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APROXIMACION CRITICA
Author(s): Andrés Sopeña Monsalve
Source: Revista Española de Derecho Internacional , 1982, Vol. 34, No. 2/3 (1982), pp. 447-
460
Published by: Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones
Internacionales
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Derecho Internacional
Introducción
A) En el orden público
B) En el fraude a la ley
i° Art. 6, 4 C. c.
11 Art. 12, 4 G c.
conflicto que ha sido utilizada. Esta defensa se lleva a cabo mediante apelación a
la llamada excepción de fraude a la ley, mecanismo jurídico mediante el que, en
definitiva, se descarta la aplicación de la normativa extranjera en principio - o en
apariencia - aplicable.
El juego de la excepción de fraude a la ley con la evicción de la normativa ma-
terial declarada aplicable, provoca inmediatamente una laguna que se colma con la
aplicación de la normativa eludida. Dado que mediante la utilización de una norma
de conflicto se ha conseguido un resultado contrario a una norma imperativa interna,
esta aplicación conducirá a la nulidad, no reconocimiento o ineficacia del acto rea-
lizado o de la sentencia obtenida en el extranjero.
Como en tantos otros ámbitos del derecho internacional privado, también en
relación con él fraude a la ley existe una animada discusión doctrinal: autonomía
de la institución frente a su consideración como un supuesto particular, como una
subespecie de la excepción de orden público. Lepaulle, Anzilotti, Pacchioni, Qua-
dri, Miaja de la Muela y la mayoría de la doctrina alemana, de un lado; Niboyet,
Maury, Louis Lucas, Batiffol, Francescakis, Romer, Sánchez Apellániz, Ca-
rrillo Salcedo, Aguilar Navarro, de otro. La categoría doctrinal de los nom-
bres citados indica que existen fundadas razones en apoyo de una u otra postura.
Desde luego, puestos a defender la autonomía de la institución, resulta perfectamente
posible distinguirla de la excepción de orden público š' no es igual pretender, por
ejemplo, una ejecución de sentencia de divorcio obtenida en el extranjero ante un
foro que no admite el divorcio, que mantener la misma pretensión ante un foro que
no lo admite con respecto a sus nacionales. En este último supuesto, la pretensión
será o no estimada en función de la nacionalidad de las partes; en el primer caso,
esta circunstancia es irrelevante.
La pretensión que puede dar lugar al juego de la excepción de orden público
es, pues, siempre, antijurídica desde el punto de vista del foro. La pretensión que
puede dar lugar al juego de la excepción de fraude a la ley será o no antijurídica
en función de circunstancias ajenas a la pretensión misma, como la nacionalidad de
las partes o el lugar de realización de un acto cuya validez se pretende. Y es pre-
cisamente por ello por lo que cabe el intento de defraudación.
Ahora bien, también es posible encontrar sustanciales identidades entre una y
otra excepción. Por lo pronto, ambas conducen en la práctica a un mismo resultado:
excluir la aplicación del derecho extranjero reclamado por la norma de conflicto
del foro.
Pero, sobre todo, se da entre ambas excepciones una coincidencia fundamental:
una y otra plantean , en última instancia , un problema de interpretación de las leyes
en presencia , de determinación de su ámbito de aplicación .
Ese choque , esa notoria colisión } esa oposición entre el derecho nacional y el d
cho extranjero que ocasionalmente puede presentarse en el momento de proc
la norma aplicada, sino, más simplemente, a una indebida aplicación del mencionado
artículo que, pese a su texto, no puede aplicarse a los testamentos mancomunados s
existen los artículos 699 y 733, de cuya lectura, conjuntamente con la del artículo 11,
ha de extraerse la voluntad real al respecto de nuestro ordenamiento.
El diálogo entre recurrente y tribunal, en la sentencia del Tribunal Supremo de
22 de noviembre de 1977 16, pone claramente de manifiesto que no existe ninguna
especialidad que haga diferentes de otros supuestos los problemas de interpretación
cuando las leyes en presencia son de orden público y de conflicto: Desestimada en
la Audiencia la pretensión de nulidad del matrimonio civil celebrado en España con
una española, pretensión que el recurrente había basado en su condición de divor-
ciado de matrimonio civil previo, éste, amparado en el párrafo primero del artículo 1962
de la L. E. C, alega ante el Tribunal que "existe violación, en la sentencia recurrida,
del artículo 9.° del Código Civil, en relación con el último párrafo del artículo 11
del mismo código, y de los artículos 51, 83, número 5.° y 101 número 1". A lo que
el Tribunal contesta: "la sentencia recurrida no deja de tener en cuenta los precep-
tos invocados por el recurrente, sino que varios de ellos los cita expresamente, y otros
los sobreentiende, por lo cual no puede sostener fundadamente que los haya violado;
y en segundo término, que para sostener la procedencia de tal motivo, se hace su-
puesto de la cuestión, atribuyendo a dichos preceptos un alcance distinto del que le
dio el juzgador ...".
