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AÑO DE LA UNIVERSALIZACIÓN DE LA SALUD

UNIVERSIDAD CATOLICA LOS ANGELES DE CHIMBOTE

FACULTAD DERECHO Y CIENCIA POLITICA

DOCENTE: MARLENY LEÓN PALACIOS.

CURSO: FORMACIÓN BASICA PARA LA MAGISTRATURA.

TEMA: LA FUNCIÓN JUDICIAL Y TRASCENDENCIA ETICA.

INTEGRANTES:

ALVARADO PALOMINO, QARY.


BERROCAL LAPA,
CURO SOTO, CRISTOFER.
NÚÑEZ TORRES, ALCIA.
LINA GUTIERREZ, LAURA.

PERÚ ----- 2020

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AGRADECIMIENTO:

A DIOS todo poderoso, JEHOVA.

Por darnos la vida, darnos una familia

Maravillosa, por permitirnos seguir adelante

Con Nuestros estudios, Rogándole a DIOS nos

Permita culminar nuestra carrera de Derecho,

Y así ver Realizados nuestros sueños.

A Nuestros Docentes

De esta prestigiosa universidad, la cual nos acogió

Y a la cual les debemos tanto y nos sentimos muy


agradecidos.

pág. 2
DEDICATORIA:

Este trabajo esta dedicado a nuestros padres

Quienes son el motivo, el Impulso para poder

Lograr nuestros objetivos, los cuales con sus

Consejos, sus palabras de ánimo en los momentos

duros estamos llegando a cumplir nuestras metas.

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INDICE:

INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………….05
La función Judicial y trascendencia Ética…………………………………….06
Consideraciones Generales sobre la Ética profesional…………………06
Ética Judicial………………………………………………………………………………….07
Naturaleza del hacer del Juez……………………………………………………….08
El dilema del juez…………………………………………………………………………..08
Conducta del Juez………………………………………………………………………….09
Criticas al Juez……………………………………………………………………………….09
Principios de la Ética Judicial………………………………………………………..10
1.- Independencia………………………………………………………………….10
2.- Imparcialidad……………………………………………………………………11
3.- Motivación……………………………………………………………………....11
4.-Conocimiento y capacitación…………………………………………....12
5.- Justicia y equidad……………………………………………………………..12
6.- Responsabilidad institucional……………………………………………12
7.- Cortesía…………………………………………………………………………….13
8.- Integridad………………………………………………………………………….13
9.-Transparencia…………………………………………………………………….13
10.-Secreto Profesional………………………………………………………….13
11.- Prudencia……………………………………………………………………….14
12.- Diligencia………………………………………………………………………..14
13.- Honestidad profesional…………………………………………………..14
Conclusiones……………………………………………………………………………….15

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INTRODUCCIÓN:

Según [ CITATION Dam18 \l 10250 ] En  la ética judicial son tres principios
rectores parecen ser el de independencia, imparcialidad y motivación. El
primero implica que las decisiones de los jueces tienen que estar basadas
exclusivamente en el derecho y viene a ser una consecuencia del papel
institucional del juez: él tiene el poder de dar la última respuesta social a un
conflicto sin influencia de los otros dos poderes del Estado. El de
imparcialidad supone que el Juez debe aplicar el derecho sin sesgo de
ningún tipo y deriva de la posición del Juez como tercero frente a las
partes, ajeno al conflicto. Y el de motivación establece la obligación del
juez de fundamentar su decisión, pues ese es el principal mecanismo de
control de su poder.

El concepto de ética está vinculado con el de deontología, término de


origen griego, que a su vez se vincula directamente con lo obligatorio; y
que para autores como J. Bentham, no se la ha considerado como una
disciplina estrictamente normativa, sino como una descriptiva y empírica cuyo
fin «es la determinación de los deberes que han de cumplirse en determinadas
circunstancias sociales, y muy especialmente dentro de una profesión determinada».
Ahora bien, la pregunta surge en forma inevitable: ¿Alcanza para ser un buen Juez
cumplir estos tres principios rectores –independencia, imparcialidad y motivación-?. Un
Juez dotado de los suficientes conocimientos técnicos, que cumple con normas positivas
para no incurrir en responsabilidad civil, penal o disciplinaria ¿es por ello, un buen
Juez?

