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KINTSUGI o KINTSUKUROI

The art of embracing damage. Mistakes are gold. El antiguo arte japonés de reparar con oro.
KINTSUGI EN LA VIDA “El arte de romperse”.
Kintsugi en la vida, el arte de “romperse”. A través de la alquimia del Kintsugi, la belleza esencial no sólo sobrevive,
sino que prospera.
Kintsugi y el Arte de la Resiliencia
Mientras que la forma original del tazón ha sido destruida para siempre, a través de la alquimia de Kintsugi, su
belleza esencial no solo sobrevive, sino que prospera. Dicho de otra manera, la transformación va mas alla de solo
unir los aspectos de nuestra vida fragmentada, sino en una reinvención total del “yo” en la que nuestras piezas rotas
se amalgaman en una obra maestra hermosa y próspera.
Veamos las tres prácticas esenciales de Kintsugi que hacen posible esta transformación
de vida tan milagrosa.
Haciendo posible lo imposible
 La primera práctica básica en Kintsugi es dejar a un lado nuestras tendencias emocionales auto-destructivas,
lo que nos hemos dicho a nosotros mismos sobre lo imposible que es recuperarnos de nuestras perdidas y
sufrimiento. Y no solo eso, sino también para liberarnos de nuestras responsabilidades y para mantener
nuestras vidas fragmentadas como un recordatorio de cómo hemos sido injustamente tratados. O en el peor
de los casos, nuestra tendencia a apegarnos a las desgracias como una forma de reafirmarnos y a los demás
que somos como “objetos dañados”, sin derecho al amor, reconocimiento o éxito.
 Decía el gran poeta sufi Rumi: “La herida es el lugar donde la luz entra en ti”. He aquí donde podemos
empezar el cambio y darnos cuenta que nuestras heridas pueden dejar de ser destructivas y cambiar de lo
imposible a lo posible. Cuando empezamos a hacer esto empezamos a andar el camino de la transformación.
Preparando el adhesivo
La segunda práctica de Kintsugi es preparar el aglutinante dorado para volver a unir las partes rotas de nuestras
vidas. Aquí la importancia del encontrar el equilibrio entre los ingredientes es fundamental. Ya que podria resultar
muy blando y perder forma o por otro lado demasiado fuerte y por ello muy frágil impidiendo una union pemanente
 El “aglutinante” representa nuestro apego al refuerzo positivo y a la nuestra expectativa de cuán rápido
debemos progresar. Demasiado apego solo al movimiento rápido y positivo limita nuestra disposición a
aceptar reveses. Debemos estar abiertos a retrocesos y ademas permanecer abiertos una y otra vez hasta
que lo que se esta uniendo de nuevo dentro de nosotros haya tenido tiempo suficiente para “curar” en su
totalidad.
 El “oro” en la analogía representa nuestro deseo de ser sanados. Avanzar demasiado rápido, asumiendo que
estamos curados antes suponiendo que estamos sanados antes de lo que realmente estamos y poner
demasiada fe en poderes mas allá de nuestra propia capacidad son trampas que debemos evitar mientras
que preparamos el adhesivo dorado para nuestra transformación.
Sentir de nuevo cada pieza rota
La tercera práctica esencial de Kintsugi es, cuando nos comprometemos en nuestro propio proceso de
reconstrucción, volver a experimentar cada fragmento roto dentro de nosotros para poder conocer su forma,
posición y sensación exactas.
 Cada pieza debe ser devuelta a su posición original dentro de nuestra psique si vamos a transformarnos de lo
roto a lo bello. Cada fragmento hiriente de confianza dañada o cuidado destruido debe manejarse con
cuidado para evitar ser lastimado nuevamente.
 Pero debemos estar dispuestos a tocar y sentir a cada uno de esos fragmentos con las “manos de nuestro
corazón” para así conocerlos íntimamente y poder aceptarlos a todos en nuestro nuevo yo transformador.
 Este no es un proceso de indulgencia, de dramatizar el pasado o sentir lástima por nosotros mismos o culpar
a otros, más bien es un proceso sagrado de re-experimentar las partes de nuestra humanidad que
conforman nuestro yo más grande, más fuerte y más hermoso. Si bien es posible que hayamos estado tan
profundamente heridos que lo que menos queremos es volver a repasar nuestros traumas y dolor, al tener
el coraje de hacerlo, descubrimos que si bien nuestra identidad puede haberse roto, somos mucho más que
esa sola identidad, somos un contenedor sagrado para lo que conforma nuestras vidas, un “jarrón de
posibilidades” que se muestra orgulloso y completo como un próspero legado de la belleza, la gracia y la
resiliencia del Espíritu Humano.
KINTSUGI, la belleza de las cicatrices de la vida
Según la cultura centenaria japonesa, cuando un objeto ha sufrido un daño y tiene una historia, esto lo hace más
bello y único. El arte del Kintsugi invita a rehabilitar y ser más sostenible. Celebra la belleza de la imperfección y
comparte que la autenticidad y singularidad residen en las grietas que forman parte de nuestra historia, con la
firme creencia de que hasta la parte más rota es hermosa y debe ser mostrada.
 El Kintsugi es una técnica japonesa que recupera la cerámica dañada reparando las grietas con finas y
delicadas uniones en oro. Esta técnica se ha convertido en una filosofía de vida. La clave está en mostrar la
belleza de esas grietas al recomponerse, en vez de esconderlas. Las filosofías e innovaciones orientales son
modelo de inspiración para la belleza, celebran la imperfección y comparten que la autenticidad y
singularidad residen en las grietas que forman parte de nuestra historia.
  La vida, como ocurre con los objetos valiosos, no es perfecta. Y en esas imperfecciones o cicatrices es donde
nos descubrimos a nosotros mismos, donde residen nuestra autenticidad y nuestra fuerza interior. Solo
depende de nosotros pintar de oro nuestras piezas rotas. La belleza no es estereotipada, se valora la belleza
que surge de la diversidad y autenticidad así como del recorrido vital. Se entiende la belleza como una fuerza
que emana desde el interior, un sentimiento que vale la pena compartir.

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