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UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


ESCUELA PROFESIONAL DE HISTORIA

HISTORIA MUNDIAL IV
VI CICLO

CONTROL DE LECTURA
ARÓSTEGUI, GARCÍA, ARIMONT, PALAFOX, RISQUES

AUTORES
BALLONA ARRASCUE, ENRIQUE FABRIZIO
DE LA CRUZ RODRIGUEZ, JOSEPH DANIEL
MINCHOLA ZAVALA, JHAN CARLOS
TERRONES ALEGRÍA, PIERO LEONEL

TRUJILLO-PERÚ

2022
Las revoluciones liberales burguesas comportaron el paso de un
régimen monárquico absolutista, de una sociedad estamental y de una
economía señorial, a un sistema político parlamentario y constitucional, a una
nueva sociedad de clases bajo el predominio de la burguesía y a la aplicación
de los principios del liberalismo económico. Aunque la derrota de Napoleón
comportó la restauración del Antiguo Régimen, para la inmensa mayoría de los
pueblos de Europa las ideas liberales no habían desaparecido. Además, el
reconocimiento de la soberanía nacional y del derecho de los pueblos a
disponer de sí mismos alentó el nacionalismo y la lucha por la construcción de
Estados nacionales. En la Francia de finales del siglo XVIII, amplios sectores
sociales deseaban cambios profundos.
La burguesía conseguía elevados beneficios económicos, pero su
progreso topaba con las reglamentaciones que interfieren el libre comercio y la
libre producción. Además, la ordenación estamental y los privilegios de sangre
le impedían acceder al poder político. Animados por las nuevas ideas
ilustradas, los burgueses reclamaban cambios políticos que acaban con el
intervencionismo estatal, los privilegios aristocráticos y el absolutismo. Frente a
la burguesía, una poderosa aristocracia se aferraba al viejo modelo feudal.
Los privilegiados veían con preocupación cómo el alza de precios
perjudicaba a quienes, como ellos, vivían de rentas fijas y se esforzaban por
consolidar y aumentar sus privilegios, oponiéndose fuertemente a cualquier
intento de cambio. Las huelgas y los motines se incrementaron en vísperas de
la revolución. Finalmente, las finanzas reales estaban en una situación de
déficit crónico debido, sobre todo, a que la aristocracia no pagaba impuestos y
el Tercer Estado cargaba con todos los tributos. Cuando la participación de
Francia en la guerra de independencia de EE.UU
Calonne, ministro de Luis XVI, propuso la contribución de la nobleza al
pago de impuestos como única medida para aliviar la situación. La nobleza se
opuso radicalmente a las diversas peticiones de pago, alegando que solo los
Estados Generales podían aprobar nuevas cargas fiscales. La rebelión
nobiliaria provocó una grave crisis política y obligó al monarca Luis XVI, en
1788, a convocar los Estados Generales para el mes de mayo del año
siguiente. La situación de descontento general en Francia explica la intensa
agitación política que se produjo para elegir a los representantes de cada
estamento y para elaborar los denominados Cuadernos de Quejas,que
recogían las peticiones al rey.
Todos los cuadernos mostraban el descontento con la monarquía, pero
los del Tercer Estado, además, incorporan aspiraciones como la supresión de
los derechos feudales o la abolición de privilegios, y propuestas revolucionarias
como una Constitución, la soberanía de la nación y las libertades políticas. Los
Estados Generales se abrieron en Versalles el 5 de mayo de 1789. La nobleza
y el clero estaban seguros de imponer su voluntad, pero inmediatamente los
representantes del Tercer Estado reclamaron la reunión conjunta de los
estamentos y el voto por persona. El rey y los privilegiados se negaron a tal
pretensión y las sesiones de los Estados Generales se suspendieron.
