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TRASTORNOS ASOCIADOS A NECESIDADES BIOLOGICAS Y ADICCIONES

Trastornos del sueño en la niñez


Los trastornos del sueño en la niñez suponen un problema de salud pública por su prevalencia. La
proporción de niños que los padecen de forma transitoria es muy elevada, pero además se estima
que hasta el 30% de la población infantil tiene alteraciones crónicas del sueño y los pacientes con
patología neurológica tienen mayor riesgo de padecerlos (Stores y Wiggs 2001). El sueño es un
estado fisiológico activo cuya ausencia o alteración produce efectos adversos significativos. La
deprivación o la mala calidad del sueño en el niño repercute en el rendimiento escolar y en estado
de humor (Meijer et al 2000) y la alteración crónica puede tener también repercusiones físicas,
especialmente fallo de medro, por lo que es importante diagnosticar el trastorno a tiempo y realizar
el tratamiento adecuado.
CLASIFICACIÓN
La Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño Revisada (CITS-R) proporciona un
esquema homogéneo para la clasificación de los trastornos del sueño en el niño y el adulto. Es
preciso conocer que los trastornos del sueño en el niño son diferentes a los del adulto en frecuencia,
causas y consecuencias:• Los patrones y necesidades del sueño cambian evolutivamente y hay que
tener en cuenta variaciones interindividuales y culturales.• Los trastornos más frecuentes hacen
referencia al hábito del sueño.• Hay factores causales y del tratamiento que dependen de los padres
y no del niño.• Los efectos de la falta o mala calidad del sueño tienen repercusiones sobre el des-
arrollo cognitivo y físico del niño.• Las apneas del SAOS son menos perceptibles que en el adulto,
con mayor frecuencia son hipopneas y pueden no acompañarse de ronquido. Su causa y tratamiento
difieren de los del adulto.• La irritabilidad e hiperactividad son síntomas más frecuentes de la
deprivación de sueño que la somnolencia• El tratamiento es eficaz en la mayoría de los trastornos
del sueño en el niño.
DIAGNÓSTICO
La herramienta más útil para el diagnóstico de los trastornos del sueño en el niño es la recogida
adecuada de datos mediante la historia clínica. Para hacer una anamnesis útil es imprescindible
conocer la patología más frecuente en el niño y reconocer los síntomas. La historia permite
diagnosticar la mayoría de parasomnias y disomnias extrísecas.
hasta en el 10% de la población infantil. En ese caso es preciso acudir a otros exámenes
complementarios, como la polisomnografía (Brietzke et al 2004).El despistaje de la patología del
sueño en el niño debería realizarse en las revisiones periódicas de puericultura. Hay cuatro
preguntas básicas cuya respuesta positiva permite sospechar la existencia de un problema y exigen
continuar la indagación. Deberá entonces realizarse una historia clínica más detallada, para la que
pueden ser de ayuda algunos cuestionarios sobre la conducta del sueño. El Pediatric Sleep
Questionnaireha sido validado en población española en su versión reducida y está traducido en
su versión completa (Tomás Vila et al 2007).
Los trastornos del sueño o desórdenes del sueño (también conocidos con el nombre
de enfermedades del sueño o incluso trastornos del dormir, según el país hispano hablante de
que se trate) son un amplio grupo de padecimientos que afectan el desarrollo habitual del ciclo
sueño-vigilia. Algunos trastornos del sueño pueden ser muy graves e interferir con el
funcionamiento físico, mental y emocional del individuo.
Descripción breve de los trastornos del sueño más frecuentes en la niñez
Narcolepsia se caracteriza por somnolencia y episodios incoercibles de sueño de aparición súbita.
Asocia cataplexia (pérdida súbita y bilateral del tono muscular en situaciones emocionales
intensas) y otros fenómenos de sueño REM, como las alucinaciones hipnagógicas o la parálisis del
sueño. Se diagnostica con el test de latencias múltiples. Síndrome de apneas obstructivas del
sueño (SAOS): episodios repetidos de obstrucción de vías respiratorias superiores, generalmente
acompañados de desaturación de oxígeno sanguíneo. El diagnóstico de certeza se realiza con
polisomnografía.
Síndrome de movimientos periódicos de las piernas: episodios periódicos de movimientos
estereotipados de las extremidades, generalmente las piernas, que ocurren durante el sueño.
Trastorno ambiental del sueño: alteración del sueño producida por un factor del entorno
(ruido,luz, temperatura) que lo impide o dificulta.
Trastorno del establecimiento de límites: alteración del sueño del niño caracterizada por el
rechazo a irse a la cama en el momento adecuado, con fallo por parte del cuidador en el modo de
inducir al niño a hacerlo.
Trastorno de las asociaciones al inicio del sueño: se produce cuando el sueño se altera por la
ausencia de un objeto o circunstancias que el niño asocia con el inicio del sueño. El problema se
acentúa cuando se asocia el inicio del sueño con la actuación o presencia del adulto.
Retraso de fase de inicio del sueño: trastorno del ritmo circadiano del sueño con incapacidad de
conciliarlo a horas convencionales, lográndolo más tarde, con dificultad para despertarse a las
horas convencionales.
Despertares confusionales: estado de confusión, con desorientación temporoespacial al despertar,
generalmente de sueño profundo, en la primera mitad de la noche. Ocurren en casi todos los niños
menores de 5 años y el curso es generalmente benigno.
Sonambulismo: conducta compleja que incluye generalmente caminar, que se inicia durante el
sueño lento, por lo que es más frecuente en el primer tercio de la noche. Es más prevalente entre
los 4-8 años y el curso suele ser benigno
Terrores nocturnos: despertar brusco que se produce desde fases 3 ó 4 de sueño lento
acompañado de grito y síntomas vegetativos y conductuales de miedo intenso. Suelen ocurrir en
el primer tercio del sueño nocturno y la persona no recuerda el episodio.
Movimientos rítmicos del sueño: conjunto de conductas estereotipadas con movimientos
repetitivos de tronco, cuello, cabeza que ocurren inmediatamente antes de iniciar el sueño y se
mantienen durante el sueño ligero. Es frecuente en lactantes y niños hasta el 2º-3er año de vida,
pero puede persistir hasta la edad adulta en algunos casos.
Somniloquia: emisión de palabras o sonidos durante el sueño sin conciencia subjetiva del evento.
Pesadillas: Sueños que producen sensación de miedo al sujeto que los padece y que generalmente
lo despiertan desde sueño REM, por lo que son más frecuentes en la 2ª mitad del sueño nocturno.
Enuresis: micción involuntaria recurrente durante el sueño que persiste más allá de una edad en
la que hay madurez para controlarlo (5 años), en ausencia de otra trastorno urológico, médico o
mental que lo justifique.
Mioclonías del sueño: contracciones sincrónicas de las extremidades o del tronco que ocurren
durante el sueño tranquilo en neonatos.

Somnolencia durante el día


Es la forma más habitual de hipersomnia. Este trastorno se caracteriza por una somnolencia más o
menos permanente, en el cual, el paciente se queja de no estar nunca verdaderamente despierto o
de estarlo en muy pocas ocasiones. Duerme largos períodos durante el día, y, cuando se despierta,
se encuentra en un estado de somnolencia aún más evidente, en algunos casos, que antes de
dormirse; experimenta este sueño como no reparador. Por la noche, duerme largo tiempo y se
despierta tarde y con dificultad. El paciente tiene la impresión de funcionar «con radar»; piensa y
habla lentamente. A veces, su conducta resulta inadecuada. También puede sufrir dolor de cabeza
o accesos de calor.
Desafortunadamente, es una enfermedad que si no es detectada a tiempo puede causar un grave
daño en su aspecto social y familiar, ya que su convivencia disminuye, así como su desarrollo
escolar y laboral, pues no capta de la misma manera la información.
Otros trastornos del sueño
Hipersomnia idiopática: Se trata de una alteración en el curso de la cual el paciente, además de
dormir durante la noche, duerme de 1 a 4 horas durante el día.
Hipersomnia recurrente: Es un trastorno menos frecuente que el anterior. Se caracteriza por
episodios de sueño de 18 a 20 horas durante 3 a 10 días, en los cuales el paciente no se levanta ni
para comer.
Insomnio idiopático.: Esta forma de insomnio es bastante infrecuente; puede manifestarse desde
el nacimiento. Se debe a un trastorno neurológico del sistema de control vigilia/sueño
(hiperactividad del sistema de despertar, hipoactividad del sistema de regulación del sueño).
Generalmente los pacientes acuden al médico por tres razones principales:
 incapacidad crónica para dormir adecuadamente durante la noche;
 fatiga crónica;
 una manifestación conductual anormal en el sueño mismo
En la evaluación y posterior diagnóstico es importante seguir un registro cuidadoso de la historia
del paciente, donde la estimación del paciente, y la de los compañeros de cuarto es esencial para
el diagnóstico.
Las personas privadas del sueño se vuelven agresivas, y sufren episodios de alucinaciones, olvidos
y delirios.
TRASTORNOS FÓBICOS
La reacción fóbica es un síndrome caracterizado por la presencia de una o más fobias. Estas
fobias son temores exagerados frente a ciertos elementos del ambiente y surgen de problemas
emocionales inconscientes. Las fobias han sido calificadas como la neurosis normal de la
niñez que se produce en casi todos los niños, especialmente entre los 5 y 7 años de edad.
Muchos niños normales de cuatro cinco años de edad contraen fobias transitorias que no
pueden interpretarse como representativas de estados psicopatológicos graves, estas fobias
normales van perdiendo intensidad a medida que el niño los supera y avanza el período de
desarrollo. El niño que padece fobia psiconeurótica típica son más numerosas, más
prolongadas o más exageradas de lo normal. Para calificarlo como fobia, el miedo debe tener
un carácter exagerado que exceda en gran medida las expectaciones realistas (Finch, 1970).
Cobos (1972) señaló que las manifestaciones fóbicas son muy frecuentes en la niñez y
abarcan una escala muy amplia de posibilidades. En el extremo más cercano a la normalidad,
la manifestación fóbica se confunde con los temores infantiles, elementos considerados
normales dentro de ciertos límites relacionados con la edad. La manifestación fóbica puede
alcanzar grados variados de intensidad más o menos bien catacterizados.
La situación fóbica puede agravarse hasta el punto de hacer del niño un verdadero inválido.
En algunos casos el niño afectado de una fobia trata de evitar la situación temida, esto se
pueda dar por que no ha sido capaz de alcanzar la situación deseada y por miedo a la situación
o repetición de todo el proceso.
En 1977, Duche conceptualizó que las fobias se caracterizan por el temor a cosas, personas,
seres o situaciones que en sí misma no son peligrosas, a diferencia del adulto, y por su
inexperiencia, casi no puede comprender el carácter absurdo, injustificado, de este temor. A
esta edad todo puede ser fobógeno.
Los miedos se manifiestan en forma de síntomas aislados, a menudo pasajeros, a veces
repetitivos que plantean el proceso patológico en vías de estructuración. Las fobias están
centradas esencialmente en miedos que aparecen de un objeto o de una situación
habitualmente caracterizada. El niño es consciente de estos miedos y trata de dominarlos
mediante conductas de evitación y de huida o comportamientos denominados anti - o
contrafóbicos (Lang, 1985).
En las fobias, la angustia se concentra sobre personas, cosas o situaciones que se convierten
en un temor paralizante. Las fobias infantiles son bastantes frecuentes si se manifiestan con
carácter leve y de forma transitoria que pueden ser respuestas normales a algunos miedos. El
contacto con el objeto o situación fóbica desencadena un ataque de angustia y el niño tiene a
desarrollar conductas de evitación; en el niño algo mayor surgirá un sentimiento de vergüenza
o culpabilidad, que le llevará a adoptar conductas de ocultamiento de su problema ante los
demás (Lluis, 1986).
Las fobias disminuyen con la edad. Casi la mitad de los niños experimentan alguna fobia
identificable entre los 6 y 12 años de edad. Los niños al nacer muestran respuestas de miedo
pronunciado ante un ruido fuerte y repentino, a los seis meses presenta miedos a los
movimientos repentinos en su periferia y a las alturas, en los siguientes seis mese de vida
desarrollan el miedo a los extraños, al primer año de edad a la novedad y hacia los 4 años de
edad miedo a seres imaginarios, a la oscuridad, a estar solos y a las pesadillas. Las verdaderas
fobias de los niños parecen relacionarse con exigencias de rendimiento fuera de casa
(Ollendick y Hersen, 1986).
A veces los miedos infantiles no son fáciles de explicar. Muchos padres saben que no hay
que asustar a los niños en vano, los miedos infantiles aparecen incluso en los niños
cuidadosamente protegidos ante cualquier amenaza, sin que sea posible que tenga una
experiencia desagradable primaria cuya reaparición fuera temida por el niño.
Shirley señaló que así se le considere a la fobia como una reacción de miedo condicionado,
o como el desplazamiento del miedo a un objeto o a una situación específica hacia otra
situación más inofensiva o como la concretización de situaciones generales son productores
de ansiedad (véase en De Ajuariaguerra, 1993).
En relación con la fobia, el sujeto adulto o niño, tienden a utilizar una estrategia defensiva,
siempre idéntica o variable. En la mayoría de los casos, las fobias se atenúan o desaparecen,
al menos en apariencia, hacia los 7 y 8 años. La actitud del medio tiene un papel predominante
en la fijación o no de estos comportamientos. A menudo uno de los padres es fóbico a su vez
que con su excesiva comprensión o con actitud provocadora ayuda a organizar la conducta
patológica del niño (De Ajuriaguerra et al, 1986).
TRASTORNOS OBSESIVOS – COMPULSIVOS
Puede aparecer en niños y en adultos. Las obsesiones son pensamientos insistentes y
desagradables que ocurren en el niño a pesar de sus intentos por combatirlos. Las
compulsiones sin gestos o rituales mágicas repetitivos que el niño realiza para prevenir algún
peligro imprevisto desconocido; el niño que cree que evita alguna catástrofe se realiza estos
movimientos o rituales específicos. Las obsesiones y compulsiones están emparentadas con
la superstición, que es la creencia en la magia (Finich, 1970).
Muchos niños con trastornos emocionales exhiben síntomas obsesivo compulsivo que no se
dignifican con tal nombre, ya que el niño raramente adquiere la rigidez del neurótico adulto.
Ordinariamente la obsesión única, en el niño, es considerada como terror morbido y la
compulsión simple es tomada como un trastorno de los hábitos. En el estado obsesional el
paciente se ve amenazado, contra su voluntad, a tener pensamientos que le son desagradables
pero de los cuales no se puede librar. El estado compulsivo, en contraposición, encierra
una acción directa, el sujeto siente la necesidad de ejecutar una serie de actos determinados;
el niño compulsivo esta claramente consciente de que su conducta es completamente absurda
(Cobos, 1972).
El obseso es consciente del carácter patológico de los desórdenes que la atacan; pero no puede
con ellos. En el niño se observan muy precozmente ciertos juegos cuyo carácter obsesivo es
evidente, y que son muy importantes para su desarrollo, uno de ellos consiste en hacer caer
un objeto para que su madre se lo devuelva a dar, y así sucesivamente (Duche, 1977).
La neurosis obsesivo es muy frecuente en los niños pequeños, pero el llamado obsesivo –
compulsivo se ha observado en niños entre los seis y los diez años, aumentando su incidencia
en la pubertad y la adolescencia. Los niños obsesivos son perfeccionistas, ordenados y
meticulosos en exceso, están sujetos a un rígido autocontrol y presentan rasgos compulsivos
como ritualizaciones en la limpieza, repetición de tareas, etc. (Lluis, 1986).
Las repeticiones, perseveraciones y conductas rítmicas son un placer normal de los niños
pequeños y encajan en los recuerdos más primarios de sus padres; estas conductas son casi
instintivas en los niños pequeños. Debido a la alta densidad de esta conducta obsesiva; esta
muy predispuesto a iniciar alguna forma de conducta repetitiva (Ollendick et al, 1986).
Las características esencial consiste en la presencia de obsesiones o compulsiones de carácter
recurrente que consumen mucho tiempo y causan un deterioro notable o malestar, importante.
Es más frecuente en los niños y adolescentes de lo que se creía con anterioridad. Durante la
adolescencia; el trastorno presenta una frecuencia igual en ambos sexos. En los niños de
menor edad es ligeramente más frecuente en el sexo masculino; este trastorno se caracteriza
por un curso oscilante, con unos síntomas que se agravan con el estrés.
 TRASTORNOS HISTÉRICOS
En los niños, las manifestaciones histéricas no suelen conjugarse como un cuadro clínico
unitario, lo que hace dificultar su diagnóstico. La neurosis histérica se caracteriza por diversas
manifestaciones somáticas, sin causa orgánica verificable; se registran en ocasiones
alteraciones de la consciencia (alucinaciones, desmayos, etc.), como los trastornos
sensoriales (ceguera), motores (parálisis, tic) etc. La histeria infantil prevalece en niños de
más de siete años, con una mayor frecuencia a partir de los nueve a diez años, y se trata en
general de sujetos muy sugestionables muy sensibles, inseguros y dependientes de los padres
en exceso (Lluis, 1986).
La histeria se manifiesta bajo diferentes formas clínicas, es más fácil reconocerla en el
adolescente que en el niño. Se habla más de niños histéricos que de histeria. Es difícil hablar
de histeria pura, porque se presentan algunos síntomas fóbicos por eso también se le llama
manifestaciones pre-histéricas.
Los caracteres histéricos aparecen como formaciones secundarias, de sobrecompensaciones
buscando ocultar los defectos parciales con la ayuda de aparatos lábiles y fácilmente
utilizables. El histérico hace más que representan la enfermedad, la vive trasfigurándola. El
histérico habla con su cuerpo, ya que para él es su instrumento (De Ajuriaguerra, 1993).
Al hablar de la histeria se debe distinguir entre los síntomas histéricos (conversiones, crisis,
fuga etc.) y los rasgos de la personalidad llamada histérica, cuya delimitación en el año y en
la vida en particular, es cuando menos imprecisa. Los síntomas histéricos son raros en el
niño, no parece haber prevalencia de uno a otro sexo en niños menores de 10 años, y la
frecuencia aumenta a partir de los 11 – 12 años, especialmente en los niños a partir de los 14
– 15 años; se puede encontrar sintomatologias histéricos parecidas a las halladas en el adulto.
Cualquier niño enfermo obtiene beneficios de su enfermedad y por este comportamiento
aparecen cambios importantes en la familia. Si al niño que tiene la necesidad de ser amado,
atendido, pasando con rapidez de la risa al llanto y exigente de afecto se le considera histérico,
entonces cualquier niño entre los 3 y 5 años es histérico (De Ajuriaguerra et al, 1966).
 TRASTORNO DEPRESIVO
La reacción depresiva es un tipo de psiconeurosis que lo asocia con los adultos, también se
observan muchas manifestaciones depresivas en la niñez. Estas manifestaciones pueden
comenzar en la lactancia con una depresión infantil que se debe a la prolongada ausencia de
la figura materna; en los adultos y otros niños los prerequisitos son rigidez e infantilismo,
mucho de los depresivos no tienen noción del peligro, es así que los accidentes fatales de la
niñez surge de elementos depresivos no reconocidos en los niños; por lo general los adultos
tienden a atribuir dichos accidentes a la inexperiencia infantil, pero no se dan cuenta que el
niño se ha colocado voluntariamente en muchas situaciones que los niños de su edad habrían
evitado y por último le ocurrió un desastre (Finch, 1970).
El componente fisiológico, pérdida de peso, deshidratación, etc. , pueden ser síntomas de
depresión. La teoría del duelo ha puesto presente la pérdida del objeto que es representante
de la depresión, el cual presenta tres etapas, la de protesta, de desesperación y de reparación.
Si la pérdida del objeto ha sido transitoria el individuo contiene en sí mismo no solamente su
propia individualidad sino también la del objeto abandonado. En tales condiciones el niño
deprimido se siente insignificante y sin valor, como si hubiese perdido lo más valioso de sí
mismo.
La depresión puede llevar al niño al suicidio. Se ha considerado que el gesto suicida se da
con más frecuencia en las niñas que en los niños, debido a la presencia de un trastorno
emocional, porque no son amados o por tener un sentimiento de culpabilidad. La depresión
está considerada entre las diez causas más importantes de la muerte (Cobos, 1972).
La depresión es propia de los niños de corta edad sujetos de carencias afectivas. Los
trastornos depresivos pueden producirse en sujetos propensos a raíz de las crisis
de identidad propia de la adolescencia. La evolución normal del niño comporta una serie de
pérdidas y renuncias a objetos placenteros, para acceder a otros más elaborados. Lo que
diferencia al niño normal del depresivo es que éste reacciona frente a tales pérdidas con una
actitud de excesiva resignación que demuestra dificultades para canalizar su agresividad y
que acaba convirtiéndose en abulia, apatía y autodesprecio (Lluis, 1986).
La depresión puede ir acompañada con una gran variedad de trastornos físicos y psíquicos.
Abdreasen (1982) señaló que la depresión gira con el entorno afectivo (Consúltese en
Cantwell y Carlon, 1987).