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LA FUNCIÓN JUDICIAL Y TRASCENDENCIA ETICA:

La figura del juez y la función judicial pueden considerarse como una de las más
antiguas de las sociedades humanas. El juez sirve al derecho y a las instituciones, pero
la conciencia del derecho no se hizo reflexiva sin la personificación de la Justicia en la
figura del juez. En tal sentido el juez, como el derecho, son más antiguos que todas las
otras instituciones; existieron incluso antes que las leyes. La reflexión sobre el sentido
de la función del juez en la sociedad actual no es una cuestión que interesa solamente a
los jueces y juristas sino a todos los miembros de esta sociedad, porque ella habrá de
responder a la pregunta por el sentido de la Justicia como institución fundamental del
Estado de derecho democrático y de todas las instituciones de una República. Debido
seguramente a los hechos mencionados, la representación tradicional de la función del
juez lo reviste de una extraordinaria y temible autoridad que, al interpretar y aplicar las
leyes conforme a las cuales vivimos, se extiende a todos los espacios de la vida social.
Las importantes facultades que inviste la función judicial parecen requerir a estos
funcionarios también unas extraordinarias cualidades morales e intelectuales, y las más
exigentes pautas de conducta.

CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE ETICA PROFESIONAL:

El jurista alemán Herber Schambeck, en el primer enunciado de su conferencia de


1982, identifica con toda claridad y precisión la cuestión ética sustantiva central de la
profesión judicial: “El tema Ética y profesión judicial plantea ante todo la cuestión de la
verdad y la rectitud moral en el pensamiento jurídico”. La letra de la ley no protege ni
libera al juez de los principios morales en sus decisiones. Su actividad profesional no
puede realizarse como el funcionamiento de un autómata que aplica mecánicamente una
regla sin comprometer un juicio propio. Su responsabilidad profesional es precisamente
juzgar. Y la actividad intelectual del juicio presupone una ruptura con las operaciones
de la razón que pueden tener un sesgo mecánico, como hemos visto en el capítulo
anterior. La judicatura se considera como una de las profesiones jurídicas, junto a la de

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los abogados, escribanos, etc.3 Pero la Administración de la Justicia que realizan los
jueces debe considerarse al mismo tiempo como una función pública, que forma parte
de los poderes del Estado, como la función del legislador, y está integrada a la
estructura del aparato estatal. A diferencia de los legisladores y ministros del Poder
Ejecutivo, los jueces gozan de estabilidad en sus cargos (y tienen en cierto modo una
carrera profesional escalafonada) como los maestros y los médicos que trabajan en el
sistema de salud estatal. Estas condiciones los diferencian de los políticos profesionales
que ocupan funciones en el Ejecutivo y en el Legislativo, cuyos mandatos están
limitados en el tiempo y tienen que someterse a la voluntad democrática en las
elecciones para la renovación de sus cargos. En este aspecto la condición de los
políticos se asemeja a la de las profesiones liberales competitivas que dependen de la
demanda y la selección de los destinatarios del servicio (clientes, pacientes, etc.). Las
funciones profesionales integradas al aparato.

Ética Judicial

Según [ CITATION Lui13 \l 10250 ] Es intrínseco a toda sociedad


humana la aparición de problemas jurídicos en donde se discuta sobre lo que le
corresponde a los justiciables, pero implicó un gran salto civilizador poner en manos de
un tercero imparcial la solución de esas disputas acerca de derechos y deberes.