Los representantes del Tercer Estado, en claro desafío a Luis XVI, se
reunieron el 20 de junio en un pabellón de París, el Jeu de Paume, se
constituyeron en Asamblea Nacional y juraron no abandonar el lugar sin haber
dotado a la nación de una Constitución que garantizase sus derechos. Con la
adhesión de una parte del clero y de una minoría nobiliaria , llevaron la
agitación a la calle, y con el apoyo popular, abrieron paso a la revolución. El
monarca cedió a las demandas y los Estados Generales se transformaron en
Asamblea Nacional Constituyente el 9 de julio. Los diputados llamaron a la
movilización, que culminó el 14 de julio con el asalto a la prisión de la Bastilla,
símbolo del absolutismo.
En París y en muchos lugares de Francia, los revolucionarios formaron
cuerpos armados de defensa, la llamada Guardia Nacional. Estas acciones
consagraban la irrupción de las masas en el proceso revolucionario y suponían
una ruptura con el absolutismo. Las noticias de lo sucedido en París se
propagaron por el campo francés y una verdadera revuelta antiseñorial, con
episodios muy violentos, se extendió por toda Francia . Los diputados de la
Asamblea Nacional Constituyente tenían que legislar para abolir el Antiguo
Régimen, pero también debían satisfacer a una población que defendía la
revolución con las armas y que, por primera vez, era protagonista de los
cambios políticos.
En segundo lugar, se aprobó la Declaración de Derechos del Hombre y
del Ciudadano , que otorgaba a los franceses la condición de ciudadanos libres
e iguales ante la ley, dotados de derechos naturales, políticos y de propiedad.
Se declaró a todos los ciudadanos iguales ante la fiscalidad y se aumentaron
los impuestos directos sobre las fortunas y propiedades. Para resolver el déficit
financiero, se llevó a cabo una desamortización y, en contrapartida, el Estado
aseguró el mantenimiento del culto y el clero. Los nobles emigrados al extranje
ro y los eclesiásticos refractarios alentaban la intervención de las potencias
europeas para restablecer el Antiguo Régimen, especialmente de Austria, país
de origen de la reina María Antonieta.
Además, el frente patriótico, que en 1789 impulsó la creación de la
Asamblea Nacional, empezó a dividirse. Un grupo formado por los monárquicos
liberales y la burguesía propietaria intentaba frenar las conspiraciones de los
absolutistas y, al mismo tiempo, las demandas más revolucionarias. Para ellos,
la revolución había conseguido, con las reformas de 1791, todos sus objetivos.
Medidas como el derecho a veto del rey, la obligación de respetar los derechos
feudales y el sufragio censitario mostraban la voluntad de este sector
moderado de respetar la monarquía, el derecho a la propiedad e impedir el
acceso a la política de los sectores populares.
Pero otro sector más radical de la burguesía reclamaba una
organización más democrática de la vida política y reformas de tipo económico
que beneficiará a los más desfavorecidos. La familia real intentó fugarse de
Francia para reunirse con las tropas austriacas e iniciar la invasión del país,
pero fue descubierta en Varennes y enviada de vuelta a París. La difusión de la
noticia desprestigió la monarquía ante el pueblo y radicalizó a los sectores más
revolucionarios. En octubre de 1791, una vez elaborada la Constitución, se
eligió a los diputados del nuevo parlamento o Asamblea Legislativa.
Ante la actitud reacia de la monarquía, los grupos más radicales
empezaron a reclamar la república. El 20 de abril de 1792, la Asamblea decidió
declarar la guerra a Austria, considerada el foco de la contrarrevolución. La
amenaza de las tropas austriacas, dirigidas por Brunswick, sobre París, y la
complicidad del monarca con el enemigo exasperaron los ánimos. Los sans-
culottes de París y los batallones de ciudadanos armados, que desde las
provincias acudieron a defender la capital, exigieron la abolición de la
monarquía.
Su primera medida fue la abolición de la monarquía y la proclamación de
la república.
El gobierno estaba en manos de los girondinos, quienes adoptaron
posiciones moderadas que disgustaron a las masas populares. En la
Convención, una serie de problemas fueron enfrentando a los girondinos con
los montañeses , convertidos en la voz de los más radicales. En medio,
numerosos diputados apoyaban a una u otra opción. El primer problema era
qué hacer con el rey Luis XVI.
