolución. Luis 16
pretendía unirse a ella cuando, con su familia, huyó de París hacia la frontera
austriaca (junio de 1791). La familia real fue detenida en Varennes y retornada a la
capital, lo que deterioró la relación del rey con la Asamblea Nacional.
La caída de la monarquía

La nueva Constitución y las reformas adoptadas fijaban sus límites tanto políticos
(sufragio censitario) como sociales y económicos. Los campesinos mostraron su
insatisfacción por el pago de un rescate por los derechos señoriales y aspiraban al
acceso a la propiedad privada.

En la ciudad, los problemas derivados a la alza de precios y la escasez de


subsistencias continuaban. Ello estimuló el surgimiento de un movimiento
sans-culotte y de sociedades patrióticas, que exigían la atención a estas
necesidades materiales.

En la nueva Asamblea legislativa, los aristócratas casi no habían conseguido


representación. Los diputados electos se fueron agrupando y se organizaron en
clubes patrióticos. Allí empezó a fraguarse la división entre quienes pensaban que
no debía irse más allá de la Constitución de 1791 y los llamados jacobinos, que
aspiraban a continuar la Revolución

La Asamblea adoptó medidas contra los enemigos de la Revolución (confiscación


de bienes de los emigrados) y declaró la guerra a Austria, considerada el foco de la
contrarrevolución.

Ante la situación de obstruccionismo monárquico, los sans-culottes parisinos,


protagonizaron una insurrección que acabó con la monarquía. El 10 de agosto de
1792, asaltaron el Palacio de las Tullerías y detuvieron al monarca Luis 16 y a la
familia real. El triunfo popular provocó la convocatoria de nuevas elecciones, ahora
con sufragio universal masculino.

5.- La Revolución francesa (II). La república.

Una nueva asamblea constituyente se reunió el 20 de septiembre. Al día siguiente,


se abolió la monarquía y se proclamó la república

La nueva convención republicana estaba dividida en grupos. Se pueden distinguir:

*Los girondinos, más moderados y encabezados por Brissot, consideraban que la


revolución había acabado con la república.

*Los jacobinos, tenían como líderes a Robespierre, Danton y Marat, y estaban


estrechamente vinculados a los sans-culottes

*En el centro (la Llanura) se situaba una mayoría de diputados cuya adscripción
ideológica era menos definida y oscilaba entre los dos grupos anteriores.
La república girondina (1792-93)

Los girondinos dirigieron la primera etapa republicana. El primer problema era la


respuesta que debía darse a la actuación de Luis 16. Su opción era castigar al rey
pero temían las consecuencias que eso podría traer. Por otro lado los jacobinos
defendían la necesidad de condenar al rey. La presión popular obligó a la
convención a tomar la decisión: Luis 16 fue guillotinado en enero de 1793 y la reina
Maria Antonieta en octubre del mismo año.

Las ejecuciones reales dieron impulso a una coalición europea antirrevolucionaria


(Austria, Prusia, Gran Bretaña, España y Holanda) contra Francia. El hambre
provocó una insurrección campesinado en la Vendée apoyada por la
contrarrevolución en la primavera de 1793.

La república jacobina (1793-94)

En junio de 1793, respaldados por los sans-culottes los jacobinos asaltaron a los
principales diputados girondinos y los ejecutaron. Dejando el poder en sus manos.

Los jacobinos elaboraron una nueva Constitución en 1793, que reflejaba los
principios de la democracia social: soberanía popular y sufragio universal masculino
directo.

Impulsaron reformas sociales: la redistribución de la propiedad agraria, el precio


máximo para los artículos de primera necesidad (Ley de maximun) y el castigo a los
especuladores, la enseñanza obligatoria y gratuita.

Por último, para enfrentarse a los ejércitos extranjeros, decretaron la


democratización del ejército, al permitir el nombramiento de oficiales provenientes
de las clases populares.

Para imponer todas estas reformas el nuevo Gobierno cuyo frente se situó
Robespierre, suspendió las garantías constitucionales e inició una política conocida
como el Terror: concentró todos los poderes y tomó medidas contra los
sospechosos de acciones contrarrevolucionarias.

Ante las críticas, Robespierre y sus fieles (Saint-Just) recurrieron a una violencia
extrema para eliminar a sus adversarios. En esta situación todos sus enemigos se
unieron en su contra, acusando a los jacobinos de instaurar una dictadura, y un
golpe de Estado en la Convención detuvo a Robespierre, que fue guillotinado junto a
sus seguidores (28 de julio de 1794).
La república conservadora (1794-95)

La convención pasó a manos de los sectores burgueses más moderados, que


impusieron un “terror blanco” para desmantelar la república jacobina: se prohibieron
los clubs jacobinos y se detuvo, condenó y ejecutó a sus miembros en otoño de
1794

Se procedió a instaurar una nueva Constitución (1795) que estableció el sufragio


censitario, creó un nuevo poder ejecutivo de cinco miembros: el Directorio, y un
cuerpo legislativo.

Pero el Directorio no consiguió estabilizar la situación. Los problemas económicos


continuaban, la contrarrevolución absolutista no cesaba y los sans-culottes exigían
el retorno de los jacobinos.

Solo la guerra en el exterior parecía dar triunfo. Las clases acomodadas vieron en
Napoleón Bonaparte a un general victorioso, que podía garantizar la revolución
liberal. Con el apoyo de la burguesía y del ejército. Napoleon protagonizó el
noviembre de 1799,un golpe de Estado (18 Brumario) y concentró todo el poder en
sus manos.

6.- Napoleón Bonaparte (1799-1814)

Napoleón: del Consulado al Imperio

Tras el golpe de Estado de Brumario, se estableció un Gobierno, conocido como el


Consulado, formado por tres cónsules, entre los que se encontraba Napoleón. Una
nueva constitución (1799) afirmó el poder personal de Napoleon como primer
cónsul, con atribuciones para hacer leyes, dirigir la política exterior y designar a los
jueces y altos cargos.

Para asegurar la concentración de poderes, Napoleon consiguió ser nombrado


cónsul vitalicio en 1802 y se proclamó emperador en 1804. Eliminó la división de
poderes y el principio de la soberanía nacional y, restringe en gran medida las
libertades personales y colectivas

Napoleon no significó la vuelta al Antiguo Régimen, sino que consolidó los aspectos
más conservadores de la revolución (abolición del feudalismo, libertad económica,
igualdad ante la ley, supresión de los privilegios, etc.). Reformó la administración,
promulgó un nuevo Código Civil y desarrolló un sistema educativo nacional y más
igualitario.
El dominio de Europa

La guerra fue el otro gran componente del Gobierno napoleónico. Napoleon


emprendió una política de conquistas que lo llevó a dominar una buena parte de
Europa.

El dominio francés sobre Europa logró su máxima expansión en el año 1812. Sin
embargo, la invasión de Rusia acabó en un fracaso, pues el ejército no fue capaz de
soportar el invierno y tuvo que retirarse. Esta fue la primera gran derrota del
emperador.

A esta situación se le unieron las dificultades para ocupar España y la formación de


una gran coalición europea (1813). La ocupación de París por las tropas de esta
coalición en 1814, significó la destitución de Napoleon y la restauración de los
Borbones (Luis 18).

Napoleon fue confinado en la isla del Elba, pero el descontento popular con la
restauración del absolutismo favorece un retorno efímero del emperador (Los Cien
Días). Las potencias aliadas lo derrotaron finalmente en Waterloo (18 de junio de
1815). Napoleón fue enviado a la isla de Santa Elena, hasta su muerte.

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