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Derecho Constitucional chileno.

Tomo II: Derechos, deberes y garantías pag 384


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Entre derechos fundamentales no se puede hablar de jerarquía de derechos, sino de equilibrio y


armonización de derechos

Así podemos concluir que en materia de libertad de opinión e información y los derechos a la
honra y a la privacidad son todos derechos que emanan de la dignidad humana y constituyen
parte de los derechos de toda persona humana, los cuales al ser partes del sistema de derechos
humanos, que por regla general, no son absolutos, pueden ser objeto de limitaciones en los casos
que el bloque constitucional de derechos lo posibilita. Cuando entran en conflicto deben
ponderarse con pautas objetivables, sin que ninguno de ellos tenga una superioridad jerárquica
respecto de los otros, todos ellos son derechos humanos y derechos constitucionales, con paridad
de garantías constitucionales.

La correcta delimitación de los derechos y sus limitaciones externas permiten superar falsos
conflictos de derechos, a su vez, cuando existe tensión entre ellos, debe asumirse que los
derechos no son disyuntivos, debiendo hacerse el máximo esfuerzo por armonizarlos, debiendo
ser garantizados en su contenido esencial.

Cuando esta armonización no es posible, no debe optarse por uno eliminando el otro, en una
perspectiva de jerarquización de ellos, sino que es necesario hacer el esfuerzo de delimitar y
precisar el alcance y la consistencia de cada derecho a través de un razonamiento fundado y de
ponderación orientada por principios que faciliten el discernimiento, dejando de lado, las
simplificaciones no autorizadas por el texto de la Constitución en armonía con la Convención
Americana de Derechos Humanos. A su vez, el legislador debe efectuar esfuerzos necesarios para
positivar legalmente pautas que otorguen un mínimo de seguridad jurídica a las personas en el
ejercicio de sus derechos fundamentales. Asimismo, la judicatura debe practicar la adecuada
ponderación de derechos y evitar el sacrificio innecesario de uno en beneficio de otro. Es
conveniente aprender la lección que nos dejan en la materia los pronunciamientos hechos sobre
casos nacionales por la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, cuyas
orientaciones deben seguirse de buena fe, en la medida que constituyen los órganos de
interpetación de la Convención Americana de Derechos Humanos, cuyas normas y su
interpretación deben ser seguidas por los órganos y autoridades nacionales (doctrina del
seguimiento), sin perjuicio del margen relativo de apreciación que ellas permiten a los operadores
jurídicos nacionales.

https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-09502004000200006

Por tanto, cuando se restringe ilegalmente la libertad de expresión de un individuo, no solo es el


derecho de ese individuo el que está siendo violado, sino también el derecho de todos a 'recibir'
informaciones e ideas, de donde resulta que el derecho protegido por el artículo 13 tiene un
alcance y un carácter especiales. Se ponen así de manifiesto las dos dimensiones de la libertad de
expresión. En efecto, esta requiere, por un lado, que nadie sea arbitrariamente menoscabado o
impedido de manifestar su propio pensamiento y representa, por tanto, un derecho de cada
individuo; pero implica también, por otro, un derecho colectivo a recibir cualquier información y a
conocer la expresión del pensamiento ajeno" (párr. 30). Por eso, en virtud de esta doble
dimensión, individual y colectiva (párr. 75), estos dos derechos son indivisibles, de modo que una
restricción de las posibilidades de divulgación representa directamente, y en la misma medida, un
límite al derecho de expresarse libremente" (párr. 31).

De ahí que la Corte sea clara al expresar su total repudio a la intervención de la autoridad a fin de
limitar este derecho a priori, como son "la censura previa, el secuestro o la prohibición de
publicaciones y, en general, todos aquellos procedimientos que condicionan la expresión o la
difusión de información al control gubernamental. En tal hipótesis, hay una violación radical tanto
del derecho de cada persona a expresarse como del derecho de todos a estar bien informados, de
modo que se afecta una de las condiciones básicas de una sociedad democrática" (párr. 54). Por
eso también contraviene la Convención "todo acto del poder público que implique una restricción
al derecho de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas, en mayor medida o por medios
distintos de los autorizados por la misma Convención; y todo ello con independencia de si esas
restricciones aprovechan o no al gobierno" (párr. 55).