ALGUNOS TRASTORNOS DE APRENDIZAJE


APRAXIA
Alteración de la capacidad de realizar con destreza movimientos voluntarios,
coordinados. Este trastorno es provocado por alteraciones graves de la organización
psíquica que consiste en movimientos simétricos asociados.
Se presenta cuando los movimientos del niño son lentos y mal coordinados; también si
no puede reproducir figuras gráficamente o con el gesto y cuando hay una
desorganización del esquema corporal.
Se manifiesta por la dificultad de imitar gestos simples o complejos y el
desconocimiento de las partes de su cuerpo.
Para su tratamiento de sugiere la utilización de ejercicios motores frente a un espejo,
imitando al terapeuta, quien en casos muy severos puede usar abatelenguas o manipular
los labios del enfermo, para tratar de acomodarlo en la posición correcta.
Afectan especialmente al aprendizaje de la escritura y de la geometría. Ambos
aspectos solo pueden manejarse a partir de un cierto grado de la organización de la
motricidad.
La apraxia se produce por daño encefálico (p. ej., por infarto, tumor, o traumatismo) o
degeneración, en general en los lóbulos parietales o sus conexiones, donde se retienen los
recuerdos de los patrones de movimiento aprendidos.
Menos veces, la apraxia resulta del daño sufrido en otras áreas del cerebro, como la corteza
premotora (la parte del lóbulo frontal situada por delante de la corteza motora), otras partes
del lóbulo frontal o el cuerpo calloso o la existencia de una afectación difusa vinculada a
las demencias degenerativas.

Signos y síntomas

Los pacientes con apraxia no pueden conceptualizar ni ejecutar tareas motoras complejas a
pesar de tener intactos los sistemas motor, sensitivo y de la coordinación y de ser capaces
de realizar cada movimiento integrante particular. Habitualmente, los pacientes no
reconocen su déficit.

Los tipos comunes de apraxias pueden incluir

 Apraxia ideatoria: los pacientes con apraxia ideatoria no pueden percibir el


propósito de una tarea compleja previamente aprendida y por lo tanto no pueden
planificar o ejecutar los movimientos voluntarios necesarios en la secuencia correcta.
Por ejemplo, pueden ponerse los zapatos antes que las medias.
 Apraxia ideomotora: este tipo de apraxia es la más común. Cuando se les pide a los
pacientes con apraxia ideomotora que realicen tareas motoras comunes, estos no
pueden hacerlo. Por ejemplo, no pueden imitar acciones como decir adiós o mostrar
cómo se usa una herramienta (p. ej., cepillo de dientes, martillo).
 Apraxia conceptual: este tipo de apraxia es similar a la ataxia ideomotora, pero
además se caracteriza por una alteración de la capacidad para utilizar las herramientas
correctamente. Por ejemplo, cuando se les da un destornillador, los pacientes pueden
intentar escribir con él como si fuera un bolígrafo.
 Apraxia de la construcción: los pacientes con apraxia de construcción no pueden
dibujar, construir o copiar un objeto a pesar de que entienden la tarea y tienen la
capacidad física para hacerlo. Por ejemplo, los pacientes no lograrán una figura
geométrica sencilla aunque sean capaces de verla y reconocer el estímulo, sostener y
utilizar un bolígrafo y entender la actividad.
Diagnóstico
 Pruebas neurológicas junto a la cama del paciente
 Pruebas neuropsicológicas

 Neuroimágenes

El examen realizado junto a la cama del paciente consiste en pedir al paciente que ejecute
tareas aprendidas comunes (p. ej., saludar, dejar de caminar o comenzar a hacerlo, peinarse
el cabello, encender o apagar un fósforo, abrir una cerradura con una llave, utilizar un
destornillador o tijeras, realizar una inspiración profunda y mantenerla). Se debe evaluar la
fuerza y la amplitud del movimiento para descartar debilidad y alteraciones
musculoesqueléticas como causa de los síntomas.

Las pruebas neuropsicológicas o la valoración por parte de un psicoterapeuta o un terapeuta


ocupacional pueden ayudar a identificar apraxias más sutiles. Las pruebas
neuropsicológicas son pruebas estandarizadas que proporcionan información sobre la
integridad estructural y funcional del cerebro. Evalúa la inteligencia, la función ejecutiva
(p. ej., planificación, abstracción, conceptualización), la atención, la memoria, el lenguaje,
la percepción, las funciones sensitivas, la motivación, el estado de ánimo y la emoción, la
calidad de vida y la personalidad.

Habría que preguntar a los cuidadores acerca de la capacidad del paciente para realizar
actividades de la vida diaria, sobre todo aquellas que involucran herramientas domésticas
(p. ej., el uso correcto y seguro de utensilios para comer, el cepillo de dientes, los utensilios
de cocina para preparar la comida, un martillo y las tijeras) y la escritura.

Las técnicas de imagen cerebral (p. ej., TC, RM, con protocolos angiográficos o sin ellos)
son necesarias para diagnosticar y caracterizar las lesiones encefálicas (p. ej., infarto,
hemorragia, masa, atrofia focal).

Pronóstico
En general, los pacientes con apraxia se tornan dependientes y requieren ayuda con las
actividades de la vida cotidiana y, por lo menos, cierto grado de supervisión. Si han sufrido
un accidente cerebrovascular, su curso puede seguir estable e incluso mejorar.

Tratamiento
 Fisioterapia y terapia ocupacional

No existe ningún tratamiento médico específico para la apraxia. Los fármacos que retardan
el avance sintomático de la demencia no parecen ofrecer ningún beneficio.

La fisioterapia y la terapia ocupacional pueden mejorar levemente el funcionamiento, pero


más a menudo sirven para aumentar su seguridad en el medio y proporcionar dispositivos
que ayudan a los pacientes a superar el déficit primario.

DISPRAXIA

La dispraxia es una debilidad motriz generalizada o circunscrita a ciertas habilidades. Si


además existe algún problema en el área buco-linguo-facial puede haber trastornos en el
lenguaje. Dispraxia se le llama algunas veces al "síndrome de niño torpe". El niño (o adulto)
con dispraxia puede ser crónicamente torpe, o propenso a accidentes, y también puede ser de
movimientos motores muy pobres. Por ejemplo, al niño se le puede dificultar mucho tomar
un lápiz entre sus dedos y batallar tremendamente con la escritura. Precisamente por su pobre
coordinación motriz, el niño también pueda encontrarse con que le es imposible andar en
bicicleta o agarrar una pelota.

Los síntomas asociados a la dispraxia suelen ser los siguientes: equilibrio pobre, postura
torpe, pobre coordinación manos-ojos, falta de ritmo, torpeza, dificultades en motricidad fina,
falta de coordinación, dificultad para expresarse por escrito, dificultad en concentración,
dificultad para procesar información, pobres habilidades de organización, pobres habilidades
sociales, cansancio extremo, dificultad para realizar múltiples tareas.

La dispraxia o trastorno del desarrollo de la coordinación es uno de los trastornos del


neurodesarrollo, en el que los niños y niñas que la sufren muestran una gran dificultad a la
hora de realizar actividades y movimientos coordinados, supongan gestos simples o acciones
que impliquen una secuenciación de movimientos.
Síntomas
Los síntomas más evidentes son la presencia de torpeza, descoordinación y
lentitud motoras, interfiriendo con la vida habitual y el desarrollo del sujeto. Es frecuente
que se tengan dificultades en el mantenimiento postural y a la hora de realizar actos que
requieran movilidad fina, precisando de ayuda para realizar acciones básicas.
También pueden aparecer comportamientos inmaduros y dificultades sociales. No es
infrecuente que existan problemas comunicativos. Sin embargo estas alteraciones no tienen
que ver con la existencia de ninguna discapacidad psíquica, teniendo quienes padecen
dispraxia una inteligencia normal.
A diferencia de la apraxia, en que se pierden facultades adquiridas previamente, la dispraxia
se caracteriza porque el sujeto nunca ha llegado a desarrollar la capacidad de secuenciar
correctamente sus movimientos. Es frecuente que los primeros síntomas ya sean observables
durante los dos primeros años de edad, siendo común que presenten retrasos en el
desarrollo de la motricidad y tarden más de lo habitual en alcanzar algunos de los hitos del
desarrollo.
Aunque surge durante la infancia también se observa en adultos, siendo importante iniciar el
tratamiento cuanto antes de cara a disminuir el estigma social y las posibles consecuencias a
lo largo del desarrollo. Tiende a haber comorbilidad con otros trastornos, tales como otros
problemas motores o con TDAH.

Tipos de dispraxia
Al igual que ocurre con las apraxias, existen diferentes tipos de dispraxia en función del tipo
de en qué parte del proceso de movimiento o del organismo se produzca la dificultad.
Destacan especialmente cuatro tipos.
1. Dispraxia ideacional
Este tipo de dispraxia se caracteriza por el hecho de que el problema no es únicamente a nivel
motor, sino que el sujeto presenta dificultades para planificar a nivel de idea la secuencia
de movimientos necesarios para realizar una acción concreta.
2. Dispraxia ideomotora
En la dispraxia ideomotora la principal dificultad se encuentra de en el seguimiento de la
cadena de movimientos necesarios para llevar a cabo una acción sencilla. La dificultad se da
únicamente a nivel motor, pudiendo el sujeto realizar la acción correctamente en la
imaginación. A menudo la dificultad se vincula a la utilización de un instrumento u objeto.
3. Dispraxia constructiva
Se trata de un tipo de dispraxia en la que quien la padece tiene dificultades para entender las
relaciones espaciales y actuar conforme a ellas. Por ejemplo, un niño con este problema
tendrá problemas para realizar una copia de una imagen o a la hora de organizarse.
4. Dispraxia oromotora o apraxia verbal
En este tipo de dispraxia el sujeto presenta dificultades en la coordinación de los movimientos
necesarios para comunicarse oralmente, a pesar de saber qué quiere decir. Se dificulta
producir sonidos inteligibles.
Causas de la dispraxia
Las causas de la aparición de la dispraxia no son totalmente conocidas, pero se sospecha de
que se deben a alteraciones existentes a lo largo del neurodesarrollo que generan que las áreas
cerebrales vinculadas a la integración de la información motora y su secuenciación no
maduren correctamente. Estas áreas cerebrales están ubicadas en la parte posterior de los
lóbulos frontales y alrededor de la cisura de Rolando.
Por lo general se debe a causas innatas, pero puede verse provocada por lesiones,
enfermedades y traumatismos durante la infancia.
Tratamiento y estrategias terapéuticas
La dispraxia es un trastorno que no tiene un tratamiento curativo, si bien es posible emplear
diferentes estrategias de cara a mejorar la adaptación de los afectados al medio y enseñarles
a realizar las diferentes acciones. El tratamiento de la dispraxia es multidisciplinar,
teniendo en cuenta tanto lo clínico como especialmente lo psicoeducativo.
De cara a ayudar a estos menores se emplean a menudo estrategias como la terapia
ocupacional de cara a estimular al sujeto y contribuir a desarrollar su capacidad para el
movimiento. Otro elemento a destacar es la fisioterapia.
La logopedia también suele ser imprescindible de cara a educar al menor y permitirle que
desarrolle la coordinación necesaria para poder emitir palabras correctamente. A nivel
educativo puede ser necesario establecer planes individualizados que tengan en cuenta las
dificultades del menor.
También puede ser de gran utilidad el uso de terapia expresiva o de técnicas que permitan
fomentar la autoestima del niño, que puede estar disminuido ante la percepción de sus
dificultades. El entrenamiento en habilidades sociales también facilita una correcta
vinculación con el medio. La psicoeducación tanto para ellos como para el entorno puede ser
de gran ayuda de cara a facilitar el desarrollo normativo del sujeto y la comprensión de las
dificultades en él existentes.

Alexia
La capacidad de leer es una habilidad fundamental en la sociedad de hoy en día. La vida
académica y laboral exigen por norma general del dominio de esta habilidad.
Es por ello que ya desde la infancia vamos aprendiendo a dotar de significado a las
palabras que formamos mediante el lenguaje escrito, algo que si bien para un adulto puede
parecer relativamente sencillo si se ha hecho desde la infancia requiere de un elevado nivel
de procesamiento y un gran número de operaciones y transformaciones mentales para poder
ser llevado a cabo con éxito.
Sin embargo, en ocasiones personas que han poseído y han desarrollado correctamente
la capacidad de leer pierden por algún motivo dicha posibilidad, perdiendo por completo la
facultad de la lectura. Esta circunstancia se corresponde con la alexia

Es una alteración de la comprensión de letras, sílabas, palabras y frases, no obstante es


más importante el trastorno de la identificación de letras que palabras, cuando la lectura es
posible es una lectura global.
Esta desorganización funcional origina el hecho de que, contrastando con la relativa
facilidad para la escritura espontánea y al dictado, el paciente no puede leer su propia
escriura.

