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INDICE

2……………………………. introducción

3……………………………. El jurista y el simulador del derecho, necesidad del


derecho como orden normativo de la sociedad y del estado

4…………………………… semblanza del jurista

6…………………………… cultura jurídica

8…………………………… tipología del jurista

11…………………………. El simulador del derecho

14…………………………. conclusión

15………………………..... bibliografía
INTRODUCCIÓN
mediante la obra el jurista y el simulador del derecho el autor Ignacio Burgoa, nos
permite tener un amplio conocimiento de lo que un verdadero abogado debe hacer
y lo que es un simulador, nos da un concepto amplio de lo que es el derecho, en lo
que se basa y las características y aptitudes que tiene que tener un jurista para
desarrollarse plenamente sin descuidar la libertad que tiene que tener, ya que sin
esta entonces no sería un abogado en plenitud.
nos hace saber que el derecho es un orden que regula a toda sociedad, pertenece
al mundo del deber ser, todas las transformaciones que tiene una sociedad deben
canalizarse por medio del derecho. cuando Burgoa nos habla del jurista nos dice
que es un garante de la sociedad que debe procurar tener justicia y seguridad, en
una sociedad, en un país, en una nación o en un estado no puede haber una visión
sin deberes ni obligaciones bien establecidos. Además de que el jurista
principalmente como abogado debe ser libre, su libertad profesional lo faculta para
atender cualquier negocio a muy a parte de los sujetos que en ellos sean
protagonistas, cuando nos habla de la libertad del jurista, nos dice que el abogado
no debe ser asalariado de nadie, pues no es un trabajador si no un profesionista, no
debe tener capacidad de obediencia, sino facultades de mando; no es admisible
que los licenciados que estén al servicio de un sujeto sea quien fuere, se llamen
abogados, por más competentes, capaces e inteligentes que sean. esto quiere decir
que no hay abogados de empresa, ni abogados al servicio del estado. el jurista,
además de ser libre, tiene que ser autentico esto quiere decir que se tiene que tener
un comportamiento adecuado con lo que se piensa y se siente, es una calidad
opuesta al vicio de la falsedad e hipocresía, la veracidad también es un valor moral
que debe tener el jurista, rectitud de pensamiento ya que el cobarde asustadizo y
sin carácter ni fortaleza jamás podrá representar al jurista como abogado el jurista
debe ser honesto nunca corrupto.
en este libro, nos presenta también jurisconsulto, Burgoa nos dice que él es el
constructor del derecho plasmando su doctrina sobre múltiples cuestiones jurídicas
en libros, tratados y obras escritas en general, esto genera una trascendente tarea
social que está al servicio de lo que honesta y sinceramente cree justo y recto.
El abogado, nos dice que es un jurisprudente que se vale de su sabiduría para dirigir
y asesorar en un litigio ante un órgano jurisdiccional sin los conocimientos jurídicos
no podría ejercer digna y acertadamente su profesión, las características de un
abogado siempre deberán ser vocación profesional, amor a su profesión, talento
jurídico, libertad profesional, emotividad, sentimiento de justicia, firmeza, honestidad
etc.

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EL JURISTA Y EL SIMULADOR DEL DERECHO.

en dicha obra el autor expone una serie de comportamientos propios del


simulador de derecho para su rápida identificación. además, advierte los peligros
que puede sufrir la sociedad y los problemas que ocasiona en el desarrollo de la
ciencia del derecho. el jurista y el simulador del derecho es una obra que pretende
proteger, de los vicios de aquél supuesto profesionista del derecho, la actividad del
abogado y la correcta aplicación de la ley. es de esperarse que el autor presente en
sus letras la ideal del actuar del abogado. el verdadero jurista resulta ser un
individuo libre, auténtico, veraz, con valor civil, honesto, con un profundo sentido de
justicia y conocedor del derecho. la libertad en términos del ejercicio de la actividad
jurídica del abogado debe ser entendida como la posibilidad de determinar a qué
clientes representará ante los órganos de justicia. el abogado que esté sujeto a un
sector público o privado se verá obligado a defender los intereses del sector con
quien trabaje. en tal situación, el abogado deja de serlo porque no tiene la libertad
de elegir si patrocina o no al cliente. se convierte entonces en un asalariado que no
tiene más remedio que manipular al propio derecho, deformando la esencia misma
de la ciencia, en beneficio de su patrón.

