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LLAMAMIENTO Y CONTEMPLACIÓN DEL SEÑOR

Comenzamos una nueva etapa de los Ejercicios espirituales. Hay una diferencia sustancial:
en la 1ª Semana éramos objeto de misericordia, ahora pasamos a ser sujetos de
misericordia. Así es como la misericordia de Dios se hace presente en la historia humana: a
través de la nuestra. "A quien mucho se le ha perdonado, ama mucho” [Lc 7, 36]. Quien nos
ha perdonado nos invita a una tarea. Diríamos que la 2ª Semana es la respuesta a la
pregunta del coloquio de la 1ª semana: "¿Qué debo hacer por Cristo?".

¿Y qué se nos responde? Dios nos responde: sigan a Jesús, el Hijo y el hermano por
excelencia, el Hijo y Hermano mayor: fuimos llamados a reproducir la imagen del Hijo (Rom
8,14). Es decir, se nos invita no a hacer este o aquel propósito sino a seguir a una persona.
Ese es el mensaje central de la Oración del Reino. Siguiéndole a Él, yo llegaré a ser
plenamente hijo y plenamente hermano. Jesús se me convierte en modelo para poder vivir a
fondo mi Principio y Fundamento y salir de mi pecado.

San Ignacio nos invita a abrir nuestro corazón a los grandes problemas del mundo y de la
historia, de forma que nos sintamos llamados a grandes empresas. Para ello provoca la
esperanza en la posibilidad de construir un mundo justo y fraterno.

ORACIÓN:

PETICIÓN: “Señor, que no sea sordo a tu llamado, si no disponible y generoso para hacer tu
voluntad”.

Parábola del gobernante ideal

Imagínate un país de buena gente, pero que llevan mucho tiempo soportando una cruel
opresión. La corrupción reina por doquier y la miseria atormenta cada vez a más familias.
Todos se sienten tensos y preocupados. Imagínate también que después de mucha lucha
consiguen llegar a tener un buen gobernante, que demuestra ser de veras competente.
Tiene carismas insuperables, es honrado a carta cabal y demuestra tremenda habilidad
política, con lo que consigue que la gente se sienta cada día más unida y esperanzada.
Su programa de gobierno es realista. Será necesario apretarse todos el cinturón, pero por
igual; tendrán que trabajar todos juntos para solucionar problemas muy difíciles. Imagínate
que el gobernante elige un grupo especial, al que le hace una invitación personal. En ese
grupo estás tú. Se para frente ti, te mira a los ojos y te dice. “Voy a lograr el éxito de este
programa. Si quieres trabajar conmigo tendrás que soportar lo que yo soporte, trabajo duro,
pasar incomodidades, ser atacado por la opinión pública, acusado injustamente e inclusive
correr el riesgo de morir. Pero te puedo asegurar que este programa tendrá éxito y mejorará
la vida de muchísima gente…”
¿Podría rechazar yo semejante invitación? ¿Querría trabajar con semejante gobernante?
Suponiendo que le dijera que no, ¿cómo me sentiría después? Y si le digo que sí, ¿cómo
cambiaría eso mi vida?

Aplico la parábola a Jesucristo.

Veo a Jesucristo, el enviado de Dios-Padre, y delante de él a hombres y mujeres de nuestro


tiempo, a quienes llama personalmente y les hace a cada uno la siguiente propuesta:
“Mi proyecto es conseguir que todos los hombres y mujeres descubran el sentido de su vida
y logren construir una sociedad verdaderamente humana, donde todos puedan ser felices,
aceptando a Dios como Padre y a los hombres como hermanos. Para ello te invito a fiarte de
mí y a seguirme. Nadie tendrá que pasar lo que yo mismo no haya pasado. No te prometo
plata, placer, poder, ni prestigio. Lo que te pido es acompañarme en el duro trabajo de
construir una sociedad solidaria; pero te aseguro que el éxito será total, aunque sea a largo
plazo.”
Considero como todos los que tienen juicio y razón, ofrecen todas sus personas al trabajo.
Pero, los que más se quieran afectar por ese amor incondicional de Cristo y quieran seguir
de cerca a Jesús, no solamente ofrecen sus personas al trabajo, sino que venciendo sus
temores y sus apegos naturales, ofrecerán incondicionalmente su vida y su persona a Jesús

TEXTOS
1) Juan 1, 35-51: Enamorados de la persona de Jesús
Ver el texto en su contexto: Juan Bautista está bautizando en el río Jordán, la multitud de
hombres y mujeres que van en busca y esperan la liberación de Israel.
Identificarnos con esta multitud, ver en ella a la humanidad actual en sus búsquedas y
anhelos más profundos de paz, justicia, libertad, armonía.
Hablarle al Señor, en aquella tarde cautivadora en el calor de su hogar, de nuestras
tareas, esfuerzos, sueños, compromisos, y los de tantos hombres y mujeres.
Escuchar su historia, sus sueños, sus proyectos, sus deseos. Que Él nos diga quién es,
qué busca, qué espera de cada uno.
Escuchemos su invitación a compartir su vida y su misión: “vente conmigo”.
Y como los discípulos, salir apasionadamente entusiasmados por la invitación y
dispuestos a llamar a otros para compartir su proyecto.

2) Lucas 5, 1-11: vocación de Pedro y sus compañeros


Ver a Pedro y sus compañeros en sus desvelos, anhelos, luchas por conseguir una
buena pesca. Traer a nuestra memoria nuestras propias luchas y las de nuestros
contemporáneos.
Oír a Jesús que llama: “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”.

3) Llamada - respuesta (Cfr., fotocopia de Tony de Mello)

Considerar el dinamismo espiritual de la llamada y la respuesta:


La llamada es un don, una gracia que oigo, que recibo; es lo primero.
A esa llamada corresponde una respuesta: no ser sordo.
El centro está en la llamada, la respuesta es un momento posterior
Detenerme ahí donde encuentro mayor sentido, luz, consolación.

COLOQUIO (la oblación):


"Eterno señor de todas las cosas. Yo hago mi oblación con vuestro favor y ayuda, delante
vuestra infinita bondad y delante vuestra madre gloriosa y de todos los santos y santas de la
corte celestial. Que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, solo que sea
vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda
pobreza así actual como espiritual, queriéndome vuestra santísima majestad elegir y recibir
en tal vida y estado".

OTROS TEXTOS:
Marcos 3, 13-19 : Los llamó para que estuvieran con él
Mateo 9, 9-13 : Vocación de Mateo
Lucas 4,14-21 : Misión de Jesús
Mateo 10,5-31 : Misión de los discípulos
Hechos 22, 3-21 : Pablo cuenta su vocación a los judíos

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