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Filosofía de calidad
❖ Cero defectos.
❖ Calidad robusta.
Los cuales conducen a distintas formas para determinar si un producto o servicio es de alta
calidad o no.
Por lo tanto, ambos enfoques conducen hacia distintas formas para determinar si un producto o
servicio es de calidad o no, y sirven como punto de partida para expresar en unidades monetarias
los costos de calidad en los que una empresa incurre (García, Comtabilidad de Costos, 1980).
Robusta
Cero defectos.
Durante una generación, los gerentes e ingenieros estadounidenses han considerado que las
pérdidas de calidad son equivalentes a los costos absorbidos por la fábrica cuando construye
productos defectuosos: el valor desperdiciado de productos que no se pueden enviar, los costos
adicionales de reelaboración, etc. La mayoría de los gerentes piensan que las pérdidas son bajas
cuando la fábrica envía casi lo que construye; tal es el mensaje del control estadístico de calidad
y otros programas tradicionales de control de calidad que subsumiremos bajo el seductor
término «Defectos Cero»
Por supuesto, los clientes no dan un colgado sobre el registro de una fábrica de mantenerse «en
especificaciones» o minimizar la chatarra. Para los clientes, la prueba de la calidad de un
producto está en su rendimiento cuando se rapea, sobrecarga, caída y salpicadura. Entonces,
demasiados productos muestran un comportamiento temperamental y degradaciones de
rendimiento molestas o incluso peligrosas. Todos preferimos fotocopiadoras cuyas copias son
claras a baja potencia; todos preferimos coches diseñados para conducir de forma segura y
previsible, incluso en carreteras mojadas o con baches, en vientos cruzados, o con neumáticos
ligeramente por debajo o sobreinflados. Decimos que estos productos son robustos. Ganan
fidelidad constante al cliente.
Los ingenieros de diseño dan por sentado las fuerzas ambientales que degradan el rendimiento
(lluvia, baja tensión, etc.). Tratan de contrarrestar estos efectos en el diseño de productos: cables
aislantes, ajuste de las bandas de rodadura de los neumáticos, sellado de juntas. Pero algunas
degradaciones de rendimiento provienen de la interacción de las partes mismas, no de nada
externo que les sucede. En un producto ideal, en cualquier cosa ideal, las piezas funcionan en
perfecta armonía. La mayoría de los productos reales, desafortunadamente, contienen
perturbaciones de un tipo u otro, generalmente el resultado de un mallado defectuoso de un
componente con los componentes correspondientes. Un eje de transmisión vibra y desgasta
prematuramente una articulación universal; el motor de un ventilador genera demasiado calor
para un microprocesador sensible.
Tales degradaciones de rendimiento pueden ser el resultado de algo que va mal en la fábrica o
de un fallo inherente en el diseño. Un eje de transmisión puede vibrar demasiado debido a un
torno desalineado o a una forma equivocada; un motor puede resultar demasiado caliente
porque se ha montado incorrectamente o se ha introducido impetuosamente en el diseño. Otra
forma de decir esto es que el trabajo en curso puede estar sujeto a amplias variaciones en el
proceso de fábrica y el ambiente, y los productos pueden estar sujetos a amplias variaciones en
las condiciones de uso del cliente.
¿Por qué insistimos en que la mayoría de las degradaciones resultan de este último tipo de fallas,
fallas de diseño, y no de variaciones en la fábrica? Debido a que las variaciones ambientales o
del proceso a las que se puede someter el trabajo en proceso en la fábrica no son tan dramáticas
como las variaciones a las que se someten los productos en las manos de un cliente, obvias
cuando se piensa en ello, pero ¿cuántos exponentes de cero defectos hacen? Cero Defectos dice:
El esfuerzo por reducir la falla del proceso en la fábrica reducirá simultáneamente los casos de
falla del producto en el campo. Decimos, El esfuerzo para reducir la falla del producto en el
campo reducirá simultáneamente el número de defectos en la fábrica.
Aún así, podemos aprender algo interesante sobre las raíces de la robustez y los fracasos
del control de calidad tradicional enfrentándonos a Cero Defectos en su propio terreno. Es en
oposición a Cero Defectos que surgieron los Métodos Taguchi.
1. Enfoque al cliente
Si queremos crear valor para nuestros clientes tenemos que ser obsesivos con entender a
nuestros clientes, sus necesidades y expectativas.
2. Enfoque estratégico
La gestión de la calidad debe ser una tarea estratégica. Si las empresas quieren sobrevivir y
avanzar a través de la entrega de valor a sus clientes entonces deben tratar esto como un objetivo
estratégico clave, para ello se debe dar la creación de una visión estratégica y la implementación
de ésta en toda la empresa mediante objetivos y acciones asociadas que implican un
compromiso y enfoque a largo plazo.