La escritura espontánea del paciente presenta numerosos errores de ortografía y sintaxis,


mostrando la naturaleza de los trastornos que han afectado los valores simbólicos del código
gráfico y sus valores semánticos.
El paciente presenta una perturbación importante del reconocimiento de palabras y frases,
mientras que la identificación de las letras aisladas aparece más conservada.
El tratamiento de ésta tiene por objeto hacer recordar al paciente el procedimiento e
interpretación de los símbolos gráficos de lenguaje que ya ha olvidado.
El afectado puede ser incapaz de deletrear la palabra que acaba de leer correctamente de
manera global, este a su vez duda, vacila y puede emitir la palabra deformada, o sustituirla
por otra con relación conceptual con la palabra correcta.
Tipos de alexia
Si bien la alexia implica la pérdida de la capacidad de lectura no siempre aparece de la misma
manera, pudiendo existir también otras problemáticas o partiendo de diferentes déficits. Entre
los principales tipos podemos encontrar
1. Alexia pura o sin agrafia
Este tipo de alexia es aquel en el que únicamente aparecen dificultades severas o la completa
imposibilidad en el reconocimiento visual de letras o palabras, pudiendo sin embargo el
sujeto escribir correctamente (a pesar de no poder comprender lo que ha escrito). También
se le denomina ceguera para las palabras. Es posible que se reconozca alguna palabra
suelta de uso frecuente para el sujeto.
No es la más habitual, dado que suele implicar una afectación bilateral de tal manera que la
información visual no puede pasar a las áreas que interpretan y generan el lenguaje, en el
hemisferio izquierdo. Suele corresponderse con problemas en la zona occipital del
cerebro, en los giros fusiforme, lingual y/o angular, o el uncus.
2. Alexia central o con agrafia
Al igual que en el caso anterior nos encontramos con una alteración y imposibilidad o gran
dificultad en el reconocimiento de palabras escritas, pero también en su producción. Dicho
de otra manera, en este caso nos encontramos con que el sujeto no puede ni leer ni escribir. Es
posible que también aparezca anomia, teniendo problemas a la hora de identificar objetos
y estímulos visuales más allá de la lectoescritura.
Este tipo de alexia suele corresponderse con lesiones en el giro angular, el cual se encarga de
procesar la información de tal modo que la grafía o letras se pasan a fonemas o sonidos y
viceversa, algo necesario tanto para leer como para escribir. También se relaciona con
lesiones en los parietales o en las fibras procedentes de lóbulos temporal y occipital.
3. Alexia anterior o con afasia
También llamada alexia frontal, estamos ante una circunstancia en que no sólo se producen
alteraciones a nivel lector sino también en la producción del habla. En este caso la lesión está
producida generalmente a un nivel más frontal, siendo su funcionalidad parecida a la de un
sujeto con afasia de Broca. Suele ser habitual que existan menos problemas con palabras
familiares para el sujeto que en comparación al resto de alexias.
Diferenciación con otras situaciones
Es importante tener en cuenta que en la alexia nos estamos enfrentando a una situación en
que el sujeto ya sabía previamente leer y se ha producido una pérdida de dicha capacidad, no
siendo considerable como alexia los casos de aquellas personas que nunca han aprendido a
hacerlo, es decir, de analfabetismo.
También es relevante diferenciarlo de la dislexia evolutiva, que sería aquel trastorno del
neurodesarrollo (lo que implica que a nivel neuronal lo que existe es una organización atípica
del desarrollo cerebral y no una lesión propiamente dicha) en el que aparece una dificultad
para la lectoescritura que aparece desde la infancia y en que nunca ha habido un grado de
capacidad mayor del que el sujeto expresa en ese momento (no siendo una pérdida sino más
bien una dificultad).
Por último, cabe destacar que la alexia no es derivada de la ausencia de percepción
visual propiamente dicha: el sujeto puede ver las palabras y sus ojos funcionan con suficiente
precisión como para percibirlas, siendo el problema la codificación y transformación de éstas
en algo significativo.
Posibles causas
Se considera que la alexia es un tipo de agnosia y una alteración de la lectoescritura generada
por algún tipo de lesión cerebral. Pero las causas de dicha lesión puede variar enormemente.
Hay también que tener en cuenta que la lesión puede aparecer en diferentes localizaciones
del sistema nervioso, desde en los giros angular y/o supramarginal hasta las fibras
procedentes de lo lóbulos occipital o temporal, pasando por los giros lingual y fusiforme
entre otros. Entre las principales causas de aparición de la alexia podemos encontrar los
siguientes acontecimientos.
1. Accidente cerebrovascular
Una de las principales causas de alexia es el padecimento de algún tipo de accidente
cerebrovascular o ictus, estemos hablando de una isquemia (bloqueo del vaso sanguíneo que
impide que la sangre llegue a determinadas zonas) o hemorragia (ruptura del vaso).
Dependiendo de las zonas afectadas, la muerte del tejido cerebral puede provocar la
pérdida de la capacidad de lectura.
2. Traumatismo craneoencefálico
Otro motivo clásico para la aparición de la alexia es el hecho de haber sufrido algún tipo de
traumatismo craneoencefálico. Accidentes de tráfico, accidentes laborales o agresiones son
algunas de las causas que hacen que puede aparecer algún tipo de alexia.
3. Demencias y otros trastornos neurodegenerativos
La alexia puede aparecer a lo largo del deterioro generado por algún tipo de demencia, como
el Alzheimer, o de otros trastornos semejantes. Dependiendo del trastorno en sí la dificultad,
empeoramiento e imposibilidad para la lectura puede aparecer en diferentes fases de la
enfermedad.
4. Tumor cerebral
Otra posible causa de la alexia se encuentra en la aparición de tumores cerebrales que afecten,
pincen o compriman las áreas cerebrales y fibras nerviosas implicadas en el proceso de
lectura.
5. Infecciones cerebrales
También puede aparecer la alexia ante determinados procesos infecciosos que terminen
afectando al cerebro. Algunas típicas son la meningitis o la encefalitis.
Tratamiento de la alexia
El tratamiento de la alexia no es sencillo, teniendo en cuenta que estamos ante un fenómeno
derivado de algún tipo de lesión cerebral, y de hecho podemos estar ante un daño permanente.
Sin embargo, ello no implica que no sea posible lograr diferentes niveles de recuperación, en
función de las áreas lesionadas o el grado de afectación de la lesión, o bien de compensación
de funciones.
El tipo de tratamiento dependerá de estos y otros factores, y para su realización se precisará
de un equipo multidisciplinar en el que trabajen disciplinas tales como la neurología o
la psicología, además de otras especialidades sanitarias o incluso sociales.
Lo primero será determinar y tratar la causa de la aparición de la alexia. En su mayoría un
diagnóstico temprano permitirá un mejor trabajo a nivel de tratamiento y puede llegar a evitar
un empeoramiento (por ejemplo, si estamos ante una infección o ante un tumor estos pueden
crecer y generar más daños).
Será necesario emplear un programa de rehabilitación individualizado, siendo habitual
el uso de terapias de lenguaje y diferentes tipos de estimulación cognitiva. La psicoeducación
también ser hará importante tanto para la personas como para su entorno, de cara a que
pueden comprender qué ha ocurrido y que sepan aplicar diferentes medios para que las
dificultades no supongan una limitación. También puede ser importante trabajar la esfera
afectiva, el autoconcepto y la autoestima, que pueden verse alterados por la presencia de
déficits.
AGNOSIA
Incapacidad de reconocer cosas y personas, a pesar de funcionar bien los órganos
sensoriales.
Es causado por falta de atención y poco nivel mental. Este trastorno se manifiesta
cuando un niño es incapaz de recordar o dar un significado, no lo comprende.
Se ayuda al paciente a recordar y afianzar las asociaciones mentales que dan al
lenguaje oral un significado, concepto e interpretación.
En sí, si no se trata, puede producirse una alteración al querer reconocer ciertas
palabras, siempre y cuando en el tratamiento se relacionen la lectura con escritura para
lograr superarlo.

Las agnosias son infrecuentes.


Etiología
La agnosia es el resultado de la lesión (p. ej., por infarto, tumor, absceso o traumatismo) o
de la degeneración de áreas del cerebro que integran la percepción, la memoria y la
identificación (p. ej., demencia de la enfermedad de Alzheimer y de la enfermedad de
Parkinson). El área afectada suele ser la corteza de asociación unimodal para el sentido
afectado.
Tipos
Cada lesión cerebral particular puede causar diferentes formas de agnosia, que pueden
afectar cualquier sentido. Habitualmente, se afecta un solo sentido:
 Audición (agnosia auditiva—la incapacidad para identificar a los objetos a través del
sonido, como un teléfono que suena)
 Sabor (agnosia gustativa)
 Olor (agnosia olfativa)
 Tacto (agnosia somatosensitiva)
 Vista (agnosia visual)
Por ejemplo, los pacientes con agnosia somatosensorial tienen dificultades para identificar
un objeto familiar (p. ej., llave, pasador de seguridad) que se coloca en la mano en el lado
del cuerpo opuesto al daño. Sin embargo, cuando ven el objeto, inmediatamente lo
reconocen y pueden identificarlo.
Otras formas de agnosia suponen procesos muy específicos y complejos de uno de los
sentidos.
La prosopagnosia es la incapacidad de reconocer los rostros perfectamente conocidos,
incluidos aquellos de los amigos cercanos, o de distinguir objetos particulares entre una
clase general, a pesar de la capacidad de identificar rasgos faciales y objetos genéricos. La
prosopagnosia a menudo acompaña el daño del lóbulo inferotemporal, muchas veces con
lesiones pequeñas bilaterales, especialmente en la circunvolución fusiforme.
Anosognosia es la falta de consciencia de que existe un déficit o la falta de conocimiento
de un déficit existente. Suele asociarse con un daño del lóbulo parietal no dominante
derecho (que suele deberse a un accidente cerebrovascular o un traumatismo encefálico
agudo). Los pacientes con múltiples impedimentos pueden no ser conscientes de una
deficiencia pero estar plenamente conscientes de otras. Los pacientes con anosognosia
pueden negar su déficit motor, insistiendo en que nada está mal cuando un lado de sus
cuerpos está completamente paralizado. Si se les muestra la parte paralizada de su cuerpo,
pueden negar que sea suya.
En un fenómeno muchas veces relacionado con él, los pacientes ignoran las partes del
cuerpo paralizadas o desensibilizadas (hemiinatención) o el espacio que las rodea
(inatención unilateral). En este caso, es más frecuente la afectación del lado izquierdo del
cuerpo.
Simultanagnosia es la incapacidad de ver más de un objeto o componente de un objeto a
la vez; los pacientes no pueden percibir una escena completa. Por ejemplo, cuando se les
muestra una foto de una mesa de la cocina con comida y varios utensilios, informan haber
visto un solo objeto, como una cuchara.
El síndrome de Balint es la tríada de simultanagnosia, ataxia óptica (alineación anormal
de los objetivos visuales) y apraxia ocular (incapacidad para controlar los movimientos
oculares voluntarios, aunque los ojos pueden moverse espontáneamente en todas las
direcciones). El síndrome de Balint parece ser una disfunción perceptivo-motora que afecta
la corteza heteromodal de las áreas occipitoparietales dorsales bilaterales.
Las lesiones occipitotemporales pueden causar agnosia asociada con anomalías en la
percepción visual, que incluyen
 Incapacidad para reconocer lugares conocidos (agnosia del medio ambiente)
 Alteraciones visuales (agnosia visual)
 Daltonismo (acromatopsia)
Las lesiones temporales del lado derecho pueden causar
 Incapacidad para interpretar los sonidos (agnosia auditiva)
 Deterioro de la percepción de la música (amusia)
Diagnóstico
 Examen neurológico
 Pruebas neuropsicológicas
 Neuroimágenes
En la cama, se le pide al paciente que identifique objetos habituales con la vista, el tacto u
otro sentido. Si se sospecha una inatención unilateral, se le pide que identifique las partes
paralizadas de su cuerpo u objetos en sus hemicampos visuales.
Se realiza un examen neurológico detallado para detectar déficits primarios en los sentidos
individuales o en la capacidad de comunicar que puedan interferir con las pruebas para
agnosias. Por ejemplo, si existe un defecto leve en el tacto, es posible que los pacientes no
perciban un objeto incluso cuando la función cortical está intacta. Además, las afasias
pueden interferir con la expresión del paciente. Las puebas neuropsicológicas pueden
ayudar a identificar agnosias más sutiles. Las pruebas neuropsicológicas son pruebas
estandarizadas que proporcionan información sobre la integridad estructural y funcional
del cerebro. Evalúa la inteligencia, la función ejecutiva (p. ej., planificación, abstracción,
conceptualización), la atención, la memoria, el lenguaje, la percepción, las funciones
sensitivas, la motivación, el estado de ánimo y la emoción, la calidad de vida y la
personalidad.
Es necesario recurrir a las técnicas de imágenes cerebrales (p. ej., TC o RM con protocolos
angiográficos o sin ellos) para caracterizar una lesión central (p. ej., infarto, hemorragia,
masa) y a fin de controlar la presencia de atrofia que sugiera un trastorno degenerativo.
Pronóstico
La recuperación de la agnosia puede estar influenciada por:
 Tipo, tamaño y localización de las lesiones
 Grado de deterioro
 Edad del paciente
 Eficacia de la terapia
Si la causa es autolimitada o reversible, la mayor parte de la recuperación ocurre dentro de
los 3 primeros meses, pero la recuperación puede continuar en un grado variable hasta
durante un año.
Tratamiento
 Tratamiento de la etiología
 Terapia del habla u ocupacional
Cuando es posible, se trata la causa de la agnosia (p. ej., cirugía o antibióticos para el
absceso cerebral, cirugía o radioterapia para los tumores cerebrales).
La rehabilitación con terapeuta del habla u ocupacional puede ayudar a los pacientes a
aprender a compensar sus déficits.
AGRAFIA

Trastorno caracterizado por la organización de las capacidades para la expresión escrita,


exceptuando los trastornos puramente motores, que lógicamente interfieren en la
escritura.
Imposibilita la comunicación por escrito, con independencia del nivel mental y de
los antecedentes escolares.
Este trastorno, muy a menudo se presenta asociado con trastornos afásicos. Puede
ser innata o adquirida.
El aprendizaje de la escritura en el niño se dificulta, pues se tendrán que formar
centros psicomotores en el lado opuesto a los que funcionaban antes de su enfermedad.
A través de la reeducación de la escritura, se van a fijar nuevamente los modelos de
los mecanismos motokinestésicos y mentales que deben funcionar durante la
realización de este acto.
Por lo que toca a las técnicas aplicadas a este fin, hay que contar con la
imposibilidad física de muchos pacientes para usar su mano derecha, debido a la
hemiplejía que padecen.

DISCALCULIA

Problemas para la ubicación de los números dimencionales. Es un trastorno que


proviene de dificultades específicas en el aprendizaje del cálculo. Se desempeña mal en
aritmética, no comprende la explicación oral del maestro, los problemas que se plantean
y las instrucciones del caso.
El origen de esta trastorno generalmente se atribuye a déficit verbales, espaciales,
secuenciales y cognitivos. Como en el caso de disfasias y dislexias, la discalculia puede
ser adquirida o del desarrollo.
Se manifiesta por un debilitamiento o pérdida de la capacidad de calcular, manipular
los símbolos numéricos o hacer operaciones aritméticas simples.
Las perturbaciones del pensamiento cuantitativo o discalculia, abarcan la
comprensión de los propios principios matemáticos. El niño logra leer y escribir, pero
no calcular.
La discalculia está asociada con un cierto tipo de disfunción neurológica que
interfiere con el pensamiento cuantitativo.

DISFASIA
Es una alteración grave del desarrollo sintáctico y conceptual del lenguaje. Suele
acompañarse de dificultades articulatorias y semánticas, y tiene una grave repercusión sobre
el aprendizaje escolar. Debe remitirse al especialista sin demora.
Falla la correcta integración de los fonemas que componen una palabra, su ordenación,
sucesión y calidad, de lo que resulta un lenguaje bien construido gramaticalmente pero que
cuesta de entender.
No suele acompañarse de errores sintácticos y cede hacia los cinco años. Si no es así será
necesario un tratamiento.
Disfunción cerebral mínima o lesión cerebral mínima
Existe una alteración funcional, como trastornos del aprendizaje como irritabilidad,
hiperestesia, tendencia a la convulsión. Es el comportamiento anormal o imperfecta de
un órgano.
Es causado por desempeño neurológico subóptimo (por debajo de lo normal) que
pudiera causar deterioro dentro de las áreas del funcionamiento cerebral, se producen
manifestaciones de dos tipos: abiertas o grandes y limítrofes o mínimas.
Se manifiesta principalmente si el niño manifiesta signos abiertos, es prueba sólida de
disfunción cerebral; la presencia de signos limítrofes no se considera suficiente para ese
diagnóstico. Al igual si muestra ataques epilépticos, movimientos torpes, poco lapso de
atención, perseverancia y berrinches.
Según el grado de los trastornos, estos pueden variar de mínimo a grave, y
precisamente una gran mayoría de los problemas de aprendizaje corresponde a
manifestaciones limítrofes o mínimas, razón por la que se asegura que la disfunción
cerebral mínima es una causa primaria probable de este tipo de dificultades.
La memoria defectuosa para formas o trazos, el concepto espacial defectuoso y la
inatención visual o táctil, corresponden a manifestaciones limítrofes dentro del área de
función cerebral sensorial; y por último, la epilepsia sin ataques, es una manifestación
mínima dentro del área convulsiva.

