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ADVERSARIAL
Para ello debemos recordar el aforismo latino “Ubi societas, ibi ius”, que significa
donde hay sociedad, hay derecho. Y donde hay derecho hay personas que se
ocupan de crear normas jurídicas, aplicarlas y explicarlas. En una sociedad sin leyes
y pautas de comportamiento; se impone el caos y la anarquía, impidiendo el
crecimiento y desarrollo armónico de esa sociedad y la vida feliz y productiva de sus
ciudadanos. Si nadie respetará las normas de convivencia no podríamos funcionar
como sociedad ya que existirían conflictos entre todas las personas y los valores
como el respeto y la tolerancia que son muy importantes en las relaciones entre dos
o más integrantes para poder llegar a acuerdos en común y poder convivir de
manera sana”.
“El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día
un poco menos abogado.”
La cultura jurídica puede ser un concepto útil en la medida en que nos permita
vincular el derecho a la sociedad. Permitiendo que lo jurídico se transforma para
beneficio de las personas. Mejorando la imagen que del derecho pueda tener un
conglomerado social.
La cultura jurídica debe abarcar rasgos o características que no se alejen del mundo
del derecho, ya que se corre el riesgo de hacer de la cultura jurídica algo no jurídico.
Lo que significa que la cultura jurídica siempre deberá de enmarcarse dentro de la
norma jurídica, la jurisprudencia, la costumbre, la dogmática jurídica, los principios
del derecho, la historia del derecho, la sociología jurídica o la filosofía jurídica. La
cultura jurídica está constituida por las formas de pensar, sentir y actuar de los
operadores del derecho, de los científicos del derecho y de los filósofos del derecho,
así como de la sociedad que se encuentra vinculada a un sistema normativo
determinado.
El Derecho es concebido por muchos como un oficio que consiste en que los
abogados deben saber en qué libros se debe buscar para encontrar las respuestas
a los problemas que les plantean sus clientes, y cuáles libros citarles a los jueces
que están decidiendo el destino de sus clientes. Debe corregirse ese error al situar
el Derecho en el contexto correcto, es decir, no solo en el contexto de las ciencias
sociales, sino en el de las humanidades en general, reconociendo que la
interpretación jurídica es por mucho un arte, valiéndose de todas las tradiciones de
las humanidades, tal como sucede con la interpretación literaria, la histórica o la
teológica.
El abogado debe ser un jurisprudente, esto es, un sapiente del Derecho. Sería
absurdo que no ID fuese, es decir, que padeciese "ignorantia juris". Sin los
conocimientos jurídicos no podría ejercer digna y acertadamente su profesión.
Ahora bien, el abogado es una especie de jurisprudente que se vale de su sabiduría
para patrocinar, dirigir o asesorar a las partes contendientes en un litigio ante el
órgano jurisdiccional del Estado que deba resolverlo.
Como no tiene vocación por la cultura, se aleja por inclinación natural del estudio.
Los libros no le interesan, pues su objetivo vital no es el saber sino la obtención de
ganancias económicas o beneficios personales de otra índole, hacia cuya
consecución encamina sus más empeñosos y tenaces esfuerzos. Le apasiona el
éxito, no la gloria, tendencia que acentúa su mediocridad.
El simulador del Derecho no es la persona que realiza actividades fuera del campo
jurídico aunque tenga la licenciatura o el doctorado correspondiente. En todo caso
se trata de un "no jurista", pudiendo ser político, funcionario público, banquero u
hombre de negocios en general, cuya falta de vocación por el Derecho lo proyectó
fuera de su esfera. Al simulador del Derecho le aterra su ignorancia juris, que, por
su falta de vocación por el estudio y la investigación, no puede vencer. Permanece
en ella y, para que no se advierta por quienes conocen la ciencia del Derecho,
rehuye toda discusión, a menos que su extrema vanidad lo impulse a incurrir en
graves despropósitos. Por sí mismo es incapaz de resolver un problema de Derecho
y recurre a quien le pueda proporcionar el dictamen respectivo, que acostumbra
adjudicarse a sí mismo sin pudibundez profesional. La apariencia de abogado que
ostenta se manifiesta en actitudes extrajudiciales. Halaga a jueces, secretarios y
empleados de los tribunales, con los que empeñosamente traba relaciones cuasi
familiares. Los frecuenta y agasaja para captar su simpatía. Los saluda con abrazos
estruendosos y con risas y carcajadas, procurando inspirarles amistad.
Conclusión
En el libro habla del derecho como regulador del comportamiento social,
mencionando su importancia y que es una disciplina la cual debe de estudiarse con
detenimiento y que esta debe actualizarse con frecuencia ya que el derecho, las
leyes o normas cambian constantemente debido al contexto; haciendo hincapié en
la importancia del jurista como abogado, ya que esté es el encargado de hacer valer
el derecho a través de leyes, al igual que vela por la seguridad y justicia de la
sociedad. Hace mención que a pesar de poseer un título que acredite y respalde a
un individuo como licenciado o doctor en derecho, no todos lo son; ya que para serlo
se necesitan cumplir algunas características mencionadas por el autor. La primera
característica es la libertad, en la cual hace referencia a que un abogado debe
trabajar por su propia cuenta y no para una empresa privada o pública, ya que al
hacerlo vela por los intereses de la empresa y no por lo que es correcto,
Sobran los epítetos para calificar al simulador en su mediocre personalidad
concurren vicios como el desconocimiento del Derecho, la cobardía, la indignidad, la
prepotencia y la proclividad adulatoria, que lo exhiben ante la opinión pública como
un perverso personaje acuciado por la ambición económica y abrumado por el temor
de perder el cargo que deshonra con su conducta antijurídica y antisocial.