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TEMA 6: ACTITUDES
QUÉ SON LAS ACTITUDES: Definición de Actitud
En el Handbook de Psicología Social editado en 1998 se adopta la siguiente definición: “En
términos formales, una actitud es una tendencia psicológica expresada evaluando un ente
determinado con cierto grado de favorabilidad o desfavorabilidad·. “Ente determinado”: lo que
técnicamente se denomina el objeto de actitud, susceptible de ser valorado. Los objetos de
actitud pueden ser concretos, abstractos, ideas y opiniones, conductas, personas, o grupos.
Es muy frecuente que las personas muestren ambivalencia actitudinal hacia objetos que tienen
aspectos positivos y negativos.
No hay que confundir la actitud con los componentes en los que se basa. La actitud es un
constructo psicológico no observable, de carácter evaluativo, que media entre un objeto y las
respuestas que la persona da ante este objeto. Llamamos actitud a una experiencia
psicológica, en relación con un objeto, que influye en las reacciones y conductas de la persona
ante ese objeto. Por esa razón, las actitudes se infieren a partir de su expresión en forma de
respuestas que se dan al objeto de actitud. Estas respuestas pueden ser de tres tipos:
cognitivas, afectivas y conductuales.
La medida de las actitudes se puede clasificar en dos grandes bloques: medidas explicitas o
medidas implícitas.
Medidas Explícitas
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Otro tipo de escala ampliamente difundido es el diferencial semántico, que consiste en una
serie de escalas bipolares definidas por dos características opuestas, una positiva y otra
negativa, en las que se pide a la persona que evalúe el objeto de actitud señalando el punto de
la escala con el que lo asocia a lo largo del continuo, más o menos positivo.
Medidas Implícitas
Hay temas, como son los relacionados con estereotipos, prejuicio o discriminación hacia
diferentes grupos sociales, ya que, las personas tienden a responder en función de lo aprobado
socialmente. Por ello, se emplean procedimientos que impiden que los sujetos sean
conscientes del objetivo de medida de la investigación. Entre este tipo de medidas se incluyen
las siguientes:
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El análisis funcional de las actitudes ha permitido delimitar una serie de funciones psicológicas
en los procesos de interacción de una persona con su medio físico y social. Katz (1960) ha
propuesto que las actitudes desarrollan cuatro funciones principales:
Función de Conocimiento
Las actitudes nos ayudan a comprender nuestro entorno y a darle significado, ya que
proporcionan un mecanismo de evaluación que permite clasificar rápidamente la nueva
información en dimensiones categóricas (positivo VS negativo). Permite diferenciar entre lo
que es beneficioso y lo que es dañino para cada individuo y así determinar cómo ese estímulo,
el objeto de actitud, puede contribuir en mayor o menor medida a proporcionarle bienestar.
Es importante tener en cuenta que una misma actitud puede cumplir diferentes funciones. Las
funciones de una misma actitud también pueden cambien en el tiempo y servir a una persona
para diferentes propósitos en diferentes momentos. Por esa razón, se puede afirmar que las
actitudes son multifuncionales.
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Influencias Biológicas
Hay evidencia de que ciertas actitudes pueden estar influenciadas por aspectos genéticos, y
tener su origen en mecanismos innatos que han favorecido a la especie en las épocas
ancestrales en las que el ser humano se diferenció de otras especies. Como el miedo a las
serpientes o a determinados sonidos, pueden tener su base en peligros reales para la
supervivencia de nuestros ancestros.
Algunos procesos psicológicos que tienen una base biológica, entre los que se puede destacar
el temperamento de cada persona, también predisponen hacia determinadas actitudes.
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El contexto no sólo influye en qué información viene a la mente; también influye directamente
en la evaluación. Factores de la situación que pueden afectar la evaluación:
Las actitudes que se basan más en información habitualmente accesible que en información
temporalmente accesible son más estables en diferentes situaciones y contextos.
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(1997) sistematizan bajo qué condiciones las actitudes fallan al pronosticar la conducta,
llegando a la conclusión de que hay dos tipos de explicaciones.
Una de las razones que pueden explicar por qué actitudes y conductas no
correlacionan positivamente es que ambas se midan en diferente nivel de generalidad.
La otra razón que aducen estos autores es que la conducta puede estar condicionada
por una serie de factores situacionales, internos o externos a la persona, que forman
parte de un sistema complejo que, en conjunto, influye en el comportamiento, aeás de
la influencia que pueda ejercer la actitud. Por ese motivo, Fishbein y Ajzen (1975)
proponen que se mida la intención de conducta, en vez de la conducta real al analizar
los vínculos entre actitudes y conducta.