NECESIDAD DEL DERECHO COMO ORDEN NORMATIVO DE LA SOCIEDAD Y


DEL ESTADO.
El ser humano es desorganizado por esencia e interactúa dentro de la sociedad
con la facultad de un ser libre y autónomo de hacer o no lo que convenga a sus
intereses. A consecuencia de dicha libertad, es necesario establecer límites que
conduzcan a la convivencia ordenada y armónica entre los particulares, floreciendo
de este acto, el respeto mutuo a derechos ajenos. el Derecho es un orden normativo
jerarquizado, siendo éste la estructura formal de toda sociedad. Indiscutiblemente;
con la ausencia del derecho la sociedad no podría existir, pues la vida social
requiere de forma imprescindible una regulación que les proporcione seguridad, ya
que es un elemento esencial del orden jurídico dentro de su permanente diversidad
y de su dinamismo coincidente y opuesto. El individuo siempre ha vivido en
sociedad, por lo tanto la naturaleza del hombre, sus propios instintos y
fundamentalmente sus limitaciones personales, hacen evidente que éste necesite
de la vida social y una regulación, como condición necesaria de su conservación,
desarrollo físico y cumplimiento de sus tareas intelectivas y morales, es por tanto,
que donde quiera que la vida social exista, las relaciones de la misma tienden a
definirse y organizarse, surgiendo en esta forma el Derecho .

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Actualmente, existen pensadores entre los que resaltan: economistas, sociólogos
y “politólogos” creyentes que el Derecho se encuentra en crisis y ser un obstáculo
principal para los cambios sociales. Evidentemente demuestran el desconocimiento
de lo que es el orden jurídico en sí mismo. Cierto, es complicado comprender el
trabajo que realizan las normas jurídicas en la sociedad, ya que cada individuo juzga
de forma distinta y recae en él, un efecto distinto a causa de dichas normas. Para
ello existe la disciplina científica que lleva por nombre Sociología Jurídica.
Es aquella rama que estudia los problemas, las implicaciones, objetivos, causas y
efectos de todo aquello concerniente a las relaciones entre el derecho y la sociedad.
La sociología jurídica puede determinar mediante la investigación empírica qué
efectos causó efectivamente una ley, independientemente de las intenciones que
haya tenido el legislador.

SEMBLANZA DEL JURISTA.


Por otro lado, el libro plantea que para ser verdadero jurista se debe poseer todo
un listado de cualidades, valores, sentidos y aspiraciones propios de un culto del
derecho, reflejado como un garantizador de la sociedad, en cuanto que en ella se
debe preponderar la justicia y la seguridad. Una de ellas es la libertad, “ser libre”
significa en éste sentido de la palabra, tener la facultad de no depender
laboralmente de nadie, de no tener patrón o alguien que emita órdenes al jurista, es
decir, un abogado tiene la característica de mandarse sólo, no debe estar vinculado
permanentemente a ningún sector público, social o privado, ya que su
profesionalismo exige al jurista atender cualesquier caso que se le presente sin que
haya por ésta acción; consecuencias morales o consecuencias jurídicas. Así puede
defender indiscriminadamente tanto al rico, como al pobre, al trabajador y al
empleador, al gobernado y al gobernante, con la única limitación de su sentido ético
y de justicia.
Con todo lo anterior, en resumidas cuentas, se trata de explicar que no es posible
que haya “abogados de empresas” o “abogados al servicio del Estado”, porque el
verdadero jurista no debe ser asalariado de nadie, ni tener capacidad de obediencia,
por el simple hecho de ser un representante de la justicia.
Es entonces no aceptable llamarle abogado al licenciado o doctor en Derecho, que
esté únicamente al servicio de algún sujeto específico, por muy inteligentes,
competentes o capaces que sean.
Además de ser libre, el jurista debe ser auténtico, demostrándolo a través de su
comportamiento, acorde con lo que se piensa y siente. Es, por tanto, calidad
contraria a la práctica de la falsedad, vicios e hipocresía, el abogado debe estar
comprometido íntegramente con la verdad, ser honrado a toda prueba, sincero,