La disfasia es un trastorno específico en la adquisición del lenguaje (TEL), que se


produce como consecuencia de un daño cerebral o de condiciones cromosómicas y
genéticas peculiares, manifestándose en una alteración en la comprensión y expresión del
lenguaje. Además, el paciente que sufre disfasia suele tener problemas a la hora de
construir frases y encontrar palabras.
En este sentido, la diferencia que existe entre la disfasia y la afasia está en una alteración
del lenguaje que no tiene un origen orgánico. En cambio, la afasia tiene un origen físico,
que puede ser una lesión cerebral o neurológica, dando lugar a que la persona tenga
dificultades para expresarse oralmente.
La disfasia puede ser de tres tipos diferentes:
 Disfasia expresiva: este tipo de disfasia se clasifica en dos. Por un lado, dispraxia
verbal, que es la incapacidad para realizar los movimientos concretos para generar
los sonidos de manera que el lenguaje es poco fluido. Y por otro lado, la alteración
en la producción fonológica, que se caracteriza por una mala articulación dentro de
las palabras u oraciones, de manera que el discurso es muy fluido, pero es difícil
entenderlos.
 Disfasia de recepción o evolutiva: muestra problemática a la hora de entender al
propio niño o de este para comprender a los demás, de manera que el niño
muestra poco interés para comunicarse con los demás.
 Disfasia combinada: la disfasia combinada se caracteriza por una alteración en la
comprensión del lenguaje y se clasifica en sordera verbal y déficit sintáctico
fonológico. La sordera verbal es la alteración más grave, porque el niño no puede
analizar e interpretar los sonidos y su discurso resulta escaso. Y el déficit sintáctico
fonológico es la incapacidad de analizar frases largas o conceptos abstractos, de
manera que los discursos están formados por oraciones simples.
Pronóstico de la disfasia
No se trata de una enfermedad que pueda hacer peligrar la vida del paciente.
Sin embargo, puede afectar enormemente a la capacidad de expresión y a la forma
de relacionarse del paciente, en función del grado de afectación que este tenga.
Síntomas de la disfasia
Los síntomas suelen estar relacionados con el lenguaje.
Los más habituales son:
 Pocas intenciones de comunicarse con los demás
 Omisión de elementos gramaticales al formular una frase
 Dificultad para los pronombres personales
 Poca riqueza de vocabulario
 Verbos empleados en infinitivo
 Alteración en la comprensión
 Utilización de muchos gestos
 Dificultad para recordar y repetir frases largas
Las causas pueden tener asociación con problemas en la adquisición o maduración del
lenguaje. No obstante, la causa principal es por daño cerebral, el cual puede ser producido
por:
 Demencia
 Traumatismos craneoencefálicos
 Enfermedad de Parkinson
 Epilepsia
 Accidente cerebrovascular
 Alzheimer
 Epilepsia
 Falta de oxígeno al nacer
 Meningitis
 Encefalitis
 Factores hereditarios
 Alteración de los órganos implicados en el lenguaje
¿Se puede prevenir?
No es posible prevenir la disfasia, ya que en la mayoría de los casos proviene de factores
genéticos o que están fuera del alcance humano, tales como traumatismos en la cabeza,
falta de oxígeno al nacer, herencia genética, etc.
Tratamiento para la disfasia
Existen diferentes estrategias de aprendizaje para el tratamiento de la disfasia.
Las más efectivas o más utilizadas por los especialistas son:
 Ejercicios para distinguir sonidos
 Trabajar la memoria auditiva
 Ejercicios de aumento del vocabulario
 Ejercicios buco-faciales
 Ejercicios para organizar el campo semántico
 Otras actividades (comprensión verbal, ejercicios morfosintácticos, de
estructuración de frases, etc.)

DISLEXIA
Dificultad para interpretar o generar el lenguaje, especialmente el lenguaje escrito. Es
una confusión que el niño presenta al escribir y se da, por ejemplo, en la posición de
algunas consonantes, confundiendo la d por la b o la p con q.
Déficit en la recepción, expresión y/o comprensión de la información escrita que se
manifiesta en dificultades persistentes para leer. Si bien no tiene causa orgánica, se
observan asimetrías entre los hemisferios del cerebro, siendo el izquierdo el que se
encuentra más deteriorado y es justamente el encargado de asociar el fonema al grafema
correspondiente. Esto último indica la dificultad de los niños disléxicos para poder leer.
Existen dos tipos diferentes de dislexia, que se diferencian por utilizar distintas
estrategias para leer: perceptivo-visual, y auditivo-lingüístico.

La dislexia es un trastorno específico del aprendizaje incluido dentro de la categoría de


trastornos del neurodesarrollo.
Es posible que si hablamos de dislexia ese nombre os resulte familiar, incluso quizá alguno
de vosotros tenga alguien en su familia o conozca alguna persona que la padezca. No en vano
este trastorno del aprendizaje es uno de los más comunes.
Este trastorno del neurodesarrollo tiene como principal característica un deterioro en
el reconocimiento de las palabras durante la lectura, este hecho tiene como consecuencia
la disminución de la compresión lectora, así como también una forma de leer insegura. Esto
desemboca en una alta probabilidad de fracaso escolar.
Como ocurre en la mayoría de los casos en los que está presente algún tipo de trastorno, la
detección y la intervención precoz son factores esenciales para un mejor pronóstico y la
reducción y superación de las consecuencias de los déficits provocados por la dislexia.
a dislexia viene definida por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM, en su versión 5) como un trastorno específico del aprendizaje incluido dentro de
la categoría de trastornos del neurodesarrollo.
Las personas con dislexia experimentan dificultades no solo en la lectura sino también en
la escritura y las matemáticas. También pueden aparecer déficits relacionados con la
velocidad de procesamiento, las habilidades motrices, la percepción visual o auditiva, la
memoria a corto plazo, la organización, el lenguaje hablado o la secuenciación.
Hablamos de un trastorno del neurodesarrollo, lo cual le proporciona un carácter crónico,
es decir, estará presente durante toda la vida de la persona. Por lo que las personas con
dislexia aprenden técnicas y estrategias para mejorar su capacidad lectora y
sobreponerse a esas dificultades.
El hecho de que sea un trastorno del aprendizaje puede llevarnos a error y pensar que afecta
a la inteligencia, pero nada más lejos de la realidad.

Principales síntomas de la dislexia


Los principales síntomas de las dislexia son los siguientes, aunque conviene aclarar que cada
caso es único y aunque exista una sintomatología general las diferencias individuales
determinaran no solo el grado de cada uno de estos síntomas sino incluso su presencia o no
en el cuadro de un individuo.
 Pueden aparecer problemas en la lateralidad.
 Las nociones temporales y espaciales pueden estar alteradas.
 Confusión de palabras que presentan una pronunciación similar.
 Puede aparecer una dificultad para articular o pronunciar algunas palabras.
 Invertir las letras o los números y cambiar su orden.
 Aparece una lectura con muchos errores.
 Problemas de concentración durante la lectura o la escritura.
 Dificultades para aprender rutinas y seguir instrucciones.
 Problemas de equilibrio.
 Problemas con la memoria a corto plazo.
 Dificultad para la organización de pensamientos.
 Problemas relacionados con el mantenimiento de la atención.
 Dificultad para las matemáticas.
 En algunos casos pueden aparecer incluso dificultades en el habla.

Señales de la dislexia
Sin duda, una señal clave para detectar la dislexia en un niño, es apreciar dificultad en la
codificación de palabras, es decir, en la aparición de problemas a la hora de convertir las
palabras escritas en sonidos y usar esos sonidos para poder leer con fluidez.
Esta dificultad viene determinada por problemas en una destreza que se considera más
básica, la conciencia fonológica. Consiste en la habilidad que nos permite reconocer los
sonidos individuales dentro de las palabras. Estos déficits pueden hacerse visibles en la etapa
preescolar.
También existen casos en los que los indicios aparecen de forma más tardía y están
relacionados con habilidades más complejas como pueden ser: la comprensión lectora, la
gramática, la fluidez lectora, la estructura de las oraciones o la escritura que requiere
más detalle.
También es frecuente que las personas con dislexia eviten leer no solo en público sino
también para si mismos. Sus dificultades a la hora de leer pueden generarles ansiedad e
incluso frustración y por ello prefieren no hacerlo.
Las señales que pueden aparecer y que pueden ayudarnos a identificar un caso de dislexia
pueden variar en función de la edad y también de la persona. A continuación, veremos
algunos ejemplos:
Edad Preescolar:
 Existen dificultades para reconocer si dos palabras riman entre sí.
 Les resulta difícil eliminar el sonido inicial de una palabra.
 Existe dificultad para aprender palabras nuevas.
 Dificultad para reconocer las letras y asociarlas de forma adecuada con su sonido.
Primaria:
 Existen dificultades para eliminar el sonido medio dentro de una palabra.
 Dificultades al mezclar sonido para crear una palabra.
 Es frecuente que no reconozcan palabras que les son familiares a simple vista.
 Olvidan la escritura de palabras que ya han aprendido.
 Presentan muchas dificultades para resolver problemas matemáticos.
Secundaria y bachillerato:
 Se produce la omisión de palabras en la lectura en voz alta.
 Presencia de abundantes faltas de ortografía.
 De forma frecuente tienen que volver a releer lo anteriormente leído.
 Su nivel de lectura es inferior a su nivel académico.
 Prefieren las preguntas tipo test a las de respuesta libre o de desarrollo.

Clasificación y tipos de dislexia


En el caso de la dislexia, como ocurre en un gran número de trastornos, se pueden hacer
varias clasificaciones en función de los criterios que se consideren. Nosotros estableceremos
dos clasificaciones:
Según la causa de aparición:
 Dislexia adquirida: Aparece como consecuencia de algún tipo de lesión cerebral
concreta.
 Dislexia evolutiva: No se encuentra provocada por ninguna lesión. Esta presente en
el individuo, pero empiezan a verse las primeras señales en la edad escolar.
Según los síntomas predominantes:
 Dislexia fonológica: Predomina el mal funcionamiento de la ruta fonológica por lo
que la persona realiza un tipo de lectura global en las que las palabras se reconocen
como un todo y no se descomponen en partes. Por ello se producen dificultades en
la decodificación de palabras desconocidas o pseudopalabras.
También se producen dificultades de lexicalización (lobo/lopo), errores visuales
(pena, pera) o derivativos (amasadora/ amasar).
 Dislexia superficial: Cuando el sujeto lee predomina la ruta fonológica. Esta nos
permite descomponer las palabras en partes más pequeñas. Las dificultades
aparecerían en aquellos casos en los que la escritura no se corresponde de forma
directa con la pronunciación de la palabra, lo que se conoce como palabras
homófonas.
Las personas con dislexia superficial cometen errores de regularización, vacilación,
silabeo, repetición, acentuación y además presentan una lectura lenta.
 Dislexia profunda o mixta: En este tipo se encuentran dañados tanto el proceso de
lectura fonológica como el visual. Son frecuentes los errores de tipo semántico.

Posibles causas
Como ocurre con otros muchos trastornos aún no están claras las causas exactas de la
dislexia, aunque se sabe que el factor genético juega un papel importante en ese origen.
Dentro de las posibles causas de la dislexia podemos nombrar:
 Carga genética: Es relativamente frecuente que este trastorno aparezca en miembros
de la misma familia. Un 40% de las personas con dislexia tienen hermanos que
también la padecen. Este porcentaje es algo mayor con los progenitores siendo el 49%
las personas con dislexia cuyo padre o madre presenta esta dificultad. También se ha
encontrado un grupo de genes relacionados con la dificultad lectora y el
procesamiento del lenguaje.
 Anatomía y actividad del cerebro: Los estudios realizados con técnicas de
neuroimagen han mostrado diferencias significativas entre personas con dislexia y
personas normotípicas. Dichas diferencias están ubicadas en áreas que se encuentran
relacionadas con la lectura.
Otros estudios, por su parte, muestran un cambio en la actividad cerebral de aquellas personas
con dislexia que reciben un tratamiento adecuado.

Otras dificultades con comorbilidad con la dislexia


Es posible y de hecho suele ser bastante común que la dislexia presente comorbilidad con
otros trastornos u otras dificultades. Esta comorbilidad implica que una persona con dislexia
puede tener otro trastorno asociado que complique la intervención y el pronóstico. Por ello
una buena evaluación se muestra como un proceso esencial con el fin de diseñar un protocolo
de acción personalizado lo más eficaz posible.
Algunos trastornos o dificultades que pueden coexistir con la dislexia e incluso en algunos
casos llegar a confundirse con ella, son los siguientes:
 Trastorno de Déficit de Atención (TDA): Puede aparecer o no la Hiperactividad, si
aparece estaríamos hablando de TDAH, Trastorno de Déficit de Atención con
Hiperactividad. Las personas con TDA tiene dificultades de concentración y por tanto
para leer. Aunque existe una comorbilidad alta entre la dislexia y el TDA, no deben
confundirse. Puede ocurrir que un niño se porte mal en clase como respuesta a la
frustración que le supone enfrentarse a la lectura y no porque tenga ningún trastorno
asociado.
 Dificultades relacionadas con la función ejecutiva: Los déficit que se relacionan
con la función ejecutiva pueden afectar de forma directa a determinadas habilidades
que influyen en los procesos de aprendizaje. Dentro de estas funciones podríamos
incluir la capacidad de organización, la memoria funcional y la flexibilidad de
pensamiento.
 Poca velocidad de procesamiento: Puede afectar de forma significativa a la lectura.
Las personas con una velocidad de procesamiento más lenta tardan más en captar,
procesar y responder a la información que se les presenta. Este hecho tiene como
consecuencia una mayor dificultad para leer y poder comprender el significado de lo
que se ha leído.
 Dificultades en el procesamiento auditivo: Evidentemente resulta un hándicap para
organizar los sonidos que son escuchados. Esto provoca que personas con un
Trastorno de procesamiento auditivo tengan problemas para diferenciar entre los
sonidos de las letras y para pronunciar de forma correcta las palabras nuevas.
 Dificultades en el procesamiento visual: Cuando existe algún déficit del
procesamiento visual, sobre todo los niños, pueden quejarse de visión borrosa o de
que las letras se mueven por toda la página. Puede aparecer la inversión de las letras
en la escritura y también los problemas para no salirse de la línea.
 Disgrafia: Puede afectar a la habilidad de una persona para realizar el trazo y la
pronunciación tanto de números como de letras. Además también dificulta de una
manera sustancial la expresión escrita. Suele tener una comorbilidad alta con la
dislexia.
 Discalculia: Interfiere y dificulta los cálculos matemáticos y también aumenta la
dificultad de aprender a contar. Como ocurre en el caso de la Disgrafia, la Discalculia
también tiene una alta comorbilidad con la dislexia.

Formas de evaluación
Aunque hayamos percibido algunas señales que parezcan indicar que estamos ante un caso
de dislexia, es necesario corroborar esas sospechas por medio de una evaluación
profesional que nos permita llegar al diagnóstico adecuado.
Al tratarse la dislexia de un trastorno que dificulta la lectura, la detección de las señales y la
posterior evaluación se hace por medio de la intervención del equipo educativo del
colegio, en concreto el área de orientación. Esta evaluación también podría llevarse a cabo
por medio de algún profesional privado.
El hecho de que un niño o niña sea diagnosticado por su centro educativo le permitirá poder
acceder a apoyos educativos y adaptaciones personalizadas que irán encaminadas a
superar sus déficits y a facilitar su aprendizaje.
Conviene aclarar que antes de adentrarse en la evaluación de una persona para determinar si
presenta dislexia, es necesario descartar que hay cualquier otro motivo médico que esté
causando las señales que nos han llevado a pensar en este trastorno de aprendizaje. Por
ejemplo, la dificultad para leer puede ser debida a un problema visual o auditivo y no a
la dislexia.
La evaluación podrá ser realizada por un psicólogo escolar, un psicólogo clínico o sanitario
o por un neuropsicólogo pediátrico. Estos profesionales no solo determinarán si existe o no
dislexia sino también si se da la coexistencia de esta con otro trastorno como puede ser TDA
o la ansiedad, por ejemplo.

