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El enfoque conductista
Sesión 4
ÍNDICE
4. El enfoque conductista.............................................................................................................. 3
Referencias................................................................................................................................... 11
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4. El enfoque conductista
El enfoque conductista es una de las corrientes fundamentales de la psicología contemporánea que da sustento
científico a las teorías del aprendizaje. Su origen se remonta al año 1913, cuando su fundador, el psicólogo estadou-
nidense John B. Watson, planteó un cambio en el objeto de estudio de la psicología en su obra Psychology as the
Behaviorist, también llamada “el manifiesto conductista”. Para Watson las investigaciones que se manejaban
en torno al concepto de la mente y la conciencia carecían de sustento científico, por ello argumentaba que
para ser una ciencia, la psicología requería adoptar una estructura como la que él proponía.
Para Ruiz (1983) el conductismo rechaza el método introspectivo, pues este “… degeneraba en argumentos e inter-
pretaciones subjetivas, lo que ponía de manifiesto que la psicología seguía siendo una disciplina especulativa que
no acababa de independizarse de la filosofía y que por ello difícilmente podría llegar al estatus de ciencia.” (p. 2)
Para Watson la psicología no era una ciencia dado que su estudio de la mente y de la conciencia se limitaba a un
proceso de introspección y carecían de elementos para verificar, observar y medir, como lo determina el método
científico. Así, en palabras de su “manifiesto conductista”, Watson afirmaba: “La psicología como la ve el conductista
es una rama de las ciencias naturales, objetiva y experimental. Sus metas teóricas son la predicción y el control de
la conducta”. (Pellón, R., 2013, p. 390 ).
Al rechazar la introspección como método de estudio, pues no es suficiente para comprender los problemas, Watson
sugiere una nueva metodología que permita realizar observaciones y evidenciar la realidad para abordar problemas
determinados.
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Propone como principal objeto de estudio de la psicología la conducta.
Para comprender esta propuesta es importante conocer qué concibe Watson por “conducta”: “cualquier cosa que un
organismo hace” (Pellón, 2013, p. 391). Aunque está afirmación es muy general, denota que la conducta puede ser
cualquier acción generada por movimientos corporales o por un pensamiento; de ahí Watson ascendió al siguiente
descubrimiento: lo que el organismo aprende y reproduce de forma frecuente son las relaciones existentes
entre los estímulos y respuestas.
La innovación o nuevo paradigma del enfoque conductista propuesto parte de que todo puede ser aprendido y
todo depende del ambiente y estímulo otorgado. Veamos, en palabras de Watson, un ejemplo de esta idea:
Dadme una docena de niños sanos, bien formados y con un ambiente específico para educarlos
en él, y garantizo poder tomar cualquiera de ellos al azar y entrenarlo para que sea especialista
en lo que seleccione, médico, abogado, artista, mercader e incluso pedigüeño o ladrón, sin
importar sus talentos, inclinaciones, tendencias, habilidades, vocación o quienes fueron sus
antepasados (Pellón, 2013, p. 391).
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A su vez, para el conductismo resulta indispensable un proceso de reforzamiento, pues si no existe una repetición
constante de un estímulo, no será posible lograr una nueva conducta. Martín G. et al. (2017) lo explican de la siguiente
manera: “El conductismo tiene su esencia en la trascendencia de las consecuencias de las conductas y mantiene que
las respuestas a las que se les sigue con un refuerzo tienen más posibilidades de volver a sucederse en el futuro”. (p. 4).
Asimismo, el estímulo que debe ser repetido se elige de acuerdo con la conducta deseada: “Los conductistas pes-
quisan (investigan) al estudiante para establecer en qué punto comenzar la instrucción, así como para determinar
cuáles refuerzos son los más eficaces para cada caso en particular”. (Martín, G. et al., 2017, p. 4)
De acuerdo con lo anterior, los conductistas determinan que su objetivo principal es el logro de la respuesta deseada
en los estudiantes a partir de un estímulo, así: “El objetivo de la instrucción […] es lograr del estudiante la respuesta
correcta deseada ante un estímulo dado”. (Martín, G. et al., 2017, p. 4).
En la época en la que surgió el conductismo, los científicos se dividían en dos grupos: los que pensaban que la ciencia
tenía como objetivo entender los fenómenos naturales, por lo que las teorías jugaban un papel fundamental; y los
que pensaba que la ciencia tenía como finalidad predecir y controlar las investigaciones a partir de experiencias
verídicas y comprobables, otorgando poca importancia a las construcciones teóricas. Las diferencias entre ambos
grupos de científicos fueron causa de la creación del condicionamiento clásico, del cual forman parte Watson y Iván
Pavlov, y del condicionamiento operante propuesto por Skinner.
Como lo mencionamos, Iván Pavlov, fisiólogo y psicólogo ruso reconocido por su experimento el perro y la campa-
nita, y Watson, con su experimento Albert y la rata, forman parte del conductismo clásico; ambos se destacan por
un aprendizaje de primer orden, es decir, un aprendizaje que surge de forma involuntaria, que se genera a partir de
estímulos incondicionados (naturales y espontáneos), donde el sujeto se caracteriza por ser pasivo, el ambiente
actúa sobre el sujeto y el sujeto aprende por medio de la asociación de estímulos.