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imparcial, tener el más alto sentido de justicia y capaz de transmitir confianza a los
demás a través de lo que hace y dice.
La veracidad es otro de los ingredientes morales del jurista, está abrazada
únicamente a la rectitud del pensamiento, es la predisposición por decir la verdad y
defenderla en un sentido amplio. No hay que confundirla con la verosimilitud, que
es la apariencia de que algo sea verdadero. Las personas sinceras, honestas y
francas toman como referencia la idea de veracidad y al mismo tiempo, evitan la
falsedad, la mentira o la hipocresía.
No sería totalmente correcto, afirmar que veracidad es igual a bueno y falsedad
implica algo malo. Hay circunstancias paradójicas donde este tipo de formulación
no es válido.
El ser humano busca la verdad de las cosas, quiere saber qué son, cómo funcionan
o para qué pueden servir. Por lo tanto, tenemos una actitud natural que nos empuja
a comprender la realidad. Se podría decir que deseamos la verdad, no por una
cuestión moral sino por estricta necesidad. Al conocer un elemento, podremos
beneficiarnos de él.
Esta actitud que tenemos en relación con la verdad es precisamente el elemento
esencial de la veracidad. Como actitud implica que aquello que se supone que es
verdadero lo es de manera presunta, pues podemos estar equivocados por algún
motivo.
Hay que tener en cuenta que la verdad no es algo absoluto, sino que tiene un
carácter relativo lo que para unos es cierto para otros no lo es. En consecuencia, la
veracidad es el anhelo de alcanzar aquello que, en principio, es cierto, con la
existencia de situaciones en las que la veracidad tiene un valor específico. Por
ejemplo: Un contrato legal parte de la noción de que las cláusulas son ciertas y que
el propósito de lo que se establece en ellas es veraz y no hay razones ocultas de
ningún tipo. Algo similar ocurre cuando alguien nos transmite información de
cualquier tipo, por cualquier medio, escrito u oral, pues normalmente le otorgamos
credibilidad, confiamos en lo que nos trasmite, lo cual significa que creemos en la
buena fe de sus palabras, en la veracidad de estas.
El valor civil, es en lo personal, la más importante cualidad que debe tener el
abogado, la obra lo expresa atinadamente de la siguiente manera; El cobarde, por
naturaleza o por conveniencia, no representará jamás al caballero del Derecho ni al
luchador por la Justicia.
El valor civil es sumamente relevante, porque de nada serviría a la sociedad la
sapiencia sin la conciencia de seguridad y solidez en lo que se cree y sin el propósito
de combatir por un ideal, que en este caso sería la justicia.
Pero, debemos resaltar la diferencia entre combatividad y agresividad, cuando
la primera es una acción de combatir a alguien o algo mediante razones o

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argumentos respaldados, la segunda es un antónimo claro de combatividad, por
estar inclinado a la violencia. La agresividad es la actitud típica de una persona
malhumorada, frustrada y negativa, es una de las formas más deshonrosas y
destructivas que tiene el ser humano para comunicarse con los demás, por lo
general, la agresividad es estudiada dentro del campo psicológico, por lo que se
considera una enfermedad en dicha ciencia.
Hasta ahora he expuesto la importancia del valor civil en el Derecho, ya que no
es concebible un jurista apocado y asustadizo que no tenga el carácter apropiado
para llevar a cabo un proceso judicial, o resolver un conflicto con orden, dominancia,
fortaleza y seguridad para aplicar la ley en dicha situación sin corrupción.
Corrupción es la acción y efecto de corromper, depravar, echar a perder, sobornar
a alguien, pervertir, dañar, etc. La corrupción, por lo tanto, puede tratarse de una
depravación moral o simbólica. La corrupción tiene muchas variantes y acepciones
por diferentes autores, Ignacio Burgoa lo manifiesta como entrañar: 1.-
deshonestidad; 2.-ineficacia; 3.- ineptitud; 4.- engaño o falacia; 5.- desvío doloso de
conducta; 6.- adulación y servilismo; 7.-complicidad y encubrimiento; 8.-
indiferencia y apatía.
la divinidad tiene una gran influencia dentro del espacio jurídico que motiva o
restringe la intención del abogado de hacer o no una acción, en éste caso el acto
de corrupción. Es entonces donde entran las normas religiosas que dependerán del
jurista según sea su creencia, las cuales son los preceptos dictados por Dios a los
hombres y su violación da como consecuencia el castigo en la vida eterna.
Por última semblanza, el jurista debe tener un hondo sentido de justicia social
conmutativa. El sentido de justicia es un pensamiento filosófico, transformado en
valor y que apela a la moral individual, en la que hay una serie lógica de
pensamientos que permite decidir si un acto es justo o no lo es y juzgarlo como tal.
El cultor del derecho no solo tiene que atender la problemática individual, sino
allegarse a los tópicos de toda una sociedad, como servidor que es de ella, sin esta
modalidad teológica sería únicamente protector de intereses individuales y su
función carecería de relevancia como abogado.
LA CULTURA JURÍDICA.
La cultura en general es la sustentación, ampliación y perfeccionamiento del
conocimiento en los diversos y variados sectores del saber humano A mí criterio, la
forma en que lo manifiesta dicho autor, es en parte vaga y adelantada a los hechos,
suponiendo que se ha llegado al perfeccionamiento del conocimiento en los
diversos y variados sectores del saber humano como lo expone Burgoa, no se
puede decir esto, ya que la perfección no existe entre los mortales, díganme qué
es, cómo saberlo, hasta dónde llega. Se cree que el único perfecto es Dios, un ente
divino superior a nosotros los humanos, un ser abstracto que no vemos, pero
sentimos y sabemos que existe, entonces, como saber cuál es el perfeccionamiento