Intervención
Actualmente la dislexia se detecta en la edad escolar y es precisamente en este ambiente
educativo donde se interviene. Estas medidas de intervención suelen ser llevadas a cabo en
los centros por equipos multidisciplinares que pueden incluir: maestros de educación
especial, especialistas en lectura, logopedas y psicólogos.
Algunos de los métodos utilizados para favorecer el aprendizaje de la lectura en niños con
dislexia provienen del enfoque Orton-Gilligham, que fue el primero en usar instrucción
estructurada, de forma secuencial y de carácter multisensorial.
A través de esta metodología se trabaja con los niños la conciencia fonológica pero
también otros aspectos claves para la lectura como la decodificación, el reconocimiento de
palabras, la fluidez lectora o la ortografía.
Ejemplos de ejercicios que usan los profesionales para trabajar con niños con dislexia:
 Formar palabras: Al niño se le presentan letras de forma desordenada y tiene que
formas una palabra con ellas. Con este ejercicio se trabaja vocabulario y memoria de
trabajo.
 Discriminación visual de palabra real: Se presenta al niño un listado de palabras.
En ese listado solo una existe de verdad. El niño deberá indicarnos cual es.
 Discriminación de palabras y pseudopalabras: Se elige una palabra diana que
podrá ser real o una pseudopalabra. Realizamos una lectura de palabras y
pseudopalabras y el niño deberá indicárnoslo cada vez que escuche la palabra diana.
Se trabaja la discriminación y la atención selectiva.
 Encontrar letras concretas en palabras: En un listado de palabras el niño deberá
indicarnos aquellas que contienen determinadas letras. Trabaja la atención selectiva.
 Encontrar el nombre correcto de una imagen: Se le presenta al niño una imagen y
este deberá encontrar en un listado de palabras el nombre que se corresponde con la
imagen. Trabaja la discriminación.

DISGRAFIA
Incapacidad de reproducir total o parcialmente rasgos escritos. Se trata de un trastorno en
el que el niño tiene fuertes dificultades para escribir inteligiblemente. Este problema suele
tener una base ansiosa aunque en ocasiones puede tratarse de una verdadera dispraxia: en
estos casos la dificultad motriz no sería simplemente "tensional", es decir, debida a un
bloqueo psicomotor de origen emocional, sino expresión de un bloqueo ideopráxico de
base neurológica.
Se recomienda la derivación de estos niños a un equipo multi profesional para
diagnóstico y seguimiento, desde el momento en que se observen dificultades de
aprendizaje o trastornos de conducta social y de relación.

La disgrafía es un trastorno neurológico de carácter funcional que afecta a la escritura,


concretamente al trazado o a la grafía. Frecuentemente, las personas que padecen este
trastorno muestran dificultades en el control de la escritura, ya que el control de esta es
un acto neuro-perceptivo motor que se ve afectado en la disgrafía.

a disgrafía es un trastorno que afecta al desarrollo y la adquisición de la habilidad


escritora de las personas, provocando, sobretodo, dificultades en las escrituras libres, en los
dictados y en el copiado de un texto ya escrito.
Además, la disgrafía se debe diferenciar de algunos casos, como tener mala letra, las
dificultades generales propias de la edad en la que se da el proceso de aprendizaje de la
escritura, la dislexia. Así pues, la disgrafía se distingue de esos casos ya que las personas que
padecen este trastorno tienen dificultades para recordar y dominar automáticamente los
movimientos motores necesarios para escribir letras o números y formar palabras. Por lo
tanto, la disgrafía afecta a la habilidad escritora y a la ortografía, tanto a la escritura de
palabras completas y textos como de letras aisladas.
Características de la escritura en la disgrafía
Las personas que padecen disgrafía acostumbran a compartir una serie de características en
su escritura. Las características de la escritura en la disgrafía son:
 Letra difícil de entender.
 Escritura en espejo: letras escritas como si fueran el reflejo de un espejo, es decir, al revés.
 Espacios incorrectos o irregulares de las letras y palabras: palabras juntas o sílabas
separadas.
 Mala presentación: sucia y con marcas de haber borrado palabras para escribirlas de nuevo.
 Letra irregular tanto en forma como en tamaño.
 Letras mayúsculas y minúsculas usadas incorrectamente.
 Mala postura corporal y manera incorrecta de coger el lápiz a la hora de escribir.
 Escriben de manera lenta y torpe, con errores.
 Eliminación u omisión de letras.
 Letras invertidas.
 Confusión de letras: por ejemplo, cambiar una “a” por una “e”.
 Inclinación de las letras.
 Inclinación del renglón, dando lugar a un texto torcido.
 Trazo grueso y apretando fuerte o muy suave casi sin dejar rastro de lo que se escribe.

Tipos de disgrafía
Cuando hablamos de los tipos de disgrafía, debemos diferenciar dos grandes clasificaciones
que, cada una de ellas incluye diferentes tipos de disgrafía:
Disgrafía adquirida
La disgrafía adquirida consiste en dificultades en la escritura debida como consecuencia de
una lesión cerebral en personas que ya sabían escribir, por ejemplo, personas que han
sufrido un traumatismo en una zona determinada de la cabeza. En la disgrafía adquirida,
podemos diferenciar las disgrafías centrales y las disgrafías periféricas:
1. Disgrafía adquirida central: este tipo de disgrafía afecta a los aspectos lingüísticos
implicados en la escritura de las palabras. Dentro de la disgrafía adquirida central
encontramos tres tipos distintos:
 Disgrafía adquirida fonológica: este tipo de disgrafía se da cuando la ruta fonológica se ve
afectada, en esta ruta no se reconocen las palabras en su totalidad, sino que se reconocen
unidades pequeñas como las sílabas y las letras. Esta disgrafía da lugar a dificultades para
comprender las reglas de conversión grafema-fonema, es decir, para relacionar el sonido y
la pronunciación de las palabras con su forma de escribirlas, por lo tanto, las personas que
padecen esta disgrafía suelen cometer errores cuando escriben palabras desconocidas, que
no forman parte de su escritura cotidiana. Por ejemplo, la letra “g” cuando se pronuncia sola
tiene una entonación distinta a cuando se une a la palabra “gato”.
 Disgrafía adquirida superficial: este tipo de disgrafía se da cuando se ve afectada la ruta
visual, ruta que permite reconocer las palabras, pero no permite descodificar palabras sin
comprenderlas o sin conocerlas con anterioridad. Por esta razón, las personas acostumbran
a escribir lentamente e incluso deletreando las palabras, presentan errores ortográficos,
problemas en la memoria visual, dificultades para escribir palabras difíciles y desconocidas
o poco usuales en su día a día, entre otros.
 Disgrafía adquirida profunda: este tipo de disgrafía se da cuando se ven afectadas las dos
rutas anteriores (visual y fonológica). Esta se caracteriza porque se cometen errores
semánticos, por ejemplo, sustituyen fútbol por baloncesto, dando lugar a una substitución
de palabras que forman parte de un mismo campo semántico, en este caso deportes. Además,
se presentan dificultades para escribir una palabra dictada por otra persona, aunque se
conozca su significado.
2. Disgrafía adquirida periférica: en este caso, las personas que padecen este tipo de
disgrafía muestran dificultades para recordar los movimientos requeridos para poder trazar
una letra o escribir palabras y frases.
Disgrafía evolutiva
La disgrafía evolutiva se da en personas que se encuentran en el proceso de aprendizaje de
la escritura ya que nunca antes habían aprendido a escribir, generalmente se trata de niños
hasta siete años o, en casos excepcionales, en personas analfabetas. Dentro de la disgrafía
evolutiva, podemos diferenciar tres tipos de disgrafía distintos:
 Disgrafía evolutiva fonológica: las personas que padecen una disgrafía evolutiva
fonológica o superficial acostumbran a presentar las mismas dificultades que las personas
que padecen una disgrafía adquirida fonológica o superficial, aunque se diferencian ya que
en las evolutivas se trata del proceso natural de aprendizaje y en las adquiridas se trata de
personas que antes de sufrir una lesión cerebral ya sabían escribir.
 Disgrafía evolutiva superficial.
 Disgrafía evolutiva mixta: en cambio, a diferencia de la disgrafía adquirida profunda, en
la disgrafía evolutiva mixta no se dan errores semánticos. La disgrafía mixta es la más
frecuente dentro de las disgrafías evolutivas, ya que las dificultades que se dan en una de las
rutas (visual o fonológica), como consecuencia, dificulta el desarrollo de la otra ruta.

Causas de la disgrafía
Como hemos mencionado anteriormente, hay dos posibles causas de disgrafía (adquirida o
evolutiva) y se encuentran varias causas que pueden originar cualquiera de las dos:
 Problemas de lateralización.
 Dificultades motrices: dificultad en el movimiento, tanto de dedos como de las manos, y
dificultades en el equilibrio y la organización general del cuerpo.
 Factores de personalidad: causas relacionadas con la personalidad y las características de
la persona que padece la disgrafía, por ejemplo, si la persona es rápida o lenta.
 Causas pedagógicas: existen causas relacionadas con la educación recibida en relación a la
escritura, como por ejemplo, haber estado sometido a una enseñanza rígida y no adaptada a
las diferencias individuales de cada alumno, someterse a exigencias marcadas por el
profesor, la familia y la presión social entre compañeros como escribir bien y rápido, entre
otros.
 Dificultades en la habilidad viso-perceptiva: problemas para identificar aquello que se ve.
Por ejemplo, dificultades para interpretar qué es una pelota cuando la persona la tiene delante
o la ve en una fotografía.
 Dificultades para retener una palabra en la memoria y dificultades en la capacidad de
recuperar una palabra que se supone que deberíamos retener en la memoria.
 Coordinación viso-motriz: dificultades en la habilidad de coordinar el movimiento del
cuerpo con la visión.

Tratamiento de la disgrafía
Es de gran importancia diagnosticar y tratar la disgrafía lo antes posible, debido a su efecto
negativo, sobretodo, en el ámbito académico. Pero antes de empezar a tratarla, se deben
observar atentamente cuales son las dificultades que presenta la persona, para poder hacer un
abordaje concreto y centrado en las características concretas de cada paciente, es decir, para
poder realizar un tratamiento adaptado y centrado en la persona.
Para tratar adecuadamente la disgrafía se debe intervenir en distintas áreas:
 La psicomotricidad gruesa (capacidad de movimiento global): enseñar al paciente cuál es
la postura correcta para poder escribir, con el objetivo de poder corregir su mala postura,
por ejemplo, cómo debe sentarse, la distancia entre la cabeza y el papel, posición del papel,
como se debe coger el lápiz, entre otros.
 La psicomotricidad fina (movimientos más detallados, que requieren más control,
generalmente movimientos con los dedos): este tipo de movimientos deben ser tratados ya
que afectan a la dependencia de la mano y los dedos, con el objetivo de conseguir que el
paciente adquiera precisión y coordinación a la hora de escribir. Algunos ejemplos de
ejercicios para fortalecer la psicomotricidad fina son recortar papeles de alguna forma
determinada y repasar líneas.
 La percepción: es importante trabajar la percepción ya que las dificultades que los pacientes
muestran en relación a la percepción temporal, espacial, viso-perceptiva y atencional,
pueden causar errores o dificultades en la fluidez, inclinación y orientación de la escritura.
 La viso-motricidad: la función de la viso-motricidad es coordinar el movimiento de los
ojos con el movimiento del cuerpo. En el caso que esta función se vea afectada, sobre todo
cuando se trata del movimiento de las manos y los dedos, dificulta la escritura de las
personas y, por ello, se debe trabajar la mejora de ésta coordinación.
 La grafo-motricidad: es necesario tratar la grafo-motricidad para poder corregir los
movimientos básicos de la escritura. Para ello, se recomienda realizar ejercicios que
estimulen los movimientos básicos de las letras, como escribir una letra uniendo puntos ya
marcados, repasar letras o figuras ya escritas o dibujadas, seguir cenefas que conlleven
movimientos en bucle, entre otros.
 La grafo-escritura: para tratar el área de la grafo-escritura habitualmente se usan ejercicios
de caligrafía, para poder mejorar todas las letras que conforman el abecedario.
 El perfeccionamiento escritor: en este caso, se pretende mejorar la fluidez escritora y las
faltas de ortografía. Se recomienda realizar ejercicios como copiar letras, unir sílabas para
formar una palabra, unir una palabra con su dibujo correspondiente (por ejemplo, unir la
palabra “pelota” con el dibujo de una pelota), entre otros.
 La relajación: es habitual que el paciente se fatigue entre actividades que conlleven mucho
esfuerzo, por eso, se recomienda relajar la muñeca, los dedos, etcétera. Para ello, pueden
ser útiles estos ejercicios de relajación para niños.
Ejemplos de disgrafía
Ejemplo de disgrafía adquirida
Una chica tiene un accidente de moto en el que se da un golpe en la cabeza, produciendo un
traumatismo creneoencefálico y afectando justamente a la zona del cerebro que se encarga
de la escritura. Entra en coma durante unos meses y cuando se despierta sus familiares se dan
cuenta de que no escribe de la misma forma que antes, ahora presenta muchas más
dificultades que nunca antes había mostrado. Desde el hospital, consideran que se trata de
una disgrafía adquirida periférica, ya que tiene dificultades para recordar el movimiento
necesario para poder trazar las letras.
Ejemplo de disgrafía evolutiva
Un niño de cinco años muestra dificultades a la hora de escribir. Al principio los padres no
le daban mucha importancia, pero cuando vieron que el niño, a los seis años, seguía
mostrando las mismas dificultades se sorprendieron. Entonces hablaron con la maestra, para
ver si los demás compañeros de su hijo también mostraban esas dificultades. La profesora les
comentó que su hijo era uno de los pocos alumnos que más dificultades tenía para escribir y
les pidió permiso para que su hijo pudiera ser visitado por la psicóloga del colegio, los padres
aceptaron. Cuando el niño se reunió con la psicóloga, esta le propuso distintas actividades
que conllevaban la escritura, para poder ver su posición corporal, su inclinación, etcétera, de
modo que finalmente consideró que se trataba de una disgrafía evolutiva fonológica.
Trastornos de la conducta Alimentaria en Adolescentes: Descripción y manejo

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades psiquiátricas complejas,


multicausadas, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes. El diagnóstico más
frecuente durante la adolescencia es el de TCA no especificado, seguido por el de anorexia nervosa
y bulimia nervosa. Todos estos trastornos comparten síntomas cardinales tales como la
preocupación excesiva por la comida, peso y/o figura corporal y el uso de medidas no saludables
para controlar o reducir el peso corporal. Los TCA muchas veces se acompañan de complicaciones
médicas, así como psicológicas que potencialmente pueden dejar secuelas irreversibles para el
desarrollo del adolescente. Para evitar la cronicidad del trastorno, se recomienda un tratamiento
temprano lo cual requiere de un diagnóstico y derivación oportunos a un equipo especializado. Este
equipo requiere ser interdisciplinario con experiencia tanto en TCA como en adolescencia, para
poder abarcar las diversas facetas del trastorno, así como las particularidades y desafíos que implica
su aparición durante la adolescencia. Palabras clave: Trastornos alimentarios, adolescencia,
diagnóstico, tratamiento.

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades de salud mental complejas,
multicausadas, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes. Los TCA representan
la tercera enfermedad crónica más común entre las jóvenes llegando a una incidencia del 5%. Si
bien es un trastorno cuya aparición es más común entre las mujeres, los varones se ven afectados
por estos es una proporción de 1:10. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ubicado a los
TCA entre las enfermedades mentales de prioridad para los niños y adolescentes dado el riesgo para
la salud que implican. El diagnóstico más frecuente entre adolescentes es el Trastornos Alimentario
No Especificado (TANE), seguido por el de Anorexia Nervosa y, finalmente, el de Bulimia Nervosa
(1). Estos trastornos abarcan factores psicológicos, físicos, y elementos del medio ambiente en su
etiología, desarrollo y mantenimiento (2) y comparten síntomas cardinales tales como la
insatisfacción con la imagen corporal o una influencia anormal de ésta en la valoración personal,
preocupación persistente e interferente por la comida, peso y/o forma corporal y el uso de medidas
no saludables para controlar o reducir el peso, las que derivan en un deterioro significativo del
bienestar psicosocial y físico de quienes los sufren. Muchas veces su curso es crónico, lo que conlleva
consecuencias que pueden abarcar desde la morbilidad médica y psiquiátrica hasta la muerte,
debido a complicaciones médicas y suicidio (3-5). Su pronóstico mejora notablemente cuando el
diagnóstico es realizado dentro de los tres primeros años de la enfermedad, por lo que el diagnóstico
precoz es fundamental para mejorar su pronóstico y prevenir la cronicidad. De acuerdo a las
clasificaciones internacionales de trastornos de salud mental, existen tres grandes categorías de
TCA: Anorexia Nervosa (AN), Bulimia Nervosa (BN) y TCA no especificados (TANE) (6, 7). Mientras
que la AN y BN son las principales categorías diagnósticas con claros y detallados criterios de
inclusión, curso y pronóstico, los TANE corresponden a una categoría residual, pero no menos
importante, que incluye la gran mayoría de los TCA que no cumplen los criterios para AN y BN, pero
que dan lugar a un importante deterioro funcional. Una gran parte de las adolescentes que sufre de
estos trastornos no consulta directamente por ello ya que, en general, la conciencia de enfermedad
y motivación para el cambio son escasas, a pesar de que la salud física y psicológica se encuentre
severamente amenazada por la enfermedad. Las adolescentes, muchas veces son detectadas por
sus padres, profesores o pares, siendo forzadamente llevadas a consultar. Las consultas, en estos
casos, se realizan a médicos generales, nutricionistas o nutriólogos o, en una gran proporción a
médicos que pueden atender a los problemas asociados a los TCA (por ejemplo, problemas
ginecológicos tales como ausencia de menstruaciones, dentales tales como erosiones del esmalte,
etc.). Este hecho remarca la importancia de que los médicos no especialistas en el tema posean las
herramientas necesarias que les permitan sospechar el diagnóstico y actuar oportunamente para
conseguir una derivación exitosa a un equipo especializado de profesionales.