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Para comprender mejor esta idea, ilustremos el experimento de Pavlov acerca de la ley del reflejo condicionado,
desarrollada entre 1890 y 1900, en el cual las observaciones principales se realizan con perros hambrientos a los
cuales les acerca alimentos sin entregárselo para que comiencen a salivar.
Observaron que los animales que utilizaban en sus experimentos también salivaban cuando
la comida todavía no había llegado a la boca, esto es cuando la comida era simplemente vista
u olida, obteniéndose una respuesta semejante. Incluso observaron que la salivación de los
perros se producía ante la presencia de los propios experimentadores y luego determinaron
que podía ser resultado de una actividad psicológica. (Yanez, s/f, p. 1)
En definitiva, el perro había sido condicionado, de modo que después de experimentar con él, ya era capaz de res-
ponder a un estímulo (metrónomo, campana, luces, música, etc.) que antes no provocaba ninguna reacción en él.
Los resultados obtenidos por Pavlov al finalizar su experimento lo llevaron a desarrollar un método experimental
para el estudio de nuevas asociaciones entre un estímulo y una respuesta que deben ser aprendidas y condicionadas.
El condicionamiento clásico de Pavlov propone un tipo de aprendizaje asociativo; es decir, una respuesta o conducta
aprendida, resultado de un estímulo reforzado en repetidas ocasiones; ahora bien, el condicionamiento nos ofrece
dos tipos de respuestas: condicionadas e incondicionadas. Conoce en la siguiente tabla cada tipo de respuesta.
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Respuesta condicionada Respuesta incondicionada
Conducta aprendida y generada a partir de es- Conductas espontaneas, naturales y no aprendi-
tímulos específicos, como lo fue en el caso del das; la mayoría consiste en conductas realizadas
perro y la campana. por el cuerpo de forma innata, como estornudar
al sentir molestia o picazón en la nariz.
Watson, pionero del conductismo clásico, realizó el experimento “Albert y la rata” –junto con la doctorante Rosalie
Rayner–, del cual registró observaciones que sustentaron sus ideas y propuestas para el estudio del aprendizaje
de la conducta. El objetivo era comprobar si era posible generar una emoción fuerte en el niño (Albert B, un niño
de 9 meses, criado en el hospital donde su madre trabajaba de nodriza); en síntesis, se pretendía lograr una fobia
condicionada en el pequeño Albert.
Sigamos la descripción de José R. Alonso (2015, p. 1) quien nos guía para comprender la forma en que se llevó a cabo
el experimento de Watson y lo describe a continuación: Lo primero que hicieron Watson y Rayner fue establecer el
nivel basal emocional de Albert, para lograrlo lo expusieron a distintos estímulos, concentrados en animales vivos,
máscaras, algodón, lana, un periódico, etc. En una primera instancia Albert no mostró ninguna reacción ante los
objetos.
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Para Alonso (2015) “Aunque el experimento tenía graves
problemas de diseño y nunca se ha vuelto a repetir”
(p. 1), gracias a los avances comprobados y logrados
con estos experimentos; además, debido a la creación
de nuevas conductas, gracias a distintos estímulos, el
experimento de Watson “se considera un clásico en la
historia de la psicología” (p. 1).
Siguiendo con los dos grupos de investigadores para el estudio de la conducta, en seguida revisaremos las ideas del
condicionamiento operante propuesto por el psicólogo, filósofo social, inventor y autor estadounidense Burrhus
Frederic Skinner.
En contraste con el condicionamiento clásico, Xevi, M (2013) menciona que “El condicionamiento operante es un
proceso de ejercer control sobre la conducta de un organismo en un cierto ambiente, por medio de la aplicación del
refuerzo” (p. 1).
Skinner no se interesó tanto como Pavlov o Watson en el estudio de la conducta, él centró la mayor parte de su tra-
bajo en describir leyes generales que rigen la conducta voluntaria de los organismos; esa conducta que ocurre en
un momento determinado, pero que podría no haber ocurrido al no estar encadenada a algún estímulo licitante.
(Pellón, 2013, p. 392).
Skinner se refiere a las conductas que son innatas e incondicionadas; es decir, la conducta es voluntaria y aparece sin
necesidad de tener intervenciones de estímulos, su característica más importante es que se va a originar a partir de
sus consecuencias conocidas como reforzadores. Skinner denominó esta conducta como conducta operante libre.
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En el caso del experimento de Skinner, este tiene como objetivo medir si los animales refuerzan o no sus conductas
con relación a las consecuencias de sus acciones. Skinner diseñó una caja para experimentar el condicionamiento
operante con ayuda de diversos animales, como ratas y palomas; en la caja coloca un disco a manera de botón y
mete, por separado, una paloma y en otro momento una rata, ambos animales al tocar el disco obtienen pequeñas
porciones de comida, por lo que cuando tienen necesidad de comer, la conducta de presionar un mayor número de
veces el disco aumenta.