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sino lo conocemos como tal. Aclarando mi anterior punto de vista, la cultura jurídica
se construye y es el resultado del conocimiento que se adquiere en todo el
transcurso de la vida, es entonces; una historia interna de saberes que nunca
termina, por lo que no se le puede atribuir límite antes de la muerte. La cultura
jurídica, por ende, comprende un vasto espacio de la cultura en general y consiste
en el conocimiento cada vez más extenso y profundo del Derecho en todas sus
ramas y manifestaciones, en su ejercicio y aplicación.
Por lo tanto, la cultura jurídica entraña un fenómeno social y moral, una ciencia y un
arte, es decir; un saber y un actuar que juntos hacen posible el objetivo del Derecho.
Como ciencia: Implica conocimiento general y abstracto de las cosas, ya que no
todo el conocimiento es científico. Aristóteles, en su pensamiento epistemológico,
hablaba del conocimiento sensitivo y del intelectivo, decía que los datos que
proporcionan los sentidos son el punto de partida de la intelección para construir las
reglas o principios científicos.
Además, el Derecho se interrelaciona con la historia, porque para ser un
verdadero abogado se debe conocer los elementos primigenios de cada ley, es
decir, tener conocimiento de su origen y transformación. Lo anterior nos señala que
el Derecho se vincula estrechamente con la historia y que ésta última es
indispensable para el estudio y aplicación de las leyes.
Lo explicado en este capítulo, resalta la afirmación del ilustre Ortolán, que a su
letra dijo: Todo historiador debería ser jurisconsulto y todo jurisconsulto debería ser
historiador, agregando que No se puede conocer a fondo una legislación sin conocer
su historia. esta aportación es sólidamente cierta, ya que no serviría de mucho saber
lo que prescribe un texto legal con el desconocimiento de su antecedencia histórica,
su practicante no sería un jurisconsulto, sería un simple y común conocedor de la
ley positiva y vigente.
Como arte: Trata de conseguir primordialmente dos objetivos; bondad y justicia.
El Derecho se revela como la actuación de lo bueno y lo justo, pero no es estático,
el Derecho es considerado una ciencia dinámica, ya que sus leyes y códigos se
reforman parcial o totalmente de acuerdo con el espacio jurisdiccional y época en
que se encuentre, siendo ésta la causa por la que el arte jurídico se hace notar. El
arte es la actividad del hombre tendiente a la realización, en el mundo de la
concreción, de valores del espíritu, donde uno de los objetivos del Derecho es el
perfeccionamiento de su contenido y por ello, siempre está en constante cambio y
recreando su actividad como deber ineludible de su lucha por el Derecho.
Crear, mover, dar forma, quitar, poner, proporcionar, jerarquizar de acuerdo con
su especie y aplicar en la vida real la ley. Es un arte hermosa de la justicia
inigualable, ciencia y arte complementan el Derecho, mientras la primera implica su
conocimiento, la segunda su realización en diferentes objetivos dinámicos que
inciden en la vida misma de la sociedad y del hombre.