A pesar del interés clínico y de investigación por estos trastornos y las graves consecuencias que
conllevan, hasta el momento los resultados de tratamiento son de moderada significancia o
insatisfactorios. Las pacientes más jóvenes con AN tienen la mejor tasa de recuperación (entre 50 y
70%), mientras que, en general, las tasas de recuperación del resto de los TCA apenas llegan al 50%
(8-10). Los tratamientos basados en evidencia para los adolescentes también son escasos. Este
artículo tiene como objetivo: a) Brindar una revisión actualizada de los criterios diagnósticos y
características clínicas de los TCA. b) Proporcionar una visión general de las alternativas de
tratamiento para adolescentes con TCA. c) Proveer de algunos elementos de manejo para médicos
no especialistas en salud mental. CaRaCTERÍSTICaS CLÍNICaS DE LOS TRaSTORNOS aLIMENTaRIOS
EN aDOLESCENTES Diagnóstico Las definiciones y categorización de los TCA en las clasificaciones
internacionales continúan siendo materia de debate. El principal desafío radica en la dificultad para
separar los síntomas diagnósticos y conductas asociadas a los TCA que frecuentemente se
sobreponen unos con otros en las categorías actualmente vigentes (11). Las dos principales
categorizaciones internacionales, el DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos
Mentales; 6) y el CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedad; 7) describen las tres clases
principales de TCA antes mencionadas: Anorexia Nervosa, Bulimia Nervosa (BN) y Trastornos
Alimentarios No Especificados (TANE, según DSM-IV) o Trastornos Alimentarios Atípicos (según CIE-
10). Los límites entre estas categorías se basan en el grado de desviación del peso normal, el patrón
de alimentación y las medidas para controlar el peso utilizadas por quienes los sufren (12). En la
actual revisión de los criterios del DSM-IV en miras del lanzamiento de la 5ª edición de este manual,
se espera superar algunos de los problemas más comunes de la clasificación para su aplicación
clínica. Los esfuerzos generales están puestos en a) lograr una mejor y más homogénea
caracterización de los TANE ya que es una de las categorías más ampliamente utilizada en settings
clínicos con una prevalencia que varía entre un 50 y 70% entre los individuos con TCA (13), b) evaluar
la validez y utilidad del diagnóstico de Trastorno por Atracón, actualmente clasificado como TANE
(14), y c) considerar en la redefinición de los criterios diagnósticos, la migración que frecuentemente
se da entre AN y BN y entre los patrones restrictivos y compulsivo/purgativo en AN. Otro tema en
discusión, es que la aplicación de los criterios hasta ahora establecidos para TCA es compleja en el
caso de las adolescentes, dadas las características propias de la adolescencia y sus procesos de
desarrollo. En esta línea, el grupo de trabajo para la clasificación de los TCA para niños y
adolescentes, acordó proponer ciertos cambios en la clasificación actual que se resumen en: a)
establecer límites menores y más sensibles al desarrollo en el caso de las adolescentes para
determinar la severidad de los síntomas (ej. disminuir la frecuencia de las conductas purgativas
requerida y considerar la desviación significativa de las curvas del desarrollo caso a caso como
criterio diagnóstico más que guiarse por puntos de corte estandarizados), b) que se pueda
considerar indicadores conductuales de los rasgos psicológicos de los TCA en lugar de pedir que sean
reportados por la misma paciente (ej. considerar la negación a comer como equivalente al temor a
engordar) y que se debe alertar a los profesionales sobre la limitación de algunas adolescentes para
declarar este tipo de síntomas, y c) la inclusión de múltiples informantes para evaluar los síntomas
(ej. padres). Estos cambios ayudarían a los clínicos que trabajan con adolescentes a superar algunas
de las dificultades diagnósticas actuales que generan barreras para el tratamiento. Por ejemplo,
rasgos clínicos como el retraso en el desarrollo puberal, retardo en el crecimiento o dificultad para
adquirir los minerales óseos, pueden ocurrir a niveles subclínicos del trastorno, así como en las
adolescentes más tempranas pueden existir dificultades relacionadas con la alimentación, imagen
corporal o hábitos para el control del peso que no cumplen los criterios para un TCA (1). Por lo tanto,
se recomienda que el diagnóstico de los TCA en la adolescencia, siguiendo los criterios mencionados
más adelante, se realice en el contexto de las características del desarrollo puberal y adolescente
normales. anorexia Nervosa La Anorexia Nervosa (AN) fue descrita como un problema médico hacia
finales del siglo XVII por Richard Morton. Morton describió casos de personas, principalmente
mujeres, que sufrían una pérdida de peso importante no asociada a causas físicas.

Dos siglos más tarde, Lasegue en 1873 y Gull en 1874, ilustraron detalladamente dos casos que
presentaban características similares a lo actualmente se entiende por AN. La AN es un trastorno
psiquiátrico grave y complejo caracterizado por la mantención voluntaria de un peso bajo el rango
saludable para la edad y talla de quien lo sufre, lo cual es logrado a través de medios extremos para
controlar el peso tales como ejercicio compulsivo, restricción de los alimentos consumidos y/o
conductas purgativas. Estos síntomas se acompañan por un intenso temor a ganar peso o la
negación de estar en un peso bajo.

Este trastorno presenta una prevalencia de 0.48 – 0.7% entre las adolescentes (15, 16). Los actuales
criterios, según el DSM-IV y las propuestas para el DSMV, se describen en la Tabla 1. Esta
clasificación incluye dos subtipos de AN respondiendo a la dicotómica presentación clínica,
pronóstico y respuesta al tratamiento de los casos de AN: a) subtipo restrictivo en el cual durante el
episodio de AN la paciente utiliza solamente la restricción alimentaria y/o ejercicio excesivo como
formas de controlar o disminuir de peso, no recurriendo a atracones ni purgas; y b) subtipo
compulsivo/purgativo en el cual la paciente sufre de atracones y utiliza regularmente conductas
purgativas (ej. vómitos, abuso de laxantes, diuréticos o enemas) para controlar o bajar de peso. Los
episodios de atracones, en el caso de la AN, por lo general no alcanzan la magnitud de los atracones
observados en la BN aunque son vividos con extrema sensación de descontrol.
Tabla 1. CRITERIOS Diagnósticos Para anorexia Nervosa Según EL DSM-IV y LOS Cambios
Propuestos Para EL DSM-V
anorexia Nervosa CRITERIOS actuales PROPUESTA DSM V
A. Rechazo a mantener el peso A. Restricción del consumo energético
corporal igual o por encima del relativo a los requerimientos que conlleva
valor mínimo normal considerando a un peso corporal marcadamente bajo.
la edad y la talla (por ejemplo, Un peso marcadamente bajo es definido
pérdida de peso que da lugar a un como un peso que es inferior al mínimo
peso inferior al 85% del esperable, normal o, para niños y adolescentes,
o fracaso en conseguir el aumento inferior a lo que mínimamente se espera
de peso normal durante el periodo para su edad y estatura.
de crecimiento dando como
resultado un peso corporal inferior
al 85 % del peso esperable).
B. Miedo intenso a ganar peso o a B. Miedo intenso a ganar peso o a convertirse
convertirse en obeso, incluso en obeso, o una conducta persistente para
estando por debajo del peso evitar ganar peso, incluso estando por
normal. debajo del peso normal.
C. Alteración de la percepción del C. Alteración de la percepción del peso o la
peso o la silueta corporales, silueta corporales, exageración de su
exageración de su importancia en la importancia en la autoevaluación o
autoevaluación o negación del persistente negación del peligro que
peligro que comporta el bajo peso comporta el bajo peso corporal actual.
corporal.
D. D. En las mujeres post puberales,
presencia de amenorrea, por Se elimina el criterio de amenorrea
ejemplo, ausencia de al menos tres
ciclos menstruales consecutivos.
Como se mencionó anteriormente, los criterios propuestos para el DSM-V reparan algunas de las
principales dificultades para aplicación de los criterios del DSM-IV para la población adolescente. El
criterio A (ver Tabla 1) se modificaría eliminando el ejemplo numérico, ya que más que como una
guía, se tomaba como un criterio diagnóstico (ej. las personas bajo el percentil 85 en la relación
peso/talla, era consideradas como “anoréxicas”). Esta flexibilización del criterio da mejor cabida a
la variabilidad de la ganancia de peso y altura que presentan las adolescentes durante la pubertad
normal y contribuiría a un diagnóstico más pertinente y menos excluyente los casos de AN. El criterio
C agrega al componente cognitivo del criterio un componente alternativo conductual (“una
conducta persistente para evitar ganar peso”) el que resulta más adecuado en el caso de muchas
adolescentes, en los que por la etapa del desarrollo cognitivo en el que están, no poseen la
capacidad psicológica como para expresar conceptos más abstractos tales como motivación para
perder peso. El requerimiento de amenorrea (criterio D) ha sido ampliamente discutido y finalmente
se ha propuesto su eliminación debido a que la evidencia científica ha demostrado que una gran
proporción de pacientes cumplen todos los otros criterios para AN, pero mantienen las
menstruaciones regulares (17) y por otro lado, existe una relación inestable entre la pérdida de peso
y la amenorrea secundaria (18). Además, este criterio no resultaba generalizable a todos los posibles
casos con AN ya que no era aplicable a mujeres adolescentes pre-menárquicas, en menopausia y
hombres. Finalmente, es un criterio que no es reportado en forma confiable por las pacientes (16).
El grupo de trabajo para la clasificación de los TCA en niños y adolescentes aboga, en su reemplazo,
por evaluar múltiples sistemas (ej. cardiaco, endocrino, gastrointestinal) para el manejo clínico, en
lugar de referir a las secuelas de un sólo sistema como diagnóstico clínico (ej. amenorrea). Para el
DSM-V se mantendría la sub-categorización entre anorexia de tipo restrictivo (ausencia de
atracones y/o purgas: vómitos autoinducidos, abuso de laxantes, diuréticos o enemas durante los
últimos tres meses) y compulsivo/purgativo. A pesar de que se le brinda importancia al diagnóstico
del episodio actual como restrictivo o compulsivo, se reconoce que más del 50% de las personas
que sufre de AN desarrolla síntomas de bulimia posteriormente (4).

Bulimia Nervosa Etimológicamente el término “bulimia” significa tener un “apetito tan grande como
el de un buey” o “la capacidad para comer un buey”. Esto alude a una de las principales
características diagnósticas de este trastorno: la presencia de los llamados “atracones”. La BN fue
reconocida como un trastorno de la conducta alimentaria en sí misma a fines del siglo XX, luego de
la aparición de un importante artículo escrito por Gerald Russel en el Reino Unido, seguido por su
inclusión en el DSM-III. Sin embargo, las descripciones más tempranas se remontan a tres casos de
BN descritas Otto Dörr-Zegers (19), psiquiatra chileno, en 1972, y luego la sistemática descripción
de Hilda Bruch, en 1973 (20). Lo común a todas estas observaciones es la presencia de un síndrome
alimentario caracterizado por episodios regulares de “hiperfagia” seguidos por purgas u otras
conductas compensatorias. La BN es la presentación más común de los TCA considerando todos los
grupos etáreos, después de trastornos alimentarios no especificados. Su prevalencia se ha estimado
entre 1 y 2% en mujeres jóvenes y su edad de aparición suele ser entre 15,7 y 18,1 años. Los actuales
criterios del DSM-IV y las propuestas para el DSM-V para Bulimia se encuentran en la Tabla 2.

Tabla
Tabla 2. CRITERIOS
2 CRITERIOS Diagnósticos
Diagnósticos Para Para Bulimia
Bulimia Nervosa
Nervosa SegúnSegún EL DSM-IV
EL DSM-IV y Las Propuestas
y Las Propuestas Para ELPara EL
DSM-V
DSM-V

A. Presencia de atracones recurrentes.


Un atracón se caracteriza por: 1) de
alimentos en un corto espacio de A. Se mantiene igual
tiempo (ej. dos horas) en cantidad
superior a la que la mayoría de las
personas ingerirían en un período de
tiempo similar y en las mismas
circunstancias. 2) Sensación de pérdida
de control sobre la ingesta de
alimentos (ej. no poder parar de comer
o no poder controlar el tipo o cantidad
de comida que se está ingiriendo).
B. Conductas compensatorias
inapropiadas, de manera repetida, con
el fin de no ganar peso, como son B.Se Mantiene igual
provocación del vómito, uso excesivo
de laxantes, diuréticos, enemas u otros
fármacos, ayuno y ejercicio excesivo.
C. Los atracones y las conductas C.Los atracones y las conductas
compensatorias inapropiadas tienen compensatorias inapropiadas tienen
lugar como promedio al menos dos lugar como promedio al menos una vez
veces a la semana durante un período a la semana durante un período de tres
de 3 meses. meses.
D. Autoevaluación exageradamente D. Se mantiene igual
influida por el peso y siluetas
corporales.

A diferencia de quienes sufren de AN, las adolescentes que presentan BN frecuentemente


mantienen su peso sin cambios, dada la inefectividad de los métodos purgativos. Esta es una de las
principales diferencias con AN. Además, la mayoría de las pacientes con BN está muy afectada y
avergonzada por la pérdida de control sobre su ingesta, haciendo más fácil que se motiven a recibir
ayuda. Sin embargo, el tiempo entre la aparición de los síntomas y la consulta es largo debido,
especialmente, a la posibilidad de mantener el trastorno en secreto y no provocar signos visibles
para los otros (21). Los criterios del DSM-IV enfatizan la presencia regular y recurrente de episodios
de sobreingesta (atracones) acompañados por conductas compensatorias inapropiadas para
prevenir el aumento de peso que potencialmente produciría el atracón. La propuesta diagnóstica
para el DSM-V, reduce la frecuencia necesaria de atracones y purgas como criterio diagnóstico. Esta
diferencia tendría como efecto que una importante proporción de casos de los que hoy estarían
definidos como TCA “no especificados” sean diagnosticados en el futuro como “Bulimia Nervosa”.
La justificación para este cambio radica en que los estudios científicos han encontrado muy poca
diferencia en la presentación clínica y comorbilidad de los pacientes que presentan BN y los TANE
con síntomas bulímicos. Tal como en caso de AN, se distinguen dos subtipos de pacientes con BN.
Aquéllas que recurren a conductas purgativas (vómitos, abuso de laxantes y/o diuréticos u otras
medicinas) y aquéllas que no recurren regularmente a purgas después de sus atracones, sino que
utilizan conductas compensatorias tales como ejercicio o ayuno (subtipo no purgativo). Esta
diferenciación ha sido discutida en el contexto del DSM-V y es probable que sea eliminada.
Trastornos alimentarios No Especificados (TaNE) Los TANE son una categoría residual que incluye
los TCA que no cumplen todos los criterios para AN o BN. Estos trastornos constituyen los TCA más
comunes entre las adolescentes, con una prevalencia estimada en 3,06% entre las mujeres jóvenes
(22). A diferencia de lo que ocurre en la AN o BN, los TANE reportan una creciente prevalencia en la
última década (23). Específicamente, los TANE incluyen los casos que cumplen todos los criterios
para la AN, pero que permanecen con ciclos menstruales regulares o en peso normal (incluso
después de una pérdida con siderable de peso), los casos que cumplen todos los criterios para BN,
pero cuya frecuencia de atracones y/o purgas es menor a dos veces a la semana, los casos en que
las purgas o conductas compensatorias ocurren después de haber ingerido sólo una cantidad
mínima de alimentos en una persona con peso normal, los casos que se mastica y devuelve gran
cantidad de alimentos, y los casos que deben incurrir regularmente en atracones, pero sin utilizar
conductas compensatorias inadecuadas (Trastorno por Atracón). Uno de los cambios más
importantes del DSMV es que se ha recomendado la inclusión de los Trastornos por Atracón como
una categoría separada, considerando una extensa revisión de la literatura que destaca su validez y
significación clínica (14). La actual clasificación del DSM-IV para niños y adolescentes no ha estado
exenta de discusión y la propuesta para el DSM-V busca flexibilizar los estrictos criterios diagnósticos
para AN y BN a fin de incluir los casos parciales o subclínicos de AN o BN (16, 24). La falta de gravedad
clínica de muchos casos de TCA en etapas tempranas interfieren con el reconocimiento de estos
trastornos y muchas veces las observaciones clínicas no parecen coincidir con las categorías
descritas. Sin embargo, la relevancia de estos trastornos entre las adolescentes tiene que ver con su
alta prevalencia, la posibilidad de constituir una antesala para el desarrollo de una AN o BN, y su
importante comorbilidad. Por ejemplo, las adolescentes con TANE han mostrado mayores tasas de
depresión y rasgos obsesivo-compulsivos de personalidad en la infancia que aquéllos con BN, y
presentan una gravedad médica intermedia entre AN y BN, con consecuencias fisiológicas graves
(24, 25).