Para desempeñar esa función jurisdiccional, el derecho romano pensó en "hombres


buenos, peritos en derecho", lo cual resume ejemplarmente las dos grandes exigencias
que conlleva la justificación de esa tarea, de discernir e imperar lo justo concreto. En
efecto, se requiere del conocimiento y oficio propio de los jurisprudentes, pero dado que
en ese "decir el derecho" (iuris dictio) no es posible "demostrar" la verdad del juicio
judicial, ello se suple confiando en la calidad ética de aquellos que cumplen la función.
Si el Juez es aquel Hombre experimentado en prudencia y virtudes, es más fácil no sólo
que pueda decir lo justo en el caso, sino que inspire la confianza en que eso que dice es
efectivamente lo justo; ello, atento a que su vida recta constituye un dato significativo
para avalar el juicio recto que da para el caso, aun cuando esté imposibilitado de proveer
a ese saber práctico concreto, de una certeza que sólo alcanzan los saberes teóricos o
especulativos. El conocimiento del derecho apuntala la autoridad del Juez, pero

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-además- es la calidad ética probada en el "vivir bien" lo que la refuerza
significativamente.

Rodolfo Luis VIGO, manifiesta que: "En estos tiempos de crisis de legitimidad de la
autoridad, resulta indispensable reflexionar sobre los modos de reconstruir y fortalecer
esa necesaria autoridad. Uno de esos caminos -más que idóneos- en nuestra sociedad
argentina es remitir el problema al campo de la ética, para ahí plantear las exigencias
que más allá del derecho podemos establecer y demandar a aquellos que como sociedad
vamos a constituir en autoridades. Esta lógica justificatoria no sólo abarca
históricamente al mismo Poder Judicial, sino que, como se vio en el párrafo anterior, es
en el campo de esa función judicial donde se visualiza nítidamente la importancia del
estándar ético de los que la desempeñan. La paradoja ética señalada por Kant, que
conlleva toda autoridad, se magnifica cuando de jueces se trata, dado el poder enorme,
personalizado y difícilmente controlable que ellos tienen a la hora de tomar decisiones
sobre la libertad, el honor y el patrimonio de los ciudadanos".

NATURALEZA DEL HACER DEL JUEZ

Según [ CITATION Dra10 \l 10250 ] Surge la pregunta ¿qué es un juez? Según el


Diccionario Larousse, un juez es una persona que tiene a su cargo la aplicación de las
leyes teniendo autoridad y potestad para juzgar y sentenciar. Los jueces deben tratar con
dilemas. Existen dos clases de dilemas: Dilemas decidibles y dilemas indecidibles. Son
decidibles aquellos dilemas para los cuales existen procedimientos pre-establecidos de
decisión. Son indecidibles aquellos dilemas para los cuales en principio no existe otro
procedimiento de decisión que el arbitrio de un observador. Entonces, un juez es una
persona que tiene a su cargo decidir en situaciones indecidibles en el ámbito de las
relaciones humanas.

EL DILEMA DEL JUEZ:

Si el quehacer del juez debe ser moral, el juez es innecesario, bastaría un programa de
computación que asociase una conducta presente en una situación particular, con la
conducta moralmente debida en esa situación. Pero en cambio, si el quehacer del juez
debe ser ético, el juez es necesario, pues debe decidir desde su propio entendimiento,

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deseos, gustos y preferencias, en situaciones que son moralmente indecidibles en el
espacio en el que ocurren.

CONDUCTA DEL JUEZ:

En un ámbito autoritario, la conducta del juez debe ser moral, y el juez es superfluo. En
un ámbito democrático, la conducta del juez debe ser ética, y el juez es fundamental.
Toda conducta humana es a la vez individual y social. Es necesario precisar que en el
Estado de Derecho, al juez se le exige que se esfuerce por encontrar la solución justa y
conforme al Derecho para el caso jurídico que está bajo su competencia, y que ese poder
que ejerce procede de la misma sociedad que, a través de los mecanismos
constitucionales establecidos, lo escoge para tan trascendente y necesaria función social,
con base en haber acreditado ciertas idoneidades específicas.

