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2. Características, inicio y evolución del problema vocal. Las tres preguntas hipocráticas: ¿qué le
pasa? ¿desde cuándo? ¿Sabe por qué, lo atribuye a algo?
a. Características: ¿qué le pasa? Una buena forma de empezar es obteniendo una descripción
del problema tal y como lo siente el paciente. Ello pondrá de manifiesto no sólo las molestias
que son más importantes para el paciente, sino el nivel de comprensión de su problema, sus
falsas creencias, su motivación hacia el tratamiento y sus temores. Para que la intervención
terapéutica sea efectiva es necesario explicarle los malos entendidos o falsas creencias y
considerar el déficit que sea más relevante para él como una de las prioridades del
tratamiento.
b. Inicio: ¿desde cuándo? Conocer cómo empezó el problema ayuda a realizar un buen
diagnóstico diferencial sobre la causa de la disfonía. A veces el paciente no sabe precisar el
inicio porque fue gradual, en ese caso se le debe ayudar a recordar la época, el mes o incluso
el día y la actividad que estaba realizando cuando sintió los primeros síntomas. Las disfonías
asociadas a tensión muscular, enfermedades neurodegenerativas o mal uso profesional de la
voz, suelen comenzar paulatinamente e ir evolucionando progresivamente a peor. Los
trastornos vocales que son bruscos y repentinos suelen estar causados por fenómenos agudos
como un traumatismo (grito que da lugar a un pólipo hemorrágico), un trastorno neurológico
agudo (ICTUS, espasmo) o un trastorno psicológico (pánico a perder la voz, miedo
escénico…). Los trastornos vocales fluctuantes, que desaparecen y reaparecen, pueden estar
relacionados con estados también inestables, como las alergias o algunos rasgos de
personalidad que causen ansiedad. Las disfonías que comienzan asociadas a trastornos del
habla o la deglución tienen un origen neurológico; en estos casos hay que observar durante la
anamnesis si hay imprecisión fonoarticulatoria, lentitud, hipernasalidad, preguntar por
posibles regurgitaciones, dificultades para beber, masticar, tragar, pérdida de peso, etc. Es
importante encontrar los factores con los que pueda relacionarse el inicio: infección
respiratoria, periodo de mayor estrés emocional, suceso vital importante, malas digestiones,
insomnio… Determinar la posible existencia de estos factores nos permitirá que luego le
sepamos explicar la relación entre estos factores y su disfonía, y por tanto, los medios para
aliviar los síntomas.
c. Evolución: ¿Cómo ha seguido el problema hasta hoy? Es importante especificar el curso
que siguen los síntomas desde el inicio hasta el presente, incluso a lo largo del día.
i. Las disfonías por tensión muscular suelen evolucionar con periodos casi libres de
síntomas, junto a otros de empeoramiento y disfonía.
ii. Cuando existe una lesión laríngea orgánica (una masa glótica o un trastorno
neuromotor) la disfonía suele ser constante y evolucionar manteniéndose estable o
empeorando, a veces gradualmente, a veces rápidamente.
iii. La miastenia gravis se caracteriza por un deterioro progresivo y aparición precoz de
fatiga o fonastenia, que va aumentando durante la conversación mantenida y puede
llegar hasta la afonía.
iv. El reflujo gastroesofágico puede manifestarse por una disfonía crónica, más o menos
estable, a veces en personas que no gritan ni hablan mucho, y que presentan periodos
de mayor disfonía, por ejemplo al levantarse por la mañana o después de la siesta, que
carraspean frecuentemente...
d. Factores asociados al problema vocal: ¿Lo atribuye a alguna causa? Es preciso averiguar
si hay factores que tiendan a empeorar o a mejorar los síntomas.
i. Los factores que suelen referirse como agravantes son la fatiga generalizada, el
aumento de las exigencias vocales, los viajes, cambios de puesto laboral o de
domicilio, factores climáticos, alergias, cambios de alimentación, alteración del ritmo
del sueño, etc. (Consultar documento: “Factores de riesgo vocal”).