Con todo, la Corte considera que estas responsabilidades debieran tener un carácter más o menos
restrictivo15, a fin que se apliquen en lo estrictamente necesario para limitar lo menos posible la
libertad de expresión16. Por igual motivo, la restricción debe ser proporcional al derecho que se
pretende proteger, siempre que esto último se fundamente en objetivos colectivos17.

Ahora bien, la perentoria exigencia de tener en cuenta las condiciones de forma y fondo señaladas
ha sido ratificada por la propia Corte, sobre todo al mencionar los requisitos exigibles para aplicar
sanciones penales ulteriores en caso de haber un abuso de la libertad de expresión (con lo cual, a
nuestro juicio, de paso estaría deslegitimando las medidas previas y generales que establece la
última convención): "La necesidad de utilizar la vía penal para imponer responsabilidades
ulteriores al ejercicio del derecho a la libertad de expresión se debe analizar con especial cautela y
dependerá de las particularidades de cada caso. Para ello, se deberá considerar el bien que se
pretende tutelar, la extrema gravedad de la conducta desplegada por el emisor de aquellas, el
dolo con que actuó, las características del daño injustamente causado, las características de la
persona cuyo honor o reputación se pretende salvaguardar, el medio por el cual se pretendió
causar el daño y otros datos que pongan de manifiesto la absoluta necesidad de utilizar, en forma
verdaderamente excepcional, medidas penales. En todo momento la carga de la prueba debe
recaer en quien formula la acusación"81.

Todo lo dicho hasta aquí significa que el diálogo no puede censurarse en virtud de las posibles
ofensas que pueda causar en quienes piensan distinto, ya que semejante actitud conllevaría
hacerlo imposible93 y constituye a todas luces una medida desproporcionada94. Por eso, tener
ciertas convicciones en el ámbito que sea, u oponerse a las de otros –pues la disidencia debe tener
derecho a expresarse95, siempre en un clima de respeto, no quiere decir que quien ostente cierto
punto de vista, "defienda, promueva o incite al odio, la discriminación y la intolerancia"96. Estos
males deben ser combatidos, sin lugar a dudas, pero no a costa de terminar convirtiendo en un
riesgo para los sujetos defender sus propias convicciones, fruto de la existencia de un orden
jurídico que puede tornarse opresivo, eventualmente paranoico y absolutamente contrario al
espíritu democrático97.

CONCLUSIONES

Finalmente, no puede pasarse por alto el negativo efecto que todo lo dicho hasta aquí podría
ocasionar al sistema democrático. Dado que la libertad de expresión es uno de sus pilares
fundamentales, de aplicarse en todo su potencial las medidas de censura y sanciones
contempladas por esta convención, así como también gracias al efecto reflejo de autocensura que
podría originar, las consecuencias para dicho modelo podrían ser de proporciones. Ello, porque se
estaría restringiendo el libre y necesario debate que este sistema requiere. Además, el
debilitamiento de este derecho podría mitigar y hasta anular la necesaria fiscalización que solo
una libertad de expresión fuerte permite hacer a los actos de gobierno; con lo cual, dicha
autoridad podría muy bien abusar de sus prerrogativas, ser intolerante con las convicciones
opuestas a la suya y discriminar así a quienes piensan distinto o disienten de su modo de ver las
cosas. Incluso le sería posible impedir la disidencia o restringirla de acuerdo a una supuesta verdad
oficial, usando para ello el poder punitivo del Estado, con lo cual el debate democrático podría
hacerse imposible o, peor aún, convertirse en una auténtica parodia, al haberse establecido por la
fuerza los parámetros de lo admisible y eventualmente de lo verdadero.