El poder que se confiere a cada juez trae consigo determinadas exigencias que serían
inapropiadas para el ciudadano común que ejerce poderes privados; la aceptación de la
función judicial lleva consigo beneficios y ventajas, pero también cargas y desventajas.
Desde esa perspectiva de una sociedad mandante se comprende que el juez no sólo debe
preocuparse por "ser", según la dignidad propia del poder conferido, sino también por
"parecer", de manera de no suscitar legítimas dudas en la sociedad acerca del modo en
el que se cumple el servicio judicial. El Derecho ha de orientarse al bien o al interés
general, pero en el ámbito de la función judicial adquieren una especial importancia
ciertos bienes e intereses de los justiciables, de los abogados y de los demás auxiliares y
servidores de la justicia, que necesariamente han de tenerse esa consideración.

CRÍTICAS AL JUEZ:

Las decisiones de los jueces siempre serán cuestionadas, al menos por alguna de las
partes involucradas en un proceso, en la medida que al reconocerle el derecho, o hallarle
mérito a la causa de alguien, se le está negando a otro u otros que creen o desean
tenerlo, y formularán críticas contra el fallo. La ciudadanía es injusta con el Poder
Judicial. Este no es ciertamente perfecto, adolece de muchos defectos y ha sido

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tradicionalmente preferido, considerándosele más un servicio público que un Poder del
Estado. Conspiran contra su prestigio y respetabilidad, todos lo que no encuentran en él
satisfacción a sus pretensiones, por descabelladas que éstas sean, y todos los que no
entienden su tarea, sintiéndose capacitados para calificar su trabajo.

El problema de las críticas al Poder Judicial y a los fallos de sus jueces, deriva del hecho
que los magistrados sólo conciben su trabajo como jueces sentenciadores y además,
aceptan como única verdad la denominada "verdad procesal", sólo existe lo que está en
el proceso, y es por ello, que los litigantes asesorados por sus abogados tienen como
único objetivo probar su verdad e impedir que la contraparte pruebe la suya.

PRINCIPIOS DE LA ÉTICA JUDICIAL:

Hoy en día la mayoría de los países han implementado o tienen proyectado


implementar los códigos de ética de los jueces, estableciendo normas específicas para el
ejercicio de la actividad jurisdiccional; de tal iniciativa ha surgido el Código
Iberoamericano para la ética de los jueces refiriendo los siguientes principios:

1.- Independencia.- Este principio se desarrolla en cuanto a que las instituciones que,
en el marco del Estado constitucional, garantizan la independencia judicial no están
dirigidas a situar al juez en una posición de privilegio. Su razón de ser es la de
garantizar a los ciudadanos el derecho a ser juzgados con parámetros jurídicos, como
forma de evitar la arbitrariedad y de realizar los valores constitucionales y salvaguardar
los derechos fundamentales. Por otra parte el juez independiente es aquel que determina
desde el Derecho vigente la decisión justa, sin dejarse influir real o aparentemente por
factores ajenos al Derecho mismo. También el juez, con sus actitudes y
comportamientos, debe poner de manifiesto que no recibe influencias bien sea directas o
indirectas, de ningún otro poder público o privado, bien sea externo o interno al orden
judicial.

Indudablemente que la independencia judicial implica que al juez le está éticamente


vedado participar de cualquier manera en actividad política partidaria, de lo contrario su
imparcialidad estaría comprometida. El fundamento de la exigencia del mayor respeto,
la independencia de juicio de los jueces es que estos deben estar libres de todo tipo de
presiones o influencia para la búsqueda de la verdad objetiva de los hechos y para poder
aproximarse lo más posible a la imparcialidad en sus sentencias. En la literatura judicial

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es la que se refiera a la independencia, no ya como una cualidad del juicio y de la
persona del juez, sino como una atribución colectiva de la Administración de Justicia, o
del Poder Judicial como institución, frente a los otros poderes del Estado. En el primer
caso se trata de una cuestión epistemológica y moral; en el segundo de una cuestión
política y de derecho constitucional El juez podría reclamar que se le reconozcan los
derechos y se le suministren los medios que posibiliten o faciliten su independencia y
además tiene derecho y el deber de denunciar cualquier intento de perturbación de su
independencia. Al juez no sólo se le exige éticamente que sea independiente sino
también que no interfiera en la independencia de otros colegas. Un manejo ético de la
independencia implica que el juez debe ejercer con moderación y prudencia el poder
que acompaña al ejercicio de la función jurisdiccional.