3. Enfermedades asociadas al problema vocal. Las enfermedades que más repercuten sobre la voz
son las que afectan al:
a. Sistema respiratorio: asma, bronquitis crónica, trastornos que reduzcan la capacidad vital
como tabaquismo…
b. Alergias: rinitis, sinusitis, etc.
c. Sist. Gastrointestinal: reflujo gastro-esofáfico-faríngeo,
d. Sist. Nervioso: accidentes cerebro-vasculares (isquemia, ictus, infarto), traumatismos cráneo-
encefálicos, enf. Neurodegenerativas (esclerosis lateral amiotrófica, esclerosis múltiple,
Parkinson, distonías, distrofias musculares progresivas…),
e. Sist. Autoinmune: artritis reumaotide, lupus eritematoide, enfs. que cursen con disminución
de saliva (sd. Sjörgen)…
f. Sist. Endocrino: hiper- o hipotioridismo
g. Trastornos psicológicos y enfs. Psquiátricas: ansiedad, depresión, esquizofrenia…
h. Hipoacusia: por falta de feedback aditivo se eleva la intensidad y el tono de voz, puede
realizarse una vocalización con excesiva tensión muscular, etc.
i. Sist. Cardiovascular: tensión arterial alta, problemas de la circulaciónvenosa…
4. Los tratamientos recibidos. Debe interrogarse sobre cirugías previas que hayan sido realizadas en
cuello, tiroides, laringe, columna vertebral, corazón o tórax. La intubación traqueal durante la cirugía
también es importante de considerar porque si fue dificultosa pudo producir un granuloma de
contacto que se manifestará por disfonía postoperatoria.
La hemodiálisis (por enfermedad renal) produce un estado de fatiga generalizada que también se
refleja en la voz (fonastenia precoz al hablar, tono agravado, escapes de aire…).
La radioterapia, sobre todo en la zona de cabeza y cello, puede producir disminución de la secreción
de saliva, lesiones fibrosas en laringe y musculatura perilaríngea
Los medicamentos que tienen efectos secundarios sobre la voz actúan básicamente mediante dos
tipos de mecanismos: a) produciendo sequedad de la mucosa laríngea, que al disminuir su
lubrificación aumenta su fragilidad frente a los esfuerzos fonatorios; o b) disminuyendo la
coagulación de la sangre y produciendo una mayor facilidad para las hemorragias submucosas.
Algunos ejemplos: el ácido acetil salicílico y otros anticoagulantes favorecen la aparición de
hemorragias submucosas en laringe; los relajantes musculares pueden favorecer la sequedad de
mucosa y fonastenia por exceso de relajación muscular; los anovulatorios pueden favorecer el edema
y la congestión de la mucosa laríngea; los antihistamínicos y los corticoides inhalados favorecen la
deshidratación de mucosa laríngea y la aparición de lesiones mucosas. En cada caso habrá que
valorar los posibles efectos secundarios que el medicamento pueda tener sobre la voz.
El abuso de la cafeína, teína y sustancias estimulantes aumentan la sequedad de mucosa. El uso
combinado de alcohol y tabaco multiplica el efecto pernicioso sobre laringe, el sistema respiratorio y
el sistema digestivo.
5. Uso vocal del paciente. Es determinante en la aparición del problema y en el empeoramiento del
problema vocal. El clínico debe conocer cómo usa la voz el paciente a lo largo de su jornada diaria y
en sus actividades de tiempo libre (la duración e intensidad de la voz, sobre todo).
Actividades que pueden ocasionar sobresfuerzo fonatorio: el uso profesional de la voz, uso
prolongado de la voz fuera del trabajo, deportes que aumenten la tensión muscular en cuello,
excesivo uso del teléfono, uso de la voz al aire libre o en lugares ruidosos, uso de la voz mientras se
levanta peso…
En caso de que sea un profesional de la voz hablada o cantada: especificar nº de horas de uso
continuado, tipo de medioambiente en el que se usa la voz, tipo de público al que va dirigida, si se
usa amplificación… Asimismo se debe conocer el tipo de entrenamiento y formación vocal que
posee.