Sin embargo, muchas otras normas no fueron revisadas y se siguieron produciendo distintas
restricciones indirectas a la libertad de expresión, menos visibles, más sutiles y fuera del foco de
atención. Y nuevamente, ante la falta de protección en las instancias internas, los casos han
seguido llegando a los organismos internacionales generando nuevas condenas y
responsabilidades internacionales: los obstáculos a la labor informativa de Radio Estrella de Mar
en la Isla de Melinka entre 2000 y 2002 (CIDH, 2015); la retirada por parte de Carabineros de Chile
de lienzos de la obra artística “Puentes de la Memoria” desarrollada en 2013 por Londres 38
(Comité DDHH, 2017); las sanciones disciplinarias al Juez Urrutia por el contenido de trabajo
académico en 2004 (Corte IDH 2020); o la condena penal por injurias y calumnias en 2004 al
defensor ambiental Carlos Baraona por vincular a un Senador con la tala ilegal del alerce (CIDH
2019), caso que llevará nuevamente a Chile ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos
por vulneración a la libertad de expresión durante 2021.

Nuevoooooo

s. Estos tratados obligan al Estado que los ha suscrito, debiendo por tanto

recoger en su legislación, medios idóneos para proteger el ejercicio legítimo de los

derechos.

El Tribunal Constitucional en este fallo se remite a lo resuelto en causa Rol

N° 943-2007, revisado anteriormente en este trabajo, señalando en su

considerando sexto que “Este tribunal analizó extensamente el valor constitucional


de la restricción que ese precepto legal impone, en cuanto impide la reparación del

daño puramente moral causado por imputaciones injuriosas contra el honor o el

crédito de una persona”51

51 Tribunal Constitucional, Sentencia Rol N° 1185- 2008, Considerando 6°.

55

Se concluyó igualmente que la responsabilidad civil como deber de

indemnizar un daño, procede tratándose de un derecho constitucional, y que el

artículo 2331, al limitar la indemnización al carácter patrimonial del daño,

representa una excepción al principio general de que todo daño debe ser

indemnizado.

En su considerando sé

El requirente funda su solicitud principalmente en los mismos argumentos

que los contenidos en los fallos antes analizados, manifestando que ha sido

víctima de injurias que han afectado gravemente su reputación, prestigio y nombre

y que el artículo 2331, al ser aplicado, restringiría la reparación en sede civil y

limita el ejercicio mismo del derecho a la honra y su tutela, contrariando lo

establecido en el artículo 19 N° 26 de la Constitución y también lo dispuesto en el

mismo artículo N° 2, infringiendo su derecho a la igualdad ante la ley, toda vez que

cualquier persona que sufra daño moral por concepto de un delito o cuasidelito

penal o civil, puede solicitar una indemnización, sin embargo esto no es permitido

al que ha sido víctima del delito de injurias, todo ello, sin un fundamento

razonable, transformándose en una discriminación arbitraria.

La defensa responde argumentando que el artículo 2331 no infringe lo

dispuesto en el 19 N° 26 de la Carta Fundamental, puesto que no afecta la

esencia del derecho a la honra, sino más bien sólo condiciona la indemnización

del daño moral a una reparación que no consista en dinero.


Diversas organizaciones exigieron al Congreso Nacional que la propuesta presentada por el
diputado Darío Morán, del Partido Libertad y Refundación (LIBRE),que tipifica los delitos contra el
honor penalizándolos con multa y cárcel, sea turnada a una Comisión Dictamen, discutida con
diversos sectores de la sociedad, especialmente a periodistas, comunicadores sociales y
trabajadores de medios de comunicación ampliando la dimensión del ámbito civil y que las
sanciones a este tipo de delitos sean estrictamente proporcionales a los daños reales causados.

