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RESUMEN CLASE 6.

TARTAMUDEZ INFANITL

La tartamudez es un desorden del habla difícil de definir, dado su carácter multifacético y la


complejidad de discernir cuales son sus rasgos esenciales y cuales son sus signos adicionales.
Existen algunas condiciones especiales entre los niños disfémicos: perfeccionismo, ansiedad y
susceptibilidad emocional.
La tartamudez es un trastorno del habla proveniente de una disfunción neuromotora central, que
altera temporalmente la exactitud motora buco fonatoria en las etapas de planeamiento,
producción y monitorización del habla, y que podría reflejar una inestabilidad o perdida de control
de la función cerebral, mas que una pérdida de función de una región particular del cerebro. Este
aparece tanto por una combinación de factores internos (predisposición), como derivada de una
incapacidad del hablante para responder a las exigencias del entorno (medio ambiente exigente).
Según Yairi y Ambrose (2004), su presencia genera un habla caracterizada por prolongaciones
y repeticiones intermitentes en partes de la palabra, además de bloqueos silenciosos e incluso
movimiento de cabeza, manos, dedos y narinas. Se trata de un trastorno de origen desconocido,
aunque supuestamente relacionado con factores fisiológicos, psicológicos, psicosociales,
psicolingüísticos y ambientales (Shapiro,1999), que afecta a la calidad de la comunicación.
El DSM-IV lo ha definido como una alteración de la fluidez y de la organización temporal normal
del habla (inadecuadas para la edad del sujeto), caracterizada por concurrencias frecuentes de
uno o más de los siguientes fenómenos:
1. Repeticiones de sonidos y silabas.
2. Prolongaciones de sonidos.
3. Interjecciones.
4. Palabras fragmentadas.
5. Bloqueos audibles o silenciosos.
6. Circunloquios para sustituir palabras problemáticas.
7. Palabras producidas con exceso de tensión física.
8. Repetición de palabras monosílabas.
Crystal (1983) ha sintetizado la profusa sintomatología del trastorno en siete grupos:
1. Cantidad anormal se repeticiones de segmentos, silabas, palabras o frases.
2. Obstrucciones del flujo del aire por incapacidad de la persona para darse cuenta de la
tensión que ha producido al prepararse para articular un sonido.
3. Prolongaciones anormales de segmentos de sonidos.
4. Introducción en los momentos de dificultad de sonidos o palabras con fuerza únicamente
emocional.
5. Acentuación extraña en las palabras y entonación, habla muy entrecortada y a una
respiración irregular.
6. Las palabras y las frases pueden quedar inacabadas.
7. Evitación de ciertos sonidos, palabras y frases que pueden plantear problemas concretos
a la hora de articularlos.
Tipos de tartamudeo
Se diferencia entre tartamudeo fisiológico, primario de desarrollo, de aparición temprana y de
duración escasa; tartamudeo esporádico o transitorio, de recuperación espontánea; y real
tartamudeo, de signo crónico, que se observa preferentemente en jóvenes y adultos.
Según la etiología del trastorno, se diferencia entre tartamudez de tipo psicológico, que se
atribuye a causas emocionales, de tipo afectivo, estados de ansiedad e inseguridad, etc.;
tartamudeo de tipo neurológico, atribuido a dificultades en el feedback auditivo, interferencias en
el proceso natural de codificación problemas de lateralidad, etc.; y tartamudeo de tipo lingüístico,
vinculado a desordenes de signo lingüístico.
- Criterio sintomatológico. Cuando la base clasificatoria son los síntomas del trastorno, se
distingue entre:
1. Tartamudeo clónico.
2. Tartamudeo tónico.
3. Tartamudeo mixto.
- Criterio de severidad. Si se tiene en cuenta el grado de severidad del trastorno, se
diferencia entre:
1. Tartamudeo ligero.
2. Tartamudeo moderado.
3. Tartamudeo severo o grave.
Los estudios han identificado diversas causas en su génesis, se atribuyen a:
1. Una neurosis.
2. Una conducta aprendida.
3. Una alteración orgánica.
Las teorías psicolingüísticas plantean que la tartamudez comienza durante la planeación del
habla, y que las disfluencias son consecuencias de un déficit en el enlace fonológico.
En la hipótesis psicológica, los patrones de habla tartamuda responden a situaciones
emocionales excitantes, tensas o de anticipación, en las que se afecta la fluidez expresiva del
hablante, aunque no su capacidad articulatoria. Cuanto mas complejas sean los enunciados y
más potencial afectivo encierren, mayor riesgo de tartamudeo su producirá.
Las causas esgrimidas para justificar esta hipótesis son las siguientes:

• Entornos de ansiedad, angustia o fragilidad afectiva.


• Relaciones familiares inadecuadas.
• Presión excesiva sobre el habla del niño.
• Alteraciones de la personalidad o personalidad predisponente.
• Comportamientos de evitación comunicativa, relacionados con situaciones de ansiedad.
• Estados de excitación, nerviosismo o miedo ante determinados contextos comunicativos.
La hipótesis orgánica, algunos estudios han atribuido el tartamudeo a problemas de carácter
orgánico admitiendo diversas causas en su origen:

• Disfunciones perceptivas.
• Disfunciones neuromusculares.
• Disfunciones orgánico-cerebrales.
• Disfunciones en el sistema respiratorio y fonoarticulador.
La hipótesis genético-ambientalista.
El tartamudeo aparecerá siempre y cuando exista una carga genética y una cierta influencia
ambiental.
Según San Gorrín (2005,45), “la edad de inicio de la tartamudez se sitúa, en el 90% de los casos,
entre los 25 y 42 meses, periodo en que los niños pasan de una expresión verbal limitada al uso
de palabras aisladas, a la adquisición del llamado lenguaje conectado (frase)”. En la mayoría de
los niños los episodios de tartamudeo desaparecen.
Evaluación de la tartamudez
El carácter de la evaluación ha de ser holista (analizar las manifestaciones de forma global),
naturalista (en su contexto natural) y realista (analizar las evidencias y no las suposiciones).
Quien evalúa
El trastorno demanda una valoración pluridimensional, con la participación efectiva del logopeda,
la familia del niño, el profesor-tutor y, si es posible, el propio niño. La edad del sujeto y la duración
del tartamudeo ejercen una influencia notable sobre el resultado de la intervención y el porcentaje
de las recaídas.
Una vez conocida la severidad del trastorno, el tipo de tartamudeo y sus peculiares repercusiones
sobre el niño, así como la frecuencia e intensidad de los errores cometidos y también las
respuestas cognitivas y psicofisiológicas que de él se derivan, se posee información suficiente
para establecer un diagnóstico presuntivo y sugerir algunas pautas iniciales para su atención.
Cuando se evalúa
Biain (2002) ha señalado algunos indicios que los padres pueden tener en cuenta para
determinar cuándo las dificultades en el habla son normales y cuándo constituyen un riesgo:

• Frecuencia.
• Cantidad.
• Severidad.
Algunos signos de alerta son los siguientes:

• Prolongaciones de sonidos.
• Repeticiones múltiples.
• Vacilaciones reiteradas.
• Tensión en los músculos faciales.
• Evitación de algunos vocablos.
• Instantes de angustia o inquietud.
• El estremecimiento corporal.
Qué evalúa
- Variables fisiológicas: Se necesita conocer el grado de tensión muscular y la idoneidad
de la función respiratoria del niño, a través de pruebas funcionales y recurriendo a la
observación.
- Variables lingüísticas: se clasifican en niveles; Nivel fonético-fonológico, Nivel
morfosintáctico, Nivel léxico-semántico, Nivel Pragmático, Nivel prosódico.