Es importante que los reforzadores utilizados para estimular una conducta estén relacionados
con algo indispensable y de interés para el sujeto, como agua o comida, pues el logro del obje-
tivo depende de la elección correcta del estímulo que va a fungir como reforzador.
Los reforzadores se presentan siguiendo patrones diferentes o programas de reforzamiento que han sido constituidos
durante mucho tiempo por parte del área experimental de la conducta; sin embargo, cada programa de reforzamiento
generará un patrón distinto en la conducta.
Para Pellón (2013) “Es importante resaltar que el reforzador exclusivamente refuerza la conducta. El organismo es [,]
en todo caso[,] recompensado por su actuación, pero nunca reforzado” (p. 393). Es decir, el objetivo del reforzamiento
consiste en asegurar que la conducta sea aprendida de forma indefinida. Lo importante del reforzamiento es el
objetivo de aprendizaje a lograr, no la acción del reforzamiento en sí misma. No obstante, Watson rechaza
el reforzamiento de la conducta como un factor importante para el logro del aprendizaje que se pretende alcanzar.
Sin duda, cada investigador postula sus ideas y principios de acuerdo con sus propias experiencias y creen-
cias. Los aportes de ambos grupos de investigadores son de gran importancia para el enfoque conductista, dado
que las ideas que proponen se enriquecen unas con otras, permitiendo un menor margen de error en las prácticas
profesionales que se realizan de acuerdo con el enfoque conductista en la educación.
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En palabras de Martín, G. et al. (2017):
El enfoque conductista determina que las labores del educador se concentran en analizar y
establecer las pistas apropiadas para obtener las respuestas deseadas, así como en organizar
las condiciones ambientales de manera que los estudiantes sean estimulados con base en los
objetivos que se pretenden alcanzar y practicar el reforzamiento pertinente para la creación
de la nueva conducta deseada. (p. 7)
Por ello, los educadores deben tener presente la meta que pretenden lograr en el aprendizaje de los educandos; si
tienen claro a dónde desean llegar, será más sencillo establecer los mecanismos necesarios para lograrlo.
Pellón (2013) expresa que ”La idea de definir la conducta, no en término de movimientos musculares o apariencia
(estructura), sino en términos de función, permitió el desarrollo de explicaciones seleccionistas de la conducta que
se asemejen a aquellas de la teoría evolucionista” (p. 394).
Skinner, desde una mirada evolucionista, argumenta que considerar que las especies se adaptan al medio, sin com-
prender que la adaptación es resultado de presiones ambientales, es lago equivocado; también considera equivocado
pensar lo contrario; es decir, no considera apropiado que los sujetos se ajustan al ambiente.
Según Pellón (2013), Skinner contrario a Pavlov o Watson, nunca fue reduccionista, no pretendía buscar la explicación
de la conducta fuera de ella misma o de su relación con el ambiente, siempre se mostró contrario a las explicaciones
de un hecho observado que se refiera a acontecimientos que tienen lugar a otro nivel de observación y medición.
En palabras de Pellón (2013) “Para Skinner, los hechos son aquello que se puede observar y tienen que ser explicados
en su relación con otros hechos” (p. 397), se entiende que Skinner defiende la sistematización de los conocimientos
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que se adquieren a través de la experimentación y concibe la psicología a partir de una forma ambientalista, lo que
lo coloca como un importante teórico de la psicología del aprendizaje.
Sin embargo, el conductismo también presenta limitaciones del aprendizaje, debido a que sus objetivos se centran
en aprendizajes básicos como conocer, memorizar y recordar.
Referencias
Alonso, J. (2015) Watson y el pequeño Albert [Entrada en blog]. Recuperado de https://jralonso.
es/2015/05/27/watson-y-el-pequeno-albert/
Larocque, G. (1988). Teorías de la comunicación vs. Teorías del aprendizaje. En Perfiles educativos núm.
40, pp. 15-23. Recuperado de https://www.iisue.unam.mx/perfiles/articulo/1988-40-teorias-de-la-co-
municacion-vs-teorias-del-aprendizaje.pdf
Martín, G. et al. (2017). Acercamiento a las Teorías del Aprendizaje en la Educación Superior. Revista
UNIANDES Episteme, 4(1), pp. 48-60. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?-
codigo=6756396
Ruiz, E. (1983). Reflexiones en torno a las teorías del aprendizaje. En Perfiles educativos núm. 2 (21), pp.
32-47. Recuperado de https://www.iisue.unam.mx/perfiles/perfiles_articulo.php?clave=1983-2-32-47
Pellón, R. (2013). Watson, Skinner y algunas disputas dentro del conductismo. Revista colombiana de
psicología, 22(2), pp. 389-399. Recuperado de http://www.scielo.org.co/pdf/rcps/v22n2/v22n2a12.pdf
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