Los girondinos eran partidarios de castigarlo por traición pero no querían
procesarlo hasta que no acabara la guerra, temerosos de que su condena a
muerte diera un carácter muy radical a la revolución. La ejecución del monarca
acentuó las divisiones en la Convención y dio impulso a una coalición europea
antirrevolucionaria . Para frenar a los ejércitos coaligados, la Convención
realizó nuevas levas obligatorias. La situación se agravó con la insurrección
campesina del departamento de la Vendée, provocada por el hambre y las
nuevas levas.
Aprobaron una nueva Constitución que estableció la soberanía popular y
el sufragio universal masculino. Amparándose en la excepcionalidad de las
circunstancias establecieron un gobierno revolucionario, que suspendió las
garantías constitucionales e inició una política conocida como el Terror, cuyo
objetivo principal era acabar con los enemigos interiores y exteriores de la
Revolución y satisfacer a los sectores populares más radicalizados. Sin
embargo, los más radicales reclaman todavía mayor igualdad, mientras que
amplias capas de la burguesía moderada deseaban poner fin a las reformas
jacobinas. Tras la caída de los jacobinos se inició la tercera etapa de la
Convención, que supuso el desmantelamiento de la legislación jacobina y el
inicio de un lento proceso que situó a la burguesía conservadora como la gran
beneficiaria de la revolución.
Se aprobó una nueva Constitución que restableció el sufragio censitario,
definió un nuevo poder ejecutivo, el Directorio, y estableció un legislativo
dividido en dos cámaras, el Consejo de Ancianos y el Consejo de los
Quinientos, de carácter muy conservador. El Directorio reprimió con dureza las
revueltas populares dirigidas por los sectores más izquierdistas , que defendían
la continuidad de la revolución. El mayor éxito de esta etapa fue la política
exterior. La guerra contra las coaliciones europeas era favorable a Francia, sus
fronteras se extendían hacia el Rin y Saboya, y su ejército gozaba de gran
prestigio.
Ante las tensiones sociales, la inestabilidad y los problemas económicos,
la burguesía empezó a pensar en el ejército como la única posibilidad de
mantener el orden social, consolidar las conquistas en el exterior y defender, al
mismo tiempo, los principios revolucionarios de 1791. El 18 Brumario , un joven
general, Napoleón Bonaparte, protagonizó un golpe de Estado y accedió al
poder, clausurando definitivamente la revolución e iniciando el Consulado.
En los inicios del Consulado, Napoleón compartió el poder con otros dos
cónsules, pero en 1802 se declaró cónsul único y vitalicio. El Consulado se
dotó de una nueva Constitución que establecía un ejecutivo fuerte, limitaba el
sufragio a los más ricos y anula la Declaración de Derechos. En esos años,
Napoleón acabó con las protestas populares y reprimió el jacobinismo y las
tendencias democráticas. Napoleón fue progresivamente acumulando el poder
en sus manos hasta que en 1804 se hizo coronar emperador.
Una vez establecido un férreo control sobre el orden público, Napoleón
abordó la creación de nuevas instituciones y una serie de reformas que
consolidaron los principios de 1791. Tras su coronación como emperador y la
estabilización en el interior, Napoleón emprendió una política de conquistas y
consiguió dominar Europa desde el río Elba hasta la Península Ibérica.
Pretendía crear un Imperio con el centro en Francia e implantar las
instituciones revolucionarias en los territorios ocupados, quebrando así los
regímenes absolutistas. Su condición de invasor, el uso de la fuerza y la
explota ción económica de los territorios conquistados gene raron fuertes
resistencias, no solo por parte del abso lutismo sino también de liberales que
oponían un sentimiento nacionalista al ocupante.
El dominio francés sobre Europa alcanzó su cénit en 1812. A partir de
ese momento, el fracaso en Rusia, las dificultades en España y la formación de
una gran coalición europea provocaron el declive de Napoleón. Napoleón fue
confinado en la isla de Elba, pero el descontento popular tras la restauración
del absolutismo favoreció su efímero retorno .