Que también desde la perspectiva del orden público y del posible juego de la
excepción correspondiente se trata de un problema de interpretación, queda igual-
mente de manifiesto en la misma sentencia, cuando el Tribunal, al afrontar la ape-
lación al orden público hecha por el recurrente, y basado en "el carácter restrictivo
con que debe hacerse uso de la excepción de orden público", estima que "ha des-
aparecido el impedimento de ligamen a consecuencia del divorcio dictado de acuerdo
con la correspondiente ley personal, y que, en consecuencia, el nuevo matrimonio es
válido".
17 F. RlGAUx: "Droit public et Droit privé dans l'ordre juridique international", en Mé-
langes Dabin, I, París, 1963, p. 263.
18 J. MAURY: "Regles generales des conflits de lois , en R. C. A. D€ L, vol. 57, 1936, III,
p. 375.
19 Miguel DE Angulo Rodríguez: "Objeto, contenido y pluralidad normativa en Derecho
Internacional privado", en R. E. D. vol. XXIII, 1970, p. 749.
cia desde el punto de vista de éste, bien porque el supuesto planteado viene referido
a una materia cuya reglamentación se impone a cuantos se hallen en el territorio
-como sucede en la apelación a la excepción de orden público-, bien porque la
circunstancia que confiere la extranjería a un elemento de la relación, carezca de
efectividad ante el foro - como sucede en la apelación a la excepción de fraude a
la ley - . En ambos supuestos, la relación o situación planteada ante el foro es, real-
mente, de tráfico jurídico interno, y, por tanto, no ha lugar a su reglamentación por
una ley extranjera.
Decidir acerca de la relevancia ante el foro del elemento extranjero presente en
la relación o situación planteada. Este, no otro, es el tema prioritario en la determi-
nación del derecho aplicable.
En uno de sus considerandos, la sentencia del Tribunal Supremo de 5 de junio
de 1965 parece llevar esta idea a la práctica. A propósito de la capacidad para con-
traer matrimonio civil en el extranjero de una española, católica, el Tribunal señala
que la prohibición de celebrar matrimonio no canónico no puede obviarse "mediante
el fraude legal de celebrar dicho matrimonio en otro país, teniendo asimismo en cuenta
que es a la condición legal de la contrayente en el momento de celebrar el matri-
monio, eso es, a su nacionalidad española, y no a la posiblemente adquirida por dicho
matrimonio, a la que debe atenerse".
Ideas igualmente claras al respecto se encuentran en diversos considerandos de la
resolución de la Dirección General de los Registros y del Notariado de 14 de marzo
de 1967. El problema, planteado por el encargado del Registro Civil, es el de si la
celebración de matrimonio civil contraído en Gibraltar por españoles, vecinos de pla-
zas nacionales, constituye un fraude a la ley española que debe llevar consigo la
nulidad de dicho matrimonio. Al efecto, la resolución distingue entre requisitos de
forma y exigencias de fondo; para los primeros, se admite el criterio general locus
regit actum, por lo que una supuesta cuestión de fraude a la ley sólo podría presen-
tarse con relación a los presupuestos de fondo - por ejemplo, la acatolicidad - exi-
gidos por la ley española. Y, desde luego, tales requisitos no se habían cumplido.
La Dirección General, no obstante, considera que no es la prueba de la acato-
licidad o de la libertad de los contrayentes el requisito previo exigido, sino la acato-
licidad y la libertad en sí mismo consideradas. Así las cosas, la conclusión no puede
ser otra que la de que esas medidas probatorias pueden cumplirse a posteriori .
La cuestión parece centrada en el hecho de que, calificadas como cuestiones de
fondo la existencia, o no, de impedimentos y la acatolicidad de los contrayentes, la
norma de conflicto correspondiente es la del artículo 9 del Código Civil. En su vir-
tud, es la ley española la realmente aplicable al caso, y el matrimonio será inscribible
una vez probados los requisitos de capacidad exigidos.
Lo curioso es que en el caso planteado no existe fraude. Como la propia reso-
lución indica, "no importa tanto el que se haya pretendido por las partes ejecutar
un acto en fraude de un requisito esencial, sino que efectivamente exista fraude".
Muy posiblemente, los contrayentes ignoran que el cambio en el lugar de celebra-
ción no modifica en nada su estatuto personal. Otra cosa hubiera sido una modificación
en la nacionalidad como punto de conexión.
Conclusiones