El mundo del derecho no solamente comprende leyes o procesos que abarcan
cada aspecto de la vida en sociedad, quienes lo practican sienten la complejidad de atributos que se debe desarrollar para remar en concordancia a lo que se requiere en una sociedad que busca la justicia, la seguridad y el progreso. El abogado debe convertirse en un artista dominando las artes de la oratoria, el léxico, la capacidad del relato y la escritura, sumergido en ello debe también analizar objetivamente cada situación controlando sus emociones y procurando una toma de decisiones que permitan guiar al proceso a la mejor de sus costas en beneficio de su cliente e intereses. Una premisa que debe de tener siempre en cuenta quien decida ejercer el derecho es la privilegiar siempre la consecuencia de la justicia como norte principal en sus actuaciones de esta manera habrá una gran responsabilidad en cada actuación del abogado y con su cliente, siempre actuando acorde a la realidad, sin promesas ilusas y con mayor sinceridad con nuestro representado por nuestro carácter de litigantes en nombre de otro en procesos jurisdiccionales. De lo anterior escrito se expresa una parte de la esencia del libro de Ángel Ossorio ‘El alma de la toga’, que en sus ilustres palabras nos da a entender cada una de los aspectos mas importantes de la esencia del abogado, donde no solo se limita a un titulo o una licenciatura, esta abarca aspectos muchos mas profundos del ser. El alma de la toga es una gran pareja para otra titánica guía que representa la esencia mas formal del abogado que de la mano de el ilustre Eduardo José Couture se presenta como los mandamientos del abogado, una guía que lleva a la persona a convertirse en un abogado ético, amante del conocimiento y de su profesión, que como buen capitán de un barco procura llegar siempre a su destino que es la justicia y que es capaz de desarrollar virtudes que nos acompañan desde la biblia como la tolerancia, la paciencia y la fe. El alma de la toga de José Ángel Ossorio: La ley es percibida como pedagogía colectiva, donde se refleja las actitudes de una sociedad hacia aquello que considera correcto o incorrecto, de ahí un aspecto fundamental para quienes se sirven de ella en gran parte de su vida. De esta anterior premisa podemos partir nuestro análisis sobre varias de las obras más importantes escritas a encaminar las maneras de actuar de una persona que litiga en nombre de otras. La abogacía al igual que otras profesiones parte de una gran base teórica donde se establecen las reglas de su actuar, así como el medico necesita de una ética impecable es sus actuaciones profesionales el abogado necesita construir una sólida reputación que pueda servirle de garantía o muralla cuando se cuestione su actuar. Quienes se inician en el mundo del derecho se pueden observar dos grandes etapas, la primera de ellas una etapa de formación plena donde se aprende la abogacía en la facultad, es decir una etapa donde se comprende las reglas del juego de una manera puramente teórica, la segunda etapa podríamos llamarla etapa de litigación, donde la persona como puros conocimientos teóricos pasara a comprender las técnicas de litigación cuyo mayor maestro es el ejercicio profesional, entendido que no todo el derecho está en libros. El abogado va más allá de lo que comprende un título profesional, conceptos tan profundos como la las injusticias, defender al que lo necesita, la persecución de la justica como fin mayor, son ideas que han predominado en el ser humano desde el inicio de la vida en sociedad, cuando el humano obtiene la capacidad para juzgar actos en base a sus valores, defenderá lo correcto para él y combatirá directamente o indirectamente lo incorrecto, es ahí donde nace el verdadero abogado, el verdadero abogado es aquel que en su interior y su subconsciente prevalece un deseo de defender ciertos valores y luchar contra los abusos cometidos en distintas aspectos cotidianos siempre en la búsqueda de la verdad, parafraseando a el autor Ángel Osorio, dentro de cada una fuerza interior que nos lleva a inclinarnos hacia lo correcto y defender la impunidad en las injusticias, aun en los momentos mas difíciles esa fuerza es la que hará mantenernos en la guía correcta. La justicia va más allá del estudio, clases o cualquier libro, la justicia es una sensación que llena a quien está encaminado a relacionarse con ella, de ahí que no todos los que se titulan de abogados se ven seducidos por esta musa llamada justicia que es capar de evocar profundas motivaciones a quienes se rinden a sus pies. Primeramente, tenemos que partir de la base de que la justicia solo se consigue por medio de la oposición de dos fuerzas que se contraponen, por un lado está la fuerza acusatoria que se encargara de colocar penas en base a la gravedad del injusto, introduciendo información a dicho proceso y por otro lado tenemos a