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Como moral: el Derecho es a la vez moral en su contenido, más no en su forma,
pues valga la simpleza no puede haber un derecho inmoral a pesar de que haya o
pueda haber leyes inmorales. Dentro de la sociedad, el hombre ajusta su conducta
a las normas obligatorias establecidas por el Estado y a las normas impuestas por
la moral. Las primeras, deben ser obligatoriamente acatadas por el hombre; en
cambio las segundas, no son obligatorias. el hombre puede acatarlas o no,
voluntariamente. Las normas morales se derivan de principios de carácter moral, es
decir, de aquellos criterios que nos permiten calificar un acto como bueno o malo y,
por lo tanto, cuáles actos debemos realizar y cuáles debemos evitar. En los pueblos
de la antigüedad como: hebreo, griego y el romano principalmente, la normatividad
que regía su vida contenía prevenciones a la vez jurídicas, morales y religiosas y
es, en virtud de estas dos últimas como el Derecho era al mismo tiempo ética y
religión. No dañar al otro es un principio característico de la moral del derecho,
proteger el bien común sentir, el amor al prójimo pues éste no sólo debe entenderse
como el otro yo, sino como la colectividad humana en que se vive. En la antigüedad,
los conceptos de Moral y Derecho se encontraban confundidos: Ambos estaban
impregnados de ideas religiosas.
Las primeras manifestaciones de separación de estos conceptos surgen en
Roma; prueba de ello es la frase del jurisconsulto Paulo: No todo lo que es lícito es
honesto. El cristianismo fijó claras distinciones entre el Derecho y la Moral; así lo
evidencia el principio: dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.
El hecho de que el Derecho y la Moral puedan ser diferenciados no significa que
ambos estén divorciados, sino que, por el contrario, se puede afirmar que el
Derecho, en general, está impregnado de principios morales. Esta opinión es
generalizada en la doctrina; así, por ejemplo, Josserand sostiene que, entre el
Derecho y la Moral no hay fronteras, pues para él el Derecho sería la Moral social,
la moral en la medida en que es susceptible de coerción.
El derecho como fenómeno social: como he expresado anteriormente que sin el
derecho no puede subsistir la sociedad, ya que el orden jurídico surge como una
necesidad insoslayable de convivencia humana, es decir como un fenómeno social
ineludible.

TIPOLOGÍA DEL JURISTA.


a) El jurisconsulto.
Es un individuo experto, letrado, instruido y conocedor en las ciencias de las
leyes, que se dedica a escribir sobre esta rama. La actividad del jurista se realiza a
través de distintos tipos interrelacionados que reconocen como presupuesto
fundamental el del jurisconsulto. Su concepto es equivalente al de jurisprudente, ya
que ambos se refieren a la sabiduría del Derecho o jurisprudencia, donde prudente

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y consulto son sinónimos de sabio en la ciencia jurídica. La diferencia entre un
jurisconsulto y un abogado es que el jurisconsulto es un culto pensador del derecho
o teórico del mismo, únicamente piensa sobre esta ciencia, teoriza y luego opina;
mientras que un abogado es aquel profesional licenciado en derecho, que ejerce la
defensa y dirección en los procesos jurídicos de algunas de las partes investigadas.
La sabiduría del Derecho se adquiere con el permanente estudio y con la
constante experiencia en el cultivo de esta disciplina, pues sin estudiar ni practicar
la jurisprudencia, el jurista paulatinamente deja de serlo y sólo conservaría los
grados académicos de licenciado o doctor en Derecho. Es decir, el hecho de no
estudiar constantemente el derecho y no seguir el estudio a la mano de su
evolución, te hace cada día menos abogado o jurista.
El jurisconsulto debe ser un crítico de la legislación y para hacerlo se debe estar
actualizado en su contenido, pero para realizar con efectividad lo anterior, así como
las diferentes labores que tiene a su cargo el jurisconsulto, la vocación por el
Derecho es el ingrediente anímico más importante y potente que debe poseer el
jurista.
b) El abogado.
Es un profesional independiente que le asiste como asesor representante en la
defensa de sus derechos e intereses frente a los organismos públicos y el resto de
las personas y entidades privadas. Debe ser un sapiente del Derecho, sería absurdo
que no lo fuese, ya que sin los conocimientos jurídicos no podría ejercer digna y
acertadamente su profesión. El abogado es una especie de jurisprudente que se
vale de su sabiduría para patrocinar, dirigir o asesorar a las partes contendientes en
un litigio ante el órgano jurisdiccional del Estado que deba resolverlo, es decir; es
un consejero jurídico para orientar a sus consultantes en una multitud de cuestiones
que se suscitan en el campo inconmensurable del Derecho. Hoy en día se halla
ampliamente superada la visión del abogado como un profesional que interviene
únicamente en los juicios, y el ciudadano sabe que el contar con el asesoramiento
previo de un abogado en la fase de la negociación de un contrato, en la formulación
de una reclamación, en la mediación para resolver un conflicto, o en la preparación
de un testamento o unas capitulaciones matrimoniales, por poner un ejemplo, sirve
en multitud de ocasiones para evitar los gastos e inconvenientes de un juicio y
resolver la cuestión que le preocupa de una forma satisfactoria. Pero para poder
ejercer la abogacía se debe tener principalmente vocación profesional, que es el
llamado interior que lo impulsa a ejercer el Derecho con amor. Ama tu profesión la
abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino,
consideres un honor proponerle que se haga Abogado. Además, debe poseer
talento jurídico, que es la predisposición natural de la inteligencia hacia el Derecho.
Se desarrolla en tres capacidades sucesivas que son: la aprensión, el análisis y la
síntesis. El que no tenga facilidad de aprender o captar la esencia de las cuestiones
jurídicas que se le planteen, el que carezca de perspicacia y sensibilidad para

