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Fuerzas Armadas y Derechos Humanos: su papel en la función

de seguridad ciudadana
Módulo 3: Los derechos humanos que pueden resultar
comprometidos en la función de seguridad ciudadana
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El derecho a la vida

El artículo 4 de la Convención Americana dispone que:

1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho


estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la
concepción. Nadie puede ser privado de la vida arbitrariamente.

2. En los países que no han abolido la pena de muerte, ésta sólo


podrá imponerse por los delitos más graves, en cumplimiento de
sentencia ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad
con una ley que establezca tal pena, dictada con anterioridad a la
comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos a
los cuales no se la aplique actualmente.

3. No se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han


abolido.

4. En ningún caso se puede aplicar la pena de muerte por delitos


políticos ni comunes conexos con los políticos.

5. No se impondrá la pena de muerte a personas que, en el


momento de la comisión del delito, tuvieren menos de dieciocho
años de edad o más de setenta, ni se le aplicará a las mujeres en
estado de gravidez.

6. Toda persona condenada a muerte tiene derecho a solicitar la


amnistía, el indulto o la conmutación de la pena, los cuales podrán
ser concedidos en todos los casos. No se puede aplicar la pena
de muerte mientras la solicitud esté pendiente de decisión ante
autoridad competente.

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Como se ha comentado en los temas precedentes, el Estado, en el ámbito de la seguridad ciudadana, debe
proteger la vida de todas las personas bajo su jurisdicción e impedir la privación arbitraria de la vida o las
masacres por actos de sus agentes o de particulares. El derecho a la vida puede resultar afectado o violado
cuando el Estado no adopta medidas de protección frente a particulares que amenazan o desean vulnerar
el derecho a la vida de la población, o de ciertas personas, como sindicalistas, defensoras y defensores
civiles de derechos humanos, disidentes políticos, etc., o cuando sus agentes (tanto de la Policía como de
las Fuerzas Armadas) usan la fuerza letal o las armas de fuego al margen de los parámetros establecidos
por las normas internacionales sobre el empleo de la fuerza.

Se reitera que los Estados tienen la obligación de prevenir, investigar y sancionar los atentados contra la
vida, independientemente si los autores o partícipes son agentes estatales o particulares. Respecto a la
privación arbitraria de la vida, se ha observado en América Latina dicha práctica por algunos Estados; en
Colombia, por ejemplo, el caso de “los falsos positivos” o las masacres atribuidas a ciertos integrantes de las
Fuerzas Armadas o Militares, en el marco del conflicto armado interno, en el periodo comprendido entre el
año 2000 y 2010, le ha generado a dicho país una responsabilidad internacional, pues sus Fuerzas Armadas
utilizaron la fuerza letal fuera de los parámetros determinados por el Derecho Internacional Humanitario,
ya que dirigieron su capacidad de fuego contra la población civil, en específico contra personas en
situación de vulnerabilidad (jóvenes pobres o que padecían esquizofrenia, o vivían en situación de calle),
para demostrar que estaban dando resultados en el contexto del conflicto armado interno, toda vez que
los vestían de combatientes o guerrilleros después de muertos, ejecutados o dados de baja. Los agentes u
oficiales de bajo rango han sido juzgados, en los casos que han sido denunciados, pero por la naturaleza
y frecuencia de los crímenes cometidos, se asume que no podían pasar desapercibidos por la cadena de
mando o sus superiores. Un factor determinante del surgimiento de “los falsos positivos” fue la creación
de incentivos para que el personal táctico (el que opera en el terreno) acreditara su éxito con el uso de la
fuerza letal o más exactamente, con las bajas del enemigo. En efecto, en noviembre de 2005, el Ministerio
de Defensa de Colombia expidió la Directiva 29, cuyas normas establecieron recompensas con fuertes
sumas de dinero por la muerte de miembros de la guerrilla. Por lo que se refiere a las víctimas indirectas
o los familiares de las víctimas directas o de las personas privadas arbitrariamente de la vida, cabe señalar
que a pesar de ser titulares de los derechos humanos a la justicia, a la verdad y a la reparación, no pueden
ejercerlos sin temor o terror, ya que han sido amenazadas de muerte tanto por algunos integrantes de las
Fuerzas Armadas como por paramilitares (es decir, por miembros de grupos armados no estatales que han
llenado “los vacíos de poder” dejados por la desmovilización del grupo guerrillero denominado “Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia”, a raíz de la firma de los acuerdos de paz con el gobierno de ese
país ocurrida a finales de 2016 (CCEEU,2017).

El uso de la fuerza letal o de las armas de fuego por parte de integrantes o agentes de las Fuerzas Armadas,
en el marco de la función de seguridad ciudadana, es legal o constituye un acto lícito si se considera como
último recurso o una medida extrema para defender la vida de las personas frente a la violencia criminal
de la delincuencia organizada o común. En el informe mencionado, la Comisión Interamericana indica
que el empleo de las armas de fuego o de la fuerza letal por parte de agentes de las Fuerzas Armadas o
de la Policía, es un acto o una decisión legal si el objetivo consiste en protegerse o en proteger a terceras
personas (víctimas y testigos) contra un peligro inminente de muerte o lesiones graves. Los Estados, en
situaciones de peligro, riesgo o amenaza de muerte para sus agentes y terceras personas (particulares,
como víctimas o testigos de la conducta ilícita o punible), tienen la facultad de utilizar la fuerza letal o las
armas de fuego aunque ello implique la privación de la vida de la persona agresora, dado que no sería un
acto arbitrario o ilegal por existir una agresión o resistencia letal en perjuicio de sus agentes. (CCEEU,2017).

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La Comisión Interamericana, en el informe antes aludido, recomienda a los Estados que sus agentes
reciban adiestramiento o capacitación sobre un modelo de uso progresivo y diferenciado de la fuerza, para
utilizar en primer lugar, si la situación lo permite, medios no letales (disuasivos o persuasivos) para suprimir
el riesgo hacia los derechos humanos que deben protegerse en el marco de la seguridad ciudadana. El
recurso a la fuerza letal o el uso de las armas de fuego será legal si los medios no letales (disuasivos o
persuasivos) o el empleo de la fuerza física resultan ineficaces para contrarrestar o neutralizar el peligro
hacia los agentes estatales o terceras personas o para detener en flagrancia a la persona que se le atribuye
una conducta ilícita o punible. (CCEEU,2017).

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Fuentes de consulta

“Falsos positivos” en Colombia y el papel de la asistencia militar de Estados Unidos, 2000-2010, Movimiento de
Reconciliación (FOR) y la Coordinación Colombia-Europa-Estados Unidos (CCEEU), Bogotá, 2014, pp. 23 y ss. Texto
recuperado el 24 de enero de 2017 en la página web www.colectivodeabogados.org/IMG/pdf/1_inform.pdf, y El rol de
los altos mandos en falsos positivos. Evidencias de responsabilidad de generales y coroneles del Ejército colombiano
por ejecuciones de civiles, Human Rights Watch, Estados Unidos de América, 2015, pp. 35 y ss. Texto recuperado el 24 de
enero de 2017 en la página web www.verdadabierta.com/.../1236-informe-de-hrw-sobre-el-rol-de-los-comandantes-
de...

Organización de los Estados Americanos, Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe sobre Seguridad
Ciudadana y Derechos Humanos, Washington, 31 de diciembre de 2009.

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