Como notas finales en el tema del diagnóstico de los TCA, resulta relevante destacar dos temas. En
primer lugar, múltiples estudios han reconocido la prevalencia de la migración temporal entre
diagnósticos de TCA, lo que ha conducido a validar cada vez más la visión transdiagnóstica de los
mismos. Este modelo postula que los TCA serían mantenidos por mecanismos comunes,
independiente de su forma de presentación y, por lo tanto, pueden ser tratados de forma similar
(26). Finalmente, otra forma de abordar las diferencias y similitudes entre estos trastornos, es
considerar los matices que las características de personalidad imprimen a su presentación clínica.
Un estudio de Westen y Harnden-Fisher (27) distingue tres tipos predominantes de personalidad
entre quienes presentan un TCA. El primero se describe como un grupo de alto funcionamiento,
autocrítico, perfeccionista que tienden a sentir culpa y ansiedad y que en su mayoría sufren de BN.
El segundo grupo posee un perfil sobrecontrolado o constreñido, en el cual hay una restricción de
placer, necesidades, emociones, relaciones, autoconocimiento, sexualidad y entendimiento
profundo de los otros. Estos pacientes se presentan disfóricos, anedónicos, ansiosos y con un
potente sentimiento de vergüenza. Este tipo de personalidad es generalmente observado en
personas que tienen AN tipo restrictivo. El tercer tipo de personalidad incluye personas que se
caracterizan por desregulación emocional e impulsividad. Los individuos de este grupo
frecuentemente presentan antecedentes de abuso sexual y los síntomas de trastornos alimentario,
que son generalmente del tipo bulímico, les sirven para modular la intensidad del afecto. Estos
subgrupos de personalidad se manifiestan como rasgos temperamentales en la niñez. Por ejemplo,
en el grupo “restringido o constreñido” (AN restrictiva), los rasgos de rigidez, inflexibilidad,
autoevaluación negativa, aislamiento de pares y perfeccionismo preceden la aparición del trastorno
(28-30). El grupo caracterizado por desregulación emocional tiende a presentar menos
perfeccionismo, pero mayor ansiedad como marcadores de rasgos en la niñez (30). Estos
antecedentes indican que los síntomas de TCA serían en parte manifestación de rasgos
temperamentales y dimensionales de la personalidad. A su vez, éstos sientan las bases sobre la cual
se desarrolla una organización afectiva y cognitiva que se utiliza como plantilla para el
funcionamiento intra e interpersonal (31).

COMPLICaCIONES y COMORBILIDaD MÉDICa y PSICOLÓgICa DE LOS TCa Las complicaciones médicas


de los TCA pueden afectar a la mayoría de los órganos del cuerpo. Los signos y síntomas físicos
durante la adolescencia se deben principalmente a la malnutrición y a las consecuencias de las
conductas compensatorias. Estas complicaciones son más frecuentes en la AN y su aparición se
correlaciona con la duración, severidad, número de episodios de TCA y momento del desarrollo en
que este se presenta. Estas hacen de la AN una de las principales causas de incapacidad entre las
mujeres jóvenes (32). Las complicaciones médicas agudas y a largo plazo de los TCA se describen en
la Tabla 3. Algunas de las condiciones médicas asociadas a la AN son problemas cardiovasculares y
gastrointestinales, deterioro del sistema inmune, disfunciones cognitivas y cerebrales, disminución
del volumen cerebral, complicaciones músculo-esqueléticas tales como debilidad y pérdida de
fuerza, osteopenia y osteoporosis. La mayoría de las complicaciones de la AN remiten con la
recuperación nutricional y/o el cese de las conductas purgativas, pero otras son irreversibles o
incluso pueden conducir a la muerte (33). Entre aquellas que pueden ser irreversibles se encuentran
el retardo del crecimiento en los casos en que el TCA se presenta antes del cierre de la epifisis,
pérdida del esmalte dental, cambios en la estructura cerebral, retardo o detención en el desarrollo
puberal y dificultad para la adquisición de masa ósea predisponiendo a osteopenia u osteoporosis
(1). Entre los trastornos médicos asociados a la BN se encuentran los trastornos electrolíticos,
problemas gastrointestinales y del sistema reproductivo, hinchazón de las glándulas parótidas y
daño del esmalte dental. Estos son consecuencia, principalmente, de las conductas purgativas (1,
21). En la esfera de la salud mental, existen problemas psicológicos y psiquiátricos que
frecuentemente acompañan a los TCA. Estos pueden llegar a afectar el normal desarrollo psicosocial
de los adolescentes en esta etapa crítica del desarrollo. Por esto, es de suma importancia su
atención y tratamiento temprano. Entre los problemas psicológicos se encuentran el aislamiento
social y conflictos familiares, dificultades para fortalecer el autoconcepto, autoestima, autonomía y
capacidad para intimidad. En otras palabras, la aparición de un TCA durante la adolescencia puede
interferir en el logro de las tareas propias de esta etapa.

Los trastornos psiquiátricos más frecuentes ligados a la AN son la depresión, trastornos de ansiedad
y, en particular, obsesivo-compulsivos (34-36). La depresión puede ser vista como una consecuencia
de la desnutrición más que un desorden precedente o una enfermedad independiente, mientras
que los trastornos obsesivo-compulsivos se tienden a presentar en forma independiente de la AN y
muchas veces la preceden (12, 28). Conductas impulsivas tales como autoagresiones y abuso de
sustancias también se han descrito frecuentemente asociadas a AN (37). En términos de rasgos de
personalidad, los más comunes son los rasgos obsesivo-compulsivos y limítrofes. Finalmente,
algunos desórdenes del desarrollo también se han encontrado presentes en adolescentes con AN,
especialmente síndromes del espectro autista (38). Las comorbilidades psiquiátricas en pacientes
con BN también son comunes. En las adolescentes principalmente se observan trastornos del estado
de ánimo, trastornos de ansiedad, síndrome por déficit atencional con hiperactividad, trastorno
obsesivo-compulsivo, conductas impulsivas, trastorno de personalidad límite, baja autoestima,
autoagresiones e intentos de suicidio (36, 37, 39, 40). La BN tipo purgativa ha sido también asociada
a conductas adictivas (41).

TABLA 3. COMPLICACIONES MÉDICAS EN LOS TCA

Metabólicas Hipoglicemia
Médula ösea Anemia
Leucopenia
Trombocitopenia
Fluidos y electrólitos ↓ potasio ↓ Magnesio
↓Sodio ↓Zinc
↓Fosfato ↓ Cloro
↓ Calcio
Cardiovascular Hipotensión
Arritmias y Taquicardia
Cambios en el ECG (bajo voltaje bradicardia
sinusal, inversión de la onda T, depresión del
segmento ST o intervalo QT prolongado.
Pulmonar Neumotórax (rara)
Renal ↑de urea y creatinina
Oliguria y anuria
Neurológicas o de la función cognitiva Convulsiones metabólicas Encefalopatías
metabólicas Disfunciones cognitivas (memoria,
atención, flexibilidad cognitiva, etc.)
Disminución del volumen cerebral
Músculo esqueléticas Disminución de la masa ósea
Pérdida de fuerza muscular
Miopatía proximal
Endocrinas Amenorreas
Ovario poliquístico
Hipotiroidismo
↑ del cortisol
Secreción inapropiada de hormona
Antidiurética
Otras secundarias a purgas Esofagitis Erosiones del esmalte dental
Síndrome de Mallory-Weiss Ruptura esofágica
o gástrica Neumonía aspirativa Acidosis
metabólica Deshidratación crónica Aumento
nitrógeno ureico sanguíneo Predisposición a
nefrolitiasis Hiperuricemia
Tratamiento Para adolescentes CON TCA

El tratamiento para adolescentes con TCA debe contemplar la complejidad biopsicosocial de estas
enfermedades junto con las características propias de esta etapa de la vida. El tratamiento óptimo
implica, por lo mismo, la acción de un equipo interdisciplinario que esté capacitado para abordar las
múltiples facetas de estos trastornos. Este equipo idealmente debiese estar comprendido por un
médico especialista en el desarrollo adolescente, especialista en nutrición (ya sea nutricionista o
nutriólogo), especialistas en salud mental (psiquiatra y psicólogo) y, en los casos de hospitalización,
enfermeras especialistas en el manejo de los TCA. Todos estos profesionales debiesen ser
profesionales con experiencia en la evaluación y tratamiento de los TCA y en salud adolescente (1).
Dada la prevalencia de las complicaciones médicas y psiquiátricas en estos trastornos, el
tratamiento tiene que poder ofrecer varios niveles de cuidado (ambulatorio, ambulatorio intensivo,
hospitalización parcial, hospitalización completa). Aunque las opciones de tratamiento para
adolescentes con TCA son diversas, la meta del mismo es una sola: ayudar al adolescente a lograr
alcanzar y mantener su salud física y psicológica. Desafortunadamente, la evidencia científica en
relación al éxito del tratamiento para la población adolescente es escasa.

Si bien los TCA son trastornos psiquiátricos, estos no pueden ser atendidos sin considerar la salud
física de quien lo sufre. Por esta razón, el logro de patrones de alimentación saludable resulta clave
para proveer las bases mínimas para el resto del tratamiento. De este modo, la evaluación médica
y su seguimiento es un componente fundamental especialmente en la primera fase del tratamiento.
Las intervenciones en salud mental, por otro lado, deben cubrir la psicopatología propia de los TCA,
las tareas psicosociales del periodo adolescente y las condiciones comórbidas. Los tratamientos para
TCA son generalmente largos, recomendándose el seguimiento hasta 4 años luego del alta, en el
caso de las adolescentes. Motivación y tratamiento de los TCa La efectividad de los tratamientos
tanto para AN como para BN es, hasta el momento, poco satisfactoria. Una de las particularidades
de los TCA que probablemente está a la base de estos pobres resultados es que, a diferencia de
otros trastornos de salud mental, la motivación para recuperarse es muy baja y el trastorno es en sí
mismo altamente valorado. La motivación es el principal motor para la recuperación de cualquier
trastorno y se ha demostrado que las terapias convencionales fallan cuando la motivación es baja.
En el caso de la AN, es altamente probable que la adolescente no reconozca que tiene un problema.
Su presentación en una consulta, por lo tanto, implica frecuentemente un cierto grado de coerción
por parte de la familia u otros profesionales de la salud que hayan detectado el problema. Por lo
mismo, no están listas para modificar su conducta y, más aún, valoran su enfermedad incluso
aunque ésta conlleve un riesgo de vida. En el caso de la BN u otras formas de TCA, puede existir una
mayor motivación para el cambio de por lo menos algunas de las conductas ligadas a la enfermedad.
Las adolescentes con BN por ejemplo, se muestran más motivadas a disminuir los atracones y las
conductas purgativas, pero menos motivadas a dejar la conducta de dieta o tolerar un peso normal
(42). Así, resolver la ambivalencia para el cambio se mantiene como un desafío para el tratamiento.
En este contexto, el modelo de la Entrevista Motivacional (EM) ha sido utilizado en forma creciente
en el campo de los TCA (43). Este modelo de entrevista tiene por objetivo lograr incrementar la
motivación intrínseca del paciente. Implica un enfoque directivo pero no impositivo, donde se
trabaja la resistencia al cambio y se reconocen y resuelven las ambivalencias que éste produce. La
EM se sirve de ciertas estrategias fundamentales (uso de preguntas abiertas, reforzar al paciente,
resumir lo que el paciente ha dicho durante la entrevista, fomentar la autoeficacia) para ayudar al
paciente a reconocer su problema y sus consecuencias y, así, motivarse a cambiar (43). Sin embargo,
se requieren de algunas modificaciones para aplicación del modelo estándar de la EM al tratamiento
de los TCA las cuales dependen del tipo de TCA y severidad con que se presente. Por ejemplo,
muchas adolescentes con AN presentan interferida su capacidad para tomar decisiones autónomas,
ya sea porque son muy jóvenes o están muy debilitadas por la enfermedad. En estos casos, se puede
igualmente trabajar desde la perspectiva de la EM aunque estableciendo algunos aspectos “no-
negociables”
para trabajar (por ejemplo, alcanzar un nivel aceptable de estado nutricional). Se ha visto que el uso
de estrategias motivacionales en el tratamiento de los TCA mejora en general la adherencia al
mismo y tiene un efecto positivo en la reducción de conductas purgativas en adolescentes con BN y
TANE (44). Finalmente, el trabajo motivacional no sólo ha sido útil en el tratamiento con las
adolescentes con TCA sino también en el trabajo con sus familias. Se ha desarrollado una forma de
trabajo grupal con padres a quienes se les entrena en EM como una forma de acompañar
efectivamente a sus hijas en el camino de la recuperación y, además, implica un trabajo personal de
los cuidadores (45).

Tratamiento para anorexia Nervosa Las guías internacionales recomiendan, en el caso de la AN, que
el tratamiento se realice en forma ambulatoria en primera instancia, usando la alternativa de
hospitalización para aquellos casos que no respondan ambulatoriamente, presenten alto riesgo vital
y escasos recursos psicosociales (ver Tabla 5). La hospitalización en estos casos debe combinar la
realimentación con las intervenciones psicológicas. La recomendación que cuenta con mayor
acuerdo entre los especialistas e investigadores, es que se utilicen intervenciones familiares que
aborden directamente el trastorno alimentario. La evidencia apoya los tratamientos con base
familiar particularmente a las terapias derivadas del Modelo Maudsley de Tratamiento (46, 47)
donde la familia es vista como el principal recurso para ayudar a la adolescente a recuperarse. Este
modelo ha sido examinado en varios estudios controlados logrando una efectividad de un 50 a 70%.
La efectividad mejora notablemente en el caso de adolescentes con TCA de corta duración y donde
el nivel de conflicto familiar no es muy alto (48). En el caso de familias con formas extremas de
sobreprotección o criticismo (alta emoción expresada) los resultados del tratamiento son mejores
cuando la adolescente y su familia son atendidos por separado versus las terapias familiares
combinadas (49). La terapia cognitivo conductual, que se usa en adultos, no ha sido extensivamente
estudiada para adolescentes con AN. La terapia individual focalizada en la adolescencia ha mostrado
similar efectividad al final del tratamiento que la terapia basada en la familia (50). Otras terapias a
ser consideradas incluyen la terapia cognitivoanalítica, la terapia interpersonal y la terapia focal
psicodinámica. No existe evidencia suficiente que apoye el rol de psicofármacos en el tratamiento
de la AN, ya sea en la fase aguda o de mantención (51). Sin embargo, se ha encontrado que la
fluoxetina puede ser útil en disminuir el riesgo de recaídas en pacientes adolescentes tardíos.
Algunas drogas antipsicóticas han demostrado beneficio en el tratamiento de síntomas obsesivo-
compulsivos y en el aumento de la tasa de incremento de peso (52, 53). Tratamiento para Bulimia
Nervosa El tratamiento de la BN ha sido mucho más extensamente abordado en estudios científicos
que en el caso de la AN. De acuerdo a la evidencia, el tratamiento más efectivo para adolescentes
mayores (sobre 15 años) es la terapia cognitivo-conductual la cual se focaliza en las actitudes,
pensamientos y conductas que mantienen el trastorno. Esta terapia tiene por duración entre 16 y
20 sesiones a lo largo de 4 -5 meses como mínimo. El uso de manuales de autoayuda para las fases
iniciales de tratamiento también ha sido apoyado por los estudios en el área. La terapia
interpersonal ha demostrado igualmente ser efectiva, pero de resultados más lentos que la terapia
cognitivo-conductual (54). La terapia basada en la familia no ha tenido resultados tan promisorios
en BN como para el tratamiento de AN. Existen dos estudios que han medido la eficacia de este tipo
de terapia en comparación con otros tratamientos. Uno de ellos sugiere que la terapia cognitivo-
conductual tendría ciertas ventajas en relación a la terapia basada en la familia en la reducción de
los costos y rapidez de respuesta (55). El segundo estudio sugiere que la terapia basada en la familia
presenta mejores resultados que la terapia interpersonal (56). La terapia conductual dialéctica
también ha demostrado cierta efectividad en adolescentes tardíos con BN. Finalmente, la evidencia
es insuficiente para postular que cualquiera de las psicoterapias para BN tiene algún efecto en la
reducción del peso corporal. Los antidepresivos, como la fluoxetina, han demostrado tener un
efecto positivo en la disminución de los atracones y purgas llevando a una disminución sintomática
que varía entre un 50 y 70% dentro de las primeras semanas de tratamiento. Además, mejora
notablemente la sintomatología de patologías psiquiátricas comórbidas tales como depresión o
síntomas obsesivo-compulsivos. Sin embargo, la evidencia en relación a los efectos a largo plazo de
esta medicación es aún limitada (11). En el caso de los TANE la evidencia es extremadamente escasa.
Las guías de tratamiento sugieren utilizar las recomendaciones adecuadas para el trastorno al que
más se asemeje el TANE que presente la adolescente (57). El futuro en el tratamiento de los TCA
Dado el insatisfactorio escenario en términos de efectividad de los tratamientos actualmente
disponibles para los TCA, se ha hecho un llamado a generar modelos de comprensión de la
enfermedad que permitan sentar las bases para el desarrollo e implementación de nuevas
tecnologías de tratamiento. Uno de éstos, es el modelo interpersonal para AN, desarrollado por
Schmidt y Treasure (58). Este modelo es innovador ya que se basa en evidencia científica sobre los
factores que mantienen la enfermedad e incluye recientes hallazgos de la investigación en
neuropsicología, cognición social y personalidad en AN. El modelo describe factores intra e
interpersonales que mantienen el TCA y las estrategias para abordarlos. Se basa en una formulación
clínica de cada caso, es manualizado, diseñado a la medida de las necesidades de la paciente y con
intervenciones modularizadas, con una clara jerarquía de los procedimientos empleados. Si bien fue
originalmente diseñado para AN, tiene utilidad teórica y clínica para pacientes con BN u otros TCA.
Los factores de mantención descritos en este modelo son:-