La derrota de Napoleón inició el período de la Restauración que, con
algunas modificaciones, se prolongó hasta 1848. El objetivo fundamental era
volver a la situación anterior a la Revolución francesa y acabar con los
principios de soberanía nacional y de constitucionalismo. El retorno al
absolutismo se fundamentó en el rechazo de la Revolución y en el legitimismo,
que reconocía el derecho de los monarcas hereditarios, derrocados por
Napoleón, a recuperar su trono. En algunos países, ante la imposibilidad de
retornar totalmente al absolutismo, tuvieron que hacer se ciertas concesiones
para atraer a la burguesía partidaria de reformas
Así, en Francia, Luis XVIII promulgó una Carta otorgada, que reconocía
algunos derechos políticos y el funcionamiento de dos cámaras con unas
limitadas atribuciones. En el Imperio austriaco, en Rusia y en España, la
Restauración supuso el restablecimiento del Antiguo Régimen, mientras que en
Gran Bretaña se mantuvo el sistema parlamentario. En el Congreso de Viena
se remodelaron las fronteras de Europa en función de los intereses de las
potencias vencedoras, sin tener en cuenta las aspiraciones nacionales de los
pueblos. El objetivo era equilibrar las fuerzas de las grandes potencias
mediante el reparto de los restos del Imperio napoleónico y de las zonas de
influencia en el mundo. Gran Bretaña mantuvo su hegemonía marítima y
Francia volvió a las fronteras anteriores a 1789 .
Las ideas liberales se habían expandido por Europa y la Restauración
no pudo frenar la difusión del nuevo ideario. Durante la Restauración, los
liberales pasaron a la clandestinidad y se organizaron en sociedades secretas.
Estas sociedades, formadas por comerciantes, estudiantes, intelectuales y
profesionales liberales, se consideraban herederas de la Ilustración y la
Revolución francesa, y preconizaban la insurrección contra el absolutismo. Esta
estrategia caracterizó la oleada revolucionaria que se produjo entre 1820 y
1824, y que provocó una primera quiebra, aunque temporal, del sistema de la
Restauración
En el caso de España y de los Estados italianos, se produjo la
intervención directa de la Santa Alianza . Esta vez, la intervención popular
favoreció la derrota del poder aristocrático en Europa occidental. La revolución
se inició en Francia en 1830 y significó el derrocamiento de los Borbones y la
implantación de una monarquía constitucional, con Luis Felipe de Orleans. En
Polonia, un movimiento de independencia política y nacional fue aplastado por
el ejército ruso.
A finales de la década de 1830, el absolutismo fue desapareciendo de
Europa occidental y se impuso un liberalismo moderado cuyo referente era la
Constitución francesa de 1791. Así, se consolidó el dominio de la gran
burguesía propietaria y de una aristocracia que mantenía su poder económico
a cambio de renunciar a sus privilegios estamentales. Se estaba forjando una
élite liberal moderada, que monopolizaba la acción política y marginaba a la
pequeña y mediana burguesía pero, sobre todo, a las clases populares. Hay
que buscar las causas en la insuficiencia de las reformas de 1830 y en el
malestar generado por el desarrollo del capitalismo, que se traducía en el
deterioro de las condiciones de vida del artesonado y los obreros .