2.- Imparcialidad.- La imparcialidad judicial tiene su fundamento en el derecho que


tienen los justiciables a ser tratados por igual, y por tanto, a no ser discriminados en lo
que respecta al desarrollo de la función jurisdiccional. De tal manera que el juez
imparcial es aquel que persigue con objetividad y con fundamento en la prueba la
verdad de los hechos, manteniendo a lo largo de todo el proceso una equivalente.
Distancia con las partes y con sus abogados, y evita todo tipo de comportamiento que
pueda reflejar favoritismo, predisposición o prejuicio. También el juez estaría obligado
a abstenerse de intervenir en aquellas causas en las que se vea comprometida su
imparcialidad o en las que un observador razonable pueda entender que hay motivo para
pensar así. La imparcialidad conlleva que el juez debe procurar evitar las situaciones
que directa o indirectamente justifiquen apartarse de la causa. Asimismo, el juez debe
evitar toda apariencia de trato preferencial o especial con los abogados y con los
justiciables, provenientes de su propia conducta o de la de los otros integrantes de la
oficina judicial. Y de igual forma que al juez y a los otros miembros de la oficina
judicial les está prohibido recibir regalos o beneficios de toda índole que resulten
injustificados desde la perspectiva de un observador razonable.

Por otra parte el juez debe procurar no mantener reuniones con una de las partes o sus
abogados (en su despacho o con mayor razón, fuera del mismo) que las contrapartes y
sus abogados puedan razonablemente considerarse injustificadas. La imparcialidad de
juicio obliga al juez a generar hábitos rigurosos de honestidad intelectual o de
autocrítica.

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3.- Motivación.- Este principio de la obligación de motivar las decisiones se orienta a
asegurar la legitimidad del juez, el buen funcionamiento de un sistema de
impugnaciones procesales, el adecuado control del poder del que los jueces son titulares
y en último término, la justicia de las resoluciones judiciales. Cuando se requiere la
motivación supone expresar, de manera ordenada y clara, razones jurídicamente válidas,
aptas para justificar la decisión. Una decisión carente de motivación es, en principio,
una decisión arbitraria, sólo tolerable en la medida en que una expresa disposición
jurídica justificada lo permita. Y este deber de motivar adquiere una intensidad máxima
en relación con decisiones privativas o restrictivas de derechos o cuando el juez ejerza
un poder discrecional. La motivación debe extenderse a todas las alegaciones de las
partes, o a las razones producidas por los jueces que hayan conocido antes del asunto,
siempre que sean relevantes para la decisión.

4.- Conocimiento y Capacitación.- La exigencia de conocimiento y de capacitación


permanente de los jueces tiene como fundamento el derecho de los justiciables y de la
sociedad en general a obtener un servicio de calidad en la administración de justicia. El
juez bien formado es el que conoce el Derecho vigente y ha desarrollado las
capacidades técnicas y las actitudes éticas adecuadas para aplicarlo correctamente. El
conocimiento y la capacitación de los jueces adquieren una especial intensidad en
relación con las materias, las técnicas y las actitudes que conduzcan a la máxima
protección de los derechos humanos y al desarrollo de los valores institucionales.

