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A. Las expectativas
Las expectativas creadas en el consumidor acerca de que va a aportarle la experiencia de
uso de un determinado bien o servicio influye en su grado de satisfacción.
B. La experiencia de uso
La experiencia de uso disfrutada o sufrida por el cliente con un determinado producto
depende factores:
● Las características y especificaciones técnicas.
● La fiabilidad o ausencia de errores y fallos percibidos.
● También es especialmente importante que el producto sea sencillo de usar.
● Contar con información útil y clara.
Un cliente satisfecho es aquel cuyas expectativas previas del producto se han visto
cubiertas.
Un cliente insatisfecho es aquel que no ha visto colmadas sus expectativas previas a causa
de la experiencia de uso del producto.
En este caso, la Administración debe actuar, ya que se encuentra frente a una posible
infracción en materia de consumo. Además de ponerse en contacto con la empresa, a fin de
informarle sobre el asunto, los servicios de inspección pueden iniciar un expediente
sancionador.
La exteriorización del grado de satisfacción del cliente puede tomarse de diferentes formas:
- Mediante una felicitación si el cliente se siente satisfecho con el servicio recibido.
- Mediante una sugerencia si el cliente plantea a la empresa posibilidades de mejora
con el servicio que ha recibido.
- Mediante una queja, el cliente manifiesta su disconformidad con el producto que ha
recibido o con el servicio que se le ha prestado.
- Con una reclamación, el cliente, además de manifestar su insatisfacción, solicita ser
compensado o indemnizado por el perjuicio que se le ha ocasionado.
La norma ISO 10002:2004 establece una serie de principios básicos para gestionar
cualquier queja o reclamación. Estos principios deben adaptarse a la realidad propia de
cada empresa.
Dicha norma internacional establece como principios básicos:
Visibilidad: La información sobre cómo y dónde reclamar debe ser conocida
por los clientes, el personal de la empresa y cualquier otra persona
interesada en el proceso de reclamación.
Accesibilidad: El proceso de tratamiento de las quejas debería ser
fácilmente accesible para todos los reclamantes.
Respuesta diligente: La recepción de cada queja debe ser informada al
reclamante de forma inmediata y tratada con la mayor prontitud posible, en
función de su urgencia.
Objetividad: Es conveniente que cada queja sea tratada de manera
equitativa, objetiva e imparcial.
Confidencialidad
Enfoque al cliente: El interés de la empresa deberá ser resolver el incidente,
está prohibido usar este servicio para cualquier tipo de comunicación
comercial.
Responsabilidad: La organización debe establecer claramente quién es
responsable de responder a una determinada queja, así como el encargado
de informar al cliente sobre su resolución.
Mejora continua: La mejora continua del proceso de tratamiento de quejas y
reclamaciones debe ser un objetivo permanente en toda la organización.
La imagen negativa que el cliente pueda tener se ve de alguna forma mitigada por un
tratamiento adecuado de su reclamación.
Permite a la empresa responder a las reclamaciones de forma fiable, coherente y
sistemática buscando en todo momento la satisfacción del reclamante.
Las quejas y reclamaciones son una fuente continua de información para la implantación de
procesos de mejora.
Fomenta la implantación del enforque al cliente en la empresa. Una empresa que gestiona
adecuadamente sus reclamaciones mira continuamente a sus clientes y está atenta a sus
necesidades.
En definitiva, un adecuado sistema de gestión de reclamaciones permite mejorar la oferta
comercial que la empresa hace en el mercado.
Todo esto hace que incremente tanto la satisfacción como la fidelidad de la clientela actual
como las posibilidades de transformar a la clientela potencial en real.