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comprenderlas, no es inteligente y está imposibilitado, por ende, para ejercer la
capacidad analítica y sintética sobre tales cuestiones, en otras palabras; sin la
inteligencia, talento y vocación, no se puede ser abogado en la amplia extensión del
concepto, Hay que trabajar con gusto. El abogado debe ser, pues, orgulloso, jamás
vanidoso. El orgullo es signo de dignidad personal, deriva de la autoevaluación
fundada en los resultados objetivos de la conducta humana, sin hiperbolización
alguna. La vanidad, en cambio, es la mentira de uno mismo. El vanidoso se auto
inventa y ostenta méritos que no tiene. Trata de impresionar en su favor a quienes
no conocen su personalidad verdadera. Es sombra no realidad. Con toda razón
Ossorio asevera que la vanidad es una fórmula de estupidez, pues el vanidoso no
comprende que tarde o temprano será descubierta su falsía. Quien oculta la verdad,
le teme, porque la verdad vence todo.

c) El maestro de Derecho.
se realiza en dos ámbitos diferentes pero complementarios: la enseñanza y la
educación jurídica. La primera, evidentemente, consiste en la transformación de
conocimientos sobre el Derecho. Y la segunda es la aplicación en la vida real de los
conocimientos obtenidos, formando así una educación jurídica. El maestro de
Derecho debe ser, con rigurosa simultaneidad, docente e investigador. Solo así sus
enseñanzas pueden trascender a muchas generaciones de estudiantes. El diálogo
que debe entablarse entre el profesor y el alumno debe ser crítico, ya que éste
diálogo es uno de los vehículos más eficaces para lograr la excelencia académica
cuando se sustenta sobre bases culturales y con respetabilidad mutua. El magister
juris debe tener fe ardiente e intenso amor por el Derecho y sus valores humanos,
así como autenticidad en cuanto educar, es decir, vivir y actuar como se piensa y
se siente, en predicar con el propio ejemplo y no simulando con el de los demás.

d) Juez.
Se caracteriza por ser la persona que resuelve una controversia o que decide el
destino de un imputado, tomando en cuenta las evidencias o pruebas presentadas
en un juicio, administrando justicia. El juez no es jurídicamente un ser humano, sino
un órgano judicial compuesto por personas físicas, que pueden rotar sin vulnerar
esta garantía. Habitualmente son considerados empleados o funcionarios públicos,
aunque ello dependerá del país en concreto, son remunerados por el Estado (sin
perjuicio de la figura de los jueces árbitros y los jueces de paz), e integran el
denominado Poder Judicial.