5.- Justicia y Equidad.- El fin último de la actividad judicial es realizar la justicia por
medio del Derecho. La exigencia de equidad deriva de la necesidad de atemperar, con
criterios de justicia, las consecuencias personales, familiares o sociales desfavorables
surgidas por la inevitable abstracción y generalidad de las leyes. El juez equitativo es el
que, sin transgredir el Derecho vigente, toma en cuenta las peculiaridades del caso y lo
resuelve basándose en criterios coherentes con los valores del ordenamiento y que
puedan extenderse a todos los casos sustancialmente semejantes. En las esferas de
discrecionalidad que le ofrece el Derecho, el juez deberá orientarse por consideraciones
de justicia y de equidad. En todos los procesos, el uso de la equidad estará
especialmente orientado a lograr una efectiva igualdad de todos ante la ley.

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6.- Responsabilidad Institucional .- El buen funcionamiento del conjunto de las
instituciones judiciales es condición necesaria para que cada juez pueda desempeñar
adecuadamente su función. El juez institucionalmente responsable es el que, además de
cumplir con sus obligaciones específicas de carácter individual, asume un compromiso
activo en el buen funcionamiento de todo el sistema judicial. El juez tiene el deber de
promover en la sociedad una actitud, racionalmente fundada, de respeto y confianza
hacia la administración de justicia. El juez debe estar dispuesto a promover y colaborar
en todo lo que signifique un mejor funcionamiento de la administración de la justicia.

7.- Cortesía .- Los deberes de cortesía tienen su fundamento en la moral y su


cumplimiento contribuye a un mejor funcionamiento de la administración de justicia. La
cortesía es la forma de exteriorizar el respeto y consideración que los jueces deben a sus
colegas, a los otros miembros de la oficina judicial, a los abogados, a los testigos, a los
justiciables y en general, a todos cuantos se relacionan con la administración de la
justicia. El juez debe brindar las explicaciones y aclaraciones que le sean pedidas, en la
medida en que sean procedentes y oportunas y no supongan la vulneración de alguna
norma jurídica. En el ámbito de su tribunal, el juez debe relacionarse con los
funcionarios, auxiliares y empleados sin incurrir (o aparentar hacerlo) en favoritismo o
cualquier tipo de conducta arbitraria. El juez debe mostrar una actitud tolerante y
respetuosa hacia las críticas dirigidas a sus decisiones y comportamientos.

8.- Integridad .-La integridad de la conducta del juez fuera del ámbito estricto de la
actividad jurisdiccional contribuye a una fundada confianza de los ciudadanos en la
judicatura. El juez íntegro no debe comportarse de una manera que un observador
razonable considere gravemente atentatoria contra los valores y sentimientos
predominantes en la sociedad en la que presta su función. El juez debe ser consciente de
que el ejercicio de la función jurisdiccional supone exigencias que no rigen para el resto
de los ciudadanos.

9.- Transparencia .- La transparencia de las actuaciones del juez es una garantía de la


justicia de sus decisiones. El juez ha de procurar ofrecer, sin infringir el Derecho
vigente, información útil, pertinente, comprensible y fiable. Aunque la ley no lo exija, el
juez debe documentar, en la medida de lo posible, todos los actos de su gestión y
permitir su publicidad. El juez debe comportarse, en relación con los medios de

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comunicación social, de manera equitativa y prudente, y cuidar especialmente de que no
resulten perjudicados los derechos e intereses legítimos de las partes y de los abogados.
También debe evitar comportamientos o actitudes que puedan entenderse como
búsqueda injustificada o desmesurada de Reconocimiento social.

10.- Secreto Profesional.- El secreto profesional tiene como fundamento salvaguardar


los derechos de las partes y de sus allegados frente al uso indebido de informaciones
obtenidas por el juez en el desempeño de sus funciones Los jueces tienen obligación de
guardar absoluta reserva y secreto profesional en relación con las causas en trámite y
con los hechos o datos conocidos en el ejercicio de su función o con ocasión de ésta.
Los jueces habrán de servirse tan sólo de los medios legítimos que el ordenamiento
pone a su alcance en la persecución de la versas de los hechos en los actos de que
conozcan e igualmente debe procurar que los funcionarios, auxiliares o empleados de la
oficina judicial cumplan con el secreto profesional en torno a la información vinculada
con las causas bajo su jurisdicción. El deber de reserva y secreto profesional que pesa
sobre el juez se extiende no sólo a los medios de información institucionalizados, sino
también al Ámbito estrictamente privado.