la fuerza defensora que se encargara de verificar la calidad de la información aportada por la contraparte y además de velar por la mejor situación para su cliente ya sea por medio de penas más bajas o absoluciones completas. El abogado corresponde cumplir con el ministerio de la ley, un mundo donde los valores y principios morales juegan un papel fundamental ya que de nuestras actuaciones dependerá una buena administración de justicia, es aquí donde se encuentran una de los grandes dilemas del mundo de la abogacía, el cual es mantenerse en la moral o caer ante esta misma, que sin duda es fundamental observar que en un mundo lleno de carencias y fallas en un sistema jurisdiccional, es clave tener una brújula que pueda guiar a todos aquellos que debaten sobre sus actuaciones. Los grandes cambios ocurren gradualmente y luego de repente, esto quiere decir que las pequeñas actuaciones individuales que se basan en valores éticos y morales contribuyen de gran manera a crear un sistema y una conciencia colectiva que nos garantice ámbito de la vida seguro y confiable como es el sistema jurisdiccional en cualquiera de sus áreas, así como roma no se construyó en un día, ladrillo a ladrillo se hace castillo, cada actuación honrable de un abogado contribuye no solo a su reputación, sino también a la construcción de un sistema que analizad objetivamente está conformado por nosotros mismo como abogados. Actuaciones como mantener el secreto profesional relacionado con sus clientes, son una institución entro de los deberes del abogado, hay que recordar que en los inicios de la historia del abogado esta era una relación puramente de patronato, además es una carrera donde se viven grandes misterios, se vela por los intereses ajenos que pueden causar repercusión personal y colectiva. Estas actuaciones sirven a la integridad del ser humano, recordando que todos poseemos los mismos derechos y deberes, somo iguales ante la ley y por consiguiente debemos mantener reservados cualquier información que el cliente nos proporciona que puedan perjudicar su honor o su integridad ya que solo la justicia por medio de una sentencia es quien declarara la veracidad de los actos cometidos. Dentro de estas actuaciones también nos encontramos lo que el mismo autor menciona como ‘Chicana’ que parte de estos actos que el abogado que en primera instancia deben de evitarse, el abogado siempre debe apegarse a los lapsos establecidos en la ley para cualquiera de sus actuaciones, siempre teniendo como norte principal la consecución de la justicia pudiendo esta ser motivo suficiente para que en algún caso excepcional deba valerse de actos dilatorios que sirvan a la consecución de la misma. El todos los conflictos sociales siempre se desprenden emociones, situaciones que pueden afectar la esfera del pensamiento personal del abogado y es ahí donde el abogado debe convertirse en un artista emocional, sabe analizar objetivamente el problema como un tercero, porque cuando analizamos los problemas de manera objetiva como terceras personas somos capaces de controlar nuestras emociones más profundas, nuestra profesión va más allá de la percepción del problema y lo que este nos pueda repercutir, tenemos la obligación de transmitirle a un tercero como lo es el juez cada uno de los sentimientos que pueda hacerle comprender nuestra posición en un juicio en concreto ya que como bien dice el autor, debemos de olvidarnos de nuestro triunfo cuando termine el juicio y de nuestro cliente cuando termine la relación jurídica. Nuestra carrera de abogados nos dota de una serie de características y libertad que no muchas carreras consagrar, poseemos una libertad en nuestros actos que siempre debe ir en concordancia a nuestro norte que es la justica, es por ello que debemos actuar para el cliente y no por el cliente, la primera manera comprende las actuaciones que debe realizarse para proteger los intereses de nuestro cliente mientras que la segunda nos remite a que siempre hay que salvaguardar la integridad de la justicia, ya que somos asesores y litigantes de situaciones especiales que se avocan a los interés del cliente y la justicia. Es importante destacar que la consecución de la justicia nos lleva a convertirnos en artistas tanto de la palabra, del relato, de la escritura y de la expresión, desarrollarse en cada uno de estos hábitos es una pieza fundamental de quienes pretenden dedicarse al mundo de la abogacía. La buena oratoria, capacidad de análisis, la comunicación precisa y concreta y el desenvolvimiento personal ante terceros para transmitir los hechos y emociones de lo explicado es pilar para la formación del abogado, así como la familia el dónde comienza el desarrollo de todo hombre, la facultad y sus inicios es donde deberá desarrollar estas cualidades que alimentaran el hambre de conocimiento que una persona dedicada a resolver problemas debe tener.