Valoración del tartamudeo


El evaluador puede proceder de varias formas:
a) Calcular el número de palabras (o silabas) por minuto o de palabras (o sílabas)
tartamudeadas por cada cien emitidas.
b) Contabilizar el numero de errores cometido: repeticiones de sonidos, sílabas, palabras o
frases; interjecciones: prolongaciones de sonidos; silencios; etc.
c) Combinando las estrategias anteriores se puede evaluar las dificultades del habla,
agrupándolas en dos tipos de disfluencias por inserción de sílabas (repeticiones,
revisiones de palabras e interjecciones) y por omisión (pausas y prolongaciones de
silabas.
Valoración de las variables cognitivas
Realizar una evaluación de las variables cognitivas, relacionadas con las creencias o
expectativas del niño ante el tartamudeo, la calidad de su habla, su percepción sobre lo que
piensan las personas de su entorno, su opinión acerca de lo que significa un habla fluida, etc.
Valoración de las variables conductuales
Se debe tener en cuenta otras variables como las posibles conductas de evitación o retraimiento,
inhibiciones, estados de ansiedad o angustia, etc.; así como aquellas reacciones inverosímiles
que el niño pudiera mostrar en situaciones naturales de comunicación.
Técnicas y estrategias para la obtención de datos
Las técnicas son las siguientes:
a) Sistemática.
b) Cualitativa.
c) Diferenciada.
d) Integral.
El evaluador puede servirse de 3 estrategias básicas:
a) El lenguaje espontáneo o conversacional.
b) El lenguaje dirigido.
c) La lectura.
Recursos para la obtención y el registro de datos
El uso del video, como recurso didáctico por cuanto nos permite no solo analizar con
posterioridad las características de un habla y sus peculiaridades, sino también valorar las
manifestaciones no lingüísticas y contextuales en las que las disfluencias se presentan.
Intervención del trastorno
La primera fase de cualquier programa de intervención es la evaluación del habla del niño y su
capacidad comunicativa, para tratar de responder a tres cuestiones sustantivas, dado que las
respuestas a estos interrogantes no son sencillas ni únicas:
1. ¿verdaderamente el niño tiene un patrón de habla tartamuda?
2. ¿Qué posibilidades tiene de hacerse crónico?
3. ¿Qué se puede hacer?
Técnicas basadas en disfunciones feedback

• Habla enmascarada.
• Habla rítmica.
• Audición demorada.
• Habla “en eco”.
Técnicas basadas en el condicionamiento operante

• Reforzamiento positivo.
• Tiempo.
• Extinción.
Técnicas de sensibilización

• Entrenamiento asertivo.
• Terapia cognitiva.
Técnicas de desensibilización

• Desensibilización sistemática.
• Relajación.
Otros recursos para atenuar el trastorno

• Habla “gesticulada”.
• Habla “en soplo”.
• Habla silábica.
Atención del tartamudeo infantil

La edad del niño, la intensidad y efectos del tartamudeo y las reacciones que este provoca
son elementos indispensables para la planificación de una atención personalizada.
Este trastorno abarca un grupo heterogéneo de personas, cuyas terapias se centran en
los aspectos emocionales del trastorno o en la mejora de las técnicas de la tartamudez.

La atención preventiva del tartamudeo del niño

Se sabe que el origen de muchas disfluencias se inicia durante el proceso de adquisición


del lenguaje. Entre los 2 ½ años y los 5 algunos niños pueden presentar disfluencias, ello
no significa que luego vayan a tener un problema de tartamudez, ya que la mayoría de
esos síntomas remite con el paso del tiempo.
La mayoría de las veces basta con la comprensión de padres y educadores para que el
niño con disfluencias se sienta despreocupado y tranquilo y se comunique con
naturalidad, sin ningún tipo de condicionamientos.
Si se proporciona una atención adecuada, se calcula una remisión del trastorno en un
80% de casos, dentro de los dos años siguientes a su aparición.
Inicialmente la atención de orienta a eliminar los factores externos que comprometen el
habla del niño, si los hubiera, y a informar convenientemente a la familia sobre el
particular.
El objetivo es modelar las actuaciones y el lenguaje de las personas que rodean al niño,
con el fin de propiciar una adecuada relación comunicativa entre el niño y sus
interlocutores más próximos.

La atención del tartamudeo de niños de más edad

Se propone una intervención similar a la anterior, con algunas modificaciones, se debe


tener en cuenta también las sensaciones que el niño experimenta cuando las disfluencias
afloran en su habla.

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