En general, se caracterizan por su autonomía, independencia e inamovilidad, sin


que puedan ser destituidos de sus cargos salvo por las causas establecidas

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constitucional o legalmente. Asimismo, son responsables de sus actos ministeriales,
civil y penalmente. Si bien gozan de independencia en su actuar, sus resoluciones
suelen ser revisables por sus superiores, mediante los llamados recursos judiciales,
pudiendo ser éstas confirmadas, modificadas o revocadas.
Han surgido en la historia las figuras del Juez y del Abogado como
necesariamente complementarias integradas en un haz inescindible. Antes de la
aparición histórica del jurisprudente, jurisconsulto y abogado, en varios pueblos del
orbe tuvo su presencia el juez como delegado del monarca, e incluso de Dios, en lo
que a las altas funciones de administrar justicia concierne. El concepto de justicia
es complejo determinarlo como tal, la justicia entraña un sentimiento, una vivencia
anímica y hasta un acto de fe y de amor por darle a cada uno lo que le toca
imparcialmente. La justicia no es el Derecho sino su aspiración, su fin ideal. Por ello
el juez no administra justicia lo que tradicionalmente se ha sostenido. Su deber
consiste en aplicar el Derecho, diciéndolo al dirimir las controversias que las partes
contendientes en un litigio le plantean. Las cualidades del juez son similares a las
del abogado.
A ambos les une el presupuesto indispensable de la jurisprudencia, es decir, de la
sapiencia del Derecho. La calidad humana del verdadero juez se propicia, en cuanto
a su proyección real, por dos factores importantes antes mencionados: la
independencia y la inmovilidad judicial. Es decir; la independencia de los jueces
proviene, generalmente, de la forma de su nombramiento. Éste de ninguna manera
debe emanar de la voluntad popular mayoritaria. Los funcionarios judiciales no
deben ser electos por el pueblo como si fuesen candidatos a diputados o senadores.
El juez debe ser seleccionado por sus pares, que son los hombres de Derecho
agrupado en asociaciones profesionales, académicas o pertenecientes a
instituciones jurídicas.

EL SIMULADOR DEL DERECHO.

a) Consideraciones generales.
Es alguien que imita, copia o parodia el comportamiento, expresiones, gestos,
actividades o tono de voz de otras personas. El concepto de imitación se encuentra
estrechamente vinculado al de mimesis, desarrollado por el filósofo Aristóteles, la
mimesis es la imitación de la naturaleza en el arte clásico. Pero ojo, a no confundir
a la misma con la representación, ya que se rebelará a ser comparada con el
referente, convirtiéndose en algo equivalente al original. De todas maneras, el
ejercicio mimético implicará el uso de rasgos representativos. Entonces la
simulación es la acción de fingir o imitar lo que no se es. El simulador hace de su
vida una farsa, es decir, una comedia. Su personalidad envuelve muchos vicios

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como; la vanidad, la egolatría, la megalomanía (Trastorno mental que padece la
persona que se cree socialmente muy importante, poseedora de enormes riquezas
y capaz de hacer grandes cosas), la mentira (es una declaración realizada por
alguien que cree o sospecha que es falsa en todo o en parte, esperando que los
oyentes le crean, de forma que se oculte la realidad en forma parcial o total), el
engaño (es la acción y efecto de engañar, inducir a alguien a tener por cierto aquello
que no lo es, dar a la mentira apariencia de verdad, el fraude (es la acción contraria
a la verdad y a la rectitud o ley, que perjudica a la persona contra quien se comete),
la falsedad (Una falsedad puede consistir en una mentira, noción que identifica a
una declaración que oculta o tergiversa la realidad de manera parcial o absoluta), la
mediocridad (incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le
propongan un futuro por el cual luchar. De ahí que se vuelva sumiso a toda rutina,
a los prejuicios, a las domesticidades y así se vuelva parte de un rebaño o
colectividad), la corrupción y otros que serían prolijos mencionar. El simulador
prácticamente finge tener sabiduría para envolver su ignorancia, se muestra
vanidoso, es decir, vacío por dentro y engañoso por fuera, es una especie de
defraudador que se apoya en sus propias mentiras sobre su persona para pretender
dar la impresión de una importancia que no tiene.
Su misma vanidad lo empuja a sobreestimar su ego, que no corresponde a la
realidad de su ser, busca el aplauso y admiración de las personas que no lo conocen
como es realmente. El complejo de inferioridad que aqueja al simulador y todos los
defectos que de él se derivan, lo imposibilitan para ser autárquico o independiente
en la vida. Como diría José Ingenieros; “es sombra de otro y no luz por sí mismo”.

b) El simulador como espécimen contrario al jurista.


El simulador del Derecho, aunque posea un título de licenciado o doctor, no es
ni jurisprudente, ni abogado, ni magister juris, ni juez.
En todo caso se trata de un “no jurista”, pudiendo ser político, funcionario público,
banquero u hombre de negocios en general, cuya falta de vocación por el Derecho
lo haya proyectado fuera de su esfera. Al no actuar como jurista de ninguno de los
tipos que hemos reseñado, de ningún modo se le puede reputar como simulador,
pues la característica de éste esencialmente consiste en que su conducta la
despliega dentro del ámbito jurídico.
En el terreno de la abogacía, el simulador no es un verdadero abogado, por la
sencilla razón de que no sabe litigar, aunque presuma ante terceros que no lo
conocen de ser un hábil postulante, cuando solamente es un aficionado. En caso
del magister juris; el mal maestro es un simulador de buen maestro y está muy
alejado de la excelencia académica. No estudia ni actualiza sus conocimientos. Los
simuladores cualquier sea el caso, suelen carecer de honestidad intelectual al no
reconocer sus errores, que pasan como “verdades” ante la credulidad de sus