comunicado de honduras obtenido de :


https://www.pasosdeanimalgrande.com/es-co/amenazas/item/3380-organizaciones-piden-que-
congreso-agilice-despenalizacion-de-los-delitos-contra-el-honor
https://vlex.uautonomacl.elogim.com/#search/content_type:4/exceptio+veritatis/WW/vid/
68991406

La imputación de hechos verdaderos y la exceptio veritatis en el delito de injurias

Por regla general, tratándose de injurias, no se admite la exceptio veritatis o prueba de la verdad,
siendo ésta irrelevante para la configuración del delito, a menos que exista un interés público
preponderante en el conocimiento de los hechos cuya manifestación pudiera considerarse
injuriosa por el ofendido, tal como lo señala el art. 420, que excusa solamente al que prueba la
verdad de las imputaciones “dirigidas contra empleados públicos sobre hechos concernientes al
ejercicio de su cargo”. El art. 30 de la Ley Nº 19.733 sobre libertades de opinión e información y
ejercicio del periodismo extiende la exceptio veritatis a la imputación de “hechos deter- minados”
con motivo de “defender un interés público real”,

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reiterando además su aplicación a las imputaciones hechas a funcionarios públicos por actos
propios de su ministerio.

Tradicionalmente se considera la prueba de la verdad como una causal legal de exclusión de la


pena que opera fuera de la teoría del delito, cumplidos ciertos presupuestos normativos,18
aunque esta calificación dogmática es potencialmente discutible, puesto que dicha prueba surte
efectos para todos los partícipes, característica propia sólo de las causales de exclusión de la
tipicidad o de la antijuridicidad, pero no de estas otras causales de exclusión de la pena, a las que
siempre se les atribuye un carácter personal.

Todavía más: entendida de la forma tradicional, la institución de la prueba de la verdad produce


una inversión de la carga de la prueba y obliga al acusado por el delito de injuria a probar su propia
inocencia, es decir, a realizar toda la actividad probatoria procesal tendiente a demostrar al
tribunal que su propia conducta no corresponde al delito del que se le acusa, lo que parece
contradecirse con el principio de presunción de inocencia, y sería innecesario de admitirse su
categorización como un elemento del delito, pues en ese caso, el querellante particular estaría
obligado a probar la falta de veracidad de la información transmitida.

En lo sucesivo, la carga de la prueba en esta excepción está asentada en el querellado, esto se


estableció así con el propósito de que antes de difundir información la persona se asesore de que
los hechos son verdaderos, para evitar la configuración del tipo penal. En consecuencia, al invertir
la carga de la prueba está la posibilidad de generar un efecto disuasivo en la publicación de hechos
verdaderos tratándose de materias de interés público, ya que en materia penal en chile se tiene
un estándar probatorio importante, es decir, al juez no le deben quedar “dudas razonables” acerca
de su inocencia las personas optan por no realizar criticas a la autoridad cuando no cuentan con
los medios suficientes para probar la veracidad de sus dichos en un proceso judicial, puesto que
son de conocimiento público los costos económicos que puede implicar un proceso judicial o lo
difícil que puede llegar a ser probar la verdad, a pesar de que esos hechos sean verídicos.

El debate libre y plural de ideas, en sus distintas manifestaciones, es vital para la formación de una
opinión pública crítica, por cuanto es esencial para la búsqueda común de la verdad y para la
vitalidad de la sociedad en su conjunto. Por ello, cuando se trata de proteger y garantizar la
libertad de expresión, no se protege sin más el derecho fundamental subjetivo de la persona que
lo ejerce, sino que se protege y garantiza el propio sistema democrático, que necesita de ese
sustrato vital. Por ello, se entiende que cuando la Constitución española reconoce la libertad de
expresión en el artículo 20.1, no sólo protege las ideas que son favorablemente recibidas o
consideradas inofensivas o indiferentes, sino también aquellas que chocan, inquietan u ofenden al
Estado o a una fracción cualquiera de la población como ha interpretado el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos.

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