11.- Prudencia.- La prudencia está orientada al autocontrol del poder de decisión de


los jueces y al cabal cumplimiento de la función jurisdiccional. El juez prudente es el
que procura que sus comportamientos, actitudes y decisiones sean el resultado de un
juicio justificado racionalmente, luego de haber meditado y valorado argumentos y
contraargumentos disponibles, en el marco del Derecho aplicable. El juez debe
mantener una actitud abierta y paciente para escuchar o reconocer nuevos argumentos o
críticas en orden a confirmar o rectificar criterios o puntos de vista asumidos.

El juicio prudente exige al juez capacidad de comprensión y esfuerzo por ser objetivo.
12.- Diligencia.- La exigencia de diligencia está encaminada a evitar la injusticia que
comporta una decisión tardía. El juez debe procurar que los procesos a su cargo se
resuelvan en un plazo razonable. El juez debe evitar o, en todo cas, sancionar las
actividades dilatorias o de otro modo contrarias a la buena fe procesal de las partes. El
juez no debe contraer obligaciones que perturben o impidan el cumplimiento apropiado
de sus funciones específicas.

13.- Honestidad Profesional.- La honestidad de la conducta del juez es necesaria para


fortalecer la confianza de los ciudadanos en la justicia y contribuye al prestigio de la

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misma. El juez debe tener prohibido recibir beneficios al margen de los que por
Derecho le correspondan y utilizar abusivamente o apropiarse de los medios que se le
confíen para el cumplimiento de su función. El juez debe adoptar las medidas necesarias
para evitar que pueda surgir cualquier duda razonable sobre la legitimidad de sus
ingresos y de su situación patrimonial.

CONCLUSIONES:

Núñez Torres Alcia..

Lo que no se debe olvidar es que la verdadera independencia judicial es la persona, y


que cualquier otro tipo de independencia de tipo institucional debe construirse en
función de aquella. La ética judicial supone rechazar tanto los estándares de conducta
propios de un "mal" juez, como los de un juez simplemente "mediocre" que se conforma
con el mínimo jurídicamente exigido. La ética judicial debe proponerse y aplicarse
desde una lógica ponderativa que busca un punto razonable de equilibrio entre unos y
otros valores: si se quiere, entre los valores del juez en cuanto ciudadano y en cuanto
titular de un poder, cuyo ejercicio repercute en los bienes e intereses de individuos
concretos y de la sociedad en general. La administración de justicia debe inspirarse en
valores éticos. Corresponde al Estado asegurar su imparcialidad y objetividad, así como
la igualdad y respeto de la dignidad de las personas, ajenos a las conveniencias del
poder ya sean económicas, sociales, o políticas, de conformidad con lo dispuesto en la
legislación de cada país sobre derechos y deberes. La administración de justicia con su
contenido ético debe ser simple, accesible, pronta, ágil, próxima al ciudadano y
equitativa en sus decisiones. El comportamiento ético, no puede estar justificado en el
reclamos social, sino en la convicción de los magistrados. La búsqueda de los principios
éticos, requiere tanto de los mismos protagonistas, como de aquellos que por su
especialidad o profesión puedan aportar experiencia y conocimiento a una solución
consensuada.

pág. 15
Recomendación:

La reflexión sobre el sentido de la función del juez en la sociedad actual no es una


cuestión que interesa solamente a los jueces y juristas sino a todos los miembros de la
sociedad, porque ella habrá de responder a la pregunta por el sentido de la justicia como
institución fundamental del Estado de derecho democrático y de todas las instituciones
de una República. Debido a ello la representación tradicional de la función del juez lo
reviste de una extraordinaria y temible autoridad que, al interpretar y aplica las leyes
que están vigentes, se extiende a todos los espacios de la vida social. Una de las cargas
de ser un juez es la expectativa social de que se eleve por encima de la posición del
común de los hombres y sea capaz de dispensar justicia con una objetividad semejante a
la sabiduría divina. Independiente de las presiones de la vida cotidiana y libre de
influencias políticas, el juez tiene que resolver las más difíciles disputas legales con la
sabiduría de un Salomón. Tal vez es la representación idealizada del juez, y este tendría
que aspirar a ser algo de eso. Pero tal idea tiende a oscurecer la dimensión humana de la
tarea práctica de administrar justicia.

CONCLUSIÓN

Bueno la mejor política contra la corrupción y las irregularidades que genera el mal

funcionamiento de la función judicial será la que persiga cambiar la apreciación que los

jueces tienen de sí mismos, incentivándolos a la autorregulación de sus deberes como

base de su independencia y, consiguientemente, la del Poder Judicial.

Insistimos en la autorregulación porque no es ético el acto realizado por utilidad u

obediencia si no se ejecuta bajo la luz que proviene de la libertad de decidirlo. 

Como señalan Stefanie Ricardo Roos y Jan Woischnik:

“Los códigos de ética no son ninguna panacea en materia de renovación de

la conciencia jurídica estatal, sino que constituyen nada más que una entre

otras medidas recomendables para la reforma de la justicia. En rigor,

depende de los más diversos factores que ellos puedan, en el caso concreto,

contribuir realmente a mejorar el respectivo sistema de justicia, en el

pág. 16
sentido de fomentar la construcción de un Poder Judicial fuerte e

independiente. Entre esos factores cuenta, en primer lugar, si o en qué

medida los estándares de conducta ética encuentran aceptación entre sus

destinatarios.” 

Bueno y finalmente, parece necesario que los jueces vayan construyendo, mediante la

reflexión conjunta, un modo de ejercer la función que sea el resultado del aprendizaje de

valores y creencias comunes que los haga conscientes de lo que son, creen y valoran. Es

decir, urge que caminen en busca de una identidad judicial “caracterizada por un

sentido de unidad e individualidad, de continuidad y agencia, y por sentimientos de

propósito y autoconfianza.”

Para empezar esta gigantesca tarea podrían ser útiles las siguientes ideas:

1. El órgano de gobierno del Poder Judicial debe diseñar una política judicial que

fomente entre los jueces de toda la república, la reflexión permanente sobre los

problemas éticos que suscita el ejercicio de la función judicial.

2. Se incluya como parte de esa política la capacitación constante de los jueces en Ética

Judicial y la puesta en práctica de campañas que la motiven, como reconocimientos

públicos o becas de estudio. 

3. El actual Código de Ética debe ser sometido a la reflexión y correspondiente

aprobación de los jueces de toda la República. Sus principios y reglas de conducta

deben servir de pautas para la calificación objetiva de la llamada conducta funcional,

por parte de los órganos de control disciplinario.

pág. 17
4. Los jueces deben consolidar esfuerzos para construir una identidad judicial fuerte que

aliente su desarrollo personal e independencia funcional, así como la independencia del

Poder Judicial.

pág. 18
BIBLIOGRAFIA:

Bernales, D. M. (08 de Mayo de 2018). Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia


Nacional. Obtenido de Etica y Responsabilidad Judicial:
http://www.amfjn.org.ar/2018/05/08/etica-y-responsabilidad-judicial/

Contreras, D. A. (13 de Enero de 2010). EL VALOR DE LA ÉTICA Y LOS JUECES. Obtenido de


ARTÍCULO: http://servicio.bc.uc.edu.ve/multidisciplinarias/educacion-en-
valores/v1n13/art5.pdf

Obando, L. A. (02 de Abril de 2013). Ética judicial. Obtenido de


https://www.monografias.com/trabajos96/etica-judicial/etica-judicial.shtml

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