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Química Agrícola.

entonces la inclusión en la disolución nutritiva de algunos elementos


caracterizados por su intervención en los procesos redox, concretamente
molibdeno, cobalto y níquel, y con esta modificación el cultivo prosperó
notoriamente, aunque no pudo discernir si el efecto favorable se debía a los
tres elementos añadidos o a uno de ellos en particular.

Este resultado le hizo concebir una mejora en la metodología


empleada: la utilización de las llamadas, en términos generales disoluciones
AZ. La disolución A10 aportaba los elementos clásicos: nitrógeno, fósforo,
potasio, calcio, magnesio, azufre y hierro, más el carbono, hidrógeno y
oxígeno que la planta obtiene del aire y del agua. La disolución A4 contenía los
cuatro elementos aceptados últimamente como esenciales: cinc, boro,
manganeso y cobre. La B7 incluía cobalto, níquel, molibdeno, titanio, vanadio,
cromo y wolframio, que tienen cierta similitud química en su actuación en los
procesos redox. Por último, la disolución C13 incorporaba, con el deseo de
abordar integramente el problema, los elementos siguientes: aluminio,
arsénico, cadmio, estroncio, mercurio, plomo, litio, rubidio, bromo, yodo, flúor,
selenio y berilio.

Los resultados obtenidos al utilizar estas disoluciones en el crecimiento


de la lechuga permitieron poner claramente de manifiesto la importancia del
molibdeno en la nutrición vegetal (Figura 8.2.).

El empleo de la disolución A10 proporcionó un desarrollo muy pobre del


tallo y de la raíz. Cuando se utilizó la disolución A10+A4 hubo un escaso
aumento. Podría objetarse que si faltaban en ambos ensayos uno o varios
elementos esenciales, ¿cómo fue posible el desarrollo, aún exiguo?. La
respuesta es que no faltaban de modo absoluto esos elementos: existían como
impurezas en el medio, aportados por los reactivos empleados, no totalmente
puros.

El resultado verdaderamente sorprendente apareció con la


incorporación a la disolución A10+A4 de la B7, que provocó un desarrollo diez
veces superior.
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Por último, la disolución C13 no aportó mejora alguna, sino tal vez un
ligero retroceso. Podía, pues, aventurarse que ninguno de los elementos de
esta última se comportaban como esenciales. En cambio, los resultados
anteriores demostraban que uno o más de los siete elementos contenidos en
la disolución B7 beneficiaban marcadamente el desarrollo de la planta.

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Navarro, B. S., & Navarro, G. G. (2003). Química agrícola : El suelo y los elementos químicos esenciales para la vida vegetal (2a. ed.). Mundi-Prensa.
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Los elementos químicos y la vida vegetal.

% Crecimiento
100
Tallo
75
Raíz
50

25

0
1 2 3 4

(1) A10 (N, P, K, Mg, S, Fe)


(2) A10 + A4 (B, Zn, Cu, Mn)
(3) A10 + A4 + B7 (Mo, Ti, V, Cr, W, Co, Ni)
(4) A10 + A4 + B7 + C13 (Al, As, Cd, Sr, Hg, Pb, Li, Rb, Br, I, F, Se, Be)

Figura 8.2. Crecimiento de lechuga en disoluciones nutritivas AZ

Basándose en estas experiencias, y utilizando plantas de tomate, D.I.


Arnon y P.R. Stout establecieron definitivamente, en 1939, la esencialidad del
molibdeno. Y finalmente, T.C. Broyer, A.B. Carlton, C.M. Johnson y P.R. Stout,
en 1954, la del cloro.

No vamos a entrar aquí en detalles sobre las distintas fórmulas


utilizadas para la preparación de las disoluciones nutritivas. Ni tampoco acerca
de los dispositivos y métodos que actualmente pueden ser utilizados. Su
elección dependerá del estudio que se desee realizar. Pero sí es necesario
destacar que el método de cultivo artificial, al que debemos gran parte de los
conocimientos actuales, ha permitido resolver muchos problemas importantes
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planteados dentro del campo de la Química Agrícola: determinar los elementos


esenciales para la planta, papel en su nutrición de los distintos elementos;
antagonismo de los iones, alteraciones producidas por deficiencias o excesos,
etc.
Sin embargo, debe reconocerse que las condiciones del medio así
utilizado son muy distintas de las que se observan en la Naturaleza. Muchas
de las conclusiones obtenidas deben ser interpretadas con prudencia cuando
se pasa de las condiciones del medio a las de los suelos.

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8.2. CRITERIOS DE ESENCIALIDAD.


Las experiencias con disoluciones nutritivas han permitido concretar
los elementos esenciales para las plantas. Pero el conjunto de todas ellas
hicieron ver la necesidad de establecer unos criterios que permitiesen fijar
cuándo un elemento podía considerarse esencial. Estos criterios fueron
establecidos en 1939 por D.I. Arnon y P.S. Stout, y son los siguientes:

1º) Un elemento no puede considerarse como esencial a menos que


su ausencia haga imposible completar las etapas vegetativas o reproductivas
de su ciclo vital.

2º) La deficiencia ha de ser específica del elemento en cuestión, y sólo


puede ser evitada o corregida mediante suministro de aquel.

3º) El elemento ha de estar directamente implicado en la nutrición de la


planta, con independencia de sus posibles efectos en la corrección de
condiciones desfavorables, químicas o microbiológicas, del medio externo.

Aunque estos criterios han sido aceptados como válidos y plenamente


aplicados a todos los seres vivos, algunos investigadores consideran que el
segundo criterio no es totalmente correcto. Por ejemplo, se requiere molibdeno
para la fijación del nitrógeno por los Azotobacter. En algunas especies, sin
embargo, el molibdeno puede ser sustituido por vanadio.

Situación parecida la ofrece el cloro, elemento reconocido como


esencial para el crecimiento de los vegetales superiores, el cual puede ser
sustituido, en parte, por el bromo sin que el desarrollo normal de la planta se
vea alterado. Según el criterio de Arnon, ni el vanadio, ni el bromo, pueden ser
considerados estrictamente esenciales para la nutrición de las plantas.

Otro ejemplo, finalmente, está representado por el sodio. Este


elemento no está considerado como esencial para todas las plantas, pero se
ha demostrado en la práctica que su presencia incrementa el rendimiento en
numerosos cultivos. Por tanto, desde el punto de vista económico, el sodio
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debería ser considerado como esencial.

8.3. MACRO Y MICRONUTRIENTES ESENCIALES Y


ELEMENTOS BENEFICIOSOS.
En el momento actual, está suficientemente demostrado y admitido
que los elementos esenciales para el desarrollo de todas las plantas son

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