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clientes y en el caso del maestro de Derecho, ante sus alumnos. Intelectualmente
vive de prestado, ya que copia de abogados sus apuntes, estilos y conocimientos,
haciéndolos pasar por propios, convirtiéndose en un simple repetidor por no citar su
pensamiento, es decir, es eco y no voz, como afirma José Ingenieros.

Y si eso fuera poco, su actitud provoca desconfianza y el desprecio de la


sociedad, cuando no alarma y zozobra, pues su asunción es la negación del estado
de Derecho y un impacto contra el régimen democrático. En fin sobran los epítetos
para calificar al simulador judicial en su mediocre pero nociva personalidad. Y por
último;

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CONCLUCION
El jurista y el simulador del Derecho, nos abre el panorama de lo que es, como debe
ser y como no debe ser un verdadero jurista, atendiendo su semblanza, su cultura
jurídica, sus distintos tipos de ideales y conociendo la negativa de lo anterior que es
el simulador del Derecho exactamente lo contrario de lo que debemos ser,
resaltando en todas ellas la importante tarea que tiene el jurista en la sociedad como
el instrumento del Derecho encargado de preponderar en ella la justicia, el orden y
el bien común, ya que el jurista no puede ni debe tener cualquier personalidad
(física, mental, humana e intelectual) por tener una responsabilidad humanitaria de
gran relevancia, que exige al abogado una semblanza perfeccionista y moralmente
pura, sin fines de lucro, con el único objetivo ético y social de impartir justicia en la
relación entre particulares, pero sobre todo impartirla de manera imparcial, con el
conocimiento necesario y digno de un verdadero jurista, ya que conocer únicamente
la normatividad positiva, quien sólo aprende la legislación y la aplica con más o
menos habilidad en el mundo real de los casos concretos, cuando menos será
alguien que trata de leyes sin conocerlas más que vulgar y escasamente, cuando
mucho será un legista, nunca un jurista verdadero. Invocando lo que expone Paillet
en su descripción cualitativa que del abogado, y por extensión del jurista,
comprendo que es entonces dignamente llamarse jurista; al resultado de la dotación
de todas las facultades expuestas en esta reseña, que haya trabajado sin descanso
durante 30 años de su vida; que tenga la experiencia de un anciano, que a su vez
sea literario, con el empuje de un joven, con la infalible memoria de un niño y quizás,
con todo ello, se logrará formar un abogado completo, es decir un verdadero jurista.
Todos los ideales deben luchar por los valores humanos en sus respectivas tareas
y, sobre todo, combatir por la Justicia y el Bien, con amor y fe, impulsados por la
vocación jurídica. Quien no la tenga firmemente arraigada en su corazón, en su
conciencia y voluntad, no puede ser ni jurisprudente, ni abogado, ni maestro de
Derecho, ni juez, porque su ausencia puede ser índice de frustración en cualquier
actividad jurídica, en cambio, su presencia es viva y constante, inmune a la
decepción y garantía de excelencia que denota la grandeza misma. Sin embargo,
el licenciado y doctor en Derecho que lo alcance puede experimentar la felicidad
que se siente por haber cumplido un deber social, como el:
Sin duda alguna esta obra es una excelente herramienta para todo aquel
principiante que aspira pertenecer al espacio jurídico y preponderar en la sociedad
la justicia y el bien común con amor, ilusión y fe de cambio, para hacer de México
un País mejor. Evidentemente Ignacio Burgoa hizo un hermoso trabajo al romper
paradigmas jurídicos, desnudando por medio de sus letras los verdaderos
conceptos, funciones, esencias, sentidos y sentimientos de la tipología del jurista.
Recomiendo ampliamente el libro; El Jurista y el Simulador del Derecho, escrito por
Ignacio Burgoa, porque el conocimiento que se adquiere al comprender el texto es
invaluable.

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BIBLIOGRAFIA

° IGNACIO BURGOA ORIHUELA, 19ª EDICION, EL JURISTA Y EL SIMULADOR


DEL DERECHO, EDIT. PORRUA

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