Factores cognitivos: rigidez cognitiva y estilo de pensamiento focalizado en los detalles. Estos
factores están presentes antes del desarrollo de la enfermedad, se acentúan durante la fase aguda
de la enfermedad y persisten en muchos pacientes, incluso después de recuperarse. Se ha
demostradoque estos rasgos cognitivos están también presentes en hermanas sanas de las
afectadas, lo cual presupone un componente genético en su origen.

- Estilo socioemocional: Las dificultades socioemocionales de las pacientes con TCA están presentes
antes del desarrollo del desorden, aunque la desconexión emocional se agudiza durante la
enfermedad. Se demuestra en niveles altos de evitación y sentimientos de “anestesia” emocional.
Estudios en procesamiento emocional muestran que el reconocimiento de las emociones básicas
está limitado en personas que desarrollan AN aún antes de presentar el desorden, y persiste
después de la recuperación. Sin embargo, este rasgo no se presenta en personas con BN. Por otro
lado, un sesgo hacia claves sociales especialmente aquellas relacionadas con agresión está presente
en AN y BN, persistiendo después de la recuperación. La expresión emocional está también
disminuida en pacientes con AN quienes, a su vez, presentarían dificultades en la capacidad para
resolver problemas (59-61).- Pensamientos Pro TCA: Las creencias positivas sobre el TCA que se
desarrollan posterior a su inicio, es otro de los factores de mantención de estos trastornos (por
ejemplo, la sensación de maestría y control sobre el peso). Se ha visto que las personas con TCA
desarrollan una serie de creencias afirmativas que favorecen la identificación del trastorno consigo
mismas. Estas creencias generan parte de las dificultades mencionadas en relación a la escasa
motivación para la recuperación. Es fundamental la comprensión de estas creencias por parte del
equipotratante, así como su inclusión en el tratamiento, para evitar generar mayores resistencias
al cambio. - Factores interpersonales: Las reacciones emocionales de los familiares cercanos a la
adolescente con TCA, particularmente de sus padres, pueden contribuir reforzando
inadvertidamente los síntomas de TCA. Esto se relaciona con la alta emoción expresada y la
acomodación de la familia al TCA (62). Para cada uno de estos factores se han desarrollado
estrategias de intervención que actualmente están en distintas etapas de validación. Por ejemplo,
la terapia de remediación cognitiva está diseñada para abordar los estilos de pensamiento (63) y
también existe una versión menos intensiva para pacientes ambulatorios basada en el feedback de
las evaluaciones neuropsicológicas de la paciente (64). Intervenciones para padres y cuidadores de
personas con TCA en forma de talleres o educación a distancia vía DVD, también se han desarrollado
para trabajar el factor interpersonal (65, 66).
Evaluación Médica DE LOS TCA Como se mencionó anteriormente, los TCA se asocian a
complicaciones físicas severas las que pueden ocurrir durante la fase aguda de la enfermedad así
también como en el estado crónico o durante la recuperación. Los síntomas físicos pueden jugar un
rol clave en la motivación de una adolescente para buscar e involucrarse en un tratamiento.

La evaluación médica debe tomar en cuenta las necesidades y características de las adolescentes en
el contexto de su edad, desarrollo puberal y nivel de actividad física (1). Tiene por objetivo detectar
cualquier problema médico que acompañe el cuadro del TCA así como establecer la necesidad de
abordar cuanto antes los peligrosos síntomas físicos que pueden poner en riesgo la vida del paciente
y prevenir las complicaciones a largo plazo. Como primera intervención el cuidadoso y comprensivo
examen e investigación médica debe ayudar a descartar las causas orgánicas que pudieran explicar
la pérdida de peso en la adolescente. En el caso de que lo presente, especial atención debe ponerse
en la evaluación de grupos atípicos tales como hombres y niños cuyo TCA puede no ser fácilmente
sospechado. Debe ser llevada a cabo al ingreso de la paciente y repetida subsecuentemente
dependiendo de la aparición de síntomas nuevos o cambios en los síntomas físicos presentes en la
primera evaluación. En los casos de alto riesgo inicial, debe repetirse ante cualquier aumento o
disminución de peso. Junto con esto, se requiere de que la paciente y su familia, sea educados en
aspectos claves de la enfermedad. Así, los profesionales que conformen el equipo tratante tienen
que estar entrenados en brindar psicoeducación en aspectos tales como origen, mantención y
secuelas de los TCA, ciclo de la enfermedad, alimentación y ejercicio saludable, metabolismo, peso,
etc. La psicoeducación juega un rol importante en fomentar el reconocimiento del problema y, a
través de éste, la motivación para recuperarse. Los parámetros físicos que pueden utilizarse para
evaluar la severidad médica o el compromiso nutricional en pacientes con TCA, se listan en la Tabla
4. Este examen incluye a) mediciones de peso, altura, cálculo del percentil peso/talla e índice de
masa corporal (IMC), b) fuerza muscular, c) examen de los sistemas cardiovasculares, respiratorio,
abdominal y sistema nervioso central, y d) piel, dientes y garganta. En el caso particular de las
adolescentes, es central examinar el grado de desarrollo alcanzado y cualquier desviación de la
curva de desarrollo normal del adolescente. Herramientas tales como el IMC o los percentiles
peso/talla y los gráficos de peso, pueden utilizarse colaborativamente con los pacientes y sus
familias para mantener el foco en las conductas clave para ser abordadas en el tratamiento.
Finalmente, existen circunstancias médicas como psiquiátricas que ameritaran la hospitalización de
las adolescentes con TCA. Los criterios de hospitalización para un paciente adolescente se describen
en la Tabla 5. El impacto de los TCa en el cerebro La adolescencia es una fase crítica para el desarrollo
cerebral, ya que la mayor parte de los cambios en la estructura y tejido cerebral y cambios
funcionales secundarios ocurren en esta etapa. Los cambios en el medioambiente tales como
eventos estresantes, o alteraciones nutricionales, pueden impactar en la estructura y función del
cerebro en desarrollo. Este hecho presenta implicancias para las adolescentes que sufren de un TCA.
En primer lugar, los cambios del desarrollo adolescente pueden dejar una ventana de vulnerabilidad
a través de la cual el TCA puede entrar. Segundo, puede también explicar cómo y el por qué de las
consecuencias de los TCA ya que factores tales como la pobre nutrición y aislamiento, pueden llevar
a un profundo impacto en el cerebro, limitando las fortalezas psicológicas y las estrategias que se
requieren para la recuperación. Así se forma un círculo vicioso, ya que el órgano central para la
recuperación está dañado. Los pacientes con muy bajo peso puede que no estén en condiciones
para acceder exitosamente a intervenciones psicológicas. Mientras los síntomas pasen mayor
tiempo sin ser tratados y la severidad aumente, el cerebro se verá más comprometido. Esto explica
por qué la recuperación se hace más difícil a medida que la enfermedad persiste en el tiempo. Las
funciones cerebrales son afectadas principalmente por la pérdida de peso que conlleva varias de las
condiciones diagnósticas de los TCA. La mayoría de ellas se recupera con el restablecimiento
nutricional. Los déficits cognitivos que se deben a déficit vitaminoso debiesen ser tratados
inicialmente con terapia de reemplazo de vitaminas para alcanzar un buen resultado.

Comentarios Finales

Los TCA durante la adolescencia presentan desafíos particulares, los que deben ser atendidos por
equipos interdisciplinarios experimentados con el fin de actuar a tiempo para evitar la cronicidad y
las lamentables consecuencias para el desarrollo biopsicosocial de la adolescente que lo padece. La
inclusión de la familia de la adolescente es fundamental para cualquier tipo de tratamiento que
seaofrecido para su recuperación aunque, la forma en que ésta intervenga pueda variar. Muchas
veces la paciente con TCA no es conciente de su enfermedad, lo cual implica que el tratamiento se
comience, la mayor parte de las veces, con una escasa motivación para el cambio. La comprensión
de estos aspectos por parte de los profesionales de la salud que tengan los primeros contactos con
la paciente y su familia, serán fundamentales para el éxito de la referencia al tratamiento
especializado y su posterior adherencia. El conocimiento de estrategias motivacionales, puede
ayudar a que este proceso resulte satisfactorio.

Otros Trastornos de la conducta alimentaria


Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) engloban varias enfermedades crónicas y
progresivas que, a pesar de que se manifiestan a través de la conducta alimentaria, en realidad
consisten en una gama muy compleja de síntomas entre los que prevalece una alteración o
distorsión de la auto-imagen corporal, un gran temor a subir de peso y la adquisición de una serie
de valores a través de una imagen corporal.
Vigorexia
La vigorexia es un trastorno caracterizado por la preocupación obsesiva por el físico y
una distorsión del esquema corporal (dismorfofobia) que puede presentar dos manifestaciones: la
extrema actividad del deporte o, la ingesta compulsiva para subir de peso ante la percepción de
estar aún demasiado delgado. Aunque los hombres son los principales afectados por la vigorexia,
es una enfermedad que también afecta a las mujeres.
Implica una adicción a la actividad física (especialmente a la musculación): los vigoréxicos suelen
realizar ejercicio físico excesivo, a fin de lograr un desarrollo muscular mayor de lo normal, pues
de lo contrario se sienten débiles o enclenques. A esta exigencia se suma un trastorno en la
alimentación que se hace patente en una dieta poco equilibrada en donde la cantidad
de proteínas y carbohidratos consumidos es excesiva, mientras que la cantidad de lípidos se
reduce. Esto puede ocasionar alteraciones metabólicasimportantes, sobre todo cuando el
vigoréxico consume esteroides (que ocasionan cambios de humor repentinos), además de diarrea
instantánea.
Megarexia
La megarexia es un trastorno opuesto a la anorexia nerviosa. Descubierto y denominado
«megarexia» por el Dr. Jaime Brugos (PhD), en su libro Dieta isoproteica (editado en 1992) y
ampliado en su libro Isodieta (en 2009). Suelen ser personas obesas que se miran al espejo y no lo
perciben; por eso no hacen ninguna dieta; por eso se atiborran decomida basura (calorías vacías).
Ellos se perciben sanos. Son en cierta forma, personas obesas que se ven delgadas a causa de la
distorsión de la percepción que caracteriza a los trastornos alimentarios, cuando la desnutrición
que padecen (son obesos desnutridos por falta de nutrientes esenciales en su alimentación), llega
a afectar a su cerebro, momento en el que, como sucede con la anorexia, su trastorno alimentario
se convierte en una grave enfermedad.
Consideran que el exceso de peso es sinónimo de fuerza y vitalidad. Comen de todo y en cantidades
abismales, pero muy pocos "nutrientes esenciales" y una altísima proporción
de azúcares, féculas, almidones, etc. Comida basura, dulces, frituras, alimentos grasos, postres,
etc. son algunos de los platos principales en la dieta de los megaréxicos (de los que padecen
megarexia, megarexia no es la persona, es su enfermedad).
Permarexia
Afecta a las personas que al estar obsesionadas con el sobrepeso y con el miedo a engordar se
someten a dietas permanentes (de bajo contenido calórico, ya que su principal obsesión son las
calorías que aportan los alimentos) y que podrían terminar padeciendo anorexia o bulimia en un
futuro más o menos cercano. No se preocupan solo de ingerir productos saludables, sino que su
atención se centra en el valor energético de los alimentos. Además no llegan a extremos como
dejar de comer o recurrir al vómito, ni a la utilización de fármacos, diuréticos o laxantes, pero su
obsesión les lleva a serias descompensaciones en el organismo.

 El perfil de las personas que padecen esta enfermedad es el siguiente:

1. Baja autoestima
2. Autoexigencia
3. Relaciones sociales inestables
4. Problemas emocionales
5. No reconocen su enfermedad
6. Preocupación por conocer y llevar a cabo varios tipos de dietas
7. Obsesión constante por las calorías que poseen los alimentos (controlan cada alimento que comen
y miran en el envase las calorías que contienen)
8. Nunca terminan de estar a gusto con su físico
9. Suelen presumir de entender mucho de nutrición para justificar que siguen esas dietas por motivos
de salud
Las consecuencias de este trastorno alimenticio son el mal funcionamiento de la glándula tiroides,
acelerándola y desembocando en hipertiroidismo. Otras enfermedades que pueden surgir son
la hipoglucemia, trastornos digestivos variados como úlceras gástricas o estreñimiento y
alteraciones nutricionales debidas a la falta de vitaminas, proteínas, minerales e hidratos de
carbono.

Ebriorexia
Este trastorno consiste en dejar de comer para compensar las calorías obtenidas luego del consumo
de alcohol. Suele darse en personas entre los 18 y 30 años. Además del abuso de bebidas
alcohólicas, la ebriorexia se conjuga con otras conductas dañinas como realizar “atracones”, para
luego provocarse el vómito. De allí que se afirme que es una extraña mezcla entre anorexia,
bulimia y adicción al alcohol.

 Los síntomas son:

1. Consumo de alcohol. Es desmedida y generalmente se hace a escondidas.


2. Atracones. Debido a la ausencia de calorías para brindarle al cuerpo la suficiente energía para
funcionar adecuadamente. Quien padece de ebriorexia suele tener atracones de comida.
3. Hinchazón de la cara y deterioro físico. Esto es un efecto de la inducción del vómito.
4. Características específicas de la bulimia y anorexia. Las personas que padecen de ebriorexia no
suelen consumir alimentos delante de las personas, tienen una autoimagen desvalorizada, y tienen
miedo al aumento de peso.
5. Pérdida de cabello y problemas dentales. Debido a la ausencia de vitaminas y a la incitación del
vómito.
6. Debilidad corporal y mal aspecto de la piel. También debido a la mala alimentación.
7. Conductas de aislamiento social y agresividad.
8. Pérdida de conciencia o desmayos.

 Las consecuencias son

1. daños cognitivos como el deterioro de las neuronas


2. dificultad en la concentración
3. Pérdida de la capacidad de estudiar
4. Alteraciones en la actividad de los neurotransmisores
5. Problemas a la hora de tomar decisiones
6. Comportamiento arriesgado y/o violento
7. Daños en los órganos vitales a edades
8. Enfermedades crónicas.
9. Problemas gastro-intestinales
Otros trastornos

 Ortorexia: Es aquel trastorno donde la persona come alimentos que ella considera saludables,
pero que en realidad no lo son.
 Pica: ingestión de alimentos no comestibles.
 Diabulimia: el enfermo de bulimia, también diabético, manipula las dosis de insulina que debe
inyectarse, para adelgazar o compensar los atracones. Aparte de las complicaciones de la bulimia,
se añaden las complicaciones mortales a medio plazo, de no inyectarse las dosis correspondientes.
 Hiperfagia: Exceso de comida, llegar a consumir grandes cantidades de alimentos seguido de
haberse alimentado adecuadamente.

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