3. Liderazgo Enfocado
Nada sucede, en cualquier organización, sin el compromiso de los líderes, su conducción activa
de la estrategia y un compromiso positivo constante con su aplicación.
4. Enfoque en procesos
Las organizaciones han estado obsesionadas con los resultados demasiado tiempo. Los
resultados son impulsados por la aplicación efectiva de los procesos correspondientes. El
énfasis debe pasar de la evaluación del resultado al desarrollo y control de procesos para
entregar valor al cliente. Debemos cuidar las fronteras departamentales que a menudo tienen un
efecto perjudicial en el proceso de negocio global.
La Gestión de la Calidad se trata fundamentalmente de las personas. Los procesos sólo son
eficaces en la entrega de valor para el cliente si se asocian con comportamientos apropiados de
los individuos involucrados. Un excelente proceso puede ser dañado por un miembro de equipo
desmotivado o mal entrenado. Un aspecto importante de la gestión de la calidad es la creación
de una fuerza de trabajo motivada y con la capacidad de trabajar con y en procesos para
maximizar el valor del cliente.
6. Enfoque científico
Junto a estos cinco enfoques de Gestión de la Calidad, hemos incluido otras dos aproximaciones
menos cuajadas como tales enfoques, por centrarse sólo en ciertos elementos de la función de
calidad. Nos referimos al enfoque de Gestión de la Calidad de Servicio (GCS) y al enfoque
humano (EH). Como hemos apreciado en la revisión de la literatura aportada en el Capítulo 2,
se trata de corrientes nutridas de contribuciones desde el Marketing y la Teoría de la
Organización, que no han llegado a constituirse como enfoques reales para gestionar la calidad
de una organización, sino como aportaciones complementarias que han coadyuvado a la
formación de los otros enfoques inyectándoles ciertos principios, prácticas y técnicas en áreas
concretas del Sistema de Gestión de la Calidad. No nos detendremos, pues, en su estudio
particular, aunque indirectamente se revisan sus contribuciones dentro del resto de los enfoques.
La inspección puede tener diversos alcances: constituir sólo una actividad de información,
incluir además una decisión (aceptación, rechazo o reproceso), o desembocar incluso en
acciones correctoras. La definición usual comprende los dos primeros aspectos, mientras que
adquiere la tercera dimensión cuando la inspección de la calidad está integrada en enfoques más
avanzados como el CEC o el aseguramiento de la calidad.
Esta comprobación, en el caso más simple, se hace mediante la mera observación visual por un
cierto inspector, aunque ahora lo más frecuente son métodos más sistemáticos y fiables basados
en procedimientos (estadísticos o no) y tecnologías de medida que permiten detectar si el
producto cumple los estándares preestablecidos.
Los aprendices en calidad creen que este enfoque es eficaz, y que el endurecimiento de los
métodos de inspección puede garantizarla. La idea de inspeccionar los productos elaborados
supone una muestra de la preocupación de la empresa por garantizar a sus clientes productos
libres de defectos. De hecho, a pesar de que este enfoque cuenta ya con más de un siglo de
historia, aún hoy muchas organizaciones entregan a sus clientes productos sin ningún control
de su calidad.
El CEC se basa en la idea de elaborar productos no defectuosos por medio del control estricto
de los procesos. Dado que su lema es «introducir la calidad en el proceso», el CEP constituye
el corazón de este enfoque de Gestión de la Calidad. El CEP consiste en controlar los procesos
verificando la conformidad de algunas características de calidad (el diámetro o la longitud de
una pieza, las reservas correctas en un hotel, o el tiempo de prestación de un servicio) mientras
las tareas de que consta se están desarrollando.
Con la implantación del CEC, la dirección empieza a preocuparse por hacer más transparente
el proceso productivo. El desarrollo de un sistema de control de los procesos basado en
El enfoque del control estadístico de la calidad.
El objetivo del CEP es encontrar el rango de variación natural del proceso y asegurar que la
medida de la característica de calidad permanece dentro de ese rango que se juzga aceptable.