Esta nueva oleada revolucionaria adquirió una gran diversidad de formas
y contenidos. En Europa oriental, excepto en Rusia, comportó la abolición del
feudalismo, mientras que, en Europa occidental, abrió las puertas a los nuevos
ideales democráticos, que defendían la soberanía popular y el sufragio
universal masculino frente al censitario vigente hasta entonces. La revolución
se inició en París cuando, en febrero de 1848, el gobierno de Luis Felipe de
Orleans restringió las libertad
La respuesta se produjo en forma de una insurrección popular en junio
de 1848, que se convirtió en un enfrentamiento entre la burguesía y el
proletariado. La burguesía se cohesiona alrededor de un nuevo gobierno fuerte,
que garantizase el funcionamiento de un régimen liberal frente a las
aspiraciones populares. En diciembre, el acceso de Luis Napoleón Bonaparte,
Napoleón III, al poder respondió a estas necesidades y culminó con la
proclamación del Segundo Imperio . En definitiva, en 1848 se completó la
revolución burguesa. En definitiva, en 1848 se completó la revolución burguesa
y se inició el protagonismo de las fuerzas sociales popular
La formación de los Estados-nación de buena parte de Europa
occidental se había iniciado con la configuración de Estados unitarios en los
siglos XVII y XVIII. Por último, la revolución liberal estimuló el desarrollo del
concepto de nación. Otras corrientes de pensamiento, planteadas por los
filósofos alemanes de finales del siglo XVIII, definieron la nación como un alma
espiritual, inmutable y eterna, que se manifestaba en una lengua y una cultura,
y que iba más allá del deseo individual o la voluntad de los ciudadanos. En
algunos países , las naciones se corresponden con la frontera política de los
Estados y los procesos de afirmación nacional se realizaron al mismo tiempo
que los de la revolución liberal.
Por un lado, alemanes e italianos se hallaban divididos entre diversas
entidades políticas, y los nacionalistas deseaban unir en un solo Estado todos
los territorios.
En 1815, Italia estaba dividida en Estados desiguales en tamaño e
importancia y algunas zonas estaban bajo el dominio austriaco. Las ideas de
nación y soberanía se habían divulgado desde la invasión napoleónica, y se
habían mantenido durante la Restauración en minoritarias sociedades secretas.
En la década de 1830 se formó un movimiento de afirmación nacional, el
Risorgimento, que tuvo una primera expresión política en la estrategia de
unificación propugnada por Giuseppe Mazzini y su organización, la Joven Italia.
Su jefe de gobierno, Cavour, fue el impulsor de una estrategia moderada para
la unificación.
No sería la insurrección popular sino la consolidación del Piamonte
como un Estado fuerte, moderno e industrializado, capaz de poseer un ejército
y una diplomacia, lo que permitiría la unificación. Por un lado, Cavour
consiguió, con la ayuda francesa, derrotar a los austriacos , anexionar la
Lombardía y, poco después, los Estados centrales . A la acción militar se
añadió la diplomática, que supuso la cesión de Niza y Saboya a Francia, a
cambio del reconocimiento del nuevo reino de Italia. Para no dividir el
movimiento nacionalista, Gari baldi renunció a la perspectiva republicana y
cedió a Victor Manuel II las conquistas realizadas, reconociéndole como rey de
Italia
La unidad se completó con la anexión del Veneto tras derrotar a los
austriacos, y la conquista de los Estados Pontificios a pesar de la oposición del
Papa, que quedó recluido en el Estado del Vaticano. La afirmación de la
existencia de un ser propio del pueblo alemán convivió con la presencia de
núcleos liberales y democráticos que reclamaban la construcción de una nación
basada en la voluntad de los ciudadanos. Con estas bases ideológicas se inició
un proceso que conduciría a la formación del Estado-nación alemán.
El Congreso de Viena había establecido la Confederación germánica,
que aglutina 39 Estados, con la presencia de dos poderosas potencias, el reino
de Prusia y el Imperio austriaco. El primer paso hacia la unificación fue la
creación del Zollverein o Unión Aduanera , que estableció un mercado de libre
circulación comercial formado por 26 millones de personas. Durante la
revolución de 1848, los sectores liberales y democráticos consiguieron formar
un Parlamento en Frankfurt, con representantes de los distintos Estados
elegidos por sufragio universal, que ofreció la Corona de la posible Alemania
unificada al rey de Prusia, Federico Guillermo IV. Por último, una guerra contra
Francia permitió cohesionar a los Estados germánicos contra un enemigo
común, al que derrotó en Sedán.
La unidad se tradujo en una estructura confederal con el dominio de
Prusia, que imprimió una ideología conservadora y militarista al nuevo Estado.

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