El modelo “MODE”
Esta aproximación teórica postula que las actitudes pueden guiar el comportamiento hacia un
objeto mediante dos tipos de procesamiento cognitivo: a) un procesamiento espontáneo,
basado en la activación automática de una actitud relevante, o b) un procesamiento
elaborado, en que se analiza detalladamente la información disponible. El procesamiento
espontáneo requiere que la actitud existente hacia un objeto se recupere de la memoria en
presencia de ese objeto. Una vez que la actitud (positiva o negativa) se activa, sirve como
señal para procesar la información siguiente sobre ese objeto. La persona no llega a ser
consciente de esa activación automática. Como ya se ha comentado, la accesibilidad
actitudinal es mayor dependiendo de la frecuencia de activación de la actitud y de lo
recientemente que se haya utilizado. En esos casos, la actitud serviría como heurístico y guiaría
la conducta sin necesidad de reflexión.
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∑ c i ⋅ v i=A
Donde c es la fuera de cada creencia sobre las consecuencias de analizar la conducta y v es la
valoración de esas consecuencias. La actitud hacia la conducta (A) sería la suma del producto
de la n creencias por la evaluación que la persona hace de las consecuencias. Pidiendo a las
personas que se posicionen numéricamente es relación con la fuerza con la que sostienen las
creencias sobre las consecuencias de esa conducta y con la valoración de esas consecuencias.
Se llama norma subjetiva porque es la percepción que el individuo tiene de la opinión de los
otros; no tiene por qué ser la opinión real.
∑ cn i⋅mi=NS
La teoría de la acción planificada
La teoría de la acción planificada, elaborada por los mismos autores que la teoría de acción
razonada, añadió un nuevo factor al modelo propuesto inicialmente, el control conductual
percibido, que se refiere a la percepción que la persona tiene de lo fácil o difícil que le resultará
realizar el comportamiento. Este nuevo componente contribuye significativamente a explicar
la conducta de dos formas:
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Una vez que se han formado, las actitudes, la norma subjetiva, la percepción de control y la
intención pueden ser muy accesibles y rápidamente disponibles para guiar la realización de la
conducta. Es decir, no es necesario que la persona revise sus creencias actitudinales,
normativas o de control para que estos componentes se activen.
El término cognición hay que entenderlo como el conocimiento que la persona tiene sobre sus
estados psicológicos (sentimientos, emociones o creencias), sobre su conducta manifiesta, o
sobre su entorno. Según la teoría, siempre que la percepción de la realidad se oponga a una de
nuestras creencias existirá una presión para cambiar esa forma de pensar.
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En segundo lugar, Festinger hace hincapié en que utiliza la palabra disonancia para destacar
que se trata de un factor motivacional y no cognitivo. Es, precisamente, la necesidad de reducir
ese malestar lo que va a motivar el cambio de actitudes, y no la necesidad de ser lógicos.
1. Que sean irrelevantes, es decir, que una cognición no tenga nada que ver con la otra;
2. Que sean consonantes, lo que implica que de una cognición se puede inferir la otra, o
3. Que sean disonantes, cuando una cognición es incoherente o contradictoria con la
otra.
Una vez que se ha realizado una conducta que de alguna manera es contraria a las actitudes
previas, surgen una serie de cogniciones que son consonantes o disonantes con esa conducta.
Grado de disonancia
La disonancia cognitiva se podría definir como una experiencia psicológicamente desagradable,
provocada por la inconsistencia entre actitudes y comportamiento, que se acompaña de
sensaciones de inquietud.
Una vez que aparece la disonancia, existen diferentes estrategias para disminuirla:
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b) Del grado de similitud entre las alternativas posibles, puesto que, si las dos alternativas
llevan a resultados equivalentes no habría tanta disonancia como si la decisión se ha
tomado entre dos alternativas que acarrean consecuencias muy distintas; y
c) Del atractivo de la alternativa rechazada.
La disonancia lleva, con frecuencia, a buscar información sesgada con el objeto de aumentar
los elementos consonantes y evitar los disonantes. Incluso cuando una persona recibe
involuntariamente información que contradice sus ideas, un mecanismo común para evitar la
disonancia es negar la veracidad de esa información o invalidarla con cualquier excusa.
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Reformulaciones de la teoría
Una de las revisiones más difundidas ha sido la que se conoce como la corriente del new look
(nuevo enfoque) de la disonancia (Cooper y Fazio, 1984). Después de un examen exhaustivo de
los trabajos sobre disonancia, esta perspectiva aportó dos conclusiones que deberían
cumplirse para que se experimentara disonancia:
Por otra parte, varios trabajos recientes han permitido comprobar que no es necesario que se
considere aversiva la conducta que provoca la disonancia.
El modelo del autestándar, por su parte, postula que la autostima no se verá afectada por la
disonancia cuando la persona cree que ha actuado inadecuadamente, a no ser que la conducta
realiza afecte a uno de los estándares del autoconcepto (el yo ideal o el yo responsable).
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