La clave para controlar un proceso y para comprender cómo colocarlo bajo control estadístico
(proceso estable) consiste en distinguir las distintas fuentes de variabilidad del proceso,
sustancialmente dos: fuentes aleatorias, que nacen de problemas crónicos o comunes; y fuentes
no aleatorias, originadas por problemas esporádicos o especiales (Deming, 1982: 245-262;
Juran y Gryna, 1993: 22.5-22.6)
Las limitaciones del CEC han sido superadas en gran manera con el enfoque CCT, iniciado por
Juran y Feigenbaum en Estados Unidos. Esta denominación obedece a la extensión del ámbito
de la función de calidad a todos los departamentos y procesos de la organización. Tomemos la
definición de Feigenbaum (1951: 6) para dar una idea cabal del enfoque:
«El control de calidad total es un sistema efectivo para integrar los esfuerzos de desarrollo,
mantenimiento y mejora de la calidad de varios grupos de una organización a fin de hacer
posibles marketing, ingeniería, producción y servicio a plena satisfacción del consumidor y a
los niveles más económicos».
El enfoque CCT puede rotularse como de aseguramiento de la calidad, que es la rúbrica más
usual hoy en día en Occidente, subrayando su énfasis en garantizar la calidad al cliente. De
manera sin- tética, siguiendo la norma ISO 8402 (UNE 66-001), el aseguramiento de la calidad
sería el «conjunto de acciones planificadas y sistemáticas que son necesarias para proporcionar
la confianza adecuada de que un producto o servicio satisfará los requisitos dados sobre la
calidad».
Sin embargo, la nueva versión de las normas ISO 9000 lanzada el año 2000 ha eliminado la
expresión «aseguramiento de la calidad» de su título, abanderando la intención de diferenciar
aseguramiento de la calidad y Gestión de la Calidad. La norma ISO 9000:2000 (punto 3.2.11)
recoge un concepto de aseguramiento de la calidad como «parte de la gestión de la calidad
orientada a proporcionar confianza en que se cumplirán los requisitos de la calidad». La Gestión
de la Calidad sería, en cambio, las «actividades coordinadas para dirigir y controlar una
organización en lo relativo a la calidad [incluyendo] el establecimiento de la política de la
calidad y los objetivos de la calidad, la planificación de la calidad, el control de la calidad, el
aseguramiento de la calidad y la mejora de la calidad». Aunque hay opiniones para todos los
gustos, este criterio no nos parece acertado por dos razones:
❖ Estamos con Conti (1999) cuando afirma que «las ventajas que se pueden obtener con
esta elección seguramente no sobrepasarán las desventajas de abandonar una
consolidada, nada ambigua e históricamente válida definición».
❖ Asemeja más a razones comerciales del movimiento ISO por aproximarse a la vitola del
enfoque GCT, que a un cambio profundo de filosofía en la forma de gestionar la calidad.
La definición del sistema de Gestión de la Calidad por el CCT y la plasmada en los
modelos normativos estudiados en los Capítulos 6 a 9 no ofrece diferencias profundas,
por lo que los consideramos enfoques hermanos.
2. Actitud basada en la prevención. La castiza máxima castellana «más vale prevenir que
curar» es acertada para describir esta nueva perspectiva. Con cierto sentido del humor, se dice
al respecto que colocar una báscula solamente en el cuarto de baño (al final del proceso) es una
forma de amargar- se la vida, y sería quizás preferible acompañarla de otra pesa en la cocina.
El análisis de costes de la calidad y la no calidad pone de relieve la rentabilidad de invertir en
prevención, frente al coste del defecto. Debaig y Huete (1992: 5) citan dos ejemplos de esta
afirmación: en el negocio bancario, corregir un error en la tramitación de una orden de operación
bursátil cuesta 200 veces más que ha- cerlo bien la primera vez; en el negocio de electrónica de
consumo, la reparación en casa del cliente de un televisor cuesta 1.000 veces más que prever el
fallo de los componentes electrónicos.
Por tanto, es conveniente que el mayor grado de esfuerzo para la mejora de la calidad se coloque
en las etapas más tempranas de diseño y desarrollo del producto, frente al trabajo
postlanzamiento que tipifica un enfoque de detección de los errores a posteriori (Figura 4.10).
El lema que inspira este enfo- que puede ser «introducir la calidad tanto en el diseño del
producto como en el proceso». Habiendo aprendido ya los especialistas a controlar la
variabilidad de los procesos y a detectar tempranamente errores, el énfasis pasa a colocarse en
el diseño de métodos que prevengan los problemas antes de que surjan. El aseguramiento de la
calidad busca «hacerlo bien a la primera». Por ello, es el primer enfoque preventivo en la
Gestión de la Calidad.
Las actividades que se incorporan a la función de calidad para lograr este propósito son:
(a) La optimización del diseño de productos y procesos (Feigenbaum, Juran) que permitan
evitar defectos desde el principio, y cumplir los requisitos deseados por el cliente.
La transformación del enfoque CCT (control de la calidad total) en CWQC (company wide
quality control, control de calidad en toda la compañía) o enfoque japonés de Gestión de la
Calidad16, se produce con la asimilación en Japón de las ideas fundamentales contenidas en el
primero.
Es difícil distinguir entre CCT y CWQC, pues a simple vista las diferencias no son profundas17.
Ishikawa (1954) y más recientemente Xu (1999) los consideran sinónimos, aunque agregan que
CWQC puede entenderse como la evolución del CCT en Japón. De hecho, los elementos de
uno y otro son sustancialmente comunes, y la mayoría de las piezas del enfoque japonés habían
sido ya enunciadas en Estados Unidos por Feigenbaum y Juran. El CWQC sigue insistiendo en
la orientación hacia la prevención y al sistema, así como en la importancia de la planificación,
la documentación, el uso de métodos estadísticos y la auditoría periódica del sistema de calidad,
que habían caracterizado el CCT en Occidente. La diferencia esencial reside en dos aspectos:
En síntesis, el cambio se puede expresar diciendo que no es suficiente asegurar la calidad, sino
que además debe alcanzarse a bajo coste. Ello exige no sólo que los procesos hagan las cosas
bien a la prime- ra, sino además hacer cada día los procesos un poco mejor y con el mínimo
control a posteriori. Quizás el único elemento técnico del sistema de producción norteamericano
que las empresas japonesas no asimilaron fue la programación de las reparaciones, anticipando
su comprensión más profunda de un principio básico cual es hacer las cosas bien a la primera.
El principio mollar que inspira el CWQC puede ser «introducir la mejora continua de la calidad
en los procesos y en los productos a través de las personas y del trabajo en equipo».
El enfoque integrador como Gestión de la Calidad Total
Todos estos problemas conforman las causas explicativas de los resultados, generalmente
mediocres, que los modelos parciales previos tuvieron en las empresas occidentales con
relación a las expectativas que generaron. La CGT supone la respuesta occidental al enfoque
japonés de CWQC para afrontar los retos de la competencia en calidad y superar los problemas
de las anteriores perspectivas. Por tanto, comparte muchos principios y prácticas con dicha
aproximación. Por ejemplo, sigue considerando esencial la planificación y la mejora de la
calidad, y entiende que no hay conflicto entre calidad y prductividad. No obstante, tiene rasgos
propios muy diferenciados que autorizan a considerarlo como un enfoque autónomo, con
características novedosas respecto a las del CWQC, y quizás el más avanzado hasta ahora
(Wilkinson et al., 1998; Dale, Boaden y Lascelles, 1994a). La GCT proporciona una pers-
pectiva más amplia de la Gestión de la Calidad, tratando con detalle sus implicaciones en la
dirección estratégica, la gestión de recursos humanos y los sistemas de información, entre otras
áreas
Informes de calidad
En este apartado vamos a estudiar aspectos relacionados con los informes contables de calidad
de las empresas, a saber: qué informes se utilizan, quién los realiza, si los departamentos de
calidad y el de contabilidad comparten información, que utilidad tiene esta información, etc.
Con índice de contestación superior al 90% de en todos los items. Además, como las preguntas
formuladas en esta encuesta son similares a las que realizamos en el trabajo de investigación de
hace dos años (Climent 2000) los resultados nos van a servir para comparar los datos obtenidos
en esta encuesta con los de la anterior.
El primer epígrafe que vamos a estudiar es la relación existente entre los departamentos de
calidad y de contabilidad, ver quién es el encargado de realizar los informes sobre los costes de
calidad, cuántas empresas de las certificadas con la norma ISO 9000 de calidad cuentan con
ellos, si en verdad cumplen su misión y son útiles, y saber si las empresas que no disponen de
estos informes les gustaría tenerlos.
En este apartado vamos a estudiar los resultados obtenidos referentes a la utilización por las
empresas de los informes sobre los costes de calidad, y comprobar la importancia que éstas dan
a dichos informes como fuente de información para la toma de decisiones, incluidas las
decisiones estratégicas. Podemos darnos cuenta, por los resultados obtenidos, que tanto la
utilización de dichos informes como la importancia que las empresas dan a los mismos son muy
interesantes.
En este apartado vamos a estudiar si los costes que conlleva implantar la Norma ISO 9000 las
empresas los consideran importantes, y si el motivo fundamental por el que se certifican las
empresas es la reducción de costes de la empresa. En cuanto a la primera pregunta, vemos en
el gráfico 126 que el 60.66% de las empresas consideran que los costes que acarrea la
implantación de la Norma ISO 9000 son importantes. Esta misma pregunta la planteamos en el
estudio realizado el año 2000 (Climent, 2000), y en aquel momento el porcentaje era del
57.62%, por lo que vemos que se ha incrementado 3.04 puntos porcentuales en dos años.
Bibliografía